El caracol que quería saber quién le robó su casa

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El caracol que quería saber quién le robó su casa Bárbara Veit Anna Laura Cantone Había una vez un pequeño caracol que tenía la casa más bonita del mundo. Un día, al pequeño caracol le dieron ganas de darse un baño. Entonces salió de su casa maravillosa, la escondió debajo de una hoja y se bañó en gotas de rocío. Justo cuando quiso volver a casa, se llevó un susto tremendo. ¡Debajo de la hoja no había nada! ¡Absolutamente nada! ¡La casa de caracol más bonita del mundo había desaparecido! ¡La habían robado! ¡Secuestrado! ¡Raptado! - ¡Auxilio! – gritó el pequeño caracol - ¡Rateros, ladrones! Nadie le oyó, sólo una hormiguita preguntó en voz muy baja: - ¿Qué es lo que pasa? - ¿Has robado mi casa maravillosa? – pregunto el pequeño caracol, nervioso. La hormiga lo pensó un buen rato hasta que finalmente sacudió la cabeza. - ¡No sé quién podría robar una casa de caracol! - Murmuró - ¡Las hormigas tal vez! – gritó el pequeño caracol- ¡Ellas se la pasan cargando cosas!

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El caracol que quería saber quién le robó su casa

Bárbara VeitAnna Laura Cantone

Había una vez un pequeño caracol que tenía la casa más bonita del mundo. Un día, al pequeño caracol le dieron ganas de darse un baño. Entonces salió de su casa maravillosa, la escondió debajo de una hoja y se bañó en gotas de rocío.

Justo cuando quiso volver a casa, se llevó un susto tremendo. ¡Debajo de la hoja no había nada! ¡Absolutamente nada! ¡La casa de caracol más bonita del mundo había desaparecido! ¡La habían robado! ¡Secuestrado! ¡Raptado!

- ¡Auxilio! – gritó el pequeño caracol - ¡Rateros, ladrones!

Nadie le oyó, sólo una hormiguita preguntó en voz muy baja:

- ¿Qué es lo que pasa?- ¿Has robado mi casa maravillosa? – pregunto el pequeño caracol, nervioso.

La hormiga lo pensó un buen rato hasta que finalmente sacudió la cabeza.

- ¡No sé quién podría robar una casa de caracol!- Murmuró- ¡Las hormigas tal vez! – gritó el pequeño caracol- ¡Ellas se la pasan cargando

cosas!- Tonterías – susurró la hormiga -. Nosotras las hormigas no necesitamos casa de

caracol… ¡nosotras vivimos en castillos!

Entonces el pequeño caracol siguió deslizándose y le preguntó a un pájaro que revoloteaba en torno al tronco de un árbol.

- ¿Has robado mi casa maravillosa?- Nunca… nunca… ¡jamás! – pió el pájaro -. ¡Yo vivo en un nido! ¡Eso es mucho

más grande! ¡Además tengo cinco hijos y no me queda tiempo para robar!

El pequeño caracol siguió deslizándose y le preguntó al ratón. - ¡Hola, ratón! ¿Has robado mi casa maravillosa?

Al ratón le temblaron los bigotes, indignado.

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- ¡yo sólo robo queso y tocino! ¡Además vivo en una ratonera! En la ratonera hay un nido y una despensa y dos salidas secretas. ¡Bien puedes examinarla!

Entonces el pequeño caracol se deslizó hacia donde la ardilla y exclamó:

- ¡Hola! ¿Has robado mi casa de caracol maravillosa? Quiero decir, ¿sin querer tal vez?

- ¿yoooo? – chilló la ardilla y sacudió su tupida cola en el aire con tal fuerza, que el pequeño caracol casi se cae - ¿yoooo? ¿Tu casa de caracol? ¡A mí sólo me interesan las nueces! ¿Entendido? Y además vivo en un hueco muy calentito.

El pequeño caracol siguió deslizándose y se topó con la araña, que colgaba de una rama en una larga telaraña y se balanceaba con el viento.

- ¡Buenas tardes, araña! – dijo el pequeño caracol - ¿No habrás robado mi casa maravillosa?

- ¡Qué cosas! – susurró la araña, porque no podía hablar más alto -. ¡Qué pregunta más inaudita! ¡Yo no robo nunca! ¡Yo atrapo moscas! Además vivo en la telaraña más elegante y distinguida del mundo. ¡Ten cuidado y no vayas a hacerle un hueco! ¡Los caracoles son tan pegajosos!

Entonces el pequeño caracol siguió deslizándose y se topó con el perro. Este casi no lo ve, porque el caracol era muy pequeño. Para que lo oyera, el pequeño caracol tuvo que gritar:

- ¡Eh! ¡Perro! ¿No habrás robado mi casa de caracol maravillosa, por pura casualidad y sin querer?

El perro agachó la cabeza, le estornudó al pequeño caracol y ladró: - ¡Óyeme bien! Yo soy un perro guardián, ¡y los perros guardianes vigilan que nadie se robe nada! ¿captas? ¡Bien puedes examinar mi caseta! Es un poco grande para ti, ¿no?

El pequeño caracol siguió deslizándose con tristeza. Tal vez nunca volvería a encontrar su casa maravillosa. Esta vez se topó con la abeja, que zumbaba tanto, que el pequeño caracol casi no se atrevió a preguntar. Por eso dijo otra cosa:

- ¡Hola, abeja! ¿por casualidad no habrás visto quién ha robado mi casa?

La abeja revoloteó en torno al pequeño caracol.

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- ¡Yo veo muchas cosas, muchísimas! Pero, por desgracia, no he visto tu casa. Justo acabo de terminar la mía. ¡Está colgando ahí detrás! ¡Llevo semanas trabajando en ella! ¡Ojalá no se la robe nadie! ¡Por suerte tengo mi aguijón! ¡Así no hay quién se atreva!

El pequeño caracol siguió deslizándose más y más y se toó con la vaca, que era muy grande. Aún así, el pequeño caracol juntó todas sus fuerzas y preguntó:

- ¡Buenas tardes, vaca! ¿No habrás robad o devorado mi casa por pura casualidad?

La vaca masticó muy despacio de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, y, sólo después de un buen rato, dijo: - ¡A mí nadie me ha robado o devorado mi casa nunca! Es demasiado grande y pesada. Todas las noches, cuando voy a casa, ¡ella sigue ahí!

El pequeño caracol estaba ya bastante cansado, sin embargo siguió deslizándose y buscando su casa. Pero sólo encontró un gato. - ¡Hola, gato! ¿Has visto mi preciosa casa de caracol?

- Preguntó el pequeño caracol- ¡Yo no veo casas de caracol! – maulló el gato -. ¡Sólo veo ratones y leche!

¡Además tengo muchas casas y todas me pertenecen! El cobertizo, el establo, el pajar y la casa. ¡La más bonita es el cojín que está encima de la calefacción!

Entretanto, el pequeño caracol empezó a sentir mucho frío. Pero siguió deslizándose y de repente vio otro caracol. Mucho más gordo y más largo que él, e igual de desnudo.

- ¡Oye, tú! – gritó-. ¿Alguien también ha robado tu casa?

El caracol gordo, largo y desnudo se tambaleó con sus antenas, haciendo un poco de espuma. Y dijo:

- ¡Pero qué cosas! Eres un pequeño caracol un poco tonto, ¿no?- ¡Yo soy una babosa! ¡No llevo la casa en mi lomo, pues me daría dolor de

espalda!- ¿y dónde vives? – pregunto el pequeño caracol con timidez.- ¡Debajo de una maceta! – dijo la babosa-. ¡Las macetas son mucho más grandes

que cualquier casa de caracol!

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Justo cuando el pequeño caracol quería preguntarle a la gran babosa si no tendría un poco de espacio debajo de la maceta…

… en ese momento vio, debajo de una hoja de diente de león, algo que parecía la casa de caracol más bonita del mundo. Se deslizó tan rápido que casi habría podido adelantarse a sí mismo. Y entonces la vio: ¡su casa de caracol maravillosa y robada!

Y como se avergonzó de haber buscado debajo de la hoja equivocada, ¡se metió en su casa y cerró la puerta muy rápido! Pero adentro se sintió muy contento. Estaba caliente y cómodo… ¡y era la mejor casa de todas las casas del mundo entero!