De silencios que dañan...La pluma de IlianaRomero

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De silencios que dañan La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”(Marco Tulio Cicerón) Solo le refutaría al gran y famoso jurista, escritor, político y orador romano, que el silencio no solo corrompe la verdad, sino que además daña. Testigo de eso son los más de once millones de judíos asesinados, víctimas del abuso, locura y crueldad del infausto Adolfo Hitler, cuya megalomanía y trastorno narcisista de personalidad, mezclado con un afán desmedido de poder compartido con sus amigos, subalternos y otros- que solo veían su provecho personal- los llevaba a mentir, engañar con cinismo, insultar y actuar en forma grotesca durante su periodo de gobierno en el Tercer Reich. Y consiguieron con mentiras la anuencia, silencio solapado de los países que pudieron haber frenado tanto dolor y muerte a gente civil e inocente; mismos países que al final tuvieron que defenderse, al comprobar que Hitler y su pandilla los invadían, avasallaban y eran verdaderamente criminales sin escrúpulos; el punto de culminación fue el Juicio de Nüremberg, donde la respuesta de quienes fueron responsables de tal hecatombe les hacia disculparse diciendo cobardemente: “solo obedecía órdenes”. Testigo de eso son todos los días las miles de mujeres que son maltratadas en sus hogares con palabras soeces y golpes, aceptando todo en silencio por un afán tonto de proteger a los hijos, buscando mantener una unidad familiar distorsionada porque mientras el maltratador luego de la paliza pide perdón y dice que cambiará, a pocas horas vuelve a patearla, y hasta se ríe del maltrato perpretado con la seguridad que le da la impunidad del silencio en que vive y que su pareja mantiene en el autoengaño y deseo de mantener una falsa unión e ilusión de que todo va a cambiar, hasta que acaba siendo ella portada de diario sensacionalista y noticia triste de programa dominguero ante la crítica del público que reclama: “¿pero porqué no hizo o dijo nada antes?.

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Ensayo: Siempre hay que denunciar los agravios, los abusos, las mentiras. Si callas, en el tiempo puedes quedar enterrado por tu silencio.

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De silencios que dañan

“La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”(Marco Tulio Cicerón)

Solo le refutaría al gran y famoso jurista, escritor, político y orador romano, que el silencio no solo corrompe la verdad, sino que además daña.

Testigo de eso son los más de once millones de judíos asesinados, víctimas del abuso, locura y crueldad del infausto Adolfo Hitler, cuya megalomanía y trastorno narcisista de personalidad, mezclado con un afán desmedido de poder compartido con sus amigos, subalternos y otros- que solo veían su provecho personal- los llevaba a mentir, engañar con cinismo, insultar y actuar en forma grotesca durante su periodo de gobierno en el Tercer Reich. Y consiguieron con mentiras la anuencia, silencio solapado de los países que pudieron haber frenado tanto dolor y muerte a gente civil e inocente; mismos países que al final tuvieron que defenderse, al comprobar que Hitler y su pandilla los invadían, avasallaban y eran verdaderamente criminales sin escrúpulos; el punto de culminación fue el Juicio de Nüremberg, donde la respuesta de quienes fueron responsables de tal hecatombe les hacia disculparse diciendo cobardemente: “solo obedecía órdenes”.

Testigo de eso son todos los días las miles de mujeres que son maltratadas en sus hogares con palabras soeces y golpes, aceptando todo en silencio por un afán tonto de proteger a los hijos, buscando mantener una unidad familiar distorsionada porque mientras el maltratador luego de la paliza pide perdón y dice que cambiará, a pocas horas vuelve a patearla, y hasta se ríe del maltrato perpretado con la seguridad que le da la impunidad del silencio en que vive y que su pareja mantiene en el autoengaño y deseo de mantener una falsa unión e ilusión de que todo va a cambiar, hasta que acaba siendo ella portada de diario sensacionalista y noticia triste de programa dominguero ante la crítica del público que reclama: “¿pero porqué no hizo o dijo nada antes?.

Testigo de eso es Malala Yousafzai que a sus 14 años supo enfrentarse con valentía ante la horda de talibanes que quisieron callar su verdad: las niñas y mujeres deben ser educadas. Esa verdad era su única arma, les dolía a quienes no les convenía y por eso le dispararon, quisieron así torpemente silenciarla.

Para los despistados que no tienen las cosas claras, los acostumbrados a mentir, quienes le temen a la verdad o viven de mentiras puede parecerles (o les conviene creer y hacer creer) que la verdad esconde afán de figuración, es mejor no decirla, o calumniarla y hacerla pasar como mentira. Están errados terriblemente. O quizás simplemente ellos se proyectan en esa imagen, porque ellos así lo hacen normalmente. Resulta peor imaginar que actúan solo por seguir órdenes y consignas, no porque su conciencia y su capacidad crítica ante hechos o pruebas fehacientes los lleva a expresarse así, pues eso es difamación y calumnia al puro estilo del infame Joseph Goebbels.

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La verdad es simple, sin dobleces, se ríe de quienes tratan de disfrazarla, minimizarla, negarla, silenciarla o maquillarla pues las caretas se caen solas ante las evidencias palpables, y para quienes deseen ver la verdad las pruebas cantan por sí solas siempre sin intervención de nada ni nadie. Y tanto duele y da miedo la verdad que Hermann Göring – líder nazi y amigo íntimo de Hitler- se suicidó en la víspera del dictado de su sentencia en Nüremberg.

Es que la verdad asusta a quienes saben cuánto vale, la verdad les resulta dolorosa a quienes están acostumbrados a pisar por encima de todo sin respeto, a masacrar el raciocinio en su propio beneficio, a quienes siguen de forma obediente- casi ovejuna- sin capacidad de análisis, a dar golpes no de frente sino por detrás de la espalda y encima esconder la mano y que quienes se supone deben enfrentar bajan la cabeza y callan por miedo, por no perder réditos o ganancias de cualquier tipo.

Más bien a quienes son responsables y están refrendados con la verdad, jamás la verdad les cuesta, al contrario, es su modo de vida tan normal que extraña que otros no sigan el mismo camino y solo queda pensar que algún problema evolutivo en su desarrollo hay de fondo en aquellos seres humanos cuando la verdad les cuesta o resulta mala de decir. Por eso, el silencio ante el abuso jamás será una alternativa.

Iliana Romero GiraldoMédico Pediatra INSN

CMP 27837