Del Conflicto Armado Al Conflicto Politico

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  • Revista Colombiana de BioticaISSN: [email protected] El BosqueColombia

    De Zubira Samper, SergioDel conflicto armado al conflicto poltico en Benjamn y Freud

    Revista Colombiana de Biotica, vol. 9, nm. 2, julio-diciembre, 2014, pp. 107-116Universidad El Bosque

    Bogot, Colombia

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=189233271012

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  • PonenciA

    Introduccin

    Cuando ingresamos en la problemtica que convoca a este seminario Del conflicto arma-do al conflicto poltico, concluimos que lo que vamos a abrir hoy es una agenda de investiga-cin bastante abierta y ms en nuestra condi-cin de colombianos y colombianas. La agenda es bastante urgente. Walter Benjamin, en una reflexin juvenil llamada La vida de los estu-diantes, dice que la calidad espiritual de una comunidad la determina la profundidad de sus preguntas. Y el maestro Jess Martn Barbero nos recuerda permanentemente que una buena pregunta es una agenda de investigacin. Esta exposicin tiene dos grandes bloques. El pri-mero La agenda pendiente, casi lo que viene despus de este seminario, y es que cuando uno aborda la problemtica del conflicto, tanto en

    Colombia como en cualquier otra latitud, hay unos desafos tericos y prcticos, que hay que tener claros en el horizonte. El segundo bloque, algunas pistas que dadas por Walter Benjamin y Sigmund Freud, para pensar el tema de este seminario: cmo hacer que un conflicto arma-do termine en un conflicto poltico?

    1. LA AGENDA PENDIENTE

    1.1 CUATRO GRANDES ASUNTOS DEL CAMPO TERICO

    El campo terico tiene cuatro grandes asuntos que no se pueden perder nunca de nuestra reflexin: el primero es la nocin de conflicto, conflictividad, estructura o sistemas conflic-tivos, y en eso creo que la exposicin del Dr. Jaime Escobar Triana y la obra de Ricardo

    * Ponencia presentada en el XX Seminario Internacional de Biotica Del conflicto armado al conflicto poltico realizado por el Departa-mento de Biotica de la Universidad El Bosque, Bogot, Colombia, el 10 y el 11 de octubre de 2014. Documento entregado el 10 de octubre de 2014 y aprobado el 5 de diciembre de 2014.

    ** Licenciado en Filosofa y Letras de la Universidad de los Andes de Bogot, Colombia; estudios de Maestra en Hermenutica en la Uni-versidad Nacional de Colombia de Bogot, Colombia; mster internacional en Gestin, Polticas Culturales y Desarrollo de la Unesco, Universidad de Girona, Espaa; doctor en Filosofa Poltica de la UNED de Madrid, Espaa. Es profesor del Departamento de Filosofa de la Universidad de los Andes y del Doctorado de Biotica de la Universidad El Bosque. Es colaborador permanente de diversas revistas y publicaciones colombianas especializadas gracias a sus inquietudes en temas sociales e investigaciones sobre la Teora Crtica de la Socie-dad, la Esttica Contempornea, la Educacin y la Filosofa Poltica. Actualmente es presidente de la Fundacin Walter Benjamin para la investigacin social.

    Del conflicto armado al conflicto poltico en Benjamn y Freud*

    From armed conflict to political conflict in Benjamin and Freud

    Sergio De Zubira Samper**

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    Maliandi tica Convergente, es tal vez una de las reflexiones contemporneas ms rigurosas para dilucidar qu es un conflicto. Parte de dos tesis muy gruesas: la primera que hay muchas vecindades semnticas a la palabra conflicto, como antagonismo, oposicin, antinomia, con-tradiccin, violencia, guerra, pero que no son conflicto. Quiere decir que semnticamente hay una dispora, pero descifrar qu es conflicto es una tarea de la capacidad de la abstraccin. Y la segunda tesis de Maliandi es que hay cinco acepciones posibles del vocablo, conflictividad: la primera, el conflicto como una cualidad comn universal; la segunda, la idea de con-flictos en potencia, conflictos latentes, conflic-tos emergentes, a la manera de la distincin aristotlica entre acto y potencia; la tercera, la posibilidad de hablar de estructuras o siste-mas conflictivos. Por ejemplo, la idea de una conflictividad sincrnica o la idea de una es-tructura de conflictividad diacrnica; la cuarta, que es otra acepcin: una realidad efectiva, en la que tiene lugar uno o varios conflictos que es diferente a la uno, dos, tres, y la quinta que es la cualidad propia de una realidad. Como se ve estamos ante un problema filosfico de alta complejidad.

    El segundo asunto, desafo terico dificilsimo, es una taxonoma, una cartografa para Jess Martn Barbero, de los diferentes tipos de con-flicto: qu caracteriza un conflicto armado?, qu caracteriza un conflicto tico?, qu carac-teriza un conflicto poltico?, qu caracteriza un conflicto amoroso? Recordemos al maestro Hegel, el joven Hegel, que define el amor como una guerra a muerte por el reconocimiento.

    El tercer desafo terico son los enfoques o escuelas dominantes, que en Occidente y en Amrica Latina han abordado el conflicto y el cuarto, que en Colombia empieza a tener ciertas connotaciones peligrosas, es la actitud valora-tiva del conflicto, la actitud de si los conflictos

    son necesarios e ineludibles en la vida humana, o es posible pensar en sociedades que eliminen el conflicto.

    Ya lo dijo el maestro Estanislao Zuleta: una so-ciedad preparada para paz es una sociedad que intensifica, profundiza y desencadena los conflic-tos, pero que se encausan, se resuelven pedaggi-ca y de manera no violenta. La democracia es la intensificacin de los conflictos, no la abolicin o eliminacin de ellos. El concepto de poscon-flicto, tiene dos peligros en Colombia. El primero es la idea de que firmado un acuerdo entre la insurgencia o las insurgencias y el Gobierno, se acabar el conflicto, vendr el posconflicto; y dos, la idea de que despus de la firma o terminacin del conflicto, vendr la ausencia de conflictos. La idea de una nocin de paz negativa: no conflictos, abolicin del conflicto.

    1.2 DESAFOS COLOMBIANOS

    Nosotros defendemos como un rasgo constitu-tivo de la condicin social y humana, la poten-ciacin infinita y emergente de la conflictividad humana. En el campo prctico, tenemos tam-bin unos desafos, y en Colombia, son cinco cada vez ms notorios.

    Primer desafo: Cul es la finalidad, el sen-tido para investigar el conflicto? Para algunos investigadores ser simplemente ver su fun-cionamiento, una especie, como dira el joven Habermas, una especie de ciencia emprica- analtica que trata de comprender, estudiar las lgicas de funcionamiento del conflicto, por una especie de afn cientificista. Otros, creemos que cuando uno estudia el conflicto ya el inters emancipatorio, anticipado, es la necesidad de modificar el conflicto. Es decir, que no estudiamos el conflicto para engolosi-narnos con un cierto cientifismo de su funcio-namiento, sino porque de antemano, amamos y luchamos anticipatoria y crticamente, para la

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    transformacin de ese conflicto en otro tipo de conflicto. Por eso el sentido es la clave en toda pregunta: para qu estudiar el conflicto?

    La Comisin Histrica del conflicto y sus vcti-mas, acordada el 21 de agosto en La Habana, es una experiencia realmente indita en la resolu-cin de los conflictos a nivel universal. La in-surgencia fue la que ms insisti en conformar una comisin histrica, polifnica, plural, para mostrar la complejidad, y evitar un relato, ho-mogneo, unificado, de los vencedores. Es decir, que cuando en Colombia se hable del conflicto, se sepa que hay muchas miradas, multideter-minadas en relacin con el relato de nuestra propia historia del conflicto. En ese sentido la pregunta que nos hacamos en la Comisin era para qu vamos a investigar?

    Segundo desafo: Tenemos que hacer una carto-grafa de cmo se ha analizado el conflicto en Co-lombia. Saber si el acento ha sido jurdico, filos-fico, que lo creo muy escaso, sociolgico, cultural, o tico en la comprensin. Hasta se ha dicho que en Amrica Latina, Colombia es el pas que ms ha aportado en ciencias sociales, porque ha creado una rama llamada violentologa; un tema que de alguna manera produce bastantes dificultades. Este desafo es una de las labores que est por hacer. Jefferson Jaramillo, decano de la Facultad de Sociologa de la Universidad Javeriana, ha em-pezado la senda, por lo menos, de mostrar de las doce comisiones del esclarecimiento histrico que ha habido en Colombia, cmo han operado tres de ellas; cmo han, metodolgica y filosficamente, estudiado el problema del conflicto y nos quedan pendiente nueve, de las doce que han existido en Colombia.

    Tercer desafo: El padre Manuel Garca Durn, del Cinep1, lo ha enseado de una manera

    1 Centro de Investigacin y Educacin Popular. Es una fundacin, orientada por la Compaa de Jess, que promueve el cambio social, en Colombia.

    muy hermosa, y es que en Colombia hay unas aproximaciones que intensifican y perpetan el conflicto, y otras que s pretenden disminuirlo, aminorarlo, decrecer el conflicto colombiano. En ese sentido los medios masivos de comu-nicacin tienen una responsabilidad. El padre Javier Giraldo2* le dijo un da a los habitantes de San Jos de Apartad: Ya consegu una zona fronteriza para que vayamos a vivir los seiscientos algo que quedan en esa comu-nidad. Es un pueblo heroico de Colombia que respondi por la memoria de nuestras vctimas, preferimos seguir viviendo aqu, nos tienen que sacar muertos a todos y todas. El padre Javier Giraldo dijo que algn da en Colombia habr que hacer un tribunal, casi un Tribunal de Nremberg, a los medios ma-sivos monoplicos de comunicacin, porque aqu hay muchos actos que se dicen en nombre de la paz, que solamente son actos de guerra, de exterminio, venganza, crueldad. La famosa manifestacin del 4 de febrero de 2008, simple-mente peda sangre, exterminio, masacre. Los millones de personas creyendo que hacan un acto de paz, estaban haciendo completamente un acto de guerra. Por eso, el conflicto es una produccin investigativa, es una produccin de conocimiento que tambin es un dispositivo de saber, de poder y de exclusin.

    Cuarto desafo: La gran distancia que existe en Colombia entre la inmensa produccin investi-gativa, la inmensa produccin regional, la gran produccin universitaria regional, y la escasa incidencia que eso tiene en las polticas pbli-cas. Parece que hubiera un mundo real, como dijo Diego Montaa Cullar, un pas real y un pas formal. Colombia, pas real y pas formal. La investigacin real de las universidades, so-bre sus vctimas, su sufrimiento, sus lgicas, su

    2 Un mrtir de la comunidad de paz de San Jos de Apartad de 800 personas, de las cuales han asesinado a 250, y que va a esa comunidad sin aceptar ninguna medida de proteccin del Estado.

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    memoria es impresionantemente rica y diversa, y las polticas pblicas nunca las estudian. Un abismo culposo, tambin, entre una universi-dad muy productiva y creativa, y una indolen-cia de las polticas oficiales e institucionales.

    Quinto desafo: Es de carcter prctico. Es el trnsito, en general, de un conflicto armado a un conflicto poltico, y sus particularidades co-lombianas. No se puede caracterizar ese trnsito, como simplemente el trnsito de lo ilegal a lo legal. Es el peor y mximo de los peligros. Es el reduccionismo, la unilateralidad. Tampoco pen-sar que la paz es el silenciamiento de los fusiles o la paz es la desmovilizacin. Imagnense si un ser humano quiere desmovilizarse cuando ama la vida, lucha por su emancipacin, por una so-ciedad que profundice la democracia, que cons-truya otra forma de igualdad, libertad y justicia.

    1.3 LAS TESIS DE CHANTAL MOUFFE

    El trnsito entre el conflicto armado y el con-flicto poltico es parte, necesariamente de una agenda. Todo depende necesariamente de qu entendamos por lo poltico y la poltica. Sin esa concepcin, es muy difcil entender la transicin. Cuando Cornelius Castoriadis, cuando Toni Negri, cuando los grandes filso-fos vienen a Amrica Latina, nuestra Amrica, es porque saben que este es el continente privi-legiado de la emergencia de una reconstruccin y reconfiguracin de la dimensin poltica.

    La profesora Chantal Mouffe, filsofa belga muy cercana a Amrica Latina, en una famosa obra que cierra el siglo XX, El retorno de lo po-ltico, plantea tres tesis bastante fuertes.

    Primera tesis: El pensamiento poltico de ins-piracin liberal revela su impotencia para cap-tar la naturaleza de lo poltico. Esa perspectiva universalista, individualista y racionalista, solo pretende de la poltica erradicar el antagonismo

    y erradicar el conflicto, en su afn universalista abstracto, termina suprimiendo y aboliendo la condicin conflictiva de la poltica.

    Segunda tesis: La suposicin de pensadores liberales, como John Rawls, Dilthey, Habermas, Amartya Sen, Martha Nussbaum, de la inevi-tabilidad de la democracia liberal, es altamente problemtica. Deben existir otras formas de de-mocracia que no sean solo las liberales. El creer que solo existe democracia liberal, termina en el fascismo.

    Tercera tesis: Las visiones liberales van aban-donando lo poltico y dando prioridad al de-recho y a la moralina; es decir, suplantan la dimensin de lo poltico. El gran peligro del liberalismo es que en el fondo es demasiado juridicista, estatista e individualista. Se ne-cesita construir otra dimensin de lo poltico, que en la filosofa contempornea, alude a esa refinadsima distincin dificilsima, entre lo poltico emergente, emancipatorio, y la pol-tica formalizada, institucionalizada, electorera.

    La propuesta de la filsofa belga gira en tres retornos de la poltica o de lo poltico, si acep-tamos la distincin.

    1. Reconocer la imposibilidad de erradicar las relaciones de poder, y reconocer el conflic-to y el antagonismo, como un elemento fundamental de lo poltico. En palabras de Mouffe; El objetivo de una poltica democrtica no es erradicar el poder, sino multiplicar los espacios en los que las relaciones de poder estarn abiertas a una contestacin crtica y emancipatoria de carcter democrtico. Plantea la distincin entre antagonismo, relacin con el enemi-go y agonismo, relacin con el adversa-rio. Tenemos que construir un pluralismo agonstico, en el cual el otro nunca sea el enemigo que hay que destruir, sino que sea

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    el adversario con el cual hay que juntarnos y vivir en medio de las diferencias.

    2. La conveniencia de mantener la distincin, entre lo poltico (polemos, antagonismo, diferencias, conflictividad), y la poltica (polis, orden, integracin, institucionaliza-cin). Un recorrido filolgico-etimolgico, como hoy lo hacemos en la mesa de La Habana sobre el concepto de vctimas. Un recorrido sacrificial, o un recorrido juridicista de la largusima tradicin iberoamericana sobre las vctimas.

    La poltica es un campo en tensin don-de est polemos y est polis. A fuerza de querer privilegiar el vivir tranquilamente, conjuntamente, se deja de lado el polemos, es decir, el conflicto. Se necesitan pedago-gas del conflicto, no pedagogas de la paz.

    3. La solucin vendr de una interpretacin de esas nociones hoy tan pasteurizadas, como ciudadana, democracia o comuni-dad. En la mesa de La Habana, uno de los interlocutores lleg a tal ciudadanizacin de la poltica, que plante que se debera acabar en los acuerdos uno, la palabra campesinos, y utilizar ciudadanos ru-rales. Imagnense, hacia dnde bamos. Y luego de una largusima discusin, en los tres textos publicados sobre los acuer-dos, con 62 salvedades, qued la palabra campesinos. Por eso, cuando hablamos de ciudadana, de democracia, tenemos que pluralizar esas concepciones.

    2. APORTES DE WALTER BENJAMIN Y SIGMUND FREUD

    Qu aporta Walter Benjamin y Freud para esa transicin? Hay dos textos que de alguna ma-

    nera tienen una carga emblemtica, son hitos del pensamiento occidental. En 1921, luego de la posguerra primera, Walter Benjamin escribi su famoso preludio, propedutica, con el bellsimo nombre Hacia una Crtica de la Violencia. Es decir, dio los primeros pasos, inici propeduticamente la crtica de la vio-lencia, para salirnos de los caminos trillados, de los caminos estatistas y juridicistas para enfrentar la violencia.

    La pregunta es de alta complejidad. Es posible resolver los conflictos sin violencia alguna? Unos aos despus, Freud respondi a Eins-tein, en 1932, ante la pregunta de ese cientfico dedicado a la paz, que fue el maestro Einstein, en su bellsima carta El porqu de la guerra. El interrogante es an ms complejo: qu poda hacerse para evitar a los hombres el destino de la guerra? En medio de sus diferencias entre Freud y Benjamin, comparten cinco elementos:

    1. Creo que en ello he sido, bastante insisten-te. Una visin de la vida humana y de la sociedad, como potencia infinita e ineli-minable del conflicto: eros y tanatos. Y en trminos de Nietzche, Apolo y Dionisios.

    2. Una profunda desconfianza en las res-puestas exclusivamente jurdicas y legales. El derecho es un cmplice de la perpetua-cin de la violencia. El ciclo infinito de las violencias nunca se detendr, si la lgica medios-fines y la lgica instaurar de-recho y mantener derecho, perviven. Eso que en Colombia algunos investigadores han llamado nuestro santanderismo, nuestro fetichismo legal (hasta el propio Antanas Mockus lo llam la cultura del atajo), y es que en el momento mismo en que hacemos la norma, ya sabemos inmediatamente, en el proceso de su ges-tacin, como violarla. El ciclo eterno de la violencia nunca se finalizar si buscamos

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    salidas jurdicas exclusivamente. Si busca-mos salidas estatales exclusivamente.

    3. Una concepcin materialista de lo hu-mano, no una concepcin idealista de lo humano. Los seres humanos no somos dignidad, los seres humanos no somos libertad, los seres humanos ni siquiera somos derechos humanos; los seres huma-nos al mismo tiempo somos la barbarie, el horror, el egosmo y al mismo tiempo la mxima bondad y filantropa.

    En m al mismo tiempo vive ese mismo ser que est frente a ustedes, en algunos actos es el ser ms inmundo, el ms horrendo y el ms brbaro, y ese mismo ser, en otras actitudes, puede regalar sus rganos, su corazn, sus ojos, para que otro ser huma-no viva y preferir mi propia muerte para salvar la vida de otro ser humano.

    El pnico de Europa que empieza hoy con el Estado Islmico (EI); el horror que em-pieza con el EI, tiene que ver hasta con esa problemtica de un cambio de actitud ante la existencia.

    Cientos y miles de franceses, cientos y mi-les de londinenses, cientos y miles de espa-oles, militan en el EI; hoy son militantes activos del EI, porque la crisis capitalista, la precarizacin y la crisis civilizatoria de Europa en medio de la desazn y el dolor los ha llevado a una bsqueda desesperada en un islamismo territorial. No el de Al Quaeda, que ya fenece, por su idea un poco desterritorializada de la politicidad, sino que emerge la idea de defender polticas territoriales, de defender pozos de petrleo, de defender ciudades, de tener frente a ellos las polticas asistenciales y sociales; dos millones de personas armadas. Pero cul es la amenaza? Que por esa crisis de Euro-

    pa, por esa radical crisis civilizatoria que ya haba anunciado Eric Hobsbawn, en la Historia del XX, cuando dijo que el siglo XXI ya no es ni ser eurocntrico, van a re-gresar con sus pasaportes los londinenses, con sus pasaportes parisinos y franceses, con sus pasaportes catalanes y gallegos, y sern capaces del suicidio. Sern capaces de suicidio.

    En la condicin judeocristiana no existe, como dice Popper, el Hara Kiri japons, no existe la idea de perder la vida por una causa poltica, pero hoy empieza el retor-no. Miles de europeos, ya no con el rostro arabofbico que domina en Europa, ni con el rostro antimarroqu y antisudaca, sino con el rostro fenotpico de Europa, retornan a entregar la vida criticando el capitalismo europeo. Se imaginan lo que est por ve-nir? En ese sentido, la condicin humana no es ni bondad ni maldad; la condicin humana es las dos al mismo tiempo. Des-de esa perspectiva del Eros y Tanatos, de Apolos y Dionisio; de esa condicin no idealista de la condicin humana, piensan Benjamin y Freud.

    4. Latentemente, en las obras de Freud y mu-cho ms en la de Walter Benjamin, est la idea de la extensin entre lo poltico, lo que llama hoy Boaventura de Sousa Santos, la sociologa de las emergencias, una nueva manera del buen vivir, los derechos de la madre tierra, un nuevo constitucionalis-mo, unos nuevos Estados plurinacionales. En sus ltimos textos Boaventura, destaca el laboratorio poltico de Amrica, de nues-tra Amrica, y la distincin con poltica. La podemos llamar politiquera, pero es que la cosa es ms grave, es una crisis de legitimidad, de representatividad, de de-mocracia representativa, de motivacin. Es una crisis desafecta, que tal vez solamente

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    los jvenes de la Confederacin de Estu-diantes de Chile estn comprendiendo. Cuando el presidente y la vicepresidenta de esa Confederacin le dicen a Michelle Bachelet: no queremos la politiquera, no queremos la crisis de representatividad, de legitimidad, afeccin, motivacin, que experimenta la poltica, pero como con Garca Mrquez queremos darle la ltima oportunidad sobre la tierra a la poltica, pero que sea la ltima oportunidad.

    Los lderes estudiantiles ingresan al Par-lamento, pero con una triple condicin. La primera condicin: un pacto para una educacin gratuita y pblica para todos los nios y nias de Chile, que hasta el doctorado sea pblico y gratuito. La se-gunda condicin: una reforma tributaria y fiscal dedicada toda a la educacin y la cultura, y la tercera condicin: borrar de la Constitucin de Chile a Pinochet. Un pro-ceso constituyente. Si Bachelet les cumple, tendremos un pas diferente, pero si no cumple ninguna de las tres, la ltima es la ms difcil; como lo dice el profesor Volnei Garrafa, el gran problema de las dictadu-ras es que hubo un pacto del olvido con el militarismo y el neoliberalismo; un pacto del olvido que tenemos que volver verdad histrica, memoria, colectividad, relato

    5. Tanto Freud como Benjamin buscan tres caminos que considero muy creativos. Como en toda agenda de investigacin, para todo colombiano y toda colombiana, sera muy interesante leer estos brevsi-mos textos: el del maestro Benjamin y el del maestro Sigmund Freud. La entregue-rra, el anuncio de la segunda, dursima, fascista guerra. Es posible resolver los conflictos sin violencia alguna? El maes-tro Benjamin contesta un s categrico. Las relaciones cotidianas y las relaciones

    privadas entre las personas estn llenas de ejemplo de esto. Digmoslo en trminos de una biotica de la cotidianidad: nos habituamos tanto a mirar los cdigos, nos habituamos tanto al legalismo, tanto a la falta de creatividad que no hemos sido capaces de mirar esos ancianos que han convivido setenta aos, y que en esos se-tenta aos de su cotidianidad procreadora y amada, cuando uno de los dos muere, el otro decide un suicidio involuntario. En esos laboratorios de la vida cotidiana de los nios, de los ancianos pueden ver que el ser humano, con una mirada, con un gesto, con un poema, con una especie de palabra hermosa, con una especie de cari-cia, es capaz de resolver los conflictos sin violencia alguna.

    Necesitamos ticas del cuidado, ticas de la creatividad emotiva, afectiva o si no, estamos condenados. Los griegos, en la Potica de Aris-tteles, cuidaban la vida emocional, llevando a sus nios y nias a la experiencia ms cuida-dosa de la vida emocional: el teatro trgico, en el cual est la verdad cirenaica ms profunda y ms difcil de asumir de la existencia. La vida no tiene sentido en s misma. Una verdad difcil de asumir. La vida inmanentemente no tiene, pero que hay que inventarle un sentido para poder supervivir. Hay que inventrselo. Nosotros se lo inventamos en la poltica, en la filosofa, en el amor, en el sexo, pero tenemos que inventarle algn tipo de sentido, porque la vida no tiene sentido en s misma.

    Por eso el primer elemento es la cotidianidad, no el derecho, no los cdigos, no el legalismo, es la cotidianidad. El segundo es, y no s qu quisiera decir pero simplemente lo leo, la cor-tesa del corazn, la inclinacin y el amor hacia la paz, la confianza en la palabra y la otredad. Y el tercer camino, de lo que l llama los medios puros de la vida cotidiana, es la conversacin.

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    Aquellas conversaciones que se presentan solo pocas veces en la vida. No la conversacin como un pacto estratgico de quin paga la cuenta, o quin paga los servicios, sino cuando hay la muerte, la enfermedad, la crisis, la soledad, y uno mira el rostro del otro y le dice: hermano, compaero, amigo, ahora s hablemos en serio. Como dice Gadamer, una conversacin no la lleva uno; una conversacin se lo lleva a uno, se lo va llevando

    El segundo camino del profesor Benjamin, es lo que l llama los medios puros de la poltica, y la poltica para l no es ni partido, ni gobiernos; la poltica no es el arte de gobernar; la poltica para l no es el Estado, es la guerra por otros medios al estilo de Michel Foucault. La poltica es la huelga, el paro, la lucha de clases. Y en ese sentido el profesor Benjamin dice: solo huel-gas que cuestionen el Estado, que cuestionen el reformismo carecen de violencia, porque el mayor promotor de la violencia es el Estado y el derecho. Y creo que los trabajos de Fernn Gonzlez, los trabajos de Ingrid Bolvar, los trabajos de Marcos Palacios en Colombia, nos estn mostrando que el Estado es portador de violencia.

    Y una de las ms duras y dramticas es la vio-lencia contra las regiones. Si uno lee el libro de Marco Palacios, Violencia pblica en Colombia, su ltimo libro luego de un largo silencio, se aprecia el carcter de demonio, el carcter de Leviatn del Estado como forma de violencia.

    Para el profesor Benjamin tambin hay un ter-cer camino. Pero no es el camino simplemente del derecho, y es que los Estados, desde las polis griegas, desde Esparta, desde los Incas, resuelven de una manera concreta los conflic-tos interestatales. Y oigan que no es el camino de Freud, no es el camino de Kant, que es el camino de la Unesco, el camino de la Liga de las Naciones, sino el camino de la diplomacia.

    Para el maestro Benjamin, un buen diplomti-co es aquel que cuida de manera esmerada la relacin consigo mismo y con el otro, y que en el acto mismo de la conversacin, del cuidado de la sea, de la caricia, de la forma de casi mirar a los ojos del otro, lo convence, no solo con la argumentacin, sino con el amor, el afec-to, del peligro de otra guerra mundial. En ese sentido, los Estados desde el inicio de nuestra historia occidental y no occidental, saben que las prcticas cotidianas de la diplomacia, se expresan en la prctica de los diplomticos que cuidan al otro ser humano.

    El profesor Sigmund Freud, en esa respuesta de 1932, le dice a Einstein: Me sorprendi su pregunta. Qu podra hacerse para evitar a los hombres el destino de la guerra? Al principio qued asustado, bajo la impresin de mi casi incompetencia para resolver semejante asunto. La honestidad intelectual: seor Einstein, no soy capaz de darle una respuesta. Soy incompe-tente para ello. Pero luego se arriesga a travs de tres vas:

    La primera. Es una profunda reflexin sobre la fuerza, la violencia, en la conflictividad de las comunidades. De la vida real de una comu-nidad. Esa palabra que a veces desaparece en la filosofa poltica moderna: las comunidades. No solo sociedad civil o cosas de ese estilo. La mitigacin de la violencia solo ser posible si hacemos una cesin del poder a una unidad humana ms amplia que sea mantenida por vnculos afectivos entre sus miembros. Si yo les cedo mi poder. Si yo les cedo mis decisiones, si yo les cedo, casi un poco, mi existencia, a una comunidad ms amplia cuyos vnculos sean ampliamente afectivos, erticos, es posible que se mitigue la violencia.

    Cuanto sucede despus en la historia de occi-dente, no son sino aplicaciones y repeticiones de esta misma frmula: necesitamos ms co-

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    munidad y menos sociedad civil. Un poco en el clamor del romanticismo. Lo que ms acab el proyecto capitalista de la modernidad es el sentimiento de pertenencia a lo comunitario, a lo prximo, a lo cercano. Por eso ninguna universidad tiene comunidad de acadmicos. Tiene profesores megalmanos. Pero comuni-dad, realmente es poco.

    Fortalecer el grupo, la comunidad de intereses, los vnculos afectivos, el sentido de pertenen-cia, es bsico para reducir y mitigar la violencia. Eso es lo que llamo medios pacficos. Y adems nos aade esa reflexin algo magistral: no es lcito juzgar las guerras con el mismo rasero y el mismo criterio. Hay guerras justas: el de-recho a acabar una tirana; el derecho a acabar una paz injusta; el derecho a la subversin es un derecho fundamental.

    La segunda. La Liga de las Naciones, Kant. Hay que ponerse de acuerdo en un poder central al que se le confiera la solucin de los conflictos de intereses, con dos condiciones: que sea creada esa instancia superior, que no es el Consejo Su-perior de la ONU que tenemos y que se le confie-ra un poder suficiente. Hemos fracasado, y con esa idea tan idealista del maestro Freud, oigan lo que nos dice: le veo muy escasas posibilidades.

    Y el tercer camino, es su teora freudiana de los instintos, mi marco terico. As como el maestro Herbert Marcuse en la erotizacin y estetizacin de la vida cotidiana, los seres humanos tenemos una tendencia a entusias-marnos demasiado por la guerra y la agresin. Partamos de ese presupuesto. Nos entusiasma demasiado la guerra, nos entusiasma demasia-do la agresin y la violencia. Pero es posible.

    CONCLUSIONES

    Fortalecimiento del eros. Si hablo de eros y tanatos, tenemos que construir sociedades

    ms estticas, ms bellas, ms erticas. Refundar la idea del maestro Schiller en las Cartas sobre la educacin esttica del hombre. No solo la sociedad debe ser ver-dadera: debe ser libre. La sociedad bella nos hace verdaderos, y la sociedad bella nos hace libres. Es decir, que la belleza es la condicin de la libertad y de la mitiga-cin de la violencia. Para qu verdad, para qu libertad si el mundo es poco bello, poco ertico. De qu nos sirve un mundo bello y libre, si no tenemos un mundo en paz.

    Reduccin del autoritarismo de los dirigen-tes. Reducir esa relacin entre gobernados y no gobernados, dira Max Weber o dira cualquier terico, de esa relacin de perso-nas autoritarias, antidemocrticas todo el tiempo en el ejercicio de su accin cotidia-na y poltica.

    Educacin.

    Educacin cultural. Sabemos desde Paracel-so que todo era remedio y todo era veneno; la diferencia es la dosis. S. Cuando Freud va a entregar a la imprenta su famoso texto El malestar en la cultura, le ha puesto en el ttulo la palabra infelicidad de la cultura, pero es la lucidez del azar, la que el momen-to inmediato de entregar el texto le pone malestar. Tacha la infelicidad, y nos ha le-gado, como La Nusea de Sartre, El malestar en la cultura. S. La cultura produce males-tar. La cultura produce represin, la cultura produce racionalismo, la cultura produce dedicar la vida mucho ms al partido y a la filosofa que al hedonismo.

    S. Nos construye una forma de pensar y actuar as, pero nos toca pagar el costo para salvar la paz. S. Fortalecer el intelecto, for-talecer la educacin, fortalecer el concepto,

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    Sergio De Zubiria Samper

    Universidad El Bosque Revista Colombiana de Biotica. Vol. 9 N.o 2 Julio - Diciembre de 2014

    fortalecer la reflexin. Es a costa de lo que el propio Aristteles ya plante en su obra, como tres candidatas muy grandes para una vida en eudaimonia: la primera es el hedonismo, el placer por el placer; la segunda es la polis y la tercera es la bios theoretikos. Aristteles siempre consider, como buen estoico occidental y que tam-bin todos y todas somos, que el camino no era el hedonismo.

    El propio Freud lo dijo: el placer que busca ms placer termina autodestruyndose, y ese es el costo exagerado del hedonismo. S, tenemos placer, pero placer mediado por la cultura. S. Tenemos paz, pero mediada por el intelecto, por la reflexin. Y la respuesta ltima, quiero que sea la ltima palabra: Lo saludo cordialmente, profesor Einstein, y le ruego me perdone si mi exposicin lo ha defraudado.