Educar en la fortaleza

137
Leonardo R. DUPLÁ Juan G. CASTILLA RILO Antonio JIMÉNEZ ACTAS DEL XI ENCUENTRO DE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN BURGOS 2007 ACTAS DEL XI ENCUENTRO DE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN · Educar en la fortaleza: una superación continua J. Sáez Cruz (Coord)

Transcript of Educar en la fortaleza

Page 1: Educar en la fortaleza

Leonardo R. DUPLÁ

Juan G. CASTILLA RILO

Antonio JIMÉNEZ

ACTAS DEL XI ENCUENTRO DE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN

BURGOS 2007

AC

TAS

DE

L X

I E

NC

UE

NTR

O D

E F

ILO

SO

FÍA

Y E

DU

CA

CIÓ

N · E

duca

r en

la f

orta

leza

:una

sup

erac

ión

cont

inua

J. Sáez Cruz (Coord)

Page 2: Educar en la fortaleza
Page 3: Educar en la fortaleza
Page 4: Educar en la fortaleza

Leonardo R. DUPLÁ

Juan G. CASTILLA RILO

Antonio JIMÉNEZ

J. Sáez Cruz (Coord.)

Educar en la fortaleza:una superación continua

ACTAS DEL XI ENCUENTRO DE

FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN(14,15 y 16 de marzo de 2006)

Instituto Superior de Filosofía

“San Juan Bosco”.

Burgos.

Afiliado a la Universidad Pontificia

de Salamanca

BURGOS 2007

Page 5: Educar en la fortaleza

© Instituto Superior de Filosofía “San Juan Bosco” (UPSA) 2007

Dep. Legal: Imp. Santos. BU-68/2007

Page 6: Educar en la fortaleza

n CONTENIDO

A modo de prólogo: Jesús Sáez Cruz . . . . . . . . . . . . . 7

Presentación del XI Encuentro:Isidro Revilla Barriuso . . . . . . . . . . . 13

Presentación de Leonardo R. DupláJosé Luis Guzón ...................................................................15

LA FORTALEZA DE ESPÍRITUY EL VALOR DEL SUFRIMIENTOLeonardo R. Duplá ...............................................................19

Coloquio con Leonardo R. Duplá .......................................33

Presentación de Juan G. Castilla RiloManuel Plaza, S.I .................................................................39

LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZAJuan G. Castilla Rilo............................................................41

Page 7: Educar en la fortaleza

CONTENIDO6

Coloquio con Juan G. Castilla Rilo ....................................57

Presentación de Antonio JiménezJosé Luis Cabria...................................................................61

LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICAEN TIEMPOS DE FRAGILIDADAntonio Jiménez ...................................................................69

Coloquio con Antonio Jiménez ............................................97

CLAUSURA DEL XI ENCUENTRO DE FILOSOFÍA YEDUCACIÓNIsidro Revilla Barriuso .......................................................103

ANEXO:

¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL? (Primer Premio del Concurso de Filosofía “Atrévete a pensar”, 2005-2006)Roxana García Martínez ....................................................109

ÍNDICE GENERAL...........................................................131

Page 8: Educar en la fortaleza

A MODO DE PRÓLOGO

Querido lector:

Tienes en tus manos un libro excepcional. Quizá tú mismoalguna vez has reflexionado sobre la dureza de la vida (mil situacio-nes puedes dibujar aquí) y el coraje requerido para afrontarla conalegría y buen talante. Estamos hablando de la virtud de la fortale-za. Seguramente no has tenido la oportunidad de profundizar sobreeste tema como aquí te presentan Leonardo R. Duplá, Juan G.Castilla Rilo y Antonio Jiménez. El saber y la experiencia que aquípuedes encontrar, para motivar tu lucha diaria, no es equiparable alas “noticias”, “reportajes” o “artículos” que puedes leer en losperiódicos ni ver los programas televisivos que tienes al alcance detu mano. Tampoco es frecuente que puedas encontrarte con grandestratados sobre la fortaleza. Nosotros somos más humildes y te pro-ponemos leer un pequeño libro que te puede aportar una sabiduríainestimable. Su tema es contracultural: la virtud de la fortaleza.

El prof. Leonardo R. Duplá te ofrece una aventura intelectualdescendiendo a través de magistrales ejemplos, cual nuevo Platónen sus Diálogos, a una descripción diáfana y profunda de la fortale-za como virtud que modera y controla el miedo. Su ponencia “Lafortaleza de espíritu y el valor del sufrimiento” te abre a los proble-mas más difíciles de tratar filosóficamente: el sentido de la vida enla experiencia del dolor. Seguro que has experimentado tus límites,

Page 9: Educar en la fortaleza

JESÚS SÁEZ8

has vivido muchas clases de miedos y tendrás que afrontar todavíaalgunos que puedan arribar a la orilla de tu mar. Puedes confrontartu valentía con la descripción que D. Leonardo nos hace de la per-sona valiente, sobre todo frente al dolor, que siempre está al acecho.

Uno de los miedos más graves es el miedo a la propia libertad1.El psicólogo Juan G. Castilla Rilo te invita a seguirle en una expe-riencia, bien programada y dirigida, a través de su conferencia “Laconquista de la libertad y la virtud de la fortaleza”. Se trata de unasesión teórico-práctica que D. Juan ha conducido con gran pericia.El relato, como medio de análisis introspectivo y terapéutico de lavida interior (sentimientos y emociones) te posibilita bucear en lasmotivaciones de tus actitudes y comportamientos. Su objetivo: lle-varte a aceptar el reto de conquistar tu propia libertad.

Pero, en la fragmentación de la vida, arrastrada por multiformesestímulos en medio de la jungla de los deseos y el laberinto de nues-tras emociones, ¿podremos alcanzar una virtud tan necesaria comoes la fortaleza de la voluntad? El Dr. D. Antonio Jiménez describeen un certero cuadro las coordenadas de nuestra cultura posmoder-na. En este contexto, también es posible ejercitarse en la autoeduca-ción en la fortaleza. Su ponencia, muy bien documentada, “La for-taleza como virtud estratégica en tiempos de fragilidad”, presentatambién las matrices cristianas y los resortes accesibles al seguidorde Jesús para practicar la virtud de la fortaleza. En la presentaciónde este ponente, D. José Luis Cabria, haciendo gala de su saber filo-sófico y teológico, esboza ya el marco conceptual necesario de todala reflexión sobre las virtudes humanas, tanto naturales como sobre-naturales.

En anexo publicamos aquí el Primer premio otorgado en elConcurso de Filosofía “Atrévete a pensar”, celebrado el 17 de mayo

1 Cf. a. este respecto la siempre sugerente y actual obra de Erich Fromm, El miedo a la libertad(trad. Gino Germani), ed. Paidós Ibérica, Barcelona 2006.

Page 10: Educar en la fortaleza

9PRÓLOGO

de 2006. Su autora es Roxana García Martínez, alumna de 1º deBACH del Colegio Visitación de Nuestra Señora, “Saldaña”, deBurgos. Su título “¿Es propio del hombre feliz hacer el bien o hacerel mal?” nos conduce a los problemas teórico-prácticos más hondosde la ética. Enhorabuena, Roxana. ¡Que sigas investigando!

Agradecemos a los tres ponentes su original aportación a lareflexión sobre la educación en la virtud de la fortaleza y los condi-cionamientos de orden antropológico, psicológico y cultural quedicha tarea conlleva.

JESÚS SÁEZ CRUZCoordinador del Encuentro

Burgos, a 25 de noviembre de 2006 150 Aniversario del nacimiento de Mamá Margarita

Page 11: Educar en la fortaleza
Page 12: Educar en la fortaleza

XIENCUENTRO

deFilosofía y Educación

Educar en la fortaleza:una superación continua

Page 13: Educar en la fortaleza
Page 14: Educar en la fortaleza

PRESENTACIÓN DELXI ENCUENTRO DE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN

Buenas tardes y ¡Bienvenidos!

Hace aproximadamente un año celebrábamos el X Encuentrode Filosofía y Educación, organizado por el Instituto Superior deFilosofía “San Juan Bosco con el tema: “Educar en la prudencia:un proceso de maduración”. Era el desarrollo de la segunda de lasvirtudes cardinales, con exposiciones por parte de un Periodista, unFilósofo y un Teólogo, todos ellos profesores y conferenciantesexperimentados.

El éxito de cada uno de los Encuentros anteriores nos animan aseguir adelante. La reciente publicación de las Actas, nos permitirárecordar con satisfacción su contenido.

En la clausura del Encuentro, como Director del InstitutoSuperior de Filosofía “San Juan Bosco”, os anunciaba el tema delXI Encuentro: “Educar en la fortaleza: una superación conti-nua”.

Los ponentes: un Filósofo, D. Leonardo Rodríguez Duplá, unPsicólogo D. Juan G. Castilla Rilo y un Teólogo, D. AntonioJiménez, abordarán este tema de la fortaleza, otra de las cuatro vir-tudes cardinales, que marcan el obrar humano.

En un mundo de cambios profundos y fuertes contrastes,¿cómo mantenerse en pie ante las convulsiones de la vida, persona-les o sociales? ¿Cómo vivir en libertad en una sociedad que preten-de pensar y decidir por nosotros? ¿Qué estrategias pueden ayudar-

Page 15: Educar en la fortaleza

ISIDRO REVILLA14

nos en tiempos de fragilidad, de relativismo y fácil acomodación alo que venga?

Desde la complementariedad de las perspectivas, la Filosofía,la Psicología y la Teología nuestra reflexión saldrá enriquecida. Así,acompañados por el saber, la ciencia y la experiencia, haremos elcamino de estas jornadas.

Muchas gracias a todos vosotros por vuestra participación. Osdeseo que disfrutéis en este XI Encuentro de Filosofía y Educación,en el que también nosotros viviremos la aventura de la educación enla fortaleza, logrando seguir embarcados en nuestra vida con unasuperación continua.

ISIDRO REVILLADirector del Instituto Superior de Filosofía

“San Juan Bosco”. Burgos

Page 16: Educar en la fortaleza

PRESENTACIÓN DE LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ

Una presentación familiar, aunque siempre hay que dar algunosdatos del conferenciante. En este caso, con sumo gusto porque nosencontramos ante una persona que queremos mucho y que siemprese ha presentado muy cercana a nuestro Instituto y a todos nosotros.

D. Leonardo Rodríguez Duplá nació en Madrid 12 de marzo de1963. Casado, padre de cuatro hijos, estudió Filosofía en Madrid,Salzburgo y en Munich. Es Catedrático de Ética y Filosofía políticade la Facultad de Humanidades y Filosofía de la UniversidadPontificia de Salamanca y ha sido durante seis años Decano de laFacultad de Filosofía de dicha Universidad.

Su interés se centra, sobre todo, en las cuestiones relacionadascon la fundamentación de la Ética. Ha publicado, entre otros libros:

• Deber y valor: investigaciones éticas, Tecnos, Madrid 1993.

• Ética, BAC, Madrid 2001.

• Ética de la vida buena, Desclée de Brouwer, Bilbao 2006.

Tiene entre manos un ensayo sobre Ética y religión que, en pró-ximos meses, verá la luz.

Es miembro de los Consejos de Redacción de las revistasCuadernos Salmantinos de Filosofía y Diálogo Filosófico.

Entre sus numerosos artículos destaco sólo algunos para noprolongar en exceso esta introducción:

Page 17: Educar en la fortaleza

JOSÉ LUIS GUZÓN16

• “Felicidad y verdad práctica en Aristóteles”, Cuadernos sal-mantinos de filosofía, 20, 1993, 35-56.

• “Crítica de la ética civil”, Diálogo Filosófico, 35, 1996, 217-228.

• “Sobre el fundamento de los derechos humanos”,Salmanticensis, 43, 1996, 51-64.

• “Sobre los sentidos de ‘bueno’ y su relevancia para la ética”,Cuadernos Salmantinos de Filosofía, 25, 1998, 319-330.

• “La recuperación del tema de la felicidad en la filosofía con-temporánea”, Diálogo Filosófico, 50, 2001, 194-206.

• “El contexto filosófico y cultural de la declaración DominusJesus” Salmanticensis, 48, 2001, 263-274.

• “Max Scheler en guerra y paz”, Revista de Occidente, 250,2002, 56-82;

• “¿Qué es el mal radical?”, Cuadernos salmantinos de filoso-fía, 32, 2005, 271-278.

No soy exhaustivo. Estoy sólo destacando algunos artículos.

También ha escrito artículos en monografías colectivas. Mepermito destacar algunos:

• “Tres formas de sociologismo en ética”, en Coram Deo, enMemorial al profesor, Dr. Juan Luis Ruiz de la Peña (coord.por D. Olegario González de Cardenal y Jorge JuanFernández Sangrador), Univ. Pontificia de Salamanca,Salamanca 1997, 457-474.

• “Una ética para la civilización tecnológica: la propuesta deH. Jonas”, en Ética del Medio ambiente: problemas perspec-tivas, historia (coord. por José María García Gómez-Heras),Tecnos, Madrid 2001, 128-144.

• “Encuentro con Dios y ética cristiana”, en El hombre anteDios: entre la hipótesis y la certeza, La Habana, 4-7 de

Page 18: Educar en la fortaleza

17PRESENTACIÓN DE LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ

febrero de 2002, Univ. Pontificia de Salamanca, Salamanca2003, 57-73.

• “Kant, razón y experiencia”, en Actas del II SimposioInternacional del Instituto de Pensamiento Iberoamericano,Salamanca (coord. por Ana María Andaluz Romanillos),Univ. Pontificia de Salamanca, Salamanca 2005.

Tiene también más artículos publicados. No os entretengo más.

Leonardo Rodríguez Duplá es miembro de la ComisiónTeológica Asesora de la Conferencia Episcopal Española. Es traduc-tor de libros como Presencia de Dios en la Historia y Afirmacionesjudías y Reflexiones Filosóficas, de Fackenheim, Emil Ludwig,Sígueme, Salamanca 2002. Actualmente es coordinador del Masteren “Estudios Europeos y Derechos Humanos”, de la UniversidadPontificia de Salamanca.

Hoy el profesor Rodríguez Duplá disertará sobre “la Fortalezade espíritu y el valor del sufrimiento”. No resulta fácil, pienso, abor-dar este tema, como tantos otros, si no es desde una perspectivamultidisciplinar. Pero vale la pena intentar un acercamiento más,cualquiera que sea el enfoque, por una razón formalmente existen-cial: porque las preguntas siguen ahí golpeándonos diariamente, ennuestra existencia personal y en la de las personas que nos rodean;y porque en el dolor, la muerte, los miedos, en tantas limitacionescomo acarreamos, nos preguntamos: ¿De dónde sacar fuerzas enflaqueza? ¿Por qué cada día hemos de plantearnos nuestra supera-ción?

Son ciertamente algunas cuestiones que nos cuesta afrontar ydar respuesta. Difícil abordar esta problemática, porque esta virtudy otras virtudes también han caído en descrédito como asociadas acosas antiguas, a actitudes y a cosmovisiones superadas. Nuestratarea consiste en recuperar su memoria y actualizar aquellas virtu-des y hábitos a los que iba vinculada: la magnanimidad, la magnifi-cencia, la paciencia, la perseverancia.

Para finalizar, una palabra un poco más personal sobreLeonardo Rodríguez Duplá. Es un gran profesor; no sólo investiga-

Page 19: Educar en la fortaleza

JOSÉ LUIS GUZÓN18

dor. Los alumnos que han pasado por nuestro Instituto y que siguenestudios en la Universidad Pontifica de Salamanca así lo acreditan;a la vez que se desprende de la rica panoplia de publicaciones, artí-culos y colaboraciones que os acabo de leer. Estos alumnos nues-tros, insisto, están contentísimos con él. Lo ven competente, muyclaro en las exposiciones, además de muy cercano y disponible paratodo tipo de consulta fuera de clase. Nosotros, por nuestra parte,hemos gozado de su presencia en este mismo lugar, para los acon-tecimientos importantes de nuestro Centro de Estudios. Sobre todo,las inauguraciones oficiales mientras era Decano. Su presencia y suapoyo siempre nos han estimulado para dar lo mejor de nosotrosmismos, como Equipo de profesores, y como Instituto de Filosofía.Siempre valoró estupendamente la preparación filosófica que aquíse impartía a los alumnos, que luego destacaban por su aplicación yaprovechamiento en el Alma mater salmantina. Estamos, pues, muyagradecidos y honrados por su presencia entre nosotros.

Muchas gracias, Leonardo. Estamos dispuestos a escucharte.

JOSÉ LUIS GUZÓNProfesor de Historia de Filosofía Moderna y de Historia del Pensamiento Científico

Instituto Superior de Filosofía “S. Juan Bosco”. Burgos

Page 20: Educar en la fortaleza

LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DEL SUFRIMIENTO

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁCatedrático de Ética y Filosofía Política

Universidad Pontificia de Salamanca

1

Hablar hoy de la virtud de la fortaleza, o para el caso de cual-quier otra virtud, puede parecer anacrónico. El mismo término “vir-tud” ha desaparecido prácticamente de nuestro vocabulario habitual.Cuando queremos encarecer la bondad de una persona, no se nosocurre decir, salvo en un contexto muy solemne o muy jocoso, cosastales como que es “hombre de probada virtud”. Estas expresionesparecen tener un inconfundible regusto a cerrado y sacristía, a cosarancia y trasnochada. En consecuencia, son evitadas cuidadosamen-te. Y no sólo la palabra “virtud” ha sido desalojada del lenguajecorriente, sino que el saber teórico elemental acerca de las virtudesha disminuido de modo palpable. Si hoy preguntamos a estudiantesuniversitarios cuáles son las virtudes cardinales, la mayor parte seencogerá de hombros. Y si preguntamos por las teologales, el resul-tado será aún más desalentador.

El eclipse que sufre el concepto de virtud en la conciencia con-temporánea tiene su equivalente, o más bien su causa o una de suscausas, en el orillamiento de la virtud en el marco de la filosofíamoral contemporánea. En la ética clásica el concepto de virtud teníaun protagonismo indiscutible. Para Platón o Aristóteles, la ética filo-sófica tenía como cometido principal responder a la pregunta:

Page 21: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ20

¿cómo he de vivir? Y como esos filósofos estaban persuadidos deque la posesión de las virtudes era condición necesaria de una vidabuena y feliz, no dudaban en hacer de la virtud el objeto preferentede sus cavilaciones. Por eso los diálogos platónicos abordan cues-tiones tales como qué es la virtud, o cómo se adquiere, o si la virtudes una o varias. Y la Ética a Nicómaco de Aristóteles, que es el pri-mer tratado sistemático de ética que se ha escrito, está dedicado ensu mayor parte al estudio pormenorizado de las distintas virtudes enlas que estriba la excelencia de un hombre.

En la ética moderna, en cambio, el tratamiento de la virtud hapasado a un segundo plano, desplazada por el nuevo protagonismodel problema del deber. ¿A qué obedece esta sustitución de la virtudpor el deber? Se trata de una cuestión compleja, y aquí he de limi-tarme a observar que, en mi opinión, la pérdida de protagonismo dela virtud obedece a la creciente sombra de duda que, desde los albo-res de la modernidad, ha ido recubriendo el concepto de tradición.Para entender esta afirmación ha de tenerse presente que, de acuer-do con el planteamiento clásico, las virtudes se adquieren, sobretodo en la niñez, mediante la inmersión en una tradición moral viva.El niño asimila las virtudes de su entorno gracias a que ellas yaestán presentes en la comunidad humana en la que él nace y seeduca. Ahora bien, dado que el espíritu moderno se niega a recono-cer validez a los argumentos de autoridad y reclama que toda idearecibida se legitime ante el tribunal de la razón, es lógico que recha-ce las tradiciones heredadas, en las que muchas veces no ve sinoprejuicios que retardan el progreso de la humanidad hacia su defini-tiva emancipación. Y una vez rechazada la autoridad de las tradicio-nes, era inevitable que la ética de las virtudes perdiera su vigencia.Es comprensible, por ello, que en la mayoría de los modelos éticoscontemporáneos la virtud desempeñe, como queda dicho, un papelmuy secundario.

Es verdad que el hecho de que hoy no se hable de las virtudesno demuestra, ni mucho menos, que las virtudes no sean importan-tes en nuestra vida. Pero no es menos cierto que hoy, por las razo-nes señaladas, ya no están dadas las condiciones que harían posiblepasar directamente a tratar la virtud de la fortaleza, que es lo que nosproponemos. Habida cuenta de que el concepto mismo de virtud se

Page 22: Educar en la fortaleza

21LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DEL SUFRIMIENTO

presenta en nuestra conciencia sumamente desdibujado e incluso hadesaparecido prácticamente de nuestro vocabulario, tenemos quepartir de cero y no dar nada por supuesto. Partiremos, por tanto, deuna caracterización general de las virtudes, y sólo después estare-mos en condiciones de aproximarnos a la virtud de la fortaleza.

2

La tradición clásica entiende las virtudes como cualidades delalma humana que tienden a manifestarse en conductas excelentes.Es característico de esas cualidades del alma el ser adquiridas y elser permanentes. El hecho de ser adquiridas distingue a las virtudesde los rasgos del temperamento, que no se adquieren sino que seheredan. Y el hecho de ser permanentes las distingue de un humoro una inclinación más o menos pasajera. Cuando decimos dealguien que es valiente o que es justo, queremos decir que poseeesas cualidades en todo momento, y no sólo cuando se ve confron-tado con determinadas situaciones que exigen actuaciones que reve-lan ese carácter virtuoso. Por lo demás, el carácter permanente delas virtudes tiene mucho que ver con el modo como son adquiridas.Según Aristóteles, las virtudes se adquieren por habituación. Delmismo modo que me hago pianista tocando el piano y matemáticoresolviendo problemas de álgebra, me hago justo realizando actosde justicia y valiente realizando actos de valentía.

Este modo de entender el aprendizaje de las virtudes puedeparecer paradójico. ¿Cómo voy a realizar actos de valentía si toda-vía no soy valiente? Aristóteles contesta que las acciones mediantelas cuales me habitúo a la virtud no son propiamente virtuosas, sinoacciones externamente semejantes a las virtuosas. El niño imita lasconductas de sus mayores, quizá únicamente por eludir el castigo.Pero a fuerza de comportarse del modo prescrito, se le van abrien-do los ojos para captar la belleza intrínseca de las conductas confor-mes con la virtud. Cuando ya ha alcanzado la edad de la razón, sucomportamiento ya no será puramente mecánico, sino motivado porla nobleza de la virtud adquirida. Y como el aprendizaje ha consis-tido en la larga práctica de las conductas conformes con la virtud, esnatural que las virtudes correspondientes queden firmemente inscri-

Page 23: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ22

tas en el carácter del hombre. Por eso los antiguos se referían a lavirtud como a una “segunda naturaleza”.

Conviene insistir en que la adquisición de la virtud no consisteen la interiorización de un automatismo ciego merced a un procesode condicionamiento de la conducta. La conducta virtuosa no es unarespuesta mecánica, que se dispara con la constancia de un movi-miento reflejo. Muy por el contrario, uno de los rasgos esenciales dela virtud es la lucidez que proporciona al sujeto moral. El hombrevirtuoso es sensible a la situación en que se encuentra y reconoce supeculiar relieve moral. Su conducta se pliega a las exigencias de esasituación. No basta para ser generoso, por ejemplo, con aceptar elprincipio genérico que dice que hemos de socorrer al necesitado,sino que ese principio hay saber aplicarlo al caso concreto, ayudan-do en la ocasión adecuada, del modo adecuado y en la medida ade-cuada.

Esto se entenderá mejor si tenemos presente que, de acuerdocon la tradición clásica, la virtud moral tiene mucho que ver con lamoderación de las pasiones. Los hombres, todos los hombres, seencuentran, en efecto, bajo el influjo de las pasiones, que operan enellos como poderosos resortes de la acción. El miedo a recibir dañosy sobre todo a la muerte, el deseo de disfrutar de bienes sensibles oel apetito de posesiones pueden ser descritos como constantes antro-pológicas. Estas pasiones están dadas en el hombre por naturaleza yno son en sí mismas ni buenas ni malas. Según Aristóteles, lo pro-pio del hombre virtuoso no es extirpar esas pasiones, sino moderar-las, es decir, someterlas al criterio que aporta la razón.

Esto explica que, en esa misma tradición, la virtud moral seadescrita como un término medio entre dos extremos viciosos. Losextremos que han de ser evitados consisten, respectivamente, enpermitir que la pasión se desborde y en carecer de ella por comple-to. La generosidad, por ejemplo, no consiste ni en dejarse llevar porel apego al dinero (eso es lo que llamamos cicatería) ni en carecerpor completo de ese apego (eso sería prodigalidad). Pero para sergeneroso no basta con no ser ni tacaño ni manirroto, pues entre esosdos extremos viciosos caben todavía muchas posiciones interme-dias. De aquí que para ser virtuoso haga falta la clarividencia, la

Page 24: Educar en la fortaleza

23LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DEL SUFRIMIENTO

sensibilidad al contexto a que antes me he referido. El hombre gene-roso será el que, dominando su apego a sus bienes sin llegar a eli-minarlo por completo, mantenga la cabeza fría para interpretarcorrectamente las peculiaridades de la situación en la que se encuen-tra y, en consecuencia, adopte las medidas más adecuadas. Ayudarámaterialmente a los demás, sí, pero en la medida en que la situaciónlo exija.

Una vez subrayada la dimensión de la lucidez que es propia detodas las virtudes, conviene que insistamos también en lo que podrí-amos denominar su fiabilidad. La filosofía griega ha sido muy sen-sible al fenómeno de la incontinencia (akrasía). La experienciacomún de los hombres enseña que es perfectamente posible hacer elmal a sabiendas, es decir, hacer lo contrario de lo que nuestra razónnos presenta como moralmente debido. Precisamente por ello laeducación moral de las personas no puede reducirse al aprendizajede una serie de normas de conducta abstractas. Uno puede saberperfectamente que no debe mentir y sin embargo hacerlo. La educa-ción moral consiste más bien en la lenta asimilación de esos princi-pios, en su incorporación a nuestro propio ser. Por eso me he referi-do antes a la virtud como a una segunda naturaleza. Al quedar fir-memente inscrita en nuestro alma, la virtud nos capacita para obrarbien en mucho mayor medida que el mero aprendizaje teórico deprincipios de conducta. El hombre virtuoso no sólo sabe que ha dehacer ciertas cosas, sino que, por decirlo así, se encuentra inclinadoa hacerlas.

La tradición clásica sostiene que el hombre excelente se carac-teriza por la posesión de distintas virtudes: tantas cuantas pasioneshumanas sean susceptibles de ser moderadas. Pero no todas las vir-tudes revisten la misma importancia para la vida moral. Esa mismatradición ha solido distinguir, al menos desde Platón, cuatro virtu-des principales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Fue sanAmbrosio de Milán quien, para subrayar su importancia, las deno-minó “virtudes cardinales”, expresión que hizo fortuna. La palabra“cardinal” viene del latín cardo, -inis, que significa gozne, quicio.Al denominar cardinales a ciertas virtudes estamos afirmando, portanto, que en ellas se apoya o estriba toda la vida moral. Las otrasvirtudes serían, en cambio, virtudes secundarias, es decir, hábitos

Page 25: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ24

adquiridos que en sí mismos no son buenos ni malos, sino que loson dependiendo de si van asociados o no a las virtudes principales.Pensemos, por ejemplo, en la laboriosidad de una persona. En tantono sepamos al servicio de qué se pone esa laboriosidad, no podre-mos alabarla ni condenarla. La laboriosidad de un hombre justo esmuy de celebrar; en cambio, todos preferimos que los criminales nose muestren laboriosos.

Un último aspecto de la concepción clásica de la virtud queconviene que tengamos en cuenta antes de entrar en el análisis de lafortaleza es la doctrina de la unidad de las virtudes. Esta doctrina haconocido diversas formulaciones. La más aguda, de raíz platónica yluego estoica, consiste en afirmar que todas las virtudes son en elfondo una y la misma: todas son conocimiento. En su formulaciónmenos extrema, la doctrina de la unidad de las virtudes supone quelas virtudes, aunque son distintas, no pueden darse por separado,sino que la posesión de cualquiera de ellas presupone la posesióndel resto; y la ausencia de una de ellas implica que también faltanlas otras. Es ésta una cuestión sobre la que volveremos luego.

3

Tras habernos referido a algunos aspectos generales de la doc-trina de la virtud moral, podemos dirigir nuestra atención a la virtudde la fortaleza. Es, según se dijo, una de las cuatro virtudes cardina-les. Sin ella no es posible una vida buena, una vida lograda. Pero,¿en qué consiste propiamente esta virtud imprescindible? Antes diji-mos que las virtudes se especifican por las pasiones que ellas mode-ran. Para explicar qué es la fortaleza habrá que indicar, por tanto, aqué pasión se refiere y cuáles son los extremos viciosos que ellaevita. Pues bien, la fortaleza es la virtud que consiste en moderar elmiedo. En la medida en que todos los seres humanos sienten miedoante la perspectiva de sufrir daños, sea en su integridad física, seaen sus propiedades, sea en su estimación pública, todos necesitanesa virtud. Es la vulnerabilidad del ser humano lo que la haceimprescindible. La fortaleza consiste en mantenerse en un sensatotérmino medio entre la cobardía de quien cede a cualquier amenazay la temeridad de quien incurre en riegos desproporcionados.

Page 26: Educar en la fortaleza

25LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DEL SUFRIMIENTO

Desde antiguo se ha visto en la valentía del guerrero el casoparadigmático de esta virtud. Para el hombre griego, “arrojar elescudo” era la acción deshonrosa por antonomasia. Parte del equi-pamiento de los hoplitas griegos, los soldados de infantería, era, enefecto, un pesado escudo protector. Arrojar ese escudo era precisa-mente lo primero que hacía el cobarde, para así huir con mayor cele-ridad del campo de batalla. El valiente, en cambio, controla elmiedo que siente y, gracias a ello, es capaz de arrostrar al enemigo.Digo que controla el miedo, no que lo extirpe de su alma. El no sen-tir miedo ante el enemigo no es señal de valentía, sino de ceguera,de pérdida del sentido de la realidad, y sus consecuencias suelen serfunestas.

Si la valentía del guerrero se ha considerado siempre el casocentral de la virtud de la fortaleza, ello se debe a que el peligro a quese expone el soldado valiente es el peligro máximo: el peligro demuerte. Toda otra forma de fortaleza remite a esta forma extrema, ladel hombre virtuoso que está dispuesto a arriesgar la propia vida,pero no porque la vida carezca de valor, sino porque hay cosas queson aún más valiosas.

Con esto llegamos a un punto especialmente importante. Laadmiración que sentía el hombre antiguo ante el soldado valerosoera inseparable de la clara conciencia de que ese soldado lucha porsu patria y está dispuesto a morir por ella. Dulce et decorum est propatria mori, decía Horacio (Odas III, 2,13). Al alabar al soldadovaliente se reconoce implícitamente que la causa por la que lucha esuna causa justa. Y a la inversa: a quien arriesga su vida por unacausa banal o incluso inexistente, por amor al riesgo o por deseo dedeslumbrar a quien contempla la presunta hazaña, a ése no lo con-sideramos valiente sino insensato y temerario.

Es cierto que el hombre moderno no suele identificarse con supatria en la medida en que lo hacía el hombre antiguo. En nuestrassociedades el patriotismo es un ideal en franco retroceso. Por otraparte, cada vez somos más restrictivos a la hora de aplicar el con-cepto de guerra justa, y creo que con razón. Por todo ello, el ejem-plo del soldado valiente que está dispuesto a dejarse la vida en elcampo de batalla no resulta hoy tan esclarecedor como antaño. Con

Page 27: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ26

todo, es de la mayor importancia que no perdamos de vista lo queese ejemplo es capaz de enseñarnos a todos nosotros con indepen-dencia de lo que pensemos acerca del patriotismo y de la guerra. Loque este ejemplo nos enseña es, primero, que no hay valentía másque allí donde se asumen riesgos por amor a una causa justa; segun-do, que la vida no es el valor supremo, pues de lo contrario seríagran insensatez el arriesgarse a perderla en aras de una causa que,por hipótesis, vale menos que ella.

Pero si la fortaleza sólo se da en quien se arriesga por una causajusta, entonces sólo podrá poseer esa virtud quien posea una escalade valores adecuada, una escala de la que por ahora sólo sabemosuna cosa: que su cúspide no está ocupada por el apego a la propiavida. Con esto regresamos a la idea, antes mencionada, de la unidadde las virtudes: sólo quien sea prudente y justo, sólo quien tenga unaidea adecuada de en qué consiste el bien del hombre y no antepon-ga su propio bien al de los demás, podrá será fuerte en este sentido.

Esta implicación mutua de fortaleza y lucidez moral queda muysubrayada en la definición platónica de esa virtud. Platón sostieneque la fortaleza consiste en conservar “la opinión correcta acerca delo que debe temerse” y lo que no. Y es que, como vimos antes alhablar de la akrasía, un hombre que sabe cuál es su deber moralpuede dejar de hacerlo movido por el miedo que siente. El soldadocobarde, por ejemplo, arroja el escudo porque cree que la muerte hade temerse más que ninguna otra cosa. Él sabe que al arrojar el escu-do se cubre a sí mismo de oprobio, pues la acción que realiza es des-honrosa; y sabe que la deshonra es algo que ha de temerse más queel daño físico. Por tanto, ese soldado tiene una opinión correctaacerca de lo que se debe temer más, pero es cobarde, y esto signifi-ca que se deja dominar por el miedo y termina olvidando eso quesabía. El miedo le hace perder su lucidez, eso que antes llamábamossu “recta opinión”, y a causa de esta ceguera inducida por el miedoelige sufrir un mal mayor (cometer una injusticia) a uno menor(sufrir daño físico).

El valiente, en cambio, no permite que la voz de su concienciaquede apagada por el tumulto ensordecedor del miedo. Él se man-tiene en la recta opinión, la que le enseña que la deshonra es más de

Page 28: Educar en la fortaleza

27LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DEL SUFRIMIENTO

temer que la misma muerte. Las amenazas y los peligros no ledisuadirán de realizar el bien moral. Sabe que aunque muera en elintento, aunque caiga derrotado por un destino adverso, en realidadvence, pues conserva su propia integridad moral. Por cierto que estaconcepción platónica de la fortaleza recuerda vivamente a la exhor-tación que hace Jesús en el Evangelio: no temáis a los que puedenmatar el cuerpo pero no pueden matar el alma.

En un sentido parecido se afirma también en el Evangelio quequien ama su vida en exceso la echa a perder. Es importante repararen las palabras “en exceso”. El error moral no está en amar la vida,que es un don valiosísimo, como también lo son la salud, los bien-es materiales, la paz o la buena fama. El error consiste más bien enabsolutizar esos bienes, en hacer de su adquisición o conservaciónel criterio supremo de la conducta. El valiente, insisto, no despreciala vida; de lo contrario su sacrificio no revestiría ningún mérito. Elhombre virtuoso ama la vida, pero sabe que hay cosas aún másvaliosas. Así lo han entendido los mártires cristianos de todos lostiempos. Quienes en la antigüedad arrostraban las terribles conse-cuencias de negarse a quemar unos granos de incienso ante la efigiedel emperador no eran locos o fanáticos, sino cristianos convenci-dos de que la fidelidad a Dios y la profesión pública de la fe son másimportantes que cualquier otra cosa.

Precisamente, porque sólo hay genuina fortaleza donde searriesgan bienes en aras de una causa justa, debemos denunciarcomo falsificación de esa virtud, como mero remedo de la genuinavalentía, toda actitud en la que la disponibilidad a asumir riesgos novaya acompañada de justicia. Al terrorista que maneja o transportaun peligroso artefacto explosivo podremos reconocerle sangre fría opresencia de ánimo; pero no podemos considerarlo valiente, nisiquiera si pierde la vida en el intento. San Agustín (Enarr. InPsalmos, 34, 13), lo enuncia meridianamente: Martyres non facitpoena, sed causa; no es el daño sufrido lo que hace que considere-mos valiente a un hombre, y que en el caso extremo lo tengamos pormártir, sino la nobleza de la causa por la que se entregó. Donde faltaesa nobleza, falta también la valentía.

Page 29: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ

4

Hasta ahora nos hemos orientado sobre todo por el caso delguerrero valiente, y hemos mencionado también al mártir de la fe.Puesto que uno y otro arriesgan su vida por una causa noble, son losejemplos extremos de fortaleza. Pero sería erróneo pensar que lafortaleza se da únicamente en esas situaciones límite. Si nos hemosreferido a ellas es más bien porque, al representar los casos extre-mos de fortaleza, permiten ver con especial nitidez los rasgos esen-ciales de esa virtud. Consideremos ahora otras manifestacionesmenos llamativas, pero no menos reales, de la fortaleza.

Pensemos en lo que comúnmente se conoce con el galicismo“coraje civil”. Se trata de tipo de valentía que lleva al hombre vir-tuoso a arriesgar su prestigio social en aras de la justicia. Un casoparadigmático de esta virtud lo constituye la actitud del grupo denobles franceses que, durante el reinado de Luis XIV, se comprome-tieron, por razones religiosas, a nunca más batirse en duelo pararesolver sus diferencias. Este compromiso, que hoy puede parecertrivial, iba contra una tradición secular profundamente asentada, locual supone que, en ciertos círculos sociales, esos nobles tuvieronque cargar con el sambenito de cobardes. En realidad no eran cobar-des, sino muy valientes, pues arriesgaban un bien tan preciado paraellos como el prestigio social en aras de la justicia.

El ejemplo que acabamos de considerar nos ayuda a compren-der que la fortaleza, lejos de ser una virtud reservada a héroes de lapatria y mártires de la fe, puede desempeñar un papel muy impor-tante en la vida de cada uno de nosotros. Todos los seres humanosestamos expuestos a juicio de los demás. Toda sociedad humanaejerce presión sobre sus miembros para que éste acomode sus con-vicciones y su conducta a los patrones comúnmente aceptados. Esla tiranía del “se”: hay que hacer lo que se hace, pensar lo que sepiensa, incluso rebelarse -si a rebelarse tocan- del modo que uno serebela. Quienes desafían estas formas del conformismo social, hande sufrir críticas, desprecio, ostracismo. Yo no niego que esta ten-dencia homogeneizadora de toda sociedad pueda tener ventajas; esclaro que la cooperación social se ve considerablemente facilitadapor las pautas de conducta estables, previsibles, así como por la

Page 30: Educar en la fortaleza

29LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DEL SUFRIMIENTO

asignación de roles normalizados. El problema moral se planteacuando la presión homogeneizadora afecta a convicciones profun-das de la persona, cuando al hombre de principios se le intenta hacercomulgar con ruedas de molino. Por cierto que este problema afec-ta a todo hombre, pero quizá de un modo especial al cristiano.Recuérdese que san Pablo considera distintivo del cristiano el noacomodarse al mundo, el cual se rige por otra escala de valores queel Evangelio. El cristiano ha de atreverse a disentir de los criteriosdel mundo, ha de ser capaz de hacer pública su fe allí donde ésta seatenida por locura. Y no cabe duda de que para ello hace falta domi-nar el temor a las consecuencias adversas que de esa conducta suyapudieran seguirse. Hace falta, precisamente, fortaleza, coraje civil.

Para confirmar que la virtud de la fortaleza no es una antigua-lla teórica, algo así como una pieza del museo de las ideas trasno-chadas, basta con recordar que la ética clásica, al examinar esta vir-tud, señalaba que el cristiano ha de atreverse a disentir de los crite-rios del mundo, ha de ser capaz de hacer pública su fe allí donde éstasea tenida por locura. Y no cabe duda de que para ello hace faltadominar el temor a las consecuencias adversas que de esa conductasuya pudieran seguirse. Hace falta, precisamente, fortaleza, corajecivil.

Pensemos en las personas -todos conocemos muchas- que estána cargo de los ancianos de la familia que ya no pueden valerse porsí mismos. Quien haya vivido de cerca esa experiencia sabe que esuna tarea agotadora, que implica incontables sacrificios. Sin altasdosis de paciencia no es posible llevarla a cabo. ¿De dónde sacanfuerzas las personas que asumen estas responsabilidades? ¿Cómo esposible llevar con paciencia tales sobreesfuerzos? Yo diría que laspersonas excelentes que se hacen cargo de ancianos cuya salud sedesmorona a ojos vistas sacan fuerzas de su propia excelencia, de supropia virtud. Sacan fuerzas de su fortaleza. Por eso hablábamosantes de la virtud como de una “segunda naturaleza”: gracias a queson como son, esas personas hacen lo que hacen.

Además, la persona valiente que no se arredra ante la amenazadel mal, o la persona paciente que no deja que le invada el desáni-mo por el mal que está sufriendo, saben que lo que hacen “tiene sen-

Page 31: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ30

tido”, y en todo momento están en condiciones de extraer fuerza yconsuelo de esta certeza. Pero ¿qué ocurre cuando nuestro sufri-miento se revela carente de sentido? ¿Cómo sobrellevarlo entonces?Con esta pregunta entramos en la recta final de estas consideracio-nes.

5

En el título de esta conferencia se habla, en efecto, del valor delsufrimiento. En algunos casos, ese valor está a la vista. El dolor físi-co, por ejemplo, funciona a menudo como mecanismo de defensa.Es bueno que sienta dolor cuando acerco mi mano al fuego, pues esesentimiento tan desagradable me hace apartar la mano, ahorrándo-me de este modo males mayores. Otras veces el dolor actúa comoindicio de un peligro más escondido: el dolor puede empujarme avisitar al médico, el cual, al explorarme, identifica su causa y lacombate con eficacia. Digo que en casos así el dolor es valioso por-que es útil. Un organismo animal, incapaz de sentir dolor, no es unorganismo más perfecto, sino más indefenso, pues carece de lasseñales de alarma que lo ponen en guardia contra los peligros queamenazan su integridad. Tiene sentido intentar calmar el dolor unavez ha cumplido su función de síntoma del peligro; pero carecer dela sensibilidad al dolor es una enfermedad.

En otras ocasiones el valor positivo del dolor, su utilidad parael hombre, estriba en que nos hace aprender. “Para aprender, perder”dice el refrán. El chasco, la decepción, son dolorosos, pero noshacen madurar, nos hacen más sabios y realistas. El sufrimientopuede ser muy intenso, pero pasado el tiempo somos capaces demirar hacia atrás sin ira. ¡Cuánta sabiduría en un verso de La Eneidade Virgilio: forsan et haec olim meminisse iuvabit (“tal vez un díaserá un placer recordar todo esto”)!

De las consideraciones que se acaban de hacer parece seguirseque no hay mal que por bien no venga. Pero esta es una conclusióndemasiado optimista. No faltan casos, en efecto, en los que el dolorno cumple ya ninguna función biológica de evitación de un mal(pensemos en un enfermo terminal que padece terribles dolores) o

Page 32: Educar en la fortaleza

31LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DEL SUFRIMIENTO

bien está causado por una desgracia irreparable contra la que nadacabe hacer. En casos así, es muy difícil encontrarle un sentido alsufrimiento humano, pues ese sufrimiento contra el que nada pode-mos es el arquetipo de la experiencia del sinsentido.

Ocurre además que nuestra civilización, tan rica en recursos deorden técnico, no nos ha pertrechado bien para afrontar el problemadel sufrimiento. El remedio habitual contra el dolor es su elimina-ción. En nuestras casas tenemos analgésicos que alivian las moles-tias que pudiéramos sentir; las depresiones se tratan también confármacos; en los hospitales hay “unidades del dolor”. Todo esto son,desde luego, bendiciones de la técnica, y quienes disfrutamos deellas podemos considerarnos privilegiados. Pero hemos de ser cons-cientes de que tienen un precio elevado. El hombre moderno estámucho menos habituado al dolor que el de otras épocas. El dolor espara él algo excepcional, pues casi siempre cabe la posibilidad denarcotizarlo. Al haber descendido tan radicalmente la expectativa detener que sufrir, nos hemos hecho menos resistentes al dolor: eldolor es aquello con lo que apenas contamos, lo que no habíamosanticipado. El hombre de hoy es, probablemente, mucho más frágilen este sentido que el de otras épocas. Y cuando se presenta el dolorpropiamente tal, el dolor que no somos capaces de combatir, elsufrimiento carente de sentido, nuestra capacidad de reacción estambién mucho menor.

Al definir el sufrimiento extremo como la experiencia del sin-sentido, señalamos implícitamente el camino que se ha de seguirpara combatirlo cuando no basta con los fármacos. Ese camino hade consistir en la búsqueda de ese sentido que precisamente brillapor su ausencia. En muchos casos esto sirve de ayuda. Quien sesacrifica por una causa noble, quien por ejemplo tiene que cargarcon las consecuencias de decir la verdad en un ambiente hostil aella, sabe que lo que hace tiene sentido pese a todo; y muchas vecesextrae consuelo de su conciencia de estar haciendo lo que tenía quehacer. En otras ocasiones el sufrimiento nos vuelve lúcidos, nosayuda a recordar nuestra condición limitada, nos obliga a abandonarla ilusión de la autosuficiencia, y en la medida en que nos haceconocernos mejor, nos hace también más libres. Otras veces, en fin,el sufrimiento es la ocasión en la que se manifiesta la solidaridad

Page 33: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ32

profunda de las personas que amamos, las personas que nos mues-tran su afecto y nos sostienen en la dificultad.

Pero esto no es siempre posible. Pensemos en el caso de Job,que para la tradición bíblica representa el caso extremo del dolor delinocente. Sus amigos no le aportan consuelo. Job encarna la pregun-ta por el sentido del sufrimiento, el sentido de lo que se nos presen-ta como carente de sentido. Yo creo que esta pregunta, llevada a suformulación más aguda, sólo puede tener una respuesta de naturale-za religiosa. Antes dije que el hombre moderno no está bien pertre-chado para afrontar el sufrimiento, pese a que posea tantos mediostécnicos para combatirlo. Una de las razones de esta mayor debili-dad del hombre actual ha de verse precisamente en el retroceso dela práctica religiosa. El sufrimiento de los inocentes sólo supera sucarácter escandaloso en la perspectiva de la esperanza de que habráun futuro absoluto en el que todas las lágrimas serán enjugadas.

Page 34: Educar en la fortaleza

33

COLOQUIO CON LEONARDO R. DUPLÁ

INTERVENCIÓN 1ª

Una de las causas mayores de muerte en el mundo juvenil es elsuicidio ¿Cómo animar y ayudar a los jóvenes a superar con forta-leza esta situación?

RESPUESTA

Esta pregunta sobre el suicidio tiene fuerte relación con la últi-ma parte de la conferencia, cuando hablábamos del sentido de lavida, del sufrimiento con sentido, etc. ¿Cómo animar a la gente oayudarla a salir de esa situación? La pregunta me desborda. Aquíseguro que hay profesionales, psicólogos, que la podrían respondercon mucha más solvencia que yo. Pero la cuestión es doble. Por unaparte, ¡lo desarmados que estamos ante el sufrimiento! Hasta eladulto más maduro es una especie de niño mimado. Nuestra civili-zación es una civilización sin dolor, una cultura mantenida a basede fármacos.

Pongámonos en la piel de los adolescentes, en situación decambios radicales. En esta edad uno está especialmente expuesto ala prueba. Quien ha sido criado en una sociedad entre algodones (ytodos hemos sido criados en esta sociedad), está más indefenso. Eslógico que los índices de suicidio suban. ¿Qué sentido tiene el dolorpara una vida vivida entre algodones? Da la impresión que en nues-tra sociedad este es un tema que queda olvidado, precisamente porser la nuestra una civilización científico-técnica, la civilización delinternet, de la comunicación inmediata con cualquier punto delmundo, de los aeropuertos internacionales… Tenemos nuestra casallena de técnica, de medios y de manuales de instrucciones. Existeun prolijo discurso acerca de los medios que tenemos. Pero se echa

COLOQUIO

Page 35: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ34

en falta un discurso sobre los fines para los que merece la pena uti-lizar esos medios. El hombre de esta civilización sería comparablea un niño que estuviera colocado en medio de un campo inmenso,cuya linde se pierde de vista. En medio del campo con su bicicleta,el niño se echa a llorar. No es que el niño no pueda ir a ningún sitio:tiene su bicicleta, pero lo que no sabe es a qué dirección ir. Lo quea nosotros nos pasa es algo parecido: tenemos tantísimos mediospero nos falta un discurso a cerca de los fines más nobles, másvaliosos para lo cuales utilizarlos. Esos fines son los que puedendar sentido a la existencia. Cuando todo eso queda tapado por elbienestar material, por la acumulación de medios, yo creo que esnormal que se den estas consecuencias, como la que Vd., señala enesta pregunta.

INTERVENCIÓN 2ª

La virtud se adquiere mayormente en la infancia y en la adoles-cencia. ¿Qué posibilidad tienen los adolescentes y jóvenes de adqui-rir esta virtud de la fortaleza? Además durante la infancia el ambien-te protege demasiado. Si en la infancia se evita el sufrimiento,¿cómo va a nacer la fortaleza? En un ambiente en donde casi no sesufre, si la virtud es una segunda naturaleza (como Vd. ha dicho),¿cómo se puede adquirir esta segunda naturaleza? ¿Cómo voy asacar fortaleza si no la tengo?

RESPUESTA

Yo en esto soy bastante partidario del planteamiento clásicoque he comentado en mi intervención. Pongo un ejemplo para quecomprenda Vd. Yo he dado durante unos años una asignatura de“Ética deontológica” o “Ética profesional” (que incluye los códi-gos deontológicos de la buena conducta del periodista, elaboradospor los colegios profesionales de periodismo) en la Facultad dePeriodismo de la UPSA. Al final dejé de dar esta asignatura deforma voluntaria, ya que no le encontraba mucho sentido a unaasignatura que se impartía a estudiantes “ya hechos”, hombres y

Page 36: Educar en la fortaleza

35COLOQUIO

mujeres en 5º de carrera, de 23, 24 ó 25 años… No entendían eltener que cumplir unas normas, salvo que hubieran incorporadocomo segunda naturaleza los principios de la vida virtuosa: erademasiado tarde para convencerles.

En cambio, el planteamiento clásico, al que he hecho referen-cia, habla de la adquisición de las virtudes por inmersión en unatradición viva, en donde uno está inculturado desde niño. La habi-tuación a la virtud existe ya en acto en el contexto en el que uno seforma. Si uno desde niño no va impregnando su alma de virtudes,es muy difícil incorporarlas de adulto. Es importante darse cuentade que la educación moral es imprescindible. Allí se aprende a serbuena persona.

Además uno tiene que querer serlo. Es distinto del aprendizajeteórico. Los antiguos han utilizado metáforas preciosas. Por ejem-plo, Platón estaba persuadido de que belleza y bondad eran lamisma cosa (esto sería discutible pero no entro en ello ahora).Platón decía en la República que había que proporcionar a losniños una educación musical. “Formación musical” no ha deentenderse en sentido contemporáneo, sino en el amplio sentido deuna formación artística en general. Entonces él decía que había queprescribir ciertas canciones, ciertos ritmos. Incluso en las nanasque se le cantan al niño que está en la cuna, había que ir inclinan-do su alma hacia la belleza, porque como belleza y bondad eran lomismo en opinión de Platón, si se inclina el alma del niño hacia labelleza, se le está acostumbrando al bien. Cuando llegue a adultono va a ser bueno necesariamente, porque esto depende de la liber-tad del individuo; pero tendrá las condiciones subjetivas necesariassin las cuales sería imposible serlo.

Antes preguntabas: “¿Cómo voy a sacar fortaleza si no latengo? Pues también eso es característico del aprendizaje de lasvirtudes; no es un aprendizaje mecánico, parecido al aprendizaje delas ratas que se le enseña a dar a una palanca y de esta forma con-siguen algo de alimento. La rata, al final, sabe golpear la palanca.El nuestro no es un aprendizaje de condicionamiento de la conduc-ta. Se trata más bien de crear ciertas condiciones de modo que, lle-gado a la edad de la razón, al niño se le caigan las escamas de los

Page 37: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ36

ojos, gane en lucidez y practique, por amor a la belleza, como decí-an los griegos, ese tipo de conducta que antes hacía de forma mecá-nica o para evitar el castigo. Yo creo que esto es así y los que tenéisexperiencia con niños lo sabéis muy bien.

INTERVENCIÓN 3ª

Parece ser que, según lo que Vd. dice, la ignorancia es el origendel miedo. Por otra parte, la vida parece ser el bien supremo. ¿Noestamos trastocando la escala de valores? Porque muchos valores senos están perdiendo en la sociedad, con tanta droga ambiental…

RESPUESTA

La vida no es el valor supremo, como a veces se dice por per-sonas muy interesadas y por gente de Iglesia; por ejemplo, en elcontexto del problema del aborto. Pero la vida no es el valor supre-mo. Hay cosas por las que merece la pena sacrificar incluso la vida.Y si no, la vida en sí misma no tendría mucho valor. Quiero recor-dar esto que dice Don Quijote con su hermoso discurso sobre lalibertad: “Por la libertad, lo mismo que por la honra, se puede ydebe arriesgar la vida”. Para que tenga sentido la vida, para quemerezca la pena vivirla, hay que someterla precisamente a otrascosas que son más maravillosas que ella. Y todo esto, mientras semantiene la escala de valores anteriores: la honradez, perdón, etc.,escala de valores que no hace de la vida el valor supremo. Portanto, no tendría ningún sentido hablar de la valentía ni de ningu-na otra virtud, si salvar el pellejo fuera el valor supremo o la reglasuprema de prudencia.

INTERVENCIÓN 4ª

Quisiera que profundizara Vd. distinguiendo entre el sufrimien-to y el dolor físico. Entonces, la pregunta es ésta: ¿El dolor físico y

Page 38: Educar en la fortaleza

37COLOQUIO

el dolor moral llevan consigo necesariamente el sufrimiento? Desdela virtud de la fortaleza, ¿qué actitudes hay que tener ante el dolorfísico y moral? ¿Es normal luchar contra el dolor?

RESPUESTA

Aquí se corre el riesgo de perderse uno en la terminología o enconvertir la discusión en una mera discusión sobre palabras. ¿Aqué llama usted dolor? ¿A qué llama usted sufrimiento?Dependiendo de cómo se entiendan estos conceptos, tendrá Vd.lógicamente una tesis u otra. Yo no veo una diferencia muy claraentre ambos conceptos, respecto del problema de fondo. Por estomismo, entre el dolor físico y el psíquico no haré diferencias.

La experiencia más intensa, más enfática del dolor no es aque-lla en la que uno pueda entablar un buen combate contra el mismodolor, porque justamente esa esperanza de poder hacer algo contraél disminuye su problemática. Es como el miedo: el miedo máximono es el miedo de una cosa concreta, por ej., miedo a peligros cono-cidos. Justamente, los miedos en cuanto son conocidos son másfáciles de afrontar y de poner remedio. El peor miedo es aquel queno se conoce bien; es un miedo de alguna manera irracional, y alno identificar su causa no se puede uno defender de él.

El peor dolor, el verdadero sufrimiento es ese dolor contra elque ya estamos desarmados, contra el que parece agotarse todaesperanza. A eso y sólo a eso me refería yo antes, cuando hablabade la experiencia del “sin sentido” o del arquetipo de la experien-cia del “sin sentido”. La enorme dificultad del problema acerca delsentido del dolor o del sufrimiento está en si podemos dar o no sen-tido al dolor o al sufrimiento. La experiencia del dolor sin sentidoplantea una cuestión que parece imposible contestar, precisamenteporque, por definición, carece de sentido.

Llevados a un caso extremo, pienso en el dolor de los inocen-tes. Yo sólo veo una esperanza de tipo religioso y no tanto una res-puesta filosófica, que no tengo.

Page 39: Educar en la fortaleza

LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ38

INTERVENCIÓN 5ª

Hay cierta contraposición entre un creyente y un no creyente.¿Cómo puede un no creyente adquirir por sí solo las virtudes cardi-nales, en nuestro caso la fortaleza, o cómo puede integrar con paz elsufrimiento en su vida?

RESPUESTA

El creyente y el increyente pueden ser excelentes personas. Noparte ninguno de ellos de una situación ventajosa con respecto delotro. Pero sí creo, en cambio, que el increyente lo tiene mucho másdifícil con respecto a la experiencia del sufrimiento extremo, frentea la experiencia del “sin sentido”. Yo creo que para el increyenteno hay ninguna solución a este problema. Para el cristiano, solu-ciones, tampoco. Pero, por lo menos hay esperanza de algo quenuestros ojos no han visto, pero que nuestro corazón ha intuido. Encambio, para el increyente es tan dura la experiencia del mal, laexperiencia del sufrimiento de los inocentes, que es un escándalo.Lo es para todos, entendedme. Pero en el increyente cobra muchobulto el dato de lo irreparable, de lo injusto, de lo clamoroso. Locual no quiere decir que uno tenga que creer sólo para solucionarese problema.

Page 40: Educar en la fortaleza

PRESENTACIÓN DE JUAN GONZALO CASTILLA RILO

Para que nos hagamos una idea de la personalidad de Juan y dela altura de la organización del Instituto Superior de filosofía S.Juan Bosco, en este XI encuentro de filosofía y Educación, Juan esPsicólogo, especializado en “Psicología Clínica y de la Salud”, porla Universidad Autónoma de Madrid. Es también especialista en“Gerontología social”, por la Universidad Autónoma de Madrid eImserso, Consultor de Formación en la Escuela de InteligenciaEmocional y en el Servicio de Neurología del Hospital 12 deOctubre de Madrid.

No os voy a leer todos los datos que tengo, pero para que oshagáis una idea algo que me parece importante, os diré que él, comoprofesional, tiene experiencia tanto en Instituciones públicas comoprivadas (hay una docena de lugares donde ha trabajado o trabaja).Como docente ha dado varios cursos de formación sobre “Relaciónde ayuda”, sobre el “Estrés, habilidades sociales y recursos huma-nos” (aquí tiene una lista tremenda), sobre la enfermedad delAlzheimer (que para los que tenemos canas está cada vez más cer-cana), sobre “Geriatría y Gerontología” (varios cursos). Y ha impar-tido también otros cursos sobre distintos temas de psicología.

Como actividades de Investigación, lo más importante es quepertenece al Equipo Finalista de los Premios de Investigación SocialCaja Madrid 2005, con el título “Capacidad Funcional y estado desalud en el contexto social de las personas mayores”. Y tiene publi-cados doce trabajos de investigación sobre enfermedades neurológi-cas en personas mayores, entre los cuales yo quiero destacar los tra-

Page 41: Educar en la fortaleza

MANUEL PLAZA, S. I.40

bajados dedicados al estudio del Alzheimer, al estudio del cuidadode los pacientes con esta enfermedad así como distintos estudiosdedicados a las enfermedades de Parkinson y demencia.

Este psicólogo, en apariencia muy joven, tiene escritos un mon-tón de artículos y libros en común con otros psicólogos y psicólo-gas, entre los que yo destaco los siguientes títulos:

• “La ayuda a los familiares de pacientes con demencia”(2004).

• “Programa de Psicoestimulación para pacientes con deterio-ro cognitivo moderado” (1998).

• “Instrumental Activities of Daily Living as screening ofdementia in population studies” (2005).

Y para terminar, Juan Castilla ha estado presente, con aporta-ciones interesantes, en distintos Congresos de Madrid, Barcelona,Murcia, Zaragoza y San Sebastián. Y también ha participado en dis-tintos Congresos y Encuentros sobre diferentes problemas deNeurología en Denver, Honololu, Londres, Estocolmo y Filadelfia,entre otras ciudades del mundo.

Yo creo que con esto nos podemos hacer una idea de JuanCastilla. La valía de una persona está en lo que es y no en lo queparece ser. Y la valía de Juan Castilla está también en lo que ahoranos va a transmitir en esta conferencia.

MANUEL PLAZA, S. I.Psicoterapeuta. Director del Centro Ignacio Ellacuría (CIE)

Page 42: Educar en la fortaleza

LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LAVIRTUD DE LA FORTALEZA

JUAN GONZALO CASTILLA RILOPsicólogo del Servicio de NeurologíaHospital "12 de Octubre" de Madrid

Yo no deseo nada, yo no tengo miedo a nada, soy una persona libre.Nikos Kazantzakis (1885-1957)

INTRODUCCIÓN

Vas a leer en estas líneas algo que ya conoces y de lo que tie-nes una opinión. Incluso hay aspectos que sabes mejor que yo, por-que tú, mejor que nadie, has penetrado las dificultades que conllevadisfrutar de tu propia libertad y tener fortaleza en tu vida. La perso-na que más conoce tu vida eres tú mismo.

No pretendo asombrarte con “mis” ideas (que no son mías sinoun compendio de enseñanzas, sorpresas y aprendizajes que la vidame ha ido dando); quizás, como mucho, reflexionar sobre “tu viven-cia” de la libertad, viéndola y leyéndola desde otra perspectiva yexperiencia vital. Puede que en algún momento “mi” interpretacióny la “tuya” se encuentren en el mismo sendero y podamos sonreír-nos como gesto simbólico (¡qué alegre sorpresa!). Quizá en otromomento, “nuestras” ideas choquen de frente, porque nuestros valo-res y nuestras creencias sean diferentes: tal vez ni mejores ni peo-res, simplemente distintas (¡qué gran momento de reflexión!).

Te invito a que seas receptivo conmigo y con la experiencia quequiero compartir contigo y que me intentes comprender. Necesito de

Page 43: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO42

tu colaboración, para que disfrutemos de este momento tan especial,único e irrepetible, que es estar aquí, en este mismo tiempo, aquí yahora.

Un mendigo estuvo junto a una carretera durante más de 30 años.Un día un desconocido pasó por allí.

- ¿Una limosna? –murmuró el mendigo, alargandomecánicamente su gorra de béisbol.

- No tengo nada que darte –dijo el desconocido.

A continuación, preguntó:

- ¿Sobre qué estás sentado?

- Sobre nada –respondió el mendigo. Sólo es una vieja caja.

He estado sentado en ella desde no sé cuando.

- ¿Has mirado dentro alguna vez?–preguntó eldesconocido.

- No –dijo el mendigo. ¿Para qué? No hay nada dentro.

- Echa una mirada– insistió el desconocido.

El mendigo consiguió abrir la tapa. Con infinita sorpresa, incredulidad y dicha,vio que la caja estaba llena oro.

Yo soy ese desconocido que no tengo nada que darte, pero tepido que mires dentro de ti y te asombres por el gran tesoro que tie-nes dentro: tu fortaleza y tu libertad..., entre otros grandes tesoros.

LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LAFORTALEZA

En la sociedad actual parece que la libertad es un derecho con-quistado, pero algunos de los grandes males de nuestra época sonlos trastornos psicológicos y las alteraciones psicosomáticas. Son

Page 44: Educar en la fortaleza

43LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

solamente el reflejo de miedos y temores, consecuencia de no creeren nuestra fortaleza y de no poder desarrollar nuestra propia libertad.

La OMS detectó en 2001 que aproximadamente un 25% delmundo está afectado alguna vez en la vida por un trastorno mental.Interpreta que una de cada cuatro familias posee al menos un miem-bro con un trastorno mental diagnosticado. Existe otro porcentaje depersonas en el mundo con alguna patología neurótica o psicóticaque no está diagnosticada y ni mucho menos tratada. Cuatro de lasprimeras diez causas en el mundo que producen discapacidad sonlos trastornos mentales, siendo la depresión la cuarta causa; un por-centaje del 4,4% de la población la padecen en el mundo. Tambiénaparecen como otros trastornos mentales que producen discapaci-dad: la esquizofrenia, los trastornos bipolares y el consumo de sus-tancias alienígenas.

Todos nosotros podemos intentar alejar alguna de esas enfer-medades de tratamiento psicológico o psiquiátrico en nuestro día adía, siendo cada vez un poco más positivos y felices. Sin embargo,nos empeñamos en “meternos” en vidas rutinarias, poco espontáne-as y muy predecibles. Así nos colocamos en una espiral mecaniza-da: nos levantamos a la misma hora, más o menos; caminamos y/oconducimos por los mismos caminos, nos sentamos en los mismoslugares y/o locales para desayunar, comer o cenar. Y casi siemprecon las mismas personas... Pero un buen día juzgamos que nuestravida es monótona y aburrida.

Ahora bien, si es así, ¿qué haces para cambiar tu realidad? Si teencuentras en esa situación, empieza desde “ahora mismo” a experi-mentar tu libertad y a salir de tu abismo en espiral como animal decostumbres. Empieza a disfrutar de acontecimientos diferentes. Notienen porque ser espectaculares, sino cosas de tu vida cotidiana,como cambiar ciertos hábitos. Date cuenta de qué es lo que te ocurre.

También todos estamos en constante crecimiento y desarrollo,nos creamos a nosotros mismos día a día. En realidad, podríamosser quienes quisiéramos ser, vivir la vida que nos gustaría disfrutar.Para ello hay que arriesgarse a cambiar, a experimentar distintasrealidades. Ese paso no es tan sencillo, porque nos acostumbramosy nos acomodamos a lo que ya conocemos (“más vale lo malo cono-cido...”). Lo hacemos todos. Cuanto más a disgusto te encuentres

Page 45: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO44

contigo y con tu vida, o más incomodidad experimentes con tusituación..., más te cuesta. ¡Cambia de modo de vida!, porque lo queresistes, persiste. A veces, el dolor es el precio que pagamos porresistirnos a cambiar.

Creamos nuestra propia realidad a partir de nuestros pensa-mientos; pero sólo podemos cambiar nuestra realidad desde laacción.

Cuando yo era niño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. A mí, como a otros. Me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestiadesplegaba su tamaño, peso y fuerza descomunal... Pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena, que aprisionaba una de sus patas, clavada a una pequeña estaca hincada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza,

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?

Cuando tenía 5 o 6 años, todavía yo creía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, familiar mío, por el misterio del elefante. Me explicó que el elefante no se escapaba, porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: –Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?

Page 46: Educar en la fortaleza

45LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca...Sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros, que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: “El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy,muy pequeño”.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido,sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado. Al día siguiente volvió a probar, y también al otro, y al que le seguía...

Hasta que por fin un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree –pobre de él–que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamenteese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuer-za otra vez....

Todos nosotros tenemos una estaca y una cadena que nos ata enalgún momento de nuestra vida o nos está atando; pero podemosdejar de ser elefantes pequeños y confiar en nuestra fortaleza.

Page 47: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO46

Nuestra experiencia nos puede servir como guía de nuestro propiocrecimiento. A veces es necesario experimentar realidades distintasa las que estamos acostumbrados para que se diluyan nuestrasanclas. Éstas nos atan demasiado y no nos dejan avanzar ni crecerni ser libres ni tener fortaleza.

Lo que en ocasiones nos limita e impide cambiar o avanzar es elmiedo (a romper nuestras cadenas que nos atan), el razonamiento(muchas veces analizamos mucho y hacemos poco), la incertidumbre(¿saldrá bien?), la duda (¿qué camino elijo?), la desconfianza (en nos-otros y en los demás), las opiniones ajenas (el “qué dirán”)...

A pesar de todo, hemos de “tener valentía para cambiar lo quepodemos cambiar, serenidad para aceptar lo que no podemos cam-biar, y sabiduría para discernir entre una y otra situación”.Particularmente pienso que podemos cambiar casi todo.

Un factor limitador, a la hora de intentar ser libres y tener for-taleza, es suponer que debemos evaluarnos por lo que conseguimos.Esta situación es una postura heredada y promovida por la culturade consumo que nos hace forzar la idea de que sólo somos valiosossi hemos demostrado que valemos en relación a ciertas pautas socia-les y asociadas a la necesidad de seguridad teniendo cosas, es decir,que valemos por lo que poseemos... Pero eso no es libertad: es todolo contrario.

La conciencia de mí mismo, de mi entorno y mi interacción conél, me guía en el camino hacia la libertad.

Un camino hacia la conquista de la libertad es aceptar al otroincondicionalmente, querer a los demás tales como son. Esto noshará tener más fortaleza interior.

Como es sabido, el gusano de seda se encierra en un capullo para liberarse de él, como mariposa, tras la metamorfosis.

El proceso de liberación es extremadamente dificultoso,porque la crisálida tiene que aplicar una enorme cantidad defuerza para romper la cáscara del capullo con sus frágiles alas.

Page 48: Educar en la fortaleza

47LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

Los científicos estaban intrigados por saber qué pasaríasi ayudasen a la mariposa en este proceso.

Así, cuando llegó el momento de la liberación, abrieron artificialmente desde el exterior una serie de capullos.

Las mariposas, ilesas, empezaron a hormiguear, pero no volaban. Ninguna de ellas fue capaz de elevarse por los aires; y, como en aquel estado no podían acceder al néctar deninguna flor,murieron de inanición.

La gran cantidad de energía desplegada para agrietar el capulloes necesaria para que las mariposas confíen en la fuerza de sus alas.Pero si no pasan por la experiencia de hacerlo de forma autónoma,no se atreven a abandonar la “seguridad” que ofrece el suelo.

La libertad de elegir, que tenemos en nuestra sociedad actual,nos hace que estemos a lo largo del día tomando constantementedecisiones: escoger lo que compramos, lo que comemos, con quiénquedamos. Pero también tenemos la libertad de elegir querer serlibres o no querer la libertad:

Si eliges dejar de ser tú mismo, adaptando tu querer a lo que otros quieren para ti, te pierdes por el camino. Y de paso pierdes a los que confían en ti. En efecto, si tus expectativas sobre los demás son muy altas y luego no las cumplen, te frustran y se generan en ti sentimientos negativos con respecto a dichas personas.

Con frecuencia hablamos del desarrollo de la libertad en unomismo, entendiéndola de modo individualista. Pero no hemos deolvidar la relación con los demás. Por tanto el cómo interaccione-mos con el otro es muy importante, sobre todo en el momento deeducar en libertad y fortaleza.

Para adquirir mayor fortaleza de ánimo y que crezca la propiaautoestima, es recomendable realizar unos determinados ejercicios.

Page 49: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO48

Son como “los deberes del cole” que hace tanto tiempo dejamos dehacer (¿hace cuánto tiempo no juegas en la vida como un niño?). Tepido que empecemos con unas breves tareas fácilmente realizables.Sólo depende de ti hacerlas o dejar pasar esta oportunidad. Coge uncuaderno con varias hojas en blanco en donde puedas escribir ycoge también un bolígrafo. Te espero pacientemente hasta que cojaslo que te he pedido.

[Se escucha música suave de fondo interpretada por RosanaArbelo, de su disco “Magia”]

a) OTÓRGATE EL VALOR QUE TIENES COMO PERSONAEn una hoja en blanco escribe las cualidades positivas quetienes, sólo las cualidades positivas, no te preocupes por lasnegativas, porque ya se encargará nuestro alrededor de criti-carnos o nosotros mismos lo haremos; ahora no es elmomento. En este ejercicio sólo hay que escribir aspectospositivos que descubres en ti. Escribe como mínimo 10 pala-bras positivas que hablen de ti; si son más, mejor. ¡Adelante!Después de escribir tus cualidades positivas, puedes pedir apersonas de tu entorno (familia, amigos, vecinos, compañe-ros, etc.) que te escriban 5 adjetivos positivos y así podrásver qué cualidades positivas tienes y qué cualidades resaltanlos demás de ti. Algunas coincidirán con tu lista inicial; lascualidades positivas que no coincidan puedes unirlas a lasprimeras que te escribiste y hacer una lista más grande, y asíen los momentos bajos, tener esa lista a mano y recordarte elvalor que tienes como persona.

b) IDENTIFICA TUS NECESIDADES Y OFRÉCETE LOQUE NECESITESEn otra hoja en blanco escribe 10 deseos. Tienen que serconcretos aunque sean irrealizables o disparatados. Es comouna carta a los Reyes Magos. Escribe 10 deseos para ti.¡Adelante! Escríbelos; yo te espero. Cuando tengas escritos los 10 deseos, lee el primer deseo ypregúntate: “¿Qué es lo que busco con ese deseo, qué expe-riencia busco al tener ese deseo o qué necesidad hay deba-

Page 50: Educar en la fortaleza

49LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

jo?” Y escríbelo al lado de cada deseo. Una vez que has res-pondido a esas preguntas, busca en tu alrededor qué puedeshacer para cubrir aquí y ahora ese necesidad, porque detrásde cada deseo hay una necesidad que tienes que alimentar, ypuedes buscar ahora el cómo.

c) TOMA CONCIENCIA DE TUS PUNTOS FUERTES YAFIÁNZALOS

Apúntate en otra hoja, cuáles son tus puntos fuertes comopersona, tanto en lo personal como en lo profesional. Notiene por qué coincidir con tus cualidades del primer “ejerci-cio” que has hecho. Escribe tus 5 puntos fuertes en tu vida.¡Adelante!

Recuerda que esos puntos fuertes son los cimientos que tie-nes ahora para cambiar lo que quieras cambiar. Son tu motory no los olvides, porque estos 5 puntos fuertes te ayudarán arecorrer el camino que elijas.

d) TOMA CONCIENCIA DE TUS LIMITACIONES YAVANZA PARA SUPERARLAS. AFIRMACIÓN YVISUALIZACIÓNEscribe en otra hoja cuales son tus limitaciones, cuáles sontus puntos débiles. Adelante.

Ahora pregúntate y escribe al lado de cada uno de esos pun-tos débiles o limitaciones, qué podrías hacer tú para solucio-nar o mejorar esa limitación; e intenta ponerte en acción paramejorar ese punto débil. No te precipites y responde de unoen uno.

Una forma de superar tus limitaciones, a parte de lo que hasescrito, es decirte a ti mismo: “Yo lo voy a hacer, yo lo voya conseguir; yo lo puedo hacer”. Y proyecta un plan deacción (pon la fecha del inicio). Hasta que llegue esa fecha(que cuanto más cercana sea, más fácil será que lo realices),imagínate a ti mismo o a ti misma consiguiendo ese objetivoy superando esa limitación. Imagina que lo haces, hazlo entu mente; imagínate que te superas y lo visualizas.

Page 51: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO50

e) ACEPTA Y COMPRENDE TU HISTORIA PERSONAL

Coge una hoja en blanco y colócala horizontalmente o deforma apaisada; dibuja en ella una gráfica en la que refleja-rás los momentos buenos y malos de tu vida, sin palabras,sólo líneas que suben y bajan en forma de gráfica como unelectrocardiograma y así verás de forma visual tu vida.¡Adelante!

Quédate delante de la gráfica de tu vida y siente en silenciolo que refleja cada momento de subida o de bajada.¡Adelante!

Observa que detrás de cada bajada, casi siempre hay unasubida. Aunque ahora puedas estar en un momento de baja-da, date cuenta de otros momentos reflejados en tu gráfica,que antes eran una bajada y pensabas en aquel entonces queno lo ibas a superar o a aceptar. Y con el paso del tiempo ytu fortaleza lo conseguiste.

Gracias a esos momentos de subidas y de bajadas, gracias aesos momentos de dolor y de alegría, momentos de supera-ción, eres quien eres ahora y como eres ahora.

f) HAZ ALGO POSITIVO POR TI Y POR LOS DEMÁSCADA DÍA

Intenta hacer algo bueno por ti y por los que te rodean cadadía. Podrías hacer un diario y anotar que es lo que te has “rega-lado” como una buena acción a ti mismo y qué has “regalado”a los demás. Describe cómo te sentiste al hacerlo.

Te darás cuenta de que estás más contento contigo y conaquellos que intervienen en tus relaciones interpersonales.

g) DISFRUTA DE LAS PEQUEÑAS COSAS

En nosotros y a nuestro alrededor hay pequeñas cosas quesustentan y alegran nuestra existencia. No les prestamosatención al realizarse o al hacerlas de forma rutinaria (la res-piración, los latidos del corazón, comer, andar). También haymomentos grandiosos; están delante de nuestros ojos, peropasan desapercibidos (la luz del sol, la lluvia, un niño jugan-

Page 52: Educar en la fortaleza

51LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

do, una sonrisa). Te invito a que prestes atención de esaspequeñas cosas que son las señales de lo maravilloso que esel mundo. Siente los latidos de tu corazón.

Tómate tu tiempo, date un respiro y disfruta de las pequeñasexperiencias agradables; toma más conciencia de lo quehaces y por qué lo haces y te sentirás mucho mejor.

h)COMPARTE TU EXPERIENCIA CON OTRAS PERSO-NAS Y BUSCA LA FORMA DE EXPRESAR TUSINQUIETUDES Y TUS INTERESES

Es beneficioso encontrar a una o varias personas con las quecompartir nuestros momentos cotidianos, nuestros sueños,nuestros miedos y nuestras ilusiones, porque compartir yexpresar nos dan satisfacción y mejoran la calidad de vida,independientemente de la edad que tengamos y de la situa-ción que vivamos.

Elige y escribe a esas personas con las cuales compartes tusexperiencias o a esas personas a las que te gustaría comuni-car tus proyectos. Si no lograras expresarte por miedo o portimidez, simplemente tienes que arriesgarte a hacerlo. Tienestodo a la mano, de ti depende. Que se lo digan al león dellago, ese león que todos tenemos dentro.

Cierto día se acercó un león hasta el borde de un lago de transparentes aguas a saciar su sed.

Al hacerlo, vio su rostro reflejado en las cristalinas aguas; e, inquieto, se dijo: “¡Vaya! Estas aguas deben de pertenecer a este león. Debo tener mucho cuidado con él”.

Atemorizado se alejó presto del lago.

Horas después, era ya tanta la sed que tenía que decidió volver al lago. Pero al ir a beber, de nuevo vio el rostro del león, propietario de esas aguas, por lo que se alejó allí, aterrado.

Page 53: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO52

Lo intentó una hora después, pero el león del lago seguía allí.La sed era desesperante. Pasó otra hora y cuando ya no podía aguantar más, tomó la decisión de que bebería de esas aguas, sucediese lo que sucediese.

Aterrado, se acercó al lago y metió de súbito la cabezaen las aguas. Al hacerlo, ¡oh, milagro!, el león del lago desapareció.

Muchas veces, al enfrentarnos directamente al miedo, éstedesaparece; mientras que otras veces debemos aprender adesenvolvernos con él, a conocerlo y debilitarlo. El miedo esun aliado que nos permite reaccionar con ansiedad para auto-defendernos, pero cuando este miedo es imaginario y nacede la distorsión de nuestra percepción o cognición, de nadanos defiende, consiguiendo sólo condicionarnos y robarnosla libertad interior.[Fin de la música de fondo]

Después de los “deberes”, que espero habrás hecho – aunquerealmente lo que me gustaría es que te sirvan en un futuro no leja-no–, te dejaré un juego para que seas más libre y tengas mayor for-taleza. Son algunas palabras clave para la vida, que nos pueden ser-vir de guía. Son las siguientes:

LÍMITES: Hay que marcar límites y fijar tus propias normas ytu escala de valores, tanto en tu esfera privada comoen la pública.

ILUSIÓN: Ten ilusión y motívate para hacer con alegría todolo que haces en tu vida cotidiana.

BONDAD: Sé bondadoso y haz algo positivo por ti y por losdemás, algo bueno al día.

EMPATÍA: Sé comprensivo e intenta ponerte en el lugar delotro; acéptate a ti mismo de forma incondicional yacepta a los demás, especialmente a las personas detu entorno.

Page 54: Educar en la fortaleza

53LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

RECEPTIVIDAD: Sé receptivo y ten una actitud abierta a todolo que la vida tiene para darte, tanto lo posi-tivo como lo negativo, porque todo puedeservirte para avanzar.

TEMPLANZA: Ten la serenidad y el equilibrio emocional paraafrontar las situaciones dificultosas que la vidate enfrenta.

AUTENTICIDAD: Sé autentico y sé tú mismo, sé quien eres,acéptate y quiérete totalmente, con tus vir-tudes y defectos.

DISFRUTE: Disfruta de la vida, de tu entorno, amistades,familia, compañeros de toda tu vida y disfruta encada instante.

¿Estás de acuerdo conmigo? Son palabras bonitas y aunquequedan bien escritas en un papel, depende de ti que las incorpores atu vida, ¿te animas?

Ahora, te invito a que salgas de nuevo de tu laberinto en espi-ral y leas lo que acabas de escribir desde otro punto de vista. Asíintentaré demostrarte que, viendo el mundo desde distintos ángulos,puedes enriquecerte y encontrar otros tesoros.

De todas las palabras que acabas de leer hace poco tiempo(límites, ilusión, bondad, etc.) coge la primera letra de cada una deellas y únelas, para formar otra palabra con esas iniciales al leerlasde arriba abajo (en vertical). ¿Qué palabra te encuentras?

Hay veces que, si miramos nuestra vida de otra forma, con másatención, con otro enfoque, ella se encarga de regalarnos algo agra-dable, como te había dicho, ¿no?

Cuenta una leyenda que en la Edad Media, un francés realizaba el camino de Santiago a caballo. Al llegar a la altura de Miranda de Ebro –en la esquina entre Burgos, Vitoria y Logroño– observó a tres picapedreros que se afanaban en su trabajo.

Lo que le llamó la atención fue su actitud tan distinta, aún realizando el mismo trabajo aparentemente.

Page 55: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO54

El primer picapedrero maldecía, mientras arrancaba los volúmenes de piedray los convertía en bloques simétricos.

El segundo hacía lo mismo, aunque en silencio y concentrado.

El tercero, canturreaba alegremente.

Paró el caballo y observó, intentando comprender por qué cada uno actuaba de forma tan diferente, cuando todos realizaban la misma función.

Más tarde, después de examinar con atención sus movimientosy al no haber encontrado la razón de sus distintas conductas,se acercó y les preguntó a cada uno:

“¿Qué es lo que hace?”

El primer picapedrero le respondió malhumorado:“¿Es que no lo ve? Pico piedras del alba a la noche, por un sueldo miserable…”. Y siguió maldiciendo su mala suerte.

El segundo picapedrero, se quedó mudo al ser interpelado. Miró al francés de arriba abajo. Luego, en un murmullo contestó: “Pico piedras y les doy la forma cúbica necesaria, con el escoplo, el cincel y el martillo”.

Sus palabras iban subiendo el volumen y terminaron sonando orgullosas. Sin más, siguió dedicado a su trabajo con la meticulosidad de un relojero.

El tercer picapedrero, le recibió con una amplia sonrisa. Al ser preguntado, interrumpió su tonadilla y respondió alegremente: “Hago... la catedral de Burgos”.

Page 56: Educar en la fortaleza

55LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD Y LA VIRTUD DE LA FORTALEZA

En tu mano está que sigas construyendo catedrales en la vida osigas siendo un mero espectador de la vida y de tu vida; y que eltiempo vaya transcurriendo de forma monótona.

Para disfrutar y/o cambiar tu vida simplemente confía en timismo y, especialmente, confía en tu libertad y en tu fortaleza.

Ha sido un placer compartir este momento de mi vida contigo.Muchas gracias... y hasta pronto. Pero no olvides que magia es verte sonreír.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

BERMEJO, J. C., Regálame la salud de un cuento, Sal Terrae,Santander 2004.

BUCAY, J., Déjame que te cuente...Los cuentos que me enseña-ron a vivir, RBA Integral, Barcelona 2002.

CALLE, R. A., El gato astuto... y otros cuentos para el espíri-tu, Oberon, Madrid 2004.

FRANKL, V., El hombre en busca de sentido, Herder,Barcelona 2004.

TOLLE, E., El poder del ahora: Una guía para la iluminaciónespiritual, Gaia Ediciones, Móstoles (Madrid) 2006.

Page 57: Educar en la fortaleza
Page 58: Educar en la fortaleza

57COLOQUIO

COLOQUIO CON JUAN GONZALO CASTILLA RILO

INTERVENCIÓN 1ª

Buenas noches. Tengo que felicitarte porque tu conferencia hasido una gozada. Las personas tenemos mucha capacidad: podemosreconocer nuestra historia y también potenciar la de los demás. Perodesde mi experiencia, creo que eso conduce a que haya en la socie-dad dos clases o tipos de personas: por una parte, el “tonto” quetodo lo comprende y todo lo tolera; y, por otra, como reacción con-traria, el “radical” que no tolera ni comprende a los demás.Entonces, ¿para qué la tolerancia?

RESPUESTA

No estamos en una sociedad configurada por sólo “tontos” opor sólo “radicales”. El pluralismo posibilita el enriquecimiento. Yen todos los lugares hay “tontos” y los hay también “radicales”. Yocomprendo a los “tontos” y a los “radicales”; podemos aprendermucho de cada uno de ellos. Tenemos libertad para acercarnos al“tonto” y al “radical” y comprender por qué actúan así. Pero creoque no podemos encasillar nuestra sociedad exclusivamente en laesta dualidad de tipos de personas. Hay también otros comporta-mientos y actitudes. Esta es mi opinión.

INTERVENCIÓN 2ª

Yo también he disfrutado mucho en su conferencia; he gozadomuchísimo. Yo te propondría que transmitieras esta misma expe-riencia a adolescentes y a jóvenes. Me parece que puede ser uncamino precioso para formar la personalidad, y que los jóvenes tie-

Page 59: Educar en la fortaleza

JUAN GONZALO CASTILLA RILO58

nen pocas ocasiones de oír cosas así, tan estructuradas.¡Enhorabuena!

RESPUESTA

Martin Buber, el gran pensador hebreo, pionero delPensamiento dialógico, nos dice en su obra Yo y tú que los sereshumanos cobramos conciencia de ser un yo cuando nos abrimoscomprometidamente a un tú. Es decir, cuando nos encontramos –ensentido estricto– con el otro visto como tú –no como un ello imper-sonal–, es cuando comprendemos la grandeza que tenemos por sercapaces de amar, de servir, de olvidarnos de nosotros mismos, paracrear algo nuevo valioso conjuntamente con los demás. Una perso-na egoísta que se cierra en sí misma no se desarrolla como perso-na, y no tiene conciencia de ser un yo auténtico. ¿En qué consistetener una conciencia recta? En pensar lo siguiente: el bien hay quehacerlo; el mal hay que evitarlo; debo ser bueno contigo en todaslas circunstancias; debo ser justo contigo, aunque tú seas injustoconmigo. He de ser bueno y justo incondicionalmente. El ser huma-no no se parece a una circunferencia, que tiene un centro e invita alestatismo. Se asemeja más bien a una elipse, figura asentada en dospolos, que se remiten el uno al otro. El centro de la Plaza de SanPedro en Roma no se halla en el lugar donde se alza el obelisco,sino donde están las dos fuentes. Si usted se sitúa en uno de los doscentros, se siente pronto impulsado hacia el otro… He aquí unabuena imagen para entender lo que es el ser humano. Si el yo seabre al tú y el tú al yo, se entrelazan y enriquecen mutuamente. Losseres humanos sólo existimos de verdad como un yo cuando nosabrimos al otro, visto como un tú. Yo me centro como persona cuan-do me descentro, es decir, cuando no considero como el centro demi vida mi yo aislado, sino mi yo abierto al tú. Somos seres relacio-nales, “seres de encuentro”, como nos enseñan actualmente laBiología y la Antropología filosófica más cualificadas.

Page 60: Educar en la fortaleza

59COLOQUIO

INTERVENCIÓN 3ª

En primer lugar, enhorabuena. Yo coincido con todas las perso-nas que me han precedido en el uso de la palabra en la valoraciónque han hecho y quiero expresarle mi alegría. Los psicólogos pres-táis unos servicios extraordinarios a la sociedad. Haciendo el ejerci-cio que Vd. pedía, no he notado los latidos de mi corazón, ¿estarémuerto? Cuando he oído cantar a Rosana, sí que he escuchado loslatidos de mi corazón; luego estoy vivo. Muchas gracias por todo(Aplausos).

RESPUESTA

Es muy habitual no escuchar los latidos del corazón. Esto esasí porque no estamos acostumbrados. Yo te invito a que hagas eseejercicio en tu casa contigo mismo y si la canción de Rosana te haremovido, escúchala, porque te puede ayudar. Y creo que estás vivo(Risas en la sala).

INTERVENCIÓN 4ª

Me gustaría saber si tiene sentido lo que voy a decir: “Con elconocimiento de tus cualidades, te puedes quedar dormido; pero conel conocimiento de tus defectos, puedes despertar y superarte”.Gracias.

RESPUESTA

Por supuesto que sí. A veces nos conformamos con lo que tene-mos y pensamos que ya hemos conseguido todo. Entonces necesi-tamos un “tortazo”, un “meneo”, una experiencia fuerte que tehaga relanzarte. A veces quedamos alertagados con lo que cree-mos que ya somos. Eso lo descubres en personas que, de repente,una enfermedad difícil de curar les hace reaccionar. Por eso, esimportante luchar en la situación en que te encuentres, analizar tusvirtudes y tus defectos; y que cada día intentes salir de esa posibleespiral que te acecha, dando pequeños pasos. Estoy de acuerdocontigo.

Page 61: Educar en la fortaleza
Page 62: Educar en la fortaleza

PRESENTACIÓN DEANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ

Sean mis primeras palabras de saludo cordial a todos Uds. y degratitud al Instituto Superior de Filosofía “San Juan Bosco” –y enespecial al coordinador de estas Jornadas, mi buen amigo, D. JesúsSáez Cruz–, por la invitación a participar en esta sesión de clausuradel “XI Encuentro de Filosofía y Educación”.

Este Encuentro, como en pasadas ediciones, constituye todo unacontecimiento cultural de nuestra ciudad de Burgos. Es, además,único en su género, pues no son precisamente los “coloquios filosó-ficos” lo que más se propician por estos pagos. Por ello, si cabe,tiene más mérito el que se haya convertido en cita casi obligada–rayando lo tradicional– cuando finaliza el crudo invierno castella-no y se intuye esperanzadamente la pujante y vigorosa primavera denuestros páramos; cuando la vida se relanza y todo invita a salir delos refugios cotidianos y deambular con admiración y contempla-ción fruitiva; cuando la mente se abre a nuevas sensaciones y, reju-venecida, se apresta a dejarse seducir por la novedosa realidad.

Precisamente, en ese quicio temporal –donde las transforma-ciones se avecinan e imperceptiblemente ya se presienten–, elInstituto de Filosofía San Juan Bosco en Burgos –y su claustro deprofesores– nos invita a la reflexión y nos anima a la meditación enestas magníficas y habituales (¡ya son once ediciones consecutivas!)sesiones filosóficas, a las que se añade un referente práctico: lamejor educación de todos. Me uno cordialmente al común recono-cimiento por esta tarea formativa, por este impulso intelectual, poreste aliento sapiencial.

Page 63: Educar en la fortaleza

JOSÉ LUIS CABRIA ORTEGA62

La edición de este año 2006 tiene por objeto pensar el sentidoy la razón de ser de la fortaleza, sin olvidar una mirada práctica acómo educar en esta virtud. De ahí el sugerente título que nos haconvocado: “Educar en la fortaleza: una superación continua”. Nose trata, como bien sabemos quienes seguimos desde hace añosestos Encuentros, de un tema aislado o surgido al hilo de lo impro-visado, sino que se inserta en todo un programa minucioso que sedesarrolla en varios años y tiene por objeto el análisis de las virtu-des.

Pero, ¿qué es eso de la virtud? ¿No suena a extraño en estostiempos –al decir de algunos, tan poco virtuosos– que se ofrezcacomo objeto de reflexión un tema como el de las virtudes? ¡Estaextrañeza es mayor si el planteamiento se hace, pretendidamente,desde una filosofía de inspiración cristiana! Más aún, ¿es posibletratar more philosophico las virtudes? ¿No son éstas asunto delcampo teológico y su especialidad moral? Se me ocurre que lamejor manera de desenmarañar una madeja es tirando del hilo, y sime permiten una pequeña digresión en esta presentación, voy a tirardel hilo teológico para ver si, aún con todo, queda “carrete filosófi-co” (sit venia verbo!)

Cuando oímos la palabra “virtud” se nos viene a la mente aque-llo de “acto operativo bueno” (frente a “vicio”: acto operativomalo). Para precisar un poco más, y puesto que vengo de unaFacultad de Teología, permítanme que intente recordarme y recor-darles qué es eso de la virtud entendida en un sentido cristiano y meacoja a la definición que ofrece el Catecismo de la Iglesia Católica:“La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien.Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejorde sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la per-sona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través deacciones concretas” (CEC 1803). En este tender hacia el bien distin-gue la teología moral entre “las virtudes humanas” y las “virtudesteologales”.

Las virtudes humanas son, de nuevo en palabras del Catecismo,“actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habitualesdel entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, orde-

Page 64: Educar en la fortaleza

63PRESENTACIÓN DE D. ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ

nan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y lafe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vidamoralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremen-te el bien. Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzashumanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmentebuenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armoni-zarse con el amor divino” (CEC 1804).

Hasta aquí, parece más que viable una aproximación filosófico-antropológica. Ahora bien, para el teólogo, una comprensión tal,meramente humana, trasluciría un cierto reduccionismo de la visióncristiana de la vida y, lo que es peor, dejaría en el olvido otra verdadesencial de la fe: que la gracia de Dios actúa también en la virtud yel comportamiento humano. Así se nos recordará igualmente que“las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, medianteactos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en elesfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina”, y que“con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la prácticadel bien”. Ni que decir tiene –concluirá este número del Catecismo–que “el hombre virtuoso es feliz al practicarlas” (CEC 1810).

Una adecuada comprensión teológica explicará que las virtudeshumanas se “arraigan en las teologales” para así vivir en relaciónmás plena con Dios, Uno y Trino (cf. CEC 1812).

De entre las virtudes humanas, destacan las llamadas virtudescardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), denomina-das así por estar relacionadas con la vida en el mundo (contradistin-tas de las teologales, las relacionadas con Dios) y por “desempeñarun papel fundamental” en el campo del actuar humano, al ser puntode agrupación de todas las demás virtudes (cf. CEC 1805).

Las virtudes teologales (la fe, la esperanza y la caridad), sonaquellas que “fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cris-tiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundi-das por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrarcomo hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la pre-sencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser huma-no” (CEC 1813). Dicho de otro modo, las virtudes teologales, con-feridas sacramentalmente en el bautismo, nos sitúan, desde el don

Page 65: Educar en la fortaleza

JOSÉ LUIS CABRIA ORTEGA64

de Dios mismo, en otro orden o ámbito de ser, pues hemos sido “re-generados” (cf. 1Pe 1,3), hemos recibido un “nuevo nacimiento” (Jn3,5; cf. 1Jn 3,9), y por consiguiente, nuestra vida y nuestra existen-cia concreta reciben un modo nuevo de participación en Dios. Encategorías de San Pablo, diremos que nos constituye en “nuevo-ser-en-Cristo. A nadie extrañará, entonces, que lo humano sea “eleva-do” por lo divino, y resulte que las actividades propias del hombre(conocer, tender/querer, amar) se vean trasformados, desde Dios, enun nuevo conocer (fe), un nuevo tender (esperar) y un nuevo amar(caridad)1.

La aproximación filosófica a estas virtudes teologales se meantoja hasta necesaria para poner mejor de manifiesto lo que de“sobre-natural” tienen a partir de lo “natural” que abarcan. Comoen toda virtud el sujeto que las detenta es siempre el hombre, noDios. Un sano ejercicio intelectual contribuirá, en la práctica, al diá-logo tan urgente como necesario de la fe y la razón, de la teología yla filosofía2. Como ven, recogiendo la metáfora anterior, el filósofopuede tirar del hilo de las virtudes en su reflexión: no le faltarácarrete.

El Instituto de Filosofía “San Juan Bosco” ha seguido la tramadel hilo de las virtudes, y en su programación ha tomando comoreferencia el magisterio de Santo Tomás3, para quien el tratado delas virtudes tienen un ordenamiento preciso e inalterable4: primerolas virtudes teologales: fe5, esperanza6, caridad7; y después las car-dinales: prudencia8, justicia9, fortaleza10, templanza11. En el proyec-to de este año 2006 corresponde estudiar la virtud de la fortaleza,aquella que potencia la voluntad con el fin de alcanzar un bien difí-cil. Para precisar algo más esta definición, me van a permitir que de

1 Cf. A. FERNÁNDEZ, Diccionario de Teología Moral, Monte Carmelo, Burgos 2005, 1435-1442.2 Cf. Encíclica de Juan Pablo II, Fides et Ratio: AAS 91 (1999) 5-88.3 Cf. S. Th.., II-II.4 Curiosamente el Catecismo sigue un modo inverso, cf. CEC 1803-1845.5 Cf. S. Th.., II-II, qq. 1-16.6 Ibid., qq. 17-22.7 Ibid., qq. 23-46.8 Ibid., qq. 47-56.9 Ibid., qq. 57-122.10 Ibib., qq. 123-140.11 Ibid., qq. 141-170.

Page 66: Educar en la fortaleza

65PRESENTACIÓN DE D. ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ

nuevo, y por última vez, cite la síntesis que ofrece el Catecismo: “Lafortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firme-za y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resoluciónde resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vidamoral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, inclu-so a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones.Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida pordefender una causa justa” (CEC 1808).

De todo esto, en diversos aspectos, quieren tratar las Jornadasfilosóficas de este año. Aunque hasta ahora parezca lo contrario–pido perdón por mi innecesaria aportación teológica–, a mí mecorresponde presentar al ponente de hoy y no dar la conferencia(“La fortaleza como virtud estratégica en tiempos de fragilidad”), delo cual me alegro doblemente: primero, porque D. Antonio JiménezOrtiz, es viejo conocido en ámbitos teológicos y su acreditada com-petencia intelectual está fuera de cualquier discusión; y, en segundolugar, porque el tema que se le ha propuesto me parece de enverga-dura y exige conocer, como él sin duda conoce, todo el contexto deeso que se denomina en el título de su conferencia “tiempos de fra-gilidad”.

Señoras y señores, nos hallamos ante uno de los expertos nacio-nales en temas de increencia, de ateísmo, de agnosticismo e indife-rencia, y al tiempo, como no puede ser de otro modo, experto encuestiones del creer y de la fe auténtica. Y puesto que, si me permi-ten una confesión, yo creo que la fortaleza se inscribe muy adecua-damente en este ámbito de creencia en nuestro tiempo, me pareceque ha sido un acierto enorme del Instituto haber invitado a D.Antonio Jiménez Ortiz.

Como seguramente nos indicará en su ponencia, hoy más quenunca es precisa una fortaleza de ánimo y urge actualizar el hábitodel esfuerzo –unido al don de la gracia de Dios– para creer. Y paracreer bien; porque de eso se trata. No de creer a cualquier precio yde cualquier manera; ha de hacerse con autenticidad, en verdad, yrazonablemente.

¿Quién es Antonio Jiménez Ortiz, nuestro conferenciante dehoy? Nació en Córdoba, es salesiano y fue ordenado presbítero en

Page 67: Educar en la fortaleza

JOSÉ LUIS CABRIA ORTEGA66

1977. Cursó los estudios de teología en la Theologische Fakultät deBenediktbeuern (Alemania), obteniendo en 1976 el títuloTheologiediplom. Doctor en Teología por la Universidad PontificiaSalesiana de Roma en 1986, con la tesis doctoral Los conceptos deRevelación y Fe en la Teología Fundamental de Heinrich Fries. Escatedrático de Teología Fundamental en la Facultad de Teología deGranada, donde ha ejercido numerosos cargos directivos: Directordel Aula de Teología para Universitarios (1988-1989), Director delDepartamento de Teología Sistemática (1990-1994), Director delCurso de Verano de Teología Sistemática (1988-1992), Director delCiclo de Iniciación Teológica "Francisco Suárez" (1992-1998),Miembro del Consejo de Redacción de la revista "Proyección"(1988-2005). A su labor granadina une su docencia en el Centro deTeología de Sevilla, en el Instituto Superior de Teología "DonBosco", en la Universidad Salesiana de México, D. F, en la Facultadde Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad deCórdoba. Igualmente ha dado conferencias en la UniversidadComplutense de Madrid, en la Universidad Iberoamericana deMéxico D. F., en la Universidad Iberoamericana de Puebla (Puebla- México) y en la Universidad Olmeca de Villahermosa (Tabasco -México). Colabora en actividades y cursos de formación permanen-te para profesores, educadores, religiosos y sacerdotes en diversosniveles y ambientes en España, Italia, Argentina, México yColombia.

La docencia de D. Antonio está acompañada por la pastoral uni-versitaria en la Universidad de Granada, desde 1978.

Sería más que suficiente este currículo vital para justificar supresencia entre nosotros. Pero termino añadiendo que le avala ade-más un abultado número de publicaciones. Juzguen Uds. mismos.Libros:

• La Iglesia al servicio de la fe en el pensamiento eclesiológi-co de Heinrich Fries, Ed. Facultad de Teología, Discursoinaugural Curso académico 1987-1988, Granada 1987, 69 pp.

• Teología Fundamental. La revelación y la fe en HeinrichFries (Bibliotheca Salmanticensis. Estudios 106), Ed.Universidad Pontificia, Salamanca 1988, 517 pp.

Page 68: Educar en la fortaleza

67PRESENTACIÓN DE D. ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ

• Por los caminos de la increencia. La fe en diálogo, Ed. CCS,Madrid 1993, 171 pp. (2ª edición en 1996).

• Ante el desafío de la increencia (Teología para Jóvenes 5),Ed. CCS, Madrid 1994, 131 pp. (2ª edición 1998).

• Un mondo senza fede, Ed. Elle Di Ci, Leumann (Turín) 1995,175 pp.

• Silencio y ausencias: el hombre de hoy a la intemperie. Laobra Silencio en Octubre de J. C. Groendahl. Discurso inau-gural Curso académico 2004-2005, Facultad de Teología,Granada 2004, 39 pp.

De sus artículos cito sólo:

• “Creer. Reflexiones en torno a la fe para un creyente hoy”, enCurso Superior de Formación. Primer ciclo, Ed. ConsejoGeneral de Hermandades y Cofradías, Sevilla 1984, 7-16.

• “La fede cristiana davanti alle sfide dell'indifferenza e dellanuova religiosità. Chiavi di lettura in prospettiva teologica-spirituale”, en C. SEMERARO (a cura di), I giovani fra indif-ferenza e nuova religiosità, Ed. Elle Di Ci, Leumann (Turín)1995, 103-142.

• “¿Los Jóvenes españoles bajo el influjo de la posmoderni-dad?”, en F.-V. ANTHONY (a cura di), Seguire i percorsidello Spirito. Studi in onore del prof. Mario Midali, LAS,Roma 1999, 125-138.

• “La Teología Fundamental ante el desafío de la increencia”,en C. IZQUIERDO (ed.), Teología Fundamental. Temas ypropuestas para el nuevo milenio, Desclée De Brouwer,Bilbao 1999, 129-179.

• “La fe cristiana ante los desafíos de la ‘Nueva Era’”, en A.BLANCH (ed.), El pensamiento alternativo. Nueva visiónsobre el hombre y la naturaleza, Universidad PontificiaComillas, Madrid 2002, 151-176.

Page 69: Educar en la fortaleza

JOSÉ LUIS CABRIA ORTEGA68

Y no quiero terminar mi presentación sin hacerles una confi-dencia, que seguro Uds. al final podrán ratificar: Antonio JiménezOrtiz es además un ameno comunicador, sin que ello merme en nadala rigurosidad de su discurso. Es un deleite escucharle. Disfruten.Lo agradecerán.

JOSÉ LUIS CABRIA ORTEGAProf. de Mariología y Eclesiología

Facultad de Teología del Norte de España –Sede de Burgos

Page 70: Educar en la fortaleza

LA FORTALEZA COMO VIRTUDESTRATÉGICAEN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZProf. de Teología FundamentalFacultad de Teología. Granada

.

¿Hablar de la virtud en tiempos de posmodernidad? Ni está demoda en el ambiente ni resulta fácil hacerlo, a pesar de que haya quereconocer que nuestra sociedad es algo más que un mercadillo pos-moderno. De hecho hablamos de sociedad compleja, muy estructu-rada desde el punto de vista económico y político, asentada en laracionalidad moderna y sostenida por la densa red de una tecnolo-gía en continuo desarrollo y de una inconmensurable avalancha deinformación. Sin embargo, la atmósfera que respiramos tiene un altoporcentaje de posmodernidad. Y la virtud no congenia bien con eltalante posmoderno.

No parecen ser tiempos para decisiones fuertes y compromisosfirmes, para hábitos permanentes que impliquen renuncias y sacrifi-cios. El momento posmoderno explicita el proceso de indiferenciapura en el que todos los gustos y compor-tamientos pueden coha-bitar sin excluirse. Todo puede escogerse a placer, lo más operativocomo lo más esotérico, lo viejo como lo nuevo, la vida simple y eco-logista como la vida hipersofisticada, en un tiempo sin referenciasestables ni coordenadas, y en un ambiente que promueve constante-mente la gratificación inmediata de los deseos: “Al actor social pos-moderno (…), ligero, móvil, y no envarado en un credo ni esclero-tizado en un ámbito cultural, le gusta poder pasar sin trabas de un

Page 71: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ70

restaurante chino a un club antillano, del cuscús a la fabada, del jog-ging a la religión, o de la literatura al ala delta”.1

Adolescentes y jóvenes abrirían los ojos con pasmo e incredu-lidad ante un fervorín religioso o pedagógico que quisiera ensalzarla belleza de la virtud y su necesidad insoslayable para la vida,mientras manejan imperturbables conceptos de virtudes como ele-mentos tácticos en videojuegos que tienen como trama oscuras his-torias de una Edad Media fantástica y tremendista. El lenguaje sobrela virtud o sobre actos o decisiones virtuosas es incomprensible parano pocos y para otros muchos suena anacrónico.

Desde Kant la ética moderna optó por la categoría de obliga-ción o deber, abandonando los sistemas éticos de Aristóteles yTomás de Aquino basados en la virtud. Posteriormente la reflexiónmoral se fue enriqueciendo con otros conceptos como valor, racio-nalidad, libertad, felicidad… Sin embargo en el último tercio delsiglo XX se ha ido recuperando la noción de virtud en ámbitos filo-sóficos y teológicos2, mientras comenzaba a caer sobre la vida coti-diana en Occidente la niebla posmoderna del desencanto y de la des-confianza ante las grandes palabras, entre ellas también la palabra“virtud”.

Ya no podemos asumir sin más los modelos “areteicos” (deareté, en griego, que significa “virtud”) del pasado, pero tampocotenemos que renunciar al concepto de virtud, entre otros conceptosnecesarios y posibles, para proseguir la siempre difícil reflexiónsobre el obrar humano, cuando tenemos ya una conciencia más

1 A. FINKIELKRAUT, La derrota del pensamiento, Anagrama, Barcelona 31988, 115. 2 Cf. algunos ejemplos en el ámbito filosófico y sociológico, como V. CAMPS, Virtudes públicas,

Círculo de Lectores, Madrid 1994; A. COMTE-SPONVILLE, Pequeño tratado de las grandes vir-tudes, Espasa-Calpe, Madrid 1998; R. BELLAH (ed.), Habits of the Heart: Individualism andCommitment in American Life, Univ. of California, Berkeley 1985; ID., Hábitos del corazón,Alianza Editorial, Madrid 1989; P. GEACH, The virtues, Univ. Press, Cambridge 1977; A.MACINTYRE, Tras la virtud, Crítica, Barcelona 1987; J. PIEPER, Las virtudes fundamentales,Rialp, Madrid 22001. En el área de la teología, O. BERNASCONI, Morale autonoma e etica dellafede, Dehoniane, Bolonia 1981; M. COZZOLI, Per una teologia morale delle virtù e della vitabuona, Lateran University Press, Roma 2002; CH. E. CURRAN, The Catholic Moral TraditionToday. A Síntesis, Georgetown University Press, Washington 1995; J. R. FLECHA, Vida cristiana,vida teologal. Para una moral de la virtud, Secretariado Trinitario, Salamanca 2002; S. HAUER-WAS, Vision and Virtue, Fides Publishing Company, Notre Dame 1974; J. F. KEENAN, Virtuesfor Ordinary Christians, Sheed & Ward ; D. MIETH, Die neuen Tugenden. Ein ethischer Entwurf,Patmos, Dusseldorf 1984.

Page 72: Educar en la fortaleza

71LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

exacta de la complejidad de la persona y de la vida humana, indivi-dual y social. Las palabras tienen historia, con frecuencia marcadapor luces y sombras, por ambigüedades y abusos. Pensemos en lapalabra “Dios”. Las palabras, condicionadas por la historia, man-chadas o pisoteadas por la maldad o el fanatismo, pueden ser recu-peradas cuando la experiencia humana que las hizo surgir sigueestando viva. Naturalmente, sus significados van siendo matizadosy enriquecidos a lo largo del tiempo, bajo la ley insoslayable de lacontinuidad y de la ruptura de los contextos culturales. Por eso, nocreo que sea necesario sustituir, por ejemplo, “virtud” por “acti-tud”3.

Y apuntando ya a la virtud de la fortaleza tendríamos un ejem-plo claro del uso de la categoría virtud con sensibilidad actual y conelementos lingüísticos de hoy en estas palabras de FernandoSavater:

El núcleo de las virtudes de existencia (si queremos hablar enlenguaje de ordenadores, el disco duro donde están conserva-das todas), es el coraje4.

En nuestro caso queremos reflexionar sobre la virtud de la for-taleza desde el presente horizonte socio-cultural y siguiendo lashuellas de Jesús.

1. ¿EN LA SOCIEDAD DE LA FORTALEZA O DEL DES-FALLECIMIENTO?

1.1. La perspectiva de Tomás de Aquino

En las últimas décadas se percibe un gran interés por la EdadMedia, abandonados ya algunos prejuicios de siglos, que laconsideraban simplemente como una época oscura y primiti-va. Tomás de Aquino representa el punto culminante de lafilosofía y teología del medioevo. Su estructurada y matiza-

3 Como sugiere Marciano Vidal en ¿Es posible actualizar, de forma inteligente e innovadora, la“ética de la virtud”?, en “Moralia” 27 (2004) 411-412.

4 F. SAVATER, Ética como amor propio, Mondadori, Madrid 1988, 116.

Page 73: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ72

da reflexión sobre la fortaleza, apoyada en referencias asituaciones humanas, que manifiestan sutileza de espíritu yprofundidad en su análisis psicológico, nos puede iluminarhoy a pesar de la distancia entre su horizonte cultural y nues-tro complejo contexto social. Desde su concepción antropo-lógica y teológica puede ofrecernos en su constelación lin-güística sobre esa virtud un filtro hermenéutico que nosayude a discernir sobre las experiencias humanas de uno uotro signo que convergen en ese valor o virtud que llamamosfortaleza.

En la línea de Aristóteles, Tomás de Aquino5 fundamenta suanálisis en dos aspectos determinantes de la fortaleza: susti-nere – aggredi. El primero consiste en afrontar (resistir) lapresencia del mal, controlando el miedo que se puede sentir.El segundo supone el enfrentarse (atacar, acometer) al mal,sabiendo moderar la audacia.

Frente a la fortaleza, Tomás de Aquino señala6 los vicios deltemor o de la cobardía (timor), de la petulancia (intimiditas)que imprudentemente desconoce el miedo, y de la audacia otemeridad (audacia) que empuja hacia el riesgo de perder lavida sin una razón válida.

Vinculada a la fortaleza en su dimensión del aggredi, está lamagnanimidad (magnanimitas), como virtud que guía haciaobjetivos nobles, sabiendo arrostrar los peligros que esosupone7. No es magnánima la persona presuntuosa (prae-sumptio), que se siente superior a lo que en realidad es, ni elambicioso (ambitio) obsesionado por el honor que quiereconquistar para sí, ni el individuo que se contenta con lasapariencias y la fama efímera de la opinión pública (inanisgloria), ni el pusilánime (pusillanimitas) que no se compro-

5 Cf. S. Th., II-II, q. 123, a. 6.: “Resistir es más difícil que atacar. (…) porque el resistir implicamucho tiempo, sin embargo el ataque puede ser repentino. Es más difícil permanecer firme muchotiempo que moverse con un impulso repentino para realizar alguna cosa ardua”.

6 Cf. II-II, q. 125-127.7 Cf. II-II, q. 129-133.

Page 74: Educar en la fortaleza

73LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

mete por pereza o por miedo. Y, frente a la magnificencia(magnificentia) como virtud afín a la fortaleza, Tomás deAquino8 destaca los vicios de la mezquindad (parvificentia)y del despilfarro (consumptio).

Según Tomás de Aquino9 las virtudes vinculadas a la fortale-za en su dimensión de sustinere son la paciencia (patientia),la longanimidad (longanimitas) o capacidad de esperar sindesanimarse, y la perseverancia (perseverantia), con la cons-tancia de ánimo (constantia) en las adversidades.

Este análisis de Tomás de Aquino no es puramente antropo-lógico. El plantea su reflexión en el marco de la gracia10. Dehecho, el acto más perfecto de la fortaleza es el martirio. Sinembargo el entramado de su concepción de la fortaleza esantropológico:

Que la fortaleza, como hemos dicho antes (q. 123, a. 2; I-II,q. 61, a. 3), implica una cierta firmeza de ánimo, requeridano sólo para hacer el bien, sino también para soportar elmal, principalmente si se trata de bienes o males arduos. Yque el hombre, según su modo propio y connatural, puedetener tal firmeza en lo uno y en lo otro, que no desfallezca enla práctica del bien a pesar de la dificultad que entrañe larealización de ciertas obras arduas o el aguante de ciertosmales graves. Tal es la razón por la que a la fortaleza se laconsidera como virtud especial o general, como dijimos (q.123, a. 2)11.

8 Cf. II-II, q. 134-135.9 Cf. II-II, q. 136-138.10 Cf. II-II, q. 139, a. 2: “Pero, por encima de esto, el Espíritu Santo mueve al hombre para que lleve

a término cualquier obra comenzada y se vea libre de cualquier peligro que le amenaza. Esto tras-ciende la capacidad de la naturaleza humana, ya que hay casos en que el hombre no puede llevara cabo sus obras o escapar de los males o peligros, pues a veces le agobian hasta causarle la muer-te. Pero esto lo realiza el Espíritu Santo en el hombre guiándolo en todo hacia la vida eterna, quees término de toda obra buena y liberación de todos los peligros. Para ello infunde en el alma elEspíritu Santo una confianza especial que excluye todo temor contrario. Tal es la razón por la quela fortaleza es considerada como don del Espíritu Santo, pues ya dijimos antes (I-II, q. 68, a. 1-2)que los dones tienen por objeto la moción del alma por el Espíritu Santo”.

11 II-II, q. 139, a. 2.

Page 75: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ74

Desde este punto de vista antropológico, en el que convergenexperiencias humanas básicas de ayer y hoy, nos queremospreguntar si la virtud de la fortaleza encuentra hoy plausibi-lidad social o más bien sufre un real eclipse cultural.

1.2. La virtud de la fortaleza bajo un eclipse cultural

Conscientes de las distancias de todo tipo que nos separandel paradigma cultural de Tomás de Aquino, podemos afir-mar que la imagen de ser humano que se perfila en su análi-sis de la fortaleza no está de moda actualmente. Una perso-nalidad sólida, con principios y convicciones, estructuradacon un proyecto de vida, sostenida por una voluntad que sabedecidir de forma resuelta parece hoy un sueño imposible. Eltalante posmoderno emerge como una amalgama de ligerezay hedonismo lúdico, de falta de compromiso, de relativismo,de indeterminación, de sentimiento de provisionalidad, desuperficialidad agradable y de comunicación fácil y escasade contenidos… La personalidad narcisista y hedonista quedeambula por la posmodernidad no se siente inclinada a asu-mir la virtud de la fortaleza.

En una sociedad sin referencias globales ni criterios definiti-vos, sometida a una implacable aceleración, bastantes ado-lescentes y jóvenes padecen una aguda fragmentación inter-na, sin una columna vertebral que sostenga su personalidad,que así parece más dotada, según el pensamiento posmoder-no, para enfrentarse a las múltiples circunstancias y condi-cionamientos del mundo actual. Flexibilidad y tolerancia sonlas actitudes fundamentales que propugna el ambiente social.Pero esta flexibilidad puede ir unida a una sensible falta desolidez y de coherencia. Y la actitud tolerante puede ser confrecuencia signo de ausencia de convicciones profundas y deuna actitud permisiva.

La desestructuración interna genera inseguridad personal y,con frecuencia, una baja autoestima. Esto explica la búsque-

Page 76: Educar en la fortaleza

75LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

da incesante de espacios de seguridad y de apoyos emocio-nales. Como intuye certeramente Lipovetsky:

El homo psicologicus aspira menos a sobresalir por encimade los demás que a vivir en un entorno distendido y comuni-cativo, en ambientes ‘simpáticos’, sin alturas, sin pretensiónexcesiva12.

La aspiración de bastantes contemporáneos nuestros es poderresituarse cuantas veces sea necesario en un escenario socialsiempre cambiante, en el que predomina lo provisional sobrelo estable. La pauta a seguir es el por aquí y el por ahora,como línea de actuación más realista y eficaz. Con palabrasde Bauman:

En un mundo en el que el futuro es, en el mejor de los casos,oscuro y borroso, y muy probablemente peligroso y lleno deriesgos, fijarse objetivos remotos, sacrificar el interés indivi-dual en pos de acrecentar el poder grupal y sacrificar el pre-sente en nombre de la dicha futura no resultan una propues-ta atractiva ni sensata. Toda oportunidad que no se aprove-cha aquí y ahora es una oportunidad perdida; no aprove-charla es, por lo tanto, algo imperdonable, difícilmenteexcusable y menos aun reivindicable. Como los compromisospresentes son escollos para las oportunidades de mañana,cuanto menos serios sean, menor es el daño que pueden cau-sar. La palabra clave de la estrategia de vida es "ahora", sinimportar los alcances de esa estrategia ni lo que puedaimplicar13.

Hay que procurar no quedarse descolgados de las oportuni-dades de cualquier tipo que puedan surgir. Esto genera unacusado pragmatismo, orientado constantemente hacia lo útilen cada instante, atentos siempre a acomodarse a las necesi-dades del momento. Todo esto conduce a la creación de per-sonalidades sin convicciones sólidas, sin certezas asimiladas

12 G. LIPOVETSKY, La era del vacío. Ensayos sobre el indivi-dua-lismo contemporáneo,Anagrama, Barcelona 1986, 70-71.

13 Z. BAUMAN, Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 22003, 173.

Page 77: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ76

vitalmente, que no se sienten capaces de opciones definiti-vas, que comprometan al individuo para siempre. Dice P.Bruckner:

Desgarrado entre la necesidad de creer y la necesidad dejustificar sus creencias, es asimismo un apóstata profesional,el nómada de los transfuguismos continuos, aquel que en eltranscurso de una única vida abraza y abjura de montonesde fes e ideas, mediante adhesiones tan efímeras comointransigentes14.

El ambiente y la propia fragilidad invitan al “descompromi-so” emocional y social.

Si en la sociedad prima la ética de la diversión sobre la éticadel esfuerzo, la búsqueda del propio interés sobre la respon-sabilidad pública, la crítica sobre la reflexión, la exaltacióndel tiempo libre frente al compromiso laboral, entonces no esde extrañar que jóvenes y no pocos adultos orienten sus ener-gías hacia la fruición y el placer. Magníficamente nos dice A.Finkielkraut:

Actualmente lo que rige la vida espiritual es el principio delplacer, forma posmoderna del interés privado. Ya no se tratade convertir a los hombres en sujetos autónomos, sino desatisfacer sus deseos inmediatos, de divertirles al menorcoste posible. El individuo posmoderno, conglomeradodesenvuelto de necesidades pasajeras y aleatorias, ha olvi-dado que la libertad era otra cosa que la potestad de cam-biar cadenas, y la propia cultura algo más que una pulsiónsatisfecha15.

El anclaje exclusivo en el presente, que reduce el horizonteaxiológico a la valoración de lo que ahora se esté gozando oviviendo, es la única actitud sana. Por tanto, el comporta-miento parece orientado hacia el consumismo hedonista. Silos padres piensan que sus hijos deben tener lo que ellos no

14 P. BRUCKNER, La tentación de la inocencia, Anagrama, Barcelona 21996, 44.15 A. FINKIELKRAUT, La derrota del pensamiento, 128.

Page 78: Educar en la fortaleza

77LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

pudieron disfrutar en su juventud, entonces ellos percibirán elconsumismo como algo ajeno al trabajo y al esfuerzo. No setrata de una recompensa por lo que hacen u ofrecen. Es underecho que se ha de ejercer gastando en cuanto sea posible,sin miramientos con los continuos equilibrios a que estánsometidas las economías domésticas. Este afán consumistapuede operar, en bastantes casos, como elemento compensato-rio de sentimientos de inferioridad, de soledad o de fracaso. Lagran virtud del consumismo consiste en ser remedio para nues-tras tensiones y frustraciones, consuelo en nuestras depresio-nes, sustituto del afán de superación y de las insoportables exi-gencias de eso que se llamaba virtud de la fortaleza.

Y sin embargo el consumismo no ofrece solución definitiva:habiendo crecido adolescentes y jóvenes con el hábito de lagratificación inmediata, han de digerir grandes dosis de frus-tración y de ansiedad, pues han vivido muy protegidos en lainfancia y en la adolescencia, y sienten cómo la incertidum-bre ante el futuro oscurece su horizonte existencial. Tienenpoca capacidad para soportar el sufrimiento y la renuncia. Suescasa consistencia psicológica los hace enormemente vulne-rables:

¿Qué cosa hoy no da lugar a dramatizaciones y stress?Envejecer, engordar, afearse, dormir, educar a los niños, irsede vacaciones, todo es un problema, las actividades elemen-tales se han vuelto imposibles16.

Arrinconando ideologías y dogmas religiosos, expulsado delcascarón protector de la tradición, aislado y también aligera-do de opciones y compromisos, el individuo se siente másvulnerable que nunca, ansioso de un espacio saturado demúsica, ruidos, luces y colores en el que sea posible alejar lamelancolía, romper el aislamiento, olvidarse de responsabili-dades y sacrificios17.

16 G. LIPOVETSKY, La era del vacío, 47.17 P. BRUCKNER, La tentación de la inocencia, 32. 70-71. 144.

Page 79: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ78

Los jóvenes han sido socializados, por los medios de comu-nicación social y por los líderes de la opinión pública, en lasociedad de los derechos más que en la sociedad de los debe-res. La ascética y la disciplina no están de moda. Todo lo quesupone renuncia o austeridad se ha desvalorizado en benefi-cio del deseo y de su gratificación inmediata.

Se trata de suprimir cualquier intervalo entre la formulaciónde un deseo y su realización:

La “elección racional” de la época de la instantaneidad sig-nifica buscar gratificación evitando las consecuencias, yparticularmente las res-ponsabilidades que esas consecuen-cias pueden involucrar. Las huellas durables de las gratifi-caciones de hoy hipotecan las posibilidades de las gratifica-ciones de mañana18.

Lo que importa hoy no es lo que puedo, sino lo que deseocon ansia, intentando abolir todo lo que en la vida suponeespera, dominio de sí, renuncia, capacidad de maduración.La ciencia, la técnica, la industria nos han acostumbrado a laavidez, creyendo que todo lo posible es deseable, y todo lodeseable es necesario. Resulta insoportable diferir la gratifi-cación. El consumismo crea un individuo voraz, vano, vago,vulnerable, impaciente por ser feliz, para el que la finalidadde la existencia ya no consiste en crecer o en superarse, sinoen ser preservado entre algodones, libre de sufrimientos, deriesgos, de exigencias o compromisos19. Las relaciones per-sonales están sometidas a la inestabilidad, pues se tienemiedo de la propia vulnerabilidad y de la inconsistenciaajena.

La búsqueda de la gratificación inmediata condiciona la soli-dez de todo compromiso: sólo se mantiene si resulta agrada-ble para el sujeto, porque se vive en la creencia de que uncompromiso importante en la vida debe ser en todo momen-

18 Z. BAUMAN, Modernidad líquida, 137.19 Cf. P. BRUCKNER, La tentación de la inocencia, 42. 59. 64-65. 109. 145.

Page 80: Educar en la fortaleza

79LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

to gratificante. No es comprensible una opción que se debamantener con el esfuerzo ascético:

El fin de la voluntad coincide con la era de la indiferenciapura, con la desaparición de los grandes objetivos y grandesempresas por las que la vida merece sacrificarse: “todo yahora” y ya no per aspera ad astra. “Disfrutad”, leemos aveces en las pintadas20.

El principio del placer, erigido en norma absoluta, comovoluntad de no hacer más que lo que venga en gana, degene-ra en un hedonismo mediocre, en el que la soberanía delcapricho pulveriza el principio de la alteridad21.

Respecto a la relación personal en sí misma se compruebandos tendencias aparentemente divergentes: por un lado, sebuscan relaciones que no generen compromisos serios o exi-gencias que impliquen sacrificios; y por otro, hay un deseoprofundo de fidelidad, que es valorada como el factor másimportante para el éxito de una relación de pareja. En elfondo puede tratarse de dos consecuencias lógicas provoca-das por la inseguridad personal y la vulnerabilidad psicológi-ca.

Asistimos a la proliferación y exaltación mediática de perso-nalidades fragmentadas, descompensadas, vulnerables, difu-sas, acomodaticias, consumistas, mudables y desconfiadas:“Todo lo que designa un absoluto, una altura demasiadoimportante desaparece”22.

Renuentes a los sacrificios y a la espera, incapaces de asumirlo que significa paciencia, constancia o perseverancia, exi-gentes del bienestar a corto plazo, bastantes jóvenes profesanuna «ética sin dolor», un quehacer que reclama siempre satis-facciones sin entregar nada importante a cambio. Comer ybeber caprichosamente y a deshoras, comprar compulsiva-

20 G. LIPOVETSKY, La era del vacío, 57.21 Cf. P. BRUCKNER, La tentación de la inocencia, 110.22 G. LIPOVETSKY, La era del vacío, 73.

Page 81: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ80

mente son rasgos de una cultura contemporánea en la que elyo interior se alza ansiosamente como el verdadero centro deinterés. Porque quererse a sí mismo por encima de todo, amaral niño que llevamos dentro, perdonar sus errores, reforzarsus logros, no per-mitir que bostece aburridamente es la basedel discurso en no pocos de los omnipresentes libros de auto-ayuda23. Estamos en una época infantil, en la que se pretendevivir con la estética del niño cuidado y mimado, obsesiona-do por sus inclinaciones y apetitos, ajeno a los deberes, alér-gico al esfuerzo y a la renuncia, encantado en una permisivi-dad en la que ya se ha esfumado la necesidad de la fortalezacomo virtud24.

El infantilismo ambiental combina la exigencia de seguridadcon una avidez sin límites, el deseo de ser sustentado con ladejación de toda obligación:

El individualismo infantil, por el contrario, es la utopía de larenuncia a la renuncia. No conoce más que un único lema:sé lo que eres desde toda la eternidad. No te enredes contutores ni trabas de ningún tipo, evita cualquier esfuerzoinútil que no te ratifique en tu identidad contigo mismo,hazle únicamente caso a tu singularidad. No te preocupes dereformas, de progresos, de mejoras: cultiva y cuida tu subje-tividad que es perfecta por el mero hecho de que es tuya. Noresistas a ninguna inclinación pues tu deseo es soberano.Todo el mundo tiene deberes salvo tú25.

23 Cf. V. VERDÚ, El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción, Anagrama, Barcelona2003, 56.

24 Es curioso que las quejas sobre los jóvenes en el ámbito académico por su falta de esfuerzo y dedi-cación al trabajo tienen en España, al parecer, una tradición secular: “La verdadera causa de nues-tro atraso científico á mi juicio no es otra, que la señalada por Pedro Ciruelo, eminente teólogo ymatemático de principios del siglo XVI, catedrático que fué de las Universidades de Salamanca,Alcalá y París, al afirmar, según Alvar Gómez, “que no era extraño que su cátedra fuese poco con-currida, pues la doctrina de Santo Tomás necesitaba ser estudiada con calor y pausa para ser biendigerida y esto no gustaba á la juventud española, que por lo común, quiere estudiar poco, de prie-sa y con poco esmero” (Discurso leído en la solemne apertura del curso académico de 1898 á1899 en la Universidad Literaria de Granada por el Doctor Don Juan A. Tercedor y Díaz,Catedrático-Decano de Granada, Imprenta de Indalecio Ventura, Granada 1898, 23).

25 P. BRUCKNER, La tentación de la inocencia, 107.

Page 82: Educar en la fortaleza

81LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

1.3. ¿Adiós al “esforzado aguante”?

Se acumulan los diagnósticos sobre nuestra sociedad.Posiblemente se trata de un intento de superar la perplejidadque nos invade. Estamos hechos un lío. Vivimos en unasociedad, que, en principio, nos ampara y defiende frente a laamenaza del caos. Esa ha sido siempre la gran tarea de todacultura: ofrecer sentido, iluminar la realidad, darnos seguri-dad. Y sin embargo asistimos a la consolidación de la llama-da sociedad de la información sintiéndonos hondamentezarandeados por la inquietud, por la ansiedad, por la insegu-ridad, porque de pronto nos vemos impotentes para gestionarcon decisión y claridad la complejidad, la incertidumbre, losriesgos que nos asedian por todas partes: el sida, el mal de lasvacas locas, la gripe aviar, el terrorismo, el desamor, el vacíointerior, la depresión, el paro, las catástrofes naturales…

Están aconteciendo cambios fundamentales en nuestras esca-las de valores, en las estructuras sociales y culturales, en losámbitos de la sexualidad, de la familia, de la experiencia reli-giosa… Gozamos de más libertad política, de más bienestareconómico, de más capacidad de información, pero tambiénnos vemos enfrentados a más variabilidad, a más imprevisi-bilidad, a más incertidumbre, a una mayor inseguridad exis-tencial. Convivimos con una sensación inquietante de fragi-lidad y vulnerabilidad. El escenario social está poblado deindividuos vacilantes, inseguros, propensos a desfallecer o ahundirse ante cualquier adversidad.

Hoy no encontrarían eco las apasionadas palabras del líricogriego Arquíloco (S. VII a. C.) en su Elegía a Pericles:

Hinchados de dolor tenemos los pulmones. Pero los dioses,querido mío, han puesto el esforzado aguante, como medici-na de los males sin remedio26.

26 Tomado de F. R. ADRADOS, Líricos Griegos. Elegíacos y yambógrafos arcaicos (siglos VII-V a.C.). Texto y traducción por Francisco R. Adrados, catedrático de la Universidad de Madrid, vol.I, Ed. Alma Mater S. A., Barcelona 1956, [30]. En la traducción de Adrados he sustituido “esfor-zada resignación” por “esforzado aguante”.

Page 83: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ82

Poco “esforzado aguante” hay en el ambiente de esta socie-dad de la impaciencia y de la gratificación inmediata de losdeseos. La fidelidad, la confianza, la lealtad, la amistad, elcompromiso… son valorados como actitud, incluso exalta-dos como algo deseable, como realidades humanizantes.Pero en la vida cotidiana esos valores no están sostenidos enel mundo juvenil por el apoyo imprescindible de la renuncia,del sacrificio, de la paciencia y la constancia. Lo que real-mente se anhela es ser de corcho para poder flotar y sobrevi-vir en medio de corrientes turbulentas y amenazantes, ser deplastilina para poder adaptarse a situaciones cambiantes einesperadas. Se busca flexibilidad y adaptabilidad a costa desolidez y firmeza. La resistencia a la frustración o a la ansie-dad es poca, porque escasea la fortaleza de espíritu, el cora-je de vivir, el esforzado aguante. Asistimos a una infantiliza-ción de las actitudes y de los deseos. Se da una demanda con-tinua y exigente: ser reconfortado, cuidado, en una sociedadde los derechos, pero en el ocaso de los deberes. Comoexpresa irónicamente Bruckner:

Así pues, lo queremos todo y su contrario: que esta sociedadnos proteja sin prohibirnos nada, que nos cobije sin obligacio-nes, que nos asista sin importunarnos, que nos deje tranquilospero nos envuelva en las densas redes de una relación afectuo-sa; resumiendo, que esté ahí para nosotros sin que nosotrosestemos ahí para ella. “Dejadme en paz, ocupaos de mí”27.

2. LA VIRTUD DE LA FORTALEZA EN LAESPIRITUALIDAD CRISTIANA

2.1. Tras las huellas de Jesús

El cristianismo hace su aparición en la historia como un actode valentía, como un ejercicio de fortaleza: Viendo la valentía de Pedro y Juan, y sabiendo que eranhombres sin instrucción ni cultura, estaban maravillados(jefes, ancianos y escribas) (Hch 4, 13).

27 P. BRUCKNER, La tentación de la inocencia, 110.

Page 84: Educar en la fortaleza

83LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

Ya en la etapa apostólica los cristianos son conscientes deque se han de enfrentar a la prueba, a la persecución, y tam-bién a la lucha espiritual que comporta estructurar la propiainterioridad y vivir la existencia según unos valores, que cho-can frontalmente con el entorno inmediato social y religioso,y también con el dinamismo y la ambigüedad del deseohumano. Sin fortaleza no es posible la experiencia cristiana:

Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y laPalabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido almaligno (1 Jn 2, 14).

Y esa fortaleza necesita la garantía del Espíritu: “Y todosquedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra deDios con valentía” (Hch 4, 31).

La incomprensión ambiental y las primeras persecucionesexponen a las primeras comunidades cristianas al sufrimien-to y a la tribulación. En la carta a los Hebreos se les exhortaa la solidaridad y generosidad con los encarcelados, a lapaciencia, a la confianza: “Pero nosotros no somos cobardespara perdición, sino creyentes para salvación del alma” (Hb10, 32-36. 39). Y se argumenta en 2 Tm 1, 7:

Porque no nos dio el Señor un espíritu de cobardía, sino defortaleza, de caridad, de templanza.

La vida cotidiana del cristiano necesita de los valores o vir-tudes que convergen en el espacio de la fortaleza, amándosemutuamente, constantes en la tribulación y perseverantesen la oración (Rm 12, 10. 12). Y frente al deseo de enrique-cimiento, al afán del dinero, frente a la codicia insensata, seha de buscar la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la pacien-cia en el sufrimiento (1 Tm 6, 9-11). El amor todo lo sopor-ta (1 Co 13, 7). Y en esa lucha desigual que entabla el cris-tiano, no sólo “contra la carne y la sangre, sino también con-tra los principados y potestades, contra los dominadores deeste mundo tenebroso, contra los espíritus del mal”, comoafirma la Carta a los Efesios en su lenguaje mitológico yexpresivo, se ha de buscar la fortaleza en el Señor y en lafuerza de su poder (Ef 6, 10. 12).

Page 85: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ84

Es ahí donde está la fuente y el modelo de la fortaleza cris-tiana. Debemos tener “fijos los ojos en Jesús”, que soportó lacruz sin miedo a la ignominia, para no desfallecer como serespusilánimes (Hb 12, 2-3). Él nos dejó ejemplo para que siga-mos tras sus huellas (1 P 2, 21). Probado en el sufrimiento,probado en todo igual que nosotros, menos en el pecado, escompasivo, porque él también sintió la fragilidad y la vulne-rabilidad del ser humano (Hb 2, 18; 4, 15; 5, 2).

Creo sinceramente que la experiencia decisiva en la vida deJesús es Getsemaní (Mc 14, 32-42; Mt 26, 36-46; Lc 22, 40-46). En esa escena evangélica tocamos palpablemente el fra-caso existencial de Jesús ante el silencio aparente de Dios. Esuna secuencia narrativa de gran complejidad espiritual: en eldesierto del fracaso definitivo y de la soledad angustiosa, enla incertidumbre oscura y corrosiva, Jesús mantiene la obe-diencia y la fidelidad, desde la fortaleza del que ha puesto enlas manos del Padre, de su Abba, su persona y su futuro. Yde esa experiencia de confianza última y definitiva brotan, enel agujero negro de esa noche, consuelo, luz y serenidad enla tortura psicológica de quien se siente ya condenado amuerte.

El misterio de la presencia de la ternura singular del Padreacontece en las tinieblas que caen sobre el corazón angustia-do de Jesús. Es el momento de la verdad, de la inevitable fra-gilidad humana, de la fortaleza del creyente, en el naufragiodefinitivo de sus ilusiones humanas. “Aun siendo hijo,aprendió sufriendo a obedecer” (Heb 5, 8). La fortalezahumana de Jesús está enraizada en la fuerza del Espíritu:

Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuer-za del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando alos oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él (Hch10, 38).

Tras la experiencia de Pascua esa fortaleza humana de Jesúsqueda asumida definitivamente en su realidad gloriosa yexaltada, como confiesa el autor del Apocalipsis:

Page 86: Educar en la fortaleza

85LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la rique-za, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza(Ap 5, 12).

Por eso el cristiano puede ya hacer suyas, a pesar de su fra-gilidad y vulnerabilidad, a pesar de la opacidad y ambigüe-dad de lo que le rodea, estas palabras de Pablo:

Todo lo puedo en aquel que me conforta (Flp 4, 13).

2.2. La fortaleza en la vida espiritual

En la espiritualidad cristiana la virtud de la fortaleza no es con-siderada simplemente como el fruto del esfuerzo del individuo.Para la fe, la fortaleza es virtud y don del Espíritu de Dios.

En la vida espiritual, la fortaleza ha jugado siempre un papeldecisivo. Yo la señalaría como “virtud estratégica”. Comoafirma Tomás de Aquino, la fortaleza, entendida como firme-za de ánimo, es una “virtud general”, condición necesaria detoda virtud28. Y la detallada descripción que hace de ellaBernabé Tierno confirma esta visión estratégica de la fortale-za en la vida humana:

La fortaleza es voluntad-acción, dominio de uno mismo, tem-ple de ánimo, superación y esfuerzo del día a día, control deinstintos y emociones, perseverancia, tozudez inteligente yapasionada ante las dificultades, vigor psíquico, impasibili-dad razonada, compañera inseparable del júbilo, fuerzamoral, coraje y audacia, razón, reflexión y sentido de lamedida (…). En definitiva, una mezcla de valor, de pruden-cia y de perseverancia en la misma proporción29.

28 Cf. S. Th., II-II, q. 123, a. 2. El P. JUAN BAUTISTA SCARAMELLI en su Directorio Ascético,Tomo III, Imprenta de la Regeneración, Madrid 1857, 3, 1, 87, en p. 89, comenta esa idea deTomás de Aquino con estas palabras: “Por fortaleza se puede entender aquella constancia con que,venciendo uno las dificultades ordinarias que se encuentran en la práctica de todas las virtudes, semantiene firme en el ejercicio de ellas. Tomada en este sentido la fortaleza, no es virtud cardinal,sino una virtud común, que conviene á todas las virtudes, como condición necesaria para el usode sus acciones. La razón es clara: no hay virtud que en el ejercicio de sus propios actos noencuentre alguna dificultad”.

29 B. TIERNO, Fortaleza, en Valores Humanos III, Taller de Editores, Madrid 1993, 229.

Page 87: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ86

Podemos decir que la fortaleza es imprescindible en todo elentramado de la vida espiritual: no hay decisión o compromi-so, virtud o actitud, que sean posibles sin coraje, sin firmeza,sin renuncia, en una palabra, sin fortaleza. En la fragilidad yvulnerabilidad frente a la presencia del mal en la historia, enla lucha interior —que se desarrolla en el corazón de la per-sona que busca la verdad, el bien, el sentido de la vida—, elcristiano descubre una realidad que le asiste y sostiene. Es elEspíritu de Dios como amor, como luz, como fuerza:

Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raí-ces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíri-tu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortale-za, espíritu de ciencia y temor de Yahveh (Is 11, 1-2).

En el evangelio de Lucas (Lc 4, 16-20), en la escena progra-mática de Jesús en la sinagoga de Nazaret, él confirma que elEspíritu del Señor está sobre él, porque lo ha ungido paraanunciar a los pobres la Buena Noticia.

Según la fe cristiana, el Espíritu Santo guía y sostiene elcorazón del que busca, consciente o inconscientemente, elencuentro con el Misterio de Dios. El Espíritu es la brújulaque orienta y la luz que ilumina el camino hacia esa expe-riencia del Dios de Jesucristo. Él es el Amor mismo con elque el Padre no cesa de engendrar a su Hijo, y con el que elHijo no cesa de amar al Padre. El Espíritu es el ser personal,vínculo de amor y de vida, que identifica y une al Padre y alHijo en una misma esencia.

El núcleo de la experiencia cristiana, como detallaremos másabajo, es el encuentro con el Misterio de Dios, revelado enJesús, el Señor, guiado, sostenido, iluminado por la fuerzadel Espíritu Santo. Vivir de la bondad infinita del Padre, imi-tar esa bondad incondicional en la fragilidad y debilidad, conlos condicionamientos de todo momento histórico en elseguimiento concreto de Jesús, es nuestra gran tarea comocristianos.

Este seguimiento de Jesús sólo es posible por la presencia delEspíritu que nos capacita para vivir el amor del Padre y la

Page 88: Educar en la fortaleza

87LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

compasión de Jesús en los límites de nuestra vida diaria. ElEspíritu es el principio generador y animador de todo el des-arrollo de nuestra experiencia religiosa, de nuestra vida teo-logal con su gracia, con su luz, con su fuerza. La vida segúnel Espíritu es la vida como hijo adoptivo de Dios, en unadecisión libre, sostenida por las virtudes teologales de la fe,la esperanza y la caridad (cf. Rom 8, 14-17).

En el camino de maduración de esta experiencia teologal vansurgiendo preguntas, dudas, dificultades, oscuridad: el cora-zón humano se resiste a entregarse definitivamente y a nues-tra inteligencia le cuesta abrirse al Misterio. La certeza de lafe se funda en el compromiso de Dios con nosotros, con lahistoria, con la búsqueda de salvación del ser humano. Laverdad de Dios, que es lo mismo que decir su misericordia,su gracia, su fuerza son el fundamento de nuestra fe y la rocafirme que nos sostiene ante la fragilidad de nuestra opción,ante los límites de nuestra inteligencia, en la debilidad denuestra voluntad, en las experiencias del sufrimiento y de lamuerte que golpean nuestra sensibilidad y oscurecen nuestrohorizonte humano y creyente, y que hacen tambalear tam-bién nuestra esperanza.

La soledad, la vivencia de los propios límites y de la preca-riedad de nuestros proyectos humanos, el esfuerzo constantepor lograr la comunión a pesar de los fracasos en la fraterni-dad, no nos ahorra la prueba del cansancio que a veces ahogala esperanza. Cultivar la esperanza supone vivir con miseri-cordia, inclinarse sobre el ser humano y sostenerlo en sucaminar a través de la historia, luchar contra el poder de lamuerte y de sus manifestaciones (cf.1 Cor 15, 26), resistien-do a toda clase de ídolos, huyendo del fatalismo y también delas pretensiones autosuficientes.

Y en la experiencia de la caridad teologal deben ir íntima-mente unidas la oración y la solidaridad, la eucaristía y laactitud de servicio, el sentido de iglesia y la apertura cordialal mundo histórico que nos ha tocado vivir. Y esto conllevael rechazo del individualismo y del egoísmo, la consistencia

Page 89: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ88

de la opción de fe, la conciencia eclesial, el sentido de lamisión, la capacidad para la renuncia, para la compasión y lamisericordia.

Sin la fortaleza, como virtud humana y como don delEspíritu, no es posible la vida teologal.

En ese proceso de maduración personal está incluido lo que sesuele llamar acompañamiento espiritual, entendido como unaayuda sistemática a la persona en el conocimiento progresivoy en la aceptación serena de sí mismo, de su historia, de susposibilidades y límites; en la articulación y profundización desu experiencia cristiana, sobre todo, descubriendo quién es yqué significa para él Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo;en el discernimiento de la voluntad de Dios en su vida y en larealidad que le rodea; en la realización de un proyecto de vida,desde la experiencia de la comunidad eclesial, en el proceso deuna responsable y gozosa decisión vocacional.

En la pastoral juvenil podemos describir el acompañamientopersonal como un camino, por el que pedagógicamente,según su ritmo propio, el joven, con el apoyo incondicionaly cercano del acompañante, va alcanzando las etapas de sumadurez humana, de la personalización de la fe, del compro-miso y de la opción vocacional. El acompañamiento es, antetodo, un encuentro interpersonal en la fe, que hace posible laexperiencia y la asimilación de los valores centrales para elcristiano. En ese encuentro se intenta unificar a la personadel joven mediante una columna vertebral: la experiencianuclear de la fe en Dios Padre, revelado en Jesús el Señor porla fuerza del Espíritu.

Se busca integrar su personalidad desde la experiencia delseguimiento de Jesús, haciendo de la fe el núcleo aglutinadorde todo el engranaje interior del joven. El fin del acompaña-miento personal es la gestación de una persona, que se sien-ta poseída y guiada por el Espíritu de Jesús, mediante la asi-milación de los criterios evangélicos. Y esto exige confron-tación con la propia verdad, reconocimiento de posibilidadesy límites, aceptación de la corrección, disciplina, temple de

Page 90: Educar en la fortaleza

89LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

ánimo, esfuerzo, coraje, no ceder al desfallecimiento, sabertolerar la frustración…, en una palabra, fortaleza.

3. LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICAEN LA PASTORAL JUVENIL: DESDE LA JUNGLADE LOS DESEOS A LA EXPERIENCIA PERSONALDE DIOS

A Peter Salovey, de la Universidad de Yale, agradecía DanielGoleman el concepto “inteligencia emocional” sobre la queél escribía en 1995 un libro que se convertiría en un éxitoeditorial a escala mundial30.

Nuestra idea sobre la inteligencia humana se ha ampliadomás allá de su imagen “racional”: la inteligencia es una com-pleja realidad, en la que se da una vertebración indisociableentre conocimiento y afectividad. La inteligencia es almismo tiempo cognitiva y emocional. Las característicaspropias de la inteligencia emocional que subraya Golemanson:

La capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseve-rar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, decontrolar los impulsos, de diferir las gratificaciones, deregular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que laangustia interfiera con nuestras facultades racionales y, porúltimo –pero no, por ello, menos importante –, la capacidadde empatizar y confiar en los demás31.

A simple vista podemos concluir que el ambiente social,como hemos mostrado más arriba, no promueve con entu-siasmo esta inteligencia emocional, que vincula radicalmen-te las dimensiones afectivas y cognitivas de la persona.

Que la experiencia religiosa tiene profundas raíces en laafectividad es un dato permanente en las diversas tradicionesespirituales. Con frecuencia se ha identificado y se identifica

31 Cf. D. GOLEMAN, Inteligencia Emocional, Kairós, Barcelona 191997.32 D. GOLEMAN, Inteligencia Emocional, 65.

Page 91: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ90

lo afectivo con sentimientos o emociones. Y ya sabemos teó-ricamente que no es lo mismo, aunque afectos, sentimientos,emociones pertenecen a ese mundo interior complejo de laafectividad humana. Hoy parece imponerse entre la gentejoven la creencia de que la religión (y también el amor) sólotiene que ver con sentimientos. De hecho en la cotidianidadde la religiosidad de adolescentes y jóvenes parece confir-marse que no son las razones las que sostienen su opción,sino las emociones despertadas por un testimonio de vidadirecto. Su vivencia religiosa adquiere un matiz muy senti-mental. Son muy sensibles a los aspectos emotivos, estéticosde la oración personal y comunitaria.

Hay que descubrir el papel único y determinante de la afec-tividad en la experiencia de fe, sabiendo al mismo tiempopurificarla de emociones y sentimientos que parecen pulularal margen de lo que denominamos inteligencia emocional.José Antonio Marina ha organizado la multiplicidad de expe-riencias afectivas en tres niveles: el nivel impulsivo de losdeseos, necesidades, tendencias y móviles; el nivel sentimen-tal, al que pertenecen los sentimientos como balance cons-ciente de la situación del individuo de cara a la realidad, y elnivel de los apegos, en el que se dan las relaciones psicoló-gicas que enlazan a un sujeto con otra persona, o con algunaexperiencia determinante para su vida32.

Yo propondría el mismo esquema con pequeñas matizacio-nes con la sola intención de clarificar lo que pretendo decir.Así hablaría del nivel de los impulsos, en cuyo ámbito desta-ca la presencia del deseo, del nivel de las emociones, en elque bullen los sentimientos, y por último del nivel de las vin-culaciones afectivas, donde se juega el futuro de las relacio-nes personales decisivas y también la experiencia religiosade Dios.

Posiblemente en el mundo juvenil la experiencia de la fe estáenraizada en su mayoría en el nivel de las emociones, ahí

32 Cf. J. A. MARINA, La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez, Anagrama,Barcelona 2004, 55-57.

Page 92: Educar en la fortaleza

91LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

donde borrascas de sentimientos deciden de un día para otrosobre la lábil consistencia de un compromiso. Nuestro des-afío en la pastoral juvenil, en el acompañamiento personalconsiste en ayudar al joven para que vaya anclando la expe-riencia de Dios, como amor y ternura infinita, en el nivel delas vinculaciones afectivas, en lo que yo llamaría, “el cora-zón de su corazón”. El proceso no es sencillo. En estemomento sólo quiero apuntar a la necesidad de una voluntadresuelta, es decir, a la imprescindible presencia de la virtudde la fortaleza.

En palabras de José Antonio Marina el primer criterio de lavida sentimental es: el ser humano necesita vivir sentimen-talmente, pero necesita vivir por encima de los sentimientos.En otras palabras: no basta con los valores sentidos, hay quevivir de acuerdo con los valores pensados33. Es decir, si lo hecomprendido bien: no podemos vivir perdidos en la jungla delos deseos, en el laberinto de las emociones. La inteligenciaha de ser puesta al servicio de la afectividad, sobre la base deuna voluntad consistente. Porque habrá que decidir continua-mente entre lo que deseo y lo que quiero. Y como no coinci-dirán muchas veces, resulta imprescindible emprender elduro camino de la virtud de la fortaleza, que pueda sostenernuestra voluntad allí donde el deseo o los deseos se quieranimponer a lo que la inteligencia emocional, nuestro Yo, nos-otros podemos vislumbrar como un valor digno de ser vivi-do en una vinculación afectiva definitiva.

La voluntad es el gran ausente en este momento: ausente enla educación familiar, en el ambiente escolar, en el ámbitoreligioso, en la febril atmósfera del tiempo libre y de la diver-sión juvenil. Dice J. A. Marina:

Conviene edificar de nuevo la demolida fábrica de la volun-tad, para explicar así mejor el comportamiento humano,comprender mejor nuestra situación en el mundo, diseñar

33 Cf. J. A. MARINA, El laberinto sentimental, Anagrama, Barcelona 21996, 234. 236.

Page 93: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ92

mejor la que desearíamos tener, y encauzar mejor los siste-mas educativos34.

Y yo añadiría: para estructurar mejor la educación de la fe y,sobre todo, para consolidar mejor la opción religiosa y lafidelidad a la experiencia creyente.

La voluntad implica la habilidad para inhibir el impulso, paradeliberar serenamente, para decidir de forma resuelta, para man-tener el esfuerzo35. El ambiente familiar y educativo está colma-do de fracasos de la voluntad. En adolescentes y jóvenes com-probamos, a través de muchas y diversas actuaciones, deficien-cia de deseo, desgana, desánimo, cansancio, volubilidad, obse-sión por el capricho. La voluntad que va surgiendo en esas cir-cunstancias es inestable e inútil. Se da también una marea deimpulsividad, de desidia, es decir, una experiencia de descontroly perplejidad ante la jungla de deseos que crecen desordenada-mente en la interioridad del sujeto y que no logran ser estructu-rados y jerarquizados, porque escasea la capacidad de renuncia,de sacrificio, el sentido de lo que supone una prioridad existen-cial según una escala de valores humanizante. Y las personali-dades indecisas, incapaces de enfrentarse al deber, a la obliga-ción o a la limitación de sueños y deseos, abundan por doquier.La inconstancia, la poca capacidad para soportar el esfuerzo y larenuncia hacen con frecuencia imposibles la perseverancia inte-ligente y la fidelidad coherente. La fortaleza se hace caminoinevitable en el quehacer educativo y en la pastoral juvenil36.

34 J. A. MARINA, El misterio de la voluntad perdida, Anagrama, Barcelona 41998, 154.35 Cf. J. A. MARINA, La inteligencia fracasada, 97-98.36 La relación entre educación y fortaleza la expresa de forma muy bella J. L. Arsuaga, codirector del

Equipo de Investigaciones de los Yacimientos de Atapuerca, en su primera novela Al otro lado de la nie-bla. Las aventuras de un hombre en la Edad de Piedra, Santillana Ediciones Generales, Madrid 2005,293: “Durante el trabajo en común del estezado se hablaba mucho y se contaban toda clase de chismes,anécdotas, relatos familiares y leyendas de tiempos ancestrales, que escuchaban también los pequeñosy de este modo se iba instruyendo en las tradiciones de la tribu. Las mujeres explicaron a Gata que, delmismo modo en que se domaban las pieles, con paciencia, constancia, firmeza y cuidado, acariciandounas veces y doblando otras, quitando las asperezas, cortando y cosiendo cuando era necesario, así habíaque formar a los niños para que llegaran a ser de mayores duros y resistentes, y al mismo tiempo sua-ves y flexibles, impermeables por fuera y cálidos por dentro. Por eso la palabra que usaban para confec-cionar un vestido significaba también educar a un niño, y era verdad que los ratos que pasaban junto asus madres adobando pieles los preparaban para el resto de sus días”.

Page 94: Educar en la fortaleza

93LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

El núcleo de la experiencia cristiana es el encuentro con elMisterio de Dios, revelado en Jesús el Señor, guiado, soste-nido, iluminado por la fuerza del Espíritu Santo. Ese encuen-tro supone el inicio de un largo camino de conversión perso-nal, que transforma la interioridad del creyente y lo lleva aplantearse su vida con coherencia, a vivir según un estiloconcreto: se siente hijo del Padre, vive en su presencia, inten-ta actuar según su voluntad. Y esto se convierte en una gozo-sa realidad que va creciendo cuando la relación con elMisterio de Dios está sustentada por una confianza filial,llena de ternura y afecto, una confianza que abarca a toda lapersona del cristiano, que significa entrega serena en eldesignio del amor de Dios.

El encuentro con Dios se funda en una opción libre que hadescubierto, experimentado su ternura misericordiosa.Implica una actitud inteligente, libre, dócil, de abandono enla misericordia de Dios, ofrecimiento de la propia persona yde su historia, afectividad centrada en él como valor supre-mo de la existencia, asentimiento a su Palabra y obediencia asu voluntad. El proceso interior se desarrolla desde la liber-tad, bajo el influjo de la gracia del Espíritu, haciendo que laafectividad y la inteligencia, iluminadas por el Misterio, seabran a la realidad del amor en la vida concreta, intentandoser un reflejo eficaz y transformante de la bondad de Dios:“(...) puestos los ojos en el autor y consumador de la fe,Jesús” (Heb 12, 2).

Desde el seno de la comunidad eclesial, el joven debe irviviendo la fidelidad a la Palabra de Dios, el reconocimientode las mediaciones históricas, la actitud de conversión, ladisponibilidad, la apertura a la realidad, la celebración litúr-gica del Misterio, la oración personal y comunitaria, el testi-monio fiel...

¿Es posible recorrer ese camino hacia la experiencia de Diossin la presencia de la virtud de la fortaleza?

Page 95: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ94

4. CONCLUSIÓN: LA CLAVE DE LA FORTALEZAESTÁ EN DESCUBRIR UNA RAZÓN

Concluyendo esta reflexión tenemos que reconocer que enla sociedad actual, a pesar de todo, hay signos de fortaleza:en el voluntariado juvenil, en la asistencia de ancianos, deenfermos terminales o contagiosos, en el deporte profesio-nal, en el mundo laboral y sindical… Y también conocemosen nuestra vida cotidiana numerosos ejemplos de fortalezasorprendente: para soportar duros regímenes de adelgaza-miento, para mantener una figura atractiva con muchashoras de gimnasio, para disfrutar de modas o aficiones con-cretas, para experimentar actividades de alto riesgo, o paraprepararse con disciplina unas oposiciones de las quedepende la decisión de casarse o la posibilidad de conseguirun puesto de trabajo bien remunerado… La virtud de la for-taleza no está ausente. El problema reside en las escalas devalores. La cuestión decisiva es el porqué soy capaz derenunciar, de sacrificarme, de aguantar, de ser paciente, deperseverar, de ser fiel.

Nuestra tarea educativa y pastoral consiste en saber propo-ner razones, motivaciones que despierten el interés y quesostengan el esfuerzo. En último término el fortalecimientode la voluntad y el hábito de la fortaleza convergen: “Asípues, la voluntad se aprende mediante la obediencia a unaidea, a un proyecto, a una vocación”37. Ahí reside el desafío,ahí se encierra nuestra tarea. Mostrar cómo la alteridad (elOtro, el otro, el amigo, el enfermo, el emigrante, el despo-jado de sus derechos…) se convierte en razón para saberrenunciar, para saber modular mi deseo por un valor que seme impone.

Es decir, en último término, la fortaleza necesita la razóndel amor. La fortaleza es “amor que soporta fácilmente todoaquello que se ama”, como escribe Tomás de Aquino, citan-

37 J. A. MARINA, El misterio de la voluntad perdida, 184.

Page 96: Educar en la fortaleza

95LA FORTALEZA COMO VIRTUD ESTRATÉGICA EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD

do a San Agustín38. Y en la educación de la fe la fortalezadebe encontrar su motivación última en la experiencia de laternura de Dios. Quien se siente amado incondicionalmen-te, quien va descubriendo que su propia identidad dependede su capacidad de trascendencia, de apertura solícita haciael otro, aceptará el sacrificio y el esfuerzo. Comprenderáque sin fortaleza no es posible la vida humana ni la expe-riencia religiosa. Y por ese camino, sostenido por la virtudestratégica de la fortaleza, perderá el miedo a entregarse, aconfiar, a abrirse, a renunciar a sus propios deseos que bus-can imponerse de forma absoluta. Perderá el miedo a sen-tirse miembro de una comunidad, que supone limitacionesy posibilidades, dependencia y autonomía generosa, queexige saber convivir, ser paciente, fiel, perseverante, apren-der a respetar, ser capaz de acoger y de ser acogido.

38 Cf. S. Th., II-II, q. 123, a. 4. En el Traité de l’Amour de Dieu, Vol. II = ŒUVRES ÉditionComplète, Imprimerie J. Niérat, Annecy 1844, Livre XI, Chapitre XV, p. 292, afirma Francisco deSales : «La force est l’amour qui encourage et anime le cœur pour executer ce que le conseil adeterminé devoir estre (sic) fait».

Page 97: Educar en la fortaleza
Page 98: Educar en la fortaleza

97COLOQUIO

COLOQUIO CON ANTONIO JIMÉNEZ

INTERVENCIÓN 1ª

¿Podría ampliar lo de las “mediaciones históricas” y la experienciacristiana?

RESPUESTA

Yo decía que en la eclesialidad de la fe, hay cosas imprescindiblesque cuestan, entre ellas aceptar las “mediaciones históricas”. ¿Quésignifica eso? Nuestra fe descansa en una experiencia original quenos llega a través de la Historia. Técnicamente eso se expresa así:“La revelación cristiana nos llega por tradición”. Pero todo en lavida nos llega a través de mediaciones: los valores, el sentido, la fe.En la Iglesia son imprescindibles las mediaciones históricas. Dehecho, la Iglesia es la gran mediación histórica de la salvación deJesús Resucitado. Y nosotros, en nuestra vida cotidiana, nos encon-tramos con mediaciones históricas. Mi padre es una mediación his-tórica que me dice: “Hoy no sales porque tienes que estudiar...”.Esto me cuesta. Mi madre es una mediación histórica que me dice:“Hoy tienes que comer pescado, ¡y te aguantas!”. Es una media-ción histórica que me cuesta mucho.

Pero también hay otras mediaciones históricas más sofisticadas: mimaestro, mi párroco, la persona que me quiere. En el seno de laIglesia son imprescindibles estas mediaciones históricas y no siem-pre son de nuestro agrado. Sin embargo, desde la fe y también concapacidad de paciencia, constancia, perseverancia y fidelidad,podemos intentar discernir lo positivo que me ofrecen esas media-ciones históricas. Para eso es necesaria la virtud de la fortaleza.

Page 99: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ98

INTERVENCIÓN 2ª

¿Cómo exponer a los padres hoy esta virtud en un medio donde sepermite todo, donde se sobreprotege a los niños y donde el cariño yla disciplina no se conjugan?

RESPUESTA

Según las encuestas de los últimos quince años, donde mejor seencuentran los adolescentes y jóvenes españoles es en sus familiasy con su grupo de amigos; desconfían de todo tipo de instituciones,entre ellas de la Iglesia. Se encuentran muy bien en sus casas.

Pero la pregunta es: “¿La familia está funcionando como debieraen lo que es el ámbito educativo?” Lo que sí sabemos es que lafamilia está volcando sobre el colegio, todas sus expectativas. Y enlas escuelas los profesores también están desbordados. Están des-bordados los profesores, están desbordados los padres. Pero, ¿porqué? Pues bien, un pecado original de los padres es que han sobre-protegido, o dicho de otra forma, que no han enseñado (educado) asus hijos en la aceptación del “no”, del límite: “De aquí no sepasa”, “¡Esto no!”. Decir: “Bueno, ¿qué vamos a hacer estedomingo? ¿Qué quiere «el rey de la casa»?”. Pues «el rey de lacasa» se convierte en un verdugo de todos.

Y, cuando sea adolescente y joven, las primeras víctimas son lospadres, porque falla lo que denominamos “la noción del límite”:“De aquí no se puede pasar”, “Eso no se puede hacer” “¡No!”. Si,al mismo tiempo están gratificando sus caprichos, estamos perdi-dos. Cuando yo era pequeño mi padre me prometía una pelota degoma a final, del curso si sacaba sobresalientes. ¡Fíjense! Y, loschavales de ahora, el uno de septiembre tienen balón, bicicleta ytodo lo que quieran. Y, al final sacan un aprobado. ¿A dóndevamos? Ese es el problema. Por tanto los padres tienen que inten-tar educar bien desde el principio en el “sentido del límite” y en el“¡no!”

Aquí podemos hacer esta reflexión: Si no existe necesidad de supe-rarse, ¿cómo inculcar la fortaleza para la superación de las dificul-

Page 100: Educar en la fortaleza

99COLOQUIO

tades? Ese es el problema. Si la vida ha sido un «pastel de nata»hasta ahora, ¿cómo hacerle comprender al adolescente que hay quecomer «garbanzos», «espinacas» y «pan duro» a veces...?

Entonces no es urgente la superación para mí porque “me encuen-tro bien: arropado, querido, acogido, mimado...”. En el fondo esta-mos convergiendo en lo mismo: que no se puede dar todo; que hayque saber ser disciplinado, como educador y como padre, para quelos chicos sean disciplinados; que hay que saber plantear metas acorto, a medio y a largo plazo; que la vida es una carrera de mara-tón y que hay que empezar a entrenar desde pequeños. Pero si lostenemos entre algodones, con música ambiental y con biberón, ¿quéharán cuando las cosas se pongan mal? Y ante las cuestas arriba,¿qué hacen?

Luego, la necesidad de la virtud de la fortaleza solamente será com-prendida por los chicos que hayamos acostumbrado realmente asuperarse, a crecer; sobre todo, a abrir los ojos y a escuchar lasnecesidades de los demás. Es el altruismo, la solidaridad, lo querealmente puede hacer a un muchacho sacrificarse y renunciar.Entonces ya empieza a ser fuerte.

INTERVENCIÓN 3ª

Estoy de acuerdo con todo lo expuesto, pero pregunto: ¿Hay quetener un plus de fortaleza con el gobierno socialista que nos ha toca-do vivir?

RESPUESTA

Fortaleza, paciencia, serenidad, tranquilidad, capacidad de crítica,y mucho humor.

INTERVENCIÓN 4ª

Has hablado de la fragilidad de los jóvenes; pero ¿y todos los jóve-nes fuertes? Porque sí existen. ¿Cómo estos jóvenes fuertes pueden

Page 101: Educar en la fortaleza

ANTONIO JIMÉNEZ ORTIZ100

ser modelos para otros sin tener miedo de la vergüenza o de lo quedirán de ellos? ¿Cómo un joven fuerte puede dar testimonio de su fea un compañero de su edad?

RESPUESTA

¿Hay jóvenes fuertes? Sí, por diversas razones: Por ejemplo, por-que le gusta echar músculos. ¿No? Uno es fuerte porque le gusta labicicleta; es fuerte porque le gusta el baloncesto… La cuestión, diji-mos, son las escalas de valores. Pero, naturalmente, un chaval quesepa sacrificarse por un deporte tiene más capacidad para escu-char que es necesario sacrificarse por valores profundos en la vida,y esos chavales pueden ser modelos. Lo que pasa es que en elambiente juvenil no podemos ir con este discurso. Decirle a los chi-cos: “Queridos niños y adolescentes aquí tenemos a un muchachofuerte, ¡tenéis que imitarlo!”. No ¡por Dios!; eso se ha acabado.

No podemos hacer ese discurso de forma directa porque una cosaque no soportan adolescentes y jóvenes sería la imposición demodelos, sino que ellos, desde dentro, y con la presencia indirectade los diversos modelos, puedan descubrir cuál es el camino que losconduce, diríamos, a la virtud, al éxito, a la maduración cristiana.Luego, en este punto, con los jóvenes, hay que ser muy cuidadosos,porque vivimos en una sociedad que no tiene modelos ni se respe-tan los modelos. Y eso ellos lo sienten, lo viven. Es bueno tenermodelos, pero su influjo debe ser indirecto, cotidiano, existencial...Y ahí sí que se puede lograr algo en la vida de los chicos.

INTERVENCIÓN 5ª

Todos aceptamos la palabra “tolerancia”. Tolerancia implica plura-lidad. Aceptar la pluralidad se convierte en riqueza. Pero hacer unapregunta sobre la tolerancia es una invitación a distinguir. En elmundo en el que vivimos y de cara a la educación de los jóvenes -la cuestión es cómo distinguir una tolerancia que es fruto de lavaciedad, y que lleva al vacío, de otra tolerancia que aporta riqueza.Pues una misma palabra nos puede llevar a lo muy positivo o a lomuy negativo. Gracias.

Page 102: Educar en la fortaleza

101COLOQUIO

RESPUESTA

Nosotros vivimos en una sociedad democrática. Significa que espluralista. Ese pluralismo esta creciendo aceleradamente porque yano nos encontramos sólo ideologías distintas, desde el punto devista filosófico o político, sino que en la acera nos topamos conotras culturas, con otras religiones y eso es inevitable. También esenriquecimiento. Pero puede significar también conflicto. De hechonuestra cultura está siendo ya multicultural. Pero hay que caminarhacia la interculturalidad. Me explico: Somos efectivamente de muydistinto pensamiento y religión; pero tenemos que caminar hacia elencuentro intercultural, para que nos enriquezca a todos.

En ese proceso de la multiculturalidad a la interculturalidad nece-sitamos la tolerancia de forma ineludible. La tolerancia no es per-misivismo ni la tolerancia es relativismo. Uno se diría: “Yo debo deser tolerante con todas las religiones”. Yo respondería: “¡Oiga!Con todas las religiones que respeten los derechos humanos”.Porque, si esa religión quiere ofrecer sacrificios de niños, no sola-mente se encuentra con mi “no”; se encuentra también con la ley ycon la cárcel. ¿Me comprendes? Es decir, tolerancia no significaque todo se puede permitir y que cualquier cosa vale. Tolerancia esuna actitud de respeto frente al otro en el ámbito en que ambosestán dentro, por lo menos, el de los derechos humanos. Respetodel otro en su pensamiento, religión o ideología, sí; pero sin renun-ciar a mis convicciones.

No se puede ser tolerante desde el vacío interior, puedo ser toleran-te cuando tengo principios firmes, cuando sé lo que deseo y lo quebusco, cuando tengo valores que me estructuran por dentro. Por esola tolerancia necesita una educación verdaderamente exigente y esrespeto al otro sin renunciar a mis principios. Que el otro me dice:“Pues, para mí, Mahoma es el ultimo gran profeta. Y si Jesús es ungran profeta, lo será después de Mahoma”. “Ciertamente, según tuopinión”, digo yo. Pero también afirmo desde el respeto: “Yo pien-so que Jesús no es solamente el último y definitivo profeta, sino quees el Hijo de Dios”. Por tanto, hay que llegar a la expresión de losprincipios de cada uno desde el respeto; pero ese respeto no signi-fica relativismo.

Page 103: Educar en la fortaleza
Page 104: Educar en la fortaleza

CLAUSURA DELXI ENCUENTRODE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN

Hemos llegado al final del XI Encuentro de Filosofía y Educación:«EDUCAR EN LA FORTALEZA: una superación continua».

Desde ángulos diversos, la Filosofía, la Psicología y la Teologíahemos podido reflexionar sobre la virtud de la fortaleza, tan necesa-ria en nuestra época para superar miedos personales procedentes delinterior de la persona o de la sociedad.

Pero la libertad no es sólo un derecho, es más una conquista quehemos de conseguir en el día a día, aceptándonos a nosotros y a losdemás y superando los conflictos que el vivir diario nos presenta.

El desarrollo de los Encuentros y vuestra participación nos hacensentirnos satisfechos creyendo haber cumplido los objetivos que alprogramar los encuentros nos trazábamos. Esto constituye el regalode un estímulo que nos anima a seguir con otros Encuentros en añossucesivos.

Antes de clausurar este Encuentro quiero pronunciar una palabra,que va dirigida a todos: Gracias.

• Gracias a nuestros Conferenciantes, hoy representadosaquí en la persona de D Antonio Jiménez. Gracias por suciencia, experiencia y la comunicación que nos han hecho.

Page 105: Educar en la fortaleza

ISIDRO REVILLA BARRIUSO104

• Gracias también a los Presentadores hoy en la persona deD. José Luis Cabria.

• Gracias a Caja Círculo por su colaboración generosa ygratuita, que nos permite disponer de este magnífico salón,poniendo a nuestra disposición unas personas que nos aco-gen y atienden extraordinariamente.

• Gracias a las Entidades que colaboran con nosotros en elEncuentro:

- La Facultad de Teología del Norte de España, en su Sedede Burgos.

- La Facultad de Humanidades y Educación de laUniversidad de Burgos.

- La Universidad Pontificia de Salamanca, a la que estamosafiliados, que siempre ha respaldado estos Encuentros, aveces, como en este año, con la intervención maestralde uno de sus más brillantes profesores, D. LeonardoRodríguez Duplá.

• Gracias a cuantos, desde la sombra, han hecho posible esteXI Encuentro: Al profesor de nuestro Instituto, D. JesúsSáez, pendiente de todos los detalles, como Coordinador delos encuentros, y a los alumnos del Instituto Superior deFilosofía “San Juan Bosco”, atentos a cualquier imprevistosurgido en estos días.

• Gracias, de modo especial, a todos los que nos habéis acom-pañado alguno de estos días o los tres. Interpretamos vues-tra presencia como una demanda a proseguir estosEncuentros. Por ello, tenemos gran ilusión en acertar en laelección de cada uno de los aspectos del tema, así como delos correspondientes conferenciantes.

Page 106: Educar en la fortaleza

105CLAUSURA DEL XI ENCUENTRO DE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN

Os adelanto que el XII Encuentro de Filosofía y Educación,el próximo año, se celebrará, Dios mediante, durante los días13, 14 y 15 de marzo de 2007 y tendrá como tema: “Educaren la virtud de la templanza: hacia el dominio de sí”.

Gracias a todos. Quedáis invitados al XII Encuentro deFilosofía y Educación.

Buenas noches.

ISIDRO REVILLA BARRIUSOProf. de Psicología y Director del Instituto Superior de Filosofía

“San Juan Bosco” de Burgos

Page 107: Educar en la fortaleza
Page 108: Educar en la fortaleza

ANEXO

Primer premio del “Concurso de Filosofía

“ATRÉVETE A PENSAR”, 2005 – 2006.

Instituto Superior de Filosofía “San Juan Bosco”. Burgos

Afiliado a la Universidad Pontificia de Salamanca.

MAYO 2006

Autora: ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ (1º Bach)

Colegio: La Visitación de Nuestra Señora “Saldaña”. Burgos

¿Es propio del hombrefeliz hacer el bien en

lugar del mal?

Page 109: Educar en la fortaleza
Page 110: Educar en la fortaleza

¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DELMAL?PRIMER PREMIO DEL “CONCURSO DE FILOSOFÍA”,“ATRÉVETE A PENSAR”, 2005 – 2006.

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ (1º BACH)Colegio: La Visitación de Nuestra Señora “Saldaña”. Burgos

MOTIVACIÓN:

¿Por qué hemos elegido esta pregunta:Es propio del hombre feliz hacer el bien en lugar delmal?

En un principio, la respuesta parece obvia para todo elmundo; la mayoría de la gente te dirá que el hombrefeliz hace el bien. Pero no es tan sencillo llegar a com-prender por qué es así.

Las cosas que nos parecen más sencillas no tienen porqué tener una explicación o un razonamiento simple.El hecho de que nos parezcan sencillas es debido, qui-zás, a que no nos hemos preocupado de comprender eltrasfondo de su significado.

La mayoría de las ideas o conceptos “aceptados social-mente” son igual de complejos que los que no son“políticamente correctos”, sólo que estos últimosdeben ser explicados por sus defensores; mientras quelos primeros sólo son puestos en tela de juicio por los

Page 111: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ110

pensadores o intelectuales, son asimilados con natura-lidad por el resto de la sociedad. Un símil sería el de losniños de hoy en día que conocen la televisión desdeque nacen y la asimilan como algo natural en su entor-no; ellos dan a la tecla de encendido y como respuestaaparecen las imágenes en la pantalla, no hay cuestiona-miento. Sin embargo, los niños que vivieron el naci-miento de la televisión, siendo ya suficientementemaduros, encontraron en ella un milagro más que uninvento, y tenían la necesidad de conocer cómo eraposible que aparecieran todas esas historias dentro deuna “caja negra”.

En otras palabras, para nosotros supone un reto el cues-tionarnos lo que para los demás es incuestionable, yaunque lleguemos a la misma conclusión, ésta estaráavalada por un razonamiento profundo.

Page 112: Educar en la fortaleza

111ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

TESIS INICIAL

n ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIENEN LUGAR DEL MAL

Cuando decimos que es propio, queremos decir que es latendencia natural, que obramos de determinada manera debidoa una especie de instinto y no específicamente por un razona-miento, porque el ser humano se rige por una inclinación natu-ral, aunque asumida en el nivel superior de la psique humana.

No se trata sólo de una elección siempre consciente.Cuando hablamos de propiedad nos referimos a las peculiari-dades y características del hombre feliz, que le hacen obrar deuna forma determinada por el hecho de ser como es, feliz. Si nofuera feliz sus peculiaridades serían otras, y por eso sería pro-pio de él que obrara de otra manera.

El hombre feliz, es, para mí, aquél que vive en la armo-nía de su razón con sus sentimientos. No podemos elegir nues-tros sentimientos, son algo que nacen de nuestro interior; lo quesí podemos hacer, en lo posible, es influir en ellos, o más bien,intentar disfrazarlos para que cambien a nuestro antojo. En elfondo sólo estaremos disfrazándolos. La raíz del sentimiento,su ser, es algo intocable para cualquiera. Está fuera de nuestroalcance poder cambiarlo. De ahí que muchas veces estemosconfusos por todo lo que sentimos y por todo lo que nos pasapor la cabeza sin explicación aparente.

Volviendo a lo dicho anteriormente, sólo podremos consi-derar que una persona es feliz cuando consiga armonizar sussentimientos con su entera psique, su ética personal y sus obras,y acepte lo que puede y lo que no puede cambiar en sus senti-mientos; sólo de esta forma alcanzará la felicidad plena, la feli-cidad permanente, que no depende de los vaivenes de la vida,sino sólo y únicamente del desarrollo de su “ser”.

Hacer el bien es buscar el beneficio ajeno, evitando causarcualquier tipo de mal, ya sea a mí mismo o a los demás. Desde

Page 113: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ112

muy pequeños se nos ha enseñado lo que está bien y lo que estámal y a lo largo de nuestra vida lo hemos asimilado como si fueraincuestionable, sin cuestionarnos nosotros el por qué haciendouna determinada cosa estamos en lo correcto y no en lo contra-rio. La filosofía nos enseña que nunca nada puede darse comoválido sin que haya sido previamente observado, experimentadoy criticado, es decir, pasado por la criba de la razón, cuestionan-do todos aquellos puntos en los que no estemos de acuerdo; por-que de lo contrario, nos encontraríamos ante una falacia ad vere-cundiam, sin razones que lo justifiquen.

Hacer el mal es la expresión contraria a todo lo referidoanteriormente; es decir, es buscar el perjuicio ajeno o propio.Cuando haces el mal estás yendo a contracorriente, en contra delos principios que se nos inculcan desde pequeños. Cabe acla-rar que todo esto lo decimos teniendo en cuenta que la educa-ción recibida de pequeños es la correcta, la que está aceptadasocialmente y que la razón aprueba. Sin embargo, los pilares dela buena educación han ido variando a lo largo de la historia ycon ellos la definición de lo que está bien y lo que está mal.

DESARROLLO DE LA TESIS

Es propio del hombre feliz hacer el bien en lugar del mal.

Si como hemos dicho anteriormente la felicidad es un estadopermanente, podemos hablar de la existencia del hombre feliz. Éste,para haber alcanzado esa felicidad, antes ha tenido que aceptar supropio ser y su propia vida, integrando sus sentimientos sin lucharcontra ellos y actuando consecuentemente con sus valores éticos ysu conciencia.

Si obramos de esta manera podemos decir que hacemos el bien—al menos desde nuestro punto de vista, pues hemos partido denuestro propio código moral, es decir, desde nuestra conciencia—,aunque las consecuencias de nuestras obras no provoquen siempreel beneficio ajeno o propio.

Pero debemos puntualizar que para hacer el bien necesitamosuna predisposición a conseguir el bien, no de hecho haberlo ya con-

Page 114: Educar en la fortaleza

113ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

seguido. Por ejemplo, podemos decir que hacemos el bien si acon-sejamos desinteresadamente a un amigo que haga algo que, segúnnuestra opinión, puede beneficiarle; aunque en la práctica la conse-cución de este consejo no haya producido el beneficio esperado.

Si obramos de la manera contraria, es decir, actuando en contrade lo que internamente creemos que está bien — para así conseguiralgún fin determinado como puede ser la venganza, el poder…, oalcanzar un placer que pueda beneficiarnos o dañarnos a nosotrosmismos o a los demás—, inevitablemente en nuestro fuero internose iniciará una lucha entre el deseo por la consecución de ese fin oplacer y el “estado de gracia” en el que nos encontramos al actuar afavor de nuestra conciencia. En el momento que contrariamos al“guía íntimo” que es nuestra conciencia, desaparece la armoníainterna y por tanto también la felicidad. De ahí, que nos manifeste-mos contra la máxima de Maquiavelo de “el fin justifica losmedios”, pues aún en el caso de que obráramos mal para obtener elbien, el precio que habríamos de pagar sería demasiado alto: nues-tra propia felicidad.

Hemos llegado a la conclusión de que para llegar a ser feliz ymantener esa felicidad tenemos que hacer el bien. Pero, ¿es propiodel hombre feliz hacer el bien? ¿Está el hombre feliz inclinado ahacer el bien? La respuesta es que sí. Toda naturaleza apetece elbien como desarrollo de su ser. El hombre, como animal, tiene unosinstintos heredados de sus antepasados a través de nuestro códigogenético. Por esos instintos busca el bien del individuo y de la espe-cie. Y, como racional, se guía por la razón que funcionando correc-tamente indica al hombre qué está bien y qué está mal. Estos instin-tos, junto con el aprendizaje en el que interviene la razón, nos ayu-dan a sobrevivir. Así podemos considerar como conducta instintivala búsqueda de alimento, la permanencia de la especie y también labúsqueda de la felicidad. Pero el modo de alcanzar el bien y la feli-cidad depende del aprendizaje realizado. Aquí la razón indica alhombre el camino de ser feliz.

Los hombres prehistóricos nos dejaron legados de su vida espi-ritual en obras funerarias y artísticas de tipo religioso, lo que nosdemuestra que incluso el hombre más primitivo tenía una inclina-

Page 115: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ114

ción natural a la búsqueda del bien propio de la espiritualidad, de lapsique. Si estos hombres que se guiaban básicamente por los instin-tos —pues aún no habían evolucionado suficientemente en conoci-mientos científicos y filosóficos—, poseían estas inquietudes espi-rituales, podemos deducir que el instinto humano no sólo persiguela consecución de metas físicas, como la supervivencia y la procre-ación, sino también objetivos espirituales como buscar la felicidad,pues no dudamos que la felicidad es un estado del espíritu.

En definitiva, el hombre está inclinado a hacer el bien. Es pro-pio del hombre buscar la felicidad. Haciendo el bien el hombre esfeliz. El hombre que ya ha alcanzado la felicidad (el hombre feliz)lucha para mantenerse en dicho estado.

n ¿QUÉ ES LA FELICIDAD?

La felicidad es un estado psicológico que trasciende lanoción del estado anímico. Dota, a quien lo disfruta, de lasensación de autorrealización y plenitud para con unomismo y los elementos del entorno circundante, ya seaéste físico o imaginado.

Cabe decir que, tal sensación de autorrealización y pleni-tud, confiere a las personas felices una mayor serenidad yestabilidad en sus pensamientos, emociones y actos.Algunos estados anímicos asociados a la felicidad son laalegría y la euforia. La felicidad puede estar provocadapor realizar una buena acción, por estar en compañía delos amigos1.

Muchas veces confundimos la felicidad con la alegría. Laalegría es un estado no permanente de exaltación y bienestar,por el cual nos sentimos dichosos debido a causas externascomo haber conseguido alguna meta o que las situaciones ypersonas que nos rodean nos sean favorables. Aunque es ciertoque las personalidades proclives a la alegría consiguen ser feli-

1 Enciclopedia libre Wikipedia en www.wikipedia.org.

Page 116: Educar en la fortaleza

115ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

ces con más facilidad que otras, pues éstas aceptan su ser y lascircunstancias de la vida con menos traumas.

También es frecuente confundir la felicidad con el placer y, sinembargo, son muy diferentes. La felicidad tiene vocación depermanencia; el placer, no. El placer es puntual y pasajero en sumisma esencia. El placer nos condena a la pasividad, a dejarnosarrastrar por las circunstancias, que acaban decidiendo por nos-otros. Las adversidades, en cambio, nos hacen dudar, y pregun-tarnos, sin encontrar muchas veces respuesta: "¿Por qué yo?¿Por qué a mí? ¿Por qué ha de sucederme esto ahora?" Mientrasque en el placer no nos preguntamos: "Oye, ¿por qué tengounos amigos tan divertidos?" No, eso nadie lo dice. En cambio,si nos ocurre algo malo, enseguida decimos: "Hombre, quémala suerte. ¿Por qué precisamente a mí ha de ocurrirme estoahora?" Es decir, no tenemos la misma capacidad de asimilaruna experiencia placentera que una dolorosa o desagradable.

La felicidad no es un concepto absoluto, puede ser obser-vado desde diferentes vertientes, aportando cada una de ellasdiferentes matices que complementan su definición. Los másimportantes son:

1) DESDE EL PUNTO DE VISTA RELIGIOSO

Desde un punto de vista religioso la felicidad es elencuentro con Dios. Todas las religiones buscan la unión conDios.

Para los cristianos, la Gloria es la visión eterna de Dios; yel Infierno, la privación eterna del Señor. Los hindúes y budis-tas aspiran a alcanzar a través de sucesivas reencarnaciones launión con el Ser Supremo, formando una sola entidad con él.Podemos decir que la finalidad de la religión es la búsqueda dela felicidad por medio de la fe y del cumplimiento de sus pre-ceptos.

La naturaleza humana está constitutivamente finalizadahacia Dios. El conocimiento y amor de Dios constituye elfin natural del hombre; además, éste es llamado a una

Page 117: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ116

comunión sobrenatural y más íntima con Dios, a la filia-ción divina. El deseo de felicidad es el impulso radicalhacia Dios que mueve toda la vida del espíritu y el funda-mento de la dinámica de la fe. La presión de este deseosobre el entendimiento —iluminado por la gracia— cuajaen el deseo de la fe2.

2) DESDE EL PUNTO DE VISTA SOCIAL

Desde el punto de vista social, la felicidad es la consecu-ción de determinados factores que en su conjunto provocan unestado de bienestar permanente. Estos factores son: tenercubiertas las necesidades físicas, como la alimentación, higienepersonal, la posesión de un hogar y de unos bienes de consumomínimos, etc.; tener asegurados unos derechos y libertades fun-damentales, como libertad de expresión, religión, pensamiento,etc.; y tener satisfechas las necesidades sociales como son laeducación y una vida social sana (amigos y familia, etc.).

Socialmente ser feliz es disfrutar de la vida. Aunque enmuchas ocasiones no conseguimos ser felices a pesar de vivirun estado de bienestar.

Las personas son infelices cuando viven en condicionesmiserables… Las personas disfrutan de su vida cuandosus condiciones son tolerables3.

3) DESDE EL PUNTO DE VISTA POLÍTICO

Desde el punto de vista político la felicidad es “el biencomún”. Es un logro alcanzado por el grupo social que formael Estado, no una consecución individual. Un Estado justo debe

2 C. Izquierdo; J. M. Odero (Profesores de Teología Fundamental), Facultad de Teología,Universidad de Navarra, en www.encuentra.com.

3 R. Veenhoven, en www.fun-humanismo-ciencia.es.

Page 118: Educar en la fortaleza

117ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

proporcionar a sus ciudadanos los componentes necesarios paraalcanzar la felicidad a través de leyes y políticas sociales quemejoren la calidad de vida de los ciudadanos y éstos a cambioprocurarán la paz social y un progreso económico y científico.La palabra “política” deriva del término polis, que significa ciu-dad, estado. A pesar del sentido peyorativo que damos general-mente a la palabra política, su sentido originario es la búsque-da del bien público. De ahí que desentenderse de los asuntospolíticos sería completamente irresponsable, pues de su buenfuncionamiento dependemos todos.

La felicidad –el vivir bien– es el objetivo supremo al quela política aspira y el bien es un fin ético; así, la políticatiene fines éticos: debe dotar a los ciudadanos de ciertocarácter, hacerlos capaces de acciones buenas. Puestoque desde la perspectiva aristotélica el fin es el que con-duce al perfeccionamiento de la naturaleza, y la ética esla que conduce a la política hacia lo mejor, es la quemarca el objetivo fundamental: el bien común. De estamanera, Aristóteles establece un vínculo fundamentalentre ética y política, entre el bien y lo común: la políticaimplica a la ética, realiza sus contenidos, y se dirige haciaella; y la ética sólo puede desarrollarse en el marco de lapolis, porque la naturaleza del hombre ya es política4.

4) DESDE EL PUNTO DE VISTAÉTICO

La palabra ética proviene del grie-go êthos que originalmente significaba“estancia”, pero Aristóteles le dio a lapalabra êthos el significado de carácter.Este carácter nos lleva a realizar unosdeterminados actos. Ir contra este carác-ter o manera de ser nos hace infelices.

4 “Ética y política: la virtud y lo común, un cruce entre Aristóteles y Calígula”, en www.monogra-fias.com.

Page 119: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ118

Desde el punto de vista ético, la felicidad es vivir deacuerdo a los valores fundamentales propios de la persona,de acuerdo con su conciencia, con su êthos: no contradecirla naturaleza personal que se manifiesta en la propia con-ciencia y que nos hace pensar y sentir de una forma deter-minada.

Es feliz la persona que ha encontrado sentido pleno a suvida, que es fiel a su vocación, que sigue los indicativos desus carismas, cualidades, aptitudes y capacidades y que nopierde el sentido de la vida a pesar de las incomodidades,dificultades, y aun el sufrimiento. Es feliz la persona capazde ser constructora de vida nueva, que es creativa, que con-serva la suficiente lucidez mental para el buen discerni-miento aun en momentos turbulentos de la vida, que jamásse siente abatida, que ve el lado positivo de las personas ylas cosas, y que se levanta cada vez que cae5.

n ¿QUÉ ES EL BIEN?

El objeto que se considera como última perfección detodas las cosas y que, por lo mismo, se ofrece como finpropio… Lo bueno, útil, deseable6.

El bien es un concepto abstracto derivado de su constata-ción cotidiana en situaciones particulares muy diversas: elamor, la amistad, el altruismo, la solidaridad, el compañerismo,las misiones de paz, etc.

Por el hecho de que existen cosas y personas que conside-ramos buenas, deducimos que existe el bien, como si el bienfuera un ente independiente que provoca hechos y situacionesbuenas. Quizá el bien no exista como tal, sino a través de losindividuos que producen acciones buenas, es decir, que emanadel ser bueno y sin éste no tiene existencia propia.

5 J. L. Ysern de Arce (Dr. en Psicología), en www.ubiobio.cl. 6 Diccionario Enciclopédico Larousse. Editorial Planeta Agostini. Tomo II, p. 391.

Page 120: Educar en la fortaleza

119ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

Al igual que la felicidad, la definición de bien puede ser con-templada desde diferentes puntos de vista que la complementan y,en ocasiones, la contraponen.

1) DESDE EL PUNTO DE VISTA RELIGIOSO

Si la felicidad desde el punto de vista de la religión es elencuentro con Dios, el bien o lo bueno será todo aquello quenos dirige a ese camino, que nos acerca a ese Dios que quere-mos alcanzar o con quien deseamos fundirnos en uno solo. Elcristianismo no pretende fundirse con Dios sino participar de suvida divina a la que Dios nos llama y nos eleva con su gracia.

Para conseguir la unión con Dios, cada religión ha marca-do unos caminos que sus fieles han de seguir para lograr la sal-vación que solo podemos encontrar junto al Altísimo. Estoscaminos o sendas tienen sus calzadas y señalizaciones que sonlos distintos dogmas de fe y preceptos. Los dogmas de fe serí-an las calzadas sobre las que debemos caminar para llegar al findeseado y los preceptos las señales que nos indican lo quepodemos o no podemos hacer, o los consejos para hacer nues-tro viaje más rápido y seguro.

Es justo y bueno, siempre y para todos, servir a Dios,darle el culto debido y honrar como es debido a lospadres. Estos preceptos positivos, que prescriben cumpliralgunas acciones y cultivar ciertas actitudes, obligan uni-versalmente; son inmutables7.

2) DESDE EL PUNTO DE VISTA SOCIAL

Para definir el bien debemos primero definir sus conse-cuencias, es decir, lo que es bueno. Vamos a centrarnos en loque se considera bueno en nuestra sociedad, la de la épocaactual y del mundo “civilizado”.

7 Cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Const. pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudiumet spes, 10, en www.monografias.com.

Page 121: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ120

Nuestra sociedad utiliza los medios audiovisuales paradirigir o alentar a los individuos en dirección a lo que es buenopara el conjunto o sociedad. Así el cine, la publicidad, el arte yla realidad virtual nos muestran una sociedad supuestamenteidílica y nos marca unos valores a seguir, no necesariamenteprofundos o espirituales, pues nos dirige a la consecución de labelleza, la salud y el dinero como valores primordiales. El cultoal cuerpo se está convirtiendo en la máxima de una sociedadparca en ideales.

La ciencia y tecnología, que ha experimentado avancesinsospechados en el último siglo, trabajan arduamente paralograr la prolongación de la vida humana y mejorar su cali-dad de vida, chocando en ocasiones con reparos éticos, comoocurre en el campo de la manipulación genética. Pero ennuestra sociedad lo que es bueno para el cuerpo es buenopara el hombre.

3) DESDE EL PUNTO DE VISTA POLÍTICO

Así como todas las religiones poseen unas normas queindican a sus seguidores el camino recto, los distintos estadosdictan numerosas leyes y reglamentos que dirigen a sus ciuda-danos a la meta de un estado perfecto, basado en la justicia y laigualdad, o al menos esa es la finalidad teórica de la Política.

Para un ciudadano, el bien o lo bueno es aquello que con-tribuye a la paz y justicia social, lo que no altera o perturba elequilibrio del Estado:

Ama a la nación y desearás que la gobiernen hombres quetengan estos sentimientos, pero si ello no ocurre, no serála violencia la que imponga la razón, sino la comprensióny la tolerancia que es el amor. La violencia no es el cami-no, sólo genera más violencia8.

8 Mahatma Gandhi, en www.sev.org.ar.

Page 122: Educar en la fortaleza

121ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

4) DESDE EL PUNTO DE VISTA ÉTICO

Cada ser humano está íntimamente conformado por unaserie de peculiaridades que le hacen diferente a los demás.Algunas características propias provienen de la carga genéticaheredada de nuestros antepasados y otras son consecuencia dela auto-creación de nuestro êthos o ética personal. Esta ética,que es única para cada individuo, conforma lo que serían “lasleyes del Estado de nuestro ser”. La conciencia actúa como pre-cursora de la justicia, reprobando los actos o pensamientos quese separan de las pautas marcadas por nuestra ética. Así, el bienes todo aquello que se rige por el êthos que nosotros mismoshemos elegido de acuerdo con nuestra conciencia recta, porqueel bien es una emanación del ser.

“La ética, por definición, busca el bien. Y el bien se logracuando se conoce y se respeta la verdad. Por consiguien-te, obrar bien es obrar conforme a la verdad, conforme alo que son las cosas. Pero ese conocimiento no tiene nadade fácil. De hecho, aunque todos aspiramos a vivir bien,la palabra "bien" no significa lo mismo para todos. Poreso debemos volver a preguntarnos qué es lo que haceque las cosas, las acciones y la vida sean buenas. Las res-puestas son múltiples. Desde los tiempos de la Grecia clá-sica se ha dicho que el bien es el placer, y el placer laausencia de dolor físico y de perturbación anímica. Perotambién los griegos reconocieron que las cosas no son tansencillas: muchas acciones y conductas profundamentebuenas no están libres de dolores ni de sorpresas y des-asosiegos”9.

n ¿QUÉ ES EL MAL?

“Contrario al bien, conjunto de cosas que dañan o se opo-nen a la moral”. “Desgracia, calamidad, infortunio”10.

9 J. R. Ayllón, La buena vida. En http://www.jrayllon.com; www.ecojoven.com.10 Diccionario Enciclopédico Larousse. Editorial Planeta Agostini. Tomo VII, p. 1960.

Page 123: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ122

Hemos dicho que el bien era una emanación del ser queproduce consecuencias beneficiosas o agradables. Pues bien, elmal procede del ser humano que produce consecuencias perju-diciales o desagradables.

El bien y el mal moral tienen el mismo origen: la libertaddel hombre. No podemos entender el mal sin la existencia delbien: ambos formaran un todo en el hombre. Podríamos com-pararlo a una larga carretera cuyo centro es el hombre: cuantomás nos alejáramos del centro en dirección norte, más nos acer-caríamos al bien; y cuanto más nos alejáramos del centro direc-ción sur, más nos acercaríamos al mal; pero partiendo ambosextremos norte y sur del mismo punto central.

Para comprender mejor el concepto del mal, volvamos acontemplarlo desde las vertientes religiosa, social, política yética.

1) DESDE EL PUNTO DE VISTA RELIGIOSO

El mal es la causa u origen del alejamiento de Dios.¿Cómo los creyentes de las diferentes religiones pueden alejar-se de Dios, a pesar de que su sentido de la vida sea alcanzar launión con Él? La respuesta es incumpliendo los mandamientosy directrices marcados por su religión. Por tanto, podemos decirque hacer el mal desde el punto de vista de la religión es rom-per con los preceptos emanados de los distintos credos religio-sos. El cristianismo condensa todos los preceptos en el Amor deDios y al prójimo. Alejarse del amor es alejarse de Dios.

El “pecado” es casi un concepto universal en las diferen-tes religiones, salvo algunas excepciones. Y el mal es contra-venir el mandato de Dios. Llega tan a fondo el mal en el hom-bre, que incluso se acude a un mal radical (pecado original) enel que se funda el impulso del hombre a pecar. Pero el hombreno está arrastrado últimamente al pecado:

Incluso en las situaciones más difíciles, el hombre debeobservar la norma moral para ser obediente al sacromandamiento de Dios y coherente con la propia dignidad

Page 124: Educar en la fortaleza

123ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

personal. Ciertamente, la armonía entre libertad y verdadpostula, a veces, sacrificios no comunes y se conquistacon un alto precio: puede conllevar incluso el martirio11.

2) DESDE EL PUNTO DE VISTA SOCIAL

Para la sociedad el mal es todo aquello que provoca per-juicio o disgregación al conjunto social. Son muchos los malesque aquejan a las sociedades, pero los más dañinos son: la vio-lencia, especialmente la que se produce dentro del grupo fami-liar, que es en definitiva la célula social por excelencia; la igno-rancia, pues si una sociedad quiere evolucionar para alcanzarlogros de cualquier tipo, debe fijarse como meta primordial laeducación de los individuos que la componen; la falta de liber-tad que inhibe el desarrollo personal y en consecuencia elsocial; y, principalmente, el hambre, que mata a miles de perso-nas cada año: una condena a la que les sometemos los compo-nentes del llamado Primer y Segundo Mundo, al no hacer nadapara evitar la muerte de nuestros propios hermanos. Una expre-sión concreta del mal social es la violencia:

Hay muchas clases de violencia, aunque todas desembo-can en la violencia física o psicológica: segregaciónracial, adicción al alcohol y a los enervantes, delincuen-cia menor, vandalismo, delincuencia organizada, etc. Esteterrible mal da pauta para que el hombre se destruya a símismo, irremediable y tristemente12.

3) DESDE EL PUNTO DE VISTA POLÍTICO

La política es la ciencia o arte de dirigir a un grupo de ciu-dadanos que conforman un Estado. Esta dirección no necesaria-mente debe emanar de una sola persona o un grupo reducido deellas, sino que también puede depender de todo el grupo. La

11 J. M. De Torre, Filosofía cristiana, Ediciones Palabra, 4ª edición, Ávila 1990. En www.monogra-fias.com.

12 E. Velazco Gamboa (Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad del Desarrollo delEstado de Puebla), UNIDES. En www.monografias.com

Page 125: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ124

dirección que sigue la política siempre debe tener como finali-dad el bienestar del Estado. El origen de la autoridad reside enel pueblo. Es, por tanto, mala toda acción que atente contra estebienestar o la integridad del mismo pueblo.

El terrorismo y el totalitarismo, entre otros, son clarosejemplos de males políticos, pues desintegran el Estado atacan-do sus pilares de paz, libertad y soberanía del pueblo.

Los actos convulsionados, si bien tienen su poder de fuer-za sobre los que gobiernan, llevan en sí fuerzas destructoras dela violencia de masas. Las masas, según Ortega y Gasset, sonfuerzas que por incontroladas, ocasionan daños irreversibles,anulan la capacidad de discernir que sí tiene el hombre indivi-dualmente y producen su acción como fuerzas de descontrol13.

4) DESDE EL PUNTO DE VISTA ÉTICO

Si el bien, desde el punto de vista ético, es todo aquelloque concuerda con el êthos humano, el mal es, en contraposi-ción, todo lo que lo contradice. La ética supone un referente ennuestra existencia: no se rige por los caprichos de las pasionesni por las imposiciones de los sentimientos, es imperturbable aellos y está ahí para dirigir nuestros pasos y dar sentido a lavida. Si obramos en contra de las directrices de nuestra propiaconciencia, hacemos que nuestra existencia pierda el sentido; locual es malo por definición, pues obra en contra de nuestramisma esencia.

ANTÍTESIS

No es propio del hombre feliz hacer el bien.

En primer lugar, para decir que un hombre es feliz, tenemos quedar por sentado que la felicidad es un estado permanente, que novaría. Sin embargo, cuando nos sentimos felices y pensamos que esa

13 En http://www.sev.org.ar./tbusqu.htm, Tema de la semana (10.05.2006).

Page 126: Educar en la fortaleza

125ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

felicidad puede acabar, en ese mismo instante, nuestra felicidad seensombrece y deja de ser un sentimiento pleno. Por lo que ya nodeberíamos hablar de lo que es propio del hombre feliz, sino másbien de lo que es propio del hombre que se siente feliz en unmomento determinado. Éste no estará inclinado necesariamente ahacer el bien, sino que para mantenerse en su estado de felicidad ocomplacencia, hará todo aquello que considere oportuno, sea estobueno o malo. Pues la naturaleza humana está impulsada a buscar lafelicidad.

Buscar la felicidad aunque es algo absurdo, es necesariopara llegar a ella, porque así es como nos damos cuenta de quees absurda. Buscar la felicidad por desear la felicidad es algoabsurdo, porque aquí hay un deseo, porque: ¿Cómo se puededesear la felicidad si ya la tienes? Esto es lo único que impideque se experimente porque se está transformando felicidad,como ausencia de deseo, en deseo; y buscando la felicidad des-eándola, hace que no la encuentres. En cambio, si se dejara dedesear la felicidad, ésta se hallaría al instante porque nohabría deseo. Buscas la felicidad para ser feliz y sólo obtienessufrimiento porque al buscarla, estás suponiendo que no la tie-nes ya que si la buscas, es porque crees que no la tienes y cadauno es lo que cree ser o cree tener. Y la buscas debido a la dua-lidad que produce la necesidad o deseo que te hace creer queno la tienes. ¿Por qué deseas? Porque hay algo que crees notener14.

Por ejemplo, los psicópatas asesinos que sólo conocen el placerasesinando personas, que sólo se sienten realmente vivos cuandodescubren el sufrimiento en los ojos de sus víctimas, cometen losasesinatos con el fin de alcanzar su propia felicidad. Lo mismopodríamos decir de los sádicos y de las personas que gozan graciasal sufrimiento de los otros. Todos ellos, no tienen, probablemente,sentimiento de culpa, pues su ética personal está distorsionada. Portanto, si en estos hechos malvados algunas personas encuentran elplacer y no existe culpa que ensombrezca su ánimo, se puede decirque el hacer el mal les hace felices.

14 A. Blay (Psicólogo), Camino. En www.arrakis.es.

Page 127: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ126

Sin llegar al extremo de contemplar personalidades antisocialescomo las anteriores, podemos plantearnos el caso de la persona quees feliz y que para mantener esa felicidad hará todo lo que esté ensus manos. Por ejemplo, la película cinematográfica de John Q. nosmuestra la historia de un hombre que para conseguir un trasplantepara su hijo moribundo comete actos reprobables. Lo que nos hacereplantearnos si “el fin justifica los medios”.

REFUTACIÓN DE LA ANTÍTESIS

Lo primero que debemos aclarar es que la felicidad no se basaexclusivamente en la consecución de placeres, como en el caso depsicópatas y sádicos, ni en la consecución de algún fin, sino que esun estado de perfección que emana del ser que ha logrado descubrirel sentido de su vida y tiene una dirección clara, una concienciarecta, que guía sus pasos. Nuestra felicidad no depende de nuestroentorno, es parte de nosotros mismos, de nuestra “alma”, de nuestroyo íntimo. Es un estado de la persona que irradia desde el interiorprovocando en el exterior un sentimiento de felicidad. El pensa-miento de que podemos perder nuestra felicidad, si ésta fuera autén-tica, no la haría cambiar. Porque entonces no sería estado permanen-te de felicidad sino simplemente sentimiento pasajero de alegría oplacer. Solamente perderíamos la felicidad si, ejercitando la libertadescogemos el mal. Porque nuestra libertad también nos posibilitaescoger tanto el mal como el bien.

Una persona puede ser feliz a pesar de perder a su hijo, comole ocurría a John Q. No cabe duda que perder a un ser querido esseguramente la experiencia más triste de la existencia humana. Apesar de lo duras que sean las adversidades que nos depara la vida,éstas no determinan nuestra felicidad. En efecto, como ya hemosdicho, la felicidad emana de nuestro interior, no está determinadapor las circunstancias que nos rodean, aunque no se puede negar queunas circunstancias favorecedoras condicionan la felicidad y nosayudarán a alcanzarla.

Todos conocemos casos de personas cuya vida les ha favoreci-do económica y estéticamente, pues poseen un físico agraciado, una

Page 128: Educar en la fortaleza

127ANEXO: ¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZ HACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL?

buena familia…etc. Sin embargo, han acabado suicidándose porquesus vidas estaban huecas, vacías de significado. De ahí que la feli-cidad no la podamos encontrar en los bienes materiales, el dinero, ellujo, la fama, etc. Esto es solamente un envoltorio: la auténtica feli-cidad está en lo profundo de nosotros mismo.

La persona que dedica su vida a alcanzar fines superficiales,que sólo provocan una felicidad engañosa y pasajera —y que ade-más, para conseguirlos, ha tenido que pasar por encima de otras per-sonas, arruinándoles incluso la vida o evitando que alcancen su feli-cidad propia—, nunca podrá, por mucho que lo intente, alcanzar laauténtica felicidad, porque su libertad está atrapada en los bienesefímeros que no pueden hacer feliz. Por consiguiente, esta personaen cuestión, estará condenada irremediablemente a ser infeliz, por-que, —además de haber hecho el mal para conseguir en el transcur-so de su vida algunas metas, pretendiendo ser “falsamente feliz”—, quedará atrapada en una espiral de dinero, poder y fama. Es posi-ble que provoque envidia en ojos ajenos por esa apariencia tan vero-símil que se ha encargado de crear; pero aunque los demás no lavean así, es muy posible que se trate de una persona verdaderamen-te infeliz. Por el contrario, la persona que escoge el bien y que evitahacer el mal, permanece feliz, a pesar de las complicaciones que sele presenten y a pesar de los golpes que le dé la vida.

Si un hombre que no hace el bien no puede ser feliz y es pro-pio del hombre buscar la felicidad, podemos decir que es propio delhombre feliz hacer el bien.

CONCLUSIÓN

En conclusión, no busques tu felicidad por caminos erróneos,no vayas nunca por el atajo fácil, ya que suele ser el más dañino.Déjate guiar por tu corazón o por tu conciencia, procura el bien pro-pio y ajeno, evita hacerte el mal a ti y a los demás y así podrás serfeliz. No te dejes engañar por esa hipócrita felicidad que rodea almillonario o a la famosilla de turno: sé tú mismo.

Porque es propio del hombre feliz hacer el bien en lugar delmal, es propio también de los que procuran la consecución del bien

Page 129: Educar en la fortaleza

ROXANA GARCÍA MARTÍNEZ128

el ser felices. No sucede así a los que sólo buscan el mal o simple-mente sienten indiferencia ante él. Ya que es tan culpable el que eje-cuta el mal como el que no hace nada para evitarlo, pues se convier-te de esta manera en su cómplice.

Busquemos la felicidad auténtica, la que resulta de hacer el bieny evitar el mal y, a su vez, es generadora del bien hacia sí mismo yhacia los demás; esa felicidad como estado de perfección de la per-sona, que nace según unos de Dios y según otros del mismo hom-bre, es decir, del hombre bueno por naturaleza, según postulabaRousseau o, con otras palabras, del hombre que se guía por su con-ciencia recta. Porque cuando un hombre hace el bien es feliz, ycuando es feliz y hace el bien, aquellos que reciben ese bien tam-bién dan un paso más en la búsqueda de su propia felicidad15.

En su libro titulado Del sufrimiento a la paz, el Padre IgnacioLarrañaga nos da un sabio consejo:

Es tiempo perdido y pura utopía el preocuparse por hacer feli-ces a los demás si nosotros mismos no lo somos; si nuestratrastienda está llena de escombros, llamas y agonía. Hay quecomenzar, pues, por uno mismo. Sólo haremos felices a losdemás en la medida en que nosotros lo seamos. La única mane-ra de amar realmente al prójimo es reconciliándonos con nos-otros mismos, aceptándonos y amándonos serenamente16.

15 Nota del Coordinador: El êthos personal y la propia conciencia moral han de tener en cuenta losvalores morales y, en definitiva, su apoyo último en la condición o naturaleza humana, que seexpresa no sólo en el orden de las tendencias sino también en la razón. La recta razón dictaminaobjetivamente el bien y el mal en las circunstancias concretas del individuo. La responsabilidadmoral de la persona madura atiende directamente a las necesidades de desarrollo personal, perotambién se proyecta hacia los demás (familia, sociedad), conociendo y asumiendo las consecuen-cias de los propios actos.

16 I. Larrañaga, Del sufrimiento a la paz. En www.vidahumana.org.

Page 130: Educar en la fortaleza

129BIBLIOGRAFIA

BIBLIOGRAFÍA

1) LARRAÑAGA, I., Del sufrimiento a la paz. Hacia una libera-ción interior, Lumen, Barcelona 1996.

2) Torre, J. M. de, Filosofía cristiana, Ediciones Palabra, 4ª edi-ción, Ávila 1990.

3) VV. AA., Diccionario Enciclopédico Larousse, Planeta Agostini.

4) VV. AA., Filosofía,1, Bachillerato, Edebé, Barcelona 2005.

5) Internet:• www.encuentra.com• www.monografias.com• www.xtec.es• www.filosofia.org• www.wikipedia.org• www.muertedigna.org• www.ubiobio.cl• www.sev.org.ar• www.fun-humanismo-ciencia.es• www.luventicus.org• www.e-torredebabel.com• www.filosofia.net• www.lacavernadeplaton.com• www.geocities.com• http://perso.wanadoo.es• www.arrakis.es• www.vidahumana.org• www.ecojoven.com

Page 131: Educar en la fortaleza
Page 132: Educar en la fortaleza

131ÍNDICE GENERAL

n ÍNDICE GENERAL

Contenido . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

A modo de prólogo: Jesús Sáez Cruz . . . . . . . . . . . . . . . 7

Presentación del XI Encuentro:Isidro Revilla Barriuso . . . . . . . . . . . . 13

PRESENTACIÓN DE LEONARDO R. DUPLÁJosé Luis Guzón . . . . . . . . . . . . . . 15

LA FORTALEZA DE ESPÍRITU Y EL VALOR DELSUFRIMIENTOLeonardo R. Duplá . . . . . . . . . . . . . 19

COLOQUIO CON LEONARDO R. DUPLÁ . . . 33

PRESENTACIÓN DE JUAN G. CASTILLA RILOManuel Plaza, S.I . . . . . . . . . . . . . . 39

LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD YLA VIRTUD DE LA FORTALEZAJuan G. Castilla Rilo . . . . . . . . . . . . 41

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . 41

Page 133: Educar en la fortaleza

ÍNDICE GENERAL132

La conquista de la libertad yla virtud de la fortaleza . . . . . . . . . . . 42

Bibliografía recomendada . . . . . . . . . . . 55

COLOQUIO CON JUAN G. CASTILLA RILO . . 57

PRESENTACIÓN DE ANTONIO JIMÉNEZJosé Luis Cabria . . . . . . . . . . . . . . 61

LA FORTALEZA COMO VIRTUDESTRATÉGICA EN TIEMPOSDE FRAGILIDADAntonio Jiménez . . . . . . . . . . . . . . 69

1. ¿En la sociedad de la fortaleza o el desfallecimiento? . . . . . . . . . . . . 71

1.1. La perspectiva de Tomás de Aquino . . . . 71

1.2. La virtud de la fortaleza bajo uneclipse cultural . . . . . . . . . . . . 74

1.3. ¿Adiós al “esforzado aguante”? . . . . . . 81

2. La virtud de la fortaleza en la espiritualidadcristiana . . . . . . . . . . . . . . . . 82

2.1. Tras las huellas de Jesús . . . . . . . . . 82

2.2. La fortaleza en la vida espiritual. . . . . . 85

Page 134: Educar en la fortaleza

133ÍNDICE GENERAL

3. La fortaleza como virtud estratégica en lapastoral juvenil: desde la jungla de los deseosa la experiencia personal de Dios . . . . . . 89

4. Conclusión: la clave de la fortaleza está endescubrir una razón . . . . . . . . . . . . 94

COLOQUIO CON ANTONIO JIMÉNEZ . . . . 97

CLAUSURA DEL XI ENCUENTRODE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓNIsidro Revilla Barriuso . . . . . . . . . . . 103

ANEXO:¿ES PROPIO DEL HOMBRE FELIZHACER EL BIEN EN LUGAR DEL MAL? (Primer Premio del Concurso de Filosofía

“Atrévete a pensar”, 2005-2006)

Roxana García Martínez . . . . . . . . . . . 109

Motivación: . . . . . . . . . . . . . . . 109

TESIS INICIAL:“Es propio del hombre feliz hacerel bien en lugar del mal” . . . . . . . . . . 111

DESARROLLO DE LA TESIS . . . . . . . 112

• ¿Qué es la felicidad? . . . . . . . . . . . 114

Page 135: Educar en la fortaleza

ÍNDICE GENERAL134

• ¿Qué es el bien? . . . . . . . . . . . . . 118

• ¿Qué es el mal? . . . . . . . . . . . . . 121

ANTÍTESIS:“No es propio del hombre feliz hacer el bien” . . . 124

REFUTACIÓN DE LA ANTÍTESIS . . . . . 126

CONCLUSIÓN . . . . . . . . . . . . . . 127

Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . 129

ÍNDICE GENERAL . . . . . . . . . . . . 131

Page 136: Educar en la fortaleza
Page 137: Educar en la fortaleza