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EL CONOCIMIENTO DEL YO Los psicólogos sociales han descubierto mucho sobre nuestros autoconceptos (el contenido de nuestros conocimientos y convicciones acerca de nuestros propios atributos) y autoestima (la valoración que hacemos de nosotros). A partir de la interacción con los demás surge nuestro autoconcepto; hacemos atribuciones de nosotros mismos con base en nuestra conducta. INTERACCION SOCIAL Y AUTOPERCEPCION Nos enteramos de quienes somos a través de nuestras interacciones con otras personas. William James escribió que nuestro sentido de quienes somos se deriva de nuestras experiencias con los demás. Una forma de conocernos mediante la interacción social es averiguar lo que otros piensan de nosotros. VALORACION REFLEJADA Se refiere a que en la forma de autoevaluarnos se refleja la percepción que los demás tienen de nosotros. Charles Horton Cooley lo llamó “reflejo del yo”; decía que imaginamos lo que los demás piensan de nosotros y el resultado influye en nuestra propia evaluación. George Herbert Mead explicó que ponemos mucha atención a la opinión de nosotros que está implícita en el comportamiento de “los seres queridos”. Nuestro autoconcepto refleja lo que suponemos piensan los demás de nosotros. Lo que imaginamos quizá no sea lo que piensan realmente, pero esas valoraciones imaginadas de cualquier manera tienen un efecto. En general, las percepciones de otras personas tienen efecto en nuestros autoconceptos, pero estos también influyen en lo que otros piensan de nosotros. La percepción de otra persona, la forma en que creemos que es, influye en nuestros sentimientos tanto como en nuestro autoconcepto. La valoración reflejada muestra cuanto nos influye la interacción social con los demás. Sin embargo, convendría recordar que sabemos mucho de nosotros que los demás ignoran y que no deberíamos dejar que

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EL CONOCIMIENTO DEL YO

Los psicólogos sociales han descubierto mucho sobre nuestros autoconceptos (el contenido de nuestros conocimientos y convicciones acerca de nuestros propios atributos) y autoestima (la valoración que hacemos de nosotros). A partir de la interacción con los demás surge nuestro autoconcepto; hacemos atribuciones de nosotros mismos con base en nuestra conducta.

INTERACCION SOCIAL Y AUTOPERCEPCIONNos enteramos de quienes somos a través de nuestras interacciones con otras personas. William James escribió que nuestro sentido de quienes somos se deriva de nuestras experiencias con los demás. Una forma de conocernos mediante la interacción social es averiguar lo que otros piensan de nosotros.

VALORACION REFLEJADASe refiere a que en la forma de autoevaluarnos se refleja la percepción que los demás tienen de nosotros. Charles Horton Cooley lo llamó “reflejo del yo”; decía que imaginamos lo que los demás piensan de nosotros y el resultado influye en nuestra propia evaluación. George Herbert Mead explicó que ponemos mucha atención a la opinión de nosotros que está implícita en el comportamiento de “los seres queridos”. Nuestro autoconcepto refleja lo que suponemos piensan los demás de nosotros. Lo que imaginamos quizá no sea lo que piensan realmente, pero esas valoraciones imaginadas de cualquier manera tienen un efecto. En general, las percepciones de otras personas tienen efecto en nuestros autoconceptos, pero estos también influyen en lo que otros piensan de nosotros. La percepción de otra persona, la forma en que creemos que es, influye en nuestros sentimientos tanto como en nuestro autoconcepto. La valoración reflejada muestra cuanto nos influye la interacción social con los demás. Sin embargo, convendría recordar que sabemos mucho de nosotros que los demás ignoran y que no deberíamos dejar que nos afecte en demasía lo que piensen. La valoración reflejada es fuerte, pero no debe ser omnipotente.

COMPARACION SOCIALEl proceso llamado comparación social evalúa nuestra capacidad comparando nuestro desempeño con el de los demás. Leon Festinger, formuló una teoría de los procesos de comparación que explico cómo y cuándo estas comparaciones con los demás influyen en nuestras autoevaluaciones.

CUANDO Y PORQUE COMPARAMOSEfectuamos comparaciones sociales porque tenemos una necesidad intensa de evaluarnos, y para ello, a veces debemos compararnos con otros. Por diversas razones y con frecuencia interpretamos la información referente a los otros de manera sesgada para sentirnos bien. Nos comparamos con otros para evaluarnos, para mejorar o para favorecernos, otras ocasiones nos rehusamos a compararnos porque anticipamos que no “calificaremos”. En la comparación automática, hacemos

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comparaciones espontáneas y sin esfuerzo cuando vemos como se desempeña alguien; si tenemos el tiempo y la inclinación, mediamos más sobre el desempeño del otro y decidimos lo que significa y si nos da información útil para una autoevaluacion. En ocasiones la comparación tiene lugar automáticamente aunque no siempre obedezca a nuestras motivaciones. Buscamos o evitamos las comparaciones dependiendo de que tan bien salgamos librados.

COMPARACION SOCIAL AUTODEFINICION Y AUTOESTIMALa comparación social proporciona información que influye tanto en la forma en que nos definimos como en la de evaluarnos. Cuando se pide a los sujetos que respondan a la pregunta “¿Quién soy?” mencionan aspectos que los distinguen de los demás y en los que son únicos. Nuestro sentido de quienes somos depende de los aspectos distintivos en la comparación con los demás. La comparación social también tiene efecto en nuestra autoevaluacion y nuestro sentimiento de valía. La comparación con los demás influye en los rasgos o características que en nuestra opinión nos describen y en que tan favorablemente nos evaluemos.

LAS HIPOTESIS DE LA SIMILITUD Y DE LOS ATRIBUTOS RELACIONADOSUno de los planteamientos centrales de la teoría de la comparación social es la hipótesis de la similitud que afirma que elegimos compararnos con personas que son parecidas a nosotros, similares o ligeramente mejores. Como luchamos por ser mejores (Festinger lo llamaba impulso ascendente unidireccional), queremos ver qué tan bien salimos de la comparación con aquellos cuyo nivel está un poco arriba del nuestro. Hay una excepción importante a la tendencia a compararnos con otras personas similares; cuando evaluamos opiniones, a veces las comparamos con las de quienes piensan de manera muy diferente, s lo que no comparten nuestras inclinaciones concuerdan con nosotros, debemos tener la razón. La hipótesis de los atributos relacionados sostiene que nos comparamos no solo con quienes tienen un desempeño similar al nuestro, sino también con aquellos cuyo nivel debería ser equivalente; también se aplica a la evaluación de opiniones que compara su opinión con la que tenga una afín a la suya.

Aunque la hipótesis de los atributos relacionados tiene mucho apoyo, las investigaciones también muestran que buscamos compararnos con personas parecidas en características notables como el atractivo personal y el sexo, aunque no se relacionen concretamente con la habilidad u opinión evaluada. Mas aun preferimos compararnos con aquellos con los que compartimos una identidad o vínculos o que se asemejan a nosotros en aspectos que de todas maneras nos hacen distintos. Una repercusión de la importancia de semejanza es que no siempre la juzgamos con objetividad o exactitud.

COMPARACION DESCENDENTE Y MANTENIMIENTO DE LA AUTOEVALUACIONEn ocasiones realizamos comparaciones descendentes: nos comparamos con personas inferiores o peores de lo que somos por que nos hace sentir mejor con nosotros; pensamos que si bien tenemos rasgos negativos otros también y en mayor grado. Es probable que realicemos una comparación descendente después de haber fallado a si

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tenemos autoestima baja. Pero no siempre nos comparamos con personas cuyo destino es peor que el nuestro cuando queremos sentirnos mejor, nuestro deseo de creer que sobreviviremos a un problema nos hace compararnos con quienes ya lo superaron. No todas nuestras elecciones de comparación social tienen por finalidad una autoevaluacion objetiva y a menudo nos comparamos para validarnos. Los esfuerzos por demostrar que somos tan buenos como quienes nos superan y muy diferentes de los individuos inferiores manifiestan un sesgo de autovalidación o autosuficiencia. En ocasiones, este deseo nos hace entregarnos a las comparaciones descendentes “activas” e incluso a denigrar o lastimar a los demás para sentirnos mejores en contraste con ellos.

La teoría del mantenimiento de la autoevaluacion postula que no sentimos alterados cuando nuestras amistades cercanas nos superan en tareas que son importantes para las autodefiniciones. Busca compararse favorablemente en las características que son importantes para su autodefinición. No siempre buscamos mejorar nuestro nivel de desempeño para este efecto, pues en ocaciones tratamos de denigrar el desempeño del otro o incluso interferimos. Así, el deseo de compararnos de manera favorable produce tanto empeños constructivos de mejora de nosotros como destructivos para socavar el quehacer de los demás.

ESTIMACIONES DE CONSENSO FALSOSe conoce como el efecto del consenso falso a la tendencia a sobrestimar el número de personas que concuerdan con nuestras opiniones o se comportan como nosotros. Si sobrestimamos la cantidad de personas que están de acuerdo con nosotros, evaluamos nuestra opinión como correcta. Cuando se da a los sujetos información de comparación según la cual sus estimaciones del consenso están equivocadas y que los demás no concuerdan tanto como creían, la ignoran a menos que sea clara y simple. Mas aun, cuando se les dice que consideren otra información a parte de sus propias ideas y actos para juzgar a los demás, todavía exhiben intensos efectos de consenso falso. Los factores no motivacionales también contribuyen al efecto del consenso falso. No todas las estimaciones de consenso autosuficientes sobreestiman el numero de personas que actuan como nosotros. Si hacemos algo que no es en definitiva bueno ni malo, nos sentiremos impulsados a creer que la mayoría de los demás haría algo semejante; si hacemos algo negativo buscamos pensar que otros harían lo mismo, para sentir que no somos tan malos; si hacemos algo positivo, preferimos creer que nuestra conducta es distintiva. Cuando se trata de rasgos positivos, mostramos un sesgo hacia la exclusividad y consideramos inusuales nuestras ventajas y capacidades.

ATRIBUCIONLa noción básica de las teorías de la autoatribución es que hacemos atribuciones acerca de nuestra propia conducta de la misma manera en que las hacemos con el comportamiento de los demás. La teoría de Weiner de la atribución de éxitos y fracasos aplica nuestra propia conducta así como a la de otros. La teoría de la autopercepción contempla la forma en que percibimos nuestras actitudes y preferencias. La teoría de al autopercepción dice que no “simplemente sabemos”, que no tenemos una idea buena de nuestra opinión de las cosas con base únicamente en

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nuestros sentimientos. En realidad nos enteramos mediante nuestra conducta de lo que nos gusta o no. En los principios básicos de la teoría de la autopercepción dice que ésta no es más que un caso especial de la cognición social, nos percibimos exactamente como percibimos a los demás; para conocer nuestras actitudes, preferencias y sentimientos consideramos dos factoes: nuestra conducta y la situación en la que tiene lugar. El aspecto más importante de la situación que debe tenerse en cuenta es si presenta restricciones que expliquen el comportamiento. Solo cuando elegimos en forma libre nuestra conducta inferimos que refleja nuestras actitudes y sentimientos, deducimos éstas características internas de una información externa, nuestra conducta, que ponderamos junto con las piezas de la situación.

Pruebas considerables respaldan la teoría de la autopercepción; primera, sabemos que internalizamos roles; segunda, inferimos sentimientos y emociones a partir de la conducta. Aunque los efectos de la autopercepcion son fuertes y generalizados en forma notable, no carecen de límites.

SOBREJUSTIFICACIÓN, COMO TERMINAS CON LO BUENO.Debemos tener el cuidado de no premiarnos por hacer algo que por lo demás no nos interesa, ni estimular a nadie a que lo haga. Quizá los hombres son socializados para volverse competentes e interesarse en las actividades en las que se sientan capaces, y las niñas para esforzarse y preferir las actividades en las que creen que serán remuneradas por el esfuerzo.

LA ATRIBUCION DE LAS EMOCIONESLas investigaciones de al autopercepción y la sobrejustificación indican que acostumbramos inferir nuestras actitudes, sentimientos e incluso por que no nos engañan a partir de nuestras conductas y la situación en la que tiene lugar. También revelan que inferimos nuestras emociones de la información externa: no siempre estamos seguros de lo que sentimos y en tales casos, hacemos atribuciones sobre nuestras emociones más que experimentarlas en forma directa. Schachter propuso que si surge una emoción en las personas pero no están seguras de lo que sienten, buscan claves en el entorno, entre ellas la conducta de los demás, con el objeto de dar con la interpretaron correcta para sus sentimientos ambiguos. Clarificamos las emociones propias al comparar nuestras reacciones con las de otros, en particular con las de la gente que se nos parece; entonces, nos atribuimos las mismas emociones que sienten los demás. La teoría bifactorial de las emociones postula que nuestras emociones se basan en dos componentes: estimulación fisiológica y cogniciones sobre el significado de la estimulación. Tanto la estimulación como la interpretación o cognición son necesarias para experimentar una emoción. Hay pruebas suficientes para concluir que en muchas situaciones en las que los sentimientos son ambiguos nos valemos de la información del contexto, sobre todo de las reacciones de los demás, para atribuirnos emociones.

TRANSFERENCIA DE LA EXCITACIÓN: DE UNA EMOCIONA OTRALa teoría de Schachter y Singer, el trabajo posterior de Schachter muestran que es preciso entender primero la estimulación para sentir una emoción. Si la causa es

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ambigua, buscamos una explicación en el entorno, incluidos los sentimientos de otras personas. Una teoría más reciente extiende la obra de Schachter y revela que la estimulación generada por una emoción o experiencia puede transmitirse o canalizarse a otra emoción. La teoría de la transferencia de la excitación sostiene que las emociones constan de un componente excitatorio (en el que ocurre la estimulación) y otro experiencial (en el que se interpreta la excitación y se atribuye la emoción).

ATRIBUCIONES AL YO Y A LOS OTROS: EL SESGO DEL ACTOR Y EL OBSERVADORLa teoría de la autopercepción de Bem hace una afirmación aún más audaz, asegura que la autopercepción es justo como la de otras personas; es sólo un caso especial en el que el actor y el receptor son la misma persona. Jones y Nisbett no están de acuerdo y sostienen que actores y observadores ven el mundo de manera muy distinta. Jones y Nisbett argumentan que el sesgo del actor y el observador es una tendencia común; los actores exhiben una tendencia generalizada a atribuir sus actos a las exigencias de la situación mientras que los observadores los atribuyen a situaciones más estables.

POR QUÉ DIFIEREN LOS ACTORES DE LOS OBSERVADORESJones y Nisbett aseguran que varios factores se combinan para producir las atribuciones distintas de actores y observadores. El primero es que el actor tiene acceso a una mayor gama de conductas que el observador; por consiguiente, busca en el ambiente la explicación. El observador solo tiene una instancia de comportamiento para juzgar al actor y por eso tiende a generalizar y a suponer que esa conducta es congruente en diversas situaciones. El observador es más propenso a atribuir la causa de la conducta a la disposición del actor. Segundo, Jones y Nisbett razonaron que el actor y el observador contemplan los actos desde puntos de vista diferentes. Cada uno tiene un enfoque y resalta cierta información; tendemos a atribuir la causalidad a lo que destaca en el entorno o llama nuestra atención, la atención del actor se concentra en el medio y la atención del observador se centra en el actor. El observador hará más atribuciones disposicionales internas sobre el comportamiento. Las atribuciones a causas internas o bien externas hechas por actores y observadores cambiarían si se le diera a cada cual otro ángulo de las cosas. Otro factor puede influir en las atribuciones de actores y observadores y está muy vinculado a la forma en que nos vemos en comparación con los demás. Queremos vernos con la capacidad de responder apropiadamente a las circunstancias externas, creemos que tenemos la capacidad de responder bien a una gama amplia de circunstancias externas por que poseemos muchas características, somos multifacéticos; somos variables, flexibles y adaptables, pero no vemos así a los demás, como observadores de la conducta de otros, consideramos que sus actos son producto de los rasgos concretos que dominan nuestra personalidad. Que nuestro comportamiento es causado por factores externos y manifiesta una flexibilidad y una capacidad de adaptación que se deriva de tener un gran conjunto de rasgos. Los estudios de las reglas que seguimos al emplear el lenguaje revelan que éstas no nos permiten describirnos con expresiones abstractas y breves, como los adjetivos, pero nos incitan a referirnos así de los demás, entonces nos sentimos llevados a explicar nuestra conducta en función de causas ambientales concretas.

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SESGOS EN LA AUTOPERCEPCIÓN: EL YO TOTALITARIONo hacemos atribuciones sobre nosotros mismo exactamente de la misma manera que lo hacemos sobre los demás. El yo totalitario se define como una organización del conocimiento caracterizada por sesgos cognoscitivos que tienen por objeto preservar nuestra coordinación de la información social y los conceptos positivos de nosotros mismos. Greenwald detecta una semejanza entre la roma en que el yo controla y sesga la información de modo en que los gobiernos totalitarios la trastocan y la manipulan

EGOCENTRISMO: EL YO COMO CENTRO DEL CONOCIMIETO Y LA ATRIBUCIONLa mayor parte de nuestro conocimiento sobre el mundo que nos rodea es autobiográfico: recordamos personas y acontecimientos de acuerdo con el rol que tenemos en la interacción con ellos, incluida la influencia que proporcionamos o recibimos. Esta tendencia a recordar información, cuando se relaciona con el yo, se denomina egocentrismo. Una de las consecuencias del egocentrismo es la tendencia a exagerar la importancia del propio rol en la conformación de los sucesos. Los juicios sobre la responsabilidad de los quehaceres diarios se centran en el yo: el sesgo al procesar y recordar la información da por resultado un juicio egocéntrico.

BENEFICIENCIA: EL SESGO DE AUTOSUFICIENCIATendemos a quedarnos con el crédito por los éxitos y a negar la responsabilidad por los fracasos, este sesgo se denomina beneficiencia. El término obedece al hecho de que tendemos a vernos positivamente en dos maneras:

1. Como benéficos: es decir, útiles y morales2. Como capaces: con eficiencia.

Atribuimos nuestra conducta al ambiente, ye esta tendencia es más fuerte cuando se consideran nuestras acciones positivas.

Una revisión de Bredley especificó que las dos formas de sesgo de la beneficiencia – darse el mérito por el éxito y negar la responsabilidad por el fracaso – tienen más probabilidades de ocurrir en las siguientes condiciones:

1. Cuando el actor está muy involucrado en la actividad2. Cuando el actor tiene la opción de participar en la actividad3. Cuando el desempeño del actor en la actividad es público

En la beneficiencia vicaria las parejas casadas manifiestan este sesgo cuando explican el comportamiento de su cónyuge. La gente tiene también a ser optimista y poco realista en lo que atañe no sólo a ella, sino a sus seres cercanos, pero no con respecto a las personas en genera. Las personas fortalecen su identificación con los grupos a los que pertenecen si éstos se desenvuelven bien. La beneficiencia parecería una distorsión de la información que está destinada a proteger la autoestima, al menos en parte. Nos protegemos nosotros y aquellos con quienes nos identificamos, si bien la identificación es menor después de un fracaso.

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AUTOPERCEPCIÓN Y BIENESTAR PSICOLÓGICONuestro bienestar psicológico está muy ligado a la percepción de nosotros mismos. La valoración reflejada, la comparación social y la autoatribución influyen en la forma en que nos sentimos con nosotros. Ejercen un efector directo sea que no evaluemos en forma positiva o negativa y si nos sentimos a gusto o no con la persona que somos. Los procesos de autopercepción cumplen una función importante como causas de depresión, ansiedad y sentimientos de desamparo.

AUTOATRIBUCIÓN, SENTIMIENTOS DE CONTROL Y DESAMPARO APRENDIDOEn general, atribuimos nuestros actos o sus resultados a causas internas o externas. Estas atribuciones adolecen del sesgo de la beneficiencia, pero no todos estamos protegidos por la beneficiencia en el mismo grado, cada cual tiene de manera consistente, diferentes percepciones de las causas de los resultados de su conducta.Algunos individuos perciben un locus de control interno, piensan que son los controladores de su destino y que tienen su suerte en las manos; otros creen que los que les ocurre está determinado por factores externos, aquellos perciben un locus de control interno, creen que lo que les acontece en su vida depende de cuánto se esfuercen y que nadie va a darles nada. Las personas con un locus de control externo, perciben que su destino está controlado por factores fuera de ellas mimas. Como creen que no tienen control sobre lo que les sucede, no se esfuerzan mucho en la vida.

El desamparo aprendido es un fenómeno descubierto en la investigación de Martín Seligman y sus colaboradores, con animales. Las atribuciones que hace la gente sobre las cusas de su fracaso en la primera tarea son extremadamente importantes. Si las personas atribuyen tal fracaso a su incapacidad de enfrentar situaciones difíciles, hay pocas razones para que lo intente de nuevo en el fututo. Sin embargo, si atribuyen el fracaso a la tarea, entonces no caerán en un estado de impotencia y de subsiguiente poca disposición para volver a intentarlo. El modelo revisado del desamparo aprendido sugiere que la gente se torna desvalida cuando atribuye sus fracasos y otros resultados a causas internas, estables y generales. Si la gente falla en una situación y hace atribuciones generales, es posible que se desempeñen mal en una gama amplia de situaciones y no sólo en las que se asemejen a la del fracaso inicial, más aún, los sujetos que hacen atribuciones generales, tienden a sufrir interferencias cognoscitivas de pensamientos irrelevantes cuando quieren entregarse a una tarea.

La autoatribución tiene efectos en el bienestar psicológico aparte de sus repercusiones en el desamparo aprendido. También influye la ansiedad y la “resistencia” psicológica. Las personas ansiosas no se acreditan los éxitos a la manera de las otras, no muestran el sesgo de beneficiencia que protege a la mayoría de la gente, hacen menos atribuciones internas, estables y generales de los acontecimientos negativos que las otras. Que la gente se muestre activa o desvalida al abordar sus problemas depende de más de un solo proceso de atribución. Una variable clave es la autoeficacia percibida, la confianza propia en la capacidad de producir un resultado positivo. Cuando enfrentamos un problema, pensar que tenemos la capacidad de manejarlo y de ser eficaz será haber ganado la mitad de la batalla.

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ATRIBUCIÓN Y DEPRESIÓNLas personas que hacen atribuciones internas, estables y generales de los fracasos y otros resultados negativos se deprimen. Atribuir los sucesos negativos a causas estables y generales es crucial para generar “desamparo” y por tanto depresión, en tanto que atribuirlos también a causas internas añade como secuela una autoestima baja. El argumento sugiere que la depresión se torna más probable cuando los sucesos negativos se consideran importantes, la depresión es probable sólo cuando las causas internas, estables y generales de los acontecimientos negativos se consideran también incontrolables.

El estilo depresivo de atribuir – la tendencia a ver los acontecimientos negativos como resultado de causas internas, estables y generales – un estudio reciente señala que la autoestima baja puede ser un factor clave para originar dicho estilo. Dicho estudio es importante porque reúne los tres aspectos de la autopercepción que hemos considerado: valoración reflejada, comparación social y autoatribución, quizá los dos primeros procesos son esenciales para establecer una autoestima alta o baja. La gente con poca autoestima tiene reacciones emocionales más fuertes al fracaso que aquellos con una autoestima alta y, lo más importante, tienden a generalizar el significado de sus derrotas. Otros dos aspectos de la autopercepción que contribuyen a la depresión es el pesimismo, los individuos con depresión piensan que los resultados negativos son mucho más probables que los positivos. En el fenómeno llamado realismo depresivo los sujetos deprimidos se contemplan a ellos y al mundo de una forma bastante realista. El último aspecto de la autopercepción en la depresión es la rapidez con que asaltan la mente los pensamientos negativos. Los pensamientos negativos acerca del yo están muy de la mano en la memoria y esta facilidad de acceso es un factor clave de la depresión.

COMPLEJIDAD AUTOPERCIBIDA, DISCREPANCIAS DEL YO Y EL BIENSTAR PSICOSOCIALLa autocomplejidad percibida es la condición de percibirse con muchos aspectos, cada uno muy diferente de los otros. Al parecer nos protege de enfermedades relacionadas con el estrés y la depresión. Los individuos con poca complejidad responden a los grados elevados de estrés son sentimientos de depresión y una notable incidencia de gripes y otras enfermedades. Las personas de gran complejidad están protegidas de estas consecuencias nocivas del estrés. El concepto de diferenciación evaluativa se relaciona con la complejidad autopercibida y al parecer opera del mismo modo. De acuerdo con la teoría de las discrepancias del yo el bienestar psicológico sufre los efectos no solo del autoconcepto y el yo, sino también de la forma en que estos conceptos concuerdan o no con los dos tipos de guías del yo, el yo ideal y el yo obligado. Si las personas tiene una falta de correspondencia o discrepancia entre sus yo real e ideal, y por tanto no son lo que podrían ser padecerán tristeza y desánimos, sentimientos que llevan incluso a la depresión. La teoría prevé que si hay una discrepancia entre el yo real y el yo obligado, de modo que uno siente que no es lo que está obligado a ser, se sufre de agitación y ansiedad. Las personas con guías del yo discrepantes dan señales de estar en conflicto perpetuo sobre cómo comportarse y se

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encuentran embrollados, indecisos, distraídos y confundidos en cuanto a su propia personalidad. La autoestima se correlaciona con una discrepancia entre los yo real e ideal, tal como predice la teoría.

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COGNICIÓN SOCIAL

Inferencia socialA menudo emitimos juicios sobre nuestros rasgos, nuestras habilidades y sentimientos, así como sobre los de los demás, basándonos en información incompleta. Hay tres clases principales de juicios sociales: los juicios de rasgos, los causales y los de probabilidad. En cada uno de ellos la investigación revela que no somos procesadores perfectos de la información social. En esta clase de juicios aparecen constantemente sesgos y errores. Un conocimiento más claro de ellos permite a los psicólogos sociales conocer el proceso en virtud del cual se emiten tales juicios.

FacilitaciónLos estímulos sociales son ambiguos. Las acciones ajenas a menudo son susceptibles a de varias interpretaciones. Un factor que influye en como las interpretamos es la accesibilidad a varios constructos o conceptos en la memoria. La accesibilidad es la facilidad con que podemos recuperar de ella un constructo, digamos la hostilidad o la afabilidad. Cuanto más accesible sea un constructo en particular, mayores probabilidades habrá de que afecte la manera de interpretar la información ambigua. Una forma de mejorar la accesibilidad es el proceso denominado facilitación. Designa los métodos que en forma no obstrusiva nos exponen la información evaluativa relevante. La forma en que percibimos e interpretamos los eventos produce un fuerte impacto en nuestra conducta, los efectos facilitadores pueden ocasionar cambios en la conducta subsecuente. La facilitación es un fenómeno muy común: se da siempre que los efectos de un hecho anterior se transfieren e inciden en la interpretación del hecho posterior; la facilitación ocurre aun cuando la presentación de los estímulos correspondientes sea subliminal (es decir, una presentación tan breve que parece un mero flash en una pantalla de computadora y los sujetos no logran identificar ni la palabras ni las imágenes). Pero no siempre se dan los efectos pues muestran importantes limitaciones; las conductas ambiguas se interpretan a partir de los constructos o conceptos relevantes que casualmente eran accesibles en la memoria cuando nos encontramos por primera vez con la información ambigua; los efectos de la facilitación dependen de la sincronización de tres factores importantes: 1) la presentación de los estímulos facilitadores, 2) la exposición a información ambigua relacionada con el estimulo en cuestión y 3) la formación de juicios. Los efectos disminuyen al aumentar el tiempo entre la presentación de los estímulos y el de la presentación de la información ambigua. Los procedimientos de facilitación no hacen más que aumentar la accesibilidad de un constructo durante un breve lapso. Pero los efectos de la facilitación se intensifican conforme aumenta el intervalo entre la presentación de la información ambigua y el del juicio. Los efectos facilitadores no se dan ene le momento en que es necesario emitir un juicio, sino que son resultado de la interpretación de la información ambigua cuando la encontramos y la codificamos por primera vez en la memoria.

Accesibilidad permanente

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Los eventos que temporalmente hacen ciertos constructos accesibles en la memoria influyen en la interpretación de información subsecuente. Algunos individuos perecen tener permanentemente accesibles algunos constructos, utilizan varias veces los mismo constructos al interpretar la conducta ajena. Un efecto importante de ter siempre accesibles algunos constructos es que se tiende a ver el mundo desde una sola perspectiva. Su mundo social se filtra a través del constructo permanente accesible, y esto puede tener consecuencias graves en el ajuste social.

Efectos de asimilación y del contrasteUno de los factores centrales que intervienen en la facilitación ha demostrado que el contexto influye de manera profunda en los juicios. Por contexto entendemos cualquier factor de la situación inmediata que nos afecta: expectativas y metas, experiencias pasadas e incluso el estado de ánimo. Tendemos a interpretar los hechos de una manera compatible con el constructo facilitado, efecto que los psicólogos sociales llaman asimilación. En el efecto de contraste contrastamos nuestra evaluación de un agente sin tener en cuenta la de los estímulos facilitadores. Los efectos de asimilación y de contraste pueden observarse después de la facilitación, una cuestión importante es determinar cuándo se producirá uno u otro efecto. Uno de los factores más importantes que determinan cual de los dos ocurrirá es el carácter extremo de los estímulos facilitadores. Cuando se aplica la facilitación a alguien mediante ejemplares extremos, tiende a ocasionar los efectos de contraste por que la mayoría de los estímulos no alcanza dicho nivel; los efectos de asimilación tienden a presentarse cuando a los sujetos se les impone la facilitación no con ejemplares extremos, sino moderados. Un segundo factor que determina si se producirán los efectos de la asimilación o del contraste de la clasificación de los estímulos facilitadores por parte de los sujetos, cuando consideran inadecuado usarlos en el juicio, ocurrirán los efectos de contraste, aparecerán los efectos de asimilación en medida en la medida que los crean adecuados. Los intentos obvios de facilitar tienden a causar los efectos de contraste, mientras que una facilitación más sutil suele producir los efectos de la asimilación. Al parecer los efectos de la asimilación son automáticos y se presentan siempre que el individuo no se esfuerce por excluir o corregir la información facilitada. Pero los intentos de corregir los posibles sesgos del juicio no siempre tienen éxito y, a veces, favorecen la corrección excesiva (esto es, sesgos de dirección contraria).

Los estereotiposCuando observamos las acciones ajenas, estamos expuestos a información conductual de lo más diverso: lo que dice la gente, su forma de vestir, la suavidad y la confianza de su comportamiento, pero no almacenamos toda esa información. Si captáramos todos los detalles de las personas con quienes nos topamos, nos veríamos inundados sin remedio por información superflua. Dado que solo podemos majear una cantidad limitada, somos selectivos en la información que procesamos. La cognición social se centra en la función de los esquemas como herramienta que dirige y simplifica la codificación de los estimulas ambientales. El esquema es una estructura cognoscitiva que organiza nuestro conocimiento de un objeto o dominio en particular, quienes poseen el esquema de un dominio han almacenado en la memoria todos los aspectos

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comunes. Gracias a los esquemas nos concentramos tan solo en aspectos importantes y los codificamos, ignorando la información carente de importancia o irrelevante. Los que no poseen un esquema tampoco pueden discriminar entre lo importante y lo no importante, sin que logren codificar la información recibida. Los esquemas nos permiten extraer lo esencial de la información sin entrar en detalles insignificantes. Algunos esquemas son exclusivos del individuo y otros se competen. Un tipo de esquema compartido es el estereotipo. El estereotipo es un esquema concerniente a un grupo de personas, generan expectativas sobre otros. Las expectativas guían después de la forma de codificar la información concerniente a los miembros del grupo que conocemos. Los estereotipos nos permiten reducir el flujo de información y realizar complejos juicios sociales más manejables, pero son peligrosos porque pueden resultar parciales o injustamente negativos. Aunque su positividad-negatividad varía, lo mismo que su objetividad, los psicólogos tienden a concentrarse en los que son a la vez negativos y parciales. Los estereotipos pueden originarse en procesos cognoscitivos naturales; las correlaciones ilusorias intervienen en la formación de estereotipos. Este tipo de correlación designa la tendencia a sobrestimar la asociación entre dos eventos o variables.

Por definición los grupos minoritarios son más atípicos; si el miembro de uno de ellos lleva a cabo una conducta atípica, los observadores sobrestimarán la asociación entre el estatus de grupo minoritario y la realización de ella. La formación de los estereotipos basado en las correlaciones ilusorias proviene del hecho de que se juzga al grupo por lo que se recuerda de su conducta. Las conductas atípicas realizadas por el grupo atípico se recuerdan más fácilmente por su distintividad. La tendencia a sobrestimar el número de conductas atípicas efectuadas por el grupo minoritario, lo cual da origen a juicios más extremos por parte de él. Una vez formados los estereotipos tienden a perpetuarse por la forma en que rigen el procesamiento de información. Esperamos que los grupos se comporten en formas compatibles con el estereotipo, como estos son esquemas, tendemos más a concentrarnos en la información relacionada con el estereotipo. Tendemos más a recordar la información compatible con los estereotipos y a sobrestimar el grado en que la información lo confirma. A causa de tales procesos aun en presencia de evidencia incongruente o contraria, nos inclinamos a concluir que nuestro estereotipo siempre fue correcto. Los observadores no siempre basan su impresión de alguien por completo en estereotipos, algunas veces nos formamos impresiones muy individualizadas de la gente. A estos modelos de formación de impresiones se les conoce por lo general como modelos de procesos dual. Indican cuando nos formaremos una impresión basándonos exclusivamente en las características del individuo y no en un estereotipo. Tras encontrarnos con alguien de inmediato lo clasificamos. El hecho de que recurramos o no a un estereotipo depende de la importancia que el individuo tenga para nosotros y de cuan motivaos estemos para conocerlo a fondo. Si no es importante utilizaremos un estereotipo, pero si estamos motivados para conocerlo mejor probablemente comenzaremos desde el principio y realizaremos el proceso más riguroso de analizar todas las partes de la información referente a él (la cual origina una representación individualizada). Podemos considerar la estereotipia una clase de regla heurística o simplificadora cuando se emite un juicio. Ante la ansiedad

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de emitirlo, podemos recurrir al estereotipo para suministrar información en vez de efectuar la ardua tarea de analizar cada trozo de la información necesaria para hacernos una impresión individualizada. A los estereotipos se les ha descrito como mecanismos ahorradores de energía que capta la idea que su uso nos ahorra tiempo y energía. Los estereotipos cumplen una función útil al permitirnos liberar la energía cognoscitiva necesaria. Además, a menudo no tenemos suficiente motivación o estamos ocupados desde el punto de vista cognoscitivo; los juicios basados en estereotipos suelen ser muy comunes.

Memoria del individuoPrestamos una atención selectiva a la información compatible con el estereotipo y es la única que recordamos. Sin embargo, a veces la concerniente a un individuo será tan contraria a él que no podemos ignorarla. Señalamos que cuando hay motivación y oportunidad tenderemos a formarnos una representación más individualizada. La gente se forma impresiones, haciendo hincapié en la manera en que se maneja la información contraria a una impresión emergente. El modelo de la memoria propuesto por Srull y Wyer ofrece una explicación exhaustiva del procesamiento con que nos formamos una impresión de alguien y con que la guardamos en la memoria para uso posterior. Establece que nos hacemos una representación de él en la memoria, y cuando nos piden emitir un juicio, recordamos esta información y basamos nuestro juicio en ella. Srull y Wyer afirman que en la memoria almacenamos un juicio global relacionado con las conductas que realizó ese individuo. Algunas serán incompatibles con la evaluación general que realizamos. Una forma de superar la inconsistencia radica en explicar porque pudo haberse comportado de esa manera. Muchas veces prestamos más atención a la información contraria a medida que es codificada e incorporada a la memoria. Con frecuencia recordamos mejor lo relativo a alguien que la información consistente. La información inconsistente se recuerda tan bien porque en la memoria quedan vinculadas las conductas consistentes, al pensar en algunas de estas que explican la conducta inconsistente, creamos nexos entre ambas. Así la información inconsistente presenta mayores probabilidades de ser recuperada de la memoria, por estar ligada no solo al individuo, sino también a otros comportamientos

Respecto a los estereotipos y esquemas, la información consistente se retiene mejor, respecto a los individuos, la inconsistencia se retiene mejor. El grado de unidad y de consistencia que esperamos de los individuos frente a los grupos, suponemos que los primeros poseen una personalidad estable en diferentes momentos y situaciones. Pero no hacemos la misma suposición referente a los grupos, sí miembros varían mucho, y cada uno tiende a adoptar una conducta incompatible con el estereotipo global del grupo. Nuestros estereotipos de los grupos nos permiten gran variabilidad, pero suponemos que los individuos adoptan un comportamiento más consistente debido a su personalidad estable. Conviene señalar que la distinción entre individuo y grupo no determina necesariamente si tratáramos de explicar las contradicciones, el grado de unidad y de cohesión que esperamos del agente es lo que rige el tipo de procesamiento que realizaremos. Algunos grupos poseen una unidad percibida tan grande que las inconsistencias nos parecen sorprendentes y procuramos explicarlas.

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Los procesos de la formación de impresiones en los grupos cohesivos se asemejan más a los que intervienen en la formación de impresiones acerca de los individuos.

Los estereotipos como expectativas que se autocumplenUna vez que nos hemos formado una opinión de alguien, tenderemos a pensar que se comporten de determinada manera, tales expectativas ejercen un profundo efecto, sobre la actitud que adoptamos ante ella y en cómo se conduce. La mayor parte de los modelos de este tipo de profecía propone tres etapas: primero, el receptor adquiere una expectativa del agente; segundo, realiza una conducta consistente con sus expectativas; tercero, el agente responde a ellas en formas compatibles con las expectativas del recetor, con lo cual confirma estas últimas. Los estereotipos pueden influir aun más en esta etapa, puesto que suelen concentrarse en información acorde a los esquemas. La percepción de las expectativas provenientes de estereotipos puede afectarnos en una forma que tienden a originar profecías que se autocumplen. El mero hecho de estar enterado de tales expectativas puede ocasionar consecuencias negativas cuando nos hallamos ante una tarea difícil. El conocimiento de un estereotipo contra nuestro grupo puede deteriorar el desempeño al aumentar la ansiedad. Los estereotipos pueden originar profecías que se autocumplen, si el objeto de la expectativa teme confirmarla al punto que su ansiedad degenera en distracción. Los observadores a menudo encuentran evidencia que parece confirmar su expectativa inicial. Independientemente de cualquier sesgo al interpretar la conducta, la forma en que se comporta el agente puede corresponder con ella. Pero el observador a menudo no tendrá en cuanta su participación en la realización de la conducta en cuestión. Este sesgo constituye un ejemplo de los errores que cometemos cuando intentamos interpretar las causas del comportamiento ajeno.

Teorías de atribuciónLa atribución es un proceso en virtud del cual la mayoría de la gente decide por que ocurrieron ciertos hechos o por que algunas personas se comportaron en cierta forma. Las tres principales teorías de la atribución son la de Heider, la de Jones y Davis y la de Keller. La teoría de la autopercepción de Darly Bem, debe incluirse también en ellas.

La psicología ingenua de HeiderFue el primero en conceptualizar al proceso por el cual tratamos de comprender la causa de una acción. Heider subrayó la importancia de decidir si el hecho se debe a factores internos o externos. Emitimos juicios más sutiles sobre las causas internas. La distinción de Heider sobre estas clases de atribuciones sentaron las bases de las teorías subsecuentes. Sin embargo, él nunca probó de manera explícita sus ideas con experimentos y poco nos dijo sobre el proceso con que decidimos si un hecho o una conducta tiene una causa interna o externa. De ahí que hayan sido propuestas otras teorías para explicar el proceso que nos permite realizar atribuciones causales.

La teoría de la inferencia correspondienteLa manera de inferir la causa partiendo de un solo caso de la conducta, según su teoría, el concepto central de la atribución es la correspondencia. Esta designa el

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grado en que advertimos una relación directa entre una conducta y cierta disposición. Si hay varias razones verosímiles que expliquen porque alguien realizó una acción, la correspondencia sea baja y no podremos hacer una atribución respecto a la causa de su conducta. Pero si solo hay una razón verosímil, la correspondencia será alta y podremos atribuirle con seguridad la acción a ella. Según Jones y Davis intentamos realizar una atribución interna especifica a una acción, su teoría tiene por objeto mostrar cómo distinguimos entre varias causas internas de la conducta. Esta teoría ofrece tres factores muy útiles para determinar las causas del comportamiento. La deseabilidad de una conducta es el primer factor por considerar, las acciones que presentan gran deseabilidad social no aportan mucha información; no nos indican mucho sobre la personalidad de la gente. El comportamiento atípico e inconsciente con los requisitos del rol es el que sienta las bases para efectuar una infancia sobre la inclinación de una persona. El segundo factor a considerar es el grado de libertad con que alguien realiza una conducta. Las acciones elegidas libremente transmiten información, por que reflejan sus preferencias y sus disposiciones latentes, pero muchas veces las acciones son una reacción directa a problemas externos o situacionales, esto es, a situaciones que admiten poca o nula libertad. En tales circunstancias nada podemos inferir sobre las tendencias subyacentes del individuo. Es más fácil aprender un material que ya se aprendió antes.

Si efectuamos en forma espontánea inferencias sobre los rasgos del agente, nos será más fácil aprender los mismos más tarde. Tendemos a hacer de manera espontánea inferencias respecto a los rasgos partiendo del comportamiento de la persona, sin que nos lo propongamos. Tendemos a efectuar inferencias disposicionales de una forma bastante automática. Es importante conocer las causas de la conducta ajena y que este proceso lo realizamos con suficiente frecuencia para que se vuelva automático. Juicios sobre la posibilidad/probabilidad: heurísticos cognoscitivos y sesgosNo procesamos la información atendiendo a los modelos normativos como los propuestos por Kelley o Jones y Davis. Es un procesador de información con una capacidad limitada, ante la enorme cantidad de información que nos bombardea diariamente, es indispensable que ejerzamos una atención selectiva y que procesemos sólo lo más importante. Los investigadores de la cognición social sostienen que utilizamos varios heurísticos cognoscitivos o estructuras mentales, para realizar estos juicios y decisiones: a menudo creemos que los productos más caros son de mejor calidad. La estructura mental precio-calidad nos ahorra tiempo al permitirnos tomar una decisión correcta las más de las veces; pero en ocasiones nos lleva a comprar un limón muy caro. En algunas circunstancias el confiar de manera ciega en las estructuras cognoscitivas puede dar origen a una mala decisión.

Las estructuras cognoscitivas a menudo dominan nuestros juicios; tienden a utilizarse cuando no estamos suficientemente motivados o no tenemos la oportunidad de fijarnos o analizar un juicio.

DisponibilidadSostiene que nos servimos de la facilidad con que se nos ocurren los ejemplos o casos como un indicador de la frecuencia o de la probabilidad de un evento. Cuando

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juzgamos la frecuencia con que sucede algo, intentamos recordar el mayor número posible de casos del evento. Si encontramos fácilmente varios casos, supondremos que el evento sucederá a menudo. Si es difícil encontrar por lo menos unos cuantos casos, supondremos que el evento tiene lugar rara vez. La disponibilidad es un indicador imperfecto de la frecuencia y de la probabilidad. A menudo los hechos frecuentes se recuperan más fácilmente de la memoria. Pero otras veces podremos recuperar con facilidad las evidencias conductuales o distintivos. La estructura mental disponibilidad parece indicar lo siguiente; cuantos casos de un evento recordemos, mayores probabilidades habrá de que creamos que se realice. Tversky y Kahnerman afirman que no es la cantidad de eventos que recordamos, sino la facilidad con que se nos ocurren lo que influye en los juicios de probabilidad. La dificultad de recuperar ejemplos de un evento nos lleva a suponer que es poco probable, sin importar el número de eventos que recuperemos de la memoria. La estructura cognoscitiva disponibilidad se utiliza dentro de varios contextos para realizar juicios sobre la frecuencia y la probabilidad a partir de la facilidad con que los eventos se recuperan de la memoria.

Prueba de la hipótesisOtra forma en que los científicos y las personas comunes emiten juicios sobre la probabilidad consiste en probar la hipótesis. A menudo probamos la hipótesis de que la conducta de una persona se debe a una disposición intrínseca o a un rasgo suyo. Una vez formulada la hipótesis, recabamos información y comparamos las pruebas reunidas. Estas pueden ser compatibles con la hipótesis (evidencia confirmadora) o incompatibles (evidencia refutadora). Si suficiente evidencia encaja en nuestras predicciones, habremos confirmado la hipótesis; de lo contrario probaremos otra hipótesis; la prueba de hipótesis está sujeta a sesgo error. Tendemos a realizar la prueba de modo que nos lleve a aceptarla, sin importar su verdad ni su falsedad. Ante todo, a menudo prescindimos de otras hipótesis. Algunas veces la alternativa es simplemente contraria a la que vamos a probar. En otros casos podría haber un número casi infinito de hipótesis alternas. El observador puede tener problemas sino atiende otras hipótesis.

Plantear exclusivamente preguntas compatibles con la hipótesis hace más probable la confirmación errónea pues como la tarea del descubrimiento de la regla ideada por Wason no elimina otras hipótesis. Así pues, planteamos preguntas que, aunque de carácter diagnostico, pueden llevar a conclusiones erróneas en algunas circunstancias. Tendemos también a interpretar la información en una forma acorde a nuestra hipótesis, la combinación de estos dos sesgos aumentan las probabilidades de que confirmen nuestra hipótesis, a veces de una manera incorrecta. Se ha venido acumulando evidencia de que el método de confirmación no se debe a que seamos incapaces de probar de manera adecuada nuestras hipótesis, sino porque tendemos a utilizar métodos simplificadores (estructuras cognoscitivas). Una estrategia de prueba positiva acontece cuando probamos si nuestra hipótesis puede explicar los datos disponibles, pero prescindimos de otras que también pudieran explicarla. Sin suficiente motivación ni oportunidad para probar una hipótesis tendemos a recurrir a estrategias más simples y rápidas que son vulnerables al error. El uso de la estructura

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cognoscitiva técnica de la representatividad indica que un objeto se considera probable y se clasifica en la medida en que representa las características esenciales del miembro típico de ella. Significa que emitimos juicios basándonos en la semejanza global entre un objeto y el prototipo de la categoría. Si la correspondencia entre el objeto y la categoría del prototipo es buena, clasificaremos el objeto como miembro de ella.

Falacia de la línea baseLa representatividad puede ocasionar algunos problemas especiales, uno de los más comunes es la tendencia a recurrir a la información descriptiva y a prescindir de la información estadística de la línea base. Ésta designa la información que nos indica la prevalencia de un objeto o hecho en una población mayor.

Percepciones de aleatoriedadTenemos conceptos intuitivos sobre los eventos aleatorios que después aplicamos a los juicios de aleatoriedad. Nuestra noción de aleatoriedad nos lleva a esperar que todas las secuencias aleatorias presenten ese carácter. Así pues, estamos convencidos de que las cosas empajarán a corto y a largo plazos. A esta suposición se le llama creencia en la ley de los números pequeños.

La falacia del apostadorLa falacia del apostador consiste en que los jugadores piensan que su suerte cambiará. En la falacia, el que apuesta un número de veces y pierde todas ellas, impulsará a apostar otra vez convencido de que “ya le toca”; los jugadores están seguros de que difícilmente el resultado será el mismo pues las rachas de suerte no suelen repetirse. Nuestro sentido de la estructura cognoscitiva de representatividad en los juicios de aleatoriedad nos hace suponer que las rachas de suerte son poco probables y que no pueden durar mucho tiempo, así se origina la falacia del apostador. La estructura cognoscitiva de la representatividad nos hace suponer dos cosas: las secuencias cortas se parecerán a la probabilidad a corto plazo; difícilmente habrá rachas si el resultado se debe a la casualidad. Sin embargo, en el desempeño hábil a menudo atribuimos el resultado a las características de la gente y, por tanto, pensamos que se mantendrá la racha.

Efectos de la regresiónUn segundo tipo de percepción equivocada de la suerte es la insensibilidad frente a los efectos de la regresión. La regresión a la media es un fenómeno según el cual, si alguien obtiene un resultado extremo, tenderá a conseguir un resultado menos extremo y más cercano a la media en un examen posterior. Como ocurre en la hipótesis de la mano caliente (andar acertado), a menudo no vemos que las puntuaciones extremas se deben en parte a la suerte; por eso esperamos que sigan apareciendo. Nos equivocamos al atribuir el efecto de la casualidad a alguna otra cosa, digamos el esfuerzo o la habilidad. Después de que alguien fracasa, estamos propensos a castigarlo por su desempeño deficiente, sin embargo, cuando alguien tiene éxito, solemos premier su excelente desempeño. La regresión a la media predice que los que fracasan tenderán a mejorar y los que tienen éxito a empeorar.

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Anclaje y ajusteEl anclaje y ajuste son otra estructura cognoscitiva; básicamente consiste en que hacemos estimaciones partiendo de un punto inicial (un anclaje) y las ajustamos hasta llegar a un juicio definitivo. Solemos apoyarnos en mayor probabilidad de un evento, sin que hagamos el ajuste correspondiente del número de otros eventos necesarios para que ocurra el resultado global. Tendemos a apoyarnos en la probabilidad de uno de los dos eventos, pero no hacemos el ajuste correspondiente el número de otros eventos que podrían suceder.

Simulación y pensamiento mágicoLa simulación establece que juzgamos la probabilidad o posibilidad de un evento basándonos en la facilidad o en la dificultad con la cual construimos en la mente los escenarios que lo producirán. Se considera probable un evento fácil de simular o imaginar mentalmente y poco probable el que es difícil de imaginar. El trabajo dedicado a la estructura de simulación se centra en lo que llamamos pensamiento mágico, este pensamiento identifica de qué manera un acontecimiento pudo haber sido diferente o pudo haber ocurrido otro acontecimiento; se emplea dentro del contexto de la estructura cognoscitiva de simulación para juzgar la probabilidad de los eventos o resultados. Una segunda función de los pensamientos mágicos es la capacidad de identificar y de explicar las causas de los hechos; los pensamientos mágicos parecen influir en cómo hacemos as atribuciones a los eventos. Pueden surgir sesgos cuando recurrimos a los pensamientos mágicos para explicar los hechos. Uno de tales sesgos se manifiesta cuando se explican los acontecimientos futuros. El sesgo de la explicación es el fenómeno según el cual, cuando nos limitamos a explicar como un evento puede tener lugar, realizamos estimaciones más seguras de que el hecho sucederá; imaginamos cómo ocurrirá posiblemente un hecho, tendemos a crear una explicación causal verosímil que lo hace más probable. El sesgo se eliminará solo considerando otras formas en que podría ocurrir el mismo resultado u otro diferente cuando se elimina la tendenciosidad debida a la estimulación mental, quizá logremos que las personas consideren muchas formas en que el resultado podría producirse. La estimulación mental del pasado también hace que los resultados parezcan más probables en una mirada retrospectiva.

La explicación de hechos pasados puede originar retrospectivos de que necesariamente debían ocurrir. A esto se le llama sesgo de la percepción retrospectiva. Un aspecto negativo de ella es que a menudo nos culpamos por fracasos y por resultados negativos que, al volver la vista atrás, parece que pudieron evitarse. Los pensamientos mágicos influyen de modo importante en las atribuciones que realizamos. Las atribuciones rigen nuestras reacciones frente a los resultados, tanto desde el punto de vista psicológico como conductual; los pensamientos mágicos pueden incidir en el afecto y en el comportamiento. A los pensamientos mágicos que identifican cómo un evento podría haber sido mejor se le llama pensamiento mágico ascendente, a los que identifican como un evento podría haber sido peor se les llama pensamiento mágico descendente. Los pensamientos mágicos pueden ocasionar un

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contraste afectivo, como sirven de comparación a los resultados actuales, las emociones resultantes se compararán con ellos y se diferenciarán. En el caso de los pensamientos mágicos descendentes, el contraste significa que el individuo deberá experimentar un efecto positivo. El pensar que pudo haber sido peor suele permitirnos sentirnos más satisfechos con un resultado. Los pensamientos mágicos ascendentes a menudo causan un efecto negativo. Imaginar que podría haber sido mejor produce insatisfacción ante el resultado.

Muchos de los sujetos que producen los pensamientos mágicos ascendentes experimentan mayores sentimientos de vergüenza, de arrepentimiento o culpa por sus acciones. A diferencia de los pensamientos mágicos descendentes, será más difícil aceptar un resultado se cree que pudo haber sido mejor.

Las investigaciones han cuestionado el enfoque del contraste simple; indican que puede darse una asimilación eficaz aun después de producir pensamientos mágicos. En ocasiones nos concentramos en algo que quedamos atrapados en el pensamiento mágico. Cuando nos concentramos en el pensamiento mágico en vez de usarlo como comparación, nuestros sentimientos actuales sueles asimilarse con él en vez de contrastarlo para rechazarlo. Las consecuencias psicológicas de los pensamientos mágicos dependen de su dirección y de que los usemos para una comparación o no. Los pensamientos mágicos influyen en la conducta futura. Parece ser que nos ayudan a identificar la causa de un resultado negativo y que por lo mismo nos sirven para aprender de los errores. Los pensamientos mágicos ascendentes sirven para identificar formas en que los sujetos podrían mejorar su desempeño.

Los pensamientos mágicos ascendentes, aunque pueden causar un problema psicológico, son una herramienta con la cual puede mejorarse el desempeño subsecuente al identificar las conductas facilitadoras. Los pensamientos mágicos son eficaces por que nos permiten interpretar el pasado y el futuro, nos permiten juzgar las probabilidades y las causas de los acontecimientos pasados y futuros. Sirven además para dirigir nuestras reacciones emotivas y nos ayudan a buscar la manera de mejorar el rendimiento. Gracias a esta fuerza seguirán despertando el interés de los psicólogos sociales.

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CREENCIAS Y JUICIOS SOCIALES

Los juicios que hacemos de la gente dependen de la manera en que explicaos su comportamiento. La mente humana lucha por darle un sentido a su mundo.

Atribución de la causalidad: a la persona o a la situaciónLa teoría de la atribución analiza la manera en que explicamos el comportamiento de la gente. Fritz Hider, considerando por muchos el creador de la teoría de la atribución analizo la psicología del sentido común, por medio de la cual las personas explican los sucesos cotidianos. Heider concluyó que la gente tiende a imputar el comportamiento de alguien a causas internas o externas (atribución disposicional o situacional respectivamente). Esta diferencia a menudo provoca confusiones ya que las circunstancias exógenas producen cambios endógenos.

El error de atribución fundamentalLa lección más importante de la psicología social se refiere a la influencia de nuestro entorno social. En cualquier momento, nuestro estado interno depende de las circunstancias. Cuando explicamos el comportamiento de algún individuo con frecuencia subestimamos el impacto de la situación, y sobrestimamos la magnitud en que este refleja los rasgos y las actitudes personales. El hecho de no tomar en cuenta la situación se denomina error de atribución fundamental, llamado así por Lee Ross. Este surge cuando no es útil para nuestros intereses, tendemos a suponer que los demás son de la forma en que actúan, pero eso solo hace evidente la falta de atención a las restricciones sociales. Las personas inteligentes y con habilidades sociales son más propensas a cometer el error de atribución.

El error de atribución fundamental en la vida cotidianaCometemos el error de atribución fundamental cuando explicamos el comportamiento de otras personas. A menudo explicamos nuestra propia conducta en términos de la situación. Cuando nos referimos a nosotros mismos, generalmente empleamos verbos que describen nuestros actos y reacciones. Cuando hablamos de alguien más, solemos describir lo que esa persona es. En la vida real, las personas que tienen poder social suelen iniciar y controlar las conversaciones, por lo que los seguidores tienden a sobrestimar sus propios conocimientos e inteligencia.

Perspectiva y conciencia situacionalLos teóricos de la atribución fundamental señalan que observamos a los demás desde una perspectiva distinta a la que nos vemos a nosotros mismos. Cuando actuamos, el entorno domina nuestra atención. Cuando observamos a otro individuo en acción, el centro de nuestra mirada lo ocupa esa persona y la circunstancia se vuelve relativamente invisible.

Las perspectivas se modifican con el tiempo; conforme la persona se aleja de su memoria, los observadores dan cada vez más crédito a la situación. Las circunstancias

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también pueden cambiar la perspectiva que tenemos de nosotros mismos. Enfocamos la atención internamente; nos hacemos conscientes de nosotros mismos en lugar de la situación. Cuando enfocamos la atención en nosotros mismos a menudo nos atribuimos mayores responsabilidades.

Los observadores atribuyen el comportamiento más a factores internos y menos a la circunstancia. Debido a que estamos muy consientes de la forma en que nuestra conducta varía con la situación, nos consideramos más variables que otras personas. Entre menos oportunidades tenemos para observar el comportamiento de la gente en algún contexto, más lo atribuimos a su personalidad. Las impresiones que tiene la gente sobre alguien de quien acaba de contarles un amigo generalmente son más extremistas que las dichas de primera mano por éste. Es más fácil poner etiquetas de los rasgos cuando describimos a personas extrañas.

Diferencias culturalesLa cultura también influye en el error de atribución; en el occidente atribuyen a causas disposicionales mientras que en el oriente atribuyen a causas situacionales. Algunos idiomas promueven las atribuciones. Algunos idiomas promueven las atribuciones externas. En las culturas colectivistas la gente percibe con menos frecuencia a los demás en términos de disposiciones personales. Es menos propensa a interpretar de manera espontanea un comportamiento como reflejo de un rasgo interno.

¿Qué tan fundamental es el error de atribución fundamental? La suposición de que todos somos propensos a cometer el erro de atribución fundamental tiene sus críticas. Algunos dicen que conceden que existe un sesgo de atribución, pero que en cualquier circunstancia esto puede o no producir un error. Algunas circunstancias cotidianas implican claras restricciones; los actores son más conscientes de ellas que los observadores, de ahí el erro de atribución, pero en otros ambientes, exhibe su individualidad. Aquí quizás las personas consideren su propio comportamiento menos restringido que los observadores. Es una exageración decir que siempre y en todos los ambientes los observadores subestiman las influencias circunstanciales. El error de atribución es fundamental porque matiza nuestras explicaciones en formas básicas importantes.

¿Por qué debemos estudiar los errores de atribución?Su propósito es revelar la forma en que pensamos sobre nosotros y sobre los demás; una segunda razón para enfocarse en los sesgos del pensamiento, no siempre debe culparse a las personas por sus problemas. Una tercera razón para estudiar los sesgos es que generalmente no estamos conscientes de ellos.

¿Cómo percibimos y recordamos nuestros mundos sociales?Nuestros pensamientos preconcebidos guían la manera en que percibimos e interpretamos la información. Construimos el mundo a través de lentes matizados por teorías, “claro, las ideas preconcebidas son importantes”, dirá la gente; sin embargo no

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se da cuenta del gran efecto que tienen. No solo respondemos a la realidad como es, sino a la realidad según la construimos.

Percepción e interpretación de los hechos.Cuando la información social está sujeta a interpretaciones múltiples, las ideas preconcebidas son importantes. Una vez que se tiene una creencia, ésta influye en la manera que percibe toda la otra información relevante. Existe una realidad afuera, pero nuestras mentes la construyen activamente, otras personas pueden construirla de manera distinta y, por tanto, comportaste de forma diferente. Los procesos de construcción también matizan la forma en que los demás nos perciben. Cuando afirmamos algo bueno o malo acerca de alguien, la gente tiende a asociar ese rasgo con nosotros.

Perseverancia de las creenciasEs sorprendentemente difícil destruir una mentira una vez que la persona crea un fundamento para ella. Este fenómeno llamado perseverancia de la creencia, demuestra que éstas pueden crecer solas y sobrevivir al desmentido de las evidencias que las crearon. Entre más examinamos nuestras teorías y justificamos cómo podrían ser verdaderas, nos cerramos mas a la información que desafía nuestras creencias. Las evidencias convencen: nuestras creencias y expectativas afectan poderosamente la forma en que construimos los sucesos en la gente. Por lo general nos beneficiamos de nuestras ideas preconcebidas, de la misma forma que los científicos lo hacen de la creación de teorías que los guían en la observación e interpretación de hechos. Pero, nos convertimos en los prisioneros de nuestros propios patrones de pensamiento. Existe un remedio para la perseverancia de creencias y es la explicación de lo opuesto.

Nadie niega que nuevas evidencias pueden cambiar las concepción de de la gente. Los niños, a la larga, pueden dejar de creen en Santa Claus. Nuestro argumento es sencillamente, que esos cambios ocurren de forma lenta, y que a menudo se requiere de evidencias más convincentes para alterar una creencia que para destruirla. La explicación de cualquier resultado alternativo, no sólo el opuesto, hace que las personas ponderen varias posibilidades.

Construcción de recuerdos de nosotros mismos y de nuestros mundosMuchos recuerdos no son copias de las experiencias depositadas en un banco de la memoria. Los construimos en el momento de la evocación; reconstruimos el pasado lejano con nuestros sentimientos presentes y expectativas, combinado fragmentos de información. Cuando un experimentador o un terapeuta manipulan las suposiciones del pasado de las personas, en una fracción considerable construirá falsos recuerdos, así a veces la mente construye falsedades.

Reconstrucción de nuestras actitudes pasadasLas personas cuyas actitudes se han transformado a menudo insisten en que siempre se han sentido como ahora. La construcción de evocaciones positivas ilumina nuestra memoria; la gente a menudo exhibe retrospección optimista, recuerdan los acontecimientos que fueron ligeramente agradables de manera más favorable

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respecto de cómo los experimentaron. En cualquier experiencia positiva, parte del placer reside en la anticipación: otra, en la experiencia real, y otra porción más en la retrospectiva mejorada. También revisamos los recuerdos de otras personas de acuerdo con el cambio de nuestras relaciones con ellas. No es que estemos totalmente inconscientes de cómo solíamos sentirnos; es solo que cuando los recuerdos son oscuros, los sentimientos actuales los guían.

Reconstrucción de nuestro comportamiento pasadoSegún Greenwald, todos tenemos “egos totalitarios” que revisan el pasado para que se ajuste a nuestras perspectivas presentes. Reportamos pocos malos comportamientos y aun exceso de buenos de ellos. En ocasiones nuestra impresión presente es que hemos mejorado, en cuyo caso quizá evocamos de forma incorrecta el pasado, como si hubiera sido muy diferente de cómo fue en realidad.

Reconstrucción de nuestras experiencias: información errónea y preparación Nuestra tendencia a construir recuerdos que evocamos con gran confianza, pero con poca precisión, está presente en diversas ocasiones. La información errónea surgida, incluso, puede producir falsos recuerdos de un supuesto abuso sexual infantil. El efecto de la información errónea es la incorporación de “mala información” en los propios recuerdos del suceso, después de ser testigo de un acontecimiento y recibir información errónea acerca de él. La preparación es lo que el psicólogo y filosofo William James describió como el “despertar de asociaciones”. Los sucesos pueden despertar o condicionar nuestras asociaciones sin darnos cuenta.

LAS CREENCIAS BASICAS SOBRE EL MUNDO SOCIAL Y EL YO

Existe un conjunto de creencias esenciales que las personas tienen sobre si mismas, el mundo y los otros. Son creencias implícitas, que se basan en la experiencia emocional y a las que las personas se adhieren fuertemente, hasta el punto de que las mantienen incluso ante evidencias en contra. La metáfora de Alcock ve al ser humano como maquina de creencias, sostiene que el hombre ha desarrollado un sistema de creencias para mantener la supervivencia, un sistema que, como tal, no está orientado primordialmente a la obtención de la verdad ni se guía necesariamente por los principios de la lógica. Cuando una persona genera creencias, su principal preocupación no es, ni mucho menos, garantizar que sean reales y verídicas. La máquina de creencias funciona de una forma secuencial. El funcionamiento de este sistema es capaz de generar tanto creencias falsas como creencias correctas. Ciertas creencias que parecen irracionales vistas desde fuera por otras personas, no son diferentes de cualesquiera otras creencias.

Parkes desarrolla la idea de mundo de los supuestos para referirse a un repertorio de supuestos acerca del mundo y del yo que, de forma característica, la persona considera plenamente fiables, mantiene con firmeza y a los que recurre cuando tiene que planificar y actuar; el mundo de los supuestos es esa visión que la persona tiene de la realidad tal como ella cree que es. La implicación es que cuando tienen lugar sucesos vitales importantes, para Parkes transiciones psicosociales, se hace preciso

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establecer un nuevo mundo de supuestos, el cual, pese a que lleva consigo grandes costes, por lo que supone de inversión en tiempo y energía, es imprescindible si lo que se trata es de mantener una vida satisfactoria. Janoff Bulman defiende que las personas desarrollan a lo largo del tiempo un sistema conceptual básico que les permite funcionar de manera eficiente y les proporciona expectativas acerca del mundo y de sí mismos. El contenido de las creencias básicas de las personas gira en torno a tres categorías primarias: creencias sobre la benevolencia, sobre el sentido del mundo, el control, el azar y la justicia, y creencias sobre la dignidad de uno mismo.

Las personas son optimistas y piensan que suceden más cosas positivas que negativas. La fuerza de estas creencias es mayor si se refieren a hechos infrecuentes y es mayor también en las personas que no han experimentado hechos negativos, en las que han vivenciado hechos positivos, y las que creen que los hechos negativos son controlables y les ocurren sólo a personas prototípicas muy diferentes de ellas. Las personas tienden a creen que el mundo social es benevolente, que las personas son buenas y bondadosos, y a sentirse integradas socialmente; estas creencias parecen tener su origen en la necesidad hedónica y básica de pertenencia, de gregarismo y de establecer relaciones positiva con otros. El estilo de apego seguro implica una visión positiva del entorno social y del yo. La benevolencia del mundo social, un nuevo tipo de creencias sobre la integración social, que se refiere a la participación en redes sociales y relaciones íntimas en las que se recibe respeto y amor y que, a la vez, impiden la soledad y el aislamiento. Las creencias acerca de la integración social se encuadran dentro de la misma categoría que las creencias culturales compartidas, le dan sentido al mundo, explican la existencia, prescriben las conductas normativas y prometen seguridad y trascendencia, responden a una necesidad básica de manejar la ansiedad y soledad existencial. Las creencias culturales ayudan a las personas a afrontar la ansiedad ante la muerte, este es el planteamiento de la teoría del manejo del terror existencial que defiende que las creencias culturales ayudan a las personas a afrontar la ansiedad ante la muerte.

Las creencias en el control del mundo consisten en la sobrevaloración que las personas hacen de su capacidad de control, surge de la necesidad de mantener un sistema relativamente estable y coherente de creencias acerca del mundo. Las creencias sobre el azar que afirman que las cosas no ocurren por azar, surgen de la necesidad de asimilar las novedades dentro de las creencias ya existentes y reducir de esa forma la incertidumbre. Las creencias sobre justicia afirman que las personas reciben lo que se merecen y merecen lo que les ocurre y surgen de la necesidad de atribuir significado al mundo y garantizar la consistencia entre creencias.

Las creencias del mundo personal justo, el hecho de que la persona crea que recibe lo que merece y se merece lo que recibe, las que se asocian al bienestar.

Otro conjunto de creencias se centran sobre el sí mismo o sobre el yo y su carácter de merecedor y digno de respeto. La mayoría de las personas tienden a tener alta autoestima y las personas de menor autoestima tienen una visión menos positiva, pero positiva a fin de cuentas. Existen las creencias sobre la eficacia o el control del yo

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o la capacidad de la persona de controlar el mundo, las personas también tienden a tener una imagen positiva de si, de su pasada y de su futuro.

El modelo CEST postula que las personas desarrollan de forma automática modelos del mundo en el que viven, las llamadas teorías de realidad añaden que las personas tienen dos sistemas de procesamiento de la información, uno racional y otro experiencial preconsciente. El sistema experiencial está unido a las emociones e impulsado por la búsqueda de placer y evitación del dolor; las personas aprenden de la experiencia, es más lento y difícil que el sistema racional, funciona sin esfuerzo e influye de manera continua y automática en el pensamiento consciente. El sistema racional es un sistema evolucionado, procesa la información de manera intencional y abstracta, tiene como criterios de verdad la lógica, la razón y la evidencia. Es relativamente poco eficaz. Aunque ambos sistemas son accesibles mediante la verbalización, el racional es un sistema de aprendizaje más declarativo y mas asociado a la memoria sistemática descontextualizada.

El pensamiento experiencial se caracteriza por codificar, almacenar y dar prioridad a la información concreta, a las representaciones sensoriales, las personas se dejan influir mas por ejemplos y narrativas de casos, es decir, por datos concretos y narrados como historias ejemplares, que por datos estadísticos más abstractos. Un estilo de pensamiento orientado a la acción se asocia a una visión más optimista del yo y del mudo, cuando a las personas se las pone en un estado de pasar a la acción muestran un nivel mucho mayor de ilusión de control, cuando se les instala en un estado de pensamiento deliberativo muestran un nivel mucho menor de ilusiones y un pensamiento más realista. El estilo experiencial se asocia al refuerzo de las creencias culturales, los efectos sobre estas creencias solo se dan cuando las personas están instaladas en un sistema experiencial.

Todas las creencias se alteran y quedan en suspenso cuando tienen lugar en hechos traumáticos.

Los episodios cotidianos también son capaces de provocar efectos en las creencias básicas. Los hechos emocionales cotidianos negativos, distintos a los traumáticos negativos, ejercen los siguientes efectos: visión optimista, el mundo carece de sentido, es injusto e incontrolable, decrece la bondad y la benevolencia, inducen sentimientos de aislamiento, de exclusión social y de soledad, disminuyen la creencia en la dignidad, hacen la persona se sienta incapaz, sin esperanza y pierdan la motivación.

Las personas intentan comprender el hecho traumático y se esfuerzan por alcanzar la comprensión y el significado explicativo del hecho traumático; expresan la necesidad que sienten de reconstruir el sentido y carácter benevolente del mundo en general.

Se constata la existencia de un proceso destinado a encontrar los aspectos positivos o benéficos de la experiencia ante el hecho traumático; se trata de lecciones sobre sí mismo, lecciones sobre las relaciones con los otros y de lecciones sobre la vida. Este

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proceso de crecimiento post-traumático se asocia en parte a la reconstrucción de una imagen positiva del yo, de las relaciones con otros y del mundo.

Los hechos negativos pueden llegar a afectar las creencias básicas a través de un proceso de fortalecimiento mediante el sufrimiento, aunque en este caso solo refuerzan las creencias positivas sobre el yo y el mundo; se trata de cambios de creencias que se asocian a aquellas reacciones personales y del entono susceptibles de connotación positiva, como el apoyo y el dominio de sí.

En ocasiones los cambios negativos producen transformaciones en las creencias básicas en la dirección de hacerlas más flexibles y realistas, preparando a la persona para futuros hechos negativos. Otro tipo de cambio implica una reelaboración de las creencias básicas en un sentido más positivo, pese al impacto negativo, y afecta a la mayoría de las personas. Los cambios positivos en las creencias se asocian en general a una alta activación afectiva provocada por el hecho, a un afrontamiento adaptativo o a un mayor apoyo social.

APRIORIS PARA UNA PSICOLOGIA DE LA CULTURA

La cultura es una creencia en el mundo. Creen que el mundo es cierto. Tener una creencia es saber algo sin ningún conocimiento, saberlo por puras ganas. Pareciera que los incultos son quienes no tienen creencias. Los científicos son personas que sostienen con valentía que sus conocimientos están separados de las creencias y en cambio, apegados a la realidad, y a eso es a lo que llaman verdad. Una verdad seria aquella creencia que puede ser sostenida par más de quince minutos, durante los cuales lo que en rigor se expone son las aplicaciones posibles o la historia de la creencia, pero siempre hay un momento en que la verdad se calla, donde se le nota que no era verdadera sino creída. Con tres porqués que uno pregunte, la verdad no aguanta, por lo común la verdad no alcanza a los quince minutos de argumentación, las únicas verdades que tenemos son las que nos creemos, y esto es la cultura.

Las disciplinas interesadas en la naturaleza del conocimiento o del pensamiento, como la psicología, busca el fundamento del pensamiento, hacer que la realidad exista a fuerzas de algún modo. El revés de la metáfora vuelve comprensible lo que se dice aunque de ningún modo quede claro. La actitud palabra latina shema “esquema” refiere a una forma de organización abstracta y sin material que luego se puede llenar con lo que se quiera. Un esquema figurativo, núcleo figurativo, modelo figurativo o paradigma figurativo sin ser un conocimiento, organizaba los conocimientos cotidianos; no es el conocimiento pero que hace posible los conocimientos; es lo que dota de cualidad poética a los conocimientos cotidianos, ya que les da espesor y profundidad (misterio y encanto) no están en la racionalidad y que no pueden explicarse per hacen que las cosas no aparezcan como mero dato. Este esquema figurativo da origen y espesor a la realidad, no es representable, es una danza de fuerzas en tensión reciproca donde unas aplastan a otras. Una creencia no fuera nada mas en sí misma una creencia.

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Los temas del latín “tematha”, “yo pongo” son aquellos prejuicios fundamentales de una índole estable sumamente difundida que no son directamente resolubles ni derivables a partir de la observación y del raciocinio analítico. Las fuerzas mueven al mundo, actúan en el inconsciente, se expanden por la sociedad, no ha forma de decir que no existen. Oswald Spengler dijo que “todo saber acerca de la naturaleza, incluso el más exacto tiene por base una creencia religiosa”. La creencia pura o la forma pura de la creencia, parece ser siempre una fuerza pero una fuerza sin cosa. Kant dice que espacio no es un concepto empírico que haya sido extraído de la experiencia externa; es una representación necesaria a priori que sirve de fundamento a todas las intuiciones exteriores. El espacio es aquello en donde se podrán ir colocando subsecuentemente las cosas, las palabras, los conocimientos, unos con respecto a otros, y es lo que se necesita para que se desplieguen las fuerzas. La fuerza no es el espacio, lo primero que hay es el espacio, pero no el físico sino un espacio que al ser inicial es mítico, social, moral, imaginado; y la gente adopta el espacio.

La cultura es el espacio de la sociedad, es espacio es la forma como aparece la cultura, se va haciendo dentro de la cultura misma, de manera que hay distintas formas del espacio según sean las culturas.

Cuando se trata de fuerza de la actitud que se siente en las creencias, es una fuerza que empuja, que lleva, que anima, que alienta, que sostiene y que se opone, no a algo contrario sino a algo así como otra forma de sí misma.

Esa fuerza es algo así como el mundo en que creemos. La cultura es el pensamiento que se hace fuera de los individuos. Los individuos se hacen fuera de los individuos mismos, no existe ninguno que se haya formado por sí mismo de dentro para fuera.

El pensamiento exterior de la cultura, no puede ser un pensamiento en el sentido de raciocinio lingüístico, ni de un supercerebro fantasma ni de un sistema procesador de información estilo computadora, sino que es un pensamiento cuya sustancia son cosas y movimientos que hacen que cualquiera que pase por ahí entre en ellos y los utilice como material de su propio pensamiento personal que ya no es tan suyo como creía, no nos pertenece.

Locke opina que la creencia es lo contrario de la verdad, la creencia es fundamentalmente una asunción, un compromiso, un voto de confianza en que las cosas son de tal o cual manera. Uno no cree en algo por que sea cierto, sino es cierto porque lo cree. La entrada a la cultura no es gratis, tiene su precio, la experiencia de equivocarse.

La mirada es un movimiento, es una fuerza con la que uno se mente dentro del paisaje del espacio y alcanza las distancias y toca las cosas que están donde el cuerpo ya no llega. La mirada es la manera de meterse al fondo del espacio porque llega todavía más allá de donde se alcanza a tocar.

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Y la profundidad es una de las creencias, de las creaciones de la cultura, el término profundidad y el término creencia ocupan casi siempre algo así como el mismo lugar: creer en el mundo es haber sentido su profundidad, y lo exterior de la realidad puede ser un pensamiento debido a que posee profundidad. Cuando se mira en profundidad, la imagen se vuelve idea, porque en la profundidad oscura y fatigada los límites son más sutiles, muy difusos y nunca queda claro en qué punto exactamente termina el horizonte. La conclusión de la profundidad es que existe lo que no se puede ver y existe también lo que no se conoce, que lo invisible y lo desconocido están en laguna parte.

Lo que más importa de la creación cultural es que las características que se observan en el espacio se convierten en las cualidades generales del conocimiento, y el conocimiento es un espacio hecho de miradas, ya sin lugares ni materiales, el concepto de conocimiento es una metáfora del espacio. El conocimiento es una mirada que se va profundizando en el espacio pero si hay izquierda y hay derecha, arriba y abajo, entonces si hay profundidad hacia delante no tiene porque haber profundidad hacia atrás. Si hay un conocimiento de la realidad de allá afuera, puede haber un conocimiento de la propia mirada, un conocimiento de sí mismo, lo que se llama más corrientemente los pensamientos o la conciencia.

No solamente hay realidad en el espacio, sino que la realidad e incluso el espacio, sigue y se continúa en el interior de los cuerpos y los objetos que dentro no tenían lugar porque o son sólidos o ya están llenos. Una vez que ya tiene profundidad el espacio externo y que ya se encuentra dentro de pensamientos internos, se vuelve obligado que las cosas también se hagan susceptibles de profundidad, porque si la hay dentro de un cuerpo humano, por qué no la va a haber dentro de un cuerpo cualquiera que ocupe lugar en el espacio.

La cultura no es la acumulación de los contenidos de los pensamientos particulares de los individuos, sino la forma genérica del pensamiento. El pensamiento de la cultura es más bien ese mundo total que es creído. Los pensamientos inteligentes, razonados, son, pues, la argumentación creciente de las creencias. En el fondo de los pensamientos comunes y corrientes está la cultura como un enorme pensamiento fundamental. La cultura es lo que se siente pensar, el que no siente no piensa. El que no siente mientras piensa podrá ser muy inteligente, pero no es culto. Ser culto es estar dentro del mundo. Se le ha enseñado a pensar con pensamientos que son objetivos, cada vez más inteligentes, pero que por lo mismo, no pueden ser sentidos, y eso se siente feo, y ese sentimiento es parte de nuestra cultura contemporánea.

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ACTITUDES

Según G. W. Allport el concepto de actitud es probablemente el más distintivo e indispensable de la psicología social. Las actitudes son relevantes a la hora de adquirir nuevos conocimientos, desempeñan una serie de funciones imprescindibles a la hora de buscar, procesar y responden a la información del entorno y a uno mismo; guardan una estrecha relación con nuestra conducta, permiten conectar el contexto social en el que vivimos con la conducta individual; cambios en las actitudes de las personas pueden cambiar el contexto. El estudio de las actitudes permite conectar áreas de investigación tradicionalmente dispersas.

Las actitudes son evaluaciones globales y relativamente estables que las personas hacen sobre otras personas, ideas o cosas. Al hablar de actitudes se hace referencia al grado positivo o negativo con que las personas tienden a juzgar cualquier aspecto de la realidad. Las actitudes constituyen un fenómeno mental, reflejan una tendencia evaluativa que no es directamente observable desde fuera del propio sujeto.

Las clasificaciones funcionales de las actitudes son principalmente: la organización del conocimiento, utilitaria y de expresión de las actitudes. Debido a la sobrecarga de información proveniente del entorno, nuestra mente necesita estar preparada para estructurar, organizar y dar coherencia a todo ese mundo consiguiendo una mejor adaptación al ambiente. Las actitudes ayudan a satisfacer esa necesidad básica de conocimiento y control, estructurando la información en términos positivos y negativos. Las actitudes guían la búsqueda y la exposición a información relevante, acercando a la persona a todos aquellos aspectos de la realidad congruentes con ellas y evitando aquellos elementos que les sean contrarios. Una vez formada una actitud, ésta guía la búsqueda de información que refuerce o valide dicha actitud, ignorando selectivamente la información que no coincida con ella.

Las actitudes ayudan a la persona a alcanzar los objetivos deseados, y que les proporcionarán recompensas, las actitudes optimizan las relaciones de los individuos con su entorno; podemos conseguir lo que queremos y evitar aquello que no nos gusta. Las personas suelen manifestar públicamente sus actitudes; la expresión de las actitudes personales sirven para informar a los demás quienes son, permite a las personas mostrar sus principios y valores, así como identificarse con los grupos que comparten actitudes similares y de esa forma a satisfacer la necesidad básica de aceptación y pertenencia grupal. Si consideramos conjuntamente las funciones que cumplen las actitudes, podemos observar su importancia a la hora de satisfacer las necesidades psicológicas fundamentales de los humanos. La necesidad de juzgar los estímulos del entorno en términos evaluativos puede variar de unas personas a otras, estas diferencias se pueden medir con la escala de necesidad de evaluación.

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Las personas poseen actitudes hacia la mayoría de estímulos pudiendo evaluar en dimensión bueno-malo; la mayoría de las actitudes tiene sus raíces en el aprendizaje y el desarrollo social. De esta forma las actitudes se adquieren: por condicionamiento instrumental, por imitación o por esfuerzo.Nuestras actitudes están directamente relacionadas con los pensamientos o creencias que desarrollamos sobre el objeto de actitud, pero basándonos en experiencias indirectas, provenientes de terceras personas, somos capaces de desarrollar actitudes hacia estos objetos. La teoría de acción razonada basada en el modelo de la expectativa-valor parte de la premisa de que las actitudes están determinadas por las creencias que tenemos acerca del objeto actitudinal. Fazio propone en su modelo denominado MODE, que la conducta se produce de forma espontanea y que las actitudes guían la conducta a través de procesos psicológicos automáticos; una actitud puede guiar la conducta sin necesidad de que medie ningún pensamiento. Aunque las personas tengan creencias sobre el objeto de actitud, ello no implica ni garantiza necesariamente, que las usen a la hora de formar una actitud. Numerosas variables de la situación y de la persona pueden influir en la confianza que las personas tienen sobre lo que piensan en relación con el objeto de actitud.

El condicionamiento clásico se refiere a una forma de aprendizaje en la que un estimulo que inicialmente no evoca ninguna respuesta emocional (estímulo condicionado) termina por inducir dicha respuesta como consecuencia de su emparejamiento sucesivo con otro estímulo (estímulo incondicionado), que sí provoca naturalmente la mencionada respuesta afectiva. La inclusión de estímulos atractivos parece reflejar el intento de formar actitudes a través del condicionamiento clásico. El priming afectivo es el mismo proceso pero exponiendo el estimulo incondicionado antes del estímulo condicionado pero solo funciona cuando las personas no se dan cuenta de la presentación anterior del estímulo incondicionado, de ser así, tienden a corregir su nueva tendencia de respuesta, aunque también pueden servir para conocer de forma indirecta las actitudes de las personas hacia los estímulos condicionados.

Presentar un estímulo repetidas veces para que acabe con gustar es el efecto de mera exposición. Según la fluidez perceptiva, la repetida exposición lo hace más fácil de procesar y ello llevaría a una respuesta más positiva. Los efectos de la fluidez sobre las actitudes, dependen del significado asociado con esa experiencia subjetiva, pudiendo producir los efectos contrarios a los de mera exposición. La familiaridad reduce tanto la incertidumbre como la competición de respuestas que la nueva información genera, llevando directamente a una mayor preferencia. En el efecto de mera exposición, la exposición repetida a un estímulo sólo lleva a una mayor preferencia cuando los estímulos presentados son relativamente nuevos. Cuando se tiene experiencia previa con los estímulos presentados, no se produce un efecto de mera exposición, sino un efecto que acentúa la respuesta original de la persona. Este efecto es probable que atribuya a explicar otros fenómenos de formación de actitudes en los que sea necesario exponer a las personas a estímulos de forma repetida.

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Las conductas que realizamos en relación con dichos objetos pueden proporcionar información relevante para la constitución de nuestras actitudes. La forma en que nos comportamos afecta a nuestras actitudes. El condicionamiento clásico explica que las distintas expresiones faciales y movimientos podían servir para formar y modificar actitudes hacia distintos estímulos. La disonancia cognitiva afirma que cuando las personas se comportan de forma inconsistente con su forma de pensar se produce un estado aversivo de malestar que lleva a las personas a buscar estrategias para reducir o eliminar ese estado de ánimo negativo. Las formas más estudiadas para lidiar con el malestar son el cambio y la formación de actitudes para mantener la consistencia con las conductas inicialmente incongruentes. Los incentivos externos podían resultar contraproducentes para motivar a las personas, al menos en lagunas circunstancias.

Según la teoría de la autopercepción de Bem utilizamos la observación de nuestras propias conductas para juzgarnos a nosotros mismos, igual que hacemos con la conducta de todos los demás. El sesgo de búsqueda es otro mecanismo psicológico a través del cual la conducta puede influir sobre la formación de actitudes es por medio del sesgo de los pensamientos que vienen a la mente en el momento en que las personas llevan a cabo dicha conducta. Según Janis, cuando las personas realizan una determinada conducta, se produce un sesgo de búsqueda a favor de los pensamientos que son consistentes con dicha conducta y detrimento de aquellos pensamientos no consistentes con ella. La teoría de autovalidación indica que la conducta no sesgaría los pensamientos que vienen a la mente, sino que serviría para decidir sobre su validez.

El concepto de fuerza de las actitudes se refiere a la capacidad de una actitud para ser relativamente estable y resistente en el tiempo, y con capacidad para predecir la conducta de las personas.

Existen varios indicadores objetivos de la fuerza de las actitudes. La dirección o valencia se refiere a la valoración positiva, neutra o negativa que la persona atribuye al objeto actitudinal. La intensidad o polaridad de la actitud hace referencia a la magnitud, mayor o menor de esa valencia. La accesibilidad se refiere al grado en que las actitudes se activan espontáneamente cuando las personas se exponen al objeto de actitud, a la rapidez con que una actitud viene a nuestra mente. La ambivalencia se presenta cuando una persona mantiene de forma simultánea dos evaluaciones de signo opuesto hacia el mismo objeto actitudinal, se dice que tiene una actitud ambivalente hacia dicho objeto debilitando la actitud. La estabilidad se presenta en la medida que es capaz de mantenerse intacta en el tiempo. Resistencia es la capacidad de las actitudes para resistirse a información de signo contrario. Una actitud es fuerte en la medida que es capaz de influir en la conducta de una persona. La fuerza de una actitud y su capacidad para influir sobre la conducta va a depender fundamentalmente del proceso psicológico a través del cual se forme o se modifique dicha actitud. Las actitudes que se adquieren o se cambian a través de procesos psicológicos de bajo esfuerzo mental. La relación de actitud-conducta depende de las características de las actitudes, y de los procesos psicológicos a través de los cuales se forman y modifican. No obstante existen otros factores de la situación y persona que influyen sobre esta

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relación. Además de las diferencias de personalidad, los factores sociodemográficos también pueden influir sobre esta relación. Las actitudes no solo predicen la conducta en función de sus propias características, sino que dependen también de la persona y la situación.

Para cada uno de los indicadores objetivos existe su indicador subjetivo o metacognitivo, los cuales poseen también valor explicativo y predictivo de la relación entre actitud y conducta. La confianza o seguridad con la que las personas mantienen sus actitudes ha sido el parámetro metacognitivo más estudiado en la psicología social y se refiere a la sensación de validez subjetiva que la persona tiene con respecto a sus propias actitudes; las personas pueden temer más o menos confianza en sus actitudes en función de su personalidad y de factores sociodemográficos; cuanto más extrema es una actitud, mayor confianza se suele tener en ella, las actitudes que se mantienen con mayor confianza son más resistentes al cambio, duraderas en el tiempo y predictivas de la conducta. La importancia se refiere a la relevancia o significado que la persona le da a su propia actitud, implica emitir un juicio sobre la actitud que se tiene respecto a un determinado objeto de actitud; cuanto más relevante sea un objeto de actitud mayor será la búsqueda objetiva de información al respecto, mientras que cuanto más importante sea para la persona la actitud en sí misma, mayor será la probabilidad de que estos individuos realicen una búsqueda y procesamiento sesgado de información relacionada con el objeto de actitud. El conocimiento es el parámetro que se refiere a la cantidad de conocimiento que una persona cree tener con respecto a su propia actitud. La literatura sobre el conocimiento asociado a una actitud suele distinguir entre el conocimiento objetivo y el conocimiento subjetivo, que implicaría una percepción del parámetro de conocimiento objetivo. Lo que una persona cree saber no suele guardar una coincidencia demasiado estrecha con lo que realmente sabe al respecto.

Los procedimientos para medir las actitudes podrían clasificarse en directos o indirectos. Los procedimientos consisten en preguntar directamente y explícitamente a las personas por las opiniones y evaluaciones que sustentan en relación a un determinado objeto de actitud. Los procedimientos indirectos tratan de conocer las evaluaciones de las personas sobre el objeto de actitud sin preguntar directamente por él. Uno de los procedimientos directos es el diferencial sistemático, en el cual los participantes valoran el objeto de actitud correspondiente mediante pares de adjetivos opuestos entre sí. La escala de Likert consiste en la presentación a la persona de una serie de afirmaciones relacionadas con el objeto de actitud, pidiéndole a la persona que exprese su grado de acuerdo o desacuerdo con las afirmaciones propuestas.

En ocasiones los instrumentos adolecen de ciertas limitaciones, pues las personas pueden ocultar o enmascarar sus actitudes aunque las conozcan con precisión. Además las personas no siempre saben cuáles son sus opiniones sobre ciertos asuntos y no siempre están dispuestos a revelarlo públicamente. Los procedimientos indirectos para medir las actitudes también conocidas como medidas no reactivas o no intrusivas, surgen como un intento para paliar algunas de las limitaciones ya

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comentadas de los procedimientos directos. Una de las pruebas proyectivas es el Test de Apercepción Temática (TAT), se basa en la medida que el significado del estímulo no está suficientemente claro, las personas tendrán que utilizar sus propios esquemas y actitudes para poder darle sentido. Los procedimientos psicofisiológicos incluyen instrumentos que van desde el registro de la tasa cardiaca o el grado de sudoración de la piel, hasta sofisticados registros de la actividad cerebral. Entre los procedimientos conductuales destaca la medida de comportamientos no verbales. Los procedimientos de tiempos de reacción registran los tiempos de reacción que las personas presentan cuando se enfrentan a determinados estímulos u objetos de actitud y entre los más utilizados están la Tarea de Evaluación Automática que consiste en solicitar a una persona que indique lo más rápidamente posible si un determinado estímulo hace referencia a algo positivo o negativo, la clave de reside en que la presentación de cada una de estas palabras va precedida por la presentación de otras palabras o estímulos; en el Test de Asociación Implícita (IAT) se pide a las personas que clasifiquen en distintas categorías estímulos diferentes.

Existe una controversia sobre el concepto de actitud. Cuando se presenta un objeto de actitud sobre el que las personas tienen formadas evaluaciones previas, dichas evaluaciones influyen en las tareas que esté realizando la persona, consecuentemente se dice que la actitud está almacenada en la memoria. Para algunos investigadores las actitudes podrían no estar representadas en la memoria ya que prácticamente pueden construirse en cualquier momento en función de las creencias, emociones y conductas que están disponibles en la situación. Cuando las personas no tienen formada una opinión sobre algo, pueden fácilmente construir una actitud si se les pregunta al respecto. De la misma forma que la conducta pasada influye sobre la conducta presente, las viejas actitudes también pueden influir en las respuestas actuales de la persona. Parece poco probable que las actitudes se construyan a cada momento, por el contrario, parecería más verosímil la existencia de algún tipo de vinculo asociativo-evaluativo, representado en la memoria de forma más o menos estable. Todo ello, por supuesto, sin negar la posibilidad de que los procesos de construcción instantánea de la actitud tengan lugar en determinadas ocasiones y bajo determinadas condiciones.

Existen las actitudes caracterizadas como respuestas implícitas, que podrían ser inconscientes y las actitudes equiparadas a opiniones, a respuestas verbales que las personas se expresarían explicita y conscientemente a sí mismas. El criterio básico para distinguir entre estos dos tipos de evaluación parece ser el grado en que la persona es consciente de su actitud.

Las actitudes implícitas son aquellas evaluaciones cuyo origen no puede identificarse, aunque por lo general, rara vez tenemos un acceso completo y preciso a las causas de nuestras actitudes a pesar de saber claramente cuáles son estas, pero no conocer las causas o el origen de una actitud no convierten a ésta en implícita. No consideramos el criterio de ignorancia del origen como condición para distinguir entre actitudes explicitas e implícitas. Se consideran implícitas aquellas actitudes que influyen sobre la conducta de las personas, de forma tal, que estas no serian conscientes de dicho impacto. Si una actitud es implícita, sus efectos probablemente también lo sean, pero

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el desconocimiento de los efectos de una determinada actitud, no permite clasificarla como implícita.

Las personas lo que desconocen es su propia evaluación, independientemente del grado de conciencia que posean sobre sus antecedentes y consecuentes. Entonces sería la conciencia de la actitud en sí misma el rasgo distintivo que diferencia las actitudes de las explicitas, no su origen, efectos o forma de evaluación. Las actitudes implícitas se formarían a través de procesos asociativos, guiando las conductas mas espontaneas, con poco margen temporal para deliberar sobe ellas y las actitudes explicitas serian el resultado de procesos proposicionales, y orientar la conducta en aquellas situaciones donde hubiese más posibilidades de pensar. Para este enfoque, ambos tipos de procesos, asociativos-automáticos y deliberados-proposicionales, estarían gobernados por sistemas mentales diferentes. Petty y Briñol han propuesto un nuevo modelo teórico de actitudes denominado Modelo Metacognitivo de las actitudes (MCM), cuyos postulados básicos son: los objetos de actitud están representados en la memoria junto con sus asociaciones evaluativas, en función de la dimensión bueno-malo; permite asociaciones separadas para lo positivo y lo negativo, las cuales no dependen de diferentes procesos, ambas pueden formarse a través de distintos mecanismos, asociativos o proposicionales, cognitivos o afectivos, y de alta o baja elaboración; el MCM postula que las asociaciones están representadas en la memoria junto con etiquetas relacionadas con su validez. Las denominadas medidas implícitas contemporáneas evaluarían las asociaciones evaluativas sin tener en cuentas estas etiquetas de validez, mientras que las medidas implícitas contemporáneas evaluarían las asociaciones evaluativas sin tener en cuenta estas etiquetas de validez, mientras que las medidas explicitas reflejarían tanto asociaciones, positiva y negativa junto con sus correspondientes etiquetas; el MCM permite dar cuenta que las actitudes a veces cambian mas en las medidas explicitas que en las implícitas, otras veces ocurre lo contrario, mientras que en otras el cambio es similar en ambas medidas; el MCM permite hacer una serie de predicciones como la posibilidad de producir ambivalencia implícita como resultado de cambiar de una actitud a otra o como consecuencia de tener discrepancias explicito-implícitas. Según el MCM, estos casos de ambivalencia implícita constituyen un ejemplo de cómo las asociaciones evaluativas pueden influir sobre juicios de las personas a pesar de ser rechazadas explícitamente por ellas.

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RELACIONES INTERPERSONALES: FUNCIONES E INICIO

Relaciones cercanas entiende como cercanía en su doble sentido: física y psíquica. El termino relaciones íntimas hace referencia al adjetivo íntimo y no para referirse a relaciones sexuales. Es importante estudiar las relaciones cercanas fijándose en las interacciones que en ellas se producen.

Las relaciones interpersonales forman parte esencial de la vida social. La necesidad de pertenencia o integración es una motivación humana básica y consiste en un fuerte impulso para formar y mantener una mínima cantidad de relaciones interpersonales. La afiliación es algo fundamental para garantizar la supervivencia del individuo. Cuando nos encontramos en situaciones nuevas o ambiguas, la afiliación con otras personas que están en la misma situación nos ayuda a decidir acerca de lo adecuado de nuestros sentimientos y comportamientos. Cuando tenemos miedo o nos encontramos en situaciones estresantes, la asociación con otras personas puede servirnos de simple distracción o proporcionarnos apoyo emocional y seguridad. Pero no siempre las personas que están en una situación parecida son las mejores para tranquilizarnos. Se sugiere que las relaciones íntimas ayudan a reducir la ansiedad producida por la muerte. En situaciones estresantes las personas podemos buscar la compañía de otros con el fin de que nos proporcionen información que nos permita afrontar el peligro; buscamos la compañía también en situaciones agradables. Tese y colaboradores siguiendo el modelo del mantenimiento de la auto-evaluación propuesto por Beach y Tesser también ha mostrado que el proceso de reflejo (capacidad para compartir el éxito de la otra persona) contribuye al bienestar emocional y a la satisfacción con la relación.

Las relaciones interpersonales son en ocasiones fuente de sufrimiento y malestar. Existe una clara relación entre los niveles de integración social de las personas, así las redes sociales pueden proporcionar o no apoyo social.

El apoyo social se ha definido como apoyo emocional, apoyo instrumental, empático o informativo. Hay que saber diferenciar entre la disponibilidad percibida y la recepción real de esos tipos de apoyo. El apoyo social tiene efectos benéficos sobre la salud física y psíquica de las personas. La relación entre el apoyo social y la sintomatología depresiva midiendo la disponibilidad percibida de apoyo en vez del apoyo social recibido. Se ha asumido que las relaciones cercanas son siempre voluntarias, si dos personas se sienten atraídas eso es todo lo que necesita para que inicien una relación. Son las normas sociales las que nos indican quien es un compañero, amigo o pareja apropiada. Surra y Miliardo distinguen entre redes interactivas, compuestas por personas con las que nos relacionamos y redes

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psicológicas formadas por aquellos a quienes nos sentimos cercanos o consideramos importantes.

La atracción que una persona siente hacia otra es la causa más frecuente de sus intentos voluntarios por iniciar una interacción con ella. También es un proceso importante cuando se trata de relaciones que se inician involuntariamente. La atracción interpersonal es una actitud o predisposición a responder hacia otra persona de manera positiva. Se ha concebido a la atracción como un continuo bipolar, con un extremo positivo y otro negativo.

Con quienes tenemos más contacto es más probable que surja la atracción. Zajonc demostró el efecto de mera exposición que consiste en que la exposición repetido a un estímulo incrementa la atracción. La familiaridad consiste en que iniciemos relaciones con quienes están físicamente cerca. Conforme aumenta la semejanza entre las personas también aumenta la atracción pero depende de la dimensión sobre la que se base la semejanza. La semejanza de personalidad tiende a producir más atracción que la diferencia, al menos en el rol sexual, depresión, conducta tipo A, búsqueda de sensaciones y estilo cognitivo. Quienes tienen valores y actitudes semejantes experimentan un atracción entre sí, quienes diferencian en estas actitudes y valores, manifiestan poca simpatía. Cuanto mayor sea la semejanza, mayor es la atracción. Robins y Baldero sugieren la importancia, para la formación y mantenimiento de relaciones. Tesser formuló el modelo del mantenimiento de la auto-evaluación; postula que las personas buscamos mantener una visión positiva de nosotros mismos, y que nuestras relaciones con otras personas influyen en esa auto-evaluación. Cuando una persona con la que mantenemos una relación cercana tiene éxito, nuestra autoestima probablemente sufrirá, nuestra atracción disminuirá, si ese merito se obtiene en un area que es importante para nosotros; si ese merito lo obtiene en algo que para nosotros no es importante nuestra autoestima no se resentirá, tenderemos a sentirnos asociados con esa persona y la atracción se incrementará.

La reciprocidad en una relación se da cuando también nosotros le gustemos a las otras personas, suele aumentar conforme aumenta la duración de la relación. La teoría de la auto-verificación de Swann asume que se prefiere a quien mantiene una opinión sobre uno mismo que se considera exacta. Aunque caerle bien a los demás favorece que nos atraigan, no siempre ocurre esto con la misma ansiedad, los elogios inesperados o procedentes de personas de quienes no los esperamos, pueden tener mayor valor.

Una persona con atractivo físico agradable resulta más atractiva que otra con apariencia física menos agraciada. El atractivo físico es importante en la formación, mantenimiento y satisfacción de las relaciones románticas.

El atractivo físico es un determinante importante de la atracción hacia las personas del sexo opuesto en los hombres. La teoría evolucionista sostiene que las personas actúan de manera inconsciente, mediante mecanismos que se han ido seleccionado durante la evolución humana para incrementar al máximo la probabilidad de tener

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descendencia y para las mujeres la crianza de la prole depende básicamente de relacionarse con hombres que se comprometan en esa crianza y puedan afrontarla.

Existe una creencia según la cual lo que es bello es bueno, se tiende a pensar que quien es atractivo, en comparación con quien no lo es la asociación suele ser mas fuerte cuando se trata de características relacionadas con la competencia social, moderada cuando son atributos relacionados con el ajuste y la competencia intelectual y nula cuando se trata de índices relacionados con la integridad y la preocupación por los demás.

La asociación con personas atractivas puede hacer que nuestra imagen pública salga favorecida, pero ocurre que cuando estamos con personas más atractivas nos sentimos menos atractivos. Las personas muy atractivas son evaluadas peor que las menos atractivas. Son importantes las características de las personas que nos proporcionan información acerca de su poder, prestigio o posición social.

Un tipo particular de relación muy extendida es la relación matrimonial. El matrimonio puede ser arreglado o libre, pero hay zonas intermedias. El matrimonio arreglado parece haber ido desapareciendo en las últimas décadas, se considera este cambio uno de los más grandes acontecimientos en el campo de las relaciones interpersonales. Las normas que regulan las interacciones entre las personas jóvenes de ambos sexos aun son bastante restrictivas.

El amor es un fenómeno ciertamente complejo y multifacético. La concepción que la gente tiene del amor es bastante compleja, y no existe una delimitación clara entre el amor u los fenómenos semejantes. El amor compañero consiste básicamente en sentimientos de gran preocupación por la felicidad y bienestar de la otra persona, un proceso mutuo de apoyo social, comunicación y comprensión, las emociones que predominan son la ternura, el afecto o la satisfacción.

La teoría triangular de Sternberg define tres dimensiones o componentes básicos del amor: intimidad que es un sentimiento de cercanía, unión y afecto hacia el otro, la preocupación por promover su bienestar, dar y recibir apoyo emocional y compartir las propias posesiones y la propia persona con el otro; pasión que es un estado de excitación física y mental; y compromiso a corto plazo, decisión de que uno quiere a alguien, y a largo plazo, compromiso de mantener ese amor. El amor romántico seria la combinación de intimidad y pasión. El amor compañero es el resultado de intimidad y compromiso. El amor fatuo es la combinación de pasión y compromiso. El tipo de amor que combina los tres componentes es el amor completo o perfecto.

En la teoría del manejo del terror el amor apasionado o enamoramiento puede ser el resultado de una estrategia cultural para elevar la sexualidad a un plano humano.

Según el modelo bifactorial del amor la gente experimenta amor romántico cuando se dan dos condiciones fundamentales: la existencia de un estado intenso de excitación emocional y la presencia de señales contextuales que indiquen que el amor

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romántico constituye una interpretación adecuada de la excitación emocional experimentada.

CONDUCTA DE AYUDA, CONDUCTA PROSOCIAL Y ALTRUISMO

William McDougall examinaba el impacto ejercido por las variables sociales en el comportamiento. Una de dichas variables era la conducta prosocial. McDougall afirmaba que dicho comportamiento se producía como consecuencia del instinto parental. Una importante cuestión es cuando y cuando no las personas ayudan y por qué lo hacen.

La conducta prosocial se refiere a todos los comportamientos que benefician a los demás, puede estar basada en una mezcla de motivos altruistas y egoístas. La conducta de ayuda es la realización de una acción que beneficia o mejora el bienestar de otra persona en particular. El altruismo tendría un componente adicional de las conductas prosocial y de ayuda, y es que la motivación de la persona que realiza la ayuda se caracteriza por el énfasis en las necesidades del otro. Es una atención desinteresada por el cuidado del bienestar de los demás y cuyo fin último es aumentar el bienestar de quien o quienes reciben la ayuda. La cooperación incluye dos o más personas que trabajan conjuntamente hacia una meta común que le s beneficiará a todos.

Desde las teorías de la evolución el altruismo se define en función de sus consecuencias. Las personas ayudan a los demás por la selección del parentesco, el altruismo reciproco y la selección de grupo. Las tres explicaciones coinciden en afirmar que estamos genéticamente predispuestos a actuar prosocialmente y por el éxito que ha acompañado a las personas que han realizado este tipo de comportamientos. La perspectiva de la selección por parentesco se basa en que lo que realmente importa es el éxito en la transmisión genética a los miembros de la generación siguiente. Desde la perspectiva de la eficacia biológica inclusiva la conducta altruista se produce por que suele existir algún beneficia para aquel que ayuda a sus parientes, y mayor será el beneficio cuanto más cercano sea el pariente. En situaciones graves predominan los criterios de parentesco, mientras que en situaciones cotidianas de bajo riesgo la gente se rige por la norma de responsabilidad social. La norma de reciprocidad dice que deberíamos de ayudar a quienes nos ayudan. El altruismo reciproco explico cómo este tipo de comportamientos a podido evolucionar a pesar de suponer un cierto perjuicio para el altruista, el que ayuda puede tomar la decisión de ayudar a otro o no hacerlo bajo la previsión de que el otro le devuelva a él o a sus parientes la ayuda en un futuro.

Las personas están más dispuestas a ayudar a quienes le han ofrecido su ayuda anteriormente pero que, además, ayudar a otros incrementa el estatus de una persona dentro de su comunidad. En ocasiones, ciertas personas están dispuestas a realizar

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acciones de ayuda muy costosas a pesar de que saben que dicha ayuda no se les devolverá. Sin embargo que los demás sean conscientes de que el que realiza la ayuda tiene recursos y la habilidad suficientes para poder ayudar aumentará la percepción que los receptores de la ayuda tienen del estatus de la persona que se le ha facilitado.

No existe un solo tipo de reciprocidad, existe una clasificación en función de la dependencia entre el donante y el receptor según cuatro pautas: pseudocontingencia, dependencia de donante-receptor es mínima; contingencia asimétrica, dependencia unilateral y el receptor necesita la ayuda del donante; contingencia reactiva, comportamiento de ayuda en las emergencias; contingencia mutua, intercambio de conductas de ayuda como reciprocidad.

Desde la perspectiva de la selección de grupo el éxito evolutivo se puede dar a nivel individual pero también a nivel grupal. Cuando dos grupos compiten entre sí, aquel que tenga más personas dispuestas a sacrificarse por su grupo de manera altruista, o a cooperar entre si será capaz de quedar por encima de un grupo en el que predominen las personas egoístas. Penner y cols. manifiestan que la propuesta de considerar que las tendencias prosociales pasan de generación a generación vía genes tiene dos implicaciones: debería haber procesos fisiológicos o neurológicos que favorecieran que la conducta altruista tenga lugar, y al menos algunos de los mecanismos que facilitan la conducta prosocial son heredados.

La mayoría de las ocasiones no parece que las personas realicen la conducta prosocial reflexivamente, aunque si existe un estado afectivo o emocional que antecede a dicha conducta. La conducta prosocial se ha basado en dos cuestiones: los afectos biológicos y un aspecto efectivo en particular, la empatía. La empatía consiste en la habilidad de ponerse en el lugar de los demás y ser capaz de experimentar sus mismas emociones. El modelo de percepción-acción dice que si una persona presta atención al estado emocional de otra, esto activa una representación de dicho estado emocional que genera una respuesta asociada a dicho estado.

El temperamento aparece en las primeras etapas de vida del ser humano. Consiste en estilo de reacción ante situaciones ambientales, tiene un importante componente genético. Existe la evidencia de que las personas son más proclives a ayudar cuando están de buen humor, pero ayudar puede reducir el buen humor. En el desarrollo de la conducta prosocial en general interviene fundamentalmente tres procesos: la maduración socio-cognitiva, la socialización y el aprendizaje a través de la interacción con los iguales. Aunque nacemos con una predisposición a sentir empatía hacia los demás, esa tendencia no se traduce en conducta de forma automática, sino que son necesarios los procesos madurativos y experienciales.

Se han propuesto tres mecanismos explicativos del porqué se ayuda: el aprendizaje, principios del condicionamiento operante y del aprendizaje social para justificar la adquisición de las destrezas necesarias para realizar comportamientos de ayuda y la capacidad de decisión sobre cuando las personas aprenden a ayudar; según el

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principio del refuerzo, aprendemos a ayudar si somos reforzados para ello. Los valores morales sociales y personales tales como la responsabilidad social y la reciprocidad pueden ser motivos suficientes para ayudar.

Schwartz y Howard proponen su modelo procesual de altruismo con cinco pasos: atención, motivación, evaluación, defensa y conducta.Además de las normas sociales, las personas desarrollan las normas de justicia social como la equidad. La norma de responsabilidad social dice que debemos ayudar a quienes dependen de nosotros.

El tercer mecanismo es la activación y la emoción. Las personas se activan ante el malestar de los demás y así reducen su propio malestar, se puede interpretar como una motivación egoísta.

El modelo del alivio del estado negativo dice que las personas ayudan para obtener refuerzo, evitar castigo, o liberarse de un estado emocional negativo.

La empatía es la capacidad que consiste en inferir los pensamientos y sentimiento de otros. Existen dos tipos: cognitiva y emocional. La empatía cognitiva se refiere a tomar la perspectiva de la otra persona, ponerse en su lugar. La empatía emocional consiste en tratar de experimentar las mismas respuestas emocionales que experimenta la otra persona o reaccionar emocionalmente ante las experiencias que esa otra persona está viviendo. Una de las escalas de empatía más utilizadas es el índice de reactividad interpersonal (IRI) de Davis y consta de cuatro subescalas: fantasía, toma de perspectiva, preocupación empática y angustia personal.

Hay una inconsistencia general en la literatura sobre si los hombres ayudan más que las mujeres o al revés. Existe el estereotipo de que las mujeres ayudan más que los hombres, esto se debe a que las propias mujeres son las que hacen esta suposición.

En las medidas fisiológicas y no verbales de la empatía no se han encontrado diferencias de género. Las mujeres tienen más sensación de culpa que los hombres y esto podría hacer que fueran más tendentes a ayudar.

Depende del tipo de ayuda y de que se tenga en cuenta el rol social. En cuanto al tipo de ayuda los hombres intervienen más en situaciones peligrosas que las mujeres, así que hay que tomar en cuenta el rol de género. También existen diferencias culturales en el comportamiento prosocial.

La literatura muestra que ayudamos más a quienes encontramos mas atractivos, a quienes son similares a nosotros, a las personas de nuestro propio grupo, y a quienes merecen que se les ayude. Lo habitual es que la probabilidad de ayudar a alguien sea mayor si el problema es debido en cuestiones ajenas a la victima. Si la victima es semejante a nosotros podemos utilizar mecanismos de defensa: la represión o la sensibilización.

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El modelo de decisión sobre la intervención en emergencias propone que una persona ayuda o no ayuda dependiendo de una serie de decisiones que incluyen reconocer que algo pasa. Demuestra que cuantas más personas estén presentes en un situación de ayuda, es menor la probabilidad de que alguien se decida a ayudar y tardará más tiempo en hacerlo (efecto del espectador).

Latene y Darley elaboraron un modelo de cinco pasos, cada uno lleva a no intervenir en la situación o al paso siguiente y si se continua se toma la decisión de ayudar.

El modelo de activación y coste-recompensa dice que las personas están motivadas a maximizar sus recompensas y minimizar sus costes. Ayudarían si los beneficios de ayudar son mayores que los de no ayudar. El objetivo de este modelo es predecir si una persona ayudará o no y cómo ayudaría en caso de hacerlo.

Es necesario diferenciar entre la ayuda que se pide y la que se recibe sin solicitarla. Que una persona decida o no pedir ayuda depende de características como edad, sexo o personalidad, de la naturaleza del problema y el tipo de ayuda que se necesita y de las características del posible donante de la ayuda.

En los grupos de autoayuda las personas con algún problema en común trabajan en conjunto para ayudarse unos a otros. Los ordenadores ofrecen la posibilidad de recibir ayuda de una máquina en lugar de otra persona.

La ayuda que se recibe sin solicitarla puede darse por que las personas necesitan ayudar para sentirse bien. En ocasiones recibir ayuda no es positivo, ya que se reduce la autoestima, sobre todo si quien ayuda es alguien semejante.

La teoría del intercambio social explica los costes de agradecimiento: las reacciones a la recepción de ayuda reflejan los beneficios de recibirla peor también los costes por aceptarla. Según la teoría de la reactancia las personas quieren maximizar su libertad personal de elección. La teoría de la identidad social dice que cualquier información que hiciera sentir a los miembros de un grupo que son inferiores a los de otro supondría una amenaza para su identidad; además las relaciones de ayuda están influidas por las relaciones de poder.

El voluntariado es un comportamiento de ayuda con carácter no obligatorio, que se lleva a cabo planificadamente y a través de la gestión de una organización por un periodo de tiempo relativamente extenso.

PSICOLOGIA SOCIAL DE LA AGRESION

Entendemos por agresión a cualquier forma de conducta dirigida a perjudicar a otro se vivo que está motivado a evitar tal trato. La agresión afectiva tiene como fin último causar daño mientras que en la agresión instrumental la agresión se considera un medio para lograr una meta u objetivo.

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La psicología social aborda este comportamiento como un elemento normal dentro de las personas, no es necesariamente una manifestación de anomalías individuales. El modelo del cálculo emocional de Blanchard propone la conexión cerebral de cólera-miedo. Las teorías del impulso estudian los instigadores motivacionales de la conducta agresiva, las teorías clásicas proponen que la agresión es una reacción a ciertos estímulos externos. La psicología social postula la existencia de mecanismos psicosociales que median entre estímulos y la manifestación final de la agresión. Las teorías biológicas destacan la confluencia de factores sociales y biológicos en el origen y el desarrollo de la agresión. La visión biologicista centra su atención en el perfil de violencia de los agresores señalando que los individuos reflejan una escala de violencia.

Se considera que las conductas agresivas son susceptibles de adquirirse y mantenerse a través de aprendizaje social. También se afirma que la cultura regula el uso de la agresión en las relaciones sociales.

La teoría del aprendizaje social propone que la imitación esta modulada tanto por aspectos relacionados con el modelo como por las características de las consecuencias derivadas de la conducta agresiva. Se ha comprobado que un modelo será más imitado si se asemeja al observador, si despierta simpatía o si está asociado a un alto estatus-poder. La exposición a modelos o su observación permiten aprender las conductas observadas, que podrán así incorporarse al repertorio conductual de los observadores. La violencia en los medios de comunicación puede contribuir a la agresión en una sociedad, pero el grado que lo hace depende el contexto cultural en el que esta violencia aparece.

Las conductas agresivas son reguladas por las normas sociales. Las sociedades difieren en su tendencia a manifestar agresión en las relaciones que mantienen con otras sociedades y/o en su tendencia a manifestar agresión dentro de sus propias fronteras. Las culturas difieren en el grado de homogeneidad de las normas y valores relativos a la violencia. Determinados grupos dentro de una misma sociedad son más propensos a manifestar agresión.

La subcultura de la violencia es el conjunto de condiciones, códigos y manifestaciones específicas bajo las que el uso de la violencia o la agresividad está regulado, legitimado e incluso ritualizado dentro de ciertas sociedades, grupos o bandas. La cultura del honor en la familia se basa en un conjunto de creencias y actitudes compartidas que regulan el uso de la violencia y la agresión en situaciones en las que la propia reputación o dignidad están entre dicho.

Según la hipótesis de la frustración-agresión cualquier estimulo o acontecimiento que obstaculiza o bloquea la consecución de una meta genera frustración y esta desencadena una reacción agresiva.

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La activación o arousal que provoca la frustración es lo que causa la respuesta agresiva. El afecto negativo es otro mecanismo más por el que indirectamente la frustración lleva a la agresión. La frustración produce una reacción de cólera, con sus correspondientes manifestaciones expresivo-motoras y será esta reacción emocional la que active en la memoria las cogniciones, experiencias pasadas y guiones de accione relevantes para la agresión. Los antecedentes ambientales relacionados con la agresión son de naturaleza aversiva. El ruido es un estímulo aversivo que por su incontrolabilidad e impredectibilidad, puede ser irritante y favorecer la agresividad. La percepción de hacinamiento se ha relacionado con la agresividad más que la propia densidad. El dolor es un antecedente relevante de la agresión, aunque modulado por procesos atributivos. En ocasiones la activación inicialmente irrelevante para la agresión puede aportar energía a las conductas agresivas si estas son las más disponibles.

Entendemos por ataque interpersonal a una amplia variedad de insultos, menosprecio y otras formas de agresión verbal y física de diversa intensidad. Cuando los humanos son atacados tiene deseos de dañar, aunque el ataque interpersonal no siempre desencadena una respuesta agresiva, el ataque será antecedente de la agresión cuando sea percibido como una provocación.

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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de PsicologíaCiudad Universitaria

“POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”

Psicología Social de la Interacción

Profra: Patricia Paz de Buen Rodríguez

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Nombre:Emmanuel Durán Gámez

Grupo:9112