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Cuentos breves Conocidos y no tanto Más vale pájaro en mano que cien volando Eso le enseñaron. Lo mamó desde la cuna. Lo oyó desde sus primeros pininos. Se hizo carne en él. Entonces dejó volar los noventa y nueve pájaros y apretó fuerte, bien fuerte, el que tenía en la mano. El pájaro murió asfixiado. ISIDORO BLAISTEN Flor y cronopio Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: “Es como una flor”. JULIO CORTÁZAR 1914-1984 Suicidio, o morir de error Antes de estrellarse contra el suelo, la miró con asombro. Saltaremos Aforismos Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros. Adolfo Bioy Casares Creo que toda la gente tiene una zona de pureza. A veces, se le murió para siempre. A veces, misteriosamente, renace. Juan Carlos Onetti La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados. Ernesto Sábato Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos. HONORÉ DE BALZAC FRANCIA 1799-1850 Apócrifos La vida es como una página en blanco en la que llenamos los renglones que marcan nuestras etapas, nuestros momentos, nuestras alegrías y tristezas. Es una página que llenamos y donde dibujamos lo más hermoso y lo más trágico. Escribimos y escribimos y no podemos borrarlo, es como una página que escribimos pero no decidimos cuándo dejar de hacerlo; solamente llega el momento en el que la página termina y la vida acaba. KATHERINE ROSARIO 4º.3ª. El que piensa en el pasado no tiene La galaxia del cuento Año VII- No .21 -2009 Adolfo Bioy Casares (1914-1999) Un cuento sobre el cuento Corrección cinematográfica Cuando el aterrado público esperaba ver al inmenso King-Kong tomar entre sus manazas a la hermosa Fay Wray, el gorila con paso firme salió de la pantalla, y pisoteando gente que no atinaba a ponerse a salvo, buscó por las calles neoyorquinas hasta que por fin dio con una película de Tarzán. Sin titubeos –y sin comprar

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Cuentos brevesConocidos y no tanto

Más vale pájaro en mano que cien volandoEso le enseñaron. Lo mamó desde la cuna. Lo oyó desde sus primeros pininos. Se hizo carne en él. Entonces dejó volar los noventa y nueve pájaros y apretó fuerte, bien fuerte, el que tenía en la mano. El pájaro murió asfixiado.

ISIDORO BLAISTEN

Flor y cronopioUn cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.La flor piensa: “Es como una flor”.

JULIO CORTÁZAR 1914-1984

Suicidio, o morir de errorAntes de estrellarse contra el suelo, la miró con asombro. Saltaremos juntos –le había asegurado la bella bellísima-. Una. Dos. Y tres. Y él se precipitó. Y la bella bellísima le soltó la mano. Y desde lo alto, asomada bellísima en azul, le juró que le amaría hasta la muerte.

DULCE CHACÓN

AforismosCreo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros.

Adolfo Bioy Casares

Creo que toda la gente tiene una zona de pureza. A veces, se le murió para siempre. A veces, misteriosamente, renace.

Juan Carlos Onetti

La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados.

Ernesto Sábato

Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos.

HONORÉ DE BALZAC FRANCIA 1799-1850Apócrifos

La vida es como una página en blanco en la que llenamos los renglones que marcan nuestras etapas, nuestros momentos, nuestras alegrías y tristezas. Es una página que llenamos y donde dibujamos lo más hermoso y lo más trágico. Escribimos y escribimos y no podemos borrarlo, es como una página que escribimos pero no decidimos cuándo dejar de hacerlo; solamente llega el momento en el que la página termina y la vida acaba.

KATHERINE ROSARIO 4º.3ª.

El que piensa en el pasado no tiene futuro.GABRIEL GARCÍA INGRAO 1°7° 2004

La galaxia del cuentoAño VII- No .21 -2009

Adolfo Bioy Casares(1914-1999)

Un cuento sobre el cuento

Corrección cinematográficaCuando el aterrado público esperaba ver al

inmenso King-Kong tomar entre sus manazas a la hermosa Fay Wray, el gorila con paso firme salió de la pantalla, y pisoteando gente que no atinaba a ponerse a salvo, buscó por las calles neoyorquinas hasta que por fin dio con una película de Tarzán. Sin titubeos –y sin comprar boleto-, con toda fiereza, destrozando butacas y matando espectadores, se introdujo en el film y una vez dentro, ansiosamente buscó su verdadero amor: Chita. (RENÉ AVILÉS FABILA)

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Adolfo Bioy CasaresLa invención de Morel, Diario de la guerra del

cerdo son obras de este autor que representan hitos importantes en su narrativa y en la literatura argentina. Sin embargo este autor destacó en otros estilos, como en Historias desaforadas o en las obras en colaboración con Jorge Luis Borges, algunas de las cuales abordaron el género policial.

De jardines ajenos Sumamente culto y cortés en el trato, el Mono

Colman era farrista y jugador. En cierta trifulca entre

dos grupos adversos, le hinchó el ojo a un gringo y

cuando le llegó su turno en el interrogatorio, le dijo al

comisario: “Culpa mía no fue, delirio insano enajenó mi

mente acalorada, necesitaba víctimas que inmolar mi

mano y le pegué una trompada a este italiano”. El

comisario ordenó: “Al poeta me lo largan, a los demás al

calabozo”.

Recuerdo a Florencio Almada, que se casó,

evidentemente desganado, con Cayetana, que no podía

disimular su júbilo. Cuando el sacerdote preguntó:

“Florencio, ¿quiere como esposa y mujer a Cayetana

Rodríguez?”, Florencio contestó: “Algo”.

La ElegidaMientras salía de mi encierro hogareño, sentí que la

desesperación emanaba frenéticamente de mi cuerpo, mis manos sudorosas se movían de manera incontrolable y yo caminaba sin mirar a la gente, sin percibir sus gestos, realmente no me importaba nada, absolutamente nada, salvo ella. La conocía desde hacía unos escasos dos meses; desde entonces, desde la primera mirada, fuimos inseparables.

Era mi todo, sus palabras eran sagradas, sus pensamientos eran demasiados; meditaba cada rincón de su alma con constancia, cada rincón de mi alma y cada rincón del mundo que nos rodeaba. Desde que la vi supe que sería sin duda la elegida. Y me amaba, me amaba más que nada en el mundo; y yo la amaba como nunca antes había aprendido a amar.

Por fin llegué al café donde antaño nuestros ojos se habían encontrado por primera vez y, al verla sentada esperándome, sumisa y nerviosa, no pude evitar ponerme en la misma situación.

Así pasaron los meses y llegó el día en el cual la dejé. Nunca supe bien el motivo de mi decisión y creo que ella tampoco lo supo, pero su orgullo no le permitió derrotarse (al menos en mi presencia). Poco después cayó en el vicio del alcohol, y se perdió por un buen tiempo.

Mis amores no funcionaron, nunca funcionaron bien; pensé que era mala suerte, tarde descubrí que había dejado pasar a la elegida. Ella había estado predestinada para mí desde un

Rocío M. Míguez Palacio

principio, pero no lo vi. Lo sabía: en sus ojos se notaba, pero aun así ya era tarde; no sabía nada de su vida y era más que obvio que ella no deseaba saber nada acerca de la mía. Entonces fue cuando mi orgullo no me dejó encontrarla, y también caí en el vicio del alcohol, sin darme cuenta, por supuesto.

Aunque no hubiera motivos para asistir a aquel bar, yo siempre iba; solía ir a las mismas horas y casi todos los días; antes pedía un café. Esto se modificó y reemplacé la cafeína por un burdo vaso de cerveza.

Una tarde, cuando salía del bar, la encontré en la calle y un silencio malicioso se apoderó de mi cuerpo, mi lengua se trabó, el aire no llegó a mis pulmones y mi alma se congeló. Lamentablemente estas reacciones no se debieron a la felicidad por volver con ella o por ver una oportunidad en el camino; mucho menos: todo esto se debía a alguien, más precisamente al hombre que la besaba. Unas lágrimas de rabia me impidieron ver lo que sucedía; al parecer aquel individuo se despedía y ella retomó el paso. Mi mejor idea fue seguirla; así lo hice y acá estoy, enfrente de su casa.

Pensé que una bala no sería suficiente para matarla, así que fui y compré siete más, para asegurarme de que muriera pronto; y como me cansé de esperar a que saliera, la fui a buscar. Tenía que matarla, tenía que matarla, tenía que deshacerme de su persona para toda la eternidad; tenía que hacerlo, así que me acerqué muy sigilosamente por la espalda y …

Tuve que matarlo; es una lástima. Él quiso matarme primero, aunque en realidad yo también había pensado lo mismo. Se me acercó por la espalda, pero yo giré inesperadamente y se quedó inmóvil; en cuanto vi el arma me abalancé sobre el cajón donde guardaba la mía y, sin perder tiempo, le disparé. Pero no me pareció suficiente una bala, así que le disparé siete veces más, sólo para asegurarme de que muriera pronto. (SILVINA RAMOS -2º.2ª.-2006)