ENRIQUE AUDIF F RED BUSTAMANTE · 2017-03-01 · el propio don Luis Bustamante y sus quince...

28
2016 24 Número ENRIQUE AUDIFFRED BUSTAMANTE

Transcript of ENRIQUE AUDIF F RED BUSTAMANTE · 2017-03-01 · el propio don Luis Bustamante y sus quince...

201624Número

ENRIQUE AUDIFFRED BUSTAMANTE

Lic. Gabino Cué MonteagudoGobernador Constitucional del Estado de Oaxaca

Lic. Alonso Alberto Aguilar OrihuelaSecretario de las Culturas y Artes de Oaxaca

Lic. Guillermo García ManzanoDirector General de la Casa de la Cultura Oaxaqueña

Lic. María Concepción Villalobos LópezJefa del Departamento de Promoción y Difusión

Lic. Rodrigo Bazán AcevedoJefe del Departamento de Fomento Artístico

Ing. Cindy Korina Arnaud JiménezJefa del Departamento Administrativo

C.P. Rogelio Aguilar AguilarInvestigación y Recopilación

Un personajeindeleble

2 Es de elemental justicia incluir en los Indelebles de la Casa de la Cultura Oaxaqueña a Enrique Audiffred Bustamante; lo es, por esa huella que

Enrique Audiffred Bustamante

3

dejó su tránsito por esta vida. No solo en sus tres grandes amores, el teatro, la artesanía y la cultura, sino también por la modestia con la que realizó toda su obra, en la cual no mediaron ni la demagogia, ni la autopromoción personal, ni el egoísmo y la vani-dad tan generalizada en la vida pública. Enrique fue un hombre de trabajo, dedicado a lo suyo con una pasión y entrega absolutas; educado, caballeroso y alérgico a la ofensa, al agravio o al ataque malinten-cionado. Cultivó la amistad de todos aquellos, ricos o pobres, urbanos o campesinos, artistas o especta-dores, funcionarios o colaboradores y todo esto lo hizo sin perder una eterna sonrisa y un oído presto a todos los comentarios, las opiniones e incluso, las contradicciones que son parte de la existencia.

Por todo ello, y a unas cuantas semanas de su partida, le rendimos un homenaje a quien verdade-ramente lo merece y fue digno de encomio y de ad-miración.

Guillermo García Manzano

4

Carta devida

La madre de Enrique, mujer abierta a la cultura, admiradora del mundo indígena, fue hija de don Luis Bustamante, propietario del “Pabellón Na-

cional”, una tienda muy especial por su tendencia mexicanista que estuvo ubicada en el antiguo Portal de Clavería, en el espacio que actualmente ocupa el hotel Marqués del Valle y que llegó a ser un lugar muy importante como negocio, pero sobre todo, por los servicios que prestó a la comunidad. En palabras del propio Enrique, “el amor a lo mexicano, llegó a la familia Bustamante por el tatarabuelo de Enrique, don Carlos María de Bustamante, historiador y cons-tituyente del México Independiente”. En cuanto a su familia paterna, la familia Audiffred había llegado a México procedente del Barcelonet para trabajar en los grandes y modernos almacenes que abrieron sus puertas en la ciudad de México a principios del siglo pasado; el Palacio de Hierro y el Puerto de Liverpool fueron su espacio laboral por largo rato hasta arrai-garse definitivamente en la ciudad de Oaxaca.

En el barrio de Xochimilco la familia materna de Enrique adquirió varios terrenos, incluyendo el ubi-cado en las escalerillas del Cerro del Fortín, consig-nando en la historia familiar, la intervención de don Luis Bustamante, para construir un gran terraplén que fuera un acceso fácil a la entonces llamada Ro-tonda de la Azucena, sede desde tiempo inmemo-rial, de expresiones del folklor y costumbrismo oa-xaqueño a los que don Luis amaba profundamente; el área que después se convertiría en las escalerillas en cuestión, se pobló con laureles y eucaliptos que desde su siembra fueron regados regularmente por el propio don Luis Bustamante y sus quince ahijados e hijos de uno de sus hermanos.

5

Enrique Audiffred Bustamante fue el hijo mayor de seis hermanos, y tal vez por eso desde muy jo-ven se ocupó de atender el taller de la tienda fami-liar donde aprendió los secretos del teñido; contactó laboratorios y fue familiarizándose con el color, el cuidado y el uso de los textiles, quedando fuera de su alcance, únicamente la posibilidad de aprender a tejer, pues su padre consideraba que esta habilidad le permitiría pronto ganar dinero e independizarse o formar una familia. Paradójicamente, siendo su madre coleccionista de textiles regionales, su acer-camiento al color fue con sustancias químicas antes que con colores naturales, hasta que un prestigiado químico alemán le habló del color que se obtiene de los huizaches y del xiquilite, entre otras especies vegetales de Oaxaca, lo que despertó en Enrique la necesidad de estudiar los secretos de los tintes natu-rales; sin embargo, su labor empezó a muy temprana edad con la responsabilidad de buscar para su mamá los productos de arte popular para su comercializa-ción, lo que lo llevó a recorrer pueblos de la costa y algunas otras regiones del estado.

El largo y permanente camino por el mundo de las artesanías, valió a Enrique el respeto y admiración de los pueblos oaxaqueños; compartió con muchos de ellos largas jornadas, aprendió su forma de tra-bajar y los asesoró sobre los mercados y su manejo; colaboró como funcionario del gobierno del estado en los períodos de Eliseo Jiménez Ruiz y Pedro Vás-quez Colmenares principalmente, siendo parte de importantes proyectos como Artesanías Populares de Oaxaca, -ARIPO- proyecto que dirigió por mucho tiempo y que surge con el propósito de evitar el muy nocivo intermediarismo que despoja a los artesanos de gran parte de su ganancia y en el que se mantu-vo prácticamente hasta el final de su existencia o el Museo Estatal del Arte Popular o Museo del Barro Negro, en el que participó activamente, son testimo-nio de su esfuerzo y presencia indispensable como piedra angular de estrategias de largo alcance que siempre buscaron su asesoría y opinión.

Al referirse a las artesanías como productos de mercado afirmó: “considero que las oportunidades siguen siendo muy buenas; siempre he pensado po-

6

sitivamente y conozco las grandes posibilidades de la artesanía y de nuestros artesanos; no tengo mie-do, lo único que me inquieta es que no podamos apoyarlos mejor para desarrollar su enorme capa-cidad. La cuestión textil enfrenta una grave ame-naza porque las fábricas ahora mandan todos los saldos de hilos que tienen, para que los compren los artesanos; entonces a veces ya no adquieren solo algodón sino con mezclas, lo que desacredita la ar-tesanía trabajada con este material, porque la gen-te busca el algodón que es muy fresco, no los sin-téticos, pero los compradores no saben distinguir cuándo realmente se usó algodón puro y colores naturales o materiales sintéticos. Si los materiales y los colores no son auténticamente naturales, de raíz se arremete contra el prestigio de la mantele-ría oaxaqueña, que siempre se presumió era de lo más firme y durable; incluso de la mantelería se han llegado a hacer cortinas y colchas que equiparon a hoteles, como en el caso de Huatulco, donde han pasado las exigentes pruebas de calidad para arro-par a este servicio; insisto, esto es muy grave, urge crear un organismo con recursos propios federales o estatales, para asegurarnos bajar los costos y que los materiales, colorantes e hilos sigan siendo de la mejor calidad”.

A Enrique Audiffred se le recuerda también por su presencia fundamental en el teatro oaxaqueño, pasión de vida que él descubrió siendo muy joven, aunque siempre con la consciencia de que su com-plexión física, robusta y de poca estatura, era un im-pedimento para ser actor; su voz que consideraba poco entonada, la limitante para cantar, incluso con gracia y sinceridad recordaba: “Un día mi padre le re-clamó a la monja del colegio por qué me había pues-to diez en canto, si era yo más desentonado que él; y le dijo la monja muy gentilmente, ¡ay pero viera con que entusiasmo grita!...”

En el teatro encontró los más felices episodios de vida; los maestros más entrañables y la oportunidad de incursionar en un segmento olvidado: el teatro In-dígena, contraste interesante al considerar su origen griego; así es que comenzó por buscar la respuesta a la inicial interrogante ¿dónde están los conceptos

7

del teatro meramente indígena?; la búsqueda lo dis-puso en uno de los caminos más importantes de su vida, en la obra que ocupa nuestro recuerdo.

De propia voz, recordaba: “Tuve mis primeras ex-periencias en la escuela de la señora Bravo Ahuja, del Instituto de Investigación Social, que iba a ser la primera universidad para indígenas, y donde estuve a cargo de las actividades artísticas. Trabajé poste-riormente en la Comisión del Papaloapan con el in-geniero Jorge L. Tamayo y tuve la oportunidad de investigar qué es lo que había de teatro sobre todo en la región mixe; ahí puse en escena el Rey Condoy en Zacatepec y en Tlahuitoltepec, el Sol y la Luna. Los mixes analizaron mi personalidad para ver si yo era el adecuado para tratar esas cosas tan sagradas como era la acción del sol y la luna. Tuve que ver que las evoluciones y sus simbolismos se respetaran, porque todo en el arte indígena tiene un significado mágico y un sentido, no cabe el capricho del direc-tor. Al pasar del mito al rito, entendí por fin los as-pectos cosmogónicos más importantes de esa etnia como el sol y la luna y entendí también la diferencia entre el teatro indígena y el occidental: en ese último solo los actores actúan; en cuanto que en el primero, público y actores, realizan un ritual; esto es, el teatro indígena es un rito. Posteriormente, monté en escena obras tan importantes como El Salvajo, El Tigre y el Tlacoache y otras obras de igual importancia” En los últimos años, trabajó con la Escuela Normal Bilingüe de Tlacochahuaya en el montaje de algunos cuentos de Natalia Toledo que se publicaron ilustrados por el maestro Francisco y fueron traducidos a cinco idio-mas indígenas más, por lo que en el 2007 su afán estaba en producir para teatro este material.

El gran conocimiento de los textiles tradicionales en cuanto a su manufactura, uso y significado, auna-do a sus habilidades escénicas y al compromiso de servicio comunitario, fueron la perfecta amalgama para incorporarse con entusiasmo en la integración del Grupo Folklórico Universitario, en una interesante transición que surgió del grupo preparatoriano para consolidarse en uno de los mejores representantes artísticos del ambiente estudiantil de su época. De esta faceta, la memoria universitaria está plena de

8

recuerdos, enseñanza y anécdota de sus jóvenes alumnos que tal como Toñita Casas lo expresara:

“Mucho aprendí de él, sabía de todas las artesa-nías y agradezco al maestro Audifred que les hicie-ra investigar el origen y características de cada traje antes de portarlo; la generosidad con que les apoyó para conseguir los primeros vestuarios y también la disciplina y mano firme con que fue guiando sus pa-sos por el mundo de la danza tradicional”.

Contemporáneo, amigo, discípulo, hermano en-trañable y aliado sin límite de la maestra Arcelia Ya-ñiz, Enrique Audiffred participó e impulsó importan-tes proyectos artísticos que nutrieron la vida cultural oaxaqueña durante la segunda mitad del siglo XX. Su inicio en las clases de declamación que impartía la maestra Yañiz y su ingreso al grupo de teatro, fueron la base de una historia común que dejó honda hue-lla en los escenarios locales y nacionales; al recordar esta etapa de su vida afirmaba:

“Doña Arcelia inmediatamente me pasó al teatro porque yo no servía para declamación, era demasia-do impulsivo, no podía retenerme con un ademán, un gesto y entonces me lanzaron al teatro. Creo que doña Arcelia sigue siendo, aunque no les guste a mu-cha gente que quisiera competir con ella, un sostén para muchas actividades culturales y muy especial-mente estas de teatro y movimientos de grandes pintores y gente muy valiosa. Tiene doña Arcelia una tenacidad y una serie de relaciones maravillosas que le han abierto puertas a mucha gente que también es importante; dicen que hasta a sus enemigos también ha ayudado y sigue siendo una institución dentro de las artes.”

El 12 de octubre de 2016, luego de una larga enfer-medad, dejó de existir el maestro Enrique Audiffred Bustamante, con su partida, un gran legado queda a la posteridad, especialmente en comunidades oa-xaqueñas que fueron impulsadas tanto en el teatro como en la producción artesanal. Las voces desta-cadas del quehacer cultural, recordaron al amigo y compañero, entre ellas doña Luz María González:

9

“…Un digno exponente y pionero del arte teatral indígena en Oaxaca, uno de los fundadores del gru-po folklórico universitario, amante y promotor de las artesanías que creció entre telares.”

Para conformar esta carta de vida de un perso-naje Indeleble, hemos tomado datos proporciona-dos por él mismo a la revista Acontragolpe.Letras, en una entrevista realizada en el año 2007 para la sección Dímelo en Confianza, por lo que los pasajes biográficos y la filosofía de vida aquí expuesta, fue-ron compartidos en su mayoría por el propio Enrique Audiffred Bustamante.

10

Una muestra de su talento

“Todo en el arte indígena tiene un signi-ficado mágico y un sentido, no cabe el capricho de un director”. Enrique Audiffred

Enrique Audifred escribió poco, y para compar-tir su talento, ha sido necesario recurrir a los testimonios de oaxaqueños distinguidos que

compartieron con él alguna de sus empresas; hemos seleccionado textos de sus amigos que descubren la figura del teatrista, el artesano y también el gran ser humano que a pesar de todas las limitaciones de un sistema poco favorecedor a la cultura, se empeñó en llevar su faena hasta los lugares más recónditos, inhóspitos e inaccesibles.

PERFIL DEL TEATRISTA ENRIQUE AUDIFFRED

De mi héroe quedan pocas cosas, siendo víctima desde hace algunos años de un padecimiento fatal conocido con el nombre de Alzheimer, y que ha des-truido sus capacidades, empezando por la memoria, en forma lamentable.

El Enrique de hoy poco o ya nada tiene que ver con el de ayer, víctima de lo que asiente, pero si es necesario que las generaciones venideras sepan quién fue, qué hizo, cómo realizó grandes proezas y se convirtió en una luminaria del llamado entonces “Teatro Indígena Viviente”. Atrás también quedan sus versátiles habilidades, en el descubrimiento de los tintes naturales; su conocimiento sobre las dan-

11

zas y la música de los grupos de Oaxaca; su habili-dad para crear grupos artesanales de toda especie. Me duele aceptar que me veo obligada a hacer un réquiem por ese Enrique que ya no existe, pero el testimonio de lo que fue está escrito:

Enrique Audiffred es un joven, bueno decir ahori-ta que es joven no, ya no lo es, pero cuando fue joven se preocupó profundamente por el teatro oaxaque-ño. Antes que en Villahermosa, Tabasco se hiciera la famosa experiencia del teatro campesino, Enrique ya había logrado aquí en Oaxaca, en los mixes, una obra con personas indígenas, con una obra de investiga-ción de sus costumbres, escrita por el señor Miller, el autor de los famosos cuentos mixes. Enrique realizó ese teatro en forma espontánea y natural, bajo el pa-trocinio de un gran benefactor de esa actividad, el ingeniero Jorge L. Tamayo, quien nos dio carta blan-ca para poder llevar a cabo la obra. Enrique vivió en la comunidad con los actores, los que escogió para que fueran su elenco, los hizo participar en el monta-je, pero además los involucró en forma tal que ellos decidieron muchos aspectos, sobre todo en la esce-nografía que resultaba difícil al ser a cielo abierto. En el pueblo mismo, Enrique no se amilanó, vio que ahí era una rica fuente de inspiración y de creación y estuvo ahí hasta el final, y presentó la obra cuando se llevó a cabo la inauguración de la electrificación del pueblo, y vi la reacción de los espectadores nativos que reían con los chistes dichos a veces en idioma mixe y seguían la secuencia de la obra que es una interpretación de cómo nació la raza, de cómo se formó la raza mixe, cuáles fueron los símbolos, los pilares de esa aparición, de la etnia y dio origen a un asombro muy grande que tuvo la investigadora Ma-ría Sten de la UNAM que al ver la obra, tuvo impulsos muy serios de llevarla a México, lo que no fue posible no por falta de apoyo, porque con el ingeniero Ta-mayo lo teníamos todo, sino por la ocupación de los campesinos, por sus problemas personales, lo que impidió asistir en la fecha de la invitación, aunque tal vez lo hubiéramos hecho después de no haber falle-cido nuestro benefactor.

Sobre su inicio en el teatro de Oaxaca, su apari-ción siempre fue como figura destacada y prominen-

12

te.  Desde muy joven se sintió atraído por el arte, y fi-guró en las clases de actividad artística que yo daba en la Casa de la Asegurada. Decididamente quiso actuar, tenía el carácter, la voz, y más que nada la disposición absoluta de dedicarse a la actuación.  Así fue como después de una introducción de un año, más o menos, él ya estaba preparado para los pape-les que el Grupo Vanguardia, después Universitario, le dio en sus puestas, y a medida que él actuaba, evolucionaba esa disposición que tenía para el tea-tro, y que irremediablemente cayó en el de ser direc-tor.  Lo último que había aprendido en actuación era el contacto con las clases de mímica, de Jean Kesler, y por propia cuenta buscó otras fuentes para la in-fraestructura teatral, como el curso de Foniatría con Mara Kealton.

Enrique trabajó con el Instituto de Investigación e Integración Social del Estado de Oaxaca, creado por la Doctora Gloria Ruiz de Bravo Ahuja, ahí hizo su pri-mera experiencia con jóvenes indígenas de diferen-tes lugares del Estado, poniendo un corrido sencillo donde la figura central era Zapata y toda peripecia del personaje principal estaba muy bien planteada; era toda en verso; él ocupó cuanto había aprendido en los cursos de teatro, con los mimos, en la cuestión artesanal, en la música, todos sus conocimientos los vertió en esta obra, que resultó verdaderamente un dechado de recursos teatrales muy de relieve, sor-prendentes los efectos de sonido, por ejemplo, todo lo que pudo bajar muy bien a través de lo nativo, de lo artesanal, de lo sencillo. Esta obra la señora Bravo Ahuja la filmó, para llevarla a China como un ejemplo de lo que hacían en Oaxaca los jóvenes del Instituto mencionado; posteriormente con los mismos mixes, realizó en el teatro otra puesta en escena con jóve-nes obreros de San Bartolo Coyotepec, “El sol y la luna” y “El Salvajo”, también cuentos mixes y que los formalizó de tal forma que fueron una atracción tu-rística. Cuando se puso la temporada para los niños de las escuelas, aparecían muchos americanos o de otras nacionalidades y entraban con los niños, y esto se debía a que el tema era una tradición campesina autóctona, y que estaba bien realizada teatralmente, ponían música viva, portaban trajes de las regiones; en fin, era verdaderamente una atracción turística,

13

hubo necesidad de poner en los programas de mano una síntesis del tema de la obra.

Enrique fue muy afortunado de tener siempre a la mano gente dispuesta a actuar con él, gente que no eran actores de profesión y que nos daban la sor-presa de que el teatro hace milagros y de que Seki Sano tenía razón, el hombre que va pasando puede ser un gran actor, pero no lo sabemos si no lo invita-mos a actuar. Enrique quiso siempre hacer montajes espectaculares que tuvieran corridos, los trajes re-gionales y toda la utilería también de las etnias, pero no se pudo llevar a cabo ninguno de sus proyectos, salvo que en Guerrero puso algo relacionado con el teatro campesino. Pienso que desafortunadamente los conocimientos de Enrique quedaron dispersos, no hubo después apoyo alguno, el bla bla acostum-brado de los gobiernos y allí se quedan las cosas, en palabras. Es justo que toda esta labor que en forma tan desinteresada y altruista dio Enrique al pueblo de Oaxaca, tenga un reconocimiento otorgado por la Casa de la Cultura. Entre las ocupaciones y oficios de Enrique están las artesanías, renglón en el que estos últimos años ha estado ocupado y ha dejado a un lado de esas ramas de las etnias, porque lo hace bien y lo hace sobre investigaciones formales que nos dan una imagen real de lo que son las costumbres indíge-nas, de lo que es el alma indígena.

Enrique fue uno de los fundadores del Grupo folklórico Universitario, y con este motivo y por ha-berse creado desde niño entre los telares que tenía su familia, donde se fabricaban telas inspiradas en lo autóctono y en donde había recogido su señora madre la riqueza del vestuario indígena en una gran colección que ahora se encuentra en el Museo de An-tropología e Historia, un poquito después de que lo hiciera el fotógrafo Márquez. Enrique tiene ese co-nocimiento y esa suerte de vivir entre estas cosas; cuando era niño, podríamos decir, mamó esa leche del conocimiento indígena, de valorarlo y de hacerlo actuante y vivo a través del teatro.

Todas las personas que conocieron la obra de En-rique en los mixes, se quedaron asombrados por la utilización que dio al espacio abierto sobre esa mon-

14

taña y cómo resolvió los símbolos, cómo hizo que los actores fueran alambristas y estuvieran en el espacio, ofreciendo lo suyo, sus raíces, todas las personas que vimos este desenvolvimiento teatral de Enrique, nos quedamos cautivados de su habilidad, inteligencia, de su talento natural, para hacer este tipo de cosas que no todo mundo posee y que a veces jamás lo puede expresar.

Todo era auténtico allí, el aire, el suelo, el firma-mento, los árboles, los actores, las frases que se pro-nunciaban, el área de la investigación que recogió el tema, todo era auténtico, todo era natural y todo se expresaba con la sencillez de lo elegante y lo inteli-gentemente elaborado, por eso pienso que Enrique es un digno exponente del arte teatral de Oaxaca y que si se le debe llamar para que reciba los aplausos que no son ahora del foro teatral, sino los aplausos de las personas que reconocen su valor, su paciencia y su martirio, porque resulta un mártir del teatro, por no haber alcanzado nunca grandes reconocimientos a pesar de tener una labor realizada.

Arcelia Yañiz

EL GRAN GESTOR CULTURAL DE OAXACA

Eran las 5 de la tarde de aquel mes de octubre de 1975, estaba yo en mi oficina del Teatro Macedonio Alcalá con el encargo de Coordinador de actividades del lugar; de pronto entró Enrique para soltar a que-marropa: “Te propongo que hagamos teatro escolar en Oaxaca, tengo una puesta en escena de los cuen-tos mixes que recopiló Miller; con actores, músicos y gente de la comunidad de Tlahuitoltepec hemos hecho una producción teatral que seguramente será un acontecimiento impresionante. Se lo he enseñado a doña Arcelia y me dijo que sería muy bueno hacer teatro con niños y jóvenes mixes hablando de su cos-movisión, símbolos, costumbres, tradiciones. ¿Qué te parece?

Imposible negarse, así es que sumamos volunta-des y entonces el Teatro en su lengua y en español

15

interpretaban la música escrita especialmente para los cuentos. La escenografía era claro reflejo de su imaginación creativa; un puente colgante de meca-te y tablas atravesaba el escenario representando el “Puente Culebra”. El entusiasmo, la respuesta del público y distintas circunstancias consolidaron una temporada que duró un mes y contó con la presencia de más de 8 mil personas entre jóvenes y niños. Por primera vez en Oaxaca se hacía teatro escolar, una idea maravillosa cristalizada para beneficio de la co-munidad estudiantil que todas las mañanas a las diez en punto, ocupaba su lugar y se disponía a disfrutar del lugar, de por sí hermoso, y de la cultura mixe y todo lo que tenía que contar.

Impresionante ver esas manifestaciones que de-muestran que Oaxaca es un territorio multicultural, con un diálogo cultural que en el siglo pasado se rea-lizaba aquí, como testimonio de la interculturalidad que hoy es tema internacional y que la UNESCO ha estado promoviendo.

Enrique hizo gestoría cultural fue actor, director, fundó instituciones culturales, se destacó en la dan-za, el teatro, las artes populares, defendió siempre las manifestaciones culturales de los oaxaqueños y mostró al mundo que Oaxaca es la verdadera alma de la cultura en México.

Escribo esto con admiración y respeto a mi amigo Enrique.

Sergio Cervantes Quiroz

16

ENRIQUE AUDIFFRED BUSTAMANTE, RIP

Un gran personaje de la cultura, un oaxaqueño ejemplar de una familia amante y promotores de la cultura se nos ha adelantado en el viaje del cual to-dos haremos pero Enrique Audiffred Bustamante ha dejado profunda huella y estas notas es un sencillo homenaje a quien sembró como parte de esa familia, la Audiffred Bustamante en la senda de Oaxaca Fue investigador y promotor del arte popular, dejó esta mundo para cumplir con la sentencia del frontispicio del panteón de San Miguel: “Postraos, aquí la eter-nidad empieza y es polvo la mundanal grandeza” o polvo eres y en polvo te has de convertir; Enrique Audiffred Bustamante pagó tributo a la tierra siendo uno de los grandes personajes de la cultura; leímos de Lisbeth Mejía en este El Mejor Diario de Oaxaca que el 12 de octubre, falleció Enrique Luis Audiffred Bustamante.

Dejó un gran legado a las comunidades de Oa-xaca, a artesanos que impulsó en la capacitación y venta de sus productos. “La escritora e investigadora Luz María González señala que Enrique Audiffred fue un digno exponente y pionero del arte teatral indí-gena en Oaxaca, uno de los fundadores del grupo folclórico universitario, amante y promotor de las artesanías, creció entre telares de su familia, nunca alcanzó grandes reconocimientos, a pesar de tener una gran labor, realizada con valor y paciencia” ano-tó esa bella mujer que le dedica las letras parte de su tiempo.

En sus escritos el costeño Afromexicano de Santa Maria Huazolotitlán Alfonso Amador Morar Pruden-te se refiere a Enrique Audiffred Bustamante como entusiasta impulsor con él, del Grupo Folklórico Uni-versitario a mediados del siglo anterior, lapso tan rico en que se impulsó la presentación de expresio-nes culturales de los pueblos originarios de la enti-dad Cerca del edificio de Correos de la ciudad de Oaxaca de Juárez, en la esquina de las calles del 20 de Noviembre e Independencia la señora María Luisa Bustamante de Audiffred tenía casi un museo parti-cular pero no para su explotación comercial sino que

17

fue pionera en darle el valor cultural que merecen las creaciones del arte popular y de su peculio adqui-rió piezas valiosas de la indumentaria de los grupos originarios de Oaxaca, cuando se habilitó como mu-seo el Convento de Santo Domingo Doña María Luisa Bustamante cedió su valiosa colección que desgra-ciadamente y por diversas circunstancias no tuvo la atención de las autoridades del INAH y luce descui-dado. Por eso y otras acciones es la afirmación de que la familia Audiffred Bustamante fue impulsora de la cultura en Oaxaca y mucho de ello se refleja en la acción y el trabajo de Enrique Luis Audiffred Bus-tamante, hermano de la bellísima Nancy cuya muerte impactó a toda la sociedad incluso la nacional como se leyó en su oportunidad en la Revista Siempre! de la ciudad de México.

Cuando la Doctora en Lingüística Gloria Ruiz de Bravo Ahuja retomó la antigua Escuela de Mejora-doras del Hogar Rural y lo convirtió en el Instituto de Investigación e Integración Social del Estado de Oaxaca, IIISEO tuvo la visión de llamarlo para que desde el teatro lograra los objetivos de la institución. En la antigua Hacienda de Nazareno Xoxo constru-yeron las instalaciones ad hoc para lo que hubiera sido la Universidad Indígena de América con los más complejos y completos archivos lingüísticos pero de-predados por los esbirros del gobierno del Gral. DEM Eliseo Jiménez Ruiz. Los muros que quedaron y se cuidaron con esmero siendo el marco adecuado para una obra de Teatro con fuerte dosis de la cultura de los pueblos originarios con “El Coyote” y ahí se pre-sentó por primera vez en un espectáculo cultural úni-co: el Shampali lú de Peras de la Sierra de Zaachila.

Con la ahora Doctora en Antropología pero en-tonces licenciada en Sociología María Luisa Acevedo Conde impulsaron el bello espectáculo de El Fandan-go Mixe con las evoluciones de danza que lo hacen un cuadro plástico digno de admiración sin que ésto quiera decir que el baile tradicional mixe no.

Personajes ligados a la cultura en Oaxaca coinci-dieron que Enrique Luis Audiffred Bustamante deja un lugar difícil de llenar, entre ellos el cronista Jorge Bueno; el director de la Casa de la Cultura, Guiller-

18

mo García Manzano y el promotor cultural hoy en la banca inexplicablemente o de muy fácil explicación Sergio Cervantes Quiroz. Estas líneas son un recono-cimiento tardío públicamente del linaje cultural que legó con su familia, Oaxaca lo debe reconocer aun-que como titulamos esta nota dicho con todo respe-to RIP: Requiescat.

Hermógenes Beltrán García

En el concurso organizado por la Asociación de Amigos del Arte Popular Oaxaqueño y el Museo Estatal del Arte Popular en Oaxaca, Enrique Audi-ffred  fue jurado, quedando como un testimonio de su participación el siguiente comentario:

“Ser jurado del concurso ha sido una expe-riencia importante porque me ha permitido visualizar las tendencias creativas, las técnicas productivas y las técnicas a desarrollar de los nuevos artesanos. La conjunción de trabajos de estos jóvenes artesanos nos da la oportuni-dad de familiarizarse con los contrastes entre el pasado, presente y futuro de  nuestra pro-ducción artesanal”.

 Profesor Enrique Luis Audiffred Bustamante

Director de ComercializaciónMarketing Director

Instituto Oaxaqueño de las Artesanías

19

El maestro Enrique Audiffred ha dejado una hon-da huella en el arte oaxaqueño. En los ochenta ya era una leyenda del teatro y  para quienes nos iniciába-mos en el trabajo escénico, era todo un referente por su trabajo y la gran relevancia del teatro oaxaqueño en los años cincuenta y sesenta. Tuve la oportunidad de escuchar sus historias, de su propia voz conocí la crónica de aquella etapa tan significativa en que los trabajos escénicos de Oaxaca recibieron importan-tes premios nacionales, como ocurrió en 1968 en que se ganó el Concurso Nacional de Teatro con la Casa de Bernarda Alba, Dirigida por Rodolfo Álvarez.

Su trabajo en Santa María Tlahuitoltepec, Mixe fue la base para otros experimentos de teatro indíge-na muy importantes, como el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de María Alicia Martínez Me-drano. Ahí observamos al Enrique Audiffred de los años 70, pleno y comprometido al presentar el Sol y Luna, obra recordada hasta hoy como una gran pro-ducción basada en su cosmogonía, teniendo como escenario las hermosas montañas de la zona y el so-nido de la lengua mixe; por eso puedo afirmar que el teatro en Oaxaca descansa sobre hombros de gi-gantes, revisar su vida es algo que va más allá de la nostalgia; es un aprendizaje muy importante para el tiempo difícil que vivimos, pues ahí encontraremos las luces para reconocer un mejor Oaxaca.

El maestro Audiffred fue una persona carismá-tica, generosa y además de un talento excepcional; un personaje de gran valía en términos escénicos, de una visión inmensa para la puesta en escena, un actor delicioso. La última vez que le vi actuar fue en  “Los Amores Criminales de las Vampiras Morales” dirigido por  Sergio  Santa María y en donde también participó Emi Colmenares, otra leyenda del teatro en Oaxaca.

Para el teatro actual es muy importante retomar historias como las de Enrique Audiffred en las que es-tán los antecedentes que dan soporte al movimiento teatral que hoy vivimos. Pienso que en Oaxaca el tea-tro goza de buena salud, y eso en gran parte se debe a sus antecedentes. En los años cincuenta las produc-ciones se lograban gracias a personajes como Arcelia Yañiz, que subía y bajaba buscando los recursos para

20

la escenografía, el vestuario y la utilería, como ella misma decía: “voy de limosnera para la obra de tea-tro”. Eran grupos que trabajaban con recursos pro-pios y gracias a la gente que cooperaba, pues no exis-tían las becas de hoy día, así es que la crónica de esos años nos hace reflexionar sobre formas participativas de producir teatro, con la presencia de la gente que apoya, pues en toda su historia, el teatro nunca ha de-pendido al cien por ciento de un presupuesto estatal. Audiffred perteneció a una generación de personajes como Jesús Alberto Cabrera, Enrique Audiffred, Mar-tha Unda y por supuesto Arcelia Yañiz, que nos lega-ron un profundo amor por el teatro y sobre todo por el que se hace en comunidad, por eso hoy día todos nos conocemos, aquí no existen estrellas o primeros actores, todos somos parte de la comunidad y busca-mos  mejorar nuestra experiencia vital, en los últimos años ha habido un retroceso en el tema de artes y humanidades en la educación, así es que el teatro se convierte en una misión para contribuir a una mejor sociedad. Gente como Enrique Audiffred nos legó la gran posibilidad de vivir el teatro desde la perspectiva de la comunidad.

Tomo una frase de la maestra Arcerlia Yañiz para esta despedida: “Una guirnalda blanca para los que ya no están con nosotros”.

Rodrigo VargasActor

21

Hablar de Enrique Audiffred es referirnos a un personaje muy importante para Oaxaca. Fue mi maestro, trabajé con él en Artesanías e Industrias Populares de Oaxaca ARIPO y lo recuerdo muy bien cuando lo acompañaba mientras las artesanías que ahí se vendían; sabía todo de cada pieza y era un enorme gusto aprender de él. Fue un elemento muy importante en este proyecto, como director, publi-rrelacionista, conocedor y en el trato con los clientes, pues los convencía con su conversación, les hablaba del color, la calidad y la manufactura.

De Enrique aprendí a tratar a la gente de las co-munidades de manera especial. Cuando se inauguró ARIPO, nos llamó a todos sus colaboradores y nos preguntó quién era la persona más importante del lugar, naturalmente respondimos que el gobernador, el presidente o el director y él nos corrigió: “Sin el artesano no estaríamos aquí, en esta casa, con es-tas hermosas piezas.  Ellos son nuestro mejor cliente, recibirlo correctamente, con amabilidad, cariño, sin hacerlo esperar, es nuestro trabajo”. Para mí esa es una regla de vida.

En cuanto al Grupo Folklórico Universitario, tam-bién fue una etapa de grandes enseñanzas, recuerdo que la madre de Enrique nos facilitaba los primeros trajes que se usaron en el grupo aunque poco a poco pudimos adquirir el vestuario. Lo primero fue cono-cer la ropa que portábamos, nos envió a la Bibliote-ca, al mercado a investigar el significado de los co-lores, las figuras, el uso; una gran lección que puede servir a los grupos folklóricos actuales.

Enrique Audiffred fue una persona exitosa, siem-pre trabajando bien y a lo grande; el grupo Folklóri-co, ARIPO, las compañías de teatro son prueba de su gran dimensión.

María Antonieta CasasEspecialista en folklor y artesanías

22

En el año 2011, con motivo del 479 aniversario de la elevación de la Verde Antequera a rango de ciudad, el maestro Audiffred Bustamante fue reconocido como ciudadano distinguido y recibió la Medalla Donají del Municipio de Oaxaca de Juárez. En esa ocasión se resaltó a este oaxaqueño, por “ser un fé-rreo difusor de la cultura artesanal de Oaxaca, prin-cipalmente en las áreas de teatro, textiles y danza indígena, proyectando ampliamente la cultura oa-xaqueña a nivel nacional e internacional”. Como una muestra de su talento, incluimos la semblanza leída por las autoridades municipales con este mo-tivo.

Secretaría Municipal Sesión Solemne de Cabildo de fecha veinticinco de abril del año dos mil once. Noveno del orden del día: LECTURA DE LA SEM-BLANZA DE CIUDADANO ENRIQUE LUIS AUDI-FFRED BUSTAMANTE, A CARGO DEL REGIDOR DE HACIENDA Y BIENES MUNICIPALES, ISAÍAS VAL-DÉS MARTEL, Y ENTREGA DEL NOMBRAMIENTO DE “CIUDADANO DE ANTEQUERA” POR EL PRE-SIDENTE MUNICIPAL CONSTITUCIONAL, LUIS JU-LIÁN UGARTECHEA BEGUÉ.

El ciudadano concejal, hace uso de la palabra, y se dirigirse a los asistentes, de la siguiente manera:

“Con su venia Presidente, señor Gobernador, bienvenido, y representantes de los diferentes Po-deres de Justicia y Legislativo. Preguntar en Oaxaca por Luis Enrique Audiffred Bustamante, provocará seguramente eco sonoro en el ámbito teatral; por su labor de investigación comunitaria en la práctica, ha logrado despertar conciencias críticas y un profun-do amor por el teatro, llamado de masas primero, y ahora teatro indígena. Participando en la creación de obras de la propia cosmogonía e historia oral de las comunidades mixes, entre otras. En la danza, su in-quietud juvenil lo llevó a reunir grupos de estudiantes y liderarlos en la difusión de las danzas tradicionales del Estado, hablamos del laureado grupo pionero perteneciente a la UABJO; experto por tradición fa-miliar en el arte textil y especialmente técnicas tra-dicionales de teñido y protección de especies, como caracol púrpura, el algodón, y la grana cochinilla; ha

23

sido maestro en tecnología textil, promotor constan-te de la labor de los artesanos; fundador ARIPO, Ar-tesanías e Industrias Populares de Oaxaca; curador de exposiciones nacionales e internacionales; gestor incansable de la productividad en las organizaciones campesinas; fundador del Museo Estatal de las Ar-tesanías de San Bartolo Coyotepec; Director y Actor Teatral que trabajó bajo la Dirección de Héctor Haza, Rodolfo Álvarez, Juan Herrera, José Cortés, Alejan-

24

dro Bichir. Enrique Audiffred, es uno de los perso-najes oaxaqueños a los que se puede escuchar en disertaciones profundas y sabías, sobre temas de in-terés colectivo, de bienestar común, de gente bien, de gente de arte, la que disfruta y reconoce en cada calle de los rincones de Oaxaca su propio ser; testigo activo de la evolución del Oaxaca de hoy, ha acom-pañado los cambios y los sucesos de la esencia del Estado, Enrique Audiffred, merecidamente es llama-do hoy ante la sociedad oaxaqueña, para honrar su profunda vocación humanística que ha fructificado en la formación de asociaciones, museos, artesanos exitosos, y generaciones de jóvenes con formación sana y productiva en el arte popular y universal. Al maestro Luis Enrique Audiffred Bustamante”. Para la entrega del reconocimiento que el Gobierno Mu-nicipal le otorga de manos del Presidente Municipal Constitucional, Luis Julián Ugartechea Begué, se in-vita al ciudadano Enrique Luis Audiffred Bustaman-te, haga acto de presencia en este proscenio, para que le sea entregado el nombramiento de “Ciudada-no de Antequera”.

www.casadelacultura.oaxaca.gob.mx