CURSO ANTROPOLOGIA SOCIAL 2011

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CURSO ANTROPOLOGIA CURSO ANTROPOLOGIA SOCIAL 2011 SOCIAL 2011 miércoles, 9 de marzo de 2011 Sesión XIV: Victor Turner/ " Hidalgo: la historia como drama social" de Victor Turner, traducción de Leif Korsbaek HIDALGO: LA HISTORIA COMO DRAMA SOCIAL Victor W. Turner La Revolución Mexicana de Independencia en 1810 nos proporciona un vívido ejemplo de un paradigma de raíz obrando en una serie de dramas sociales, y al mismo tiempo nos ofrece una oportunidad para investigar ciertas propiedades del ambiente social de la acción política, tales como el “campo” y la “arena”. En realidad, la revolución fue una guerra contra la España colonialista, no obstante la existencia de algunas diferencias similares a la revolución o guerra de independencia norteamericana contra Inglaterra. Algunos historiadores, como por ejemplo Hugh Hamill, llaman esta fase la “rebelión de Hidalgo” o la “insurrección”, por Miguel Hidalgo, el párroco de Dolores en la intendencia de Guanajuato, quien públicamente inauguró el largo proceso en México del sistema colonial español a la estructura gubernamental de hoy bajo la férula del Partido de la Revolución Institucional, el PRI. Otros historiadores omitirían los nombres de las personas involucradas por un disgusto de “los grandes hombres” y “el culto a la personalidad” al estilo de Pléjanov. Y otros aún no hablarían de una rebelión, sino de la primera etapa de una auténtica revolución que sigue desarrollándose hasta hoy, con muchos obstáculos Pero dicen que los antropólogos tenemos que coger los hechos desde el flujo de opiniones y conjeturas. Los mitos y los símbolos, tanto los de a cultura popular como los de la cultura fina, constituyen para nosotros una parte importante de los hechos. De todos modos, la rebelión de Hidalgo, la primera fase de la independencia, es relevante para nosotros porque constituye exactamente el limen entre el periodo colonial de la historia de México, el curso lento y aparentemente monótono de tres siglos (no obstante que la historiografía reciente está corrigiendo la impresión de monotonía) que le siguió al primer periodo breve y dramático de la conquista y el tercer periodo cuando México se convirtió en una nación, en medio de una tormenta de guerras coloniales y civiles y una revolución. Hidalgo tomó armas contra el régimen virreinal en 1810, e Iturbide se volvió durante un breve tiempo el emperador de un México políticamente independiente en 1811. Los años entre 1810 y 1821, y aún entre 1808 y 1821, constituyeron un periodo liminal complejo y dramático en el cual a procesos lentos Seguidores 2011 (46) junio (1) mayo (12) abril (4) marzo (29) Sesión XV: El estructuralismo lingüístico en la an... Sesión XV: El estructuralismo lingüístico en la an... Sesión XV: El estructuralismo lingüístico en la an... Sesión XV: El estructuralismo lingüístico en la an... Sesión XIV: Victor Turner/ " Hidalgo: la historia ... Sesión XIV: Victor Turner/ Victor Turner: símbolo,... Sesión XIII: Las mujeres en la antropología britán... Sesión XI: Max Gluckman y la antropología del dere... Sesión XI: Max Gluckman y la antropología del dere... Sesión X: Raymond Firth y S. F. Nadel; la economía... Sesión X: Raymond Firth y S. F. Nadel; la economía... Sesión X: Raymond Firth y S. F. Nadel; la economía... Archivo del blog 0 Más Siguiente blog» [email protected] Escritorio Salir

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Sesión XIV: Victor Turner: " Hidalgo: La Historia Como Drama Social"

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CURSO ANTROPOLOGIACURSO ANTROPOLOGIASOCIAL 2011SOCIAL 2011miércoles, 9 de marzo de 2011

Sesión XIV: Victor Turner/ " Hidalgo:la historia como drama social" deVictor Turner, traducción de LeifKorsbaekHIDALGO: LA HISTORIA COMO DRAMA SOCIAL

Victor W. Turner

La Revolución Mexicana de Independencia en 1810 nos proporciona un vívidoejemplo de un paradigma de raíz obrando en una serie de dramas sociales, y almismo tiempo nos ofrece una oportunidad para investigar ciertas propiedades delambiente social de la acción política, tales como el “campo” y la “arena”.En realidad, la revolución fue una guerra contra la España colonialista, no obstantela existencia de algunas diferencias similares a la revolución o guerra deindependencia norteamericana contra Inglaterra. Algunos historiadores, como porejemplo Hugh Hamill, llaman esta fase la “rebelión de Hidalgo” o la “insurrección”,por Miguel Hidalgo, el párroco de Dolores en la intendencia de Guanajuato, quienpúblicamente inauguró el largo proceso en México del sistema colonial español ala estructura gubernamental de hoy bajo la férula del Partido de la RevoluciónInstitucional, el PRI. Otros historiadores omitirían los nombres de las personasinvolucradas por un disgusto de “los grandes hombres” y “el culto a lapersonalidad” al estilo de Pléjanov. Y otros aún no hablarían de una rebelión, sinode la primera etapa de una auténtica revolución que sigue desarrollándose hastahoy, con muchos obstáculos Pero dicen que los antropólogos tenemos que cogerlos hechos desde el flujo de opiniones y conjeturas. Los mitos y los símbolos, tantolos de a cultura popular como los de la cultura fina, constituyen para nosotros unaparte importante de los hechos. De todos modos, la rebelión de Hidalgo, la primerafase de la independencia, es relevante para nosotros porque constituyeexactamente el limen entre el periodo colonial de la historia de México, el cursolento y aparentemente monótono de tres siglos (no obstante que la historiografíareciente está corrigiendo la impresión de monotonía) que le siguió al primerperiodo breve y dramático de la conquista y el tercer periodo cuando México seconvirtió en una nación, en medio de una tormenta de guerras coloniales y civiles yuna revolución. Hidalgo tomó armas contra el régimen virreinal en 1810, e Iturbidese volvió durante un breve tiempo el emperador de un México políticamenteindependiente en 1811. Los años entre 1810 y 1821, y aún entre 1808 y 1821,constituyeron un periodo liminal complejo y dramático en el cual a procesos lentos

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que se habían estado gestando durante siglos siguieron una serie de dramassociales rápidos que pusieron al desnudo muchas de las contradicciones queestaban escondidas en aquellos procesos y generaron nuevos mitos, paradigmas yestructuras políticas. Hidalgo tenía 57 años, no era un jovencito, cando anunció lainsurrección el 16 de septiembre de 1810, en la iglesia parroquial de Dolores.Faltaría menos de un año antes de que fuera ejecutado en Chihuahua a mediadosdel año 1811. Sin embargo, él inició el rito de paso de México que empujaría alpaís hacia la existencia como una nación en el breve drama social que élreconoció como la insurrección del pueblo, y no solamente sería él el prestador y elhacedor de mitos, sino él mismo se convirtió en un símbolo. En México, losgrandes murales de José Orozco, David Siqueiros y Diego Rivera y muchos otros,que representan episodios de medio año de la lucha de Hidalgo, primero exitosaluego desesperada, se encuentran visibles en cada ciudad y cada pueblo enMéxico. El paisaje cultural mismo está firmado con el nombre de Hidalgo. Unestado entero, y multitud de ciudades, suburbios, parques y calles ostentan sunombre, y cada año, el 15 de septiembre a media noche, repiten desde el balcónprincipal del palacio nacional en el zócalo de la Ciudad de México las palabras quesupuestamente transmitía el grito de Dolores, su grito, su proclamación:“Mexicanos, viva México”. Abundan las estatuas de Hidalgo en todas partes delpaís, en plazas y en parques; el difunto decano de los historiadores mexicanos,Justo Sierra, dice que “sus fines dictó su amor por un país qe no existía fuera deeste amor”, así que fue el quien le dio a luz al país, él es el padre de país, nuestropadre” (“Evolución política del pueblo mexicano”, 1957: 150). Inevitablemente,algunos historiadores, como por ejemplo el conservador Mariano Cuevas, hanintentado derrocar el mito de Hidalgo, pero no han tenido mucha suerte. Nadierealmente se preocupa mucho por el hecho de que tiene un gran número de hijosnaturales con sus amantes y amas de llave, o que no logró evitar que susindígenas perpetraran una masacre indiscriminada, violaciones y saqueo enGuanajuato y Valladolid. La arrogancia que lo llevó a disfrutar el título y el uniformede “capitán general de América” ya le ha sido perdonada, y su arrepentimiento finalpor haber permitido tanta carnicería ya ha sido olvidado. El símbolo ha tragado asu hombre, y es un símbolo de comunitas, de México considerado comosolidaridad más que como estructura.Evidentemente, los eventos en los cinco meses de libertad después del grito(Hidalgo fue capturado el 21 de febrero de 1811) se pueden describir como unasecuencia de dramas sociales y analizados en términos de la relación entre dramasocial y campo social. Sin embargo, existe una serie de obstáculos que se oponena este procedimiento, algunos de carácter personal y otros tal vez objetivamenteinsuperables. El primer obstáculo es el hecho de que yo tengo solamente unconocimiento limitado de la insurrección de Hidalgo, basado principalmente enfuentes de segunda mano, la mayor parte en inglés. En segundo lugar, quesospecho que la totalidad de los datos que son necesarios para caracterizar lanaturaleza del campo social significante y las arenas políticas a través de lascuales pasó el proceso de la insurrección de Hidalgo no está a nuestra disposiciónahora y nunca lo estarán. Hamill, por ejemplo, nos cuenta (1966: 111) que nadiesabe exactamente qué dijo Hidalgo en el más famoso de sus momentos públicos,en el grito de Dolores que inició el ritual nacional de México que mencioné hacerato. Los tres relatos más importantes con los que contamos, de Jesús Sotelo, dePedro García y de Juan de Aldama, no coinciden, ni siquiera están de acuerdoacerca de dónde pronunció el grito – si fue de la ventana o de la entrada a la casade Hidalgo – y los tres nos dan versiones diferentes de lo que dijo. Aldama, porejemplo, no dice nada acerca de una conclusión en cresciendo, mientras queSotelo sostiene que Hidalgo terminó “elevando su voz con gran valor ... (diciendo)que viva la Virgen de Guadalupe, que viva la América para la cual vamos a luchar”.

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Pero según ninguno de los tres gritó “viva México”, como una vez escuché alexpresidente Gustavo Díaz Ordaz pronunciar un tanto quieto (en la televisión)desde el porche de la iglesia parroquial de Dolores de Hidalgo. Mucha gente de losque critican al presidente alegan que fue a Dolores no tanto por fervor patrióticosino por miedo de repercusiones, si gritara en México, por los por lo menosnoventa estudiantes que fueron fusilados en Tlatelolco a sus órdenes y por elencarcelamiento de ochenta profesores y estudiantes sin juicio alguno durante lasprotestas en 1968.Sin embargo, aún contra todos estos obstáculos podría ser instructivo formular unadeclaración programática acerca de cómo un antropólogo con orientación hacia lahistoria podría emprender la recolección de datos que le permitirían elaborar unacaracterización preliminar del campo en el cual empezó la independencia. Es ciertoque muchos de los insurgentes, los primeros héroes de la primera RevoluciónMexicana se han convertido en el pensamiento y en la mirada populares en héroesmíticos no muy diferentes de los seres de la aurora de los aborígenes australianoso los ancestros clánicos de los trobriandeses quienes, se cree, han surgido dehoyos en la tierra. La comparación sería en su lugar, pues esos héroes insurgentesvinieron de la tierra en México, casi todos eran americanos y no peninsulares, hijosde la tierra del Nuevo Mundo. Eran ó criollos – personas de descendenciaespañola pero nacidas en América (indígenas americanos), ó mestizos, personasde descendencia mixta española e india y nacidas en el Nuevo Mundo. Pero, yaque la lucha por la independencia se llevó a cabo relativamente recientemente, entérminos de tiempo histórico, existen muchos tipos de documentos históricos yotros récords que nos proporciona una evidencia objetiva mucho más rica de loque esperaría un africanista como yó, acostumbrado al estudio de tradiciones queen su mayoría son orales y la memoria desvaneciéndose de los ancianos. Delperiodo que nos interesa existen también varias fuentes estadísticas, aunque talvez no sean de las más confiables.Yo escogí estudiar la insurrección en Hidalgo debido a su carácter iniciatorio – envarios sentidos – y porque me parecía interesante después de mis viajes a travésde una parte del escenario de Hidalgo en Querétaro, Dolores, Guanajuato, Celayay Guadalajara. También me parece que podría ser productivo en proporcionarnosuna especie de forma intermedia entre un drama social (con sus implicacionesconservadores; un autor, Kenneth S. Carlson (1968: 425-434) ha llegado alextremo de comentar que yo debería de haber utilizado la expresión de “conflictoconstituyente” en lugar de drama social) y un proceso revolucionario. Fue unarevolución abortada; sin embargo, ya que las unidades procesales, aún las máspequeñas de ellas, dejan huellas simbólicas en el tiempo social, es de interésteórico la naturaleza precisa del fracaso de la insurrección de Hidalgo, y sushuellas simbólicas en el tiempo histórico real tuvieron efectos potentes en dramasy procesos revolucionarios posteriores. Para el hombre Hidalgo fue un fracaso,pero fue un éxito en la creación de un nuevo mito que contenía un nuevo conjuntode paradigmas, metas y motivaciones para la lucha de los mexicanos.Mis fuentes históricas para la insurrección de Hidalgo no son numerosas: Hamill,Leslie Simpson, Luis Villoro, J Patrick McHenry, Eric Wolf, Justo Sierra. Para loshechos de la insurrección me he apoyado fuertemente en el libro de Hamill. Elpunto medular es mostrar de qué manera podríamos analizarlas en términos dedrama social, si tuviéramos suficientes datos, y sin embargo quedarnos dentro delcorral antropológico. Las arenas de la acción de este drama van en términosfísicos desde una ciudad equeña hasta una región muy amplia; su escenario finalno es solamente la Nueva España en su totalidad (mucho más grande que México,al cual sin embargo abarca), sino cubre también una buena parte de Europa y delos jóvenes Estados Unidos e incluye, lo que es importante, el fermento general deentre los soldados criollos de 1819 a 1824 en América Latina. Concretamente

Manuel
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empieza con un puñado de conspiradores en el Club Literario y Social deQuerétaro, que incluía al Padre Miguel Hidalgo, a Juan Aldama y al CapitánIgnacio Allende, un oficial criollo a cargo de la milicia local; Las cabezas de estostres se pudrirían empotradas en solidaridad encima del gran granadero enGuanajuato donde Hidalgo había ganado su victoria más decisiva. Inicialmenteestas cabezas estaban involucradas en una discusión inocente de las doctrinasfascinantes de los enciclopedistas y de la Revolución Francesa, y posiblemente dela aplicación de ciertas doctrinas de los jesuitas (por ejemplo, las de FranciscoSuárez) al problema del lugar de la soberanía política, en la corona o en el pueblo,y ¿quiénes son el pueblo, los criollos los indígenas, o ambos? Más tarde, despuésde que Bonaparte había secuestrado al rey español (quien luego abdicó a favor delPríncipe Fernando) y había colocado a su propio hermano José en el trono deEspaña, los líderes del Club Literario y Social empezaron a forjar una conspiración,intentando aplicar sus teorías en la arena política. Eso fue el punto de crisis. Laconspiración que forjaron fue tiernamente cándida. Cada año hubo una gran fiestaal acompañamiento de una peregrinaje mayor a la Virgen de

La Independencia: Algunas fechas clave1765-1772 Gálvez, visitador general. El virrey De Croix intenta reformar a laNueva España de acuerdo al modelo centralizado borbónico1763-1788 Revolución norteamericana24 de junio 1767 Gálvez expulsa a los jesuitas. Rebelión popular en protesta.Gálvez cuelga a 85, encarcela a 674 y expulsa a 117 indios y mestizas enrepresalia.1788 Carlos III de España muere. Godoy gobierna de hecho a España.1789 Revolución francesa1795 Godoy firma tratado con Bonaparte1808 Bonaparte secuestra a Carlos IV y al príncipe Fernando1808 El ayuntamiento criollo de la Ciudad de México se niega a reconocer a JoséBonaparte como rey de EspañaSept. 13 1808 La audiencia española nombra a Garibay virrey, reconociendo a lajunta central de Sevilla como gobierno provisional de la España insurgenteSept. 16, 1810 El Grito de Dolores, por Miguel HidalgoSept. 28, 1810 Guanajuato se rinde a Hidalgo y AllendeEnero 17, 1811 Derrota de Hidalgo por Calleja en el puente de CalderónMarzo 21, 1811 Hidalgo y Allende traicionados por un exinsurgente, Elizonde, ycapturados cerca de SaltilloJulio 30, 1811 Hidalgo es fusilado después de un juicio de cuatro mreses1812 Constitución liberal de Cádiz en EspañaDic. 22, 1815 Morelos es fusilado1820 Gobierno liberal en España bajo el coronel RiegoSept. 27, 1821 Iturbide se nombre emperador de un México independiente bajo elPlan de Iguala. Coalición pasajera entre conservadores y liberales1822 Iturbide es destronado1824 Iturbide es fusilado, la república federal es establecida

San Juan de los Lagos, en la cual participaban por lo regular unos treinta y cincomil indígenas. Esta fiesta duraba dos semanas del primero de diciembre al quince,y uno de sus principales aspectos comerciales fue un mercado de caballos eraposible adquirir buenos burros y mulas, que en las esperanzas de losconspiradores formarían el núcleo de una caballería insurgente. Pero, siestudiamos la relación entre símbolos religiosos con su eficacia en términos deorganización de movilización y movimientos políticos inmaduros, es tal vez más

importante que la principal atracción en San Juan de los Lagos (al oeste deGuanajuato) era (y sigue siendo) la imagen supuestamente milagrosa de la Virgende Candelaria cuya figura fue utilizada por una indígena en 1623 para salvar lavida de una pequeña acróbata (Volatina) que cayó encima de las puntas de ungran número de cuchillos. El ocho de diciembre (la fiesta universal de laConcepción Inmaculada) fue el día dedicado a la Virgen de Candelaria, cuandomuchos peregrinos – en su mayoría indígenas – entraron a San Juan de LosLagos. Este día una fuerza armada bajo el mando del Capitán Allende se“pronunciaría” a favor de a independencia en nombre de Fernando VII, a quien loscriollos en aquel momento consideraron el soberano legítimo de España. Seesperaba confiadamente que el pueblo se uniera, subiéndose a los corcelesconvenientemente reunidos y, como la primera piedra de una avalancha, y pusieraa México en movimiento revolucionariamente. Hidalgo y sus amigos estabanconcientes de la existencia, desde hacía algunos años, de otros grupos dediscusión política en otras ciudades, y esperaron que esos emergerían comopuntos de reunión para una lucha de independencia de la España bonapartista,cuando Querétaro les diera un ejemplo y una dirección. Es interesante que Hidalgoaparentemente había vislumbrado la posibilidad de movilizar las masas ruralesalrededor de una emblema de la Virgen. Según Hamill, podría haber tomado unabandera con una imagen de la Virgen de la Candelaria, en lugar de la que tomó, lade la Virgen de Guadalupe. Sería preciso rápidamente coger la propiedadespañola para financiar el movimiento incipiente.Lo que me parece interesante a este estado temprano es la estrecha relación entrelos símbolos religiosos y la acción política en la historia de México. Hamill escribióque “en la fase inicial de la insurrección los conspiradores habrían invocado elfactor religioso para jugar un rol santificador si no dominante. Con el sacerdoteelocuente Hidalgo de repente aprovechando las emociones despertadas en losadoradores frente a la imagen de la virgen, le hubiera sido fácil incitarlos a retenera los comerciantes españoles y sus mercancías” (1966: 114). Hamill, tambiénhabla de un aspecto de “cruzada” en la “rebelión de Hidalgo”, a pesar del hecho deque los enemigos españoles eran también fieles católicos. Por la ironía de lahistoria, ¡los castellanos se habían convertido en “moros”! En efecto, nuestraseñora de San Juan de los Lagos era el sujeto de una devoción alentada por laorden franciscana quienes, juntos con los dominicos y los agustinos,proporcionaron a los primeros misioneros en México. Y, sin embargo, losfranciscanos se habían opuesto al crecimiento inicial de la devoción a la Virgen deGuadalupe, que había sido fuertemente alentada por el clero seglar bajo ladirección de Montúfar, el segundo arzobispo de México. En la última instancia,como planteó Robert Ricard:“El culto de la Virgen de Guadalupe y el peregrinaje a Tepeyac – el cerro cerca dela Ciudad de México donde se dice que la Virgen Morada de Guadalupe se mostrópor primera vez al catequista Juan Diego, un indio azteca, nos diez años despuésde la conquista española, de pura casualidad el cerro donde habían adorado a ladiosa prehispánica Tonantzin antes de la llegada de Cortés ... se dice que esteculto nació, creció y triunfó con el apoyo del obispado ... en el contexto de laturbulenta hostilidad de los frailes menores de México” .Los franciscanos alegaron que habían hecho todo lo que estaba en su poder paraconvencer a los indios de que uno no adoraran o veneraran la imagen material,sino a Dios o al santo que representa la imagen, mientras que el cuadro milagrosoque representaba a la Virgen Morada se había vuelto, con la ayuda del obispo, unfoco de la idolatría. En efecto, el Padre Francisco de Florencia quien en el sigloXVIII escribió acerca de la Virgen de San Juan, señaló que la Virgen Maríamuestra su cara en imágenes para recordarnos que tenemos que mirar más alláde las imágenes a la que nuestra fe reconoce y que nuestra voluntad venera, en

cada representación material.Hay que recordar que Hidalgo pertenecía al clero seglar y que no habría tomadouna bandera con la imagen de la Virgen de la Candelaria si la rebelión se hubieradesarrollado de acuerdo al plan, pues esta devoción, no obstante que erainmensamente popular y atraía peregrinos de lugares tan alejados como la Ciudadde México, Puebla, San Luis Potosí y Guanajuato, no cubría todo el país comohacía el culto de la Virgen de Guadalupe. Hidalgo compartía con muchos otroscriollos americanos una sensación de identidad nacional y una sensibilidad paralos universales humanos, pero en su caso, debido a gusto y temperamento, más leatraían vehículos de símbolos concretos, observables y dramáticos como centrosde unificación nacional, más que ideas abstractas de soberanía popular, como lohizo por ejemplo el revolucionario criollo dominico Fray Servando Teresa de Mier,igual que otros también. Estos pensadores estaban bajo la influencia de ideasdeistas y de la Ilustración Francesa. Hidalgo entendió el poder movilizador de desímbolos que contenían a un polo de su sentido designaciones orécticas ysensoriales – como fue el caso de la imagen compleja de la Virgen morenainvocando ideas de maternidad, patria, madre tierra, y el pasado indígena, comomostró Eric Wolf en su famoso artículo acerca de esta devoción focal mexicana.Conceptos sin imágenes, tales como “soberanía popular” no podían despartar, yluego canalizar, la energía de las masas populares. Y símbolos de cultos locales,como la Candelaria, tenían un impacto regional más que nacional. Es por eso queno me convence la visión de Hamill, de que fur una coincidencia que hizo queHidalgo no usara la Candelaria como su bandera sino la Virgen de Guadalupe. Losconspiradores de Querétaro ya habían decidido que su movimiento debería sernacional. Es posible que Hidalgo no lo había calculado de manera fría yestratégica, pero sí sabía que si ondearía una bandera religiosa, entonces tendríaque ser una que simbolizaría la unidad y continuidad corporativas lo más ampliasposible.No podemos saber cómo habrá sido el asunto, pues los espías del gobierno, queentonces como ahora se desempeñan en los sistemas coloniales, actuaron ydesenmascararon el complot en Querétaro. Pero aún antes de que se supiera dela traición, Hidalgo había avanzado la fecha de la insurrección al dos de octubre ycambiado su curso.Las denuncias de los conspiradores, algunas en la forma de cartas anónimas,inundaron al gobierno. El capitán Arias, uno de los conspirados, se hizo traidor ydenunció la rebelión del dos de octubre. Por otro lado, Riaño, el intendente deGuanajuato bajo la administración española, el buen amigo de Hidalgo, titubeó enactuar contra el cura, aunque conocía perfectamente su papel en la insurrección.Puede bien ser que esta demora le costó la vida al español, poues el era uno delos primeros que sería muerto cuando los indio de Hidalgo tomó Guanajuato unmes más tarde. Ahora el escenario está listo para el grito de Dolores, que yahemos descrito. Los eventos que fueron su causa inmediata se han convertido enuno de los grandes mitos en la socialización política en México, pues se vuelven acontar en el discurso del día de independencia cada año y se encuentra en cadalibro de texto de historia de la escuela primaria y secundaria. Aún hoy, lasmonedas de cinco centavos se llaman “pepitas”, nombradas por Josefa Ortiz deDomínguez quien inicialmente le advirtió a Hidalgo de que su conspiración habíasido descubierta en Querétaro; en esas monedas se encuentra su retrato. Llegó elmomento de la verdad cuando Pérez, el mensajero de Pepita, fue a Dolores,cabalgó junto con Aldama, uno de los principales conspiradores, para prevenir aHidalgo y a Allende que se encontraba junto con el, de que el complot había sidodescubierto. Mientras que los demás discutían si huir y exiliarse, Hidalgo y Allendedeclararon firmemente que iniciarían la rebelión inmediatamente. Se dice, y esopuede ser mítico también, y sin embargo cierto, que mientras que Hidalgo se ponía

Manuel
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sus botas interrumpió el argumento excitado de Áldama a favor de la huida,diciendo imperiosamente, “muy bien, señores, estamos perdidos. No hay otra cosaque hacer que ir a coger gachupines”.Algunos han llamado la actuación de Hidalgo “brillantemente espontáneo”, otros lahan llamado “irracional”, y otros todavía, incluyendo a Hamill, “lógica”, partiendo delhecho que no se podría esperar un resultado aceptable de un rendimiento o huida,a que el tiempo era un factor estratégico y lo más recomendable era una accióninmediata por un líder determinado (Hamill, 1966: 210). Considerando la cuidadosapreparación de parte de los conspiradores, por ejemplo la producción yalmacenamiento de armas y parque de Hidalgo, yo también tiendo a estar deacuerdo y considerar su llamada a acción era perfectamente racional, no obstantelo precipitado. Pero es cierto también que el gobierno forzó la mano de losconspiradores y que Dolores no era el lugar idóneo para iniciar una revolución.Hubiera sido mejor declarar una rebelión concertada en varios poblados grandes,como por ejemplo Querétaro o el hogar de Allende, San Miguel el Grande. Pero talvez compensa esta desventaja el hecho que la rebelión fue iniciado un domingo,pues era el día de plaza tradicional, y se podría esperar que grandes cantidadesde indios y mestizos atendieran la misa antes de dedicarse al comercio. Yrealmente, de acuerdo a la relación de Allende, ya a las ocho de la mañana hubomás de seis cientos hombres, a pie y a caballo, que habían llegado de los ranchoscercanos. Y a esos hombres dirigió Hidalgo su primer llamado a insurgencia, lamayor parte de los historiadores, sin embargo, ahora están de acuerdo en queHidalgo ya estaba convencido de que la independencia debía ser la meta principal,pero en aquel momento se cuidó en subrayar que el fin de la rebelión fue elproteger al reino, cuyo soberano legítimo era Fernando VII, contra los franceses.En aquel tiempo Fernando VII gozaba de una considerable popularidad entre lasmasas en México, mientras que los franceses estaban temidos. Es tambiénprobable que el cura entonces marcó los clímaxes de su discurso con los lemas“Viva la religión” y “Muere el mal gobierno”, que pronto aparecieron en los volantescrudamente impresos qe los miembros del gobierno de Hidalgo distribuyeron. Estambién probable que Hidalgo prometió abolir el tributo que las autoridadescoloniales les habían impuesto a los indios. Parece que solamente después deesta arenga, y después de la toma de Dolores inmediatamente en seguida, queHidalgo a la cabeza de su pequeña banda recogió la bandera con la imagen de laVirgen de Guadalupe, cuando pasaron por la aldea de Atotonilco a medio día delmismo día.Igual que la parroquia de Hidalgo, la ciudad de Allende, San Miguel, se rindió a losinsurgentes el mismo día, a la puesta del sol. La milicia local de criollos, queAllende ya había subvertido, se pasó a los rebeldes, mientras que todos lospeninsulares se rindieron y fueron encerrados. El mismo día, con tantas “esencias”“concentradas” salieron las primeras noticias de violencia de masas, cuando lastiendas y los hogares de españoles fueron asaltados y saqueados. Pero a estaaltura Allende, cuyo énfasis siempre estaba en una toma del poder por los criollos,aunque con el apoyo de los indios, tenía todavía suficiente autoridad en su propiaciudad para controlar el desorden y luego, junto con Hidalgo, establecer unatesorería insurgente y organizar una junta de ciudadanos de criollos locales. Perose vio obligado a conceder, bajo la presión de la creciente hueste de Hidalgo decampesinos y obreros indios, qe el cura de Dolores sería el dirigente supremo dela insurrección. En la noche de 19 de septiembre el ejército de hidalgo alcazó lasafueras de la ciudad rica de Celaya y el cura le entregó un ultimátum al cabildo. Eneste ya estaba empezando a asumir una línea dura y amenazó con ejecutarrehenes españoles si Celaya no se rindiera. Los regidores se sintieron obligados arendirse ante el ya grande ejército de hidalgo, y los insurgentes entraron a laciudad el 21 de septiembre, y la saqueó.

Fue en Celaya que Hidalgo asumió el título de “Capitán General de América”, perohay que recordar que hizo eso en el marco de un intento sistemático de organizarel ejército con el fin de ampliar significativamente la revolución. También fueronnombrados emisarios y tenientes. Ya vimos que Hidalgo estaba conciente del alorde un símbolo dominante de nificación en la bandera de Guadalupe, pero es bienposible que haya pensado que también se requería un foco de liderazgo.Desafortunadamente, Hidalgo n era militar y puede ser que hubiera sido prudentedejar la organización y la capacitación de su ejército a Allende, un soldadocompetente, si se hubiera contentado con ser lo que Bertrand de Jouvenal hallamado un “rex”, una figura trascendental que encarna todos los más altos valorescompartidos de una sociedad, y no había aspirado a ser un “dux”, un organizadorpragmático de grupos concretos para alcanzar metas políticas limitadas, puede serque a independencia habría sido alcanzado varias décadas antes de querealmente ocurrió. Pero es posible que para entonces Hidalgo no era ni rex ni dux,sino un profeta que se había vuelto carismático por las comunidades despertadasy militantes del pueblo insurgente. Tanto rex como dux son términos que hubieranpodido aplicarse, y también posiciones estructurales que podrían haber encontradosu expresión cultural en una situación en la cual los criollos americanos se habíanquedado firmemente en control de la dirección de los eventos. Pero a la medidaque grandes contingentes de indios se agregaron a ejército, creció la influencia deHidalgo y se redujo la de Allende y sus seguidores criollos, ahora en minoría. Esposible que el lado profético de la naturaleza de Hidalgo respondía demasiadovigorosamente, an si de manera somnámbula, al ardor de sus indios y su violenciaen los esfuerzos por quitarse de encima tres siglos de opresión española. Prontolos componentes inconscientes e irracionales de la insurrección llegaron a dominarlos componentes de cálculo racional. Pero es posible que exactamente en esoestriba el secreto de su poder apremiante sobre la posterior historia mexicana y suinfluencia potente sobre el arte y la literatura mexicanos, lo que algunos hanllamado su carácter “existencial”.Si podemos etiquetar este tipo de acciones revolucionarias que se manifiestan enla insurrección, de manera provisional y en analogía con el uso de Freíd, un“proceso primario”, como lo ha sugerido Darío Zadra, entonces tenemos una pistapara captar la naturaleza de procesos similares en otros contextos. Un procesoprimario no se desarrolla a partir de un modelo cognitivo conciente, surge de laexperiencia cumulativa de pueblos enteros, cuyas más profundas necesidades yfaltas materiales y espirituales durante largos tiempos han sido negado unaexpresión legítima de parte de las elites que detienen el poder, que operan de unamanera análoga a la “censura” en los sistemas psicológicos de los cuales hablaFreud. Es bien posible que exista en ciertas situaciones revolucionarias unarelación empírica entre el derrocamiento de una autoridad política al nivel social yla liberación de controles represivos al nivel psicológico. Junto con la violenciapodemos encontrar creatividad, en el sentido de que toda una estructura culturalescondida, ricamente vestida en símbolos, de repente sea revelada y se convierteal mismo tiempo en modelo y estímulo para nuevos desarrollos fructíferos – en laley y en la administración, así como también en el arte y en las ciencias. Procesosprimarios de un carácter similar al de la Comuna de París y los eventos de 1968 enFrancia son discutidos en el texto de Ari Zolberg “Moments of Madness”(“Momentos de locura”) de 1971. Una de las características de este tipo deprocesos primarios es que el desarrollo se presenta como inevitable. No debemospercibir estos procesos, como en el caso de la mayoría de los procesos culturales,como el producto de principios y normas establecidos, que sea aisladamente, enconjunto o en conflicto entre ellos. Surgen más bien de una profunda necesidadhumana de modos más directos y igualitarios de conocer y experimentarrelaciones, necesidades que han sido frustrados o pervertidos por aquellos

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procesos secundarios que constituyen el funcionamiento homeostático de laestructura social institucionalizada. Por esta razón un proceso primario posee unaurgencia y un momentum que a menudo elimina a personas y grupos que intentancontrolar los excesos mediante la aplicación de sanciones éticas y legales basadasen principios y valores establecidos. Los hombres que se hallan atrapados en unproceso primario se encuentran en un estado de locura e intentan establecer elreino (o la república) del cielo en la tierra, y proceden de manera compulsiva paraeliminar cualquier elemento que les parece representar un obstáculo a este deseo.Entre más tiempo el deseo por la comunitas haya sido acorralado, más fanáticaserá la forma que asume el proceso primario cando finalmente se escape delcorral. Dije que “el desarrollo se presenta como inevitable”, pero no hay que olvidarque un proceso primario no se desenvuelve en un vacío social, sino en un camposocial preestructurado y lleno de residuos complejos de anteriores procesosprimarios y secundarios. De algún modo, un proceso primario se asemeja a unaepidemia. Si fueron dejados solos, cada proceso tendería a tomar su cauce yterminar su trayectoria. Pero son los doctores que combaten las epidemias, lasrevoluciones son combatidas por el establishment. Con eso no quiero decir, porsupuesto, que las revoluciones pertenezcan a la patología social, realmentepodemos decir que algunas de ellas tienen muy claramente su valor terapéutico.Solamente deseo subrayar que procesos primarios, tales como revoluciones yotros tipos de movimientos sociales apremiantes, parecen tener una etiología y unmomentum que les son propios y que no se deja explicar en términos estructural-funcionalistas, y que este tipo de procesos tienen un carácter gestáltico en elsentido de que tienden a moverse hacia un clímax y una clausura apropiados yexhaustivos.Los planes criollos de Allende y Aldama fueron barridos como barquitos de papelen el tsunami que el grito de Hidalgo había puesto en movimiento. Después deCelaya siguió Guanajuato. Una semana después del grito, por lo menos veinticincomil rebeldes, en su mayoría indios, dejaron Celaya para atacar aquel rico centrominero, gobernado por el anterior amigo de Hidalgo, el intendente Riaño. Casiparece como si eso fuera el momento en el que Hidalgo de manera definitiva cortólos principales lazos con su anterior vida como un cura criollo, ahora vio a Riañosolamente como un enemigo gachupín y Guanajuato como el sitio de una granfiesta de sangre. Hidalgo soltó a sus huestes contra la Alhóndiga, el granero, elgran granero de la ciudad, más como el líder de un jihad – algo así como el mahdien el Sudán – que como un cura parroquial, cuando Riaño rechazó su ultimátum yconvirtió el granero en una fortaleza. Y en esta fortaleza se encontraba, hechosignificativo, no solamente los peninsulares de Guanajuato, sino también muchoscriollos, una clase que ya se sentía incómoda con el carácter de las metas deHidalgo. El 28 de setiembre los insurgentes atacaron la Alhóndiga, masacraron a lamayoría de sus defensores y durante dos días saquearon la ciudad, violando ymatando a diestra y siniestra. Ha sido recordado que Allende, sollozando ymaldiciendo, intentó controlar a sus seguidores indios utilizando el lado plano de suespada, mientras qe Hidalgo repetidamente declamaba que no se les castigaríapor lo que habían hecho o lo que harían.El proceso primario convierte eventos fácticos en símbolos para la posteridad, y elgranadero fortificado de la Alhóndiga se convirtió en un símbolo para losmexicanos, al mismo tiempo similar a y diferente de la Bastilla de la RevoluciónFrancesa. También se convirtió en un símbolo la muerte heroica en la puerta de laAlhóndiga, así como también las hazañas heroicas de los tres mineros indios que,al lado de Hidalgo, “cargaron a sus espaldas piedras grandes para protegersecontra la lluvia de balas, y corrieron agachados a las puertas donde prendieronfuego. Las llamas subieron por las vigas pesadas y pronto devoraron las puertas”(McHenry, 1962: 81). Esta hazaña les despejó el camino a los insurgentes quienes

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entraron y pelearon por el dinero y el botín que encontraron allá adentro, entre loscuerpos sangrientos de amigos y enemigos. La ira y las lágrimas de Allende al verla masacre de los ciudadanos mexicanos, criollos de clase media, y el compromisode Hidalgo con la carnicería, que él empezó a describir como la reconquista deMéxico que cancelería la conquista española que Cortés había completado casitres cientos años antes, también se hicieron símbolos de la energía trágica ycreativa del descubrimiento de México de sí mismo. Fue Octavio Paz quien, en su“Laberinto de la soledad”, nos invitó a ver las figuras opuestas de esta historiacomo “formando parte de un solo proceso” (1961: 147). Con su comentario teníaen mente pares revolucionarios opuestos como Zapata y Carranza, Villa yObregón, Madero y Cárdenas, así como también otros héroes de la revolución de1917. Pero se puede pensar también en los héroes de la insurrección de Hidalgo y,en efecto, de todo el proceso de independencia.Lo que aquí nos interesa es la pareja heroica de Hidalgo y Allende. En muchossentidos la independencia presagiaba la revolución. A Hégel le habría encantado latriada dialéctica que formaban las luchas por la independencia, la reforma y larevolución. La primera y la última de estas tres fueron dominadas por el procesoprimario, entras que la segunda por el proceso secundario o “estructurador”.Octavio Paz ha comparado los protagonistas de la reforma con los de larevolución, declarando que aquellos poseen “cierta sequedad” que los hace“figuras respetables pero oficiales, héroes de un oficio público, mientras que labrutalidad y la tosquedad de estos los ha permitido convertirse en mitos populares”(1961: 147-148; véase también los corridos). La “tesis” de la independenciacomparte esta calidad mitopoética con la revolución, y los poderosos clérigosmilitares, Hidalgo, Morelos y Matamoros, igual que los guerreros dedicados,Allende y Guerrero, encajan tanto con la imaginación popular y la furia creativa deartistas como Orozco y Rivera como hacen los héroes de la “síntesis”, la revoluciónde 1917. El mexicano arquetípico, el mestizo (“de sangre mixta”) esfrecuentemente representado por los muralistas como nacido del fuego, saliendode aquella lucha gozosa y mortal entre los principios opuestos, hombre blanco yhombre cobrizo, europeo y americano, cristiano y pagano, católico y ateo. Lahistoria de México ha sido una continua ejemplificación de la regla de Blake:“”Debo destruir la negación para redimir los contrarios”. La negación era paraMéxico la estructura política jerárquica basada en una soberanía extranjeraespañola y posteriormente en todas otras formas de intervención extranjera ydominación política y económica, que sea francesa, norteamericana, o cualquierotra cosa. Pero los contrarios eran las tradiciones españolas e indígenas que sejuntan en la cultura mestiza de México. Eso es, por lo menos, al mismo tiempo elmito y la aspiración. Como nunca se cansaba de señalar Justo Sierra, el famosohistoriador decimonónico que era, él mismo, un hacedor de mitos: “Los mexicanosson los hijos de los dos pueblos, de las dos razas ... a ellos les debemos nuestraalma. Las tres grandes rebeliones populares que hemos mencionado son losdramas sociales nacionales que sirvieron, primero en términos simbólicos y luegoen términos ideológicos, para darle reconocimiento conciente a aquel hecho queya estaba presente latentemente en el periodo colonial. Justo Sierra no se refieretanto a un “cuerpo” mestizo, el producto de una mezcla genética, como a un “alma”mestiza (siendo el alma el “ser”, el “ser humano”, la “fuerza”, el “marco”), elproducto de más de un siglo de confrontaciones violentas. Este énfasis mestizopan-mexicano, tan diferente del África del Sur que una vez conocí, esprobablemente una de las razones por las cuales los “movimientos” sobrefundamentos o presupuestos indios, “tribales” o pre-colombinos son tammanifiestamente inexitosos en el México moderno. Hidalgo se encontraba en elradix, los orígenes humanos, de este proceso hacia una mezcla, o mejor dichosíntesis, cultural, que es tan diferente de la situación en América del Sur, hablando

en términos generales.Ahora hemos acompañado a Hidalgo a Guanajuato y al asalto a la Alhóndiga.Parece que Hidalgo tuvo cierta dificultad en nombrar a un nuevo intendente ensustitución de Riaño, pues ya había empezado a enajenar al aproximadamentemillón de criollos en la Nueva España, de los cuales muchos ocupaban cargos enel gobierno local. Para asegurarle a la insurrección una sólida base monetariaHidalgo también estableció una casa de la moneda en Guanajuato, para eclipsar laque existía en la Ciudad de México, y luego nombró oficiales para su propioejército y tenientes que representaran la rebelión en otras partes del país. Algunosde estos nombramientos eran acertados, en particular la elección de José MaríaMorelos y Pavón, otro cura guerrero – anteriormente estudiante de Hidalgo en elColegio de San Nicolás en Valladolid (hoy Morelia), que sería uno de los héroesmártires de México. Por el han sido nombrado un estado (Morelos) y unaimportante ciudad (Morelia). Todos estos oficiales pertenecían a la pequeñasección de criollos que apoyaron a Hidalgo.Desde el momento que las noticias de la insurrección llegaron a la Ciudad deMéxico, la propaganda de la corona había sido un intento por ganarse a loscriollos, tanto los de primera generación, conocidos como “criollos europeos”,como aquellos que contaban con uno o dos generaciones de ancestros nacidos enAmérica, más o menos de descendencia española en términos de una definicióncultural, y conocidos como “criollos americanos”. Las personas que se encontrabansolamente a una distancia de una generación de España o casados con esposasgachupinas eran particularmente vulnerables a la percusión del lado d ela corona,pues muchos de sus parientes cercanos, .... eran “peninsulares”. Las masacres depeninsulares por parte de Hidalgo, y el encarcelamiento, les dejó una muy malaimpresión.Fue sobre este trasfondo de un creciente resentimiento criollo contra Hidalgo queel líder insurgente avanzaron hacia Valladolid. En esta ciudad que ya antes habíasido el centro de na conspiración contra los españoles Hidalgo tuvo queenfrentarse a otro viejo amigo suyo, el obispo electo de Michoacán, Manuel Abad yQueipo, un clérigo liberal. Antes del rendimiento de la ciudad, el obispo excomulgóa Hidalgo y Allende, juntos con otros dos líderes de los insurgentes. A la zaga de laexcomunión seguían acusaciones de parte de la inquisición contra Hidalgo, porherejía. Es dudoso, sin embargo, hasta qué grado el uso político de estasherramientas religiosas tuvieron efecto sobre los seguidores indios de Hidalgo,pero puede bien haberlos disuadido a los criollos urbanos de comprometerse aapoyarlo. Ambos lados compartían la misma religión, y los insurgentes insistían enque su movimiento no representara una amenaza contra el futuro de la religiónestablecida en México. Alegaron que “nuestro movimiento es un asunto puramentepolítico, que no afecta a nuestra santa religión en lo más mínimo”. Pero parece quela politización de la religión, por parte del establishment español con los criollosque lo apoyaron, tuvo algún efecto en prevenir que se extendiera más el apoyo dela clase media a los insurgentes. Es posible que Hidalgo habría logrado su meta sitodos los criollos hubieran permanecido neutros, permitiendo una confrontacióndirecta entre los indios y los españoles, pero muchos de los criollos usaron suinfluencia sobre los indios, no solamente para evita que se afiliaran a Hidalgo, sinovolteándolos directamente contra la insurrección. Alegaron que Hidalgo usaba alos indios solamente como carne de cañón, y que de todos modos la chusma queel cura había movilizado no eran más que unos “chichimecas”, los bárbaros delnorte que antaño habían saqueado las culturas avanzadas en el altiplanomexicano. Ya que muchos de los criollos emplearon a labriegos indios, y podríandejar a sus sirvientes y campesinos en un estado de miseria y hambruna, esevidente que estaban en una posición para, como dicen los politólogos, usar su“influencia” y “persuasión” contra ellos.

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El último episodio (drama social) de lo que historiadores como Hamill por lo regularllaman la primera fase de la insurrección de Hidalgo surgió cuando Hidalgocontinuó desde Valladolid hacia la Ciudad de México. El 29 de octubre,exactamente seis semanas después del grito, los insurgentes se encontraronfrente a Toluca, y solamente una cordillera no muy elevada y 2,500 tropas de lacorona se interponía entre ellos y el gran botín, la Ciudad de México que Cortéshabía ocupado muchos años antes, cuando era todavía Tenochtitlán. Pero losdefensores de la ciudad, bajo el mando del general Torcuato Trujillo, eran soldadosdisciplinados apoyados por artillería regular, y no obstante que fueron obligados aretirarse, les inflingieron muchas bajas a las masas campesinas indisciplinadas deHidalgo, dos mil fueron muertos, muchos más heridos, y ,miles de indios y castas(mestizos) abandonaron a Hidalgo. Más que alentar a las fuerzas de Hidalgo, lavictoria pírrica en Montes de las Cruces las desanimó. Mientras tanto otro ejércitode la corona, esta más grande bajo el mando del general Calleja, el “carniceroCumberland” de la Nueva España, se había reunido en San Luis Potosí y habíaavanzado hasta Querétaro. Hidalgo, ahora solamente con la mitad de los ochentamil hombres que lo habían seguido desde Valladolid, se quedó pasivo unos tresdías en el pueblo de Cuajimalpa, intentando atraer a otros indios de los pueblos delValle de México. Un poco antes, algunos de los indios habían intentado robar aVirgen de los Remedios de su templo en Totoltepec, pero la tropa de la coronahabía frustrado el intento. Curiosamente, lsegún a leyenda a manifestación o“refracción” de la madre de Dios los había alentado a los hombres de cortésdurante la noche triste cando fueron vencidos por los aztecas. Otra leyenda noscuenta cómo un soldado español en su huida por el Puente de la Mariscala, alnorte de la ciudad, había escondido la imagen, una virgen de silla (?) bajo unosmagueyes hasta que fuera redescubierto en 1540 por un cacique azteca, JuanCuautli, que pasó cazando por allí. A los indios de Hidalgo les debe de haberparecido que nuestra Señora de los Remedios todavía estaba al lado de losespañoles, y que Remedios se oponía a Guadalupe en otra modalidad de la eternadicotomía mexicana. De todos modos, Hidalgo se alejaba de la Ciudad de Méxicocon sus huestes, por lo que se han propuesto muchas explicaciones. Algunosdicen que Las Cruces había reducido el parque de los insurgentes, otros que losdefensores de la ciudad había colocado minas frente a cada entrada a la ciudad.Los apologistas de Hidalgo insisten en que perdonó a la ciudad porconsideraciones humanitarias. Es difícil creer el testimonio que fue publicado por elgobierno colonial y la inquisición después de la captura de Hidalgo, según el cualHidalgo se arrepentía amargamente de las masacres que sus seguidores habíancometido en Guanajuato y deseaba ahorrarles a los ciudadanos de la Ciudad deMéxico un destino parecido. Hay siempre que considerar confesiones arrancadaspor los que tienen el poder con cautela. Supongo que es posible que el lado criollode la personalidad de hidalgo en este momento de cambio de la fortuna, puestenemos que recordar que su padre era gachupín, nacido en España, y se puedehaber opuesto a cometer un parricidio simbólico. En mi opinión es más probableque Hidalgo, sabiendo del avance de Calleja y después de haber experimentado elpoder de la organización militar y haber visto cómo un pequeño ejércitodisciplinado podía inflingirles fuertes bajas a sus grandes masas de seguidoresque carecían de preparación militar, pensaría que sería más prudente retirarse porel momento y proporcionarles a sus hombres una tal preparación militar. Losargumentos de Allende, expresados con tanta fuerza en Guanajuato, tal vez lehabrán parecido más convincentes al caudillo después de la Cruces. Puede serque sus argumentos habrán sido: si entrara a la Ciudad de México sus indios sepodrían haber dispersado en busca de botín, así haber sido una presa fácil para eldespiadado Calleja. Sin embargo, eso fue el primer titubeo importante de Hidalgo,simbolizando que se habían alcanzado los límites del momentum inicial de la

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insurrección. El proceso primario había sido hecho a un lado por la fríapremeditación. Con este paso Hidalgo ni siquiera recuperó la amistad de Allende,destruida en Guanajuato, pues de acuerdo al testimonio del prisionero GarcíaConde a esta altura la facción de Allende empezaba a referir a Hidalgo como “elcura malicioso”. Es posible que si Hidalgo hubiera avanzado habría tomado lacapital, ganando suficiente apoyo de indios, mestizos y criollos como para repelara Calleja, pero es posible también que la causa insurgente ya no atraía a la gente,y que Hidalgo estuviera conciente de eso. En la prensa no faltaban, por supuesto,artículos en los cuales se comparaba el retiro de Hidalgo con el de Áttila de Roma.Allá San Pedro había intimidado a los bárbaros, aquí lo hizo la Virgen de losRemedios.Ahora tendré que esbozar brevemente cómo pasó la última fase trágica de lainsurrección de Hidalgo. En el camino hacia el norte, hacia Querétaro, losinsurgentes fueron atacados cerca de Aculco por Calleja y perdieron casi todo suparque, equipaje y animales – así como ocho mujeres de su burdel itinerante.Aparentemente fue durante esta batalla que los hombres de la milicia criolla quedefendía la causa de Calleja decidieron quedarse leales a la causa española y noafiliarse a los insurgentes. Después de Aculco Hidalgo y Allende dividieron susfuerzas, regresando este a Guanajuato para fabricar parque nuevo y aquel aValladolid para reorganizar la tropa y reclutar más hombres. Hidalgo se desahogó ydio expresión a su odio a los españoles ordenando la ejecución de unos sesentade ellos sin juicio, y posteriormente ordenaría la ejecución de otros 350 gachupinesen Guadalajara; ya no era cuestión de capturar españoles, sino sencillamente deejecutarlos. Parece que ya se había entregado por completo a la suerte de losindios y se había alejado de la posición de los criollos moderados, la liminalidadcreativa que a lo mejor se encontraba a la raíz de sus anteriores profecías y suliderazgo carismático de un movimiento que fuera auténticamente mexicano,aunque fuera de manera inconsciente. Desde la conquista ningún movimientopopular ha tenido éxito que no fuera indio o europeo, tendría que ser una síntesisde ambos o nada, por lo menos en principio o como mito, si no en realidad.Hidalgo regocijó al saber que su teniente Torres había entrado a Guadalajara el 11de noviembre, y él mismo entró a aquella bella ciudad (famosa por sus mujereshermosas pero dominantes) dos semanas más tarde, al acompañamiento demúsica de boda y más tarde de un Te Deum cantado y con una orquesta completa.Las autoridades criollas del lugar sabían cómo complacer a un hombre cuyasveladas músicas en Dolores eran conocidas. Aquí también le llegaron las buenasnoticias del temprano éxito de su teniente Morelos quien estaba ahora asediando aAcapulco, y del cura Mercado que acababa de ocupar San Blas, cerca de ladesembocadura del río Santiago. Pero ya con la caída de Guanajuato al generalCalleja quien inmediatamente colgó y fusiló a sesenta y nueve ciudadanos,seleccionados para este destino por sorteo, en represalia por las matanzas deHidalgo.Cuando el implacable comandante Calleja empezó a avanzar contra Guadalajaracon seis mil soldados bien pertrechados y bajo un excelente mando, sus quejas,que ya dos veces se habían hecho notar, crecieron a claras amenazas. Como decostumbre, Hidalgo y Allende estaban en desacuerdo acerca de cómo enfrentar alenemigo. Hidalgo, con quien se habían juntado mucho más miles de indiosinsurgentes durante su estancia en Guadalajara, estaba a favor de jugárselo todo,en una sola jugada, y lanzar a sus setenta mil soldados irregulares contra elenemigo mientras que Allende, a quien las experiencias en Las Cruces y Aculcohabía hecho cauteloso, aconsejaba evacuar la capital insurgente y dividir el ejércitoen por lo menos seis partes, que en turno atacarían a la tropa de la corona. PeroHidalgo ganó, diciendo que estas medidas causarían una pérdida de entusiasmo ymoral, y provocarían una deserción en masa. Le faltaba todavía aprender las

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amargas lecciones de Spártacus y Wat Tylor, que comunitas sola no gana ningunabatalla; la estructura es más efectivamente destructiva. Así que Hidalgo,espléndidamente vestido en uniforme y montado en un vistoso corcel, llevó suenorme y ponderoso ejército de Guadalajara hacia aquel fatal puente de Calderón,a once leguas al este de la ciudad. Allí Calleja insistía constantemente en atacarcon su ejército, mucho más pequeño pero más disciplinado, pero el resultado decombate estaba en veremos hasta que una bala de un cañón de la corona diera enuna carreta de parque de los insurgentes. La explosión que resultó no solamentemató a muchos indios, sino también incendió al pasto y arbustos secos en elcampo de batalla. Un fuerte viento alentó las llamas y las empujó hacia losinsurgentes, y se apreció las consecuencias de la falta de disciplina: entraron enpánico, su huida se volvió un descalabro y Calleja barrió el campo. Por lo menosmurieron mil insurgentes, en comparación con las pérdidas de Calleja desolamente cincuenta hombres – no obstante que su segundo en mando Manuel deFlon, el Conde de la Cadena, murió hacia el final de la acción. Todo el equipaje y laartillería de Hidalgo - optimistamente preparados para un avance inmediato haciala Ciudad de México después de la victoria contundente que esperaba elgeneralísimo – fue cogido por los soldados de la corona. Hidalgo y los demáslíderes se vieron obligados a huir, y eso fue en efecto el fin de la primera fase de laindependencia conocida como la insurrección de hidalgo. Historiadores, sinembargo, como por ejemplo Hamill, han alegado que aún si no hubiera ocurrido elincidente de la explosión y las fuerzas de Hidalgo hubieran ganado – y luegohubieran procedido a tomar la Ciudad de México – los rebeldes no teníanesperanza de una victoria final, ya que había alienado a los criollos de su causa yhabían provocado la gran mayoría de ellos a oponerse con fuerza. Han llegado adecir que la insurrección ya había fracasado antes de la batalla en el puente deCalderón, como un resultado de la masacre en Guanajuato.Es siempre deprimente ser el cronista de una retirada – como se dio cuenta Tolstoyen “La guerra y la paz”, aún cuando uno no tenga simpatía por los vencidos – puesprovoca miedos y ansiedades humanos de un tipo universal. Voy a comprimir elcuento de las fortunas decepcionadas de los insurgentes en unos pocos párrafos.Cerrado el camino, no solamente por Calleja sino también debido a los éxitos deotros generales de la corona , después de una retirada hacia el centro y hacia elsur, los rebeldes se replegaron hacia el norte, donde el movimiento ya habíacosechado algunos éxitos en Zacatecas, el sur de Sinaloa y San Luis Potosí,donde Hemera, un fraile lego de la orden de San Juan de Dios había tomado laimportante ciudad minera. Durante algún tiempo creían todavía que les seríaposible recuperar la fortuna, especialmente por la adquisición de dinero y artilleríaen Zacatecas. Y Allende aprovechó un rato la desgracia de Hidalgo en el campode batalla por Calderón. Dos días después de la derrota, en Pabellón en el caminohacia el norte, Allende y otros líderes que habían escapado, le quitaron a Hidalgoel mando, aunque le permitieron quedarse como jefe títere gracias a su carisma.Allende ahora sería generalísimo, pero no le sirvió de gran cosa, pues las noticiasde Calderón llegaron a Zacatecas antes que los insurgentes. Los habitantes de laciudad se quedaron fríos y adustos durante la semana que se quedaron las tropasen la ciudad, y Allende decidido dirigirse hacia más al norte para establecercontacto diplomático con los Estados Unidos, en la esperanza de comprar armas yenlistar mercenarios de la república en el norte - tal vez en algunos aspectos elmodelo del intento de Allende de crear una revolución de colonos de clase media.Mientras tanto, el astuto virrey Venegas, el quinquésimo noveno virrey de la NuevaEspaña, un soldado profesional que había servido en la guerra peninsular contra eltirano Napoleón Bonaparte, haciendo uso de la zanahoria de amnistía selectiva yel palo de opresión sin clemencia como los medios tácticos para alcanzar metasestratégicas, había fortalecido la posición de la corona en los principales centros

de población y poder. Pero la antorcha de la independencia seguía ardiendo confuerza entre los indígenas y las castas, y los otros dos héroes legendarios de laindependencia, el padre José Morelos y Pavón, con los restos del ejército deHidalgo, Vicente Guerrero y sus guerrillas en las montañas en el país mixtecocerca de Oaxaca en el sur, seguían molestando al gobierno español y sus aliadoscriollos. Finalmente, por supuesto, el acercamiento de Guerrero al anteriorcomandante de las fuerzas de la corona Iturbide llevó a la independencia deMéxico de España en 1811. Pocos años después ambos habían abandonado estemundo por la vía acostumbrada del asesinato.Con Hidalgo removido de su posición dominante en el comando militar lainsurgencia perdió su principal personaje mítico y procesual y se desdibujó comoen la luz del día común y corriente, con poca esperanza. Así que no nos peudesorprender que sus primeros líderes fueron traicionados por un exinsurgente el 21de marzo de 1811 – como ha sido el destino de tantos héroes político-míticos deMéxico, como Emiliano Zapata, por ejemplo, un siglo más tarde, que han sidotraicionados por un judas en su propio campamento. Con eso se acabaron los seismeses de gloria y miseria de Hidalgo, y fue capturado y sentenciado cerca deloasis de Baján – un lugar que, por la ironía de la historia, es mejor conocido comoNuestra Señora de Guadalupe de Baján. El chispazo de gloria de Hidalgo terminó,como había empezado, con la humareda de miseria alrededor de Guadalupe.Se ve que la historia repite los profundos mitos de la cultura, que han sidogenerado en grandes crisis sociales, en puntos de cambio. Muchos revolucionariosmexicanos han caminado por la vía crucis – como Cristo, hombres del pueblo oreligiosos, han transmitido un mensaje, han tenido un éxito inicial, luego hansufrido desgracia o frustración o han padecido vejaciones físicas (aquí cabenmuchas tristes variaciones), han sido traicionados por un amigo o un supuestoallegado, han sido ejecutados o asesinados por las autoridades estatales másaltas, luego de lo cual han experimentado una curiosa resurrección en lalegislación, una canonización política que se manifiesta en la erección demonumentos, en el arte popular y elitista, formas de indoctrinación en la escuela,novelas, conmemoraciones, y otros modos de inmortalización social. Aquí quisierahacer referencia a lo que dije anteriormente acerca de procesos públicos primariosque generan mitos, acerca de la función del mito proporcionando marcosaxiomáticos para subsistemas éticos y legales que funcionan internamente, acerca de cómo los mitos religiosos – y sus componentes episódicos –constituyen modelos para procesos dramáticos o narrativos que influyen sobre laconducta social de una manera que adquiere la luz de una curiosa necesidad quese sobreponen a cuestiones de interés, eficacia, o aún de moralidad, una vez queadquiera auténticamente un apoyo popular. Estoy conciente de que eso es unadeclaración intuitiva; sin embargo, debería ser posible formularla en términos másrigurosos. Lo que aparentemente sucede es que cando se pone en movimiento unimportante proceso público de carácter dramático, entonces la gente asume losroles que lleva consigo, que sea de manera conciente, preconciente o inconcente,si no exactamente guiones no escritos, entonces tendencias profundamenteinteriorizadas de actuar y hablar de modos suprapersonales o “representativos”apropiados para el rol asumido, y preparar el camino para cierto clímax que seaproxime a la naturaleza de un clímax dado en algún mito central de la muerte ode la victoria de uno o varios héroes – o, en el caso mexicano, de la muerte-victoria – en el cual han sido profundamente indoctrinados o “socializados” o“esculturados” durante los años vulnerables e impresionables de la infancia, laniñez y la lactancia. Es por eso que lo encuentro imposible entender la credibilidadde Emiliano Zapata cuando fue invitado al encuentro final por una persona que esconocida como traidor y renegado, a menos que fuera para cumplir la profecía quefrecuentemente había proferido, de que quería “morir por el pueblo”. En anteriores

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ocasiones había evitado trampas similares; esta vez estaba, como lo expresa lasaga islandesa, “fey”. Otra manera de decirlo sería que “las representacionescolectivas” habían sustituido “las representaciones individuales”.El modelo es aquí el mito de Cristo, no de una manera cognoscitiva y anémica,sino de un modo existencial y ensangrentado. Aún el emperador Maximiliano secuadró ante este mito, cuando se opuso a huir de México, quedándose atrás paraun inevitable martirio - ¿ para qué? Ni por la causa de los habsburgos ni deNapoleón, sino para “hacer verdad la profecía”, o realizar el modelo que tantossímbolos del escenario cultural le habían presentado – símbolos que presentan elmito procesual que termina en la vía crucis. Maximiliano evitó por medio de estamuerte la desgracia total y de una manera algo enredada se convirtió en unaespecie de héroe-mártir en su país adoptivo. Sufrir una muerte sangrienta a manosdel gobierno, después de haber sido traicionado por un renegado de la causa deuno mismo, como Guajardo traicionó a Don Emiliano Zapata, y después deproclamar un mensaje que incluye la solidaridad con los pobres y explotados –esos son los ingredientes de una carrera que, siguiendo un mito arquetípico, seconvierte en un mito que puede generar patrones de y para procesos individuales ycorporativos. Pero de un modo característicamente mexicano, el mito cristiano desacrificio sin el uso de fuerza contra las autoridades es aquí paradójicamentefusionado con el mito del héroe épico que con armas se opone a los forasteros o aun gobierno fundado por forasteros y, sin embargo, resulta curiosamentevulnerable a la traición o la mala fe, frecuentemente traicionado por un compañeroo un seguidor sobornado por promesas dadas por los forasteros.En el caso de Allende e Hidalgo el traidor fue un teniente coronel Francisco IgnacioElizonde, que empezó adherido a la causa real, cambió de banda cuando el líderinsurgente Mariano Jiménez ocupó la ciudad de Saltillo, y después de la batalla deCalderón hizo un trato con el depositado gobernador de Tejas, José Salcedo, y ensecreto regresó al corral de los seguidores del rey. Por intervención de Jiménez,Elizondo persuadió a Allende a dispersar los 1,500 hombres que le quedaban a lolargo de la ruta a Baján, de manera que las norias tendrían tiempo para rellenarseentre las visitas de los contingentes sedientos. Luego encontraría a cada grupocon una guardia de honor en la oasis de Nuestra Señora de Guadalupe, en Baján(Elizondo no era un malicioso sin causa; en Saltillo le había solicitado a Allende serpromovido a general, a lo que había recibido un “no” rotundo). Fue inmediatamentedespués de eso que el oficial jubilado de la milicia criolla decidió traicionar losinsurgentes retirándose. Como escribe Hamill:En la mañana del 21 de marzo, Elizondo desplegó su tropa seleccionada de 342soldados de caballería en dos compañías escondidas de cincuenta cada una y unaguardia de honor, que formaba dos líneas a ambos lados de la vereda. Llegandopor una colina baja, inmediatamente antes del oasis, de manera que no se veíande los carruajes que seguían, cada unidad – y finalmente el ejército entero – fueronmetódicamente capturadas por los soldados escondidos después de haber pasadoinocentemente por las filas de la guarda de honor. Demasiado tarde se dio cuentaAllende de la trampa. Intentando poner resistencia disparó en balde a Elizondo. Suvalentía les costó la vida a su hijo Indalecio y al teniente Arias, que fueron matadosa tiros dentro del carruaje, mientras que él y Mariano Jiménez fueron subyugados yamarrados. La escolta de Hidalgo de veinte dragones se dieron cuenta de lodesesperado de la situación, ya que sus refuerzas estaban muy lejos hacia atrás, yle avisaron al excomandante a no resistirse. El cura, convencido del concejo,levantó su pistola sin disparar. La rebelión de Hidalgo había llegado a su findefinitvo, y Elizondo había sido aún más exitoso que Calleja, pues el habíadestruido la horda, mientras que aquel había solamente aniquilado sus líderes.No voy a discutir los siguientes juicios y ejecución de los líderes de la insurgenciapor los seguidores de la corona, que metódicamente “procesaron” a sus

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prisioneros antes de ejecutarlos. La gente del partido del rey afirmaron quealgunos de los prisioneros, incluyendo a Hidalgo mismo, se retractaron y searrepintieron de sus actos antes de morir. Los mexicanos patriotas lo niegan yalegan que, ya que la corona controlaba todos los documentos pertinentes alproceso, su testimonio no se puede tomar en serio. Como sea que haya sido, en lamañana del 30 de julio de 1811, el día después de haber sido degradado de sucalidad de sacerdote, Hidalgo fue colocado frente a un pelotón de fusilamiento enel patio del anterior colegio de jesuitas en Chihuahua, donde había estadoencarcelado desde abril. Su último acto fue repartir dulces a sus verdugosdesconcertados. Después del fusilamiento, la cabeza de Hidalgo fue cortada ycolocada al lado de las de Allende, Aldama y Jiénes, que habían sido fusilado enjunio, en cuatro jaulas metálicas separadas, para que se pudrieran, en el techo delgranero de la Alhóndiga en Guanajuato, asaltada por los insurgentes menos de unaño antes. Fíjense, una vez más, de la curiosa simetría cíclica, no solamente habíaHidalgo ido de Guadalupe a Guadalupe, había regresado a la Alhóndiga. Pero elmito creado por la secuencia de eventos en el drama social de la insurrecciónresultó ser la primera fase de un proceso que no era cíclico sino irreversible y quecambiaría la sociedad y la cultura de México para siempre.Es una de las muchas ironías de la historia de México que el país logró suindependencia formal de España diez años después de la ejecución de Hidalgo –bajo el liderazgo del conservador Iturbide, que había sido responsable de laderrota de Morelos y su arresto. Mientras que los primeros insurgentes de maneraexplícita había ..... su rebelión en términos de lealtad a la monarquía españolarepresentada por Fernando VII, los iturbidistas expresaron la suya en términos deuna oposición al régimen liberal que había resultado de la rebelión de losconstitucionalistas españoles contra Fernando. La independencia fue alcanzadapor medio de una alianza poco sólida entre los criollos acomodados, por un lado y,por otro lado, los criollos ordinarios más todos los mestizos y las masas indígenas.El carácter poco estable del movimiento independentista explica su posteriorpolarización en facciones liberales y conservadores en la guerra civil y a guerrade intervención francesa a mediados del siglo.Podemos tratar la insurrección de Hidalgo, aún en la anterior presentación breve ysuperficial, como una historia de un caso extendido compuesta por una secuenciade dramas sociales y desarrollándose en una serie de arenas en un campo socialen expansión. Sin embargo, no será posible tratarlo adecuadamente de estamanera, porque mi propio conocimiento de las fuentes primarias acewrca de larebelión es insuficiente y también porque pienso que no tenemos suficienteinformación total para caracterizar la estructura y las propiedades del campo socialcomo para satisfacer al antropólogo moderno. A título de ejemplo, no sabemossuficiente acerca de los así llamados “seguidores” indios de Hidalgo, los queFrants Fanon habría contado entre los “condenados de la tierra”, no solamente alinicio en Dolores, sino también en otros puntos de su ruta de triunfo y fracaso,como para decidir si es correcto cuando los historiadores los laman una “chusmaindomable e indisciplinada”. Cada tropa de aldea o regional puede bien habertenido su disciplina de coros, pero puede también haber existido oposicionestradicionales por razones tribales, lingüísticas, locales, faccionales u otras - y notenemos conocimientos de las redes, coaliciones y cuasi-grupos que pueden habersurgido en relación con la rebelión. Todos estos elementos han atraído la atenciónde la antropología solamente recientemente, y los tipos de datos sistemáticamentereunidos que nos podrían proporcionar respuestas aceptables a preguntas de laantropología política sencillamente no existen.Sin embargo, podemos escudriñar los datos históricos con ojos que se hanagudizado a través de la investigación antropológica en el México moderno. Comoejemplo, algunos de los comentarios de Robert Hunt acerca del faccionalismo

político en la actualidad en san Juan en Oaxaca (“The Developmental Cycle of theFamily Business”, 1966) y acerca de las relaciones entre las clases campesinas ycomerciales – con la ruta comercial subiendo por la escalera de status y podercomo un modo común de movilidad para la clase mestiza – puede iluminar laslíneas probables de hendidura política entre los campos insurgente y monárquicoen el tiempo de hidalgo, y dentro de cada campo. Como un programa puedo decirqué tipo de marco de investigación se tendría que utilizar y qué tipo de datos sedeberían de reunir, con el argumento de que este enfoque ha sido muy productivoen África y en estudios comparativos hechos a partir de la literatura antropológica.El tópico principal de este capítulo ha sido examinar el papel que desempeñan lossímbolos y los mitos en los procesos sociales – en el presente caso, el proceso dela revolución de independencia en México. Me limitaré a definir el “campo político”como “la totalidad de relaciones entre actores orientadas hacia los mismos premioso valores”, incluyendo como parte de “relaciones” “los valores, significados yrecursos” que enlista Marc Swartz en la “Introducción” a su “Local Level Politics”(1968), incluyendo en “orientación” 1) la competencia por premios y/o recursosescasos; 2) un interés compartido en salvaguardar una determinada distribución delos recursos; 3) una disposición a conservar o socavar un determinado ordennormativo. Entre las categorías de “actores” encontramos a españoles, criolloseuropeos, criollos americanos, mestizos e indios. En la Nueva España, en tiemposde Hidalgo, los criollos americanos compitieron con los criollos españoles yeuropeos por las posiciones superiores en el estado, el ejército y la iglesia; losmestizos y los indios se encontraban en conflicto con los españoles y con muchoscriollos por el acceso y el derecho a la tierra. Por otro lado, los criollos quecompitieron entre ellos por los oficios y la autoridad tuvieron un interés compartidopor conservar muchos rasgos del sistema de distribución de los recursos. Denuevo, muchos criollos eran, igual que los españoles, dispuestos a defender elsistema colonial, y aún estaban capaces de persuadir o influenciar a muchosmestizos e indios a compartir esta orientación. Al contrario, un número limitado decriollos americanos, muchos mestizos y un gran número de indios estabandispuestos a socavar el orden normativo constituido por el sistema de estado-iglesia del México español. Con “premios” no solamente se quiere decir el controlde derechos como símbolos de victoria o superioridad, tales como títulos, oficios yrango. El punto medular en la discusión del concepto de campo político es que hasido creado por medio de una acción de un grupo que es dirigida hacia una meta yes conciente y, no obstante que contiene al mismo tiempo conflicto y coalición,frecuentemente la acción colaboradora es usado para fines de acción decontienda. Merece nuestra atención también que los recursos que los actoresasignan y gastan en procesos en el campo, tales como dramas sociales, cambiansobre la marcha en la medida de que ls eventos se suceden uno tras otro en elcampo concreto que se está estudiando o en otros campos en los cuales losmismos actores actúan al mismo tiempo. Eso significa que los límites geográficosdentro de los cuales la acción se desarrolla tiende a ampliarse, contraerse odelimitar zonas de mayor o menor intensidad, o rodear enclaves de accióndispersos más que una sola región, como las metas, los recursos, los premios,valores, etc. son introducidos en o removidos de las arenas por las cuales pasanlas acciones. De manera que, en el caso de Hidalgo, el Grito de Dolores produjorebeliones en un número de regiones y ciudades discretas – el campo político enrealidad, en su manifestación espacial se parecía más, en su distribución en unmapa, como una serie de gotas dispersas que un solo gran glóbulo. Y sinembargo, con toda claridad vemos un flujo de información entre las gotas – aquívale la pena tener en mente el consejo de Kart Lewin: “busquen los canales decomunicación” en el campo social. Es claro que necesitamos información acercadel sistema colonial de carreteras, medios de transporte, correo y diligencias, y la

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red de posadas establecidas a lo largo de las carreteras más transitadas, comotendríamos también que estudiar el papel de los mestizos, los indios, los criollos ylos españoles en este conjunto de sistemas entrelazados. Los historiadores nosenseñan que las noticias acerca de la masacre en Guanajuato llegaron al oído delos habitantes de la Ciudad de México muy rápido, y que la noticia acerca de laderrota de Hidalgo en Calderón llegó a Zacatecas antes que él mismo. Loscorredores militares desempeñaron también un papel importante en estatransmisión de información. Hay que recordar que aún durante los procesosrevolucionarios siguen llevándose a cabo muchas interacciones sistemáticas yrepetitivas, y la ola de eventos únicos e irrevocables que constituyen la historiarevolucionaria propiamente no logra absorber todo. Así que, fuera de la maquinariapolítica y legal de la colonia muchas actividades institucionalizadas deben haberpersistido – rutinas agrícolas, mercados, la distribución de mercancías, el sistemasanitario en las ciudades (tal como existía en aquel periodo), los servicios decorreo y transporte, y otras. Todo eso constituiría el marco del campo y constituiríatambién algunos de los premios hacia los cuales se orientaron tanto los actoresrevolucionarios como los leales a la corona – las condiciones regulares de laexistencia pública, el control sobre la cual conforma gran parte de la política.He usado el término “campo” y he mencionado brevemente algunos de sus rasgos.Me gustaría decir un poco más acerca del término “arena”, y más todavía debido alhecho de que mi uso de este término ahora difiere considerablemente del uso quehace mi buen amigo Marc Swartz (1968), aunque el suyo se encuentra muy cercadel uso de Fredrick Bailey, Ralph Nicholas, Fredrik Barth y otros. Marc Swartz ve laarena como“Un segundo espacio ... un área social y cultural ... inmediatamente colindante alcampo tanto en el espacio como en el tiempo (Es un espacio social y cultural queenvuelve a los que están involucrados de manera directa con los participantes enel campo, pero no están ellos mismos directamente involucrados en los procesosque definen el campo ... El contenido de este segundo espacio, “la arena”,depende de las relaciones con los participantes en el campo, pero incluye más queel campo ... Además de los actores que la habitan, la arena contiene también elrepertorio de valores, significados y recursos que poseen ests actores, junto conlas relaciones entre ellos y con los miembros del campo. Los valores, significadosy recursos en la posesión de los participantes en el campo pero que no utilizan enlos procesos que constituyen el campo también forman parte de la arena” (1968:9).En lo personal más bien dudo si tenemos que darle otro nombre a este segundoespacio. Si entiendo bien a Marc Swartz, parece que piensa que un actor esinfluenciado significativamente en su campo primario o focal por el hecho de queparticipa también en un número de otros campos. Sin embargo, eso no esexactamente lo que dice. La participación en varios campos implica unaparticipación activa, mientras que el “segundo espacio” de Marc Swartz sugiereque aquellos que son activos en un campo sean pasivos o no activos en su arena.Yo prefiero considerar este lote de participación en varios campos comodeterminante de la relación de ego con los recursos de su comunidad y de laproporción de los recursos que está dispuesto a asignar o gastar en el campo queestamos estudiando.Así, antes del grito de Dolores, Miguel Hidalgo fue activo en varios campos, variosconjuntos de relaciones entre actores orientados hacia las mismas metas o losmismos premios. No solamente ra miembro del campo constituido por laconspiración en Querétaro, sino también probablemente era (según el historiadorde la masonería mexicana, José María Mateos) miembro de la primera loggiamasónica en la Ciudad de México. Se dice que Allende también había sido iniciadoen esta logia, que abarcaba a muchos de los regidores criollos del ayuntamiento

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municipal de la Ciudad de México. Aquí se discutieron libremente las ideas y losvalores de la Revolución Francesa. Otro campo en el cual Hidalgo jugaba un papelprotagónico era el desarrollo local de cultivos comerciales e industrias por y paralos indios. En su tiempo como cura en Dolores, Hidalgo intentó iniciar un taller dealfarería, una industria de gusanos de seda y una tenería, que serían tripuladas ydirigidas por indios. Alentó también a los indios para que cultivaran viña y aceituna,a pesar de los esfuerzos españoles por reservarles a los habitantes peninsularesde la colonia estas actividades. La legislación que había sido diseñada con el finde proteger las industrias peninsulares y conservar los mercados coloniales lecausó problemas a Hidalgo pero persistió en este campo de relaciones y metas. Esinteresante que el diez de enero de 1810, justo ocho meses antes de que el Gritotransformara gran parte de México en un solo campo revolucionario, Hidalgo cenóen Guanajuato con sus amigos, el intendente Riaño y el obispo electo de ValladolidAbad y Queipo, para discutir la industria vinícola de Hidalgo, manejada por indios.E sacerdote invitó a ambos a mirra el proceso de elaboración de uvas enseptiembre. Los dos aceptaron alegremente la invitación a ver esta maravilla decooperación entre criollos e indios que le aseguraría un mayor nivel deautosuficiencia económica a la región de Dolores, y últimamente tal vez a todo elBajío – pero, como ya vimos, intervinieron ciertos eventos que hicieron que Hidalgolo visitó a Riaño con sus indios y posteriormente a Abad y Queipo. No mencionoeso con el fin de subrayar el aspecto trágico, como lo haría un novelista, en que loscamaradas indios de Hidalgo matarían a sus amigos españoles ni que su amigoclerical lo excomulgara, sino para mostrar de qué manera los eventos en el campoA, la insurrección, fueron influenciadas por los eventos en el campo B, la industriade los indios, en el campo C, sus relaciones con las capas educadas en laprovincia, y, por supuesto, los campos D la conspiración en Querétaro, y E, laloggia masónica en la Ciudad de México, también proporcionaron metas, ideas,símbolos, recursos, valores y significados que les dieron forma a eventos yelaciones en el campo A. Los demás campos no solamente constituyen un espaciosecundario alrededor de la acción en el campo A; las acciones de Hidalgo en loscontextos de estos campos influenciaron de manera activa las acciones suyas y deotra gente en el campo A. Lo que tenemos a la mano es, por supuesto, nosolamente una serie de campos que se traslapan e interpenetran, sino tambiénconjuntos de acciones que se traslapan e interpenetran, siendo visibles laspersonas y las relaciones en cada campo. Algunos campos, como el caso de laconspiración en Querétaro, son organizados e intencionales y los conjuntos deacciones proceden en direcciones específicas, mientras que otros, como lainsurrección, contienen elementos y conjuntos de acciones organizados, peromucho es arbitrario y coincidental, como el incendio del carro de munición deHidalgo en Calderón, mientras que se destaca el conflicto entre intereses ycosmovisiones opuestos, de nuevo no de una manera ordenada sino en un grannúmero de pequeños encuentros y confrontaciones, y coaliciones de tiposdisparates entre fugitivos de sus posiciones establecidas.Los historiadores tampoco considerarían a la insurrección de Hidalgo de estamanera. Ellos intentarían apreciar a partir de los documentos y materiales dearchivo de calidad muy variable lo que les pareciera ser la mejor posible relaciónde los hechos, los eventos únicos en su sucesión temporal, aceptando algunosdocumentos y rechazando a otros, dándole el peso adecuado a la perspectiva o elángulo desde la cual fueran hachas observaciones oculares y la distorsióninherente a interpretaciones contemporáneas de estas observaciones. Tenemosuna deuda muy pesada a pagar con ellos por la selección de los datos en términosde criterios científicos muy rigurosos. Pero en nuestro papel de antropólogos nosinteresan las interdependencias, la concatenación de los hechos y de los eventos,las relaciones, los grupos, las categorías sociales, etc. Nos interesa la orientación

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hacia premios y valores que colocan a los actores en relaciones de campoespecíficas entre ellos, y de su punto de partida de lugares de intersección entrelos campos. Lo que capta nuestra atención no es la sucesión de hechos aisladossino la sucesión de hechos conectados, la sucesión de conjuntos o sistemas derelaciones, que nos interesa – la red compleja de Hidalgo de elaciones con susoperadores indios y actores, la relación de Hidalgo con sus parroquianos enDolores en otro campo sociocultural, el campo de valores metas parroquiales, susrelaciones en le campo con obispos, intendentes, pensadores radicales,hacendados liberales, y otros en el campo de la gentileza local e intelectuales, afavor o en contra de su pensamiento, su dimensión checoviana. Es claro que aquíno estoy hablando de redes con el ego en el centro, sino de campos definitivos yobjetivos, en cada uno de los cuales Hidalgo participó en una variedad de rolespero siempre y en cada lugar, nos aseguran los historiadores, con elocuencia,encanto y fuerza – y, ¿porqué no decirlo? – con carisma. Cada campo leproporcionaba oportunidades, recursos, conceptos, creencias; y cada uno leimpone ciertas limitaciones. Si nos distanciamos de la idea de la arena pegada al“segundo espacio” de Marc Swartz, ¿qué significado le podemos asignar al términode “arena”? Yo estaría a favor de colocarlo dentro del campo, hablandocrudamente, y hacerla menos abstracto que la noción de campo. La cultura deHidalgo fue una cultura hispanohablante, con muchos elementos derivados de laantigua Roma. Yo he visto la arena en la plaza de los toros en la Ciudad deMéxico, la descendiente de la arena de gladiadores y sacrificios en la Romaimperial. En la arena de los toros hay una lucha visible entre el hombre y la fuerzade la naturaleza y competencia entre hombre y hombre cuando cada uno de losmatadores intentan hacerles sombra a los demás en su combate contra el toro.Tenemos una unidad espacial delimitada con antagonistas bien visibles y precisosque sean individuales o corporativos, que compiten entre ellos por premios uhonor. Una arena política o legal puede ser cualquier cosa desde un auténticocampo de batalla al escenario de un caso jurídico o un debate verbal – desde elcampo de Calderón al juzgado de los siete de Chicago. El simbolismo y el estilo decontención puede variar de arena a arena dentro del mismo campo general, comova procediendo el drama social a través de su secuencia de fases y episodios. Asíque en el caso de Hidalgo, el simbolismo religioso de la bandera de NuestraSeñora de Guadalupe en la primera arena después de que el grito palideció a favordel simbolismo militar de la arena de Celaya (Capitán General de América),mientras que el estilo de burguesía criolla de la conspiración de Querétaro (con suénfasis en la discusión de problemas sociales como por ejemplo “¿dónde reside lasoberanía, en la monarquía, en las autoridades constituidas en la Nueva España, oen el pueblo?”) perdió terreno en su contienda con el estilo indio y campesino en laconquista de Guanajuato. Cada arena tiene su estilo y simbolismo ad hoc,representando un depósito o una suma de estilos y símbolos de tiempos pasados,en síntesis, conflicto o configuración.De todos modos, cuando estudiamos los dramas sociales o el desarrollo de lasfases políticas, como llamamos Swartz y yo las unidades procesuales máselaboradas que discutimos en la “Introducción” a “Political Anthropology” (1966),tenemos que forjar un término para aquellos escenarios claramente visibles de laacción antagónica que caracterizan los puntos críticos del cambio procesual. Siseguimos a Swartz, aceptando su definición de la “arena” como algo másabarcador que el “campo”, entonces nos vemos obligados a encontrar otro términopara nuestra plaza de toros político, nuestro cuadrilátero de confrontación,encuentro y contención. ¿Porqué no mantener el uso ya establecido aquí?Entonces podríamos decir (estoy en deuda por una fascinante correspondenciacon H. U. E. Thoden van Velzen del Afrika-Studiecentrum por los principalesrasgos de esta formulación) que una arena es un marco – que sea

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institucionalizado o no – que funciona manifiestamente como escenario deacciones antagónicas que tienen como fin llegar a una decisión públicamentereconocida. El antagonismo puede ser simbólica o real, un intercambio demensajes o de señales que indican el cambio, como el grito de Dolores por mediodel cual Hidalgo le echó el guante al establishment en la Ciudad de México y algobierno provincial en México – o bien un intercambio de disparos y fusilamientos,como en las sucesivas batallas en la lucha por la independencia. Los contrincantespueden buscar el poder sobre la mente entre ellos por el uso de símbolos o sobreel cuerpo por el uso de la fuerza – o ambos métodos se pueden utilizar,paralelamente o en serie. Pero de todos modos, una arena no es un mercado o unforum, aunque cualquier de los dos se puede convertir en una arena, bajo lascondiciones adecuadas. En una arena, aunque existan una cooperaciónmanifiesta, coaliciones y alianzas, todo eso puede estar subordinado a los modosdominantes de conflicto. El segundo punto relevante e importante es que unaarena es un marco explícito, nada está presente allá de manera solamenteimplícita. La acción es definitiva y la gente se expresan con claridad; cada quienocupa su papel. La intriga se puede levar a cabo detrás de las bambalinas, pero elescenario es una arena abierta. La cultura por supuesto, prescribe las expresionesculturales de la interacción antagónica, y puede ser que no sea fácil para unapersona del occidente darse cuenta de que se encuentra en una arena en una delas aldeas birmanas descritas por Melford Spiro en “Local Level Politics” (1968), yaque la hostilidad real puede ser disfrazada bajo una etiqueta elaborada sotto vocey otros dispositivos no violentos o que sirven explícitamente para evitar lavergüenza. Y, sin embargo, si uno es capaz de interpretar los símbolos culturalesde comunicación correctamente, uno se da cuenta de que está en proceso unalucha encarnada por el <poder netre dos facciones políticas en esta áreasilenciada.Cuando intento correlacionar la dimensión diacrónica de mi “drama social” odesarrollo de fases contra la dimensión de estructura o marco - o “devenir rápido”contra “devenir lento” – veo desarrollándose una arena a partir de la primera fasede acción de “ruptura de las relaciones gobernadas por normas entre personas ogrupos de personas dentro del mismo sistema de relaciones sociales” (véasearriba, p. 38). Una tal ruptura es señalada por una violación o incumplimientopública de una norma crucial que rige la interacción de las partes. Por ejemplo,desde la perspectiva de las autoridades coloniales españolas, el rechazo deHidalgo a aceptar su arresto, o aún más, su Grito, constituyó una violación delorden que ellos se habían comprometido a mantener. Aquí, como en muchasinstancias de ruptura política, Hidalgo utilizaba el idioma de la violación de la ley ocriminalidad como un símbolo de su rechazo del mismo orden constituido – que ensu visión ya no era, si es que alguna vez hubiera sido, el eco de “la voluntadpopular”, haciendo eco de sus modelos jacobinos y jesuitas. Esta ruptura,simbolizada por el Grito, convirtió lo que ya era un campo implícito y al mismotiempo latente, es decir un conjunto de relaciones entre actores que estaban demanera antagónica orientados hacia los mismos premios o valores (en este caso,el control del aparato estatal), en una “arena” o, mejor dicho, una serie de arenas –las ciudades sitiadas y los campos de batalla de la revolución de independencia.Antes del Grito, el campo todavía no era un espacio de acción pública intrépida ydramática; era más bien un espacio de conspiración, legislación colonial,producción y distribución de parque en secreto, debates en asambleas, incursionesesporádicas perpetradas por indígenas y mestizos, el exilio voluntario oinvoluntario de criollos, las reacciones a las noticias acerca de Bonaparte enEspaña, artículos en periódicos, etc. A partir del Grito el drama se desarrolló enuna secuencia de arenas a la medida que se enturbiara el tramo y la acciónescalaba del nivel local al nivel nacional.

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El tercer rasgo del concepto de arena está implícitamente presente en los otrosdos – la arena es el escenario en el cual se coloca la toma de una decisión (VanVelsen enfatiza particularmente este rasgo). Hay una hora de la verdad cuando setoma una decisión de primera importancia, aún si se decide dejar las cosas comoestán – como en la Batalla de las Cruces, cuando el ejército de Hidalgo se ibaacercando a la Ciudad de México. Un callejón sin salida o una tregua constituyentambién una decisión. Por lo regular existe una particular arena en la cual se tomauna decisión que puede ser considerada final para la unidad bajo estudio. Ensistemas políticos fuertes y bien establecidos tal arena podría ser la suprema cortede apelación, o podría ser el parlamento o la asamblea legislativa o constituyente.Pero en el caso de un régimen que ha perdido legitimidad, la arena podría ser lascalles de la ciudad, donde una manifestación de fuerza popular bastaría paraexpulsar el ancien régime, o un campo de batalla como el Calderón o Gettysburg,o podría ser la ocupación por fuerza del área administrativa de una ciudad. Dondesea que ganen los nuevos detenedores del poder o pierdan los antiguos césares,no es relevante para la definición en este contexto – la arena constituye elescenario de su interacción antagónica y una decisión es tomada, por la fuerza,por la persuasión o por la amenaza de usar la fuerza, que inicia la fase final deldrama social, el proceso de ajuste de un grupo a las decisiones tomadas en laúltima arena. El campo incluye los mitos y los símbolos de España, de la Franciabonapartista y de los Estados Unidos revolucionarios, tanto como de México asarenas fueron varios lugares en México.Si tuviera que hacer un estudio antropológico serio del proceso entero de lainsurrección de Hidalgo, antes de considerar las fases sucesivas de esta unidadprocesual, buscaría la información accesible acerca de la estructura del campo, enlo que los historiadores nos han transmitido de manera confiable acerca de la“etapa final del periodo colonial”, cuando los grupos y los problemas de laIndependencia se formaron de manera observable. Luego intentaría caracterizar, alestilo de Lewin, a totalidad de las entidades existentes, tales como grupos,subgrupos, categorías, miembros, barreras y canales de comunicación, agregandomuchas otras cosas, como sistemas simbólicos, como mitos, rituales y visionesideológicas contemporáneas acerca de lo deseable o indeseable de laestratificación de categorías, grupos, subgrupos etc., en el momento delsurgimiento de la protesta de Independencia. Es claro, por ejemplo, que en Méxicoexistían dos categorías mayores de españoles, los peninsulares o gachupines, ylos “blancos mexicanos”, o sea criollos, y que existían muchas gradaciones dentrode la categoría criolla, basadas en riqueza, descendencia, ocupación y educación– y que cada una de ellas estaba representada por diferencias ideológicas ysimbólicas, y sin embargo compartiendo símbolos comunes e intereses materiales.En repetidas ocasiones, Hamill ha mostrado la existencia dentro del campo criollode una separación entre los criollos europeos y los mexicanos – aquellos que,como Calleja, Flon y Riaño, se orientaron hacia la cultura y la estructura social deEspaña (incluyendo la aceptación acrítica del derecho divino del rey de España), yaquellos que, constituyendo ya la mayoría, ya habían roto sus lazos con España yse encontraban profundamente arraigados en el suelo mexicano. Las diferenciasde clases correspondían en gran medida esta división. Mientras que los criollossuperaron a los peninsulares en la proporción de alrededor de setenta a uno, loscriollos americanos aventajaron a los europeos en una proporción deaproximadamente veinte a uno (según la estimación de Mamill). Los criolloseuropeos eran por lo regular ricos, Se resentían a los gachupines porque el habernacido en España le daba a un hombre presentencia sobre su igual mexicano(todos los prelados, arzobispos, obispos, virreyes, presidentes de la audiencia ygobernadores en las ciudades capitales eran españoles nombrados por el rey).Muchos de ellos tenían también intereses en las minas de plata altamente

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lucrativas, especialmente en Guanajuato y Zacatecas, y en el comercio y en laoperación de las haciendas. Tenían esposas atractivas de familias acaudaladas,con frecuencia familias europeas o criollas. Así que en toda competencia seencontraban en una posición de ventaja, aún contra criollos de primera generacióncon padres españoles. En su competencia con los gachupines, los alrededor de unmillón de criollos americanos se encontraban en una situación todavía peor. Unalto porcentaje de ellos eran empleados municipales de baja categoría artesanos,veladores y criollos de plebe, constituyendo una buen parte de la chusma citadinaen la Ciudad de México. Pero otros eran pequeños propietarios y profesionistas,como Hidalgo y Allende. Algunos eran propietarios de ranchos, otros teníantiendas en la provincia, pequeños comerciantes, mientras que otros veían eninstituciones como el derecho, la educación y el ejército la esperanza de susupervivencia, como en el caso de Allende. La mayor parte de los criollospertenecían a la burguesía o al campesinado acomodado, aunque algunospertenecían a la categoría que en el África del Sur se llamarían “poor whites”(“blancos pobres”). Parece que los que buscaron el apoyo de los “indios” en lainsurrección fueron un segmento de los criollos americanos profesionales, mientrasque los criollos americanos que poseían tiendas y tierras apoyaron el régimencolonial, juntos con muchos criollos europeos, por lo menos durante un tiempo, ymás por su miedo a los campesinos de Hidalgo que por algún tripo de lealtad aEspaña, que de todos modos mostraba señales de liberalismo en su lucha contraBonaparte. Sin embargo, esta clase de criollos americanos fue probablemente elelemento decisivo en las primeras etapas del movimiento independentista, y fuecon el alejamiento a sus miembros que Hidalgo perdió la esperanza de una victoriarápida y fácil que había tal vez previsto. Pues, los criollos se encontrabandispersos por todo el país, aún en los pueblos pequeños, mientras que losgachupines residían principalmente en la capital, en Veracruz y en las principalesciudades de las provincias. Así que los criollos representaban la influenciadominante educada entre los indios rurales y la población mestiza (o casta). Loscitadinos, españoles y criollos europeos por igual, fueron absorbidos en elcomercio de la metrópoli, en asuntos de estado e iglesia, en los faccionalismos y aveces en los grupos de salón de la clase gobernante, por lo que tenían pococontacto con las masas. Pero los criollos americanos se convirtieron en lídereslocales en un gran número de pequeños pueblos y aldeas, ya que los campesinosvivían en ignorancia gracias a una educación inadecuada y la opresión de lalegislación colonial.El término “indio” es altamente ambiguo, como ya lo han señalado Hamill y EricWolf. En mi opinión no se puede aplicar a algún grupo tribal con un sistema políticoy costumbres religiosas y de otro tipo que tienen su origen antes de la conquista.Parece que la expresión como se usaba en los siglos XVII y XIX hacía referencia alas masas deprimidas y carentes de privilegios. Muchos de ellos eran en efectomestizos, así como que muchos criollos americanos eran mestizos. La principaldiferencia entre muchos criollos y muchos de los indios se encontraba más en suestilo de vida y nivel de educación, que en genotipos. La jerarquía político-religiosaindígena fue destruida por la conquista, especialmente en las regionesdensamente pobladas de nahua, otomí y tarasca. El prestigio indígena, prestigiosocial y riqueza se encogía hacia una base común de campesinos. Algunos indiosnobles – pero no muchos – fueron reconocidos por los españoles y recibieron suapoyo social, pero estos pronto se perdieron en as filas de la aristocracia criollaque se estaba desarrollando. Irónicamente, algunos se manifestaron a la hora dela verdad como “criollos europeos”. Eric Wolf ha señalado, con cierta sabiduría:“Con la desaparición de la elite política indígena, también desaparecieron losespecialistas que habían dependido de la demanda de dichas elites: lossacerdotes, los cronistas, los escribanos, los comerciantes a larga distancia de la

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sociedad prehispánica. Los emprendedores españoles sustituyeron a lospochtecas (mercaderes), los artesanos españoles ocuparon el lugar de losartesanos de plumería y los talladores de jade, y los sacerdotes españolesdesplazaron a los especialistas religiosos. Ya pronto, nadie sabía como hacermantas y decoraciones de plumas, cómo localizar y tallar el jade, cómo revocar lashazañas de los dioses y los ancestros en tiempos pasados (1959: 213).Aunque puede ser que los campesinos indígenas en 1800 se hayan asemejado alos antiguos indígenas en costumbres, habla, vestimenta y apariencia física, entodos aspectos había sucedido un mestizaje biológico - con la excepción depequeñas comunidades aisladas como los seri, los yaqui, los huicholes, lostarahumara y los comanches.Sin embargo, como subraya tanto Wolf como Hamill, la clasificación cultural de“indio”, incluyendo muchos tipos de miscegenaciones, hacía referencia a unacategoría económica muy real. Un indio tenía la obligación de pagar tributo a lacorona, a diferencia de un criollo que no la tenía. El tributo constituía una fuenteconsiderable de ingresos para la corona, por lo que el gobierno peninsular teníacierto interés en la preservación de una clase tributaria por medio de un número derecursos culturales, como la prohibición de que los indígenas se vistieran en ropaespañola, poseyeran caballos cargaran armas. Debían también tener cortes dejusticia separadas y no se les permitía servir en la milicia, lo que debe haber sidouna fuente de amargura para el miliciano Allende, pues cuando más los necesitabaen la insurrección, no disponía de soldados indígenas entrenados yexperimentados. La abolición del tributo se convirtió en efecto en un asuntocandente durante el caso de Hidalgo, con todos los posibles aspectos simbólicos.Entre septiembre y octubre de 1810 tanto los insurgentes como los royalistasdeclararon que abolirían el tributo con el fin de ganar el apoyo de los indios. Eramucho más que un asunto económico, pues simbolizaba el fin de la segregaciónde los indios.

Se requieren estudios más profundos de los detalles de esta situación. Mencionéla estructura de clases de México en la primera parte del siglo XIX para mostrar alcaracterizar un campo más que una arena, son estas relaciones de similitud, talescomo clases, categorías, roles parecidos y posiciones estructurales que tiene laimportancia principal en el análisis sociológico. Cuando llegamos a analizar lasarenas sucesivas, lo que nos importa es el análisis de la interdependenciasistemática en los sistemas locales de relaciones sociales, pasando de lademografía (cuáles son las proporciones de criollos españoles, europeos, criollosamericanos, castas e indios, si es posible desglosado en términos de edad y sexo)a la estructura de clase y, de mayor importancia aquí, a la distribución residencial,estructura genealógica y afiliación religiosa por parroquias tanto como por ladiscriminación católica/no católica. Aquí se vuelven aspectos importantes delanálisis de arena los grupos corporativos, cuasi-grupos faccionales y redescentradas en el ego de líderes. Al nivel nacional, el campo, la categoría, laestructura de clases, universales culturales, similitud, iglesia, estado, secta ypartido son términos que pronto surgen en la mente e influencian la recolección dedatos. Al nivel de región y aldea, la arena, los grupos corporativos, alineacionesque atraviesan las fronteras de clases, especificidades culturales de costumbre ydialecto, similitudes, e patrón de las iglesias y parroquias locales en términos deórdenes misioneras religiosas y control secular clerical, jerarquías de gobiernolocales, y los faccionalismos locales tienen mayor relevancia analíticamente. Sinembargo, es importante también captar, analizar y expresar de manera coherentela interdependencia de campo y de la arena.Es tal vez en arenas que la metáfora de “juego” y las estrategias de la “teoría deljuego”, tan caros a Fredrick Bailey, Fredrik Barth, Kenneth Boulding y los

numerosos contribuyentes a la “Journal of Conflict Resolution”, sea más relevante:pues, las arenas son producidas en áreas localizadas de la vida social donde laarticulación social y el consenso cultural son más fuertes. Pero no creo que elhombre entrepreneur o el hombre manipulador – y tampoco el hombre pensador, elhombre cognitivo, de Lévi-Strauss – sea una descripción o un modelo adecuadodel hombre en la política (o el hombre en proceso, que es seguramente más que elhombre en la política a secas). La política no es, ni en las arenas ni en cualquierotro lugar, sencillamente un juego. Es también idealismo, altruismo, patriotismo (nosiempre el último recurso del villano), universalismo, sacrificio de interesespersonales, etc. Radcliffe-Brown pensaba que “valores” e “intereses” fueranintercambiables como diferentes maneras de decir la misma cosa, pero viéndolodesde el punto de partida de los asuntos humanos, eso no es el caso. La genteestá dispuesta a morir por valores que se contraponen a sus intereses, y promoverintereses que se oponen a sus valores. Y lo que nos interesa aquí es esteresultado práctico como se manifiesta en a conducta. Ciertos antropólogos hanintentado interpretar la acción política en términos de la teoría de los juegos, cuyaspremisas son el interés y el poder. Los juegos tienen reglas que son aceptadas porambos lados. Cada líder intenta maximizar intereses y propiedades de poder aexpensas del otro lado. En la experiencia histórica, como estaría de acuerdoWeber, las clases medias educadas a quienes les gusta en sus competencias, quesean violentas o tranquilas, introducir reglas de las cuales ambas partes suscriben- pues son gente entrepreneuriales y racionales, tanto en lo referente los medioscomo a los fines – y a veces sus hijos se vuelven teóricos políticos y sociológicos.Pero con mucha frecuencia la política de la lucha de clases no se apega a lasreglas comúnmente aceptadas, y eso fue el elemento poco culto que prevalecía enGuanajuato y que alejó a los criollos de la clase media norteamericana del ejércitoindio de Hidalgo – y empezó a alejar Allende del cura carismático que en el fondode su ser se rendía ante la noción india de “jugar en serio”. La teoría de los juegoses una herramienta excelente para interpretar algunos tipos de competencia noble,pero es impotente ante los cambios sociales que sacuden las premisas y losfundamentos del orden social. Donde existe un disenso radical, no hay juego, porlo que la teoría de los juegos no se puede aplicar. Una parte juega ajedrez,mientras que la otra “juega en serio”. Tenemos que llegar más allá de los juegospara encontrar la consistencia y el orden en el desorden manifiesto. Por un lado,nos podemos dirigir hacia el análisis marxista de la estructura precisa de lasfuerzas productivas y de las relaciones de producción entrelazando y separandolas categorías de los seres humanos involucrados; por otro lado, deberíamosbuscar los símbolos que captan su atención, canalizan sus acciones y lesproporciona un sentido a sus vidas. Las pragmáticas y los símbolos sonestrechamente aliados – a menudo a un grado sorprendentemente alto – pues, noimporta que más hagan, los símbolos concentran y condensan muchos aspectosde la actividad humana en sistemas semánticos ligados a unos pocos vehículossimbólicos propios al espacio público humano. Así que, para realmente captar unaspecto importante de las semánticas de la Virgen de Guadalupe, como la usabaHidalgo en calidad de bandera o centro de movilización, para indios y criollos sindistinción, tenemos que estudiar el debate entre los criollos, antes y durante lainsurrección, acerca de la idea de la soberanía y su propio locus o fuente. LuisVilloro ha rastreado el progreso de este debate en su ensayo sobre “las corrientesideológicas en la época de la independencia” (1963: 203-241). El muestra de quémanera las ideas asumieron nuevas formas y adquirieron nuevos contenidos, bajoel estímulo de la praxis revolucionaria. En 1808, la capital española fue ocupadapor las tropas de Napoleón, pero el pueblo español resonantemente tomó laresistencia en sus propias manos. De facto, de nuevo la soberanía había caído enmanos del pueblo. En a Nueva España se formaron dos partidos – el Acuerdo de

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la Realeza, apoyado por oficiales públicos y comerciantes gachupines, y elAyuntamiento, o el Gobierno Citadina, de la Ciudad de México, que por primeravez expresó el punto de vista de la clase media criolla americana.En la opinión de Villoro, la desaparición de la monarquía legítima obligó a loscriollos a formular el problema del origen de la soberanía:Fernando VII retenía el derecho a la corona pero ahora había sido introducida unaidea que alteraba el sentido de su autoridad; el rey no puede disponer de susreinos – recuérdese aquí que el rey de España gobernaba varios reinos, entre ellosla Nueva España – a su antojo, no tiene el poder (la facultad) para alienarlos. Lasabdicaciones de Carlos y Fernando carecen de validez, dice Jacobo de Villaurrutia,el único juez (oidor) criollo y el primer ideólogo de su clase, pues son “contrarias alos derechos a la nación, a la cual nadie le puede dar un rey, a la excepción de lanación misma (negando así la legitimidad del hermano y títere de Bonaparte), porel consenso universal de sus pueblos, y eso solamente en el caso de la muerte deun rey sin dejar a un sucesor legítimo al trono”. El jurisprudente Verdad, otro criollo,sostiene en aquel momento que no obstante que la autoridad le llega al rey a partirde Dios, no proviene de él de manera directa, sino solamente a través del pueblo(1963: 208).Pero en este momento, los líderes criollos no asumieron una posición radical.Alegaron que, si el rey le encuentra imposible gobernar la nación misma puedeasumir la soberanía, pero al regreso del rey el pueblo tiene que abrogar el ejerciciodirecto de la autoridad. El lector recuerda que fue debido a la prevalencia de estepunto de vista entre los criollos que Hidalgo no promulgó el lema de“independencia” en el grito, sino gritó “Viva Fernando”. Parece que los pensadorescriollos de entonces, por el término “nación” no entendieron la “voluntad general”de los ciudadanos, sino que la soberanía se desarrolla sobre una sociedad yaestablecida, organizada en “estados” y representada por cuerpos gobernantesestablecidos, una totalidad orgánica y constituida. De manera que Juan FranciscoAzcárate sembró dudas acerca de la legitimidad de la “Junta” de Sevilla, que enaquel entonces encabezaba la lucha contra Bonaparte, con el argumento de queestaba establecida en base a la “chusma”, la gente común. En su opinión, igualque en la de muchos de su clase, la gente común no es coextensiva con el“pueblo”. El postula que “en la ausencia del rey, o en el caso de su impedimento,su soberanía sigue siendo representada por el reino visto como un todo, y por laclase que lo constituye – y, más específicamente por los tribunales superiores quelo gobiernan, administran justicia, y por los cuerpos que transmiten la vox populi”.El gobierno municipal criollo de la Ciudad de México plenamente endosaba estospuntos de vista. El cuento de las relaciones entre el Acuerdo de la Realeza y elgobierno municipal y sus debates acerca de la forma que asumiera un congresonacional, que representara a todas las clases, sería otro drama social entero. Pero,tomando en cuenta que los símbolos y los lemas que utilizaban Hidalgo y Allendeprovenían parcialmente de los mitos creados en estos debates como charters de lalegitimidad de los programas de las facciones involucradas, esos debates merecenmás que una mera mención. Los criollos buscaron un tipo de contrato social sobreel cual podrían colocar su noción de una junta propia. Sintieron que la asambleadebería consistir en deputados de todos los cabildos seculares y eclesiásticos,consejos municipales locales o reuniones de capítulos. En el pensamientodemocrático tradicional español, estos cabildos, cercanos al pueblo, siemprefueron considerados como el mejor baluarte de la democracia y la mejor manerade resistirse al despotismo. Jugaron un papel importante en los primeros tiemposde la colonia de la Nueva España, en los congresos en los cuales encontraron enuna relación estrecha con el parlamento español, e Cortes peninsular.Así que el gobierno municipal criollo estrena un movimiento de regreso a las raícesque habían sido escondidas por tres siglos de despotismo. .. Coloca el Contrato

Social en el momento de la Conquista de México. Se postula que los derechos delos reyes españoles deriven del pacto hecho entre ellos y los conquistadores – y sepostula que los conquistadores sean los ancestros de los criollos americanos.Gracias a este pacto, la Nueva España ha sido incluida en la Corona de Castillo, almismo nivel que cualquiera de los demás reinos, teóricamente con la mismaindependencia que todos disfrutan... Como alegaba Azcárate, refutando lademanda de reconocimiento de la Junta de Sevilla, “América no depende deEspaña, sino solamente del Rey de Csstillo y León; si el ey es encarcelado y sustierras ocupadas por los extranjeros, la Nueva España debe convocar a losnotables del reino y formar una Asamblea fundada en las Leyes de las Indias.Además, las unidades efectivas que formaran parte de la Junta deberían ser loscabildos municipales, que se encontraron bajo el control de los criollos americanosy no de los españoles. La Real Audiencia y el Virreinato eran instrumentosespañoles establecidos sobre una nación que había sido plenamente constituidabajo el pacto entre el rey y los conquistadores. Era preciso un retorno a la épocaanterior a la monarquía absolutista (Villoro, 1963: 211-212).A todas luces, los criollos están negando el pasado inmediato, el pasado colonial,con el fin de alcanzar lo que ellos llaman el “principio”, un término que se puedetraducir como “principio”, “inicio”, “fuente” o “base”. Aquí son relevantes todas susambigüedades: el principio puede ser visto como un principio racional subyacenteal gobierno sano o puede ser considerado como el inicio histórico de un ordensocial. Muchos movimientos revolucionarios sufren de este dilema; si uno quierellegar a la base de la sociedad, uno tiene que retroceder en el tiempo. Así nació laparadoja del movimiento revolucionario mexicano: para ir hacia delante, paraalcanzar el progreso, uno tiene al mismo tiempo que ir hacia atrás, hacia una edadde libertad.Desafortunadamente para los criollos moderados, una vez que se hubiera vueltolegítimo buscar la base de la legitimidad yendo hacia atrás, algunos radicales,como Hidalgo, empezaron a ir demasiado lejos hacia atrás. Para los moderados, elretorno al pasado iba solamente hasta la conquista. Para ellos, el “pueblo” eraaquel grupo formado por “hombres honestos” de cierto nivel de educación yestatus social en cada comunidad, hombres del cabildo que ahora encontrarían sulugar en el brillo del sol nacional. Con mucho énfasis, el pueblo no incluía a losindios ni a las castas (o mestizos). Alegaron que no fueron los aborígenes quehabían hecho el pacto con la corona, sino los conquistadores, los míticosancestros de los criollos americanos. En la primera asamblea convocada por elvirrey, e representante del partido de la corona ventiló exactamente este punto,diciendo que si los criollos hablaban en serio acerca de buscar la soberanía en elpueblo, entonces deberían prestar atención al pueblo originario, el puebloautóctono de México – en efecto, uno de los gobernadores presentes eradescendiente del emperador Moctezuma. Por este argumento, varios criolloseuropeos, incluyendo al arzobispo Lizana, cambiaron su lealtad del gobiernomunicipal al Acuerdo de la Realeza, la facción conservadora española.Acertadamente tuvieron miedo de que el movimiento hacia atrás en búsqueda deun principio y un origen no terminará hasta dar con su término real, la soberaníaefectiva de las amplias masas del pueblo mexicano.Esta fue la posición cuando los eventos que describí anteriormente irrumpieron enla historia de México.Al grito de un criollo educado, Don Miguel Hidalgo, hijo de un gachupín, los indiosrurales, los obreros mineros indios y mestizos, la gente común de las ciudades delBajío responden con una revolución. La explosión se difunde tan rápido como lopermiten los medios de comunicación, y pronto se extiende a la nación entera.Aquí encontramos un movimiento casi unánime de las clases populares, y creoque nunca se ha visto semejante movimiento en la anterior historia de la Nueva

España. Esta revolución es totalmente diferente del intento de emancipación porparte de los miembros del gobierno municipal dos años antes. En lo referente a sucomposición social es fundamentalmente una revolución rural, apoyada por losobreros de las minas de plata, y el pueblo común, la chusma de las ciudades(Villoro, 1963: 215).

Ahora, los líderes de origen y educación de clase media intentaron canalizar ydirigir esta torrente de proceso primario, esta insurgencia de “comunitas” buscandosu máxima expresión.Igual que en otros procesos revolucionarios, las teorías y las concepcioneshistóricas en la independencia mexicana reflejan su composición social. Como yavimos, sus ideólogos eran letrados, hombres académicos tales como abogados,sacerdotes de los más bajos escalones, miembros de los gobiernos provinciales yperiodistas. Pero cuando una vez entraran en contacto estrecho y práctico con elpueblo, especialmente con las masas de indios, entonces las ideas, las creencias ylos símbolos que serían apropiados a su clase, tendieron crecientemente a sersustituidos por sentimientos marcadamente populistas. El pensamiento de loscriollos revolucionarios se radicalizó, avanzó más allá de los intereses específicosde su clase y llegó a expresar los intereses de la comunidad más amplia. Elcontexto social procesual, en el cual funcionaban, transformó las ideas. No hayque olvidar que es la radicalización de la actividad revolucionaria en el procesoprimario que hace posible la aceptación de nuevas doctrinas e influenciasideológicas – como se desprende del caso de los criollos letrados activistas – y noal revés (véase Villoro, 1963: 215).Villoro (1963: 216) divide el proceso de radicalización del pensamiento criollo endos etapas: (1) en los primeros años después de 1808 persisten las ideas quetienen sus raíces en la tradición, las tesis del gobierno municipal de la Ciudad deMéxico son repetidas y desarrolladas. Pero del contacto con la nueva situaciónsurgen otros puntos de vista. Vemos la aparición de las primeras ideas agraristas,hay signos de un moderado igualitarismo social, y el indigenismo tiende a hacerserespetable; (2) en la segunda etapa, los intelectuales criollos se hacen másabiertos a ideas democráticas alemanes y de Ginebra (de Rousseau), típicas delliberalismo europeo. Villoro rastrea de manera muy detallada este desarrollo depensamiento en respuesta a la acción. Lo que nos interesa aquí es principalmentelo que tiene a decir acerca de Hidalgo:El savant criollo convoca al pueblo a la libertad. En este preciso momento eselevado a ser su representante. Y el pueblo lo hunde, lo absorbe en su ímpetu,hasta lo convierte en vocero de sus propias añoranzas y aspiraciones. El tomacada medida en su nombre, “para satisfacerlos”, para utilizar su propia expresión.Al apelar a “la voz comuna de la nación”, probablemente intentó usar aquellaexpresión en el mismo sentido qe los demás famosos criollos, de Azcárate aQuintana Roo. Sin embargo, la “nación”, que en realidad lo aclamaron, ya no eranlos “cuerpos constituidos”, ni los representantes de los gobiernos municipales, sinolos campesinos indios – que lo nombraron “Generalísimo” en las planicies deCelaya, las amplias masas que desde ahora en adelante lo apoyarían. En lopráctico, la “voz de la nación” es idéntica a “la voluntad de las clases populares”.Para legislar en su nombre, Hidalgo en lo práctico, elevó al pueblo ordinario a lasoberanía, sin hacer en su corazón una distinción entre los estados y las clases.Así que su praxis revolucionaria les dio a las formulaciones políticas de los literaticriollos un nuevo sentido y un nuevo contenido. Antes de que se hubieradesarrollado una teoría, el pueblo se había establecido como el origen de lasociedad. Los decretos de Hidalgo (e. g. Acerca de la abolición de la esclavitud) nohicieron otra cosa que dar expresión a esta soberanía efectiva y actual (en lostérminos que utilicé en The Ritual Process, convirtieron comunitas virtual en

Manuel
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comunitas normativa, Victor Turner). La abrogación de los tributos que pesaronsobre los hombros del pueblo, la abolición de la esclavitud y la discriminación racial(de las castas), son indicaciones de la desaparición de las desigualdades sociales.Además, se dictó la primara medida agraria: las tierras les son devueltas a lascomunidades indígenas. Se difundieron rumores acerca de un radicalismo másacentuada. Muchos le atribuyen a Hidalgo la intención de distribuir todas las tierrasde México entre los indios y confiscar los productos de los ranchos y las estancias(fincas) para dividirlos de modo equitativo entre el pueblo (1963: 220-221).La experiencia revolucionaria también radicalizó la perspectiva histórica quediscutimos antes. Algunos criollos radicales ahora tendían a rechazar todo el ordenjurídico de la colonia, considerando el periodo como tres siglos de despotismo,ignorancia y explotación. Hidalgo y Morelos en particular consideraban el periodocolonial como un intervalo tenebroso entre épocas que no compartían su calidadnegativa. Fue un periodo de encarcelamiento o de servidumbre, o un tiempo dehibernación. Algunos lo vieron sencillamente como un episodio que interrumpía elcurso de una vida diferente y mejor. En el siglo XVIII ya había empezado unareevaluación de la civilización precortesiana, y la inteligencia se alimentaba de sushallazgos. Fray Servando Teresa de mier, el gran dominico radical, resucitó losargumentos del jesuita expulsado Clavijero, en defensa de la civilización indígenaplanteó dudas acerca de la legitimidad básica de la conquista. El y sus seguidoresllegaron a postular que la colonia entera fue un fraude, una dominación extraña eilícita, una usurpación de derechos naturales (véase Villoro, en Mier, 1963: 217-218). Es esta actitud que exactamente tiñó la política de Hidalgo con losgachupines en Guanajuato y Guadaña jara. Matarlos fue una represalia justa. Loscriollos radicales ahora bravamente renunciaron a su propio pasado – que erapost-conquista – y se solidarizaron con los indígenas, “los dueños antiguos ylegítimos del país”, como los llamaba Mier, “quienes una conquista abominable nohabía logrado arrancar sus derechos” (Villoro, 1963: 225). ¿Qué le pasó entoncesde la Magna Carta criolla, la “Constitución Americana” pactada entre el rey españoly el conquistador? ¿Se debería de abandonar ante los derechos más primordialesde los indios? Eso es evidentemente lo que pensaba Hidalgo, pero Allende lo viode una manera diferente. Y tampoco pensaban así la multitud de criollos que sevoltearon contra Hidalgo de manera explícita.Hubo una extraña afinidad entre el criollo y el indio, una afinidad que realmente fueexpresada ideológicamente en el mito de la cancelación de la conquista. No fue elproducto de un movimiento romántico, como en el caso de la influencia deRousseau, Goethe y el joven Marx y Engels en Europa. No intentó restaurar apasado remoto con sus deidades pavorosos y su sed de sangre Huitzilopochtli,Coatlicue, Chacmool, etc. No buscaba en las civilizaciones nativas valores parasustituir aquellos de la colonia. Tal vez tanto Hegel como Lévi-Strauss aprobaríanla búsqueda de los criollos radicales. Intuitivamente sentían que su época deindependencia temprana era similar a la de antes de Cortés. Como buenoscristianos, y esa sería la sensación de Mier, Hidalgo, Morelos y Allende, podríanbien decir que ambos periodos, el de antes de Cortés y el de después de lacolonia, eran puros, sin la contaminación de la caída de gracia colonial. En ciertosentido, la convergencia de periodos indígenas y postcoloniales era puramentenegativa; se encontraron porque ambos eran marginales al orden que ambosnegaron. Pero de su encuentro surgió un simbolismo curioso y significativo. Laconquista negaba la existencia de la sociedad indígena; la independencia era, entérminos hegelianos, la negación de esta negación. El nuevo resurgimientoindígena invirtió la subyugación indígena en la conquista. De allí el término quefavorecía Hidalgo, reconquista, con ecos de los tiempos de la reconquista deEspaña de la dominación de los moros. Hidalgo se confirió a si mismo le título de“comisionado por la reconquista y el nuevo gobierno de América”. Anastasio

Bustamante popularizó la idea de una guerra que replicaba en reverso las venturasde Cortés y sus acompañantes, hasta los más mínimos detalles. Existen muchasotras instancias de esta precisa inversión.Pero estas ideas coexistían con la visión de los criollos moderados. Ambas puedenser consideradas como diversos grados de profundidad de un solo proceso enmarcha. Pero una vez que Hidalgo hubiera anunciado que el último origen oprincipio era la libertad de todo el pueblo, el criollo promedio no podría ignorar estaformulación. Tuvo que buscar orígenes precortesianos, y haciendo eso no podíaignorar la revelación del pueblo como constituido principalmente de indios y castas,y el hecho de que estos eran la auténtica base social del México independiente.Había que volver a constituir la nación misma de nuevo, y la ideología radicalcriollo así fue vulnerable a todo tipo de novedades, apertura a una profundaantigüedad y apertura a nuevas doctrinas políticas, viniendo de Europa y de losEstados Unidos.No es posible en este texto desarrollar todas las implicaciones de la vulnerabilidadcriollo ante influencias de fuera del país. Aquí intentaré solamente estudiar cómoideas abstractas como “¿quiénes son el pueblo?” y “¿qué es la soberanía?” sonabsorbidas por el sistema semántico asociado con vehículos simbólicossensorialmente perceptibles como La Virgen de Guadalupe, luego seránconvertidos en focos vivos de movilización de las masas populares.Primero, sin embargo, debería llamar la atención al hecho de que la mismatendencia a regresar a algún pasado, que sea pre o post-cortesiano, se nota tantoen la religión como en la política. Pero en la religión no es un regreso al pasado delas deidades aztecas. Para captar firmemente las masas, sus líderes educados nopodrían apelar al sistema religioso de la dominante autoridad precortesiana en elcentro de México, los aztecas, pues los tarascos, los otomies, los zapotecos y lostotonacos, para mencionar solamente unas pocas culturas coherentes, noaceptaron a una sola cosmología, así como tampoco aceptaron una sola autoridadpolítica. Sus descendientes mantenían este sentido de autonomía cultural, aúncuando sentían su unidad general como indios siendo de importancia política. Peroen la religión, la nostalgia se ocupó de producir una versión más purificada de laiglesia. A fin de cuentas, la iglesia tenía raíces más hondas que el estado español,y si uno regresara por el tiempo, uno volvería hasta los primeros días de la iglesia,los días antes de la jerarquía y Roma, mucho antes del nacimiento de España ymás todavía antes del nacimiento de la Nueva España. Todo empezó muysilenciosamente - y con un tono político – con la protesta de hidalgo contra lasexcomunicaciones (como la suya propia) que se debían a motivos puramentepolíticos, y localizó sus causas en los intereses mundanos del clero y en ladistorsión de la religión por la autoridad el poder político. Más tarde, Mier, el Dr.Cos y, especialmente, Morelos, señalaría el daño hecho a la iglesia misma por laactitud del alto clero (español), y la necesidad de separar la religión de todo interésterrenal. Pronto subrayaron nociones de una reforma eclesiástica. Aún Allendeproclamó las ventajas de ordenar y reformar el estado eclesiástico, yparticularmente el de las órdenes religiosas, reduciéndolas al rigor primitivo de suspatriarcas y padres fundadores. El. Dr. Cos sostenía que el orgullo y el podermundano de alto clero había provocado a los cristianos a reaccionar como losprimeros cristianos que tenían comunión directa con el pueblo común y corriente,mientras que los dignatarios eclesiásticos fueron elegidos democráticamente por laasamblea de los feligreses. En respuesta a los que aseguraron que Américarecaería en herejía, s se separara de la iglesia española, el Dr. Cos respondió: “Lareligión emigrará de España para vivir entre los americanos en todo su pureza yesplendor prístino; la temprana iglesia nacerá de nuevo; el sacerdote seráverdaderamente respetado, a diferencia de la situación hoy, en la cual no esrespetado” (citado en Villoro, 1963: 219). En pocas palabras, una nueva iglesia

sería fundada en América, es decir, en México, purificada de la corrupciónmundana y reviviendo los tempranos días de la cristiandad. Teresa de Miercontinua esta línea de argumento:Examina los orígenes del caesaro-paplismo con su tentación a realizar el reino delcielo en términos de una sociedad mundana, a identificar la ciudad del cielo con suciudad terrenal. Pregoniza una religión popular, pobre, sin privilegios, presidida porla tolerancia y el respeto por el derecho del otro, y libre de las influencias deideología reaccionarias. En el ideal natural de la igualdad y libertad para todos loshombres, ve una correspondencia con la doctrina pura de los evangelios (Villoro,1963: 219).En pocas palabras, intentó combinar doctrinalmente la necesidad de purificar elcristianismo espiritualmente con las nuevas ideas de libertad e igualdad que lospensadores de la enciclopedia y de la revolución francesas habían promovido.Anteriormente mencioné la importancia de la multivocalidad en los símbolosrituales dominantes. Todas estas ideas radicales criollas que he mencionado enrelación con la religión y la política – ambas siendo fratría en el sentido de WilliamBlake – parecen haber sido mutuamente involucradas en la selección de Hidalgode la bandera y la imagen de la Virgen de Guadalupe como la suprema emblemade movilización de su movimiento. La Virgen de Guadalupe tenía continuidadespacial con la madre azteca de los dioses, Tonantzin. Su culto emepezósolamente quince años después de el culto a la madre azteca había sidoforzosamente interrumpido por la conquista. Además, de acuerdo al cuentoconocido por todo México en 1810, la reina del cielo había visitado a un simplecatecumen indígena, Juan Diego, no a un español, y mucho menos a un monjeespañol. El hecho de que Juan Diego nunca fue canonizado, a diferencia deBernadette en Francia, lo hizo aún más un objeto de simpatía e identificación paralos indígenas, que lo vieron como uno de los suyos y como un gachupín. A un nivelsocial más profundo, ha sido señalado que cuando el poder secular estructural seencuentra en las manos de un solo grupo, y donde ambos grupos en México, tantocomo en España, consideran la masculinidad y la patrilinealidad como las fuentesde la autoridad, legitimidad, oficio, riqueza económica, y todo tipo de continuidadestructural, entonces la unidad, la continuidad y la compensatoria “poder de losdébiles”, la sensación de la última coherencia de la comunidad, a menudo esasignado a una mujer, especialmente a símbolos maternales, como aludióRadcliffe-Brown en su artículo acerca de “Mother’s Brother in South Africa” (1961).María-Tonantzin representó al pueblo común, a la última legitimidad de los político-jurídicamente despreciados y rechazados en a vista de Dios. La conquista habíaefectivamente destruido los dioses aztecas que, de todos modos, nunca habíancompelido la lealtad de los pueblos indígenas mexicanos. En efecto, algunostemían a los dioses aztecas como a una plaga y aún hoy acuden a la Virgen de losRemedios más que a la Virgen de Guadalupe. No obstante, cuando el PadreHidalgo, en la vieja tradición mexicana de líderes sacerdote-filósofos, comoQeutzalcoatl de Tula de los toltecas, recogió la bandera de la virgen morena,agarró un signo de integridad y panmexicanidad profética contra el que susoponentes realmente no podían poner nada, algo que le dio poder ritual a susmensajes empíricos y reales.Su corazonada fue un acierto, nuestra Virgen de Guadalupe también fue acogidapor los criollos. Estas gentes eran también mexicanos indígenas, como los indios,y muchos de ellos eran genéticamente mestizos. Como ya mencioné, su futuro fuehasta cierto grado replicar el pasado prehispánico. La Virgen de Guadalupe era lomás cerca que indios, que habían rechazado el paganismo específico de losaztecas, encontrarían en su totalidad a una diosa india. Pero el aspecto universalcristiano de todas refracciones de la hiperdulia debido a la Virgen de Guadalupe encualquier forma apelaba evidentemente a todos los que se consideraban como

americanos, aunque no indios; pues Guadalupe era el México metropolitano, y noEspaña, Italia, Polonia o cualquier otro país qe hubiera producido devocionesmarianas como resultado de visiones de los pobres y afligidos. La “tesis” india y la“síntesis” criollo-india”, estructuralmente abarcando en un paréntesis la “antítesis”español-colonial fueron unidas en la devoción de un principio femenino que sehabía convertido en un símbolo de guerra en lugar de un símbolo de paz, porque lafigura masculina del rey había sido vencida por la historia, dándole al poder de losdébiles la oportunidad a convertirse en el poder de los fuertes. De nuevo, patronessociales y estilos de vida de los criollos no replicaron el supuesto pasadoprehispánico; se reflejaron hacia atrás sobre el pasado y sobre aquellos que loscriollos consideraron sus representantes vivos – los indios – rasgos de cultura yestructura que habían adquirido durante sus tres centurias en el Nuevo Mundo,incluyendo algunos de sus propios estilos de piedad, que coincidía con algunos delos estilos religiosos de los indios. Por todo eso, tiendo a considerar a la Virgen deGuadalupe como un símbolo indio, pero también como un símbolo combinadocriollo-indio, qe incorporaba en su sistema de significados no solamente ideasacerca de la tierra, la maternidad los poderes indígenas, etc., sino tambiénnociones criollas de libertad, fraternidad e igualdad, algunos de los cuales eranpréstamos de los pensadores ateos franceses del periodo de la revolución.Además sería posible considerar, en términos exactos, la relación entre lossímbolos y cada etapa sucesiva del drama social o del desarrollo de fasespolíticas. Sería posible verter algo de luz sobre el ritual y los símbolos políticos alconsiderarlos no como sistemas abstractos atemporales, sino en su plenatemporalidad, como instigadores y productos de procesos temporales socio-culturales. La Virgen de Guadalupe vive en escenas de acción, que sean dedevoción regular anual y cíclica por miembros de diversas regiones, ocupaciones ogrupos religiosos, o sea como símbolos multivocales de poderes populares entiempos de mayor crisis social. Per contra, Hidalgo, Morelos, Guerrero, Juárez,Zapata, Villa y otros han sido transformados en símbolos por los procesosprimarios que los hicieron históricamente visibles cuando eran hombres vivos. Losestudios de las relaciones entre los procesos y los símbolos en cualquier momentodado y en su acumulación a través del tiempo son por el momento e principal focode mi investigación de campo y de historia.

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Publicado por AB2011 en 21:59

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