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124 JULIO / SEPTIEMBRE 2017 Cuaderno de cultura Fotos: Roberto Inclán Entrevista a Jordi Canal “Poner la historia al servicio de la política es una perversiónJordi Canal Morell es historiador y profesor en la École des hautes études en sciences sociales (EHESS) de París. En 2015 publicó la “Historia mínima de Cataluña” (Turner). “Cuadernos de Pensamiento Político” le ha entrevistado con ocasión de su participación en el curso de verano FAES celebrado en El Escorial.

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Cuaderno de

Cuaderno de cultura

Fotos: Roberto Inclán

Entrevista a Jordi Canal

“Poner la historiaal servicio de la políticaes una perversión”Jordi Canal Morell es historiador yprofesor en la École des hautesétudes en sciences sociales (EHESS)de París. En 2015 publicó la “Historiamínima de Cataluña” (Turner).“Cuadernos de Pensamiento Político”le ha entrevistado con ocasión de suparticipación en el curso de veranoFAES celebrado en El Escorial.

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DESMONTANDO ALTAMIRA / JON JUARISTI

ENTREVISTA POR JORGE DEL PALACIO

P.- En la introducción a su Historia mínimade Cataluña usted dice que la historia en Ca-taluña tiene una dimensión y un peso muyespecial. Cita, incluso, al catedrático GarcíaCárcel según el cual Cataluña es una “socie-dad enferma de pasado”. ¿Puede explicarse lahistoria de Cataluña con normalidad y sinprejuicios? R.- Debería ser posible contarla con norma-

lidad y sin prejuicios. Pero en la realidad lascosas no han sido así. Y el nacionalismo catalántiene buena parte de responsabilidad en ello.Este ha hecho, desde su aparición a finales delsiglo XIX, un uso y abuso permanente de la his-toria en su proceso de nacionalización de la so-ciedad catalana. Aunque pueda afirmarse quetodos los nacionalismos sin excepción recurrena la historia para sustentar sus reivindicaciones,en el caso de Cataluña esta circunstancia llegahasta puntos de significativo delirio, comoponen de manifiesto los intentos de catalanizara Santa Teresa, Cervantes y El Quijote. Lamagna conmemoración institucional, en 2014,del tercer centenario del final de la guerra deSucesión constituye otra buena muestra. Ya en1938 aseguraba Gaziel que las historias de Ca-taluña elaboradas desde 1870 narraban hechosreales, pero los atribuían a una entidad que eraun fantasma, esto es, Cataluña consideradacomo un Estado. Estas historias hacían conver-ger todos los acontecimientos hacia la necesi-

dad apriorística de obtener laplenitud de la nacionalidadcatalana en una forma estatal.En este sentido, por ejemplo,la clásica Història de Catalunyade Ferran Soldevila, publicadaen 1934-1935, no era la histo-ria estricta de unos hechos,sino la de un deseo maravi-lloso urdido con ellos. Este pe-riodista consideraba indispen-sable dejar de contar lo que debió ser y no fue,para intentar explicar lo que fue. Muchas déca-das después, sin embargo, siguen abundando lashistorias a las que se les puede aplicar las críticasde Gaziel.

P.- La Historia es una ciencia social, una dis-ciplina académica a la que se le supone obje-tividad. Sin embargo, también sabemos quepuede convertirse en el campo de batalladonde partidos y regímenes políticos de todoslos signos buscan imponer su narrativa y, conello, legitimar sus posiciones del presente.¿Qué ocurre cuando la Historia, como disci-plina, se pone al servicio de la política?R.- Poner la historia al servicio de la política

es una perversión. Y algo nefasto para el propiooficio de historiador. Ser historiador es un ofi-cio, con sus características propias, sus reglas,sus obligaciones y, evidentemente, sus compro-misos. Como quiera que sea, el compromisocon la historia no debe confundirse, como se

El únicocompromiso del historiador,en tanto quehistoriador, escon la historiabien hecha

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P.- ¿Cómo y a través de qué conceptos claveestructura la historiografía nacionalista cata-lana su visión del pasado?R.- En el relato que para el nacionalismo

catalán han construido los historiadores, desdeel neorromanticismo patriótico conservador deFerran Soldevila al nacional-comunismo ro-mántico de Josep Fontana, sin olvidar a autorescomo Antoni Rovira i Virgili o Jaume Sobre-qués ni los precedentes balaguerianos, Cata-luña constituye una viejísima nación que sedotó pronto, entre la época medieval y la mo-derna, de un Estado, siempre acechado porCastilla-España –el enemigo es algo funda-mental en este relato, que separa el nosotros delos otros– y en vías de convertirse, a finales delsiglo XVII, en un modelo de democracia. El 11de septiembre de 1714 supuso el fin de una na-ción y de un Estado, revivida la primera, la na-ción, en el siglo XIX, con la Renaixença en locultural, y con el catalanismo y el naciona-lismo en lo político; y convertido, el Estado,en los siglos XX y XXI, en una deseada e irre-nunciable aspiración, a corto, medio o largoplazo. Pero, ni Cataluña es una antigua nación,ni fue un Estado, ni menos todavía un modelode democracia en el siglo XVII e inicios de lacenturia siguiente.

P.- ¿Qué papel juegan los mitos?R.- Mito e historia se confundieron en la

historia de Cataluña elaborada desde el sigloXIX. El nacionalismo ayudó a ello, puesto quemientras que la historia era necesaria para fun-damentar el pasado del presente y sus reivin-dicaciones, el mito constituía un instrumentode conciencia y movilización. El mito ha dis-putado su lugar a la historia en el caso de per-

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hizo con frecuencia nefasta enel siglo XX, con los supuestoscompromisos del historiadorcon ideologías, sistemas o uto-pías. El compromiso del histo-riador con su oficio, con la his-toria, no puede identificarseni, menos aún, subordinarse allibre compromiso del ciuda-dano –sea historiador o bienejerza cualquier otra profe-sión– con la sociedad o con elmundo. El único compromisodel historiador, en tanto quehistoriador, es con la historiabien hecha. Ya sabemos que laobjetividad y la imparcialidadtotal no existen, como tampoco existe algo quepodríamos denominar la verdad, a secas y sindiscusión, pero el historiador debe hacer el má-ximo de esfuerzos posibles para alcanzarlas,consciente de que es un imposible en lo abso-luto, pero que la honestidad en su trabajo, ensu oficio, le obliga a ello.

P.- En su libro afirma, así como en otras en-trevistas y conferencias, que usted siempreseñala que el trabajo de Vicens Vives resultócrucial para reexaminar y reescribir la histo-ria de Cataluña en un registro moderno ydesmitificador…R.- El papel de Jaume Vicens Vives resultó

fundamental para la historiografía catalana yespañola en general, en especial sus trabajoscríticos elaborados en las décadas de 1930 y1940. No tanto, en cambio, su Noticia de Ca-taluña, de 1954, que significó una recaída en lavieja tentación romántica.

Ni Cataluña esuna antiguanación, ni fue un Estado, nimenos todavíaun modelo dedemocracia enel siglo XVII einicios de lacenturiasiguiente

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mientras que la historiografía marxista hahecho lo propio con la noción de “clase”. Entanto que ambos enfoques reivindican el pro-tagonismo de sujetos colectivos, ¿ha habidoen la historiografía catalana una confluenciade visiones entre ambas formas de entenderla historia tras la crisis del marxismo de losaños noventa? ¿Podemos hablar de crisis dela historiografía catalana en la actualidad?

R.- La historiografía catalana vivió unaprofundísima crisis a finales de la década de1980 e inicios de la siguiente, que llega hastanuestros días. En las décadas de 1970 y 1980,se llevaron a cabo intentos individuales y co-lectivos para reexaminar a fondo y rescribir lahistoria catalana. Fue una época, que Enric

sonajes –el desdichado Jaime de Urgel, el pa-triota Pau Claris o el mártir Companys–, acon-tecimientos –el Once de Septiembre– o ideasy actitudes, desde el casi democrático pactismohasta la intrínseca modernidad catalana. Paraescribir una historia rigurosa la separación demito e historia resulta imprescindible. No setrata, evidentemente, de eliminarlos. Tienensus funciones. La tarea del historiador esmucho más modesta: separar el mito de la his-toria y poner de manifiesto las perversiones quegenera su confusión. Los mitos no dejan de ser,al fin y al cabo, un objeto de historia. La histo-ria crítica es siempre revisionista.

P.- La historiografía nacionalista pone enel centro de su análisis la idea de “nación”,

“PONER LA HISTORIA AL SERVICIO DE LA POLÍTICA ES UNA PERVERSIÓN” / JORDI CANAL

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toriadores catalanes a abrazar el nacionalismocomo fe o como religión de sustitución, o sim-plemente a retirar parcialmente la pátina mar-xistoide de sus interpretaciones para dejarlas,de nuevo, en lo que siempre fueron, esto es, unsimple radicalismo menestral. El nacional-co-munismo o, como aseguraba Ernest Lluch, elpujol-leninismo, constituyen el resultado deeste proceso. Finalmente, la presión ejercidasobre los historiadores catalanes que se vivióen la primera mitad de los años noventa, conpolémicas públicas frecuentes, pero tambiéncon la amplia circulación de panfletos anóni-mos –en 1993– en los que se denunciaba a loshistoriadores catalanes que estaban “al serviciodel Estado español”, esto es, a Borja de Riquery a Enric Ucelay Da Cal, en primer lugar, se-guidos de Ricardo García Cárcel, Roberto Fer-nández, Josep M. Fradera, Pere Anguera y yomismo, que no era más, por aquel entonces,que un profesor ayudante de una pequeña uni-versidad en proceso de redacción de su tesisdoctoral.

El efecto sobre los aludidos fue enorme y,también, sobre toda la profesión, que no reac-cionó, sin embargo, de manera unánime. Untotal de tres actitudes resultaban entonces po-sibles: “rectificar” e integrarse en el redil nacio-nalista –e incluso ejercer la práctica inquisito-rial con el entusiasmo del converso y recibiendolas pertinentes recompensas–; aislarse, o bien,finalmente, resistir al vendaval y seguir defen-diendo una historia libre y abierta y no domi-nada por las imposiciones del nacionalismo.Desde entonces la historiografía catalana viveuna profunda crisis, que en parte es un reflejode la crisis de la propia Cataluña.

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Ucelay Da Cal bautizó comola del frente-populismo histo-riográfico, en la que las mane-ras de hacer historia fueronrevisadas y se hizo un notorioesfuerzo desmitificador. En al-gunos casos, no obstante, elatributo marxista o compro-metido sustituyó, simple y lla-namente, al nacional o pa-triótico. Desde la últimadécada del siglo pasado, sinembargo, en estrecha relación con las propiasevoluciones de la historiografía catalana y conlas vicisitudes políticas, regresó con fuerza lahistoriografía patriótica. Ello resulta especial-mente evidente, más que en las investigacio-nes sobre temas específicos, en las obras de sín-tesis sobre la historia de Cataluña, en lostextos de divulgación en forma de libro o re-vista, en los textos escolares y, asimismo, en elamplio uso político que del pasado se está ha-ciendo día tras día.

Tres razones me parecen fundamentales ala hora de intentar explicar el cambio derumbo de principios de la década de 1990. Pri-mero: el éxito del proceso renacionalizador pu-jolista y su interés en la historia, lo que generópuestos, encargos, subvenciones y ayudas va-rias. La segunda razón es la crisis y el hundi-miento del marxismo, que lleva a muchos his-

Para escribir una historiarigurosa la separación de mito ehistoria resultaimprescindible

PALABRAS CLAVEHistoria • Historiografía • Cataluña • Estado

• Nación • Mito