Desafíos Para La Psicología Latinoamericana

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Papeles del Psicólogo ISSN: 0214-7823 [email protected] Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos España Pérez Alvarez, Marino; Livacic Rojas, Pablo Desafíos para la psicología latinoamericana Papeles del Psicólogo, núm. 83, 2002, pp. 21-26 Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos Madrid, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77808303 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Papeles del Psicólogo

ISSN: 0214-7823

[email protected]

Consejo General de Colegios Oficiales de

Psicólogos

España

Pérez Alvarez, Marino; Livacic Rojas, Pablo

Desafíos para la psicología latinoamericana

Papeles del Psicólogo, núm. 83, 2002, pp. 21-26

Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos

Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77808303

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Los desafíos que se van a señalar para la psicologíalatinoamericana se fundan en su propia ‘psicologíade los pueblos’ y se proponen sobre la base de una

psicología científica. Así pues, se hace valer la distinciónque ya está en los orígenes de la psicología moderna, sise toma a Wilhelm Wundt como partida, entre una psi-cología de los pueblos (la psicología cultural) y una psi-cología científ ica (mayormente, la psicologíaacadémica). De acuerdo con lo mejor que pueda ofrecerla Psicología científica, se señala aquello que podríaconvenir más a la situación de América Latina. Se trata-ría de cambiar lo que hay que cambiar sin arrasar conel suelo de la psicología cultural de sus pueblos. Final-mente, se reivindica la afinidad entre la psicología lati-noamericana y la española a fin de crear una espaciopara la psicología de los pueblos latinoamericanos.

ESTRUCTURA DE LA PSIQUE OCCIDENTALLa estructura que la psique occidental ha ido adquiriendoha sido a su vez “telón de fondo” para la cultura latina yangloamericana, que son de origen europeo. Es impor-tante una tal declaración para situar el tema en la raíz,en vez de andar por las ramas desde el principio. Dichoesto, se añadiría que la psique occidental se ha formadosegún una estructura tripartita, cuyas partes serían el sen-timiento, el pensamiento y la voluntad, conformando untodo, de las que, de acuerdo con Oswald Spengler(1917/1993), ningún psicólogo puede salir. Similar ‘tec-tónica de la persona’ expone Ortega en su escrito Vitali-dad, alma, espíritu, de 1924. Aunque no secorresponden puntualmente con las de Spengler, vendrí-

an a ser equivalentes. La vitalidad sería la voluntad (cor-poralmente arraigada), el alma sería el sentimiento(emociones y deseos y, por tanto, la excentricidad de lapersona) y, por su parte, el espíritu tendría tanto de pen-samiento como de voluntad. De todos modos, quien con más claridad ha expuesto

esta estructura de la psique europea fue Salvador deMadariaga, en Ingleses, franceses, españoles, de 1929,una auténtica psicología de los pueblos europeos. Sobreel sistema idea –sentimiento– fuerza común a todos, Ma-dariaga perfila el modo característico de darse en cadauno de esos pueblos, lo que funda a la vez la norma mo-ral, la clave de sus emociones y el motor de sus actos.Los sistemas característicos de cada cultura estarían mar-cados por el predominio de uno de esos constitutivos queMadariaga cifra así: para el español sería el honor, pa-ra el ingles el fairplay y para el francés le droit, difícilesde traducir en su sentido cultural. Haciendo abstracciónde las finas especificaciones de Madariaga, se diría queel honor es pasión, el fairplay es acción y le droit espensamiento. La pasión caracterizaría al español másque la acción y el pensamiento, la acción al inglés y elpensamiento al francés. En cuanto al equilibrio indivi-duo/sociedad, la sociedad se subordinaría al individuoen el español, un equilibrio simultáneo se daría en el in-glés y un equilibrio previamente organizado se daría enel francés.

LA PROYECCIÓN DE LA PSIQUE EUROPEA EN AMÉRICALa psique europea se proyecta en América y se reconfi-gura finalmente de dos modos: al modo anglosajón y almodo latino.La psique angloamericana se forma en aras de un im-

perialismo depredador, que va configurando un nuevoimperio con su independencia (equivalente a la Revolu-

DESAFÍOS PARA LA PSICOLOGÍA LATINOAMERICANA

Marino Pérez Álvarez* y Pablo Livacic Rojas***Universidad de Oviedo (España). ** Universidad de las Américas (Chile)

El presente trabajo analiza las características de la psique europea y sus influencias en el desarrollo de la psique angloamericana ylatinoamericana. Este análisis de la psique americana se realiza de acuerdo con la psicología cultural de los pueblos. Se realiza, a suvez, una evaluación de las características de la psique latinoamericana proponiendo desafíos y tareas sobre las bases de una psicolo-gía científica. Finalmente, se establece el quehacer de la Psicología hispanoamericana en su propio contexto cultural.

This paper analyses the characteristics of the European psyche, and its influences on the development of Anglo-American and Latin-American psyches. This analysis of the American psyche is carried out taking into account the cultural psyche of the different countriesinvolved in the study. Within the framework of the scientific psychology, the characteristics of Latin American psyche are assessed, andcurrent challenges and tasks discussed. Finally, the main tasks of Latin American psychology are presented, paying special attention tothe cultural context of the countries.

Correspondencia: Marino Pérez Álvarez. Universidad de Oviedo.Facultad de Psicología. Plaza Feijóo, s/n. 33003 Oviedo. España.E-mail: [email protected]

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ción Francesa) y proceso de modernización, llevando almáximo el legado de la Ilustración por lo que se refierea la razón instrumental e incluyendo el romanticismo quela Modernidad también implicaba. La historia de EEUUimpresiona como un proceso milenario concentrado encuatro siglos, desde los tiempos de los colonos (donde lanecesidad y el puritanismo impedían cualquier lujo), pa-sando por revoluciones, la implantación de la democra-cia en época todavía del antiguo régimen europeo,guerra civil, la industrialización, el crisol de razas, hastatiempos en los que el capitalismo convierte los lujos ennecesidades. La “historia de EEUU es, esencialmente, unrelato de dificultades que se han superado mediante in-teligencia y talento, mediante la fe y la fuerza de volun-tad, gracias al coraje y la persistencia”, dice PaulJohnson (1997/2001) en su historia de la gente norte-americana. Si hubiera que caracterizar en una palabrala psique angloamericana, sin repetir la acción de parti-da, ésta sería probablemente pragmatismo (acción cuyodeporte es el trabajo), respecto del cual se ordenan elsentimiento y el pensamiento.Por su lado, la psique latinoamericana, se forma en aras

de un imperialismo civilizador, fundador de ciudades aimagen de la metropoli, que no sólo no llegaría a ser unimperio sino que el imperio fundador se hundiría en eltrance. Las vicisitudes históricas serían bien otras que lasangloamericanas. Para empezar, el imperialismo españolestaba presidido por la religión católica, con lo que supo-ne de contra-reforma, (manteniendo las estructuras jerár-quicas y la mediaciones sociales), diferente de la reformaprotestante que ‘protestaría’ a la autoridad y aboliría losintermediarios entre los individuos y Dios. En la religiónprotestante, no es ya que el espíritu sople a cada cual, si-no que Dios estaría bíblicamente inscrito en el alma de ca-da uno, ésta es la esencia de la religión estadounidense(Bloom, 1992/1994), que tanto habría de influir en su et-nopsicología (el inconsciente, el crecimiento personal, laautoeficacia, la autoestima, por citar conceptos caros adistintas concepciones psicológicas americanas).Por lo que a España se refiere, en la actualidad, parece

que ha enganchado su vagón al tren europeo, dándoseal menos un estándar de vida a la altura de los tiemposque corren. Tocante a la psicología, está sin duda en elprimer nivel de la psicología europea. Otra cosa es quela psicología académica, en particular, haya importadoen demasía, psicología pre-fabricada, mayormente deorigen anglosajón (ése es el problema que puede tenertambién la psicología latinoamericana).

LA PSIQUE LATINOAMERICANAEn relación con la historia e identidad latinoamericana,ésta tendría sus propias vicisitudes. De acuerdo con elanálisis claro y distinto de Larraín (1996), habría una

primera síntesis cultural, resultante del encuentro origi-nal entre la cultura española y las culturas indígenas(fuertemente influido por la religión católica), con loque implica de autoritarismo político y recelo de la ra-zón científica. Después vendría la crisis de la indepen-dencia y una nueva síntesis cultural, tratando deincorporar el liberalismo y el positivismo reinantes enEuropa. Según escribe Octavio Paz (1974), esta época “inau-

guró la desolación que ha sido nuestra historia desde elsiglo XIX hasta nuestros días”. Esta época, de más decien años de soledad, hará proliferar explicaciones acer-ca del por qué de la desolación. Larraín (1996, 2001)distingue dos, una dada por el movimiento indigenista yel hispanismo y otra, después de la crisis de los años se-tenta, consistente en un indigenismo de tintes postmoder-nos. En su exposición, este autor, desvela y refutaconvincentemente lo que tienen estos movimientos deesencialismo y ceguera histórica, incluyendo la falta devisión al futuro respecto a lo que tiene la historia de pro-yecto y tarea que hacer, de construcción práctica y nomeramente de discursos. Bajo este prisma, pareciera ser que la identidad latino-

americana estaría por definirse en el doble sentido deexplicar cuál es y de llegar a ser la que sea. Algunas ca-racterísticas que compartirían en diferentes grados losdistintos pueblos latinoamericanos en la conformaciónde su psique actual serían:1. Clientismo, tradicionalismo y sociedad civil débil:

Este rasgo se refiere a que las personas para ajus-tarse a las condiciones existentes en la vida socialy laboral lo hacen “por intermedio” de la influen-cia de personas conocidas en distintos ambientes einstituciones, con lo cual, eludirían la aparentenormativa vigente. Este mecanismo surgiría y sereforzaría vinculado a condiciones de percepciónpermanente de no poder modificar el entorno (sín-drome de desesperanza aprendida), transforman-do las constantes frustraciones en fatalismo, dandocuenta de lo que Martín-Baró propone como indo-lencia. Esta caracterización de indolencia no seagota en decir que el latinoamericano sea apático,flojo, perezoso o que no se afecte o conmueva fá-cilmente (que diría el diccionario), sino que impli-ca toda una cal i f icación de ‘ los puebloslatinoamericanos’, como “sumidos en una siestaforzosa, un estado de duermevela que los mantie-ne al margen de su propia historia, sujetos obliga-dos de procesos que otros determinan, sin que lasemiconciencia de su situación le permita crearotra cosa que sobresaltos esporádicos como quiencabecea para no caer totalmente dormido” (Mar-tín-Baró, 1987/1998, p. 75).

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2. Fatalismo, exclusión y solidaridad: El fatalismo lati-noamericano, base de su indolencia, habría queexaminarlo de acuerdo con la triple vertiente de lasideas, los sentimientos y los comportamientos (lapsique occidental), señalándose contenidos tales co-mo la predestinación y el ‘nada qué hacer’ (en lasideas), la resignación y la aceptación (en los senti-mientos) y la pasividad y el presentismo (en loscomportamientos). Los estudios sobre este fatalismo,revisados por Martín-Baró, muestran que es tantouna actitud real de las personas como un estereoti-po que se les atribuye y que ellas mismas asumen.Se trata, pues, de una estructura psíquica “continua-mente causada y reforzada por el funcionamientoopresivo de las estructuras macrosociales” (p. 90).Este fatalismo cumpliría una función adaptativa, psi-cológica, y a la vez una función política, ideológica,como interiorización de la dominación social, loque impide el cambio a costa de la indolencia(Martín-Baró, op. cit). En tal sentido, las personasse sienten marginales y excluidas del orden existen-te, lo que generaría en mayor probabilidad unabúsqueda de contacto y apoyo en los otros miem-bros del grupo social, comportamiento valorado yreforzado por la religión. Es interesante añadir queun cierto fatalismo conservador también se ha en-contrado en la personalidad cultural española (Pele-chano, 1991).

3. Religiosidad: La religión católica mantiene la auto-ridad y las estructuras sociales (familia, parroquia,feligresía, ceremonias), no ya como acto negativode compensar el individualismo y dar muestras deno haber sido abandonado por Dios (en el sorteode la salvación), sino como acto positivo de formarparte de una comunidad ganándose la salvaciónjunto con los otros. Más aún, la contra-reforma ca-tólica reforzaría la forma de vida de la cultura delBarroco, conservadora y dirigida (Maravall,1975), dificultando la Ilustración y consiguiente-mente los procesos modernización. En términosskinnerianos, la diferencia estaría en que la reli-giosidad fortalecería la conducta supersticiosa (re-alismo mágico), en detrimento de la conductaoperante (realismo empírico), lo que haría propi-cia la disconformidad y malestar desarrollado cí-clicamente.

4. El malestar de la cultura: Hay estudios que indicanque, a pesar de los esfuerzos realizados por las di-ferentes políticas gubernamentales y planes de de-sarrollo económico, la gente exhibe altos niveles destress, infelicidad y endeudamiento asociado a con-diciones de polución y congestión en las ciudadesasí como por la delincuencia creciente.

5. Consumismo, ostentación y fascinación por lo ex-tranjero: Debido a la modificación de los sistemasde producción y desarrollo económico adoptado enla sociedad latinoamericana ha existido una mayorapertura al intercambio de bienes. No obstante, elaporte de Latinoamérica ha sido más bien de ex-portación de materias primas e importación de pro-ductos elaborados, instancia que ha propiciado elaumento del consumismo, endeudamiento estatal eindividual, búsqueda de objetos valorados social-mente (con apoyo de los medios de comunicaciónen la elaboración artificial de necesidades), así co-mo una valoración de lo proveniente desde fuera desus fronteras como de mejor calidad y nivel. Esto hatraído entre alguna de sus consecuencias una des-valorización del consumo de productos internos(afectando las industrias nacionales), así como la“aparente mejora en la calidad de vida”. Lo ante-rior repercute además en la cronificación del de-sempleo y el desgaste emocional y social que estoconlleva. Lo que se está viendo en América Latina es que la

imparable modernización se está llevando de unaforma salvaje, donde la economía llega a ser un sis-tema funcional autónomo de la política (Larraín,1996, p. 242), el consumismo consume a la gente(Moulian, 1998) y, en fin, todo está ‘patas arriba’(Galiano, 1998). Se da la circunstancia de estar enla cresta de la ola moderna sin tener el mar de fon-do de la modernidad. Como dice el sociólogo chile-no Fernando Villegas (2002), “el modelo latino noes sino la versión en ritmo de salsa del modelo uni-versal de sociedad que ha superado la etapa tribal,pero sin ingresar aún a la modernidad”. La parado-ja es que se sufre de los problemas propios de la‘cultura postmoderna’ sin haber pasado por la mo-dernidad. La ultraparadoja sería estar en la postmo-dernidad, siendo que es la ideología del capitalismopostindustrial que no se tiene.

6. Mediatización de la cultura y eclecticismo: Uno delos efectos principales que ha tenido la globaliza-ción en los últimos veinte años ha sido el acentuadodesarrollo y expansión de los medios de comunica-ción, lo que ha generado una influencia significati-va en el transformismo permanente de las culturasal verse influenciada permanentemente por hechosque ocurren en culturas y contextos alejados espa-cio-temporalmente.

7. Autoritarismo, pseudodemocracias, legalismo: Elautoritarismo es un comportamiento que se ha man-tenido desde la época colonial. La figura de la auto-ridad se aprecia en diferentes ámbitos de la vidasocial como la acción política (véase la frecuencia

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de gobiernos militares y golpes de similar índole enlos últimos treinta años), la influencia de la iglesia,las fuertes diferencias de clases sociales y el acen-tuado “legalismo administrativo” (que más bien esun lastre burocrático) que lentifica los procesos dedesarrollo y refuerza las conductas indolentes.

Estas contingencias ejercen influencias poderosas en loscírculos de poder económico y político (reducido a esca-sos grupos) dañando la emergencia de nuevos procesosde diversa índole (vida cultural, investigación científicamejora de la enseñanza) y reforzando la pasividadagresiva como un rasgo propio de la psique latinoameri-cana. Por lo hasta aquí expuesto, la psique latinoameri-cana establece la relación del “individuo con el mundo”según una ‘circularidad tautológica’, afín a la moderni-dad barroca, diferente de la ‘circularidad dialéctica’,más propia de la modernidad ilustrada.Los estudios han puesto de relieve otros aspectos diferen-

tes entre la psique latinoamericana (indolente) y la anglo-americana (pragmática), tal como vienen dados por lasdimensiones individualismo/colectivismo, baja/alta evita-ción de la incertidumbre, menor/mayor distancia jerárqui-ca y masculinidad/feminidad (Zubieta et al.,1998), en elsentido siguiente. El latinoamericano en relación con elangloamericano es menos individualista (y por tanto máscohesivo socialmente), tiene alta evitación de la incerti-dumbre (y por tanto poca exposición al riesgo y el ‘con-tacto con las contingencias’), se sitúa a mayor distanciarespecto a la autoridad (y por tanto es más proclive a laconformidad y la obediencia) y en cuanto a masculini-dad/feminidad, entendida como masculinismo (hombrefuerte) y marianismo (mujer sufrida), es más masculino, yentendida como expresión afectiva sería más femenino (detodos modos dándose con más heterogeneidad que en lasdimensiones anteriores). La derivación emocional de estas posiciones conlleva

reglas de autocontrol de las emociones extremas, parti-cularmente, las negativas tales como el enfado, el enojoy el descontento, no fueran a alterar la jerarquía y la co-hesión social, pero también de la afectividad positiva ex-trema, entre tanto suponga falta de deferencia (Zubietaet al., 1998). Fuera de estos extremos, la expresividadafectiva es generosa, incluyendo la frondosidad verbal. En resumen, la psique latinoamericana se caracteriza-

ría por la atenuación de los sentimientos negativos (re-signación y aceptación del sufrimiento) y la facilidadpara la afectividad positiva. En relación con la ‘psiqueespañola’, se diría que la pasión está más domesticada,sin querer decir que el honor (‘el qué dirán’) no sea im-portante. Por lo demás, dicha dinámica auto-contenedo-ra tiene todo lo necesario para la propensión alresentimiento. En cuanto al pensamiento, destacaría elfatalismo, con sus aspectos de predestinación y de ‘nada

que hacer’, dando lugar a una suerte de ‘indefensiónaprendida’. En cuanto a la voluntad, se señalaría la pa-sividad, con su cortejo de presentismo, conducta supers-ticiosa y evitación de la incertidumbre.

EXCURSO SOBRE CULTURA DE LA CULPA Y LAVERGÜENZAAunque la culpa y la vergüenza no son tópicos especial-mente estudiados a propósito de la psicología latinoa-mericana, han dado juego para comparar culturasindividualistas y colectivistas, en particular, la angloame-ricana y la japonesa. Así, se ha llegado a hablar de cul-turas de la culpa y de la vergüenza, a partir del célebreestudio de los patrones de la cultura japonesa de RuthBenedict (1946/1974). La cultura angloamericana, víaindividualismo protestante, sería de la culpa y la japone-sa, vía colectivismo tao-budista, sería de la vergüenza.Por lo que toca a Latinoamérica, se alinearía con el co-lectivismo japonés y, en este sentido, sería más bien unacultura de la vergüenza. Su tradición católica no desdice esta condición, a pesar

de la sempiterna culpa que dicha religión mete en el cuer-po. Pero, en relación con la protestante, la religión católi-ca conlleva más vergüenza, precisamente, por mantenerlos vínculos sociales y las ceremonias públicas (al fin y alcabo la confesión limpia la culpa, mientras que la ver-güenza la da la presencia de los otros). No es, obviamen-te, que la cultura angloamericana esté exenta de lavergüenza, habida cuenta, por demás, que la vergüenzaes constitutiva del ser-social, sino que conlleva más culpa(que la japonesa y quizá que la latina). En todo caso, lavergüenza está más presente en culturas donde es más im-portante estar con los otros que ser mejor que ellos. Lacuestión es que la cultura japonesa valora la competitivi-dad tan altamente como la angloamericana (en esto dife-rente a la indolencia latinoamericana). Ahora bien, la competitividad del japonés tiene como

referencia estar alineado con los otros, sin quedar atrás,mientras que la norteamericana la tiene en ser mejor quelos otros, dejándoles atrás. En esta línea, el miedo del ja-ponés es la inadecuación al grupo, temiendo el despre-cio, mientras que el del norteamericano sería el quedaratrás sin sobresalir del grupo, temiendo la dependencia(Creighton, 1990). En este sentido, quitando la competi-tividad y poniendo en su lugar el conservadurismo, setiene un patrón relativamente afín a la forma de vida la-tina, hispanoamericana (vía del catolicismo barroco). Deahí la importancia latino española del honor (como lotiene también para el japonés). Aparte de esta diferencialatino-japonesa, relativa a la competitividad, se ha deañadir que la cohesión colectivista del japonés es mássólida que la del latinoamericano, a juzgar por el ‘des-marque’ del grupo de aquellos latinoamericanos que

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han logrado un notable éxito (Lomnitz, 2001). De todosmodos, el punto está en señalar que la vergüenza esprobablemente más relevante que la culpa en la culturalatinoamericana (al contrario de la angloamericana).

TAREAS Y DESAFÍOS PARA LA PSICOLOGÍALATINOAMERICANALa tarea para la psicología latinoamericana es plural ymás que laboriosos trabajos comporta desafíos. Tales ta-reas tendrían este horizonte: 1. Remover la voluntad y romper el fatalismo cara a la

superación de la indolencia: A este respecto, Mar-tín-Baró (1986/1998) propone a) la recuperaciónde la memoria histórica, que incluiría rescatar loque ha funcionado en el pasado y el ‘orgullo depertenecer a un pueblo’, a lo que se añadiría lapromoción de una identidad más sobre un proyectode futuro que sobre el pasado, b) la desideologiza-ción de la experiencia cotidiana, desenmascarandoel sentido común enajenado, aquél que impide verlos obstáculos objetivos, asumidos como factoressubjetivos (‘cultura de la pobreza’, ‘indefensiónaprendida’, ‘fatalismo’ y, en fin, la misma indolen-cia), y c) la potenciación de las virtudes del pueblo(solidaridad con el sufrimiento, capacidad de sacri-ficio, pregnancia para lo nuevo, docilidad, espíriturevolucionario) así como el llamado ‘capital social’.Ahora bien, no se ha de pensar que la psicologíatiene ‘trucos’ para cambiar el mundo sin esfuerzo(fuera haciendo viajes interiores, profiriendo pensa-mientos positivos o narrando cuentos).

2. Desarrollar programas de intervención psicosocial apartir de las necesidades emergentes en los distintospaíses: Esto supone definir problemas, establecerobjetivos y evaluar los resultados, cuya evaluaciónha de estar de acuerdo con los rigores de la meto-dología científica e investigaciones actualizadas. Laproducción científica realizada en América latinarepresenta menos del 2% de la que se realiza en elmundo entero (Manzi 2001), además de que mu-chas de las investigaciones realizadas con diferen-tes fondos económicos no siempre ven la luz en unapublicación científica o en un registro escrito queexhiba resultados de lo realizado para favorecer lasacciones futuras y no caer en el hacer por hacer.

Las tareas señaladas suponen ya un buen desafío, perocaben todavía desafíos intrínsecos a la propia naturale-za de la psicología. A este respecto, se señalarían dos:la apuesta por una psicología científica asentada en lapsicología cultural de los pueblos y la reivindicación deuna función crítica por parte de la psicología.El primero implica asumir ciertos estándares científicos

que definen el campo de la Psicología (Pérez Álvarez,

2002), sin incurrir en camelos postmodernos (Pérez Ál-varez, 2001). Dentro de ello figura compatibilizar la ra-zón instrumental (que es lo mejor de la modernidad) conla razón comunicativa (que es lo mejor de la ‘cultura ba-rroca’ latinoamericana). Esto supone no importar cual-quier cosa, a lo que son tan dados los latinoamericanos(y los españoles). A este respecto, es de señalar un estu-dio llevado en Puerto Rico en el que, concretamente, lapsicoterapia interpersonal se mostró superior a la tera-pia cognitiva de la depresión (Beck), sobre ser ambaseficaces, lo que sus autores interpretan en términos de lacompatibilidad cultural (Roselló & Bernal, 1999). En ge-neral, se recomendaría toda psicología decididamenteorientada al cambio de condiciones contextuales, al es-tablecimiento de relaciones conductas-consecuencias y ala promoción de sujetos operantes. Importar menos su-pone “crear más conocimiento científico justo y adecua-do a nuestro modo de ser”, como ha advertidoPelechano (1991) a propósito de la personalidad cultu-ral española científicamente estudiada.El segundo desafío sería reclamar una función crítica

de la Psicología, tanto de sí misma cuando tienda a psi-cologizar los problemas sociales, como de las institucio-nes sociales, de las que dependen dichos problemas. Entérminos de la psicología de la liberación, se trataríatanto de librarse de una psicología como de librarse dela opresión por medio de otra (Martín-Baró,1986/1998). En todo caso, se trataría de una psicolo-gía científica más interesada en la propia psicología delos pueblos que lo está la psicología académica al uso.En este sentido, además de los programas de interven-ción psicosocial, la psicología académica (científica) de-bería adoptar la ‘perspectiva del pueblo’ (de la cultura)en orden a definir su propia psicología, problemas, ob-jetivos, estrategias y maneras de reobrar sobre ella, da-das sus inevitables modulaciones. Mejor este horizonteque el usual de jugar a replicar cosas conocidas en elnorte, ver qué variables ‘latinas’ inciden en fenómenosconocidos, averiguar qué factores tiene tal cuestionario(que alguno tendrá), adoptar clasificaciones psicopatoló-gicas estándar que, en efecto, estandariza los problemasy, en fin, jugar al cientifismo. Con todo esto se demues-tra que los psicólogos latinos son tan capaces como losangloamericanos que, por supuesto, lo son pero, apartede a su curriculum, no habrían aportado gran cosa a lapsicología de América Latina. La objetividad del conoci-miento no está tanto en la estandarización de los conte-nidos cuanto en la utilización de las formas científicas deobtenerlo.Como diría Skinner, escogemos “el camino equivocado

desde el principio cuando suponemos que nuestra metaes cambiar ‘la mente y el corazón de los hombres y mu-jeres’, en lugar del mundo en el que viven” (Skinner,

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1977/1981), algo que podrían haber dicho perfecta-mente Paulo Freire, Ignacio Martín-Baró o Maritza Mon-tero, por no decir Rubén Ardila o Emilio Ribes.

POR UNA PSICOLOGÍA EN EL CONTEXTO DE LACULTURA HISPANOAMERICANA Una última idea, pero de primer orden, sería la reivindi-cación de la afinidad entre la psicología latinoamerica-na y la española, no sólo ya por el entronque común,sino también porque la psicología española, aun contan-do con una mayor institucionalización (y ciertamente delas mejores de Europa), todavía anda por las ramas encuanto al respeto por parte de la psicología académicade su propia psicología cultural, con ese afán cientifistamimético, confundiendo la psicología científica con laamerican etnopsychology. Un problema común es el yaseñalado de la importación, al que se agrega el corres-pondiente de la exportación. Consiste éste en el afán depublicar en inglés, en las revistas científicas más presti-giosas, los mejores trabajos de la psicología española,lo que significa dos cosas. Una, que aun siendo trabajosbien hechos y con gran esfuerzo, su aportación no es amenudo más que la de una gota de agua al mar. De to-dos modos, no hay caso contra esto, como no sea lo quetenga que ver con la segunda cosa. La segunda cosa esla carencia de un espacio latinoamericano de prestigiopara la difusión de la mejor psicología, cuando se dis-pone de una lengua sobradamente internacional y, loque es más importante, cuando semejante espacio cum-pliría a los efectos de una psicología cultural sin dejar deatenerse a los estándares científicos (pero sin la estanda-rización de los contenidos psicológicos). Nunca se enten-dería como un compartimento estando, el mundo no vapor ahí, pero tampoco sería una globalización psicológi-ca, que por ahí sí va el mundo (Pérez Álvarez, 2002)Un primer paso empezaría por la disposición de una ba-

se de datos de la producción científica en español, la cla-sificación de las revistas de acuerdo con determinadoscriterios de calidad y, muy importante, porque son propia-mente las ‘contingencias de reforzamiento’, su utilizaciónpara la valoración de la calidad científica de sus autorescuando fuera necesario. La psicología latinoamericana (deAmérica Latina y de España) ganaría mucho de saberaprovechar esta afinidad, naturalmente, sin perder de ga-nar más allá de Río Bravo y de los Pirineos.

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DESAFÍOS PARA LA PSICOLOGÍA LATINOAMERICANA