Devolver Con La Misma Moneda No Trascender

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EL SENTIDO DE SENTIR ¿DEVOLVER CON LA MISMA MONEDA? NO, TRASCENDER. En la vida diaria no es raro que nos veamos envueltos en circunstancias en las que alguien nos moleste sin que nosotros entendamos por qué. Incomodidad que a su vez, nos lleva a que devolvamos con la misma moneda o, peor aún, que nos paralicemos y ni siquiera podamos detener el impacto de la acción del otro. En esas situaciones, decidir la acción apropiada no es sencillo: hay que elegir entre atacar o dejar pasar, sufrir o trascender. Sucede por ejemplo, que si el tono en que nos hablan nos parece duro, no encontramos la respuesta satisfactoria porque no sabemos si el otro está molesto y quiere atacar o, más bien, nosotros estamos sensibles y nos duele. Si por el contrario, observamos que alguien se acerca a nosotros con suavidad, nos asalta la duda de si se trata de un afecto sincero o de un engaño y, en consecuencia, no estamos seguros de cómo responder. En fin, como se dice popularmente, no podemos afirmar con certeza si las cosas son como son; o, más bien, son lo que a nosotros nos parece que sean. En este escenario, escoger el comportamiento adecuado se complica, pues nuestras tradiciones culturales nos invitan a pensar que, en estos asuntos, no podemos equivocarnos. Se nos pide justificar con una razón válida lo que hacemos frente a los demás. De otra forma, corremos el riesgo de perder prestigio social, aprecio y reconocimiento de los otros o, peor, nuestra propia autoestima. Así, es común que se acepte vivir de acuerdo con una regla de guerra: primero muerto que confeso. MARÍA ANTONIETA SOLÓRZANO

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  • EL SENTIDO DE SENTIR

    DEVOLVER CON LA MISMA MONEDA? NO, TRASCENDER.

    En la vida diaria no es raro que nos veamos envueltos en circunstancias en las que alguien nos moleste sin que nosotros

    entendamos por qu. Incomodidad que a su vez, nos lleva a que devolvamos con la misma moneda o, peor an, que nos

    paralicemos y ni siquiera podamos detener el impacto de la accin del otro. En esas situaciones, decidir la accin apropiada

    no es sencillo: hay que elegir entre atacar o dejar pasar, sufrir o trascender.

    Sucede por ejemplo, que si el tono en que nos hablan nos parece duro, no encontramos la respuesta satisfactoria porque no sabemos si el otro est molesto y quiere atacar o, ms bien, nosotros estamos sensibles y nos duele. Si por el contrario, observamos que alguien se acerca a nosotros con suavidad, nos asalta la duda de si se trata de un afecto sincero o de un engao y, en consecuencia, no estamos seguros de cmo responder. En fin, como se dice popularmente, no podemos afirmar con certeza si las cosas son como son; o, ms bien, son lo que a nosotros nos parece que sean. En este escenario, escoger el comportamiento adecuado se complica, pues nuestras tradiciones culturales nos invitan a pensar que, en estos asuntos, no podemos equivocarnos. Se nos pide justificar con una razn vlida lo que hacemos frente a los dems. De otra forma, corremos el riesgo de perder prestigio social, aprecio y reconocimiento de los otros o, peor, nuestra propia autoestima. As, es comn que se acepte vivir de acuerdo con una regla de guerra: primero muerto que confeso.

    MARA ANTONIETA SOLRZANO

  • El resultado ms frecuente de este comportamiento es que las personas evitan, a toda costa, reconocer sus errores y al contrario, se afirman en sus posiciones iniciales hasta las ltimas consecuencias. En la consulta una pareja conversaba sobre su historia. Relataban que la relacin se haba ido llenando de discusiones interminables acerca del dinero, porque l no ahorraba y ella s; de la educacin de los nios, porque l era rgido y ella alcahueta; sobre la sexualidad, porque l era intenso y ella fra; y as, discutan y peleaban acaloradamente sobre todo. Cada uno explicaba razonablemente por qu vea en la actitud del otro una diferencia inaceptable, sin notar o declarar que cambiar sus ideas iniciales se consideraba un error o una claudicacin. No se soportaban ya. Al preguntarles que cmo se explicaban esta situacin, los dos, por primera vez de acuerdo, afirmaron: porque somos diferentes. Insist, todos somos diferentes. Hubo un silencio y l contest: yo no voy a vivir como ella diga, yo tengo mis propias ideas; ella, a su turno, complement: yo tampoco estoy de acuerdo con vivir como l, no voy a ceder, ni a humillarme, yo tengo mis razones. Estaban dispuestos a terminar su matrimonio porque no conceban la posibilidad de hacer acuerdos. Crean que la nica manera de vivir juntos era estar de acuerdo y, en simultneo, que la nica forma de conservar su autoestima era mantenerse en sus propias ideas. Dolorosamente, sus nicos acuerdos no les permitan construir los dems. Se sorprendieron al notar el origen de su conflicto y comenzaron la aventura de ensayar otras maneras de tratarse y de pensar. Poco a poco, encontraron apropiado ser comprensivos y tolerantes. Tambin, pudieron entender lo que todos sabemos por experiencia propia: que la razn nunca alcanza para explicar una agresin; que la tristeza o el miedo alteran las percepciones; que cuando nos falta informacin lo ms probable es que malinterpretemos al otro; y que, por si fuera poco, nuestras posiciones de gnero, clase o nacionalidad, crean diferentes maneras de ver el mundo.

  • Qu conmovedor es notar que la necesidad de probar que nuestras ideas son verdaderas pueda traernos tanto dolor y alejarnos del amor. Casi sin notarlo, de manera defensiva y, por lo tanto irreflexiva, nos hemos vuelto implacables frente al que se equivoca o es diferente. No sobra anotar que en ocasiones el que es diferente, seguramente justificado en su historia, efectivamente busca agredirnos y desde luego no se acerca hasta los escenarios de una sesin de terapia para solucionar los conflictos. En esas circunstancias, nuestra red social y nuestra fuerza interior, son el apoyo que necesitamos para que la agresin recibida no se convierta en una cadena infinita de venganzas. As, en la vida diaria, al vernos envueltos en circunstancias en las que alguien nos ataca, probablemente porque le despertamos miedo e inseguridad, nuestro amor propio ser suficiente para detener el dolor que estas acciones provocan y decidir la accin apropiada, que no es otra distinta de evitar devolver con la misma moneda, trascender. Podemos estar seguros que al practicar el perdn y la tolerancia que esta accin requiere, sembramos los fundamentos de la convivencia pacfica que el planeta necesita.