El combate de Portoviejo

El 14 de marzo de 1883 Eloy Alfaro logra el control de Manabí y Esmeraldas y se declara Jefe Supremo de estas dos provincias, instaurando la sede del gobierno en Portoviejo, desconociendo la presidencia de Veintemilla.

Mas, las fuerzas hegemónicas nacionales nuevamente logran un acuerdo para que Placido Caamaño asuma el poder. El 18 de octubre de ese mismo año, Alfaro reconoce al nuevo Gobierno y entrega la jefatura de Manabí y Esmeraldas.

Distanciado el nuevo gobierno de Caamaño de la propuesta revolucionaria, Alfaro reinicio la insurrección en 1884. Con aportes de Vargas Torres compra en Centroamérica, armamento y un viejo buque mercante llamado Alajuela, a cual bautizan con el nombre de “Pichincha”. El Pichincha acodera frente a Bahía de Caráquez, en espera de su comandante, al mismo tiempo que las fuerzas gobiernistas avanzan por mar. Hasta tanto, Alfaro prepara la toma de Portoviejo, el centro político de Manabí, para reeditar su gobierno regional.

Alfaro dirigió el combate de Portoviejo librado el 1 de diciembre d 1884 en el corazón de la ciudad.

Participaron también en este combate los coroneles Medardo Alfaro, Zenón Sabando, Agustín Solórzano (dinamita) y Francisco Centeno. Los colombianos Dr. Fidel Andrade y el soldado y profesor Adolfo Pinillos, quien encontró una muerte dolorosa en manos de los enemigos.

Liderando las fuerzas contrarias estaba el Gobernador, Coronel Antonio García, cuyas fuerzas triunfaron. Posteriormente, García se desencanta del progresismo y apoya la causa liberal. El combate se desarrolla en el centro de la Ciudad, en la antigua Plaza de Armas, hoy parque Vicente Amador Flor.

Las nuevas condiciones políticas creadas por el “alfarismo” comenzaron a visibilizarse en la sociedad. Un nuevo alzamiento de campesinos, obreros urbanos e intelectuales podría representar un verdadero riesgo para las burguesías, sobre dos aspectos sustanciales: la propiedad de la tierra y las actividades del capital financiero operado por la banca. Para la burguesía ecuatoriana y los terratenientes, quienes luchaban tenazmente por recuperar el control del Estado, Alfaro representaba un peligro por su naturaleza personal y su identificación con sectores populares: era imposible manipular al “Viejo”, en quien predominaba un sentimiento patriótico, una idea de nación y compromiso con sus bases sociales campesinas.

Algunos poderosos de la costa estaban dispuestos a que se crearan instituciones civiles, sin la ingerencia directa y visible de la Iglesia Católica, pero temían que Alfaro fuera más lejos y fortaleciera a los grupos populares urbanos e incluso a los campesinos. Los importadores estaban disgustados por la política del “alfarismo” a favor de los artesanos y de protección de la industria nacional.

Desde 1901 el ala de los “placistas”, liberales moderados, controlaban el gobierno y era visible un acuerdo con las fuerzas tradicionales y los terratenientes. Con leonídas Plaza y los liberales moderados se había consolidado el viejo pacto. En 1906 Alfaro lidera nuevamente una acción armada para tomar el poder que estaba en manos de Lizardo García, asume la Jefatura Suprema y realiza las transformaciones profundas. En 1911 entrega nuevamente el poder y debido a la muerte del Presidente Estrada, asume Carlos Freile Zaldumbide, tras lo cual estallan otra vez los conflictos armados entre los aspirantes a la presidencia de la Republica.

EL ASESINATO DE ALFARO

MANABÍ Y MONTECRISTI

LA PERIFERIA TUVO UNA HISTORIA PARTICULAR

a gente que habitaba en los antiguos partidos de Puerto Viejo y la Canoa en la Época de la Colonia, tenían una identidad política particular, debido a que tuvieron una escasa presencia de las clásicas

instituciones coloniales, por lo cual resistían permanentemente la presencia de toda forma de Estado. A diferencia de otros lugares, muchos de los indios de Charapotó, Montecristi y Jipijapa, gozaban de cierto poder y fortuna, en la época Colonial. Estos territorios conformaban la periferia del Ecuador junto con lugares como la Amazonia, Esmeraldas o Loja.

LEl 25 de Junio de 1824 se creó la provincia de Manabí integrada por los cantones Portoviejo, Montecristi y Jipijapa. La sociedad de la joven provincia que tenían alrededor de 30 mil habitantes, estaba formada por los “criollos” asentados en Portoviejo, quienes se dedicaban a la agricultura; afro descendientes esclavos o libres, que habitaban en la zona norte, y una numerosa población de indios que se encontraban en Montecristi, Picoazá, Charapotó y Jipijapa. Estos elaboraban sombreros de paja toquilla, un importante producto de la región vendido a otros países. Por otra parte, a la zona de Chone llegaron inmigrantes que se dedicaban a la producción del cacao fruto de exportación.

Montecristi era un asiento ubicado cerca del mar, desde donde se encontraba el movimiento portuario de Manta, que después de 1830 fue oficial, En la ciudad se asentaron comerciantes, pequeños ganaderos y en sus alrededores los tejedores de sombrero. Su cabildo era el centro de la política de los partidos de los Pizarros (blancos) y los Atahualpa (indios). El indio Calixto Quijije publicó tempranamente un periódico. En Montecristi se editaron los primeros impresos de Manabí; también se discutía sobre temas políticos debido a q los comerciantes viajaban por distintos países de los cuales traían libros e ideas.

LA MUERTE DE ALFARO

Alfaro regresa desde Centroamérica, en calidad de mediador para evitar un nuevo desangre. Después de gestiones infructuosas pierde un combate y es tomado preso, llevado a Guayaquil donde asesinan de una manera cruel a Montero. Varios radicales, entre ellos Alfaro, son llevados a quito en el propio tren que construyo, y expuesto a la furia de una muchedumbre azuzada por la prensa y los enemigos.

En su celda del panóptico Alfaro es asesinado el 28 de enero de 1912, luego arrastrado por las calles de la capital e incinerado en El Ejido junto con su hermano Medardo, su sobrino Flavio y los radicales Ulpiano Páez, Manuel Serrano, Belisario Torres y Luciano Coral. El populacho agitado por la prensa, sectores de la iglesia católica, los aliados de los terratenientes, de la burguesía costeña, y de los liberales moderados, participaron en el asesinato e inmolación de Alfaro y sus seguidores, lo cual construye un hecho que marco la vida política del País.

Tras ser llevado a Quito y recluido en el Panóptico, un soldado del Marañón dispara a Alfaro, luego lo “ultrajan, lo escupen, lo desnudan, le atan una cuerda a los píes, y lo sacan a la calle”. Procedan de igual forma con Medardo Alfaro, Flavio Alfaro, Manuel Serrano y Ulpiano Páez. A Luciano Coral, “ le arrancan la lengua entando vivo”. Sacan los cadáveres, y la “lúgubre procesión comienza. El cadáver de don Eloy va primero”.” Pocos pasos mas, y la cabeza es cortada en pedazos; le arrancan los labios; un bárbaro, le trituran las mandíbulas”…Un fraile, le corta los testículos, le arrancan el corazón, y se disputan en pedazos… ¡Mueran los masones! ¡viva la religión! ¡mueran los herejes! ¡viva es sagrado corazón de Jesús!... hombres, de alta sociedad, salen a repartir dinero a los asesinos… así llegan, los cadáveres al Ejido…se hace una pira, y se les arroja en ella…nadie viene a oponerse a ella; ¿ No hay gobierno en Quito? Si lo hay; pero, es el gobierno, quien ha ordenado ese asesinato”. Jose María Vargas Vilas.

ALFARO, EL HOMBRE

Los gobernantes son vistos través de la historia como hombres infalibles cuyo único escenario es la política. Pero en la realidad son seres que tienen también una dimensión humana: virtudes y defectos.

Alfaro nació en Montecristi, provincia de Manabí el 25 de Junio de 1842. Su madre fue natividad Delgado López; su padre el español republicanista Manuel Alfaro, quien inmigro y se dedicó al comercio del sombrero de paja toquilla. La pareja procreo ocho hijos: Tomasa, Idelfonso, jose Luis, manuela, Eloy, Manuel, Medardo y marcos.

Durante una parte de su vida Alfaro se dedicó al comercio, pero entrego toda su fortuna a la causa de la Revolución.

Durante su niñez y adolescencia Eloy mostraba rebeldía. Su padre resolvió llevarlo en sus viajes posiblemente para moldear su carácter. Según sus biógrafos, Don Manuel dijo en alguna ocasión con cierta preocupación: Eloy “va a tener vida alborotada”

A pesar que los biógrafos presentan al Alfaro juvenil como un personaje agitado, el historiador y amigo Roberto Andrade lo describe después, ya en el poder, como un hombre de temple y carácter firme a la hora de tomar decisiones: “cuando estaba convencido de que defendía el bien, era fuerte e incontrastable”, pero al mismo tiempo era reflexivo y entraba en periodos de meditación cuando tenía que tomar una decisión seria.

Demostró tener siempre el rasgo de la perseverancia, lo que mantuvo en la lucha continua durante más de tres décadas, antes de tomar el poder, periodo en el cual fue en innumerables ocasiones derrotado. Sus adversarios lo acusaban de ser obstinado.

Se casó con la panameña Ana Paredes Arosemena en 1872, con quien procreó a sus hijos.

PENSAMIENTO ALFARISTA

“Nada soy, nada valgo, nada quiero para mi, todo para vosotros, que sois el pueblo que se ha hecho digno de ser libre” “La hora mas oscura es la mas próxima a la aurora”

“Cuando desaparece la practica de la justicia, se viene al suelo el edificio social que llamamos Nación”

“ Los hombres indiferentes a la desventura de la Nación, aunque sean privadamente laboriosos, son los auxiliares

inconscientes de las desgracias y corrupción de los pueblos”

Los vencedores recogen el fruto de lo que han sembrado los mártires con su sacrificio”

“Las primeras victimas de la desmoralización política son la libertad y prosperidad públicas”

“La adulación rastrera hunde a los buenos y eleva a los malos”

“Si en lugar de afrontar el peligro, hubiera yo cometido la vileza de pasarme al enemigo, habríamos tenido paz, mucha paz, la paz del

coloniaje”