Cuadernos de Mitología nº 26 Imágenes del final

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    CCCuuuaaadddeeerrrnnnooosss dddeee MMMiiitttooolllooogggaaa

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    CUADERNOS DE MITOLOGA N 26

    IMGENES DEL FINAL

    IES RO JCAR MADRIGUERAS (ALBACETE) 2

    Donativo 2 euros.TEXTO: Pedro Gmez Snchez y Alfredo Alcahut Utiel.CORRECCIN: Ral Alcahut Utiel .D.L AB-286-2001 (REVISTA DIDCTICADEL IES RO JCAR) 2011-2012 Avda., Levante S/N 02230 Madrigueras

    (Albacete)

    NDICE

    ACTITUDES UNIVERSALES ANTE LA MUERTE. P. 3.

    REFLEXIONES ANTE LA MUERTE P. 11.

    CUADROS VIVIENTES ANTE LA MUERTE P. 20.

    EDITORIAL

    Es una obviedad decir que vida y muerte son dos caras de la misma moneda.Solo quien tiene vida est afectado de muerte. Este hecho no ha impedidoque el hombre, desde los ms primitivos tiempos, haya adquirido especialconciencia de ese momento, ya sea sentido como trnsito, ya como finalabsoluto. Parece ser que nuestros cercanos parientes neandertales ya tenanritos en torno a la muerte.

    A lo largo de los siglos las distintas culturas que en el mundo han sido se

    han enfrentado a esta realidad de modos sumamente dispares: religiosos,pensadores y cientficos han rivalizado a la hora de dar sus opiniones.

    Aqu pretendemos tratar en lneas generales esta cuestin eterna, desde ladoble perspectiva que suponen partir de la filosofa, por un lado, y del mitopor otra.

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    ACTITUDES UNIVERSALES ANTE LA MUERTE

    Las actitudes del ser humano ante la muerte son tan variadas como lasformas de vida, el pensamiento, la religin o la ideologa dominante, ademsde todo lo cual hay que sealar el elemento psicolgico.

    Podemos resaltar una serie de arquetipos o modelos de conducta:

    I. SACRIFICIO POR UNA COMUNIDAD: este es el caso de la muerte deLenidas y los espartanos en las Termpilas.

    K. KAVAFIS, Termpilas

    Honor a aquellos que en sus vidasse dieron por tarea el defender Termpilas.

    Que del deber nunca se apartan;justos y rectos en todas sus acciones,pero tambin con piedad y clemencia;generosos cuando son ricos, y cuandoson pobres, a su vez en lo pequeo generosos,que ayudan igualmente en lo que pueden;que siempre dicen la verdad,aunque sin odio para los que mienten.

    Y mayor honor les corresponde

    cuando prevn (y muchos prevn)que Efialtes ha de aparecer al fin,y que finalmente los medos pasarn a pesar de todo.

    II. SACRIFICIO POR UN IDEAL: La muerte consecuente: Scrates seenfrent a su condena asumiendo su deber cvico de respetar a las leyes,mostrando confianza y calma ante el hecho de la muerte. Remitimos alsiguiente enlace:

    http://filosofiariojucar.blogspot.com.es/2011/10/las-otras-muertes-de-

    socrates.html

    Placa conmemorativa de la batallade las Termpilas, instalada en losaos 50 del siglo XX, con laspalabras de Simnides de Ceos:

    Viajero, ve y di a los espartanos, queobedientes a sus leyes, aqu yacemos."

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    III. MORIR DE ACUERDO CON UNAS CONVICCIONES: hay personas queprefieren la muerte antes que una vida sin dignidad o en esclavitud: eso lesocurri a los saguntinos, a los numantinos, a los glatas, o a Lucrecia.

    Aunque otros toman otra decisin: Unos mueren por defender sus

    ideas

    Y otros?

    Vamos a ir a buscarlo.

    Estamos en 1609, en Padua, y all nos encontramos a Galileo ejerciendo deprofesor de matemticas y astronoma en la universidad de esa ciudaditaliana.En el mes de mayo recibe una carta desde Pars de un antiguo alumno suyoque, entre otras cosas, le comunica la existencia de un artefacto casiprodigioso, un artefacto construido por holandeses que permite ver connitidez objetos muy lejanos. Naturalmente, es el telescopio.Muy interesado por semejante artilugio, Galileo se pone manos a la obra ybien pronto construye algunos mucho mejores que los originales holandeses,con algunas innovaciones bsicas como una lente que permite ver lasimgenes derechas, y no como hasta entonces vueltas del revs.Hace una serie de demostraciones de su invento, lo presenta incluso en elSenado de Venecia, y despierta gran entusiasmo y admiracin. Muchos venen ese chisme un instrumento que proporciona grandes ventajas en lasoperaciones militares.Pero Galileo tiene otros propsitos para su invencin: levanta el telescopio

    hacia el cielo y se dispone a observar astros. Y lo que observa es unainmensa cantidad de descubrimientos: las montaas de la Luna, la Va

    O. LEONI,

    Galileo Galilei, 1624

    Galileo Galilei (1564 1642) es un fsico, matemtico, astrnomo,y, por qu no, filsofo italiano relacionado ntimamente con larevolucin cientfica que va a dar lugar a la ciencia moderna.Es un verdadero hombre del Renacimiento que mostr interspor casi todas las ciencias y artes, y cuyos logros incluyen lamejora del telescopio (instrumento fundamental para laobservacin astronmica), gran variedad de descubrimientosplanetarios, (como las lunas de Jpiter y las montaas y crteresde la luna), la formulacin de la primera ley del movimiento(Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme yrectilneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzasimpresas sobre l), una serie de inventos importantes (como unabomba de agua y un termoscopio, instrumento para medir latemperatura) y un buen nmero de observaciones yexperimentos fsicos.Sin duda alguna, ha sido considerado como el padre de laastronoma moderna, y uno de los padres de la cienciamoderna.Verdaderamente, Galileo es uno de los grandes.

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    Con todo, a Galileo no se le inquieta personalmente, y nicamente se le pide

    que presente su teora como una hiptesis sin confirmar y no como unhecho comprobado. Pero mientras tanto los ataques contra l, desde loscientficos de la teora antigua as como desde posiciones religiosas,prosiguen cada vez ms enconadamente.Contina el cientfico sus investigaciones, y en 1632 publica una de susprincipales obras: Dilogo sobre los principales sistemas del mundo, en el quedefinitivamente muestra todos los argumentos disponibles a favor delcopernicanismo, que son muchos y cada vez ms evidentes y rotundos.Y por ello, es llamado nuevamente ante la Inquisicin, acusado ahoraadems de violar la sentencia de 1616. Debe presentarse urgentemente enRoma ante el Santo Oficio.

    Ya envejecido - contaba con 68 aos-, y enfermo, demora su viaje a Romapues, adems, en ese momento una epidemia de peste recorra toda Italia.Pero recibe una ordentaxativa: o se presentapor voluntad propia oser llevado a la fuerza.Y en los primerosmeses de 1633, enabril, comienza elverdadero juicio.

    Galileo es conminado aconfesar la violacin dela prohibicin dedefender la teoraheliocntrica querecibiera en el primerjuicio; y bajo amenazasde tortura y de promesassobre un trato benevolentesi lo hace, se aviene a hacerlo. Confiesa haber desobedecido la orden que le

    impeda probar y demostrar lo que l saba probado y demostrado.

    Bruno haba sido encarcelado durante ocho aos y por sunegativa a retractarse fue quemado en la hoguera el 17 defebrero de 1600 en Roma.

    Y ahora, en 1611, ese mismo cardenal recibe la orden de poner

    a la Inquisicin en la investigacin de Galileo y de sus teoras.

    El 16 de febrero de 1616, Galileo es convocado por laInquisicin para el examen de la teora defendida.Y la sentencia es clara: la teora copernicana es condenadacomo

    Una insensatez, un absurdo en filosofa, y una hereja.Cardenal R. Belarmino.

    J.N. Robert-Fleury, Galileo ante el Santo Oficio, 1847

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    El 21 de junio se produce la condena y al da siguiente es leda la sentencia,prisin a perpetuidad, que incluye adems la exigencia de la retractacin:Galileo es obligado a renunciar a sus ideas, a abjurar de la teora que sabeverdadera.

    Tras esa pblica retractacin, le es conmutada la prisin perpetua por elarresto domiciliario.El 8 de enero de 1642 muere en su casa cerca del mar.

    Yo, Galileo, hijo del difunto Vincenzo Galilei, florentino, de setenta aos de edad,compareciendo personalmente como acusado ante este tribunal y arrodillado antevosotros, eminentsimos y reverendsimos seores Cardenales Inquisidores Generalescontra la depravacin hertica a lo largo y a lo ancho de toda la comunidad cristiana,teniendo ante mis ojos y tocando con mis manos los Santos Evangelios, juro que hecredo siempre, y que creo ahora, y que, con la ayuda de Dios, creer en el futuro, todolo que sostiene, predica y ensea la santa Iglesia Catlica Apostlica Romana.Pero en vista de que, despus de habrseme intimado judicialmente por este SantoOficio el mandato de que yo deba abandonar por completo la falsa opinin de que elSol es el centro del mundo y est inmvil y de que la Tierra no es el centro del mundo yse mueve, y de que yo no deba sostener, defender o ensear de ninguna manera,

    verbalmente o por escrito, dicha falsa doctrina, y que despus de habrseme notificadoque dicha doctrina era contraria a las Sagradas Escrituras, escrib e imprim un libro enel cual discuto esta nueva doctrina ya condenada, y presento argumentos grandementeconvincentes en su favor, sin presentar ninguna solucin de ellos, he sido declarado porel Santo Oficio como vehementemente sospechoso de hereja, es decir, por habersostenido y credo que el Sol era el centro del mundo e inmvil, y que la Tierra no era elcentro y que se mova. Por lo tanto, deseando quitar de las mentes de sus Eminencias yde todos los fieles cristianos la vehemente sospecha justamente concebida contra m,con sincero corazn y no fingida fe, yo abjuro, maldigo y detesto los antedichos erroresy herejas y, en general, todo otro error, hereja y secta que sea en absoluto contraria a laSanta Iglesia, y juro que en el futuro nunca ms dir o afirmar, verbalmente o por

    escrito, nada que pudiera dar ocasin a una sospecha similar con respecto a m.Pero, si llegara a conocer a cualquier hereje o persona sospechosa de hereja, lodenunciar ante este Santo Oficio o ante el Inquisidor y Ordinario del lugar donde yopudiera estar. Ms an, juro y prometo cumplir y observar en toda su integridad todaslas penitencias que me han sido o que me sern impuestas por este Santo Oficio.Y, en el caso de que contraviniera (que Dios no lo permita!) cualquiera de estas mispromesas y juramentos, me someto a todas las penas y penitencias impuestas ypromulgadas en los cnones sagrados y en otras constituciones, generales y enparticular contra tales delincuentes. Que as me ayuden Dios y estos Santos Evangeliosque toco con mis manos.Yo, el antedicho Galileo Galilei, he abjurado, jurado, prometido y obligado a m mismo

    segn dicho anteriormente, y en testimonio de su veracidad he suscrito con mis propiasmanos el presente documento de mi abjuracin y lo he recitado palabra por palabra, enRoma, en el convento de Minerva, este da 22 de junio de 1633.

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    Y despus?

    Ep p u r s i m u o ve (Sin embargo se mueve)

    Dicen que dijo (pero vaya usted a saber si es cierto)

    Galileo, que defenda una verdad cientficaimportante, abjur de ella con la mayorfacilidad del mundo, cuando puso su vida en

    peligro. En cierto sentido, hizo bien. Aquellaverdad no vala la hoguera.

    A. CAMUS, El Mito de Ssifo

    ANDREA: Y por qu se retract?GALILEO: Porque tema el dolor corporal.()ANDREA: El miedo a la muerte es humano!

    GALILEO: No! () El nico fin de la ciencia debe ser aliviar las fatigas de la existenciahumana. Si los hombres de ciencia, atemorizados por los dspotas se conforman solamentecon acumular el saber por el saber mismo, se corre el peligro de que la ciencia sea mutiladay de que sus mquinas slo signifiquen nuevas calamidades. As vayan descubriendo conel tiempo todo lo que hay que descubrir, su progreso slo ser un alejamiento progresivopara la humanidad. Yo, como hombre de ciencia, tuve una oportunidad excepcional: en mipoca la astronoma lleg a los mercados, a las plazas. Bajo esas circunstancias nicas, lafirmeza de un hombre hubiera provocado grandes conmociones. Yo, tena que haberresistido () Adems, estoy convencido de que nunca estuve en grave peligro. Duranteaos fui tan fuerte como la autoridad. Y entregu mi saber para que lo utilizaran, para queabusaran de l, es decir para que le dieran el uso que ms sirviera a sus fines. Yo traicion ami profesin. Un hombre que hace lo que yo hice no puede ser tolerado en las filas de lasciencias

    B. BRECHT, Galileo Galilei

    J. Sustermans, Galileo, 1636

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    Sneca respondi que Natal haba venido a quejarse de parte de Pisnporque no le permita visitarle; l se haba excusado por su estado de salud ypor el deseo que tena de descansar; no tena motivos para anteponer lasalvacin de un simple particular a la suya propia, tampoco tena carcterinclinado a las adulaciones y esto mejor que nadie lo saba Nern, pues ms

    veces haba experimentado la libertad de Sneca que su servilismo. Cuandoel tribuno refiri esto a Nern, en presencia de Popea y de Tigelino,consejeros ntimos de las crueldades del prncipe, ste pregunt si Sneca sepreparaba a morir voluntariamente. Entonces el tribuno respondi que nohaba observado en l ningn signo de temor, ninguna seal de tristezaapareca en sus palabras ni en su semblante. Nern mand volver al tribunoy comunicar a Sneca su sentencia de muerte. Cuenta Fabio Rstico que novolvi por el camino por donde haba venido, sino que dio un rodeo y paspor casa del prefecto Fenio, a quien pregunt, despus de dar a conocer laobra del emperador, si deba obedecer. Fenio, con la funesta cobarda detodos, le respondi que deba cumplir la voluntad del prncipe. El tribunoSilvano era tambin uno de los conjurados y acrecentaba el nmero de loscrmenes en cuya venganza haba consentido. Sin embargo, tuvo el pudor deno dirigirse directamente a Sneca y de no contemplar su muerte. Mandentrar a un centurin para que le notificase que deba morir.

    Sin dejarse turbar, pide Sneca su testamento y, ante la negativa delcenturin, se vuelve hacia sus amigos, diciendo que, puesto que se leprohiba agradecer sus servicios, les deja al menos el nico bien que lerestaba, pero el ms hermoso de todos: la imagen de su vida. Si guardabansu recuerdo hallaran en el renombre de la virtud la recompensa de su

    constante amistad. Y como llorasen, Sneca les habl primero con sencillez;despus, con tono ms severo, les reprendi y aconsej firmeza. Lespreguntaba qu haba venido a ser sus lecciones de prudencia, dndeestaban los principios que haban meditado durante tantos aos contra lafatalidad. Porque, en fin, quin no conoca la crueldad de Nern? Almartirio de su madre y de su hermano no le restaba ms que ordenartambin la muerte del hombre que le haba educado e instruido.

    Despus de estas exhortaciones, que parecan dirigirse a todos,instintivamente estrech a su mujer en sus brazos, un poco enternecido, apesar de la fortaleza de su espritu, le rog y suplic que moderase su dolor yno lo hiciere perpetuo, sino que en la contemplacin de una vida consagradaa la virtud encontrase el consuelo de la prdida de su esposo. Pero Paulinaasegur que tambin ella estaba decidida a morir y reclam el brazo delverdugo. Entonces Sneca no se opuso a su gloria; adems su amor temaseque quedase expuesta al oprobio una mujer por quien senta un sin igualafecto: Yo te haba mostrado, dijo, los encantos de la vida; t prefieres elhonor de morir; no me opondr a tal ejemplo; sea igual entre nosotros laconstancia de un fin tan generoso, pero en l t consigues la mayor gloria.Despus de estas palabras se cortaron, a un tiempo, las venas de los brazos.Sneca, cuyo cuerpo dbil por su ancianidad y delgado por la abstinencia

    dejaba muy lentamente escapar la sangre, se abri tambin las venas de laspiernas y rodillas. Fatigado por el dolor, temiendo que su sufrimiento

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    abatiese el valor de su esposa y tambin por no alterarse al presenciar lostormentos de ella, la persuadi a retirarse a otro aposento. Entonces,echando mano de su elocuencia an en sus ltimos momentos, llam a sussecretarios y les dict varias cosas. Como fueron literalmente publicadas,creo superfluo el comentarlas.

    Pero Nern no tena resentimiento alguno contra Paulina y, temiendo hacerms odiosa su crueldad, orden que se impidiese la muerte de la esposa deSneca. Por orden de los soldados, sus libertos y esclavos le vendaron lasheridas y detuvieron la sangre. No se sabe si ella se dio cuenta de esto pues,como el vulgo se inclina siempre a pensar lo peor, no falt quienes creyesenque mientras temi la ira de Nern, dese la glora de acompaar a sumarido, pero que despus, con mejores esperanzas, se dej vencer por ladulzura de la vida. Solamente vivi algunos aos guardando el recuerdo desu marido y mostrando en su rostro y en sus descoloridos miembros que lavida languideca en ella. Viendo Sneca que se prolongaba el dolor de laagona rog a Eustacio Anneo, en quien vea un amigo fiel y un hbil mdico,que le sacase el veneno que ya tena preparado (era el que daban losatenienses a los condenados a muerte), y cuando se lo trajeron lo tom sinque le produjera efecto, pues sus miembros estaban fros y en su cuerpo noobraba el veneno. Orden, a continuacin, que le introdujesen en la sala debaos calientes y, rociando con el agua a los presentes, dijo que ofrecaaquella libacin a Jpiter libertador. Por fin, entrando en el bao, lo sofocel vapor. Su cuerpo fue incinerado sin ceremonia alguna. As lo habanprescrito en su testamento cuando, siendo rico y poderoso, pensaba en susltimos momentos.

    Darse la muerte o recibirla, acabar un poco despus o un poco antes, ha deser para l enteramente lo mismo; no hay en eso nada que pueda espantarle.Qu importa perder lo que se nos va escapando gota a gota? Morir mspronto o ms tarde es cosa indiferente; lo importante es morir bien o mal. Yqu es morir bien? Sustraerse al peligro de vivir mal.SNECA, Carta a Lucilio

    V. MORIR POR AMOR: En el mito, la prdida de la persona amada ocasionala muerte de Hero, tras la prdida de su amado Leandro, de Tisbe, tras creer

    que ha muerto Pramo, etc.

    Histricamente tenemos el caso de Antnoo. Parece ser que la amenaza deuna desgracia planeaba sobre el emperador Adriano. Antnoo, su jovenpreferido, se sacrific para conjurarla.

    VI. LUCHA CONTRA LA MUERTE: La rebelin contra el destino se halla enlos mitos de Orfeo y Eurdice y en el rescate de Alcestis por parte deHrcules.

    Una muestra de destino ineluctable: Hero y Leandro. Todo se opona a la

    unin de Hero y Leandro, pero los dos amantes vencieron todos losobstculos, salvo el nico realmente inevitable: la muerte.

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    VII. INDIFERENCIA ANTE LA MUERTE: adems de corrientesfilosficas como el epicuresmo, que preconiza la ausencia detemor ante la muerte, ciertas actitudes vitales con unadedicacin excesiva a una idea un proyecto hacen que sedesprecie el riesgo, como le ocurri a Arqumedes.

    Pero tambin el RECHAZO de la vida: Recordemos las palabras de Nietzschesobre Scrates: "De dnde procede esa enfermedad que aparece en la msbella planta de la Antigedad, en Platn? es que la corrompi el malvadoScrates?, habra sido Scrates, por tanto, el corruptor de la juventud?, yhabra merecido su cicuta? " F. NIETZSCHE, Ms all del bien y del mal,Prlogo.

    Porque resuenan sin cesar las ltimas palabras del ateniense: "Critn,debemos un gallo a Asclepio, pagad la deuda y no la pasis por alto."

    Acostmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bieny todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estarprivado de sensacin. Por tanto, la recta conviccin de que la muerte no es nadapara nosotros nos hace agradable la mortalidad de la vida; no porque le aada untiempo indefinido, sino porque nos priva de un afn desmesurado de inmortalidad.Nada hay que cause temor en la vida para quien est convencido de que el no vivirno guarda tampoco nada temible. Es estpido quien confiese temer la muerte nopor el dolor que pueda causarle en el momento en que se presente, sino porque,pensando en ella, siente dolor: porque aquello cuya presencia no nos perturba, noes sensato que nos angustie durante su espera. El peor de los males, la muerte, no

    significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando estpresente nosotros no existimos. As pues, la muerte no es real ni para los vivos nipara los muertos, ya que est lejos de los primeros y, cuando se acerca a lossegundos, stos han desaparecido ya. A pesar de ello, la mayora de la gente unasveces rehye la muerte vindola como el mayor de los males, y otras la invoca pararemedio de las desgracias de esta vida. El sabio, por su parte, ni desea la vida nirehye el dejarla, porque para l el vivir no es un mal, ni considera que lo sea lamuerte. Y as como de entre los alimentos no escoge los ms abundantes, sino losms agradables, del mismo modo disfruta no del tiempo ms largo, sino del msintenso placer.

    Un hombre libre en nada piensa menos queen la muerte, y su sabidura no es unameditacin de la muerte, sino de la vida

    B. SPINOZA

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    Sobre la vida, los ms sabios han pronunciado siempre el mismo juicio: "Novale nada." Siempre y sobre todas las cosas, se ha odo en sus labios esemismo eco lleno de duda, melancola y cansancio, lleno de resistencia contrala vida: "Vivir significa estar enfermo por una temporada; le debo un gallo aEsculapio por mi curacin." El mismo Scrates, un cansado de vivir.

    Qu se demuestra con esto? En otro tiempo se dijo (s, se dijo, y bastantefuerte, y antes que nuestros pesimistas): "Aqu en todo caso debe haber algode verdad." Hemos de decir nosotros lo mismo? Tenemos derecho adecirlo? El consensus sapientium demuestra la verdad? "Aqu, en todocaso, debe haber algo enfermizo." Nosotros respondemos: a estossapientsimos de todos los tiempos habra que verlos, ante todo, de cerca.Acaso no estaban ellos bien firmes sobre sus piernas? O eran tardos? Otemblones? O decadentes? Acaso la sabidura en la tierra no se parece aun cuervo a quien le entusiasma un poco de olor a carroa? () Lleg aentender esto el ms inteligente de cuantos se han engaado a s mismos?Acab dicindose esto, en medio de la sabidura de su valienteenfrentamiento con la muerte? Y es que Scrates quera morir. No fueAtenas quien le entreg la copa de veneno; fue l quien la tom obligando aAtenas a drsela Scrates no es un mdico se dijo a s mismo en vozbaja; aqu no hay ms mdico que la muerte Scrates no ha hecho msque estar enfermo durante mucho tiempoF. NIETZSCHE, El crepsculo de los dolos

    Y en otro orden de cosas, tremenda, monumental declaracin, el testamentodel que espera, desea terminar para siempre:

    No a la transmigracin en otra especie.

    No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.

    No a que me absorba cualquier divinidad.

    No a un ms all, ni aun siendo el parasoreservado a islamitas, con beldadesque un libro garantiza siempre vrgenes.

    Porque esos son los juegos para ingenuosen que mi agnosticismo nunca apuesta.

    Mi envite es al no ser. A lo seguro.Rechaza otro existir, tras consumidami racin de este guiso indigerible.

    Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.

    J.M. FONOLLOSA

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    REFLEXIONES ANTE LA MUERTE

    LA MUERTE DE SCRATES

    Todo empez con David, Jacques-Louis David, y su monumental muerte deScrates:

    Estamos en el ao 399 antes de Cristo.

    Con la restauracin del rgimen democrtico, Atenas se recupera lentamente

    del gobierno de los treinta tiranos.Es una poca difcil, enardecida, tormentosa.

    Dos aos antes se haba reprimido un intento de restaurar el rgimenoligrquico.

    Las sospechas se extienden por doquier; los enemigos, reales o imaginarios,aparecen, acechantes, en cualquier sitio...

    Y algunos ciudadanos han encontrado el momento propicio para saldaralgunas deudas pendientes con aquel que es llamado filsofo y sabio y

    maestro y que pasa sus das paseando y dialogando por el gora y el foro;aquel que, an sin participar en poltica, contaba entre sus discpulos con

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    cosa ms notable que los dems, no hubiera surgido seguidamente tal fama yrenombre, de no ser que hicieras algo distinto de lo que hace la mayora.Dinos, pues, qu es ello, a fin de que nosotros no juzguemos a la ligera.Pienso que el que hable as dice palabras justas y yo voy a intentar dar aconocer qu es realmente lo que me ha hecho este renombre y esta fama.

    Od pues. Tal vez va a parecer a alguno de vosotros que bromeo. Sinembargo, sabed bien que os voy a decir toda la verdad.

    Atenienses, no protestis ni aunque parezca que digo algo presuntuoso; laspalabras que voy a decir no son mas, sino que voy a remitir al que las dijo,digno de crdito para vosotros. De mi sabidura, si hay alguna y cul es, osvoy a presentar como testigo al dios que est en Delfos. En efecto, conocaissin duda a Querofonte. ste era amigo mo desde la juventud; ya sabiscmo era, tan vehemente en todo lo que emprenda. Pues bien, una vez fue aDelfos y tuvo la audacia de preguntar al orculo esto, pregunt si habaalguien ms sabio que yo. El orculo le respondi que nadie era ms sabio,

    acerca de esto os dar testimonio aqu este hermano suyo, puesto que l hamuerto.

    Pensad por qu digo estas cosas; voy a mostraros de dnde ha salido estafalsa opinin sobre m. As pues, tras or yo estas palabras, reflexionaba as:Qu dice realmente el dios y qu indica en ese enigma? Yo tengo concienciade que no soy sabio, ni mucho ni poco. Qu es lo que realmente dice alafirmar que soy muy sabio? Sin duda, no miente pues no le es lcito. Ydurante mucho tiempo estuve yo confuso sobre lo que en verdad queradecir. Ms tarde me inclin a una investigacin sobre las palabras delorculo. Me dirig a uno de los que parecan ser sabios, con la idea de querefutara all el vaticinio y demostrara al orculo: ste es ms sabio que yoy t decas que lo era yo. Ahora bien, al examinar a ste pues no necesitocitarlo por su nombre, era un poltico aquel con el que estuve indagando ydialogando- experiment lo siguiente, atenienses: me pareci que otrasmuchas personas crean que ese hombre era sabio, y, especialmente, lo creal mismo pero que no lo era. A continuacin intentaba yo demostrarle que lcrea ser sabio pero que no lo era. A consecuencia de ello, me gan laenemistad de l y de muchos de los presentes. Al retirarme de all razonabaa solas que yo era ms sabio que aquel hombre. Es probable que ni uno niotro sepamos nada que tenga valor, peor este hombre cree saber algo y no lo

    sabe, en cambio yo, as como, en efecto, no s, tampoco creo saber. Parecepues, que al menos soy ms sabio que l, en que lo que no s tampoco creosaberlo. A continuacin, me encamin hacia otro de los que parecan serms sabios que aqul y saqu la misma impresin, y tambin all me gan laenemistad de l y de muchos de los presentes.

    Lo que yo deca antes, a saber, que se ha producido gran enemistad hacia mpor parte de muchos; sabed bien que es verdad. Y es esto lo que me va acondenar si se me condena, la calumnia y envidia de muchos. Es lo que yaha condenado a muchos hombres buenos y los seguir condenando. No hayque esperar que se detenga en m.

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    Quizs alguien diga: No te da vergenza, Scrates, haberte dedicado a unaocupacin tal por la que ahora corres peligro de morir? A ste yo, a mi vez, ledira unas palabras justas: No tienes razn, amigo, si crees que un hombreque sea de algn provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o de morir,sino el examinar solamente, al obrar, si hace cosas justas o injustas y actos

    propios de un hombre bueno.

    Cmo no va a ser la ms reprochable ignorancia la de creer saber lo que nose sabe? Yo, atenienses, tambin quiz me diferencio en esto de la mayorparte de los hombres, y, por consiguiente, si dijera que soy ms sabio quealguien en algo, sera en esto, en que no sabiendo sobre algo tambinreconozco el no saberlo. Pero s s que es malo y vergonzoso cometerinjusticia y desobedecer al que es mejor, sea dios u hombre. En comparacincon los males que s que son males, jams temer ni evitar lo que no s sies incluso un bien.

    Ahora, atenienses, no trato de hacer defensa en mi favor, como alguienpudiera creer, sino en el vuestro, no sea que al condenarme cometis unerror. Si me condenis a muerte, no encontraris fcilmente a otro semejantecolocado en la ciudad y del mismo modo que un caballo grande y noble peroun poco lento por su tamao necesita ser aguijoneado por una especie detbano, yo creo que el dios me ha colocado junto a la ciudad para unafuncin semejante, y como tal, despertndoos, persuadindoos yreprochndoos uno a uno, no cesar durante todo el da de posarme entodas las partes. No llegaris a tener fcilmente otro semejante, atenienses, ysi me hacis caso, me dejaris vivir. Pero, quizs, irritados, como los que sondespertados cuando cabecean somnolientos, dando un manotazo mecondenaris a muerte a la ligera. Despus, pasaris el resto de la vidadurmiendo, a no ser que el dios, cuidndose de vosotros, os enviara otro.Comprenderis, por lo que sigue, que yo soy precisamente el hombreadecuado para ser ofrecido por el dios a la ciudad.

    La democracia ateniense no cuenta con una clase especial de juristas ni dejueces. Los tribunales estaban formados por ciudadanos que eran elegidos porsorteo. Del censo de ciudadanos, se elegan 501 y stos actuaban comojueces. Una vez terminado el primer discurso de defensa del acusado, seproduca la primera votacin entre los jueces.281 votan contra Scrates; 220 lohan considerado inocente. Ahora, el acusado tiene una segunda oportunidad.Para evitar la condena a muerte puede proponer una pena, un castigoalternativo.

    (PUEDES SEGUIR ESTE DOCUMENTO EN EL BLOGNUFRAGOS DEL ROJCAR,EN EL ENLACE:

    http://filosofiariojucar.blogspot.com.es/2011/10/las-otras-muertes-de-socrates.html)

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    CATULOCatulo invita a Lesbia a vivir y a sentir con l el amor sin

    complejos, ya que la vida es muy corta.

    Vivamos, Lesbia ma, ammonos!Y dmosles el valor de un asA los rumores de los ancianos severos.Los soles seguirn muriendo y volviendo anacer;Pero, una vez que nuestra breve luz seapague,Slo nos quedar una noche eternaQue habremos de dormir.Dame mil besos, y despus cien,

    Y despus otros mil y otros segundos cien,luego hasta llegar a mil ms, y despuscien.Finalmente, cuando llevemos tantos miles,Los dejaremos en el olvido, para norecordarlos,Y para que nadie sienta envidiaAl saber que entre nosotros hubo tantosbesos.

    Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,Rumoresque senum severiorumOmnes unius aestimemus assis.Soles occidere et redire possunt;Nobis cum semel occidit brevis lux,Nox est perpetua una dormienda.Da mi basia mille, deinde centum,Dein mille altera, dein secunda centum,Deinde usque altera mille, deinde centum.Dein, cum milia multa fecerimus,

    Conturbabimus illa, ne sciamusAut ne quis malus invidere possit,Cum tantum sciat esse bassiorum

    HORACIOEpicuro como era, el poeta latino Horacio desconfiaba del futro y del ms all.

    POEMA IX. Carminum I, 11 (Carpe diem)

    No pretendas saber, pues no est permitido,el fin que a m y a ti, Leucnoe,nos tienen asignados los dioses,

    ni consultes los nmeros Babilnicos.Mejor ser aceptar lo que venga,

    ya sean muchos los inv iernos que Jpiterte conceda, o sea ste el ltimo,el que ahora hace que el mar Tirrenorompa contra los opuestos cantiles.No seas loca, filtra tus vinos

    y adapta al breve espacio de tu vidauna esperanza larga.Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.

    Vive el da de hoy. Captralo.No fes del incierto maana.

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    EL EMPERADOR ADRIANO ANTE SU MUERTE

    He aqu los versos que el gran Adriano compuso antes de morir la tarde del 10 dejulio de 138, la obra ms exquisita segn Indro Montanelli, y la traduccin de

    Marguerite Yourcenar:

    PABLO VI

    Reflexiones del Papa Pablo VI ante su propia muerte.Tempus resolutionis meae instat (Es ya inminente el tiempo de mi partida, 2Tim4,6).Certus quod velox est depositio tabernaculi mei (Seguro de que pronto serdepuesta mi tienda, 2Pe 1,14).Finis venit, venit finis(Llega el fin, es el fin, Ez 7,2).

    Se impone esta consideracin obvia sobre la caducidad de la vida temporal ysobre el acercamiento inevitable y cada vez ms prximo de su fin. No es sabia laceguera ante este destino indefectible, ante la desastrosa ruina que comporta,ante la misteriosa metamorfosis que est para realizarse en mi ser, ante lo que seavecina.

    eo que la consideracin predominante se hace sumamente personal: yo, quinsoy?, qu queda de m?, adnde voy?, y por eso sumamente moral: qu debohacer?, cules son mis responsabilidades?; y veo tambin que respecto a la vidapresente es vano tener esperanzas: respecto a ella se tienen deberes y

    expectativas funcionales y momentneas; las esperanzas son para el ms all.Y veo que esta consideracin suprema no puede desarrollarse en un monlogosubjetivo, en el acostumbrado drama humano que, al aumentar la luz, hacecrecer la oscuridad del destino humano; debe desarrollarse en dilogo con laRealidad divina, de donde vengo y adonde ciertamente voy: conforme a la lmparaque Cristo nos pone en la mano para el gran paso. Creo, Seor.

    Llega la hora. Desde hace algn tiempo tengo el presentimiento de ello.

    Mnima alma ma, tierna y flotante,husped y compaera de mi cuerpo,descenders a esos parajesplidos, rgidos y desnudos,donde habrs de renunciar a los juegos de antao.

    Animula vagula blandula,hospes comesque corporis,quae nunc abibis in locapallidula rigida nudulanec, ut soles, dabis iocos!

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    CUADROS VIVIENTES ANTE LA MUERTE

    La muerte consecuente: Scrates

    Scrates se enfrent a su condena asumiendo su deber cvico de respetar a lasleyes, mostrando confianza y calma anteel hecho de la muerte.

    El destino ineluctable: Hero y Leandro

    Todo se opona a la unin de Hero y Leandro, pero los dos amantes vencierontodos los obstculos, salvo el nico realmente inevitable: la muerte.

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    El sacrificio por la patria y el deber: Lenidas

    La obligacin cvica llev a Lenidas a liderar un sacrificio colectivo muriendo enlas Termpilas por la libertad de todos los griegos.

    Compromiso tico ante la muerte: AntgonaAntgona asumi la obligacin moral de dar sepultura a su hermano Polinices,aunque eso le acarreara a ella misma una condena a muerte.

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    Ms vale morir con dignidad que vivir indigna: Lucrecia

    Ante la cobarda de quienes la rodean y temen enfrentarse a una tirana que norespeta la intimidad de las personas, Lucrecia elige el suicidio.

    La muerte de un smbolo: Viriato.

    La muerte a traicin de Viriato, porparte de sus propios hombres, apagla llama de una rebelin.

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    Antes la muerte que la esclavitud

    Esta imagen, copia romana de un

    original helenstico del s. III a. C,tambin perteneci al conjuntoescultrico erigido en Prgamo como

    exvoto para conmemorar la victoriade talo sobre los invasores glatas.

    Destaquemos en la imagen eldramatismo de la escena en la que el

    guerrero glata da muerte a suesposa y se suicida antes de ser

    hecho prisionero y esclavo. Para elescultor los brbaros son, ante todo,hombres, y su sentido del honormerece respeto incluso en la derrota.

    Sonremos ante la muerte: Sepulcro etrusco.

    Estos esposos etruscos se enfrentan juntos a la realidad de una muerte oscura ytemida, con la esperanza de disfrutar ms all del amor y de los banquetes.

    Csar se enfrent trgicamente a unamuerte anunciada, el da de los idus demarzo.

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    Morir por amor: Antnoo.

    La amenaza de una desgracia planeaba sobre el emperador Adriano. Antnoo, sujoven preferido, se sacrific para conjurarla.

    Morir por despiste: ArqumedesEl sabio estaba tan absorto en los clculos que no prestaba atencin al hecho deque su ciudad estuviese siendo invadida. Su desprecio por lo que le rodeaba lecaus la muerte.

    As es el trnsito al ms all:Hermes Psicopompo

    Hermes, el conductor de las almas,

    las gua hasta la orillas delAqueronte, donde esperanangustiadas y confusas la llegadade Caronte.