El zodíaco de la catedral de Jaca

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32 ROMÁNICO 16 Antonio García Omedes (Ainzón, Zaragoza; 1951). Licenciado en Medicina y Cirugía. Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo con ejercicio en Huesca desde 1979. Presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Huesca (1982‑1986). Colegiado Provincial con emblema de Honor del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Huesca (1992). Di‑ rector Médico del Hospital General San Jorge de Huesca (1994‑1997). Profesor Asociado de la Universidad de Zaragoza desde 2007. Socio de Honor de la Asociación de «Amigos del Castillo de Loarre» y de la Asociación «Banzo Azcón» de Luna (Zaragoza). Socio de «Amigos del Románico», de la «Asociación Sancho Ramírez» de Jaca y de la «Asociación de Amigos del Museo Diocesano de Barbastro‑Monzón». Creador del sitio web «www.romanicoaragones.com» (2002). Co‑ laborador fotográfico en diversas publicaciones de arte románico. Divulgador de arte románico a través de numerosas ponencias. Académico correspondiente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza (2012) y Académico numerario de la misma institución (2013). El zodíaco de la catedral de Jaca Antonio García Omedes originales

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32 ROMÁNICO 16

Antonio García Omedes (Ainzón, Zaragoza; 1951). Licenciado en Medicina y Cirugía. Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo con ejercicio en Huesca desde 1979. Presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Huesca (1982‑1986). Colegiado Provincial con emblema de Honor del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Huesca (1992). Di‑rector Médico del Hospital General San Jorge de Huesca (1994‑1997). Profesor Asociado de la Universidad de Zaragoza desde 2007. Socio de Honor de la Asociación de «Amigos del Castillo de Loarre» y de la Asociación «Banzo Azcón» de Luna (Zaragoza). Socio de «Amigos del Románico», de la «Asociación Sancho Ramírez» de Jaca y de la «Asociación de Amigos del Museo Diocesano de Barbastro‑Monzón». Creador del sitio web «www.romanicoaragones.com» (2002). Co‑laborador fotográfico en diversas publicaciones de arte románico. Divulgador de arte románico a través de numerosas ponencias. Académico correspondiente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza (2012) y Académico numerario de la misma institución (2013).

El zodíaco de la catedral

de JacaAntonio García Omedes

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LA catedral de San Pedro de Jaca es sin lugar a dudas un referente dentro del arte románico hispano. Edificada en un momento temprano

de la formación del incipiente reino de Aragón, pasó por derecho propio a formar parte de las señas de identidad del mismo. Aragón es en ese momento de la historia un reino con una corte itinerante, como acertadamente señala Domingo Buesa. Carece de un verdadero palacio, entendiendo como tal un lu‑gar fijo desde el que controlar el reino. Dentro de la política de expansión y con los ojos puestos en las tierras de la Sotonera oscense y en valle del Ebro, el rey Sancho Ramírez tiene como referencias para su corte tres lugares emblemáticos: un castillo, una catedral y un panteón; es decir, Loarre, San Pedro de Jaca y San Juan de la Peña.

Sancho Ramírez es consciente de gobernar un territorio pequeño, amenazado por el reino de Pam‑

plona, los condados catalanes, así como por el Is‑lam. Pero sobre todo por sus propios barones a los cuales necesitaba para continuar reinando, la forma de neutralizar estas amenazas, tanto internas como externas, consistió en viajar a Roma y hacerse vasa‑llo del papa Alejandro II. Es en el año 1068 cuando lleva a cabo tan importante viaje del cual regresará con el respaldo del romano pontífice. Ya es rey «por la gracia de Dios», y, tanto sus barones como sus ve‑cinos tendrán mucho cuidado de iniciar campañas en su contra ya que en lo sucesivo contará con el respaldo de la Santa Sede.

Todos los pactos tienen un coste y el estableci‑do por Sancho Ramírez también lo tuvo. No solo los quinientos mancusos de oro anuales que cita la his‑toria, sino también el compromiso de abrir el reino a las nuevas corrientes que proceden de Roma, en especial al rito oficial romano, que vendrá a sustituir

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Fig. 1.—Vista general de la cabecera del templo.

Fig. 2.—Detalle de la cabecera central con los signos zodiacales. Puntos amarillos: signos identificados. Puntos naranja: dudosos. Sin punto: probables sillares que contuvieron signos.

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al viejo ritual hispano visigodo considerado «casi he‑rético» por Roma.

Esta apertura al territorio que con el devenir del tiempo será Europa, no fue bien recibida por todos los principales de su entorno. Personajes de tanta in‑fluencia en el reino como el abad Banzo de Fanlo se opusieron a este planteamiento, lo que le llevó a caer en desgracia y ser alejado de la corte. También el hermano del rey, el obispo‑infante García llegó a oponerse y fue advertido por Sancho Ramírez de que la traición supondría que «le serían sacados los ojos de su cabeza». La hermana del rey, la condesa doña Sancha, apoyó esta política aperturista lo que fue un destacado apoyo para los fines de Sancho Ramírez.

A la vuelta de Roma el monarca tiene claro que quiere transformar su villa de Jaca en una ciudad al modo de lo visto en la Ciudad Eterna. Pone en mar‑cha los mecanismos necesarios para ello y en 1077 proclama: «Sepan todos los hombres que están has‑ta Oriente, Occidente, Septentrión y Meridional, que yo quiero construir una ciudad en mi villa que es llamada Jaca». Dota a la ciudad de fuero lo que propicia el asentamiento de gentes ultrapirenáicas y estructura el planteamiento de la ciudad al modo ro‑mano, articulando dos vías perpendiculares, cardo y decúmano, que todavía hoy se pueden advertir en el callejero jaqués. Jaca pasa a ser una ciudad, capital del reino, con una marcada influencia de la Urbs.

Tras su regreso de Roma, el año de 1071 será clave tanto para el rey como para el devenir de su reino. En ese año casa en segundas nupcias con Felicia de Roucy, la hija menor de Hilduino de Ra‑merupt y Adela de Roucy, hermana del arzobispo de Reims. Su padre había muerto en 1063 y el actual conde era su hermano Eblo II, poderoso militar al ser‑vicio de la política pontificia

También en 1071 el legado pontificio Hugo Cán‑dido consigue uno de los fines de Roma: la abolición de la liturgia hispano visigoda que es sustituida por la oficial romana, lo que permite la entrada en la península ibérica de la reforma cluniacense. Los mo‑nasterios se reestructuran al ponerse bajo el control

de monjes cluniacenses por lo que quedan fuera de la jurisdicción tanto de obispos como del propio rey. Tan solo dependerán de Cluny y del papado.

Según las crónicas pinatenses el cambio de rito se oficializó el martes 22 de marzo del año 1071 con el rey y la corte en el monasterio de San Juan de la Peña. Era la segunda semana de Pascua. La hora tercia fue la última del viejo rito y la sexta la primera del rito oficial romano. Ese hecho marcó para Ara‑gón el momento oficial de inicio de la reforma clu‑niacense, uno de cuyos exponentes más visibles fue el modo de edificar los templos en un estilo que hoy conocemos como «Románico». Es dentro de este contexto general de vasallaje e imitación de lo ro‑mano que el monarca aragonés impulsa las obras de la catedral jaquesa dedicada, claro está, a San Pedro. Antes de su edificación había un templo his‑panovisigodo de cabecera plana con la misma advocación y que se conoce como «el viejo» para diferenciarlo de la seo jaquesa. Poco al este del mis‑mo se alzaría la catedral.

Hay opiniones encontradas acerca del hecho edificativo de la seo jaquesa. Para algunos autores el comienzo de la misma sería iniciado siguiendo el modo de hacer dominante en el campo de Jaca: el lombardo (en este estilo se han levantado nume‑rosas iglesias del campo de Jaca, como la dedica‑da a los Santos Ángeles Custodios en Binacua, San Andrés de Asieso, la de los Santos Julián y Basilisa en Bagües o San Juan Bautista en Banaguás, entre otras). La subordinación de Aragón a Roma adop‑tando la nueva liturgia y los nuevos modos edifica‑tivos supondrán el cambio en una obra iniciada en clave lombardista que será acabada en el nuevo estilo importado gracias a los acontecimientos des‑critos: el Románico.

El profesor Bernabé Cabañero señala en 2007 el hecho de que el primitivo proyecto lombardista fue redirigido hacia la nueva forma de edificar impulsa‑da por Cluny a través de la gran vía de comunica‑ción que supuso el Camino de Santiago.

En 2011 el profesor Javier Martínez de Aguirre en un extenso y delicioso trabajo («La catedral de Jaca

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y otras empresas constructivas de Sancho Ramírez») pasa revista al estado de la cuestión referente a la cronología de la catedral de Jaca y la fija en un mo‑mento posterior a 1076 en que es «rey de aragone‑ses y pamploneses» y da fuero a Jaca (1076‑1077). En el mismo apunta que desde su planteamiento fue un edificio de dimensiones catedralicias que se edificó de modo unitario desde su inicio.

Coincidimos en la catedral en alguna ocasión en que yo fotografiaba detalles y él estaba realizan‑do mediciones de las hiladas de los sillares de su cabecera sur y comentamos estas discrepancias acerca de sus momentos edificativos. Entonces le apunté la posibilidad de que las marcas de cantero pudieran aportar algún dato más para hacer luz en este asunto.

Es realmente curioso que en Jaca no se hubiera llevado a cabo un trabajo de recogida de marcas de cantería exhaustivo y con metodología como ayuda para establecer equipos de trabajo y fases edificativas del templo. Por ello durante la primavera de 2012 me propuse el objetivo de fotografiar en detalle y de modo sistemático la totalidad de las su‑perficies edificadas visibles en la catedral de, tanto al interior como al exterior. Metro cuadrado a metro cuadrado fui recogiendo imágenes de sus sillares, revisando la existencia de marcas de cantería y si‑tuándolas en tablas que permitieran leerlas en con‑junto y extraer algunas conclusiones.

El trabajo puede consultarse en sus detalles en este sitio web: http://www.romanicoaragones.com/colaboraciones/Colaboraciones04367‑JacaMar‑cas.htm. Gracias a más de dos mil fotografías de bóvedas y paramentos del templo estudiadas en detalle pude recoger cuatrocientas treinta marcas de cantero, correspondientes a treinta y un signos diferentes.

Como hallazgo colateral de este trabajo surgió la deliciosa casualidad de localizar los restos escultóri‑cos de un zodíaco románico repicado y reutilizado en la cabecera central de la catedral de Jaca. Una vez más la suerte aliándose con quien desarrolla un plan sistemático de recogida de datos. Ya había re‑

pasado la mayor parte de las imágenes de muros y bóvedas de la catedral cuando dediqué mi esfuerzo hacia el ábside central de la catedral. No lo había considerado de entrada, como creo que no lo han hecho quienes antes que yo estudiaron el edificio por el hecho de no ser un elemento original. Ábside central de horrible hechura arquitectónica desde el punto de vista del amante del románico e ignorado por la mayoría dada esta circunstancia

Los canónigos de la seo jaquesa, alegando hu‑medades en la cabecera, consiguieron que fuera derruido a finales del siglo XVIII este ábside y rehecho con mayor altura y longitu,lo que dio holgada cabi‑da al coro y posteriormente al órgano, motivos rea‑les de su lamentable empresa. Las pinturas mayori‑tariamente petrinas de este espacio están firmadas en altura por el cartujo fray Manuel Bayeu en 1796. Carente, pues, de interés desde el punto de vista de la arquitectura románica, volví hacia él mis objetivos en busca de los sillares reutilizados procedentes del ábside central en busca de las marcas de cantería que en ellos pudiese haber.

El sábado 2 de junio de 2012 acompañado de mi hija Belén, me hallaba en esta labor. Fotografiaba sistemáticamente el exterior del ábside central en busca de marcas de cantero cuando en mi ocu‑lar apareció lo que a primera vista me pareció ser un crismón. Así lo creí porque la imagen que advertí fue la de un círculo en cuyo interior había —desfi‑gurados— trazos verticales y horizontales e incluso un hipotético vano de letra «Rho». Esa impresión me dio de entrada y me alegré, tanto por mí como por la sorpresa que le daría a mi amigo Juan Antonio Olañeta ante la aparición de otro crismón arago‑nés. ¡Y nada menos que de Jaca! Repuesto de la agradable sorpresa seguí fotografiando en horizon‑tal y encontré «otro crismón» también repicado. En ese momento ya le dije a mi hija que no podían ser crismones. Uno, quizá, dos imposible. Y además me parecía fuera de toda lógica el hecho de que los canónigos, a pesar de haber derribado un maravi‑lloso ábside románico, se dedicasen a repicar y re‑colocar en altura unos símbolos trinitarios de tanta trascendencia. Sin duda debían de corresponder a

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elementos que en ese momento fueron tomados como «esotéricos». Luego debían de ser parte de un zodíaco.

Ya en casa, imagen tras imagen, analizadas con detenimiento en el ordenador confirmé sin lugar a dudas mis sospechas. Los símbolos de Piscis, Sagita‑rio, Tauro, y quizá Acuario, el primero que localice, se mostraban con claridad a pesar de su intenciona‑do deterioro por acción de la piqueta. Los símbolos aparecen enmarcados en un cuadrado en el que se inscribe un círculo que contiene el signo corres‑pondiente. No todos se aprecian con la misma defi‑nición; pero ese es su esquema básico.

Una semana después volví y de nuevo fotogra‑fié esa zona del ábside central, a la altura de la zona inferior del óculo medial un poco hacia el lado sur. Además de los cuatro signos identificables pude localizar dos más con restos del círculo sin po‑

der identificar sus símbolos correspondientes por el intencionado deterioro y otros seis sillares cuya for‑ma, tamaño y color los hacen candidatos a ser los que faltan para completar la docena de sillares en los que se labró el zodíaco de la catedral de Jaca. Todos ellos están agrupados en una zona de tres hiladas de sillares con una longitud de una doce‑na de elementos que en conjunto destacan leve‑mente del resto de la fábrica por un tono algo más claro que el resto. Ayuda a remarcar esta zona el hecho de que por encima de ellos las hiladas son de sillarejo y mampostería, en la que ya no hay pie‑zas reutilizadas. Como nota graciosa diré que en la labor de este segundo sábado mientras miraba por el ocular, una voz detrás de mí dijo: «¡Antonio… te odio! ¿Cómo tu puedes ver eso ahí arriba?». Reco‑nocí de inmediato el peculiar acento del profesor y amigo David Simon a quien ya había comunicado el hallazgo y que viéndome se acercó, cariñoso y

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Fig. 3.—Signo de Acuario (?). Primero localizado.

Fig. 4.—Signo de Acuario (?)repasado.

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contento, para felicitarme por el inesperado des‑cubrimiento.

Pienso que en la labor de demolición‑recons‑trucción del ábside central de Jaca, estas tareas se sucedieron con rapidez en el tiempo, replanteando el perímetro del nuevo ábside y reutilizando en la nueva fábrica elementos del preexistente, así como de una parte de su presbiterio (aparecen cuatro ti‑pos de marca coincidentes en su proporción con las vistas al interior del presbiterio central original). La mayor parte de los sillares con marcas de cantería se localizan en la parte baja del lado sur del ábside central. En altura, agotadas las «piezas buenas» para edificar, se recurre a materiales aportados ex‑novo, dado el mayor volumen edificativo del nuevo ábside con respecto al anterior.

Por un motivo que desconozco los sillares que contienen el zodíaco se recolocaron en altura como

últimas «piezas buenas». Quizá ello traduzca una duda acerca de lo que debían de hacer con ese elemento escultórico. Evidentemente prevaleció la opción de borrarlo y reutilizar sus elementos como simples sillares. Los símbolos zodiacales debieron de parecerles demasiado «profanos» para presidir el ábside central de la catedral.

Sobre la hipotética ubicación original de estas piezas, lo primero que pensé es que por su forma cuadrada pudieran ser metopas. Descarté la idea porque el número de ellas en el desaparecido áb‑side central debió de ser mucho mayor que doce. Tampoco encajaban en función de metopas sobre la portada sur de la catedral ya que allí los huecos se reducen a diez.

El lugar más frecuente que conozco de la ubi‑cación de los zodíacos es ocupando una arquivol‑ta de la puerta de acceso al templo y rodeando

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Fig. 6.—Signo de Tauro.

Fig. 5.—Signo de Tauro repasado.

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a una imagen de Cristo en majestad, al cual se denomina «Cosmocrator». Señala de ese modo a Cristo como centro y Señor del cosmos y de sus constelaciones en un tiempo en que las gentes sabían mirar al cielo y servirse de él y de los sig‑nos para emprender los ciclos anuales de siembra y recogida. Zodíacos que alternan su función con los mensarios convergiendo en su función y quizá subyaciendo el recordatorio de que la Iglesia debía de recibir los correspondientes diezmos del fruto de los trabajos realizados a lo largo de las sucesivas estaciones del año.

Otra posibilidad que contemplo, quizá la que a mi me parece más atractiva, es que la ubicación de los doce signos zodiacales fuera semejante a la que existe en la iglesia francesa de Saint‑Austremoi‑ne de Issoire en la Auvernia. Allí los símbolos zodia‑cales se sitúan repartidos a lo largo de sus ábsides

en un mismo plano horizontal, a mitad de distancia entre los canecillos que sustentan el alero del tejado y la parte superior de los vanos absidales. De modo similar, los doce signos en Jaca pudieron ocupar esta ubicación, formando en planta un semicírcu‑lo que rodeara al elemento sagrado del templo, la cabecera. De modo semejante a como las dovelas orlan una portada en alzado, la zona sagrada de la cabecera central estaría rodeada en planta por los símbolos zodiacales. La representación del ma‑crocosmos insertada y rodeando el microcosmos sagrado que es el templo románico.

Hay zodíaco en San Isidoro de León, recoloca‑do sobre la puerta del Cordero. Probablemente en Santiago de Compostela en la portada de Platerías el centauro sagitario y la sirena sean piezas de otro zodíaco. Jaca se viene a sumar así a la nómina de templos de primer orden con esta simbología y su

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Fig. 7.—Signo de Piscis.

Fig. 8.—Signo de Piscis repasado.

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proximidad al territorio francés hacen a este templo un firme candidato a ocupar la primacía en esta manifestación escultórica, que al igual que otras manifestaciones artísticas, se extienden hacia el fi‑nis terrae merced al empuje de los benedictinos de Cluny y a la ruta jacobea.

No está todo dicho acerca de la catedral de San Pedro de Jaca. Quedan muchos aspectos impor‑tantes que analizar y sería fundamental la realización de estudios sistemáticos de sus elementos formales. Una adecuada labor de restauración de los mismos que elimina capas de suciedad y restos de pinturas previas pondrá de manifiesto epigrafías de difícil lec‑tura que ya he señalado en mi trabajo en la red. La necesaria excavación de su subsuelo contemplada en el plan director del templo vendrá a aportar da‑tos de importancia de cara al planteamiento inicial de la catedral a pesar de que las obras efectuadas

para la instalación de la calefacción hayan podido eliminar algunos de esos vestigios.

BIBLIOGRAFíA:

Sancho Ramírez. Rey de Pamploneses y Aragoneses. Do‑mingo Jesús Buesa Conde. Editorial Ibérica 1996.

«La Metrología de la catedral románica de Jaca». Artigra‑ma 14 y 15. Juan Francisco Esteban Lorente. 1999 y 2000.

«Precedentes musulmanes y primer arte cristiano». Actas del congreso Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII, Bernabé Cabañero Subiza ‑ Universidad de Zaragoza. Institución Fernando el Católico 2007.

«Arquitectura y soberanía. La catedral de Jaca y otras em‑presas constructivas de Sancho Ramírez». Anales de Historia del Arte. Volumen extraordinario (2) 181‑249. Javier Martínez de Aguirre. 2011.

«Catedral de San Pedro de Jaca. Marcas de cantero»: Un apoyo para los historiadores. htttp://www.romanicoara‑gones.com/colaboraciones/Colaboraciones04367‑Ja‑caMarcas.htm Antonio García Omedes. 2012.

Fig. 10.—Signo de Sagitario.

Fig. 9.—Signo de Sagitario repasado.