Descartes Selección

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Filosofía. Racionalismo. Descartes y la subjetividad. “…Había estudiado un poco, cuando era más joven, de las partes de la filosofía, la lógica, y de las matemáticas, el análisis de los geómetras y el álgebra, tres artes o ciencias que debían, al parecer, contribuir algo a mi propósito. Pero cuando las examiné, hube de notar que […] la mayor parte de las demás instrucciones que da, más sirven para explicar a otros las cosas ya sabidas o […] para hablar sin juicio de las ignoradas, que para aprenderlas […]. Por todo lo cual, pensé que había que buscar algún otro método que juntase las ventajas de esos tres, excluyendo sus defectos. Y [así] creí que me bastarían los cuatro siguientes, supuesto que tomase una firme y constante resolución de no dejar de observarlos una vez siquiera. Fue el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda. El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución. El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.

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Extractos de los momentos fundamentales. Citas.

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Haba estudiado un poco, cuando era ms joven, de las partes de la filosofa, la lgica, y de las matemticas, el anlisis de los gemetras y el lgebra, tres artes o ciencias que deban, al parecer, contribuir algo a mi propsito

Filosofa.

Racionalismo.Descartes y la subjetividad.

Haba estudiado un poco, cuando era ms joven, de las partes de la filosofa, la lgica, y de las matemticas, el anlisis de los gemetras y el lgebra, tres artes o ciencias que deban, al parecer, contribuir algo a mi propsito. Pero cuando las examin, hube de notar que [] la mayor parte de las dems instrucciones que da, ms sirven para explicar a otros las cosas ya sabidas o [] para hablar sin juicio de las ignoradas, que para aprenderlas []. Por todo lo cual, pens que haba que buscar algn otro mtodo que juntase las ventajas de esos tres, excluyendo sus defectos. Y [as] cre que me bastaran los cuatro siguientes, supuesto que tomase una firme y constante resolucin de no dejar de observarlos una vez siquiera.

Fue el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitacin y la prevencin, y no comprender en mis juicios nada ms que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espritu, que no hubiese ninguna ocasin de ponerlo en duda.

El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solucin.

El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos ms simples y ms fciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los ms compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.

Y el ltimo, hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.

Ren Descartes, Discurso del Mtodo, Trad. Garcia Morente, Edicin Digital, pg. 26. Pero lo que ms contento me daba en este mtodo era que, con l, tena la seguridad de emplear mi razn en todo, si no perfectamente, por lo menos lo mejor que fuera en mi poder. Sin contar con que, aplicndolo, senta que mi espritu se iba acostumbrando poco a poco a concebir los objetos con mayor claridad y distincin, y que, no habindolo sujetado a ninguna materia particular, prometame aplicarlo con igual fruto a las dificultades de las otras ciencias [] No por eso me atrev a empezar luego a examinar todas las que se presentaban, pues eso mismo fuera contrario al orden que el mtodo prescribe; pero habiendo advertido que los principios de las ciencias tenan que estar todos tomados de la filosofa, en la que an no hallaba ninguno que fuera cierto, pens que ante todo era preciso procurar establecer algunos de esta clase Ren Descartes, Discurso del Mtodo, Trad. Garcia Morente, Edicin Digital, pg. 27. pero deseando yo en esta ocasin ocuparme tan slo de indagar la verdad, pens que deba [] rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de ver si, despus de hecho esto, no quedara en mi creencia algo que fuera enteramente indudable. As, puesto que los sentidos nos engaan, a las veces, quise suponer que no hay cosa alguna que sea tal y como ellos nos la presentan en la imaginacin: y puesto que hay hombres que yerran al razonar, aun acerca de los ms simples asuntos de geometra [], juzgu que yo estaba tan expuesto al error como otro cualquiera, y rechace como falsas todas las razones que anteriormente haban tenido por demostrativas, y, en fin considerando que todos los pensamientos que nos vienen estando despiertos pueden tambin ocurrrsenos durante el sueo, sin que ninguno entonces sea verdadero, resolv fingir que todas las cosas que hasta entonces haban entrando en mi espritu no eran ms verdaderas que las ilusiones de mis sueos. Pero advert luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: yo pienso, luego soy, era tan firme y segura que las ms extravagantes suposiciones de los escpticos no son capaces de conmoverla, juzgu que poda recibirla, sin escrpulo, como el primer principio de la filosofa que andaba buscando.

Examin despus atentamente lo que yo era, y viendo que poda fingir que no tena cuerpo alguno y que no haba mundo ni lugar alguno en el que yo me encontrase, pero que no poda fingir por ello que no fuese, sino al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar de la verdad de las otras cosas, se segua muy cierta y evidentemente que yo era, mientras que, con slo dejar de pensar, aunque todo lo dems que haba imaginado fuese verdad, no tena ya razn alguna para creer que yo era, conoc por ello que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa alguna material; de suerte que este yo, es decir, el alma por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta ms fcil de conocer que ste, y, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejara de ser cuanto es.

Ren Descartes, Discurso del Mtodo, Trad. Garcia Morente, Edicin Digital, pg 32.