Cuando Alex entró en el bosque, jamás pensó que ... … · irreverente y oriunda de esa...

Cuando Alex entró en el bosque, jamás pensó que necesitaría usar supistola.Ahorayanolalleva,yojalálohiciera.

Primero fue el zumbido. Después, los dispositivos electrónicos dejaron defuncionar.Yentoncesloshombresseconvirtieronenmonstruos…

PARASEGUIDORESDELOSJUEGOSDELHAMBREYTHEWALKINGDEAD

«Cenizasmemantuvoenvilodelprincipioal final.Esoscuro, inquietanteymantieneelsuspense.Mehaencantado».

JamesDashner,autordeElcorredordellaberinto

PODRÍAPASARMAÑANA.

¿SOBREVIVIRÍAS?

www.lectulandia.com-Página2

IlsaJ.Bick

SombrasCenizasII

ePubr1.0orhi25.02.16


Títulooriginal:ShadowsIlsaJ.Bick,2012Traducción:CarmenTorresyLauraNaranjo

Editordigital:orhiePubbaser1.2


Agradecimientos

SiheaprendidoalgodespuésdetrabajarconelequipodeCenizasesqueestagentenuncaserindeyellibroqueahoramismotienesenlasmanosesmejorjustoporeso.Así que, una vez más y de todo corazón, quiero hacer llegar mi más sinceroagradecimiento:

Amieditor,GregFerguson,quesiempreinsisteenquellegueunpocomáslejos,en que profundice un poco más y descubra exactamente qué es lo que quierotransmitir: tu apoyo y confianza lo son todo para mí. ¿Y el año que viene? LosEagles,Nota…,amenosqueseanlosPackers.Oh,estábien;estavez,sóloporsertú,dejaréguardadoelsombreroconformadequeso.

ARyanSullivan,elcorrectormásentusiastayminuciosodelmundo:enserio,tío,meencantalapasiónquelepones.

A Mary Albi, Katie Halata, Robert Guzman y Alison Weiss: por allanar elcamino, agitar pompones, contestar correos cargados de pánico a cualquier hora,tuitearhastaquelosdedososechabanhumoy,lomásimportante,porhacerquemiobrasealomejorposible.

ADebShapiro:graciasporocupartedequemeacordaradecomer,hermanita.AElizabethLaw,porsaberllegarhastamí,reprendermeyhacermeentenderlas

cosas.AmiinfatigableagenteyabogadaJenniferLaughran:cadavezquenosponemos

acharlar,descubromáscosasquemegustandeti.ADeanWesleySmith,unavezmásysiempre,porestarahí.Y,comoenel libroanterior,aDavid.¿Todoestosinti?¿Estásdeguasa?Nien

broma.PeronodiríaquenoaTasmania.


Dedicadoalosqueluchan


LATRILOGÍADECENIZAS:CÓMOEMPEZABAELPRIMERLIBRO

¿Necesitasqueterefresquenlamemoria?¿Tegustaríatenerunresumendequiénesquiénydeloqueestáocurriendo?Verás,novasasacarmuchoenclarodeSombras.Paramantener la tensiónnarrativaargumento, ritmoy todoeso—,meneguéaunarecapitulación detallada. Sombras retoma la historia dondeCenizas la dejó; es unlibromás grande y extenso donde pasanmuchas cosas: te encontrarás con nuevospersonajesynuevosmisteriosquehandeseresclarecidos.

Sin embargo, me di cuenta de que había pasado bastante tiempo, así que, sinecesitas un recordatorio, sigue leyendo. (Si no has leído Cenizas, debería dartevergüenza.Dejaahoramismoloqueestéshaciendoyléelo.Enserio).Encualquiercaso,ATENCIÓN: vas a encontrarte con detalles importantes que te destriparán lahistoria.Deverdad, si no te has leídoCenizas, no sigas.No sólovas a cargarte elbuenratoqueibasapasarporqueningúnresumenpuedehacerlejusticiaaunanovelasinoquevasaperderteinformaciónvitalquenopuedoincluiraquí.Hedicho.

ElCortocircuito:Enloqueempiezasiendounagradablesábadodeoctubre,unaseriedepulsoselectromagnéticosbombardeanelcielo.Nadiesabequiénlohahechoniporqué.Enciertosentido,esonotieneimportancia.Loúnicoqueimportasonlosefectos.

En un instante, lamayoría de la población adultamundialmuere, las redes desuministro eléctrico y de comunicaciones se destruyen y los sistemas electrónicossofisticadosseparalizan.(DemodoqueesenuevoiPadtanchuloseconvierteenunladrillo).Alolargodelacostaesteyoeste,ladetonacióndemisilesnuclearesdebajaaltitudsobreinstalacionesdealmacenamientoderesiduosnucleares,asícomosobreotrasinstalacionesqueestánllegandoaunasituacióncríticaporquelosgeneradoresdeapoyonoresponden,produceefectossecundariosenlaatmósfera,loquevuelvelalunadecolorverdeylosamaneceressanguinolentos.Cualquieraquepudieraarreglarlas cosas también es historia. La civilización se derrumba, se sume en un agujeronegro,infernalypreindustrial.

Losquesiguenvivos—losmuyjóvenesylosmuyviejos—debenencontrarunaformadecombatira losnuevosenemigos,nosóloa lossupervivientesorganizadosen grupos de saqueadores y sociedades rígidamente organizadas (como Rule, unpueblomuypequeñoymuyestrechodemiras),sinoalosCambiados:adolescentesalos que no querrías encontrarte en un callejón oscuro. Los perros son como loscanariosenunaminaen loquea losCambiadosse refiere: tienenunasensibilidadespecial y son capaces de alertar a la gente de la presencia de estos. También sesugierequelosperrospuedendetectaralosquevanacambiaroalosqueyaestánenproceso.

Pero unos pocos han cambiado de un modo diferente y han desarrollado


supersentidos,quealgunosnodudanenusarensupropiobeneficio.Losindividuosmás viejos con un avanzado estado de alzhéimer u otras enfermedades senilesdespiertande repentede su letargo, volviendoa susniveles anterioresde actividadneuronal y convirtiéndose en Despertados. También están los Salvados, que sonadolescentesyveinteañerosquedeberíanhabermuerto,peronolohanhecho.Nadiesabe por qué los Salvados han sobrevivido y, sin ordenadores sofisticados,laboratoriosnicientíficos,nohaymediosparadescubrirlo.Losniñosseconviertenenbienesmuypreciados, pero a lospocosSalvados también losmiran con recelo.Nadiesabeacienciaciertasielcambiohaterminado.


LOSPROTAGONISTAS

AlexAdair:SefueavivirconsutíaaIllinoisdespuésdequesumadre,médicodeurgencias,ysupadre,policía,murieranenunaccidentedehelicópterotresañosatrás.Yloqueespeor:Alexllevaunmonstruoenlacabeza,untumorcerebralinoperablequelehaarrebatadoelsentidodelolfatoymuchosdesusrecuerdos,enespeciallosdesuspadres.Despuésdedosañosdequimio,radioyregímenesespecialesquenosirvieronparanada,Alexhadecididotomarlasriendas.Cuandoempiezalanovela,Alexhahuidoenloquepuedeconsiderarseunaperfectacaminatamochileradenoretornopor elParajeNaturaldeWaucamaw,en lapenínsula superiordeMichigan.PretendecumplirlaúltimavoluntaddesuspadresyesparcirsuscenizasdesdeMirrorPointenellagoSuperior.Resultaquetambiéntienelapistoladeserviciodesupadre,una Glock, por si decide no volver. Después del Cortocircuito, Alex recupera elsentido del olfato a lo bestia, un supersentido que también le permite intuiremocionesy, enunaocasión, captaundestellode loquepasapor la cabezadeunlobo, locualesbastanterarito,hastaelpuntodeque,comolosperros,escapazdedetectar el insoportable hedor a animal atropellado de los Cambiados. Oh, y derepentelosperrossonsusmejoresamigos.

EllieCranford:Huraña,pococolaboradorayquejica.Alextienequecontenerseparanoabofetearla.¿Quésepuededecir?Lacríatieneochoaños.SupadremurióencombateenlaguerradeIraqysumadrelaabandonóunosañosantes,demodoqueahoraestábajolacustodiadesuabuelo,Jack,quepuedequetuvieralapacienciadeunsanto,peroque laestabamalcriando.Odia irdeacampaday,encualquiercaso,tienerazonesdesobraparaestarunpoquitocabreada.AlprincipiolarescataAlexyluegoTom,peromás tardeunosadultosdespreciablesque lavencomounvaledecomidalasecuestran.

Mina: La perra de Ellie, unamalinois belga y antigua PTM (perro de trabajomilitar)desupadre.Minaespaciente,pero,si teataca, tedaunbuenbocado.Losadultosdespreciablestambiénselallevan.

TomEden:JovensoldadoyespecialistaenexplosivosdepermisodeAfganistán;un tipo competente que complementa aAlex enmuchos sentidos.Después de queAlex y Ellie consigan esquivar una jauría de perros salvajes, Tom las salvadisparandoasucolega,Jim,quehasufridounbrutalcambiodeestilodevida.Tom,unchicoserioy tranquiloporquienAlexsienteunaatracción instantánea, tambiéntienesuspropiossecretos.ElprimeroesporquéestáenelWaucamaw.Trasdejarla(relativa) seguridad del Waucamaw—hablamos de perros salvajes, trampas ychavales que de pronto han decidido que la gente puede convertirse en excelentesHappy Meals, Tom resulta herido por un disparo cuando trata de evitar que losadultosdespreciablessellevenaEllie.

ChrisPrentiss:Elnietodel reverendoYeagery el segundoalmandodeRule,aunquesecriófueradelacomunidad.Esoscuro,reservadoyunpocohuraño,pero


tieneunahabilidadsorprendenteparaencontrarSalvados,sobretodoalnorte,enlasinmediaciones de Oren y de su comunidad amish. Cuando Alex llega a Rule, seenamora de ella hasta las trancas y, aunque al principio Alex estaba decidida aescapar,alfinallecorresponde.

Peter Ernst: El comandante general de Rule, aunque recibe las órdenes delConsejodelosCinco,losrepresentantesdelasfamiliasfundadorasdeRuleyquienesdirigen el pueblo. A sus veinticuatro años, Peter es el Salvado de más edad ysobreprotege a Chris. Peter tiene un rollito con Sarah, una de las compañeras quevivenconAlex.

Sarah, Tori y Lena: Compañeras de casa deAlex; todas refugiadas a las queRulehaofrecidoasilo.Delastres,Sarahesunpocomandona.LabuenadeToriestácoladaporGreg(otroSalvadoqueformapartedelacuadrilladeChris)yporChris,yademás hace unos postres de manzana para chuparse los dedos. Lena, taciturna,irreverente y oriunda de esa comunidad amish cercana a Oren, es una chica concarácter. Trasmanipular a Peter, una vez intentó escapar, pero la capturaron en laZona,unatierradenadiequelosquehansidoExpulsados(esdecir,desterradosdeRuleporvariasofensas)debenatravesarparasalirdelaesferadeinfluenciadeRule.

ReverendoYeager: Descendiente de una de las cinco familias fundadoras deRule.Trashaberamasadounafortunagraciasasurentablecompañíaminera,YeagerlideraelConsejodelosCinco.(LosotrosmiembrosdelConsejosonErnst,Stiemke,PriggeyBorn).AntesdelCortocircuito,Yeageribaperdiendopocoapocolacorduraen el ala de enfermos de alzhéimer del asilo de Rule. Sin embargo, tras elCortocircuito,despertódealgúnmodo.ComoAlex,poseeunsupersentidoespecialyescapazdeadivinarlaverdadylasemocionesatravésdeltacto.

Jess:MujerduraconunafacilidadpasmosaparacitarversículosdelaBiblia.Enlo que respecta a quién debe tomar las decisiones en Rule, Jess parece tener suspropiasprioridades.DeseafervientementequeChrisleplantecaraasuabuelo,peroesteseniegaporvarias—ybuenas—razones.Además,animaaChrisyaAlexaqueacortendistanciassinelmenordisimulo.

MattKincaid (el doctor): Desaliñado, pragmático,muy inteligente y el únicomédicodeRule.ÉltambiénesunDespertado,aunquenotieneningúnsupersentido.Es el único al tanto del tumor cerebral de Alex y de su supersentido del olfato.Kincaidcreequeelmonstruopuedeestarmuerto,dormidooreconvirtiéndoseenalgocompletamentedistinto.


LATRILOGÍADECENIZAS:CÓMOACABÓELPRIMERLIBRO

Después de que a Tom le disparen, Alex y él llegan a una estación de servicioabandonadadondeAlexseenfrentaa tresadolescentesconelcerebrofritoyestáapuntode servirlesdeaperitivo.Tom,muydébilpor laheridadebala,que se lehainfectado,vuelvearesultargravementeheridocuandounodeloschicoslearrancadeunmordiscounpedazodecuello.AunqueAlexhacetodoloquepuedeporél,ambossabenquemorirásiellanovaaRuleenbuscadeayuda.Sola.Antesdemarcharse,losdoscompartenunmomentomuytiernoyTom,queestáapuntoderevelarleporquéfuealnorte,leprometecontárselotodocuandovuelvanareunirse.

Antes de llegar a Rule, Alex adopta un cachorrito desamparado y tiene unencuentroconunamanadadelobos.Paracolmo,unapandadeadultosaterrorizadosquevealoschicosdesuedadcomounapotencialamenazaestáapuntodelincharla,pero Chris y su perro, Jet, la rescatan. Alex convence a Chris y a Peter para queabandonenlarelativaseguridadqueRulelesproporcionayvuelvanenbuscadeTom,pero,cuandollegan,Tomhadesaparecido.

Principiosdenoviembre.DecaminoasuencuentroconelConsejodelosCinco,Alexpercibeunolorqueleresultafamiliar:eldeunodeloshombres(Harlan)quesecuestraronaEllie(yquerobólariñoneraquecontienelascenizasdelospadresdeAlex,unacartadesumadreyunaBiblia).Harlanconfiesaydicequevioporúltimavez a Ellie y aMina semanas antes al sur de Rule. Después es expulsado. Alexconsigue que le devuelvan las cenizas de sus padres, pero tanto laBiblia como lacartadesumadrehandesaparecido.ChrisyPeteraleganprudentementequecarecende recursos para organizar una batida y que para entonces Ellie puede estar encualquierparte(omuerta),ysenieganairenbuscadelapequeña.

Sinotrositiodonderefugiarse,conelinviernoapuntodecaer,ElliedesaparecidaysinlamenorideadesiTomsiguevivo,Alexnotienemásremedioquequedarse.Estoalfinalresultaserirrelevante,puesRulenotieneintencióndedejarmarcharalosSalvados;dehecho,seintentaconvenceraloshabitantesdelpueblo—ungrupofundamentalista que podría ser una ramificación de la comunidad amish cercana aOren—dequeelrescatedeSalvadosesalgoasícomounaespeciedebúsquedadelSanto Grial. Además, se trata de una sociedad muy tradicional con un reparto detareasporsexoyqueconstriñelosmovimientosdeAlexporelpueblo.

Sinembargo,notodoesmalo,puesentraatrabajarcomoaprendizdelmédicoyadquiere experiencia en este ámbito. Asimismo, pensando en el día en que puedaescapar de allí, se hace con varios útiles, aunque los meses pasan y la vida seconvierteenuna rutinaque lahace resignarseenciertomodo.Con loqueAlexnocontabaeraconcogerletantocariñoaChris.Rechazamuchasdelaspropuestasdelchico,peroestecadavezlegustamás.


Las vacaciones pasan y llega enero. Aunque las anteriores expediciones deaprovisionamientohan sidounéxito,Rule empiezaaquedarse sinvíveres.ChrisyPeter,obligadosasalirenbuscadecomida,semarchanaWisconsin.Lamañanadesupartida,AlexsorprendeaChrisyaLenaenmitaddeunaacaloradadiscusiónysequedadepiedra.Ypara colmo, ¡Lena le echa losbrazospor el cuello!Alex sevesacudidaporunainesperadaoleadadedolorycelos,yChris,frustradoporquelehaprometidoaLenaquelaayudaría,nopuedeexplicarleelmotivodeladiscusión.Perosíquepuedeestamparleunbesoy…madremía,¡québeso!AlexreconocequeteníamiedodedejarqueChris legustaraporqueaquello significabaquedarse enRule alargoplazoyrenunciaraTomyaEllie.Finalmente,ChrissemarchadeexpediciónyAlexparececonformarseconesperaraqueregrese.

Noobstante,alcabodevariassemanas,unoscuantoshombresdelgrupodeChris—incluidoGreg,porquienTorivuelveaperderlacabeza—regresanaRuletrayendoconsigoaunniñogravementeheridoquedicenqueChrisencontrócercadeOren,locualesextraño,puesesosignificaríaqueChrisseseparódelgrupoprincipalparairalnorteenlugardequedarseconPeterysushombres,queibanaloeste.Cuandoestácuidandoalniño,Alexseencuentraconquellevaalgosuyo:unsilbatoquesupadreleregalómuchotiempoatrásyqueellaledioaEllieasuvez.Pordesgracia,elcríomueresinrecobrarlaconsciencia.

Contodoloquehavistoyoídoenlosúltimosmeses,Alexatacabosyseimaginaque, cuandoChris y los demás van a por suministros, buscan a Salvados y se losllevan—muyprobablemente—porlafuerza.Enotraspalabras:estánrobandoniños.

Horrorizadaporestoe impelidaporeldescubrimientodelsilbato,Alex tomalaimpulsivadecisiónderobarelcaballodeKincaidyescapardeRuleatravesandolaZona,queestácercadelacasadeJess.Sinembargo,lapropiaJessladetieneyAlexsepercata en esosmomentosdeque esunaDespertadaydeque también tieneunsupersentido (deloído).Alparecer, JesshaestadoesperandoaqueAlex tomara ladecisión de marcharse y la ayuda a escapar. Con todo, sus razones son un pocosospechosas.Enrealidad,noleimportamuchoAlex;loquequiereesqueChrissedécuenta de lo que Rule está haciendo—aunque Jess no especifica de qué se trataexactamente— y se enfrente a su abuelo. Chris tiene que desearlo con todas susfuerzasyAlexresultaserelceboperfecto.

MientrasJessysusaliadosescoltanaAlexhastalaZona,Chrissaledelbosquealgalope.Havueltoantesdeloprevistoyjustoatiempo.DesesperadoporimpedirqueAlexseadentreenlaZonaygritándolequenosabeloquehace,Chrisesdetenidoala fuerza por los hombres de Jess y esta le da un golpe que lo deja inconsciente.AunqueAlextratadeayudaraChris,Jesslaobligaamarcharseapuntándolaconlaescopeta.

Una vez fuera de Rule y tras haberse adentrado varios kilómetros en la Zona,Alexseencuentraconunespectáculoabrumador:unaespeciedecaminoprocesionalmarcadoporcadáveresde lobodespellejadoscolgadosde losárboles,montañasde


ropa, joyas, huesos y una pirámide de cabezas humanas en diversos estados dedescomposición. Alex reconoce una cabeza congelada: Harlan, el hombre que sellevóaEllieyfueexpulsadodeRulevariosmesesantes.

Para colmo, se ve sorprendida por cinco Cambiados vestidos con ropas deinvierno (aunque dos de ellos llevan pieles de lobo y capucha), armados hasta losdientesyconpintadeestarmuybienalimentados.

Yesentoncescuandodescubrelaverdad.RulenoestácombatiendoalosCambiados.Losestáalimentando.


Lagenteyanoesloqueera.

SHIRLEYJACKSON


JOMARE, JOdido y MAchacado sin REmedio: así era como Jed lo llamaba. Unmarinemorirásiendomarine.Nosabíacómoreferirseaaquelloschicos.Algunoslosdenominaban zombis, pero el término no era del todo exacto. Los zombis eranmuertos vivientes; estos chicos les daban mil vueltas. Chucky no estaba mal;seguramente lo había puesto en circulación un veterano que no podía quitarseVietnam de la cabeza, aunque le venía al pelo. Aquellos chavales aparecían de lanadayteatacabanigualqueenelVietCong.

LosChuckies tambiéneranpesadillas:monstruoscon lacarade tuhijaode tuhijo. Igualqueenesaspelículasantiguasen lasque saleunamonadaperversaconalmademoniaca.

Aquel día de principios de octubre en que elmundo se quedó JOMARE, él seencontrabaconGraceenelcentroparapersonasdiscapacitadassituadoalasafuerasdeWatersmeet,Michigan.Lerebañabapapilladellabioinferiory,cuandodespertó,asabercuánto tiempodespués,yacíadespatarradoenuncharcodepegajosasgachas,sangrandoporlosoídosyconunterribledolordecabeza.YallíestabaGrace,sinsuhabitualmiradaperdida,diciéndole:«Jed,cariño,creoquemeheorinadoencima».

Se lo había hecho en los pañales, para ser más exactos, pero ¿a quién leimportaba?SuqueridaGracehabíavuelto.Eraunmilagro…

Perotodosedesmoronóencuantosalierontambaleándosealpasilloyvieronloscadáveres:enfermeras,auxiliaresymédicosdesparramadoscomopalitosdeMikado.

Yasunieta,Alice,quedegustabaplácidamentelosojosdesumadre.

Esohabíaocurridohacíacasicuatromeses.AhoraestabanenlasegundasemanadeeneroyenWisconsin,noMichigan.Aquellamañanaenparticular, la temprana luzdelsolsederramabaacuosaydébilporuncielocelesteyperlado.Elaireeracalmoycristalino;traíaconsigoesefríoquebradizoyparalizantequecalahastaloshuesosyquehacíaqueJedecharademenosunabuenachimeneaencendidamientrasrecorríala vereda del precipicio calzado con raquetas y bajaba a la densa maraña dematorrales que bordeaba el lago. Hizo un alto en el pronunciado recodo hacia laizquierdaqueseadentrabamásenelbosqueyqueconducíaalaorillaygirócientoochentagrados.Inclusosinaqueldelatorpenachodehumogris,identificósucabaña,amediokilómetrolargo,encaramadaenunriscodeareniscaarbolado.Aesahoradeldía,elgranventanalnoeramásqueunrectángulonegroysusdoscaballosparecíanunperdigónenlalejanía.

Vietnamlehabíadejadohuellapordentroyporfuera,comohabíaocurridocontodoslosveteranosqueconocía.Habíarecibidoundisparoenelojoizquierdo,algoyadeporsíbastantemalo,peroesqueademáslabalahabíaseguidounatrayectoriadiagonal,lehabíaperforadoelcerebroylehabíasalidoporlanuca.Enunafracción


desegundo,suojoizquierdoquedóhechopapillaysulóbulooccipitalderechopasódeserfuncionalaconvertirseenunasgachasdeavena.Técnicamentesuojoderechoseguíafuncionando,peroeldañocerebralocasionadolodejóincapacitadoparaleeryreconocer palabras. El color también había desaparecido. Sus horas de vigilia setransformaron en un mundo de sombras cenicientas, aunque los sueños y losflashbacks seguían siendo en tecnicolor. Y lo peor era que su cerebro habíarecuperado inquietantes fogonazos que los loqueros de la Armada tildaban dealucinaciones,comosituvieraelsíndromedelmiembrofantasma.

ComoGrace,aunqueúltimamente…paraéleradiferente.Ahoraestabaallíplantado,conlavistaalzadahacialalejanacabaña.Oh,seguía

estandociegodelojo izquierdo,hacíaya tiempoque lefaltabaelglobooculary lacuenca estaba rellena con un implante de plástico recubierto de chicha. Nuncaconsintióquelepusieranunojoartificial, talvezporqueleimportabaunbledoquelosdemássesintieranincómodos.TeníaVietnambienincrustadoenelcerebro,comountrozodecarnefibrosaquesetemeteentrelosdientesyquenotepuedessacarpormásquelointentes.Demodoque¿porquélosdemásibanaolvidarsiéleraincapazdehacerlo?

Sin embargo, su ojo bueno, el derecho, seguía funcionando bien, mejor quenunca,yesefueelqueapuntóalaoscurarendijaqueconformabalaventana.Esperóy, un instante después, los pliegues sueltos de las cortinas de gasa aparecieronflotando. Entonces aguzó la vista y se fijó en el sillón de piel y en el crepitarintermitentedelfuego.Másallá,enlasprofundidadesdelacasa,divisóaGrace,quellevaba…Seconcentró,alineandosumiramental.Sí,Gracellevabapuestoeljerseyrosadeangorayechabacucharadasdecaféenunviejocacillo, talvezcalculando,suponía,lacantidaddepososporcucharada.

Losuyoconlosnúmeroseraalgodelomáspeculiar,asícomoqueélloescrutaratodoconsuvistadelince.Gracesiemprehabíasidolista,laprimeradesuclaseenlaescueladeenfermeríayunhachaenmatemáticas.Sihubieranacidoquinceañosmástarde,sindudahabríallegadoasermédicooacodearseconloscientíficosespaciales,pero, después de lo que le pasó aMichael, nunca volvió a ser lamisma. Así quecuando el alzhéimer la golpeó…, en fin, fue casi una bendición. Pero entoncesocurrióelJOMARE,queabrióunacámarasecretadondesumujerhabíaalmacenadocadaecuaciónycálculodesdeelorigendelostiempos.

Habíasalvadoalchicograciasasusmásdecuarentaañosdeexperienciacomoenfermerayaunasdestrezasquevolvieron justocuandose lasnecesitaba.Curaraaquelchicolarecompuso,almenostantocomopuederecomponerseuncorazónroto.FingíaqueelchavaleraMichaelyélleseguíaeljuego.Jedloqueríaarabiarporeso,tantoquelecortabalarespiración.

EllagoOddseextendíaalsuroestedelareservaindiadeBadRiveryseadentrabaen


el Parque Nacional de Nicolet. Su tinglado para la pesca —una autocaravanadesvencijadaenganchadaaunremolque—sehallabaasentadocasiaunkilómetrodela orilla. Si te acercabas un poco más al lago y torcías a la izquierda, el hielocambiaba: primero te lo encontrabas medio derretido y luego se ocultaba porcompletobajounosquinceoveintemetrosdeaguasañilesantesdevolverarepuntar.LarazóneraqueellagocubríaunaestribaciónperdidadelaDouglasFault,unafallaque resquebrajaba la tierra desde Minnesota hasta Ashland. El agua que salía aborbotonesporlafisuraestabaunosgradosmáscaliente,porloqueeninviernoaqueltramoenparticularnuncasecongelabadeltodo.YesohacíaqueellagoOddfuera,comosupropionombreindicaba,raro.Comoteadentrarasdemasiadoenaquellafinacapadehielo,yapodíasdespedirtedetubonitotrasero.

Elcobertizodelosboteseraunasólidaconstruccióndecedroenvejecido,conunapuertaquedabaalnorteyunacorrederadepinoaloeste,encaramadoenunalenguade arena que ahora estaba cubierta por unmanto de nieve.Veinticinco años atrás,cuando Michael tenía dieciséis y quería su propio espacio, remodelaron juntos elinteriorycolocaronventanasyaislantesantesde fijar lospanelesdeyesoycolgarestanterías.Nada de tuberías ni cableado, nada de perifollos.Lo único que su hijoqueríaeraunacamayunpocodetranquilidad.Cuando,tresañosdespués,MichaelsealistóenelEjército,siguióconservandosucama;encuantoalatranquilidad,noteníacabida en la vida de unmarine.Diecisiete años después, tres hombresmuy seriosvestidosdeuniformellamaronasupuertay,dossemanasmástarde,Michaelvolvíade la provincia de Ambar en un ataúd envuelto en una bandera. Ahora Michaeldisponíadetodalatranquilidaddelmundo.

ElojoextremadamentecerterodeJedcaptóelinstanteenquelapuertanorteseabrió.PorelamordeDios,seguroquehabíanoídochirriaraquellasbisagrashastaenla península superior de Michigan. El primero en salir haciendo cabriolas fue ungoldenretriever,seguidodelchico,cuyacomplexiónlarguiruchaformabaunasiluetanegrarecortadacontralablancuradelanieve.SiJeddejabavolarsuimaginaciónunpoco, casi podía convencerse, como Grace, de que era Michael. Pero el perro lodivisóyladró,elchicolosaludóconlamanoyelmomentoagridulcesedesvaneció.

—Quéprontohasvuelto.¿QuétalenBaxter’s?—preguntóelchicocuandoJedseleacercóarrastrandolospies.

Baxter’seraunatiendadepescajustoaloestedelafronteraconlapenínsula:unviajedeidayvueltadecuatrodíasyterritorioneutraldondelagenteintercambiabaobjetosycotilleos.

—Como siempre. Esas bisagras necesitan más 3-en-Uno. Te dije que teencargarasdeello.

—Losiento.Peroheterminadodearreglarlamotonieve.Ahoratirasdelacuerdayarrancasinproblemasalaprimera.Nolohecomprobadoporelruido,peroyahacecontacto.

—Ah. Vale. Buen trabajo. —Jed se detuvo. Se descolgó el rifle (un Tac-Ops


Bravo 51) y lo apoyó contra el cobertizo; luego se inclinó para desabrocharse lasraquetas. Aquel Bravo era bastante bueno, pero no podía compararse conCate, elM40quehabíautilizadocuandoera francotirador enVietnam.Aquellapreciosidadhabía hecho verdadero honor a su nombre: Cate = Cargarse A Todo Enemigo. Elperrolelamíalacaramientraséltrajinabaconlashebillasdelasraquetas—.Estatequieto,Raleigh,noseaspesado.

—Jed,¿porquéestásenfadado?—Teloexplicodentro.—Jedapretólosdientesaloírelchirridodelasbisagrasy

siguióalchico.Elcobertizoeraamplio,lobastantecomoparaquecupiesesuHarley,el Spitfire vintage, un par de kayaks y la motonieve. A pesar del aislante, seguíasiendomuyfrío—.Malditasea,hijo,tedijequenotepreocupasesporelpropano.Nodebescogerfrío.¿Quéquieres,quesetequedelapiernatiesa?

—Estoybien así—protestó el chico, pero Jedya estaba trasteando el radiador.Estabamásenfadadodelacuentaysabíaporqué.

—Jed.—Lepusounamanoenelhombro—.Cuéntamelo.Yesohizo.Lopusoalcorrientemientrasechaba3-en-Unoaquíyallá,primeroen

lasbisagrasdelapuertanorteyluegoenlosrielesyrodillosdelacorredera.Cuandohuboterminado,elboteestabamediovacíoyelchicoensilencio.

—Veoquenoestássorprendido—dijoJed.—No.—Hurgó en una caja de herramientas y sacó una llave de carraca con

cabezalflexible—.¿Tehandichoquédivisión?—Nadie lo tiene claro. Puede que sea el Ejército o tal vez un puñado de

divisiones diferentes. Por aquí no ha habido militares de verdad desde que losmarineshicieronelpetateysalieronaescapedeaquelpuestoderadiocercadellagoClam.Tengodineroinvertidoenalgunasdeesasmiliciasprivadas.EstabanmuybienorganizadasantesdelJOMARE.—Jedtiróel3-en-Unoenunaestantería,apoyóunamejillaenelasientodesuRoadKingyobservócómoelchicoapretabalatuercadelahélicedelSpitfireycomprobabasuresistenciayestabilidad.Lahéliceprocedíadeun avión de doble propulsión abandonado, pero elmotor era una antigualla y sóloteníapotenciaparaconvertirsusencilloyprecarioSpitfiredetresmetrosenuntrineoeólicomediodecente.Este,diseñadoparaflotarsobreelhielodelmismomodoqueunhidrodeslizadorpatinasobreaguaspocoprofundas,debíafuncionar,almenosenteoría.Casicuatromesesdespuésdequeelmundoseapagara,Jedseguíademasiadoasustadoparaarrancaralgoquehicieratantoruido.

—AntesdeiralodeBaxter’s,AbelmedioaentenderquesiveíaaalgúnchavalquenofueraunChucky,debíaatraparlo,porqueconoceaunpardecazadoresqueseloquedarían.—Hizounapausa—.DijoqueinclusoaceptaríanaunChucky,siempreycuandoestuvieravivo.

—¿Paraqué?—Nolosé.—Peropodíaadivinarlo.HabíavistodemasiadascosasenVietnamy

supadrehabíasidohuéspeddelosjaposdespuésdequesuavióncayeraalPacífico.


Losmédicosnazisnofueronlosúnicosalosquelesgustabaexperimentar.AvecesJed se preguntaba qué japo comebichos de Chichi-jima habría sido el primero enecharleselojoatodosaquellossabrosospilotosamericanosypensarencarnefresca.

—¿Porquénodijistenada?—PorquealomejorAbelhablabaporhablar.—Mentía.Abel,suúnicovecinoenoncekilómetrosa laredonda, teníaochentaymuchos

añosynuncasearriesgabaa ir tan lejossipodíaevitarlo.Aunasí,cuandoelviejollegóalacabañaarrastrandolospies,Jedpensóqueloúnicoquebuscabaconaquellavisita eragorronearle algoantesde irse.Llegaba inclusoa compadecerlo.Abel eraquinceañosmayorqueél,estabasoloyseveíaobligadoadependerdeloquepudieraencontrar,agenciarseocazar,peroenuninviernoquesepresentababastantecrudo,eso no bastaría. Lo correcto era compartir la comida con su vecino anciano. Sinembargo,Jedsediocuentadequeaquellosojosdeperroviejovagabanporlacasafijándose aquí y allá. ¿Estaría registrando cambios sutiles? ¿Una prenda de ropadonde no debía? ¿Una puerta abierta que normalmente estaba cerrada? Tal vez.Dados los tiemposquecorrían,JedyGracehabíanprocuradopor todos losmediosocultarlapresenciadelchico,peroJedpensabaqueAbelseolíaalgo.Diantres,aJedno lecabía lamenordudadequeaquelviejochiflado losdelataríaporuna simplecorazonadasiesogarantizabaunbuenplatodecomida.Apesardetodo,JedsehabíaguardadosussospechassobreAbelysabíaporqué:elchavalsemarcharíayGraceyélvolveríanaquedarsesolos.Sencillamenteporeso.

—Tanto si sonmilitares comomilicianos o unamezcla, tendrán voluntarios desobra si van a repartir comida y suministros. —El chico volvió a poner la llaveinglesaensusitioyselimpiólagrasademotordelasmanosconunpañuelodelosdíasdelaOperaciónRollingThunderdeJed—.Creoqueambossabemosloqueesosignifica,Jed.

Aquellaspalabrasloaguijonearon.—Envezdeeso,podríamossalirpitandohacialaisla.Allínohabránadie.Desde

la islahayotroscincuentaycincokilómetroshasta lacostacanadiense,cientodiezantesde toparteconalgoparecidoaunpueblo.Seremos invisibles.Losúnicosquesolíaniralaislaerankayakistas,ynomuyamenudoporculpadelosacantilados.No hay sitio donde atracar sin que tu bote termine hecho astillas. Pero nosotrospodemos conseguirlo. Ahora que has arreglado el trineo, sólo tenemos que hacerescalaenellagoSuperior.

—Jed,estamosenplenoinvierno.AunquelográsemosllegarallagoSuperiorconlamotonieveyelSpitfiresinquenosatraparanninosvieran,encuantoarrancásemoselmotordecualquieradeellosseríacomoponeruncartelluminoso.Además,nohayformadetransportargasolinasuficientepararepostar.Sinosquedásemostiradosenmedio del lago, tendríamos que hacer un buen trecho a pie y llevar a cuestas lossuministrosquepudiéramossalvar,quenoseríanmuchos.Unavezqueestemosenmediodelhielo,notendremosrefugioalguno.SiperdemoselSpitfireynostopamos


conunacapadehielofinoodeagua,estaremosmásquemuertos.—Entonces,¿paraquédemonioshemosconstruidoelmalditotrineoeólico?—Yasabesparaqué.Túmismolodijiste:sinecesitamoshuir,unamotonieveno

podrá atravesar el lago Odd, no por esa franja de hielo medio derretido. Sólo untrineoeólicoescapazdehacerlo.Cíñetealplan,Jed.Nisiquierasabessitendrásquemarcharte. Si lo haces, vete con Grace en kayak a esa isla tuya cuando llegue laprimavera. O mejor aún, hazte con un barco de vela en cuanto llegues al lagoSuperior.Porallídebedehabermuchosynocreoqueasusdueñoslesimporte.Asíno tendrásquedependerdenadaconmotor.Unbarcoveleroseríamásseguroyelpesoqueteahorraríasalnollevarcombustiblelopodríasaprovecharparacomidayotrasprovisionesnecesarias.

—¿Ytúqué?—Yasabesloquetengoquehacer.—Peroesqueesuna locura.Unsuicidio.Ni siquiera sabes si sigueviva.—Se

percató de un cambio en la cara del chico: una mueca de dolor, fugaz como uncometa—.¿Qué?

—¿Conocesesatensaesperajustoantesdequeempieceuntiroteo?Puesasímesientoahora,yesasensacióncadavezcobramás fuerza.Estávivaycorrepeligro,Jed.Deboirmeprontooexplotaré.

Efectivamente,conocíaaquellasensación.Esperarunataquequesabíasqueerainminente suponía un ejerciciomental que te hacía perder poco a poco la cabeza.Algunas de las peores y más violentas contiendas en las que se había vistoinvolucrado habían empezado con esos momentos de calma que preceden a latempestad. Jed dejó escapar un largo suspiro; discutir no iba a servir de nada yentendíacómosesentíarespectoalachica.Diantres,élhabríahecholomismoporGrace.

—¿Puedes esperar?—Comovio que el chico vacilaba, añadió—:Una semana,diezdíascomomucho.Esloúnicoquetepido.

—¿Puedopreguntarporqué?Derepenteseleformóungrannudoenlagarganta.—PorelcumpleañosdeMichael.SéqueGracehareservadoharinayazúcarpara

prepararunatarta.Significaríamuchoparaella.—Hizounapausayluegoañadióentonoáspero—:Yparamítambién.

—Entonces, me quedaré, por supuesto —contestó Tom Eden—. Ningúnproblema.

Mentía.Tom se quedó observando cómo Jed volvía a subir renqueando el sendero y

desaparecía tras una densa pantalla de alerces y cicutas. Ahora que se encontrabamejor,sóloibaalacabañaalahoradelascomidas,locualeramuchomásseguro.


Nunca se sabía quién podía presentarse sin avisar, y Jed y Grace se hallaban enpeligropordarlecobijo.Lesdebíalavida.Sihubiesenelegidootrarutamásaloesteonohubieransentidocuriosidadporlostreschicosmuertosdesparramadosenaquelautoservicio, habríamuerto.Cuando lebajó la fiebrey cesaron losdelirios, habíantranscurridocuatrodíasyestabaenWisconsin.

Dios,pobreAlex.Apesardelgélidofrío,unaquemazóncandenteleestallóenelpecho y tuvo que reprimir un gemido. Debió de volverse loca cuando regresó ydescubrióquesehabíamarchado.Asísehabríasentidoél.Yellahabíaregresado;losabía.Eraunacabezota,unaluchadora.Nuncahabríaperdidolafeenella…

De improviso, yprocedentedel fino aire, le llegóundébil gimoteo cargadodemiedo.

«No». El aire fue abandonando sus pulmones hasta que se quedó sin aliento,completamenteinmóvil.Dehabersidootrapersonaenotrolugarymomento,habríadesviadolamiradahaciaelperroohabríapensadoquesetratabadealgúnanimalillo,tal vez una ardilla listada o una común, que se escabullía. Pero Tom no era unapersona cualquiera. Después de Afganistán, nunca había vuelto a ser una personacualquiera…Puedequenisiquierahubieravueltoaserélmismo.

Elgimoteo—enrealidad,unsollozoentrecortado—volvióaoírse.«Ignóralo, como te dijeron losmédicos.Vamos, respira.—Se apretó las sienes

con las palmas de lasmanosmientras inhalaba una larga y fría bocanada de aire,exhalabayvolvíaainspirar—.Respira,estonoesreal,noes…».

—Po-po-fa-vo.—Apartedecalamelo yde señol, eso era seguramente loúnicoquelaniñitasabíadecirensuidioma.Además,reconoceríaaquellavozencualquiersitio. La chiquilla soltó una rápida retahíla en pastún que él no entendió y luegovolvióadecir—:Po-fa-vo…

—No—susurró—.Noestásaquí.Vete,vete…—Cerrólosojosconfuerza,comosi,alhacerlo,bloquearatodolodemás,peroyaerademasiadotarde.Sentíaqueaquelflashback lehincaba losdientesenelcerebroyescarbabaenélconsuszarpas.Lacabezaempezóadarlevueltasyunaespesacapadepolvo leobstruyó lagarganta.«Noesreal.Nohaypolvo.EstoyenWisconsin;esinvierno.Noestoyoyendoesto».Intentó dominar sus pensamientos y poner sus músculos bajo control, pero el solafgano lo estaba cociendo vivo. Tenía calor,mucho calor, sentía arenilla entre losdientes y en la lengua, y era capaz de oír el retumbante bum-bum-bum de unbombardeo lejano. También apareció de pronto el traje antiexplosivos: unrevestimientodetreintaydoskilosdeduracorazarellenodepoliuretanoquepesaba;pesabatantocomoaquellasucesiónderecuerdos.

Unchasquidodeelectricidadestática.—¡PorDios,Tom!—UnchisporroteoyluegoJim,suamigodelalma,enquien

confiabaporencimade todo, ledecíaporel auricularque llevabaenganchadoa laorejaderecha—:¡Portodoslossantos,Tom,venga,tío,saldeahí,córtaloya…!

«No,Jim,túestásmuerto.—Tomjadeaba.Nopodíaevitarlo—.Muerto,Jim,yo


tedisparé…».—Amiricano.—Ahoranoeraunaniña,sinounniño:nomenosasustadoeigual

depequeño,cuyavoztemblorosasefiltrabaporelamplificadordesonidoambientaldelaorejaizquierdadeTom—:Amiricano,pofavo,amiricano,pofavo,pofavo…

—Déjameenpaz—soltósinpensar.Unavezlehabíacontadoaunloqueroquecuandoleveníaunflashbackeracomosiunnegrotorbellinoleengulleralamente.Estabasallí,enmediodeunangustiosovórticedeimágenesqueseibanconvirtiendoen realidad y no sólo en sombras del recuerdo—. Largo demi cabeza. No puedosalvarte.Nopuedosalvaranadie,nopuedo…

—Tom.—Lavozdeotrachica,peromuchomayor,alguienquetambiénconocía,ymuybien—.Tom,ayúdame,porfavor.

«Alex.—Todo, todo su sermurió por dentro.No se sentía el corazón.Ella noestabaallí,losabía.Perodaríalavidaporvolveraverlay,sisegirara,siabrieralosojos y echara un vistazo a aquel horrible pasado, estaría allí, de rodillas, entre losescombros,bajounsolde justicia.Creyóquenopodríasoportarlo—.No,Dios,nomehagasesto,porfavor,no…».

—Tom—volvióadecirAlexconvoztrémula.¡Estabasuplicandoysonabaigualquelaniñapequeña!—.Tom,nomehagasesto.Nomedejesaquíparaque…

—Alex,nopuedo. ¡Oh,Dios,por favor!—bramóTom.No ibaamirar.Noerareal y Alex no estaba allí; ella nunca formaba parte de aquella pesadilla—. Dios,deténesto,porfavor,por…

—¡Vamos, Tom! —Jim había vuelto. Su amigo tenía la voz crispada deimpaciencia—.Olvídalo,tío,tienesquelargarte.¡Venga,cortaelcable,cogealcríoysaldeahí!Déjala,Tom,dejaalaniña,tienesque…

—¡BASTA! —rugió. Los loqueros siempre le aconsejaban que se hablara concalma y condescendencia, pero claro, ellos no estaban atrapados en aquel bucleinfinito—.¡Basta,porfavor,basta!

Funcionó.Uninstantedespués,Tomsintióquesucerebrodesconectabaalverseliberadodeaquelrecuerdo.Siempreocurríalomismoy,situvieraquedescribirlodealgunaforma,lasensacióneracomosiunabalaatravesaraunfrágilpaneldevidrioysucuerposehicieraañicosalpasardeunmundoaotro.

Asulado,Raleigh,elperro,lediounempujoncitoenelmuslobuenoysoltóungemidocortoyagudo.

—Ho-hola, bonito —le dijo Tom. Estaba temblando y sentía que las rodillasempezabana fallarle.Seapoyóenelquiciode lapuertacon lamanoderechay seaferróaélhastaquelamaderaseleclavóenlacarne.Nolehacíamuchodaño,perose notaba. De hecho, era perfecto. El perro emitió otro brusco ladrido y luego seinclinó hacia delante como intentando apuntalar a Tom del mismo modo que unsujetalibrosevitaqueunapiladefinoslibrosdebolsilloseprecipitenalsuelo.

—Gra-gracias,bonito.Lo-losé.—Dejóescaparunsuspirolargoytembloroso—.Debose-sentarmeantesdequemeca-caiga.


Tomsetendióenunviejocatredelejércitoprofiriendoungemido.Losmuellesse quejaron y él torció el gesto de dolor cuando sus destrozados músculos seagarrotaronparaluegoirserelajandodemalagana.Sentíalacamisapegadaalapielentre los omóplatos, bajo la parka. Poco a poco fue controlando la respiración yaquella sensación nauseabunda demareo y aturdimiento pasó.El perro, satisfecho,diotresvueltasyseinstalóconunsuspiroenunamantacolorverdeoliva.

«Dios».Tomsesecóelsudordelafrenteconelbrazo.Aquelhabíasidodelosgordos,perocreyósaberporqué.Eldolordesucorazón,laausenciadeAlex,eraungritoque,díatrasdía,noparabadeaumentarenintensidadyvolumen.

«DebomarcharmeyregresaraMichiganantesdequemevuelvaloco».Yahorateníalosmediosparahacerlo.Deslizóunamanosobresumusloderecho,

dondeHarlanlehabíadisparadoeldíaqueperdieronaEllie.Teníaunanuevacicatrizen el cuello: un recuerdo de la pelea en el parking del autoservicio cuando aquelchicointentóarrancarlelagarganta.Peroeralapiernalaquesehabíallevadolapeorparte, laqueporpocoacabaconél.Laheridahabíacicatrizadoformandouncráterdel tamaño de un puño recubierto por una gruesa capa de tejido tenso y brillante.Habíaperdidoalgodefuerza,aunquesucojera ibamejorandoyhastaeracapazdeecharunacarrerita.Noobstante,lapiernapodíaresultarunproblema,sobretodoenzonasagrestes.SeguroqueJedqueríaquese llevaraunodesusdoscaballos,pero,porsupuesto,éllorechazaría.SiJedyGraceteníanquemarcharsedeaquellugarporcualquier motivo, los necesitarían. ¿Y si le robaba un caballo a alguien? Asírecorrería los ciento treintaypicokilómetroshasta la fronteradeMichiganmuchomásrápido.Perocualquieranimal—opersona,yapuestos—eraunaresponsabilidadadicional, algo que él mismo le había dicho a Ellie justo antes de abandonar elWaucamaw.Nopodíanrescataranadie.

«Para loque lesirvióaEllie…».Aquelpensamientohizoquese le formaraunnudoenlagarganta.Ensumente,siemprehabíasabidoquelasupervivenciadelostres se reducíaaunaecuaciónmuysimple:o se armabade la fuerzay lavoluntadnecesarias paramantener convida aAlexy aEllie o la gente que había llegado aimportarlemoriría.Yleshabíafallado.Otravez.Cuandohizofalta,nofuecapazdesalvar a Ellie. Pensar en la pequeña aún le dolía, aunque las pesadillas habíanterminadopordesvanecerse.LasposibilidadesdequeElliesiguieravivaeranescasasonulas.Ellieestabamuertayesoeraunacargasobresushombros.No legustaba,peropodíasoportarlo.

Alexera…diferente.Dios,cuántodeseabahaberreunidoelvalornecesarioparacontárselo todo, aquel terrible lío, lo que había hecho y a qué precio. Sólo unapersona,ella,lohabríaentendido,yesolohabríasalvado.Sepresionóelpechoconlamanoysintióelfuertelatidodesucorazón.Cadavezquepensabaenella,eldoloreraatroz,undesconsuelomásamargoquelaaflicciónymásintensoquelatristeza.Eraanhelo.Necesidad.La sensacióndequealgonohabíaacabadoyesperabaquenuncalohiciera.Sencillamentesenegabaacreerquelahubieraperdido.


Yestabaenpeligro.Losabía.Aquellateníaqueserlarazónporlaquesumentela situaba también enAfganistán, donde lamuerte podía estar escondida bajo unapiedra,enunabolsadebasuraoatadaconcorreasa…

«Novayasporahí,nolopienses».Unquejidotratódeabrirsepasoatravésdesusdientes.CreíaquetodavíaestabaatiempodesalvaraAlex,peronopodíademorarlomuchomás.Talvezyafuerademasiadotarde.

«Diosmío,porfavor.—Setapólosojosconunbrazo—.Porfavor,ayúdame.Noteestoypidiendounmilagro,sóloquelamantengasasalvounpocomáshastaqueconsigaencontrarla,esoestodo.Porfavor».

Porsupuesto,noocurriónada.Nirayoscegadores,nicoroscelestialesniángeles.El perro se limitó a gemir y el radiador emitió un zumbido.Una ráfaga de vientosacudió el cobertizo e hizo traquetear las tablas, pero se trataba de una simplebocanadadeaire.

Dabaigual.Loqueimportabaeraloquesentíayloquesabía.Alexestabavivayélibaavolver.Laencontraríaomoriríaenelintento.

—Aguanta,Alex—susurró—.Aguanta.


PRIMERAPARTESACRIFICIO


1

«Diosmío,ayúdame,porfavor,ayúdame».Alextuvolaextrañasensacióndequelamente se le escurría, como si elmundo fuera de hielo y empezara a inclinarse deprontoyellaestuvieraresbalando,haciaelprecipicio,apuntodecaeralvacíosinose agarraba fuerte.El corazónparecía a puntode salírsele del pecho.Temblabadepies a cabeza y el gancho de heno que le colgaba de la trabilla del cinturón lerebotabaenelmusloderecho.Lapirámide,unasuperposicióndecalaveras,sealzabaamenazadoraasuespalda:loúnicoquequedabadeaquellosquehabíanidoapararaaquelcampodelamuerteantesqueella.Y,porsupuesto,estabaelolor,aquelhedorfamiliaraanimalaplastadoyvaporesfétidos.

«Estonopuedeestarpasando;noestápasando».Pero sí que estaba pasando. Se encontraban justo allí, a poco más de treinta

metrosdedondeellasearrastrabaporlanieve.CincoCambiados.Doschicas.Treschicos.

Sequedóobservando,sinatreverseahacerelmásmínimomovimiento,mientrasellossedesplegabanenabanicoformandounaespeciedesemicírculo.Tresdeellosllevabanropadecamuflaje:unadolescentepunkiconpintadeestudiante,unachicahurañaconunacicatrizamoratadaen lamejillayunniñodepelograsientocon lacarallenadegranos.Unarepentinaráfagadevientolevantóunremolinodenieveehizoondear losextremosdeshilachadosde losextrañospañuelosestarcidosque loschicosllevabananudadosalagargantayenlosbíceps.Ydelosojalesdesusropasaflorabanjironesdetelacomocoloridosribetesdeante.

Los otros dos muchachos, un chico y una chica que llevaban la cabeza y loshombroscubiertosconpielesdelobo,eranmásomenosdesuedad.Noselesveíalacara,perosumenteemergiódelpozodehorrorenelqueestabasumidaalcomprobarlo familiar que le resultaba el chico. ¿Por qué? Lo escrutó sin perder detalle: sumentónpronunciado,lafirmelíneadesumandíbulaysusojos,durosychispeantescomolosdeuncuervo.Noeracapazdedistinguirdequécoloreran;talvezmarronesoverdemusgo.

Odeunazuloscuroyahumado,sombríoyextrañocomoeldelhieloantiguo.«Oh,no».Nopodíaser.Habíanpasadomeses.Tomestabamuerto.Nopodíaser

Tom.¿Osí?Yanosóloconmiedo,sinoconauténticopavor,inspiróprofundamentepor la nariz, en un esfuerzo por identificar el olor de Lobezno. El de Tom eraalmizclado y complejo, un aroma embriagador que se le colaba sin remedio en elpecho.Podríareconocerloencualquierparte,peroloúnicoqueacertabaadistinguireraaqueltufopenetranteyelhedordesupropiomiedo.

«Peromedalasensacióndequeloconozco.Meresultatanfami…».El estómago le dio un vuelco cuando Lobezna se adelantó a los demás para


detenerseaunoscincometrosdesuposición.Bajotodaaquellaparafernalia,parecíala típicachicaadineradaydebuena familiaqueAlexsiemprehabíaodiado.Aquellogotipo de una viuda negra sobre el pecho izquierdo de su camiseta de esquí dediseñonodejabalugaradudas.Elconjuntohacíaqueaquellosjirones,pañuelosoloquefueraquellevaseatadoalasmuñecasparecieracasielegante.Dadalacercaníadelachica,Alexse fijóenelmachetequeportaba,aquellacosadiabólicaconsangreincrustada,tanlargacomosuantebrazo.

Buscócon losojosel rifledeNathan,elqueJess lehabíaobligadoadarle.Lohabíasoltadoaltoparseconlascalaverasyecharlapota;estabatiradoenlanieveaunostresmetrosasuderecha.Podíaintentarcogerlo,pero,aunquelolograrayselasarreglaraparadisparar,acabaríanconellaencuestióndesegundos.

Porque cuatro de aquellos Cambiados iban armados hasta los dientes. Elestudiante flacucho llevaba una pequeña Beretta; Lobezno, el que le resultaba tanfamiliar, un rifle de palanca de gran calibre con mira telescópica; Caracortada, lachicadelacicatriz,unrifledecerrojo;peroeraelrifledeAcnéelqueacaparabatodosuinterés,yaqueestabaprovistodeunpistóndegasparaevitarqueseencasquillara.Aquello cobraba sentido cuando te encontrabas en un sitio donde las armas seencasquillaban con facilidad, llámese Iraq, Afganistán… o las profundidades delbosqueeninvierno.¿Meracasualidad?¿EsqueAcnéhabíatenidounsimplegolpedesuerte?¿Habíacogidoelprimerriflequehabíapillado?Ajuzgarporelmodoenquelo aferraba, supuso que no. Cuando has estado rodeada de gente que conoce susarmas, es fácil distinguir quién se siente cómodo con ellas y quién preferiríaenfrentarse con una cobra. Además, estaban en la península superior y ella habíavivido en Wisconsin, donde todo el mundo cazaba. Estaba claro que ese niñoentendíadearmasdefuego.Comotodoslosdemás.

Y también estaba claro cómo iba a acabar aquello. Su final estaba escrito consangreygarabateadoconjironesyhuesoscortadosamachetazos.

Enfin,yanohabíamarchaatrás.SequitólosguantesconlosdientessinapartarlavistadeArañamientrassusdedostemblorososseafanabanpordesatarlasraquetasde nieve. Cuando por fin se las quitó, la nieve crujió bajo sus pies, pero sólo sehundióunoscentímetros.Bien.Aúnmoviéndoseconmuchocuidado,sedescolgólamochila.EntretodoslosbártulosqueJesslehabíametido,habíaunanavaja,perolahojaparecíaunpalillodedientesencomparaciónconaquelmachete.Sinembargo,lamochilapesababastante; talvezcincoo seiskilos.Aferró las correascon lamanoizquierda.Podíaserleútilsiseacercabalosuficiente…

Suspensamientosdescarrilaroncuandoelairesecondensóderepenteyotroolor,una repentina y compleja vaharada de savia fresca y pino verde chamuscado,serpenteó en mitad de aquel tufo a animal aplastado. ¿Qué era aquello? Observócómo Araña miraba de pronto a Lobezno y, al segundo, aquel penetrante olor achamusquinasehizomáspersistente.TodoslosCambiadossemiraronmutuamentesonriendodeorejaaoreja,comosicompartieranunabromaprivada.


Su mente viajó como un relámpago hasta la larga y horrible carretera queconducíaaRule…yalinstanteenquesepercatódequeloslobosestabanallídebidoa ladensidadquehabíaadquiridoelairecuandoemergióelolordelmachoalfa:alobo,sí,peronoaamenaza.

¿Se estaban comunicando? ¿Es que los pensamientos complejos podíancomunicarse a través del olor? No tenía ni idea. Las abejas bailaban. Los pájaroscantaban. Pero también semovían en bandada sin hacer elmenor ruido. Aquelloslobosapenashabíangruñido,yahoraestosniñossemirabanunosaotrosmientraselairebullía.

«Como si hubiera algo que no estaba hace apenas unos segundos. El aire estásaturado.—Alex sintió un profundo vacío en su cabeza—. Pero no puede ser.Nopuedenleerlamente».

¿O sí?No, aquello era una locura.Y, sin embargo, ¿acaso no era también unalocurasunuevosupersentidodelolfato?Ellatambiénhabíacambiado,aunquenodelamismamanera.

Bueno, sólo había un modo de saber si se comunicaban mediante… telepatía.Teníadosopciones:dejarqueArañalamatarao…

Sus dedos palparon el gancho de heno y lo desengancharon: cuarenta y cincocentímetrosdeacerolaminadoenfríodelgrosordesupulgarytanafiladocomounpicahielos.

O…


2

Secatapultóporlanieveylosembistió,desplegándose,amenazandoconelganchode heno y apuntando hacia la derecha en busca del rostro deAraña: quería que lachica viera aquel diabólico garfio de acero. Podía resultar letal, aunque sólo siasestaba un buen golpe que enganchara algo: un brazo o una pierna. Eso no iba apasar.ElmachetequemanejabaArañaeramáslargoyafilado,conmuchasuperficiecortante.Unbuentajoylapeleahabríaterminado.

Se fue hacia Araña, notó el estremecimiento y la mirada de pasmo de la otrachica…yaquellocontestóunaimportantepregunta:losCambiadoserancapacesdeleerselamenteunosaotros,peronodeleerlasuya.

Unavezsuperadalaparálisis,Arañaalzóelmachetey,albajarlo,describióunaampliacurva.Enelúltimosegundo,Alexhizounrápidogirodemuñecaycambiódetáctica,dirigiéndosealpechodelachicaenlugardeasucara.Estatratóderectificar,peroelímpetuerasuenemigo.Elmachetesiseóalpasar,rebanandosóloaire.

Alexseleabalanzó.LacurvaromadelganchodiodellenoenelpechodeArañacontalfuerzaquesesintióretemblarelbrazohastaelhombro.Arañadejóescaparunsonoroquejidoyretrocedióagrandeszancadasmientrastratabadebajardenuevoelmachete.Alexlovioveniryloesquivóalavezquehacíamolineteconlamochilayasestabaunlatigazoamododeganchomortal.Susojosnuncaperdierondevistaelmacheteytuvoeltiempojustodepensarenlasuertequehabíatenidodequeestenofueradedoblefilo.

Cuandolamochilaimpactóenlabarbilladelachica,seoyóungolpetazohueco.LacabezadeArañacrujió aldoblarsehacia atrásy la chica se fuealejandodandovueltasenmediodeunaespiraldepelorubioypieldelobo.Alex,quehabíaperdidoel equilibrio, trató de girar, pero la nieve pisoteada estaba resbaladiza. Sintió queempezabaadeslizarse;hizounesfuerzoporestabilizarse,peronolologró.Viocómola nieve se emborronaba y se precipitaba hacia ella en la caída, al tiempo que elgancho se estampaba contra la dura mochila. La nieve amortiguó algo la caída,aunquenodemasiado,yAlexsoltóungritócuandoelbatacazolesacudióelhuesoyletorcióelhombroderecho.Perdióelganchoysequedódecostadoysinaliento:lamano izquierda aún aferraba lamochila; la derecha le ardía, lamuñeca le dolía arabiar y no se sentía los dedos. «Oh, Dios, oh, Dios, está rota. Me la he roto…¿DóndeestáAraña,dónde…?—Inhalóunafrenéticaysollozantebocanadadeaire.El codo derecho iba a estallarle de dolor; no podía mover los dedos—. Rotura ofisura, o a lo mejor me he fastidiado algún nervio. Pero ¿dónde demonios se hametidoAraña?¿Dóndeestá?».

Sucabezaeraun torbellinodepánicoydolor.Ambas sensacionesestuvieronapuntodematarla.Enaquel estado, sólopudo intuir el ataque; lopresintióantesde


saberloqueocurría:elsonidodeunospiesquesearrastraban,elrocedeunabotaenla nieve, una súbita ráfaga de aire. Echó la cabeza hacia atrás justo a tiempo paradivisarunborrónblancoynegro.

Araña: de pie, irguiéndose, acercándose.La chica retrajo los labios, dejando aldescubierto unos dientes muy blancos e increíblemente afilados, capaces dearrancarlelagargantaacualquiera.

«¿Dóndeestáelmachete?¿Dóndeestáelmachete?¿Dóndeestá?—Susojosseclavaron en la mano derecha de Araña. Vacía—. No lleva nada, ningún machete,ningún machete. ¿Dónde está? —¿Lo habría tirado? Sin embargo, la postura deAraña ledabamalaespina:adelantabaelhombroderecho,arrastraba lospiesysusojosplateadosmirabanalgoaespaldasdeAlexyunpocoasuderecha.¿Elqué?¿Esqueacasoelmacheteseencontrabadetrásdeella?Alexempezóaestirarelcuellopara echar un vistazo—. Si lo alcanzo primero… —Entonces pensó—: Espera,adelanta el lado derecho. —Jadeó—. Mano izquierda… ¡Se lo ha cambiado demano!».

Araña dio un feroz machetazo zurdo acompañado de un chillido. Durante unadécimade segundo, lo únicoqueAlexpudohacer fuever venir la hoja…y, en elúltimo instante, despertó del estado de shock. Soltó la mochila, apartó el brazoizquierdodelatrayectoriadelmacheteeintentórodar.Elcuchillocortóelvientoconun silbido, siseando junto a su oreja y terminó clavándose en la nieve.El acero lequedó tan cerca que percibió el persistente olor cobrizo de las capas de sangreacumulada e incluso el recuerdo del sudor del granjero que, allá por algúnseptiembre, una vez concluida la cosecha, había cortado a machetazos gruesas ytenacesmazorcasdemaíz.

Alexdisfrutódellujodemediosegundoparapensar:«Haestadocerca».Yentoncessintiódolor,muchodolor,unamezcladehieloyfuegoquerugióensu

gargantayqueexpulsóenformadealarido.Segiró,vioelmacheteclavadohastaelmango… y una gran aspersión de sangre carmesí. El cuchillo de Araña le habíarebanadounalargatiradepielyjugosomúsculoqueahorapendíademodogrotescodesuhombroizquierdo.LacaradeAraña,delaquechorreabasangre,aparecióantesusojosyvioqueelmachetesealzabadenuevo…

«¡No!».Aúnbocarriba,plególapiernaderechaylepropinóunapatadaentodalacaraconlafuerzadeunmartilloneumático.Seoyóquealgocrujía,quesefracturaba.La cabeza de la chica dio un latigazo hacia atrás acompañado de un bruscochasquido, igual que un muñeco para pruebas de choque, y las mandíbulas se lecerraronconunapagado toc.Arañadejó escapar un chillidoburbujeante, comodegárgaras.

Ylomásimportante:soltóelmachete.«¡Machete,machete,elmachete—vociferabasucerebro—,cogeelmachete!—

Alexreaccionó.Rodó,plantólasbotasenelsueloysepusoenpie—.¿Dóndeestáelmachete,dóndeestá?».Echóunrápidovistazoalaizquierdayallíestaba,manchado


desangre,justoaunospasosdeaquellapirámidedecráneos.Enrealidad,tododependíadequiénfueramásrápida.Alexseabalanzóporlanieve;elhombroizquierdoseguíarabiándolededolor,le

goteabasangreporlamuñecayelcorazónlemartilleabaelpechoconlatidosbrutalesyfrenéticos.Seagachó,asióelarmaysintióquesusdedossecurvabanalrededordelmango de madera; clavó la bota derecha en la nieve y los cráneos sonrientes seemborronaronalgiraryempezaraenderezarserápidamente,conelcodoenposiciónyelcuchilloenristre…

Loquevioacontinuaciónladejóparalizada.Algo redondo,negroyhuecocomo la cuencadeunojo enuncráneopendía a

menosdequincecentímetrosdesucara.Unrojoabanicodehorrorsedesplegóensupecho.ElrifledeNathan.YentoncesArañaapretóelgatillo.


3

Clic.Nobum.Mediosegundodespuéssepercatódequeaúnestabaviva.¿Sehabíaencasquillado?¿Habíaerradoeltiro?Nathanlehabíadichoquehabía

uncartuchoenlarecámara.Enfin,noimportaba.OyóaArañatragarsalivayvioquelachicamirabaasualrededor,soliviantada.

La mano derecha de Alex actuó con rapidez. La gruesa hoja emitió un fuerteruido metálico al chocar contra el cañón del Browning, desviándolo. El impactoderribóelmacheteylohizocaerenlanieve.Nohabíatiempoderecogerlo;teníaqueconcentrarseenapartarelrifledesucara.Demodoqueseabalanzóhaciaelcañón,loagarróytiródeélconfuerza.

Araña,unavezrecuperadadelasorpresa,hizolomásinteligente:nopelearporelrifle,sinoempujarloparahacerqueAlextrastabillarahaciaatrásintentandomantenerelequilibrio.Sinembargo,Arañaerafuertee ibaarmadaporpartidadoble,yAlexsabíaqueaquellabatallacontralagravedadestabaperdida.

Setambaleó,losárbolesgiraronalaparqueelmundosetorcía.Araña barrió el suelo con una pierna, enganchando a Alex por los tobillos y

lanzándolacontralapirámide.Unfuertedolorlerecorrióelespinazo.Sintiócómolascalaverassedesplazabancuandolasfilassuperioressedesmoronaronconunsonidohueco, como canicas que repiquetearan sobre un suelo de madera. Los nivelesinferiores, adheridos con sangre helada y cartílago congelado, conformaban unasólida plataforma yAraña lo sabía. Sujetando el rifle con fuerza, lo empujó haciaabajoenhorizontal,intentandoaplastarlelagargantaconelcañón.ArañanoeratanaltacomoAlex,perotampocoestabatanmalheridaylagravedadjugabadesuparte.LosbrazosdeAlexempezaronatemblardelatensiónyelcansancio.LasangrequemanabadelamaltrechanarizdeArañalegoteabaenloslabiosyenlosojos.

Loscodosleflaquearon.Nopodíahacernada.Elriflesehundíaconlabrutalidaddeunaguillotina.Experimentóunaoleadadepánicocuandoselecortólarespiracióny lovio todopúrpura.Era lamismaescenadelaparcamiento, sóloqueestaveznoteníacuchilloniTomvendríaarescatarla.Intentóoponerresistencia,perolospieslecolgabanynopodíaimpulsarse.

Asíquehizoloúnicoquepodíahacer.Sequedóflácida,enparteporinstintoyenparte por estrategia. Dejó de empujar, dejó de revolverse. Simplemente… se dejóhacer.

ArañaahogóungritoalcaérseleencimayAlex,rápidacomounaserpiente,estiróelcuello,cogióimpulsoehincólosdientesenlamejillaizquierdadelachica.Arañadio una sacudida y se puso a berrear. De repente, Alex sintió que desaparecía la


presiónensugarganta,puesArañahabíaretrocedidotantoqueporfinpudolevantarla cabezade la pirámidedestrozada.Sin embargo, no la soltó.Tomóaire entre losdientesyutilizóestosúltimosamododesierra.Sintiócómolapielcedía,abriéndoseydandopasoalmúsculo.LasangredeAraña,cálidaysalobre,burbujeóensuboca.Seprodujoundesgarro,similaraldeunatelaalromperse,yAraña,gritandocomounaposesa,retrocediódandotraspiés,tapándoselamejillaborboteanteconunamanoribeteadadecoloridosjirones.

Alexseapoderódelrifle.Sepusoenpie.TeníalabocallenadelasangredeArañaydeunjugosotrozode

lamejillade lachica.Escupió,sinapartar lavistadesuoponente,cogióimpulsoybateó.Laculatazumbóalcortarelaire.Arañalaviovenirenelúltimosegundo;seencogió e hizo un regate hacia la derecha que probablemente le salvó la vida. Elgolpe le impactóen lasien izquierdaconunsonidofuerteyhueco,parecidoaldelcuchillodeuncarniceroalestamparsesobre la tabladecortar.LacabezadeArañadiounlatigazoaladerechadespidiendochorrosdesangre.Pusosusplateadosojosen blanco, se le doblaron las rodillas y se derrumbó en la nieve como un saco depatatas.

Alex, mareada de dolor, se tambaleó sobre la chica. La cara de Araña era unpoema. Tenía lamandíbulamanchada de sangre y esta aún seguíamanando de sunariz; allí donde la sangre caliente se mezclaba con la nieve, volutas de vaporserpenteabanenelaireinmóvil.Surespiraciónsehabíaconvertidoenunasucesióndelargosyregurgitantesresuellos.

«Acabaconesto».LedieronarcadasalsentirenlabocaelregustoamargodelasangrecorrompidaylatexturadelacarnecrudadelamejilladeAraña,asícomoelresabio persistente ymetálico de la adrenalina gastada. Tenía la garganta como elcuellodeunfrágiljarróndecristal,cadavezquetragabacorríaelriesgoderomperse.Unmurmulloaltoylastimerocompetíaconelmartilleodesucorazón,peronotantocomoparaimpedirleoírloscrujidosychirridosdelanieve.Losdemásveníanaporella.

«Mata aArañadeunavez.Métele unabala en la cabezay almenos te habráscargadoauno.TomnoserendiríasinlucharyChristampoco.Lucha,malditasea.Noselopongastanfácil».

Empuñó el rifle, pero entonces se acordó de algo: de la cara de Araña en elmomentoenqueelarmasehabíaencasquillado.ElrifleestabacargadoconcartuchosMagnumcortosdelcalibredoscientossetentayllevabaunoextraenlarecámara.Lohabíavistoconsuspropiosojos.Si intentabadisparardenuevo,podíaestallarleenlasmanos. Seguro que no era la primera enmorir de esamanera. Seríamejor queusara el fusil comopalo paramantenerlos a raya, aunque bien era cierto que ellossólotendríanqueesperaraquesecansara.

«Tiene que haber otro modo.—Dejó que el rifle inútil se le escurriera de losdedos—. Tiene que haber algo que pueda hacer». Pero ¿qué? La superaban en


número.A juzgar por la pinta de aquel lugar, la escena debía de haberse repetidocientosdeveces.O…(lanzóuna súbitamirada aAraña, que seguíagorjeando) talvezno.AcabarconArañasólolehabíaconcedidounpocomásdetiempo.

«Perocadasegundoqueestoyvivasigoteniendolaoportunidaddehaceralgo».Observó cómo esquivaban a la chica inconsciente y avanzaban sin vacilar,implacablesyensilencio; la fuertemezcladelolorasfixiantea trementinayresinacalienteyel tufoaanimalaplastadoparecíaquelosguiasecomounyugo,comosifuerancuentasdeunrosario.

Deacuerdo,nohabíaningúnsitioadonde ir.Aunqueecharaacorrer,pasadoelcírculo la nieve sería demasiado profunda. ¿Sería capaz de volver a sorprenderloscomohabíahechoconAraña?¿Dehaceralgo inesperado?Sí, esopodía funcionar,sobretodosicontabaconlaayudadeunarma…pero¿quépodíautilizar?«¡Venga,venga, piensa!». Dio un pasito atrás y volvió a chocar con lo que quedaba de lapirámide, mientras los Cambiados se acercaban tanto que Lobezno habría podidoestirarelbrazoycogerlelamano.

AunqueparaesoprimerotuvieraquesoltarelmachetedeAraña.


4

Selehelólasangre.TeníalascaderasapoyadascontraelamasijoderruidodecarneyhuesoscongeladoseintentónoencogersecuandolosojosdeLobeznolamirarondearriba abajo. Las aletas de la nariz del chico se hincharon al inspirar, larga yprofundamente,absorbiendosuolor.Unmomentodespués,lapuntademasiadorosadesulenguaasomócomounaanguilaporlabocaysedeslizóporloslabiosconunmovimientolentoysensual.

«Ah,joder.—Lobeznolaestabasaboreando,estabadegustandosuolorigualquehacen las serpientes con el aire. Alex desvió la mirada hacia los demás. Todosestaban allí plantados, con la boca abierta, retorciendo la lengua, devorándola.Ungritogorjeóensugargantaysintióqueseleacelerabalarespiración—.No,no.—Seobligóacontrolarse—.Esoesloquequieren;quierenqueteentreelpánico;¡venga,tranquila,nopierdaslosnervios!».

Lobeznoseleacercóaúnmás.Alexsentíaelronroneodesuexpectación,laveíaenlaactituddesucuerpo,olíasunecesidadenelaire,laleíaenelmodoenquesusojoslarecorríancomosiladesnudaraconlamirada.Losuyoerahambreyalgomás:eraposesión,ysupodereraprofundo,primitivo,sensualyterrible.«Mequiereparaél,ymevaa…mevaa…».

Yentoncesocurrióalgomuy,muyextraño.Durante una décima de segundo, algo, una imagen tan fugaz que fuemás una

sensación que un verdadero pensamiento, le vino a la cabeza: yacía tendida en lanieve,sinropa,yLobezno,agazapadosobresucuerpo, recorríacon la lenguacadacentímetrodesupiel…Inclusosintiócómosusmanosbajabanyjugueteabanentresus…

«¡No!—Sobrecogida,reprimióungritoyapartóaquellaescenayaaquelchicodesumente—.¡Fuerademicabeza!¡Fuerademicabeza!».Uninstantedespués,sumentepareciórecuperarseproduciéndoleunaconmocióntanfísicacomounabuenabofetada.Suconciencia seagudizóporcompletoy,cuandovolvióensí, sintióquesusdedosaferrabanunhuesohelado.

Yentonces,elcráneoqueabarcabasumanoderechasemovió.—¡Aaaaah! —Su chillido fue salvaje, inarticulado y furibundo. El brazo de

Lobezno ya estaba de camino y el acero destellaba en la luz temprana, peroAlexhabíaaferradoelcráneoycogíaimpulsoconlasfuerzasquelequedaban,pensando:«Dale,ycuandosuelteelcuchi…».

Algo legolpeó la sienderecha.El impacto fue tanviolentoe imprevistoque lamente se le quedó en blanco y trastabilló como cuando unCD pirata se salta unapista.Cayóalsuelocomounsacodepatatasyelcráneorodódesusdedosinertes.Enmediodeunaespiraldedolor,vioaCaracortada,lachicadelacicatriz,depiesobre


ella,conunpuñoenaltolistoparaasestarunnuevogolpe.Aunque Alex hubiera podido defenderse, Acné nunca le habría dado la

oportunidaddehacerlo,pues sedejócaer sobre suspiernas.Unmomentodespués,Caracortadase sentabaahorcajadas sobre supechoy leclavaba las rodillasen loshombros.Unaexplosióndedolorcandenteleinundóelpechoy,cuandoCaracortadaleestiróalafuerzaelbrazoizquierdo,queteníaherido,ylesujetólamuñecaenlanieveconambasmanos,emitióungritoagónico.

Lobeznosecerniósobreella.Seaseguródequevieraelcuchillo.PerofuecuandoretrocedióyAlexviodóndeestabaysepercatódelainclinaciónydelángulodesucuerpocuandoalfincomprendióloqueibaapasaracontinuación.

Noibaamatarla,todavíano.Oh,no.Demasiadofácil.Demasiadorápido.Primero,lecortaríaelbrazodeuntajo.«¡Dios, no, no!». El corazón se le iba a salir del pecho. Histérica, trataba de

levantarseyseretorcía,perosóloderrochabaenergía.Losotrospesabandemasiado.Estabasujeta,no teníaescapatoria.Demodoqueasíescomo ibaa terminar:en lanieve,conlosbrazosylaspiernasmutiladas,exhalandolavidaenmediodeunríorojoycalientequesefundiríaconlanievehastaqueasucorazónnolequedaranadamásquebombear.HabíapracticadosuficientesamputacionesconKincaidparasaberqueteníasquepinzarrápidoaquellasarteriasantesdequeseperdieranenelmúsculo;de lo contrario, lo mejor que podías hacer era cortarle la garganta al pobredesgraciado. Pero ¿y si los Cambiados eran tan avezados que sabían hasta quéarteriasdebíanpinzar?¿Ysileevitabanunamuerterápidaylamanteníanconvidamientras la trinchaban y se la comían viva, a bocados jugosos y estremecedores?Duraríamuchomucho tiempo,porquenocreíaquealguienpudieramorirdedolor.Talvez,paraellos,verlasufrirfuerapartedeladiversión.

Elmachetedestellóantesusojos.Presadelpánico,viocómolahojasealargabairremediablemente:treintacentímetros,trescientosmetros,unkilómetro…Suvisiónera tanagudaqueidentificócadamuesca,cadamellaenlaqueaquelbordeafiladocomounacuchillahabíatocadohueso.ElhedoraaguasfecalesdelosCambiadossehacíacadavezmásintensoynauseabundo…

Peroentoncesolióotracosaporencimadeaqueltufoaanimalatropellado:noeranitrementinaniresina,sinounenjambreneblinosodesombrasqueemergíadesdelasprofundidadesdelbosqueenmediodelafrialdadylanegruradelanoche.

Unolorqueconocíaperfectamente.«No, no puede ser.—Aaquella cortísima distancia, fue capaz de distinguir los

ojosdelchico,oscurosyprofundoscomofosostrasaquellamáscaradepieldelobo—.Tienelosmismosojos,elmismoolor.Peronopuedeser,es…».

Elcuchillocortóelaireconunsilbido.


5

Lapesadahojadeacerosehundióenlanieveconunchafamortiguado.Unasúbitapunzada de calor y un dolor repentino le atravesaron el pecho y le quemaron lamandíbula.De repente lo vio todo blanco, luego fragmentado, y la vista se le fuetornandomásymásirregularamedidaqueunadolorosagarrahurgabaensuinterior.Aunqueteníalamenteclaracomoelcristalyeraconscientedequeeldoloreraatroz,noeralaagoníasupremaquehabríaexperimentadosiLobeznolehubieraarrancadoelbrazodecuajo.

Susojossedesviaronunoscentímetrosalaizquierda.Subrazoseguíaallí.Tambiénsumano.PeroLobeznososteníaunpedazodealgo

goteante,mojado,muyrojoy…«Diosmío».Surespiración,contenidaenelpecho,estallóenunsollozo.Lobezno

había finalizado lo que había empezadoAraña. Horrorizada, acertó a ver cómo elchicoinspeccionabauncolgajodeparka,pielymúsculoagonizante.

Sumúsculo.Elcorazónlezumbabaenlosoídos.Sucarne.Con una delicadeza casi cómica, Lobezno se las afanaba en separar el

sanguinolento jirón de parka de la carne como si retirase un trocito de papel deestrazadeunfiletereciéntrinchado.Después,cogióunpoquitodenieve,sostuvoeltajodecarneenaltoyselapasóatodololargoparalimpiarlelasangremientrasloescudriñaba con curiosidad e intentaba alisar con el pulgar la piel arrugada. ¿Quédemoniosestababuscando?Nopodíaimaginárselo.

Lobezno, satisfecho,aunqueellanosupieraporqué, le lanzóuna fugazmiradaespeculativayAlex tuvoel locopensamientodeque,enotromomentoy lugar, talvezlehubieraguiñadounojocomodiciendo:«Miraesto».

YluegoletendiólacarneaBeretta.AAlexselesubióelestómagoalagargantayledieronarcadascuandoBeretta

tanteólacarneconlalengua,lamiendolasangreigualqueunniñolameunconodeheladoqueempiezaaderretirse.DenuevopercibióeseextrañosonidoaropamojadadesgarrándosecuandolasmandíbulasdeBerettasepusieronenmarchayempezaronamasticar.

«Esto no está pasando; esto no puede estar pasando». Paralizada, vio cómocomían, degustándola y relamiéndose como si fueran concursantes de Top Cheftratandodedeliberarsilasalsanecesitabaunapizcamásdesal.Sintióquevolvíaamarearse.Lefaltabapocoparaperderporcompletoelpocojuicioquelequedaba.Otal vez simplemente se le fuera la cabeza, quizá su mente se quebrara como unaramitasecayempezaraachillaravozengrito.Tendríanquerebanarleelcuelloparaacallarla.

Ahoraquelosteníatancerca,sefijóenesosextrañosjironesdecolores.Noeran


trozos independientes, sino un conjunto de retazos cosidos con puntadas burdas eirregularesquelerecordaronalasdeFrankenstein.

Ylosjironesnoerandetela.Erandecuero.Erandepiel.Y aquellos colores tampoco eran simples colores, sino diseños. Una mariposa

mustia. Un cabo arrugado de alambre de espino. Una bandera de Estados Unidoshecha jirones. En la piel que Lobezno llevaba anudada al cuello, distinguió uncorazónrojodescoloridoyelnombreFrankescritoenunasofisticadaletracursiva.

AhorasabíaporquéLobeznohabíausado lanievepara limpiar lasangredesutrozodepiel.Buscabaunbuentatuaje.LosCambiadosibanvestidosde…gente.

«¡Oh,no,no,no,no,no,ay,Dios,ay,Dios,ay,Dios!».UngritoseahogóensugargantacuandoLobeznosezampódeunúltimobocadoloquequedabadesucarneysequitólacapucha.Porfinpudoverlelacara.Lacontemplócondetenimiento.

«No.—Enalgúnrecónditolugardesumente,saltóunresorte—.No.Nopuedeser.Estoyequivocada.Tengoqueestarlo».

Peronoloestaba.Dios.Noloestaba.


6

Susojoseranidénticos.Ytambiénloeranlanarizylasaltasplaniciesdesuspómulos.Lacaraeraunauténticocalco.Ysuboca.Aquellos labioserangemelosde los

quehabíanpresionadolossuyoscontalardorquehabíanencendidoundolorlíquidoen susmuslos. Llevaba el pelomás largo, aunque lo tenía igual de negro. Inclusoemanabaelmismoaromasombrío.

Laúnicadiferencia—unadiferenciaenorme,puesseparabalavidadelamuerte—eraunafinacicatrizdecolorrosapálido.Estaserpenteabadesdeelángulodelamandíbulaizquierda,justodebajodelaoreja,ycontinuabaporlaprotuberanciaqueformabasunuezantesdedesaparecerbajoelcuellodelaparka.

El padre y la madre de Alex, policía y médico de urgencias respectivamente,disfrutaban hablando de trabajo mientras cenaban y Alex estaba harta de oírlosdiscutir sobre multitud de casos. Sabía cómo se suicidaba la gente y, sobre todo,dónde y cómo cortar. Por supuesto, un extraño accidente—pongamos que uno decoche—,unapeleaoinclusounaoperaciónpodíandejar lamismacicatriz,peronocreíaquefueraelcaso.Elchicoteníaelrestodelapielintacta,aunquemástardesepreguntaríaporsusmuñecasybrazos.Tambiénhabíagentequecicatrizabamuymal.Elgrosornonecesariamentesetraducíaenprofundidad.Sinembargo,trabajarjuntoaKincaid durante los últimos meses le había aportado una buena dosis deconocimientosdeanatomía.

A su entender, aquel corte había sido hecho a lasmalas; se trataba de un tajoviolento con la suficiente longitudyprofundidadcomoparahaberle seccionadodecuajolayugulary,quizá,lacarótida.Talvez—lomásseguro—ambas.Sisecortalacarótida,uncorazónfuerteyjovenpuedevaciarelcuerpoconunchorrocarmesíencuestión de sesenta o noventa segundos. Que no se hubiera desangrado y hubierasobrevivido…,enfin,seguroquesuspadreslohabríanconsideradounmilagro,unaespeciedeseñal.

Aquel chico tenía todas las papeletas para estar muerto. Seguro que hubo untiempo en que quiso estarlo. Llamémoslo intuición fundada. Más tarde Alex sepreguntaría qué o quién lo había salvado. Y sólo mucho más tarde daría con larespuesta,aunqueparaloquelesirvió…

Apartedelacicatriz,nohabíaningunadiferencia.Eranlasdoscarasdeunmismoespejo, pese a que una de ellas presentara una fisura. Uno era el calco del otro,perfectoeidénticoencadadetalle,salvoporaquellaimperfección.

NoeradeextrañarqueaquellosCambiadosdieranvueltasalrededordeRule.Paranada.

LobeznoeraChris.


Yentonces,alfin,empezóagritar.


SEGUNDAPARTEELENEMIGODETUENEMIGO


7

Habíavomitadoantesdeacostarseydespuésotravez,ensilencio,durantelanoche;lohabíadevueltotodoenunorinalhastaquenolequedónadamásqueecharsalvounaflemaaguadaquelequemabalanariz.Porfinelsueñolavenció,posandosobresumenteunvelotangrisytupidoque,cuandolapuertasecerródeunportazoyelperroempezóaladrar,sedespertósobresaltadayconfusa,convencidasóloamediasdequehabíaoídoalgo.Pero¿qué?Teníalamentemuyespesa,perolosladridosnocesaban.Aúnmediodormida,seestremecióporelsonido.TeníaqueserFantasma.¿PorquéladrabaelperrodeAlex?

—¡Cállate!—Lena se dio la vuelta con un gemido y se tapó la cabeza con laalmohada—.Déjamedormir,porfa…

—¿Sarah? —Alguien subía pesadamente las escaleras—. ¿Lena? ¡Despertad!¡Despertaos!

—¿Tori?—Todavíamediogrogui,Lenase lasarreglóparasentarsecomopudocuandosupuertaseabriódeparenpar.ElpelodeToriparecíaunestropajoNanasylachicateníalosojosdesorbitados—.¿Qué…?

—¡Niña!—UnavozdehombrebramóenalgunapartedelpisodeabajomientrasFantasma seguía soltando pequeños ladridos—. ¡Niña, ven aquí! ¡Necesitamosayuda!

—¿Quécojones…?—Lenateníalabocaagriadelvómitoyunanubepestilentesehabíaapoderadodetodalacama—.Tori,¿quéeseso?¿Quépasa?

—¡Chris!—soltóTori.Semordiólosnudillos—.Chrisestáherido.Dicenqueesgrave.

—¿Qué?—Lena,ahoratotalmentealerta,sacólaspiernasdelacamayapoyólospiesenelsuelodemaderaconunamueca.Estabahelado,másfríodelonormal,yesoque llevabacalcetines.Se incorporó tandeprisaquesemareóysintiónáuseas.««Dios, ahora no». Se tragó un reflujo de bilis rancia, se agarró al colchón paramantener el equilibrio y cogió los vaqueros del poste de la cama—. ¿Qué le hapasado?¿YdóndeestáJess?

—¡Sehaido!—gimióTorialtiempoqueSarah,laterceracompañeradecasa,secolabaenlahabitación—.¡YAlextambién!

—Tranquilidad.LomásprobableesqueAlexaúnnohayavueltodelasilo—dijoLena, quitándose el camisón. Tenía la piel de gallina y estaba tiritando. ¿Por quéhacíatantofrío?

—No, no.—Tori negó con la cabeza rotundamente—. Se ha dejado la puertaabierta,perolacamaestáhechay…

—Bueno—resolvióSarah,mientrasLenaseponíaunasudadera—,veamosquépasa.


En la cocina había dos guardias, uno con barba y otro sin ella, vestidos de unblanconieve.Lenaatisbóaotroporlaventana—unoquecreíaquesellamabaJohn—subiendoaduraspenaslosescaloneslaterales.

Cargadoconuncuerpo.«Oh,Dios».ALenaselepusoelcorazónenlabocacuandoJohnentróenlacasa

envueltoenunanubedeaireamargo.ElguardiallevabaaChrissobreloshombrosy,amedida que cruzaba la cocina tambaleándose, el suelo se iba tiñendo de gruesosgoterones de un rojo escarlata procedentes de la sangre que salía del pelo delmuchacho.

—¿Dóndelopongo?—Johnsudabaamaresysucabezaemanabavapor.—Poraquí.—Sarahabrió laspuertasdoblesquecomunicaban lacocinacon la

salitadeJess.JohnlasiguiódandotumbosyfinalmenteseagachóparadesprendersedeChrisyposarloenunsofá.

—Cuidado,cuidado—advirtióJohnconformese librabadelpesodeChrisyelcuerpodelchicosedeslizabahaciaunlado—.Nolosoltéis…

—Lotengo—aseguróLena,acunandolacabezadeChris.Elmuchachoteníaelpelopegajosoylachicasintiócómolasangrelechorreabaentrelosdedosalhacerpresión. Además, Chris tenía unas ojeras marrones como el café y los labioscristalinos, casi transparentes. Una lengua roja de sangre le resbalaba por el ladoderechodelacaraycontinuabacomounhililloporelcuello.Antesemejantevisión,Lenasintióquesuindómitoestómagodabaotrovuelco—.¿Quéhaocurrido?

—Sehagolpeadoenlacabeza.—Johnjadeaba.Unaenormemanchadesangreteñíade rojo loshombrosdel guardia—.Night se asustó y lo tiró y ella empezó adisparar.Jesstambiénestáherida.

—¿¡Qué!?—exclamaronSarahyLenaalunísono.—¿Cómo?—preguntóLena.—John,tenemosqueirnos—losinterrumpióelguardiadelabarba—.Tenemos

quebuscaralmédicorápido,antesdeque…—Llámaloporradio—sugirióLena.Lasradiosapilaseranreliquiasdeantesde

lossesentaylasusabantansóloencasosdeauténticaemergencia.Yaquelloera,sinduda.SeñalóconlacabezaelaparatoverdeolivaqueJohnllevabaenganchadoenelcinturón—.Kincaidestaríaaquíen…

—Nopuedeshacereso—leadvirtióelotroguardia—.Todoelmundo…—¿Tecreesquenolosé?—leespetóJohn.—¿Dequéestáishablando?—quisosaberLenaaltiempoqueToriprotestaba.—Noloentiendo.¿Porquénousáislaradio?Johnlasignoró.—Nathanestádecamino—lesdijoalosguardias—.Yalguiendebeiraporel

caballodeJess.—Yameencargoyo—seofrecióelguardiadelabarba.—¿Jessestabamontandoacaballoahífuera?—seextrañóLena—.¿Ahora? ¡Si


estáhelando!—Venga,enmarcha—dijoJohn,ysalióatodaprisadelahabitaciónseguidopor

losdemásguardias.—¡Eh, esperad un momento!—Lo único que Lena sabía de las heridas en la

cabezaeraquepodíanresultargravesyChrisnoparabadesangrar—.¡Chrisnecesitaunmédico!

—¡Vamos a buscarlo! Tú no lo sueltes. Volverem…—Pero lo que quiera queJohnhubiesedicholosilenciólapuertadelacocinaalcerrarsedeunportazo.

—¿Quenolosueltes?—repitióTori.—Esloúnicoquepodemoshacer—dijoSarahporencimadelhombrocorriendo

hacia la cocina—. Lena, sigue presionando. Enseguida vuelvo. Tori, enciende elfuego.

—Estonoestábien—selamentóLena.Porlaventana,viomontaraloshombres.ElrifledeJohncolgabadesufundarojabrillanteaseguradaalcostadodesucaballotordo,mientrasquelaballestadecadaguardiareposabaensufunda, tambiénenelflanco de sus respectivos caballos y justo detrás del arzón trasero. Los hombressalieroncomoun rayohaciaelbosque,dejandoaNight, el zainocastañodeChris,haciendocabriolasconlalibertadquelepermitíaelronzal.

—Espera—dijoTori,queaúnnohabíahechoademándedirigirsealachimenea—.Sonarqueros,¿verdad?

—Ajá —respondió Lena—. Es muy raro. Los arqueros patrullan los bosquescolindantesconlaZona,queseextiendenalsuroestedelpueblo.Asíquesiestabanaquí,esqueChrisdebíadeestarahífuera.

—¿YporquéestaríaChrisen laZona?Anadie leestápermitidosalirahí—sepreguntóTori en voz alta, verbalizando los pensamientos deLena—.Se dirigían aWisconsinenbuscadeprovisionesyWisconsinestájustoaloeste.Loúltimoqueoíesqueestaríanfueraporlomenosunpardedías.

—No lo sé.—Lena notó entre los dedos el lento e incesante hilillo de sangrecalientedelacabezadeChris.¿DóndesehabíametidoSarahconlastoallas,porelamordeDios?—.SupongoqueChrisvolvióantesdeloprevisto.

—¿Y por qué atravesaría la Zona? —insistió Tori—. Sabía de sobra que losguardiasnoledejaríanentrarenelpuebloporahí.

—Alomejornovinoporahí—sugirióLena.—Yentonces,¿cómo?—perseveróTori.—No lo sé—repitió Lena, que vio cómo Sarah irrumpía en la habitación con

variospañosdecocina—.¿Túentiendesalgo?—No. Espera, suelta un segundo—le indicó Sarah, presionando la cabeza de

Chrisconuntrapoenrollado.LuegomiróaLena—:Vale,sujétalobienmientrasseloanudo.

—Una de nosotras tiene que buscar a Kincaid —dijo Lena mientras SarahenrollabaotrotrapoalacabezadeChrisamododevenda.


—No,loquetenemosquehaceresocuparnosdeChris—apuntóSarah.—Perotampoconosnecesitasalasdos.—Lenaseencogiódehombrosyrestregó

sumanopegajosaporelmuslo,loquedibujóunsignodeexclamaciónpúrpuraenlosvaqueros—.YoiréabuscaraKincaid.ConNightnotardarémásdequinceoveinteminutos.

—Tenecesitoaquí.—¿Másqueaunmédico?—Sí.—Sarahsaltódel sofá—.Tenemosquedesnudarleyver siestáheridoen

algunaotraparte.Voyatraeraguacaliente.Anochellenéeldepósito,asíque…—No puedes—la interrumpió Tori—.No hay agua caliente. La caldera se ha

apagado.Poresohacetantofríoenlacasa.—¿Qué?—Sarahabriólosojoscomoplatos—.Jessnuncadejaqueseapaguela

caldera.—Puesanochelohizo,locualesbastanteextrañoporqueséqueestuvolevantada

hastatarde.BajéaporunatazadetépocodespuésdemedianocheyNathanestabaaquí con ella.En la cocina.Nopude evitar oírlos…—dejó caerTori—.Desde lasescaleras.

—Osea,queestabasescuchandoaescondidas—sentencióSarah.Torisepusocomountomate.—Bueno,yo…—Ay,Sarah,cállate—tercióLena—.¿Quédijeron,Tori?—Nathan dijo que Greg había traído a un niño, un Salvado, y que estaba

malherido.—¿Unniño?—Lenasequedóestupefacta—.¿Cuándo?¿Dedónde?¿Anoche?—No,porlatarde.CreoqueloencontraronenlosalrededoresdeOren,perono…

noestoysegura.NopillénadamásporqueJessdebiódeoírmeyledijoaNathanquehablaramásbajo,asíque…—Toritragósaliva—.Entoncesmefuiamicuarto.

—Paraquenotepillaranespiando…—seburlóSarah.—Dios,¿esquenuncatecansas?—laacallóLena.LuegoaTori—:¿Esoestodo

loqueoíste?—Sí, aunqueahoraque lodices,hayalgoquenomecuadra.—Tori frunció el

ceño—. Juraría que anoche la puerta deAlex estaba cerrada. ¿Por qué está abiertaahora?

—Porque probablemente Alex se quedara a ayudar a Kincaid y Jess viniera abuscarle algo de ropa, ¿no? —aventuró Sarah—. Aquí no hay ningún misterio ytenemosmuchoquehacer.Enciendeelfuego,Tori.Yomeencargodelacaldera.—Sarah miró a Lena—: Necesitamos trapos limpios. Y vendas. Y todo lo queencuentresporahí.ElbotiquíndeprimerosauxiliosestáenelarmariodelbañodeJess,enelsegundoestante.

ALenase lequitaron lasganasdemarcharse.SiChrisvolvíaensíysihabíanencontradoaunSalvado…


«Para el carro. No sabes lo que eso significa. Pero Chrismantuvo su palabra.Volviópronto.FueaOrenypuedequeeseniño…».

—Lena.—AlzólamiradayvioqueSarahlaestabaescudriñando—.¿Quépasa?—Nada.—SediolavueltaparaimpedirqueSarahinsistierayentróenlacocina.

Fantasma,queveníadandosaltitosymeneandolacola,derrapóysedetuvoametroymediodedistancia—. ¿Quépasa, bonito?—El cuerpodel braco sehabíapuestorígidoy,cuandoLenaseinclinóparadarleunapalmaditatranquilizadora,elcachorrosefuecorriendo.Lenaseparóenseco,extrañada—.¿Fantasma?¿Qué…?

—¡Lena!—EraSarah—.¡Necesitoelbotiquín!—¡Yavoy!—Pasójuntoalperroatodaprisayfranqueólapuertaquedabaauna

pequeña entradita y a la habitación de Jess. El dormitorio emanaba un frío hedorrancioyañejoapolvosdetalcodulzonesyaunmalolorconcentrado.LosojosdeLenavagarondelacamaalamesitadenocheyluegoseposaronenuntocadordeaspectoanticuado.Unalargafaldayunjerseydelanareposabansobreunamecedoradenogal.Sumiradavolvióacentrarseenlacamaimpoluta.

«Jessnoseacostó,perosísecambióderopa,porqueesaeslaquellevabaayer».¿Acaso había salido a montar en camisón? Vale, por si la mañana no era ya lobastante rara, ahora aquello. Se dio la vuelta con intención de entrar al cuarto debaño,pero,alpasar juntoalarmarioabiertodeJess,undestellorelucientecaptósuatenciónylehizobajarlamirada.SuprimerpensamientofuequeaJessselehabíacaídounpendiente.Peroentonces sediocuentade loque realmente teníaante susojos.

Ypensó:«¡¿Qué?!».


8

En la vida queLena llevaba antes deRule, amenudo había pensado en volarle lacabeza a Karl el Triturador. Su padrastro había sido un ávido cazador, como lamayoríadelosamish.ElproblemaeraqueKarlelTrituradornoteníaningunapistolaysuescopetay sus rifleserandemasiadograndes.Paracolmo, losguardabaenunarmariocerradoconcandadodelqueélconservabalaúnicallave.Asíquecuando,unañoatrás,viosuoportunidad,utilizóelcuchillo.Cualquiercosaservía.

Ahora, en la habitación de Jess, fijaba lamiradamientras sumente trataba debuscarlesentidoaloqueveía,porqueloquehabíaenelsuelonolecuadrabay,sinembargo,allíestaba,tanredondo,gordoyrealcomounexcrementodeperro.

Unabaladeescopeta.La bala estaba recubierta de latón reluciente y había palabras y números

estarcidos en derredor del cartucho negro: defensa definitiva de su hogar de altadensidad1250–11/42x4.Yenletrasmáselaboradas:Remington.

¿Jess tenía una escopeta? Primera noticia. Echó un vistazo por el suelo delarmario.Zapatos…yuntabureteescalera.

Seguro que había algo en la balda del armario. Alzó la vista y sus ojos sedetuvieronendospilasdecajasantesdefijarseenunatiradetelanegrayacolchadaquecolgabadelborde.

El taburete levinoalpeloyenseguidavioqueelestuchede laescopetaestabavacío.Tambiénseencontróunacajitadecartónabiertaconcartuchosensuinterior.Había huecos para colocarlos en orden y contó diez en total. Sólo quedaban trescartuchos.Siañadíaelquehabíaenelsuelo,significabaquelaescopetaibacargadaconseis.Aquelloencajaba.KarlelTrituradorsiemprecargabasuescopetacongranceremonia:cincobalasenelcargadoryunaenlarecámara.Además,Jessdebíadeirconprisas,porquelabalaseleescurrióentrelosdedos,selecayóalsueloynosemolestóenrecogerla.

Habíaalgomásenlabalda,alfondo:unestuchecuadrado,negroyacolchado.Lenasequedómirándoloduranteunbuenrato.Supodeinmediato loqueeray

dónde lo había visto antes. El estuche era de Alex y solía estar en su habitación,encimadelescritorio.Lenanoteníaniideadeloquecontenía,perosabíaqueaquelestuchenopintabanadaeneldormitoriodeJess.Nadaenabsoluto.

«Entonces,quécoj…».Un chillido agudo y ensordecedor desgarró el aire. Lena reprimió un grito y a

puntoestuvodecaersedeltaburetemientrasTori—sí,Tori—volvíaachillar.Bajódeltabureteatrompicones,semetiólabalaenunbolsillodeljerseyyentrócomounaflechaenelcuartodebañodeJess.

«Esto es de locos. —Cogió una brazada de toallas y el botiquín de primeros


auxilios naranja intenso y salió al trote del dormitorio de Jess—. Primero Chris yahoraJess…Y¿dóndeestáAlex?¿PorquéestásuestucheenelcuartodeJess?¿YparaquéibaanecesitarJessunaescopeta?».Conelcorazónamilporhora,irrumpióenlacocina,aunquesedetuvoensecoconlabocaabierta,puesteníaantesíunbuenespectáculo.

Jessyacía repantingadaenbrazosdeNathany supelo sederramabacomounacascadaplateadarozandoelsuelo.Lasangrelechorreabaporlacaraylesalpicabaelpecho formando un ancho babero rojo. Tenía muy mala pinta. Dios, parecía queestuvieramuerta.

—PorDios,¿quéhapasado?—preguntóLena,horrorizada—.¿Quiénhahechoesto?

LacaradeNathanerapurogranito.—Alex.


9

—¿Alex?—dijoLena—.¿Porqué?—Notengotiempoparaesto—respondióNathan,ehizoungestoaJohnconla

cabeza—.Échameunamano aquí.Y tú,Sarah, tráemeuna estufadepropano, hayquecalentarcomoseaestahabitación.

—¿Yqué hay deKincaid?—insistióLena a gritos, peroNathan no se detuvo.CuandoSarah pasó por su lado corriendo, Lena la cogió del brazo—.Esto es unalocura.Voyabuscaralmédico.

—No.—Sarahseliberódeuntirón—.Túnovasaningunaparte.—¿Porquéno?—SeabriócaminoentreFantasmayelperrodeNathan.Losdos

perros,gruñendoyenseñandolosdientes,bajaronlacabezayfinalmenteseapartaroncuandoLenaarrojótodoloquellevabasobrelamesadelacocina—.Estonotieneningúnsentido.¿CreesqueAlexseríacapazdehacerlealgoasíaunaanciana?

—Talvez—resoplóSarah,queacababadecogerlaestufadepropanodeunodelosarmariosdelacocina—.Jessesdura,ymiraloquehicistetúcundoteescapaste.

ALenaseleencendiólacara.—Aquellofuedistinto.Eraunguardia,unviejo.—Yo lo veo bastante probable. Creo que Alex tiene agallas para hacer lo que

hagafalta.AcuérdatedequehamatadoaCambiados.—Rumores.Sarahesbozóunasonrisillapetulante.—EsonoesloquedicePeter.Oh,porsupuestoqueSarahsacaríaacolaciónaPetersólopararestregárselo.La

mera idea de imaginárselos juntos seguía doliéndole tanto como antes, aunqueaquello no le sorprendió lomásmínimo. Sí, había utilizado a Peter. Pero no todohabíasidomentira,nientonces…niahora.

—Tori,échameunamano,ytú—llamandoaLenaconlacabeza—,ponteconelfuego.MeocuparédeJessencuantohayamosencendidolaestufa.

Lenaabriólabocaparaprotestar,pero,enlugardeeso,dijo:—Necesitamosmásleña.Y,sinesperarrespuesta,seenfundóelabrigo,cogióelcubopara laceniza,que

estaballeno,ysaliódelacasaatodaprisa.Sinembargo,envezdedirigirsealapartetrasera, soltó el cubo, agachó la cabeza y enfiló el helado camino de acceso endirecciónalacalle.Aldiablocontodo.IbaabuscaraKin…

—¡Oh!Lenaahogóungrito, levantó lavistade lospiesdemasiado tardey seestampó

contraelpechodelchicocontantafuerzaquerebotóysecayódeespaldas.—¡Caramba! ¡Hey, Lena! ¿Estás bien? —Greg plantó una rodilla en el suelo


mientras su golden retriever se ponía en guardia y luchaba por soltarse—. ¡Daisy,atrás,siéntate!

—Ay…—El trasero le dolía horrores, aunque, si podía conseguir queGreg semetiera en la casa, aún tenía una oportunidad.Cogió lamano que elmuchacho letendíayselevantó—.Sí,estoybien.Losiento.¿Quéhacesaquí?

—Hetraídoelremolque…¡Daisy,quieta!—Elchicosediolavuelta,cogióalaperraporelcollarylaobligóasentarse—.¿Quédiablostepasa?¡Chitón!—ALena—:Hetenidoquevenirunbuentrechocontodosloscaballosenganchadosdelante.Ah…,¿estáChrisenlacasa?HevistoaNight.

—Sí,está…—¡Mierda!—Gregparecíatriste—.Sevaacabrearmuchocuandosepaquedejé

aAlexenelasilo.—Espera,¿qué?¿Cuándo?—Anoche.Sesuponíaqueteníaquequedarmehastaqueacabarayluegollevarla

acasa,peroestabatanhechopolvo…Además,ellamedijoquemefuera.Paraunavezquelohago,aChrisledaporvolverantes.

—Greg,Alexsehaido.—¿Qué?—Suscejassejuntaronbajounremolinoderizosmarrónchocolate—.

Nopuedeser.Estáconelmédico.—Yano.—Entoncescayóen lacuentadealgomás—.Greg,¿hacecuántoque

hasvuelto?¿Porquéestabasenelasilo?—ChrisyloschicosnosseparamosdePeterenlafronteradeWisconsinhaceun

pardedíasyfuimosalnorte.Ynostrajimosaeseniño.Así que era cierto: habían encontrado a un Salvado. Lena tuvo que contenerse

paranoagarraraGregporlassolapas.—¿Dónde?—Enunviejogranero al noroeste deOren.Estabamalherido.El corazón se le

parócuandoaúnestábamosavarioskilómetrosdeRule.Confióenquesucaranodejaratraslucirladesesperación.—¿Está…?—Nolosé.Peroestámuymal.ElmédicoyAlexestuvieronconélunasseiso

sietehorasy,comoeljefeestabatancansado,ellasequedó.¿Estásseguradequenoestáaquí?

—Ytanto.Handichoquehahuido.YNathanaseguratambiénqueatacóaJess.—¿Quién?¿Alex?¡Imposible!Ellanuncaharíanadaparecido.Ensufuerointerno,Lenapensóqueaquellonopodíasaberseacienciacierta.Sia

ellalehubieranpreguntadounpardeañosantesdequesupadrastroentraraenescenasi habría tenido el valor necesario para esconderse un cuchillo de carnicero en lamanga,habríacontestadosinvacilar:«¿Túflipas?».

—Greg,¿cómoesquenotehasenteradodenada?¿Nollamanporradiooenvíanaunordenanzacuandoocurrealgoasí?


Gregsequedópensativo.—Eh…,sí.—Fruncióelceño—.Esraroquenomehayaenteradodenada.Creo

quelosdemástampoco.¿CómohanheridoaChris?—NathandijoqueNightseencabritóylesoltóunacoz.—¿Night?—Greg semostró incrédulo—. ¿Quédices?Hevisto aChris recibir

disparosenmásdeunaocasiónynuncasehacaídodelcaballo.Nightesmuyestable.—Bueno, siempre hay una primera vez para todo. Escucha, necesitamos a

Kincaid.¿Llevaslaradio?—No, pero…—Le indicó que la siguiera y se dirigió hacia donde estaban los

caballos—Chrissí.Sooo,Night.—Elcaballoestabatemblandoydandoresoplidos;una fina capa de hielo le recubría la crin. Cuando Greg lo tocó, sus músculos setensaronysepusoadarcocescontantafuerzaqueLenatuvoqueapartarsedesúbitoantes de que uno de aquellos cascos bajara y le rompiera un pie. Los otros trescaballos movieron la cabeza en solidaridad—. ¡Pero bueno! ¿Qué mosca te hapicado?—Greg acarició aNight en el cuello para calmarlo—. ¡Estás que saltas,bonito!Cálmate.Lena,sujétaloporlabridamientrasyobuscoenlasalforjas.

—Claro.—Nolegustabanlosanimales,perohabíainfinidaddeellosenlagranjadeKarlelTrituradorysabíaloquesehacía.Cogióalcaballoporlabridayfarfullóalgoasícomo—:Buenchico,buenchico.—Peroenrealidadestabapensando:«Toriteníarazón.EncontraronaunSalvadocercadeOren.Trajeronaunniño».

Seoyóunaespeciedechillido,seguidodeunsilbidoydeunasucesióndeclicsmecánicos.Anteaquelruidorepentino,NightvolvióalevantarlagrupayDaisy,yanerviosa,empezóaladrarotravez.

—¡Daisy, cállate! —Forcejeó con el enorme zaino mientras la perra brincabaalrededordesuspiessoltandopequeñosladridos—.¿Quéesesoquesuena?

—Unmensajeporelwalkie—explicóGreg,desabrochandounadelasalforjas.—¿No habláis entre vosotros?—Harta de los gruñidos de la perra, le soltó un

sopapo—.¡Yaestábien!—No,empleamoscódigomorse.Ahorrabateríayaúncontamosconunamplio

rango de alcance: ciento treinta o ciento cuarenta kilómetros. Por la noche, hastaciento sesenta. —Greg se tambaleó cuando Night y un pequeño alazán castradochocaronporlagrupa—.Agarraaesealazán,¿quieres?Mevaasoltarunacoz.

—Tranquilo,bonito.—Lenasujetóalalazánporelcabestro.Elanimalsemeneó,soltóunbufidoypateóelsuelo—.Calmaos,boni…—Laspalabrasmurieronensuboca.

—¿Lena?—GreglamiróporencimadelasilladeNight—.¿Estásbien?—Sí—respondió.Lapalabralesalióunpocodesafinada,enuntonocasi irreal

quedejabatraslucirsuestadodeánimo,puesloqueacababadedescubrirenlasilladeNathannoteníaningúnsentido.

SabíaqueJohnmontabaelcaballotordoyqueelcastañoeraeldeJess.ElrifledeJohnseguíaenlafundarojadesusillaylaescopetadeChristambiénreposabaenla


suya, que colgaba por el flancodeNight con el cañónhacia abajo y la culata a laalturadelcuernodemontura.LayeguacastañadeJessnoportabaningunafunda.

Pero el alazán castrado, el caballo deNathan, sí: un pequeño tubo de piel congrandes hebillas de latón que contenía una escopeta de corredera… con la culatabastante manchada de sangre. También había pelos. Algunos largos y grises, quepodrían concordar con el supuesto golpe que Alex le habría propinado a Jess dehaberse ensañado con todas sus fuerzas. Sin embargo, también había un mechónpegajosodecabellomuyoscuroymáscorto.

Christeníaelpelonegro.Yunaheridaenlacabeza.«PeroJohndijoqueNight lehabíadadounacoz».Bajólavistaaloscascosde

Night.Limpioscomounapatena.Claroquelanievepodríahaberlimpiadolasangreyelpelo,peronadaexplicabalodelaescopeta,yellahabíaencontradouncartucho.¿Era la escopeta de Jess? Podría ser, y eso significaba que Nathan y los guardiasmentíansobreChris.Pero¿porqué?

—Aquí está —anunció Greg. El walkie-talkie verde oliva era rectangular yvoluminosoyteníaunaantenaflexible.Greginclinólacabezaparaescucharlosclicsdurante un momento y luego su boca se curvó hacia abajo en un signo deestupefacción—.¡Oh,mierda!

—¿Qué pasa? —Se oyó un portazo y vio cómo Nathan y John bajaban lasescalerascorriendoysedisponíanabuscar suscaballosa todaprisa. John tambiénhabíasacadosuwalkie.Selehizounnudoenlagarganta—.Greg,¿quépasa?

—Peter.—Gregsehabíapuestolívido—.EsPeter.


10

—¿Yahoraqué?Lahemoscagadobien—dijoTylermientrassucaballopisoteabalanievemedio derretida. El chico decía que tenía catorce años, pero Peter creía quementía.Contodo,gozabadevitalidad,yesoeraunasuerte.

La mayoría de los hombres de Peter eran viejales jadeantes que cazaban yconocíansusarmas,esoera todo.Sólodosdeellos,LangyWeller,que llegaronaRuleuna semanadespuésdeque elmundo se fuera apique, tenían experienciadecombate.Otrogolpedesuerte.AmboseranviejosveteranosdeVietnamquehabíanservidoenlamismaunidad.Despuésdeoíraquello,Peterleshabíadadoasiloenelacto.AunqueLangeradeWisconsin,WellereradeMichigany,ensustiempos,habíatrabajadoenlaviejaminadehierroquehabíaalsurdeRule.Porsupuesto,laminacerrómuchoantesdequePeternaciera,yWellereradelaquintadesuabuelo,locualsignificaba que era más viejo que Matusalén. Pero Lang y Weller eran buenoshombresquenosólosabíandearmas,sinoqueentendíandetácticasdeguerra.Enlostiemposquecorrían,hombrescomoaquellosvalíansupesoenoro.

LaviejaminaYeagertambiénpertenecíaalpasadomásremoto:estabacerradaacalycantodesdehacíadécadasparaevitarquesecolarancuriosos.Asíque,cómono,aquellugareraunauténticoimánparaloscríos.Peternoreconocióquelaminaera una auténtica trampamortal hasta poco después de convertirse en el cabecilla.Pero,cuandoerauncrío,laminaejercíaunairresistibleatracciónsobreél:setratabade un fabuloso y prohibido laberinto de túneles ruinosos tan oscuros y repletos demisterio como unas catacumbas romanas. El hecho de que pudiera morir en elderrumbedeuntúnel,dequeuntraspiépudieraprecipitarloporunpozodeescapeescondidooporunbarrenoolvidadoyterminaraestampándosecontralasrocascomoun globo lleno de sangre o, peor aún, que sólo se rompiera las piernas ymurieralentamentede sedydeundolorespantoso;elhechodeque,dadas lascondicionesadecuadas, un túnel se anegara en pocos minutos y mucho más rápido de lo queningún niño era capaz de correr, de que una persona sufriera un colapso porinhalacióndegasy se asfixiara antesdedarse cuentade loqueocurría… lohacíatodavíamás emocionante. Peter y sus amigos—y,más tarde, sus novias—habíanpasado mucho tiempo allí, explorando, celebrando fiestas, fumando y bebiendo.Enrollándose. Había un montón de cosas interesantes que podías hacer en laoscuridad.Todosloscríosdelazonaconocíanlaminayeso,ahoraquelopensaba,explicabamuchascosas.

—Hicimos lo correcto—le decía ahora Peter a Tyler, pero estaba preocupado.«Lo correcto» significaba «no lo suficiente para mantener a la gente a raya». Decuatro carretas, sólo dos iban cargadas.Una se bamboleaba bajo varios cientos dekilos de heno rociado con gasolina (probablemente un despilfarro, aunque Peter


esperabapodersalvarlaparteinternadecadabala)ycuatroovejasquenoparabandebalar. La otra iba atestada de un variopinto surtido compuesto de bombonas depropano,unpardebalizasdecarretera,verdurasenlata,paquetesdeharinayjudíassecas y botellas de aceite para cocinar. Habían rescatado algunas porqueríasvomitivas de uno de aquellos sitios tan encantadores de losmiao a las afueras dellago Clam enWisconsin: latas y tarros etiquetados con cosas repugnantes que nisiquierasabíaquefuerancomida.

Elproblemaeraquenecesitabalacooperacióndelosdemásasentamientos.Ruleera lo demenos. Si no era capaz de distribuir suministros a aquellos periféricos, aaquellos grupos que eran demasiado pequeños para constituir verdaderos pueblos,pero que seguían siendo lo suficientemente grandes para resultar útiles, estos noseguiríancumpliendosupartedeltrato.¿Ysiesoocurría?Malasuntoparatodos.

—Supongoquesí.—Tylertitubeó,yluegodijo—:Sigoviendoaaquellaanciana,¿sabes?Sueñoconelincendioyconlosanimales,concómochillabanyluegoella…cuandocogiólapistolay…

—Nadieledijoquesecomieraaquellabala.—Peromatamosasumarido.—¡So!—Peter, indignado, dio un buen tirón a las riendas.Fable, sorprendida,

resoplóyluegocaracoleó,repiqueteandoconloscascosenelhielo.ElPasadizodelHombreMuerto era abrupto como una rampa de salto de esquí, pero resultaba unrápidoatajoenlínearectadetreintakilómetrosdevueltaaRule.Sideéldependiera,noloatravesaríapornadadelmundo.Sinembargo,estababastantesegurodequeaesahoralosCambiadosestabandurmiendoy,sencillamente,nolegustabalapintadeaquel cielo color peltre ni el olor a acero azulado. La tormenta que se había idoformandoyquelosperseguíadesdeWisconsinteníatodalapintadeiradesatarseenbreve.

—Aquel viejo disparó primero y no tuvimos elección. No hay que ser unlumbrerasparadarsecuentadeeso.

—Peronosestábamosllevandocasitodoloquetenían—repusoTyler.—¿Yquiéndijoquelavidaesjusta?—seexcusóPeter.LaculatadeunaDesert

Eagleasomabaporlapartebajadesuespalda.LehabíaarrancadoelarmaauntipoquesehabíanencontradodesplomadoenlosescalonesdeunacaravanaWinnebago.Almenos,aPeterleparecióqueelcuerpoeradetío.Noteníacabeza,lefaltabaunpie y la mano izquierda era un mero amasijo de tendones y piel correosos quecolgabandelargoshuesoscomolasvirutasrizadasdelacortezadeunabedul.Perolapistolaeralarepera,unaauténticaquebrantahuesos,ajuzgarporloscráteresdesalidaquehabíadejadoendoschicosquehabíaporallítirados.Estosparecíandospolos;loscarroñerosno tocabana losCambiados.Encualquiercaso,cogió laEagleyunpar de cajas de munición que encontró reservadas en la caravana—. O ellos onosotros,otúoyo.Enserio,losientoporlaviejayporlosotrosalosquetuvequedisparar,perotengounaresponsabilidad.Loquelesquitoalosdemástelopongoati


enlaboca.Cosa que no respondía estrictamente a la verdad. No todo lo que rescataban

terminaba en Rule, pero sólo Peter sabía por qué. La ecuación era aparentementesencilla: lossuministrosequivalíanacooperación.Contodo,elcálculoqueregíalasupervivencia era complejo y delicado. A él no le importaba cómo decidieran losgruposperiféricos alnortey aloestedeRule aquién le tocaba; eso se lodejabaaellos.Que se lo echaran a suertes, que se lo jugaran a pito-pito-gorgorito. Lo quefuera siempre que alguien sacara el palitomás corto y lo largaran a enfrentarse…,bueno,alomismoaloqueseenfrentabacualquieraalqueRuleexpulsarayenviaraalaZona.Todo elmundo sabía que losCambiados estaban allí fuera, por supuesto,perolamayoríanoentendíaporquésequedaban.

A su juicio, lo que había negociado con los que vivían en la periferia era unaespeciedehoy-por-ti-mañana-por-mí.Peternoeramalagente,peroun tratoerauntratoynopodíahacerexcepciones.Siabría lamanounpocoydejabaquealguienquebrantaralasreglasyquelosdemásgruposseenteraran,echaríaportierratodoelsistemayRuleestaríaacabado.

—Séqueesduro—ledijoaTyler—,peronadiedijoqueelfindelmundofuerafácil.Sólonostenemosanosotrosmismosparasalvarnos.

—Ya,supongo.—Tylersequedóensilencioduranteuninstanteyluegocambióde tema—: ¿Crees en las historias que cuentan sobre que los militares estánreclutandoacazarrecompensasparareuniralosSalvados?

—Noséquécreer—lecontestó,peroaquellotambiéneramentira.Cuandoelríosonaba… Lo de que el Ejército estuviera implicado tampoco es que fuera unasorpresa. Si sólo un tercio de los rumores eran ciertos, Rule era especialmentevulnerable.SesentaypicochicosespecialeserandemasiadosSalvadosconcentradosenunáreatanpequeña.TeníanlaZona,perosieraverdadquelosmilitaresestabaninvolucrados,estosdisponíandelasarmasnecesariasparareducirRuleaescombros.Talvezfuerasiendohoradedesmantelarelasentamientoybuscarrefugiossegurosdondeesconderalosmásjóvenesencasode…

DebajodeélsintióqueFabletrastabillabaconunrápidorepiqueteodecascos.Almismotiempo,Tylerproferíaunalaridoysalíadespedidohaciadelanteconunpietodavíaenganchadoenelestribo,puessucaballosehabíaestrelladocontraelhielo.Peterseestiróparaintentaragarrarlo,peroentonceslaspatasdeFablecedieron.LayeguacayópesadamenteycontantafuerzaquePeterllegóaoíruncrujido,unsonidoparecidoacuandoparteslaramadeunárbolconlarodilla.

Fablesoltóunrelinchoagudoydesgarrador.Unadécimadesegundodespués,Petervolabaporlosaires.


11

Peternotuvotiempodepensar,ymuchomenosdereaccionar.Seprecipitóhaciaelsueloblancoatodavelocidadyseestampócontraelhielo,perdiendolavistaduranteun segundo, como deslumbrado por el sol. Hubo un intervalo, un lapso repentino,antesdequevolvieraensíysintieraquelosbrazosylaspiernasledabancalambresypinchazos,comosialgocongarrasypúascorretearaporsupiel.Alguiengritabasunombre,peronopodíaresponder.Cadarespiracióneraunsuplicio.Supropiocaballoseguía chillandoy,oh,Dios, el ruido que salíade labocadeFable le taladraba lacabeza.

—Fable—llamó, aunque el nombre de la yegua no fue más que un resuello.¿Dóndeestaba?Rodósobreelbrazoizquierdo,estiróelcuelloparavolverlavistaalacolinayelcorazónlediounvuelco.

Fable, dolorida y aterrorizada, se había derrumbado y se revolvía patas arriba,golpeando el aire con sus tres cascos buenos. Sin embargo, la pata delanteraderecha…«Pobrecita».Unaoleadadepenaydolorleinundóelpecho.Loqueveíaera horrible: un tallo destrozado de hueso ensangrentado. La sangre manaba aborbotones de la arteria seccionada y se filtraba en el hielo formando grandesriachuelosquesecolabanporlossurcosyteñíanlacarreteradeunbrillanterojorubí.Fableestabamoribunda.Ylapobreaúnnolosabía…

Asuizquierda,undiminutogéiserblancobrotabadelanieveenel límitedesucampodevisión.Confundido,sólo ledio tiempoapensar:«¿Unanimal?».Apenasun segundo después, distinguió un nítido y extraño pam seguido de un fuerteFIUUUM.

Entonces supo exactamente lo que pasaba, porque el sonido era lento encomparaciónconlavelocidaddelasbalas.

—¡Peter!—EraWeller,desdealgúnpuntoaltodetrásdelacolina—.¡Tiradores!¡Rápido,muévete!

Volvió a rodar sobre su cuerpo, aún dolorido, y logró ponerse a cuatro patas.«Tyler…Tylersehacaído,¿dóndeestá?¿Dóndeestá?».Petermiróaterrorizadoporencimadesuhombroizquierdoydivisóelcaballodelniñounosveintemetrosmásadelante.Lebastóconunamirada.Elcaballoestabatieso,muerto;teníaelcuellotanretorcidoquesusojossaltonesapuntabanalacolinaylomirabanfijamente.NohabíanirastrodeTyler.

Lanieveestallóasuderechayunaaspersióndeafilados trocitosdehielose leclavóenlasmejillas.Másimpactosyenormessilbidosconformelasbalaspasaban.Lanievevolvióasaltar;seoyóotropamseguidodeunFIUUUM.Peterobservócondetenimiento el ángulo que había formado la bala al impactar en la nieve y supodóndeestabanapostadoslostiradores.


«Arribaami izquierda,apuntandohaciaabajo.Pero¿porquénoestoymuerto?Deberíaestarlo».

—¡Peter!—EraWeller de nuevo, junto a la tercera carreta, todo lo quieto quepodíaalomosdesualteradocaballoruano.Loshombressaltarondesuscaballosenmediodeunaconfusaalgarabíadeperrosyunfuriosorepiqueteodecascos—.¡Peter,voyapor…!

—¡No!¡Quédateahí!—Petergesticulócomounguardiadetráfico—.¡Estánalaizquierda, en lo alto de la colina! ¡Que todo el mundo se esconda detrás de lascarretas!

Pam…yalinstanteseoyóelchillidocasiafeminadodelcaballoqueempujabalaprimera carreta, la más cercana. El animal murió en el acto, sin soltarse de suscorreas, y se estampó contra el hielo. Su peso arrastró al caballomás lejano, quetropezócuandoelcocherotratódeenderezarloatodaprisa.

EntoncesPeterreparóenelalambredeespinoquecruzabalacarreteraalaalturaprecisa.

«Unaemboscada.Pero¿cómo losabían?No tomé ladecisióndevenirporestecaminohastahacecincohoras,cuandoenviéaLang,elordenanza».

Sin dejar de relinchar, el caballo intentó retroceder, aun cuando el alambre yahabíarasgadosucarne.Otropam.Elcocherodesplególosbrazosenungestoteatralde sorpresa y se desplomó, al tiempo que el caballo entraba en pánico y seencabritaba,paradespuésvenirseabajoconundurogolpedecascosquehizocrujirelcráneodelcocherocomounmelóndulce.Hubounaseriedefuertescrujidos,comode huesos que se rompen, cuando las limoneras se partieron. Y, acto seguido, lacarreta se precipitó contra el hielo con gran estruendo, causando una lluvia dechispas: varias toneladas de metal chirriante y madera atronadora se le veníanencima.

Petersaltóa la izquierda.Sintió la ráfagadeaireenelcuellocuando lacarretapasó rechinando por su lado, y avanzó pesadamente por el hielo lleno de bachesbuscando la carretera. «Tienes que moverte, tienes que moverte, tienes quemoverte… ¡Muévete! ¡Muévete!».Trepó como loco a cuatro patas por el PasadizodelHombreMuerto,luchandopornoresbalarseconelhieloylasangredelequino.

Fableaúnestabaviva,perohabíadejadodepatalearfrenéticamente.Suúnicoojovisiblegirabaygiraba tratandodenoperderlodevista.En la cercanía, percibió elapestososudorqueemanabayeloloracredesusangre.Teníalapatadestrozadaylapiel le colgaba en jirones sanguinolentos allí donde el hueso se había desgarrado.Cuandoseacoplóenelhuecoqueformabasulargovientre,layeguagimióytratódedarselavueltaparalevantarse.

—Tranquila.—SacólaEagleyapuntóalaorejadelanimal—.Losiento,bonita—susurró,yapretóelgatillocontodassusfuerzas.

—¿Peter?—¡Estoybien!—ConlavistanubladaporlaslágrimasylasangredeFable,Peter


volvió la vista hacia sus hombres. Las carretas restantes se habían agrupado comohabían podido y todos se habían puesto a cubierto. Contó que habían caído cincocaballos más y el mismo número de hombres, aproximadamente. Oyó una roncareverberacióndedisparoscuandolossuyoscontraatacaron,perosabíaqueestabanenclara desventaja. Para colmo, por si no había tenido ya bastante, la cabeza de unchucho de pelaje claro que se había refugiado bajo uno de los carros explotó derepente.Loque quedaba del animal se desplomópataleando,mientras la sangre lemanabaaborbotonesdelmuñóndelcuello.

Petermontó en cólera.Disparar a los hombres, incluso a los caballos, era unacosa,peromataraesepobreperroerauninsulto.Comohacerlelapesetaaalguien.Lomismoquehabíahechoaquellaviejalocaalincendiarelgraneroy…

«Esperaunmomento.—Suspensamientosconfluyeronconunaclaridadglacial—.Aquellaviejahabíaempapadoelhenocon…».

—¿Ma-mamá?—Unavoz,asustadaydemasiadojoven—.¿Paaapá?«Oh,mierda».—¿Tyler?—No se atrevía a levantar la cabeza—. ¡Tyler, quédate donde estás!

¡Quédate…!—Mamá.—LavozdeTylereradébilylastimera—.Mamá.Petercerrólosojosduranteunsegundoysopesólasituación.Lomássensatoera

abandonar al chico a su suerte. Por el sonido de su voz, Tyler estabamalherido yprobablementenosepudierahacernadaporél.Iraporelmuchachonoserviríadenada.Corríaelriesgodequedarseatrapadoenelfuegocruzadoeinclusodequelomataran.Además,loscapitanesestabanacostumbradosaquehubierabajasentresushombres.Notodosalíasiempreapedirdeboca.

Sinembargo…,élnosecaracterizabaprecisamenteporsusensatez.Se levantó y salió corriendo como una flecha colina abajo. No se molestó en

zigzaguear. La carretera estaba destrozada y la sangre deFable podía jugarle unamalapasada.Teníalasmismasposibilidadesderomperseelcuelloquederecibirunbalazo.Porencimadelosatronadoreslatidosdesucorazón,oyógritarasushombrescuandolasbalas lepasaronzumbandocomoavisponesenfadados.Algose leclavóenlaespalda,peroyaestabamuycercadelcaballodeTyler…Quincemetros,diez,cinco…

Los cuartos traseros del equino dieron una súbita sacudida y, durante unamilésimade segundo, creyóqueel animal todavíaestabavivo, aunqueno tardóendarse cuenta de que los tiradores iban por delante, anticipándose a su próximomovimiento.«Tengoquesaltaraporél».Cuandolequedabanunostresmetros,clavólabotaenelsuelo,pivotó,hizounbruscovirajealaderecha…ydeprontosintióquealgolegolpeabaduramenteporlaizquierda,comoaquellamalditavacalecheraquenohabíapodidoesquivarcuandoeraniño.Tambaleándose,seestiróporcompletoyselanzócontorpeza.Sucabezaysupechoalcanzaronelcaballo,perosequedósinaireysedesplomóamediocaminodelhuecoformadoporelvientredelanimal.


YencontróaTyler.O,másbien,loquequedabadeél.


12

El caballo de Tyler había caído en un ángulo extraño.A juzgar por la sangre quesalpicaba la coronilla del animal, este había aterrizado de cabeza en el hielo y sehabíapartidoelcuello.Pordesgracia,Tylernohabíapodido liberarelpiedeaquelestribo,asíque,cuandoelcaballosedesplomó,elcuerpodelchicoseviosepultadodecinturaparaabajopormediatoneladadecarnemuerta.

«Oh, no…». La estupefacta mirada de Peter pasó del abrupto precipicio queformabanlascostillasdelchavalalallanuradesupelvis,cuyogrosorsereducíaaldeunacartulinaantesdedesaparecerenunenormecharcorojo.Unaristrasanguinolentayhumeantedeintestinosydegrasaembadurnadadesangrebrotabaporundesgarrónen el vientre del chico. El peso del caballo era tan descomunal y la bolsa queconformabaelcuerpodelmuchachotanfrágilqueloquenosehabíaaplastadohabíareventado.

La sangre de Peter se convirtió en aguanieve. Las tripas humeantes de Tylerbrotaban serpenteando lentamente y se amontonaban amodo de gusanos gordos yhúmedos, porque el cuerpo seguía con vida, aún no estaba listo para darse porvencido.Igualquelasespasmódicaspatasdelperrosincabeza.ComolainútilcarreradeFable.Además, las entrañasdeTyler eran fétidasymontaraces como lasdeunciervodestripado.

—¿Pa-papááá?—SangrefrescayrojacomolalavamanabaaborbotonesdeloslabiosdeTyler.

Asusojostambiénlespasabaalgo.ElizquierdoestabaclavadoenPeter,peroelderechovagabasinrumboenbuscadeunobjetivoquenuncaencontraría.

—Estoy a-aquí —respondió Peter, y entonces se dio cuenta de que lecastañeteabanlosdientes.Derepenteleentrómuchofrío.Moviólapiernaderecha,peroalaizquierdalepasabaalgo.Nosemeneaba,comosiyanoleperteneciera,yseguíaechadosobreelcuerpodelcaballo,sinquedardeltodoacubierto.Seaferróalacruzdelanimalytiró.Eldolorleatenazabael ladoizquierdo.Cuandosemovía,sonabacomounchapoteo.Teníalaparkaempapada.Sellevóunamanoentumecidaalcostado.Algolíquidolaempujabaaoleadasrítmicas,comounsurtidordeagua,ycuandoselamiró,brillaba.

«Mehandisparado.—Entonceslesobrevinootrapunzadadedolor,peorquelaanterior—.Arteria…Meestoydesangrando…».

El aire volvió a cobrar vida con aquellos avispones y luego alguien se tiró porencimadelcaballodeTylerycayódelado.

—¿Peter?—dijo.Petersintióqueunasmanosloagarrabanporloshombrosytirabandeél.Eldolor

erainsoportableygritó.


—¡Hostia!—EntoncesWellerdebiódeecharleunbuenvistazoaTyler,porquesuvozseperdióenunroncogemido—:Mierda.

—W-Weller.—Petertemblabatantoquesemordíalalengua.¿Cuántotiempolequedaba?¿Dosminutos?¿Tres?—.Es-escúchame…

—No.—Wellerapartólaparkaempapadayleapuntalólaespaldaconlarodilla,ignorandosugritoagonizante.TeníaundesgarroalargadoyconmuymalapintaenelcostadoyWellerlemetióunpuñadodetrapos.Unabombadeagoníaleexplotóenlastripas,dandoriendasueltaaotroalaridoquelecortólarespiración,peroWellerselimitóadejarlobocarribayaamarrarlefuertementeelvientreconalgo,mientraslasbalassilbabanalpasar—.Estoyusandomicinturón—gruñóWeller—.Malditasea,Peter.Noseteocurramorirte;ahorano,nodespuésdehaberllegadohasta…

—No.Es-escucha.—Peterteníalalenguahinchada,laspalabrasseleatascabanenlagargantayeratandifícilextraerlascomounchiclederretidodelosprofundostacosdeunabota.Peroteníaalgoimportantequedecir;Wellerteníaquesaberlo—.He-heeeno…

—Debueno,nada.Cállateyaydéjame…—No. —Peter meneó débilmente la cabeza. Weller desperdiciaría con él un

tiempoquesushombresnotenían—.He-he-heno…fu-fuego…—Fuego.Dios, ¿te refieres al heno?—dijoWeller, yPeteroyóelmomento en

queseleencendiólabombilla—.Ajá.Todaesagasolina,seformaráhumoytenemoselvientodeespalda.Sipodemosescondernosdetrásdeunacarreta…

—¡Sí, sí! —Peter asintió con todas sus fuerzas, aunque el resultadoprobablementenofueramásqueunalevesacudida—.V-ve.De-deprisa.LlamaaR-Ruleporradioparapedira-ayuda.

—¿Me estás pidiendo que me marche? Peter, aunque lo consiguiéramos,tardaríamoshorasenorganizarcualquiertipoderescate.

—Tienes quehacerlo.Sa-saca a los chicosde aquí.—Duranteunbuen rato, lacaraarrugadadeWellersevolviótaninexpresivaquePeternoestuvosegurodequeelancianolehubieseentendido—.Dé-déja-me.Sá-sá-ca-losdeaquí.

—¿Es una orden? —preguntó Weller con brusquedad—. Sabes que me estáspidiendoqueteabandone,¿verdad?

—S-s-sííí—castañeteóPeter—.V-V-vete.—Deacuerdo.—YentoncesWellerhizoalgocurioso.CogiólacabezadePeter

entre sus manos, se inclinó hacia ella y le besó la frente—. Cuando llegue elmomento—murmuró—, acuérdate demiMandy. Recuerda que fui yo quien hizoesto.—Y,cuandosediocuenta,yasehabíamarchado.

«¿Qué?—Peter trataba de concentrarse en las palabras, pero era como intentarabrirsepasoa travésdeunmarde telarañas conuna solamano—.¿Mandy?¿O…Manny?¿Quién?¿QuéesloqueWeller…?».Perosuspensamientossedesintegraronporcompletocuandounnuevobrotededolorseabrióenformaderosacarmesíenelcentrode supecho.Hubomás tiroteos, aunquePeter apenas losoyó; leparecieron


lejanos estallidos insustanciales, como los que producían los petardos que él y susamigosseretabanalanzarsecuandoeranpequeños.LoúnicoqueimportabaeraqueWellersehabíaidoyesoestababienporquenohabíatiempoqueperder.Cadavezresultabamás difícil respirar y liberarse de la garramortal que le amordazaba lospulmones.Elesfuerzocasinomerecíalapena.

—Papáááá.—Undébilgemido—.Papáááá…—No pasa nada, T-Ty.—Peter intentó llegar a la mano del chico. No estaba

segurodequelosdedoslerespondieran.Ahoratemblabasincontroly,sinembargo,parecía haber perdido toda sensibilidad en los brazos.Creyóque sumano aferrabaalgo,aunqueteníalavidayelcalordeunapiedra—.Estoya-aquí.

Tylernodijonada,pero¿acababadesentirunaligerapresión?Noestabaseguro.Y entonces—¿cuándo?— Peter oyó un retumbo y un estallido más fuerte. ¿Unaexplosión? Tal vez. Estaba demasiado cansado para levantar la cabeza. De todasmaneras,lehabríanmetidounbalazo.

Todoseibadesdibujando.Laluzdisminuía,abandonandoeldíacomolasangreabandonabasusvenas.«Hasidoculpamía.—Unanieblaespesayondulanteflotabaantesusojos.Otalvezerannubarronesylatormentaalfinhabíallegado—.Tyleressólouncrío.Noestábien…,no…Chris…Tengoquehablarconél…,explicarle…,contarlelode…lode…».

La cabeza le fallaba. Contarle a Chris… ¿qué? No lo sabía. Sus precariospensamientosseibandeshilachandoysumenteempezabaadesenmarañarsecuandoalgooscuroaparecióantesusojos, tapando la luz.Elcielosehabíadesgarrado.Seentreveíaelespacio,peroesteestabaoscurocomobocadelobo,sinestrellas,yPeterse hundía y caía sin remedio en un último desvanecimiento, caía y caía en unaeternidadnegraysilenciosa.

Unratodespués.Mástarde.¿Cuánto?Niidea.Laverdadesqueeltiempoyanoimportaba.Flotaba,yanocaía.Sucuerpoeratanrelucientecomounapompadejabónysus

pensamientos,taninsustancialescomolaniebla.«Memuero…,meelevo…Ángeles…,pero¿dónde…?»Uncandenteestallidodedolorquebrólaoscuridad,yPetergimió.—¡Eh!—dijoalguien—.Aquíhayunovivo.


13

Cuando la pusieron en pie, no podía creerse que aún estuviera viva. Una espesaniebla de irrealidad se cernió sobre su mente, amortiguando incluso el persistentedolordelcortequehabíasufridoenelhombro.

Un hermano. Chris tenía un hermano. Nunca lo había mencionado, y muchomenosquefueraunhermanogemelo,peronocabíaningunaduda.Lamismacaray,por encimade ese hedor a animal aplastado, aquel olor sombrío inconfundible.LaúnicadiferenciaeraaquellacicatrizquesurcabaelcuellodeLobezno.Talveztuvieramás.Talvezhubierasufridounterribleaccidente.¿Ysihabíaintentadosuicidarse?Algo le decía que sí. Fuera lo que fuese, el caso era que Chris y Lobezno eranhermanos.Bueno,másqueeso:erangemelos.

Locualsignificabaque,sinoseequivocabayChriseraelnietodeJess—ydeYeager—,tambiénloeraLobezno.¿HabíanestadocasadosJessyYeager?PensóquenosabíaabsolutamentenadadelavidadeJess,nisiquierasuapellido.Loúnicoquesabíaeraquehabíavistomorirasushijas.Chrishabíadichoquesumadresemarchócuandoeraunbebé.Nuncalahabíaconocido.

¿Ysi lamadredeChris—unade lashijasde Jess—habíavueltoaRule,perosóloconLobezno?ClaroqueelniñonoseríaLobeznoporaquelentonces;tendríaunnombre,amigos,unavida.

«Pero¿porqué?».Atontadaporlasorpresayeldesconcierto,viocómoLobeznose acercabacon sus raquetasdenieveenunamanoy lamochilaque Jess lehabíadado en la otra. Se había quitado la piel de lobo y se había echado hacia atrás lamáscara,amododecapucha.«¿PorquétúynoChris?».Nopodíadeducirnadadesuolor, que parecía tan inescrutable como su expresión. En esto, Chris era idéntico:cauto y reservado, un especialista en levantar barreras, en construir muros. Sinembargo,cuandoladejóentraryseabrióaella,pusodemanifiestosudulzura.Chrissólohabíaqueridoprotegerla…ymiradóndeloshabíallevadoaquello.

Paralizada,sólopudoobservarcómoLobeznosearrodillaba,lacogíaporlabotaizquierda,guiabasupiehastaunaraquetayse laponíaconcuidado,comosise lohicieraaunniño,enungesto,enciertomodo,tierno.Luegohizolopropioconelpiederecho.Cuandoterminó,selevantó,lepasóunamanoporelhombrobuenoytiródeella.Alexsedejóllevar,conelcorazónamilporhoraylaspiernastantiesascomoestacas demadera. ¿Qué otra cosa podía hacer?Lo que quiera queLobezno y sussecuacestuvieranenmentenoocurriríaallí.Sihubieranqueridoplantarsucabezaenaquella pirámide, Lobezno le habría cortado el cuello, no se habría hecho unbocadillodemortadelaconsupiel.

Asíquenotuvomásremedioqueseguirlo:fueradelclaro,másalládeloslobosdesollados—lascuencasvacíasdeaquellascalaveraslamiraronfijamentealpasar—


y lejos deRule. Lejos de Jess yNathan, de las otras chicas, deKincaid. Lejos deChris,haciaunfuturoincierto.

Que,pensó,podíasermuycorto.

***

Al cabo de media hora o así, el cerebro le volvió a funcionar, una vez pasada lasorpresa inicial.Tenía lacabezacomounbombo.Elhombro le latíaalcompásdelpulso y le dolía horrores. Con la herida expuesta al viento y al frío, ahora queLobeznolehabíaretiradotandelicadamenteaquel trozodeparkaycamisa,parecíaque le estuvieran hincando clavos amartillazos en la carne abierta. El olor acre yherrumbrosode la sangrecuajada le inundaba lanariz, aunqueaún le resbalabauncálidoyhúmedohililloporelantebrazoyse filtrabaen lamangadestrozadadesuparka. También tenía la muñeca húmeda y el guante un poco mojado. No habíaningúnderrame,diríaKincaid,ytampocoseveíaelhueso,locualerabueno,perolacertezadequenosedesangraríahastamorirsólolereportabaunínfimoconsuelo.

Con todo, si sobrevivía a las próximas horas, tendría que idear un modo deocuparse del brazo. Miró de reojo su mochila, que Lobezno llevaba colgada delhombro derecho. ¿Había incluido Jess un botiquín de primeros auxilios? No seacordaba.¿NoeraunabuenaseñalqueLobeznoselahubieratraído?Elpensamientolainquietó.Lediovueltas.Talvezlofuerasi losCambiadosplaneabanmantenerlaconvidaduranteuntiempo.¿Paraquéquerríanlasbarritasenergéticasyelrevueltodefrutossecossinoeraparaalimentarasuprisionera?

Loprimeroqueteníaquehacereraaveriguardóndeestabayadóndelallevaban,ydespués intentar trazarunplandeevasión.Pero¿adónde iría?NopodíavolveraRule.Seacordódelsilbatoquelehabíaregaladosupadreyquehabíaencontradoenelforrodelachaquetadeaquelniño.

Chrishabíaencontradoalchicoenelnorte,cercadeOren,asíqueallísedirigiría.¿Quiénsabe?PuedequeChrisvolvieraenalgúnmomento.

«Pero¿esesoloquequiero?».ElrecuerdodeChris,inconscienteybocabajoenlanieve,seleclavóenelpechocomounaflecha.Aquelloeraculpasuya.Chrishabíaintentadosalvarla.Siemprehabíaintentadoprotegerla.Ojalápudieraadvertirleahorasobre Jess,Nathany suplande locos.Y ese chico, suhermano…, ¿quédemoniossignificabaaquello?

«Ay,Chris, ten cuidado.Haymás sombras y secretos enRule de los que tú tepien…».

La raqueta izquierda resbaló sobre una placa de hielo y perdió el equilibrio,soltando un pequeño gruñido de sorpresa. El pie izquierdo planeó en el aire, peroLobeznolasujetóconmásfuerzaparaquenosecayera.


—Gra…—Lapalabralesalióautomáticamente,comounreflejo.Dejóqueselallevara el viento. «No es tu amigo». Mirar a Lobezno le resultaba demasiadodesconcertante.

Pensó en el hecho de que se había resbalado…y contempló el camino con elceñofruncido.Estabamuybientrazado,lanieveeracompactayresbaladiza.Aquellotenía sentido: los Cambiados debían de haber venido de algún sitio. Matabansiguiendo un ritual. ¿Cuándo se había producido la última tormenta? A ver, habíanevado hacía poco más de una semana. Y, pese a todo, aquel sendero estaba tandesgastadoquesusraquetasresbalabanalaperfección.

«Escomouncaminodecaza.LoquesignificaqueoellosuotrosCambiadoslotransitanconfrecuencia».

Vio a Acné un poco más adelante cargando con el peso de Araña, que aúngorjeaba.Lasangrequemanabadelanarizdestrozadadelachicadejabaunreguerobermellónenlanieve.

Entoncespensó,asombrada:«¿EsquelosCambiadossiguenuncircuito?».Todoapuntabaaquesí,peroaúnquedabaelproblemadelaofertaylademanda.Amedidaqueavanzabael invierno,el flujoderefugiadoshabíadisminuido, loque,enciertomodo, era positivo, porque Rule tenía comida y se autoabastecía. De los escasosrefugiados que iban a parar allí, sólo a unos pocos se les invitaba a quedarse. Lamayoríaeranrechazados.

De pronto, una vaporosamezcolanza de olores le impregnó la nariz. «Muertosmásadelante»,pensó.UnamiradafurtivaaLobeznolerevelóqueelchiconisehabíainmutado. Algo frío y carbonizado, como humo de madera vieja, y…—volvió ainhalar— una efervescencia, ¿una fruta podrida… ligeramente dulce? Por algunarazónquenologródescifrar,sumentesaltóhastaelasilodeRuleyeldensomiasmaquellenabalassalasdondelospoquísimospacientesterminalesesperabanlamuerte.Aquelolorerasimilar.Peroesosignificabaque…

«Ay,Dios.—Selecayóelalmaalospies.Lacosapintabafatal—.Ay,esperoqueteequivoques.Puedequeestovengadelejos…».

Alcabodeotroscienmetrosllegaronaunclaro.Uncercodepiedragris,deesosquesevenencualquiercampamentorudimentario,yacíadesperdigadoasuizquierda.Deacuerdo,aquellocuadrabaconelolorachamusquina,pero,ajuzgarporlacapade nieve, no parecía que ningún fuego hubiera ardido en aquel hogar en muchotiempo. Más adelante, a su derecha, cerca de la hilera de árboles, una serie demontículos irregulares colindaban con una estructura triangular de madera. No seveíaunalma.Vale,noeratanmalo,aunquetampocoteníaporquéserbueno,puesaquella efervescencia afrutada se había intensificado y el aire se había vueltomásdenso y un poco rancio, como el de la carne que empieza a pudrirse. Sus ojos sefijaronenlacasetademadera,pero,salvoporvariasbolsasdenailonvacíasdecolorverdebotellaenunbancosolitario,elrefugioestabavacío.Además,saltabaalavistaqueerademasiadopequeñoparaacogerconcomodidadalosCambiados.


Locuallehizoformularseunapreguntainteresante:«¿DóndevivíanLobeznoycompañía?».Aparte de su mochila, que colgaba del hombro derecho de Lobezno,aquellosCambiadossóloportabanarmasy,probablemente,algodemuniciónextraensusrespectivasparkas.Nohabíaningúntipodeequipamientoenelrefugio.Yaquelcercoparaelfuegonohabíasidoutilizadoenmeses.LaropadeLobeznoyladelosdemásestabaraída,peronomugrienta.Asíqueobiensedesprendíandelaropasuciapor el camino, o bien la lavaban en alguna parte. Una cosa estaba clara: aquellosCambiados no llevaban viviendo ahí fuera, en la nieve, en condiciones extremas,desdeelCortocircuito.

«Estanoeslaúltimaparada.RuledebedeserlaetapaintermediaentrelospuntosAyB».Susojosvolvieronaposarseenelrefugioyluegoenelbosque.Unapequeñadepresión, a juzgar por la inclinación y hondura del terreno, serpenteaba entre losárbolesendirecciónnoroeste.Unosveintemetrosmásadelante,unamarcaborrosadecolorazulpizarrallamósuatención:unaalmohadillaresaltabaenmitaddeltroncode un robusto roble. Una señal. Aquello era o había sido un sendero en algúnmomento.Juntoconelrefugioylahogueradepiedra;todoencajaba.

«Utilizansenderosestablecidosparamoverse,talvezinclusosiganalgúntipoderuta.Debendeteneralgúnasentamiento.Siyoplanearadesplazarmecomoellos,esoesloqueharía.Utilizaríaunpardecasasabandonadascomocampamentosbase.—Sus ojos volvieron a posarse en el refugio—. Tendría un arsenal de munición yprovisionesymemoveríadeuncampamentoaotro,asíledaríaalapresalaopcióndevolverantesdequeyo…».

Uno de losmontones de nieve que había junto al refugio comenzó amoverse.Alex pestañeó. Durante un frenético segundo, se acordó de una novela de JackLondonquehabía leídoenclasede lenguadeséptimoypensó:«Perrosdetrineo».Buckylosdemásperroscavabanhoyosenlanieveparapasarlanoche.Sinembargo,aquella mezcolanza de olores recalentados que salió en forma de tufarada no lecuadraba.Además,losperrosodiabanalosCambiados.

Observó cómo los montículos de nieve se rompían y emergían dos puñoscerrados,yluegomáspuñosybrazosypiernasycabezas…

Gente.


14

Tres mujeres y dos hombres, todos bien entrados en años, emergieron con milesfuerzosdelanieve.Sinfuego,unosiglúsrudimentarioseranlamejoropción.Ellahabríahecholomismo.

Diez ojos ubicados en cinco caras flácidas observaban cómo los miraba. Nodijeronnada.Ellatampoco.¿Cómoestaban?Olisqueóelaire.Asustados,no.Nadieescapazdesentirseaterrorizadoporlamuertetodoelrato.Apartedeacarneranciayaaquellaefervescenciafrutal,aquellosancianosolíanagachasdeavenafría,unolorquecasinoeraolor.Apatía: esoera loque revelaba suesencia.Hasta loentendía:soportaunpardesesionesdequimioterapiaquenomatanalmonstruoyquesólotehacen echar las tripas, y verás las ganas que tienes de vivir. La verdad es que teimportatodounaputamierda.

No obstante, también pensó que el tipo macilento del centro estaba realmenteenfermo.Suenfermedadflotabaenelairecomoelhedordeunaciénagaestancadacubierta por una capa de porquería. ¿Padecería diabetes? ¿O inanición? Tal vezambascosas,ajuzgarporlascarnesmarchitasylosduroshuesosplanosyangulososquesosteníanlapieldelascarasdelosdemás.Yentoncessuasociaciónconelaladelasilodonde losenfermos terminalesesperaban lamuertecobró todosusentido.Loscuerposolíanasícuandosedevorabanasímismosparamantenerseconvida.

«Llevanaquíporlomenosunahoraomás.¿Porquénohanhuido?—LobeznolediountirónyAlextrastabillóhaciadelantemientrasBerettasemetíaenelcorrillodecuerpos y empezaba a rebuscar algo en la nieve. Los ancianos se apartaron,encogidos,dándoseempellonesyamontonándosecomocebrasasustadizasalasqueacechan leones—.Nohaymontadaningunaguardia.Nopuedesersóloque tenganmiedo…».

Sus elucubraciones se esfumaron cuando algo helado le raspó la muñecaizquierda.BajólavistayvioqueBerettateníaunacuerda,duraytiesaporelfrío,tangruesacomosupulgar.Reprimióungritodesorpresa.«Pero¿qué…?».Siguiótodalaextensióndelacuerdayvioqueestauníaenristraalosancianos.Ahoraqueestabamáscerca,sepercatódequeteníanlasmuñecasatadas.Aligualquelostobillos.Elresto de la cuerda serpenteaba desde sus piernas y concluía bien asegurada a lospostesdelviejocobertizo.

«Están trabados». Por eso no habían huido. No podían. Los Cambiados losreunían como si fuesen ganado y los reservaban hasta que llegara el momento desacrificarlos…

—¡No!—Elhorrorsacudiósucuerpocomounafuerteráfagadeaire.Sidejabaquelaataran,nopodríaluchar;seríaelfin,comosometersealmonstruo.Resollando,seretorcióysesacudióhastazafarsedelasgarrasdeLobeznoysepusoamanotear


conelbrazoderecho,elqueteníabien,adesbrazarsegritandocontodassusfuerzas—:¡No,no,no!¡Nolopermitiré!

Beretta dio un respingo de sorpresa enviando el olor de su sobresaltodirectamente a la nariz de Alex justo cuando el puño de esta impactaba en sumandíbula. Con la oleada de miedo avivado por la adrenalina que corría por susvenas,nosintiónadayelgolpeleparecióuncrujidolejanoeirreal,comocuandoenunprogramadetelevisiónpropinanunpuñetazo:unefectosonorosinsustancia.Mástarde,cuandoestudiósusmagulladosnudillos,pensóquefueunmilagroquenosehubiera roto lamano. El golpe arrojó aBeretta al suelo yAlex se tambaleó, pueshabíaperdidoelequilibriotantoporelímpetucomoporculpadelasraquetasqueaúntenía amarradas a los pies. Por el rabillo del ojo vio que Caracortada trataba deagarrarlayvolvióagritaralavezqueintentabaescabullirsepordebajo,perolapuntarígidadelaraquetaizquierdaseleclavóenlanieve.Larodillaseledoblóygritóunavezmás,aunqueahoradedolor.Sehabríacaído,inclusosehabríarotolapierna,peronotóqueunamano—ladeCaracortada,creyó—laagarrabaporlanucayapretaba.

«Oh,no,nohagaseso,zorra».Sintióotroestallidodedolorcuandoliberóelpiequeteníaclavadoenlanieve,peroseplantóbienenelsueloyempezóagirarcontodoelímpetuyelpuñodispuestoparaatacardenuevo…

Sinembargo,enelúltimosegundo,sediocuentadequenoeraCaracortadaquienlateníasujeta.

Rápido como una serpiente, Lobezno la atacó, agarrándole la muñeca einterceptandosupuñoenelaire.

«Diosmío,porfavor.—Forcejeójadeandoparacompletarelgiro,peroLobeznono aflojaba su garra de hierro. Su cuerpo se estremeció comounmuelle enrolladobajodemasiadapresión—.Déjameterminaresto.Ayúdamesólounavezmás».

—No deberías luchar—oyó decir a una anciana con voz temblorosa. Alex noteníaniideadecuáldelastresmujereshabíahabladoynoibaaquitarlelosojosdeencimaaLobeznoparacomprobarlo—.Loúnicoqueconseguirásesenfurecerlosaúnmás—continuó.

—Cállate, Ruby —murmuró un hombre—. Quiere que todo termine lo antesposible;esasuntosuyo.

Sí, pero al menos ella caería luchando, no intimidada y rota como aquellosancianos.SiLobeznobajaba laguardia tan sóloun segundo, acabaría loquehabíaempezado. Seguramente él también lo sabía, aunque sus ojos oscuros eran taninsondables como pozos profundos e imposibles de descifrar. Su aliento, queexhalabaunhedoragrioycobrizoacarnemediodigerida,caíaenángulosobresusmejillas.ErasupropiasangreenlabocadeLobezno,ensulengua…

Entonceselchicocambiódepostura.Lavariaciónfuesutil:lacolocacióndelospies,laformadeenderezarloshombros.Lamanoqueleaprisionabalanucaciñóaúnmássumordazayenesemomentosediocuenta:laestabaacercandoaél.

«Mejor, así podrémorderte la garganta.—Vio cómo se le retraían los labios y


cómoseleescabullíalentamentelalengua.Eldensohedoraanimalmuertoyatripascocidasleinundólanarizylaboca—.Mejor,asípodrébebersabrosaytibia…».

Suspensamientosseemborronaroncuandootroolormásfamiliarasombrasfríasse intensificó, envolviéndola como el humo… y le llegó, ahora sí, una débil peroinconfundibleefervescenciaamanzanascrujientesydulces.

Chris.EraelolordeChris,peromuchomáspunzanteypersistente;latocóylepenetró en el pecho comoel anterior—yel propioChris—había hecho antes.Dehaber estado enotro lugar, en otromomento, aquel sería el vertiginoso instante deexpectaciónjustoantesdequeélpegarasubocaalasuyay…

Algoenlomásprofundodesumentediounvuelco…y…sedobló.«No.Diosmío,¿quéesesto?».Lasensacióneracasiindescriptible,unaespecie

de cambiomental profundo, como si, de repente, una parte de su cerebro hubieradecididoestirarseygirarseenbuscadeunamejorperspectiva.Tenía lacabezaa lavezconfusa…ysaturada.

RecordóelinstanteenquelaconscienciadeLobeznosehabíacoladoeinstaladoenlasuya;cómohabíasentidosucuerpobajolasmanosdelchicoycómosubocarecorría…

«No, no. —¿Qué le estaba pasando? Estaba perdiendo la cabeza. Eso era.Finalmente se estaba viniendo abajo, se estaba volviendo loca. ¿Y quién no?—.Ayudadme, por favor, que alguien me ayude». Pero nadie iba a rescatarla. Estabasola.Pasaraloquepasaraacontinuación,eracosasuya.

«Hazalgo.—LacompactibilidaddelaexcitacióndeLobeznoeraasfixiante.Lamenteselenublaba.Ibaaperderlaconsciencia…Dios,ibaaperderla—.Reacciona,hazalgo,loquesea,perohazloya».

Entoncesleescupióenlacara.Lobezno retrocedió presa del asombro. Una fugaz expresión de estupefacción

pasó revoloteandopor sus ojos.Más tarde,Alex la recordaría y se preguntaría porqué.

Pero en su cabeza, en lomás profundo de su cerebro, algo se desbloqueó. Seprodujounasacudidarepentina,comoelclicsordodeunacerradura,ylaliberaciónde una presa cuando lo que fuera que aprisionaba su consciencia se relajó. Alexexhaló un largo y trémulo suspiro de alivio. Tal vezmuriera un segundo después,peroalmenosnoseestabasumergiendoenloquefueraquepasaraporlamentedeLobezno.

Durante un rato, el chico se limitó amirarla. Ella se esforzó por no apartar lavista. Sus ojos se clavaron en el espumoso escupitajo de su propia saliva que leresbalabaporellabiosuperiorcomosifueraflema.

En ese momento, el aire se colapsó con aquel tufo penetrante y colmado deexpectación.Unsegundodespués,sintióqueBerettayCaracortadainterveníanparaflanquearlaycogerlacadaunadeunbrazo.

Estabaenlocierto.Lobeznoacababadedarlesunaorden,yesoerainteresante.


Independientementede cómo se comunicaran losCambiados, aquel hedor agrio enparticular era una señal. ¿Habría más olores, más gradaciones de algún tipo consignificado que, de momento, su nariz no detectaba? Tal vez. Si vivía el tiemposuficiente,podríallegaradescifrarsuvocabulario,aunqueaquelloaúnnolesirvierademucho.Nisiquieraestabaseguradequererentenderlos.

Vio que Lobezno levantaba una mano y se limpiaba el escupitajo. Sus ojossiguieron en todo momento clavados en los de Alex. Se encontraban a escasoscentímetros,tancercaqueAlexveíacómolacicatrizleserpenteabayseleretorcíaen la nuez al tragar. Tan cerca que lo único que Lobezno tenía que hacer erainclinarseunpocoyusarsusdientes.

Peronolohizo.Envezdeeso,elmonstruoconlacaradeChrissonrió.


15

ChrissediocuentadequealgopasabacuandotodoelConsejoentróentropelenlacasa seguido por guardias.Nathan se encogió como unamarioneta.Weller parecíaangustiado y ojeroso. Los demás estaban simplemente serios. Cuando su abueloYeagermandó a Jet, el pastor alemán negro de Chris, a la cocina con el resto deanimales, el chico supo en el acto que se trataba de algo muy grave. Su abuelotambiénqueríaqueKincaidesperasecon las chicasy lanuevacasera—unamujersiniestra llamada Hammerbach que estaría con ellos durante los próximos días—hastaque Jess saliesedel coma, si esque lohacía,peroChris senegóen rotundo.Cuantosmás testigos hubiera,más protegido estaría. Aquello no era un juicio. Almenos, de momento. Y, además, quería asegurarse de que Lena escuchase lo quedecíaporsilainterrogaban.Pornadadelmundodebíanhundirlosalosdos.

Seencontrabaenunterribleapuro.Pero¿porquéexactamente?Noteníaniidea.HacíaochodíasqueAlexsehabíamarchado.Elmismotiempoquehacíaquesuvidase había ido al garete.Plof. Llevabamás de una semana en casa de Jess y apenasrecordaba nada. Lo que más le fastidiaba era que los recuerdos de los dos díasanterioresaaquello—cuandoaúnestabafuera,lejosdeRule—eranmuyconfusos.Loúnico de lo que se acordaba con cierta claridad era de aquel últimoy preciadomomentoenqueelcaballodeAlexsehabíaencabritadoyellahabíamiradoatrásysusojossehabíanencontrado.Esoeratodo.Elrestoestabaenblanco.

—Noentiendoporquéhasmandadointerrumpirlabúsqueda.Notieneslacertezade que Peter esté muerto —lo acusó Chris. Había decidido levantarse. Quedarsesentado le resultaba demasiado patético. Pero la cabeza le daba vueltas y estabahecho polvo, como una calabaza marchita y hueca—. No se ha encontrado sucadáver,asíquepuedequeestéahífuera,enalgunaparte.

—Chris, es sábado, por el amor de Dios.—La voz deWeller sonó como unquejido de cansancio—. Han pasado ocho días desde la emboscada y no hemosencontradonada,nohayningúnrastro,ningunaseñaldePeternideTyler.Ningunapista.Esimposiblesabersiesoscabronesfueronalesteoaloeste,alnorteoalsur,perosíqueséunacosa:esechico,Tyler…,seríaunmilagroquehubiesesobrevividocincominutosmás.EncuantoaPeter…,hehechotodoloquehepodido.Esjovenyfuerte.Talvezlohayaconseguido,aunquenomeharíailusiones.Sientodecirlo,perohayqueasumirquelohemosperdido.

—Puesmeniego—replicóChris—.Notienesentido.Siyofueraunsaqueador,despojaríaloscadáveres,nomelosllevaría.

—Alomejornoeransaqueadores—repusoWeller.—¿Quéquieresdecir?—Chrisahogóungrito—.¿QueeranCambiados?No,eso

esimposible.Noestántanorganizados.


—Hastadondenosotrossabemos…—continuóWeller.Aquellonuncaselehabíapasadoporlacabezaylaidealoconmocionó.«Perosihabíaunmontóndecadáveres…Elgrupode rescateno llegóhastael

mediodía. Los Cambiados habrían tenido tiempo de arramblar con toda la carnefrescaquequisieran.¿PorquéibanallevarsesóloaPetery…?».

—Esperaunmomento.—VolvióamiraraWeller—.PeteryTylereranlosúnicosSalvados.

—Sí,yanoshemosdadocuenta.—Stiemke,queera tuerto, apenashablaba, selimitaba a escuchar como un lagarto adormilado. Ahora, sin embargo, ladeó lacabeza;supárpadoizquierdosecontrajonerviosamentepararevelarundiminutoirislechoso—.¿Quécreestúquesignificaeso?

—¿Quién?¿Yo?—Chrisfruncióelceño—.¡Yyoquésé!—Weller ha dicho que corrían ciertos rumores —insinuó su abuelo, Yeager,

entrecerrandolosojos,negroscomoeltizón—.Algosobreunoscazarrecompensas.—Sí.Oímosquelosmilitaresestabanreclutandoagentedelazonaparaentregar

Salvados y reunirCambiados. ¿Crees que los cazarrecompensas nos tendieron unaemboscadaporelmerohechodecapturaraPeteryaTyler?

—Y a ti, si hubieras estado allí. —La voz y el aspecto de Ernst, un hombreimponentevestidodenegro,siemprelehabíanrecordadoaDarthVader,salvoenlodelarespiraciónpesada—.Elasuntoes:¿cómosabíanlostiradoresdóndetenderlaemboscada? ¿Cómo sabían dónde interceptar a Lang, el ordenanza? Hallamos sucaballoaunosquincekilómetrosdeRule,conunreguerodesangrecongeladaenlaorejaizquierdayunbuencráterenlapartederechadelacarapordondehabíasalidolabala.Lang,sinembargo,habíadesaparecido.

—Nolosé.Noseguimossiempre losmismoscaminosporeso.—ChrismiróaWeller—.Díselo.

—Ya lo he hecho.—Weller agachó la mirada—. Peter dijo que hablasteis decogerporelHombreMuertocuatroocincodíasantes,justoantesdequeteseparasesparairalnorte.

«¿Ah,sí?».—Puesnomeacuerdo.Asuespalda,oyóqueKincaidabríalabocaporprimeravez:—Es lo normal cuando se ha sufrido una conmoción cerebral, Reverendo. El

chicotendrálagunas…—ElcasoesqueChrislosabíadeantemano—espetóYeager.—Supongoque sabíaqueeraunaposibilidad—respondióChris,peroentonces

cayóenlacuentadeloqueinsinuaban—:Esperad,¿nopensaréisqueyotengoalgoqueverconesto?Estáislocos.Yonunca…

—Entonces,¿porquéabandonasteatushombres?—Yonoabandonéanadie,yatelohedicho.Nosllegaronrumoresdequehabía

SalvadoscercadeOren.


—Ah, sí. —Desde su asiento en el extremo derecho, Born dejó escapar unaásperarisotada—.Túytusfamososrumores.¿YporquéWellernorecuerdanadadeeso?

Wellerseacercóarrastrandolospies,visiblementeincómodo,ylelanzóaChrisunamiradadedisculpa.

—Chris,yo…—Notepreocupes.Elfuegoestabaentodosuapogeoylarecalentadahabitaciónresultabasofocante,

peronocreyóqueaquellotuvieranadaqueverconelrepentinosudorquelebrotabapor encimadel labio.Peterno lehabíapreguntadonada, asíqueChrisno lehabíamentido.Peroahoraaquelloshombresqueríanrespuestasquenoseatrevíaadar.

—Weller no sabía nada porque no estaba allí —le dijo a Born—. Peter y yoinspeccionamosunacasadelabranzaalestedelafronterayunhombrenoslodijo.—Enrealidad,habíanestadoenunacasadelabranza,aunquellevabamuchotiempodesierta.

—Ytúnodejasescaparningúnrumor…—Claro que no. ¿Acaso tenemos otra opción? Oídme bien. Estamos ahí fuera

robandoymatandoparaqueahoramevengáisconquenoconfiáisenmí.LavozdeKincaidemergiócomounaadvertencia:—Tranquilo,Chris.—Estoybien.—MantuvolosojosfijosenelConsejo,mirandoporturnosatodos

losjueces—.Escuchad,vosotrosnoestáisahífuera,peroyosí…Peter,yo,algunoschavalescomoTylerycualquieraqueaúnnoseatanviejocomoparautilizarpañales.

—Chris—insistióKincaid—.No…—Gracias,doctor,sémuybienloquedigo.LosojillosdepájarodeYeagernoseapartarondelacaradeChris.—Vigilaesalengua,jovencito.Noteatrevasadesafiarnos.—Noloestoyhaciendo—seexcusóChris,aunqueganasnolefaltaron.Talvez

fuera por culpa de la conmoción o por el hecho de haber perdido aAlex y ahoratambién a Peter, pero lo cierto es que de pronto se sentía hastiado de aquelloshombres—.Es sólo que no sé adóndequeréis ir a parar.Yonunca le haría daño aPeter.Jamás.

—Muybien.—Latoganegradesuabuelohizofrufrúcuandoesteselevantódelasillayleofreciósusmanosconlaspalmashaciaarriba—.Entoncesloúnicoquetienesquehaceresresponderanuestraspreguntas.

Chrisvacilóduranteunafraccióndesegundoyluegosoltósuprimeramentira:—Claro,notengonadaqueocultar—respondió,yposósusmanosenlaspalmas

desuabuelo.Lapieldelancianoleparecióartificial,comoplásticoresbaladizo,yseleerizaronlospelosdelanuca—.Dispara.

—Primero,siéntate—leordenóYeager.—No.—Viocómolacaradelancianosecrispabaporlasorpresa.Bien.Sipodía


mantenerasuabueloenaquelestadodedesconciertoyhaceralgoinesperado,a lomejor tenía una oportunidad. «Lo próximo que diga tiene que ser verdad…»—.Prefieroquedarmedepie.

—Yaveo.—Comoparareafirmarsuautoridad,Yeagermiróalguardiaqueestabadetrás deKincaid—.Creoque es hora de que el doctor y los demás esperen en lacocina.

—No—volvióadecirChris.Echóunrápidovistazoporencimadelhombro.Susojos atisbaron la cara pálida de Lena, pero la chica seguía siendo una esfinge. SevolvióhaciaelConsejo—.Notengonadadeloqueavergonzarme.¿Yvosotros?

—Las cosas no funcionan así, jovencito.—Los labios de Prigge se fruncieroncomolosdeunmaestroremilgado—.Nosotrosdecidimos,notú.

—Esto no es un juicio. ¿Qué vais a hacer? ¿Dispararles? ¿Dispararme? ¿Tantomiedotenéisdeloquepuedadecir?—AlverquePriggenocontestaba,susojosseposarondenuevoenYeager—.Venga,¿quéquieressaber?

Laexpresióndesuabuelonohabíacambiadoysucara,queparecíadecera,erainexpresiva,idénticaaladeunmaniquí.Tansólosusojosmostrabanalgúnsignodevida:chispeabancomolosdeunbuitreapuntodeabalanzarsesobrecarroña.

—¿Tuvistealgoqueverconlaemboscada?—No.—Perosí leaconsejasteaPeterquecogieraelPasadizodelHombreMuerto—

apuntóErnst.—Yahedichoquenomeacuerdo.—Aunquelohiciera,noesuncrimen—lodefendióKincaid.—Yalosabemos—dijoPrigge.—Pues entonces dejen de acusarlo. —Chris reconoció la voz de Lena—. No

tienenderecho.—Cállate,niña.—YeagerhizounapausayluegolepreguntóaChris—:¿Porqué

pasastedeOrenytedirigistealasentamientoamish?Elcorazónlediounvuelco.Elúnicomododequesuabuelosupieraaquelloera

quehubiesehabladoconGregoconalgunodelosotros.Además,ellosselohabríandicho sin reparosporqueno teníanninguna razónparamentir.Si se limitaba adarrespuestasbreves…

—OímosquepodríahaberSalvados.—Pero ¿cómo sabías dónde buscar?—insistióErnst—.Los demás dijeron que

ibais de granja en granja, pero que nunca entrabais en los cobertizos… hasta quellegabaisaungraneroconcreto.

Lospulmonesselecomprimieron.Seleibaacabandolaadrenalinaylabocalesabíaametalprensadoymiedo.

—Nopuedodecíroslo.Alguienahogóungrito.AdvirtióqueKincaidseponíatensoyvioquelosotros

guardiasseechabanmiradasqueélnolograbadescifrar.LosojosdeNathanhabían


quedadoreducidosadospequeñasrendijas.LasmanosdeYeagersedesplazaroncomosiestefueraatomarleelpulso.—¿Porquéno?«Dilomínimoquepuedasydelamejormaneraposible,peroqueseaverdad».—Porquehiceunapromesa.—La promesa me la hiciste amí —le espetó Yeager—. Yo te acogí y puedo

expulsarteconlamismafacilidad.Asíquerespóndeme.Chrisnodijonada.—Serámejorquehables,chico—leadvirtióBorn—.Laverdadacabarásaliendo

alaluz.—¡Basta!—Lenavolvióalacarga—.¡Déjenloenpaz!¡Noesculpasuya!—Cállate, niña. —Los dedos de su abuelo se tensaron como cables—.

Respóndeme.Chrisreprimióelimpulsodezafarse.Silohacía,empezaríaaarremetercontrael

ancianoynopodríaparar…Además,habíadicholaverdad.Siguiócallado.—¿Por qué te quedaste un día entero después de que Greg y los demás se

marcharan? ¿Querías comprobar si había otros? ¿Los encontraste? ¿Quién te dijodóndebuscar?

«Nolosé.Sí.No.Eh,dímelotúparaquelosdoslosepamos».Elsilenciosehizomásdenso.Elpulsolelatíatanfuertequecreíaquetodoslosallípresentespodríanoírlo,perocontinuósinabrirlaboca.

—Muybien.—Yeagerloescudriñó—.¿TeimportaAlex?Aquelgiroinesperadolodescolocó.Sintióelcalorsubiéndolehastalacoronilla.

La respuesta—la verdad— escapó de sus labios antes de que pudiera darmarchaatrás:

—Sabesquesí—dijoconvozronca.—Puesnosmintió,muchacho.—Bornsoltóotradesusrisotadasdesabueso—.

Teutilizó.—No.—«Noesverdad,noesverdad.Nosbesamos,séqueellasintiólomismo

queyo.Aquellonofuementira»—.Nofueasí.—Claroquesí.Noseríalaprimerajovencitaquemanipulaaunchicoparasalirse

conlasuya.—¡Eso no es justo! —protestó Lena, dando un paso al frente e intentando

esquivaralguardia—.Noeslomismo,niporasomo.Noloenvenenenasí.—¡Eh, niña! —Hammerbach hizo ademán de sujetarla, pero era una mujer

grandota y con la edad susmovimientos se habían vuelto lentos—.Quietecita.Nodeberíasestaraquí.

—¡Queteden!—espetóLena,yseplantódeunsaltoaladerechadeChris,conel guardia pisándole los talones—.No tienenni idea de lo que ocurrió. Puede queAlexpensaraquenoteníaotraopción.

—Sí,claro—escupióYeager—.Tú,Lena,deberíassaberlomejorquenadie.Eres


unaexpertaenelartedelatraición.—Dejadlaalmargen—pidióChris—.EstamoshablandodeAlexydemí.—Nosotros también—recalcó Yeager—. Alex no es más que una niña y, sin

embargo,losguardiasdijeronqueteníaunaescopetaymuniciones.Asíque¿quiénlediotodoeso?¿Quiénlaayudó?

Buenapregunta.—Nolosé—respondióChris—.Preguntadalosguardias.—¿Quétecrees?¿Quenolohemoshecho?—rumióErnst.—Ajá.Entoncesloscreéisaellosydudáisdemí.—Hombre,sitenemosencuentalaemboscadaytuoportunaausencia,oelhecho

dequelachicanecesitaraayudaparaescaparylolograra…—admitióBorn—.¿Quépensaríastúsiestuvierasennuestrolugar?¿Nodudarías?

—Intentédetenerla—seexcusóChris—.¿Nooslodijeronlosguardias?—Déjalo, Chris. ¿No lo ves? Ya han tomado su decisión —dijo Lena. Tenía

lágrimasen losojoscuandoarremetiócontraYeager—.Ustedya lohacondenado.AunqueAlexregresara,ustedseaseguraríadequenuncavolvieraaponerunpieenRulenivieramásaChris.

—¡Haquebrantado las reglas!—Yeagerseencendió—.¡Noshadesafiadoynopararéhastasaberquiénlaayudó!

—¡Yyoteestoydiciendoquenolosé!—Chrisseliberódeuntirón.Leardíanlasmuñecascomosise lashubieranquemado—.¡Nosnecesitáisyoscreéisconelderechodecontrolarcómonossentimosyporquiénnospreocupamos!¡Perosomosnosotros los que salimos ahí fuera y asumimos el riesgo! ¡Somos nosotros los quemorimosmientrasvosotrososquedáisaquísentaditosenfundadosenvuestrastogasynosjuzgáis!Yaúnqueréismás.Loqueréistodo.Queréiscontrolarloquepiensoyloquesien…

—¡Cállate!—Lamanodesuabuelosedesdibujóderepente.El tortazofuetanfuerte y tan rápido que sonó como un hielo quebradizo rompiéndose en dos. Lerebotólacabezayselecortólarespiración,yunatónitobufidodedolorescapódesuslabios—.¡Noteatrevasasermonearme!¡TulealtadeshaciamíyhaciaRule,ynotendremosaningúnjudasentrenosotros!—Suabuelovolvióaabofetearle,ahoramuchomásfuerte—.¡Tevoyadestrozar,muchacho!¡Tevoyadestrozar!

—¡Yeager!—exclamóKincaid, horrorizado.Hizo amagode detenerlo, pero unguardia lesujetó losbrazos—.¡Reverendo,porfavor!¿Sedacuentade loqueestádiciendo?

—Menecesitáis—bramóChris.Lezumbabanlosoídos.Elsaborcobreñodelasangre le dio náuseas—. Necesitáis que hable para demostrar que aún seguís almando.Loquequeréissaberyalosabéis;delocontrario,nohabríaistraídoatodosestosguardias.Estoyvendido.Hableonohable,mevaisaencerrar.—Lesobrevinounarisillaensangrentadayburbujeante—.Queréisqueelija,peroparavosotrossólohayunarespuestaválida.


—Quierooírla.—Loslabiosdesuabueloerantanfinoscomounafisuraenunapiedra—.Detuboca.

—¿ParaqueDioslaoiga?—Chrisvolvióareír.Sepasólamanoporloslabios,tiñéndoseladerojo.SuabueloeralaAutoridadynopararíahastaqueChrisacabaradoblegándose.«Peroesonovaaocurrir»—.TúnoeresDios.Nohayningúndiosy,silohay,esuncabrónporponeralmandoaunapandadeviejalescomovosotros.

«Mehevueltoloco.—Seasombró.Viocómolamanodesuabueloretrocedíadenuevo—.Podríaderribardeungolpeaestetío,peroentoncesseríacomoélycomopapá.SéloquesientoporAlex.Yesonovaacambiarlonadie».

Lenaseinterpusoentreellos.—¡Parad!¡Nonecesitanquehable!Yopuedohablarporél.—¡Noquieroquehablestú,niña!—dijoYeager.—Peorparaustedes—replicóLena.—Lena, no pasa nada. —Chris la cogió por los hombros—. Tengo bastante

experienciaconmatones.—Yotambién—dijoella.AYeager—:¿QuierensaberquiénayudóaAlex?Pues

yoselodiré.—SeñalóaNathanconeldedo—:Él.


16

Nathandiounrespingodesorpresa.—¿Qué?Chorradas.—No,noloson.—LenasequedómirandoaYeager.Oh,aquelloeraloúnicoque

podía hacer para evitar sacarle los ojos a aquel viejo asqueroso. Si tuviera uncuchillo, leharíalomismoquelehabíahechoaKarlelTrituradorunañoantesdeque empezara aquella pesadilla y no lo sentiría lo más mínimo. El mundo sedesmoronabayloúnicoqueconseguíaerairdeabusónenabusón—.FueNathanylomásseguroesqueJesstambién.Siempreandabanjuntosporahí.LanocheantesdequeAlexse fuera,ToridijoqueNathanyJesshabíanestadohablandoy luego fueNathanelquetrajodevueltaaJess,y,¡mirapordónde!,ahoraestáencoma.¿Nolesparecedemasiadacasualidad?

—¿Casualidad?—repitióKincaid.Lenapercibiólasorpresaenlavozdelmédico—.Unmomento.¿Quédemoniosinsinúas?

—YapuestoaqueKincaidestámetidoenelajo.—Lenanomiróasualrededor—.AJessyaéltambiénselesvemuyunidos.

—¡Eh,eh…!—exclamóKincaid.—Lena,cállate.—LasmanosdeChrisseaferraronasushombros—.Estonoestá

ayudando.«Sí,pero tampocolehacemalanadie.Nocreoque lascosasempeorenmucho

más».—Chrisnotienenadaqueverconesto.—MantuvolosojosclavadosenYeager,

quelamirabacomosideprontolehubierabrotadounasegundacabeza—.LedigoquefueNathan,ypuedodemostrarlo.

—Está…—empezóadecirNathan,peroelviejoreverendoalzóunamanoyelguardiasecallóenelacto.

—¿Quéestásdiciendo,muchacha?—preguntóYeager.«MellamoLena,gilipollas».—¿SeacuerdadelaescopetaquedijeronqueAlexhabíacogido?Puesbien,yola

vi.Nathanlallevabaenganchadaenlamonturaconunodeesoschismesdepiel…,unafundadetubo.NolahanvueltoaponereneldormitoriodeJess,asíque…

—¿Qué?—EraHammerbach—.Tú, jovencita, ¿has estado en el dormitorio deJesshusmeandoentresuscosas?

—Meimportanunamierdasuscosas,perolesestoydiciendoqueJesstieneunaescopeta.Lafundaestáensuarmario.—Semetióunamanoenelbolsillo,sacóelcartuchodeescopetacondosdedosyseloentregóaYeager—.Hayunacajadeestosen lamismabalda.Este estaba en el suelo. Seguramente se le cayó cuando estabacargandolaescopeta,porquequedantresmásenunacajadediez.


—No sabía que Jess tuviera un arma—dijo Tori, perpleja. Sarah se limitó amenearlacabeza.

—Yotampoco—respondióLena—.NathandicequeAlexselallevó.¿Cómo?OsabíadesuexistenciayobligóaJessaqueseladieraolapropiaJessselaentregó.Daigual.Elcasoesquenoestáenelarmario,locualsignificaquesigueenpoderdeNathan,yapuestoloqueseaaquetienelosmismoscartuchos.

YeagersequedómirandoelcartuchoRemingtonnegroyluegoalzólavistahaciaNathan.

—¿Esesoverdad?¿Tieneslaescopeta?—Sí,larecuperédespuésdequeAlexlatirara.Eseesmitrabajo.—Sí,pero¿lalimpiaste,gilipollas?—leespetóLena.Seprodujounbrevesilencio,queYeagerrompió.—¿Yesoquéimportanciatiene?—Latieneporquehabíasangreenlaculataypeloy…—continuóLena.—AlexgolpeóaJess—dijoNathan,mostrandosudesprecioconcadapalabra—.

¿Quéesperabas?«Sí,sí,muérdeme».—Perono todoelpeloerade Jess.Algunosí,perohabíadeotro tipo,negroy

máscorto,quenocoincidía.LaúnicapersonaquetieneelpeloasíyquerecibióungolpeenlacabezaesemismodíafueChris.—MiróaYeager—.NathanseinventóunahistoriasobreNightparacubrirselasespaldas,yalomejorJess…Nosé.Peromefijéen loscascosdeNight justodespuésdeque lo trajerandevueltayestabanlimpios.

—Loslimpiaríalanieve—replicóNathan.—Puedeque sí.PeroacabasdedecirqueAlex tiró la escopeta. ¿Porqué ibaa

hacerlo? ¿Qué sentido tiene? Semete en todo este lío para conseguirdos armas yresultaque,cuandosehaceconunbuenrifleyconlaescopeta,vaytirauna,¿no?—SefijóenquelosojosdeYeagerseentrecerrabanmientrasdigeríaaquello.

—Leentróelpánico—apuntóNathan,perohastaaLenalesonóaexcusabarata.—Sitúlodices…—AYeagerobviamentelesonóalomismo,porquelehizoun

gestoconlacabezaaunodelosotrosguardias,queasintió,seescabullódelasalaysedirigióalapuerta—.Supongoquenoteimportaráqueleechemosunvistazoaesaescopeta.

—No—dijoNathan,aunqueparaLena,estabaacabado.—No entiendo nada.—Chris parecía aturdido. Lamano de su abuelo le había

dejadounahuellacarmesíenlamejilla—.¿PorquéibaNathana…?—Nopudosersóloél.Tuvieronqueserlosdosjuntos,JessyNathan—observó

Lena—.Porqueelestuche…,eseestuchenegrotanimportanteparaAlex,estáenelcuartodeJess,enlamismabalda.

AChrisseledescolgólaboca.—¿Alexselodejó?Ellanuncaharíaeso.


—Puesallíestá.Teloenseñaré.—Creoqueatodosnosgustaríaverlo—añadióYeager.


17

Laculatadelaescopetahablabaporsísola.LosojosdeChrissedesviarondelarmaqueelguardiahabía traídode lasdependenciasdeNathanyseposaronduranteuninstanteenaquelestuchenegroacolchadoantesdevolverdenuevoalarma.Laculatade la Remington estaba impregnada de sangre seca en la que se distinguíanclaramentevariospelosgrisesynegros,preservadoscomoinsectosenámbar.

Chrisabriólacremalleradelestucheydoblóhaciaabajolapartesuperior,aunqueyasabíaporelpesoquelasdosbolsas,llenasdeceniza,seguíanallí.«Alexnuncasehabríamarchadosinellas».Barrióelaireporencimadelcontenidodelestuche,sinatreverseatocarlo.PertenecíaaAlex;suspadresmerecíanrespeto.Manipularlosmásdelonecesarioeracomocaminarsobresustumbas.

—Nomelopuedocreer.—Weller,quehabíatraídoelestuchedelcuartodeJess,mirabahaciaabajoconojosdesorbitados—.¿Fueronellos?¿JessyNathan?

—Eso parece. Por favor—Yeager se dirigió aNathan—, dinos que tienes unaexplicación.

—Yosíquelatengo—interrumpióWeller,volviéndoseyarremetiendocontraelotroguardia—.Tú,hijodeputa,túestabasaltantodetodo.AtacasteaChrisyaJess,opuedequeellaatacaraaChrisyquetúlaatacarasaellaparanolevantarsospechas.

—Pero¿porqué?—preguntóTori.Sarahyellaestabandepieabrazadas,comosujetándoselaunaalaotra.

—Yolosé—dijoChrisconseriedad—.Volvídemasiadopronto.SesuponíaqueteníaquereunirmeconPeter,perodecidívolverdirectamente.Enelpuntodecontrol,unodelosguardiasmencionóquehabíavistoaAlexenelcaballodeKincaidysupequealgoibamal,entonces…—Apretólospuñosenseñaldefrustración—.Nologrorecordarlo.VeoaAlexenelcaballoyluegonadamás…hastaquemedespertéaquí.

—Nonecesitasacordarte.Yotediréloquepasó:arruinastesusplanesytuvieronque improvisar.—Weller le lanzó aNathan unamirada asesina—. Fue una buenaidealodeatacaraJess,¿eh?MeapuestoloqueseaaquelosdosestabaiscagaditosdemiedoporsiChrisrecordabaloquehabíapasado.Loquequierosaberesquémáshabéis hecho.Tuviste que ser tú quien interceptara aLang, el ordenanza.Él era elúnico que sabía dónde estábamos y qué ruta íbamos a seguir para volver a Rule.Debíais de tener a hombres esperando y luego disteis el chivatazo a esoscazarrecompensas.Hijode…

Weller se fue hacia él y le propinó un puñetazo en toda la cara. La cabeza deNathanrebotóhaciaatrás,despidiendounafinarociadadesangre.WellerseleencaróyarremetióconlafrentecontralacaradeNathan.

—¡Weller!—gritóKincaid—.¡Weller,para!«No,nopares.—Chrisapretólosdientescontantafuerzaqueseletensaronlos


músculosdelcuello—.Alexsehaido,yPetertambién.Estegilipollassemerecetodoloquelepase».

A Nathan le flaquearon las rodillas, pero Weller no lo soltó, sino que siguióhostigándoloylofueempujandoportodalahabitación.LosancianosdelConsejosedispersaron con un repentino frufrú de sus togas negras, como cuervos endesbandada. Nathan levantó las manos para protegerse la cara, pero ni siquieraintentócontraatacar.WellerlanzóunamaldiciónylepropinóunabrutalpatadaenlainglealaqueNathanrespondióconundébilchillidogutural.Sedoblóporlamitadydiovariasarcadas.Tambaleándose,fueaestrellarsecontraunamesitaexpositoraysedesplomó sobre ella, provocando un fuerte estallido de madera y figuritas deporcelana.Losperros,queseguíanencerradosenlacocina,sepusieronaladrarcomolocos.

—¡Yabasta,yabasta!—vociferóYeager.Elviejoteníalasmejillassalpicadasdemanchurrones color ciruela—. ¡Para, Weller! Primero necesitamos respuestas;despuéspuedeshacerloquequieras,peroahoradetente.

—Reverendo, usted… usted no lo entiende. —Weller se puso en pie a duraspenas, resollando. Nathan estaba hecho una pelota inmóvil en el suelo—. LoshombresquevigilabanlaZona,John,RandyyDale…,tambiéndebíandeestarenelajo.¿Noesasí,Nathan?¿Eh?—Wellerlesoltóotrapatadaenlabarrigayelhombreesbozóunquejidoapenasaudible—.¿Noesasí?

—Silomatas,nonosservirádenada—dijoYeager—.Tendrástuoportunidad,teloprometo.

—No la desperdiciaré—espetóWeller, y se limpió la sangre de la cara con elbrazo—.Reverendo,tenemosquecogeralosdemásantesdequehuyan.Y,sisirvedealgomiopinión,yopondríaaunpardehombresavigilaraJess.

—Ella no es una amenaza —opinó Kincaid—. Está en coma. Sin equipo nielectricidadesdifícilmantenerlaestable.Casinotengomedicinasquedarle.

—Sí,comohadicholaniña,esoesdelomásconveniente,¿no?—dijoWeller—.¿Cómosabemosquenolaestásmanteniendoencomacontodosesosmedicamentos?

AKincaidseledemudólacara.—¿Quéestásdiciendo?Hiceunjuramento.—Sí,sóloquetalveznoaRule—espetóWeller.SedirigióaYeager—:Esachica

también tiene razón sobre otra cosa. Kincaid y Jess están muy unidos. Creo quedebemos tenerla vigilada.A lomejor despierta si nopermitimosqueKincaid se leacerque.

—O quizá no despierte nunca—apuntóKincaid—. Reverendo, si no deja quehagamitrabajo,puedemorir.

—A lomejor es lo que semerece.Venga,Weller, haz lo que creasmejor—leordenóYeagery,cuandoWellersefue,sevolvióparamiraraChris—:Tútambiénrecogerásloquehassembrado.Losabes,¿no?

—Sí—respondióChris.Intentóquesuvozsonarafirme,perosentíalasperlasde


sudor en el labio superior.Elmundoqueconocíavolvía adesmoronarse.Lohabíapresenciado con sus propios ojos, en aquellamismahabitación.Nathany Jess y…¿Kincaid?

«EllosmataronaAlex.LaenviaronfueradeRule,alaZona.Laasesinaron,igualquesilehubieranpuestounapistolaenlacabezayapretadoelgatillo».

—Bien—dijoYeager—.Odiaríapensarquealguiendemisangre,aunquelahayamancillado,esestúpido.Mehasdesafiado;tehaspuestodelladodequienesbuscanmiruina,ladelConsejo,ladeRule.Haspuestoaunachicapordelantedemíynovasairtederositas.YAlextampoco.Sivuelve,noledaréasilo.

—¿Quétecrees?¿Queellavaavolveratiarrastrándose?Yahasobrevividoantessinayudayvolveráahacerlo.—Dios,ojaláfueraasí.

—¿Tanbienlaconoces?—Séloquesientoporella.—Consiguiósostenerlelamirada.Ellaseenfrentaría

alviejo.Nuncadaríamarcha atrás, ni él tampoco.Encuantoviera suoportunidad,iríatrasella;talvezaúnnofuerademasiadotarde—.Esonopuedesquitármelo.

—Cierto. Pero a ti sí que puedo quitarte del medio.—Los ojos de Yeager seposaronenKincaidyenLenayluegovolvieronaapuntarloaél—.Puedoquitarosdelmedioatodos.


18

Fue lo que Karl el Triturador habría llamado una noche de perros. Cuando losgrandes caballos de tiro se espantaron—corcoveando y dando coces mientras losguardiaslossubíanaellosalacarreta—,pocofaltóparaquesequedaranenelsitio,lo cual aLena le habría parecido estupendo.La carreta era descubierta y unúnicofarolrebotabaysebalanceabamientraslanieve,cadavezmásgruesa,caíaenformadedensayesponjosacortinaquerevoloteaba,searremolinabayamortiguaba todoslossonidos.Parecíaqueestabanenmediodeuntornadodentrodeunacampanadecristalodeunaboladenieve.Elvientoletirabadelpeloyseloenmarañaba;nolehabíandejadocogerungorroyteníalasorejastanheladasquelequemaban.Elfarolera un borrón bamboleante y desenfocado y el guardia, una mole, se había vistoreducidoaunbultoblanco.

Unarepentinaráfagadevientolerestrególacara.Lenahizounamuecadedoloryparpadeó,pueslosojosseleinundarondelágrimas.Queríasecárselas,peroteníalos dedos entumecidos incluso dentro de los guantes por culpa de las bridas deplástico.Cuandoelguardiase laspuso,ella tratódetensar losmúsculos,peroél lediotalbofetadaqueledejólamejillaardiendo.

—Nadadetruquitos,monada—dijoelguardiamientrasleenvolvíalacinturaconuna cadena que enganchó a una gruesa arandela metálica—. Puede que Seth seaviejo,peronoestonto.

—No,sóloesungilipollasquenosabehablarenprimerapersona—respondió,peronohuboréplicayLenaselimitóaquejarsecuandoSethtirótantodelasbridasquelosdientesdeestassonaroncomounasierra.

Así que se enderezó apretando los dientes para tratar de soportar el dolor delplástico clavado en la piel.Tenía lasmuñecashúmedas.Sangre.Loque le faltaba.Agachólacabezayserestrególosojoscontraelhombro.

—¿Estásbien?—lepreguntóChris.Seencontrabaasuderechaconlacabeza,elpechoyloshombroscubiertosdenieveespumosa.

—No,nosientolasmanos.Tengolasbridasdemasiadoapretadas.—Sí,amímepasalomismo.Nocreoquetardemosmuchomás.—¿Sabesadóndenosllevan?—EncuantodoblaronlaesquinadelacalledeJess,

sediocuentadequenosedirigíanalcentrodelpueblo,sinohaciaeleste.—A la casa de tortura —dijo Kincaid. Cuando bajó la vista hasta ella, un

montoncitodenieveresbalódelaladesuStetsonycayóensuregazo.—¿Qué?—Bueno,ellos lo llamancentrode interrogatorios,pero…en fin.—Kincaid se

balanceabacuandolacarretapillabaalgúnbache—.Avecesaloschicosselesvaunpoco lamano. Despuésme llaman para que le haga una cura al tipo al que estén


machacandoyasípoderempezardenuevo.—¿Tortura?—ALenalesalióunhilillodevoz—.¿Quieresdecirquevana…?

—GirórápidamentelacabezahaciaChris—.¿Sabesdequévaesto?Nohabíamuybuenaluz,perovioquetitubeaba.—Bueno,yo…—¡Joder,losabes!—Subravuconeríasehabíaevaporadoyvolvióapreguntarse

enquédemonioshabíaestadopensando.AellanisiquieralegustabaAlex.YsiChrissabíaqueestabantorturandoagente,¿porquénohabíahechonadaalrespecto?

—Se limitarán a asustarte—estaba diciendo Chris—. No te harán nada, te loprometo.

—Noestáentumanocumpliresapromesa,Chris.Además,estoysegurodequeenrealidadtieneinformación.—KincaidmiróaLena—.¿Meequivoco?

—Notengonadaquedecirte—contestó—.Eresunodeellos.—Ah,vale.Graciasporrecordarmequesoydelosmalos,porsiestasbridasno

eransuficientes.—¿Cómopuedesbromearenunmomentoasí?—Teníaganasdevomitarotravez

ynecesitabahacerpisurgentemente.—Nosabíaqueloestuvierahaciendo.—Kincaidhizounapausayluegosutono

cambió—:TúeresdeOren,¿no?—¿Yqué?Queyosepa,esonoesundelito—respondió,yluegopensó:«Mierda,

hehechoquesuenecomosilofuera».—Noledebesningunaexplicación,Lena—intervinoChris.—Séhablarpormímisma.—Loúnicoquedigoesque…—Eh, eh—dijoKincaid—.Si eso es lomejor que sabéis hacer, noduraréis ni

diezsegundos.Chris,túmásquenadiedeberíassaberlo.—¿Estásinsinuandoalgo?—lepreguntóChris.—¿Túquécrees?—ComoChrisnodecíanada,Kincaidcontinuó—:Chris,me

refieroaloquetepreguntótuabuelo.¿Cómosabesdóndebuscaraesoschicosquesiempreencuentras?

Mássilencio.LenasentíaqueChrissecerraba,quelevantabaunmuro.Unacasadetorturas,yChrisconocíasuexistencia…

—Seguíaisunaespeciedesistema—dijoKincaid—.Tienequesereso.Esodelreloj,simalnorecuerdo.Porsupuesto,necesitabasunpocodeayuda.—ElStetsonde Kincaid se movió un milímetro y Lena sintió el ardor de los ojos del ancianoclavadosensucara—.¿Alguiendeallí,talvez?¿Tedabapistassobredóndebuscaroqué?

ChrissaltóantesdequeLenapudieraresponder:—Comohas dicho, estamos en elmismo bando. ¿Quieres explicarme entonces

quépasóconAlex?—Pues,sinceramente,nolosé,Chris—respondióKincaid—.Laúltimavezque


laviestababien.Siacaso,supongoquetuvoqueverconaquelchico…Seprodujounrepentinodestello.Enlacabinadelconductor,Sethdiounrespingo

al tiempo queChris se abalanzaba contra Lena enmedio de un fragor de cadenasmetálicas.Ellasediounbatacazocontralabasedemaderaalcaerenpesomuertoygritódedolorcuandolacadenaquelerodeabalacinturaseleciñóyseleclavóenlapiel.

—¿Chris?—consiguiódecir—.¿Qué…?—Alguien está disparando. —Alzó la cabeza unos cautelosos centímetros. La

carretahabía idodandobandazoshastadetenerse—.Sethha caído.Gracias aDiosqueloscaballosnosehanespantado.Kincaid,¿estásbien?

—Sí.—Lenaoyócómoelmetalsearrastrabaporlamaderacuandoelancianosemovió—.SeguimosenRule—dijoKincaid—.¿Quiéndemonios…?

Lenaaguzóeloídoanteelsonidodeunoscascosamortiguados.—Permaneced agachados —murmuró Chris. Lena sintió que este reptaba de

espaldas—.Tútambién,doctor.Seprodujounmovimientoenlacabinadelconductoral tiempoqueunasilueta

—deltamañodeunhombreenvueltoennieve—secolabaenelhazdeluzdelfarol.Cuandoelhombresegiróparamirarensudirección,Lenaporpocodejóescaparunchillido.Noteníacara.

«Idiota.—Elpulsoseleaceleró—.Llevapuestounpasamontañas,esoestodo».La silueta se escabulló. Lena notó que recorría la carreta lentamente a todo lo

largo.Estasehundióyluegorebotócuandoelhombresubió…Chris le asestó una patada con ambos pies. Se oyó un gruñido cuando su bota

impactó en el pecho del hombre y entonces aquel tipo sin cara se bamboleó yenganchóunamanoenelbordedelacarreta.LabotadeChrisvolvióacocearylasuela le aplastó los dedos. El hombre aulló mientras Chris aprovechaba paralevantarsedeunsalto.Ahorateníalasmanosdelanteyaprovechóparacogerimpulsoypropinarleundoblepuñetazo.

—¡Chris, no! —Alguien se abalanzó desde el lado de la carreta donde seencontraba Kincaid. Sorprendido, Chris soltó un grito al ver que el hombre se leechabaencima.SevieronenvueltosenunamarañadegolpesyforcejeosencimadeLenaydeKincaid.Lacabezadelachicaimpactócontralamadera.Elmédicogritaba«¡basta, basta, basta!», pero Chris seguía peleando, hasta que el segundo hombregritó—:¡Para,Chris,soyWeller,soyWeller!

—¿Weller?—LenareconociólasorpresaenlavozdeChris—.¿Quéestás…?—Debemosdarnosprisa—apremióWeller.Seoyóunclicyuninstantedespués

aparecióunrayodeluzamarilla—.Damelasmanos,Chris.Nathan,¿estásbien?—Sí.—ElhombrealqueChrishabíapateadosequitóelpasamontañasnegro—.

Peroestoyunpocohartodequememachaquen—respondióNathan.—¿Quéestáishaciendovosotrosaquí?—lespreguntóChris.—¿Atiquéteparece?—WellertirólasbridasdeChris—.Salvaroselpellejo.


19—¿Oren? —dijo Chris. La tormenta estaba arreciando. La nieve derretida le

resbalabaporelcuelloyempezabaanotarelfrío,ylasrepentinasrachasdevientotraían copos helados que le aguijoneaban las mejillas. Seguían agazapados en lacarreta,aunqueahoraWellerocupabaelpescante.HabíatiradoelcuerpodeSethalsuelosinningúnmiramientoyestenohabíatardadoencubrirsedenieve.AdemásdesupropioruanoydelalazándeNathan,amboscargadosconpesadasalforjas,Wellerhabíatraídounrucioflaco.Loscaballospateabanelsueloyresoplaban,sacudiéndoselanievedevezencuandoconunfuerte tintineometálico—.Aversi lohepillado.Quieresquenosvayamosahora…¿eneso?

—Ajá—asintióWellerconvozcansina.Nathanteníael labiotanhinchadoqueparecíaunasalchichaalemana,asíqueeraWellerquienllevabalavozcantante.Paraser un tipo que se había criado enMichigan, el papel de cowboy descafeinado leveníaquenipintado—.Poresohetraídotodos losbártulos.Claroquenoesperabaquetuvieraisquelargarosconlachica,perocomohavividoconellos…

—Peroyonosoyamishdenacimiento—añadióLena.SeacurrucóalaizquierdadeChrisyseabrazóasímismaparacalentarse.Wellersehabíaquitadoelgorrodelana y, aunque le estaba varias tallas grande, la chica se lo había calado hasta lasorejas. La punta del gorro se había arrugado, confiriéndole el aspecto de un elfoabatido—. Mi madre lo fue por matrimonio, pero no hizo más que un paripé. Ytampoco es que a mi padrastro lo tuvieran en mucha estima. Conozco elasentamiento, pero no tanto, y estoy segurísima de que nunca he oído hablar deningúntipollamadoIsaacHunter.

—O sea que, aunque exista, nunca le has visto la cara —dedujo ChrisdirigiéndoseaWeller.

—Jessdicequesiguevivo.—¿Y cómo lo sabe? ¿Y quién es el tal Hunter? Pongamos que lo encuentro.

¿CómosabéisJessotúqueloschicosqueseocultanentornoaOrenestánconél?—Christienerazón—intervinoLena—.Enelgrupodondeyoestabahabíadiez

niños. Uno de ellos, Jayden, decía que había muchos grupos, pero que estabandesperdigados para que la gente no pudiera encontrarlos. La mitad del tiempo nisiquierasabíandóndeestabanlosdemás.Jaydenexplicóqueasíeramásseguro,peronuncamencionóqueningúnadultoestuvieraalmando.Nosotrosestábamossolos.

—Créeme,dondequieraqueesténesosniños,noquierenquenadielosencuentre.Losé.Llevomesesbuscándolos—arguyóChris—.YesaideaquesetehaocurridodequedeberíaconvencerlosparaqueregresenaRule,comounaespeciedeejércitodesorganizado,porquecreesqueaquínadievaaabrirfuegocontralosSalvados,ydequeyoasumaelmandoescomplementedisparatada.Aunqueaceptara,cosaquenopiensohacer,¿porquénohabríadeiralnorte?Esmilvecesmásrápidoquedesviarsehaciaeleste.


—Porque sime dejaras un rastro hacia el este, todo elmundo buscaría en esadirección y no enOren—lo contradijoWeller—.Esta tormenta nos va a venir deperlas.ElConsejo estará deseando salir a por ti, pero yopodría convencerlos paraquenonosmovamoshastaquelopeorhayapasado.Asítendrásunabuenaventaja.Digamosqueundesvíohaciaelestedeochentaonoventakilómetros…

—¿Ochenta kilóme…?—Chris abrió losojos comoplatos—.Nopodríamosniaunque fuéramos a caballo y no hubiera tormenta: la nieve es profunda. ¿Sabescuántotardaríamos?

—Claro.Peroluegopodráscerrarelbucleyponerrumboalnoroeste.—Pero si se tardan tres o cuatro días en llegar a Oren con buen tiempo…—

protestóLena.—Conloskilómetrosdemás,nollegaremosaOrenhastadentrodediezodoce

días.Talvezdossemanas.Esdemasiadotiempoparapasarloenlanieve.—Sí,pasaréiscalamidades.—Wellerseencogiódehombroscomosiaquellono

tuvieraimportancia—.Noserámuyagradableyosmoriréisdefrío…—Yprobablementedehambre.—Así que tendréis que cazar, comohacéis habitualmente cuando vais a buscar

provisiones.Yasabescómohacerlo.Además,tienestodolonecesario.Aunquecomonoesperabasacarosdelpuebloalostres,sólohaydossacosdedormir.Esoledaunpoquitode…—LadeólacabezahaciaLena—interésalasunto.

—Dios,eresrepugnante—leespetóLena.Wellerhizooídossordos.—Paracuandoossigamos,elrastroyasehabráperdido.—Ja, ja. Perdido.Como si no lo estuviéramos ya.—La voz deLena denotaba

burla—.Quéironía.—Lena.—Lachicaleestabadandodolordecabeza.VolvióacentrarseenWeller

—:¿Creéisquelotenéistodocalculado?Estáislocosderemate.—Vale, estamos locos de remate. —Weller hablaba con total naturalidad—.

Entoncessupongoquenoosimportaráqueosllevemosalacasadetortura.—Noseasestúpido.—Peternuncalehabíapermitidoentrarenlacasadetortura

y él jamás había cuestionado sus órdenes. Pero no era imbécil. Él mismo habíallevadoa susprisionerosallí.Lamayoríahombres, aunque tambiénaunascuantasmujeres.Tampocoimportabademasiado:unavezquelascosasseponíanfeasdetrásde aquellas paredes… todos los gritos sonaban igual. En una ocasión había vistofugazmente un carro saliendo de allí y, por los bultos ymontones que se apilabanbajounalonaempapadadesangreenlapartetrasera,supo,sinlugaradudas,enquéestadosalíanlamayoríadelosprisioneros—.Osea,quenotengoelección.

—Vaaserqueno—contestóWeller.—¿Osdaiscuentadeloqueestáisdiciendo?—Elmédicohabíapermanecidoen

silencio, pero su voz irrumpió con rabia—. ¿Es que tú yNathan y los demás soisconscientesdeloqueacabáisdehaceraquí,deloqueleestáispidiendoaestechico?


¿Aquéestáisjugando,tíos?—Nosetratadeningúnjuego.—LaexpresióndeWellersehabíaoscurecidopor

lanieveylassombras,perosuvozsonóenfadada—:Sientoquenotepusiéramosalcorriente,jefe…

—¿Al corriente? ¡Maldita sea!—exclamóKincaid—. ¡Estamos hablando de lavidadeunachica!

—Espera un segundo, ¿qué quieres decir con «al corriente»?—Chris no dabacréditoasusoídos—.Kincaid,¿túestabasenelajo?

—Telodije—murmuróLena.Sesacudiólanievedelacaraconeldorsodelamano—.Estántodosmetidoshastaelcuello.

—No,nodeltodonihastaelfinal—dijoKincaidenigmáticamente—.DehabersabidoloqueplaneabanparaAlex,loshabríadetenido.

«Sí —pensó Chris—, pero ¿qué demonios habían planeado para Alex?». LeincomodóaquelpensamientoporquesignificabaqueKincaidestabadeacuerdoconaquelplandelocos,almenosenparte.Ylopeoreraqueelmédicosabíaquealfinalaquellostiposlepediríanaélque…¿Qué?¿Quelossalvara?¿QuesalvaraRule?

—Puede que Alex todavía esté bien —sugirió Nathan, aunque las palabrassalieronhúmedasybabosasacausadellabiohinchado:Aleshyeshté—.Esunachicalista.—Esh-una-shica-lishta.

—¿Deverdadcreesquetienealgunaposibilidad?—ironizóKincaid.—Tienes que creerme —insistió Nathan—. Me sabe fatal lo que ocurrió con

Alex.Sesuponequelascosasnoteníanquesalirasí.—¿Ycómodiablostendríanquehabersalido…?—Doctor.—Chriscolocóunamanoenelbrazodelmédicoyvacilóduranteuna

fraccióndesegundo.Lomásfácileradejarqueaquelloshombressepelearanentreellos,pero,legustaraono,eransubilletedesalidadeRule,ylosabía—.Dimecómoteníanquesalirlascosas,Nathan.Noteprometonada…

Wellerlointerrumpió.—Yodiríaquenoestásenposiciónde…—Sí, pero hasta donde acierto a comprender me necesitáis. Así que cállate,

Weller.—IgnorandolasprotestasdeWeller,ChrismiróaNathancondureza—.Dimequéocurrióexactamente.

—Bueno…—Nathanbajólamirada—.LoqueLenadijo…sobretucaballo…escierto.—Shobre-tu-caballo.

—¡Anda!Nomedigas,Sherlock—seburlóLena.—¿NofueNight?—LamanodeChristrepóhastalaheridadesucuerocabelludo

ylostiesospuntosdesutura—.¿Fuistetúquienmegolpeó?—No.—Nathannegóconlacabezaysiguióhablandocomoparasí—:FueJess.—¿Jess…?—Teníaquehacerlo,Chris.—¿Cómoqueteníaquehacerlo?¡Esanoesunarazón!


—Bueno, algunos de los hombres y yo intentamos apartarte de allí, pero tú noqueríasirte.

—¡PorqueAlexestabaallífuera!—gritóChris—.¿Quédemoniosesperabaisquehiciera?¿Queladejaramarchar?

—Chris, tienes que entender que Jess hizo lo único que se podía hacer paraimpedirque fuerasdetrásdeAlex—farfullóNathan—.Volvistedemasiadopronto.Nopodíamoshacerotracosa.

—¡No me digáis eso! —Chris estaba furioso—. Claro que podíais. Podíaishaberme dejado alcanzarla. ¡Podíais haberme dejado salvarla! ¡Aunque hubieratraspasadolaZona,podríaishabermantenidolabocacerradayhaberdejadoquelatrajeradevuelta!

—Eso no es lo que Jess quería —masculló Nathan. Como si eso fuera unaexplicación—.Dijoqueteníasquesaberdóndeteestabasmetiendo.Túereselúnicoque puede arreglar las cosas, Chris. Siempre has sido el único. Si simplemente teibas,sinpensarenlasconsecuencias,sinsolucionarlascosas,esquetehabíasdejadoguiarportucorazón.

—¿Y por qué se supone que debería guiarme?—Chris luchó por controlarse.Teníaunapelotaderabiaenlagarganta—.LoúnicoquequeríaeramanteneraAlexasalvo.

—Jessdijoqueteníasqueaspiraramás.Inclusoqueríamorirparademostrártelo.¿Sabesquemepidióquelamatara?

«Ojalálohubierashecho.MejorellaqueAlex».—Nomeextraña.OtracosaqueachacarleaAlex.—AlverdudaraNathan,Chris

supoquellevabarazón—.¿Yporquénolohiciste?—Porque…nopude.—PerosíquedejastemarcharaAlex,¿no?Noteimportóquesemetieraen…—Noestoyorgullosode loquepasó.Necesitoquecomprendasporquéhice lo

que hice, eso es todo.—Nathan por fin se atrevió a levantar los ojos, aunque sedirigió a Kincaid—: Siento que tuviéramos que dejarte al margen, jefe. Créeme:cuantomenossupieras,mejor.

—Oh, Nathan, ni te creo ni creo que puedas enderezar el entuerto —repusoKincaid.Suvozsonóbajayapagada;sufuriaeraunecodeladeChris—.Esachicasehaidoy,paracolmo,lecerrasteislabocaaJessyahorasedebateentrelavidaylamuerte.Pormuchoqueintentesengañarte,siempretendráslasmanosmanchadas.

—¿Y tú te creesmejor que él?—lo acusóLena—.Sabías queplaneaban algo,peronuncaalertasteaChris,niaAlexnia…

—Déjalo, Lena —la interrumpió Chris—. Lo hecho, hecho está, ¿vale? —SevolviódenuevohaciaNathan—:¿PorquéestanimportanteesetalHunter?

—Jessdijoquesabe loquehace—explicóNathan—.Por lovisto, IsaacpuedeinfluirdealgunamaneraenelConsejo.

—Vale,pero¿cómo?—AlverqueNathannorespondía,ChrismiróaWeller—:


Oh,Dios,nolosabéis.Notenéisniidea.LacaradeWellereraunamáscara.—NosfiamosdelapalabradeJess.EllallevamástiempoenRulequeninguno

denosotros,desdemuchoantesdequeYeagerasumieraelmando.SabecómotrabajaelConsejoydóndeestánenterradoslossecretos,hastalosmásinconfesables.

—Perovosotrosno—saltóLena.—Aunque lo supierais…¿con eso os basta?—exclamóChris—. ¿No veis que

estoesdelocos?—Sabeloquehace—insistióNathan.Chris abrió la boca para protestar, pero decidió que nomerecía la pena gastar

saliva.Vayapandadechiflados.AJessselehabíaocurridoalgúnplandisparatado,quenieraplannieranada,yesostiposlehabíanseguidoeljuego.

—Seguroquesiguespensandoquehemosperdidolacabeza—apuntóWeller.—Pues ya somos dos.—Lena metió baza, peroWeller no le prestó la menor

atención.—Perodéjamedecirtealgo,Chris:¿AlgunavezcuestionasteunaordendePeter?Unpequeñoclicdeadvertenciaresonóensumente.—¿Quéquieresdecir?—preguntó.—Creoquelapreguntaesbastanteclara.¿Algunavezhasestadoendesacuerdo

conPeter?—Sí,variasveces.—¿Yalgunavezhasactuadoasusespaldas?—Weller—leadvirtióKincaid—.Noesculpasuya.—Estábien,doctor.—ChrisexaminóaWellerduranteunbuenrato—.Siempre

heintentadonocuestionaraPeterdelantedelosdemáshombres,siesesoloquemepreguntas.

—¿Porquéno?«Porqueconfiabaenél.Petereracomoelhermanomayorquenuncatuve».—No siempre estaba de acuerdo con él —expuso—. A veces estaba más

receptivo;otrasnodabasubrazoatorcer.—Y tú acatabas sus órdenes. —Weller masticó las palabras como si supieran

fatal.—Teníaquehacerlo.ElConsejotomabalasdecisionesyPeterdabalasórdenes.

Yo sólo hacía lo que se suponía que tenía que hacer. —Sabía que aquello habíasonadoaexcusabarataytratódeenmendarlo—:Igualquevosotros.

—¿Ah,sí?—Wellerdesplególosbrazos—.¿Yquédemoniosestamoshaciendoahora?

—Una locura—dijo Lena inexpresivamente—. Si no os gusta lo que hace elConsejo,puesarregladlo.

—No podemos —intervino Nathan—. No es así como funciona Rule. Nuncahemoslogradoconvencerasuficientegentey,paranoempeorarlascosas,lohemos


dejado estar. «Resignarse o morir». De todas formas, sólo se puede desafiar alConsejo…

—Desde dentro del Consejo —remató Chris con impaciencia—. O siendoparientedesangredelalguiendelConsejo.Sí,sí,yalosé;lopillo.Pero¿quéoshacepensarquelagentemeescucharía?

—Tienes que explicar lo que pasa—dijo Nathan—.Mostrarles las razones. YellostendránqueasumirqueelConsejo,elpropioPeterytodoelpueblohanhechounpactoconelDiablo.

—¿Peter?—Un fríoquenada teníaquever con la tormenta se lemetió en loshuesos—.¿Quétipodetrato?¿Dequéhablas?

—¿QuéhaymásalládelaZona,Chris?—Nolosé.—¿Porquéno?—Porqueno.Porquenuncaheido.No…noestápermitido.Siemprequehemos

idoaporprovisiones,Peter…—Peter elegía las rutas—apuntó Weller—. Peter siempre decidía. Peter tenía

influenciaenelConsejo.¿YquépasaconlosExpulsados?¿Notehaspreguntadoporese castigo en particular?Cuando te echan del pueblo, es para siempre. Pero ¿porqué? Se supone que esta es una buena comunidad cristiana, ¿no? ¿Por qué noconcedenunasegundaoportunidad?¿Quéhaydelperdóncristiano?Yesovaamisa.ComorebasesciertopuntoypongasunpiefueradelaZona,yanohayvueltaatrás.¿Por qué? ¿Pormiedo a que losExpulsados traigan historias que alConsejo no legustaríaescuchar?

«Cállate.—Christragósalivahaciendounruidoatronador—.Noquierooírlo;noquierosabernada».

—Chris—dijoNathan—, ¿no te has preguntado por qué losCambiados ya noatacanRule?

Haciendounterribleesfuerzo,logróquesuvozsalieradelpecho:—No.—¿Yporquéno?—No lo sé. No lo he hecho, simplemente —replicó Chris—. ¿Por qué iba a

importarme?Mientrasnotengaquelucharcontraellos…—Pero¿acaso tienesentido?Lucháiscontraellosahí fuera.Sabesquenoestán

muertos.Selasestánapañandodealgunamaneraynohuyen,¿verdad?—¿Y?—Piensa, Chris. A estas alturas del invierno aún tenemos invasores. Siguen

llegandorefugiados.YllevamosmásdedosmesessinenfrentarnosalosCambiadosdentrodelterritoriodeRule.¿Porqué?

—Somosdemasiados.Sabenquelosmataríamos.—Perosíquelosacogemos—interrumpióWeller—,¿verdad?—¿Qué?No.Silosencontramos,acabamosconellos.


—¿Ah, sí?—continuóWeller—.Pueshemos traído aniñosque se suponequepuedencambiarcuandoseanmayores.

—Si es que la edad es el único factor determinante…—señalóKincaid—.Nisiquieralosabemos.

—¿Qué? —Chris estaba mudo de asombro—. Nosotros… No es así comofuncionaelcambio.

—Bueno,porahoranosabemoscómofuncionaosihaconcluido—dijoKincaid—.Porestarazón,nopodemosestarsegurosdequelosSalvadosesténrealmenteasalvoalargoplazo.

—¿Qué quieres decir con que no estáis seguros? —chilló de pronto Lena—.¿Cómoquealomejornohaconcluido?

—Puedequeno.—PeronosotrossomosSalvados.—LavozdeLenavolvióasonardesesperada

—.Yahanpasadomeses.¿Cómopodríamosnoestarasalvo?—Enprimerlugar,nosabemosporquésoisSalvadosniporquésoistanpocos.

¿Quétienesencomúntú,Lena,conAlex,Sarah,ChrisoPeter?Demasiada información.Chris sentíaque lospensamientossearremolinabanen

sucabezayqueestaestabaapuntodeestallarle.—¿YquétieneesoqueverconlosExpulsadosoconlaZona?—Esmuy sencillo, Chris—respondióWeller—. ¿Por qué el extremo suroeste,

adondeenviamosalosExpulsados,eselmenosprotegido?—Nolosé—dijoChris—.¿Quéinsinúas?¿Dequéestáishablando?—EstamoshablandodeloquehaymásalládelaZona.DeporquéPeterenvíaa

losExpulsadosallíynoacualquierotro sitio.DeporquéPeterdecidequeciertasrutas se transiten sólo en ciertos momentos. —Weller se inclinó hacia delante—.EstamoshablandodeporquéPeternoshahechorobarniños.¿Porquénosllevamosaesosniñosalafuerzaylosseparamosdesusfamilias?

—Oh,mierda,mierda—profirió Lena antes de que Chris pudiera contestar—.Fuisteisvosotros.¡VosotrostendisteislaemboscadaparadeshacerosdePeter!

—No seas estúpida, niña—espetóWeller—. Peter tenía cosas que explicar, escierto,perointentésalvarle.

—¿Cosasqueexplicar?—repitióChris—.¿Quécosas?—Respóndemeaunapregunta,Chris—dijoWeller—:¿Dóndeestánloshijosde

Rule?¿Ylosnietos?—Pues…pues…cambiaron,¿no?¿Nolos…?Vosotroslosmatasteis,¿no?—¿Ydóndeestánlastumbas?EnterramosatodoslosnativosdeRule,inclusoa

losCambiadosa losque tuvimosquepegarun tiro.Pero¿cuántosniños creesquehabíaenunpueblodedosmilhabitantes?Yoteaseguroqueallínohaynilamitaddetumbasdelasquedeberíahaber.Poresotepregunto:¿dóndeestánlosquefaltan?

—Yo…—LavozdeChrissonócomounásperogruñido—.Notengoniidea.Semarcharon.Huyeron.Se…sefueron.


—¿Ah,sí?—Wellervolvióaecharsehaciadelante—.¿Estásseguro?


20

Nada.Nisueñosnisonido.Ningúnpensamiento.Sencillamente…nada.Luego,dolor:unestallidorojoquenodejabadeaumentar.Yvoces,perovoces

queseconfundíanunasconotras:«Sujétalo,atención,seestáviniendoabajo,trabajolomás rápidoque…».Gritos y otros sonidos, aunque confusos e imprecisos comoniebla fina. Sólo al final, justo antes de desmayarse, su mente se aferró a unpensamiento único y cristalino: era él quien profería aquellos gritos terribles yviolentos.

Más vacío. Más oscuridad. De vez en cuando, su mente volvía a la vidachisporroteandocomounantiguomotorqueseniegaaarrancar,pormuysuavequepisenelacelerador.Avecesseoíagemirasímismoy,devezencuando,tambiénlellegaban otros alaridos, aunque esos los sentía ajenos y… en otro lugar, como sifueranvocesatrapadasenesosbocadillosflotantesdelostebeos.

Unvacíomáslargo.Entonces volvió en sí de golpe en medio de un ígneo y candente estallido de

dolor.Latransiciónfuedevastadora.Sucuerpoeraunablancallamaradadeagonía,pero él estaba sumido en la oscuridad.Era incapazde abrir los ojos.O tal vez losteníaabiertoscomoplatosynolosabía.

«Oh,no,mehequedadociego,mehequedadociego,mehe…».Enlagargantalebullóungritoyforcejeótratandodemoverse…,peronopudo.

—Tranquilo—dijoalguien—.Tranquilízate,estoyaquí.Noeracapazdediscernirsilavozpertenecíaaunhombreoaunamujer.—Yo…yo…—resolló.Intentógirarlacabeza,perootraflecharojadedolorlo

asaeteóenlomásprofundoydejóescaparotrogrito.—Basta.—Estavezunamanoletocóelhombro—.Procuranodesesperarte.Sinoledolieratantoalhacerlo,hastasehabríareído.«Dios mío, ¿qué me pasa?». Se olía a sí mismo: carne agria, sangre reseca y

miedo.—No…v-veo…Nopuedo…mo-moverme.—Esoesporlascorreas,muchacho.—Aquellavozdefinitivamentepertenecíaa

unhombre.Peterreconocióeldurotonodemando,perotambiénunrudocansancioqueasociabaconlosancianos—.Eresunluchador,hayquereconocerlo.

«¿Correas?».Elcorazónlediounvuelco.—K-Kincaid…¿D-dónde…?—Tranquilo.—Denuevolaprimeravoz:uncontraltoreconfortante.Unamujer

—.Hasestadoinconscientetantotiempoquetehemospuestovendasenlosojosparaquenoseteulcerasenlascórneas.Relájate.—Susdedospulularonporsusmejillasyluego tiraron de algo. La piel se le fruncía a medida que retiraban el adhesivo


pegajoso.Elairesuspirósobresuspárpadoscerrados—.Inténtaloahora.Elmeroactodeabrirlosojoslerequirióunatremendaconcentración.Teníalos

músculosatrofiados,comoengranajesendesusollenosdemugreyaceitecoagulado.Aparecióunafinarendijade luzypocoapocosuspárpadosfueronabriéndosedeltodo.Otrasacudidadepánicoledesgarróelpecho.

—Bo.—Queríagritar.Teníalalenguaespesa;erauncolgajodemúsculoquesenegabaacooperar—.Borrrr…

—¿Borroso? —Le cayeron gotas de agua en la frente—. Vuelve a cerrar losojos…Así.Dalesunpardeminutos,¿deacuerdo?Tuvequeutilizartranquilizantesparaanimales.Losiento,peroeslomejorquetenemos.Esunasuertequeseasfuertecomouncaballoyquetucorazónseajoven.Delocontrario,noestaríamoshablandoahoramismo.

Era todo un alivio sentir aquel paño fresco y húmedo. Dejó de bregar y lepermitiótrabajar.Oyóaguaqueborboteabaygoteabaysintiócómo,acontinuación,lamujer le refrescaba la frente, lacarayelcuello.Susdedos ledesabrocharon losbotones y le lavaron el pecho y no pudo reprimir un gemido, aunque esta vez dealivio.

—¿A que te sientes muchomejor?—Volvió a dejar de sentir el paño y, pocodespués, lamujer le estiraba la camisa sobre el pecho y lo tapaba con unamantaásperaqueolíaalanaviejayamuerte—.Intentaabrirlosojosahora.

Así lo hizo. Seguía teniendo la vista nublada, pero era capaz de distinguir unalonaverdesobresucabeza.Unatiendadecampaña.Sumiradarecorrióunavarademetaljuntoasuhombroizquierdoyunabotelladelíquidoclaroquecaíaagotasypenetraba en la gran vena de la sangradura de su brazo a través de un tubo deplástico. Tenía las muñecas amarradas con correas de piel provistas de grandeshebillasdemetaly,porlapresiónquesentíaalrededordelostobillos,sabíaquesuspiescorríanlamismasuerte.

«Unaespeciedeenfermería.—Elaireolíaafríoyahumedad.Estabatumbadobajovariasmantasenunacamillametálicaqueledabalasensacióndeserendebleydemasiado ligera, comoesasplegablesqueutilizan los serviciosdeemergencias—.¿Militares?».

—¿Mejor?—Porencimadeélyasuizquierda,lacaradelamujercobróformaysustancia.Noeraobesa,perosírobustayroma.Llevabaelpelorecogidoenunmoñoenlanucayunapielcurtidaenmarcabaunosojosnebulosos.Eramuchomayordeloqueesperaba:puedequetuvierasetentaytantosocasiochentaaños.Suuniformedetrabajo estaba pasado de moda, como si procediera de una tienda de saldos. Sinembargo,lainsigniadesuhombroizquierdoparecíanueva:unabanderacolonialconun«III»romanojustoenelcentrodeunpequeñocírculodetreceestrellas.

«Mierda».Antesdequeelmundosefueraalgarete,élhabíasidoayudantedeunsheriff,asíquesabíaexactamenteloquesignificabaaquellainsignia.

—¿Quiénessois?—susurró.


Volvióaoírlavozdurayretumbanteasuderecha:—Relájate,muchacho,estásentreamigos,aunquetienesqueadmitirquenoshas

dado un buen susto.—Era un hombre cuadrado y corpulento, de cabeza enorme,semejante a un bloque de granito forrado con un espeso mechón de pelo blancocortadoacepillo.Teníaelpechotananchoyseasemejabatantoauntonelquesusbrazosparecíanunañadido:cortos,regordetesypostizos.Noeraalto,perosífornidoycompacto,reciocomounbuey.Además,suuniformeeradiferente:negroazabachedelacabezaalospies,peroconlamismainsigniaenelhombroyunaúnicaestrellaamarillaprendidaalassolapasdelacazadoradeaviadordepielnegraconcuellodeborrego. Llevaba un voluminosowalkie-talkie (de lamisma época que los de tipomilitar que utilizaban en Rule) enganchado en la cadera izquierda. Una pistolerareposaba en la derecha; la empuñadura de la pistola despedía un débil destelloperlado.

—Tehas tiradoochodíasenelotrobarrio,muchacho.Mealegrodequehayasdecidido volver con nosotros. —Los labios del hombre cuadrado esbozaron unasonrisa—.Habíamoshechounaapuestasobresiloconseguirías.Mecomplacedecirque estoy en el bando ganador. Me llamo Finn. Esta buena mujer es la doctoraMather.¿Ytúeres…?

Ochodías.¿Llevabaallímásdeunasemana?SiRuleloestababuscando,yasehabrían dado por vencidos. Chris se habría negado, de eso estaba seguro. Pero nisiquieraChriseracapazdejustificarunabúsquedaeterna.

—¿Dóndeestoy?—preguntó.—Estásvivoyasalvo.—Pero ¿d-dónde…? ¿Qué les ha pasado a mis hombres? —Su voz sonaba

oxidadacomounviejomuelle—.Habíaunniño.—Espera —dijo Finn. Se giró hacia un lado, le sirvió agua de una jarra de

plásticoylemetióunapajita—.Seguroqueestásmuertodesed.La pajita le quedaba tentadoramente cerca y el olor del agua lomareaba. Con

todo, vaciló. Tuvo la sensación de que, si aceptaba el agua que aquel hombre leofrecía,estaríacruzandounaespeciedelínea.

—Vamos, bébetela,muchacho.Que nomuerdo…como esosChuckies.—Finnseñaló con la cabeza el extremo más alejado de la tienda. Los ojos de Peter sedesviaronhacialaderechaydivisóalgoquenohabíavistoantes.Máscamillasconcuerpos: dos chicos y una chica. Todos estaban amarrados y completamenteinconscientes, debido con toda seguridad a la sedaciónquepenetraba en sus venasgotaagotaatravésdeaquellostubosdeplástico—.Encuantodecidamosdejarqueesospequeñosangelitosdespierten, losmeteremosennuestrasceldas juntocon losotrosseis.Diezeselnúmeromáximoquepodemosmanejaryalimentarsinriesgos.Mocososdeldemonio.Túereselprimeronormaldetuedadquenoshantraídoloscazadores.Seráinteresanteverquépasaconeltiempo—explicó.

¿Qué significaba aquello? ¿Cazadores? ¿Cazarrecompensas? «Dios mío».


CapturarlosaTyleryaélhabíasidoelobjetivodesdeelprincipio.Recordócómolanievehabíacobradovidaamododegéisereshelados.Podríanhaberlomatado,peronolohicieron.

«Intentaron acorralarme, pero corrí hacia Tyler, ahí fue cuandome dieron.Medispararoncomoúltimorecursoporquenoqueríanquehuyera».

SequedómirandoaFinn.—¿Dóndeestáelniño?—Metemoquemurió.PerotenporseguroqueaTylerledimosunbuenuso.«¿Qué?».—No…noentien…—Venga,nomáspreguntas.Bebe,muchacho.Hasperdidomuchasangre.Eres0

negativo,¿losabías?Ungruposanguíneomuypococomúny,aunqueesoesbuenosiyonecesitosangre,Mathersólopudohacerteunatransfusiónconelmismotipo.Porsuerteparati,Peter,noestamoshablandodenadacontagioso.

¿Quésignificabaaquello?YFinnsabíasunombre…yeldeTyler.Porsupuesto.Loscazarrecompensassabíanquiéneseranyhaciadóndesedirigían.

«Estaban sobre aviso, pero ¿cómo? No decidí que nos dirigiríamos hacia elHombreMuerto hasta aquellamismamañana». Fue cuandomandó a Lang que seadelantara.¿LehabríantendidounaemboscadaasuordenanzaloscazarrecompensasdeFinn?Noquedabaotraexplicación.

—¿Dóndeestoy?—preguntóconvozronca.—Puesmira,estásenmiterritorio,Peter,ytengoelaguaquequieresynecesitas.

Venga.—Finnlevolvióaofrecerlataza—.Nomáspreguntas.Apesardelmiedoqueloatenazaba,queríabebercontodassusfuerzas.Dejóque

Finn le colocara la pajita entre los labios. El agua, fría y refrescante como unabendición,leinundólalengua.Creyóqueibaadesmayarse.Dejólatazasecaentresansiosostragos.

—Excelente.Sinoloechas,podrásbebermásdentrodeunrato.—FinndesviólamiradahaciaMather—.TraeaDavey,¿quieres?Peteryéldeberíanconocerse.

—Sí,señor.—MatherledirigióunsaludomilitarypasórozandoalosCambiadosensuscamillas.Alverlasalir,Petersepercatódealgomás.

—Vosotros…—Sumirada seclavóenunaviejabombilla con jaulaprotectora.La luz no era suave ni agradable, sino muy potente, un despliegue de amarillohirienteycegadorqueproducíaoscuros fosfenosen las retinasdePeter.Con todo,eraincapazdeapartarlavistadeella—.Tenéisluz.

—Un poco, sí—respondió Finn—. Tenemos energía suficiente para mantenercalientes unas cuantas tiendas: esta enfermería y donde Mather realiza lasoperacionesy…otrostrabajillos.Disponemosdeundepósitomuybienprovisto(losvehículos son prácticamente inservibles, aunque contamos con unas cuantascamionetasviejas),perousamosloquetenemosconmuchamoderación.

Generadores. Y un depósito. Ahora estaba seguro. Todo cuadraba con aquella


insignia del hombro. El «III» romano significaba Tres Por Ciento. Esa era laestadísticaquelasmiliciasprivadassejactabandemanejarporquesóloesepequeñoporcentajedecolonosnorteamericanoslucharoncontralosbritánicosenlaGuerradeIndependencia.Demodoqueaquelnoeraunmerocampamentodesupervivientes.Se trataba del complejo de una milicia privada que probablemente existía muchoantesdequeelmundosefueraaltraste.

—¿Sabes?Pordesafortunadoquefueraquerecibiesesuntiro,esonoshadadolaoportunidaddedescartarotrateoría—afirmóFinn.

Apesardelagua,volvíaatenerloslabiosfruncidosyresecos.—¿Qué-quéquieresde-decir?—Bueno,perdistemuchasangre.Pormuyfuerteojovenqueseas,habríasmuerto

siMathernohubieraencontradoaundonante.Pero¿quéestabadiciendoaquelhombre?«Porsuerteparati,noescontagioso».

Dios.—Tú…—Laspalabrasqueríanatravesárseleenlagargantayquedarseallí—.Me

hicisteunatransfusióndesangred-de…—Asíesy,mira,tehasdespertadoysiguessiendotú.—Finnsepasólamanopor

lafrente—.¡Uf!¡Noshastenidoenascuas,muchacho!Laspalabrastropezabanconsusdientes.—¿Cu-cuánta?—Hastalaúltimagota.DejamossecoaaquelpequeñoChucky.Hastaelanimal

sabíaqueseestabamuriendo.Selenotabaenlosojos.Mepusejustoalaalturadesucara.Elpequeñocabrónintentóarrancarmelanariz,perolasviejascostumbresnuncasepierden:lecortélospárpadosparaquepudieraverlotodo.Fuemuygratificante.

Peterestuvoapuntodegritarcomonuncaensuvida.—Soisunamilicia,¿verdad?Pero¿quiénestugente?¿Quécoñoqueréis?LaexpresióndeFinnseensombreció.—Somos lo queda y tú vas a mostrarnos el respeto que merecemos o, con la

ayudadeDios,teharépicadilloytedaréacomeralosChuckiespocoapoco.Dejarélosojosparaelfinal.Lesencantanlosojos.Seguroqueporesechasquidoquehacenalestallarenlaboca.

Lasalasdelatiendaseabrieron.Porlaranura,Peterviolainclinacióndelanievealcaer.Matherentróseguidadeunhombre.

«Joder».—¿Dóndequiereque locoloquemos, señor?—Lang,su hombre, suordenanza,

hizo un tajante saludomilitar. Su uniforme, salpicado de nieve, era idéntico al deMather,yllevabaunrifleautomático.NolededicóaPeterniunasolamirada.

—Justoaquí.—Finndiounaspalmaditasenunacamillavacíay,actoseguido,leguiñóunojoaPeter—.Notelotomestanapecho,muchacho.LangestuvobajomisórdenesenVietnam.—Lodijocomositalcosa—.Imaginalocontentoquemepusecuandomeinformódelomuchoquerespetabassushabilidadesdecombate.


Langeraunode loshombresdeFinn.Unaoladepavorensombreciósumentecuandorecordóalgomás.LangyWellerhabíanservidojuntosenVietnam.

«Peroesonopruebanada.Wellerintentósalvarmelavida».Unmomento.Algoque Weller había dicho desfiló de improviso por su mente como el teletipoelectrónicodeTimesSquare:«Cuandollegueelmomento,recuerdaquefuiyoquienhizoesto».

«¡Dios!».Unprofundoyoscuromalestarlesubióporlasvenascomosiunaplagahubierainfestadoelaire.Wellernolehabíasalvadolavida.Wellerteníaórdenesdemantenerloconvida.Pero¿porqué?

—No te importa queos pongamosde dos en dos, ¿verdad?—Finn enarcóunaceja—.Mehandichoqueerasmuybuenchico.

«Lehandicho.—¿SóloLangyWellerohabíamás?¿Acuántoshombreshabíatomado por leales, pero en realidadmaquinaban contraRule?—.Y paraWeller esalgopersonal.Pareceunarevancha,algoquetienequeverconmigo,pero¿qué?».

—¿Quéquieres?—preguntóentonoáspero.—Peter, los caminos del Señor son inescrutables para ver cumplidas Sus

maravillas.Élcabalgasobrelatormentayenlasprofundidadesdeminasinsondables.—AFinnlebrillaronlosojos—.Bueno,creoqueyasabestodocuantohayquesabersobreminas,¿noescierto?

Minas. Se quedó sin aliento y sin palabras. ¿Cómo sabía Finn aquello? NadiefueradelConsejolosabía,nisiquieraChris.SobretodoChris.

Finn se giró mientras Lang sujetaba un ala de la tienda y dos personas másentraban a toda prisa enmedio de una nube de nieve glacial. El hombre de Finn,calvoycondientesdeconejo,agarrabafirmementeconlasmanosunalargavarillade metal que Peter reconoció en el acto: uno de esos lazos que se utilizan paracontrolar animales, de los que tienen cabeza giratoria. Aquello era fundamental,porquenoimportabalomuchoqueforcejearaunperrosalvaje:nuncaseestrangularíaasímismoconaquelnudocorredizodenailon.Ymenosmal,porqueaquelanimalestabadandobastanteguerra.

Sóloque…noeraunperro.


21

ElchiconoeramayorqueTyler,ibacompletamentedesnudoyestabatanflacoqueselemarcabanlascostillas.Teníalapielsurcadadecortesyarañazosenprocesodecicatrización,úlcerasconmuymalapintaybarrocongelado,y,a juzgarporelolorqueemanaba,eraobvioqueloquecubríasuspieseranexcrementos.Nohizoningúnsonido,perolacuerdavolvióatensarsey,porlaformaenqueserevolvía,lasgordaslombricesdesusvenasparecieronapuntodeexplotar.

—¡Vamos,cabroncete!—LoslabiosdeDientesdeConejoseretrajeroncuandolepropinóuntirónbrutalallazo.Elchicocayóderodillasalsuelodandoarcadas.

—¡Barnes!—legritóFinn.SeprodujounsonoroplascuandolaspalmasabiertasdeFinn impactaronen lasorejasdel hombre.ABarnesni siquiera ledio tiempoachillar, se desplomó en el acto. Finn recogió la vara y aflojó el nudo hasta que elchicotomóaireenunalargayruidosaboqueada.Maldiciendo,FinnfueadarleunapatadaaBarnes,peroelviejoyaestabainconsciente.

—Señor—intervinoMather—,talveznosealamejorformade…—Cállate.—Finnsacóelrevólverderepente.Dosescasoscentímetrosseparaban

labocaplateadadelarmadelanarizdelaanciana—.Niunapalabramás,doctora.—Sí,señor—convinoMather.—Esosondos—replicóFinn.El sonidodel disparo fue tremendo.El cráneodeMather saltó por los aires en

mediodeunanuberojaylamujersedesplomócomounárbolreciéntalado.FinnsevolvióhaciaLang,quesehabíaquedadolívidoypetrificado.—Traeaalguienparaquelimpietodoesto.YdilealdoctorGrierqueacabade

serascendido.Langasintióconlacabezaunasolavezyseescabullóa todaprisa.Peternose

atrevía a moverse. Observó cómo Finn se aproximaba al chaval, que seguía derodillas.Susmanosmugrientascontinuabanaferradasalasoga,pero,aunqueechabaespumarajosrojosporlaboca,ahorarespirabaconnormalidad.

—Tranquilo, Davey —canturreó Finn lo más calmadamente posible, como siintentara apaciguar a un perro salvaje—.Así estámejor, ¿lo ves? ¿Tienes hambre,muchacho? ¿Te gustaría comer algo?—Levantó la vista cuando Lang regresó encompañíadedoshombres—.Lang,sujetabienaDavey—leordenó,cediéndole lavaradecontrol—.Vosotrosdos,quedaosconBarnesyMatherunminuto,quenovanairseaningunaparte,yayudadaLangamanteneraDaveybajocontrol.—Lediounapalmadita a la camilla vacía que había junto a la dePeter—.Aquí, junto a sunuevocompañerodehabitación.

Los guardias se apresuraron a cumplir las órdenes y Finn se concentró enexaminar la bandeja de instrumental de la difunta doctora Mather. Tarareando,


toqueteólosinstrumentosconeldedoyseleccionóunescalpelogruesoyenorme.Elmetalemitióunbrillantedestelloamarilloalcernirsesobreelcuerpodelamujer.Laanciana aún tenía los ojos abiertos como platos. Su boca formaba una laxa O desorpresa.Finnseacercó,ledesenroscólalenguayempezóaseccionar.

«Estáloco.—APeterledieronarcadasynotardóenvolverlacabezayvomitarelaguaqueacababadebeberjuntoconunbuenescupitajodeflema.Lahabitaciónledabavueltas.Tragóaire—.Selevalapinza,estáchiflado».

—Allávamos—musitóFinn.Peterabrió losojosyvioqueel tipose inclinabasobrelacamillacontigua.Habíanatadoalchicoconcorreasdecueroyelpecholepalpitabafrenéticamente.SuschispeantesojillosdecuervoestabanfijosenlasmanosbrillantesyensangrentadasdeFinn—.¿Unbocadito,Davey?

El chico jadeó cuando el primer goterón de color rubí cayó en sus labios. Unhambrevorazsedibujóensucaraallamerlasangreynotardóenabrirmáslabocayestirarelcuelloparaqueestagotearadirectamenteensuinterior.APeterlerecordóaun pajarillo esperando a que su madre introdujera un gusano en su garganta y sepreguntó qué aspecto habría tenido él cuando Finn le había ofrecido el agua.Seguramentenomuydistinto.

Entonceselchicolevantódesúbitolacabezaalavelocidaddeunavíbora,peroFinnretrocediójustoatiempoylosdientesdeDaveymordieronelaire.

—Chico malo. —Finn le propinó un fuerte capirotazo—. No, Davey, no semuerde.

ElchavalCambiadosoltóungruñidoyvolvióalacarga,aunqueestavezFinnleestampó un puñetazo justo debajo del ojo y esperó a que los guardias le ataran lafrenteconunacorrea.

—Muybien,intentémoslodenuevo.—Finnseccionóotrotrocitodelenguaconel escalpelo. Le costó tres intentos más y otros tantos puñetazos que Davey lepermitieraintroducirlelachorreantecarneenlabocasinquelemordieralosdedos.Peterobservócómoelchicoporfinmanteníaelpedacitoenlabocaylomasticabaados carrillos—. Sigamos.—Lo dijo como si fuera un abuelito dándole a su nietopreferidounHuevoKinderahurtadillasaunasabiendasdequelequitarálasganasde comer. Sin volver la vista, añadió—: De hecho, es bastante interesante. Ya heexaminadoaunbuennúmerodeellos.Yhasdesaberqueel…¿Cómolo llamáis?¿El cambio? Pues bien, que el cambio, desdemi punto de vista, no ha terminado,muchacho,nimuchomenos.

Elcorazónlediounvuelco.¿Queelcambionohabíaterminado?Enalgúnlugardesumente,sabíaquepodíaserasí,peroenRulenadielohabíavistoconsuspropiosojosenningúnSalvado.

«¿Nadie está a salvo?—Peter sintióque sumente se encogíademiedo—.No,está equivocado.Yo soy un Salvado. Eso no va a ocurrirme amí, ni a Chris ni aningunodelosotrosSalvados.Hapasadodemasiadotiempo,meses.Nopuedeser».

—¿Sabesloquemepregunto?—LacaradeFinnsetornóuntantosoñadora—.


Mepreguntocómoserá.—¿Qué?—Peter no daba crédito. Se humedeció los labios—. ¿Te refieres a…

cambiar?—Sí. La autoconciencia es una bendición y una maldición, Peter. Uno es

conscientedequeestácogiendounresfriado.Hayseñalesysíntomas.Asíque¿cómoserácambiar?¿Senotarádealgunamanera?¿Túlonotas?¿Acasotedaríascuenta?Deberías.Losmoribundosadquierenunsextosentidocuandoelfinseacerca.Hastalos locos saben cuándo se les va la pinza. Tal vez se engañen a sí mismos, porsupuesto,pero…losaben.

—Yo…yonolosé.—Estabatemblandoysusdientesnoparabandecastañetear—.Nomeimporta.Noqui-quierosa-saberlo.No-nomeimporta.

—Oh, pero sí que importa; debería importarte. Para conocer a tu enemigo ybatirleensupropioterreno,debescolarteensucerebro,veratravésdesusojos.Estonoes«vistounChucky,vistostodos».Yalocreoqueno.Porejemplo,nuestroDaveyeslamuestraperfectadeloqueleocurreaunChuckycuandohacambiadodeltodo.—Finnseñalóalchicocon lamano—.Cuando losChuckiesacabandeconvertirsesoncomoanimales.Algunoscontinúansiendosalvajes,perootrosevolucionan,yhayalgunosqueparecenmáslistosqueotros.EscomolacampanadeGauss,muchacho.Me apuesto lo que sea a que hay unChucky astronauta por ahí perdido en algunaparte. Ay, me encantaría capturar a un chico normal mucho antes de que seconvirtiera en uno de ellos para poder medir la velocidad a la que recupera susfunciones. Sobre todo,me interesan los que están cambiando ahora. Su trayectoriadebedesermuydistintaaladelosdelaprimeratanda,¿noteparece?¿Ycómosecomunican?Sabemosquealgunostrabajanjuntos,viajanengrupos,enmanadas,enbandas, en tribus o qué sé yo, y que otros son solitarios. ¿Hablamos de telepatía?¿Infrasonidos?¿Olor?¿Lenguajecorporal?¿Sólounmétodo?¿Varioscombinados?

—¿Dequéhabla?—susurróPeter.Porprimeravezdesdequeelmundosehabíaidoalgarete,estabacompletamenteaterrorizado—.¿Quiereversivoyacambiar?Novoy a hacerlo.Hapasadodemasiado tiempo. ¿Quiere saber algodeRule?Pues yapuedetorturarme,quenoledirénada.—ComoFinnnorespondía,continuó—:PorelamordeDios,¿quéesloquequiere?

—¿Unchicolistocomotúnopuedeimaginárselo?—FinnplantóunarodillaenelsueloyempujóhaciaabajoelpárpadoinferiordeMatherconelpulgar,luegodeslizóelescalpeloenel tejidorosaqueuníaelgloboocularderechode ladoctoraconsucuencay,conlahoja,alcanzóelhueso—.Medecepcionas,Peter.Apesardeloqueseve reflejadoen laspelículas,no todos losveteranosdeVietnamestánchiflados.Algunosdenosotrosinclusollegamosasenadores.Yomededicoaestudiarelmundonatural. ComoDarwin, ahora que lo pienso. La evolución, la selección natural, lasupervivencia del más fuerte… Todo eso lo tenemos ante nuestros propios ojos.Somoslosautoresdelnuevoorigendelasespecies,muchacho.

—¿Qué?—Peterestabasobrecogidodeespanto—.¿Quévasahacerconmigo?


—¿Noesobvio?—respondióFinn.ElojodeMatherpendíadesusdedosporuntrozodenervioensangrentado—:Experimentar.


TERCERAPARTEELPALITOMÁSCORTO


22

Pasaronochodías.Alexhabíallevadolacuentahaciendounamarcaenlapunteradesubotaderecha

conelpinchometálicodelacorreadelreloj.Enesosúltimosochodíascalculabaquehabríanrecorridounadistanciadeochentaonoventakilómetros.Orientarseeratodounreto.Losdíasestabannublados, lasnochessinestrellasysugruposeadentrabacada vez más en el bosque. No obstante, le dio la impresión de que seguían unaespeciedecircuito,dequesehabíandirigidoprimeroaloesteyluegohabíanviradoalnorte.Además,sedeteníanaintervalosregulares,duranteloscualeslosCambiadoscazaban,papeabanyseechabanunasiesta.

Labuenanoticia,engeneral,eraqueseguíaconvida.Lamala:queeramuyposiblequeprontosacaraelpalitomáscorto.Eracuestióndetiempo.

Ocho días atrás, aquella primera mañana de sábado, los Cambiados tenían a sudisposiciónseisHappyMealsentrelosqueelegir,Alexincluida.Despuésdelaquehabíamontado,asumióqueeralasiguienteenelmenú.Sinembargo,alparecerlosCambiados—bueno, Lobezno en realidad— habían echado otras cuentas. AunqueArañaestabaconsciente,seguíaatontada,demodoqueLobeznosehabíaencargadode supervisar el rebaño con aquel machete ensangrentado en ristre. Dos veces sedetuvo ante Alex, que entonces estaba atada entre la anciana, Ruby, y el tipoenfermizocuyonombre,comodescubriríamástarde,eraBrian.LosojosdeLobeznoseposaronenellayluegorevolotearonsobrelosdemásantesdevolveraclavárselede súbito. ¿Estaba jugando con ella?No lo tenía del todo claro.A lomejor sentíatantodesconciertocomoella.¿Habríanvividoexperienciasparecidas?¿Habíasentidolomismoque ella, aquel extrañodesliz en su consciencia? ¿Era capaz de leerle lamente?No,no locreía.Durante la luchaen lanieve,habíasorprendidoaArañay,además, recordó lo mucho que se había sobresaltado Lobezno cuando le echó elescupitajo.

«Puede que no se produzca en ambos sentidos.—Le había lanzado aLobeznounamiradadesafiantemientrasélsepaseabaporlahileraescrutandoacadacautivo—.Alomejorpuedousarlodealgúnmodo».

Al final, Lobezno escogió a unamujercilla diminuta y parda como un chochíncomo plato principal de aquel sábado. Lo que la desconcertó fue que lamujer noforcejeara ni protestase. Tampoco lo hicieron los demás. Se limitaron a mirarimpasiblescómoAcnéyBerettasacabanalamujerdelafilaylehacíanrecorreratrompiconesporlanievelosdiezmetrosescasosquelaseparabandedondeLobezno


esperaba. Cuando la soltaron, la mujer trastabilló, pero no se cayó. Consiguiópermanecerenpie,meciéndose,conlacabezagachayloshombroscaídos.Lobeznosehabíavueltoacolocarlacapucha,asíquesóloseleveíalacaradelanarizparaabajo. Esperó un buen rato. Luego, por fin, la agarró del pelo. Lamujercilla dejóescaparungrititocuandoLobeznolediounviolentotirónquedejóaldescubiertolagargantaehizoquelaespaldaselecombaracomounarco.

Fue entonces cuando Alex se dio cuenta. Lobezno iba a matarla allí mismo,delante de todos. El estómago se le revolvió. «No puedo ver esto.—Presa de larepulsiónyalavezfuriosa,apartólamirada—.Nolesdarélasatisfac…».

Elimpactofueimpresionante:unabofetadatanbrutalconlamanoabiertaquelacabezalediounlatigazohacialaderecha.Sintióunaagudapunzadadedolorcuandolosdientesseleclavaronenlalengua.Lamenteselenublóyella,queteníalospiestrabados, se tambaleóy apuntoestuvodecaer.Se salvóporqueel tipoenfermizo,Brian,teníalacorpulenciajustaparasujetarla.

—Por favor. —De hecho, Brian intentó apartarse, como preocupado por quepudieradarlaimpresióndeestarayudándola—.Limítateahacerloquequieren.

—¡Yunamierda!—Sentíacomosiunabombalehubieseexplotadoenlamejilla.Eraunmilagroquenolehubieserotolamandíbula.Jadeando,diounempujónymiróasualrededorparaaveriguarcuálde losCambiados lahabíaatacadopor sorpresa.Cómono,Caracortadaestabaallíy,ajuzgarporlaposturarelajadadesushombros,selaveíamásquedispuestaaendilgarleotrahostiaenlosmorros.

—HazlecasoaBrian,porfavor.—Eralaanciana,Ruby,quelaflanqueabaporelotrolado—.Noopongasresistencia.Limítateahacerloquequieren.

—No.—Con la cabeza atontolinada y la boca inundada de un sabor cálido ysalobre,escupiósangre—.¿Cómopodéisquedarosahítantranquilos?

—Porque es mejor que recibir una paliza—bufó a su izquierda unamujer deaspecto arisco con la delicadeza de una ex reinamotera—. Si eres lista, darás lasgraciasporqueestaveztehayanperdonadolavidaycerraráselpico.

—Sharon tiene razón. —Ruby tenía los ojos desencajados—. Sígueles lacorriente.Tú…

Fuera lo que fuese lo que Ruby estaba a punto de decir, terminó con un argcuando Caracortada rodeó con una mano el endeble cuellecillo de la mujer y loapretó.

—¿Quéhaces?—legritóAlex.ParecíaquelosojosdeRubyibanasalírseledelas órbitas; sus esqueléticos miembros se sacudían en una especie de baileespasmódicodesanvitomientrasabría labocaalmáximo,aunquedeellanosalíasonidoalguno,nisiquieraungraznido—.¡Basta!

—¡Virgensanta!—soltóunhombredepechofuerteygruesocasial finalde lafila,quemástardesabríaqueeraelmaridodeRuby,Ray.Teníalacarablancacomolapared,presadelhorror—.¡PorelamordeDios,cooperaylasoltará!

—Deacuerdo.—CuandoCaracortadaenseñólosdientesamododeferozsonrisa,


Alex exclamó—: ¡De acuerdo, de acuerdo, tú ganas, zorra! Me quedaré mirando,¿vale?¡Suéltalaya!

Caracortada, aún sonriente, continuó apretando el cuello de Ruby durante otrafraccióndesegundoyluegoabriólamano.

—¡Guh!—Ruby,boqueandoyconlacaradelcolordelagrana,sederrumbóenla nieve, casi arrastrando aAlex con ella.Alex se giró amedias por instinto paraayudaralaancianaaincorporarseantesdeadvertirmovimiento,alzarlavistayverqueCaracortadaseacercabadenuevo.

—¡Quenoestoyhaciendonada!—Seenderezóylevantólasmuñecasatadasenun rápido gesto de rendición—. No la estoy ayudando, ¿vale? ¿Lo ves? Estoymirando.

—Buenachica—murmurólaexreinamotera.SellamabaSharon,peroAlexnollegaríaasaberlohastaunahoradespuésdequeLobeznolearrancaralosojosdelasórbitasalamujercillayloschuparapinchadosenlosdedoscomoelrellenoblanditodechicledeunChupaChups.

—Estás aprendiendo—dijo Sharonmientras Lobezno se acercaba—.Mantentesumisayteirábien.

¿QuéotracosaaprendióAlexaquelprimerdía?QuepuedequeaArañalegustaseelmachete…

PeroaLobeznolegustabansusdientes.

Yentoncesquedaroncinco.Después de desayunar, los Cambiados embutieron los restos chorreantes de la

mujercillaenaquellasbolsasdenailon.Actoseguido,emprendieronlamarcha.Otrascuantashorasdecaminataloscondujeronaunacabañadecazatoscaperoespaciosa.A juzgar por el estado de la nieve, la banda de Lobezno había estado yendo yviniendo unas cuantas veces. Cuatro baterías de coche, conectadas en serie porcables,descansabanenelporchenevadoy seguramentealgunavezproporcionaronsuficiente energía para encender luces. Sin embargo, o bien las baterías estabandescargadas,obienalosCambiadosnolesagradabala luzonolanecesitaban.Encambio,AcnéyBerettallevabanlosbrazosllenosdetroncosquetraíandeunapilacubiertaconunalonaimpermeableamontonadaenuncobertizodesvencijado.Prontodoscolumnasdehumogrissalieronresoplandodeunachimeneaydelconductodeunaestufa.LosCambiadospasaron lanocheen lacabaña,mientrasqueAlexy losdemásseacoplaronenelviejocobertizo,unsitioplagadodecorrientesdeaireyqueapestabaaaceitedemotorrancioyaratonesmuertos.Paracalentarsedisponíandeuncampinggasydelcalorhumanoquesedabanunosaotros,aunqueyanoestabanatados,puesloshabíandejadolibresparaquedeambulasenporelcobertizobajola


atentamiradadeAcné.LeshabíandevueltolamochilaqueJesslehabíadadoaAlex.Rubydijoqueera

loquesolíanhacer:«Siemprevenimosconalgoyloquetenemoslocompartimos».La forma en que lo dijo resultó un tanto extraña, como si diera por hecho quecualquiercapturadoibaatraersuministros.Enrealidad,aquellonoteníasentido.Lagentepodíasersecuestradadeimproviso,peroRuthhabíadicho«siempre».Detodasformas, para entonces, el brazo le dolía a rabiar y no tenía fuerzas para seguirpreguntando.

Había tenido suerte. Dentro de la mochila, Jess le había escondido un kit deprimerosauxiliosqueparecíanohabervisto la luzdeldíadesde la eramesozoica.Lastorundasimpregnadasenalcoholllevabanmuchotiemposecas.Noobstante,lospaquetes de gasas seguían intactos y varios envoltorios de mejunje antisépticoestabanbastanteblandos,porloquepensóqueservirían.Nohabíaningúnantibióticobebible,aunquetalveznolonecesitara.Mientraslosdemássedisputabanlasbarritasenergéticas y la comidaprecocinada, derritió nieve enuna lata vacía e hirvió aguaquedejóenfriarparanoachicharrarse.

Eldolorquelamartirizabaeraatroz,comosialgocongarrasydientesleroyeralacarnehastaelhueso.Era tan tremendoqueelestómago lediounvuelcoyse lerevolvióenunaoleadadenáuseas.Dejóloqueestabahaciendoparameterlacabezaentrelasrodillas.«Dios».Teníalacarayelcuellocubiertosdeunafinaygrasientacapa de sudor. Tragó aire e hizo un esfuerzo por ahogar un grito. ¿Cómo habíaconseguido Tom no desmayarse? Ella lo estaba pasando fatal, y eso que sólo setratabadeaguacalienteyunagasa.Tomhabíasoportadouncuchilloalrojovivo.

«Oh, Tom. —Se le formó un nudo en la garganta y una sensación deremordimientoypenaseapoderódeella.Consiguiócontrolarungemido,perosintióquelaslágrimaslecorríanporlasmejillas.Pensóenlomuchoquehabíaluchadoporaferrarsea su recuerdo: sucara, suolor, elmodoenque lamiraba.Cómo lahacíasentir—.Merendí.Deberíahaberluchadomás,haberencontradounasalida,perofuemásfácilcontinuarcomoestaba».

Noera estúpida.Sabíaqueestaba siendo ilógica.Alguien—algo—habíadadoconél.Tomestabamuertoyellanoteníalaculpa.Habíahechocuantohabíapodido.Entonces, ¿por qué sentía aquella opresiva sensación de culpabilidad, como si ellafueralaresponsable?ATomnoleharíagracia.LaúnicacosasensataqueJesshabíadichojamáseraqueelsacrificiodeTom—todoloquehabíahechoy loquehabíasufridopormantenerlasaEllieyaellaconvida—nodebíaserenvano.Tomhabríaqueridoquesiguieraconsuvida,quenosefustigara.

«Tom,loestoyintentando,pero¿paraquélucho?Estarvivaporelmerohechodeestarlonoessuficiente».

Sintió unas ganas repentinas e irracionales de reír. Dios, se preocupaba por elsignificado de la vida cuando lomás probable es que terminara hecha picadillo yconvertidaensushi.


—Eh. —Alzó la vista y se encontró con que Sharon, la ex reina motera, laobservaba. La mujer aferraba una ración de comida precocinada con una mano yestabaentretenidapinchandofideoschinosdequesoconuntenedor—.¿Estásbien?—lepreguntóconlabocapringosayllenadepastaamediomasticar.

LaverdadesqueSharonnoparecíamuypreocupada.«Seguroqueesperaquemedéunpatatúsparatocaramáscomida».Aquellasustanciaviscosayamarillentaensubarbillaleestabarevolviendoelestómago.Losdemástambiénseestabanponiendolasbotas.Lasmiradasapáticasyvacíasquelededicabancarecían,enelmejordeloscasos,detodointerés.

—Sí. —Se limpió las lágrimas con el dorso de las manos y dejó escapar untrémulo suspiro.No ibaadarles elgustode llorardelantedeellos.Nadie sehabíaofrecidoaayudarla.No,loúnicoquelesinteresabaerallenarselatripa—.Medueleelhombro,esoestodo.

—Ah,bueno.Yaconoceseldicho.—Sharonmasticó,tragóyutilizóelpulpejodelamanoparalimpiarselabarbilla.

—¿Cuál?—SharonparecíaserunafuentedesermonessinelmenorsentidoyenrealidadaAlexnoleinteresabaescucharla.«Porfavor,¿cómopuedencomerdespuésdeloquehanvisto?Alomejoryotambiénterminoasí…,siesquevivolosuficiente,claro.Escomotenermiedo.¿Cuántotiempopuededurarrealmenteelhorrorantesdeque terminesanestesiado?»—.¿Nohaymielsinhiel?¿Siemprehay luzal finaldeltúnel?

—¡Quéva!—Sharonsechupólosdedos—.Noimportalomalquecreasquevanlas cosas.—Se llevó el tenedor lleno de fideos agusanados a la boca—. Siemprepuedenirpeor.

Sequedaronallíapasar lanochedeaquelprimersábado,unretrasoquemástardesabríaquenoeranormal.Conelocaso,losCambiadossolíanponerseenmarcha.Ensu fuero interno, Alex sospechaba que la paliza a Araña tenía algo que ver conaquellaescala.

Eldomingoalanochecervolvieronaponerseencamino.Ladensacapadenubesquehabíaobstruidoelcieloaquellatardenosehabíarotoylanocheeraoscuracomobocadelobo.Sinestrellas,sólopodíaorientarseporintuición,peroseguíapensandoquesedirigíanalnorteoalnoroeste.

Otra cosa: amenudo losCambiadosutilizaban linternas o faroles, pero sólodemanera intermitente. Mientras Alex y los demás caminaban a duras penas ytrastabillaban,losCambiadoseransombrasquesemovíanconrelativafacilidadporelbosque.Comopanteras,pensó,ocomo lobos.Sabíapor laclasedeCienciasdelinstitutoquelosojosdelosanimalesnocturnoserandiferentes,aunquenorecordabaexactamente por qué. Además, aquella habilidad traía aparejada otra pregunta:¿habíanterminadodecambiarlosCambiados?


Alfinal—segúnelrelojdeMickeyMousedeEllie—,caminaronhastalastresdela madrugada del lunes y recorrieron unos diez kilómetros antes de llegar a otrocampamento.Estavezsinrefugio.AcnéyCaracortadaseencargarondeatarlos losunosalosotrosydeamarrarlosatresrobustosroblesantesdeirseacazar.Lobezno,ataviado de nuevo con su piel de lobo, lideraba el grupo. Sólo se quedó Araña,acurrucadajuntoalfuego,mientraslosdemásexcavabanenlanieveyesperaban.

Cuando losCambiados volvieron con las primeras luces del día, trajeron carasnuevas:unamujerfofayunhombrecampechanoconformadebocadeincendiosquemás tarde dijo llamarse Otis. La mujer era Claire, pero fue Otis quien les dijo elnombre. Apenas cinco minutos después de que los Cambiados hubiesen vuelto,Lobezno puso en marcha sus dientes y Claire ya no tuvo que preocuparse desemejantesformalismos.

Día5,miércoles:creyóquehabíallegadosuhora.Paraentonces,Arañaestabalobastanterecuperadacomoparahacerloshonores.

SepusoamerodearporelgrupoylededicóaAlexunabuenamiradadearribaabajo.Su odio era tan palpable que no se necesitaban sentidos arácnidos para detectarlo,pero, mientras los demás se achantaban al menor contacto visual, Alex no estabadispuestaadejarseintimidar.Dehecho,casidisfrutabadelavista.LacaradeArañaestaba hecha un auténtico desastre. Ya no tenía aquella naricilla respingona, y suestupenda ortodoncia se había ido al garete. Además, sus moratones se estabanvolviendodeunenfermizotonoverdosotirandoanegroyteníalamejillaizquierdatanhinchadaqueelojoerasólounaranuritaplateada.

«Cuando me desaten, se va a enterar. —Alex se tensó, ensayando losmovimientosensumente—.Abalánzatesobreella,esquivaelcuchilloy…».

Uninstantedespués,unaguijonazoaresinalepicóenlanarizypensó:«Oh,oh».Susojossedesviaronunosmilímetrosalaizquierdayelpulsoseleaceleró.

LacaradeLobeznoeraelculmendelainexpresividad,aunqueAlexveíacómosele crispaban los pequeños músculos de la mandíbula y cómo le serpenteaba lacicatriz.Elhaloquerodeabasupropiacabezaparecíacrepitarysoltarchispas.Elaireadquirióunolorachamuscado,comoelrastrodeozonoquequedadespuésdeunatormentaeléctrica.LaespaldadeArañase tensómientras lascabezasde losdemásCambiadosibandeellaaLobeznoyviceversa.

Se laestabandisputando,pensó.«Deunmodouotro,estoyperdida».El fuertesaboradesesperaciónledejóloslabiosarrugadosyresecos.DespuésdehabervistoloqueLobeznoeracapazdehacer,lomuchoquedisfrutaba,noveíalaformadesalirdeaquella.UnacosaeradarleuncabezazoaArañayarrebatarleelcuchillo,yotraenfrentarseaaquellasmandíbulasasesinas.

«Élesmásfuertey,además,nopuedoesquivarlosatodos.SemeecharánencimayentoncesLobeznome…».


De repente,Arañavaciló.Unprofundoestremecimiento le recorrió el cuerpoysuslabiosdestrozadosseretorcieroncuandoaquellachispaquímica—miedoyrabiacombinados—colmóel aire.Lachica retrocedió rápidamentevariospasos, segiróhaciendovolar supielde loboy recorrió lahileraparadetenerse justoenfrentedelpobreOtis.

«Diosmío.—Si no acabara de verlo, no lo habría creído—.Lobeznome dejavivir. Lobezno se ha enfrentado a Araña y le ha hecho dar marcha atrás. —Seimaginabaqueaquelloal finalnoacabaríabienpor todo tipodemotivos.Araña laodiabaamuerte—.Lomismodigo,bonita».

PeroAlex no lo entendía. ¿Por qué Lobezno la estabamanteniendo con vida?¿Para ser él quien acabase con ella? Genial. Para él sería igual que comerse unhelado.Noconocíaaunsoloniñoquenodejaralaguindaparaelfinal.

Entonces,¿decuántotiempomásdisponía?

Día6,jueves.Un poco antes de las cuatro de aquellamadrugada,Brian—el queAlex había

identificadocomoeldiabético—sedesplomó.Despuésdeabrirsecaminoatrancasybarrancas durante kilómetros por nieve profunda, sus pies estaban negros debido aunagangrenaqueseibaextendiendo,quelemacerabalacarnehastalasrodillasyleenvenenabalasangre.EstabaentanmalestadoqueaAlexlediolaimpresióndequenollegóaenterarsehastaeltercerocuartocorte.

Entonces Brian empezó a gritar. Diez segundos. Tal vez veinte. Araña,visiblementehartadeaquelgriterío,lediounviolentotajodelrevés.LosalaridosdeBriancesarondeinmediatocuandounasonrisaensangrentadaseleabrióenelcuello.

Ylacabezaseledescuajaringó.SeledescolgótanhaciaatrásquesusojosllenosdesorpresasequedaronclavadosenAlexcabezaabajo.Labarbillaarriba, losojosabajoylanucaentreloshombros,mientraslesalíandisparadosdoschorrosdesangrecarmesíes.Ante aquella escena, lamente deAlex desconectó y pensó, fuera de sí:«IgualqueaquelandroidedeAlien».

Quedabancuatro.

Día8,domingodemadrugada.Otis eraun reguerodehuesosdesperdigados.Alexnoera capaznide recordar

quéaspectotenía.LosCambiadoshabíanreducidoalpobreyenfermizoBrianaunaplasta temblorosa y despedazada, aunque todavía no habían probado bocado,seguramenteporlamismarazónporlaquenadieensusanojuiciocomemortadelaverdeyputrefacta.Asíque,si sóloquedabancuatroy losCambiadosnoañadíananadiealredil,lequedabaunasemanaymediadevidacomomucho.

También sabía que Lobezno estaba cada vez… más hambriento. Una buena


hamburguesatampocoibaasaciarlo.Yafueraporintuiciónoporsusentidoarácnido,sencillamentelosabía.Lobeznoirradiabahambrecomoelasfaltorecalentadoemanabochorno.Devezencuandolatocaba.Nadaobsceno,peroavecessumanolerozabaelbrazoyserecreabaenélmientrassuoscuraesenciaseintensificaba,volviéndosecadavezmásembriagadora.Unavezsedetuvoalpasaralaalturadesuhombro—noseacordabadeparaqué—ysuscarasquedaronapocoscentímetrosdedistancia.Denuevo. Tan cerca que vio cómo le palpitaba la cicatriz, como si de algo vivo setratase,amedidaqueelcorazónseleaceleraba.Lasaletasdelanarizselehincharon,despegó los labios, la saboreó como una serpiente y la magnitud de su hambreaumentóysetornóenalgocasifísico,tanpalpableyrealcomounabrazo.

Y,queDioslaamparase,cuantomástiempopermanecíaconaquellosCambiados—sobre todo cerca de Lobezno—,más le nublaba la mente aquella sensación tanextraña,trémulayaturdidora.Apesardetodosloshorroresquehabíapadecido,cadavezqueLobezno la tocabao se le acercaba, el corazón ledabaunvuelco, presa apartes iguales de atracciónypánico.Se estaba…desdoblando de algúnmodo; suslímites se disolvían como si un segundo ser tenebroso se escabullera de su cuerpoparaubicarsealotrolado:noeraempatía,peroseleparecíamucho.

Aquellaidealeprovocóunestremecimientoderepugnanciaylepusolapieldegallina.EnSociología de segundo, había leído acerca de prisioneros y víctimas desecuestrosyloquelespasabacuandounrehénempezabaacompadecersedeellosyaver el mundo a través de los ojos del secuestrador. Además, existían ejemplosfamosos:PattyHearst;lasvíctimasdelrobodelbancosuecodedondeelsíndromedeEstocolmotomósunombre.

«Peroyonosoycomoellos,asíquenomeestápasando,ynoloharájamás».Noobstante,eraconscientede laatracción.Sepermitióatravesaraquelhedora

putrefacciónyllegaraunaromafamiliaranieblafrescayasombrasenvolventesquesaboreó en la boca y dejó que su lengua paladease. Casi igual. Cerró los ojos. Elpulsoseleaceleró.Casiigual.Sisedejasellevar,casipodríacreerqueaquelchicoeraChris,porqueeranlasdoscarasdelamismamoneda,unaclaraylaotraoscura.Ningunoeramaléfico.Amboseranfielesasupropioser.

«PeroLobeznoeselenemigo.Siempreseráelenemigo.Recuerdaeso.Alfinal,tematará.Nolequedaráotraopción.Esloquees».


23

Elsábadohabíallegadotanrápido…yahoraelúltimodíaconéltocabaasufin.Gracemiróporelventanal.Elsoleramásunasugerenciaqueuna realidad,un

borrón mortecino oculto tras un grueso velo de nubes color peltre que se tiñeronrápidamentedeungris broncíneo cuando susojos semovieronhacia el norte.LostarayesquerevestíanlariberaoestedelOddformabanunamarañadepúasoscurasycortes verticales, a modo de estacadas, en contraste con la nieve recién caída. Lavíspera,latormentahabíaazotadoaquellazonadeWisconsinysehabíamarchadoendirecciónaleste,aMichigan,peronadiepodíaasegurarquenofueraadarmarchaatrás. Era habitual que las tormentas se estancaran en torno al lago Superior. Ellaalbergaba la esperanza de que aquella retrasara su marcha, pero él estabacompletamentedecididoamarcharse.

«Enfin.Asísonlascosas.Unaespeciede“últimacena”—pensó,yseenfadóunpococonsigomisma—.Notepongastriste.Nolohagasmásduroparaéldeloqueyaes».

Bueno,almenos,graciasaella,seiríaconelestómagolleno.Lacomidaestabacasilista:patatas,estofadodevenado,tresmanzanasasadasyunabuenasartenadadepandemaíz.Sólofaltabaporprepararelbizcocho,locualeratodoundesafío.Graceobservó el pesado horno holandés de hierro fundido que se asentaba sobre unoscarbones brillantes. La velocidad de cocción variaba, por lo que la forma de loscarboncillos era importante. El calor era energía mecánica convertida en energíatérmica, pero la temperatura la determinaba la energía cinética. Así que eracomplicado.

Demasiada preparación, pero el simple placer de imaginar la cara que pondríahacía que mereciera la pena. Sobre la mesa yacían varios espumillones de unaNavidadlejana.Gracehabíadesempolvadounviejopapelderegaloparalabufandayloscuatroparesdecalcetinesdelanaquehabíatejidoaescondidas.Conloquesobró,habíafabricadounbrillanterótuloplateadoconsunombre—suverdaderonombre—recortadoengrandesletrasdeimprenta.

Ella siempre lo había sabido, por supuesto. Tal vez tuviera la cabeza llena denúmeros,peronoestabaenlasnubes.Enocasionesfingía,peronoeraestúpida.

Por ejemplo, aquella tarde, cinco años atrás, cuando losmarines llamaron a supuerta.¿Quéprobabilidadeshabíadequepasaranatomarcaféypastas?Muypocas.Aquel cabo tan amable tuvo que sujetarla para que no se cayera. Ella se disculpó,peroaqueltipoledijoque,cuandoelcorazónfalla,todosederrumba.

Lediolavueltaalrelojdearenaydibujóotramarcaenuntrozodesobreviejo.Observócómolosdiminutosgranosseescurríanenavalanchadeaquellamontañaenminiatura.Cadagranoeraunmilímetro,factordeterminanteparaelvolumen,yhabía


tresmilgranos encada relojde tresminutos,milgranosporminuto,dieciséis conseis-seis-seis-seis-seis(hastaelinfinito)granosporsegundo…

«Dios, no pido tanto. Sólo que el bizcocho salga bien.Concédeme este últimodeseo».

Otravuelta.Otramarca.Ibanseis,quedabansiete.LehabíadichoaJedquepornada del mundo regresaran del cobertizo de los botes antes de cuarenta y cincominutos. Había tiempo de sobra. Se figuró que al bizcocho le faltaban otrosdiecinueve.Veintiúnminutoscomomucho.

Lomaloeraqueaellasólolequedabandiez.


24

—Ojalátellevaraselcaballo—ledijoJed.—Tedigolomismoqueteherespondidolasotrasochentavecesquemelohas

pedido.—Tom enrolló una camisa de franela y la embutió en la mochila; luego,sopesóestaúltimaconambasmanos.Entotalllevaríaunostrecekilosymedioalaespalda, cosa que no le supondría ningún problema.Había hecho largas caminatascon raquetas, subiendo colinas a toda velocidad y cronometrando su ritmo con elviejo Timex de Jed. La pierna aún se le quedaba agarrotada, pero era capaz deaguantarperfectamentemediodíasinhacerdemasiadasparadas—.Necesitaslosdoscaballosylosabes.Además,conloquemehasdadoyaesmásquesuficiente.

Jedhizounmohíncomosihubierachupadounlimón.—¿Aunquetedijeraqueesunregalodecumpleaños?—Micumpleañosfueendiciembre.—Puesunregaloconretraso.—No.Pausa.—AGracelegustaría.—Jed.—Deacuerdo,túganas.—Jedsuspiróyseenganchólospulgaresenlosbolsillos

desuparka—.Eresmuycabezota,TomEden.—Esome han dicho.—Tras unmomento de silencio, añadió—: ¿Qué cara de

sorpresadeboponerteniendoencuentaquemehascontadolodelatarta?—¡Dichosa tarta!—Jed se dio una palmada en elmuslo—. ¡Diablos!Debo de

haber envejecido diez años escuchándola hablar de química y de todas esasecuacionesycoeficientesmoleculares.Laúnicafísicaquehenecesitadoenmividahasidoladelatrayectoriadeunabalayladelavelocidaddelviento.

—Creoqueenrealidadtegusta.—Oh,sí.Gracesiemprehasidomáslistaqueelhambre.Michaelseparecíamás

aellaqueamí.Ibaa…—Alancianoselehizounnudoenlagarganta—.Sehabíadecidido por la Escuela de Ingeniería, pero el dinero era un problema, así que sealistó. Luego descubrió lomucho que le gustaba la Infantería deMarina y allí sequedó.CreíquecuandoAliceaparecióensuvida, separaríaapensaren loque lepasaríaa ellayaDeb si lomataban,peroera tan testarudocomo tú.Cuando se lemetíaalgoenlacabeza,nohabíaformadeconvencerlodelocontrario.

JedparecíatantristequeTomtuvoquereprimirelimpulsodesoltarlequesí,quevale,quesequedaba.Noteníaotraopción:supartidaharíadaño,ynohabíanadaquepudierahaceralrespecto.

ElfarolColemansiseó.TomdejóqueJedrompieraelsilencio.


—Tengoalgomásparati.—Noteníasporqué—dijoTomenvozbaja—.Yamehabéis regaladomuchas

cosas.—Y no llegan ni a la mitad de lo quemereces—repuso Jed con fiereza. Los

profundossurcosdesunarizestabanhúmedos.Tomnodijonada.JedabriólacremalleradelaalforjaderechadelaRoadKing,

metiólamanoysacóunvoluminosoarchivadordeplásticotipoacordeónatadoconunacuerda.

—AhíllevasmapasyteheseñaladocómoiradondeGraceyyonosdirigiremoscuandolleguelaprimavera.Tambiénhayunalista—añadiómientrasTomdesatabalacuerda—.Tiposquetepuedenecharunamanollegadoelcaso.Séquetedijequenotefiarasdenadie,pero,siestossiguenporahí,sonbuenagente.

Tomtoqueteóelsobreyluegosacóuntrozodepapelquebradizotanviejoquelosbordesestabandeshechos,aunquelatintaeranueva.

—¿Quiénesson?—Veteranos, la mayoría. Servimos juntos en la operación Rolling Thunder. Y

esto.—Jed semetió lasmanospordentrode la camisay sedesenganchó algodelcuello—.Llévatelas.Enséñaselasacualquieradeesalistaysabránqueeresdefiar.

Laschapasde identificación, tibiasporelcalorcorporaldeJed,nocasaban.Lamásviejateníarebordesynollevabaningúnnúmerodelaseguridadsocial,sóloelnombre de Jed, su número de identificación del ejército, su grupo sanguíneo y lareligión.Eldiseñodelaotraleresultabamuyfamiliar:lachapadeidentificaciónquellevabatatuadaenlapielconteníalosmismosdatos.Suspropiaschapas,enfundadasensilenciadoresdegoma,estabanmetidasenelfondodeunviejocajóndecalcetinesenunacasaqueprobablementeahoranofueramásqueunmontóndecenizas.

—Nopuedoaceptarlas.—Tom,eresjoven.Creesquepuedescontodosolo,pero,aestasalturas,deberías

saberquenoesasí.Vasanecesitarayuda,asíquecógelas.—Jedhizounapausa—.Síguelelacorrienteaesteviejochocho.Hazlopormí,anda.

Jedteníarazón.SilosveteranosdeVietnamseparecíanenalgoalosqueexistíanenlaactualidad,larederafuerteylosvínculosseadquiríandeporvida.Seenganchólaschapasalrededordelcuelloyselasmetiópordentrodelacamisa.

—¿Dóndeestátuotrachapa?—ConMichael.Esaquetehedadoeslaquenostrajeronacasa,perolanoche

antesdelfuneralcoléunadelasmíasensuataúdparaquenoestuvierasolo.—Jedlepusolamanoenelhombro—.Tútampocoloestarás.

Llamaronalapuerta.Tresveces.Golpessecosyuniformementeespaciados.«¡Vaya!». Grace frunció el ceño. Jed se había adelantado, pero… él siempre

utilizabalapuertatrasera.Yademás,nuncallamaba.


Másgolpeteos:—Grace,soyyo.Gracerelajóloshombrosunpoco.Conocíaaquellavoz,peronoeranniellugar

nielmomentoadecuados.Tendríaqueingeniárselasdealgúnmodoparalibrarsedeél.Nopodíavernilamesanilosregalos.

—¿Grace?«¡Bueno, venga!». Echó un rápido vistazo al reloj de arena, que ya iba por la

mitaddesunovenavuelta.Atenderlallamadadelapuertanodeberíallevarlemásdeveintesegundos.Teníatiempodesobra.

«Milcientouno,milcientodos…Yaestá:lediréquenosepuedequedar.—Sedirigióalahabitaciónquedabaaloesteytomóelpasillitoqueconducíaalapuertadeentrada—.Milcientotres,milciento…Seréfirmeyluegocerrarélapuertaynovolveréacontestar,pormuchoque…Milcientoseis.—Abriólapuertaconímpetu,recibiendounagélidabocanadadeaire—.Milciento…».

Loqueibaadecirseamontonócomolosgranosdearenadeaquellamontañaenminiatura.Abriólaboca,peronoarticulópalabra.Reconocióalancianoconsuparkanegra y su gorro de aviador demasiado grande, tan calado que tenía que echar lacabezahaciaatrásparaverpordóndeiba.

Alosotrosdos—concaradepocosamigosytambiénviejos,comoeraahoracasitodoelmundo—nolosconocíadenada.

«Treshombres».Duranteuninstante,tuvounaextrañasensacióndedéjàvu.Noestaba en la cabaña, elmundono se había ido al traste y losmarines acababandellegarmientras ella salía deambulandode la cocina con cucharasmedidoras en lasmanos…porque,pormásquelointentase,eraincapazderecordarparaquéservían.

Entoncesdesviólamiradahacialoscaballos.Treshombres,dosrifles.Peroseiscaballos.«Aquí hay tres. —Sintió que el aire le secaba la lengua y que la voz se le

evaporabaigualqueunapompadejabónalexplotar—.Uncaballoparaéltambién,pero no paramí ni para Jed…porque no están aquí por nosotros.Con eso sumancuatro.Entonces,¿dóndeestánlosotrosdos?».

Miróalancianoataviadoconaquelgorroridículamentegrande.—¿Sí,Abel?


25

Sábadoporlanoche.—No me gusta. Llevan fuera demasiado tiempo, prácticamente desde el

amanecer,ynuncacazanduranteeldía.Además,sehandejadounafogataencendidaenlanieve.¿Acuentodequé?—Sharonintrodujounauñamugrientaenlaenormeúlcera supurante que tenía en la mejilla derecha. La llaga, amarronada y pulposa,ocupabaelcentrodeuntatuajedesteñidoquerepresentabaunatelarañaconcéntrica.SharonechóunvistazoaAcné,quepermanecíasentadoenunabajamesitadecaféalaizquierdadeunfuegochisporroteantequeAlexhabíaencendido,yluegovolvióamirar a Alex con la misma suspicacia—: ¿Cómo es que no han vuelto alcampamento?

—¿Ycómovoyasaberlo?—respondióAlex,aunqueaquellodifícilmentepodíallamarse «campamento». Por el olor metálico a hielo duro y lo poco que habíaacertadoadistinguirenlaluzdecreciente,losCambiadossehabíanapoderadodelaviejacasadellagodealguien:unenormecaserónvictorianomuyrecargado,conuncolumpioenelporcheeinclusounastadebandera.AcnéyCaracortada,losfuertesdelgrupo,loshabíanconducidoaunacasitadehuéspedesqueconservabaeltufoaazufreygrasaranciadeloshuevosfritosdealgúndesayunolejano.Comparadoconlos ruinososrefugiosy losgélidoscobertizosde lasemanaanterior,aquel lugar lesparecíaunamansión—.Yosélomismoquetú.

Sharonsoltóunarisotada.Sualientoolíapeorqueunoscalcetinessucios.—¡Y una mierda! —le espetó—. No estoy ciega. Y al parecer tu amiguito

tampoco.—¡Cielos!—exclamóRay,queunavezhabíasidoentradoencarnesyqueahora

teníalatripametidaparadentrocomounabolsadepapelvacía.Lepasóelbrazoporlos hombros a su esposa y la atrajo hacia sí—. ¿No están las cosas ya lo bastantefeas?

—Sólotransmitoloquetodospensamos—dijoSharon.Desdesuposición,AcnésevolvióparamirarlosySharonsoltóotracarcajada—:Eh,tú,hijodeputa,¿cuándopensáisdarnosdecomer?

—Sharon.—La voz deRuby temblaba como la cuerda de un arco a punto deromperse—.Nolosprovoques.

Sharonfruncióelceño.—No lo haría si no estuviéramos hambrientos. ¡Necesitamos comida, amenos

quequeráisqueseamossólopielyhuesos,malditosmamones!Dado que Sharon atesoraba más tinta por centímetro cuadrado que cualquier

persona que Alex hubiera conocido y que los Cambiados sentían una especialpredilecciónpor los—digamos—accesorios inusuales, comopañuelos o bufandas


depiel tatuada,Alex supusoqueestaríanencantadosdequeSharon se consumieradeltodo.Asíseríamásfácildepelar.Sabíaqueeraunpensamientomezquino,peroSharonlasacabadesuscasillas.

—Ya sabes por qué no nos han dado de comer, Sharon —intervino Ruby—.Porquenohanencontradoanadie.Es…malasuerte.

—¿Suerte?Notienenadaqueverconlasuerte.Vamosaacabartodoscomocarnemechada, menos, tal vez, esta señoritinga.—Sharon miró a Alex de reojo—. Nocreasquenomehedadocuentade lasmiraditasqueos echáis túy tu amiguito ellobo.Creoquelepicaalgoquesólotúpuedesrascar.

—Sharon—lareprendióRay—,cierraelpico.—Nopasanada,Ray—lotranquilizóAlex.—Sí, Ray —se burló Sharon—. Alex y yo sólo estamos charlando mientras

seguimosaquíconelculopegadoesperandolamuerte.—¿Porquéeres tan impertinente?—Rubyseapartóelpelode la caraconuna

manoquebradizaqueeratodahuesosenvueltosenunvelodepiel—.Estamostodosenelmismobarco.

—Pues yo apostaría a que uno de nosotros se ha buscado un bonito botesalvavidas,¿verdad,Alex?Anda,dinosdóndecreestúquesehametidotunoviete.—Sharon esbozó una sonrisa sardónica que dejó al descubierto un espectáculodantescodedientesmelladosyraigonestorcidosyamarillentos—.¿Creesquesehapiradoysehabuscadootraamiguita?¿Oquelarubiayélestán…?

Alextratódeevadirse.Sesabíalacantineladememoria.Seapartódelosdemásyconmucho cuidado se levantó el vendaje del hombro. El brazo izquierdo le dabapunzadasycasipodíaverelcalorquedesprendía.Aunquemanteníalaheridalomáslimpiaposible,laspunzadashabíancomenzadopocodespuésdelmediodía,siesquepodíaconfiarenMickey.

«Dios,quenoseaunainfección».Siesoocurría,yapodíatumbarseenlanieveyesperar la muerte. Cuando desprendió la última gasa, tuvo que morderse el labioinferior para sofocar un quejido. Aquel olorcillo a putrefacción era inconfundible.Algunos trozos de músculo parecían espesas mucosidades. «Vale, no te acojones.Límpiala,buscaunpocodealcoholyantibióticosporahí.Estoesuncaserónentodaregla.Tienequehaberunbotiquínenalgunaparte».

—Oooohhhh.—LalenguadeSharonculebreóporentrelasruinasdesusdientes—.Quémalapintatieneeso.Podríasdejarquesepudriera,¿sabes?SitepasacomoaBrian,seguroquesólotematan.

Vaya,aquellolahacíasentirmuchomejor.Quisoresponderleconalgoingenioso,pero tenía un agujero en el estómago y el cerebro seco como una pasa, así quesimplementeacertóadecir:

—Vetealamierda,¿vale?—Demasiadotarde.—Sinembargo,aSharonparecíanhabérselebajadoaquellos

humosproverbiales,porquelediolaespaldaaAlex,sevolvióhaciaRubyylesoltó


en tono confidencial—:Esto es lo que pienso: creo que elmotivo por el que esosmonstruitos no han vuelto con nadie en estos dos últimos días es porque no habíanadie esperando, lo cual significaque losotroshandejadodecumplir supartedeltrato.

—Oesooquenotienenanadieaquienenviar—argumentóRay.—¿De qué estáis hablando? ¿Cómo que nadie esperando? —Alex nunca los

había oído hablar así y sentía curiosidad, a pesar de sí misma. Puede quecompartieran la comida, pero en realidad no los conocía demasiado. Eracomprensible:nadiequeríahacersecolegadenadieaquiendespuéstuvieraqueverconvertido enhamburguesa—.¿Qué trato? ¿Quéqueréisdecir conqueno tienen anadieaquienenviar?

—Bueno, ya sabes. —Ray lanzó una mirada de desconcierto a Ruby y luegovolvióamiraraAlex—.Enviaraalguiencomotehanenviadoati.Comonoshanenviadoatodos.

—Yohuí,meescapé.Nadiemeenvió—repusoAlex,peroenseguidaseacordódeque,dadaslascircunstancias,aellalehabíandichoexactamenteadóndeir…ylaescopetadeJesshabíasidodelomáspersuasiva.EntoncesasimilólaspalabrasqueRayy losdemáshabíanempleado—:¿Conenviadoqueréisdecir«expulsado»?¿Apropósito?¿Porqué?¿Hicisteisalgomalo?—Seimaginóqueesaseríalaexplicaciónmás factible. Probablemente Rule no fuera el único pueblo que castigaba conexpulsionespormalcomportamiento.

—Claroqueno—interrumpióSharon.Parecíasentirseinsultada—.Simplementesacamoselpalitomáscorto.

—¿Elpalito…?—Alexsequedóboquiabierta—.¿Loechasteisasuertes?—Sí—asintió Ray, encogiéndose de hombros—. Por supuesto, cada pueblo o

grupodecidecómohacerlo.—Pero tú te podrías haber quedado—dijoRuby con calma—.Tú no deberías

habervenido,Ray.Rayapretólamandíbula.—Eresmiesposa.Sitúvas,yovoy.—¡Nodebisteishacerlo!¡Ningunodevosotros!—Porelrabillodelojovioque

Acnégirabalacabezaparamirarlos,peroestabatanconcentradaenloqueRaydecía,enloquetodossugerían,quenoleimportó.

—¡Claroquesí!Esporelbiencomún—alegóRuby.—LleváisconSharondemasiadotiempo—criticóAlex.—Ojito,¿eh?—contraatacóesta.Alexlaignoró.—¿Qué bien puede hacer que muráis? ¿Salir de vuestro pueblo por propia

voluntadparaqueoscoman?¿Cómoosprestáisaeso?¿Porquéaceptasteiseltrato?—TúeresdeRule…—dijoSharon.Suvozsetornóbajaytemblorosaacausade

la rabia—. ¿Eres de ese maldito pueblo y te atreves a darnos lecciones? Fuisteis


vosotroslosqueideasteiselplan…—SeinterrumpiócuandoviolacaradeAlex—.¿Quépasa?

—Yo…—En medio de su confusión y distraída por la repentina y opresivamezcla de olores, Alex estuvo a punto de soltar algo estúpido que podría haberladelatado.PeroentoncesAcnésepusotanrígidoquelosdemástambiénsepercatarondequealgoibamal.

—¿Quépasa?—exigiódenuevoSharon,al tiempoqueAcnéseponíadepieylos apuntaba con el rifle.Miró a Ray y a Ruby—.Dios, a lomejor han cogido aalguien.

—Esoespero—dijoRay—.Necesitocomeralgo.«Asídebedefuncionar.—Apesardequelacabezaseguíadándolevueltas,Alex

siguió a los demás cuando Acné los condujo a la puerta encañonándolos con laescopeta—. Eso es lo que Ruby quiso decir el primer día cuandomencionó lo decompartir.Elqueexpulsan traealgodecomida.Nomucha,pero la suficienteparaquelosCambiadospuedanreunirunaespeciederebañoyseguiravanzando».

Observó cómo Acné ordenaba a Ray que abriera la puerta. El fuego menguócuandounaráfagadeaireheladoynievegruesasecolóenlaestancia.Unostreintametrosmás adelante,Caracortada se había vuelto de la hoguera crepitante hacia elbosque.

«Ellatambiénloshuele,igualqueAcné.Igualqueyo;inclusolosheolidoconlapuertacerrada».Vale, loquefaltaba.Susentidoarácnidoseestabaagudizando,poresosabíaloquehacíanAcnéyCaracortada.

¿Tendríarazón?¿Ysiloqueolíaeracierto?Entoncestodosacababandesacarelpalitomáscorto.


26

Denoserporlalinterna,JedsehabríadadocuentadequealgoibamalantesdequeTomyélhubieransubidocasihastalacimadelacolinaylesfaltaranpocomásdecuarentametrosparasalirdelbosque.Peroestabaconcentradoenelresplandordelanieveasuspies,alzó lavistahacia lacabañaporpuracasualidad…yfueentoncescuandosepercatódequealgonoibabien.

Unavezqueeldíatocabaasufin, laventanaquedabaaloesteseconvertíaenuna rendija de tremor anaranjado procedente del fuego de la cocina de Grace.Cualquierotranoche,GracehabríaencendidounavelaoelColeman,peroestavezhabíaqueridoquelacabañaestuvieralomásoscuraposibleparadarlelasorpresaaTom.Contodo,distinguíasusiluetaperfectamente,asícomolasletraspegadasconcintaadhesivaaunavigaquequedabajustoencimadelamesa:Tequeremos,Tom.Asíquetodoibabien.

No obstante, enseguida advirtió que aquellas palabras relucientes danzaban yrevoloteabanyqueelespumillóntitilaba,yaquello,segúnrazonó,eraporquehabíacorrienteyestasólopodíacircularsialguienacababadecerrarlapuertadelacalle.

DemodoqueJedlosupoalinstante:algoibamuymal.Porsilequedabaalgunaduda,aquelestúpidogorrodeaviadoreraunaseñaldemalagüero.

Afinar suojodehalcónhasta quedistinguió la carade sudueño fueunameraformalidad.

«Abel.—Jedobservóquesuvecinoseadentrabamásen lahabitación—.¿Quédiantres…?».

EntoncesvioqueAbelnoestabasolo.Suacompañante, tambiénmasculino,erarudo y tenía papada. Un viejales, pensó Jed, aunque aquel rifle parecía bastantevivaracho.

—¡Leche!—exclamóJed,ysedetuvotanderepentequeTomcasitropezóconél—.Semehaolvidadoelpuñeterodestornillador.Grace seestabaquejandodequeunadelaspatasdelasillaestabacoja.

—Yo lo traigo.—Tom se reacomodó lamochila en el hombro—.Un poco deejerciciosiemprevienebien.

—¿Teimportaquemequedelalinterna?—Para nada. Llevo pateándome tanto tiempo este bosque que encontraría el

caminoconlosojosvendados.Venga,Raleigh,vamosaecharunacarrerita.—Aquíteespero—mintióJed.Sequedóclavadoenelsitiohastaquelospasos

del chico se perdieron en el bosque antes de apagar la linterna. Tal vez ya fuerademasiado tarde. Aquel foco parecía una auténtica baliza, aunque a lo mejor elbosquelohabíaresguardado.

Jed se descolgó el rifle del hombro y avanzó agachado por el sendero,


manteniendolacabañaalavistadelojobueno.Abelnohabríavenidoconunúnicocazarrecompensas y Jed no tenía la menor intención de cooperar. Si Tom huía,tendríanquedarlecaza.Abelerauninútil,porloqueunancianovigilaríaaJedyaGracemientras otro iría en busca de Tom. Eso sería arriesgado. Tom era joven yfuerte y, aunque estaba cojo de una pierna, ya corría bastante rápido. Así que almenosdebíadehaberdoshombresmás,talveztres.

Se encogió contrariado cuando una maraña de arbustos se le enganchó en laparka.Elsonidofueatronadorenmediodelgélidofríoycontuvolarespiraciónconlosnerviosaflordepielmientrasescuchaba.Nada.Nipisadasenlanievenicrujidosderamas.Estabasolo.

Vio que ahora Grace se había adentrado aún más en la habitación y se habíaacercado a la ventana.Abel y el cazador la siguieron, como sujetos por un ronzalinvisible.Elpechoselehinchódeorgullo.Sí,esaerasuchica.Selashabíaingeniadoparacolocarlosasuantojo—paraponeralosmuypanolisenlaposiciónadecuada—,porqueellasabíamejorquenadiequelagravedadejercíasuefectoinclusoconlabalamásrápida.Perosileofrecíauntiroperfecto…

SuBravo51estabacargado,listoparadisparar,conlaspatasajustadasasualtura.Rápidamenteseparólaspiernas,asentóelbípodeenlanieveyluegosetendióatodololargo.Seacomodólaculataenelhombroderecho,pegóelojobuenoalamirilla…yporpocoseleescapaunacarcajada.Nonecesitabamirilla,¿verdad?Perolacabrasiempretiraalmonte.Lacabezadelcazadoraparecióenelpuntodemira;elaumentoeratangrandequeJedfuecapazdedistinguirqueteníalosojosmarrones.

«Undisparo.Esobastará.Abelsequedarádepiedrayentoncesmelocargaréaéltambién».

SóloesperabaqueGrace tuviera lasangre fríadequedarsequietahastaque loshubieraderribadoa losdosyque luegohiciera loquehabíanplaneadoencasodeemergencia:encerrarseprimeroeneldormitorioyluegoenelbaño.Lomásprobableesquehubieraotroscazadores,perolosdisparoslosatraeríanhastalacasa.Mientrasestuvieranocupadosechandopuertasabajo,ella tendría tiemposuficienteparasalirpor laventanadel cuartodebaño.Paraentonces, él estaría lobastantecercacomoparaayudarla.Sinoeraasí,sabíaquedebíadarlavueltahastaelsótanoyecharelcerrojotrasella.Aquellaspuertaseransólidasyteníanbuenasbisagrasdehierro.Senecesitaban muchas balas para perforarlas y, de todos modos, los cazadores noquerríandesperdiciarlasconella.

Tom era el único cabo suelto, el único que podía echarlo todo a perder en unperiquete. El chico podía oír aquel primer disparo. Dios, Jed esperaba que elmuchachosedieracuentadequedirigirseaciegashaciauntiroteoeraungravísimoerror.

«Usaelcoco,hijo.Daunrodeoy…».Depronto,sintióqueunaduraprotuberanciametálicalepresionabalacoronilla.—Yoquetúnoloharía—dijoelcazador.


Jedsequedódepiedra,peropensó:«Adelante,sérápido».Nohabíatiempoparaplanearotrajugada,yrendirsenoeraunaopción.Graceloentendería.Además,ellasabríaexactamentequéhaceracontinuación.SóloesperabaqueTomtambién.

«Sélisto,hijo.Piensaenloquevasaoíryhuye».—Entoncessupongoqueesunasuertequenoseasyo—ledijoalhombrecuya

caranoconocíaynoconoceríajamás.


27

Berettafueelprimeroenaparecerporelbosque.Respirabacondificultad,resollandocomounperro.Teníalachaquetadesgarradaylacarasurcadadecortesyprofundosarañazos. También había perdido un guante por el camino. Acné lo alcanzó justocuandoalchicoleflaquearonlasrodillas,cargóconélylocondujomedioarastrashaciaelfuego,mientrasotrosCambiadosemergíandelbosque…esquiando.

—¡Ay,Dios!—ARubyseleencogióelcorazón—.¿Más?Alex supuso que se trataba de otra cuadrilla. Los recién llegados estaban

divididosdemaneraequitativaenchicosychicas,todosataviadosmásomenosconla misma indumentaria: blanco sobre blanco con pasamontañas a juego; sólo seadivinaban los oscuros agujeros de sus ojos, como si fueran las cuencas de unacalavera.Cadaunollevabaanudadoalafrenteuncoloridopañuelodepiel tatuada,comolospilotoskamikazes.Cuandosedetuvieron,empezaronasoltarmochilasdecamuflaje.

—¡Madremía,vayaarsenal!—exclamóRay.Teníarazón,peroAlexsabíaqueaquellasmochilasnopertenecíanaesosnuevos

Cambiados.Elolordesusauténticospropietariosaúnestabamuypresente.Volvióainhalar,estavezconmayorintensidad.«Oh,Diosmío,haycomida».Canelaypasas,cacahuetesychocolate,ygalletassaladas,sí,galletassaladasy…Selehizolabocaaguayletemblaronlasrodillas.Considerólaposibilidaddequetambiénhubieraalgodequeso.Teníatantahambrequenisiquieraelhechodesaberquesusdueñoshabíanestadovivospocotiempoanteslecausódemasiadaimpresión.Sóloqueríalacomida.

De pronto le vino el olor de Araña y divisó a la chica saliendo del bosque,flotando sobre sus esquís como una aparición. Tenía la piel de lobo y la parkasalpicadas de sangre y por el camino se le había venido el pelo a la caracompletamenterevuelto.Suheridarezumabapus,peroelbrilloplateadodesusojosrevelabaexcitaciónylasansiasdesangrehacíanrelucirsupiel.

Sinembargo,envezdeLobezno,unchicolarguiruchoalquenuncahabíavistoantesavanzabaporlanieveasulado.Elatuendoblanconucleardelmuchachoteníasalpicadurasdesangreyapestabaahierro,metalchamuscadoypólvoraquemada.

«Restosdeundisparo—pensó—.Yabocajarro».Elchicoestababastantefuerteyparecíaunmajestuosoleopardodelasnievesconmanchasrojas.Sequitólosesquísayudándoseconlospies,sepusodetrásdeArañayseapretócontraella,alzandolosbrazosparaagarrarlelospechos.Conlosojoscerradosyelcuelloarqueado,Arañaseapoyóenelmuchachoyempezóarestregarsecontraélmientraslebajabalacabezacon losbrazoshastaelángulodesucuello.Lamezcladeoloresqueemanaban—animalaplastado,hierroyArañaputrefacta—seintensificóy,conformesuexcitaciónaumentaba,elaire sevolviómásdensoyopresivo, tantoqueAlexcreyóque ibaa


asfixiarse.Vioquelosdemásreciénllegadostambiénseibananimandoyalinstanteestabantodosapiñadosenundeliriodebocasfebrilesymanossobonas.

—¡Eh,idaunhotel,cabrones!—gritóSharon.—¡Dios santo!—dijoRay—. ¡Nome digas que van amontar una orgía en la

nieve!Alexlodudaba.Parecíaqueestuvieransedientosdesangre,quefueranpresadel

típico alivio que suele experimentarse cuando se sobrevive a algún tipo de batalla.Esoexplicaría todasaquellasmochilasqueno lespertenecían, elolor apólvora, laheridadeBerettaylasangre.

«Pero Lobezno… —Se concentró, tratando de olisquear más allá del hedorgeneral…,delainfinidaddenuevosoloresy,sobretodo,delasansiascrecientesdesexo…,peronologróolerlo—.¡Oh,Diosmío,noestará…!».

—¿Dóndeestáelotrochico?—preguntóRuby—.Ellobo.—Consuerte,muerto.—SharonlediounempujónaAlexconsuhuesudocodo

—.Anímate. Esemocoso parece adorable…Y si no te convence, a esos otros sindudalesvalamarcha…

Alexnodijonada,perolesorprendiódescubrirqueleafectabalaposibilidaddequeLobeznoestuviesemuerto.Eracomosiellatambiénhubieraperdidoalgo.

«No,niseteocurrapensarlo.Eraunmonstruo,notuamigo».Volvióa fijarseen los recién llegados.ArañayLeopardoseguíanmorreándose,

perosuoloreraahoramenos intenso.Ni siquieraunCambiadoobsesionadoporelsexoibaasucumbiratirarseenlanieveyensuciarsecuandoteníaasudisposiciónaquella bonita casa seguramente llena de habitaciones. A lo mejor hasta había unpequeñomueblebaryunjacuzzi,quenofuncionaría,claro,peroesoeralodemenos.Losdemás también sehabían calmadoy se apiñabanalrededordeBeretta como sifueran jugadores de fútbol en torno a un compañero lesionado.Ahora que estabanmáscercade lahoguera, reparóenelbrillo tornasoladode los largoscuchillosqueaquellostiposllevabanatadosalaespalda.Tambiénestabanmetiendounmontóndearmas en lasmochilas: rifles y revólveres negromate en sus respectivas fundas ybalasbrillantesenbandoleras.¿Yaquelchicollevabauncinturóndegranadas?

—Mierda—susurróRay—.Soncomounaespeciedeescuadróndelamuertedeninjaschiflados.

Y así era, pensó Alex, exactamente así. Entonces, ¿qué…? ¿Eran amigos?¿Aliados?¿Osólounatribudiferentequeseleshabíaunidocomobuenosvecinosenunaceremoniapotlatch?SusojosseposaronenArañayLeopardoyreparóencómosemetíanmanomutuamente.QuelosCambiadospracticaransexoleponíalapieldegallina.

PerotambiénestabaLobezno,ysuhambre,pensó.Talvezsexoyhambrefuerandelamano.

—Cuántasarmas—murmuróSharon.—Sí—soltó Alex, contenta de centrarse en algo distinto a Araña y Leopardo


dándose el lote. Se fijó en un niño que blandía unaUzi. ¿Dónde demonios habíanconseguido armas de asalto?—. Pero son demasiadas. Todas no pueden ser suyas.Creo que son como un botín o algo así, igual que las mochilas. La cuestión es:¿contraquiénhanluchado?

—Querrásdecirquiénestálosuficientementelocoparalucharcontraellos,¿no?—ironizóSharon.

—¿Yquémásda?Yaerahoradequealguientuvieraloscojonesdehacerlo.—Ray se interrumpió y luego acortó las distancias—: Escuchad, todos están ahí ynosotrosaquí.¿Entendéisloquequierodecir?

—Malaidea—dijoSharon.Porunavez,Alexestuvodeacuerdoconella.—Aún van armados. Nos atraparían con facilidad, si la tormenta no nosmata

primero.—Alomejorno—siseóRay—.Yalosestáisviendo.Estáncolocados,distraídos.

Venga,Alex,túereslaquesiempredicequetenemosquemoverelculo.—Sí,peronoparaquenospeguenuntiroenél…—seburlóSharon.Depronto,untremendoaullidodecóleraresonóenelinteriordelbosque.Hasta

Acnédiounrepullo.TodoslosCambiadossegiraronparaescrutarlaoscuridad,másalládelanieve.

—¡PorDios!—resoplóRay—.¿Quién…?«¡Oh, no!».Aunque no hubiera visto cómo semirabanAcné yCaracortada, ni

descifradoellenguajecorporaldelosotrosnirecordadoque,salvoenmuycontadasocasiones,losCambiadosnohablabanniemitíansonidoalguno…lohabríasabido.Aunasí,examinóelaire,dejóqueseposarasobresulengua,confiandoenquetalvezestuvieraequivocada.

Peronoloestaba.


28

Primeroseoyóuncrujidoy,actoseguido,cuandoelventanalexplotó,unalluviadecristalesrotosinvadióelsuelodemadera.Algosurcóelairezumbandocomounrayojuntoasuorejaderechayluegoseoyóunpufmássuavecuandolabalaimpactódellenoencarneyhueso.Lacabezadelhombreretrocediócasialmismotiempoquesucráneoestallabaproduciendounsonidoamortiguadoyhúmedo,comosiuncamiónaplastaraunacalabaza.Elhombresedesplomó.

Gracenuncahabíasidoatlética.Sucuerpoerafrágilynomuyfuerte,peroelodioy la aflicción le imprimieron valor y velocidad. Pasó agachada junto a un Abelestupefactoqueseguíaallíplantadomientraslossesosdelcazadorlechorreabanporsuabsurdogorro,agarróunasarténconlamanoderecha,cogióimpulsoysegiró.Lasarténsilbóy,aunquedioenelblanco,Gracepensó:«Quépenaquenoseaunpalode golf; sería mucho más rápido, tendría más potencia angular, menos masa quevencer…».

Abel estaba volviéndose en ese preciso momento. El golpetazo sonó a hueco,comocuandosetroceaunalechugaenunatabladecortar,seguidocasialinstantedeunchasquidotremendo,húmedoyviscoso.LacaradeAbelcedióenmediodeunaexplosióndesan-greysusdientestintinearonenelsuelocomocuandocaearrozenuna superficie demadera.No gritó. Su cuerpo retrocedió unos cuantos pasos y selimitóabraceararribayabajocomosifueraunniñopatosotratandodedominarunenérgicoswing.Luegocayódeespaldas.Lacabeza rebotócontraelbastosuelodemadera.Teníalosojosabiertos,aligualquelaboca,demodoqueGracepudoverlosraigones rotos y ensangrentados donde sus dientes habían estado unos segundosantes.Elrestodesucaraerauncráter.Elpechonoselemovía,perosuspiesysusdedosseguíandandoespasmosmientraslaúltimapartedesucerebromoría.

Tiempototaldesdeelmomentoenquelabalaatravesólaventanahastaentonces:sietesegundos.Talvezunpocomás.

«Vete al dormitorio. —La sartén cayó al suelo de madera formando un granestrépito metálico—. La velocidad del sonido depende de la raíz cuadrada de latemperatura absoluta dividida por la masa molar». El segundo cazador la habíadejadoasolasconAbelysucompañeroahoramuerto,locualsignificabaqueélyloshombresqueellanohabíavistohabríanoídoeldisparoenelbosqueyluegolalluviadecristalesaunavelocidadtansólounpocomáslentaquesitodohubieraocurridoen verano, porque el sonido alcanzabamenos velocidad en el aire frío. Pensó quedisponíadeentrenueveyquincesegundos,peroexistíandemasiadasvariablesynopodíaconsiderarlastodas.

«Siquienquieraqueestáahífuerarodealacasaparaacechar,tengomástiempo.Sino…Yavoy, Jed,yavoy».Empezóacruzar lahabitación,pero llevabapuestas


unas zapatillas de casa y sintió que patinaba, que perdía el equilibrio. Los piessalieronvolandocomosihubieraintentadocorrersobreelhieloysecayó.Elimpactofuesólidoymuyfuerteylapeorparteselallevóprimerolapiernaderechayluegolacadera.Oyódoschasquidosagudosycrocantesyactoseguidoeldolorleexplotóenlapelvisyseleextendióporlacolumna.Gracelanzóungritodedolorycogióairepara soltar otro, pero la boca se le llenó de sangre y de coágulos que también leobstruíanlanariz:habíaaterrizadobocabajoenelcharcocadavezmásextensodelasangredelhombre.Lesobrevinoentoncesunatosdébilenformadearcada.Teníalapiernaderechatorcida,extendidaenunánguloextraño,yeldolorerataninsoportablequenoseatrevíaamoverse.Unsegundodespués,sediocuentadequenopodía.

«Debo hacerlo.—El olor a cobre de toda aquella sangre le estaba provocandonáuseas.Unaccesodevómitolefuesubiendoporlagargantaylellegóalaboca.Eldolor de la cadera era insoportable y le nublaba el pensamiento—.La cantidad desangrequetenemosenelcuerpodependedelamasayyosoymuypequeña.Tengoquemoverme,tengoquellegaraldormitorio…Jed,Jed…».Porencimadeloslatidosdesucorazón,oyóelclicyluegoelchirridodelapuerta.

«Alguien viene. Tengo que levantarme. ¡Levántate, levántate!». Pero no podíamoverse.Boqueabacomounatruchamoribundayeraincapazdelevantarlacabeza.Hastalacalculadoradesumentesehabíaquedadopillada.¿Cuántasangrecorríaporsusvenas?Sehabíaquedadoenblanco;losnúmerosnolevenían.

Vio cómoel charcode sangrevibrabay formabaondas conforme se acercabanunasbotasde invierno.Entonces las pesadasbotas aparecieron ante susojosyvioqueerandiferentesacomolashabíaimaginado:unasbotasmilitaresdecolortostadoenlugardenegrasomarrónoscuro.Elhedorherrumbrosoasangreeratanfuertequepercibiótardeaquelotroolor:fuerteyalavezunpocodulzón.

Gasolina.Se produjo un estallido de estática y luego una serie de clics, muy nítidos y

tajantes. A Grace le recordaron a las chicharras en un caluroso día de verano. Elíndice de chasquidos de una chicharra estaba relacionado con la temperatura, peroestosnoeranrítmicos.Uncódigo.PodíaserinclusoelcódigoMorseprocedentedeuna radio. Hubo una pausa y a continuación el dueño de las botas tecleó unarespuesta.

A Grace aquel patrón no le decía nada. Su hermano había sido scout Águila.Habría sido capaz de explicarle qué significaban aquellos golpecitos, pero estabamuerto.Como,porotraparte,loestabaella.

Muyporencimadelasbotas,unanuevavoz,unaqueGracesabíaquenohabríapodidoprocederdeloshombresquehabíavisto,dijo:

—De modo que es un chico. Tom. —Se recreó en la palabra saboreando elnombre—.¿Dóndeestá?

«Corre,Tom».Tenía la lenguabañada en la sangre del ancianoy en su propiovómitocuajado.Eldolordelacaderaydelapiernaseacompasabaconloslatidosde


sucorazón.—Déjeme decirle algo. Normalmente, convertiría a alguien como usted en

hamburguesas, o tal vez incluso en un par de cuartos traseros asados para losChuckies.Peroestacabañaestáatomarporsacoyustedestanpoquitacosaquenomerecelapenaelesfuerzo,asíqueharéunaexcepciónensucaso.

«Corre,Tom.—Sinelventanal,lahabitaciónseestabahelandopormomentos—.Corre,corre…».

—Demodoqueestoesloquevoyahacer—prosiguiólavoz—.Dígamedóndeestáylamataréahoramismo.Unabalaenelcerebroyadiósmuybuenas.Perosinomelodice…

«Elaireestácongelado;todoescuestióndetiempo.Lavelocidadinicialdependede…».

—Dejaréqueseencargueelfuego.Seguramentemoriráporinhalacióndehumoantesdequeelfuegohagasutrabajo,otalvezsuspulmoneshiervanyseasfixie.Oalomejorno.Alomejorpermanececonscientetodoelratomientraselfuegoladevoraviva.

«Lavelocidaddelsonidoes…».—Contaréhastatres.«No, no serán tres, no exactamente. La velocidad de un pensamiento es de

trescientosmilisegundosyeltiempoparallevaracabolaaccióndependede…».—Uno.«Noexactamentetres.—Inhalóaireyloretuvo—.Tressegundos,suficientes.Si

estácerca…».—Dos.«Corre,Tom,corre,corre…».—Tr…—¡Coooorreeee,Tom,coooorreeeeeeee!—gritóGrace;laspalabrasmanaronde

subocaporqueelpensamientoestabaallí,enlapartefrontaldesucerebro,ytuvoeltiempojusto,tuvo…


29

Otrosseispequeñosninjassalieronpenosamentedelbosquey,porcómoresollaban,seveíaquelaempresaeraardua:cadaunotirabadeunlargotrineodeplásticorojointensoconlosbordesredondeados.

—Diosmío.—Rubysetapólabocaconlamano—.Traenniños.Doceentotal.Muertosybienmuertos.Chicasychicos.Dosportrineo,revueltos

en una maraña de brazos y piernas flácidos y pelo mustio como cadáveresprocedentesdeuncampodeconcentración.Distinguióunos cuantosdisparos en lacabeza.Aquelchorreantetercerojoyaquelloscráneosdeformesnodejabanlugaradudas. Sin embargo, a la mayoría les habían rebanado el cuello, pues exhibíanampliosbaberosdesangrecongelada.Algunos—lamayoría—habíanmuertoconlosojosabiertoscomoplatosylabocacongeladaenunúltimogritosilencioso.

Elolorpersistentedelpánicodelosniñosmuertossealojóensugarganta,aunquetambién acertó a distinguir un resto de pólvora y de aceite para armas de fuego.Disolvente…ycenizasraspadasdeunachimeneaennegrecida.Entonceslosupo:noeransóloniños.

Eransoldados.Otrosdospequeñosninjashicieronsuaparición.Ellostambiénarrastrabanalgo,

sudando a mares como ganaderos que lucharan a brazo partido contra un torodesmandado.

Locualnoeradeltodofalso.

EraaltocomoChrisyLobezno,peromusculosocomoTom,yllevabaelpelo,muyrubio, recogidoenunapequeñacoleta conun trozodecuero.CalculóquecontaríamásomenoslaedaddeChris,añoarriba,añoabajo.Teníalaparkarotayabiertayunaenormearañadesangredibujadaenlacamisa,abajoalaizquierda.Lacarayelhuecodelagargantatambiénestabanmanchadosdesangre.Susmanosdesnudassehabíanteñidodeunrojocarmesí.

—Ca-cabrones.—Elchicosedebatía,jadeabayexpelíaelaireatrompiconesendolorosasboqueadas—.Debímataroscuandosemepresentólaoportuni…—Soltóun agudo chillido cuandoAcné le clavó el puño en la barriga y las rodillas se ledoblaron como una navaja al verse liberado por los dos ninjas. Cayó en la nievedandoarcadas,tratandodesujetarseelcostadoheridoconunadesusmanosteñidasde sangre—. Por-por favor, déjalo.—El chico llevaba el dolor y la desesperacióngrabadosafuegoenelrostro—.Porfavor.Podéisllevarmeamí,perodejad…

—¡¿Daniel?!—Lapalabrasonóconestridencia,comounarpónafiladolanzadodesdelasprofundidadesdelbosque—.¡¿Daaaanieeeeeeel?!


—¡Oh,mierda!—exclamóSharon.«No. —Los ojos se le empañaron y convirtieron la hoguera y todos aquellos

cadáveresenunborrosoarcoíris—.Porfavor,otrono;esteno».Volvióaoírseelgrito,aunqueahoraerainarticuladoynounapalabra,sinouna

líneade sonidopuro, finoybrillante comoun láser.Apenasunmomentodespués,aparecía un último ninja. Tiraba de algo y se tambaleaba un poco por el esfuerzo,perosonreíadeorejaaorejacomounpescadorqueacabaradehacerlacapturadesuvida.

—¡Oh,Diosmío!—musitóRay.


30

Cuandoseprodujoeldisparo,Tomestabatrasteandoenlacajadeherramientasconunapequeñalinternadebolsillosujetaentrelosdientesparadejarlasmanoslibres.Aloírlo,diounrespingoylosdientesseentrechocaronconelmetal.Elperroemitióunpequeñoladridoyluegogruñó.

«Pero¿quépasa?¿AquéleestádisparandoJed?».Entoncessepercatódelaleveseparación,delosecosquesesuperponían,ysucerebro,tanhabituadoalasarmasdefuego, loentendióenseguida:dosdisparosconsólomediosegundodediferenciasiacaso.Ycerca.

«¡Jed!—El destornillador cayó al suelo formando un gran estrépito. Apagó lalinterna, se desenganchó la mochila y se descolgó el rifle. Metió una bala en larecámaraalacarreraycasisehabíaplantadoenlapuertadelacasacuandoseparóapensar—. Tranquilo. Sea lo que sea lo que ha pasado, ya ha terminado. Como temetasenunaemboscada,nopodrásayudaranadie».

Dos disparos, tres posibilidades: o dos tiradores habían disparado a Jedprácticamente al mismo tiempo, o Jed había disparado primero y el otro tipo lolocalizóenelúltimosegundo,oJedhabíahechoundisparodeadvertenciayelotrotipo…

«No.Nopuedopensareso.Todavíano».—Raleigh,agáchate—susurró.Elperroobedecióalinstante.Tomaguzóeloído,

agazapadoenelsuelo.Nada:nidisparosnigritosniJed.Unapunzadadepánicoleatravesóel pecho.Teníaque salir del cobertizo.Lagranventanacorrederadaba aloeste,allago.Laúnicapuertaconbisagrasquedabaaladerecha,perosóloleveníabiensinohabíaalguiensiguiéndoleyalapista.Lacorredera,entonces.Darmarchaatrásporlanievehasta…

Otro sonido: agudo, fino. El perro dejó escapar un gemido. Tom sintió unzumbidoenlosoídos.¿Quéeraaquello?¿Ungrito?No,unchillidoy…

Uncrujidolejano.Untercerdisparo.Enladistancia,haciaelnorte.Lacabaña.«¿Grace?—Todoel airequehabía retenidoen lospulmones loexpulsóenuna

rápida y fuerte exhalación parecida a un sollozo.Descansó la frente en el rifle. Elmetalestabatanfríoquequemaba—.Pormiculpa,nodeberíahaberesperadotanto».

—¡Chico!—ElgritosonótancercaqueTomapuntoestuvodesalirsedelpellejo.Asulado,elperrosepusoenpiedeunsaltoyemitióungruñidoroncoyamenazador—.¡Chico,noqueremoshacertedaño!¡Vamos,sal!

«¿No queremos?». ¿Cuántos eran? ¿Dos? ¿Tres? O a lo mejor el tío estabatirándose un farol. No obstante, ahora sabía, sin asomo de duda, que Jed tambiénhabíamuerto.


«Osmataré,cabrones.—Suspulmoneseranplomo—.Osmataré.Os…».—Chico, podemos arreglar esto por las buenas o por las malas. No queremos

hacertedaño,perosidisparas,nosotros responderemos,asíqueabre lapuertaysaldespacioconlasmanosenalto.

Desde donde él se encontraba, estarían a unos cuarenta y cinco metros dedistanciayunpocoaladerecha,locualteníasentidoporqueaquellaeraladireccióndelbosque.Esolehizodecidirse.

—¿Quéqueréis?—En realidad, le importabaun comino,peronecesitabaganarunpocomásdetiempo.

—Sólo queremos que vengas con nosotros. —Un instante después, de laoscuridadmanóunaluzamarillaqueiluminólaventanacorrederaporencimadesucabeza.Laluzbarrióelcobertizodederechaaizquierdayviceversa.Lehicieronunfavor,porqueviolasmáquinasalaperfección:eltrineoeólicoestabaaladerechayunpocopordelantede lamotonieve.LaRoadKingdeJedestabaacopladamásalfondo,atravesadapordelantedelcatreydelradiadordepropano.

El perrovolvió a gimotear.Un instantedespués, él también lodetectó: un leveoloramaderaquemada.Sabíatodocuantohabíaquesabersobreelhumoyelfuegoysu nariz no tenía ningún problema en aislar olores. Si empapabas la madera engasolina u otro acelerante, el olor era muy diferente. Quemar ropa y productossintéticosdejabauntufoquímico.Lacabañaerapastodelasllamas.

Losmuycabroneseranlistos:tratabandetenderleunaencerrona.Sabíanquenotendríaadóndeir.Además,elcobertizoseríalosiguiente.Loquemaríanvivo.

—¿Hueles eso, chaval?—La voz sonabamuchomás cerca—.Vamos, te estáscomplicandolascosastúsolito.

Cogiólamochiladelsuelo,semoviórápido,tirósuscosasenelasientotraserodeltrineoeólicoydeslizóelrifleporlabasedeestepensandoentodomomentoenloqueibaahacer…,enlasecuenciaexacta.

En realidad, todo dependía de lo rápido que ellos lo descubrieran. Y de siencontrabanunmododeseguirlo.Leechóunvistazoalamotonieve.Conaquellaluzgranulosa,elagujeroquehabíadejadoalarrancareldispositivodearranqueparecíaunacuencavacía.Sinembargo,lacuerdaseguíacolgando.Asíquepodíanutilizarla.

«Lamotonieveesmás rápida.Tiene luces.Unopuededispararmientraselotroconduce».

Noteníaelección.—¡Vamos,muchacho!—Las luces semecían arriba y abajo amedida que los

cazadoresseacercaban.Elinteriordelcobertizoseibavolviendogris.—Raleigh,ven—susurrómientrasdabapalmaditasalasientotrasero.Mientrasel

perrocorreteabahaciaeltrineoeólico,Tomseabalanzóhacialaventanacorredera—.Buenperro.Quieto.—Metiólamanoderechaporlamanijadehierroforjado,asentóbienlospiesyseapoyóenlapiernaizquierda,lamásfuerte.Inspiróprofundamente.Unavezhecho,nohabíavueltaatrás.


«Hazlo».Diountirón,quizádemasiadofuerte.Laventanasedeslizósinmayorproblema

gracias a todo el 3-en-Uno que Jed le había echado; las ruedecillas de metalsusurraban sobre los raíles como una bola de jugar a los bolos se desliza por unparquéencerado.Unabocanadadeairegélidoinundóelcobertizo,trayendoconsigoeloloramaderaquemadayaplásticoderretido.Luegosegiróysaltódevueltaaltrineo. Fuera, la luz empezó a moverse en cuanto los cazadores se dieron cuenta.Cinco segundos, puede que diez. Saltó al asiento delantero del Spitfire, le dio alcontactoypisóafondoelaceleradorparameterlecombustiblealmotor.Alcabodeunmilisegundo,elmotorporfinrechinó,tosió,chisporroteó…

Peronoarrancó.«¡Vamos,vamos,vamos!».Fueraseoyóungrito.Laslucescabeceaban;sintióel

zarandeodezarzasydetroncoshelados.Seacercaban,ymuyrápido.Tomapretólosdientes, se obligó a darle al motor dos preciosos segundos que no tenía y, actoseguido,lovolvióaintentar.

«Siseahoga,estoymuerto.—Elsudorlecorríaporelcuello—.Estánalavueltadelaesquinaysisigoaquísentado…».

Elmotorvolvióalavidaenmediodeunrenqueanterugidoenaumento.Yempezóamoverse.


31

El niño era moreno y le brillaban los ojos de pánico, pero Alex se percató delparecidoenelacto.Teníalacarasalpicadadesangreyhabíamásensusmanos,peroaparentementeesoeratodo,porloquetalvezsetratasedelasangredesuhermano.

—¡Daniel!—gritoelniño—.Daniel,¿estásbien?—¡Sí,Jack!—Daniellogróponersederodillas—.Estatetranquilo,¿vale?—Pero¿quénosvanahacer?—LavozdeJacksonabacargadadetensiónysus

labios dibujabanun severo rictus.Eramuypequeño, nomayorqueEllie.Enormeslagrimonesresbalabanporsusmejillasysefundíanconlasrojassalpicaduras,comosillorarasangre—.¿Nosvanacomer?

—No.—Daniel intentólevantarsecondificultad,apoyándoseenlosmuslos.Lesuponíaungrandísimoesfuerzo;losbrazosletemblabanyAlexeratestigodecómoconteníaysoltabalarespiración—.Vasaestarbien.Nopasanada.

Perosíquepasaba.AcnéayudabaaBerettaaincorporarse.Araña,Leopardoylosdemás hacían corrillo alrededor de Daniel y Jack como Lobezno y sus secuaceshabíanhechocuandoArañayellasepelearon.Además,Arañallevabasuinseparablemachete. El aire, ya de por sí denso, febril y enloquecido, se arremolinó y agitóbruscamente.

—¡Oh,Dios!—exclamóAlex.Asuizquierda,Sharonlaatravesóconlamirada:—¿Qué?Alex no respondió. Era incapaz. Pero tenía la suficiente experiencia con los

Cambiadoscomoparaidentificaraquelolor.ADanielyaJacknolesquedabamuchotiempo.Aningunodeellos.


32

Untrineoeóliconoesunamotonieve.Elprincipioporelqueserigeseparecemásaldeunhidrodeslizador:unmotorpotentequeproduceelairesuficienteparaimpulsarunbarcoporunasuperficiedehieloodeaguapocoprofunda.Tienedoscontroles:unacelerador para darle potencia y un volante o un mando que controla el timón yorientaelaire.

¿Qué problema presenta un trineo eólico?Que no tiene frenos. Las dos únicasformasdedetenerlosondescargaraireoapagarelmotor.Yesaparatoso.Noviraenánguloscerrados.Sigirasdemasiadorápidoelvolante,soltarásdemasiadovientoysetecalará,garantizado.

En cuanto Tom sintió que el Spitfire se movía, pisó el acelerador a fondo. Eltrineo respondió con un traqueteo sordo y luego salió disparado del cobertizo tanrápidoqueTomcayóhaciaatrásestrellándosecontraelperro.Elpieseleresbalódelacelerador y oyó que, automáticamente, el motor se venía abajo y refunfuñabamientras el Spitfire ralentizaba el ritmo hasta no superar la velocidad de un lentopaseo.Tomseincorporójadeandoypisóelaceleradorcontodassusfuerzas.

El trineosaliódisparadodelcobertizoenvueltoenunanubedehumo,saltóporencimadel salientede tierrayseprecipitósobreelhielocubiertoporunmantodenievedandounbuengolpetazo.Elfirmeerairregular:cadaimperfecciónybacheenlanieveyenelhielosetraducíaenunbruscoreboteyunzarandeo,peroalmenosseestabamoviendo.Laextensióndel lagoOddsedesplegabaantesu imaginación.Eltingladodepescade Jed lequedaba a laderecha,másomenos a launa enpunto.Mejorviraryescorarsehacialaizquierdaparadarleunbuenrodeo.

Algotitiló,líquidoynaranja,ysusojosparpadearonhacialaderecha.Lacabañaeraunahoguera.Descomunaleslenguasdefuegobullíanporelventanalhechoañicosyseextendíanporlosaleros.Enelinteriordeaquellahabitacióndelantera,elfuego,brillantecomolalava,subíaaraudalesporlasparedesysedispersabaporeltecho.Incluso a aquella distancia, vio elmomento enqueunabombonadepropano saliódisparadahaciaatrásenmediodeunabocanadadecolorazuleléctricoencuantoelfuegolaalcanzó.Ladetonaciónfuedetalmagnitudquesuperóelrugidodeltrineo.

Tom se quedó tan estupefacto que no se percató de que estaba perdiendovelocidadhastaqueelmotor finalmente sevinoabajo.Pisóel acelerador,peroerademasiado tarde, pues el Spitfire se estaba deteniendo. En medio del repentinosilencio,oyóunestridentechisporroteo,comoelchirridodeunasierracircular.

LamotonievedeJed.«¡Vamos!».Ledioalbotóndeencendido,peroelmotor sehabíaahogadoy lo

único que hacía era emitir un sinfín de chasquidos, zumbidos y pocomás.Con elcorazónamilporhora,seobligóaesperar…,esperar…Yluegovolvióaaccionarlo.


Estavezseviorecompensadoconunbramido.Eltrineodiounasacudidayempezóaganarvelocidad.

Echó un vistazo por encima del hombro. El único faro de la motonievepermanecíainmutable.Nosemovían.¿Porqué?Entoncesvioqueellagoseextendíaasuspiescomounarelucientealfombraplateada.Reflejo.Loestabandeslumbrandoparaque…

Sintióquealgo—grande,enorme—seleechabaencima.Sobresaltado,volvióamiraralfrentejustoatiempoparaverlacaravanadepescadeJedysupropiasombraaparecerde improvisoenmediode lapenumbra.Sinaliento,giróelvolanteyviróhacialaizquierda.Lacaravanapasócomounaexhalaciónenmediodeunvertiginosoremolinomientraseltrineoderrapaba,soltabaaireyaminorabalamarcha.Seoyóungran golpetazo cuando el casco de fibra de vidrio del Spitfire chocó y saltó porencima de los deslizadores de madera de la caravana. Entonces vio refulgir unabrillantechispaporel rabillodelojo.Unamilésimadesegundodespués,unagudotintineometálicodelatabaelimpactodelabalaenlachapademetal.

Ahora sabía por qué se habían quedado en la orilla.La cubiertametálica de lacasetadepescareflejabalaluzigualquelanieve.Apuntarycambiardedirecciónatrescientossesentaycincometrosdedistanciaconunrifleconmira telescópicanoeranada.

«¡Vamos,vamos!».Pisóafondoelaceleradorydescribióunaampliacurvaconeltrineo. El Spitfire hizo una guiñada. Detrás, sentía que el perro pataleaba en unintentopormantenerelequilibrio,peroahorasemovían, ibanganandovelocidadyzigzagueabandespidiendofinascrestasdehieloynieveenformadegrannebulosa.

Sabía lo que harían a continuación. La motonieve era vieja, pero mucho máspotenteyrápida.Loúnicoconloqueélcontabaeraconunpocodeventaja.Enesemomentonooíamásqueelrugidodelmotor.Lavelocidadconvertíaelairefríoenunaguadañaquelerebanabalapiel.Estabacruzandoellagoatodapastilla,volabaaciegas,dememoria,confiándoseasusuerte.CuandoelSpitfiredioelbandazo,echóun vistazo sobre el hombro y vio que la noche se teñía de azul y luego se ibailuminandoamedidaquelaluzdelamotonieveperforabalaoscuridadconunarconítidoypreciso.

«Meestoyquedandosintiempo».¿Dóndeestaba?¿Cuántotiempollevabaenelhielo?¿Dosminutos?¿Cuatro?Deberíaestaryaallí…

Sintióelmomentoenqueelhieloylanieveacumuladacambiabandetextura.Seprodujounasacudidaseguidadeunhundimientocuandoelhielosetornórugosoy,acontinuación,eltrineoempezóarebotar,pueselcascodabadellenocontrabachesyondascongeladas.Traselenésimobote,el firmesevolviómásagresteyaTom lecastañetearonlosdientescuandoeltrineodioconelhieloaúnmásfinodelcanal.

Dabaigual,debíairmásrápido,pisarafondoelaceleradorysalirdeallícagandoleches.Aquelloscazadoreslepisabanlostalones,ganabanterrenoacadasegundoyprontoseleecharíanencima,asíquenecesitabameterlecaña,caña,¡caña!


Pero,enlugardeeso,levantóelpiedelacelerador.Lavelocidadcayóenpicadoyelmotorrefunfuñó;elhieloylanieveseaferrabanalcasco.Sintióqueel trineoseralentizabayseencasquillaba.Seprodujounfuertegolpesordocuandolaproasalvóun resalte de nieve y el Spitfire rebotó e impactó contra un maremágnum detémpanos unidos entre símediante una sutura de hielo fino como papel de fumar.Perfecto.Fue cadavezmás despacio y se quedóobservando cómo la oscuridad setornabagris,luegoazulydespuésplatamientraselronroneodelamotonievesonabacadavezmáscerca…

«¡Ahora!».Pisó a fondo el pedal.Elmotor se revolucionóy elSpit-fire bramóconelaceleradora topeamedidaqueseabríapasoporelhielocabeceandoconelcascocomocuandounapiedraplanacruzaunestanquehaciendocabrillas.Seoyóuntremendozambombazoyderepenteestabaenmediodelagua.Unafríaaspersiónloenvolvió, pero él continuó, resuelto y confiado, preparándose para la repentinasacudidaquesabíaqueseproduciríaencuantoeltrineovolvieraaganarelhieloylanieve. Rezaba por que su velocidad fuera suficiente para que el bote patinase ycompensara su peso, el de sus cosas y el del perro. ¡Dios, el perro! Esperaba queRaleighfueralobastantelistocomoparaecharsecuerpoatierra;delocontrario,elimpactololanzaríaporlabor…

LaproadelSpitfireimpactóenelhieloatodavelocidad.Habíacruzadoelcanalyahorachirriabapor la superficie.Sentíaqueel lagovolvíaa solidificarseyque lassacudidasmenguaban.Dio un brusco volantazo hacia la derecha para soltar aire yviródeformaquelaproaquedasemirandojustohaciadondehabíavenido.

—¡Raleigh, agáchate! —Apagó el motor, empuñó el rifle y se lo colocó enposiciónmientrasgirabalacintura,listoparadisparar…

Justocuandolamotonieveaparecióenescena.


33

—¿Quédiablosquieren?—Raysegiróaderechaeizquierda—.¿Quépasa?Nadierespondió.LosCambiadosloshabíanrodeado,dejandoaAlexycompañía

yaDaniel,queseguíaescoltadopordospequeñosninjas,mirándosecaraacaraenelcentro. Otro ninja sostenía a Jack por el cogote. Araña estaba junto al chico,calentandomotores,cuchilloenmano.ElolordelmiedodeJack—lechecuajadayoríncaliente—eratanintensoqueAlexpodíanotarloenlalengua.

Acnéseabriópasoacodazos,seguidoporBerettayLeopardo.AúnpodíaleerseunanotadedolorenelrostrodeBeretta,peroyaandabaporsupropiopie.Suolorapeligroleaceleróelpulso.Acnéportabadosrifles:elsuyo,conaquelpistóndegas,yotroquereconocióenelacto,elBrowningX-BoltqueNathanlehabíadadoantesdesuhuidadescabelladadeRule.

Aaquellacortadistancia,pudoecharunbuenvistazoal revólverqueLeopardollevaba enfundado en la pretina del pantalón.Reconocería unaGlock en cualquiersitio.

—¿Quéqueréisdemí?—preguntóDaniel.Lecostabamantenerseenpie.Estabaarqueado como una alcayata, sujetándose el costado con unamano—.Ya os lo hedicho:cogedmeamí.Novolveréaoponerresistencia.PerodejadqueJacksevaya.

Beretta se lo quedómirando durante un largo segundo. Acné dio una zancadahaciadelanteyletendióelBrowning.

—¿Qué? —Daniel contempló fijamente el rifle como si Acné le estuvieraofreciendounapitón—.Nidecoña.¿Quieresdispararme?Bien.Siquieresmatarme,hazlo,pero…

—¿No lo pillas, chico? —dijo Sharon como si tal cosa—. Tienes que elegir:pegarleun tiro aunodenosotrosodejar que le rebanen el pescuezo a tupequeñoJack.

AAlexselesecólaboca.SabíaqueSharonestabaenlocierto.Eraunaespeciedetrueque:ojoporojoydientepordiente.

—¿Qué?—profirióRay,yocultóaRubydetrásdeél—.¿Quécoño…?—Daniel.—Jackteníaelmiedoreflejadoenlosojos—.Daniel,Daniel,Daniel…—Nopienso hacerlo—jadeóDaniel.Una fuerte sacudida recorrió su cuerpo y

unodelosninjaslosostuvoparaquenosecayese.Danielsezafóconunamaldiciónentrecortada—:Nomeconvertiréisenunodevosotros.Yonosoyunasesino.

—Puesestáclaroqueaellosselopareces—dijoSharondeformamecánica.Silafatalidad hablara, sin duda tendría la voz de aquellamujer, pensóAlex—. Lo quequieraquehicieraistusamigosytúleshacabreadoyvanahacéroslopagar.

«Y no sólo pagar». El aire se había vuelto tan compacto por el hedor de losCambiados,losmuertosysuscolegasprisioneros—yahoratambiénporelpavorde


Daniel y Jack— que parecía que los respirara a todos: sus historias, sus destinos.Estabaconvencidadequeaquelloeraunaprueba.Unensayo.

Unrito.—Porfavor,dijisteisquedejaríaislibreaJack.—DanielsevolvióhaciaBerettay

Acné—.Yosoyelresponsable.Yoorganicéelataque.Matadme,perodejadaJackyaestaotragentealmargen,porfavor.

—¿Y qué pasa si no elige? —Ray miró a Sharon, desesperado, como si ellaconocieralarespuesta—.Notienequehacerlo.

—Seguroqueideasnolesfaltan—contestóSharon.—No puedo hacerlo. —Daniel los barrió con la mirada. Cuando sus ojos se

posaronenAlex,selaquedaronmirandofijamente—.Nopuedenpedirmequehagaesto.

Perosípodían.Yloestabanhaciendo.Alexqueríadeciralgo,cualquiercosa.Enunapelículaounlibro,aqueleraelmomentoenquelaheroínaseofrecíavoluntaria.Daba un paso al frente, hacía lo correcto.Debía ser ella.No queríamorir, pero elmonstruo seguía viviendo en su cabeza. Tenía los ojos amarillos y los dientesafilados. Se le estaba formando una cara. El cáncer acabaría matándola de todasformas. Tom lo habría hecho sin dudar. Y Chris también. Aquel críomerecía unaoportunidad.

«Ningunodelosotrosdaráelpaso.—Podíaolerlo.Undedohuesudoygélidolerecorriólacolumna,deteniéndoseencadaunadesusvértebras—.Sólohazlo,hazloantesdequetearrepientas…».

Por el rabillo del ojo izquierdo vio que algo temblaba y se movía a granvelocidad…

—¡Ray!—gritó—.¡No!


34

Elcambiofuerepentinoeinmediato.Lamotonieveibarugiendosobreelhieloy,uninstantedespués,laluzsealzóhaciaelcielocuandolapartetraseradelosesquís,queeramás pesada, se hundió en el agua. Elmoscardeo delmotor paró.Más allá delfoco,distinguióaloshombres,oscuroscomofocas.Unoyaestabaenelagua.Eltipodedelanteibarepechandoporelparabrisasparallegaralcarenado.Lamotonievesevolcóhacialaizquierdayseoyeronchapoteosygritosdesesperados:

—¡¡ESTOY ATRAPADO, ESTOY ATRAPADO, ESTÁ TIRANDO DE MÍ,ESTÁTIRAN…!!

El trineo volvió a escorar y la voz se apagó. Un segundo más tarde, la luzdesapareciódesuvista.

Tombajóelrifle.Teníalarespiraciónacelerada.Elcorazónleibaamilporhora.Asusespaldas,sintióqueeltrineosedesplazabacuandoelperrosepusoenpie.

El otro hombre seguía clamando por su vida con la voz aflautada debido a laconmoción:

—¡Por favor!—El tipo,además,sonabamayor—.¡Por favor,séqueestásahí!¡Ayúdame,porfavor,ayúdame,porfavor!¡Porfavor,nopuedesdejarmemorir!

«Oh,ya lo creoque sí».Aquelloshombreshabíanmatadoa Jedy aGrace.Lacabañahabíadesaparecido.Eranelenemigo.

—Porfavor.—Máschapoteo—.No…nosientolaspiernasy…Tomsebajódeltrineoconsumocuidadoacuatropatas.—Quieto—le dijo al perro, y se puso a dar zancadas por la nieve. La brecha

estabaaunoscuarentaycincometros largos,demodoqueno sealejómucho, tansólounosquinceoveintemetros.Sequitólaparkaysetiróalolargoenlanieveyelhielo;luegofuearrastrándoselentamentepararecorrerladistanciaquelefaltaba.Enelúltimomomentose lepasópor lacabezaqueelcazadorpodía tenerunapistola,perosefiguróqueelviejoseguramentenoeraunsuicida.Si ledisparaba,acabaríaahogándose.

—¡Ya voy! ¡Sigue hablando!—Sentía cómo se transformaba el hielo bajo sucuerpoyestabapendientedecrujidosychasquidosdelatores.Fuereptandotanrápidocomopudo—.¡Háblame!

—Oh,gra-graciasaDi-Dios.A-a-aquí.—Elancianoestabaexhausto,sinaliento;tartamudeabadefríoymiedo—.N-no-nop-puedoqui-quitarmeel-ela-abrigo…E-e-estáti-ti-rando…

—Yacasihellegado.—Tomoyócómoelaguasalpicabaelhieloyviocómoselemojabalamanoderecha.Suficiente.Diezcentímetrospodíansoportarelpesodeunapersona. Siete a lo mejor. Cinco, ni por asomo. Sin luz procedente de aquellaenfermizalunaverdeniresplandordelacabañaenvueltaenllamasqueleiluminara


elcamino,lanochesehallabasumidaenlanegrura.Nisiquierasabíasieltipoestabaensuladodelabrecha—.Dirígetehaciamivoz.¿Puedesmoverte?

Seoyeronchapoteosyluegoalviejodecir:—S-sí.Veníadesuizquierdayestabamuycerca.—Aguanta—dijoTom.Yentoncescometiósuprimererror.Clavólaspunterasdesusbotasyseretorcióutilizandosuabdomencomopivote,

peroseconfióynocayóenlacuentadequeahorasucuerpoquedabaparaleloalabrecha…sobreunfinobordedehielodeshecho.

—Voyalanzartemiabrigo—dijo—.Encuantolotoques,agárraloy…Doscosaspasaronalmismotiempo.Tomdejóescaparungruñidodesorpresacuandolamanodelancianoemergióen

mediodelaoscuridadyleagarrólamuñecaderecha.Antesdequepudierazafarse,sintióqueletirabandelbrazo:elviejocazadorintentabasalirdesesperadamentedelaguautilizandoaTomcomosideunaescaleradecuerdasetratase.

—¡Eh,no,para!—gritóTom.Tratóderecular,peroaqueltipoclavabalosdedoscomogarrasyTomnoteníamargendemaniobra.Sesintióresbalarhaciaunlado;yateníalaspiernasrodeadasdeaguayseguíaresbalándose…

Entoncesfuecuandocometiósusegundoerror—elpeormovimientoquepodíahacereneseprecisoinstante—porqueseasustó.

En cuanto el agua helada se le arremolinó por las piernas, gritó e intentó darmarchaatrásyponerseagatas.Sucentrodegravedadsedesplazó.

Elhieloemitióunagudochirridocasianimal.Seoyóunaexplosión tan tajantecomoundisparo,seguidaporunquejidoy…

¡CRACK!YentoncesTomtambiénestabaenelagua.


35—¡No,Ray!—chillóRuby—.¡Detente!Pero Ray ya había pasado el punto de no retorno. Había irrumpido con tanta

fuerzayvelocidadqueaningunodelosCambiadoslediotiempoareaccionar.Ciñóel Browning con una mano, plantó la otra en el pecho de Acné y le propinó unempujón. Acné agitó los brazos como unmolinillo de viento cuando sus botas seenredaronycayóalsuelopegándoseunfuerteculazo.

Acontinuaciónseoyócómocargabanlasescopetas,descorríanloscerrojosysesacabanlaspistolas,yRayestabaallí,enelpuntodemiradetodasaquellasarmas:elblancoperfecto.SalvoporelhechodequeteníaelBrowningclavadoenlafrentedeBerettaygritaba,escupiendoalviento:

—¡Lomato!¡Lomato!¡PorDiosquelomato!—¡Ray!—lesuplicóRuby,al tiempoquedabaunpasoal frente tendiéndole la

mano—.Ray…Seprodujoundestellonaranja,comoeldelcarbónalrojovivo.Rubysedetuvo

en el acto, con los ojos tan desmesuradamente abiertos que no eran más que dosglobosblancoscondosmotasnegrasenelcentro.Elairesecolmódeunolorfétidoametalhúmedo.Algogruesoylíquidocayóenlanieve.

EntoncesRubysepusoagritarcomounaposesa:—¡Aaaaahhhhh,aaahhhhhh,aaaahhhhhh!


36

Tomaullósorprendidoyseatragantócuandoelaguaheladaselecolóaborbotonesporlagarganta.Lasvíasrespiratoriasselecerraronysehicieronunnudo.Unpánicoinstintivoyanimalleinundólasvenas.Empezóadarmanotazossinpensarennada,pues una llamarada roja de terror le nublaba la mente. Necesitaba aire… ¿Dóndeestaba? No paraba de abrir y cerrar la boca mediante boqueadas silenciosas yconvulsivas mientras los músculos de la garganta se afanaban por hacer justo locontrario, intentando mantener la tráquea a salvo, ya que la parte primitiva de sucerebrocreíaqueseestabaahogando.EntonceslagargantaserelajóunpocoyTominhalóenmediodeungranalarido.Otraboqueadayluegootra…Esofuealoquelediotiempo.

Elviejocazadorselesubióalaespalda,enunintentoporsalirtrepandodelagua.—¡P-para! —farfulló Tom, pero el viejo estaba como loco. Una milésima de

segundodespués,Tom se encontraba completamente sumergido.El aguaquemaba.Eranegracomo la tinta;nohabía luzalguna.Arriba, sobresushombros, sentía lasbotasdelviejobregandoporencontrarunpuntodeapoyo.Lediounapatadaen lafrente.Denohaberestadosumergido, talvezeso lohubieradejadocompletamentefueradecombate,peroelaguaralentizóelgolpe.Contodo,ledioconlasuficientesolidezcomoparahacerledaño.Manoteóenelaguaparatratardeagarrarlaspiernasdelviejoysaberdóndequedabalasuperficie.

Logró sacar la cabezadesesperadamente al aire fino.El viejo volvía a la cargamontándose en su espalda como un mono, clavándole los dedos en los hombros,tirándoledelpelo…Sus fibrososbrazosse leaferraronalcuelloen formade llaveestranguladoray lovolvió a sumergir.Tomno lo alcanzaba, le resultaba imposiblequitárselodeencima,nodisponíadeventajaestratégica.Loúnicoquepodíahacereracogerunabocanadadeairemientraselpesodelviejoleaplastabalagarganta.Nolequedaba mucho tiempo. Cuanto más luchaba, menos energía le quedaba paramantenerseaflote.Elcorazónibaaexplotarle.Sólopodíahacerunacosa,perooíaperfectamente que su cerebro no dejaba de quejarse: «¡¿Estás chiflado, tarado,loco?!»

Contratodarazóneinstinto,sedejócaerenpicado,escurriéndosebajoelhielo.Ylosarrastróaambos


37

—¡Aaaaahhhhhh!—gritabaRuby—.¡Aaahhhhhhh,aaaahhhh,aaahhhh!Sumanoizquierdayacíaenlanieveconlosdedoscurvadoscomounatarántula

muerta.Sindejardechillarycrispandosuhuesudamanoderecha,laancianabajólavista hacia el espacio vacío que había ocupado su otra mano hacía apenas unossegundos,mientraslasangresalíaaborbotonesdelasarteriasseccionadas.

—¡Santocielo!—SharonseprecipitóhaciaRuby,queseguíadandoalaridos, laprotegióconsucuerpoylogróecharlaalsuelo.Luegoleenvolviólamuñecaconsusenormesmanosyselaapretóconfuerza—:¡Hijosdeputa!¡Hijosdeputa!

—¡Ruuubyyyyyy!—vociferóRay.Hizoademándedarunpasohaciasuesposa,peroselopensómejoryvolvióaamenazaraBerettaconelBrowning—.¡Levántate,hijodeputa, levántate!Nosvamosdeaquí.Y si a algunodevosotros se leocurremoverunmúsculo,sialgunodevosotrossemueve…

Nadie lo hizo, pero Beretta tampoco se levantó. El aire se había cargado deelectricidady sehabíavueltogaseosopor lamezcladeoloresy significados.ErantantosqueAlexsólotuvotiempodepensarenloextrañoqueresultabaque,contodasaquellas armas, nadiehubieradisparado todavía.Elúnicoquehabía actuadoera elpequeñoninjadelacuadrilladeLeopardoquelehabíacortadolamanoaRuby.OtrohabríapodidocortarlelacabezaaRayconlamismarapidez.Contodoaquelarsenal,sóloteníanquederribaraRay.AunquelapresióndelgatillodelBrowningeramedia—doskilosytreintagramos—,lasposibilidadesdequeeldedodeRaylaejercieramientras lo acribillaban a balas eran mínimas. No cero, pero prácticamenteinfinitesimales.Poresarazón,AcnéestabajustoallíypodíabarrerlospiesdeRaydeunaúnicaypotentepatada.Cualquieradeellospodíahaceralgo.LodeRubyselesocurriódespués,sólohabíanqueridohaceralardedepoder…yRayyadeberíaestarmuerto.

«Oh,Diosmío.—Ahogóungritocuandoporfinsehizolaluzensucabeza—.Ya lo está. Nunca ha tenido elección porque se trata del Browning. Es el rifle deNathan,yelprimerdía,cuandoArañaapretóelgatillo,no…».

—¡Ray!—loalertó—¡Ray,no,elrifleno…!Rayapretóelgatillo.


38

Encuantoseescabulleronbajoelhielo,Tomsintióqueelviejoempezabaaforcejear,pero no se le soltaba del cuello. A pesar del peso añadido, sus pulmones habíanretenido aire y este le había proporcionado capacidad para flotar como un corchohastaquesehundiera.

AsíqueTomsehizounovilloysezambullóenpicado,braceandoconfuerza.Ibacontra toda lógica.Sumente legritabaqueparase, ¡queparase!Que el aire estabaarriba.Que abajo hallaría lamuerte. Precisamente ese fue elmotivo por el que lohizo.

Elhombreporfinlosoltó.Un instantedespués,Tomse retorcíaydabamediavuelta, tratandode recordar

dónde estaba la superficie, porque, con aquella terrible negrura, no tenía ni idea.Sentíaqueelviejobregabanomuylejos.Unasmanosansiosastratabandeaferrarloenmediode laoscuridad;unosdedos lepellizcaban lacamisa.Tomcogió impulsoretrasando el codo y pegó un derechazo. Notó el impacto, luego oyó el grito delhombre, amortiguado por el agua. Algo pasó vibrando por delante de su cara:burbujas borboteando en busca de la superficie. Pataleó un poco, las siguió y dejóatrásalancianosumidoenlastinieblas.

«Poco, poco, poco, poco…».Lapalabra teníapesoy sustancia; se acompasabaconloslatidosdesucorazónyresidíaenlaradiantequemazóndesupecho.Yadebíadefaltarlepocoparallegar;yadebíadefaltarlepoco,poco,poco…

Entoncesoyóalgonuevo,frenéticoyrítmico.Raleigh.Raleighen lasuperficie,ladrando.Siguióelsonido.Consusúltimasfuerzas,llegóalasuperficie,extendiólosdedosdeunamano…

Ytocóunaláminadehielosólido.


39

«¡No-no-no-no-no-no!—ATomlequemaban tanto lospulmonesy lanecesidaddeaireeratangrandequeunaenormeboladepánicoluchabaporescapardesuslabiosenformadegrito.Lediounpuñetazoalhielo.Empujandohaciaarribacontodassusfuerzas, empezó amover las piernas como un loco y a hacer presión, tratando deabrirsecaminoenbuscadeoxígeno—.Aire,aire,aire,vamos,vamos,vamos…».

Elperrovolvióaladrar.¿Dónde?¿Asuderecha?Nolosabía.Elaguaestabatanfríaquequemabayeranegracomoelpetróleo;noveíanada.Estabamásasustadoque nunca…, aunque eso también le confería una espantosa claridad mental: opensabaoestabamuerto.

«Sigueelsonido,siguealperro;Raleigh,vuelvea ladrar,venga,bonito,venga,porfavor…».Otroladrido.Estavezseaferróalsonidodelperrocomoaunatabladesalvación.Exprimiendolaspocasfuerzasque lequedaban, logróescaparanadodelasgarrasdelaoscuridadyanduvoconlasmanosalolargodelhielo,tanteandoenvanoconsusdedosenguantados,escarbando,buscandodesesperadamenteunagrieta,unafisura,pornimiaquefuera.

Depronto,yanopudomás:jaquemate.Nohabíanadaquehacerylosabía.Eraincapazdecontenerelalientounsegundomás.Absolutamenteincapaz.Todohabíaterminado y, antes de que pudiera pensar en ello, su garganta se convulsionó y sucuerpoempezóarevolverseamedidaqueexpulsabaelairedelospulmonesconungrito…

Entonces sumano derecha emergió del agua sin chocar con nada. Sólo con elaire. Y, en un último impulso, por fin su cabeza salió a la superficie, ¡aleluya!Empezóa toser, a escupiryadarboqueadascomopez fueradel aguay, conformeseguíarevolviéndose,lostrozosdehielooscilabanyseestrellabancontrasupechoysusbrazos.Lospulmonesapenaslefuncionaban.Nopodíacogersuficienteaire;nisiquierateníaalientoparachillar.

«¡Tienesquesalirdeaquí!¡Tienesquesalirdeaquí!¡Tienesquesalirdeaquí!».Elpánicoseleinstalóenlagarganta.Ahogarseerasupeorpesadilla.Peorquemorirdesangrado de un disparo o estallar en pedazos… Y ahora estaba tan cerca deahogarsequesequemaba,nolecabíadudadequeibaamorir.Elfríoeraunapalmagigantequeceñíasucuerpoyahuyentabaelcalor.Seibadebilitandopormomentos.Comodejarademoverlaspiernasduranteunossegundos,volveríaahundirse.Oyócómo sus brazos chapoteaban, pero el sonido era cada vez más tenue, se ibadisolviendomientraselpánicoarraigabaensumente.

«Tranquilo,tranquilo,tranquilo.—Jadeabayempezabaamarearse.Sabíaque,sino dejaba de hiperventilar, perdería el conocimiento, pero no podía controlar elterrible pánico que correteaba como una rata por su cabeza—.Aún tienes tiempo,


venga,vamos,despacio,despacio…».Raleighgimoteó.—R-R-Raleigh.—Teníaloslabiosentumecidosytiritabacontantafuerzaquese

mordiólalengua.Parasuhorror,sintiósólounlejanopinchazoynosupodistinguirsisehabíahechosangreono—.Vena-aquí,bo-bonito—.ElperrosoltóungañidoyTompensóquedebíadeestarjustodelante.«Nodemasiadolejos»—.R-Raleigh,venaquí.

Elperrorespondióconunpequeñobufido.¿Estaríamáscercadeloquepensaba?Nosabríadecirlo.Sacóunamanoenguantada,chapoteóunpocomásysedirigióallugar en la oscuridad donde creyó que podría estar el perro. Se abrió paso con elpecho por la superficie, medio nadando, pero sobre todo intentando mantenerse afloteychapoteando,hastaquesusdedos rozaronalgoduroe inmóvil.El filode labrecha.Sacóunamanoy tanteóaúnmás lejos,acariciandolaoscuridad,hastaque,porencimadelhielo,palpóunacapamásdensadenievecompacta.Nohabíaningúnperro.Todavíaestabalejosyeltiemposeleagotaba.

Sacó ambasmanosy apartó la nieve, luegoposó las palmas en el hieloduroytratódehincarlasenél.Losguantesapenasselecurvaronysepercatódequelatelasehabíacongeladoalcontactoconelhielo.¿Podríaserleútil?Talveznoseahogarasidejabaquesusmanossequedaranpegadasalhielo.

«Malaidea,moriríadehipotermia.Tengoquesalirdelagua».Hizotijeraconlaspiernascontodassusfuerzasypropulsósucuerpohaciaarriba,dandosaltitoscomounatorpefoca.Nollegómuylejos.Aunquesehabíadesprendidodelaparka,estabaempapado y la ropa pesaba demasiado. No tenía fuerzas. Pero al menos habíaconseguidosacarelpecho,queempezabaacongelarse.Esoyaeraunprogreso.

Notóquealgo semovía.Elperro. ¿Sealejaba?Estaba tandébilque sólopudosusurrarsunombre.Nada.Entoncesalgonegrose leacercóyRaleigh leolfateó laoreja.

—Oh,Dios.—resollóTom.Sequitóconcuidadounodelosguantesyestiróelcuerpohastaquepalpóelcollardelperro,yestelerespondióconunlametónenlosdedos.Teníatantaurgenciaporaferrarsealanimalquetuvoquecontrolarse.Nadademovimientosbruscos…Despacio,despacio…Hastaquelogrócolarlosdedosbajoelcollar.

Elperronoseachantó.Tomtiróunpocomásyelbrazoderechoseletensó.Conaquelsúbitotirón,elperroempezóaretroceder,locualestababien,eraexactamenteloquenecesitabamientrasseguíapataleandoyabriéndosepasoatravésdelanieve.

Unavezfueradeltodo,sedejócaerenelhielocomounatruchaaúncogidaporelanzuelo. Chorreando. Entonces se dio la vuelta y se quedó tumbado de espaldas,como un águila con las alas desplegadas, tomando aire y dejando que el perro lelamieraelaguadelacara.

«Levántate—pensó—. Levántate o te congelarás.Venga, levántate, quítate delhielo,tienesqueentrarencalor».


Ay,perola lenguadelanimalestabacaliente,y tambiénsualiento,yestabatancansado…Entumecido,enrealidad.Nosentíalospiesnilasmanosyteníatantofríoquenisiquieratiritaba.Sóloibaadescansarunossegundos…

«¡Notedesmayes!—Creíaqueteníalosojosabiertos,perotodoestabanegro.Elperroleolisqueóelcuelloyluegolepusounapataenelpecho—.Vamos,levanta,notedesmayes,nopuedesperderelconocimiento…».

Aúnseguíapensandoenellocuandolohizo.


40

Rayapretóelgatillo.ElmecanismodelBrowninghizoclicyemitióunchasquido…Yesofuetodo.Ray,queesperabaunadetonación,permanecióclavadoensuposiciónduranteun

instante;luegoparpadeóysequedómirando,perplejo,elarmainservible.—No.—Tiró el Browning con un gesto rápido y brusco como si elmetal, de

repente,sehubierapuestoalrojovivo.Tragósalivaydiountraspiéhaciaatrásconlasmanoslevantadasyabiertas—.¡N-no,no!

Leopardo se le acercó. Dio un latigazo con la mano derecha y, apenas unafracción de segundo más tarde, Ray tenía la boca de la Glock, malvada y negra,clavadabajolanariz.

—¡No!—chillaronAlexyDanielalunísono.—¡Basta!—gritóDaniel—.¡Nolohagas!—¿Rubyyy?—LosojosdeRay,presosdelpánico,giraronensusórbitastratando

de encontrar a su esposa, pero esta se había desmayado en medio de un charcobrillanteyrojodesangre—.Ru…

SeprodujounrepentinofogonazodestellanteylaGlockretrocedió.


41

Eldisparoresonóysedesvaneció,despedazadoporelvientoylanie-ve.Elairesesaturó con el hedor a pelo quemado, a cerebro asado, a muerte fresca… y a losCambiados,a lossempiternosgasesasfixiantesqueemitían losCambiados.SharonaúnasíaaRubypor lamuñeca.Lasangre lesalpicabay leresbalabaporelcuello.Rubyestabaflácidaeinmóvil.

LeopardoseapartódelcuerpodeRayyseguardólaGlockenlapretinamientrasAcnéayudabaaBerettaaincorporarse.ArañacontinuabarondandoaJack,cuyacaraestabablancacomolaleche.Sólolosojosdelchicomostrabanalgúnsignodevidayoscilaban de la destrozada cabeza de Ray a su hermano. Daniel se había puestocenicientoyparecíaunaestatuaenmediodeaquelremolinodenieve,comoelaireinmóvilenelojodeunhuracán.

Sharonfuelaúnicaquerompióelhielo:—¡Yatenéisloquequeríais!Laelecciónyaestáhecha.Quémásdasihasidoel

chicoono.Claroqueestabahecha.AlexentendióporquélosCambiadoslehabíanofrecido

aquellaarmaenconcreto,ytambiénsediocuentadeotracosa:elrifledeNathannohabía fallado ni se había encasquillado al final.De haber sido así, el cañón habríaexplotado.

VolvióapensarenlareticenciadeNathanyenlainsistenciadeJess.Habíasidopancomido.Quitarelcerrojo, retirardiscretamenteelpercutoroviciarelmuelleyreemplazar el cerrojo… sin que nadie se diera cuenta. Veía a Nathan haciendo elnumerito,porqueestabaseguradequeJess sehabría imaginado,porcómoestabanlascosas,queAlexintentaríaresponderalataquedelosCambiadosytalvezacabaríadisparándolo.

Asíqueen realidadelBrowningnuncahabía funcionado.LaanciananoqueríaarriesgarseaqueAlextruncarasusplanesymataraasunieto.

«Locualsignificaqueellalosabía.Lobeznoestabaahífuera,esperando.Jesslosabía».

Alex también llevaba razón sobre otra cosa. Aquello era una prueba. LosCambiadosdebíandehaberexaminadoel rifley sehabríandadocuentadequenofuncionaba. Sólo querían ver la reacción de Daniel. No sabía por qué, pero elresultadofinal—loqueocurriríaacontinuación—siemprehabíaestadoclaro.

—Nolohagáis—lespidió.TodoslosCambiadosvolvieronlacabezayposaronsus ojos en ella—. Tenéis a los otros niños. Nos tenéis a nosotros. ¿Qué másnecesitáis?Tenéisdesobraparaunabuenatemporada.Nonecesitáishaceresto.

—¡¿Qué?!—ViocómolacaradeDanielsenublabadepánicocuandoalfinestecomprendió lo que estaba a punto de suceder—. ¡No! —Miró a su alrededor,


desesperado—.Porfavor,dejadquesevaya,porfavor.—¿Daniel?—JackalzólavozyluegoestirólacabezaparaobservaraAraña,que

estaba plantando firmemente los pies en el suelo para estabilizarse. La heridaderramaba lágrimas de cocodrilo de pus ensangrentado—. ¿Daniel? —llamó—.¿Daniel?

—¡No!—gritóAlex,seguidadeDaniel,eintentóabalanzarsesobreAraña,perolacuadrilladeLeopardolainterceptó.Lavapulearonylatiraronalsueloapatadas—.¡Sóloesunniño!—chilló—.¡Uncrío!

Atravésdelcírculo,vioqueDanielserevolvíaporlanieve,conlacaracontraídaenunespasmodeamor,furiaydesesperación.

—¡No,porfavor,Dios,no!—aulló—.¡No-no-no-no-no-no!

SenecesitaroncincoCambiadosparasujetaraDaniel.Arañasólonecesitóunminuto.


CUARTAPARTEENELVALLEDELASOMBRA,EN

LAHORADELMONSTRUO


42

—¡Vamos!—vociferó Sharon. Se puso a horcajadas sobre unaRuby inconsciente,tumbada ahora sobre una alfombrilla ante la chimenea de la casa de invitados.Nisiquiera Sharon, una mujerona grande y fuerte, era capaz de detener los finos eintermitentesgéiseresdesangrequemanabande lamuñecaamputadadeRuby.LaalfombrillaseibatiñendolentamentedeloscurocolordelaherrumbreamedidaquelasarteriasdeRubysevaciaban—.¡Vamos,vamos,vamos!

—¡Unsegundo,unsegundo!—Torpemente,AlexsedesatóelcordóndeunadesusbotasysehizounhuecoentrelosdemásjuntoaSharon.Leamarróelcordónalaanciana alrededor del antebrazo, unos centímetros por debajo del codoensangrentado… Una, dos vueltas. Durante un momento, le preocupó que elpolipropileno le cortara la piel, que era frágil y fina comoel papel. «A lamierda»Hizofuerzaylodejóbienajustado—.Muybien,yapuedesaflojar.

Losdedosdelamujeronasefueronrelajandoconcautela.Elchorrocontinuoycarmesíseconvirtióenunlentogoteo.

—¡Joder!—Sharonestabajadeando.Teníamechonesdepeloplateadopegadosalacara,empapadadesudor,yelpechoyelcuellosalpicadosdesangremedioseca—.¿Quécoñovamosahacer?

—No lo sé.Aguantar.—Cuando se retiraron conmucho esfuerzo a la casa deinvitadosconRuby,AcnéyCaracortadalassiguieron,tirandoseisdelasmochilasdecamuflaje tras ellas. Luego, Alex cogió una e inspeccionó el contenido: comida yropa.Tratódenoprestaratenciónalosoloresarevueltodefrutossecosyacomidaprecocinadaoalpenetrantearomaprocedentedeunpaquetedechiclesdementa.Nialaropa:olorasuavizantefloralya talcotibioenlapieldeunniño.NoencontrómuniciónenlamochilaylosmatonesdelosCambiadoshabíansacadocualquiercosaqueseparecieraremotamenteaunarma.Asíquenadadecuchillosnidetijeras.

«Vamos,vamos,estosniñosveníanpreparados;debedehaberalgo».Vacióotramochilayleechóunrápidovistazoalcontenido;susojossefijaronenunpijamadeniño:Spiderman.Cogióunaterceramochila.

—¿Quéestásbuscando?—lepreguntóSharon.Suhilillodevozsonabacomounglobodesinflado.LasangredeRubylebarnizabaambosbrazoshastaloscodos.

—Suministrosmédicos.—Alexvolteó lamochila,de laquecayóuna lluviadeobjetosdecolorrosaypúrpuraqueolíanavainillayaniñapequeña—.Estosniñosibanpreparadosparapasarfueraunabuenatemporada.

Cuartointento:¡bingo!Escudriñótubosdepomadaantibiótica,apósitos,toallitasantisépticas,alcohol,gasas,esparadrapoyvendas.Ypastillas,montonesdepastillas:comprimidos para el resfriado de los que no necesitan receta, paracetamol,ibuprofenoygrajeaspara la tos.Pero tambiénhabíagrancantidaddematerialmás


potente: analgésicos con receta como el Percocet y la Vicodina, un puñado dediminutosValiumsverdesy,elgranfilón,antibióticos:pastillasrosasygigantescasdeeritromicinadeefectoprolongadoyotrasblancuzcasdeamoxicilina.

Perfecto, iban bien encaminados, pero seguían teniendo un problema de losgordos.Enelmomentoenquequitaranaquel torniquete, lahemorragiacomenzaríadenuevo.DurantelaspocasamputacionesquehabíapracticadoconKincaid,élhabíahablado de aislar el nervio del músculo para minimizar el dolor del miembrofantasma y de cómo pinzar los vasos sanguíneos, qué sutura utilizar ahora que nohabíaelectricidadparaelectrocauterizar…

«Cauterizar.—Reprimióungrito—.¡Esoes!».—¿Quépasa?—preguntóSharoncuandoAlexsepusoenpie.«Tom.—Corrióhacialacocinayempezóaabrirarmariosdeparenparyatirar

de cajones.Tom le había dicho lo que tenía que hacer; se lo había ido explicandopasoapaso.Yalohabíahechoantes—.Vamos,venga,loheolidoantes,séquelohehecho,séqueestáporaquí».

—¿Quéestáshaciendo?—lepreguntóSharon.—Elmetal retiene el calor.—Abrió otro armario de un tirón. Polvo, ratones y

migajas.LosCambiadoshabíansidolosuficientementelistoscomoparallevarseloobvio: cuchillos, tenedores, cualquier cosa que pudiera convertirse en un armapotencial. Perono todo.Había algo.Loúnicoque tenía quehacer era fiarse de suolfato…

—¿Qué?—Quesiencuentroalgodemetalyconsigocalentarlobastante,puedoutilizarlo

paradetenerlahemorragia.—Encuantoabriólapuertadelhorno,percibióeloloraazufreyagrasaañeja.«Teencontré».Lasarténestababocabajoenlarejilla:hierrocolado, muy pequeña, salpicada de herrumbre y un poco pegajosa de mantequillaCrisco rancia. Haría el apaño. Cogió una manopla y la sartén y volvió corriendodondeestabanlasdemás.Encuantollegaron,ellasehabíaencargadodeencenderunfuego rápido y voraz que consumiera aquella primera tanda de troncos, sobre todopara calentar la chimenea y crear la corriente necesaria para que el fuego siguieraardiendo.Ahoraestesehabíareducidoaascuasrojas.Seenfundólamanopla,estiróelbrazoehizohuecoconunalargaastilladeroble.

—Tráeme más leña—dijo. Utilizó la astilla para echar a un lado los troncosapagados—.Ponlaahí,enlachimenea.

Extendió la leña en una rejilla, se arrodilló, sopló las ascuas y se viorecompensadaconunallamaincipiente.Colocócondestrezalasarténenunnidodebrasasalrojovivo.

—¿Estásseguradequevaafuncionar?—quisosaberSharon.—No, pero esmejor que nada.—Esperó hasta que el olor a hierro requemado

inundólacasadeinvitadosyluegoretirólasarténdelfuego.Elhierrodespedíacalor,que se filtraba por el guante, donde la capa gris resistente al fuego se había


desconchado.—Sujétala—leordenóaSharon.Rubyseguíadesmayada,peroAlexnocreíaque

aquello durara más de un nanosegundo—. No importa lo que pase, no dejes deapretarhastaqueyotelodiga.

—Entendido.—SharonsepusoahorcajadassobreRubyapoyandolasrodillasenloshombrosdelamujer.Leagarróelbrazoizquierdoconambasmanos—.Adelante.

«Tienequefuncionar».ApretólosdientesypegóconfuerzalasarténcalientealmuñónencarnevivadeRuby.

Se produjo un chispazo y un chisporroteo. Ruby dio un respingo y estiró laspiernascomosihubiesesufridounadescarga.Sacudiólacabeza,abriólosojosylabocaamásnopoderysepusoacorcovear,aretorcerseyagritar,gritar,gritar…

—¡Sujétala,sujétala!—gritóAlex.Leestaballegandoelolor,densoypesado:elinconfundiblearomaacarnefritayagrasaderretida.Oyóelchisporroteodelasangreenebullición.Derepente,labocaselehizoaguaylasalivaleenvolviólalengua:sucerebro registró que aquello era carne, carne, y aquel el aroma de la comida.Hamburguesasalaparrilla.Sabrososfiletes.

«Vamos,nopierdaslacabeza;nosignificanada».Sucuerponoimportaba.Unaenormeratahambrientalerasguñabalatripa.Para

horrorsuyo,elestómagodejóescaparunlargoytremendorugido.No obstante, por una vez, para variar, pasó lo que tenía que pasar: Ruby se

desmayó.—¡GraciasaDios!—suspiróSharon.Alexdispusodeunsegundodeoroenquecreyóquerealmente todoibaasalir

bien;quepodíaachacarelhambrequehabíasentidoporlacarnedeRubyalfantasmadeunpasado remotoenque los trogloditas se sentabanalrededordeundientesdesablealaparrilla.

Sinembargo,sumentecambióelchip.Otravez.Lasensaciónfuecasicomoladeoír un sonido: un crujido seco cuando el monstruo hizo una demostración de sufuerza.Aquellamareantesensaciónapareciódelanadaeinundósumente,erizándolelos vellos del cuello. Un zumbido brotó en su cerebro—un sonido negro— y, alinstante,labocaselellenódelhúmedoyblandengueolorahierrocalienteydealgopastosoparecidoalBlandiBlub.

—¡No!—exclamó.Sugarganta, agria y caliente, pujaba contra su pecho.Alexdiomedia vuelta y se fue. La sartén cayó al suelo demadera dando un golpetazoamortiguadoySharongritó:«Pero¿quéhaces?»,aunqueaellanoleimportó.Echóacorrerhacialapuertacomoalmaquellevaeldiabloysalióalatormenta,alanievequesearremolinabaen ráfagasblancas,alvientoque le revolvíaelpelo.Nohabíaningúnguardiaenlapuerta.Nonecesitabananadiegraciasalatormenta.

A travésde lanieve, enel claro,divisóa losCambiadosdándoseun festín.Lafiesta acababade empezar.No tenía ni ideade adónde se habían llevado aDaniel,perovioloquehabíanhechoconJack.


Ala luzde las llamasanaranjadas, lasvíscerassaltabanpor losairescomounaescena sacada de una película de serie B: por increíble que pareciera, habíanensartadoelcadáverenunpaloylohabíanatadoconcablesalargadores.Elhedoragomachamuscadacompetíaconelaromaacarneasadayagrasachurruscada.

Arañaestaba justoallí, en todoelmeollo,comiendoadoscarrillos, con lapielrojizaporlaluzdelacandelayporlaexcitación.LeestabametiendoaLeopardounpuñadodealgoenlaboca…

YAlexsintióqueelbordedesusdientesmordíasigilosamentesuspropiosdedos.«Dios.—Unheladocuchillodehorrorseleclavóenelpecho—.No.—Observó

cómoLeopardoatraíahaciasíaArañacadavezmás…».YfuesupiellaquesepusodegallinacuandolalenguadeLeopardorecorrióel

cuellodeAraña.«¡Dios!».Estabaocurriendodenuevo,sumentecambiabaelchip,sealejaba…y

semetíaenladeAraña.«¡No!—Unaccesodebilisrugióensubocayterminósalpicandolanieve—.Ella

nosoyyo;yonosoyella.Nosoyunodeellos,¡nolosoy!».—¡Eh!—gritóSharon—.¿Quieresentrardeunapuñeteravez?«Dios, ¿qué me está pasando? —Los músculos de Alex estaban débiles y

temblorosos. Se dejó caer contra la puerta y apoyó su sudorosa cara en lamaderahelada—.NosoyAraña.SoyAlexyestoyaquí,aquí,justoaquí».

Pero entonces creyó oír un debilísimo susurro desde una profunda y oscurarendijadesumente.Oa lomejorno llegóaoírnadayeraunasimplealucinaciónevocadapor sucerebroconfundidoyenfermo.Daba igual.Estabaallí, sardónicoypequeño.

«Me parece muy bien—dijo el monstruo—. Pero yo también estoy aquí. Yotambién».


43

—Hicistebien—farfullóSharonmasticandounpuñadodefrutossecosmientrasconla otramano daba un tirón a la camisa de franela roja y negra con la que habíantapado a Ruby. La mujercilla había despertado a una especie de semiconsciencianeblinosaduranteel tiemposuficienteparaqueAlex leadministraraeritromicinayPercocet antes de sumirse de nuevo en un profundo sueño. Dada la pequeñez deRuby, Alex había dudado de la dosis, pero dejarla sin sentido le parecía lo másprudenteyhumano.Yatendríantiempodelidiarconloshorroresdelanochealdíasiguiente—. Nunca se me habría ocurrido utilizar una sartén. —Sharon alisó lacamisabajolabarbilladeRuby—.Fuemuyinteligente,Alex.

—Sí,bueno.—Alexdepositóuncomprimidorosadeeritromicinaenlapalmadesumano.

Después de vendar a Ruby y de ocuparse de su hombro, había examinadocuidadosamentelostarrosdepastillasparaintentardiscernircuálseríalaapropiadayse había decantado por la eritromicina, un medicamento con el que estabafamiliarizadaporsutrabajoconKincaid.LoscomprimidospertenecíanauntalBevUlrich, quien, al parecer, había sido un pésimo paciente, pues sólo había ingeridocuatrode lasdospastillas aldíaquedebía tomardurantedos semanasporestrictaprescripciónmédica. O quizás el tal Bev hubiera sido un paciente estupendo y elCortocircuitohubieraconvertidoaquellabronquitisenelmenordesusproblemas.

Laetiquetaaconsejabaque lamedicinase ingirieraconungranvasodeaguayconelestómagolleno.Vale.CasipodíaoíratíaHannah:«¡Puesahacerpuñetas!».

«¿Qué voy a hacer? —Al pensar en su tía, las diminutas letras negras de laetiquetaseemborronaronytemblaron.Laeritromicinanolecuraríalosmales,perosetragóelantibióticoapalosecoyesteselequedóenlagarganta—.Estáganando,tíaHannah.Despuésdetodoloquehepasado,elmonstruomevaaganarlabatalla».

—Hey.—Sharonsacóunabotelladeaguaydesenroscóel tapón—.Serámejorqueledesuntragosiquieresquebaje.

—Gracias.—Seacercólabotellaalaboca,estremeciéndoseunpocoporelsabor.Elaguaolíaasangreyahierro.YaJackmuerto.

—¿Estásbien?—Sharonleofreciócacahuetes.—Sí, claro. —El tufo a cacahuetes rancios y a pasas dulzonas le revolvió el

estómago—.Essóloque…—Dioungrantragoalabotellaysintióqueelantibióticoproseguía su camino esófago abajo—. ¿Cómo puedes comer después de lo que hapasado?

Esperaba que Sharon explotase, pero esta se limitó a seguir engullendo y aencogersedehombros.

—Que yomemuera de hambre no va ayudar en nada a ese pobre chico. Está


muerto,ycréemeque lo siento,peroyoestoyvivitaycoleando,y tú también.Asíqueéchalealgoalestómago.Estáshechaunamierda.

—¿Por qué te importa tanto que coma?—Alex le dedicó una largamirada desoslayo—.Sinolohago,amástocas.

—Sí, es cierto, pero eres lista. Sime hieren, sabrás lo que hay que hacer.Meestoycubriendolasespaldas.Asíquetoma.—Sharonlelanzóunpaquetedecomidaprecocinada—.Cómeteloantesdequetelohagatragarcomomiabuelohacíaconlosgansos.

—¿Conlosgansos?—Ajá —bufó Sharon—. Creía que iba a hacerse rico fabricando esa cosa

franchute,esaquesehaceconhígado.—Foiegras.—Sí, eso. Tenía un tubo de metal así de grande. —Las manos de Sharon

abarcaronunostreintacentímetros—.Asídelargo,yyoteníaquesujetarlelacabezaal gansomientras él lemetía el grano por la boca.Casi un kilo de comida cuatroveces al día. Pobrecillos, cómo se retorcían… a pique de asfixiarse…Me hacíanllorar.Elviejonuncallegóahacerserico,claroestá.Eratanimpacientequealfinalfueronmás losgansoscon las tripasdestrozadasque lossanos.Nomeextrañaqueestuviera a punto de arruinarse, ¡que se pudra! Pero yo me licencié en eso dealimentaralafuerza.Nocreoquequierasexperimentarloentuspropiascarnes.

Alexpensóqueaquelloseparecíabastanteaunadisculpa,viniendodeSharon,yechó una ojeada a la etiqueta del paquete: espaguetis a la boloñesa. Sólo deimaginarselosfideosconformadegusanosnadandoensalsarojaledieronarcadas.Peroobligóasusdedos temblorososaabrir lacajay lasbolsitas.Lacomidaveníacon un calentador, pero, cuando intentó añadir el agua, se la derramó en lospantalones.

—Eh, eh, espera.Déjame amí.—Sharon le arrebató el paquete de lasmanos,añadióaguaydeslizó lacomidaen labolsitacalentadora—.¿Estáspreocupadaporesechico,Daniel?¿Creesquelohabrántrinchadotambién?

Eso,sincontemplaciones.AsíeraSharon.—Lodudo.Siemprenoshacenmirar,comohicieroncon…—Seinterrumpió—.

Loquenoentiendoesporquénolohanencerradoaquíconnosotras.¿Quéquerrándeél?

—¿Tal vez información?Ya oíste al chico: lo de tender una emboscada a esoscabronesfueideasuya,asíquealomejorcreenquepuedensacarlealgomás.Esoeslo que haría yo de estar en su pellejo. Aunque—Sharon frunció el ceño— no sécómo.Nosonmuyhabladoresquesediga,¿verdad?

Era cierto, peroDaniel había dicho algo importante. Les había soltado aquellafrase: «Dijisteis que lo dejaríais libre». ¿A qué se refería?LosCambiados emitíanruidosocasionales,peronohablaban.Noeracapazdedeterminarsisabíanhacerloono.Quizáseleshubierafritoelcentrocerebraldelhabla.Asíque¿cómoeraposible


quelehubiesendichoalgoaalguienquenoeraunodeellos?Ella loscomprendía,perosóloavecesyamedias,ysiempremedianteelolfatoyaquellasextrañasidasdepinza, aunque sobre todo por conjeturas, lo cual no suponía exactamente unintercambio de información. Y Lobezno tampoco había dado muestras nunca decomprenderlaaella.LoqueteníaconlosCambiadoseraunararaespeciedeempatía,comounsextosentidoqueseibaintensificandocadavezmás.

¿Porqueestabacambiando?«No.—Aunquelopensara,sintióquesumenterechazabarotundamente la idea

—.No,hapasadodemasiadotiempoyTomdijoque,cuandosuamigoJimempezóacambiar,sedesorientóyempezóaolvidarcosas».

Sinembargo,ahorasabíaqueelcambionoafectabaalosniñospequeñosnialosancianos, y que los adolescentes no cambiaban a la misma velocidad. Algunos lohacían justo en el acto, en cuestióndeminutos,mientrasqueotros tardabanvariosdías.Esoveníaadecirqueelmodoenquecambiabas talvezdependiesedequiénfueras.Lashormonasdeunchiconoeranigualesquelasdeunachica;elcerebrodeuncríonoeraigualqueeldeunadolescentedecatorceaños.Sumenterenqueanteteníatantoencomúnconladeunapersonanormalcomoungatoconunorangután.

Oquizás elCortocircuito hubiese provocado algo en elmonstruo.Kincaid dijoqueno sabía con seguridad si elmonstruo estabamuertoodormido…oaúnvivo,pero transformándose, tal vez evolucionando. «Reorganizándose», en palabras delmédico.

Pero¡Dios!La ideadeque cobrara vidapropia le ponía la piel degallina.Eraespeluznante. Aunque podía ocurrir. Cuando se lo diagnosticaron, se empapó deltema. Todo lo de Oliver Sacks para ella era como la Biblia. Gracias a él habíaaprendidoque,por razonesque losmédicosdesconocían,ciertos tumorescobrabanvidapropia:desarrollabanpielydientes, lescrecíapelo,cartílagosyojos,comosifueranminipersonitas.Esolealucinaba.

Los tumores también provocaban ataques, sobre todo a medida que se ibancomiendo el cerebro. Y esos ataques podían desencadenar experiencias fuera delcuerpo,exactamenteloquelehabíapasadoaella.

Asíque,enelfondo,loúnicoquesuscambiosinesperadosdemostrabaneraqueelmonstruoleestabaenviandounabengalarojaparaindicarleelfinaldelapartida:«Tequedandosminutos,querida».Loqueveníaasignificarquecontabacasiconlasmismasopcionesqueantesdequeaquellapesadilla comenzara enoctubre, cuandohabíahuidoalWaucamaw:podíaquedarseeneltrenyllegarhastaelfinaldelalínea,dondeacababanlasvías…,osaltar.

—Peroheoídoqueesoestápasando—continuóSharon.—¿Qué?—Estabatanabsortaensuspensamientosquelecostóretomarelhilode

laconversación,aunquenotardóendarsecuentadequenoteníaniideadeloquelaotramujerestabadiciendo—.¿Quéesloqueestápasando?

—Quebandasdeniñosestánmatandoaesosmonstruos.Si teparasapensarlo,


tiene sentido. Los niños que no han cambiado… son los únicos en condiciones derastrearalosChuckies.Nomemalinterpretes,yopuedoapuntarydisparar,perosalirahífuera,esquiaryacampar…Buf.—Suslabiossecrisparonenunamuecadeironíay desprecio mientras se mesaba su flácida papada, deformando las hebrasdescoloridasdeaquellatelarañatatuada—.Mesobrancarneyaños.

—Yentugrupo, lagenteconlaquevivíasantes,¿algunoluchaba?—preguntóAlex—.¿Habíaniños?

Sharonsepusoaprepararotropaquetedecomidaprecocinada.—No exactamente. Todos nuestros niños…, bueno, en realidad, nietos…

cambiaron. Los tres que no lo hicieron eran prácticamente bebés. Los demásestábamos tan ocupados rapiñando comida ymanteniéndonos calientes que no nospreocupamosporeso.

«Todosnuestrosniñoscambiaron.—Setragóelimpulsodeinterrogaralamujersobre lo que había ocurrido y cuáles habían sido los síntomas—. ¿Cómo sería vercambiar a tus nietos? ¿Qué haría yo en su lugar? ¿Matarlos?». Tenía que haberadultosquenopudieranapretarelgatillooquenoperdieran laesperanza.Pero,encualquier caso, sería como Larry le había dicho en el Waucamaw hacía ya unaeternidad:¿cómopodíasvivirconeso?

Decidiódejarloestar.—¿SabesalgomásdeloschicoscomoDaniel?¿Delosqueestánluchando?—No,peronosfiguramosque tienenaotroschicosmayoresoaadultosqueal

menoslesenseñananovolarselacabeza.Toma.—Sharonletendiólacajadecartónque contenía el sobre de espaguetis a la boloñesa—. Aprovecha ahora que estácaliente.

Lacajaestabaempapadayelpaqueteinterior,casihirviendo.Abrióelenvoltorioconcuidado.Aquelhedorvomitivoaplásticocalientey tomateguisadodesprendíavolutas de vapor. Dentro había un amasijo de fideos pegajosos y cobrizos queflotabancomonerviosfibrososyvenasdesgarradasenuncharcodesangreañeja.

—¿Lespasaalgoalosespaguetis?—dijoSharon.«Alomejoryaestoylobastantecebadacomoparaquemehinqueneldiente,o

casi».—No—respondió,ysellevóalabocaunpuñadochorreantedepastaaceitosa.«Perocreoquenoy,cuandollegueelmomento,seréyoquienlohaga.NiAraña,

niLeopardoninadie».—Estándemuerte.—Triturólosespaguetisenlaboca—.Demuerte.

Unahoramástarde,losCambiadosvinieronaporella.


44

LatufaradaasexoyaalcohollealcanzóunoscienmetrosantesdellegaralapuertadelaviejacasavictorianamientrasseguíaaCaracortadaarrastrandolospiespor lanieve.Yasesabe,sábado,sabadete,camisalimpiaypolvete.Aunqueellanoibadejuergaprecisamente.EstudiabalaespaldadeCaracortadamientrasestaavanzabaconpesadez con el viento en contra. Su olor era más agrio que nunca, pero estabadesprovisto de toda información útil. Alex no supo lo que querían hasta queCaracortada le señaló con la punta del pie los suministrosmédicos que ella habíacolocadoenordenadaspilas.

—Parecequequierenquejueguesalosmédicos—habíaobservadoSharon,quehizo un gesto hacia el alijo de pastillas—. Déjame un puñado de analgésicos ysomníferossinoteimporta.PorsiRubysedespierta.

—Claro. —Alex metió el resto (gasas, vendas, paquetes esterilizados deinstrumentalmédico,pomadasyunabotelladeaguaoxigenada)enunamochiladecamuflaje—. Pero ten cuidado. Ruby es muy poquita cosa. No vayas a darle unasobredosis.

—Notepreocupes.Cuidarédelasdos.Ahoraveteyhazloquetengasquehacer.Y,Alex…—LosojosdeSharonseclavaronenlossuyosduranteunmomentolargoydesconcertante—.Eseniño,Daniel…acabadeperderasuhermanopequeño.Lequedanunosdíasdurospordelante.Noimportaloquepase,noteseparesdeél.

Alexlehabíarespondidoconun«vale,deacuerdo»parasalirdelpaso,pero¿aqué había venido aquello? Iba a ayudar aDaniel. Por supuesto.Hasta ahí, ningúnproblema.PerosilallevabananteBeretta,otrogallocantaría.Sideelladependiera,lo dejaría que se pudriera. Además, si los ayudaba, estaría un paso más cerca deconvertirseenunadeellos.

«Ynolovoyahacer.Novoyapermitirqueniellosniestacosaganen».Lacasaestabamuchomáscaldeadaquelacabañadeinvitadosyapestabaasexo.

Ambaschimeneasestabanencendidas.Enunlugardeaquellasdimensiones,seguroquetambiénhabíaunpardeestufasdeleña.Alaluzanaranjadaquedanzabaentrelas sombras, vio una maraña de cuerpos, la mayoría desnudos, y el destello debotellasvacías.Nocabíalamenordudadequealguienhabíavomitadoenelrincóndeladerecha.UnachicadelapandadeLeopardoestabaatrapadaenundivánentredos chicos contorsionistas.Acné estaba despatarrado enun sofá con los gayumbosporlostobillosylacabezadeunachicasubíaybajabaentresuspiernas.

«Demasiada información.—Ya se habíamentalizado cuando entró por si se levolvíaairlapinza,peronoocurriónada,locuallehizopreguntarsesisushipótesisnoseríancompletamentedescabelladas.Talvezaquellonotuvieranadaqueverconel hambre, ya fuera sexual o de otro tipo—.Porque, comomomento y lugar…—


Esquivó a un par de chicos borrachos que se estaban sobandomutuamente en lasescaleras—,ningunomejorqueeste».

Unavezenelpisodearriba,Caracortadalasorprendióalgiraraladerecha.Porelolor, sabíaqueBerettaquedabaasusespaldas,en lahabitaciónmásalejadaa laizquierda.Demodoqueaquellono teníanadaquever conél.Pasaron juntoaunamesita expositora con tapetes y baratijas además de fotos enmarcadas. Allí arribatambiénhabíadormitorios.CaptólaesenciadeArañacasienelactoprocedentedelotro lado de una puerta cerrada. Por lamezcolanza de olores, creyó que debía dehaberotrosdosconella,yuno,intuyó,seguroqueera…

Casiobedeciendoaunaseñal,elpomogiróyArañayLeopardoaparecieronantesusojos.ArañateníaelpeloalborotadoyLeopardolasosteníaporlacintura.Ambosestaban completamentedesnudosy apestaban a sexoy abasura.CuandoLeopardoreparóenAlex,lamiróconverdaderalasciviaysusojoslarecorrieronlentamentedearribaabajo,recreándose,haciendoinventario.ComohabríadichoSharon,seleveíanlasintencionesalalegua.

«Mierda.—El corazón deAlex se detuvo por un instante—.Dios, gracias, deverdad, peropuedopasar sin hacer unaparadita en el camino.Concéntrate enotracosa, encualquier cosa».Clavó los ojos en el agujero de lamejilla deAraña y lomirócontantaintensidadquefueunmilagroquelacaranolearrancaraaarder.

En cambio,Araña sonrió, y eso resultómuchopeor. Su sonrisa fue lenta y tanllenadesatisfacciónqueAlexcasicreyóquelachicaibaaponersearonronear.Eralatípicasonrisadesuficienciaquetodaniñahavistocientosdevecesenloslabiosdelachicamáspopulardelcolegio:«Eresunapringada».

Un minuto más tarde, después de que Araña y Leopardo hubieran cerrado lapuertadenuevo,Caracortadalacondujoalumbraldelaúltimahabitacióndelpasillo.Allílosolorestambiéneranmuyfuertes:sudordeniño,sangrey…

«Oh, Dios». El corazón intentó salírsele del pecho y, durante un instante, elregustoligeramentemetálicodelasalsadelosespaguetisprecocinadosselerepitióylesubióunaccesodebilisagriaalagarganta.

Porque en ese momento creyó entender exactamente por qué Araña habíasonreído.


45

Caracortadasemarchóunossegundosmástarde,probablementeescalerasabajoparaemborracharse,enrollarseconalguienyrecuperareltiempoperdido.Elhechodequelahubieradejadosoladeberíahaberlatranquilizadounpoco—«márchense,aquínohay nada que ver»—, peroAlex sentía la tensión chispeando en su piel como unadescargaeléctrica.

«Cálmate.—Sehumedeció los labios,agradecidaporel sabordesupropia sal.Cualquiercosaeramejorquelosasquerososresiduosquerevestíansulengua—.Talveznoseanada.Haymuchosenlacasa,esapesteestáportodaspartes».

Observóquelahabitaciónhabíapertenecidoaunchicodegustoseclécticos.UnpósterdeLeBronJamescompetíaporelespacioconotrodeDerekJeter.Unguantedebéisbolatesorabapelotasdetenis.Habíaunaguitarraeléctricarojayblancaenunrincóny,pegadoconcintaadhesivaenunapuertadelarmario,unpósterdelbateríadealgúngrupodemúsicadelquenuncahabíaoídohablar.

Danielestabaenlacama,apoyadocontraelcabeceroyenvueltoenunamarañadesábanasarayasazulesymarronesquesusangrehabíateñidodepúrpura.UnfarolColeman siseaba en la mesita de noche. Bajo aquella implacable luz blanca seacentuabansusnegrasojeras,ysumirada,distanteyperdida,nobuscóencontrarseconladeAlex,nisiquieracuandoestalollamóporsunombredosvecesyletocólacara.Teníalapielcerosaygrasientaporelsudor.

Laheridaquepresentabaenlapartebajadelcostadoizquierdoeralimpia,loqueexplicabaquesiguieraconvida.Contodaladelicadezadelaquefuecapaz,Alexlelimpió la sangre de la barriga, que en buena parte se había secado formando unacostraqueahora sedesprendía enenormesescamasherrumbrosas.Luego roció losbordesamoratadosdelaheridaconaguaoxigenada.Ellíquidoburbujeóysetornóenuna espuma rosa. Daniel reaccionó. Sus párpados se crisparon y su cara seensombreció, hasta que por fin sus ojos se despegaron de cualquiera que fuese elhorror que estuvieran contemplando, pasaron raudos por su cara y, dando marchaatrás,volvieronaenfocarla,vacilantes.

—Hola—dijo.Aquellohizosaltaralgoensucabeza:teníaaDanielahídelanteynecesitabasu

ayuda.Además,sumenteseguíadándolevueltasaloqueelchicohabíadichoenlanieve:«Dijisteisquelodejaríaislibre».SiDanielpodíaoíralosCambiadosyhablarconellos,valíalapenaarriesgarse.

—Hola —le respondió—. ¿Puedes ponerte de costado? Quiero limpiarte laespalda. Estoy casi segura de que la bala salió limpiamente, pero me gustaríacerciorarme.

—Claro.


Conunamuecadedolor,elmuchachohizo loque ledecía.Por los tironesquepegaba,Alexsabíaqueelaguaoxigenadaescocía,peroDanielnosequejóenningúnmomento.LaluzdelColemanteñíasupieldeunblancohueso.Elorificiodesalidadelabala,deltamañodeunamonedadecuartodedólar,lamirabacomounviscosoynegroojodepez.Despuésdesecarlaherida,leuntóunapomadaantibióticayselatapó con una gasa y esparadrapo. Le dio una eritromicina y le hizo beber mediabotella de agua a sorbitos.Con el agua restante, humedecióuna toalla y le lavó lacara.

EntoncesDanieldijoconvozpastosa:—Fuepormiculpa.Alexsedetuvoydejóqueelfríotrapolepresionaralamejilla.—¿Porquetúlestendistelaemboscada?—Sí.—SusojostropezaronconlacaradeAlex—.Melliemedijoquenohiciera

ningunatontería,perolahice.—¿Mellie?—La mujer que nos reunió. Algo así como la madre de las películas de

Terminator,¿sabes?Aunqueenestecasoeramásbienunaabuela.—¿Ellaosenseñóaluchar?—AlverqueDanielasentía,seaventuró—:¿Dónde

conseguíaislasarmas?—Oh, por ahí.—La voz de Daniel sonó como si mascara chicle—. Se puede

encontrarcasidetodo.Hastatenemosvarioslanzagranadas.SeacordódelasUzisydeaquelchicodelacuadrilladeLeopardoqueportabala

bandolera.Sinduda,ibanarmadoshastalosdientes.—¿DóndeestáMellieahora?¿Estámuerta?—No.—LacabezadeDanielrodósobrelasalmohadas—.Sehaido.—¿Porqué?—Dijoquehabíaperdidoaunpardeniñosantesdequenosreuniéramosconella

alasafuerasdeHurley.—¿Yesodóndeestá?—EnWisconsin.Enlafrontera.Ellacreíaquehabíansidocazarrecompensas.—¿Cazarrecompensas?—Aquello cobrabaun terrible sentido: recogían a niños

para negociar con ellos. Harlan había visto a los Salvados comomeros tickets decomida, y de eso ya hacía meses. Rule pensaba que los Salvados, sobre todo lasniñas,eranmuyvaliosos—.¿Paraquiéntrabajan?

—Depende.Circulantantashistoriasqueyanoséquécreer.Algunosdicenqueparalosmilitares,yasabes…,elejército.Unachica,Sandra,creíaqueparagentequeintentabaaveriguarporquéanosotrosnonoshabíapasadonada.Paraexperimentar,yameentiendes.

Elestómagolediounvuelco.DerepenteseleocurrióquequizáRule,apesardetodo, había dado con lamejor solución posible.No cabía duda de que estabamássegura en el pueblo que fuera y de que los Cambiados tan sólo eran uno de los


muchosenemigosqueacechabanporahí.«Espera. ¿Qué estoy pensando? Lena tenía razón. El Consejo nos veía como

conejitas.Seguíanvaliéndosedenosotrasparanegociar».—¿Asíquelespremianportraerniños?—quisosaber.—Ajá.Yoeraelmayor,poresoMelliemedejóalmando.Meencomendóque

llevaraalosdemásauncampamentoqueellaconocía.Allíestaríamosasalvo.¿Y cómo lo sabía Mellie? La idea de una abuela recogiendo niños y

conduciéndolosaunrefugioledioquepensar.¿AcasoMellieeramásdefiarquelosdemásabueletes?¿Porqué?Seríamejorqueseahorraraesetipodepreguntas.NoibaaconseguirnadacuestionandoaDaniel,ynecesitabainformación.

—¿Quécampamento?¿Dónde?¿Dequétipo?—Con otros chicos, aquí, en Michigan, pero al sur de donde tú… de donde

estamos ahora.—Levantó las cejas con esfuerzo—.A una semana a pie…,más omenos.

Otros niños. Sharon había hablado de grupos de niños que luchaban contra losCambiados.Asíqueestabanreuniéndose…Yalsurqueríadecirqueelloshabíanidoalnorte,pero¿cuántoskilómetros?

—Entonces, ¿dónde estamos exactamente? Quiero decir, si estamos cerca dealgún pueblo, porque he perdido el rastro. Llevamos moviéndonos…—Su menteretrocedióhastalamuescaquehabíahechoesamismamañana—ochodías.Nueve,con este. Debe de ser más de medianoche, ya domingo. Y supongo que hemosrecorridounosdiezuoncekilómetrospornoche.

—No conozco mucho Michigan. Soy de un sitio bastante más al oeste, enWisconsin,cercadeMellen.—ComoAlexnegabaconlacabeza,Danielañadió—:AmediocaminoentreellagoClamyHurley.

Aquellos nombres no le decían nada. Aparte del pueblo natal de su tía,Sheboygan,elrestodeWisconsinleparecíaunestadodepaso,unalargaexpansióncruzadaporautopistasqueutilizabaparairrápidamentedeChicagoaMichigan.

—¿Yporquévinisteaquí?¿PorquénotequedasteenWisconsin?—Oímosquelapenínsulasuperioreramássegura.«Bueno,notanto».—Ajá.Entonces,¿dóndeestamos?—Muycercadelafrontera.—Danieldejóescaparunsuspirocasidesinteresado,

comosilecostarademasiadocalcular—.Aunos…dosdíasdecamino.Odiabaacribillarloapreguntasdeesamanera,peronecesitabasaber.—¿Enquédirección?¿Teacuerdasdealgúnpueblo?¿Lafronteraestáaloeste?

—SesuponíaqueWisconsinestabaaloestedeRule—.¿Alnorte?—Pensóque talvezsí.¿EstabaHurleyaloestedelWaucamaw?Dios,teníaquehaberprestadomásatenciónalosmapasquehabíanencontradoTomyella.

—Ahoraestamosal estede la fronteray se suponequeWisconsinestá justoaloeste, en línea recta—respondió Daniel—. El campamento al que nos dirigíamos


está…—sus labios resecos se movieron mientras calculaba mentalmente— a unasemana de aquí y al sur de esta vieja mina, que era donde Mellie decía que secongregabantodoslosChuckies,y…

—¿Qué? —¿No había dicho Chris que su abuelo explotaba una mina? ¡Sí!Algunosde losantiguosmineros residíanenunaladelasilo.Chris les leíacuandoestabaenelpueblo—.¿Sabescómosellamaesamina?

—No.Sóloquesetratadeunaviejaminadehierro,creo.Teníaunmapa,peroloperdí.LoúnicoqueséesqueestamosaunoscincodíasalnoroesteyquetienequehaberunabuenatoneladadeChuckiesporahí.

—¿Unaespeciedegrantribu,quieresdecir?—Másbienunmontóndegrupitosqueentranysalendeallí,comosi fueraun

campamentobase.Melliedijoqueprobablementehabíanelegidolaminaporqueyalaconocíanyporquelasminassonmáscálidascuantomásteadentrasenellas.

Alex lo consideró. ¿Araña y Leopardo también se dirigirían al sur? ¿Querríanreunirseconsusamigos,pillarunpardecervezas,trincharunosjugososfiletesyasarhamburguesasalaparrilla?Nohabíamaneradesaberloy,detodasformas,¿quémásdaba? Sin Lobezno, Alex pensó que se acercaba su hora. Araña la necesitaba porDaniel—deesonocabíaningunaduda—,ypormásdeunarazón.AmenosquelosCambiados quisieran que se convirtiera en su enfermera particular,Araña no teníamotivosparadejarlaconvidadeformaindefinida.Sinembargo,silaminadelaqueDaniel hablaba era la mina de Rule, es que aún estaban relativamente cerca delpueblo.

«Tengoqueaveriguardóndeestamos.—Sumenteibavariospasospordelante—.Puedequeestaseamiúltimaoportunidad.Mebastaríaconunplanoimprovisado».

Susojosseposaronenunescritorioalotroladodelahabitación.—Sitetraigopapelylápiz,¿sabríasdibujarlodememoria?Elchicomoviólacabeza,receloso.—Nosemedamuybiendibujar.Alexluchóporcontenersuirritación.—¿Podríasintentarlo?—¿Y si lo dejamos para otro momento?—A Daniel le temblaban los labios.

Teníalacarademacradayprofundaslíneasdetensiónydolorsurcabansunarizysufrente—.¿Talvezmástarde?

Alex tuvo que reprimir el impulso de cogerlo por los hombros y zarandearlo:«¿Notedascuentadequenopodemos?»,peroseobligóacalmarse.

—Séqueesduro,peroestoes importante,Daniel.Soyconscientedequeestásmal.Yotambiénheperdidoagente.Unaniñapequeñay…—Notóquelosojosselellenabandelágrimas—.Lefalléaalguienquemeimportabadeverdad,hicetodoloquepudey,aunasí,nofuesuficienteyahoraestámuertopormiculpa.Asíqueséloqueesquererrendirse,créeme.Perotúnopuedes,porfavor.—Leapoyóunamanotrémula en el pecho—. Por favor, Daniel. Piensa. Intenta recordar. ¿Dónde está el


campamento?Losojosdelchicoparecíandoslagosvidriosos.—Alex,yo…nolosé,deverdad.Ojalálosupiera,peroloúnicoquerecuerdoes

que,unavezquecruzamoslafrontera,Melliemedijoquecontinuarahaciaelsur.—¿Teexplicóporqué?—Sólonosdijoquenoeraconvenientequenosalejásemosdemasiadohaciael

esteyquenosadentráramosenMichigan.Nosemeocurriópreguntarnadamás.Creíque teníamos tiempo de sobra y estaba exhausto y asustado. Jack y yo habíamostenidoquearreglárnoslassolosdurantemuchotiempo.Fueunalivioquealguienmedijeraquéhacer.Ojalálehubierahechocaso.

—¿Aquéterefieres?—Me refiero a que… —empezó, pero se interrumpió. Un enorme lagrimón

temblóenelrabillodesuojoizquierdo.—¿Daniel?—Comoseguíasinresponder, le tocó lamejilla.Tenía lapiel fríay

resbaladizacomoelmármol—.Daniel—lesusurró—.¿Quéquieresdecir?¿PorquénolehicistecasoaMellie?¿Porqué?

Observó cómo la lágrima sedesprendíay le salpicaba lamejilla, ynotóque elaroma amargo de su pérdida y su desesperación—y, peor aún, la quemazón deldesprecioqueelmuchachosentíahaciasímismo—seapelotonabaensugarganta.

—Porque…nopude,nopudehacerlo.—Seatragantó—.Nodespuésdeverte.


46

Aquelloladejóestupefacta.—¿Amí?¿Dequéestáshablando?—Yo…nosotrosavistamosatuscolegas,alagentelobo,haceunostresdías,y

entonces…—Susojosempañadosenlágrimassedesviaronduranteuninstanteparavolverdespués—.Osseguimoslapista.

—Vosotros…—empezóadecir,perosecalló.Tresdíasatrás,Brianseguíaconvida—.¿Teestásquedandoconmigo?¿Nosseguisteis?¿Durantetresdías?—Queríaabofetearle la cara: «¡Teníais armas! ¡Teníais lanzagranadas! ¿Qué estabaisesperando,unainvitaciónformal?»—.¿Porqué?

—Yate lohedicho.—Daniel se llevóunamano temblorosaa los labios—.Osseguimos porque te vi. No podía permitir que los Chuckies se llevaran a alguiennormal.Eresdelosnuestros.Yo…nopodíapermitirquetellevaransinmás,asíqueosseguimosyesperamoslaoportunidadparacargárnoslos.

¡Joder! Daniel había convencido a otros niños de que se embarcasen en unamisión de rescate.Querían salvar a los suyos.A losmás pequeños, que no teníanedad siquiera para comprender lo feas que podían ponerse las cosas, los habríanespoleado.Seguroqueparaellos,unrescateeracomoecharunapartidaespecialalosvideojuegos.

—Lo que no me explico es cómo la gente lobo supo que veníamos—añadióDaniel—.Permanecimostodoelratoendireccióncontrariaalvientoyeso,comonosenseñóMellie.Aquellaotratribu…

—Tribu. —Claro, tanto la panda de Lobezno como la de Leopardo podíanconsiderarsetribus—.¿Terefieresaloschicosdeblanco?

—Sí.Salierondelanada.SólonosdiotiempoameterunpardetirosyentoncesJack…—Sepusounbrazosobrelosojosygirólacabezahacialapared.

La rabia de Alex se desvaneció. Pero ¿qué estaba haciendo? No tenía ningúnderecho.Danielnoeramayorqueella,suúnicodelitoerahaberintentadoayudarla…ymiracómohabíaacabadotodo.Volvióatenernáuseasyasentirsedébil.Laverdadesqueellanoteníalaculpa.Nopodíanechárseloencara.Nopodíacontrolarlotodo.Aquellasputadasocurrían.

«Sí,bueno.PrimeroTom,luegoChrisresultaheridopormiculpa…YahoralosamigosdeDanielmuerenyJack…».

Danielsediolavueltaenmediodeunsollozo.—Tambiénsorprendieronaaquelchicolobo.AAlexlecostóunsegundocaerenlacuentadeloquedecíadebidoalaamarga

niebladeculpabilidadquelaembargaba.—¿Quéchico?¿TerefieresaLobezno?—Larepentinaopresiónenelpechoera


algo que se podía haber ahorrado. No llegaba a entender por qué seguíapreocupándoseporunmonstruocomoaquel—.¿Loviste?

—Sí.Lachica,laquetienelacara…—Setocólamejilla—.Ledisparó.—¿Queledisparó?—Laspalabrasse lesecaronenla lengua—.¿QueArañale

disparó?—Alverqueelchicolelanzabaunamiradainquisidora,añadió—:Asíescomo la llamo.Ya sabes, por la ropaque lleva.Bueno, ¿por qué le disparó? ¿Quépretendía?

SediocuentadequeDanielreflexionabasobreeltema.—Parecía…enfadada.Comosinoquisieraestarallí.Noestoydeltodosegurode

cómolosé,peroasíera.—¿Noqueríaestardónde?—Enunclaroaunosochocientosmetrosdeaquí.Estabanhaciendoeseritualtan

raro.¿Tehasfijadoenlaspielesdeloboquellevan?Puesteníanunlobodeverdad,uno gris enorme que seguro que habían cazado con trampas. No terminé de verloporqueestabaoscureciendoyyahabíaempezadoanevar,peroelloboeramuy,muyfuerteyforcejeabaparadesatarse.Lachica,Araña,teníauncuchilloenormeyeltíotambién.Estoysegurodequeibanamatarloyadespellejarlo.

Aquelloeranuevo.Alexno teníani ideadeestaotra facetade losCambiados.Volvió a pensar en aquella explanada cerca deRule, en el camino flanqueado porcadáveresdelobodesollados.

—¿Yquélepasó?—preguntó—.Merefieroallobo.—Nolosé.Puedequeaprovecharalaconfusiónparahuir.Pero,porlaformaen

queesagenteloboestabareunidaencorrillo,parecíaalgo…—Sedevanabalossesosen busca de la palabra— religioso. Menos por la chica. Araña, ¿no? Ella estabacabreada,demodoquenoeraideasuya.

«Mmm.—Eralasegunda…,no,laterceravezqueDanielparecíasaberointuirloquesentíanlosCambiados».

—Asíquepensé:«Genial,aplastémoslosahoraqueestándistraídos»—continuó—,perolosotrostipossenosecharonencimayluegolaviconunodeellos,untíomuyalto…

—Leopardo.—Ese.—Danielaceptóelapodo—.LeopardosefuedirectohaciaAraña,yellale

quitólapistoladeuntirón.Segirórápidoylemetióunpardetirosalchicolobo.Élhabía echado a andar antes de que terminara de darse la vuelta y se internó en elbosque,peroseguroqueibaherido.Ellaempezóaseguirlo,peroeltipobajitointentódetenerlayellaledisparóporlaespalda.

Seguroque el tipobajito eraBeretta.Pensóen aquello.Había asumidoque losCambiadosseleíanelpensamientolosunosalosotroscomotelépatas,peroaquellono teníamucho sentido.Lobezno no vio venir aAraña o, cuando lo hizo, no tuvotiempo de salvarse, de modo que los Cambiados no podían estar, por así decir,transmitiendotodoelrato,siesqueesoeraloquehacían.


«PeroporesoestoyaquíconDaniel.—Tuvootropálpito,untañidoenlacabeza,perocreyóestarbien—.ArañamatóaLobezno.CaracortadamellevóanteDaniel,locual significa que a Araña le importa un bledo que Beretta muera por falta decuidados».¿Porqué?¿PorqueBerettaera lealaLobezno?Eraunaposibilidad.Delgrupo,BerettayAcnéparecíanmáscercanosaLobeznoqueCaracortada.Los tíossolíanhacerpiña.CaracortadayArañaeranlasúnicas tías.AlomejorCaracortadaera una subordinada, la típica chica de instituto que agradecía ser una rémora deltiburón,enestecasodeAraña.

Pero, para empezar, ¿cómo se puso Araña en contacto con Leopardo? ¿CómoconocióaLeopardo?¿Loconocíadeantes?Amenosque…

—Daniel—dijo—,me comentaste que había otros Cam… eh, Chuckies en lamina, ¿no? ¿Sabes cuántos? ¿Son como tribus que cooperan las unas con las otraso…?

—No lo sé.—Los labios le temblaron.Volvió a apartar la cara—.De verdad,tengoquedejarloya.Noquieroseguirhablandodeesto.

—Está bien. —Y lo decía en serio. No estaba segura de poder soportar másrevelacionesinesperadas.Sacóunpaquetedecomidaprecocinadadesumochiladecamuflaje de suministros médicos—. Son fideos con pollo. También he traído uncubitodecaldoconcentrado.Elmédicoconelquetrabajédecíaquelasopadepolloerabuenacuandohabíasperdidosangre.

Elchicolededicóalpaqueteunamiradaapática.—Notengohambre.—Deberías probarlo. —Como volvió a negar con la cabeza, ella insistió—.

¿Tienessed?—Unpoco.—Laslágrimasnoparabandemanarledelrabillodelojoydemojar

lafundadelaalmohada—.Sóloquierodormirynodespertarmemás.Alexnodijonada.—¿Por qué no me han matado todavía, Alex? —susurró—. ¿Por qué me

mantienenconvida?Paraaquellaspreguntasnoteníarespuestasquequisieraoír.Cuandoloshombros

del chico empezaron a temblar,Alex sintió el impulso de rodearlo con sus brazos,peronoestabaseguradesiaéllegustaríaodesieralocorrecto.Nuncaanteshabíavistoaunchico llorarasí.Bueno,nodesdequeenprimerodeprimaria, sinquererqueriendo,tiraradeuncodazoaScottRittenhousedelasbarrasdelrecreo.ElsonidodelapenadeDanielleresultabaterrible,comosiunasierraleatravesaraelcorazón,yelpobrelloróduranteunbuenrato.

—L-lo siento. —Sólo le quedaba un hilillo de voz y este no tenía mayorconsistencia que un clínex usado. «Ya se ha desahogado», pensó Alex—. ¿Teimportaría quedarte un rato conmigo? —le pidió con la misma voz frágil—. Noquieroquedarmesoloconellos.

AlexpensóenSharonyenRuby,queseguíanenlacasadeinvitados.Consuerte,


Ruby dormiría el resto de la noche.Después de aquello, en fin, no sabía quémáspodíahacerporella,apartedeatiborrarladeantibióticosyanalgésicosyesperarquesanara.

—Mequedarémientrasmedejen—contestó—.Deberíasintentardormir.—Noquierodormir.Cadavezquecierrolosojos,veoaJack.Ve-veo…—Shh, está bien—dijo ella, odiando lo pánfilo que había sonado aquello. Las

cosasnoibanparanadabien.Lepusounamanoenelbrazo.Estabatemblandoysusojos brillaban y transmitían desesperación. Alex pensó demasiado tarde en losanalgésicosquehabíadejadoconSharonyRuby.Talvezfuesemejorymáspiadosoquesedurmieraynovolvieraadespertar.

«Pero¿quéestoydiciendo?Nosoyyoquientienequetomaresadecisión».—Alex.—Seestremecíacomoaquejadodeunafiebrerepentina—.Tengomiedo

dedormirme.Simeduermo,¿quéencontrarécuandodespierte?—Sóloestáscansado—lerespondióella—.Yherido.—Quieromorir—confesócon fiereza—.Si tuvieraunarma,mev-volaría la t-

tapadelossesos.Mesuicidaría,perosoyunc-cobardeyahoraJ-Jack…Esta vez lo abrazómientras lloraba. Todavía le quedabanmuchas lágrimas por

derramar.Alfinalelchicoserelajóensusbrazosysucuerpofuedescargandolatensión.

Alexsintióqueelpobreseamodorrabaydecidióquedormireraunabendición.Enlomásprofundodesucorazón,creyósaberporquélosCambiadoslohabíanretenido.Talvezseequivocara.Talvez,sisemanteníaasulado,sirvieradealgo.

«Porquenadaestágrabadoenpiedra.Mírameamí».Lohabíaleídoenlacaradesu tía y tras todas aquellas chorradas demira-el-lado-bueno-de-la-vida delmédico:ambosalucinabanconloqueestabadurando.Ynolesfaltabarazón,pues,coneltipodemonstruo que vivía en su cabeza, debía llevar tiempomuerta.Quienquiera quedijese«mientrashayvida,hayesperanza»loclavó.

Noobstante,habíaunacosaquesíteníaquesaber.Porquepodíaserimportante.¿Unapista?¿Unamaneradeentenderloqueleestabapasando?Noestabasegura.

—¿Daniel? —susurró. Vio que sus párpados se abrían al instante—. Daniel,¿siguesdespierto?

Élmurmuróalgoconvozpastosa.Bajolospárpados, losojosse lepusieronenblanco.

—Mmm…Alexseincorporóhastaquesuslabiosrozaronlaorejadelchico.—Daniel,hasdichoqueteaseguraronquedejaríanqueJacksefuera.¿Cómolo

supiste?¿Tehablaron?Élnocontestó,ysiguiósincontestar,yAlexpensóqueerademasiadotarde,que

yasehabríadormido.Entoncessemovió,haciendochirriarlosmuellesdelacama.—No—murmuró. Seguía teniendo los ojos cerrados, pero su garganta hizo un

granesfuerzoportragarysepasólalenguaporloslabiosensuintentodehablar—.


Nolosé.—Pausa—.Puede.Aquellonoeraunarespuestaencondiciones.—¿Y el olor? ¿Es así como funciona? ¿Los hueles? ¿Daniel?—Le acarició la

mejilla, sinquerer traerlodevueltaalhorrorqueel sueñose llevaría lejos, aunquesólo fuera de manera temporal, pero tenía que saberlo—. Daniel, ¿qué es lo quehueles?

Estavezhubounapausamuylarga.—Ati—fuesurespuesta.


47

Según indicabaMickey,Caracortadaentrópara llevárselaa lassieteenpunto.Paraentonces, la habitación se había clareado y, por las rendijas de las persianas,Alexatisbóque todavíanevaba.Habíadormidoa trompiconesduranteunascincohoras,másbienpoco,yteníalamentesaturada,repletadepensamientosquesaltabancomogrillos.A pesar de lomal que se sentía, experimentó cierta satisfacción al ver queCaracortadaparecíainclusomástorpedelohabitual:caminabacomoconresaca,sies que aquellas ojeras oscuras bajo sus ojos enrojecidos podían tomarse por unindiciodealgo.

DanielnosemoviócuandoAlexselevantódelacamaparaecharleunedredónpor los hombros y palparle la frente: no tenía fiebre, pero estaba sudando. ¿Ladejaríanvolver?Probablemente.Porelmomento,Daniellesinteresabamásvivo.Sinembargo, dejó el frasco de eritromicina donde el chico pudiera verlo cuandodespertara,porsiacasoestabaequivocadayArañateníaotrosplanesparaél.

Siguió a Caracortada hasta el vestíbulo. En la casa reinaba el silencio, pero lapesteasfixianteaanimalatropelladoeramásintensaquenuncaporaquellaprofusiónde Cambiados en un espacio relativamente reducido. Gracias a Dios, la puerta deArañaestabacerrada.Alaluzdelalba,lasfotosdelamesitaexpositoradesprendíanunbrillotentador.Semoríaporexaminarlas.VioqueCaracortadaarrastrabalospiesvariospasospordelanteypensó:«Puedequenotengaotraoportunidad».

Actuóconrapidez:sequitólamochila,laabriódeuntirón,acortóladistanciaysimulóquesetambaleaba,dandountrompicónyluegootrohastaqueseestampóconCaracortada,quenopudoreprimirungruñido.Todoelmaterial—botesdepastillas,paquetes de gasas e instrumental, el rollo de esparadrapo y el frasco de aguaoxigenada—saliódisparadoyseesparcióporelvestíbulo;lasdoschicascayeronalsuelo hechas unamaraña. La escopeta deCaracortada hizo un ruido estrepitoso alestrellarse contra el suelo y aAlex apenas le dio tiempo a pensar en la suerte quehabía tenidodequeno sedisparase.La rodilla se le resintióunpocoalgolpear lamadera,peroCaracortadaleestampóunbofetónquelehizorestallar losoídosy larodillalastimadaseconvirtióenelmenordesusproblemas.

—¡Espera!—Con el brazo bueno, empujó a la otra chica y retrocedió con lasmanosenalto,mostrandolaspalmasenseñalderendición—.Hasidounaccidente,¿vale?Unaccidente.

Caracortadarespirabacondificultadyrezumabairritaciónpor todosycadaunode sus poros. Había rescatado la escopeta y, por el modo en que sus hombros sehabían puesto tensos, no cabía duda de que habría disfrutado volándole la cabeza.Alexnosemovióycayóenlacuentadequeaquellohabíasidounsoberanodisparatey, tal vez, su última ocurrencia, pero, por suerte, Caracortada bajó ligeramente el


armaydiomarchaatrás,retrayendoellabiosuperiorenunamuecasilenciosa.«Debuenatehaslibrado,Alex».Larodillaledolióunpocoalincorporarseyse

vio obligada a cojear. Vaya, sí que dolía. Luego se agachó para recogertranquilamente suspertenenciasy aprovechópara echarunvistazo a lasparedes, aaquellamesitaexpositora…yalasconsabidasfotografías.

Al final resultó que se había arriesgado para nada, porque en los días sucesivostendríatiempodeveryanalizaraquellasfotografíasmásdeunavez.

Lo que no sabía entonces, ni sabría en el transcurso de los siguientes cincominutos, aunque el hecho de que no saliera humo por la chimenea de la casa deinvitadosdeberíahaberlapuestosobreaviso,eraqueSharonyRubyestabanmuertas.Ajuzgarporelrígormortis—estabantantiesasqueCaracortada,Acnéyunpardeesbirros de Leopardo tardaron un buen rato en sacar los cuerpos de la casa—,llevaban muertas varias horas. No había que ser muy avispado para averiguar latáctica que había seguido Sharon. Un hedor químico a vómito y a calmantes ysomníferos medio digeridos flotaba en el ambiente y una miríada de trocitos depastillasquelasmujeresnosehabíantragadoyacíandesperdigadosporelsuelodemadera.ConociendoaSharon,Alexsupusoque,nadamássalirelladelahabitación,lamujersehabríapuestoarepartirlaspastillascomosifueranM&Ms:«Unaparati,dosparamí;dosparati,cuatroparamí».Nolecostabaimaginárselo.

Trasaquellapequeñadebacle,aellalainstalaríanenlahabitacióndeDaniel.Nola atarían a una silla ni nada por el estilo, pero tampoco la dejarían salir durantemucho tiempo y, al poco, aquello acabaría pareciéndose irremediablemente a eserolloquehabíaaprendidoenlaescuela,hacíayaunaeternidad,sobrecómolasarañasenvolvíanasupresaparacomérseladespuésenundíadelluvia.

Perotodoesoformabapartedelfuturo.Ahora,mientrasbajabalasescalerasyseabría paso entre cuerpos resacosos esparcidos sobre sillones y alfombras, sabíaalgunascosas.Cosasimportantes.

Uno:A juzgar por el parecido, lamadre de Lobezno debía de llamarse Emily. Laúltimavezquesehabíanreunidotodosenaquellacasadeveranohabíasidocuatroañosantescontandodesdeelpasadoagosto.Esodecíalafoto.AsíqueLobeznodebíadetenerunostreceañosporaquelentonces.

Dos:Lobeznoteníaabuelos.Esonoeraningunanovedad.HastaentonceshabíapensadoquesetratabadeJessyYeager.PeroJessnoestabaenlafoto.Encambio,Yeager aparecía junto a una mujercilla rolliza con el pelo rubio platino llamadaAudrey.Portanto,siJesseralaabueladeLobezno,lasincógnitassedisparaban.

Tres:Unade las fotografíasnohabía sido tomadaenaquellacasadel lago.Nosabía dónde exactamente, aunque el lugar le parecía… ¿una cueva?O tal vez una


hendiduraenunaparedrocosa;noestabasegura.Sinembargo,celebrabanunafiesta.Reconoció una parrilla, platos desechables, tazas y envoltorios; un par de niñossosteníanrefrescosyhamburguesas.

Losniñosestabancolocadosdeesaformapocosistemáticaqueindicajerarquía:quién estaba unido a quién, quiénes se llevabanmal…Más adelante, cuando tuvomástiempo,contóqueerancuarentaysieteentotal.Identificóalgunascaras:eranlasmismas que las de los chavales ataviados con aquellos trajes de ninja blancos quetanto fascinaban a la cuadrilla de Leopardo. Otros no le sonaban de nada. Todoshacíanmuecasalacámarayalguiensehabíaencargadodeescribirlosnombresconunapulcracaligrafía.Asíseenteródeque,antesdelCortocircuito,ArañasellamabaClaire Krueger. De su sonrisilla de satisfacción se deducía que ya por entoncesmanejabaelcotarro.Sinembargo,losnombresylascarasquemejorconocíaeranlosquelevantabansussospechasrespectoaloqueRulehabíaestadohaciendoyporqué.

AcnéeraBenStiemke.AndrewBornmoriríamenosdeundíadespués,peroAlexlo conocía como Beretta. Caracortada era Beth Prigge… y hasta era guapa porderechopropio:másdelgada,menoshurañay,sobretodo,mástersadepiel.Noteníaningunacicatrizniningúnarañazo.Poralguna razón,AlexpensóenLobeznoyenaquellamedialunadelcuellopordondelehabíanrajadolagarganta.Porprimeravez,sepreguntósilasdoscicatricesformaríanpartedelamismahistoria.

Pero lacuartacosaera lamáscontundentey,quizás, lamás irrefutable,porqueexplicabamuchasotras.

Había dos niños más —dos chicos— cuyas caras identificaba con una claridadpasmosa.Sehabíanquitadolacamisa;eraverano,ajuzgarporsuspiernas,hombrosytorsosdesnudos,ysaltabaalavistaquehacíamuchocalor.Loschicossepasabanel brazo por el cuello el uno al otro en una especie de simpática llave típicamentemasculina.

Dadoquellevabaelpechoaldescubierto,Alexcomprobóquetenía lapiel lisa.Nohabía rastrodeninguna cicatriz.Comoestaban abrazados, no le veía el cuello,pero apostaba lo que fuera a que el chico no había intentado rebanárselo con uncuchillooconuntrozodevidrioafiladocomounpuñal.Eraunacorazonada.

Poraquelentonces,LobeznosellamabaSimon.Unpocomása laderechahabíados chicasguapísimaspartidasde risa.Penny,

con el cabello rubiomiel, era alta y esbelta. La otra chica era pequeña y de ojosendrinosysellamaba¿Amy?¿Anna?¿Amanda?Latintasehabíacorridoynoseleíabien.

Aunqueeraelcolega—elamigotedeLobezno,queparecíasacarlevariosaños—elquelehabíallamadolaatención.Enaquellaépocateníaelpelomáscorto,perolohabríareconocidoencualquierparte.Además,habíaalgo…Susojososcilaronentreelcolegaylachicabonitadelcabellorubio,Penny.Sí, lamandíbula…otalvezel


cortedelasmejillas…olosojos…,algohizopensaraAlex:«¿Suhermana?».Comoquieraquefuese,PeterErnsthabíaconocidoaSimonYea-ger,ymuybien.

Poraquellafotografía,cualquierahabríadichoqueerancomohermanos.

Tenía la prueba ante sus ojos, escrita enpulcra tinta negra:Stiemke,Prigge,Born,Ernst,Yeager.HechadepirámidesdecalaverasyhuesosdeExpulsados.Lahistoriaestabaescritaconsangre.Nohabíalugaradudas.

AquellosCambiadoseranloshijosylosnietosdeRule.


48

LanochequesemarcharondeRule—ochodíasdespuésdequeAlexhuyeraydequePeterdesapareciese—fueunapesadillayapuntoestuvierondemorir.AunqueLena no se hubiese encontrado indispuesta, habría corrido el mismo peligro casidesdeelprincipio,ylosabía.Comotodos.Lanieveseguíacayendo,impulsadaporunacuchilladevientovertical.Losmapaseranunapérdidadetiempo.Enmediodelanieve, lospuntosde referencia sedifuminabany el senderono eramásqueunavagaesperanza.

Luego,trascuatrohorasfueradeRuleydemasiadoskilómetrosaleste,elcaballodeLenasezambullóenlanieveycayóenelhoyoformadoporunapíceacaída.Elasustadizoanimalllevabatodoelviajedándoleproblemas,reculando,caracoleandoycorcoveando; en general, siendo un incordio. Por suerte para ella, estaba bienagazapadayechadahaciadelante,teníalasmanosasidasalascrinesdelanimalylasrodillastanaltasqueprácticamenteibaacuclilladaenlasillacuandoelcaballodejóescaparunrelincho.Nooyóelchasquidoconelruidode laventisca,perosintió lasacudida inmediata. Y lo supo. Había visto lo mismo en la granja de Karl elTriturador.Cuandoelcaballoseprecipitóhacialanieve,ellasetiródelasilla.Sielcaballo caía de lado y la aprisionaba, podía quedarse atrapada para siempre. Salióvolandovertiginosamenteyluegosehundiócomomediometrolargoenunmontóndenieve.Chris tuvoqueapuntalar lospiesacada ladodelhoyopara sacarla.Paraentonces,elcaballoestabamuertoyNathanseguardabaelrevólverenlapistolera.

Ningunovolvióamontardespuésdeaquello.Reinabalamásabsolutaoscuridady puede que estuvieran locos, pero no eran suicidas. El viento soplaba demasiadopara intentar siquieramontar una tienda de campaña, amenos que algunode ellostuvieraunaimperiosanecesidaddequedarsetieso.Loquehicieronfueagruparaloscaballos, trabarlos y utilizar sus cuerpos comopantallas para resguardarse unpocodelvientomientrasuníanlossacosdedormiryseacurrucabandebajo.LenapasóelrestodeaquellaprimeranocheentreChrisyNathanconunatiriteramonumental.

Cuandoelcieloempezóaclarear,seabrieronpasoaduraspenasa travésde latormentadirigiendoloscaballoshaciaeleste.WellersólohabíaechadoraquetasparaChrisyparaNathan,asíqueLenayChristuvieronquecompartirlas.Alfinal,Chrisencontró un buen lugar en la parte de una colina baja que daba a sotavento. Lenautilizó las raquetas para apisonar la nieve en polvo mientras Chris y Nathan seturnabancon lapala,unocavandoyelotrosacandonievecon lasmanos.Lenanoestabaacostumbradaaltrabajofísicoymenosdemediahoradespuésestabajadeandoybañadaensudor.Despuésdeaquello,nohabíamaneradeentrarencalor.Elvientoeraunpuñal.Elcalorcorporalseleescapabaporlosporos.Además,seencontrabadébilporlafaltadecomidaysueño.Pasódetiritaraestremecersedepiesacabeza.


Unagotamientomonstruosolaagarróporlagargantaynolasoltaba.Loúnicoquequeríaerahacerseunovilloydormir,asíquesesentó…paradescansar.Almenosesoesloquesedijoasímisma.Norecordabahabersetumbado.

Losiguientequesupoesquealguienlaestabazarandeando,yfuerte.Leparecióquealguiengritaba,perosuspensamientoserancomosemillasresbaladizasdesandíaquese leescurríanentre losdedospormuchoque intentaseatraparlas.Yano teníafrío,aunquelanievelepicoteabalacara.Eraunalivio.

—Nodebedormirse—advirtióNathan,pero lavozdel ancianoeravaporosayparecíavenirdemuylejos.

—Ya lo sé. Está completamente empapada en sudor —dijo Chris—. Tal vezdeberíamosregresar.Intentaríaencontrarayuda.

—Puesentoncesmejorqueteechesyespereslamuerte.SabesqueelConsejonodejarápasaresto.Además,noandaríasnitreskilómetrossinperderte.

—¿Más de lo que ya estamos?—espetó Chris. Incluso a través de la extrañanieblaqueleaturdíalamente,Lenasintiósurabia—.Vamos—ledijo,dándoleunabuenasacudida—.Debespermanecerdespiertahastaquehayamosterminadoesto.

—Que teden—lecontestóLena,aunquesuvozera lánguidae incolora.Estabamáscansadadeloquehabíaestadoentodasuvida.

—¡Malditasea!—exclamóChris,yleabofeteólacaradosveces.Nofuerte,perolosuficienteparaqueellaahogaraungrito.

—Vete —dijo, empujándolo con unos brazos tan flojos como dos espaguetispasados—.Déjamedormir.

—No.—Christiródeellaparaponerlaenpie.Lasrodillasseledoblaban,porloquevolvióadesplomarseenlanieve—.¡Vamos,despierta!—legritóChrisaloído—.¡Levántate!¿Quéquieres,morir?

No,sóloqueríadormir.Oyóelsonidodeunacremallera—quenofuemásqueunsuave siseo— y, acto seguido, sintió que Chris le subía el saco de dormir por laspiernasyelcuerpo.

—Esonovaaservirdenada—leadvirtióNathan—.Estámojada.Empaparáelsacoyentonces…

Lasvocessedesvanecierondenuevo.Bien.Tampocoesqueleimportaramucholoquedijeran.Sumente sealejódeallí comouna flordedientede león.Oquizá,sencillamente,perdióelconocimiento.

Volvióensícuandosintióquealguienlamanipulabaparasentarla.Eltufoaalgodulceleinundólanarizylerevolvióelestómago.

—Bébetelo.—ReconociólavozdeChris—.Venga,tecalentará.—Noooo—gimoteó.Entoncessintióalgocalienteyempalagosoenloslabiosy

luegoenlaboca.Sesacudió,peroChrisretirólatazaatiempoparaevitarqueambosacabaranescaldados—.¡Ayyyy!—exclamó.Sehabíaquemadolalengua—.¿Quéeseso?

—Chocolate caliente. —Chris la rodeaba con un brazo y la mantenía erguida


sujetándolaconlarodilla—.Lacolinaylanievenoshanhechodepantalla,asíquehepodidoencenderelcampinggas.Venga—repitió,volviendoaacercarlelatazaaloslabios—.Bebe.

Elolordelchocolateleprovocabanáuseas,peroChrisinsistió.Diounbuentragoyluegootroyotrohastadejarlatazavacía.Suestómagodiounvuelco,peroalfinalseasentó.Pocoapoco,yafueraporelazúcaroporelcalor,empezóaespabilarse.Vio que el día estaba más radiante, aunque la nieve seguía cayendo en forma decortina gruesa y nebulosa.A su derecha, apartados, los dos caballos que quedabaneranmanchasoscurasentreunascuantascicutasypinos.

—Vaya.—Eructóyluegohizounamuecaalsentirelsabordelabilisagriaydelchocolatepastoso.Segiróhaciaunladoyescupió—.¡Quémontóndenieve!

—Sí.Nathandicequenuncahavistonadaigual.—¿Dóndeestá?Chrisladeólacabezahacialaizquierda.—Allanando lacuevadenievee improvisandounosescalonesparaquenonos

caigamos.Casihemosterminado.Venga—dijo,quitándoleelsacodedormirdelaspiernasyluegoenganchándolapordebajodelosbrazos—.Vamosametertedentro.

La entrada era un boquete de unos noventa centímetros de diámetro. El túnel,excavado en la nieve, era oscuro y parecíamuy largo y con la anchura justa paraentrarreptandodeespaldas.Duranteunsegundo,sequedópetrificada.Teníalanieveasólounoscentímetrosdelanarizylecostabarespirar.Eltúnelparecíaderrumbarseasualrededor,haciéndosecadavezmáspequeño.

—Venga.—LavozdeNathansonabalejos—.Seensanchaunavezqueatraviesaseltúnel.

Se impulsó y recorrió el resto del camino.No estaba segura de lo que esperar,perolacuevaerapequeña,talvezdedosmetrosymediodelargoynomuyalta,ysólodabaparaandarunpardepasos.

—Aquí arriba. —Nathan se arrodilló en una amplia cornisa a unos sesentacentímetros del suelo. Había cubierto la cornisa con la tienda y había colocadoencimaunsacodedormir.Lamayorpartedelequipotambiénestabaamontonadoenlaplataforma.Laluzenelinterioreramuytenue,perovioquelacuevasearqueabaporencimadesuscabezasconelespaciojustoparasentarsecómodamente.

Lena trepó los escalones que Nathan había cortado en la nieve. Ahora que seencontrabaaresguardodelviento,sediocuentadequeyanoteníafrío.Noesqueseasara,peroyanoseestabacongelando.

—¿Cómoesquehaydospisos?—El calor sube.—Nathanmetía y sacabaunagruesa ramapor unode los dos

agujerospracticadosenel techo—.Aquíarriba tendremoscalorsuficiente.Algosederretirá,pero,mientrasmantengamoslascosassecas,estaremosbien.

Lena segiró cuando sintióqueChris se abríapasopor el túnely entrabaen lacueva. Bocarriba, colocó una alforja y una de las mochilas vacías en la entrada,


dejandounhuecodequincecentímetros.—Toma. —Le alargó el saco de dormir que había arrastrado tras de sí—.

Extiéndelo.Creoquenoestádemasiadomojado.Necesitasquitarteesaropa.—¿Yquémepongo?—preguntó.Chrishabíasacadosucuchillodecazadelafundayahoradirigíalapuntahacia

unapequeñapiladeropaquehabíaenlaplataformajuntoalrestodesuscosas.—Puedesponertealgomío.Notequedarábien,peroalmenosestaráseco.—Ah.—Miróasualrededor—.¿Dóndemecambio?—Loquevesesloquehay—observóNathanconeldejejustoderegocijoenla

voz—.Puedesdesnudarteyvestirteenelsaco.Lenaseruborizó,peroNathanyaestabametiendoelpaloenelsegundoagujeroy

Chris hincando el cuchillo en la nieve cerca de la entrada. Ninguno la miraba.Despuésdedesatarselasbotas,cogiólaropa—pantalonesdecamuflajeyunamudanueva de calzoncillos largos, calcetines, una camiseta negra de manga larga, unabufanda verde y un jersey a juego— y se metió en el saco hasta el cuello.Rápidamente, se quitó los calcetines empapados, los vaqueros, los pantalonestérmicoscaladosy, trasunmomentodevacilación, lasbragas.«Hagamos lagraciacompleta». Levantó el trasero y empezó a meter las piernas por los calzoncilloslargos.

—¿Quéestáshaciendo?—Cavarunhuecoparaelcampinggas.—Chriscortóuncuadradoconelcuchillo

yaplanó lanievecon labota—.Asíventilahaciael exteriory loque sederrita sequedaaquíabajo,noarribadondeestamosnosotros.

ALena lebailaban lospantalonesdecamuflajedeChris,peroerandenailonyestabanforradospordentro,teníanuncordónajustableyelásticoenlostobillos.Ylomás importante: estaban secos. Aúnmetida hasta el cuello en el saco, se quitó eljersey,lacamisetaysedesabrochóelsujetador;luegosepusolacamisetaseca.

—¿Yquépasaconloscaballos?—Estaránbien—respondióNathan—.Porsuerteparanosotros,no los tapamos

demasiadoduranteelcamino,demodoqueahoratienenunbuenpelaje.Mientrassemantengandeespaldasalvientoysequedenentrelosárboles,estaránbien.

—¿Ylacomida?Apuntóconelpulgarporencimadelhombro.—Haycomidaen lasalforjas.Cuandoesose termine,arrancaremoscortezasde

losárboles.—¿Vamos a quedarnos aquí tanto tiempo?—Se enfundó el jersey, se sacó su

largamelenayempezóadesenredárselaconlosdedos.—Eltiempoquehagafalta—anuncióNathanmientrasChrissubíatrepandopor

losescalonesdenieve.Con los tresallídentro,el espacioeramásbien justo,peroquedaba sitio suficiente para tenderse y girarse—.Este temporal es de los buenos.EstastormentasembarrancancercadellagoSuperioryallísequedandurantecuatro


ocincodías.Aunquelanievedejedecaer,sielvientosiguesoplando,tendremosquequedarnosaquí.Lasensacióntérmicatemataríaenmenosquecantaungallo,asíquenonosmoveremosdeaquíduranteuntiempecito.

—¿Nonosseguirán?—preguntóLena.—Lo más probable es que no —le contestó—. Aun en el caso de que no

tuviésemos a Weller para asegurarnos de que Rule sigue mirando en los lugaresequivocados,nadieestátanlococomoparaperseguirnosconestetemporal.

—Peroestamosaquífuera.Nathanseencogiódehombros.—Pueseso.

Permanecieronmetidosenaquellacuevadenievecuatrodeprimentesdías,queparaLenafuerontresdíasymediomásdelacuenta.Sinprivacidadysinnadaquehacersalvopensar,estabaempezandoavolversemedioloca.Sumentenoeraprecisamenteunlugarenelquelegustaramorarmuchotiempoyteníaunaspesadillastanhorriblesque no dejaba de despertarse sobresaltada, convencida de que había hablado ensueños.Ogritado.NiChrisniNathanlomencionaronenningúnmomento,peropillóal anciano echándole una mirada inquisidora en más de una ocasión. Durante lamayorpartedel tiempo,Chris se limitabaa callary a rumiar las cosas, con loquepermanecíanenelmásabsolutosilencio.

Lamañanadelquintodía,Nathanentróreptandoporeltúnelydijo:—Latormentahapasado.Recoged.Prepararéloscaballos.—¡Gracias aDios!—soltóLenacuandoNathanvolvió a escabullirse.Se sentó

hechaunovilloytuvoquequedarseunmomentoquietayesperaraqueselepasaranlas náuseas.Qué raro.Aúnno se le había asentado el estómago; había conseguidotomar algo de caldo, pero pocomás.Demasiado tiempo para que fuera una gripe.Además,nadiemásestabaenfermo.

¿Podíaserelperiodo?Talvez.Elproblemaeraquenoteníamaneradesaberlo.Cuandoteníatreceaños,supediatralepusountratamientoconanticonceptivosparacontrolarsusperiodos,queeranirregularesytandolorososqueentendíaporquélosllamaban«lamaldición».Avecessepreguntabasi laspíldoraseran larazónpor laque Karl el Triturador se había atrevido. Nada de inoportunos embarazos quejustificar.

No le había hablado a nadie de la píldora y, por supuesto, no se lo habíacomentado a Jess. ¿Para qué?Una vez que elmundo se fue al garete, nadie iba afabricar anticonceptivos a corto plazo, eso estaba claro.De todas formas, no teníamaneradeconseguirmás.Ahoraquesehabíaquedadosinellos,nosabíaquéesperar.Creíaquelareglalevolveríaavenirdespuésdelprimermes,peronada.

«Alomejorporesonomeencuentrobien.Quizásestoesloquepasacuandohastomado lapíldoradurante tanto tiempo».Ypodíaestar teniendo tanmalasuertede


sufrirelpeorcasodesíndromepremenstrualdelahistoria.Reprimióunsuspiro,sedeslizó para bajar de la plataforma, agarró una de lasmochilas y empezó ametercosas.MiróaChris,queestabarecogiendounsacodedormir,ylepreguntó:

—¿Vasaseguirmuchotiempoasí?LaespaldadeChrissetensó,peronosediolavuelta.—¿Asícómo?—Oh,vengaya,Chris.Nohasdichonitrespalabrasseguidasencuatrodías.Sé

queestáscabreado.Tesentiríasmejorsihablarasdeltema.—Lena.—Chrisintrodujoelsacodedormirensufundaytirófuertedelcordón

ajustable—.Olvídalo,¿vale?—No—lecontestó.ChrismurmuróalgoqueLenano llegóapillardel todo—.

¿Perdona?—Nada.—¿Qué?—¡Dios!—Lanzóel sacodedormirhaciael túnel—.Siempreestásagobiando.

¿Esquenopuedesdejarmeenpazyyaestá?Nohaynadade loquehablar.Nosetratadeti,paravariar,¿entiendes?

Aquelloledolió.—Síquesetratademí.Estásaquípormiculpa.Porquenoquisistecontarquefui

yoquientedijolodelosniñosquequedanporOren.—Delatarte ante mi abuelo no habría cambiado las cosas. Él había tomado su

decisión incluso antes de entrar en la sala, aunque claro, mandarlo a la mierdatampocoayudómucho.—Chrissoltóunacarcajadaamarga—.Unagranpostura,síseñor.Déjalo,Lena.Lodeseguiryendoallífuecosamía.

—Peroyonodeberíahaberteagobiadotanto.—Sintióunapequeñapunzadadedolor cuando se arrancó un poco de piel del labio inferior con los dientes—.Si tehubierasquedadoconPeterylosdemás…

—También estaría muerto. Y Alex seguiría… —Tragó saliva con dificultad.Volvióaapartarlavista—.Noimporta.

—Chris.—Lepusounamanovacilanteenelbrazo.Élsesobresaltóyellacasicreyóqueselaibaasacudirdeencima,peronolohizo—.Nosabessiestámuerta.

—Megustaríacreerlo,perolociertoesquenoimaginocómopodríaseguirviva,no siWeller y los demás tienen razón.Aunque se equivocaran, ¿cuánto tiempo hapasado?¿Docedías?¿Ynevandodurante losúltimoscuatro?Laúnicarazónpor laque nosotros lo hemos conseguido es por todas las cosas queWeller nos agenció.Alexsóloteníaunrifleyunamochila.

—Peroesmuylista.—Alexesbuena,peroestásolaylamuniciónnolevaadurareternamente.Lena,

mucha suerte tendría que tener para evitar a los Cambiados. Ya debe de habersetopadoconellos.

—Oalomejorno.Wellerdijoquesóloeransuposiciones.Yalosoíste.Ninguno


deesostiposhapuestounpiefueradelaZona.—Puesyodiríaqueesunasuposicióncojonuda.—Seprodujounalargapausay

entoncesChrisalzólosojos.Lapielquelosbordeabaestabamásnegraqueelcarbóny los tenía inyectados en sangre por el dolor y, según pensó Lena, por losremordimientos—.Creoquesiemprelosupe,Lena.MerefieroaloquehabíafueradelaZona.Porquénonecesitábamosapostaratantosguardiasoporquélosataquesnunca parecían venir de ese lado. Si me hubiera parado a pensarlo durante dossegundos,lohabríaentendido.Mierda.—Soltóunasiniestracarcajada—.Petermelodejómuyclaro.Seaseguródequenosmantuviésemosalejados.SiRuleeselcentrodeunreloj,entoncesestaextensaregiónquevadelassietealasonceestáplagadadeCambiados…yPetersiempreprocurabaquelaatravesáramossóloenmomentosmuypuntuales.Nopuedesermásobvio,Lena.

—Mira,esmuyfácilverlascosascuandoyahanpasado,pero,Chris,elmundose fue a lamierda, ¿entiendes?La gente cayó comomoscas, por el amor deDios.Peterlohacíalomejorquepodía.Intentabacuidarnos.

—Habíamuchasotrasmaneras.No tenía que tomar esa ruta.Ojalá supiera porqué.Porquenolopillo.¿Quélehizopensarqueeraunabuenaidea?

—Nosabessifueideasuya.—Aquellolesonóaexcusabaratainclusoaella,yañadió—:Alomejorselimitabaacumplirórdenes.

—Pueseranunasórdenesterriblesynodeberíahaberlasacatado.—¡Vengaya!—leespetóella—.Tútambiénhascumplidoórdenes.Hacíasloque

Peter te decía. Permitiste que tu abuelo impusiera las expulsiones; no te quejabascuandoPeteryelConsejodecidíanquiénsequedabayquiénseiba.

LasmejillasdeChrisseencendieron.—Eso…esoeradiferente.—¿Porqué?¿Porqueaquellasórdenesnoeranterribles,sólomalas?—¿Tecreesquenohepensadoeneso?PorDios.—Apartóelbrazodedebajode

lamanodeLena,sellevólasmanosalacabezaysetiródelpelo—.¿Cómopudesertan estúpido?Había unmontón de señales que decidí ignorar.Como cuando aqueltipo,Harlan,elquesequedóconlascosasdeAlexyledisparóasuamigo,Tom,ytodoeso…Cuandomiabueloloechó,sabíaquelomásprobableesquemurieseallífuera.Aquellomeparecióbien.LehabíahechodañoaAlex.Pensé:«Lahascagado,colega,asíqueapringarla».

—Eso lo único que significa es que te preocupabas porAlex. La hirieron y túestabascabreado.

—Lena,noesquelahubieranhumilladoenlacafeteríadelinstituto.DecidíqueestababienqueHarlanmuriese.Además,teníaunaideabastanteclaradecómoibaaocurrir.TodossabemosquelosCambiadosestánahífuera.Loúnicoquenosabíaeraqueestabanjustoahí;quePeterhabíapuestoenmarchaestesistema.Ymiraquelotuvetodoeltiempodelantedelasnarices.ComoaquelpardevecesenquePetersefue por su cuenta. Ya sabes, igual que yo hacía con Oren. Cogía una carreta con


suministrosyseibasinmás…ysiempreporlasmismaszonas.Yluegolatraíavacíay, cuando yo le preguntaba dónde habían ido a parar los suministros, no mecontestaba. Quiero decir que era obvio que estaba llevando comida a otro sitio ysimplementelodejépasar.

—Chris—intervinoLena—,nopodíassaberlo.—Porque preferí no hacerlo. —Hizo una mueca con los labios como si las

palabras se le hubieran agriado en la lengua—. Eso me convierte en alguien tanculpablecomoél.PeroPeteryanoestáylosé.Alguientienequeresponsabilizarse,Lena.Alguientienequeintentarenderezarlascosas.Laúnicamaneraesempezardeceroy,talcomofuncionaRule,yosoyelúnicoquepuedehacerlo.

Sumandíbula volvió a tensarse en una dura línea que Lena nunca había vistoantesyquehabríacreídoimposibleverenél.AquelladurezadeaceroibamásconPeter,queveíaelmundoenblancoynegro.Chriseradiferente.ParaLena,éleralomásparecidoque teníaaunamigo,perono reconocíaa aquel extrañoque tomabaformaante susojos,ni aquellapiel tan tensaque se lepegabaal cráneoni aquellafuriaque le irritaba lanarizcomosi fuerapimienta.Aquelnoeraelchicodebuencorazónquehabíaarriesgadotantoparaencontrarasuhermanopequeño.

—Chris.—Teníalalenguatansecaqueleparecíasoltarlaspalabrasconlabocallenadepolvo—.Chris,estáshablandodeempezarunaguerra.

—Sí—confesóChris—.Supongoquesí.


49

Trasmarcharsedelacueva,eldíafueapeor.Lanieveerademasiadoprofundaparaloscaballos.ElruanodeWellerllevabaramplones,peroelalazánno,y,paracolmo,era demasiado pequeño. Nathan cortó una camisa en pedazos para envolverles aambos los espolones y las cañas, pero al final tuvieron que caminar. Como sólodisponíandedosparesderaquetasdenieve,unapersonadebíairalomosdelruanoyChrisestimóoportunoquefueraella.Porlacaraquepuso,LenasabíaqueaNathannolehacíaningunagracia.

—Yahemosperdidouncaballo—protestó.—Yonotuvelaculpa—sedefendióLena.LacaradeNathansugeríatodolocontrario,aunquealfinalaceptó:—Vale.Detodasformasibaaponerloencabezaparaqueabrieracamino.—Yomeencargaré—seofrecióChris.—Sémanejarsolitamisriendas,gracias—gruñóLena.Sinembargo,elanimalno

parecíamáscontentodecargarconellaqueelcaballoalqueNathanhabíatenidoquedisparar.Chrishizounintentodesujetaralruanoporelfreno,peroLenaacababadeincorporarse a la silla cuando el animal empezó a corcovear—. ¡Basta! —gritó,sacudiendolasriendas—.¡Quieto!

—Dejadetirardelasriendas—dijoNathan—.Aflójaleelbocado.—Sémanejaraunestúpidocaballo—leespetóLena.—Sí,yavilobienquelohicistelaúltimavez—replicóNathan;luegosuspiróy

agitó la mano con un gesto de abandono—. Vale. Tú ganas. No pienso discutir.Vámonosantesdequeperdamosmástiempodeluz.

Lena,queestabaqueechabahumo,siguióaNathanconlamiradacuandoestesedirigióatrompiconesasucaballocastrado,quecargabaconlosfardosdetodos.

—Nodejesquetemoleste—dijoChris.—Lodelcaballono fueculpamía—respondióLena,aunqueeraconscientede

que no había sabidomanejar al animal. El ruano se había calmado un poco, peroseguía bufando y estremeciéndose. Sentía cómo luchaba por desprenderse de suspiernas,comosifueraunamoscarepugnantedelaquenopodíalibrarse.Alomejorintuía que estaba enferma. ¿Los caballos tenían esa facultad? Dios, esperaba queaquellopasaraprontoytodoelmundosetranquilizase.

Peronofueasí.Alcabodeunahora,tuvoquesaltardelanimalyadentrarseenelbosqueatodaprisa.Lovomitótododandograndesarcadas,nosólolamíseramitaddeunabarrita energéticaque sehabíaobligadoacomerantesde salirde lacueva,sino también el caldo de aquella mañana y lo que quiera que fuera que no habíalogradodigerir…,aunque,mirándolobien,nohabíapodidodigerirnada.

Después se quedó doblada sobre la nieve como una navaja, aferrándose con la


manoenguantadaaunlarguiruchoálamotemblón.Sehabíaadentradobastanteenelbosqueysehabíaescondido trasunapantalladecicutas,dondeNathanyChrisnopudieran verla. Una agria bola de flema se le vino a la boca y escupió. Dios, elsíndromepremenstrualnuncalehabíaafectadotanto.Dolordebarriga,sí,yavecesvómitos,peronuncadurantetantotiempo.¿Lapíldoratedabaabstinenciaoalgoasí?Noteníaniidea.Amenosque…

«No.—Cerrólosojosparacombatiraquellaideatantocomolasnáuseas—.No,porDios,vengaya,esinjusto.Sólolohicimosdosveces.Noesjusto».

—¿Lena?—Chrislallamódesdeelotroladodelosárboles—.¿Estásbien?—¡Sí!—acertóadecir—.¡Dameunsegundo!«Puedequemecaigaotravez—pensómientrasvolvíaasubirsealcaballo,que

nodejabadequejarseyhacercabriolas—.Oalomejorloconsigomontando.Tienequehaberalgoquepuedahacerotomar;tienequehaberalgo».

Teníaquehaberalguienqueledieraunasolución.PodíapreguntarleaKincaid,sies que volvía a verlo alguna vez. O podía contárselo a Chris, que era una buenapersonayseguramentequerríaayudarla.Sí,peroélya teníabastantecon losuyoyellaseconvertiríaenotroproblemamásconelquecargar.Mejorqueesperaseaestarsegura.Nodebíaprecipitarse.Y,detodasformas,Christampocopodíahacernada.

—Hey.—Lenabajó lavistahaciaChris,quesosteníaalcaballopor las riendasconcaradepreocupación—.¿Estásbien,Lena?

—Sí,sí—mintió—.Perfectamente.Peroenrealidadpensaba:«Ay,Peter.¡Laquehemosliado!».


50

Peter reconocíaC-GyC-Y:cuartelgeneral y, seguramente,Chucky.El resto no ledecía nada. Pero, aunque no entendiera el código Morse, estaba aprendiendo adescifrarlosestadosdeánimodeFinnyaquellamiradasombríaselodecíatodo.

—M-m-malas.—Su garganta, ya seca, se cerró casi de inmediato y empezó aconvulsionarsedandograndesyestremecedorasarcadas.Cadavezqueinspirabaeracomosialguienleclavasepunzonesentrelascostillas.

Llevabadocedíasprisionero,peronohabíanempezadoasuministrarlepastillashasta hacía un día y medio. Esperaba que aquellas pastillas enormes acabaran decuajoconsuneumonía,aunqueparecíaestarempeorando.Lomásprobableeraqueloqueleestabaninyectandotampocolehicieraningúnfavor.Ajuzgarporloscolores—amarillo pálido, blanco tiza y rojo amarronado—, las inyecciones podían estarmatándolomuchomásrápido.Peterescupióunespesogargajoverdedeflemaenunapalanganaqueyaconteníaunterciodelamismaporqueríaviscosa.Nolesorprendióenabsolutovervetasde sangre rojaybrillante.Además, la fiebrevolvíaa subirle.Estaba ardiendo y temblaba al mismo tiempo. Lo que sí le sorprendió fue que laheridadebalaestuvieracurándoseyquelasmagulladurasfueranadquiriendountonoentreverdeyamarillentomoteado.

Exhaustoporelataquedetos,sedejócaerenlaalmohadaempapadaensudorylovolvióaintentar:

—¿M-malasn-n-noticias?—Digamos que, demomento, vas a ser nuestro único invitado normal.—Finn

miróaGrier—.¿Selepuedetrasladar?—Yo… eh…—Grier era un hombre diminuto y élfico que padecía una gran

miopía. Cogió la palangana, la meneó un poco, echó un vistazo a la mezclaentrecerrandolosojos,seencogiódehombrosydijo—:Nocreoquelehaganingúnmal.

—Bien.—FinnchasqueólosdedosdirigiéndoseaSteiner,elguardiamásnuevo.Dos días atrás, Peter había aprovechado una oportunidad para atacar a Lang. Sólohabía dispuesto de unos preciosos segundos, pero no necesitó más. Después deldestrozoquelehizoenlacara,volvieronaamarrarletobillosymuñecasaguantazolimpio, pero le daba igual. Partirle la cara a Lang había merecido la pena. OjaláWellerhubiera estadoallí también—.Llévatelo—ordenóFinn—.Pero antes tráeleropadeabrigo.

Steineryotrosdosguardiasvolvieronconunatadillode ropa idénticaa laqueellos llevaban puesta: pantalones y camisa color verde oliva, calcetines y ropainterior, un jersey grueso e incluso una parka de camuflaje y un gorro de lana.También le devolvieron sus viejas botas, que estaban salpicadas de manchas


herrumbrosasdesangre: la suya, ladeFabley ladeTyler.Peter seencontraba tandébilquelosdedosletemblabanalintentarabrocharselosbotonesySteinertuvoqueayudarle.

—¿D-dóndev-vaisa…?—resolló.—Nopuedodecírtelo—farfullóSteiner,peroPeterobservólafinacapadesudor

que comenzaba a formarse en el labio superior del guardia—. Todavía puedesapañártelas—añadióelanciano.

—¿Qué?—GirólacabezahastaqueencontróaGrieraunosmetrosdedistancia,conlasmanosmetidasenlosprofundosbolsillosdesubatademédico—.¿Porqué?

—No depende de mí —contestó Grier. Su voz era la caricatura de un viejogranjerocascarrabias,deltipoquellevagafasconmonturademetalyunahorcadedienteslargos—.Notengonadaqueverconesto.

Sinembargo,enningúnmomentotuvomiedo.Nocreíaquefueranaejecutarlo;paraFinneravaliosoyPeterestabasegurodequeaúnlequedabamuchoporverenloqueasuspequeñosexperimentosserefería,asíquenoseresistió.Además,estabasinfuerzas.TeníalaspiernastanlaciasqueaSteineryalotroguardianolesquedómásremedioquecargarprácticamenteconéldesdelatienda.

EralaprimeravezquePetersalíadelaenfermería.Dehaberestadobien,habríahecho un reconocimiento exhaustivo a derecha e izquierda, memorizando ladisposicióndellugarporsilasmoscas.Despuésdecuatrodías,parecíaquealfinlatormenta pasaba de largo, aunque seguía nevando. No vio mucho: un puñado detiendasmediovencidasyunascuantascabañasdeaspectomássólidocubiertasporunmantoblanco.Unaoscurapantalladeárbolestrasunavaporosacortinadenievequecaíaarachas.SelepasóporlacabezaquenosabíasiseguíaenMichigan.Lasgrandes tormentas solían estancarse, cosa que siempre ocurría alrededor de losGrandes Lagos. Habían recorrido ya una gran distancia cuando lo encontraron, demodoquedebíande seguir cercadeRule,pero tenía susdudas,y el entornono leofrecíaningunapista.Captóelresoplidoregulardeungeneradory,porloszumbidos,leparecióquehabíadosmásasuderecha,fueradesuvista.

Losguardiaslocondujeroncasiarastrashacialaizquierdaytomaronunsenderosemidespejadoflanqueadoporundensobosquedehojaperenne.Seabrieronpasoaduras penas por la nieve durante lo que le pareció una eternidad. El zumbido delgenerador se apagó casi por completo. Ante ellos, el sendero se ensanchaba. Unacabaña de madera oscura, robusta y achaparrada, del tipo que parece hecho controncos de juguete Lincoln, apareció en medio de un claro. La cabaña era unrectángulo perfecto, peromuy largo con dos chimeneas de piedra que expulsabanhumo gris. Los postigos de las ventanas estaban echados. En los alféizares habíanfijadorejasdehierronegrascongruesascapasdecemento.Dosguardiascustodiabanlapuerta.CadaunoportabaunrifledeasaltoM4,deltodoilegalescuandolasleyesimportaban. Le dio la sensación de que Finn llevaba mucho tiempo dictando suspropiasreglas.


Steinerlehizoungestodeasentimientoaunodelosguardias,quesegiró,llamóalapuertadeentradayesperó.Unsegundodespués,seiluminóunaventanitaenlapuertaalaalturadelosojos.Petervioelrápidofogonazoblancodeunacaraylosherrajestraquetearoncuandoquienquieraqueestuvieradentrodescorrióunpestillo.

Lahediondabocanadaquesalió—heces,orinesranciosycarnepasada—fuedetal magnitud que hasta a Steiner se le saltaron las lágrimas. Entraron en troupe:Steinerasuderechayelsegundoguardiaasuizquierda.Losrecibierondosguardiasmásquellevabanpistolasyporrasextensiblesenunafundalateral.Ajuzgarporlasmarcasquepresentabanestasúltimas,lesdabanbastanteuso.

El espacio interior eramuchomásgrandede loqueesperaba.Eldiseñonoeramuydiferentede lasotrascárcelesquehabíavisitadoensuvida.A la izquierdaseveíaunescritoriodemaderamuybásicoydossillasparalosguardiasdeserviciotrasunosbarrotesdehierroquesealzabandelsueloaltecho.Unfuegocrepitabaenunaprofundachimeneatrasunapantalladehierroforjado.

A la derecha había celdas: cinco a cada lado, diez en total. Las celdas eransimplesjaulasenrejadasycadaunacontabaconundesagüequedebíadeconducirauna fosaséptica.Sinembargo,nadie sehabíamolestadoendarleunmanguerazoaaquel suelo de hormigón desde hacíamucho tiempo.Habíamontones de heces—algunasmuyrecientesyotrastanviejasquesehabíansecadoyconvertidoenpiedra—portodossitios.

Allí también había Cambiados agazapados. Reconoció a los chicos de laenfermería.DaveyeraelúnicoCambiadoquellevabapuestoalgoderopa,siesquepodíallamarseasíasuscalzoncillosmugrientos.Tambiénllevabauncollaralrededordel cuello: piel negra con relucientes argollas en D a derecha e izquierda y unpequeño candado.Cuando entraron, el chicogiró la cabeza.Unmomentodespués,losdemásCambiadoshicieronlomismoylalevantaronparaolisquearmejorelaire.A continuación, abandonaron sus encorvadas posturas al unísono, mediante unasincroníatansilenciosayespeluznantequeaPeterseleerizaronlosvellosdelcuelloydelosbrazos.

NueveCambiados.Diezceldas.Y huesos. Montones de huesos pequeños. Dedos de las manos. De los pies.

Vértebras.Algunosdientes.—N-no.—Elmiedoleagarrotólagarganta.Yaestabaempapadoensudor,pero

ahoraunanuevacapadehumedadlerezumabaygoteabaporlascostillas.Tratódezafarse, pero ni con la fuerza que le proporcionó el pánico era rival para todosaquellosguardias.

—Basta —dijo uno, clavándole en el cogote la boca de una M4—. No temataremos, pero tedejaremospara el arrastre.Nohagas estomásdifícil de loquedebeser.

«No,déjameparaelarrastre—pensóPeterenloquecido—.Aprietaelgatillo.Porfavor, mátame ya». Mas su cuerpo no le hizo caso y se paralizó. Era incapaz de


moverse.Comprendióloquedebíadesentirunconejocuandolorondabaunzorro.—Po-porfavor.—Temblabacontalvirulenciaqueoíaeldurocastañeteodesus

dientes.DesviólamiradaylaclavóenSteiner—:N-n-no.—Lo siento, muchacho —dijo Steiner, sin crueldad—. Si fuera tú, ahorraría

energías.


51

CuatrodíasdespuésdequelacasadeJedardieraenllamasyadosdíasdecaminodelafronteradeMichigan,Tomhallóunoshuesos.

Había transitado por los bosques y evitado las carreteras. Asimismo, se habíaalejado todo lo posible de las pocas casas y granjas que llevaban mucho tiempoabandonadas.Asíquesabíaqueesagentenohabíasalidodepaseo.Ajuzgarporeltamañode loscráneos,algunoseranmuyjóvenes,másbienniños,y tambiénhabíaunos cuantos bebés.Algunos llevabanmuertosmucho tiempo, los huesos parecíanmarfil en contraste con la nieve. Pero, sorprendentemente, otros, bastantes, aúnconservabanalgodecarne,heladayduracomounaroca,algoextraño.Uninviernoriguroso implicaba animales hambrientos. Si querías cenar, había que roer. Alparecer,aloscarroñerostampocolesatraíanlassobrasdelosChuckies.

Le dio muy mala espina que los huesos estuvieran así, a la vista. Él ibapersiguiendola tormentay lanieveestabafresca,pero también llenadehuellas tanrecientesquefuecapazdedistinguirlosdibujosylamarcadelasbotas.

«Deben de regresar a los mismos lugares para alimentarse». Con esedescubrimiento, sintióquesequedabasinaireen lospulmones.LosChuckieserancomoanimalesquevolvíanasuguaridaoperrosqueescondíanhuesosbajounárbolconcreto…yestabanenelbosque,conél.

«Bueno—pensó—,yonopuedoevitarlo.Sólohayquetenercuidado».

Esa noche espantosa en el lago Odd, el perro le había salvado la vida; habíarecuperado la consciencia gracias a susmanotazos y empujoncitos. Tardó un buenrato,perofinalmentepudodarselavueltaydeslizarsesobreelvientreparaavanzarserpenteando por el hielo, utilizando el cuchillo como pico. Con cada crujido elcorazón se le subía a lagarganta.Para cuandoconsiguióvolver al trineoeólico, laropaselehabíaacartonadoyelpelajedelperroestabasalpicadodetrocitosdehielo.Se quitó los vaqueros, los calcetines, la camisa, la ropa térmica y hasta la ropainterior—laparkasehabíaquedadoenelagua,enelfondodellagoconaquelviejocazarrecompensas— y se enfundó otro juego de ropa interior térmica. Luego secolocóporencimatodoloquetenía,sacudióyrajóunagruesabolsadebasurayselametióporlacabeza.Lefaltabaelcarritodesupermercadoparaparecerunauténticomendigo.Nohabríadesentonadoparanadasisehubiesecalentadojuntoauncubodebasuraardiendodebajodeunpuente.Pocolefaltaba.

Elperroyélpasaronlanocheenelbosque,acurrucadosenelsacodedormiralfinaldeunacuevadenieve,alabrigodelviento.Noquisoarriesgarseaencenderunahoguera o el hornillo, pero se hizo un chocolate caliente empleando el sobrecito


calentadordelacomidaprecocinadaparaderretirlanieve,ylediodebeberalperroaguacalentita.Despuéssequedarondormidos.

Elcazadorllegóalamanecer,comoTomsuponía.Élhabríahecholomismo.Dioun rápido rodeo a pie y se quedó allí plantado durante un buen rato, oteando elpanoramadesdelaorillalejanaconunosprismáticos,girándoselentamenteaunladoyaotro.Tomyelanimalestabanbastantelejos,envueltosenelsacoyprotegidosporlosárboles.Tomdivisólaformaalargadadeltrineoenelhielo,justodondelohabíadejado,y,enladistancia,lafranjamásoscuradelabrecha.Siteníasuerte,elcazadorpensaríaquetambiénsehabíaidoapique.

Alfinalsemarchó.Tomaguardóotrahora,segúnelTimexdeJed.Nooíanada,salvoelsusurrodelviento,yveíatodavíamenos.Peroteníaqueintentarlo.

Primero escondió el trineo, sacándolo a rastras del hielo e internándolo en elbosqueduranteunlarguísimotrechohastaquellegóaunmontóndecantosrodadosenlabasedeunesker.Laspiedrasestabandispuestasformandounacueva.SoltóelSpitfire a un lado y lo empujó por la abertura en forma de cuña acordándose—demasiado tarde—deque aquel era territoriodeosospardos.Peronada salióparahincarleeldiente.Talvezfueraunbuenaugurio.

Si el cazador regresaba—y lo haría; aquel trineo merecía la pena—, se daríacuentadequeaúnestabavivoconsóloecharunvistazo.Eraunriesgoqueteníaquecorrer.Nosabíasiaqueltrineoleresultaríaútil,pero,porsiacaso,queríamantenerloasalvodondepudieraencontrarlo.

DeningúnmodopensabadejaraJedamerceddeloscarroñeroso,peoraún,delosChuckies que quizá vagasen por ahí. Tal vez fuera una tontería y una pérdida detiempoyhabríasidomejorecharacorrer,perolecubriólacabezaaJed,seechóelBravoalhombroyarrastróasuamigocolinaarriba.

Lacabañaestabadestrozada,noeramásqueunesqueletodemaderachamuscadayescombroscarbonizadosqueflotabaenunfosogrisdenieveycenizarecongelada.Pisandoconmuchocuidado,empezóporlachimeneayfuecaminandomásomenosendiagonalhastaqueencontróloscuerpos.Habíatres:miembrosennegrecidosquehabían ido encogiéndose y corrugándose cual fetos en útero conforme ardían lostendones,labiossincarnequerevelabanunadentadurademasiadoblancaencráneossinojos.Apesardeeso,fuefácilidentificaraGrace,porqueerapequeñayporqueelsuyoeraelúnicocadáverquepresentabalosrestoschamuscadosdeundelantalyunaalianzadeoroydiamante.

Los puso a los dos juntos en un lugar bonito con vistas al lago… y luego sedetuvoysequedómirandoaJedmientrasRaleigholfateabaelcuerpoygañía.Tomnoteníaparka;Jedtodavíasí.Sólodepensarlosesintióculpableyavergonzado,peronecesitabalachaquetayaJedyaletraíasincuidado.Diablos,seguroqueelancianoinclusohabríainsistido.


—Losiento—murmuró.Tardóunbuenratoenbajarlelacremalleraacausadelasangrecongelada,pero

despegar la chaqueta del cuerpo tieso y congelado de Jed fue peor aún. Tuvo quehacerlo rodar como un tronco para liberar la parka. La chaqueta era demasiadograndeyolíaaJedyasangre,peroserviría.Luego,valiéndosedepiedrasyladrillosde las chimeneas, construyó una especie de túmulo. Temía que las piedras nocubrierandemasiado,perohizoloquepudo.

Jed le había explicado en una ocasión que los francotiradores de los marinesllamaban a sus armas «Cate». El nombre no se refería a una chica; significaba:«CargarseATodoEnemigo».

Tomcolocólamanosobrelafríatumbadepiedrayprometió:—Esoesloqueharé.

***

Lapaciente yegua standardbred de ambos permanecía en el bosque junto al garajequeJedhabíatransformadoenestabloimprovisado.Dixiesemoriríadehambreallísola. La otra, el poni de las Shetland de Grace, se había tirado por el precipicio,muertademiedo,ysehabíahechopedazoscontralasrocas.Aunquenocabíadudadequeelponidebíadeestarmuerto,TomseechóelBravoalhombroydescendiótodoelriscoparaasegurarse.Nopensabadejarqueelanimalsufriera.

Porfortuna,JedguardabaelpiensodeloscaballosylacomidadeRaleighenelestabloynoenelsótanodelacabaña.Llenólasalforjasdegranosdehenoyavenayvertiópiensoparaperrosenunabolsadelona.Wisconsinestabaacuatroocincodíasdecaminosihacíabuentiempoyaunaodossemanassihacíamalo.Iríamásrápidoacaballo,peroseguirlascarreterasprincipaleserademasiadotemerario.Dondehabíauncazadorteníaquehaberotrosyéleraunbotínporelquemerecíalapenamatar.Así que no podía despegarse del bosque, y eso significaba más tiempo y másdistancia.Nadadeatajos.

ApesardeloqueJeddijera,noteníaintencióndecruzarseconnadie.MiraloqueleshabíapasadoaJedyaGraceporayudarlo.Noqueríaserresponsabledeningunaotra muerte. Pero ahora debía tener en cuenta a los animales. Aunque él tuvieraprovisionesparadossemanas, losanimalessequedaríansincomidaantes.Ycomohubieraotramalditatormenta,tambiénélestaríaenapuros.

En el establo encontró la lista y los mapas de Jed mientras Raleigh metía elhocico para que le hiciera caso. Había tres nombres que resaltaban como perlasequidistantesentreaquellugarylafrontera,yuncuartoenMichigan.Paraentonces,nolequedaríamásremedioqueparar.Doblólalistadandounsuspiroyselaguardóen uno de los bolsillos interiores de la parka. «Si lo hago,malo, y si no lo hago,


peor».Elperrogimióyapoyóelhocicoensuregazo.—Sí, lo sé, bonito.Todo saldrábien.Venga.—Le restregó lasorejas—.Ahora

tenemosqueocuparnosdeunachica.Después de cuatro días de camino, aún seguía enWisconsin, viajando bajo el

biliosoresplandordelalunacreciente.«Demasiado lento.—Abrióunpaquetedemacarronesconquesoa lamexicana

precocinados.SiexistíalaposibilidaddequelosChuckiesanduvieranporelbosque,nopodíahacerfuego,asíquevertióaguaenelsobrecalentador,deslizóelpaquetedecomidaeintrodujoambosenlacajitadecartón—.Yacasinoquedacomidaparalayegua.—Enderezólacajaparaqueloscomponentesquímicosliberaransumagia—.Podríadarlecortezas,pero…».

Asu lado,Raleigh seenfurecióderepenteydejóescaparunminúsculo ladridoqueseextinguiócasienelacto,comosielanimalsupieraquenodebíahacerruido.

Tom se dio cuenta enseguida de lo quepasaba. «Mierda.—Menosmal quenohabíallegadoahacerfuego.LebastóunamiradaalosojosvidriososdeDixieparacomprobar que la yegua estaba aterrorizada. Resollaba—. Por favor—le rogó ensilencio,estirándoseparaalcanzarelBravodeJed—,estatequieta».Elrifleyaestabacargado, así que le quitó el seguro, estremeciéndose un poco por el suave chirridometálico.

Permaneció a la escucha, aguzando los oídos. Nada. Ningún sonido. El brillogangrenosodelalunateñíalanievedeunpeltreintenso,apenasdistinguibledelosárbolesmásoscuros.Elvahomanabade subocacomogrises telarañas.Exhalóunalientomáslargo,comosisoplaraporunapajita,paraobservarquérumbotomaba.Asuizquierda,yRaleighmirabaaladerecha.Asíqueestabaafavordelviento.

«Bien.Siesascosasseguíanporelolor,talvezmelibre».Algocrujió.Sucorazónsaltócomounpezreciénpescado.Unsusurroenlanieveyluegoungolpeseco.Pasos.Otrogolpeseco.Noeranraquetas,decidió;debíadehaberunsenderobienmarcadoquenohabía

visto. Giró el torso a la derecha, apretando el rifle de manera que su mejilladescansarasobrelaculata,ydejóquesusojossedesenfocaranparapoderdistinguirmejorbajoaquellaluzcenicienta.

Dos sombras pasaron como fantasmas entre los árboles a menos de cincuentametrosdedistancia.Lasdos teníanelpelo largoyTompensóqueelmásmenudopodía seruna chica.Llevabauna escopeta corta enunamano, algoparecido aunapistola.Elmásaltoeragrandoteyanchodehombroscomoundefensaderugbyenacción.ElChuckymasculinodiounpasoenfalso,trastabilló…ydeprontosacóuntercerbrazo.

«¡Diosmío!—Selepusolapieldegallina—.¡Tienenuncadáver!».El chico se agachó para levantar el cuerpo y echárselo sobre los hombros,

gruñendo ligeramente por el peso. Ahora que comprendía lo que pasaba, Tom


distinguióqueelcadáversóloteníaunbrazo,elderecho.Elizquierdoacababaenunagujeronegrocomoeltizónenlacoyunturadelhombro.

De pronto, la cabeza de la chica muerta cayó flácidamente hacia atrásdespejándoseleelpelodelacara.

«¡Alex!—pensósumente,horrorizada—.¿Alex?».Enesemomento,laChuckysellevólaescopetaalaboca…ylepegóunbocado.¡Noeraunaescopeta!¡Era un brazo! La chica seguía desgarrando trocitos de carne sin parar. Sus

mandíbulasnodescansabany,bajoaquellaluzenfermiza,Tomveíalablancacurvadesugargantaaltragar.

«No.NO».Tomsintióque la tierra sedesmoronababajo suspiesyque caíaycaíasinpoderdetenerse,yAlex…yAlex…yAlex…

—¡NO!—gritó, apretando el gatillo. La noche se rompió con un rugido. Unallamarada naranja irrumpió en la oscuridad como un cometa. Oyó que la yeguarelinchabaasustadaasuespalda.Lacabezadelachicadesaparecióenelacto,perolaimagen carmesí de la explosión quedó grabada a fuego en su retina: el cráneoestallandoenformadehalocontropezones.

Segiróparaapuntardenuevoyvolvióadisparar.Otrorugido.Enmitaddeaquelnuevoresplandor,vioalchico,comoiluminadoporunaluzestroboscópica,apuntodedarselavuelta,boquiabiertodelaimpresión…ycómounabalaleimpactabaenelpechoysedesplomaba.

Cuandoelrugidocesó,oyóladraralperro.Dixieseguíaencabritada,relinchando,intentandosoltarsedelronzal,taladrandolanieveconlaspatasdelanteras.

«¡Alex!».Saliócorriendodandotumbosmientraslanieveleagarrabaporlospiesydúctilesramitasleazotabanlacara.Elgélidoairelerajabalospulmones.Elperrocorríaasuladotratandodeseguirleelritmo,tantoquenolequedabanfuerzasparaladrar.Aunosdiezmetros,suspiesdetectaronuncambiorepentinoenlanievey,sindejardedarbandazos,fueapararauncaminobastantebienapisonadodonde,másadelante,losdivisóalostres:elcadáver,laChuckysincabezayelchico.Tambiénatisbóelbrazomedioroído.

—¡Alex!—lloriqueó—.Alex.Cayóderodillasjuntoalachicamuerta.Estababocabajoysulargamelenayacía

esparcida sobre la nieve negra y ensangrentada. Le dio la vuelta con una manotemblorosa.

—Oh,Dios.Noeraunachica.Nisiquieraloparecía.Conaquellaluztandeficienteeradifícil

adivinar su edad, pero lasmejillas de lamujer estaban curtidas. Tenía el pelo delcolordelagravaylearrastrabadesdeunenormecolgajodecuerocabelludoquesehabíadesprendidode la frentea lacoronilla, revelandouncráneo tanblancoy lisocomounaboladebillar.Delanarizsóloquedabaelhueso.Aligualquedelosojos.

«Oh,joder,oh,Dios,oh,mierda.—Jadeaba.Elsudorlecaíaporelcuelloysentía


quelaropase lepegabaa laespaldayalpecho.Tambiénsehabíaechadoa llorar:enormes sollozosdealivio—. ¡Para,para,para!—Sequitóelguantey semetióelpuñoenlabocahastaquesehizodañoconlosdientesylabocaselellenódesangre—.Para, tienesqueparar.Noes ella; esnormal alegrarsedequeno sea ella, perotienesque…».

Entonceselchicotosió.Másbiengorjeó.Tomoyócómolasangreborboteabaycómounasibilanteráfaga

deairetraíaconsigocadaalientoqueelchicoexhalaba.Aquelsonidolodespejómásquecualquierotracosa.Sehabíavistoenvueltoen

demasiados tiroteos y había visto caer a demasiados colegas; todo soldado sabíareconocerunaheridasuccionadoraenelpechocuandolaoía.Concadarespiración,el chico se llenaba el pecho de aire, hasta que la presión acabara por pararle elcorazón,siesquenosedesangrabaantes,locualeramuyposible.

Él podía ponerle fin. Bajó la vista hacia el chico.Una bala en el cerebro; unatajada rápida a las carótidas.Cualquier opción era correcta, compasiva.O,mierda,tambiénpodíaintentarsalvarlo.Bueno,enteoría.Sabíaloqueteníaquehacer.Todosoldadolosabía.Cualquiersoldadopodríahaberlohecho.

«Yanoexisteelbiennielmal.—Lamenteleardía,blancaycalientecomounaestrelladeneutrones—.Nohayleyesnidios.Sóloexisteelaquíyelahorayloquehagaacontinuación…loquehagaacontinuación…».

Los ojos del chico eran dos negros abismos y su cara se había vuelto gris.Uncharconegroyviscososeesparcíabajosucuerpo,filtrándoseenlanieve.Volvióatoser.Lasangrerebotóensuslabiosysederramóporlabarbillahastachorrearleporelcuello.

«No puedo salvarte. —Sacó el cuchillo de su funda—. Ya sé que no tengojustificación».

Tom le abrió laparka.ElChuckynoopuso resistencia, se limitó amirarlo conaquellosojososcuros,brillantesypulidoscomolaobsidiana.Susangreolíaahierrodulce.Labalasehabíainsertadoenlaparteinferiorderechadelpecho.Tomsesentóahorcajadassobreelchicoyleclavóelcuchillojustodebajodelesternón.Luegolomovió arriba y a la izquierda. Losmúsculos se separaban con facilidad conformeserraba,peroelmuchachoempezóaestremecerseyesolohizodudar.

Podía hacerlo. Elmango palpitaba contra su palma al compás del corazón delchico.Teníaquehacerlo.

ElChuckylomirófijamenteehizoademándemoverloslabios.—No,nolohagas—dijoTom,yfuedirectoalgrano:leclavóelcuchilloenel

corazónyseloretorcióconfuerza.Chas.Chas.Chas.Nada.


Elchicosiguiómirándolo.Fijamente.Elperrogruñóyesolohizovolverensí.—No,Raleigh—loacalló.Retiróelcuchilloyloclavóenlanieveparalimpiarlelahoja.Despuéshuyódeaquelinfiernolomásrápidoquepudo.

AlcabodedosdíasestabaenMichigan.


52

Venus era un diamante puro al este. El aire estaba seco como el polvo e ibatornándose quebradizo por el frío a medida que la luz se desvanecía en el cielo.Prontoanochecería.PeroTomteníaquepensárselobien.Unavezhecho,nohabríavueltaatrás.

A travésde lamiradelBravo,estudió lagranjadesdeunapantalladeabedulesnuevosydensascicutasjustoenlalindedeuncampoanchoycubiertodenievequedescendíaenpendiente.Lagranjadedosplantaserasólida,depiedradellugaryconventanas abuhardilladas, aunqueparecía necesitar una buena reforma.Unabanderanorteamericanapendíacomounaflácidalenguadeunmástilmuyaltoqueseerigíasobre unmontículo a la derecha.Un hilillo de humomacilento salía de una únicachimeneamedioenruinasquehabíaperdidosucapuchónyquesetambaleabacomouncúmulodeladrillosdejugueteapuntodederrumbarse.Habíaunapilabajadeleñaapoyadacontraunrectángulovalladoquedebíadeserunhuerto.Lamediahojadeunarobustahachareposabacontraunmontóndetoconessincortar.Alaizquierdadelhuerto había una camioneta muerta de la que sólo se adivinaba el destello delparabrisas bajo unmontículo de nieve y, al final del sinuoso sendero, tres retretesportátilesverdes.

Unascuantasconstruccionesanexasseapelotonabanalotro ladodeunaampliaextensión ininterrumpida: seguramenteunacarreteraqueconducíaa lagranja,peroque llevaba meses sin ver tráfico. De los dos establos, el gris a dos aguas de lapradera también había visto días mejores; la esquina suroeste del tejado se habíaderrumbado.Enunpradodenievepisoteada,unúnicocaballoyunavacasolitariaseinclinabansobreunabañeradehierrolacadaenblancomientrastrescabrasymediadocenadepollosdeambulabandeacáparaalláyescarbabanelsueloalrededordeunbebederodepiedra.A la izquierdadel establode lapraderahabíaotromuchomáspequeñoconpuertascorrederasyunedificiomáslargoybajodeladrillodispuestodenorte a sur con una especie de silo de piedra para el grano. Anexo a este, cincoenormescerdosseapiñabanenunaporquerizaalairelibre.Otrastresestabanvacías,conlanieveintacta.

Afianzadosobresusraquetas,semordióellabioinferioryselopensó.LosKingeranlosúltimosenlalistadeJed.Hastaahorahabíaevitadoalagente…—bueno,losChuckiesnocontaban—,asíquepodíahacerlomismoconellos,volversobresuspasoshastaelbosqueypasarallílanoche.

Perolosanimalesestabanenlasúltimas.Raleigh teníaqueconformarseconunpuñado de pienso. Dixie se había quedado sin comida hacía dos días. Habíadescortezadoalgunosárbolesyhabíaescarbadohastaencontrarmantosdemusgoquearrancardelosárbolescaídos,peroDixiesehabíalimitadoamordisquearlo.Ypara


colmo, ese día había tropezado y se había hechoun buen tajo en la pata delanteraizquierda,desdelarodillahastaelespolón.Tomhabíagastadodosrollosdegasayunavendaparacortarlahemorragia.

¡Dios,esqueestabatancerca!Podíasaborearlo.EncontraraAlexseríaunbuenpresagio.Un nuevo comienzo.No tanto una expiación comouna aceptación de sudestino.Quizá, conAlex, laspesadillasdesaparecieran.Tenía que llegar hasta ella.Detenerseporlarazónquefueraparecíaunerror.

Si llamaba a aquella puerta, asumiría otra deuda que no quería pagar.No seríajustoaceptarcomidaypiensodeaquellosancianossindarlesnadaacambio.Porelaspectodeaquelsitio,unaayudalesvendríabien,demodoqueseleiríaotrodía,talvezdos.Talvezmás.Perdidos.Puf.Sinmás.

Podíaseregoísta.¿Acasonose lohabíaganado?Perolosanimalesnecesitabandescansar.Sepasóunamanoenguantadaporloslabiosagrietados.Ellosteníanquehacerloqueélquería…yél,másquenadie,sabíaloqueeraaquello.Noerajustomachacarlosmás.

«De todas formas, Dixie necesitaría el mismo tiempo para recuperarse losuficientecomoparamontarla,¿no?Sólounpardedíasmás».

—Deacuerdo,colegas—dijo,agarrandolasriendasdeDixie—.Vamosasaludar.

JustocuandoTomllamabaalapuerta,lacabezadeRaleighsegiróhacialaizquierda.Un gruñido fue cobrando fuerza en el pecho del perro. Tom echó un vistazo a sualrededor,sefijóenelestabloenruinasdelapraderaconsusilodepiedraydivisófugazmentealgonaranjaquepasóescabulléndosedederechaaizquierda.

—Eh,vamos,pequeño—ledijoalperro—.Essólounviejogatodegranja.Entonceslapuertaseabrió,liberandounabocanadadeairerecalentadoqueolíaa

cebolla frita y a algo acre y con levadura, como pan o quizá cerveza casera, y seolvidódeltema.

Crasoerror.


53

AWadeKingleapasionabaelcerdo.Paralatardedelsegundodía,lunes,Tomsabíamásdegranjasporcinasdeloestrictamentenecesario.

—Mala suerte han corrido las carnes blancas estos dos últimos años.—WadeKing estaba tan orondo como sus cerdos berkshires, con una panza que habríanecesitadodeunacarretilla.Trascargarel comederodemaízycebada, salióde lapocilga a duras penas mientras los cerdos se daban empellones unos a otros yolfateaban su cena—.La gente ha pasado de zamparse los cerdos a decir que sonunosguarros.Pero su estiércol, si sehacebien, esmanode santoparaunagranja,aunqueparecequelagentenoquiereenterarse…

«Yoentreellos».Tomdeslizólapalabajolatercerayúltimamontañademierdade cerdo. El suelo estaba inclinado, hormigonado y diseñado para que pudieradrenarse fácilmente en aquellos días en que aún salía agua de las mangueras. Amedida que el invierno avanzaba yWade no había podido mantener el ritmo, lasmontañas de estiércol se habían triplicado y ya le llegaban aTompor las rodillas.Wade tenía calentadoresdepropanopara los cerdos, asíque lamierdano sehabíacongeladodeltodoybuenapartedeellaaúnhumeaba.Teníaelolorimpregnadoenlalengua.Yahabíaacabadoconmediotubodepastadedientes.

—Lacosameiríabien—dijoWademientrasTomvolvíaagirarseparadarotrapalada—denoserporesosabusonesdelaAgenciadeProtecciónAmbiental…

¿Abusones? Aquello le sonaba a chino. Que el hombre despotricara contra ungobiernoinexistenteleresultabauntantoridículo.Dios,esperabaqueDixieapreciaraelsacrificioqueestabahaciendo.Enesemomento,layeguaestabaenelestabloconelotrocaballo,hurgandoenuncubodepienso.

Noobstante,elprincipalproblemaeraRaleigh.NiaWadeniaNikkilesgustabanlosperros, locual lepareciórarísimotratándosededosgranjeros.Comonohabíanquerido queRaleigh entrara en la casa ymuchomenos que corriera detrás de losanimales, al finalTom le había construido una especie de caseta en el huerto, queestabavallado,peroclaro,laprimeranocheRaleighnohabíadejadodeladrary,encuanto Tom lo dejó en libertad a la mañana siguiente, salió disparado como unaflechahaciaelgraneroenruinasyWadesepusohechounafiera:«¡Eseperroasustaamisponedoras,seestáganandounbuenperdigón!».Asíque,despuésdeeso,Raleighsequedóconfinadoenelhuertomarchito.Ojaláelanimalnoenfermara.Alomejorsóloestabanerviosoportodosaquellosnuevosolores.

Se dio cuenta de que Wade le había hecho una pregunta cuando la pausa seprolongódemasiado.

—Perdona,¿quéhasdicho?—Tepreguntabasipodríasquedarteunpardedíasmás.Mevendríabientuayuda


parareparareltejado,yonomemanejobienenesasescalerasdemano…—Sí.Escucha,Wade…—Tomintrodujolapalaenelenganchedelacarretilla—,

creoqueyaosheocasionadobastantesmolestias.—¿Todavíaestásdisgustadoporlodelperro?—Wadeagitódespreocupadamente

una mano tan grande que parecía una loncha de lacón—. Las cosas estaban muytranquilasyentoncesllegóelperroy…perdílosnervios,peroyaesaguapasada.—Wadeseanimó—.¿Sabes?Hemosguardadounpocodecarnepicada.Noconozcounperroalquenolegustelacarnepicada.Tenemosquehacernosamigos,esoestodo.VoyadecirleaNikkiquelamezcleconunpardehuevosy…

—No.—Tomdeclinó el ofrecimiento—.Deberíaisguardarvuestra carne.Yyodeberíaponermeencaminomañana.

—¿Porquétantaprisa?—Porquedeberíallegaramidestino.—¿Yadóndetediriges?—Al este, supongo.—Tom levantó la carretilla y cruzó la puerta abierta de la

pocilga—.Yluegoalsur.Wadelosiguióconandaresdepato.—¿AlaCostaEste?Malaidea.Porloqueheoído,esazonavaaestaralrojovivo

duranteunosdiezmilaños.—Bueno, lomásseguroesquenovaya tan lejos.—Unavezfueradelamparo,

aunqueprecario,de lapocilga, sintióelazotedelvientocortanteen lacaray se lesaltaronlaslágrimas.Lasfuertesráfagasintentabanarrebatarleladrizaalastadelabandera y la cuerda chocaba estrepitosamente contra el aluminio. La bandera deEstadosUnidosyahoratambiénunaviejabanderacolonialondeabanygolpeteabansalvajementecomosábanasenuntendedero—.MequedaréenMichiganuntiempoyluego tal vez vuelva a bajar a Wisconsin —continuó, cosa que no era del todomentira. Cuando encontrara a Alex se dirigirían al norte y se alejarían de aquellalocura: iríanaMinnesotaoa lacasaqueJed teníaenaquella isla.ACanadá—.Yaveremos.

—¿Familia?Tomvolcólacarretillayempezóaamontonarelestiércol.—No,tengoqueencontraraalguien,esoestodo.—¿Ah, sí?—Wade se estaba quedando calvo, pero tenía unas cejas pobladas

comoorugaspeludas.Unareptóporsufrente—.¿Dónde?—Noestoymuyseguro,pero…—vaciló.Noqueríadarmuchosdetallesacerca

deadóndesedirigía,aunquenosabíamuybienporqué—.Loúltimoqueséesqueella,lachica,ibacaminodeRule.

—¿Unachica?¿EnRule?SutonodevozhizoqueTomalzaralavista.—¿Pasaalgo?—Talvezquierasreconsiderarlo.—Wadellevabaunasgafasdecristalesgruesos,


deesasantieróticaspropiasde losmilitares.Echóvahosobreunadelas lentesy lalimpióconunsuciopañuelorojo—.ElcaminoestáplagadodeChuckies,tantocomounchuchoanaranjadoinfestadodegarrapatas.

Tompensóenlosdosquehabíamatadoyenelcadávermedioroídodelamujer.—¿Decuántosestamoshablando?—Demuchos.Escucha,Tom,noquierometermedondenomellaman.—Wade

seenganchólasgafasdetrásdelasorejas—.Peronopasaríanadasitequedarasunpardedíasmás.Huelecomosiseavecinaraotratormenta.

QueWadepudieraoleralgoporencimadelamierdadecerdoeraunmilagro.—Razóndemásparamarcharme.LosChuckiessepondránacubiertoyRuleestá

sóloaunosdíasdecamino.Sieltiempoaguanta,alomejorllegoinclusoantes.—Tomrebañóloquequedabadeestiércolyvolvióadejarlapalaenlacarretilla.Aúntenía que limpiar los establos y la vaqueriza y, si quería adelantarse a la tormenta,debía hacer el equipaje—. Te agradezco el ofrecimiento, pero debo irme por lamañana,enserio.

—Como quieras. —Wade se metió las manos en los bolsillos de su raídachamarrayseencogiódehombros—.IréadecirleaNikkiquepongaahervirunoshuevos,yséquetenemosunpardejarrasde…

—Notemolestes,Wade—dijoTom,unpocoavergonzado.—Olvídalo.—Wadenoaceptóunnoporrespuesta—.Eslomenosquepodemos

hacer.

Para cuando llegóa la zonade lospollos, tuvoque trabajar a la luzde la linterna.Hacíameses que no cambiaban la paja del gallinero y el tufo a amoniaco casi lotumbó.Paraserungranjerotandescuidado,Wadeerabastantemeticulosoalahoradesepararelestiércol,ylamierdadepolloibaapararalbosquecomofertilizante.

«Tienesulógica».Dadoqueerapocomenosqueimposibleempujarlacarretillaporaquellanieve tandensa, sehabíacolocado las raquetas,había seguidoel rastroque los animales y él habían dejado antes y había apisonado la nieve hasta que lacapabasehuboadquiridolafirmezanecesariaparaquelacarretillanosehundiera.Alsalir,habíavistoaNikkidirigirsealhuertoconuncuencoparaelperroylahabíasaludadoconlamano.Ahora,cuandoibaresollandohaciaelbosqueconlacarretillacargada, apuntó al huerto con la linterna y vio que el perro se habíametido en lacasetayquelacolaenroscadalellegabaalanariz.

—Hala, a dormir, comilón —dijo, aunque se sintió aliviado. Mejor quedescansarayquesepusieraenmarchaconlapanzallena.

Fuemientrasesparcíaelgranoparalospolloscuandosepercatódealgo.Wadeteníaunmontóndeforraje:cebada,maíz,henodecalidadygranoparalos


pollos.Bajólavistaalpuñadodesemillasymaízgranuladoqueseescurríaentresusdedos.¿Dónde loconseguía?Suúnicocarro teníaelejeroto,pero,aunquehubieseestado en perfectas condiciones, era imposible que un caballo, ni siquiera uno decarga,pudiera tirardurantemucho tiempoporaquellanieve tanprofunda.Además,tampocohabíasuficientesanimalespara justificaresa ingentecantidaddegrano.Apesar de que no paraba de hablar sobre aumentar el número de cerdos y todo eso,Wade no era lo que se dice muy enérgico. El viejo apenas podía cuidar de losanimalesqueyatenía.

¿Yporquénoalmacenabaelforrajeenaquelsilodepiedra?Eralomáslógico,peroWadepreferíaguardarloenlosestablosdelpradoprincipal.Todo.

EntoncesTompensócondetenimientoentodoelestiércolquehabíarecogido,entodos aquellos montones de mierda esparcidos por ahí. Tanta mierda… y ningúnbarrildequemado.Envezdeeso,losKingteníanaseosportátiles:nounonidos,sinotres.

«¿Loshabrátraídohastaaquí?».Eraunaposibilidad,ylaideaerabuena.NoseibaaponeravaciarorinalesyseapostabaalgoaquenohabíademasiadasgranjasconretretesexterioresantesdelCortocircuito.Jedyélhabíanconstruidounoconunbarril a imitación de los que Tom había utilizado en Afganistán y no les habíaquedadomás remedio que acostumbrarse a quemar lamierda. Pero, siWadehabíatraídolosaseosportátilesalagranja,¿cómolohabíahecho?

«Talvezhayaotrocarroeneseviejogranero».Trascerrarelgallinero,fueaporla carretilla abriéndosepasopor lanievecondificultad.Teníaque ser eso.Dejó lacarretilladetrásdelapocilgayechóunvistazoenladireccióndeaquelgranerodelprado.No acertó a ver nadamás allá del alcance de la linterna, pero sintió que seerigíasilenciosamenteenlanieve.

Al hablar de todas las tareas de la granja, Wade nunca había mencionado elgranero. ¿Por qué?Seguramente porque tenía otras prioridades. Pero todo granjeroqueseprecieseocupabadesusherramientasydesumaquinaria.

Examinólacasa.Lasventanasdelanterasestabanapagadas,perodelaventanadela cocina, en la parte de atrás, salía un tenue resplandor amarillo. Nikki y Wadeestabanallí.

Volvióasacarselalinternadelbolsillotrasero.Sólounvistazo.


54

Eraunalmacéndemáquinas.Tomalumbróconsulinternauntractor,unesparcidordeestiércolydosFordF-

150. Estantes de herramientas y aparejos agrícolas se alineaban en la pared de laderecha. Incluso divisó una marca de hierro, lo cual le hizo detenerse. ¿Estabanmarcadosaquelloscerdos?Tratódehacermemoria.No,losgranjerossolíanhacerlesuna muesca en la oreja. Algún sistema complicado; no sabía cuál. El marcado ahierroseutilizabaparaelganadoyloscaballos.Asíquealomejorhabíasidoparalasvacaslecherasoelzaino.Noseacordaba.

Habíauntablerodeherramientasrepletocolgadoencimadeunaelaboradamesade trabajo con dos tornillos de banco. Al derrumbarse el techo, la nieve se habíadesplomadosobreunagransierradebandaeléctricaconhojacircular.ATomlediolaimpresióndequeseutilizabaparacortarcarneyhueso.Deserasí,aquellasierrallevabasinusarseunabuenatemporada.

Noeraelcasonidelhachanidelcuchillodecarnicero.

Ambosreposabansobreunamesadetrabajoindependientequelerecordóaltajodecarnicero que su padre utilizaba para cortar costillas de ternera.El hacha demanotenía una fina cuchilla de acero inoxidable y un mango con empuñadura de piel:ligera,fácildemanejar,bienequilibrada.Lahojaestabalimpia,peromostrabamellasaquí y allá, como si hubiera tenido mucho uso. La empuñadura de piel estabamanchadadesalpiconesdecolorpúrpurayenelmangodelcuchillosehabíafiltradomássangre,hinchandoyagrietandolamadera.Juntoaltajodecarnicero,enelsuelodehormigón,habíauncubodedesperdicios.Unos trapos rígidosembadurnadosdeoscurasmanchasgrasientasqueolíanasangreañejasobresalíanporelborde.

Alladodelamesadetrabajohabíaungrancongeladorblancotipoarcónque,porsupuesto, no estaba enchufado. En el establo hacía más frío que en cualquiercongelador.Porelbordebabeabanchorreonesdecolorteja.

Nikkihabíaservidoestofadodecerdolaprimeranoche.Wadelehabíapropuestodarlehamburguesasalperro.

«No,esunalocura».Sintióquesumenteseestremecíaconsólosospecharlo.LosKingpreparabansupropiacarne.¿Yqué?

«¿Medaríacuenta?—Apuntóalasangresecaconsulinternaydeprontosintiónáuseas—.Dios, ¿acaso no habría distinguido si se trataba de cerdo, de ternera ode…carnehumana?».

Conelcorazónamilporhora,levantólatapadelcongelador…ysoltóunblancosuspirodealivio.


Vacío.Entonces,aladerecha,justoalotroladodelestablo,seoyóunrasguño.Segirósobresaltadoyalzólalinternaesperandoverlosojosdelgato,brillantes

comomonedas,otalvezunarataounmapache.Laluzimpactósobreloqueundíadebieron de ser tres caballerizas con puertas correderas abandonadas desde hacíamuchotiempo.Algoparpadeódesdeelrincónmásalejado.Tomrodeóelcongelador,apuntó con la linterna, volvió a captar el destello… y frunció el ceño. Había unacuartacaballeriza,cerradaacalycanto,conuncandadograndeyrelucientedeaceroinoxidablequependíadeunanegraarmellatangruesacomosupulgar.

Unrasguño.Yluego,unbajogimoteo.Un cachorrito. Eso fue lo primero que pensó. LosKing habían encerrado a un

perro,seguramenteconbozal.RecordóelgruñidoqueRaleighhabíalanzadohaciaelestablo. No le extrañaba que no quisiera alejarse; había otro perro encerrado allídentro.

A lo mejor estaba enfermo. Era posible. Cuando era niño, su padre alquiló lapelículaFielamigo.Recordabaque,traslapeleaconellobo,aAmarillo leentró larabiayelniñoloencerróenelgraneroyledisparó.Tomestuvollorandoduranteunasemana. Conociendo aWade, seguro que se habría deshecho de un perro rabioso,peroaTom tampoco leextrañabaqueelmatrimoniohubieraaisladoauncachorroenfermoylohubieradejadomorir.Asíseahorrabanunabala.

«Pobrecillo».—Hola, bonito —dijo en voz baja. El animal respondió con otro gimoteo

mientrasTomsedirigíaalacuadra.Enfocóelcandadoconlalinternayluegoelrestodelapuertaylaparedanexaenbuscadeunallave.Dosdeellaspendíandeunclavoen un fino aro de cable justo a la izquierda de la puerta. Estiró el brazo paracogerlas…pero se detuvo.Aquello no era asunto suyo.Él semarchaba.LosKingteníaderechoallevarlagranjaasuantojo.

Elcachorrovolvióagimotear.—Yaestá,bonito.—Desenganchóelarodelclavoeintrodujounadelasllavesen

lacerradura—.Espe…Aquellaúltimapalabranuncallegóaabandonarsuslabios.Enesemomentosediocuentadequelapuertaerarobustaydemaderaderoble,

perono completamente sólida.Había ungran agujero casi a la altura de su rodilladerecha. Estaba oscuro y no debería haberlo visto. Por definición, nadie podía vernadaenunagujeroporqueenunagujeronohabíanadaquever.

Peroallíhabíaalgo:mugrientoymuyfino,perocompletamentereconocible.Undedo.Yentoncessemovió.


55

—¡Mierda!—exclamóTom,dejandoescaparunpequeñoyrepentinogritoahogado.Las llaves cayeron tintineando en el frío hormigón. Se le erizaron los vellos de lanucaysearrodilló—.¿Hola?¿Estásherido?

EldedodesapareciódelarendijayTomatisbóundestelloblancocuandoelniño—seguíaconvencidodequesetratabadeunniño—mirófugazmenteporelagujeroantesdequelaluzlodeslumbrara.

—Perdona.—Tomapartólalinterna.Ahoraqueestabamáscerca,aprecióeloloracarnerancia,amoniacoypajapodridamezcladaconheces—.Chico,chico,¿estásbien?¿Cómotellamas?

Parecía que elmuchacho hubiese dicho algo, pero a Tom le latía tan fuerte elcorazónqueapenasoíanada.«Diosmío,suenacomosiestuvieseherido.—Barrióelsueloconlalinternahastaqueencontrólasllaves—.SácalodeahíyensillaaDixie.Veaportuscosas,cogelasarmasybuscaaRaleigh.—Letemblabanlasmanos.Semetiólalinternadebajodelbrazoeintrodujolallaveenelcandado.Sieranecesario,encerraríaalosKingenunahabitaciónhastaquelotuvieratodolistoparamarcharse—.Esperahastalamañana,cuandohayaluz.—Girólamuñecayabrióelcandado—.Yluegoaléjatetantocomo…».

Unpotentehazdeluzlodejóplantadoenelsitio.Enlapuerta,antesuspropiosojos,susombracobróvida,negrayperfectamentedefinida,comosisetratasedeunactorretroiluminadoenunescenario.

Entoncesoyóquealguiencargabaunaescopeta:chunc-crunch.Enelestablo,detrásdelapuerta,elchicogimió.Tomsediolavueltadespacio,protegiéndoselosojosconlamano.—Ay,Tom—selamentóWade—.Ojalánohubierashechoeso.


56

Nikkilohizodesvestirse.AdiferenciadeWade,suesposaestabacomounfideoyerafrágilcomoelcristal.Susojosgrisesnomostrabanlamenoremoción,pero,cuandoTomsedetuvoenloscalzoncillos,elladijo:

—No,no.Todo.Comotetrajeronalmundo.La estufa de leñamantenía la cocinay aquella pequeñahabitación traseramuy

caldeada.Teníaelcuerpoylacarachorreandodesudor,delsudorproducidoporelmiedo,peroestabatemblando.LasplacasdeJedtintineabanensucadenadecuentas.

—¿Porqué?—Porquenopodemospermitirqueteescapes—contestóWadedesdelacocina.

TomobservóporlapuertaabiertacómoWaderetirabaelhierro,loinspeccionabaylovolvíaacolocarentrelasascuas.

—Esoesunatontería.Nomevoyaescaparencalzoncillos—espetóTom.—Oh, eso no lo sabemos.—Refunfuñando,Wade se plantó las manos en los

muslosycogióimpulsoparalevantarse—.UnavezviundocumentaldelaNationalGeographic sobre un esquimal que corría por el hielo durante kilómetroscompletamenteenpelotas.

—Vamos, Tom. —Nikki le hizo un gesto con el arma—. Los calzoncillostambién.

—No.—Muybien.¿Rodilladerechaoizquierda?—Comoélnorespondía,prosiguió—:

Nocreasquenovoyahacerlo.Mientrasestésvivo,nolesimportaenquéestadoteencuentres. A nosotros nos da lo mismo, pero… —Escudriñó su cuerpo con lamirada,primerohaciaabajoyluegodevueltahaciaarriba,ehizounrepasodecadacicatrizdemetralla,recreándoseenlahondonadadelmusloderecho.Levantóellabiocuando le vio la cicatriz del cuello—.Menudo chupetón. ¿A tu novia se le fue unpocolamano?Bueno,seguroquenoleimportanunaodosmarcasmás,teniendoencuentaqueyaestáshechopolvo.—Sucaravolvióaquedarseinexpresiva—.Nomehagasdesperdiciarunabala,Tom.

«De acuerdo, esto es una demostración de poder.—Metió los pulgares por labanda elástica de los calzoncillos—. Vamos, esto es de entrenamiento desupervivenciabásico.Nodejesquepuedancontigo».

Pero¿quépodíahacerparadetenerlos?Dejóqueloscalzoncilloslecayeranhastalos pies y luego los lanzó lejos de una patada. Tenían un arma y él había sido unidiota.

—Así me gusta.—Nikki señaló con la barbilla la silla atornillada al suelo—.Ahorasiéntateyponteesoschismesdeplástico.Primerolostobillosalaspatasdelasillayluegolamanoquequierasprimero.Paralaotratendrásqueusarlosdientes.


Dios,¿cuántasveceshabríanhechoaquelloantes?Sucorazónintentabasalírseledelpecho.Nosedirigióalasilla.Talveznolequedarandemasiadasopciones,pero,siseponíaaquellasbridasdeplástico,estabamuerto.

—¿QuélehabéishechoaRaleigh?¿Lohabéismatado?—Esoespero.—Nikkiseencogiódehombros—.Unapenaprescindirdeunbuen

perrodegranja,peronopodemospermitirqueladrecadavezquehuelaaunChucky.«¿Qué?—Algofríoanidóensucorazón.Elhacha,lasangreenelcongelador…

—.Oh,Dios,elcrío…».—Loestáisalimentando.—Claro.TedanmássilesentregasaunChuckyvivo.—EntoncesWadeviosu

carayestallóenunacarcajadatanfuertequelatripaleretembló—.No,novamosaconvertirteenhamburguesas,siesesoloquetepreocupa.Aunquehaceundíaquenosquedamossinprovisionesyséqueesecabroncetetienehambre.LacuestiónesqueeresmásvaliosovivoqueenelbuchedeunChucky.Estesemueredehambre,aunquemeimportaunpimiento.Selovanallevarigualyconelfríoseconservarábien.Detodasformas,loscazarrecompensasnotardaránmucho.

—¿Cómo saben cuándo venir?—preguntó Tom. En realidad, no quería oír larespuesta,perocadasegundoqueestuvieraalejadodeaquellasillavalíasupesoenoro.

—Izamoslaviejabanderacuandotenemosalgo.Supongoquetienenoteadores.Labandera.Tomreprimióungemido.PorDios,eratanobvio,justoallí,aplena

vista…Habíaqueridocreerqueestabaasalvo…yahoraestabamuerto.—Nohagomuchaspreguntas.Ellosvanalosuyoyyoalomío.—Wadeabrióla

portezuela de la estufa—. Lo único que me importa es que me den lo que mecorresponde.

—Deahívienetodoesepienso,¿no?—preguntóTom.—Oh,sí.—Wademetiólamanoenfundadaenungruesoguanterojodepielenla

estufa—.Siteentrego,apuestoaqueconseguiréunabonitacarretanuevayhastaunbuencaballodetiro.

Aquellodebíade ser un sistemade trueque.Si capturabas a unChuckyo a unjovenquenohubiesecambiado,recibíasunarecompensa.TomobservóconcrecientehorrorcómoWadeinspeccionabaelhierro.Elhierronegro—unaVabiertaqueWadedecíaquerepresentabaunhuesoroto,cosaqueaTomlepareciómuyapropiada—seestaba tornando de un gris claro. El humo del hierro al rojo vivo se instaló en sugarganta…

«Es el olor de las armas automáticas de escuadrónque se vuelve cíclico, de lametralla usada que cae en cascada sobre las piedras, del cañón de un arma tancalienteque se encasquillay tehaceescupir en la recámaramientras,desesperado,tratas de desatascarla. Y hay voces que salen a raudales del sol implacable y delaltavozdetucasco:“PorelamordeDios,cortaelcable,cortaelputocableycogealcríooestásmuerto,estásmuerto,estás…”.Siemprehayvoces».


—Tom.—Al oír su nombre, volvió parpadeando del horroroso recuerdo y seencontróconWadeenaquellapesadilladelpresente.Lamarcadehierroconlaformade hueso roto no estaba al rojo vivo como salía en las películas, sino de un colorceniciento.Sentíalaincandescenciaametroymediodedistancia—.Horadesentarse—ledijoWade.

—Notienesporquéhacerlo—repusoél, sabedordequeestabadesperdiciandosaliva.

—Esquesinotemarco,nopuedodemostrarqueteintercambié.Noquieroquemetimen.

Teníanunarmaynohabíapordondehuir.Loúnicoque leshabíanmachacadounayotravezenlaescueladesupervivenciaeraque,amenosquelamisióncorrierapeligro,eligiesenlavida.

Otra cosa que había aprendido: los ojos siempre te delataban.Amenos que tuoponentesupieraleerlamente,sicontrolabaslosojos…

Wadeestabamáscerca.Nikkiteníaelarma.MiróaNikki.FueaporWade.


57

Actuó con rapidez: se abalanzó sobre él estirando el brazoderechoy subiéndolo amododegancho.Lamarcadehierrochisporroteóensupiel—unsúbitolametazodefuegoquelechamuscólacarneylequemóelvello—,ynopudoreprimirungritodedolor,peroconsiguióqueWade la soltara.Elhierrocayóestrepitosamenteal suelomientras Tom adelantaba un pie, giraba la cintura y cogía impulso con el codoizquierdo en alza.El codazoque le asestó aWade en la barriga fue tan fuerte quesintióelimpactoenelhombro.Elancianosoltóungruñidobajoyentrecortadoysetambaleó,puessupesoleestabahaciendoperderelequilibrio.Tomnosemoviódesulado,golpeteabalamaderaconlospiesdescalzosmientrassusmanosseaferrabana lacamisadeWadey tratabademanejarlo…Porel rabillodelojo,vioqueNikkipivotabay levantaba laescopeta,asíquehizo lo imposibleporcolocarsedetrásdelviejo.

El rugido fue enorme. La habitación centelleó repentinamente. Un disparo aquemarropa de una escopeta del doce debería haber sido infalible. PeroWade eraenorme:unescudohumanodecientotreintakilosdepeso.Elviejodiounespasmoy,cuandosusangresalpicólamadera,sonócomosihubieraestalladounglobodeagua.SintióqueWadesedesplomabayoyógritaraNikkiporencimadelzumbidodesusoídos.Volvió amoverse, cogiendo impulso con la pierna izquierda, lamás fuerte,rodeandoelcuerpodeWadeyagachándosetodoloquepodía.ViocómoNikki,justoenfrente,aunostresmetrosdedistancia,abríadesmesuradamentelosojosylaboca.Habíadejadocaerlosbrazosdelasorpresaylaescopetaapuntabaalsuelo.

«¡Vamos, vamos, vamos! —Saltó, con la mano izquierda en garra y el cododerecholevantado—.Aprovechaydaleunpuñetazo…».

SupiederechopisóeldensocharcodesangredeWade.Fuecomopatinarporunadeesascapasdehieloqueseformanenlascarreteras.

Sintióqueperdíaelequilibrioyquesupiederechoseelevabaporlosaires.Gruñó,serevolvió e intentó frenar la caída, pero no lo consiguió y su cadera izquierda seestampóconfuerzacontraelsólidosuelodemadera.Unsúbitodolor lesacudió lapelvis, pero siguió revolviéndose en el suelo, resollando, intentando incorporarse.Ahoraacuatropatas.Desviólamiradaaladerechayallíenelsuelo,aunosquincecentímetros…

Seatrevióaecharunrápidovistazoporencimadelhombro:Nikkitorcíaelgestoenunamáscaraderabia,levantabalaescopeta,apretabaelgatilloy…

Nada.Ningúndisparo.Porlacaraquepusolaanciana,Tomsediocuentadequesehabíapercatadode

suerroralmismotiempoqueél.Conlaprisasehabíaolvidadodecargarlaescopeta.


Susantebrazossetensaronmientrasforcejeabaconelarma.Susmanoserancables.Nikkiaccionóelpistónenelprecisoinstanteenqueélselanzabaaporlamarcadehierro…

Chunc-crunch……pensando:«¡Demasiadolento,demasiadolento,demasiadolento!».Chunc…Su mano derecha se apoderó del hierro aún candente y asestó un fuerte y

repentinorevésquesesgóelaire.Sintiócómoelmetalimpactabacontralaspiernasdelamujeryladerribaba.Laescopetavolvióadisparar,peroerróeltiro,enviandounalenguadefuegohastaeltecho.Nikkicayóalsueloyelarmasaliódespedida.

—¡Tevoyamatar,tevoyamatar,tevoyamatar,hijodepu…!—gritaba.Conlamanoaúnrabiandodedolor,Tomseabalanzóaporlaescopetaysediola

vueltamientraslacargaba:chunc-crunch…Ysequedópetrificado.

Eran dos: una abuela vestida con un traje de camuflaje de invierno y un hombreincluso más viejo de ojos oscuros que llevaba un gorro negro de lana del queemanabanvolutasdevapor.Ambosportabanrifles.

Enelsuelo,Nikkiretrocediócomouncangrejo.—No,no,nosotros…—Anda—ledijoaTomelhombredeojososcuros—.Déjameamí.ApretóelgatilloylacaradeNikkiKingestallóenpedazos.


58

Nadiesemovió.LosKingnopodían.Tomnoseatrevía.—¿Estásbien?—lepreguntóelhombre—.¿Tehanherido?Tomestababocarriba,comosumadrelotrajoalmundo,enmediodeuncharco

de sangre, conuna escopeta agarrada con ambasmanosy la nariz inundadapor elolorapólvoraquemadayasupropiapielchamuscada.

—Estoybien—contestó—.¿Quiénessois?Lamujerhablóporprimeravez.Suspálidosojossedesviaronhacialacocinay

luegoseclavaronenTom.—¿Hayunniñoaquí?—Creoqueestáenelestablo,enelgrande.Lotienenencerrado.—¿Porqué?—Lapieldealrededordesuslabiossetiñódeblanco.—Esun…—Tomtragósaliva—.Yasabes.—Oh,Dios.—Cerrólosojosduranteunmomento.Sellevólosdedosaloslabios

—.Malditasea.—Nosabessiesél—dijoelhombre.—Perosabemosquiénselollevó.—Girósobresustalones—.Voyaporél.—Mellie—empezóadecirelhombre—,no…—Esmío—lecontestóellay,unmomentodespués,yasehabíaido.El hombre se la quedómirando durante unos instantes y luego volvió la vista

haciaTom.Lososcurosojosdelancianosedetuvieronenlaschapasquependíandelacadenadecuentasy,actoseguido,señalóconlacabezaelmontónderopadeTom.

—¿Porquénotevistes,soldado?—¿Quiénessois?—lepreguntóTom.—Vístete—respondióelhombreysegiróparasalir—.Yahablaremos.

Seoyóundisparomientrasseabrochabaaduraspenaslosbotonesdelacamisadefranela.Separó,contuvolarespiraciónysequedóalertaporsioíaalgomás,peronofueasí.Pocotiempodespués,sintiópisadasyelmurmullodesusvoces.

En lapalmade lamanoderechaya lehabía salidounaampolla,pero le seguíadoliendo.PorsuexperienciaenAfganistán,sabíaquelasquemadurasdetercergradono dolían. Podía soportar el dolor. Había sufrido heridas peores. Peromuy prontonecesitaríaunapomadaantibióticayvendas.

Levantólaescopeta.Nohabíaotrasalidadeaquellapequeñahabitacióntrasera,nisiquieraunaventana,yelloserandos.Podíadispararprimeroypreguntardespués,pero lo cierto es que ellos ya habían tenido ocasión dematarlo dos veces y no lohabíanhecho.


Porotrolado,losKinghabíandichoquevalíamásvivo.Cuandoentróenlacocina,lamujerestabasentadaalamesa.Surifleestabaenel

suelo.Elancianollevabaelsuyocolgadoalhombro.—Ahítienes,soldado—ledijo,colocandounapalanganadeaguadelantedeuna

tercerasilla.Susmodoseran losdeunvaqueroenrollado—.Serámejorquemetasahíesamano.Estáfría,peroesbuenoparalasquemaduras.

Tomno semovió.Con todo loquehabíapasado, no iba avolver a cometer elerror de confiar en alguien. Llevaba la escopeta apoyada en la cadera derecha,apuntandoconelcañónelpechodeltipo.Lamujertendríaqueinclinarse,alcanzarsurifle,cogerloyapuntar.Podíavolveracargarlaypegarleuntiroantesdequesupieraqueestabamuerta.

—¿Soiscazarrecompensas?Lamujerdejóescaparunatristecarcajada.—Es una manera de llamarlo. He estado buscando a ese chico de ahí fuera,

Teddy…—Suvoztemblóysecallóduranteuninstante,tragósalivaysepasóunamanoporlacara.CuandovolvióalevantarlavistahaciaTom,susojosclarosestabanbañados en lágrimas—.Estaba enungrupodeniños a losquehe estado cuidandodesde…yasabes.Loscazadoresmeloarrebataron.

Aquelloteníasentido.Elpobrechiquilloteníaquehabervenidodealgúnsitio.—¿Cómosabíaisquedebíaisveniraquí?—preguntóTom.—Tesorprenderíalorápidoquecorrenlosrumores—contestóelhombre—.Hay

muchasgranjasporaquí.Cuandonosreunimos—Hizoungestodeasentimientoalamujer—,sabíamuybiendóndedebíamosmirar.

Tomvolvióapensar en JedyenGrace.Elloshabían sidocuidadososyhabíanpermanecidoaislados,peroloúnicoquehizofaltafueunvecinometomentodo.Asíquesí,teníasentido.Noobstante,¿quéestabahaciendoaquellagenteallí?Esoparaempezar.¿Trabajabanjuntosoqué?Elancianohabíadichoquesereunieron.¿Quéqueríadecir?¿Yquéhacíanaquellosdosviejalesvagandoporahíenplenoinvierno?Entendíalahistoriadelamujer,pero¿quépasabaconelaspiranteavaquero?

—Aunque, para serte sincero—continuó el anciano—, no estuve seguro hastaquevi labandera.Muchosgruposparamilitaresutilizancosasparecidas.Seguíunacorazonada,esoestodo.

«¿Paramilitares?».Unapunzadadeansiedadseinstalóensupecho.Jedlehabíaadvertido sobre eso, pero Tom había sido tan ingenuo como para creer que lasmilicias se circunscribían aWisconsin. Debería haberlo sabido, él más que nadie.Allá donde hubiese civiles, habríamilicias, unasmás organizadas, atrincheradas ymejor preparadas que otras. Puede que incluso algunas estuviesen esperando ydeseandoqueelmundosefueraalgareteylotuvierantodoplanificadohastaelmásmínimodetalle.Losmiembrossupervivientes,comoesnatural,sehabríanagrupado.Por muy enfermizo que fuera aquel razonamiento, comprendió por qué él y otrosjóvenes supervivientes eran tanvaliosos:nadamásynadamenosqueparagenerar


reemplazos.Sinembargo,¿porquéalgunosquerríanChuckies?—LosKingdijeronqueeraunaseñal.Llevaizadadosdías—dijo.Elhombresequedómirandoalamujer.—Entonces,debemosponernosenmarcha.Ycuantoantes,mejor.—Yonovoyaningunaparteconvosotros—repusoTom.—Estaríasmásseguro—lecontestóelhombre.—Noséquiénessois.—Me llamoMellieBridger—dijo lamujer. Le tendió unamano conmanchas

causadasporlaedad.ComoTomnohizogestoalguno,volvióaponerlaenelregazo—. Vamos a nuestro campamento base. Allí me dirigía conmi grupo cuando nosquitaronaTeddyhacediezdías.Losdemásniñosyadeberíanestarallí.

«Aver,unmomento.—Uncampamentobaseimplicabaunaoperaciónamuchamayorescala.Siaquelloseranlosexploradoresdeloquequedabadelosmilitares,lacosapintabamuymalparaél—.AlomejorhesalidodeGuatemalaymevoyameterenGuatepeor».

—¿Quécampamento?¿Dónde?—¿Adóndetedirigías?—lepreguntóelhombreconelmismotonoamistosode

vaquerodeantes.—Nocreoqueseaasuntotuyo.—Mira. —La tímida expresión de la que el anciano había hecho gala hasta

entoncessedesvanecióel tiemposuficientecomoparaqueTomcaptaraundestellofugazdealgocasipredatorio—.Porsinotehasdadocuenta,teacabamosdesalvarelpellejo.Estamosintentandoayudarte.

—Gracias.Os loagradezco.Enserio.—Yenverdad lohacía—.Pero¿porquéibaisapreocuparospormí?

—¿Prefieresquenospongamosdepartedeloscazarrecompensas?Tompensóqueaqueltipoeramuybuenoesquivandopreguntasyponiendoala

gentealadefensiva.Teníaelpuntojustodefanfarronería.—Esonoesunarespuesta.Elancianoabriólaboca,peroMellielepusounamanoenelbrazo.—Dejademeterteconelchico.¿Esquenovesqueestáheridoyasustado?No

seastanduroconél.Eltipoparecióquererdeciralgomás,peroseencogiódehombros.—Comoquiera.Siprefiere terminar sirviendodecebo,me importauncomino,

peroyodeélnomedirigiríaaleste.Esaeraprecisamenteladirecciónenlaquenecesitabair.—MedirijoaRule.—Tomvioquelosdossemiraban—.¿Qué?—Verás,éltienerazón—dijoMellieinclinandolacabezahaciaelhombre—.No

creoqueseaunabuenaidea.EsoeraloqueWadelehabíadichotambién.—¿Porquéno?


—¿Tecreesconsuerte?—lepreguntóaqueltipo—.ElcaminoestáinfestadodeChuckies.PoresoestamosluchandocontraellosycontraRule.

—¿PorquélucháiscontraRule?—¿Porquétienestantasganasdeirallí?Tomreflexionódurantemediosegundoyluegocontestó:—Unachicaqueconozcoestáallí.Nosseparamoshaceuntiempo,perosedirigía

haciaRule.Se dio cuenta de que la cara curtida del hombre se iluminaba, como si se le

hubieraencendidounabombilla.—¿Cómosellama?Noveíaquémalpodíahaceraquello.—Alex.—¿Qué? —El anciano dejó caer la mandíbula con expresión de genuina

conmoción—.¿HasdichoAlex?—Sí.—TomsepercatódequeMellieescudriñabaalancianoconunamiradade

extrañezaylosojosentornados—.¿Porqué?—¡Nojodas!—Aquelviejoparecíacasiconfundido;lefaltabanlaspalabras.Se

pasó unamano nudosa y llena de callos por la boca, pero Tom no sabía si estababuscando algo en su memoria o tratando de decidir qué era lo mejor y lo másprudentequedebíadecir.Sinembargo, losojosqueseencontraronconlosdeTomerantannegros,brillantesysagacescomolosdeungavilán—.¡Mecagoenlaleche!Túereselsoldado,¿verdad?—ledijoelhombre—.Elchicoquesabedeexplosivos,elqueestuvimosbuscandohacemeses.TúeresTom.


59

«Meconoce».Aloírsunombreenbocadeaquelextrañoleflaquearonlaspiernas.Le dio la impresión de que aMellie se le cortaba súbitamente la respiración, peroestabatanimpactadoquenopodíaasegurarloacienciacierta.Despuéspensaríaquesehabíaequivocado,peroahoranotócómolasangreabandonabasucarayelmundoledabavueltas.Eseextraño,eseviejo,loconocía,sabíasunombre.Y«hacemeses»significaba…

—¿Cómo…?—preguntóconvozronca—.¿Cómolo…?—PorqueheconocidoaAlex—respondióelanciano—.Laconozco.«Oh,graciasaDios;loconsiguió,estáasalvo.—Lasensaciónfuelamismaque

cuandosobrevivióasuprimertiroteo:primerounaalegríadesatadayluegounalivioque lo dejó mareado, tembloroso y sudoroso como un yonqui. Le temblaban lasrodillasysintióunrepentinonudoenlagargantaylaquemazóndelaslágrimas—.¡Estáviva!».

—Tranquilo, hombre. —El tipo le echó un brazo por los hombros—. Estásagotado,hijo;ven,siéntate.

—No, tenemos…Tengoqueverla.Deberíamos irnos…—replicóTom,pero locierto es que se sentía débil, la combinación de alivio y perplejidad y todo lo quehabía ocurrido aquel día habían terminado por mermar sus fuerzas. Dejó que elhombre lo condujera a una silla—. ¿Estámuy lejos? ¿Cuánto tardaremos en llegarallí?

—Notanrápido.—Eltipodesviólavista,rumiandocomositrataradeencontrarlaspalabrasadecuadas.VolvióamiraraTom—:Lascosasnosoncomotútepiensas.Primerotenemosquehablarsobreaquénosenfrentamos.

—¿Qué?—Unaoleadadepánicoseapoderódeél—.¿Aquénosenfrentamos?¿Qué pasa? ¿Alex está bien? ¿Está herida? —De repente, todo cobró sentido:«Volvieron a por mí, pero yo ya me había ido. Asumieron que había muerto yAlex…»—.¿Todavíasigueallí?¿Semarchó?¿Quéesloqueocurre?

—Másdeloqueteimaginas.—Lacaradelhombreparecíaimpenetrable—.Alexlos convenció para organizar una batida.Créeme, no fue fácil, pero ella no dio subrazoatorcer.Todoelmundosabíaelenormeriesgoqueesosuponía,perocuandolesdijoaloschicosqueerasunsoldadoyquesabíasmanejarexplosivos…,enfin,tendrías que haber visto cómo se les iluminó la cara. Así que pusimos pies enpolvorosa, pero, cuando llegamos allí y no te encontramos, todos pensamos quehabíasmuerto.

Demodoqueteníarazón.Loasaltóunnegroyterriblepresentimiento:«SiAlexmediopormuerto,¿sehabráquedadoenRule?Pero¿ysinolohizo?¿Ysisalióabuscarme?».


—¿Ella…semarchó?¿Adóndefue?—¿Ytúadóndefuiste?—MelliehabíapermanecidotancalladayatentaqueTom

casisehabíaolvidadodeella.Lepusounamanoenelhombro—:¿Dóndeestuvisteexactamente?

—EnWisconsin.—Maldijo su aturdimiento y su confusión, pero las palabrassalierondesuslabiossinqueledieratiempoapensar.

—¿EnquépartedeWisconsin?—insistióMellie.—Eh…—Semesóelpeloconlamanobuena—.Unapareja…,JedyGrace,se

topó conmigo de camino al oeste. Yo no estaba muy consciente que se diga; dehecho, nome acuerdo de casi nada. Lo único que sé es queme desperté cuatro ocincodíasdespuésyqueestábamosensucabaña.Graceeraenfermeray…

—¿Unacabaña?—repitióMellie.—Ajá,enellagoOdd.—Aúntambaleándose,Tomvolvióafijarseenelhombre.

Sentíacómosumenteintentabaencajarlaspiezas—:Noloentiendo.SisoisdeRuley vinisteis a buscarme, ¿por qué ahora lucháis contra ellos? ¿Qué es lo que pasa?¿PorquéestáisaquíynoenRule?¿Quiénessois?

—Me llamoWeller,Tom.Y lamento decírtelo, peroAlex…—Weller hizo unamuecaquedejóversusdientes.

«Oh,no,esdemasiadotarde.Heesperadodemasiado…».—Pero¿qué?¡Habla!—Losientomucho,Tom,pero loúltimoque supedeAlex esque estaba en el

calabozo.—¿Qué? ¿En el calabozo?—exclamó, horrorizado. El hecho de que estuviera

viva debería haberlo animado, pero aquello era mil veces peor. Si calabozosignificabalomismoenesepuebloqueenAfganistán…,sitorturabanalagente…,máslevaldríaestarmuerta—.¿EnRule?¿Porqué?

—Bueno…—Denuevo,Wellersepasólamanoporlabocamuydespacio,señalinequívocadequeestabamidiendosuspalabras.

—¡PorelamordeDios!—Tomnopudoreprimirse.Sentíael sudorenel labiosuperior—.¡Desembuchadeunavez!

—Son…Digamosqueenesepueblohaygentemuymala—soltóWellerporfin.MiróaTomalosojos—.Nohablamossólodecómofuncionabanlascosasantesdequetodosefueraalgarete.Hablodeahora:decómotratanalagentey,enparticular,delascosasquehanhechoparaasegurarlasfronteras.

—¿YesoquétienequeverconAlex?¿Porquélahanencerrado?—Digamos que… se negó a colaborar.—Los rasgos deWeller adoptaron una

expresióndepesar.—¿Yesoquéquieredecir?—Parecesunchicolisto,Tom—intervinoMellie—.Hasestadoenlaguerra.Has

vistolorápidoquesedesmoronanlascosas.¿Quécreesquehacenlosviejosconlasjovencitas?


—Ynosólolosviejos—añadióWellerconprudencia.MellieyélintercambiaronotralargamiradaantesdequeWellerrepitiera—:Nosólolosviejos.

«Oh,Diosmío.—Tuvoquecerrarlosojos.ElpesardeWeller,suprudenciaalahoradebuscarlaspalabras…,ahoratodocobrabasentido—.Esculpamía.Sinolahubieradejadosola,sinomehubierandisparado,nadadeestohabríaocurrido».

Oyósuvozelevarsecomodesdelanegruradeunpozo:—Decidmequétengoquehacerparasacarladeallíyloharé.—Abriólosojosy

setopóconWeller—.Sinmiramientos.En la comisura de la boca deWeller se produjo un temblor minúsculo y casi

imperceptible,unamuecadesatisfacciónquesedesvanecióenunabrirycerrardeojos.

—Bueno,elchicoqueestabaalmandosellamabaPeter—explicó—.Peromurióenunaemboscada,asíquenotienesquepreocuparteporél.¡Quesepudra!Peroelchicoquelosucedió…Esehijodeputaesunpsicópata.

—¿Quéchico?—preguntóTom—.¿Cómosellama?—SellamaPrentiss—dijoWeller—.ChrisPrentiss.


60

—¿Estás bien?—Chris, que seguía jadeando porque la desesperada lucha le habíadejadosinaliento,selevantódelanieveensangrentada.MiróendirecciónaNathan,que se hallaba despatarrado contra la pared norte de la escuela: le costabamuchorespirar y se mantenía agarrado el bíceps izquierdo con la mano. La sangre lerebosabaporentrelosdedos.Teníalaparkahechajironesdesdeelhombrohastaelcodo—.¿Tehamordidoenalgúnotrositio?

—No.Peromenosmalqueseresbalóenelhielo.—Nathansehabíapuestolívido—.Elmuy cabrón se le echó encima comounamaldita sanguijuela.—El ancianomiróporencimadelhombroygritó—:¿Tehahechoalgo?

—No.—Lenaestabahechaunovilloenlaesquinadeledificiobajoelcorredortechadodondehabíanamarradoloscaballos.Elcorredordiscurríaporelmuroqueseencontrabaalesteyconducíaaunoscolumpioscubiertosdenieveyalosrestosdelareddeunasolitariacanastadebaloncesto.ElCambiadolehabíarasgadolaparkaalaalturadelagarganta.Unosarañazosamoratadosydeunrojobrillanteaparecíanenformadesurcosparalelosensucuello,dondelasuñaslehabíanarrancadolabufandaantesdedesgarrarleeljersey.Quenohubieseutilizadolosdienteseraunmilagro—.¿Dedónde ha salido? ¿Por qué estaba aquí?El colegio está aislado.No hay casascerca,nada.

—Nolosé.—Chrisbajólavistahastaelniño.ElCambiadonoestabadeltodomuerto:seguíaboqueando,tratandodeaspiraraireatravésdelasangrequelesalíaaborbotonespor labocayporelagujerodelcuchilloamedioclavaren lagarganta.Movía lentamente lospiesarañando lanieve.Entonceselniñoconsiguióemitirundébil y gorjeante gruñido y Chris no pudo soportarlo más. Se arrodilló, agarró elcuchillo con ambasmanos, sintió cómoejercíapresión en ellas cuando lagargantadel chico se convulsionaba… y lo clavó hasta el fondo.Notó que la punta tocabahuesoyqueseproducíaunalevevacilaciónalatravesartendóncorreosoymúsculoenlacolumnadelchico.Chrissedejócaercontodosupeso.

Elniñosederrumbócuandoelaceroencontrósuespinadorsal.Delabocabrotóun surtidor brillante y carmesí. Sus manos eran trémulas estrellas de mar que secrisparony saltaronantesdedoblarse,volverse flácidasy, finalmente,morir.Chrisesperóunossegundosmásparaasegurarseyluegosacóelcuchillo.Habíasangreportodaspartes:enlanieve,enelniñoyensuspropiasmanos.

—Lena está bien.No lo entiendo—dijoNathan—.No haymarcas aquí fuera.Debíadeestardentrodelcolegio.

LocualsignificabaqueelniñoloshabíarodeadoaellosparallegarhastaLena,cosa que no tenía sentido. Cuando Lena gritó, Chris estaba en la segunda planta,registrandolashabitaciones.Habíamuchoscadáveres;enrealidad,genteconvertida


enpolos:todosestabantiesosdefríoysólounospocosconservabanalgúnmiembro—unbrazoporaquí,unpieporallá—roídohastaelhueso.Lospasillossehallabanrecubiertosdeunafinacapadehieloynieve,peronohabíavistomáshuellasquelassuyas. Así que había mucha comida y ninguna necesidad de que el niño sedescubriera.Ajuzgarporlashuellas,elCambiadohabíasaltadoporlabiblioteca,queerael lugarpordondehabíanentradoNathanyél.Nathan,queseguíaen laplantabajayenlapartetraseradelaescuela,fueelprimeroentoparseconél.

«PeroNathanestaba justoallí.¿Porquénofueaporéloapormí?Estábamosdentroymuchomáscerca.¿Porquésemarchó?¿PorquésalióaporLena?Joder,¿porquélapersiguió?».

Volvió amirar a Lena, que seguía encogida demiedo agarrándose la gargantaarañadaconunamano.Aunqueelniñohabíadispuestodemuchotiempo,nolehabíamordido en ningún sitio. «Es como si quisiera llegar hasta ella. —Se fijó en lamarañadebufandaverdeyenlaparkadesgarrada—.Comosiquisiera…».Unfríoestremecimiento le recorrió la piel. La idea de que el niño quisiera violarla leinquietaba incluso más que si el Cambiado sólo hubiese querido arrancarle lagarganta.

—¿Creesquehaymás?—lepreguntóLena.Buenapregunta.Lesechóunvistazoaloscaballos,peroestosestabantranquilos.

Aunquetampocoesqueloscaballosfueranunindicadorfiablealcienporcien:losperroseranmuchomássensiblesalosCambiados.

—Nolocreo,perolomejoresquenoslarguemosdeaquí.Aunqueestuvierasolo,haymuchoscadáveres.Puedequeotrosdecidanpasarseacomer.Nuestroscaballoshicieronmuchoruidoynosotrostambién.

—¿Ponernosenmarcha?¿Otravez?—Lena estaba blanca como unamuerta ytenía unas ojeras oscuras como el carbón. Se encontraba mal y comía como unpajarito,peronoqueríahablardeltema.Chrisempezabaaalbergarunadesagradablesospecha.Lapreguntaera:¿quépodía(ibaa)hacerélalrespecto?—.Chris—ledijo—,llevamossindescansardesdehace…

—Días.Losé.—Sedirigióhaciaelruano,desenganchósumochilayvolvióparaarrodillarsejuntoaNathan.Atravésdelroto,veíalasangremanarporundesgarrónirregular, pero no a borbotones. Sacó el botiquín—. Pero aquí no nos podemosquedar,Lena.Ahorano.

—Estamosenmediodelanada.Laescuelaestáaislada.Nohaymáshuellas,asíque lo más seguro es que estuviera solo. Chris, en algún momento tenemos quedescansar.

Chrissetragósurespuesta.Enfadarsenosolucionaríalascosas.Loquehizofueconcentrar su atención en Nathan: ayudó al anciano a sacar el brazo herido de lamangaycomenzóalimpiarlelasangre.NoteníarespuestasparaLena.Además,ellateníarazón.Todosestabancansados.Aunquealfinalhabíandecididoempezaravirardevueltahaciaelnoroeste,llevabanoncedíasencamino.Aeseritmo,necesitarían,


consuerte,otrosdiezdíascomomínimopara llegaraOrenydossemanassino latenían.Necesitabandescansar.

—¿Algunavezhasidoasí?—insistióLena—.MerefieroaquetepersigantantosCambiados.Esteeselcuartoniñoendosdías.

—No conozco mucho esta zona —le contestó mientras vendaba la herida deNathan—.CuandoheidoalestedeRule,siemprehasidoconungrupogrande,conmuchostíos,armasyperros.¿Nathan?

Elancianoselimitóamenearlacabeza.—Todasesashuellasymontonesdehuesosquehemosencontradosonviejos.No

noshemostopadoconunasolacasaogrupodesupervivientes,nijóvenesniviejos.—Alomejorhuyeron—dijoLena.—Oestántodosmuertos—repusoNathan—.Miopinióneslasiguiente:nohay

carne frescaenningúnsitio;por tanto,nodeberíahaberCambiadosporaquí,¿no?Entonces,¿cómoexplicáiselpequeñoalijodecadáveresquehemosencontradoenlaescuela?

«Joder».Nuncahabíaconsideradoesaposibilidad.—¿Estásdiciendoqueesunalmacén,unaespeciede…reservadecarne?—Exactamente.—Nathanhizoungestodedolory siseóal inspirar,dejandoal

descubiertosusdientesamarillentosysusencíasdecolormasilla—.Nocreoqueseaunabuenaseñal,¿nocrees?

—¿Quieresdecirquehabrámás?—LavozdeLenasonótrémula—.¿Quepuedenestardirigiéndoseaquíenestemomento?

—Nohayhuellasrecientes—dijoChris.Aquellaescuelaprivadaestabaapartada;seencontrabaalfinaldeuncaminodemediokilómetroy lassuyaseranlasúnicashuellas.Porladisposicióndelterreno,parecíaquetodaaquellazonahubierasidounpastizal en otros tiempos. Aparte de un campo de fútbol y de gradas cubiertas denieve,nohabíamásedificios,yelbosquemáscercanoestabacasiaunkilómetrodedistancia.

—No sé lo suficiente como para comprender lo que significa eso—reconocióNathan.

Éltampoco.—Entonces,¿quéopinas?¿Nosquedamosonosvamos?—Deberíamosquedarnos—sugirióLena—.Túmismohasdichoquelashuellas

son antiguas.Mira esto.—Usó la punta de su bota para levantar una nubecilla depolvohelado—.Volvióanevarjustoanoche.Esnievefresca.Senotaquesomoslosúnicosquehemospasadoporaquí.

—No me vuelve loco ninguna de las dos opciones —dijo Nathan—, perollevamosveintehorasenmarchacasidecontinuo.Loscaballosestánhechospolvoyvolverameternosencualquiertipodebosquequenosproporcioneunbuenrefugiosignificanopararenotrasdosotreshoras.Silosanimalesestuvierandescansadosytuviéramosunalunadecentequenosiluminaraelcamino,otrogallocantaría.—Tras


oncedías deviaje, la piel deNathan sehabíavueltomacilentay tenía lasmejillaschupadas por falta de descanso y de comida en condiciones—. Aunqueconsiguiéramos llegar a un bosque, el sol se pondría antes de que pudiésemosacampar.

—Deberíamosquedarnos—repitióLena—.Lomásseguroesqueestuvierasolo.Puedequesetrataradelalijoparticulardeesecrío.Losdemásyahabríansalido,¿no?Sinohayhuellasrecientes,esosignificaquenohahabidonadiemásalmenosenlosúltimosdosdías.Podemosatrincherarnosenalgúnsitiodelasegundaplanta.Sinosdeshacemosdelcuerpoymetemosloscaballos,quizánadieseenteredequeestamosaquí.

Todas aquellas eran buenas ideas. Los ojos de Chris volvieron rápidamente aposarseenelniñomuerto.ElCambiadoerapequeño,notendríamásdetreceaños,yparecía sano…Bueno,deno serporqueestabamuerto.Además, ibabienabrigadopara aquel tiempo. Estudió la cara del crío, que todavía conservaba un resto depapaditainfantilbajolabarbilla.«Sevequetambiénestababienalimentado,asíquealomejorsóloestabadefendiendosusreservas.Perodebíadesaberquenosotrosnorepresentábamos una amenaza en ese sentido. Y la única persona a la que atacófue…».

—¿Chris?—dijoLena.—Unsegundo.—«ElniñoeligióaLena.PodíahabernosatacadoaNathanoa

mí.Podríahabernosdejadoenpaz.Peroteníaquellegarhastaella…ypusoenriesgosuvida».

Dios,nolegustabanadahaciadóndeapuntabaaquellalíneadepensamiento.Alomejornoleconducíaaningúnsitio,perocreyósaberunmododeaveriguarlo.

—Deacuerdo.—Dejóescaparun largosuspiro—.Votoporquenosquedemos.Nathan,hayunahabitaciónquehaceesquinaen la segundaplanta justoencimadenosotros, con ventanas al este y al norte, y otra en diagonal en sentido suroeste.Desdeallíveremosvenirloquesea.—Seagachó,seinclinóycogióalniñomuertoporlasaxilas—.Lena,vamosaquitarlodeenmedioyacubrirlasangre.

Lenapareciótanentusiasmadacomosilehubierapedidoquerecogieraunacacadeperro,peroselimitóaasentir.

—Estaremosbien—aseguró,agarrandoalcríopor los tobillos—.Nopuedesermáspeligrosoqueelbosque.

EsafuelaprimeravezqueChrislemintió.—No—ledijo—.Claro.


61

—Toma. —Lena se sentó junto a él en su puesto de vigilancia y le tendió unahumeantetazadealuminio—:Tehepreparadounté.

—Gracias—respondióél,unpocosorprendido.HabíadejadoaLenayaNathanenelcuartodeal lado,quealparecerenotro tiempohabíasidoun laboratorio.Lahabitaciónestabaenladireccióndelviento,pero,porsiacaso,habíanutilizadocintaadhesiva para tapar las juntas y la rendija de debajo de la puerta. Los caballos sehallabanenelgimnasio,dadoqueesteno teníaventanasy laúnica salidaeramásfácil de bloquear. Dejarían la cancha de baloncesto hecha un asco, pero ¡a quiéndemonios iba a importarle! Sujetó la taza caliente con ambasmanos. Emanaba undulcearomaanaranja—.¿Porquésiguesdespierta?

—La verdad es que no he pegado ojo. Estoy demasiado nerviosa y tengo lasorejas congeladas. Y, para colmo, nome acuerdo de dónde he puesto la bufanda.Nathansíqueestágrogui.—Sucarahabíaadquiridoundébilbrilloplateadoen laoscuridad—.¿Algunanovedad?

—No.—Hacíaseishorasquehabíaanochecidoporcompleto.Unfinísimocuartodelunaarrojabasobrelanieveunhúmedoverdínsimilaralbroncecorroído.

—Asíquealomejornohaymás.—Ojalá.—Diounsorbitoalté.Estabaardiendo,perosabíaagloria—.¿Cómote

encuentras?—Regular.—Hizounapausayañadió—:Necesitodormirencondiciones.«Ycomeralgo»,pensóChris.—Puesacuéstate,anda.—Sí,ahoravoy—dijo—.Esque…noquieroestarsolaahídentro.—PerosiestáNathan.—Yasabesloquequierodecir…Mesientomejorcuandoestoycontigo.Nosupoquéresponder,asíquenodijonada.Permanecieronunratosentadosen

silencio,hastaqueLenavolvióaromperelhielo:—¿Habloensueños?—Eh…—Chrissoplóparaenfriareltéycontestóprudentemente—:Aveces.Lena volvió la cabeza hacia él, pero a Chris le resultó imposible descifrar la

expresiónderostro.—¿Yquédigo?Chrisdiootrosorboaltéparademorarlarespuestaysequemóelpaladar.—Cosas.—Vaya—gruñóLenayseabrazóasímisma—.Loquemetemía.Avecesme

despiertoyséqueheestadohablandoensueños.—Todoelmundotienepesadillas,Lena.


—Nocomolasmías.Chrisseacordódeaquellahorriblemañanaenque,conapenasochoaños,había

bajado a desayunar y, en lugar del desayuno, se había encontrado a su padrechupándose los nudillos ensangrentados y pimplándose una botella de whiskyMaker’sMark.NohabíanirastrodeDeirdre,suliguedeturno.

—Seguroquesí.—¿Tútambiénsueñasconcosas…deantes?Yameentiendes.Oh, las pesadillas habían comenzado mucho antes de que el mundo acabase.

Tenía sueños brutales, violentos, estridentes: gritos y ruegos de unamujer… y unextrañoruidorítmicoqueempezabasiendodébilyhuecoyseibavolviendohúmedoypulposohastaque,finalmente,sonabacomosialguienhubieradespachurradoconunbateunmelóndulcedemasiadomaduro.

—Todoloquesueñodeantesesmalo—leconfesó.—Yotambién.Creoqueporesotengopesadillas:porquetodoeramalo.¿Noes

extraño?Quierodecirqueelmundosehaidoalcarajo,losniñossehanconvertidoenmonstruitos…,peromividaanteriortampocoeraparatirarcohetes.

Nuncahabíapensadoenellocondetenimiento,peroLenateníarazón.Loúnicobueno que le había pasado en años había sido llegar a Rule. Peter y él habíancongeniado desde el principio. De hecho, ahora que lo pensaba, cuando seconocieron,lacaradePeterpasódelasombro…sí,alaalegría.Éllehizosentirqueporfinhabíaencontradounhogar.Erancomohermanos.

—¿Sabesqué?Porextrañoqueparezca,probablementehesidomásfelizenRulequeenningúnotrositio.

—Puesyono—replicóLena—.¿Porquénuncamehaspreguntadopormividaanterior?Conlosamish…

¿Porquesabíaquenohabíasidobuenayélyateníademasiadosmalosrecuerdos?—Nolosé.Supongoquenoeraasuntomío.Además,Peterytúestabais…muy

unidos,yasabes.Meimaginéquetedesahogaríasconél.—Un poco, pero no demasiado.—Soltó una risita—.Verás, estoy loca por él,

pero la verdad es que nuncame preguntó qué hacía una pagana como yo con losamish.Yyosóloqueríaolvidarmedetodo.

Lediolaimpresióndequequeríacontárselo.—Bien,¿yquéesloquehacíasallí?—Mimadreeraunadrogata—dijocontotalnaturalidad—.Seponíahastaelculo

decristalycocaína,yluegosehinchabadebeberparaqueselepasaraelefecto.Sesalióderehabilitacióndiezvecesoasí.Supongoquecreyóquehacerseamisherasuúltimobillete para desintoxicarse, así que se casó con eseviejopervertidobaboso,KarlelTriturador.

Habíamurmuradoaquelnombreensueños.—Quénombretanraro,¿no?—Enrealidadesunapodo.Casitodoslosamishtienenapodos,comootrotíoa


quienllamabanJohnelMarranoporquecriabacerdos.KarlelTrituradormanejabauna trituradoradepiedrasy teníaunasmanosenormes.Eraunauténticogilipollas,peromimadresecasóconéldetodosmodos.Mihermanoyyonuncatuvimosnivoznivoto.

—Quémierda.—Yatedigo.¿Sabesque losamishnomandanasushijosa laescueladespués

del octavo curso?Yome escapaba siempre que podía y caminaba ochokilómetrospara coger el autobús. ¿Tú te crees? Y Karl me llevaba de vuelta a rastras y meencerrabaenelgranero.Al final, elobispo tuvoquedecirlequemedejaraenpaz.Peroelmuycabrónmelashizopagar.Memolíaalatigazosconlafustaconlaqueatizaba a los caballos. Y mi madre lo sabía, claro, pero lo único que hizo fuecontárselo al obispo, y como este noquería involucrar a los «ingleses»,medieronmorcilla—dijoarrastrandolaspalabrasconunexageradoacentoalemányresopló—.Gilipollas.

Noqueríaseguirescuchándola,peronosabíacómointerrumpirla.—Losiento.—Élsíquelosintióalfinal.¿Sabesloquehice?—Nolodejóresponder—:Lo

apuñalé.Chrispestañeó.—¿Queapuñalastealobispo?—No—respondióLena,comosifueseretrasadomental—.AKarl.Unanocheen

quevinoahacermeunavisita.—Recalcólapalabra—.Solíavisitarmeamenudo.—Oh—murmuró,deseandoquesecallasedeunavez—.Deverdad,Lena,noes

asuntomío.Peroellacontinuócomosinada:—Elobispoylosministrosdecidierondeshacersedelcuerpo.Noquerían«alertar

a lapolicía“inglesa”»,yasabes.A losamishse los reconoceporsupurezay todoeso,tienenunareputaciónquemantener.NotengoniideadeloquehicieronconKarlnideloquelesdijeronalosdelacantera,peroasíquedólacosa.Karldesapareciócomosinuncahubieseexistido.Creoqueensufuerointernotodossealegrarondequemecargaraaaquelgilipollas.

Élnodijonada.—Nuncaselohecontadoanadie—reveló.—¿Yporquémelocuentasamí?—Nolosé.Talvezseamiúltimaconfesiónoalgoasí.—¿Dequéestáshablando?—No sé. Es sólo hablar por hablar.—Se le quebró la voz y suspiró—. Estoy

rendida,pero tengo lacabezasaturada,comosimefueraaexplotar.Yotrasveces,simplemente…,mequedoenblanco.Comounahojadepapel.Esrarísimo.¿Puedesmorirtedenodormir?

Lo único que Chris sabía era que uno podía volverse loco y ella apuntaba


maneras.—Anda,veteadormirunrato—leaconsejó,rezandoparaquelehicieracaso—.

Porfavor.—Vale. —Le puso una mano en el brazo—. ¿Puedo quedarme aquí? Sé que

Nathannovaahacermedaño,peromedarepelús…quedarmeasolasconél.A Chris no le hacía ninguna gracia que se quedara, pero se salió del saco de

dormirextraquehabíanencontradoyseloofreció:—Toma.Utilízalo.Amínomehacefalta.—Gracias—repusoLenayélsevolvióparaexaminarlanieve;oyócrujirelsaco

ycómoluegosehacíaelsilencio.Alcabodeunmomento,denuevosuvozflotóenlaoscuridad—:Chris,¿puedopreguntartealgo?

—Lena,porfavor,duérmeteya.—Sí,perosiemprequieropreguntartealgoyluegosemeolvida,noséporqué.Habíacosas—comosupasadoy,porloqueacababadecontarle, tambiénelde

ella—queeramejorolvidar.Perocreíasaberloquequeríapreguntarle.DurantetodoelcaminodevueltadeOrennohabíadejadodedarlevueltasalacabezabuscandolamanera de darle la mala noticia. Pero entonces Alex había huido, Jess le habíagolpeadoyelrestoerahistoria.

—Hala,dispara.—¿Te acuerdas del chico? ¿El que trajo Greg la mañana en que Alex se fue?

¿Era…?


62

Yentonces, amitad de la frase,Lena se quedó pillada. Sencillamente… se apagó,puf, se fue, como si le hubiese fallado la conexióny su cerebrohubiesepuesto enmarchaundisyuntor.Fueunasensacióndelomásextrañaysobrecogedora,comosisus pensamientos fuesen palabras en una página que, de improviso, se hubieranborrado.Sumentesequedócompletamenteenblanco.

«¿Dónde estoy?—Sus ojos barrieron la habitación y divisaron un revoltijo desillasypupitres.Librosenelsuelo.Yaquelchicoenuntaburete…—.¿Yesequiénes?—Sumiradasedetuvoenelsacodedormirqueteníasubidohastalacintura—.Sacodedormir,enelsuelo…¿Quéestoyhaciendoaquí?».

Oscuridad.Esolorecordaba.Soñando…,sí,estabasoñando.Yluegosedespertóderepente.Té.Habíahechotépara…paraaquelchicoporquequeríacompañía.

«¿Quién es? ¿Por qué nome acuerdo?—Un puñal demiedo se le clavó en elpechoyempezóatemblar—.Debodeestarenferma.—Teníalafrentemojada.¿Porquénorecordabanada?».

—¿Lena?—Undestelloblancoaparecióen laoscuridady lamanodeChris seposóensuhombro.Lavozdijoalgomás,peroeracomosileestuvierahablandoenchino.

«¿Qué me pasa? —Las palabras estaban atascadas en algún sitio. Nada teníasentido: ni dónde estaba ni por qué, ni siquiera la figura borrosa del chico que secerníasobreella—.¿Quiéneseste?».

Yluego:«¿Yquiénsoyyo?».—¿Lena?—Elchicolasacudióunpoco—.¿Estásbien?Fueraloquefueraloquelaatenazaba,derepentelaliberó.—Sí—contestósoltandounpequeñosuspiro—.Estoy…estoybien.—Sellevó

unamanoalasien.Lacabezalepalpitaba—.Nomeencuentromuybien.—Nohascomidonada—dijoelchico—.Además,necesitasdormir.«Chris, esChris; pero ¿qué te pasa?—Depronto, la últimamedia hora volvió

rápidamenteasumentecomoaguacontenidaenunapresaalaquehubieranabiertolascompuertas.Lavergüenzalainvadióenformadeardienteoleadaquelecalentólapiel—.Diosmío,¿porquéhehechoeso?NuncalehabíacontadoanadielodeKarl.¿Quédemoniosmepasa?».

—Sí.—Laslágrimaslequemabanysemordióellabioparaevitarunsollozo—.Losiento.

—Nopasanada.Anda,duérmete.—Chrissearrodillóylesubióelsacohastalabarbilla—.Venga,veráscomoporlamañanatesientesmejor.

ALenaselehizounnudoenlagarganta.—¿C-Chris?


—Venga,venga.—Lediounatorpepalmaditaenelhombro—.Nollores.—Tengo…—Tragósaliva.Sentíaquelaslágrimaslerodabanporlasmejillas—.

Tengomiedo.—Venga—volvióadecir,yentoncessecallóyselimitóadejarqueseagarraraa

élmientrassollozabadandohipidospegadaasucamisa.—L-lo siento —consiguió decir finalmente. Se pasó una mano por los ojos

hinchados—.L-losiento.—Nopasanada.—ChrislesujetabalanucaconlamanoyLenadejóreposarla

cabezaensuhombrodandounsuspirodeagradecimiento—.Todostenemosmiedo—añadió.

«Nocomoyo.Túnoestásperdiéndoteatimismo.—Unpensamientoextrañoquenollegabaacomprender,peroque,dealgunamanera,sabíaqueeraexactamenteasí.Tampoco quería soltar a Chris. Aquella burbuja en el tiempo no era más que unsuspirotanfrágilcomoelcristalmásfinoyperfecto—.Soyreal;estoyaquí,enesteprecisomomento,ysoyyo».Teníamiedodemoverseodehablarporqueentonceseltiempovolveríaacontardeceroyaquelinstantesehabríaperdidoparasiempre.Talvezella también.Porprimeravezen semanas,era real;noexistíaotrapalabraquedescribiese mejor lo que sentía. Era como si los brazos de Chris no sólo lacontuvieran, sinoque ladefinieran, leproporcionaran sus límitesy evitaranque seresquebrajaraysehicieraañicos.OíalaspalpitacionesregularesdelcorazóndeChrisysuolorleresultaba…indescriptible.

«EsChris.—Seabrazóaúnmásfuerteaéleinhalósuaroma—.EsteeselolordeChrisyélesrealyestotambién,asíqueyotambién».

Antesdepoderparar—quémentira;noqueríaparar—,alzólamano.Lepasósustrémulos dedos por el cuello y lo oyó quedarse brevemente sin aliento de laimpresión.

—Lena,yo…—dijo—.Nosotros…—Porfavor,porfavor,porfavor—susurróella.Sucuerposeestremecía,bullía,

despedíacalor.Rozó lapieldeChrisconsus labios, sintiósus fuertes latidosen laboca,probóelregustosaladoensulengua.Cuandolotocó,élemitióunsonidoqueprocedíademuylejos,delasprofundidadesdesugarganta.Lenasintióelrepentinotremorenelpechodelchico,unestremecimientoqueseextendióporsucuerpocomounaondaexpansiva.Lepusounamanoenlanuca,acercólabocadeChrisalasuyayempezaron a besarse, y siguieron haciéndolo, y los labios de Chris eran cálidos ysabíananaranjasdulces…Secentróeneso,seabandonóaltactodesubocaydelasmanosdelchicoensupelo,alaquemazóndesusdedosenlasmejillas,enelcuello.Lena se estremecía de la cabeza a los pies, ansiaba su sabor, gemía en su boca,respiraban el uno en el otro hasta que él pronunció su nombre y ella sintió quenecesitabaaquellocasimásqueelaire.

«Sí,estoesrealysoyLena,soyLena,soy…».—Lena.—Chris la apartó, jadeando un poco—.No.No puedo. Lo siento. No


deberíamos.Estenosoyyo.«Peroyosí».—Síque loeres—contestóella.Lavozse lequebró—.No,por favor,no,por

favor.—Lena.—Parecíaexhausto.Lecogiólosbrazos—.Estonoestábien.—Sí loestá.—Sonóasúplica,perono le importaba—.Chris,no tieneporqué

significarmásdeloquees.Noestámal.—Lena,sencillamente…nopuedo.Nosoyyo—volvióadecir.—Laquieres.—Suvoz era débil y plana como el papel.Dejó caer lasmanos.

Una enorme sensación de derrota la invadió como si una oleada de aguas negraspudieraarrastrarlamaradentrooahogarla.Lomismodaba.

—Nolosé—respondióél—.Esocreo.Meimportas,enserio,pero…—Estupendo.—Soltóunacarcajada—.Esoesloquetodachicanecesitaoír.Chrissequedócalladoduranteuninstante.—Noesjusto.—¿Justo?Atención, avance de última hora: la vida no es justa.—Oyó el tono

cruelensuvoz,peropreferíamilveceslarabiaalmiedo—.Nadaesjusto.—Yalosé,peronotengoporquéempeorarlascosas.Esonosignificaquedeje

dehacerloqueconsiderocorrecto.—¿Asíqueahorasoyincorrecta?—No.LoquedigoesquetodavíanopuedodejarmarcharaAlexsinmás.Sivoy

a estar contigo, ya sabes, o con alguien, tienes que ser tú, no quien desearía quefueras.

Nopodíacreerloqueescuchabansusoídos.—¿Yqué?¿Aquiénle importa?¿Quépasaconloqueyonecesito?¿Esqueno

tengonivoznivoto?—Claroquesí,Lena,pero…—Pero¿qué?—leespetó—.¿Nosoy lobastantebuena?¿Nosoyella?¿Tehas

paradoapensar,durantecincosegundos,encómomesientoyo?¿Vamosamoriraquífuerayatitepreocupaserlefielaunachicamuerta?

—Lena.—Suvozsehabíavueltograveypeligrosa—.No.—¿Que no qué? ¿Que no diga que está muerta?—Lanzó la palabra como el

rápidoyfuerterestallidodeunlátigo.—Basta—contestó. Su tono dejaba entrever una nota de advertencia—. Lena.

Porfavor.—Basta.Lena.Porfavor—loimitó.Luegocontinuóconsunuevavozcruel—:

Estámuerta,Chris,y,siquierespensarenalgo,piensaenesto:ellanotequería.Teutilizóyluegoselargó.

—No—lacortó—.Ellanoeratú,yyonosoyPeter.Aquelloledolió,perosealegró.Cualquiercosaeramejorqueaquelmiedoquele

carcomíaloshuesos.


—Oh,enesotienestodalarazón—dijo—.Peternoeraunniñitoasustado.—Yonoestoyasustado…—¡Vengaya!—¿Quépasa?¿Porquéestamosdiscutiendo?¿Porquéestáshaciendoesto?—le

preguntó.Lenanopercibióningunanotadeiraenaquellaspalabras,sólounaespeciede traición y asombro, como si se tratase de un cachorro incapaz de creer que sudueñoleacababadedarunpuntapié—.¿Quéquieresdemí?

«Quieroquemehagasreal.—Fuesuprimerpensamientoyelmásapremiante—.No quiero que importe nada más en el mundo que este momento, aquí, en estemalditosuelo,enestelugarespantoso».

Sinembargo,loquedijofue:—Quierosentirmea salvo.—Encuanto laspalabras salierondesuboca, sintió

quelafuriasedisipaba,comounatormentaquealfinpasadelargo—.Q-quieroquealguienmedigaquetodovaasalirbien.Sólo…—Unsollozolebullíaenlagarganta—.Q-quieroqueelmundov-vuelva.S-séquenolohará,peroesonosignifica…—Ahoradabahipidosysacudíaloshombros—.Esonos-significaquen-noquiera…

Estavez,cuandosintióquelosbrazosdeChrislaapretabancontrasupecho,nohizo otra cosa que llorar como si no hubiera unmañana. Tampoco es que tuvieramuchasmásopciones.Estaveznopasónada,peronoimportaba.Estababienasí.

Pocodespués,Chrisinsistióenquesedurmiera.—Lascosassiempresevenmejorporlamañana.Lenalodudaba,perovolvióatumbarseydejóqueChrislesubieralacremallera

del saco.Cuando terminó, se quedó a su lado y le puso una vacilantemano en elhombro.

—Nocreoquefueraél,Lena.—¿Él?—ElniñodeOren.—Hizounapausa,talvezalaesperadequeLenadijeraalgo.

Comonolohizo,seapresuróaaclararlo—:ElqueGregtrajolamañanaenqueAlexsefugó.

—Oh.—Susrecuerdoseranborrososyunpocoirreales,comosilahistoriadesuvida estuviera escrita en un viejo libro que perteneciese a una raza extinta de otroplaneta—.Sí,lorecuerdo.

Sediocuentadequeesanoeralarespuestaqueesperaba,peroChriscontinuó:—Elcríoteníaochoaños,talveznueve,perotuhermanotienetrece,¿verdad?—

Lenatardótantoencontestarquedijo—:¿Lena?—Sí,verdad—repitiócomounloro—.Tienetrece.—Esoesloquepensé.Asíque…estoybastantesegurodequenoeraél,Lena.

EsosignificaquealomejorloencontramosunavezquevolvamosadirigirnoshaciaOren.


—Deacuerdo.Gracias,Chris.—Hizounapausa—.Losiento.—Lo sé. —Le dio un ligero apretón en el hombro—. Yo también, pero todo

saldrábien,Lena.Todosesolucionará.Duérmete,¿vale?—Vale—contestóellaunpocosorprendidadequeestavezhubieraconseguido

controlarlaslágrimas.CuandoChrisselevantaba,añadió—:Tencuidadoconeseté.—¿Qué?—El té. —Lo señaló—. Tienes la taza pegada al pie izquierdo, al lado del

taburete.—¿Ah,sí?—Sevislumbróundiminutohaz,unrayitodeluz.Latazapareciósalir

delanadaenmediodelaoscuridad—.Vaya.Gracias.Nolahabíavisto.—Nopasanada.—Elresplandecientedestelloamarilloquedespedíaelaluminio

ladeslumbraba.Molesta,segiróparaponersedelado.Unsegundodespués,oyóuncliccuandoChrisapagólalinterna,seguidodelfrufrúdelatela,ellevechirridodelfríometalyunpequeñosuspirounavezqueseinstalóeneltaburete.

Lenasesubióelsacodedormirhastalabarbillaysequedómirandolaoscuridad,primero las borrosas imágenes azules y fantasmales de aquella taza de aluminio yluego, cuando estas se disiparon, las siluetasmacizas de las mesas y taburetes delaboratorio.Hizounapanorámicaporlasespitasdegasylosgrifoscromados,porunmontóncristalinodevasosrotos,unapiladelibrosdetextocaídosyundesparramedepáginasarrancadasdeunlibrodeQuímica.Laesferablancadeunrelojdeparedconlasmanecillascongeladasenlasnueveyveintiúnminutosflotabaencimadelapuertadelaula.

«Estáoscuro.Nodeberíasercapazdevertodoesto,perolohago.—Losojoslequemaban,aunqueyanolequedabanlágrimas—.Meestápasandoalgoynoséquées,peroquieroquepare;quieroquelascosasseancomoantes».Noobstante,habíaalgo que sí sabía: que las cosas nunca volverían a ser como antes para ella. Noconservabaniunsolorecuerdodesuhermano.Sabía,sinasomodeduda,queteníaunhermano.Lasensaciónestababien,perohabíaun…unvacíoensuinterior,comocuandolequitaselhuesoaunaguacateyluegolesacastodalapulpa,dejandosólolapiel.Dondedeberíaestarsuhermano,ahorahabíaunespacioenblanco,unaespeciedefosfenodifuminadosincara,sinnombreysinelmásleverecuerdo.

Ensulugarnohabíanada.Nadaenabsoluto.


63

Llegarontreshorasantesdelamanecer.ChrisnohabíadespertadoaNathanparaquelorelevase.Despuésdeloquehabía

ocurrido con Lena, le habría sido imposible conciliar el sueño. En vez de eso,permanecióalaespera,sintiéndosearatosculpableyaratoshorrorizado.

Quéestúpidohabíasido.LegustabaLena,sí,peronodeaquelmodo.¿Osí?No.Teníaqueprotegerla.Lenaestabaenfermayasustada, tanconfundidacomoél.Nopensabaconclaridad.Dijeraloquedijera,nocabíadudadequeestabaenamoradadePeter.Yéltampocopodía,niquería,dejarmarcharaAlexasícomoasí,todavíano.Alomejoralbergabafalsasesperanzas,peroseaferrabaaellascontodassusfuerzas,apesardeloquelehabíadichoaLena.Mejorquelascosassiguieransucursoyqueseconcentraraenloqueibaahaceracontinuación.Cadacosaasutiempo.

Echó una ojeada al bulto escasamente iluminado junto a la banqueta. Surespiración era acompasada. Dormía. Al parecer, se habían acabado las pesadillas.Volvióamirarlanieve.Dios,ojaláseequivocase,peronopodíaquitarsedelacabezael hecho de que aquel Cambiado hubiera decidido salir de su escondite sinnecesidad…yhubieraidoaporLena.

Lachicasehabíasinceradoconél.Todoeserolloquelehabíasoltadoantesdeque sebesaran—estúpido, estúpido, estúpido—, ¿aquéhabíavenido?Parecíaunaconfesión. Y, sin embargo, se había dado cuenta de su repentina incertidumbrecuandohablarondesuhermano.Puedequeestuvieradeshidratada,yqueeso,sumadoalhechodequellevabadíassindormircomoesdebido,explicarasudesorientación.

Espera. Se mordió el agrietado labio inferior, muy pensativo. ¿Se estaríamuriendo? Oh, Dios, no lo había pensado. Si ella se estaba muriendo, los demástambién.ÉlestabaigualdeexhaustoyNathan,muchísimomásflaco…Unaráfagadeaireysaldríavolando.

«Peroellatienenáuseas.—Searrancóunpedacitodepiel—.Sobretodoporlasmañanas.Asíquetalvez…».

Movimiento. En la nieve. Algo negro que se escabullía captó su atención. Notuvoquemirarporlosprismáticosparasaberquenoeraunloboniuncoyote.Creyóque se trataba de otro chico, pero todos los chicos con parkas abultadas eranprácticamenteidénticos.

Viocómoelchicoibadirectohacialoscadáveres.CuandoaChrisseleocurrióamontonar abuenapartede losmuertos en lanieve, simplemente ledijo aNathanque no quería arriesgarse a que los Cambiados intentaran colarse en la escuela.Aquello tenía tanto de verdad que el anciano ni siquiera lo puso en duda. Diezcadávereseransuficientesparaunanoche,peroNathannollegóaentenderporquéChrisdecidióqueeramejorhacerdosmontañasenlugardeuna.


Contuvolarespiraciónenlaoscuridad,mientrasladistantefigurasedirigíahacialaprimeramontaña,queChrishabíacolocadoapropósitomáscercadelbosque.Lafiguraensombrecidasedemoróallíunbuenrato…yluegocontinuó.

«Mierda.—Elestómagolediounvuelco,aunquesumentetratabadecontenerlo—. Tranquilo, hombre, ni siquiera sabes qué significa eso; a lo mejor sólo estáexaminándolos.—Observócómoelchicosearrodillabaanteelsegundomontóndecadáveres—.Sivienenmásylamayoríasedirigehacialasegundamontaña,esoyaseríasignificativo».

Alcabodeunosminutosaparecieronmássombras:losCambiadosavanzabanporla nieve a campo abierto comoun reguero de negras hormigas en busca de azúcarderramado.Contóunostreinta.Sólounospocossequedaronjuntoalprimermontón.Lamayoría se apiñó en torno al segundo. Por lo que acertaba a distinguir con losprismáticos,aquellosCambiadoseranbastanteprimitivos:batesdebéisbol,palosdegolf.Divisó a uno conun fémur humano.Y a otro conunhacha.Noobstante, nollevabanpistolasniarmasarrojadizas.Contanpocaluz,habríasidodifícildistinguircuchillos,perolosimaginóvaliéndosedelosdientesylasmanos,royendocarnedelasarticulaciones,rompiendoyretorciendobrazosypiernascomosetrinchaunpavoelDíadeAccióndeGracias.Unalaporaquí,unmusloporallá.El cráneonoeracomolascaderasolasrodillas,dondeunorealmenteteníaqueafanarseparaatravesarlosgruesosligamentosprotectores,sinocomounaboladebolosquese tambaleabaprecariamenteenloaltodeunaendebletorredevértebras,tansólosujetaaestaporlosgruesosmúsculosdeloshombrosytendonesfácilmentedesgarrables.

Desviólavistadedosniñosquesedisputabanunaristradeintestinosparafijarseen Lena, que dormía profundamente. «Por favor—rogó en silencio—, por favor,Lena,siguedurmiendo.Notedespiertes.Nodeberíasveresto».

Por fortuna, Lena no vio nada, pero él lo hizo por los dos. LosCambiados sequedaronduranteloquerestabadenoche,disputándoseloscadáveressinningúntipodeconcierto.Parecíanunabandadadebuitres.Noselesocurriómiraralcolegioniunasolavez.

El peor momento fue cuando uno de ellos —un chico, estaba casi seguro—extrajoalgoalargadoyfibrosodelmontóndecadáveresyseloenrollóalcuellodosveces. «Madre mía», se le cayó el alma a los pies. Escudriñó a través de losprismáticos,peronoestabaseguro.Tripas,talvez.Desdeladistanciaparecíaqueelchico se hubiera puesto por bufanda una ristra de salchichas. Qué extraño. NuncahabíavistoaningúnCambiado luciendopartesdelcuerpocomosi fueranadornos.Probablemente el chico sólo estuviera agenciándose un tentempié para mediamañana.

O…quizáselasuntofueramáscomplicado.Nolosabríahastaqueclareara.Cuandofaltabaapenasmediahoraparaqueamaneciera,losCambiadosvolvieron

sobre sus pasos para adentrarse de nuevo en el oscuro bosque y se desvanecieroncomoelhumo.Lanochetocabaasufin.Yahacíatiempoquesehabíapuestolaluna,


así que sólo debía esperar a que aparecieran los primeros rayos de luz. Aquellasegunda pila de cadáveres le recordaba a las sobras de una fuente de patatas consalsa. No quedaba mucho: unos pocos harapos y restos esparcidos por la nievepisoteada.Aguzólavista,peronolavio,aunquetampocoesqueesofueraunamalaseñal.Bajólosprismáticos.Losbrazoslepesabancomotuberíasdeplomoylosojoslepicabanacausadelcansancio.Lesesperabaunlargodíaydebíadescansar,perotenía que estar seguro, lo que significaba que debía salir allí fuera, solo, en eseprecisoinstante,antesdequeLenayNathansedespertaran.

Lena se estremeció ligeramente cuando se levantó del taburete. A Chris se lesubióelcorazónalagargantaysintióunescalofrío.«¡No,no,no!¡Ahorano,ahorano!».Alcabodeunmomento,Lenasoltóunsuspiroymascullóalgoentredientesantesdequedarsequietadenuevo.

Aquel fue el trayectomás largode suvida, comosi caminarahacia el cadalso.Fuera, el aire era gélido pero seco y sus globos oculares parecieron arrugarse. Ledolíarespirar.Susbotascrujíantantosobrelanieveheladaquenopudoreprimirunamueca.Notabaunafuertepresiónen laespalda,comosialguien loobservara,perocada vez que se daba la vuelta, sólo el colegio lo contemplaba. A cada paso casiesperabaqueunasmanosloagarrarandelcuellopordetrásodescubrircarasqueloobservaban desde la espesa negrura del bosque. Nunca se había sentido tan solo.¿Qué haría si la encontraba… o si no la encontraba? ¿Qué pasaría entonces?Aúnpodía dar media vuelta. Seguramente estaba equivocado. El hecho de que no laencontraratampocodemostrabagrancosa.InclusolosCambiadossentíanelfrío.

«Pero,Dios,ojalálaencuentre—pensó—.Ojalá».

Sinembargo,nolaencontró.

Doshorasmástarde,sacaronloscaballosdelgimnasio.Habíasalidoelsol,lanieverefulgíacomoundiamanteyaChrisempezaronalagrimearlelosojos.

—Chris—lollamóLena.Casinohabíancruzadopalabraentodalamañana,perosusojos seposaron tímidamenteen losdelchicoconunamiradaqueestenosupodescifrar—.Perdona.Lahebuscadopor todaspartes, perono la encuentro. ¿Estássegurodequenohasvistomibufandaporningunaparte?

Élocultósusojostraslasgafasdesolylemintióporsegundavez.—No—respondió—.Notengoniideadedóndepuedeestar.


64

—Deberíasdejaralperro—ledijoMelliecuandoTomsubióaRaleighalasilla.Alsentirelolordelperro,elcaballodeMellie,unapaciblepíotobiano,relinchó.Melliele rascó la coronillapara tranquilizarlo—.Loúnicoqueharáuncaballodemásesretrasarnos.

—No me importa —respondió Tom brevemente. Se giró y empezó a atar lascuerdas para asegurar la voluminosa lona azul con su triste contenido. La manoderecha le dolía, pero obligó a losmúsculos a obedecer. La herida deDixie habíasanadobastanteysesentíacómodomontándola,perolepreocupabaqueelcuerpodeRaleigh lemolestase,asíquelohabíacolocadoenelcaballode losKing.Mientrasestabaatareado,uncuervosolitarioseenca-ramóalmástildelabanderaysoltóunpesarosograznidoquesonóapersonaheridademuerte:Oh.Oh.Oquizásóloseloparecióaél.

—Pero la tierra está congelada.—Weller iba a horcajadas sobre un zainomuymusculoso—.Nopodrásenterrarlo.

—Entoncesloquemaré.Olepondréunapiladepiedras.Esteperromesalvólavida.Pertenecíaagentequemeimportabaynovoyadejarquesepudraaquí.—Tomdiountirónalaúltimacuerdacongestoceñudo.Inclusoconlavendaylapomada,lamanoledolíaarabiar.Pasaríauntiempohastaquesecurase—.¿Quéhacemosconlosdemásanimales?

Wellerparecíaimpaciente.—Yatelohedicho.Conozcounagranjaenlaquepodemosparardecamino.Tres

viejos.Hermanos.Ellosloscuidarán.—¿Estássegurodequevendránsihaycazadoresdecamino?—Todoloseguroquesepuedeestar,dadaslascircunstancias—repusoMellie—.

Tom,nopodemoshacermás.—Perolosanimalesnolehanhechomalanadie—continuóTom,tozudo—.No

semerecenmorirporeso.—Ynomorirán—lecontestóWeller—.Perodebemosmarcharnosya.¿Quieres

salvar a esa chica o no? Tú preparas las bombas para que explotemos esamina yluegovamoshastaallíysacasaAlexdeesacasadondelatienenprisionera.

TomalzólavistahastaWeller.—No es tan sencillo. Tenemos que entrar sin ser vistos. Debo colocar los

explosivos en lugares estratégicos y tienen que estallar en el orden correcto. Nisiquiera estoy seguro de que pueda hacerse. Un edificio con buenos pilares dehormigónnecesitaríaalmenosnoventakilosdeexplosivos.

—Mira,esotambiénlohemoshabladoya—dijoWeller.—Loúnicoquehemoshabladoesquehayunaminaquequieresqueteayudea


volarporlosaires.Loqueyoquierosaberesporquédebohacerlo.¿CómoayudaráaAlexlaexplosióndeunaminallenadeChuckies?¿Cómosabessiquieraqueestánenlamina?

Por la forma en que sobresalió la bigotuda mandíbula de Weller, Tom se diocuentadequeelancianoestabaperdiendolapaciencia.

—Porque los he visto —refunfuñó, irritado— y les hemos seguido la pista aalgunosgrupos.Mucho antes deque todo estoocurriera, los críos siempre estabanganduleando por allí. Hacían fiestas y exploraban los túneles. Era un lugar deencuentro. Sé que mis nietos, sobre todo Mandy… —Weller apartó la miradamientrasaúnmovíalaboca; luegoseaclarólagargantayescupió—.Bueno,ahíesdondemuchosCambiados…

—¿Cambiados?Wellerencogióamediasunhombro.—EselnombrequeRule leshadadoaesoscabroncetes.Yoprefiero llamarlos

Chuckies,laverdad.ConCambiadosparecentenerdemasiadoqueverconlaManodeDios.

—¿Cuántoshaycuandosejuntan?¿Vivenallí?Wellerfruncióelceñoenungestoamable.—No,sevequeestosgrupitosypandillasentranysalen,comoloschavalesdela

cafeteríadeuninstituto.Yodiríaqueunosdoscientosodoscientoscincuenta.Avecesmás,avecesmenos,depende.

—Eso son muchos críos. —No obstante, lo que Weller acaba-ba de decir lerecordabamucho a lo que Jed habíamencionado enmás de una ocasión: que losChuckies orbitaban por sitios que les resultaban familiares. ¿Qué mejor sitio paraquedarsequedondehabíandisfrutadodefiestorrasydebuenosmomentos?—.¿Ynopasanfrío?

—Esloqueteexpliqué,Tom.Unavezquetemetesasuficienteprofundidad,lasminas son bastante cálidas y, cuanto más profundizas, más calientes son. ¡Leñe!,habíadíasenquesólo llevabapuestos lacamiseta, lasbotas,elcasco, lasgafasdeprotección y los guantes.Además, en esamina haymucho espacio para tumbarse:habitacionestalladasenlarocaqueservíancomotalleresparalasmáquinasycomozonasdealmacenamiento.Sitiosdondedescansar,echarseunratoeinclusoalmorzar.Estabaaquellagranbancada…

—¿Bancada? —Lo único que Tom sabía de minas lo había aprendido de laspelículas—.¿Terefieresaunpozodeaccesoalamina?

Wellermeneólacabeza.—¿Alguna vez has visto uno de esos terrarios de hormigas que tienen en las

escuelas?¿Todasesascámarashuecas?Esoesunaauténticaminaenminiatura:nadamásynadamenosqueungranhormiguerocon túnelesqueconducenacavidades,sóloquelascavidadessellamanbancadasyseexcavanenlarocaenlugardeenlaarena.Algunas sonmuy pequeñas y en ellas sólo cabe un hombre, pero otras son


enormes.Enestaminaenespecial,hayunacavidadaunoscientosetentametrosdeprofundidadquenoesmásqueunabolagrandeyhuecaderocadesintegradacuyotecho sostienen finos pilares. En algunas de las paredes hay fisuras de tensión tananchasquepodríasmeteruncamión.

—¿Acientosetentametros?—Esaeramásomenos laalturadelMonumentoaWashington—.¿Quéprofundidadtieneesamina?

—Unpocomásdeseiscientosmetros,peronoesqueestoscabroncetes lleguentanabajo.Laminallevaañosinundadapordebajodelostrescientosmetros.Ynomeextrañaríaqueelaguahayasubidomás.Enminastanviejas,puedesteneraguaenelniveldeencimaoenlacámaradealladoynoenterartemientraslarocaaguante.Lagentequevaaexplorarminasabandonadasporestazonasiempreacabaahogada.

—Entonces,¿quéesloquepiensasvolar?¿Laentrada?¿Esacavidad?—No exactamente. Queremos eliminar la de abajo. No es tan grande, pero sí

bastanteinestable.Haymenosdeveintemetrosderocaentrelasdos.Locualsignificaquecualquieraquecolocaselasbombastendríaquebajaraúna

mayorprofundidad.—Veintemetrossiguesiendomucharoca—observóTom.Wellerresopló.—Enunaminacomoesa,veintemetrosnoesnaday,comotehedicho,laroca

estádesintegrada,comohielodeshecho,todaagrietadaydestrozadaporculpadelasfisuras de tensión.—Weller ahuecó lamano izquierda en el aire—. Está esa grancavidadyjustodebajo—Colocólamanoderechabajolaizquierda—tenemoslaotramáspequeña.Ambasseencuentranbajouna tremendapresión.Asíque,si fabricaslasbombasyvuelaslospilaresdelacavidadquehaybajolamásgrande…

—Le partes las piernas.—Ahora entendía hacia dónde iba todo aquello: si sevolabalabase,todosederrumbaría.

—Exacto.Silohacesbien,enterraremosaesoshijosdeputa—dijoWeller.—Comoteoríanoestámal—opinóTom—,perohaymuchasvariables,ysigues

necesitando un explosivo potente,mechas de retardo, encendedores y detonadores,sinmencionarunaformadeentrarysalirsinproblemas.

Melliesemovió.—Esoyalohemosresuelto,Tom.—¿En serio?—Miró aWeller—. Si tan resuelto lo tenéis, ¿por qué no habéis

voladoyalamina?—Nocreasquenolohemospensado.—Wellerseinclinóhaciadelanteyestiróel

brazoagarrándosealaperilladesumontura.Sumodestaposedevaquerocobróaúnmásfuerza—.Peroasíestánlascosas.Auncríopuedesdarleunapistolarotaybalas.Si es listo y le das tiempo, al final puede que la arregle, pero también existe laposibilidad de que ese pequeño tunante le eche un vistazo al cañón y apriete elmaldito gatillo para ver qué pasa. ¿Entiendes lo que quiero decir? Tenemos elmaterial;tenemostodoslosaccesorios,peroningunodenosotrosesunexperto.Lleva


muchotiempoaprenderafabricarunabombasinquetevueleslatapadelossesos.Yesoesloquenotenemos:tiempo.

«Tenemosmaterial». Por supuesto que lo tenían.Ahoramismo debía de habermontonesdearmasporahítiradas.Eraunacosechafácilsisabíasloquebuscabas,yMellie había dicho que ya lo tenían resuelto. Eso significaba que llevabanacumulandomaterialyplaneandoaquellodesdehacíatiempo.Élhabíasidoungolpedesuerte,unacarambolaperfecta.¿Acasonoleshabíacaídodelcielo?

—Pero ¿qué sentido tiene?—preguntó—. ¿Qué se conseguirámatándolos? Túmismodijistequenotodosestánallíalmismotiempo,queentranysalen.

—Sí,peroeseficaz;lesacaremosmáspartido.Estáclaroquenovamosamataratodos esos cabroncetes. Son como ratas.Debe de haber cientos por estos bosques,peroesaminaesterrenoconocidoyunlugardeencuentro.Siledamosuntajoalacabeza de la serpiente, conseguiremos dos cosas. —Weller levantó un dedoenguantado—. Primero, desorganizaremos a esos mierdecillas y mataremos a unpuñadodeellosenelproceso.Muchossedispersarányesoesbueno.Ylosegundoymás importanteesqueayudaráadespejaruncaminohaciaRule.Noporcompleto,porsupuesto.Ruletieneestablecidounperímetrodefensivobastantefuerte.

—Entonces,¿quétienequeverquedestruyalaminaconquedespejeuncamino?Loslabiosdelancianosequebraronenunasonrisacanallesca.—Pues que los Chuckies son parte del perímetro. Piénsalo. Cuando cebas una

presa,puedesestarsegurodequesealoquesealoqueatraesseapelotonarácadavezmás.Nohay incentivoparaqueesapresasealeje.¿Yquiénensusano juiciovaaquererenfrentarsealosChuckiesyalasarmasdeRule?¿Vesloquequierodecir?EscomosiRulehubiera formadounaguerrilla,una tierradenadieque losdeja libresparaconcentrarsupotencialarmamentísticoenotraszonas.—Wellerdejóescaparungruñidoindignado,aunqueaTomtambiénlepareciódistinguirundejedeadmiración—.HayqueadmitirquePeteryChristuvieronunaideacojonuda.

«Cojonuda…yenfermiza.Estáhablandodeleonesalaspuertas».—Aunque funcionara, novamos a entrar enRule así comoasí.Dijiste que ese

chico,Chris,esbastanteduro,¿no?—Oh,sí,esunauténticohijodeputa;muylistoysolapado.Casinadieloconoce

bien. Si le preguntas a la gente, te dirá que es maravilloso. Les tiene el cerebrolavado,peroellosnohanvistoloqueyo.Enesacasadetorturaesdonderealmenteparteelbacalao,literalmente.Deberíashabervistoalaúltimachicacuandoterminóconella.Mealegrodequelapobrecillanosobreviviera.Semerevolvióelestómagoy eso que, con lo que vi en Vietnam, ya estoy curado de espanto. Participé en laofensivadelTet;nuestrosRangersestuvieronenDaLat,enPhuCuongy…

—Sí,sí,yyoheestadoenMasumGhar,enKorengalyPaktika.¿Yqué?—Contodo el respeto que sentía hacia veteranos como Jed, estaba un poco harto de queWellersiempresacaraelrollodeVietnam—.Estonoesunconcursosobrequiénhavistomáshorrores,perotú,másquenadie,deberíassaberqueentrarmatando…


—Eslaúnicamanera—repusoWeller.Lapielselehabíapuestoblancacomolanievederabia—.¿Oesquenotienesagallas,soldado?

—Eserollodelsoldadoestáyamuymanido,¿noteparece?—espetó—.Nomeprovoques.LoúnicoquedigoesquetúsalistedeRule.

Wellersepusorígido.—Sé adónde quieres llegar, pero salir no fue tan sencillo. Tuve que organizar

una…unabúsqueda,luegoinventarmeunaexcusaparasepararmedehombresenlosquenosepuedeconfiaryborrarmishuellas.

—Peronohacesestoporamoral arte.Estoespor saldarunacuentapendienteconRule.

—¿Yatiquéteimportacuálesseanmismotivos?Teestoyofreciendounmododeentrar.

—Perosólosihagoloquequieres—contraatacóTom—.Apartedetusvenganzaspersonales, debe de haber unmodo de llegar hastaAlex que no impliquematar apersonasinocentes.

—LosChuckiesnosonpersonas.Tommeneólacabeza.—No estoy hablando de ellos. Estás condenando al pueblo entero,Weller. No

todoelmundoesculpable.—Su silencio los hace cómplices—intervinoMellie—.Los supervivientes que

hancedidoante lascondicionesdeRule,quehanoptadoporsobreviviracualquierprecio,son tanculpablescomolosmonstruosdeeseConsejo.Piensaen todosesosniñosyniñasquevandemanoenmano.PiensaenAlexyenalgunosviejosverdesyretorcidosquepodríansersusabuelosyqueselaquierenllevaralacama.

Suspalabraslehicieronapretarlosdientes.—Loúnicoquedigoesquetenéisquepensarmuybienloquemeestáispidiendo.

Tienequehaberotromodo.—No lo hay y estamos perdiendo el tiempo —soltó Weller. Le dio un tirón

furioso a sus riendas. El zaino lanzó un relincho sobresaltado y luego caracoleó ypataleó mientrasWeller le daba la vuelta—. Tal y como yo lo veo, es de lo mássencillo,Tom:oestásdentrooestásfuera.Oestásconnosotrosocontranosotros,asíque¿quépiensashacer?

«¿Y si estoy fuera?». Dudaba que Mellie y Weller se limitaran a aceptar sunegativayadejarquesemarcharatancampante.Negarsepodíasignificarinclusosusentenciademuerte.WellernolohabíareveladotodoyTomnoconfiabanienélnienMellie.Paraél,Wellererauntraidor.Unavezquehabíastraicionadoaunamigo,eracomosiunapartedetualmacruzaraesepuntoinvisibledenoretorno.

Contodo,lascuentasestabanclaras.AlexestabaenpeligroyélnecesitabaentrarenRule.Aquellagenteerasumejorbaza.UnavezqueencontraseaAlex,ambosseiríanmuylejos,dondenadiepudieratocarlos—oherirla—nuncamás.

—Dimeloquetengoquehacer—claudicó.


65

—¿Buenas noticias? —preguntó Peter con voz ronca. Aquellas dos palabras lecostaronhorrores.Respirar eraunauténtico suplicio.Cadavezque tragabaparecíaque fuera a cerrársele la garganta. Levantó la mano magullada para examinar losdañosypalpóconlosdedoslosmárgenesdeuncolgajodecarnehúmedaymúsculodesgarradodeltamañodeunpósitquependíapordebajodesuorejaizquierda.Teníamala pinta. Había faltado poco para que Davey le seccionara la carótida, pero laimpaciencia del chico le había salvado la vida.Aún sentía sus pulgares apretando,presionando,luchandoporromperlelatráqueaantesdecejarensuempeñoypasaralosdientes.EncuantosintióquelapresiónaflojabayqueDaveylehincabaeldiente,Peter le propinó un puñetazo en la mandíbula con su diestra. Si los guardias nohubieranintervenido,lohabríarematado.

Sin embargo, no albergaba ninguna duda:Davey se estaba volviendo cada vezmásfuerteeinteligente.Esooélestabacadavezmásdébil.Puedequeambascosas.

—Ya lo creo.—Finn volvió a engancharse elwalkie-talkie en la cadera; luegorebuscóenunodelosprofundosbolsillosdesuuniformeysacóunacantimplora—.Loqueyotediga,muchacho,laselecciónnaturalesunprodigio.

—Nomedigas…—Lacantimploralohabíahipnotizado,comolallamadeunavelaaunapolilla.Paralizado,viocómoelviejodesenroscabaeltapón.

—Mmm.—Finn empezó a beber lánguidamente a grandes tragos. Su nuez sebamboleaba, dando sacudidas y tirones. Un hilillo de agua se le escurría por labarbilla yPeter se llevó la lengua a la comisura de la boca enun intento inútil depillaralgo.Perosólopercibióunregustoamugreyasalseca.Subocasabíaaperromuerto y su aliento apestaba a fruta podrida. Cosa mala. Conocía el hedor de lainanición.

Eramartes:habíanpasadocasidossemanasymediadesdelaemboscada,llevabasietedíasenaquella jaulayhacíadosquenoprobabanigota.Loúnicoquehabíabebido desde entonces era su propia orina. Lamedia taza que había rellenado esamismamañanaeratanoscuraqueparecíacaramelo,peroselatragódetodasformas.No obstante, sería la última vez que pudiera realizar esa proeza. Su orín se habíavueltodemasiadoconcentrado.Siseguíabebiéndoselo,susriñonesseatrofiaríanconmayorrapidez…,locualhastapodíaserunalivio:sumirseenunbonito,tranquiloyletalestadodecoma.

Finn dejó escapar el suspiro de satisfacción que soltaría un tío al saborear laprimeracervezafrescadeldía.Dejólacantimploraabiertaenelmugrientosuelodehormigónyvolvióahurgarensubolsillo.Estavezsacóunabolsitadeplástico.

—Pongamosporcasonuestropequeñoexperimento—anunció,abriendolabolsay echándose en lamano un puñadito de cacahuetes, sal, chocolate y frutas dulces


desecadas—.Nuestraexploracióndelapresión,porejemplo.Peternoestabasegurodequé ledolíamás:sieláridodesiertoenquesehabía

convertidosugargantaolosretortijonesqueledabanlastripas.—¿Lapresión?—Bueno,¿nose tratadeeso?—Finnseechóen labocaunpuñaditode frutos

secos y losmasticó—.La evolución es el estudio de las presiones del entorno. Elindividuoseadaptaalmedioonoseadapta.LaadaptacióneslaideaquelaMadreNaturalezatienedela…—esbozóunasonrisa—tortura.

—Cosaqueatinosetedanadamal…Peterdeterminóque loquenecesitabaeraagua,por encimade todo.Viocómo

Finnacompañabaelrevueltoconuntraguitoyleentraronganasdellorar,peronolequedabanlágrimas.

Alotroladodelbloquedeceldas,Daveyloobservabaaélconlamismaavidezdesdesusitiohabitual.Inclusosehabíaagachadounpocoparaponerseasualtura.Elchicoerapacientecomounaarañaensutela:losojilloslehacíanchiribitasmientrasesperabaqueunamoscajugosacayeraensusredes.LosotrosCambiadostampocolequitabanojo.Cuandopeleaba,todoslomirabanembobados.PeroDaveyeraelúnicoqueloescudriñabadeverdad.

Aquella mañana, Davey se había enfundado unos pantalones verde oliva porprimera vez. Aún llevaba el pecho desnudo y ni siquiera sabía lo que eran unoszapatos,peroaquellospantaloneseranunavance.Elúnicoqueseleacercabaeraunmuchachitogranujientoquesehabíacolocadounsujetadoramododeorejeras.

—Nopretendotorturarte.—FinnseñalóaDaveyconlacabeza—.Niaélnialosdemás Chuckies. Entiendo que te lo parezca, pero cuando se tortura a alguien loúnicoqueseobtienesonmentiras,porquetodoelmundoquierequepareeldolor,yaquí trabajamos con la verdad. Estudiamos cómo los Chuckies y las personas seadaptan al medio bajo presión selectiva. Algunos Chuckies, como Davey, seadaptaránmejor.Dehecho,elque intentaraestrangulartehasido todounprogreso.Soncapacesdeaprender.—Finnsonrió—.Comotú.

Eracierto.ElmétodoquehabíautilizadoDaveynoeraexactamenteelmismoqueélhabíaempleadoparamataraWendy,perocasi.Despuésdedosasaltos,sehabíadadocuentadeque lachicaerazurda, siemprearremetíacon la izquierda.Asíqueesperóelmomentoadecuadoycalculóelgolpemaestro:seagachóparaesquivarlayluegoseabalanzócontraellaconelpuñoapretadopararomperlelatráquea.

La cosa podría haber acabado ahí. Un golpe certero en el cuello y asuntoarreglado, tal como había despachado a un niño rechoncho con una maraña dealambresrotosenlabocaeldíaanterior.PeroaFinnnolehabíagustado.Nolehabíadichoporqué,pero,alnoofrecerleaguaesedía,Petersepercatódequeobienteníaque rematar la faena a la primera, obien tomardistanciaydejar que la naturalezasiguierasucurso.

AsíquealfinalhabíaoptadopordejarqueWendyseasfixiaralentamentedurante


tresagónicosminutos,sinatreverseadesviarlamiradaportemorarepresalias.Esedía ledieronaguayunpocodecomida,peronohabíavueltoa recibirnadadesdeentonces.Y,paracolmo,habíaestadoapuntodeperderaquellapeleaconDavey.

—¿Porquémemantienesconvida?—lepreguntóaFinn.—Noloestoyhaciendo.—¡Yunamierda!—Peterintentóreír,perosólolesalióunsecoresuello—.Los

guardias apartaron a Davey antes de que acabara conmigo. No me matasdirectamente,peromehacespelearporaguaycomida.Sinopeleo,memorirédesedoalgunodeellosacabarámatándome.Asíquenomejodas.¿Porquémemantienesconvida?

—Muybien,Peter, ¿sabesqué?—Finn se apoyó lasmanosen losmuslosy seincorporó—.Lapróximavez,notemolestesenluchar.

—¿Qué?—Peterseloquedómirando—.¿Quédices?¿Cómoquenomemolesteenluchar?

—Pueseso,quenolohagas.Aquelloeraunalocura.Teníaquepelearporqueeralaúnicamaneradeconseguir

aguaycomida.Talvezmuriese,otalvezno.Perosinoluchaba,moriríaseguro.UnCambiadoselozamparía,literalmente.

—Nopelearseríaunsuicidio—protestó—.Noesunaopción.—Bueno,eslaúnicaformadepararesto,siesloquequieres—apuntóFinn.¿Matarse?Nuncaselehabíapasadoporlacabeza.Aunquedejarqueunniñote

hicierapedazosnoeraexactamenteunsuicidio…¿Osí?No,suicidarseerapegarseuntiroenlacabeza,rebanarseelcuelloconuncuchillooahorcarse.Elasesinatonoerasuicidio.

—Nopuedodejarmeganarasícomoasí.—Sípuedes—objetóFinn—.Esunaalternativa,¿no?Loquepasaesquenote

gusta.Eresmásdeltipovinceautmorire.Venceromorir.—Esquesiemprehepeleado—sedefendióPeter,yentoncescayóenlacuenta

—:Esoes loquequieresqueaprendan:que luchenhastaganar.Quenose rindan.Quieressabercuántosdeellosseráncapacesdeaprender.

—Sabía que eras un chico listo —dijo Finn, y se volvió para marcharse. Alhacerlo,subotachocóconlacantimplora,quesederramó,yelaguasemezclóconlamugre—.¿Loves,Peter?Nosoyyoelquetemantieneconvida.Erestú.

PeroPeteryanoloescuchaba.Estabatumbadosobreelestómagolamiendoaguacomounperro.


QUINTAPARTECARGARSEATODOENEMIGO


66

Diez días antes, Tom seguía teniendo dudas sobre el plan. En parte, porque no sefiaba ni un pelo deWeller y deMellie, pero también porque no le hacía ningunagracia tener que depender de los recuerdos y las rotundas afirmaciones deWellersobre lamina y su distribución.El propio anciano había admitido que no la habíapisadoenlosmásdetreintaañosquellevabacerrada.

—Pese a ello, hay cosas que nunca se olvidan—había dichoWeller mientrasdesplegabaun cochambroso rollo de papel amarillento sobre unpequeñobancodetrabajoqueaTomlerecordódemasiadoal tajodecarnicerodeWade.Teniendoencuenta que el campamento de Mellie y Weller estaba situado en una granjaabandonadacuyapocilgahabíanreconvertidoencentrodemando,aTomleparecióqueaquellonoeramuybuenpresagio.

ElmapadeWellereraunaauténticacutrez:unsimpleyburdoesquemaalápizytinta sin apenas detalles ni nada a escala. No obstante, la descripción del ancianohabía sido exacta. Con su red irregular de pozos de acceso verticales y túneleshorizontales, interrumpidos por bocadillos como de cómic que indicaban dóndeestabansituadaslascámarasmásgrandes,aquelloefectivamentelerecordóaTomaunhormigueroalobestia.

—Cuando se trata de minería de roca dura, tienes dos opciones —le explicóWeller—:oexcavasuntúnelparaentrardesdeellateralyluegoextraeslamenaconuncamiónporunarampadescendente…

Tommeneólacabeza.—Meheperdido.¿Quéesunarampadescendente?—Unasimplecarreteragrandesubterránea.Perollegasaunpuntoenelqueestás

atalprofundidadqueutilizarsólolarampasehacemuycaroeinefectivo.—Wellerlevantóundedo—.Asíqueperforasunpozodeacceso,comoenlaspelículas.

—¿Yasíescomosacabanelmineraldehierro?—Elhierrono—observóWeller—.Eloro.—¿Oro?—Tomenarcólascejas—.¿EnMichigan?Estásdebroma.—Paranada—aseguróWeller—.LaminadeorodelosRopeseslamásfamosa;

está muy al este, cerca de Marquette. Y nosotros estamos en el segundo mejoremplazamientodelapenínsulasuperior,enelcondadodeGogebic.CuandoelprimerYeager,elpadredelreverendoactual,inaugurólaprimeraminadehierro…

—LaquealfinalconvirtieronenlaCalderadelDiablo,¿no?—Ellago,sí.Esmuycomúnporaquírellenarlascanterasexplotadasconagua.

El caso es que la idea de los hermanos era buscar oro y, cuando lo encontraron,primero excavaron túneles en lamontaña y luego abrieron pozos.Un pozo es unaformadeatajar.Estavetavadeoesteaeste,asíqueesmejorperforarunpozodesde


arribaydescenderapartirahí.Además,unavezquehasllegadotanabajo,necesitasotrasvíasdeescapeporsialgosalemal,yenunaminasiemprehayalgoquesalemal.Aparte,sidiseñasbienelpozo,teentraráaireparaunamejorventilación.

—Concorrientescruzadas.—Aquellosíloentendía.Eraelmismoprincipioquecuandoabríasvariasventanasenunacasadependiendodelvientoquesoplaraenesemomento—.Entonces,¿cuántospozoshay?Aquíveotres.

—Sí,esossonlosmásgrandes,losquevandeoesteaeste.—Wellertocólalíneaverticalalaizquierdadelcentrodelpapelymáscercanaadondehabíamarcadolaentradaa lamina—.ElPozoUno,elPozoYeager,eselmásviejoybajahasta losdoscientos sesenta metros. Más al este, abrieron el Pozo Dos, que muere a lostrescientosnoventa.

TomestudióelnombregarabateadojuntoalPozoDos:Ernst.Aquellolesonabadealgo.

—Esperaunsegundo.¿Noeseseelapellidodelchicodelquemehablaste?¿Elquemataronenunaemboscada?

—Peter.—Wellerarrugó lacaracomosielnombreoliesemal—.Sí,esél.LosErnst fueron socios de los Yeager desde el principio. Esas familias siempre hanestadounidas.

LosojosdeTomsedesviaronhaciaeltercerpozo,queeratantoelmásprofundocomoelqueestabasituadomásaleste.

—¿QuiénesFinn?¿EstáeneseConsejodelosCincodelquemehabéishablado?TomcreyóverquelosojosdeWellercentelleaban,aunquetalvezsólosetratara

deunefectodelaluz.—No—contestóWeller—.La verdad es que no sémucho acerca de los Finn,

apartedequeentraronenelnegociode laminacomosociosyque luego tuvieronalgúntipodediscusión.YanohayningúnFinnenRule.

—Deacuerdo.¿Yestássegurodequeestossonlosúnicospozos?—No,perosonlosúnicosqueimportan.Séquehayotros,peronoselospuede

comparar; seguramente sólo pueden entrar y salir un par de personas. Para sertesincero,nisiquierasédóndeestán.Detodasformas,lamayoríadeellosyasehabránderrumbadoollenadodeagua.

—¿Yloschicos?¿Quépozoestánutilizandoparaentrarysalir?—Porloquesuponemos,noestánutilizandoninguno.CreoquelosChuckiesse

refugianenlascámarasmásantiguasquehaycercadelPozoYeager.—WellersiguiólosrectángulosirregularestrazadosentintasituadosamenosdeundedodeanchuraaladerechadelPozoYeager—.Estánjustoalladodelacarreterasubterráneaysonlasmásaccesibles.

—Si esa roca está tan desintegrada como dices, ¿cómo es que no se handerrumbadolascámarasaestasalturas?

—Oh, partes de estamina ya lo hicieron allá por 1962 ymuchomás por estamisma zona, justo a la izquierda del pozo. Ahora no lo ves porque los Yeager lo


rellenaron,peroelsuelosehundió.Sinavisar,sinhacerelmenorruido.Elboqueteeradeunostreintametrosdeprofundidadydecientoveintedeancho.Seperdieronunpardecamionesyunodelosedificiosanexosalamina.Murieronsietemineros—dijoWeller,yluegoañadió—:Mipadreentreellos.

«Mmm».TomtuvolasensacióndequeignorabamuchascosasacercadeWeller.—¿Yquévaaimpedirqueestasederrumbeahora?—Queunaminasederrumbeonodependedelobienquelaapuntales.Puedes

rellenar el espacio con arena, pero eso es caro y en Hermanos Yeager eran unoschapuceros.Envezdeeso,dejaronunospilaresderocalarguiruchos.—Wellersaltócon el dedo hasta otro rectángulo dibujado a lápiz inmediatamente debajo de lascámaras más grandes—. Los pilares de esta, donde pondremos las bombas, estáninclusopeor.

«Es como intentar sostener la segundaplanta deunavieja casamedioderruidaconpalillosdedientes».

—¿Cómovamosaentraryameternosenesacavidadsinservistos?—EntraremosysaldremosporelPozoErnst.Enestedibujonoseaprecia,peroel

Ernst en realidad está un poco más al sureste de la entrada principal de la mina.Conecta con esta a intervalos regulares, empezando a los doscientos metros. Nosdescolgaremosporelpozo,subiremosunbuentrecho,colocaremosnuestrasbombasysaldremoscagandolechesporelmismositio.Sonunosochocientosmetrosdeida,así que no está mal. Puede que nos encontremos con algún que otro Chuckydescarriado,peropodremosmanejarlos.—Wellerseencogiódehombros—.Loúnicoquenecesitamosesunpocodesuerte.

—Yonocreoenlasuerte.Lasuerteerasólosinónimodeunacontecimientoazarosoquenotemataba.Tom

veíaunadocenadecosasquepodíansalirmal.Diseñarlasbombasparaqueliberaranla máxima potencia posible donde se requería no sería tarea fácil. Sin circuitoselectrónicos sofisticados, tendría que idear alguna forma de cronometrar lasexplosiones.Aunqueloconsiguiera,lasbombaspodíanexplotarantesdetiempoonodetonarse. ¿Y si los Chuckies tenían guardias apostados o se topaban conmás deuno?Wellerhabíadichoquelosgruposentrabanysalían.Esosignificabaqueellossólo podrían enviar un escuadrón de ataque muy reducido: tres personas comomucho. Como tropezaran con una multitud, las cosas se pondrían feas en unsantiamén. ¿Y qué pasaba si lo conseguían, pero terminaban atrapados? ¿O silograban salir de la mina y morían cuando la tierra se abriera bajo sus pies? Siderribaban los soportes subterráneos, la superficie se derrumbaría también, comoWellerdijoquehabíaocurridoyaen1962.

—Weller,aunqueconsigamosderrumbar lacavidadquehayjustodebajode loscríos, los seguiremos teniendo encima—observó—. ¿Quién te dice que no van autilizarelPozoUnooquenovanaencontrarunavíadeescapeporesagrancarreterasubterránea?


—Nopodrán.Siderrumbaslacavidad,todosedesmoronará.Siderribaslastripasdeunedificiodeapartamentos,nohaymaneradellegaralaescaleradeincendios,amenosquesubas.Aquípasalomismo.AlosChuckiesnolesquedarámásremedioque bajar, pero no hay la menor conexión directa con el Pozo Yeager o con lacarretera.Sequedaránatrapadoscomoratas.Nopodránnisubirnibajaryterminaránaplastados, asfixiados o incluso ahogados…—Una sonrisa canallesca engrasó loslabios de Weller—. Tom, no me importa lo que les pase mientras esa minadesaparezcapara siemprede la fazde laTierra, el caminohaciaRule sedespejeyesosmonstruossemueran.


67

Diezdíasdespués,Tomplantabaelbastónizquierdoenlanieveyseimpulsabaconfuerza, patinando sobre el esquí derechoy descargando el peso a la izquierdaparaavanzar.HabíacogidounbuenritmocolinaabajoyelviejoTimexdeJedleindicabaque estaba haciendo una marca excelente. Hacía una hora que había pasado laprimera atalaya, el campanario de una iglesia luterana abandonada, y el esfuerzocomenzaba a pasarle factura, pero seguía avanzando a buen ritmo y susmúsculosestabanágilesycalientes.Lanieveestabaperfecta,ochocentímetrosdepolvoreciéncaídosobreunabasemásdensadesesentacentímetroscomolanatamontadadeunhelado.

Su destino era otra atalaya que se asentaba en la orilla este de la Caldera delDiablo,unlagoartificialquealbergabalosrestosdelaantiguaminadeloshermanosYeageryquenoeramásqueunatoscacuencaexcavadaenlatierraquelosYeagerhabíanrellenadodeaguacuandoelhierroseagotó.Coneltiempo,losdesechos—cantidades ingentes de residuos— se habían recubierto de mantillo y habíanproliferado matorrales cargados de nieve y finos plantones que amenazaban conconvertirseenunbosqueentodareglaalcabodeunsiglo.Pero,porelmomento,losmatorralesleofrecíanunbuencamuflajeyunaespléndidavistadelasegundamina,situada al oeste. Los últimos cuatrocientos metros eran cuesta arriba y tuvo queimpulsarse apoyándose en los bastones. Cuando llegó a la cima, tenía el corazóndesbocado.Sesecóelsudordelafrenteentrefuertesjadeosysepercatódelafuerzaque había llegado a reunir. Eso era bueno: necesitaba todos y cada uno de susmúsculosenplenaformaporquealcabodetreshoras,conunpocodesuerte,estaríanbajotierraagranprofundidad.

Cuandoporfinsedetuvo,unperroconbozalsaliódesuesconditey,apenasunmomentodespués,aparecióunmuchachodesaliñadovestidodeblancodelacabezaalospies.

—¡Eh,Tom!—losaludóelchico.—¡Chad! —Tom se quitó los esquís y acarició las orejas del perro. El chico

llevabaunacarabinaUziconsilenciador,otrodelosmuchosjuguetitosdeWelleryMellie—.¿EstáLukeporaquí?

—Sí.LoviconWellerhaceunosveinteminutos.—ChadseñalóconlabarbillalamochiladeTom—.¿Lastraesahí?¿Puedoveruna?

—Vale.—Tomsearrodillóparaabrirlamochilaysacóuncilindrodeacerodeltamaño de una lata de refresco.De uno de los extremos sobresalían tres pequeñaspatasdemetalfijadasconcintaadhesiva.

—¡Vaya!¡Cómomola!—exclamóChad,pasandoeldedoporlatapacóncavadecobredelotroextremo—.Escomo lasqueseusanen IraqyAfganistán,¿verdad?


Unabombacaminera…—Bueno… a pequeña escala. —Tom señaló la tapa—. Este es el proyectil.

Funcionacomounabala.Siledisparasunabalaaunciervo,lomásprobableesquerebote,perosileañadesmuchísimapotencia,loperforará.Unacargahuecacanalizalaenergía.Poresolasbalassontandestructivas.Noeselagujeroloquetemata,sinolaenergíaquesetransfierealrestodelcuerpoo,enestecaso,alaroca.

En realidadnoera tansencillo,pero tampocoesque leentusiasmara la ideadeimpartir un cursillo acelerado de fabricación de explosivos a unos pobres críos.BastantemalohabíasidoyaqueloobligaranallevarseaLuke,aunquelociertoeraquetrabajarsolooconWellerrequeriríademasiadotiempo.

Volvióaguardarlosexplosivosenlamochilayapretóelcordón.Luegosepusodepieyletendiólamano:

—Hastaluego,tío.—¿Debodeseartebuenasuerte?—lepreguntóChad.En Afganistán circulaban todo tipo de supersticiones, como no comerse los

caramelosCharmsdelospaquetesdecomidaprecocinada.LosM&Ms,sí,salvolosazules. Pero losCharms eran el beso de lamuerte y por eso iban a parar al barrildondesequemabalamierda.Siledeseabassuerteaalguien,tepateabanelculo.

—Claroquesí,colega—dijoTom.

Losdemásesperabanenunapequeñalomatrasunapantalladematorrales.Lukelooyóllegarprimeroylosaludóconlamano.Wellerselimitóaasentirconlacabeza.Mellie y la otra centinela ni siquiera se volvieron. Tom se agachó para pasar pordebajodelosmatorralesyseacuclillóenelhuecoabiertoenlanievealaalturadelhombrodeMellie.

—¿Algunanovedad?Mellienolevantólavistadesusprismáticosgigantesde26x70apoyadosenun

pequeñotrípode.—Veomovimientoenelnorteypuedequehayaotrogrupoqueselesunaporel

oeste.¿Cindi?—Todavíaestándemasiadolejos.—Cindi,unachicapecosadedoceaños,miraba

porsusBigEyesde40x100ysemordíaellabioinferior—.Perocreoqueesostíosquevienenporlacarreteradelnortetienenprisioneros.

ATomlediounvuelcoelestómago.—¿Cómolosabes?—Porlaslinternas.—LuketeníacatorceañosyeraelmayordespuésdeTom.Se

habíapegadoaestecasial instante; lamayoríade loschicos lehabíanotorgadoelpapel de hermanomayor, cosa que a él no le disgustaba lomásmínimo.Aquelloschavaleslehacíansentirseunpocomejor.AunquetambiénlepreocupabaquéseríadeelloscuandoAlexyélsemarcharan.¿Ysisellevabaalosquequisieranirconél?


Vale,eraunaopción,pero¿cómoibanaarreglárselas?«Cadacosa a su tiempo—pensó—.Primeroestoy luegoencontrar aAlex.Lo

demásvendrásolo».Lukebebióunsorbitodecafésolubledesutazadecampaña.—Llevamosdossemanasvigilando.Porreglageneral,cuandosevenlinternases

quehayprisioneros.LosChuckiesnonecesitanmuchaluzparaverpordóndevan.Qué interesante. Tal vez esa fuera otra de las razones por la que los Chuckies

habíanescogidolamina.—¿Sabéiscuántos?—preguntóTom.Cindiencogióunhombro.—Cuatro o cinco en ese grupo. Quizá más. En cambio, los Chuckies se han

abastecidobien.Yahayunmontóndegenteenlaminapara…yasabéis…—Sí,paraelaperitivo—dijoTom—.Seestánreservandoagenteinocentepara

losdíasdelluvia.—¡Ydale!—murmuróWeller.—¡Tom!—dijoMellie.—Eh… —Las mejillas de Cindi se tiñeron de un repentino e intenso rojo

escarlata. Sus ojos oscilaron deTomaMellie y viceversa—.Sí.Bueno, cuando elgruposeacerqueunpocomás,podrédarosmásinformación.

—Tom,sabíamosquehabríaprisioneros—dijoMellie.Suvozsonabacomounaadvertencia—.Estásdeacuerdoconesto,¿verdad?

—¿Conquéparte?¿ConlademataragenteinocenteoconladeenterrarvivosalosChuckies?—Sabíaquenodebíadeciraquello,perotampocoqueríaponérselotanfácil—.Estonoesunvideojuego,Mellie.Vaamorirgentedeverdad.

—¿Yacasonoesbuenoquetengamosconcienciadegrupo?—refunfuñóWeller—.Dimeunacosa,Tom:cuandopatrullabas,¿todoeracoserycantar?

—Hacíamitrabajo—respondióTom.—Mealegraoíreso.—Wellerdestapóeltermoysesirviócafé—.Supongoque

esoexplicaporquéestásaquíynoallí.TomvioqueLukeyCindiintercambiabanunamiradadesorpresayseencendió

derabia.—Escucha—empezó.—¡Tom!—Mellie se incorporó—.Vamos a dar un paseo.Weller, ¿por qué no

vienesconnosotros?LacaradeWellersugeríaquehabríapreferidoabrazaraunacobra,perovolvióa

tapar el termo y los acompañó. Mellie esperó hasta que se situaron detrás de unchaparralpeladodondecrecíaunsolitariopinodeBanks.Luegosecruzódebrazos.

—¿Quéesloqueterondaporesacabecita,Tom?—Yalosabes—contestóél.—Sí, lo sé, así que no voy a andarme con rodeos. Esto no es una misión de

rescate.Tenemosqueasegurarnosdequeesosmonstruosnosobrevivan.


—¿Acostadevidasinocentes?—Nomehablesdevidasinocentes.SabesqueniDanielnielrestodemischicos

loconsiguieron.—Pero eso no significa que esténmuertos—repuso Tom—. Puede que hayan

seguidosupropiocamino.—Noesprobable.—¿Ynosetehaocurridopensarquepuedequeesténahíabajo,enlamina?—Claro que se me ha ocurrido, pero no hemos visto a niños y, aunque lo

hubiéramoshecho,nocambiaríanada.Tenemosqueseguiradelante.Ypunto.—No sé cuál es tu problema, chaval—lo increpóWeller—. Parece que te has

caídodeunguindo.Losdañoscolateralessonpartedeljuego.—Esto no es un juego —dijo Tom—. Vamos a asaltar un campo de

concentración.—¡PorDios!—bufóWeller.—No,Weller—lo interrumpióMellie—. Lleva parte de razón. Pero, Tom, se

tratademuertosandantes.Siloconseguimos,talvezsobrevivanalgunos.Lamayoríano, pero no tenemos alternativa. Tú eres un soldado. Nome digas que nunca hasabiertofuegocontraobjetivosenemigoscuandohabíacivilesdepormedio.

No como primera opción. Esas eran las órdenes, aunque su capitán habíacambiadodeparecerdespuésdequeunaemboscadamataraasusargentoehirieraaotrodesushombres.Tomnohabíadisparadola«jabalina»;aquelnoerasutrabajo.Pero había visto cómo la casa se derrumbaba y, después, los tres pequeños bultostapadosconsábanasensangrentadas.Elpadretambiénhabíamuerto,juntoconcuatrotalibanesque se escondían en el interior.Nadievolvió a disparar nuncamásdesdeaquellacasa.

—Entoncesnoeramiresponsabilidad,peroahorasí—espetó—.Siseguimosconesto,yoseréelculpable.

—Estoes laguerra—objetóWeller,comosinohicierafaltamayorexplicación—. Contra los Chuckies. Contra Rule. Y eliminar esa mina es nuestro primerobjetivo.

«Decisiones difíciles.Daños colaterales».AMellie y aWeller les gustaban lasmuletillas.

—¿Y qué pasa con los que no tienen ni voz ni voto? ¿Con la gente que estáatrapadaenlaminaynopuedesalir?—insistióTom.

Wellersoltóunamaldiciónytirólospososdelcaféalanieve.—Nopiensoseguirdiscutiendo.Túnoestásalmandodelaoperación.—Nitúeresmijefe—replicóTom.—Uf, puesmenosmal, porque si no estaríamuerto, ¿no?Como el resto de tu

brigada,imagino.Aquellaspalabrasfueronunduromazazo.—¿Yesoquécoñotienequeverconesto?


—¡Puesclaroquetienequever!Nosotrossomoslosquequedamos.YoestuveenVietnam antes de que tus padres mamaran. Lo sé todo sobre la guerra. ¿QuieresvolveraveraAlex?Puesestaeslaúnicamanera.

—Weller.—Mellielepusounamanoenelpecho—.Todostenemosqueponerdenuestraparte.

—Muy bien, no os preocupéis por mí—claudicó Tom, a su pesar. Ya tendríatiempo de pegarle un puñetazo a algo cuando estuviera a solas, pero ahora loimportanteeraAlex—.Harémitrabajo.

—De acuerdo, entonces.—Weller rumió las palabras como si tuviera ganas deescupir—.Yaquínohapasadonada.

«Mentiroso». Pero optó por mantener la boca cerrada. Sabia decisión, puescualquiercosaquelehubierasoltadoalviejoenaquelmomentohabríasidounerror.

—¡Oh,Tom!—exclamóMellie,alargandounbrazoparatocarlo,queélesquivó.Lacaradelamujerreflejabacompasión,perosusojoslatraicionaban—.Estamosenelmismobarco.

—Claro—dijoél.


68

CindiajustóelzoomdesusBigEyes.—Hmm.—¿Qué?—lepreguntóLuke.—Creo…—Sí,estabasegura.Elsolaúnnosehabíapuestoy tenía la luzasu

espalda,demodoqueveíabastantebien.Laimagensefusionóycobróresolución—.¿RecuerdasaquellapandadeChuckiesquellevabanpielesdelobo?Havuelto.

—¿Sí?¿Cómolosabes?—Acércate. —Esperó hasta que llegó reptando y echó un vistazo por sus

binocularesmontadosenuntrípode—.Esporelrevoloteo.Esquelapieldeloboestásuelta,asíquevuelaalviento.Losdelata.Siguesiendo lamismachica,peroel tíoconelquevaesnuevo.

—Ah,sí,yaloveo…¡Vaya!—exclamóLuke—.¿Quélehapasadoenlacara?—Nosé.—Olachicateníaelpeorgranodelmundoolehabíasalidootroojoen

lamejilla.¿Yquiéneraelnuevo?¿Quélehabríapasadoalotro?Alomejorsehabíamuerto.Esoestaríadeputamadre.CuantosmásChuckiesmordieranelpolvo,másasalvoestaríantodosellos.Además,aquellosprendaseranunpocoraritos,unosMadMaxdesegundaconpielesdelobo.

—Hay unmontón de peña nueva con esa gente-lobo—dijo Luke—.Mira loscacharrosquellevan.

—Sí,loshevisto.—Llevabanarmaspotentes:unpardeUzis,seguro,otalvezMAC-10…No estabamuy puesta en armas.Un chico llevaba una bandoleramuychulallenadeloqueparecíanbalasgigantes.Aquellascabezasmetálicasdebíandeser del tamaño de su puño—. Échate para allá. Quiero comprobar cuánta gentenormaltienen.

—Almenoscinco—confirmóLukemientraslehacíasitio—.Porcómocaminanarrastrandolospiestodoelrato.

—Ajá.—Enfocólalenteyluegodijo—:Jo,tío.—¿Qué?—CreoquehaydoschicosbastantemayoresparaserChuckies.SintiócómolosojosdeLukeseabríancomoplatos.—¿Deverdad?—Sí.—Hastaentoncesnuncahabíavistoachicosnormalesentrandoenaquella

mina…yahorahabíados.Aúnlosteníademasiadolejosparadistinguirlosbien,peroleparecióqueunodeelloseraunachica.Elotronocaminababien.¿Estaríaherido?Talvez.

—¿Quépasa?Cindi dio un respingo y miró por encima del hombro a Tom, que los estaba


observandoaambos.Enserio,erasilenciosocomoungato.—Nada—contestó, con la esperanza de que Lukemantuviera el pico cerrado.

MelliehabíadichoqueTomnecesitabacentrarse:«Nohagáisquesesientapeordeloqueyasesiente».Contarlequehabíadoschicosnormalesquederepentesehabíanconvertido en el menú de la cena de los Chuckies no estaría guay—. Lo desiempre…,yasabes.

Tomfruncióelceño.—¿Estásbien,Cindi?—Claroquesí—intervinoLuke—.Estábamosobservandoaesagente-lobo.Es

unatribuquesevisteconpielesdelobo.Creemosquelehapasadoalgoallíder,esoestodo.

—YhaymásChuckies de los quepensábamos—añadió ella—.Es como si sehubieranencontradoconmásamigosysehubieranjuntadoaquí.

—Oh.—Tomsequedóensilencioduranteunsegundoyluegodijo—:Luke,serámejorquenosvayamosya.Quieroqueestemosennuestrospuestoscuandosalgalaluna.Hastapronto,Cindi.

—Lomismodigo,Tom.—Deacuerdo,parasersincera,sabíaqueesecosquilleoqueexperimentabacadavezqueTomestabacercaeracompletamentelamentable.Aver, tenía doce años. Pero Tom estaba buenísimo, con aquellos ojos azul oscuro yaquelpeloonduladoquelucíaunincreíbletonocastañoconuntoquecobrizo,comola canela en rama. Y qué músculos, unos músculos de tío de verdad. Y era muyvaliente.Nopodíaempeorarle lascosas—.Tencuidado,¿vale?—Seavergonzóencuantolaspalabrassalierondesuboca.«Detodaslascosasquepodíahaberdicho,semeocurresoltareso,queesdeauténticapalurda».

—Tútambién.—LaexpresióndeTomsiguiósiendoseria—.Silacosaseponefea,telargasdeaquí,¿entendido?NodejesqueMellieteconvenzadelocontrario.

—Todovaasalirbien—respondióella—.Buenasuerte.AlgoraudoyvelozensombreciólacaradeTom.—Sí—dijo, pero la sonrisa falsa que esbozó se pareció más a una mueca—.

Suerte.

Muchomástarde,Cindivioalgoquecambióporcompletosuopiniónsobreaquellosdos nuevos chicos. La que había creído que era una chica definitivamente lo era,seguroquedediecimuchosoveintipocos.Bonitamelena: largaypelirroja.Mataríapor tener aquel pelo. En cualquier caso, la chica, Pelirroja, estaba ayudando a unchicorubioguapodeverdad.Sinembargo,loquellamólaatencióndeCindifuequePelirroja sedetuvoen secocasi almismo tiempoque lachica-lobo, laque tenía lacaradestrozadayelpelorubio.

FueentoncescuandoCindilotuvoclaro:Pelirrojanoeraunaprisionera.EraunaChucky.


Bueno,menosmal queno le había dichonada aTom.El nudoque tenía en lagargantasedeshizo.SiTomlohubiesedescubierto,nohabríaseguidoadelanteconlode explotar lamina.Ahora, aCindi no le cabía lamenor duda. Sólo losChuckiesactuaban como los perros, que detectaban olores. Así que si Tom, Luke yWellerhacíansaltarporlosairesaPelirrojayasusamigos,tantomejor.

«Oh,Pelirroja—pensóCindi,yesbozóunasonrisa—.Lavasapringar».


69

El complejo de la mina era como una ciudad fantasma, o una de esas ciudadesbombardeadasquesevenenlosreportajesdeIraqoAfganistán,yestabaatestadodeedificios en ruinas, lamayoría de los cuales no eranmás que armazones rotos depiedra del lugar y ladrillo rojo. En la distancia, al sureste, se erigían las oxidadasvigasdeacerodeuncastilletedeextracción.Perohastaquenoviolaentradadelamina,Alexnoestuvoseguradeltodo:habíavistoanteseselugar,enlasfotografíasde la mesita expositora de la casa del lago. No sabía por qué los Cambiados sereunían,pero,siseceñíanaloquelesresultabafamiliar,eralógicoquelohicieranallí.Aqueldebíadehaber sidounaespeciede escondite favoritopara losniñosdeRule y de los pueblos y ciudades circundantes.Dehecho, lamina curiosamente lerecordabaaunenormepatiodeinstitutoabarrotadodeestudiantesjustoantesdequesonaralaúltimacampanadelamañana.

«Fin del camino». Siguió a duras penas a Araña y a Leopardo, que secontoneabanbajosuspielesdelobo.Encondicionesnormales,habríatenidomiedo,pero estaba demasiado cansada. Le dolían los hombros de cargar con el peso deDanielyestabasudandoamares.Prácticamentelohabíallevadoarastrasdurantelosúltimosquincekilómetros.Elpobremuchacho,semiinconscienteyfebril,sólohabíapodido arañar la nieve con las botas como un robot averiado. Cuanto más seacercaban,más apestaba el aire neblinoso a animal aplastado ymás se cargaba elambiente.Sintióqueselecerrabalagargantaparanodejarpasaresehedorgrasientoy escupió con intención de limpiarse la boca, pero la fetidez persistía y le habíaimpregnadolalengua.

Entoncesnotóalgo.Elcontactofuemuybreve,propiciadoporunrepentinosoplodeairecasi imperceptible.Entre laenfermedaddeDaniel, losefluviosdelasaguasresiduales y la mugre salada de su propia piel, parecía un auténtico milagro quepudieradistinguir cualquierotroolor,pero lohizo,y aquello lebastóparaponerserígida,tantoqueinclusoseolvidódelpesoplomizoquellevabasobreloshombros.

«No,nopuedeser».Alexescudriñóelpanoramahaciaeloeste.Lalunaaúnnohabíasalido,peroelhorizonteeraunaestelaentreescarlataynaranjafluorescente.Eldía tocaba a su fin y el soplo de aire se iba desvaneciendo pormomentos, pero elaroma aún remoloneó en su nariz durante un instante: era como la bruma de lamañanasobrelasoscurassombrasdeunlagoespejado,eigualmenteefímero.

«¿Chris?».Se lehizounnudoen lagargantayse levinoa lacabeza laúltimaimagenque tenía de él: tirado en la nieve, inconsciente, enmitad de un charco desangre.¿Chrisseguíavivoyestabaallí?No,nopodíaser.Inspiróporsegundavez,pero el olor debía de haberse desvanecido con el soplo de aire. Saboreó lo quequedabadeélensuboca.No,noeraexactamenteigual,¿osí?Sindudahabíaalgode


Chrisallí.Talvezsedebieraalambienteviciadode losCambiados,peroelolor lerecordabaa…

«No. —La idea era tan descabellada que tragó saliva con dificultad—. Estámuerto.Nopuedeser…».

Arañasepusotensay,alcabodeunmomento,unolorcaliente,nocivoyafiladocomounapúasecolóenlanarizdeAlex.Eraunamezclahediondadeamargura,ira,frustraciónypavor.JuntoaAraña,Leopardotambiénestabamástiesoqueunavela.Amboshabíanechadolacabezahaciaatrásyabríandesmesuradamentelabocacomosi quisieran beberse aquel extraño olor. Luego Araña se dio la vuelta. Sus ojosplateados, chispeantes de odio, se posaron en Alex, que retrocedió un pocotambaleándosecomosirealmentelahubierafulminadoconlamiradaydeseandoquese la tragara la tierra.LaheridadeArañahabíamejorado,probablementegraciasaque se habían tomado su tiempo para llegar hasta allí. Leopardo y los demás seencargabandemantenerllenaladespensa,asíquelasusodichallevabadossemanascomiendo como es debido, cuando no andaba dándose el lote por ahí. (Compartirhabitación con Daniel había sido una suerte, a fin de cuentas, y, a juzgar por lasmiraditas que le echaba Leopardo, Alex se alegró de que Araña lo mantuvieraocupado. Que Dios la asistiera si Leopardo la pillaba a solas alguna vez). Sinembargo,lamejilladesgarradadeArañanuncasanaríadeltodo.Parasersincera,sedabaciertoaireaunodelosmalosdelaspelículasdeBatman,esealquelefaltabalamitad de la cara y se le veían los dientes, losmúsculos y hasta los huesos. ¿DosCaras?

Enesemomento,AlexnotóqueDanielsemovíaeintentóenderezarlounpoco.Susojosenfermosysoñolientospestañearon.Leapestabaelalientoavómito.

—Mmm.—¿Daniel?—Casinohabíaabierto labocaen todoeldía.Lediounapequeña

sacudida—.Daniel,soyyo,Alex.¿Meoyes?—Mmm—gruñóDanielaltiempoqueseledoblabanlasrodillas.—No,no—loanimóella,tratandodeincorporarlo—.Venga.Intentadarunpaso,

Daniel.Ya casi hemos llegado.Prontopodrásdescansar.—Sepercatódeque,másadelante,ArañayLeopardoreanudabanlamarcha,peroselesveíapreocupados.Elolorqueemanabanchispeabacomoburbujitasderefrescoexplotándoleenlanariz.

Ahora veía la entrada con total claridad: unas fauces con afilados carámbanosdispuestasacomérselaviva.Sualientoeraunanieblaranciaqueapestabaamuerteysangre,acarnemugrientayalsudordelosmuchosotrosprisionerosquedebíandeestarencerradosallíabajo,apiedrafría.YalosCambiados,cómono.

Desplazó el peso de Daniel sobre sus hombros y oyó a su espalda cómo losprisioneros más viejos arrastraban los pies despacio hasta ponerse a su altura.Hicieronunapausa,peroningunosevolvióparamirarlos.Dadoquehabíapasadolasdos últimas semanas prácticamente encerrada con Daniel, no había tenidooportunidaddeconocerlosyalparecerelloshabíandecididoguardar lasdistancias,


sobretodoahoraqueDanielestabatanenfermo.Nolosculpaba.«Si entro ahí, no voy a salir». Pensó que aquella era su última oportunidad de

escapar.Ono…MiróalosCambiadosarremolinadosalrededordelaentrada.Unoscincuenta, como poco, y todos armados, aunque estaba segura de que no ledispararían.Arañateníaotrosplanes.

Además,aunqueconsiguieralibrarsedeellos,¿quéfuturoleaguardaba?¿Rule?¿Chris?No.Nuncaloconseguiría.Losabíaporquelohabíaolido,igualqueArañayLeopardo,enaquelpequeñosoplodeaire.Ynosabíamuybiencómosesentíaniquésignificaba.

PorquenoeraChrisquienestabaallífuera.EraLobezno.


70

—¿Ysiempredejanunsímbolo?—Nathanteníalapieltantirantequesuspómulosparecíancuchillas—.¿Nuncaunnombreounadirección?

—No,siempreesunsímboloparaahuyentarelmalagüero—explicóChris.Seapretó la sien con un dedo, intentando desembarazarse de un persistente dolor decabezamedianteunmasaje.Lalínearojadelminitermómetrodesumochilarozabaellímitedelacongelación,perolanocheacechabaylatemperaturaenelexteriordelatiendadedosplazasestabacayendoenpicado.Chrisseacurrucóaúnmásenelsacode dormir y señaló con la barbilla un pentagrama azul y rojo dibujado mediantetrazos irregulares en un círculo blanco—. Los colores también son importantes,porquelaprimeravezqueentréenunestabloconelmismodibujoperoconcoloresdiferentes,elfondoazulylaestrellaconrojosyblancosalternos,nohabíanada.

Alzólamiradaaloírunacremallera.LatiendasevolviógrisyentoncesLenaseabriópasopor entre los faldonesdobles, arrastrando consigounabocanadade airefrígidoaderezadoconunapizcadebilisagria.

—¡Qué frío! —Su aliento formaba nubes de vapor. Cerró rápidamente lacremalleraysehizounovilloenelúnicosacodedormirquequedaba—.Ahífueraparecequeseestáatropecientosbajoceroyencimaseestálevantandoviento.

Nathanabriólabocaysemetióeldedoíndice.—¿Hasechadoyalaprimerapapilla?—Ja. Ja.—Tenía la punta de la nariz quemada por el viento, pero la cara casi

transparente—.Nooíaesodesdesegundodeprimaria.Nathanabriólasmanos.—Sólointentabalevantarlosánimos.Chrisnodijonada.Todossesentíanexhaustos,peroLenaestabaempeorandoyel

aliento le apestaba a vómito. Un repelús pavoroso le erizó los vellos del cuello.«Cuantomástiempoestemosaquífuera,peor.Nopuedoseguirposponiéndolo».Noobstante,podíaestarequivocado.Nathanteníamásexperienciayaúnnohabíadichonada,nimu.Cuandounachicavomitabatodaslasmañanasysepasabaenfermatodoel día, debía de haber otra razón que a un hombre lo bastante mayor para ser suabueloleresultabaincómodomencionar.

—Además,creoqueseavecinaotratormenta.—Lenatiródelsacohastaquesóloquedóaldescubiertoelpálidoóvalodesucara—.Elcieloestámuyoscurohaciaelnorte.

—Esperemosqueno.—LasuñasdeNathanrechinaronsobresubarbaentrecanadevariosdías—.Comonosvolvamosaquedaratascados…

—Joder,hanpasadosemanas.¿Cuántomásvamosaesperar?—preguntóLena.—Quizásunpardedíasmássiel tiempoaguantayparamosparahacernoche.


Pero haymuchos Cambiados, así que creo que esmejor que sigamos adelante. Sidescansamosduranteperiodosmáscortosyalternamoslashoras,llegaremosaOrenmuchomásrápidoyluegopodremosencontrarunsitiodonderefugiarnosmientrassenos ocurre dóndemirar. Por cierto…—Nathan le presentó el dibujo a lápiz—, ¿tesuenantodosestossímbolosparaahuyentarelmalagüero?

—Claro.Loquenoséesquégranerostienenunouotro.—Lenaseguíaenvueltaenelsaco,peroladeólacabezaysemordióellabioinferior.Sehabíaarrancadolamayorpartedelapiel.Teníapostillasconmuymalapintaportodalaboca—.YaselohedichoaChris.AeselollamanlasCincoHeridas.Lamayoríadelosgranerostienenunmontón.Noséloquesignifican,pero…sí.

—Oh,esemesuena.LascincoheridasdeCristo.Elpentagramaeraunsímboloutilizado por los primeros cristianos, mucho antes que la cruz —dijo Nathan—.¿Hacensiempreelmismosímbolo?

Chrismeneólacabeza.—Es lo que te dije. Cuando quieren que los encuentre, dejan un dibujo en el

diccionariodelbibliobús.Despuéssólotengoqueirdegraneroengranerohastaqueencuentreelquees.Llevasutiempo.

—Muybien,supongoqueelbibliobúsesnuestraprimeraparada.Amenosquelasuerte nos sonría y tengan centinelas apostados.—Nathan se lo quedómirando—.¿Algunavezrecibióalguienundisparo?¿Tedabalasensacióndequetevigilaban?

Efectivamente, aunque aquello no era nuevo. Había salido de Rule las vecessuficienteshaciadondehabíasaqueadoresoCambiados,oambos,comoparaquesusojosnuncadejarandeescudriñarlotodo.

—Claro. Por otra parte, nunca he pasado por aquí ni he llevado a nadieconmigo…albibliobús.HacíaqueGregylosdemásmeesperasenjustoalasafuerasdelpueblo.Además,meestoyadelantando.Alomejornohaynada.

—Dios.—Lenasoltóunlargosuspiro—.Yentonces,¿quéhacemos?—Dejarnosllevarporelpánico.—Chrislodijoenbroma,pero,alverqueLena

nosereía, lepusounamanoenelhombro.Nolegustó tenerquepensarseaquellodosveces—.Estavez,tododependedeti.Siteven,puedequepiensenquesalirnosuponeningúnpeligro.

—Quizá.—EltonodeLenaeratansecoysinvidacomounahojademaízmustia—.Perotampocoesquefueratanpopular.

—¿YquémedicesdeesetalIsaacHunter?¿Estásseguraalcienporciendequeese nombre no te suena de nada?—ComoLena negó con la cabeza,Chrismiró aNathan—.Tienesquesaberalgo.Sí,sí,yaséqueconfíasenJessy,sielladicequeélpuedeayudarnos,tútelocrees,peroahoranoestamosenRuleyJessyanoparteelbacalao, demodo que, aunque sólo sean rumores o suposiciones bien fundadas, sisabesosospechasalgo,puederesultarnosdeayuda.

VioqueNathanrecapacitabasobreelasunto.—Nuncahabíaoídohablar de él—dijo al fin—,pero recuerdoque, desdeque


teníamásomenostuedad,siemprecirculabalamismahistoria.Haráunos…sesentaaños.

—¿SobreHunter?—No.—Nathansepasóunamanopor labarbilla—.Sobreesosniñossalvajes.

No,no—añadiócuandoviolaexpresióndeChris—,noesloquepiensas.Nosetratadequelosniñossevolvierancomoanimalesninadaporelestilo.Esalgoquehacenloschicosamish.

—¿Terefieresalrumspringa?—dijoLena.Seapoyóenuncodo—.Sédequévaeso.

—Puesyono—confesóChris.Mertonquedababastantealsureste,asíqueloquesabíadelosamishlohabíasacadodelaspelículas,locualsetraducíaennomucho—.¿Quéeseso?

—Unacostumbredelosamish—continuóNathan—.Significa«correrporahí».Los amish son diferentes en muchos sentidos, especialmente cuando se trata delbautismo.Alosniñosnolosbautizanenlaiglesiaalnacer.Esunestilodevidaquedeben elegir conplena conciencia y los amish creen que sólo los adultos, que hanexperimentado elmundo, son capaces de hacer eso. Así que, a los dieciséis años,dejanqueloschicossemarchenyhaganloquequieran.Enteoría,puedepareceralgosensato,peroesunaideanefasta.

—¿Porqué?—Porquenosabennadadelavida.Ningunodeesoscríossabeloquehaymás

alládesusasentamientos,enelmundodelos«ingleses»,ycuandosevenlibres,sinnadiequelosguíe,sevuelvensalvajes.—UnadelascomisurasdelabocadeNathancayóenunamuecairónica—.Heconocido…aunascuantaschicas.Loschicosnosaprovechábamosdeeso,porqueningunadelaschicasquenosotrosconocíamosibatanlejoscomolasamish.Aquelloscríosmontabanunasfarrasdelcopón.Siecholavistaatrás,noesalgodeloqueestéespecialmenteorgulloso.

—Vale, creo que lo he pillado. —Chris sentía que le quemaba la piel devergüenza.Loúltimoquequeríaeraoíraun tipode laedaddesuabuelo recordarcómoselomontabanenlosviejostiempos—.Pero¿quétienequeveresoconesto?

—Tal vez nada—dijoNathan—.Al final, lamayoría de los chicos iba de acáparaalláunpardeañosantesdeelegirseguirlastradicionesamish.Sebautizanyahíterminatodo.Perosiemprehaymuchachosquenoquierenvolveroquelohacenyluegosemarchan,paralocualhacenfaltamilvecesmásagallas.

—¿Agallas?—Sí—intervino Lena—. Si semarchan después de haber sido bautizados, los

repudian.—¿Quelosrepudian?—Aquellolesonabadealgo—.¿Terefieresaalgoparecido

alaExpulsión?—Merefierocasiaeso—dijoNathan—.Lollamanmeidung.Básicamenteesla

versión amish de lamano dura. La gente sigue hablándoles, pero eso es todo.No


puedentomarlacomuniónniparticiparenlacomunidad,nadadeeso.Laideaesquesearrepientanycambiendeparecer.Norecuerdocuántotiempotardaenconvertirseenalgopermanente.

—¿Permanente?¿Quieresdecirquenohayvueltaatrás?—Quierodecirquelosexcomulgan.Siesoocurre,escomosifuesesunasombra,

comosiestuviesesmuerto.Estospobrescríosnotienennada:nieducación,nifamilianirecursos;nisiquieraunsitioadondeir.—Nathanhizounapausa—.Sinembargo,loquesueleocurriresquesejuntaneintentanayudarselosunosalosotros.

—Como una red clandestina.—El lento albor de una idea brilló en sumente.Chris sentía que su cerebro estudiaba las implicaciones y establecía conexiones—.¿Esesoloqueestamosbuscando?

—Bueno.—Nathanhizounapausa—.Jesscreequeyalaencontraste.Almenos,unaparte.

—Nolopillo—dijoLena.—Una comunidad disidente. Un asentamiento de críos compuesto por los que

eligieronmarcharse.Peronecesitanayuda,talvezalguienquesepaporloqueestánpasandoporquehubiera sido excomulgadoen sus tiempos…—LavozdeChris seapagó cuandootra idea borboteó en el guisoque sumente había estado cocinandoduranteaquellasúltimassemanas.VolviólavistahaciaNathan—.Necesitanayuda.

—Sitúlodices…—murmuróLena.—Jess—dijoasuvezChris.—¿Quéquieresdecir?—QuierodecirqueJessteníaqueserunodeellos.—VolvióamiraraNathan—.

Esasí,¿verdad?Ellaesamish,oloera.—Sepercatódequeladudacruzabalacarade Nathan y añadió—: Vamos. El único modo de que supiera de ellos con tantodetalle,tantocomoparadarteunnombre,esquehubieravividoallí.

Nathanasintiólentamente,casiaregañadientes.—Esaeslateoría.—¿La teoría?—preguntó Lena—. ¿Por qué se trata el tema como si fuera un

secreto?¿Quépasa si era amishy luego la repudiarono la excomulgarono loquefuese?¿AquiénleibaaimportarenRule?

—Bueno,siel lídereselhermanodelReverendo—intervinoNathan—,talvezlesimporte.


71—¿Hermano?—repitióChrissorprendido—.¿Elhermano>demiabuelo?Creí

queestabamuerto.>—Yasíes—corroboróNathan.>—Peroacabasdedecirque…>—Espera,yalopillo.Muerto,muerto,loquesedicemuerto,no,Chris.Perosí

excomulgado—apuntó Lena.Había logrado sentarse a duras penas. Estaba blancacomolalecheyunasoscurasojerasmoradasensombrecíansusenormesojos—.Paralosamisheslomismo.

>—PeroseapellidaHunter,noYeager—protestóChris.>—TúeresunYeager—dijoLena.>—Sóloamedias—repusoChris—.MipadrenoeradeRule.>—Si abandonas a los amish, pasas a formar parte automáticamente de los

«ingleses» —explicó Nathan—. Y Yeager >es la palabra alemana para Hunter,«cazador».

>Chris se tomóunmomentopara asimilarlo.Si el hermanode su abuelohabíaproporcionado refugioachicosamish rechazadosoexpulsados,Rule también teníaque ser una especie de comunidad disidente o alguna locura por el estilo. Esoexplicaría algunas de sus costumbres, como la religiosidad que imperaba en elpueblo.Pero¿quiénhabíarotoprimeroconquién?¿RulesehabíaseparadodeOrenolohabíahechosóloelgrupodeHunter?AunqueestetambiénpodíahaberseseparadodeRule…

>—¿Losamishtienen…,aver…,unconsejooalgoasí?¿Ungrupodetiposquedirigenelcotarro?

>—Yoelúnicodelqueoíhablarfueelobispo—dijoLena,yalinstanteahogóungrito—. ¡Hey, espera! No es verdad. Tenían una especie de comité, sí. Había unobispo—Sacó el pulgar y fue enumerando con los dedos—, tresministros y…undiácono.

>—Cincotíos—contóChris—.ComoenRule.>—ComoenRule, no.—Nathannegó con la cabeza—.Hastadondeyo sé, en

Rule no es un obispoquien dicta las leyes.Los asuntos importantes se someten alvotodetodalacomunidad.Rulenuncaseharegidoporesosprincipios.Enlugardeeso,habíaunasextasillaquesesuponequerepresentabaatodoelmundo.Deberíaisecharle un vistazo alguna vez a la cámara del Consejo y lo comprobaréis. Parecedesequilibrada.

>Ahora que Nathan lo decía, Chris se acordó de que Alex había señalado lomismo en una ocasión: una sexta silla, apartada, detrás de las demás: «Seis sillas,perosólocincohombres,Chris.Comosifaltasealguien».¿YsiquienfaltabaeraelpropioRule?

>TambiénseacordódeotracosaquehabíadichoAlex.Asuabueloleencantaban


lashistoriasbíblicasdehermanos:CaínyAbel,JacobyEsaú…,perosufavoritaeraladeIsaaceIsmael.¿QuéhabíadichounavezsobreelmundofueradeRule?«Losseguidores de Satán se han convertido en bestias, portan la Marca de Caín y laMaldición de Ismael». Sin embargo, si el hermano de su abuelo era >Isaac, ¿quéhermanoencarnabarealmentealabestia?

>—¿CuáleslarelacióndeJessconHunter?—quisosaberChris—.¿Porquécreeellaquepuedeoquiereayudarnos?Tienequehaberalgomásapartedequeeltipodérefugioaungrupodecríos.

>—Sinceramente,nolosé,Chris—dijoNathan—.Esoesloqueelmédicoyyohemos podido averiguar hasta la fecha, pero aún quedan muchas incógnitas.EncuéntraloytendremoslaoportunidaddearreglartodoloquesehahechomalenRule.

>—¿Ysiestámuerto?>—Entonces,nolosé—vacilóNathan—.Confiemosenquenoloesté.

>—¿Tú qué piensas? —le preguntó Chris a Lena al cabo de un rato. En teoría,Nathansehabíaescabullidoparaecharunvistazoaloscaballos,peroChrissabíaquequería darles espacio para discutir el asunto. Aquello no cambiaría nada. No veíaclaraningunaotraopciónqueladecontinuarhaciaOren.

>—Creo que es una locura. Jo, tío… —Lena abrió la cremallera y dobló aregañadienteslasolapadelsaco—,hacetantofríoquemeduelenlosdientescadavezquerespiro.

>Chrislaobservómientrassalíalentaycuidadosamentedelsaco.>—¿Cómoteencuentras?>—Mal.—Hizounapausa—.Losientosiosestoyretrasando.>—Nopasanada.Wellerteníarazón.Tenemosquerecorrerunabuenadistancia

haciaelesteantesdevolver,asíquedaigual.>—Sitúlodices.—Guardóelsacoensubolsayapretóelcordónsinlevantarla

vista—. ¿Alguna vez te preguntas cómo estarán las cosas en Rule? ¿Si habránencontradoyaaPeter,porejemplo?

>—NopiensomuchoenRule,sientoqueyanopertenezcoallí.Piensoenloqueestá pasando, en lo que ha pasado. Y en Peter, claro que sí. —Chris cerróbruscamente su mochila, provocando un ruido que retumbó en la nieve como larupturadeuncarámbano—.DaigualsilaideadealimentaralosCambiadosfuesuyaodelConsejo.Debióhabersenegadoynolohizo.

>—Asíque,siestávivo…—Lenaseinterrumpióunmomentoyluegocontinuó—:SiestávivoytúdecidesenfrentarteaRule,teenfrentarásaél,¿no?

>—Supongoquetendréquehacerlo.—Chrissediolavueltaparaabrirlasolapadelatiendadecampaña—.Nolosé.Confíoenqueno.Parasertesincero,Lena…,esperoquehayamuerto.Asínocabráesaposibilidad.


>—Pero¿ysinohamuerto?>—Entonces,esperoquetengamosocasióndehablar.>—¿Ysinoquiereescucharte?YasabescómoselasgastaPeter.>Sí, lo sabía.Elvientogélidoarremetiócontra sucara.El aireera tancortante

quenotócómoselecontraíanlosglobosoculares.Casilogróconvencersedequenosentíaningunarabianitristezaporlasuertedesuamigo,peroelnudoqueteníaenelpecho lo traicionaba:«Dios,¿porquémehacaídoestaencima?NopuedomataraPeter; antes me volaría la tapa de los sesos. Ni siquiera estoy seguro de poderenfrentarmeaRule».

>—¿Tepreocupaporalgoenespecial?—Nosevolvióparamirarla—.¿Talvez…hayalgoqueyodeberíasaber?

>—Tal vez. Sí. Eh… —Su tono era apagado y monótono—. Es que… sóloocurriódosveces.Sarahnolosabe,pero…sí.Eso…esocreo.

>«Tieneque sereso.Nonos siguenel rastroporqueellaestécambiando.—Laoleada de alivio que le sobrevino le hizo flaquear y por un momento tuvo queaferrarse a la solapa de la tienda para no caer. Se acordó del chico que se habíaechado al cuello aquella bufanda… la que Chris había colocado entre los cuerpospara comprobar si sus sospechas tenían sentido—. Nos encuentran porque está>embarazada,yPeter>esel…».

>—Entonces, ¿qué piensas hacer? —insistió Lena—. Si Peter está vivo y noquiereescucharteyalfinaltienesqueenfrentarteaél…

>—Confiemosenquenotengamosquellegaraeso—murmuróChris.


72

—¡Mierda! —Luke volvió a tener arcadas, pero sólo echó flema acuosa. Con elresplandor de aquella luna verde, la cara del niño era del color de un quesoenmohecido—.¡Mierda!

—Cierra el pico, a menos que quieras que nos oigan todos esos malditosChuckies—susurróWeller.Seguíateniendolasmanosaferradasalacabezadelniñomuertoyunarodillacolocadatraslosomóplatos.ElniñonoeramayorqueLukeyhabíacometidoelerrordesepararsedelgrupoparadisfrutarasolasdeunpequeñoaperitivo.Lohabíanoídosorberyengullircuandoaúnestabaaunosveintemetrosdedondepermanecíanescondidos,unazanjaenlanievedetrásdeunfrondosoarbustoaunosdocemetrosdelPozoDos.Elchicoestabatanensimismadoensugolosina,dospuñadosdesesos,quenovioaWellerhastaelúltimosegundo.Sehabíadefendido,habíaforcejeadoycasisesacudiódeencimaalviejo,peroWellerlehundiólacabezaenlanievehastaasfixiarlo.

—Losiento.—Lukeestababoqueando.Echóotrovistazoalasustanciaviscosaeinconsistentequesalpicabalanieve—.Esque…nunca…

—No es lo peor que verás—dijoWeller, utilizando el dorso de lamano paralimpiarseunespumajoqueleresbalabalentamenteporlabarbilla.

—Déjalo en paz. —Tom le puso al chico una mano en el hombro—. Hemostenido que hacerlo así, Luke. No queríamos mancharle la ropa de sangre. —Sinembargo, estaba enfadado. Una buena llave en el cuello y el chiquillo habríaterminadoinconscienteendiezsegundos.Unrápidogiroaderechaeizquierdaytodohabría acabado. Aquel chico había sufrido para que Weller pudiera lucirse. TomtambiénhabíaconocidoatiposcomoélenelEjército.

«Nopermitasqueteafecte.—Elcorazónibaasalírseledelpecho.Hizoacopiodetodasuvoluntadparapermanecerserenoysintióelcambiocuandolaadrenalinafuedisminuyendoysupulsosecalmó—.Esungilipollas,peroconocelaminayRule.Lonecesitastantocomoélati».

—De acuerdo, quitémosle la camisa y esa chamarreta, pero dejémosle lospantalones.—Weller se levantó jadeando de la nieve—. El Chucky se ha cagadoencima.

Wellerseestabapasandotrespueblos.—Yolohago—seofrecióTom.Rodóelcuerpo,abriórápidamentelacremallera

delachamarretadelchicoylodesvistiódecinturaparaarriba,quitándolenosólolaropa,sinotambiénlalinterna,elcuchillo,elrifleyunacartucheradesobrallenademunición.LelanzólacamisaylaparkaaLuke—.Esmásomenosdetutalla.

—Ah, sí. —Luke manoseó las prendas como si se trataran de serpientes decascabel—.¿Seguroquetengoquehaceresto?


—No,peronoestádemás.—Wellerenterróelamasijodesesospegajososenlanieveconelpie—.SivosotrosdosoléiscomolosChuckies,tantomejor.Recordad:unavezqueentremos,soymortadela.

—Puedeshacerlo,Luke.Dejalacamisetatérmicaparamí.Rápido.—Tomagarróalniñomuertoporlostobillosyarrastróelcuerpohastalazanja;luegoleechónieveencimahastaquenoquedónirastrodeél.Elrifle,unBrowningBLR’81conmiratelescópica, era una buena arma, pero inútil para sus propósitos. Sus Uzis teníansilenciadores.Despuésdedescargarlasbalasconelpulgar,desmontóelarmaytirólas piezas en diferentes direcciones. Cuando volvió, Luke estaba terminando deabrocharselachaquetadelniñomuerto.

—Estoesasqueroso.—Lukelediountirónalospuños—.Escomosilollevaraencima.

—Deesosetrata—rechinóWeller.—Yaloquemarás,Luke—murmuróTom.Tenía losojosclavadosenel terreno

ondulante y poblado de matorrales que mediaba entre su escondrijo en aquelpromontorio y el pozo. A la luz de la luna, la nieve brillaba con la suavefosforescenciadeunaluciérnaga,cosaquelerecordabaacómoseveíacongafasdevisiónnocturna.Delante resaltabaunmontículocubiertodenieve—.¿Estás segurodequeeseeselpozo?

—Sí—contestóWeller—.Miraddóndepisáis.Loúltimoquenecesitamosesquesalgáisrodando.

Fueronarrastrandolospiesporlanievetorpementeporculpadelasmochilas,lascuerdasylasUzis,yTomsintióqueelterrenocambiababajosusbotas.Elmontículonoerasólido,sinouncascotedehieloincrustado.Sedesplazaronlateralmenteporlanieve y entoncesWeller sacó una linterna deminero improvisada. Se oyó un clicdiminuto.

Enelrepentinohazdeluz,elpozoseabriócomounaheridanegraycircular:unancho conducto de hormigón de unos seis metros de diámetro. El castillete deextracción y el montacargas habían desaparecido. Sólo quedaba una escalera dehierro atornillada al hormigón.Weller escarbó en la nieve en busca de una piedra,luegoabriólamanosobreelpozo.Tomcontóensilencio.Cincosegundos.Quince.Alostreinta,dijo:

—Noheoídonada.¿Ytú?Wellermeneólacabezay,actoseguido,seacercaronengrupoalaescalera.Todo

parecíafirme,pero,unavezqueestuvieroncerca,Tomoliólaherrumbreyviodóndese habían oxidado y desprendido los peldaños. Finas fracturas garrapateabanalrededor de algunos de los pernos donde el agua se había filtrado y congelado,abriendoauténticasbrechasenelhormigón.

—Sólohayunamaneradecomprobarlo—dijoWeller.Hizounrápidonudoenunmosquetóny lo apretó.Luke sujetó aTompor la cinturay esteúltimo se apuntalóbienenelsueloconlacuerdafirmementeagarradaconambasmanosyenrolladaen


diagonalaltronco,mientraselancianodescendíaconcuidadohastaelprimerpeldañoy desplazaba el peso. Pisó el segundo peldaño. El tercero—. Creo que no hayproblema.

Lukepasóunamanoporelhierro.—Amímeparecequeestámuyhechopolvo.—Niño,yomehedescolgadoporbarrancosenQuangNgaimientraslosCharlies

nosacribillabanabalazos—dijoWeller—.Estonoesnada.«Sí,claro,ytehurgabaslosdientesconunabayoneta,notedigo».—Nonosquedaotra,Luke—apuntóTom.—Pero es que no hay nada a lo que atar la cuerda—se quejó Luke—. Si la

escaleraserompe…—Tedasunbuentortazo—dijoWeller—.¿Vasaecharteatrás?—Haz lo mismo que yo —lo cortó Tom. No iba a permitir que Weller

avergonzaraalchiquillo—.Menossimeresbalo…Esonolohagas.Lukeexhalóunarisatemblorosa.—Estoybien.Eh…,recuérdamehastadóndevamosallegar.—Lavozdelcríose

quebróenlaúltimapalabra.—Hastadondehagafaltaparareventarlossoportesquehaybajoesosmierdas—

sentencióWeller.—¿Ysinopodemos?—preguntóLuke.—Entonces,lacosasevaaponermuyinteresante—respondióTom.


73

Hacetiempo,suspadreslallevaronavisitarlaminadelaMontañadeHierro,alasafuerasdeVulcan.Trasponerseunoscascosrojosyunosimpermeablesamarillos,semontaronenun trenecitoque loscondujoporel interiorde lamina,a travésdeuntúnelde roca tan estrechoquepodía tocar lasparedes con sólo sacar lamano.Delbajísimo techo colgaban bombillas enjauladas, pero las densas sombras y losprofundos túneles conseguían imponerse.Alex no sabía lo que era la claustrofobiahastaquellegaronalabancadaprincipalyelguíaapagótodaslas lucesparahaceruna demostración. La oscuridad se cernió sobre ellos como un enorme puño, tanabsolutaqueAlexselasvioyselasdeseóparareprimirungrito.Susojossefueronabriendocadavezmás.DehaberestadoenlosdibujosanimadosdelCorrecaminos,selehabríansalidodelasórbitasyrebotadoenelsuelo:boing-boing…Pero,comonohabíaluz,nohabíanadaquever.Nada-en-absoluto.

Noeraningunacagueta,perohabíapasadounmalrato.Puesbien,estoeramuchísimomuchísimopeor.

ADanielyaellaloshabíanseparadodelosdemásyseadentrabancadavezmásenla mina; bajaron y bajaron por un laberinto de galerías y túneles señalados connúmerosyletrasgarabateadosconesprayyluegoporunasescalerasconcompuerta.Perdiólacuentadelasvueltasquedieron,peroeltufoqueemanabanlosCambiadoserayacasiimperceptible.

Ahora, sin embargo, se encontraba en medio de la más absoluta oscuridad.Bueno, salvo porMickey, que le indicaba que llevaba siete horas sentada demalamanera sobre un saliente de roca en aquella cámara lateral. Tampoco se oía nada,exceptoelaguacayendosobrelaroca,larespiraciónagitadadeDanielyelmartilleodesupropiocorazón.Ah,ylosmurciélagos.Aunquenohubieracaptadosuolor—seco,polvorientoyunpocoagrio—,habríapercibidoelbatirsusurrantedesusfinasalas.Aveceschillaban,perono le importaba…mientrasnose tropezaraconellos.«Conlasuertequetengo,cogerélarabia».Sepreguntósiestasecontagiaríaatravésdelacarneyseavergonzódelamorbosidaddesuspensamientos.

La primeramisión consistía en salir de allí, pero ¿cómo? Estaba claro que losCambiados conocían el camino de salida y seguro que los murciélagos también.Ambossólopodíanadentrarsehastadondeelaireselopermitiera,peroaquelairenoparecíaserelmásapropiado.Noesquefuerairrespirable,perodevezencuandoleveníauntufilloaazufresimilaraldelacabezadeunacerilla.Contodo,nosehabíadesmayadoylosmurciélagoscontinuabanallí,asíquedebíadeseraceptable.Mirósúbitamentehaciaatrásynovionada,porsupuesto.«Mepreguntosi…—Selamióel


dedoy lopuso en alto—.Hum…».Parecíaque llegabaunapizcade airedesde elrincóndondesehallabanlosmurciélagos.Talvezestuvieranbatiendolasalasosólorespirando.

—Buen trabajo, Alex —se dijo en voz alta—. Anda, sé valiente y acércatedespacitoaversiencuentraslasalida.—LosmurciélagossusurraronalsonidodesuvozydeprontoDanielsoltóunbajoyprolongadogemido—.¿Daniel?—Seinclinóhacialaderecha,tanteandolaoscuridadconlosdedos,hastaquesumanopalpóunamejilla.Elmuchachoteníalapielardiendoyempapadaensudor—.¿Daniel?

Nohuborespuesta.Nisiquieraungemido.Esperounossegundosmásyretirólamano. El olor deDaniel se había quedado impregnado en sus dedos y le provocóarcadas.

Aún le quedaba un último cartucho. Rebuscó en su chaqueta y encontró elpaquetitoque sehabíaguardadoenel forro.VeintePercocet,nuevePercodanyunValiumenvueltosengasa.Todaslaspastillasquehabíapodidorecogerdelsuelodelacasita de invitados durante el breve espacio de tiempo que la habían dejado solamientraslacuadrilladeLeopardosacabaarastrasloscuerposdeSharonyRuby.Laspastillaseran…unseguro.Unamaneradeescapardetodocuandoellaquisiera.Claroque también existía la posibilidad de despertarse comoun vegetal enmedio de uncharcodevómito.Pero¿seríacapazdehacerlo?¿Dematarsesinohabíaotrasalida?Quizá.Laspastillasno eran tan rápidasy efectivas comoundisparo, pero si no lequedabamásremedio…

¿YquéibaahacerconDaniel?Pormásvueltasqueledabaalasunto,noloveíaclaro.UnacosaeraloquelehabíaprometidoaTomyotramuydistintaquetuvieraquehacer lomismoconDaniel.Ni siquiera lo conocía lo suficiente y, además, nopodíadecidirporél.Corríaelriesgodeequivocarse.DurantelasdosúltimassemanassehabíanvueltoprácticamenteinseparablesyDanielestabaenfermo,peronoporellodejabadeserDaniel.¿Ysi…?

—Para—murmuró para sí—. ¿Quieres pensar en algo? Pues piensa en cómoencontrarunarma.

Vale,estabanlasrocas,pero¿quémás?Esepequeñotúnellateral teníasoportesdemadera, asíque talvezpudierahacerseconalgúnclavo.Elproblemaeracómosacarlos.Pensóenello.SusdedosjuguetearonsobreelrelojdeMickeydeEllieysuhebilla. Estaba ese chisme puntiagudo. No era muy largo, pero podía funcionar.Aunqueloquedeverdadnecesitabaeraalgofuertedemetal…

«Espera».Sellevólamanoalcuello,sacóelsilbatodeplatadesucadenitaylepalpó la boquilla. No era demasiado puntiaguda, pero la ligera curva serviría y elsilbatoeralobastantefuertepara…

Sus pensamientos se vieron truncados por el crujido de unas botas. La negraoscuridadquereinabaeneltúnelprincipalseclareóunpoco…yluegomás.Alexsepusorígidayaguardó,conlosojosabiertoscomoplatosyelcuerpotemblorosocomoeldeunconejitoarrinconado.Ay,madre,aquellopintabafatal.Elcorazónselesubió


alagarganta.Supoquiéneraporquereconociósuolor.Además,veníasolo.NirastrodeCaracortadanideAraña.Ningunodesussecuaces.Noqueríarepartirseelbotínconnadie.Porsiaquellaideanofuerayalobastanteaterradora,selenublólavistaen aquel preciso momento, como el fundido de una película entre un plano y elsiguiente:elmonstruodesucabezavolvíaalavida,semovía,seretorcía…Pueslosigualessereconocenentresí.

Leopardo.


74

—Espera—susurróWeller.Enganchóunbrazoenlaescalera,arrancóotrapiedrayladejócaerenlaoscuridadinsondablequeseabríaasuspies.

Tomcontólossegundos.Estavez,elimpactoseoyóalllegaraseis.—Unossesentametros.—Sí.—ElhazdeluzdeWellerrecorrióelhormigón.Unosseismetrosmásabajo

aparecieronunaplataformaderejillametálicayuntramodeescaleras.LaplataformaconducíaaunamplioboqueteencuyobordeTomvioeldestellodeunavíametálica.Encasodequehubieraalgunaduda,encimadelaaberturaseveíancy165pintadocon espray amarillo mate, lo cual indicaba que el nivel de carga se encontraba aciento sesenta y cinco metros de la superficie—. Por ahí es por donde vamos acolarnos.

—Creíquedijistequenoseaccedíaalaminahastamuchomásabajo.—Supongo que me equivoqué. Ha pasado mucho tiempo y el mapa es

aproximado.«Genial».—Weller, tenemos que bajar casi sesentametrosmás y luego abrirnos camino

haciaeloesteparameternosbajoesagrancavidadrocosa.¿Podemoshacerlodesdeaquí?

—Creoquesí.Loquepasaesquetenemosotroproblema.A Tom tampoco le gustó cómo sonaba aquello. A medida que bajaban, las

condicionesdelpozoempeoraban:sehabíandesprendidotrozosenterosdehormigónylospernosestabantansueltosquetemblequeaban.Elpozonoeralisoniuniforme;tramosdehierrocorroído,gruesosmacarronesaislantesytuberíasdiscurríanporloslaterales.Laestructuradescompuestadelsoportedelmontacargasoriginalsobresalíaaquí y allá como rotos colmillos metálicos. Grandes cúmulos de lo que parecíandeposicionesde rata,peroqueWellerdijoqueeranexcrementosdemurciélago, seamontonabanenlospuntalesyalrededordelasabrazaderasquesosteníanlostubosaintervalosregulares.Elairetambiénhabíacambiado,tornándoseunpocomáscálidoytancargadodehumedadqueTomsentíacómoestalerecorríalacaraconsusdedos.

Paracolmo,elaireapestaba,ynosóloaaguaestancada.Elhedoreramásbienunaexhalaciónmuyligera,nauseabundaeintermitente,comosilaminapadecieseuncasocrónicodehalitosismañanera.

LaluzdeLukelanzabasuarpóntrespeldañosporencimadelacabezadeTom.—¿Quéeseso?Huelecomoa…huevospodridos.—Sulfurodehidrógeno.Gasgrisú.—Wellerhizounapausay,cuandovolvióa

hablar, Tom notó el primer indicio de preocupación—. Debería haber pensado enesto. Toda estamierda demurciélago es la base perfecta.Ahora sólo nos llega un


ligero tufillodevezencuando,peroelgasesmáspesadoqueelaire.Cuantomásdescendamos,másconcentrado sevolverá.Opuedequeno.A lomejor se tratadebolsasaisladas.

—¿Nospuedeafectar?—lepreguntóTom.—¿Sisevuelvedemasiadoespeso?Yalocreo.Tematacomoelcianuro.«Genial».—¿Quémás?—Pues… explota. Como la soda con presión. Lo que pasa es que también se

inflama con mucha facilidad. Si se revienta una cámara cuando esas cargasexploten…

«Nosfreiremosenmenosquecantaungallo».Lasbolasdefuegosepropagabanconmucharapidez,comiéndoseeloxígenoyabrasándolo todoasupaso.Si teníanquedisparar,ladetonacióntambiénpodíaprovocarunaexplosión.Tomsemordióellabioinferior.

—Encasodequeelgassupongaunproblema,¿nosdaremoscuenta?SepercatódequeWellerestabadándolevueltasaltema.—Losojos y la nariz nos escoceríany el olor sería peor y luego cambiaría, se

volveríacasidulce.Apartedeeso,nosé.—¿Damosmediavuelta?—propusoLuke.Otrapausalarga.—Mira, no lo puedo garantizar, pero… Luke, si quieres irte, no hay por qué

avergonzarse.—No—se apresuró a contestarLuke, aunqueunpocovacilante—.Estoybien.

Además,sisomostres,todoirámásrápido.—Bueno,¿recordáisquedijequeteníamosotroproblema?Nomereferíaalgas.

Miradlaescalera,allíabajo.Todoslohicierony,graciasalcírculobrillantequeformaronconlacombinación

delastresluces,TomdescubrióloqueWellerqueríadecir.Décadas de corrosión habían ocasionado daños. La escalera terminaba en seco

comoelraigóndeundientecariado.Entrelabrechaylaplataformahabíaunvacíodeunosseismetros,ytampocoesquefueraunacaídaenlínearecta.Laplataformaestabaaseguradaalhormigónmedianteunsoporteatornilladoysobresalíaenformadelengua,concluyendoatresmetrosalaizquierdadelabrecha.

—Jo,tío—musitóLukeenmediodeunsuspiro.—Talycomoyo loveo—continuódiciendoWelleral tiempoque tirabade su

rollo de cuerda de cinco centímetros de grosor—, uno de nosotros tiene quedescolgarseyluegobalancearseyatarlacuerdaparaquebajenlosotrosdos.

TomleechóunamiradaaLuke.—¿Cuándofuelaúltimavezquejugasteacolgarteenunasbarras?—¿Cómosuena«hacetantotiempoquenomeacuerdo»?—lecontestóLuke—.

Esperonomearmeencima.


—Recuérdame que te cuente cómo balancearse sobre una brecha de quincemetrosatreintadelsuelo.

—¿EnelEjércitotienesquehacereso?—Puesclaro.Después,loslistosdescubrencómohacerunpuentedecuerda.—

MiróhaciaabajoyvioqueWelleryaestabaatandolacuerdaavariospeldañosporencimadesucabeza—.Yoiréprimero.

—Mejordéjameamí.—Wellerlediounúltimotirónalacuerdayluegolióelrolloalquehabíaatadootracuerdamás fina—.Sino loconsigo,unviejopetardomenosdelquepreocuparse.

—¿Paraquéeslaotracuerda?—preguntóLuke.—Mirayaprende,chaval.—Welleragarrólacuerdaconambasmanosehizouna

buenallaveconlospiesenganchandolacuerdabajolabotaderechaydándoseunavueltaconlaizquierdaantesdesoltarlaescalera.Lacuerdarechinócuandoelnudose apretó con el peso y el hierro chirrió. Se oyó cómo rebotaban y entrechocabanpiedrasyseguidamenteunchapoteolejanocuandoelhormigóndesprendidoimpactóenelagua—.Nobajéishastaquehayacruzado.

«No tepreocupes, no lo íbamos ahacer».Tomcontuvo la respiraciónmientrasWellerdescendíacentímetroacentímetro,peroseveíaalaleguaqueelancianosabíaloquehacía.Subirobajarporunacuerdanoeracuestióndefuerzaenlosbrazos;laspiernashacíancasitodoeltrabajo.Metroymedioantesdequelacuerdaseacabara,Wellersehizounovillohastaquetuvolospiescasialaalturadelpecho.

—¿Quéestáhaciendo?—preguntóLuke.—Cogiendolaotracuerda.—TomobservóaWellermientrasesteseasíaconuna

sola mano. Luego, todavía colgando de la mano libre, utilizó su peso a modo depéndulo, contoneando las caderas y dando sacudidas. La cuerda chirriaba: cri-cri,CRI-cri… El balanceo se hizo más amplio y Weller empezó a sobrevolar laplataforma:unavez,dosveces.Alatercera,sedejócaer.Elarcoquedescribiófueperfecto;lasegundacuerdasedesplegótrasélyelancianoaterrizóencuclillasconunsordobong;luegosearrodillóy,tambaleándose,sepusodepie.

—Ni me he despeinado —dijo, aunque su respiración sonaba jadeante—.Esperad.—Wellerdesenrollólasegundacuerda,diounospasoshaciaatrásyatóelcaboaunpilardelaplataforma.

—¡Hala!—exclamóLuke,totalmenteimpresionado—.Hahechounpuente.—Utilizalasmanosylospies—lesugirióWeller.Suvozresonabaenelpozo—.

Tienelongitudsuficienteparaquetelaaseguresbien.Nomiresabajo.Unacosaeradecirloyotra,hacerlo.CuandoTomibaamediocamino,yaestaba

sudando, con la cuerda ceñida al pecho, casi dobladopor la cintura y con los piesfirmementeenrolladosenlacuerda.Entonceshizojustoloquenodebía,puespensóenelaguadeabajoyenlacaída…ysintióquelecorríaunsudorfríoporlacara.Losbrazosletemblaronypensó:«Voyaresbalarme,mevoyacaer…».

—¡Tom!—leespetóWellerconbrusquedad—.¡Sigueavanzando!¡Vamos!


Esolodevolvióalarealidad.—¡Voy!—Inspiróysetragóunabolademiedo.Mantuvolosojosclavadosenla

cuerdae intentónopensaren lomuchoque lequedaba.OyóaWellerarrastrar lospiesporelmetaly,justodespués,elancianoseestirabayloagarrabaparaayudarloacaerenlaplataforma—.Gracias—ledijo,tragandoairequesabía,muydébilmente,ahuevosrevueltos—.Mehequedadobloqueado.

Wellerlepusounamanoenelhombro.—Todoelmundosebloqueadevezencuando.

—¿Por qué vamos cuesta arriba?—susurróLukemientras avanzaban en fila indiaporeltúnel—.¿Notenemosquebajar?

—En realidad, la abertura está un poco más abajo del nivel en el que vais atrabajar—farfullóWeller—.Esmásfácilbajar loscontenedores, loscubosgrandesdemetal,quesubirlos.

—PeroseguiremosquedandopordebajodelosChuckies,¿no?—preguntóTom.El túnel era mucho más pequeño y estrecho de lo que había imaginado. Habíaevocado techos amplios y altos, pero, en lugar de eso, una maraña de cables ymanguerasdiscurríaamenosdeunmetrodesuscabezas.Sentíacomosielpesodetodaaquellamasarocosaytodaaquellatierraloaplastara.

Sediocuentadealgomás.Nocaminabansobretierraseca,sinoquechapoteabanporunsuelo trilladollenodecharcos.Elaireestabamuyhúmedo,casipegajoso,ysentíayoíaelapagadotamborileodelaguaqueeltechoexudabasobresuscabezasyhombros. «Nos encontramos por debajo de la capa freática, pero el aire debe deejercer suficientepresiónparaevitarqueel aguasubamás».¿Oesqueaquellaerasólo una bolsa aislada y estaban rodeados de agua? No era un pensamiento muyalentador.Sirompíanlaparedequivocada,severíanenmediodeunariada.

Alsalirdeltúnel,torcieronaladerecha.Tomsintióelcambiodeinmediato,puesel túnel se ensanchaba y se hacía más alto. Había partes y piezas de maquinariadesperdigadas por doquier: un contenedormetálico cuadrado, trozos de hierro quesobresalíandelarocayredesdeshilachadasqueseextendíanporlaspiedras.Suluzcaptóundestelloyunresplandor,yoyóaLukedecir:

—¡Hala!¿Esoesoro?—No, eso es el oro de los tontos: pirita. El verdadero oro es un pocomate y

suelesencontrarlodondehaymuchocuarzo.—Wellerrecorriólarocaconsulinternay señaló una gruesa protuberancia blanca como la leche—. Allí hay un poco. Esaquellodecolornaranjaapagado.

—¿Esodeahí?—Lukepareciódecepcionado.—Haygentequehamuertopormenos—dijoWeller.Tomabriólabocaparadeciralgo,perooyóunzumbidochirriante.Nodepasos.

Eracomounavispero.Entonces,dealgúnlugarmuylejano,llegóungritoapagado.


Lukesequedósinrespiración.—¿Quéeseso?—Voces—murmuróTom.Sintióqueseleerizabanlosvellosdelcuello.—LosChuckiesnohablan.—NocreoqueseanChuckies.—Tomsegiróyseesforzóporoíralgoporencima

deloslatidosdesucorazónydeloscrujidosychasquidosdelarocahúmedabajosusbotas.

—¿Gentenormal?—Sí.—Delarocasobresalíalabocadeunconductometálicoamarillo.ATomle

recordó un sistema de ventilación, pero aquella abertura era muy ancha. De ellaprocedía un zumbido irregular e intermitente: un flujo y reflujo lejano como elmurmullo susurrante del mar revolviendo guijarros. «Gente hablando»—. ¿Qué eseso?

—Unatolvaparamineral.Vienedemuchomásarriba.—Wellerhizounapausayluegodijomuyserio—:Parecequeesoscabroncetestienenunoscuantosprisioneros.

—Hayquehaceralgo.—Luketeníalosojosllenosdelágrimas—.¿Novamosaayudarlos?

—Claroquesí.—Wellerhizoungestoconlacabeza—.Vamos.

***

Encontraronloquebuscabandoceminutosmástarde,muyporlospelos,segúnTom.Dehaber llegadoun pocomás lejos, podían olvidarse de cualquier oportunidad deescaparatiempo.Wellerloshabíaconducidomásabajoporuntramodeescalerasalasqueseaccedíaatravésdeunaverja—primerounnivelydespuésotro—yluegose habíanmovido rápido, internándose en corredores en los queLuke se detenía acadatantoparamarcarconunaXdetizaelcaminoqueibansiguiendo.

La primera cavidad era más pequeña de lo que había pensado y los pilarestampocoesquefueranloquesediceuniformes,sinoqueteníanformadechampiñóny caían del techo en disminución antes de extenderse por una amplia superficierocosa.Ladisposiciónlerecordóunpocoaunsótanomuygrandeyconeltechomuybajosostenidoportablonesde5x10ypalillosdeMikado.

—¿Esaquí?—No. La peor bancada está más al oeste y no exactamente al mismo nivel.

Tenemosqueencontrarla—contestóWeller.—Creíquesabíasdóndeestaba—ledijoTom.—Haceyamuchotiempo.—Siemprerepiteslomismo.—Laencontraremos.


—Bueno, pongámonos ya manos a la obra. —Luke se estaba descolgando lamochila—.¿Pordóndeempezamos?

—Doscargasjustoahí,alladodeesegranpilardelcentro.Ponlasdetrásdeesaentradaprincipal,quenosevean.Así,sialguiensehuelealgoovieneporaquí…—leindicóTom.

—Nolasverán.—Lukeasintióysedispusoahacerlo—.Estoyenello.—Voyaecharunvistazoporahí—dijoWeller.—Espera. —Tom había hincado una rodilla en el suelo y había abierto su

mochila,perosedetuvoylomiró—.Unodenosotrosdeberíaircontigo.Wellermeneólacabeza,miróporencimadelhombroybajólavoz:—Estoseestáretrasandodemasiado.¿Hasvistolosojosdeesecrío?Seleestán

poniendounpocorojos.Creoqueesporelgas.Ytúparecequenecesitasdormirlamona.

—¿Qué?—TomnosintiólaligeraquemazónyelhormigueohastaqueWellerlomencionó—.Elolornohaempeorado.

—Puedequenolohaga,otalvezanuletusentidodelolfatodespuésdeunrato—murmuróWeller—.¿Cómovaturespiración?

—Bien,hastaquelohasmencionado.—Sí, a mí también me cuesta. —Weller echó un vistazo fugaz a su reloj—.

¿Cuántotiemponecesitas?—Nomásdecincominutos.—Hastaluego—dijoWeller.

Yahabíapreparadoloscebos,engarzandoconcuidadocadacarcasaalasmechasderetardo con alicatesmultiusosyutilizandoel punzónparahoradarunhuecodondecolocar los detonadores. Había calculado el tiempo que tardarían en quemarse—cuarenta y cinco segundos por cada treinta centímetros— y, en circunstanciasnormales, esto no tenía por qué suponer unproblema: sólo había que encender lasmechas y salir cagando leches. Pero ellos no disponían precisamente de muchoespacio abierto. Para dispositivosmás elaborados estaba la detonación por controlremoto,perolaúnicaopcióndeTomhabíasidoamañaruntemporizador.

—Hecho.—Lukesedejócaerasulado.—De acuerdo, dame un par de segundos.—Miró el reloj. Habían pasado casi

cinco minutos—. Sujeta esto derecho un momento. La roca es muy irregular. —EsperóhastaqueLukerodeólacargaconlamanoyluegoenrollóuntrozodecintaadhesiva a las patas para asegurarlas a la piedra. Desenrolló la mecha y utilizópequeñas tiras de cinta adhesiva para evitar que el cable impermeabilizado seenrollasesobresímismo—.Adelante.

—¿Dónde estáWeller?—preguntó Luke en la entrada. Se puso en cuclillas yrasguñódosgrandesXcontizablancaenelsuelo.


—Sehaadelantadoaexplorarlacavidadqueestádeseandovolarporlosaires.—Tom volvió a mirar el reloj. Habían pasado siete minutos—. ¿Cuántas cargas tequedan?

—Ocho.Élteníaonce,másdosbloquesdeC4ymechasderetardo,porquenuncasesabía.—Venga. Si va marcando el camino, podemos alcanzarlo. Es mejor que

quedarnosaquíesperando.—Vale—dijoLukey luego tosió.Tenía lanariz rojacomo ladeRudolphy se

tambaleabaalcaminarcomosivolvieradeunabuenajuerga—.Sientoalgoraroenelpecho.

—Loestáshaciendogenial.Prontohabremosterminado.—Tombajóel túnelaltroteconLukepegadoalostalones.

Lospulmonesleardíandelesfuerzo,ytosió,pensando:«Quizáaguantemosdiezoquinceminutosmás; luegovamosa tenerquesalirsíosí.—Asuderechadivisóunasescaleras,unaXdibujadaenlapartebajadelaparedyunaflechaqueindicabahaciaabajo.Lasescalerasresonabandemasiado,suspisadasrepicabanyhacíanecocontra las rocas. Abajo del todo, Weller había dibujado una pequeña flecha queindicabaalaizquierda.«Nosestamosmoviendohaciaeloesteohaciaelsur.—Tomse imaginó el terreno sobre su cabeza. Esto los situaba más cerca de la rampadescendenteymás lejosdelprimergrupodecargas.Dispondríancomomáximodediezminutos antes de que las primeras explosionaran. Para entonces, tendrían queestaryacasillegandoalpozo—.Esperoquenosdétiem…».

—¡Eh,eh!—bufóLuke,yralentizóelpaso—.¿Oyeseso?Tomestabatanconcentradoquenosehabíapercatadodelruido,peroahoralooía

con toda claridad: un gruñido, un jadeo estridente, unos pies arrastrándose por laroca.

«Weller».SeprecipitócorredorabajoyfrenóaLukeantesdequeelchicosalieradisparado.

JuntossepegaronaunaparedrocosaalaizquierdadeotraX…JustoatiempodeoírgemiraWeller.


75

TomsediolavueltaaltiempoqueaccionabaconeldedoelselectordetirodelaUzi,sosteniendoelarmaalniveldelacinturaconambasmanos.NotóqueLukesemovíaparaponerseasulado.

Erancuatro.Unchicoencadabrazoyotroquelosujetabaporlacintura.LachicaestabamontadaahorcajadassobresupechoyTomyLukellegaronatiempodevercómolearrancabauntrozodehombroconlosdientes.Seprodujoundesgarroyelanciano dio una sacudida, reprimiendo un grito con los dientes apretados. Bajoaquellaluzpésima,lasangredeWellerparecíapetróleoysupiel,ladeuntiburón.

Lachicalosoyóarrastrarlospiesysegiróconexpresióndeestupor.Desubocapendíauncolgajodepiel,quesorbíacomosifueraunespagueti,ysubocaysucara,llenasdesangre,parecíanlasdeunpayaso.Abriólosojoscomoplatos,sumandíbulaserelajóysusuculentobocadocayóalsueloconunhúmedoplop.

—Oh,mierda—exclamóLuke.Tomyélnoselopensarondosvecesysoltaronunaandanadadetirosrápidosysilenciosos:¡pfft,pfft,pfft,pfft!Tomoyóeltic-tic-ticdeloscasquillosdelatónalcaeralsueloyviolasmanchasrepentinasdesangreenelpechodelachica,quesedesplomóhaciaatrássinhacerelmenorruido.ParacuandoLukeyTomabrieronfuegodenuevo,loschicossehabíanmedioincorporado;dieronvariassacudidasycayeronenunamarañademiembros.

—¡Weller!—Tomsearrodillójuntoalanciano.Lachicalehabíaarrancadotantacarnequeseleveíaelhueso.

—Laheencontrado.—Wellertemblaba.Lebrillabalacaradelsudorylasangreysesujetabaelhombroconunamano,aunqueTomoíaelinevitableplic-plic-plicdesusangrealgotearenelsuelo—.Bajandoporeltúnel.Veníadevueltacuandoesosmalditoscabronesmeasaltaron.Noloshabíavistoantes…

—¿Porquénopedisteayuda?—lerecriminóLuke.Tom sabía por qué; lo leía en las lágrimas que surcaban la cara del anciano.

Weller no había querido delatarlos. «No es sólo un viejo intransigente; el tío estádispuesto a sacrificarse para asegurar lamisión».Cogió la camiseta térmicaque lehabíaquitadoalchicomuertoylacortóenjironesconelcuchillo.

—Estotevaadoler—leadvirtió.—Tú hazlo—lo animóWeller, y, cuando Tom empezó a embutir la tela en la

herida, dejó escapar un pequeño gorjeo apenas audible.Luego, amedida queTomañadíamásjironesylevendabaelhombrotoscamente,empezóaresollar—.Tendrésuertesinocojolarabia—refunfuñó.

—¿Yquéhacemosahora?—dijoLuke.—Nada. Terminad. —Tenía la piel cenicienta y sus ojos hinchados se habían

enrojecido,perosuvozeracortantecomouncuchillo—.Hemarcadolascavidades.


Labuena estáunpocomás adelanteyhayquebajarotro tramode escaleras.Perotenéisquedarosprisa.

Tom sabía que llevaba razón. Debía de haber más chicos pululando por ahí.Después de que Luke y él llevaran los cuerpos a un rincón, ayudó a Weller aapostarsejuntoalaparedmáslejanaylepusounaUzienelregazo.

—Noenciendaslaluz.Sioyesalgoynodecimostunombre,nohagasruido.—Noospreocupéispormí—lotranquilizóWeller.—Diezminutos—dijoTom,yLukeyélsemarcharonatodaprisa.La siguiente bancada era incluso mejor que la que ya habían preparado. La

estanciaexcavadaenlarocaeramásgrandeylospilaresestabansometidosamayorpresión.Además,elsueloestabacubiertodeescombrosypiedrasdesprendidasylospilaresseveíanclaramentecarcomidos.

—¡Hala!—murmuróLuke—.Parecequesólolefaltaunempujoncito.—Encárgate tú de esta cavidad. Utiliza todas las mechas. Concéntrate en los

pilarescentralesyluegoesperaaquí.Notemuevashastaqueyovuelva,¿meoyes?—Ya en la entrada, se giró para advertirle—: Si no digo tu nombre, ilumina aquienquieraqueentreyvuélalelacabeza.

—Nomelodigasdosveces,colega—asintióLuke—.¡Buenasuerte!«Otra vez aquellas malditas palabras. ¿Es que no podían estarse calladitos?».

TomóeltúnelalacarreraydibujóotraXyunaflechahaciaabajoenlapared.Trasdescender con gran estruendo las escaleras, giró en ángulo a la izquierda, recorrióotrotramodegalería…yviolacavidadqueseabríaasuderecha.

Aquellacámaraeramuydistinta:nosóloseasemejabaaunfrondosobosqueconaltos pilares de piedra, sino que también parecía un balón enorme carcomido pordentroqueirradiabaunsinfíndefisurasdetensión.Lasparedeseranunlaberintodegrietasyvetascasihorizontalesgarabateadasenlarocagris.Tomexaminólasvetasyobservócómolasgrietassurcabanyescindíanlaroca.Eracomolamaderacarcomidadeunsótanoabandonadobajounacasadepiedrasólida.Extraelamadera,vacíalasparedesylahabitacióndearriba—¡quédemonios,lacasaentera!—sevendríaabajoenunsantiamén.

Seentretuvounratoenponerdoscargasendosdelospilaresyluegotrepóporlasparedes,apoyandolasbotasengrietasyrendijasyayudándosedelosdedosparasubirse a vetas vaciadas donde los mineros habían raspado la roca con cinceles ymartillos. Colocó las cargas lo más hondo que pudo, impulsándose con todas susfuerzas con las puntas de los pies. La piedra dentada le engullía y le arañaba labarrigay laespalda,yhastaunpoco laspiernas,peroél seafanabaalmáximo: secolabatodoloquepodíaenunaveta,salíadeellayseintroducíadeespaldasenotraparafijarunacargaalarocaaescasoscentímetrosdesunariz.

Ibapor la sexta veta cuando se le ocurrió una idea.Activar los dispositivosderetardodetodasycadaunadelascargaslellevaríademasiadotiempo.

«Perosisólotuvieraqueactivaruno…».


Salióreptandodelagujero,seacuclillóenlarocaysacócuatro,cincoyhastaseistrozosdemechaderetardo.Lediovueltasalaideaensucabezayempezóaunirlostrozosconayudadelcuchilloydelacintaadhesivahastaqueformaronunaenormetelaraña.Diezmetrosaunavelocidaddequemadodecuarentaycincosegundosporcadatreintacentímetros:casiveinticincominutos.Nonecesitabatemporizador.Contodalamechaadicional,aquellacavidadpodíaserlaúltima,perolaexplosiónseríalamáspotenteyconcentradadetodas.SiWellerteníarazón,tansóloveintemetrosderocasueltaseinterponíanentreesacámaraylosChuckies.Elsuelocedería.

«Puedequeinclusolleguehastalosnivelesinundadosy,sihaybolsasdesulfurodehidrógeno,explotarán.—Cortóotrotrozodecintaadhesivaconlosdientesyretirólapiedraquelehabíaservidoparaevitarquelamechaseenrollara—.Siprenden…».

De pronto oyó el fuerte sonido de una piedra al chocar contra el suelo cuandoalguien la apartódeunapatada, y sedio lavuelta con cierto enfado. ¿No lehabíadicho aLukequeno semoviera? ¿Que se quedara quieto?Dios, de haber sidounpocomásasustadizo,talvezlehubieradisparado.

Peroentoncessediocuentadedoscosas.Una:nopodríahaberledisparadoaLukeporquehabíasido tanestúpidoquese

habíadejadoolvidadalaUzijuntoalamochila.Ydos:teníacompañía.

Lachicateníapintadehaberlopasadobastantemalantesdecambiar.Talvezhabíasidodrogadictaohabíapertenecidoaalgunabanda.Oquizáshubierasufridoabusos.Lacicatrizquelecortabalacaraselapodríahaberhechouncuchillo.

El chico, que parecía nervioso, llevaba un traje parecido al de los ninjas y unabandoleradegranadasM430alrededordesusescuálidoshombros.Sinunlanzador,lasgranadasnoeranunaamenaza,asíquenodebíapreocuparseporellas.

Sinembargo,laescopetadeladelacaracortada…


76

Alexsólohabíacogidounacogorzaunavez,yencompletasoledad:aquellaprimeravez en que se había atrevido a hacerlo junto con sus amigos,Glock y Jack, en elsótano de su tía. Estar borracha no tuvo nada de gracioso, ninguna sensación derelajación o euforia, ni siquiera risitas tontas; sólo experimentó un nauseabundotorbellinoen lacabeza:noesque ledieravueltas,másbien leparecióquecaíadeespaldas, en el sitio, y que la succionaban aguas muy profundas. Cerrar los ojosempeorócienveceslascosas:laoscuridadquehallótrassuspárpadosdabavueltasyvueltasymásvueltas.Novomitónisepusoenplanllorón,perolasiguientevezqueintimóconlaGlocknocogiócontantasganaslabotelladeJackDaniel’s.

Estoeraidénticoaaquellasensación,ladecaerenunremolinonegro.«Dios, no, ¿por qué ahora?».Apretó los dientesmientras luchaba contra aquel

torbellino vertiginoso. Por supuesto, sabía el porqué. Estaba pensando en ella,planeando qué hacer. Peor que eso, la película que veía en sumente ya estaba enmarcha y las imágenes titilaban en una secuencia vívida y frenética: se revolvíamientrasLeopardolaclavabaenlasrocas,leaferrabalagargantaconunamanoparaevitarquegritasemientrasconlaotrarompíayrasgabasu…

«Basta.—Sediounabofetada en lamejilla derechaque le escoció, ladejó sinaliento e hizo que se le saltaran las lágrimas.Durante un instante, las imágenes sehicieronañicoscomocuandotirasunapiedraenunestanqueyelreflejoperfectodelcielo y de los árboles estalla en mil pedazos—. Vamos, vamos, no te vengasabajo…».Seabofeteóunasegundavezy luegouna tercera,muchísimomásfuerte,tantoquelosguantazosresonaron.Algoparecíachasquearleenlacabeza;unabruptodestello blanco se inmiscuyó en aquel torbellino embotante y aquella horriblesensacióndeestarcayendoseevaporóencuantosumenteseaclaró.

Estaba jadeando.ElolordeLeopardoeracaliente,pesadoydulzón,comomielhervida aderezada con aguas residuales, y debía de acabar de comer, porque sualientoemanabaunhedorgrasientoaseboyacobrehúmedo.Elhazamarillodesulinterna era un resplandor polvoriento que a cada segundo se volvía más nítido ydefinido.Retrocedióapresuradamentecomouncangrejo,tropezandoconDanielporelcamino.Oyócómocambiabalarespiracióndeesteyhubounadécimadesegundoen que pensó que tal vez fuera un buenmomento para gritarmientras aún tuvieraocasióndehacerlo.Estúpida.Nadielaoiríanilaayudaríay,detodosmodos,estabaademasiada profundidad.La única persona a la queLeopardo le importaba algo eraAraña,quedebíadeestarocupadaenalgúnsitio.Talvezcortandofiletesparalahoradelpapeo.

Elhazde luzbarrió el pasadizocomoun reflectorydejó aAlexclavadaenelsitio.Entrecerró los ojos, cegada por el repentino fulgor, y levantó unamano para


protegérselos, pero no veía nada. La luz la abandonó durante un instante y seconcentróenDaniel,queapenasreaccionó.Suspárpadossearrugaron,rodólacabezaytragósaliva;esofuetodo.Ningunaayudaporsuparte.Ningunaayudaporpartedenadie.Laluzvolvióaellaysedetuvoduranteunoscincosegundos.Ahoraquesabíaloqueesperar,sepreparóparahacer frenteaotrosaltomental,perooelmonstruoestaba jugando a hacerse el muerto o en realidad ella era capaz de controlar lasituación. En cualquier caso, no ocurrió nada. Si lograba sobrevivir los siguientesdiezminutos,hastapodríaimaginarporqué.

Clic.Oscuridad absoluta. Lo único que veía eran los fosfenos color púrpura de la

cabezayloshombrosdeLeopardoylasiluetadesuUzi.¿Seríacapazdehacerseconel arma?Le zumbaban los oídos.Oyó un leve siseo, un frufrú de ropa y cuero, yluegoelchoquedemetalcontra laroca.«Estásoltandoelarma».Susbotascrujíancadavezmáscerca.Laspiedrasrechinaban.

Alexseacurrucóconlospiesbajoelcuerpo.Lageometríadeltúnelerasencilla.Danielestabaasuderecha;Leopardodelantedeellosyunpocoalaizquierda:comoéleradiestro,llevaríalaUzienganchadadetalmodoquepudieradescolgárseladelhombroderecho.Así que el arma estaba a su izquierda.Unamenos.NormalmenteLeopardo llevabaunaGlockmetidaen lacinturilladelpantalón.¿Se lahabíavistoesedía?Noseacordaba.

Losintióacercarse.Ahorasuoloreramuyintenso,unanieblaabrasadoraynegra.Teníalarespiraciónaceleradayagriaporlaexcitación.

Clic.Una luz caliente y cegadora se posó sobre sus ojos.El resplandor era tanintenso que parecía que le estuvieran clavando agujas y notó que las lágrimas lerodabanporlasmejillas.

Leopardo estaba a tres metros de distancia, no más, y tenía que tomar unadecisión. Si seguía adelante con su deseo, el queAlex había atisbado fugazmente,entoncesnecesitabaambasmanos.Seríadifícil reducirconunasolaaunachicaenplenoforcejeo,asíqueoapagabalalinternaolasoltabaparatenerlasmanoslibres.Apostaba por la segunda opción. Por lo que había visto, los Cambiados nonecesitaban la luz para nada, pero pensó que la habría traído para que ellacomprendieraloqueibaaocurrirotalvezqueríaquenosólosintieraloqueleibaahacer,sinoque,además,loviera.Tambiénpodíadejarlalinternaencendidaporpuracostumbre.Ensuvidaanterior,seguroqueeradelosquelesgustabamirar.

Entonces Leopardo la sorprendió. Fue andando hacia su derecha con los ojospuestosenellatodoeltiempoycolocólalinternaentredossoportesdemaderaalaaltura de la cadera.Muy listo.A ella la luz le daba de lleno,mientras que a él lequedabaalaespalda.Perocuandosedesplazófurtivamentehaciaellado,Alexsefijóen su cintura y tuvo una buena perspectiva, pues Leopardo no llevaba chaqueta.Despuésdetodo,laminaerarelativamentecálidayélcontabaconromperasud…

De repente, allí estaba, tan rápido que Alex no tuvo tiempo de saltar de su


posición acuclillada, darle una patada en las pelotas ometerle los pulgares en losojos.Hacíauninstanteestabaatresmetrosdedistanciayahoralaestrellabacontralaparedrocosa.Lacabezalerebotóenlapiedra.Eldolorexplosionóensucráneoyelaireseleescapódelospulmones.

Sin aliento, se sacudió y retorció cuando se le echó encima: sentía el peso deLeopardosobre supechoy lasmanosdeeste seafanabanporagarrarle losbrazos.Alexdiounabofetadaconlamanoizquierdaysintióquelasuñas,rotasyafiladas,arañabanlacaradelchico.Élseretiróconunrespingoemitiendoungruñidodedolory, gracias a la luz, Alex distinguió unos repentinos rasguños. Leopardo aflojó suopresión y ella aprovechó para intentar levantarse y lanzarle un derechazo endirecciónalanuez.

Sinembargo,lamanodeLeopardolointerceptó.Desvióelpuñetazo,leagarrólamuñecayleclavólarodillaenelhombroizquierdo,elqueteníamal,aplastandoelhueso contra las piedras. Ella gritó, pero entonces él le dio una bofetada rápida ymuchomás fuerte que las que ella se había propinado a símisma.Una bomba dedolorleexplotójustodebajodelojoizquierdo.Lamenteselequedóenblancoylosbrazosseleaflojaron.Enmediodeunaespeciedeabotargamiento,vioquevolvíaacogerimpulsoparapegarledenuevo…

Enalgún lugarmásalládel túnelseoyóunaexplosiónamortiguada,débilperoinconfundible:unarma.

Leopardo se irguió y Alex sintió que el peso de este basculaba. Notó que lapresióncontrasuhombroseaflojabacuandoélestiróelcuelloparamirarporencimadelhombro.

«¡Cógela!». Alargó la mano izquierda rauda y veloz, sus dedos dieron conplásticoduroyjustodespuésliberabalaGlockdeuntirón.IncrustólabocadelarmaenelestómagodeLeopardo,justoenelombligo.

UnaGlockeraunaGlockynoteníamáshistoria:niseguropuestoninadaqueelpropietariotuvieraqueacordarsedequitaryponer.Simplementeapuntarydisparar.YAlexlasconocíaperfectamente.Habíapasadomuchosdíasestudiandoaquellaenconcreto. Había visto a Leopardo matar a Ray con ella. Reconocía un gatillo deseguridad Siderlock cuando lo veía, porque ella misma había instalado uno en laGlockdesupadre,asíqueladesupadreteníaunbotóndeseguridadcruzado.

PeroladeLeopardono.Laúnicadudaerasiestehabíapuestounabalaenlarecámara.Nohabíatiempo

decomprobarlo,nisiquieradecargarla,porqueparaesonecesitabaambasmanosyellasólocontabaconuna.

Habíaquejugársela.Sumejoryúnicodisparo.Lohizo.


77

Elhorriblechasquidodelaescopetaretumbóenlaroca:CHUNC-CRUNCH.En un exceso de confianza, la chica había cargado el arma distraídamente, sin

apoyarbienlaculataniapuntarcomoesdebido,yTomaprovechóelmomentoparalanzarleunapiedraconungirodemuñecacomosifueraunfrisbee.Lapiedrazumbóenelaireygolpeóconviolenciaalachicaenelpecho.Disponíasólodeunpardesegundos…ynopensabadesperdiciarlos.

La escopeta se disparó y Tom se quedó sordo en el acto. El arma escupió untremendo fogonazo,pero,por suerte, aúnestabavivoparapresenciarlo.No tendríaunasegundaoportunidad.DebíaelegirentresuUziylaescopetadelachica,ylaUziestabamáscerca.Se lanzóa laderecha,pero la chicayaestabadándose lavuelta,cargandolaescopeta,apuntando,anticipandodóndeaterrizaría.

Sólolediotiempoapensar:«Demasiadotarde…».Nollegóaoíreldisparoporqueestesonómuybajoyaúnseguíaconlosoídos

taponados, pero el dolor que esperaba —el del perdigón atravesándole ydesgarrándoleelcuerpo—nuncallegó.Alcabodeotrosegundo,aterrizóenelsueloyrecogiólaUzi.

Vioquelachicacaíaalsueloyquelaescopetaseleescurríadelasmanosy,enlaoscuridad del túnel que se extendíamás adelante, vislumbró otro rápido fogonazocuando alguien le disparó al chico nervioso, pero le pareció que este escapaba deaquelcentelleometálico.Elcorazónlemartilleaba,losentíaaunquenopudieraoírlopor encima del zumbido que le saturaba los oídos. Un pensamiento descabelladorebotaba en su cabeza: como continuaran los disparos a quemarropa, se quedaríasordo del todo. Esperó, temblando y jadeando pesadamente, hasta que se fuehaciendolaluzypudodistinguirquiénera.

—¡Estoyaquí!—dijosinmolestarseensusurrar,yapuntóaltechoconlaUzi.Lukedoblólaesquina.Estabalívido.Suslabiossemovían:«¿Estásbien?».—Sí.Graciaspornohacermecaso.—Percibióundébil siseocuandoel sonido

parecióabrirsepasoporfinentreaquelmolestozumbido.LacaradepreocupacióndeLukesetransfiguróenunamediasonrisa.—Deberíahaberlohecho,peroviqueloschicosibanaporti.—Arqueólascejas

cuandoviolacadenaimprovisadademechasderetardo—.¡Vaya,tío!¡Cómomola!—Sí.—Le dio la impresión de que todo aquel trabajo tal vez no sirviera para

nada.Cuandoelchiconerviosovolvieraconsusamigotes,notendríanmásquecortarlasmechas.SeacordóentoncesdelasdoscargasdeC4quellevabaenlamochila—.Venga,tenemosquebloquearestacavidadysalirdeaquí.

Ledio aLukeuna cargapara que la colocara a unode los lados de la entradamientrasélfijabalaotraenelpuntomásaltodelabóveda.Introdujounamechade


retardo con un cebo en cada una y cortó por la mitad con el cuchillo el cordóndetonante.

—Ya está, vamos. Coge tus cargas y empieza a activar los retardos. Si noaparezco dentro de treinta segundos, no vuelvas a pormí.—Los ojos de Luke loescudriñaroncondetenimiento,probablementeparaaveriguar si estabadeguasa—.Lodigoenserio—concluyóTom.

Lukeasintióconlacabeza.—Peroquenoseteocurraquedarte,tío…«Oh,créeme,noentraenmisplanes».CuandoLukesemarchóatodaprisa,Tomvolvióaentrarenlacavidad.Sacódos

dispositivosdeigniciónM60delamochila,buscóelmechero,loencendióyprendióla telaraña. «Confiemos en que la explosión de la puerta no se lleve todo esto pordelantedemasiadopronto».Comolohiciera,noledaríatiempoasalirdeallí.

Seprecipitóhacialasalidayechóunvistazoal túnel.NirastrodeLuke.Habíapasado más o menos un minuto desde el estallido de la escopeta. Se guardó elmecheroenunbolsillotrasero,sacóundispositivodeignición, lequitóel tapóndeplástico roscadoyensartóel cabo sueltode lamechade retardo todo loquepudo.Luego apretó el tapón, quitó el pasador de seguridad y repitió la operación con lasegundamecha.

«Hazlobienalaprimera».LosM60podíanvolveraarmarseenunabrirycerrardeojos,peronoqueríahacerlo.Sujetó laanilla, laempujó, lagiró, tiró…yoyóelnítidopopdeldispositivoalactivarse.

«Date prisa, date prisa, date prisa». Se arrodilló junto al siguiente dispositivo,agarrólaanilla,laempujó,lagiróytiródeella.

Pop.Echóacorrer.


78

Ladetonaciónfuegigantesca,unrugidoqueseestrellóyreverberócontralasrocas.La Glock retrocedió cuando la bala penetró en las tripas de Leopardo. Este sedesplomótrasdarunasacudidagrácil,repentinayespasmódicacomounamarionetaacuyotitiriteroacabarandepellizcareltrasero.Alaluzamarilla,ladispersióndesusangreeradeunnaranjaoscuro.Estalesalpicólasmanosylecayóenlacaracomounallovizna.Leopardocomenzóarelajarlosmiembrosdescargandodemasiadopesomuerto.Alexseloquitódeencima,rodóysequedóallíconlasmanosylasrodillasapoyadasenel sueloy laGlockaúnen ristre.Sabíaqueestaba jadeando,peroeraincapazdeoírsebien;elsonidoestabaamortiguadoyllegabademuylejos.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que había apretado el gatillo? Cincosegundos, diez como mucho. ¿Había alguien más allí abajo? No lo sabía. Aqueldisparo de escopeta había sonadomuymuy lejos, pero, si ella lo había oído, ellostambiénhabríanoídolaGlockyprontoacudiríanensubusca.Noteníatiempoqueperder;Danielyellateníanquesalirdeallí…

Movimiento.Alaizquierda.Diounrespingo,levantólaGlock…—Daniel.—Sabíaquehabíahabladoporquesentíaqueelalientoabandonabasu

boca.ElhedorapólvoraquemadayalastripasreventadasdeLeopardolesaturabalasfosasnasales.ParpadeóparaquitarselasangrequelehabíasalpicadoenlosojosycorrióatodaprisahastadondeDanielsehabíaincorporadoyestabasentadoconlaespaldaapoyadaen lapared rocosa.Lamirabacon losojoscomoplatosyAlexseimaginóelaspectoquedebíadeofrecer: sangre frescay relucienteen lacaray lasmanos,derramándoseleporelpecho—.Daniel,soyyo,Alex.

Suslabiossemovieron.Alexcreyóverquepronunciabasunombre.«Notenemostiempoparaesto».Soltó laGlockaunlado, locogiópor loshombrosy losacudióhastaqueelchicodejócaerlacabeza.Pegósucaraaladeél.

—¡Daniel,Daniel!¿Puedesponerteenpie?¡Vamos,dimealgo!—Alex.—Eso lo oyó. Daniel alzó la mirada y concentró los ojos en su cara.

Fruncióelceño—.Alex.¿Qué…qué…?«¡Venga,venga,venga!».—¡Vamos,Daniel,arriba, levanta,levántate!—Letiróde laparka—.¡Tenemos

queirnos!¿Puedesandar?¿Puedespelear?—¿P-pelear?—dijo,comosileestuvierahablandoenchino—.Yo…Algoapareciódelanadaenmediodelaoscuridadporsuhombroderecho.Alex

reprimióungritodesorpresayentoncesvioelcontornoaleteantedeunmurciélagoquepasabapordelantedelaluzantesdeadentrarseeneltúnelprincipal.«Eldisparodebedehaberloasustado».Másmurciélagosseprecipitaronen lamismadirección.El techode aquel túnel estaba arqueado, perono era alto, tendría unos tresmetros


comomucho.Agachó lacabezaysintiócómoelaire leagitabaelpelocuando losanimalessalieronendesbandada.

Ibaatenerqueencargarsedesacarlosdeallíalosdos.SiDanielpodíacaminar,perfecto, aunque, si era necesario, lo arrastraría. Se arrodilló, le dio la vuelta aLeopardoy susojos se fijaron en el agujerodel tamañodeunpuñoque labala lehabíaperforadoenperpendicularalacolumna.Susangregoteabaenelsuelorocosoformandouncharcopúrpura.Rápidamente,lequitólafundayelcuchillodelapiernaylepalpólosbolsillosdelospantalonesdecamuflaje.SusdedosseencontraronconelfamiliarcontornodedoscargadoresparalaGlockenelbolsillodelmusloderechoyotroenteroparalaUzi.«Deacuerdo.—Semetióloscargadoresenlosbolsillosyseabrochólafundaalrededordelgemeloderecho—.Notenemosmásremedioquevolverpordondevinimos.—Lesdiountirónalascorreasyselasajustóbien,perosu mente ya iba por delante y planeaba sus próximos movimientos—. Tengo queencontrar las escaleras…A lomejor huelo amásCambiados cuando estemosmáscercayesonosconduciráenladireccióncorrecta».

OyóqueDanielsemovíahaciendochirriarlosguijarros,ysequedóparalizada…Derepentesuoloreraamargoynauseabundo;nohabíaerrorposible.Lamentele

dio un vuelco y de pronto se vio a sí misma en las rocas con la garganta abiertachorreandosangreyalchicomordiendoydesgarrando.InclusoeracapazdesentirelcortantefilodelapiedraimaginariacontrasuespaldaydesaborearsupropiasangredulceyalavezsalobreenlabocadeDaniel.

Aqueleraelolorylavisióndesupropiamuerte.Sumirada se desvió unos centímetros a la derecha. Daniel estaba desplomado

contra la roca. Tenía la huella de las manos de Alex estarcida con sangre en loshombros.ElojonegrodelaGlockerrabadeunladoaotroporqueDanieltemblaba,perolaapuntabaaella,másomenos.

Alexabriólaboca.Nosaliónada,nisiquieraaliento.—Yo…—Lacaradelchicosecontrajodebidoalpánicoyaunterrorrenovadoy

Alexvio,yolió,queDanielsabía,definitivamente,loqueleestabapasando.Había acertado, pues, sobre por qué Araña los había dejado juntos. Alex no

cazaba,peroconocíaachicosquesílohacían.Cuandosecobrabansuprimerciervo,sebautizabanconsangreyllevabansupiezaamododemanchacobrizaenlafrentecomolascenizasqueteuntaneldíasiguientealmartesdecarnaval.

Ellaibaaservirledebautismodesangre.Otalvezfueratansimplecomoqueunaaraña había puesto sus huevos en un capullo de seda quemás tarde envolvería unenormebicho.UnavezqueDanieleclosionara,Arañasabíaquenecesitaríauncuerpoapetitosoyfrescoconelquealimentarse.

—N-no puedo —dijo Daniel—. Ya… ya sabes. Sé que lo s-sabes. Alex, d-deberías…haberme…

—No.—Recuperó la vozquehabía perdido—.Daniel,me estás hablando.Meconoces.Siguesaquí,conmigo.Alomejorcontigoesdiferente.Nosabemossi…


—N-no.—Meneó la cabeza de un lado a otro. Tenía lamano pegajosa con lasangredeLeopardoy, justoentonces,Alexobservóconhorrorparalizantecómoelchico se llevaba los dedos a la nariz.Un segundo después, sacaba su serpenteantelengua rosadapara probarla. «LosCambiadosno se comen a losCambiados».Suspulmones expulsaron cadamoléculade aire.Contempló cómo la caradeDaniel sehacíaecodesusemociones:revulsión,miedoy…hambre.Susmejillasempezaronamoverseyacontinuaciónexpulsóunescupitajodeespumaroja.

LaUziestabaaespaldasdeAlexydemasiadolejos.Teníaelcuchillo,peronuncallegaríaaélatiempo.Detodasformas,tampocosabíacómolanzarlo.

—A-Alex.—Su voz vibraba de necesidad. Los dientes se le habían teñido denaranja.TeníalosojosdemasiadobrillantesyAlexolió,exactamente,quéibaapasaracontinuación—.Nocreoquepuedad-d-detenerlo.Nisiquierasésiq-quiero.

—Claroquequieres—ledijoella—.Daniel,has luchadocontraellos todoestetiempo.

—Pero estoy muy cansado —repuso él—. Lo siento cr-crecer en mi interior.Creo…quedebohacerlo.

«No—pensó,presadelpánico—.Estotambiénesuncáncer;esunmonstruo».—Daniel,meconoces.Meestáshablando.Noeresunodeellos.Siguessiendotú.—Pero no lo seré mucho tiempo más. Siento que… me estoy yendo. Como

cuandointentasa-atraparlanie-niebla.No…nopuedoretenermemás.—Elpecholesubíay lebajabaviolentamente,yempezóa jadearalexpeler laspalabras—.N-nopuedes…nos-sabesloqueesp-perderteatimismopocoap-p-poco.

PeroAlexsílosabía.Inhalóuntemblorosoysollozantesuspiro.—Tienesqueintentarlo.Daniel,sihaceseso,ganará.—Lo s-sé.—Dejó caer la cabeza en la roca y cerró los ojos, sólo durante un

segundo—.Jack,oh,Jack…Todofueculpam-mía.L-losientomucho.—Daniel—empezóadecirAlex.Elchicoapretóelgatillobajosumandíbula.—Oh,Dios.—Esafuesuúltimafrase.


79

Laoyódosveces:laexplosiónametroymediodedistanciay,alosdiezsegundos,suoscuraprimalejana…Eso,pensó,debíadesersumentealestallarenpedazos.

Elairesecubriódepartículasdepólvoraytodolodemássetiñódenegroyrojo.Las paredes temblaron y el suelo se movió bruscamente. Alex tiritaba de pies acabeza.Suprimer—yúnico—pensamiento fuequeestabaenestadodeshock. Seestaba desplomando, sumente se hacía añicos, tal vez para siempre. Puede que elmonstruosehubieracansadodejugaryhubieradecididoexhibirsufuerzapegándoleaquelenorme,chorreanteycerteromordiscofinal.Pensóquehastaledabaigual.Sinembargo, ni el mundo se desvaneció ni ella perdió el conocimiento; tampoco semuriónisevolvióloca.Susojosactuabancomounacámarayconcadapestañeo,concadaclic-clac,elobturadorhacíalamismafotografía:rojoynegro,rojoylosojosdeDaniel,negroylosojosdeDaniel,losojososcurosymuertosdeDaniel.

Elsuelovolvióavibrar.Estavez,oyóelretumbardelaspiedrasrebotandounascontraotras.

Yelestruendolejanodeunaexplosión.


80

Chris podría haberlo visto venir si no hubiera insistido en que Nathan durmieraprimero. Había hecho la última guardia antes de que reanudaran la marcha y noestabaaplenorendimientonipensabaconclaridad.

Granerror.Elsenderoqueseguíaneraunalíneadepostestelefónicoserigidosenunestrecho

cortafuegosflanqueadoporundensoentramadodepinosyárbolesdehojacaduca.Elbosqueseentretejíaaintervalosenuntupidodosel,peroelcaminoqueloatravesabaestaba en sumayoría bastante despejado.A nivel de suelo, el cortafuegos era unaopción recta y amplia que podía ahorrarles unos ocho kilómetros largos, distanciaque, de otro modo, habrían tenido que recorrer serpenteando por el bosque. Elsendero era una tentación que, en otras circunstancias,Chris habría evitado a todacosta. Quedarse a cubierto y camuflarse entre las oscuras sombras siempre era lomejor.Eraaqueldoselelqueledabaunafalsasensacióndeseguridad,asícomoelhecho de que avanzaban durante la noche.Ambos los ocultarían bien.Además, laluna llena coloreaba el sendero convirtiéndolo en un resplandeciente Camino deBaldosasVerdesquenopodíasresistirteaseguir.

«Dos díasmás, sólo dos.—AChris le zumbaba la cabeza de agotamiento. Elviento cortaba comoun cuchillo y el frío le entumecía el cerebro.Sus raquetas denieveeranpesosdeplomo.Estabamuertodecansancioyandabamásporhábitoqueporvoluntadpropia—.Ycuandolleguemos,talvezencontremosaesosniños».

ElcaballoalazándeNathanibaabriendocaminounostreintaycincometrosmásadelante,justodespuésdeunazonadesombrasfantasmalestapizadasdeverdín.Ungran hueco. Normalmente no se separaban más de diez metros, pero Lena habíavueltoavomitaryChrishabíaesperadoaqueterminase.

—Unpar de horasmás y pararemos a descansar—le aseguróChris cuando laayudóasubira lamontura.LayeguaruanapateódescontentacuandoLenasedejócaeryChrissediocuentadequeelanimalechabalasorejashaciaatrásydequesetensaba—. Lena, levántale la cabeza y mantén las riendas tirantes… Tranquila—añadiócuandolaruanaintentócorcovearsinéxitoparaluegotranquilizarseypegarunfuerteresoplido.

—A lo mejor también está cansada —respondió Lena. Llevaba una pequeñasalpicaduraamarilladevómitoenlachaqueta—.Deberíamosparar.

Desdeladistancia,Nathangritó:—¿Algún problema?—Chris se giró. Nathan estaba ahora a cuarenta y cinco

metrosyChrisvioqueempezabaadarlelavueltaalanimal—.¿Hatratadodetirarte?—gritóelanciano—.¿Quieresqueparemosydescansemosunrato?

—Sí—murmuróLena.


—¡Estamos bien!—contestóChris a gritos. Tenían que alcanzarlo. Todo aquelgriterío lo ponía nervioso. Seguro que Nathan sabía que era peligroso, pero todosestabancansados.Lehizoungestoparaquecontinuara,observóqueNathanasentíayqueelalazándabamediavueltaysedirigíahaciaunapequeñaelevación.

Estaba justo girándose hacia Lena cuando vio que el alazán de Nathan setropezaba.Unsaltitorápido.Nadaimportante.

EntoncesalgomuygrandecobróvidaaladerechadeNathan.Laformaestabatanfueradelugarytanlejosdelsuelo—alaalturadelacabeza—quesumentenollegóaencontrarlesentidoaloqueveía.

Eltroncosaliódisparadodelbosque,tangigantescoyrápidoquesurcóelaireconunsilbido.

—¡Nathan! —gritó Chris, pero ya era demasiado tarde. Fue demasiado tardedesdeelmomentoenqueelalazántropezóconaquelcabletrampa.

La maza —un enorme ariete fabricado a partir de un único tronco sólido—impactóamediocaminoenelcostadoderechodeNathan.Eltroncosiguiósucursoyelarcoquedescribiósubalanceocruzóporcompletoel senderoy fueaestrellarsecontralosárbolesdeenfrente.LacabezadeNathandiounlatigazohacialaizquierda,unhuesoimportantecrujióysucuerposeelevóde lamontura…Peronocayó.Labotaderechaselequedóenganchadaenelestribo,demodoque,cuandolosamarresdel arietedieron todode sí y esteúltimocomenzó su caminodevuelta,Nathan seestabadesplomando.Elcaballohabíaentradoenpánicoyretrocedía.

FueasícomolacabezadeNathanquedójustoenellugaradecuado,aturdidooyainconsciente.Pocoimportaba.

Lapesadapuntadeltroncoleimpactóenlasienizquierdaconungolpehúmedoyhueco.Estavez,lacabezadeNathangirótanrápidoqueChrisoyócómolecrujíaelcuelloalromperse.Unchorrodesangresaliódisparadodelabocadelanciano,alquese le formó un cráter negro y esponjoso de coágulos y hueso pulverizado por laimplosióndelcráneo.Elalazánrelinchóycayóenlanievedandounavoltereta.

Todoacontecióenmenosdecuatrosegundos,peroChrisibahaciaélyadesdeelprimero.

—¡Nathan! —Se abrió paso a duras penas por la nieve; las raquetas loralentizaban.DetrásoíalosgritosdehorrordeLena.Tropezóysevolvióalevantarconímpetu.Eraculpasuya;nuncadeberíanhaberintentadoavanzardenocheyahoraerademasiadotarde,demasiadotarde,demasiadotarde.

Ytambién,demasiadotarde,recordóquedondehabíaunatrampasorpresasolíahaberotra.

Elpieizquierdoselehundióenlanieve.Uninstantedespués,algofinoleatrapólaespinilla,setensóysepartió,catapultándolohaciadelante.Enelúltimosegundo,rodó para recibir la fuerza del impacto en el hombro en lugar de en las manosextendidas,perolasraquetasdenievelofrenaron.Cayódebrucesylaspuntasdesusraquetasseclavaronenlanieve,durayprofunda.


Encima de él, sintiómovimiento. Entonces oyó el estruendo de algo que salíadisparadodelosárbolespartiendoramasyentrechocándoseasupaso.Girólacabezarápidamentehacialaderecha,peronovionadaquefueraaporél.Noeraotroariete.Nodesdeellateral.Porallíno.Perohabíaalgo,porqueoíaunfragormonstruosoycomoproducidoporfragmentos…Yentonceslocomprendió.

Demasiadotarde.Unatrampadepesoseprecipitódesdearriba:nosetratabadeuntroncocomoel

ariete,sinodeuncuadradodemaderaplanoypesado.Aunquehubierasidodedíayse le hubiera ocurridomirar hacia arriba en lugar de hacia los lados, no lo habríadivisadodebidoalafinareddecolorverdeoscuroquelotapabajustopordebajoamododecamuflaje.Aaquellashoras,alaverdeluzdelaluna,eracasiinvisible.

La trampa para tigres se precipitó hacia su cara. Chris vio unos tablones conclavos,undestelloverdedecristal…

Yladentadacubiertadepinchosdehierro.


81

Unamechaderetardodemetroymedioconunavelocidaddequemadodecuarentaycinco segundospor cada treinta centímetroshacíaun totaldeunoscuatrominutos,peroélhabíacortadolamechaporlamitad.Elprimerminutoloempleóenbajarlasescalerasatodapastilla.Elsegundo,encorrerporeltúnelhacialabancadadondesesuponíaqueestabaLuke.

Laexplosiónfuetremenda,muchomásqueundobleestallido.Rasgóelaireylaroca tembló tan fuerte que del techo cayó un aluvión de grava y polvo. Unossegundosdespués, un torrente de rocapulverizaday gases residuales se coló en elestrecho túnel,volviéndoloasfixiante.Tosiendoacausadelpolvo,Tomatravesóeltúnelsin importarlesihacíaruidoono,con losoídosalertaporsiseproducíaotraexplosiónmayor…,peroestanotuvolugar.

«Deacuerdo.—Pensóquelapropiabancadanohabíavoladoporlosairesyesoera bueno. Además, también se despejaban sus dudas sobre la concentración desulfurodehidrógeno.Noobstante,teníalaimpresióndeque,sihabíaotrocaminodeentrada, aquellapartede lamina secolapsaríadegentemuypronto.El relojde sucabezahacíatic-tac—.Dieciochominutos».

Cercadelabancada,percibióuntufilloanicotina.—¿Cuántostequedan?Luke estaba encendiendo otro cigarrillo. Le dio una calada y la punta crepitó

comocarbónalrojovivo.—Seis.—Se atragantó y tosió.Luego, con ayudade la cinta adhesiva, pegó el

filtrodelcigarrilloencendidoalamechaderetardo—.Dios,estánasquerosos.—Yquelodigas,tío.—Élhabíasidoelúnicoquenofumabadetodosupelotón

—. Probé seis marcas distintas hasta que me decanté por los Luckies. De haberseguido probandomarcas durantemuchomás tiempo, habríamuerto de cáncer depulmón.

Lukesoltóunarisotadacargadadehumo.—¿Creesquelabloqueaste?—Confiemosenquesí.—Bien.Creíquehabíaoídootrodisparo,pero…—Aquí sólo estamos nosotros dos. —Tom sacó un cigarro del paquete, lo

encendió,lediounacalada,apreciósusaboracreyexhalóelhumodeprisa.Labocase le inundó de saliva, por lo que se dio la vuelta y escupió mientras ataba elcigarrilloaotradelasmechas—.Almenos,demomento.

—¿Ypuedenaccederaquídesdeotrositio?—Nolosé—respondió—.Esperemosqueno.Wellerlosestabaesperando,recostadoensurincón.


—¿Quécoñohabéis estadohaciendo?—les espetó el viejo—.Primeroheoídouna escopeta y luego una explosión. Si no llegáis a gritar, os hubiera volado lacabeza.

Tomseapresuróadarleunabreveexplicaciónyletendiólamano.—Tenemosqueponernosenmarcha.¿Puedesandar?¿Yquéhayde lacuerda?

¿Podrásarreglártelas?—Claroquesí.Noospreocupéispormí.—Elancianosepusoenpiehaciendo

unamueca—.Juraríaqueheoídootrodisparo.—Yotambién—coincidióLuke.—Podrían ser losChuckies. ¿Hay alguna otramanera de llegar hasta aquí?—

preguntóTom.Elancianofruncióelceño.—Supuestamente no, pero ¿quién sabe? Si tantas ganas nos tienen, podrían

desandarelcaminohastaelyacimientoybajarporlosconductos,aunque,parasertesincero,nolosveotaninteligentes.

«Yonoestaríatanseguro.—TompensóenCaracortadayensuamiguitodelasgranadasM430—.Han aprendido amanejar armas de fuego. ¿Cuánto tardarán eninteresarseporunlanzagranadas?».

Welleribamáslento,porloquelesllevócasinueveminutosvolveralaprimerabancada. Con los tres echando humo, la estancia parecía un fumadero, peroterminaronenmenosdeminutoymedio,yseguíansintenercompañía.

—Noconseguiremosvolveralpozoantesdequelasprimerascargasexploten—dijo Luke. Habían llegado al túnel de la vía, lleno de trozos de maquinariadesperdigadosydepiritaque resplandecíaalpasodesus linternas,WellerunpocorezagadoyLukeenmediodelosdos.Másadelante,Tomdistinguióalaizquierdalaampliabocadelatolvademineral.Elchicovolviólacarayanuncióporencimadelhombro—:Nosquedaremosatrapados.

—Nocreoqueunasolacavidadbasteparaeso—opinóWeller,peroTomcaptóunmatizdeincertidumbreensuvoz—.Detodasformas,nonospreocupemosahoraporeso.Tenemosque…

De algún lugar por encima de ellos llegó una serie de bums guturales yamortiguadostancercanosentresíqueseasemejaronalrugidodeunanimal.Tomlosabía: la segunda cavidad había explotado.Notó cómo las explosiones recorrían elsuelo, sacudíanelairey lesubíanpor lospiesypor lasespinillas.Unacascadaderocas sueltas bajó por las paredes conun estruendo similar al de judías al vertersesobre un plato de hojalata y, a los pocos segundos, su boca se cubrió de arena ypolvo.Elairesevolviótodavíamásdensoeirrespirableyhubonuevossonidos:unaespeciederetumbo,comounalejanamezcladoradehormigónenmovimiento,yunextrañochapoteoparecidoaungorjeo.

—¡Rocava!—gritóWeller,ahoraexcitado,casialegre—.Creoquelostenemos,creoquetenemosaesoshijosdeputa,creoque…


Depronto,desuizquierdabrotóuninesperadochorrodeaguaprocedentedeunadelastolvas.Noteníalafuerzadeunamangueradeincendios,perolapresiónbastóparaqueWellerperdieraelequilibrio.Seretorció,tratandodeaferrarsealaparedderoca,masfueincapazdemantenerseenpie.

—¡Hostiaputa!—exclamóLuke.Tomyélsecolarona todaprisadebajode latolvay sacaronaWellerdel chorro, lo levantaronycontinuaroncomopudieron sucaminotúnelabajo.

«Maldita sea», pensóTom.El agua, gris y espumosa, seguíamanando, y, dadoquesedirigíanhaciaabajo,acabaríacubriéndolesporcompleto.Yaestabancaladoshastaloshuesos.

—¿Qué coño está pasando? —volvió a gritar Luke por encima de aquelestruendo. Tenía el pelo apelmazado y el agua le chorreaba por el cuello—. ¿Dedóndevienetodaestaagua?¿Porquéseestáinundandoesto?

TomlosabíayvioqueWellertambién,porlacaraquepuso.Estabanpordebajode la capa freática; los nivelesmás profundos de lamina ya estaban inundados, yaquelchorrobajabadealgúnlugarsuperior,asíquetalveznoterminaransepultados,nivolaranenpedazosnilesdieraunsíncopeporinhalacióndegasestóxicos.

Peropuedequemurieranahogados.


82

Sólounidiotacorrehaciaunaexplosión,peroesaeralaúnicamaneradesalirdeallíynohabíaalternativa.

Salióatodapastilladelagalería,seprecipitóhacialaderechayrecorrióeltúnelsiguiendolaluzdelalinterna,alejándosedeloscuerpos,delasangreydelhedordeDaniel,deDaniel,deDaniel.

«¿Porquétú?—Ríosdelágrimaslecorríanporlacara;seguíaoyendocómoelfantasmadeaqueldisparoretumbabaensucerebro,unecoquenoqueríamorir—.Alomejornoerademasiadotarde,Daniel;alomejorpodríashaberlocombatido».

Cortóderaízaquelpensamiento.Noteníasentido.DanielysuolorhabíansidomuyparecidosalosdeLeopardo,ArañayLobezno:casiidénticoscuandocambióysiguió cambiando. Lo supo aquella primera noche. Bueno, ya no había remedio.Ninguno.DemasiadotardeparaDaniel,peronoparaella.Todavíano.

«Corre».Losmurciélagossemasificaronenformadechillidonegro.Lealetearonencima,

lerevolvieronelpelo,leclavaronlasuñasenelcuerocabelludoylearañaronlacara.Nopodíaespantarlos;necesitabaaguantarlaluzyhabíademasiados,asíqueselimitóaabrirsepasocomopudo,nadandocontraunamareadecuerposchillonespresosdelpánico.Algunosibandisparadosporeltúneldelantedeellayotros,igualderápido,volabanendesbandadaenelsentidocontrario.AAlexleparecióquehabíamásqueantesyqueelmiedoqueemanabanera líquidoy tanagriocomoel suyo.Salíanaborbotonesdevetasabiertasysubíancomouncohetedesdedentadasfisuras.

Alex corría. Sus zancadas eran torpes porque llevaba la linterna en la manoizquierdaylaUzi,alaalturadelacadera,enladerecha.Noseengañaba.Sólolospandilleros de las películas y Arnold Schwarzenegger eran capaces de vaciar uncargador entero con una Uzi en cada mano, pero eso era porque los actoresdisparaban cartuchos de fogueo.Nada de patadas ni de escalar. Si ella tuviera quedisparar,necesitaríaambasmanosyesosupondríaperderlaluz.

LaGlockeraunpuñoensuespalda.Subocaseguíacalienteypegajosapor lasangredeDanielydeLeopardo.Habíaestadoapuntodeno llevársela,apuntodedejarladespuésdequelosdedosdeDanielserelajasen,peroentoncesleparecióunaestupidez.Danielhabíatomadosudecisiónyahoraellatomabalasuya.

Elsuelodiounasacudidayentoncesoyóotroretumbomásduraderoquefuecasiunrugido:cadavezmásaltoymáscerca.Otraexplosión.Creyóqueprocedíademásadelanteydearriba.

Unarepentinanubedemurciélagosmanódeunavetaabiertaasuderecha,comoel tapón de corcho que sale disparado de una botella de champán bajo demasiadapresión.TeníalanarizsaturadadelolordeloscadáveresdeDanielyLeopardo,pero


aquellatufaradaacerillaquemadaeramuchomásfuerteynotabaqueelairelehacíacarraspear la garganta. La boca le sabía a lodo y oía el crepitar y rechinar de laarenillaentrelosdientes.

Primeroundisparoyahoradosexplosiones.«¿Unataque?¿Alguienestábombardeandolamina?».Ralentizóelpasodurante

un segundo. Lo veía venir: afanarse por llegar a la entrada y ser recibida por unasalva de disparos. Tenía toda la pinta de un Cambiado y portaba armas. Paracualquieraquehubieseallífuera,ellaeraelenemigo.

«Nadiesabequeestoyaquí.—Olióladesesperacióndelosmurciélagosylasuyapropia—.Simequedoylaminasehunde,sieseeselplan…».

Tenía que salir de allí. Aprovechar la oportunidad. Subir, volver a encontraraquellarampagrandeyversieracapazdeabrirsecaminoatiros.Todavíanosehabíaencontradoconnadie.Claro,eraobvio.Estabanpasandomuchascosasy loúltimoqueibanahacererapreocuparseporella.

Asuderechaadvirtiófugazmentenúmerospintadosconespray,ypensó:«Justoahí delante hay una curva; luego debería encontrarme con el primer tramo deescalerasydespués…».

Alpasarcomounaexhalaciónjuntoaunconducto,susoídoscaptaronalgoaúnmásextraño.Derrapóhastapararse.Volvióalconducto.Pusolamanoenelmetalysintiósutraqueteoylavibracióndelaspiedras.

Elsonidoesfísico.Lasvibracionesprovocansonidosquelasensiblemaquinariadeloídotraduce.Hastaunapersonasordareconoceelsonidoporeltacto.

Y todo niño sabe jugar a Serpientes y Escaleras. Las escaleras te suben; lasserpientestebajan,demodoqueloqueescuchabaenesemomento—loquesentía—estabaocurriendoenalgúnlugarporencimadesucabeza.

Lo que se agitaba en el interior del conducto era un rugido: estruendoso,despiadadoeimparable.Porunavez,nonecesitóelolfato.Aquelloloreconocía.

Agua.Muchísima.Laminanosólosederrumbaba.Seestabainundando.


83

La trampaempezóacaervertiginosamentecomounartefactomortal.Chrisgritóysacudióconfrenesílaspiernasenunintentoporzafarsedelasraquetas.Sedesplomódebruces,perosesintiócomounaranaalaquelehubieranclavadolasancastraserasaunodeesos tablonesque seutilizanparaestudiar lasdistintasespecies.No teníaescapatoria.

Latrampacayóaplomoenlanieve.Sintióelpesadogolpetazocontrasuespaldaycómoempezabaahundirseatravésdelacapadenievemásblandahastaquelostablones claveteados lo aprisionaron contra la nieve compacta igual que el émboloaplastaelcaféenunaprensafrancesa.Teníalaboca,lanarizylosojossaturadosdenieveyempezóatoseryaquitárselaconlasmanosparapoderrespirar.

Luegoparó.Obienlatrampaestabacolgadadealgúnsitio—talvezlascuerdasque la sujetaban se habían enganchado—, o bien la densidad de la nieve lo habíasalvado.Sinella,latrampasehabríaestampadocontraelsuelosólidoenunabrirycerrardeojos.

Seledisparóelpulso.Soltóunaexhalaciónypensó:«Todavíaestoyaquí».Yaeramaloqueestuvieradolorido,peroquenopudieramoverseerapeoraún.¿Sehabríaroto la espalda?Mandóuna orden a sus pies y durante un instante se asustó al nosentirnada,peroenseguidaempezóamoverlosdedos.Vale,nopasabanada.Estabavivo.Losclavosde los tablonessehabíansoltado.¿Habrían idoaparardemasiadolejos?Dabaigual.Estabaenterradoenlanievebajomuchopeso,peroestabavivo.YLenaandabaporallí.Podíaayudarlo.Saldríadeesta.

«Sipudierareptar…».Hizoademándemoverse.Sóloparacomprobarlo.Unaenormeoleadadedolorlesubióporlagargantaylesaliódespedidaporla

boca. El aullido fue inmenso y prolongado, como si se estirase al compás de sualiento. Las piernas le ardían. Todo su cuerpo se había convertido en una rojallamarada.

«Ay,Diosmío, ay,Diosmío.—Teníaun charquito calienteyhúmedobajo losmuslos y lamente se le disparó—: Sangre, estoymuerto, dentro de unosminutosestarémuerto,meestoydesangrando…».

—¡Chris!—EraLena,peronosabíasiestabacerca;lanieveamortiguabasuvozcomosifueraalgodón.

Apretólospuños,cogióaireygritó:—¡Lena, quédate ahí! —Aquel pequeño movimiento le costó horrores. Sintió

nuevos pinchazos que le aguijonearon los huesos. En realidad no quería que sequedara ahí. Quería que lo ayudara. ¡Necesitaba que alguien lo ayudara! Pero sihabía dos trampas, podía haber una tercera…y siLena resultaba herida omuerta,nadiepodríaayudarlo.Teníalaspiernasatrapadasyestabasegurodequeibaamorir


congeladoodesangrado—.¡Quédateahí!—Pero…pero…¿quéhago?¿Cómopuedoayudarte?Creíaqueestabadetrásdeél,peroentoncessepercatódequeestabamáscerca.—¿Estásenelcaballo?—No.Esto…Al ver que no continuaba, Chris intentó moverse, sólo una pizca, pero se

arrepintióenelacto:eldolorlodejósinaliento.Selebloqueólagargantaynofuecapaz de pronunciar sonido alguno, ni siquiera de gritar. Esperó, luchando porremontar el dolor como un surfista remonta una ola… Hasta que este cedió y seconvirtióenalgoquerayabalaagonía.

—¿Dó-dónde?—Lapalabralesaliócomoungruñidogutural—.¿Lohasatado?Lena tardaba tanto en responder que adivinó su respuesta antes de que las

palabrassalierandesuslabios.Noeralaprimeravezqueelruanoseencabritaba,yLenanoeratanfuerte…

—Metiró.Supongoqueportodoeseruido.—Volvióainterrumpirseyluegodijoconvozdébil—:Cuandomeacerqué,sefuepordondevinimos.

«Oh,no».Suscosas,supistola.Teníauncuchillo,perolollevabaenganchadoalacinturaynosabíasipodríaalcanzarlo.Tampocoesquefueraaservirledemucho,amenos que quisiera cortarse el cuello antes de que unCambiado le arrancase lacabeza.Nopodíadarselavueltay,aunquenohubieraestadoinmovilizado,nocreíaqueLenapudieralevantarlatrampalosuficientecomoparaliberarlo.

«Tal vez sea mejor así». Había visto una película sobre alienígenas queaterrizabanencamposdemaízoalgoporelestiloyseacordabadeunaescenaenlaque un enorme camión atropellaba a lamujer del pastor y la estampaba contra unárbol.Enlapelícula,lapolinosehabíaatrevidoamoverloporqueeraloúnicoquelamanteníaconvida.¿Ysiaéllepasabalomismo?

—Escucha.—Estabaempezandoa temblar.«Desangrándome,shock, frío…»—.No estamos lejos de Oren. Puedes… puedes hacerlo. Pero necesitarás pro-provisiones…

—TodoloquequedaestádondeNathan—dijoLena.Chrisintentóasentirconlacabeza.Yalosabía.—Ynopuedohacerlo,Chris.Estámuerto,y también sucaballo. ¿Cómovoya

tocarlo?Yono…—Lloraba—.YonosoycomoAlex.Estoy…estoyasustada.«Yotambién».Cometióelerrordeintentarmoverseytuvoqueesperarhastaque

el latigazo de dolor pasase. Esta vez tardó un pocomás de lo previsto y no pudoreprimirunquejido.Elsudorlecorríaporlasmejillasysefiltrabaenlanieve.

—Tienes quemantener la…—Perdió el hilo de lo que estaba diciendo. Se leatragantaronlaspalabras.Apoyólamejillaenlanieve.«Sólounsegundo…Necesitodescansar».

Lena dijo algo más, pero no logró descifrar sus palabras. Un galimatíasamortiguado,comolaletradeunacancióndesconocidaprocedentedelosauriculares


deotrapersona,osupadremaldiciendoagritopeladoysaturándole lacabeza.Nosabíaquécanciónera.Aquellosgritoseranderabia.

«Estoy perdiendo el conocimiento. —Una telaraña pegajosa cubrió su mente,comoesasquerasgabaconlasmanosparaescondersedetrásdelacalderacuandosupadreandabaporlacasahechounafiera—.Tienesque…tienesqueayudarla…».

—Estoyasustada—repitióLena—.Estarésola.—Herido—resollóaduraspenas—.Fatal.—Deciresaspalabras,ordenarlasen

sumente, le robó todas las fuerzas.De repente estaba tan cansado…y tenía tantofrío… «Descansar. Ayudarla…»—. Lena… cerca de… Oren. Busca… ayuda. Nopuedo…

—Chris.—No…puedo.«Yanopuedoayudarte.—Esoera loquequeríadecirle,pero laspalabrasse le

quedaronatrapadasdetrásdelosdientesynoquisieronsalir.Lenavolvióadecirsunombre y él intentó responder; quería decirle lo que tenía que hacer, pero no fuecapaz—.Bastón.Nieve.Busca…—Seibaadormilandopormomentos;sumenteyanoaguantabamás—.Cuidado…conlastrampas.Cuidado,Lena,ten…».

LavozdeLenasonabamuylejana:—Porfavor,Chris,nomedejes…«Coge…pistola…».—Chris…«…vete,Lena…».—Chris…«…corre…».


84

«¡Corre!».SecolgólaUzialhombroysedirigiócorriendohacialasescaleras.Notabaque

el metal retemblaba y traqueteaba, así que subió los escalones de dos en dosformandoun auténtico estrépito. Se produjo un largo chirridometálico, un enormePOP cuando un perno se soltó de la piedra. La escalera dio una sacudida; Alexresbalóyel codo le impactóen la roca.Elcalambre le recorrióelbrazoy le llegóhastalamano.Otrarepentinaexplosiónlatiróalsuelo.

«¡Saldeaquí,saldeaquí,saldeaquí!».Subiólasescalerasacuatropatascomoalmaquellevaeldiablo.Leopardohabíadejadolaverjaabiertadeparenpar,asíquelacruzó,diounbandazoalaizquierdaysedirigióatodaprisaalsegundotramodeescalerasconunamanolevantadaparaprotegerselacara,puessechocabacontralosmurciélagosquehuíanensentidocontrario.Elpolvosaturabaelaireyllovíanpiedrassincesar.Latierratemblabaysesacudía.Trozosdeparedsaltabanenmilpedazos.Ahora tenía que elegir entre los murciélagos y las piedras. Un buen golpe en lacabeza y estaría acabada. Se agachó, levantó un brazo para protegerse la cabeza ydejóescaparungritocuandounapiedraledioenlaespalda.«Dóndeestá?¿Dóndeestá?». Sumirada de pánico recorrió la pared y entonces vio la señal pintada conespray,miróalfrenteydivisólabifurcación.Eltúneldelaizquierdalallevaríaalasescaleras.Espera,¿estabasegura?

Otro retumbo, pero esta vez oyó el estallido a lo lejos y luego la explosión, eltintineo y el deslizamiento de rocas que resbalaban por las paredes. El túnel seestremeció, luego gruñó y emitió pequeños crujidos cuando la piedra, sometida atantapresión,empezóadesplomarse.ElsuelodiounasacudidayAlexsetambaleócuandounalluviadedetritoslecayódesdearriba.

Entonces se produjo un largo y enorme bramido indescriptible, seguido por unsiseoserpenteantederocaquechocabacontrarocayluegootroestruendoaúnmayor:una seriedeporrazos fuertes e insistentes.Tuvo tiempodepensarqueaquel era eltípico sonido que salía en las películas. Lo que estaba oyendo eran bombas queexplotaban.

Enlabifurcación,a laderecha,el túnelsedesplomó.Elruidofuetremendo.Selevantóunaesponjosanubegrisyasfixiante.Losojosleescocíanporelpolvoylaarenilla,queseleclavabacomofinasagujas.Sellevóunamanoalacara;lalenguase le cubrió al instante de tierra provocándole arcadasyhaciéndola toser.Recorriótambaleante el túnel de la izquierda, debatiéndose contra la oleada de polvo ydetritos.Atravésdelosojosentrecerrados,viofugazmentealgorectoyamarillo.

«Escaleras». Subió a trompicones hasta el primer rellano, pero estabaralentizandoelritmo:suspulmonessedebatíanporinhalarairequelehicieraalgún


bien.Elsiguientetramodeescalerasestabajustodelante,peroelaireseguíaatestadode murciélagos, aunque, cuando se abalanzaron a toda velocidad por donde ellaacababadevenir,sediocuentadequehabíamenos.

Entonces,porencimadelrugidodelaspiedrasasuespaldaydelchillidodelosmurciélagos,volvióaoírelrugido…procedentedearriba.Ydemásadelante.

—Diosmío.—Sequedóenelsitio,paralizadaporlaimpresiónyporlarepentinalucidezquelehizoverquelosmurciélagosibanendireccióncontrariaporquesabíanloqueellaahoraempezabaacomprender.

Agua:abajo,arriba.Yveníajustohaciaella.Diomedia vuelta, bajó estrepitosamente los escalones, giró hacia la izquierda,

atravesóunaespesanubedepolvo.Elolorahuevospodridossehabíadesvanecidoyahoraelaireeraextrañamentedulce.Nocreyóqueaquellofuesebueno.Corriótraslosmurciélagos,mientraslaUzilegolpeabalacadera.Detrásoyósalpiconesdeaguaagitadaysupoqueestacaíaenformadecortina,queseestabaformandountorrentey que luego o se ahogaría o se estamparía contra las rocas. Se dirigió al segundotramodeescalones.Otrasacudidacuandootroniveloparedcedió.Siguióbajandoyabriéndosepasoentreunamasijodepiedrasyrocasmásgrandes.

Parasucrecientehorror,vioqueenel túnelhabíamáscascotes,ymásgrandesque antes. Se abalanzó hacia el alto apilamiento que llegaba casi hasta el techo ysubióatodaprisa,escalandolarocaconlasmanosaladesesperada.Elhuecoparecíafinocomoelpapeldefumar.SedesembarazódelaUzi,sepusobocabajoypasóelarma, la linterna y, finalmente, la Glock. Luego se arrastró, sintiendo cómo laspiedras le raspaban y arañaban la piel a través de la parka. Cometió el error deimaginarseallíatrapadacuandoelaguasubierayllenaseeltúnelhastaeltecho…yleentróelpánico.Tomóunagran inhalación,gritó, apartópiedrasconambasmanos,empujóydiopuñetazosygolpeshastaquesalióporelotroladorebotandoydandovolteretas.Aterrizóconunespaldarazotanfuertequeseleclavarontrozosderocaenlacolumna.

«¡Levántate, levántate, levántate! —Se puso en pie con dificultad, apoyó lasmanos en losmuslos e inspiró, asfixiada; luego inhaló otra bocanada de aire paracoger fuerzas y subir a recoger las armas y la linterna—. ¡Corre, corre!». Todosaquellosescombrosleproporcionaríanalgodetiempo,peroseacercabamuchaaguay,alfinal,aqueldiquenoaguantaría.

Elsueloestabasembradodepiedrassueltas.Alex ralentizóelpasopor temoratorcerseuntobillo…orompérselo.Siesoocurriera,lapróximabalaquesalieradelaGlockllevaríasunombre.Másadelantevioqueunmurciélagopasabacomounrayopordelantedelaluzysedirigíahacialaizquierda.Menosdeunsegundodespués,lohicierondosmás,yellalossiguió,adentrándoseenlagaleríaquehabíadejadoatrásapenasunosminutosantes.Su linterna iluminófugazmenteelcuerpodeLeopardo,luegoeldeDaniel,peroamboserancosadelpasadoensuhuidadesesperadaporelinteriordelagalería.


«Aire.Antessentíaire;séquefueasí».Allíeloloraguanodemurciélagoeramuchomásfuerteyeltúnelparecíasubir

enpendiente.Iluminóconlalinternaaderechaeizquierda.Larocaestabaveteadadeexcrementos demurciélago.Amedida que avanzaba, el techo se hacíamás bajo yprontotuvoqueencogerse,agacharlacabezayarrastrarlaUziconunamanoporqueeltúnelmedíapocomásdeunmetrodealto.Entoncesdetectóuncambioenelaire,unolordiferente,sintióqueelespacioseensanchaba…yfueapararaunacámaraenorme. Barrió las paredes con la linterna. La cavidad era inmensa, tal vez deltamaño de un salón en condiciones con un techo de catedral. Las paredes eransólidas.Nohabíamásaberturas.Nitúneles.

«Mierda.—Apuntóaltechoconlalinterna—.Losmurciélagosvuelan,pedazodeidiota».

Lasalidadebíadeestarallí:muchomásarribayfueradelalcancedelavista.Enlavidaibaapoderescalaraquello.

Entonces su linterna sedetuvoenuna tosca líneahorizontaldelimitadapordosverticales.

Unaescalera.«¡Anda!—Seabalanzóhaciaellaatodavelocidad—.Seráunabroma;seguroque

estárota».Peronoloestaba—almenos,nodeltodo—,aunqueerademaderaymuyantigua.Trozoscorroídosyastillassalpicabanlarocaysemezclabanconunagruesaalfombradeexcrementosdemurciélago.

Teníanulasposibilidades.Estabaademasiadosmetrosdelasuperficie.Noteníagarantíasdeque laescalera llegara tan lejos.Siel túnelestuviera inclinado,podríarepecharporlasrocas,aunqueodiabatreparporellas.Siempreseresbalaba.

De modo que tenía dos opciones. Quedarse allí y morir. O intentarlo y quizáconseguirlo.Ono.Alomejormoríaenelintento.Bueno,alomejor.SeguíateniendolaGlock.Sisevierarealmenteenapuros,podríaponerlaUzienmodoautomáticoydescargarlarecámaraenmenosquecantaungallo.

Perotodavíano.Enganchólasmanosenlamaderacenagosayempezóaescalaracontrarreloj.Alucharporsuvida.


85

Bueno,noestabanmuertostodavía:nisepultados,niasfixiadosniahogados.Tomsehabíaequivocadoenunminutooasíy,cuandolagranbancadasevinoabajo,ellosyahabían cruzado el puente de cuerda —Weller valiéndose de su brazo bueno— ytrepaban comomonos por la escalerilla demano. Se encontraban demasiado lejoscomoparaoírlaexplosión,perosíquelasintieron.LaescaleratemblóyrebotóbajosuspiesyTomahogóungrito cuandoelmetal chirrió.Algogrande—talvezunaparte del propio pozo—emergió de la oscuridad, le pasó rozando por la izquierdacomo una bala y, al cabo de un segundo, se hundió en el agua revuelta de abajocausandounenormePLAF.

—¡Estáempezandoatemblar!—gritóLuke.Ibacincopeldañospordelante,perosehabíaquedadoparalizado—.¡Estátemblando!¡Estátemblando!¡Estátemblando!

Tomtambiénlosentía:unavibraciónconstanteymonstruosaentodossushuesos.Sucuerpo,por instintooporunactoreflejo,separalizaba,perohabíaqueecharelresto.Aquello era la guerra—era exactamente lomismo—y no sobreviviría si serendíaalmiedo.

—¡Vamos!—bramóWeller.IbaelprimeroysuvozretumbócomolavozdeDios—.¡Venga,Luke,puedeshacerlo,muchacho!

«Diosmío,porfavor,sácanosdeaquí.—MiróhaciaarribaparacomprobarquelospiesdeLukeseguíanavanzandoyluegosefijóenlaescalera,ensusbrazosysuspiernasenmovimiento,ensusmanosagarradasalhierro,ensusbotasapoyándoseenelúltimoescalón—.Siguemoviéndote,siguemoviéndote,siguemoviéndote…».Elestruendo era enormey constante y ellos se encontraban al este dedonde se habíaproducidoelprincipalderrumbe.Asaberloquepasabaahíabajo.

Elaguaseestrellabacontralaroca,peronosabíasieraabajoosiveníadealgúnlateral o de arriba. Algo rebotaba continuamente contra el hormigón y pensóaterrorizadoen todaesapiedra suelta sobre sus cabezas.Wellerhabíadichoque laúltima vez que se había producido un derrumbamiento, el suelo se había hundidotreinta metros. Y esto era muchísimo peor, muchísimo más potente, y había unlarguísimotrechohastaelfondo.

«Así que, aunque lo consigamos, puede que la cosa no acabe ahí». Subía laescalera prácticamente corriendo, cada vezmás rápido. Le ardían los pulmones detantoesfuerzoylosmúsculosibanaestallarledecansancio,peroélseguíaavanzandomuydecidido,apesardeltemblordelaescaleraydelrugidodelagua.

—¡Eh!—gritóLuke—.¡Veoelcielo!¡Veoelcielo!Tomechólacabezaatrástodoloquepudoparamirararribayahogóungritoal

ver la cabeza deWeller,más allá de Luke, rodeada de estrellas. Le impresionó locercaqueparecían.Eracomosalirdeunojoporelcaminoequivocado,comoenesa


pelitanantigua…Sóloqueelloshabíansalidoporellagrimaldeltipo,¿no?«Vamos,vamos,vamos…—Yasentíaelaireheladoenlacabezayloshombrosy

oyó queLuke gritaba de nuevo.Volvió a levantar la vista y vio queWeller ya noestaba. Luego distinguió los pies de Luke cuando el chico salía con dificultad delpozo—.Sigue,sigue,sigue…».Lequedabandocemetros,ocho,cinco…

Unamano lo agarró de lamuñeca izquierda yWeller de la derecha.Luke y elviejotirarondeélconfuerzahastaqueporfinsalióalasuperficie,dándosedebrucescon la nieve.Durante unos segundos sólo pudo jadear y luego Luke le aporreó laespaldaparaayudarlealiberarlarespiración.

—¡Lo con-conseguimos! —exclamó Luke, sonriendo de oreja a oreja ytemblandoalavez—.¡Lohe-hemosconseguido!¡Lohemoscon-conseguido!

—Uf.—FuelomáximoqueTomacertóaarticular.Sentíalatierravibrandobajosu estómago y, demuy abajo, del fondo del pozo, llegaba el eco, elmurmullo, elbramidodelapiedradesintegrándoseydelaguarevuelta.

—¡Eh!—Lukemirabahacialaderecha—.H-ha-haymurciélagos,tío.Lalunaseestabaponiendo,peroaúnseveíaenormeenelhorizonte,comoelojo

verde de un gigante. Los murciélagos eran negras siluetas espásticas querevoloteabanentodasdirecciones.

—Debedehaberotrasalida—dijoWeller.Cogióunabocanadadeaire,escupióyempezóalevantarseaduraspenas—.Tenemosqueirnosonoscongelaremos.Ynomegustanadaelmodoenquevibraelsue…—Unapausa—.Oh,mierda.

«Oh-oh». El cansancio y el alivio de Tom se desvanecieron en el acto.Wellertrataba de incorporarse apoyándose en los muslos mientras miraba al suroeste ycontemplaba la pendiente. Tom lo imitó y no supo si el temblor de sus piernas sedebíaúnicamentealtemblordelsuelo.

Noestabanmuylejos.Quizás—escudriñóelpanoramaapesardelaescasaluz—aunostrescientoscincuentametros.

—¿Cuántoscreesquehabrá?—preguntóLuke.—Nosabríadecirte.—WellermiróaTom—.Oloresolvemosatirosocorremos.—Deberíamosluchar—opinóLuke,yañadió—:No-te-tengomiedo,sólofrí-frío.

Po-podemoshacerlo.—No—dijoTom.Recogió laUzi y echó un vistazo por lamira. Siete, pensó.

Salpicadosporlanievetrémula,peronoveníanrápido.Porlosbandazosquedaban,sediríaque lescostabaavanzar.Alparecer, sólodosdeellos llevabanesquísy,deesosdos,sólounoresultabaunaamenaza.Entrecerrólosojoshastacentrarsecomounamira láser en elChuckymás alto.Un chico, pensó.Y, por cómo se deslizaba,estabaclaroquesabíaloquehacía.

Entonces,tresdelosqueibandetrásblandieronsusarmas.—¡Alsuelo!—gritóTom.Todosseagacharonenelprecisomomentoenquela

nocheseviosacudidaporelchisporroteodelosdisparos,aunqueTomnocreíaquelasbalasfueranarozarlessiquiera.


OyóqueLukeactivabaelselectordelaUziconunclic.—Matémoslos —dijo Luke. Ya no le temblaba la voz—. Deberíamos luchar.

Merecenmorir,Tom,portodoloquelehanhechoaesapobregente…—Espera.Pensémoslobien.Estamosenunalomaylagravedadvaencontrade

ellosydesusbalas—señalóTom—.Sólounosabeloquehace.Eselqueestámáscercaynohadisparado.Sinosquedamos,lohará.

—Entonces,acabemosconellos—resolvióLuke—.Venga,tío,portodoslosquehanmuerto…

—Peronoestamosobligadosaluchar,Luke.Aúnnosquedaotraopción.—Bueno,puesyovotoporquenosquedemos—repusoLuke.Seoyeronnuevosdisparos.Todosvolvieronaagacharse,aunqueTomsabíaque

nohabíaningúnpeligro,queaquellosniñosdisparabanaltuntún.«Casicomosiquisieranasustarnos».Locual,bienmirado,resultabaunpocoextraño.—Vamos,selaestánbuscando.Nosestándisparando—insistióLuke.—No,quierenahuyentarnos—replicóTom.—¿Yacuentodequé?—dijoLuke.—Yoquésé.Lo importanteesquenonosestándisparandoanosotros todavía,

peropuedequedentrodetresminutos…—Deprontosintióunfuertetirón,comosilatierrainhalaravigorosa-mente,yparecióqueelsuelocedíabajosuspies.Soltóungritodesorpresaysevioacuatropatasenelsuelo.Creyóqueseguiríacayendo,peronoocurriónadamás,aunquelanieveseguíatemblando.

—¿Qué ha sido eso?—chillóLuke, intentando ponerse de rodillas—. ¿Qué hapasado?

—Puesqueempiezaahundirselasuperficie—explicóWeller—.Laminaseestáderrumbando, todo va a irse al garete. La otra vez lo hizo sin previo aviso, peroesta…

«Estavezsíestáavisando».—Tenemosqueirnos.—Estoycontigo.—Welleryaseestabadandolavuelta—.Podríamosacabarcon

ellosysobreviviralderrumbamientoconayudadeunosesquís,peronoasí…—Otrasacudida. Weller se tambaleó y estuvo a punto de caerse, pero Tom lo sujetó—.¡Diablos!—gruñó—.EntreestoylosmalditosChuckies,tendremossuertesi…

De improviso, de algún lugar a su derecha llegó un sonido fino, agudo ypenetrante.

FuetaninesperadoqueTomsegirósobresus talones, todavíaagachado,conlaUzienlasmanos.Oyóquelosdemástambiénpreparabanlasarmas.

—¿Habéisoídoeso?—susurróLuke—.¿Esasícomosuenaelderrumbe?¿Ohasido…unmurciélago?

—No—dijoWeller—.Hasonadocomo…ElsonidoirrumpiódenuevoyestavezTomsupoexactamentedequésetrataba.


Unsilbato.


86

Laprimeravezqueaquelrestallidolejanollegóhastaella,nosediocuenta.Llevabadiezminutosescalandosindescansoenlaquejumbrosaoscuridad.Devezencuando,unmurciélagopasabaa todavelocidad,peroyano lesprestabaatención.Loúnicoque le indicaban era que ibapor buen camino.El sudor le chorreabapor la cara yteníalaropaadheridaalcuerpo.Lospulmoneslefuncionabancomounpardefuellesy los muslos le ardían. Se habían desprendido tres peldaños y, cuando tocaron elfondo,oyóunasalpicadura.Eltúnelseiballenando,aligualqueaquellacámara.Elchorro de agua se estaba convirtiendo en un retumbar constante y aquella paredtambiéntemblaba.Oyóelfragoramolienda,elgolpeteoyeldeslizamientoderocaqueentrechocabaysecatapultabahaciaelagua.

Entonces volvió a producirse aquel restallido, un sonido como de celofáncrepitante,yestavezsílocaptó.

«Disparos».Alzó la cabeza de inmediato y sus ojos escanearon la oscuridad. ¿Era menos

tenue?Noestabasegura,ysusentidodelolfatonoleservíadegranayuda.Todavíaseguíapasandoalgúnqueotromurciélagorevoloteandoporsulado,peroparecíaquetodos habían logrado salir ya. Se encontraba sola, tratando de subir por aquellaescaleraquenoparabadetemblequearyrechinar.

«Sihayarmas,esquehayunenfrentamiento».Debíadehabergenteallíarriba,talvezmatandoalosCambiados.Oalomejor

los Cambiados habían descubierto al que había puesto las bombas. Teniendo encuenta lo que había visto, no le sorprendería que los Cambiados se estuvieranmatandolosunosalosotros.

Se quedó paralizada e intentó pensar qué hacía. Podía disparar una bala con laGlockoinclusounpardeellasconlaUzi…,peroesonolesdaríapistasalosdealláarriba,salvodequeteníaunarma.LosCambiadosteníanarmas.Sihabíagenteallíarriba, loúnicoqueteníanquehacereraametrallaraquel túneloesperaraqueellaapareciese.

Noeraunaopción.—¿Hola?—Empezó a escalar denuevo la escalera—. ¡Hola, estoy aquí abajo!

¡Socorro,soc…!Unchasquido.Y…otromásfuerte.Estavez,ambospeldañoscedieronauntiempo.Alexgritó,sintióquesucuerpo

caíadandounasacudidayquesuspiessequedabancolgando,tratandodeescalarenelaire.Losbícepsledolíansobremanera,perounadesusbotasdiocontralaparedderoca,permitiéndoleapoyarsefuerteybalancearsesobre losdedosde lospiescomounescaladorprofesional,cosaqueellanoeraenabsoluto.Sequedóallícolgada,con


la piernaderechay los brazos temblandopor la tensión.El hombro izquierdo, queseguía dándole guerra, le ardía de dolor. Abajo, el agua se arremolinaba convirulencia. Las paredes se estremecían y Alex oía cómo las rocas crujían y sedesprendían. La escalera desvencijada vibraba en sus manos. Levantó la piernaizquierdatanaltocomopudo,sintióelextremodeunpeldañocontralabotay,pocodespués,estabaapoyadadenuevoenlaescalera.

«Madremía.—Tragósalivaydescansólasudorientafrenteenlamaderapodridaehinchada—.Dateprisaysuicídate,¿porquéno?».

—¡Socorro!—gritó—. ¡Ayuda,por favor!—Un derroche de aliento y energía.Era inútil. Estaba a demasiada profundidad y su voz no era rival para el trasiegoincesantedelagua.Nadielaoiría.

«Espera».Aún lo tenía, ¿no? Alargó una mano temblorosa y se palpó el cuello. A

continuación,dejóescaparunsuspirosollozante.Supadre:«Tocaesto,cielo,yacudirécomounrayo».Semetióelsilbatoentreloslabios.«Ay,papá,ojalátengasrazón».Inhaló…ysoplócontodassusfuerzas.


87

«Oh,Diosmío.—Elsonidoletraspasólascostillascomounnavajazo—.Nopuedeser».

—¿Dedóndeviene?—preguntóLuke.—Dedondeestabanlosmurciélagos—dijoTom,tambaleándose.Elsuelohabía

empezado a moverse de nuevo y sus pies bailoteaban sobre la nieve inestable.Angustiado,oteóelhorizonte.«Lasiluetadelosmurciélagosserecortabacontra laluna; ¡estaban allímismo!».Volvió a ver a otro revoloteandoy, sinpensárselodosveces,girósobresustalones,tambaleándoseporlasnuevassacudidas,ycomenzóaabrirsepasoporentrelosprofundosventisqueros,Uzienristre.

—¡Tom!—gritóWeller—.¡Tom,espera!Nosabesdónde…Tomhizocasoomisoysiguióavanzando,másbiennadando,porlanievetrémula

hastaqueviounmurciélagovolandovelozmentehaciaelcieloaunoscentímetrosasuderecha.EntoncessoltólaUzi,searrodillóyencendiólalinterna.Elsuelovolvíaavibrar y, luchando por mantener el equilibrio, comenzó a barrer la nieve con lasmanos formando un semicírculo, buscando el orificio de salida. «Venga, venga,venga,yateten…».

Con la siguiente sacudida oyó algo nuevo: el estruendo de las rocas al chocarentresí,yporfinlovio:elorificioeraunaoscuragrietaenlasuperficiedelanievedeapenassesentaosetentacentímetroscuadrados.

Cayó sobre su vientre. La tierra no daba tregua, pero siguió quitando nieve.WelleryLukenoparabandegritarle,ahoradesdemáscerca,peronosevolvió.Deabajo llegaba el estruendo y el rechinar de las rocas. Otro murciélago le pasórozando.

Aquellotambiéndebíadeserpartedelamina:unpozoolvidado,untúnellateralo,talvez,unaantiguavíadeescape.

Elenemigoestabaallíabajo.Perotambiénhabíagente.Lasposibilidadeseranunaentreunmillón,perosóloconocíaaunapersonaque

tuvieraunsilbato.—¿Ellie?—Tomhizobocinaconlasmanosygritó—:¡¿Ellie?!Primero cayó un poco de nieve formando una ligera aspersión.No demasiada,

perolasuficienteparatamizarleelpelo.Luego,porincreíblequepareciera,lesobrevinounoloramusgo,humodulcey

especiasquelesobresaltóelcorazón.Y,finalmente,oyóunavoz.Distante.Muytenue.Perologródistinguirlaúnicapalabra.«Ellie».—Oh,Diosmío.—Duranteunsegundosequedóhelada.Sucorazónsecontrajo


yluegodiounvuelco.«Esél.¡Esél!Estávivo.Éleselúnicoquelosabe.Yessuolor.Esél.Tieneque

serlo.Es…».—¡Tom!—chilló—.¡Tom!¡SoyAlex,soy…!

«¿Alex?—Sequedóabsolutamentepetrificado—.¿Alexestáaquí?».Volvióaoír el ecode suvozy, aunque le llegabadesdemuy lejosy sabíaque

estabafueradesualcance,suspalabras—sunombre—estallaronensuinteriorconlafuerzadeunabombaatómica.Latierratemblababajosupesoyélconella,peronopudocontenerse:

—¡Alex!¡Alex!¡Soyyo!¡Tom!¿Dóndeestás,Alex?¿Dónde…?—¿Quépasa?—LukesedejócaerasuladoyTomsintióqueelchicolecogía

porlosbrazosytirabadeél—.¡PorDios,Tom,tencuidado!¡Tevasacaer!Tomnoleprestóatención.—¡Alex!—aulló—.¿Estásmuylejos?¿Meves?¿Veslaluzdemilinterna?—¿QuiénesAlex?—quisosaberLuke.«Tranquilízate. —Hubo una larga pausa durante la que Tom creyó que iba a

explotar, pero semordió los nudillos y esperó.Oyó queWeller se cernía sobre él,peronisiquierasegiró—.ÉldijoqueestabaenRule,peroestáaquí,está…».

—¡Lejos!—Suvozseparecíaaaquellasburbujasplateadasquehabíansalidodesuspulmonesparairrumpirenelairevacíocuandolavidaseleacababayseestabaahogando—.No…te…veo.

«Peroteoigo,teoigo,porelamordeDios,teoigo».—¡Aguanta!—legritóTom—.¡Tengounacuerda!¡Voyaporti!¿Podrássubir?

¿Podrás…?—Wellerloagarródelbrazoderechoyloobligóadarselavuelta.—Nopuedeshacer eso—lo reprendió—.Tom,debede estar amásde sesenta

metrosdeprofundidadysólotenemosseismetrosdecuerda.¡Estádemasiadolejosynotenemostiempo!

—¡Dame la maldita cuerda! —exigió Tom—. Luke y tú podéis iros, ¡yo mequedo!

—¿Yquévasahacer?¿Creesquevasaayudarla?—¡Vinimos juntosynosmarcharemos juntos!—chillóLuke—.¡Yonomevoy

sinti!¡Mequedo!—¿Has oído eso?Vas amatar a este chico.—Weller se le encaró—. ¿Quieres

cargarconeso?¿Tevasamancharlasmanosdesangre?—¡No me vengas con esas! —gritó Tom—. ¡Nadie os está diciendo que os

quedéis,asíquehacedelfavordemarcharos!—¡Pues harías bien en volarte los sesos, porque no vas a ayudar a esa chica!

¡Todaestamalditacolinasevaairalgarete!Y,aunquenofueraasí,esosChuckiesnovanaparar.¡Estaránaquíenmenosquecantaungallo!


—¡Entonces, los mataré! —bramó Tom. Tenía la cara mojada, pero no leimportaba. Un segundo más y mataría al viejo. Se dio la vuelta maldiciendo—.¡DijistequeestabaenRule!¡DijistequeestabaenRule!

—¿Dequéhablas?—dijoWeller.Seoyóunfuerterestallidoquenadateníaqueverconunabala,sinoconelruidodelamaderahaciéndoseañicos.LukesepusoagritaralgosobrequelosárbolesseestabanrompiendoyWellervociferaba—:¿Hasoídoeso?¿Hasoídoeso?¡Estechicoytúvaisamorirpornada!

No,no,pornada,no.«Porella».Alexvolvióagritar,perosuvozera tandébilqueno sabía si era realo sólouneco.Puedeque inclusoestuviera atrapadoenuninterminableflashbackdelquenolograbasalir,porqueahorahabíapolvoyrocagrisyunsolabrasadoryJimleexhortaba:«¡Cortaelcable,cortaelcableysaldeahí,cogealniño,cogealniñoyvete,vete,vete!».

—¿A cuál,Diosmío?¿Acuál?—gritó. Estaba de rodillas en la nieve, en unacarreterapolvorienta,bajounaextrañaluna,bajounsolabrasador,yoíavocesensucabezayunchisporroteodedisparosylosgritoscercanosdehombresymujeresylasvocesdesusamigos(ahoratodosmuertos),ysentíalaquemazónenlosojosporelsudorylaslágrimas—.¿Cómovoyaelegirauno?

Porqueesedía,enaquellacarretera,nohabíasólounniñoconunabombaatadaasuminúsculacintura.

Habíaunniñoyunaniña.—¿Cómovoyaelegirauno?—volvióagritar.Sellevólaspalmasdelasmanos

alassienesyselasapretóconfuerza.«Saldemicabeza,saldemicabeza,cogealniño,cogealniño,cortaelcable, saldemicabeza, fuera, fuera, fuera!»—.¿Cómopuedespedirmeeso?

—¡Tom!—lollamóLuke…desdeotravida,desdeotraépocadistinta—.¡Venga,Tom,porfavor!

«Diosmío,Alex.Ayúdameaquedarme».Diounsaltohaciaaquellagrietaenlatierra, una lejana esperanza, y asomó la cabeza y los brazos a la oscuridad. Notócómo temblaban los escombros y cómo la nieve se derretía bajo el calor de susmanos.Elestruendoeradescomunal,comosihubieraalgovivoallíabajoquerugíayseabríadesmesuradamente,dispuestoatragárselosaambos.

—¡Alex,porfavor,inténtalo!¡Inténtalo!¡Inténtalo!¡Trepa,Alex,trepa!—¡No, Tom! —Sintió unas manos que intentaban agarrarlo por la cintura—.

¡Déjalo!—lepidióWelleravoces—.¡Déjalo,Tom!¡Tenemosqueirnos!«¡Tenemos que irnos, corta el cable, coge al niño, vete, vete! —Pataleando,

maldiciendo,seestiróporlabocadeltúneltodoloquepudo,tantoquelosmúsculosle temblabany ledolían las articulaciones, perono lebastó, aúnno era suficiente.Ellaeraunavozenmitaddeuninmensovacíotaninsondablequelacaídapodíasereterna,peroteníaqueintentarlo,nopodíaparar.Teníaquellegarhastaellay,cuandose tocaran, lasalvaría; lasacaríadeaquel infiernoy la traeríaa la luz;sesalvaríanmutuamente—.¡Alex!».


—Loestoyintentando.—Suvozeracasiinaudible—.Demasiadolejos…Nohaytiempo.—Yluego—:Corre,Tom,corre.Vete…,veteantesdeque…

—¡No!—vociferó—.¡Noterindas,Alex!¡Niseteocurrarendirte!¡Estoyaquí,Alex,estoyaquícontigo!

—Nohaytiempo.Tom,porfavor,vete…—¡Están aquí arriba!—Detrás, por encima de él, Luke gritaba—: ¡Están aquí,

estánaquí, estánen la loma!—Uncrujido,dosmás, lasbalaspasaban silbando—.¿Qué hago? —La voz de Luke se iba tiñendo de pánico por momentos—. Quealguienmedigaquéhago.¿Disparo?¿Vamosaluchar…?

«Aguanta,Alex,aguanta;vuelveadecirminombre,vuelveadecirminombre,nomedejesonuncasaldrédeesta».

—¡Alex!—Cerrólospuños,aunquenohabíanadaquecoger,salvolaoscuridadpalpitante. Trató de reptar un pocomás, peroWeller lo tenía bien agarrado por lacinturaynopodíamoverse,sólobambolearseenelborde.Arribaleaguardabaunapesadillayabajo,sudestino—.Alex.Ale…

Sin previo aviso, el suelo dio un fuerte tirón, se retrajo como una ola y cayópegando un latigazo que le atravesó las tripas y le azotó la columna. La tierra sedesplazó y el túnel exhaló una tremenda boqueada, seguida de un siseo, unchisporroteo,unaespeciedesusurroincrescendoaltiempoquelasrocascedíanbajosus manos, rebotaban más adelante y caían estrepitosamente por el precipicio. Alquedarsesinpuntodeapoyo,se tambaleóhaciadelanteyestuvoapuntodecaer…Talvezfueraesoloquedeverdadquería.

Sinembargo,Wellerloteníabienasido,tirabadeéldesdeelbordeynolodejaríamarchar,yLukegritaba:

—¡Porfavor,Tom!Tenemosqueirnosdeaquí.Nopuedoirmesinti.¡Porfavor!«Yyonopuedo irmesinella.—Peronadie loayudaría.Nopodía salvarla.No

llegaríaatiempoyellalosabía—.¿Salvarmeamímismo?¿Paraqué?».Aunque,sisequedabaconellahastaelfinal,aquelchicomoriría,yWellertambién…Ytendríaquecargarconeso.

—¡Ayúdame!—Todo el dolor y la rabia estallaron de su pecho en un largo yangustiosoalarido—:¡Porfavor,Dios,ayúdame!¡Otravezno!¡Nomepidasquelohagaotravez!

La respuestanosehizoesperar.Almomento,elaire sequebróconaquel siseoserpentinoyelzumbidodelasbalas.Finalmente,sedejóarrastrarporunmaldicienteWellerynotardóenverseavanzandoatrompiconesporlanieveyalejándosedeella.LukenoparabadechillaryélcontinuabagritandoelnombredeAlexporencimadelhuecoytartamudeantera-ta-ta-ta-tadelasUzisamedidaqueaumentabaladistanciaentreellos.

Habíavueltoahacerlo.Había tenidoqueelegir.Habíacortadoelcableyahoraestaba tanhechopolvocomoaqueldía enqueuna críahabíamuertoporque él nohabíapodidosalvaralosdosniños.


Inclusoleparecióoírdenuevoelpitidodelsilbato.Nopodíaser,claroqueno.Debíadesersumente,queseibaaladeriva,ungritoqueseibadebilitandopocoapocohastaqueesaúnicanotasedesintegróbajoaquellalunaenfermiza…Comoalfinalhizosucorazón.

La tierra, impasible, siguió dando temblores y sacudidas y la nieve vibrando ycrujiendobajo los esquís en suprecipitadahuida.Sabía que todo aquello acabaría:cuandolatierrasecansara,serendiría,comoél.

Sóloqueéllohabíahechoprimero.


88

Dios, esperaba que la escuchara. Creyó que lo había hecho. Ya no lo oía, no porencimadelestrépitodelasrocas,elretumbotaladranteylasucciónyelsiseodelasaguasnegrasqueburbujeabanabajo.Seprodujoundescomunalimpactoqueapuntoestuvodederribarladelaescaleray,despuésdeeso,dejódellamarla.Suaromasehabía hecho trizas y se había difuminado, así que pensó que se había ido, perotambiénhabíaoídotiros.¿Lehabríandisparado?¿Estaríamuerto?

«No,Dios, por favor, no permitas que eso pase.Mantenlo a salvo; haz que sevaya».

No quería que se fuera. Era lo último que deseaba en elmundo, porque ahoraestabasoladeverdad,conlaúnicacompañíadelmonstruoacechandoensucabeza,esperandoquecometieraunerror.

«Deesonada.—Se infundióánimos:unpeldañomásyotroyotro—.Todavíano».

Todovolvíaadependerdeella.Talvezlavidasiemprehubieradependidodeella.EllanoeraDaniel.¡Mierda!YanisiquieraestabaseguradeseguirsiendoAlex.Loúnico que importaba era queTom estaba vivo allí arriba, en algún sitio, y valía lapenaaferrarseaaquello.Nohabíanpodidotocarse,peroéllahabíaalcanzado,tantosilosabíacomosino…porquebastabaconlaesperanza.Laesperanzaeraloúnicoquelequedaba.

Correríahaciaél.«Así que corre, Tom, corre —coreaba su mente—. Corre, Tom, hazme subir,

hazme subir, corre, corre, corre». Siguió repitiendo aquelmantramientras subía laescalera, que, al parecer, también había decidido nomorir todavía. Subir le estabacostandohorrores;ibaaciegasyconfiabaenqueelsiguientepeldañosiguieraallíytambién el siguiente y así sucesivamente hasta un mundo que seguramente ya novolvieseaver,aunquelointentaríacontodassusfuerzasporqueélestabaenél.Tomestabavivoy,enmitadde laoscuridad,aquelloera tanciertocomo lamaderaquetocaba,eltremordelatierrayelfuriosolatidodesucorazón.

Seaferróa la temblequeanteescaleraysintióque lamaderase leclavabaen lacarne. Tenía lasmanos ensangrentadas; una piedra afilada como el cristal le habíahechouncorteenlafrentealbajaryahoraseveíaobligadaaquitarselasangredelosojosconelbrazocadapocossegundos.Elhombroizquierdohabíapasadodelfuegoaunainsensibilidadfríaymortalysusdesastradosdedoslehormigueaban.Depronto,oyóunextrañosiseoqueidentificóconelsonidodeunacascadaderocas.Aquelolorasulfurotambiénhabíaempeoradoylacabezaestabaempezandoadarlevueltas.

«No tevengas abajo, no te rindas.—Si cerraba losojos, novolvería a abrirlosjamás.Impelíaasuspiernasaseguirmoviéndose—.Sigue,sigue,sigue,corre,Tom,


corre,co…».Otro impacto yAlex se bamboleó.La bota izquierda perdió pie yAlex dio un

alaridoyseaferróalaescaleraconambosbrazosmientrasestasesacudíayrebotaba.Más arriba, se oyó un agudo estallido seguido de un crujido. Algo enorme pasózumbandoysumentesólotuvotiempodegritarunapalabra:«Grande».

Seprodujoungigantescoimpacto.Elaguasaltóylaagarródelostobillosparaluegoescurrirseconunbisbiseo.

«¿Has sentido eso?Ha estadomuycerca.Meva a pillar».Bueno, ¿yqué si lohacía?A lomejor flotaba.Si el agua seguía subiendo, tal vez la empujarahasta lasuperficie…porqueestabacansada.Elestallidodeeuforiaquelehabíadadoalasseestabaapagando.Lacabezaledabavueltasynosesentíaloslabios.¿Elgas?Quizá.Talvezeseeraelmotivoporelqueelaguaburbujeaba.¿Seríametano?No,no,era…

—Minasdecarbón.—Lodijoenvozaltaparaescucharseasímismaysabersisucerebro seguía funcionando. Su boca chapurreaba las palabras—. Las minas decarbón tienenmetano.Otrasminas tienen…—Mierda,no losabía.«Deberíahaberprestadomás atención en clase deNaturales».Agotada hasta lamédula, abrazó laescalera. Una astilla de madera le arañó la mejilla y se le clavó en la frente, yaensangrentada—.Venga,Alex—murmuró—.Espabila.Notedesmayes.

«Corre,Alex—laexhortabaTomensumente.Nielmonstruonisupropiavoz,sinoTom.TalveztambiénChris—.Corre.Correhaciamí.Correhacianosotros».

—Sí,sí,estoyenello—jadeó.Estiróelbrazoderechohastaalcanzarelsiguientepeldañoy,agarradaconelizquierdomalo,alzólavista—.Yavoy…

Estrellas.Duranteunbreveinstante,fuetallasorpresaquelefaltóelaire.Parpadeó,perola

vistanocambió.«Hayestrellas.Madremía.Tengoqueestarcerca,seguro».Empezóasubircon

unrenovadoaccesodeenergía,trastabillandocuandolatierraseestremecía.Sesentíalacabezacomohueca;elbrazoizquierdonopasabaporsumejormomentoeinclusoel derecho estaba regular. Hizo fuerza con la espalda, impulsándose a modo deganchocomounchimpancé…

Yfalló.Sumanoderechaseencontróconlanadamásabsoluta.Alverserepentinamente

desestabilizada, su bota derecha perdió pie y eso hizo que se estrellara contra labarandillade laderecha,dándosedeplenoen toda lacara.Sedesatóunaauténticabombadedolorylavistaselequedóenblanco;sufrióundesgarrónenlapielydejóescaparungemidoentrecortado.Desesperada,bregandopormantenerelequilibrio,intentóimpulsarsedesdelaroca,quecreyóqueestabajustodelantedeella…

Peronohabíanada.Sóloairenegroyvacío.Nirocanimadera.Todoelpesodesucuerposehabíadesplazadohastaunpuntomásalládelabarandilladerechadelaescalera.Alexseretorcíayelbrazoizquierdo,elmásdébil,leproporcionabaelpuntode apoyo sobre el que su cuerpo pivotaba. Toda la mitad derecha de su cuerpo


colgaba sobre el vacío y la madera era resbaladiza y muy vieja, pero ella seguíagirandoysucuerposedebatíacomounpénduloentre la rocaquesealejabadesuespalda y la escalera que le quedaba delante. Sintió que la madera cedía por lapresión. Se produjo otro crujido y luego un chirrido alto y prolongado que oyóinclusoporencimadeaquelincesanteretumboytorbellinodeaguaypiedra.

«Oh,Dios,porfavor,mefaltamuypoco,porfavor,ayúdame».Lefaltabanmenosdetreintametrosparallegar,peroparecíankilómetros.Arriba,

lasestrellassedebilitaban, titilandoenunrepentinoenjambredefríassombrasmásoscurasquelanoche.Latierracomenzóaderrumbarseyaplegarse;lasuperficiesedesprendía;caíanrocas…ysombras.Sintióquelaescaleraseestremecíayempezabaaromperse;seestabarompiendo,seestabarompiendo,seestaba…

Laescalerasedesintegróenmilpedazosynolequedónadaa loqueaferrarse,salvoaire.Abajo,lagargantadeltúnelseabrió.Elsonidodelaguaeraatronador;noquedabanadamás.Alexteníalabocaabiertaysabíaqueestabachillandocontodassusfuerzas,peronooíanaday,duranteunsegundodelocura,fuecomosielrugidodelaguasehubieraconvertidoensuvoz.

Seprecipitóalvacíogritandoysuúltimopensamiento, justoantesdel impacto,fue:«Lospiesprimero».

Sezambullóenelagua.


SEXTAPARTELAPUERTADELDIABLO


Avecesgemía.Esaeralaúnicapistadequeaúnestabavivo.Sequedó con él toda la noche.Tal vez debería haber ido a buscar ayuda, pero

estabademasiadoasustada.Pronunciósunombrevariasveceso,almenos,esocreyó.Duranteunossegundoshorribles,nisiquieralogrórecordarlo—tampocoelsuyo—yaquellolaasustótodavíamás.

Yluego,muchomástarde,éldejódehacersonidoalguno.Esperó.Yesperó.Laoscuridadse ibavolviendogranulosaygrisáceaamedida

que aquella luna gangrenosa se deslizaba hacia el oeste y la noche empezaba adiluirse. Bajo aquella luz siniestra, el bosque despedía un leve resplandorblanquecino.Supoque no podía ser parte de una puerta por aquel arco pintadodenegro coronado por una especie de símbolo de tres puntas, como un sol ponientecortadoporlamitadporunhorizontelejano.Aquelloteníaunnombre.¿Cómoera?Noseacordaba.¿Porquéno?

Siguióesperando,insomne,conlosojosirritados.Frío.Encogióloshombrosyseabrazó para entrar en calor.Notó elmiedo en su boca, salobre ymetálico. Estabahambrienta. Su estómago era como una serpiente que no paraba de retorcerse.Famélica,enrealidad.Lanecesidadimperaba.Habíadecididonopensarenello,peroahoraquerayabaelalbanopodíaignorarla.

Prontoamanecería.Yaplenaluzdeldíanopodríapermanecerallí.Pero…élolíaa…«Éles—lomiróyselehizolabocaagua—comida».«No».«Sí».«No».«Para».Sepusoacuatropatasyseacercóconmuchocuidado.Elviento lecortaba las

mejillas. El aire se cargó de pronto de un tufillo a hierro y a carne. Él estaba abastanteprofundidad,enterradoenlanieve,por loquetuvoquecavarunpococonlas manos. Del hueco emanaba una calidez sorprendente y olía tan bien que lerugieronlastripas.

«Para.Siguessiendotú.No».Tenía la cara vuelta y el gorro de lana arrugado y un tanto torcido, como una

mortaja improvisada.Aquello facilitaba las cosas. En la cintura, donde se le habíaclavado lamadera, distinguióunamanchaoscura e irregular.Hizo cuchara con lasmanosparasacarunpuñaditodenieveteñidoderojoychupósusangre,aúncaliente.

«No».«Caliente.Sí».—Para—sedijoasímisma,ytiróaquelpuñadosanguinolentolomáslejosque

pudo. Le vino un reflujo a la garganta y vomitó, a pesar de que llevaba dos díasenterossincomerynoteníanadaqueechar.


Tampocoquedabamuchodeella.—No—dijo. Se levantó con dificultad y retrocedió unos pasos tambaleándose

paraescapardelasangreydelatentación,desucarne,deaquelolor,desuolor—.No.Para.Corre.Éltedijoquecorrie…

Subíanporelsenderoyveníanen…en…¿ensumismadirección?Nolosabía.Perolossonidoseraninconfundibles.

Perros.Porlaquearmaban,sediríaquemásdeuno,ygrandes.Captóunanotadeexcitaciónensusladridoscuandoestoslaolierondesdeladistancia,comosabuesosquesabendistinguirunabuenapresa.

Teníaqueirsedeallí.Sihabíaperros,debíadehabergenteynopodíaarriesgarseaquelacapturaran;nopodíadejarsever,teníaque…

Undébilgruñidoamenazadorlasorprendiópordetrás.Lenaahogóungrito.Selepuso la piel de gallina y tuvo que obligarse a moverse despacio, con muchísimocuidado.Miróhacialaderecha.

El perro estabamuy cerca, aunque en aquel estado de pánico no habría sabidocalcular ladistancia.Total, tampocoesque importaramucho.Conaquellamáscaranegrayaquellasorejas,elanimalparecíaunpequeñopastoralemán,peroelrestodesu pelaje era marrón rojizo, como el de una yegua castaña. Sus labios se habíanretraídoydejabanaldescubiertounosdientesblanquísimos.

Selehizounnudoenlagarganta.Abriólabocaparadeciralgo,peroloúnicoquesaliófueungemidoentrecortado.Eracomosidospuñosgiganteslecomprimieranelpecho.Diounpasitohaciaatrásy,cuandooyóqueelgruñido ibaamás, sequedóquieta.

«Vaamatarme».—P-P-Por—resolló.Vioqueelperrodoblabalasorejasyqueelgruñidobajaba

deintensidad.Lediolaimpresióndequeelperroestabaconfundido—.Porfavor,de-dejaquemeva-va…

—Miiiiinaaaaa.—Eltononofueexactamentecantarín,perolavozlejanaparecíajoven—.Miiiiinaaaaa,¿dóndeestás,bonita?

Miiiiinaaaaa,oMina,ocomoquieraquesellamaselaperra,vaciló.Lenavioqueelanimalmirabahaciaatrásyaprovechóparaalejarserápidamente.Laperrasegiróysetensó,yLenapensóquealfinalibaaporella,peroenseguidagirósobresuspatastraserasysemarchócorriendoyladrandoenladireccióndedondeproveníalavozdelaniña.

«Vete.—Ellatambiénsediolavueltayseadentróenelbosqueatodavelocidad.Lasramaslearañabanlacarayseleenganchabanenelpelo—.Vete,vete,éldijoquetefueras,quecorrieras…».

Elbosqueaúnseveíaplomizo,perolanievenoeratanprofundaypodíacorrermejor. A su espalda, oyó que los ladridos de los perros variaban —volvió a oíraquellallamada—ysupoquelohabíanencontrado.Talveznolasiguieran.Talvezestuvieraasalvo.


«Corre. —Y luego—: Lena, soy Lena. Él es Chris y me dijo: “corre, Lena,corre”».

El frío aire le rajaba la garganta como pedacitos de cristal, pero ella continuócorriendodesesperadaporelbosque.Noteníaniideadeadóndeibanideloqueharíaacontinuación,peroestabasola.Nadielavería.

«Soyunacobarde.Sihubieratenidoagallas,mehabríapegadountiroolehabríadicholaverdadyselohabríapedidoaél.Nosehabríanegado».

Pero tenía tantomiedodemorircomodequedarsedormida,porquenosabía sicuandodespertaraseguiríasiendolamisma.

«Siguessiendotú.—Divisóunamanchabrillante,unarendijaentrelosárboles,ysintióuntirónenelpecho,comosilehubieranechadounanzuelo.Inmediatamentecambiódedirección.¿Porqué?Quizáfueraunacarretera.¿Eraesoloquepensaba?Claro que sí. ¿Acaso alguien pensaba por ella? Sus pies seguían pisoteando ymachacando la nieve. Tenía que haber una carretera, por ella podría corrermuchomáslejos—.Siguessiendotúypuedespararesto».

«Mentirosa.—Secolóentreunamarañadealisosydejóquesusdúctilesramaslegolpearan la cara—. No puedes y no lo harás. Te da miedomorir porque no haynada…nadamás.Diosnisiquieraexiste».

Sedirigióhacialaabertura,pordondesefiltrabaelresplandoramarillentodelsol,que salía por el horizonte a gran velocidad. ¿Y si lamataba, como ocurría en loslibros y en las pelis? ¡Puf! No quedaría nada de ella, salvo cenizas y sombrascalcinadas, como enHiroshima, como en aquella fotografía en la que se veía a unhombreenmitaddeuncampodeescombrosanteunpaisajeurbanoesqueléticoqueeraunamezcladehierroretorcido,piedrapulverizadayaceropuro.Dios,¿cómoeracapazderecordaraquelloyhaberolvidadosupropionombre?

«SoyLena,soyLena,puedesestarsegura.—Continuórauda,sorteandozarzasyhojarasca—.Notedejaré,note…».

Depronto,sedetuvoahogandoungrito.Alaluzdébilynacaradadelamanecer,sólodistinguióacuatroconclaridad,pero

sintióquehabíamásaderechaeizquierda,y,cuandolosprimerosrayosbañaronelcielodepizarra, todosse leencararonyquedaroncoronadosporbrillantesaureolascomoángelesoscuroscaídosendesgracia.

Tambiénelchicoquellevabasubufandaverdeenroscadaalcuello.ElcorazónlediounvuelcoyLenasepercatódequeestabatemblando,tantode

miedocomoacausadesualocadacarrera.Yderepentecayóenlacuentadeloquerepresentabanaquelarcoyaquelsímbolopintadosenlatrampa.FormabanunapuertadelDiablo.Untruco.Elarcoeraunailusión:laestrellaestabacortadaporlamitad,pero no en la madera, sino que había sido pintada así a propósito para darle esaapariencia. En realidad, no había ninguna puerta y el Diablo se daría un buencoscorrónsiintentabaentrar.

A menos que fuera listo, se armara de paciencia y encontrase otra manera de


hacerlo.—No,por-porfavor—balbuceóaduraspenascuandolosCambiadosempezaron

amoverseysussombrassedeslizaronsobre lanieve tratandodeatraparlaconsusnegrasgarras—.Soyyo,soyLena.Yono-nosoy…

Larodearon.

Lasinterferenciascesaron.Sehabíansucedidomuyrápidoy,debidoalcansancioyalhambre que le nublaban la mente, no había podido pillar casi nada, pero logróenterarsedealgunascosas.

Rule.Finnysushombres ibanaatacarRuleynopodíahacernadaporellosniporsímismo.

Peter se recostó contra los barrotes de hierro de su celda. Tenía la ropa hechajirones, sucios retales unidos por trozos de cuerda, y su cuerpo no andabamuchomejor,cosidodeheridasamediocurar,úlcerasynuevosmordiscos:noeramásqueunsacodehuesosrecubiertodepieldesgarrada.

Pero él era el único que quedaba. Esos últimos días, Finn parecía habersecontentado con el simple desgaste. No había Cambiados a la derecha. Ni a laizquierda.Sóloceldasvacíasimpregnadasdeaqueltufoquelapiedrahabíaabsorbidocomosifuerasangreyquesóloeltiemposeríacapazdeborrar.

TampocohabíanirastrodeDavey,aunquePeternolohabíamatado.Daveyhabíaprogresadoapasosagigantados.Eraunportento.Finnselohabíallevado…¿antesdeayer? Creía que sí. Los días ya no significaban nada. Bastaba con sobrevivir a lapróximapeleaparaasegurarsemediatazadeaguaounbocadodepan.

«Daveyeslaguindadelpastel,loestánreservandoparaelfinal».¿Tendríafuerzasparaluchar?Sesostuvoelbrazoizquierdocontraelpechoyse

llevó la mano derecha al lugar donde la chica le había hincado los dientes ydesgarrado hasta el hueso. No se acordaba de mucho —todo había sucedidodemasiado rápido—, pero sabía que la chica pertenecía a ese grupo deCambiadossalvajes que eran todo dientes, ojos enloquecidos y energía desatada. También erarápidadepies,probablementeporquehabíacomidoantesdelapelea,yhabíaestadoapuntodevencerle.

Peroéltambiénhabíasidocapazdeaprender.Susojosseposaronenelcadáver.El lago de sangre que manaba del cráter que le había abierto en el cuello habíacrecidotantoquesehabíadesbordadosobreelfríohormigón.TodoesetiempoconlosCambiadoshabíamerecidolapena,despuésdetodo:habíaseguidosuejemployhabíaacabadoarrancándolelagarganta.Y,Dios,aquellasangreeratantentadora…Eralíquida.Estabahúmeda.

Yteníatantísimased…PuedequelapróximavezquevolvieranaabrirlapuertadesuceldafueraDavey

elqueentrase.Élseríaelúltimo.Peteropondríaresistencia,claro,pero,amenosque


tuviese un golpe de suerte, Davey lo aniquilaría, y lo haría lentamente. El chicoparecíasentirpredilecciónporelestrangulamiento.FinnlodejabapracticarconotrosCambiadosyavecespasabandiezoquinceminutoshastaquesecansabayporfinapretabacontodassusfuerzasparaacabarconsupresa.Laprimeravez,Daveyhabíaseguido presionando los ojos del niño muerto durante un buen rato, como si nolograra entender por qué el chico al que acababa de asesinar no se levantaba y seponíaajugarconél.

«Diosmío, hazlo rápido.—Sintió que un sollozo se abría paso a través de sugarganta,peroconsiguióreprimirlo—.Alomejorestoesuncastigoportodoloquehehecho,aunquesólohiceloquecreíqueteníaquehacer».

—Ru-Rule.—Teníalabocapastosadesangre—.¿Qué…va-vaisaha-hacer?—¿EnRule?—Finnseenganchólaradioalcinturón—.Oh,vamosasembrarun

poquito el pánico. Eso que a los americanos se nos da tan bien hacer, tú ya meentiendes.

—¿Porqué?—Peter tragó salivay torció el gesto ante el sabor amuertode lachica.Salivó losuficienteparaescupir,perono tenía fuerzasyelespumarajose lequedócolgandodelabarbilla—.¿Quéculpati-tienenellos?

—Peter,Peter,Peter…—Finnlehizoelfavordenosonreír—.¿Deverdadnolosabes? Pero no te preocupes. No se me ha pasado por la cabeza dejarte aquí. Tevienes con nosotros, muchacho. Quiero que los tuyos sean testigos. Pero primerovamos a ocuparnos de ese horrible mordisco. Vamos a asearte, a alimentarte, acebarteunpoco.Vasaestarhechounpincel.Unnuevoamanecernosaguarda;unnuevodía,unanuevaTierra.—Finnmetiólamanoporelasadelamochilayselacolgódelbrazoparapoderrebuscarenelbolsillodesuspantalonesdecamuflaje,dedondesacóunjuegodellavestintineantes.Introdujounaenlacerradura—.Tetengomucho respeto, ¿sabes?Has superadounaduraprueba,hasviajadohasta eloscurocentrodetualma.

Sin duda, aquel tipo estaba como una regadera. Peter se puso tenso cuando lapuerta de la celda se abrió con un chirrido de goznesmetálicos. El anciano entróesquivandolasangreyseacuclillóhastaqueambosestuvieronalamismaalturayaunospocospasosdedistancia.

—Dicen que todos los hombres tienen un punto débil, pero todavía no heencontradoeltuyo,Peter—dijoFinn—.ErescomoelconejitodeDuracell.Nuncaterindes,yesoesadmirable,muchacho.Perotalvezhayaunadiferenciaentreloquetehacesatimismoyloquetehacenlosdemás.Puedequemihipótesishayasidodeltodoerrónea.

—¿Dequé…?—Petertuvoquegenerarmássalivaparapodercontinuar—.¿Dequécoñoestásha-hablando?

—Bueno,estabapensandoque…—Finnmetió lamanoenlamochilayextrajounabotella deplástico rellenade agua.Parecía que la hubierandejado en la nieveparamantenerlafría,porquelasgotitasdecondensaciónvibraronysucumbieronala


gravedadrodandoplásticoabajoparaacabargoteandosobrelosdedosdeFinn—hayun tipo de presión que viene de fuera (la tortura, el entorno, etc.) y otro tipo depresiónquevienededentro.

Peterapenaslooía.Susojossehabíanquedadoprendadosdeesasgotas,delosdedosdeFinn,deesetrocitodehieloqueflotabaenmediodeaquellamasadeaguafresca.TeníatantasedquetuvoquehaceracopiodetodasufuerzadevoluntadparanoagarrarlamanodeFinnylamérselaentera.

—Creo que he cometido graves errores de cálculo enmi primera hipótesis—explicóelhombre, abriendoel tapón—.Lavoluntadde sobrevivir ejerce supropiapresión. Te he dado paredes que empujar, obstáculos que superar, alguien a quienodiar,peronohesabidopreverloquepodríallegaraocurrirsiesasparedesdeprontosedesvanecieran.—Finnleofreciólabotellaabierta—.Sinoquedaranadieaquienodiar,salvoaunomismo.

«Me está dando agua. No hay guardias y Davey no está, así que no va amatarme».Esoera loúnicoenloquepodíapensar.Larepentinaoleadadegratitudque sintió, aunque absurda e irracional, le dio ganas de llorar, y dejó que Finn leacercara labotellaa los labiosy lesostuviera lacabezamientrasseatizabaelaguahelada,quelechorreabaporlabocayporelcuelloyquelecaíaenelestómagocontantafuerzaquelehacíadaño.

—Despacio,muchacho,despacio—murmuróFinncasi concariño.No retiró labotella,perosiguióhablandomientrasPetertragaba—:Asíquemedije:«Finn,tienesquedejartedeamenazasydemeterpresión.Obligaralchicoalucharporsuvidanovaadecirteloquequieressaber».

—¿Yqué…quéesloquequieressaber?—jadeóPeter.Noquedabaniunasolagotadeagua.Seechóhaciaatrássoltandounsuspiro.Teníalabarrigallena.Talvezvomitarayloecharatododenuevo,peronoleimportaba.Lacabezaledabavueltasyvolvíaatenerunhambrecanina:eracomosialgoamenazaraconrasgarlelatripaypartirloporlamitad.

—Al final, todos sucumben. —Finn volvió a ponerle el tapón a la botella—.HastaelmismísimoCristo.Aunquenoporloqueleestabanhaciendo,sinoporsuspropiasdudasqueloacuciabandesdedentro.Noobstante,siempretuvootraopción.Cuando es demasiado tarde para cambiar nuestra forma de pensar, siempre leechamos la culpa al destino. Pero yome di cuenta de que tenía que dejar que tútomaras tus propias decisiones.En el fragor de la batalla, lo único que un hombrequiereessobrevivir.

No tenía ni idea de adóndequería llegar. Su cabeza se encontraba embotaday,aunqueyanoteníaremedio,sepreguntósilehabríaechadoalgoenelagua.«Meestámatandosuavemente»,pensó,yapuntoestuvodesoltarunarisita.Elagualohabíamareadounpoco,peroteníamáshambrequeantes,comosiuncuchilloleagujerearalastripas,y,alsentiruncalambreenelestómago,tuvoquereprimirunquejido.

Alotroladodelaceldaseoyóelruidometálicodeunacerradurayunaráfagade


airefrescosecolóenelinteriordelacárcelcuandoseabriólapuertaprincipal.—Ajá—dijoFinn,mirandoelreloj,yluegoselevantó—.Justoatiempo.Tres guardias traían a Davey sujeto con varas de control enganchadas a aquel

anchocollardecuero.ElchicoibavestidocomolosdemáshombresdeFinn.A Peter casi le dio un síncope. Así que sólo había sido una artimaña.

Probablemente Finn le había ofrecido el agua para que recuperara fuerzas para elúltimoasalto.

«Sigue luchando. —Logró incorporarse con ayuda de la pared mientras losguardiascolocabanaDaveyenelpasillocentral.Losojoschispeantesdelmuchachose fijaron en Peter, al tiempo que abría y cerraba los orificios nasales como unsabuesoansiosoporcazarsupresa.Petersiguiólalíneadelaparedyluegoladelosbarrotes hasta quedarse inmóvil en un rincón. Si usaba los barrotes como palanca,podía pegar patadas.Eso era preferible a queDavey lo atrapara en el centro de lacelda—.Patéalelacarasipuedes.—Asiólosfríosbarrotes—.Loimportanteesquenoterindas».

—Eso es —dijo Finn cuando los guardias llegaron a la altura de la celda—.Sujetadlo bien.—Finn había vuelto a abrir la mochila y Peter se percató de queDaveymovíasúbitamentelacabezahaciaelviejo,setensabayseponíadepuntillas,comohacen losniñospequeñosenHalloweenparapoder rebuscarelcarameloquelesgusta.

—Lo siento, Davey, no es para ti —repuso Finn, que sofocó una risita y lerevolvióelpelo.Elchiconiseinmutó.

«PorDios.—Elcorazónseleaceleró—.Lohaconvertidoenunamascota».—Puesvamosallá—continuóFinn,y sacóunpaqueteblancodepapel. ¿Papel

encerado?No estaba seguro. Vio cómo Finn se agachaba, dejaba el paquete en elsuelo y lo abría, desatando una plétora de humeantes volutas de vapor quedesprendíanunjugosoaromaacarnereciénasadaygrasaensupunto.

Peternopudo reprimirungemido.Empezóa salivar.Suhambrevoraz luchabaporabrirsepasoatravésdesugarganta.

—¿A que huele bien?Cómome gusta un buen filete. Espero que te guste así,pocohecho.Ah,yesfresco,¿eh?Lohanmatadoestamismamañana.—FinnlediolavueltaalmúsculoconlapuntadelcuchilloparaquePetervieralasmarcasdelaparrilla…

Ylatintarojadescoloridadeuncorazóntatuado.Alprincipio lecostócomprender.Susojosseclavaronenel tatuajeysumente

empezó a hacer cábalas, como si intentara resolver un complicado problema degeometría.Habíacarney…untatuaje;unfileteyun…

—¡No!—estalló,yvolvióaencogersecontralosbarrotes.Nosabíaquéerapeor:sielpersistenteazotedeaquellahambrevorazquesenegabaamarcharse(yesqueelolor de la carne era tan fuerte… Además, se estaba muriendo de inanición) o larepentina y gélida punzadade terror que le sobrevino—.Ni de coña.Novas am-


metermeesoenlab-boca.Nopuedesobligarmeacomer.—Nadamáslejosdemiintención.¿Nomehasestadoescuchando,Peter?Apartir

deahora,tútomastuspropiasdecisiones.Sinamenazas.Sindolor.NingúnChuckyteva a sacar los ojos.Yome lavo lasmanos. Sólo estás tú, Peter, y—señaló con elcuchillo—ese trozo de carne. Esta lucha es contra timismo.Hay comida, y es laúnicacomida.Asíquecomeysigueviviendo.

—Nienbr-broma.—Estaballorando.Laspiernasleflaquearonysedejócaerenelsuelomugrientoymanchadodesangre—.No…nopuedo.

—Sípuedes—loalentóFinn—.Seguroquepuedes.Lacuestiónes:¿loharás?Heahílapresióndelaquetehablaba,Peter,¿noloves?Enunabatalla,aunqueseadelalma, los hombres hacen lo que sea por sobrevivir. Los santos sólo existen en lasleyendasyenloscuentosdehadas.Quizánolohagasnihoynimañana…,peroalfinalloharás,Peter;teloaseguro.

«No.—Petervolviólacarahacialosbarrotes.Aquelsuculentooloracarneasadaerairresistible—.No,nidecoña.Antesprefieromorir…».

—Mirayaprende,Davey—dijoFinn—.Mirayaprende.

Hacíadoshorasquehabíaamanecido,peroelcielonocturnoseguíasiendounanegrabóvedasalpicadadeestrellas.Másalládelhazoscilantedelalinternadesucabeza,lanievequediscurría entreel campamentoy la iglesia sedesplegabacomounacintabrillanteydorada.Lukeavanzabaconbastantefacilidad,peroelúnicodelostresqueparecía estar divirtiéndose era el perro, un labrador amarillo que trotaba delanteagitando la cola como si esta fuera un alocado y simpático semáforo. Cada cincometrosoasí,volvíacorriendohaciaCindiparaanimarlaconunpequeñoladrido.

—Sí—bufóCindi.Apenassabíaesquiar,peropodíamantenereltipoduranteunpardekilómetros.Másomenos.Leparecíaquellevabaundíaenterosobreaquellosestúpidosesquísysólohabíanpasadocuarentaminutos—.Yavoy.

Cuandollegóalosescalonesdelaiglesia,cogióairehastaqueelcorazóndejódeamenazarleconestallarleporlasorejas.Lukeesperóaquetragarasalivayescupierayluegoledijo:

—Talvezdeberíamosdejarloenpaz.Yameentiendes,dejarlesuespacio,comodijeronMellieyWeller.

—Quelesden.—Seapoyóenlosbastonesparadesengancharse—.Yallevaasídosdíasenteros.Pasartantotiemposolonoesbuenoparanadie.

Lukeclavólaspuntasdelosesquísenlanieveparaquesequedarandepie.—¿Ytúcómosabesloqueesbuenoyloqueno?—Mi madre era psiquiatra.—Cindi colocó sus esquís junto a los de Luke—.

Siempredecíaquehabíaqueayudaraquelagentequisieraquedarse,comocuandosetevaunserquerido,perohayotragenteque tequiereesperandoaquevuelvas.Oalgo así. —Se encogió de hombros para acoplarse la mochila—. Ahora nosotros


somoslaotragentedeTom.Lukepusocaradehabermordidounlimón.—Quizádeberíaquedarmeaquíconelperroparaasegurarmedequenoaparece

ningúnChucky.—NohayChuckiesenochokilómetrosa laredonda—lotranquilizóCindi.No

era seguroal cienpor cienypor eso sehabían llevadoalperro.MuchosChuckieshabían sobrevivido al derrumbamiento y a la inundación de lamina y nadie sabíadóndesehabíanmetido.WelleryMelliecreíanquemuchosdeellospodíanestaryacaminodelnorte,deRule.Sieraasí,notardaríanentenerencompañía.Lelanzóunamiradafulminante—:Venga,noseasgallina.

Lukehizoqueelperroseecharaparaesperarlosyambossubieronpesadamentelosescalonesdelaiglesia.Elinteriorestabafríoyoscurocomounatumba.Rodearonlanaveporunpasillo lateralhasta llegara lasescaleras,pordonde subieronaunapolvorienta biblioteca situada en la tercera planta. Detrás del órgano había unatrampilla que daba a una escalera de caracol que conducía directamente alcampanario y este estaba compuesto por siete descansillos unidos por una serie deescalerillasdehierrofijadasalapared.Uncarillóndemaderaendesusodominabalamitad sur del séptimo rellano.ACindi todas aquellas palancas y pedales, con esascuerdas que se alargaban hasta las veintitrés campanas correspondientes, leparecieronungigantescotelar.Ounatelaraña.

Al final de la última escalera de hierro había otra pesada trampilla que Cindiempujó con todas sus fuerzas.La trampa gimió al abrirse y una ola de aire frescobañósucabezaysushombros.

—Eh,Tom—ledijo,subiendolosúltimospeldaños.Elcampanarioestabaabiertopor los cuatro costados y echó un vistazo al norte, abriendo una brecha en laoscuridad con la linterna.Desde allí se obtenía una buena panorámica de lamina.Bueno…, de lo que quedaba de ella. Estaba segura de que aquel era el lugarestratégicoquehabríaescogidoTom.Y,enefecto,allíestaba:sentadoenuntaburetealtoconunabultadosacodedormirsobresushombrosgachosyaquelenormeriflede largo alcance con nombre de chica apoyado en el murete. No se volvió paramirarla,pero,porlaformaenqueladeólacabeza,supoqueestabadespierto—.SoyCindi.Tehetraídoalgodecomer.

No hubo respuesta. Ni ella se la esperaba. El resto del campanario estabaoscurecido por las campanas que colgaban de un entramado de puntales y vigas yque,aunquedabanalgodeabrigo,noimpedíanelpasodelaire,queeramuchomásgélidoalláarriba.Cindiempezabaacongelarseytiritócuandounalenguadevientole lamió el sudor que le caía por el cuello. Oyó que Luke subía afanosamente laescaleraycerrabalatrampilla,yanunció—:Luketambiénhavenido.

TomsiguiósincontestaryLukelamirócomodiciéndole«telodije»,peroellaloignoró.Cruzóelcampanarioydejólamochilaenelsuelo,laabrióysacóuntermoyunataza.


—Penséquealomejorteapetecíaunpocodesopa.—Comoélhacíacasoomiso,Cindidesenroscóeltapóndeltermo,liberandounanubedevaporconaromaapollo—.Essopadepolloconfideos.Bueno,noexactamente.Heusadocubitosdecaldo,fideoschinosy…

—Gracias,Cindi.—Lavoz deTom sonó tan baja queCindi apenas la oyó.Elchiconisemolestóenbajarlamirada—.Notengohambre,deverdad.

CindioyóqueLukearrastrabalospies,peronosevolvió.Queríaquedijeraalgo.«Hola»,porejemplo.

—Sí,yalosé—repuso.¿Eraesoloquesedecíaenestoscasos?Probablementeno.Ojalá sumadre estuviera allí—.Peromimadre solíaprepararme sopadepollocuandoestabamala,asíquepenséquealomejorteapetecíaunpoco.Oluego,mástarde…—Oh,aquelloerapatético.Estartristenoeraunaenfermedad.Eradelomásnormal. Dejó con cuidado el termo junto al taburete y sacó tres paquetitos—.También he hecho bocadillos. Bueno, no son nada del otro mundo, un poco demantequilladecacahueteyunpardesobrecitosdemielqueheencontradoporahí.Ibaatraertecafé,pero…—Pero¿qué?¿Quéibaadecirle,quenopegabaojoyquedeberíadormiroquecuándopensababajaryvolveraserélmismo?

Oyóquedabaunprofundosuspiroy,allevantarlavista,sequedótansorprendidaque por poco dejó escapar un grito. Si antes estaba delgado, ahora se le veíarealmentedemacrado:teníalospómulosafiladoscomocuchillasysusmejillaserandoscuencashundidas.Paracolmo, sus labios sehallabandespellejadosy llenosdecostras.

—¿Quieresprobarlos?—Nosabíaquémásdecir.—No.—Tomsoltóotrosuspiroyapartólavista—.Deberíaisvolver.Hacefrío.—Ven con nosotros—lo animó. Por favor, ¿es que Luke no pensaba abrir la

boca?Tomnegóconlacabeza.—Todavíanoestoypreparado.—¿Ycuándo lo estarás?—Nocreyóhaberlo dichogimoteando comounaniña

pequeña,pero¿quiénsabe?Aquelloeratanextraño…Parecíasumadre.Unapausa.—No lo sé. —Cindi detectó una nota de asombro en su voz, como si se lo

estuvierapensando—.Supongoquecuandomecansedemirar.Elproblemaesque…noestoypreparadoparadejardehacerlo—concluyóTom.

Sabíaaquéserefería.Alaluzdeldía,laminaeraunagujeroenlatierra:unhoyonegro en mitad de la nieve, profundo e irregular como un furúnculo que hubierasoltadotodoelpus.Elolorsehabíamitigadounpocoporqueelvientosoplabaenladirecciónadecuada,yunanuevacapadenievesehabíaformadosobrelasuperficiedelagua.Melliedecíaqueahorahabríados lagosyquedesdeelespacioseveríancomo unos ojos asimétricos. El espectáculo era horrible e irremediablementehipnótico, como cuando uno pasa junto a un accidente y aminora la marcha para


echarunvistazo.Por suparte,Cindi seguíapreguntándosedóndeestarían loscuerpos.Teníaque

haber infinidad de ellos, pero no había visto ninguno flotando.Tiempo atrás habíavistounapelículasobreunsubmarinohundidoy loquemás lehabía impresionadohabían sido todos aquellos cadáveres flotando como corchos con el pelo ondeantecomosifueranalgas.Probablementehubieramuertotambiénmuchagentenormalenlamina.Noqueríairabuscarlos,peroeraimposiblenopensarenellos.

—Yointentonopensarenello—dijo—.Mimadre…decíaquealfinal todolomalodesaparece.Sólotienesquedejardepensarenello,Tom.

Tomparecióconsiderarlaidea.—Talvezseacosamía,perosidejodemirarescomosidejarademirarlaaella.

Nohe sido capaz de apartar lamirada en todo este tiempo.Ypuedeque nunca lohaga.

—Sólohanpasadounpardedías—intervinoLuke.—No,Luke—locontradijoTom—.Hanpasadomesesymesesymeses.—¿Dequéestáshablando?—preguntóCindi,desconcertada.Tompermaneció tanto tiempocalladoque lachicacreyóqueno lerespondería,

peroentoncesmurmuró:—Afganistán.Había una escuela.Una escuela para niñas, pero la gente estaba

demasiadoasustadaparamandarasushijasallíacausadelostalibanes,loscaudillos,los líderes locales…,que están en contra de ese tipode cosas.Noquierenque lasniñasrecibanningúntipodeeducación,asíquelasgasean,quemanescuelas,matanalos profesores… Son capaces de todo. Nosotros le aseguramos al pueblo quevelaríamosporlaseguridaddeesasniñasyquemantendríamoslaescuelaabiertaatodacosta.Perolascosasnosalieroncomoesperábamos.

—Oh.—Cindi miró súbitamente a Luke, que se limitó a sacudir la cabeza, yluegovolvióafijarseenTom—.¿Quéocurrió?

—Labombardearon.—¿Desdeunavión,quieresdecir?¿Oconunlanzacohetes?AlverqueTomnegabaconlacabeza,Lukepreguntó:—¿Fueunataquesuicida?—Sí.—Pausa—.Yno.—Note…—ALukeselequebrólavozytuvoqueaclararselagarganta—.Note

entiendo.¿Cómoesposiblequeseaambascosasalavez?—Porque—dijoTom,volviendolacabezaparamirarlos—ataronlasbombasa

losniños.Adosdeellos:unniñoyunaniña.—¡Oh!—EstavezlapalabrasaliócomoungemidohorrorizadoyCindinotóque

elcorazónledabaunvuelco—.Oh,no.¿Quéedadtenían?—¿Yquémásdaba?—Nolosé.Nomásdeseisosieteaños.Pero,fueraquienfuesequienpreparara

lasbombas,sabíaloquesehacía.Nohabíatiempodedesarmarlosaambos,peroyonomedicuentahastaqueyaerademasiadotarde.Mequedabanunostreintaycinco


segundos.Asíquetuvequeelegir.Tuvequedecidirquéniñoi-ibaavivirycu-cuálno…—Se interrumpióy luegocontinuóconvozmás enfadada—:Meobligaron aelegiraquéniñomerecíalapenasalvar,¿noosdaiscuenta?

—¡Madremía!—murmuró Luke, y a Cindi le entraron ganas de agarrarlo delbrazoydegritarle:«¡Niseteocurrapreguntarleacuáleligió!¡Niseteocurra!».

—Sigo viéndolo todos los días—susurró Tom—. Sueño con ello. Lo oigo, lohuelo…Elcalorquedesprendíanlasrocas,elpolvo…yamiamigogritándomequecortaraelcable,quecortaraelcable,quecortaraelmalditocable…—Cindioyóquesoltaba un largo y tembloroso suspiro—. En el último segundo, cuando ya habíahecho mi elección y era demasiado tarde, seguí mirando atrás porque pensé queestaríamaldesviarlamirada,quealguiendebíarecordaraquello…ylavi…Visuca-carita…

«Laniña.Habíadejadoalaniña…».Cindiapenaspodíarespirar.¿Quédecíaunoenesoscasos?Intentóponerseensulugareimaginarcómoseríaveraunapobrecríavolarpor losaires.Sumadrenuncalahabíadejadoverpelículasdeesasni jugaraesetipodevideojuegos.¿Porquécreíalagentequeeradivertidomatar,aunquesólofueraunasimulación?

—Lamemoria es como la sangre. Por mucho que frotes, la mancha nunca seborra del todo.—Hubo una larga pausa—. Deberíais marcharos—volvió a decirTom,ahoraconvozapagadaeinexpresiva—.Estarébien,deverdad.

—¿Sí?Puesyono—saltóLuke.Teníalacarapálidaylosojosllorosos—.Ynocreoquevuelvaaestarloenmuchotiempo.Laculpaesmía.Yofuiquienteobligóaabandonarla. Si no hubiera sido por mí, te habrías quedado y hasta puede quehubierasllegadohastaella.

—Probablemente no —respondió Tom, y Cindi pensó que, si una voz podíacompararseconalgo, ladeTomseparecíaaunapiedra—.Estabademasiadolejos.Habríamosmuertolosdos.

«Yatitegustaríahaberlohecho.—Ahoralosabía,nolecabíaningunaduda—.Querríashabermuertoensulugar».

—Nohaynadavergonzosoenescogerlavida,Luke—aseguróTom.—Entonces,deberíasseguirtupropioconsejo—lesoltóelchico,ylaslágrimas

rodaronporsusmejillas—.Porquequieroquevivasymedamiedoquenolohagas.Medamiedoquedecidasacabarcontuvidaporqueséqueseríapormiculpa.

—No—dijoTom—.Enesecaso,yoseríaelúnico responsable.Perono tienesquepreocuparte.Luke.Yonuncateharíaeso.

«Tal vez no aquí y ahora», pensó Cindi. Pero quizá cuando Tom finalmenteapartara lamirada quisiera alejarse por ahí paramorir a solas. Tumbarse en algúnsitioydejarsemorir.

Comosileleyeraelpensamiento,Lukenodiosubrazoatorcer:—Pero si no regresas, nunca lo sabré. Siempreme quedará la duda. En aquel

momentotedijequenopodíairmesintiyahoratelorepito:nomeirésintiniahora


nicuandonosmarchemos.—¿Marcharnos?—preguntóTom.—Mellie dice que tenemos que enfrentarnos a Rule lo antes posible—explicó

Cindi,ypensó:«Sonniños.Tomesbueno,séqueloes,yquerráayudarlos»—.Dicequetenemosquerescataraesosniños.

—AmínosemehaperdidonadaenRule—dijoTom.—¿Nisiquieraesechico,ChrisPrentiss?—inquirióLuke,yCinditorcióelgesto.

Quizánodebiómencionarlo,peroWelleryMellieleshabíanhabladodeél,ynomuybien,parasersinceros—.WellerdijoqueChrishabíaobligadoaAlexaabandonarRule para que los Chuckies la capturasen. ¿No quieres hacerle pagar por eso?—insistió—.Yoloharía.

—Claroquesí—afirmóTom—.Claroquequiero.Peroesoesloquemeasusta.Porprimeravezenmivida,tengoganasdematar.QuierovermoriraChrisPrentiss.De cerca. Quiero ser lo último que vea en el mundo. Incluso creo que disfrutaríamatándolo.

—Bueno,¿yquéhaydemaloenello?—loanimóLuke—.Selomerece.—Esonolosabemos.Noloconozco.Pero…notoqueestoy…cambiando.—Se

llevólamanoalcorazón—.Lonotoaquí.Y,aunquenomegusta,nopuedopararlo.Tengomiedodeque,sivoyaRule,estoquetengomeaniquileporcompleto.

—¿El qué? —preguntó Cindi, extrañada. La voz de Tom no presagiaba nadabueno.

—Estemonstruoquehayenmí—susurróTom—.Lonoto.Creoque,sivoyconvosotros,noserécapazdedetenerlo.Talvezniquieraintentarlo.

ACindileentróelpánicoderepente,peronecesitabasaber:—¿Ycómoes?LosojosdeTomteníanunaspectohorrible:cansados,ausentesymuyhundidos.

Ysusojeraserandeunintensopúrpuragrisáceo,comolosgruesosnubarronesdeunatormenta.Contemplar aquellos ojos devastados era comomirar directamente al soldurantemuchorato:algotanbrillanteyterriblequepodíadejarteciego.

—Negro—respondióTom—.Esnegro.

FINDELSEGUNDOLIBRO


ILSA J. BICK antes era psiquiatra infantil y forense, si bien ahora se dedica porcompleto a su carrera de escritora. Licenciada en Literatura de EstudiosCinematográficos,viveenWisconsinyhapublicadomásdequincenovelastantodeadultoscomojuveniles,muchasdeellasbestselleresygalardonadasconpremios.

CenizaseselprimertomodeunatrilogíahomónimacuyasegundapartesepublicaráenEspañaen2013.Mesesantesdesaliralaventa,susderechosyasehabíanvendidoensieteidiomas.


Cuando Alex entró en el bosque, jamás pensó que ... … · irreverente y oriunda de esa...

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