Donald Winnicott - Ostáculos en La Adopción

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Obstáculos en la adopción (1954) El tema de la adopción es muy amplio, y no puede abarcárselo en un artículo breve. La preparación para trabajar en el campo de la organización de las adopciones exige conocimientos legales, comprensión del desarrollo emocional del ser humano a partir de una edad muy temprana y formación en la asistencia social individualizada. Quienes se preparan para esta tarea realizan asistencia social individualizada bajo supervisión y se familiarizan con la técnica de la tramitación completa del caso. En rigor, sólo un 30 %, aproximadamente, de las adopciones son dispuestas a través de sociedades de adopción o asociaciones dedicadas especialmente a ello. El resto son en la actualidad o bien adopciones realizadas por terceras partes, o casos en los que el niño es ubicado de forma directa por la madre, o bien son tramitadas de manera informal. Suele suceder que un ginecólogo o un clínico general atienda en la misma semana a una madre incapaz de mantener consigo a su bebé y a una familia que, por uno u otro motivo, desea adoptar un niño; ¿qué podría ser más natural que disponer la adopción? El bebé es llevado a ese hogar y luego se toman las medidas legales. No puede negarse que estas adopciones informales suelen funcionar bien, y seguirán haciéndolo. No obstante, es preciso puntualizar que una cierta proporción de estas adopciones informales fallan, y las sociedades de adopción pueden decir con frecuencia y con razón, al examinar estos fracasos, que podrían haberlos previsto; una asistencia social individualizada, a cargo de las personas apropiadas, habría permitido pronosticar ciertas complicaciones. Por ejemplo, es dable detectar una motivación distorsionada, y, sobre todo, las sociedades de adopción pueden impedir que un niño le sea entregado a una mujer neurótica en la errónea creencia, por parte del médico o de algún tercero, de que si esa mujer tuviera un niño para cuidar mejoraría. Una buena asistencia social individualizada no sólo evita catástrofes sino que puede organizar adopciones que de otro modo serían imposibles; y debe recordarse que una adopción fallida es por lo común desastrosa para el niño, a punto tal de que habría sido mejor no hacer el intento. Se preguntará: ¿hay alguna argumentación en contra del método más profesional? La objeción contra las adopciones cuidadosamente dispuestas por una sociedad de adopción es que, precisamente por el cuidado que se pone, suelen producirse demoras, algunas de las cuales son serias y estropean un buen trabajo. Para asegurarse de que el bebé es sano, es preciso hacer observaciones y exámenes, todo lo cual lleva semanas o meses; así que para la época en que los padres adoptivos tienen el bebé a su cuidado, ya han pasado demasiadas cosas en la vida de éste. De hecho, por lo común hay embrollos en el cuidado del bebé antes de que éste sea llevado, con la consecuencia de que los padres adoptivos no sólo cargan con un bebé sino con un complejo problema psicológico. Además, la adaptación emocional a la idea de adoptar activa sentimientos profundos. Cuando los padres finalmente se deciden a adoptar un bebé, están en el momento justo para hacerlo, y una demora de meses puede ser insalubre. Varias postergaciones o una demora de meses o aun de

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Psicoanálisis

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Obstáculos en la adopción(1954)

El tema de la adopción es muy amplio, y no puede abarcárselo en un artículo breve. La preparación para

trabajar en el campo de la organización de las adopciones exige conocimientos legales, comprensión del

desarrollo emocional del ser humano a partir de una edad muy temprana y formación en la asistencia social

individualizada. Quienes se preparan para esta tarea realizan asistencia social individualizada bajo supervisión

y se familiarizan con la técnica de la tramitación completa del caso.

En rigor, sólo un 30 %, aproximadamente, de las adopciones son dispuestas a través de sociedades de adopción

o asociaciones dedicadas especialmente a ello. El resto son en la actualidad o bien adopciones realizadas por

terceras partes, o casos en los que el niño es ubicado de forma directa por la madre, o bien son tramitadas de

manera informal. Suele suceder que un ginecólogo o un clínico general atienda en la misma semana a una

madre incapaz de mantener consigo a su bebé y a una familia que, por uno u otro motivo, desea adoptar un

niño; ¿qué podría ser más natural que disponer la adopción? El bebé es llevado a ese hogar y luego se toman

las medidas legales. No puede negarse que estas adopciones informales suelen funcionar bien, y seguirán

haciéndolo.

No obstante, es preciso puntualizar que una cierta proporción de estas adopciones informales fallan, y las

sociedades de adopción pueden decir con frecuencia y con razón, al examinar estos fracasos, que podrían

haberlos previsto; una asistencia social individualizada, a cargo de las personas apropiadas, habría permitido

pronosticar ciertas complicaciones. Por ejemplo, es dable detectar una motivación distorsionada, y, sobre todo,

las sociedades de adopción pueden impedir que un niño le sea entregado a una mujer neurótica en la errónea

creencia, por parte del médico o de algún tercero, de que si esa mujer tuviera un niño para cuidar mejoraría.

Una buena asistencia social individualizada no sólo evita catástrofes sino que puede organizar adopciones que

de otro modo serían imposibles; y debe recordarse que una adopción fallida es por lo común desastrosa para el

niño, a punto tal de que habría sido mejor no hacer el intento.

Se preguntará: ¿hay alguna argumentación en contra del método más profesional? La objeción contra las

adopciones cuidadosamente dispuestas por una sociedad de adopción es que, precisamente por el cuidado que

se pone, suelen producirse demoras, algunas de las cuales son serias y estropean un buen trabajo. Para

asegurarse de que el bebé es sano, es preciso hacer observaciones y exámenes, todo lo cual lleva semanas o

meses; así que para la época en que los padres adoptivos tienen el bebé a su cuidado, ya han pasado

demasiadas cosas en la vida de éste. De hecho, por lo común hay embrollos en el cuidado del bebé antes de

que éste sea llevado, con la consecuencia de que los padres adoptivos no sólo cargan con un bebé sino con un

complejo problema psicológico. Además, la adaptación emocional a la idea de adoptar activa sentimientos

profundos. Cuando los padres finalmente se deciden a adoptar un bebé, están en el momento justo para

hacerlo, y una demora de meses puede ser insalubre. Varias postergaciones o una demora de meses o aun de

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años harán que la adopción deje de ser positiva, pues aunque los padres aún persistan en su deseo original, han

perdido esa particular tendencia al cuidado de un bebé pequeño que habían adquirido en el momento adecuado,

más o menos como sucede (aunque de forma mucho menos intensa) con la que adquieren los padres reales

naturalmente hacia el bebé que nace después de nueve meses de espera.

Si se consideran estas pocas observaciones, será obvio que no puede seguirse una regla simple. El estudioso

del tema tendrá que leer en abundancia, y a los médicos se les puede decir que la disposición de una adopción

hecha con ligereza implica carecer de la debida comprensión de los factores involucrados. Sobre todo, las

adopciones no deberían disponerse con el objeto de curar neurosis adultas.

El principio básico subyacente es que si un bebé no puede ser criado por sus padres biológicos, lo mejor que

puede pasarle es que se lo incorpore a una familia y se lo críe como parte de ella. Por lo demás, una adopción

legal le da al niño el sentimiento de ser un integrante de la familia. Hace mucho que se descartó la idea de que

una criatura humana pueda ser criada en una institución, por buena que sea, y convertirse automáticamente en

un ser humano maduro por su solo crecimiento. La tendencia interna al desarrollo y el muy complejo

crecimiento emocional de cada bebé exige ciertas condiciones, que no deben estipularse en términos de un

buen cuidado del cuerpo. Un niño necesita ser amado, por razones que es dable poner por escrito. No es que el

ambiente o una buena crianza conformen un ser humano, ni siquiera el cuidado amoroso de sus padres, pero

ese cuidado amoroso es indispensable para los procesos innatos de crecimiento emocional.

En lugar de tratar de reunir los goces y los obstáculos a que da lugar la adopción de niños, he preferido relatar

un historial corriente. Como cualquier otro historial clínico, ilustra ciertos puntos, en especial que no basta con

el cuidado común del cuerpo. Contaré el caso de un niño adoptado por buenos motivos, que tuvo dificultades y

las está superando. La adopción no fue ideal, pero no es útil buscar siempre lo ideal. Lo cierto es que si este

niño sale adelante, se hallará en una situación mucho mejor que si hubiera sido criado desde el comienzo en

una institución. (He modificado los detalles del caso en algunos aspectos importantes para que no sea

reconocible.)

William, de 4 años

Los padres me trajeron a consulta a este niño adoptado, a raíz de su síntoma: golpearse la cabeza contra la

pared. Habían tenido al chico en tratamiento en una clínica de orientación infantil. Gracias a su contacto con el

personal de esa clínica, la madre había ganado mucha comprensión. El niño concurría a un pequeño grupo en

sesiones semanales. Los padres deseaban ahora una revisión general del tema.

La entrevista fue muy irregular. Primero los vi a los tres juntos. Mi intento de charlar con el chico a solas

fracasó; recibí al padre pero el chico entraba constantemente en el consultorio. Luego el padre y la madre

cambiaron de lugar y más tarde el chico se quedó solo conmigo. Finalmente, tuve una larga charla con la

madre.

El cuadro era el de un niño deprivado, y al principio me fue difícil averiguar cómo se había llegado a esto, ya

que el niño fue adoptado cuando tenía un mes (legalmente a los cuatro meses), a través de una sociedad de

adopción registrada.

Historia de la familia

El matrimonio no tenía hijos. En un momento avanzado de la consulta me enteré de que había habido un

aborto anterior al casamiento. La relación sexual era satisfactoria, pero existía una obstrucción en las trompas

de Falopio, de modo tal que no era probable que hubiese nuevos embarazos. Todo esto generó mucha culpa,

pero ahora los padres estaban en vías de recuperarse de los efectos de estos sucesos. A la madre no le

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importaba haber tenido que dejar su vida profesional. Para tener una sensación de familia, estos padres habían

albergado a muchos niños en forma temporaria, de manera tal que casi siempre había niños rondando por la

casa aparte de William, lo cual lo ayudó considerablemente. En la actualidad los padres han solicitado una

niña; esta adopción puede materializarse, pero, como de costumbre, la espera ha sido muy prolongada.

Historia del niño.

Los detalles de su nacimiento son desconocidos. Fue amamantado durante tres semanas, y luego rápidamente

se le dio la mamadera a fin de prepararlo para el cambio que sobrevendría al mes. Cuando William tuvo un

mes y fue adoptado, era un bebé pequeño pero sano. No tuvo dificultades físicas durante la infancia y pocas

veces estuvo enfermo. A los dos años se le practicó una tonsilectomía. Al principio me pareció que no existía

ningún trastorno del desarrollo emocional, pero poco a poco se puso en evidencia en la consulta que ninguno

de los padres guardaba recuerdos precisos de detalles de su infancia. A los dos años el niño empezó a

golpearse la cabeza contra la pared, y esto se tornó grave. Primero se sentaba de espaldas a la pared y se

golpeaba echando la cabeza hacia atrás; después adoptó una silla especial para replegarse en ella tras cada

golpe. Se observaba con asiduidad esta secuencia: primero los golpes, luego un terrible estado de tensión, y

después flacidez, tras lo cual el niño aparecía cansado y con ojeras. Esta conducta compulsiva se tornó menos

evidente con el tiempo, y en la actualidad está representada por un vaivén de breves sacudones. A los dos o

tres años, apareció un elemento sensual en su forma de besar.

Mientras proseguía la consulta, el niño le mostraba a su madre fotos de animales, y parecía tener una relación

satisfactoria con ambos padres, aunque se notaba su inquietud. Les dije a los padres: "Este golpearse la cabeza

representa una deprivación de algún tipo, pero no puedo darme cuenta de cómo surgió".

Notas adicionales.

William nunca se succionó los dedos o pulgares, y no porque le fuera vedado. Desde los dos años, o antes,

adoptó objetos para abrazarlos cariñosamente, como es habitual, pero al irse a dormir empleaba una técnica

que era una variante del golpearse la cabeza: tendido en la cama, se sacudía la parte superior de la cabeza con

el brazo extendido. Por lo común predominaba su deseo de hacerlo, pero el elemento compulsivo se reveló

cuando, en un ataque de diarrea y descompostura, despierto, comenzó a golpearse la cabeza y debió ser

detenido. Comenzó a repetir: "¡No puedo dejar de golpearme!", mostrándose muy desdichado.

Otro hecho curioso es que nunca intentaba bajarse solo de la cuna. Mostraba apatía en su relación con el

mundo. Ni siquiera ahora sale de la cama por sí solo a la mañana. Además, mientras está jugando libremente,

de pronto se va a la silla y empieza a balancearse hacia atrás y hacia adelante. Si está interesado en alguna

actividad, como suele suceder por lapsos breves, su concentración y perseverancia son normales y agudas, pero

ante la menor frustración o daño se pierde el elemento constructivo, el juego se termina y la desesperación

ocupa el lugar del contento. Sus necesidades presentan una característica compulsiva. Nunca robó, salvo quizás

algún terrón de azúcar o un pedazo de torta, subrepticiamente. Tiene una buena imaginación, pero es difícil

desligarla de la actitud de la madre, dado que en los últimos tiempos ella ha jugado con él más de lo habitual,

en un empeño por compensarle su deprivación anterior, y alentándole los juegos imaginativos.

La clave del problema.

Sólo de a poco los padres llegaron a contarme que cuando el niño llegó a la casa no pudieron entablar con él

una buena relación. La madre estaba lidiando con su culpa por el aborto y también con el resentimiento por el

hecho de que no fuera hijo suyo. El padre, imprevistamente, sintió una profunda repulsión cuando vio al bebé.

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Como consecuencia de todo esto, lo cuidaron bien físicamente, pero durante un período que quizá duró un año

no fue realmente amado; y por cierto al principio la madre no tuvo, con relación a las necesidades del niño, esa

orientación especial que es natural en una madre con un bebé propio. Estos padres no habían podido querer al

niño en un comienzo, y sólo gradualmente asumieron un cabal sentido de la responsabilidad por él y una

actitud cariñosa. En las primeras etapas los padres no pudieron hacer nada al respecto, y confiaban en que no

tuviese repercusiones; pero los golpes del niño contra la pared les hicieron ver que algún daño le habían

causado. Por fortuna, poco a poco habían empezado a encariñarse, y en la actualidad están haciendo cuanto

pueden por compensar su temprana falta de amor; me dan la impresión de quererlo realmente y de estar

disponibles para él. William es inteligente y afectuoso, aunque presenta cierta labilidad en sus afectos. Tiene

sentido común. En estos momentos es muy dependiente de su madre. Nunca expresa ningún sentimiento hacia

ella, y ambos padres piensan que ello se debe a que inicialmente, y hasta hace poco, la madre no pudo tampoco

mostrarle sus sentimientos hacia él.

Cuando se quedó conmigo a solas el chico dibujó con grandes ademanes impulsivos. Pudo decirme qué estaba

dibujando y ver el aspecto divertido del asunto. Cada dibujo que hacía se lo llevaba a la madre. Sus dibujos

evidenciaban su capacidad para una acción impulsiva que se está poniendo al servicio de la autoexpresión.

Mostraba imaginación y sentido del humor, así como una cierta capacidad para ridiculizar sus propias

particularidades. Le gustó el contacto conmigo pero también quiso irse llegado el momento. En estos aspectos,

reveló que en el desarrollo de su personalidad hubo muchos elementos normales para su edad.

Comentario

La adopción de este bebé fue dispuesta a una edad temprana adecuada. La asistencia social individualizada fue

deficitaria, por cuanto no se predijeron las dificultades que tendrían los padres. Podría afirmarse que si se

hubiera contado con mejores padres adoptivos, el niño no habría desarrollado su enfermedad; de todos modos,

no es seguro en absoluto que hubiera mejores padres, y el niño puede darse por muy contento de no haber

quedado librado a un cuidado más impersonal.

Hubo factores ligados a la vida personal de los padres que les impidieron sentir amor por el niño desde el

comienzo. Confiaban en disipar esto brindándole cuidados físicos particularmente buenos, y a la sazón no

tuvieron una comprensión suficiente de lo que estaban haciendo, ni suficiente libertad frente al sentimiento de

fracaso personal como para entregarse al estudio de los problemas asociados a la adopción de un bebé. Cuando

el niño empezó a desarrollar síntomas ya se habían encariñado con él, y con algo de ayuda pudieron finalmente

dedicarse en serio a la tarea que habían emprendido.

Ahora tienen entre manos un "caso", y se ven obligados a exagerar tal o cual aspecto de su cuidado para

satisfacer las necesidades del niño, o sea a la vez que disfrutan de su crianza le están haciendo psicoterapia.

Los pone contentos tener la oportunidad de hacer algo para corregir los efectos de su deficiencia anterior.

Están logrando éxito en su doble tarea, y aunque aún no puede predecirse si este chico tendrá más propensión a

desarrollar un carácter antisocial que un niño normal, en caso de que sus padres perseveren, como parece

probable que lo hagan, tienen muchas probabilidades de contar en el futuro con un hijo que contribuirá a su

felicidad. Personalmente, me inclinaría por que ahora adoptasen una niña.

Un elemento importante de este caso es la estabilidad del matrimonio, y en retrospectiva puede decirse que el

grado en que los perturbaron sus propias fallas para producir un niño mide, hasta cierto punto, su salud.

En esta tarea, no se busca lo ideal. Cualquier método que dé a un niño depravado un hogar real y permanente

es bienvenido. No obstante, a la larga es el asistente social bien formado el capaz de evitar los obstáculos y

disponer adopciones que tengan éxito.