El paradero de Juan Balbontín o la legalidad narrativa del tráfico de influencias

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RliVISTA LUGOS 12, 2(K)2 ISSN 0716 - 7520 Walter Hoefler E/ EL PARADERO DE JUAN BALBONTIN O LA LEGALIDAD NARRATIVA DEL TRÁFICO DE INFLUENCIAS Tanto por razones teóricas, como por la evidente utilización significativa y como modalidad de una estrategia textual predominante, se generó en torno a 1975 un interés por sistematizar la función de los paratextos en literatura, es decir de aquello que constituye una suerte de paramento, de adosado limítrofe o que sirve de dudoso umbral al texto propiamente tal. Se incluyen los títulos, subtítulos, nombre del autor, portadas, textos de solapa, dedicatorias, epígrafes, prólogos, acotaciones y notas entre otros. Estos elementos están antes, junto o después del texto, constituyen parte del libro, están incorporados a él, a diferencia de los epitextos que son en general las aclaraciones, las entrevistas, las declaraciones o proclamas que los autores hacen al margen para aclarar o enfatizar sus posiciones frente a la literatura. Nadie ignora el texto de Genette (Genette, 1984), las reflexiones y propuestas de Iván Carrasco, en especial su consideración de títulos, notas y dedicatorias (Carrasco, 1979 y 1984), así como las más tempranas incisiones de Jaime Universidad de La Serena

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Walter Hoefler

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RliVISTA LUGOS N° 12, 2(K)2 ISSN 0716 - 7520

Walter Hoefler E/

EL PARADERO DE JUAN BALBONTIN O LALEGALIDAD NARRATIVA DEL TRÁFICO DE

INFLUENCIAS

Tanto por razones teóricas, como por la evidenteutilización significativa y como modalidad de una estrategiatextual predominante, se generó en torno a 1975 un interés porsistematizar la función de los paratextos en literatura, es decirde aquello que constituye una suerte de paramento, de adosadolimítrofe o que sirve de dudoso umbral al texto propiamente tal.Se incluyen los títulos, subtítulos, nombre del autor, portadas,textos de solapa, dedicatorias, epígrafes, prólogos, acotacionesy notas entre otros. Estos elementos están antes, junto odespués del texto, constituyen parte del libro, estánincorporados a él, a diferencia de los epitextos que son engeneral las aclaraciones, las entrevistas, las declaraciones oproclamas que los autores hacen al margen para aclarar oenfatizar sus posiciones frente a la literatura.

Nadie ignora el texto de Genette (Genette, 1984), lasreflexiones y propuestas de Iván Carrasco, en especial suconsideración de títulos, notas y dedicatorias (Carrasco, 1979 y1984), así como las más tempranas incisiones de Jaime

Universidad de La Serena

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Concha aplicadas a D'Halmar (Concha, 1972), así comoalgunas aplicaciones de Eduardo Barraza y Patricia Monarca,referidas a José Donoso (Barraza, 1995) y a Juan LuisMartínez (Monarca, 1998). Esto no se inventó, sino surgió conanterioridad de la necesidad de comprender y explicar ciertostextos, en particular los de Borges, en que se operalúdicamente con la ambigüedad técnico-ficcional de suspropuestas narrativas y el uso sugestivo también en la poesíade los setenta de estos elementos.

Desde el punto de vista teórico esta recurrencia sevincula a) con la ruptura de la dimensión ficcional, generandouna incertidumbre a su límite o umbral y los referentesinternos y sus referentes externos o presupuestos; b) como unamanera explícita de asumir la identificación de las fuentes o delas intertextualidades, el diálogo con la tradición; c) como unaestrategia de postergación, de ocultamiento, de protección,incluso como un salvoconducto en tiempos de proscripciones,de circulación limitada, y d) quizás como una manifestaciónen tiempos difíciles de la coexistencia a modo de pacto textual,entre la actividad literaria o creativa, y la actividad crítica,filológica o pretendidamente científica.

Así pretendo reconsiderar la obra El paradero de JuanBalbontín, llamando la atención sobre su reducido volumen,apenas sesenta páginas, 15 de las cuales están ocupadas porprólogos alógrafos, firmados por Raúl Zurita, "Un testimoniosobre El paradero de Juan Balbontín", págs. 5-7; "Entre lopúblico y lo privado" por Diamela Eltit, págs. 52-54, yfinalmente, precedido por una página en blanco, un texto sintítulo, que va de la página 56 a la 60, de Eugenia Brito, al queel "índice" le atribuye el título de "Comentario".

La única mención de recepción que encontramos es unaentrada en el catastro de la producción novelística de 1975 a1989 de M.A. Jofré (Jofré, 1991), registro que propone, apesar de su brevísima magnitud, su consideración comonovela. No encontré otras, incluyendo visita a la sección de

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referencias críticas, sospechando quizás de alguna recepciónen revistas marginales o diarios de provincia. Es probable queel autor previera una escasa recepción y se curara en salud,proveyéndose de lectores prestigiosos, los cuales amilanaron aotros posibles lectores críticos.

No podemos pasar por alto que uno de los prólogosantecede a la obra, y dos se si túan después de finalizar elrelato autorial propiamente tal. En común tienen el ser deautores distintos al del texto, no siendo entidades ficticias niapócrifas, ni tampoco el o un personaje, como ocurría en ElPeriquillo Sarniento de Fernández de Lizardi. Antes se diríaque se trata de un remedo de una edición anotada o de unaedición crítica. Los tres autores han adquirido con el paso deltiempo un protagonismo estelar en las letras chilenas actuales,culminando con el Premio Nacional de Literatura 2000, para elprimero de los citados. Siendo la segunda autora una de lasnovelistas consagradas, en especial por la crítica académicaextranjera, con la canonización de una de sus novelas, Elcuarto mundo de 1988, (uno de "los provectos narrativos níasradicales"), por el crítico Jul io Ortega. (Ortega, 1999 :7).Eugenia Brito tampoco lo hace mal, con varios libros de poesíay de crítica. Los tres coinciden en tanto firman remitiendo aque la lectura original la hicieron más de diez años antes deeste cierre editorial, el año 1989. El libro habría estadofinalizado en 1976, para Zurita. CV\ de los setenta,Balhontín, había concluido su trabajo literario. ", acota Elt i t . "Aya casi die~ años de lectura de El paradero... la novela ni eparece una de las más interesantes producciones literariasescritas en Chile bajo la dictadura. ", agrega Brito. Coincidenlos tres en el carácter revalorativo y de rescate de suexperiencia de lectura. Brito denota el hecho de haber sidoescrita bajo la dictadura, como una marca singular. Los tresprologuistas aceptaron certificar y acompañar el texto. Todosfechan en agosto de 1989. Zurita en Temuco, Eltit y Brito enSantiago. La provincia y la capital se rat i f ican.

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Estos prólogos cumplen algunas de las funcionestradicionalmente atribuidas a aquellos. El primero da cuenta desu origen y el contexto de producción y de recepción anterior ala publicación, dando también la fecha de su escritura: "enmedio de una noche circular, leí este libro. Era el año 1976..."(Balbontín, 1989: 5). Zurita continúa hablando de "sombras" e"imágenes", de "lealtades que el tiempo jamás repetiría".Arqueología emocional entonces que mitifica y exalta laexperiencia, pero que es también memoria discreta de esospuntos altos de la represión y del consabido apagón cultural,que era, deseo y consigna, borrosa manera de proyectar atoda la cultura esas sombras que a tantos embargaban. YZurita, confirma con un oxímoron perifrásico cómo eran esosaños: "Y espanta precisamente porque fue hermoso..."(Balbontín, 1989: 6) y termina: "este libro nocturno mepreserva, nos resguarda y enaltece". Parece un finalcomplaciente, la palmada amistosa en la espalda del amigoque arriesga una publicación tardía, 14 o más años después. Eltestimonio lo finaliza en agosto de 1989, antes del plebiscitoque da origen a la transición, es decir todavía en tiempos deincertidumbre y de temor.

La nota de Diamela Eltit corresponde casi a un esbozode estudio, doblemente honesta se diría, porque arriesga aquíreconocer un antecedente de su propia escritura, de desarrollocoetáneo, lo que no desmerece sino enaltece, y además titulacon una definición tópica de ella: Entre lo privado y lo público.En este sentido su participación tiene también un sesgosolidario que confirma una original manera de enfrentar estatarea y que redefine algo la historia oficial del grupo CADA, almismo tiempo que este libro se entromete como un acto declausura y de apertura, entre la borrosa sobrevivencia de laescritura skarmetiana, la desafiante emergencia de CADA, ycomo recatada confrontación martiriológica con la ostentosaaparición del posterior boom de la narrativa nacional.

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Para Brito, desde la proyección topográfica "se organizaun narrador, que a partir de la espera, elabora un registro dela perturbada vida social chilena" (Brito, 1989: 56) Resume laobra como "lectura de la vida urbana chilena". La resistenciase organiza desde la enfermedad: la neurosis, y su cura será laespera erótica. Esta lectura aguda queda mutilada por una fallaimprentaria integrada también al sentido de la precariedadlectiva. Intervenciones del azar que refrendan las dificultadesgenerales.

Un distingo grueso respecto de la producción literariachilena durante la dictadura atribuía a la poesía el sentido deun género de la resistencia, también más democrático ycompartido, frente a la novela "cuya lectura requiere dinero ytiempo libre", y que a partir de 1990, gracias a lectores que "secaracterizan mayoritariamente por su neoliberalismo, supaternalismo político y su marcada conciencia de clase, muypoco favorable a una sociedad igualitaria". (Bergenthal, 2000:224). En este sentido habrá que confrontar su andadura textualconsiderando el paso desde una discursividad lírica a unadiscursividad narrativa, la una ratificada por la persistenciaisotópica, la otra por el narrador. Debe advertirse que el librono tiene la constancia de titulación técnica, interna. Hay comoun intento de descuido calculado, de ruptura de lasconvenciones editoriales del libro. Todo esto me parecesignificativo, considerando que este libro se publica un pocoantes que se pusiera en movimiento lo que la crítica hallamado el mini-boom de la narrativa nacional, orquestado ydesarrollado principalmente por las sucursales de prestigiosaseditoriales españolas. Este descuido y precariedad extensiva atodo el despliegue diagramático son las marcas ostensibles deun riesgo.

Ninguna editorial de prestigio legitima, respalda osostiene esta publicación. "El fmanciamiento de esta edición de500 ejemplares se obtuvo mediante la suscripción de 80personas, 80 amigos a los cuales doy públicas gracias. "

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La portada cubre también la contraportada, una foto deLa Moneda iluminada, como preparada para una gran fiesta.El cielo oscuro en la parte superior sostiene los grandes tiposdel título. El paradero es un lugar de detención y decontinuidades, opera como un referente activo y pasivo y almismo tiempo como un límite y centro de la relación entreespacio público y privado. Espacio de soledad y de encuentro.Su carga simbólica o axiológica estará determinada por elénfasis puesto en las actividades de llegada o de partida,salvando además la analogía precaria con las estaciones o losaeropuertos. El nombre del autor, más discreto y reducido a unquinto del tamaño del título casi parece sostenerse como unabarandilla imaginaria sobre las mínimas columnas de unabalaustrada decorativa. Un ojo experto en automóviles podríareconocer la data de la fotografía. El espacio público, reducidoa un estacionamiento en tinieblas pareciera estar en funciones,aunque en una semipenumbra, destacándose apenas unafigura, una sombra. El mínimo grosor del librito hasta hacepensar en un folleto, una tarjeta de invitación basta para asistira una fiesta prematura del plebiscito o una temprana yequívoca adhesión gubernamental, antes que una evocacióndel viejo edificio mancillado. La impresión en blanco y negrosugiere un filme underground o de bajo presupuesto.

Las contratapas en blanco, sostienen apenas en su bordeinferior izquierdo y derecho, los nombres del fotógrafo y deleditor. Una ojeada incluso displiscente a todo el libro dejaadvertir una gran cantidad de hojas en blanco, pero ademásligeras manchas azules como de tinta desperdigada o huellascapilares de una circulación intravenosa amoratada y algunastachaduras negras como huellas de una censura tosca, nadasutil. Todo esto se lee como una arqueología de tiemposdifíciles para una emergencia literaria, salvo quizás esosprólogos que pesan como anclas demasiado pesadas para estadébil y aparente barca vanguardista a punto de hundirse.

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Hay una dedicatoria, y que precede al texto propiamentetal, y que proyecta la traza elíptica de su contingenciatemporal, hasta cerrarse con la fecha consignada por Brito.

"A mi hijo, Rodrigo Augusto nacido el dos de Septiembre<fe/97J" (Balbontín, 1989: 8).

Esta implica significativamente dos cosas: a)formulación de un destinatario ideal, lector posible, peropreciso aquí: un hijo, lo que significa complementar iamentecierta voluntad testamentaria, aquí te dejo esto para que sepasquién fui, qué me correspondió vivir. De este modo estedestinatario se erige en un garante moral finalístico que le dasentido al relato como compleción de un circuito; b) pero elhijo a la fecha de escritura, no tenía más de cuatro años, perosu nombre no era indiferente al destino nominal del país.Bautizado antes del golpe mili tar es una señal histórica deciertos designios, inscripción identitaria que los nombresacarrean aquí por su historia. Nombres que en una atmósferapolíticamente intensa citan exclusiones como evidencias.Legado de la tradición hispánica y romana, apunta al "Dios,qué buen vasallo, si oviesen buen señore!" (Poema, 1960: 54),es decir, nombra al vasallo como al gran señor, en tradicionesque no se habían topado, pero que sí se toparían, designiosmisteriosos que conjuran los deseos potestatarios, pero quequedarían como posible e irónica casualidad, mañoseadoingenuamente como un posible salvoconducto, dado que lafamosa historia reciente, era todavía menos que recientísima.Hasta ahí los indicios preambulatorios

Considerado ya el efectivo cuerpo textual, dondeempieza el relato, donde se pasa del afuera de lo cotidiano aladentro ficcional, no podemos dejar de pensar en el narrador-protagonista de El pozo de Oneíti, pero este enunciadorinnominado no está encerrado en un cuarto, entre cuatroparedes, desde las cuales sólo emerge como concienciaescrituraK hipnagógica, onírica o visionaria, sino que está entris de andar, de caminar, de decidirse a caminar, recordando

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en eso a los personajes de los cuentos skarmetianos que estántambién como en tránsito por una historia que es a mediasescenario real o escenario de un teatro del mundo, y queconstituyen la tradición más próxima desde la cual emergetambién este relato:

"Todas las noches v no por complejo de Cenicientaesperaba media hora la medianoche" (Balbontín, 1989:10).

Pulsión de un relato que dialoga con una tradición entrela trivialización del Marchen, puesto que La Cenicientaresponde tanto a la fuente Perrault como a los hermanosGrimm, caracterizándose por ser un relato que mantiene susrasgos casi intactos: la madastra que engañando al marido,discrimina a la hijastra, aunque hermosa, y favorece a suspropias hijas, las que carecen de atributos, debiendo recurrirsea un dador mágico y que opera compensatoriamenteestableciendo una posibilidad mágica acotada para que la hijadesfavorecida pueda realizarse, pero quedando siempre sujetaa un plazo en que esos dones se pierden. Es esta secuencia laque aquí se traslada a los ambiguos efectos de un plazo, que estanto la temporalidad de una cita, como el inicio de unaprohibición.

Tampoco habría que olvidar que uno de los relatos másprestigiosos, más leídos de la tradición chilena, de lageneración anterior, era La Cenicienta en San Francisco deAntonio Skármeta. Efectivamente, sin pretender aquí unasuerte de cotejo con ese relato, recurriendo sólo a la memoriade la incidencia que los cuentos de Skármeta tenían, eran dosaspectos los que se destacaban: una situación de apertura enque el relato no ostentaba la autorreferencia, la modalidad dela narración, sino que se disimulaba como una continuidad dela historia, como un ingreso desde la coyuntura o la existencia,como que los personajes fueran sorprendidos en un actodinámico de cruce, de inicio, de acción. Esto mismo conducíanormalmente a considerar dichos relatos como ritos de pasajeo de iniciación, con un sentido optimista y de realización, por

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eso los cuentos skarmetianos tenían una cierta extensión,tendían a la forma de nonrelle.

Pienso que en tal sentido aquí se clausura ese dinamismode actantes que ingresan al relato como fuerzas vitales. Eneste relato no se dice nada sobre intenciones, sobre accionesfuturas, más bien se describe una suerte de parálisis, detensión, de espera, pesa más un recuerdo no definido, lareflexión se intensifica remarcando un plazo de tiempo demedia hora, como intentando darle sustancia, llenarla, comointentar llenar un tiempo vacío, como un rito de pasaje nodefinido, una experiencia latente o posible, pero sin definición.Tampoco se sabe qué se espera: hombre, mujer,acontecimientos. Efectivamente se pulsan las opciones sólocomo para desecharlas, decirlas para no realizarlas. Se pulsa ose teclea también la opción de la prisión como proyecciónpróxima o posible, de nuevo sólo para desecharla. Sinembargo, hay algo: quien habla, habla de otro que es al mismotiempo aparentemente él mismo, pero que percibe los retazosde alguien a quien espera: "falda verde", "chaquetón negro'\e en el mismo lugar: "Alameda ahajo", "Caminaba por

la Alameda", una topografía por entonces real, pero tambiéncon su inercia simbólica.

El sobredimensionamiento de los paratextos prológales,sea los antepuestos o los pospuestos, no sólo tienen el alcancefuncional tradicional que a estos textos se les atribuye o queellos mismos pueden asumir, sino que aquí, por su conjunto ysu sobredimensión le conceden al texto otro carácter, llegandoincluso a cambiar el concepto de literatura en juego. Se trataaquí de una estética de la recepción solidaria, que acompaña yresguarda al texto al legitimarlo. Al mismo tiempo surte elefecto de un condominio literario, de una ocupación colectivadel espacio literario, en que sus lectores, aunque se trate aquí asu modo de lectores privilegiados, intervienen, se posicionantambién en un proceso que cuenta con la recepción.

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A su modo es un reposicionamiento arqueológico de unaparte del Colectivo de Arte CADA, del que Zurita, Eltit y Britoformaban parte, invitados aquí por Balbontín, a esta vernisagepospuesta. Por lo tanto podríamos perfectamente hablar de unaacción de arte, en que el texto literario, junto con serlo,restituye un proceso accional y que se realiza al margen de uncircuito editorial establecido, si no antes precario, casiclandestino, que no oculta ni omite las huellas de su inciertaeficacia. La literatura se posiciona como un procesovanguardista, con su modalidad de emergencia polémica. Eltexto ejemplifica la imposibilidad de una realización normaldel arte.

Otro aspecto a considerar es la inscripción genérica deeste texto. Zurita, que introduce, lo define como "libronocturno", Eltit y Brito la llaman sin preocuparse porfundamentarlo: "novela". El cuerpo textual no incluyeautorreferencias, el relato sólo se consagra autodiegética-mente, se inscribe en lo que la tradición llama relatobiográfico, pero un relato de lo accional, no distanciado. Loque se representa es una suerte de rito social, de espera, casise diría una cita doble: con una persona y con el tiempo. Eltiempo podrá permitir la cita, pero también diferirla, además esun tiempo condicionado a un plazo: "media hora".

Digamos que este plazo se* sustenta en un intertexto queopera como correlato y al mismo tiempo como un remanenteparódico de relato infantil, el conocido cuento La cenicienta,con quien se equipara el personaje narrador. Espacio y tiempoestán obsesivamente acotados, del mismo modo, comoexpectativa el personaje. Todo ocurre siempre en una mediahora anterior a la medianoche, adjetivación recurrente quehace de la vida también una suerte de media vida, acotamientoque efectivamente tiene el carácter de un coto doble, estaintervención en el espacio público de prohibiciones queprovienen de la propia conciencia pero también de agentesexternos. El agente externo es alegóricamente algo que no

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dicho se parece casualmente al toque de queda, elimpedimento interno está en el hecho de aceptar estacorrelación alegórica del relato de Perrault. Pero hasta ahí lasafinidades con ese relato que implican además una suerte deacuerdo social sujeto a una veda, la pertenencia de personajesa distintos niveles de legitimación, sujetos a restricciones en suaccionar.

Por otra parte, el nivel obsesivo de las observaciones yacciones del personaje, que transforman los hechos y lasacciones en recurrencias circulares, pero en las que siempreexiste una expectativa de ruptura, o sea un eterno retorno queinstaura también la posibilidad de una diferencia, semeja lainsistencia isotópica o los reenvíos permanentes de unanaforismo poético; antes que frente a un sujeto narrativo nosencontramos con un hablante lírico, aunque con andaduranarrativa. Es este hibridismo singular, que incluye opinionesparatextuales en contradicción con los paradigmas enuncia-dos, lo que permite llamar a este relato quizás una novela,como el perfecto cajón de sastre de sus aparentes retazostextuales. Una obra que bien vale la pena releer y rescatar.

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