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    El trabajo por venir

    Norma Giarracca y

    Gabriela Massuh

    Compiladoras

    Autogestin y emancipacin social

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    y emancipacin social

    Norma Giarracca, Gabriela Massuh

    Compiladoras

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    Foto de tapa: Luciana Garca Guerreiro

    El trabajo por venir. Autogestin y emancipacin socialPrimera edicin: Editorial Antropofagia, 2008.www.eantropofagia.com.arISBN: 978-987-1238-38-5

    El trabajo por venir : autogestin y emancipacin social / compilado por GabrielaMassuh y Norma Giarraca. - 1a ed. - Buenos Aires : Antropofagia, 2008200 p. ; 22x15 cm.

    ISBN 978-987-1238-38-5

    1. Sociologa. I. Giarraca, Norma, comp.CDD 301

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723. No se permite la reproduccin totalo parcial de este libro ni su almacenamiento ni transmisin por cualquier medio sin laautorizacin de los editores.

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    Capitulo 5.Ruinas emergentes. Solidaridad y Cooperacinen la organizacin del trabajo

    Las diferentes economas de Bolivia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119Shirley Orozco Ramrez

    Resistirse a la desaparicin. La experiencia del pueblo mapuche . . . . . . . . . . . . . . 124Chacho Liempe

    Experiencias cooperativas en Europa y Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136

    Gurli Jacobsen

    Cuando una cooperativa funciona. El caso CORPICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142Jos Brinati

    Comentarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144

    Captulo 6.Autogestin como desafo. Las Organizaciones autnomas

    Autonoma no es aislamiento. Reflexiones acerca de la situacin actual de

    los movimientos sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151Ana Esther Cecea

    Recuperar la autonoma es recuperar el Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157Juan Carlos Gipi Fernndez

    La autogestin como xodo. El MTD de Solano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169Neka Jara

    El trabajo libre contra la economa poltica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173Ral Zibechi

    Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180

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    Prlogo

    El tema del trabajo parece haber desaparecido de la agenda de urgen-cias contemporneas. Una suerte de subterfugio ideolgico lo eclips bajoexpresiones del tipo sociedad post-industrial o post-capitalista dando porsentado que el trabajo es un factor subsidiario al crecimiento, que se resuel-ve por s solo. En los hechos est demostrado que el crecimiento econmicono necesariamente genera empleos; en el mejor de los casos incrementael trabajo informal. Lo cumpla o no, la poltica no deja de prometer in-

    cremento laboral en cada campaa electoral que aspira a sumar votos, asabiendas de que el trabajo ocupa un lugar preponderante en la lista depreocupaciones de la ciudadana. Nunca tanta gente vivi de su trabajo,nunca la vida cotidiana estuvo tan centrada en el hecho de hallar trabajodigno y nunca antes las consecuencias de la falta de trabajo generaron tan-to descreimiento acerca de que el futuro pueda ser mejor que este presenteincierto y carente de futuro.

    Por ms elevadas que sean las tasas de crecimiento econmico, an elcapitalismo menos salvaje no podr liberarse de una paradoja insalvable:cuanto mayor sea su productividad, tanto menos trabajo ser necesariopara generar una determinada tasa de crecimiento. Sin ir ms lejos, las

    estadsticas que el Banco Mundial ofrece por Internet muestran cifras po-sitivas de desarrollo promedio en los ltimos cinco aos: en gran parte delplaneta se ha incrementado el producto bruto interno y el ingreso nacionalbruto. Sin embargo, nada dice acerca de lo que ello implica: por un lado,desocupacin e informalidad laboral crecientes; por el otro, el agotamientode los recursos naturales y la sobreexplotacin de la naturaleza que conduceal cambio climtico.

    Elmar Altvater sostiene que el crecimiento, como factor de desarrollo obienestar ser evocado como una mana patolgica de esta era. Hoy por hoy,una masa sin fin de superfluos planetarios se ve obligada a integrar depor vida un ejrcito de desocupados (en Alemania, por ejemplo) a aceptarque no habr salario que no sea precario o a ingresar del todo en la esferadel trabajo informal. Esta poblacin redundanteno es anterior al capita-lismo, como podran ser las formas de trabajo de las poblaciones indgenastodava insertas en su tradicin, sino que est generada especficamentepor condicionamientos econmicos que llegaron a su punto culminante enla dcada de 1990. Por un lado, los Estados tienden a incrementar las tasasde crecimiento a costa de la sobreexplotacin de los recursos y la entregadel patrimonio pblico en una escalada que promete un bienestar general

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    del que, de hecho, participan sectores cada vez ms reducidos. Por el otro,vastos sectores de la poblacin son condenados a un bolsn de intemperiedonde cohabitan la informalidad, la precariedad y la inseguridad. Los ba-rrios de hampa y droga de Amrica Latina, los refugios de indocumentadosen Europa y los EE.UU., las banlieuesde las ciudades francesas o las vastastierras de nadie colmadas de seres excluidos de la cartografa visible delos medios encubren el nuevo rostro del capitalismo. El socilogo francsLoc Wacquante sostiene que esta inestabilidad no es una caracterstica delos sujetos sino de los empleos y de las nuevas relaciones salariales y socialesque se establecen.

    Amrica Latina, con su larga tradicin de luchas populares y resistenciaindgena ha gestado, sobre todo en los ltimos aos, un variado catlogode opciones alternativas a la falta de empleo que a su vez articulan es-trategias para generar un tejido social solidario. Si estas frgiles formasde convivencia no han logrado articularse con la fuerza de un modelo, esporque el sistema de acumulacin capitalista arrasa con opciones que nopuede manejar. Tan arraigada parece estar la conviccin general de queslo el capitalismo es capaz de generar riqueza y bienestar, que cualquieralternativa articulada desde fuera del sistema es desbaratada ya sea a tra-vs de la cooptacin, la invisibilizacin, el descrdito, la amenaza directa ola criminalizacin. Los movimientos de indgenas y campesinos de Amri-

    ca Latina dan prueba fehaciente de que hay otras formas de construccinde vida y produccin de bienes. En la pertinaz defensa de sus tradicionesconstituyen hoy el nico factor que intenta ponerle lmites a la aceleradadepredacin de la naturaleza causada por la agroindustria, la minera acielo abierto o la produccin de bioenerga en gran escala. Campesinos eindgenas son los que ms padecen la contaminacin de los ros, la desapa-ricin de los bosques nativos y la depredacin turstica. Los movimientossociales desde Chiapas hasta Oaxaca, desde la guerra del agua en Boliviahasta las mltiples formas de resistencia de la Argentina a comienzos delmilenio, buscaron y siguen buscando nuevas articulaciones sociales en lasque el trabajo no es un bien cada vez ms escaso, sino parte de un accionar

    comunitario en funcin de un bienestar compartido.El objetivo de este libro es reflexionar sobre estas articulaciones conaquellos protagonistas que hoy encarnan una multiplicidad de opcionespara una convivencia menos darwinista que la actual.

    Los testimonios que rene el presente volumen provienen del coloquioRepensando el trabajo: autogestin y emancipacin social organizado enoctubre de 2006 por el Goethe-Institut Buenos Aires y el Instituto Gino

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    Prlogo 13

    Germani de la Universidad de Buenos Aires. Las preguntas que subyacenen la configuracin del libro remiten, por un lado, a una serie de mdulosclsicos en materia de organizacin laboral; por el otro, hacen referencia aaquellos generados a partir de prcticas recientes en fbricas recuperadas,cooperativas agrcolas, emprendimientos barriales, organizaciones produc-tivas independientes y comunidades indgenas de Amrica Latina. Cruza-mos discursos que emanan de la reflexin terico-prctica universitaria ycientfica con aquellos otros surgidos del trabajo diario en nuevos emprendi-mientos econmicos. Con esta forma democrtica de debate e intercambio,continuamos con una lnea de encuentros que apuesta a la fertilidad de undilogo emancipador en sus contenidos y en su horizontalidad formal.

    Este libro recoge cada uno de los testimonios vertidos durante el coloquiosalvo el de Emir Sader cuya presencia -breve pero valiosa- supo enriquecer-nos con algunos comentarios que recogemos en forma de recuadro a lo largodel texto. En aras de reflexionar sobre alternativas genuinas, este volumenpropone un abordaje mltiple: la incidencia del petrleo en el mercado detrabajo y el agotamiento de las energas fsiles; el rol de la investigacincientfica en la sobreexplotacin de la naturaleza; el cuestionamiento de loscriterios tradicionales de acumulacin, progreso, crecimiento y eficiencia; lareflexin acerca de la ambigedad conceptual que conlleva el as llamadoavance tecnolgico; el anlisis de experiencias de autogestin; la bsqueda

    de nuevos modelos de convivencia a travs de la economa solidaria.El equipo que le dio formas y contenidos al coloquio estuvo compuesto

    tambin por Luciana Garca Guerreiro, Julin Rebn, Miguel Teubal yJuan Wahren. Deseamos agradecer a todos los que nos acompaaron en estanueva travesa intelectual de pensar juntos. A todos los ponentes y autoresde este libro, a todos los que con sus preguntas y comentarios desde lasbutacas enriquecieron los debates y, finalmente, a quienes hicieron posibleel proyecto: el personal del Goethe-Institut Buenos Aires del que queremosmencionar especialmente a Carla Imbrogno, Maren Schiefelbein, HartmutBecher, Cecilia Gettner, Julia Roth y Rodolfo Rst.

    Gabriela Massuh, Norma Giarracca, diciembre 2007

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    Captulo 1.Trabajo y energa

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    El fin del capitalismo tal como lo conocemos

    Elmar Altvater

    Elmar Altvater es uno de los ms importantes politlogos alemanes de la actualidad. Enlos ltimos aos se ha concentrado en las consecuencias polticas, sociales y ambientalesde la globalizacin econmica. En sus trabajos demuestra, como pocos autores, una visinintegral de los imbricados problemas actuales. Traducimos los ttulos de sus ltimos libros:

    Neoliberalismo, militarismo y extremismo de derecha (2001), Globalizacin de la inseguridad.Trabajo precario, dinero sucio y poltica informal (2002, con Birgit Mahnkopf), Los lmitesde la globalizacin. Economa, ecologa y poltica en la sociedad mundial (2005, con BirgitMahnkopf), El fin del capitalismo tal como lo conocemos (2006), Competir con el imperio.La Unin Europea en el mundo globalizado (2007, con Birgit Mahnkopf)

    La intencin de esta ponencia es demostrar cmo se desenvuelve y modi-fica la estructura y la dinmica del capitalismo. Me concentro en su baseenergtica y, en relacin con ella, en los cambios y las consecuencias queimplica para el mundo del trabajo. De modo que analizar el mundo deltrabajo en el contexto del desarrollo del capitalismo y no solamente como

    un mundo que permanece esttico en s mismo.Las ideas que voy a presentar son muy simples. En la primera partede la ponencia, analizar el funcionamiento del capitalismo basado en eluso de las energas fsiles y la industrializacin como mecanismos de sutransformacin en trabajo y crecimiento. El funcionamiento del capitalismomoderno est basado en la explotacin de la naturaleza sobre todo, aunqueno nicamente, de la energa y en la explotacin del trabajo; por eso, alanalizar el capitalismo, es necesario discutir tanto la relacin social de lahumanidad con la naturaleza como consigo misma. En la segunda parte,analizar las desventajas que tiene el uso de la energa fsil como fuentede energa fundamental en el capitalismo. Uno de los perjuicios de esautilizacin es el lmite, la escasez del petrleo; el otro, el efecto climtico,el efecto invernadero, tal como lo conocemos hoy en da. Estas desventajasmuestran que con este rgimen energtico existe un lmite al desarrollo delcapitalismo. En la tercera parte discutir las desventajas que generan estosprocesos para el trabajo y sus efectos sobre el empleo mundial en el marcode una nueva divisin internacional del trabajo; es decir, el desempleo y elsurgimiento de un sector de informalidad creciente, tanto aqu en AmricaLatina, como en Europa y en frica. En la ltima parte de la ponencia

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    nos preguntaremos si hay alternativas ms all del capitalismo tal como loconocemos.

    La revolucin fsil: la congruencia entre el funcionamiento delcapitalismo y el uso de las energas fsiles

    La relacin entre capitalismo y el uso de energas fsiles comienza a fines delsiglo XVIII. La mayor parte de la historia de la humanidad se caracterizaporque la energa utilizada provena de una fuente externa bsicamente

    del sol y no de las fuentes fsiles como el carbn y luego el petrleo o el gasnatural, que se haban formado durante millones de aos. El cambio quese dio en el capitalismo como consecuencia del aprovechamiento de estasfuentes energticas vinculadas, fue muy importante. El capitalismo existadesde el siglo XV, XVI, incluso antes, pero se trataba de un capitalismo quese desarrollaba en forma muy lenta, porque se basaba en fuentes energticastambin lentas: la energa humana, la animal, la biomasa, la energa elicaque generaban los molinos de viento, o la energa que generaban los molinosde agua. Pero con el surgimiento de las fuentes de energa fsiles, haceaproximadamente 200 aos (en realidad, un tiempo mnimo si se lo miradesde el trasfondo de la historia de la humanidad) todo se aceler. A partirdel momento de la simbiosis entre el desarrollo del capitalismo y el uso delas energas fsiles, la lgica del desarrollo capitalista se aceler como sifuera la aceleracin de un ciclo.

    Cmo funciona esta simbiosis? Esto es algo que se puede analizar cien-tficamente sobre la base de las teoras desarrolladas por cuatro pensadores.En primer lugar, Nicholas GeorgescuRoegen, que en sus estudios abordel tema de la energa fsil. Luego, por supuesto Carlos Marx, que analizel mundo del trabajo, su usufructo y la dinmica de la acumulacin ca-pitalista. Tambin Max Weber que plante la racionalidad europea en eldominio del mundo y justific por qu el imperialismo y el colonialismopartieron justamente de Europa. Finalmente, Karl Polanyi, el historiadorde economa polaco, que calific a la gran transformacin del siglo XVIII y

    XIX en Gran Bretaa como un gran proceso de disembedment1 a travs del1 To embed: encajar, encastrar, enclavar, empotrar (Appletons Revised Cuyas DictionaryEnglishSpanish). En lugar de estar encajada la economa en las relaciones sociales, las re-laciones sociales estn encajadas dentro del sistema econmico. La importancia vital del factoreconmico para la existencia de las sociedades excluye cualquier otro resultado. Porque unavez que el sistema econmico est organizado en instituciones separadas, basadas en motivosespecficos y que confieren una situacin especial, la sociedad debe ser moldeada en forma talque permita funcionar al sistema de acuerdo a sus propias leyes. Polanyi, Karl (1947) La grantransformacin, Editorial Claridad, Buenos Aires.

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    cual el mercado se desliga de la sociedad y al mismo tiempo constituye unafuerza externa que se hace efectiva dentro de sta. Por eso se plantea hoyque el mercado mundial nos obliga a ser competitivos, que la globalizacines responsable de la desocupacin, etctera.

    Las consecuencias del aprovechamiento de la energa fsil son conside-rables. En primera instancia y sta es su principal ventaja la energafsil permite que la produccin y la fuerza de trabajo se independicen delterritorio y del espacio. Hasta ese momento era comn y necesario quela produccin humana se ubicara all donde se encontraba la fuente deenerga, por ejemplo en los bosques de Europa que luego fueron desapare-ciendo debido a esa utilizacin. Con los recursos fsiles es factible ubicar ala industria en cualquier lugar y transportar la energa hacia donde estnubicadas las empresas. Los recursos fsiles tambin son independientes deltiempo, porque pueden ser utilizados las 24 horas del da, los 365 das delao; se pueden anular las estaciones, o hacer que el da se convierta ennoche y la noche en da. Esto es clave para las decisiones capitalistas: norequieren tener consideracin del espacio ni del tiempo. Tambin tiene efec-tos en el trabajo, porque se vuelve posible establecer tiempos de trabajo enfuncin del clculo de una empresa y no en funcin de los ritmos naturalesdel cuerpo, de la psiquis humana, o de la sociedad que se manifiestan porejemplo en los feriados.2 Y esto fue decisivo: los recursos fsiles posibili-

    taron que se generara una enorme aceleracin de los procesos productivos.Marx y Engels, en el Manifiesto Comunistase refieren a este aceleramientocomo la misin del capitalismo. Estos autores abordaron una idea que, enrealidad, ya haban mencionado Adam Smith y David Ricardo, sto es, queel capitalismo busca incrementar la productividad y acelerar los procesosproductivos en unidades de tiempo menores. Ese incremento de la produc-tividad estableci lo que hoy en da se considera la base de un benchmark,o sea, el standard en funcin del cual deben medirse todos los pases delmundo, tanto los desarrollados como los menos desarrollados.

    Otro aspecto que no debemos dejar de mencionar es que los recursosfsiles pueden concentrarse, lo que permite controlarlos de una manera que

    no era posible en otros momentos de la historia de la humanidad. Estos fac-tores facilitaron la elaboracin de estrategias de gestin y de managementempresarial que antes eran impensables. La concentracin de la produccincapitalista y el incremento de la productividad tambin tuvieron conse-cuencias para el trabajo, pues permitieron que se impusiera el cambio del

    2 No es sorprendente entonces que desde el surgimiento del capitalismo industrial moderno,muchas fechas de fiestas nacionales se dejaran de lado y que actualmente todava se discuta acercade eliminar das de fiesta para acelerar an ms la movilidad del capital y de la produccin.

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    trabajo, tal como E. P. Thompson lo denomin en su libro The Makingof the British Working Class. Este proceso y esta clase trabajadora fue-ron generados arbitrariamente. El incremento de la productividad DavidRicardo lo expres claramente significara que con menos fuerza laboral,con menos personas, sera posible producir la misma o incluso una mayorcantidad de productos. Es decir que siempre que se vaya a incrementar laproductividad las personas pierden su trabajo. Ricardo deca que sta erauna de las consecuencias del sistema industrial moderno que genera pobla-cin redundante (redundant population), poblacin sin trabajo, que estde ms. Y por supuesto, aquellos que sobran, que estn de ms, no se vana quedar sentados en sus casas sino que van a buscar alternativas, van abuscar trabajo en el sector informal, como lo denominamos hoy en da.

    Al mismo tiempo, el incremento de la productividad exige una perma-nente adaptacin del trabajo a los avances tcnicos. Esto tiene sus conse-cuencias en la capacitacin del personal, en los tiempos requeridos para lacapacitacin, etc. Por cierto, conocemos todos estos efectos. Sin embargo,hay que analizarlos en detalle porque desde el surgimiento de este capi-talismo moderno, los cambios fueron vertiginosos y lo son ms an en laactualidad desde que se impuso la globalizacin. La ventaja de este tipo deaceleracin es el crecimiento, tal como lo conocemos hoy. Del crecimiento,un discurso tan frecuente en los tiempos que corren, se habla recin a partir

    del siglo XX, sobre todo desde que comenzaron a competir dos sistemas:el de la Unin Sovitica, que surgi en 1917, y el de los pases occidenta-les. El crecimiento era el parmetro que meda el xito de cada uno de lossistemas. Antes de eso no haba un discurso sobre el crecimiento, porqueincluso la economa poltica de Adam Smith y David Ricardo se basabaen sociedades agrarias, cuyo ritmo era ms lento. Con la industrializacintodo se aceler, se hizo ms rpido.

    Segn un estudio que hizo el sueco Angus Maddison para la Organizacinde Cooperacin Econmica y Tcnica de los Pases Industriales, la renta

    per cpita antes de la revolucin industrial se mantuvo ms o menos cons-tante durante un largo perodo, en los diferentes continentes. A partir de

    la industrializacin, a comienzos del siglo XIX, las cifras se incrementaronvertiginosamente. El crecimiento de la renta per cpita desde el nacimientode Jesucristo hasta fines del siglo XVIII era del 0,2% por ao, aproximada-mente. Desde entonces, la tasa de crecimiento se multiplic hasta llegar en1890 al 2,2% por ao, posibilitando que el producto total se duplicara enunos 35 aos. Hasta hoy en da, cada generacin es el doble de rica que laanterior. La gran pregunta que tenemos que abordar es qu suceder en el

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    futuro. Los niveles de crecimiento se incrementan significativamente, perotambin se incrementa la desigualdad porque la renta per cpita en EuropaOccidental, Amrica del Norte, Australia o Japn es diez veces ms elevadaque la renta per cpita en frica. Es decir, tambin crece la desigualdaden el mundo.

    Otra consecuencia de la utilizacin de los recursos fsiles fue la genera-cin de cadenas de valor agregado que utilizan a la naturaleza como input.Esto significa que las energas y el material que se utilizan se transformanen mercancas y stas, a su vez, se convierten en dinero en el mercado.Las empresas intentan dominar esas cadenas de valor agregado tratandode lograr su posicionamiento en el mercado. Todo sto ha generado efectosmuy claros y muchas veces muy duros en la distribucin del trabajo enlas cadenas de valor agregado que se van desarrollando en todos los pa-ses del mundo. Un ejemplo de ello ocurre en las empresas automotrices,pero tambin en el mercado financiero. El uso de la materia prima y dela energa tambin genera un output: las emisiones de gases txicos en laatmsfera. Vemos as que la naturaleza es un factor importante tanto pa-ra el input como para el output del proceso productivo. Si abordamos eltema del trabajo y de la acumulacin capitalista, no podemos de ningnmodo separarnos de la naturaleza. Tenemos que incorporarla en nuestrosdiscursos intelectuales y en nuestros conceptos polticos. La economa y la

    ecologa van de la mano.

    El petrleo y sus lmites

    Entre las consecuencias de los procesos que venimos analizando, tambinse comprueba un incremento de la divisin de los procesos de trabajo; cadavez se requieren trabajos ms calificados. La divisin del trabajo se vuelvegeogrfica: los pases desarrollados emplean mano de obra cada vez ms ca-lificada y trasladan sus empresas a los pases pobres, donde la calificacinno existe y por ello la mano de obra es ms barata. De modo que estos fac-tores son realmente importantes en lo que hace a las cadenas, a la creacinde valor y a la dinmica de las diferentes regiones. Lo comprobamos conmayor detalle al incorporar en nuestro anlisis a los mercados financierosque, en el mundo global, inciden sobre estas cadenas de creacin de valory sobre el trabajo. Existe una jerarqua de los mercados financieros libera-lizados globales, donde se van formando las tasas de inters que influyensobre las inversiones. Y estas inversiones son las responsables del empleo y,por lo tanto, de los costos laborales y del desarrollo de la poltica salarial.

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    Por supuesto, tambin se ve que en la poca de Keynes existan factoresque podan influir sobre estos procesos y que en la actualidad tambinestn las presiones de los mercados financieros. Tomemos por ejemplo elcaso de un pas vecino, Brasil. All las tasas de inters reales son del 10%debido al elevado spread3 que surge por un factor de riesgo. Con esta tasase promueve la especulacin y no la inversin en proyectos que ocupen msmano de obra. Situaciones como sta son igualmente dramticas en otrospases del mundo. Las responsables son las cadenas de creacin de valorporque generan presiones sobre los salarios, es decir, sobre las condicionesde vida de los trabajadores y sobre el nivel de la ocupacin.

    El uso de los recursos fsiles no solamente tiene ventajas para el capita-lismo el incremento del bienestar y del crecimiento ya fue considerado porAdam Smith en el ao 1776 sino que tambin tiene desventajas. Por unlado, la disponibilidad de los recursos fsiles es limitada, especialmente ladel petrleo; por eso, hoy en da aparece la necesidad de abordar estos efec-tos negativos del uso de los recursos fsiles implementando, por ejemplo,algo as como una petrogobernabilidad.

    En los aos cincuenta, el peakoil es decir, el momento en que se lleguea alcanzar la mxima produccin posible de petrleo, fue definido por elgelogo M. King Hubbert a travs de una curva en forma de campana. Lateora del pico de Hubbert, tambin conocida como cenit del petrleo,

    es una influyente teora acerca de la tasa de agotamiento a largo plazo delpetrleo, as como de otros combustibles fsiles. Predice que la produccinmundial de petrleo llegar a su cenit y despus declinar tan rpido comocreci, resaltando el hecho de que el factor limitador para su extraccin esla energa requerida y no su costo econmico.

    Hubbert considera que, indefectiblemente, cuando se llegue a un puntomximo, a la cspide, las nuevas reservas que se irn descubriendo sernmenores que la explotacin y el uso del petrleo. Como consecuencia, llega-r un momento en el que ya no habr ms. Hubbert desarroll este esquemapara analizar la explotacin de ese combustible en los Estados Unidos yanunci que a comienzos de los setenta se alcanzara el punto mximo. Jus-

    tamente, en 1972 se lleg a ese punto y a partir de entonces, la produccinnorteamericana va en descenso, a pesar de las nuevas reservas descubiertasen Alaska. Este esquema tambin se puede utilizar para ver la produccinmundial de petrleo. No se sabe si nos encontramos directamente en el picoo si ya lo pasamos, nadie lo sabe con precisin, pero lo que s se sabe es que

    3 Se trata de la diferencia entre la tasa de inters activa y la tasa de inters pasiva, o sea, entrelas tasas que los bancos pagan y cobran.

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    dentro de diez o veinte aos como mximo se habr alcanzado el mximode la produccin de petrleo. A partir de all la curva va a ir en descensoy habr que tomar conciencia de que en algn momento se alcanzar elpunto cero. Todo esto resulta una gran desventaja y un gran problema.

    Veamos la estimacin de las cantidades de petrleo ya utilizadas a nivelmundial. Aproximadamente hasta el 2005 fueron utilizados 944 billones debarriles y se estima que las reservas comprobadas estn cerca de las queya se han consumido hasta el momento; hay quienes dicen que slo restan748 billones de barriles en el fondo de la tierra. Lo que venimos diciendodel petrleo vale tambin para el gas natural, que tambin llegar a sufin. Al mismo tiempo, cada vez hay un mayor consumo de estas fuentes,y esto ocurre al menos por cuatro motivos centrales. Por un lado, porquela competitividad se incrementa y eso hace necesario un aumento de laproductividad, que a su vez requiere mayores recursos fsiles; por eso seincrementa la demanda. Tambin habamos mencionado la presin de losmercados financieros vimos el ejemplo del caso brasileo porque si tene-mos ingresos por intereses del 20%, eso solamente se puede hacer medianteun crecimiento econmico importante lo cual requerira el uso de recursosenergticos fsiles adicionales. A ello se agrega que los mercados emergentesChina, India, etc. tambin invaden los mercados y hacen que la demandase incremente; tan slo China es responsable del 80% del incremento del

    consumo de petrleo en los ltimos aos. Y en ltima instancia, tambines as, porque la mayora de los pases intentan imitar el modelo occidentalde consumo que es absolutamente intensivo en cuanto al uso de recursosenergticos: el transporte, los shoppings centersadonde solamente se puedeir con vehculos, los espacios habitacionales, el incremento del turismo, etc.Es decir, todas estas cosas que hacen que nuestras vidas sean ms lindasy ms cmodas, en un futuro ya no van a seguir funcionando. Tal comodeca un cientfico norteamericano en la dcada del sesenta, slo tenemosun planeta tierra y no podemos generar uno nuevo; en realidad tenemosque limitarnos, pero no lo hacemos.

    Quiere decir que la demanda de petrleo sigue creciendo. Desde 1965

    China increment su demanda en ms de mil por ciento; pero tambin huboun aumento en otros pases, de modo que nos enfrentamos a una situacinrealmente grave en el sentido de que el descubrimiento de nuevas fuentesde petrleo disminuy con relacin al mayor consumo; se da una brechaentre la produccin y el consumo. El consumo se incrementa y la curva deoferta va en descenso. Este es, por supuesto, un esquema idealizado, porqueseguramente habr etapas en las que la produccin la oferta va a poder

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    incrementarse; pero existe un desfasaje, una brecha a futuro que se estcomenzando a observar. Las grandes empresas petroleras lo saben: en TheTimes de Londres, el 26 de julio de 2005 se public un artculo diciendo quehemos necesitado 125 aos para usar el primer trilln de miles de millonesde barriles que se han consumido en este perodo, y para consumir la mismacantidad en el futuro solamente vamos a necesitar 30 aos. Es decir, laspetroleras saben que no pueden seguir vendiendo solamente petrleo. BPincluso cambi su nombre y ya no se denomina British Petroil sino BeyondPetroleum, es decir despus del petrleo, ms all del petrleo.

    Esto provoca consecuencias para las empresas. Mencionar algunas bre-vemente. En tanto la oferta se reduce y la demanda se incrementa, nece-sariamente va a aumentar el precio del petrleo. Eso tambin tiene con-secuencias para la rentabilidad de las grandes empresas petroleras, quetienen enormes ganancias y estn muy orgullosas de poder publicitarlas ensus informes anuales. Estas ganancias, a su vez, generan cotizaciones muyelevadas, en tanto no sucedan cosas como las de Alaska. Cada vez es mscaro importar petrleo. Por un lado, las reservas van desapareciendo; porel otro, hay que volver a crearlas o comienza el endeudamiento. En estesentido, actualmente se da una situacin similar a la de los aos seten-ta, cuando se cre el colosal endeudamiento de los pases latinoamericanosdebido al reciclaje de los petrodlares. O similar al gran endeudamiento

    que se produjo en los aos ochenta, y que deriv en la crisis que vivi laArgentina en el ao 2000 y 2001.

    Como vemos, las consecuencias son absolutamente brutales. Significa quelos pases productores tienen grandes ganancias que obtuvieron despus deincrementar el precio del petrleo y que el sistema internacional, a travsde la liberalizacin y la globalizacin de las finanzas, est en condiciones dereciclar los petrodlares o petroeuros a quienes tienen que importar. Sig-nifica que se genera nuevamente un enorme endeudamiento. Tenemos queobservar cuidadosamente estas consecuencias, porque no queremos que seden situaciones como las que ocurrieron en las dcadas del setenta o delochenta. A partir de 2002 se observa que la cantidad de divisas que se ne-

    cesitan para la compra de petrleo en algunos pases como la India, porejemplo, conforman un enorme porcentaje de las reservas de divisas exis-tentes en ese pas. En Estados Unidos es aproximadamente del 18% sloque, a diferencia de otros pases, ellos estn en condiciones de poder pa-gar sus importaciones de petrleo en su propia moneda y con esos billetesverdes importar el oro negro. El precio del petrleo puede llegar a incre-mentarse hasta en 70 u 80 dlares lo que significara, para la India, que el

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    70% de las exportaciones deberan utilizarse para importar petrleo. En elcaso de Japn sera del 25%, en el caso de Alemania sera solamente del4% porque, en general, es un gran exportador y an cuando las importa-ciones de petrleo alcancen niveles muy importantes, todava representanun porcentaje mnimo de sus exportaciones. Estas cifras dramticas mues-tran que el aumento del precio del petrleo influye significativamente sobreel desarrollo de la economa mundial. Si observamos a los pases pobrescomo por ejemplo Zimbabwe aunque no disponemos de muchos datos so-bre estos pases se puede decir que actualmente no estn en condicionesde pagar sus importaciones de petrleo con los ingresos que perciben porsus exportaciones (es por eso que en Zimbabwe hay pocos automviles).Entonces, si existen bienes escasos, se genera un mercado negro en el quesolamente pueden comprar los ricos, no los pobres.

    Petrleo y trabajo

    En este anlisis sobre las consecuencias de la utilizacin de la energa fsilhay que tener en cuenta los efectos sobre el clima, pero aunque ciertamenteellos son tan importantes y duros como la escasez de petrleo, no puedoentrar en detalles porque se nos va el tiempo. Baste decir que los efectos

    climticos del uso de los recursos fsiles y la generacin de emisiones dedixido de carbono (CO2) se deben al derroche de energa en la vida co-tidiana, a nuestro modo suntuario de vida sobre todo en los pases delNorte y a la eficiencia tcnica; tambin, a la manera de utilizar el conjun-to de los recursos energticos, es decir, a la medida en que se utilizan losrecursos fsiles en relacin al uso que se les da a otras fuentes de energa.

    Los conflictos polticos que pueden surgir por la escasez y el tiempolimitado en el uso de energas fsiles nos ponen en riesgo de guerras; lade Irak es un ejemplo que muestra de manera notable la magnitud delpotencial de violencia con el que se defiende el modelo occidental. No voya avanzar en este tema. Lo que quiero tratar son las consecuencias del usode los recursos fsiles sobre el factor trabajo.

    La primera de las consecuencias se ha mencionado ms arriba; con el in-cremento de la productividad tambin se libera mano de obra. Esto sucedea nivel mundial, el incremento del uso de recursos fsiles va directamen-te en desmedro de las condiciones laborales, cada vez ms precarias. Eneste sentido, se va generando un standard cada vez ms bajo. Lo nor-mal se aplica slo a los modelos que surgen de los pases industriales y, en

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    consecuencia, la Organizacin Internacional del Trabajo termina por impo-nrsela a otros pases. En consecuencia, se produce una normalizacin dela informalidad de manera que el trabajo precario tiende a incrementarse.

    Cuando todava existan los trabajos regionales no se conoca este tipode estndares internacionales; pero la globalizacin significa justamente lageneracin de estos parmetros internacionales para el trabajo. Esto tieneconsecuencias graves para la poblacin que pierde su trabajo o queda en si-tuacin de aceptar cualquier tipo de tarea. Y esto genera un sector informalalternativo, que va creciendo dentro de las sociedades modernas. En fricaalcanza aproximadamente al 90% de la fuerza laboral; en Latinoamrica al60% y en Europa, a partir del desarrollo que se est dando desde los aosnoventa del siglo pasado, un 30%. Antes casi no exista el sector informal;sto se ha ido incrementando.

    La mayora de la poblacin del mundo de hoy est conformada por una suerte desubproletariado que vive en la periferia de las grandes metrpolis. Son jvenes queviven del trabajo precario atomizado y fragmentado. Se socializan en la calle a travs delas religiones, de la msica, del narcotrfico, de formas de violencia, en situaciones deriesgo. Estos jvenes no estn en los sindicatos, no estn en los movimientos sociales,no estn en las universidades pblicas, no existen como categora social. Constituyenel sector que ms crece en la historia de la humanidad. Sobre todo se trata de nios y

    jvenes de las periferias de aquellas megalpolis que tienen alrededor de 20 millones dehabitantes: San Pablo, Mxico, Tehern o Lagos. A Buenos Aires no le falta mucho.

    Emir Sader

    Segn datos de la OIT el desempleo alcanza a 380 millones de personasen el mundo. Pero a stas debe sumarse una cantidad aproximadamentesimilar que trabajan en condiciones inferiores a la norma, en forma precaria.En Alemania tenemos un milln de personas con trabajo precario. Si a estose agrega que todas ellas tienen una familia, las personas alcanzadas porla precariedad del trabajo llegan a 4 millones. Es decir, se trata de unaenorme cantidad de gente que debe someterse a este tipo de condicionesde vida. Esto es lo que se conoce como el neoliberalismo de abajo, el

    comportamiento del sector informal; se trata de la situacin de la genteque se adapta a la precariedad del trabajo. La economa solidaria no tieneque ver con la informalidad, es otro tema con vastas repercusiones positivasen el que no entraremos en este contexto.

    Respecto de los datos de Alemania en materia de ocupacin precaria ysalarios bajos, se observa que aproximadamente un 90% de los mini empleostienen muy bajos salarios. Si sto se utiliza como un indicador, se trata de

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    empleos precarios, de personas que viven en condiciones precarias. Quieredecir que tambin en Alemania, uno de los pases ms ricos del mundo,una parte del sector del trabajo incrementa el porcentaje de precariedad.;sta no es slo el objetivo de los gobiernos conservadores, sino tambin elde los socialdemcratas y verdes que en realidad se hicieron eco de estaspolticas. La experiencia alemana indica que no slo existe un neoliberalis-mo de derecha, sino tambin uno de izquierda. La Organizacin Mundialde Comercio ha relevado informacin sobre relaciones laborales que no seencuentran bajo estndares normales. Incluso algunos pases de Europarevelan datos sorprendentes: hallamos un 12% en Dinamarca y Alemaniay casi un 15% en los Pases Bajos. Estos son porcentajes considerables yestn aumentando. Tan slo en Alemania, casi 1,9 millones de personastrabajan en estas condiciones, un ndice que supera a los trabajadores em-pleados por la industria. Alemania es uno de los primeros exportadores deproductos industrializados y an as, sus relaciones laborales dejan muchoque desear por su precariedad.

    Los grandes monstruos urbanos contemporneos esconden la proliferacin del sub-pro-letariado rural que no tiene reconocimiento jurdico, no tiene formas de apelar a la

    justicia, carece de formas organizativas propias y, por lo tanto, es un elemento fun-damental de reproduccin de los sistemas de dominacin vigentes; son las grandesvctimas, incapaces de autoorganizarse.

    Emir Sader

    El surgimiento del sector informal se explica bsicamente a travs de dosargumentos que describir de manera somera. El modelo neoliberal, sostie-ne que la informalidad se debe a la alta burocratizacin del sector formalque obliga a trabajadores y empleadores a desprenderse de esta suerte decarcasa burocrtica. Con este argumento, el neoliberalismo est dando aentender que la informalidad debera ser lo normal. Por su parte, la Orga-nizacin Internacional del Trabajo que descubri el trabajo informal enlos aos setenta considera que la informalidad es una etapa de transicinen el marco de la modernizacin; con la modernizacin de los pases en

    vas de desarrollo, desaparecera la informalidad. Algunos sostienen que lainformalidad es una manera de absorber el impacto de la globalizacin,relacionado justamente con las cadenas de creacin de valor, las cadenasde commodities. Esto es interesante, porque la globalizacin exige mayorcompetitividad, es decir, un aumento de la productividad. Entonces alldonde eso es posible, tenemos la economa formal, donde no es posible,surge el sector informal. En realidad se trata de un fenmeno provocado.

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    realidad significa traer soluciones slo a nivel individual. No es casual queHernando de Soto5 dera que no todas las personas son empresarias, queen la estructura gentica de las personas no necesariamente figura el genempresario. La economa solidaria no parte de eso, sino de la bsqueda delo colectivo y de formas democrticas, pero es necesario crear institucio-nes formales para contenerla. Las universidades son un primer ejemplo deapoyo institucional verdaderas incubadoras de estas ideas-, pero tambinlos son el Estado nacional o las grandes empresas pblicas; en Venezuela,PDVSA6 apoya a la economa solidaria en determinados barrios de Cara-cas.

    Tambin es necesario crear reglas globales para controlar a los mercadosfinancieros y de bienes. El reembeddingde la economa (la vuelta a su cauceoriginal) significa que sea la sociedad o las sociedades quienes establezcanlas reglas, no las empresas o sus lobistas internacionales; hacen falta c-digos de conducta, cuestiones que tienen que ver con clusulas sociales.La economa solidaria es posible si tambin se utilizan fuentes energticasalternativas a las fsiles, tales como la biomasa, la energa fotovoltaica, laenerga elica y la energa solar. En la actualidad se est trabajando inten-samente para hallar soluciones tcnicas para facilitar y abaratar los costos.Los avances en este sentido son considerables, pero no se trata solamentede una cuestin tcnica sino de pensar cmo se puede hacer la transicin

    de una energa a las otras.No hay que olvidar que el capitalismo descubri la importancia de las

    energas fsiles, las aprovech y de ese modo pudo generar con xito unenorme dinamismo. Pero esta historia est bordeando sus lmites; esto sehar patente cuando, en muchos lugares del planeta, los efectos de la es-casez de recursos no permitan satisfacer las expectativas de crecimientoeconmico. Hoy tenemos la situacin inversa: existen otros recursos ener-gticos recuperables y existe la tcnica adecuada. En realidad no sabemossi el sistema capitalista lleg a su fin, lo que s sabemos es que si se ago-tan las energas fsiles, si es menester reducir las emisiones de dixido decarbono (CO2) para contener el cambio climtico, entonces el capitalis-

    mo del futuro ser muy diferente al que vivimos en los ltimos doscientosaos.

    5 Economista neoliberal peruano, director del Instituto Libertad y Democracia del Per quepromueve la creacin de un movimiento intelectual y poltico en favor del libre mercado a nivelcontinental. Su libro El Otro Sendero (1986), dedicado al estudio del sector informal peruanocomo motor para el desarrollo, le dio fama internacional. De Soto fue asesor de los PresidentesAlan Garca y Alberto Fujimori. En la actualidad asesora a varios gobiernos, entre ellos al deWladimir Putin.6 Petrleos de Venezuela S. A.

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    No s si el capitalismo se podr sobrevivir a s mismo. Creo que la gran tragediahistrica es que se agota , sin que exista en el horizonte una solucin que lo supere.Por lo tanto tendremos un largo perodo de inestabilidad histrica. La nica posibilidadde superacin pasa de manera obligada por alcanzar nuevas formas de organizacinde las fuerzas de trabajo, formas de supervivencia a travs del trabajo.

    Emir Sader

    Si existe una evidente relacin entre la energa fsil y el desarrollo delcapitalismo, cabra preguntarse cul es la capacidad del capitalismo desubsumir fuentes de energa alternativas. Hasta ahora no existe ninguna

    forma de energa que le permita al capitalismo incrementar la productivi-dad con la celeridad que le permiten los recursos fsiles. Si el capitalismoutilizara recursos energticos renovables, no tendra la misma celeridad deganancia ni de acumulacin que con los recursos fsiles. Por lo menos nohasta ahora, porque la energa renovable es ms difcil de producir y estligada a los lugares donde pueden darse las materias primas (viento, sol,agua, etc.) No sabemos qu caractersticas tendra el capitalismo si usaraenergas renovables; sera diferente y seguramente menos acelerado que enla actualidad. Tambin se puede dar que el capitalismo desaparezca, peroesa es una cuestin que tiene que ver con las acciones de los movimientossociales en el mundo y, por ahora, se trata de pura especulacin.

    Algunos pases pretenden seguir desarrollando la energa atmica. Parareemplazar los recursos fsiles con energa atmica se necesitaran quincemil plantas atmicas nuevas en todo el mundo. Tambin el uranio, materiaprima que se usa en la energa atmica, va a ser escaso en algn momento.De modo que cuanto ms se lo use, tanto ms pronto se terminar. Decunto tiempo hablamos, tal vez de unas dcadas para un recurso energticoque genera deshechos no reciclables y puede significar un dao irreparablepara las generaciones venideras. Todava no se encontr ninguna solucinpara deshacernos de los residuos atmicos. Esta es una cuestin tica.

    El biodiesel, que proviene de la soja o de la caa de azcar, puede traerinmensos problemas: enormes plantaciones que generan alimento para losautomviles mientras la gente se muere de hambre. No se puede sobreex-plotar el territorio para generar biodiesel, al menos no en la medida en quelo exigira el crecimiento futuro. Hay algo que debe cambiar y es el siste-ma energtico. Si se pretende cambiar las condiciones de vida de la gentehay que cambiar el sistema energtico. Indefectiblemente, en las prximasdcadas vamos a tener que pasar a los recursos renovables porque se va aagotar el petrleo y porque el efecto climtico es una espada de Damoclespara todo el planeta.

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    Captulo 2.La produccin para el valor de uso.Los mercados para la sustentacin

    de la vida

    En la sociedad contempornea prevalece la idea de que toda produccin, para que seaviable, debe ser rentable y orientarse indefectiblemente segn el mercado. Sin embargo,esta proposicin oculta la nocin de que toda produccin tambin debe serle til aalguien, debe tener un valor de uso. El mercado no necesariamente determina el valorde uso de la produccin, sto lo determina la sociedad en su conjunto. Si ella establecequ es lo realmente necesario para la sustentacin de la vida, los mercados que as son

    establecidos toman otro cariz: se orientan hacia la produccin y distribucin de valoresde uso, necesarios para la vida.Este es uno de los principios emancipadores ms importantes que ha establecido

    histricamente la economa poltica: la necesidad de que se transformen las pautasorganizativas de la sociedad para que toda la produccin se oriente fundamentalmentehacia las necesidades de las personas y no hacia la rentabilidad del capital.

    En este captulo se analizarn diversas experiencias productivas orientadas funda-mentalmente hacia la solucin de los problemas que aquejan a comunidades que nose rigen por los criterios de rentabilidad. Es importante conferirle un nuevo espacio altema del mercado para pensar el trabajo en vnculo con las necesidades sociales; esdecir, instalar la idea de que los mercados son espacios sociales de intercambio quesatisfacen necesidades individuales y colectivas. Es necesario volver a encauzar a la

    economa dentro de lo social y no como un factor separado de las problemticas de lacomunidad.

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    Autogestin y mercados

    Luciana Garca Guerreiro

    Luciana Garca Guerreiro es sociloga, doctoranda en Ciencias Sociales y becaria de la Uni-versidad de Buenos Aires. Se desempea como investigadora del Grupo de Estudios Rurales ydesarrolla su tesis de doctorado sobre las Ferias Francas de Misiones, Argentina. Es activistaen redes de comercio justo y solidario.

    Cuando hablamos de autogestin, con frecuencia nos referimos al espaciode la produccin y, con ello, a la forma que asumen la propiedad de losmedios de produccin, la organizacin del trabajo y la toma de decisionescolectivas en la misma. En esta oportunidad intentaremos pensar el trabajoautogestionado en relacin con los mercados, entendiendo que los vncu-los de intercambio constituyen espacios necesarios para la sustentacin dela vida, ntimamente vinculados por ello a la actividad productiva y a laorganizacin de las relaciones sociales.

    Repensar los mercados implica, en trminos de Polanyi, reflexionar en

    torno a la mercantilizacin de la naturaleza, del trabajo y de las relacionessociales; deconstruir aquellos procesos que han escindido al productor delproducto, al consumo de la produccin y al trabajo de la satisfaccin de ne-cesidades. La desnaturalizacin y deconstruccin de las relaciones de mer-cado abre interrogantes acerca del vnculo entre economa y sociedad, com-portando una crtica a la nocin abstracta y difusa de mercado autorregu-lado que ha difundido el liberalismo econmico por la que el mercado es unente nico, que regula automticamente la actividad econmica asignandorecursos sin la intervencin de las instituciones y prcticas de los hombres.

    Esta mirada crtica permite comprender el mercado o, mejor dicho, losmercados en trminos de vnculos entre personas para asegurarse su sub-sistencia lo que Mackintosh denomina mercados reales como espacios deintercambio orientados por la sustentacin y reproduccin de la vida, yno slo por la rentabilidad del capital y la acumulacin de ganancias. Sibien el capitalismo se ha expandido mediante el desarrollo del comerciode mercancas, los mercados y los intercambios mercantiles preexisten alcapitalismo, as como exceden sus lmites. Esto significa que pese a que enla actualidad es la forma econmica hegemnica que impone su lgica de

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    valoracin en diferentes espacios de la vida social, el capitalismo no lograabarcar la totalidad de la reproduccin material de nuestras vidas.

    En efecto, existe una multiplicidad de intercambios vitales para la vidasocial que no son comprendidos dentro la lgica de valoracin del capital.Podemos afirmar junto con el brasileo Armando Melo Lisboa que en losmercados se encuentran involucrados diferentes tipos de valores; lo que in-tercambiamos no posee slo un valor de cambio, sino tambin un valor deusoya que permite la satisfaccin de ciertas necesidades, un valorsignoquecomporta significaciones y dimensiones simblicas, y un valor de vnculoen tanto se construye socialmente.

    En tanto se trata de una construccin social, el mercado est involucradoen redes concretas de relaciones y regulaciones sociales que implican rela-ciones de poder, conflictos y disputas tanto materiales como simblicas. Sonlas experiencias autogestionadas y las estrategias de resistencia en muchoscasos de defensa frente a las medidas neoliberales y la crisis de las ltimasdcadas, las que han abierto interesantes interrogantes en tal sentido. Lasredes de trueque nacidas a mediados de la dcada del 90 en la ciudad deBuenos Aires, por ejemplo, permitieron no slo atender las necesidades deconsumo de sectores que se vean relegados por la falta de ingresos mone-tarios, sino tambin abrir un espacio de discusin y reflexin en torno a losmercados y la moneda, habilitando la posibilidad de concebirlos como cons-

    trucciones sociales histricas. La figura del prosumidor tan difundida enestos espacios identifica y vincula la capacidad productiva y de consumo enun mismo sujeto, combinando lo que en el mercado capitalista se encuentraseparado (consumo y produccin), permitiendo nuevas identidades y el re-conocimiento de capacidades que en muchos casos se encontraban negadas.

    Las organizaciones campesinas y comunidades indgenas, por su parte,son muestra de la existencia de sociabilidades que, an en el marco de so-ciedades de mercado, desbordan y resisten los parmetros de la utilidadeconmica y las relaciones puramente mercantiles. El trabajo y la produc-cin en vnculo estrecho con la economa domstica y la vida comunitaria,as como con el respeto a la vida, la cultura y los bienes naturales implican

    otros modos de organizar y concebir la economa y por tanto de cons-truir los intercambios que trascienden los criterios de rentabilidad y demaximizacin de la ganancia.

    En tal sentido, en Argentina con la consolidacin del neoliberalismo,la crisis de algunas de las inserciones agroindustriales existentes y la des-articulacin del entramado institucional que sostena a gran parte de lasfamilias campesinas, surgieron alternativas de comercializacin directa sin

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    intermediarios vinculadas cada vez ms a la produccin artesanal y agroecolgica.A partir de la dcada del ochenta, pero sobre todo a mediados de los no-venta, comenzaron a ser visibles articulaciones novedosas para la comercia-lizacin de productos de organizaciones rurales y urbanas afectadas por lascrisis. Las ferias francas en el noreste del pas, las redes de comercio justoen Crdoba, La Plata, Mendoza, Buenos Aires y a nivel nacional, las di-versas cooperativas de productores familiares en diferentes puntos del pas,son algunas de estas experiencias que articulan relaciones de intercambioms justas entre productor y consumidor. En ellas tienen lugar relacionesde comensalidad, cooperacin y reciprocidad, as como formas de consumoque incorporan como criterio las necesidades comunitarias y sociales. Enellas, el intercambio directo entre productor y consumidor se presenta comola posibilidad del encuentro, la comunicacin y la construccin de nuevassociabilidades afirmadas en vnculos de solidaridad y compromiso.

    La deconstruccin del vnculo productorconsumidor y de la relacincampociudad, la construccin articulada y colectiva, as como la impor-tancia de los vnculos cara a caraque hemos mencionado constituyen ejem-plos de un modo de concebir la economa que colisiona fuertemente con lasdirectrices de la sociedad de mercadoy el avance del capitalismo globaliza-do. En tal sentido, las experiencias autogestionadas se estn planteando unreordenamiento profundo de las relaciones de fuerza vigentes en el marco

    de relaciones de mercado que, en muchos casos, se encuentran hegemoniza-dos por la lgica capitalista. Es por esto mismo, que tanto las experienciascampesinas como las cooperativas e iniciativas de produccin autogestio-nada llevadas a cabo por diferentes sectores urbanos ya sean empresasrecuperadas por sus trabajadores, movimientos de trabajadores desocupa-dos (MTDs), asambleas barriales, etc. enfrentan el desafo de la regulacinsocial de los mercados. Y es por tal razn que atraviesan importantes tensio-nes y nuevos interrogantes para la construccin de prcticas emancipadoras.Es posible consolidar un camino autogestionado, que no est guiado porla rentabilidad del capital, en el marco de relaciones econmicas hegemni-camente capitalistas? Pueden convivir los mercados para la sustentacin

    de la vida con las reglas de la sociedad de mercado y la mercantilizacinde la vida? Es posible romper los dominios del sistema capitalista desdeestos espacios de resistencia autogestionada? Qu pautas de organizacinsocial deben construirse para lograr que los mercados y las relaciones eco-nmicas se orienten a la satisfaccin de las necesidades sociales? Cmoconstruir criterios de justicia y equidad en nuestros intercambios sin abonarlas estructuras de dominacin y las desigualdades sociales existentes?

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    Produccin y mercados para la vida: unaposibilidad emancipadora para el siglo XXI

    Norma Giarracca

    Norma Giarracca es sociloga, profesora Titular de Sociologa Rural de la UBA e investigadoraen el Instituto Gino Germani. Directora de la Maestra en Investigacin Social de la UBA y

    ex coordinadora del Grupo de Trabajo de Desarrollo Rural del Consejo Latinoamericano deCiencias Sociales (CLACSO). Coordina el Grupo de Estudios de los Movimientos Sociales deAmrica Latina y el Grupo de Estudios Rurales en el Instituto Gino Germani de la UBA.

    Para hablar del tema de la produccin y los mercados no capitalistas enuna Argentina conformada en el progreso y la modernizacin, se necesitaun profundo conocimiento de las comunidades indgenas. Tales poblacio-nes han dado muestra de la capacidad de perseverancia, de otras formasde construccin de la vida, de otras formas de produccin de bienes y deconstruccin de relaciones entre los hombres, as como de otras formas deintercambio de las producciones fsicas y simblicas. No tengo una largatradicin en el conocimiento de las organizaciones indgenas; s, una largatrayectoria en el estudio de las comunidades campesinas. Las comunidadescampesinas de Amrica Latina (tambin de Argentina) comparten con lascomunidades indgenas la capacidad de perseverar en una forma de cons-truccin de su vida, de su produccin, de sus mercados, de sus maneras desocializarse.

    De hecho, durante la poca del modelo de sustitucin de importacionesy del Estadonacin, a los indgenas de Amrica Latina se los llamabacampesinos. Esta fusin de identidades campesina e indgena pudo darseporque ambas an con todos los intentos del capitalismo por penetrarlasguardaron una forma de producir al margen del mercado.

    Los socilogos rurales desarrollamos una sensibilidad especial respectode la expansin de los mercados derivada de la mercantilizacin de todoslos espacios de la naturaleza y de la vida. Uno de los factores centrales denuestras preocupaciones es la tierra. Y uno de los primeros bienes naturalesque el capitalismo mercantiliza es la tierra; la convierte en mercanca, sien-do que ella no es producto del trabajo humano; la privatiza, le da carcter

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    limitado. Si a ello se suma la formacin de las clases propietarias, el resul-tado es la apropiacin de la renta agraria. Y sto, que aparece como algotan natural en la historia del capitalismo, ha trado consecuencias nefastaspara la humanidad: no slo una distribucin desigual de la riqueza y dela tierra, sino tambin el problema del hambre en el mundo, derivado deldesigual acceso a los alimentos.

    Tanto en la tradicin liberal de la economa clsica como en la teoramarxista, existe un componente acerca del mercado que, a mi modo dever, contribuy a la resolucin ideolgica del concepto que coloniz todoslos aspectos de la vida. Recordemos que, para el marxismo, el mercadoexpresa relaciones sociales que son socialmente indeterminadas (fuerzaseconmicas independientes de la voluntad de los hombres). El mercado seconforma a espaldas y ms all de las decisiones de los productores; es ms,nos dice el marxismo, si todos los productores decidieran producir con lasltimas tecnologas, dada la alta composicin orgnica de capital que segenerara, sera inevitable una baja en la tasa de ganancia.

    Qu decir de la mano invisible de Adam Smith! El mercado capita-lista est basado en la idea del hombre como sujeto egosta (Adam Smithdeca que el bienestar general se logra a partir del egosmo individual). Laconcepcin de sujeto que tiene por detrs la teora neoclsica, la teoraliberal, es la idea del hombre egosta de donde resulta que la posibilidad

    de regular todos estos egosmos humanos la tiene el mercado que terminaconvirtindose, de este modo, en un eficiente administrador de los recursosy de las producciones para el conjunto de la sociedad.

    La mayora de las veces, y sobre todo a partir del neoliberalismo, elmercado aparece en singular, como un dispositivo ideolgico que permiteorganizar no solamente la economa, la famosa economa de mercado, sinotambin todos los aspectos de la vida. Hoy en da es muy frecuente escuchardecir: el mercado de arte, la oferta educativa, la facturacin en salud.Hoy la industria farmacutica necesita ampliar su franja de productos. Enfuncin de ello y, con el fin de aumentar el mercado de los psicofrma-cos peditricos en la Argentina, empiezan a generarse diagnsticos sobre

    cualquier sntoma en los nios. Es decir, se trata de esta idea del mercadosin lmites comerciales ni ticos, que puede colonizar cualquier cuestin oaspecto de la vida de los humanos.

    El mercado como dispositivo ideolgico y comunicativo se muestra entodos los mbitos. Los medios de comunicacin proclaman disparates co-mo los mercados son sensibles, se habla del nerviosismo en el mercado;el mercado aparece como un ser animado, como un mecanismo de control

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    al que todo el mundo le debe respeto. Mientras este nivel de organizacinque nos propone el discurso hegemnico se expande en toda Amrica La-tina, frica y Asia, existen otras formas de pensar la produccin para lavida. Observemos a las organizaciones mapuche: han perdurado siglos, yhan perdurado a pesar de la gran dominacin que han soportado desdehace ms de quinientos aos. Y esto es por la fuerza de la cultura y de lavoluntad humana de producir y de organizar la vida de otra forma. Estaotra forma tiene como cuestin fundamental el producir para vivir, comodice Boaventura De Sousa Santos, producir para las necesidades de la viday no para el mercado.

    La produccin de alimentos para el mercado tiene como nica finalidadproducir ganancias; alimentar poblaciones es, en este contexto, un objetivosecundario. Esta distorsin, que se intenta naturalizar a travs de dispositi-vos ideolgicos muy sofisticados, es lo que han rechazado estas comunidadesmanteniendo una forma de producir y una forma de intercambiar relacio-nadas siempre con los mercados reales.

    Con tal concepto deseamos significar instituciones, organizaciones crea-das por la accin de los hombres, no a espaldas de la sociedad, sino porla accin de mujeres y hombres, donde los agentes se encuentran e inter-cambian bsicamente para satisfacer las necesidades de alimentacin, devestimenta, de formacin. El control es comunitario y no reside en el mer-

    cado; se produce para el bien comn a partir de los aspectos solidarios yfraternos que todos los humanos expresamos, de la misma forma en que lohacemos con los aspectos egostas.

    Gipi Fernndez, de la Unin de Trabajadores Desocupados de GeneralMosconi, sostiene siempre que ellos obtuvieron 7 mil hectreas y no laspusieron a producir, sino que simplemente las consideraron reserva. Estosera incomprensible para un economista neoliberal, cmo tener recursosy no ponerlos en produccin para llevar al mercado, para tener dinero ypara tener ganancias? Tambin creo que los ejemplos de las comunidadesindgenas, los ejemplos de los campesinos, y los ejemplos de todas estas ex-periencias son campos de experimentacin y nos permiten, nos estimulan

    a pensar que hay otras maneras de producir, de intercambiar, de generarmercados; hay otras formas de relacionarnos entre nosotros y con la na-turaleza, de considerar la salud, la educacin, lo sagrado y las relacionesentre los seres humanos.

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    Existe el espacio para los mercados fuera de el mercado?

    Existe un espacio fuera del mercado neoliberal? Podemos formular estapregunta de otra manera, adhiriendo a los grandes proyectos emancipadoresde los siglos XIX y XX: existe un espacio sin relaciones de dominacinentre los seres humanos?

    Esa gran pregunta gener proyectos polticos alternativos durante unsiglo entero de lucha de masas. Hoy esta misma pregunta inquiere por laexistencia de un espacio de produccin, de mercados y de intercambiosfuera de la lgica del mercado neoliberal. Existe un espacio que no es-

    t basado en la dominacin? Se puede pensar ese espacio? O, como nosdesean hacer creer desde la ideologa del discurso hegemnico, esos espaciosson imposibles de pensar porque la lgica capitalista los integra a todos,subordinndolos y convirtindolos en partes subalternas, marginales, ex-plotadas de su propio funcionamiento.

    La gran pregunta que se hacen los economistas agrarios y los agrnomoscon mentalidad neoliberal es por qu siguen existiendo formas de produc-cin y mercados no capitalistas. Por qu siguen existiendo los campesinossi, por las leyes del mercado, deberan estar fuera de l. La economa agra-ria clsica dira que estn produciendo a unos costos que no les permitencompetir, es decir, no tendran que existir; pero aquellos que conocemos

    de cerca lo que pasa en las economas campesinas, sabemos que a veces lafamilia campesina sale a trabajar afuera para tener ingresos que le permi-tan seguir manteniendo la unidad de explotacin. Esto es impensable enla lgica del capitalismo. Estos factores que de alguna manera ponen encuestionamiento y en tensin la lgica capitalista son los que determinanlos escenarios indgenas y campesinos de los dos tercios de la humanidad.Por otro lado, esta nueva forma de construir comercio justo, fbricas recu-peradas, economas populares, no ya economas campesinas sino economaspopulares urbanas, muestra que ellos aprenden mucho de estas historias,de las historias indgenas y de las historias campesinas.

    Pero hay otra cuestin: es posible la sustitucin de un modelo por otro.Por ejemplo, el modelo del comercio justo, del comercio solidario, susti-tuye al modelo capitalista?, debera sustituirlo? Es una pregunta que notiene respuesta, pero es importante formularla en forma colectiva el ca-pitalismo tiene tantas debilidades como para ser sustituido por estas cons-trucciones que se dan en sus mrgenes?, o estamos construyendo otrosmodelos, otras economas, sin pensar en sustitucin? Esto se est discu-tiendo en toda Amrica Latina a nivel de las distintas formas que adquierela agricultura.

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    En el Grupo de Trabajo de Desarrollo Rural de CLACSO estamos con-traponiendo dos modelos: el modelo del agronegocio (con la soja o el etanol)y el modelo de la economa campesina. El ejemplo ms desarrollado es elde Brasil, donde hay relaciones entre ambos, pero tambin hay espacios deautonoma. En Bolivia, el vicepresidente Garca Linera habl del capita-lismo andino, para referirse a una articulacin entre la economa agrariacampesina, la economa familiar de los sectores urbanos populares y el ca-pitalismo avanzado del Oriente, de los departamentos de la Media Luna.Y tambin en la Argentina, cuando pensamos lo que se est haciendo entrminos de comercio justo, de organizaciones agrarias campesinas, de eco-noma regional como en el caso de General Mosconi, etc. Hay dos modosde pensar: el de la sustitucin del capitalismo o el de una construccinpropia autnoma. Terminar sustituyendo uno al otro? O terminar elcapitalismo destruyendo todas estas posibilidades de construccin de otromundo? A m me parece que son preguntas abiertas, que no tienen respues-tas en este momento pero que de alguna manera pueden llevarnos a pensary a discutir.

    El mito de la economa compleja dice que el capitalismo es im-prescindible

    Es necesario deconstruir algunas ideas que parecen arraigadas; son aquellasque afirman, por ejemplo, que las otras economas las que estn al mar-gen del capitalismo pueden producir slo bienes simples como alimentos ovestimentas, pero no bienes complejos como antibiticos o computadoras.No hace falta remontarse a 600 aos atrs planteando los avances cientfi-cos de las poblaciones originarias, basten algunos ejemplos simples dentrodel capitalismo.

    Algo que a todos nos compete de cerca son las computadoras y los pro-gramas de computacin. Estos programas que parecen tan complejos sehacen en la casa de un conjunto de muchachitos que trabajan por su cuen-ta y despus les venden sus investigaciones a las grandes empresas. Doy esteejemplo relacionado con la mistificacin que existe hoy alrededor de estallamada sociedad del conocimiento donde se nos presenta la producciny la relacin con los recursos como una cuestin muy compleja, fuera delalcance de nosotros como seres del montn. No me voy a referir al tema delos antibiticos porque de eso dar cuenta Andrs Carrasco ms adelante,lo que quiero decir es que hoy, ms que nunca, se hace necesario volver arecuperar la potencia que tenemos como humanos y saber que podemos

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    producir cualquier cosa, que todo lo que se ha producido hasta ahora, lohan producido los hombres y mujeres como todos nosotros. Debemos re-cuperar esa potencia en tanto somos seres econmicos; esa potencia queotorga la fe en que cualquiera de nosotros es capaz de producir cualquiercosa. La gran ideologa montada a nuestro alrededor nos tiene convencidosde que lo importante, los objetos de ltima generacin, se producen con latecnociencia, es decir, con un saber sofisticado, difcil y sobre todo lejos delalcance de nosotros como productores. Deconstruyamos los mitos que tanbien genera el capitalismo para controlarnos y restarnos potencia.

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    Ejes de la economa indgena: La experienciade Bolivia

    Pilar Lizrraga

    Pilar Lizrraga es investigadora de la Comunidad de Estudios JAINA (Tara, Bolivia). Tambinintegra el Grupo de Trabajo de Desarrollo Rural del Consejo Latinoamericano de Ciencias

    Sociales (CLACSO).

    La experiencia que intentar compartir con ustedes parte del anlisis de lasreivindicaciones de comunidades campesinas y pueblos indgenas guaranesdel Sur de Bolivia. El tema que se ha propuesto en este captulo es por lomenos provocador, sobre todo en la coyuntura actual de Bolivia que planteaun proceso de refundacin del pas. Pensar en el tema de la produccin devalores de uso, de mercados para la sustentacin de la vida, es una forma deinterpelar a un proyecto de dominacin que tiene una visin de desarrolloque est impregnando todos los aspectos de nuestras vidas, cambindolos,

    transformndolos y hacindonos cada vez ms dependientes. El tema nosconvoca a pensar en toda esa serie de demandas, de movilizaciones, quese han venido protagonizando en Bolivia para fundamentar las propuestasde transformacin que puedan ser articuladas en el marco de la AsambleaConstituyente. Como ustedes saben, nosotros tenemos mucha esperanza enque este proceso histrico que vivimos cambie las reglas de juego. Reglasde juego que no slo den paso al reconocimiento de un sujeto poltico, sinoque tambin nos permitan reconocer a los sujetos econmicos. Esto implicareconocer las formas de vida, implica replantearnos los conocimientos, lastecnologas, las reglas de juego que van a dar paso a las estrategias de vidade los pueblos.

    La interpelacin que se ha venido dando a partir de 1990 con la Marchapor el territorio y la dignidad protagonizada por pueblos indgenas de lastierras bajas, estuvo centrada alrededor del concepto de ciudadana. Unconcepto de ciudadana que invisibilizaba a los sectores de las tierras bajasdel Oriente. Todas estas reivindicaciones y movilizaciones nos plantean unprimer hito en 1990, cuando los pueblos indgenas de las tierras bajas van acuestionar un punto fundamental como lo es la ciudadana. Una ciudadanaque no reconoca a los pueblos de las tierras bajas: mojeos, trinitarios,

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    ignacianos, chiquitanos, como ciudadanos bolivianos. Esta marcha lograel reconocimiento poltico y de los territorios indgenas, pero no logra algofundamental que es el reconocimiento de las formas de vida. Si bien se haceel reconocimiento poltico, ste es enunciativo porque ignora, una vez ms,la existencia de esas formas de vida, sus conocimientos y su identidad.

    En los primeros aos de la dcada del 2000, la llamada guerra del aguatambin cuestion principios fundamentales este proyecto de dominacin,como el tema de la mercantilizacin de los recursos y la expropiacin quese hace de ellos, que estn en manos de indgenas y campesinos y son sufuente de vida.

    Despus viene la guerra del gas, que tambin es una consecuencia, unainterpelacin profunda a las reglas de juego imperantes, en la cual se habladel tema de la soberana, pero no de una soberana dada solamente por lapropiedad sino tambin en trminos de pensar los nuevos roles que podrajugar la sociedad civil y las formas bajo las cuales podran producirse losbienes para la sustentacin de la vida. En este caso los protagonistas fueronlos bolivianos en su conjunto. Hace poco estall el conflicto minero enGuanuni que una vez ms pone en evidencia la visin mercantilista sobrelos recursos.

    Sobrevuelo estos temas para llegar a la cuestin del mercado. La interpe-lacin que los movimientos sociales realizan al proyecto de dominacin en

    diversas etapas de nuestra historia es el cuestionamiento activo al modelodel desarrollo. La ideologa del desarrollo parte del principio de dominacindel mercado. Un mercado que en realidad es el ordenador de una modalidadde vida que se impone sobre otras posibles; el mercado determina tipos detrabajo, tecnologas, conocimientos y nuevas instituciones.

    Si analizamos el caso concreto de un producto como el maz, se pue-de observar que dentro de la cadena productiva de Bolivia, adquiere unaconnotacin bastante importante a partir de lo que es la produccin delalimento balanceado. Pero este producto, visto desde una ptica cultural,no es solamente portador de un valor monetario, sino portador de un valorsimblico que le permite a todo un pueblo poder reproducir su identidad

    y su cultura. Me refiero concretamente al pueblo guaran que se encuentrasituado en la parte del Chaco boliviano y que comparte territorio con elBrasil, la Argentina y el Paraguay. Este pueblo tiene una estrategia diver-sificada, vive de la caza, la pesca, la agricultura. Dentro de la agricultura,el producto fundamental es el maz. El maz es ese producto que da a lasfamilias un valor y una identidad muy importante. Hay familias que llegana cultivar hasta veinte variedades de maz y en base a eso sustentan su

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    soberana alimentaria. Cuando el mercado define el valor monetario de unproducto, el producto pierde su valor simblico y tiene solamente valor decambio. Por qu? Porque entra en un circuito en el que se demanda unavariedad especfica, obligando a los productores indgenas a que cambien lamatriz productiva. Lo que se produce es la sustitucin de variedades fun-damentales para la vida de los indgenas por variedades que se requierenen centros consumidores que tienen otra perspectiva de vida.

    Para los indgenas el maz tiene un valor simblico. Cuando circulan susmltiples variedades de maz est circulando su identidad; esto significa laposibilidad de reproducirse no solamente como sujetos individuales, sinocomo sujetos colectivos. De modo que el maz cumple muchas funciones:alimento, reproduccin de espacios festivos, elemento de trueque, etc.

    La transformacin de las matrices productivas provoca un cambio delas relaciones de produccin. Los indgenas comienzan a transformarse enasalariados, trabajadores y jornaleros que pasan a depender totalmente delas empresas. Esto introduce nuevas jerarquas sociales, tales como la deconcebir pobres viables y pobres no viables. Los pobres viables sonlos indgenas que pueden acceder, transformando su matriz productiva, alcircuito comercial. Los pobres no viables son aquellos que, por condicionesy limitaciones que se dan dentro de su sistema, no van a poder accedera nuevas tecnologas, a nuevos insumos y a nuevos conocimientos. Aqu

    comienza a generarse un problema de desestructuracin de la comunidadque, entre muchos otros factores, genera la prdida de la identidad.

    La introduccin del mercado capitalista influye adems en otras reas dela organizacin comunitaria indgena; una de ellas es la de la produccinde conocimiento. Para los indgenas, el conocimiento y su produccin sonun bien colectivo. El hecho de producir una semilla de tipo especfico espropiedad de todos los miembros de la comunidad. Ahora, bajo la nuevalgica de organizacin del capital, lo que se ha logrado es que ese conoci-miento pertenezca slo a algunos miembros de una comunidad, no todosmanejan el mismo conocimiento para producir un tipo determinado de se-milla. La nueva lgica no permite que todos ingresen en la nueva forma de

    organizacin del trabajo.Estos son slo algunos elementos que nos han llevado a tratar de vin-cular algunos argumentos con las propuestas de cambio que proclam elgobierno de Evo Morales en Bolivia. Estas propuestas no slo deberan irms all del sujeto poltico, sino que tambin deberan reformular los rolesque habr de atriburseles a las economas campesinas. Se ha dicho que unode los elementos fundamentales de la propuesta poltica del gobierno es la

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    soberana alimentaria. Para lograrla se propone trabajar sobre estructurasproductivas con base campesina e indgena, para que el conocimiento local,las tecnologas y todas las formas de organizacin propias que tienen estospueblos, puedan ser reconocidas. Es importante trabajar sobre circuitosregionales en los cuales cada uno pueda intercambiar lo que tiene para noincorporar en la produccin lo que demandan los centros consumidores.

    Territorio, produccin y mercados

    La lgica de las demandas que se est planteando desde las organizaciones

    campesinas e indgenas es la de revalorizar sus instituciones, sus conoci-mientos y aquellos circuitos alternativos que la lgica del mercado convierteen subalternos.

    Nosotros pensamos que es necesario descolonizar el territorio. Esa des-colonizacin pasa precisamente por entender cules son las lgicas pro-ductivas territoriales para que sirvan de base en la articulacin de nuevosterritorios y nuevas instituciones. Hay que pensar de qu manera puedenemerger esas formas de vida complejas, indgenas y campesinas, incorpo-rando esas innovaciones que los mismos pueblos han hecho a travs dequinientos aos de experiencia sin pensar que hay que volver a los ayllusde hace 500 aos Ya que estamos en otra coyuntura, hay que pensar en

    nuevas categoras, en circuitos alternativos, con identidad, con comerciojusto, pensar en un tipo de mecanismo que permita darle visibilidad a lasposibilidades de intercambio para sustentar sus vidas. Cmo conceptuali-zamos el mercado, cules son las relaciones de produccin que se van a dary cmo se van a poder transformar las relaciones de poder de ese proyec-to de dominacin. Creo que estos son desafos que tambin tenemos queplantearnos en trminos de manejo conceptual.

    De que la economa indgena tiene un circuito alternativo que es el de laidentidad. Pero la economa indgena tambin est articulada al circuito delmercado, un mercado que se define a partir de un tipo de matriz productivaespecfica. Por eso se trata de pensar un nuevo concepto de mercado.

    El gobierno de Evo Morales tiene un gran desafo debido a que por suscaractersticas tal vez sea el primero en la historia de Bolivia que puede re-organizar los territorios de la produccin indgena partiendo de sus formastradicionales, conservando las modalidades que fueron el sustento de susvidas. Si vuelve a imponerle lgicas externas a la produccin indgena, ati-zar el conflicto. El mayor problema est en aplicar polticas tradicionalesen zonas en las que el capital ya se ha apropiado de los recursos naturales,tales como la zona de Tara.

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    Produccin y mercados desde la comunidadKolla Tinkunaku

    Abel Palacios

    A casi 90 Km de la ciudad de Orn encontramos lo que fue la Finca San Andrs y hoyes propiedad comunitaria de la organizacin Kolla Tinkunaku. Comunidad acostumbrada a

    luchar por la recuperacin de sus territorios arrebatados por el Ingenio San Martn del Tabacal;por conservar su biodiversidad frente a las empresas petroleras. Pueblo de trashumancia y deproduccin del maz que mantiene sus principios y cultura como pueblo indgena.

    Pertenezco a la comunidad indgena del pueblo kolla Tinkunaku, ubicada enel noroeste de la provincia de Salta, ms precisamente en una zona conocidaactualmente como Reserva de Biosfera de Yungas. Vivimos hace muchsimotiempo en esa zona y muchas de las cosas que vivimos ah, no estn tanrelacionadas, o no tienen relacin en absoluto con lo que se vive en unaciudad. Y tal vez sta sea una ventaja. Porque nuestra manera de vivir nosha permitido, por ejemplo, pasar sin ningn tipo de problemas las crisiseconmicas. La ltima crisis (20012003), que fue muy mala para todoslos argentinos, a nosotros apenas nos lleg, precisamente porque tenamosnuestra produccin, de manera que seguimos viviendo tranquilamente. Elaspecto econmico no lo hemos pensado desde el punto de vista de laorganizacin. Si lo hubisemos hecho, habramos modificado nuestro modoancestral de trashumancia que respeta el equilibrio con la naturaleza. Poreso lo cuidamos mucho.

    Pensar en introducir una economa que va a producir excedentes paravender afuera generara seguramente un conflicto interno. Por eso seguimosmanteniendo nuestra forma de vida, creo que no la vamos a cambiar, novamos a permitir que alguien de afuera venga a cambiarnos con ese verso

    lindo de ustedes tienen tanta riqueza, por qu no la explotan, por qu nola sacan y se llenan los bolsillos de plata. Eso nos es ajeno.

    Para mantener nuestro sistema de vida, nuestra costumbre es vivir enverano en lo que se llama la parte alta (entre los 2000 y 3500 metrossobre el nivel del mar) donde existe un cultivo especfico para esa zonay en invierno en la parte baja. A la ganadera, toda de subsistencia,para consumo propio de las familias, tambin se la mantiene de esa misma

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    manera; se la sube en verano para la parte alta y en invierno se la baja.Eso nos da la ventaja de tener alimento casi todo el ao.

    Desde la ciudad traemos lo que no producimos: fideos, arroz, azcar,a veces harina para mezclarla con la harina de maz. Por eso, deca yo,que ese tipo de trabajo interno, que desarrollan todos los que viven enla comunidad, nos ha llevado a tener una autonoma de supervivencia ya no depender de lo que se produzca afuera o de los conflictos que hayaafuera. Es probable que la misma geografa del lugar nos haya permitidosepararnos del resto de las ciudades.

    En su momento, estoy hablando de hace ms de cinco aos atrs, inter-cambiamos productos, a manera de trueque, con la gente de la Quebradade Humahuaca. Nosotros llevbamos la produccin para all y ellos nostraan su produccin. Esto se ha perdido; ahora bajamos hacia la zona deOrn. Sin embargo, todava se sigue practicando el trueque y bueno, esaes la manera en que vivimos.

    Pizarro y los wichis

    La zona de Pizarro en Salta, restituida a los wichis, es un caso emblemticode lo que ha pasado. Ya antes de que el gobierno de Salta les expropiaralas tierras para ponerlas en venta, esa era una zona de reserva provincial.All vivan de la caza y de la pesca. Hoy se los ha obligado a vivir en800 hectreas, cuando su mbito de desarrollo era muchsimo ms amplio.Vivan de la recoleccin de la miel; recorran mucho ms que 800 hectreas,el territorio que usaban era mucho ms amplio. Nosotros vemos en sto, quelos de afuera hicieron un mal negocio con respecto al mbito de desarrollo dela comunidad. Los wichis dicen que lamentablemente tienen que modificarsu modo de vida para adaptarse a la pequea fraccin de terreno que lesasignaron; eso va a implicar aprender nuevos mtodos de cultivo, cambiarsu manera de vivir en el sentido de adaptarse a un determinado terreno,cosa que no hacan antes, porque tenan una vida de tipo nmade, donde,segn las necesidades, se movan a diferentes lugares en toda la extensin

    de lo que era la reserva. Ahora no, solamente pueden moverse dentro de las800 hectreas; el resto queda como Reserva Nacional, bajo la jurisdiccinde Parques Nacionales.

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    Los campos de experimentacin:la Red de Comercio Justo del Movimientode Campesinos de Crdoba

    Natalia Aimar y Pamela Mackey

    El Movimiento Campesino de Crdoba (MCC) est compuesto por varias organizaciones inte-gradas por familias campesinas de diferentes zonas de la provincia. Desde hace algunos aos,en el 2003, junto a estudiantes de la Universidad Nacional de Crdoba se fue conformandola Red de Comercio Justo del MCC con el objetivo de dar valor al trabajo de las familiasproductoras, reivindicar la idea de soberana alimentaria y llegar con los productos campesinosa una mayor cantidad de personas del campo y la ciudad.

    Nosotros comercializamos los productos de las familias campesinas del nor-te, noroeste y noreste de la provincia de Crdoba. Uno de los productosque comercializamos es el cabrito; su produccin es la principal de nuestrazona y nos impuls a organizarnos en la ciudad de Crdoba. Antes suceda

    que el cabritero le compraba cabritos a las familias campesinas por 8 pesoslos cambiaban por un paquete de yerba, elega los mejores cabritos y losproductores campesinos, en su mayora pequeos productores con peque-as extensiones de tierra, reciban poco dinero por su cra. Entonces nosorganizamos en la ciudad para hacer lo que llamamos campaas de cabri-tos, una venta masiva donde logramos un precio justo para el productor,evitando la enorme ganancia que antes se llevaba el cabritero. La idea eraque tanto el productor como el vendedor y los consumidores en su mayo-ra trabajadores y estudiantes de Crdoba se vieran beneficiados con unprecio justo y que la venta tambin nos dejara una ganancia a nosotros.Adems de eso, queramos llegar con un producto rico y sano al consu-midor. As es como empezamos a organizarnos. Las familias campesinasutilizan la leche de cabra para hacer dulce de leche y distintos tipos dearrope para su autosustento. Sin llegar a pedirles una produccin masiva,comercializamos el arrope y el dulce de leche, intentando que llegaran ala mayor cantidad de gente de la ciudad. Son productos que vienen delmonte, sin aditivos, elaborados cuidando el monte que tenemos: arropes dealgarroba, de mistol y de miel, produccin que antes era para autoconsu-mo. A travs de proyectos y de pequeos emprendimientos, empezamos a

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    La globalizacin y el comercio justo

    Juan Silva

    El Instituto para el Comercio Equitativo y el Consumo Responsable (ICECOR) es una aso-ciacin de trabajadores, tcnicos y profesionales que producen servicios para fortalecer laeconoma solidaria, las formas asociativas de trabajo y la consolidacin de redes como porejemplo, a nivel nacional, la Red de Comercio Justo.

    No tenemos que tenerle miedo a la globalizacin; es una construccin socialy hay q