el...la nieta del "negro de Pedro el Grande", un príncipe de Abisinia con mejor suerte que los hi...
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UNIVERSIDAD
Es clarísimo que se confunde a sabiendas lapolítica -voluntad de servir a intereses de facción, por no decir escuetamente individuales, conla defensa de la moral, esto es, de valores universales y desinteresados, uno de cuyos puntoscardinales es la justicia; defensa a la cual elintelectual (recuérdese el ejemplo de Zolá, cuando el célebre asunto) puede concurrir sin descender de ninguna manera de su condición propia. Concedo, sin embargo, que el inteléctual haga muy bien en no aparecer en 'la plaza públicasino excepcionalmente, cuando los valores morales le parezcan hallarse peligrosamente amenazados. Pues si se Ilegara a instalar en esta posición, correría, en efecto, grave peligro de convertirse en un político. Spinoza salió un día desu celda para condenar un acto de barbarie, peroen seguida volvió a eIla y continuó redactandosu Etica. Yo le venero, tanto por una actitudcomo por la otra.
Esta actitud contra el intelectual está claramente impulsada por la pasión política. Quienesla adoptan profesan el culto, no de la justicia,sino del orden social, 'el cual a menudo postergaa aquélla. Tienen, por lo tanto, un gran interésen descalificar al intelectual que sale en apoyode aquel estorboso valor que es la justicia. Yobservemos que en efecto, cuando el espíritu dejaesas alturas para defender solamente el ordenya no se le reoracha hacer óolítíca.
Suelen tamb'ién decirnos:' "Usted, en efecto,tal vez no piensa sino en la defensa de los valores morales, y no en hacer política, pero qUleralo o no, usted viene en apoyo de un partidopolítico". Tal vez sea así. Pero hágaseme responsable de mis actos y de mis escritos, no dela explotación que de ellos se intente.
El segundo atentado contra la inte1ig-encia espropiamente contrario al primero. Consiste endeclarar que la inteligencia que no toma partidoy lo hace públicamente, por una causa justa, oque estimase tal, no es intelig-encia. Esta tesisha resonado singularmente en un reciente cong-reso literario, en que veinte oradores han declarado en términos fulminantes, que el escritorque hoy permanece ocupado en su O'abinete enpulir su obra, y que no toma un p~esto en laactual guerra, es indigno del nombre de camarada.
Considero supérfluo subrayar hasta qué puntoresulta insensato este dogma según el cual Valéry y Giraudoux no son hombres de intelig-encia,como tampoco Baudelaire, "a quien las injusticiasde su tiempo parecen, haber conmovido muypoco, ni Faraday que al parecer _declaró que lasuerte de la especie humana le tenía sin cuidado. En este caso, como en el primero, la doctrina es puramente prag-mática. Es la doctrinade ciertos hombres de acción que tratan de descalificar a aquellos que no les prest~n ayuda expresamente. Y sin duda, la pasión que explicae impulsa esta última maniobra es infinitamentemás simpática que intelectual: quiere el triunfode los regímenes cuya esencia es el respeto de los
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derechos del espíritu contra los que proclamanformalmente, aun sin el menor disimulo, que elespíritu o ha de estar a su servicio, o ha de seraniquilado. Me dicen que muchos de estos hombres que actualmente defienden la libertad depensamiento serían los primeros en odiarla situviesen poder para ello..Es muy posible, y suconducta respecto de André Gide bastaría parahacérnoslo creer así. Pero no tienen este podery, como quiera que sea, dan ahora su apoyo alas ideas democráticas que me son queridas. Detodos modos, siempre queda que es un atentadocontra el espíritu pretender que se tome partidoen las luchas temporales, así sea en el más altosentido, so pena de' no pertenecer ya a la inteligencia. El haber tomado parte en algunas deesas luchas me autoriza lo bastante para declararque puede uno no hacer política, y, sin embargo,ser un gran intelectual.
Resumiendo:l.-El intelectual que toma partido por la cau
sa de los derechos del hombre y, al mismo tiempo de la intelig-encia, no falta en nada a la leyde su condición, ya que ésta no implica en maclaalguno la neutralidad obligatoria frente a losconflictos de la humanidad. _
2.-El intelectual que no se afilia'ni a un partido ni a otro, y a quien los conflictos humanosinteresan poco, pueele, sin embargo, ser un verdadero intelectual.
3.-EI intelectual que se solidariza con quieneshace ya medio siglo vienen intentando reemplazar la discusiDn libre por cargas de caballería, ese no merece· siquiera el dictado ele intelectual.
(De Les N ou.velles Littéraires._ París).
¿PQdrá Renacer
el Romanticismo?
Por FRANCIS DE MIOMANDRE
¿p üDRA ponerse el romanticismo nuevamente de moda? Cuántos de nosotros nos sentiríamos inclinados a creerlo así, al leer los estudiosque sobre él aparecen aquí y allá, y, sobre todo,ese nutrido número especial que los "Cahiers duSud" consagran al romanticismo alemán y en elqtle han colaborado por lo menos tantos eruditosy filósofos como poetas.
j Ah!, lo que yo advierto en casi todos estosensayos, de los éuales por cierto alg-unos son maO'níficos, es singularmente la nostalgia que se de~borda de ellos. En sus autores casi todos, se siente, inconfesada, la pena de que aquellos tiempos'embriagadores hayan sido tan breves y hayar¡. venido seguidos de una tan lúgubre depresión.
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(De Les N ouvclles Littéraires. París).
ESPEREMOS aquí a que llegue la noche. j Uf!Ya estamos por fin a las puertas de Madrid.Pronto va aré a través de sus calles que conozcotanto ... " --dice el don Juan de Pushkin-. Está en un cementerio. ¿ En cuál de los éementeriosde las afueras de Madrid? Acaso en el del N orie,en el de San Martín, que ahora cae dentro delensanche e iba a convertirse en jardín público,
.pero que ha sido el más romántico: a él concurríamos por las noches hace veinte años un grupo de escritores y artistas madrileños para con-
. templar las tumbas abandonadas, algunas hasta
Teó.ricamente nada nos impide espera," e!' retorno a· algo que se parezca a ese período únicoen la historia de la literatura. Estamos todostan excesivamente cansados del realismo entodas sus formas (pues, con toda llabilidad, elrealismo sabe vestir mil disfraces) ; lo hemos visto combatir con tal fervor, so pretexto de traclición, el movimiento de! lirismo y de efervescentelibertad que siguió inmediatamente a la guerra, yle vemos hoy exhibirse con una satisfacción tanmezquina, aliándose hipócritamente en la verdadcien.tífica o histórica, en una palabra, tratando dehacerse pasar por clasicismo auténtico. " que enverdad, todos estamos hartos de ello.' ,
Cuán satisfechos estaríamos si, contra ese realismo se levantase un romanticismo a la francesa.Pues aquél -el de 1930- no está animado porun espíritu de poesía, sino solo por el individualis- ñ1q, Y nada más frágil y perecedero. Mientras queel romanticismo alemán se hunde en la's fuentesin!l1ensas del sueño y de lo inconsciente, par",perder allí sus límites propios --operación mental análoga a los anhelos del éxtasis mixto- elromanticismo francés trata de encontrar dentrode una· exaltación lírica absolutamente superficial los medios que le llevan a afirmar con másamplitud y fuerza su personalidad· propia: cosaque es exactamente lo contrario.
De. ese romanticismo, que no conduce sino a laexaltación del yo, todos tenemos ya bastante. Carece de virtud perdurable y está d~ antemano con-denado a morir. .
¿ Pero nuestro genio nacional será capaz decomprender la grandeza y la necesidad del otro, e!verdadero, el que se esfuerza por alcanzar y descubrir las profundidades del hombre? La especiede acritud con que se ha operado la reacción contra el surrealismo es una prueba de que no estamos maduros, todavía, para aquel renacimiento.
pushl~in 'B Madrid
por los mismos muertos, y para oír la música celestial de los hilos de un telégrafo que yacían enel aire.
Ahora, si don Juan, como es de suponer, viene de Sevilla, el cementerio que encuentra a laspuertas de Madrid debe estar en el Sur, puedeser uno de esos cementerios estratégicos que elevan sus cipreses centienelas en lo alto de la colina, sobre la pradera de San Isidro, frente alpaisaje de cúpulas y tejados que se levanta en lacolina de enfrente. Sí. Ahí podemos suponer alDon Juan de Pushkin o a Pushkin hecho unDon Juan: "la capa hasta los bigotes y el sombrero hasta las cejas", como dice él mismo.
-No podrán reconocerme, ¿ no te parece?le pregunta a su criado, sin duda un italiano, Leparella, al cual, como a buen criado de comedia, le parece precisamente lo contrario que a suamo.
-Pero, ¿quién podrá reconocerme?- insisteel Don Juan.
-Pues el primer alguacil que llegue- responde Leporello-, y agrega: -un gitano, unmúsico ebrio, un caballero pimpante como nosotros, que pase de capa, el antifaz en el rostroy la espada bajo el brazo.-j Eh! ¿ Qué me importa que me reconoz
can?- acaba por decirse el Don Juan de Pushki~ casi con las mismas pa1<ibras con que años·más tarde (días en la eternidad de Don Juan)ha de exclamar el de Zorrilla:
"¡ Ni qué se me importa a mí que me conozca o no!"
Pushkin estuvo, naturalmente, desterrado; poralgo se le considera como el fundador de la líteratura rusa. Su situación política no fue, sinembargo, la corriente. Como raza, no hay queolvidar que no era del todo ruso. Si su padreera un noble ruso de vieja estirpe, su madre erala nieta del "negro de Pedro el Grande", unpríncipe de Abisinia con mejor suerte que los hijos del Negus, porque Pedro, el Grande, le llevó a su corte, le puso profesores y le hizo familiar suyo. Por su espíritu, por sus ideas, Pushkin era un romántico europeo, liberal y nacíonal.
En los textos recogidos y anotados por J. E.Puterman, PoucHine, 1837-1937, que acaban depublicar en París las Editions Sociales Internationales con motivo del centenario de la muerte
. del poeta, se encuentran trozos muy curiosos decierta carta que en 1836 escribe Pushkin acusándole recibo de una de las "cartas filosóficas"en que Tchaadaev aparece como precursor delneocatolicismo socialmente avanzado que pode~
mas ver hoy en España y en Francia. La "carta filosófica" de Tchaadaev se había publicado enla revista rusa Telescopio, y Pushkin escribe privadamente al autor. Le da razón en toda sucrítica social: "Hay que confesar que nuestraexistencia social es triste cosa, que esta ausenciade opinión política, esta indiferencia por todo loque es deber, justicia y verdad, este despreciocínico por el pensamiento y la dignidad del hombre son una cosa verdaderamente desolante". Le
BARGACORPUSPor
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