De Camino a Al Teologia de La Accion

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THEOLOGICA XAVERIANA VOL. 63 NO. 175 (143-171). ENERO-JUNIO 2013. BOGOTÁ, COLOMBIA. ISSN 0120-3649 RESUMEN L * Artículo de reflexión inscrito en la fase de indagación de los conceptos fundamentales de la teología de la acción. El proceso investigativo se instauró desde 2010 en el área académica de Teología de la Acción, en el Departamento de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia). Recibo: 04-09-12. Evaluación: 10-11-12. Aprobación: 05-02-13. ** Doctor en Teología, Universidad de Estrasburgo; Magister y Licenciado en Teología, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma; Licenciado en Filosofía y Letras, Pontificia Universidad Jave- riana, Bogotá. Profesor titular, Facultad de Teología, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Correo electrónico: [email protected] De camino a la teología de la acción * ALBERTO P ARRA MORA, S.J. ** as divisiones internas de la disciplina teológica corresponden a las diversas vertientes de conocimiento que, garantizada la unidad de la disciplina, permiten y exigen especializaciones. Una de ellas ha sido la división conocida como teología pastoral, denominada también, con notable imprecisión conceptual, teología práctica, teología aplicada y teología de la praxis. La acción humana ge- neral ha sido invocada por el Concilio Vaticano II, hace ahora cincuenta años, como elemento tan central en el diseño del Reino de Dios en la historia, que la acción humana ha devenido en lugar teológico en el cual se inscribe el fenómeno mismo de la revelación, principio primero de la teología. El presente artículo indaga sobre las motivaciones y las configuraciones de la teología de la acción a tenor del Concilio. Palabras clave: Teología pastoral, teología práctica, teología apli- cada, teología de la praxis, teología de la acción.

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Una explicación muy bien adaptada del cambio que ha experimentado la conocida teología pastoral para convertirse en la teología de la accion

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  • theologica xaveriana vol. 63 no. 175 (143-171). enero-junio 2013. bogot, colombia. issn 0120-3649

    resumen

    L

    * Artculo de reflexin inscrito en la fase de indagacin de los conceptos fundamentales de la teo loga de la accin. El proceso investigativo se instaur desde 2010 en el rea acadmica de Teo loga de la Accin, en el Departamento de Teologa de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogot (Colombia). Recibo: 04-09-12. Evaluacin: 10-11-12. Aprobacin: 05-02-13.** Doctor en Teologa, Universidad de Estrasburgo; Magister y Licenciado en Teologa, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma; Licenciado en Filosofa y Letras, Pontificia Universidad Jave-riana, Bogot. Profesor titular, Facultad de Teologa, Pontificia Universidad Javeriana, Bogot. Correo electrnico: [email protected]

    De camino a la teologa de la accin*

    Alberto PArrA morA, S.J.**

    as divisiones internas de la disciplina teolgica corresponden a las diversas vertientes de conocimiento que, garantizada la unidad de la disciplina, permiten y exigen especializaciones. Una de ellas ha sido la divisin conocida como teologa pastoral, denominada tambin, con notable imprecisin conceptual, teologa prctica, teologa aplicada y teologa de la praxis. La accin humana general ha sido invocada por el Concilio Vaticano II, hace ahora cincuenta aos, como elemento tan central en el diseo del Reino de Dios en la historia, que la accin humana ha devenido en lugar teolgico en el cual se inscribe el fenmeno mismo de la re ve lacin, principio primero de la teologa. El presente artculo in daga sobre las motivaciones y las configuraciones de la teologa de la accin a tenor del Concilio.Palabras clave: Teologa pastoral, teologa prctica, teologa aplicada, teologa de la praxis, teologa de la accin.

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    de camino a la teologa de la accin alberto parra mora, s.j.

    on the way to theology of action

    Abstract

    Divisions within the field of theology correspond to the diverse knowledge strands, which once unity within the discipline is gua ran teed, allow for and demand specializations. One of them has been the division known as Pastoral theology, also called with remarkable conceptual vagueness, Practical theology, Applied theology and theology of Praxis. Human action has been invoked by the Second Vatican Council for the last fifty years such as a central element in the design of the Kingdom of God in history, that human action has become a theological place in which the phenomenon of revelation itself has been ascribed, which constitutes the major principle of theology. this paper aims at seeking motivations and configurations of theology of Action in light of the Council.

    Key words: Pastoral theology, Practical theology, Applied theology, theology of praxis, theology of Action.

    a caminho da teologia da ao

    Resumo

    As divises internas da disciplina teolgica correspondem s diver sas vertentes de conhecimento que, garantida a unidade da disciplina, permitem e exigem especializaes. Uma delas tem sido a diviso conhecida como teologia pastoral, denominada tam bm, com notvel impreciso conceptual, teologia prtica, teologia aplicada e teologia da prxis. A ao humana geral tem sido invocada pelo Conclio Vaticano II, faz agora cinquenta anos, como elemento to central no desenho do Reino de Deus na histria, que a ao humana tem devindo em lugar teo l gico no qual se inscreve o fenmeno mesmo da revelao, princpio primeiro da Teologia. O presente artigo indaga sobre as motivaes e as configuraes da Teologia da ao ao teor do Conclio.

    Palavras-chave: Teologia pastoral, teologia prtica, teologia apli cada, teologia da prxis, teologia da ao.

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    En la coyuntura de los 75 aos de su restablecimiento, la Facultad de Teo loga de la Pontificia Universidad Javeriana presenta un acumulado de de sarrollo que hace honor a todos los que lo han posibilitado: el claustro insigne de sus profesores y de sus alumnos de ayer y de hoy, sus decanos, sus di rectivos, sus administradores. Se trata de un gran desarrollo en el aspecto ins titucional, fsico y organizativo; y sobre todo, de un desarrollo universitario, aca dmico, disciplinar, programtico de la investigacin, de la docencia y de la respon-sabilidad social y eclesial respecto de los conglomerados en los que la misma Facultad est inscrita.

    El paso franco que ella viene dando en una de las divisiones funcionales y especializadas de la teologa1 que la conduce desde la zona de la pastoral hacia la zona de la accin no es el nico que se haya de mencionar, sino el paso que aqu se quiere registrar y posiblemente fundamentar. Se hace en primer lugar res pecto de las motivaciones en modo acumulativo; y en segundo lugar respecto de las configuraciones en modo analtico.

    las motivacionesLa recomposicin de lo pastoral en Vaticano II

    La recurrencia de los cincuenta aos de Vaticano II es motivo para recordar que, en el diseo de Concilio trazado por Juan XXIII, deba tratarse de un concilio pas toral antes que doctrinal; no porque lo doctrinal no haya quedado plasmado en constituciones dogmticas del Concilio como Sacrosanctum Concilium, Dei Verbum y Lumen gentium, sino porque el punto convergente y quizs ms so-bre saliente del Concilio deba ser, como es de hecho, la constitucin pastoral Gaudium et spes. Esta constitucin define de entrada la nueva ruta que se nom-bra con el trmino tradicional de pastoral:

    Se llama constitucin pastoral porque, cimentada en principios doctrinales, quiere expresar la actitud de la Iglesia ante el mundo y el hombre contem po-rneos. Por ello, ni en la primera parte falta intencin pastoral, ni en la segunda falta intencin doctrinal. En la primera parte la Iglesia expone su en se anza del

    1 Lonergan, Especializaciones funcionales constitutivas del mtodo teolgico, 133-135.

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    hombre y del mundo en que el hombre est inserto y de su propia actitud ante ambos. En la segunda considera con mayor detenimiento di versos aspectos de la vida y de la sociedad actual y particularmente ciertas cuestiones y problemas hoy ms urgentes. Ello hace que en la segunda parte la materia, aunque sujeta a prin cipios doctrinales, conste no solo de elementos permanentes, sino tambin contingentes. (GS).2

    Entonces, la pastoral del Concilio, aunque conserve el nombre antiguo y la indispensable forma teolgica doctrinal, lo que en realidad persigue es la verdad y el sentido de la dignidad de la persona humana, de la comunidad hu mana, de la actividad humana en el mundo, de la misin de la Iglesia en el mundo contemporneo, de la dignidad del matrimonio y de la familia, del fo mento del progreso cultural, de la vida econmico-social, de la vida de la co mu nidad poltica, de la comunidad de los pueblos y del fomento de la paz.

    Esa entidad y diversidad de elementos exigi, casi por necesidad, con sa-grar el captulo tercero de la Constitucin al valor y sentido teologal y teol gico de la actividad humana general en el mundo y en la sociedad:

    Siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con su ingenio en perfec-cionar su vida; pero en nuestros das, gracias a la ciencia y a la tcnica, ha logrado dilatar y sigue dilatando el campo de su dominio sobre casi toda la naturaleza y, con la ayuda sobre todo del aumento experimentado por los diversos medios de intercambio entre las naciones, la familia humana se va sintiendo y haciendo una nica comunidad en el mundo. Lo que resulta que gran nmero de bienes que antes el hombre esperaba alcanzar sobre todo de las fuerzas superiores, hoy los obtiene por s mismo.

    Ante este gigantesco esfuerzo que afecta ya todo el gnero humano, surgen entre los hombres muchas preguntas. Qu sentido y valor tiene esa actividad? Cul es el uso que hay que hacer de todas esas cosas? A qu fin deben tender los esfuerzos de individuos y colectividades? La Iglesia, custodio de la Palabra de Dios, del que manan los principios en el orden religioso y moral, sin que siem pre tenga a mano respuesta adecuada a cada cuestin, desea unir la luz de la revelacin con el saber humano para iluminar el camino recientemente em prendido por la humanidad.

    2 Concilio Vaticano II,Constitucin pastoral Gaudium et spes,209, Nota 1.

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    Una cosa es cierta para los creyentes: la actividad humana individual y colec-tiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado en s mismo, res ponde a la voluntad de Dios []. Esta enseanza vale igualmente para los quehaceres ms ordinarios. Porque los hombres y mujeres que, mientras pro-curan el sustento para s y para su familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con razn pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y cumplen con los designios de Dios en la historia.3

    A partir de tal grado de conciencia eclesial, la teologa quedaba convocada a fundamentar de modo permanente el valor, la autonoma y el sentido de la actividad humana en el mundo y en la sociedad, no menos que su fontal relacin con el plan de gracia, de revelacin y de salvacin; accin humana opacada por el pecado, pero perfeccionada por quien nos am con obras y condujo la accin humana al plano de valor y sentido escatolgico de los nuevos cielos y de la nueva Tierra en que habite la justicia.4

    As, de teologa pastoral como zona programtica de principios y de prcticas para la autorrealizacin internalista de la Iglesia, Vaticano II instauraba el camino hacia la teologa de la actividad humana en el contexto general de la sociedad y relativa a su fons et origo, que es el plan de la creacin-salvacin.

    La crisis consiguiente de la usual teologa pastoral

    Por crisis debe entenderse, no la semntica del debilitamiento o del desprestigio, sino la semntica del anlisis crtico (krinein) de los principios fundamentales de un determinado dominio aqu de la teologa pastoral, con cuyo anlisis pueda instaurarse una ms atinada fundamentacin, una ms lcida comprensin del objeto, una mejor determinacin de los actores, una captacin mayor de las fi nalidades. Al decir de Alex Vigueras, ese nuevo e imperativo anlisis:

    Se coloca crticamente delante de teologas pastorales que no tienen capacidad de ser verdaderamente crticas. Y eso ocurre porque, o bien han renunciado a su dimensin terica, transformndose en meros recetarios para la praxis del clero,

    3 Concilio Vaticano II, Constitucin pastoral Gaudium et spes, Nos. 33-34. 4 Ibid., Nos. 37-38.

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    una praxis ramplona concebida como mera funcionalidad al servicio de los que ejercen el ministerio pastoral, o bien se conciben como meras mediadoras entre teora y praxis, por cuanto les corresponde mediar la aplicacin de los principios generales de la teologa dogmtica, a partir de un proceso meramente deductivo.5

    No fue ese el caso del Handbuck der Pastoraltheologie6, obra monumental con junta bajo el patronmico de Karl Rahner, cuyo primer volumen apareci en 1964 durante la primera sesin del Concilio; pero debe decirse que ese pri mer volumen concibe todava la teologa pastoral, denominada tambin teo loga prctica, como factor para la autorrealizacin de la Iglesia en el culto, en la predicacin, en los sacramentos, en la catequesis, en la vida eclesial del in dividuo, y cuyos actores son los ministros ordenados, los agentes de pastoral, las comunidades eclesiales y, en grado menor, los laicos dentro de la Iglesia.7

    Fue necesario esperar la madurez en la recepcin del Concilio para que en los foros de teologa pastoral y de teologa prctica, en Viena, en 1974, y en Inns bruck, en 2004, irrumpiera la as llamada pregunta teolgicacontroversial car dinal: Kontroverstheologische Kardinalfrage.

    Tal pregunta interrogaba si la postura de Karl Rahner no estaba supe-rada; si el objeto real de la teologa pastoral o prctica puede ser a secas la autorrealizacin de la Iglesia; si la teologa prctica puede ser apenas el depar-tamento operativo de la arqueologa bblica y de la metafsica sistemtica; si tan prctica como la teologa prctica no deben serlo la teologa bblica y la teo loga sistemtica; si la prctica eclesial en cada caso puede ser deducida, sin

    5 Vigueras, La teologa prctica de Karl Rahner. Una teologa pastoral en perspectiva escatolgica, 445-446.6 Arnold, Rahner, Schurr y Weber (eds.). Handbuch der Pastoraltheologie. Praktische theologie der Kirche in ihrer Gegenwart. 7 El nombre de teologa prctica fue usado la vez primera por Pedro Canisio y fue retomado por Schleiermacher en el sentido de instancia mediadora para la evangelizacin. En lengua cas tellana fue un clsico de la teologa pastoral o prctica la obra de L. A. Marin, Instituciones de teologa pastoral o tratado del oficio y obligaciones del prroco (1805). Despus de Vaticano II, fue central el texto de Audinet, Thologie pratique et pratique thologique (1971). Casiano Flo ristn y, tras l, otros autores conservan la nomenclatura de teologa prctica para referirse a la teologa pastoral: Casiano, Teora y prctica: teora y prctica de la accin pastoral (2009); Ma rio Midali, Teologa prctica (2000); Germn Neira, Edificar la Iglesia hoy: teologa prctica (pastoral) (2002); Marc Pelchat, Prcis de thologie pratique (2007).

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    ms, de los principios tericos y esencialistas de la eclesiologa; y si la teologa prc tica puede alardear de genuina disciplina, antes de elaborar una teora de la accin prctica y un fundamento metdico-crtico de su objeto propio.8

    La memoria seera de Karl Rahner obliga a compulsar la forma en que, en la segunda edicin del primer volumen del Handbuck, l absolvi el incisivo cues tionar de la crtica, como cuando afirm:

    La palabra auto-realizacin tiene que ser leda en su sentido formal, que no implica una introvertividad de la Iglesia, como si su actuar estuviese referido final mente a s misma. Ella tiene que adorar a Dios, servir a la salvacin del ser humano, estar ah para el mundo. Todo esto es justamente su auto-realizacin, as como un ser humano se realiza a s mismo justamente amando a Dios y, con eso, saliendo de s mismo.9

    Al leer la retractatio que Rahner ofrece de su teologa prctica, Vigueras concluye:

    En la reflexin sobre el sujeto de la praxis de la auto-realizacin de la Iglesia hay un potencial crtico de gran valor para la teologa prctica. Este pasa por el vn culo uno-todo. Porque cada uno es individuum ineffabile, todos son sujetos. Al afirmar que todos son sujetos se quiere subrayar el carcter de sujeto de los que son considerados no-sujetos. Este ser sujetos debe ser comprendido desde dos perspectivas: Por un lado, todos son sujetos al interior de la Iglesia (no solo un estamento, no solo los ministros ordenados); pero, por otro lado, a la Iglesia debe importarle la auto-realizacin de todos los seres humanos. Se abre as un ho rizonte de universalidad.10

    La crisis de la praxis

    Supuesta la recomposicin del usual objeto y del usual sujeto de la pastoral o de la prctica, lo que tambin hubo de recomponerse de modo crtico fue el sobre-entendido concepto de la praxis. No quisiramos registrar aqu la con troversia europea relativa a la praxis y a la exigencia unnime de su teoriza cin, que la ponga a cubierto del practicismo inmediatista y del decisionismo voluntarista.

    8 Vigueras, La teologa prctica de Karl Rahner, 468.9 Rahner, Ekklesiologische Grundlegung, Vol. 1, 121-156. 10 Vigueras, La teologa prctica de Karl Rahner, 474.

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    Preferimos beber el agua en el propio pozo, pues en la indispensable in ves ti gacin de la arquitectura conceptual de la accin ha sido para todos des concertante, inicialmente, y convincente, despus, la crtica estructural, fi lo sfica y teolgica a que someti Antonio Gonzlez el primado de la praxis que, derivado de determinadas filosofas de la praxis, hizo hogar entre nosotros en la entraable forma nuestra latinoamericana de hacer teologa:

    Gustavo Gutirrez ha sostenido que las dos novedades fundamentales aportadas por la teologa de la liberacin son el mtodo teolgico y la perspectiva del pobre. En cuanto al mtodo teolgico, la teologa de la liberacin se ha caracterizado pre cisamente por afirmar el primado de la praxis. La praxis sera el acto primero, mientras que la teora, incluyendo la teora teolgica, sera acto se gundo. Esta concepcin de la praxis y de su primaca vena respaldada por dos importantes corrientes filosficas. Por un lado, Gutirrez mencionaba la filosofa de la accin de Maurice Blondel. Y, por otro lado, se refera tambin a la filosofa marxista de la praxis. Estas dos corrientes filosficas condicionaron fuer temente lo que la teologa de la liberacin entendi por praxis. Por una parte, la filosofa de Blondel afirmaba el primado de la accin frente al pen-sa miento, el cual quedaba explcitamente excluido de su concepto de accin. Por otra parte, la filosofa marxista de la praxis, no solo contrapona la praxis a la teora, sino que entenda por praxis, ante todo, la actividad productiva y trans formadora del mundo, y atenda especialmente a las dimensiones sociales y polticas de la misma.11

    Antonio Gonzlez ha mostrado que la tradicin griega no excluye de la praxis la qeoria, en tanto que la praxis es ajena a la poihsis en los trminos usuales del hacer prctico y del producir tcnico12, con lo cual la praxis griega es comprehensiva de mucho menos y de mucho ms que del hacer prctico y aun poltico. Y una nueva lectura de Marx tanto de Gonzlez como de Hin-ke lammert13 y sus discpulos muestra hasta qu punto el filsofo de Tr veris abre la praxis a la inclusin de los actos hu ma nos intelectivos y volitivos, segn se expresa en la primera tesis sobre Feuerbach: La principal carencia de todo

    11Gonzlez, Teologa de la praxis evanglica: ensayo de una teologa fundamental, 75-76.12 Ibid., 76.13 Hinkelammert, La crtica de la economa poltica, la crtica de la religin y el humanismo de la praxis, Grupo Pensamiento Crtico, www.pensaminetocritico.info/articulos/articulos-de-franz-hinkelammert/2005 (consultado el 20 de febrero de 2012).

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    el materialismo precedente es que el objeto la realidad, la sensibilidad sola-mente es captado bajo la forma de objeto o de intuicin, pero no como ac ti-vidad humana sensible, praxis, subjetivamente.14

    Ahora bien, el primado de la praxis como lo ley Gustavo Gutirrez y lo lemos todos pudo ensombrecer el primado de lo humano previo, es decir, el acto humano y la accin humana previa a sus determinaciones polticas en las urgencias de nuestra liberacin social. De ah que hoy se torne ontolgica y ticamente indispensable dar un paso atrs, que es sustantivo paso hacia ade lante, en orden a recuperar el primado del acto humano, de la accin hu-mana, de la actuacin, de la actividad y luego de la praxis misma, con que se re constituya el tejido del ser y del pensar, la intencionalidad y la racionalidad pre via a las objetivaciones funcionales de nuestro hacer. A ese fin se orienta la l cida contribucin de Antonio Gonzlez, Estructuras de la praxis.15

    En ese medio, la teologa de la accin de cuo conciliar no solo asegura sus bases y fundamentos en la ontologa de los actos del ente, sino acepta el reto de elaborar siempre la razonabilidad del acto humano, de la actividad, de la prctica y de la praxis para evitar la recurrente insuficiencia de razonabilidad, el practicismo, el inmediatismo, el decisionismo.

    La pregunta ontolgica por la accin

    Con la accin humana ha venido ocurriendo lo que Edgar Morin dice que ocurre con el conocimiento humano: en la academia, que se funda en el conocimiento y sirve al conocimiento, lo que menos se ensea es el conocimiento.16 En la aca demia, que se funda en la accin humana y sirve a la accin humana, lo que menos se investiga y se ensea es la accin humana. Heidegger se haba re ferido as a esta apora:

    Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Solo se conoce el actuar como la produccin de un efecto, cuya realidad se estima en funcin de su utilidad. Pero la esencia del actuar es realizarse. Y realizarse (llevarse a cabo) significa desplegar algo en la plenitud de su esencia,

    14 Gonzlez, El sentido originario de la filosofa de Marx, 19-24.15 Idem, Estructuras de la praxis: ensayo de una filosofa primera.16 Morin, Los siete saberes necesarios para la educacin del futuro, 11.

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    guiar hacia ella, producere. Por eso, en realidad, solo se puede realizar lo que es. Ahora bien, lo que ante todo es es el ser. El pensar lleva a cabo la relacin del ser con la esencia del hombre. El pensar solo acta en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el ms simple, pero tambin el ms elevado, porque atae a la relacin del ser con el hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se orienta a lo ente.17

    El pensar como el hacer y ambos como formas ontolgicas del ser del ente, es decir, del ser del ser humano debern servir, sin duda, a los apremiantes intereses del obrar, del actuar, de la actividad humana en el mundo, de las praxis sociales, de las profesiones y de los oficios. Sin embargo, eso que quizs sea primario en el orden de la urgencia, es secundario en el orden del ser, si es verdad que el obrar es el ser que obra y que se lleva a cabo en su obrar. En tal sentido, lejos del dualismo y firmes en la unidad ontolgica, damos razn a los axiomas clsicos prius est esse quam operari, operari saequitur esse.

    De ah que las ciencias y las disciplinas incluida la teologa, las tecnologas y las tcnicas exijan un paso por detrs de ellas mismas en orden a la fundamentacin previa y permanente, tanto del pensar previo al hacer, como de la accin humana previa a sus determinaciones tcnicas, prcticas, aplicadas:

    Nos tenemos que liberar de la interpretacin tcnica del pensar. Los inicios de esa interpretacin se remontan a Platn y Aristteles. En ellos, el pensar mismo vale como teknh, esto es, como el procedimiento de la reflexin al servicio del hacer y del fabricar. Pero ah la reflexin ya est vista desde la perspectiva de la praxis y la poiesis. Por eso, tomado en s mismo, el pensar no es prctico. La caracterizacin del pensar como qeoria y la determinacin del conocer co-mo procedimiento terico ceden ya dentro de la interpretacin tcnica del pen sar. Es un intento de reaccin que trata de salvar todava cierta autonoma del pensar respecto del actuar y del hacer.18

    La amplitud de la accin liberadora en el reconstructivismo lgico

    Supuesto, entonces, que la teologa de la accin asuma la reconstruccin del tejido humano, ontolgico y terico de la accin y de la praxis, para la misma

    17 Heidegger, Carta sobre el humanismo, 313, 314.18 Ibid., 314.

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    teologa de la accin ser imposible sustraerse al espacio abierto por Jrgen Habermas para la reconstitucin integral de la accin general en su interna caracterstica liberadora.19

    En primer lugar, porque las rupturas epistemolgicas del materialismo histrico, que juntaron de modo indisoluble el pensar con el hacer, tienen en Ha bermas una nueva y lcida versin a partir de los intereses tridimensionales rectores del conocimiento.20 El inters adaptativo en el plano de las disciplinas na turales, el inters comunicativo en el mbito que define a las disciplinas humanas, y el inters emancipador en la esfera propia de las ciencias sociales apuntan respectivamente a la liberacin del planeta para casa del hombre, a la liberacin del hombre del ensimismamiento no comunicativo, a la liberacin de la sociedad de los recurrentes fenmenos de la explotacin econmica, de la dominacin poltica, de la subyugacin cultural.

    Entonces, las ciencias a, b y g no solo tienen por comn denominador befreiung y emanzipierung, sino son indicativas de la dignidad, prestancia y fi na lidad liberadora de la accin particular y conjunta de todos los hombres y mu jeres, de todos los cerebros y corazones, de todas las profesiones y oficios, de todas sus prcticas humanas y sociales. El proyecto de liberacin debe ser pen sado como el proyecto planetario.

    En segundo lugar, y tras la crtica indispensable a la razn foquista, ego-cen trada e instrumentalizada, la accin comunicativa habermasiana reconstituye los horizontes del dilogo de participantes, capaces de conocimiento y de len-guaje, de argumentacin y de accin en orden a la comunicacin entre humanos y a los supremos intereses de quitar y poner cuanto hay que poner y quitar en el mundo de la vida en el que todos compartimos la existencia.21

    No podr, pues, volver a suceder que el proyecto planetario de liberacin sea colonizado y exclusivizado por quienes, en buena hora, teologizan con sus prc ticas y con su teora el fenmeno de la liberacin y le garantizan las reales

    19 Len, La recepcin teolgica del paradigma de la accin comunicativa; Peukert, Teora de la ciencia y teologa fundamental.20 Habermas, Conocimiento e inters, 159-181.21 Idem, Teora de la accin comunicativa.

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    di mensiones de amor y de trascendencia. Es en la praxis liberadora conjunta de la humanidad como utopa y proyecto histrico en el que deber inscribirse de nuevo y para siempre el compromiso irrevocable de la liberacin de los pobres y las opciones fundamentales que la posibilitan.

    En esos horizontes ecumnicos de la accin y de toda accin han de volver a reverdecer las opciones sociales, polticas y eclesiales por la praxis de liberacin de todos los humillados y ofendidos. En tanto que la accin li be radora conjunta cierra la brecha a los foquismos de clase, fundamenta la liberacin en la razn y en la razonabilidad misma de las ciencias, y permite que la indeclinable liberacin de los pobres asegure un piso firme bajo sus pies.

    El hacer del decir en los anlisis del lenguaje

    La teologa general, que opera en los mbitos de la Palabra divina desde la palabra humana, y la teologa de la accin, que opera en los mbitos particulares de la poitica, de la pragmtica, de la realizacin histrica de la Palabra, no pueden sustraerse, por vocacin y por oficio, al fenmeno mundial de lingistificacin del pensamiento y a los emergentes anlisis del lenguaje.

    Sea para asegurarse del trnsito indispensable de la lengua cdigo significante a la palabra intencional y luego al discurso vinculante intersubjetivo e interpersonal, en el que hallan su razn y su destino tanto el significado con-vencional y universal de los lenguajes (la langue), como el sentido intencional y par ticular de las palabras (la parole), el discurso interrelacional entre el ha blante y el oyente opera, en plano similar, entre el texto y el lector. Y son el discurso intencional y la interrelacin humana los factores que pueden rescatar las ciencias humanas en general, y la teologa en particular, de su secular confina-miento en bosques de lenguajes sin salida, de palabras no comunicativas y de textos inmortales errabundos.

    Entonces, como aprendimos de Ricoeur, las ciencias humanas (y ah la teologa) debern seguir estableciendo el nivel interpretativo locutivo, que ope ra sobre los cdigos lxicos y los significados (bedeutung); debern asegurar tam-bin el nivel interpretativo elocutivo, que opera sobre las intencionali dades y los sentidos (sinn). Sin embargo, la teologa est urgida de establecer los an lisis perlocutivos que operan extratextualmente, fuera del texto y ms all del texto, cuando el discurso del texto se convierte en accin en obediencia al texto, al

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    discurso del texto, al referente del texto (referenz), al mundo diferente y posible mostrado por el texto.22

    El decir y los decires propios de las especializaciones funcionales bblica y sistemtica estn solicitados con urgencia de reencontrar en ellos mismos la in disoluble conjuncin del hacer original con el decir original, en modo que puedan de nuevo resolverse para el mundo del lector en acciones del decir y en garanta del hacer. As, en la lgica ontolgica del ser al habla y del decir al hacer, la teologa de la accin pudiera constituirse en un rea, y hasta en una asig natura, de entrenamiento teolgico, sin que la misma teologa de la accin pueda no ser dimensin constitutiva y transversal de todo el cuerpo teolgico, tan to en sus fundamentaciones como en sus concreciones.

    Se fraguan as los espacios tericos y prcticos para la eventual teologa de la accin. Se asegura as que la Palabra sea logos racional y razonable, pero sobre todo dabar, que en el campo del mundo produce eficazmente cuanto sig-ni fica y desvela el accionar amoroso de Dios en la historia mediante la accin de sus criaturas.

    La teologa de la accin en el contexto universitario

    Nadie debe sorprenderse por la irrupcin de la accin humana en la academia, en trminos de objeto especfico de estudio, de cultivo, de apropiacin, de enseanza y de investigacin. Porque la universidad de la ciencia y de la tc-nica viene ocupndose, no sin lamentables lagunas de orden estructural y epis te mo lgico, en cultivar, fundamentar y ensear el hacer, las destrezas y la actividades propias de los artistas y de los arquitectos, de los matemticos y de los ingenieros, de los juristas y de los mdicos, de los industriales y de los te logos, as como de las acciones especficas de grupos particulares de actores sociales, religiosos, econmicos y polticos.

    La zona de la teora cientfica, tecnolgica y tcnica no podr abjurar nunca de sus internas determinaciones de origen en la accin, en tanto que su telos versa sobre la misma accin reflexionada, razonada, ilustrada. Nadie pue de, por ms tiempo, separar la zona del pensar y la zona del actuar. En la

    22 Ricoeur, Hermenutica y accin. De la hermenutica del texto a la hermenutica de la accin, 51ss.

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    uni versidad y en toda la universidad, la accin es y ser objeto que determina y con el que termina toda disciplina honesta.

    De ah que la teologa inscrita hoy menos que ayer en un seminario para clrigos y ms en la universidad de las ciencias, de los saberes y de las tcnicas deba ampliar su horizonte a la accin humana en cuanto humana, a la accin de los artistas y literatos, de los mdicos e ingenieros, de los juristas y economistas, del hombre de a pie y de la mujer insigne, segn las lcidas intuiciones del Concilio.

    Por ello, hay que dilucidar si se debe permanecer atrapados en la benemrita e imborrable teologa pastoral o si es preciso avanzar mar adentro en la teologizacin de la accin humana, en sus orgenes teologales y antropolgicos y en sus incontenibles significados histricos, en orden al plan y proyecto de Dios en el mundo, como es mostrado en la tradicin divino-apostlica.

    No carecen de razn quienes conceptan que si la teologa pastoral o prctica de viejo cuo es propia de los seminarios, la teologa de la accin nace y crece incontenible en el mundo de la universitas scientiarum.

    las configuracionesEl nombre

    Durante la primera sesin del Concilio, en 1964, no solo apareci el primer volumen del Handbuch en torno de la teologa pastoral o prctica, sino tam-bin, en la pluma fecunda y benemrita del inolvidable Joseph Comblin, el opsculo titulado Hacia una teologa de la accin.23 All Comblin daba cuenta de ese nombre:

    El apstol actual ya no es el monje, cluniacense o cisterciense No es tampoco el monje predicador y mendicante que acompaa su predicacin evanglica con el testimonio viviente de su desasimiento y mortificacin. No es el misionero in tr pido, luchador infatigable contra la idolatra o la hereja, el controvertista invencible, el defensor vigilante del rebao de Cristo. Los apstoles hoy son los cristianos conscientes, los cristianos que traducen en su vida cotidiana, en su vida en el mundo y en medio del mundo el espritu del Evangelio y que

    23 Comblin, Hacia una teologa de la accin: treinta aos de investigaciones.

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    anun cian el Reino de Dios en su vida diaria, en su medio de vida. Nos ha parecido que lo que se est formando podra llamarse una teologa de la accin.24

    El trmino dice Comblin a pie de pgina nos lo ha sugerido el padre Andr Hayen y lo adoptamos.25 Y en la subsiguiente nota a pie de pgina, copia Com blin las palabras graves de Andr Hayen:

    Henos aqu, parece, en efecto en el momento en que la toma de conciencia de la realidad de la historia y de la dimensin histrica de lo real hace posible y ne cesario un nuevo desarrollo de la ciencia teolgica: junto a la asuncin de la me tafsica del ser, la asuncin de la dialctica del actuar.26

    El texto de Andr Hayen es de 1958, y la Teologa de la accin de Joseph Com blin es de 1964. Quizs no perderamos la apuesta por la conexin que con ellos guarda el captulo tercero de la constitucin Gaudium et spes sobre la ac ti vidad humana en el mundo.

    As, pues, el trmino teologa de la accin enuncia que en el horizonte propio del comunicarse de Dios en los hechos humanos de la historia27 y me-diante los instrumentales propios de la disciplina teolgica se instituye una reflexin analtica, crtica, bblica, sistemtica y planificada acerca de la accin hu mana en general y de eventuales grupos especializados en particular, de modo que la accin sea, en forma permanente, no solo de ndole tendrica, intencional y comunicativa, sino tambin trasformadora de la historia del mundo y de la so ciedad, a la altura de la acuciante misin de cada da.

    Se trata de la teologa de la accin y no de la teologa prctica o aplicada, por que estas ltimas son, por denominacin, instrumentales, para reducir a la prc tica las teorizaciones bblicas y sistemticas, o para aplicar a la vida y a sus circunstancias la teora previa que se elabor por fuera de ellas, o la difusin comunicativa de determinadas doctrinas teolgicas, con lo que se muestra que la teora propia y la metdica especfica de las teologas prcticas y aplicadas es ninguna, y entonces ninguna su entidad disciplinar. Ellas no pasan de ser

    24 Ibid., 9.25 Ibid., 9, Nota 3.26 Ibid., 9-10, Nota 4.27 Concilio Vaticano II, Constitucin dogmtica Dei Verbum sobre la divina revelacin, No. 2.

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    apndice aplicativo de las teologas bblicas y sistemticas, en tanto que para estas ltimas la prctica y la aplicacin no constituyen su inters y mucho menos su determinacin interna.

    Se trata de la teologa de la accin humana y no de una teologa pastoral a secas, no porque sta no se incluya de cuerpo entero como provincia de la teologa de la accin, sino porque la teologizacin de la accin es ms vasta, abar cante y urgente en razn del valor y del sentido plenarios de la actividad hu mana en el diseo de la revelacin y de la salvacin, a tenor del Concilio.

    El objeto teolgico

    No puede ser fortuito, sino lgica teolgica, situar en reciprocidad la actividad humana en el mundo y en la sociedad con el fenmeno de divina revelacin por hechos y palabras intrnsecamente vinculados, de manera que el hecho interpretado asegure la consistencia de la Palabra y la palabra interpretante muestre el sentido salvfico del acontecer, como establece el Concilio28 y lo registra Rahner:

    El Vaticano II, en su constitucin dogmtica sobre la divina revelacin (cfr. Dei Verbum, Captulo 1), procura acercar y en lo posible engarzar la accin histrica en la que y por la que se revela Dios y la revelacin como propia comunicacin di vina en la palabra humana.29

    La divina revelacin, por hechos de la historia a todo lo largo de la his -toria de la salvacin, es coextensiva como lo mostr Karl Rahner con toda la his toria universal30 desde su punto alfa hasta su omega; y aun cuando Rahner mismo asegure la unidad y la unicidad de la historia general como historia de revelacin y salvacin, si se quiere impedir la esquizofrenia de dos his to-rias coextensivas pero paralelas, se afirmar con Gogarten que los hechos, la actividad, el hacer, la accin humana que proceden de la historicidad del ser y constituyen la historia son el medio para la mostracin amorosa y libre de Dios en el mundo; que cuando ocurre la divina revelacin ocurren los he-chos de la actividad humana en el mundo, y cuando ocurren los hechos de la

    28 Ibid., No. 2.29 Rahner, Las distintas clases de conocimiento de Dios y su unidad interna, 76.30 Idem, La historia de la salvacin y de la revelacin como coextensiva con toda la historia universal, 177-188.

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    actividad humana en el mundo ocurre la mostracin incondicionada de Dios en el mundo, en el tiempo, en la historia.31

    Por ello, la accin humana, lejos de constituir factor apenas aplicativo de doctrinas previas, es lugar teolgico manifestativo del accionar mismo de la causa primera en y por la accin intencional y libre de las causas segundas.32

    En efecto, si Vaticano I pudo establecer, en primer lugar, una real mos-tracin de Dios capaz de ser conocida por la luz de la razn natural, y en se-gundo lugar, una mostracin revelatoria de Dios por su Palabra, Vaticano II es ta blece, en tercer lugar, que la divina revelacin ocurre por los hechos de la his toria que sustentan la Palabra, siendo sta el medio como se ofrece el perfil y el sentido salvfico del acontecer:

    Habra que hablar todava, en tercer lugar, de un conocimiento de Dios que se produce mediante una accin salvfica que se revela en la historia de la humanidad y en la del individuo; en ese conocimiento se conoce a una la accin de Dios y su existencia en su operante testimonio de s mismo. Incluso all donde no se tiene ningn inters por la mstica y las visiones, no cabe ne-garse a priori que puede haber un conocimiento de Dios desde y en la personal ex periencia existencial del hombre, individual y colectiva; esa experiencia no tiene que identificarse ni con lo que llamamos conocimiento natural de Dios, ni con lo que significa la propia revelacin general de Dios en la Palabra y en la historia de la revelacin pensada solamente a manera de Palabra.33

    La teologa de la accin encuentra as, no solo su objeto material, sino el formal, constituidos por la actividad humana en el mundo, en cuanto esa acti vidad categorial e inmanente puede ser y es de hecho modo de revelacin ac tuante y operante del Dios radicalmente trascendente. La actividad humana en el mundo, personal y colectiva, es sacramentum signo manifestativo e instru-mento causativo del Reino y Reinado de Dios en la objetividad del mundo y en la subjetivacin de la historia:

    Diferente de lo que se suele pensar y de lo que da a entender una mirada meramente etimolgica de la Palabra (theos = Dios y logia = Palabra) la teologa

    31 Gogarten, Theologie und Geschichte, 339-394.32 Rahner, Accin de Dios a travs de las causas segundas, 112-116.33 Rahner, Las distintas clases de conocimiento de Dios y su unidad interna, 78.

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    no trata de Dios sin ms. Trata de Dios, s, en cuanto y en la medida en que se hace presente y acta en la historia. Trata, por tanto, de la accin de Dios en la historia que es siempre, de alguna forma y en alguna medida, re-accin ante determinadas situaciones y acontecimientos (salvacin) e inter-accin con per sonas y pueblos concretos (pueblo de Dios, Iglesia). De ah la diferencia de Ellacura en que el asunto objeto de la teologa cristiana no sea Dios, sino el Reinado de Dios.34

    Lo dems es caer en la cuenta cmo el Concilio de Juan y de Pablo nos devolvi a las fuentes y orgenes de un pensar histrico y factual como es el pen sar y el conocer de Israel a Yahveh, en el accionar de su propia historia na-cional, y al Padre, en el ser y en el acontecer de la biografa histrica del Seor, que pas haciendo el bien porque el Padre estaba con l.

    Lo dems es tambin indagar las mltiples razones del carcter prxico de la teologa, como hace Francisco de Aquino Junior35, si la realidad que debe ser inteligida por la teologa es el modo fctico de esa misma inteleccin, si la fi na lidad de la inteleccin de esa accin inteligida es el Reinado de Dios en la his toria, y si el desarrollo de la actividad intelectiva es la analtica de la accin desde la subjetividad en la objetividad y de la objetividad del mundo en la sub jetividad de la accin en el mundo:

    En sentido estricto, ni siquiera deberamos hablar de actividad intelectiva, como si fuese una actividad completa frente a actividades no-intelectivas. Deberamos hablar siempre de una nota o de un momento de la accin humana.36

    La teologa de la accin indica, pues, que la materia primera sobre la que se instituye la reflexin teolgica es, precisamente, el acto, la accin, la actua-cin, la actividad, la praxis37; y que telogo de la accin es quien instituye su

    34 De Aquino, El carcter prxico de la teologa: un enfoque epistemolgico, 490.35 Ibid., 490-498.36 Ibid., 492.37 Adems de las conocidas filosofas de la accin, la accin ha recibido significativos tratamientos en las contribuciones de Hanna Arend, De la historia a la accin (1995); Maurice Blondel, La accin: ensayo de una crtica de la vida y de una ciencia de la prctica (1996); Jrgen Habermas, Teora de la accin comunicativa, Vol 1 (1991); Talcott Parsons, Apuntes sobre teora de la accin (1980); Helmut Peukert, Teora de la ciencia y teora de la accin, en Teora de la ciencia y teologa (2000), 221-350; Allan White, La filosofa de la accin (1976).

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    reflexin teolgica a partir del obrar humano en la prctica cultural, econmica, poltica, social, eclesial, domstica y laboral, ya sea que se trate del hacer, del realizar o del teorizar la prctica humana para dinamizar el proceso integral de transformacin presente y trascendente a la luz del proyecto de Dios y de su plan de gracia.38

    Las fuentes

    Hay que tomar los elementos originarios para la constitucin de la teologa de la accin aguas arriba, en la accin potente e incontenible de Jess de Nazaret, en la accin reveladora y salvadora inscrita en la accin histrica de Israel, en los ricos desarrollos de la teologa de la historia, en las dinmicas transformantes de la accin humana por la accin de la gracia, en la moral fundamental y en la moral social, en la riqueza patrimonial de la doctrina social de la Iglesia, en los derroteros lcidos de las teologas polticas; y sobre todo, en el sobrecogedor denominador comn que es el darse, mostrarse, desvelarse y comunicarse de Dios vivo en los hechos de la historia interpretados por la Palabra, que han le vantado la accin humana a genuino lugar teologal y teolgico en cuanto constitutivo de la nocin misma de divina revelacin.39

    En suma, la creacin como supremo acto productor generante, la re ve-lacin como desvelamiento en los hechos de la historia y de toda la historia, la cristologa, la antropologa, la gracia, la escatologa, la teologa de la historia, la teologa poltica, la teologa moral del acto humano, la doctrina social, las me diaciones de la pregunta que interroga por el sentido: tales son las vertientes implcitas para levantar la comprensin rotundamente teolgica de la accin hu mana en el mundo y en la historia, segn las perspectivas del Concilio. Es con semejante caudal del misterio cristiano como puede definirse la accin humana como objeto teolgico y establecer sus referentes teolgicos fundantes y fundamentales.

    38 En las aproximaciones, de valor desigual, a la teologa de la accin, pueden citarse a Jean-Hrick Jasmin, Hacia la fundamentacin de una teologa de la accin (en medio magntico); a Eduardo Lara, Fides et praxis: una teologa de la accin humana (2010); a Jess Len, Ha cia una teologa de la accin (2008); a Mario Peresson, La teologa de la accin como m bito o lnea de investigacin (2006); y a Jorge Seibold, Jorge, Teora y praxis: presupuestos on tolgicos para una teologa de la accin (1988).39 Parra, La apropiacin histrica de la revelacin, 87-95.

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    El mtodo

    La opcin metdica del Concilio, explicitada por el Concilio mismo, consisti en trabar sin mezcla, sin confusin, sin separacin los sustratos contingentes que analizan el mundo y la sociedad con los sustratos denominados doctrinales con los que se ilumina la realidad percibida, siempre con la manifiesta intencin de establecer los aportes dinmicos, reales y recprocos que la Iglesia ofrece a la sociedad autnoma y secular y aquellos que la sociedad moderna ofrece a la comunidad eclesial.

    No se trataba, por eso, de un trazado simplista sobre la Iglesia en el mundo contemporneo, sino del trazado correspondiente a la esplndida y dramtica sociedad contempornea en su aportacin y significacin para la Iglesia, comenzando por la actividad humana en el mundo levantada a genuino lugar teolgico y teologal.

    Sobre este derrotero y por intuicin lcida de Gustavo Gutirrez, Amrica Latina inaugur con la praxis, no un nuevo tema para la reflexin, sino una nueva manera de hacer teologa.40 La praxis, en efecto y tal como entonces se ofreca a nuestro conocimiento, constituira para la teologa una decisin de mtodo ca paz de partir en dos la trayectoria de una teologa configurada sin praxis y luego aplicada, y una teologa en cuya primera raz metdica se establece la prc tica de la caridad humana y social ante el grito ensordecedor de tres cuartas par tes de la humanidad en proceso de liberacin hacia su genuina libertad.

    La nueva manera de hacer teologa tomara inicio en su radical insercin en la praxis (ver), levantara la praxis a teora analtica a la luz de la fe (juzgar) y volvera a la praxis trasformada y trasformadora de la miseria inaceptable de la realidad (actuar). Este mtodo de races jocistas es hoy patrimonio teolgico universal.

    Con tales antecedentes, fue mrito insigne del jesuita Jess Andrs Vela y de su equipo, primero en el proscrito Instituto Pastoral Latinoamericano de Juventud, Iplaj, y luego en la Casa de la Juventud, haber consolidado por treinta y tres aos continuos el benemrito Seminario de Planificacin de la Accin:

    40 Gutirrez, Teologa de la liberacin. Perspectivas, 70.

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    La planificacin es siempre un proceso porque es algo dinmico; implica una serie de acciones dirigidas hacia un fin. Es una operacin que envuelve una serie de etapas y de pasos. Esta serie de acciones depende de la toma de decisiones, lo que significa una secuencia de decisiones entre posibilidades alternativas (qu hacer, cundo, cmo). La toma de decisiones en la planificacin, a su vez, est con dicionada por un abordaje racional, mtodo de trabajo que supone una com binacin ptima de actividades y recursos.41

    La planificacin de la accin requiere, en efecto, del anlisis perceptivo de la racionalidad y de la intencionalidad de la accin propia, de modo que las motivaciones emocionales y espontneas que determinan la accin puedan ser reconocidas, asumidas, valoradas mediante criterios de conciencia intencional reflexiva: Qu hago, por qu lo hago, para qu lo hago?

    Esa perceptiva personal y vital de la accin propia y de su grado de intencionalidad, antes que zona de racionalizacin, es indicativa del espacio de percepcin experimental, sensitiva, directa, con el valor radical que le atribuye Santo Toms, ya antes de que lo hicieran con tanta penetracin Zubiri42 y su discpulo Ellacura43:

    Cuando los hechos no nos sean conocidos de manera satisfactoria habr que fiarse ms de las observaciones, antes que de los razonamientos, y de los razo-na mien tos en la medida en que sus conclusiones coincidan con los hechos observados.44

    Supuesta la etapa perceptiva de la accin, la planificacin avanza, de forma metdica y procedimental, a la indagacin de la relacin entre la accin per cibida y el decir y los decires normativos, performativos o prescriptivos de la ac cin. Se trata, entonces, de la etapa analtica de la accin en cuanto normada que, en el caso de la teologa, es apelacin a los instrumentales sociolgicos y teo lgicos normativos y prescriptivos del creer y del comprender, del decir y del hacer: Cul es la relacin entre la tradicin dada y la accin producida?

    41 Vela, El camino de la planificacin, 180.42 Zubiri, Inteligencia sentiente: inteligencia y realidad.43 Ellacura, La nueva obra de Zubiri: inteligencia sentiente, 191-210.44 De Aquino, De generatione III, 10, 760b.

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    Cules son los referentes que enlazan el entonces con el ahora? Cmo procede la lgica del decir respecto del hacer?

    Esa zona del razonamiento analtico de la palabra que norma la accin es espacio que indaga por la medida en que el razonamiento del decir acerca del hacer es reserva nomolgica para la racionalidad y dinamicidad de la accin. No porque los discursos de la accin puedan sustituir la libertad y la opcionalidad de la accin, sino precisamente porque las supone, segn la ad-ver tencia de Habermas:

    El principio moral extrae su fuerza de obligacin deontolgica de la conexin del contenido trascendental de los discursos con el sentido de la validez de las normas morales de accin que se presentan en los discursos de fundamentacin.45

    Las dos etapas anteriores, segn la fuerza perlocutiva de los anlisis, dan espacio a la etapa de planificacin en la cual la accin sentida y observada, en la etapa perceptiva y reconfigurada tericamente en la etapa analtica, encuentra nuevos motivos, impulsos y modos para ser resignificada, reconducida y reorien-tada hacia las supremas finalidades de validez de los discursos en la facti cidad de la historia y a su incidencia transformadora en el mundo real de la vida per sonal y social, poltica y eclesial: en obediencia a la honesta percepcin de mi accin y de sus lugares normativos, en qu estoy impelido a rectificar mi ac cin? Hacia qu escenarios preferentes y situaciones lmite debe dirigirse la accin? Qu opciones asumidas llevan a recomponer mi accin? Qu modelos ope rativos puedo disear para revalorizar mi accin?

    Para el caso de la teologa, todo el proceso pero de modo particular la tercera etapa de planificacin de la accin es instrumento para destrabar la fuer za realizadora de la Palabra, es decir, su verdad, no menos que la fuerza de su significado histrico, es decir, su sentido.

    As, la ntima correlacin metdica entre la accin percibida (ver) y su determinacin y comprensin social y teolgica (juzgar), tanto como la indis-pensable planificacin teleolgica de la accin humana en general y cristiana en particular (hacer), son ncleos que definen el mtodo propio de la teologa

    45 Habermas, Sobre la arquitectura de la dinferenciacin de discursos, 84.

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    de la accin y susceptibles de ser distinguidos pero no separados, segn los me jores diagramas del crculo de la comprensin.46

    Sistemtizacin posible de la teologa de la accin

    Por gracia de determinar ms sus contornos inequvocos, digamos entonces sobre la teologa de la accin:

    Toma como objeto propio la variada actividad de hombres y mujeres en el mundo y en la sociedad, bajo la ptica de Dios y de su plan de revelacin y salvacin, segn la visin propia del Concilio Vaticano II.

    El principio fundamental de esta especializacin teolgica es el carcter de la Palabra de Dios como dabar, que no solo significa sino produce lo significado, en una lgica locutiva y perlocutiva en la que la Palabra se hace accin y se realiza como accin transformante y transformadora.47

    El mtodo de la teologa de la accin est determinado por el carcter per-ceptivo, analtico y planificador de la accin humana en cuanto derivada internamente y realizadora de la Palabra revelada y salvadora.

    La realidad con que trabaja la constituye la teora y prctica adaptativa, co mu nicativa y emancipadora, en su explcita referencia a la formalidad y pertinencia teolgicas, desde las cuales se apropia lo adaptativo, lo comunicativo y lo emancipador del conocer y del hacer humano en la historia. As, la teologa correlaciona, en sntesis vital, la prctica adap-tativa y la teologa de la creacin; la prctica comunicativa y la teologa de la encarnacin; la prctica emancipadora y la teologa poltica y escatolgica en sus inequvocas opciones de liberacin de los pobres.

    La finalidad de la teologa de la accin es la comprensin de la accin humana en s misma considerada, su entidad, verdad, valor y finalidad en el plan de la salvacin y la correspondiente animacin teologal y teo-l gica del hacer en el mundo, en la sociedad, en la Iglesia, en tanto que todo el constructo terico y accionario de la teologa de la accin est

    46 Gadamer, La historicidad de la comprensin como principio hermenutico, en especial, el apartado El crculo hermenutico y el problema de los prejuicios, 331-334.47 Ricoeur, El modelo del texto: la accin significativa considerada como un texto, 41-75.

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    posibilitado y enderezado por el valor supremo del Reino y Reinado de Dios en la historia.

    Por lo dems, por fuerza de la teologa de la accin en la circularidad propia de las reas internas del cuerpo teolgico, podr llegarse a fundamentar, tan to el carcter decididamente perlocutivo y proactivo de la teologa bblica co mo la ndole innegablemente hermenutica de la teologa de la accin a la luz de la Palabra, y el ser profundamente bblico y fctico de la teologa sistemtica.

    El decir del hacer que est en la base del surgir anamntico de los textos de tradicin es inseparable del hacer del decir como referencia cierta del dis-curso, en tanto que el decir es hacer pone en accin las reservas de la fe como obe diencia histrica. Es as, entonces, como la teologa de la accin desata el mo vi miento, la actualidad y la situacin de las reservas esplndidas pero hoy in su friblemente estticas de la funcin bblica y de la funcin sistemtica de la disciplina teolgica.

    conclusinEste texto no se ha propuesto un desarrollo acabado de la teologa de la accin. Ha pretendido, en la primera parte, indicar sus motivaciones; y en la segunda parte, sealar sus ms sustanciales configuraciones. Quizs no permita algo ms que lo simplemente introductorio: la individuacin de la teologa de la accin por relaciones de identidad, de diferencia y de correlacin con otras de-no minaciones teolgicas afines; al menos, para percibir que una no es la otra.

    En esa lgica de identidad, diferencia y relacin, quizs pueda afirmarse que la teologa de la accin ofrece a las teologas de la praxis en especial, en el modo nuestro latinoamericano de hacer teologa los faltantes en la estructura de la praxis, con lo cual puedan esquivarse los ingenuos practicismos e inme-diatis mos sociales y polticos erigidos por encima de las races ontolgicas del acto, de la accin, de la actividad y de la praxis.

    Quizs pueda convenirse que la teologa de la accin desbloquea los ex clu sivismos de personas y de sectores en que se han visto comprometidas, tanto la teologa pastoral como la teologa de la liberacin.

    Posiblemente, la teologa de la accin pueda precavernos de la solicitud a sealar, bajo los nombres de teologa prctica y de teologa aplicada un sector, ver tiente o especializacin de la teologa contrapuesto al pensar y al teorizar,

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    como si se dijera que el hacer sustituye al pensar o que en definitiva se est con de nado a un momento marginal de aplicacin que pueda ser contrapuesto, con trario o contradictorio, tanto con el entender como con el interpretar.

    En fin, la teologa de la accin, que pertenece como divisin funcional interna al cuerpo disciplinar de la teologa y a su innegociable estructura episte-molgica y metdica , es la que puede indicar de modo rotundo que la teologa de la accin no es una ms de las teologas de genitivo que pueden resultar cuando la teologa teologiza elementos expresamente extrateolgicos, como ocurre en las teologas que se definen ms por los objetos externos teologizados, antes que por las lgicas internas de la disciplina teolgica. La teologa de la accin es tout court teologa.

    Y en la correlacin interna de los cuerpos teolgicos, la teologa de la accin es la que puede desbloquear la quietud casi metafsica de los com po-nentes bblicos y sistemticos del rganon teolgico, por cuanto las divisiones funcionales bblica y sistemtica pueden y deben resolverse en el decir del hacer, para ser reconfigurados de modo permanente en el hacer del decir y en el decir es hacer.

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