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Los cuidados de larga duración para personas mayores efectuados en la esfera del hogar en un contexto de crisis económica. Estudio cualitativo para el Área Metropolitana de València. Documento para su presentación en el IX Congreso Internacional en Gobierno, Administración y Políticas Públicas GIGAPP. (Madrid, España) del 24 al 27 de septiembre de 2018. Óscar Muñoz González Facultat Ciències Socials, Universitat de València [email protected] ; [email protected] Josep V. Pitxer i Campos Departament d’Economia Aplicada, Universitat de València [email protected] Resumen: El presente texto versa sobre el trabajo de cuidados de larga duración para personas mayores y/o en situación de dependencia efectuado en la esfera del hogar en un contexto de crisis económica para el Área Metropolitana de València (en adelante, AMV). Se abordan los cuidados informales, esto es, los cuidados efectuados por familiares o su entorno; los cuidados remunerados en la esfera del hogar, un trabajo donde predominan las mujeres inmigrantes, especialmente de América Latina, y que se engloba mayoritariamente dentro de la economía informal; y los cuidados provistos por la Administración Pública, en concreto, el Servicio de Ayuda a Domicilio de titularidad pública y que forma parte de los servicios sociales 1

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Los cuidados de larga duración para personas mayores efectuados en la esfera del

hogar en un contexto de crisis económica. Estudio cualitativo para el Área

Metropolitana de València.

Documento para su presentación en el IX Congreso Internacional en Gobierno,

Administración y Políticas Públicas GIGAPP. (Madrid, España) del 24 al 27 de

septiembre de 2018.

Óscar Muñoz González

Facultat Ciències Socials, Universitat de València

[email protected]; [email protected]

Josep V. Pitxer i Campos

Departament d’Economia Aplicada, Universitat de València

[email protected]

Resumen:

El presente texto versa sobre el trabajo de cuidados de larga duración para personas

mayores y/o en situación de dependencia efectuado en la esfera del hogar en un

contexto de crisis económica para el Área Metropolitana de València (en adelante,

AMV). Se abordan los cuidados informales, esto es, los cuidados efectuados por

familiares o su entorno; los cuidados remunerados en la esfera del hogar, un trabajo

donde predominan las mujeres inmigrantes, especialmente de América Latina, y que se

engloba mayoritariamente dentro de la economía informal; y los cuidados provistos por

la Administración Pública, en concreto, el Servicio de Ayuda a Domicilio de titularidad

pública y que forma parte de los servicios sociales generales, pudiendo prestarse por la

misma Administración o bien por organizaciones, tengan o no afán lucrativo.

Palabras clave: cuidados; trabajo de cuidados; cuidados informales; cuidados

remunerados; servicio de ayuda a domicilio

1. Introducción

La sociedad está cada vez más envejecida1 y es mayor el número de personas que

necesitan el soporte de otra u otras personas para cubrir sus cuidados. La esperanza de

vida en aumento, las bajas tasas de natalidad (y su consiguiente estructura de la

1 El porcentaje de población mayor de 65 años, que actualmente se sitúa en el 18,2% pasaría a ser el 24,9% en 2029 y del 38,7% en 2064. Disponible en http://www.ine.es/prensa/np870.pdf

1

pirámide poblacional en forma de “hongo” o pirámide regresiva); la incorporación de la

mujer al mercado de trabajo y los cambios en sus expectativas profesionales/laborales;

las modificaciones en las estructuras familiares y en los modelos de hogar2, así como la

permanencia de un Estado del bienestar de corte mediterráneo, en el que sigue gozando

de enorme peso la familia y cuenta, además, con escasos recursos sociales, dan pie a lo

que viene a denominarse crisis de los cuidados. Una crisis que exige una respuesta por

parte de las familias, el Estado, el mercado y la sociedad civil. Por parte de la

Administración Pública central se aprobó la Ley de la Dependencia (2006) (en adelante,

LAPAD), norma que venía a cubrir este nuevo riesgo social, los cuidados, y que como

dice la misma es “uno de los principales retos de la política social”. Sin embargo, hoy

en día no parece que haya conseguido los objetivos inicialmente planteados, en parte

por falta de voluntad política, en parte por la crisis económica y sus recortes, y que

coincidió con la puesta en marcha de la Ley.

Ante esta situación crítica nos planteamos explorar tres modalidades de cuidados, todos

ellos efectuados en el seno del hogar. Por ello, haremos referencia a los cuidados

informales, es decir, los cuidados provistos por familiares y/o su entorno en la esfera

mentada, y observar quién cuida, por qué cuida, y sus consecuencias en su dimensión

laboral; los cuidados remunerados, donde hay un predominio de población inmigrante,

especialmente de países de América Latina (aunque también hay presencia de mujeres

procedentes de Europa del Este), que abandonan su país y que acaban recalando de

forma mayoritaria en el sector de los cuidados; y por último, el Servicio de Ayuda a

Domicilio (en adelante, SAD) de los servicios sociales generales locales, un servicio

profesionalizado y de externalización del cuidado, prestándose en la esfera hogareña. El

SAD, asimismo, puede ser provisto por las mismas Administraciones Públicas, sea

directamente a través de personal propio, sea a través de empresa pública, o bien puede

externalizarse en favor de empresas mercantiles u organizaciones del Tercer Sector.

Las hipótesis de partida son varias. En primer lugar, y para los cuidados informales, se

partió de la hipótesis de que la crisis económica iniciada a finales del 2007 ha exhortado

el trabajo de cuidados en el ámbito doméstico, dado que una parte de las familias habían

perdido sus empleos, y por tanto, se propició la refamiliarización de los cuidados, donde

2 Según el INE, en el año 2016, los hogares de 1 persona eran 4.611.129; para el año 2031 se espera que ésta aumente a 5.522.762. Disponible en http://ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176954&menu=ultiDatos&idp=1254735572981

2

las principales protagonistas siguen siendo las mujeres. Esto, a su vez, comporta que las

familias traten de alguna manera de conciliar trabajo productivo y trabajo reproductivo/

de cuidados. En segundo lugar, y para el caso de los cuidados remunerados en la esfera

del hogar, estos han sido desempeñados durante las últimas décadas por mujeres

inmigrantes, especialmente latinoamericanas. Pero a partir de la crisis económica,

además de la refamiliarización que mencionábamos en líneas previas, alentando el

cuidado informal, se ha generado una doble tendencia: por un lado, la vuelta parcial de

la mujer autóctona a trabajos de cuidados remunerados (o (re)nativización), y por otro,

una pauperización de las condiciones laborales de las cuidadoras remuneradas, tanto

nativas como inmigrantes. Y en tercer lugar, y adentrándonos en el SAD, servicio de

proximidad y de apoyo a otros modelos de prestación del cuidado, estamos ante un

servicio profesionalizado de cuidados, y la hipótesis es que las condiciones laborales de

las auxiliares de ayuda a domicilio de un sistema de titularidad y prestación pública son

mejores que las de aquéllas que están externalizadas en favor de empresas mercantiles o

de organizaciones del Tercer Sector, o en general, de un SAD privado.

La metodología empleada en este trabajo ha sido cualitativa, con la revisión de literatura

especializada y la realización de 81 entrevistas semiestructuradas en profundidad (ver

anexo 1), además de una entrevista grupal a 7 cuidadoras remuneradas. Para cada fase,

que coincide con cada uno de los tipos de cuidados en la esfera del hogar que hemos

planteado, se eligió a aquellos testimonios privilegiados que pudiesen arrojar luz sobre

los objetivos y corroborar las hipótesis. Así, para los cuidados informales, se contactó

con 11 personas, mayoritariamente trabajadoras sociales del AMV, con amplios

conocimientos sobre la realidad a tratar, y especializados en materia de dependencia.

Mientras, para los cuidados remunerados, fueron 12 los informantes clave, a las que se

unieron 24 entrevistas a cuidadoras remuneradas, 14 de ellas inmigrantes y 10

autóctonas. Estuvo acompañada esta técnica con una entrevista grupal a 7 cuidadoras

remuneradas pertenecientes a la federación correspondiente del sindicato Comisiones

Obreras. Por último, y para el SAD, fueron 10 las trabajadoras sociales entrevistadas de

algunas Corporaciones Locales del AMV, a dos fundadores de la primera empresa

prestataria del servicio en la capital valenciana, a la patronal – Asociación Empresarial

de Residencias y Servicios a Personas Dependientes de la CV (AERTE) – y a tres

representantes de los dos sindicatos más representativos – CC.OO y UGT–; se le

agregaron 8 entrevistas a auxiliares de ayuda a domicilio, que sirvió para conocer el

3

desempeño de sus funciones o tareas, así como las condiciones laborales en cada uno de

los modelos prestatarios. Tras un primer contacto telefónico de presentación donde se

les exponía los objetivos de la investigación, hubo posteriormente un encuentro donde

se realizó la entrevista, que fue grabada para su posterior transcripción. A las personas

entrevistadas se les garantizó el anonimato y la confidencialidad.

Siguiendo la misma lógica de estructura en cuanto a modalidades e hipótesis, el texto se

estructura en una primera instancia en los cuidados informales, para seguir con los

cuidados remunerados en el seno del hogar, sea por mujeres inmigrantes, sea por

mujeres autóctonas, y continuar, en tercer lugar, con el SAD. Finaliza con un apartado

de conclusiones y propuestas.

2. Los cuidados informales o provistos por familiares y su entorno

Entendemos como cuidado informal el efectuado por las personas que forman parte de

la red de la persona cuidada: familiares, amigos y/o vecinos (Rogero-García, 2009: 38).

Con esta primera consideración, de entre las primeras cuestiones planteadas a los

testimonios privilegiados constaba la pregunta acerca de la modalidad de cuidados más

empleada, obteniendo como contestación que la predominante era el cuidado familiar,

no sólo para personas mayores sino también para personas en situación de dependencia,

como por ejemplo para aquellos que padecen un ictus3, alzhéimer o han tenido un

accidente (sea de tráfico, laboral…). En cuanto quiénes son los cuidadores dentro de la

familia, nos encontramos con una variedad de opciones dentro del ámbito de la familia:

parejas o cónyuges, madres de la persona afectada, hermanas si las hubiere, o incluso

miembros de la familia política (especialmente, nueras)…En el supuesto de menores de

edad, coinciden en que es la madre la encargada del cuidado, entre otros motivos,

esgrimen, porque no hay recursos para estas edades. Esta afirmación de que la familia es

la principal prestadora de cuidados es conforme a otros estudios, como por ejemplo el

de Ruiz-Robledillo y Moya-Albiol (2012).

P: ¿Cuál dirías que es la modalidad de provisión de cuidados más empleada?

R: La del ámbito doméstico por familiares...Primero el apoyo familiar...

(Trabajadora social de una localidad del AMV)

3 Los dos representantes de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València manifiestan que la edad a la que se puede padecer un ictus ha bajado como consecuencia de la crisis económica, por factores tales como el estrés.

4

R:...”¿Qué es lo que querría yo si me ocurriera a mí? pues yo en un principio, no

quiero salir de mi casa, yo quiero que me cuiden en mi casa, que me cuiden en

mi casa, dentro de las posibilidades que tenga en mi casa...no sacarme de mi

entorno, de mi entorno natural...” (Trabajadora social de una localidad del AMV

y profesora de la Universitat de València)

Y si decíamos que la familia es la primera modalidad escogida de entre todas las

existentes, la principal protagonista, como vemos, es la mujer, con unas tareas de

cuidado que se dan por naturalizadas y asociadas al género femenino. El trabajo

reproductivo, según Carrasquer et al. (1998: 96) tiene entre sus actividades aquéllas

cuya finalidad son la atención de cuidado del hogar y la familia, y este trabajo

reproductivo ha sido tradicionalmente asignado a la mujer. Así, se ha creado un

imaginario en el que la mujer es la actora principal de los cuidados (Badgett y Folbre,

1999; Carrasco, Borderías y Torns, 2011: 72). Como subraya Durán (2018: 200) y

según las encuestas de usos del tiempo, el 80% del cuidado lo hacen las mujeres.

Del mismo modo, los informantes clave fueron preguntados por los factores que

provocan la elección de una u otra modalidad. El principal factor es el económico, es

decir, el poder de compra suficiente para mercantilizar el trabajo de cuidados en la

esfera del hogar o, en menor medida, la institucionalización en residencias o centros de

día.

R: La capacidad de decidir...o sea, el decidir qué quieres para tu persona

dependiente o tú, como persona dependiente, qué quieres...o sea, tú puedes elegir

si tú tienes capacidad económica, tú puedes elegir dónde estar... (Trabajadora

social de una localidad del AMV).

R: “Los factores o motivos que actúan o influyen principalmente son los

económicos…” (Representantes de uno de los sindicatos más representativos).

A la par que la capacidad de compra de servicios de cuidados, aparece el factor cultural,

en la que la familia, y más concretamente la mujer, es la encargada de la prestación de

cuidados. Todo esto acompañado de una falta de recursos o servicios sociales, que es

una de las características del Estado del bienestar mediterráneo.

R: “…luego está también este tema cultural de «no voy a abandonar a mi

marido, dejarlo, porque no quiero que piense la gente de que mi marido se está

5

quedando en un centro y...», que eso nos ha pasado. Esto pasa menos en la

ciudad, porque en la ciudad prácticamente no conoces al vecino de al lado, pero

la gente vive en localidades más pequeñas, te conoce todo el pueblo. «Tú,fixa´t

Pepita que ha deixat al seu home4»"(Terapeuta ocupacional y corresponsable de

la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València).

R: “…Pero la mujer, tradicionalmente ha cuidado siempre, entonces, eso ya

digamos, es como una obligación que nos cae...sobre todo, yo estoy muy

acostumbrada a ver familias que tienen varios hermanos y es la hermana la que

cuida a los padres” (Trabajadora social en Asociación Valenciana de

Dependientes y Cuidadores).

¿Qué influencia tiene el cuidado informal efectuado mayoritariamente por mujeres? Una

de las repercusiones más notables se halla en su vertiente laboral. Y es que desarrollar

un trabajo de cuidados en favor de algún familiar conlleva una reducción del tiempo que

pueden destinar al trabajo productivo o mercantil. Por consiguiente, suelen ser

frecuentes entre las mujeres los casos de reducción de jornada, acogimiento a empleos

de tiempo parcial, jornadas atípicas, y en otros casos, donde la dependencia de la

persona cuidada es más severa, el abandono del empleo5. También se contempla la

posibilidad del despido, más si cabe, con la crisis económica. Además, otro efecto no

menos importante es la falta de capacidad para la promoción profesional. Y todo esto se

produce especialmente en aquellos hogares con menor capacidad económica, al no

poder mercantilizar los cuidados.

R:“Hay muchos cuidadores que o han renunciado a un trabajo, por ejemplo, hay

muchas cuidadoras que han estado, por ejemplo, trabajadoras o empleadas del

hogar, o empleos menos cualificados, que han tenido que dejar su trabajo porque

el pagar un centro de día o el pagar a una persona que le cuidara a su enfermo

era más caro que los que ellos estaban ganando (…) ahora se lo han dejado

porque han caído en el paro, pero ya no pueden buscar porque están como

cuidadores.” (Trabajadora social de la Asociación de Familiares de Enfermos de

Alzhéimer de València).

4 “Tú, fíjate, Pepita, que ha dejado a su hombre/marido”.5 Según el Informe Adecco, 2018, Discapacidad y familia. Inactivo por cuidar de personas con discapacidad, según la EPA, en el periodo 2012-2017, el número de personas que han dejado su empleo para cuidar a personas dependientes se ha incrementado un 2.3%, de 526.700 a 538.900 personas.

6

R: “…son despidos. Son despidos. O ella renuncia. Ellas abandonan...«no, es

que he tenido que dejar el trabajo por mi madre». «Es que yo no puedo trabajar

con mi hijo». Son ellas, siempre son ellas (Trabajadora social localidad del

AMV y profesora de la Universitat de València).

Todo esto tiene una repercusión a más largo plazo, puesto que el hecho de no tener un

empleo lleva aparejada la falta de contribución a la Seguridad Social, afectando, por

tanto, también a sus futuras pensiones, lo que ahonda en la precarización de la pobreza

femenina (Martínez Riera, 2003: 132), y/o en la dependencia económica si hubiese

cónyuge.

Los pesos relativos de cada uno de los actores partícipes en la provisión del cuidado fue

otra de las preguntas realizadas. Todos los testimonios privilegiados afirmaban que se

había producido una refamiliarización de los cuidados (Muñoz y Pitxer, 2016: 114),

entre otros motivos porque, como consecuencia de la situación de desempleo de los

miembros de la familia, habían tenido que prescindir de los servicios de la

persona/cuidadora que tenían a su disposición, o bien producirse la

desinstitucionalización de los mayores de sus residencias (Deusdad, Comas-d’Argemir,

y Dziegielewski, 2016: 247). De este modo, con el dinero de la pensión con la que

hacían frente al pago de la cuidadora remunerada, la residencia o el centro de día, las

familias podían hacer frente a los gastos de la economía doméstica. Otra consecuencia

derivada de la crisis económica – y que no se había planteado inicialmente como

hipótesis –, es el retorno parcial de población autóctona a los cuidados remunerados en

la esfera del hogar (García Sainz (ed), Santos y Valencia, 2011: 24; Muñoz y Pitxer,

2016: 114). Por último, al carecer de recursos sociales públicos suficientes, ha habido

familias que han decidido constituirse en Asociaciones, englobadas en el Tercer Sector

de Acción Social.

En definitiva, estamos ante un trabajo desarrollado dentro de la esfera del hogar,

feminizado, no remunerado y con escasa valoración social, todo y ser el garante del

bienestar de las personas cuidadas. Además, se trata de un trabajo muy absorbente y que

puede dar lugar a episodios de soledad, abandono, retiro de la vida social y laboral,

agotamiento e incluso enfermedades (Durán, 2018: 351).

3. Cuidados remunerados en la esfera del hogar

7

Otra de las modalidades de cuidados es la efectuada por personas ajenas a la familia que

son contratadas por las personas mayores y/o en situaciones de dependencia o sus

familias para que se encarguen de los cuidados de estos. De forma mayoritaria este

trabajo es desempeñado por mujeres inmigrantes dentro de la economía informal,

especialmente de América Latina, que migraban a Europa en busca de mejores

oportunidades de vida, tanto para ella como para sus familiares, que se quedan en su

país de origen. Aquí entraría la internacionalización del cuidado, donde mujeres de

países del “Sur” acuden a países desarrollados del “Norte” para desempeñar tareas de

cuidados, especialmente para personas mayores, dejando a sus hijos a cargo de

familiares o incluso recurriendo a la contratación de cuidadoras remuneradas. Es el

fenómeno conocido como “cadenas globales de cuidados” (López Gil y Pérez Orozco,

2011: 28). Al mismo tiempo, Bettio, Simonazzi y Villa (2006: 272) han calificado a

estas trabajadoras/cuidadoras como “migrantes en la familia”, rasgo característico de los

países del Sur de Europa (King y Zontini, 2000: 46). Diferentes autores/as han tratado

este tipo de trabajo de cuidados remunerados por inmigrantes: Anderson (2000),

Parreñas-Salazar (2001) o Lutz (2002) en la esfera internacional, mientras que en

España destacan algunos como Colectivo IOE (1991, 1999, 2006), Oso (1997), Parella

(2003), Pla et al. (2004) Caixeta et al. (2004), Martínez Buján (2010), García et al.

(2011, 2014), Durán (2012), Arango, Díez Gorfinkel y Moualdhi (2013), Bianchi

(2014), Nogueira y Zalacain (2015) o Acosta González (2015). Algunos de estos

trabajos ya coinciden con la Gran Recesión.

Con todo, y como consecuencia de la crisis económica hay varios resultados que pueden

destacarse. Una de ellas es la pérdida de la capacidad de negociación de las cuidadoras

remuneradas, y es que en las relaciones laborales se dan estas relaciones asimétricas,

con un poder superior de negociación por parte del empleador/a. Pero en el caso de las

cuidadoras resalta aún más, deducimos que por su género, por su nacionalidad y por su

clase social (Parella, 2003: mujer, inmigrante y trabajadora). Pues bien, dada la crisis

económica su capacidad de negociación se ve todavía más limitada, dado que en los

casos en los que quieren negociar algunas de sus condiciones laborales, obtienen como

respuesta que “pueden coger a otra persona”. Así lo manifiestan todas las entrevistadas

y los testimonios privilegiados: antes de la crisis tenían cierto margen de decisión y si

no estaban contentas con su puesto de trabajo (o con la oferta de trabajo) tenían

suficientes oportunidades laborales como para buscarse otro empleo, mientras que con

8

la crisis han cambiado las tornas y no tienen ese poder de negociación, so pena de ser

despedida.

La crisis económica ha traído consigo otra consecuencia destacable: el retorno parcial

de población española al trabajo de cuidados (Muñoz y Pitxer, 2016: 114; Martín

Palomo, 2018: 44). Así, mujeres que se quedaban sin empleo como consecuencia de la

crisis, entraban en el mercado laboral de los cuidados, debido a la falta de oportunidades

laborales. Esto corrobora la hipótesis que supuso una sospecha en la primera etapa del

trabajo de campo – dedicado a los cuidados informales –. Por tanto, además de las

inmigrantes que trabajan principalmente en el trabajo de cuidados, hay, por un lado,

mujeres españolas que trabajaban antes de la crisis en los trabajos de cuidados, y

mujeres españolas que se integraban en el mercado laboral de los cuidados al quedarse

en situación de desempleo y no existir oportunidades laborales en otros sectores. Del

mismo modo, la crisis económica ha afectado a las cuidadoras inmigrantes, puesto que

algunas han tenido que aceptar peores condiciones laborales, especialmente salariales,

retornar a sus países de origen, o incluso la remigración dentro de la geografía española

o fuera de ésta.

Entrando en las trayectorias vitales de las mujeres inmigrantes, suelen coincidir en

algunos aspectos. Migran porque buscan mejores condiciones de vida tanto para ellas

como para su familia, ancladas en su país de origen, aunque los desplazamientos no sólo

se producen por factores económicos sino que también se incluyen factores sociales e

institucionales que pueden ser causantes de la migración (Ayuso y Pinyol, 2010: 12-13).

En primer lugar, para poder migrar necesitan de dinero para poder hacer frente no sólo

al viaje sino también para la entrada en el país de destino, así como para el pago del

alojamiento si no lo hubiesen conseguido a través de las redes migratorias. Para ello

recurren a préstamos entre familiares y amigos en su país de origen, que deberán ser

devueltos paulatinamente a medida que vaya obteniendo rentas en el país de destino

(Bianchi, 2014: 177). Otro inconveniente, además de la entrada, es que, como entran

mayoritariamente con el visado de turista, sólo pueden estar un tiempo determinado, y

pasados los 90 días se convierten en inmigrantes “sin papeles”, tónica habitual. Otro

hándicap con el que se tropiezan es la convalidación de sus títulos en el país, lo que da

lugar a que no puedan ocupar un trabajo acorde a su cualificación profesional. Y por

último, está el problema de tener un contrato de trabajo para poder disponer del permiso

de residencia, regularizando su situación en España.

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Los puestos de trabajo que ocupan la mayoría de inmigrantes latinoamericanas cuando

llegan a España son en el trabajo de cuidados (Martínez Buján, 2010; Oso, 2010;

Campani, 2014) y en la limpieza, fundamentalmente. Muchas de ellas, recién llegadas,

entran a trabajar como internas, lo que les asegura trabajo, alimento, alojamiento y se

sienten más protegidas por posibles inspecciones que pudiesen revelar su situación de

irregularidad. Dentro del trabajo doméstico y de cuidados podemos diferenciar

diferentes modalidades: interna6, externa a tiempo completo, externa a tiempo parcial

(sea de mañanas o sea de tardes), por horas, de “reemplazo”…

Asimismo, en las siguientes líneas atenderemos a las condiciones laborales a las que

están sujetas, y que se alejan de lo previsto en el Real Decreto 1620/2011, de 14 de

noviembre, por el que se regula la relación laboral de carácter especial del servicio del

hogar familiar, pudiendo abordar aspectos como la localización, la jornada laboral, los

días libres, las vacaciones, la remuneración…entre otras cuestiones. En este supuesto

vamos a centrarnos en el estudio realizado a cuidadoras remuneradas en el ámbito

doméstico, con independencia de su nacionalidad, para el AMV, llevado a cabo en el

periodo comprendido entre el 2015 y el 2016, con la crisis económica de telón de fondo.

En cuanto a la localización, ésta se sitúa en el domicilio de la persona receptora de

cuidados. Ahora bien, aunque pueda parecer que es un trabajo poco visible, no lo es

tanto, debido a que son frecuentes algunas actividades como los paseos con la persona

cuidada, acompañamientos a médicos, acudir a la farmacia, hacer la compra….Por

tanto, no es un trabajo tan invisible.

Su jornada laboral dependerá de la modalidad. Las internas están todo el día en su

puesto de trabajo (eso no significa que en todo momento estén haciendo tareas, pero

están en situación de vigilancia: lo que se denomina passive care, (Folbre, 2005, en

Carrasco, Borderías y Torns, 2011: 797). Las externas a jornada completa se diferencian

de las internas en que no hay pernoctación en el domicilio de la persona mayor o en

situación de dependencia; por otro lado, están las externas a tiempo parcial, que pueden

desempeñar su trabajo por las mañanas o por las tardes (en algún caso, hay algún turno

6 En la modalidad de interna todas las entrevistadas eran inmigrantes, a excepción de dos españolas.

7 Según Durán (2018: 384) “el trabajo de cuidado es en muchos casos un trabajo de disponibilidad más que de intervención activa…”. Según nuestro estudio esta situación no es del todo correcta, pues sí que tienen que realizar multitud de actividades o tareas a desempeñar, todo y que exista ese tiempo de passive care.

10

nocturno); y las de jornada por horas, donde sí se establece de forma diáfana cuál es su

jornada laboral.

Las actividades que realizan son ingentes, tales como levantar a la persona cuidada,

preparar (y en algunos casos, dar) el desayuno, la comida, la merienda, la cena, limpiar

el domicilio, fregar los platos, planchar, visitas a la farmacia, a los centros médicos, a

hacer la compra, acostar a la persona….Es una “chica para todo”. Esto tiene lugar

especialmente en las trabajadoras internas y en las externas a tiempo completo. A

medida que se van reduciendo las horas, quedan más definidas qué tareas o actividades

tienen que desempeñar.

Para el caso de las internas, éstas no suelen disponer de sus días libres, lo que hace que

las jornadas se alarguen eternamente, y se traducen en dosis elevadas de dureza, tanto

física como emocional y desgaste mental. Lo habitual no es disponer de su día y medio

de descanso.

Las vacaciones es otra de las obligaciones legales que no cumple el empleador. No

suelen tener vacaciones remuneradas. Si quieren disponer de sus treinta días tienen que

buscar de entre su red de contactos para que alguna amistad/compañera le sustituya.

Pero el dinero que debería percibir por ese mes de vacaciones irá destinado al pago de la

cuidadora que ha buscado como sustituta. Ésta es la modalidad que ellas denominan “de

reemplazo”.

Tampoco suelen tener contrato ni alta en la Seguridad Social, de ahí que digamos que

estamos ante un trabajo que se ejerce dentro de los márgenes de la informalidad. De las

24 entrevistas efectuadas sólo dos tenían contrato de trabajo y alta en la Seguridad

Social. Esta decisión depende del empleador/a, pues ellas, especialmente las

inmigrantes, sí que desean tener contrato para tener los papeles “en regla” (permiso de

residencia) y cotizar al régimen de empleada de hogar. Desde los sindicatos y algunas

cuidadoras reivindican no sólo el tener contrato y alta, sino también que la ley se

modifique y se les genere el derecho a prestación por desempleo cuando ha terminado la

relación laboral8. En este sentido, el motivo principal por el que se extingue la relación

laboral es por el fallecimiento de la persona cuidada o porque se le institucionaliza. Así

pues, su relación contractual sería lo más parecida a un contrato por obra o servicio

determinado. 8 En el año 2011 la OIT aprobó el Convenio 189 y la Recomendación 201 sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos. España no lo ha ratificado a día de hoy.

11

Su remuneración suele rondar los 700€ para el caso de las internas, tanto para

inmigrantes como para autóctonas. De entre las entrevistadas, declaran que es mucho

más ventajoso trabajar de externas a tiempo parcial porque, trabajando dos turnos,

obtienen unos salarios mucho más ventajosos, cercanos a los 1000€. Atendiendo a la

remuneración por horas, la Encuesta de Presupuestos Familiares indica que el 40% de

los hogares abonan por el servicio doméstico de 8 a menos de 10€. En nuestro caso,

hemos podido comprobar que esta situación no es generalizable. En el caso aquí

estudiado hemos visto que los salarios por hora estaban a 5-6€ la hora. Y a medida que

la jornada era mayor en cuanto a duración, el salario/hora disminuye. Así, en los casos

de las internas, si se hacen los cálculos en función de las horas que dicen ellas que

trabajan, podemos encontrarnos con salarios cercanos a los 2€/hora (ver anexo 2).

Así, estamos ante un trabajo revestido de gran dureza, con multitud de actividades a

desempeñar y con unas condiciones laborales gravosas u onerosas, incardinándolo

dentro del segmento secundario del mercado de trabajo. Además, se da la situación que

Durán (2018: 351) llama “relaciones siamésicas”, donde existe una relación entre la

persona cuidada y la cuidadora muy intensa, situación que no sólo se da en los cuidados

informales sino también en los remunerados en el hogar (en especial, las internas). De

hecho, una de las características del trabajo de las cuidadoras remuneradas es la

existencia de unos vínculos muy fuertes de cariño, una relación muy estrecha, llegando

en algunas ocasiones a ser consideradas como “sustitutas” de la familia.

4. El SAD. Cuidados profesionalizados en el hogar

La siguiente modalidad estudiada de cuidados en la esfera del hogar es la efectuada por

el SAD, un servicio de proximidad (Parella, 2003) y considerado como un Nuevo

Yacimientos de Empleo Así, la familia de la persona mayor y/o en situación de

dependencia puede mercantilizar los cuidados contratando los servicios de ayuda a

domicilio a una organización. Pero otra opción, aquí estudiada, son los cuidados que

provee la misma Administración Pública local dentro de los servicios sociales generales.

Se trata de una política social muy arraigada en el territorio objeto de estudio que ha

logrado mantener el empleo y seguir proveyendo de cuidados a las personas mayores.

Ahora bien, aunque la titularidad del servicio sea pública, la prestación puede diferir:

puede que corresponda a la misma Administración Local, bien con personal propio o

contratado, bien a través de empresa pública, o puede que la Administración lo

externalice y lo preste una organización, tenga o no afán lucrativo.

12

Por otra parte, la LAPAD también contempla el SAD, así como la prestación vinculada

al servicio, y en esta última, la persona en situación de dependencia contrata a una

organización para que le preste el servicio de apoyo correspondiente, que será

financiado por las autoridades autonómicas. Sin embargo, en la Comunitat Valenciana

sólo hay 43 casos en los que la prestación es el SAD, según la información ofrecida por

el Portal de la Dependencia (último dato consultado: marzo 20189). Mientras y para el

caso de la prestación vinculada al servicio son beneficiarias 10.760 personas, que

representa un 15.81% del total de las prestaciones derivadas de la LAPAD.

En cuanto a qué se entiende por servicio de ayuda a domicilio presentamos la siguiente

definición:

“un programa individualizado, de carácter preventivo y rehabilitador, en el que

se articulan un conjunto de servicios y técnicas de intervención profesionales

consistentes en atención personal, doméstica, de apoyo psicosocial y familiar y

relaciones con el entorno, prestados en el domicilio de una persona mayor

dependiente en algún grado” (Rodríguez y Valdivieso, 2006: 34).

Podemos acudir a otras fuentes para definir el SAD. Así, el Estatuto de Autonomía

valenciano recoge la competencia en materia de servicios sociales; de ahí se aprobó la

Ley 5/1997 de servicios sociales, y en su artículo 12, el SAD viene definido como

“prestar atención de carácter doméstico, psicológico, rehabilitador, social, personal y

educativo, cuando la situación individual o familiar sea de especial necesidad,

procurando la permanencia de la persona en su núcleo familiar o de convivencia de

origen”.

Siguiendo con Rodríguez y Valdivieso (2006: 27), las actividades a desempeñar en este

servicio pueden dividirse en actividades básicas de la vida diaria (ABVD), relacionadas

con el autocuidado, levantarse, vestirse, aseo personal…, y las actividades

instrumentales (AIVD), tales como cocinar, planchar, desplazarse por la calle, etc.

Para ser usuario del SAD municipal debe pasarse antes por los servicios sociales

generales, donde será atendido el vecino de la localidad por la trabajadora social

correspondiente. Al demandante de un servicio se le hará una entrevista y se le

solicitarán determinados documentos. Será decisión final de la trabajadora social si se le

9http://www.dependencia.imserso.es/InterPresent1/groups/imserso/documents/binario/ estsisaad20180331.pdf

13

concede o no el servicio a domicilio (“en todos los reglamentos siempre ponen «a

criterio del trabajador social» (Trabajadora social del Ayuntamiento_H del AMV). El

SAD que se concede es gratuito para su receptor, con la excepción de dos municipios,

en los que se ha establecido un copago (València y Alboraia). Para la concesión se

tendrán en consideración “criterios económicos, sociales y familiares” (trabajadora

social del Ayuntamiento_E del AMV). Al mismo tiempo que se solicita el SAD se suele

tramitar, como norma general, la documentación relativa a la LAPAD.

En lo referente a las diferentes modalidades del SAD de los municipios estudiados (más

la información recabada a las empresas prestatarias), tres de ellos tienen una empresa

pública prestadora del servicio (Paterna, Alaquàs y Burjassot). En cuatro municipios el

servicio está municipalizado (Alboraia, Benetússer, Tavernes Blanques y Rocafort), y

las auxiliares de ayuda a domicilio son parte del personal de la Corporación Local.

Mientras, en doce municipios (Albal, València, Godella, Mislata, Alfafar, Almussafes,

Carlet, Paiporta, Picanya, Quart de Poblet y Puçol) el servicio está externalizado y la

prestación es privada (ver mapa 1).

Mapa 1: Àrea Metropolitana de València

14

Fuente: Ghaleb Fansa

Una de las cuestiones planteadas a las trabajadoras sociales encargadas del SAD fueron

las ventajas e inconvenientes que tenía la modalidad prestataria. Para algunas el hecho

de que sea de prestación pública tiene como principal ventaja que es más económica que

en el caso de su externalización; mientras, el inconveniente era la sobrecarga de trabajo

que recae sobre la trabajadora social, dado que no se contrata a personal para encargarse

exclusivamente de las funciones del servicio. Aun así, la modalidad de prestación

privada tiene la ventaja de que la Corporación Local, en la licitación del SAD, puede

incluir requisitos como “mejoras”, y en este sentido, algunas organizaciones presentan

algunas tales como grúas, ayudas técnicas, disposición de residencias en casos de

urgencia…Se trata de mejoras que puede introducir la empresa privada y que serán

valoradas por la Corporación Local.

La organización de un SAD no difiere si se trata de prestación pública o privada. La

coordinadora/trabajadora social distribuirá a las auxiliares de ayuda a domicilio una

“planilla” donde figurará el nombre de la persona usuaria, dirección, teléfono, qué

15

actividades hay que realizar, y en algunos casos, observaciones que sean de interés para

el desarrollo del trabajo. Las auxiliares de ayuda a domicilio suelen trabajar en un radio

de acción limitado espacialmente, dado que sus coordinadoras les preparan las

“planillas” para que no haya mucha distancia entre un domicilio y otro, y así no tengan

que emplear excesivo tiempo en el desplazamiento. Esto se ve especialmente en la

ciudad de València, donde tres empresas10se reparten la ciudad, y cada una de ellas tiene

unos determinados distritos postales. Pues bien, dentro de cada distrito postal, se trata de

que los domicilios estén los más cercanos los unos a los otros (es lo que denominan

“zonificación11”).

Las tareas que deben desempeñar las auxiliares de ayuda a domicilio vienen

determinadas por el reglamento de cada Corporación Local, aunque suelen ser

actividades como levantar de la cama, lavar, peinar, vestir a la persona cuidada…En

algunos municipios las actividades están más centradas en la persona, mientras que en

otros se le acompaña la limpieza u organización del hogar, además de acompañamientos

a médicos o a dar un paseo. En definitiva, un trabajo de cuidados en un sentido amplio.

A este respecto, uno de los inconvenientes del SAD es su intensidad horaria, dado que

sólo cubre una hora/día, lo que le convierte en un mero apoyo a otras modalidades de

cuidados.

El perfil más generalizado de las auxiliares de ayuda a domicilio es el de una mujer

autóctona12, con edades comprendidas entre los 35-55 años. El perfil no sólo se extrajo

de las entrevistas a auxiliares de ayuda a domicilio, sino que también se preguntó a las

empresas y al resto de informantes clave. Grosso modo, los porcentajes de mujeres

rondarían el 80%, mientras que el 20% restante serían hombres. Los hombres suelen

encargarse de determinadas actuaciones, como pueden ser las transferencias o

levantamientos, donde se requiere de mayor esfuerzo físico. Estas cifras muestran la

feminización del trabajo de cuidados efectuado por las auxiliares de ayuda a domicilio,

y además, coincide con la población ocupada en la actividad de servicios sociales sin

alojamiento (CNAE09, nº 88), que es del 78.35%. Lo mismo sucede si atendemos al

número de personas matriculadas en el Grado Medio de Técnico en Atención a personas 10 En la última licitación quedó una sola empresa encargada de todo el municipio de València. Sin embargo, desestimó un lote, que ha sido adjudicado a otra empresa. Por tanto, y a falta de que se ponga en funcionamiento, hay tres empresas desarrollando el servicio de ayuda a domicilio en València. En el futuro serán dos las empresas encargadas. 11 Esta zonificación se da en otros municipios.12 Se les preguntó a los informantes clave por las nacionalidades de las auxiliares de ayuda a domicilio. La respuesta es que la inmensa mayoría eran mujeres autóctonas y que había pocas inmigrantes.

16

en situación de dependencia (para el curso 2014-2015, último dato disponible), donde

para el total de España, la tasa de feminización es del 85%.

Sus jornadas laborales son matutinas y la mayoría de ellas está contratada a tiempo

parcial: por regla general, su jornada laboral es de 30 horas semanales. Esto está

provocado porque a primera hora de la mañana hay mayor demanda de servicios

(levantamientos y aseos), y ésta baja a partir de media mañana, para repuntar a la hora

de la comida. Por la tarde no hay servicios.

“…en lugar de tener a cincuenta trabajadores a ocho horas, como eso no lo

puedes hacer, pues tienes a lo mejor cien trabajadores a cuatro [horas]. “Con lo

cual, el trabajo parcial, por las características del servicio…” (Representante

AERTE)

“Lo que pasa es que los contratos de ocho horas son muy pocos, son muy

poquitos...la mayoría son de 30 horas” (representante CCOO-Pais Valencià).

Si la jornada es a tiempo parcial, el tipo de contrato depende de la política de gestión de

la mano de obra de la empresa. Así, hay trabajadoras contratadas como indefinidas, y

otras que están temporales para cubrir picos de demanda o bajas. Los sindicatos

entienden que se trata de un sector con una alta estabilidad en el empleo, dado que,

según sus estadísticas, el 80% tiene contrato indefinido y el restante es temporal.

El salario es otro de los temas tratados. Y en este sentido, es importante destacar la

diferencia existente entre las diferentes modalidades del SAD. Así, cuando se trata de

personal funcionario tienen un salario que ronda los 1283€ netos al mes, con pagas

incluidas. Mientras, para el caso de las auxiliares de ayuda a domicilio de prestación

privada es de 1190€ netos, pagas incluidas. Es una diferencia del 15%, pero es que

además la auxiliar de ayuda a domicilio de prestación pública tiene una jornada de 37.5

horas, mientras que los datos aquí aportados para el caso de titularidad pública y

prestación privada es para una jornada a tiempo completo de 40 horas. Y como hemos

dicho, su jornada habitual es de 30 horas, por lo que la diferencia salarial es aún mayor.

Pero las diferencias no acaban aquí, porque si hablamos del SAD privado (la persona

cuidada o su familia contratan a una empresa para que le preste el servicio) o el que se

deriva de la LAPAD, el salario es todavía más bajo, en torno a un 22% de diferencia.

Esto es consecuencia de la aplicación de distintos convenios según el SAD. Para ver las

diferencias, se puede observar la tabla 1.

17

Tabla 1: Salarios SAD titularidad pública-gestión privada y SAD dependencia

SAD titularidad pública-gestión privada SAD dependencia

16.483 euros anuales bruto 13.261 euros anuales bruto

9.24 euros/hora bruto 7.56 euros/hora bruto

7.29 euros/hora neto 5.95 euros/hora neto

Fuente: elaboración propia.

Estas diferencias de condiciones laborales entre las diferentes auxiliares de ayuda a

domicilio nos confirma la segmentación en este subsector del trabajo de cuidados

remunerado.

Muchas de las auxiliares de ayuda a domicilio comenzaron a trabajar hacer muchos

años, época en la que no se requería formación. Estas mujeres han adquirido sus

competencias a través de mecanismos informales, y para poder seguir trabajando han

tenido que convalidar su experiencia a través de la acreditación de competencias. Otras

sí están formadas en Formación Profesional, como por ejemplo con el Grado Medio de

Técnico en Atención a personas en situación de dependencia o en Atención

Sociosanitaria. Actualmente, las empresas de ayuda a domicilio ya no contratan si no se

tiene la acreditación competencial o el título de Formación Profesional correspondiente.

Otro aspecto destacado tras las entrevistas a auxiliares de ayuda a domicilio y a

informantes clave es la necesidad de que exista un trato afable, cariñoso, y en el que se

desarrollan vínculos emocionales, aunque de esto son sabedores las empresas y dejan

claro que las auxiliares deben saber diferenciar el trabajo de las relaciones afectivas.

Esto casa con el estudio realizado por Roca Estrada (2017: 383) para el municipio de

Mataró, donde expresa que las auxiliares de ayuda a domicilio “[han] de saber dónde

comienzan y acaban sus funciones”.

Para finalizar, este trabajo sigue estando poco valorado y es bastante desconocido.

Puede que ese desconocimiento dé como fruto la baja valoración que tiene la sociedad

sobre este servicio. No tanto por los usuarios, que sí que le otorgan un valor elevado a

este servicio de apoyo.

5. Conclusiones y propuestas

Hemos visto las tres modalidades de cuidados en la esfera del hogar, y queda patente

que se trata de un sector altamente feminizado, sea remunerado o no. Junto a la

18

feminización, este trabajo no es valorado socialmente cuando es no remunerado, y

además, sigue formando parte del imaginario de la sociedad que este trabajo de

cuidados es innato a la mujer. Lo mismo sucede cuando este trabajo se mercantiliza:

sigue altamente feminizado y con escasa valoración social. Las condiciones laborales de

las cuidadoras remuneradas en el ámbito del hogar son onerosas, donde hay un

incumplimiento constante de la norma que lo regula, y con salarios paupérrimos,

englobándose de forma mayoritaria dentro de la economía informal. Hay una

segmentación en este subsector del mercado de trabajo de los cuidados, al poder

diferenciarse entre las que tienen “papeles” y las que no, las que tienen contrato y alta

en la Seguridad Social y las que no, entre internas y externas o por horas…Por otra

parte, el SAD, también feminizado13, es un sector profesionalizado. Se exigen

determinadas competencias en forma de acreditación profesional o posesión del título

de formación profesional correspondiente. Sus jornadas son en su mayoría a tiempo

parcial, en torno a las 30 horas semanales, y tienen unas mejores condiciones salariales

que las cuidadoras remuneradas en el ámbito doméstico. En este subsector también es

posible distinguir una segmentación del mercado laboral. Hay mejores condiciones

laborales para las auxiliares de ayuda a domicilio del servicio cuando éste es de

prestación pública, en detrimento de las que lo prestan a través de empresa privada, o

incluso, cuando este servicio deriva de la LAPAD o es un SAD privado.

Todo esto nos lleva a la necesidad de repensar las políticas en materia de cuidados.

Deben participar todos los agentes en la provisión de cuidados: familia, Estado,

mercado y sociedad civil, y ver hacia qué sociedad nos encaminamos para el futuro y

también para el presente. Por de pronto, la LAPAD debería contar con una financiación

suficiente para que pueda desarrollarse plenamente, además de voluntad política para su

implementación. En este sentido, la Administración Central está en dejación de

funciones porque no está aportando el 50% que exige la ley, y quien soporta la carga es

la Administración autonómica, además del usuario a través de los copagos. Asimismo,

algunos gobiernos autonómicos (caso del valenciano) están haciendo prevalecer las

prestaciones económicas por cuidados en el entorno familiar, situación que la ley

declara como excepcional, pero que logra dos cosas: en primer lugar, afianzar los

cuidados en el entorno del hogar, donde la mujer va a ser la principal protagonista; y

13 No obstante, hay algunos trabajos realizados sobre la incorporación de los hombres al sector de los cuidados, como los efectuados por Mireia Roca, Blanca Deusdad o Dolors Comas d´Argemir, por citar algunos.

19

segundo, aleja la posibilidad de la prestación profesional de los cuidados. Si la mayoría

de la población mayor o en situación de dependencia marca como preferente el cuidado

en la esfera del hogar, lo idóneo sería fomentar el SAD, con una mayor intensidad

horaria y no sólo en jornadas matutinas sino también vespertinas (y en nuestra opinión,

también los centros de día), servicios profesionalizados y generadores de empleo. Quizá

sea desde la Administración Local donde se puedan hacer los mayores esfuerzos en la

mejora de la atención de los mayores, por la cercanía a la problemática ciudadana,

aunque para ello deberían contar tanto con recursos financieros y personales como con

voluntad de los agentes políticos.

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Anexos

Anexo 1: Perfil de los informantes clave

23

Perfil de los informantes clave

Representante de UGT-Pais Valencià y Miembro de la Plataforma en Defensa de la LLei de la

Dependència

Trabajadora social de CCOO-Pais Valencià y Miembro de la Plataforma en Defensa de la LLei de la

Dependència

Trabajadora social en Asociación Valenciana de Dependientes y Cuidadores

Trabajadora Social y responsable en la Asamblea Local de València de la Cruz Roja

Trabajador Social y responsable de Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València

Terapeuta ocupacional y corresponsable de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València

Trabajadora social de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de València

Trabajadora Social de Servicios Sociales municipales del Àrea Metropolitana de Valencia y Profesora

de la Universitat de València

Trabajadora Social de Servicios Sociales municipales del Àrea Metropolitana de València

Dos representantes sindicales de CCOO en el área de Servicios; Empleadas de hogar.

Representante de orden religiosa sita en la ciudad de València que desempeña labores de formación e

intermediación laboral.

Trabajadora social de Centro de Salud municipal del Área Metropolitana de València

Representante Asociación ecuatoriana Rumiñahui en València

Representante Asociación Hispanoamericanos en València

Representante Asociación YMCA

Responsable Secretaría de Inmigración y Cooperación al Desarrollo en CCOO-País Valencià

Dos técnicas de empleo de la Federació de Dones Progressistes

Representante Asociación Por ti mujer

Representante Asociación Candombe

Representante Psicólogas sin fronteras

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad A

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de B

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad C

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de D

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de E

24

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de F

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de G

Trabajador social de los servicios sociales municipales de la localidad de H

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de I

Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de J

Dos representantes de la patronal Asociación Empresarial de Residencias y Servicios a Personas

Dependientes de la Comunidad Valenciana (AERTE)

Dos representantes del sindicato UGT-Pais Valencià: Federación de Empleados y Empleadas de los

Servicios Públicos.

Un representante del sindicato CCOO-Pais Valencià: Federación de Sanidad y Servicios

sociosanitarios de CCOO.

Dos fundadores de la primera organización prestataria del SAD en el municipio de València

Cuatro responsables de entidades prestadoras del SAD en el Área Metropolitana de València

Fuente: elaboración propia.

Anexo 2: Modalidades horarias, edad, nacionalidad y salarios/hora de las

cuidadoras remuneradas en el ámbito doméstico entrevistadas

Nombre Edad Nacionalidad Modalidad horaria Euros/hora

M. 47 Rumanía Externa, mañanas 5 euros/hora

T. 62 España Externa, mañanas 6.6 euros/hora

P. 57 España Externa, mañanas 5 euros/hora

S. 53 Ecuador Interna 2.2€ euros/hora

S. 73 Colombia Interna 1.78 euros/hora

N. 31 España Externo, tarde, por horas 6 euros/hora

M.C. 63 España Interna 1.65 euros/hora

L. 49 España Externa, por horas 10 euros/hora

J. 35 Ecuador Interna 2.15 euros/hora

S. 54 Ecuador Interna, fines de semana 2.73 euros/hora

Sl. 50 Ecuador Externa, mañanas 5 euros/hora

F. 28 España Externa nocturna 1.28 euros/hora

E. 35 España Externa nocturna 3.36 euros/hora

E. 35 Colombia Externa, mañanas por horas 1.82 euros/hora

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C. 37 Bolivia Interna 1.56 euros/hora

I. 43 Bolivia Interna, fines de semana 2.56 euros/hora

C. 56 España Externa, mañanas por horas 8 euros/hora

A. 49 Ecuador Externa --

Ar. 61 Colombia Externa, noches 1.9 euros/hora

An. 40 Colombia Interna 1.54 euros/hora

A. 55 Colombia Externa completa 8.12 euros/hora

O.L. 68 Colombia Interna 1.78 euros/hora

M.J. 48 España Externa por horas 5 euros/hora

E. 38 España Interna 2.93 euros/hora

Fuente: elaboración propia.

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