El color de los sueños - Poemas del Alma · nacido en Valdesamario (León) el 27 de mayo de 1948....
Transcript of El color de los sueños - Poemas del Alma · nacido en Valdesamario (León) el 27 de mayo de 1948....
El color de los sueñosJulio Noel
Antología de Julio Noel
Dedicatoria
Se lo dedico a todos aquellos que nunca han querido leer mis poemas.
Página 2/309
Antología de Julio Noel
Sobre el autor
Julio Noel es el seudónimo de Jesús Díez Porras,
nacido en Valdesamario (León) el 27 de mayo de
1948. Estudió Bachillerato en un colegio religioso
de San Sebastián, Magisterio en León y se licenció
en Filología Española por la UNED. Ha escrito
varias novelas, algunos cuentos y leyendas y seis
poemarios, todos ellos inéditos, a excepción de la
novela \"La familia de Ismael Ricote\", autoeditada
en la Editorial Círculo Rojo.
Página 3/309
Antología de Julio Noel
índice
El sol discurre lentamente hacia el ocaso
Con sus gráciles dedos el céfiro peinaba
La verde brisa besa la copa de los árboles
El silencio de la noche le habla a la aliseda
Entre albas madreselvas y límpidos cristales
Amanecer
Una sutil y transparente gasa
Sueños dorados alimenta mi fantasía
Una larga serpiente de oro
Cuando niño miraba siempre al cielo
Mis sueños de ayer eran verde sinfonía
Tarde de oro en la resplandeciente floresta
El último estertor de la noche
Los plateados rayos de la luna
Ígneo fuego estival
Dulces cadencias besan mis oídos
A la orilla del río una paloma
Mi canción es como un sueño dorado
De rocío albas perlas en la afable
¡Dorados atardeceres de otoño
El cielo vespertino
Níveos narcisos el rocío perla
Cuando el oro de la tarde ya muere
Página 4/309
Antología de Julio Noel
En el plateado silencio del alba
Ocres y oro en la tarde
Por un arduo y polvoriento camino
Mis sueños me trasladan en la noche
En el silencio de la noche me hablaba el río
A la orilla del río
De un dragón la sombra en añil espejo
De fuego caían lenguas en los sueños
En el álgido silencio estival
En púrpura se derrite la tarde
En rosas albares fulge la aurora
Envuelto en el silencio de la noche
El álgido calor del mediodía
Escucha el silbido del ramaje lloroso
Entre dorados rizos
La paz inundaba el inmenso manto albino
Una inmensa blancura ascendía al azul cielo
Lenguas de fuego arden en el encendido ocaso
Caminaba el revoltoso riachuelo
Luminosos amaneceres
En el triste despertar de la noche
La ternura cubre los campos
El blanco silencio de la noche
Luminosos destellos fulgían en la noche
Yo voy soñando caminos
Página 5/309
Antología de Julio Noel
De los álamos las jubilosas copas liban
Plateada luz que acaricias de la noche negra
Fuego destila el ígneo celaje en el ocaso
Cálidos colores viste la tarde de púrpura
La alegre alba los labios besa del horizonte
El soplo de la brisa las tiernas ramas mece
Argentina líquida nieve
Un silencio atronador en el suelo pesaba
En el dorado atardecer de un lejano otoño
En un delicado vergel hallábame absorto
Una tortuosa senda en las agrestes montañas
El alba sonríe con sus labios color rosa
Una ardorosa tarde de verano
El líquido silencio alegre se deslizaba
Ingrávidos sonidos acunaban el aire
A la rosa
Sus amargas penas el liróforo cantaba
Sutil susurro de abejas que liban
Suaves susurros que acariciáis mi dulce pena
El verde terciopelo viste suaves colores
A un narciso
A una rosa
En el refulgente horizonte un fuego de oro arde,
A Antonio Machado
Sumergido en el terciopelo esmeralda escucho
Página 6/309
Antología de Julio Noel
Como sonoro silencio que en el río fluía
En oro se derrite un atardecer de junio
Una rosa
Inmerso en el silencio de la noche estrellada
Narciso
Abril florecía entre variopintos colores
Desnudos están los árboles
De la celeste bóveda en los arcos etéreos
Como diáfano cristal que el fondo reverbera
Entre lisonjeras montañas grises
Dorados arpones cruzan tu azogado vidrio
El sol se ha escondido en la
Al puente
La risa de las flores
El silencio sonríe a la noche estrellada
Cándidas margaritas cantan en la alborada
La refulgente tarde de abril
Donde el cerúleo éter besa la áspera montaña
Un sueño de oro se derramaba en el oriente
En fuego de oro y luz de grana muere la tarde
Abril reía entre albas margaritas
Las rosas de mi jardín lucen traje de gala
El puente se mira eternamente en el espejo
Blancos recuerdos me trae el amoratado viento
Lejanos recuerdos de mi memoria
Página 7/309
Antología de Julio Noel
En azul rayo de plateada luna
Noche de luna llena
Rodeados por átomos de aire
Ayer te soñé con esa mirada
Cuando en las noches pálidas de luna
Noche entre las noches la más oscura
Cuando juntos los dos nos hallamos
En esta adorable noche estrellada
Recuerdas aquella estival mañana
Ayer te negaste a salir conmigo
El negro manto de la noche oscura
Clara noche de luna
Dechado de beldad, gracia divina
Anoche te cruzaste, seductora
Cuando veo tu silueta en la verja apoyada
Cual jirones de niebla vaporosos
En cálida noche de luna llena
Cuántas veces te he soñado, amor mío
¡Oh, tú, la más bella de entre las bellas!
En cálidas noches de luna plena
Vaso de néctar lleno infrangible
¡Oh venus celestial que mi muerte procuras!
Amor, ¿por qué a sufrir tanto me obligas
Muerto a tu lado vivo
Nadaré en el verde piélago de tus ojos
Página 8/309
Antología de Julio Noel
Eres una primavera
En una noche gélida y oscura
Hoy he visto rodar por tus rosadas mejillas
Como abeja vibradora entre átomos de aire
A través del verde follaje
Una tórrida y ardiente mañana de estío
Alegres subimos a la montaña
El dulce trino de la filomena
¿Recuerdas, mi amada, los calores del verano
Eres la hija del mar que siempre soñé en mis sueños
Como plateado rayo de luna
Besar tus corales quisiera
De entre todas las frágiles rosas
Era verde tu mirada
Dos gotas de ámbar las esmeraldas derramaban
Tu gran hermosura es tan infrangible
Un beso tuyo me bastaría
Bajo la apacible sombra de aquel arrayán
De entre todas las mujeres tú eres la más bella
Recuerdas aquella tarde de calor inhumano
Noche de calma, noche de luna llena
Recuerdas del otoño aquella tarde soleada
Dos piélagos profundos son tus ojos bellos
¡Oh amada mía, luz divina y mi tesoro!
Anoche le hablé al viento
Página 9/309
Antología de Julio Noel
Eres tú, oh bendita aparición
Amor mío, hoy a la cumbre hemos ascendido
Cuando se evaporaban las perlas del rocío
Verde era el prado como tu mirada
Si en mi ausencia alguna vez exhalas un suspiro
Cuando del sol los dorados rayos en la tarde
Cuando en la lúgubre noche sin luna
Recuerdas, amor mío, cuando los dos subimos
Anoche te soñé en la sosegada fontana
Una cálida mañana del mes de julio
Qué amargo es, amada mía, el duro despertar
Saeta voladora
Con qué gran fuerza esta noche tu luz se refleja
Oigo sonidos extraños
Entre el follaje verde y umbrío
Noche de luna llena
En un cálido despertar de una mañana de estío
Bajo la agradable sombra de los verdes sauces
Una soleada y ardiente tarde de verano
Una tórrida y plácida tarde de verano
Una plácida mañana de mayo
A una margarita
En una jaula de oro cantaba el ruiseñor
Abril renacía de los rigores invernales
Las olas se batían suavemente
Página 10/309
Antología de Julio Noel
Por intrincados caminos polvorientos
Bajo la verde sombra de un tupido boscaje
Canciones de amor el liróforo cantaba
Hoy, amor mío, has herido mi corazón
De tus ojos el verde fuego
A la orilla del mar
Amada mía, ¿por qué tan solo me has dejado
Como lluvia de otoño caída en primavera
Amor mío, ¿eres real o simplemente un sueño
Besar tus labios quisiera
Quisiera tenerte toda la noche en mis brazos
Anoche te soñé como un grato sueño de amor
Amor mío, sólo en mi sueño vives
¿Vives sólo, amor, en mi mente obnubilada
Plácido céfiro quisiera ser
Amor, ayer te soñé en la agradable fontana
Anoche te soñé toda de blanco vestida
Amor, ¿adónde por la intrincada senda has ido
Recuerdas cuando íbamos a la orilla del mar
Quisiera contemplar este crepúsculo de oro
Tú que conoces los paraísos siderales
Eres la música de la noche
Remembrando tus rojos labios
Una tibia noche de luna llena
Sueños que me lleváis por las celestes regiones
Página 11/309
Antología de Julio Noel
¿Adónde te has ido, mi amor, adónde te has ido?
Como pájaros que vuelan al viento
Si todo terminó entre nosotros, amor mío
¿No quieres, amada mía, regresar a mí?
En una negra y sombría noche sin luna
Tendido sobre las suaves arenas de oro
En una noche lúgubre y sombría
¡Ah ciudad encantada, bella perla del mar!
Anoche mientras dormía soñé, oh mi amada
En mis sueños reviven tus rojos corales
En flamígeras y doradas tardes de otoño
En tus ojos se agitan las aguas abisales
En una apacible tarde del mes de mayo
Eres rubia rosa que mi corazón inflama
Oh amor que huyes de mí
Por qué de mí tu alba luz alejas
Una rosa primorosa hallé en mi camino
Ayer tuve entre mis manos tus níveas manos
Niña de ojos esmeralda y cabellos de oro
Tus cabellos llueven cielos de púrpura y oro
Recuerdas aquella tarde de otoño dorada
Vivamos, amada mía, el mundo de los sueños
Recuerda, oh ingrata, el día en que de Cupido
Te fuiste y los dulces besos me arrebataste
Amante solitario
Página 12/309
Antología de Julio Noel
En un barco de vela
Hoy el céfiro se dejó por mí acariciar
Hace tiempo que se secaron tus dulces besos
Amor, tú que a la última esfera te has elevado
Tus suaves manos como frágiles mariposas
Oh divinidad esplendente de la mañana
Te sueño sola en esos espacios infinitos
En tus labios busco el olor del azafrán
Es fruto nuestro amor de una sonrisa sincera
Hoy mis vagos recuerdos me traen a la memoria
La blanca espuma lamía la dorada arena
Noche de insomnio, blanca noche de luna plata
Quiero brillar contigo en la estrella más lejana
Por qué de mí te alejas
Cuando mi mirada se ahoga en tus verdes ojos
Me convertiría en un espíritu del viento
Tus rojos labios son cual música carmesí
Sigue a tu ausencia el desconsuelo
Hoy te has aparecido una vez más en mis sueños
Como un lejano hálito de las ígneas esferas
De oro y de nieve
¿Volverás algún día, amor, por donde te has ido?
Por qué has abandonado este mundo
Anoche soñaba contigo a la vera del mar
En este mundo me dejaste solo y afligido
Página 13/309
Antología de Julio Noel
Desearía volver a pasar por tu morada
Ha llegado la hora de levantar nuestro vuelo
Te has alejado de mí como áureo lucero
Jamás olvidaré tus verdes ojos, mi amor
Lo dejaré todo para tus pasos seguir
Desde que te fuiste a las etéreas regiones
Si en la noche percibes una sutil esencia
Tú me abandonarás junto a la mar serena
El mal de ausencia que en mi corazón padezco
En una oscura y apacible noche estrellada
Regresa, amor mío, de las esferas celestes
Volé por el plateado destello de la luna
Tu cabello ondeaba en el aura de la mañana
Eres un sueño feliz de una tarde de mayo
Te he querido tanto, a pesar de ser un sueño
Como blanca paloma te elevaste tú al cielo
Como un azulado fulgor en la noche oscura
Amor, te he visto pasar en la noche estrellada
Blanca paloma que en el evo vuelas, ¿dó estás?
¡Oh cándida paloma que el vuelo equivocaba!
¡Qué solo me has dejado en este vacío mundo!
Embrujado amor que en mi vida te has cruzado
Ahora que veo el final de mi camino cercano
Hoy de tus rojos labios he olvidado el sabor
Al alba recorría el bosque nemoroso
Página 14/309
Antología de Julio Noel
Amor, tu amor se fue para nunca más volver
Verteré lágrimas muy amargas esta noche
¡Oscura noche poblada de estrellas!
La blanca fragancia de tus labios besa el alba
Besa el céfiro las amargas lágrimas
Mis sueños de ayer eran verde sinfonía
Enciende tu arrebol los aromas del aire
Entre oro y grana suspira el aura
Con doradas y resplandecientes llamas arden
Dulce volaba la brisa del atardecer
Al cielo azul se elevan esbeltos chopos de oro
Como inmaculado rayo de luz que atraviesa
Te evaporaste de mi vida
Entre suspiros de rosas llora tu mirada
La fría noche en cuclillas soñó nuestro amor
Una mañana de abril hallé la fuente clara
Eres como rocío en la amapola
El dorado licor descendía en el aire
Página 15/309
Antología de Julio Noel
El sol discurre lentamente hacia el ocaso
El sol discurre lentamente hacia el ocaso
por los dorados caminos del cerúleo cielo
y poco a poco su redonda lumbre se apaga
entre relucientes cristales de sangre y fuego.
Las glaucas y aterciopeladas aguas del mar
reciben sonrientes los fulgurantes destellos,
en las níveas crestas de sus agitadas olas
aletean los irisados colores del céfiro.
Blancas vuelan las gaviotas
en las lenes y azuladas alas del viento,
entre sus gráciles y etéreas acrobacias
fluyen inconmovibles los suspiros del tiempo.
Por los intersticios de la arrebolada brisa
se deslizan mis dulces y halagadores sueños,
que raudos se esconden en algodonosas nubes
para ocultarse del enojo de unos ojos negros.
Página 16/309
Antología de Julio Noel
Con sus gráciles dedos el céfiro peinaba
Con sus gráciles dedos el céfiro peinaba
las glaucas guedejas que por los prados sonreían,
su música acariciaba
el terciopelo esmeralda de la pradería.
Trinos de vivos colores surcaban el aire
en el verde frescor de la mañana cetrina,
mientras el amarillo canto de la oropéndola
en la fronda de un enhiesto chopo se escondía.
La dulce risa del silencio entre la espesura
sutilmente se escurría
y en sus candorosas alas llevaba prendidos
azules mechones de mi arrebolada vida.
Cálidos aromas portaba la sedosa aura
entre los tiernos abrazos de la suave brisa,
mientras mis penas se las llevaba la corriente
entre llantos y sonrisas.
Página 17/309
Antología de Julio Noel
La verde brisa besa la copa de los árboles
La verde brisa besa la copa de los árboles
entre luces cenitales y suaves rumores;
en pos de sí se escuchan cantarines silencios:
dulces melodías de gárrulos ruiseñores.
En el silente fragor de la verde alameda
suspiran al viento fragantes exhalaciones
y entre el trémulo reír de las plateadas hojas
se apagan los ecos de los pájaros cantores.
Cuando el rendido ocaso extiende su rojo manto
y el reluciente oro enciende el lejano horizonte,
la exhausta alameda inerte y muda se queda
para adormecerse en los brazos de la noche.
En las alas del silencio derramo mis lágrimas
y a la nítida corriente arrojo mis dolores
para que de la muda alameda se los lleven
entre las heladas risas del viento del norte.
Página 18/309
Antología de Julio Noel
El silencio de la noche le habla a la aliseda
El silencio de la noche le habla a la aliseda
entre risas de agua y suspiros de viento;
con melosa voz le contaba todas sus penas,
que eran tan carmesíes como sus sentimientos.
El río escuchaba sus apagados gemidos
conteniendo en el aire el rumor de su aliento,
mientras en su cristalino regazo recogía
las amargas lágrimas que exhalaba el silencio.
La noche fluía en busca de la alegre alborada
para alejarse de sus más inhóspitos miedos
y en su lento discurrir
se refugiaba en el tul de sus azules sueños.
Cuando el silencio de la noche se duerme en la
dulce mañana, la aliseda sonríe al céfiro
y el eterno fluir de las cantarinas aguas
se lleva las penas de la noche al verde piélago.
Página 19/309
Antología de Julio Noel
Entre albas madreselvas y límpidos cristales
Entre albas madreselvas y límpidos cristales
un tierno infante las horas entretenía,
en el incesante vagar de su fantasía
lágrimas y suspiros derramaba a raudales.
El eterno fluir con sus ojos virginales
contemplaba mientras del entorno se abstraía,
para el triste infante en el mundo nada había
fuera del amor y las caricias maternales.
La pasada noche mientras el niño dormía
una arcana voz le produjo gran estupor:
su adorable madre por los cielos ascendía
llevándose para siempre consigo su amor.
El triste niño las madreselvas no veía
ni la corriente que se llevaba su dolor.
Página 20/309
Antología de Julio Noel
Amanecer
Trémulas hojas mecidas por la leve brisa,
lágrimas de rocío en nenúfares de plata,
verdes ojos que se diluyen como la noche,
botones de oro que se extinguen en la alborada.
Tornasoladas saetas que atraviesan el aire,
angustiados gemidos que perturban la calma,
pausado despertar de la agonizante noche,
nuevas sensaciones en la naciente mañana.
Trinos que se elevan a las esferas celestes,
bruñidos cristales en que se miran las ramas,
rumores que sofocan el silencio nocturno,
bóveda azul que se viste con traje de gala.
Suaves aromas a jazmines y violetas,
abanicos de colores acunan el agua,
silencioso zumbido de la pionera abeja,
flores que liban rocío en campos esmeraldas.
Página 21/309
Antología de Julio Noel
Una sutil y transparente gasa
Una sutil y transparente gasa
con sus sedosas y alargadas lenguas
asciende lentamente por el valle
acariciando montes y laderas.
Los mortecinos rayos languidecen
al caer el velo sobre la ribera
y el paisaje en penumbra permanece
al paso de su grisácea estela.
Sus inasibles y húmidos dedos
acarician todo lo que rodean,
como la suave y maternal mano
que al tierno infante mima satisfecha.
Sedosos cabellos deshilachados
hacia las más altas cumbres se elevan,
tras ellos va ascendiendo silenciosa
la imparable masa de suave seda.
Todo el valle termina sumergido
en un vellón de lana cenicienta,
que a modo de nave fantasmal surca
el tenebroso océano de tierra,
mientras ostenta alegre y jubilosa
los altos picos como ufanas velas.
Página 22/309
Antología de Julio Noel
Sueños dorados alimenta mi fantasía
Sueños dorados alimenta mi fantasía
en la tarde de oro de mi agobiada existencia,
aletean como mariposas en mi presencia
sin procurarme sosiego noche y día.
Esmeraldas y topacios veo en la lejanía
que impregnan mis sentidos con efímera esencia,
mas no pueden en mí reemplazar el mal de ausencia
que durante tanto tiempo aflige el alma mía.
De purpúrea luz un rayo esperanzador
de mi áureo sueño ha venido a liberarme
y, con signos de maternal amor y ternura,
a mis remotos recuerdos anhela mudarme.
¿Logrará trocar este tormento y amargura
en el gozo y ventura de mi primer albor?
Página 23/309
Antología de Julio Noel
Una larga serpiente de oro
Una larga serpiente de oro
el plácido valle atraviesa,
va sembrando doradas hojas
por verdes prados de tierna hierba.
Un centenario chopo herido
con su copa la tierra besa,
la mitad del tronco roído
y la otra mitad casi seca.
Vigorosas lanzas doradas
a su lado se bambolean
mecidas por el suave céfiro
como bailarinas esbeltas.
En las cristalinas aguas
sus áureas copas espejean
como volubles mariposas
que jamás pueden estar quietas.
Viven el hoy despreocupadas
sin conocer que les espera
un mañana efímero como el del
viejo chopo que yace en tierra.
Así de frágil y fugaz
es la vida que nos aferra,
hoy, rozagantes y valientes
y mañana, polvo y pavesas.
Página 24/309
Antología de Julio Noel
Cuando niño miraba siempre al cielo
Cuando niño miraba siempre al cielo,
por su azul vagaba mi fantasía,
en él trataba de encontrar consuelo
a los sinsabores del alma mía.
Por el azur mi inocencia vagaba
en busca de saetas de colores
y mi mirada siempre tropezaba
con los cárdenos y adustos alcores.
A veces observaba blancas rosas
volar por la azulada inmensidad,
eran más fragantes y primorosas
que las radiantes rosas de verdad.
Mis extasiados ojos deambulaban
por etéreas regiones de cobalto
y las blancas nubes me trasladaban
por encima del vértice más alto.
Una límpida mañana de abril
mi alma fue herida de agonía letal,
en el sinfín de la cúpula añil
no se vislumbraba un solo rosal.
Página 25/309
Antología de Julio Noel
Mis sueños de ayer eran verde sinfonía
Mis sueños de ayer eran verde sinfonía
que envolvía el dorado amanecer de mi infancia,
eran el azogado espejo de la inconstancia
que azuzaba los anhelos de mi fantasía.
Mis cárdenos sueños de hoy son flébil agonía
del último hálito de mi plateada estancia
en esta vida marchita, inhóspita y sin fragancia,
que va agonizando lentamente día a día.
Risueños sueños de la infancia y juventud
que inundasteis de alegría mis primeros años
con vuestras gráciles alas de luz y color,
¿por qué en los aciagos años de mi senectud
ocasionáis en mi alma tan crueles desengaños,
que hasta el profundo abismo alcanza mi dolor?
Página 26/309
Antología de Julio Noel
Tarde de oro en la resplandeciente floresta
Tarde de oro en la resplandeciente floresta,
penachos de guata púrpura ornan el azur,
en el edén alegres notas de la oropéndola,
esplendente y sutil muselina de áureo tul.
Límpidos cristales que ya apenas reflejan
los irisados átomos de la tenue luz,
ondas lumínicas que con lentitud se alejan,
brazos de la noche ciñen el inmenso azul.
Poco a poco se extingue la naturaleza,
en el carmesí ocaso el celaje se ve aún,
el silencio escucha el graznido de la corneja
que quebranta el sosiego del plateado abedul.
Delicados aromas a flores y hierbabuena,
notas intangibles de un invisible laúd
resuenan dulces en la declinación serena
mientras se desvanece el azogue del azud.
Página 27/309
Antología de Julio Noel
El último estertor de la noche
El último estertor de la noche,
el postrero destello del lucero del alba,
el primer clarear en el saliente,
el rocío de la rosa en la alborada:
amanecer.
La libélula lila en el junco azul,
el reclamo de la oropéndola entre hojas de plata,
plomo derretido en la inhóspita tierra,
el verde frescor de la corriente del agua:
mediodía.
Oro y púrpura en el poniente,
voces y ruidos en retirada,
silencios y emociones en el ambiente,
sombras de la noche ya alargadas:
anochecer.
Página 28/309
Antología de Julio Noel
Los plateados rayos de la luna
Los plateados rayos de la luna
encendían las olas verdemar,
que rumorosas iban a besar
las doradas arenas de la duna.
Llegaban a la orilla de una en una
para allí sus penas aligerar,
luego tornaban a la brava mar
a guarecerse en su esmeralda cuna.
Para arrojar de las olas la pena,
a través de un sutil hilo de plata
de la luna un hada descendió.
Cuando la ninfa se posó en la arena,
una inmensa ola, insolente e ingrata,
al fondo de la mar se la llevó.
Página 29/309
Antología de Julio Noel
Ígneo fuego estival
Ígneo fuego estival,
tu ardiente lengua calcina las rosas
que alborozadas y primorosas
ríen espléndidas en el rosal.
A tu llama letal
prefiero las umbrías vagarosas,
por do fluyen las aguas rumorosas
de un alegre y cantarín manantial.
Su frescura vital
sofoca en mí las fiebres ardorosas
y edulcora las llamas más fogosas
del implacable calor cenital.
El fresco fontanal
fluye por la alameda frondosa
y deja en pos de sí una estela acuosa
como frágil camino de cristal.
Página 30/309
Antología de Julio Noel
Dulces cadencias besan mis oídos
Dulces cadencias besan mis oídos
en el tierno amanecer del alba,
son como melodiosas armonías
que en la vorágine sedaran mi alma.
Cantos que al cielo las margaritas
elevan como sencillas plegarias,
músicas celestiales que emergen
de las flores más humildes y cándidas,
plegarias llenas de amor y ternura
que emana el rocío de la mañana.
Calurosos trinos verdes y azules
rompen el silencio de la suave aura,
sus cadencias mis oídos acarician
como el roce de una amapola grana.
Un azulado velo se despliega
en la lejana loma gris y cárdena,
que quiere llevarse consigo al cielo
de este vate la pena más amarga.
Página 31/309
Antología de Julio Noel
A la orilla del río una paloma
A la orilla del río una paloma
de lenes alas blancas
alegre besaba el claro cristal
mientras bañaba sus pies en el agua.
Sus labios eran dos rojos corales,
sus mejillas, de grana,
sus cabellos, de oro,
y sus finas manos, de nívea plata.
Jovial y ausente se entretenía
acariciando la corriente clara,
que con sus líquidas y suaves lenguas
lame sus pies de nácar.
Dulce melodía vibró en el aire,
como voz más divina que humana,
que todas las avecillas canoras,
al oírla, intentaron emularla.
Su canto quiso imitar el jilguero,
también lo probó la alondra parda,
remedarlo el ruiseñor quisiera
y hasta la oropéndola negrigualda.
Todas lo intentaron,
pero ninguna pudo superarla,
sobre todas ellas se elevó al cielo
la dulce voz de mi paloma blanca.
Página 32/309
Antología de Julio Noel
Mi canción es como un sueño dorado
Mi canción es como un sueño dorado
que al despuntar la aurora me despierta,
es como el ciervo azul
que extraviado recorre la selva,
es como la delicada flor malva
que nace en primavera,
es como lábil perla de rocío
desprendida de la luz de una estrella,
es un verso suelto que deambula
en el éter en busca de un poema.
Mi canción es como paloma herida
que en el fondo del mar busca su pena,
es sueño que nace enamorado
entre efluvios de mirto y hierbabuena,
es la luz que se apaga
en las frías noches de luna llena,
es un verso herido
en busca de un alma que lo comprenda.
Mi canción es la bella flor del alba
que en el piélago busca quien la quiera.
Página 33/309
Antología de Julio Noel
De rocío albas perlas en la afable
De rocío albas perlas en la afable
alborada emanan fragantes rosas,
por sus níveos pétalos se deslizan
como dulces lágrimas vaporosas,
que marchitaran las blancas mejillas
de una niña que su ausente amor llora.
Aromáticos efluvios atraen
al rosal coloridas mariposas,
que en armoniosa y rítmica danza
liban el dulce néctar con sus trompas.
Azules libélulas e irisados
insectos succionan de ámbar las gotas,
pero son del sol los dorados rayos,
que en el lapso de unas breves horas,
con sus lenguas de fuego
los destellos subliman de las rosas.
Página 34/309
Antología de Julio Noel
¡Dorados atardeceres de otoño
¡Dorados atardeceres de otoño
que inundáis de colores la alameda,
que de luz y sombra pintáis el campo
y de ocres hojas cubrís la pradera!
¡Dorados atardeceres de otoño
que bañáis de luz y color mi tierra,
iluminad las sombras de mi alma
y desvaneced de ella sus tinieblas!
Quiero ver la luz de los viejos campos,
aspirar la fragancia de las huertas,
recorrer los intrincados senderos,
andar por sus caminos y veredas.
Quiero acercarme al sonoroso río,
oír el canto del agua entre las piedras,
bañar mis pies en los claros cristales
y la dulce voz de la filomena
escuchar entre los suaves murmullos
con que me brinde la naturaleza.
Quiero deleitar mis rudos sentidos
con las tiernas y fragantes esencias
que en las tardes doradas de otoño
impregnan las lenes ondas etéreas.
¡Dorados atardeceres de otoño
de mi lejana e inolvidable tierra,
no sé si podré vivir sin vosotros,
no sé si podré ser feliz sin ella!
Página 35/309
Antología de Julio Noel
El cielo vespertino
El cielo vespertino
se cubre de oro y grana
y un cálido y dorado atardecer
se refleja en el espejo del agua.
El cristal pulido mis ojos besan
de las límpidas aguas azogadas,
mientras oigo un agradable silencio
que suspira en los poros de mi alma.
El globo solar despacio se aleja
hundiéndose en púrpura sangre en llamas,
de la alameda mueren los colores
y el agua se cubre con negra gasa.
Mis tristes ojos derramar quisieran
una furtiva lágrima,
pero lejanos sones se lo estorban
arrullados por el viento en las ramas.
Página 36/309
Antología de Julio Noel
Níveos narcisos el rocío perla
Níveos narcisos el rocío perla
en el tierno nacer de la mañana,
irisadas lágrimas de los dioses
que por los blancos pétalos resbalan,
sutiles átomos de las estrellas
que en la noche lloran y derraman,
como gotas de diáfanos cristales,
sobre las flores más inmaculadas.
Etéreos zumbidos revolotean
entre las lenes corolas nevadas,
libando de las purísimas flores
sus esencias dulces y delicadas.
De oro aroman el éter
los filamentos con suaves fragancias
y de los blancos pétalos
se diluyen las irisadas lágrimas.
Mi alma sigue soñando
del río por las onduladas aguas,
mientras en el azul
celeste se oye una alegre tonada.
Página 37/309
Antología de Julio Noel
Cuando el oro de la tarde ya muere
Cuando el oro de la tarde ya muere
y por el valle se expande un tul malva,
todos mis recuerdos se arremolinan
en el rincón más oscuro de mi alma.
Un silencio hablador en la tarde
trae a mi memoria viejas palabras,
palabras que otrora fueron dulces
y ahora son tan amargas.
En el ocaso en que muere la tarde,
mil sombras se derraman alargadas
desde las cumbres al fondo del valle,
y de tanto cantar ya extenuadas
las aves van declinando sus ayes
hasta el tornar de la dulce alborada.
En el negro silencio sólo se oye
la voz de la suave aura
que por las níveas sombras se desliza
y en mudo fragor a mi lado pasa.
Página 38/309
Antología de Julio Noel
En el plateado silencio del alba
En el plateado silencio del alba,
el plácido canto de la oropéndola
a mi dolorido corazón llama
y arranca de él espinas como penas.
Entre el espeso ramaje del río
mis ojos quieren verla,
pero la bella ave de hulla y oro
a mi vista se oculta en la arboleda.
En la rizada corriente del río
vuelan dos irisadas como flechas,
la fuerza del agua con brío rompen
y se ocultan raudas bajo las piedras.
En el plateado espejo cegador
con sutileza danzan dos libélulas,
semejan dos gráciles bailarinas
que sus etéreos pies el aire lleva.
Absorto en tan miríficas visiones
vuelvo mi mirada a la arboleda,
entre su follaje he creído ver
de oro un fulgor y unas alas negras;
era el impune vuelo
de la bella y evasiva oropéndola,
que de nuevo mi atención cautivó
y alejó de mi corazón las penas,
y como alegres aves
libres volaron a la mar eterna.
Página 39/309
Antología de Julio Noel
Ocres y oro en la tarde
Ocres y oro en la tarde
tiñen de color la vieja alameda,
que atraviesa un fino hilo de plata
por do fluyen mis penas.
En un viejo olmo canta el ruiseñor
un canto de amor a su compañera,
¡oh grata melodía
que a mi afligido corazón contenta!
Las níveas nubes se visten de grana,
cual las amapolas en primavera,
purpúreo icor de dioses vertido
en ígneas llamas de célica hoguera.
En fragoso silencio se sumerge
todo lo que me rodea,
tan sólo se oye el sigiloso paso
del amargo caminar de mi pena,
que poco a poco se clava en mi alma
como aguda espina que hiende mis venas.
Página 40/309
Antología de Julio Noel
Por un arduo y polvoriento camino
Por un arduo y polvoriento camino
voy sembrando suspiros en el aire,
llevo el corazón roto y malherido
por no enamorarme.
Por un camino angosto y solitario
voy soñando aromas de la tarde,
son fragancias de rosas y claveles
que por el éter el amor esparce.
Por un argénteo camino de plata
voy tejiendo ilusiones a raudales
con finos hilos de líquida seda
que morirán en lo hondo de los mares.
Página 41/309
Antología de Julio Noel
Mis sueños me trasladan en la noche
Mis sueños me trasladan en la noche
a regiones donde habita la nada,
a esos negros espacios infinitos
donde sólo puede vivir el alma.
Mi incorpóreo espíritu recorre
la azul noche estrellada
y se sumerge en el inmenso orbe
lleno de paz y bienaventuranza.
En esas horas de felicidad
recorro las estrellas más lejanas
y en sus destellos de oro
vivo inmerso en un halo de calma.
Cuando mis párpados besa la aurora
y su fulgor entra por mi ventana,
mis etéreos sueños se desvanecen
como tenue rocío en la mañana.
Página 42/309
Antología de Julio Noel
En el silencio de la noche me hablaba el río
En el silencio de la noche me hablaba el río
con su rico lenguaje cargado de metáforas,
me iba describiendo una a una todas las penas
que desde su nacimiento hasta allí arrastraba.
En su más tierna infancia vio a su madre la fuente
derramar copiosas lágrimas
cuando él, que no era más que un candoroso niño,
revoltoso y cantarín de ella se alejaba.
Dejó llorando a su madre
para introducirse en las más agrestes montañas,
allí recibió sus quejas
antes de arrojarse en peligrosas cataratas.
En su fluir vertiginoso,
en pos de sí iba dejando huellas ensangrentadas
por las heridas que en su loca huida recibía
de lacerantes espadas.
Cuando llegó ya cansado a la edad madura
y por el llano remansado se deslizaba,
la cara de la luna se reflejó en su espejo
de rojo teñida y toda llena de lágrimas.
Página 43/309
Antología de Julio Noel
A la orilla del río
A la orilla del río
mis extasiados ojos contemplaban
la profusa paleta de colores
con que se pinta el agua:
blancos, azules, amarillos, verdes,
rojos, añiles, tierras, escarlatas...,
abigarrada copia de matices
en fondo de oro y plata,
que a la paleta de un buen pintor
sin duda sobrepasa.
En sus riberas crecen bellas flores
que en su terso cristal miran sus caras,
en él admiran sus bellos colores
cual otro Narciso allí reflejadas.
Cándidos pajarillos cantores
se ocultan entre las espesas ramas,
con sus acordes divinos deleitan
los afectos más íntimos del agua.
Sobre los tersos cristales bruñidos
vuelan veloces con sus lenes alas
las sutiles libélulas,
alfileres azules y esmeraldas.
Sumidas en los líquidos cristales,
surcan como flechas coloreadas
las raudas arcoíris
las cristalinas corrientes rizadas.
Página 44/309
Antología de Julio Noel
De un dragón la sombra en añil espejo
De un dragón la sombra en añil espejo
reflejaba un ave rapaz que en vuelo
rasante el azur turquesa cruzaba
para ascender al infinito cielo.
En la tersa luna azul el fino oro
se miraba de los chopos esbeltos;
desmesuradas lanzas invertidas
asemejaban de gigantes muertos.
La sedosa aura, que leve besaba
la tersa superficie del piélago,
rompió sin rubor en sinuosos rizos
de la turquesa luna el sutil velo.
Página 45/309
Antología de Julio Noel
De fuego caían lenguas en los sueños
De fuego caían lenguas en los sueños
de mi espíritu un caluroso día,
mientras con raudos pasos me acercaba
al fresco soto de la fuente fría.
Mis ardorosos sueños me llevaban
absorto por las sendas de la vida
y sin quererlo ante unos ojos verdes
me encontré de una gacela tímida.
Al oír mis pasos, de allí se alejó
presurosa por la verde campiña
y en el plateado cristal de la fuente
fija quedó su imagen esculpida.
En el dulce frescor de la fontana,
apagado el fuego que en mí ardía,
una pasión mucho mayor cautivó
los etéreos sueños del alma mía.
Página 46/309
Antología de Julio Noel
En el álgido silencio estival
En el álgido silencio estival
un monótono zumbido sonaba,
diluido en las ondas inmarcesibles
a mi plácido espíritu turbaba.
Invisibles abejas susurrantes
que por el inaudible éter danzan,
trasladando de una a otra esfera
el polen de las desveladas almas.
Átomos de aire insuflados de fuego
que crepitan en la dorada paja,
sus restallidos mis oídos hieren
en el sosiego de la tarde en calma.
Fragancias que la tenue aura lleva
en sus inasibles y lenes alas,
como infrangibles briznas de aromas
que por el célico éter se derraman.
Ilusiones que vuelan en el aire
como incólumes sueños de la infancia,
espíritus que sin rumbo pululan
por el amplio infinito de la nada.
Página 47/309
Antología de Julio Noel
En púrpura se derrite la tarde
En púrpura se derrite la tarde
y sus llamas devora ya el ocaso,
en silencio de sombras la alameda
queda herida y huérfana de cantos.
El sutil hilo de plata se apaga
y los luceros irradian sus rayos,
las negras lenguas de la noche besan
ya los picos más altos
y sus etéreas alas desplegadas
acarician el rostro de los campos.
En la noche azul brillan las estrellas
con vivos destellos rojos y blancos
y bajo el manto de la noche negra
unen sus labios dos enamorados.
Página 48/309
Antología de Julio Noel
En rosas albares fulge la aurora
En rosas albares fulge la aurora,
en azur aroma llora el romero,
lágrimas de cristal vierten las flores
y apaga su brillo el blanco lucero.
El plácido renacer de los campos
lenes hálitos exhala hacia el cielo,
traslúcida gasa de tul azul
que en volutas levita sobre el suelo.
En armoniosas cadencias sonoras
se derraman los cantos del jilguero,
nuevas avecillas suman sus trinos
al matinal y sublime concierto
y en los líquidos cristales plateados
un dulce despertar se lleva el viento.
Página 49/309
Antología de Julio Noel
Envuelto en el silencio de la noche
Envuelto en el silencio de la noche,
silencio azul de una noche estrellada,
oigo el rumor malva de las estrellas
que en el invisible éter se dilata.
Notas de armonía surcan el cielo,
ritmos silentes que calan el alma,
cadencias sonoras queman la noche,
dulces acordes arden en el alba.
Envuelto en el silencio de la noche
mi imaginación asciende sin alas,
mis sueños vuelan el orbe infinito
hasta alcanzar las esferas más altas.
La arpada noche pasa sigilosa
por los piélagos de la suave calma,
hasta que el fragor surge silencioso
en el fulgor de la tenue mañana.
Página 50/309
Antología de Julio Noel
El álgido calor del mediodía
El álgido calor del mediodía
líquidos cristales evaporaba,
en el verdor la chicharra serraba
el brumoso silencio que se oía.
En los gélidos rayos fuego ardía
que los fríos ardores inflamaba,
era la glacial llama que quemaba
las heladas brasas de Fuentefría.
En el lento declinar de la tarde
palidecieron los fríos ardores
de los gélidos cristales candentes.
En el ocaso de mi vida no arde
ya la llama de los fríos vigores
que abrasaron mis helores ardientes.
Página 51/309
Antología de Julio Noel
Escucha el silbido del ramaje lloroso
Escucha el silbido del ramaje lloroso
en la lejana oscuridad de la impía noche,
escucha el lamento de las remotas estrellas
y las risas del viento en el afligido monte,
escucha el negro fragor de las bravías aguas
entre las suaves canciones de los tristes robles,
escucha el negro canto de la vieja corneja
en el alma quejosa del rumoroso bosque,
escucha el tintineo de la cantarina lluvia
en las callejuelas olvidadas y sin nombre,
escucha el blanco silencio de la muda nieve
en las agrestes montañas del indócil norte,
escucha el dulce sabor de las acerbas lágrimas
que en su intenso dolor derrama el malherido orbe.
Página 52/309
Antología de Julio Noel
Entre dorados rizos
Entre dorados rizos
vagaban los sueños de la adormecida tarde,
como incendiados átomos de polvo amarillo
que en el éter se expanden.
Tras el verde follaje de los chopos del río
el fulgente sol ocultaba sus lenguas de oro,
por los ojos del puente
fluía el agua clara como un divino tesoro.
El agua clara fluía
a través de los ojos del intrépido puente,
que con gran entereza
sufría los duros embates de la corriente.
La furiosa corriente fluía a través del río
y con sus aguas se iban los pensamientos míos.
Mi alma llena de penas se la llevaba el agua
entre suspiros de amores y amargas lágrimas.
Halléme en el puente con el corazón vacío
y entre sollozos le pregunté al osado río:
«¿sabes adónde se han llevado mis pensamientos?»
Pero el río no habló ni tampoco lo hizo el viento
y con mucho dolor
regresé sin alma y con el corazón abierto.
Página 53/309
Antología de Julio Noel
La paz inundaba el inmenso manto albino
La paz inundaba el inmenso manto albino
que de níveos matices teñía las alturas,
la blanca sábana que besaba las llanuras
era de suave seda y de delicado lino.
Un fulgurante resplandor de brillo opalino
acariciaba el calor de las frías blancuras,
el silencio susurraba las arias más puras
de un etéreo canto no humano sino divino.
El silente valle dormía en sueños sutiles
inmaculadas horas de paz caídas del cielo,
ciegos sus ojos con el beso de un blanco velo.
El cerúleo éter vertía intensos añiles
que irisaban la blancura del extenso manto;
el silencio lo acunaba en su divino canto.
Página 54/309
Antología de Julio Noel
Una inmensa blancura ascendía al azul cielo
Una inmensa blancura ascendía al azul cielo
por donde alegres brincaban mis pensamientos,
la blanca soledad mis frías huellas besaba
entre sordas caricias y voces silenciadas,
los dorados rayos libaban albinos átomos
en la tétrica soledad de los níveos campos,
mis sueños envolvían el nevado silencio
como volutas de humo que dispersara el viento,
gélidos puñales herían mis yertos párpados
en los que vertía los suspiros más amargos,
negras mariposas aleteaban en mi frente
que de blancas fantasías llenaban mi mente,
silenciosas voces llegaron a mis oídos
con ruidosos silencios y apagados chillidos,
deslumbradores destellos cegaron mis ojos
y ante la argentina oscuridad caí de hinojos.
Página 55/309
Antología de Julio Noel
Lenguas de fuego arden en el encendido ocaso
Lenguas de fuego arden en el encendido ocaso
que de oro y grana tiñen el lejano horizonte,
mientras oscuras manos
van comprimiendo el manto de la azulada noche.
Cálidos silencios llenan el hueco del campo
que vacío han dejado los pájaros cantores,
avecillas gárrulas de variados colores
que alegran nuestras vidas con sus divinos cantos.
De la oscuridad se adueñan las aves nocturnas
que rompen con sus voces,
cantos lúgubres que hieren la densa penumbra
entre brumosos gemidos de la medianoche.
Gigantescas constelaciones llenan el cielo
de bellas figuras zoomórficas y geométricas,
entre todas sobresalen los blancos luceros
y el inmarcesible fulgor de la luna llena.
Página 56/309
Antología de Julio Noel
Caminaba el revoltoso riachuelo
Caminaba el revoltoso riachuelo
entre agrestes y fieros roquedales,
como risueño y saltarín chicuelo
entre rústicos y zafios zagales.
En su espejo contempló la amapola
de carmín llena su cara hermosa,
el rubor se le subió como una ola
al verse tan bella como una rosa.
La encendida aurora brilló en el cielo
con los fulgores de vivos corales,
fue revelando de la noche el velo
y libando el rocío en los rosales.
El río se ocultó tras una aureola
de azules cristales, sutil y acuosa,
en pos de sí se llevó la batahola
de una lluvia etérea y silenciosa.
Página 57/309
Antología de Julio Noel
Luminosos amaneceres
Luminosos amaneceres
que bañáis en luz la alameda,
dejad que mi alma vuele al cielo
libre en pos de la última estrella,
que acaricie el intenso azul
de la más elevada esfera
para lavar en su cobalto
mis alegrías y mis penas.
Dejad que mi alma vuele al cielo,
entre la claridad más bella,
para besar en lo más alto
el azul puro de mi tierra.
Luminosos amaneceres
que bañáis de azul la alameda,
dejad que mis sueños se llenen
de vuestra luz brillante e intensa.
Página 58/309
Antología de Julio Noel
En el triste despertar de la noche
En el triste despertar de la noche,
cuando en el cielo no arden ya las llamas,
cuando el silencio grita atormentado
y una negra sombra refulge en mi alma,
oigo los ayes más desesperados
trabados a las quejas más amargas.
Desgarradas voces que hieren el aire,
suspiros que rompen la dulce calma,
silencios que gritan con ansiedad,
lamentos que conmueven la esperanza.
Angustiados y tétricos susurros
que pululan por las tinieblas diáfanas,
clamores que advienen del otro mundo
en las brumas de la noche estrellada.
Página 59/309
Antología de Julio Noel
La ternura cubre los campos
La ternura cubre los campos
con un fulgor de color alba
y un níveo brillo resplandece
en el dulzor de la mañana.
Un blanco silencio se expande
del viento en las etéreas alas,
con su melosidad sublima
las amargas penas de mi alma.
El mudo fragor de los árboles
en blandura mece sus ramas,
en sonoro sigilo fluyen
del río las inquietas aguas.
Luz argentina alumbra el valle
con destellos de blanca plata
y una sutil aura mis sueños
se lleva en la nívea alborada.
Página 60/309
Antología de Julio Noel
El blanco silencio de la noche
El blanco silencio de la noche
un gélido escalofrío provocó en mi alma,
era como afilado cuchillo
que con su agudo corte hendiera mis entrañas.
El aquilón gemía en silencio
aterradores lamentos en la noche eterna,
eran alaridos envenenados
que en la pesada oscuridad herían mis venas.
Un álgido silencio del cielo
caía como ígnea lluvia en la noche estrellada,
era como afilada cuchilla
que en mi apesadumbrado pecho fuera clavada.
El negro silencio de la noche
liberar mi atribulado espíritu quisiera,
en el frío embozo de su capa
elevó mi inflamado sueño a la última esfera.
Página 61/309
Antología de Julio Noel
Luminosos destellos fulgían en la noche
Luminosos destellos fulgían en la noche,
irisados rayos de las lejanas estrellas,
arduos caminos me llevaban a las alturas
en donde se aliviaban mis incontables penas.
Blancos luceros guiaban mis extraviados pasos
en el hondo piélago de las densas tinieblas,
con sus refulgentes fulgores alcanzar pude
la cúspide más alta de la intrincada senda.
Sorbos de silencio y brindis de paz me ofrecieron
en las altas esferas;
fueron los instantes más dichosos de mi vida
que yo jamás sintiera.
Irisadas luces encendieron la alborada
y me volvieron a la realidad de la tierra;
con el resplandor mis sueños se desvanecieron
y mi aciaga alma se llenó de infinita pena.
Página 62/309
Antología de Julio Noel
Yo voy soñando caminos
Yo voy soñando caminos
de la tarde.
Antonio Machado.
Yo voy soñando caminos
en la tarde:
caminos de oro que llevan
mi alma por rubios trigales
y trasladan mis visiones
a paraísos celestiales.
Caminos de argéntea plata,
resplandecientes arriates,
que guían la pena mía
a los recónditos mares.
Caminos de fina seda
que tejen suaves estambres,
para arropar mis delirios
de inhóspitos temporales.
Caminos de ilusiones
urdidos con hilos de aire,
por donde puedan volar
mis lenes sueños irreales.
Página 63/309
Antología de Julio Noel
De los álamos las jubilosas copas liban
De los álamos las jubilosas copas liban
de oro la postrera irradiación de la tarde,
flameadas nubes decoran el cerúleo cielo
inflamando el ocaso con su ígneo celaje.
La tétrica y alargada sombra de la noche
sus brazos extiende por el apacible valle,
de la fronda apagando la mirada coqueta
en los bruñidos cristales.
Con la lúgubre túnica de la noche oscura
ha irrumpido el silencio en el frondoso follaje
y solamente se oyen en la lejana espesura
tristes y apagados ayes.
El aura ha roto sus alas y sus dulces sueños
ya no mecen las dóciles ramas de los árboles,
a través del oscuro silencio de la noche
sólo oigo amargas quejas que se las lleva el aire.
Página 64/309
Antología de Julio Noel
Plateada luz que acaricias de la noche negra
Plateada luz que acaricias de la noche negra
las tinieblas, que con tus sedosos besos libas
los suspiros más amargos de mi alma en pena,
déjame que en mis dorados sueños yo reciba
tus níveos hilos con los que mis desvelos teja.
Deja que mis dedos besen esa gasa albina
que cubre de blanco silencio lo que me rodea,
que mi alma gozosa ascienda a la más alta cima
donde pueda volar sin que nadie la detenga.
Blanca luz que con tus lenes dedos me acaricias,
en tus tenues alas llévame a lejanas tierras
donde pueda olvidar de este mundo las desdichas
y morir en la blancura de tu mar serena.
Argentina luz que la negra noche iluminas,
despliega en el éter tu albino e inasible manto
para enjugar en él mi agrio e invisible llanto.
Página 65/309
Antología de Julio Noel
Fuego destila el ígneo celaje en el ocaso
Fuego destila el ígneo celaje en el ocaso,
en subidos arreboles su cara se enciende,
en sangre se anega el índigo rostro del cielo
mientras el rojo disco la montaña trasciende.
El rumoroso bosque ya apaga sus cantos
y con sus albinos brazos la noche lo envuelve,
el silencio azul que desciende de las alturas
se posa en mi triste corazón y lo adormece.
Mis ojos ya no perciben el hilo plateado
que surca el valle y su verde corazón hiere,
tan sólo vislumbran en el lejano horizonte
la línea púrpura de unos labios que se mueren.
Las negras tinieblas han vencido al claro día,
millones de astros pueblan la bóveda celeste,
en silencio y sombras queda la naturaleza
hasta que nuevamente emerja el sol naciente.
Página 66/309
Antología de Julio Noel
Cálidos colores viste la tarde de púrpura
Cálidos colores viste la tarde de púrpura
que en mil destellos se rompen en el verde valle,
en oro y grana se derrite el azul del cielo
y en gigante hoguera de rojos y áureos arde.
Poco a poco se apaga el canto de la oropéndola,
que con su trino alegra el idílico paraje;
su ejemplo siguen fieles el resto de avecillas
canoras que hasta el alba enmudecen sus cantes.
El silencio de la tarde camina despacio,
oculto entre las ramas del espeso follaje;
sus rumorosas pisadas se evaden del viento
y se diluyen entre los átomos del aire.
Sutiles dedos desliza una delicada aura
bajo las ajadas hojas caídas de los árboles,
sus susurros rasgan el cauteloso silencio
que reinó en el bucólico edén breves instantes.
Página 67/309
Antología de Julio Noel
La alegre alba los labios besa del horizonte
La alegre alba los labios besa del horizonte
y de las montañas sus sonrisas ya acarician
las altas crestas, su rosácea mirada por el
valle se derrama, cual dulce licor de vida
y esperanza. De la noche el bruno silencio
a las altas moradas se arroja y las risas
la lene calma de las aves canoras rompen
en el suave despertar del alba matutina.
Melíferos aromas exhala la floresta
en el frío morir de la noche que declina,
tiernas perlas los pétalos lloran de las rosas
mientras al cénit el ardiente fuego camina.
Los risueños cristales en la afable mañana
en su eterno fluir se lamentan con sus sonrisas,
en su regazo llevan las penas más amargas
de mi insólito andar por una senda maldita.
Página 68/309
Antología de Julio Noel
El soplo de la brisa las tiernas ramas mece
El soplo de la brisa las tiernas ramas mece
en el blanco silencio que cubre la mañana,
los negros graznidos de la corneja el aire hieren
y en el níveo velo dejan una oscura mancha.
El vuelo levantan las cándidas mariposas
cuando Eolo los árboles agita con sus alas,
argéntea lluvia de álgidas estrellas se posa
en la blanquecina túnica de helada gasa.
Venas crujientes que quieren saltarse del cuello
semejan en los desnudos árboles las ramas,
nudosos dedos suplicantes alzan al cielo
y al suelo derraman perlas como amargas lágrimas.
De repente el ronco graznido de la corneja
hiere el lene silencio de la fría mañana,
un negro y alborotado vuelo rompe el éter
y tras él todo retorna a la blanca calma.
Página 69/309
Antología de Julio Noel
Argentina líquida nieve
Argentina líquida nieve
fluye desde la alta montaña
sembrando a su rápido paso
copos de vida y esperanza.
En su lecho lleva escondidos
anillos de límpida plata
que unen los retorcidos dedos
de las embravecidas aguas.
En su trepidante carrera
arremete con furia y rabia
contra todo lo que se topa
en el periplo de su marcha.
Albinos borbollones hierven
en los rápidos y cascadas,
efervescentes remolinos
de reluciente espuma blanca.
Los níveos cristales se llevan
profundos suspiros de mi alma
que emitió hace ya mucho tiempo,
allá en los años de mi infancia.
Página 70/309
Antología de Julio Noel
Un silencio atronador en el suelo pesaba
Un silencio atronador en el suelo pesaba
una fría tarde vestida de plata y plomo,
el hosco cielo poco a poco se derretía
en infinitas mariposas de albugíneo oro.
En sus blancas alas un suave aroma llevaba
albas fragancias de odoríferos heliotropos,
cuyas níveas esencias alegre dispersaba
por las altas montañas y los valles más hondos.
Blancas emociones sentía la negra tarde
cuando acariciaban gélidas plumas su rostro
y la cándida paz su níveo manto extendía
por praderas de bienaventuranza y de gozo.
De aquel fragoso silencio mis sueños huyeron
para hundirse en la paz de un mundo más hermoso.
Página 71/309
Antología de Julio Noel
En el dorado atardecer de un lejano otoño
En el dorado atardecer de un lejano otoño
oros y amarillos poblaban la alameda,
sus esplendentes destellos el espejo herían
antes de mirarse altivos en la imagen tersa.
Briznas de oro saltaban de las rizadas aguas
que jubilosas se llevaban las tristes penas
de unos chopos que se vistieron de vivo verde
y ahora lloran la pérdida de sus hojas muertas.
En el espejo dorado del ufano río
las desnudas ramas de los chopos se contemplan
y al aire vierten intensos y amargos suspiros
que el Aquilón se lleva entre sus manos gélidas.
Las cantarinas aguas en su constante fluir
de los álamos el amargo dolor se llevan
y en el lírico paraje de oros y amarillos
los chopos desnudos y entristecidos se quedan.
Página 72/309
Antología de Julio Noel
En un delicado vergel hallábame absorto
En un delicado vergel hallábame absorto,
abstraída de este efímero mundo mi conciencia,
mi ardiente delirio volaba con alas de aire
intentando librar de mi corazón las penas.
Entre los lenes y dorados hilos de mi ensueño
oí las dulces notas de una melodía amena
que como miel iba endulzando el dolor de mi alma
y diluyendo mis suspiros en las estrellas.
Por los azules átomos del inasible éter
mis sueños viajaron a las remotas esferas
y en el seno de sus leves alas se llevaron
los sabores más lacerantes de mi tristeza.
En el idílico vergel desperté de súbito
flotando en las olas de unas notas angélicas,
era el etéreo trino del locuaz ruiseñor
que acariciaba el aire con sus notas de seda.
Página 73/309
Antología de Julio Noel
Una tortuosa senda en las agrestes montañas
Una tortuosa senda en las agrestes montañas
a la fuente de heladas aguas me conducía,
en sus fríos cristales anhelaba apagar
las fogosas pasiones de mi atribulada vida.
Por fragosos vericuetos se encaramó mi alma
para vencer las tentaciones más libertinas,
pero al posar sus pies en las elevadas cúspides
a sus penas no halló consuelo en las altas cimas,
pues al besar mis ardientes labios el cristal
para sofocar en su hielo el fuego en que ardían,
una lene nube se disipó de mis ojos
y la anhelada fuente se esfumó de mi vista.
Un vano sueño la fuente fue de aguas heladas
que tomó forma real en mi ardiente fantasía,
su frío líquido no pudo apagar mi ardor
ni logró calmar la atribulada alma mía.
Página 74/309
Antología de Julio Noel
El alba sonríe con sus labios color rosa
El alba sonríe con sus labios color rosa
a la flébil noche que en azul ocaso muere,
el arrebol de su ígneo rostro emular quiere
el vivo carmesí de la rosa primorosa.
Carmines y oros son sus alas de mariposa,
de la noche el rocío sus lenes rizos hiere,
cariñosas sensaciones al nacer prefiere
cuando la sedosa aura besa su piel melosa.
En el éter se expanden los rayos de la aurora
que con su fulgor hienden los cristales del río.
En la dulce alborada se sublima el rocío
de las sutiles rosas con su luz cegadora;
sus fragancias aspira mi sosegada alma
en un arpado amanecer de sublime calma.
Página 75/309
Antología de Julio Noel
Una ardorosa tarde de verano
Una ardorosa tarde de verano
me hallé solo a la orilla del río,
bajo la fresca sombra de los álamos
se edulcoraba el rigor del estío.
Los áureos rayos de polvoriento oro
bañaban los remansos cristalinos
que semejaban espejos de paz
rebosantes de dorados sigilos.
El agua fluía llena de añoranzas
y recuerdos que yo había vivido
en algún lejano lugar del tiempo
y ahora ya eran parte del olvido.
La tarde se alejaba perezosa
con el caminar pausado y sumiso,
entretanto mi alma se adormecía
en un silencio áureo y cristalino.
Página 76/309
Antología de Julio Noel
El líquido silencio alegre se deslizaba
El líquido silencio alegre se deslizaba
por los bruñidos cristales del risueño río,
sus arrulladores murmullos libres volaban
por océanos de paz en espacios infinitos.
Mis oídos laceraba con remotos recuerdos
de las límpidas aguas el gárrulo sigilo,
en plateados torbellinos de mí se alejaba
henchido de emociones de pretéritos siglos.
Clamores perdidos en la noche de los tiempos
llegaban silenciosos a mis callados oídos,
venían ahítos de sentimientos de añoranza
de cuantos en el tiempo antes que yo habían sido.
El jovial río el locuaz silencio se llevaba
entre níveas espumas y raudos torbellinos
y conmigo el silente sosiego se quedaba
de la melancolía enmarañado en los hilos.
Página 77/309
Antología de Julio Noel
Ingrávidos sonidos acunaban el aire
Ingrávidos sonidos acunaban el aire
al conmovedor fluir de la rápida corriente,
sus inasibles alas locas revoloteaban
en el flamígero despertar del sol naciente.
Mis conmocionados sentidos acariciaba
una melodiosa lluvia de trinos celestes
que por los espacios infinitos me elevaba
para besar los labios de la aurora naciente.
Mis sueños se deshicieron en tenues colores
en la armoniosa paz de aquel paraje silente,
en donde todo ardía en silencio y beatitud
en pos del rumor de la sonorosa corriente.
Dos amargas lágrimas se hundieron en el agua
para fundirse con ella en lazos permanentes
y dos profundos suspiros salieron de mi alma
para volar por los etéreos valles agrestes.
Página 78/309
Antología de Julio Noel
A la rosa
Como abejas que liban el néctar de las flores,
tal tus miradas acarician mis sentimientos,
mi corazón rompen las coloradas sonrisas
de esos tus ruborosos labios de terciopelo.
Tus suaves aromas embriagan la sed de mi alma
y endulzan la lívida amargura de mi pecho,
sonrosadas fragancias que subliman el aire
entre los abigarrados colores del viento.
En tus tenues tornasoles rielan mis suspiros
como fugaces estrellas del vasto universo,
o como desvaídas pavesas arrancadas
con los ardorosos dedos de un álgido fuego.
En una tibia noche estrellada de verano
besé la dulce brisa del color de tus pétalos
y en los efluvios de tus esencias carmesíes
se derritieron mis aterciopelados sueños.
Página 79/309
Antología de Julio Noel
Sus amargas penas el liróforo cantaba
Sus amargas penas el liróforo cantaba
a la aromática aura del florido arrayán,
volaban inmersas en delicadas fragancias
de odoríferas rosas y de flor de azahar.
Sus lastimeros suspiros el aire besaban
como las hojas acaricia el viento al pasar,
en pos de sí una luminosa estela dejaban
que resplandecía como una estrella fugaz;
su larga cola era de rubíes y esmeraldas,
era de aromas de azucena e hilos de azar,
era de dulces sueños tejidos en el céfiro,
era el amor que ardía en las olas del mar;
su larga cabellera era el alma del poeta
que en la noche eterna no dejaba de vagar.
Página 80/309
Antología de Julio Noel
Sutil susurro de abejas que liban
Sutil susurro de abejas que liban
el aroma de los cálidos vientos,
que llevan en sus ingrávidas alas
el color de mis sueños;
dorado rumor de etéreas libélulas,
con sus alas beben el suave céfiro,
en el terciopelo de su danza van
mis tristes pensamientos;
lene frisar de áureas mariposas
que besan la frescura del silencio,
en sus iridiscentes alas llevan
el dolor de mi pecho;
abejas, libélulas, mariposas,
si queréis que no sienta lo que siento,
liberaos de vuestras lábiles alas
y huid fuera del tiempo.
Página 81/309
Antología de Julio Noel
Suaves susurros que acariciáis mi dulce pena
Suaves susurros que acariciáis mi dulce pena
en el lánguido sopor de la ardorosa tarde,
llevadme con vosotros a las altas esferas
en las quejas del aire.
Invisibles murmullos que arengáis a los sauces
entre los tiernos abrazos de la sedosa aura,
con los sonidos de vuestros melodiosos cantes
enmelad mi añoranza.
Cándidos rumores que el leve céfiro besáis
en el apacible despertar de la alborada,
¿por qué entre vuestras frágiles alas no me lleváis
a la eterna morada?
Página 82/309
Antología de Julio Noel
El verde terciopelo viste suaves colores
El verde terciopelo viste suaves colores
entre el velo azul de la rosácea alborada,
son tenues pinceladas de cálidos aromas
que tiñen de tierna luz los campos esmeralda.
En el vaporoso vaho los vencejos escriben
sus nombres con los jeroglíficos de sus alas
y las doradas abejas susurran canciones
mientras liban néctar entre flores de oro y ámbar.
Una delicada aura se mece sobre el río
y en efímeros bucles riza el cristal plata,
las dulces notas que ha portado el cálido céfiro
sin prisas se las lleva la corriente del agua
y en pos de sí van flotando mis amargas penas
que se esfuman en las azules sendas del alba.
Página 83/309
Antología de Julio Noel
A un narciso
Resplandeciente estrella de oro y ámbar,
tu luz irradia la verde pradera,
áurea lágrima de la primavera
que rocía el terciopelo esmeralda.
Emerges primorosa y solitaria
como una garrida dama señera,
eres la más hermosa mensajera
de los amenos prados de Osimara.
Son tus pétalos fulgente luz gualda
que rutila como esplendente hoguera,
de la gota de sol llama certera
y resplandeciente estrella dorada.
Radiantes perlas besan en el alba
tu frágil y sedosa cabellera
y te yergues grácil y lisonjera
en el suave esplendor de la mañana.
Página 84/309
Antología de Julio Noel
A una rosa
Tu redondo perfume mis sentidos dilata
en el cárdeno despertar de la bella aurora,
tus abrasadores labios son fuego que mata
los efluvios que al céfiro envuelve y colora.
Fuego en llamas como ígnea nieve caída del cielo
son tus pétalos grana de elegante señora,
tu inefable hermosura el ojo ciega cual velo
de sutiles aromas y cálidos colores
que en etéreas nubes se esfuma como arduo anhelo.
Fragantes miradas son tus cálidos amores,
dulces besos liban tus rubíes ardorosos,
tus irisados pómulos envidian las flores.
Tus pétalos irradian los iris más hermosos
en el tierno latir de la cálida mañana,
por su terciopelo fluyen destellos acuosos
que refulgen en el aire polvo de oro y grana.
Página 85/309
Antología de Julio Noel
En el refulgente horizonte un fuego de oro arde,
En el refulgente horizonte un fuego de oro arde,
la áurea guedeja de los chopos sus lenguas lamen,
sus inasibles dedos una glauca red tejen
entre las verdes sombras del plateado ramaje.
Por los dorados hilos del intangible tul
fluyen blancas melodías de canoras aves,
sus notas se esparcen como delicados versos
que endulzan los aromas de la cálida tarde.
En las nítidas aguas se reflejan mis sueños
como diminutas sombras de seres irreales,
su imagen se evapora en la rizada corriente
que heroica irá a morir al fondo de los mares.
Las ondas etéreas se llevan mis pensamientos
por los fragosos caminos que cruzan el aire,
se difuminan en las elevadas alturas
en busca del centelleante oro del fuego que arde.
Página 86/309
Antología de Julio Noel
A Antonio Machado
Una blanca mañana de mayo habló conmigo
cuando el bello rostro de una rosa contemplaba:
?¿Recuerdas ?me dijo? aquellos lejanos años
de ensueño y felicidad de tu primera infancia,
cuando el cielo azul hervía en todo su esplendor
y el paradisíaco valle en silencio se hallaba,
cuando de glaucos aromas y cárdenos colores
se cubría por entero toda la montaña,
cuando una sinfonía polícroma de flores
sonorizaba de acordes el campo esmeralda,
cuando un sinnúmero de pajarillos cantores
con sus dulces melodías tu alma deleitaba,
cuando las porfiadas y diligentes abejas
el dorado néctar a la colmena llevaban,
cuando los tornasolados y evasivos peces
veloces volaban entre las aguas plateadas,
cuando el aura matutina con sus verdes labios
las risueñas hojas de los álamos besaba,
cuando los albinos cúmulos del cielo añil
tus felices sueños entre algodones acunaban?
Yo no recuerdo, dulce mañana, los lejanos
años que separan el ahora de mis dolores
de mi tierna infancia, ni las cárdenas montañas
ni el cielo azul ni la policromía de flores
ni las laboriosas abejas ni los huidizos
peces ni el aura ni los pajarillos cantores.
De mi infancia sólo quedan vaporosos sueños
que me desvelan en las interminables noches,
por donde se evade mi exaltada fantasía
para olvidarme de mis penas y sinsabores.
Página 87/309
Antología de Julio Noel
Sumergido en el terciopelo esmeralda escucho
Sumergido en el terciopelo esmeralda escucho
la alegre sonrisa de la corriente del agua,
mis oídos besa el dulce canto de la alondra
entre los suaves suspiros de la lívida aura,
vaporosos efluvios de aromáticas flores
acarician mi sed en los recodos de mi alma,
danzas de colores ejecutan las libélulas
suspendidas sobre la superficie plateada
y en las inasibles alas del sedoso céfiro
huyen inmarcesibles los sueños de mi infancia.
Hilos de oro entre el sol y la tierra entretejen
una dorada malla;
por su luminoso tul vuelan mis ilusiones
como blancas mariposas a la luz del alba,
por él vuelan mis sueños
y por él vuelan mis alegrías y esperanzas,
en él quisiera olvidar para siempre mis penas
más flébiles y amargas;
por él quisiera volar el inmenso universo
para ocultarme en la constelación más lejana
y dejar este mundo de dolor, de tristeza...,
de cruces y de lágrimas.
Página 88/309
Antología de Julio Noel
Como sonoro silencio que en el río fluía
Como sonoro silencio que en el río fluía
en los dorados atardeceres de mi infancia,
así vuelan los dulces sueños del alma mía
en busca de la más sedosa y sutil fragancia.
Como lastimeros gemidos que hienden el viento
en los negros abismos de una noche estrellada,
así hiere mi corazón el dolido lamento
de la tierna flor que en su cuna ha sido arrancada.
Como blandos susurros de la plácida fuente
mis sentimientos besan del aura los aromas,
irisados sonidos de la aurora naciente
que surcan el aire en alas de blancas palomas.
Como fragantes suspiros que exhalan las flores,
así emanan a la brisa las penas de mi alma,
coloradas melodías de los ruiseñores
que endulzan de la mañana la apacible calma.
Página 89/309
Antología de Julio Noel
En oro se derrite un atardecer de junio
En oro se derrite un atardecer de junio
bajo la verde sombra de los plateados sauces,
en el vaporoso beso de la suave brisa
me acarician dulces notas de canoras aves.
Albinos aromas de cándidas margaritas
surgen como suspiros en las alas del aire,
mi ensueño se evapora en las ondas etéreas
como humo del tierno amor que en mi corazón late.
Vivos destellos de sonrojadas amapolas
hieren mis pupilas en el seno de la tarde,
mis recuerdos se tiñen de vibrante carmín
y las blancas nubes en púrpuras llamas arden.
En oro se derrite un atardecer de junio
bajo refulgentes halagos de tulipanes,
en placenteras sensaciones de paz y dicha
reposa mi alma en la frescura del verde sauce.
Página 90/309
Antología de Julio Noel
Una rosa
Como gota de agua herida por rayo de luz
así hienden mis pupilas tus purpúreos corales,
copa redondeada de irisadas esencias
que obnubila el alma de los míseros mortales.
Tornasoladas fluorescencias tu faz emana
en las refulgentes mañanas del mes de abril,
coloreadas sonrisas que mis penas endulzan
bajo el resplandeciente manto del cielo añil.
Tus dulces miradas mi corazón enardecen
como chispas que encienden el fuego de la aurora,
arrebolados efluvios tus labios destilan
que el aire encienden con su aterciopelado aroma.
Tu rosa sonrisa besa el rocío del alba
en las refulgentes mañanas del mes de abril,
tu aroma rubí enciende la pasión del alma
entre las flores más esbeltas de mi jardín.
Página 91/309
Antología de Julio Noel
Inmerso en el silencio de la noche estrellada
Inmerso en el silencio de la noche estrellada
el álgido manto dormía su blanco sueño,
con sus lenes y frías manos acariciaba
los lastimeros suspiros que herían el cielo.
En la noche estrellada
voces desgarradas atravesaban el suelo,
eran alargados gritos de dolor y rabia
que se hincaban en los fríos ijares del viento,
eran amargos suspiros que hendían el alma
de los espíritus más atrevidos e intrépidos,
eran voces heladas
que cercenaban la garganta del postrer sueño,
eran metálicos golpes de frías espadas
que penetraban en la médula de los huesos,
eran penantes ánimas
que gemían en los cortantes brazos del viento.
Página 92/309
Antología de Julio Noel
Narciso
Como en los diáfanos cristales se contemplara
una refulgente mañana de primavera
y en el fondo del espejo su hermosa faz viera,
quedó para siempre enamorado de su cara.
No hubiera en el cielo esplendente sol que brillara
con el resplandor que su áurico rostro luciera,
su gran belleza lo deslumbró de tal manera,
que se enamoró por siempre de su imagen clara.
Convertido por su egolatría en áurea flor,
es entre todas las flores el gran esplendor
de los aterciopelados campos esmeralda.
En pétalos de oro y ámbar su cabello gualda
transforma aquel que de sí mismo se enamoró
y a una hermosa ninfa amartelada detestó.
Página 93/309
Antología de Julio Noel
Abril florecía entre variopintos colores
Abril florecía entre variopintos colores
que teñían los verdes alcores de oro y malva,
delicados aromas exhalaban las flores
en el suave despertar de la alegre alborada.
Entre las cárdenas fragancias y áureos olores
que portaba en sus frágiles alas la dulce aura,
un cálido aroma de los lejanos alcores
evocó en mi memoria los años de mi infancia:
redondas esencias entre amarillos licores
embriagaron los marchitos recuerdos de mi alma,
su cárdena ambrosía encendía los sabores
de la dulce miel y las frutas más delicadas,
melodiosas canciones de pájaros cantores
se enmarañaban entre las doradas retamas
y miles de sutiles y plateados rumores
se iban risueños en el ameno fluir del agua.
Abril florecía entre variopintos colores
y mis sueños volaban en sus radiantes alas.
Página 94/309
Antología de Julio Noel
Desnudos están los árboles
Desnudos están los árboles
a la orilla del río,
entre sus ramas de plata
se esconde un pájaro herido,
desgrana notas al aire
que hieren mis sensibles oídos,
sus desesperados ayes
laceran como cuchillos
los sentimientos de mi alma
y el dolor de mis sentidos.
Por la rizada corriente
huyen los tristes jipíos
de la avecilla lisiada
que llora su infeliz sino
y en las llamas del ocaso
arden desgarrados gritos,
que abren una pena en mi alma
y una herida en mis oídos.
Página 95/309
Antología de Julio Noel
De la celeste bóveda en los arcos etéreos
De la celeste bóveda en los arcos etéreos
se va muriendo despacio la noche estrellada,
a lo lejos, en el horizonte del saliente,
nace poco a poco una débil llama rosada.
Por el aire se oyen ya trinos cautivadores
que endulzan el tímido asomar de la alborada,
en el leve frescor de la brisa matutina
se licúa el aroma de las rosas perfumadas
y sus efluvios diluyen mis amargas penas
que en el éter se sumergen del viento en las alas.
En el riachuelo brilla la plateada corriente
que se aleja cantando su risueña tonada,
con ella se van mis atribulados ensueños
hacia un inmenso océano de verde esperanza.
Página 96/309
Antología de Julio Noel
Como diáfano cristal que el fondo reverbera
Como diáfano cristal que el fondo reverbera
en áureos brillos de refulgente purpurina,
así tu dorada imagen hiere mi retina
con el vivo fulgor de una llama verdadera.
Por tu lecho dorado fluye el agua señera
que rápida se aleja de la montaña albina;
en líquidos cristales mudan la nieve alpina
los apagados ardores de la primavera.
En tus claros y limpios cristales remansados
se miran las cándidas flores del heliotropo;
su fragancia se disuelve como níveo copo
en el fuego de corazones enamorados.
El bruñido azogue de tu corriente plateada
mis sueños arrastra de este mundo a la nada.
Página 97/309
Antología de Julio Noel
Entre lisonjeras montañas grises
Entre lisonjeras montañas grises
tu plateada serpiente se desplaza
llevando en tu oro líquido
los aromas más melifluos de Omaña.
Del fulgente plateado
al zafiro tus cristales se cambian
cuando los áureos rayos
en tu seno se apagan.
Tu lecho de nívea espuma se llena
en los rápidos de la alta montaña,
luego en dorado tul
se transforma en las remansadas aguas.
Exuberantes árboles
miran sus verdes ramas
en el brillante espejo
de tus plateadas aguas
y cuando el suave céfiro las besa
en el frescor de la alegre mañana,
verdes rizos agitan
tu clara luna de azogue esmeralda.
Página 98/309
Antología de Julio Noel
Dorados arpones cruzan tu azogado vidrio
Dorados arpones cruzan tu azogado vidrio
en el frescor ardiente de la suave mañana
y en la clara brisa del rosáceo amanecer
dos grisáceas alondras vuelan sobre tus aguas.
Blancos algodones de aterciopelada seda
reflejan sus bucles en tu cristalina plata,
sus albas guedejas se engarzan como jirones
en los oscuros eclipses de las verdes ramas.
Entre tus cristales descienden los sentimientos
de los austeros hombres de las altas montañas
y ahora, a sus amargas penas, también se unen
mis suspiros y lágrimas.
Todos juntos en pos de un consuelo se alejan
por el azulado hilo de cristalina plata,
las dulces auras buscan
en los amargos abrazos de la mar salada.
Página 99/309
Antología de Julio Noel
El sol se ha escondido en la
El sol se ha escondido en la
violácea montaña
y tus diáfanos vidrios han mudado su luz
en topacio esmeralda.
En las elevadas cumbres aún arde el fuego
de ruborosas llamas
que en el resplandeciente fulgor del mediodía
bruñía tu azogado espejo en añil plata.
Tu melancólico lecho cruzan raudas sombras
que persiguen el aura, en la noche estrellada,
de los etéreos duendes
que perturban tu calma.
En los tersos cristales, fríos y relucientes,
de tus límpidas aguas,
caen como gotas de rocío en la noche azul
los suspiros de mi alma.
Página 100/309
Antología de Julio Noel
Al puente
Ojos azules, de claro mirar,
que estáis del espejo enamorados,
que el aire ilumina vuestras pupilas
con besos aromáticos,
que vuestras miradas al cielo ríen
en los días más claros,
que las hojas de los chopos verdecen
sólo por contemplaros,
que estáis ya exhaustos de ver pasar
el incesante fluir de los topacios,
de las verdes esmeraldas y el vuelo
de los amores garzos,
¿por qué en vuestras cerúleas ilusiones
no me dejáis miraros?
Ojos azules, de claro mirar,
de vosotros mismos enamorados,
que el aire acaricia vuestras pupilas...
¡ay, dejadme miraros!
Página 101/309
Antología de Julio Noel
La risa de las flores
La risa de las flores
en una mañana de primavera
con su zumbido azul
se posa en tus rojos labios de seda
y como mariposa
de ligeras alas de luz y cera,
vuela a tu alrededor
y en tus ojos un dulce beso deja.
Las flores ríen su efímero encanto
en los abrazos de la primavera,
irisan con sus aromas el aire
y en sus labios beben las abejas.
¡Sutiles y tornasolados dones
de la tierna madre naturaleza,
alegrad los flébiles corazones
con vuestra luz etérea!
Página 102/309
Antología de Julio Noel
El silencio sonríe a la noche estrellada
El silencio sonríe a la noche estrellada
con verdes miradas de radiante primavera,
mis azules sueños me llevan a la alta esfera
por donde vuela mi esperanza aterciopelada.
El silente rugido del viento en la enramada
de la mansa noche el pausado ritmo acelera
y todo, hasta la sigilosa hierba, se altera
en el palpitar de la verde noche callada.
Cuando me besa con sus dedos la madrugada,
un rosáceo rumor acaricia mis mejillas
entre las doradas guedejas del sol naciente.
En el dulce despertar de la blanca alborada,
un divino coro de canoras avecillas
embruja mis sentidos en un clamor silente.
Página 103/309
Antología de Julio Noel
Cándidas margaritas cantan en la alborada
Cándidas margaritas cantan en la alborada
blancas melodías a una mañana de abril,
argentinas perlas se deslizan por sus pétalos
en la dorada calidez de un cielo añil.
Los níveos copos bordados en el terciopelo
esmeralda al azul albor quieren sonreír,
mientras el aura se lleva los cálidos sones
de una rendida calandria que gime feliz.
El polvo de oro las celosas abejas liban
entre gráciles vuelos y con gran frenesí;
unas a otras en su afán se besan y acarician,
luego se desvanecen en una luz sutil.
Los verdes campos se engalanan de oro y grana
en un esplendoroso arcoíris carmesí,
cándidas margaritas cantan en la alborada
blancas melodías a una mañana de abril.
Página 104/309
Antología de Julio Noel
La refulgente tarde de abril
La refulgente tarde de abril
el sol derretía en oro y grana,
tras el volátil velo de un balcón
se encendía de amor una mirada.
Una lluvia de oro bañaba el éter
que el fuego de sus pupilas quemaba
y hasta el resplandeciente azul del cielo
sus zafiros convertían en malva.
Los gráciles rosales del jardín
desolados y afligidos lloraban,
pues su fulgor no podía emular
la luz que ardía en la dulce mirada.
Página 105/309
Antología de Julio Noel
Donde el cerúleo éter besa la áspera montaña
Donde el cerúleo éter besa la áspera montaña
nace el esplendor de tus irisados cristales,
que se alejan risueños de la agreste braña,
amparo de los feroces fríos invernales.
Los prados sonríen ante tu espejo de plata
como ríen los glaucos sueños en los rosales,
tu refulgencia a la blanca azucena epata
en los claros días de la tibia primavera.
En tu jovial fluir cantas una dulce sonata
con melodías que alegran la verde pradera;
a tu vera trinan los gárrulos ruiseñores
cautivados por la frescura de tu ribera.
Fuiste tierno infante en los primeros albores
y te recreaste de la nieve con la blancura,
y ahora te difuminas suavemente entre flores
de rumorosos colores y suave hermosura.
En silencio peregrinas las noches albinas
y en la luz de la aurora reflejas con frescura
los destellos del sol en tus aguas cristalinas.
Página 106/309
Antología de Julio Noel
Un sueño de oro se derramaba en el oriente
Un sueño de oro se derramaba en el oriente,
el alba era de célica luz un resplandor,
el azul tendía sus blancas alas al aura
y todo era paz, quietud, silencio y luz de amor.
Los labios del céfiro besaban las plateadas
hojas de los álamos y a ellas llegaba el dulzor
de la suave fragancia de rosas que lloraban
en la frágil mañana su delirio y esplendor.
Unos apasionados gorjeos el aire herían
en lo azul de una rama de un pájaro cantor,
eran los angustiados suspiros de mi pena
que el viento se llevaba en el apacible albor.
En el plateado espejo del agua cristalina
se reflejaba la agria imagen de mi dolor,
mientras un sueño de oro volaba en el oriente
y todo era silencio y luz a mi alrededor.
Página 107/309
Antología de Julio Noel
En fuego de oro y luz de grana muere la tarde
En fuego de oro y luz de grana muere la tarde
con lágrimas azules y suspiros de plata
de tanto llorar; sus pómulos de amapola
en pétalos de rosa mudan su linda cara
y me quieren embelesar; la tarde de oro
locamente se enamora de las nubes blancas
y de rojo carmesí tiñe su rubor,
que de sangre el cielo llena en la puesta dorada
con vivo resplandor.
En pétalos de rosa muda su linda cara
la tarde de grana y oro,
que vierte azules lágrimas
en la orla carmesí del arrebol de las nubes
y al ruboroso éter suspiros de plata exhala.
Página 108/309
Antología de Julio Noel
Abril reía entre albas margaritas
Abril reía entre albas margaritas
con garzos ojos y voz colorada,
sus áureos cabellos besaba el céfiro
en los remansos de la alborada.
Abril reía con ojos azules
entre un suave rumor de lluvia blanca,
mientras etéreos mechones de seda
brincaban por la ondulante montaña.
Abril reía con las tiernas flores
y a las rosas de un rosal lloraba,
el aire se llevaba los aromas
en el lene tul de sus alas blancas.
Abril reía entre las ebrias nubes
y de sus ojos caían dulces lágrimas
que con sus lenguas de álgido fuego
derretían las penas de mi alma.
Página 109/309
Antología de Julio Noel
Las rosas de mi jardín lucen traje de gala
Las rosas de mi jardín lucen traje de gala
entre redondos colores y blancos aromas;
sus irisados destellos hieren el azul
como urentes flechas de una mirada amorosa.
De néctar llenos sus pétalos de terciopelo
liban con deleite las doradas mariposas
y en el fresco clarear de la suave primavera
translúcidas perlas orlan su sutil corola.
Por el éter fluyen sus refulgentes colores
entre blancos claveles y rojas amapolas,
como la nívea espuma que el mar atraviesa
a caballo en la cresta de una colosal ola.
Sus colores se apagan en la noche callada
cuando todo duerme entre las nítidas sombras,
pero en el alegre despertar del nuevo día
relucen con fulgor en los brazos de la aurora.
Página 110/309
Antología de Julio Noel
El puente se mira eternamente en el espejo
El puente se mira eternamente en el espejo
de unos transparentes cristales que nunca paran,
que siempre son los mismos y siempre son distintos,
que siempre reflejan su misma y distinta cara.
Sus hechizados ojos con parsimonia miran
el persistente fluir de las cristalinas aguas,
que en su corriente se llevan los sutiles sueños
a lejanos territorios de verde esperanza;
impertérritos contemplan el curso del tiempo
que bajo su perdurable imagen fluye y pasa,
sin que una milagrosa mano lo detenga
en su loca carrera, febril y atormentada.
Bajo él pasa el viento, pasa el dolor... y las penas,
pasa el tiempo, pasa la vida y fluyen las aguas,
bajo él pasa toda nuestra efímera existencia
y permanece su eterna imagen reflejada.
Página 111/309
Antología de Julio Noel
Blancos recuerdos me trae el amoratado viento
Blancos recuerdos me trae el amoratado viento
en los blandos repliegues de sus azules alas,
dulces remembranzas de aquellos años felices
de mi lejana infancia.
Aromas irisados de las horas alegres
que impregnan los yertos poros de mi fútil alma,
suaves fragancias que rocían el aura etérea
en la noche estrellada.
Los azules cerúleos de los cielos añiles
hieren con su fuego mis retinas ya cansadas
y traen a mi frágil y olvidadiza memoria
horas de dulce calma.
Los destellos plateados de los claros cristales,
que laceran con su fulgor las nítidas aguas,
trasladan mis recuerdos a las horas felices
de mi lejana infancia.
Página 112/309
Antología de Julio Noel
Lejanos recuerdos de mi memoria
Lejanos recuerdos de mi memoria
me traen oscuros sueños de mi infancia,
negras mariposas que revolotean
en el piélago más hondo de mi alma.
Húmedos y tibios días de abril
que insuflaban del cielo la esperanza
y los cálidos aromas de mayo
que saltaban por las sendas rosadas.
Inflamados calores estivales
que derretían las rocas más ásperas
y que maduraban el pan dorado,
sustento de tantas vidas humanas.
Encapotados días otoñales,
envueltos en tenue velo de plata,
entre sus mares nadaban mis penas
y mis suspiros bebían sus lágrimas.
En los álgidos días invernales
mis ojos miraban la blanca calma,
mientras mi tristeza se sumergía
en el piélago más hondo de mi alma.
Página 113/309
Antología de Julio Noel
En azul rayo de plateada luna
En azul rayo de plateada luna
quiero volar a mi lejano ayer
para acariciar los vetustos árboles
que me vieron nacer.
Por la argentina noche de mis sueños
quiero a mi perdido ayer regresar
para besar entre mis rudas manos
aire de libertad.
Por las suspendidas nubes del cielo
quiero volver mi triste vida atrás
para sumergirme en las claras aguas
de fuego y de cristal.
Por la huida del inasible mañana
quiero a mi viejo pasado volver
para recuperar vagos recuerdos
que allí olvidé ayer.
Página 114/309
Antología de Julio Noel
Noche de luna llena
Noche de luna llena,
clara noche argentina e inmaculada,
hoy te quiero cantar una canción
de los lejanos ecos de mi infancia.
Noche, clara noche de luna llena,
escucha los suspiros de mi alma,
que a la mar enojada los arroja
plena de furia y rabia.
Noche que mi aciago espíritu serenas,
mar que agitas las plateadas aguas,
hoy vengo a confesaros
mis penas más amargas:
hace ya mucho tiempo que dejé
los prados esmeralda
por donde transcurrieron jubilosos
los dorados años de mi infancia
y los rubios y cárdenos alcores
de arracimadas urces y retamas,
que en los templados días de mayo
ornaban las montañas
y llenaban de melosos aromas
las alegres y apacibles mañanas;
el diáfano espejo del cantor río
que las veloces arcoíris rasgaban
en aladas carreras
bajo el cristal azul de lisa plata;
los revoloteos de las libélulas
entre verdes juncos y grises ramas,
con los vivos colores
de sus sutiles alas,
esbeltas danzarinas
en líquido escenario semejaban;
las estivales siestas
Página 115/309
Antología de Julio Noel
de oro derretido e ígnea flama
que convidaban a los rapazuelos
a zambullirse en las frescas aguas...
En un lejano otoño
todo se truncó un día aciago y malva,
que conmutó mi sino
sacándome de mi pequeña patria
para llevarme a lejanos confines
de aflicción y nostalgia,
donde ya no habitó jamás la alegría
en el seno de mi alma.
Desde entonces vivo en el recuerdo
las vivencias de mi niñez lejana,
que en el curso de mi agitada vida
nadie ha podido jamás borrarlas
y ahora, en el pórtico de mi vejez,
una y otra vez a mi corazón llaman.
Pero ya no es el tiempo
de tornar atrás a recuperarlas,
que se quedaron en la dormida aldea,
allá donde canta el ruiseñor
y le contesta la alondra parda,
donde se marchitan y ahogan las penas
y nace la esperanza,
en aquel remoto lugar perdido
en la brumosa niebla de mi infancia.
Página 116/309
Antología de Julio Noel
Rodeados por átomos de aire
Rodeados por átomos de aire,
do tú y yo estemos a solas,
recorreremos unidos
los campos de la aurora.
Nuestras almas despojadas
del cuerpo que las arropa
volarán eternamente
de un océano las olas.
Moraremos el espacio
de las infinitas ondas,
olvidándonos del mundo
que tanto nos agobia.
En el edén de la luz
viviremos las horas
felices que nos negó
este mundo de sombras.
Rodeados por átomos de aire,
do tú y yo estemos a solas,
recorreremos unidos
los campos de la aurora.
Canciones de amor.
Página 117/309
Antología de Julio Noel
Ayer te soñé con esa mirada
Ayer te soñé con esa mirada
perdida en el vasto océano,
con tu blonda y sedosa cabellera
esparcida suavemente al viento.
Ayer soñé con esas esmeraldas
que embellecen tu rostro marfileño,
cual deleitosas gotas de ambrosía
que obnubilaran mis pensamientos.
Ayer soñé con los rojos corales
que enaltecen esa faz divina,
corales que apresarían mis labios
para ahogar la pasión que me cautiva.
Ayer soñé con tu verde mirada
perdida en la inmensidad del mar,
mi afligida alma de ti enamorada
se hundía en eterna felicidad.
Canciones de amor.
Página 118/309
Antología de Julio Noel
Cuando en las noches pálidas de luna
Cuando en las noches pálidas de luna
José Asunción Silva.
Cuando en las noches pálidas de luna
acercas tus labios a los míos
para ofrecerme un ósculo de amor
y luego los retiras de improviso.
Cuando en las bellas noches de luna
susurras palabras de amor a mi oído
y luego sin respuesta te alejas
dejándome inmerso en el vacío.
Cuando acercas tu mano a mi mano
para decirme lo que aún no me has dicho
y antes de que te roce con la mía
la alejas de mí cual de un basilisco.
Cuando a la pálida luz de la luna
intento ver tus verdes ojos lindos,
con una suave sonrisa en tus labios
desvías tu mirada hacia el infinito.
Cuando en las noches pálidas de luna
pretendo hacerme junto a ti un sitio,
tú interpones un muro invisible
entre tu amor y el mío.
Canciones de amor
Página 119/309
Antología de Julio Noel
Noche entre las noches la más oscura
Noche entre las noches la más oscura,
noche la más bella de entre las noches,
déjame admirar tu gran hermosura
aunque eternamente me lo reproches.
Noche de entre las noches estrellada,
noche preñada de astros y nebulosas
déjame ver de entre todas las rosas
la rosa para mí más delicada.
No ocultes a mi inquietante mirada
la faz divina de mi dulce bien
ni des a mi espíritu más tormento.
Muéstrame ya la esbeltez de mi amada,
para que así pueda admirar también
su encanto sin ningún impedimento.
Canciones de amor.
Página 120/309
Antología de Julio Noel
Cuando juntos los dos nos hallamos
Cuando juntos los dos nos hallamos
bajo el umbral de tu mirada
y nuestras manos entrelazamos
en íntima unión inmaculada,
pálidos destellos de la luna
reflejan en tu verde pupila
átomos de las ondas que una
a una en medio de la mar oscila.
En ese momento inefable,
por un beso tuyo yo diera
todo aquello que hay más estimable
bajo el manto de esta inmensa esfera.
Pero tú de mí te apartas, ¡oh cruel!,
con tu mirada vuelta al océano,
inyectando en mi alma gotas de hiel
cual agrio y mortífero veneno.
Canciones de amor
Página 121/309
Antología de Julio Noel
En esta adorable noche estrellada
En esta adorable noche estrellada,
bajo el son de las olas rumorosas
me cautiva de entre todas las cosas
el aroma de tu piel delicada.
Su fragancia emerge alambicada
por entre los efluvios de las rosas,
que engalanan dulces y primorosas
el ameno zaguán de tu morada.
Despiertas en mí un apetito ardiente
de apresar con mis labios los corales
de esa incitante y linda boca,
pero tú los apartas de mí sonriente
mirando a través de los cristales
con tu inhumano corazón de roca.
Canciones de amor.
Página 122/309
Antología de Julio Noel
Recuerdas aquella estival mañana
¿Recuerdas aquella estival mañana
que me llevaste asido de la mano
por aquel precipicio inhumano
que conducía a una dulce fontana?
Subimos por una quebrada insana
con espinoso esfuerzo sobrehumano,
que elevó nuestro espíritu humano
a lo más alto de la gloria mundana.
Mientras duró aquel éxtasis divino,
que iluminó tu frente inmaculada,
de mis labios partió un beso amoroso
que rehuiste con movimiento felino.
Siempre interpones, ¡oh cruel amada!,
tu espina en nuestro camino dichoso.
Canciones de amor.
Página 123/309
Antología de Julio Noel
Ayer te negaste a salir conmigo
Ayer te negaste a salir conmigo
por no sé qué razón desconocida,
sabes que no puedo vivir la vida
si me impides estar siempre contigo.
Estando lejos de ti no consigo
alegrar mi pobre alma dolorida,
hasta que logro encontrar la salida
de la tenebrosa senda que sigo.
Déjame gozar de tu hermosura,
ingrata y divina seductora,
no incrementes más mi amargura
en esta aciaga y funesta hora;
y redime a tu eterno enamorado
del atroz tormento que le has causado.
Canciones de amor.
Página 124/309
Antología de Julio Noel
El negro manto de la noche oscura
El negro manto de la noche oscura
apaga en tus ojos el glauco fulgor,
postrado ante ti veo el resplandor
de tu inefable beldad y hermosura.
Su destello esmeralda en mí procura
la ardiente llama de mi vivo amor,
quisiera besar tus labios con dulzor
y estrecharte en mis brazos con ternura.
Si algún día tus verdes ojos odiaras
y de su tonalidad te arrepintieras,
sepas que aquel que tanto te quiso
jamás a esos luceros puso taras
y por ellos sufrir nunca debieras,
pues son verdes gemas del paraíso.
Canciones de amor.
Página 125/309
Antología de Julio Noel
Clara noche de luna
Clara noche de luna,
bajo tu luz de plata
veo rielar los ojos
verdemar de mi amada.
Noche de luna llena,
noche argentina y grana
trasládame al paraíso
en tu seno de alas.
Condúceme al mundo
ignoto de las hadas,
donde pueda mirar
la faz inmaculada
del dulce querubín
que era mi enamorada.
Clara noche de luna,
bajo tu luz de plata
veo rielar los ojos
verdemar de mi amada.
Noche, amada noche,
noche de luna clara
llévame al infinito
espacio de la nada,
donde mi ser se encuentre
con el de mi amada
y los dos juntos subamos
a la esfera más alta
de ese ignoto infinito
que ofusca nuestras almas.
Clara noche de luna,
bajo tu luz de plata
veo rielar los ojos
verdemar de mi amada.
Página 126/309
Antología de Julio Noel
Canciones de amor.
Página 127/309
Antología de Julio Noel
Dechado de beldad, gracia divina
Dechado de beldad, gracia divina,
de esos tus pómulos el arrebol,
encendido por los rayos del sol,
cuando estás a mi lado me fascina.
El remarcado carmín de tu albina
faz mis tristes ojos, como ababol
fundido en la cavidad de un crisol,
ciega, ¡oh diosa venus mesalina!
Dale tu amor a tu eterno cautivo,
no le hagas sufrir más, ¡oh, implacable
vengadora! O haz que, fugitivo,
de ti jamás se acuerde, adorable
seductora. Permite que tu manso
pueda vivir en su dulce remanso.
Canciones de amor.
Página 128/309
Antología de Julio Noel
Anoche te cruzaste, seductora
Anoche te cruzaste, seductora,
como apacible aura en mi camino;
desde entonces no tengo otro destino
que seguir tus pasos hora tras hora.
Te burlaste de mí, ¡oh vengadora!,
penetrando en el boscaje vecino,
como un ligero cervatillo albino
que huyera de la saeta voladora.
Dentro del corazón llevo clavada
una espina desde el día en que te vi.
No puedo augurar cuál será mi suerte
mientras mi corazón lleve incrustada
la espina. Has de arrancarla de mí
o será la causa cruel de mi muerte.
Canciones de amor.
Página 129/309
Antología de Julio Noel
Cuando veo tu silueta en la verja apoyada
Cuando veo tu silueta en la verja apoyada
con esa verde mirada perdida en el mar
y esparcida por tu espalda veo flamear
la sedosa cabellera rubia y ondulada.
Cuando veo tu esbelta figura volteada
para clavar en tu esclavo tu verde mirar,
cuando siento a mi lado tu dulce respirar
y me ciega el fulgor de tu frente inmaculada,
me veo por ti trasladado a un mundo inaudito
de cuyos deleites nunca antes había gozado.
Luego me es tan anodino el mundo que habito,
que sin pesar, para vivir feliz a tu lado
como tu siervo más apacible y obediente,
no me importaría abandonarlo eternamente.
Canciones de amor.
Página 130/309
Antología de Julio Noel
Cual jirones de niebla vaporosos
Cual jirones de niebla vaporosos
que lamieran las montañas agrestes,
tal me parece el cendal de las vestes
que cela tus miembros voluptuosos.
Los liliales pliegues al viento undosos
acarician esos senos celestes;
por Dios te ruego que no me detestes
por mirarte con ojos lujuriosos.
Tan radiante es tu figura divina,
tan sensual es tu sublime belleza,
emanas tan espléndido fulgor,
que todos mis sentidos alucina
todo ese gran acopio de lindeza
que por ti inflama y cautiva mi amor.
Canciones de amor.
Página 131/309
Antología de Julio Noel
En cálida noche de luna llena
En cálida noche de luna llena
cuando más brillante es su fulgor,
te vi salir del agua a la arena
como irradiante ninfa de amor.
Ibas toda de hermosura plena
derramando luz en tu derredor,
para tenderte en una playa amena
cautivada del mundo en tu candor.
Luego escuché el canto de una sirena
henchido de melodía y dulzor,
como el trino de una filomena
en un soto de frescura y verdor.
Tanta dicha mi espíritu aliena
y me guía, cual hilo conductor,
por el infinito do se enajena
mi frenético impulso seductor.
Diluido como aroma de azucena
por el inmenso espacio creador,
torno a la triste morada terrena
con los primeros destellos del albor.
En mi despertar me muero de pena
y lloro tu ausencia con amargor.
Canciones de amor.
Página 132/309
Antología de Julio Noel
Cuántas veces te he soñado, amor mío
¿Cuántas veces te he soñado, amor mío,
en noches desveladas de luna llena?
¿Cuántas veces me has roto el corazón
y lo has colmado de infinita pena?
Anhelaría estar siempre a tu lado
para gozar de tu plácido amor
y poder contemplar eternamente
de esos tus bellos ojos el verdor.
Mas tú siempre interpones entre ambos
un muro invisible para cercenar
los fuertes lazos de amor que nos unen,
que nunca nadie debiera cortar.
Canciones de amor.
Página 133/309
Antología de Julio Noel
¡Oh, tú, la más bella de entre las bellas!
¡Oh, tú, la más bella de entre las bellas!
¡Oh, tú, la más sublime de las flores!
Eres entre las coloridas rosas
la más esplendente de mis amores.
Enmela mis acibarados labios
con el coral de tu boca; no llores,
beldad divina; mantén impolutas
las esmeraldas que los arreboles
realzan de tus pómulos primorosos.
No empañes de tus ojos los verdores
que a tu bella faz tan bien iluminan
y avivan de mi pasión los ardores.
Cesa por siempre tu afligido llanto
que tanto entristece tu dulce encanto.
Canciones de amor.
Página 134/309
Antología de Julio Noel
En cálidas noches de luna plena
En cálidas noches de luna plena,
transportado a las regiones sin fin,
de ansias de goce y de dicha sinfín
he soñado que tu amor mi alma llena.
Cuando en la plácida noche serena,
bajo el verde arrayán de mi jardín,
cual delicado aroma de jazmín
llega hasta mí una fragancia amena,
desearía tenerte pura a mi lado,
unidos eternamente los dos,
y que no se acabara nuestra dicha;
pero cuando torno al prístino estado,
descubro que estoy solo, santo Dios,
incrementando aún más mi desdicha.
Canciones de amor.
Página 135/309
Antología de Julio Noel
Vaso de néctar lleno infrangible
Vaso de néctar lleno infrangible
te muestras, oh corazón diamantino,
y como canto berroqueño alpino
emerges completamente insensible.
Tu pétreo amor, siempre inmarcesible,
a tu fiel prisionero que a ti vino
como dócil y manso peregrino
le es enteramente inaccesible.
¡Oh cruel!, permite a tu esclavo sumiso
degustar ese elixir delicioso
con que ahogar el fuego que lo consume.
Ábrele tu pecho y guíalo al paraíso
donde halle de tu amor el primoroso
árbol que a raudales licor rezume.
Canciones de amor.
Página 136/309
Antología de Julio Noel
¡Oh venus celestial que mi muerte procuras!
¡Oh venus celestial que mi muerte procuras!
¡Oh divina beldad que mi amor asesinas!
Déjame vagar por esas verdes espesuras
que sólo tú en tu dulce soñar imaginas.
Libera a tu esclavo del nudo inextricable
que lo encadena con fuerza a tu cruel corazón,
para poder recorrer vagaroso y afable
los jardines de las Hespérides y de Orión.
Deja que peregrine los mundos impolutos
en donde reinan la dicha y la felicidad,
en donde no cuentan las horas ni los minutos,
en donde todo sea permanente eternidad.
No detengas más a tu prisionero amado,
no lo atormentes en esta terrible prisión,
permite que vuele libre al cielo estrellado
do algún día estemos los dos en íntima unión.
Canciones de amor.
Página 137/309
Antología de Julio Noel
Amor, ¿por qué a sufrir tanto me obligas
Amor, ¿por qué a sufrir tanto me obligas
cuando me acerco sumiso a tu lado,
que clavas en mi desnudo costado
la dañina espina con que me hostigas?
Siempre que a ti regreso me atosigas
con tu despecho no disimulado,
hundes tus gemas en el agitado
mar, empero mi dolor no mitigas.
¡Oh cruel, que causas en mí la muerte
cuando más deseo vivir la vida!
Aleja de mí este gran pesar.
Haz que nuestro amor sea de tal suerte,
que entre nosotros no haya más huida
que la de un imperecedero amar.
Canciones de amor.
Página 138/309
Antología de Julio Noel
Muerto a tu lado vivo
Muerto a tu lado vivo,
Vivo lejos de ti muero,
mi amor sólo es sincero
cuando soy de ti cautivo.
Oh ingrata, tú a mí me matas
cuando más vivir quiero;
cuando quiero vivir muero
porque a tu cruel amor me atas.
Tu amor es como el hielo
que quema y el fuego que hiela.
Tu amor es la dulce hiel
y la acibarada miel.
Tu amor me hace vivir
y luego me hace morir.
Oh ingrata amada mía:
libera a tu prisionero
de tan terrible lamento,
que no sufra más tormento
de tu corazón de acero.
Canciones de amor.
Página 139/309
Antología de Julio Noel
Nadaré en el verde piélago de tus ojos
Nadaré en el verde piélago de tus ojos,
me sumergiré en su profundidad verdemar
para en sus glaucas sinuosidades encontrar
las llaves que me permitan abrir sus cerrojos.
No continúes siendo la causa de mis enojos,
permíteme libre por el océano vagar
para rendido a tus pies poderme postrar,
oh implacable y cruel vengadora, de hinojos.
Admirar quiero las verdes gemas de tu encanto
postrado a tus lindos pies por toda la eternidad,
antes que verlas humedecidas por el llanto
que rompa los dulces embrujos de tu beldad.
Deja que te contemple en tu sublime belleza
liberando así de mi corazón la tristeza.
Canciones de amor.
Página 140/309
Antología de Julio Noel
Eres una primavera
Eres una primavera
toda llena de encanto,
eres una diosa artera
inicio de mi llanto.
Eres blanca azucena,
eres dócil ruiseñor,
eres grácil filomena,
eres pájaro cantor.
Eres como la mañana
toda llena de esplendor,
eres como la manzana
rebosante de dulzor.
Eres grácil y encantadora,
eres todo un primor,
eres una gran seductora,
eres, ¡ay!, todo candor.
Eres un mar para mí
desde el día en que te vi.
Canciones de amor.
Página 141/309
Antología de Julio Noel
En una noche gélida y oscura
En una noche gélida y oscura
te apareciste de blanco vestida
ante mi pobre y mísera guarida
para liberarme de mi amargura.
Era tan etérea tu figura
que con la niebla parecías fundida;
entre la lilial nieve confundida
aún mayor me pareció tu hermosura.
Absorto por tu súbita visión,
seguí en pos de tus pasos ingrávidos
para alcanzar el níveo cendal
que apenas velaba tu aparición.
Te perseguí con movimientos pávidos
hasta perderme en la noche invernal.
Canciones de amor.
Página 142/309
Antología de Julio Noel
Hoy he visto rodar por tus rosadas mejillas
Hoy he visto rodar por tus rosadas mejillas
dos perlas que emanaban de tus glaucos ojos
y deslucían los primorosos pétalos rojos
con los que tantas veces epatando al sol brillas.
Cuando así esa tu opalescente faz mancillas,
sólo puedo postrarme ante ti de hinojos
y con dolor arrancarme los mil y un abrojos
con que mi lastimado corazón acribillas.
¡Oh, serafín, bajado en carne mortal al suelo!,
ten lástima de este mísero y triste cautivo
que por ti sufre tanto y tan amargo desvelo,
que antes muerto preferiría verse que vivo
si por furtiva lágrima se ve empañada
tu divina beldad por tus ojos derramada.
Canciones de amor.
Página 143/309
Antología de Julio Noel
Como abeja vibradora entre átomos de aire
Como abeja vibradora entre átomos de aire
recorriendo sin rumbo las regiones ignotas,
así percibo, oh seductora, tu presencia
cuando me hallo inmerso en el mundo de las sombras.
Como lacerante aguijón emponzoñado
que en mis carnes intenso sufrimiento provoca,
así siento en mi alma tu dilatada ausencia
cuando me dejas en este mundo de zozobra.
Cual sutil y aromática rosa centifolia
que perfuma mi jardín entre todas las rosas,
así abrumas y embriagas todos mis sentidos
cuando noto junto a mí tu presencia amorosa.
Cual gélido y lacerante puñal que atraviesa
de mi dolorido y triste corazón la aorta,
así me siento, exánime y desvanecido,
cuando indolente, oh cruel, me dejas a solas.
Canciones de amor.
Página 144/309
Antología de Julio Noel
A través del verde follaje
A través del verde follaje,
junto a la fresca fontana,
te descubrí una mañana
en medio del tupido boscaje.
No sé qué encubierto ropaje
permutó en figura humana
aquella cervata lozana
que retozaba en el paraje.
Con peine de plata y marfil
peinabas tus blondos cabellos,
mientras tu esmeralda mirada
espiaba en el espejo añil
el brillo de tus ojos bellos
y el color de tu faz rosada.
Canciones de amor.
Página 145/309
Antología de Julio Noel
Una tórrida y ardiente mañana de estío
Una tórrida y ardiente mañana de estío
deambulaba situbundo y vagaroso
entre el verde follaje de un soto nemoroso
que descollaba en un paraje al lado del río.
Una suave aura se deslizó por el plantío
haciendo mi errabundo vagar tan delicioso,
que para sentirme completamente dichoso
tan sólo precisaba tenerte al lado mío.
En medio del apacible y silente boscaje,
descubrí el placentero frescor de una fontana
y a una náyade que sus cabellos de oro
peinaba absorta en tan idílico paraje.
Cuando quise ver su cara teñida de grana,
se desvaneció ante mí como un meteoro.
Canciones de amor.
Página 146/309
Antología de Julio Noel
Alegres subimos a la montaña
Alegres subimos a la montaña
para desde allí ver el verde mar;
a lo lejos pudimos contemplar
un negro nubarrón que el cielo empaña.
Gotas de lluvia mojan la campaña
formando reguerillos al azar,
que obligado nos es sortear
para ampararnos en una cabaña.
Tú tiritabas de frío a mi lado
con los ojos de lágrimas henchidos,
en tanto enojada me reprochabas
el haberte a la campiña llevado.
En mi pecho percibí los latidos
de tu corazón mientras sollozabas.
Canciones de amor.
Página 147/309
Antología de Julio Noel
El dulce trino de la filomena
El dulce trino de la filomena
de armonía los átomos de la aurora
llena y un destello de cegadora
luz irisa el oro de tu melena.
Tu verde mirada estaba ajena
a todo el entorno que en aquella hora
te rodeaba. Eras encantadora,
pero indolente ante mi aciaga pena.
Te pido, oh ingrata, que te apiades
de este suplicante enamorado,
que has alienado con tus beldades
mientras tú permaneces sin cuidado.
Fija ya tu cruel mirada en tu manso
para que te pueda amar sin descanso.
Canciones de amor.
Página 148/309
Antología de Julio Noel
¿Recuerdas, mi amada, los calores del verano
¿Recuerdas, mi amada, los calores del verano
cuando subíamos la agreste y adusta quebrada
por aquella pendiente tan dura y empinada
tú y yo, amor mío, los dos asidos de la mano?
No ascendimos la escarpada montaña en vano,
pues en lo alto de la cima encontramos clavada
la flecha de nuestro amor que allí fue arrojada
por los celos de aquel dios bárbaro e inhumano.
Ahora que hemos hallado la saeta del amor,
te pido, amada, que nunca más sea lanzada
por la mano de ningún dios cruel y vengador.
Tal vez así yo pueda ser tu eterno amador
para poder adorarte y por mí idolatrada
eternamente en medio de este mundo traidor.
Canciones de amor.
Página 149/309
Antología de Julio Noel
Eres la hija del mar que siempre soñé en mis sueños
Eres la hija del mar que siempre soñé en mis sueños,
eres la sirena que cautiva con su canto
mi pensamiento, eres el origen de mi llanto
cuando te ausentas en mis paseos marismeños.
En la alborada rutilan tus ojos risueños
como dos esmeraldas que tienen el encanto
de seducirme, o ser mi mayor desencanto
cuando de mi afligido corazón no son dueños.
Cesa ya, oh seráfica sílfide divina,
de ocasionar en mí tanto lamento y dolor.
Libera a tu cautivo de esta vida mezquina
y así poder pasar a una vida mejor.
No dejes que se consuma con tanto tormento
viviendo esta vida de continuo sufrimiento.
Canciones de amor.
Página 150/309
Antología de Julio Noel
Como plateado rayo de luna
Como plateado rayo de luna
que entra por el cristal de mi ventana
y se desvanece por la mañana
sin dejar en pos de sí huella alguna.
Como el dulce canto junto a la cuna
de la amorosa madre que se afana
en desgranar las notas de una nana
y calmar a su infante sin fortuna.
Así entras tú en mi triste corazón:
con tu melosa voz ahogar intentas
la flamígera llama en que me abraso
y retornar a su ser mi razón.
Muy quedo llegas con pisadas lentas
sin dejar estela alguna a tu paso.
Canciones de amor.
Página 151/309
Antología de Julio Noel
Besar tus corales quisiera
Besar tus corales quisiera
junto a la vera del mar
esta noche de luna llena
que hemos salido a pasear.
Nuestras manos entrelazadas
caminamos juntos los dos,
sin percibir lo que sucede
en torno a nuestro derredor.
Subimos al templo sagrado
para desde allí contemplar
la espléndida panorámica
que nos mostraba el ancho mar.
Desde la cúspide del monte
llegaba a nosotros el rumor
de las olas alborotadas
que se estrellaban con furor.
Pronto nuestras gemelas almas
rompieron juntas a soñar
para navegar por los mares
que llenan la inmensidad.
En esos instantes sublimes
para así sellar nuestro amor
juntos con fruición libamos
de nuestros labios el dulzor.
Canciones de amor.
Página 152/309
Antología de Julio Noel
De entre todas las frágiles rosas
De entre todas las frágiles rosas
eres para mí la más delicada,
eres la linda rosa perfumada
que aroma las almas primorosas.
En las agradables noches brumosas,
al venir a mí tan engalanada,
percibo tu fragancia exhalada
cuando al estar junto a mí te sonrosas.
¡Oh brillante estrella matutina,
perfume sublime entre las flores,
déjame vivir siempre junto a ti!
No te mudes en cobra diamantina
que hiera mi corazón en los albores
y burlándose se aleje de mí.
Canciones de amor.
Página 153/309
Antología de Julio Noel
Era verde tu mirada
Era verde tu mirada,
como el agua del mar;
era verde tu aliento
y hasta tu respirar;
eran verdes esos ojos,
como dos rosas sin par;
verdes eran tus anhelos
y verde era tu soñar.
Eran verdes tus sonrisas,
como lo era tu mirar;
todo en ti era verde,
hasta tu modo de andar;
por eso yo aún te quiero
y no te puedo olvidar.
Canciones de amor.
Página 154/309
Antología de Julio Noel
Dos gotas de ámbar las esmeraldas derramaban
Dos gotas de ámbar las esmeraldas derramaban
de tu cara; eran como dos gotas de rocío
que en las frescas y húmedas noches del estío
los pétalos de dos hermosas rosas besaban.
Los suspiros que de tu corazón se exhalaban
como dardos atravesaban el pecho mío,
produciendo en mi alma tan gran escalofrío
que a regiones desconocidas me trasladaban.
Mi amor por ti era tan inmaculado y sincero,
que por no verte llorar no sé lo que yo diera;
te daría mi alma y mi corazón entero
y todo lo que poseo bajo esta inmensa esfera.
Por no verte llorar, mi amada, yo te daría
mi alma, mi corazón y esta aciaga vida mía.
Canciones de amor.
Página 155/309
Antología de Julio Noel
Tu gran hermosura es tan infrangible
Tu gran hermosura es tan infrangible
que resulta totalmente inefable,
si no fuera así sería improbable
que permaneciera inmarcesible.
No hay en la lengua palabra posible
que describa tu lindeza adorable,
ni imagen poética inenarrable
que pinte tu belleza indescriptible.
Eres un dechado de perfección,
serafín divino caído del cielo,
que ante mis ojos te apareciste.
¡Oh atractivo de mi imaginación
en que he depositado tanto celo!
¿Por qué al verte, loco me volviste?
Canciones de amor.
Página 156/309
Antología de Julio Noel
Un beso tuyo me bastaría
Un beso tuyo me bastaría
para percatarme que me amas,
pero nunca supe lo que tramas
cuando besar tus labios quería.
Jamás advertí que fingiría
cuando mi corazón inflamas,
aunque extingas estas llamas
mi alma siempre me dolería.
No seas tan severa conmigo
condescendiente vengadora,
no me hagas padecer tanto.
Deja que cuando esté contigo,
¡oh atractiva cautivadora!,
por un beso trueque mi llanto.
Canciones de amor.
Página 157/309
Antología de Julio Noel
Bajo la apacible sombra de aquel arrayán
Bajo la apacible sombra de aquel arrayán,
mientras inhalábamos con fruición su aroma,
me juraste y perjuraste de veras o en broma
palabras de amor eterno que en mí vibrarán
por siempre, ¡oh cruel seductora!, mas no serán
palabras sinceras de la cándida paloma,
que surca el aire y entre los álamos asoma
para posarse en las manos que la acogerán.
Tus pérfidas palabras jamás fueron sinceras,
puesto que con fingida apariencia amorosa
hirieron mi corazón con la saeta del amor
y se apresuraron en mostrar mañas arteras
para transformar la flor dulce y primorosa
en amargo cáliz de sufrimiento y dolor.
Canciones de amor.
Página 158/309
Antología de Julio Noel
De entre todas las mujeres tú eres la más bella
De entre todas las mujeres tú eres la más bella,
con esa cara de ángel, tan linda y primorosa,
que semeja pétalos de delicada rosa
venidos desde el confín de una lejana estrella.
Tu divino y seráfico semblante destella
un halo de intensa luz tan blanca y luminosa,
para tu enamorado tan amena y preciosa,
que preferiría la muerte a vivir sin ella.
¡Oh dechado de perfección divino lucero!
Que no se desvanezca tu angelical encanto
ni se te aje nunca tu inigualable belleza.
Mas te seguiría queriendo como te quiero
aunque la vejez pueda producir desencanto,
pues mi amor está en el corazón, no en la cabeza.
Canciones de amor.
Página 159/309
Antología de Julio Noel
Recuerdas aquella tarde de calor inhumano
¿Recuerdas aquella tarde de calor inhumano
que nos acercamos a una agradable fontana,
ubicada en medio de una alameda lozana,
tú y yo los dos juntos asidos de la mano?
Era una de esas tardes de inicios del verano:
entre el ramaje cantaba la cigarra arcana
y fluía a través de los juncos el agua ufana
que logró atemperar aquel fervor temprano.
Los dos tendidos bajo la placentera sombra
dejamos vagar la mirada por el ramaje
mientras nos dijimos dulces palabras de amor.
Entretanto tú te giraste en la verde alfombra
cuando intenté en la fresca umbría del boscaje
estampar en tus labios un beso con ardor.
Canciones de amor.
Página 160/309
Antología de Julio Noel
Noche de calma, noche de luna llena
Noche de calma, noche de luna llena,
hasta mis sentidos traes el aroma
que a nuestros corazones amaroma
con tan deliciosa y sutil cadena.
Noche dichosa, noche de luz plena,
no quiebres la delicada maroma
que apenas roza el aire en la loma,
empero nuestras almas encadena.
Luminosa noche de plenilunio
no rompas la flecha de nuestro amor,
serías la causa de nuestro infortunio
causándonos gravísimo dolor.
Sé nuestro incondicional amparo
y de nuestra unión lazarillo y faro.
Canciones de amor.
Página 161/309
Antología de Julio Noel
Recuerdas del otoño aquella tarde soleada
¿Recuerdas del otoño aquella tarde soleada,
cuando juntos los dos contemplamos el celaje
que se percibía a través del breve boscaje,
mientras me conducías a tu antigua morada?
Nuestras manos entrelazamos en la dorada
sala que regía el semblante de un personaje,
respetable fundador de tu noble linaje,
que no apartaba de nosotros su hosca mirada.
En aquel maravilloso momento tu mano
acerqué a mis labios para poderla besar
y poder estrecharte después entre mis brazos;
pero tú giraste tu linda cara hacia el anciano
para así, ¡oh cruel ingrata!, poderte alejar
de aquellos mis apasionantes besos y abrazos.
Canciones de amor.
Página 162/309
Antología de Julio Noel
Dos piélagos profundos son tus ojos bellos
Dos piélagos profundos son tus ojos bellos
que me enamoraron desde el día en que te vi
y ya no podré soportar la vida sin ti,
porque mi existencia será anodina sin ellos.
Fascinado me quedé con sus verdes destellos
cuando por primera vez a tu lado acudí;
no tengo palabras que expresen lo que sentí
ni describan el fulgor que emana de aquéllos.
Son dos verdes gemas que irradian en tu cara
sutiles átomos llenos de luz y color,
son las dos esmeraldas que iluminan tu faz
y expanden por doquier tu belleza preclara.
¡Oh divina beldad!, no incrementes mi dolor.
A tu lado me sentiré dichoso y en paz.
Canciones de amor.
Página 163/309
Antología de Julio Noel
¡Oh amada mía, luz divina y mi tesoro!
¡Oh amada mía, luz divina y mi tesoro!
Al fin nos hallamos lejos del mundanal ruido,
después de haber por ásperos precipicios huido
no sin poner en alto riesgo nuestro decoro.
Sorteamos numerosos peligros sin desdoro
antes de arribar a la morada de Cupido,
luego en sus tiernos brazos nos hemos dormido
rodeados por un celestial y divino coro.
Aquí estamos solos en silencio tú y yo
muy lejos de la ensordecedora realidad,
donde juntos hallaremos, al fin, nuestra dicha.
Dejemos el ruidoso mundo que nos rodeó,
donde impera el estrépito y la banalidad,
si deseamos acabar con nuestra desdicha.
Canciones de amor.
Página 164/309
Antología de Julio Noel
Anoche le hablé al viento
Anoche le hablé al viento
mientras el mar contemplaba,
bajo el rumor de las olas
le pregunté por mi amada.
«Tu amor ya no es de este mundo
?me dijo con voz cansada?;
hace tiempo que se fue
a una esfera elevada,
donde todo es armonía
y donde reina la calma.
La vanidad de este mundo
dejó por la vida plácida
de quienes vivir anhelan
en la inmensidad del alma».
Mis pies besaban las olas
que la arena acariciaban
en la noche de silencio
y fulgor de luna pálida.
Yo le pregunté al viento
por dó llegar a mi amada,
cuál era el itinerario
que hasta ella me llevara.
Pero el viento enmudeció
y no quiso decirme nada.
Dejé mi amor en el mar
y en mis ojos una lágrima.
Canciones de amor.
Página 165/309
Antología de Julio Noel
Eres tú, oh bendita aparición
¿Eres tú, oh bendita aparición,
la montaraz y esquiva cervatilla
que del frondoso bosque en la orilla
huyó de mí como una exhalación?
Tu beldad cautivó mi corazón,
pues aun más que los rayos del sol brilla;
un célico astro eres tú sin mancilla,
divino dechado de perfección.
No me cansaría de ver tu belleza
si te dignaras quedarte a mi lado
para vivir siempre juntos los dos,
pero desapareces con presteza
cuando aún no he llegado a tu costado
sin dedicarme siquiera un adiós.
Canciones de amor.
Página 166/309
Antología de Julio Noel
Amor mío, hoy a la cumbre hemos ascendido
Amor mío, hoy a la cumbre hemos ascendido
de la montaña más alta para ver desde ella
el águila que sube a las nubes y la estrella
que tanto brilla apenas el ocaso se ha ido.
El rumor de la gente no llega a nuestro oído
ni el remoto y eterno bramar de la mar bella,
todo es calma, sólo el lucero su luz destella
para guiarnos en las tinieblas el recorrido.
En este lugar de silencio y tranquilidad
quisiera permanecer para siempre a tu lado
contemplando sin descanso el mar de tus ojos.
Yo acerco mis ígneos labios a tus labios rojos,
pero tú, esquivándome, te giras de costado
con la sonrisa cruel en tu cara de beldad.
Canciones de amor.
Página 167/309
Antología de Julio Noel
Cuando se evaporaban las perlas del rocío
Cuando se evaporaban las perlas del rocío
esta agradable mañana de primavera,
me acerqué muy quedo de tu casa a la vera
para trocar un beso tuyo por otro mío.
Pero ¿cuál no habrá sido mi aciago desvarío
al descubrir tu hermosa mansión cerrada entera
y que en todo su derredor ni un alma siquiera
se haya dignado sacarme de este gran vacío?
Desde ese momento peno por tu cuerpo ausente
y añoro los dulces besos de tu linda boca
que me guiaban al éxtasis de un mundo mejor.
Ya no anhelo nada del atroz mundo presente,
pues en esta aciaga vida toda dicha es poca
para quien se ha quedado sin su verdadero amor.
Canciones de amor.
Página 168/309
Antología de Julio Noel
Verde era el prado como tu mirada
Verde era el prado como tu mirada,
verdes tus ojos como verdemar,
si verdes no fueran no podría amar
tu faz de serafín tan delicada.
Tú naciste para ser adorada,
de tus bellos ojos se prendó el mar,
yo de ti no me podría enamorar
si tú no fueras tan inmaculada.
Tus lindos ojos son dos verdes gemas
que me sedujeron cuando te vi;
en mi corazón clavaron dos saetas
transformándose en los firmes emblemas
de mi inquebrantable amor por ti,
si tú, indolente, mi amor no vetas
Canciones de amor.
Página 169/309
Antología de Julio Noel
Si en mi ausencia alguna vez exhalas un suspiro
Si en mi ausencia alguna vez exhalas un suspiro,
envíamelo a través del aura matutina
que cada mañana orea la cárdena colina,
la colina que desde mi infancia tanto admiro.
Si yo por tu espaciosa ausencia apenas respiro,
cuando despacio se acerca la hora vespertina
y con lentos pasos el astro rey ya declina,
a expiar mis penas a la colina me retiro.
Tu suspiro para mí será grato perfume
que me ayude a embriagar mis alicaídos sentidos
y a volver a la vida esta alma que por ti llora.
Bendito sea por siempre el aroma que rezume,
sólo él despertará del corazón los latidos
de tu afligido cautivo que tanto te implora.
Canciones de amor.
Página 170/309
Antología de Julio Noel
Cuando del sol los dorados rayos en la tarde
Cuando del sol los dorados rayos en la tarde
caen de los chopos sobre las plateadas hojas,
tu marfileña frente y tus mejillas rojas
semejan una incandescente hoguera que arde.
Cuando tu verde mirada en mi espíritu rasgue
la pasión que me provocas y a la que me arrojas
siempre que me acerco a ti, empero tú te enojas
porque me consideras un falaz y un cobarde.
Sabes que por tu amor yo daría cuanto poseo:
mi corazón, mi afligida alma, mi vida entera,
todo cuanto atesoro sería para ti.
Soy un infeliz desdichado cuando no te veo;
¿por tu amor?, por una mirada tuya yo diera
todo lo que en este aciago mundo poseí.
Canciones de amor.
Página 171/309
Antología de Julio Noel
Cuando en la lúgubre noche sin luna
Cuando en la lúgubre noche sin luna,
toda plena de brillantes estrellas,
te cautivan las palabras más bellas
que haya pronunciado persona alguna.
Cuando junto a la plateada laguna
relucen tus ojos como centellas
y con tu glauco mirar mi alma mellas
inoculando en mi amor tu vacuna.
A mi lado tenerte siempre quisiera
y juntos los dos vivir nuestro amor
como dos eternos enamorados.
¿Pues qué sería lo que yo no hiciera
para dar fin a este cruento dolor
que tiene mis sentidos abrumados?
Canciones de amor.
Página 172/309
Antología de Julio Noel
Recuerdas, amor mío, cuando los dos subimos
¿Recuerdas, amor mío, cuando los dos subimos
juntos a la montaña aquella tarde de estío,
dejando tras de nosotros el gran caserío
mientras a lo más arduo y prominente ascendimos?
Cuando en lo más elevado del monte estuvimos,
divisamos en la brumosa mar un navío
que luchaba con las olas en gran desafío
y por su salvación gran temor los dos sentimos.
En tu partida yo soy aquella frágil nave
que en el enfurecido mar no discierne el norte
para recalar incólume en resguardado puerto.
¡Oh, ingrata! Haz que tu ausencia en mí no agrave
mi aflicción. Dame una palabra que me conforte
para que a tu regreso me halles vivo y no muerto.
Canciones de amor.
Página 173/309
Antología de Julio Noel
Anoche te soñé en la sosegada fontana
Anoche te soñé en la sosegada fontana
en que por primera vez tu imagen descubrí;
me acerqué temprano hasta el lugar esta mañana,
pero tú, ¡beldad divina!, no estabas allí.
Tu ensortijada y sedosa cabellera de oro,
las verdes gemas que iluminan tu faz radiante
son para tu enamorado el mayor tesoro
que jamás hallara en el bárbaro mundo errante.
Las anacaradas perlas de tu linda boca,
de tus labios los voluptuosos rojos corales
son para tu sumiso esclavo tan cruciales,
que tal seducción un éxtasis en mí provoca.
No puedo vivir sin ti, mi inexorable amada,
porque mi vida en tu ausencia es como un no vivir;
mas antes que vivir sin ti prefiero morir,
pues esta vida sin ti ni es vida ni es nada.
Canciones de amor.
Página 174/309
Antología de Julio Noel
Una cálida mañana del mes de julio
Una cálida mañana del mes de julio,
cuando descubrí la soledad de tu casa,
mis pies se deslizaron por la suave arena
que inundaba la superficie de la playa.
Mi loca imaginación voló por un instante
a remotas regiones con alas ingrávidas,
donde hallar incólume tu blanca figura
y ver extasiado la beldad de tu cara.
Un espíritu del aire entonces me dijo
que de ti por mucho tiempo me olvidara,
que olvidara que un día te había conocido
en el perfumado jardín de tu morada.
«La preciosa rosa de tus sueños ?me dijo?
ha volado al lejano país de las hadas,
oculto en las regiones etéreas y remotas
por donde aparece el lucero del alba.
No malgastes tu tiempo en vanas ilusiones
ni pretendas seguir sus tenues pisadas,
pues no dejó huellas visibles en este mundo,
tan sólo en tu imaginación acalorada».
El tenue espíritu se desvaneció en el aire
sin dejarme emitir una sola palabra,
después me fui perdiendo con pasos morosos
entre todo aquel gentío que me rodeaba.
Canciones de amor.
Página 175/309
Antología de Julio Noel
Qué amargo es, amada mía, el duro despertar
¡Qué amargo es, amada mía, el duro despertar
a la realidad que a nuestro corazón congoja
cuando el desdichado destino nos despoja
de aquel etéreo y maravilloso soñar!
Acostumbrado a un continuo y silente vagar
por aquella región ignota que a mi alma arroja
a un espacio de dicha y felicidad, me enoja
el regreso a un mundo de estruendo y malestar.
Quisiera, amor mío, soñarte eternamente
y recordarte como una delicada rosa
con tu verde mirada perdida en el mar,
pero inmerso y desamparado entre tanta gente,
mi adorable sueño, no puedo hacer otra cosa
que olvidarte para siempre y echarme a llorar.
Canciones de amor.
Página 176/309
Antología de Julio Noel
Saeta voladora
Saeta voladora,
lanzada al azar,
¿dónde irás traidora
tu aguijón a clavar?
Saeta que como el viento
no descansas jamás,
dirígete rauda
a la orilla del mar,
deja mi corazón
tranquilo reposar.
Saeta lanzada al viento,
que no sabe a do va,
déjame aquí apacible,
no vengas a turbar
la paz que aún respiro
en mi triste hogar,
no me embeleses con
dicha y felicidad,
que luego se tornen
pura futilidad.
Saeta voladora,
lanzada al azar,
vuela con el viento,
vuela hacia la mar.
Página 177/309
Antología de Julio Noel
Con qué gran fuerza esta noche tu luz se refleja
¡Con qué gran fuerza esta noche tu luz se refleja
en el pulido cristal de la mar sosegada!
Sobre la superficie tersa y pulimentada
extiendes tus rayos cual las alas de una abeja.
En sus aguas tejes una fina orla bermeja,
con etéreos hilos de plata y oro decorada,
que adorna la extensa superficie argentada
donde tu linda e inmaculada imagen se espeja.
¡Oh astro que la siniestra oscuridad iluminas
y que te eriges como adusto rey de la noche!
¡Oh sublime diosa de los enamorados!
Caminando a ciegas por tenebrosas colinas
no dejes que mi corazón tanto amor derroche,
guíalo por la senda de tus rayos plateados.
Página 178/309
Antología de Julio Noel
Oigo sonidos extraños
Oigo sonidos extraños
que en las esferas ignotas
de un frágil instrumento
manos ingrávidas tocan.
Suaves y tiernos acordes
mi espíritu trastornan,
guiándome a las lejanas
regiones de la aurora.
Su deliciosa melodía,
dulce y embriagadora,
adormece mis sentidos
y seduce mi alma toda.
Oigo armoniosos trinos,
como de aves canoras,
que a regiones infinitas
mi espíritu transportan.
?Quisiera quedarme en ellas
durante infinitas horas?.
Al instante se interrumpe
el alegre son que tocan
unas manos celestiales
al lado de mi alcoba.
Retorno conmigo mismo
y no sin cierta congoja
vuelvo a la aciaga verdad
de este mundo que me agobia.
Página 179/309
Antología de Julio Noel
Entre el follaje verde y umbrío
Entre el follaje verde y umbrío
resonaban las liras volantes,
cuyos trinos canoros y piantes
se sumaban al rumor del río.
Por el ameno y sutil plantío
fluían auras y céfiros constantes,
que portaban aromas fragantes
en la ardiente tarde del estío.
Este paraje tan deleitoso
embelesó todos mis sentidos
hasta hacerme el mundo olvidar.
Mientras contemplaba el fluido acuoso,
amargos y angustiados gemidos
hirieron de muerte mi ensoñar.
Página 180/309
Antología de Julio Noel
Noche de luna llena
Noche de luna llena
a la orilla del mar,
mi alma no siente pena
si te vengo a cantar.
Clara noche de encanto
y de eterna quietud,
no permutes mi canto
en acerba acritud.
La paz mira mi ser
en esta inmensidad,
quisiera trascender
a otra realidad.
Mi espíritu sosiega
el rumor de las olas,
el mar mi mente anega
si estoy con él a solas.
Noche de luna llena
a la orilla del mar,
mi alma no siente pena
cuando te voy a cantar.
Página 181/309
Antología de Julio Noel
En un cálido despertar de una mañana de estío
En un cálido despertar de una mañana de estío
las rosas de mi jardín exhalan su fragancia,
en sus pétalos no hay ni una gota de rocío
que mancille su grácil aroma y su elegancia.
Una alba mariposa con suavidad se posa
sobre la rojez de una elegante rosa grana,
un caracol con su calcárea concha reposa
bajo la fresca sombra de la fronda cercana.
El gárrulo mirlo canta entre el denso follaje;
su armoniosa melodía, tan suave y amena,
las delicias hace de tan deleitoso paraje
al acorde con el trino de la filomena.
Mi alma, al oírlos, se eleva a las altas esferas
olvidando de este mundo las banalidades,
donde confía encontrar las respuestas sinceras
de infinitos desengaños y frivolidades.
Página 182/309
Antología de Julio Noel
Bajo la agradable sombra de los verdes sauces
Bajo la agradable sombra de los verdes sauces
el azul del cielo ensimismado contemplaba,
de la chicharra el chirriar me rememoraba
el metálico rechinar de un dragón las fauces.
Mi imaginación recorría la bóveda célica
llevándome de una en otra a las altas esferas,
en aquel inmenso orbe no descubrí barreras
que detuvieran el volar de mi forma angélica.
Por las ignotas regiones célicas vagaba
cuando en lo más íntimo oí una bella melodía,
de los coros celestes imaginé que venía,
mas era el locuaz mirlo que para mí cantaba.
Vuelto a la realidad de esta tierra depravada,
quise ascender de nuevo a la bóveda celeste,
pero me lo impidió una ninfa de blanca veste
que se me apareció ante mi atónita mirada.
Página 183/309
Antología de Julio Noel
Una soleada y ardiente tarde de verano
Una soleada y ardiente tarde de verano
me aproximé a las refrescantes aguas del río,
bajo su agradable influencia el rigor del estío
se me hizo mucho más soportable y liviano.
Las sosegadas aguas discurrían por el llano
con suave fluir para no molestar al plantío,
el cauce se revelaba entonces más sombrío
hasta el puente que quedaba distante y lejano.
A través de los líquidos cristales volaban
los dardos arcoíris de una a la otra orilla
como una gran lluvia de irisados corales.
Mis ojos sus raudos movimientos observaban
y hasta llegué a tocar el cristal con mi barbilla
para mejor apreciar sus aleteos caudales.
Página 184/309
Antología de Julio Noel
Una tórrida y plácida tarde de verano
Una tórrida y plácida tarde de verano
hallábame bajo la sombra de un salguero,
me encontraba allí tan cómodo y placentero
que incluso me olvidé de todo deleite humano.
Mi corazón se iba transformando en sobrehumano,
cuando en lo más profundo del soto medianero
se dejó sentir el dulce trino de un jilguero
que me trasladó a un paraíso muy lejano.
Escuchando la tierna y plácida melodía
de tan oportuna y celestial ave canora
me hubiera quedado para siempre en el edén;
pero una inesperada y ruidosa algarabía
me tornó a la triste realidad en aquella hora
en que era de la dulce ave canora rehén.
Página 185/309
Antología de Julio Noel
Una plácida mañana de mayo
Una plácida mañana de mayo
el cuclillo cantaba sin desmayo
su monótona y eterna canción.
Era la nota de la primavera
que suave y melodiosa viniera
a dar alegría a mi corazón.
Las avecillas del bosque cantaban,
las abejas de las flores libaban
el dulce néctar para hacer la miel.
Yo deambulaba ausente y vagaroso
por las lindes del mundo tenebroso
alejándome para siempre de él.
Página 186/309
Antología de Julio Noel
A una margarita
En el verde del prado terciopelo
se pintaba una blanca margarita,
como era tan hermosa y bonita
sólo se dignaba mirar al cielo.
Trepando por su tallo desde el suelo
hasta ella se acercó una mariquita,
que le inquirió por qué era tan bonita
antes de iniciar su rápido vuelo.
La alba flor no supo qué contestar
a aquella pregunta tan lisonjera,
por lo que muy triste se echó a llorar.
La mariquita emprendió muy ligera
su vuelo en busca de otra bella flor
para no incrementar más su dolor.
Página 187/309
Antología de Julio Noel
En una jaula de oro cantaba el ruiseñor
En una jaula de oro cantaba el ruiseñor,
en otra de plata le contestaba el jilguero
buscando sin tregua de la jaula un agujero
por donde escabullirse y salir al exterior:
«¡Ay, mísero de mí!», decía con amargor,
«yo, que entre los cantores fui el primero,
me veo en esta jaula de plata prisionero
sin poder gozar del aire libre y del dulzor».
«¿Por qué no mudamos este encantado pico
en afilados incisivos de roedores
y limamos de nuestras prisiones los barrotes
para lograr la libertad que tanto vindico
y que me fue arrebatada por unos captores
cuando alegre cantaba entre unos verdes brotes?».
Página 188/309
Antología de Julio Noel
Abril renacía de los rigores invernales
Abril renacía de los rigores invernales
y por doquier mostraba sus brotes primorosos,
entre las flores de los jardines más hermosos
brillaban las de los aromáticos rosales.
En el campo emergían ramilletes florales
que lo pintaban de colores maravillosos,
exhalando aromas y perfumes deliciosos
hasta embriagarnos los sentidos a los mortales.
Abril cambia su vestido a la Naturaleza,
se viste con túnica verde y multicolor;
todo recobra nueva vida y se despereza
olvidando del invierno su brutal rigor.
Todo a la vida renace en la primavera
y en todas partes alegría y pasión genera.
Página 189/309
Antología de Julio Noel
Las olas se batían suavemente
Las olas se batían suavemente
contra la abrupta ribera del mar,
mientras la blanca espuma iba a besar
mis doloridos pies plácidamente.
El cielo exhibía su celaje ardiente
de la tarde en el lento declinar,
un rayo en aquella agua verdemar
del sol destellaba resplandeciente.
Ya volaban las liliales gaviotas
hacia los escarpados roquedales
portando pececillos en sus bocas.
Y las palomas, cándidas e ignotas,
se posaban leves en los bardales
sin osar aproximarse a las rocas.
Página 190/309
Antología de Julio Noel
Por intrincados caminos polvorientos
Por intrincados caminos polvorientos
caminaba taciturno el viejo poeta,
marchaba ensimismado en sus pensamientos
como el niño que corre tras la cometa.
Una aura se deslizaba vaporosa
por entre las viejas y grises encinas,
sus infrangibles alas de mariposa
se diluían en las lejanas colinas.
Los dorados rayos de la tibia tarde
ponían una nota de oro al paisaje,
eran como la ingrávida llama que arde
de un etéreo océano en el oleaje.
De sus pensamientos se libraba el vate
mientras sobre sus pasos retrocedía,
fue dejando atrás el áspero combate
que le ocupara la mente todo el día.
Página 191/309
Antología de Julio Noel
Bajo la verde sombra de un tupido boscaje
Bajo la verde sombra de un tupido boscaje
reposaba de un ímprobo día de calor,
veía en la distancia de los brezos el livor
y en el techo célico el cincilante celaje.
Por un instante, a través del verdoso follaje,
las irisadas opalescencias de un alcor
inundaron mis pupilas de luz y color,
ensalzando el esplendor de tan sutil paraje.
Ciegos mis sentidos por tan bello resplandor,
soñé que una hermosa hada al cielo me transportaba
en una carroza por dos corceles tirada.
Vuelto en mí, pude contemplar que a mi alrededor
una grácil gacela la tierna hierba pastaba
y que del bello esplendor ya no quedaba nada.
Página 192/309
Antología de Julio Noel
Canciones de amor el liróforo cantaba
Canciones de amor el liróforo cantaba
en un apacible rincón de su amada tierra,
hermosas tonadas mélicas declamaba
para no oír los rasgados gritos de guerra.
Las hojas de los níveos álamos tremaban
bajo el soplo de la suave aura matutina,
los relucientes cristales se deslizaban
plácidos y silentes por la rambla albina.
Apolo esplendía sus rayos ancestrales
del río a través del apretado ramaje,
reflejando en los líquidos cristales
sutiles opalescencias como un tatuaje.
El regalo con que los dioses me brindaban
era de naturaleza arcana e inefable,
mis dolientes y ahítos sentidos sedaban
en aquel lugar paradisíaco y afable.
Página 193/309
Antología de Julio Noel
Hoy, amor mío, has herido mi corazón
Hoy, amor mío, has herido mi corazón
con el ardiente acero verdemar de tus ojos,
y me he tenido que postrar ante ti de hinojos
para no perder los sentidos ni la razón.
Hoy he percibido en mi pecho una sensación
que de mi alma ha arrancado todos los enojos,
hoy libaré el dulce néctar de tus corales rojos
que me proporcionará gran deleite y fruición.
Fundidos en uno recorreremos los dos
los espacios infinitos de la bella aurora
para olvidarnos de este mundo aciago y atroz.
A la cruel humanidad le diremos adiós
en esa bienaventurada y agradable hora
en que enmudecerá para siempre nuestra voz.
Suspiros y sueños de amor
Página 194/309
Antología de Julio Noel
De tus ojos el verde fuego
De tus ojos el verde fuego
mi corazón hirió de muerte,
nunca había tenido la suerte
de jugar del amor al juego.
Mi amada, por favor te ruego
que tu amor por mí sea tan fuerte,
que pueda por siempre tenerte
junto a mí con dulce sosiego.
No quiebres el endeble lazo
que amarra nuestros corazones
y fusiona en uno los dos.
Nunca jamás digas adiós
a nuestras dulces sensaciones
ni desdeñes un tierno abrazo.
Suspiros y sueños de amor
Página 195/309
Antología de Julio Noel
A la orilla del mar
A la orilla del mar el liróforo cantaba
a su dulce amada sus tristes quejas de amor,
el apenado se quejaba con tanto ardor
que hasta el inexorable austro de él se apiadaba.
La reverberación del mar su angustia aumentaba
con los esplendorosos destellos de fulgor,
forzando al afligido vate con gran dolor
a abandonar la orilla del mar que tanto amaba.
Amor, ábreme tu flamígero corazón
para que sus llamas devoren mi triste pena
y de nuevo feliz a tu lado pueda estar.
Si te he herido, después de pedirte perdón,
anhelo que de mis labios una frase amena
oigas: «nunca jamás podré dejarte de amar».
Suspiros y sueños de amor
Página 196/309
Antología de Julio Noel
Amada mía, ¿por qué tan solo me has dejado
Amada mía, ¿por qué tan solo me has dejado
en este mundo tan veleidoso y anodino
y a aquel agradable espacio, eterno y divino,
contigo, tú y yo para siempre, no me has llevado?
La amarga soledad en que me has abandonado
no conducirá mis pasos por el buen camino
ni me hará llegar indemne a mi ansiado destino,
me faltas tú, mi sostén, mi guía y mi cayado.
Amor, quisiera traspasar las ondas etéreas
como rayo de luz que el eterno espacio corre
para estar siempre juntos tú y yo en el más allá.
¿Quién guiará mi alma por esas regiones sidéreas,
si tu caro amparo no viene a mí y me socorre,
arrastrándola a esos mundos donde ahora no está?
Suspiros y sueños de amor
Página 197/309
Antología de Julio Noel
Como lluvia de otoño caída en primavera
Como lluvia de otoño caída en primavera
acojo yo las perlas llovidas de tus ojos
y depositar quisiera en tus corales rojos
un beso de amor que esas perlas derritiera.
Si de mi impertérrita voluntad dependiera,
me postraría ante tu etérea beldad de hinojos
para abrir con la llave del amor los cerrojos
de esas verdes gemas que ornan tu cara de cera.
Amor mío, rocía mis cabellos con tu llanto,
ahoga con tus lágrimas el fuego que me abrasa,
extingue mi pasión con tu elixir verdemar.
Ábreme tu corazón para no sufrir tanto
el intenso dolor que mi aciaga alma traspasa,
y así libre por el evo poder volar.
Suspiros y sueños de amor
Página 198/309
Antología de Julio Noel
Amor mío, ¿eres real o simplemente un sueño
Amor mío, ¿eres real o simplemente un sueño
de mi febril fantasía que loca camina
por los arduos escollos de la senda divina,
cautivada por tu bello rostro marfileño?
Tanto si eres real como un agradable ensueño,
tu inefable beldad a mi corazón fascina
y mi sumisa voluntad hacia ti se inclina
como dócil fámulo de su adorado dueño.
Amor mío, no frunzas al verme tu hosco ceño
ni te muestres ante mí con tu actitud mezquina,
clavando en mi corazón esa acerada espina
con tan exacerbada acerbidad y desdeño.
¡Oh cruel amada, esconde tu rostro berroqueño,
no perseveres en tu actitud adamantina
que a mi intrincada y oscura senda no ilumina,
y ofréceme tu semblante radiante y risueño.
Suspiros y sueños de amor
Página 199/309
Antología de Julio Noel
Besar tus labios quisiera
Besar tus labios quisiera, mi bella adorada,
para diluirnos en átomos de luz y color,
y trasladar para siempre nuestro casto amor
a una esfera etérea, sublime y elevada.
Cambiar quisiera esta tierra rastrera y malvada
por un delicioso edén de armonía y fulgor,
donde nos amaríamos sin ningún temor
a las vanidades de esta vida depravada.
Las fatuidades del abyecto y temible mundo
nos tienen a este desdichado suelo encadenados
y de sus cadenas nadie se puede librar.
Mi amor querría para siempre de ti liberar
los onerosos hierros y férreos candados
que te han causado un dolor tan severo y profundo.
Suspiros y sueños de amor
Página 200/309
Antología de Julio Noel
Quisiera tenerte toda la noche en mis brazos
Quisiera tenerte toda la noche en mis brazos
para sentir los latidos de tu corazón
y beber el néctar de tus labios con pasión
para derretirme entre tus caricias y abrazos.
Quisiera deshacer nuestros diamantinos lazos
para volar por las estrellas con ilusión
y vivir en las altas esferas la emoción
de haber roto nuestras cadenas en mil pedazos.
Vagaríamos los dos por la noche estrellada,
adonde no llega la insidia de los mortales,
libres y alegres para siempre juntos tú y yo.
Moraríamos la eterna noche, mi dulce amada,
entre fulgurantes luces y auroras boreales
para alcanzar los confines que nadie logró.
Suspiros y sueños de amor
Página 201/309
Antología de Julio Noel
Anoche te soñé como un grato sueño de amor
Anoche te soñé como un grato sueño de amor,
soñé que de tus verdes luceros me prendaba,
soñé que tus encarnados corales besaba
y soñé que nos fundíamos en mutuo ardor.
Anoche sentí en mi pecho un terrible temor
cuando te busqué en la negra noche y no te hallaba,
cuando la soledad del lecho mi sangre helaba
y mi cuerpo se empapaba de un frío sudor.
Cuando mi alcoba iluminó la suave alborada
y mis ojos observaron que no te hallabas tú,
mi corazón quedó totalmente consternado.
En ese momento no me hubiera importado
haber llegado a una alianza con Belcebú
para ser yo el soñado y no tú, dulce amada.
Suspiros y sueños de amor
Página 202/309
Antología de Julio Noel
Amor mío, sólo en mi sueño vives
Amor mío, sólo en mi sueño vives,
nunca has sido real, de carne y hueso,
mas yo te quiero a pesar de todo eso,
con tu eterna irrealidad me desvives.
Aunque del aroma y placer me prives,
yo prefiero tu lírico embeleso
al más cálido y apasionado beso
con el que mi inflexible amor cautives.
Ni la vehemencia de la apasionada
ni los suspiros de la seductora
cautivan mi rendido corazón.
Sólo el embrujo de la diosa ansiada,
que me fascinó en tan sublime hora,
ofusca por entero mi razón.
Suspiros y sueños de amor
Página 203/309
Antología de Julio Noel
¿Vives sólo, amor, en mi mente obnubilada
¿Vives sólo, amor, en mi mente obnubilada
o eres algo más que el fruto de mi fantasía?
¿Eres, acaso, como rosa que dura un día
y que se deshace en mil pétalos deshojada?
¿Eres, amor, como la amapola colorada,
que en primavera enciende los campos noche y día,
o eres como la bella rosa de la peonía
tan fragante, esplendente, vistosa y delicada?
¿Qué eres, mi amor, que tanto atormentas mi mente,
que daría mi vida entera por no perderte,
y que con tal fuego has cautivado mi corazón?
¿Eres, acaso, amor mío, la postrera razón
por la que vivo en este mundo siniestro e inerte,
que me condena a vagar por él eternamente?
Suspiros y sueños de amor
Página 204/309
Antología de Julio Noel
Plácido céfiro quisiera ser
Plácido céfiro quisiera ser, amor mío,
para acariciar tu aterciopelada piel
y con mis labios libar el aroma de miel
que rezumas en las cálidas noches de estío.
Cuanto más cerca de ti estoy tanto más ansío
fundirme en los efluvios que emana ese vergel,
o postrarme ante ti de hinojos como escabel
si en tu sublime e inefable amor no confío.
¡Oh idolatrada y divina beldad seductora!
No veles a tu cautivo las mieles de tu encanto
ni le niegues las suaves fragancias de tu amor.
Deja que hechizado junto a ti aspire tu dulzor,
para que así no sufra el terrible desencanto
tu amado que tanto te diviniza y adora.
Suspiros y sueños de amor
Página 205/309
Antología de Julio Noel
Amor, ayer te soñé en la agradable fontana
Amor, ayer te soñé en la agradable fontana,
que se oculta a las miradas del vulgar gentío
entre las inextricables alamedas del río,
donde contemplé tu cabellera de oro y grana.
Tú cantabas al lado de la fuente una nana
y de tus ojos fluían dos gotas de rocío,
que me produjeron un suave escalofrío
en esas horas agridulces de la mañana.
Cual grácil gacela que se esconde en la espesura
cuando a sus oídos llega el más mínimo rumor,
así huiste de mí como de fiero cazador
que siguiera tu tenue paso en la noche oscura.
Por ver el verde fulgor de tus glaucos ojos,
sólo pude rendirme ante la fuente de hinojos.
Suspiros y sueños de amor
Página 206/309
Antología de Julio Noel
Anoche te soñé toda de blanco vestida
Anoche te soñé toda de blanco vestida
de tu albina veste con vaporoso cendal,
semejabas inmaculada diosa lilial
que a esta miserable tierra fuese descendida.
Tu impoluta imagen ante mis ojos surgida
era de una hermosura y de un esplendor tal,
que en este mundo no se encontrara otra igual,
pues irreal parecías toda de blanco ceñida.
De tu cándida figura quedé enamorado,
por la flecha del amor mi corazón herido,
en aquel instante ante ti me hubiera rendido
feliz de ser el amante más afortunado.
En el amargo despertar deseé la muerte,
te busqué por todas partes y no logré verte.
Suspiros y sueños de amor
Página 207/309
Antología de Julio Noel
Amor, ¿adónde por la intrincada senda has ido
Amor, ¿adónde por la intrincada senda has ido
que a espacios remotos y agrestes te ha llevado
y de mi amor y compañía te has alejado
sin haberte tan siquiera de mí despedido?
Me has abandonado en el inmarcesible olvido
y en este abyecto mundo solo me has dejado;
en tu ausencia vivo alicaído y desesperado
buscando la escarpada senda que tú has seguido.
Desearía vagar por el espacio infinito
y perderme en los océanos de la eternidad,
antes que sufrir la aterradora soledad
de este aciago mundo tan bárbaro e inaudito.
¡Apiádate de mí, oh mi dulce vengadora,
no me olvides en soledad tan aterradora!
Suspiros y sueños de amor
Página 208/309
Antología de Julio Noel
Recuerdas cuando íbamos a la orilla del mar
¿Recuerdas cuando íbamos a la orilla del mar
para respirar los dos juntos el salado aroma
y luego ascendíamos por una suave loma
para divisar mejor desde ella la altamar?
¡Cuántas veces allí solíamos contemplar
el tímido vuelo de alguna blanca paloma,
que temerosa se posaba en la maroma
de un velero que pasaba por allí al azar!
Mis labios probaban depositar con ardor
en tus rojos corales un ósculo de amor
para así sellar la pasión que nos embargaba.
Con una sonrisa girabas tu linda cara
para que yo tus ardientes labios no besara,
mientras mi corazón por tu amor se desangraba.
Suspiros y sueños de amor
Página 209/309
Antología de Julio Noel
Quisiera contemplar este crepúsculo de oro
Quisiera contemplar este crepúsculo de oro
que irradia su tenue luz por las olas del mar,
para discernir entre sus aguas verdemar
las esmeraldas divinas que yo tanto adoro.
Las esmeraldas divinas que yo tanto adoro
quisiera entre sus verdes aguas encontrar
y así en lo más hondo de mi corazón guardar
la imborrable imagen de tan excelso tesoro.
No necesito el mar cuando estás a mi lado
y clavas tu pupila verdemar en mis ojos
para admirar del océano la inmensidad.
Tu verde mirada me dejó hechizado,
y por ella caí ante ti postrado de hinojos
y me rendí a tu amor por toda la eternidad.
Suspiros y sueños de amor
Página 210/309
Antología de Julio Noel
Tú que conoces los paraísos siderales
Tú que conoces los paraísos siderales
de nubes de silencio y de ingrávidos seres,
que recorres los cerúleos campos de Ceres
y que sonríes en las auroras boreales.
Tú que con tus hechizos conjuras los males
y de la alegría y el júbilo látigo eres,
tú que con glaucas gemas el corazón hieres
de tantos incautos e infelices mortales;
no olvides que un día juramos juntos los dos
amarnos por siempre a la luz de las estrellas
y unir nuestros labios en las noches más bellas
bajo la atenta mirada del niño dios.
¿Por qué, ¡oh torturadora!, de mí te alejas
y en este amargo mundo tan solo me dejas?
Suspiros y sueños de amor
Página 211/309
Antología de Julio Noel
Eres la música de la noche
Eres la música de la noche,
eres la diosa del amor,
eres de belleza un derroche,
eres cándida como una flor.
Eres la rosa de la mañana
que de color viste mi jardín,
eres el perfume de mi ventana,
eres la flor del jazmín.
Eres la blanca azucena,
eres de la miel el dulzor,
eres el canto de la filomena,
eres de la mañana el albor.
Eres la rubia xana,
eres la beldad sinfín,
eres la diosa Diana,
eres un querubín.
Suspiros y sueños de amor
Página 212/309
Antología de Julio Noel
Remembrando tus rojos labios
Remembrando tus rojos labios anhelo el beso
que avivaba en mí el fuego de mi pasión,
su dulzura me ocasionaba tal embeleso
que inflamaba las llamas de mi corazón.
Tus rubíes eran para mí néctar sublime,
como sonido de clarinetes celestiales,
mirífico elixir de las fiestas bacanales
que del ardor del amor mi frenesí redime.
Fluyes ante mí como espíritu vaporoso
que raudo se desliza por las altas esferas
de este vasto universo sin principio ni fin.
Y me dejas inmerso en un vacío vagaroso
a él aherrojado y del que jamás me liberas,
como las notas nunca arrancadas de un violín.
Suspiros y sueños de amor
Página 213/309
Antología de Julio Noel
Una tibia noche de luna llena
Una tibia noche de luna llena
te vi salir de las olas del mar,
tus huellas sobre la dorada arena
eran deleitosas gotas de azahar.
Las blondas guedejas de tu melena,
esparcidas por el viento al azar,
parecían las de una áurea sirena
que a la arena saliera a reposar.
Los sueños besaban tu piel morena,
como los peces el agua del mar,
te cubrían átomos de luna plena
que irradiaban destellos sin cesar.
Tu nívea cara era blanca azucena
que envidiara Venus al contemplar,
exhalabas aroma a hierbabuena
y a deliciosas frutas de ultramar.
Una tibia noche de luna llena
te vi salir de las olas del mar,
desde entonces mi alma en el evo pena
porque mi amor no te puede olvidar.
Suspiros y sueños de amor
Página 214/309
Antología de Julio Noel
Sueños que me lleváis por las celestes regiones
Sueños que me lleváis por las celestes regiones
para unir mi corazón con el de mi bien amada,
que de mi deseo os adueñáis en la alborada,
¿por qué me tentáis con tan placenteras visiones?
Vientos que me haláis a las sidéreas conjunciones
de los astros que se agitan en la noche estrellada,
que me susurráis palabras de amor de mi amada,
¿por qué me aherrojáis en vuestras azules prisiones?
Nubes que trasladáis entre blancos algodones
las lágrimas de amor que vertió mi enamorada,
y que las arrojáis a una tierra desolada,
¿por qué me las robáis como vulgares ladrones?
Océanos que albergáis a los fieros tiburones,
que de los viejos lobos de mar sois la morada,
que vuestras esmeraldas son las de mi adorada,
¿por qué en los hondos abismos no ahogáis mis pasiones?
Llamas que aterráis los intrépidos corazones,
que en vuestro seno todo se reduce a la nada,
que engendrasteis mi delirio por mi idolatrada,
¿por qué no derretís mis irreales ilusiones?
Suspiros y sueños de amor
Página 215/309
Antología de Julio Noel
¿Adónde te has ido, mi amor, adónde te has ido?
¿Adónde te has ido, mi amor, adónde te has ido?
¿Dónde has encerrado las gemas que tanto adoro?
¿Dó se derrama al viento la cabellera de oro
cuyo suave perfume eclipsaba mi sentido?
¿Qué senda recóndita de mí te ha escondido?
¿Qué incógnita región ha ocultado el tesoro
que tanto adoré y tanto su ausencia ahora añoro,
que me ha dejado el corazón roto y malherido?
¿Qué siderales vientos de mí te han alejado
y a un ignoto y desconocido orbe te han llevado
dejándome inmerso en tan agria incertidumbre?
Retornaré sobre mis equivocados pasos
para enmendar aquellos mis yerros y fracasos
y te recobraré con pausada mansedumbre.
Suspiros y sueños de amor
Página 216/309
Antología de Julio Noel
Como pájaros que vuelan al viento
Como pájaros que vuelan al viento
con sus alas preñadas de colores,
así se mecen tus blondas guedejas
cuando te dejas ver por los balcones.
Como cálido brillo de esmeraldas
que inundara la plenitud del orbe,
así me besan tus verdes miradas
cuando a ti me aproximo por las noches.
Como suaves y cándidas palomas
que acarician a sus tiernos pichones,
así tus manos sobre mí se posan
cuando fundimos nuestros corazones.
Como nacarados corales rojos
que evocaran las más tiernas pasiones,
así florecen ante mí tus labios
cuando besar los míos te propones.
Página 217/309
Antología de Julio Noel
Si todo terminó entre nosotros, amor mío
Si todo terminó entre nosotros, amor mío,
¿por qué, de nuevo, mi agónico corazón hieres?
¿Por qué alejarte a eternos confines prefieres
antes que cruzar conmigo el caudaloso río?
¿Acaso ahora sientes en ti un escalofrío
al rememorar aquellos antiguos quereres,
o es que de veras, pasión mía, ya no me quieres
porque encuentras el piélago de mi amor vacío?
Retorna a mi lado como la grácil gacela,
cuyos ojos esmeralda un día me prendaron,
para gozar otra vez una dicha sin fin.
No seas tímida, atraviesa la frágil cancela
que un día el paroxismo y la envidia entreveraron
en nuestro nemoroso y perfumado jardín.
Suspiros y sueños de amor
Página 218/309
Antología de Julio Noel
¿No quieres, amada mía, regresar a mí?
¿No quieres, amada mía, regresar a mí?
¿Ya no quieres libar del mismo vaso el licor
del frenesí? ¿Ya no derrite tu gema el amor
que en tantas ocasiones contigo compartí?
Hoy mi fantasía revive el blanco alelí
que mi corazón compartía con tanto ardor,
envuelto en su verde mirada y tierno candor
hasta el desventurado día en que lo perdí.
Mi frágil memoria olvidará tu imagen bella,
se difuminarán un día tus glaucos ojos
y te desvanecerás en una blanca estrella.
Se marchitarán tus seductores labios rojos,
sobre el polvo no quedará de tu paso huella
si ya jamás torno a postrarme ante ti de hinojos.
Suspiros y sueños de amor
Página 219/309
Antología de Julio Noel
En una negra y sombría noche sin luna
En una negra y sombría noche sin luna
mi corazón lloraba a la orilla del mar,
sin poder tu glauca mirada allí hallar
contemplaba las estrellas una por una.
El incesante oleaje mi espíritu acuna
mientras ausente dejo las horas pasar,
en el lento transcurso de mi divagar
consuelo a mi aflicción no hallé en cosa alguna.
Un fugaz fulgor alumbró las verdes olas
en medio de aquella tupida oscuridad;
a través del débil destello la beldad
me pareció ver de tus ojos esmeralda.
¡Ay, sólo fue un sueño! A la mar di la espalda
y me fui de allí a llorar mi pena a solas.
Suspiros y sueños de amor
Página 220/309
Antología de Julio Noel
Tendido sobre las suaves arenas de oro
Tendido sobre las suaves arenas de oro
una plácida noche del tórrido verano,
introduje en las salobres aguas mi mano
creyendo hallar bajo ellas mi divino tesoro.
Una glauca ola se acercó hasta mí con decoro
y con tierno murmullo me dijo quedo y piano:
«no hallarás lo que buscas, pierdes el tiempo en vano»,
y se fue dejándome sin lo que más adoro.
¿Hasta cuándo estarás ausente, mi bien amada,
y me dejarás ver de nuevo tus verdes ojos?
Sabes que me postraría ante ti de hinojos
el resto de mi vida y toda la eternidad,
si así lograra contemplar esa tu beldad
que tan cruel y ferozmente me fue arrebatada.
Suspiros y sueños de amor
Página 221/309
Antología de Julio Noel
En una noche lúgubre y sombría
En una noche lúgubre y sombría
a la orilla del mar estaba a solas,
en silencio oía el vaivén de las olas
que arrullaba el dolor del alma mía.
Un instante la noche se hizo día:
en medio de luminosas aureolas,
con esplendor de rojas amapolas,
tu bella y sublime imagen yo veía.
Al despertar de mi fugaz ensueño,
procuré besar tus rojos corales
antes de desvanecerse tu encanto.
Aunque lo intenté con todo mi empeño,
tú te esfumaste entre auroras boreales
y me dejaste a solas con mi llanto.
Suspiros y sueños de amor
Página 222/309
Antología de Julio Noel
¡Ah ciudad encantada, bella perla del mar!
¡Ah ciudad encantada, bella perla del mar!
Tú que entre las ciudades la más hermosa eres,
dime, ¿entre todos los más afortunados seres
adónde a mi celeste amada iré yo a buscar?
¿Adó mis inciertos pasos habré de orientar
para encontrar a la hechicera y sublime Ceres,
hermosura sin par entre todas las mujeres,
y que nadie en este mundo pudo superar?
Dechado de beldad, tesoro etéreo y divino,
por contemplar de nuevo tu inefable hermosura
no dudaría en hollar el execrable averno.
Muestra a tu impávido esclavo el sidéreo camino
que ponga fin a tanta congoja y amargura,
porque vivir sin ti es vivir en el infierno.
Suspiros y sueños de amor
Página 223/309
Antología de Julio Noel
Anoche mientras dormía soñé, oh mi amada
A Antonio Machado y Rafael Alberti
Anoche mientras dormía soñé, oh mi amada,
que en una vasta región sideral te perdía.
Una sedosa y deslumbradora luz seguía
que me guiaba a una impetuosa encrucijada,
cuando miraba tu imagen bella y adorada
en medio del intenso resplandor que veía.
Y soñé que todo tu esplendor se diluía
en el espacio de las sombras y de la nada.
Cuando penetró en mi alcoba la alegre alborada
y mis pupilas hirió la luz del nuevo día,
un acerado dolor punzó mi alma agobiada
al cerciorarme que a mi lado no te tenía.
¿Por qué no vuelves a mí, paloma equivocada,
y arrancas de mi corazón tan lenta agonía?
Suspiros y sueños de amor
Página 224/309
Antología de Julio Noel
En mis sueños reviven tus rojos corales
En mis sueños reviven tus rojos corales,
la fulgurante luz del piélago de tus ojos,
las anacaradas perlas de tu dulce boca
y el carmín de las amapolas de tus pómulos.
El viento me trae los aromas de tu cuerpo,
aromas que me llevan a lugares remotos,
donde puedo contemplar tu inefable figura
por Eolo convertida en perfumado heliotropo.
En mis sueños idolatro tus blondas guedejas,
dorada cascada que besa tus lenes hombros,
y entre mis dedos se desliza su suave seda
como la brisa en un tierno amanecer de otoño.
Tu añorado recuerdo me trae a la memoria
aquellas inolvidables tardes de grana y oro,
que en un hermoso idilio vivimos los dos juntos
cuando en el lago nacían las flores del loto.
Suspiros y sueños de amor
Página 225/309
Antología de Julio Noel
En flamígeras y doradas tardes de otoño
En flamígeras y doradas tardes de otoño
en tus verdes ojos se agitaba el océano,
en sus lúgubres y abisales profundidades
intrépido buscaba yo mi adorado sueño.
Con gran esperanza lancé mis arteras redes
a los negros abismos del tétrico piélago,
en sus intrincadas mallas capturar quería
las mieles de mi idolatrado y dulce anhelo.
Busqué en los negros abismos tus rojos corales
para poder robarte un apasionado beso,
pero tú giraste tu cara de amapola
hacia el inmenso piélago del vasto universo.
Volví a lanzar mis astutas redes al abismo
con intención de estrecharte contra mi pecho;
como fugaz rayo de esperanza que se esfuma
te alejaste de mí en los brazos del viento.
Suspiros y sueños de amor
Página 226/309
Antología de Julio Noel
En tus ojos se agitan las aguas abisales
En tus ojos se agitan las aguas abisales;
del profundo mar son tus lágrimas verdes gemas,
con su gélido fuego mis yertos labios quemas
cuando libo el carmesí de tus dulces corales.
Como rosáceos brotes de los verdes rosales
de tu cara las mejillas lucen los emblemas,
son como dos séricos y perfumados poemas
que embelesan mi alma con músicas celestiales.
Dechado de perfección y divino portento,
nunca más tus lágrimas vuelvan a mancillar
esos pétalos grana de tu angelical cara.
No habría para mí más insufrible tormento:
ver por tus inmaculados pómulos rodar
el elixir de esos ojos que tu faz ajara.
Suspiros y sueños de amor
Página 227/309
Antología de Julio Noel
En una apacible tarde del mes de mayo
En una apacible tarde del mes de mayo
me cautivaron los verdes ojos de una rosa,
era de entre todas las rosas la más hermosa
e hirió mi corazón con su flecha como un rayo.
Su verde mirada provocó en mí tal desmayo,
que hechizó mi alma con una ola vagarosa
de perfumada esencia, sutil y primorosa,
que me postró ante sus lindos pies como un lacayo.
Desde entonces mi vida no es más que un feliz sueño,
que vuela por las celestes regiones etéreas
pobladas por astros plenos de luz y color.
Esa bella Rosa será por siempre mi dueño,
que me guiará en el evo por las ondas aéreas
como bravo adalid lleno de luz y esplendor.
Suspiros y sueños de amor
Página 228/309
Antología de Julio Noel
Eres rubia rosa que mi corazón inflama
Eres rubia rosa que mi corazón inflama,
tu guedeja se desliza como suave seda
por tu sutil dorso donde libre se hospeda
y como ígnea cascada por todo él se derrama.
Como lluvia de oro y grana a mi corazón llama,
y su aroma, como el de fragante rosaleda,
se expande a lo largo y ancho de la vereda
en la que mi apasionado amor por ti clama.
De mi enamorado corazón divina rosa
oye los tristes ruegos de tu eterno cautivo
que por tu deífico amor tanto se aflige y llora.
A tu magnánima indulgencia siempre implora
de tus corales carmesí un beso furtivo,
mas tú nunca has querido ser con él generosa.
Suspiros y sueños de amor
Página 229/309
Antología de Julio Noel
Oh amor que huyes de mí
¡Oh amor que huyes de mí cuando a ti más me aproximo!
¡Célica luz que te alejas cuando más te adoro!
¿Por qué pretendes privarme de tu gran tesoro
cuando en la atormentada noche por ti gimo?
Cuando en la febril noche mi corazón oprimo,
dime, ¿a quién con mis amargas súplicas imploro?
Y si de tu beldad divina no me enamoro,
¿a quién otro sino a mí tan sólo me lastimo?
Amor, si me abandonas en el fúlgido ocaso
y te alejas de mí como el sol resplandeciente,
en tu ausencia no seré más que un agrio fracaso
?cual eterno enamorado dócil y paciente?,
que en las llamas de tu inefable amor me abraso
como frágil y volátil mariposa ardiente.
Suspiros y sueños de amor
Página 230/309
Antología de Julio Noel
Por qué de mí tu alba luz alejas
Amor mío, ¿por qué de mí tu alba luz alejas
para ocultarte en las lejanas ondas etéreas
y te vistes con cendales de sedas aéreas
mientras en la más horrible oscuridad me dejas?
¿Por qué de intensificar mi tormento no cejas?
Trasládame contigo a las regiones sidéreas
con indelebles alas volátiles y céreas,
cual otro Ícaro, para oír tus seductoras quejas.
Vivo abrumado en este piélago de tristeza,
que me priva de los hechizos de tus encantos
y de libar las mieles de tus rojos corales.
Muéstrame, oh dueña mía, otra vez esa belleza
que sofoque en mi alma los afligidos llantos
y la libere de las tinieblas infernales.
Suspiros y susños de amor
Página 231/309
Antología de Julio Noel
Una rosa primorosa hallé en mi camino
Una rosa primorosa hallé en mi camino
como blanco lirio que se yergue en la alborada,
de níveo tul vestida y de carmesí pintada
como sutil aroma se cruzó en mi destino.
Blancos eran sus pétalos, su vestido albino;
era más bella que el albor de la madrugada,
era como destellos de concha anacarada
que se semejaba a un espíritu divino.
De sus hechizos quedé fuertemente prendado;
su verde mirada me cegó con su fulgor,
y mi corazón herido por dardo de amor.
Su seráfica imagen me dejó anonadado;
su recuerdo me evoca una dulce añoranza
y de poseerla algún día no pierdo la esperanza.
Suspiros y sueños de amor
Página 232/309
Antología de Julio Noel
Ayer tuve entre mis manos tus níveas manos
Ayer tuve entre mis manos tus níveas manos,
sus caricias eran como las de blanca paloma,
su suave piel exhalaba un delicioso aroma
que me mudaba a un edén colmado de manzanos.
En tus verdes esmeraldas nacían mis sueños,
tus corales escarlata eran dulce ambrosía
que anulaba mi frágil voluntad noche y día,
contigo sólo vivía plácidos ensueños.
Hoy en mi fantasía recuerdo tu imagen bella,
las nacaradas perlas de tu boca de fresa,
tus rubíes y tus verdes ojos de deesa
y tus blondos cabellos como oro de ocre estrella.
Retorna otra vez a mi lado, mi dulce amada,
no dejes desamparado a tu esclavo sumiso
en este depravado mundo, solo e indeciso,
que lo precipite en el averno y en la nada.
Suspiros y sueños de amor
Página 233/309
Antología de Julio Noel
Niña de ojos esmeralda y cabellos de oro
Niña de ojos esmeralda y cabellos de oro,
de inmaculada frente y cara de amapola,
de níveos senos, como argentina caracola,
de dulce voz de plata, como violín sonoro.
Niña de mis ensueños, mi alegría y mi tesoro,
alma de volátil mariposa que se inmola,
angelical espíritu en radiante aureola,
ave del paraíso de suave trino canoro.
Vuelve a mí desde las más impolutas esferas,
abandona las lejanas y etéreas regiones
donde vaga tu espíritu aéreo y juvenil,
si deseas que no lleguen mis horas postreras
o que para siempre viva entre oscuras prisiones
do mis ojos no vean nunca más el cielo añil.
Página 234/309
Antología de Julio Noel
Tus cabellos llueven cielos de púrpura y oro
Tus cabellos llueven cielos de púrpura y oro,
tus verdes ojos hieren el océano profundo,
tu boca de fresa, como néctar de otro mundo,
es deleitable bálsamo, divino tesoro.
Tus gráciles formas, cual frutos del sicomoro,
calman la sed de tu enamorado sitibundo,
que en orbes remotos busca, errante y vagabundo,
tus rizadas guedejas de amarillo heliodoro.
Tu alma inmaculada, como una blanca paloma,
ha volado con el céfiro de la mañana
a los remotos confines sin aire ni luz.
Amor, rompe con tu pasión la recia maroma
que me aprisiona al siglo, no seas tan inhumana,
y aparta de mí este amargo cáliz y esta cruz.
Suspiros y sueños de amor.
Página 235/309
Antología de Julio Noel
Recuerdas aquella tarde de otoño dorada
¿Recuerdas aquella tarde de otoño dorada
que los dos marchábamos asidos de la mano
y en nuestros corazones fluía un ardor humano
mientras me conducías a tu antigua morada?
Hoy he vuelto a la vieja mansión abandonada
en donde nuestro recuerdo queda muy lejano;
la casa está derruida, roído el viejo piano,
y del espléndido jardín ya no queda nada.
¿Habrá muerto también el amor en nuestra alma?
¿Se habrá extinguido el fuego de nuestro corazón?
¿Habrá aún rosas en nuestro recóndito jardín?
Mi amada, conmuta mi ansiedad en dulce calma
y no permitas que sin ti pierda la razón,
a tan ilimitada ausencia ponle ya fin.
Suspiros y sueños de amor
Página 236/309
Antología de Julio Noel
Vivamos, amada mía, el mundo de los sueños
Vivamos, amada mía, el mundo de los sueños,
ese universo donde a nuestros oídos no llegan
los vanos alaridos de los que aquí se quedan;
vivamos solamente para nuestros ensueños.
Vivamos en el éter, alegres y risueños,
donde las banalidades penetrar no puedan
ni los vicios y maldades de este mundo accedan,
del que tan sólo nosotros dos seamos sus dueños.
Alejémonos del sórdido y mundanal ruido
que tanto lacera nuestros frágiles sentidos
y a nuestro sensible y aéreo espíritu lastima.
Sigamos la senda de los sabios que han sabido
alejarse del mundo y de sus sinsentidos
para elevarse a la más eminente cima.
Suspiros y sueños de amor
Página 237/309
Antología de Julio Noel
Recuerda, oh ingrata, el día en que de Cupido
Recuerda, oh ingrata, el día en que de Cupido
clavaste la incandescente flecha en mi costado,
como veraz respuesta a mi amor apasionado
o a aquellos ardides de que Eros se ha servido.
Si de veras únicamente a mí me has querido,
¡oh infiel!, ¿por qué de mi vera te has alejado,
y en este mundo tan solo y triste me has dejado
y a otra esfera distante y arcana te has ido?
Arranca de mi corazón el hierro candente,
aunque mi herido costado sangre hasta la muerte,
si en tu diamantina alma un rescoldo aún perdura.
O si ya no me amas, aléjate eternamente
de mí para que jamás pueda volver a verte,
que yo viviré con mi pena en la noche oscura.
Suspiros y sueños de amor
Página 238/309
Antología de Julio Noel
Te fuiste y los dulces besos me arrebataste
Te fuiste y los dulces besos me arrebataste
que de tus lenes labios a mis labios fluían.
Tus primorosos encantos de mis ojos huían
y entre las ondas etéreas te difuminaste.
Cual volátil mechón de niebla te evaporaste
en las albas nubes que tu beldad envolvían;
tus dulces néctares en mis labios se diluían
mientras en este vil mundo solo me dejaste.
No sé si podré seguir viviendo sin tus besos
en un mundo lleno de mentiras y maldad,
do sólo reinan la vileza y la iniquidad.
Quisiera abandonar estos lugares aviesos
y libre volar contigo a tu idílico mundo
y por el evo ir como un eterno vagabundo.
Suspiros y sueños de amor
Página 239/309
Antología de Julio Noel
Amante solitario
Soy un amante solitario en este vago mundo,
huérfano de tus dulces besos y tus caricias;
soy alma en pena que ya no liba tus delicias,
soy un espectro que deambula como un vagabundo.
Mi corazón sufre un mal de ausencia tan profundo,
que no dudaría en dar mi vida como albricias
a quien de tu belleza me portara noticias,
luego penaría por siempre en el inframundo.
Dulce paloma, mi vida sin ti ya no es vida.
Antes que vivir esta infeliz vida prefiero
el tétrico abrazo de la pavorosa muerte.
Para liberarme de tan desdichada suerte,
no me basta con recuperar tu amor sincero,
tu lindeza será mi inmarcesible bebida.
Suspiros y sueños de amor
Página 240/309
Antología de Julio Noel
En un barco de vela
Pasear yo quisiera por la orilla del mar
para contemplar entre las doradas arenas
los verdes destellos de tus miradas serenas
y los glaucos rayos de tus gemas verdemar.
Y en un barco de vela por sus aguas bogar
para arrojar al fondo del mar todas mis penas
y en el profundo piélago hallar las cadenas
con que tu corazón al mío por siempre atar.
Amor mío, quisiera robarte tus encantos,
como Prometeo robó de los dioses el fuego,
aunque penar debiera toda la eternidad.
Te juro que mis pesares no serían tantos,
pues mi atribulada alma alcanzaría el sosiego
que ahora me niegan tu despecho y tu crueldad.
Suspiros y sueños de amor
Página 241/309
Antología de Julio Noel
Hoy el céfiro se dejó por mí acariciar
En la placentera fontana de nuestros sueños
hoy el céfiro se dejó por mí acariciar,
sus auras iban colmadas de aromas risueños
que besaban mi evaporada piel al pasar.
Sus húmidos labios sutiles se deslizaban
por mis fríos labios cual dulce beso de amor;
en un aura de oro mis sentidos se hallaban
ahítos de ternura, felicidad y candor.
En el argentino azogue de la fontana
tu bella imagen me pareció discernir;
tus guedejas de oro y tus pómulos de grana
mi gélido corazón ansiaron derretir.
Una súbita negrura se adueñó del cielo
que el hechizo de la fontana logró romper;
yo me quedé sumido en un gran desconsuelo,
porque tu bella imagen ya no volví a ver.
Suspiros y sueños de amor
Página 242/309
Antología de Julio Noel
Hace tiempo que se secaron tus dulces besos
Hace tiempo que se secaron tus dulces besos
en los rosáceos labios de la esplendente aurora,
deshojaste mi corazón en tan aciaga hora
y a una mazmorra arrojaste mis fríos huesos.
Embaucaste mis sentidos con tus embelesos
y me sedujiste con tu voz cautivadora;
tan sólo fue un hechizo de tu beldad traidora
que mi nefasta vida ha pagado con excesos.
¿Cómo quieres que ahora me conmuevan tus gemidos
y me apiade de tus vanos y ficticios llantos
si tú jamás has tenido de mí compasión?
No enternecerás mi alma con suspiros fingidos:
tú me has hecho padecer tan crueles desencantos,
que has congelado para siempre mi corazón.
Suspiros y sueños de amor
Página 243/309
Antología de Julio Noel
Amor, tú que a la última esfera te has elevado
Amor, tú que a la última esfera te has elevado
y te has desprendido de este miserable suelo,
conduce a tu indigno mortal al divino cielo
donde tanto júbilo y ventura has hallado.
No lo desampares en este mundo malvado
ni lo despojes de tu confortable consuelo,
haz que en la remota esfera viva sin desvelo
y que ya no se aleje nunca más de tu lado.
¿Por qué a vivir en un frío infierno lo condenas
y no lo liberas de tan despiadada suerte?
Antes preferiría vivir la dulce muerte
que verse encadenado a las suaves cadenas
de un mundo tan inhumano, frívolo y banal.
Traslada al divino cielo a tu indigno mortal.
Suspiros y sueños de amor
Página 244/309
Antología de Julio Noel
Tus suaves manos como frágiles mariposas
Tus suaves manos como frágiles mariposas
mis rudas manos con sus alas acariciaban
y tus rojos labios mis mustios labios besaban
como olorosos pétalos de fragantes rosas.
Tus cabellos como doradas hebras sedosas
entre mis dedos vaporosos se deslizaban
y tus verdes rayos mis pupilas perforaban
como glaucos destellos de flechas luminosas.
¿Por qué te desvaneciste como sutil sueño
surgido en la noche de mi febril fantasía
y penaste por siempre a vagar el alma mía
por las ondas volátiles en pos de su dueño?
Sin tus amenos encantos no hallaré consuelo
en este aciago mundo a mi afligido desvelo.
Suspiros y sueños de amor
Página 245/309
Antología de Julio Noel
Oh divinidad esplendente de la mañana
¡Oh divinidad esplendente de la mañana,
cuya luz transciende los límites de la noche!
¡Oh beldad divina sin mácula ni reproche,
cuya belleza epata la de Artemisa Diana!
De tu célico esplendor la luz del sol dimana
como brillante lucero de la medianoche;
tu exuberante hermosura es todo un derroche
de la infinita dulzura divina y humana.
¡Oh dechado de perfección, angelical sueño!
Deja que tu esclavo pueda gozar tu hermosura
en el efímero reino de la noche oscura.
Amor, sería el hombre más feliz y risueño,
aunque al despertar en la plácida alborada
de tu encanto sólo quede una sombra velada.
Suspiros y sueños de amor
Página 246/309
Antología de Julio Noel
Te sueño sola en esos espacios infinitos
Te sueño sola en esos espacios infinitos
entre silencios ingrávidos, luces y sombras,
tus labios se embriagan de colores que no nombras
al traspasar los mundos etéreos e inauditos.
Despierto evoco nuestros parajes favoritos:
allí tus lenes pies lamían verdes alfombras,
nos solazábamos bajo las frescas solombras
entre armoniosos trinos y ausencia de gritos.
Amor, no me arrojes a la voluntad del sino
donde sólo impera el ruido de la tempestad
y mi infeliz alma no alcanza la mar serena.
Déjame ir tras las huellas de tu feliz destino,
como rendido que busca la tranquilidad
en los campos estrellados de la noche plena.
Suspiros y sueños de amor
Página 247/309
Antología de Julio Noel
En tus labios busco el olor del azafrán
En tus labios busco el olor del azafrán,
el color de la canela, el sabor de la rosa;
en tus labios degusto la magnolia olorosa
y los aromas de la lila y el arrayán.
Los destellos de tus ojos para mí serán
como suave bálsamo para un alma celosa,
como dulce néctar de la Arcadia primorosa
donde tus idilios un día me llevarán.
Como los cálidos carmines de la amapola
que se diluyen en la efímera primavera
con los fríos besos del siroco abrasador,
así se desvanecería de mi amor la ola
para agonizar en los brazos de una quimera
bajo los auspicios de un dios cruel y vengador.
Suspiros y sueños de amor
Página 248/309
Antología de Julio Noel
Es fruto nuestro amor de una sonrisa sincera
¿Es fruto nuestro amor de una sonrisa sincera
hilvanada en tus labios de coral escarlata
o es la falsa ilusión de una felonía ingrata
cuando me hirió tu mirada por vez primera?
Mi alma se transmutó aquel día de primavera
cuando en un ínterin de la dura caminata
te vi preciosa en la cima de la escalinata
do el viento jugaba con tu blonda cabellera.
Tu verde mirada perdida en el fiero mar,
tus guedejas de oro jugueteando con el viento,
de tu linda cara las purpúreas amapolas,
toda tu beldad y frescura me hizo soñar.
¿Dime si es una mentira lo que por ti siento
o nos unió el amor como el mar a las olas?
Suspiros y sueños de amor
Página 249/309
Antología de Julio Noel
Hoy mis vagos recuerdos me traen a la memoria
Hoy mis vagos recuerdos me traen a la memoria
la soledad de la lluvia en la tétrica tarde,
cuando toda tú, sollozante y temblorosa,
viniste a mi atribulado pecho a refugiarte.
Tus lágrimas por tu suave rostro resbalaban
como perlas gigantes,
y con su fuego abrasador horadar quisieran
mi pecho y mi afligido corazón traspasarme.
Tus suspiros henchían
mi alma como hálitos de tu amor irrefrenable
y toda tú entre mis brazos te estremecías
como frágil caña que contra el viento se bate.
Los aterradores truenos atemorizaban
tus miembros delirantes
y toda tú en mi indigno pecho te ocultabas
y en él enterrabas tus gemidos sollozantes.
Mas la lluvia cesó
y de nuevo lució el dorado sol de la tarde
y con su resplandor volvieron a relucir
las gemas que en tu cara fulgen como diamantes.
Suspiros y sueños de amor
Página 250/309
Antología de Julio Noel
La blanca espuma lamía la dorada arena
La blanca espuma lamía la dorada arena
mientras las olas besaban sumisas tus pies,
tu soledad se diluía en un lúdico sueño
y todo el ancho mar se desvanecía en él.
Semejabas una diosa del celeste Olimpo
de blanquísimas facciones y tostada piel,
que a este valle de lágrimas y dolor trajera
la dicha del edén.
La apacible brisa tu sedosa piel libaba
como la abeja las flores para hacer la miel,
cegado mi corazón por ti se derretía
y mis ojos se nublaban viendo tu esbeltez.
La quietud de la mar tu espíritu calmaba
mientras mirabas sus olas una y otra vez,
blancas gaviotas el azul del cielo cortaban
y por el agua fluían peces con rapidez,
por el inasible éter
tu cuerpo emanaba efluvios de placidez
que mi pecho inflamaban
cuando rozabas mi cuerpo con tu desnudez.
De repente te sumergiste en la mar profunda
y no te volví a ver.
Suspiros y sueños de amor
Página 251/309
Antología de Julio Noel
Noche de insomnio, blanca noche de luna plata
Noche de insomnio, blanca noche de luna plata,
noche en que se encienden los labios carmines,
noche que enardece el aroma de los jazmines,
noche que en el desvelo mi corazón maltrata.
Dime, noche de plata, ¿quién mi amor arrebata
y ciego lo arrastra a los inmensos confines,
dulce morada de los hermosos querubines,
es la pasión de mi vida, es mi amada ingrata?
Cuando en mis ojos brilló la rosácea alborada
y la tenue luz borró las últimas tinieblas,
te vi cómo traspasabas del alba el lucero.
Regresa de nuevo a mis brazos, oh mi amada,
y que ya nunca jamás de mis ojos las nieblas
vuelvan a desvanecer nuestro amor sincero.
Suspiros y sueños de amor
Página 252/309
Antología de Julio Noel
Quiero brillar contigo en la estrella más lejana
Quiero brillar contigo en la estrella más lejana,
donde nuestro inmarcesible amor de luz se llene,
allá donde nuestro ingrávido ser sea más lene
y donde no alcance ninguna influencia humana.
Quiero alejarme, amor, de esta vida inhumana
y trasladarme contigo a la dulce Selene,
quiero que nuestro puro amor nunca se envenene
con el contacto de la lubricidad mundana.
Amor mío, no me abandones en este infierno
en donde no hay más que desdicha e iniquidad,
do mi alma no soportaría la soledad.
Antes prefiero vivir en el eterno invierno
por donde libres gravitan las ondas etéreas
y se difuminan las mil y una formas aéreas.
Suspiros y sueños de amor
Página 253/309
Antología de Julio Noel
Por qué de mí te alejas
¿Por qué de mí te alejas y tan solo me dejas?
¿Acaso te ha herido Cupido con su vil rayo
y ha sembrado en tu corazón la flor de mayo
en la que ávidas de pasión liban las abejas?
En la luna de mi alma tu amor ya no reflejas,
pero yo sigo tus huellas como fiel lacayo
por campos y veredas, sin tregua ni desmayo,
aunque tu primera y casta pasión de mí alejas.
Amada mía, ¡qué dura se me hace tu ausencia
en este aciago valle de ruina y aflicción
por donde las turbias aguas del dolor discurren!
Sólo aliviará mi amargura tu presencia
y de alegría estallará mi corazón
cuando tus labios palabras de amor me susurren.
Suspiros y sueños de amor
Página 254/309
Antología de Julio Noel
Cuando mi mirada se ahoga en tus verdes ojos
Cuando mi mirada se ahoga en tus verdes ojos,
de un piélago me sumerjo en lo más profundo;
del fondo de tu belleza emerjo moribundo
para arrodillarme ante tu beldad de hinojos.
Cuando libo el elixir de tus labios rojos,
vendavales célicos me arrastran a otro mundo;
luego torno por el inmenso mar errabundo
para enterrar en él las llaves de mis despojos.
¡Oh dechado de hermosura, divino portento!,
tus encantos marchitan el primor de las flores
y fulgen a raudales ante la luz del sol.
Escucha impertérrita mi afligido lamento
antes que mis ojos cieguen tus vivos fulgores
y ya no puedan ver de tu cara el arrebol.
Suspiros y sueños de amor
Página 255/309
Antología de Julio Noel
Me convertiría en un espíritu del viento
Me convertiría en un espíritu del viento
si así lograra oír la paloma de tu voz;
en el mundo no hallarías mejor portavoz
para propalar la excelsitud de tu portento.
En el espacio arrojaría mi último aliento;
por la luz de las estrellas fluiría veloz
mi amor herido por el alarido precoz
que pudiera exhalar de tu amor el lamento.
Cuando sepas amar el valor de mi desvelo
por seguir en pos de tu inalcanzable amor
hasta el último confín del vasto universo,
con tus etéreas alas podrás llevarme al cielo
donde hallaré, amor mío, una vida mejor
incapaz de encerrarse en la magnitud de un verso.
Suspiros y sueños de amor
Página 256/309
Antología de Julio Noel
Tus rojos labios son cual música carmesí
Tus rojos labios son cual música carmesí
que en la plácida alborada cautivara mi alma,
en el mar de tus ojos se solaza con calma
la loca pasión que me asfixia con frenesí.
Tus suaves cabellos de oro, como viento en calma,
son como un bálsamo y un sedante para mí,
tus manos de nieve, como flores de alhelí,
como candorosas palomas serenan mi alma.
Eres como la fruta prohibida del paraíso,
cuanto más proscrita tanto más incitadora;
eres como una celeste diosa seductora
que ante tus pies postraste a tu esclavo sumiso.
¡Oh dechado de beldad! ¡Oh Venus divina!,
mi amor has atravesado con tu acerba espina.
Suspiros y sueños de amor
Página 257/309
Antología de Julio Noel
Sigue a tu ausencia el desconsuelo
Sigue a tu ausencia el desconsuelo
de un triste corazón partido,
que quedó roto y malherido
como ave herida que hiende el cielo.
Como lluvia que cae al suelo
un día triste y aburrido,
así mi amor ha sufrido
de tu lejanía el desvelo.
Hoy ya no alcanzaré el consuelo
de los tiernos besos de amor
que otrora mi pecho henchían.
Tu ausencia elevó el azul vuelo
de la soledad y el dolor
a las penas que me afligían.
Suspiros y sueños de amor
Página 258/309
Antología de Julio Noel
Hoy te has aparecido una vez más en mis sueños
Hoy te has aparecido una vez más en mis sueños:
tu cuerpo de jazmín fluía entre blancas flores
que exhalaban mil perfumes acariciadores
para un ausente amante en un paraíso de ensueños.
La mirada verdemar de tus ojos risueños
me proporcionó ciertas fragancias y sabores,
que fluyeron en brillos de luces y colores
como talismán de tus encantos halagüeños.
Cuando por mi ventana entró la dulce alborada
y Apolo doraba ya los árboles del río,
una bella ninfa plegó el velo de mis ojos.
Yo me apresuré a apoderarme de los cerrojos
de tu visión que, en el curso de mi desvarío,
creí real y no incorpórea sombra imaginada.
Suspiros y sueños de amor
Página 259/309
Antología de Julio Noel
Como un lejano hálito de las ígneas esferas
Como un lejano hálito de las ígneas esferas
llega hasta mí tu imagen de los rosados años
y ahora mi alma sufre los duros desengaños
de falsas promesas y palabras lisonjeras.
En los suaves días de floridas primaveras
me invitaste a ascender los alegres peldaños,
entre dulces palabras y agoreros engaños,
de la dicha sin fin de las arduas escaleras.
Mas ya no es tiempo de volver a falsos recuerdos
de tu bella imagen, impoluta e inmaculada,
que mis ojos y mi amor obnubiló una vez.
Hiciste mil pedazos nuestros caros acuerdos
una aciaga tarde, furiosa y desesperada,
cuando nuestro amor heriste por una sandez.
Suspiros y sueños de amor
Página 260/309
Antología de Julio Noel
De oro y de nieve
De oro y de nieve, como una bella margarita
así tú eres, y la suave cara de amapola,
los glaucos ojos y el semblante como aureola
de una apolínea imagen de Venus Afrodita.
Eres llena de gracia, como un alma bendita,
eres de las esplendentes flores la corola,
eres de la mar el eco en la caracola,
eres entre todas las rosas la más bonita.
Tu belleza obnubila a la de los querubines,
en este flébil valle no tienes otra igual,
tu beldad es el símbolo de la perfección.
Eres la reina de los célicos serafines
que cantan tu hermosura en la esfera celestial,
eres de todos ellos su suma admiración.
Suspiros y sueños de amor
Página 261/309
Antología de Julio Noel
¿Volverás algún día, amor, por donde te has ido?
¿Volverás algún día, amor, por donde te has ido?
¿Volverás algún día, amor, otra vez a mi lado
y cerrarás la herida que abriste en mi costado
y que en tu ausencia tanto y tanto me ha dolido?
Con tu huida mi corazón en dos has partido,
la semilla de la aversión en mi alma has sembrado
y a un mundo de odio e infelicidad me has mudado,
en el que por tu crueldad tanto yo he sufrido.
Regresa con tu esclavo otra vez, mi bien amada,
olvida mis yerros si alguna vez te he herido
y amémonos una vez más con sincero amor.
No permitamos que un insignificante error
sea la causa de nuestra separación y olvido,
y que nuestra alma sea para siempre desdichada.
Suspiros y sueños de amor
Página 262/309
Antología de Julio Noel
Por qué has abandonado este mundo
Amor mío, ¿por qué has abandonado este mundo
y en su iniquidad tan solo y triste me has dejado,
que sólo vivo con solicitud y cuidado
para no convertirme en un eterno vagabundo?
¿Por qué me has olvidado en este lugar inmundo,
donde todo está tan corrompido y degradado,
donde todo es tétrico, horrible y desdichado,
y donde tan sólo soy un infeliz moribundo?
Llévame contigo a la última estrella del orbe,
a la lejana luz donde habite el olvido,
a la última sombra de la eterna inmensidad.
Aléjame de este mundo para que no estorbe
los tiempos felices que juntos hemos vivido
y que juntos viviremos en toda la eternidad.
Suspiros y sueños de amor
Página 263/309
Antología de Julio Noel
Anoche soñaba contigo a la vera del mar
Anoche soñaba contigo a la vera del mar:
veía de una en una las olas hablar conmigo
mientras la luna se elevaba como testigo
de palabras de amor que morían al azar.
Desde el abismo de mis penas nació el soñar:
una verde ola tu imagen me trajo consigo,
pero al instante tu visión se esfumó contigo
y otra vez quedé a solas con la luna y el mar.
Por los infinitos océanos del universo
vagan trémulas y errantes mis flébiles penas
en pos de la estela de tus doradas huellas.
Mi dolor no hallará camino más perverso
para recobrar de tu imagen las azucenas
que seguir el itinerario de las estrellas.
Suspiros y sueños de amor
Página 264/309
Antología de Julio Noel
En este mundo me dejaste solo y afligido
En este mundo me dejaste solo y afligido
mientras tú huías por las esferas del desengaño,
viví descuidado mucho tiempo en un engaño
sin haberme nunca jamás de ello apercibido.
Hoy en esta soledad creo haber renacido
como el ave fénix de sus cenizas antaño;
tú te has ido, y tu huida me ha causado gran daño,
tanto daño que por tu ausencia he enloquecido.
Hui del mundo y me sepulté en un desierto extraño,
en su calma hallé la dicha y la felicidad
que en tu huida dejaron huérfano a mi corazón.
Ahora vivo la sobria vida de un ermitaño
sumido en tanto silencio y tranquilidad
que mi alma ya no siente ninguna pasión.
Suspiros y sueños de amor
Página 265/309
Antología de Julio Noel
Desearía volver a pasar por tu morada
Desearía volver a pasar por tu morada
y en ella renovar nuestros sueños de inocencia,
que nuestro dulce amor reviviera su presencia,
que renaciera nuestra pasión enamorada.
Me gustaría no ver tu casa abandonada,
que en mi corazón no habitara el dolor de ausencia,
que nuestros labios se acariciaran sin violencia,
que a nuestras almas tornara la dicha pasada.
Mas ya no es el tiempo de volver la vista atrás,
de tornar juntos al origen de nuestro amor,
de recobrar nuestra anhelada dicha sin fin.
Nuestro amor se ha ido para no volver jamás,
para arrastrar tras él nuestro infinito dolor,
para expiar por el evo nuestra pena sinfín.
Suspiros y sueños de amor
Página 266/309
Antología de Julio Noel
Ha llegado la hora de levantar nuestro vuelo
Ha llegado la hora de levantar nuestro vuelo
como aves que vuelan hacia el eterno paraíso,
olvidemos en el mundo nuestro compromiso,
levitemos, como lenes plumas, en el cielo.
Nuestras leves almas no encontrarán consuelo,
como en el cristal del agua no lo halló Narciso,
si de la estrella célica hacemos caso omiso
y nuestro orgullo sigue atado al mundanal suelo.
La dicha en el suave imperio de la levedad
hallaremos y por todo el universo iremos
sembrando copos de alegría y felicidad.
Cual dos cometas entre las estrellas seremos
que van sembrando estelas de amor y libertad
y en la eternidad al cosmos nos sumaremos.
Suspiros y sueños de amor
Página 267/309
Antología de Julio Noel
Te has alejado de mí como áureo lucero
Te has alejado de mí como áureo lucero
que se esfuma del cielo en la risueña alborada
y, diluido en los tonos de la aurora rosada,
se evade ante nuestra vista con aire señero.
De mí te has alejado como canto de jilguero,
que gárrulo y melodioso trina en la enramada,
que deleitaba mi alma con su dulce tonada
y que una mano ladina espantó del romero.
Lucero y jilguero eras tú para mí, mi amada,
que irradiaba y alegraba mi anodina vida
en este miserable mundo, vil y traidor.
Sin ti en este avieso mundo yo ya no soy nada.
Con mis pobres versos te envío la despedida
del que siempre será tu eterno y dócil cantor.
Suspiros y sueños de amor
Página 268/309
Antología de Julio Noel
Jamás olvidaré tus verdes ojos, mi amor
Jamás olvidaré tus verdes ojos, mi amor.
Olvidar podré las felices horas pasadas
contigo y las azules noches estrelladas
que velaban nuestro dulce idilio hasta el albor.
Olvidaré de tus rojos labios el dulzor,
de tu boca las níveas perlas anacaradas
y de tu blondo pelo las guedejas doradas,
pero no de tus lindos ojos su glauco color.
Jamás olvidaré tus verdes ojos, mi amor.
Ellos fueron los que de ti me enamoraron,
los que mis sueños a lo más alto te elevaron
y los que para mí han rielado eterno fulgor.
Tus ojos serán para mí dos verdes estrellas
como en el universo no hallaré otras más bellas.
Suspiros y sueños de amor
Página 269/309
Antología de Julio Noel
Lo dejaré todo para tus pasos seguir
Lo dejaré todo para tus pasos seguir:
dejaré los bienes y placeres de esta vida,
dejaré la dulce miel del amor no bebida,
lo dejaré todo, hasta mis ganas de vivir.
Dejaré el almíbar que tanto me ha hecho sufrir,
dejaré el dulce dolor que me produjo tu huida,
dejaré la flecha de amor que causó mi herida,
lo dejaré todo, hasta mis ganas de morir.
Por ti lo dejaré todo en este aciago mundo,
seguiré tus pasos por las sublimes esferas
y me iré a vivir contigo en un orbe mejor.
Por ti me trocaré en un eterno vagabundo
y traspasaré las más infranqueables barreras
que puedan aprisionar mi inmarcesible amor.
Suspiros y sueños de amor
Página 270/309
Antología de Julio Noel
Desde que te fuiste a las etéreas regiones
Desde que te fuiste a las etéreas regiones
hasta lo interminable llega ya mi dolor;
tu ausencia ha llenado mi alma de tanto amargor,
que por el espacio se ha quebrado en mil jirones.
No puedo esperar que por mi amor me perdones.
Mi corazón se llenaba de tanto dulzor
con tu presencia, que no hallaba dicha mayor
y ahora para arrobarlo ya no tengo razones.
¿Amor, por qué tan cruel te has portado conmigo,
que a tan deplorable situación me has llevado
y en el nefasto mundo tan solo me has dejado?
No te demores en llevarme feliz contigo
a esos espacios eternos de luz y color
donde podamos gozar por siempre nuestro amor.
Suspiros y sueños de amor
Página 271/309
Antología de Julio Noel
Si en la noche percibes una sutil esencia
Si en la noche percibes una sutil esencia,
sepas que se ha volatilizado mi amada;
ella es la más sublime rosa aromatizada
que jamás has podido tener en tu presencia.
Si en la noche percatas una sutil presencia,
es mi amor que pasa de este mundo a la nada;
mi afligida alma quedará tan desconsolada,
que ya no podré vivir por el mal de ausencia.
De mi anodina vida, rosa perfumada,
no te diluyas en las tenebrosas tinieblas
de los espacios interminables de la aurora.
Queda a mi lado como fragancia delicada,
no te esfumes con el céfiro como las nieblas
y libera al cautivo que por ti tanto llora.
Suspiros y sueños de amor
Página 272/309
Antología de Julio Noel
Tú me abandonarás junto a la mar serena
Tú me abandonarás junto a la mar serena
en una playa de arena fina y dorada,
mientras llega la alegre y plácida alborada
tras una apasionada noche de luna llena.
Tú me abandonarás tras una canción que suena
triste y canora en los acordes de una tonada;
arrancarás, cual blanca paloma, mi alma alada
y flébil me quedaré yo llorando de pena.
No me abandones, amor mío, en la noche eterna
donde reinan el infortunio y la oscuridad
y do mis amargas penas jamás tendrán fin.
Llévame contigo al reino donde el hado iverna
en las lóbregas esferas de la inmensidad,
aunque tenga que volar al último confín.
Suspiros y sueños de amor
Página 273/309
Antología de Julio Noel
El mal de ausencia que en mi corazón padezco
El mal de ausencia que en mi corazón padezco
no puede superar al amor que por ti siento;
tu separación me produce tal sufrimiento,
que si persisto en este mundo sin ti enloquezco.
Hasta el confín del orbe tu vacío aborrezco;
sin ti mi corazón no puede vivir contento
y aunque tu idolatrado amor recobrar intento,
si he de seguir palpitando sin ti desfallezco.
Dulce amada, no le des a mi alma más tormento;
dame de tus rojos labios la miel un momento
para que yo consiga mi amargura endulzar.
Que de tus verdes esmeraldas en el abismo
pueda yo tus encantos ensalzar sin cinismo
y así pueda mis amargas penas olvidar.
Suspiros y sueños de amor
Página 274/309
Antología de Julio Noel
En una oscura y apacible noche estrellada
En una oscura y apacible noche estrellada
sentía el suave beso de la dorada arena,
era una dulce noche, sosegada y serena,
en la que mi alma al edén se sentía llevada.
Con temerosos pasos se asomó la alborada
y su luz hirió mis ojos como alba azucena;
a su claror creí ver en las ondas una sirena
que del azul abismo había sido arrojada.
El resplandor verde esmeralda de su mirada
mis extasiados ojos ofuscó de tal suerte,
que a olvidarla mil veces prefiero la muerte.
De mi corazón su hermosura quedó prendada
y en él su cegadora visión causó tal huella,
que desde entonces ya no puedo vivir sin ella.
Suspiros y sueños de amor
Página 275/309
Antología de Julio Noel
Regresa, amor mío, de las esferas celestes
Regresa, amor mío, de las esferas celestes
a este flébil mundo donde tu amado te espera,
vuelve a inundar su fantasía con tu quimera
y a herir sus ojos con tus argentinas vestes.
Pero no quiero que por mi pasión te molestes
en descender a esta abyecta lama traicionera,
que luego te pueda herir una flecha certera
y que ya nunca a mi apasionado amor contestes.
No olvides que en esta vida estoy por ti penando
desde el momento en que tu bella imagen vi.
Desde entonces vivo en un continuo sufrimiento,
que a mi amarga vida arrastra por el mundo expiando.
Mas no quiero que abandones tu esfera por mí
si tu amor se lo va a llevar consigo el viento.
Suspiros y sueños de amor
Página 276/309
Antología de Julio Noel
Volé por el plateado destello de la luna
Volé por el plateado destello de la luna
al evo infinito para ver tu imagen bella,
mas el refulgente resplandor de una estrella
hirió mis ojos para no ver beldad alguna.
En mi etéreo recorrido no tuve fortuna.
El malhadado hado no me dejó seguir la huella
de la que me epató como fulgurante centella
que del cielo cae a lo más hondo de una laguna.
Mi corazón sigue manando eterno dolor
por la amarga ausencia de mi bello querubín.
Su dulce angustia jamás encontrará consuelo
en este miserable mundo, falso y traidor.
A su sangrante aflicción deberá poner fin
si no quiere vivir sufriendo en este desvelo.
Suspiros y sueños de amor
Página 277/309
Antología de Julio Noel
Tu cabello ondeaba en el aura de la mañana
Tu cabello ondeaba en el aura de la mañana
como seda extendida al hálito del viento.
Tus ojos reían jubilosos al firmamento
que en el horizonte se vestía de oro y grana.
Tu voz, como canto de jilguero, se desgrana
por el céfiro y me produce un dulce lamento,
que mis sentidos hiere como suave aliento
de espíritu que viene de una esfera lejana.
Mujer etérea que mi corazón arrebatas,
no me desampares en esta afligida hora
y condúceme a tu reino que no tiene fin.
Si me niegas tu amor eterno, mi amor matas.
Tu beldad ya no será mi fiel auxiliadora,
y vagará mi pena hasta el último confín.
Suspiros y sueños de amor
Página 278/309
Antología de Julio Noel
Eres un sueño feliz de una tarde de mayo
Eres un sueño feliz de una tarde de mayo,
eres alba azucena que nace en primavera,
eres de mis cansados ojos la luz certera
que a mi rendido corazón hiere como rayo.
Por tu dulce amor mi amor sufre sin desmayo
los agrios embrujos de una pasión verdadera,
por tu amor subiría hasta la más alta esfera
para a tus pies postrarme cual rendido lacayo.
Eres la flor más hermosa entre todas las flores,
etéreo bálsamo que sofoca mis ardores
como suave fragancia de ternura y bondad.
Eres cegador lucero que brilla en el alba,
eres la flor púrpura y rosa de la malva
que a mi corazón enloquece por su beldad.
Suspiros y sueños de amor
Página 279/309
Antología de Julio Noel
Te he querido tanto, a pesar de ser un sueño
Te he querido tanto, a pesar de ser un sueño,
que ya a ninguna otra podré amar jamás
como a ti te he amado, porque tú serás
para siempre de mi aciago corazón su dueño.
En amarte sobre todo puse mi empeño
para que tú no me olvidaras nunca más,
pero fue el oscuro hado, o el azar quizás,
quien de mí te separó como dulce ensueño.
Tú ceñiste mi corazón con lazos de amor
que ya nunca lograré sus nudos desatar,
aunque seguirte quisiera por cielo y mar.
Tendré que sobrellevar de tu ausencia el dolor
hasta que tu sueño en el alba se desvanezca
o hasta que mi eterno amor por ti desfallezca.
Suspiros y sueños de amor
Página 280/309
Antología de Julio Noel
Como blanca paloma te elevaste tú al cielo
Como blanca paloma te elevaste tú al cielo
y me dejaste solo en este valle sombrío,
donde en la oscura noche lloro y desvarío
con la esperanza de encontrar en ella consuelo.
Como negra ave al infinito sube el desvelo
que en la tétrica noche me traslada al vacío,
donde todo tu amor trocaría por el mío
hasta que tu alma regresara conmigo al suelo.
Durante las plateadas noches de luna llena
mi corazón se traslada hasta el infinito;
en las difusas e invisibles ondas etéreas
por hallar tu figura angelical mi alma pena,
como penan las almas en el hades maldito,
mientras tú sigues volando por las ondas aéreas.
Suspiros y sueños de amor
Página 281/309
Antología de Julio Noel
Como un azulado fulgor en la noche oscura
Como un azulado fulgor en la noche oscura
del orbe arrancado en las lejanas esferas,
así me han epatado tus formas hechiceras
y me han inmerso en el vórtice de la locura.
Como del aroma de unas rosas la frescura
que de casto amor colma las almas sinceras,
así tus lenes y doradas flechas arteras
han herido mi corazón de dulce amargura.
El fulgor y el aroma de tus tiernos encantos
mi vida han enloquecido con tal frenesí,
que desde tu visión ya no soy dueño de mí.
Viviré mi vida entre lágrimas y llantos
si tú no quieres ser mi amada seductora
y de mi corazón su divina protectora.
Suspiros y sueños de amor
Página 282/309
Antología de Julio Noel
Amor, te he visto pasar en la noche estrellada
Amor, te he visto pasar en la noche estrellada
como azul exhalación que rauda se aleja
y que en el espacio infinito una estela deja
como áurea melena de una sirena dorada.
Por el espacio infinito de la aurora rosada
vi de oro y grana teñida una gualda guedeja;
de rubio querubín la cabellera bermeja
semejaba que por el céfiro iba arrastrada.
Amor, vuelve junto a tu amado en la noche eterna,
aunque tenga que besar los labios de la muerte.
Antes prefiero su tétrico abrazo a perderte
en la triste soledad de tan negra caverna.
Mi corazón no podrá ser jamás consolado
si ya vivir no puedo eternamente a tu lado.
Suspiros y sueños de amor
Página 283/309
Antología de Julio Noel
Blanca paloma que en el evo vuelas, ¿dó estás?
Blanca paloma que en el evo vuelas, ¿dó estás?
¿Dó está tu verde mirada que hería mis ojos?
¿Dónde están tus libadores corales rojos
que ya no volveré a paladear nunca jamás?
Blanca paloma que en el evo vuelas, ¿dó estás?
¿Dó está la seda de tus cabellos pelirrojos?
¿Dó está tu beldad que me hincaba ante ti de hinojos
y que ya no volveré a admirar nunca más?
Amor mío, ¿qué se hicieron esas blancas vestes
que vaporosas besaban tus níveos senos
y que en las noches de clara plata yo adoraba?
Amor, ¿qué se hicieron esos encantos celestes
que mi corazón henchían de dulzura llenos
y que por su divina beldad tanto te amaba?
Suspiros y sueños de amor
Página 284/309
Antología de Julio Noel
¡Oh cándida paloma que el vuelo equivocaba!
¡Oh cándida paloma que el vuelo equivocaba!
Oye los rojos gemidos de mi eterno amor,
oye la dulce plegaria de mi verde dolor
que el jilguero en el vergel para ti cantaba.
¡Oh flecha de cupido que el céfiro cortaba!
Oye el rasgado grito de tu cautivador,
oye este verso que del alba en el dulzor
para ti en el inmenso océano declamaba.
Vuelve al lado de tu cautivo, mi fiel amada,
no yerres más por ese universo tenebroso,
besa mi mano como cervatilla sumisa.
No me dejes solo en esta tierra desdichada.
Abandona para siempre el cielo vagaroso
y regresa a mí con tu encantadora sonrisa.
Suspiros y sueños de amor
Página 285/309
Antología de Julio Noel
¡Qué solo me has dejado en este vacío mundo!
¡Qué solo me has dejado en este vacío mundo!
¡Qué huérfano de amor ha quedado mi corazón!
Me faltas tú y ya no encuentro ninguna razón
para continuar penando aquí sólo un segundo.
Por renacer tu sueño vivo cual vagabundo
que en la noche infinita siente gran desazón;
por no hallar en ella alivio a mi viva pasión,
arrojarme querría al océano más profundo.
Amor, ¿por qué de mi vida has desaparecido
y a una esfera ignota y lejana te has mudado?
Tan solo me has dejado, que más muero que vivo.
Si de mi perenne amor nunca hubieras huido,
siempre habría sido tu eterno enamorado
para quedarme a tu lado como fiel cautivo.
Suspiros y sueños de amor
Página 286/309
Antología de Julio Noel
Embrujado amor que en mi vida te has cruzado
Embrujado amor que en mi vida te has cruzado
y que mi candorosa inocencia has seducido,
¿por qué por otra oscura senda no te has ido
y mi alma en su estado prístino no la has dejado?
¿Por qué radiante apareciste un día a mi lado
y heriste mi corazón con flechas de Cupido?
¿Acaso por mar y tierra te hubiera seguido
si mis ojos tu belleza no hubiera epatado?
Dime, ¿por qué entonces tú ahora me has abandonado
sin yo nunca jamás haberte a ti ofendido?
Mejor hubieras mi corazón no haber herido
para que nunca por ti se hubiera desangrado.
Así yo por mi lado dichoso me hubiera ido
y tú por tu vereda te habrías alejado.
Suspiros y sueños de amor
Página 287/309
Antología de Julio Noel
Ahora que veo el final de mi camino cercano
Ahora que veo el final de mi camino cercano,
viene a mi memoria la quebrada que subimos;
con esfuerzo y tesón a su cúspide ascendimos
los dos amorosamente asidos de la mano.
Hoy rememoro aquel tiempo pasado y lejano
que se llevó los melosos besos que nos dimos.
Aquel luminoso halo de amor en que vivimos
hizo que me sintiera más divino que humano.
Hoy no puedo ya volar por las ondas celestes
que a un mundo etéreo me trasladaban junto a ti
y en el que los dos vivíamos enamorados.
Ahora sólo puedo andar por las sendas agrestes
que me llevan a la amarga fuente en que bebí
los dulces efluvios de tu amor por ti exhalados.
Suspiros y sueños de amor
Página 288/309
Antología de Julio Noel
Hoy de tus rojos labios he olvidado el sabor
Hoy de tus rojos labios he olvidado el sabor
que de exquisitas fragancias colmaba mi boca
y mi alma conmocionada se volvía loca
con las dulces esencias de tu elixir de amor.
Hoy de tus verdes ojos he olvidado el color.
Hoy mi corazón tu suave mirada evoca.
Hoy en mi espíritu tu recuerdo me provoca
una agradable inquietud y un dulce dolor.
Desde el día que tu imagen voló a las estrellas
y que las rosas para mí ya no eran tan bellas,
mi pensamiento no se ha apartado de ti.
Sigues siendo la flor más bella y adorada,
nunca jamás por mí en este mundo imaginada.
Por ti me muero desde el día en que te vi.
Suspiros y sueños de amor
Página 289/309
Antología de Julio Noel
Al alba recorría el bosque nemoroso
Al alba recorría el bosque nemoroso
por donde mi espíritu fluía entre la enramada,
iba soñando en pos de mi bella enamorada
cuando sentí el gemir de un manantial rumoroso.
A él con gran cautela me aproximé presuroso
para escuchar mejor su melodiosa tonada.
Ante mí se apareció la tez suave y rosada
de un rubio querubín, del cielo el más hermoso.
Al verlo me quedé confundido y ruboroso:
la voz que cantaba era sedosa y colorada
como la de un serafín áureo y meloso.
Mas sus blondas guedejas y su verde mirada
dejaron absorto a mi corazón doloroso:
eran los ojos y los cabellos de mi amada.
Suspiros y sueños de amor
Página 290/309
Antología de Julio Noel
Amor, tu amor se fue para nunca más volver
Amor, tu amor se fue para nunca más volver.
Hoy, amor, es el día más amargo de mi vida,
hoy he degustado agrio acíbar como bebida,
hoy, amor, he enloquecido para no enloquecer.
Hoy es el aciago día en que perdí mi querer,
hoy el dolor se embriaga con la sangre de mi herida,
hoy mi dolor ruge como la fiera abatida
que acosada acomete y no se deja prender.
Mi dolor es tan alto que hiende las estrellas,
mi dolor es infinito como el universo,
mi dolor tiene inicio pero no tiene fin.
Hoy perdí la más bella de entre las rosas bellas
y en un inacabable dolor me encuentro inmerso
hasta que mi alma no alcance el último confín.
Suspiros y sueños de amor
Página 291/309
Antología de Julio Noel
Verteré lágrimas muy amargas esta noche
Verteré lágrimas muy amargas esta noche,
me hundiré en tu profundo piélago verdemar,
lloraré hasta mi última lágrima derramar
y hasta mis penas acumular a troche y moche.
Mi atracción hacia ti ha sido de amor un derroche;
tú has sido para mí mi eterna Rosa del Mar,
tú me has hecho dulces mieles de amor deleitar
y para mí tú has sido un verso en la medianoche.
Lloraré tu partida en el confín de una estrella,
me inmolaré por ti en el fuego del amor
y trocaré este mundo por un mundo mejor.
No hallaré en este siglo otra mujer más bella,
tu ausencia será la fuente de mi cruel dolor,
sin ti adoleceré de la más hermosa flor.
Suspiros y sueños de amor
Página 292/309
Antología de Julio Noel
¡Oscura noche poblada de estrellas!
Yo la quise, y a veces ella también me quiso
Pablo Neruda
¡Oscura noche poblada de estrellas!
¡Noche de mi alma!
¡Noche, a quien tantas veces he invocado,
escucha ahora mis penas más amargas!
¡Oye, por favor, mis humildes ruegos,
mis súplicas más agrias!
Quisiera volver atrás el tiempo,
retornar a los años de mi infancia,
a los dulces momentos en que vi
la bella imagen de mi bienamada.
Quisiera comenzar todo de nuevo,
vivir aquellos años esmeraldas,
volver a enamorarme otra vez
de los encantos de mi bella amada.
Revivir nuestros días más felices,
soñar en las noches de luna plata,
evocar nuestros recuerdos idílicos,
rememorar nuestras horas más plácidas.
Quisiera vagar por los sentimientos
de la mujer que yo idolatraba,
libar el dulce néctar de sus labios
y sumergirme en su verde mirada.
Robar un sutil hálito,
acariciar su melena dorada,
que se derramaba hasta su cintura
como alegre cascada.
Quisiera vivir los gratos instantes
en que por mí fue amada,
Página 293/309
Antología de Julio Noel
en que yo gocé de ella
las mieles de su alma.
Quisiera vivir los gratos instantes
en que ella de mí quedó enamorada,
que junto con su cuerpo
me entregó también su alma.
Yo la quise y (...) ella también me quiso.
Yo no dejé de amarla.
Yo la amaba sobre todas las cosas
y ella también me amaba.
Pero un aciago día,
un día funesto y sin esperanza,
ella se desvaneció de mis sueños
y ya no volví a hallarla.
Era toda mi vida
y llenaba mis horas más aciagas.
Sin su presencia vivir ya no quiero
una vida tan vana y desdichada,
antes prefiero la muerte mil veces
que vivir sin mi amada.
Prefiero vagar por el infinito,
en donde se diluyen las distancias,
do no cuenta la levedad del tiempo
ni la altivez humana,
donde tan sólo viven
espíritus en calma.
Y ahora, oh noche, como adiós te ofrezco
este cáliz de mis amargas lágrimas.
Suspiros y sueños de amor
Página 294/309
Antología de Julio Noel
La blanca fragancia de tus labios besa el alba
La blanca fragancia de tus labios besa el alba
en los postreros suspiros de la noche azul,
tus níveos pétalos derraman cándidas lágrimas
y tu cara se llena de inmaculada luz.
Abres tus ojos al resplandor de la mañana
en una sinfonía de albura y color,
el rumoroso céfiro se embriaga con tu aroma
y todo se sumerge en un albino candor.
Tu radiante sonrisa etérea se derrama
por las ingrávidas ondas del viento añil,
frágiles gotas de cristalina agua
que nos regala el generoso cielo de abril.
Tus ojos llueven brillantes racimos de perlas
en los suspiros del primer albor,
lívidos sueños beben en las alas del viento
la blanca fragancia de tu sublime licor.
En las alas del viento
Página 295/309
Antología de Julio Noel
Besa el céfiro las amargas lágrimas
Besa el céfiro las amargas lágrimas
de unos ojos verdes que lloran en el olvido
las dulces palabras de amor que atravesaron
dos corazones sin haberse comprendido.
Las alas del viento se llevan las claras perlas
de los verdes ojos que lloran en el olvido
y en el negro silencio de la noche
quedan gimiendo dos corazones malheridos.
El rumor del aura pasa silente
entre las verdes ramas de los viejos olivos,
despertar no quiere con su susurro
los dos corazones adormecidos.
En el negro silencio de la noche
dos corazones lágrimas de sangre han vertido
y las agitadas alas del viento
al abismo se han llevado dos verdes suspiros.
En las alas del viento
Página 296/309
Antología de Julio Noel
Mis sueños de ayer eran verde sinfonía
Mis sueños de ayer eran verde sinfonía
que envolvía el dorado amanecer de mi infancia,
eran el azogado espejo de la inconstancia
que azuzaba los anhelos de mi fantasía.
Mis cárdenos sueños de hoy son flébil agonía
del último hálito de mi plateada estancia
en esta vida marchita, inhóspita y sin fragancia
que va agonizando lentamente día a día.
Risueños sueños de la infancia y juventud
que inundasteis de alegría mis primeros años
con vuestras gráciles alas de luz y color,
¿por qué en los aciagos años de mi senectud
ocasionáis en mi alma tan crueles desengaños,
que hasta el profundo abismo alcanza mi dolor?
En las alas del viento
Página 297/309
Antología de Julio Noel
Enciende tu arrebol los aromas del aire
Enciende tu arrebol los aromas del aire
en el dulce despertar de la luz del alba
cuando mi afligido corazón tu ausencia llora
entre suspiros de sangre que por ti derrama.
Tus coloradas sonrisas tiñieron el éter
de acariciadoras esencias de oro y grana
cuando huían en las alas del céfiro azul
entre nevados alcores de luz y de plata.
Cuando lloran carmín los labios de la aurora,
tus lágrimas se derriten en el terciopelo
que de sonrojadas sonrisas llenan
la blancura de tus inmaculados sueños.
Cuando mi afligido corazón quiso encontrar
en tus lágrimas carmesíes dulce consuelo,
tu arrebolado aroma se disipó en las nubes
y tú te desvaneciste en las alas del viento.
En las alas del viento
Página 298/309
Antología de Julio Noel
Entre oro y grana suspira el aura
Entre oro y grana suspira el aura
cuando besa los floridos rosales
y su llanto en aroma carmesí
se transforma en las brasas de la tarde.
Una dorada fragancia aletea
en las cristalinas alas del aire
y un delicado gemido escarlata
emana de los floridos rosales.
Dulces cadencias de oro y grana fluyen
por las llamas de la tórrida tarde
y entre gráciles pétalos de seda
se diluye el amor de los amantes.
En púrpuras alas vuelan mis sueños
a las lejanas regiones boreales,
sonríen en aterciopelados pétalos
a las esencias que se lleva el aire.
En las alas del viento
Página 299/309
Antología de Julio Noel
Con doradas y resplandecientes llamas arden
Con doradas y resplandecientes llamas arden
los álgidos colores de la áurea alameda
en el pausado vagar de la rendida tarde
que en las alas del viento sus suspiros sustenta
y en el plateado hilo de las cristalinas aguas
una albina nube su nívea cara refleja,
por sus blancas mejillas gotas de cristal fluyen
como en las rosas del rocío las claras perlas.
Por los hilos de oro del lánguido atardecer
se deslizan las aterciopeladas cadencias
que lanzan al aire los gárrulos ruiseñores
entre el dorado ramaje de la áurea alameda.
Mis suspiros caen en los brazos de la dulce aura
que a un ignoto y lejano paraíso se los lleva,
mientras la alegre corriente del fogoso río
en un abisal piélago sumerge mis penas.
En las alas del viento
Página 300/309
Antología de Julio Noel
Dulce volaba la brisa del atardecer
Dulce volaba la brisa del atardecer
en las doradas alas del parlanchín silencio,
en el lejano horizonte un tul de grana y oro
ardía como urente llama en el azul cielo.
Carmesíes se oían las canoras melodías
que se llevaba raudo el aromático viento
entre incoloras sonrisas de plateadas hojas
mecidas por el lene beso del suave céfiro.
El lento declinar de la mortecina tarde
se llevaba consigo los enigmas del tiempo
a un lugar remoto de las etéreas esferas
perdido en los cárdenos piélagos del universo.
En el dorado atardecer de mis viejos años
de oro y grana se visten mis lejanos recuerdos
y en alas de libélulas esmeraldas y añiles
vuelan hacia mi infancia mis vaporosos sueños.
En las alas del viento
Página 301/309
Antología de Julio Noel
Al cielo azul se elevan esbeltos chopos de oro
Al cielo azul se elevan esbeltos chopos de oro
con finas copas ceñidas de áureas cabelleras,
sus blondas hojas gráciles le hablan al viento
en las arrulladoras noches de luna llena.
Por sus frágiles ramas se desliza el silencio
que llena de un sordo rumor la amena alameda
en los dorados días del apacible otoño
do ya no desgrana su cantar la filomena.
El albino murmullo de las plateadas aguas
apaga el rumor de la sigilosa chopera
y en el terso cristal de su rizada corriente
poco a poco se ahogan mis afligidas penas.
El susurro del aire adormece la áurea fronda
entre los verdes arrullos de la suave pradera
y mi fantasía en las alas del añil éter
teje refulgentes sueños con hilos de seda.
En las alas del viento
Página 302/309
Antología de Julio Noel
Como inmaculado rayo de luz que atraviesa
Como inmaculado rayo de luz que atraviesa
el diáfano cristal de mi ventana,
así penetra el fuego de tu amor
en el oscuro océano de mi alma.
Iluminas las negras tinieblas de mis ojos
con los vivos destellos de tu verde mirada
y luego la ocultas en el vasto universo
para que yo no pueda encontrarla.
Edulcoras mis labios con tus purpúreos labios,
tiñes de vivo carmín tus pétalos de grana,
en mi corazón enciendes de tu amor el fuego
y luego te alejas de mí sin decirme nada.
Tu albino esplendor deslumbró las estrellas
como blanco lirio que la luz del sol empaña,
llegaste a mí un dorado amanecer de mayo
como lucero de mis ojos, paloma blanca.
En las alas del viento
Página 303/309
Antología de Julio Noel
Te evaporaste de mi vida
Te evaporaste de mi vida
como se diluyen los sueños,
tus rojos labios encendidos
en las lenes alas del viento.
Etérea te fuiste de mí
a las lindes del universo
y con tu amor te llevaste
las llamas de mi amor sincero.
Mis labios quemaron tus lágrimas
cuando te pedí un dulce beso,
luego te desleíste en el aura
y te evaporaste en el céfiro.
Me dejaste solo en el mundo,
sin tu amor y con mi tormento,
para penar toda mi vida
por un amor que fue un sueño.
En las alas del viento
Página 304/309
Antología de Julio Noel
Entre suspiros de rosas llora tu mirada
Entre suspiros de rosas llora tu mirada
verdes lágrimas que presuroso bebe el viento
en las frescas tardes de primavera,
tardes que traen a mi memoria tu recuerdo.
Aquellas doradas tardes de mayo,
tardes de oro y grana que callaron mi silencio
cuando quise beber en la luz de tus ojos
el agua marina de los océanos.
Tardes doradas de mayo florido
que sumergieron mi alma en un áureo embeleso
cuando mis labios libaron en tus corales
el rojo elixir de un apasionado beso.
Tu mirada llora entre clamores de amapolas
las lágrimas amargas que se llevó el tiempo
en las tardes de oro y grana de la primavera
a las verdes profundidades de tus océanos.
En las alas del viento
Página 305/309
Antología de Julio Noel
La fría noche en cuclillas soñó nuestro amor
La fría noche en cuclillas soñó nuestro amor
que se asomaba a la verde ventana del aire,
las estrellas reverberaban agua de luz
y el silencio hablaba entre las ramas de los árboles.
La noche estrellada se estremecía en sus miedos
como el gato negro cuando huella los hontanares
y voces azules bramaban en el océano
al enfurecido Neptuno, dios de los mares.
Blancos sonidos de pájaros con alas de agua
aleteaban en los gemidos de los cristales,
con sus verdes plumas recamadas de azul viento
traspasaban indemnes las paredes del aire
y sus coloradas voces hirieron mis oídos
cuando entraba en el tétrico reino de la vorágine.
En las alas del viento
Página 306/309
Antología de Julio Noel
Una mañana de abril hallé la fuente clara
Una mañana de abril hallé la fuente clara:
en sus aguas de luz bebía la primavera
una dorada copa de plateado licor
que derramara una noche de luna llena.
Sus transparentes aguas sonrojadas cantaban
una canción de amor de una náyade muerta,
por su azogue discurrían las amargas lágrimas
que la ninfa vertió como primorosas perlas.
Llameantes suspiros encendían el frío aire
en la fresca mañana de la azul primavera,
eran como hielo candente que derretía
el dolor en el que ardía la verde yerba.
En las azules aguas de la límpida fuente
contemplé la blanca cara de la luna llena.
En las alas del viento
Página 307/309
Antología de Julio Noel
Eres como rocío en la amapola
Eres como rocío en la amapola,
como níveo copo en la hierbabuena,
como álgido fuego sobre una ola,
como blanco aroma de una azucena.
Eres el rubio oro de la mañana
y el subido carmín de la tarde,
eres el blanco lucero del alba
que de mi sueño viene a despertame.
Eres la trémula luz de una estrella,
eres la risueña lluvia de abril,
dulce fragancia de la primavera
que me embriagó con su frenesí.
Eres fuego del delirio que pasa,
eres hielo de la pasión que quema,
eres flecha de Cupido que mata,
la rosa que mi corazón se lleva.
En las alas del viento
Página 308/309
Antología de Julio Noel
El dorado licor descendía en el aire
El dorado licor descendía en el aire
y de oro llenaba las copas de la alameda
en el tornasolado nacer de la alborada
un tierno amanecer de mi infancia primera.
Pájaros de cristal y voces de alabastro
colmaban de alegría la esmeralda pradera
entre blancos susurros de etéreas mariposas
y fragantes llantos de frágiles madreselvas.
Los átomos del silencio llenaban el aura
de colores púrpura en la dorada arboleda,
mientras en el efímero cristal se diluían
los cárdenos efluvios de mis amargas penas.
Durante breves instantes acarició el aire
el delicado beso de unos labios de fresa,
fue el susurro de un aterciopelado sueño
que raudo se fue como fugaz entelequia.
En las alas del viento
Página 309/309