El pecado social, teoría y alcances

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El pecado social, teoría y alcances José Aldunate, S.J. Profesor de la Facultad de Teologia, U.C. SINOPSIS - Introducci6n. Importancia y dificultad del tema: PARTE I -Estado de la reflexi6n moral contemporánea sobre el pecado social. PARTE n -Concepto de pecado social y justificaci6n. PARTEIII -Alcances de esta teoría. INTRODUCCION "EL PASO DE LATEOLOCfAdel campo individual al social implica ciertamente una revoluci6n de gran alcance. Por esto mismo, este paso no s'e efectúa de un momento a otro. Tratándose de pecado, este paso es tanto más difícil, pues presupone el coraje de admitir que el plano de la conciencia individual no es el mejor modo de traducir una realidad que es mayor que los individuos, o aún que la suma de ellos". Así se expresa Antonio Moser en la conclusi6n de un reciente artículo so- bre el Pecado social. Clodovis BoH confirma esta posici6n: "Estamos habituados a considerar el pecado s610 bajo el aspecto indivi- dual, como una cuesti6n estrictamente personal. .. Pero si analizamos la Biblia, verificamos que el pecado no se agota en el recinto de la conciencia. Es algo mucho más vasto y profundo. No diríamos que el concepto tradicional del pecado -el que exc1usiviza el aspecto individual- es errado. Pero sí es estre- cho: es precisamente individualista y debe ser superado, esto es, ampliado v completado". Luego se pregunta: "¿Por qué será que s6lo hoy nos preocupamos con el tema del "pecado social"? ¿Por qué s610 en nuestros tiempos naci6 la idea del "pecado estruc- tural", de la "situaci6n de pecado, etc.? y contesta: "Es porque el hombre descubri6 la sociedad hace apenas dos siglos. De hecho, las llamadas "ciencias sociales" comenzaron apenas hacia el fin del siglo XVIII y comienzos del XIX'".

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El pecado social, teoría y alcances

José Aldunate, S.J.Profesor de la Facultad de Teologia, U.C.

SINOPSIS - Introducci6n. Importancia y dificultad del tema:

PARTE I -Estado de la reflexi6n moral contemporánea sobre elpecado social.

PARTE n -Concepto de pecado social y justificaci6n.

PARTEIII -Alcances de esta teoría.

INTRODUCCION

"EL PASODE LA TEOLOCfAdel campo individual al social implica ciertamenteuna revoluci6n de gran alcance. Por esto mismo, este paso no s'e efectúa deun momento a otro. Tratándose de pecado, este paso es tanto más difícil, puespresupone el coraje de admitir que el plano de la conciencia individual noes el mejor modo de traducir una realidad que es mayor que los individuos,o aún que la suma de ellos".

Así se expresa Antonio Moser en la conclusi6n de un reciente artículo so-bre el Pecado social. Clodovis BoH confirma esta posici6n:

"Estamos habituados a considerar el pecado s610 bajo el aspecto indivi-dual, como una cuesti6n estrictamente personal. .. Pero si analizamos la Biblia,verificamos que el pecado no se agota en el recinto de la conciencia. Es algomucho más vasto y profundo. No diríamos que el concepto tradicional delpecado -el que exc1usiviza el aspecto individual- es errado. Pero sí es estre-cho: es precisamente individualista y debe ser superado, esto es, ampliadov completado".

Luego se pregunta:"¿Por qué será que s6lo hoy nos preocupamos con el tema del "pecado

social"? ¿Por qué s610 en nuestros tiempos naci6 la idea del "pecado estruc-tural", de la "situaci6n de pecado, etc.?

y contesta:"Es porque el hombre descubri6 la sociedad hace apenas dos siglos. De

hecho, las llamadas "ciencias sociales" comenzaron apenas hacia el fin delsiglo XVIII y comienzos del XIX'".

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Marciano Vidal, en la quinta y última edición de su obra, emprende unareestructuración del capítulo sobre el pecado. Afirma:

"Pocos valores o temas necesitan con más urgencia esta confrontación".Hay que pasar, dice "de la valorización individual del pecado a las perspecti-vas de la solidaridad histórica de la salvación". Se dirá que la moral tradicio~nal siempre ha tenido en cuenta la dimensión social del pecado. La ha detec-tado en los pecados interpersonales, en los pecados contra el bien común (v.gr. injusticias llamadas precisamente sociales). Ha hablado incluso del alcancesocial de todo pecado estrictamente individual. Se dirá también que hay ca-tegorías muy clásicas que dan razón de la responsabilidad que le cabe a unopor pecados ajenos, por ej., lascategoiías de cooperación, escándalo y otros.

Respondemos que todo esto es cierto, pero todo esto se mantiene en laórbita en que el sujeto del pecado es siempre el individuo. ¿No podría estarel pecado radicado en lo socioestructural, fuera del individuo? ¿No existenagentes o fuerzas que constituyen lo que San Pablo llamaba "Cuerpo de Pe·cado" y que obran sobre los individuos y esclavizan a la misma humanidad?La moral clásica no ofrece adecuados asideros para integrar verdaderamenteesta dimensión del· pecado.

En las nociones "pecado del mundo", "solidaridad en el mar', pecado ori-ginal, se vislumbran contenidos esenciales para la vida cristiana que deben serasumidas e integradas en una Teología del Pecado; pero hasta ahora el pecadooriginal se estudia en el dogma, el personal en la moral y estamos aún lejosde una visión integral.

Tan es así que un documento muy reciente emanado de la Secretaría ge·neral del Sínodo, los "Lineamenta" como se le ha denominado, destinado apreparar el tema del próximo Sínodo: "La Reconciliación y la Penitencia enla. Misión de la Iglesia", está todo entero' concebido en clave individual. Lasestr.ucturas injustas, afirma, no. son tanto pecado cuanto "fruto del pecado delas personas, y a la vez implican una ulterior incitación al pecado", p. 11. Ycon esto deja a las estructuras de pecado prácticamente fuera de la problemá-tica de la reconciliación, de la penitencia y de la misión de la Iglesia. LosObispos chilenos y otros p<;lritoshan apreciado estos "Lineamenta" como faltosde dimensión social.

Todo esto es importañte y nO$ha movido, ante todo, a revisar en quépunto está la reflexión teológica en .10 que se refiere al pecado social. Despuésprocuraremos entregarqn aporte para constituir una teoría del tema y apreciarsu alcance. Todo esto en apretada síntesis como 10 pide el espacio disponible.

PARTE 1

Estado de la reflexián moral con~emporánea sobre el pecado social

He efectuado diversos sondeos para averiguar la literatura teo16gica alrespecto. Los resultados han sido pobres. Los autores que han, tratado el temase quejan de la falta de reflexión escrita al respecto. .

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. Pero examinemos másparticnlaririenté¡ el panorama.. ..Úlreflexión contemporánea parte· de dos raíCes que prometen ser fecun~das: la una situada en los centros de investigaci6n de la vieja Europa y olaotra propia de las tierras americanas. La primera parte de un pensamientorenovador sobre el dogma del pecado eriginal y su conexi6n con los temasbrblicos de "pecado del mundo" y equivalentes. La otra nace de la experienCiade opresión vivida en nuestros países, que hall6 expresi6n en Medellín yPtieblaen los conceptos de "situación de pecado" y "pecado estructurado" ysemejantes, y se ha expresado igualmente en numerosos documentos de lasIglesias particulares. El material bibliográfico gira alrededor de estos dospolos.

A. A PARTIR DEL PECADO ORIGINAL Y DEL PECADO DEL MUNDO

Es indudable que el tema del Pecado Original se halla muy presente enla reflexi6n. teol6gica contemporánea. Encierra una verdad muy central en larevelación cristiana y de mucho alcance para la praxis de la vida cristiana.Pero al mismo tiempo salta a la vista que su formulación tradicional es total-mente inadecuada para la mentalidad del hombre moderno.

Los te610gos contemporáneos han procurado, con el aporte de las cienciassociológicas, reformular el concepto del pecado original y este esfuerzo hatomado la línea de lo que llamamos y definiremos como pecado sOCial(1).

No se puede hablar aún de resultados definitivos. Christian Duquoc, des·pués de encabezar durante dos años un "laboratorio de teología" sobre el Pe-cado Original, no se atreve a formular conclusiones. Establece sí ciertas líneasu orientaciones prevalentes, ciertas hip6te~is de trabajo que se van acentuando.Indicaré algunas que nos Cqnciernen:

El pecado Original viene a asimilarse .al "pecado del mundo" de quehabla San Juan (Juan 1, 29; 1 Carta 5, 29). Si se le quita al pecado originalel aspecto hist6rico de una justicia primitiva. y de ·la falta de Adán, nada im-pide considerarlo como la situaci6n de un mundo condicionado por los peca-dos de los hombres. Así lo define Piet Schoonenberg. Se llama original porcuanto todos nacemos en esta situaci6n de pecado, todos sin excepci6n.

( 1) Citaré algunos artículos relevantes pll!l'a nuestro propósito, aparecidos estos últimos5 años. 'Christian Duquoc, Péché originel et transfor+nationsThéologiques. Lumiere et Vie131 (janv./mars 1977), 41-56. Este número de la Revista consigna algunos de losresultados de un Seminario dedicado al Pecad<>Original y está dedicado al tema.Theological Digest 28, n. 2 (1980), 133-6 reprodujo ün resumen de este trabajo.Adolphe Gesche, Péché originel et culpabilité chrétienne, La Foi et le Temps, 10(1980) 568-586. Rerroducido en Seleccionésde Teología, 21, n. 81 (1982),J. Fuchs, The Sin o the World and Normative Morality, Gregorianum 61 (1980),51-76.Jacques Pohier, Le péché a quoi 9tJ sert? Le Supplénient 120/121 (niars 1977),17-39.Los autores oitados hacen referencia .a otros bastante COJI.I)qidosque han, roturadoesta problemática: Charles Baumgartner, Piet Schoonenberg, Paul Guilluy, HansKüng, Walter Kasper y otrOs,

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y todos también somos los productores solidarios de nuestra historia. Hayuna responsabilidad colectiva sobre este mundo que recibimos, pero que tam-bién seguimos forjando. Y lo forjamos, en muchos aspectos, en oposici6n alproyecto de Dios. El pecado está presente en nuestra obra: es el pecado delmundo. Objetivamente este pecado cristaliza en estructuras, en institucionespecaminosas contrarias a las que la gracia quiere suscitar. Se hablará de si-tuaciones o estructuras de pecado.

Para San Pablo y San Juan, el pecado no se reduce a los pecados perso-nales, sino es una fuerza que entra y actúa en el mundo, una situaci6n en queel hombre está colocado, una atm6sfera en que vive. El "pecado del mundo"de San Juan es un estado de pecado en que el mundo está engolfado y delque los pecados personales son concretizaciones.

Estas son las hip6tesis de trabajo, por decir lo menos, que parecen afir-marse en el pensamiento de los te610gos citados.

B. A PARTIR DE LA REFLEXION TEOLOGICA LATINOAMERICANA

Esta es la segunda fuente promisora para la elaboraci6n de una teoría delpecado social.

En Puebla hallamos las siguientes formulaciones del pecado social:

a) Pecado socüzl. Se habla de "pecado social" en el contexto de "situa-ci6n de pecado social" (28) y de "pecado individual y social" (482 Y 487).

b) Pecado institucionalizado. Dos textos: el primero refiere explícita-mente a Medellín (Paz, 16), y habla de "injusticia que puede llamarse insti-tucionalizada" (46). El segundo habla de "situaci6n de violencia que puedellamarse institucionalizada" (1259). (Este texto ha sido un tanto desvirtuadopor una correcci6n posterior hecha en Roma).

c) Situaci6n de pecado y equivalentes. Tales términos en cambio se en-cuentran abundantemente en Puebla. Hemos recogido 10:

-"situaci6n de pecado social" (28)-"situaci6n de injusticia" (437, 1258, 1259).-"estructuras impregnadas de materialismo" (30)-"sistema marcado por el pecado" (92)-"modelos de vida en contraste con la Palabra de Dios" (394)-"estructuras generadoras de injusticia" (437)-"estructuras sociales injustas" (1155, 1257).

El n. 1258 es interesante. Habla de las causas de la situaci6n de pecado.Dice que son el pecado en su doble dimensi6n tanto "personal como en lasestructuras mismas". Los nn. 281, 328 Y 1032 nos muestran un nivel intermedioentre las "estructuras" o "situacion~s de pecado" exteriores, societarias y el co-raz6n humano. Se habla de "estructuras de pecado en la vida personal y so-cial" (281); de "situaci6n de ,pecado en el orden individual y social" (1032).

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Efectivamente, se darían "en el plano de, las relaciones interpersonales laactitud de egoísmo, de orgullo, de ambición ... , lucha entre individuos, gru-pos. .. así como corrupción, hedonismo ... " (n. 328).

En relación con esto mismo, Puebla afirma que el pecado afecta la culturay los valores. Al hablar de la "evangelización de la cultura", Puebla se refierea esta forma de expresión del pecado. Hemos citado en este contexto la frase"modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra deDios y con el designio de salvación" (394). y más abajo:

"La Iglesia denuncia y corrige la presencia del pecado en las culturas;purifica y exorciza los desvalores . .. El reverso del anuncio del Reino de Dioses la crítica de las idolatrías, es decir, de los valores erigidos en ídolos ... "( 405).

Casi como comentario anticipado de estos textos de Puebla, podemoscitar a nuestro teólogo ~onaldo Muñoz en el extenso análisis gue hace en 1973de la "Nueva conciencia de la Iglesia en Latinoamérica" (así se titula su libro,Ed. Nueva Universidad, Santiago de Chile). Examina 176 documentos de laIglesia L.A., postconciliar. Constata ampliamente el carácter de "pecado" quese da a las situaciones de miseria, postergación y opresión de grandes gruposhumanos en el continente. Son "situaciones de pecado", "estructuras de pe-cado".

¿Dónde se localiza este pecado? En tres niveles, contesta el autor:a) El pecado se reconoce cristalizado en las estructuras mismas de la

sociedad; a veces en lo que se denomina "orden establecido" y que en refllidades una situación de opresión.

b) También ven el pecado en los hombres, sobre todo en los que usu-fructúan y mantienen estas estructuras. En ellos sobre todo radica el egoísmo,que es la raíz de la situación de pecado.

c) Un tercer nivel intermedio sería el "cultural" o el nivel de los "valo-res" o de la conciencia social dominante. "En este nivel "cultural", explica elautor, encontramos una nueva cristalización del pecado, que aparece más pro-funda u originaria que la misma de las estructuras socioeconómicas, las queserían más bien su producto" (p. 123).

Otros teólogos, sobre todo brasileños, a partir de este mismo material,han procurado elaborar el concepto de pecado social. Indicaremos brevementeel aporte de algunos de ellos (2).

1. Jon Sobrino insiste en que el pecado es fundamentalmente la negacióndel Reino. Y el Reino implica una reconciliación integral: de los corazones,de las relaciones 'humanas, de las estructuras sociales.

( 2) Frei B~tto, Dime~ao Social do Pecado, Grande Sinal, 29 (1975), 4'96.Clodovis Boof, O Pecado Social, REB, 37, 148 (Dic. 1977), 675-701.Antonio M0ger, Pecado e condícionamentos humanos, Grande Sinal 29, 5 (1975),339-350.Antonio Moser, Situarao de PecatUJ,REB, 38, n. 152 (Dic. 1980), 672-680.Antonio Moser, Mais desafíos para a Teología do Pecado, REB 40, 160, (Dic.1980 ), 682-691.Jon Sobrino, Cristología desde América Latina, México, ed. CRT, 1977, 2'1- ed.,pp. 45-64.

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2; El pecado por tanto tiene una doble vertiente personal Y" social: Pned"ésernegaci6n del Reino en sus exigencias p~tra la persona o"en sus concretiza~ciones hist6ricas. Cristo llam6 a la conversión personal; pero también conden6ciertas formas de convivencia y situaciones de opresión surgidas del abusodel poder. El Reino exige no s610el perd6n de un pecado, v. gr. de injusticia,sino su erradicación. (Véase Moser, Mais desafíos ... ).

3. Pecado social, sitUaciónde pecado, pecado estructural son en el fondola misma realidad. Todos niegan el Reino, no solamente porque llevan a unpecado individual, sirio por su misma realidad de pecado. Puebla· dice de larealidad de miseria de L.A.: "esta situaci6n es contraria al designio del CreadorY a la honra a El debida" (28).

4. Se admite una relaci6n dialéctica entre el pecado estructural Y elpecado personal: se causan mutuamente (Moser, ibid.). .

Hemos señalado algunos estudios sobre el pecado social que dejan abier-tas múltiples cuestiones. Sin duda la sistematizaci6n más seria es la que inten-t6 Marciano Vidal en su última edición de Moral de Actitudes, fechada en1981, en que rehízo por completo su capítulo dedicado al Pecado (3). Tal vezel aporte más significativo que hace a la Teología del Pecado es lo referenteal Pecado social. Aborda con valentía la tarea de llegar a un concepto inte-grado de pecado y para esto recurre a la analogía: pecado individual Y pe-cado social son conceptos análogos de pecado. Y se pregunta ahora cuál seráel "analogatum princeps". ¿El pecado social es pecado por referencia al pe-cado individual o éste es tal por referencia al pecado social? Aquí M. Vidal,en contraposición a la tradición de una moral individualista, afirma que elanalogatum princeps es el pecado social. El pecado social es un pecado co-munitario Y estructural a la vez. "Afirmamos, dice la solidaridad,. en el malcomo el pecado fundamental, en el cual Y a través del cual han de interpre-tarse los pecados personales" (p. 578).

M. Vidal fundamenta con argumentos sólidos, sobre todo bíblicos, suposición. El pecado fundamental es el pecado del mundo Y nosotros pecamosen la medida en que solidarizamos con ese pecado.

Queremos ahora referirnos a dos temáticas que surgieron a su tiempo,pero se agotaron sin entregar los frutos que se esperaban, al menos los quenosotros esperamos para una renovación de la moral.

l. El tema de la responsabilidad colectiva del pueblo alemán en los ho-rrores perpetrados por los nazistas durante la última guerra en los campos deexperimentación Y exterminio. En su tiempo se hicieron al respecto estudiosserios (4). No he revisado esta literatura. Constato solamente que fue de cortaduraci6n Y no dejó una huella apreciable. Seguramente, aún no se daban las

( 3) M. Vidal, Moral de actitudes, Vol. 1, Moral Fundamental, Ed. P.S. (1981).( 4) G. Schuster, Kollektivschtlld, Stimmen der Zeit, 139, 9 (1947-7), 101-117.

I.Congar, Culpabaité, responsabilitéet sanctions collectives, Vie InteIlectueIle, 18(1950), 257-284; 387-340. ,F. Koenig, Kollectivschuld und Erbschuld, Zeit, z. Kath. Theol. 72 (1950),40-65.M. Zalba, Aspectos morales de la responsabilidad colectiva, Rel. y Culto 5 (1960),407-427.

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condiciones de una renovación en la teología moral. Es interesante observarcómo la reflexión actual latinoamericana obedece. a situaciones en parte seme-jantes.

2. Una segunda temática es la de la justicia social o "injusticia social"en el rnllrco de lá Doctrina Social de la Iglesia. Estas nociones tendrían quehaber suscitado toda una reflexión teológica sobre el pecado social. Y ilOhasido así. Ex;pliquemos esto más circunstanciadamente.

Sabido es que los Tratados de Justida de los últimos siglos, casi hastanuestros días, desarrollaron ampliamente la Justicia conmutativa, mantenién~doselas formas sociales de Justicia en estado raquítico. En cambio, dentrode la perspectiva de las encíclicas sociales y más concretamente de la "Quadra-gesimo Anno" se elaboró el concepto de Justicia social. Algunos la identifica-ron con la Justicia legal de Santo Tomás, precisamente, como un desarrolloenriquecedor de ese concepto. Vendría a definirse como la justicia que orientaá los individuos hacia el bien común de la sociedad. Otros postulaban que seintegrara al concepto de Justicia social, la Justiciá distributiva que orienta eltodo hacia el bien de las partes: la sociedad obligada a dar a cada uno lo suyo,Como correlativo de la justicia social, se desarrolló la teoría de un orden socialcristiano en un contexto de "orden natural" conforme ala "ley natural".

La Doctrina social de la Iglesia cÓn su teoría de la justicia social amplióla perspectiva en que estaban encerrados los antiguos tratados "De Iustitia''',pero se quedó en un plano más bien filosófico y formal; no dio a sus desarro-llos un contenido concreto' y exi:gente para [a praxis cristiana que hubieseestimulado una reflexión renovadora de los teólogos. Y es fácil detectar lacausa de esta omisión: la doctrina social desconfió de la ciencia social con-temporánea, al menos de muchos de sus planteamientos. Prefirió mantenerseen el terreno seguro de las esencias. No pudo así detectar los elementos deideología liberal-individualista que condicionaban sus presupuestos. Resulta-do: la moral, aun en su dimensión social, quedó esencialmente radicada enel individuo... hasta nuestros días.,Debo mencionar un autor, quien como pocos otros, abrió un camino para

que la sociología pudiera encontrar una entrada en la justicia social, enrique-ciendo su praxis y su teoría. William Ferree public6 en 1942 su tesis: ''TheAct of Social Justice" (Washington, Cath. Univ. oí Amer. Press). Fue unaintuición genial la que asignaba a la justicia social un acto especifico: el de"organizar" el bien común. Organizar, estructurar el bien común . .. pararesponder a esta tarea hubiera sido imperativo asumir toda la realidad de losocial, con, su propia densidad, analizarla según los métodos de la ciencia,para transformar sus estructuras y recrear la sociedad. PerO no se entró poreste camino abierto y la moral de la justicia se cerró en su propio, círculoaristotélico perdiendo una dinámica renovadora. Aquélla precisamente quepostulara Paulo VI en "Octogesima Adveniens" al hablar de "nueva justicia"o "una justicia mayor".

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PARTE Il

Exposición sistemática

Pecado es la negación práctica de la salvación, o más concretamente, delReino. Veamos qué significa, aplicado a la realidad humana, qué es individuoy sociedad a la vez.

El pecado se dice de realidades un tanto diversas. Es una noción, en estesentido análoga. Referido a la actuación individual, se aplica al acto y tambiénal hábito. Así hay un pecado actual y un pecado habitual. Los hábitos de pe-cado se llaman vicios.

,En lo social también podemos distinguir los actos y los ,hábitos. Así hayactos sociales o colectivos de carácter pecaminoso. Se llaman pecados socialesC) colectivos y hay también hábitos sociales de carácter pecaminoso. Estos hábi-tos son vicios sociales. A:hora bien, tienen el carácter de vicios sociales lassituaciones de pecado, las estructuras de pecado de las que nos hemos ocu-pado. Estas situaciones, estas estructuras se han llamado "pecado estructurado,pecado institucionalizado".

Expliquemos esto último:La sociología moderna ha estudiado lo que significa una "institución" o,

si se quiere, una "estructura". Y precisamente lo ha definido como un "hábitosocial". Una institución consiste en la coordinación de los actos de variosindividuos, coordinación que adquiere consistencia y cierta autonomía, impo-riíéndose desde fuera al individuo. Las costumbres sociales, las leyes, la Cía.de Teléfonos, un periódico y la situación de cesantía son todas instituciones.Todas se constituyen por una organización de actos, toman cuerpo, crean surcosen la vida social y encauzan en forma positiva o negativa esta vida. Segúnsea este encauzamiento se tratará de instituciones positivas o institucionesnegativas: situaciones de pecado.

Qué es 10 que prima, tanto en lo individual como en 10 social, ¿el acto oel ,hábito? O en otras palabras, ¿cuál sería el analogatum princeps?

En 10 individual, cierta moral tradicional ha privilegiado el acto. Peropara Santo Tomás, el hombre no es bueno tanto por sus actos como por sushábitos. De aquí su largo tratado sobre las virtudes. Y hoy día se habla de unamoral de actitudes y no de actos. El analogatum princeps son los hábitos. Elpecado es fundamentalmente el pecado habitual. La teoría de la "Opciónfundamental" confirma esta posición.

y en lo social hemos de afirmar lo mismo. El analogatum princeps es elpecado estructural, la situación de pecado. Esta situación hace que la socie-dad sea mala, viciosa. La acción social fácilmente se conformará a esa estruc-tura y tendremos un pecado colectivo.

Hay siempre una dialéctica entre el acto y el hábito. El acto moral delindividuo por definición es libre; pero puede verse arrastrado por el mal há-bito. El hábito influye sobre el acto y el acto también sobre el ihábito. Larepetición de actos suele crear un hábito.

Lo mismo sucede en lo colectivo. Hay una mútua causalidad entre el actosocial y la estructura. La actividad social crea estruturas (costumbres, leyes,

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instituciones), modela el mundo de la cultu:(a y de los valores (o desvalores)etc... " y por otra parte las estructuras tienden a configurar ciertas prácticassociales.

Ahora, demos un paso más y relacionemos lo individual con lo social: laopci6n personal con la opci6n colectiva y su materializaci6n en la estructurao situaci6n de pecado.

Nos preguntamos aquí nuevamente cuál es el analogatum princeps.La moral tradicional responde: el pecado individual es el fundamental. La

respuesta es comprensible si pensamos que las ciencias sociales que han abiertocientíficamente una nueva dimensi6n en lo humano son bastante recientes.Pero la moral tradicional, aun en su vertiente de doctrina social de la Iglesia,trae argumentos: la persona trasciende la sociedad y es anterior a ella. S610lapersona es libre y por tanto responsable. En último término, toda concienciamoral se resuelve en el individuo.

Creemos que estas razones no valen. El individuo no es anterior a lasociedad. La sociedad no es un apéndice hist6rico o fruto de un contrato social.Además, ¿quién ha dicho que la sociedad no trasciende la historia y no tendrásu realidad en un más allá? "Gaudium et Spes" parece sugerir lo contrario. ¿Noobedece todo este razonamiento a una interpretaci6n liberal individualista dela existencia humana?

y pensamos que esta visi6n ya no corresponde a la conciencia actual dela humanidad. Al menos se advierte una mutaci6n al respecto. Marciano Vidalnos dice: "La conciencia moral del ¡hombre de hoy parece estar postulandouna comprensi6n del pecado en clave de estructuras" (Moral Fund. 574). "Lamoral deberá partir decisivamente por repensar los problemas bajo un prismasocial" (Moser ReB - 80, 682).

Además, en la Biblia, la fundamentaci6n última del pecado parece serla solidaridad en el mal. El A. T. a través de la Alianza enfatiza ante todo larelaci6n de Yahvé con un pueblo, el pueblo de Israel. El pueblo es el sujetode la Alianza y por tanto el sujeto principal del pecado de infidelidad. Es lavisi6n de los profetas. El Nuevo Testamento trae el concepto del pecado delmundo (Juan y Pablo ) que ex:presa bien nuestro concepto de pecado estruc-tural.

Marciano Vidal apela también a las perspectivas que ha abierto la Teolo-gía de la Liberaci6n, la Teología Política, la Eclesiología actualizada. Suconclusi6n es que el analogatum princeps es el pecado estructural. "Todo pe-cado, dice, se constituye tal por su participaci6n en el pecado del mundo".

Haering dice "el real alcance del Pecado personal individual s610 puedeser entendido a la luz del Pecado del Mundo y del Pecado de la Iglesia".(Pecado y Secularizaci6n, Madrid 1974).

Una relación dialéctica

Más que querer determinar entre el pecado personal y el estructural, unanalogatum princeps, como lo hace M. Vidal, prefiero afirmar la existencia deuna relaci6n de influjo dialéctico. Los soci610gos ell!plicanbien c6mo el indi-viduo hace la sociedad y la sociedad a su vez hace el individuo (v. gr. Berger

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y Lückmann, LaC6nstruccióri social de la realidad; trad. Bs.Aires, 1968). Teil-Jard en su visión evolutiva de la "humanidad coloca stiprogreso en un dobleproceso de profundizaci6n de lo personal y socializaci6n, ambos condicionán-dosemutuamente ..'Todo esto es bien comprensible y no hace falta insistir.

La" misma -tradicí6nte616gica" coloca éomo 'anterior a la constituci6n dela conciencia personal e influyendo en él un pecado original que se interpretahoy como el pecado del mundo y, muy probablemente, como condicionamientospecaminosos que rodean, aún antes de su nacimiento, a toda conciencia indivi-dual. La psicología nos dice c6mo esta conciencia va recibiendo sus pautassobre el bien y el mal de su entorno. Surge sí, en un momento dado, la auto-nomía del ser humano, fundamentalmente 'libre en su conciencia y actuar, ypuede, a su vez, reaccionar sobre su entorno y contribuir a cambiarlo. Estaserá precisamente su tarea solidaria en la vida: rectificar lo torcido, mejorarlos surcos existentes, dejar a la posteridad un mundo mejor.

El Reino de Dios y el Reino del Pecado

El Reino que Cristo predic6 es Una realidad compleja, constituida fun-damentalmente parlas hombres, pero una realidad dinámica que crece yavanza hacia su perfeccionamiento gracias a una fuerza interior que la Teo-logía llama amor o caridad. El amor viene a ser la interioridad de lasrelacio-nes humanas en que consiste el Reino. El bien obrar es un obrar en solidaridadcon el crecimiento del Reino, o, en otras palabras, a impulsos del amor.

y el antiReino es el universo del Pecado, el Pecado del mundo constituidópor las relaciones humanas estructuradas en oposici6n a la Caridad. Obrarsolidariamente al mal es pecar.

,El Pecado radica simultáneamente en el coraz6n humano y en las relacio-n~shumanas que configuran lo que San Juan y San Pablo llamaron el Mundo.La opci6n que surge del coraz6n se expresa en la realidad estructural delmundo y ésta, a su vez, condiciona las opciones interiores. El primer influjo lotenía en cuenta la moral tradicional al hablar de las "consecuencias sociales del

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pecado". El segundo, o sea, el influjo de las estructuras econ6mico-socialessobre la conciencia, ha sido recalcado por la ciencia sociol6gica, la sociologíadel conocimiento, etc. Hemos de admitir que la teoría moral aún no ha asimi-lado este correlativo.

PARTE 111

Alcances de la presente reflexión

Se trata del alcance que pueda tener tanto para la teoría moral como parala praxis, na ya la yuxtaposici6n ,sino la integraci6n de las dimensionesindivi-dual y social del pecado.

En la imposibilidad de extenderme en el tema, indicaré brevemente al-gunos alcances.

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l. La moral fundamental. Deberá repensarse. Los actuales .expositores.suelenfundamentar la moral sobre una antropología en la línea del "personalismo"cristiano. (Hiiring, M. Vidal). Para el personalismo, la moral radica funda-mentalmente en la persona, pero se apresura a añadir que se trata de unapersona abierta a la alteridad y a la historia y también al Otro trascendente.Pero el personalismo no logra integrar lo social. Ni Maritain, ni menos susintérpretes habituales han podido trascender una moral localizada en el indi-viduo. La moral cristiana corrientemente enseñada sigue siendo fundamental-mente individualista.

2. Con esto no solamente el pecado sino todas las categorías 17UJ1'alesdebenretraba;arse. Por ej. la categoría conciencia. Tal vez Erich Fromm es uno delos contemporáneos que más ha avanzado, recurriendo a las ciencias psicol6-gicas y sociales, a integrar lo social y lo personal. Así como se debe reconocerel influjo del inconsciente en la conciencia, hay que admitir los condiciona-mientos económicos y sociales de la misma conciencia. Hay que reconocer laparte de verdad que hay en el conocido aforismo de Karl Marx "No es laconciencia del hombre lo que determina su ser, sino, por el contrario, el sersociales lo que determina su conciencia". (Prefacio a la crítica de la Econo~mía Política).

3. Finalmente, veamos, dentro de la trilogía propuesta para el pr6ximoSínodo: "La reconcüiación y la penitencia den.tro de la misión de la Iglesia",qué nuevas perspectivas nos abre lo que hemos expuesto sobre el "pecadosocial".

Hemos tenido presente el citado documento, los "Lineamenta", enviadopor la Secretaría General del Sínodo para preparar la reuni6n. Para este do-cumento no existe propiamente un pecado social, un pecado .que no dimanedirectamente de la libertad y responsabilidad de la persona. Para él, la penI.tencia cristiana es un hecho esencialmente personal, localizado en el individuoy no en las estructuras ni en la comunidad como tal. (cf. nn. 21 y 25). Nosparece que una tendencia conservadora para la praxis ha inducido a estaSecretaría a tomar posiciones doctrinales tan contrarias a lá tendencia actualy a la posici6n de connotados teólogos de nuestro tiempo.

Pero veamos, entonces, qué nuevos planteamientos para la teoría y lapraxis pueden derivarse de esta renovada visi6n del pecado.

a) La Iglesia pecadora. El Vaticano II habla de la Iglesia "semperpurificanda" (Constit. de Ecclesia n. 8). Es pecadora no solamente en cuantotiene en su seno a pecadores, sino en cuanto ella misma, colectivamente; tam~bién peca. Este pecado colectivo cristaliza en estructuras de pecado quepueden ser interiores a la Iglesia (v .. gr; estilo de vida, devociones falseadas,instituciones contrarias al Evangelic;» o bien; exteriores, pero en que la Iglesia(particular o general) puede estar implicada (v..gr. regímenes opresivos osistemas econ6micos explotadores). En conexi6n con el pecado instituciona"!izad,<;>suele estar también el. errQl1.pues el pecad() oscurece la concienciano solamente .individual, .siI)Q•..polec;tiva. .

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110 JOSE ALDUNATE

La eclesiología ha de asumir esta realidad y mostrar que ella no se oponea otras verdades como la santidad de la Iglesia, su infalibilidad, etc.

La conversi6n de la 19leria. La misi6n reconciliadora de la Iglesia noes s610 la de reconciliar con Dios a los pecadores que habitan en su seno,sino convertirse ella misma en sus estructuras de pecado y en su actividadcolectiva. Esta conversi6n no se obtiene automáticamente con la conversiónde sus miembros. Debe darse un esfuerzo común orientado hacia el cambiode las instituciones. Una notable instancia de esta preocupaci6n la dio el Va-ticano 11 en su decreto sobre la readecuaci6n de los institutos religiosos.

Puebla ha aceptado más explícitamente esta realidad diciendo que laIglesia L. A. debe revisar sus estructuras y convertirse colectivamente. Véasesu Mensaje a los Pueblos n. 2 y el n. 1157.

La 19leria frente al pecado del mundo. Si llamamos "pecado del mundo"las estructuras del mundo -no propiamente de la Iglesia- en que ésta estámetida (por ejemplo, economicismos, armamentismo), hemos de enfatizar lasensibilidad que ha de tener la Iglesia como tal frente a su posible compli-cidad en el pecado del mundo. Pues, sin quererlo, podría estar legitimandosituaciones, por ejemplo, de injusticia.

Para no hacerse c6mplice de estructuras que en cierta manera la con-figuran socialmente, la Iglesia debe luchar continuamente contra ellas, mar-cando su repulsa. Debe des-'solidarizarse de ellas no s610 a través de susmiembros, sino colectivamente.

Bajo esta luz, hemos de mirar el deber de la Iglesia ante la política dela sociedad civil, sea ésta econ6mica, social o racional.

La reconciliación como tarea de la Iglesia. Las Iglesias suelen preocu-parse mucho por las tensiones y divisiones que se dan entre sus miembros.No basta reconciliar sus miembros con Dios para que queden efectivamentereconciliados entre sí. Mientras haya una estructura social en que los unosson explotadores y las otras explotados, no se puede hablar de una reconci-liaci6n integral. No podemos contentarnos con el perd6n del pecado; hay quecombatir el pecado mismo. Onésimo y Filem6n podrán abrazarse nuevamentey perdonarse mutuamente; pero Pablo pide más; que en cuanto de ellos de-penda, desaparezca la estructura opresiva de la esclavitud.

,Por esto, el ministerio de reconciliaci6n es mucho más amplio que lamera administración del sacrameñto de la penitencia. La Iglesia debe tambiénexorcizar el pecado del mundo, reajustar, por decirlo así, a sus propios miem-bros en nuevas relaciones sociales, recreando nuevas estructuras de gracia.

Uno se pregunta, finalmente, si las formas del sacramento de la peniten-cia vigentes actualmente, de carácter tan individual, no han de evolucionaren un sentido social. Están aun muy marcadas por la práctica de los monjesde la temprana Edad Media que atendían a sus devotos y penitentes. ¿No sehabrán quedado chicas para la magnitud de la tarea reconciliadora de laIglesia de nuestros tiempos? Dejo planteada esta pregunta. La respuesta 18

ha de dar una teoría moral y una práctica sacramental renovadas.