El Deseo Insistente Del Analizante

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 El deseo insistente del analizante Por Matías Buttini "Yet to understand the effect of it on me you ought to know how I got out there, what I saw, how I went up the river to the place where I first met the poor chap. It was the farthest point of navigation and the culminating point of my experiencie." Joseph Conrad, Heart of darkness. "...este porvenir que el soñador toma como presente está formado por el deseo indestructible." Sigmund Freud, Die Tramdeutung. "Quizás podría decir, que se experimentan de un nuevo modo las posibilidades y limitaciones y el deseo se puede realizar." Cora Aguerre, El devenir del síntoma.  I. Al principio: el verbo, el ser, los usos Vamos a suponer que la etimología es el alma de las palabras. En tal caso, las palabras encerrarían en su ser  más íntimo, en la lengua en las que se originaron ciertas paradojas que las contraponen, en muchos casos, a su uso  corriente o a los usos  que cada hablante les da.  Las palabras, como los psicoanalistas, llevan en algún lugar de sus aventuras la marca (Lacan, 1973b, p. 329). La pregunta que no puede esquivarse se sitúa en esa primer parádoxa , es decir, en esa opinión ( doxos ) más allá de la opinión común  (para), o más allá de lo que se espera , que situamos entre dos términos. Ser y uso, dos palabras contundentes por su asonancia, por su composición simple de tres letras, por su oposición fuera de lo común.  Nuestra pregunta entonces: ¿cómo se usa ese ser/deser que se obtiene en el pasaje de analizante a analista? o más precisamente: ¿porqué alguien decidiría  llevar hasta el final su experiencia con el inconsciente? O también, ¿qué usos habría de la posición analizante? Nuestro título, es una respuesta que tenemos que demostrar o al menos intentar esbozar en este recorrido.  Planteadas las preguntas que nos guiarán, volvamos a la etimología de las palabras que utilizaremos. Siempre, así lo cree el analista y por ende el analizante que él mismo ha sido, vale la pena pasar una y otra vez por los mismos lugares ya que para utilizar la famosa frase de Heráclito  uno nunca se baña dos veces en el mismo río . En primer lugar, situemos los tres términos del título.  1. El deseo Es conocido el término alemán Wunsch  que, traducido a nuestra lengua como deseo , no se confunde con Trieb , traducido como pulsión . Generalmente Freud lo empareja con el de Erfüllung , realización, y rara vez con Befriedigung , satisfacción, término que reserva para la pulsión (HANNS, 1996, 146). Sus fórmulas son también conocidas aunque tuvimos que esperar la lectura lacaniana para poder diferenciar más precisamente el deseo de la pulsión, de la demanda, de la necesidad y de la dialéctica que articulan. En su magnífico Diccionario de términos alemanes de Freud , Luis Alberto Hanns realiza un trabajo exhaustivo que nos alcanza significados y usos diversos: - Su etimología proviene de la raíz indoeuropea uen  que significa "circular, andar buscando algo".  © Todos los derechos reservados. www.nadieduerma.com.ar  © Todos los derechos reservados. www.nadieduerma.com.ar

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El deseo insistente del analizante 

Por Matías Buttini

"Yet to understand the effect of it on me you ought to know how I got out there, what I saw, how I went up the river to the place

where I first met the poor chap. It was the farthest point of navigation and the culminating point of my experiencie."

Joseph Conrad, Heart of darkness.

"...este porvenir que el soñador toma como presente está formado por el deseo indestructible."

Sigmund Freud, Die Tramdeutung.

"Quizás podría decir, que se experimentan de un nuevo modo las posibilidades y limitaciones y el deseo se puede realizar."

Cora Aguerre, El devenir del síntoma.

 

I. Al principio: el verbo, el ser, los usos

Vamos a suponer que la etimología es el alma de las palabras. En tal caso, las palabras encerrarían en su ser  más íntimo, en

la lengua en las que se originaron ciertas paradojas que las contraponen, en muchos casos, a su uso  corriente o a los usos  que

cada hablante les da.

 Las palabras, como los psicoanalistas, llevan en algún lugar de sus aventuras la marca (Lacan, 1973b, p. 329). La pregunta

que no puede esquivarse se sitúa en esa primer parádoxa , es decir, en esa opinión (doxos ) más allá de la opinión común  (para), o

más allá de lo que se espera , que situamos entre dos términos. Ser y uso, dos palabras contundentes por su asonancia, por su

composición simple de tres letras, por su oposición fuera de lo común.

  Nuestra pregunta entonces: ¿cómo se usa ese ser/deser que se obtiene en el pasaje de analizante a analista? o más

precisamente: ¿porqué alguien decidiría  llevar hasta el final su experiencia con el inconsciente? O también, ¿qué usos habría de

la posición analizante?

Nuestro título, es una respuesta que tenemos que demostrar o al menos intentar esbozar en este recorrido.

 Planteadas las preguntas que nos guiarán, volvamos a la etimología de las palabras que utilizaremos. Siempre, así lo cree el

analista y por ende el analizante que él mismo ha sido, vale la pena pasar una y otra vez por los mismos lugares ya que para

utilizar la famosa frase de Heráclito uno nunca se baña dos veces en el mismo río .

En primer lugar, situemos los tres términos del título.

 

1. El deseoEs conocido el término alemán Wunsch  que, traducido a nuestra lengua como deseo , no se confunde con Trieb , traducido

como pulsión . Generalmente Freud lo empareja con el de Erfüllung , realización, y rara vez con Befriedigung , satisfacción, término

que reserva para la pulsión (HANNS, 1996, 146). Sus fórmulas son también conocidas aunque tuvimos que esperar la lectura

lacaniana para poder diferenciar más precisamente el deseo de la pulsión, de la demanda, de la necesidad y de la dialéctica que

articulan.

En su magnífico Diccionario de términos alemanes de Freud , Luis Alberto Hanns realiza un trabajo exhaustivo que nos alcanza

significados y usos diversos:

- Su etimología proviene de la raíz indoeuropea uen  que significa "circular, andar buscando algo".

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- El sustantivo alemán wunsch   tiene un uso más específico que su correlato español: "en general se dirige a lo anhelado,

relativamente distante e idealizado, reservándose para "el deseo más inmediato" y más próximo al "querer" otras palabras; por

ejemplo, "voluntad" (Lust ), "querer" (wille )" (Pág. 140).

  -En ambos idiomas -nos dice- se utilizan "como "mediadores" entre lo que el sujeto "quiere" y la expresión social de ese"querer" en la forma de un "pedido". Suavizan socialmente el querer" (p. 141).

-A diferencia del español donde puede usarse para expresar algo "imperativo visceral", "en alemán, el uso de Wunsch  haría

las frases demasiado leves, exigiendo entonces el agregado de adjetivos, por ejemplo, brennender Wunsch  (deseo ardiente), etc."

(p. 142).

Si pasamos ahora, a una etimología más amplia de la palabra española (Gómez da Silva, 2011), encontramos que:

-proviene del latín desidiu : deseo, lujuria

-de : desde o que se aleja de

-de desidia : pereza, "aplicada también a otros defectos y por tanto también disolución, lujuria"

-de desidere : estar sentado, estar ocioso.

  Todas estas vueltas, un poco densas aunque absolutamente necesarias, nos permitirán situar bien algunas cuestiones

iniciales.

Para nosotros hablar de deseo insistente  suena redundante o incluso paradójico. Sin embargo, es evidente que las palabras

mismas son un desvío respecto de su origen y que la etimología nos permite no corregir -posición moral que no convendría a un

analista- sino acentuar, exacerbar.

 La paradoja misma del deseo es ser un desvío del estado de urgencia de la vida, de la situación de desamparo inicial y como

resto alucinatorio de la primer experiencia de satisfacción demuestra, cuando se pone en acto, el choque entre el sujeto y el Otro,entre cuerpo y lenguaje (Freud, 1895, pp. 364-66). Allí donde nace la demanda como interpretación de una necesidad supuesta

por el Otro, el deseo (por ello mismo deseo del Otro) hace aparición para real izarse2

 a partir de allí, de modo encubierto, sustitutivo, siempre deformado. Estamos en el origen de la escisión, Spaltung  subjetiva,

entre Demanda y deseo.

Si colocamos el sustantivo alemán tal como lo utiliza Freud, y para no suavizar los términos derivados del verbo querer ,

necesitamos del adjetivo para precisarlo. Deseo insistente, entonces.

 

2. La insistencia

 Esta palabra también encierra en su ser elementos significantes que nos interesan. El mismo diccionario etimológico, refiere

que insistir  proviene de:

-"instar reiteradamente, persistir, mantenerse firme"

- proviene del latín: "insistire , in-  `sobre, en´, y sistere , `detenerse´.

Este detenerse en o sobre el síntoma es lo que en psicoanálisis se destaca: esta persistencia, esta firmeza que el síntoma

supone en su saber dirigido al analista y que debe pasar a la transferencia en la entrada. Ese síntoma insistente que no afloja es

lo que intentamos mantener activo en un análisis (Lombardi, 2009, p. 28).

 Aquello que se presenta como una piedra en el zapato o como "un huésped mal recibido" (Freud, 1905, p. 39) debe, a travésdel colador del deseo del analista en tanto aloja y causa la división subjetiva, ponerse a trabajar tornándola en ese mismo

movimiento, analizable. El analista es como el griego clásico: recibe al extranjero que aparece en su puerta. Ejemplo por la

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negativa, por la ruptura de ese pacto de palabra es la traición de Paris, extranjero que abusa de la hospitalidad del que lo

bienrecibe  en su casa, Menelao, llevándose con él -no sin su consentimiento- a Helena, su esposa, desatando así la guerra de

Troya3.

 Ese pacto de palabra entre la extranjeridad propia de un síntoma (huésped mal recibido) y ese extraño hotelero que es el

analista (hospitalidad), constituye lo que podría hacer pasar lo analizable a lo analizante, puerta de entrada.

 

3. El analizante

No confundamos los términos ¿es lo mismo analizable que analizante? ¿Cuál sería la diferencia?

 Lo analizable propone una posibilidad, la oposición analizable-inanalizable o no analizable, mientras que lo analizante o el

analizante, se refiere a un proceso, a algo que está en movimiento. Aquí radica la importancia paradójica de los otros dos términos

que venimos situando: el deseo   como ese circular o andar buscando algo, y la insistencia   como el mantenerse firme en esa

búsqueda. El primero es movimiento y búsqueda, el segundo detención y firmeza.

Lo analizable es la condición de la experiencia y lo analizante, una experiencia en curso.

A lo primero, Freud lo llamó la aptitud  para el psicoanálisis, incluso la "selección de los pacientes", de los tipos de síntomas

que serían analizables, en sus palabras: "los síntomas histéricos u obsesivos [son] las formas que se considerarían   favorables

para el tratamiento"  (Freud, 1913, p. 126, cursivas nuestras). Conocemos las restricciones sobre la psicosis y sus razones.

El término analizante, en cambio, es un invento lacaniano. No está en Freud aunque podría leerse en su obra. Primero lo llamó

el analizando, lo que ya ponía el acento sobre el proceso; luego, el analizante. Es un término justo, preciso, contundente. Si

tomamos el piso de arriba del discurso del analista (Lacan, 1969-70)

a ?  $ 

 entendemos las razones que nos propone para justificar su invento. El analista como agente del discurso se sostiene en su

función por ser objeto causa (a ) de la división subjetiva ($ ) instituyendo así la posición analizante   diferenciada de la posición

analista . Este sujeto analizante, trabajador del inconsciente produce sus  significantes-amo (S1) en la asociación libre, leyendo las

marcas de su historia, en disyunción con lo que el analista interpreta ( S2 ) cuando localiza, como forzamiento, un saber en el lugar

de la verdad (Lacan, 1969-70, p. 37). El piso de abajo de dicho discurso,

S2 // S1

muestra esa no relación entre los lugares de la producción y de la verdad.

Lo que llamamos analizante  es una posición siempre en movimiento, que se inaugura en la entrada y de la cual se debería 

salir ya que para retomar nuestros términos iniciales no proporciona un ser , "que se escabulle" (Lacan, 1973b), siempre en falta,de allí lo central de la noción de deseo y la noción de causa, sino un uso . Así podemos armar, clásicamente con Lacan la pareja

dispar  que en otro lugar4

 llamamos analista-analizante.

Del lado del ser:

a ?  $

destitución subjetiva del analista ? división subjetiva del analizante

Del lado del uso: S2   // S1

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interpretación analítica // síntoma analizante

 El uso que el analista hace del síntoma tiene una génesis específica: su propia posición analizante. El deseo inédito (Lacan,

1973b, p. 329) que surge a partir de su experiencia con el inconsciente, lo habilita  a usar su inconsciente como órgano receptor

del síntoma de otros (Freud, 1912, p. 115).

 ¿Qué necesidad habría de insistir en el deseo por medio de la demanda al analista? ¿No es acaso eso lo que hacemos los

psicoanalistas para constituirnos en tales? ¿Es siempre el padecimiento el que impulsa el análisis o puede serlo también el deseo

de saber?

Llevamos adelante nuestra praxis  con el acuerdo del sujeto, dispuesto a trabajar sobre sus ineficaces modos de respuesta al

malestar. Ese sí  del sujeto no es una alianza terapéutica sino una decisión. No encontramos mejores palabras que las de nuestro

colega:

 

"Lacan decía que "uno recibe su propio mensaje en forma invertida desde el lugar del Otro", y yo agrego " si uno quiere ", y esta

cláusula introduce la dimensión ética que es la condición para alcanzar la posición analizante" (Peusner, 2010, p. 51, cursivas

nuestras).

 

No hay análisis sin esa cláusula ética. Reformulando el dicho "si uno no quiere dos no pelean" : si uno quiere puede haber

pelea entre-dos.

La cita continúa:

 

"Durante años he trabajado [es el testimonio de un analista] con personas que no querían  recibir ese mensaje. Algunas de ellas,luego de cierto tiempo de acompañarlos en ese recorrido, quisieron . Otro no, y fuimos juntos hasta donde se pudo" ( Ibíd., cursivas

nuestras).

 

Algunos quieren, otros no quieren, es una decisión. Elevar el análisis a la categoría de lo necesario lo torna algo no deseable,

es decir, algo de lo cual no habría que desprenderse nunca, una especie de nuevo ser-para-otro o ser-no-sin-otro presente,

demasiado presente. El análisis es un trayecto marcado por el síntoma del cual hay que querer desprenderse, eso constituye una

decisión... y su apuesta.

 

II. Unos pases: el deseo insistente de Freud y el de Lacan

1. Freud, el paso

El padre del psicoanálisis es ese uno que quiso, que convirtió esa potencia en un acto. Comenzó como ese recolector de

basura, (reco) lector  de residuos (Lacan, 1955-56, p. 47) caídos de la medicina. "Dócil al histérico"  dice Lacan en Televisión (1974,

p. 91), Freud introduce el psicoanálisis y con ello, el oficio de analista. Así empezó hasta llegar a determinado obstáculo o punto

de detenimiento de su capacidad de escucha. Reconoció que debía atravesar la posición analizante antes   de pasar   a la de

analista. Punto ciego al que arriba, perfectamente legible en su valioso intercambio epistolar con Wilhem Fliess 5 donde podríamos

situar su pasaje  inaugural de analista a analizante .

 Hay algo curioso en este movimiento que nos relata Jones y es que Freud nunca dejó de analizarse, dejando la última media

hora de todos los días (Jones, 1953, p. 248) para cambiar a esa posición, para salir tal vez, del lugar de analista. Deseo insistentedel analizante .

 Re-instituirse como sujeto simbólico de la asociación libre hace la vida más soportable que la permanencia imposible en lo

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real del lugar de la causa. Nuevamente, Freud capta allí lo que Lacan llamará el de-ser  (Lacan, 1967a, p. 24); no se instala en lo

imposible, no se engaña ni se duerme en esos laureles. Intenta legarnos su "pase de la impotencia a lo imposible, que permitirá

también lo posible" (Aguerre, 2011, p. 240).

 Freud no duerme sino que insiste -como cuando se produce el despertar en el momento en que un deseo inconciliable con el

yo pretende real izarse en el texto desfigurado de un sueño- en lo que su deseo le alcanza hasta su diván.

 

2. Lacan, el pase

Lacan, no incauto, sacude el texto freudiano con una lectura que surge de aplicarle su  deseo de analista y lo hace en una

posición que él mismo llamará analizante . Persiste en hacerse escuchar durante casi treinta años parado frente a un auditorio

silencioso de interlocutores cambiantes y disímiles, que van de la perplejidad a la fascinación, del puñado a la masa (Jaegle,

2010).

¿Por qué insiste? ¿Por qué usar   el seminario para plantarse como trabajador del inconsciente, como sujeto dividido? Sí,

dividido entre Freud y su lectura, entre su voz  y su deseo , entre su insistencia y la disolución final de su escuela, única salida queparece encontrar a las autorizaciones que descansan en el cómodo regazo de la figura Otro didacta. El pase, dispositivo que

Lacan crea es un dispositivo producto de su división, de un esfuerzo prolongado y mantenido de modo persistente de formar a los

analistas en la misma lógica que se desprende del acto: la de retornar sobre sí mismo.

En este sentido, las palabras de Sol Aparicio nos parecen una clave por su sencillez y su sutileza:

 

"El pase como dispositivo distinto del análisis , inventado por Lacan y puesto a disposición de quienes quieran prestarse a la

prueba, es un útil  del que los pasantes se sirven para fines diversos, para sus propios fines , se puede decir, aunque cada uno sabe

que ha sido concebido como un modo original de reclutamiento de analistas " (Aparicio, 2011, 80, cursivas nuestras).

 

3. Pases interminables entre Freud y Lacan

Así como Freud no abandona jamás esa forma del ser discernida   por el dispositivo que crea (Lombardi, 2009, p. 38), la

posición analizante  recae también sobre él;  Lacan no claudica, no afloja, no cede ante su propia posición al decir:

"Pues bien, aquí estoy, con los deterioros a cuestas. No es más útil por eso, pues como se me hizo notar, si hay alguien que

se lo pasa pasando el pase, ese soy yo" (Lacan, 1973a, p. 39).

 

Ambos, a pesar de su deseo insistente de analizante , no están en posiciones propicias para terminar sus análisis: Freud no

tiene con quién concluir ese proceso que torna interminable y Lacan dedica su vida a reinventar el psicoanálisis extrayendo

consecuencias cruciales de los finales a los que conduce a sus analizados; ambos, nos dejan en el trazo de sus letras esas

marcas propias del acto que retorna sobre ellos mismos, testimoniando así de lo que desean hacer pasar a otros, llamados

congéneres  (Lacan, 1973b, p. 329), es decir, analizantes.

 Lo transmisible se sitúa mejor en la posición de analizante que sobre la de analista, cuyo acto abre una grieta en la montaña

del síntoma, propone un recorrido, un trayecto interpretativo pero no otorga un ser.

  El analizante, en cambio, es el en-cargado de purgar su división, aliviada ciertamente por la presencia de otro deseo

entusiasmado y orientador, pero no deja de insistir en ello porque supone un saber y para éste, un causante.

¿Cómo dejar de insistir en ello ? ¿cómo dejar de circular insistentemente por el mismo lugar siempre cambiante?¿Cómo tomar

esa otra vertiente que la etimología del término deseo nos enseña, la de disolución , la de finalización sin aniquilación ni abandono

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o aburrimiento, incluso hartazgo?

Los testimonios del pase pueden iluminar estas preguntas.

 

III. Leer pases: una práctica posible

Escribo influenciado por otros . No creo que haya otra manera de hacerlo, al menos no para mí (sí, en este apartado me

arrastro de la cordialidad del nosotros   a la crudeza siempre testimonial de la primera persona singular). Escribo teñido por

lecturas, sesgado especialmente por lo que se ha constituido en un cartel. Su origen: el taller de lectura de testimonios del pase

que propusimos a fin del 2011 con Lucas Boxaca en el FARP. Su intención: instaurar una clínica del pase que no sea sólo para

entendidos . Su actualidad: un cartel6 que trabaja con una puesta en diálogo realmente productiva.

 Hechas las aclaraciones y los elogios, paso a lo que quiero situar. Si bien el pase no es el final ni debería confundirse uno con

otro, se me ha hecho evidente que se requiere de un  dispositivo para poder leer otro . En esta ida y vuelta que va del final al pase y

del pase al final es donde situamos nuestra pregunta: ¿por qué alguien llevaría una experiencia hasta su final?

 En psicoanálisis el deseo cumple la función de un testimonio insistente, que nunca se logra terminar de decir ni de apresar

pero cuyo recorrido, ese deseo insistente, ese intento de atrapar aquello que escapa, cesa, concluye.

En las contundentes palabras de Lacan a su escuela:

 

"Así el deseo del psicoanalista es ese lugar del que se está fuera sin pensar en ello, pero donde encontrarse es haber salido de

él en serio, o sea, esa salida haberla tomado solo como entrada, además de que no es cualquiera, ya que es la vía del psicoanalizante 

" (Lacan, 1967b, p. 284, cursivas nuestras).

 

El deseo del analista es un lugar, que se ocupa, que se habita gracias a su insistencia de analizante. No concibo otra manera -

acuerdo con Freud y con Lacan- que la vía del psicoanalizante . Habría una cadena insistente que nos conduciría, a todo analista,

hasta Freud, el padre. Esa cadena de analizantes-analistas que insiste es la que permite llamarnos congéneres, más que colegas.

Se trata, como en cualquier cadena generacional, de la transmisión de un deseo, de una lectura, de una falta-en-ser, acompañada

de usos diversos.

¿Cómo inscribirnos en esa cadena? Es una pregunta que permite situar prácticamente los modos diversos  de las asociaciones

y las escuelas que se dicen dentro, en el interior el psicoanálisis.

¿Cómo habitar ese lugar? Implica un testimonio, el del pase.

 

IV. De la insistencia analizante al deseo del analista

1. Testimonios

 Para concluir este recorrido, quiero presentar un efecto de lectura que algunos testimonios de la AE de la EIFCL (2009-2012)

Cora Aguerre, tuvieron sobre mí en el marco del trabajo del cartel.

 Mi primera impresión al leer estos textos (Aguerre, 2011, pp. 233-257; 2012, pp. 48-53), luego de casi dos años de escuchar

su testimonio en el FARP, a viva voz, fue un tanto negativa: me resultaron repetitivos, de alguna manera, poco literarios.

  Al no contentarme con esa sensación, me formulé la pregunta: ¿qué hay en esa insistencia que se repite? ¿Qué podría

querer decir-me ?

Estas preguntas me situaron en el lugar del analista-analizante , del doble lector que se deja sorprender por un texto y por la

suposición del sentido que se le atribuye, y en el mismo movimiento recibe de él su propio mensaje, su propia lectura. A partir de

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allí, la lectura tomó otro rumbo y una frase, insistente en su pase -y ubicable también en otros gracias a la simple operación de

leerlos - me iluminó: "En el pase experimenté la dificultad de intentar hacer pasar la experiencia por la palabra" (Íbid., p. 244).

 Este mismo problema es el que encuentran tanto el analista como el analizante, con la diferencia de que el primero debe estar

advertido de ese imposible, es decir, de que lo real no encaja en lo simbólico sino a costa de reducirse a lo imaginario. El deseo

del analista elige el corte de los significantes, la separación, el intervalo rechazando el pegoteo del significado.

 

2. Pase de la pulsión al deseo

 Estos testimonios describen varias versiones de un sueño "como respuesta a la decisión" de presentarse al dispositivo del

pase (Íbid., p. 236) y están escritos de modo tan condensado que tuve que releerlos para empezar a entender ese recorrido.

Transcribo la última versión, la más corta7:"Estoy en un parque infantil en un día de sol y hay un tubo, me acerco y veo en el fondo

una rata. Veo la mirada de la rata y despierto" (Íbid., p. 255).

 Se trata -nos dice- de una mirada sin Otro y de su curiosidad infantil, descubierta en el transcurso del análisis como respuesta

a lo real. El sueño realiza el pasaje de la rata al mirar y a lo oral, "de la voracidad, el alimentarse de los restos, de la porquería, demoverse por los bajos fondos, por lo inmundo" (Íbid., p. 255) hasta la persistencia infantil del querer saber, "una avidez por sa-ver "

(Íbid., p. 255). La pulsión emerge en el sueño como un real marcado por la angustia y la repulsa. ¿Cómo situar ese pasaje de la

voracidad infantil a algo más operacionalizable, más finito, no tan insistente? ¿cómo localizar el paso   de esa insistencia del

analizante a la perseverancia acotada , (a -cortada) de cada sesión que el deseo del analista permite poner en acto?

Así leo algunas de las preguntas cruciales que el testimonio ilumina a ese sujeto -y a nosotros, que como lectores nos toca

saber  hallar esas marcas del horror (Lacan, 1973b, p. 329)- en su intento de, por medio de la oferta de su escuela, "poder dar

cuenta de las razones del cambio operado, de lo nuevo" (Aguerre, 2011, p. 242).

  Su respuesta es bien precisa: "No se trata de buscar como en el inicio, ni de resolver a partir del Otro el enigma, ni de

escuchar por glotonería. Solo se trata de escuchar desde el agujero a partir de haber cernido algo del propio horror al saber " (Ibíd.,

p. 237). Eso es lo que le permite destituirse como sujeto y ocupar el lugar de desecho para otro; al mismo tiempo, que eso la

destituye del lugar de analizante y la instituye como analista, cada vez, en cada ocasión.

"Nos quejamos de la glotonería del Otro, pero lo que descubrimos es nuestra implicación en este hacernos ser, silenciosa e

insistente ”. (Aguerre, 2012, p. 51, cursivas nuestras). El análisis le da una palabra y una voz, es decir un cuerpo a esa queja

silenciosa, a ese sujeto devorado por el culto al Otro y sus deseos opacos, que se sólo sostiene en cada encuentro. El analizante,

figura del discurso analítico, es el insistente, el que permanece con su deseo, envuelto en el halo amoroso y enigmático de la

transferencia, atado a la condición de decir lo primero que se le cruce por la cabeza sin esconder nada. Atada, quiere decir,

decidiendo cada vez hacerlo.

Podemos entender aquí un pasaje fundamental del hacerse ser  por el Otro característico de la alienación, a usar el ser como

hablante  de la separación introducida por el deseo advertido que reza, ya de entrada y en oposición a lo religioso y lo ciego, quehay salida de la insistencia del sentido aunque no del Inconsciente.

Porque el analizante, en tanto se sostiene en su deseo insistente envuelto en el gadget   o el clisé   transferencial, no tiene

porque estar advertido ni leer esa advertencia, ya que su única condición es la someterse al peso de un decir no calculado, con su

voracidad oral, su retentiva predisposición, su mirona curiosidad, su compromiso corporal, su risa sardónica, su brillo seductor o

su apagón depresivo; todas estas formas o modalidades aluden a lo que el análisis apunta: allí hay deseos en juego.

 El analista, en cambio, debe soportar sobre sí esa insistencia, ese empuje hacia la satisfacción que se le demanda con la

urgencia del síntoma o con la prisa del curarse  que el paciente le impone cada vez. Nuevamente la paradoja del deseo se hace

carne: por un lado querría irse lo más rápido posible, por el otro querría permanecer circulando para siempre, hasta el cansancio,

hasta ser  echado o adoptado. El analista, desde ya, maniobra entre su abstinencia y su acto, entre viento y marea a veces, para

evitar promocionar el falso ser  en que, con esta expulsión (¡o adopción!), podría caer el sujeto anudándose con otra vuelta de

cuerda a su fantasma sufriente: ser pegado, expulsado, cagado... por el Otro.

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3."Soportar sin recubrir": uso y ser, ser y uso.

El ser del síntoma encierra un uso propio más allá de la demanda, más allá del Otro sin ser autoerótico.

 

"Cuando se pasa, del hacerse ser por el Otro, del ser ligado a la demanda, al ser del síntoma propio , eso permite ir más allá de

la demanda y poder hacer otro uso del síntoma , ya no al servicio de sostener al Otro, sino de poder apoyarse en el síntoma" ( Ibíd ., 51,

cursivas nuestras).

 

Este ser del síntoma conectado con un uso novedoso al final y en el pase  -no de goce sino de deseo, aunque, ¿el analista no

goza analizando?8- permite alojar los extranjeros padecimientos que llegan a consultarnos sin caer en la trampa especular ni

hipnótica. La ética del deseo, del de-ser  es de una insistencia más moderada, no glotona sino apuntada al síntoma y sus otros

usos posibles.

Es por ello que el análisis llevado a su conclusión final, da cuenta del deseo como paradoja del que un psicoanalista podrá

servirse  sin confundir con su ser  sintomático. Tal como nos testimonia Cora Aguerre se trata de una experiencia que deja un saldo

positivo, de satisfacción, de "poder hacer con el desamparo" (2011, p. 233), al mismo tiempo que "permite soportar sin recubrir el

agujero central, que es un real del que nada se puede decir, un límite" (Ibíd.).

 Es así como, llegamos a este punto de navegación por el río del deseo, el más lejano, el fin de la experiencia -parafraseo a

Marlow de la novela de Joseph Conrad que elegimos como epígrafe, alguien que relata un testimonio en voz alta de cómo llegó a

encontrarse con el horror  y lo hace a oscuras en un barco, dirigiéndose a tres hombres que tienen en común el ser hombres de

mar , a la espera de una nueva marea que los ponga otra vez en movimiento-. La cita concluye de un modo similar al que podemos

encontrar en la lectura de testimonios de pases:

 

"Parecía, de alguna manera, arrojar una especie de luz sobre todo lo mío y sobre mis pensamientos. Fue suficientemente

sombrío, también -y penoso-, no extraordinario de ninguna manera, pero tampoco demasiado claro. No, no muy claro. Y aún así

pareció arrojar cierta luz."9

 (Conrad, Corazón de las tinieblas, 1902, p. 11).

 

Para saber los efectos que tuvo sobre alguien su análisis, no queda otra brújula que la de captar en el testimonio dado

a posteriori , cómo ha logrado salir de él  para "orientarse por lo propio" (Aguerre, 2011, p. 233) entre luces y sombras, entre goces,

dichos y su deseo insistente de analizante.

 

Bibliografía

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Matías Buttini

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7/21/2019 El Deseo Insistente Del Analizante

http://slidepdf.com/reader/full/el-deseo-insistente-del-analizante 9/10

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1

Matías Buttini es Licenciado en psicología por la Universidad de Buenos Aires, actualmente trabaja como psicoanalista, esdocente en diferentes universidades y miembro del Foro Analítico del Río de la Plata. Hace años que dedica parte de su tiempo a

escribir. Ha publicado artículos sobre psicoanálisis, literatura y cine y un libro de narrativa, Nadie soporta una vida encantadora

(Letra Viva, 2012).

 

2 En sentido estricto significaría: "hacer subir" (izar) o "hacer pasar" el deseo por lo real, operatoria propia del análisis.

 

3La epopeya homérica evocada nos enseña varias cosas: por un lado, sin pacto no hay ruptura del mismo, no hay ultraje sino

frente a lo que debería respetarse, en este caso, la hospitalidad al extranjero; por otro lado, no hay posibilidad del biendecir  al que

conduce un análisis sin bienrecibír  lo desconcertante del síntoma ajeno.

 

4Buttini, M. "El analista-analizante"  trabajo presentado en las Jornadas Al Sur de 2011. Inédito.

 

5En una presentación realizada con Lucas Boxaca en 2011 en el Espacio Escuela del FARP que llevó por título: Lo que del pase

puede transmitirse , avanzamos sobre este punto: "No sería muy acertado hablar de su análisis con Fliess pero sí tal vez de 

su autoanálisis con Fliess, o en palabras de Jones: "Las conversaciones entre ambos eran un doble monólogo más que un

diálogo" (Pág. 230). "Se trata de un diálogo, pero de un diálogo que sea lo más posible un monólogo", así define Lacan a la

situación analítica" .

 

6El taller que propusimos con Lucas se pone en acto con ellos   conformando un cartel, mezclando y desmezclando nuestras

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7/21/2019 El Deseo Insistente Del Analizante

http://slidepdf.com/reader/full/el-deseo-insistente-del-analizante 10/10

lecturas, cuna de este trabajo: Silvana Castro Tolosa, Julia Minaudo, Sebastián Fernández Moores, Santiago Candia y Leonardo

Itzik.

 

7

El texto es tan claro y toca lo real por medio de la escritura de un modo tan singular que su armado mismo testimonia de laoperación analítica y el atravesamiento del fantasma: la primer versión del sueño tiene cerca de media carilla y muchos detalles, la

que le sigue es más reducida, la última, apenas dos líneas.

 

8La pregunta surge de la preciosa conferencia de Florencia Farías en el FARP titulada: "De los deseos de un analista al deseo del

analista" . Septiembre, 2012.

 

9La traducción es propia y transcribo aquí el original, porque la fuerza de la lengua inglesa no tiene, en éste escritor al menos,

comparación con el castellano: "It seemed somehow to throw a kind of light on everything thing about me -and into my thoughts. It

was sombre enough, too -and pitiful- not extraordinary in any way -not very clear either. No, not very clear. And yet it seemed tothrow a kind of light" .