Cuadernos de Educación JUN-AGO (Año IX ) nº33
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Carrera Docente
Para muchos debe haber sido una
sorpresa la reaccin de los profesores
respecto al proyecto de Carrera Pro-
fesional Docente presentado hace
un par de semanas por el gobierno.
Porque se supona que este proyecto
tena como objetivo precisamente
atender a las justas demandas de los
maestros: mejores remu-
neraciones, ms tiempo
para preparar clases,
estabilidad laboral,
en fin, mejores con-diciones de trabajo. Y
si se mira el proyecto
en sus lneas grue-
sas, eso es justamente
lo que plantea el proyecto.
Es que hay que ver la letra chica, se
dice. Bueno, la letra chica es el texto
completo del proyecto de ley, que
tiene 81 pginas. Este no es el lugar
apropiado para hacer un exhaustivo
anlisis del proyecto, lo cual, por lo
dems, sera prcticamente intil,
pues ya se han realizado muchos
cambios. Tan solo podemos adelan-
tar que nos parece que tiene varios
puntos discutibles, junto con otros
que son absolutamente necesarios.
Solamente queremos detenernos en
uno que nos parece crucial: el que la
entrada a la Carrera Docente, en cu-
alquiera de sus niveles, requiera
un examen, una cierta evalu-
acin. Ante el argumento
de que los profesores no
quieren ser evaluados, el-
los responden que eso no
es cierto, que no rechazan
la evaluacin, y que desde
hace ya varios aos son peri-
dicamente evaluados. Entonces?
Entonces hay que ir al detalle: lo que
los profesores rechazan, por amplia
mayora, es el tipo de evaluacin que
plantea el proyecto. En efecto, poco
a poco se empieza a configurar qu
Cuadernos de eduCaCin
Issue n. 33| Ao IX 2015
G r u p o d e R e f l e x i n F e r n a n d o O r t i z L e te l i e r
Editorial (CDE n33)Somos
Como grupo de acadmicos de izquierda mantenemos desde hace un tiempo una re-
flexin acerca de la educacin superior en Chile. En conocimiento de que otros cole-
gas han estado preocupados por una prob-
lemtica similar, y han elaborado trabajos al re-
specto, les invitamos, por medio de esta hoja
a debatir en conjunto. Esperamos que este
sea el embrin de una futura discusin que no
dudamos ser enriquecida gracias al debate.
Por supuesto que para que este debate
rinda frutos, debe incluir a todos quienes
estamos por un nuevo sistema universi-
tario, razn por la cual desde ya invitamos
a contribuir en nmeros posteriores a qui-
enes entiendan la Universidad de manera
no funcional al actual modelo econmico.
Esperamos que esta publicacin sea un
aporte para quienes vivimos con entusi-
asmo y espritu crtico el quehacer uni-
versitario, y ojal tambin ella contribuya a instalar en el ambiente acadmico una discusin que permita resolver profundas
contradicciones que todava se arrastran
desde la dictadura, como son los problemas
globales de la educacin en nuestro pas.
Publicacin Trimestral Gratuita ISSN 0719-0271
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2 Cuadernos de Educacin
es lo que los profesores rechazan con tanta vehemencia: se
trata de la evaluacin de los conocimientos disciplinarios. Lo
que en el proyecto se denomina la certificacin. Uno de los argumentos que lanzan es que el proyecto refleja la descon-fianza de las autoridades. Y eso es efectivo: quienes confec-cionaron el proyecto tienen una profunda desconfianza en las competencias disciplinarias de los profesores. Lo malo es
que esa desconfianza tiene fundamento. La formacin de los actuales profesores es sumamente heterognea. La estruc-tura del sistema universitario impuesto por la dictadura y que
los gobiernos de la Concertacin no cambiaron, hizo que se
pudieran formar profesores con los ms dismiles niveles de
preparacin. Por supuesto que hay excelentes profesores
que dominan ampliamente las materias que deben ensear.
Pero no todos. Es ms: existe una gran cantidad de profesores
que no manejan adecuadamente su disciplina. Las carreras de
pedagoga son en gran medida de tiza y pizarrn, o pueden re-
ducirse a eso. Por eso son ms baratas y por eso, en un sistema
basado en el mercado, proliferaron como flores de primavera y as tenemos profesores de todo tipo y nivel. Hay tambin evidencias directas al respecto, como las llamadas pruebas
Inicia, que se han venido realizando de modo experimental y
con carcter voluntario, as como los testimonios y la expe-
riencia directa de los profesores universitarios que reciben
en sus aulas a los nuevos mechones. Los actuales profesores
en ejercicio tienen cierta conciencia de sus debilidades en el
conocimiento de su disciplina y por eso rechazan vehemen-
temente ser puestos en evidencia mediante exmenes disci-
plinarios. Desgraciadamente muchos de los que no tendran
ningn problema respecto a su disciplina, son arrastrados por
los otros y se produce una cierta solidaridad espuria, bajo la
idea de que la disciplina no es lo ms importante. Y eso puede
ser cierto, tal vez no es lo ms importante. Pero es absoluta-
mente necesaria. Es claro que no basta con conocer y domi-
nar la disciplina: saber ensearla, es decir, ser capaz de lograr
que los alumnos aprendan, es un elemento esencial en este
proceso. Pero lo que no se sabe no puede ensearse. O se en-
sea mal. La disciplina a tratar en el colegio debe ser conocida
y dominada a un nivel bsico razonable.
Carrera
Este problema no se hubiese presentado si la formacin de
los profesores en las universidades hubiese sido rigurosa, es
decir, si las carreras de Pedagoga hubiesen sido suficiente-mente serias en todas las universidades. Este punto tambin se toca en el Proyecto, exigiendo que las carreras de ped-
agoga sean impartidas por instituciones acreditadas, ms
aun, que las carreras mismas sean acreditadas, y se espera,
adems, que la acreditacin sea seria, exigente, no simple-
mente hecha por agencias privadas contratadas por las mis-
mas instituciones. En este sentido se puede esperar que en
el futuro los nuevos profesores estn bien formados y que no sea necesario un examen adicional. Creemos que el ministe-
rio no pens que el proyecto iba a tener tan radical rechazo
entre los profesores. Si stos lo hubiesen aceptado, tranquil-amente, en una actitud de autocrtica racional, entonces se
podra haber generado un fuerte impulso en el mejoramiento
de la calidad de los profesores, preparndose stos para los respectivos exmenes y contando con un fuerte programa de
perfeccionamiento, desde luego que organizado y financiado por el ministerio. Esto no fue as y pensamos que entonces no
vale la pena acelerar el proceso, tal vez resulte mejor retirar
el proyecto, pero mejorar de todos modos las condiciones de
trabajo de los profesores, aumentando sustantivamente los
sueldos, dando ms tiempo en horas no lectivas y financiando su perfeccionamiento, sin incluir ninguna exigencia adicional.
No es claro que esto signifique retardar significativamente el desarrollo de la calidad en la enseanza en los colegios. De to-
dos modos, ste es un proceso lento, con o sin el incentivo de una carrera docente.
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El conflicto de la Educacin en Chile. Ricardo Lpez Erazo
Para poder hablar del conflicto que aqueja a maestros y al Mi-nisterio de Educacin es necesario, en primer lugar, contex-
tualizar y relevar ciertas falsedades sobre l.
Es durante 1986 que el proceso de municipalizacin de la
Educacin Bsica y Media culmina. La dictadura de Pinochet, en forma apresurada, cierra el crculo de acero sobre el ma-
gisterio chileno. De ah en adelante los maestros vivirn sus
horas ms negras: despidos, disminucin de sus rentas, traba-
jo precario y agobio docente sern cotidianos y permanentes,
hasta hoy.
Las autoridades municipales detendrn todo proceso de ca-
pacitacin y/o perfeccionamiento de los profesores. Las aulas
se vern atiborradas de alumnos, a sabiendas del perjuicio en
el proceso de enseanza-aprendizaje.
Esta sera la educacin que el Estado ofrecera a los nios y
nias ms desprotegidos de nuestro pas. Se hara carne el
precepto pinochetista acerca de que la educacin y la cultura
son subversivos.
A partir de entonces, y producto de la contrarrevolucin pol-
tica, econmica y social que impuso la dictadura, los profeso-
res ya no seran ms respetados, sino agredidos e injuriados
por alumnos y padres y apoderados, produciendo el aleja-
miento de las labores docentes de miles de buenos maestros.
Ya no volveramos a ver en los hogares chilenos (incluidos los
proletarios) estantes con libros, lo que sera reemplazado por
televisores para ver y escuchar, repetido hasta el infinito, que ya no somos ciudadanos sino meros consumidores.
El sistema municipalizado de educacin requerira de una
sobre-oferta de maestros, y para ello entonces surgieron las
carreras de pedagoga en Universidades que no ameritan os-
tentar ese nombre. Con ello se originaba un nuevo negocio
que atraa alumnos sin vocacin ni capacidades para ejercer
la docencia.
Esto entreg al sistema profesores nuevos, que deban sopor-
tar bajas remuneraciones y empleos precarios.
El viejo mundo de nuestros maestros haba desaparecido, la
sociedad no otorgaba dignidad a esta profesin.
Una mentira cien veces repetida se transforma en realidad.
El duopolio periodstico, con el concurso de la televisin, han
machacado el que los profesores solo buscan mejorar sus re-
muneraciones y no desean ser evaluados.
Los enemigos de la dignificacin de la carrera de pedagogo han utilizado a mltiples opinlogos y expertos en educacin (los
mismos que han administrado esta tontera intelectual) para
denostar al magisterio. Dicho sea de paso, todos ellos tienen
intereses o son incumbentes en el actual negocio educativo.
Tambin se ha sealado que es el Partido Comunista quien est por impedir todo acuerdo. Es bueno recordar que la Pre-
sidenta de la Comisin de Educacin de la Cmara de Diputa-
dos, Camila Vallejo, ha jugado un rol destacado en destrabar el
conflicto. Por otro lado, si bien Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores es un militante comunista, l se debe a las normas y conductas democrticas con que este Colegio
determina sus acciones. La continuidad del paro, acordada en
Asamblea Nacional, es votada por ms del 90% de los dirigen-
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tes con derecho a voto en dicha asamblea. Es difcil que en-
tiendan esto aquellos personajes que en la arista educativa
de sus negocios hacen y deshacen sin considerar ninguna
otra opinin.
Es dicha campaa de desinformacin la que ms contribuye
a que se mantenga y agudice el conflicto.
Sin entrar en detalle sobre los aspectos en discordia entre
el magisterio y el MINEDUC, invito a la siguiente reflexin:
El proyecto de carrera docente enviado al parlamento ayu-
da a conseguir y mantener a las mejores mujeres y hombres
que requiere el sistema de Educacin Pblica en Chile?
La respuesta es claramente NO.
La carrera docente que se ofrece no atraer ni mantendr
a los mejores, este proyecto pone bajo sospecha a todo el
profesorado (los que estn y los que vienen).
Necesitamos un SISTEMA que se haga cargo de formar a los mejores en todo el proceso educativo (bsico, medio y
superior), y para ello es necesario generar incentivos (mo-
netarios y no monetarios).
El mismo SISTEMA debe considerar el desempeo de ma-nera holstica, que es lo que los profesores solicitan, en vez
de un sistema de certificacin (cuestin que ninguna otra profesin exige en Chile), pues debemos avanzar a un Siste-
ma de Reconocimiento del Desarrollo Profesional. Esto no
es un simple juego de palabras, se requiere que la carrera
docente considere aspectos colectivos y sociales del traba-
jo docente, incorporando criterios tales como el desarrollo
de innovaciones pedaggicas e investigacin de aula con
condiciones mnimas necesarias para desarrollar el trabajo
educativo (alumnos por aula).
La carrera docente y la desmunicipalizacin son dos ele-
mentos intrnsecamente ligados para desbaratar esta ver-
dadera desgracia nacional que le ha costado al pas mucho
ms que terremotos, inundaciones y erupciones. Sin embar-
go, ya se levantan los incumbentes con sus voces pidiendo
postergar la salida de la educacin pblica de los municipios.
La desmunicipalizacin est comprometida en el programa de
gobierno, es ahora cuando Chile debe volver al sitial que os-
tent en Educacin
Desde nuestro espacio saludamos la batalla que libran nues-
tros maestros y deseamos por los nios de Chile, y por Chile,
que su esfuerzo d los frutos adecuados.
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Erupcin poltica en Chile. Manuel Riesco LarranChile experimenta su mayor erupcin poltica desde los aos ochenta, la que se origina principalmente en la ineficacia de los gobiernos democrticos para corregir las grandes distorsiones y abusos acumulados, aquellos heredados de la dictadura y otros de factura propia. La crisis ha devastado a la derecha, pero ha arrastrando tambin al gobierno de la Presidenta Bachelet y la Nue-va Mayora, que fueron elegidos precisamente para en-mendar rumbos. Los que desde el gobierno y oposicin intentan frenar o diluir las necesarias reformas incurren en la ilusa pretensin que las cosas pudiesen continuar como hasta ahora.
La crisis revent por el lado menos pensado, el de la co-rrupcin poltica en un pas que se preciaba de lo contra-rio. A seis meses de iniciada todava no amaina, a pesar de pasos contundentes, decididos y bien encaminados por parte de la Presidenta, como promover y respaldar las propuestas de democratizacin del financiamiento de la poltica y el funcionamiento de los mercados junto al reforzamiento de la capacidad del Estado para impo-nerlas, e iniciar pronto el proceso constitucional, conte-nidas en el Informe Engel, y el cambio del gabinete.
En medio del fuerte vendaval desatado, no parece con-vincente atribuir demasiada relevancia a los inevitables tropezones del gobierno al llevar a la prctica algunas de estas acciones, sin perjuicio que dificultan an ms las cosas. Lo que si resulta grave, en cambio, es la pre-tensin de frenar los cambios indispensables, en lo que aparecen empeados la recin elegida cpula empresa-rial y algunos tecncratas, medios de comunicacin y opinlogos, y algunos dirigentes y ex dirigentes polticos.
Los primeros intentan aprovechar la fuerte desacelera-cin que sufren todas las economas emergentes. sta ha
sido provocada principalmente por el trmino del denominado superciclo de altos precios de materias primas y la reversin de los flujos de capitales especulativos, que los estimularon en la dcada y media que ha durado la crisis secular de las economas desarrolladas. Todo ello causado extraamente por el inicio, aunque tambaleante, de la recuperacin secular de estas ltimas.
Culpan la desaceleracin de la economa chilena a la incerti-dumbre generada por las reformas y la crisis poltica, con el propsito explcito de frenar aquellas. El Presidente del Banco Central ha llevado la voz cantante al respecto, el flamante Ministro de Hacienda ha retomado la cantinela de austeridad fiscal en tiempos de vacas flacas, mientras su colega de Inte-rior debut hablando contra la mentada retroexcavadora reformista, todo lo cual ha sido celebrado moderadamente por la cpula empresarial, la cual se pone cada vez ms exigente con estos ministros que han tenido la peregrina ocurrencia de invitarlos a cenar en medio de la tormenta.
ndice3Los principales medios de comunicacin y opinlogos se desviven en argumentar en la misma direccin. Algunos ya hablan descaradamente de la renuncia de la Presidenta y pro-ponen su reemplazo por un ex presidente, quien por su parte parece empeado en reproducir en este apartado rincn del planeta el triste papeln que en otras latitudes han ofrecido los revenidos lderes de la llamada tercera va socialdem-crata de los aos 1990.
Hay tambin quienes desde las sombras se empean en agu-dizar las contradicciones, con el propsito inconfesable de provocar una reaccin ciudadana frente a un caos generaliza-do que reavive condiciones para una salida conservadora, hoy completamente inexistentes. Ciertamente, tales maquinacio-nes se aprovechan siempre de los grupos ms inexpertos, fre-nticos o irresponsables, y cuando no aparecen los inventan.
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6 Cuadernos de Educacin
Sin embargo, la experiencia chilena es clarsima respecto que tales maniobras slo logran su propsito reaccionario cuando el ciclo de agitacin ciudadana ya ha empezado a declinar y que, en cambio, cuando dicho ciclo sigue todava un curso ascendente como ocurre en la actualidad, las provocaciones solo lo aceleran.
Cuando los gobiernos se paralizan o retroceden frente a situaciones de gran agitacin ciudadana como la que se vive, las consecuencias son impredecibles y muy negativas. No es necesario recurrir ac a los muchos ejemplos, clsicos y recien-tes, que ilustran esta posibilidad y que los dirigentes polticos ms experimentados y responsables de todos los sectores conocen muy bien.
ndice
Lo que se requiere es precisamente lo contrario, es decir, encauzar la inmensa cantidad de energa que la crisis est liberando hacia la aprobacin de las reformas comprometidas por el programa de gobierno. No retacndolas an ms puesto que son de por si muy moderadas sino, al revs, avanzando todo lo que este impulso popular gigantesco permite realizar ahora, que es muchsimo ms de lo que se consideraba posible hace un par de aos. Al mismo tiempo, es necesario fijar desde ya en la esperanza de la ciudadana un horizonte de nuevas reformas que aborden los problemas que todava quedan pendientes, que son los mayores y ms difciles de resolver, empezando por una Nueva Constitucin.
La que aparece ms clara en esta idea de conducir la crisis hacia su nica solucin progresista posible es la propia Pre-sidenta, quin ha debido superar momentos personales de gran dificultad. Ella podr cohesionar la accin reformadora de la Nueva Mayora, que junto a otros sectores polticos que han venido confluyendo, constituyen la formacin poltica propia y adecuada para conducir el actual ciclo de efervescencia popular.
Los partidarios de pisar el freno representan y buscan repetir precisamente lo que ha provocado la crisis, por lo que mal van a poder resolverla. Al revs, pueden provocar que las cosas se pongan color de hormiga, lo cual no beneficia a nadie. Son un verdadero peligro pblico.
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Curriculum e ideologa. Patricio Gutirrez Donoso y Nadia Rojo Libuy
La discusin sobre la gratuidad de la educacin ha puesto en primer plano la discusin de la educa-cin en nuestro pas; sin embargo, poco hemos discutido sobre la orientacin pedaggica o for-mativa de dicha educacin, porque la profundidad de la discusin sobre educacin (gratuidad, forma-cin y carrera docente, curriculum, etc.), sobre-pasa el mbito netamente corporativo, es decir, no es solamente una cuestin que implique especfi-camente a los profesores o a los estudiantes. De lo que se trata, ms bien, es pensar el proyecto impl-cito de pas que se quiere y que queremos proyec-tar mediante el sistema educativo para todos los ciudadanos de nuestro presente y futuro pas, para lo cual no es menor pensar en el curriculum.
El Sistema Educativo chileno nos plantea un curriculum nacional, que se imparte en el mbito escolar durante los 12 aos que se proyectan como educacin obligatoria. Curriculum que se nos presenta como un programa neutro, ahistrico y objetivo. Sin embargo, necesariamente, cuando hablamos de curriculum estamos hablando de un proyecto educacional que responde a los intereses de los grupos hegemnicos. Es decir, responde a las necesidades de los intereses de grupos domi-nantes.
Educacion Gratuita
A continuacin desarrollaremos unas breves re-flexiones sobre este tema.
La idea fundamental en que se cimienta la progra-macin y la labor del sistema educativo, es decir, la implementacin del curriculum, es el de la imparcialidad y objetividad del sistema educativo
y, por consiguiente, de la escuela como espacio de neutralidad. Esto se basa en la existencia de ciertas condiciones que lograran dar cuenta de este carcter: la creencia en un proceso objetivo de evaluacin; una organizacin formal de la esco-larizacin, especialmente la considerada como obligatoria, en la que todos los alumnos y alumnas tienen las mismas exigencias, los mismos derechos y obligaciones, y ade ms se les ofrece lo mismo; y un folclore de fuerte individualismo que viene a propagar el mensaje siguiente: quien trabaje dura-mente y sea in teligente tendr xito.[1]
Sin embargo, olvidamos en muchas ocasiones, que el sistema edu cativo y, por tanto, las instituciones escolares son una construccin so cial e histrica, sometida a la presin de los grupos e ideologas dominantes, las que al mismo tiempo intentan hacernos partcipes de la idea de la inevitabili-dad, perennidad y ahistoricismo de todo aquello que juega en favor de sus necesidades e intereses educativos. [2] Por tanto, las polticas educativas desarrolladas por los Estados, no pueden ser com-prendidas de manera aislada, descontextualizadas del marco socio-histrico concreto en el que va cobrando significado.
Las relaciones de poder que existen en cada so-ciedad, o los procesos hegemnicos, tie nen una prolongacin directa en el sistema escolar. En el mbito educativo, los distintos poderes van a tratar de imponer su conduccin poltica y moral, y al mismo tiempo alcanzar grados de legitimidad Sin embargo, existen tambin las contradicciones que da a da generan los modelos de relaciones laborales e intercambio, la produccin cultural y
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8 Cuadernos de Educacin
el debate po ltico, las que van a tener algn re-flejo en las instituciones y aulas escolares.[3] Por tal motivo, se estara hablando del desarrollo de dinmicas que se constituyen socialmente, que van configurando el trabajo que se plantea desde el curriculum y se despliega en la sala de clases. En este sentido, Apple, nos declaraba convencido que la educacin no era un espacio neutral, y que por su naturaleza misma, el educador se vea implica-do en un acto poltico, fuera consciente o no de ello.[4]
Esto significaba exponer los aspectos visibles y/o invisibles, de los cuales se nutren los procesos for-mativos: valores ideolgicos, relaciones de clase y de poder social y econmico, en donde los sujetos establecen las relaciones de reproduccin social y, al mismo tiempo, ello tambin implica configu-rar los modos concretos por medio de los cuales estas dinmicas sociales, es decir, los modos por los cuales se organiza la sociedad, hegemonizan el espacio cultural. Por tanto debemos tener presente las prcticas cotidianas concretas, los procesos de formacin y los currculos que se encuentran en ellas.
Estos elementos se revelan de excepcional impor-tancia cuando nos planteamos los problemas que suscitan dentro del mbito curricular, aspectos tales como el curriculum abierto y el curriculum oculto que se ensea en las escuelas, los principios de seleccin y organizacin de ese conocimiento, as como los criterios y modos de evaluacin utili-zados para medir el xito de la enseanza.
En consecuencia- seala Apple- la escuela pro-cesa tanto el conocimiento como a las personas. En esencia, el conocimiento formal e informal se utiliza como un filtro complejo para procesar personas, a menudo por clases; y al mismo tiempo, se ensean diferentes valores y disposiciones a las poblaciones escolares diferentes, frecuentemente tambin por clases (y sexo y raza).[5]
Podramos afirmar que las escuelas crean y recrean formas de conciencia que permiten el manteni-
miento del control social sin que los grupos domi-nantes tengan necesidad de recurrir a mecanismos de coaccin En tal sentido es el espacio, al decir de Gramsci, donde la filosofa de las clases dominan-tes se vuelve sentido comn.
A este respecto surgen una serie de interrogan-tes que nos serviran para comprender de mejor manera el problema del significado de los procesos formativos en las escuelas: cmo puede el cono-cimiento curricular que establece el Estado, como conocimiento, representar las configuraciones ideolgicas de los intereses dominantes de una sociedad? Desde cul espacio poltico las escuelas legitiman tal conocimiento? Este conocimiento se plantea como si fueran verdades incuestionables, o los encargados de llevar a cabo el trabajo docente, es decir los profesores, visualizan el curriculum desarrollado por el Estado como un espacio en disputa, de lucha por la emancipacin humana?
Una posible respuesta a dichas interrogantes, es pensar y reflexionar una prctica pedaggica critica, que reflexione sobre el quehacer educativo, en perspectiva de pensar una educacin para una sociedad democrtica, una educacin que piense una sociedad en la diversidad y no en la perspecti-va de un estado monocultural.
Referencias
[1] Thomas S. Popkewitz, B. Robert Tabachnik y Gary Whelage (2007). EL MITO DE LA REFOR-MA EDUCATIVA. Un estudio de las respuestas de la escuela ante un programa de cambio, Ediciones Pomares, Universidad de Colima, Barcelona.
[2] Torres Santom, Jurjo, Currculum e ideolo-ga en http://www.reproduccionsocial.edusanluis.com.ar/2011/11/el-curriculum-y-la-ideologia.html, consultado junio 2015
[3] Ibid
[4] Apple, Michael, IDEOLOGA Y CURRCULO, Akal, Espaa, 2008
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