El Espejo de Lida Sal

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MIGUEL ANGEL ASTURIASEL ESPEJO DE LIDA SAL1 Los ros van quedando sin resuello al decaer el invierno. Al blando resbalar de las corrientes sustituye el silencio seco, el silencio de la sed, el silencio de las sequas, el silencio de lminas de agua inmovilizada entre los islotes de arena, el silencio de los rboles que el calor y el viento tostado del verano caliente hacen sudar hojas, el silencio de los campos donde los labriegos dormitan desnudos y sin sueo. Ni moscas. Bochorno. Sol filudo y tierra como horno de quemar ladrillos. Los ganados enflaquecidos se espantan el calor con el rabo buscando la sombra de los aguacatales. Por la hierba seca y escasa, conejos sedientes, serpientes sordas en busca de agua y pjaros que apenas alzan el vuelo. Ni qu decir, por supuesto, lo que gastan los ojos en ver tanta tierra sobreplana. Por los cuatro lados de la distancia se va la vista hasta el horizonte. Slo fijndose bien se divisan pequeos grupos de rboles, campos de tierras removidas y caminos de esos que se forman de tanto pasar y pasar por el mismo punto y que van llevando por all mismo, hacia ranchos con humano contento de fuego, de mujer, de hijos, de corrales donde la vida picotea, como gallina insaciable, el contento de los das. En una de esas desesperadas horas de calor y escasez de aire, volvi a casa doa Petronila ngela, a quien unos apelaban as y otros Petrngela, esposa de don Felipe Alvizures, madre de varn y encinta de meses. Doa Petronila ngela hace como que no hace nada para que su marido no la regae por hacer cosas en el estado en que est, y con ese como no hacer nada mantiene la casa en orden, todas las cosas derechas: ropa limpia en las camas, aseo en las habitaciones, patios y corredores, ojos en la cocina, manos en la costura y en el horno, y pies por todas partes: por el gallinero, por el cuarto de moler maz o cacao, por el cuarto de guardar cosas viejas, por el corral, por la huerta, por el cuarto de aplanchar, por la despensa, por todas partes. Su seor marido la rie cuando la ve en tareas, quisiera que se estuviera sentada o tendida a la bartola, y eso es malo, porque los hijos salen holgazanes. Su seor marido, Felipe Alvizures, es un hombre espacioso por dentro, lo que lo hace lento en sus movimientos, y por fuera siempre enfundado en espaciosas ropas de dril. Pocas aritmticas, pues sabe sumar de corrido con maces, y poqusimas letras, pues no hace falta saber leer, como saben muchos que jams leen. Adems, lo de espacioso por dentro lo deca ella, porque le costaba juntar las palabras. Pareca que las iba a traer una a un punto y otra a un punto ms retirado todava. Dentro y fuera de l, el seor Felipe, tena donde moverse a sus anchas para no hacer nada a la carrera, para reflexionar cabal, cabal. Y cuando le llegue la hora, Dios guarde, deca Petrngela, si la muerte no lo acorrala, no se lo va a poder llevar. Por toda la casa se reparte la fuerza del sol. Un sol con hambre que sabe que es la hora del almuerzo. Pero bajo los techos de teja de barro se siente ms bien fresco. Contra su costumbre, Felipito, el hijo mayor, lleg antes que su padre, salt a caballo sobre la puerta de trancas, slo dos trancas tena pasadas, las ms altas y peligrosas, y entre el espanto de las gallinas, los ladridos de los perros y el revolotear de las palomas de castilla, despus de una ida y venida a velocidad de relmpago, sent el caballo entre las chispas arrancadas del choque de las herraduras en las piedras del patio, y solt una risotada. Qu sin gracia, Felipito... ya saba que eras vos! A su madre no le gustaban esas vistosidades. El caballo con los ojos brillantes y la boca espumosa, y Felipito ya en tierra abrazando y contentando a su seora madre.

Al poco rato lleg su padre montado en un macho negro, al que llamaban "Samaritano", por manso. Bajse de la cabalgadura, pacienzudamente, a botar las trancas de la puerta que Felipito haba saltado, las coloc de nuevo y entr sin ruido, apenas el tastaceo de los cascos del "Samaritano" al cruzar el empedrado de frente el apeadero. Almorzaron callada la boca, vindose como si no se vieran. El seor Felipe vea a su mujer, sta a su hijo, y el hijo a sus padres que devoraban tortillas, rasgaban la carne de una pierna de pollo con los dientes filudos, tomaban agua a grandes tragos para que les pasara de la garganta la masa de una sabrosa yuca colorada. Dios se lo pague, seor padre... El almuerzo termin, como siempre, sin muchas palabras, entre el silencio de todos y las consultas de Petrngela a la cara y el movimiento de las manos de su esposo, para saber cundo ste haba concluido el plato y pedir a la sirvienta lo que segua. Felipito, despus de agradecer a su padre, acercse a su madre con los brazos cruzados sobre el pecho, baja la cabeza, y repiti: Dios se lo pague, seora madre... Y todo concluy con don Felipe en la hamaca, su mujer en una silla de balancn y Felipito en un banco, en el que segua montado a caballo. Cada quien en sus pensamientos. El seor Felipe fumaba. Felipito no se animaba a fumar en la cara de su padre y se le iban los ojos tras el humo, y Petrngela, se hamaqueaba, dndose movimiento con uno de sus pequeos pies. 2 Lida Sal, una mulata ms torneada que un trompo, segua con la oreja, no en lo que haca, sino en la chchara del ciego Benito Jojn y un tal Faluterio, encargado de la fiesta de la Virgen del Carmen. El ciego y Faluterio haban terminado de comer y estaban para irse. Esto ayudaba a que Lida Sal escuchara lo que hablaban. Los lavaderos de platos y trastos sucios estaban casi a la par de la puerta que la comedera tena sobre la calle. Los "Perfectantes" deca el ciego, ensayando gestos igual que si se arrancara de las arrugas de la cara, molestias de telaraa son los mgicos, y cmo va a ser eso que usted me dice, cmo no se van a encontrar candidatas mxime ahora que los hombres andan tan ariscos. S, amigo Faluterio, hay poca boda y mucho bautizo, lo que no est bueno. Mucho soltern con cra, mucho soltern con cra... Qu es lo que usted quiere?, y le formulo la pregunta as a boca de jarro para que me diga su cabalidad en este asunto, y pueda yo conversarlo despus con los otros miembros de la cofrada de la Santsima Virgen. Ya la fiesta est encima, y si no hay mujeres que se hagan cargo de los vestidos de los "Perfectantes", pues se har como el ao pasado, sin mgicos... Hablar nada cuesta, Faluterio, hacer es ms trabajoso. Si a m me dan la caridad de ocuparme de los trajes de los "Perfectantes", tal vez encuentre candidatas, hay mucha mujer casadera, Faluterio, mucha mujer en edad de su merecimiento. Es difcil, Benito, es difcil. Creencias de antes. Hoy con lo que la gente sabe, quin va a creer en semejante cochinada. De mi parte y de parte de todos los del comit de la fiesta patronal, creo que no habr inconveniente en dar a usted, que es necesitado y no puede trabajar por ser ciego, los atavos de los "Perfectantes". S, s, yo dar pasos para repartirlos, y as no se acaban las cosas de antes. Me voy, lo dejo, y tenga por hecho lo ofrecido. Le tomo la palabra, Faluterio, le tomo la palabra, y voy a buscar por donde Dios me ayude. La mano fra y jabonosa de Lida Sal abandon el plato que estaba lavando, se pos en el brazo del ciego, en la manga de su saco que de tanto remiendo era un solo remiendo. Benito Jojn cedi al ademn afectuoso, detuvo el paso, pues l tambin iba hacia su casa que era la plaza toda, y pregunt quin le retena. Soy yo, Lida Sal, la muchacha que friega los platos aqu en la comidera. S, hija, y qu se te ofrece... Que me d un consejo nuevo... Ja! Ja!, entonces vos sos de las

que creen que hay consejos viejos... Y mismito por eso, yo lo quiero nuevo. Un consejo que invente slo para m, que no se lo haya dado a ninguna otra, que ni siquiera lo haya pensado. Nuevo, qu se entiende, nuevo... Veamos, veamos, si puedo... Se trata, ya sabe usted... No, no s nada... Que estoy, cmo le dijera?, que estoy algo prendada de un hombre y ste ni siquiera me vuelve a ver... Es soltero? S, soltero, guapo, rico... suspir Lida Sal, pero qu se va a fijar en m, friega trastes, si l es una gran cosa... No te des ms trabajo. S lo que quers, pero como me has dicho que eres fregona, me cuesta pensar en que te alcance para dar la limosna de uno de los trajes de los "Perfectantes". Son muy caros... Por all no se aflija. Tengo alguito, si no es mucho lo que cuesta la limosna. Lo que yo quiero saber es si usted se compromete a darme uno de esos vestidos mgicos y va donde el ingrato se a que se lo ponga el da de la patrona. Que se vista de "Perfectante" con el traje que yo le mande, eso es lo principal. Lo dems corre por cuenta de la magia. Pero, hija, si adems de no ver, no s dnde encontrar al caballero se que te has prometido, del que te has prendado, pues estoy doblemente ciego. Lida Sal se inclin hasta una de las grandes orejas rugosas y peludas y mugrientas del ciego, y le dijo: Donde los Alvizures... Ah... ah... Felipito Alvizures... Veo claro, veo claro... quieres hacer un buen casamiento... No, por Dios! Acurdese que es ciego y no puede ver claro, si lo que ve en mi amor es el inters! Entonces, si no es por inters, es porque te lo pide el cuerpo... No sea animaln. Me lo pide el alma, porque si me lo pidiera el cuerpo me sudara al verlo, y no sudo cuando lo veo, por el contrario, me quedo como si no fuera yo, y suspiro. Eso est bueno. Cuntos aos tens? Diez y nueve voy a cumplir, pero yo digo que tal vez van a ser veinte. pale, quite la mano de all... ciego y todo tanteando cmo es el bulto! Cerciorarme, hijita, cerciorarme de cmo andas de carnes... Va a ir donde los Alvizures?... eso es lo que me interesa! Hoy mismo... Y qu es esto que me has clavado en el dedo? Es un anillo? Es un anillo de oro, vale lo que pesa... Qu bueno... qu bueno... Y se lo doy a cuenta de lo que haya que pagar por la limosna del traje de "Perfectante". Sos prctica, nia, pero no puedo ir adonde los Alvizures, sin saber siquiera cmo te llamas... Lida Sal... Lindo nombre, pero no es cristiano. Me voy a donde me manda tu corazn. Ensayaremos la magia. Como a estas horas estn las carretas del seor Felipe cargando o descargando lea en el mercado, me sentar en una de ellas, ya lo he hecho otras veces, y all me tendrn de visita en busca de Felipito. 3 El ciego le quiso besar la mano a doa Petronila ngela, pero sta la escabull a tiempo y en el aire qued el chasquido. No le gustaban los besuqueos y por eso le caan mal los perros. La boca se hizo para comer, para hablar, para rezar, Jojn, y no para andarse comindose a la gente. Vena en busca de los hombres? Por all estn en las hamacas. Dme la mano, lo llevo para que no se vaya a caer. Y qu le dio por dejarse venir tan de repente? Por fortuna usted sabe que las carretas estn a su entera disposicin y que sta es su casa. S, Dios se lo pague, mi seora, y si ech el viaje sin avisarles antes, es porque el tiempo se nos est entrando y hay que ganarle la delantera para preparar bien la fiesta

de la Santsima Virgen. Tiene razn, ya casi estamos en vsperas del gran da, y tan pronto verdad? si parece que no hubiera pasado un ao. Y ahora se hacen preparativos muy mejores que los del ao pasado. Viera usted... El seor Felipe en una hamaca y Felipito en otra, se mecan mientras iba cayendo el sol. El seor Felipe fumaba tabaco con olor a higo y Felipito, por respeto, se conformaba con ver formarse y deshacerse las nubes del humo perfumado en el aire tibio. La Petrngela se lleg hasta ellos conduciendo a Jojn de la mano y, ya cerca de las hamacas, les anunci que tenan visita. No es visita corrigi el ciego, es molesta... Los amigos nunca molestan adelantse a decir el seor Felipe al tiempo de sacar una de sus cortas piernas de la hamaca, para sentarse. Se lo trajeron los carreteros, Jojn? pregunt Felipito. As es nio, as es. Pero si tuve cmo venirme, no se cmo me voy a ir de aqu. Yo le ensillo un caballo y me lo llevo contest Felipito. Por eso no tenga cuidado... Y si no, se queda con nosotros... Ay, mi seora, si fuera cosa, me quedaba, pero tengo boca, y ya sabe que prendas con boca, molestan siempre! El seor Felipe, mientras tanto, estrech la mano del ciego, tan llena de oscuridades, y le condujo a una silla que haba trado Felipito. Le voy a poner un cigarro en la boca dijo el seor Felipe. No me pida permiso, seor, para dar gustos no se pide permiso... Y ya fumando a pulmn batiente, sigui Jojn: Les deca que no era visita la ma, sino molesta. Y as es, pura molesta. Vengo con la embajada de ver si Felipito quiere ser este ao el jefe de los "Perfectantes". sa es cosa de l dijo el seor Felipe Alvizures, haciendo seas a Petrngela que se acercara y al acercarse aqulla, la tom de la cintura inabarcable con slo un brazo, para quedar juntos, atentos al hablar del ciego. Algo tramado est eso... reaccion Felipito, soltando un chisquete de saliva que brill en el piso. Cada vez que se pona nervioso escupa as. No es pualada de pcaro adujo Jojn, pues hay tiempo para pensarlo bien y resolver despacio, siempre que sea pronto, pues ya la festividad se viene, y afjese, nio, que hay que probarle el vestido, para que le quede bien y coserle en las mangas los galones de Prncipe de los "Perfectantes". No creo que haya mucho que pensarlo decidi la ejecutiva Petrngela, Felipito est ofrecido a la Virgen del Carmen, y qu mejor oportunidad para rendirle culto, que participar en su fiesta principal. Eso si... articul Felipe hijo. Entonces terci el padre buscando palabras, no hay mucho que pensarlo ni ms que hablar y siempre sin encontrar cmo decir las cosas: Vido que no hizo el viaje de balde seor Benito! Y si ahora, como decas, lo vas a llevar montado, en el pueblo te podes aprobar el vestido que te quede mejor, por si hay que hacerle algunos acomodos. Por lo pronto los galones de Prncipe dijo Jojn. El vestido hasta despus se lo voy a traer para que se lo pruebe, porque no me lo han dado. Sea... acept Felipito, y para no perder tiempo voy a ver si hallo un macho manso, antes de que se nos entre la noche. Espere, Don preciso! le detuvo la madre, vamos a que Jojn tome un su buen chocolate... S, s, madre, ya s, pero mientras l toma el chocolate, yo busco el macho y lo ensillo. Se hace tarde... y ya fue saliendo hacia los corrales, se hace tarde y oscurece, aunque a un ciego lo mismo le da andar de da que de noche... se dijo Felipito para l solo. 4 La comedera estaba apagada y silenciosa. Poca gente de noche. Todo el movimiento era a medioda. As que hubo espacio y anchura para que el ciego, muy del brazo de Felipito Alvizures, entrara a sentarse en una de las mesas, y para que dos ojos fijaran en

ste sus pupilas negras, llenas de una luz de esperanza. Se sirven de algo acercse a preguntar Lida Sal, frotando la mesa de madera vieja, gastada por los aos y las intemperies, con una servilleta. Un par de cervezas contest Felipito, y si hay panes con carne, nos da dos. La mulata perda por momentos la seguridad del piso, lo nico seguro que tena bajo los pies. Estaba en un sofoco que disimulaba mal. Cada vez que poda frotaba sus brazos desnudos y sus senos firmes, temblantes bajo la camisita, en los hombros de Felipe. Pretextos para acercrsele no faltaban: los vasos, la espuma derramada del vaso del ciego, los platos con los panes con carne. Y usted pregunt Alvizures al ciego dnde pernocta, porque ya lo voy a ir dejando. Por aqu. Aqu mismo en la comedira me dan posada a veces verdad Lida Sal? S, s... fue todo lo que sta pudo decir, y ms le cost formar con sus labios la cifra del valor de las cervezas y los panes. En la mano hecha hueco, hueco en el que senta el corazn, apret las moneditas calentitas que le pag Alvizures, calentitas de estar en su bolsa, en contacto de su persona, y sin poder resistir ms, se las llev a los labios y las bes. Luego de besarlas se las frot en la cara y las dej caer entre sus senos. Por la oscuridad sin ojos, esa oscuridad de las noches que empiezan y acaban negras, color de pizarra, trotaba el caballo de Felipito Alvizures que se alejaba seguido del andar sonzon del macho en que haba venido montado el ciego. Y qu difcil romper a hablar en medio de tantas cosas tan calladas. Sosiego, don ciego le sali el juego de palabras, tan de fiesta tena el alma, no es cosa de andar palpando... La mano te quiere apretar, malpensada, para que me sints el anillo que desde hoy me diste, en el dedo, ya como cosa ma, pues trabajo me ha costado ganrmelo, trabajo y maa. Maana tendrs aqu el vestido de "Perfectante" que lucir Felipito en la fiesta. Y qu debo hacer... Hija, dormir con el vestido bastantes noches, para que lo dejes impregnado de tu magia, cuando uno duerme se vuelve mgico, y que as al ponrselo l para la fiesta, sienta el encantamiento, y te busque, y ya no pueda vivir sin verte. Lida Sal se quiso agarrar del aire. Se le fue la cabeza. Apret la mano en el respaldo de una silla, con la otra mano se apoy en la mesa, y un sollozo cerrado le lleg a los labios. Lloras? No! No! ... S! S! Lloras o no lloras? S, de felicidad... Pero tan feliz sos?... Sosiego, don ciego, sosiego! La teta caliente de la mulata se le fue de la mano al viejo, mientras aqulla senta que las monedas con que le pag Felipito Alvizuresescurransele de los senos hacia el vientre, igual que si su corazn estuviera ya soltando pedazos de metal caliente, emitiendo dinero para acabar de cubrir a Jojn la limosna del traje mgico. 5 No haba disfraz ms vistoso que el del "Perfectante". Calzn de Guardia Suizo, peto de arcngel, chaquetilla torera. Botas, galones, flecos dorados, abotonaduras y cordones de oro, colores firmes y tornasolados, lentejuelas, abalorios, pedazos de cristal con destellos de piedras preciosas. Los "Perfectantes" brillaban como soles entre las comparsas que acompaaban a la Virgen del Carmen, durante la procesin que recorra todas las calles del pueblo, las principales y las humildes, pues nadie era menos para que no pasara por su casa la Gran Seora. El seor Felipe movi la cabeza de un lado a otro. Pensndolo bien, no muy le gustaba que su hijo vistiera aquella rimbombancia, pero, como ponerse en contra habra sido herir los sentimientos religiosos de la Petrngela, ms despiertos ahora que estaba encinta, disimul su desagrado con una broma que su consorte encontr de mal gusto. Tan prendado estaba yo de tu seora madre cuando nos casamos, Felipito, que la gente contaba que ella haba dormido siete noches seguidas con el traje con que yo sal de "Perfectante", har unos veintisiete, treinta aos tal vez...

Nunca sali de "Perfectante" tu padre, hijo, no le creas!... lo contradijo ella, temerosa y apesarada. Pues entonces debaldito dormiste con el traje... ri Alvizures, hombre de pocas risas, y no porque no le gustara rerse, era sabroso rerse, sino porque desde que se cas deca: la risa se queda en la puerta de la iglesia donde uno se casa, donde empieza el viacrucis... Eso de que yo te magi para que te casaras conmigo, es pura invencin tuya... Si saliste de "Perfectante", quin sabe por quien otra... Otra?... Ni veinte leguas a la redonda... y ri, ri de muy buena gana, invitando a rerse a Felipito: Rete, hijo, rete, an sos soltero! El rer y la risa son privilegios de la soltera. Cuando te cases, cuando alguna duerma con el vestido de "Perfectante" que te toque lucir en la fiesta, adis risa para siempre. Los casados no nos remos, hacemos como que nos remos, lo que no es lo mismo... la risa es atributo de la soltera... de la soltera joven eh? porque los solterones viejos tampoco se ren, ensean los dientes... Tu padre todo lo enreda, hijo... reaccion la Petrngela. La risa es de los jvenes, casados o solteros, y no de los viejos, y a l le entr el viejo, qu culpa tenemos, le entr el viejo... La Petrngela no concilio el sueo esa noche. Asomaban a su conciencia aquellas noches en que en verdad durmi con el traje de "Perfectante", que el seor Felipe Alvizures visti en la fiesta har treinta aos. Tuvo que contradecirlo ante su hijo, porque hay secretos que no se revelan ni a los hijos. No secretos, intimidades, pequeas intimidades. No amaneca. Sinti fro. Trajo los pies al amor de la cobija. Apret los prpados. Imposible volver a dormirse. El sueo andaba ausente de sus ojos, tema que a esa hora, en vspera de la fiesta de Nuestra Seora del Carmen, alguna estuviera durmiendo con el traje de "Perfectante" que lucira Felipito, para impregnarlo de su sudor mgico y que por este arte lo sedujera. Ay, Seora del Cielo, Virgen Santsima!... mascullaba, perdona mis temores, mis supersticiones, s que son estpidos... que son slo creencias, creencias sin fundamento... pero es mi hijo... mi hijo! Lo efectivo sera evitar que saliera de "Perfectante". Pero cmo evitarlo, si haba aceptado e iba a figurar como Prncipe de los "Perfectantes". Sera desorganizarlo todo y luego que ella, ante su esposo, fue la que dispuso que Felipito aceptara. No amaneca. No cantaban los gallos. La boca seca. El pelo entelaraado en su cara de tanto buscar el sueo en la almohada. Qu mujer, Dios mo, qu mujer estar durmiendo con el traje de "Perfectante" que llevar mi Felipito? 6 Lida Sal, ms pmulos que ojos de da, pero de noche ms ojos que pmulos, arrastraba las pupilas de un lado a otro de la pieza en que dorma y al asegurarse que estaba sola, que slo la gran oscuridad era su compaera, la puerta bien atrancada, la puerta y un ventanuco que daba a la ms ciega despensa, quedbase framente desnuda, paseaba sus manos de piel escamosa por la fregadera de los trastes, a lo largo de su cuerpo fino, y seca la garganta por la congoja, y hmedos los ojos, y temblorosos los muslos, se enfundaba el traje de "Perfectante", antes de echarse a dormir. Pero ms que dormir, era privazn la Que le iba paralizando el cuerpo, privazn y cansancio que no impedan que en voz baja, medio dormida, le conversara al trapo, le confiara a cada uno de los hilos de colores, a las lentejuelas, a los abalorios, a los oros, sus sentimientos amorosos. Pero una noche no se lo puso. Lo dej bajo su almohada hecho un molote, triste porque no tena un espejo de cuerpo entero para vrselo enfundado, no porque le importara saber cmo le quedaba, si corto, si largo, si folludo, si estrecho, sino porque era parte de la premagia, vestrselo y vrselo puesto delante de un gran espejo. Poco a poco lo fue sacando de bajo la almohada, mangas, piernas, espalda, pecho, para acariciarlo con sus mejillas, posarle encima la frente con sus pensamientos, besarlo con menudos

chasquidos... Muy de maana vino Jojn por su desayuno. Desde que andaba en connivencias con ella, coma a su apetito, siempre a espaldas de la patrona, que en esos das poco estaba en la comedira, pues andaba haciendo los preparativos para poder dar cumplimiento con la clientela y los forasteros, durante los das de la fiesta. La desgracia de ser pobre se quej la mulata, no tengo espejo grande para verme... Y eso s que es urgente le contest el ciego, porque por all te puede fallar la magia... Y qu hacer, slo que me fuera a meter como ladrona, a una casa rica, a media noche, vestida de "Perfectante". Estoy desesperada. Desde anoche estoy que no s qu hacer. Aconsjeme... Es lo que no s... La magia tiene sus consistencias. .. No entiendo lo que me quiere decir... S, porque la magia consiste en esto o consiste en aquello, pero siempre consiste en algo, y .en este caso, consiste en vestir de "Perfectante" y verse en un espejo de cuerpo entero. Y usted siendo ciego, cmo sabe de espejos... No soy ciego de nacimiento, hijita. Perd la vista ya de grande, culpa de un mal purulento que me carcomi los prpados, primero, y luego se me fue adentro. S, en las casas grandes, hay grandes espejos... all donde los Alvizures... Diz que hay uno muy hermoso donde los Alvizures y hasta se cuenta... No, no es picarda... Bueno, pero tal vez con eso te puedo dar una esperanza. Por eso te lo referir, no por chismoso. Hago la salvedad para cuando seas su nuera. Se cuenta que como la madre de Felipito, doa Petrngela, no tuvo espejo donde verse cuando hechiz a su marido, el da que se cas llevaba el traje de "Perfectante" bajo el vestido de novia, y al decirle don Felipe que se desvistiera, se quit el traje blanco y en lugar de aparecer desnuda, result de "Perfectante", slo para cumplir el rito, para cumplir con la magia... Y as se desnudan los casados? S, hija... Entonces usted fue casado? S, y como an no me haba carcomido los ojos, el mal, pude ver a mi mujer... Vestida de "Perfectante"... No, hija, en cuero de Eva... Lida Sal retiraba el tazn en que acababa de tomar caf con leche el ciego y sacuda las migas de pan sobre la mesa. No fuera a venir la patrona. No s dnde, pero tens que buscar un espejo para verte de cuerpo entero vestida de "Perfectante"... fueron sus ltimas palabras. Esa vez se le olvid advertirla que el plazo para devolver el vestido se iba acercando, que ya la fiesta estaba encima, y que haba que llevar el traje a donde los Alvizures. 7 Estrellas casi nufragas en la claridad de la luna, rboles de color verdoso oscuro, corrales olorosos a leche y a sereno, montones de heno hacinado en el campo, ms amarillo a la luz del plenilunio. La tarde se haba quedado mucho. Se haba ido afilando hasta no ser sino un reflejo cortante justo donde el cielo ya era estrellado. Y en ese filo cortante, azulenco, rojizo, rosa, verde, violeta de la tarde, tena Lida Sal los ojos fijos, pensando en que se llegaba el plazo de devolver el vestido. Maana ltimo da que te lo dejo le advirti Jojn, pues si no se los llevo a tiempo, lo echamos a perder todo... S, s, no tenga cuidado, maana se lo entrego, hoy me veo en el espejo... En el espejo de tus sueos ser, hijita, porque no veo dnde... El filo luminoso de la tarde le qued a Lida Sal en las pupilas, como la rendija de un imposible, como una rendija por donde poda asomarse al cielo. Sabandija maldita!... vino a tirarla del pelo la duea de la comedera. No te da vergenza, con todo el trastero sin lavar! Hace das que andas pululando como loca

y no te anda la mano. La mulata se dej tirar la grea y pellizcar los brazos sin contestar. Un momento despus, como por ensalmo, amain el regao. Pero era peor. Porque al palabrero insultante siguieron jaculatorias y adoctrinamientos. Ya viene la fiesta y la seorita ni siquiera me ha pedido para hacerse una mudada nueva. De lo que te tengo debas comprar un vestido, unos zapatos, unas medias. No es cuento de presentarte en la iglesia y en la procesin como una pobre chaparrastrosa. Da vergenza, qu van a decir de m que soy tu patrona, lo menos que te tengo con hambre o que me quedo con tus mesadas. Pues, si le parece, maana me da y salgo a comprar algo. Pues, claro, nia, agrado quiere agrado. Vos me agradas con el oficio, y yo te agrado comprndote lo que te hace falta. Y ms que sos joven y no sos fea. Quin te dice que entre los que vienen a vender ganado a la fiesta, no te sale un buen partido. Lida Sal, la oa como no orla. Fregaba sus trastos, pensando, rumiando lo que haba imaginado frente a la ltima rendija de la tarde. Lo ms duro era fregar los sartenes y las ollas. Qu infelicidad. Tena que rasparlas a mueca con piedra pmez hasta quitarles la mantecosidad del fondo y luego, por fuera, batallar con el holln tambin grasiento. El esplendor de la luna no permita pensar que era de noche. Slo pareca que el da se haba enfriado, pero que segua igual. No queda lejos se dijo dando forma verbal a su pensamiento y es un aguaje bien grande, casi una laguneta. No se qued mucho en su cuarto. Haba que estar de regreso al amanecer y entregar el traje de "Perfectante" al ciego, para que lo llevara a casa de los Alvizures... ah, pero antes tena que vrselo ella en un gran espejo, la magia tiene sus consistencias. .. Al principio, el campo abierto la sobrecogi. Pero luego fue familiarizando los ojos con las arboledas, las piedras, las sombras. Vea tan claro por donde iba, que le pareca andar a la luz de un da sumergido. Nadie la encontr con aquel vestido raro, si no hubiera echado a correr, como ante una visin diablica. Tuvo miedo, miedo de ser una visin de fuego, una antorcha de lentejuelas en llamas, un reguero de abalorio, de chispas de agua que integraran una sola piedra preciosa con forma humana, al llegar y asomarse al lago vestida con el traje que lucira Felipito Alvizures en la fiesta. Desde las pestaas de un barranco oloroso a derrumbes, entre races desenterradas y piedras removidas, contempl el ancho espejo verde, azul y hondo, entre cendales de nubes bajas, rayos lunares y sueos de oscuridad. Se crey otra. Era ella? Era Lida Sal? Era la mulata que fregaba los trastes en la comedera, la que bajaba por aquel camino, en aquella noche, bajo aquella luna, con aquel vestido de fuego y de roco? De lado y lado iban rozndole los hombros las pestaas de los pinos, flores sonmbulas de perfume dormido le mojaban el cabello y la cara con besos de pocitos de agua. Paso! Paso!... deca al avanzar por entre bosques de rboles de jengibre, fragantes, enloquecedores. Abran paso! Abran paso!... repeta al dejar atrs rocas y piedras gigantescas rodadas desde el cielo, si eran areolitos, o desde la boca de un volcn en no remoto cataclismo, si eran de la tierra. Paso! Paso!... a las cascadas... Campo y anchura para que pase la hermosura! a los regatos y arroyos que tambin iban como ella a verse al gran espejo. Ah! Ah!, a ustedes se los traga les deca y a m no me va a tragar, slo me va a ver, me va a ver vestida de "Perfectante", para que se cumplan cabales las consistencias de la magia. No haba viento. Luna y agua. Lida Sal se arrim a un rbol que dorma llorando, mas al punto se alej horrorizada, tal vez era de mal agero asomarse al espejo junto a un rbol que lloraba dormido. De un lado a otro de la playa fue buscando sitio para verse de cuerpo entero. No lograba su imagen completa. De cuerpo entero. Slo que subiera a una de las altas piedras de la otra orilla. Si me viera el ciego..., pero qu tontera, cmo poda verla un ciego... S, haba dicho

una tontera y la que tena que mirarse era ella, mirarse de pies a cabeza. Ya estaba, ya estaba sobre una roca de basalto contemplndose en el agua. Qu mejor espejo? Desliz un pie hacia el extremo para recrearse en el vestido que llevaba, lentejuelas, abalorios, piedras luminosas, galones, flecos y cordones de oro y luego el otro pie para verse mejor y ya no se detuvo, dio su cuerpo contra su imagen, choque del que no qued ni su imagen ni su cuerpo. Pero volvi a la superficie. Trataba de salvarse... las manos... las burbujas... el ahogo... haba vuelto a ser la mulata que peleaba por lo inalcanzable... la orilla... ahora era la orilla lo inalcanzable... Dos inmensas congojas... Lo ltimo que cerr fueren las inmensas congojas de sus ojos que divisaban cada vez ms lejos la orilla del pequeo lago llamado desde entonces el "Espejo de Lida Sal". Cuando llueve con luna flota su cadver. Lo han visto las rocas. Lo han visto los sauces que lloran hojas y reflejos. Los venados, los conejos lo han visto. Se telegrafan la noticia, con la palpitacin de sus corazoncitos de tierra, los topos, antes de volver a sus oscuridades. Redes de lluvia de plata parpadeante sacan su imagen del espejo desazogado y lapasean vestida de "Perfectante" por la superficie del agua que la suea luminosa y ausente .

Miguel ngel AsturiasWikipedia

Nombre completo Nacimiento

Miguel ngel Asturias Rosales 19 de octubre de 1899 Ciudad de Guatemala, Guatemala 9 de junio de 1974 74 aos Madrid, Espaa Escritor, diplomtico, poeta, novelista Guatemalteco Realismo El Seor Presidente (1946) Hombres de Maz (1949) Clementina Amado Rodrigo Asturias Amado, Miguel ngel Asturias Amado 0100090000036b0300000 000e90200000000040000 0003010800050000000b0 200000000050000000c02

Defuncin

Ocupacin Nacionalidad Gnero Obras notables Cnyuge Descendencia

Premios

15001500030000001e000 400000007010400080000 0026060f000600544e505 006014d000000410b8600 ee0014001400000000001 400140000000000280000 001400000014000000010 001000000000000000000 000000000000000000000 0000000000000000000ffff ff00017000000ffe00001fff 00003fffc0003fffc0007fffe 0007fffe000ffffe0007ffff00 0fffff000fffff000fffff0007ffff 000ffffe0007fffc0003fffe00 01fffc0000fff800007fc000 002f80000e9020000410b c60088001400140000000 000140014000000000028 000000140000001400000 001000800000000000000 000000000000000000000 000000000000000000000 00ffffff00154d58000c768c 000572880000718800007 3890000758b002f96aa00 35d9f8001488ab000ea1e 10009aeee0007b1ee0004 ace3000291b90000a1c20 04dd2ea0043e1ff0023a1c 00012a6e90010b7ff000ab 9ff0007bdff0006c0ff0004c 4ff0003a9d80000b2d6000 0c4e900006e83005fe0f80 051e3ff0034bad6001596d 20013b3ff000fb6ff0004c3f f0003c7ff000196b90000d 7ff0000d2f900007388006 8d6ea005fe6ff004fe3ff002

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00000000Nobel de Literatura (1967

Biografa Novelista y poeta del realismo mgico, influido en sus orgenes por el realismo, muy pronto, sin renunciar a esa impronta, se adentra en su campo predilecto: la mitologa aborigen, la propia tierra (lo telrico, en trmino muy actual), en el sentido de compromiso con los sinsabores de los campesinos sometidos al yugo colonialista, lo que se ve ya en los ttulos de sus obras. Junto a ello, y una faceta no menos importante, la calidad y sonoridades de su prosa apenas admiten comparacin en la literatura castellana del siglo XX. Se gradu de abogado y notario en la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde particip en la lucha contra la dictadura del presidente Manuel Estrada Cabrera, hasta que ste fue derrocado. Fund y dirigi la Universidad Popular en 1923. Publica Leyendas de Guatemala (1930) en torno a mitos y leyendas nativos y mestizos. En su clebre novela El seor Presidente (1946) retrata como tambin lo hicieron Valle Incln en El Tirano Banderas y Garca Mrquez en El otoo del patriarca, Roa Bastos en Yo el supremo, a los que recientemente se sum Vargas Llosa con La fiesta del chivo a un tpico dictador latinoamericano, para lo que se sirvi de procedimientos grotescos y burlescos; para describir con total contundencia la brutalidad y la opresin social ejercidas en su pas por los gobiernos dictatoriales. Para el compositor Jos Castaeda escribe los libretos de las peras Emulo Lipolidn e Imgenes de Nacimiento. Hombres de maz (1949) es reconocida por muchos como su obra maestra. Novela tpica del realismo mgico, se aprecian en la misma igualmente las voces y los rostros del oprobio y la injusticia, pero en trminos de cruda explotacin colonialista. Para ello, lo ms resaltable es que el autor logra, de forma casi sobrenatural, acoplar el lenguaje y el ritmo de su prosa a los personajes que retrata, a sus fantsticas creencias, sus atvicas maneras y costumbres.

La que ms lunares tena era la nana de Martn Ilm, el recin parido hijo del cacique Gaspar Ilm. La que ms lunares y ms piojos tena. La Piojosa

Grande, la nana de Martn Ilm. En su regazo de tortera caliente, en sus trapos finos de tan viejos, dorma su hijo como una cosa de barro nuevecita y bajo el coxpi, cofia de tejido ralo que le cubra la cabeza y la cara para que no le hicieran mal de ojo, se oa su alentar con ruido de agua que cae en tierra porosa. Mujeres con nios y hombres con mujeres. Claridad y calor de fogarones. Las mujeres lejos en la claridad y cerca en la sombra. Los hombres cerca en la claridad y lejos en la sombra. Todos en el alboroto de las llamas, en el fuego de los guerreros, fuego de la guerra que har llorar las espinas. As decan los indios ms viejos, con el movimiento senil de sus cabezas bajo las avispas. O bien decan, sin perder su comps de viejos: Antes que la primera cuerda de maguey fuera trenzada se trenzaron el pelo las mujeres. de Hombres de maz En esta misma lnea se encuentran dos de sus principales obras: "Mulata de tal" y "Tres de cuatro soles", en las cuales el autor incorpora a su novelstica sus conocimientos antropolgicos sobre mitologamaya, poniendo en relacin de manera magistral, al apelar a una forma de narrar fuertemente influida por el surrealismo, las cosmovisiones aparentemente excluyentes de la Guatemala pre y post colonial. En estas obras los antiguos dioses mayas recuperan inesperadamente su lugar en el mundo contemporneo, como en "Tres de cuatro soles", o son brutalmente reemplazados por nuevas deidades tradas e impuestas por las distintas potencias imperiales. En este proceso las metamorfosis y los cambios abundan, como podemos observar en "Mulata de tal", libro de gran estilo, complejo y maravilloso. Este mundo sincrtico diverso y culturalmente rico, sobrevive fundamentalmente en el lenguaje de los pobres y los explotados, lenguaje que Asturias maneja, como se ha dicho, con singular habilidad, que le permite mostrarnos un mundo en una frase y ensayar una potica de los excluidos y de los oprimidos. El autor se resiste a aceptar el genocidio cultural y humano que la realidad colonial parece imponerle a su pueblo, y reafirma la vitalidad de este ltimo, encarando una empresa literaria que pone como principales protagonistas a aquellas vctimas sometidas al yugo de la dominacin imperialista que, no obstante su situacin, resisten a la opresin, manteniendo y reproduciendo en las condiciones ms adversas una identidad propia. Insisti en parecidos temas en sus siguientes obras, como en la polmica

triloga novelstica conocida como "La triloga de la repblica de la banana" que es conformada por: Viento fuerte (1950), El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960). El teatro de Miguel ngel Asturias es menos conocido, si bien abunda en el inconformismo y la crtica social: Chantaje y Dique seco, ambas de 1964.

Obras

Leyendas de Guatemala (narrativa, ed. Alianza, Madrid), 1930; El seor Presidente (novela, ed. Alianza, Madrid), 1946; Hombres de maz (novela, ed. Alianza, Madrid), 1949; Viento fuerte (novela, ed. Alianza, Madrid), 1950; El Papa verde (novela, ed. Alianza, Madrid), 1954; Week-end en Guatemala (relato, ed. Alianza, Madrid), 1956; Los ojos de los enterrados (novela, ed. Alianza, Madrid), 1960; El alhajadito, 1961; Mulata de tal (ed. Galaxia Gutenberg), 1963; Cuentos y leyendas (ed. Galaxia Gutemberg), 1965; Clarivigilia primaveral (poesa, Editorial Losada, S.A., Buenos Aires), 1965; El espejo de Lida Sal (cuento, ed. Siglo XXI), 1967; Maladrn (Epopeya de los Andes verdes), (ed. Alianza, Madrid), 1969; Viernes de Dolores (ed. Alianza, Madrid), 1972; Amrica, fbula de fbulas (ensayo), 1972. Torotumbo (novela) 1962. La Audiencia de los Confines (teatro, Buenos Aires) 1957. El hombre que lo tena todo todotodo (novela, ed. Bruguera) 1981. Cien de Alondra (poesa) 1948. Anoche, 10 de marzo de 1543 (poesa) 1943. Comiendo en Hungra (relato de viajes. Co-escrito con Pablo Neruda) 1969. Tres de cuatro soles (novela) 1943. El rbol bajo la cruz (novela, ed. Fondo de Cultura Econmica, Madrid), 1993;

Emulo Lipolidn, libreto para una pera con msica de Jos Castaeda

Imgenes de Nacimiento,