Duque, F.-Desde la hermenéutica

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t.a(¡.t(l)v. Revista de Filosolla . 1994. n• 8. 55-61 Aquí y ahora, des de la hermenéutica Resume n: El artrculo reproduce una ponenéia na- pc.llitana en la que. a través de una sencilla re- ncxión sobre el uso de términos ridverbiales. se advierte de la imposibilidad de isomorría entre el lenguaje y la realidad, dados los continuos dcs- pl nzamicmos de perspect ivas, las cua les apuntan a la rotura definitiva del ideal metafísico de la pre- sencio enfocada desde una subjetividad dominante. Oc es te modo. el propio «yo» queda asinlóticnmente despla1.ado en el juego de la tini- IUd del ser y la morlalidad del hablanle. Pala bras cluvc: Hcnncnéulica. purllo. inslaRie. l enguaje, t raducción. FÉLIX DUQUE 1 Abs lract: This papcr 1ran scrip1 s a oonfcrencc gi- ven al Naples in which. through a simple rcncction about the use of advcrbialterms. the impossibility of an isomorphy bctwcen languagc and reality is revealed. This is duc to lhe repealed pcrs pcc rivc shiftings. which pointlo rhc delinirive brcakdown <)f thc me taphysica l ideal of a ·constanl prc scncc·. focused from a dominan! subjccliviry. TI•I s way. on es own '1' is asimptoticall y rcjecred in thc play of bcin g·s fin iiUde and spcokcr·s mor1nli1y. Key words: Hemtcncurics. poinr. rnomcnt. lan- guage. l ntnsl:uion. La morte, ohime, m'uccide, il tempo tutto frange: Hoggi si ride e poi diman si piange. Angelo Grillo. ( En : Claudio Momeverdi. Selva mora/e e spirítuale.) [Cuanto sigue es la «versión original» de una conferencia pronunciada en Nápolcs (lstituto Suor Orsola Benincasa) el 16 de noviembre de 1993, con ocasión del Encuemro: «L'Ermeneulica It aliana: rinessi curopei», en el que intervinieron Franco Bianco, Leo Lugarini. Mario Ruggcnini, Vincenzo Vitiello y el autor de cs1as líneas, ahora dedicadas - pues que ya no están <<aquí »- a aquellos colegas y al extrañado público: todos ellos compartieron conmigo la rara experiencia de sentirse, por una hora. siempre desplazados. aquí y ahora. Espero que en este texto no le extrañe en cambio al posible lector el hecho de que yo comience -comenzara- a hablar así:] Señoras y señores. queridos colegas y amigos: Es notorio que el tiempo viene por lo común cons id erado como acérrimo destructor de la Dirección pura cor respondencia: Félix Duque. Depaname nro de Filosofía. Universidad Aulónomn de Madrid. 211049 Campus de Canroblunco (Madrid).

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El artrculo reproduce una ponenéia napc.llitana en la que. a través de una sencilla rencxiónsobre el uso de términos ridverbiales. seadvierte de la imposibilidad de isomorría entre ellenguaje y la realidad, dados los continuos dcsplnzamicmosde perspectivas, las cuales apuntan ala rotura definitiva del ideal metafísico de la presenciocon~tante. enfocada desde una subjetividaddominante. Oc este modo. el propio «yo» quedaasinlóticnmente despla1.ado en el juego de la tiniIUddel ser y la morlalidad del hablanle.

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  • t.a(.t(l)v. Revista de Filosolla . 1994. n 8. 55-61

    Aqu y ahora, desde la hermenutica

    Resumen: El artrculo reproduce una ponenia na-pc.llitana en la que. a travs de una sencilla re-ncxin sobre el uso de trminos ridverbiales. se advierte de la imposibilidad de isomorra entre el lenguaje y la realidad, dados los continuos dcs-plnzamicmos de perspectivas, las cuales apuntan a la rotura definitiva del ideal metafsico de la pre-sencio con~tante. enfocada desde una subjetividad dominante. Oc este modo. el propio yo queda asinlticnmente despla1.ado en el juego de la tini-IUd del ser y la morlalidad del hablanle. Palabras cluvc: Hcnncnulica. purllo. inslaRie. lenguaje, traduccin.

    FLIX DUQUE1

    Abslract: This papcr 1ranscrip1s a oonfcrencc gi-ven al Naples in which. through a simple rcncction about the use of advcrbialterms. the impossibility of an isomorphy bctwcen languagc and reality is revealed. This is duc to lhe repealed pcrspccrivc shiftings. which pointlo rhc delinirive brcakdown

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    verdad. Y ello. no tanto porque con el tiempo se va diluyendo toda verdad. sino sobre todo porque en el tiempo parece imposible decir la verdad. Una simple y casi ingenua demostracin de esto podra venir dada sin ms por la lectura en alta voz del texto que, para esta ocasin. traigo aqu escr ito. Desde luego. tendr que leerles a Vds. ahora mi conferencia porque. para empezar. sigo sintiendo pudor - ms que pavor- ante el italiano directamente hablado, as, como sin partitura. Pero adems. porque en el ejercicio de extraeza - y de extranjera- que representa esta lectura (como cualquier otra) saldr a relucir, espero. toda la carga paradjica que encierra el intento de mentar directamente algo, aqu y ahora. Les ruego pues que me excusen si, sin ms prembulos, tomo ahora estos papeles y leo:

    LA HERMENUTICA, AQU Y AHORA

    Intil y desmesurado fuese tratar. aqu y ahora, de una historia de la hermenutica: de sus afanes y de sus adversarios (si es verdad que pensar es siempre pensar contra algo o alguien), de sus estrategias y contraposiciones, a fin de decir al fin lo que la hermenutica de 1erdad es, o al menos debiera ser. Same permitido en cambio arrojar, mentar aqu y ahora con toda modestia las palabras aqu y ahora. Dos palabras tan familiares corno la casa de uno: dos palabras en las que uno se encuentra zuhause, albergado ... mientras use de ella> para designar el lugar y el momento en que uno est centrado, en que se puede decir es ms bien la prolepsis, el prolegmeno de una breve alocucin que nunca ser fijada por escrito: tenemos pues una suerte de correspondencia entre un envo, cuyo sentido se cumplimentar en destino. y unas palabras que, a su vez, slo en la remisin a lo escrito y -ms o menos- conservado en la memoria encontrarn sentido. El sentido est en camino. umerwe~s. como suspendido en este movimiento de vaivn. Nunca alcanzar pues , dado que las letras - preinscripcin- y

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    las palabras -proferencia-, llegan siempre demasiado pronto o demasiado tarde para identificarse con l. Exrrao destino ste, cuando de lo que se trataba era precisamente de decir aqu y ahora>>.

    Es ms, yo no habra hablado de estas cosas s i no fuera porque, hace ya tiempo, haba ledo en la Fenomenologa hegeliana aquel famoso aserto que pareca falsarse justo al intentar verificarlo: Das !tzt ist die Naclu (G.W. 9:6432), dado que cuando se comprobaba haba que decir, por caso: /m, diesen Miuag (9:6436), como recuerda el propio Hegel cuatro lneas ms abajo de la edicin histrico-crtica. Es decir, como recuerda en otro lugar. Y despus me encontrara con un recuerdo del pasaje, pero escrito por otro autor, y con otra intencin, en distinto tiempo y lugar: un recuerdo inscrito en Die Frage nach dem Ding que yo he reledo para esta ocasin en la traduccin italiana de Vincenzo Vitiello, llamada La questione del/a cosa. En el texto de Heidegger vertido por Vi-tiello, el ejemplo reza: ora e pomeriggio (p. 63), mientras que en La pregunta por/a cosa, el ttulo de la traduccin espaola de Zoltan Szankay. se dice: ahora es de tarde (p. 36), porque en mi idioma no existe palabra equivalente a Nachmiuag (esto es, vivimos bajo otra disrribucin y medida del tiempo), y adems en ningn caso nos est permitido identificar el ahora con un perodo de tiempo, por corto que fuere: el ahora cona en espaol un amplio, extenso y especioso. de manera que slo aproximadamente podemos pensar en espaol lo que Hegel y Heidegger queran decir (por la misma razn, somos refractarios a la idea del supuesto tiempo vulgar, compuesto de una coleccin uniforme de puntos-ahora>>).

    De anloga manera inscribe Hegel en su texto un: Das J-lier ist der Baum que al punto se toma en un: Das Hier ist ein Haus (Phii. G.W. 9: 652S). Y se toma, dice Hegel. en cuanto que: !eh wende mich 11m. Advirtase que, para esa conversin, hace falta un giro: un cambio de atencin y de posicin (no de lugar): algo que Ueva tiempo. Heidegger, por su parte, dice a rravs de las palabras de Vitiello: qui e il gesso (p. 63); en el ejemplo, escritas en una hoja de papel a la que un golpe de viento desplaza de la mesa en la que yaca, junto con la tiza, y lo hace volar hasta ir a posarse a los pies de un estudiante, camino de la mensa. La estrategia montada en ambos casos es bien signifi-cativa ... y en ambos casos insatisfactoria, si la medimos desde las intenciones que respectivamente mueven a Hegel y Heidegger. En la Fenomenologa, es la Wende del /eh la que permite hacer coincidir en el Hier rbol y casa. En esta co-incidencia, los tres tm1inos han cambiado: el sujeto atento, que ha debido mirar a otro lado, y los dos objetos atendidos. Si podemos an identificarlos como tales, esto es: si podemos todava leerlos, es porque -segn Hegel- la percepcin sensible (tanto el acto como lo hecho en el acto) ha quedado conservada, y a la vez superada (en trminos hegelianos: aufgehoben) en el lenguaje, como s i en l tiempo y lugar quedaran borrados. Por eso concluye Hegel que, con respecto a la sensacin: Die Sprache ist das wahrhaftere (9:65:,) . Esto es: el lenguaje es ms conforme a verdad que la sensacin, ya que slo en l se expresa la unidad de lo contradictorio, aunque l mismo no sea todava esta unidad (tal unidad es, en verdad, inefable). En Die Frage nach dem Ding, en cambio, la verdad no es proferida por un yo, sino que est confiada, pblica y annimamente, a un papel (podramos decir que la ha escrito cualquiera: Man). Y es el elemento areo -algo que tampoco est en un lugar. como el lenguaje, sino que con sus desplazamientos da lugar- el que deposita la hoja a los pies del estudiante lector.

    Ahora bien, decamos antes que ambos ejemplos eran en el fondo insatisfactorios. Basta recordar al respecto el irnico cuadro de Ren Magritte: Ceci n'est pas une pipe, ttulo inscrito en el propio cuadro y que se niega a s mismo, pues, ya que forma parte del conjunto al que, desde el exterior, debiera dar nombre. Aunque fuera verdad que, cuando Hegel escribfa est.o, tuv iera ante s ora un rbol, ora una casa, las palabras escritas en el libro no tienen ya frente a s a esos objetos. Podramos

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    ciertamente recortarlas y pegarlas, primero eo uno, Juego en la otra. Pero en ese caso serfan frases procedentes de un libro del que ya no forman parte. Palabras fuera de contexto. Palabras, extraa-mente, citadas (al igual que yo las vengo citando). El ejemplo de Heidegger es an ms insatis-factorio, al no estar sostenidas sus palabras por La proferencia, por una enunciacin procedente de un YO. Escritas en un papel y sobre una mesa, en la que hay tambin una tiza, slo la llamada de atencin (quiz.i, apuotando con un dedo) por parte del profesor a los alumnos hace borrar subrep-ticiamente la distancia que separa a las dos cosas yuxtapuestas, permitiendo as una ilusoria identificacin. Borrando ficticiamente tiempo y espacio, se hace pasar de aqu hay un escrito que reza . a aqu hay una tiza. Por Lo dems, La objecin relativa al texto hegeliano vale para el de Heidegger. En el libro no vemos la tiza (tampoco la veramos como tal. si hubiera sido dibujada all su reproduccin bidimensional, con fines didcticos), sino que leemos palabras que hablan de ello. Palabras vertidas a otro idioma (por caso, el terso italiano de Vitiello) que me recuerdan -sin ser las mismas, ni tener exactamente el mismo referente- a las ledas en mi idioma, a partir de otra versin del originaL Un original que, justamente, podr ser conforme a origen, pero que tampoco es l mismo origen. Primero, porque cita en otro contexto palabras de un libro, alterndolas ligeramente para adaptarlas a la nueva s ituacin, a algo que a su vez (de acuerdo con las tesis de Cario Sini) remite a distintas prctcas de trato y commercum de una vida con las cosas: en un caso, forzado periodista en un caso del Bamberger Zetung, que escribe para olvidar su triste destino de galeras y ganarse una reputacin; en el otro caso, renombrado profesor y frustrado reformador poltico, que escribe esas palabras para dictarlas luego ante un pblico atento. Palabra~ que slo podrn ser a su vez ledas muchos aos despus, cuando finalizada la guerra - mas no el recuerdo de la tragedia- decida Heidegger publicar su Curso de 1936 como libro: una publicacin que obliga inmediatamente a leer las frases con otro sentido, desde otra perspectiva. En segundo lugar, porque tampoco las palabras del original hegeliano eran a su vez originales. sino meras citas provenientes, no de enjundiosos textos, sino del habla de la calle. Pero su ubicacin dentro del libro Fenome110loga del espritu cambi.a a su vez el sent ido que normal-meme pudieran tener: meras proposiciones decticas se convienen ahora en ejemplos contradicto-rios que sirven para probar la eficacia del mtodo dialctico en general. y la superioridad del lenguaje frente a la intuicin sensible, en particular.

    De seguir las distinciones de Jakobson en su On translarion de 1959. los diversos casos de re-misiones, de tra-ducciones hasta aqu considerados se agruparan de la siguiente manera: 1) los trminos de Hegel, vueltos a definir segn contextos, y dentro de la misma lengua, podran verse como un ejemplo de rewording o traduccin intralngual; 2) Jos trminos de Hegel o Heidegger, vertidos al italiano o al espaol, se dejaran encuadrar muy bien en la traduccin imerlingual; 3) la traslacin a signos lingsticos de signos no lingsticos, como el rbol o la tiza (que deben ser considerados como signos, desde el momento en que se pone entre parntesis su real idad de cosa para verlos exclusivamente como ejemplos ilustrativos de una teora), quedara encuadrada dentro de la traduccin imersemi6tca, o transmutation. Advirtase. con todo, que un cierto prejuicio realista>> lleva a Jakobson a considerar la transmutaton como paso de signos lingsticos a no lingusticos (conos, al parecer ms cercanos a las cosas), mientras que Hegel procede al revs. Queda un cuarto caso, no contemplado por Jakobson, y que yo considero en cambio el ms importante, hasta el punto de que englobara a los dems. Viene ilustrado por el uso que Heidegger hace de los ejemplos de Hegel, y que yo mismo he hecho luego de ambos. Yo denominara a esta traduccin: intertextual o, con mayor propiedad, hermenwca. Puede ser a su vez implcita (un texto pasa subrepticiamente a otro, como s formara parte de ste: tal el uso de Heidegger de los ejemplos

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    fenomenolgicos), o explcita (el texto, entrecomillado, queda inseno en otro como un cuerpo extrao, como una cita). La traduccin implcita hace resaltar per absentiam, paradjicamente, la continuidad de lugares comunes o tpoi que atraviesan las pocas y garantizan la existencia de un corpus coloctivo de problemas. Con ciena precaucin, yo dira que este proceder es semejante al propuesto por Vincenzo VitieUo como topologia del/a sroria. En cambio, la traduccin -o mejor, traslacin- explcita de pasajes citados hace resaltar en el tejido textual incrustaciones procedentes de un aquf y ahora distinto al del texto: muestran la opacidad e infranqueabilidad de una distancia, haciendo convivir tiempos y lugares distintos. La traslacin hermenutica explcita puede considerarse pues como una tra-duccin histrica. Bien se ve que, una vez descanado el prejuicio holista, segn el cual -en el caso de la traduccin intralingual- un pasaje se explica por otros dentro de un mismo corpus pretendidameme clauso y circular (como exotricamente pareca creer Hegel de su sistema), la constante Bedeutungsl'erschiebung de los trminos hegelianos ha de en-tenderse como ejemplo de traduccin hermenutica implcita o topolgica. Para el caso, que sea el mismo autc>r u otro el que interprete intemame/1/e los trminos mentados no constituye una dife-rencia decisiva. Lo importante es que esos trminos se ven arrastrados a una danza, una semeiosis infinita que slo puede ser detenida - verdadero cogito inrerruprus- por la irrupcin de la cita, de la traslacin histrica. Esta produce una interferencia, un cortocircuito en el texto que deja ver lo que l, en verdad, ya de s iempre era: una coleccin de inscripciones en ltima instancia irreducti-bles, opacas unas a otras. Pues bien, la cita de todas las citas, el lucus a 11011 lucendo desde el que se diseminan los distintos lugares que forman la transposicin de trminos -constitutiva en ltima instancia de un texto-, es el nombre propio del autor: un aqu y , pero no se dice). Es lo que resta. el residuo o desecho del lenguaje (considerado como una hueste mvil de remisiones). En tomo a ese cardo intraducible, pero que permite toda traduccin. lo intrasladable kat' exochn, gira toda posibilidad del decir o del mentar. El nombre propio est inseno en el lenguaje como un cuerpo extrao (como un cuerpo muerto, inmvil), sin poder ser dicho -esto es: descrito, explicado. en suma: trasladado, trans-puesto- por l. Segn lo dicho, bien se ve que, una vez descanado el prejuicio que considera a los lenguajes como sistemas cerrados y aislados unos de otros -con lo cual, toda traduccin habra de ser vista como algo inexplicable, milagroso: un hecho sin razn, un literal sinsentido-, la traduccin imerlingual ha de ser tratada como un ejemplo (desde luego, no exhaustivo) de traslacin hermenutica histrica. Un libro traducido a otro idioma no es sino una gigantesca cita en la que las comillas estn de ms, siendo su funcin perfectamente sustituida. en unos casos por la introduccin o el prlogo, y siempre por la aparicin de nombres propios ajenos: el nombre del traductor y de la editorial, el lugar y la fecha, verdaderos Stellvertreter del texto original, des-plazado en un nuevo aqu y ahora>> que guarda las distan-cias, que impide la identificacin entre el sentido y la letra: que impide, en una palabra, la creencia ingenua en la verdad.

    Resta el caso jakobsiano de la traduccin impropia, imersemitica. Pero basta parar mientes en lo ya dicho para apreciar que la insercin inasimilable del nombre propio del autor o del tra-ductor constituye el paradigma de esa trans-posicin de signos lingsticos a un signo no-lingstico: el Nombre. umbral o puena del lenguaje (por eso aparece en la portada o prtico de la obra), pero inasimilable dentro del movimiento lingstico: el Nombre es as el verdadero molar inm6vil del lenguaje, el representante muerto delthes arrets. Ya HOlderlin aludi en Mnemosyne a esta ex-traa y fantasmtica figura que somos cada uno de nosotros: Ein Zeichen sind wir, dewungslos. El Nombre, desecho del lenguaje, es la condicin de posibilidad de los hechos lingsticos. Lo que

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    permite el juego de interpretaciones y traslaciones es aquello que se retira de todo juego: individuum ineffabile. Podemos repetir todo lo que ha dicho Hegel, bien editando sus obras, bien traducindolas (dos casos de lo Mismo, ya que e l lenguaje original se ve siempre desplazado: incluso la lectura de una editio princeps ha de contar con la deriva - y lenguaje, como por lo dems tampoco otras lenguas presentan tal distincin fuera de un uso forzado, reflexivo (como el que estoy haciendo yo, aqu y ahora). Este uso comn de Sprache, linguaggio, lenguaje apunta desde Juego al hecho de que las lenguas no son especies de un gnero (no hay lenguaje en general}, ni tampoco son reductibles a una suerte de Ursprache, una lingua adamica (luego chovinistamente identificada p.e. con el hebreo o con el Hochdewsch). La distincin hegeliana entre Meynen y Sprechen (entre mentar y hablar) es interna a la Sprache (al habla o lenguaje: a ste determinado, sea el alemn, el italiano o el espaol). Son las mismas

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    palabras las que, sacadas de quicio, fuera de su contexto habirual, alcanzan un sentido distinto, al ser cercadas por otras palabras que han sido a su vez desplazadas. y casi diramos manipuladas. Y digo . supuestamente puros, eran a su vez depuraciones procedentes de contextos cotidianos (p.e. Se in . Werdtn, EIIVas. ere.) o cientficos, ranro de la ciencia natural (p.e. Repulsion, Kraft, Anzahl, Knotenlinien, etc.) como de las despus lla-madas Ciencias del espritu (p.e. Freihei1. Erkennen. das Gure). Depuraciones que, investidas del brillante significado c o tico-polticos eleva a la~ ciencias correspondientes al estadio filosfico.

    Dnde est el origen? Por dnde debe hacerse el inic io de la Ciencia? S i Hegel pretende que ste se haga por el ser, ese arbitrio (as lo llama l mismo) se debe a que la conciencia-lector inicial presupone en su inconsciente (ese pozo de aguas sombras) todo un caudal de conocimientos sidos, que luego va laboriosamente recordando. interiorizando justa y paradjicamente segn los va sacando metdicamente a la luz Ahora bien, dnde est. el mtodo? O, en nuestro caso: dnde est el lenguaje? El mtodo, el lenguaje se expone en ese proceso incesante de exteriorizacin-interiorizacin: no est fuera de la Ciencia. no est. fuera de esta lengua determinada. No hay punto cero del lenguaje. ni de la escritura. No es posible partir de la diccin de aqu y ahora, sino slo de su mencin. Esos trminos son verdaderos rermini a parte ame del lenguaje. Pero sin su pre-suposicin tampoco habra lenguaje. Y es que el mtodo no va explicando de mejor modo cosas ya dichas: lo que l despliega en verdad es el inefablt borde de los tiempos y lugares. Un borde en el que ya de antemano estn todos ellos im-plicados. Un pliegue o Zwiefalr (si queremos decirlo con Heidegger). Tomar conciencia de esta herida o hendidura (no tamo Lo palabra hendida cuanto la hendidura de la palabra). abrirse a esta quiebra oc-cidental desde la que todo alcanza orientacin, es saltar de una consideracin dialctica a la constelacin explcirameme hermenutica (originaria alusin al Pliegue del Origen}. El lenguaje es la guarda de lo indecible. del indil'iduwn inasimilable: neurrum como el Dasein heideggeriano. Dasein, ellugarrenieme deuumgslos de Niemand. Hcrmcs, en sus continuos desplazamientos, guarda en su corazn a Hestia, el fuego del hogar: un fuego inhspito. tm-heimlich, que permite hacer de cada lenguaje la casa del ser.

    Aquf y ahora, eso es lo que puedo decir yo de la hermenutica. O bien, con todo rigor: La hermenmica: Aqu y ahora: Eso es lo que puede memar: yo.>>

    (Se1Hiembre de 1994)