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Documento de Trabajo ISSN (edición impresa) 0716-7334 ISSN (edición electrónica) 0717-7593 Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia: Documento Base y Respuesta de los Obispos Chilenos. Instituto de Economía Nº 180 Agosto 1995 www.economia.puc.cl

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Documento de TrabajoISSN (edición impresa) 0716-7334

ISSN (edición electrónica) 0717-7593

Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia: Documento Base y Respuesta de los Obispos Chilenos.

Instituto de Economía

Nº 180Agosto 1995

www.economia.puc.cl

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA A LA LUZ

DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA: DOCUMENTO

BASE Y RESPUESTA DE LOS OBISPOS CHILENOS

(1989-1990)

Instituto de Economía

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PRESENTACION

A mediados de 1989 visitó el Instituto de Economía Monseñor Carlos González a esa fecha Presidente de la Conferencia Episcopal. En esa ocasión Monseñor González instó a los profesores de Jornada Completa del Instituto a analizar los fundamentos del sistema de economía social de mercado en la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia. Resultado de esta reflexión critica fue el documento "Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de La Iglesia". Posteriormente se recibió una carta respuesta de los Obispos de la Comisión Pastoral del Episcopado y dos reflexiones individuales de los obispos Jorge Hourton y Tomás González. También hubo una segunda carta de los profesores en reacción a estos comentarios.

Con el propósito de que este intercambio epistolar entre economistas de la Pontificia Universidad Católica y sacerdotes de la Iglesia Católica Chilena quede a resguardo del olvido, se ha considerado conveniente editar los resultados de este diálogo en la serie de Documentos de Trabajo del Instituto de Economía.

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CONTENIDO

DOCUMENTO Nº 1 UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA A LA LUZ DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA DOCUMENTO Nº 2 CARTA DE RESPUESTA DE LOS OBISPOS DE LA COMISION PASTORAL DEL EPISCOPADO DOCUMENTO Nº 3 CARTA DE RESPUESTA DE MONSEÑOR TOMAS GONZALEZ M. OBISPO DE PUNTA ARENAS Y MONSEÑOR JORGE HOURTON P. OBISPO AUXILIAR DE SANTIAGO DOCUMENTO Nº 4 CARTA DE RESPUESTA DE LOS PROFESORES DE JORNADA COMPLETA DEL INSTITUTO DE ECONOMIA DOCUMENTO Nº 5 CARTA DE RESPUESTA DE MONSEÑOR SERGIO CONTRERAS N. OBISPO DE TEMUCO Y SECRETARIO GENERAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE DOCUMENTO Nº 6 CARTAS DE AGRADECIMIENTO OBISPOS DE TALCA, LA SERENA, RANCAGUA Y VALPARAISO

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DOCUMENTO Nº 1

"UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA A LA LUZ

DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA"*

Diciembre 1989

Juan Eduardo Coeymans Rodrigo Mujica

Fernando Coloma Fernando Ossa Jorge Desormeaux Arístides Torche

Alvaro Donoso Salvador Valdés Ernesto Fontaine Juan Ignacio Varas

Dominique Hachette Gert Wagner Luis Felipe Lagos Carlos Williamson

Rolf Lüders Daniel Wisecarver

*Se agradece la colaboración de Juan Braun, quien participó activamente en la primera versión de este Documento.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 1 I. EL LLAMADO DE LA IGLESIA

La misión de la Iglesia en el mundo es el rescate de los hombres de las tinieblas del pecado. La vocación última del cristianismo es imitar a Jesucristo: "Sed perfectos como mi Padre Celestial es perfecto". Es decir, el católico está llamado a operar un cambio fundamental en su espíritu, cambio que en teología recibe el nombre de conversión. La meta de cada hombre, independiente de su condición o estado, es la salvación de su alma. El llamado de Cristo es, por tanto, profundamente personal.

Subyace a la meta de vivir una vida recta conforme a virtud, una responsabilidad y ética personales: tanto la salvación como la condena eternas son individuales y en virtud a los méritos de cada uno. Cristo y su Iglesia reconocen que esto no es fácil. Mirando la naturaleza humana con realismo, la virtud no nace de manera automática en el corazón de los hombres: la condición humana es la de una naturaleza caída. Es por esto que Dios concede el don de la Fe y la ayuda de la gracia, recibida a través de los sacramentos.

De lo anterior no se ha de creer que la moral católica profese un individualismo egoísta. Al contrario, la Iglesia rechaza el doble peligro del individualismo y el colectivismo. Este llamado personal tiene una dimensión social clara. Reconociendo a todos los hombres como hijos de un mismo Dios, cada uno tiene la obligación grave de la caridad para con el prójimo, especialmente los más necesitados. En esto, hacemos bien en recordar las palabras de la Biblia respecto al Juicio Final (Mt. 25, 41-46):

"Porque tuve hambre, y no me dísteis de comer; tuve sed y no me dísteis de beber; fui peregrino, y no me alojásteis; estuve desnudo, y no me vestísteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitásteis. Entonces ellos responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te socorrimos? El les contestará diciendo: En verdad os digo que cuando dejásteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejásteis de hacerlo".

De aquí que toda actividad política y económica tenga una dimensión ético-moral. Cada una de las decisiones que a diario hacen los agentes económicos (trabajadores, ejecutivos, empresarios, etc.) no son de ninguna manera neutrales desde el punto de vista moral. Son en sí mismos y en sus consecuencias actos sujetos a la moral. El llamado a la santidad consiste precisamente en realizar la virtud en la esfera de ocupación de cada uno.

Es por esto que a la Iglesia no le es ajeno el desarrollo de los pueblos. Desde la Encíclica de León XIII, Rerum Novarum, el Magisterio Social de la Iglesia ha venido manifestando el "carácter ético y cultural" (Sollicitudo Rei Socialis) del desarrollo ofreciendo "principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción" (S.R.S., 8). Sin embargo, la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer, ni se inclina por algún sistema económico determinado, aunque condena a aquellos sistemas que no respetan la dignidad del hombre. Esto resulta evidente al comprender que el mensaje de Cristo es

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2 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 espiritual y trascendente. En palabras de Juan Pablo II:

"La doctrina social de la Iglesia no es, pues, una "tercera vía" entre capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia" (Sollicitudo Rei Socialis, 41).

La doctrina social de la Iglesia tiene como objetivo interpretar la realidad social examinando su conformidad con el Evangelio y su enseñanza acerca del hombre y su variación terrena y trascendente. A través de las distintas Encíclicas y del Magisterio Social en general, se puede observar que los fundamentos de la doctrina social son básicamente dos: la dignidad e inviolabilidad de la persona humana, que da origen a ciertos derechos fundamentales de ésta y, el carácter social de la naturaleza del hombre, que exige un ordenamiento de la sociedad orientado hacia la promoción del bien común.

"En toda humana convivencia bien organizada y fecunda hay que colocar como fundamento el principio de que todo ser humano es persona, es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y de voluntad libre y que, por tanto, de esa misma naturaleza directamente nacen al mismo tiempo derechos y deberes que, al ser universales e inviolables, son también absolutamente inalienables". (Pacem in Terris, 9).

"....el principio fundamental de esta concepción consiste en que cada uno de los seres humanos es y debe ser el fundamento, fin y el sujeto de todas las instituciones en las que se expresa y se actúa la vida social: cada uno de los seres humanos visto en lo que es y en lo que debe ser según su naturaleza intrínsecamente social, y en el plan providencial de su elevación al orden sobrenatural. (Mater et Magistra, 219).

El primer principio nace de la condición de hijos de Dios y de la creación del hombre a imagen y semejanza suya. El valor y los derechos humanos no les son otorgados al hombre por el Estado, sino por Dios mismo. A la vez, el hombre es una creatura eminentemente social. Desde los primeros tiempos las personas han vivido en familia y se han reunido en comunidades, ciudades, países. De esta naturaleza social nace la preocupación y el deber de una conciencia social y una virtud llamada Justicia Social.

El principio de subsidariedad media entre los anteriores fundamentos.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 3 Reconociendo que las personas individuales pertenecen, a través de complejas ataduras a diferentes cuerpos sociales, el principio de subsidariedad sostiene que las decisiones sociales deben ser tomadas por la comunidad más cercana a la realidad concreta pertinente, y por la del siguiente mayor nivel de organización social sólo cuando la de menor nivel no puede hacerlo bien.

"Debe con todo quedar en pie el principio importantísimo en la filosofía social: que así como no es lícito quitar a los individuos lo que ellos pueden realizar con sus propias fuerzas e industria para confiarlo a la comunidad, así también es injusto reservar a una sociedad mayor o más elevada lo que las comunidades menores e inferiores pueden hacer, y esto es juntamente un grave daño y un trastorno del recto orden de la sociedad; porque el objeto natural de cualquier intervención en la sociedad misma es el de ayudar de manera supletoria a los miembros del cuerpo social, y no el de destruirlos y absorberlos". (Quadragesimo Anno, 79).

Consecuentemente con el mensaje de Cristo, existe una idea que aparece recurrentemente en la Doctrina Social de la Iglesia: "el amor de predilección por los pobres". Este es un principio que es un elemento dinamizador del magisterio social. Evidentemente esta "opción" no es exclusiva, sino que refleja la atención especial de Cristo por los más débiles. La "opción por los pobres" tiene para Juan Pablo II un renovado aliento en lo que ha llamado la economía de la solidaridad (Discurso CEPAL).

El llamado de la Iglesia no se queda sólo en la reflexión, sino que apunta directamente a la acción, sin la cual los principios del Magisterio Social serían vacíos. Como laicos y economistas queremos humildemente responder a este llamado. Nuestra intención es hacer un aporte con nuestro conocimiento e inspiración en la enseñanza social de la Iglesia, a la búsqueda de un desarrollo para Chile dentro de un orden económico justo. Con motivo de la reciente visita de Juan Pablo II a nuestro país y del precioso legado en materia social que su pontificado ha producido, nos centramos básicamente, aunque no exclusivamente, en su enseñanza para destacar -a la luz de la evolución de la economía chilena durante los últimos quinquenios- aquellos tipos de políticas que debieran imperar en el país y que naturalmente no compete a la Iglesia proponer (Octogesima Adveniens, 4).

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4 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 II. EL DESARROLLO ECONOMICO

El desarrollo no consiste en una mera acumulación de bienes, ni se reduce al simple crecimiento económico. El verdadero desarrollo es integral, es decir, que "promueve a todos los hombres y a todo el hombre" (Populorum Progressio, 14). Las causas tanto del desarrollo como del subdesarrollo son fundamentalmente morales (CEPAL). "A la luz del mismo carácter esencial moral, propio del desarrollo, hay que considerar también los obstáculos que se oponen a él (....) la superación de estos sólo se obtendrá gracias a decisiones esencialmente morales" (S.R.S. 35). En términos teológicos se denomina pecado a estos obstáculos morales. Y cuando estos pecados personales se acumulan y concentran en determinados grupos sociales, se habla de pecado social. Sin embargo, hay que tener presente que, una "situación - como una institución, una estructura de una sociedad- no es, de suyo, sujeto de actos morales, por lo tanto, no puede ser buena o mala en sí misma". Las verdaderas responsabilidades son de los hombres, no de las estructuras (Rec. Pac. 16).

Las instituciones sociales no son como una capa protectora que pueden funcionar igualmente bien con hombres pecadores o virtuosos. El pensamiento social católico es enteramente realista respecto a la naturaleza caída del hombre, insistiendo en la práctica de todas las virtudes humanas al mismo tiempo. Los Papas desde Pío XI hablan de la justicia social en términos de las virtudes que se requieren para una vida recta, y de sistemas socioeconómicos que permiten y promueven la vida virtuosa, realizando objetivamente la justicia misma.

En pocas palabras, personas virtuosas pueden ver frustradas sus intenciones por sistemas mal diseñados y buenos sistemas pueden fallar por la conducta desordenada y no conforme a virtud. Más fundamentalmente, Juan Pablo II no ha cesado de insistir en la primacía del hombre sobre la "estructura", y en el hecho de sólo el hombre justo garantiza la "estructura" justa (Redemptor Hominis 16).

Nos adentramos ahora en la discusión sobre las instituciones que hacen posible o impiden el desarrollo. De acuerdo al fin que perseguimos, en lo que sigue nuestra discusión se centrará en las instituciones y ordenamientos socio-económicos, aunque como sostuvimos, las causas últimas del desarrollo se encuentran en la moral personal.

i) Economía Social de Mercado

El sistema económico chileno posee actualmente algunas de las características

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 5 principales de lo que se ha dado en llamar "Economía Social de Mercado"1. Esta consiste en un ordenamiento que privilegia la libertad personal y la iniciativa económica individual, exigiendo al estado un rol subsidiario activo en resguardo del bien común, y en su realización de acuerdo a los recursos o medios incrementados de que dispone (M.M. 51-58).

Dicho ordenamiento está así llamado a salvaguardar la dignidad personal, protegiendo el libre arbitrio humano. Esto implica, a su vez, la posibilidad personal de cada uno de participar en la labor cocreadora del Señor.

"El hombre", señala Juan Pablo II en Laborem Exercens 4, "es la imagen de Dios, entre otros motivos, por el mandato recibido de su creador de someter y dominar la tierra. En la realización de este mandato, el hombre, todo ser humano, refleja la acción misma del Creador del Universo". La creación no está terminada y las personas están llamadas a hacerlo, consiguiendo su realización personal. Ello, además de lo que se infiere del estado actual de la teoría económica, nos lleva a sostener como necesario un ordenamiento económico que privilegia la libertad, procurando a la vez establecer una efectiva igualdad de oportunidades. La dignidad del hombre, como imagen divina, supone la posibilidad de ejercer esta actividad cocreadora y proveerse para sí y su familia. En palabras de Juan Pablo II:

"Es menester indicar que en el mundo actual, entre otros derechos, es reprimido a menudo el derecho de iniciativa económica. No obstante eso, se trata de un derecho importante no sólo para el individuo particular, sino además para el bien común. La experiencia nos demuestra que la negación de tal derecho o su limitación en nombre de una pretendida igualdad de todos en la sociedad, reduce, aún más, destruye de hecho el espíritu de iniciativa, es decir, la subjetividad creativa del ciudadano". (S.R.S. 15).

La experiencia histórica nos ha enseñado que la creación de riqueza tiene su resorte fundamental en la libre creatividad y el ingenio humano, lo que completa la obra creadora de Dios. Este llamado a la iniciativa económica no está hecho sólo a los empresarios, sino a todos los hombres para realizarla mediante su esfuerzo y trabajo. Toda la fuerza de su obligación moral está magníficamente ilustrada en la parábola de los talentos (Mateo 25: 26-28): "Siervo malo y perezoso, sabrás que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí.... Quitádle, por tanto, su talento y dáselo al que tiene a

1El término se refiere a la economía alemana de post-guerra, pero su uso se ha ido extendiendo para denominar economías de mercado en que el Estado juega un importante rol para asegurar la libre competencia, y orientar los resultados hacia fines deseados socialmente, pero ese papel es fundamentalmente subsidiario.

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6 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 los diez talentos".

Esto se ve confirmado en general por la experiencia de los países prósperos, que han conseguido ir eliminando en mayor grado la pobreza que en aquellas naciones en que ha estado ausente la libre iniciativa. Sin embargo, esta no es razón suficiente para preferir una Economía Social de Mercado. Nos inclinamos por este tipo de ordenamiento económico fundamentalmente porque respeta la dignidad del hombre. Pero es notable además el hecho de que el crecimiento económico se ve fuertemente incrementado cuando las personas y sociedades participan en mayor grado en la labor co-creadora de Dios a través de la innovación tecnológica.

Ahora bien, no ha de creerse que un sistema económico libre se basta a sí mismo, constituyendo el rector absoluto de la vida social. Un ordenamiento económico libre no debe significar libertinaje . El verdadero sentido de la libertad en el pensamiento católico es libertad para escoger el bien. El sistema económico no se sustenta por sí sólo ni funciona sin limitaciones. Con un orden económico libre sólo se quiere indicar la autonomía relativa del orden económico. Esta autonomía está lejos de ser absoluta. Como hemos señalado, el orden moral es intrínseco al buen funcionamiento de la economía. La principal limitación en el funcionamiento de la economía, aunque no la única, es la moralidad y virtud de cada uno de los individuos que en ella intervienen. Sin embargo, en palabras de Juan Pablo II: "Ni siquiera la necesidad del desarrollo puede tomarse como pretexto para imponer a los demás el propio modo de vivir o la propia fe religiosa" (S.R.S. 32).

De ahí el carácter relativo de la autonomía. Una Economía Social de Mercado no sólo no impide la práctica de la virtud y la moralidad, sino que la supone para su recto funcionamiento.

Siguiendo con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, una Economía Social de Mercado da importancia al principio de subsidariedad. En este ámbito, las decisiones económicas deben ser tomadas por el agente económico más cercano a la realidad concreta sobre la cual se decide. Por ello, cada persona tiene el derecho y la obligación de procurarse los bienes materiales para los suyos y el derecho a dirigir su vida económica. Es decir, en términos económicos, las decisiones sobre la asignación de recursos deben descansar sobre aquellas personas que están más cerca y conocen mejor cada realidad.

La realidad del pecado no escapa a la Doctrina Social de la Iglesia. Por ello a ninguna persona humana le puede ser conferido demasiado poder. En una Economía Social de Mercado el poder económico debiera estar diseminado entre los millares de personas que toman sus decisiones, sin perjuicio de las orientaciones y regulaciones superiores que el Estado impone en su carácter de rector del bien común. Asimismo la empresa privada tiene un papel fundamental en la economía libre, tanto en la asignación de recursos como en la solución al problema de la pobreza:

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 7

"El desafío de la miseria es de tal magnitud que para superarlo hay que recurrir a fondo al dinamismo y a la creatividad de la empresa privada, a todo su potencial eficacia, a su capacidad de asignación eficiente de los recursos y a la plenitud de sus energías renovadoras". Juan Pablo II (Discurso CEPAL).

La empresa privada competitiva tiene los incentivos necesarios para cumplir con el pesado rol que se le impone. El empresario, movido por un legítimo interés personal, encuentra que el éxito económico se halla en la satisfacción de las necesidades del consumidor. En este mismo cometido da valor a la "hipoteca social de la propiedad privada" (Juan Pablo II) y contribuye al bien común.

De igual modo, la propiedad privada es uno de los pilares de la Economía Social de Mercado, así como de la Doctrina Social de la Iglesia. El fundamento principal de la propiedad privada se encuentra en la "primacía del hombre sobre las cosas" (Laborem Exercens, 12), en la trascendencia de la persona humana sobre el mundo material (Génesis 1, 28 y Mateo 16, 26), y en los fines superiores de la existencia: no se es para tener, sino se posee para ser. Cabe añadir los argumentos de Santo Tomás (Summa Theologica, II-II, q. 66, a.2), quién sostiene que la propiedad privada es el mejor sistema para realizar la común destinación de los bienes a toda la humanidad, (L.E. 14, P.P. 22, 23). Por otra parte, no menos importante es la relación entre libertad y propiedad privada. "La propiedad privada o un cierto dominio sobre los bienes externos aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar.... (Gaudiem et Spes, 71).

Con todo, el derecho de propiedad no es absoluto y está condicionado por la "común destinación". En este sentido, la posibilidad de perder la propiedad cuando no se administra efectivamente, es una de las características esenciales del sistema, aun si ello no justifica su arbitraria supresión, ni el principio colectivista marxista, u otro que conduce a su eliminación. Es el mismo Juan XXIII, quien, al tiempo que exhorta a que en el marco del principio de subsidiariedad el Estado asuma una "acción multiforma, mucho más amplia y más ordenada que antes.." (M.M. 55), recuerda el valor permanente (y natural) del derecho de propiedad (M.M. 109).

Los adecuados incentivos que establece una economía libre al cumplimiento del bien común a través de la propiedad privada, no son suficiente y no se producen de manera automática. En su interior las personas deben "poseer las cosas como comunes" y están llamadas a practicar la caridad, "incluso con lo necesario".

A pesar del importante rol que tiene el empresario en una Economía Social de Mercado, no hay que perder de vista que su buen funcionamiento se basa en la creatividad de todo el trabajo humano. La cooperación es el elemento clave en la organización económica libre.

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8 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Consideramos legítima la aspiración de los obreros a participar activamente en la vida de las empresas en las cuales trabajan. La empresa es una comunidad de personas en que cada persona tiene algo importante que aportar, se debe salvaguardar la autoridad, pero no se puede caer en el extremo de reducir a sus colaboradores, a "la condición de simples y silenciosos ejecutores" (Mater et Magistra, 92). La participación de los trabajadores, incluso en la propiedad de las empresas donde trabajen, nos parece algo desde todo punto de vista adecuado y en concordancia con la Doctrina Social. Mientras más extensivo se haga esto, teniendo en consideración la realidad de cada empresa, más se contribuye a la sana operación de una economía de mercado. Igualmente, consideramos beneficiosa la presencia de los trabajadores en todos los niveles, "haciéndose oír y escuchar más allá de cada organismo productivo". (Mater et Magistra, 97).

La organización empresarial es una instancia fundamentalmente de cooperación entre sus miembros, sin la cual no podría funcionar. El mercado, asimismo, es una instancia de cooperación y beneficio mutuo. El afán desmedido por la riqueza y el egoísmo son a la larga penalizados; el vicio frecuentemente trae consigo la destrucción. Al contrario de lo que comúnmente se dice, el egoísmo2 no es la fuerza vital de la economía social de mercado, sino más bien su corrupción.

No obstante lo anterior, el interés personal3 induce a los agentes económicos a trabajar, ahorrar, invertir, innovar, etc., es decir, generar progreso material. Es la competencia que canaliza la actividad económica al bien común. Es función esencial de la Iglesia contribuir a la formación de personas con varios valores, que no caigan en el egoísmo u otras deformaciones valóricas.

El sano interés propio, que es quizás la principal fuerza dinámica en una economía social de mercado no es, sin embargo, la única motivación. Muy a menudo observamos como la gente destina parte de su tiempo a causas nobles, a la vez que vemos multitud de organizaciones sin fines de lucro. El orden económico libre está lejos de impedir estas realidades.

Otro principio fundamental de la economía social de mercado, es el principio de libre asociación. Las personas no sólo tienen el derecho sino el deber de formar todo tipo de organizaciones sociales que procuren el bien común. Según el principio de 2El egoísmo se define como (1) el "inmoderado y excesivo amor que uno tiene a sí mismo, y que le hace atender desmedidamente a su propio interés sin cuidarse del de los demás", o (2) "el acto seguido por esta viciosa conducción personal". (Salvat) 3El interés personal se define como la "conveniencia en el orden moral o natural", o como el "nexo que una persona establece con alguna cosa, persona o grupo, necesario para la satisfacción de sus deseos particulares, para obtener beneficios, establecer determinada relación, etc." (Salvat).

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 9 subsidariedad estas organizaciones deben resolver aquellos problemas que escapan a la capacidad de las organizaciones menores. Un sistema económico libre consagra la libertad de asociación y la posibilidad de formar sindicatos, organizaciones sin fines de lucro, de beneficencia, comunidades, cooperativas, empresas, etc. Las personas tienen la obligación de formar estas asociaciones a fin de impedir que las de mayor nivel, como el Estado, las suplanten indebidamente en su labor. El orden económico no se basta a sí mismo. La experiencia nos señala que frecuentemente se producen resultados indeseables. Es por ello que en una Economía Social de Mercado, el Estado tiene una función muy activa que desempeñar, corrigiendo los excesos y las deficiencias en la asignación y distribución de los recursos . En sociedades donde las capacidades y oportunidades de los individuos son muy desiguales, el Estado debe propender en forma activa al desarrollo de las mismas en los pobres o desvalidos. El rol subsidiario no puede en ningún caso justificar la ausencia de una efectiva preocupación en campos tales como la nutrición, la vivienda, la salud y la educación. Cuándo y cómo debe desempeñar el Estado esta ineludible tarea es algo que incumbe, con igual grado de importancia, tanto al conocimiento que nos entrega la ciencia económica como a las enseñanzas sociales de la iglesia a este respecto. En general, en cualquier sociedad el Estado dicta y hace cumplir las leyes, otorga subsidios y cobra impuestos, vigila y corrige los mercados monopólicos, administra empresas, pone en funcionamiento programas de asistencia a los más pobres, da alimentos, educación, etc. A veces esta intervención puede ser insuficiente, otras ineficiente, otras exagerada, pero existe. Y cuando hay problemas estamos llamados, todos los católicos, a corregirlos. El punto más discutido hoy en día y que toca el aspecto esencial de la intervención del Estado en una Economía Social de Mercado, es el de la pobreza. En todo caso, en una economía libre, donde las decisiones las toman los individuos mismos, es consustancial a su correcto desempeño agregar al imperio de las leyes un orden moral. Los tres sistemas: económico, político y moral-cultural, cada uno con su relativa autonomía, formando un todo armonioso, son la base del desarrollo de los pueblos. "Como tesis inicial, hay que establecer que la economía debe ser obra, ante todo, de la iniciativa privada de los individuos, ya actúen éstos por sí solos, ya se asocien entre sí de múltiples maneras para procurar sus intereses comunes" (Mater et Magistra 51).

ii) Algunas Instituciones y Conceptos Claves Para evitar ciertas confusiones queremos referirnos brevemente a algunas instituciones propias de la Economía Social de Mercado. En estas reflexiones se debe tener en cuenta un error muy común, que consiste en culpar a los sistemas de fallas que son más propiamente atribuibles a personas -a nosotros- incapaces muchas veces de hacer buen uso de la libertad otorgada por el sistema. "Las estructuras, sean buenas o malas, son el resultado de la acción humana y son, por lo tanto, consecuencias más que causas" (Congregación para la Doctrina de la Fe: Instrucción sobre la "Teología de la Liberación", XI:8).

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10 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 a) Trabajo y capital

Juan Pablo II en Laborem Exercens 12, 13, ha señalado la prioridad del trabajo sobre el capital. De hecho, ha puesto al trabajo humano como la "clave en la cuestión social". Como hemos visto, mediante el trabajo el hombre participa en la creación y encuentra también su camino a la santidad, santificándolo. Este sentido trascendente del trabajo es el más importante y a través del cual el hombre consigue su realización personal. Esto es justamente el principal argumento a favor de un ordenamiento económico libre.

Cabe señalar que el principal daño que ha hecho la teoría marxista a la humanidad es probablemente el haber popularizado la noción de oposición del trabajo y el capital. La Iglesia ha condenado esta visión como errónea. La teoría económica también ha reconocido la imposibilidad de separar lo inseparable. En cada actividad económica están presentes tanto capital como trabajo. El capital es como una extensión de la persona humana, haciendo más fácil o productivo el trabajo. No hay que olvidar tampoco que el capital es el mismo producto del trabajo histórico del hombre. (L.E. 12). La cooperación armoniosa entre trabajo y capital quizás pueda verse, tal vez más claramente, en lo que se ha dado en llamar el capital humano. Los economistas han puesto cada vez más importancia para el desarrollo del fomento a la inversión en el capital que está presente en la misma persona, en forma de educación, habilidad, etc.

La Iglesia ha sido clara en señalar que las instituciones del capital y el trabajo asalariado son legítimas en sí y el Magisterio así los considera cuando señala: "Ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital".

El capital no sólo no se opone al trabajo y empleo, sino que su acumulación tiende a aumentar la productividad del trabajador, y es una manera reconocida y segura de lograr un aumento sostenido en los salarios. Es decir, incentivos y esfuerzos por aumentar la inversión permiten aumentar la tasa de crecimiento económico y generar en último término aumentos sostenidos de remuneraciones. Sobre este importante punto volveremos más adelante.

Sin embargo, el fin inmediato del trabajo es obtener los bienes materiales necesarios para la vida. En este ámbito es que la Doctrina Social llama a lograr un orden externo armonioso para que sea ejercido en condiciones verdaderamente humanas. En este sentido, la prioridad del trabajo sobre el capital nace de la prioridad del hombre sobre las cosas.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 11 Para el logro de lo anterior, es menester un mercado del trabajo flexible, que permita que los tipos de trabajo, y sus extensiones, se adapten a las necesidades y preferencias de cada uno. Por ello las regulaciones no sólo deben evaluarse en función de la protección de ciertos derechos de los asalariados, sino también en razón a su efecto sobre la flexibilidad del mercado del trabajo. Es necesario notar que un orden económico libre no descansa de ninguna manera sobre la "explotación del trabajador". De hecho, cada día más se observa que administradores, empresarios, etc., se dan cuenta que mejorar las condiciones de trabajo es la clave del éxito dado que les permiten competir en mejores términos. Sin embargo, no sólo en nuestra sociedad, sino también en muchas otras, estas condiciones a veces no se dan. Es por esto que el Estado ha dictado, como se ha hecho en Chile al menos desde la década de 1920, leyes laborales que procuran defender a la parte más débil, buscando conjugar los legítimos intereses de las partes involucradas, y el bien común. Sin duda, la acción del Estado y la competencia pueden constituir ambas herramientas para mitigar la explotación mencionada. Sin embargo, debe entenderse que el principal remedio para estos excesos se encuentra en la enseñanza ética y moral, cuyo garante principal se encuentra en la Iglesia.

b) Sindicatos Los sindicatos son asociaciones perfectamente legítimas y necesarias. Así lo entiende la Doctrina Social de la Iglesia. Los sindicatos deben procurar proteger los derechos legítimos de los trabajadores. Sin embargo, su función de representación no termina allí. Estas organizaciones son una instancia ideal para promover el desarrollo íntegro de los trabajadores y sus familias, para dar capacitación, etc. La Iglesia también valoriza a los sindicatos en su lucha por la justicia y los derechos del trabajador, pero advierte claramente contra la politización indebida de éstos, lo cual sólo desnaturaliza su importante misión (Laborem Exercens, 20). Otra función importante de los sindicatos es la regulación de los acuerdos logrados con la parte empresarial. Sin embargo, el sindicato no puede convertirse en un instrumento de presión indebida en función de intereses sectoriales que atenten contra el bien común. Menos puede absorber al trabajador ya sea obligándolo a incorporarse en contra de su voluntad o "disponiendo libremente de él (Pío XII). "La adscripción al sindicato es facultativa, y sólo en este sentido puede decirse que la organización sindical es libre". (Quadragesimo Anno, 59).

La legislación laboral debe ser concordante con los principios anteriores, protegiendo la constitución de los sindicatos y su poder de negociación, a la vez que conjugando los derechos e intereses de los trabajadores sindicalizados con los trabajadores no sindicalizados, los desempleados y los consumidores. Debe establecer el derecho a huelga, pero reconocer su carácter de "medio extremo" (Juan Pablo II, Lab. Exercens 20). El "abuso de la huelga puede conducir a la paralización de toda la vida socio-económica y esto es contrario a las exigencias del bien común". Para evitar este abuso, debe ponerse un límite al período de huelga, y que se permita el reemplazo temporal del trabajador en huelga.

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12 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Debe reconocerse, sin embargo, que la ley laboral tiene que permitir un adecuado equilibrio en los poderes de negociación de trabajadores y empresarios. La huelga constituye una de las herramientas para cautelar los intereses de los trabajadores, existiendo posiblemente otras alternativas para lograr el mismo fin. La falta de estudios que evalúen los resultados del Plan Laboral en sus ocho años de vida, a la luz de sus disposiciones y de los fuertes cambios experimentados por la economía chilena, no permiten establecer juicios categóricos que avalen las críticas sobre sus aspectos operativos, lo cual no significa que la discusión esté agotada, sino que, por el contrario, nuevos antecedentes pueden ayudar a enriquecerla. Finalmente, respetando los mismos principios anteriores, la ley debe conjugar la mayor flexibilidad laboral posible, indispensable para lograr el desarrollo económico en un mundo de rápido desarrollo tecnológico, con el sustento de los trabajadores que queden temporalmente desempleados por dicho motivo.

c) Mercado

En el mundo real los mercados son regulados por los gobiernos, sujetos a innumerables limitaciones (por ejemplo, morales), y tienden a ser imperfectos. Lo que es crucial acerca de los mercados "libres" es su apertura a nuevos participantes, su naturaleza dinámica y cambiante, y su invitación a los innovadores a estudiar las necesidades insatisfechas del público. El mercado es una institución social que expresa la naturaleza social del hombre, respetando la libertad de elección e induciendo a la cooperación de cada agente económico que participa en él.

Cuando los mercados son de libre competencia, el precio que establecen los participantes es el mínimo, resguardando el interés del consumidor que, al mismo tiempo, permite cubrir exactamente el mayor costo de producción. En el caso de los recursos disponibles sin costo, pero escasos, el precio de mercado también induce a los consumidores a compartir el bien escaso en función de su verdadera necesidad de él. Por otra parte, la renta que recibe el dueño del recurso escaso es simplemente el retorno normal al capital invertido cuando lo adquirió, o un premio a la innovación en caso de haberlo creado y no adquirido. Es por ello que, por norma general, la fijación arbitraria de precios inferiores a los de mercado libre, trae consigo el desabastecimiento, la disminución en la producción y los mercados negros con su corrupción. Cuando los mercados legalmente establecidos funcionan bien la intervención estatal es una violación del principio de subs idariedad. El problema se agudiza cuando el Estado interviene para fomentar o crear poderes monopólicos en mercados competitivos. Todo esto no basta para que el Estado, velando por el bien común, se oponga a actividades que, a la luz de los valores cristianos, sean nocivas para la sociedad.

En todas las economías es primordial buscar mecanismos objetivos que eviten la concentración del poder en los mercados. Uno de ellos es la acción antimonopolio,

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 13 donde Chile ha alcanzado una situación privilegiada a nivel latinoamericano. Otro mecanismo, útil cuando el monopolio es inevitable como en la distribución de electricidad, agua y otros, es que el estado fije esos precios, como ocurre en nuestro país. La autarquía (economía cerrada o muy "protegida") conduciría rápidamente, en una economía pequeña, a una situación oligopólica que no redundaría en una asignación eficiente de los recursos y más grave aún, concentraría el poder en los monopolios, generando corrupción moral; es decir, no contribuye ni al desarrollo económico, ni al bien común. La apertura comercial al exterior (mediante aranceles bajos y parejos y ausencia de barreras para-arancelarias) es entonces una institución que apoya el buen funcionamiento de los mercados libres.

d) El Interés Propio y la Ganancia

Como hemos sostenido antes, el sano interés propio no sólo es legítimo, sino de todo punto de vista necesario en una sociedad compuesta por personas humanas. El fin de ganancia no es un fin espurio sino natural de cualquier trabajo humano. "Tampoco está prohibido a los que se dedican a la producción de bienes aumentar su fortuna justamente" (Quadragesimo Anno, 79). El móvil inmediato del trabajo productivo es la remuneración. Así, la Iglesia no pide que todas las empresas se constituyan por fines benéficos, lo que aparte de desnaturalizar el móvil inmediato del trabajo, pecaría de poco realista. De lo contrario sólo una minoría selecta de la humanidad estaría en condiciones de asumir los riesgos empresariales, probablemente aquellos que no persiguen ningún tipo de interés personal e incluso están dispuestos a afrontar las eventuales pérdidas del negocio.

La justificación económica fundamental de las ganancias del capital nace como resultado de una decisión social de otorgar un premio a los que (1) se abstienen de consumir los recursos para permitir su participación en la generación de nuevos productos y servicios, y en nueva riqueza, y (2) asumen los riesgos necesarios para poder generar nuevos productos y/o servicios. El bien común requiere de las ganancias, para asignar los recursos correctamente y para estimular la creatividad empresarial. Es un deber ético para las empresas el producir ganancias. Una industria que muestra pérdidas en vez de utilidades, drena el capital nacional y promueve una reducción de la disponibilidad de bienes en el futuro. Hay, sin embargo, situaciones donde resulta socialmente rentable abordar proyectos que desde el punto de vista de la empresa privada arrojan pérdidas. El Estado, en su rol subsidiario, debe tomar a su cargo dichas actividades.

Es importante destacar este punto ya que, salvo en situaciones extremas, como es la existencia de monopolios, es inadecuado suponer que las ganancias provengan de la

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14 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 explotación del obrero. Si bien se puede reconocer el hecho, esto no se erige en principio. Las utilidades muestran que se ha producido nueva riqueza en bienes y servicios valorados por la comunidad, siendo además resorte fundamental en el proceso de inversión y crecimiento económico.

Con esto no se quiere decir que toda ganancia es automáticamente un bien. El fin de lucro, como todas las demás actividades humanas, debe estar regido por las normas morales y legales. Sin embargo, el afán por la codicia y la ganancia "a cualquier precio" no son la base del sistema, sino su corrupción. Por lo tanto, las ganancias obtenidas inmoralmente o gracias a regulaciones especiales en favor de un empresario concedidas por el Estado o, en fin, las obtenidas mediante la monopolización de un mercado, no sólo son contrarias al mandato divino, sino que además pueden perjudicar al propio sistema económico. A pesar de que estas situaciones se observen, no por ello se ha de tener por pecaminoso un sistema social que en sí mismo y bien ocupado, se ordena al bien común.

Para finalizar, una economía social de mercado permite el florecimiento de organizaciones de beneficencia y toda clase de sociedades "sin fines de lucro" (por ejemplo cooperativas) que tanto bien producen, y que a veces tanta falta hacen.

e) La Economía Abierta

La experiencia y la teoría económica nos señalan los amplios beneficios que produce el comercio internacional de bienes y servicios. Las economías nacionales deben procurar integrar sus economías al mundo. Esto, no sólo por los beneficios que producen a toda la población, sino porque es una extensión de la común destinación de los bienes a todos los hombres. Juan Pablo II ha sido enfático en oponerse al proteccionismo: "A este respecto, deseo recordar particularmente: la reforma del sistema internacional de comercio, hipotecado por el proteccionismo y el creciente bilateralismo; la reforma del sistema monetario y financiero mundial, reconocido hoy como insuficiente; la cuestión de los intercambios de tecnologías y de su uso adecuado". (S.R.S. 43). Los pueblos tienen el deber de contribuir a la economía mundial con aquellos bienes en que tienen ventajas y recibir a cambio bienes y servicios necesarios para la población. Rechazamos el proteccionismo sistemático; éste constituye un impuesto escondido para el consumidor, que paga más por bienes nacionales que por extranjeros más baratos. Con los recursos de todos, se subsidian intereses domésticos particulares. Es ineficiente y corrompe la administración y paraliza al sector exportador. Por último, rechazamos como empíricamente falsa la teoría de que, en el comercio, las naciones ricas se hacen más ricas y las pobres, más pobres. La experiencia de los países asiáticos contribuye a entender este fenómeno.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 15 En Chile, a pesar del alto costo de ajuste, la apertura comercial es hoy reconocida generalmente como beneficiosa para las grandes masas de población, y como uno de los factores que puede permitir un crecimiento económico alto y sostenido.

III. EL ROL ECONOMICO DEL ESTADO

El Estado, como rector del bien común, tiene una importancia fundamental en el desarrollo económico y, por ende, en una economía de mercado. Es necesario que la autoridad tenga un interés activo para aumentar la producción y el progreso social de todos los ciudadanos dirigiendo, vigilando o prohibiendo cuando la ocasión lo requiera. (Quadragésimo Anno, 80). Pero una sociedad próspera y bien ordenada se caracteriza por el trabajo conjunto del sector privado y el Estado, en que los roles de cada uno estén en concordancia con el bien común. (Mater et Magistra, 52-56). El Estado es, en definitiva, el responsable de proveer y de validar el marco institucional que plantee las principales restricciones que orientan la creatividad e iniciativa humanas e individuales hacia la creación de riqueza, minimizando así el riesgo de una economía en que prime la transferencia por sobre la producción.

El grave desafío que se presenta aquí es el de lograr que el Estado efectivamente se concentre sobre esta responsabilidad o, al menos, que no la olvide como ha sido tan común en nuestra historia, en que se ha dejado de lado la preocupación por la protección del derecho de propiedad privada, y por desarrollar una política estable y previsible que permita óptimas decisiones de los ciudadanos privados.

Las democracias proveen a sus estados de monopolios de poder que, de no encontrarse suficientemente descentralizados y enfrentados a poderes que restringen sus posibilidades, a la postre suele derivar en organizaciones sociales aniquiladas en que un grupo de interés se instalan y dominan el estado, distorsionando estas funciones básicas. Desde los años treinta se comienza a reconocer que el mercado puede ofrecer en algunos casos soluciones que no son óptimas, y se hablaba del fracaso del mercado en ciertas actividades. El gran error que se ha cometido en Chile y en muchos otros países, es el de suponer que al trasladar estas actividades al ámbito del Estado, éste sería capaz de desarrollarlas con alta productividad y bajo costo para la economía toda. Este corresponde al enfoque conocido como "dictador benevolente" y que nomina los planteamientos sobre planificación económica centralizada e indicativa de la economía.

Sin embargo, el desarrollo registrado en los últimos 15 años en una rama del

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16 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 conocimiento conocida como "decisiones públicas", y en la perspectivas más actuales de lo que se agrupa bajo el nombre de "organización industrial", permite dar contenido analítico responsable a una idea también antigua: el Estado no funciona necesariamente en la forma señalada sino que también ofrece variados y múltiples fracasos.

Este reconocimiento involucra tener que concluir que el problema del desarrollo es aún más complejo, que no existe una panacea y que cada país debe encontrar su propio camino en cuanto a la combinación entre Estado y mercado. Sin embargo, y en el terreno puramente empírico, los desarrollos de todos los países del mundo muestran con claridad que en esta evolución de las organizaciones humanas no perfectas, el Estado y el mercado, la menos imperfecta parece ser la segunda. Ello en ningún momento significa desconocer la tarea básica e insustituible que se señala para el Estado al inicio de este argumento: la provisión y validación de un marco institucional que permita aprovechar el potencial creativo de las personas. Desde el más humilde ciudadano hasta el más rico, todos tienen algo que ofrecer, y al Estado le compete institucionalizarse el marco para que este potencial se oriente hacia la máxima creación de riqueza posible. Un último punto que habría que señalar al respecto, es que en el Chile de hoy el Estado y su ámbito de influencia es aún muy amplio y extendido en relación a que siguen los restantes países en desarrollo que muestran éxito en este desafío.

El rol del Estado en la sociedad es así crucial, y consiste básicamente en (a) generar el marco institucional compatible con el desarrollo económico, y (b) proveer la asistencia y promoción económico-social de los más desposeídos. Estas son quizás las características primordiales que diferencian los paleoliberalismos, de una Economía Social de Mercado. Dada la importancia del segundo tema, le hemos destinado una sección separada.

a) Propiedad Privada

Un elemento que queremos subrayar especialmente entre los deberes del Estado se vincula al tema de la propiedad privada. La eficiencia de la Economía Social de Mercado exige el respeto por ella, dado que una parte importante del esfuerzo creativo de los agentes económicos se traduce en último término en variaciones del valor patrimonial de los mismos (por ejemplo, el valor de los activos). El Estado debe garantizar, como se hace en Chile actualmente, la propiedad, y esto -dada la naturaleza de los actuales ordenamientos jurídicos- de preferencia con rango constitucional. Esto no debe impedir la expropiación a precio justo por motivos de bien común. "Cuando el Estado armoniza la propiedad privada con las necesidades del bien común (....), no destruye la propiedad privada, sino que la defiende". (Quadragesimo Anno, 49). En ese sentido, la pérdida de la propiedad por su manejo ineficiente es perfectamente legítima. Pero también, referimos

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 17 al lector al párrafo anterior, las ventajas de este régimen "no podrán obtenerse sino con la condición de que la propiedad privada no se vea absorbida por la dureza de los tributos e impuestos". (Rerum Novarum, 33). Hay que tener presente que cuando defendemos la propiedad privada suscribimos por completo el siguiente texto: "Cuando la Iglesia defiende el principio de la propiedad privada va tras un alto fin ético-social". De ningún modo pretende sostener pura y simplemente el presente estado de cosas, como si viera en él la expresión de la voluntad divina; ni proteger por principio el rico y el plutócrata contra el indigente..." (Mater et Magistra, 111)

En una Economía Social de Mercado el Estado debe propender a la más amplia difusión de la propiedad posible, resguardando, por cierto, el bien común. En Chile se aprovecharon las privatizaciones del último quinquenio, aunque no necesariamente las anteriores, con ese fin, y existe una legislación que incentiva la tenencia de acciones para familias de nivel de riqueza media. Es posible que aún se pueda hacer más en ese sentido.

También es importante tener en cuenta que hoy en día las formas tradicionales de propiedad patrimonial son a veces sustituidas por sus equivalentes funcionales. A este respecto, es interesante mencionar los sistemas de previsión. Desde el punto de vista de la eficiencia, un sistema de capitalización es superior a uno de reparto. El sistema previsional puede incluir un componente específico de solidaridad, o referirse a la solidaridad implícita en el sistema tributario, en forma independiente a su naturaleza de capitalización o reparto. El sistema de AFP, que incluye una transferencia para los más desposeídos, se inscribe claramente dentro de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, pero deben aún encontrarse mecanismos para incorporar al amplio sector que no pertenece a las mismas.

b) Infraestructura

Otro resguardo que entra en las funciones básicas del Estado se refiere a las obras públicas de infraestructura, necesarias para el progreso de la nación. Estas obras han quedado, en su mayoría, en Chile y en otras economías a cargo del sector público, por motivos técnicos o financieros que justifican tal tratamiento. En Chile, recientemente, se han establecido normas estrictas en cuanto a la evaluación social de su conveniencia4. De esta manera se reducen la ineficiencia y el desperdicio de recursos por parte del aparato público, faltas morales graves que debe evitar toda administración del Estado. La racionalización del uso de los recursos que tiene a su disposición el Estado, es

4La evaluación se hace desde un punto de vista "social", es decir, considerando además de los costos y beneficios privados (registrados en el mercado) aquellos que afectan a la población, y no tienen un precio en el mercado.

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18 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 especialmente importante en un país como Chile, que debe aumentar su tradicionalmente baja tasa de inversión en actividades "productivas", para así poder crecer a una mayor tasa, y mejorar las remuneraciones.

c) El Estado Empresario

Como principio básico el Estado no debe suplantar la iniciativa económica de los individuos, allí donde estos últimos son capaces y están dispuestos a emprender una tarea productiva. En este sentido cabe distinguir entre una Economía Social de Mercado y una Economía Mixta, siendo la primera aquella en que impera el principio de subsidiariedad, y la segunda, una en que Estado y sector privado tienen tareas iguales y, por ende, competitivas. Allí donde el Estado adquiere por iniciativa propia, sin estar sujeto al principio de subsidiariedad, el "derecho" a realizar actividades empresariales, sofoca la iniciativa privada. La historia contemporánea ilustra esto último con elocuencia.

En Chile, en base a la aplicación del principio de subsidiariedad5, el Estado mantuvo bajo su control una amplia gama de actividades empresariales: la gran minería del cobre, el petróleo, ciertas actividades de telecomunicaciones, aspectos de las comunicaciones sociales, ciertos servicios de transporte, etc. y el control directo o indirecto de una vasta gama de servicios públicos. Es posible, a la luz del mismo principio, que el mantener algunas de estas actividades en manos del Estado sea ahora innecesario, o posiblemente incluso inconveniente. Precisamente en virtud del principio de subsidiariedad se deben privatizar las empresas en las que se juzga no hay razón para estar en manos del sector público, y que tal vez fueron creadas, o nacionalizadas, cuando las circunstancias y/o los principios que guiaron la acción estatal, fueron distintas.

5Como ocurre con todo principio, en su aplicación caben discrepancias legítimas. Igualmente, es posible invocar un principio para cubrir intereses. Es tarea de los estudiosos, legisladores y otras autoridades precisar el cabal sentido del principio en cada aplicación concreta.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 19 d) La Legislación Anti-monopolio y la Regulación

Propiciar un ordenamiento económico adecuado exige también un comportamiento estatal acorde. En el caso de las empresas de utilidad pública privatizadas o públicas, el control de las tarifas debe ser materia de cuerpos legales, buscándose asegurar su ordenamiento al bien común.

A este último respecto se debe hacer una aclaración. Hay actividades en que por su naturaleza, la empresa privada dejada al libre arbitrio no asegura la obtención del máximo bienestar social (algunos monopolios naturales, entre los que destacan precisamente los servicios públicos). Sin embargo, el mero hecho de quedar en el sector público no resuelve automáticamente el problema. Por el contrario, muchas veces lo agrava (Esto puede suceder, por ejemplo, cuando los administradores públicos se apropian corruptamente de la "renta" que genera la actividad o es utilizada para generar empleo artificial). A pesar de ello, en estos casos excepcionales es deseable un cierto control por parte del Estado. La naturaleza de este control queda al arbitrio de la prudencia, y el conocimiento que otorga la ciencia económica. Este criterio utilizado en Chile durante los últimos años es concordante con aquél implícito en una Economía Social de Mercado, aunque su aplicación es evidentemente susceptible de perfeccionarse.

Otro papel de suma importancia del Estado en la economía es velar por la libre competencia en los mercados. La empresa privada es eficiente siempre que rijan las normas de una adecuada competencia. En Chile existe una ley de abuso monopólico, que en parte no se ha aplicado con toda la fuerza necesaria, precisamente por el poder de empresas estatales potencialmente afectadas.

A su vez, existen actividades económicas en las cuales el sector privado no capta ciertos beneficios o costos que su acción produce en la comunidad (por ejemplo (a) la educación primaria y en algún grado la educación superior, y (b) el smog producido por ciertas actividades industriales y de transporte). Estas actividades exigen también la intervención reguladora del Estado para generar, vía impuestos, subisidios o regulaciones, una adecuada asignación de los recursos.

e) El Manejo Macroeconómico

Otro elemento que queremos subrayar es el rol macroeconómico del Estado. (Mater et Magistra, 54) Como lo hemos sufrido en carne propia, las economías están sujetas a ciclos periódicos que han sido objeto de minuciosos análisis de parte de los economistas, pero que se resisten todavía a una comprensión cabal. Sus efectos son

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20 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 bien conocidos: quiebras, bajas en la producción y, lo más trágico, desempleo. Es deber del Estado atenuar, dentro de lo posible, estas crisis y mantener una relativa estabilidad económica. Creemos, juzgando ex-post, que en Chile durante las últimas décadas se han cometido errores en esta materia, algunos difíciles de prevenir ex-ante. Sin embargo, en el peor de todos los casos, se trata de errores de política cometidos por los responsables de la misma, que en nada pueden empañar el sistema económico.

En el mismo orden de cosas, recientemente se ha contenido en Chile el proceso inflacionario. La inflación es un tributo escondido en perjuicio de los más pobres, a la vez que generador del desorden económico y la ineficiencia. Debe ser labor permanente del Estado procurar la estabilidad de precios.

Por último, se debe mencionar la importancia de un manejo de la deuda pública -interna y externa- que no grave innecesariamente a las futuras generaciones para beneficio de la actual. Respecto a la deuda externa, cabe recalcar,. por un lado, la obligación moral de cumplir con nuestros compromisos y, por el otro, citar a "Iustitia et Pax", documento de la Comisión Pontificia, que nos señala: "Una cooperación que supere los egoísmos colectivos y los intereses particulares pueden permitir una solución eficaz de la crisis del endeudamiento, y más en general, señalar un camino de la justicia económica internacional".

f) Gobierno local

Chile es una República unitaria y centralizada y esto tiene sus razones históricas y geopolíticas que no deben ser olvidadas. En el plano económico, ello ha llevado a una concepción de gobierno fuertemente centralizado.

El Estado como proveedor de bienes públicos y de algunos bienes privados que debe subsidiar, al operar en forma muy centralizada en la provisión de esos bienes corre el grave riesgo de ofrecer una canasta de bienes que en cuanto a su tamaño, composición y calidad, se adaptan mal a las necesidades locales. En este sentido, la moderna visión de las finanzas públicas sobre localización óptima de bienes públicos, concluye que la decisión respectiva referente a su provisión debiera quedar ubicada al nivel local correspondiente.

El gran desafío, en este sentido, es el de combinar nuestra concepción de república unitaria con la provisión óptima de bienes públicos. Se impone así una permanente tarea de coalición de la división del trabajo entre lo que tiene mejor ubicación a nivel central y lo que convendría trasladar y mantenerse a nivel local.

Un ejemplo dramático de esto son los problemas de sobreexplotación de recursos naturales bajo el régimen de propiedad común. Así, la contaminación

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 21 atmosférica en los meses de otoño e invierno en la zona metropolitana, constituye un problema para los habitantes actuales y potenciales de esta zona, pero no interesa al resto del país directamente. Al enfrentarse el problema con regulaciones de carácter nacional, como lo es el control de gases de tubos de escape, es dudoso que se encuentre una solución óptima.

g) Carga Tributaria

Finalmente, el mecanismo por excelencia de que dispone el Estado moderno para financiar los gastos que exige el cumplimiento de sus roles, es el cobro de impuestos. No hay duda que la obligación moral de pagarlos, que obliga en conciencia, está contenida en la propia Sagrada Escritura (Rom. 13, 17). Sin embargo, al cobrar los impuestos, el Gobierno debe procurar afectar lo menos posible la asignación eficiente de los recursos, en especial, evitar desincentivar el esfuerzo de ahorro-inversión y trabajo. En esto, para un nivel de recaudación dado, la teoría económica otorga una guía. (Por ejemplo, para rangos de tasas comunes, el IVA es considerado "eficiente", y los impuestos sobre la renta muy progresivos, "ineficientes"). Además, se sabe que la tributación excesiva frena la inversión, y por tanto, el desarrollo. Y ya hemos notado la intrínseca relación entre la inversión y los salarios . Por ello, los impuestos (reflejo de gastos públicos) demasiado elevados frenan el crecimiento y con ello la generación futura de riqueza y empleo.

La política tributaria debe tender a la búsqueda de un sistema impositivo eficiente, fundado en el principio de una contribución a la capacidad de pago y propender, a la vez, hacia un trato no discriminatorio de modo de mantener la equidad horizontal entre distintos agentes económicos. La tributación no sólo debe ser eficiente, sino contribuir a generar un sistema económico justo. En ese sentido, tributos que tienden a ser progresivos al nivel de ingreso de las personas (y proporcionales con respecto al nivel de consumo), conjuntamente con una distribución del gasto público que favorece decididamente a los pobres, parecen estar orientados en la dirección correcta. En cambio, no es deseable la proliferación de regímenes tributarios sustitutivos, y una amplia gama de excenciones tributarias "con nombre y apellido", conjuntamente con un gasto público escasamente focalizado a los pobres.

IV. POBREZA

Si bien en la Doctrina Social de la Iglesia la palabra pobreza tiene un significado bastante amplio, siendo su principal connotación el ámbito de la pobreza espiritual, aquí nos ocupamos del sentido estrecho de pobreza económica; esto es, la carencia de bienes materiales y de la posibilidad de proveerse para sí y los suyos.

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22 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Es evidente que hoy existe pobreza en Chile. Nos interesa conocer las pautas del Magisterio Social en torno a este tema y discutir la orientación general de la economía acorde con ella.

a) Pobreza, Doctrina Social de la Iglesia y Responsabilidad Individual

Juan Pablo II ha sido enfático en señalar la importancia que reviste la marginación del proceso económico. De la común destinación de los bienes creados a todas las personas nace un derecho, a la vez que un deber, de todos los individuos a tener bienes materiales suficientes para su mantención, y el derecho a valerse por sí mismos. La Iglesia defiende el derecho "a los medios necesarios para un decoroso nivel de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la asistencia médica". (Pacem in Terris, 9-27). Estos derechos suponen un deber que "toma la forma de un imperativo moral: Sed solidarios por encima de todo". "La solidaridad como actitud de fondo implica, en las decisiones económicas, sentir la pobreza ajena como propia, hacer carne de uno mismo la miseria de los marginados y, a la vista de ello, actuar con rigurosa coherencia". (CEPAL).

Al igual que otros, este imperativo moral está básicamente dirigido al corazón de cada cual. Cada persona, en su actividad, debe medir las consecuencias de sus decisiones económicas, y contribuir a la solución de la pobreza. La promoción de los marginados es una obligación, aunque no exclusiva del Estado. A menudo se observa como las personas, con un cierto grado aparente de justificación, quieren descargar esta responsabilidad en la acción social del Estado. Toda la fuerza de este "imperativo moral" se encuentra en dos pasajes bíblicos ya citados. El primero, se refiere al juicio final en que Cristo asume la persona del mísero. El segundo es la parábola de los talentos: aquellos que más han recibido, más deben dar.

Cabe anotar que en Chile, las donaciones privadas medidas son insuficientes en comparación a otros países, aunque no se puede medir el volumen de las donaciones entre familiares y vecinos.

En base a la parábola de los talentos, la solución básica al problema de la pobreza se encuentra en participar de manera adecuada en la actividad creadora de Dios, multiplicando los bienes y servicios y la riqueza del país. El crecimiento a través de la innovación tecnológica y de la inversión, en fin, del trabajo duro, han sido históricamente y siguen siendo las principales armas para combatir la pobreza. El desarrollo económico, y esto debe quedar lo suficientemente claro, no es verdadero y, ni siquiera puede llamarse desarrollo, si no está destinado a mejorar la posición de los pobres. Queremos subrayar también, que ninguna persona humana puede considerarse como medio para alcanzar un fin, por muy loable que éste sea. Es contraria a la moral, por ejemplo, toda política económica que persiga mantener un cierto crecimiento a costa

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 23 de los más pobres. Esto no sólo es moralmente condenable, sino que además una política con esa inspiración está irremediablemente condenada al fracaso en el tiempo. Esta es la razón de que nos pronunciemos en favor de una Economía Social de Mercado.

No debe olvidarse otra verdad que los economistas conocen desde hace mucho tiempo, pero es frecuentemente olvidada. Nos referimos a que la finalidad económica de toda producción es el consumo. El olvido de esta verdad toma muchas y variadas formas, siendo quizás la más recurrente aquella que valora excesivamente el crecimiento del producto nacional a "cualquier precio", o aquella que olvida que la finalidad primaria de la actividad exportadora son las importaciones. No se desconoce, sin embargo, que la acción creadora, que muchas veces genera beneficios económicos, tiene la finalidad independiente de participar en la labor co-creadora del señor.

De ninguna manera se está proponiendo lo que se ha llamado una sociedad de consumo, donde no hay espacio para la austeridad ni el ahorro productivo. El uso de la propiedad debe estar enmarcado en los principios éticos de la enseñanza social, pero "el peligro del consumismo y de la aparición de necesidades artificiales, de ninguna manera deben impedir la estima y utilización de los nuevos bienes y recursos puestos a nuestra disposición". (S.R.S., 29)

b) Subsidios Estatales

Hasta ahora, no hemos dicho quizás nada nuevo. La iniciativa privada, la inversión y el trabajo son la clave del problema de la pobreza. Sin embargo, estamos conscientes que esta solución toma tiempo. El Papa Juan Pablo II ha sido claro en la visita a nuestro país: "Los pobres no pueden esperar". Es aquí donde, a pesar de que la responsabilidad primaria es de todos, la Economía Social de Mercado y los principios de la Doctrina Social de la Iglesia reclaman la acción subsidiaria del Estado. Sin embargo, esto genera más preguntas que respuestas. La solución, evidentemente, no es repartir subsidios por doquier. Sabemos que ello no soluciona el problema, incluso a veces lo agrava.

Los principios del Magisterio Social son claros. La dignidad humana hace que la finalidad primaria de la acción social del Estado sea lograr la independencia económica del pobre, esto es, que puede valerse por sí mismo. Se debe rechazar, por tanto, aquella ayuda que crea dependencias incapacitadoras o un poder desmesurado en detrimento del desválido. La participación activa del pobre en su solución es requisito indispensable de su dignidad personal. En el caso chileno, la focalización del gasto público social durante el último período ha sido efectiva, y ha permitido subsidiar un porcentaje mayoritario del ingreso total disponible de las familias más pobres del país, incluso con el posible riesgo

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24 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 de haber generado como contrapartida una dependencia de este segmento de la población de los programas estatales.

c) Causas de la Pobreza

Para avanzar en este problema es necesario detenerse en las causas principales y de fondo de la pobreza. El problema es complejo, y tiene probadamente en Chile raíces culturales. Una parte significativa de nuestra población, la campesina, se destacaba por su acentuada religiosidad, por su pensamiento no racional y por su escasa valoración del tiempo. No apreciaban la eficiencia ni la productividad. Al inmigrar a la ciudad "perdieron parte de sus valores y tradiciones, y cayeron en la desorientación y a veces incluso, en la desdicha"6. Por ello, "la solución al problema de la extrema pobreza y de la marginalidad no es fácil ni rápida"7. En compensación, "florecen valores como el humor, el ingenio y una admirable generosidad"8.

Evidentemente, las causas inmediatas principales de la pobreza son la falta de oportunidades y el desempleo. Es por ello que Juan Pablo II cifra la solución esencial de los conflictos sociales y la esperanza de una liberación auténtica en dos realidades intrínsecamente relacionadas: la educación y el trabajo. "A las políticas de reducción del desempleo y de creación de nuevas fuentes de trabajo se ha de dar una prioridad indiscutible" (CEPAL). "Los subsidios (.....), otorgados al más indigente, le son del todo indispensables, pero él, podríamos decir, no es el actor en esta acción de asistencia, ciertamente loable. Ofrecerle trabajo, en cambio, es mover el resorte esencial de su actividad humana...." (CEPAL). "Esta posibilidad se realiza, sin embargo, sólo si el trabajador alcanza cierto grado mínimo de educación, cultura y capacitación laboral..." (CEPAL).

En este sentido, los avances en materia laboral, junto con preservar los derechos de los trabajadores, deben remover los obstáculos que, aparentemente van en beneficio de la masa laboral, pero que, en definitiva, al disminuir el empleo, perjudican a la gran mayoría que tiene menor poder de negociación (nos referimos en especial a aquellas regulaciones que propenden a la inamovilidad laboral o la inflexibilidad salarial). Además debe depositarse, principalmente y de manera correcta de acuerdo a los principios de una Economía Social de Mercado, el peso de la obligación de generar empleo en la empresa privada y su dinamismo. d) Salarios

6Isabel Cruz de Amenábar, Profesora de la Pontificia Universidad Católica de Chile. 7Ibid. 8Ibid.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 25 Evidentemente el mero trabajo no soluciona el problema de la pobreza. Se requiere un salario justo que permita vivir con dignidad. Uno de los elementos claves de la ética social es la remuneración justa. Juan Pablo II ha señalado que la justicia socioeconómica ha de medirse principalmente bajo este aspecto. La remuneración justa es definida en Laborem Exercens, como la suficiente para establecer y mantener adecuadamente una familia y resguardar por su futuro. (Laborem Exercens, 19). Volvemos a señalar la íntima relación entre los salarios, por un lado y, la inversión y el crecimiento, por otro. Si bien es cierto se requiere que la remu neración cubra el sustento, "para fijar la cuantía del salario debe tenerse en cuenta también las condiciones de la empresa y el empresario, pues sería injusto exigir unos salarios tan elevados que, sean la ruina propia y por consiguiente de todos los obreros",. (Quadragesimo anno, 72). En este sentido conviene ser cauto respecto a leyes sobre salario mínimo, que se orientan por el derecho del trabajador a satisfacer sus necesidades esenciales, pero que son a veces inconvenientes desde el punto de vista del sector laboral en su conjunto, no reparándose además que existen otros instrumentos para proteger más eficazmente ese derecho como son las políticas de gasto social. En general, se puede sostener que el salario mínimo comienza a ser restrictivo cuando afecta seriamente la situación de empleo de la mano de obra menos calificada. Un aumento del salario mínimo en mercados relativamente competitivos se traduce efectivamente en mayores salarios reales para aquellos ocupados a ese salario, pero a costa de un mayor desempleo para aquellos que están dispuesto a ofrecerse a ese salario, pero que no consiguen empleo. No obstante, cuando los salarios se determinan en forma monopsónica, es decir cuando hay sólo un gran empleador, un salario mínimo mayor contribuye simultáneamente a un mayor empleo y remuneración. La conclusión de innumerables estudios del desarrollo económico comparativo de los países, revela en definitiva que la única forma cierta de lograr aumentos de sueldos, salarios y empleo en el mediano y largo plazo consiste en incentivar la inversión en capital físico, en la educación, y en el desarrollo tecnológico, especialmente aquel desarrollo que incentiva el uso de mano de obra, sugiriéndose restringir a lo estrictamente indispensable la intervención estatal en los mercados laborales. De cualquier forma, conciliar la urgencia del crecimiento económico con el sustento de los más pobres, exige hacer uso de la asistencia estatal a dichos sectores. Sin embargo, como el estado se financia con impuestos que deben ser moderados para no agotar el crecimiento, la asistencia estatal a los pobres debe limitarse fundamentalmente a garantizar la subsistencia a un nivel de vida digno. En este sentido deben evitarse las extravagancias que a fin de cuentas, pueden comprometer el crecimiento de todos, o impedir que los recursos disponibles para los sectores más pobres puedan en verdad garantizar ese nivel de subsistencia.

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26 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 e) Educación

Los programas de educación también deben responder a los principios de una Economía Social de Mercado. En esta dirección debe encaminarse la racionalización universitaria y la prioridad de la educación media y básica, así como los programas alimentarios en los colegios, que incentivan la asistencia de los menores. El Estado debe dejar de subsidiar aquel tipo de educación cuyos beneficios, en último término, recibe sólo el educado (la formación universitaria profesional, por ejemplo), y debe continuar haciéndolo con aquellos aspectos del sistema que generan beneficios sociales significativos (en exceso de los que percibe el educado), o que son indispensables para contribuir a una efectiva igualación de oportunidades para todos los ciudadanos (educación parvularia, primaria, etc.). Lo anterior no obsta para que el Estado apoye crediticiamente a aquellos estudiantes que deban solventar total o parcialmente sus gastos de estudio, función en la cual el Estado tiene la ventaja de contar con el mecanismo tributario para recaudar las recuperaciones.

f) La Red Social Estatal

Queremos ahora enunciar un principio que debe guiar toda la acción del Estado de modo de encarnar la solidaridad que nos pide Juan Pablo II. Para ello es necesario distinguir entre aquellos que pueden salir adelante con una pequeña ayuda, seguramente la gran mayoría de los pobres, y aquellos que no, incluyendo los inhábiles. A los primeros se les debe ayudar a lograr la independencia económica , en cambio, a los segundos se les debe asegurar una subsistencia digna.

Queremos ser enfáticos en señalar, junto a Su Santidad Juan Pablo II, en que todos tienen derecho a un ingreso mínimo, ya sea monetario o en bienes, que permita una vida digna. Todos reconocemos los beneficios de una economía de mercado, pero es indudablemente cruel para aquellos que no alcanzan a participar en ella. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que toda la solución debe enfocarse al logro de la independencia en el largo plazo de la mayoría antes señalada, teniendo sin embargo presente que "los pobres no pueden esperar". Lo demás son soluciones fals as. Nada se saca con acelerar irresponsablemente el crecimiento en el corto plazo, para producir después un estancamiento que deja a los marginados peor de lo que estaban en un principio y postergando a veces por muchos años la posibilidad de reemprender el camino del desarrollo.

Para lograr los objetivos señalados, el Estado en Chile administra actualmente, producto de un desarrollo de muchas décadas, una vasta red social. Se han hecho avances notables en la focalización, el conocimiento y la orientación "participativa" de la solución de la miseria. Existen becas de alimentación escolar, ayuda a la madre embarazada, programas de lactancia, etc. En vivienda se ha diseñado un sistema

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 27 eficiente que permite una adecuada intermediación de fondos a través del sistema de subsidios, que lleva a la participación del afectado, y que debe servir de ejemplo para la formulación de otros planes. En fin, el gasto social asciende a mas de un 50 por ciento del presupuesto público y a uno de los porcentajes mayores del PGB de todo país desarrollado o en desarrollo. Si bien se ha asegurado la subsistencia de los más pobres, es evidente que no se ha terminado aún con la pobreza. Es posible incluso que en un importante porcentaje de la población se haya creado un alto grado de dependencia de la ayuda del Estado. Sin perjuicio de que ciertos sectores deben recibir permanentemente asistencia social, para los efectos de superar el nivel de pobreza crítica, el gasto social debe, en definitiva, procurar como el objetivo básico la búsqueda de la independencia económica del sector beneficiado. En este sentido, la municipalización, al descentralizar los centros de decisiones y acercarlos a los grupos afectados, contribuye sin duda a humanizar la ayuda estatal, y a aumentar la eficiencia con que se asigna el gasto social público, aunque no resuelve necesariamente el problema básico antes descrito.

g) Solidaridad y Subsidiariedad: Otro Camino

La Doctrina Social de la Iglesia y la Economía Social de Mercado sugieren en realidad principios parcialmente alternativos a los utilizados hasta el presente en Chile para resolver el problema de la pobreza, sin caer en los vicios señalados. Para la primera, la solidaridad es la virtud en base a la cual los más ricos deben apoyar a los más pobres, y ésta es de carácter particular, y no estatal. Para la segunda, son los mecanismos de mercado los que deben utilizarse en primera instancia para solucionar todos los problemas, incluyendo por cierto los sociales.

Este no es el lugar para analizar la falta de solidaridad en las sociedades modernas, incluyendo la de Chile. No se puede dejar de destacar, sin embargo, la importancia del carácter masivo de las actuales sociedades, que generalmente impide el contacto entre ricos y pobres, al punto que a menudo los primeros ni siquiera tienen conciencia de los padecimientos de los últimos. Parte del problema se debe, sin duda, a la deficiente formación religiosa y moral de las actuales generaciones. En todo caso factores como éstos, y otros que sería demasiado largo enumerar, llevaron a los gobiernos a crear las redes sociales estatales actualmente en existencia.

Pero el camino tradicional de solución conlleva algunas dificultades que conviene precisar: Para financiar un aumento del gasto social se elevan los impuestos, lo que incide en una reducción del nivel de inversión. La menor inversión implica una menor tasa de crecimiento y, por ende, del empleo. La reducción de las oportunidades de empleo lógicamente afecta muy en especial a los sectores menos hábiles económicamente, que entonces quedan desempleados, y subsisten gracias a la propia red

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28 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 social, al punto de pasar a depender totalmente de ella. El resultado es que se logra asegurar la subsistencia de los pobres, pero a costa de un menor crecimiento económico y de la dependencia prolongada, que acaba afectando la dignidad del desempleado que se siente poco útil en la sociedad.

Es posible, además, que en el esquema descrito (gasto social estatal, destinado a combatir la pobreza exclusivamente en base a impuestos) lleve a la mayoría a concluir que con el pago de tributos al Estado se agota toda obligación moral de ayuda para con los miembros de la sociedad menos favorecidos materialmente.

Existen, sin embargo, otras alternativas, algunas de ellas basadas en los principios antes destacados. Una posibilidad consiste en ofrecer a los particulares incentivos fiscales apropiados para inducir un mayor nivel de ayuda directa a los pobres. Mecanismos parecidos operan en otros países con algún éxito, e incluso en Chile para algunas pocas actividades (determinados tipos de educación, por ejemplo). El mecanismo consiste en que el Estado define objetivos y tipos de instituciones que pueden recibir donaciones, total o parcialmente exentas de impuestos, induciendo de ese modo la cooperación voluntaria. La disponibilidad de financiamiento induce entonces, por parte de múltiples instituciones (entre ellas la Iglesia, por supuesto), los más variados programas de ayuda a los necesitados. La competencia entre las instituciones por el financiamiento asegura un uso relativamente eficiente de los recursos, y lo que es más importante, la aplicación de ingenio y creatividad a la verdadera solución del problema de la pobreza. La necesidad de decidir entre las múltiples solicitudes que recibirán los particulares para sus donaciones, con la información que entregarán los interesados en las mismas, generarán un grado insospechado de conciencia de la población sobre el problema de la pobreza, y la necesidad de superarla en forma efectiva, sin crear dependencias indeseables. El hecho que sólo una parte de los recursos aportados por los privados a la lucha de la pobreza pase a ser de origen fiscal (la exención tributaria), permite anticipar un menor efecto depresivo sobre la inversión que los actuales esquemas estatistas. Con ello es posible que el círculo vicioso antes descrito se rompa. Por supuesto, el mayor aporte privado a la lucha contra la pobreza igual distraerá recursos de la inversión, a menos que la mayoría de los donantes opte por reducir su consumo personal, para permitir que aumente el gasto hacia los más necesitados. Este es el último objetivo de este camino de solución.

Un segundo camino de solución está en incentivar la innovación tecnológica y la rápida adopción de nuevas tecnologías que sean intensivas en mano de obra. Para ello, el Estado debe reformular y fortalecer su labor de apoyo a la creación y adopción de nuevas tecnologías, usando múltiples métodos disponibles.

El esquema propuesto es sólo uno de los que se pueden desarrollar al amparo de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y de una Economía Social de Mercado.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 29 Existen muchas variantes posibles, y debe optarse por aquella que se crea puede tener mayor éxito. Lo fundamental es tener una visión amplia al respecto que, sin negar el hecho indudable de que parte de la labor en la lucha contra la pobreza la debe realizar el Estado, porque es eficiente que así sea, hay con seguridad espacio para otros caminos donde se conjuguen el afán de muchos hombres y mujeres por participar en la labor creadora de Dios, un desarrollo económico más veloz, y el compromiso moral de toda sociedad de dar solución a la pobreza.

Concluimos por último, que es obligación moral el logro del ingreso mínimo digno, y sabemos que muchas familias aún no lo tienen. Debe hacerse todo lo posible para conseguir, pero sin olvidar que vivimos en un país pobre. Y queremos subrayar que no se obtiene nada con dar curso a políticas insostenibles en el largo plazo o que afecten de tal manera el aparato productivo que comprometan la verdadera solución al problema de la pobreza: el desarrollo tecnológico, la inversión, el crecimiento y el empleo, dentro de un orden económico libre.

"Para ser tal, el desarrollo debe realizarse en el marco de la solidaridad y de la libertad, sin sacrificar nunca la una a la otra bajo ningún pretexto". (Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, 33).

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DOCUMENTO Nº 2

CARTA DE RESPUESTA DE LOS OBISPOS DE LA COMISION

PASTORAL DEL EPISCOPADO

Marzo 1990

= MIGUEL CAVIEDES = SERGIO CONTRERAS Obispo de Osorno Obispo de Temuco Presidente Area Secretario General Agentes Evangelizadores Conferencia Episcopal de Chile = ALEJANDRO GOIC = ALBERTO JARA Obispo Auxiliar Concepción Obispo de Chillán Presidente Area Eclesial Presidente Area Pastoral Social = MANUEL CAMILIO VIAL = JUAN LUIS YSERN Obispo de San Felipe Obispo de Ancud Presidente Area Educación Presidente Area Comunicaciones

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 33

CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE

SANTIAGO, 15 de marzo de 1990.

Señor Carlos Williamson B. Director Instituto de Economía Pontificia Universidad Católica de Chile PRESENTE Estimado Sr. Director:

Los Obispos de la Comisión Pastoral de la Conferencia Episcopal de Chile queremos, por su intermedio, agradecer a los profesores de jornada completa del Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el envío del documento "Una visión de la economía chilena a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia". Este documento ayuda a nuestra reflexión sobre los problemas teológicos y pastorales, vinculados a nuestro deber y tarea de evangelizar a Chile. Su recepción es también una oportunidad para reiterar nuestra permanente disposición para dialogar y recibir aportes de todos los sectores, grupos y personas que quieran contribuir a la labor de la Iglesia.

Apreciando el esfuerzo que ustedes han realizado, quisiéramos manifestarles nuestros primeros comentarios e interrogantes al texto, que se sitúa en el difícil y estimulante campo de las relaciones entre la moral, la política y la economía.

El núcleo central de la argumentación de ustedes radica en la afirmación de que "el sistema económico chileno posee, actualmente, algunas de las características principales de lo que se ha dado en llamar "Economía Social de Mercado". Esta afirmación es seguida de una argumentación por asimilar algunas instituciones y conceptos claves de la Economía Social de Mercado a la Doctrina Social de la Iglesia. En relación a este tipo de argumentación, quisiéramos precisarles lo siguiente:

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34 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 1. La Doctrina Social de la Iglesia no pretende ni puede concebirse como la expresión teórica ideal de un determinado sistema económico. Sus principios, criterios y orientaciones en permanente enriquecimiento y actualización ante las nuevas situaciones que va generando el devenir de la humanidad, participan del mismo carácter escatológico del Evangelio y no pueden agotarse ni circunscribirse a un determinado sistema económico, sin sacrificar la esperanza cristiana en la plenitud del Reino de Dios, al final de los tiempos.

2. La economía, la política y todas las dimensiones del quehacer humano deben ordenarse a la construcción del Reino de Dios desde ahora, y lo que enseña la tradición y experiencia de la Iglesia es que no existen soluciones permanentes y universales. La Doctrina Social de la Iglesia desconfía de las soluciones únicas y admite una gama amplia de soluciones compatibles con sus contenidos. Si hubiera sólo una solución única -establecida por la ciencia económica- para cada problema del desarrollo económico, no sería necesaria la democracia, concebida como elección entre diferentes alternativas, y la política económica no tendría opciones.

3. Lo que importa principalmente a la Iglesia son los fundamentos, efectos y consecuencias concretas de los regímenes económicos y de las políticas económicas que lo implementan, más que sus esquemas teóricos ideales. En este sentido, a nosotros y a todos los cristianos nos debe preocupar si un régimen económico cautela o atropella la dignidad de las personas y de los pueblos, si asegura un rol central para el trabajo humano o lo posterga y subordina a los intereses de ciertos tipos de desarrollo económico, si garantiza la solidaridad o dimensión social del amor, especialmente con los más pobres, o permite la dominación del egoísmo e intereses materiales. Es fundamental que recordemos en este punto que, conforme a toda la tradición cristiana, la solidaridad es el principio rector de toda acción de bien común y que, por tanto, el principio de subsidiariedad es instrumental al logro de este objetivo.

4. En el análisis que ustedes hacen no queda claro el concepto de "Economía Social de Mercado" que utilizan, lo que dificulta la reflexión y el diálogo integrado entre las ciencias teológicas, las económicas y las políticas. Tampoco se profundiza en la noción de "Estado" y no se distingue entre el "Estado Democrático" y las diversas formas de "Estado Autoritario o no Democrático", distinción fundamental para evaluar la legitimidad de las diversas políticas económicas. Por último, nos preocupa la utilización de un concepto de "Mercado", vago y de gran extensión, lo que dificulta su comprensión y olvida el hecho fundamental de que todo mercado es socialmente construido. En otras palabras, los mercados son obra humana y reflejan en sus características y particularidades la sociedad que los genera.

5. La gran complejidad del fenómeno económico y los diversos tipos de relaciones que lo constituyen, obliga a un esfuerzo metodológico de clasificación de dichas

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 35 relaciones, de manera tal de combinar las variables institucionales, las tecnológicas y las de comportamiento social. Esto es lo que realizó S.S. Juan Pablo II en la encíclica Laborem Exercens, al analizar los diversos tipos de relaciones del trabajo humano. Solamente con una perspectiva amplia de la economía y otorgándole al trabajo un rol central en su análisis, es posible descubrir y aceptar la dimensión humana y moral del todas las actividades económicas. A la Iglesia le preocupan especialmente los pobres, pero no puede descuidar la gran variedad de aspectos vinculados a la relación del hombre con la naturaleza, a las relaciones de los hombres entre sí y a la relación del hombre consigo mismo.

6. El esfuerzo iniciado por ustedes vale la pena que siga siendo objeto de un estudio y reflexión más sistemático y pluridisciplinar. En efecto, parece ser necesaria una mejor y mayor comprensión del dinamismo de la Doctrina Social de la Iglesia. Ella, si bien tiene rasgos de perennidad que aseguran su continuidad, tiene también momentos decisivos de profundización y desarrollo que vienen exigidos por los nuevos desafíos de los tiempos. En este sentido, echamos de menos una asimilación más acabada del magisterio más reciente de la Iglesia, tanto a nivel de magisterio romano como latinoamericano y nacional respecto a temas tan importantes como el trabajo humano, su dignidad y prioridad, el salario, las relaciones económicas, el desarrollo de los pueblos, la función social de la propiedad, la articulación entre los público y lo privado, etc. En todo esto el magisterio de Juan Pablo II en sus Encíclicas y discursos, por ejemplo, es muy importante y decisivo.

7. Esto nos lleva a un punto que nos parece de la mayor centralidad. La Doctrina Social de la Iglesia emana de y se funda en una antropología teológica que remite, en definitiva, a una cristología y a una eclesiología. La verdad sobre el hombre, sobre Jesucristo y sobre la Iglesia que el Papa Juan Pablo II instara en Puebla a profundizar y proclamar, es la triple verdad que sustenta el desarrollo de la teología moral social. Y en esta dimensión la reflexión iniciada por ustedes debe avanzar mucho más en comprensión y análisis. Por ello decíamos que esta reflexión necesita la interdisciplinariedad, es decir, la colaboración resuelta del aporte de la filosofía, al antropología y la teología cristianas. El documento de ustedes tiene debilidades teológicas importantes; por ejemplo, en lo que se refiere a un punto tan central como la teología de la Redención con que se inicia la reflexión.

Al respecto, es necesario recordar dos cosas: En primer lugar, Aquel que ha venido al "rescate de los hombres de la tinieblas del pecado" es Jesús el Cristo. La Iglesia es testigo de este Hecho Salvador, pero la salvación viene de Dios y no de la Iglesia. Además, a partir del Vaticano II, se ha optado por un lenguaje más positivo sin traicionar el contenido del Mensaje de Cristo.

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36 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 En segundo lugar, la salvación no es el fruto de "los méritos de cada uno" sino de la gratuidad de Dios que reconcilió en Cristo a la humanidad con la divinidad (ver Rom. 5, 10-11; 2 Cor. 5, 18-20; Col. 1, 18-23). Al respecto, ver Concilio de Trento, sesión VI (13 de enero de 1547), Capítulo 5 (Dz. castellano 797). (Ver también parábola del fariseo y publicano en Lucas 10, 9-14).

8. De lo anterior se desprende que es necesario ahondar en el estatuto epistemológico de la Doctrina Social de la Iglesia en cuanto región de la teología moral de la Iglesia. Al hacerlo podrán ustedes comprender mejor la función hermenéutica que dicho cuerpo doctrinal desempeña en el discernimiento cristiano de opciones y compromisos económicos, sociales y políticos, como ya lo indicara el Papa Pablo VI en Octogessima Adveniens y luego, repetidamente, el Papa Juan Pablo II. La complejidad del mercado moderno exige, cada vez más, una moral y una espiritualidad del discernimiento de opciones y compromisos más que la búsqueda de homologías entre "modelos" previamente construidos. La riqueza, el dinamismo y la misma perennidad de la Doctrina social de la Iglesia le viene precisamente del nivel epistémico en que ella se sitúa. Sus principios y orientaciones no se asimilan a modelo alguno, sino que funcionan como herramientas orientadoras de la libertad en el horizonte del mejor y mayor desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre. En otras palabras, la Doctrina Social de la Iglesia no viene a suplir la libertad ni a ahorrarle el trabajo de asumir sus decisiones, sino a servir su pleno ejercicio en la línea de lo más humano.

9. Queremos concluir agradeciéndoles la confianza y el interés puesto por ustedes en el magisterio de la Iglesia. Quisiéramos que este esfuerzo se continuara, profundizara y extendiera tanto en esa Facultad como al interior de la Universidad toda.

Al respecto les invitamos a aportar a la investigación y conocimiento de los temas y problemas que más preocupan a nuestra solicitud pastoral: el análisis de las causas y magnitudes de la pobreza y la búsqueda de soluciones; el diagnóstico de la situación del trabajo y la posibilidad de generar nuevos tipos de relaciones laborales justas, solidarias y participativas, así como la compatibilización entre una mayor dignificación del trabajador y un aumento de la productividad social del trabajo; los problemas del desempleo y subempleo, especialmente en la juventud y las mujeres; la superación de las injustas desigualdades económicas y sociales en materia de ingresos, educación, salud, vivienda, seguridad social, etc.

Deseando mantener una comunicación fraterna y estable con ustedes, les saludan con paternal afecto.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 37

LOS OBISPOS DE LA COMISION PASTORAL DEL EPISCOPADO:

= MIGUEL CAVIEDES = SERGIO CONTRERAS Obispo de Osorno Obispo de Temuco Presidente Area Secretario General Agentes Evangelizadores Conferencia Episcopal de Chile = ALEJANDRO GOIC = ALBERTO JARA Obispo Auxiliar Concepción Obispo de Chillán Presidente Area Eclesial Presidente Area Pastoral Social = MANUEL CAMILIO VIAL = JUAN LUIS YSERN Obispo de San Felipe Obispo de Ancud Presidente Area Educación Presidente Area Comunicaciones

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DOCUMENTO Nº 3

CARTA DE RESPUESTA DE MONSEÑOR TOMAS GONZALEZ M.

OBISPO DE PUNTA ARENAS Y MONSEÑOR JORGE HOURTON P.

OBISPO AUXILIAR DE SANTIAGO

Marzo y Abril 1990

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 41 OBISPADO DE PUNTA ARENAS Nº 358/90

Punta Arenas, abril 6 de 1990.. Señor Carlos Williamson B. Director Instituto de Economía Pontificia Universidad Católica Avda. B. O'Higgins Nº 340 SANTIAGO Respetado señor: Un atento saludo y, con la presente, tengo a bien enviarle la reflexión efectuada en nuestra Diócesis de Punta Arenas sobre el documento "Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia".

Esperando pueda servir para enriquecer el importante problema de la economía al servicio de la persona, queda de Ud. atentamente S.S. en Cristo.

= Tomás Gonzaléz Morales Padre Obispo de Punta Arenas Incl. Lo indicado.

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42 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Primero que nada el documento tiene una clara orientación funcionalista, y una lectura de la Doctrina Social de la Iglesia a la luz de la Economía Social de Mercado, y no al revés como debería ser. De hecho, se buscan todos los elementos teológicos y doctrinales de la Iglesia que justifiquen su visión de la economía. 1. En todo el análisis predomina un énfasis en lo individual, en donde lo social siempre tiene una aclaración o referencia tangencial: "El llamado de Cristo es, por tanto, profundamente personal" (p.1); "...tanto la salvación como la condena eternas son individuales y en virtud a los méritos de cada uno". (p.1). Más adelante, en la página 5 dice: "... las causas últimas del desarrollo se encuentran en la moral personal". Todo esto nos recuerda un poco el texto de Max Webber "La Etica Protestante y el Espíritu del Capitalismo".

2. Otro aspecto del cual discrepo en parte, es el de considerar las instituciones y estructuras sociales como neutras, pues según ellos están no pueden ser sujetos de actos morales. Para ellos son los hombres responsables de las estructuras. Esto estaría justificando la Economía social de mercado, cuyas fallas no podrían ser atribuidas al sistema en sí, sino que a las personas que lo dirigen. Sin embargo, es de claro sabido que los hombres pasan y las estructura tienden a permanecer. De ahí que si una estructura fue originada por hombres pecadores, una estructura en sí misma puede generar pecado. Ej.: una ley injusta.

3. Luego se hace referencia a la "libre iniciativa", la cual, según ellos, la "experiencia histórica" enseña que donde ella ha estado presente se ha eliminado en mayor grado la pobreza que en los lugares que no ha existido. La "iniciativa individual", según ellos, tiene su obligación moral en la parábola de los talentos.

Sin embargo, recientemente un informe indicaba que los dos países con mejores indicadores sociales eran Puerto Rico y Cuba, teniendo ambos países sistemas económicos opuestos.

4. Más adelante se hace una apología a la propiedad privada, la cual no es solamente considerada uno de los pilares de la Economía Social de Mercado, sino que también pilar de la Doctrina Social de la Iglesia. Luego se recurre a la frase "no se es para tener, sino que se posee para ser". Mi pregunta inmediata es: Si no poseo, ¿no soy?

5. Luego se hace referencia a el "egoísmo" como opuesto al "legítimo interés personal" motor del progreso material, el cual no es la única motivación, pues las personas también destinan tiempo a causas nobles y a actos de caridad.

6. Se toca el "principio de subsidiaridad", en donde el Estado corregiría las deficiencias o carencias del mercado en la asignación de los bienes. Ej. programas de empleo, vivienda, ayuda a los pobres. El mercado sólo mejora las condiciones de vida en forma indirecta, es decir, generando y produciendo riqueza la que automáticamente llegaría a la gente. Esta intervención del Estado debe ser la menor posible, para no alterar el libre juego de los agentes económicos.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 43 En este punto, en cuándo y cómo debe intervenir el Estado a mejorar las condiciones sociales, los economistas de la U.C. le dan igual grado de importancia al conocimiento que entrega la ciencia económica, como a las enseñanzas sociales de la Iglesia, cuando en realidad son estas últimas las que deberían aconsejar a la primera. De hecho, no hay nada tal como una "ciencia económica" absoluta e irrefutable, sino hipótesis y teorías.

7. En la página 10 se vuelve a reafirmar que las fallas de los sistemas son atribuibles a personas y no al sistema, lo que se debe muchas veces al mal uso de la libertad otorgada por el sistema.

8. No queda muy claro si en la referencia al trabajo, es el trabajo el que santifica al hombre o viceversa (punto 2.1). En este punto se deja a la buena voluntad del empresario, el "darse cuenta" de que mejorar los salarios son la clave del éxito. Si bien mencionan el rol del Estado en la protección de las partes más débiles y en la búsqueda del bien común, el principal remedio esta en la eficacia de enseñanza ética y moral de la Iglesia.

9. En el punto 2.2 se refieren a los sindicatos, dejando muy en claro el principio de "libre afiliación", los peligros de la politización de estos, y el abuso de la huelga como herramienta de presión. No se pronuncian sobre la Ley Laboral de Chile, pues aún es muy pronto, según ellos, hacer un juicio categórico sobre ésta.

10. Se insiste nuevamente en la valorización del Mercado, el cual tiende generalmente a ser imperfecto, por las limitaciones morales de los hombres que lo regulan. Nuevamente la idea de que el sistema es bueno en sí mismo.

11. En el punto 2.4 se menciona que el "sano interés propio no solo es legítimo, sino de todo el punto de vista necesario en una sociedad compuesta por personas humanas". Esto último es como decir: Somos hombres, y por lo tanto imperfectos, es natural que nos interese la ganancia. Más adelante dicen: "El móvil inmediato del trabajo productivo es la retribución económica. Así, la Iglesia no pide que todas las empresas se constituyan para fines benéficos, lo que aparte de desnaturalizar el móvil inmediato del trabajo, pecaría de poco realista". Aquí nos esta diciendo, en otras palabras, que la "realidad" del Mercado es el referente de nuestro actuar. Me pregunto si alguna vez Cristo pecó de poco realista.

12. Más adelante se hace referencia al rol económico del Estado, el cual debe ser subsidiario. Se defiende el derecho de la propiedad privada, aunque se considera la "expropiación a precio justo por motivos de bien común". También, se valora el proceso de "privatización" de empresas del Estado, como una forma de difusión de la propiedad.

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44 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Dentro de este marco, el "sistema de AFP...., es compatible con los principios de la Doctrina social de la Iglesia".

13. Hay una crítica al concepto de "Estado Empresario", pues el Estado "no debe suplantar la iniciativa económica de los individuos, allí donde estos últimos son capaces y están dispuestos a emprender una tarea productiva". Así, aun el sistema de Economía Mixta es criticado como contrario al principio de subsidiariedad, pues en este sistema "...Estado y sector privado tienen tareas iguales y, por ende, competitivas". Sin embargo, nada se dice de las grandes empresas creadas por la CORFO, que fueron de iniciativa estatal y no privada, y que tanto desarrollo trajeron al país.

14. Al referirse a la necesidad de una estabilidad macroeconómica, respecto a la deuda externa señalan "la obligación moral de cumplir con nuestros compromisos....", sin señalar de manera imperativa la responsabilidad moral de nuestros acreedores, de los que simplemente se espera una buena cooperación para solucionar el problema del endeudamiento.

15. Más adelante mencionan que ".... el mecanismo por excelencia de que dispone el Estado moderno para financiar los gastos que exige el cumplimiento de sus roles, es el cobro de impuestos". Aunque recalcan y destacan que estos impuestos deben procurar afectar lo menos posible la asignación eficiente de los recursos, ".... en especial, evitar desincentivar el esfuerzo de ahorro-inversión, y trabajo", mencionando que una tributación excesiva frena la inversión y por lo tanto los salarios. Aunque esto es así, se plantea de una manera muy general, pues nada se dice de que es "excesivo".

16. Al analizar el problema de la POBREZA, ya hay un sesgo al señalar que el termino pobreza, si bien es amplio, tiene en la Doctrina Social de la Iglesia una connotación principalmente espiritual.

Para solucionar el problema de la pobreza, se hace un énfasis en el imperativo moral personal de cada persona, más que en el rol del Estado, apelando a la caridad y buena voluntad individual, aspectos que son reiterativos en el documento.

Se menciona la innovación tecnológica y la inversión como las armas históricas para combatir la pobreza. Sin embargo, con el avance tecnológico e inversión de los últimos años en Chile, hemos visto más bien un aumento que una disminución de la pobreza.

Para estos economistas es contraria a la moral toda política económica que persiga un crecimiento a costa de los pobres. Paradójicamente, mencionan que es esta la razón por la que se pronuncian por una Economía Social de Mercado.

17. Un punto en el que estoy absolutamente en desacuerdo, es el que se refiere a las causas de la pobreza, la que tendría presumiblemente en Chile raíces culturales. No cabe duda de que hay fenómenos culturales en las causas de la pobreza. Antropólogos famosos, entre ellos Oscar Lewis, desarrolló el concepto de la "cultura de pobreza" en su libro ¨Los Hijos de Sánchez", en donde señaló los factores que impedían el surgimiento

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 45 de los grupos pobres, los cuales se originaban de su misma condición, generando un círculo vicioso. Pero de esto a afirmar que: "una parte significativa de nuestra población, la campesina, se destaca por su acentuada religiosidad, por su pensamiento no racional y por su escasa valoración del tiempo. No apreciaban la eficiencia ni la productividad", es una generalización para nada científica, hecha sin citar ningún estudio o investigación, excepto a una profesora de la U.C. Más adelante afirman que al inmigrar a la ciudad y perder sus valores tradicionales, en compensación, "florecen valores como el humor, el ingenio y una admirable generosidad".

En fin, todo este punto tiende a validar las viejas tesis de la aristocracia chilena del "rotito simpático", el "maestro chasquilla" y por último la del "chileno flojo", causa esencial de la pobreza. Con esta preconcepción, todo subsidio estatal para mejorar las condiciones de vida de los pobres sólo sirve para fomentar la flojera, hasta que no cambien los elementos culturales que la generan.

18. Cuando se refieren a la red social, y mencionan los "avances notables" en el plano social, es sorprendente comprobar que uno de los firmantes de este documento fue el que realizó el estudio que demostró la existencia de cinco millones de pobres en Chile.

19. Aunque se critican los peligros de la formación de un alto grado de dependencia, por parte de los pobres, de la ayuda del Estado, nada dicen de que esta dependencia fue fomentada y reforzada por el gobierno militar chileno, que nunca abrió verdaderos canales de participación o expresión.

20. Los autores afirman que para la Doctrina Social de la Iglesia la solidaridad es de carácter particular, y no estatal. Esta aseveración confirma nuevamente la idea de trasladar la solidaridad al plano de la buena voluntad personal, y no de un deber social.

CONCLUSION

En fin, el texto tiene el sesgo neoliberal, con un énfasis en una moral individual. Además el texto está plagado de principios generales que pueden ser interpretados de manera distinta según lo que se quiera entender con ellos. Por ejemplo, en lo referente a los impuestos, se habla del peligro de los "tributos altos", sin referirse en forma concreta a que se entiende por "alto".

Finalmente, en ningún momento se impone algún principio absoluto respecto al "bien común", el cual siempre está sujeto a la "realidad" del mercado, realidad incuestionable, ante la cual el "bien común" debe adaptarse.

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46 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 ARZOBISPADO DE SANTIAGO

Santiago, 17 de marzo de 1990.

Señor Don Carlos Williamson Director del Instituto de Economía Pontificia Universidad Católica de Chile Casilla 114-D SANTIAGO, CHILE Estimador Señor Director: Acuso recibido y agradezco su envío del documento "UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA A LA LUZ DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA", elaborado por docentes académicos del Instituto de su digna dirección, a consecuencias de la visita que les hiciera Monseñor Carlos González, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile.

Lo he leído con mucho interés y, cediendo a la invitación de su carta de presentación, he redactado algunos comentarios personales que tengo el honor de enviarle adjunto. He sabido que la Comisión Pastoral también decidió contestar colectivamente a ese documento, pero no he tenido acceso a él antes de hacer los míos propios.

Como este tema interesa a la opinión pública y comporta una buena oportunidad de diálogo interdisciplinario, habiendo recibido un pedido de colaboración de parte de la revista POLITICA Y ESPIRITU, he pensado poner a su disposición este texto, siempre que Ud. no tenga inconveniente, por razón de su contenido o por razón de ese medio. En vista de lo cual, se revisó y pulió una primera versión, evitando tecnicismo y expresiones más coloridas. Como se trata de un comentario personal y diría "artesano", no teniendo facilidades de secretaría, no he esperado poder hacer una copia más esmerada, para no dilatar más su envío. Excuse la simplicidad, pero tiene más estilo de periodismo pastoral y dialogante que de elaboración científica.

Sin otro particular, lo saluda atentamente en Cristo su afmo. servidor,

JORGE HOURTON P. Obispo Auxiliar de Santiago

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 47

1. En Diciembre del año recién pasado los Obispos de Chile recibimos un estudio del Instituto de Economía de la Universidad Católica, presentado por su Director, D. Carlos Williamson, titulado "UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA A LA LUZ DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA". En su carta de presentación, el Director explica que el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Monseñor Carlos González, había visitado la Facultad en Junio último y se había "manifestado interesado en conocer el pensamiento de los profesores respecto a los temas económicos de actualidad de mayor trascendencia y especialmente nuestro punto de vista en relación a los temas más discutidos de la institucionalidad económica chilena, en la perspectiva de la Doctrina Social de la iglesia".

El estudio que nos proponemos comentar, atendiendo a la expresa invitación del Sr. Director -que desearía suscitar "una discusión amplia sobre los temas aquí desarrollados"- aparece firmado por 17 profesores a tiempo completo en el Instituto y recoge, nos dicen, "los lineamientos básicos sobre los cuales existiría relativo consenso entre nosotros". No se trata, pues, de una declaración de principios de la Facultad, sino de un estudio colectivo pero part icular, el cual, a nuestro entender, no compromete la posición oficial de la Universidad, como pudiera pensarse a primera vista, y también a segunda si se tiene en cuenta el aporte de ex-alumnos de esa Facultad a la implementación de la política económica del gobierno militar autoritario en los últimos 16 años.

2. MERITOS

Dado que nos veremos llevados a formular importantes críticas a algunas afirmaciones de este trabajo, es justo que comencemos por destacar sus valores y méritos.

Ante todo nos parece un estudio acucioso, serio, suficientemente documentado y con juicios evaluativos sobre la realidad matizados y equilibrados. No ocultan la complejidad de las cuestiones que estudian y de los efectos concretos de la política económica que defienden. En su condición de expertos economistas, más bien teóricos por su condición de académicos, se sienten, sin embargo, sensibles a los temas de las repercusiones sociales del sistema concreto implementado en Chile, particularmente en el campo del trabajo y de la pobreza. Se advierte que comprenden que la "opción preferencial por los pobres" es una insistencia constante y fundada del magisterio católico latinoamericano. No la ignoran como si fuese opinión parcial dentro del catolicismo, basados en que no es sostenida con igual fuerza por los miembros de la jerarquía o del pueblo católico, ni escudándose tras la posición que podría pasar por científica, en el sentido que tomarla en cuenta en la ciencia económica es una gratuita extrapolación.

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48 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Por nuestra parte, no pretendemos discutir los principios, las "hipótesis confirmadas", los "mecanismos", las "leyes" que juegan dentro de la ciencia económica (si verdaderamente hay una ciencia económica) y que benefician del favor de una opción y experiencia bastante preferenciales en nuestro tiempo. Nos reduciremos sólo a juzgar y discutir, desde nuestra modesta información y competencia, una tesis de fondo que los autores parecen haberse propuesto defender: que la Economía Social de Mercado, tal como se ha implementado en Chile -descontados algunos errores no sustanciales- está en armonía y converge, al menos es coherente, con la Doctrina Social de la Iglesia. Tampoco quisiéramos sostener la posición diametralmente opuesta- es decir, que sería radicalmente contraria a ella -lo cual nos permite discernir la dificultad de nuestro diálogo. La Doctrina Social de la Iglesia es parte integrante de la Etica teológica y, en sede cristiana, la ética definitivamente ya no es legalista, no se expresa esencialmente por leyes que mandan, prohiben o permiten; es una moral de valores hacia los cuales orientar el dinamismo de la acción humana, individual y social. Por consecuencia una determinada política económica no puede ser juzgada como contraria en sí a la fe cristiana, ni ser "condenada" por el magisterio, sino que sólo se juzgará según sean los valores que quiere servir, la eficacia que tenga para lograr mayor justicia y equidad en los esfuerzos y en los frutos de la vida económica organizada. Esto explica, me parece, la proverbial prudencia del magisterio eclesiástico -tal vez también su timidez- en materias económicas. Tal vez también es por eso que se invoca aquí un "pluralismo", que corre el riesgo de ser muy cómodo e indefinido, si se acepta de partida que cualquier doctrina o política económica es totalmente ajena al sentido cristiano, o al menos indiferente. Lo cual satisface mucho a la ideología liberal, pero no hay que olvidar que el discernimiento del liberalismo es algo que la Doctrina Social de la Iglesia ha efectuado larga e insistentemente desde el siglo pasado. Y me parece que hasta ahora, en materia de economía liberal capitalista, todavía parece lejos de reconciliarse plenamente. Y el pueblo católico también.

3. "EL LLAMADO DE LA IGLESIA"

Este es el título del primer capítulo que, en tres páginas, quisiera exponernos la misión de la iglesia y los fundamentos de su Doctrina Social. Llama la atención desde los primeros párrafos la formulación esencialmente individualista de la misión de la Iglesia: se trata de "conversión" personal, de "salvación de su alma", que son -insiste- "individuales y en virtud de los méritos de cada uno". Como no es fácil, la Iglesia ayuda con la "gracia y los sacramentos". Dicho eso, los autores se apresuran a descartar el "individualis mo egoísta" de la moral católica". "Al contrario -nos dicen- la Iglesia rechaza el doble peligro del individualismo y del colectivismo". Y de allí se expone la dimensión social de la moral católica, pero siempre con base individualista" "El llamado a la santidad consiste precisamente en realizar la virtud en la esfera de ocupación de cada uno" (subrayado en el texto).

Hay enseguida una fuerte insistencia subrayada en que "la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer, ni se inclina por algún sistema económico determinado..." y que ...."EL MENSAJE DE CRISTO ES ESPIRITUAL Y TRASCENDENTE". Van tan rápido en la fundamentación teológica de la dignidad

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 49 humana y de los derechos humanos en la "condición de hijos de Dios y de la creación del hombre a imagen y semejanza suya", que se olviden de mencionar la Encarnación. Se ignora totalmente la teología del Vaticano II acerca de la Iglesia como "misterio de salvación y pueblo de Dios". Igual silencio sobre la Gaudium et Spes, carta magna de la "Constitución de la Iglesia en el mundo actual" (la cual tiene un largo capítulo y muy preciso sobre "la vida económico social" en la 2a parte, después de otro muy fundante en la 1a sobre la "misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo". Todo ello rebalsa muy definitivamente el enfoque individualista en el que se quedaron nuestros autores.

Yendo de modo tan apresurado e insuficiente, uno tiene derecho a extrañarse por la aparición sorpresiva del "principio de subsidiariedad", ya en este capítulo introductor que parecía querer señalar los fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia. Sería un principio mediador entre los dos fundamentos principales: "la dignidad de la persona y sus derechos, y el carácter social de la naturaleza del hombre.... orientado hacia el bien común". Es tanto el apuro en exaltarlo -habrá una abundante referencia a él a lo largo de todo el documento -que ya en esta introducción se lo presenta como principio mediador entre los dos principios básicos -según nuestros autores- de la Doctrina Social de la Iglesia. O sea, nos lo presentan como tan sobredimensionado, fundamental y decisivo, que uno se pregunta por qué apareció sólo con Pío IX en Quadragessimo Anno y cómo es que el magisterio eclesiástico, que ha dedicado documentos reiterados sobre el Trabajo, el Desarrollo, el Socialismo, el Capitalismo Liberal, etc., todavía no ha pasado de algunos lugares ocasionales, para referirse al principio de subsidiariedad. Nuestra tesis es que este principio de 1931 ha sido mal comprendido en la utilización del liberalismo capitalista.

Hay otra dimensión importante que echamos de menos en este estudio: es el sentido histórico. Tanto en "el llamado de la Iglesia" como en los capítulos siguientes sobre el desarrollo, el rol económico del Estado y la pobreza, todo se analiza "sub specie aeternitatis", utilizando una epistemología abstractista y moviéndose como entre puras esencias atemporales, que se suponen pueden definir un orden real y verdadero representado por concepto que se suponen claros y distintos. En esta visión abstracta de las cosas, la religión muestra una moral individualista, como hemos señalado, que consiste fundamentalmente en salvar cada uno su alma con virtudes adecuadas (entre las cuales por cierto se menciona la justicia social como atributo de cada cual). La economía busca establecer las leyes eternas por las cuales deba regularse ese campo humano dentro de sus límites específicos y sus técnicas eficientes. No se analizan causas del subdesarrollo en el pasado histórico. Sólo se presupone que después de un pasado erróneo por fin se dio con un modelo exitoso que va sacando a Chile del subdesarrollo y lanzándolo por un camino prometedor. Es verdad que hay una realidad negativa que se estudia en el Capítulo IV, la Pobreza, pero ésta, como veremos, también se espera que, sin tocar al modelo, se podrá ir resolviendo mediante .... el "principio de subsidiariedad" unido al de la solidaridad.

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50 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Cuando la Iglesia elabora una Doctrina Social, no lo hace sólo como un aporte a la conciencia individual de los cristianos para ayudarles a tomar "cada una de las decisiones que a diario hacen los agentes económicos (trabajadores, ejecutivos, empresarios, etc.)". Lo hace porque ella es sacramento de salvación, es decir, tiene el encargo de hacer suyas las angustias y esperanzas de toda la humanidad y de buscar con ella, a la luz de la fe cristiana y del evangelio, los valores y las condiciones que aquí y ahora pueden liberar a los hombres del pecado y de todo mal. No es un simple "stand" en el mercado ideológico para la clientela católica: es un aguijón agresivo dirigido a los católicos pero también "a los hombres de buena voluntad", consciente que no se requiere la fe personal para adherir a un reclamo ético en favor de la justicia, la libertad, el amor y la Paz.

4. EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD

Ya hemos señalado que el principio de subsidiariedad, a nuestro juicio, aparece muy sobredimensionado en este estudio. A juicio de los autores parece dominar toda la Economía Social de Mercado y al mismo tiempo acomodarse muy bien con la Doctrina Social de la Iglesia. En ella lo encuentran expresamente formulado, ya en Quadragessimo Anno, como bien citan su número 79 en la pág. 3. Más adelante se le dedica prácticamente todo el Cap. III "Rola Económico del Estado", págs. 16-22. Para ser justos hay que reconocer que el estudio que comentamos, en comparación a otras apologías de la Economía de Mercado, es matizado y reconoce que "el rol del Estado en la sociedad es así crucial y consiste básicamente en: (a) generar el marco institucional compatible con el desarrollo económico, y (b) proveer la asistencia y promoción económico social de los más desposeídos" (p. 17). ¡Bien por estos dos roles! El problema es armonizarlos, pues no pocas veces sucede que por generar un marco institucional que respete la iniciativa privada, la libre empresa, la libre competencia, la disminución de la carga tributaria y hasta la propiedad privada -rasgos que la Economía social de mercado quiere acentuar- la promoción económico social de los más desposeídos se ve impedida por esos factores y por legislaciones laborales y sindicales injustas que frustran los objetivos de redistribución y participación equitativas.

Para situar mejor el principio de subsidiariedad en su contexto doctrinal e histórico, nos parece conveniente proponer una exégesis más atenta del texto originario, el Nº 79 de Quadragessimo Anno, que los autores citan en la p. 3. La formulación mencionada se dio en un contexto en el que Pío XI, lamentando la desorganización del trabajo, especialmente de la pequeñas empresas y talleres artesanales, por obra de las grandes empresas e industrias del capitalismo moderno, se inclinó a buscar un modelo más justo y humano en lo que apareció entonces bajo el nombre de "corporativismo". Con ese objeto formuló el principio de que así como "no es lícito quitar a los individuos lo que ellos pueden realizar con sus propias fuerzas e industria para confiarlo a la comunidad, así también es injusto reservar a una sociedad mayor o más elevada lo que las comunidades menores e inferiores pueden hacer". En este párrafo no habla del Estado. La crítica que dirige Pío IX a la economía moderna es la de absorber a los pequeños -los gremios y artesanales medievales, las antiguas corporaciones-

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 51 desplazadas por las grandes empresas capitalistas. Justamente, es en favor de ellas que inmediatamente en el número siguiente, el 80, apela a "la autoridad suprema del Estado" como protector del orden económico, pues "es de su exclusiva competencia, en cuanto que sólo él puede realizar, dirigiendo, vigilando, urgiendo y castigando, según el caso requiera y la necesidad exija. Los autores conocen bien este contexto, pues lo citan en la pág. 16 de su estudio, al comenzar el capítulo III sobre el rola económico del Estado. Pero lo utilizan sólo en un sentido liberal, como si se redujera a "la protección del derecho de propiedad privada y de desarrollar una política estable y previsible que permita óptimas decisiones de los individuos privados".

En MATER ET MAGISTRA, Juan XXIII trata del tema "Iniciativa privada e intervención de los poderes públicos en el campo económico". Estamos en la década del 60, en la que estos problemas se sienten agudos y urgentes, dando lugar a muchas "nacionalizaciones" y "reformas agrarias". Los autores citan el Nº 51 (p. 10) que establece "como tesis inicial.... que la economía debe ser obra ante todo, de la iniciativa privada de los individuos, ya actúen éstos por sí mismos, ya se asocien entre sí de múltiples maneras para procurar sus intereses comunes". Separada de los números siguientes, esta cita resulta parcial y desequilibrada (aunque útil para apoyar una economía individualista, cosa que los autores han prevenido en la página anterior al señalar que "el Estado -en una economía social de mercado- tiene una función muy activa que desempeñar"....) A renglón seguido, en efecto, en Mater et Magistra, el Papa añade: "Sin embargo, por las razones que ya adujeron nuestros predecesores, es necesaria la presencia activa del poder civil en esta materia, a fin de garantizar como es debido una producción creciente que promueva el progreso social y redunde en beneficio de todos los ciudadanos".

Más aún: en el número siguiente, MATER ET MAGISTRA declara que esta acción del Estado justamente "está fundada en el principio de la función subsidiaria formulado por Pío XI en la encíclica Q.A.", citando a continuación el mismo Nº 79 que hemos analizado ya más arriba.

5. SUBSIDIARIEDAD DISTORSIONADA

Una vez más nos parece oportuno denunciar aquí la pretensión de querer fundar en el principio de subsidiariedad de la Doctrina Social de la Iglesia una versión restrictiva que quisiera limitar al máximo el rol del Estado en la vida económica. Ya hemos reconocido que nuestros autores muestran una posición matizada y moderada, pero algo movible por lo que veremos a continuación. Pero es frecuente que hoy se aluda al principio de subsidiariedad, aplicándolo única y exclusivamente al Estado -como competidor de la empresa privada- y conduciendo a una formulación que pide al Estado

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52 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 que moleste lo menos posible en la economía de mercado, que conocería sus reajustes automáticos y ejercería una justa redistribución por la teoría del "rebalse hacia los sectores sociales desmedrados". Esta distorsión traiciona de partida el significado mismo del término subsidiar. El subsidium del que habló Pío XI y con él toda la ética social católica significa aportar, proporcionar activamente, hacer posible. La distorsión lo reduce a significar reemplazar, sustituir, y se atribuye al poder público la función de hacer sólo lo que los particulares no pueden o no quieren hacer. En chileno hablaríamos de la función de "parche" del poder público. Nuestros autores no parecen totalmente ajenos a este sentido: al menos en la p. 13 cuando escriben; "cuando los mercados legalmente establecidos funcionan bien la intervención estatal es una violación del principio de subsidiariedad". Comprendemos el horror por la fijación de precios en esta economía, pero nos resulta casi una verificación de humor negro el que la teoría del libre mercado requiera tanta protección legal ¡y de la policía! para combatir, por ejemplo, al mercado informal de los pobres y artesanos que exponen en la calle sus mercaderías y, en nombre mismo de la economía de libre mercado los hacen perseguir y confiscar sus pobres mercaderías (¿en nombre de la protección estatal al derecho de propiedad privada?).

De todos modos, nuestros autores reconocen a los poderes públicos un rol subsidiario en la vida económica nacional, pero lo reducen lo más posible a la hegemonía de los mecanismos del mercado. Nos dan al menos tres ejemplos:

a) La política salarial1: nuestros autores convienen con la Doctrina Social de la Iglesia en que éste debe ser justo y suficiente para el sustento digno del trabajador y su familia (p. 25) pero no tardan en "recalcar la íntima relación entre salarios por un lado y la inversión y el crecimiento por otro" (ibid.). Lo que en buen romance quiere decir que todo lo que se dé a los salarios se quita a la inversión, esto es, a la capitalización. Hipótesis muy frágil, pues escamotea la abismante diferencia de remuneración que media entre ejecutivos y trabajadores y los desequilibrios injustos que se admiten comúnmente en este tipo de economía entre los tipos de trabajo no productivos (ciertos artistas, futbolistas, locutores, etc.) y los trabajos socialmente despreciados (asesora del hogar, etc.). Por lo mismo esta economía repudia las legislaciones que fijan salarios mínimos, confiando en la regulación automática de un mercado del trabajo "flexible" (p. 11) y sobre todo, en que la "acumulación del capital tiende a aumentar la productividad del trabajador y es una manera reconocida y segura de lograr un aumento sostenido en los salarios" (ibid). Si ésto está corroborado por la experiencia de los trabajadores chilenos, de muchos o de pocos, es algo que no se nos dice aquí, acerca de lo cual la prensa cotidiana, aún en el reciente tiempo de la autocensura, ha informado profusamente.

b) El "Estado empresario"; En un párrafo displicente y crítico de una aplicación estatista del principio de subsidiariedad, p. 19, se distingue "entre una Economía social

1Con razón, escribiendo en Chile y abogando por la economía social de mercado nuestros autores tratan del salario en el Cap. IV "Pobreza" y no el Cap. II "Desarrollo económico". En este Cap. II, sin embargo, tratan del trabajo (p. 10) para sostener que no debe contraponerse al capital, oposición que juzgan "el mayor daño que ha hecho la teoría marxista a la humanidad" ¿No hay también otros culpables de este daño?.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 53 de mercado y una Economía Mixta, siendo la primera una en la que impera el principio de subsidiariedad, y la segunda una en la que el Estado y el sector privado tienen tareas iguales y, por ende, competitivas". Más aún, se insiste en que "donde el Estado adquiere por iniciativa propia, sin estar sujeto al principio de subsidiariedad" (entendido aquí por tanto liberalmente) "el derecho" a realizar actividades empresariales, sofoca a la iniciativa privada". Dicho esto, a renglón seguido, en un somero flash histórico, añaden "En Chile, en base a la aplicación del principio de subsidiariedad" (entendido ahora en su sentido propio), el Estado mantuvo bajo su control una amplia gama de actividades empresariales..." y da ejemplos de actividades creadas por el Estado simplemente porque la empresa privada no quería o no podría hacerlo o no proporcionaban una rentabilidad suficiente, dada la finalidad de servicio público o de riesgo que entrañaban: el cobre, el petróleo, las comunicaciones, el transporte, etc. Por lo dicho deberíamos entender que, ya que "imperó" entonces el principio de subsidiariedad (respecto al cual se nos concede que "en su aplicación caben discrepancias legítimas" y que puede "invocarse también para cubrir intereses", en una muy juiciosa nota 5) ya entonces estábamos en Economía social de mercado. En los años recientes no se habría innovado, por tanto, sino sólo insistido en una subsidiariedad debilitadora del Estado y alejada de su responsabilidad social, de la protección de los débiles y de ....la doctrina social de la Iglesia!

c) Por último, al final, la Doctrina social de la Iglesia y la Economía Social de Mercado, según nuestros autores, parecen converger en una posible vía de solución al problema de la pobreza. Escriben: "Para la primera la solidaridad es la virtud en base a la cual los más ricos deben apoyar a los más pobres, y ésta es de carácter particular y no estatal. Para la segunda, son los mecanismos del mercado los que deben utilizarse en primera instancia para solucionar todos los problemas, incluyendo por cierto los sociales" (p. 28). A este respecto hay que observar: 1º, que ningún moralista católico aceptaría la calificación de la solidaridad como mera "virtud de carácter particular y no estatal". En su discurso a la CEPAL, el Papa en Chile llamó a crear una "economía de la solidaridad" y en el patio de la Universidad Católica exhortó a los académicos a promover una "cultura de la solidaridad" (y no a despolitizarse, como fue la "onda" del período de la intervención y cautiverio). En segundo lugar, tampoco basta definir la solidaridad como que "los ricos deben apoyar a los más pobres", pues justamente es entre los pobres donde surge, se fortalece y se hace creativa la solidaridad.

Tal vez por la repugnancia a inquietar al Estado con la urgencia de la solidaridad y a causa de la deuda interna que la economía de mercado ha hecho nacer en Chile respecto a su 50% de pobres (según los estudios de uno de los firmantes de este estudio), para poder llamarse "social" se hace necesario estudiar otras alternativas que eviten aumentar los impuestos que disminuirían la inversión. Propósito ciertamente muy digno de atención. Se trataría de un "mecanismo" destinado a romper el "círculo vicioso de la pobreza". Consistiría en promover fundaciones, o interesar a las existentes, para programa de capacitación, actividades sociales solidarias, talleres artesanales, e incluso ciertas formas de subsidios inmediatos a los más pobres. "El mecanismo consiste en que

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54 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 el Estado define objetivos y tipo de instituciones que pueden recibir donaciones, que están parcialmente exentas de impuestos en el origen, induciendo de ese modo la cooperación voluntaria". Estas instituciones entrarían en el saludable clima de la competencia: "La competencia entre las instituciones por el financiamiento asegura un uso relativamente eficiente de los recursos, y lo que es más importante, la aplicación de ingenio y creatividad a la verdadera solución del problema de la pobreza". Así se generará un "grado insospechado de conciencia de la población" (. 29). En la página anterior habíamos leído que la falta de solidaridad también en Chile se debía, "al menos en parte, a la deficiente formación religiosa y moral de las actuales generaciones" (SIC). Por nuestra parte recordamos haber señalado en años anteriores que la Doctrina Social de la Iglesia estaba ausente de los Programas de TODAS las Facultades e Institutos de la Universidad Católica (sólo bajo el rubro de Etica Social en la Facultad de Teología). En honor a la verdad hemos oído que esta carencia, luego del fin del régimen de Rector delegado, experimentó un saludable cambio. Sería un factor de renovada esperanza el que también la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Católica, que proporcionó al país los principales promotores de la Economía Social de Mercado e importó las ideas de los Von Hayek, Friedmann y Michael Novak, se empeñe ahora, en la nueva democracia chilena, a servir la causa de una nueva economía de la solidaridad.

(Marzo, 1990)

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DOCUMENTO Nº 4

CARTA DE RESPUESTA DE LOS PROFESORES DE

JORNADA COMPLETA DEL

INSTITUTO DE ECONOMIA

Julio 1990

Juan Eduardo Coeymans Rodrigo Mujica

Fernando Coloma Fernando Ossa Jorge Desormeaux Arístides Torche

Alvaro Donoso Salvador Valdés Ernesto Fontaine Juan Ignacio Varas

Dominique Hachette Gert Wagner Luis Felipe Lagos Carlos Williamson

Rolf Lüders Daniel Wisecarver

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 57 Santiago, Julio 6 de 1990 I.E.d. 29/90 Monseñor Sergio Contreras Obispo de Temuco Secretario General

Conferencia Episcopal de Chile Presente Estimado Monseñor:

Los profesores del Instituto de Economía queremos agradecer muy sinceramente a los Obispos de la Comisión Pastoral del Episcopado, su carta de respuesta a nuestra invitación a comentar el documento "Una visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia".

Quisiéramos recordar que el documento que les fuera enviado se originó a partir de una sugerencia hecha por Monseñor Carlos González en su visita a nuestra Facultad el año anterior. En esa oportunidad algunos profesores le plantearon a la autoridad eclesiástica la aparente incomprensión y desconocimiento que existía en ciertos sacerdotes chilenos respecto a lo que pensaban y enseñaban los profesores del Instituto de Economía. Frente a esto, Monseñor González nos instó a elaborar un documento que recogiera los aspectos más sustantivos del orden económico que teníamos en mente, analizando su coherencia con la Doctrina Social de la Iglesia.

Aunque nuestra labor habitual de profesores, en el ámbito docente, se centra más en la enseñanza de un método de análisis y de conocimiento de cómo funcionan los sistemas económicos reales -en especial, las economías de mercado-, y en el ámbito de investigación, en el campo positivo de ésta, aceptamos el desafío de caracterizar a un sistema económico que no contradijera la Doctrina Social de la Iglesia. Esta tarea, ciertamente, envuelve aspectos no sólo positivos sino también normativos (no deducibles del conocimiento positivo) y, por esto mismo, más debatibles y más difíciles de expresar con los matices adecuados en un documento consensual como el que nos propusimos elaborar. No ignoramos que en nuestras actividades a veces no distinguimos con suficiente precisión entre juicios de carácter positivo y normativo. Esto es producto de nuestros errores y limitaciones más que de nuestra vocación universitaria. A pesar de esto, decidimos mandar el documento cumpliendo el compromiso con Monseñor González y en la esperanza de que sirviera de punto de partida y de motivación para un diálogo futuro, hasta ahora escaso, entre nuestra disciplina y la fe católica.

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58 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 Estamos convencidos que este diálogo debiera ser una característica peculiar de las universidades católicas.

Reconocemos que el documento adolece, con seguridad, de múltiples limitaciones, algunas señaladas en términos generales en vuestra carta. Estas limitaciones son en alguna medida la consecuencia del escaso tiempo disponible para su elaboración, de discrepancias entre los mismos firmantes -que hicieron necesario elaborar múltiples borradores hasta encontrar un relativo consenso entre los firmantes- y producto de que no somos especialistas en teología ni doctrina.

Existiendo muchas posibilidades de iniciar un diálogo sobre un sistema económico en que estuviéramos de acuerdo, se eligió la de señalar que el sistema económico propuesto no estaba en disonancia con la Doctrina de la Iglesia. Queremos enfatizar que no pretendíamos postular que tal sistema fuera el único acorde con la Doctrina Social, tal como la conocemos o creemos conocer en 1989.

También queremos enfatizar que varios ejemplos que aluden a algunas instituciones y políticas del caso chileno fueron hechos con el objeto de clarificar lo que entendíamos por el sistema propuesto y no con el propósito de avalar las políticas económicas puestas en práctica en el gobierno anterior. Reconocemos que el título alusivo a la realidad chilena induce a un error de interpretación sobre el propósito del documento, que no fue otro que el presentar una elaboración sobre un sistema económico para Chile y su contraste con la Doctrina Social de la Iglesia. De hecho es sabido que algunos de los firmantes han sido críticos de varias políticas del gobierno anterior, de su diseño, de sus resultados y de los mecanismos políticos utilizados para su selección e implementación.

Aparentemente tenemos discrepancias con ustedes sobre algunos aspectos de vuestra carta, que probablemente reflejen incomprensiones mutuas más que discrepancias de fondo. Muchas de las aseveraciones planteadas en el documento pueden ser justificadas con mayor claridad y precisión. Sin embargo, en vez de justificar estas aseveraciones, creemos preferible mirar a futuro y establecer un mecanismo de diálogo que en su esencia ayude a concretar el llamado de SS Juan Pablo II a las universidades católicas a un diálogo entre fe y ciencia y entre fe y cultura. Sería particularmente interesante para nosotros la posibilidad de mantener un diálogo entre un grupo de los profesores firmantes y ustedes, o alguien que los represente, sobre un temario convenido previamente. De no ser posible, el mismo temario puede servir de pauta para establecer un diálogo interdisciplinario al interior de la universidad, incluyendo por cierto a la Facultad de Teología.

Respecto al temario, sería muy conveniente analizarlo en conjunto. Creemos que los temas que ustedes nos señalan al final de vuestra carta son muy interesantes pero,

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 59 aunque con limitaciones, de alguna u otra forma los estamos atendiendo (adjuntamos una lista de algunas publicaciones y trabajos del Instituto que así lo muestran). En ellos el campo de diálogo con la fe puede ser más indirecto.

Entre los firmantes existe gran interés en ir directo a un diálogo entre fe y nuestra ciencia (o disciplina) y entre fe y política económica. Entre estos posibles temas, a modo de ejemplo, señalamos: 1) el método de conocimiento de la disciplina de los economistas; criterios de validación del conocimiento económico; ausencia de certeza en el conocimiento y rol de las probabilidades; los supuestos antropológicos de la economía y su rol en el conocimiento económico; 2) el rol de los valores y la ética en la generación de conocimiento positivo; el ideal y la práctica; grado de autonomía de la ciencia respecto a la fe; 3) el rol de los valores en el diseño de políticas económicas; el problema de escoger entre políticas que generan bienes y males al mismo tiempo; las contradicciones temporales e intertemporales de las políticas; decisiones con implicancias morales en un contexto en que el conocimiento sobre el funcionamiento del sistema es probabilístico; 4) el rol del lucro económico en el funcionamiento de un sistema económico.

El temario podría ser también más contingente. Entre estos temas contingentes señalamos, de nuevo como ejemplo: 1) crecimiento y distribución del ingreso: aspectos positivos y éticos; 2) empleo, mercado del trabajo y regulación laboral: aspectos positivos y éticos; 3) políticas para construir una economía de la solidaridad y sus implicancias.

Por último, queremos decir que estamos muy agradecidos por la gentileza de responder a nuestro documento y por sus valiosas observaciones que trataremos de incorporar en una nueva versión. En especial nos sentiríamos muy honrados si se lograran establecer los mecanismos para mantener abierto un diálogo permanente con la jerarquía de nuestra Iglesia o sus representantes sobre temas que creemos de mutuo interés.

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DOCUMENTO Nº 5

CARTA DE RESPUESTA DE MONSEÑOR SERGIO CONTRERAS N.

OBISPO DE TEMUCO Y SECRETARIO GENERAL DE

LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE

Agosto 1990

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 63 CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE REF. Nº585/90

Santiago, Agosto 22 de 1990.

Señor Carlos Williamson B. Director Instituto de Economía Pontificia Universidad Católica de Chile PRESENTE

Estimado Señor Williamson:

Los Obispos de la Comisión Pastoral del Episcopado queremos agradecerle muy sinceramente, y por su intermedio a todos los Profesores de Jornada completa del Instituto de Economía de esa Pontificia Universidad Católica, su carta respuesta de fecha 6 de Julio pasado, inscrita en el proceso de diálogo que iniciamos en Diciembre pasado, a partir de su Documento "Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia".

Valoramos la buena disposición manifestada para incorporar al documento original las observaciones surgidas de nuestro diálogo epistolar, tal como Uds. lo plantean en el párrafo final de su carta del 6 de Julio pasado. Nos interesa conocer la nueva versión del documento con las observaciones asumidas.

El Papa Juan Pablo II, al referirse a la misión del laico cristiano en el mundo contemporáneo, se detiene en la importancia del aporte cristiano en el campo de la economía.

En la "Christifideles Laici" (1988), Su Santidad nos recuerda los dos pilares de la Doctrina Social de la Iglesia en el campo de la economía: el destino universal de los bienes y el derecho al trabajo como posibilidad de hacer realidad lo anterior (ver también "Laborem Excercens, 1981, Nº 14 y 19).

"En el contexto de las perturbadoras transformaciones que hoy se dan en el mundo de la economía y del trabajo" -afirma el Papa- "los fieles laicos han de

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64 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 comprometerse, en primer fila, a resolver los gravísimos problemas de la creciente desocupación, a pelear por la más tempestiva superación de numerosas injusticias provenientes de deformadas organizaciones del trabajo, a convertir el lugar de trabajo en una comunidad de personas respetadas en su subjetividad y en su derecho a la participación, a desarrollar nuevas formas de solidaridad entre quienes participan en el trabajo común, a suscitar nuevas formas de iniciativa empresarial y a revisar los sistemas de comercio, de financiación y de intercambios tecnológicos. Con este fin, los fieles laicos han de cumplir su trabajo con competencia profesional, con honestidad humana, con espíritu cristiano, como camino de la propia santificación" (Christifideles Laici, Nº 43).

Tomando en consideración estas orientaciones del Santo Padre, queremos animarles a continuar en su búsqueda de una economía conforme a los principios de la ética cristiana. En este desafío, tan importante como urgente, les sugerimos crear instancias de diálogo con otros grupos de economistas y cientistas sociales de diferentes universidades, academias, institutos u organismos no gubernamentales que, aunque partan de otras perspectivas teóricas, comparten la misma inquietud. De modo particular, recomendamos el diálogo interdisciplinario entre ese Instituto y la Facultad de Teología de la misma Universidad, a fin de plasmar el diálogo fe y vida que el Magisterio Pontificio nos recomienda con insistencia. De este modo, podrán hacer realidad la participación laical compartida que nos sugiere el Papa para ir dando solución a los "gravísimos problemas" señalados por él en el campo socioeconómico.

En este posible diálogo que puedan entablar entre profesionales cristianos laicos, les recomendamos tener presentes, además, las nuevas Orientaciones Pastorales 1991-1994, que la Conferencia Episcopal ha entregado recientemente a la opinión pública y de las cuales adjuntamos una copia a la presente.

En nombre de mis hermanos Obispos de la Comisión Pastoral del Episcopado les saludo cordiamente en el Señor, a quien pido les bendiga e inspire en su trabajo académico y en su vida personal y familiar.

+ Sergio Contreras Navia Obispo de Temuco Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile

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DOCUMENTO Nº 6

CARTAS DE AGRADECIMIENTO

OBIPOS DE TALCA, LA SERENA,

RANCAGUA Y VALPARAISO

Diciembre 1989

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 67 OBISPADO DE TALCA CHILE Talca, 17 de Diciembre de 1989. Señor Carlos Williamson B.

Director Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile Avda. B. O'Higgins Nº 340 Santiago Estimado Carlos:

Por estas líneas me permito acusar recibo y agradecer el documento "Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia".

Espero estudiarlo con seriedad, porque me interesa mucho el tema.

Lo he recibido el 15 de Diciembre.

Reitero mis agradecimientos a todo el equipo que hizo posible este estudio.

Deseo a Ud. y familia que el Señor le regale una santa y serena Navidad.

+ CARLOS GONZALEZ C. Obispo de Talca

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68 DOCUMENTO DE TRABAJO 180 ARZOBISPADO LA SERENA Casilla 613 REF.: Nº 974/89 La Serena, 27 de Diciembre de 1989. Señor Carlos Williamson B. Director Instituto de Economía de la Pontificia Pontificia Universidad Católica de Chile Casilla 114-D Santiago Estimado amigo, Contesto su atenta carta del 6 de este mes. He hojeado con mucho interés el informe adjunto: "Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia". Me ha alegrado muchísimo que el Instituto de Economía de la Universidad Católica haya abordado con tanta seriedad este problema y que tome a la doctrina social de la Iglesia como punto de referencia de su estudio. Creo que muchos males entendidos se están superando en la Iglesia y fuera de ella. Un documento de la Conferencia Episcopal próximo a salir contribuirá, así lo espero, a clarificar el ambiente al respecto. Lo felicito, le agradezco y le ruego transmitir este sentimiento a sus colaboradores. Afectuosamente en el Señor. + Bernardino Piñera C. Arzobispo de La Serena

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 69 ARZOBISPADO LA SERENA CASILLA 613 LA SERENA REF.: 89/252 La Serena, 18 de Diciembre de 1989. Señor Carlos Williamson B. Director Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile Avda. B. O'Higgins Nº 340 Santiago Señor Director, Le agradezco el envío del Documento que me hace llegar con su carta IEd 81/89 del 6.12.89 acerca de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia. Es un tema del más alto interés que estudiaremos con detención y por el cual agradezco a Ud. y a quienes trabajan en su redacción. Con afectuoso saludo, + Francisco José Cox H. Arzobispo Coadjutor FJCH/AAR/gzr.

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70 DOCUMENTO DE TRABAJO 180

+ Jorge Medina Estévez, Obispo de Rancagua, saluda muy atte., al Sr. Prof. Carlos Williamson B., Director del Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y le acusa recibo y agradece su carta del 5 de los corrientes, I.E.d. 81/89, así como el estudio adjunto sobre la economía chilena y la Doctrina Social de la Iglesia, el que ha encontrado muy interesante y se ha permitido enviarlo a todos los sacerdotes y religiosos de esta diócesis. El Obispo de Rancagua aprovecha esta ocasión para desearle las bendiciones del Señor durante el año próximo a comenzar. Rancagua, 27 de Diciembre de 1989.

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UNA VISION DE LA ECONOMIA CHILENA 71 Augusto Salinas Fuenzalida Valparaíso, Diciembre 20 de 1989. Señor Carlos Williamson B. Director del Instituto de Economía Universidad Católica de Chile Estimado señor Director: Mucho agradezco el envío del documento titulado "Una Visión de la Economía Chilena a la Luz de la Doctrina Social de la Iglesia". Con el mayor interés me he impuesto de ese estudio, habiendo llegado a un juicio del todo favorable, pero que considero insuficiente. En verdad tengo el mayor interés en un juicio al respecto, pero considero que actualmente a mi avanzada edad y en este retiro en que me encuentro, no me atrevo a un juicio definitivo. Agradeciendo esta petición y renovando mis disculpas, me suscribo como un humilde colaborador ya en retiro. Suyo afectísimo + Augusto Salinas Fuenzalida