DERECHO VIEJO.74 enero 2008

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“Derecho Viejo” Página 1 “DERECHO VIEJO” a la evolución destino de hombre Año 7 Nº 74 Un periódico para leer Enero 2008 “GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE) Lejos del mundo. Cerca de los hombres La plenitud se encuentra en el aquí y el ahora: está oculta. La visión beatífica es la experiencia de nacer y morir como proceso de la vida divina (respiración de Dios). Willigis Jäger Unicamente si desaparece lo múltiple, es decir el mundo del yo, podrá alzarse la plenitud que somos en nuestro ser esencial K. G. Dürckheim Estar en el Padre en Espíritu y en Verdad “Orar no es hablar a Dios, sino oir cómo Dios me habla. Orar no es suplicar a Dios, sino recibir lo que Él quiera darme. Orar no es ser escuchado por Dios, sino escuchar cómo Dios me ora. Orar no es pedir perdón a Dios, sino abrirme a lo que Él me propone. Orar no es ofrecerme a Dios., sino acogerlo a Él en la ofrenda que Él me hace de Sí. Orar es morir y resucitar”. L. Évely Nos cuesta ejercer el Ser. Nos resulta difícil, por poco frecuentado, realizar el simple hecho de Ser. La mente nos deslumbra con cosas urgentes e impactantes, fundamentalmente con lo diverso. El Ser es monotemático. Al principio aburre. Nos cuesta creer que el Uno es más que el dos. Nada desconcierta más que saber y ser. La mente nos lleva por un torbellino de ansiedades e impaciencias, experiencias nuevas, pero siempre inevitablemente frustrantes. El Ser observa y espera su turno. El que construye sobre el Hijo, construye sobre la roca. El medio más seguro de adherirnos a esa roca es aferrarnos a la cruz, y ser clavados con Cristo en la cruz. Al aferrarnos a Él, que es piedra viva, también nosotros nos haremos piedras vivas La transición de lo personal a lo universal no implica una pérdida de identidad, sino, más bien, una mayor individualidad; tal como el hombre lo entiende, la personalidad está llena de limitaciones. Si los discípulos hubieran conservado a Jesús de Nazareth, no habrían accedido al Cristo de Dios. “Les conviene que yo me vaya...” Primero se experimenta lo trascendente; luego se decide la búsqueda; somos consolados y preparados para iniciar el camino. Tendremos que superar un período de dudas, para llegar a la conclusión y aceptación de la muerte (vaciarnos, desapegarnos); en la medida en que nos vaciamos, nos vamos transformando (resurrección). Si la espiritualidad es sana, siempre nos remitirá a la comunidad espiritual; y de allí nos proyectaremos a la comunidad de superficie. La unión de los opuestos es imprescindible para poder llegar a unificar en la experiencia el concepto: “verdadero Dios y verdadero hombre”. ¿Yo también quiero abandonarlo?

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“Derecho Viejo” Página 1

“DERECHO VIEJO”a la evolución destino de hombre

Año 7 Nº 74 Un periódico para leer Enero 2008

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

Lejos del mundo. Cerca de los hombres

La plenitud seencuentra en el aquí

y el ahora: está oculta.La visión beatífica es

la experiencia denacer y morir comoproceso de la vidadivina (respiración

de Dios).Willigis Jäger

Unicamente sidesaparece lo

múltiple, es decirel mundo del yo,podrá alzarse la

plenitud quesomos en nuestro

ser esencial

K. G. Dürckheim

Estar en el Padre en Espíritu y en Verdad

“Orar no es hablar a Dios,sino oir cómo Dios me habla.

Orar no es suplicar a Dios,sino recibir lo que Él quiera darme.

Orar no es ser escuchado por Dios,sino escuchar cómo Dios me ora.

Orar no es pedir perdón a Dios,sino abrirme a lo que Él me propone.

Orar no es ofrecerme a Dios.,sino acogerlo a Él en la ofrendaque Él me hace de Sí.

Orar es morir y resucitar”.L. Évely

Nos cuesta ejercer el Ser. Nos resulta difícil, por poco frecuentado, realizar el simplehecho de Ser. La mente nos deslumbra con cosas urgentes e impactantes,

fundamentalmente con lo diverso. El Ser es monotemático. Al principio aburre.Nos cuesta creer que el Uno es más que el dos.

Nada desconcierta más que saber y ser. La mente nos lleva por un torbellino deansiedades e impaciencias, experiencias nuevas,

pero siempre inevitablemente frustrantes.El Ser observa y espera su turno.

El que construye sobre el Hijo, construyesobre la roca. El medio más seguro de

adherirnos a esa roca es aferrarnos a lacruz, y ser clavados con Cristo en la cruz.

Al aferrarnos a Él, que es piedra viva,también nosotros nos haremos

piedras vivas

La transición de lo personal a lo universalno implica una pérdida de identidad, sino,

más bien, una mayor individualidad;tal como el hombre lo entiende, la

personalidad está llena de limitaciones.Si los discípulos hubieran conservado a

Jesús de Nazareth, no habríanaccedido al Cristo de Dios.

“Les conviene que yo me vaya...”

Primero se experimenta lo trascendente; luego se decide la búsqueda;somos consolados y preparados para iniciar el camino. Tendremos que superar unperíodo de dudas, para llegar a la conclusión y aceptación de la muerte (vaciarnos,

desapegarnos); en la medida en que nos vaciamos, nos vamos transformando(resurrección). Si la espiritualidad es sana, siempre nos remitirá a la comunidad

espiritual; y de allí nos proyectaremos a la comunidad de superficie.

La unión de los opuestos es imprescindiblepara poder llegar a unificar en la

experiencia el concepto:“verdadero Dios

y verdadero hombre”.

¿Yo también quiero abandonarlo?

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“Derecho Viejo”Página 2 Pensamiento

EDITORIAL

Escribe: Camilo Guerra

Los sentidos exteriores confirmanla separatividad

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Siempre con nosotros:Salomón KrigunEzio Lavarino

El rastreo, descubrimiento e incorporación conscientede la Providencia en nuestra vida espiritual, es una batalladeterminante. El ego nos programó ocultándonos el podery la existencia de la Providencia. Nos colocó los becerrosde oro de la suerte, del destino, de la casualidad, de lagenética, de lo paranormal; todos ídolos que nos llevabanindefectiblemente a sentirnos totalmente en manos de unazar indolente. Esta programación nos hacía esperar siem-pre y en cualquier momento un cachetazo porque sí, por-que se dio así; o también nos hacía sacar a último momentoun as de la manga que nos transformaba en triunfadoressin méritos y sin esfuerzo. ¡Cuánto tiempo navegamos enagua de nuestra propia bañera, pensando que estábamosen un mar desconocido, cuyas olas nos iban a hacer nau-fragar o por el contrario nos iban a llevar a costas exóticas,en las cuales nos recibirían nativos deseosos de agasajar-nos. Hemos confundido la imaginación, que es legítima, conla fantasía que es un producto ilegítimo, nacido en una mentecuriosa pero no interesada.

Parece que una de las leyes primeras es que todos “so-mos uno”; esto es fácil de decir pero difícil de experimen-tar. La ilusión de separatividad es la fuerza más importanteque tiene el ego. Es el argumento falso sobre el cual seapoya todo el andamiaje del ego. Contra la muralla quecrea esta ilusión se crean los intentos del yo profundo, de loesencial, tendientes a que vivamos la unidad. El secretomístico más importante de todos los tiempos y lugares esque solamente existe un Ser (Dios). Dios no es un Ser,sino que es El Ser; y nosotros somos manifestaciones delSer, como si dijéramos rayos de ese sol. Los sentidos sehan convertido en servidores del ego y sus informacionesnos confirman en la ilusión de separatividad (yo veo otro

hombre, que no soy yo). Si cerramos los ojos sería un pocomás fácil aceptar que todos somos uno. La solución es des-pertar los sentidos internos que son leales al yo profundo ynos darán la información correcta.

La identificación con la mente es nuestra tragedia. Lamente nos manda invariablemente al pasado y al futuro,evitando el presente. Si yo me identifico con la mente, queme pasea de lo que fue a lo que puede ser, pasaré mi vidaen aprontes y partidas: el miedo por lo que me pueda ocurriry la sensación de culpa por lo que ocurrió me mantendránocupado, y mi vida se deslizará inevitablemente sin poderllegar a la profundidad del Ser. Un pasado sin perdón y unfuturo sin Providencia ocuparán mi existencia, y mi vidaserá una parodia de lo que debería haber sido.

Existe un plano de conciencia que compartimos y en elcual logramos la unidad. Vivimos en un mundo hipnotizadoque considera al dos mayor que al uno. La única forma deadelantar en esa concienciación es mejorar cada uno en lamedida de sus posibilidades (que son infinitas), formamosparte de una sola conciencia, lo entendamos o no lo enten-damos. Todos los intentos han quedado en intentos porqueel ego copó todas las posibles revoluciones. Sólo una esfactible y es la que duerme dentro de cada uno. “El Reinoestá en el interior de cada uno”.

“Por como me percibo a vivir una auténtica expe-riencia del Ser, me siento separado de Él, y sin embar-go, comprometido y protegido por Él. Me siento fuerade mí mismo, y sin embargo en mí mismo como nuncaantes. Ese fuera del cual yo estoy y ese en el que estoyen tales momentos, no son idénticos. Pero los dos coin-ciden en mí y en todo”

K. G. Dürckheim

Mis hermanoslos pájaros

Cuando me despierto por la madruga-da, no me levanto enseguida; comienzopor oír la voz de la naturaleza y de la vida.Sobre todo me gusta disfrutar escuchan-do el lenguaje de los pájaros. Por allí es-cucho uno que canta simplemente expre-sando su alegría de existir y de ser. Cantaporque es feliz de vivir y de percibir laenergía divina que lo recorre. Observo quela misma energía divina me recorre a míen cada célula de mi cuerpo y yo tambiénme contagio de la felicidad que emana desu canto. Más lejos siento a una madreque llama a su pichón, igual a como nues-tras madres nos llamaban para alertarnossobre posibles peligros.

Pero... también oigo a dos pájaros dis-cutiendo acaloradamente, me diviertocomparándolo con los seres humanos quediscuten y discuten... solamente para gas-tar energías.

Más cerca, dos enamorados pían ensu vuelo revoltoso y magnético; y se dis-tingue claramente el canto dulce y melan-cólico del solitario que llama a su amadaque ya no está, pero que es, igual a aque-llos trovadores románticos que alguna vezhubieron.

Mis hermanos pájaros me enseñan aser simplemente feliz. Dios provee a to-das sus necesidades, puesto que viven enarmonía con todo cuanto les rodea. Delmismo modo proveería también a todaslas nuestras, si sencillamente le dejáramoshacer; si no lo interfiriéramos... si nues-tra vida fuera simple... si sólo fuésemosespontáneos y alegres como mis herma-nos los pájaros...

Extraído de Soliloquios metafísicos

Por Noemí del Vecchio

TandilCobla Electricidad -Av. Del Valle esq. Lisandro de la Torre

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“Derecho Viejo” Página 3

La mera capacidad de elegir entre elbien y el mal es el límite más bajo de lalibertad, y lo único que hay de libre enello es el hecho de que aún podemosescoger el bien.

En la medida en que somos librespara escoger el mal, no somos libres.Una mala elección destruye la libertad.

No podemos jamás elegir el mal comomal, sino sólo como un bien aparente.Pero cuando decidimos hacer algo quenos parece bueno, pero que en realidadno lo es, estamos haciendo algo que real-mente no queremos hacer y, por tanto,no somos verdaderamente libres.

La perfecta libertad espiritual es laincapacidad total de hacer una mala elec-ción. Cuando todo lo que deseamos esverdaderamente bueno, y toda elecciónno sólo aspira a ese bien, sino que loalcanza, entonces somos libres, porquehacemos todo lo que queremos, y cadaacto de nuestra voluntad acaba en unaperfecta consumación.

La libertad, por consiguiente, noconsiste en un equilibrio entre eleccio-nes buenas y malas, sino en amar yaceptar perfectamente lo que es real-mente bueno y odiar y rechazar per-fectamente lo que es malo, de modoque todo cuanto hacemos es bueno ynos hace felices, y rechazamos, nega-mos y hacemos caso omiso de todaposibilidad que pudiera llevarnos a lainfelicidad, el autoengaño y el sufri-miento. Sólo es de verdad libre quienha rechazado todo mal de un modo tancompleto que es incapaz de desearlo.

Dios, en Quien no existe absoluta-mente ninguna sombra ni posibilidad demal o de pecado, es infinitamente libre.De hecho, es la Libertad.

Sólo Su voluntad es indefectible.Cualquier otra libertad puede fallar y des-truirse por una elección errónea. Todalibertad verdadera viene a nosotros comoun don sobrenatural de Dios, como unaparticipación en Su Libertad esencial porel Amor que infunde en nuestras almas,uniéndolas con Él primero en un con-sentimiento perfecto y, después, en unaunión transformadora de voluntades.

La otra libertad, la pretendida liber-tad de nuestra naturaleza, es decir, laindiferencia con respecto a las elec-ciones buenas y malas, no es más queuna capacidad, una posibilidad queespera ser transformada en realidad porla gracia, la voluntad y el amor sobre-natural de Dios.

Todo bien, toda perfección y todafelicidad se encuentran en la voluntadde Dios, que es infinitamente buena,perfecta y bienaventurada. Dado quela verdadera libertad significa la facul-tad de desear y escoger siempre, sinerror ni defecto, lo que es realmentebueno, entonces la libertad sólo sepuede encontrar en una unión y unasumisión perfectas a la voluntad deDios. Si nuestra voluntad sigue a laSuya, alcanzará el mismo fin, reposa-rá en la misma paz y estará llena de Sumisma felicidad infinita.

Así pues, la definición más sencillade libertad es “la facultad de hacer lavoluntad de Dios”. Tener la capacidadde resistirse a Su voluntad es no ser li-bre. En el pecado no hay verdadera li-bertad.

Hay ciertos bienes en lo que rodea elpecado: en los pecados de la carne exis-ten, por ejemplo, los placeres de la car-ne. Pero estos placeres no son malos.Son buenos, son queridos por Dios; in-cluso cuando alguien disfruta de ellosde una manera que no corresponde a lavoluntad de Dios, Él quiere todavía quese sientan esos goces. Pero, aun cuan-do los placeres en sí son buenos, es ladirección de la voluntad que los buscaen circunstancias contrarias a la volun-tad de Dios la que se hace mala. Y comoesta dirección de la voluntad es mala,no puede lograr el objetivo que pretendey, por consiguiente, fracasa. En defini-tiva, podemos afirmar que no hay feli-cidad en ningún acto de pecado.

¡Insensatos! ¡Hemos hecho en rea-lidad lo que no queríamos hacer! Diosnos ha dejado el placer, porque el pla-cer forma también parte de su volun-tad, pero hemos olvidado la felicidadque Él quería darnos con el placer, otal vez la dicha mayor que Él nos te-nía destinada sin el placer, más allá ypor encima de él.

Nos hemos comido la cáscara y he-mos tirado la naranja. Hemos guardadoel papel, que no era nada más que unaenvoltura, y hemos tirado el estuche conel anillo y el diamante.

Y ahora que el placer –que siempretiene un fin– se ha acabado, no nos quedanada de la felicidad que nos habría enri-quecido para siempre. Si hubiéramos to-mado (o rechazado) el placer como Diosquería, para nuestra felicidad, tendría-mos todavía el placer al mismo tiempoque nuestra felicidad; estaría siemprecon nosotros y nos acompañaría a to-das partes por voluntad de Dios. Por-que es imposible que una persona cuer-da lamente seriamente un acto ejecuta-do de manera consciente en unión conla voluntad de Dios.

Así pues, la libertad es un talentodado por Dios, un instrumento de tra-bajo. Es la herramienta con que cons-truimos nuestra vida, nuestra felicidad.No debemos sacrificar jamás nuestraverdadera libertad, porque si la sacrifi-camos, renunciamos al mismo Dios.Sólo hay que sacrificar la falsa esponta-neidad del capricho, la pseudo-libertaddel pecado. Tenemos que defender nues-tra verdadera libertad con la vida mis-ma, ya que es el elemento más preciosode nuestro ser. Es ella la que nos hacePersonas, constituidas a imagen deDios. La Iglesia, sociedad sobrenatural,tiene como una de sus principales fun-ciones la de preservar nuestra libertadespiritual como hijos de Dios. ¡Qué po-cos lo comprenden!

Extraído de “Nuevas semillasde contemplación”

¿Qué es la libertad?

PorThomas Merton

Para muchos, la palabra “conciencia”tiene una connotación de juez o fiscal acu-sador.

Conciencia es la capacidad que somosde ver, conocer y comprender.

Un acto no consciente no es un actohumano.

La acción propia de la conciencia es laatención, la observación.

Observar lo que pasa en mí y alrede-dor de mí. Ver y comprender que el quemira y observa es lo mirado y observado.

Si nos miramos y observamos conatención, nos daremos cuenta de que nohay dualidad de sujeto que observa y ob-jeto observado, sino que es uno solo.

Si nuestra mirada se mantiene fija ysilenciosa, llegaremos a darnos cuenta deque va desapareciendo tanto el sujeto quemira como lo mirado y queda solamentela mirada, la observación, la conciencia.

Eso somos: Conciencia, observación,atención.

La conciencia crea el mundo que co-nocemos. Mi mundo, el mundo que yoconozco, queda reducido a mi concien-cia. Sin ella, ese mundo mío es nada.

No hay nada de mi mundo fuera de miconciencia.

Yo soy conciencia.Yo soy yo, en tanto y en cuanto soy

consciente de mí o al menos, en cuanto tengola capacidad de ser consciente de mí.

El drama humano consiste en que lamayoría de los hombres son concienciasinconscientes de sí mismas.

Quien es consciente de lo que le ro-

dea, pero no es consciente de sí, es unser sin solidez, sin arraigo, sin orientacióndefinida, sin rumbo, sin norte.

Así entendemos perfectamente la en-señanza de Diógenes. Salió en pleno día ala plaza pública con una linterna encendi-da, buscando algo. Cuando le pregunta-ban qué buscaba él respondía: “Busco unhombre”. “¿Cómo un hombre? ¿Acaso noestá la plaza llena de hombres?”. “No”,respondía el sabio, “no veo ningún hom-bre consciente de sí mismo. Todos esosque caminan por la plaza no saben quié-nes son”.

Si no entendemos y no tenemos clarocuál es el sentido de la conciencia ¿cómopodemos saber qué hacemos, para quéestamos aquí y cuál es nuestro trabajo?

Busca la verdad de ti, en tu concien-cia. Céntrate en ella por la meditación.

Los libros te ayudarán, te señalarán elcamino. Pero solamente centrado en tuconciencia hallarás la luz de la verdad y lapaz de la armonía.

No busques la luna en el charco deagua, sino en el cielo.

La conciencia no es la mente. Esta sóloes instrumento de aquella. Has de ir des-haciendo la maraña de tu mente, para cen-trarte en el foco de tu conciencia.

Tú eres tu conciencia, pero ella es par-ticipación de la Conciencia Suprema.

Nadie es malo en su conciencia, porlo cual tampoco es responsable de sumaldad, directamente. Pero sí lo es indi-rectamente, por su inconsciencia.

No hay que insistir tanto en que laspersonas sean buenas sino en que seanconscientes. El mal reside siempre en lainconsciencia. Quien sea consciente de sí,jamás obrará mal.

¿Qué significa la conciencia?Por Darío Lostado

Nuestro miedo más profundo no es ser ineptos...Nuestro miedo más profundo es ser poderosos sin medi-da...No es la oscuridad lo que nos asusta, sino la Luz...Nos preguntamos ¿quién soy yo para ser brillante, encan-tador, talentoso, fantástico?Es al revés ¿Quién soy yo para no serlo?Somos hijos de Dios, al fingirnos poca cosa no servimosal mundo.No hay iluminación en el reducirnos a tal punto que otrosse sientan inseguros junto a nosotros.Nacimos para hacer manifiesta la Gloria de Dios que exis-te dentro de Nosotros.

No sólo en algunos. En todos.Cuando nos permitimos que nuestra luz brille, inconscientemente autorizamosa otros a hacer lo mismo.Cuando nos liberamos de nuestro propio miedo, nuestra presencia liberaautomáticamente a otros.

En su discurso de asunción a la presidencia de Sud Africa 1994

Nuestro miedo más profundo

Nelson Mandela

Adentro... adentro

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“Derecho Viejo”Página 4

Nos estamos refiriendo concretamen-te a la posibilidad del sacerdocio de lasmujeres. Esta cuestión permaneció casi deltodo dormida durante numerosas centu-rias, para despertarse con marcado dina-mismo en la segunda mitad del siglo XX.

En esa oportunidad, se suscitó acercade tan importante tema una fuerte corrientede investigación, que continúa activa, enel campo psicológico, filosófico, históri-co y, sobre todo, en el teológico y bíblico.

En las últimas tres décadas, y en lo queva de la actual, se han publicado variadosestudios cuya conclusión final coincide enafirmar que en la Tradición y en las Escri-turas no existen razones válidas para im-pedir el acceso de las mujeres al sacra-mento del orden sagrado.

Más aún, no faltan motivos para ase-verar la conveniencia (por no decir la ne-cesidad) de que mujeres investidas delsacerdocio se desempeñen –a la par de losministros varones– en la urgente tarea deevangelizar nuestro mundo cada vez máspaganizado.

Así fue justamente en el primer siglodel cristianismo, cuando los apóstoles –entre los cuales también se alistaban mu-jeres con idénticos roles– comenzaron bajola especial asistencia del Espíritu Santo laincreíble misión de transformar una so-ciedad, dominada por ideas aberrantes ycostumbres relajadas, en otra muy dife-rente, regida por la doctrina del evangelio.

En ese período estaba aún fresco elrecuerdo del divino fundador de la Igle-sia y seguían resonando los ecos de susenseñanzas, recomendaciones y de-seos… Entonces, sin embargo, no setuvo ningún reparo –en cuanto al géneroo sexo– en la designación de los sagra-dos ministros que se encargaban de im-plantar y dirigir los núcleos cristianos enlos diversos países. Trabajaban conjun-tamente varones y mujeres, sin ningunadiscriminación, en total fidelidad al pen-samiento y a la praxis habitual de Cristo.

Pero este ordenamiento establecido enla Iglesia primitiva –por el cual los sagra-dos cargos eran compartidos por ambosgéneros– sufrió hacia finales del segundosiglo un lamentable quiebre, y las mujeresfueron desapareciendo de las filas de losministros jerárquicos. Evidente resultadode una decisión “humana”, tomada sinduda por varones. Decisión relativamentefácil en una cultura social que era pocopropicia a la intervención femenina en es-pacios públicos de poder y responsabili-dad. Mentalidad que se mantiene todavíaarraigada en algunos estamentos eclesiales.

Después de aquel suceso, con el co-rrer de los siglos, se fue afianzando la pre-sunción de que las mujeres habían sidoexcluidas del orden sacerdotal por unadecisión divina… A lo cual contribuyó engran medida, la deficiente y anacrónicainterpretación del relato evangélico de lainstitución de los “Doce” (cfr. Marcos 3,13-19 y lugares paralelos). Al interpretarese pasaje, para nada se tuvo en cuenta sucarácter predominantemente alegórico ysimbólico, lo cual acarreó en lo sucesivouna secuela de confusiones e incluso me-didas de signo negativo.

En la actualidad, comienza a vislum-brarse un atisbo de esperanza de que serevierta, con la ayuda de Dios, esa anó-mala situación respecto del género feme-nino, y pueda ser restablecida en nuestra

querida Iglesia la plena colaboración dehombres y mujeres en todos los nivelesdel ministerio apostólico. Los fieles y elmundo lo agradecerán.

Pero abordemos ya el preciso objetivode esta sencilla exposición. Desde hacetiempo han sido elaboradas y publicadaspor competentes investigadores cristianos,de nuestro país y del extranjero, las sóli-das argumentaciones a favor de la tesisen cuestión. En general, es poco lo quepuede agregarse. Con todo, recogemosen las líneas siguientes algunas reflexio-nes –a modo de inadvertidas migajas–que pueden contribuir en cierta medidacon el fuerte valor probatorio de los ar-gumentos que esgrimen los autores an-tes aludidos, y que hemos tenido opor-tunidad de exponer en otras publicacio-nes.

Ahora reflexionemos acerca de sen-das situaciones del matrimonio y delbautismo, como también sobre el con-cepto del sacerdocio común de los fie-les. Se trata de tres sugerentes temas,que la Iglesia Católica ha avalado siem-pre, a la luz de una doctrina tradicional,abierta y positiva. Pues bien, con taldoctrina no concuerdan cómodamentelos documentos de las últimas décadasque insisten en excluir a las mujeres delsacramento del orden.

Y lo curioso del caso consiste en queellas no son rechazadas –por lo menosde manera declarada y franca– en razón detal o cual característica psicológica que su-puestamente puede atribuírseles, sino por elúnico motivo de ser mujeres… ¡Como si,para los efectos del orden sagrado, pertene-cieran a otra especie de seres!).

Pero prosigamos con nuestro esfuer-zo investigativo.

a) Consideración acerca del matrimo-nio. En la doctrina común y corriente deeste sacramento se dan ciertas particula-ridades que coadyuvan a poner en tela dejuicio los documentos que acabamos demencionar. En efecto, sobre la base de queel matrimonio entre dos cristianos es con-traído esencialmente por el recíproco con-sentimiento que el hombre y la mujer seotorgan al formalizarlo, se deduce queambos contrayentes se administran mu-tuamente el sacramento del matrimonio.Ellos son los verdaderos ministros, mien-tras que el sacerdote que preside la cele-bración litúrgica es sólo un testigo, aun-que necesario por disciplina eclesiástica.

Y aquí nos encontramos frente a la fi-gura de la mujer como ministro de un sa-cramento, en colaboración con su consor-te… Si una mujer puede ser causa eficientede esa realidad sobrenatural que es el sa-cramento del matrimonio (aunque se tratedel suyo propio), ¿resulta fácilmente com-prensible que –por ser mujer– se le nieguerotundamente toda capacidad receptivapara ser investida del sacramento del or-den sagrado?...

El mismo Dios es autor tanto de lamujer como del matrimonio. Él ha hechoque ella sea como es, y, por otra parte,que este sacramento se componga de unadeterminada estructura. Ahora bien, si ladoctrina de la Iglesia –interpretando esasrealidades– enseña que la mujer adminis-tra (=es ministro de) su propio matrimo-nio, ¿quién puede entender que –soslayan-do este significativo antecedente– se afir-me de modo tan absoluto la incapacidad

de la mujer para recibir y ejercer el ordensagrado? Estas dos actitudes avanzan conbastante claridad en dirección contraria…

b) Reflexionando sobre el bautismo. Encaso de necesidad, cualquier persona conuso de razón (sea clérigo, laico, varón,mujer, cristiano, judío, mahometano, in-fiel) administra válidamente el bautismo,si con ello quiere hacer lo que hace la Igle-

sia Católica y observa las condicionesesenciales.

El bautismo, según la doctrina de Je-sús, es el medio normal para nuestra sal-vación, nos concede la gracia santificante,fundamenta toda nuestra vida cristiana ynos abre la puerta del cielo… ¡Realidadsacra y sobrenatural como pocas! Y sinembargo, en el caso, también puede ad-ministrarlo una mujer, la cual se desempe-ña de hecho como un sacerdote o un diá-cono, y obra en nombre y representaciónde la Iglesia y, por lo tanto, con carácterpúblico, aunque esté actuando en una hu-milde choza y en total soledad…

Pero con esta medida tan positiva,avalada por la tradición secular de la Igle-sia, que habilita a cualquier mujer –cre-yente o agnóstica, santa o pecadora– paraefectuar una acción sagrada y sobrenatu-ral como es la administración del bautis-mo, ¿de qué modo se armoniza la otra ideatan negativa según la cual ninguna mujerpor el solo hecho de ser mujer, puede reci-bir el sacramento del orden que le permiti-ría ejercer las sagradas funciones? ¡Raradiscordancia, difícil de entender y de ex-plicar!

Lo que se expresa sobre el género fe-menino en este caso de particular necesi-dad, vale también, y con mayor razón,para los innumerables grupos de mujeres,comisionadas por la autoridad eclesiásticaa fin de que administren el bautismo enmúltiples regiones del mundo.

c) ¿Y qué nos sugiere el sacerdociocomún de los fieles? La doctrina católicaacerca de este tema ofrece –al igual quelos dos casos anteriores– un sesgonetamente favorable a la posibilidad delsacerdocio femenino.

En efecto, según los postulados de estadoctrina, Jesucristo, sumo sacerdote dela religión cristiana, ha dispuesto que to-dos los miembros de la Iglesia participen,por medio del bautismo, de su supremo

sacerdocio. De esta manera, cualquiercristiano, sea hombre o mujer, devieneverdadero sacerdote, y debe desempeñar-se como tal de acuerdo con su cometido.

El Señor asimismo ha establecido quealgunos bautizados participen de un modoespecial de su sacerdocio, mediante el sa-cramento del orden, para que así lleguen aser sacerdotes ministeriales o jerárquicos.Aunque este sacerdocio ordenado sea di-ferente –no sólo en grado– del sacerdociocomún de los fieles, el uno y el otro, sinembargo, pertenecen al mismo género sa-cerdotal, ya que son una real participa-ción del único sacerdocio de Cristo.

Por lo tanto, toda mujer recibe con elbautismo un sacerdocio auténtico y, es-tando así dotada, ¿cómo puede compagi-narse con ese antecedente egregio y so-brenatural, la otra idea (negativa y adver-sa) según la cual a la mujer, por ser mujer,se le impide la posibilidad de recibir opor-tunamente el sacramento del orden?

Si, como sucede, se acepta tambiénpara las mujeres el sacerdocio común (fru-to directo del carácter bautismal que nosconfigura con Cristo), ¿en virtud de quémisterioso motivo (¡quizá no tan miste-rioso!) habría que oponerse a la posibili-dad de que ellas –supuestas las condicio-nes requeridas– enriquezcan su apostola-do recibiendo el sacramento del orden?

Mantenerse en la oposición equivale alevantar vallas al impulso del Espíritu Santoe impedir el movimiento propio y el desa-rrollo de la gracia sacerdotal radicada enel alma.

Se repiten las alarmas que nos alertansobre la necesidad urgente de una nuevaevangelización. Es el momento de incre-mentar fuerzas y de valernos de los legíti-mos medios que se ofrezcan para una tannecesaria misión. Uno de los medios (noel único, pero sí trascendental) puede con-sistir en sumar a la acción del clero unaporte del mundo femenino que no se li-mite a acrecentar y organizar la enorme ypaciente colaboración que, a través de lossiglos, sus miembros vienen ofrendandoa la Iglesia, sino que, avanzando un pasomás, se facilite a algunas mujeres –deacuerdo con sus condiciones vocaciona-les– el ingreso en el orden sagrado.

Ésa sería una colaboración extraordi-nariamente eficaz, tanto por el poder so-brenatural del sacramento recibido, cuan-to por las dotes de moderación, delicade-za, ternura, empatía e intuición que –apesar de los cambios producidos– siguensiendo en general características del gé-nero femenino que se conjugan positiva-mente con la condición sacerdotal1.

Notas1 Notemos que Juan Pablo II, de venera-

ble memoria, en septiembre de 1995, en undiscurso con ocasión de una particular cir-cunstancia, pronunció a modo de desafío,estos significativos interrogantes respectode las mujeres: “¿Quién se imagina la enor-me ventaja pastoral que habrá de ocurrir, yqué renovada belleza adornará el rostro dela Iglesia cuando el genio femenino llenetodas las áreas de su actividad?”.

Vale la pena tener en cuenta el magnificoy optimista concepto que el Santo Padre fo-mentaba acerca de la eficacia de la actividadde las mujeres en el ámbito eclesial.

En la reafirmación de un tema crítico...

Autor: Rodolfo Canitano

A imagen y semejanza

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“Derecho Viejo” Página 5Sin juzgar

Nuestros amigos los sacerdotesTanto el laico como el sacerdote po-

dríamos decir que son desde cierta ópticavíctimas de la estructura de la Iglesia. Elsacerdote es una víctima de un método,de una estructura, de una concepción deIglesia. Pero al mismo tiempo que el sa-cerdote es una víctima, es también un vic-timario. Es el principal causante de que ellaicado católico se encuentre en el estadoen que se encuentra. Sin embargo, si re-flexionamos sobre cuál ha sido la forma-ción del sacerdote, veremos que este, supapel de victimario, no es más que unalógica consecuencia de aquella.

El sacerdote ha sido sometido a unproceso concienzudo, al mismo tiempoque inconsciente, de deshumanización.Podríamos decir, que en algunos aspec-tos ha sido específicamente preparadopara que no pueda desempeñar las fun-ciones que de él se esperan. Se espera quese mezcle con el pueblo, y se le da todauna educación separada del pueblo, aisla-do. Se espera que se mezcle con el pue-

blo humilde especialmente, y se le da unaeducación eminentemente burguesa. Seespera que trate con un pueblo que deordinario no tiene una gran cultura, y todasu formación es en base de libros, de unametafísica muchas veces rebuscada, aje-na, las más de las veces a las cosas delmundo de superficie. Se espera que tratecon un pueblo sacramentalizado en exce-so, y toda su formación pastoral gira al-rededor de los sacramentos; se hace teó-ricamente del sacerdote una buena má-quina administradora de sacramentos. Seespera que trate con un pueblo en su ma-yoría humilde, y todas sus ceremonias,comenzando por su propio ropaje, huelena pompa y riqueza. Se espera que sea pa-ciente, comprensivo, paternal, tolerante,y muchas veces su aislamiento de añosjunto con su celibato van desarrollándoleuna psicología de soltero áspero y refun-fuñón, inclinado al exabrupto y al regaño.

La Iglesia está hoy en crisis; no sepuede negar. Colocada en medio de una

Jesús sirvió. El clero preside. Jesús enseñó. Las iglesias predican. Jesús perdonóy sanó. Las iglesias condenan. Jesús respetó a las mujeres. Muchas iglesias

adhieren a la subordinación de las mujeres. Jesús transmitió paz y gozo.Los cristianos pelean con avidez por la sucesión y el poder político. El legalismo

religioso que Jesús rechazó, se reinstaló rápidamente en la Iglesia.Laurence Freeman, O.S.B

En la concepción jerárquica clásica dela iglesia, ésta constituye una pirámide:Dios, Cristo, el papa, los obispos, los sa-cerdotes, los diáconos, los(as) religio-sos(as) y, por último, los “laicos” (clasi-ficados, a su vez, en hombres y, en últi-mo lugar, mujeres y niños).

Según esta imagen la iglesia viene dadapor: 1) la preponderancia de unacristología, que olvida el papel del Espíri-tu en la base de la iglesia, absorbiéndoloen el de la sucesión apostólica de la jerar-quía; 2) la función social de la infabilidadpapal: el papa se convierte en el “repre-sentante de Cristo en la tierra”.

El papel del Espíritu consiste en laapropiación, por parte de los creyentes,de lo que dice o decide la jerarquía, que-dando excluidos del nivel en que se to-man las decisiones oficiales y convirtién-dose en objeto de la pastoral.

Particularmente catastrófica resulta ladesviación de la autoridad hacia la perso-na del papa. “El papa es personalmenteinfalible”, se dice: una herejía que hastaahora no ha sido condenada por el esta-mento oficial. Los infalibles son las deci-siones papales o conciliares aceptadas ennombre de toda la comunidad eclesial apartir de exigencias de vital importanciapara una fe conforme al evangelio. En-

tonces se expresa de un modo más omenos afortunado, la “verdad cristiana”.Este hecho atestigua la asistencia del Es-píritu Santo y en ningún caso ensalza lafigura del papa. Quien pasa la infalibilidada la persona del papa priva a las otras ins-tancias institucionales de la iglesia –losobispos y la comunidad de fe– de su ori-ginaria autoridad cristiana.

El modelo del Vaticano II caracteriza ala iglesia como pueblo convocado porDios, en el que todos los creyentes tienenel mismo rango: sujetos creyentes que vi-ven del Espíritu. Sólo después de esta afir-mación, habla el Concilio de determina-dos elementos que estructuran orgánica-mente el pueblo de Dios. La diferencia-ción de ministerios que sigue a estaestructuración no atenta contra el dere-cho del pueblo de Dios, en cuanto sujetode este ser-iglesia. Todos los ministeriosestán en función del servicio a este pue-blo. El que el ministerio sea un carismadel Espíritu Santo no dice nada sobrecómo deben ser nombrados los portado-res de la autoridad. “Lo que concierne atodos es asunto de todos” rezaba una an-tigua consigna eclesial.

Edward Schillebeeckx

La imagen de Iglesia:la “clásica” y la conciliar

sociedad que está padeciendo profundísi-mos cambios, la Iglesia no puede sustraer-se a ellos. (Si no estuviese en crisis, elloconstituiría un signo de alienación muchomás peligroso que la actual crisis.) No es,por tanto, de extrañar que si la Iglesia estáen crisis, el sacerdocio, que está en el co-razón de la Iglesia, esté también en crisis.

Ahora bien, una de las causas más fuer-tes de esta crisis general de los sacerdo-tes de nuestros tiempos, la constituye elmismo sacerdocio: ¿Qué es hoy el sa-cerdote en la Iglesia? ¿Cuál es el finde esta institución en medio de unasociedad autónoma y desacralizada?¿Cuál es el actuar concreto y diario deun sacerdote en tanta variedad de am-bientes como actualmente hay en elseno de una sola parroquia?

El sacerdote, hoy, está confuso. Nosabe exactamente qué es ni para qué es,ni cómo ser. Estamos en una curva de lahistoria, que más que curva está tomandolas características de vórtice. Todo giravertiginosamente. Y cuando todas las ba-ses y todos los fundamentos de la estruc-tura social y religiosa están rehaciéndose,es natural que el sacerdote, que por oficiose encuentra en el mismo corazón de esevórtice, esté también confuso, se sientaincómodo, no sepa qué dirección tomar.Es indudable que nuestros tiempos sonmuy interesantes, pero es también inne-gable, que son muy difíciles.

Deberían recordar y tener siempre pre-sente que Jesucristo no es el Señor de lostiempos idos, ni de los tiempos por venir,sino que es el Señor de la Eternidad.

En la realidad muchos sacerdotes dehoy en día, son “hombres a presión”, hos-

tigados en lo externo y atormentados enlo interno, confusos, desalentados y pen-sando adónde ir. Porque si a lo dicho aña-dimos, que aquellos que más deberíanayudarlo, sus superiores, sus párrocos,sus obispos, muchas veces no tienen conellos unas relaciones de verdadera frater-nidad, no dialogan con ellos, no intuyensus conflictos, no les permiten que se des-ahoguen por no haber suficiente confian-za, y los dejan que año tras año se deba-tan en sus angustias; no habrá que extra-ñarse que muchos, al cabo de un tiempo,se sientan desfallecer debajo de esa cruz,y abandonen el ministerio. Muchísimos deellos, siguen dispuestos, aún después de estepaso, a darse a los demás, a ayudar, a co-operar; pero no enmarcados en una estruc-tura que ya se les ha hecho asfixiante.

Si bien uno de los grandes problemasdel sacerdocio es el interés material, elprincipal de los males que aqueja al cleroes su desinterés o desinformación por loespiritual. Desinterés por conocer perso-nalmente a cada uno de sus fieles (loscuales le han sido confiados, no por laestructura de la Iglesia, sino por Dios mis-mo); desinterés por conocer los proble-mas de estos fieles, desinterés por ayu-darlos en todas sus dificultades, desinte-rés por visitarlos y fundamentalmente des-interés e ignorancia con respecto a intro-ducirlos en el mundo de profundidad es-piritual.

Daría la impresión que la Iglesia desuperficie ha quedado atrapada en la su-perficie.

Por Salvador Freixedo

Un tema actual de sociedad que resurge sin cesar, un campo de trabajo crucialpara la Iglesia del siglo XXI: el lugar de las mujeres en el catolicismo. Como prefec-to de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger había cerradola puerta a cualquier evolución hacia un acceso de las mujeres a los ministeriosordenados. Salvo sobre la cuestión de la ordenación de los hombres casados, esdudoso que el papa Benedicto XVI haga un viraje de 180 grados sobre estos temas.Aunque, vuelvo a decirlo, acceder a las responsabilidades supremas puede cambiara un hombre, liberarlo, reorientar su mirada hacia un horizonte más amplio y lejano.

Nunca acabé de entender por qué Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger habíanafirmado que la Iglesia nunca ordenaría a las mujeres. Tal afirmación supone queesta práctica no sería conforme a la sustancia misma de la fe cristiana. Sin embar-go, los que toman tales decisiones, sean cuales fueren sus eminentes funciones,nunca han facilitado un solo argumento teológico decisivo que demuestre que elacceso de las mujeres al sacerdocio sería contrario a la fe.

El principal argumento que se avanza es que Jesús no escogió a ninguna mujerentre sus apóstoles, cuando de hecho vivía rodeado de ellas. En mi opinión dichoargumento no tiene nada de teológico, sino que pertenece más bien al campo de lasociología. Según las costumbres de la época, en efecto, ya fuese entre los judíos,los griegos o los romanos, las mujeres no ejercían ninguna función oficial. Sinembargo, como es sabido, estas costumbres provienen de una mentalidad machistavinculada al dominio del modelo patriarcal. Se considera al hombre como ser supe-rior a la mujer, más racional y único capaz de gobernar o de enseñar.

En un contexto así no es concebible que Jesús, por libre que fuera, contravinieseuna costumbre tan arraigada en todos los países de la cuenca mediterránea. Esohabría suscitado demasiada incomprensión. Pero tampoco se entiende por qué en laactualidad, con lo que han evolucionado las mentalidades a este respecto, la Iglesiaha de permanecer fiel a tal prejuicio.

Efectivamente, ¿quién podrá seguir sosteniendo que la mujer es inferior al hom-bre o bien incapaz de enseñar y de gobernar? En el curso de los últimos decenioshemos asistido a una verdadera revolución cultural que ha permitido a numerosasmujeres acceder felizmente a las más altas responsabilidades: no hay más que pen-sar en Indira Gandhi en India, Margaret Thatcher en Gran Bretaña o Benazir Bhutoen Pakistán. En cuanto a la enseñanza teológica, las facultades protestantes vienendemostrando desde hace mucho tiempo que disponen de excelentes teólogas laicaso miembros de la jerarquía.

Al decir esto no estoy negando en absoluto que puedan existir diferenciasontológicas entre el hombre y la mujer. Creo, en efecto, que la mujer se ve general-mente más llevada por la compasión, y que es más intuitiva, más afectiva, mientrasque el hombre es más lógico y organizador. Pero esto no es nada sistemático, y delmismo modo que existen hombres muy intuitivos y compasivos existen tambiénmujeres muy racionales y con remarcables dotes organizativas. Entonces, ¿por quédenegar a estas mujeres que sientan la vocación, y que tienen las capacidades nece-sarias, el acceso a los ministerios ordenados?

Todavía queda un último argumento para los defensores del sacerdocio únicamentemasculino: Jesús era un hombre, y puesto que el sacerdote actúa in persona christi, nopuede ser más que del mismo sexo que Cristo. Este argumento me parece del mismoorden que el precedente. Cristo, como segunda persona de la Trinidad, no tiene sexomasculino ni femenino. Jesús, en tanto que encarnación de esta persona divina, nopodía tener más que un solo sexo. Teniendo en cuenta, una vez más, la mentalidadde la época, cuesta hacerse a la idea de cómo una mujer habría podido ser creíble ysuscitar la adhesión de una multitud de discípulos (mujeres incluidas), impregnadosde prejuicios antifemeninos. Por tanto, me parece evidente que la elección del sexode Jesús es contingente y no proviene de ninguna necesidad teológica.

De este modo, la cuestión de la ordenación de las mujeres me parece solamente unproblema de la evolución de las mentalidades. Es muy probable, y deseable en mi opi-nión, que la Iglesia evolucione sobre este punto en los próximos decenios.

Por Abbé Pierre - Textos extraídos de "Dios mío... ¿Por qué?"

¿Es necesario ordenar comosacerdotes a las mujeres?

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“Derecho Viejo”Página 6

Debemos hacer frente a ciertos hechostocantes al estado espiritual de nuestra ci-vilización. Uno de ellos, demasiado obviopara que sea necesario ponerlo de relieve,es que en la práctica nuestras institucio-nes religiosas no proporcionan la sabidu-ría ni el poder para enfrentar a las catego-rías políticas, económicas y psicológicasen que nos encontramos viviendo. Ape-nas puede existir la menor duda de que,de seguir el camino que ha tomado, el re-sultado final de la «conquista de la natura-leza», el progreso científico y el imperia-lismo cultural del hombre de Occidente seráun «estado último peor que el primero»,peor que la supuesta barbarie con que co-menzó la historia de Europa. Las condi-ciones actuales de la civilización occiden-tal amenazan al mundo con peligros quepesan mucho más que sus muchas reali-zaciones y beneficios.

Otro hecho, mucho menos obvio, esque nuestra expansión cultural nos ha pro-porcionado, involuntariamente, una granoportunidad espiritual. Al tratar de asegu-rar nuestra dominación política, económi-ca y cultural sobre los pueblos de Asia,silenciosa pero poderosamente, el Orientenos ha invadido en la esfera del espíritu.El pensamiento occidental empieza a sen-tir la influencia de lo que llamamos «filo-sofía y religión» orientales; sin embargoeste hecho no nos preocupa en serio entanto consideramos que su influencia selimita a unos pocos eruditos o a cultistasy snobs. No obstante, cada vez se hablamás de la «contribución del antiguo Orientea la cultura moderna». Pero aunque losoccidentales de buen juicio están acordesen que hay algo que tenemos que apren-der de la sabiduría oriental, la mayor parteopina que este algo es sólo un refinamien-to de nuestro modo de vida, que es ya muysuperior.

Es sorprendente la absoluta seguri-dad que tiene el hombre occidental desu superioridad espiritual y cultural, siconsideramos que nuestro modo devida parece conducirnos al desastre.Podríamos esperar esta actitud de losque no creen en el espíritu, de nuestroshumanistas y racionalistas que consi-deran que el laicismo del mundo mo-derno es un bien; pero es realmente trá-gico descubrir la misma actitud en lamayoría de los conductores de la reli-gión cristiana. En verdad, el temor y laincomprensión que muchos de ellosmuestran hacia la sabiduría oriental es unode los signos más importantes de nues-tra debilidad y ceguera espirituales.

Ha llegado el momento en que los cris-tianos deben considerar seriamente las tra-diciones espirituales de Asia, reconocer quesu presencia entre nosotros es nada me-nos que providencial, comprender, y lle-gar a un acuerdo con ellas. Con esto no sepide ninguna alteración doctrinal del cris-tianismo, ni tampoco una «fusión de reli-giones en una fe común», pues tradicionesespirituales como el vedismo, el budismo yel taoísmo no son religiones en sentido es-tricto y no puede considerarse que hayande competir con el cristianismo.

La sabiduría que Asia nos ofrece en-cierra no sólo la más profunda compren-sión de la vida que puede tener el espírituhumano, sino también un conocimientoesencial al orden y a la cordura de la hu-manidad. En alguna de mis obras anterio-

res, especialmente en Behold the Spirit,he tratado de mostrar cómo esta sabidu-ría podría, por decirlo así, ser entretejidaen la trama del cristianismo. He llegado acomprender, sin embargo, que esteentretejimiento no es satisfactorio, pues «elhombre no ha de usar telas nuevas en ves-tiduras viejas». El cristianismo no necesi-ta adiciones ni amplificaciones que pro-vengan desde fuera, y sólo llevaría a laconfusión el intento de incorporarle cual-

quier doctrina oriental, como si los dostipos de doctrina fueran del mismo orden.Es como tratar de intercalar fragmentosde una sinfonía en medio de una danza.Lo adecuado es colocar a una al lado de laotra y relacionarlas por analogía en vez demezclarlas.

A pesar de que en Behold the Spirittraté de evitar la mezcla distinguiendo en-tre la forma y el significado del dogma, elplan no tuvo éxito completo. Es tan gene-ral la suposición de que el significado deldogma corresponde ya a la teología, quedio que pensar que yo trataba de introdu-cir una teología extraña, si no un dogmaextraño. Muchos creyeron, por consi-guiente, que la introducción de cierto tipode misticismo en la estructura de la teolo-gía cristiana amenazaba romper esa estruc-tura, aniquilar su esencial énfasis históri-co y sacramental. Creo que esta crítica sejustifica en cierto sentido.

Pero este tipo de confusión tiene unalarga historia. No sólo en los últimos añoshemos intentado comprender las tradicio-nes orientales como religiones y teologíascomparables a las nuestras, intento que nosofuscó por completo. También ocurre queciertos residuos de estas tradiciones hanpenetrado en la teología cristiana, a travésde las fuentes griegas, desde los tiemposmás antiguos, sin haber sido nunca ade-cuadamente asimilados ni comprendidos.Por ejemplo, uno de esos residuos es elconcepto estricto de eternidad comointemporalidad, y no como perennidad.Hemos tratado de incorporar éste y otrosconceptos similares a nuestra teología, enel mismo marco de doctrina, sin compren-der que esto es tratar de hablar dos idio-mas completamente diferentes al mismotiempo. Una teología que se ocupa de ideasdogmáticas, históricas y sacramentales esuna aproximación a la realidad completa-mente distinta de un «misticismo metafí-sico». Los tipos de lenguaje no se puedenmezclar sin que se produzca una confu-sión sin remedio, confusión que se hallaen la raíz de las mayores dificultades del

pensamiento teológico. Además, el hechode que el hombre occidental no haya per-cibido esta diferencia, es el resultado deuna cierta «ceguera metafísica» que, comotrataré de mostrar, es la debilidad más se-ria de nuestra civilización.

Hay un reino de sabiduría espiritual quela religión, tal como la conocemos, sólopuede expresar por analogía. Cuando tra-tamos de hablar de él más directamente,debemos ir más allá del lenguaje religioso,

más allá de las for-mas de pensamien-to que pueden usarlegítimamente eldogma, el sacra-mento y la teología.Es una sabiduríaque no choca con lareligión ni la reem-plaza, porque encierto sentido estáfuera de la esfera re-ligiosa. Su jurisdic-ción es un misteriocon el que la reli-gión, como tal, noguarda relación di-recta, ni tampocotiene sobre él unadoctrina oficial,

pues no es posible expresarlo directamen-te en lenguaje típicamente religioso. Peroaunque se encuentra más allá de la esferareligiosa, la religión lo interpreta como unbailarín interpreta la música. Sin embargosomos en general sordos para esta músi-ca y por ello la mayor parte de nosotrosdebemos confiar en la religión para lograrla única relación que podemos tener conella en esta vida. No obstante, para que ladanza que es la religión tenga espíritu yfuerza, al menos los que la dirigen debenpercibir la melodía.

En sí misma esta sabiduría posee unagloria imposible de describir. Pero el úni-co lenguaje humano que de alguna mane-ra puede exponerla de un modo inteligibley directo es árido y frío en comparacióncon el lenguaje religioso. Es un lenguajenegativo que emplea conceptos difícilesde concebir, tales como los de lo estricta-mente infinito y la eternidad. Trata de ex-presar aquella profundidad interior de laconciencia que no es accesible al pensa-miento ni al sentimiento porque se halladetrás de ellos. Es el lenguaje usado enaquel texto fundamental del misticismocatólico, la Theologia Mystica de SanDionisio, el lenguaje de aquella «Nube delo desconocido», en que más allá del ca-lor, la pasión y la confortación de las imá-genes religiosas, la cima más elevada delser del hombre toca lo infinito.

En este reino se trascienden, aun-que no se destruyen, las distinciones re-ligiosas y teológicas. Aquí el cristiano yel hindú hablan una lengua extraña, queno debemos confundir con la terminolo-gía de la teología oficial y las Escrituras.

Aún cuando este reino puede resul-tar difícil y oscuro por exceso de luz,no es un sendero exótico del espírituque carezca de importancia para el con-junto de la humanidad. Por el contra-rio, aquí el hombre comprende efecti-vamente su sentido y su destino últi-mos. El número relativamente pequeñoque alguna vez alcanza este punto nosasegura a los demás la eterna cordura.

Está espiritualmente muerta la socie-dad o la iglesia que no les concede unaposición central, que teme su doctrina yoculta su luz.

Aunque esta sabiduría prevalece en Asiamucho menos de lo que se supone, por lomenos es (o era) respetada. Pero en nues-tros círculos eclesiásticos generalmente seconsidera excéntricos y algo locos, y aveces herejes peligrosos, a los que mues-tran algún interés por ella.

Cuando la religión ignora este cen-tro vital de la vida espiritual del hombrey lo considera excéntrico, la Iglesia caenecesariamente en la impotencia y ladesunión. Pierde su verdadero centro.Así los cristianos tratan ahora de lograrla reunión y restaurar el poder espiri-tual de la Iglesia mediante un remolinode actividad que sólo afecta a la perife-ria de las cosas. Esta actividad puedeser importante y necesaria, pero, cuan-do no se relaciona con el centro vital escasi completamente inútil. No existeaquella certidumbre metafísica y aquelsentimiento profundo de la proporcióny el sentido, sin los males, los proble-mas de la teología y la moral que divi-den a los cristianos entre sí y del restodel mundo, y estos no se pueden ver ensu verdadera luz.

Es muy difícil explicar esta sabiduríacon palabras que no se confundan con los«ismos» teológicos y filosóficos con losque no guarda ninguna semejanza. En rea-lidad es tan difícil expresarla de algunamanera al escribir, que quien trata de ha-cerlo sólo puede lograr la conciencia delos defectos de su esfuerzo. Pero la trage-dia de los cristianos confundidos, debili-tados y sinceramente alarmados, que des-conocen la fuente esencial de la fuerzaespiritual, hace necesario este intento. Yono pretendo haber expresado adecuada-mente este misterio último ni haber resueltolos problemas numerosos y difíciles de surelación con la Iglesia y la sociedad. Seríaimposible que en el curso de su vida unhombre cumpliera esta tarea, y así ofrez-co mi trabajo para que otros puedan se-guir adelante. Nadie debe considerar queuna determinada comprensión de estascuestiones sea una conquista que le perte-nezca en propiedad.

Yo no creo que sea virtud necesaria alfilósofo pasar toda su vida defendiendo unaposición consecuente. Seguramente impli-ca cierto orgullo espiritual abstenerse de«pensar en voz alta», y no estar dispuestoa publicar una tesis hasta no estar prepa-rado para defenderla hasta la muerte. Lafilosofía, como la ciencia, es una funciónsocial, pues el hombre aislado no puedepensar rectamente, y el filósofo debe pu-blicar su pensamiento, tanto para apren-der de la crítica como para contribuir alconjunto del saber.

La identidad suprema

Escribe:Alan Watts

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Que sean uno

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Teseo y el MinotauroSe cuenta que hace mucho tiempo, la

antigua Atenas se encontraba festejandosus famosos juegos olímpicos, cuando unmisterioso joven llegó a la ciudad y ganótodas las competencias.

Los otros competidores atenienses,enojados con el muchacho, lo emboscarona la salida de la ciudad y lo mataron.

Pero el misterioso extranjero no eraotro que el hijo del rey Minos de Creta,una poderosa nación vecina de Atenas.

Cuando Minos se enteró de la muerte desu querido hijo, dirigió todo su ejército a des-truir a la (por entonces) pequeña Atenas.

Emisarios fueron enviados desde la pre-ocupada ciudad, y se arregló una reuniónentre el rey Egeo, de Atenas, y el propioMinos.

Egeo convenció a Minos de no des-truir Atenas, a cambio de una sola con-dición: cada siete años, la ciudad envia-ría siete muchachos y siete muchachaspara ser sacrificados al minotauro, unterrible monstruo con cuerpo de hombrey cabeza de toro que vivía encerrado enun intrincado laberinto en Creta.

Atenas no tuvo más alternativa queaceptar los términos de Minos, pero Egeo,como excelente diplomático que era, pudoconseguir una pequeña salvedad en el tra-tado: si algún día uno de los muchachos omuchachas ofrecidos en sacrificio logra-ba matar al monstruo, Atenas quedaría li-berada de cualquier otro tributo a Creta.

Así, cada siete años, siete mucha-chos y siete muchachas atenienses eranenviados a su muerte en un barco develas negras.

Un día Teseo, el hijo del rey Egeo, de-cidió acabar con este terrible monstruo yliberar a su ciudad del tributo que era obli-gada a pagar. Ya se acercaba el tiempo deenviar el tributo a Creta, y Teseo pidió elpermiso de su padre para ofrecerse comovoluntario y matar al minotauro.

Egeo, que amaba mucho a su hijo, noquería dejarlo partir, pero Teseo era ter-co, y al final pudo convencerlo.

"Los barcos que transportan a nues-tros jóvenes a Creta llevan negras velasde luto. Si vuelvo victorioso, cambiaré esasvelas negras por velas blancas". Así hablóTeseo, y, despidiéndose de su padre, seembarcó con el resto de los jóvenes rum-bo a su funesto destino.

Nuestro héroe llegó a Creta sin re-velar a nadie su verdadera identidad.Sólo a la hija del rey Minos, Ariadna, lellamó la atención aquel joven radianteque parecía sobresalir entre sus tristescompañeros.

Así Ariadna, sin poder evitarlo, se ena-moró del héroe, y decidió visitarlo esa mis-ma noche en la prisión donde eran reteni-dos los jóvenes atenienses antes de serofrecidos en sacrificio al minotauro. Lajoven princesa se presentó a Teseo y leofreció ayudarlo a matar al minotauro, conla condición de que se casase con ella y lallevase a su país.

Teseo aceptó la propuesta, ya que sa-bía que iba a necesitar toda la ayuda quepudiese conseguir en su batalla contra labestia.

Ariadna le dio, entonces, un hilo de oromágico, que, una vez atado en la entradadel laberinto, se desenroscaría solo, a tra-vés de los oscuros pasillos, hasta el cen-tro donde vivía el minotauro.

¿Quién puede imaginar el aterrador la-

El origen del minotauroCuenta la leyenda que Minos era hijo del mismísimo Zeus, y cuando fue coronado

rey de Creta, pidió a su celestial padre una prueba de su linaje para que el pueblosupiera que su gobernante era de la más noble de las sangres.

Zeus envió entonces un magnífico toro blanco, que llegó a Creta caminando sobrelas aguas. Minos capturó al toro, pero en vez de sacrificarlo en honor a los dioses,decidió quedárselo y sacrificar un toro común y corriente.

Zeus se enojó ante la actitud de su hijo, y mandó a Eros a que hiciera de las suyas.El joven dios del amor, con sus flechas, hizo que la esposa de Minos se enamorase deltoro blanco. De esta innatural unión nació el Minotauro.

Este monstruo se dedicó a desolar el país, hasta que Minos logró capturarlo. Paraencerrarlo, pidió a Dédalo, el famoso inventor, que crease el mejor de los laberintosjunto a su palacio, para encerrar al minotauro en el centro del mismo.

Para aplacar su ira, se lo alimentaba ocasionalmente con criminales juzgados porMinos mismo, hasta que la muerte de su hijo le hizo incluir atenienses en la dieta delmonstruo.

berinto, oscuro como el negro vacío, ylos pasillos que recorrió el héroe, con laúnica compañia de sus pasos y del fuertelatido de su corazón, acercándose, lento pero

seguro, al más terrible de los monstruos?¿Habrá dudado Teseo, antes de entrar

en la sala del centro del laberinto, de don-de se escuchaba ya la pesada respiraciónde la bestia?

Pero nadie quiere saber de esos mo-mentos previos: el héroe es siempre elhombre sin miedo, que sabe siempre quédebe hacer y cómo hacerlo, extraño a laduda y a la cautela.

Algunas versiones (que los ateniensesseguramente no dudaban en atribuir a losenemigos de la ciudad) nos dicen queTeseo fue de noche porque, en realidad,sabía que en esas horas el minotauro dor-mía profundamente. Así que el héroe en-contró al monstruo dormido, y lo únicoque hizo fue matarlo cobardemente. Perola leyenda clásica nos dice que el héroeateniense luchó valientemente con elminotauro durante varias horas, y emergióvictorioso como buen héroe que era. Elijael lector la versión que más le guste.

Luego de matar al monstruo, el prín-cipe de Atenas escapó del laberinto si-guiendo el mismo hilo dorado. Inmediata-mente, para no perder la oscuridad de lanoche que lo ocultaba, se escabulló y li-beró, con la ayuda de Ariadna, a los jóve-nes atenienses prisioneros, con los cuálesescapó a Atenas en el barco de negras ve-las que los había traído.

En el viaje de vuelta, pararon en una

isla para juntar provisiones. Ariadna apro-vechó para descansar, y se sentó a dor-mir a la sombra de un árbol.

Pero esta isla era el lugar de retiro fa-

vorito de Dionisos, famosa deidad del vino,el cuál, al ver a la hermosa joven, exigió aTeseo que se la dejase como esposa.Teseo, que no estaba enamorado de laprincesa de Creta y que tampoco queríatener de enemigo a un dios, accedió alpedido.

Ariadna despertó horas más tarde, paradescubrir horrorizada que el barco habíazarpado sin ella.

Las lágrimas de dolor pronto se vol-vieron lágrimas de odio. Odio hacia el jo-ven héroe, odio hacia su padre, inclusoodio al bondadoso Dédalo, el constructordel laberinto que le había regalado el hilode oro. Maldecía con su mirada perdidaen el mar, con una feroz amargura que nose correspondía con su delicada figura.

Fue entonces cuando Dionisos hizo sumajestuosa aparición y le confesó su amor.

La princesa decidió aceptar: ¿paraqué envejecer y perder la belleza al ladode Teseo, cuando podía ser eternamen-te joven y hermosa al lado de un dios?

Pero prosigamos con la historia delpríncipe ateniense.

Egeo, el padre del héroe, pasaba todaslas tardes en la costa, esperando el barco.

Recordaba la promesa de su hijo: si lasvelas eran blancas, habia sido victorioso.Pero Teseo, en su rápida fuga de Creta,había olvidado cambiar las negras velasdel navío. Cuando Egeo divisó, a lo lejos,

el barco y sus oscuras velas, pensó quesu hijo había muerto. Con el corazón des-trozado por la pena, el rey ateniense se lan-zó desde el más alto acantilado para morirahogado en el mar que hoy lleva su nombre:el Mar Egeo.

Teseo llegó así a una ciudad de luto, yfue nombrado rey por el agradecido pue-blo de Atenas.

El mito de Teseo, como el de cual-quier héroe-fundador (como, por ejem-plo, Perseo), es mucho más extensode lo que hemos visto aquí:su leyendanos relata primeramente cómo Teseo,que creció en el extranjero, fue recono-cido por su padre Egeo como príncipeheredero y, luego de la derrota delminotauro, su posterior casamiento conla hermana menor de Ariadna, Fedra;su participación en la expedición deJasón y los argonautas en busca delVellocino de Oro; su victoria sobre lasamazonas, el rapto de Helena y su via-je al mundo de los muertos con su ami-go Piritoo. La historia del minotauro, sinembargo, es el corazón mismo de todasu leyenda.

El minotauro representa las pasio-nes animales que han dominado al hom-bre: su cuerpo es de hombre, pero sucabeza, donde reside su inteligencia (ysu alma, según los antiguos), es de ani-mal. El minotauro es, entonces, el hom-bre condenado a una existencia pura-mente material, superficial.

Este "monstruo" vive en el centro deun intrincado laberinto del cuál es im-posible escapar sin la ayuda de un má-gico hilo de oro. El laberinto, con suspasillos interminables, es la mente quese ha encerrado en su propio caos deilusiones. Para llegar a derrotar al mons-truo, hay que superar estas ilusiones.Esto se logra sólo con la ayuda del hilode oro de Ariadna: la unión entre am-bos mundos, el profundo y el superfi-cial que permite el descenso, pero tam-bién el ascenso.

En las palabras de Joseph Campbell:“ Es todo lo que necesitas: un hilo

de Ariadna… No siempre es fácil de en-contrar. Pero es bueno tener a alguienque te dé una pista. Es la función delmaestro, ayudarte a hallar tu hilo deAriadna… Pero debe ser tu camino, noel de él. Todo lo que puede hacer unmaestro es sugerir. Es como un faroque dice: "Aquí hay rocas, dé un ro-deo. Aquí hay un canal, puede pasar".El gran problema en la vida de cualquierjoven es encontrar modelos que le su-gieran posibilidades. Nietzsche dice:"El hombre es el animal enfermo". Elhombre es el animal que no sabe quéhacer consigo mismo. La mente tienemuchísimas posibilidades, pero no po-demos vivir más que una vida. ¿Quéharemos con nosotros mismos? Unmito viviente presenta modelos con-temporáneos.”

Escribe:Federico

Guerra

Entre cuernos y cornadas

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“Derecho Viejo”Página 8

Transición. Decíamos (artí-culo de nov/07) que cuando ha-blamos de rostro no nos referi-mos a lo que se ve y aparece enese paisaje facial donde emergeny conviven en una cierta armo-nía los ojos, la nariz y la boca yque denominamos cara, faccia,face, etc., sino a algo más pro-fundo. Precisamente, EmmanuelLévinas, uno de los pensadoresque ha buceado con apasionantetenacidad el océano profundodonde se oculta el rostro huma-no, así se expresa:

“El rostro no es la agrupaciónde una nariz, una frente, unosojos, etc; ciertamente es todoeso, pero adquiere el significadode un rostro por la dimensiónnueva que abre en la percep-ción de un ser. Por el rostro, elser no solamente está encerradoen su forma y es accesible; estáabierto, se instala en profundidady, en esta apertura, se presentade algún modo personalmente.

Aproximaciones al rostro.¿Por dónde empezamos? Antetodo por lo más obvio: el rostroes una realidad misteriosa, com-pleja y polifacética... yespecíficamente, privativa delser humano. Coincido conChenu, cuando afirma que sóloel ser humano tiene rostro o,mejor aún, es rostro. Efectiva-mente, en nuestras charlas coti-dianas no hablamos del rostro delperro o del gato, por citar algu-nos animales que, en esta socie-dad postmoderna y desolada for-man parte de muchas familias (¡!)

Pensemos, en cambio, en lasdistintas resonancias suscitadasante el nacimiento de un niño: ¿enqué estamos pensando cuandoocurre? ¿No es cierto que la pri-mera preocupación de la familiaes descubrir a quién se pare-ce? Y esto para asegurarse de queel recién nacido entronca su no-vedad en una filiación, en unahistoria de amor. ¿Y cuál es laexperiencia originaria del bebé?:el encuentro con un rostro, elrostro de su madre.

Por tanto, podemos decir queel “cara a cara” es la experien-cia humana fundamental. Si lacomunicación entre los seresocurre siempre entre rostro yrostro, es porque la identidadhumana se constituye en ese“cara a cara”: “Hombre y mu-

jer los creó” dice el primer librode la Biblia (Gén 1, 27). Lo hu-mano no existe más que en esefrente a frente: rostro a ros-tro. Aun respetando todos losintentos tendientes a descifrar laidentidad del hombre y la mujer,podemos decir que el ser huma-no no es una mera síntesis devarón y de mujer; es su “cara acara”. Para ser hombre hay queser dos, dice Chenú.

¿A quién se parece...? Elprimer descubrimiento de lospadres en el momento mismo enque intentan relacionar a su pro-genie con la línea de su linaje esque ese neonato es único e irre-petible. ¿Hemos terminado demaravillarnos del hecho de queningún rostro se parezca? Elrostro humano no se fabrica másque en un solo ejemplar. Siem-pre es la primera vez. La multi-tud de los rostros escapa a la re-petición.

Propiamente hablando –diceFrançois Mauriac– es un mila-gro: “Un milagro que ni siquieravemos, por ser tan común. Esque ningún rostro humano, has-ta donde existen o han existido,reproduce a otro... Un ser hu-mano es sacado de un ejem-plar único, y no es reproduci-do nunca desde que el mundoes mundo” (C`e que je crois).No me cansaré de repetir que sepodrán clonar cuerpos, pero laidentidad no se clona. Esto lodigo siempre en ocasión de losBautismos.

Por otro lado, puesto que elrostro humano es polifacético,debemos considerar otro aspec-to constitutivo del mismo: su in-quietante ambigüedad. Aquívolvemos a rozar lo paradójico.Es por igual un enigma que des-cifrar y una demostración de sen-tido. Convive con la mentira enperfecta connivencia. Se mantie-ne distante, cuando su vocaciónes acercar. ¡Qué difícil es leer enun rostro! Al respecto diceJacques de Bourbon Bisset:“Aprender a leer un rostro esaprender a leer el mundo. Deahí que no sea tarea fácil. Lassombras pasan o se detienencomo las nubes sobre el paisaje.Un rostro que se cierra es másimpenetrable la comunicación.Juego arduo, amenazado de con-tinuo; juego apasionado, en el que

vale la pena apostar. Un rostroque se entrega libera la liber-tad”.

Todas estas aproximacionesbalbucientes al rostro humanodesembocan al fin en la confe-sión de su misterio. Ninguna de-finición lo agota. Lugar donde lapersona se alumbra a sí misma,el rostro designa siempre un másallá de sí mismo. Abre brecha.Porque el “parecer” está en re-serva del “ser”. El rostro indicaun desgarrón en el tejido del mun-do que hace presentir una tras-cendencia de lo visible.

Sin embargo –¡aquí la para-doja!– el rostro se oculta contanta frecuencia o facilidadcomo cuando se ofrece y seentrega. En muchas ocasiones,suele actuar de pantalla. Puedeofrecer una trampa, en la quepuede caer el más desprevenido.Afirmar que “traduce la iden-tidad profunda” es admitir, almismo tiempo, que “la traicio-na con más frecuencia que locontrario”.

En efecto, la transparencia delcuerpo no es de este mundo. Elrostro no descubre jamás el almaal primer momento. Por eso esfrecuente escuchar, como res-puesta a una lectura demasiadoinmediata de su apariencia: “nosoy el que usted cree o el queusted piensa”; porque oscilamosentre la imagen de nosotros mis-mos que nos envían los otros yla versión de nosotros mismosque querríamos imponer. El serinterior y el aspecto exteriorno coinciden jamás exacta-mente.

Recordemos las considera-ciones de Rilke al respecto (art.anterior) en cuanto a que “cadauno posee su colección de más-caras, que utiliza..., hasta desapa-recer”. Es oportuno recordartambién aquello de Mark Twaincuando se refiere a los tres per-sonajes que conviven en cada unode nosotros: el que imaginamoso decimos ser, el que imaginan odicen los otros que somos y elque somos en realidad... Otra vezla imagen contra la realidad. Estoes muy importante en esta “cul-tura de la imagen” que traicionala propia identidad (¡basta pen-sar en la exposición de los can-didatos políticos!).

Permítanme compartir una

fábula (creo que de Esopo), ci-tada por Juan Pablo I (muertoapenas iniciado su pontificado) enuna de sus geniales catequesis.Está ambientada en una corteoriental y los protagonistas sonun cocinero experto y un perrofaldero. Cuando el cocinero gui-saba manjares exquisitos en basea carnes exóticas, recibía inva-riablemente el elogio del perro:“este sí que es un gran hombre...”(claro, los descartes de carne delcocinero eran un manjar para elfamélico animal). Pero cuandoguisaba verduras, la opinión cam-biaba radicalmente: “este hombreno es el que pensaba, me defrau-dó...”. Pero el cocinero le repli-có: mira que no estoy cocinandopara ti, puedes guardarte tu opi-nión; ¡yo cocino para el rey yes su opinión la que me im-porta! ¡Creo que también noso-tros hacemos juicios infundadoso apresurados antes de tiempo!(Del libro “Ilustrísimos señores”)

A su vez, las ciencias socia-les nos hablan del carácter his-tórico y del aspecto social delrostro. Muchas veces el rostrose comporta según las reglas dejuego fijadas por la sociedad. Sólose expresa en un código prove-niente de más lejos que el entor-no inmediato. La cultura deter-mina las leyes de la expresividad,dictando lo que hay que mirarcomo bien y lo que debe mirarsecomo mal. Para no presentarun semblante gris, me revistoen parte del rostro que se es-pera de mí. (¡¡!!)

La climatología de los rostros–reflexiona B. Chenu– es unaciencia confiada a la experienciade cada uno. Las lágrimas abrenel surco de una desgracia. Lasonrisa inunda de luz un rostromarmóreo. Es “el primer signode la alianza que hace hablar al

silencio. Es el índice de un cuer-po que habla antes que las pala-bras”. (Denis Vasse: Le chairenvisagée).

Pero no creamos en seguidaque las arrugas indican la decre-pitud de un ser. Más bien escul-pen una belleza madura. Refie-ren a flor de piel una aventurahumana. “Con la edad, otra be-lleza puede iluminar un rostro;una belleza modelada por dentro,brotada del corazón, bruñida porsu sol secreto, en armonía con

la palabra y la mirada. Esta belle-za formada de paciencia, de con-fianza, de servicio humilde,trasfigura incluso las arrugas, queno son ya signos de declive y demuerte, sino grietas de la crisáli-da que se entreabre” (OliverClement: Le visage intérieur).

Todas estas aproximacionesbalbuceantes al rostro humanodesembocan al fin en la confe-sión de su misterio. Ninguna de-finición lo agota. Lugar donde lapersona se alumbra a sí está enreserva del ser. El rostro indicaun desgarrón en el tejido del mun-do que hace presentir una tras-cendencia de lo visible. Ni reduc-ción a la materia, ni fulgor delespíritu; el rostro es el iniciode una manifestación integral.(Continúa...)

CordialmenteP. Julio, omv

Buscando el rostro... III

Ventas por Mayor y Menor

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Viendo a Dios

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“Derecho Viejo” Página 9Una vida

Debemos considerar el trabajo deThomas Merton, aunque quizás solo den-tro de varios años podremos apreciarcabalmente la obra de este hombre nota-ble. Muchos de sus escritos aún no sehan publicado y sólo son accesibles a losestudiosos; muchos de sus datos biográ-ficos todavía no han sido investigados y,lo más importante, muchas de las perso-nas que lo conocieron todavía no se hanexpresado acerca de él, mientras que losque sí lo han hecho, presentan una figuracompleja, multifacética y a menudo con-tradictoria.

La autobiografía de Merton, profun-damente conmovedora, The Seven StoreyMountain, publicada cuando tenía treintay tres años de que se sintiera atraído arealizar un estudio espiritual persistente delas religiones orientales. La popularidad quealcanzó ese libro y la actualmente crecien-te influencia de todos sus escritos hanhecho que la vida de Merton, en su as-pecto más difundido, se conozca amplia-mente. Nacido en Prades, al sur de Fran-cia, en 1915, hijo de un artista neozelandésy de madre americana, Merton creció yfue educado en dos continentes. A losveinte años, ingresó a la Universidad deColumbia donde se involucró en la vidaintelectual y de experimentación moral quecaracterizó a la inteligentzia americanadurante los años previos a la SegundaGuerra Mundial.

En estos primeros años de su vida,relata Merton, fue su amistad con un hom-bre de la India lo que abrió su mente alcatolicismo. A Merton le parecía que estejoven hindú personificaba en su carácterla verdad de la religión, en oposición a lafilosofía materialista que entonces (y aho-ra) era la moda intelectual. El hindú instóa Merton a estudiar a los místicos católi-cos. “Ahora, mirando atrás hacia esosdías”, escribe Merton, “me parece proba-ble que una de las razones por las que Dioslo trajo hasta mí desde la India, fue paraque pudiera decirme justamente eso”.

Merton leyó los libros de la teología yel misticismo cristiano con ojos comple-tamente nuevos. Comenzó a sentir quehabía ideas vivientes en materiales quehasta el momento había considerado sinsentido y hasta despreciables, tales comola psicología y la metafísica escolásticamedieval, por mucho tiempo motivo de burlapara muchos filósofos académicos contem-poráneos fuertemente comprometidos conel positivismo y el empirismo británico. Pocotiempo después, se convirtió.

Durante el cuarto de siglo en queMerton vivió como monje trapense enGetsemaní, Kentucky, escribió una inmen-sa cantidad de trabajos relacionados conel misticismo cristiano, la tradicióncontemplativa, el monasticismo y las reli-giones orientales, particularmente el zen,al cual adjudicaba un rol crucial en Occi-dente porque revelaba el núcleo místico,contemplativo, de la vida humana normal,y por lo tanto también de la tradición cristia-na. Uno de los últimos ensayos de Merton,The New Consciousness, comienza así:

“Me gustaría dar comienzo a estaexposición con una declaración simpley tranquilizadora, sin sombra de dudao ambigüedad: la renovación cristianaha terminado por producir una amplia

apertura de los cristianos hacia las reli-giones asiáticas, según las palabras delVaticano para ‘conocer, preservar ypromover los bienes espirituales y mo-rales’ que ellas contienen”.

Pero “no es tan fácil”. Merton proce-de a listar las fuertes tenden-cias activistas, seculares yantimísticas, que militan con-tra la recuperación del cristia-nismo contemplativo en occi-dente. El zen, para Merton, esla más grande esperanza por-que rechaza toda discusióndoctrinaria y se ofrece comoalgo completamente fuera detoda clasificación dentro de lostérminos familiares de la filo-sofía, la teología y la moral oc-cidentales. “El impulso real delbudismo va hacia una ilumi-nación que, precisamente, seencuentra más allá de los sis-temas, más allá de las estruc-turas sociales y culturales ydel rito y las creencias religio-sas (...) Esto significa, enton-ces, que el zen se halla fuera de todas lasformas y estructuras”. (El zen y los pája-ros del deseo, pp 17-8). Según Merton, elzen nos ofrece el puro acto de ver, la puraconciencia. Es esto, escribe Merton, el ver-dadero significado del conocimiento en lameditación y la contemplación que llevana la salvación en Cristo. Como los másmodernos escolásticos y teólogos, Mertonsiente horror por términos tales comognosis y esoterismo, los que le sugierenun secreto, un seudo-sistema de ideas queno solo deja a la mayoría de los hombresfuera del alcance de la ayuda de Dios sinoque también intelectualiza la búsqueda es-piritual, llegando a la “inflación” egoístaque, los santos advierten, es compañerainevitable del así llamado “conocimientosuperior”.

Merton murió en Asia en 1968, exac-tamente veintisiete años después de haberentrado a la orden trapense. El grado desu atracción por las religiones orientalesha sido muy discutido y es por supuestouna cuestión muy delicada. Algunos quelo conocieron afirman que estuvo a puntode “convertirse” al budismo, pero inclusosi así fuera, sería un modo simplista deplantear el problema; a la luz de los pro-pios escritos de Merton, esto no signifi-caría de ningún modo un repudio del cris-tianismo. En realidad hay un hilo conduc-tor en sus escritos acerca de las enseñan-zas orientales que indica que considerabaincluso a las formas más elevadas de lasreligiones del Este, por debajo del nivel dela revelación cristiana. Ese hilo conduc-tor es la distinción escolástica entre el ni-vel de la gracia y el de la naturaleza, unadistinción que permite a Merton elogiar alas religiones orientales como el gran lo-gro “dentro del orden de la naturaleza”,reservando la acción de la gracia para laIglesia católica.

En verdad hay una gran diferencia en-tre las primeras y las últimas afirmacio-nes de Merton acerca del misticismo orien-tal, una gran profundización de su com-prensión y apreciación. En The SevenStorey Mountain cuenta su entusiasmojuvenil por el misticismo oriental pero ad-mite que todo lo que pudo tomar de estasenseñanzas fue “una especie de auto-suges-

tión, una clase de hipnotismo o si no, sim-plemente relajación muscular”. Y agrega:

“Finalmente, supongo que todo elmisticismo oriental puede ser entendi-do como técnicas que llevan a lo mis-mo, pero de una manera más sutil y

avanzada: y si esto es cierto, no es mis-ticismo en absoluto. Queda sólo den-tro del orden natural. Esto no lo hacemaligno per se, según los patrones cris-tianos de evaluación; pero tampoco lohace valioso, en relación a losupernatural. Es simplemente de ma-yor o menor utilidad, excepto cuandoestá mezclado con elementos estricta-mente diabólicos (...)”

Esto está muy lejos de la clase de opi-niones que Merton expresó más tardeacerca del zen. En un ensayo titulado “Una

visión cristiana del zen”, escrito solo unoo dos años antes de su muerte, Mertonexpresa lo que considera la contribuciónespecífica de la meditación budista, de va-lor insustituible, como un signo de lo quedebe ser re-encontrado en el cristianismo,de la siguiente manera:

“La meditación budista, y sobre todola del zen, no intenta explicar sino pres-tar atención, percibir, estar alerta, enotras palabras, desarrollar un cierto tipode conciencia que escapa a la falsedadde las fórmulas verbales o de la excita-ción emotiva”. (El zen y los pájaros deldeseo, pág. 54).

Sin embargo, aun cuando Merton va-lora más el zen, casi siempre define suposición confinando al budismo al “ordennatural”. En el mismo ensayo escribe:

“No hay, pues, en el zen, unKerygma sino una comprensión, no re-velación sino conciencia, no la nuevadel Padre que envía a Su Hijo a estemundo, sino la percepción del fondoontológico de nuestro propio ser aquíy ahora, en pleno centro del mundo”.(El zen y los pájaros del deseo, p. 65).

Y en la última expresión pública de suvida, que tuvo lugar el mismo día de sumuerte en Bangkok, dijo:

“Y creo que abriéndonos al budis-mo, al hinduismo, a todas estas gran-des tradiciones de Asia, se nos presen-ta una maravillosa oportunidad de apren-der más acerca de la potencialidad denuestras propias tradiciones, porqueellas han ido mucho más profundo quelas nuestras, desde el punto de vistanatural”.

“El cristianismo olvidado”

Thomas MertonPor Jacob Needleman

Entrégate a su amorSi quieres tener una vida espiritual, debes unificar tu vida. Una vida, o es espiri-

tual del todo o no es espiritual en absoluto. Ningún hombre puede servir a dosseñores. Tu vida es modelada por el fin para el cual vives. Eres hecho a imagen delo que deseas.

Si quieres unificar tu vida, unifica tus deseos. Para espiritualizar tu vida, espiritualizatus deseos. Para espiritualizar tus deseos, desea carecer de ellos.

Vivir en el espíritu es vivir para un Dios en quien creemos, pero al que no pode-mos ver. Por consiguiente, desear esto es renunciar al deseo de todo lo que puedeverse. Poseer a quien no podemos entender es renunciar a todo lo que puede enten-derse. Para reposar en quien está más allá de donde reposa todo lo creado, renuncia-mos al deseo de reposar en las cosas creadas.

Al renunciar al mundo, conquistamos el mundo, nos elevamos por encima de sumultiplicidad y lo recapitulamos en la simplicidad de un amor que encuentra todaslas cosas en Dios.

Esto es lo que Jesús dio a entender cuando dijo que cualquiera que salve su vidala perderá, y quien pierda su vida, por el amor de Dios, la salvará.

El capítulo 28 de Job (y también el 3 de Baruc) nos dice que la sabiduría de Diosestá oculta y es imposible de encontrar; y, no obstante, concluye dando por sentadoque es fácilmente hallada, pues el temor al Señor es sabiduría.

Un monje jamás debe procurar su sabiduría fuera de su vocación. Si lo hace,nunca hallará sabiduría, porque para él la sabiduría está en su vocación. La sabidu-ría está en la propia vida del monje en su monasterio. Viviendo su vida, los monjesencuentran a Dios, y no mediante el agregar a sus vidas algo que Dios no ha puestoallí. Pues la sabiduría es Dios mismo, que vive en nosotros, revelándose a nosotros.La vida se nos revela sólo hasta donde la vivimos.

La vida monástica está llena de la misericordia de Dios. Todo lo que el monjehace es querido por Dios y ordenado para la gloria de Dios. Al cumplir la voluntadde Dios, recibimos la misericordia de Dios, pues sólo mediante el don de su miseri-cordia podemos hacer su voluntad con una intención pura y sobrenatural. Y Él nosconcede esta intención como una gracia que sólo sirve como un medio para queobtengamos más gracia y más misericordia, expandiendo nuestra capacidad de amarlo.Cuanto mayor es nuestra capacidad de recibir su misericordia, mayor es nuestropoder de darle gloria, pues Él es glorificado por sus propios dones, y Él es másglorificado por aquellos en los que su misericordia ha producido el amor más gran-de. “A quien poco se le perdona, poco amor muestra”.

T. M.

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“Derecho Viejo”Página 10

"¿Qué tengo que hacer yo para ser santo?", preguntó el joven Kumar a su Maes-tro Tulsideva. "¿Debo ser bueno?"

"Debes ser bueno, sí, pero ello no es todo", respondió Tulsideva."¿Debo ser puro?""Sí, pero tampoco ello lo es todo...""Tal vez lo que necesite es hacer una peregrinación a los lugares sagrados, ali-

mentarme de frutos solamente y vivir para la oración".El Maestro permaneció callado. Como llegaba la noche, prendió la lámpara de su

cuarto, y una mariposa, atraída por su luz, se fundió con ella.Tulsideva, al contemplar este hecho, dijo entonces a su discípulo:"Kumar, esa mariposa no ha leído como tú, grandes tratados de metafísica, ni ha

buscado un Maestro a quien preguntarle cómo hacer para fundirse con su amadofuego. Tú también, como la mariposa, cuando tengas el corazón pletórico de Amorpor Dios, te fundirás en la llama de su Amor para ser Uno con Él, quemando de esemodo los trajes de tu ego y sus inacabables preguntas, dudas y filosofemas. Interro-gamos cuando todavía no sabemos andar el camino. Cuando ya lo conocemos seduermen nuestras elucubraciones. Así también, cuando el Amor a Dios despierta ennuestros corazones, nos dedicamos simplemente a amarlo y esa es, querido Kumar,la más pura Santidad".

El maestro y el discípulo

Extraído de "Cuentos para el alma", de Ada Albrecht

Cuentos para el alma

Una estrella recién nacida tomó entre sus manitas de luz auna luciérnaga que volaba en el espacioso jardín de la noche.

"Eres tan pequeñita", le dijo, "y tu luz es tan débil".La luciérnaga se detuvo sobre la hoja de un ciruelo bajan-

do la cabeza para que su hermana no supiera de su tristeza."Eres tan llena de luz", le dijo entonces con un hilo de

voz, y agregó "...y sin embargo, hermana mía, tan ciega. Eltamaño de las cosas, ¿pertenece al reino del espacio o alreino de la Esencia? No importa qué tan grande seas tú, ycuán pequeña parezca yo, lo que sí es importante es queambas somos portadoras de luz. Deja tus huellas gigantes-cas en el inconmensurable cielo; a mí me basta con iluminarel sendero de los pequeños insectos voladores para que ensus viajes nocturnos no sean atrapados por telarañas y otrospeligros. Cada quien ayuda según la luz que posee, no intere-sa la magnitud o pequeñez del servicio. Lo que sí es impor-tante es que éste sea el producto de la luz que cada quientiene en su corazón".

Lo importante es ser luz

Despertar al ser"Tengo veinte años", pensaba Gopal, "si medito durante veinte años más, ya

tendré la mente bastante domeñada. Leeré las Sagradas Escrituras por otros diez.Luego, los diez años últimos de mi vida me sumiré en meditación".

Para su desgracia -o su suerte- habló inconscientemente en voz alta. Su Maes-tro, que estaba a su lado, corrigiendo unos escritos para las clases que daría luego alos estudiantes, lo escuchó y le dijo:

"Gopal, hijo mío, no pareces un estudiante. Te asemejas más bien a un avaro quecuenta las monedas de su tiempo con extrema exactitud, como si supiera lo que eldevenir de los días le tiene destinado. No lo hagas, porque ello es malo para tu alma.Libérate de las opresiones del tiempo. Conciencia tu verdadera naturaleza, que esEternidad. ¿Qué sabes tú si vivirás un día más o cien años más, o cien vidas más?No pierdas tus horas regateando con el pirata Tiempo, que a fin de cuentas, ha dellevarse todas tus horas en su nave hacia los mares del olvido. Genera en ti constan-temente la idea de tu propia perennidad y verás que cuando logres darte cuenta queeres de la misma esencia de lo Infinito, florecerá en ti la Suprema Armonía queesperas hallar recién en tu ancianidad. Si la idea de tu Eternidad, si la conciencia deque eres el Ser no despierta en ti, Hijo mío, deberás esperar no sesenta años, niochenta, sino que deberás vivir miles de vidas hasta que esa Realidad florezca den-tro de tu corazón".

"¿A dónde vas?", le preguntó el camino al viento. "Cadavez que te veo pasar con tu andar alocado, siento piedad deti. Mira, no tienes mi estructura, careces de dirección, eresun vagabundo del espacio. Es claro que alguna vez, si cre-cen tus acciones meritorias, serás también tan útil comoyo".

Un poco más adelante, el viento ingresó a un inmensojardín donde los más bellos rosales y madreselvas abrían suscorolas.

"¡Oh, Viento divino, por fin has llegado!", le dijo una rosaroja. "Mis hermanas y yo estábamos ansiosas por verte. Hoydeberás llevar nuestras semillas luego que nos desates de lavida que ya se aleja de nuestros botones".

El viento, entonces, alzó las semillas de las rosas comosi fueran un tesoro y las depositó suavemente sobre latierra.

¿Por qué será, Dios mío, que siempre comprendemos lascosas según nuestra pobre capacidad? Cuando todos los hom-bres despertemos a la verdad inconmensurable con la cualvistes a las infinitas modalidades de la existencia, nos abra-zaremos sin crítica alguna, sin juicio alguno, los hombres,los caminos y los vientos para venerar Tu voluntad, ángelceleste, que habita este extraño y maravilloso Santuario de laVida.

El camino y el viento

La semilla de pino"¡Por nada del mundo ingresaré a la Tierra!", dijo la semi-

lla de pino. "¡Abomino la oscuridad, y ni qué decir, el lodo!¿Se imaginan?, yo, la hija de un árbol hermoso, permitir queme aprisionen esos toscos y oscuros terrones".

Pidió entonces a la brisa, su amiga, que la impulsara unpoquito y la escondiera juntos a unas piedras.

"Aquí estaré a salvo", se dijo, y quedó dormida bajo elsol, y luego bajo otro sol, y otro y otro más.

Así pasaron muchos años. Cuando despertó de su largosueño estaba en medio de un bosque.

"Hola", le dijeron sus hermanas. "¿No nos reconoces?Ahora somos grandes árboles, pero cuando nacimos, éra-mos pequeñas semillas como tú, y estuvimos a tu lado en elmuelle regazo de una piña".

La diminuta semilla no atinó a decir nada."¡Qué torpe he sido!", pensó. "Por no haber seguido el

camino que me era propio en la vida, no tengo ahora ni ra-mas ni verdes hojas ni pájaros que canten en mi follaje. Elviento no me acuña, la luna no me acaricia, ni conozco elbeso sutil de las doradas estrellas. No he podido realizarme yasí, moriré siendo tan sólo una semilla a la que el egoísmo nole permitió desarrollarse en una existencia generosa y plena".

Hermano querido, este es un cuento muy simple, pero locierto es que cualquiera de nosotros puede tener una exis-tencia similar a la de esa desdichada semilla. Cuando cerra-mos el corazón para dar, cuanto todo nuestro ser se dejahipnotizar por la mirada artera del cuervo del egoísmo, cuandonos amamos sin poder amar... ¡ay! estamos alejando de noso-tros la alegría que florece en los Jardines Interiores de la benditacriatura que se entrega a cumplir la voluntad del Señor.

El sol y la llama"¡Ay, quién fuera como tú!", dijo la llama de la lámpara al

sol maravilloso del atardecer."Eres como yo", le dijo éste sonriendo..., realmente eres

como yo..."Al llegar la noche, todo el espacio se pobló de sombras.

Éstas, sin embargo, no pudieron ingresar en la casa dondeardía la llama.

"Soy como tú... realmente soy como Tú", dijo entoncesla llama; y se abrió como una mágica flor de pétalos de fue-go, iluminando generosamente la morada.

Identidad"Pobre desdichado", le dijo la pulsera

de oro a un anillo también de ese metal."Mientras yo me luzco cubierta de rubíesy diamantes en los brazos de una bailari-na, tú habitas en el dedo de una pobre an-ciana de la cual eres su único tesoro".

Con el paso del tiempo, envejeció la dan-zarina, conoció la miseria, la indiferenciay tuvo que vender sus joyas. También elanillo de la anciana fue vendido, y ambos,anillo y pulsera, se reencontraron en elcrisol del orfebre.

"¿Has entendido la lección?", le dijo elanillo a la pulsera, poco antes de perder suforma, "ahora tú y yo somos una sola cosa:oro. ¡Cuán equivocadamente juzgamos larealidad al ir por la vida de la mano delorgullo!"

Así como es oro el oro de un lingote,el de un prendedor o el de una moneda,así también todas las almas humanas, allen-de las características que las recubren, sonuna en el crisol inefable del corazón deNuestro Señor.

Espirituales

Maximiliano PéjkovichMediador Privado

Esmeralda 980 2º A (C1007ABL)Ciudad de Buenos Aires, República Argentina

Tel: (54-11) 4312-2597 - 4516-0572Cel: (54-11) 1540 376099

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La meditación es una de las cosasmás importantes en la vida; no cómomeditar; no la meditación conforme aun sistema; no la práctica de la medita-ción, sino más bien lo que la medita-ción es en verdad. Si uno puede descu-brir, muy profundamente, la significa-ción, la necesidad y la importancia quela meditación tiene para uno mismo,entonces descartará todos los sistemas,los métodos, los gurús, junto con todaslas cosas peculiares que se hallan involu-cradas en el tipo oriental de meditación.

Es muy importante descubrir poruno mismo lo que se es en realidad,no de acuerdo con las teorías y lasaseveraciones y las experiencias delos psicólogos, filósofos y gurús, sinopor la investigación de toda la natu-raleza y el movimiento de uno mis-mo, por el ver qué es uno realmente.

Parecemos incapaces de compren-der lo extraordinariamente importanteque es ver lo que somos, vernos de he-cho, como si nos estuviéramos miran-do psicológicamente en un espejo, locual produce una transformación en lapropia estructura interna. Cuando unorealiza fundamentalmente, profunda-mente, una transformación o mutaciónsemejante, entonces esa mutación afectatoda la conciencia del hombre. Este esun hecho absoluto, una realidad. Pro-ducir una transformación fundamentalse vuelve muy importante si uno es total-mente serio, si uno está preocupado porel mundo tal como es con toda su es-pantosa infelicidad, confusión e incer-tidumbre, con todas las divisiones reli-giosas y nacionales, con la acumulaciónde armamentos, el gasto de sumas enor-mes en la preparación de la guerra, paramatar gente en el nombre de la nacio-nalidad, etcétera, etcétera.

Para ver lo que uno es realmente,resulta vital que haya libertad, liber-tad con respecto a todo el contenidode la propia conciencia –siendo elcontenido de la conciencia todas lascosas acumuladas por el pensamien-to. Liberarse del contenido de la pro-pia conciencia, de las cóleras y bru-talidades, de las vanidades y la arro-gancia, librarse de todas las cosas enque uno se halla atrapado, es medita-ción. El mismo ver lo que uno es,constituye el principio de la transfor-mación. La meditación implica elcese de toda lucha, de todo conflic-to– internamente y, por tanto, exter-namente. De hecho, no existe lo in-terno o lo externo, es como el marcon su flujo y reflujo.

Cuando uno descubre lo que real-mente es, se pregunta: ¿Es uno mismo,el observador, diferente de lo que ob-serva? –psicológicamente hablando,desde luego–. Yo soy iracundo, codi-cioso, violento; ¿es ello diferente de lacosa observada, que es la ira, la codi-cia, la violencia? ¿Es uno diferente?Obviamente, no lo es. Cuando estoy ira-cundo no existe un yo que esté iracun-do, sólo existe la ira. Por tanto, yo soyla ira, el observador es lo observado.La división es eliminada por completo.El observador es lo observado y, en con-

secuencia, el conflicto se termina.Parte de la meditación es eliminar

completamente todo conflicto en lo in-terno y, por lo tanto, en lo externo. Paraeliminar el conflicto uno ha de compren-der este principio básico: El observadorno es, en lo psicológico, diferente de loobservado. Cuando hay ira, no hay yo,pero un segundo después el pensamien-to crea el yo y dice: “He estado iracun-do”, y así introduce la idea de que yo nodebería estar iracundo. Por consiguien-te, existe la ira y luego el yo que no debe-ría experimentar la ira; la división engen-dra el conflicto. Cuando no hay divisiónentre el observador y lo observado y, porende, sólo existe la cosa que es, sea, laira, ¿qué ocurre? ¿Continúa la ira, enton-ces? ¿O la ira cesa totalmente? Cuandosurge la ira no hay un observador– nohay división– la ira se desarrolla y lue-go llega a su fin –igual que una flor;florece, se marchita y se extingue has-ta morir. Pero mientras uno la está com-batiendo, mientras la resiste, o la ra-cionaliza, uno le está dando vida. Cuan-do el observador es lo observado, la iraflorece, se desarrolla y muere natural-mente– por lo tanto, no hay en ello con-flicto psicológico alguno.

Uno vive en la acción; acción con-forme a un motivo, conforme a unideal, a un patrón, acción por hábito oacción tradicional, todo ello sin inves-tigación alguna. Una mente que medi-ta, debe descubrir qué es la acción.Uno de los problemas principales enla propia vida es el conflicto, y delconflicto se originan toda clase de ac-tividades neuróticas. Para poner fin alconflicto y, por ende, a la acciónneurótica, es muy importante que unotenga una mente cuerda, sana, unamente que no esté atrapada en creen-cias, temores, etcétera.

¿Cómo ha de actuar uno? ¿De acuer-do con qué principio, con qué cualidad oestado de la mente ha de actuar uno? Porlo general uno actúa desde la memoria,la memoria establecida en un patrón quese ha vuelto hábito, rutina. Uno actúaconforme a lo que recuerda como pla-centero; o actúa según un ideal que hadeterminado llevar a la práctica en la vidadiaria; o tiene una ambición que trata derealizar. Hay diversos tipos de acción, ycada uno de ellos es fragmentado, incom-pleto; ninguno es holístico “yo soy unhombre de negocios, vuelvo a mi casa yamo a mis hijos, pero cuando estoy enmis ocupaciones, ahí no amo a nadie,quiero utilidades, etc; puedo ser un eru-dito, un pintor, pero mi vida –aunque seaun pintor excelente– es vulgar; soy vi-cioso, codicioso, anhelo dinero, posición,reconocimiento y fama”.

Las acciones de uno están dividi-das, son fragmentarias; y cuando hayuna acción fragmentaria, es inevitableque ésta produzca conflicto en lo psi-cológico. ¿Existe una acción sin con-flicto, en la cual no haya remordimien-tos, ni fracasos, ni sentimiento algunode frustración; una acción que sea to-tal, armónica, completa, una acciónque no tenga lugar en un campo parti-cular opuesto a otro campo?

Uno tiene que ver lo que hace realmente,cómo está viviendo una vida contradictoria,actuando contradictoriamente y, por lo tan-to, en conflicto. Debe tornarse perceptivo aello. Y si uno está completa y sensiblementealerta, ¿qué ocurre entonces?

Supongamos que vivo entre accionescontradictorias y viene alguien y me dice:“Esté alerta a ello”. Yo le pregunto: ¿Qué en-tiende usted por estar alerta a ello? El estadode percepción alerta no es posible cuandousted opta, cuando dice: “Me gusta esta ac-ción en particular, quisiera quedarme con ella;por favor, ayúdeme a evitar toda otra acción”.Eso no es percepción alerta; eso es escogeruna acción determinada que parece más sa-tisfactoria, más cómoda, más gratificadora,más provechosa, etc. Cuando hay opción nohay una completa percepción alerta. Si unoestá totalmente alerta, no hay problema; en-tonces existe una acción que es continua, singrietas y, por lo tanto, es una acción holística.Eso es tener una mente sana, lo cual implicano estar comprometido con ninguna formaparticular de creencia, dogma o ideal, connada. Es tener una mente capaz de pensarcon claridad, directa, objetivamente. Esa ac-ción llega uno a encontrarla en el proceso dela meditación.

Descubrir qué es la meditación, implicadarse cuenta de que cualquier conocimientoprevio acerca de lo que uno piensa que es lameditación, bloquea toda posibilidad de ex-plorar. Es absolutamente necesario estar li-bre de toda autoridad psicológica. ¿Qué es loque se requiere en la investigación? ¿Se re-quiere concentración, atención o percepciónalerta? Cuando uno se concentra, toda laenergía está localizada en algo particular, unoresiste y rechaza todos los pensamientos queinterfieren. En la concentración uno está ofre-ciendo resistencia. Pero en el darse cuentade los propios pensamientos, no hay con-centración; la percepción alerta no consisteen escoger el pensamiento que a uno le gus-taría; uno está simplemente alerta. De estapercepción alerta surge la atención. En laatención no existe un centro desde el cualuno esté atendiendo. Esto es realmente muyimportante que se comprenda, es la esenciade la meditación. En la concentración hay uncentro desde el cual uno se está concentran-do sobre una idea, o una representación men-tal, o alguna imagen, etc; uno está ejercitan-do energía en la concentración, en el acto deresistir; está erigiendo un muro de modo talque no pueda introducirse ningún otro pen-samiento; y en ello debe haber conflicto. Paraeliminar totalmente el conflicto, uno debedarse cuenta, sin opción alguna, de sus pen-samientos; entonces no hay contradicción niresistencia con respecto a ningún pensamien-to. De ahí surge la percepción alerta; per-cepción de todo movimiento del pensar. Acausa de esa percepción alerta, adviene elestado de atención. Cuando uno está atentoa algo, de verdad, profundamente, no existeun centro; no hay un “yo”.

En la atención –si se ha llegado hasta ahí–uno está libre de todos los afanes del pensa-miento con sus temores, sus agonías y sudesesperación. Esos son los cimientos. En-tonces se está vaciando el contenido de lapropia conciencia, se la está liberando. Esees el significado y la profundidad de la medi-tación: el vaciado de todo el contenido, el pen-samiento que toca a su fin.

La meditación es atención en la cual noexiste un registrar. Normalmente, el cerebro

está registrandocasi todo, el rui-do, las palabrasque se emplean,registra igualque un graba-dor magneto-fónico. Ahorabien, ¿es posi-ble para el ce-rebro no registrar sino aquello que es ab-solutamente necesario? ¿Por qué debo re-gistrar un insulto? ¿Por qué? ¿Por qué deboregistrar una lisonja? Es innecesario. ¿Porqué debo registrar cualquier clase de he-ridas psicológicas? Es necesario. Por lotanto, registro sólo aquello que es nece-sario para operar en la vida diaria –comoun técnico, un escritor y así sucesivamen-te–, pero en lo psicológico, no registronada. En la meditación no hay registropsicológico, excepto el registro de loshechos prácticos del vivir, como ir a laoficina, trabajar en una fábrica, etc., nadamás. Desde ahí adviene un completo si-lencio, porque el pensamiento llega a sufin, excepto para funcionar sólo donde esabsolutamente necesario. El tiempo hacesado y hay una clase por completo di-ferente de movimiento: un movimiento enel silencio.

La religión tiene, entonces, un signifi-cado totalmente distinto, mientras queantes era una cosa del pensamiento. Hasido el pensamiento el que creó las diver-sas religiones y, por consiguiente, cadareligión está fragmentada y en cada frag-mento hay múltiples subdivisiones. Todoeso que se llama “religión”, incluyendo lascreencias, los temores, las esperanzas, eldeseo de estar seguro en otro mundo, et-cétera, es el resultado del pensamiento.Eso no es religión, es meramente el movi-miento del pensar, que es el pensamientoque opera en el temor, en la esperanza, enel intento de hallar seguridad; por lo tan-to, ése es un proceso material.

¿Qué es, entonces, la religión? Es lainvestigación –investigación en la queparticipa toda la atención de uno, lasuma de toda la energía– para descu-brir aquello que es sagrado, para darcon aquello que es santo. Eso sólo puedeocurrir cuando uno está libre del ruidodel pensamiento –cuando psicológica-mente, internamente cesan el pensa-miento y el tiempo–, pero sin que elpensamiento cese en el mundo dondedebe funcionar con los conocimientos.Aquello que es santo, que es sagrado,que es la verdad, sólo adviene cuandohay completo silencio, cuando el cere-bro mismo ha puesto al pensamientoen su justo lugar. En ese inmenso silen-cio, está aquello que es sagrado.

El silencio requiere espacio, espacio entoda la estructura de la conciencia. Talcomo es la conciencia de uno, no hay es-pacio en su estructura, porque esa con-ciencia está llena de temores, está atesta-da, parloteando, parloteando. Cuando haysilencio, existe un espacio inmenso,intemporal; sólo entonces hay una posibi-lidad de dar con aquello que es lo eterno,lo sagrado.

Extraído de “La totalidad de la vida”

La meditación es el vaciadodel contenido de la conciencia

Por Krishnamurti

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Más allá...

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Al paso de la oración, debemosreencontrar el hombre o la mujer unificadose integrados que podemos llegar a ser. Demirada única, de presencia entera, de aten-ción centrada. «Aquí estoy» es el mejormodo de iniciar la oración, con el deseo deque todo yo, toda mi persona esté allí, en lapresencia de Dios. «Aquí estoy ante ti, contodo lo que soy, tengo y siento». Con mu-cha frecuencia no estamos donde estamos,anclados en el pasado o angustiados por elfuturo, descentrados por tanta luz intermi-tente de colores, ajenos a nosotros mismos...

Se nos olvida el presente hondo, vivo, real,que es nuestra única verdad. No escucha-mos, no vemos, no sentimos lo que pasaante nosotros, porque vivimos descentrados,al amor de muchas realidades que dispersanla vida.

Siempre conviene comenzar a orar re-conciliándonos: con nosotros, con Dios, conel entorno. Recuperar la atención interior,tan derramada hacia afuera. Comenzar aamar a Dios es recuperarse a sí mismo.

Decir «Aquí estoy» supone que aceptomi debilidad, mi limitación, mi pobreza. Esto

es el comienzo de toda sabiduría. «Aquí es-toy, desnudo ante ti». Implica confiarse aÉl, que nos conoce bien y cuida siemprenuestros caminos. Esta será la actitud deAbraham, la que le hará «nuestro padre enla fe».

«Heme aquí», es su respuesta a la lla-mada de Yahvé (Gn 22, 1).

Si confiar en alguien despierta su capa-cidad creadora, su originalidad, confiar enDios nos abre al descubrimiento de algonuevo y sorprendente en Él.

Abraham creyó contra toda esperanza.

Su fe aparece como insensata desde fuera:¿por qué salir de su tierra?, ¿por qué inter-ceder por un pueblo despreciable?, ¿por quésacrificar a su único hijo?

La confianza de Abraham sólo se entiendedesde la clave del amor. Su confianza hablade algo misterioso sucedido entre él y Yahvé.Toda la historia de Abraham se entiende des-de la fascinación que este misterioso Diosejerció sobre él.

Recordamos tres actitudes en el vivir yobrar de Abraham: Salir - Confiar en lanoche -Interceder.

«Sal de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo temostraré... Marchó, pues, Abram, como se lo había dicho Yahvé» (Gn 12, 1. 4a).

Nómada, peregrino, errante... buscando la patria, el hogar prometido por Dios,Abram sale de su casa y se pone en camino hacia un lugar desconocido, fiado enDios.

El orante, el creyente ha de ser, por definición, un buscador, un peregrino. ORARes, ante todo, buscar la voluntad de Dios sobre la propia vida. La fe es una aventura,una peregrinación, un riesgo.

La oración de Abraham no es de palabras, sino de gestos y acciones en las quedemuestra su fe. Su valor está en lo desconocido de Dios. Desconoce a Dios, al quedenomina «El Shaddai», Dios de las montañas. Se convierte en descubridor de Diospor su fe. Estaba solo. La historia de la fe en Yahvé comienza prácticamente con él.

Dios es para él terreno no desbrozado, no andado y, por eso mismo, su vida seconvierte también en algo insospechado, arriesgado. Todo el futuro de Abrahampende de un acto absoluto de fe. La fecundidad de su vida y de su posteridad arran-can de su fe y se asientan en la promesa y fidelidad de Dios.

La fe cambia toda su vida y consiste en poner toda su historia enmanos de Dios. Cuando la fe es dar a Dios lo que sobra, algo super-fluo, unas migajas de obligado cumplimiento, cuando la vida está asalvo y Dios se mantiene en la raya fronteriza que le hemos marca-do, cuando Dios es un recurso de emergencia y la fe no roza la vida,no cambia la vida, no cuesta vida, esa fe no nos llevará, como aAbraham, a descubrir el rostro fascinante de Dios, a comer amiga-blemente con la Trinidad.

Abraham nos enseña que tener fe es atreverse a salir fiados sóloen Él. No es conocer o recitar verdades, sino jugarse la vida poraquél o aquellos a quienes se ama, fe es una manera de vivir, un estilode estar en la vida. Y crece cuando en los momentos cruciales nosatrevemos a SALIR de nuestra tierra, de la casa paterna, esto es, denuestras seguridades paralizantes, para anclarnos en la única seguri-dad que será capaz de llevarnos a alta mar, la de los pobres de Yahvé que sóloesperan en Él la salud y la plenitud.

Salir es responder a la llamada de Dios. La iniciativa la tiene Él. Salimos nocaprichosamente, sino tocados por Él. Ponerse en camino es ir al paso de Dios. YDios llama siempre enamorando la vida.

Salir obliga a soltar lastre, a desembarazar lo que ata, a dejar lo superfluo.El nómada no puede llevar muchas cosas, sólo se es peregrino del Absoluto,ligero de equipaje.

Al abandonar nuestros nidos de seguridad y echar a volar lo hacemos fiados ensu Palabra: «No temas, yo estaré contigo». Su fidelidad y su promesa son la únicaseguridad.

Santa Teresa decía que «oración y regalo no se compadecen»; añadimos queoración y pereza, oración y asentamiento no se sufren. Orar supone estar abierto aDios hasta el punto de poder cambiar, no sólo de sitio, sino de actitud, de ideas, decostumbres...

En otro momento (Gn 22), Yahvé pide a Abraham el sacrificio de su único hijo; yvuelve a demostrar una fe absoluta, poniendo en manos de Dios lo más amado paraél. El mismo Dios que le ha prometido una descendencia como las estrellas del cielo,le pide ahora la vida del que puede hacer realidad esa promesa, su único hijo. Anteesta actitud («levantóse de madrugada... se puso en marcha hacia el lugar que lehabía dicho Dios» -Gn 22, 3-, se dispuso a ejecutar la orden de Dios, pero, Elmismo se lo impide...). El Ángel de Yahvé se deshace en bendiciones; parece que lafe de Abraham hubiera tocado lo más hondo del corazón de Dios; la confianza en Éllo vence.

Sin entrar en un comentario amplio de este relato, se nos muestra que el SALIRdel capítulo 12 («Sal de tu tierra...’), no se refiere sólo a una acción puntual, sino auna actitud vital. La fe no vive de rentas, hay que salir constantemente al encuentrode Dios, eso es amor. La leña de ayer, los gestos y detalles de ayer no mantendrán elfuego de mañana. La vida de Abraham fue salir al encuentro de su Amigo, el Dios delas montañas, de Él se fió hasta la locura y la insensatez, movido por amor. Cada vezque Dios le había buscado, allí estaba Abraham abierto a la escucha, dispuesto siem-pre a obedecer y a caminar en la presencia de su Dios con absoluta integridad.

La confianza ilumina siempre el incierto camino de Abraham hacia la nueva tierra.Esta confianza, la fe «contra toda esperanza», pasa por la prueba más fuerte cuando sehace la tiniebla.

«Cuando estaba el sol ya para ponerse cayó un sopor sobre Abraham, y fue presa deun gran terror y le envolvió densa tiniebla» (Gn 15, 12).

El sopor, el terror y la tiniebla dibujan la noche de Abraham, es otro momento claveen la vida del creyente. El orante habrá de aprender a «esperar en desnudez y vacío lallegada de su Bien» (San Juan de la Cruz). Este momento es inevitable, es la grantentación de los orantes, muchos aún no curtidos en la contradicción. Dios desconcier-ta la vida, y nos despoja de lo accidental de nuestra fe.

«Así como sube hasta vuestras copas y acaricia vuestras más frágiles ramas quetiemblan al sol, también penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo ala tierra. Como gavillas de trigo os aprieta contra su corazón. Os apalea para desnudaros.Os trilla para liberaros de vuestra paja. Os muele hasta dejaros blancos. Os amasahasta dejaros livianos; y luego, os mete en su fuego sagrado, y os transforma en panmístico para el banquete divino. Todas estas cosas hará el amor por vosotros para que

podáis conocer los secretos de vuestro cora-zón, y con este conocimiento os convirtáisen el pan místico del banquete divino» (J.GIBRAN)

Tras sufrir la noche, Dios puede sellarsu pacto con Abraham: «Aquel día firmóYahvé una alianza con Abraham... », por lacual daba la tierra a su descendencia.

Interceder es una forma de orar muybella, por la que alguien se planta ante Dios

con humildad para suplicarle en favor de otro. En este caso, Abraham intercede porSodoma y Gomorra, aduciendo que no es justo que mueran los justos por pecadores.

Interceder es arriesgarse a ser rechazado, es ir ante Dios en nombre de otro que, eneste caso, ha caído en desgracia culpablemente. Abraham, desinteresadamente -no pidenada para sí- mantiene con Dios un diálogo en favor de esos pueblos, diálogo familiar,confiado, muy «humano», en el que Dios va cediendo gustosamente a las sugerenciasde su amigo.

Hay en Abraham una actitud que le hace digno de dialogar así con Dios: su humil-dad, la verdadera puerta para abrir el corazón de Dios (Gn 18,27). Así como la arrogan-cia nos hace incapaces de Él.

No se trata de cambiar la opinión de Dios, sino de gritar para que se haga lo que, enverdad, Él quiere: que el pueblo se salve. Para ello reclama nuestra fidelidad y colabo-ración.

Dios busca intercesores; se complace en aquellos que claman en favor de otroscontra la injusticia, el dolor, la oscuridad, el pecado... para que sean liberados. Diosquiere que intercedamos porque ama a su pueblo.

En Jeremías se afirma que un solo justo habría bastado (Jer 5, 1), y en EzequielDios se queja de que no hay quien interceda: «He buscado entre ellos alguno queconstruyera un muro y se mantuviera de pie en la brecha ante mí, para proteger latierra e impedir que yo la destruyera, y no he encontrado a nadie» (Ez 22, 30).

Se intercede porque se ama. El que desprecia al otro no intercede por él. Hoy hacenfalta intercesores, y no tanto acusadores. Hay que renovar la fe en el ser humano. Laintercesión es muestra de madurez, porque logra separarse del ámbito puramente ego-céntrico. Es una oración limpia la que nos brinda Abraham en este episodio.

Se intercede plenamente desde dentro del pecador, desde dentro del mal, la oscuri-dad y el vacío que viven los hombres, no como quien se sabe a salvo, libre, con lasmanos limpias, sino desde el NOSOTROS Sólo así la oración de intercesión es ungrito, un clamor sincero, y no una fórmula bella.

Éstos son algunos de los rasgos de la oración y actitud de Abraham, nuestro padreen la fe. Él nos obtenga de Dios una fe ardiente y viva, capaz de testimoniar esperanza;una amistad que crezca en confianza atrevida; para poder ver su rostro.

“Sal de tu tierra...”

Salir Confiar en la noche

Interceder

Miguel Márquez Calle, "El riesgo de la confianza"

Abram y Abraham

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Es inevitable que las ideas surjan en tu mente y traten de distraerte de mil maneras.Te preguntarán diciendo:

«¿Qué es lo que buscas?, ¿qué quieres?». A todas ellas debes responder: «A Diossolo busco y deseo, a él solo».

Y si te preguntan: «¿Quién es este Dios?», diles que es el Dios que te creó, que teredimió y te trajo a esta obra. Di a tus pensamientos: «Sois incapaces de captarle.Dejadme». Dispérsalos volviéndote a Jesús con amoroso deseo. No te sorprendas situs pensamientos parecen santos y valiosos para la oración. Con toda probabilidad teencontrarás a ti mismo pensando en las maravillosas cualidades de Jesús, su dulzura,su amor, su gracia, su misericordia. Pero si prestas atención a estas ideas, verás quehan conseguido lo que deseaban de ti, y continuarán hablándote hasta inclinarte hacia elpensamiento de la Pasión. Vendrán después ideas sobre su gran bondad y si continúasatento, estarán complacidas. Pronto te encontrarás pensando en tu vida pecadora yquizá con este motivo te podrás acordar de algún lugar en que viviste en tu vida pasada,hasta que de repente, antes de que te des cuenta, tu mente se habrá disipado porcompleto.

Y, sin embargo, no eran malos pensamientos. En realidad eran pensamientos buenosy santos, tan valiosos que todo el que desee avanzar sinhaber meditado con frecuencia en sus propios pecados, enla Pasión de Cristo, la mansedumbre, bondad y dignidad deDios, se extraviará y fracasará en su intento. Pero una per-sona que ha meditado largamente estas cosas ha de dejarlasdetrás, bajo la nube del olvido, si es que quiere penetrar lanube del no-saber que está entre él y su Dios.

Por eso, siempre que te sientas movido por la gracia a laactividad contemplativa y estés determinado a realizarla, ele-va con sencillez tu corazón a Dios con un suave movimientode amor. Piensa solamente en Dios que te creó, que te redi-mió y te guió a esta obra. No dejes que otras ideas sobreDios entren en tu mente. Incluso esto es demasiado. Bastacon un puro impulso hacia Dios, el deseo de él solo.

Si quieres centrar todo tu deseo en una simple palabraque tu mente pueda retener fácilmente, elige una palabra brevemejor que una larga. Palabras tan sencillas como «Dios» o«Amor» resultan muy adecuadas. Pero has de elegir una quetenga significado para ti. Fíjala luego en tu mente, de maneraque permanezca allí suceda lo que suceda. Esta palabra serátu defensa tanto en la guerra como en la paz. Sírvete de ellapara golpear la nube de la oscuridad que está sobre ti y paradominar todas las distracciones, fijándolas en la nube delolvido, que tienes debajo de ti. Si algún pensamiento te si-guiera molestando queriendo saber lo que haces, respóndele

con esta única palabra. Si tu mente comienza a intelectualizar el sentido y las connota-ciones de esta «palabrita», acuérdate de que su valor estriba en su sencillez. Haz esto yte aseguro que tales pensamientos desaparecerán. ¿Por qué? Porque te has negado adesarrollarlos discutiendo con ellos.

Pero tú dices: «¿Cómo puedo hacer para pensar en Dios tal cual es en sí mis-mo?». A esto sólo puedo responder: «No lo sé».

Con esta pregunta me llevas a la misma oscuridad y nube del no-saber a la quequiero que entres. El hombre puede conocer totalmente y ponderar todo lo creado ysus obras, y también las obras de Dios, pero no a Dios mismo. El pensamiento nopuede comprender a Dios. Por eso, prefiero abandonar todo lo que puedo conocer,optando más bien por amar a aquel a quien no puedo conocer. Aunque no podemosconocerle, sí que podemos amarle. Por el amor puede ser alcanzado y abrazado,pero nunca por el pensamiento. Por supuesto, que hacemos bien a veces en ponde-rar la majestad de Dios o su bondad por la comprensión que estas meditacionespueden proporcionar. Pero en la verdadera actividad contemplativa has de dejar todoesto aparte y cubrirlo con una nube del olvido. Deja, pues, que tu devoto, gracioso yamoroso deseo avance, decidida y alegremente, más allá de esto, llegue a penetrar laoscuridad que está encima. Si, golpea esa densa nube del no-saber con el dardo de tuamoroso deseo y no ceses, suceda lo que suceda.

Así, pues, has de rechazar toda conceptualización clara tan pronto como surja,ya que surgirá inevitablemente, durante la actividad ciega del amor contemplativo. Sino las vences, ellas ciertamente te dominarán a ti. Pues cuando más desees estarsolo con Dios, más se deslizarán a tu mente con tal cautela que sólo una constantevigilancia las podrá detectar. Puedes estar seguro de que si estás ocupado con algoinferior a Dios, lo colocas por encima de ti mientras piensas en ello y creas unabarrera entre ti y Dios. Has de rechazar, por tanto, con firmeza todas las ideas claraspor piadosas o placenteras que sean. Créeme lo que te digo: un amoroso y ciegodeseo hacia Dios sólo es más valioso en si mismo, más grato a Dios y a los santos,más provechoso a tu crecimiento y de más ayuda a tus amigos, tanto vivos comodifuntos, que cualquier otra cosa que pudieras hacer. Y resulta mayor bendición parati experimentar el movimiento interior de este amor dentro de la oscuridad de la nubedel no-saber que contemplar a los ángeles y santos u oír el regocijo y la melodía desu fiesta en el cielo.

¿Te sorprende esto? Se debe solamente a que no lo has experimentado por timismo. Pero cuando lo experimentes, como creo firmemente que lo harás con lagracia de Dios, entonces podrás entenderlo. Por supuesto que en esta vida es impo-sible ver y poseer plenamente a Dios; pero, con su gracia y a su tiempo, es posiblegustar algo de él tal como es en si mismo. Así, pues, entra en esta nube con una granansia de él. Q más bien, diría yo, deja que Dios despierte en ti esta ansia y arrójate aél en esta nube, mientras con la ayuda de su gracia te esfuerzas por olvidar todo lodemás.

Recuerda que si las ideas claras que surgen sin querer y que tú rechazas puedenmolestarte y apartarte del Señor, privándote de la experiencia de su amor, muchomás lo harán aquellas que tú cultivas voluntariamente. Y si el pensamiento de unsanto particular o de alguna realidad puramente espiritual crea un obstáculo a estaactividad, cuánto más el pensamiento del hombre mortal o de cualquier otro interésmaterial o mundano. No digo que estos pensamientos, deliberados o indeliberados,sean malos en si mismos. Dios me libre de que me entiendas mal. No, lo que hequerido decir es que son un obstáculo más que una ayuda. Pues si buscas de verdada Dios solo, nunca encontrarás descanso ni contento en algo inferior a Dios.

Anímate, pues, frágil mortal como eres, y trata de entenderte a ti mismo.¿Piensas que eres alguien especial o que has merecido el favor del Señor? ¿Cómopuede ser tu corazón tan pesado y tan falto de espíritu que no se levante continua-mente por la atracción del amor del Señor y el sonido de su voz? Tu enemigo tesugerirá que descanses en tus laureles. Pero estate alerta frente a su perfidia. No teengañes pensando que eres mejor y más santo porque fuiste llamado o porque hasavanzado en la vía singular de la vida. Por el contrario, serás un desgraciado,culpable y digno de lástima, a menos que con la ayuda de Dios y de su direcciónhagas todo lo que está en tu mano para vivir tu vocación. Lejos de engreírte, debe-rás ser cada vez más humilde y entregado a tu Señor al considerar lo mucho que seha abajado hasta llamarte aquel que es el Dios Todopoderoso, Rey de reyes y Señorde los señores. Pues de todo su rebaño te ha elegido amorosamente para ser uno desus amigos especiales.

Te ha conducido a suaves praderas y te ha alimentado con su amor, forzándotea tomar posesión de tu herencia en su reino.

Te pido, pues, que sigas tu curso sin desmayo. Espera el mañana y deja el ayer.No te importe lo que hayas conseguido. Trata más bien de alcanzar lo que tienesdelante. Si haces esto, permanecerás en la verdad. Por elmomento, si quieres crecer has de alimentar en tu corazónel ansia viva de Dios. Si bien este deseo vivo es un don deDios, a ti corresponde el alimentarlo. Ten en cuenta esto:Dios es un amante celoso. Está actuando en tu espíritu yno tolerará sucedáneos. Tú eres el único a quien necesita.Todo lo que pide de ti es que pongas su amor en él y que ledejes a él solo. Cierra las puertas y ventanas de tu espíritucontra la invasión de pestes y enemigos y busca suplicantesu fuerza; si así lo haces te verás a salvo de ellos. Insiste,pues. Quiero ver cómo caminas. Nuestro Señor está siem-pre dispuesto. Él sólo espera tu cooperación.

La sabiduría de “La nube del no-saber”

Si deseas entrar en esta nube, permanecer en ella y pro-seguir la obra de amor de la contemplación, a la cual te estoyurgiendo, tienes que hacer otra cosa. Así como la nube delno-saber está sobre ti, entre ti y tu Dios, de la misma maneradebes extender una nube del olvido por debajo de ti, entre tiy todo lo creado. La nube del no-saber te dejará quizá con lasensación de que estás lejos de Dios. Pero no, si es auténti-ca, sólo la ausencia de una nube del olvido te mantiene ahoraalejado de él. Siempre que digo «todas las criaturas», merefiero no sólo a todo lo creado, sino a todas sus circunstan-cias y actividades: No hago excepción alguna. Tu obligación es no vincularte a criaturaalguna, sea material o espiritual, ni a su situación ni hechos, sean buenos o malos. Paraexpresarlo brevemente, durante este trabajo has de abandonarlos a todos ellos bajo lanube del olvido.

Pues aunque en ciertos momentos y circunstancias es necesario y útil detenerse ensituaciones y actividades concretas que atañen a personas y cosas, durante esta activi-dad es casi inútil. El pensamiento y el recuerdo son formas de comprensión espiritualen las que el ojo del espíritu se abre y se cierra sobre las cosas como el ojo del tiradorsobre su objetivo. Pero te insisto en que todo aquello en lo que te detienes durante estaactividad resulta un obstáculo a la unión con Dios. Pues si tu mente está bloqueada conestas preocupaciones, no hay lugar para él.

Y con toda la debida reverencia, llego hasta a afirmar que es completamente inútilpensar que puedes alimentar tu obra contemplativa considerando los atributos de Dios,su bondad o su dignidad; o pensando en nuestra Señora, los ángeles o los santos; o enlos goces del cielo, por maravillosos que sean. Creo que este tipo de actividad ya no tesirve para nada. Desde luego, es laudable reflexionar sobre la bondad y el amor de Diosy alabarle por ello. Sin embargo, es mucho mejor que tu mente descanse en la concien-cia de él mismo, en su existencia desnuda y le ame y le alabe por lo que es en sí mismo.

Textos extraídos de "La nube del no-saber", Anónimo inglés del s. XIV

Sólo sé que no sé

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“Derecho Viejo”Página 14

En un tiempo espiralla vida compone un mágico

tapiz con los coloresy tal como mi madre me acunaba

repite la historia sus palabrasy son mis cincuenta años

una espera continuadasin embargo,

mis zapatos son nuevoscada día

Y los caminos que recorrose funden a mis pies continuamente

cerrándose las huellas a mis espaldasquisiera regalarles mis canciones

para que vivan mi alegríapero son mis alas y están pegadas

y no puedo arrancármelaspara entregárselas

porque de nada serviría.

Hagan crecer las suyasy acompáñenme en este vuelo

sin alejarse jamás.sin avanzar demasiado

podríamos no escucharnospodría no seguirlos

y cuando pulsen la guitarraque yo haya dejado

no canten por cantarsino para ser canto

-simplemente canto-como único sentido de grandeza.

Aprendan a mirar las plantascrecer en los edificios

sentir el olor del aire cuando los invadeo la lluvia caer sobre el tejado.

Al sol creando coloresal río enhebrando con el agua intermina-

bles collares de piedraa la tierra seca,

y al barroa los brotes que nacen en cada primavera

a la nieve que cubre la semillaa la rama rota del árbol

a la flor marchitaen actitud seminalal animal en celo

o moribundoal nido balanceándose en el viento

al pájaro asustadoa los lirios durmiendo en la lagunaa los grillos y sapos acunándolos

al gemir de la hembra al pariral silbo del zorzal herido

al crujir del fuegocon luces y brillos danzantes

al polluelo partiendola cáscara de su huevo

al vuelo libre,grácil y delicado

de la gaviota.A las praderas hechas desiertos

y a los desiertos hechos praderasa los árboles peleando en pantalla

con el vientoy al viento silbando entre sus ramasal arroyo que ensancha su música

y apacienta del toro su furiaa la cresta de la ola burbujeante

compitiendo en brillo con la luna.Y piensen que no es tarde

o que tal vez no sea demasiado tarde.y puedan sentar en su mesa

al malvadoal justo

al sifilíticoal ladrónal negro

y al blanco

al ricoal pobre

al mendigoal místicoal desnudo

al héroeal vencido

al reoal juez

sin diferenciasin privilegio

apretando tiernamente cada manoy sintiendo el beso de la prostituta

y la llaga del heridotal vez vean sus rostros en un

espejotal vez vean que sus voces son

las mías.

Y no digan no comprendosolo serían los ofendidos

y por propia decisiónes preferible llorar por los ojos

del ciegoy no tener ciego el corazón.

Y pregunten siempre-¿quién es culpable?

-¿quién el inocente?si el humano que se cree virtuoso

en su soberbiao el pecador que arrastra con dolor

su pecado.

No griten sus virtudespodrían no escucharlasy a nadie le interesarían;lamenten sus defectosy busquen superarlos

sin esconderlos ni esconderseporque los de ustedes se parecen

a los míosy eso nos acerca como iguales.

Cómo juzgar, entonces,sin temor a ser juzgado

por mis obras y las vuestras.

Cómo decir ladrónsi yo he creado la cárcel,

cómo decir blancosi yo he mezclado los colores,

cómo decir negrosi yo me niego a poener la luz

en mis ojos,cómo decir prostituta

si estoy batiendo palmasy confundiendo la pobreza con el sexo,

cómo decir malvadosi he olvidado abrir las manoscuando me lo pidió el viento,

cómo decir héroesi he colocado los fusiles

mirando al cielo,cómo decir rico

si he llenado las manos,la boca y el estómago

para que no pueda acariciarbesar, o sentir al hijo en sus entrañas

cómo decir desnudosi yo me puse su ropa

para bailar en sociedad.

Cómo decir justicia o libertad,cuando mis alas están intactas

porque no he dado de ellasuna sola pluma

y al hachar el árbolprimero vean sus raíces

y cuando ofendanlloren con el alma del ofendido

porque quien es opresor en sus actoses el ofendido en su espíritu.

Es tan importante aceptarsecomo aceptar

porque la única forma de entendera los demás

es entendiéndose a sí mismo-con fidelidad-

Sepan decir siempre

- ¡Soy el que soy!sin engrandecer las virtudes

sin ocultar los erroresporque en el barro nacimos

y del error nuestro dolory del dolor nuestra grandeza.

No teman ser egoístasal retener la vida para sí.

Carta a mis hijosDesde el alma...

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“Derecho Viejo” Página 15

No teman ser generososporque la razón y el sentido de nuestra

existencia es el dary nadie puede dar lo que no ha sido

capaz de retener.

Busquen en el serla esencia del poeta

y no teman ser soñadores,si un modelo tengo que darles

para vivires el de no tener ningún modeloy si algún hábito debo sugerir

es la de no tener hábitoscuando entiendan esto

encontrarán que sin modelosy sin hábitos

el tiempo presentará nuevas dimensionesy los relojes no podrán marcar el ritmo

de vuestras vidas.

El camino conocido esel más fácil y seguro

y el que se recorre en menos tiempopero el hacer el camino es la riqueza del

caminantey éste tendrá luces y colores nuevos en

cada paso,Vivan en creatividad permanente

renaciendo a cada instantede una forma nueva

y cuando el viento los derribepónganse de pie para crear

el viento contrariocon renovada fuerza

una y mil veces.-Los árboles prueban su vigor

en los inviernos.-

Sean los poetas de la vidalos permanentes creadoresy rían a mandibula batiente

cuando los circunspectos realistasvengan a recoger vuestros sueñoscomo único forma de descubrir

su propia vida.

Y recuerden siempreque el realista vive y se alimenta

con el sueño de los poetas.Dios ha creado el mundo con su poesía

y ha hecho un pacto de común-unióncon el hombre para recrearlo

permanentementehacia el hombre libre.

No se detengan nunca a pensaro reclamar

lo que han logrado,lo que fue es el pasado

y ustedes están en el caminodel presente

hacia el futuro.Y si miran para atrásno podrán ver el sol

y sólo verán sus propias sombras.

El tener nada significaporque no da valor de cierto

ya que la dimensión de la pobrezano la da lo que se tiene

sino lo que se deseay no vale el hombre por lo que posee

sino por lo que es capazde alcanzar mañana.

El pan de vuestra mesadeberá tener el sudor de lo sembrado

y la casa en la que habitendeberá construirse con elárbol que hayan plantado.

La inocencia y la ingenuidadson los motores de la creatividady no se preocupen por perderlas

es la candidez y el asombrolo que dará luz a vuestro entorno.

No fijen límites ni esperen resultadosde sus acciones:

busquen la acción como formade expresión del sentimiento

y con una línea muy marcada;la del amor en cada acto

sin esperar tributoporque no sería amor

sino un trueque desesperadosin respuesta.

Sean dignos del amory no quieran encausar su curso

pues, es él, el que marcará el vuestroy no confundan amor con posesión

Luis Grenni

Carta a mis hijosporque toda flor se marchita en el calor

de la mano.

Y cuando el amor los llameviajen hacia él desnudos

sin buscar la paz ni el goceporque de la misma forma

en que los purifica y enaltecelos hiere y los desgarraEl árbol que se poda,

tiene sus mejores floresy la semilla se rompe

para dar el nuevo brote.El amor es sólo eso

el pleno deseo de realizarse.Y no lo confundan jamás con el placer

porque éste es sólo su gocey no su plenitud.

Un grito,y no una canción.

Una fraganciapero no un fruto.

Un brote temporal que puede pertenecero no a la primavera.

Amor y placer son consecuentesno nieguen ni a uno

ni a otro.

Al placer sólo en el amorcomo un jardín en flor cuya fragancia

nos envuelve para quedarnos en lacanción de primavera y florecer

con un grito hasta el fruto mismoque se entrega a quien lo llame.

Cuando elijan compañerono hagan con él una cadena

permitan que el aire vibre librementeentre los dos

que cada uno sea unoy brille con luz propia

y juntos iluminen la tardecon mayor intensidad y compartanla alegría de los colores creados,

que cada uno ría con su propia risay el espacio sea una carcajada plena.

También en esto deberán crearser poetas, soñadores,

porque el amor entre dos seres

es una creatividad constanteque debe modelarse día a día

sin hábito ni rutina.

Cada rosal puede ofrecer una rosadistinta cada mañanay esa es su belleza

y permanencia.

En esta guitarra míatengo seis cuerdas;

cada una estremece el aire con supropio sonido

y juntas arman melodíasy cantos infinitos.

Puedo pulsar una y mil notasy siempre surge nuevacon su boca de madera

y sobre todo recuerden que del amornacimos en el acto más sublime

de creatividad.

Si viajan por el mundono lo recorran caminando,

podrían demorarse y ver muy poco;tampoco lo hagan corriendo,podrían llegar a no entenderlo

en el apuro.

Nunca lleven pesadas valijasvivirán pendientes de ellas

y la carga limitará sus fuerzasy sólo servirá de ancla.

Existe como frontera la luz arribay la oscuridad abajoelijan siempre una

pero no desechen la otraporque los dos son vuestra carne.

... para el alma

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“Derecho Viejo”Página 16

a la evolución destino del hombre

Periódico mensual. Director Dr. Camilo Guerra. Almafuerte 2629 Castelar (Bs. As.)T.E. 4629-6086 / 3089. - Diseño y diagramación propios. - Coordinación y publicidad:“Derecho Viejo” Producciones. - Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2.365.486.Impreso en: PRINCASTEL 4629-2562 - Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Un periódico para pensar

“DERECHO VIEJO”Lejos del mundo. Cerca de los hombres

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

“En el evangelio no sedice en ningún momentoque Jesús establecieratiempo de oración parasus apóstoles... porqueconstantemente estabaenseñándoles a orar”

Louis Evely

¿No les llama laatención que Jesús, tanfervoroso, tan unido a

su Padre, no organizaranunca ninguna clase

de culto a Dios?Sin embargo

¿qué otra cosa hacíaJesús en su vida sino

dar culto a Dios?Louis Evely

Mensaje de Derecho Viejo

Un mundo sin problemas

Al borde del camino hay una rosa. ¡Qué hermosa es!La observamos y seguimos nuestro caminar. Siempre seguimos.

Hemos des-aprendido a tomarnos tiempo. Sin embargo cuando uno separa a escuchar, es cuando podemos ser encontrados por lo intemporal

en el tiempo, el Ser esencial más allá de la rosa y de las cosas.K. G. Dürckheim

Escribe:Dr. Sebastián Guerra

¿Dijo proble-mas?

Muchos denosotros vivimosresolviendo o in-tentando resolverproblemas. Apli-

camos gran parte de nuestras existen-cias, sino todas, a encontrar solucionesconcretas, prácticas, aplicables a cadauno de los conflictos que la vida comuni-taria genera.

En muchísimas ocasiones el mundoparece cernirse sobre nosotros amena-zante, sombrío, dramático, horroroso; noson pocas las veces en las que uno sepregunta cómo demonios han venido ainstalarse en su vida tanta o tan diversacantidad de problemas o áreas proble-máticas sin uno así haberlo querido -oautorizado- en lo más mínimo, pero ¿esesto realmente así?

Por empezar sería muy útil cuestio-nar la naturaleza de los problemas porlos que atravesamos… ¿no notamos cier-tas repeticiones significativas?

En mi rol de abogado, la atención decasos y conflictos interpersonales, y laspersonas que los traen se renuevan todoel tiempo, no obstante también es muyfrecuente que haya ciertos clientes queacuden continuamente con una dificul-tad tras otra: “el vecino me hizo tal ma-cana”, “el almacenero le vendió en malestado”, “el auto lo arreglaron mal”, “estáseguro que la esposa lo engaña”, “el her-mano se quiere quedar con todo lo de laherencia”, etc. etc.

Lo notable es que en la mayoría delos casos aun no patológicos -o aun noseriamente patológicos, al menos- el in-dividuo no es capaz de recapacitar so-bre cómo esto está ocurriéndole. En ge-neral se endilga a la casualidad, a la malafortuna, al azar, la ocurrencia de todosestos aconteceres… al hecho de habersido “demasiado bueno”, “demasiadoconfiado”, “demasiado inocente”…cuando lo cierto es que la buena fe noes –ni debe ser- ciega, ni obtusa, sinoabierta y plenamente consciente.

No piense el lector, sin embargo y ni

por un segundo, que todo lo dicho ocu-rre sólo en el despacho del abogado, estoes meramente ejemplificativo de lo queocurre en el seno de la familia, en lasrelaciones laborales, societarias,institucionales. Vivimos de repetición enrepetición. Recaemos sistemáticamenteen el pensamiento (expresado o no ha-cia afuera de nosotros) del “todos mejoroban”, “yo hago todo bien y los de-más lo hacen todo mal”, “todo el mundoestá en mi contra”, o “no tengo otra po-sibilidad, no puedo hacer otra cosa quela que hago”...

Nos repetimos sintomáticamente, nosrepetimos sin percibir esa repetición sinotan solo experimentando los problemasque están en el cascarón, en la superfi-cie… a veces limitándonos a padecerlos,a veces llegando a solucionarlos… paraque otros –sistemáticamente- aparezcanen su reemplazo.

Todo esto ocurre en un círculo queen apariencia está cerrado, en el que noparece haber otra posibilidad que la deseguir dando vueltas… hasta que un día,de repente, gracias a “algo” (un pensa-miento espontáneo, una charla, un libro,o la clara analogía con uno mismo en lapercepción de un otro, etc.) nos damoscuenta!

En algún punto, un día cualquiera quepuede ser hoy, en lugar de quejarnos de“cómo se repite el otro”, o de “cómo sonlas cosas” logramos comprender nues-tro propio ballet existencial.

Cuando al fin somos capaces de estoúltimo, de vernos… cuando podemos lo-grar algún grado de autoconsciencia, senos torna –inicialmente- irritante, sobretodo porque empezamos a ver lo atra-pados, asfixiados y sometidos que esta-mos… todo lo que creíamos que hacía-mos libremente en realidad era una dan-za cuyos pasos estaban previamentecoreografiados por una serie inmensa deprogramaciones que nunca elegimos, yque vienen –además- siendo eficientesen nosotros desde nuestro nacimientopor lo que nos resulta una titánica tareael sólo pensar en cómo escapar.

Huir de nuestra programación sería

cómo pretender levantarse un dominguito,hacerse unos mates y -en pantuflas y pi-jama- comenzar a escalar el heladoEverest. No podemos simplemente huirde algo que -en tan gran medida- con-forma nuestra identidad yoica, pues es-taríamos pretendiendo “zafarnos” de no-sotros mismos.

Sin embargo, la buena noticia es quecuando somos capaces de “vernos” real-mente, de entender cómo están operan-do en nosotros todas esas escenas y re-peticiones, vez tras vez, una tras otra,comenzamos a curarnos solos… la lentede la auto observación consciente, novalorativa, tiene esa hermosa cualidadcurativa en tanto no la empañemos conel moho de la culpa o la revancha. Unomismo se transforma en artífice, en crea-dor de su propia puerta de salida del la-berinto que momentos antes parecía unainfinita banda de moebius.

Por supuesto, la vida podrá ponernosen aviso de nuevos problemas pero es-tos corresponderán a otros circuitos,inexplorados aún, y contaremos cada vezcon más herramientas, aprendizajes y es-trategias para construir la más adecua-da y ajustada salida de cada uno deellos… avanzaremos, mejoraremos ennuestra coexistencia con los demás e in-teriormente seremos cada vez más cons-cientes de nosotros mismos, por lo quecada vez estaremos mejor.

Con todo, lo más importante y aque-llo que algún día llegaremos a elucidar aconsciencia plena, es que nunca hizofalta escalar este Everest, sino saber queél jamás tuvo substancia; que toda esamontaña de problemas no ha sido –des-de siempre- más que una ilusión… cuan-do comprendamos esto se derrumbaránlos Himalayas completos ante nuestrosojos sin necesidad de dar un solo paso.

1) Nuestra existencia parece estar hecha de preocupaciones inútiles, y de un conti-nuo e increíble ajetreo que, con el paso del tiempo va desarrollando su propialegitimidad; al final no sabremos parar. Igual que el aprendiz de brujo que no pudosujetar lo que él mismo había llamado. Estas preocupaciones inútiles y este cons-tante correr, ahogan nuestra verdadera vida.

2) Al ingresar en lo espiritual, en lo místico, nos daremos cuenta del vacío que haydetrás del ajetreo; entonces a algunos les parecerá aburrido, a otros le resultaráridículo. Estos momentos que nos acercan a la vida, nos llevan a la pregunta:¿cuál es la razón de estar aquí en la tierra?

3) Entrenarnos en intuir la inconstancia, la falta de perdurabilidad; nada es estable,antes o después todo perecerá.

4) Entrenarnos en ver cómo estamos apegados, en cómo corremos tras las ideas,en cómo nos atormentan nuestros miedos.

5) Vivir significa utilizar las cosas, querer a las personas, disfrutar de ambas, ytambién ser capaces de prescindir de ellas. Inconstancia significa evolución, yen consecuencia, perfección de la creación. Unicamente seremos criaturas ple-nas cuando experimentemos la inconstancia como la felicidad de la vida. Paraalguien no iniciado esto sonará a masoquismo, pero es la verdad. Entrenarnos enver a la muerte con una alegre perspectiva.

6) La naturaleza nos ayuda con sus ejemplos de inconstancia: los árboles florecen,las hojas caen, los atardeceres vienen y van, el mar sube y baja, de los desechosvuelve a brotar la vida. Sin la muerte y la destrucción no podría haber vida nueva.Nacer y morir es el modo de respirar de Dios.

7) La transformación básica del mundo no ocurrirá gracias a un nuevo sistemasocial, sino por la transformación del individuo. Quien realmente desea cambiar almundo, no confía en ningún especialista. Cambiará quien se sale del sistemasocial, venciendo la codicia, el afán de lucro y las ansias de poder. Se transforma-rá quien salga del sistema religioso, practicando la conversión hacia adentro, bus-cando en su interior, no en el templo externo. Hemos preferido colocar a Cristo enun altar, en vez de llevar a cabo en nosotros la transformación que Él ejemplificó,porque el camino de la metanoia (transformación), es largo y penoso; nos enfren-ta con nuestra sombra y con todo lo negativo.

8) La transformación del mundo empieza por mi transformación.

Willigis Jäger

Nacer y morir es el modo derespirar de Dios