Historia de Carlo-Magno y de Los Doce Pares de Francia

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CUATRO l'UffiHOS HISTORIA DE Y DE LOS DOCE PARIS DE FRANCIA Est ella se refieren Jas grandes proezas y hazañas de estos may nobles y esforzados caballeros.

Transcript of Historia de Carlo-Magno y de Los Doce Pares de Francia

CUATRO l'UffiHOS

H I S T O R I A DE

• Y DE

LOS DOCE PARIS DE FRANCIA

Est e l la se refieren Jas g randes p roezas y hazañas de es tos may nobles y esforzados caba l le ros .

SS PROPIEDAD

•HISTORIA V E R D A D E R A

DE

J L i ~ JJV'JL A . G X O

Y DE LOS DOCE PARES DE FRANGÍA

PRIMERA PARTE

Se. da. cuenta del muy sangriento • combate que tuvo el valeroso Oliveros con el esforzado Fierabrás de Alejandría.

Suenen cajas y c lar ines y sonoros i n s t rumen tos , en acordes consonancias po r los espacios del t i empo , para da r claras not ic ias del caso más es tupendo , la más, r eñ ida batal la y los más recios encuen t ros que lia habido a espada y lañan, m a n o a mano, c u e r p o a cuerpo . Ya es sabido que en Turquí», en nues t ros pasados t iempo», el a lmirante Bulan, señor de todos sus re ino? , tenía u n disforme hijo, agigantado en su cue rpo , que con nueve p ies de alto e ra una t o r r e de huesos , y p o r su g rande va lo r este n o m b r e le p u s i e r o n : F ie rabrás de Alejandría, el que a nadie tiivo miedo .

Apenas tuvo ve in te años, cuando, osado y soberbio , su ejército apres tó e invadió e l r o m a n o Impe r io , poniéndole sit io a Roma con m u y br iosos esfuerzos. Al ñn venció la batalla, hac iendo m u c h o s excesos; al Papa le apr is ionó y a ot ros muchos caballeros, saqueando las iglesias y d e s t r u y e n d o los templos; halló las santas rel iquias donde fué el Señor envuel to, y a su t i e r ra las llevó; cuando en este mismo t iempo en esa co r t e de Franc ia había c r iado el Cielo un Cario Magno, que fué azote de los p ro t e rvos ; le dio e l S e ñ o r doce hombres , para su acompañamiento .

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l lamados los doce Pares , de m u c h o valor y esfuerzo; y v i e n d o la crueldad de aquel mulsumát i soberb io , p a r a defender la F e a las a rmas acudieron; se comenzó la campaña con tanto valor y esfuerzo, q u e p r o n t o los doce Pa re s del campo se h ic ieron dueños acuchil lando turbantes , cotas y mallas d e acero. P e r o v iendo el a lmirante que iba a p e r d e r su re ino , m a n d ó r e t i r a r su gente con p recauc ión y recelo, y a su hijo Fierabrás le l l amó así, d ic iendo: «Bien sabes, hijo animoso, q u e estos doce caballeros q u e v ienen con Carlo-Magno son h o m b r e s de mucho arres to , m e han ma tado cien mil hombrea y mis me jo res guer re ros ; p o r el>profeta de Alá les hago h o y ju ramento , que he d e t o m a r la demanda y m e he de vengar de ellos.» F i e r a b r á s dijo: «Señor, eso queda de m i empeño; dadme. ; l icencia, i ré al campo d o n d e t iene su real puesto , y los l lamaré a campaña, p o r ver si puede mi esfuerzo u n o a u n o o dos a dos, da r les fin a todos ellos.» Se a rmó; pres to Fierabrás , y trajo consigo luego doce mil hombres de a pie, de jándolos encubiertos; con esto se en t ró en la real en al tas voces, d ic iendo : •«¿Adonde está Carlo-Magno?

que hoy u n solo cabal le ro viene a pedi r le campaña; env íame aquí a Oliveros o al valeroso Roldan, q u e hoy hasta seis e spe ro , y les sostendré batalla has ta que dé fin con ellos.» Viendo que nadie salía, de te rminado y soberb io se a r r imó al pie do un á rbo l , donde se sentó al m o m e n t o ; y sentado como estaba decía con gr i tos fieros: «Carlo-Magno, ¿ya has pe rd ido tu fama y honor a un t i empo que antes habías ganado , p u e s que a un solo cabal lero que está p idiendo camp añ a n o le dais el cumplimiento?» Cuando Carlo-Magno oyó del turco aquestos ecos, a Rícarte de Normandía ie p regun tó así, d i c i endo : «¿Quién es este h o m b r e audaz tan desat inado y ciego que nos está desafiando a cuantos hay en mi reino?» Ricarte dijo: «Señor, ese osado caballero, es hijo del a lmiran te , y agigantado en sa c u e r p o ; el que sometió a Roma, con notable a t rev imien to , r o b ó las santas re l iquias que po r tanto nos dolemos.» Mandó llamar a Roldan, estas palabras d ic iendo : «Sobrino, hoy es el día, ' que a ti te toca el e m p e ñ o , da salir a la d e m a n d a de ese enemigo fiero.» Y Roldan d i jo : «Señor, ni yo ni mis c o m p a ñ e r o s

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no hemos de salir n i n g u n o , porque bien sabéis p o r cierto, cuando la escena pasada que aquellos reoios encuent ros , me dijiste con firmeza: *Los ancianos cabal leros , •. • hoy han ganado la fama, y a éstos toca p r i m e r o el salir a la demanda.» Así Cario Magno oyendo la respues ta de Roldan, una manopla de h i e r r o que tenía, le a r ro jó con tan to furor e imper io , le h i r ió con ella en la cara, y Roldan al mismo t i empo met ió mano a la espada, « y consiguiera su in ten to de echarse sobre su tío, si los otros cabal leros no se pusieran delante; , mas se contuvo, s in t iendo la mala acción que hizo faltando así al respe to ; Tiendo esto Carlo-Magno se empezó a a r m a r al m o m e n t o pa ra i r a la batalla; pe ro el buen conde Oliveros aunque sin cura r la he r ida q u e recibió en o t r o encuen t ro , cuando supo la cuest ión, l lamó a Guarí», su e scudero , d ic iendo que le t ra jese , .; toda su a rmadura presto. Así que se vio a r m a d o saltó de la cama al sue lo , es t i rándose los brazos y manejando los m i e m b r o s p o r ver si firmes es taban, y para más p rueba de ello saltó desde g r a n a l tu ra con tanto br ío y denuedo , q u e dejó a todos pasmados;

pe ro al caer e n el suelo se le ab r i e ron las her idas , y aunque la ,sangre; ver t iendo mandó t r ae r el caballo; así que le vio dispuesto, r sin pone r m a n o en la silla, de un b r inco mon tó l igero; fué do es taba Garlo-Magno estas palabras, d ic iendo : «Muy poderoso señor , hoy llega este cabal lero p id iéndoos p o r m e r c e d , lo o torgué is su pedimento .» , Y Garlo-Magno r e s p o n d e : ,, «Pide, que te lo concedo.» Entonces dijo:. «Señor, hoy vues t ra licencia espero pa ra ir a la campaña. »'..,,• íEso no te lo concedo, po rque si bueno estuvieras no me dar ía recelo.» Galalón, que está presente , con sus dañados intentos , le r ep l i có : «Gran señor,, no es de nobles caballeros el negar esta demanda , sino afirmarse en ello.» Y Garlo Maguo r e sponde con el r o s t r o a lgo severo,: • <Tü t ienes malas ent rañas , p e r o al fin sa ldrá Oliveros, y mira que si fenece darás satisfacción de ello.» Le concedió la l icencia y se despidió él l igero; se salió al c ampo gustoso y dando a lgunos rodeos , llegó d o n d e el turco estaba estas pa labras d ic iendo: * Pagano, puedes alzarte, mira que yo solo vengo a m a n t e n e r en batalla todo cuanto estás diciendo,

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y que n o serán tus obra» conforme t ienes tus fueros, q u e con la a y u d a de Dios, d e n t r o de m u y poco -tiempo te he d e l levar maniatado a mi s e ñ o r y mi dueño.» ¡

Levan tando la cabeza v io a u n h o m b r e tan p e q u e ñ o y tan sin pelo d e barba, q u e t raía tanto a r re s to : ••Vé, y dile a Carlo-Magno q u e t engo p o r menosprec io d e emplea r en ti mis armas; e r e s m u y n iño y pequeño.» Ol iveros ofendido, l e respondió así, d ic iendo: «Si en levantarte" t e ta rdas , c o m o valiente-te hiero.» L e amenazó con la lanza, y F ie rabrás a este t i empo se puso en pie vigilante, estes pa labras d ic iendo : «Si he de pe lear contigo, d ime t u n o m b r e priinei-o, t u cal idad y nobleza, que si no eres caballero, a u n q u e te venza en batalla, poco galardón espero.» Le replicó luego al p u n t o : «Dime tu estado p r imero , y te d i r é el mío al instante. -« Sabrás que por n o m b r e l levo F i e r ab rá s de Alejandría, e l que a nadie tuvo miedo.» «Pues y o m e llamo G-uarín, y soy nuevo caballero, la p r i m e r a vez a rmado , y sólo p o r eso vengo a ganar hono r y fama con la victoria que -espere.-» F i e r a b r á s le d ice : «Amigo, engañado estás en eso, p o r q u e si yo no tuviera

p iedad de ti, ya ha t i empo te hubiera dado m u e r t e 1

nomo a un débil c o r d e r o . Vé, y-dile 'a Garlo-Magno que me envíe aquí a Oliveros, o al valiente Roldan, que deseo conocerlos.» Oliveros dice: " A m i g o , ' juzgo que me tienes miedo , según la prosa que gastas y dejas pasar el t i empo; yo de n inguna m a n e r a me-voy de aqueste pues to sin que te hagas c r i s t i ano , o te l leve pr is ionero .» «Guarín, tú eres porf iado, y pues no . t iene r e m e d i o aperc íbete a las a r m a s : s iempre me hal larás dispuesto Se pus ie ron los e scudos y se ap re t a ron los ye lmos ; alzó F ie rabrás la lanza, y está con ella b l a n d i e n d o ; se re t i ra uno de o t ro , y a la señal que se h ic ie ron a r r a n c á r o n l o s caballos, y fué tan rec io el encuen t ro de los dos t r emendos go lpes que el uno al otro sé d ie ron , que se queb ra ron las lanzas, y ambos a dos cabal leros sobre el a rzón de la silla quedaron los dos de pechos; meten mano a las espadas , y como lobos sangr ien tos se embisten segunda vez, dándose golpes m u y recios; más de dos horas y media duró el combate fiero. Cansados de pelear , mal her idos y sangr ien tos , F ierabrás le pidió t reguas , estas palabras d i c i e n d o :

«Paremos a.descansar , : , ;

porque n ingún cabal lero tanto me duró delante , ni ha fatigado, m i esfuerzo n inguno en aques t e m u n d o sino tú, mas yo n o c reo que seas el que m e dices, sino u n genio del infierno. Así, quiero que m e aclares, palabra de j u r amen to , p o r aquel Dios q u e veneras y aquella que está en el cielo, que me digas Ja verdad.»•. Y le respondió Ol ive ros : :

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SEGUNDA P A R T E

Prosigue el tenaz combate mitre el valeroso Oliveros y su contraria el esforzado'Fierabrás, — Conversión de Fierabrás al crisUanisnM.

Ya en la p r i m e r a pa r t e dije que los cabal leros se quedaron en el campo mal her idos y sangr ien tos , y después de descansar , F ie rabrás dijo a O l ive ros : ; i «Has de saber, nob le Conde, , que he est imado el conoceros; y ahora, si M quisieras,:-hiciéramos un p r o p u e s t o : de que olvidaras tu ley, . y te vendrás a m í r e i n o , , te casaras con m i he rmana , dama de v i r tud yrapree io , . :¡„ Floripes, bel la pr incesa , y mis padres de sus re inos te darán par te d e t ierras; también yo h ic iera lo xnesnio, y que luego los dos j untos entrásemos a ese I m p e r i o a des t ronar Garlo-Magno, haoiendo s i empre el concepto que todo lo conquis tado

será pa ra ti,, y luego te colocarán p o r r ey de este pode roso reino.» Oliveros d i jo : «Amigo, , . no m e pla t iques en eso; ¿cómo quieres que yo olvide a un Dios tan sabio y bueno , que con su g rande poder creó la t i e r r a y e l cielo, •., aves, p lan tas y animales y todo cuan to hay torróneo, para a d o r a r a tus dioses que son falsos a más serlo, ¡ inventados por los h o m b r e a mejor será y más perfecto que tú te vuelvas cr is t iano, y serás mi compañero pa ra de fender la F e de Cristo, Reden to r nuestro.» F ie rab rás d i jo : «Eso no.». Y se re t i ró u n momento p o r saca r unos l icores , y t o m a n d o un sorbo de ellos,

«Pagano,, ¿quién te enseñó con tal m o d o y tanto acierto a conj a r a r los crist ianos que no se n ieguen a, ello? Sabrás por cierta verdad que soy el conde Oliveros.» F ie rabrás le d ice : «Amigo, me a legro de conoceros, y p e r d o n a lps desaires que te hice de primero.» Dejemos en este estarlo este t ra tado p r imero , que en o t r a segunda par te ss d i r án otros,sucesos.

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al instante se halló sano; y esto que vio Oliveros, 1

a la pur í s ima Virgen * esta siíplieá la ha hecho : «Sacra celestial Pr incesa , Marín, Madre del Verbo, a vues t ras divinas "plantas h o y humi ldemente l legó, p id iéndote , Madre mía, m e des luz, favor y acierto pa ra poder conver t i r a este turco soberbio.» F ie rab rás le dice: «Amigo; ¿qué oración es la que has hecho?; ¿con ella te has de sanar?; h o y p o r merced te ofrezco . que vengas a mis barri les, tomarás-un sorbo de ellos, y al i n s t a n t e estarás san O;» Y le respondió , d ic iendo: «No quiero y o nada tuyo, si n o lo gano primero.> Volvieron a la batalla eomo dos leones fieros; p e r o Guarín, su cr iado, : que todo lo estaba viendo, fué a decir a Garlo-Magno - ;

r u e g u e a Dios p o r Oliveros, • •- • :•• que está en g rande pe l ig ró . E l E m p e r a d o r con celo, ante u n divino Señor "•" dijo d e rodillas pues to : «Dulce Jesús de mi vida, amant í s imo Cordero , • consuelo del afligido, * mi rad po r mi caballero.» Y estando en esta plegaria, oyó que una voz del cielo le decía: «Carlo-Magrio, n o tengas t emor ni miedo ; p o r q u e , aunque sea costoso, será tuyo el vencimiento.» Volvamos ahora a i campo

donde están los cabal leros con las a rmas destrozadas, desbaratados los ye lmos , las viseras quebran tadas , ios escudos po r el suelo; pe ro en tal d isposic ión el esforzado Oliveros le dio a F ie rabrás un go lpe sobre el costado izquierdo; que par te de la a r m a d u r a la hizo veni r al suelo; y desde el h o m b r o a la ijada todo quedó desoubier to ; y reba t iendo Ja espada cor tó la cadena luego que colgaban los barr i les , y ambos v in ie ran al suelo; pero al go lpe que p e g a r o n se desvió el caballo huyendo por el campo, sin que pueda el musu lmán con tener lo . Oliveros que esto vio, recogió p ron to y l ige ro ¡ en t rambos a dos ba r r i l e s , y tomando un so rbo d e ellos se halló, sano de sus llagas, y con gran valor y esfuerzo; en el caudaloso r í o que estaba j u n t o a e l los , , fué y a r r o j ó l o s bar r i l es y en el fondo se h u n d i e r o n . Fierabrás cuando lo v io , lleno-de rabia y veneno , le dice: «Muy nob le Conde, mala acción es la que has hecho, que pres to te han de hacer falta»; y alzando el brazo soberb io para i r a descargar le , le h u r t ó vigi lante el cuerpo , dio en el arzón de la silla, y rebat iendo al pescuezo del caballo, le dio m u e r t e ; con que quedó a p i e Ol iveros ,

d ic i endo : «Mira, africano, no es de nobles caballeros dar muer te a los cabal los estando en campaña puestos.» Le respondió a r r o g a n t e : • Yo de eso culpa n o tongo, pe ro yo te daré el mío , aunque en verdad lo siento. No quiero yo tu caballo, sino que te apees luego, y el q u e v e n z a la batalla, ose quedará por dueño.> Se desmontó F ie rabrás y ambos a dos en el suelo •arman tan cruel batalla que parecía un incend io , pues las chispas de las a rmas quer ían llegar al cielo; pe ro a los p r i m e r o s lance3 el valeroso Oliveros, va a t i rar le un g r a n golpe a F ie rabrás eoii esfuerzo; mas ól así que lo vio, le huyó d ies t ramente el cuerpo, y sin poder de tene r se dio con ¡a espada en el suelo y se le fué de la m a n o ; así que lo vio indefenso le dice el muy nob le C o n d e : «Contémplate p r i s ione ro o te qui taré la vida.» Y le respondió l igero : «Obra como tú quis ie res , que si no me llevas muer to no es posible el entregarme.» Y alzando el brazo soberb io para ir a descargar le , cuando en esto mismo t iempo, con un pedazo de escudo, que en la mano cogió presto, se lo t iró con tai fuerza e hizo el t i ro tan c ier to , que le quebró la visera ,

y sob re el ojo izquierdo le met ió toda la punta, y pegó un gr i to tan fiero que el e abaüo se espantó y a la pa r t e de Oliveros vino dando algunas vueltas, y a él se a r ro jó l igero; r ecob rado luego el moro , se ace rcó el Conde d i c i e n d o : «Turco, y a tengo espada, , ahora aquí nos veremos.» F i e r a b r á s le d i c e : «Amigo, m u c h o en el alma lo s iento, ven y tomarás la tuya, y d a m e lá mía en premio.» «Pr imero quiero templar ía , p o r v e r si es fuerte el acero , y si n o es como la mía luego después trocaremos.» Se embis ten el uno al ot ro , pero a los lances p r i m e r o s le dio a F i e r ab rá s u n golpe . que le cor tó todo el y e l m o , y pa r t e de la cabeza, que andaba como sin t i en to ; le asestó o t ra estocada p o r el cos tado izquierdo, cayó el musu lmán en t ierra , ,• estas pa labras d i c i e n d o : «¡Oh va le roso cristiano!, pues sin segundo es tu esfuerzo,, no me aoabes de matar , que desde ahora confieso que es tu Dios muy poderoso , infinito y ve rdade ro ; l lévame p res to , cr is t iano, , donde están tus compañeros , y d a m e el santo baut i smo que p o r ins tan tes deseo.» Apenas aques to o y ó , ñ él se a r ro jó diciendo «Levántate, noble amjgÉP, o¡';~\V que a h o r a c u r a r t e ^ ^ t e ^ o ^

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las dos mortales herirlas, que Dios te : 'dará el remedio.» Y F i e r a b r á s le r esponde : «No dilates mucho• t iempo, ;

que tengo doce nü! hombres en ese montes encubiertos.» Lo atravesó fin el caballo y mon tó en las ancas luego, y a pocos pasos qué anduvo :

r e p a r ó y vio' que ' sa l ieron los que estaban eíi el monte; iba delante un guer re ro ; p a r a l ibrar-su 'señor v iene más veloz que el viento. Oliveros dijo : «Amigo, m u c h o én él 'alma lo siento el no pode r t e llevar d o n d e están mis compañeros ; que v iene torla tu ícente y nos cor re grande riesgo.» P o r la b r e ñ a se metió, y en un arbolado espeso lo dejó bien al abr igo entre'¡quejas y lamentos; y volviéndose al camino vio venir al caballero b ien adelante de rodos de t e rminado y soberbio; como no tenia lanza qu isó aguardarle-en-el suelo; se desmontó del caballo, el tu rco siguió su ejemplo, y al t iempo de ir a darlo pegó un bota Oliveros, q u e se ¡n-tió por debajo y lo1 agar ró del pescuezo, y qui tándole la lanza t o m ó el 'escudo 'y el ye lmo, que-'és lo que'faIra le hacía, y p o r despacharlo presto, con el pomo de la e.*j>¡ida' le pegó un golpe tan rec io enc ima de la cab"'eza,

que le hizo saltar los sesos,* se montó l igeramente , , llegó la t ropa a .este t i empo , se en t ró p o r medio do todo«$ sin el t emor da los r iesgos; , a unos hiere,, a o t ros mata, a otros der r iba e u ' e l suelo, y como es tanta la gen ta. me lo cercaron en medio , , dándole algunas her idas , . : : :

lo l levaron pr i s ionero . , Fué la nueva a Garlo-Magno, el cual acudió l igero con la gento que ten ía a socorrer a Oliveros; se a rmó tan cruel batallít, que los once cabal leros andaban po r aquel c ampo como lobos carnicero:! : . de doce mi! enemigos _ , no dejaron ochocientos; a este t iempo el A lmi ran te se p resen ta con más gen te ; pero viendo don Roldan que les ha en t rado refuerzo, mandó r e c o g e r su g e n t e para unir los cabal leros , pero al t iempo de j un t a r s e apresaron cinco de ellos, y se ponen en huida con esta presa que hic ieron. En esto que Garlo-Magno mandó recoger sus muer tos , se encon t ró con F i e r a b r á s < muy mal her ido y sangr ien to ; l leváronlo a Montmionda , y dentro de poco t i empo con bebidas y r e p a r o s p r o n t o le res tab lec ie ron; pidió que le barnizasen con g r a n d e fervor y celo; d ieren cuenta al Arzobispo, y en la iglesia de San P e d r o

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bautizan a F ie rabrás ; donde sus pudr ióos fueron el valeroso Roldan y el buen p id re de Oliveros; siguieron su curación, y así que se vido bueno , era azote, de T u r q u í a y castigo de p ro te rvos ;

p o r q u e en todas las batallas l levaba por compañero . , • >< al cabal lero Roldan, . ,... mos t r ando muy bien su esfuerzo.. Ahora en la te rcera parte se d i rá lo que sufrieron ; , ios cinco Pares de Francia ;

que q u e d a r o n pr is ioneros . , , .,-

TERCERA PARTE

La 'princesa JRloripcs presta m apoyo a los ilustres prisioneros. Embajadas por una y otra parla para el ••canga da los prixitmeros,.

Muy p r o n t o los p re sen ta ron a los cinco cabal leros dolante del Almirante; que encoler izado y (tero, cabiendo de que su hijo era herido y pr i s ionero , los encer ró en una to r re orilla del mar soberb io , y cada vez que crecía, hasta la mitad dol cuerpo todos se cubr ían do agua; y el buen conde de Oliveros, viéndose en tan gran,fatiga, exclamaba l a s t imero : <¡Ah, desdichado do mí, que de ésta suer te me veo!; ¡hombre mal-afor tunado! Si permi t iesen los ciclos que yo saliera de aquí, desdo luego ios prometo , a los que niegan la "kt castigarles con mi acero.» Y la hermosa Flor!pi ' s , que todo lo 'es taba oyendo, movida de car idad, estaba h i rv iendo en su pecho de amor a Guy do Borgoña, desde que vio en los to rneos aquel e.ierpo tan bizarro ,

tan val iente y tan discreto, que venció a muchos que había-en !a-palestra, y con esto la Pr incesa se abrasaba, en 1 lamas cUd Dioa flechero, ;-. y p o r ver si en t ro ellos iba, -l lamó luego al carcelero, y le dice : «Bnitamonto, dinv.\ ¿qué hombres son ésos?»,: Él la r e s p o n d e : «Señora, os toa cinco caballeros, son P a r e s de-Garlo.-Magno,, y g r andes cont rar ios nuestros.» La Pr incesa le respondo : «Yo pienso bajar a verlos.»,. , «Por dos cosas no conviene > que consigáis vuestro i n t e n t o : p o r q u e es lugar hediondo, y abominab le en ex t remo, y además que vuestro padre roo los en t regó , diciendo : «Bajo pena do¡ la vida que nadie hablare con ellos», y fiarse do mujeres suele t rae r mulos riesgos.» «Quítate do mi presencia,

que e re s ignoran te y necio :. tu también iras connn<.>o, ^ • 1

y escucharais lo que habidos '-'

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Ai fin cedió, y a la noche , a m p a r a d o s del silencio, fuá la Pr incesa a la t o r r e seguida de su escudero , y e n t r e el vestido llevaba ocul to un palo bien recio; l legó al sitio señalado, y al t iempo que el carce lero fué abr i r la p r i m e r puer ta , He pegó un golpe tan recio con el palo que llevaba, que a sus pies le dejó muer to ; ae apode ró de las llaves, y luego la t rampa ab r i endo en t ró do están los crist ianos; gozosos cuando la vieron, di jo Ol ive ros : «Señora, q u é g rande diclia tenemos los pobres encarcelados; p u e s nos sirve de consuelo t u inesperada visita.» El la respondió, d ic iendo : «¿Quién sabe si mi venida es pa ra daros tormento?!) Dijo Ol iveros : «Señora, en tan generoso pecho n o p u e d e caber maldad, s ino buenos sent imientos; bendi to el que te crió, tan bellísimo por ten to . Si mereciera, señora, e l pode r lograr mi in tento , quo te volvieras cristiana, y o te llevara a mi re ino, rec ib ieras el Bautismo, q u e es una joya sin prec io , y estuvieras con tu h e r m a n o con gran placer y contento; y si lograra la dicha y o y mis cuatro compañeros de hal larnos bien a rmados y con buenos al imentos, l o s cinco somos bastantes

pa ra conquis tar tu r e i n o y des t e r r a r de esa t i e r r a el culto falso y protervo.» «¿Quien e res tú, que así hablas , de te rminado y resuel to metido en t re las p r i s iones , que amenazas a los sueltos?» Respondió Oger de D a n o i s :

, "Señora, es tanto el deseo y vo lun tad de s e rv i ro s de mi amigo, que entiendo-que la m u y g r a n d e pas ión le hace hablar sin concierto.» Dijo P lor ipes : «Bien sabes defender tu compañero.» Les p regun tó p o r sus n o m b r e s .

— Yo soy el conde Oliveros, hijo del duque R e i n e r y humilde se rv ido r vues t ro . — ¿Cómo vencis te a mi he rmano siendo tan buen cabal lero? T - Con la ayuda de m i Dio*:, y la Reina de los cielos, y esa es la causa, señora , de hal larme p r i s ione ro , y lo tengo a g r ande dicha por haber visto tu cielo. Floripea se sonr ió , y les d ice : «Caballeros, me habéis de dar la pa labra bajo fe de j u r a m e n t o , de ampara rme-y de fende rme y de gua rda rme el secreto; sobre lo que soy ven ida es p o r ver si un cabal lero que llaman Gn.y de B o r g o ñ a está en, tu acompañamien to , que habrá t res años cabales que lo vide en los to rneos , • y en las jus tas con mi. p r imo hacer valerosos hechos , y desde en tonces q u e d é que no d u e r m o ni sosiego

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en pensar en su pe r sona , y si logra ra mi in ten to que quisiera ser mi esposo, renunciara de mis r e inos y m e volviera cris t iana p o r tener tan du lce dueño.» Dijo O l i v e r o s : «Señora, ese noble cabal lero se quedó con Oarlo-Magno, mas no os dé cuidado eso, po rque es m u y amigo mío y mi más cercano deudo, y hará cuanto yo le mande y cumpla a vues t ros deseos» FIor ipes .se .despidió : . «Quedaos en paz, caballeros, que antes que amanezca el día os sacaré de este encierro.» Par t ióse luego a su cuarto, donde previno al m o m e n t o a cinco damas h e r m o s a s que asistan los caballeros, y todas seis en cuadri l la hacia la m a z m o r r a fueron; y una cuerda de diez varas se la echaron a Oliv.eros, y en t re las seis lo sacaron; luego con g r ande esfuerzo él sacó a los o t ros cuatro, y así que fuera se vieron, a cada uno les puso un vestido de tu rques to ; , los llevó para su sala, y dijo al conde Ol iveros : «Muy bien os cae el vestido, <• y la respondió m u y serio : <B! hábito no hace al monje, lo mejor fuera, y más cierto el hal larme bien a rmado , para poder defendernos.» Cenaron con apet i to , y ía Pr incesa a .esto t iempo sacó un cofrecillo de oro,

y dio a gus ta r a Oliveros un cord ia l tan suave el cual que envió al desier to Dios al pueb lo de Israel , y al ins tan te se halló bueno; dando mil gracias a Dios q u e d a r o n ios caballeros, y así que amaneció el día fué la P r incesa a Oliveros dicióndole, que tenía en o t ro salón de adent ro g r a n d e porc ión de vestido?1., cotas y mallas de acero, y m u y oortnntes espadas para a r m a r l e s caballeros, y cada cual en su cuar to que se p o n g a los pertrecho!-' Dejemos aquí a F lor ipes con los c inco caballeros, y vamos al Almirante , que hizo v e n i r al m o m e n t o diez reyes, sus t r ibutar ios , ' para que lleven un pliego donde es taba Carlo-lVíagno, p id iéndole con imper io que le diese a F ie rabrás p o r sus cinco caballeros, y que si no s» lo envía les dará la muer t e floro. A este t i empo Cario Magno también tenía dispuesto que saliese don Roldan con o t ros seis compañeros a l levarle la embajada al Almiran te , diciendo que si no se le rend ía y daba los caballeros que tenía allá en la to r re , que le hacía juramento de qui tar le la corona y des t ru i r le sus reino?. Salen de una par te y o t ra las embajadas a u n t i e m p o

y en la mitad del camino d o n Roldan vido a lo lejos un escuadrón que venía, y par t ió a reconocerlos; , b u e n t recho se adelantó, y el los así que lo v ieron salió para recibir le el que iba delantero; le p regun tó que quién era. — Somos siete caballeros, vasallos de Cario Magno, que pasamos con un pl iego al a lmirante Balan. — No me es posible el creeros ; y así , en t r égame las a r m a s y r índe te pr is ionero , que te prometo la vida. Y le refpondió resuel to : •¿Cómo ho de en t regar las armas? Dirían mis compañeros q u e no soy para llevarlas.» Y el africano soberb io p u s o la mano en su lanza, y Roldan, como más dies t ro , , al turco le guardó el golpe,, e hizo el suyo tan cier to, , que le sacó de ja s'iliá y a sus pies le dejó muer to . Los otros .luego al instante con furor le acometieron; b izar ro se defendía, y cuando sus compañeros l lagaron para ayudar le ya tenía siete muer tos ; •

p e r o el p r inc ipa de Túnez pre tendió escaparse huyendo , y Riearte de Ñórmaudia salió para de tener lo , mas se le perd ió en él monté , y volvió a sus compañeras ; mas viendo que ya tenían sobre uñón catorce' muertos, desgarretan los caballos y en consulta se pus ie ron , si irían a Cario Magno a dar cuenta del suceso. Don Roldan dijo : «Señores, ¿qué dirán los caballeros, que nos volvemos a t rás temerosos de loa riesgos?» Llegaron por fin al [mente, y el duque Naimes, discreto, engañó al g igante , y dijo cómo iban con un pl iego a en t r ega r a F i e r a b r á s po r los cinco cabal leros . El cual con 'es ta noticia les dio pue r t a Tranca luego. Llegaron hasta Aguas Muertas, y el Almirante, en t end i endo que ve n d ría i á'-'e m b a j a da por los cinco cabal leros en cambio de F ie rabrás , mandó a su Maestre luego que los hospedo en su casa, adonde los 'de ja remos , porque en la s iguiente par te daré de ellos cumpl imien to .

CUARTA PARTE

Amores da la prineem mora con Guy de Borgoiía. — Manda el Almirante prender a Ion embajadores. Insurrección de los prisioneros da la torra.

Aquel pr íncipe do Túnez, el que se escapó huyendo, l legó, y dijo al Almirante :

«Sefipr, siete cabal leros en la mitad de l ' c amino nos salieron al encuen t ro ;

y fueron tan valerosos , que en m u y b reves moinentos a catoi'ce d ie ron ,muer t e ; pe ro yo escapé h u y e n d o ,. fiado de mi caballo : . . , . ' . . esta es la v e r d a d p o r cierto, . que si habéis de castigarlos mi rad que no sean dueños de pode r usar de armas , que.sj las toman es cier to que no podrán sujetarlos todo el p o d e r del Imperio.» El Almiran te ,que oyó ' p ronunc ia r aques tos ecos, clamaba luego a sus dioses l lenándolos de improper ios . Llegó Snr t ibrán al punto estas pa labras d i c i e n d o : «Muy poderoso señor , nues t ros dioses son muy. buenos, pues han t ra ido a la cor te a los que tan mal te han hooho : antes que amanezca el día os los t engo de da r presos.» Mandó ap ron ta r al instante, . congran, , recato y secreto, tres mil hombres bien armados. Sor t ibrán y el Rey se fueron a la casa del Maestre, y ent re los tres consiguieron sorprender los sin las armas; en t ró la t ropa a ese t iempo, y sin p o d e r res is t i r se los lie varón p rision eros adonde está el Almirante; en t ró el p r i m e r caballero, . le p regun tó que quién era, y le respondió resuel to , d i c i endo : «Yo soy Roldan,. uno de los cabal leros vasallos do Curio-Magno, que venimos con un pliego para t raer lo a esta cor te ;

pero los enviados vuestros en la mi t ad del camino, poco corteses y atentos, i n t en t a ron ' de sa rmarnos , y d e n t r o de-poco t iempo' d imos m u e r t e hasta catorce , y el o t ro se escapó huyendo ; aquí t ra igo las cabezas po r si n o queréis ¿recr ió. — ¿Qué 'diablo''te envió acá? ' — Quien te qui tará tu re ino si n o te haces cris t iano y en t regas los caballeros y las sagradas rel iquias; p o r q u e ha hecho ju ramen to de qui tar te la'coi-Ona y des t ru i r tii Imper io . — No llevarás la respuesta , que d e n t r o do breve t iempo has de ser descuart izado y p o r los caminos puesto. Entró el segundo, y le dice :

¿Quién es éste caballero? — - Soy fricarte de Normandía . — Me a legró de conoceros, que a h o r a m e pagarás los agrav ios que me 'ha s h e c h o . E n t r ó el t e rce ro , y p r e g u n t a : «¿Quién ores tú?» Y muy d isc re to dice : «Soy Guy de Borgóña.» «También tuve gran deseo * de p i l la r te en mi poder.» Y Guy re spond ió al momento : «Si tuvieras buena sangre o fueras buen' caballero y te prec iaras de noble, no hicieras estos propues tos de q u e r e r da rnos la muer te o p r i m i d o s y sujetos,-s ino d a r n o s nuest ras a rmas , prevenir ; tocio tu re ino, y si acaso nos matasen caro os costaría el duelo.»

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Flor ipes que está escuehaudo de su quer ido los eoos, p ron ta se bajó a la to r re , y dice : Conde Oliveros, ya lia l legado la ocasión de que mostréis vues t ro esfuerzo y me paguéis las finezas que a vos y los c o m p a ñ e r o s he hecho en aquesta tor re ; que están siete cabal leros, entro ellos Guy de Borgoüa , den t ro del palacio puestos en presencia, de mi padre , que, encolerizado y ciego, los ha sentenciado a m u e r t e , y también a vos con ellos; yo pienso ir a palacio a ver si puedo t raer los ; y si acaso no pudiese , lo que yo os suplico y r u e g o es que seáis di l igentes en salir al desempeño.» F u á F lor ipes al instante con g ran cuidado y anhelo , a su padre le g r e g u n t a : «¿Quién son esos caballeros? — Vasallos de Carlo-Magno, los que tengo gran deseo antes que concluya el día darles castigos muy fieros. F lor ipes dijo : «Señor, ., n o conviene que tan p res to ejecutéis el castigo, sin darlo vado al t i empo; . p e r m i t i d m e quedos l leve adonde los otros tengo.» L e conced ió l a licencia, y Sor t ibrás a este t iempo le. dice : cNoble señor, ¿no habéis leído e jemplos en las historias pasada?, y podéis saber por c ie r to q u e el fiarse de mujeres

suele t r ae r g r a n d e s riesgos?» Flor ipes m u y enojada ' en t re sí exclamó d ic iendo : «Villano, lo pagarás ; hoy por mi fe te p rometo que te has de a c o r d a r de mi»; y l levándose ios presos donde los o t ros estaban con g rand í s imo contento , mandó al pun to que se a rmasen p o r si ocurr iese a lgún r iesgo; se sen taron a la mesa ' y todos jun tos comieron , pon iendo por cabecera ai valeroso Ol iveros j un to a la he rmosa F lor ipes , y luego al lado d e r e c h o el noble Guy de Borgoña, a quien le dijo O l i v e r o s : «Sabed, noble amigo , que a vos solo os d e b e m o s el que nos halléis con vida; y el veros l ib re del r iesgo e n que os habíais met ido ; daréis ag radec imien tos a la princesa F lo r ipes , que es nues t ro a m p a r o y remedio ; está tan apas ionada de vos, señor, y con esto quiere volverse cr is t iana pa ra que seáis su dueño ; y yo la h e dado palabra; con qué es p rec i so hacerlo.» Guy de B o r g o ñ a r e s p o n d e , diciendo : «Si no es más de eso, desde el ins tante q u e vi la hermosura de su cielo, quedé r end ido a sus plantas y el corazón tan sujeto, que mil vidas que tuviera todas las pusiera a r iesgo p o r defender su pe r sona y sacarla de es te reino.»

Floripes avergonzada, sacó de su h e r m o s o dedo un anillo de esmera ldas y se Id dio, así d ic iendo: «Sea esta prer ida testigo ahora y en t odo tiempo.» Se dieron pa labra y mano, con todo formal empeño . Llegó a este t i e m p o a palacio un famoso cabal lero . sobr ino del Almiran te , y p regun tando p o r ellos, su tío le r e s p o n d i ó : «Entre cadenas y h ie r ros los t iene mi hija Floripes; si queré is hab la r con ellos bajaos pres to a la torre», y lo ejecutó al m o m e n t o ; halló la p u e r t a cerrada, y dio un enipujón tan recio, que queb ró la ce r radura y el pestillo sa l tó luego; abr ió la p u e r t a y en t ró , y viendo a los caballeros que 'es taban todos a rmados , dice t emb lando dé m iedo : «No quis iera h a b e r venido p o r no ha l l a rme en tanto r iesgo»; se levantó el duque Naimes, que es el más arioiado de ellos; y él p r o c u r ó r e t i r a r se , pe ro el D u q u e en es te t i empo le pegó con g r a n valor un porrazo tan ce r te ro encima de la cabeza que le hizo sal tar los sesos. F lo r ipes cuando lo vido tuvo gran p l a c e / en ello, y le dice: «Señor Duque, no ha s ido el g o l p e de viejo, sino de joven bizarro.» Y él la r e s p o n d i ó r i sueño: «Pues otros ve ré i s mayores

CAKLO-MAGNO.

si Dios m e da buen acierto'. • F lo r ipes dijo: «Señores^ os dejo p o r un momen to , q u e mi p a d r e está agua rdando , pues m e tengo po r m u y c ier to que no ha de comer sin mí; d e n t r o b reve ra to vuelvo.-F u é F lo r ipes al palacio, y dio a su pad re el p r e t ex to , q u e el la comer no quería, q u e se hallaba mal dispuesto su c u e r p o , p o r la cuest ión de aque l falso caballero. P r e g u n t ó por su sobr ino y le r e spond ió , d ic iendo: —Al lá abajo quedó hab lando con los o t ros cabal leros . ^—Pues llega y dile q u e venga, que se va pasando el t iempo. Se desp id ió cuidadosa, fué y dijo a los caballeros si está todo p r e v e n i d o o les falta algún pe r t recho , p o r q u e es l legada la hora de que salgan de su enc ie r ro . Sa l ie ron Roldan de lan te y el valeroso Oliveros, Ricar te y Guy de Borgoña , segu ian sus compañe ros . Mató Ro ldan a l Maestro, y el valeroso Oliveros dio la muer te al rey. Coldé. Guy de Borgoña a este t i empo ;

sub iendo a los cor redores mató var ios caballeros y los demás que allí había, todos se escapan h u y e n d o . Sólo quedó el Almirante , que al o í r tan g rande e s t ruendo salió en busca de los suyos y en el campo se r eun ie ron . Viendo el p a d r e de F lo r ipes tal desastre , exclama ñ e r o :

3

— 1 8 . . —

«¡Maldición contra mi hija, que en tal estado me ha puesto! ; Ya en palacio los Pares r ecogen los bas t imentos , l levándolos a ia to r re ,

donde rec ib idos fueron de F lor ipes y las damas, adonde los de ja remos , porque en la s iguiente pa r t e .. so cont inuará el suceso.

QUINTA PARTE

Sálvase Guy de Bcrgoña de, un grande apuro. Combate en el puente de Man tibie. -Paso por el puente del ejército cristiano

Apenas el Almirante se v i o l ibre d e aquel r iesgo, lazo veni r al instante todas las t ropas del r e ino para que allí se juntasen , con intención de dar fuego a la t o r r e con Flor ipes y sus doce compañeros ; mas pasados unos días hizo el Almimutí! acuerdo , de que Flor ipes tenía u n cinto ceñido al cuerpo , que dondequiera que fuese no faltaría alimento; mandó llamar a Marpín, que era encantador p ro t e rvo , y lo dijo si podía con gran cuidado y secre to , ir a quitarle a F lor ipes el cinto que t iene puesto; se ofreció, y p o r la noche t ransformado en cabal lero llegó al cuarto de Flor ipes , y le atisbo el cinto luego debajo de la almohada, mas al quitarle los l ienzos con que se hallaba abr igada , al mi ra r su he rmoso seno no pudo i rse sin tocarla en el carri l lo isquierdo; desper tó despavorida; Guy de Borgoña a este t i empo

que estaba de cent inela , ,,.. acudió a ¡os g r i tos luego, y apenas llegó a la puer ta , v i o a un h o m b r e salir huyendo; lo coge d e la c intura , y le hizo saltar los sesos , contra el umbral ,de. la puerta , y a la mar la a r ro jó luego. En este t iempo F l o r i p e s ha echado el chito de menos ; los caballeros cr is t ianos : la consolaban, d ic i endo . «No os dé cuidado, señora , que es tando Dios de po r medio no os puede faltar nada.» P e r o el Almi ran te v i endo ¡ de que Marpín no venía , sospechó le hab r í an muer to . Cercaron toda la t o r r e , y los doce cabal leros con mucho b r í o y cora je luego al ins tante sal ieron; hic ieron tan g r a n des t rozo q u e la s angre de los muertos* corr ía p o r aquel c ampo corno cuando está l loviendo tomaron del e n e m i g o la provisión, y t r a j e ron diez acémilas cargadas de vituallas, y camel los cargados do pan y v ino más de ca torce cog ie ron .

1 9 —

Llevándolos a la to r re , pe ro el noble cabal lero l lamado Guy de J lorgoña se quedó envue l to en t re ellos; y r epa rando F lo r ipea que faltaba un cabal lero, y el valeroso Ro ldan que también lo echó de menos, volvieron para buscarlo, mas ya estaba p r i s ione ro en pode r del Almirante , quien mandó luego al momen to que pusieran u n a horca a vista del campamento ; ejecutáronlo al p u n t o con algazara y es t ruendo; sacan a Guy de B o r g o ñ a dándole golpes muy recios, t i rándole muchas p iedras desde el g r ande hasta el pequeño; r epa ró Ricar te y vio que iba su compañe ro l legando al pie de la horca, y luego le van subiendo; se par t ió luego al instante con dos de sus compañeros , se llegó hasta la horca, y con su cor tan te acero cortó la soga, y le dio al que le estaba sub iendo tan gran golpe en la cabeza, que lo de r r ibó al suelo; a rman a Guy de Borgoña con a rmas que allí cogieron, y así que se vio a rmado , eran sus golpes tan ciertos, que s iampre buscando iba los más pel igrosos puestos. Les ganaron a Aguas-Muertas, y el Almirante h u y e n d o se re t i ró a otra ciudad, a dos leguas poco menos; los caballeros cr is t ianos

r ecog ie ron los per t rechos , y vo lv iéndose a la to r re con vivas los rec ib ieron, y a la p r incesa F lor ipes le en t r ega ron su dueño . Don Roldan dijo: «Señores, uno de los caballeros es m e n e s t e r que se vaya con g r a n cuidado y secreto a da r p a r t e a Garlo-Magno, que nos envíe refuerzo.» Ricar te d i jo : «Señores, el i r solo bien me atrevo, que sé muy bien el camino; tan sólo al puonta lo temo, pe ro al fin yo daré traza a ve r si pasar lo puedo.» Se desp id ió dil igente, y tomó el camino»luego; ya que iba algo dis tante , oye que con gri tos fieros del campo del Almirante p ronunc iaban estos ecos : 'Aquél , que va a Curio-Magno p rende r l e luego al momento.» El rey Clarión que estaba obse rvándo lo soberbio , d ice : «Yo sólo he de i r y lo dará vivo o muerto.» Lo alcanzó en un breve rato, y le dice con d e n u e d o : «Di, vi l lano, dónde vas; r íude te aquí p r i s ionero o te qu i ta ré la vida.» Ricar te dijo severo : ' A bien que solos estamos, ahora aquí nos veremos.» Metieron mano a sus lanzas dándose recios encuent ros ; pero de allí a poco rato Ricar te logró su intento, lo de r r ibó de la silla, y así que lo vio en el suelo

la cabeza le cor tó , dando mil gracias al Cielo; y viendo que su caballo e ra tan he rmoso y bueno , mon tó en él luego, al ins tante , dejándose el suyo suelto, el cual se volvió a la t o r r e , y viendo los caballeros el caballo de Ricar te tuvieron gran sent imiento, que juzgaron que el j ine te sería en el campo muer to ; llegó al fin Ricar te al r ío , y viéndolo tan soberbio , se de tuvo en su r ibera , devota oración haciendo a Dios Todopoderoso; vio ven i r un blanco c iervo de la o t r a par te del r ío , y asió al caballo del d ies t ro poniéndole al o t ro lado; ¡oh, qué admirable mis t e r io ' Salió co r r i endo el g igante po r ver si puede p r e n d e r l o , mas Ricarte en su caballo iba más veloz que el v iento; se presentó a Garlo-Magno, quien regoci jado al ver lo , p r e g u n t ó por sus va rones , y le contestó resuel to , quedaban den t ro una t o r r e , m u y escasos de a l imentos , y la princesa F lo r ipes también estaba con ellos, p o r q u e quiere ser crist iana; se dispuso que al m o m e n t o se preparasen ¡as t ropas para i r a socorrer los . Pe ro Ricar te advir t ió lo difícil del empeño , que era pasar el puente , si no se a rb i t raba un medio ; y dijo: «Dadme licencia,

con c incuenta cabal leros , que cubr iendo nues t r a s a rmas , como q u e vamos a l r e ino a llevar mercader í a s , conseguir así p o d r e m o s que el g igan te ceda el paso, y después que e s t emos den t ro me te r mano a nues t ras a rmas y soltar las capas diestros.» Lo hicieron como lo dijo, y aquella noche sal ieron más de t re inta mil infantes y cerca seis mi l lanceros; cosa de u n cuar to de legua del puen te se escondie ron , y unos c incuenta m a r c h a r o n hasta el mismo puen te , y luego salió el g igante , y les dice quién son; y r e s p o n d i e r o n : «Somos unos mercaderes que pasamos para el re ino del a lmirante Balan; y el t r ibuto le t r aemos que se paga en es te puente.» Dijo el g igan te : «Es entero; p o r cada uno u n m a r c o de o ro m e habéis de dar , y con esto pasaré is por este p u en t e sin que os venga n ingún riesgo.» Respondió el d u q u e R e i n e r : «Abre, te en t r ega rá s de ello.» Abrió el g igante la puer ta , y Ricarte muy resuel to , avanzó con sus parciales, sol tando les capas diestros , desenvainan las espadas, y el g igan te m u y soberb io , v iendo que le han engañado alzó una p o r r a do h ie r ro para ma ta r sus cont ra r ios , pero Ricar te m u y diestro, con una recia estocada le hizo med i r el suelo .

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Carlo-Magno q u e ya estaba prevenido , acudió pres to ; ganaron por í in el puente , y al g igante m u e r t e dieron. Curio-Magno y F ie rabrás ; ven otro g igan te puesto , que l lamaban Anteón , < con una bar ra ; de hierro , que en altas voces decía con enfurecidos ecos: «Venga acá ose.Garlo-Maguo y todos sus compañe ros , que t ienen el paso franco; vengan, aquí los espero.» , ; Quiso embes t i r Cario Magno y F ie rabrás a este t i empo llegó, y di jo: «Gran señor , esto le toca a mi empeño; y so fué hacia el gigante,

q u e alzó la bar ra l igero, ; , p e r o d ies t ro F ie rabrás . le pegó un golpe tan flerp, q u e le co r tó e n t r a m b o s b razos cayéndoseles al suelo, , y con o t ra cuchillada que le cor tó todo el ye lmo, la cabeza le hundió aplas tándole los sesos . . • • • ; Se a p o d e r a r o n del campo , • .. , t ocando el pa rche a degüello; unos se t iran al r ío, o t ros se escapan huyendo a da r cuenta al Almirante . Adonde los dejaremos, : • que en la otra par te que s i g n e . a m i audi tor io p rometo , re fer i r de l Almirante la vida, fin y sucesos. ¡ ;

' SEXTA PARTE

Combate parcial de Cari o-Magno i Apresamiento y •muerte del Almirante.—Iiegrn.ua Carlo-Magno a Francia

Supuesto que promet í i • a mi audi to r io discreto el p rosegui r con la .historia, escuchadme un ra to ,a tentos . ; Ya dije que Carlo-Magno invadió el c ampamen to , se apoderó de los tesoro;::; lints no se ap rop ió de olios, que los repar t ió a .sus t ropas p o r q u e cobren más aliento; pero aquella misma noche es tando el c a m p o en silencio, Ja giganta Darniela, p o r vengar su esposo muer to , salió con una bisarma, ' l lena de rab ia y veneno, los s o r p r e n d i ó descuidados, degolló más d e doscientos,

y p o r suer te F ie rabrás , , que una honda de vaquero üomó, y pon iendo una p i e d r a le hizo el t i ro tan c ier to , • que el brazo con la b isarma se lo separó del cuerpo; cayó la giganta en t ierra , y allí la muer te le dieron, y reg i s t rando la cueva, en ella hal laron d u r m i e n d o dos n i ñ o s de cuatro meses, de ocho palmos y medio; ios baut izó Carlo-Magno, p o n i e n d o al uno Oliveros y al o t r o puso Roldan, . pe ro luego se mur i e ron . Volvamos al Almirante , q u e cuando supo de cier to

- 2 2 —

q u e habían ganado el p u e n u y son sus gigantes muer tos , maldice a todos sus d ioses ; ' l l eno de rabia y veneno los hizo dos mil pedazos. So r t ib rán llegó a este t i empo , d i c i endo : «Noble señor , ¿qué hacéis?, que eso n o es bueno . ped id pe rdóu de la injuria a nuest ros dioses, 'que es c ier to los hab remos menes te r p o r ver si acaso pódennos apresa r a Garlo-Magno dándole castigo ñero»; y a ruego de Sor t ib rán les pidió pe rdón , diciendo,; que adornar ía su templo del oro más fino y terso; y así el ídolo encantado que t iene un mágico d e n t r o de la cabeza, r e sponde con estos fingidos ecos: «Yo te pe rdono , y así prevén'-tu gente a! momento.-que has de vencer en batel te, y de todo serás dueño.» Apenas aquesto oyó, dispuso luego al momen to '. se apres ten tres divisiones; va el rey Turbante p r imero , el s egundo Sort ibrán, y el rey Tehipeatre el t e r c e r o . Garlo-Magno que venía ya con su acompañamiento , le suplicó 1 F ie rabrás estas palabras d ic iendo: «Muy poderoso señor,' sólo una merced te ruego; que publiques en tu real , • de que cualquier caballero que se encuen t re con mi padre , no le dé muer te , que qu ie ro v e r si puedo convertirle.; '

Le dice: «Te lo concedo.» F u é nombrado Galalón, para i r de mensa je ro adonde está él Almirantes, in t imándole de nuevo , si quiere hacerse: cr is t iano y en t regar los cabal leros con las sagradas re l iquias; que se queda rá en sus reinos y se firmarán las paces bajo el formal convenio . Y le dijo ol A l m i r a n t e : «No serás buen cabal lero cuando tu señor te envía con un mensa je tan necio.-' Galalón le r e s p o n d i ó : «Nosotros nunca p o d e m o s negarnos a la obediencia ; y te aseguro p o r c ier to , si no abjuras tus e r r o r e s y te empeñas en ser terco, tendrás p o r qué a r ropen 1 irte E n esto u n cabal lero que está con e l A lmi ran te alzó la m a n o sobe rb io para dar le a Galalón; pe ro él anduvo l igero, y le pegó una lanzada que le hizo caer m u e r t o a los pies del Almi ran te , y luego se escapó h u y e n d o ; fué donde está Garlo-Magno contándole este suceso; mandó tocasen a la rma los t imbales o ins t rumento»; se p resen ta el r e y Tu rban t e con su división, soberb io ; se adelanta hacia el r e a l en altas voces d i c i e n d o : «Salga acá ese Garlo-Magno, y v e r e m o s los dos viejos onál se lleva lá victoria.»

Y Garlo-Maguo a este >tempe»

tomó la.espada y la- lanza, .. ••. salió a ia pa les t ra luego, ; ; \ Se embis t ie ron tos dos Mattes eon tanto valor y esfuerzo, r, que cada uno p r e t e n d í a : l levar el lauro p o r premio; pero viendo Garlo-Magno que no he r í a . a l cabañero , 1

como ,era. d i e s t r c e n l a l uch iv . \ soltó la lanza e n e l suelo, .<: se cubr ió bien con su escudo,,- • y a él se a r r o j ó l igero; , , le cogió por la c in tu ra y dio con ól en e l suelo, cor tándole la cabeza; ambas t ropas, acudieron; , se a rmó tan c rue l batalla, que den t ro de b r e v e t iempo • v

dieron m u e r t e a Sor t ibrán ; ;

y al r e y T e m p e s t r e el te rcero . De coraje el A lmi ran te v iendo sus magna te s muer tos , se en t ró p o r m e d i o de todos sin r e p a r a r e n los r iesgos; acuchilló m u c h a gente , v

mató muchos cabal leros , y el buen p a d r e don Roldan quiso salir al encuen t ro , pe ro fué,,su mala suer te , po rque a los lanoes p r i m e r o s se le ha q u e b r a d o la espada p o r cerca de los brazuelos, y así que rtñ el Almirante 1 , que 16 tenía indefenso lo atravesó en su caballo, y quiso escapar huyendo . F ierabrás cuando lo vio salió para detener lo , y se le puso de l an te qui tándole el cabal lero; su padre le eonoeió, estas palabras d ic iendo : . . . v

«¿ñois acaso F i e r ab rá s .

m los valerosos-hechos! , Dijo que sí, y muy humilde , • empezó a rogar le t ie rno, , • que se volviese cris t iano y c reyese en Dios inmenso , i El p a d r e le respondió ' Heno de rabia y veneno:: , «¡Oh, n u n c a hubieras nacido, pa r a n o da rme to rmentos ! Tú vives muy engañado, . y o n t i g r an venganza, empero. Le r o d e ó las espaldas,; : , y F i e r a b r á s a este t iempo,. ¡ p o r n o r e ñ i r con su padre , , se t i ró a otros caballeros. Los que e s t aban en. la t o r r e en es te t iempo sal ieron, • a c u d e n ;a la batalla, , y los p i l laron en medio; en fin, ganaron el campo, y al A lmi ran te ' p rend ie ron , l l evándo lo a Garlo-Magno, m a n d a n d o luego al m o m e n t o lo e n c i e r r e n en una sala con otros seis cabal leros que cu iden de su persona y le den b u e n t r a tamien to . -¡ Vino a la n o c h e F lor ipes con F ie rabrás , y muy; t i e rnos y humi ldes le supl ioaban q u e creyese en Dios e te rno , y el fement ino Almirante ,

•' fingiendo ar repent imiento , di jo quer í a ser cr is t iano, y q u e d a r o n m u y contentos ; a o t ro día de mañana t ranqui los y satisfechos, a la Iglesia lo l levaron e n t r e muchos caballeros. Vino el s eñor Arzobispo, dándo le buenos consejos, p e r o en lugar ,de escucharlo, levantó e l brazo soberbio ,

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se abalanzó al Arzobispo, l lenándole de i m p r o p e r i o s ; F ie rabrás d i jo a su p a d r e eon m u y dolor idos e c o s : «Dulce padre de mi vida, deja esos ídolos fieros, ' r e c ibe e l santo Bau t i smo y tendrás pa r t e eü el Cielo;* Respondió m u y enojado: ;

«En balde es 'cansarte, rieo-io, que m e j o r quiero m o r i r 1

que no o l v i d a r l o s p r e c e p t o ^ de mi p r o f e t a Máhoma-, " ' 5

que son m u y santos y buenos.» P e r o v iendo Garlo-Magno • que se hal laba ' tan-protervo, ' ;

m a n d ó luego a<los soldados-que al campo ló báqúen, fieros, y allí le diesen la muer t e , ' pues no t iene o t ro r e m e d i o . En fin» mur ió el Almirante , y publican en el r e inó que el qué quiera conve r t i r s e acudiese síft recelo . "•' Más de doscientas mi l tilmas > a nues t ra ley se vo lv ie ron . Bautizaron a Flor ipes , ; •'•' un iéndose e n l a z o es t recho con su fiel Giiy dé Borgoña ;

dando mil g rac ias al Cielo. Allí estuvo Garlo-Magno ocupado con g r a n celo en c u i d a r d e sus,vasallos; hizo dos par tes del re ino : una le dio a F i e r a b r á s para que quede p o r dueño , ' la, otra a G u y d e Borgoña , •> ••• y quedaron m u y conten tos . ; :

Se despidió Oarló-Magno; pero aquí a t ienda el disoreto, que no p u e d o yo expl icar el dolor y Sent imiento que recibió F ie rab rás ' : !

al dejar su c o m p a ñ e r o , 1 , 1

que e ra e l h ' o b l é R o l d á n , ' " siendo doi 'a lmíís y : ú n cuerpo , y t ambién Guy d e B o r g o ñ a de su pa r i en t e Ol iveros; con qué t iérnos ! sé despiden, y para F ranc ia se fueron; Dejemos a Garlo-Maguo ;

sosegado 1 ya en su re inó , después dé tantas ' fa t igas , •' • y en o t ra p a r t e - p r o m e t o ' refer i r a. mis oyen tes :

los sobe ranos mis te r ios ' " ' ;

que le reve ló Sant iago p o r disposición del Cielo; ' ;

' ' v ••' •-• SÉPTIMA PARTE ' ' ' } ' r \ ' : ^ " " Ú

Aparición delapóstol Santiago. — Conquista deGpficia. Cornéate de fiol'oZari con Ferráguz. — Hallazgo del cuerpo de ¡Santiago,

Ya dije que Carlo-Magno con sus valientes g u e r r e r o s se marcharon para Frunc ía - ;

satisfechos y contentos , ;

p o r q u e habían conqu i s tado •' "• de Aguas-Muértas el r e ino ; ' p e ro es tando en su palacio una noche mi ró al cielo, y vio u n concier to a rmon ioso

de estrellas y de luceros que cruzaban desde Italia, la Gascuña y o t ro s re inos de Aragón y Cataluña, y que iban p r o s i g u i e n d o hasta el r e i n ó de Galicia;' novedad causó en su pecho ' y se puso en orac ión , alzó los ojos al Cielo

~~ 2 5 —

p id iéndo le a Dios quisiese declarar le a q u e l misterio; r epa ró j un to a la cama un h o m b r e d e g r a n respeto, tan gal lardo y t a n bizarro que daba conten to el verlo, y le dice a Gar lo-Magno: «Dime, ¿cual es tu deseo?» Di jo : «Saber lo que encierra aquel h e r m o s o concier to . d e estrellas t an refulgentes en camino t an derecho.» «Sabrás que aques te camino te será u n guía c ier to para l levarte a Galicia, adonde ha l la rás mi cuerpo , que está en p o d e r de paganos, y , rescatándolo , te advier to que has de hace r un santuario; s o y Santiago* y te expreso que del Zebedeo soy hijo, y también h e r m a n o a un t i empo d e San J u a n Evangel is ta , apóstoles del S u p r e m o Señor, que ese camino te presenta h e r m o s o y bello, e l cuál a ti m e envió po rque vayas con acier to y hagas un t emp lo en mi n o m b r e ; que i rán de todos los re inos a g a n a r las indulgenc ias y devotos jub i leos , en remis ión de pecados, a los que con firme celó, confesados y con t r i tos p idan pe rdón de sus yerros; y esto t iene de d u r a r hasta el fin d e l mundo , es cier to; que el Seño r m e ha concedido todos estos privi legios; con esto, q u e d a con Dios», y desapareció luego. -Carlo-Magno se quedó

CARU>-MAONO.

regoci jado y contento . Mandó aperc ib i r su gen te , y t o m ó la marcha luego p a r a el re ino d e Galicia, d o n d e llegó en b reve t i e m p o , g a n a n d o muchos castillos, villas, c iudades y pueblos; con g rand í s imos trabajos ha l l a ron &l santo cuerpo de nues t ro apóstol Sant iago, y luego con firme celo m a n d ó hiciesen una urna , he rmos í s ima en ex t remo, con muchas p iedras prec iosas de g r a n d e valor y precio; h ic ie ron el santuar io . los más hábi les maes t ros , de m u y buena arqui tec tura ; y después que estuvo h e c h o , lo ado rnó sun tuosamente con m u y buenos o rnamen tos , cálices de oro y plata, pa tenas y candeleros , albas, casullas y paños m u y r iqu ís imos y buenos ; lo do tó de muchas ren tas y tesoros de g r a n precio; y todo finalizado, puso u n arzobispo luego; canónigos , veint icuatro , con un a rcediano e n t r e ellos* p a r a que rija y g o b i e r n e ese por ten toso templo; conc lu ida ya la obra , y todo m u y b ien dispuesto, dio la vuelta para Franc ia ; p e r o en esto mismo t i empo , . el Almirante que estaba en el lusitano re ino , pe sa roso de la mue r t e del r e y Aygolante, y v i e n d o que hab ían ganado Galicia y amenazaban sus r e i n o s ,

4

l lamó luego a Fer raguz , q u e era nú;gigante soberb io , e l cual tenía de alto sobre diez palmos y medio , fuerza1 d e cuarenta h o m b r e s y muy fornido de cuerpo; le ent regó treinta mil h o m b r e s , para que salga con ellos a da r g u e r r a a Garlo-Magno,- • •. i el cual salió al momento ; fué a la ciudad de Bagióre, d o n d e t iene su rea l puesto , y le dijo a Garlo-Magno si quiere hacer un concier to , d e que se haga,un combate b razo a brazo y cuerpo a cue rpo . Y Garlo-Magno que estaba fiado en sus caballeros, le eiiYÍó'a Oger de Dauois, q u e era valiente en ext remo; ¡ el g igante que le vio hacia ál se fué muy, ñe ro , le cogió con traición y lo llevó a su r e a l preso, lo encerró e n una to r re , y al campo volvió ligero. Viendo esto' Garlo-Magno... envió a Reinaldos pres to , h izo lo missmo con él que con el.Otro primero; fué Contant ino de Roma, y lo agarró con esfuerzo, -lo llevó donde tenía.., i . a los otros compañeros ; ..,; pesaroso Garlo-Magno, le envió dos caballeros , , p o r ve r si con ellos puede ,. logra r algo de su in tento; el g igante quedos vio, a ellos se fué ligero, y como que nada hacia , los asió a ambos a un t i empo, y atados por las espaldas

los llevó a la , to r re pres to , Viendo esto Garlo-Magno, quedó admirado, y suspenso, . y sabiéndolo Roldan , , m u y irri tado, y .soberbio, fué a p e d i r a Garlo-Maga®» con g r ande va lor resue l to , le concediese l icencia pa ra salir al e m p e ñ o ... •; con el g igante a batalla, y se la concedió luego; y a rmado de todas a rmas en su caballo sobe rb io , y con una gruesa lanza salió al campo l igero; fué donde estaba el gigante., y así que le vio, r i sueño , fué p a r a ó l vigi lante; , y Roldan, con g ran esfuerzo le di jo: «Toma tu lanza , y ven a batalla luego.» Sin responder le p a l a b r a se fué a Roldan . c o m o UP fcraea©„ pe ro Rodán con Ja lanza le dio tan te r r ib le e n c u e n t r o que le desvió d a sí; mas el g igan te .vo lv iendo , arremetió, con Roldan, cogiéndole por el cue rpo , y lo sacó de la silla, l levándoselo l igero . ' • para encer ra r lo en la: t o r r e . . . . con los o t ros cabal leros; . . viéndose Roldan l levar , . es t r ibó con el pie rec io en las ancas del cabal lo , y asió con las manos dies t ro al g igante Fe r raguz , y en t r ambos a dos c a y e r o n en el suelo, y al ins tan te en pie firme se pus ie ron ; „ cunan m a n o a las espadas , dándose go lpes m u y recios;

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pelean toda lá t a rde ' ' oon muoho va lor y e'sluérzo; sin que se r econoc iese ventaja en n i n g u n o de ellos; con esto llego" la noche, tendiendo su man to negro; dijo el g igante a Roldan : Ya es h o r a ' q u e descansemos, y así que amanezca el día :

en este sitió te espero:» Se fueron, y ai o t ro día a la batalla volvieron; , pe lea ron fuer temente , como leones soberb ios , pero el g igante de pron to le d i j o : «Malo mo siento, es p r e c i s o s u s p é n d e r » , y se ha t end ido . en oí suelo. Roldan tomó un grueso canto cuanto alzar pudo del suolo y se lo puso debajo d e la oabeza, y con esto estuvo con más descanso; jun to a él se sen tó luego mi rándo le a t e n t a m e n t e lo fornido de su cuer'po, la bri l lantez de sus armas y lo feroz d e su gesto . Volvió en sí en esto, y le dice R o l d a n : «He mi r ado atentó, PerragUz, tu fortaleza, ' y lo recio de tu cuerpo.» :

Respond ió él g igante , y d i j o : «Has de s a b e r que yo tengo fuerza da cua ren ta hombres, 1

y ser her ido ni finuerto no pueda ser, si no es p o r el ombl igo , ésto es cierto. Tii eres crist iano,-y quisiera me dijeras qué mister io y qué iey es la que siguen los crist ianos verdaderós.> Y Roldan le r e spond ió :

«Has de saber p o r muy,cierto» q u e es la ley de Jesucris to , , c r e a d o r de t ie r ra y cielo; padec ió m u e r t e y pasión ; , p o r l ib ra rnos del infierno.» Di jo F e r r a g u z : «Si qu ieres • q u e hagamos u n concier to , que la ley del vencedor sea buena , esto es hecho.» • Y Roldan muy confiado e n Dios, y con firme celo

, dijo que sí, y al ins tante a la pelea volvieron;

1 se d ie ron muy g randes g o l p e s con mucho valor y esfuerzo; v io el g igante que Roldan l e iba a dar un golpe recio, y agachando la cabeza ••>•<. lo aga r ró por el cuerpo , : ; y con g r a n d e violencia lo ha de r r ibado en el suelo. ' Roldan , que sacó, un puñal , y con g rand í s imo es fuerzo se lo met ió p o r debajo* . le h i r ió el ombligo, recio; y cuando se sintió her ido pegó un gri to tan soberb io que es t remeció todo el c ampo y los suyos acudieron;! t amb ién vino Cario Magno con todos sus caballeros; se a r m ó tan oruel batalla que daba t e r r o r el verlo; m a t a r o n a muchos moros ; y vio Roldan a este t i empo que l levaban al g igante !

la flor de los caballeros ; a me te r lo en la ciudad; se fué a ellos como un t rueno^ y acuchi l lando la escolta se llevó al g igante luego; le p r e g u n t ó si quería, con car iñosos afectos,

28 —

ser cr ist iano, p o r q u e goce su a lma del bien e terno, d i jo que no; y luego al p u n t o l e s m a n d ó a los mache te ros 1© cor tasen la cabeza, p o r q u e sirva de escarmien to . S e r enovó la batalla, la m o r u n a gente h u y e n d o «© meten en la c iudad, y los cristianos tras ellos;

les gana ron la c iudad, rescatan los caba l le ros que estaban den t ro la t o r r e , dándole grac ias al Cielo q u e les d io tantas vic tor ias contra enemigos tan fieros; se volvieron pa ra F ranc i a con muchís imo con ten to . Y en la pos t r e ra p a r t e se dirá el fin que tuv ie ron

OCTAVA Y ÚLTIMA PARTE

Horrible traición en Eoncesvalles. — Muerte de los doce Pares. Sentimiento de Carlo-Magno. — Derrota de los moros. — Conclusi&n^

Ya dije que Carlo-Magno y todos su3 compañeros BQ volvieron para F ranc ia m u y alegres y contentos , dándo le gracias a Dios, a la Reina de los cielos y al apóstol Sant iago d e habe r sacado su c u e r p o de en t re p o d e r de paganos , de habe r fabricado el t emplo , venc ido tantas batallas y ganado tantos re inos. A este t iempo el Almirante , enfurecido, sabiendo ía m u e r t e de Fer raguz , m a n d ó que acudiesen luego d o s v i r reyes a palacio; se p resen ta ron muy p res to Marsilio y Belenguelos; entregósfdes al m o m e n t o s ien to c incuenta mil hombres , p o r q u e saliesen con ellos a b a t i r a Carlo-Magno; pa r t i e ron luego al momen to ; p e r o el E m p e r a d o r Informado p o r muy cier to que venian los v i r reyes ,

p r o p u s o luego al m o m e n t o de enviar les embajada , y para esto, e scog iendo a Galalón e n t r e todos , p o r lo sagaz y t rav ieso , a t revido y esforzado, convino gustoso en ello, y le dice Cario Magno : «Vos, m i noble caba l le ro , os habernos e leg ido para i r p o r mensa je ro y digáis a esos v i r r eyes que de mi par te les r u e g o que se convie r tan cristianos,, s iguiendo al Dios ve rdadero , el cual creó cielo y t ierra y a nuestros padres p r imeros padeció muer t e y pasión p o r l ib rarnos del infierno, y que dejen a sus d ioses , que son falsos y perversos.» Se despidió Galalón m u y contento y satisfecho, cub ie r to de todas a rmas , y en un caballo l i g e r o fuá donde están los v i r reyes , y cor teses lo r ec ib i e ron .

Lea p r o p a s o la embajada, a pla t icar se pus i e ron , y en sus razones conocen de que es venal caballero, y que p o r el i n t e r é s y codicia del d i n e r o har ía cualquier traición; le p ropus i e ron su intento; o torgó luego al ins tante . de v e n d e r sus compañeros , y de en t r ega r en sus manos a los nobles cabal leros . Le d ie ron muchas r iquezas y joyas de g r a n d e prec io ; d i je ron que en Roncesval les esperan los cabal leros . ¡Oh, h o m b r e facineroso y de malos pensamientos! ; ¡qué traición tan alevosa haces a tus compañeros ! P o r la codicia vendió Judas a su fiel Maestro^ Nuestro Seño r Jesucr i s to , sólo p o r t r e in ta d ineros . Lucifer p o r la codicia fué a r ro jado al infierno; p e r d i ó Adán p o r la codicia aquel Para í so ameno; y p o r la env id i a Oaín, a su h e r m a n o mató fiero. T ú p o r codicia y envidia vendis te los caballeros, mas no quedarás sin pago po r tu maldad, esto-es cierto. Volvió al c a m p o Galalón, dio su respues ta , diciendo quo los v i r reyes quer ían ser crist ianos p o r m u y cier to. Garlo-Magno so alegró, y Galalón p ros igu iendo dando fin de su embajada, dijo quedaba dispuesto que al campo de Roncesvalles

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sal ieran los caballeros, y l leven cinoo mil hombres m u y lucidos y dispuestos a r ec ib i r l o s virreyes; y se pe rc ib ie ron luego bien a r m a d o s y equipados la flor de los caballeros. Sa l ie ron con entus iasmo, Ro ldan con aire gue r r e ro , todos cual más esforzados se d i r igen al encuen t ro . ¡Oh inocentes desdichados, que n o sabéis el veneno q u e el t ra idor de Galalón t i ene encubier to en su peono? Pe ro quiso Dios p remiar les tan tos t rabajos y anhelos c o m o p o r su santa fe es tos h o m b r e s padecieron, con corona de mar t i r io que en esto día sufrieron. L legaron , en fin, al campo de Roncesvalles, y luego sa l ie ron a recibir los ve in te mi l hombres , comple tos b ien a rmados y equipados; pa sa ron los cabal leros sin que les dijesen nada; más adelante salieron o t ros cuarenta mil hombres , y los ce rcaron en medio; d e tan vil es tratagema, o fendidos los gue r re ros , c o m o feroces leones, m u y valientes y soberbios , r áp idos se prec ip i tan e s g r i m i e n d o sus aceros; mas son tan tos los con t ra r ios que ca rgaron sobro ellos, que al fin pe rd ie ron la vida los i lus t res caballeros. Sólo Roldan mal her ido cogió a u n turco p o r el cuello,

y espada en mano le dijo : «Muéstrame luego al m o m e n t o al v i r rey Marsilió, o bien te he de cortar el pescuezo.» E l turco le respondió '•*•;' < d e esta manera , d ic iendo: «Mira m u y a t en tamen te p o r todo este canipo extenso, y el de la visera ve rde , caballo bayo, él es, c ier to; y dio a vues t ro embajador muchas joyas y d iñero , sólo p o r q u e os enviase a lo mismo que estáis v iendo. ¿ Roldan qué esto escuchó como un león soberbio , ' • se en t ró p o r medio da todos , hasta que hubo descubier to ' a su contrar io , y de un g o l p e le par t ió el hombro de recho dejándole allí tendido; p e r o viendo el cabal lero que el al iento le faltaba, re t i róse a un monte, y luego se tendió al p i e de una p e ñ a desmayado y sin al iento con cuat ro heridas mor ta les , d e esta manera diciendo : «Señor mío Jesucr is to , ^ Dios y H o m b r e ve rdadero , ten, Señor, miser icordia d e aqueste t a caballero, que p o r defender tu fe :

se ha visto en tatitos apr ie tos ; hoy doy la vida p o r Ti solo, en esto monte e>peso. Recibe, Señor, mi alma, q u e goce de Ti en el cielo de un e terno descanso, pues aquí tanto padezco.» Luego cogió s u espada, de esta manera diciendo : «¡Oh espada de g ran valor,

la mejor que el h o m b r e ha hedió! , ¡cuánto t i empo m e has servido!, ¡a cuántos turcos has muerto!, y con tus cor tan tes filos ' has pa r t ido tantos ye lmos; , n o quisiera te gozara n inguno , y p o r eso quiero . en esta p i ed ra quebrar te .» v

Se levantó con esfuerzo, la agar ró con ¡as dos manos, y la dio go lpes tan rec ios contra la p e ñ a hasta que, cansado,lá* a r ro jó al suelo, sin que la espada se hiciera • mella ni seña l de ello; y viendo que n o p o d í a quebrar la , tocó su cuerno , ; " ¡ el que Carlo-Magno oyó y también dos cabal leros , que escondidos en. e l monto 1

t emerosos se me t i e ron ; e ran T i e r r i y Valdómiros , éste l legó el p r i m e r o , que es h e r m a n o de Roldan, : y, v iéndolo casi muer to , hizo un g ran l lanto p o r él; dijo Roldan a este t i e m p o : • ,¡ «Hermano, la sed me mata»;. 1

buscó agua, y n o p u d i e n d o hallarla, fué a Garlo-Miigno a dar cuenta d e l sucoso; luego l legó t ambién Tier r i , lo miró Roldan a ten to , le d i jo : «¿Qué miras , Tierr i? , soy Roldan, tu -compañero , 1

el que dio m u e r t e al gigante tan feroz y tan soberb io , el que en-las. recias batallas cuidó de sus compañe ros ; óyeme de confesión, po rque y a me e s toy muriendo.» Confesó gene ra lmen te , y alzó los ojos ai cielo,

dijo : «En tus manos , Señor, commendo spiritum meum;* y así finó el ada l id ' más esforzado y gue r r e ro . Dieron par te a Garlo-Magno , de tan infausto suceso, , . : ; . :¡,.. quien de coraje i r r i t ado ,; venganza olamaba al Cielo. F u é donde estaba Roldan, y así que lo v ido muer to cayó desmayado en t ierra <JOII el g rande , sent imiento ; y de que volvió en sí, ha exolamado así, dioiendo ; «Sobrino del a lma mía, ¡oon ouánto d o l o r yo siento después de tantas hazañas ver te en este s i t io muerto!; ¿por qué te vas y me dejas? , ¡Ah!,<idesconsolado viejo!, Espada de mi just icia, pues tu a r roganc ia y esfuerzo eran mi firme sostén :

qontra los turcos soberbios . : Los már t i res te rec iban , . : y tengan por compañe ro ; gozía de la e t e r n a gloria., colocado allá en el cielo, y . tu aprec iada m e m o r i a nos serv i rá de consuelo.» Mandó que lo levantaran, y se lo l levaron luego; siguió dando vuelta al campo viendo los cr is t ianos muer tos , y a Oliveros lo hal laron aspado en dos d u r o s leños puestos en forma de cruz, y ,«travesándole el cuerpo doce dardos pene t r an t e s , y de lá p lanta al cabello todo es taba desollado;

"•'l : • . 'i'", FIN DE LAS

3 1 - -

lo emba l samaron , y luego oon el de Roldan lo p o n e n con m u y g rande sen t imien to , y a la cor te se l levaron es tos respetables restos , , , p o r q u e s i rvan de memor ia ; , , ;

en los ven ide ros t iempos . Conformado Garlo-Magno y pasado ya el t iempo, j u r ó ex t e rmina r la secta de los moros , y sabiendo que está su campo en un p r a d o t

haoia ellos fué s iguiendo; les dio tan .cruel batalla, que en poco t iempo m u r i e r o n seis mil moros , y otros tantos se ahoga ron en el Ebro , .

,. p o r l ib ra r se de las manos de los b ravos caballeros. Carlo-Magno se volvió . t r iunfante con sus trofeos al campo de Roncesvalles, y luego pesquisa hac iendo para saber del t ra idor , y ave r iguando el hecho,

„ p r e n d i e r o n a Galalón; mandó Garlo-Magno luego lo amarren , a cuatro po t ros m u y ferooes y soberb ios , y lo dividan en cuartos, po rque s i rva de escarmiento ; luego ,d ie ron sepul tura a los nob les cabal leros que habían m u e r t o en batalla,, y después tomó el acuerdo de volverse para Francia, adonde puso su asiento. Y ahora J u a n José López p ide pe rdón de sus yer ros ; r o g a n d o a Dios que nos dé su gracia , favor y acier to .

OCHO PARTES

flOTICMS BíOGWFICflS DE Cll^lIIGUO SACADAS I>K UN DOCUMENTO AUTÉNTICO

Era hijo de P ip ino , r e y de Francia y de Alemania; nació en 742, en Saltzbourg, "Alta Baviera; tocáronle p o r muer t e de su p a d r e el Austr ia y la Neustria, con algunas provinoias de la ant igua Germania , y después d e fallecer su h e r m a n o Car lomán fué reconocido po r r e y de toda la m o ­narquía francesa. Sus p r i m e r a s hazañas mil i tares t uv ie ron lugar en las gue r r a s contra los sajones; mient ras estaba ba t i éndose con esta nación imploraba la Italia su socor ro . Didier, r ey de los l ombardos , acababa de apodera r se de nuevo de la ciudad de Raveha con t r a el papa Adr iano . Carlo-Magno volvió a su encuent ro , le hizo pr i s ionero y se coronó em­perador en Monza. Después de esta conquista r e n o v ó Carlo-Magno al Pontífice la donación de aquesta ciudad; y Adr iano , p o r grat i tud, le con­firmó el patr ic iado de Roma, con el derecho de d i s p o n e r aoerca de la elección de los P a p a s y de ratificarla. Había pasado a I ta l ia p a r a defen­de r a Adriano, y pasó luego á España, res tab lec iendo en Zaragoza a Ibanalarabí . Sitió a Pamplona y se apoderó del c o n d a d o de Barcelona, pe ro después de estas y ot ras muchas hazañas en que salió s iempre vio-' tor ioso, fué también d e r r o t a d o en Roncesvalles p o r los á rabes y p o r los gascones; en aquel la j o rnada pe rd ió a su sobr ino Rolando o Roldan, tan célebre como se manif iesta en la p resen te his tor ia .

Murió Carlo-Magno en el a ñ o de 814, a los 7Í años de su edad, el 47 d e su re inado, el 14 de su ooronaoión; dióronle sepu l tu ra en Aix-la-Cha-pelle, vest ido de pen i t en te con los a t r ibutos dé sobe rano .

El n o m b r e de Carlo-Magno resonó en todo el m u n d o , y fué aplaudi­do como g u e r r e r o y c o m o legislador. Sus hijos fueron sus mejores sub­ditos, ins t rumentos de su p o d e r y modelos d e obediencia . Defendió las l ibertades de la Iglesia y las de l estado llano cont ra la opres ión de los magnates . Grande en sus designios, expedi to en l a ejecución, puede de­cirse que nadie poseyó tan perfectamente e l ar te de hace r l a s cosas más impor tan tes con facilidad y las más difíciles con pres teza . Recorr ía sin cesar sus vastos dorhinios, acudiendo s iempre con o p o r t u n i d a d adonde era necesaria su presenc ia ; tan p r o n t o estaba en los P i r ineos como e n Alemania, y en Alemania c o m o en Italia.

E ra m u y alto de cuerpo ; ten ía los ojos g randes y animados , ros t ro alegre y franco, nar iz agui leña. El papa Pascual I I I le colocó en el n ú ­mero de los santos en 1453, y aún en el día se ce lebra su íestivi^Lad en algunas iglesias de Alemania.

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