Dossier plenario hc 2015

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p4 Porqué militamos - VERSIÓN 2010 A RECREAR

p6 Método de Planificación - MST Brasil

p10 Bosquejando una silueta - Santiago Áviles

p17 Militancia y Organización - Documento MPE 2013

Índice

Cronograma

"Es lo que deseo para mi Patria (...). Una sociedad más justa, más digna, más humana. Y mi más encarnizado deseo es que algún día mis hijos puedan conocer ese territorio libre de América, mis hijos y todos los compañeros. Para que en los momentos de adversidad sepamos que allí está esa firme bandera, que alguien en América lo hizo, que esa llama es imparable y que tarde o temprano alumbrará para todos."

Entrevista, 1974. Segunda visita a Cuba.

CRONOGRAMA PLENARIO HC

Día 1

9 a 12 hs. FODA [Fortalezas y Debilidades]Objetivo: Repensar Por qué militamos. Dónde estamos. Para qué. Porqué.

12 hs. ALMUERZO

14 hs. TALLER INSTITUCIONAL (Tallerista externo)

Objetivo: Comprender la disputa de las instituciones (Estado). Porqué la

Facultad, la UNLP, etc.

Duración aprox.: 2 horas.

16 a 17 hs. HORA LIBRE / PREPARADO MÍSTICA

17 hs. MÍSTICA: A partir de lo discutido, ¿cómo comunicamos nuestro

proyecto en distintos formatos?

División en grupos: uno radio, otro gráfico, otro tv.

Objetivo: Apropiarse del proyecto, generar herramientas para

comunicarlo todos.

20 hs. DESCANSO / DISTRIBUCIÓN DE TAREAS / PREPARACIÓN CENA

21 hs. CENA Y ALEGRÍA

Día 2

10 hs. TALLER DE PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA (Tallerista externo)

Visión – Misión – Estrategia – Objetivo – Estructura – Cronograma

12 hs. ALMUERZO

14 hs. CONTINUACIÓN DEL TALLER

19 hs. CIERRE DEL PLENARIO

¿Por qué militamos?Una propuesta en construcción

Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia.Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo.

Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza.

Antonio Gramsci

Un país colonial jamás podrá tener una Universidad Nacional

Juan José Hernández Nacional

“…Este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene…”

“Juguetes Perdidos” – Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

Somos estudiantes universitarios en permanente discusión sobre nuestro rol histórico en la etapa. Entendemos sin embargo, que entre nuestras tareas estratégicas se destacan los siguientes puntos:

· Aportar a un proceso movimientista de liberación nacional, coordinando con todos los sectores que planteen a la emancipación definitiva de nuestra Patria como su objetivo prioritario. Caracterizamos al ALBA como el proyecto estratégico rumbo a la soberanía de los pueblos al sur del Río Bravo.

· Disputar la orientación social del conocimiento que se produce en la Universidad. Creemos que una tarea central de las universidades nacionales debe ser generar herramientas, saberes, paradigmas que mejoren la vida del pueblo.

· Disputar la conciencia y subjetividad de nuestros compañeros y compañeras, entendiendo que el “sentido común” que orienta y clasifica conductas es una construcción política, histórica y deliberada por parte de las clases hegemónicas

¿Cómo lo hacemos?

Tenemos 3 herramientas fundamentales para dar esta batalla. La primera es la formación y discusión política: discutimos política todos los días e intentamos formarnos con todas las herramientas a nuestro alcance. Entendemos a la horizontalidad como la democratización de las herramientas de formación política; para cada compañero o compañera las mismas posibilidades. La organización vence al tiempo cuando es sólida. Una vez a la semana tenemos una reunión operativa, donde se discute lo táctico, se coordinan las actividades, se evalúan hechos pasados. En los plenarios se discute lo estratégico, se planifica y se diseña la política a mediano y largo plazo. En todos los casos, cada compañero y compañera propone los puntos que iran al temario del día. La alegría es otra arma que elegimos para luchar. Como decía Arturo Jauretche, “…Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza…” Entendemos -y defendemos- a la mística como una herramienta igual que de importante que la formación y la organización.

¿Con quienes lo hacemos?

Porque somos movimientistas, partimos de la necesidad de articular con otros espacios. Entendemos también que una parte de la batalla pasa por disputar la conciencia y subjetividad del pueblo. Por eso planteamos una alianza estratégica con Radio Estación Sur y todos los medios de comunicación

populares y comunitarios. Todo colectivo construyendo comunicación y cultura popular es un aliado. Por eso también entendemos estratégica la alianza con el Centro de Cultura y Comunicación: debemos estar allí donde se produce sentido, donde se tensiona la agenda, las lógicas y las construcciones simbólicas de las clases dominantes. Conformamos también el Movimiento de Participación Estudiantil “Camilo Cienfuegos” junto a organizaciones universitarias de todo el país embarcados en las mismas tareas que nosotros.

¿De donde venimos?

Nos sentimos expresados en la lucha de los patriotas latinoamericanos, en José de San Martín, Simon Bolívar, Manuel Belgrano, Francisco de Miranda, Eloy Alfaro. Encontramos una continuidad en Fidel Castro, Augusto Cesar Sandino, Ernesto Guevara, Emiliano Zapata, Camilo Torres, Farabundo Martí. Nos nutrimos de todos los hombres y mujeres que pensaron y lucharon por una Patria Grande a lo largo y ancho de Latinoamérica. De ellos heredamos un profundo antiimperialismo. Sentimos como propias a las montoneras federales, a las primeras formas de organización sindical, gremial y de lucha obrera. Nos hubiéramos unido a FORJA para ser después descamisados de la patria. Alpargatas si y libros también. Nuestra bandera es Haroldo Conti, como homenaje a su coraje y compromiso, ese que abundó en toda una generación donde también enarbolamos a Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Carlos Múgica, Ricardo Masseti, Vicki Walsh, Roberto Santucho entre muchos otros. Sentimos como nuestros a los 30.000 compañeros y compañeras desaparecidos/as.

¿Hacia donde vamos?

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra America nos marca el camino. El socialismo del Siglo XXI es nuestro proyecto emancipador. Somos militantes de los proyectos transformadores que se viven en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Cuba. Entendemos que hablamos de proyectos en construcción y debate permanentes, con contradicciones, avances y retrocesos. Y que allí es donde se manifiesta la continuidad de la lucha soberana por la Patria Grande iniciada hace más de 200 años.

Militancia y Organización“En el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayoría de la masa física la que decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia sí la balanza política”

Nos organizamos porque no podemos pensarnos aisladamente. Los individuos se organizan a partir de sus necesidades, de su realidad particular, de su momento histórico o de sus anhelos. Participar de una organización implica una ruptura con el momento anterior, es un movimiento crítico sobre nosotros mismos y nuestro “yo individual”, una superación en relación a lo que uno quiere ser.

Este movimiento, de avances y retrocesos, se nos muestra como una transición, donde el “nosotros” todavía no implica un orden colectivo y nos puede devolver al momento anterior “individual”. Por esto es imperioso sostener una actitud crítica frente a nosotros mismos y la organización, pues la construcción del “yo colectivo” llega de la mano de la crítica y la autocrítica de la organización y de cada uno de los militantes.

Esperamos que este documento nos sirva para anticiparnos a las contradicciones y tensiones que nos depara el camino de la militancia y la organización. Queremos que sea un disparador para el debate y la discusión que nos permita poner sobre la balanza la relación del militante con su agrupación, poner en relieve la importancia de su participación en la discusión, así como también en la práctica concreta y la lucha política mayor. Buscamos que nos permita potenciar nuestra creatividad para abordar tanto el trabajo de base como el trabajo de escala sin dificultades, sin poner injustamente el peso de la tarea sobre los hombros de la organización o cualquiera de sus militantes. Porque en la militancia también es preciso parar la pelota y levantar la mirada, este documento habrá cumplido sus objetivos si cada militante puede reflexionar críticamente su práctica y la de su organización, afrontar sus miedos y pensarse más allá de la cotidianeidad, desde el proyecto que nos convoca y la estrategia que nos impulsa en esa dirección.

La estructura de Organización y la práctica militante: dos caras de la misma moneda

Las organizaciones tienen una relación dialéctica con el medio que las convoca, ellas transforman el medio pero también se transforman a sí mismas. Forman parte de una realidad que las interpela, las obliga a cambiar constantemente en función del momento de la lucha que se quiera dar, de los obstáculos que se le presentan o de las oportunidades que deben ser aprovechadas.

Ninguna organización, menos aquellas que se proponen la transformación social, ha transitado un camino liberado de tensiones y conflictos. De allí surge la necesidad de reinventarse, que los militantes tengan en claro qué es lo que los convoca dentro de la organización.

Ese motivo no puede ser la organización en sí misma, pues nuestro objetivo es estratégico, es la transformación del Frente de Masas donde nos encontramos para la transformación social.

La auto-referencia de la organización puede llevarla al estancamiento, la pasividad y la derrota; y lo que en un momento dado se nos muestra como el mejor camino para la organización, en otro momento puede ser la piedra en el zapato que nos molesta al transitar el camino de la militancia. Esto no significa que los desvíos detengan la organización, en verdad implican un necesario momento para repensarse, imaginarse creativamente y predisponer a todos los compañeros y compañeras a darle lugar a una nueva etapa de la organización.

Debemos partir reconociendo que la organización sirve para efectuar la conducción de las masas y de los frentes donde ella se encuentra, en nuestro caso el frente estudiantil. La masa organizada en función de nuestro Programa Político es base permanente. Para conseguir esto, toda organización necesita:

a) Una estructura orgánica, construida entre la disciplina y el orden, y la creatividad y la flexibilidad.b) Un Programa, que sea resultado del análisis sobre la situación de la sociedad en general, y de la

identificación de los principales problemas y necesidades de nuestro frente de masas. El Programa debe responder lo que se quiere y cómo se quiere realizar.

c) Estrategia y Táctica, la primera concebida cómo el camino definido y en la cual deben encuadrarse todas las acciones; y la segunda entendida cómo esa serie de decisiones y acciones encuadradas en la Estrategia que marca el Programa. En ese sentido, y para tenerlo en cuenta, la estrategia es una sucesión de las tácticas, por lo que no pueden estar escindidas.

Simón Bolívar

d) Dirección Política, entendida como el equipo de compañeros y compañeras responsables de coordinar la organización, elaborando métodos de trabajo, formulando propuestas, analizando la realizad, buscando recursos, programando actividades, ordenar a los demás en tareas específicas, formar militantes para la organización y la lucha, distribuyendo tareas de acuerdo con las capacidades, controlar la organización y respetar el programa y los principios que enarbola la organización, etc.

e) Tener un Plan de Lucha, que debe hacerse con anticipación, previendo su ejecución y continuidad. Ese plan de lucha debe: 1) definir actividades; 2) Definir quiénes serán los ejecutores y con qué tiempos; 3) prever evaluaciones.

f) Formación Política para multiplicar los cuadros, que permita esclarecer la perspectiva de cada compañero y permitir la promoción de compañeros.

g) Identidad y Mística revolucionaria, dado que el trabajo militante no debe ni puede ser aburrido. La mística debe contemplar las Necesidades y Aspiraciones del frente de masas.

Cuando una persona comienza a participar de un colectivo tiene la posibilidad de realizar un quiebre con su trayectoria académica, familiar y social, comienza a poner en crisis su “yo individual”; y se verá inmediatamente exigido por una nueva forma de ver el mundo, pero también por aquella que deja atrás. Lo importante es tener presente que este recorrido, con sus avances y retrocesos, es mejor no transitarlo solo. La organización tiene aquí una doble función, por un lado, acompaña al militante en la decisión, a través de la formación, la contención y la discusión, y por otro, lo interpela permanentemente, no para imponer sobre él una larga lista de requisitos, sino para darle lugar a la reflexión y la autocrítica.

Nuestro enfoque sobre la realidad necesita partir de la totalidad, desde el todo y la parte, desde el colectivo y el individuo. Expresiones aisladas de uno u otro, solo nos llevarán a visiones sesgadas. La organización no es una mera sumatoria de individuos, pero tampoco es un mecanismo de coerción sobre los militantes. La organización se hace a sí misma cuando alcanza un perfil orgánico, cuando adquiere el rol de reproducir una serie de valores y concepciones mientras sirve como contención de todas y cada una de las personas que la integran.

Pensemos en una compañera que finalmente decide sumarse a la organización. No sería extraño que en un comienzo tenga ciertas dudas al aceptar nuevas responsabilidades y evite comprometerse de lleno. Con el tiempo, la propia militancia y formación hará que vaya encontrando su lugar dentro de la organización, dedique más tiempo a los asuntos de la misma y tome mayores responsabilidades. Esto no significa una disminución de las contradicciones de la compañera, sino todo lo contrario, pues alcanzado cierto nivel de compromiso, sus contradicciones comienzan a tener mayores implicancias dentro de la agrupación. Imaginemos que pasa sino si esta compañera es también referente del movimiento estudiantil y se encuentra ante la posibilidad de recibirse.

Lo importante es comprender que este tipo de contradicciones se resuelve en la organización, a través del análisis y la discusión, no de forma individual ni en pequeños grupos. La idea de un militante ejemplar llevará a la organización a comparar la situación de la compañera con un patrón, con un modelo construido a lo largo del tiempo que podría exigirle a la compañera, por ejemplo, congelar su situación académica todo un año o inscribirse en una nueva carrera. El problema no es la salida que se le pueda dar a la contradicción, sino que se haga a partir de un modelo doctrinario construido a partir de criterios coyunturales, que pueden haber cambiado, y ya no se ajustan a la realidad, logrando que la compañera se frustre y se sienta incómoda, amenazando con empujarla a un momento anterior, en donde su individualidad pesaba más.

Lo colectivo implica una superación de la tensión entre militante y organización, entre el individuo y la estructura, implica entender a la organización como una nueva fuerza, dinámica, en permanente lectura de la realidad, dispuesta al cambio y ordenada por el esfuerzo coordinado de todas sus partes. Significa una organización capaz de poner en juego las necesidades de la agrupación, pero también la de sus militantes. La posibilidad de construir y deconstruir criterios permanentemente será la base de una organización saludable, con militantes animados y dispuestos a enfrentar las responsabilidades que se le confían, a resistir con alegría y avanzar con determinación.

Los militantes deben estar siempre atentos a las necesidades políticas de sus compañeros y compañeras, pues esto permitirá que la organización crezca, pero también que el militante se desarrolle. Dar discusiones, aclarar conceptos, formar, administrar tensiones, y demás. Pero cuando otro, u otra, está en una situación complicada, aunque no tenga que ver con cuestiones políticas, también es importante contar con un compañero o compañera: colaboración para una mudanza, ayuda con algún problema familiar, algún favor de trámites, cuidar un hermanito, una mano para preparar un examen de alguna materia, son algunos pocos

d) Dirección Política, entendida como el equipo de compañeros y compañeras responsables de coordinar la organización, elaborando métodos de trabajo, formulando propuestas, analizando la realizad, buscando recursos, programando actividades, ordenar a los demás en tareas específicas, formar militantes para la organización y la lucha, distribuyendo tareas de acuerdo con las capacidades, controlar la organización y respetar el programa y los principios que enarbola la organización, etc.

e) Tener un Plan de Lucha, que debe hacerse con anticipación, previendo su ejecución y continuidad. Ese plan de lucha debe: 1) definir actividades; 2) Definir quiénes serán los ejecutores y con qué tiempos; 3) prever evaluaciones.

f) Formación Política para multiplicar los cuadros, que permita esclarecer la perspectiva de cada compañero y permitir la promoción de compañeros.

g) Identidad y Mística revolucionaria, dado que el trabajo militante no debe ni puede ser aburrido. La mística debe contemplar las Necesidades y Aspiraciones del frente de masas.

Cuando una persona comienza a participar de un colectivo tiene la posibilidad de realizar un quiebre con su trayectoria académica, familiar y social, comienza a poner en crisis su “yo individual”; y se verá inmediatamente exigido por una nueva forma de ver el mundo, pero también por aquella que deja atrás. Lo importante es tener presente que este recorrido, con sus avances y retrocesos, es mejor no transitarlo solo. La organización tiene aquí una doble función, por un lado, acompaña al militante en la decisión, a través de la formación, la contención y la discusión, y por otro, lo interpela permanentemente, no para imponer sobre él una larga lista de requisitos, sino para darle lugar a la reflexión y la autocrítica.

Nuestro enfoque sobre la realidad necesita partir de la totalidad, desde el todo y la parte, desde el colectivo y el individuo. Expresiones aisladas de uno u otro, solo nos llevarán a visiones sesgadas. La organización no es una mera sumatoria de individuos, pero tampoco es un mecanismo de coerción sobre los militantes. La organización se hace a sí misma cuando alcanza un perfil orgánico, cuando adquiere el rol de reproducir una serie de valores y concepciones mientras sirve como contención de todas y cada una de las personas que la integran.

Pensemos en una compañera que finalmente decide sumarse a la organización. No sería extraño que en un comienzo tenga ciertas dudas al aceptar nuevas responsabilidades y evite comprometerse de lleno. Con el tiempo, la propia militancia y formación hará que vaya encontrando su lugar dentro de la organización, dedique más tiempo a los asuntos de la misma y tome mayores responsabilidades. Esto no significa una disminución de las contradicciones de la compañera, sino todo lo contrario, pues alcanzado cierto nivel de compromiso, sus contradicciones comienzan a tener mayores implicancias dentro de la agrupación. Imaginemos que pasa sino si esta compañera es también referente del movimiento estudiantil y se encuentra ante la posibilidad de recibirse.

Lo importante es comprender que este tipo de contradicciones se resuelve en la organización, a través del análisis y la discusión, no de forma individual ni en pequeños grupos. La idea de un militante ejemplar llevará a la organización a comparar la situación de la compañera con un patrón, con un modelo construido a lo largo del tiempo que podría exigirle a la compañera, por ejemplo, congelar su situación académica todo un año o inscribirse en una nueva carrera. El problema no es la salida que se le pueda dar a la contradicción, sino que se haga a partir de un modelo doctrinario construido a partir de criterios coyunturales, que pueden haber cambiado, y ya no se ajustan a la realidad, logrando que la compañera se frustre y se sienta incómoda, amenazando con empujarla a un momento anterior, en donde su individualidad pesaba más.

Lo colectivo implica una superación de la tensión entre militante y organización, entre el individuo y la estructura, implica entender a la organización como una nueva fuerza, dinámica, en permanente lectura de la realidad, dispuesta al cambio y ordenada por el esfuerzo coordinado de todas sus partes. Significa una organización capaz de poner en juego las necesidades de la agrupación, pero también la de sus militantes. La posibilidad de construir y deconstruir criterios permanentemente será la base de una organización saludable, con militantes animados y dispuestos a enfrentar las responsabilidades que se le confían, a resistir con alegría y avanzar con determinación.

Los militantes deben estar siempre atentos a las necesidades políticas de sus compañeros y compañeras, pues esto permitirá que la organización crezca, pero también que el militante se desarrolle. Dar discusiones, aclarar conceptos, formar, administrar tensiones, y demás. Pero cuando otro, u otra, está en una situación complicada, aunque no tenga que ver con cuestiones políticas, también es importante contar con un compañero o compañera: colaboración para una mudanza, ayuda con algún problema familiar, algún favor de trámites, cuidar un hermanito, una mano para preparar un examen de alguna materia, son algunos pocos

ejemplos de actitudes que debieran darse espontáneamente.“Si un compañero o una compañera sufre, por más mínimo que sea, un estancamiento por un problema

personal, esto impedirá que desarrolle normalmente su actividad militante. Si el compañero referente estudiantil tiene problemas con matemática. En lugar de que se quede todos los sábados estudiando y se pierda las reuniones de la coordinadora, un compañero o una compañera que se maneje bien con esa materia la puede ayudar a prepararla, para que no pierda tanto tiempo haciéndolo por su cuenta o para que no gaste dinero en docentes particulares”. No hay que confundirse sobre este punto, el principal motivo por el que buscamos ayudar a ese compañero, es que eso es un fin en sí mismo, y no como medio a otra cosa. “El bienestar del compañero y de la compañera es suficiente motivo para que impulsemos esta responsabilidad militante, por encima del objetivo de evitar los inconvenientes que traigan aparejados esos problemas para la agrupación”.

Tener siempre presente las necesidades políticas de los compañeros y compañeras es importante, e igual de importante es no detener la marcha de la organización por un desvío individual y/o subjetivista de algún militante. Es que una cosa son las necesidades políticas de los militantes ante la organización y otra, bien distinta, es cuando esas necesidades políticas intentan trabar el desarrollo de las tareas políticas, deteniendo el cumplimiento de los objetivos políticos trazados en el Programa o el Plan de Acción de la organización.

Pregonando nuevos valores, también construimos organización: perfil del militante

La organización también tiene una relación dialéctica con el militante, permanentemente se influyen entre sí, se transforman y se mejoran. Sin embargo, no podemos promulgar un cambio en el sistema si no priorizamos principios de militancia que nos hagan al mismo tiempo buenas personas. Para unos puede parecer una obviedad, mientras que para otros un sinsentido, y es por eso que se hace imprescindible ponerlo en valor.

Un compañero que brega por una actitud o una bandera social determinada, pero en el ámbito privado hace todo lo contrario, no solamente tiene un pequeño problema de coherencia, sino que es alguien que reproduce aquello contra lo que dice estar luchando. Es que debemos aceptar que lo personal es político. “Dentro de la política de organizaciones, es una contradicción inadmisible plantearse a favor de la unidad y el respeto entre compañeros y compañeras y hacer lo contrario por atrás, traicionar la palabra a conciencia, desconocer los acuerdos con mezquindad y oportunismo, maquillando esta actitud con algo de argumentación política. Los vicios propios de la sociedad de hoy en día, están enraizados en la gente, en quienes nacimos y nos criamos bajo este sistema cuyos valores son los del individualismo y el 'sálvese quien pueda'. Quienes militamos no somos la excepción. Por el contrario: los vicios de la sociedad capitalista se vuelven más graves cuando los reproduce alguien que milita, cuando recae en actitudes que popularmente se conocen como mala leche” Una vez que la mezquindad se vuelve una lógica de construcción orgánica, esa fuerza ya no podrá ser nunca un factor de cambio.

Es que nuestras prácticas dicen mucho más que nuestras palabras, son la verdadera forma que tenemos de definirnos a nosotros mismos y a nuestra organización. Más allá de nuestra procedencia ideológica, que no debemos ocultar ni negar en ningún momento, la mejor carta de presentación que tenemos es la práctica militante, la pedagogía del ejemplo. Seamos peronistas, socialistas o de cualquier otra ideología, lo que nos debe identificar es el equilibrio entre pensamiento, discurso y práctica. “Buscamos ser quienes no rosquean, discuten; no especulan, construyen; no mezquinan, socializan; no ostentan, son eficaces”.

Pero nuestras actitudes también nos definen. Entre las principales características de un militante debemos reconocer siempre la disciplina, la humildad y la discreción.

Disciplina no quiere decir obediencia, humildad no significa pasividad y discreción no implica tibieza. De hecho, un compañero o compañera que sea referente gremial, es preferible que tenga un perfil alto, carisma, disciplina, llegada y una gran afinidad por las tareas de liderazgo, pero ello no implica que deba dejar la humildad y la discreción de lado. La humildad es la cualidad que permite a los militantes tener la lucidez para entender cuándo admitir un error, disculparse, callarse y escuchar, guardarse comentarios y aprender. A su vez, la discreción implica saber ubicarse en el lugar y el momento que se ocupa, no ostentar ni exagerar. La discreción y la humildad son la mejor forma para que nuestro mensaje y nuestra línea política lleguen sin interferencias, porque además del fondo, las formas también son importantes.

Esto implica la necesidad de formarnos constantemente, aprender de los errores del pasado y prefigurar la sociedad que buscamos. No sólo se trata de aprender las herramientas para nuestra práctica militante, sino también para cimentar los trozos de ideología de la cultura popular, hacernos de los valores y capacidades

que nos hacen mejores militantes y mejores personas.La formación es el mecanismo a través del cual se crece en organización, al perfeccionar nuestra práctica,

en heterogeneidad, al diversificar nuestras capacidades y en conciencia, al mostrarnos la realidad en la que vivimos y permitirnos imaginar el mundo por el que luchamos. Por ello la formación no solamente abarca el estudio, sino que se desarrolla en múltiples espacios, como reuniones, marchas, discusiones, y demás. “Esta obra no puede dejarse para mañana, para cuando seamos políticamente libres. Ésta es en sí misma libertad, en sí misma estímulo para la acción y condición de la acción”.

Organización y Toma de Decisiones: compromiso de todos y todas

Sin importar las particularidades de una organización, la misma se realiza cuando es capaz de transformarse a sí misma o al medio en donde se desarrolla. Ello implica necesariamente tener la capacidad de advertir aquello que debe cambiarse, estudiar detalladamente la situación y dedicarle el tiempo necesario a la planificación de las distintas alternativas. A partir de allí será importante la organización del plan en tareas y responsables, que permitan una ejecución de aquello que se planificó. Por último, la evaluación de los resultados permitirá medir el impacto de las actividades, advertir nuevos desafíos y aspectos a modificar, aunque no por ello significa que sólo puede darse al finalizar las actividades.

A lo largo de este proceso, que se repite incesantemente, la toma de decisiones toma un rol central. Una mala decisión puede echar por tierra un buen diagnóstico, una buena organización o la mejor de las planificaciones. Ello implica necesariamente que cada militante se involucre en estas definiciones, pero también contar decisores formados y especializados para esta tarea.

Toda organización implica cierto grado de centralismo y cierto grado de democratización. Esto nos obliga a divorciar las implicancias del centralismo de aquellas desviaciones y tergiversaciones que se cometen en su nombre, donde se dice utilizar esta forma de organización para ocultar verticalismo, abuso de poder o autoritarismo.

Con los principios del Centralismo Democrático buscamos una forma de organización que “se da para combinar pluralidad de voces, la participación plena y la representatividad con la máxima eficacia y compactación posible”. En esta orgánica se plantea la necesidad de un alto nivel de comunicación y fluidez de las discusiones, donde existen instancias de máxima decisión, de discusiones medias, de resolución operativa, plenarias de planificación y elaboración, y demás, todas y cada una de ellas relacionadas con la otra por una constante socialización de la información y apertura para la discusión.

Esto significa que la democratización es un aspecto muy importante en la organización política que buscamos construir. Los mecanismos que procuran la socialización de la información, de la toma de decisiones y de la acción, tienen que ser permanentemente observados, puestos en valor y redefinidos en función del momento que atraviesa la organización. Socializar sirve para potenciar, consolidar y compactar la organización y a cada uno de sus militantes.

Esa socialización implica, además, la división de roles, el trabajo en comisiones, la jerarquización de responsabilidades y la constitución de un equipo de dirección-coordinación.

Toda organización debe especializar compañeros, al menos, en las tareas de Dirección para coordinar las partes y el todo; de Comunicación para transmitir nuestras acciones y nuestro proyecto; de Finanzas, para alcanzar la necesaria solvencia económica con autonomía política; y en las tareas de Formación, para promover la capacitación de nuevos compañeros.

En la Lucha entendemos que hay tres frentes donde se desarrollan las acciones de toda organización que pretende la transformación social:a) La lucha político social, a favor o en contra de determinada política de gobierno y/o gobierno para

debilitar su conducción, o su línea política; y al Proyecto Estratégico dominante.b) La lucha político electoral, para imponer el grupo (y en la macro: la alianza de clases) en función

dirección de gobierno (con fuerza en el parlamento y en la selección de la Justicia).c) La lucha interna de partido político o frente de partidos, entre fracciones de la alianza de clases para

definir la influencia de cada sector en la selección de cuadros políticos para la conducción del conjunto social.

A su vez, las luchas recorren tres niveles de organización, heterogeneidad y conciencia. Estas luchas van desde:1) Luchas Económico-Gremiales, en torno a problemas concretos: Un curso de “Física 2” se solidariza

con un pedido de cambio de parciales de “Introducción a la Física”, pero no asume que sea una lucha de todos los estudiantes de la carrera de Física de una Universidad; dado de que no se siente parte de un grupo social más grande.

2) Un segundo nivel (o momento), de Luchas Político-Gremiales, donde se logra la conciencia de la solidaridad de intereses entre todos los miembros del grupo social, pero todavía en el campo de lo concreto, de lo gremial (o de lo meramente económico). En éste momento se empieza a plantear la cuestión de la conducción de intereses y de cómo éstos se expresan en el Sistema Institucional. Aquí surgen preguntas cómo: ¿Es el problema del parcial de “Introducción a la Física” un problema derivado de nuestro viejo Plan de Estudios?, ¿Por qué la Agrupación que conduce el Centro de Estudiantes no hace nada? ¿Quién es el Decano y a qué intereses responde?

3) Luchas Políticas, “donde se logra la conciencia de que los propios intereses, en su desarrollo actual y futuro, superan los límites de la corporación de grupo puramente económico y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados”. En éste nivel, el grupo se prepara para ser dominante y conducir a grupos políticos subordinados. En éste momento, el grupo de estudiantes de Física promueve la organización de agrupación estudiantil con estudiantes de toda la Universidad que, en alianza a grupos docentes, no docentes y graduados, conquistan el Decanato de la Facultad y que, cómo parte de su Programa, promueven un cambio en el Plan de Estudios.

La totalidad de los grupos sociales recorren éstos tres niveles de organización para la lucha de calles y la negociación efectuada dentro del Sistema Institucional. A partir del segundo nivel (político-gremial) los grupos subordinados pueden desplegar los tres frentes de luchas: Político social, Político electoral y Político Interior.

Debemos comprender también que no todos los compañeros y compañeras tendrán la posibilidad de participar de la misma manera dentro de la organización. Cuestiones laborales, familiares o académicas pueden reducir bastante las posibilidades de contribuir presencialmente dentro de la organización. Es normal que algunos militantes que venían poniéndole mucho tiempo y dedicación a la organización, por uno u otro motivo, deban restringir drásticamente el ritmo de la militancia. Sin embargo, es la organización la que debe encontrar un lugar para que ese militante pueda seguir aportando y siendo parte desde su situación particular, pero para ello resulta indispensable plantear claramente la nueva situación (decir o no los motivos personales es una decisión del militante que debe respetarse) y abordarla colectivamente como un problema de la organización, para que los compañeros y compañeras puedan dar una mano en caso de ser necesario.

Existen diferentes grados de participación que no tienen que ver con factores externos, sino más bien por propia decisión de los militantes. Un compañero puede querer contribuir puntualmente dentro del espacio y extender su compromiso sólo para con una tarea particular, y eso es totalmente positivo, suma y aporta a la construcción. Aun así, entendemos que hay diferencias cualitativas en cada momento del proceso de un militante, pues la conciencia crítica es una actividad positiva en una persona, pero mejor que eso es poder canalizar esa conciencia en voluntad moral, pasar al plano de la acción y llevar las convicciones al plano de los hechos. Pero mejor que una actitud entusiasta y activista es organizarse y estar organizado. Esa actitud es lo que conlleva la voluntad política.

No hay que confundirse, cualquier aporte que podamos hacer para la organización es positivo y debe ser bien recibido, pero entre mayor profundidad y compromiso haya en nuestra acción mayor será el aporte que estemos realizando para la causa. Debe exigirse de cada compañero o compañera sólo aquello que él o ella haya establecido, con sinceridad, para consigo y la agrupación. Pero con la permanente claridad sobre la proyección de esos compañeros en el corto, mediano y largo plazo, haciendo uso de todos los mecanismos para que se desarrolle a su propio tiempo y con sus propias necesidades.

Esta noción sirve para romper también con el vicio de creer que existen más derechos o privilegios para aquellos compañeros y compañeras que empezaron antes su militancia, leyeron más libros o tienen una destacada capacidad de oratoria. Es normal que algunos militantes, por estos motivos, adquieran cierta referencia dentro de la organización, pero esto debe ser reforzado con trabajo concreto, dedicación, compromiso, entrega, humildad y una actitud solidaria con sus compañeros. El título de referente, no es como los títulos de fútbol, que dura una temporada entera, sino más bien, como los de boxeo, que deben ser revalidados constantemente. Esto significa que si la entrega de un compañero o compañera disminuye, se opaca la claridad que poseía o pierde consistencia, irá perdiendo referencia dentro del espacio. Quizás ya no sea referente, pero sigue siendo compañero, y quizás uno muy importante.

Otro aspecto importante es la necesaria subordinación de la minoría a la mayoría, por más fea que pueda

sonar la expresión. Debemos pensar que si tras haberse procurado todas las instancias necesarias para discutir, debatir y definir la línea de la organización respecto a un tema, donde existió la participación plena de todos los militantes y se llegó a un consenso, sería un sinsentido que algunos compañeros continúen imprimiendo matices sobre la decisión. Una vez que llega el momento de cerrar una resolución, la línea de la agrupación es una sola pues las diferencias ya fueron puestas sobre la mesa y tenidas en cuenta para la resolución. Esto le otorga una importante responsabilidad a cada militante, de participar en la elaboración de la línea y dar todas las discusiones que crean necesarias en el momento adecuado.

Trabajo de Base y Trabajo en Escala: ni burócratas, ni horizontalistas

El desafío de todo espacio que pretende la transformación social es poder dar saltos de escala, al mismo tiempo que no se abandona el trabajo de base.

El frente de masas es para la organización el punto de partida en tanto representa la inserción real, tanto en el trabajo de confianza e influencia sobre las masas, como en la capacitación de los nuevos militantes. El trabajo de base permite, además, tener los problemas, tiempos y momentos de cada grupo social, permitiendo observar el estado de ánimo y la conciencia de las masas.

Siempre debemos trabajar políticamente el desarrollo de la organización para no caer en la burocratización. El proceso de burocratización se produce cuando abandona el trabajo en el frente de masas y se especializa sin mantener la formación política de los militantes para que avancen desde el manejo de responsabilidades gremiales puntuales, al manejo de responsabilidades de dirección y articulación en función del Programa Político y los objetivos del momento.

La burocratización se da en las personas que hacen las tareas de articulación y dirección, y se manifiesta en la desconexión de esa dirección con la base. Al tiempo que se burocratizan las tareas de dirección, viviremos una gremialización de la base. Cuando se arriba a este momento, la respuesta a la verticalización o burocratización de la organización siempre se cree encontrar en la palabra “Horizontalización”.

La Horizontalización se observa como un proceso de mantener pegado al frente de masas la organización para evitar la burocracia. Esto se logra sacrificando el desarrollo de la escala política de la organización, porque esta forma de atacar el problema es mantener el pequeño equipo de trabajo en el frente de masas. Es tan pequeño el equipo como lo es el de la cúspide de la organización que sé verticalizó. Y no se burocratiza esa organización porque no desarrolla su escala, necesaria para la transformación social real.

Recurrir a los principios del centralismo democrático ha demostrado mejores resultados en las organizaciones populares que el horizontalismo, pues esta última forma de organizaciones detiene la marcha de la organización y demuestra ser incompatible con nuestros objetivos. Supongamos que planteáramos a nivel nacional el horizontalismo para el proceso de toma de definiciones. Ante sucesos que requieren un veloz posicionamiento, los compañeros y las compañeras terminarán teniendo un desfasaje, ya que, hasta pasar por un proceso asambleario en la última regional de la última provincia, el tiempo para dar respuesta, incluso a algo tan simple como una adhesión, será demasiado largo. De manera análoga, un frente de trabajo dentro de una misma organización, que conoce la forma de proceder ante un hecho determinado, pero debe esperar a consultar con todo el espacio sin ningún tipo de autonomía relativa, se perderá de dar movimientos claves en tal o cual contexto. En la contundencia y la eficacia de una medida, el tiempo juega un rol central.

En el mediano plazo la línea de la agrupación se internaliza en los militantes, y los compañeros y compañeras comienzan a fluir con ésta, elaborando lecturas consecuentes y aplicando la línea de forma creativa, pudiendo ser representante de la organización en cualquier lugar en el que se pueda desarrollar como militante. La sistematización, coordinación y discusión se hace de forma más natural, y la organización está preparada para comenzar a dar los primeros pasos en el salto de escala. Esto de jugar de memoria será la razón fundamental por la cual el espacio no se quedará paralizado y será motor de las transformaciones.

Una organización de pequeña escala no es una organización política, primero porque al concentrarse en un pequeño territorio, las necesidades y la fuerza no dan más que para tareas gremiales, no pudiendo llegar a concretar Luchas Político-Gremiales y menos aún a las Políticas. Por lo tanto, no nos burocratizamos y no hacemos asistencialismo, pero no tenemos capacidad de desarrollar una organización política porque solo tengo capacidades gremiales.

Además, como la escala no me da más que para tareas gremiales la formación política se abandona porque las tareas político estratégicas de la organización se delegan en un pequeño equipo (que son los que siguen necesitando continuar la capacitación), y los otros pasan a hacer tareas de administración de los proyectos

pensados por el pequeño equipo. Sin pretenderlo, hemos verticalizado la organización, al momento que se ha burocratizado el comportamiento de buena parte de la misma.

Nos reducimos a tener capacidades gremiales, evitado la verticalización, burocratización y elitización de la agrupación y para ello nos hemos horizontalizado. Pero al horizontalizar hemos destruido toda posibilidad de organización político estratégica, con capacidad de incidir realmente en el tablero político donde se despliegan las correlaciones de fuerza.

Evitar el elitismo es tan importante como evitar el gremialismo para el desarrollo de la organización. El elitismo se combate promoviendo la formación política, democratizando las herramientas teóricas, capacitando a otros, en la necesidad de desarrollo de la organización. Democratizar la formación política ayuda a aprehender a manejar las herramientas teóricas. El elitismo es indicador de la debilidad teórica de los cuadros, que se cierran sobre sí mismos para no tener que confrontar con otros los diagnósticos, diseños y planificaciones. El elitismo político es indicador de debilidad teórica y, por lo tanto, de incapacidad de desarrollar organización política.

El trabajo de base es la expresión más sintética de nuestra práctica cotidiana, donde podemos trasmitir de la forma más genuina aquella sociedad que nos imaginamos como posible. Implica un sinnúmero de actividades cotidianas que nos pone en relación con nuestros compañeros, compañeras y colegas. Por ejemplo, en el frente estudiantil, involucra actividades que van desde asistir al compañero que no sabe cómo inscribirse a una materia, una mesa o una beca, hasta ayudar a la compañera que tiene problemas con su tesis; implica estar atentos a situaciones de injustica o exclusión, a problemas personales, académicos, laborales y demás. Es, antes que nada, estar allí, organizándose con los compañeros para ir por aquello que es justo.

Es común atravesar dificultades, ajustar la voluntad moral de los militantes y los recursos de la organización no es tarea sencilla, por ello siempre debemos evitar involucrar a la agrupación en actividades que están más allá de nuestras posibilidades. En el desafío de la política no debemos nunca subirnos al ring si no estamos convencidos de poder ganar la pelea. Así como una agrupación de una Facultad de una sola Universidad no puede pretender cambiar la Ley de Educación Superior, cuatro compañeros no pueden pretender cambiar un plan de estudios. Con el tiempo, la agrupación crecerá en militancia y capacidades, y ningún objetivo será demasiado para nosotros. Si prestamos atención a nuestro alrededor, nuestra organización siempre estará lista y preparada para enfrentar desafíos que les permitirá generar mayor organización, conciencia y heterogeneidad dentro de su frente de masas.

Una vez que la agrupación ha comprendido la dinámica del trabajo de base, tiene que evitar por todos los medios permanecer en la comodidad de aquello que ya conoce, pues al crecer comenzaran a (y deberán) aparecer los desafíos del trabajo en escala.

Es por eso que al tiempo que hemos consolidado una organización “gremial” es importante proponerse el desafío de aumentar la escala, sin nunca abandonar la tarea gremial que nos llevó hasta allí.

Los compañeros y compañeras que dirigen y articulan deben sintetizar el saber histórico del Movimiento Estudiantil nuestro Frente de Masas, y el conocimiento político estratégico del Movimiento Político (mediado en el Programa).

El primer momento del salto de escala debe plantearse y permitirse un crecimiento a nivel territorial. Para los militantes que están al frente de agrupaciones dentro del movimiento estudiantil, significa empezar a relacionarse con compañeras y compañeros con las mismas problemáticas, también estudiantes, pero de otras facultades, de distintas Universidades y quizás hasta de otras Provincias.

Si la agrupación es capaz de dar este salto de forma ordenada, verá ampliada su capacidad de intervención política y potenciada su construcción. La fragmentación interna es el primer problema que debemos abordar en este caso, cuanto más conocimiento sobre lo que ocurre en la agrupación y sus frentes de trabajo tengan todos los compañeros y todas las compañeras, podrán hacer un aporte más rico, participar eficazmente de la elección del rumbo que se tomará orgánicamente y militar concretamente las tareas que se desprendan de las diferentes lecturas.

Centralizar, socializar y compactar es la tarea de toda organización que construye sobre la unidad las herramientas de la transformación. Saldada la tarea, es importante predisponer la organización a la unidad del sector, abandonando cualquier rencilla con las restantes organizaciones populares. La actitud unitaria de una organización genera buena referencia respecto de las demás. Si no apuntamos a la síntesis, nuestra incidencia en la realidad se fragmenta, se divide y se diluye. Por sentirnos protagonistas, nos convertimos en obstáculo. Sólo así estaremos bregando por la construcción del sujeto social dentro del frente de masas.

Seguir trabajando la escala de la organización, articulando con nuevos sectores y sujetos sociales, bregando por la unidad y la confluencia política de las organizaciones nos permitirá superar las acciones

político-gremiales, y participar de la construcción del sujeto político e iniciar nuestro trabajo también a nivel político. Sin embargo, esta tarea no es sencilla, tenemos que tener presente los desafíos que se nos presentarán como organización y como militantes.

La formación permite el desarrollo de la organización en escala política sin perder el contacto con el frente de masas. Permite tener conocimiento sobre los problemas, tiempos y momentos de cada grupo social, permitiendo observar el estado de ánimo y la conciencia de las bases y la masa.

Si la formación no parte de problemas reales caerá fácilmente presa del academicismo, un comportamiento que se caracteriza por extrapolar ideas y esquemas teóricos, e intenta contrastar ideas o conceptos o tesis que surgieron a partir de problemas de otras sociedades, que solo son importantes en general, pero no en particular y en singular. El academicismo se muestra como descolgado, rígido, por fuera de su realidad, como tratando de implantar practicas traídas de los pelos. El camino inverso, el que parte de los problemas de las masas puede incorporar los conocimientos surgidos de otras realidades en tanto lee esos conocimientos para ser aplicados a sus problemas, y como conoce profundamente sus problemas solo toma de lo general lo que es aplicable particular y singularmente.

El trabajo en el frente de masas es el punto de partida, al tiempo que la necesaria especialización hace a las condiciones de confianza e influencia que debemos tener con las masas, y la formación permite el desarrollo de la organización en escala política sin perder el contacto con el frente que organizamos, atendiendo las necesidades inmediatas sin caer en el asistencialismo, especializándose para ganar la confianza e influencia sin caer en el comportamiento gremialista, dándole a cada problema gremial la dirección política necesaria.