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    PROST, Antoine, Doce lecciones sobre la historia , Madrid, Ctedra, 2001, 319 pp. (1 era edicin en francs, Seuil, Pars, 1996).

    Resea elaborada por los estudiantes del curso de Fuentes II Metodologa de la investigacinen historia y crtica histrica (2002-I, Universidad de los Andes): Paola Castao, Angela

    Fajardo, Camilo Garca, Claudia Gmez, Franz Hensel, Lucas Higuera, Germn Navarrete,Laura Osorio, Javier Prez, Paula Ronderos, Andrs Soto, Jos Camilo Vsquez, Cristina Vleze Ivonne Vera. Para su publicacin, esta resea fue revisada por la profesora Muriel Laurent

    .

    La obra Doce lecciones sobre la historia de Antoine Prost, publicada originalmente en francsen 1996 y traducida al espaol en 2001, ofrece una importante reflexin sobre la disciplina,resultado de un curso que su autor imparti en la Universidad de la Sorbona a estudiantes deprimer ciclo. Como su ttulo lo indica, se trata de un viaje pedaggico y epistemolgico que nopretende tanto ofrecer soluciones concretas a los problemas que plantea la historia, sino invitar areflexionar en ellos. Un trabajo de estas caractersticas generalmente es el resultado de aos dedesempeo en la labor de historiador y este caso no es la excepcin 2. El texto recurreconstantemente a la palabra de reconocidos historiadores, en su mayora franceses, a quienespone a dialogar con los historiadores de hoy y con sus incertidumbres. En este sentido, por susfuentes y sus referencias bibliogrficas, se trata de una obra eminentemente francesa, sinpretensiones de neutralidad o universalidad, no precisamente porque en ellas se aborde lahistoria de Francia, sino porque el grueso del libro aborda lo que ha sucedido con la historia,como disciplina , en Francia. Sin embargo, como lo sealan sus traductores, el libro tambin debeser ledo en otro registro: como una obra propiamente historiogrfica, cuyos nudosproblemticos son comunes a la prctica de los historiadores en general.

    En las dos primeras secciones del libro, Prost se pregunta por la historia de los usos y prcticashistricas en la sociedad francesa y desarrolla la pregunta por su profesionalizacin en ese pas;la tercera y la cuarta delimitan el campo metodolgico al referirse a las fuentes, la crtica y laspreguntas del historiador; la quinta y la sexta abordan la cuestin del tiempo y los conceptos; lasptima enfatiza el papel de la comprensin; de la octava a la duodcima se exponen los debatesen cuanto a la pregunta por las causas o la imaginacin, la influencia del mtodo sociolgico, lahistoria social, la trama y la narratividad, y, finalmente la historia como escritura. En laconclusin, se retoman algunos puntos y se hace nfasis en la relacin entre la verdad y lafuncin social, que es un tpico recurrente a lo largo del texto. Como puede observarse, la listade temas es bastante nutrida, y resultara difcil hacer una resea exhaustiva de cada uno de lostemas abordados. Por tal motivo, la lectura de la obra se articular a partir de tres ejes principalesque se encuentran entrelazados a lo largo del escrito: la historia como prctica social, el mtodo

    histrico y las herramientas del saber histrico.En cuanto al primer eje, se encuentra una lnea argumentativa que recorre las doce lecciones: lahistoria es una disciplina cientfica, pero sobre todo es una prctica social. Su objetivo cientficoes tambin una forma de tomar posicin y de dispensar sentido en una sociedad dada, y la labor

    Profesora asistente del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes.2 El autor es especialista en la historia de la sociedad francesa del siglo XX, as como en temas relacionadoscon la educacin; adems, dirige el Centro de investigacin de la historia de los movimientos sociales y delsindicalismo. Desde aqu se aclaran algunos de los nfasis que caracterizan a esta obra, especialmente lasreferencias a la funcin social de la historia, el problema de la enseanza y la problematizacin de los

    conceptos asociados con las colectividades y los grupos sociales. Adicionalmente, con sus trabajos, Prost haestado en contacto con la problemtica del giro lingstico y la relacin entre literatura e historia, la cual esabordada de forma particularmente interesante en este libro.

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    del historiador no puede entenderse en ausencia del complejo entramado social, profesional ypersonal del que participa simultneamente. La pregunta por la profesionalizacin de ladisciplina aclara el punto anterior a partir de la caracterizacin del doble proceso en el que seinscribe el trabajo del historiador: por un lado, los criterios de cientificidad que guan su tareay por otro, el sustrato social e institucional en el que sta se encuentra inmersa. A su vez, esto se

    traduce en un doble mercado para los trabajos histricos: el acadmico y el de las grandesaudiencias. La divergencia entre los criterios de valoracin no es otra cosa que la materializacinde la realidad bifronte de una profesin especializada que ejerce una funcin social (p. 60).

    En su mirada a la relacin de la sociedad francesa con la historia, se insiste en la importanciaeditorial y el xito comercial de los libros, as como en la forma en que la historia y su enseanzahan sido pensadas como constitutivas de la identidad nacional (p. 36). En este sentido, se hablade la funcin eminentemente poltica de la disciplina, desde su papel en el siglo XIX como eldispositivo central para la configuracin de un pasado comn, hasta la ruptura de los aos 1960,donde la historia queda inmersa en lo que el autor denomina un gran movimientoconmemorativo producto de una sociedad sorprendida por el crecimiento y bruscamenteseparada de sus races (p. 294) que demanda de los historiadores una contribucin experta ylegitimadora. El problema es que se termina por hacer solo el tipo de historia que la sociedaddemanda, una historia vinculada a la memoria y a la identidad, una historia que se aleja delpresente para proponer un pasado con el cual enternecerse o indignarse. En este marco, eldesafo es convertir esa demanda de memoria en una demanda de historia, recordar unacontecimiento no basta, es necesario hacer comprender cmo y por qu ocurrieron las cosas(p.302). Esa es la condicin de posibilidad de su funcin social.

    La referencia al mtodo histrico, segundo eje de nuestra aproximacin al trabajo de Prost, estarticulada alrededor de la relacin entre los hechos, las preguntas y la crtica. El autor sostiene laidea de que la historia no puede ser definida por su objeto ni por sus documentos; es decir, nohay tal cosa como hechos histricos. Es entonces a partir de la pregunta y de una formaparticular de interrogar las fuentes que se construyen los hechos. Estos son los principios de laprofesin: cualquiera que sea la escuela de la que se reclame miembro, el historiador respeta losprincipios de la crtica, la cual, en palabras de Charles Seignobos, es antinatural. Cualquiertrabajo histrico debe presentar lo que Krzysztof Pomian denomina marcas de historicidad, esdecir, debe rendir cuentas de todo, administrar pruebas verificables: en historia no hayafirmaciones sin pruebas (p. 68). Este espritu crtico, entendido como las reglas de la crticay la elaboracin de referencias, es lo que permite establecer la diferencia entre el historiadorprofesional, el aficionado y el novelista.

    En las preguntas se constata de nuevo la compleja articulacin de la funcin profesional, social ypersonal de la historia. El cambio constante del repertorio de las preguntas posibles y legtimasse entiende desde varios ejes: los problemas propios de cada poca que configuran un horizontetemtico, la pertinencia social de ciertos temas, los criterios imperantes en la disciplina tanto enla enseanza como en la seleccin de artculos para las publicaciones, las modas historiogrficaso los centros de investigacin, y algo que no puede dejarse de lado: el historiador comoindividuo, con su personalidad, sus intereses y compromisos. Aqu se destaca un problemainteresante que plantea Prost, referido a la existencia de un crculo vicioso, en el sentido deque se necesita ser ya historiador para formular una pregunta histrica, pero que, a su vez, esslo en la labor histrica, en la formulacin de preguntas, en la aplicacin del mtodo crtico,que se llega a ser historiador (p. 91). Tal afirmacin se sostiene sobre la base de que la disciplina

    no es un conjunto de reglas o un mtodo formalizado que simplemente deba ser aplicado: elhistoriador se hace en su trabajo.

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    Prost cierra su libro articulando una respuesta a lo que el autor llama el desencanto escptico ,que lleva a una preocupacin por la construccin de verdades en la historia. Especficamente serefiere al problema de historia desmitificadora de la segunda mitad del siglo XX que remite aMichel Foucault y al giro lingstico. El autor muestra aqu su preocupacin ante una historia

    desencantada que renuncia a decir algo sobre los problemas actuales y que despliega tesoros deerudicin y de talento para tratar objetos insignificantes y sea el fin de la historia total y lahistoria verdadera. La pregunta es, entonces, dnde queda la funcin social de la historia si nohay verdad, sino interpretaciones subjetivas y relativas? por qu prestar atencin a lo que dicenlos historiadores? Cmo justificar la enseanza? Sin embargo, subraya que, si bien es claro elrelativismo que es de buen tono aparentar hoy en da (p. 284), los historiadores siguenoperando en trminos de la fundamentacin de sus anlisis y la creencia en la verdad de lo queescriben. Por lo tanto, insiste en que sera mejor que reflexionaran sobre las distintas formas depertrechar sus mtodos, de endurecer su armadura y de reforzar el rigor, antes de dedicarse arepetir con complacencia que la historia no es una ciencia (p. 289).

    La obra de Antoine Prost se constituye as en un interesante anlisis de las caractersticas de laprctica de la historia a partir de un amplio espectro temtico, el cual resulta profundamenterevelador sobre sus lmites y posibilidades y, principalmente, sobre la multiplicidad de tensionesa las que se enfrenta el historiador y que slo en su trabajo podrn ser resueltas. El valor de estaobra radica en la claridad con que el autor pone de manifiesto la necesidad de reflexionesepistemolgicas sobre la disciplina, as como la complejidad del horizonte de preguntas ydiscusiones en torno a la labor del historiador.

    SCHORSKE, Carl E., Pensar con la historia , Madrid, Taurus, 2001, 393 pp.

    decsi arvalo hernndez

    A lo largo de los doce ensayos que comprende el texto Pensar con la historia , el historiador yprofesor de Princeton, nos da una amplia muestra del oficio del historiador. En ellos se recurre adistintos instrumentos que permiten situar a los sujetos en los distintos tiempos histricoscomprendidos en su presente.

    La compilacin que aqu se resea corresponde a artculos de diferentes pocas, revisados conmotivo de la nueva edicin. El tema de la modernidad, al que Schorske le ha dedicado buenaparte de su trabajo, es el escenario para la reflexin en torno a las metamorfosis de Clo. As, el

    libro se ocupa del paso de la historia como una forma privilegiada de construccin de significadoa su abandono a favor de una modernidad ahistrica a fines del siglo XIX, este trnsito incluyediversas aproximaciones al pasado y variadas formas de su aprehensin. El autor entoncesestudia la manera como los intelectuales decimonnicos vuelven su mirada al pasado y cmoutilizan ese conocimiento de la historia para elaborar propuestas de futuro; es esta la razn delttulo de libro, pensar con la historia se define como la utilizacin de material del pasado, as como el empleo de las configuraciones en las que lo organizamos y comprendemos paraorientarnos en el presente en que vivimos (p. 17).

    El primer ensayo, en el que el autor presenta su autobiografa intelectual, es un interesante puntode arranque para mostrar con su propio ejemplo el pensar con la historia. En los prrafos que lo

    Profesora del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes.

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