El Mundo o El Tratado de La Luz - René Descartes

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"EL MUNDO O EL TRATADO DE LA LUZ"Ren DescartesCAPTULO PRIMERO: De la diferencia existente entre nuestros sentimientos y las cosas que los producen.Para hablar de la luz es necesario advertir previamente que puede haber diferencia entre el sentimiento que tenemos de ella, es decir, la idea que se forma en nuestra imaginacin por mediacin de nuestros ojos, y lo que hay en los objetos que produce en nosotros ese sentimiento. A este respecto nos podemos formular la siguiente pregunta: por qu la Naturaleza no podr ella tambin haber establecido algn signo que nos haga tener el sentimiento de la luz aunque dicho signo no tenga nada en s que sea semejante a este sentimiento?CAPTULO SEGUNDO: En qu consiste el calor y la luz.Slo existen en el mundo dos tipos de cuerpos en los que encontramos la luz: los astros y la llama o el fuego.Cuando el fuego quema madera podemos ver que mueve las pequeas partes de esta y las separa unas de otras, transformando as las ms sutiles en fuego, en aire y en humo, y dejando las ms groseras como cenizas. Poned en la madera fuego, poned calor, haced que arda tanto como os plazca; si no suponis adems que alguna de sus partes se mueve y se desprende de sus vecinas, yo no puedo imaginar que reciba alteracin o cambio alguno. Y por el contrario, privadla del fuego, del calor y no hagis arder; con tal que me concedis nicamente que hay cierta potencia que mueve con violencia sus partes ms sutiles y las separa de las ms groseras, en mi opinin eso slo podra producir en ella las mismas modificaciones que experimentamos cuando arde.Concluyo de esto que el cuerpo de la llama que acta contra la madera est compuesto de pequeas partes que se mueven separadamente unas de otras con un movimiento muy rpido y violento, y que, al moverse de esta manera, impulsan y mueven con ella a las partes de los cuerpos a las que tocan, y que no ofrecen excesiva resistencia.No aado hacia qu lado se mueve cada una porque la potencia de moverse y la que determina hacia qu lado debe tener lugar el movimiento son dos cosas totalmente diferentes y puede darse la una sin la otra (distincin entre el mdulo y la direccin de la velocidad), fcilmente os persuadiris de que cada una se mueve del modo como le es menos difcil segn la disposicin de los cuerpos de alrededor, y que en la misma llama puede haber partes que se dirijan hacia arriba, otras hacia abajo, en lnea recta o en crculo y hacia todos los lados, sin que ello modifique en nada su naturaleza. Segn esto, si veis que casi todas tienden hacia arriba, no hay que pensar que se deba a otra razn sino al hecho de que los dems cuerpos estn en contacto con ellas, se encuentran casi siempre dispuestos a ofrecerles mayor resistencia por todos los dems lados. Aqu vemos una gran diferencia entre Descartes y la fsica aristotlica, que si recordamos conceda al fuego como lugar natural el arriba, mientras que Descartes afirma que no necesariamente habr de moverse en esta direccin sino que su direccin del movimiento es en funcin de la resistencia que le opongan los dems cuerpos.CAPTULO TERCERO: De la dureza y de la liquidez.Considero que hay en el mundo una infinidad de movimientos diversos que duran perpetuamente, tales como los das, los meses, la evaporacin que forma las nubes, en definitiva, no hay nada en ningn lugar que no cambie. Podis imaginar que hay un Primer Motor Inmvil el cual, al girar alrededor del mundo con una velocidad incomprensible, constituye el origen y la fuente de todos los dems movimientos que en l se encuentran.La diferencia entre los cuerpos duros y lquidos es la primera que deseo sealar y para ello pensad que cada cuerpo puede estar dividido en partes extremadamente pequeas. No encuentro otra diferencia entre los cuerpos duros y los lquidos sino el hecho de que las partes de unos pueden ser separadas en conjunto mucho ms fcilmente que las de los otros. De este modo, para formar el cuerpo ms duro que pueda imaginarse, pienso que basta con que todas sus partes se toquen sin que queden espacios entre ellas y con que ninguna de ellas est movindose.Pienso tambin que para formar el cuerpo ms lquido que pueda encontrarse, basta con que todas sus partes de menor tamao se mueven de la manera ms diversa unas con respecto a otras, y lo ms deprisa posible.La llama, de la que ya he dicho que sus partes estn en perpetua agitacin, no es slo lquida, sino que hace lquidos a la mayor parte de los cuerpos. Debido a que las partes de los metales son ms o menos todas iguales, no puede mover a unas y no a otras de modo que forma cuerpos totalmente lquidos; en cambio las partes de la madera son hasta tal punto desiguales, que puede separar las de menor tamao y hacerlas lquidas, sin agitar por ello las de mayor tamao.No hay que tener en cuenta slo la velocidad del movimiento sino tambin el tamao de las partes, y que son las menores las que constituyen los cuerpos lquidos, en tanto que las mayores son las que tienen ms fuerza para quemar.CAPTULO CUARTO: Del vaco; y a qu se debe que nuestros sentidos no perciban ciertos cuerpos.Todos esos espacios que el vulgo considera vacos y en los que no sentimos sino el aire, estn por lo menos tan llenos, y llenos de la misma materia, que aquellos en los que sentimos a los dems cuerpos. Todos los movimientos que tienen lugar en el mundo son en cierto modo circulares. Cuando un cuerpo abandona su lugar, entra siempre en el de otro y este en el de otro, y as sucesivamente hasta que el ltimo que ocupa, en ese mismo instante, el lugar dejado por el primero, de modo que no existe ms vaco entre ellos cuando se mueven que cuando estn en reposo. Esta es la nocin cartesiana de movimiento como torbellino.Es seguro que no podramos sentir ningn cuerpo si no fuera causa de alguna modificacin en los rganos de nuestros sentidos, si no moviera de alguna manera las pequeas partes de la materia de la que estn compuestos estos rganos. Con respecto a los objetos que estn en contacto con nosotros continuamente, si han tenido la potencia de producir algn cambio en nuestros sentidos y de mover algunas partes de su materia, a fuerza de removerlas, han debido separar por completo unas partes de otras desde el comienzo de nuestra vida, y as no pueden haber dejado sino aquellas que oponen total resistencia a su accin, y por medio de las cuales, los cuerpos no pueden en modo alguno ser sentidos.CAPTULO QUINTO: Del nmero de los elementos y de sus cualidades.El primer elemento es el del fuego y lo concibo como un cuerpo lquido, el ms sutil y penetrante que haya en el mundo; imagino que sus partes son mucho menores y se mueven mucho ms deprisa que cualquiera de las de los dems cuerpos. O mejor, no le atribuyo partes que tengan tamao o figura determinada, sino que la vehemencia de su movimiento es suficiente para hacer que se divida de todas las maneras y en todos los sentidos a causa de la colisin con los dems cuerpos, y que sus partes cambien de figura en todo momento para acomodarse a la de los lugares en los que entran.En cuanto al segundo elemento, el del aire, lo concibo con una figura donde sus partes son redondas y juntas. Por tanto, no pueden colocarse bien ni comprimirse excesivamente unas contra otras, sin que queden siempre alrededor de ellas mltiples pequeos intervalos en los cuales es ms fcil que se deslice el primer elemento.El tercer elemento, el de la tierra, cuyas partes son tanto mayores y se mueven tanto menos deprisa en comparacin con las del segundo elemento, como estas en comparacin con las del primero. Creo que basta concebirlo como una o varias masas grandes cuyas partes tienen muy poco o nada de movimiento que le haga cambiar de situacin unas con respecto a otras.Todas las formas de los cuerpos inanimados pueden explicarse sin que sea necesario para ello suponer ninguna otra cosa en su materia que el movimiento, el tamao, la figura y la disposicin de sus partes.Hay que decir tambin que generalmente todos los cuerpos que se presentan alrededor nuestro, son mezclados o compuestos y sujetos a corrupcin.Parece que todos los cuerpos que son suficientemente grandes como para ser incluidos entre las partes ms destacables del universo, no tienen cada uno de ellos sino la forma de uno de los elementos simples; y que no puede haber cuerpos mezclados en otra parte que sobre las superficies de estos grandes cuerpos.Si consideramos en general todos los cuerpos de los que el universo est compuesto, no encontraremos ms que tres tipos que puedan denominarse grandes, y que incluyan entre sus principales partes al Sol y las estrellas fijas, del primer tipo, los cielos del segundo, y la Tierra, con los planetas y cometas, del tercero. Es por ello por lo que tenemos poderosas razones para pensar que el Sol y las estrellas fijas no tienen otra forma que la del primer elemento puro, los cielos la del segundo y la Tierra, con los planetas y cometas, la del tercero.Uno los planetas y cometas con la Tierra porque, al ver que oponen resistencia a la luz igual que ella y que reflejan sus rayos, no encuentro entre ellos ninguna diferencia. Asimismo uno el Sol con las estrellas fijas y les atribuyo una naturaleza contraria a la de la Tierra, puesto que la accin de su luz me permite conocer que sus cuerpos estn hechos de una materia muy sutil y muy agitada. En lo que respecta a los cielos, en la medida en que no pueden ser percibidos por los sentidos, pienso que tengo razn para atribuirles una naturaleza intermedia entre la de los cuerpos luminosos cuya accin percibimos, y la de los cuerpos duros y pesados de los que percibimos su resistencia. Aqu Descartes expone su teora ptica de la materia, caracterizando los cuerpos de acuerdo a su comportamiento respecto a la luz: los primeros la emiten, los segundos la transmiten y los terceros la reflejan.CAPTULO SEXTO: Descripcin de un mundo nuevo y de las cualidades de la materia de la que est compuesto.Supongamos que Dios crea de nuevo alrededor nuestro tanta materia que, hacia cualquier lado al que nuestra imaginacin pueda extenderse, no perciba ya ningn lugar que este vaco. Atribuymosle a la materia una naturaleza en la cual no haya nada ms que lo que cada uno pueda conocer tan perfectamente como sea posible, esto es: extensin sin formas ni cualidades. Concibmosla como un verdadero cuerpo, perfectamente slido, que llena por igual todas las longitudes, anchuras y profundidades de ese gran espacio, de modo que no podra llenar una mayor ni reducirse a una menor, ni permitir que, mientras permanezca en ella otro cuerpo encuentre all sitio; esto es la impenetrabilidad de los cuerpos como condicin necesaria de negacin del espacio vaco.Aadamos a ello que esta materia puede dividirse en todas las partes y segn todas las figuras que podamos imaginar, y que cada una de sus partes es capaz de admitir todos los movimientos que podamos igualmente concebir. Supongamos adems que Dios la divide de hecho en muchas de esas partes, unas mayores, otras menores, unas de una figura, otras de otras, tal como nos plazca. Pensemos que desde que han sido creadas, unas comiencen a moverse hacia un lado y otras hacia otro, unas ms deprisa y otras con ms lentitud.Finalmente, hemos de concebir su extensin o la propiedad que tiene de ocupar espacio como su verdadera forma y su esencia.CAPTULO SPTIMO: De las leyes de la Naturaleza de este mundo nuevo.Por la "Naturaleza" entiendo la materia misma y bajo la condicin de que Dios contina conservndola de la misma manera que la ha creado. Pues del mero hecho de que contine as conservndola, se sigue necesariamente que deben producirse cambios en sus partes, los cuales no pudiendo ser propiamente atribuidos a la accin de Dios, puesto que esta no cambia, los atribuyo a la Naturaleza; y a las reglas segn las cuales se realizan estos cambios, las denomino leyes de la Naturaleza.La primera regla es que cada parte de materia, considerada individualmente, permanece siempre en el mismo estado, en tanto que el encuentro con las dems no la obliga a modificarlo. Tanto el tamao, como la figura, el estado de reposo, o el movimiento tienden a conservarse si otro cuerpo no se lo impide. Esta primera ley es una anticipacin a la newtoniana ley de inercia y propone la tendencia de la materia a la conservacin de su estado. Considero adems por movimiento a aquel que hace que los cuerpos pasen de un lugar a otro y ocupen sucesivamente todos los espacios que hay entre ellos (nicamente se entiende movimiento en el sentido de movimiento local, eliminando la concepcin aristotlica que entiende el movimiento en un sentido ms amplio).Supongo como segunda regla que cuando un cuerpo empuja a otro, no podra transmitirle ningn movimiento, a no ser que pierda al mismo tiempo otro tanto del suyo, ni podra privarle de l, a menos que aumente el suyo en la misma proporcin. Aunque en la mayor parte de los movimientos que vemos no podemos percibir que los cuerpos que comienzan o cesan de moverse, sean empujados o detenidos por otros, no por ello hemos de considerar que estas dos reglas no se observen con exactitud. Pues es seguro que estos cuerpos pueden a menudo recibir su agitacin de los dos elementos del aire y del fuego que se encuentran siempre entre ellos sin poder ser sentidos. Aqu vemos un cambio en la forma de hacer ciencia en Descartes en relacin con la tradicin aristotlica siempre dependiente de los sentidos, mientras Descartes formula teoras de carcter apriorstico.Estas dos reglas se derivan manifiestamente del hecho de que Dios es inmutable y de que al actuar siempre de la misma manera, produce siempre el mismo efecto. Pues, si suponemos que ha puesto cierta cantidad de movimiento en toda la materia en general desde el momento mismo en que la ha creado, hay que reconocer que la conserva siempre, o bien no cree que acta siempre de la misma manera. Y si suponemos tambin que desde ese primer momento las diversas partes de la materia, en las cuales estos movimientos se han distribuido desigualmente, han comenzado a retenerlos o a transferirlos de unas a otras segn hayan tenido la fuerza para ello, entonces hay necesariamente que pensar que l les hace continuar siempre de la misma manera.La tercera regla aade que cuando un cuerpo se mueve, aunque su movimiento se realice lo ms frecuentemente en lnea curva, sin embargo, cada una de sus partes tiende siempre a conservar el suyo en lnea recta. Y as la inclinacin que tienen a moverse es diferente de su movimiento.Hay que decir que slo Dios es el autor de todos los movimientos que existen en el mundo, en tanto que existen y en tanto que son rectilneos, y que son las diversas disposiciones de la materia las que los hacen irregulares y curvos.CAPTULO OCTAVO: De la formacin del Sol y de las estrellas de este mundo nuevo.La materia antes de que Dios hubiera comenzado a moverla, debemos imaginarla como el cuerpo ms duro y ms slido que haya en el mundo. Luego sus partes se esparcieron y se distribuy entre todas las dems en el mismo instante, tan uniformemente como fue posible. Descartes asocia la dureza con la ausencia total de movimiento en las partes del cuerpo que denominamos duro.Las partes de la materia al ser ms o menos iguales y poder ser desviadas casi tan fcilmente unas como otras, han debido coincidir todas en ciertos movimientos circulares. Estas partes giran en torno a muchos centros diferentes a los que podemos imaginar situados en diferentes lugares unos por relacin a los otros. Aqu se muestra la teora cartesiana de los diversos cielos a diferencia del cielo aristotlico.De esto podemos concluir que las partes de la materia han debido tener menos agitacin o ser menores o ambas cosas a la vez, en torno a los lugares ms prximos a estos centros que en los ms alejados. Teniendo todas la inclinacin a continuar su movimiento en lnea recta, las mayores entre aquellas con igual agitacin, y las ms agitadas entre las de igual tamao, las que han debido describir los crculos mayores, puesto que son estos los que ms se aproximan a la lnea recta.Pero ello no impide que con posterioridad se hayan hecho casi todas bastante iguales. No pudiendo moverse las unas sin las otras, ha sido preciso que las que estaban ms agitadas comunicasen parte de su movimiento a las que lo estaban menos y que las de mayor tamao se partieran y dividieran, a fin de poder pasar por los mismos lugares que las que las precedan, o bien que se elevaran situndose ms arriba. As se han dispuesto en poco tiempo todas por orden, de modo que cada una se ha encontrado ms o menos alejada del centro alrededor del cual ha tomado su curso, segn haya sido de mayor o menor tamao y haya tenido ms o menos agitacin en comparacin con las dems. Y asimismo, en la medida en que el tamao se opone siempre a la velocidad del movimiento, debemos pensar que las ms alejadas de cada centro han sido las que, siendo algo menores que las ms prximas, han tenido mayor agitacin.En consecuencia, no puede haber ninguna diferencia apreciable entre las que estn suficientemente prximas, ni incluso entre las que estn muy alejadas, a no ser en el hecho de que pueden moverse un poco ms deprisa y ser algo menores o algo mayores unas con respecto a las otras; todo lo cual no impide que podamos atribuirles a todas la misma forma.La materia que ha salido de las partes del segundo elemento, a medida que se han ido fragmentando y desgastando los pequeos vrtices de sus ngulos para redondearse, ha debido necesariamente adquirir un movimiento mucho ms rpido que el de estas y, simultneamente, una facilidad para dividirse y cambiar de figura en todo momento a fin de acomodarse a la de los lugares en los que se encontraba; y as ha tomado la forma del primer elemento.La parte sobrante del primer elemento, que no hace falta para rellenar los pequeos intervalos que dejan obligadamente las partes del segundo elemento alrededor de ella por ser redondas, debe retirarse hacia los centros alrededor de los cuales giran dichas partes, puesto que estas ocupan todos los lugares restantes ms alejados y all debe formar cuerpos redondos, perfectamente lquidos y sutiles, los cuales, girando sin cesar mucho ms deprisa y en el mismo sentido que las partes del segundo elemento que los rodean, tiene la fuerza para aumentar la agitacin de la parte de la que estn ms prximos, e incluso para empujarlas a todas desde todos lados, tirando de ellas desde el centro hacia la circunferencia, al mismo tiempo que se empujan tambin unas a otras; y es a esta accin a la que consideramos la luz, como tambin que a esos cuerpos redondos, compuestos de la materia pura del primer elemento, los consideramos a uno el Sol y las estrellas fijas del mundo nuevo que os describo; y a la materia del segundo elemento que gira alrededor de ellos, los cielos.Hay, por tanto, tantos cielos diferentes como estrellas, y como su nmero es indefinido, el de los cielos lo es tambin. Los planetas que estn ms altos deben moverse ms lentamente que aquellos que estn ms bajos, o ms prximos al Sol, y todos en conjunto ms lentamente que los cometas, que sin embargo estn ms alejados. CAPTULO NOVENO: Del origen y del curso de los planetas y de los cometas en general; y de los cometas en particular.Existen partes de materia de dos clases que han debido conservar la forma del tercer elemento; a saber, aquellas cuyas figuras hayan sido tan extensas y obstaculizantes que, cuando han chocado unas con otras, les ha sido ms fcil unirse muchas a la vez hacindose as de mayor tamao. Estas dos clases de partes han debido moverse del mismo modo que la materia del cielo que las contena. Descartes concibe a los planetas como impulsados por las partes del segundo elemento, de modo semejante a como los cuerpos que flotan en el agua son llevados por la corriente de un ro.Las partes de la materia que no han podido adoptar la forma ni del segundo ni del primero, todas las ms grandes y macizas han tenido en poco tiempo que tomar su curso hacia la circunferencia exterior de los cielos que las contenan, y pasar despus continuamente de unos de estos cielos a otros sin detenerse jams mucho tiempo seguido en el mismo cielo; las menos macizas han tenido que ser empujadas cada una hacia el centro del cielo que las contena, por el curso de la materia de este cielo. Los que se van as a situar hacia el centro de los cielos son los planetas, y las que atraviesan los diversos cielos, las que debemos considerar como los cometas.En relacin con los cometas hay que sealar que debe haber pocos en este mundo en comparacin con el nmero de los cielos. Cuando estos pasan de un cielo a otro, empujan siempre delante de s algo de la materia del cielo del que salen y permanecen durante algn tiempo envueltos por esta hasta que se han adentrado lo suficiente dentro de los lmites del otro cielo; all se desprenden finalmente de ellas como de golpe. Por tanto los cometas se mueven mucho ms lentamente cuando tienden a salir de algn cielo, que cuando acaban de entrar en l.CAPTULO DCIMO: De los planetas en general; y en particular de la Tierra y de la Luna.En lo referente a los planetas hay que decir que aunque tienden hacia los centros de los cielos que los contienen, no por ello se puede sostener que puedan jams acceder al interior de esos centros, pues son el Sol y las dems estrellas fijas quienes los ocupan. Esta tendencia de los planetas al centro no es propiamente tal, sino ms bien la consecuencia del impulso o empuje de las partes del segundo elemento sobre ellos. La permanencia de cada planeta en su rbita supone que este no tenga una fuerza ni mayor ni menor para moverse en lnea recta, que la que tienen las partes del segundo elemento que lo rodean. Si la fuerza fuera mayor, se alejara indefinidamente del centro pudiendo pasar de unos cielos a otros, de modo que en vez de un planeta sera un cometa. Si la fuerza fuera menor, sera empujado hacia el centro hasta llegar a una regin del cielo en la que la fuerza de sus partes y la de las del tercer elemento fuera la misma. El movimiento de los planetas se explica por un equilibrio de fuerzas que les impide salirse por la tangente y los mantiene apresados en el mismo cielo.La fuerza de los planetas no depende slo de la cantidad de materia que haya en cada cuerpo, sino tambin de la extensin de su superficie (algo parecido a la densidad). Aunque dos cuerpos se muevan con igual velocidad, es verdad que si uno contiene el doble de materia que el otro tambin tiene el doble de agitacin, no por ello hay que decir que tenga el doble de fuerza para continuar su movimiento en lnea recta, sino que tendr justamente el doble, si adems su superficie es tambin dos veces ms extensa.Los planetas, al estar compuestos de pequeas partes que tienen figuras muy irregulares y extensas, tienen mucha superficie en proporcin a la cantidad de su materia, de modo que pueden tener ms superficie que la mayora de esas partes del cielo, y sin embargo tienen menos que algunas de las partes de menor tamao y ms prximas al centro.En consecuencia veis cmo diversos planetas pueden estar suspendidos a distancias diferentes del Sol, y cmo no son simplemente los que parecen externamente de mayor tamao, sino los que en su interior son ms slidos y macizos, los que deben estar ms alejados de aquel. Los cuerpos formados por el tercer elemento tienen ms fuerza para desplazarse en lnea recta y apartarse del centro, no slo cuanto mayor es su tamao, sino tambin cuanto ms duros y macizos son. De ah que los planetas se siten a diferentes distancias del centro en funcin de sus "diferencias de densidad".Aunque los planetas sigan el curso de la materia del cielo sin resistencia y se muevan con el mismo movimiento que ella, no por ello hay que decir que se muevan nunca con la misma velocidad, y adems la desigualdad de su movimiento debe guardar relacin con la que hay entre el tamao de su masa y la pequeez de las partes del cielo de alrededor. Cuanto mayor es un cuerpo, ms fcil le resulta comunicar una parte de su movimiento a los dems cuerpos y ms difcil les resulta a estos comunicarle algo del suyo propio.De esto se siguen dos cosas que me parecen muy importantes. La primera es que la materia del cielo no slo debe hacer girar a los planetas alrededor del Sol sino tambin alrededor de su propio centro, y adems que debe formar pequeos cielos alrededor de ellos, que se muevan en el mismo sentido que el mayor de ellos. Y la segunda es que, si se encuentran dos planetas desiguales en tamao pero dispuestos a tomar su curso en el cielo a una misma distancia del Sol, de modo que uno sea exactamente tanto ms macizo, cuanto de mayor tamao sea el otro, el menor de ambos, al tener un movimiento ms rpido que el mayor, deber unirse el pequeo cielo que est alrededor de este ltimo y girar continuamente con l (satlite).CAPTULO DCIMOPRIMERO: De la pesantez.La pesantez de esta Tierra es la fuerza que une todas sus partes y que hace que tiendan todas hacia su centro. Las partes del pequeo cielo que rodean a la Tierra, al girar mucho ms deprisa que las suyas alrededor de su centro, tienden tambin con ms fuerza a alejarse de ellas y en consecuencia las repelen. Descartes explica la gravedad por la presin en direccin descendente que las partes del segundo elemento, las partes celestes, ejercen sobre las del tercero, las terrestres, como consecuencia de su mayor tendencia a alejarse del centro.De acuerdo con la tercera ley de la Naturaleza, toda materia, sea del elemento que sea, tiende siempre a continuar su movimiento en lnea recta. Luego las partes terrestres, lo mismo que las dems, tendern a apartarse del centro y por tanto a ascender, siguiendo el sentido inverso al de la gravedad. Resulta en consecuencia que, si la Tierra girara en el vaco en torno al Sol, todas sus partes saldran despedidas. Al no haber ningn espacio vaco el fenmeno de la gravedad se da en el marco de un constante reemplazo de unas partes de materia por otras.Entre las partes de un mismo cuerpo al que llamamos homogneo, donde no se ejerza ms presin sobre las ms bajas que sobre las ms altas, de modo que un hombre que est bajo el agua a mucha profundidad, no la sentir pesar ms sobre su espalda, que si nadara en la superficie.