Entrega 10a Proceres de mi tierra

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12 Entrega 10/12 de las páginas informativas que complementan a Próceres de Mi Tierra. Patrocinan: Recortar y coleccionar Hoy circulan los trajes de Francisco José de Caldas , espera el próximo lunes 16 de mayo a Francisco de Paula Santander y su ficha técnica. Caldas D urante la colonia, la educación y princi- palmente la instrucción estuvo muy dis- tante de la niñez, de la juventud. Los pa- dres de familia eran analfabetos y no existían maestros ni libros, mucho menos locales como elementos constitutivos del sistema educativo tradicional. Por otra parte, España, a través de sus monarcas católicos, limitó la enseñanza únicamente al adoctrinamiento religioso y para esto orientó las posibilidades de instruirse casi exclusivamente en los seminarios u otros centros docentes que dieran preparación sufi- ciente para dictar cátedra religiosa. A esto se añadían los celos con que preservaban la doc- trina católica de todo otro tipo de creencias y suponían que la gente que no aprendía a leer o a escribir estaba más distante de contaminarse de las creencias heréticas. Los centros de estudio que se abrieron para el público antes de la independencia se crearon por iniciativa de obispos, clérigos o comuni- dades religiosas. En el virreinato de la Nueva Granada fueron escasos y, por consiguiente, imposibilitaban el acceso casi a la totalidad de los habitantes por las distancias y los costos. La mayoría de esos colegios o universidades exigían a los aspirantes pureza de sangre lo que difi- cul- taba más la entrada e n ellos, pues lo que lla- maban “probanza de sangre limpia” costaba a veces mu- cho dinero. Algunas familias pa- gaban maestros para que dieran instrucción a los hijos en la propia casa, a quienes había que pagar y aceptar las deficiencias de esos profesores en cuanto a la cantidad y calidad de sus conoci- mientos y a su pedagogía para im- partirlos. Ampliando la mirada sobre el cam- po de los próceres, encontramos que la mayoría de ellos habían llegado a un grado de instrucción superior a la del pueblo llano. Se puede afirmar que si España hu- biese logrado impedir de manera absoluta la instrucción y cono- cimientos en los habitantes de sus colonias, la independencia se habría retrasado por decenas de años. Pero fuera del aprendizaje “escolariza- do” en seminarios y universidades por qué otro medio llegó la ciencia a esos patriotas que con conciencia civilizada emprendieron la tarea del cambio político? La “Ilustración” de los enci- clopedistas franceses, los avances industriales ingleses traspasaban los menudos filtros de la censura del monarca español hacia sus vasallos de América. También hay que reconocer que la “Expedición Botánica” influyó, de modo no de- liberado, por supuesto, pero de manera eficaz en la preparación de los actores de la revolu- ción de independencia. Comúnmente creemos, y no es un desacierto, que el cambio que se pro- dujo con la proclamación y guerra de la inde- pendencia fue el político. No fue solo ese. Los estudiosos como Caldas, Nariño, Zea, Lozano y muchos, sintieron que caían las ata- duras que les im- pedían divulgar las riquezas naturales de esta tierra, el bienestar que daría su explo- tación a los habitantes de una nación libre y el trabajo y la prosperidad que vendría con la aplicación de la tecnología que ya se empleaba en países de Europa. Antes de proclamarse la independen- cia, Caldas no habría podido llevar a efecto obras de ingeniería como sí lo hizo en la pro- vincia de Antioquia para fortificarla por el sur. No habría podido pensarse en establecer la navegación fluvial, tampoco en establecer es- cuelas con maestros pagados por los alcaldes y los padres de familia. La educación se acercó al pueblo con maestros, locales y libros. El estudio con orden y disciplina y su producto, el conocimiento fueron los puntos de apoyo que sustentaron la naciente y, en principio, débil República de Colombia. la fuerza del saber El Colegio Mayor de San Bartolomé, en Bogotá, fue fundado en 1604 por los Jesuitas y es el más antiguo de Colombia y el tercero en América. Casa de Caldas en Popayán. El Colegio de La Enseñanza, en Bogotá, fundado en 1783 con un cupo de 25 niñas de diferentes edades. Por sus aulas pasarían Magdalena Ortega (esposa de A.Nariño) y Francisca Prieto (mujer de C. Torres).

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Hoy circulan los trajes de Francisco José de Caldas , espera el próximo lunes 16 de mayo a Francisco de Paula Santander y su ficha técnica.

Caldas

Durante la colonia, la educación y princi-palmente la instrucción estuvo muy dis-tante de la niñez, de la juventud. Los pa-

dres de familia eran analfabetos y no existían maestros ni libros, mucho menos locales como elementos constitutivos del sistema educativo tradicional. Por otra parte, España, a través de sus monarcas católicos, limitó la enseñanza únicamente al adoctrinamiento religioso y para esto orientó las posibilidades de instruirse casi exclusivamente en los seminarios u otros centros docentes que dieran preparación sufi-ciente para dictar cátedra religiosa. A esto se añadían los celos con que preservaban la doc-trina católica de todo otro tipo de creencias y suponían que la gente que no aprendía a leer o a escribir estaba más distante de contaminarse de las creencias heréticas.Los centros de estudio que se abrieron para el público antes de la independencia se crearon por iniciativa de obispos, clérigos o comuni-dades religiosas. En el virreinato de la Nueva Granada fueron escasos y, por consiguiente, imposibilitaban el acceso casi a la totalidad de los habitantes por las distancias y los costos. La mayoría de esos colegios o universidades exigían a los aspirantes pureza de sangre lo que difi- c u l -taba más la entrada e n ellos, pues lo que l l a -maban “probanza de sangre limpia” costaba a veces m u -cho dinero.Algunas familias p a -gaban maestros p a r a q u e

dieran instrucción a los hijos en la propia casa, a quienes había que pagar y aceptar las deficiencias de esos profesores en cuanto a la cantidad y calidad de sus conoci-mientos y a su pedagogía para im-partirlos.Ampliando la mirada sobre el cam-po de los próceres, encontramos que la mayoría de ellos habían llegado a un grado de instrucción superior a la del pueblo llano. Se puede afirmar que si España hu-biese logrado impedir de manera absoluta la instrucción y cono-cimientos en los habitantes de sus colonias, la independencia se habría retrasado por decenas de años. Pero fuera del aprendizaje “escolariza-do” en seminarios y universidades por qué otro medio llegó la ciencia a esos patriotas que con conciencia civilizada emprendieron la tarea del cambio político? La “Ilustración” de los enci-clopedistas franceses, los avances industriales ingleses traspasaban los menudos filtros de la censura del monarca español hacia sus vasallos de América. También hay que reconocer que la “Expedición Botánica” influyó, de modo no de-liberado, por supuesto, pero de manera eficaz en la preparación de los actores de la revolu-ción de independencia. Comúnmente creemos, y no es un desacierto, que el cambio que se pro-dujo con la proclamación y guerra de la inde-pendencia fue el político. No fue solo ese. Los estudiosos como Caldas, Nariño, Zea, Lozano y muchos, sintieron que caían las ata-duras que les im-pedían divulgar las riquezas naturales de esta tierra, el

bienestar que daría su explo-

tación a los

habitantes de una nación libre y el trabajo y la prosperidad que vendría con la aplicación de la tecnología que ya se empleaba en países de Europa. Antes de proclamarse la independen-cia, Caldas no habría podido llevar a efecto obras de ingeniería como sí lo hizo en la pro-vincia de Antioquia para fortificarla por el sur. No habría podido pensarse en establecer la navegación fluvial, tampoco en establecer es-cuelas con maestros pagados por los alcaldes y los padres de familia. La educación se acercó al pueblo con maestros, locales y libros. El estudio con orden y disciplina y su producto, el conocimiento fueron los puntos de apoyo que sustentaron la naciente y, en principio, débil República de Colombia.

la fuerza del saber

El Colegio Mayor de San Bartolomé, en

Bogotá, fue fundado en 1604 por los Jesuitas y es el más antiguo de Colombia y el tercero

en América.

Casa de Caldas en Popayán.

El Colegio de La Enseñanza, en Bogotá, fundado en 1783 con un cupo de 25 niñas de diferentes edades. Por sus aulas pasarían Magdalena Ortega (esposa de A.Nariño) y Francisca Prieto (mujer de C. Torres).