El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013), Carmen Barceló.

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CuaderRos de Madlnat al -Zahrá' Vol. 5 Córdob a, 2004

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Cuadernos de Madinat al-Zahra [año 2004, Número 5]. Actas de las IV Jornadas de Madinat al-Zahra : Nuevas investigaciones sobre el Califato de Córdoba. [Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra]

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CuaderRosdeMadlnatal -Zahrá'

Vol. 5

Córdob a, 2004

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CTJADERI{OS DE MADiNAT AL-ZAI]RÁ'

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Cuadernos de Madinat a|-ZahraRevista de difusión científica del Conjunto Arqueo.lógico Madrnat al-Zahra

CONSEJO DE REDACCIÓN(Miembros de ia Comisión Técnica de Madinat al-Zahra)

Presidente: D. JESÚS ROMERo BENÍTEZDirectur Genera/ d¿ Biene.¡ Calnrales

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D." CARMEN BARCELÓ TORRESL,ttt. n)J¿J J. \ L/.ttri¡

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COMITÉ ASESOR

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D. CHRIST]AN E\rERTIrntituta Arqaeolígico A lenún

D. PIERRE GUICHARDtJnit,ersidad ¿tt llon IID. ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJODirector delJardín Batánico rk Córdoba

D, M,'ANTONIA ]\4ARTíNEZ NUNEZUniursidal le lIálaga

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O Junta de Andalucía. Consejcría dc Cultura

(c) Los autores

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba

Sor Ángela de Ia Cruz, 1 2 - Teléfir¡o 951 283 106

ISSN:1119-9996

Depósito Legal: CO. 1.64412004

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SUMARIO

. ESTUDIOS

EDUARDO MANZANO MORENOEl círculct de pocler de los califas ornelas cle Córclaha Pág. 9

JEAN-PIERRE VAN STAÉVELPrítoir jzgaler, bátir : droit de la cr¡nslruclian et institarians

judiciairu ) Cordoae rJurant le í'lX' si¿cle Pág. 3L

MOHAMED MEOUAKMadinat al-Zabm' en las fuentes árabu del occidente i¡láttica Pág. 53

BRUNA SORAVIAUne bistaire de la f.rna. Aurariré er lígitirnirí dan:

le tuIutpaltis d'Ibn Hayan Pág. 81

MANIIELA MARÍNA/tos fancionarios para e/ ca/ifa: jueces 1 otras cargos de la

Adntinisnación cle'Al¡d al-Rabntan III Pá9.97

M.' ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ.MANUEL ACIÉN ATMANSALa epi¡1rafra de Madinar al-Zabra' Pá9. I07

SOLANGE ORYL' ep i grap b i e umayy ade s ya - pa / e s t i n i enne Pás.159

CARMEN BARCETÓ

El cíJin andalusi de "praaincias" durante el Califato(3a0_403t9j2_10j3) pá9. t73

ANTONTO VALLEJO TRTANO,ALBERTO MONTEJO CÓRDOBA,ANDRÉS GARCÍA CORTÉS

Resa/tados preliminares de /a interaenciín art¡aeo/ígica en /a

"Ca:a de Ya'far" 1 en el ecliJicia cle "Patio cle los Pilaru"de X[adinat al-Zahra' Pá9. I99

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PATRICE CRESSIER,

MOURAD RAMMAHS¿bra al-A4ansariya : [Jne autre aille caltfale Pág.241

JUAN F. MURILLO REDONDO,MARÍA TERESA CASAL GARCÍA,ELENA CASTRO DEL RÍOMadinat Qar¡aba. Aproxinaciín al procesa de forntaciín de la

ciudad emiral 1 califal a patir de la información arquealógica Pág. 217

VICENTE SALVATIERRALa instauraciín clel Califato en el AIra Gaadalqaiuir Pá5. 291

PEDRO GURRIARÁN DAZAHacia una canstrucción del poder. Las prácticas edi/icias

en la periferia andalusi duranre el Califaro Pág. 297

ALBERTO CANTO GARCÍAEl dinar en al-Andalas en el sigla X Pás.327

CAROLINA DOMÉNECH BELDALa rnaneda farimí 1 sa relaciín con al-Andalus Pág. 339

PATRICE CRESSIER

Histarias de capiteles: ¿Hubo talleres califales pratincialesi' Pá9. 751

TILO ULBERTResafa en Siria. Una residencia califal de los últimrts onteyas en )riente Pá9. 377

BERNABÉ CABAÑERO SUBIZA,VALERO HERRERA ONTAÑÓNLa tecbu¡nbre de la ampliación de al-Hakan II rJe la mezqaita aljama

d¿ Círdoba. Análisi: tícnico 1 estulio forxul de sa policrarnía Pá9. 391

SABINE NOACK.HALEYLos capireles de la hlezt¡aita de Madinar al-Zaltra' Pág. 4I3

MARIANNE BARRUCANDLe prentier clécor arcltitectural fatimide en Egypte Pág. 445

PIERRE GUICHARDCanc/usions Pág.463

. CRÓNICA DEL CONJUNTO

ANTONIO VALLEJO TRIANO,

JOSÉ ESCUDERO ARANDACrínica del Conlanto, añas 1998-2003 Pág. 47 I

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ESTIJDIOS

ACTAS DE LAS IV JORNADAS DE MADINAT AL-ZAHRÁ':Nuevas investigaciones sobre eI Califato de Córdoba

Córdoba, 10-12 Noviembre 2003

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EL CÚFICO ANDALUSÍ DE "PROVINCIAS'' DURANTEEL CALTFATO (300-403 t9T2-10 1 3)

CARMEN BARCELOCatedt'átict de E-¡tadir¡¡ Árabes e Islántico.r. Dprl. de Filología Cdt¿tlana, Faca/¡ad de Fi/o/ogía, LInir-ercidad deValencia

RESUMEN

Análisis de los diversos aspectos qlre ofrecen las

inscripciones monumentales realizadas en "provin-

cias" durante el califato anclalusí: soporte, aspecto

externo, textos que conforman los distintos formu-larios de lápidas frindacionales y estelas funerarias,

además de las características más sobresalientes de

la escritura cúhca utilizada y de slr evollrción a lo

largo del período estudiado.

Palabras clave

Al-Andalus. Califato G00-4031912-1013).Epigrafía.

ABSTRACT

The article analyses different aspects of the

epigraphic Arabic items that have arrived until us.

The rvork focr-rses on the stones carved during an-

dalusian Caliphate in the area outside Cordova. Itstudies the kind of stone used, the external aspect,

the texts that one can frnd on foundation and fu-

nerary stone and also the main characteristics and

evolution of the Kufic writing employed.

Key words

Al-Andalus. Caliphate (100-40319I2-lol3).Epigraphy.

Tl I ob jeto de este trabajo es estr-rdiar la produc-

-U.iór epig ráfi ca monumental realtzacla clurante

el califato de al-Andalus. EI número y procedencia

de las piezas viene impr-resto por el proceso mismo

en que tales prodr-rctos han ido apareciendo; por

ello, fo¡ma el catálogo una muestra aleatoria de la

totalidad de la obra de talla hecha en las l¿uu'ar an-

dalusíes, territorios a los que aquí llamaré "provln-

cias", por comodidad. El marco cronológico de este

estudio es -como queda dicho- el califato, si bien

he frjado sus límites entre los años 300 H I 9I2 JC,fecha en que el emir 'Abd al-Rahmán asumió el po-

der, y 403 H / 1013 JC, momento en que el califa

Hifim II fue depuesto.

t7)

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El tema de estudio elegido es asunto sobre el

que vienen investigando hace tiempo varios cole-

gas, a los que en modo alguno quiero arrebatar el

fruto de su trabajo; como en cualquier otro aspecto

del pasado andalusí, cada autor tiene su propia vi-sión de las cosas. Espero, sin embargo, que mi apor-

tación pueda ser de alguna utilidad general y, porotra parte, que las hipótesis que aquí planteo -si lamerecen- tengan su correspondiente crítica.

Hasta tanto se hayan pubiicado 1os resultados

de esas investigaciones, para estudiar el materialqr-re aquí interesa ya no hay que acudir a la obra

de Lévi-Provengal sobre inscripciones áral¡es de

España, aunque siga siendo hasta la fecha (a pesar

de su antigiiedad, errores y limitaciones) el únicocatálogo de que se dispone con el que pueda rea-

lizarse un seguimiento de la producción epigráfrca

andalusí de todas las épocas. En esa obra -apare-cida en 1931 sólo se contabilizan 66 lápidas de

época califal; de ellas, pertenecen 38 a la ciudad de

Córdoba y sólo 28 a provincias, aunque esta últimacifra es en realidad 21, ya que deben desconrarse

dos ejempiares de Almería que esrán mal datados(1937 nírms. 115 y 111; cfr. Ocaña 1964: núns.fl4 y I09), y una inscripción de Granada inexis-tente (1931: nírm. 159; cfr. Ríos 1883:293-294 yRevilla 1,932: n:úm.220), pues resulta ser la mismade Torredelcampo descrita entre las de Jaén (I93In:úrn.I4f).

Po¡ su parte, Manuel Ocaña, en su obra sobre

el cúfico andalusí y su evolución, analiza y diseña

muestras epigráficas que comprenden desde las pri-meras piezas conservadas, datadas en el siglo IX,hasta las correspondientes al der¡umbe del califato,que él situó en el año 1013 (1970:44). Este traba-jo sobre la escritura cúfica usacla en las inscripcio-nes monumentales del período omeya es, sin lugara dudas, el más completo y mejor documentado.Como se muestra en el estudio, el único estilo ca-

ligráfico utilizado es el cúrfico, labrado en su mayorparte en relieve; adopta éste los modelos llamados"florido" y "simple", nombres acuñados por Ocaña

y aceptados sin reservas en la terminología actual.

Ambos modelos se hallan entre los ejemplos ele-

gidos por é1, de los cuales se cuentan 23 epígrafes

labrados en Córdoba y sólo seis en provincias: tres

de Almería y el resto procedentes de Tortosa, Tole-do y Tárragona.

t/1

Como es imposible ofrecer en esre espacio unestudio completo de cada una de las piezas conser-

vadas, he optado por analizar las inscripciones mo-numentales sobre piedra qlle ya han sido editadas,

si bien exceptuando de ese conjr-rnto las realizadas

en la ciudad de Córdoba y, de manera especial, las

que ostentan sus dos monumentos más egregios: laMezquita-Catedral y el yacimiento arqueoiógico de

Madinat al-Zahrá'. Tampoco he tenido en cuenra

en el presente catálogo Ia producción epigráfica de

Ceuta y de alguna cir-rdad marroquí, que estuvieronen manos de los califas omeyas durante este perío-do, pues no guardan ningún ejemplar de carácter

monumental.

Es posible, además, que algunas inscripcionesque creo inéditas hayan sido ya publicadas, ya qlre

la bibliografía española sobre epigrafía andalusídiscurre muchas veces por publicaciones de conte-nido diverso y ámbito comarcal o provincial de es-

casa difusión y, por ello, he podido no rener noriciade ellas; apúntese en el apartado de mis omisiones.

Sólo he incluido tres piezas que me parece que no

han sido editadas: dos que se han hallado en rierras

de la actual provincia de Córdoba (Hornachuelos yVillanr-reva) y Lrna aparecida -seguramente- en laciudad de Mértoia, donde se conserva. Otra, des-

cr-rbierta recientemente cerca de Mengíbar (Jaén),

está en vías de publicación por parre de la doctoraMartínez Núñez, a qr-rien agradezco Ia informaciónsuministrada.

Como ya he señalado al referirme al marco cro-nológico, también incluyo en el presente análisis

tres estelas que en sentido estricto no son del perío-do pues, si bien pertenecen al gobierno de 'Abd al-Rahmán III, llevan data anterior a la asunción poréste del título califal: una sin fecha, aunque se supo-

ne del año )O2l9I4-5, qr,re alude a la reconstrucciónde la ciudad de Érrora (Borges 1981) y los epitafiosde dos varones enterrados en Almería y Sagr-rnto

(Ocaña 1964: nim. 1 y apéndice B; Barceló 2002).

La ampliación del marco cronológico -qr-ie ya he in-dicado- se justifica porqlre considero qlre esas pocas

piezas pudieran mostrar diferencias respecto a las

inscripciones realizadas en fecha posterior a la de

asunción del nuevo tratamiento oficial por parte delemir'Abd al-Rahmán.

Se puede ya avanzar que los ejemplares de

provincias que permiten estudiar el cúrfico anda-

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lusí del período califál presentan textos con rasgos

comunes a las prodr-rcidas en la capital, porque se

trata de lápidas de tipo monumental que se pueden

agrupar (tanto las de esta centuri¿ clue nos ocupa

como las cle períodos anteriores o posteriores) en

dos categorías: a) por un lado las llamadas lápidas

fandacic,na/es que celebran obras o edificaciones ci-viles y religiosas, que son 17 piezas (casi tn24-;1;b) por otra parte, las denominadas este/as funeraria.t,nombre que reciben aquellas que conmemoran la

personalidad, creencia y fecha de óbito de un indi-viduo fallecido en al-Andalus y que constitlryen el

grueso del presente inventa¡io pues suman 1.1; esto

es, mlry poco más del 7 6% del con junto.

Desde el punto de vista de quien las mandó

grabar, en unas y en otras pueden distinguirsetambién dos modalidades: aqr-iellas que podrían

denominarse "estatales" o "públicas" (en las que el

ordenante o el difunto es el emir, algún miembrode su familia o alguien de su círculo personal) y

aquellas que responden a una iniciativa particular.

Unas y otras, además, comparten un formulario-tipo en el que aparecen Lrna serie de frases hechas

que guardan un protocolo establecido, sin que ello

quiera decir que el orden sea siempre el mismo

dentro de un período histórico, ni que no puedan

existir excepciones en piezas realizadas en la misma

época y lugar.

EI núme¡o de inscripciones sometidas a análisis(cfr. el apéndice final) excede ligeramente la cifra de

setenta, cantidad que representa aproximadamen-

te un quince por ciento de todas las lápidas anda-

lusíes conocidas. Treinta y dos de esas Iápidas (un

4i%)han sobrevivido completas, si bien de cuatro

de ellas únicamente se conserva r,rn dibujo o r-rna

interpretación de su texto. Quiere esto decir que

sus formularios permiten, con relativa garantía, de-

ducir y reconstruir textos desaparecidos de aquellas

estelas de las que sólo subsiste una reducida parte,

como acaece con cada uno de los 39 f¡agmentos del

presente catálogo (casi el 15c/o).

Es necesario advertir que me resulta particu-Iarmente difícil tratar del círfrco califal realizado en

provincias sin hacer referencia al que se estaba uti-lizando en la sede del gobierno, de modo que alu-

diré a algunas piezas cordobesas que, por diferentesmotivos, es necesario poner en relación con las que

iré exponiendo a io largo de este trabajo.

1. PROCEDENCIA Y DATA DE LASINSCRIPCIONES

Ya he señalado que el lote aquí analizado está

compuesto por setenta y una piezas. A partir de una

línea imaginaria que -uniendo los ríos Ebro y Due-

ro- dividiera la Península Ibérica. la distribuciónespacial de estas lápidas quedaría reflejada en la fa-

chada mediterránea y Ia zona sur, en concreto en

las actuales provincias españolas de Soria, Zango-za, Tertrel, Tanagona, Castellón, Valencia, Alican-te, Murcia, Jaén, Almería, MáIaga, Cádiz, Sevilla,

Córdoba y Toledo, además de las islas Baleares.

Por el contrario, de este largo período histó-rico no se conservan inscripciones en el occidente

peninsr-rlar -esto es, la costa atlántica y tampoco

en Ia zona centro; en concreto, en las provincias de

Huelva, Badajoz, Cáceres, Salamanca, Ávila, Sego-

via, Madrid, Guadalajara, Huesca, Lérida, así como

Cuenca, Albacete, Ciudad-Real y Granada. En

cuanto a la vecina Portugal, guarda sólo dos mues-

tras de esta época: una Iápida fundacional de Évoru

y una estela sepulcral de Mértola, ya citadas.

Señalaré, como mera curiosidad, que ei repar-

to de esos epígrafes coincide grosso ntoc/o con Ias dos

zonas andalusíes tradicionalmente consideradas

regiones con intensa aral>ización: por un lado, ladenominada por Ios alrtores árabes medievales Sarq

al-Aadalas, esto es el Levante y ei valle del Ebro, y

por otro, la conocida como Valle o Depresión del

Guadalquivir. No han aparecido, sin embargo, en

aquellas zonas que se vienen considerando territo-rios beréberes o con mayor población cristiana. De

la ausencia o presencia de estos materiales, aparte

de la mera coincidencia señalada, podrían extraerse

otras conclusiones pero, dado el carácter aleatorio

de la muestra, las omito por prudencia.

Si analizamos 1a procedencia por ciudades, ob-

servaremos que las que qlledan representadas a 1o

Iargo del período son las de nueva fundación ára-

be (Almería, Algeciras o Thrifa) y -sobre todo- las

de antigua tradición romano-visigoda (Tortosa,

Sagunt, Valencia, Orihuela, Baeza, Arjona, Écija,

Morón, Mértola o Toledo), buena parte de ellas ca-

pitales de su respectiva kura o provincia. Otras pie-

zas se han hallado en castillos, lugares fortificados

o pequeños núcleos de población, algunos de ellos

desaparecidos con el correr de los siglos. Téngase

U'

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en cuenta, sin embargo, que otras localidades de la

época, con mayor presencia en crónicas y fuentes

escritas (como Zaragoza o Sevilla, de las que no hay

una sola inscripción califal de carácter monumen-tal), apenas conservan piezas con epígrafes de este

período, frente a algr-rnas poblaciones menores qLrc

las superan en nírmero pero que carecen de ejem-plares de etapas posteriores.

Pero, si crlrzamos la procedencia de las lápidas

con slrs fechas, son 1as tierras de las actuales provin-cias de Sevilla y Cádiz, más la faja costera medite-rránea, las que mantienen y conserv¿rn una mlres-

tra relativamente interes¿rnte a Io largo del período,al igual que destacan, por la abundancia de estos

materiales y su continuidad temporal, las actr-rales

tierras jiennenses, ricas también en mr-restras e¡i-gráficas del siglo islámico precedente, es decir delemirato. Así mismo, la ciud¿rd de Almería es r-rn

caso especiai, pues conserva ocho piezas del califato,frente a tres en las ciudacles de Jaén y Orihuela o

dos en Morón, Écija, Baños de la Encina, Arjona,Tortos¿r y Valencia.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, consi-

deradas ias fechas, se observa qr-re las inscripcio-nes realizadas en el período de gobierno de 'Abd

al-Rahmán se localizan en poblaciones situadas en

Ios principales ejes viarios andalusíes, mientras que

los hallazgos de época de al-Hakam se concentranen zonas peri-urbanas y las piezas del califato de

Hiíám II han aparecido, en su mayor parte, en ám-bitos rurales.

Además de los ejemplares que han conservado

la fecha completa, existen otros clue se han podidodatar de forma aproximacla, atendiendo a sus rasgos

epigráficos -o a otras circunstancias-, en distintosperíodos del califato de los cuales la época de HiíámII comprende también aquí la de la dictadu¡a ami-rí, tanto de Almanzor como de sr-rs hijos, y el breve

gobierno de Sulaymán al-Musta'in (39911009).

Tres inscripciones carecen aqirí de fecha (exacta

o aproximada) por no tenerla y no haberla propues-to los autores que las han estudiado. En cuanto a

aquellos ejemplares en los que falta o la unidad o la

decena y que clrentan con dos propuestas diversas

de datación por parte de quienes ios han estudia-do (en el Apéndice separadas con /), he ele¡¡ido la

restitución que considero más acertada. Tambiénhe procedido a datar aquellas piezas en que la

U6

numeración es visible o deducible (en el Apéndi-ce entre [ ]), aunque Ios investigadores que las han

publicado o bien omiten la fecl-ra o bien proponenuna diferente.

He agrupado el nírmero de inscripciones con-

servadas, distinguiendo en el cr-Ladro que sigue las

que tienen la fecl-ia en el epígrafe y las que tienenuna data propuesta (dp) por los autores o por mícon razones de diverso tipo. El resultado es el si-guiente:

Data '.n ,b sd cl Total I'Abd al-Rahman (100-jt0) :l 16,6 I¿l-Hakam (l)0-166) 10 1,1 iH.:.nr ,,úl_ 0,, i, ,.,,,,, b

sin darar

2j,-1 l0 Q.9

28,ó r1 18,;

it,l )1 l1,l

i 1,1

Total +9 69', 19 itft 11 t00fi

Las cifr¿rs clire se obtienen al dividir la centuriaen tercios muestran que el núrmero de inscripcioneses similar en los dos últimos (25 1>ara 330-3591

940-969 y 26 para 360-)991969-1008), pero es

significativo que la cifra del primer tercio del sigloIV sea similar a los tres úlrimos años del presenre

catálogo: 9 piezas enrre 300 y i29 l9l2-940 y 8durante la guerra civil, es decir los años comprendi-dos entre 4OO y 4O311009-1013. Volveré más acle-

lante sobre este tema-

2. EL SOPORTE DE LOS EPÍGRAFES

El estudio del tipo cle piedra urilizada pata ta-llar el texto árabe resulta casi inviable en el estado

actual de Ia investigación. Es frecuenre que ios es-

tudiosos omitan los datos relativos al material y sus

características, como el color de Ia arenisca, caliza o

mármol que sirve de soporte a las inscripciones, e

incluso se da el caso que, en algr-rna ocasión, la pie-dra en que fue grabada una írnica inscripción difrera

segírn el autor que la describe: lo que para uno es

mármol, para otro es caliza.

No obstante, con Ios datos disponibles se pr-rede

a6rmar que la materia utilizada como soporte de

ia escritura ha sido preferentemente el má¡mol (30

prezas, )0%), segúd,o po, lu, areniscas (18 piezas,

i0%) y calizas (I2 piezas, 20o/a). En cuanto a las

once lápidas restantes, se desconoce de tres (sólo

conocidas por dibujos o rranscripciones anriguas);

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de otras dos lápidas, ios autores que las estudiansólo indican que se trata de "piedra"; uno de los epí-grafes fue reahzado con ladrillos; otros dos se dise-

ñaron sobre una columna de mármol y una pilastrade granito respectivamente; y en los tres casos que

faltan sus estudiosos no dan el dato.

Por no disponer de análisis del material no es

posible saber la procedencia exacta de Ia piedra de

las inscripciones que estamos considerando, excep-

ción hecha de las almerienses de las que se afirma su

origen en las canteras de Macael. Del resto no hay

dacos para saber si ei material lítico usado es el pro-pio de la zona de procedencia de la inscripción qr-re

se estudia o si se realizaron importaciones de piedrade canteras vecinas al lugar donde se halló Ia pieza

o de otras alejadas de é1. En un caso se sabe de lareutilización de un epitafio romano para grabar unepígrafe árabe en la otra cara del mármol (Barceló

2001); también la pieza más antigua del catálogo

fue reutilizada, siglos después, para escribir un nue-

vo texto árabe sobre Ia otra cara de la piedra.En cuanto a las medidas de las iápidas, sólo es

posible hacer una aproximación a partir de 1as noti-cias que ofrecen los estudios de estas obras de labra(ya sean completas o sólo parciales). Aquí interesa

más la anchura o latitud de Ia pieza, que es la que

condiciona el número de renglones de escritura que

tendrá la inscripción y en consecuencia el tamaño

de la letra a utllizar. A este respecto y a los solos

efectos epigráficos, la longitud de la piedra es me-nos significativa porque, a menudo, además de de-jarse sin labra casi la mitad de la superficie, se reser-

vó una pante para los enmarques superior e inferiordel texto. los cuales suelen ser más anchos en esas

zonas. He tratado de este tema en otro lugar y a é1

remito para otros detalles (Barceló 1998: 6I-68).Adelantaré ahora algunas ideas que hace tiem-

po tengo escritas para una obra que tarda -a mipesar- en ir a la imprenta. Una de ellas, que con-

sidero básica, es que en el planteamiento epigráficode una lápida o estela andalusí, sea cual sea su des-

tino final, se intentó reproducir el modo en que Lrn

escrito figuraría sobre una hoja de papel, un trozode pergamino o cualquier otro tipo de soporte ve-

getal o animal.Esa hoja imaginaria de formato rectangular

se preparaba, en posición horizontal o vertical,dejando márgenes en slis cuatro lados y marcando

las líneas dentro del recuadro. Según las normas de

Ia caligrafía árabe de todos los tiempos, Ia escriturase hará alínea tirada, esto es sin dejar que discurrapor renglones "viudos" o centrados, hecho sólo ad-

misible en el último. Éstu es, en esencia, la forma de

presentar una inscripción lapidar que -a mi modode ver- está vinculada, de manera muy estrecha,

con los formatos de manuscritos y alcoranes de los

d isrincos períodos h istóricos.

El lugar en el que se pretende exponer la losa

escrita también condiciona el formato, pues cuanta

mayor distancia exista entre el lector y el epígrafe,

más necesario se hará LLn trazo grande; y al revés,

cuanto más próxima esté la inscripción del lector,menos necesidad habrá de uttlizar un tipo de letrade mayor tamaño. Para confirmar este extremo el

epigrafista necesita conocer las medidas de Ia caja de

escritura, interlínea y altura de las letras de la ins-cripción, datos que sólo en muy contadas ocasiones

se consignan; ni tan siquiera se dan las dimensionesde la caja de escritura, con las que se podría deducirflícilmente la longitud de sus signos gráflcos.

Por otra parte, a medida que evolucionaba la

escritura cúfica, el último reglón del epígrafe dejóde ser el mismo marco de la inscripción y se dio a

esa zona -poco a poco- espacio suficiente para que

no resultara afectado el desarrollo inferior dei cuer-

po de Ias letras. Éstas, como ya he dicho, guardan

relación con el destino 6na1 del epígrafe.

Así, tomando en cllenta la información de

que podemos disponer (exacta sólo sobre trece

inscripciones; deducible en otras tres), se observa

que la interlínea de las estelas funerarias -a las que

imagino que se podía acceder fácilmente para su

lectura- tiene un valor constante de unos 4 cm en

10 casos y sólo de unos 3 cm en otros tres; todas

ellas sobre piedras de distinta medida. Sin embar-

go, la lápida fundacional de una to¡re de Baños de

la Encina (]aén, núm. 33 del apéndice), empotradaen sitio alto a distancia del lector, ofrece una altu-ra interlineal de i,6 cm; una inscripción funerariatoledana (núm. 55), labrada en la parte más altade una coiumna de 1,84 m (y por tanto, con Lrna

leyenda alejada de la vista), tiene 6,5 cm; similarobservación cabríahacer de otra (núm. 18) de 5 cm

de interlínea deducible. si bien desconocemos el lu-gar original en el que la estela pudo estar ubicada.

Estas cifras pueden compararse con las de las fajas

r77

Page 12: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

con epigrafía de los cimacios que sustentan el arccr

del mihráb de la Aljama corclobesa, que tienen Lrna

altura de unos I cm y el alif ahededor de 1.

En cuanto a las losas de formato horizontal con-

servadas completas (núms. 13, It,37 y 50), sólo

en dos ocasiones se ha ofrecido ia medida de la caja

de escritura: la cle una estela funeraria (núm. 37) y

Ia de una lápida fundacional situada a poco más de

un metro de altura del suelo (núm. 13); en ambos

casos la interlínea es de unos 3,J cm. A partir de

otras medidas puede deducirse la de la piez:r núm.

3, ar-rnque con posibles errores de cálcr-rlo; arroja

una altura hipotética de 5,5 cm, por lo que podríahaberse situado en un lugar relativamente alto.

Téngase en cuenta que I y i,5 es la intedínea

aproximada de dos inscripciones que mostraba la Al-jama cordobesa: la del añc¡ 346, a nomb¡e de 'Abd

al-Rahmán y situada en Ia fachada de Ia Puerta de las

Palmas, y una de al-Hakam fechada en el año 318,hoy descolgada; mientras que las franjas que frgr-rran

en la parte alta de las estancias de Madrnat aI-Zahn' ,

a modo de friso, tienen una altura de unos 16 a 19

cm y la doble línea epigráfica de ios mosaicos dei

a¡co del nibráh de la Mezquita-Catedral tiene unos

J2 cm y alrededor de 24 Ia longitud del alif. Ten-

dremos ocasión de precisar mejor estas medidas en el

apartado destinado al análisis del cúfico, ya que estas

cifras afectan proporcionalmente a todos los signos.

Salvo las piezas de formato horizontal y aque-

llas otras en las que sólo se utilizó la mitad de la

piedra (que suelen tener entre 5 y 8 líneas), de la

observación de ias inscripciones de este período que

se han conservado completas se puede concluir que

las lápidas grabadas por Lrna sola cara ofrecen en su

mayor parte (56%,), cualquiera qr-re haya sido la téc-

nica de labra, entre I0 y 12 renglones (7 , I0;6, 17

J, 12 líneas); sólo en tres ocasiones (19%,) las líne¿s

son nueve. Una cifra similar a la más usual -de 10

a 12- ofrecen las inscripciones sobre la dos caras

pues, sumando ios del anverso y reverso de la lápi-da, arrojan un total de 11 y 12 renglones. Quiereeso decir que los fragmentos en los qr-re se conserven

dos o tres líneas -enteras o en parte- no permitenuna reconstrucción de todo el epígrafe, si no es a

riesgo de cometer graves arbitrariedades.

En cuanto al ¡¡rosor de las lápidas y dado qr-re

desconocemos el lugar en qlre se había de ubicar Ia

mayor parte de las piezas, sólo es posibie concluir

178

que varía entre 3 y i7 cm, sin clue tales mediclas

tengan relación direct¿r con el m¿rterial y formato de

la piedra o con el destino fin¿rl cle la misma y sin que

puedan extraerse módulos estándares o con mayorrepresentación en el conjunto de las inscripcionesaquí analizadas.

No obstante, conviene advertir c1r-ie el grosor ca-

rece cle importancia si la pieza se empotraba en una

pared; pero si no es así, siempre que Ia altura del

rectángulo no sea superior al medio metro, el míni-mo grosor que Ia piedra necesita para no qr-rebrarse o

perder la estabilidad son i cm; en este caso, además,

Ia lápida ha de tene¡se en pie sobre su propio plano yrequiere un peqr-reño soporte a modo de respaldo.

En efecto, el tablero -es deci¡ el latt,h de lostextos árabes cle la época- tiene un formato rectan-gular o casi cuadrado. De forma mayoritaria O0%),para grabar el texto se usó en posición vertical (es

deci¡ con mayor longitud a lo alto), siendo uttliza-das para labrar el escrito en sentido horizontal sólo

7 de ellas (casi el IOVo), aunqte este núrmero podríaser superior si tuviéramos en cuenta lo dicho sobre

las piezas en las que sólo se uttltzó la mitad de lasuperficie de la piedra. En todas estas inscripciones

se grabó únicamente una de las dos caras de ler losa,

pero en siete ejemplares (10%) el texto fue grabado

sobre ambas. En algunos hay diseños no caligráficossobre una de ell¿rs y en Lrna pieza (núrm. 5) éstos

adoptan forma de arcos de herradura.En eI 7I% de los casos, el relieve (R) ha sido la

técnica de Iabra utilizada en las lápidas halladas en

antiglras ciudades, capitaies de provincia o en cas-

tiilos de cierta entidad y categoría, a veces in sitt.En cambio, una buena parte de las que ofrecen labraincisa (1) ha aparecido en áreas rurales o escasamen-

te urbanizadas en el período histórico qLle estamos

analizando. La técnica de labra no guarda relación,sin embargo, con el destino fundacional (F) o fune-rario (E) de la inscripción.

Las lírpidas, por técnica de labra y destino final,se clistribuyen así:

Gobierno ,i'ti. Tarttl

'Abd al-Rahmán

al-Haka¡n

Hrfim

sin da¡a

Total

21

9

2I

l

r4

/0

61,1

81,i

100

9

t

l

l0 2l .16,r r 2j,l

Ji,r 10 I'1,1 -1 28.6

L2,t 16 66,1 8 ll,l-1jj,1 266,,.

jt)

11

).1

l

r6 2i i0 t0,1 21 29,6 t t

Page 13: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

Se observa clue el número de inscripciones fun-dacionales va clisminuyendo desde la época del pri-mer califa. siendo exactamente un tercio cle éstas las

que se conservan del período de la dictadura amirí.Por el contrario, estadísticamente las piezas func-¡arias son más abundantes en Ia época de HiíámII, hecho que puede relacionarse con la situaciónde conllicto civil con el que concluyó slr manda-

to. Parece lógico suponer que se clebieron producirmás defunciones, como podría apuntar e1 hecho de

conservarse ocho estelas entre los años ,100 y 40i,aunqlle no conste en los epígrafes que estamos ana-

Iizando esa relación de causa-efecto.

Salvo un único caso, en que pueden observarse

sobre toda la superficie de Ia parte labrada restos de

pigmentación roja (r-rúm. 18), las esteias fr-rnerari¿s

cllyo texto fue grabado en ¡elieve no p¿lrece que ha-

yan conservaclo evidencias de haber estado pintadas.En cuanto a l¿rs realizadas de forma incisa, en tres

ocasiones las muescas de las letras presentan colo-ración negra. No existen pruebas documentales, sin

embargo, de cuándo se efectuó esa pintura porqlleno se han reaiizado análisis de la pigmenración, nien las grabadas en relieve ni en las incisas, si bien lacoincidencia en el uso del color negro en otras inci-sas cle períodos posteriores parece apllntar a que era

práctica relativamente usual en al-Andalus.También conserv¿rn las letras coloreadas de negrcr

las dos primeras líneas, no sometidas directamentea la acción de i¿r lluvia, cle una lápida fi-rndacional

con texto en relieve (n:ún;,. 42). Prueb¿r de que las

inscripciones ofrciales se pintaron es la evidencia de

una inscripción a nombre de 'Abd al-Rahmán delai,o 146. sitr-rada en la fachaCa de Ia Puerta de l¿rs

Palmas de la antigua aljama de Córdoba, que pre-senta sus letras coloreadas de un tono gris plomizo.En algunos ejemplares cordobeses conservados en

el conjunto de Madinat al-Zahrá' o en la Mezquita-Catedral, por el contrario, el epígrafe se presenta

hoy sobre fondo de color rojo o azul.

No es cl¿rro para mí el valor representativo del

color negro o gris plomizo, si es que realmente se

utilizó en época califal, pero el rojo (cuyo uso esrá

probado) podría relacionarse con la bondad y Ia be-

lleza, de las que es símbolo en la tradición de lacultura árabe, y el azul podría explicarse como re-

cuerdo de la mezquita omeya de Damasco (c.711 ,

cuya epigrafía aparecía en un mosaico azul y oro)

o -tal vez- como imitación del famoso alcorán del

califa 'U!mán, conservado en ese período en la AI-jama de Córdoba en cuyo edificio se clocumentan

estas coloraciones.

3. TEXTO DE LAS ESTELAS FUNERARIAS

Hace años estudié la frecuencia y secuencia de

cleterminacias partes fijas del texto de un epitalicr

andal¡-rsí (invocación inicial, nombre del difr-rnto y

fecha del óbito), además de otras que varían segúrn

el lugar y la época en qlre se labra¡a el epígrafe,

como el uso de la profesión de fe , Ias referencias a 1a

tradición, citas alcoránicas o inclusión de partes de

Ia oración canónica por los muertos (Barceió 1990).

Por haberlo ya explicaclo, sólo daré aquí los datos

más sobresalientes de las estelas provinciales de este

período.

En el es¡udio c1r-re sigue, con toclas las limita-ciones y reservas ante el estaclo de conservación de

esros mareriales, sólo he podiclo utilizar 47 (87%)

de las 5,1 estelas completas o fragmentadas. Quedanfuera del análisis, por diferentes razones, las piezas

28,29, 49,65, 66, lO y 71. Dicho quede por de-

lante clue en el orden de las partes que integran eI

texto fr-rnerario siempre será posible encontrar ex-

cepciones, pues 1o qlle tr¿rto a continuación es de

Ios estándares, pero se ha de tener en cllenta que los

trazos mal interpretados por los eclitores, ¿rdemás

de afectar al formulario, inciden t¿rmbién cle forma

negativa sobre la representación de los signos en el

alfal¡eto del epígrafe.

Durante el califato, la inscripción se inicia con

Ia basmala en la primera línea, como consta en

casi el 15% de Ias estelas, salvo en doce ejempla-

res fragmentados en que se ha perdido. Excepto en

esos fragmentos qlre carecen de la parte inicial, en

eI 62% de los epígrafes 6gura Ia expresión balaqabr en la segr-rnda línea; no aparece en 6 piezas

que conservan esta parte, cle l¿rs cuales una es de

Mértola, otra alicantina y 4 proceden de la pro-vincia deJaén. En 8 ejemplares (17%), antes de la

introducción explicativa "esta es la tumba de", po-

nen la conocida plegaria rabitna-br/lti Allib "Dlos

se apiade de éllella", tn tabh/ o una cita alcoránica(XXXV,5 en dos ocasiones). Esta intrusión, clue

suele aparecer en epitafios de ciertas ciudades, se

Llg

Page 14: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

encuentra también alguna vez en Ios ubicados en

cementerios rurales.

Entre la segunda y la tercera líneas se labra, en

eI19% de las estelas , eI nombre del difunto, frente

a 3 jiennenses que no lo corrsignan (6,5%) y siete

fragmentos en los qr-re esta parte ha desaparecido

totalmente. Una estela aiicantina trae eI vetl:,o ntVt¿

antes del nombre del difunto y tras la basrnala (sinla introducción há& qabr). Se observa en las estelas

cordobesas del final del período (400 y 401) que

tras el nombre se incluye una referencia al lugar en

el que vivía el finado, señalado generalmente con

la denominación de la mezquita de Ia ciudad a la

que acudía en vida, costumbre innovadora que no

he podido documentar hasta el presente en otras

inscripciones funerarias cordobesas posteriores nirampoco en e¡irafios dr provint ias.

Entre el tercer y cuarto renglón se graba en e1

J8% de las estelas el verbo tutuuffiyalt (ntáta sóIo

una vez) precedido (32%) o seguido (52%) de unaplegaria o de la profesión de fe islámica. Aquí los

usos regionales y las modas temporales o personales

se imponen. La presentación de esas frases piadosas

en relación con la muerte o el difr-rnto es muy varia-

da, aunque sea habitual qlre se consigne rabima-bu/ba Allab (o su variante rahmaÍ A/láb 'alay-hi/ha(46ú/o), a menudo acompañada de *^a-xngf.ratu-hu/

hV tra-riduanu-hulhV y, a veces, aa-'al) al-tnuslitntn

ajtnra'in o ua:al) jtatnT' I yarua'a a/-nzu:/intin) a Ia que

puede añadirse bien gafara /a-hu/ba (o las variantes

gafara laaba-bulhi y ga-fara la-hulbá sayi'áti-hi/ha) o bten naddara u,a1ha-hulha y, a veces, jt./.'¿t/a

a/-1anna naz/a-hulhá. Sobre otros usos y variantes

-provinciales y corclobesas- remito a mi trabajo ya

citado (BarceIó l99O).Tras esta oración, en estelas almerienses y tole-

danas de época de Hiíám II se incluye la profesión

de fe del difunto. La expresión naddara Alláh walha-hu fi,gura en el diseño de la pieza núm. ,18, aunque

su editor haya leído radja AllV.h 'an-bu coyo uso

sería inadmisibie en una estela de provincias ya que

dicha plegaria siempre estuvo reservada en al-An-dalus a miembros de la familia gobernante, como

princesas y clientes omeyas -según consta desde el

sigio IX- y también de otras dinastías posteriores.

La fecha suele ocupar las cuatro últimas líneas

del epígrafe. Casi en el 72o/o de las estelas se hace

constar Iaferia de la semana, excepto en 3 jiennen-

180

ses, una alicantina y otra de Mértola, en las que no

figura, y 8 fragmentos que no la conservan. En el

617" consta eI día (divno o noche) del mes, pre-

cedido de fr (26%) o /i- (26%), y en el 59o/o de

las esteias se grabó la palabra íahr, que el 82% de

Ias veces va introducida por las preposiciones ¡t¡)u

é3%), f7 (30%) o /i- (9%). En todas las piezas clue

conservan esta parte (8i%) frgtra el nombre delmes y la palabra sAnrt, a veces (19%) introducidapor rain (ll %) o /i-.

Puede cerrar el epitafro en algr-rnas ocasiones

(i3 piezas, 21 ,1 %) uno o dos renglones más con-

teniendo otras nuevas referencias piadosas o alguna

cita alcoránica> corno XXXY5; cita clue figura tam-

bién en el anverso de Ia losa de unas pocas estelas

almerienses y alicantinas, en cLlyo espacio se inclu-ye, alguna vez, Lrn par de versos en consonancia

con el tema de la muerte (Barceló 2000: 134-I3t,apéndice 4,2). Para esta inclusión de cierre, en dos

estelas almerienses de finales del califato se Lrtili-zó la superficie que, formando una faja, enmarca el

texto central (núms. 19,60).En cuanto a la onomástica de las personas di-

funtas, los nombres más usados a lo largo del pe-

ríodo que estamos considerando son: Muhammad,bien sea del muerto (3) o del primer (l) o segundo

ascendiente (1); Ahmad (ivn 2, padre 2, abuelo 2)

y los compuestos de 'Abd (15), ya sea en eI isw deIfinado (al-MaI1k 2, al-Salám 1, 'Ubayd Alláh 2),

en el del primer ascendiente (al-Malik 3, Alleh 3,'Ubayd Alláh 1, al-Rahmán 1, al-\Xáhid 1) o en el

del segundo (Alláh 1).

Vienen después, por orden de frecuencia, Ios

nomb¡es que llevaron los primeros califas, como'IJmar (istn 2, padre 1, abuelo 1) y 'Ali (istn I, pa-

dre 1), y ios de tradición coránica, como Sulaymán(ism I, padre 2), Yunus (istn I, bisal¡uelo 2), Isháq(isn l), Yahyá, (isw 1) e Idris (padre 1). Se atesri-guan esporádicamente algunos documentados con

una relativa frecuencia en las crónicas y fuentes bio-gráficas, como Mutarrif (isw I), Nasr (Lr¡z 2, abuelo

1) y Násir (ivn I),'Amr (abuelo 2), Táhh (isrn l),Sa'rd (ism 1, bisabr-relo 2), Qásim (ism 2, abuelo 1),

Huelayl (bisabuelo 1). Hay otros que se enclrentran

una sola vez, sea como noml¡re propio (al-Batin?),

del padre (Mansur, Aswad, Muhe{iirl o Muhálrib],Baiila [(¡lr) podría ser Nayila o Nuirayla], 'Abbas),

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del segundo ascencliente (Basil, al-Gamr, al-'As,'Imrán) o clel bisabuelo (al-Mu'allim).

En cnanto a Ia ¡ti-¡l¡a, se hace constar en ocho

ocasiones (al-Jaqafi {(slc) hay que leer al-Gáfiqi o

mejor al-Sámil, al-Ma'áhri, al-Gassáni, al-Iyádi,

al-\7asqi, al-Ansári, al-Ribahi, rl-Yuslámi, al-

Umawi) y también en la pieza núrm. +8 (aunque no

se puede restitlrir por el mal estado de la piedra).

Se clocnme ntan Ias kanyas Abu-l-'Abbes (sin lsrt ) y

Al¡i Sa'rcl (como isn del padre) y los hipocorísticos

Rahmün (nombre del difirnto), además cle Sa'dün y

Salmr-rn (cle dos bisabuelos).

En cr-ranto a la onomástica femenina. sólo se

conserva el nombre Maryam en uno de los dos epi-

tallos de provincias (núm. 58, 61) dedicados a una

mujer, clue conozco de este amplio período.

.I. TEXTO DE LAS LAPIDASFUNDACIONALES

Las lápidas que inch-ryen un texto cuyo conteni-

do alude a algírn tipo de trabajo arquitectónico, sea

const¡-rcciones ex nal)a, reparaciones en viejos ediflcios

u obras de diverso tipo, se consideran fr-rndacionales.

Hasta el presente, los estucliosos taml¡ién llaman

textas fundaciona/es a ciertos ei.igrafes que figuran

en algunos elementos usados en las ob¡as (capiteies,

cimacios, basas de columnas, frisos, etc). No los he

tenido en cLlenta en este trabajo, no porqlie fuera de

la ciLrdad de Córdoba no los hzrya, sino porc¡-re dichos

textos contienen un formulario-tipo idéntico al que

ostentan diversos productos artesanales (telas, pilas,

objetos metálicos o eborarios, etc) clue los hace dis-

tinto al cle las lápidas propiamente dicl'ras.

Aunque dicl-ros elementos arquitectónicos y

productos arte sanales incluyan la hd-rnala o palabras

propiciatorias (baraka,.rt11"V1,, ni'ma, nasr, etc) y pre-

senten un texto que menciona al califa y sus títulos,

el destino de la pieza (/i-na1i/is a./-c¡a¡r, b-nurJinat

dl -Zah ira, I i - I -s ayi da, / i- A b7- / -\Y/a 17 d H ifr w, etc),

detallen el ¿rño e incluso se emplee alguna vez Lrna

expresión explícita (bunila há/4 al-mai1,/f , siempre

aparece en eilos -a diferencia de los epígrafes fun-

dacionales- la fórmula r¡tit¡ttttV unilra bi-'an¿ah-hi (o

su variante rúmr¡tá 'an¿i/¿) que nos indica que el ob-

jeto es cle aquellos qtte se ordenó bacer o q/./e ie hic¡eff)¡l

en un determinado lugar; texto qlre sitúa al califa

-además- en el control de los talleres dedicados a

su elaboración.

A mi modo de ver y por acercar la imagen a

nlrestros días, se uataría en esos casos de la simple"marca" del producto; un sistema de propaganda

ideado en el oriente abasí que fue introducido en al-

Andalus durante el siglo IX, bajo'Abd al-Rahmán

IL Táles procluctos están concebidos para Llso del ca-

lifa, su familia, miembros de sr-r cí¡culo personal y

del gobierno ¡ en general, pan Ia 1-assa cordobesa, a

diferencia de monedas y de la epigrafía pírblica cuyo

principal lector es el común de los sírbditos (antnta).

En cuanto a las iápidas fr-rnd¿rcionales pro-

piamente clichas halladas en provincias, es decir

epígrafes estatales, hay que distinguir dos mo-

daliclades según las fórmulas estereotipadas que

conform¿rn sus textos: por un laclo las que celebran

obras civiles, esto es lápidas edilicias; por otro, las

que conmemoran fundaciones de car¿ícter religioso,

sea la erección de una mezcluita, Ia de r-rn alminar,

obras de canalización de aguas o cualquier tipo de

intervención en un edificio de estas características

ya constrllido.

4.1. Texto de lápidas fundacionales edilicias

De las I7 piezas que considero fundacionales

en senriclo estricto, I (41%) son edilicias. Recue¡-

dan ias constrlrcciones de una casa (dal) en Tortosa,

clestinada a talleres y arsenal (núm. l4), un castillo(b i.¡ n) en Tarifa (nírm. 2 6), vna to r re (b ur1) en Baños

de la Encina (núm. 33) y ciertas obras llevadas a

cabo en ei castillo de Gormaz (núm. 32) y en un

puente en Toledo (núm. 11 , sólo en su versión cas-

tellana). En todos estos ejemplares la iniciativa de

los trabajos parte del califa, como se hizo constar

en el epígrafe, excepto un mojón de límites jnisr)

(nírm. 56) y la reconstrucción (laddada) de la ciu-

clacl de Évota (núm. 1), que hzrn perdido la parte de

la piedra donde hguraba el nombre del ordenante.

Casi roJas las inst ripciones ( on relerent ia e

obras civiies son conocidas y lo que diré a continur-ción, por 1o tanto, no contiene ninguna novedad.

Estas lápidas mantienen en su texto Llnas partes

previsibles -más o menos fi1'as qlle apenas va-

rían con el tiempo, plres ya están presentes en los

primeros testimonios andalusíes del siglo IX y se

seguirán usando en los siglos posteriores.

181

Page 16: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

Se inicia el más antiéluo de ios epígrafes

G)31941-5) con Ia basrudla y el verbo anmra, segui-do de su régimen bi- cl:ue introcluce la acción llevadaa cabo; sigue el sujeto del verbo, formado por la

expresión 'abd AllAh "el siervo cle Dios", el nom-bre del califa, el títu.Icl an¿7r a/-mu'ntinin y una ja-

culatoria propiciatoria (alyada-ha Alkb). Se cierrael texto con fa-tannna bina'u-ha y Ia expresión 'a/)yadal-, clte da pie a incluir los cargos y nombre delrepresentante de Córcloba, segr-ridos de una piadosa

oración (bi-'au,p Allah u,a-nasri-b) y el año.

Un poco despr-rés G491960), todavía bajo go-bierno del califa al-Násir, cambia el formulario li-geramente. A Ia basnala se Lrnen ahora la handa/a,esto es la alabanza a Dios, llabhi a/-'a/ax¡|n "Señ.or

de los mundos", y LLna ta¡li1a sencilla, es decir Ia

oración por Mahoma,latint a/-nahzylrz "sello de los

profetas"; sigr-Le el ver!)o dn.zrd separado de su régi-men preposicional por el nombre y título del califa,al que acompaña la expresión propiciatoria ata/aAllAh /:ac¡a.'a-fu "Dios le de larga vida", qr-re da paso

¿r la obra realizada (bi-buq,án haü...); el nombreverbal vuelve a repetirse tras fa-tantnu e inmecliat¿-mente después viene el mes y año, concluyendo el

epígrafe con la expresión ya señalada'a/) yacla1 y el

nombre y cargos del representante cordobés.

Érto "r

exactamente la estructura que ofrece el

fragmento conservado del epígrafe de la fortaleza de

Gormaz del año it4196t, aunque aqr-rí el nombredel califa es al-Hakam, al que acompaña su laqab

o título honorífico, al-Mustansir bi-lláh, además

cie "príncipe de los creyentes". Tres años más tarde

Qt7 1968) la inscripción de Baños muestra en slr

planteamiento inicial un texto igual al de las ata-

Íazanas de Trrrtosa, con nombre, títulos del califa yfórmula propiciatoria idénticos a como figuran en

los epígrafes de 349 y 351 sigte'aD 1ada1, car-

gos y nombre del serviclor cordobés y se cierra con

fa-tanrmrt ua-kuntila bi-haul AIláb tta ta'1t70/¡-¡,, tr-gnidos de u'a-ülika ("y eso"), nombre del mes yel año.

El título de a/-iltánt, que en ningún caso acom-

paña el nombre y títr-rlos de los dos primeros califas,

es la ausencia más notable que se percibe en estos

epígrafes oficiales edilicios de provincias, frente a

su constante presencia en monedas y en la epigrafíacordobesa de Madinat al-Zahrá'. Aparece en Cór-doba en las inscripciones de la Mezquita-AI jama a

182

nombre de al-Hakam, en Lrn fragmento fundacionalde Hiíám II (Lévi-ProvenEal 1931: 27 , núm. 20) yen alguna estela funeraria "semi-oficial" donde se

alude a este último califa (Labarta & Barceló 1992:

tt2-154.Así pues, el formulario de las lápidas fundacio-

nales de obras civiles consta de cinco partes cuya

posición, como acaba de verse , puede variar: a) has-

nmla, segurda a veces de ban¡.dala y ta¡li1,a; b) ordende constrr-rir; c) nombre y títulos del ordenante; d)

mes y año en que concluye el trabajo, acompañado

de una plegaria; e) cargos y nombre del servidor cor-

dobés que lleva a cabo la orden y que puede ser unosoio, como acaece en los epígrafes cle provincias, omás de uno, como quecia registrado en un fragmen-to de inscripción co¡dobesa, de época cle al-HakamII y no interpretado hasta ahora (Acién-Martínez1982: lámina VI), que conmemora el enlucido de

los muros de una construcción (a-nauttara a/-h7tán);

obra que fue encargada a dos faü de los llamados

al-kahir: uno con filiación 'Abd al-Rahmán y el

otro, el conocido Fá'i[q al-Nizámi o al-Hakami].

4.2. Texto de lápidas fundacionales de obraspías

Un poco más amplia result¿r la muestra de Iá-

pidas que recuerdan la realización de ol¡ras por ini-ciativa de unos personajes que esperaban alcanzar la

recompensa divina: 10 en total (casi el 59% de las

fundacionales). Sus epígrafes mencionan conduc-ciones de agr-ras (núm. I V 42) o erección de mez-

quitas y alminares (nírm. 8, 13, I5, 21, 22, 16, 39,5'l), bien fuera por orden del califa, de la madre del

príncipe heredero (5 piezas, J0%) o cle un particu-lar, fuera docto alfaquí (núm. 21) u otros indivi-duos cuya existencia no está documentada en otras

fr-rentes escritas (5 ejemplares, 5 0ú/o).

E1 formulario de estos epígrafes que celebran

fundaciones pías tiene muchos rasgos comunes con

los ya descritos (sobre todo los que proceden de lamanufact¡rra de un serviclor del califa) y guardan,pues, un gran parecido con las lápidas que conserva

la Mezquita-Catedral cordobesa. Se trata, además,

de un formulario que coincide l¡astante bien con el

que presentan las inscripciones abasíes del Hatatude la Meca, fechadas en 1a segunda mitad del sigloVIII (El-Har.vary & Viet {19851: núms. 1, 2, ,i y7), cr-ryo uso continlró durante toda la Edad Media

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tanto en al-Andalus como en otras regiones extra-peninsulares, como constatan todos los repertorios

epigráficos donde figura este tipo de formulariosfundacionales.

Su empleo, por otra parte, es antiguo en al-

Andalus, como se puede comprobar comparando

sus diferentes partes con el texto de la erección de

Ia aljama de la desaparecida ciudad de Elaira en

2t01864-5 (Lévi-Provengal 1930: xliv) y, en Cór-

doba, con el del tímpano del postigo de San Este-

ban de la Mezquita-Catedral, fechado en 2411855-

6 (Ocaña 1988-90: 12). En ambos epígrafes, como

en los que aquí se analizan, el deseo de obtener Ia

recompensa de Dios, por parte de quien ordena la

obra, se expresa mediante la fórmula ra1á' ¿aawba-

bu al-'azint y r4A' tauáb Allah 'a/a1t-b) wa-duya-hn

bi-hi; también se hace constar el nombre y cargo

del representante del gobierno: eI'atnil de Ia kara

o provincia.

La presencia de la ya citada expresión religio-sa u otras similares (cc>mo w)n taqabbul al-a1r, li-ualb Allah o )btiga' tawvb Alláb) es un rasÉio co-

mún compartido por las Iápidas fundacionaies de

provincias con las qlre conserva 1a epigrafía coetá-

nea de la Aljama cordobesa, aunque dicha fórmulapr-reda variar -según sea la categoría del ordenante

y el clestino hnal de la obra- haciéndose más prolijao más sencilla.

En el apartado de epígrafes realizados por ordendel califa o un miembro de su familia incluyo dos

piezas que -hasta ahora- se considera que celebran

obras civiles y cuyos editores han fechado en el pe-

ríodo de 'Abd al-Rahmán III: una, procedente de

Almería que se supone que conmemora una atataza-

na y qlle creo hay que datar en 34319J4; hay que fe-

char en 36f 1912la otra, hallada en Coripe (Sevilla)

segírn parece, que aludiría a la construcción de su

castillo. Me lleva a incluirlas en el apartado de fun-daciones pías además de otras consideraciones- la

presencia de la palabra a/-$tv s¡ Ia pieza almeriense

y de ta.í17d, término técnico reservado de manera

especíhca a la erección de r-Lna mezquita, en la ins-

cripción hispalense.

Comparando el formulario de los epígrafes de

obras piadosas con los de la gran mezquita cordo-besa, puede concluirse que éste consta, aunque no

obligatoriamente por este mismo orden, de a) bas-

ma/a, a Ia que puede seguir alguna aleya coránica

o una expresión piadosa; b) el verbo awara o l>ten

ban), aqanta, tattalD o íaylada; c) el tipo de obra(nuryid, r¡tanar, sarunta'a, saqá1a. rnihráb, saqifa,

u.'a1h, íari'a, etc); d) el noml¡re del ordenante; si

éste es el califa, su nombre y títulos se expresan en

los mismos términos qlre en los epígrafes que ce-

lebran obras civiles; e) expresión que contiene su

deseo de obtener la recompensa divina; f) fa-tantma(a veces fa-kumila o fa-tamma tua-kumila), seguido

en ocasiones de ülika o del nombre de acción ver-

bal; g) a menudo, la plegaria b)-'atan Alkb;h)'al)ytlal segtrdo de1 nombre del encargado de la obra,

a veces señalando su oflcio, condición o cargo repre-

sentativo; i) fecha, expresada mediante el nombre

del mes y el año.

Es una constante en estas inscripciones añadir,

en alguna de Ias secciones en que aparezca la men-

ción de Dios, la pequeña jaculatoria 'azza tta-jtalla(o 1a//a ua-'azza o bien jalla yalala-bu).

Dado el carácter de muestreo aleatorio que tie-ne el presente catálogo, puede concluirse que du-rante este período fueron numerosas las obras de

construcción de mezcluitas y oratorios, no sólo porparte de los miembros de la familia gobernante sino

también por particulares adinerados, a quienes po-

demos suponer imitando las piadosas acciones de la

elite cordobesa.

4.3. Encargados de obra y artífices

La investigación epigráfica moderna considera

que los personajes citados tras la expresión'alá 1,a-

da1 fteron los encargados de la obra que se reseña en

el epígrafe. No obstante, segírn se trate de lápidas

qlle conmemoran obras civiles o de textos que ha-

gan referencia a obras piadosas, hay en el formularioun tratamiento diferente del cargo, categoría o ac-

tividades de estos individuos. Por otra parte , como

han mostrado quienes han estudiado estas lápiclas,

algunos de los encargados de obras oficiales -es de-

cir, citados tras'a/) 1,ada1- son personas conocidas a

través de las crónicas y obras biográficas árabes.

Sólo se han conservado tres inscripciones com-

pletas referidas a obras edilicias. Se citan en ellas

a 'Abd al-Rahmán bn Muhammad (núm. 1,1) y

a Maysür bn al-Hakam (nírm. 33), ambos con lacategoría de qV'id, siendo el primero 'abd del cali-fa y el segundo st nmu/); también se consigna la

misma condición de liberto c¡ nta'a/) para eI'u'azir

183

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'Abd al-Rahman bn ¿Jayr?, encargado de la cons-

trucción del castillo (no de una torre como inter-pretó Lévi-Provengal) de Tarifa en 3491960 (n6m.2J), aunque su onomástica no consta en otras fuen-

tes escritas.

En cuanto a las obras de condición piadosa,

aparecen mencionados en sus epígrafes: Umayya bn

Muhammad bn Suhayd (núm. ,l), 'axtil de Écija en

3181930 y el de Ia kura de Mo¡ón en 36119lI, el

fañIbráhlm (núm. 36); el tesorero o al-1Zzin delaBayt al-mal cordobesa en tiempos de al-Hakam II,el conocido/aüDtrrt al-Asgar (núm. 39) -de cada

uno de eilos- se consigna su condición de ntawl)del califa; Muhammad bn Rumáhis, en Almería el

3431954 (n:úrr,. 22); y Ahmad bn 'Abd AIláh bn'Arus (núm. 42), sahb al-íurta tua-qv17 ahl kuratIstilya taa-Qarrnuna '*-a-a'nzali-bá eI airo 367 l9f 7 ,

además de sanT'a de la ordenante de la obra, la co-

nocida Subh, madre de Hi5ám II.Algunas lápidas fundacionales señalan también

la realización de obras pías por parte de particularesy, a veces, incluyen -además del nombre del bene-

factor- el del encargado de las obras, cuya onomás-

ttca va precedida de la mencionada expresión'a/)yaday. Así, en una lápida de 3331944 que conme-

mora ol¡ras de restauración de una mezquita de larábita de Guardamar (Alicante), hechas por ordende Ahmad bn Buhlül l>nZarl¡, se cita a Muhammad

bn Abr Salama (núm. 13). También se consigna

tras 'a/) yadalt eI nombre de dos personajes, Müsá

ibn 'Ali al-banná' y Sa'áda, en el epígrafe que con-memora la construcción en 3901999-1000 de una

mezquita, hoy ermita del Santo Cristo de IaLuz en

Toledo, realizada bajo los ar-rspicios del jurisconsul-

to y tradicionista de la ciudad del Tajo Ahmad bnHadrdr (nim.54; cfr. Ocaña 1949: l8L-f82).

No se hizo constar el nombre del encargado de

las obras de construcción, en 34019t2, de una mez-

quita y su almina¡ en Arcos de la Frontera (núm.

21) por orden del jurisconsulto y docto tradicio-nista 'Attáb bn Hárün bn Naór (3Il-3811923-

997). Tampoco se hizo constar en una inscripcióncordobesa que rememora la erección de un alminarpagado por 'Umar bn Idris al-Saqqáq en 3581969(Lévi-Proven Eal 19 3 I : 2l -22).

Hay otras lápidas que no mencionan al encar-

gado pero tampoco dan el nombre del ordenante.

Esto ocurre enlapieza núm. 15, que alude a la erec-

r84

ción de una mezquita en Bélmez de la Moraleda el

año 3331944-5, y en un epígrafe de Villanueva de

Córdoba, datado en e1 año 3921I00I-2 (núm. 56),

que celebra la colocación de un mojón de límites,aunque es imposible saber si se trata de una obra

pía por haberse perdido parte de la inscripción ori-ginal.

A1 parecer, en otras lápidas fundacionales se in-cluyó el nombre de la persona que diseñó el textoque hoy mlrestr¿1 la piedra. En un caso (núm. 12) el

onomástico 'Abd Alláh bn Kulayb va precedido delverbo kataba, esto es "escribió", con lo que queda

clara su intervención; pero en dos piezas (núms. ,1,

13) los nombres Fath, un gulant. de'Abd al-RahmanIII, e Ibn Mar!'án bn al-banná', aparecen precedi-

dos de Ia voz 'ama/, "obra", lo que permite que se

puedan dar otras interpretaciones al tipo de trabajo

consignado.

'. EL CÚFICO DE PROVINCIAS DELPRIMER CALIFATO

Ya he señalado la unanimidad existente en labibliografía eptgráfrca española en el uso de los tér-

minos ctiJico florido y cúf co simple. keciben la primeradenominación los textos cuyas trazas muestran re-

mates en forma de hoja con dos folíolos o trifo-liada- tanto si el adorno se halla presente en todos

los signos usados en el texto como si se encuentra

en uno solo. si bien el caráctet de las trazas de este

cúÉco califal no difrere de la variante "simple" más

que en el aludido remate en forma de hoja.

El tipo florido está documentado en al-Andalus,por 1o menos, desde mediados del siglo IX (Ocañ¿

1910 26); su introducción, por tanto, es anterior al

período aquí estudiado en el que continúa usándose

en inscripciones emanadas del gobierno central y en

Ias decididas por particulares, aunque únicamente

eI 29,6% de los epígrafes conocidos de época cali-fal presenten una escritura círfica de estas caracte-

rísticas. Se trata de 21 ejemplares con una ampliacronología que abarca desde el año 318/930 hasta

finales del siglo IV / X, siendo la úitima fecha co-

nocida el año 388/998.Sin embargo, doce de estas lápidas ó1%) sóIo

utilizan el apéndice florido en el remate de I4alf(núms. 29, 40, 46, 52, t9, 61 ,particulares, y 4,

14, 26, 32, 19,42, ohciales). Otros cuatro epí-

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grafes (I9%, núms. 2, 16, 2L,60; años 3721924 a

39911008) añaden el adorno, además de a esa Ietra

nun,auno o más de uno de los siguientes signos: 1,

1, 4, I, 12 y l7 . Sin embargo, este tipo de decora-

ción foliada se encuentra en casi todos Ios caracteres

de las otras cinco estelas restantes (21%, nims. 5,

23, 2l ,28, particularcs y 22, oficial), las cuales se

realizaron entre los años 3201932 y 350196I, esto

es du¡ante el gobierno del primer califa de al-An-daius.

Fuera de Ia eprgrafía ofrcial (nírms. 4, 14, 22,

26, 32, 39, 42; años 3 1 8/9J0 a 167 1911) y de tres

piezas de lazona provincial gaditano-cordobesa con

una cronología que abarca el gobierno de los tres

califas (núms . 2I, 29, 52; aios 340-3881952-998),se consrara que el cúfrco florido soiamente se usa

en las regiones de la costa mediterránea; en con-

creto: la ciudad de Almería, donde este estilo está

muy arraigado y se enclrentra utilizado en nueve

de sus diez ejemplares particulares (núms. 2,5,16,23, 28, 40, 46, 59, 60; 3121924 a 39911008), y

en dos estelas funerarias levantinas (núm. 6Z; 380-4041990-1014) de las cuales una, que es de Tortosa

y tiene foiiaciones en casi todas sus signos (núms.

27; año 3491961), emplea un tipo cifi.co cuya rraza,

más que al alfabeto andalusí usado en Ia época, re-

sulta similar a la producci ón eptgráfr.ca de Kairouan

o de Egipto Gfr. Allah en línea 5 con Artf 1967:

100-102, en especial).

De acuerdo con Ia terminología que Ocaña

ha impuesto con su reconocida autoridad, el círfi-

co anterior al califato recil¡e el nombre de "arcai-

co", usado a menudo para aludir a la escritura del

califato que ni es "simple", porque no guarda las

proporciones de este estilo, ni "florida", porqlre no

presenta remates foliados, o bien porque no contie-

ne alguna de las innovaciones introducidas desde la

capital durante esta época, como mostró el docto

epigralista, es decir: alargamiento de 2i, sobre todo

en la basmala o fórmula inicial, y aparición de un

pequeño nexo curvo de unión entre los signos por

debajo de la Iínea de escritura.

Ocaña (1970: 30-31) detecta taies cambios en

inscripciones del año 3331941-5, fecha de dos epí-grafes de Córdoba y Tortosa. Durante un tiempo dipor sentado -como otros muchos autores- qlle esa

data marcaba el inicio de tales cambios, pero la lec-

tura detenida de la obra de Ocaña y el conocimiento

de las inscripciones cúficas me han mostrado que el

maestro de la Epigrafía andalusí sóio hace referen-

cia a que estos cambios aparecen por primera vez

-en esa data señalada- en epígrafes oficiales, esto es

en iápidas fundacionales edilicias o de obras pías,

como lo son las dos piezas citadas cuyo ordenante

es el califa.

Esto es así porque una de dichas innovaciones

(el alargamienco de 2i) ya aparece en estelas fu-nerarias de época del emir Muhammad, a las que

el mencionado autor (que las conocía bien) IIamó"semi-oficiales"; por ejemplo, en el epitafio de una

yáriya del citado emir fallecida en 2681881 (Ocaña

I970: Iámtna V, Iínea I, bi-:rn) y en una estela fu-neraria de otra mujer fechada en la década de los 70

de esa misma centuria (Ocaña I9J2: nim. 5). Por

otra parte, el nexo curvo de unión entre trazas ya

está presente en la basmala de la Iápida oficial que

celebra una canalización de aguas del año 3l8l93o(núm. ,1, línea 1 A//áb; cfu. fig. 1) y en la estela

funeraria "semi-oficial" de una mujer cordobesa

muerta en 3281940 (Acién-Martínez 1982: 24,

lám. IV línea 5 Allab 6 lafla).Con todo, es a lo largo del período califal cuan-

do el nexo de unión se irá imponiendo, primero en-

tre el signo 15f y cualquier letra precedente. Más

tarde se irá extendiendo a otros y ya, en época de

Hiíám II, su uso será también casi constante entre

12rn y 2f , I2f y 2m, dos signos 2m contiguos, o

entre 2i y cualquier otro diseño de letra.

Junto a esas novedades ya indicadas, puede

decirse que durante el gobierno del califa 'Abd al-

Rahmán III también se difunde poco a poco, ade-

más de un cambio operado enla traza 71,Ia rnoda

de incluir adornos florales colocados en el campo

epigráfico sobre ciertas letras, en especial tr¿7m. Este

adorno, consistente en una hoja trifoliada a modo

de "flor de lis" con la parte inferior apuntada, se

observa tanto en Ia epigrafía cordobesa del período

342-3451913-9J7 (Martínez Núñez I995b: 116,

fig. IX, I33,Lám. XV) como en una estela funeraria

almeriense del año 34519t6, en donde aparece usa-

da como punto separador del texto (núm. 23).

La flor de lis es una solución para compensar

con su diseño los espacios vacíos causados por laexcesiva altura de los astiles de las letras más altas

aLrnque se dote a éstas de remates foliados. Dicha

solución, hallada por quien la inventó en tiempos

l8t

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de 'Abd al-Rahmán III, adquiere carta de nauualezadurante el gobierno de su hijo, el califa al-Hakam,pues aparece con esa función en el epígrafe de mo-saico del mibrcb de la Mezquita-Catedral de Córdo-ba, cuya caja de escritura de ia línea tiene unos 2r1

cm de aitura. Pero también se aplicó profusamente

en una inscripción fundacional pública deI año 3i4(núm. 32) y en diversos productos oflciales artesa-

nos, de los que son buen ejemplo las inscripciones

sobre marfrl -del mismo período- donde suele ser

habitual a partir de esta época (Fe rrandis 193 5 ; Na-vascués 1964).

En cuanto al signo 1,1, que en posición final ve-

nía manteniendo una figura similar a lmlf , adopta

en su diseño aislado a partir de este momento la lla-mada forma de "cuello de cisne" o de "S invertida".Está presente en provincias, desde ios años 30 delsiglo IV I 940, en dos estelas funerarias almerien-ses (núms. 16,40) y en una inscripción fundacionalprivada de A¡cos de la Frontera del 3401952 (nírm.

2I), Io qr-re sugiere que sll introducción en piezas

oficiales es más antigua o como mínimo coetánea.

Estas novedades se seguirán usando después, hasta

quedar consolidadas en la epigrafía de las primerasTaifas de manera definiriva.

No disponemos de suficiente información para

poder trazar con seguridad las líneas de evolucióndel cúfrco "arcaico" en el que están realizadas las

pocas muestras de este período cuyos límites cro-nológicos se han de situar en el primer tercio del

mandato del califa 'Abd al-Rahmán; inch-rso los

ejemplares de la segunda mitad de su gobierno pa-

recen representar "un paso atrás" en la marcha delcírfico andalusí, como advierte Ocaña (1970: 33) en

relación alepígrafe oficial del año 146 que se exhibeen la Puerta de las Palmas o Arco de Bendiciones

de la Mezquita-Catedral cordobesa, al que se pr,rede

añadir por los mismos motivos Ia pieza n:úm. 22,también de carácter oficial. datada en 74319J4.

6. EL CÚFICO DE PROVINCIAS A PARTIRDE AL-HAKAM

Durante la época del segundo califa andalusí,

además de quedar fijadas esas novedades ya operadas

en el segundo tercio del gobierno anterior, se pro-duce un cambio mucho más importante que afecta

al diseño de las trazas: la modificación del módulo

186

que s.irve para establecer la proporcionalidad entresignos. Esto se hace evidente con una simple ojeada

comparativa entre alfabetos de cualquier epígrafe

de época anterior y los de las inscripciones de laAljama cordobesa, especialmente de su nilhrzb (cfr.

Ocaña I970), desde donde ese nuevo modelo de es-

critura -de innegable belleza se difundir¿í rápida-mente a todo el territorio de al-Andalus.

Ei sistema que ahora se introduce modificael tamaño de determinadas llguras, compensando

así su relación con la altura de alif y km, mientrasdota a otras de una mayor longitud, de modo que

el resultado final, en su conjunto, es Llna escrituramás estilizada y armónica. Para entender esta in-novación hay que acudir a los fundamentos de laescritura cúfrca que -a mi modo de ver- se basa en

el cr-Ladrado, el triánguio y el círculo como ligurasesenciales, en el principio geométrico de la Sección

Á.,r.u y en un sistema de proporciones, que utilizade forma periódica. Es, pues, un diseño que puede

ser realizado utilizando la escuadra y el compás.

Así, si la altura de Ia traza 1 es de 4 cm, las

figuras ,1, 8 y 1l (con sus astas), así como /ant y /artt

alif, ))a y el remate de "cuello de cisne" de l,lftendrán 4 cm de alto; pero el cuerpo redondo de Ios

signos 10, 13, 14, 11 y 16 tendrá por diámetro la

mitad, es decir 2 cm, mientras que la altura de las

otras letras será de 3 cm. Si se aplica la técnica del

xtaíq, esto es el alargamiento horizontal del cuerpo

o el remate de un signo, éste podrzi medir ia mitadmás o el doble que Ia traza 1, es decir 6 u 8 cm.

Cuando la interlínea es mlry grande (12 a 24 cm,por ejemplo), mantienen la altura del alif las astas

de los signos 4, 8, II, 12, 14 y 1 5 (a veces también2), que se elevan hasta el tope superior, mientrasque el cuerpo de éstos y la figr-rra de las orras trazas

ya señaladas guardan una relación de I12, 114 o llirespecto a la longitud deI alif.

Estas proporciones, que rigen el cúfico simplede la Mezquita-Aljama y orras inscripciones cordo-besas de este segr-rndo período, están presentes en el

alfabeto de Ia lápida que celebra Ia fundación pia-dosa de un minarete, erigido en Córdoba a expensas

de nn particular el ai'o 3181969 (Lévi-Provenqal

I93I: lámina YIa), y se documentan en el alifarode epígrafes ohciales de provincias de 3571968 y

361197 1 (núms. 33,36) así como en el alfabeto de

Ia inscripción de una estela funeraria jiennense dei

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ano

II.164191t (núm. 37), ya en Ia etapa cle Hi5ám

Durante la dictadu¡a de Almanzor, aunqlre se

mantienen ios señalados principios de proporciona-

lidad, se operan otros pequeños cambios. Si desde

)49 Ia figura de la taza 5 consiste en dos líneas

perpendicula¡es formando ángulo recto (núms. 16,

27), ahora cada una cle ellas adquiere una longitudiguai a la altura del alif; pero no desaparece en este

período la engorrosa coincidencia de ambos signos,

si bien la traza 11 con Ia que compartía idéntico

diseño- había consolidado ya su aspecto de "S" in-vertida. Así mismo se añaclen en este momento fo¡-

mas reclondeadas en la base de Ia cabeza de 9i, que

antes Ia ce¡¡aba de moclo triangr-rlado. En epígrafes

cordobeses o provinciales -en relieve o incisos- se

aprecian esos cambios desde Ia década de los ¿ños

70 del siglo IV de la Hégira / 981, hasta bien en-

tradoelsigloV.Ya ha quedado dicho que la utilización de re-

mates foliados, herederos del emirato, sigue todavía

en uso hasta finales del siglo IV de la Hégira, como

acontece e n moned¿rs (en los períodos 3I1 -32I ,

)i6-337, 3t1 -365, 71 83c)2, 393-402) y, fuera de

la epigrafía de la capital andalusí, se constata en

provincias en Lrna lápicla fundacion¿rl de carácter

oficial del ai'o 361 l91l (¡;lúm. 42), en algr-rnas es-

telas alme¡ienses y levantinas del último tercio de

esta cenruria (nírm. 19, 60, 61) y en la cordol¡esa

bilingüe de un c¡isti¿rno, fechada en el año 1036 de

"la era del cobre", es decir t3881/998 (nírm. 52).

7. EL Cí]FICO INCISO DE PROVINCIAS

En cu¿rnto al cúflco inciso, utilizado en poco

más de un tercio de los epígrafes conservados de

este período, presenta rlnos rasgos qr-Le siguen de

cerca la evolución e innovaciones que tienen lugar

en Ia capital. No obst¿rnte, unos pocos se Iabraron

de forma descuidada y sin armonía; aspecto tosco

que les confiere el hecho de no haberse mantenido

la base de la línea de esc¡itura en perfecta horizor-r-

talidad, cosa -por otra parte bastante frecuente en

la talla de la piedra por personas poco expertas. En

un caso (núm. 19) el tallista separó en cartelas o fa-

jas cada uno de los renglones de que se compone el

epígrafe, pero sin mantener la línea base del texto,

con Lrn resultado que prodlrce un efecto general cle

desorden.

Desde el punto de vista de la escritura usada, se

advierte a partir del gobierno de al-Hakam II que

el diseño de ttirn final es diferente al qr-re ofrecen

las lápiclas en relieve. En ciertos epígrafes (núms.

31, )t, 31 , t8), el círculo del cuerpo principal de

esa traza .l 3f tiene una Iínea descendente, menos

larga r,rnas vece s y de casi igual aitura gue eI a/if en

otras ocasiones, que se remata con otra más corta

formando ángulo recto hacia la izquierda y hacia

abajo. Algunos alrtores interpretan 1a escritura de

los epígrafes que representan así este diseño como

letra cursiva. Si bien es probable que tal f¡rera su

rcalizacjón en el modo manuscrito, la presencia de

otros signos cúficos en el mismo epígrafe nos llevan

a la conclusión de que se trata de meras variantes,

como corroboran algunos alifatos de inscripciones

hechas en otras zonas musulmanas.

En relación con esto hay que destacar un grupo

de estelas de procedencia jiennense que representan

el signo 4 -de manera sistemática- con un dise-

ñosimila¡aInuestrode..mayorque,,,esdecir>(núms. 3I,31,38,43, t3,17,18), más tarde de

uso frecuente en al-Andalus en inscripciones incisas

(cfr. Lévi-Provengal 1931: xxx, frg. 3); un diseño,

por otra parte, directo descendiente de la misma

figura tal y como se dibujaba en el período de los

emires de al-Andalus (cf¡. Ocaña 1910: 22 y 2J,

figs. I y 3). También se halla grabada de igual modo

en Lrna estela almeriense del año 321)191I (núm. 9)

qlre tiene la particularidad -además- de presentar

las letras con los signos diacríticos propios de laescritura magrebí, hecl-ros con un puntero y no en

relieve como todas las trazas del epígrafe (cfr. Ocaña

lc)64: núm. 1 11 y lámina XLIXc).En relación con los plrntos diacríticos, seis es-

telas incisas de este período también conservan gra-

bados algunos: cinco piezas de la provincia de Jaén(nírms. I5, 19, 53, t] ,58) y una murciana (núm.

3)). Este i-rso coincide en el tiempo con el practica-

do en Ios llamados "ataifores de verde-manganeso",

l-rallados en el conilrnto arqueológico de MadinataI-Zahrá', en los que se pintó dicha puntuacióndiacrítica en alguno de los varios onomásticos qi-re

ofrece y entre los cuales se enclrentran los nombres

cle Maysür, Mubárak, Násir, Nusayr, Ra5iq, Zafr,\ñ6¡iq y 'iabir (cfr. Cano 1 995: l2+, 6gs. 59-61

187

Page 22: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

y 645. También se observa en el nombre Jayr de

uno de los tallistas de la famosa arqueta de Leyre(datada en 39t11004-6; cfr. Navascués 1964: Iárr'.4c) y seguirá apareciendo después, tanto en época

de Thifas como en los gobiernos centralizados de

Almorávides y Almohades.

8. CONCLUSIONES

Después de revisados con detalle todos los as-

pectos de Ia epigrafía califal de provincias y su re-

lación con la producción corclobesa, se puede llegara Ia conclusión de que en la periferia andalusí se se-

guía de cerca lo que ocurría en la capital, mostran-do las mismas evollrciones estilísticas qr-re se ibanintroduciendo desde el gobierno central.

Aunqr-re sólo he podido apuntar algunos deta-

lles, parte de las innovaciones que se producen a lolargo del período tienen su paralelo en las que ya se

habían introducido muchos años antes en el Norte de

Áftiru, de manera parricular en los territorios ¡une-

cinos y egipcios clryas muestras epigráficas de 6nales

dei siglo IX y principios del X guardan una esrrecha

relación con el círfico del califato de al-Andalus, en

especial con el realizado en la zona costera mediterrá-nea donde se constata su fuerte influencia.

Ambos hechos, rápida difusión en provinciasde los cambios operados en Ia capital e imitaciónen ésta de Ias innovaciones de otras áreas geográ-

ficas en la escritura, tienen un punto en común: Iaimagen externa de la centralizactón del poder en

manos del califa. Pero, desde el punto de vista del

desarrollo del estilo cúfico, se nota un acusado con-servadurismo durante el gobierno del primer califade al-Andalus, más acusado cuanto más avanza el

tiempo de su mandato; un mirar hacia atrás que se

mantiene, casi inalterado, hasta el momento mis-mo de su muerte y que contrasta con la revoluciónqlle slrponen los cambios introducidos por su hijoai-Hakam, llamados a ser modelo y base de Ia epi-grafía posterior, tanto del período de su hijo Hiíámcomo -más tarde- de las taifas andalusíes e inclusodel gobierno de los Almorávides.

En cuanto a los formularios que presentan tan-to las estelas funerarias como las lápidas fi-rndacio-

nales, se operan poquísimas modihcaciones duranteel califato. Esa persevetancia en el r,rso de fórmulasestereotipadas proviene -cfeo yo- de Ia necesidad

i88

de asegurar una correcta comprensión del texto cú-

fico, prácticamente en vías de extinción como escri-

tura habitual durante aquel período, aun en la copia

de alcoranes. Por ello, me parece que los lecrores a

quienes iban dirigidos esos epígrafes eran capaces

de entenderlos por muy rr-rdimentaria que fuera sr-r

instrucción en la caligrafía cúfrca, del mismo modoque un investigador moclerno puede reconsrrr-rir

con facilidad un texto funerario o fundacional de

esa época aunque esté escrito incorrec¡amente opresente una inscripción muy mutilada.

Los epígrafes de este período también ponen

en evidencia otro hecho: el efecto producido por lapropaganda que en nombre del califa se colocaba

en sus obras monumentales, fueran casrillos, torres,

murallas, canales de agua, mezcluitas, alminares o

cualquier otra construcción a la qr-re el pr,reblo culto,la'árntna andalusí, pudiera tener acceso y de la que

se beneficiara. Obras benefactoras que -a imitaciónde las del califa_ comenzaron a realizarse en provin-cias con el soporte de los económicamente mejor si-tuados; no en l¡alde el número de lápidas fund¿cio-nales particulares de este período excede con muchoal que se conserva dc épocas posrcriores con Lrn riposimi lar dc rrxro-recordarorio.

Otro dato aporta 1a epigrafía oficial en pro-vincias a lo confirmado por las crónicas y fuentes

biográficas árabes: la sustitución de la elite cordo-besa por esclavos de alto rango del califa -a partirde al-Hakam II- en los cargos de responsabilidady representación en provincias. La aparición de sus

nombres en las inscripciones emanadas del Estado

omeya actuó *sin duda- de propaganda a su favor yhabría de contribuir a la consolidación de sr,r papel

político en los acontecimientos que tuvieron lugardespués, ya en el período del califa Hiíam II.

Por último haré referencia a Ia necesidad de unestudio detallado y comparativo entre los produc-tos destinados a la 'antwa andalusí, analizados en

parte aquí, y Ios que tenían como recipiendaria a la

lVssa cordobesa y a monarcas o embajadores de paí-ses aliados. Me refrero -es evidente- a 1os "bienes

muebles": telas, arquetas, píxides o botes de marfil,cerámicas, vidrios, metales o mármoles, trabajados

y elaborados en talleres bajo control directo del ca-

lifa en los que la escritura, en su senrido visual o

decorativo y textual o de mensaje, jugaba un im-portante papel.

Page 23: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

APÉNDICE

l. Relación de las insnipcianes l¡?ailuiTtentales proainciales del calfato*

AñoN Lugar de procedencia

Évora (Portugal)

AlmeríaSagunt (Valencia)

Écija (Sevilla)

AlmeríaAlgeciras (Ca)

Villacarrillo (]aén)

Guardamar (A)

Jarea (Vélez-Rubio, Al)Alpatró (Alcoi, A)Orihuela (Alicante)

úb"du guén¡

Guardamar (A)

Tortosa (Thrtagona)

Bélmez de 1a Moraleda (|)AlmeríaMotón (Sevilla)

Orihuela (ALicante)

Provincia de JaénLes Alcusses (Moixent, V)Arcos de la Fronteta

AlmeríaAlmerí¿r

Valencia

Mértola (Beja)'farifa (Cádiz)

Tortosa (Tárragona)

AlmeríaMontilla (Co)

Jaén

Arjona (laén)

Gormaz (Soria)

Baños de la Encina (|)Manacor (Mallorca)

Yecla (Murcia)

Coripe (Sevilla)

Arjorra (Jaén)

Mengíbar $aén)Baeza (Jaén)

AImería

Almería

Écija (Seviila)

Jimena (faén)

Ca Marí, Formenter¿r

Toledo

Co¡servación

'Abd al-Rahnún IIIr. 3022. 112

3. 286-111

4. 318

5. )206. )221. 128

8. 121-9o l)o

10. tl I11. jj1t2. 11|)61

.

15. lllL6. t00-1317. 100-1318. 115

19. 3i120. 111)

21. j40

22. i,1t3l21. 14t21. 115

2i. 146

26. 141)

27. 349

28. 125-502L). )2>-5030. il0-50

al-Hakatn II31 )t232. 154

33. 351

34. 351

3t. 36t16 ']61]t13r) l. 1D+

18. 151-59

39. 3t 1-65

40. 334-66

41. 134-66

Hifrnt II42. 361

41. )6144. 3t6o-914t. 310

Museo de Évora N inv. 184iThe H:ispanic Society of America D 268

M Arqueo.lógico cle Sagunt N inv. Sl-12'lIglesia de Sa¡ta Cruz (Écija) Muro exterior

Instituto Valenc:ia de Don Juan (Madricl)

Museo Municipal de Algeciras N inv. 891

MA Nacronal (Madrid) N inv. antiguo 7'i66M Arqueológico Provincial (Alicante)

MA Nacional (Madrid) N inv. (antiguo) !-IMA Municipal de Alcoi N inv. 2110

Museo Municipal de Orihuela (Alica¡te)Museo de Úbedo 0oérr) N inv. 110

MA Provincral (Alicante) N inv. 0/96411

Museo Cabildo Catedral de Tortosa

Museo Arqueológico Provincial faén)Colección Martínez Castro

Paradero desconocido

Museo Municipal de OrihuelaMA N¿rcronal (Madrid) N i¡v. 50387

Colección ParticularIglesia de Arcos de la Frontera (Cádiz)

M Provincial de Al¡ería N inv. 21.552

The Hispanic Society of Amertc'¿D 26fParadero desconocido

Museo Municipal de Mértola (Portugal)

Castillo (Thtif¿r) Puerta cle 1¿ fachada oeste

Paraclor de Tu¡:ismo (Tortosa)

M Provincial de Almería N inv. 23.557

M Mun:icipal Montilla N inv. DESC 6/9068MA Nacional (Madrid) N inv. 2i1 bis 7-G

Colección particular. Copia MAN (Madrid)

M Diocesa¡o. Catedral El Burgo de Osma

MA Nacional (Madrid) N inv.(antiguo) 12L

Museo de la Iglesia de Mallo¡ca

Paradero desconocido

Colección particularColección particularMuseo Arqueológico Provrncial de JaénColección particularThe Hispanic Society of AmertcaD 22O

The Hispanic Society of AmerictD 224

Iglesia de Sant¿ Cruz (Écija) Muro exterior

Colección particularColección particularMuseo Santa Cruz (Toledo) N inv. 21

189

Page 24: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

46. 372

4/. t /148. 714

49. D50-151 Málaga

AlmetíaAlcoi (Alicante)Morón (Sevilla)

Orihuela (Alicante)

Toledo

Hornachuelos (Co)

Baños de la Encina fl)Toledo

Toledo

Villanueva de Córdoba

.Jaén

The Hispanic Society of AmencaD 226MA Municipal de Alcoi N inv. 2590Paradero desconocrdo

Museo de Mála¡¡a

Museo Municipal cle OrihuelaInscripción desaparecida (Puente Alcántara)MA y Etnográlico de CórdobaMA Nacional (Madrid) N inv. (antiguo) 10J

Ermita del Santo Cristo cle la Luz (Toledo)

Iglesia de San Andrés (Toledo)

Colección particularMuseo Arqueológico Provincial de JaénParadero desconocido

Museo de la Alcazaba (Almería)

Museo Arqueológico de la AlhambraInscripción desaparecida

Casa del guarda. Iglesia Cristo de la Vega

Museo de Zata,goza N inv. 7668Colección particLrlarMuseo de Málaga

Servicio Investigaciones AM (Valencia)

Colección particularMA Nacional (Madrid) N inv. 57,165, copia

MA Nacional (Madrid) N inv. 65001MA Nacional (Madricl) N inv. 2l L-6-FParadero desconocido

i0. 3845 1. 3875 ? c)t)R

51. 3L)0

54. 1905t. 391t6. )9251. 395

6t. 40t62. 401.

63. 40264. 103

t8. 3t6l-t915 Jaén59. 166-99 Almetía60. 166-L)c) Almería

Cabanes (Castellón)

Toledo

Azran (Zaragoza)

Benassal (Castellón)

65 . [77 J-40t+] Comates (Málaga)

66. 11t-404 Valencia67. 380-104 Xábia (Alicante)68. 388-404 Alcosser (A)

Sin data expresa

69. 1?t Torredelcampo (J)

70. 3?? Jaén7I. )??-4?? Albarracín (Teruel)

" ABRIVIATURAS USADAS:

A = AlicanteAl = AlmeríaAM = Arqueológicas MunicipalesCa = Cádiz

Co = Córdoba

J = JaénN inv. Nrim. de invenrarioM = Museo

MA - Musqo ArqueológrcoMAN = Museo Arqueológico Nacional

V = Valencia.

190

Page 25: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

2. Pracedencia cle las in:cripcianes de prouincias del período 300-103

Provinci¿ Abd¿rl-Rahmán al Hak¿rm Hiíám

Zangoz,tt

Teruel

Tarragona

Castellón

Valencia

Alic¿nte

Murci¿r

JaénAImeríaMálaga

Cídi¿

Sevilla

Crircloba

Toledo

Soria

Isl¿rs B¿lcares

Ér.,r,.

llf értola

2

1

+

)l2

21

1

I

J(

I

6'2

') I

)t

1

I2

2

4

9

I

t6t22

3

t3

5

I

2

1

I

11Totai

I9I

Page 26: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

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r94

t

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E.la*. IAO

F

6"i "

Fig. l: Di,rtribación ¡le las inscrilcianes proúnciales del calzfato.

Siglas ui/)zadas. Círculo: aña.r 302-350 de la Higira: cuadratlo: 352-366: triángula: 367-404; asterisca: este/as -rin data:

utrel/a: capital de prouinúa; E: e.rtela.r funerarias; F: lápidas fundacionales. Las figuras geonútricas de la línea superior eqaiua/en a

I lífuda: las de la línea infeúar a 2-3 inscripcianu. El círca/o bajo el asterisco eqaiuale a 5 epigrafu.

195

Page 30: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

eg---.gN,lbdn-',r1&,

Fig.2: Diseño tantado de rnafatograffu de la instripciínJtr¡d¡tiun/ J, É,ijt tSrt)ll,rt.,nio 318 de fu Hígira

196

Page 31: El cúfico andalusí de "provincias" durante el Califato (300-403/912-1013),  Carmen Barceló.

Fig.3: Diseño tontado de nna fotografía de la )nscripciín Jitndacian,zl de Ecijd (Seuilla), año 367 de la Hígira

r91