El terrible libro de eddie

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HISTORIAS DE MIEDO IES AXULAR 1.D 2010-11

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HISTORIAS DE

MIEDO

IES AXULAR1.D

2010-11

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Érase una vez un niño de 12 años llamado Eddie Greentel. Era muy inteligente, pero poco destacado en la clase. Era una especie de empollón .En la escuela era habitual tirarle las gafas o reírse de él, y el pobre Eddie tenía que esconderse de la gente. Su vida social era horrible, no le gustaba mucho salir de casa y su mejor compañía eran los libros.

Un día en la biblioteca encontró un libro que no tenía título, pero sí cerradura y decidió llevárselo. Pero cuando se lo enseñó al encargado, este le respondió: “Lo siento, jovencito, pero ese libro solo puede leerlo una persona mayor de 100 años.” A Eddie le pareció muy extraño puesto que la biblioteca era para menores de 14 y pocas personas llegan a los 100 años. También le pareció extraño el aspecto del encargado. Era un hombre de unos 50 años, iba muy encorvado y lucía un cabello bicolor, el lado derecho era negro y el izquierdo blanco. A Eddie le causó mucha intriga, así que fingió dejarlo en su estantería y salió corriendo de aquel lugar con el libro en la mano. Saltaron todas las alarmas, pero el encargado no pudo alcanzarlo. Seguramente por la diferencia de edad.

Al llegar a su casa Eddie entró en su cuarto, cerró la puerta y puso el pestillo. Después sacó el libro y se fijó en su cerradura. No era una cerradura normal, ni siquiera tenía forma de llave. Pasó el dedo índice por ella y el libro se abrió liberando una gran nube de polvo. Eddie no daba crédito a lo que veía: dentro había una especie de portal tridimensional. Curioso, metió la mano en él, su mano atravesó un líquido gelatinoso y después notó aire. Metió la mano hasta el codo, luego la otra y cuando estaba a punto de meter la cabeza, el portal absorbió todo su cuerpo. Se vio sumergido en una especie de submundo donde las calles estaban llenas de polvo y el aire arrastraba calaveras que parecían flotar más que ser arrastradas. Eddie estaba asustado pero su curiosidad le obligó a seguir adelante. Cada diez pasos Eddie miraba atrás para comprobar que el portal seguía abierto.

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Pero fuera, en la casa de Eddie, la señora Greentel estaba pasando la aspiradora por el cuarto de Eddie cuando de pronto vio el libro y, pensando que era uno de los cotidianos libros que el chico solía llevar a casa, lo cerró sin mirar y lo dejó en una de las estanterías que tenía en su cuarto. De pronto Eddie miro atrás y vio como el portal mágico se cerraba. Preocupado, miró a su alrededor y vio que el cielo se llenaba de unas extrañas nubes negras y detrás de ellas el fondo se iba poniendo color sangre. Miró al suelo y descubrió que la espesa capa de polvo que se hallaba en aquel lugar se levantaba descubriendo bajo ella un mundo que nunca había podido imaginar. Era horrible, la oscuridad reinaba en aquel lugar, todos los edificios eran negros, algunos tenían forma de calavera, otros tenían manchas rojizas…

El horizonte era rojo y la luna estaba cubierta de amenazadoras nubes negras. A lo lejos se oían gritos suplicando piedad, y unos golpes tan fuertes que, cada vez que sonaban, las gafas de Eddie temblaban. A unos veinte metros se hallaba un gran castillo negro protegido por un foso de aguas mugrientas del que salía un hedor capaz de acabar con un elefante. Eddie jamás imaginó que pudiera existir un mundo así, por eso intentó pensar que aquello tan solo era un sueño. Así que reunió todo su valor y decidió investigar aquel lugar. Cada vez que daba un paso, un horrible escalofrío recorría todo su cuerpo haciéndole pensar en todos los momentos que jamás le habría deseado a nadie, en aquellos lugares en los que estás completamente perdido, en aquellos nudos en el estómago que Eddie nunca pudo superar…

A cada paso su corazón se iba sumiendo en una neblina negra, impidiéndole sentir el mínimo soplo de aire en su blanquecina piel, sumergiéndole en el más oscuro vacío y obligándole a vagar por aquel mundo buscando su verdadera identidad, que cada vez era más difusa. El joven iba perdiendo fuerzas a medida que las interminables horas de aquel mundo pasaban.

Almas malditas le rodeaban robándole la escasa energía que le quedaba. Eddie no podía ni con su propio cuerpo. Se desplomó en el gélido suelo de aquel lugar y mientras se hallaba inconsciente pudo sentir la frialdad de unas fuertes garras que le arrastraban.

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Eddie despertó en un gran castillo, probablemente el que había descubierto antes fuera. Miró a su alrededor y vio como dos criaturas le encerraban en una jaula. Pasó meses y años encerrado allí, mientras su alma se desvanecía hasta morir.

Desde entonces, cada Halloween, Eddie se escapa del mundo de los muertos y deposita el libro sin título, abierto, cerca de algún niño mientras duerme, para atraerle hacia el portal y sustituir su alma muerta por otra joven y poder así volver a la vida.

¿Quién sabe a quién le tocará este año?

Paula Ibáñez 1.d

LA CASA EMBRUJADA

Hace mucho tiempo Aitziber y yo nos fuimos de viaje a México. Íbamos por la carretera y de pronto el coche se paró. Era un coche alquilado pero nos habían dicho que estaba bien.

Decidimos pedir ayuda ya que estábamos en medio de la carretera. Nos pusimos en el arcén esperando a que un coche parara. Eran las cinco de la tarde pero ya estaba oscureciendo. Al rato, un chico muy guapo paró y nos dijo que si queríamos ir a su casa, que estaba cerca, en el bosque. Nos metimos en su coche, después de esconder el nuestro entre los arbustos. Nos comentó que vivía con sus abuelos.

Al llegar vimos a una pareja de ancianitos muy adorables sentados en una mecedora de madera, muy calladitos. La abuela nos sonrió y la saludamos. El chico nos llevó a lo que sería nuestro cuarto.

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Anocheció y no nos pudimos dormir porque había muchos ruidos. Curiosas, fuimos a ver lo que pasaba. Nos dimos cuenta de que el cuarto del muchacho estaba con la luz encendida y vimos que desesperadamente pedía perdón a Dios. Pero no sabíamos nada. Aitziber bajó las escaleras y me dijo:

- ¡Mira! Vimos la mecedora que se movía, como si hubiese alguien ahí, moviéndola. Asustadas, nos fuimos de la casa y nos metimos en el coche. Lo raro fue que el coche arrancó a la primera, y nos fuimos a un bar cercano. La policía nos preguntó:

-¿Es ese vuestro coche, el que está fuera?-Sí- le respondimos- ¿Por qué?-Me pareció verlo anoche en la orilla de la carretera.

-¡Ah, sí! Lo que pasa es que nos quedamos en una casa cerca de allí, porque el coche no arrancaba.

-¿Dónde?-En una casa cerca de allí.-La única casa que hay por allí es la de los señores López.-¿Unos a que viven con un muchacho?-Dirán ’’vivían’’. Hace tiempo que murieron los abuelos, al

parecer cuenta la gente que el joven los mató y después se suicidó. Se encontraron los cuerpos de los abuelos sin vida en sus sillas y al chico colgado en su cuarto.

-No puede ser, se habrá equivocado de familia, porque a nosotras nos atendieron.

-Pues no sé, tal vez me equivoque, pero no creo. Vivo aquí desde niño y que yo sepa esa casa es la única que esta por allí. Para salir de dudas ¿por qué no vamos a comprobarlo?

Decidimos llevar al policía a la casa, porque queríamos quedarnos tranquilas.

Pero cuando llegamos nos dijo que realmente era esa la casa de los abuelos asesinados y del joven suicida. Nosotras le creímos porque la casa ya no estaba igual. Cuando entramos era una casa totalmente abandonada, sin techo, con telarañas. Ahí

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estaban las dos sillas solas y del techo de la habitación del chico todavía colgaba la cuerda con la que se había ahorcado.

Lide Flores Ruiz 1.d

SANDRA

31 de Octubre. Halloween. Mis amigas y yo habíamos quedado para ir a pasar el fin de semana a una antigua casa a las afueras de la ciudad. Todo el mundo decía que siendo chicas y viendo las historias que se contaban sobre esa casa, no aguantaríamos en ella ni dos minutos. Y aunque seguramente no nos faltarían ganas de irnos de allí, juramos que no nos íbamos a acobardar.

Íbamos siete: Irene, Jessica, Iratxe, Haizea, Maitane, Tania y yo. Habríamos querido que viniesen más chicas, pero todas se habían ido a sus pueblos. Y ya que estábamos pocas, no íbamos a pasar el fin de semana solas y amargadas. Mejor todas juntas y asustadas. Así que el viernes al salir del instituto, cada una fue a su casa a por las maletas y más tarde quedamos en el garaje del padre de Jessica. Él y el padre de Maitane estaban allí esperándonos, cada uno con su coche.

Teníamos que ir en dos coches separados, aunque eso no fue ningún problema ya que el viaje solo duraba quince minutos.

Cuando llegamos y los padres se marcharon, entramos en la casa para dejar las maletas y luego poder ir a dar una vuelta por los alrededores. Pero en cuanto entramos nos dimos cuenta de que teníamos trabajo antes de ir a ver el exterior.

Tuvimos que decidir con quién íbamos a dormir, ya que había dos habitaciones de dos y una, de tres. Al final decidimos lo siguiente: Irene y yo dormiríamos juntas en la habitación del piso de arriba; Iratxe, Jessica y Haizea dormirían en la habitación del piso abajo y Tania y Maitane, en cambio, dormirían en la del segundo piso.

Cada una se fue a su habitación para dejar las maletas y más tarde nos reunimos en el enorme salón. Aun teníamos ganas de ir a dar un paseo

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cuando empezó a diluviar. El cielo se empezó a oscurecer de repente, las puertas empezaron a abrirse y a cerrarse ruidosamente y de pronto escuchamos algo...era como el llanto de un niño desconsolado...y luego se oyó el cantar el cantar de una niña...

Estábamos asustadas.

-¿Dónde está Tania?-preguntó Haizea.

-Estaba aquí hace un momento.-dijo Maitane- Seguramente nos esté gastando una broma. Ya sabéis como es ella.

-Sí, seguramente.-afirmamos todas al unísono. En ese momento se volvieron a oír las voces.

-¡¡Taniaaaaaaaaaa!! ¡¡Te hemos pilladooooo!!-grité yo intentado autoconvencerme de que había sido ella.

-¿Que me habéis pillado de qué? Si yo acabo de venir del baño. ¿Qué ocurre?-de pronto Tania había aparecido en el fondo del pasillo. Estábamos asustadísimas. Solo sabíamos una cosa: esa casa estaba encantada.

A la hora de cenar ninguna teníamos hambre. Estábamos demasiado asustadas como para comer. Y por eso decidimos coger todo lo que pudimos de la nevera y guardarlo en nuestras habitaciones, por si más tarde teníamos hambre. No teníamos ganas de hablar. Así que nos pusimos los pijamas y nos fuimos a la cama.

Irene y yo dormíamos en la habitación del piso de arriba, cosa que no nos gustó mucho, ya que, al lado nuestro estaba el oscuro y aterrador desván. Procurando no pensar en el tema nos fuimos a dormir y al cabo de media hora nos dormimos. Era media noche cuando nos despertamos. Nos despertamos todas a la vez. Y todas habíamos tenido la misma pesadilla: una niña con un largo, blanco y antiguo camisón manchado de sangre cantaba una canción. Pero aquello no era lo peor, ya que la niña cantaba la misma canción que habíamos oído horas antes. No sabíamos qué hacer. Nos reunimos de nuevo en el salón. De pronto Iratxe dijo:

-Esa canción...la he oído antes...me la enseñó mi madre...una cantante famosa se la dedicaba a una niña.

-¿Y por qué se la dedicaba?-preguntó Irene temiéndose lo peor.

-Porque había sido asesinada. Tan solo tenía seis años. Su historia fue muy famosa. Murió defendiendo a su hermano...

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No recuerdo su nombre.

-Sandra. Sandra Martínez. Nació en 1950 y murió en 1956.-dijo Maitane con la voz temblorosa.

-¿Cómo lo sabes?-pregunté -.

- Porque su tumba está en el jardín.

Todas miramos por la ventana. Allí estaba la pequeña tumba. No podíamos más con aquello. Era demasiado. Cogí el teléfono de la casa para llamar a nuestros padres. La línea estaba cortada. Cogimos nuestras cosas y salimos corriendo. No sabíamos a dónde ir. No teníamos móviles ni nada por el estilo. La tormenta no cesaba. Pero todo era mejor que estar en aquella casa. Antes de comenzar la marcha en busca de ayuda le eché un último vistazo a la casa. Me di cuenta de que había alguien en la ventana de la que había sido mi habitación. Era ella, Sandra.

En su rostro se dibujó una aterradora sonrisa. Pronunció un malvado “adiós”. Su voz resonó más que todas las demás aunque ella no levantó la voz. Su mirada era terrorífica aunque ella no hizo ningún esfuerzo porque así fuera. Quería decir “hasta pronto”, aunque ella no lo había pronunciado.

Nerea Urrestizala Arenaza 1.D

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UNA NOCHE DE TERROR

Hace unos días, fue mi cumpleaños, el 20 de octubre. Hice una fiesta de cumpleaños en mi casa, y me lo pasé muy bien. Además decidí hacer una fiesta de pijama con mis amigos y amigas. Aquel día mi ama se fue a dormir a casa de mi tía, entonces nos quedamos solos en casa.

Se acercaban las 12 de la noche y todavía ninguno nos habíamos quedado dormidos. Yo estaba demasiado cansada, pero de repente oí un ruido extraño. Yo soy muy miedica, entonces corriendo le cogí el brazo a Lide, y le conté que había oído un ruido extraño. Alguien había entrado en casa, pero ninguno nos atrevíamos a salir para ver quién era. Las lámparas se movían, se abrían y se cerraban las puertas, se oían las gotas de agua caer por el grifo, el reloj hacia “tictac” demasiado rápido, y de repente… ¡se fue la luz!

Todo estaba demasiado oscuro, y nadie veía nada. Todos gritábamos, y pedíamos auxilio. Yo intentaba coger el móvil para llamar a mi ama, pero en un instante todo lo que había en la habitación desapareció. Estábamos muy nerviosos, nadie nos oía, nadie nos venía a ayudar, era todo muy extraño. Por un instante pensé que me moría, pero no fue así.

Al final, todo terminó en una broma pesada que nos habían gastado mi ama y sus amigas. Pero no os penséis que yo me quedaré de brazos cruzados. Ya las pagarán.

Maider Urbistondo 1.d

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La Hora De Las BrujasAl oír las doce en el reloj de la iglesia, todo

cambia. Es la hora de las brujas. Los reflejos del televisor parecen cobrar vida contra las paredes del salón. Juraría haber escuchado siniestros crujidos procedentes de la cocina. A lo lejos se oía el llanto de

un niño, ¿o era el aullido del hombre-lobo? La sonrisa se me heló en la cara. Quería cambiar de cadena, pero había perdido el mando a distancia entre los cojines del sofá. Después lo encontré pero no funcionaba. Subí al tejado para ver si algo

fallaba y no había antena. Yo pensé “se la habrá llevado el viento o algo”. De repente escuché una voz que decía: -Niñas, os voy a encontrar, sea donde sea……… Mis hermanas se asustaron muchísimo y no sabían adónde ir. La más mayor decidió gritar: -Seas quién seas sal de donde estés y muéstrame tu cuerpo de una vez. Salió y……………… ¡AAAAAAAAH ! Empezamos a gritar y a correr por la sala. La cosa que salió, era una bruja. Salió porque eran las doce en punto si no, no saldría de su escondite. Volvimos a la sala y le preguntamos a la bruja:-Oye, bruja, ¿por qué dice la gente que cuando el reloj de la iglesia marca las 12 de la noche es la hora de las brujas?

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Entonces, la bruja respondió: -Pues, porque la noche de Halloween, a las 12, las brujas salen a asustar a los niños. Y nosotras dijimos:-Entonces, Halloween existe de verdad. La bruja contestó:-Sí. Halloween es verdad. Todas las noches de Halloween se levantan todos los muertos, las brujas y salen también fantasmas y momias.

Al final, salimos de la sala y fuimos de puerta en puerta diciendo que la noche de Halloween era verdad y que salían brujas, momias, fantasmas, muertos… Al principio nadie se lo creía pero llevamos a todo el pueblo a esa sala y salieron brujas, momias, fantasmas, muertos y la gente salió corriendo de aquella sala llena de cosas espantosas. Desde ese día todos los años la gente viene a casa para asustarse. ¡¡¡UUUUUUUUUUUH!!! jajaja.

Ane Burgueño 1.D