Crónica Guerra Hispano Americana en Puerto Rico (Ángel Rivero 1922)

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CRÓNICA DE LA GUERRA HISPANOAMERICANA EN PUERTO RICO POR ÁNGEL RIVERO. CAPITÁN DE ARTILLERÍA ENTRAR

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  • CRNICA DE LA GUERRA HISPANOAMERICANAEN

    PUERTO RICO

    POR NGEL RIVERO. CAPITN DE ARTILLERAENTRAR

  • INDICE

    LAME

    PORTADA

    PROLOGO DEL EXCMO. SR. D. ANTONIO MAURA

    DEDICATORIA

    PROLOGO DEL AUTOR

    CAPITULO PRIMERO. Donde el autor relata su intervencin en la guerra hispanoamericana y explica

    su vuelta a la vida civil.

    CAP. II. Origen de la guerra.

    CAP. III. Cmo surgi la idea de traer la guerra a Puerto Rico.

    CAP. IV. "The New York Herald" en Puerto Rico.

    CAP. V. Preparacin de la Guerra en Puerto Rico.

    CAP. VI. Estado militar de Puerto Rico al declararse la guerra.

    CAP. VII. Plaza de San Juan y sus defensas.

    CAP. VIII. Comienza la Guerra en Puerto Rico.

    CAP. IX. La Cruz Roja en Puerto Rico.

    CAP. X. La guerra por el mar.

    CAP. XI. Viaje de la Escuadra espaola al mando del almirante Cervera.

    CAP. XII. El bloqueo de San Juan.

    CAP. XIII. Contina el bloqueo.

    CAP. XIV. Planes generales de guerra contra Puerto Rico.

    CAP. XV. Expedicin del general Miles.

    CAP. XVI. Expedicin del general Wilson.

    CAP. XVII. La marcha hacia la cordillera.

    CAP. XVIII. Sigue el avance del general Wilson.

  • CAP. XIX. Expedicin del Mayor general Brooke.

    CAP. XX. Operaciones de la brigada Schwan.

    CAP. XXI. Operaciones del general Henry.

    CAP. XXII. Sucesos de Fajardo.

    CAP. XXIII. Fin de la guerra.

    CAP. XXIV. Despus del armisticio.- La comisin conjunta.- Entrega

    progresiva de la Isla.- Repatriacin de las tropas espaolas.

    CAP. XXV. Ultimos momentos de la soberana espaola en Puerto Rico.

    CAP. XXVI. Adis a la bandera.

    CAP. XXVII. Partidas de bandoleros que infectaron la Isla.

    CAP. XXVIII. Algunos portorriqueos que auxiliaron, durante la guerra, al

    ejrcito americano.

    CAP. XXIX. Servicios especiales.

    CAP. XXX. Resea histrica del servicio militar en Puerto Rico.

    CAP. XXXI. El Instituto de Voluntarios.

    CAP. XXXII. Examen crtico de los diversos planes de guerra relativos a

    Puerto Rico.

    CAP. XXXIII. Juicio crtico de la campaa de Puerto Rico.

    CAP. XXXIV. Hombres que dirigieron la guerra en Puerto Rico.

    CAP. XXXV. Miscelnea.

    EPILOGO

    APENDICES

  • PRLOGO DEL EXCMO. SR. DON ANTONIO MAURA

  • Transcripcin del Editor:

    Declara el Sr. Rivero Mndez que al esclarecimiento histrico de los sucesos tratados en estelibro, agreg el designio de extirpar radicalmente aquella calumnia que se utiliz un da como gritode combate: Remember the Maine!

    Ha de conseguirlo sin duda porque le asiste plena razn. Mas con solo emprenderlo acreditaun vivo amor la justicia, que es patria comn de las almas bien nacidas, y una fidelidad nobilsimaa su propio solar nativo, donde harto han sabido prosperar las adversidades, pero donde no se crala deslealtad.

    Madrid Dic. 1922. Firma y rbrica: Antonio Maura

    INDICE

  • DEDICATORIA

    Dedico este libro de guerra al Cuerpo de Artillera del Ejrcito Espaol, como unhomenaje de cario y justicia.

    EL AUTOR

    U. S. S. TERROR, 2 nd, Rate At sea, Lat. 19- 8- W., Long. 67- 54- W. May 13 th, 1898.

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    When the Terror came out, at 8.45, the batteries pitched shell after her, quite rapidlyout, as far as about 6,000 yards.

    Cuando el Terror se retir de la lnea de fuego, a las 8.45, las bateras lanzaron,proyectil tras proyectil, detrs de l, rpidamente, hasta la distancia de 6.000 yardas.

    NICOLL LUDON CAPTAIN, U. S. N. COMMANDING.

    Aun cuando el enemigo estaba muy distante, todas las bateras de la plaza, pororden del general Ortega, dispararon una a una sus piezas, y pudieron verse losproyectiles levantando columnas de agua; y, al mismo tiempo, todas las banderas fueronaferradas a los topes y las cornetas tocaron alto el fuego !

    ( Crnica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico.)

    INDICE

  • PRLOGO DEL AUTOR La guerra, de los Estados Unidos con Espaafue breve. Sus resultados fueron muy grandes,sorprendentes y de importancia mundial.

    La historia de esta guerra, en su msamplio y verdadero sentido, no podr ser escritahasta que pasen muchos aos, porque hastaentonces ser imposible reunir todo el materialnecesario, ni tampoco obtener la exacta perspec-tiva y proporcin, que solamente la distanciapuede dar.

    (Henry Cabot Lodge ( 1 ), The war withSpain, 1899.)

    A GUERRA hispanoamericana seala una poca memorable para Espaa,los Estados Unidos y Puerto Rico. Como resultado de ella, la bandera queColn y sus compaeros pasearan por el Nuevo Mundo se ocult, como seoculta un sol de oro, tras los celajes de Occidente.

    La jornada gloriosa que comenzara el 19 de noviembre de 1493,cuando las naves espaolas abordaron las costas vrgenes de esta isla, tuvo su eplogodoloroso el 18 de octubre de 1898, a mitad de ese da, cuando en los castillos y palaciosde San Juan flot, con arrogancias de vencedor, el pabelln estrellado de la UninAmericana.

    Para Puerto Rico la campaa que narramos representa un cambio de soberana,una nueva ruta a seguir, un nuevo horizonte que explorar, un fardo tremendo de deberesy responsabilidades.

    La guerra con Espaa marca, para los Estados Unidos, el nacimiento de su polticaimperialista: Filipinas, Puerto Rico, pueblos de alta civilizacin y refinada cultura, aquienes proteger, guiar y entender; otras razas, otras costumbres, otros conceptos de la

    1.- Senador el ao 1898.

  • vida que estudiar con amor y con inters.

    En cuanto al arte militar y al de la guerra, esta campaa es un conjunto desaludables enseanzas. Americanos y espaoles tienen mucho que aprender y muchoque olvidar desde aquel ao memorable.

    Los grandes buques de acerados blindajes, recias torres y largos caones deretrocarga eran, por entonces, una interrogacin. Destroyers y torpederos, los torpedosmismos y las minas, un nuevo problema a resolver.

    Desde el 21 de octubre de 1805, en que Nelson pag con su vida la victoria deTrafalgar, caoneando a tiro de pichn las naves de tres puentes de Gravina, muy pocohaban adelantado los marinos de las potencias navales hasta que en la guerraamericana, de Norte contra Sur, brill el primer destello de los modernos blindados y delas piezas de gran calibre. Aquel famoso Monitor construido por John Ericsson, y que, enla maana del 9 de marzo de 1862, en la baha de Hampton Roads, bati en brecha consus macizos proyectiles de once pulgadas al Merrimac, orgullo de los sudistas, fue elprecursor de los mismos monitores que bombardearon a San Juan el 12 de mayo de1898 y de los caones rayados de 13 pulgadas con que el acorazado Indiana turb la pazde estas playas en aquella madrugada.

    Espaa posea tres destroyers, ingenios de guerra verdaderamente formidablesque, psimamente utilizados entonces, pusieron a raya, aos despus, manejados poringleses y americanos, a los submarinos, la ms legtima y fundada esperanza del puebloalemn.

    A partir del bombardeo de Alexandra por los blindados ingleses con sus caonesArmstrong, nada serio se haba intentado por mar ni en Europa ni en Amrica. La bruscaacometida del Almirante Sampson, el 12 de mayo, fue el primer ataque serio a una plazapor buques modernos y con armamentos modernos. Los acorazados que bombardearona Santiago de Cuba poco despus, y a los Dardanelos ms tarde, indudablemente queutilizaron en su obra de destruccin lecciones aprendidas frente a los castillos del Morro yde San Cristbal.

    Acorazados, destroyers, torpederos, minas y torpedos; fusiles de largo alcance contrayectoria casi rectilnea y con mecanismo de repeticin y plvora sin humo; as como loscaones, obuses y morteros rayados, de retrocarga y de grandes calibres, fueron mqui-nas de guerra que debutaron el 12 de mayo de 1898.

    El arte militar, y sobre todo el de la guerra, encontraron nuevos problemas queestudiar y resolver. Las tropas invasoras del Generalsimo Miles, armadas de Springfieldscon plvora negra, no podan medirse con los soldados espaoles que manejabanMuser de repeticin, a cinco tiros, con plvora sin humo; fue preciso cambiar el fusil enplena campaa. Otro aspecto interesante fue el de que combatieron frente a frente tropasregulares, profesionales, espaolas, muchas de ellas fogueadas en la guerra de Cuba,contra voluntarios bisoos de Ilinois, Ohio, Pensylvania y Massachussets.

    La moderna ambulancia con su cortejo de nurses, mdicos, enfermeros, mtodos ymaterial moderno para la cura de heridos; y la misma respetada Cruz Roja, que prest

  • tan sealados servicios, fueron novedades, fin de siglo, que tambin hicieron su debut enaquella guerra.

    Esta breve campaa de 1898, de diecinueve das, es un modelo de guerra culta,moderna y humanitaria. La invasin de Miles revisti todos los caracteres de un paseotriunfal, debido a su poltica de guerra sabia y humanitaria; se respetaron las costumbres,leyes y religin de los nativos; se mantuvo en toda su fuerza el brazo de la autoridad civil,a pesar del estado de guerra; no se utiliz el abusivo sistema de requisas, sino que todoera pagado, incluso el terreno donde levantaban sus tiendas, a precio de oro.

    Su proclama, sabiamente urdida y hbilmente circulada, despert en todo el pasanhelos de libertad y progreso que encendieron los corazones de los ms tmidoscampesinos. Lugo Via, Carbonell, Mateo Fajardo, Nadal, Luzunaris y otros pocos, pene-traban a un tiempo mismo en los pueblos y en el corazn de sus habitantes comoprecursores de un ejrcito que bata marcha de honor ante las damas, besaba y repartacandies a los nios. Soldados que se batan y hacan jornadas de treinta millas bajo unsol de fuego del mes de julio, y luego, en Hormigueros, de rodillas ante el padre Antonio,rezaban a la misma Virgen de la Monserrate, tan venerada por todo el Oeste de la Isla.

    Esta poltica de la guerra; esta cultura militar; el hombre detrs del can theman behind the gun y los numerosos sacos de oro acuado que trajeran Miles, Brookey Wilson, allanaron su camino, limpindolo de obstculos. El capitn Vernou, poniendoflores en Yauco sobre la tumba de un soldado espaol muerto en el combate de Gunica,recordaba hazaas quijotescas de la andante caballera, muy del gusto de los porto-rriqueos, descendientes de aquellos caballeros andantes conquistadores de Indias. Loshechos enumerados fueron factores que contribuyeron a inclinar la balanza del lado deWashington.

    Es recia y difcil la obra que aspiro a realizar; he puesto en ella todo mi buen deseo,y, adems, cuanto pude aprender en las escuelas militares de San Juan, de Toledo y deSegovia, durante mis ocho aos de estudios profesionales.

    Desde que me hice cargo de las bateras y fuerte de San Cristbal, abr un diariode guerra, gnesis de este libro, donde hora por hora y da por da anot cuanto mepareci de inters para los futuros lectores. Ms tarde, el general Ortega me proporciondocumentos de gran valor, por su autenticidad indiscutible y asuntos en ellosconsignados.

    En Washington, en las Secretaras de Guerra y Marina, mi modesta labor encontramigos benvolos; el mismo actual secretario de la Guerra acaba de dispensarmefavores que agradezco vivamente.

    Un artista de valer, que fue antes soldado de valor distinguido, Rafael Colorado,abandon todo por venir a mi auxilio; durante muchos das seguimos paso a paso lashuellas, aun imborradas, de los soldados espaoles y americanos. Subimos al Guaman yal Asomante; bajamos al Guasio y al Puente de Silva, y, en todos estos sitiosmemorables, campos, ros, montaas y pueblos fueron capturados por el lente parallevarlos a mi libro. Sin la ayuda de Colorado, esta Crnica de la Guerra Hispano-Americana sera un libro spero, opaco; l lo torn lcido, transparente, casi vivo. Gracias

  • debo a este gentil artista que aun palpa sobre su epidermis de amateur y sportsman lascicatrices que labraron, en 1898, los arreos militares.

    Mario Brau, el mago del pincel y del lpiz, tambin puso su mano con inteligencia ycon cario en esta crnica. Tales favores ni se pagan ni se olvidan.

    El pueblo, en general, colabor conscientemente a mi obra con sus informes, condocumentos y con juiciosas advertencias. Yo afirmo haber escrito slo lo que vi o escu-ch, y tambin lo que me consta por documentos autnticos o declaraciones probadas detestigos presenciales, de honorabilidad intachable. Este libro no es una Historia; susdetalles y el hecho de haber tomado parte su autor en los sucesos que narra, loconvierten en Crnica.

    Veintitrs aos de reposo han templado y casi destruido mis juveniles arrestos. Nosiento resquemores ni aspiro a levantar ronchas; relato hechos cuyos actores, muchos deellos, aun viven en Puerto Rico o fuera de la isla. Si alguien, al recorrer estas pginas, sesiente mortificado, no me culpe; medite acerca de sus actuaciones en el ao 1898, y,entonces, juzgando su conducta y mi labor de cronista, llegar a la conclusin de que laverdad es lo que es y nada ms. Ruin accin es la de mentir, y mentir sera desvirtuarhechos para satisfacer conveniencias o amistades personales.

    Detrs de cada hecho, detrs de cada afirmacin, queda en mi archivo una carta,una declaracin jurada, un report oficial; y, a veces, un simple papelito firmado con lpiz,pero con letra tan clara y legible, que su autor puede ser fcilmente identificado. Muchascosas ntimas que tengo anotadas no salen a luz; este es un libro de guerra, de re militarey no un padrn de escndalo ni una gacetilla para solaz de curiosos o desocupados.

    Dios pagar el buen deseo de todos aquellos que, despus de leer este Prlogo,avancen con nimo sereno por los captulos de un libro donde se narran actos heroicos,otros de caballerosas gallardas y no pocas flaquezas de hombres que en aquellostiempos colocaron su honor por debajo de sus conveniencias.

    Villa Manuela, marzo - abril de 1921, ANGEL RIVERO MENDEZ

  • INDICE

    S. M. la Reina Regente y el prncipe Don Alfonso alestallar la guerra hispanoamericana.

  • CAPITULO PRIMERODONDE EL AUTOR RELATA SU INTERVENCIN EN LA GUERRAHISPANOAMERICANA Y EXPLICA SU VUELTA A LA VIDA CIVIL

    L da 1. de marzo de 1898, el capitn general de Puerto Rico, donManuel Macas me indult del arresto que estaba sufriendo en elcastillo del Morro de orden del general Ortega, gobernador de la plaza-mi buen amigo ms tarde-, por intervenir en asuntos polticos, a pesarde encontrarme en situacin de supernumerario sin sueldo desde dosaos antes, desempeando una ctedra en el Instituto Civil de SegundaEnseanza.

    Como era reglamentario, tuve que presentarme a su excelencia,quien me trat con afabilidad, asegurndome que aquel arresto nosera anotado en mi hoja de servicios, lo que comunic ms tarde, de

    oficio, al Jefe de artillera, y aadi:

    - Usted me ha cursado instancia solicitando anticipo a la licencia absoluta que tienepedida a Su Majestad; quiero decirle, en reserva, que desde el desgraciado accidente delMaine la guerra con los Estados Unidos es inevitable; quiere usted seguir en el Ejercitohasta que la guerra termine?

    - Un oficial no abandona el uniforme cuando hay probabilidades de guerra;disponga usted de m- le contest.

    Hizo venir al coronel Cam, su jefe de Estado Mayor, y le orden mi vuelta alservicio activo, destinado a mandar la tercera compaa del dozavo batalln de artillera,lo que aparejaba, adems, el gobierno del castillo de San Cristbal y la jefatura de todassus bateras interiores y exteriores.

    - Si la guerra viene, que s vendr -continu el general-, a usted, que esportorriqueo, le cabr el honor de contribuir a la defensa de la plaza si el enemigodesembarca, toda vez que San Cristbal y sus bateras exteriores son las nicas obras

  • artilladas que pueden batir con sus fuegos los aproches. Encrguese del castillo ycomience a cargar, seguidamente, todos los proyectiles de sus piezas.

    Y de esta manera sal de una bveda del Morro, donde pas quince das bajo lacariosa vigilancia del capitn Jos Antonio Iriarte, hoy coronel del cuerpo, para entrar enel vetusto castillo de San Cristbal, centinela avanzado de San Juan por mar y tierra.Dentro de aquellos muros y sobre aquellos elevados parapetos permanec siete meses ydiez y ocho das: todo el tiempo que dur el estado de guerra, o sea desde el 1. demarzo hasta las diez y media de la maana del da 18 de octubre, cuando entr en elcastillo, al frente de su batera, batiendo marcha los clarines, el capitn de artillera de losEstados Unidos, H. A. Reed (hoy general y casado con una noble dama portorriquea),quien formando sus fuerzas junto a las mas y previo el saludo militar me pidi las llavesdel castillo, poniendo en mis manos la orden de entrega. Cumplimentando esa orden leentregu las llaves (que l conserva en un cuadro primoroso), las bateras, los repuestosde municiones y todos los juegos de armas y accesorios. Formadas de nuevo ambasfuerzas y a la voz de Firmes! nos saludamos con los sables; di la voz de marcha, y alfrente de mis doscientos artilleros, y al son de sus cornetas que parecan gemir, baj lasrampas de San Cristbal, donde no he vuelto a entrar.

    * * *

    Al embarcarse las ltimas fuerzas espaolas, volv a quedar en la situacin desupernumerario sin sueldo, por orden del general Macas, fecha 15 de octubre y enespera de que se me concediese, como tena solicitado, mi licencia absoluta; pero fuinombrado por el general Ricardo Ortega, con anuencia del general Brooke, desde el 16de aquel mes, para efectuar la entrega, en detalles, de la plaza, cuarteles, parques ytodos los edificios militares.

    El teniente coronel de artillera Rockwell haba recibido del general Brooke comi-sin idntica para el recibo, y de esta manera, y por azar de la suerte, fui, inme-recidamente, el ltimo gobernador de la plaza espaola de San Juan de Puerto Rico:cuarenta y ocho horas dur mi mando. Triste honor para un soldado!

    El general Ortega con el dozavo batalln de artillera de Plaza y alguna fuerza ms,se acuartel desde el 16 en el Arsenal, la Marina iz all su bandera, y aquel edificio fuedeclarado tierra espaola por el general Brooke hasta el da 22 del mismo mes.

    Ha sido un error afirmar y escribir en peridicos y libros que el general Ortegaasisti a Santa Catalina a las doce del da 18 de octubre, y que hizo all entrega de laplaza. No hubo entrega ni hubo banderas arriadas.

    Dos das antes, al firmarse las actas por los Comisionados, se consider el acto co-mo una implcita entrega de la plaza, toda vez que ni el general Ortega era hombre capazde realizar actos dolorosos a que no estaba obligado, ni los generales americanos, caba-lleros intachables, pensaron jams en exigirlo.

    El teniente coronel Rockwell y el autor de este libro, a las doce menos cuarto delda 18 de octubre de 1898, salimos del Parque de artillera, ambos de uniforme, y bajandopor la calle de la Cruz nos situamos en la plaza Alfonso XII, frente a la Intendencia; all

  • tuvo lugar la ceremonia de izar la bandera de los Estados Unidos, y solamente llevamosnuestras manos a las gorras cuando son el himno de Washington, mientras la tropa, allformada, haca los honores reglamentarios

    Por ms de sesenta das acompa al teniente coronel Rockwell y muchas vecesal capitn Reed, por castillos, fosos, almacenes y galeras de minas.

  • Una maana me dijo l primero:

    - Capitn, yo creo que sus servicios seran muy convenientes a mi Gobierno; mepermitira usted recomendar a Washington que le mantengan en su empleo?

    Coronel -le contest-, estas bombas que llevo al cuello son an bombas espaolas.

    Qu respondera usted si alguien le propusiese cosa igual?

    - Perdone, capitn; en mi deseo de serle til, he cometido una ligereza; pero saceptar que yo le pague su trabajo: cunto le paga a usted el Gobierno espaol?

    - Nada; estoy en situacin de supernumerario sin sueldo.

    - No admito que nadie trabaje sin que le paguen su trabajo; yo me ocupar de eso.

    - Gracias, coronel; las leyes militares me prohiben aceptar su oferta. El tenientecoronel Rockwell no insisti, y en adelante fuimos amigos cordiales; era un brillante jefe,conocedor profundo de la ciencia de la artillera y de sus ltimos adelantos; un correctocaballero y de ilustracin poco comn. Sin embargo, lo encontr algo pueril cuando,frecuentemente, me preguntaba acerca de cisternas con aguas envenenadas o por minascargadas y a punto de estallar

    * * *

    El 17 de octubre, veinticuatro horas antes de cesar la soberana espaola enPuerto Rico, present mi renuncia de catedrtico, lo que me fue concedido segn acreditael siguiente documento:

  • A fines de enero de 1899 recib un cable, firmado por el coronel de ingenieros JosLaguna, mi padrino, que deca as:

    Detenida instancia, regrese primer vapor; tendr buen destino.- Laguna.

  • Aunque agradeciendo la oferta, reiter por cable mi renuncia; algunos meses mstarde, D. Rafael Prez Garca, encargado interino de los asuntos de Espaa en PuertoRico, me entreg este documento:

    Por la secretara del Ministerio de Estado se dice a esta Delegacin con fecha 21 de abrilltimo, lo que sigue: En vista de la instancia que curs a este Ministerio el capitn deartillera, en situacin de supernumerario sin sueldo en Puerto Rico, D. Angel RiveroMndez, solicitando licencia absoluta, el Rey (q. D. g.), y en su nombre la Reina regente delReino, ha tenido a bien acceder a la peticin del interesado. De Real orden comunicada por elMinisterio de Estado, lo traslado a usa a fin de que lo haga llegar a noticias del capitnRivero.- Y en cumplimiento de lo ordenado en la preinserta Real orden, lo comunico a ustedpara su conocimiento y como resultado de su instancia.

    Despus de veinte aos de uniforme volv a la vida civil, hice registrar mi ttulo deingeniero industrial, y colgando el uniforme, armas, cruces y hasta la americana paraestar ms expedito al trabajo, fund la fbrica Polo Norte, que aun vive vida robustamerced a sus muchos amigos y clientes.

    * * *

    Cierta maana, mi excelente amigo Manolo Camuas (que est vivo y ojal sea pormuchos aos), vino a buscarme de parte de Luis Muoz Rivera. Juntos subimos a sudespacho, y el jefe del Gobierno Insular habl as:

    - Rivero, deseo formar una Polica Insular que sea garanta absoluta de paz yorden, que est alejada de la poltica totalmente y revista cierto carcter militar quemantenga su disciplina. Quiere usted organizara y aceptar el mando?

    - Amigo Muoz -le contest-, me comprometo a organizar ese Cuerpo y aentregrselo a usted a punto de llenar su misin; pero siento decirle que no puedoaceptar el cargo que me ofrece. Comenc mis trabajos, busqu a Urrutia, a Janer y aCarlos Aguado, antiguos oficiales del Ejrcito espaol; llam a Molina, del Ejrcitocubano, y tambin a varios jvenes paisanos. Otro da Muoz me pas nuevo aviso.

    - No siga su trabajo -me dijo-, tratan de imponerme por jefe de la Polica a unsoldado alemn. Estoy cansado y deseo irme; guarde sus papeles por si algn da puedollamarle nuevamente en nombre de mi pas.

  • Mucho tiempo despus recib una carta, que conservo, del general Reed; meofreca, a nombre del gobernador, el puesto de jefe de la Polica, dndome cuatro horaspara contestarle. Un minuto me bast para agradecer y declinar la oferta. Ms tarde, elsabio comisionado de educacin, Brumbaugh, me nombr profesor de la High School,para las asignaturas de Fsica y Qumica; le di las gracias y renunci.

    - Deme un hombre -me dijo-; y yo le llev a Pepe Janer, un ilustre portorriqueo,salido de cepa de sabios educadores y altsimos caballeros.

    Y segu, como Peary, aunque en modestsima esfera, en la ardua tarea deconquistar el Polo Norte. No se achaque a vanagloria si consigno que el voluntarioabandono de mi carrera militar, despus de veinte aos de servicios, sin una tacha en miexpediente y cuando luca en las bocamangas las tres estrellas doradas de capitn, tuvopor nico objeto el poder seguir la suerte de mi pas; nacido en los campos de TrujilloBajo, rame imposible vivir el resto de mi vida lejos de la vieja ermita donde deca sumisa diaria el bondadoso padre Mariano.

    * * *

    Para la noble Espaa, para su Ejrcito y, sobre todo, para sus artilleros, para losespaoles todos, conservo un gran amor, una eterna gratitud. Afirmo mi origen y estoyalegre, muy alegre!, de que por mis venas corra sangre de espaoles. Juan Rivero yRosa Mndez nacieron ambos en Las Palmas de la Gran Canaria

    * * *

    El ao 1913 estuve en Segovia, visit el Alczar y la Academia de artillera, y al veren su claustro una larga fila de cuadros me acerqu y pude leer: Angel Rivero Mndez.Era mi nombre como teniente de artillera, entre todos los de mi promocin. Cuando elcoronel Acha, en Madrid, al visitar yo el Centro Electroctcnico, me ofreci un comps deprecisin, grabados en l mi nombre y la fecha de aquel da; y cuando en la fbrica deGranada el comandante Garrido, artillero de fama mundial, me obsequiaba con dosbastones construidos con un explosivo poderoso; cuando Acha, Iriarte, Arespacochaga,Anca, Snchez Apellniz, Snchez de Castilla, Alonso, Caturla, Castaos, Laguna ymuchos militares ms que fueron compaeros de armas, apretaron mis manos con elcario de antiguos camaradas..., experiment inolvidables y dulces emociones.

    * * *

    Veintids aos llevo dentro de la vida civil; viejo estoy, mas cuando veo pasar pormi lado a esos jvenes, gallardos, triunfadores en la lucha por la vida, y hoy pilares de lapatria, que se llaman Coll y Cuch, Soto Gras, Martn Travieso, los tres hermanos Ferrer,Martnez Alvarez, Carballeira, doctor Matanzo, Guerra, Marxuach, Carlos Urrutia, AlvaroPadial, Veve, Bentez Flores, Martnez Dvila y muchos ms, siento apuntar brotes deorgullo, recordando que fui profesor de estos muchachos en el Instituto Provincial deSegunda Enseanza de San Juan.

  • INDICE

  • CAPITULO IIORIGEN DE LA GUERRA

    VOLADURA DEL MAINE - DECLARACION DE GUERRA - EL PRIMER CAONAZO.

    L COMENZAR el ao 1898 eran muy tirantes las relaciones entre losGobiernos de Washington y Madrid; la Prensa, tanto la espaola comola norteamericana, no cesaba de arrojar lea al fuego. El Gobiernoamericano dispuso que el crucero protegido Maine hiciera una visitaamistosa al puerto de la Habana. El Sr. Sagasta correspondi alagasajo enviando al Vizcaya, comandante Eulate, al puerto de NuevaYork, donde fonde el 18 de febrero, y el 25 sali para la Habana.

    Ese mismo da, del mes de enero, fondeaba el Maine en este puerto, y, amarrado ala boya nmero 4, salud a la plaza con sus caones. La batera de salvas devolvi, actoseguido, el saludo.

    Era el Maine un crucero protegido de segunda clase, con faja blindada, de 6.050toneladas, y un andar de 17 millas y media; montaba cuatro caones de 10 pulgadas endos torres acorazadas; seis, de seis pulgadas; ocho, de una, y muchas piezas mas de tirorpido. Fue construido, en 1895, en el Arsenal de Nueva York, y su tripulacin secompona de 26 oficiales y 354 clases y marinera. Mandaba este buque el capitn C. D.Sigsbee.

    El 15 de febrero, a las nueve y cuarenta de la noche, una terrible explosin,seguida de otra menos intensa, destruy completamente toda la proa del crucero, que sehundi de aquella parte, hasta tocar fondo, en 11 brazas de agua. La explosin, que seoy en toda la Habana y su puerto, caus la muerte de dos oficiales y 258 hombres de latripulacin ( 1 ). Los supervivientes fueron recogidos por los botes del Alfonso XIII yCiudad de Pars, que estaban fondeados en paraje cercano. Los heridos fueron curadosen los hospitales de la ciudad, y autoridades y pueblo rivalizaron en exteriorizar suprofundo sentimiento por tan tremendo desastre. El 17 tuvo lugar el solemne entierro de15 cadveres, que fueron extrados de la baha, resultando un acto imponente, por lagran multitud que acompa al cortejo fnebre hasta el cementerio de Coln. La Reina

    1.- Despus murieron ocho heridos, elevndose a 266 el nmero de las vctimas de la explosin.- N. del A.

  • Regente y el general Blanco, gobernador de Cuba, telegrafiaron su psame al presidenteMac-Kinley.

    En las primeras horas nadie pens que aquel desastre pudiera ser resultado de uncriminal complot, y s slo un fatal accidente. El Gobierno americano nombr, en 21 defebrero, una comisin, para investigar el caso, compuesta de cuatro miembros, ypresidida por uno de ellos, el capitn William T. Sampson. El general Blanco hizo lopropio.

    Mr. William Mac-Kinley.

    Los comisionados americanos permanecieron diez y ocho das en el puerto de laHabana, a bordo del Mangrove y cinco ms en Key West, alojados en el Iowa. Estosperitos, de comn acuerdo, declararon, despus de largas consideraciones: Que elMaine fue destruido por la explosin de una mina submarina, la cual caus las parcialesde dos o ms paoles del buque.

    Los comisionados espaoles produjeron un luminoso informe, que fue ledo mastarde en el Congreso de Madrid, demostrando que: La explosin fue interior, y produ-cida, ya por la caldereta de la dnamo, ya por combustin espontnea del algodn-plvora, con que se cargan los torpedos. Peritos imparciales, como el vicealmirantenorteamericano Erven y el capitn Buckill, combatieron, por absurda, la opinin de lasupuesta mina.

  • La Prensa europea y sudamericana clamaron en igual sentido, y el Gobierno deMadrid no tuvo respuesta a un cable en que propona al de Washington someter el caso aun arbitraje internacional. Ms tarde, en Pars, cuando se firmaba el Tratado de Paz, yaos despus en la Habana, al sacarse los restos del Maine, el Gobierno espaol insistien igual sentido, viendo siempre desairados sus esfuerzo.

    D. Prxedes Mateo Sagasta, Presidente del Gobierno Espaol.

    Pero es preciso consignar que el Maine vol, como vuelan cada ao en Europa yAmrica ms de 20 almacenes de dinamita y de plvora; como volaron, en Miraflores ( 2 ), numerosas cajas de plvora, por descuido de los hombres o por reacciones qumicas,desconocidas, entre los componentes de los modernos explosivos.

    He ledo luminosos artculos de marinos norteamericanos, y todos refutan el que laexplosin del Maine fuese exterior. Todos convienen en que el algodn-plvora, carga delos torpedos, se descompone en climas calientes, despidiendo gases capaces decombustin espontnea. As, y por eso, vol, en un puerto del Japn, el famoso acora-zado Mikasa.

    2.- Polvorn en San Juan, Puerto Rico.- N. del A.

  • El vicealmirante americano Mr. George W. Melville, ingeniero jefe de la Armada,public en la revista North American Review enero 29 de 1902, una larga carta,analizando cientficamente el desastre del Maine, y, al terminar, sienta la conclusin,lgicamente deducida, de que la explosin fue interior; anota la clase de minas y torpedosque usaron los espaoles durante la guerra, y seala el caso de Santiago de Cuba,donde, despus de la rendicin, al levantarse los torpedos, se vio que eran inofensivos;unos, por la mala calidad de sus explosivos, y otros, porque estaban mojados por el aguafiltrada. No haba en toda la isla de Cuba torpedo ni mina bastante eficaz para volar,totalmente, un buque amarrado, como el Maine, a la boya nmero 4, y que, adems, sehiciese la operacin de manera tan oculta, que nadie pudiese verla, sobre todo loscubanos, enemigos de Espaa.

    Firma del ultimtum a Espaa por el presidente Mac-Kinley.

    El ilustre marino termin su carta con estas palabras: Tenemos hoy una opininms elevada del carcter y la virilidad del soldado espaol. El valor del almirante Cervera,de sus oficiales y tripulaciones, al salir a una inevitable derrota, en un supremo esfuerzopara sostener el honor de su bandera, nos prueba, fuera de toda duda, que tales hombresno son capaces de haber cometido el crimen que tan gratuitamente se les ha achacado.Durante toda la guerra han demostrado los espaoles que saben morir como debenhacerlo los soldados, y hombres como stos no sancionaran, y mucho menos tomaranparte en acto alguno indigno de militares que saben combatir con valor y morir conhonor.

    Y aunque el Gobierno de Wshington se mantuvo en gran reserva, sin sostener ninegar el informe de sus comisionados, no cabe duda que el desgraciado accidente delMaine precipit la declaracin de guerra.

    Remember the Maine! fue el grito de guerra americano, y bajo la presin delpueblo y de la Prensa, el Congreso aprob aquella clebre Resolucin conjunta, que era,y as fue tomada en Madrid, una declaracin de guerra.

    He aqu el texto de dicho documento:

  • Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido en Cuba durante lostres ltimos aos, en isla tan prxima a nuestro territorio, ha herido el sentido moral delpueblo de los Estados Unidos; ha sido un desdoro para la civilizacin cristiana, y ha llegado asu perodo crtico con la destruccin de un barco de guerra norteamericano y con la muertede 266 de entre sus oficiales y tripulantes, cuando el buque visitaba amistosamente el puertode la Habana:

    Considerando que tal estado de cosas no puede ser tolerado por ms tiempo, segnmanifest ya el Presidente de los Estados Unidos, en mensaje que envi el 11 de abril alCongreso, invitando a ste a que adopte resoluciones;

    El Senado y la Cmara de Representantes, reunidas en Congreso, acuerdan:

    Primero. Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente; Segundo. Que es deber de los Estados Unidos exigir, y por la presente su Gobierno exige,que el Gobierno espaol renuncie, inmediatamente, a su autoridad y gobierno en Cuba, yretire sus fuerzas, terrestres y navales, de las tierras y mares de la isla; Tercero. Que se autoriza al Presidente de los Estados, y se le encarga y ordena, que utilicetodas las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos, y llame al servicio activo lasmilicias de los distintos Estados de la Unin, en el nmero que sea necesario, para llevar aefecto estos acuerdos; Y cuarto. Que los Estados Unidos, por la presente, niegan que tengan ningn deseo niintencin de ejercer jurisdiccin ni soberana, ni de intervenir en el gobierno de Cuba, si no espara su pacificacin, y afirman su propsito de dejar el dominio y gobierno de la isla alpueblo de sta, una vez realizada dicha pacificacin.

    El caonero Nashville, desde el cual el cabo de can Miguel Machias hizocontra el vapor Buenaventura el primer disparo de la guerra

    hispanoamericana

  • D. Luis Polo de Bernab.

    La votacin del Senado fue 42 por 35. La de la Cmara de Representantes, 311por 6; quedando aprobada esta Resolucin, por el Congreso, el 19 de abril, y por elPresidente, el 20 del mismo mes.

    Este mismo da tuvo lugar la apertura del Parlamento espaol por la reina regenteMara Cristina, la cual declar: Que aquellas Cortes haban sido convocadas paradefender los derechos de Espaa.

    El mismo da, el ministro norteamericano en Madrid, Mr. Woodford, recibi elsiguiente telegrama de Wshington.

    Abril 20, 1898.

    WOODFORD, ministro. Madrid.Se ha proporcionado a usted el texto de las Resoluciones aprobadas por el Congreso de losEstados Unidos el 19 del actual, relacionadas con la pacificacin de la isla de Cuba.Obedeciendo este acto, el Presidente orden que, inmediatamente, se comuniquen dichasresoluciones al Gobierno de Madrid, acompaando un aviso de este Gobierno al Gobierno deEspaa, para que renuncie a su gobierno y autoridad en Cuba, y retire sus fuerzas militares ynavales. Al dar este paso, el Gobierno de los Estados Unidos protesta que no tiene intencioneso disposiciones de ejercer soberana, jurisdiccin o dominio en la isla, excepto parapacificarla y afirmar su propia determinacin; que cuando logre su objeto, abandonar laisla, y ayudar a sus habitantes, para la clase deGobierno libre e independiente que deseenestablecer. Si al dar la hora del medio da delsbado prximo, el da 23 de abril, no se hacomunicado a este Gobierno una respuestasatisfactoria a esta demanda y resoluciones, por lascuales se obtenga la pacificacin de Cuba, elPresidente proceder, en el acto y sin ms aviso,haciendo uso de las facultades que le otorga elCongreso en dichas Resoluciones, a llevarlas aefecto.- SHERMAN.

    Una copia de este documento fueentregada, en sus propias manos, al seor Polode Bernab, ministro de Espaa en Washington,quien, en el acto, solicit sus pasaportes,entregando a la Legacin de Austria los asuntosespaoles; pero autorizaba a M. Cambn, emba-jador de Francia, a intervenir en dichos asuntos.

    He aqu el texto de la carta en que elministro Polo de Bernab peda sus pasaportes:

    LEGACION DE ESPAAWshington, abril 19 de 1898

  • Sr. Secretario: Las Resoluciones adoptadas por el Congreso de los Estados Unidos deAmrica, y aprobadas hoy por el Presidente, son de tal naturaleza, que mi presencia enWshington se hace imposible, y me obligan a suplicar a usted me extienda mis pasaportes.La proteccin de los intereses de Espaa se ha encomendado al embajador de Francia y alministro de Austra-Hungra. Con esta ocasin, por cierto bastante penosa para m, tengo elhonor de reiterar a usted las manifestaciones de mi mayor consideracin.

    LUIS POLO DE BERNAB

    Al Hon. John SHERMAN, secretario de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos.

    Recibidos sus pasaportes, el Sr. Polo de Bernab se traslad por ferrocarril alCanad.

    El Ministro Mr. Woodford, al recibir el ultimtum telegrafi: Momentos antes depresentar al Gobierno espaol el ultimtum de los Estados Unidos, fui notificado que lasrelaciones diplomticas, entre las dos naciones, quedaban rotas; he recibido mis pasaportes,entregando la Legacin al embajador de Inglaterra, y salgo para Pars. Seguidamente tomel tren para Pars, tren que fue apedreado por el pueblo en varias estaciones, y asaltadoen Segovia por los cadetes de artillera, que subieron a las plataformas al grito de VivaEspaa!

    La Gaceta de Madrid del 25 de abril dio cuenta al pueblo espaol de la ruptura dehostilidades, y ese mismo da, el Congreso americano declar: Que un estado de guerraexiste, y ha existido, entre el reino de Espaa y los Estados Unidos, desde el da 21. ElPresidente llam a las armas a 125.000 voluntarios, y, con fecha 27 del mismo mes,lanz una proclama estableciendo el bloqueo de la costa Norte de Cuba y del puerto deCienfuegos al Sur. Ese da se hizo a la mar la Escuadra americana del Atlntico. El 22 deabril, el caonero Nashville haba caoneado y capturado al vapor espaol Buenaventura,en la costa Norte de Cuba, conduciendo su presa a Cayo Hueso. Este acto, de verdaderapiratera, anterior a la declaracin de guerra, fue causa de que el Congreso americanoretrotrayese la fecha de la ruptura de hostilidades al 21 de abril.

  • INDICE

  • CAPITULO IIICMO SURGI LA IDEA DE TRAER LA GUERRA A PUERTO RICO

    "Las noticias del cnsul Hanna ( 1 )al Departamento de Estado no separecen a las que vienen de Cuba y hanhecho una gran impresin en los crculosoficiales. El cnsul dice que la autonomaen Puerto Rico, ltimamente concedidapor el Gobierno espaol de S. M., ha sidoproclamada y ha de ser un xito. Elpueblo de Puerto Rico es un pueblo leal ypacfico, y todos parecen contentos conla autonoma concedida por la madrepatria."

    ( Washington Daily Post, abril, 1898. )

    GESTIONES DE HENNA Y TODD.- MANIFIESTO DE LA COLONIA PORTORRIQUEADE NUEVA YORK.- HOSTOS Y BETANCES.

    UY contados portorriqueos eran partidarios de la anexin de la Isla a losEstados Unidos; los Lugo Via, Fajardo, Palmer, Amy (D. Francisco),Besosa y algunas docenas mas de mdicos o ingenieros que habancursado sus estudios en Universidades americanas, eran, realmente,anexionistas y fervientes admiradores de la Repblica Norteamericana. Apesar de esto, pocos portorriqueos, estudiantes en los Estados Unidos,

    tomaban carta de naturaleza. Es necesario fijar, en este libro de historia, las razonespoderosas que pesaron en el nimo del Presidente Mac-Kinley, para que l y suGobierno, de modo imprevisto, resolvieran capturar a Puerto Rico.

    1.- Cnsul de los Estados Unidos en Puerto Rico.- N. del A.

  • El da 10 de marzo de 1898, y cuando el pueblo norteamericano estaba en el msalto grado de exaltacin por el desgraciado accidente ocurrido al Maine, el doctor Julio J.Henna, portorriqueo ilustre y sabio mdico, que residi y reside en Nueva York, seencamin a Washington, visitando all al Senador por Massachusetts, Mr. Lodge, a quienhabl de llevar la guerra a Puerto Rico si estallaba el conflicto hispanoamericano, comotodo induca a creerlo. Lodge oyle con inters, y le aconsej visitase a TeodoroRoosevelt, en aquella fecha Subsecretario de Marina. Roosevelt, carcter impetuoso yaventurero, recibi afablemente al doctor; ley la carta en que el senador Lodge se lopresentaba, y escuch las sugestiones y probabilidades de una favorable campaa enesta Isla.

    Rooseveltt pareci complacido, y confidencialmente declar que l, encargado detoda la preparacin de la probable guerra, no haba pensado en Puerto Rico.

    No hemos concedido a su isla un solo pensamiento, ni tengo un solo dato sobreella. Todas nuestras actividades estn reconcentradas en Cuba, futuro teatro de lasoperaciones. Estas fueron sus palabras memorables. El doctor Henna, que posea porsu ilustracin y otras bellas cualidades el arte de persuadir, habl largamente; supohalagar al futuro coronel, pintndolo como el hombre escogido por Dios para llevar a todoun pueblo las bendiciones de libertad, progreso y prosperidad. Ley despus un luminosoinforme sobre las fuerzas espaolas en Puerto Rico, su armamento, parques, caminos,puentes y ferrocarriles; aadiendo que, caso de una invasin, si a ella cooperaban l ysus amigos, el pas en masa ira alzndose contra el Gobierno de Espaa, a lavanguardia de las fuerzas americanas.

    El Subsecretario de Marina, levantndose, ech el brazo por la espalda al doctor, yle dijo: Usted es el hombre que nos haca falta; Puerto Rico ocupar desde hoy lugarpreferente en los planes de guerra que estamos preparando. Llam a los jefes deMarina, Clover y Driggs, y a una taqugrafa, quien tom notas de la conferencia, y todosoyeron de nuevo al doctor Henna. Aos ms tarde, alguien pudo leer una copia de tannotable documento.

    El doctor Henna y Roberto H. Todd, Presidente del Club Separatista Rius Rivera,de Nueva York, visitaron nuevamente a Roosevelt, al mismo Presidente Mac-Kinley y aotras personas prominentes, insistiendo siempre en sus proyectos. Roberto Todd informdurante una hora ante el Comit de Guerra, presidido por Roosevelt. El mismo Presidentemanifest, otro da, a los Sres. Henna y Todd, que l estaba tan interesado por PuertoRico que, si la guerra se declaraba, el Ejrcito de los Estados Unidos operara contra estaisla.

    Pero ni Henna ni Todd triunfaron en sus deseos, constantemente expresados, deque ellos y otros prominentes portorriqueos residentes en los Estados Unidos tomaranparte activa en la invasin, formando parte del Estado Mayor, y con autoridad para firmarproclamas y otros documentos. Solamente el general Stone, de Ingenieros, accedi en 25de mayo a traer consigo un limitado nmero de portorriqueos, aunque ms tarde, y sloen parte, cumpli esa oferta.

    Mattei Lluveras, Mateo Fajardo y el doctor Rafael del Valle hacan tambin tanteosde opinin en Wshington. El 12 de julio se celebr en Nueva York una asamblea deportorriqueos en la que se tom el acuerdo de ofrecerse al Gobierno americano en caso

  • de invasin, y el mismo Henna redact un manifiesto, bastante extenso, que fueentregado por Todd a Alger, Secretario de la Guerra, quien alab el documento,afirmando: Que estaba muy bien escrito y dentro del espritu de la Constitucinamericana; y aadi: que l no poda firmar ese manifiesto, ni crea que el Presidentelo firmara; pero que los portorriqueos podan circularlo por su cuenta, sin necesidad deotras autorizaciones.

    En estos das se agitaba en Wshington un portorriqueo ilustre, un varn sabio ybueno, el famoso educador de pueblos Eugenio Mara de Hostos. Contrario a la anexin,pero separatista convencido, Hostos volc todas las piedras para anular los trabajos deHenna y Todd, y quitar valor y eficacia al clebre manifiesto, Hostos no tuvo xito; habantriunfado Henna y Todd, quienes sealaron a los norteamericanos el rumbo de PuertoRico; ellos, y slo ellos, actuando sobre el impetuoso carcter de Roosevelt, iniciaron unasucesin de eventos histricos que culminaron el 18 de octubre de 1898 al izarse labandera americana en los castillos de San Juan.

    Por este tiempo el doctor Betances, separatista ferviente, escriba desde Pars aldoctor Julio J. Henna:

    Qu hacen los portorriqueos? Cmo no aprovechan la oportunidad delbloqueo para levantarse en masa? Urge que al llegar a tierra las vanguardias del Ejrcitoamericano sean recibidas por fuerzas portorriqueas, enarbolando la bandera de laindependencia, y que sean stas quienes les den la bienvenida. Cooperen losnorteamericanos, en buena hora, a nuestra libertad; pero no ayude el pas a la anexin.Si Puerto Rico no acta rpidamente, ser para toda la vida una colonia americana.

    Esta famosa carta del famoso galeno, fallecido en Pars, y cuyas cenizas reposanen Cabo Rojo, me permiti copiarla Eduardo Lugo Via.

  • Real Orden autorizando al autor de esta Crnica, para examinar y copiar, cuantocreyere oportuno, del Archivo Secreto de Puerto Rico, custodiado en el Alczar de

    Segovia. Es la primera vez que se ha concedido permiso tan amplio.

    INDICE

  • CAPITULO IV"THE NEW YORK HERALD" EN PUERTO RICO

    MANUEL DEL VALLE ATILES - WILLIAM FREEMAN HALSTEAD

    ESDE antes de estallar la Guerra Hispanoamericana el doctor Manueldel Valle Atiles, portorriqueo y ciudadano americano que habacursado sus estudios de ciruga dental en la Universidad de Michigan,era corresponsal en Puerto Rico del importante diario The New YorkHerald. Por este motivo las autoridades espaolas de San Juansiempre consideraron a del Valle como persona non grata y en todotiempo lo tuvieron bajo la ms estricta vigilancia de la polica secreta.

    A fines del mes de marzo de 1898, el diario neoyorquino le enviel siguiente telegrama:

    Manuel del Valle, San Juan, Puerto Rico.- Diga Halstead no debeviolar las leyes de Puerto Rico.- Herald ( 1 )

    El anterior despacho se refera a William Freeman Halstead, corresponsal viajerode aquel peridico en esta Isla, el cual fue sorprendido el da 14 de marzo mientrastomaba fotografas de las defensas de la plaza de San Juan. Conducido al castillo delMorro, permaneci all sin vigilancia ms de una hora, sin que se le ocurriese abrir sukodak para destruir el cuerpo del delito. Al siguiente da y acompaado del doctor delValle, fue llevado por el juez militar de su causa a un taller fotogrfico, y una vezdesarrolladas las placas, aparecieron vistas excelentes de las mejores bateras,mostrando todos sus detalles. Como Halstead era sbdito ingls, se trat de conseguir laintervencin de su cnsul, Jorge Finlay, a lo que ste se neg, manifestando que todo elque viola la ley debe atenerse a sus consecuencias.

    El de los Estados Unidos, Philip C. Hanna, estuvo presente en ciertos trmites delproceso, pero solamente para garantizar la intervencin del sbdito del Valle. Conducidoel prisionero a la Crcel Provincial de Puerta de Tierra, continu el sumario, actuandocomo Juez instructor el teniente coronel Mayor de Plaza, Francisco Figueroa, auxiliadopor el sargento Paulino Sanjoaqun, que haca de secretario. Aunque preso y muyvigilado, sigui Halstead enviando interesantes cables a su peridico, valindose dediferentes ardides. Como no estaba incomunicado, su amigo del Valle lo visitaba con bas-

    1.- Vase el autgrafo en la imagen siguiente.

  • tante frecuencia; durante las visitas aconteca que a ste muchas veces se le olvidabanlos fsforos y entonces el prisionero le ofreca los suyos que del Valle, distradamente, seguardaba en el bolsillo. Dentro de la caja siempre haba un largo cable para The NewYork Herald. Quedaba la muy difcil tarea de dar curso al despacho, porque en lasoficinas cablegrficas de San Juan haba censor militar.

    Vista de San Cristbal y batera de la Princesa; una de las fotografas ocupadas a Halstead.

    Un albail, conocido por el apodo de Crucito, hombre de confianza, proporcionadopor el arquitecto Armando Morales, era el encargado de llevar y expedir todos los

  • despachos desde St. Thomas, a cuyo puerto iba en un bote propiedad del jefe delresguardo de la aduana de Naguabo.

    Otras veces, el capitn de algn buque carbonero ingls, fondeado en el puerto,prestaba libros a Halstead, los cuales, una vez ledos, eran devueltos a su dueo. Lo quenunca pudieron sospechar los vigilantes de la crcel era que un gran nmero de palabras,subrayadas con lpiz en diversas pginas, formaban, al ser ordenadas, un minuciosodespacho para The New York Herald. Sera labor muy larga relatar en este libro losdiversos procedimientos que puso en prctica este reprter para cumplir sus deberes decorresponsal, siempre con gran xito.

    El da primero de abril el doctor Francia, Secretario de Gobierno, envi una atentacarta oficial a del Valle para que se presentase, cuanto antes, al capitn general Macas.Verificse la conferencia en el Palacio de Santa Catalina, y durante ella el Gobernadortrat con bastante dureza a su visitante, hacindole responsable de todas las noticiascablegrficas enviadas desde Puerto Rico al Herald. Protest el acusado, y como pruebade su inocencia, mostr un despacho de su peridico, que acababa de recibir, en el cualse le peda que telegrafiara algunas noticias. Como este despacho no haba sidocensurado, el hecho cost la cesanta al telegrafista, Jos Caldern Aponte, quien lohaba dejado pasar sin aquel requisito por ser el destinatario su amigo ntimo.

    El general Macas termin la conferencia con estas palabras: Si usted no vara deconducta y persiste en su misin de corresponsal de un peridico enemigo, estoydispuesto a tratarlo como un espa, encerrndolo en un calabozo del Morro; y si ya no lohe hecho, es porque me detiene la buena amistad que mantengo y el respeto que meinspira su hermano Don Francisco, alcalde de la ciudad.

    Doctor Manuel del Valle.

    La circunstancia de encontrarse por aquellos das en San Juan otro corresponsaldel mismo Herald y alguno del World, hizo sumamente crtica la situacin de Manuel delValle, porque aqullos, como era natural, siempre solicitaban su compaa y consejos.

  • Como perteneca a una de las mejores familias de Puerto Rico y contaba con amigos degran influencia, stos le aconsejaron, reservadamente, que huyese cuanto antes, porquesu prisin estaba decretada.

    Cable recibido por el Doctor Manuel del Valle.Traduccin: Hay ah noticia cierta de que haya dimitido el Gabinete Autonmico?.- Herald.

    El da 7 de aquel mismo mes recibi aviso para que fuese a bordo del vaporVirginia, fondeado en el puerto; cuando subi a dicho buque, encontr en l al cnsulHanna rodeado de muchos ciudadanos americanos. Mr. Hanna le mostr un despachocablegrfico redactado como sigue: Salga de Puerto Rico, aguardando rdenes en St.Thomas y lleve consigo cuantos ciudadanos americanos quieran irse de la Isla. El cableestaba firmado por el Secretario de Estado de los Estados Unidos.

    William Freeman Halstead, en traje de presidiario.

    El doctor Manuel del Valle, acompaado de su esposa y dos nios, se traslad alVirginia arreglando como pudo sus asuntos; por la noche sali el vapor, recalando alpuerto de Fajardo, donde tena que recibir un cargamento de azcar. Como el doctorSantiago Veve, vecino muy prominente de aquella poblacin, recibiera noticias de que

  • se trataba de detener a muchos de los fugitivos, flet la goleta Encarnacin que loscondujo a todos a St. Thomas; algunos permanecieron all durante todo el perodo deguerra y otros, como del Valle y sus familiares, continuaron viaje a Nueva York, dondeste sigui colaborando en The New York Herald con varias informaciones sobre lasdefensas y tropas de Puerto Rico, noticias que eran ledas con gran inters por el pblicoamericano, aunque algunas fueron errneas o incompletas, segn he podido ver despusen las colecciones del aludido peridico.

    En St. Thomas estaban tambin por aquellos das Mateo Fajardo, Jaime Cortada,Javier Mariani y el doctor Ros. Contra este ltimo sinti siempre profunda antipata elgeneral Ricardo Ortega. Recuerdo que el da del bombardeo, y cuando ms arreciaba elfuego me dijo: No me extraa lo bien que el enemigo parece conocer nuestras defensas;indudablemente, a bordo de esos buques y escondidos dentro de sus torres acorazadas,estn Manuel del Valle y Salvador Ros dirigiendo a los artilleros.

    El da 3 de mayo se reuni en la crcel el consejo de guerra para ver y fallar lacausa instruida a William Freeman Halstead por el delito de espionaje cometido dentro deuna plaza fuerte en estado de guerra. Yo form parte de aquel tribunal como el vocal mas

    Presidio de San Juan.

    antiguo del mismo. El acusado estaba completamente tranquilo, sentado en un banquillo,frente a sus jueces, con las piernas cruzadas, y sonrea a ratos, como si le complaciera elacto que se realizaba.

    Cuando el Fiscal, en nombre del Rey, termin su alegato pidiendo la pena demuerte para el acusado Halstead, a quien el intrprete oficial traduca el discurso, mostrverdadera alegra; a varios nos pareci que aquel hombre estaba loco o que era un idiota.

    Despus de discutir mucho tiempo y de examinar las alegaciones del defensor,capitn de artillera Aniceto Gonzlez, le condenamos, por unanimidad, a nueve aos de

  • presidio y accesorias, de vigilancia por la polica, durante otro perodo igual. Puedoafirmar que si este hombre no fue fusilado en el campo del Morro lo debi a ser sbditode Inglaterra; pero si l est vivo, y tal es mi deseo, no olvide que el da 3 de mayo de1898, y durante algunas horas, su cabeza vali menos de un dlar.

    Preso estaba an en la crcel, el da 12 de mayo, cuando un proyectil de laescuadra de Sampson lo despert bruscamente, producindole heridas, aunque de pocaimportancia. El da 20 fue conducido, a pie y entre bayonetas, al presidio provincial,donde ingres sujeto a todas las durezas del rgimen que all se observaba. Dentro deluniforme del presidiario viva siempre el reprter de pura sangre inglesa: pretextando malestado de salud, obtuvo permiso para que se le enviase su comida del Hotel Inglaterra ydentro del pan sobrante ocultaba algunas veces los originales de sus cables que, a lapuerta del hotel, eran recibidos por Andrs Crosas o por L. A. Scott, dueo de la planta degas fluido, quienes ms tarde los enviaban a St. Thomas.

    En los primeros das de agosto el Evening Telegram de Nueva York, public losiguiente:

    Al corresponsal del Herald que se halla preso en el presidio de la capital de Puerto Rico,le ha permitido el Gobernador General Don Manuel Macas expedir el siguiente despacho aThe New York Herald. Es el primer cable que llega a los Estados Unidos desde que aquellaciudad est bloqueada, y creemos es debido a la influencia del cnsul ingls en San Juan. ( 2 )Estoy escribiendo en la celda de la prisin en que me hallo, y hasta ahora no se ha intentadoaveriguar los asuntos de que trato. Obtengo, s, todas las facilidades posibles en lascircunstancias actuales para adquirir noticias de la ciudad.El desembarco de las tropas americanas en la Isla ha causado gran excitacin entre loshabitantes.Por espacio de algunos das, despus del desembarco por Gunica, ha existido una corrientede emigracin hacia el interior, en extremo notable.A pesar de ello, no se ha registrado el ms mnimo desorden ni el ms leve tumulto.Aqu se hacen esfuerzos supremos y con actividad grandsima, para rechazar el ataque quese espera por parte de los americanos y que suponen sea de un momento a otro.Todo hace creer que la plaza no ser tomada sin que haya gran efusin de sangre.Algo se ha hablado ya respecto a la rendicin; pero las tropas espaolas han hechojuramento de pelear hasta el ltimo extremo.Este es un espectculo heroico, pues comparativamente, no puede esperar nada un puadode hombres que estn sitiados por una escuadra que les es hostil, que no tienen medios deadquirir refuerzos y que ya sienten la escasez de provisiones de boca que tampoco puedenobtener.No slo los soldados espaoles tienen perdida la esperanza de recibir auxilios de Espaa,sino tambin los naturales del pas que estn con ellos - es decir los voluntarios -quienes noestn dispuestos a hacer resistencia.Entre los neutrales hay el convencimiento profundo de que ha llegado el instante deproclamar la paz, a fin de evitar que haya ms prdidas de vidas.Adems, comprenden que la ocupacin de Puerto Rico por los americanos es completamentesegura, y que, por tanto, ser mejor mantener con ellos buena armona, en beneficio delporvenir de la Isla.2.- El Herald ignoraba los medios de que se vali Halstead para enviarle este cable; y, naturalmente,supuso benevolencias del general Macas, que no existieron.- N. del A.

  • Segn las noticias que aqu han llegado acerca del ejrcito americano que invade esta tierra,sbese que ste est movindose en direccin a la capital, sin hallar a su paso gran resistencia.Aqu ser otra cosa; los espaoles se disponen a defender bien la plaza. HALSTEAD.

    A continuacin copio varios documentos de importancia que se refieren al procesodel reprter de The New York Herald William Freeman Halstead, y en los cualesencontrar el lector datos bastantes para juzgar de la intrepidez e inteligencia de esteperiodista que, enamorado de su profesin, se jug la vida y la libertad para servir al grandiario neoyorquino:

    HOJA HISTRICO - PENAL

    PRESIDIO PROVINCIAL DE PUERTO RICO NMERO 4584. 4a Brigada 3a Clase

    Hoja histrica penal del confinado, blanco, William Freeman Halstead, hijo de Williamy de Catalina, natural de Hamilton, Canad, ayuntamiento de Hamilton, juzgado deInstruccin de Hamilton, Provincia de Ontario, avecindado en Hamilton, Religinprotestante, profesin periodista, estado viudo, edad 27 aos; sus seas stas: estatura alta;cara larga; cejas al pelo; pelo castao; ojos azules; nariz perfilada; boca regular; barbaregular; instruccin tiene.Seas particulares, una cicatriz pequea en la frente, sobre la ceja izquierda; otra en la cara,pmulo derecho, inmediata al ojo.

    Vicisitudes.-10 mayo, 1898. Perteneciendo a la clase de paisano y corresponsal en esta isla delperidico The New York Herald, de New York, Estados Unidos; fue procesado por laJurisdiccin de guerra de la Capitana General de la Isla por el delito de espionaje, cometidoen esta Plaza el da 14 de marzo de este ao, habiendo sido sorprendido cuando se dispona asacar unas fotografas de puntos del recinto de esta Plaza, habindosele encontrado varias enla mquina que se le ocup; y sentenciado en Consejo de Guerra ordinario de Plaza, el da 3de mayo de este ao, a la pena de nueve aos de presidio mayor, con las accesorias de sujecina la vigilancia de la autoridad por igual tiempo, e inhabilitacin absoluta temporal en su caso;debiendo declararse decomisada la mquina fotogrfica ocupada; todo con arreglo al prrafosegundo, del No 3. del artculo 228; y a los 173, 174 del Cdigo de Justicia Militar; 12, 56, 71del Penal ordinario para esta isla y la de Cuba; sin que hayan concurrido en la comisin deldelito otras circunstancias atenuantes ni agravantes que apreciar; pero s figura en el parecerdel Sr. Auditor de Guerra que, por las fotografas ocupadas, se forma cabal juicio de ladefensa con que cuenta la Plaza, y de la manera de atacarla por mar, precisamente con elmenor riesgo posible. Dicha sentencia fue aprobada por el Excmo. Sr. Capitn General deldistrito, en 10 de mayo, 1898, y en la misma fecha empez a extinguir la condena, resultandocumplir, segn la liquidacin del testimonio en 9 de mayo de 1907. . Ingres en este Presidio elda 20 de mayo de 1898, procedente de la Crcel de esta Capital.

    El 2 Jefe AccidentalV.B. MANUEL CARRERA (Rubricado)

    El 1er. Jefe Accidental

  • SERRACANTE (Rubricado) (Hay un sello en tinta roja que dice:-- "Comandancia del Presidio Provincial de PuertoRico.")

    Baja.-17 de agosto, 1898. Fue baja en esta fecha como licenciado, segn lo dispuesto por laSuperioridad, cuyo certificado de libertad se expidi en el da de ayer fijando la residencia enesta Capital, la que eligi. El 2 Jefe accidental, CARRERA (Rubricado).

    T E S T I M O N I 0

    Paulino Sanjoaqun Domnguez, Sargento del Batalln Provisional de Puerto Rico N. 3,y Secretario de la causa instruida al paisano William Freeman Halstead por el delito deespionaje, de la que es Juez Instructor el teniente coronel de infantera, Sargento Mayor de laPlaza, Don Francisco Figueroa y Valds.

    Certifico: Que a los folios que se expresarn de dicho proceso, aparecen una sentencia, undictamen del Auditor de Guerra, un Decreto del Capitn General y una diligencia deNotificacin que, copiados a la letra, son como sigue:

    Sentencia: Folio 85.-En San Juan de Puerto Rico a 3 de mayo de 1898, reunido elConsejo de Guerra, nombrado para ver y fallar el proceso formado al paisano WilliamFreeman Halstead, acusado del delito de espionaje; odas la Defensa y Acusacin Fiscal, elConsejo declara que el hecho perseguido constituye el delito de espionaje, comprendido en elsegundo prrafo, del nmero tercero, del artculo doscientos veintiocho, del Cdigo deJusticia Militar, del que es responsable, como autor, William Freeman Halstead y lo condenaa la pena de nueve aos de presidio mayor, con la accesoria de sujecin a la vigilancia de laautoridad por igual tiempo; e inhabilitacin absoluta, temporal, en su caso, debiendodeclararse el comiso de la mquina fotogrfica ocupada. Todo de conformidad al artculo citado y a los 173 y 174 del mismo Cdigo; y 12, 56 y71 del Cdigo Penal para esta Isla y la de Cuba.- Benigno Aznar.- Angel Rivero.- EduardoPrez Ortiz.- Juan Arboleda.- Francisco de Montesoro.- Rafael Navajas.- Adolfo Mayalde(Rubricados).

  • Hoja histrico penal de William F. Halstead.

    Dictamen del Auditor.- Folios 87 y 88. (Hay un sello que dice:-Auditora deGuerra de Puerto Rico.) Excelentsimo Seor: El Consejo de Guerra celebrado para ver y fallar estaCausa, declara que los hechos probados constituyen el delito de espionaje penado en elsegundo prrafo del nmero tercero del artculo 228 del Cdigo de Justicia Militar, y que esresponsable, como autor, sin circunstancias apreciables, William Freeman Halstead, a quiencondena a nueve aos de presidio mayor, y accesorias, declarando el comiso del instrumentodel delito.

    La sentencia est conforme con los mritos del proceso y con las disposiciones legalesque le son de aplicacin y cita, puesto que resulta, en efecto, probado que Willian Freeman

  • Halstead fue sorprendido cuando, segn parece, se dispona a tomar unas vistas fotogrficasde puntos del recinto de esta Plaza; y en la mquina que se le ocup fueron encontradas msvistas de puntos anlogos, mediante las cuales y otras cuatro que se le recogieron en elequipaje, adquiridas en una fotografa donde, para elegir, se le presentaron ciento,aproximadamente, se forma cabal juicio de la defensa con que cuenta esta Plaza y de lamanera de atacarla por mar, precisamente con el menor riesgo posible.

    Segn los informes periciales, no cabe la menor duda de que el procesado es prctico enverificar reconocimientos militares y saba lo que haca; y esta circunstancia, sobre que lapresuncin de los hechos penados por el Cdigo se reputan intencionados mientras no sepruebe lo contrario, bastan para llevar al nimo el convencimiento de que Willian FreemanHalstead es responsable del delito por que el Consejo le condena.

    Y estando esa condena dentro de lo que la Ley prescribe en su grado medio, segncorresponde en estricta justicia, cuando no sean de aplicacin circunstancias agravantes niatenuantes, opino que puede V. E. servirse aprobarla y disponer que vuelvan los autos al JuezInstructor para notificacin y cumplimiento, libramiento de testimonio y redaccin de hojasestadsticas.

    V. E. no obstante, resolver como mejor estime.- Puerto Rico, 4 de mayo de 1898.-Excelentsimo Seor.- Jos Snchez del Aguila (Rubricado).

    Decreto del Capitn General. Folio 88 vuelto.-(Hay un sello que dice: -Capitana General dePuerto Rico.- Estado Mayor.).- Puerto Rico, 10 de mayo de 1898.

    De conformidad con el anterior dictamen, apruebo la sentencia del Consejo de Guerraque ha condenado a William Freeman Halstead a nueve aos de Presidio Mayor y accesoriasque en ellas se citan, por el delito de espionaje; para su cumplimiento y dems que sepropone, vuelva esta causa al Juez Instructor.-Manuel Macas (Rubricado).Notificacin.- Folio 89.- En la Crcel de Puerto Rico, a 11 de mayo de 1898, compareci, anteel Seor Juez y Secretario el reo William Freeman Halstead; y presente tambin el intrpreteDon Manuel Paniagua y Vigo, le recibi a ste juramento, segn su clase, de traducir fiel yliteralmente, al reo, la sentencia y decreto de aprobacin.

    Y, habindolo efectuado, manifest el intrprete que el reo quedaba enterado de habersido condenado a nueve aos de Presidio Mayor y que peda copia de la sentencia, la cual se lefacilit.

    Y, de haber sido notificado, firm con el Juez, Intrprete y Secretario que certifico, W.Freeman Halstead.- Francisco Figueroa.- Manuel Paniagua.- Paulino Sanjoaqun(Rubricado). Y para que conste y surta sus efectos, haciendo constar que el reo es hijo de William yde Catalina, natural de Hamilton, Canad, de profesin periodista, de estado viudo y deveintisiete aos de edad, expido la presente, de orden del Seor Juez, y con el Visto Bueno delmismo. En Puerto Rico, a 16 de mayo de 1898.

    V. B. Paulino Sanjoaqun (Rubricado).

  • El Juez Instructor FIGUEROA (Rubricado)

    ORDEN DE ENCARCELAMIENTO

    Puerto Rico, mayo 16, 1898.

    Sealado por el Ilustrsimo Sr. Secretario de Despacho de Gracia y Justicia y Gobernacin,el Presidio Provincial, para que extinga su condena el procesado William Freeman Halstead,pase el presente Testimonio al Sr. Jefe de dicho Establecimiento a los efectos consiguientes.El Subsecretario, Jos de Diego (Rubricado).(Hay un sello que dice:-Secretara de Gracia y Justicia y Gobernacin.- Puerto Rico.)

    CARTAS SORPRENDIDAS AL PRISIONERO

    Excmo. Sr. Gobernador de Puerto Rico.

    Excmo. Sr.- Adjunta tengo el honor de remitir a V. E. una carta que suscribe elconfinado de este Presidio Provincial William Freeman Halstead, y que dirige al Sr. J. B.Cranford, Cnsul Britnico en San Juan, y el sobre de la misma, que contiene otro,pegado en el interior, y que se encuentra escrito con lpiz, todo un frente, en idiomaingls.

    Habiendo llamado la atencin de esta Comandancia, la forma en que se ha queridoocultar el sobre manuscrito, intentndose, probablemente, comunicar al seor Scott, aquien va dirigido, noticias que pudiera interesar su conocimiento, reclam del intrpretedel Gobierno la traduccin de ambos documentos, verificado lo cual, y con certificacin dela misma, que tengo el honor de acompaarle, doy cuenta a V. E., permitindome llamarsu atencin acerca del contenido de los manuscritos del expresado sobre.

    V. E., en su vista, se servir resolver lo que estime procedente, significndole quedicho preso fue sentenciado, por la jurisdiccin de Guerra, de la Capitana General deesta Isla, por delito de espionaje, a la pena de nueve aos de Presidio Mayor.

    Dios guarde a V. E. muchos aos.

    San Juan, Puerto Rico, 11 de julio de 1898. El Jefe accidental,

    Bartolom SERRACANTE (Rubricado).

    TRADUCCION DEL DOCUMENTO NUM. 1

    San Juan, Puerto Rico, 10 julio, 1898.

    Al Hon. J. B. Cranford, Cnsul Britnico, San Juan.

    Muy Sr. mo:-

  • Le estimar, como un gran favor, el que Ud. obtenga de la autoridad competente,permiso para remitir el siguiente telegrama al Herald de donde lo transmitirn a mi familia:BEUNET.- New York.- Estoy bien.

    Si se permite transmitir el telegrama con mi firma, no cobrarn nada en la oficina delCable de esta ciudad. De otro modo, Mr. L. A. Scott tendr la bondad de reembolsarle a Ud.el importe del mensaje.

    Queda de Ud. S. S. S.,W. W. Freeman HALSTEAD (Firmado)

    TRADUCCION DEL DOCUMENTO NUM. 2

    Querido Sr. Scott:-

    Con las fuerzas invasoras, seguramente vendr una hueste de corresponsales queasaltarn las oficinas del Cable. Estamos en el complot y debemos ser los primeros en elCable. Yo no ser de mucha utilidad encerrado aqu, y si Ud. est dispuesto, yo lo estoy paraponer en Ud. toda mi confianza. Ser gran cosa si podemos batir a los otros; lo primero queyo indicara sera sobornar a uno de los operadores del Cable. Ofrzcale Ud. la cantidadrazonable que pida, por enviar telegramas privados, por cuenta ma, sin que sean sometidos alcensor.

    Explquele que nosotros le exigimos eso solamente cuando los yankees estn acampadosfuera de la Ciudad, y sta tomada; as es que entonces se podr dar cualquier explicacin,porque si lo descubriesen las autoridades, no habra censor ni riesgo.

    Un mensaje remitido desde una ciudad sitiada sera una gran cosa.

    El da en que la ciudad sea tomada, si somos los primeros en hacer uso del cable,deberamos poner el primer mensaje tan largo como sea posible, de modo que el Cable estocupado hasta que el segundo despacho del Herald llegue; es tambin conveniente que loarreglemos de modo que tengamos acceso al Cable, despus de las horas de oficina, en caso deun ataque nocturno.

    Si Ud. conoce algn fotgrafo astuto y digno de confianza, ofrzcale lo que le pida porfotografas hechas durante el sitio; le compraremos todas las que saque; l podr vender,luego, muchas ms, como recuerdo. Pruebas no ampliadas, bastarn; pero las necesitamospara el primer vapor que pueda salir.

    Si hay algn riesgo o dificultad en que Ud. pueda transmitir los partes hgalo firmadopor m. Si se necesita dinero, girar.

    HALSTEAD (Firmado).

    CERTIFICACION

    Don Manuel Paniagua, Intrprete del Gobierno General de Puerto Rico.

  • Certifico: Que la traduccin que antecede, de documentos marcados No. 1 y 2, es fiel yliteral, concordando, en todas sus partes, con los originales adjuntos a que me remito. Y entestimonio de lo cual, libro la presente en San Juan de Puerto Rico, a 11 de julio de 1898.-Manuel Paniagua (Rubricado),

    (Hay un sello en tinta que dice:Interpretacin de Lenguas del Gobierno General.)

    ORDEN DE VIGILANCIA RIGUROSA

    GOBIERNO GENERAL DE LA.ISLA DE PUERTO RICO Secretara

    NEGOCIADO S. S. NMERO 266

    El Excmo. Sr. Capitn General dice al Excmo. Sr. Gobernador General, con fecha 21 delactual, lo siguiente:

    Excmo. Sr. :-

    En vista del escrito de V. E. del 12 del actual, opino que el confinado William FreemanHalstead sea muy vigilado de cerca y se le sujete a las mayores privaciones que autoricen losreglamentos, dentro de la condena que extingue; y con tal objeto, ruego aV. E. se sirva dar las rdenes correspondientes.

    Lo que traslado a Ud. a los efectos indicados.

    Dios guarde a Ud. muchos aos. Puerto Rico, julio 22,

    B. FRANCIA (Rubricado) 1898.

    Sr. Comandante 1er. Jefe del Presidio Provincial.

    Con fecha 14 de agosto, 1898, el mismo da que el general Brooke comunic alGeneral Macas la noticia del armisticio, y merced a los trabajos del cnsul ingls, deScott, Crosas y del mismo Brooke, Halstead fue indultado, he aqu el texto de lacomunicacin:

    Habiendo indultado en nombre de S. M. el Rey (q. D. g.) al sbdito ingls WilliamFreeman Halstead, de la pena total que sufre en ese establecimiento de nueve aos de presidiomayor, y accesorias, que se le impuso en 7 de mayo ltimo, por el delito de espionaje, srvaseUd. ponerlo, desde luego, en libertad, dndome conocimiento.

    Dios guarde a Ud. muchos aos.

    Macas (Rubricado).

  • Este mismo da sali del presidio este corresponsal que hace recordar con susactuaciones el descripto por Julio Verne en una de sus ms famosas novelas.

    Manuel Carrera Snchez, Capataz Mayor del Presidio, expidi un certificado enque hace constar que el confinado observ siempre buena conducta, y que el resto desus haberes, que se le entregaron, fue de ochenta y nueve centavos.

    Francisco Acosta, por substitucin, Secretario de Gracia y Justicia, envi al Jefe delPresidio el Certificado de Libertad, con fecha 16 de agosto, cuando Halstead, que estabaenfermo, haba ingresado en la clnica del doctor Ordez.

    El anterior documento fue enviado despus al Alcalde accidental de San Juan, confecha 20 de agosto. Dicha autoridad era D. Fermn Martnez Villamil.

    Y aqu termina la historia, llena de accidentes, de este reprter de pura sangreinglesa. Hizo cuanto quiso y ms de lo que poda en aquellos tiempos. Su cabeza le oli aplvora, como reza el dicho militar. En rigor de verdad, no era un espa; pero con arregloal Cdigo Militar espaol fue reo de espionaje. Salv su vida el no ser sbdito americano.

  • Primeros sellos de correos usados en Puerto Rico a raz de la invasin,circulando en toda la isla sin obstculo alguno.

  • Monitor Terror, visto de proa.

    INDICE

  • CAPITULO VSUSPENSIN DE LAS GARANTAS CONSTITUCIONALES.- LEY MARCIAL

    PROCLAMAS

    L da 21 de abril de 1898, la Gaceta de Puerto Rico public el siguientedocumento:

    GOBIERNO GENERAL DE LA ISLA DE PUERTO RICO

    DECRETO

    San Juan P. R., 21 de abril de 1898.

    Estimando que las circunstancias especiales en que nos hallamosexigen la adopcin de medidas extraordinarias, he tenido por conveniente

    decretar lo que sigue:

    Artculo 1.- En virtud de las atribuciones que me confieren los artculos 42 y 51 del Realdecreto de 25 de noviembre ltimo, relativo al rgimen y gobierno de esta isla, quedansuspendidas las garantas expresadas en los artculos 4, 5, 6 y 9, y prrafos 1, 2 y 3 del artculo13 de la Constitucin del Estado.

    Artculo 2.- Desde esta fecha se aplicar, con todo rigor, la Ley de Orden Pblico del 23de abril de 1870, que se publicar de nuevo en la Gaceta de esta isla.- MACAS.

    Un da ms tarde se proclam en todos los pueblos de la Isla, la Ley Marcial oestado de guerra. Un piquete de fuerza armada, precedido de cornetas y tambores almando de un oficial, recorra cada una de las poblaciones, detenindose en las plazas yparajes ms frecuentados; sonaba el toque de atencin, redoblaban los tambores y uncabo o sargento de buena voz, llamado pregonero daba lectura al siguiente bando:

    GOBIERNO GENERAL DE LA ISLA DE PUERTO RICO

    DON MANUEL MACAS Y CASADO, teniente general del ejrcito y capitn general deldistrito de Puerto Rico, etc., etc.,

  • HAGO SABER:

    Que suspendidas las garantas constitucionales por Decreto de ayer, y en previsin deacontecimientos que pudieran poner en peligro la seguridad del territorio o de que, lo que noes de esperar, intentara alguien alterar el orden pblico en estos momentos, por ms queabriga el convencimiento de que si tal caso ocurriera, los leales habitantes de esta isla sabranimpedirlo, demostrando as que son dignos descendientes de los que en otro tiempo supieronluchar y derramar su sangre en defensa de la integridad nacional,

    ORDENO Y MANDO:

    ARTCULO 1.- Se declara en estado de guerra este distrito militar, asumiendo las facultadesextraordinarias que las disposiciones vigentes me conceden.

    ARTCULO 2.- Los reos de los delitos de traicin, espionaje contra el derecho de gentes,devastacin, saqueo, rebelin, sedicin y sus conexos; los de robo en cuadrilla, incendio endespoblado, los que tiendan a interceptar, por cualquier medio las vas de comunicacin y losque afecten directa o indirectamente al orden pblico o a la seguridad del territorio, sernjuzgados por los tribunales militares y castigados con todo el rigor que las leyes establecen,precedindose en juicio sumarsimo en los casos que corresponda.

    ARTCULO 3.- Se intima a los que de cualquier manera intentarenalterar el orden pblico, a que inmediatamente depongan su actitud, enla inteligencia de que se har uso de las armas para disolver cualquiergrupo que pudiera formarse.

    ARTCULO 4.- Se prohibe la publicacin de todo folleto, hoja suelta,cartel y peridico, sin el competente permiso de la autoridad militar ode la judicial o local en los puntos donde aqullas existan, a cuyo efectolos directores de las expresadas- publicaciones remitirn, con laanticipacin necesaria, tres ejemplares de las mismas, uno de los cualesse les devolver con la aprobacin, si la merecen.

    ARTCULO 5.- Queda asimismo prohibido, en absoluto, la publicacin de noticias relativasa organizacin de las fuerzas martimas y terrestres de la Nacin y a sus obras de defensa, ascomo las que se refieran a operaciones de campaa y movimiento de tropas y el propalar, decualquier manera, especies que puedan infundir disgustos o tibieza entre el elemento armado,o que tienda directa o indirectamente a favorecer a los enemigos de la patria.

    ARTCULO 6.- El Consejo de secretarios, las autoridades que de l dependan y losTribunales ordinarios seguirn en el ejercicio de sus funciones en cuanto no se oponga a loestablecido en este bando.

    Puerto Rico, 22 de abril de 1898.- MACAS.

    Los hombres que componan el Consejo de Secretarios del Gobierno Autonmicode Puerto Rico, respondiendo al juramento prestado y a los altsimos deberes que,voluntariamente, haban contrado, hicieron or su voz en la proclama que sigue:

  • EL CONSEJO DE SECRETARIOS DEL GOBIERNOINSULAR DE PUERTO RICO

    AL PUEBLO DE LA COLONIA:

    Por un triste decreto del destino, la implantacin del rgimen autonmico viene acoincidir con la proximidad, ya visible, de una guerra en que Espaa, en sus territorios deAmrica, luchar, no slo por sus intereses, que son grandes, sino por su honra y su derecho,que es preciso salvar a toda costa. La amenaza extranjera, la imposicin insensata, el alardede poder, sublevan el espritu nacional y hacen de cada espaol un hroe dispuesto a dar lavida por el honor y por la patria.

    Miembros del Gobierno Insular de Puerto Rico al estallar el conflicto: Juan Hernndez Lpez, Jos SeveroQuiones, Manuel F. Rossy, Luis Muoz Rivera, Francisco Mariano Quiones y Manuel Fernndez Juncos.

    El pueblo de Puerto Rico demostr siempre que ama la paz; pero demostr tambinque sabe mantenerse en la guerra digno de su raza y de su historia. Jams holl nuestroshogares la planta vencedora de un extrao. En nuestros castillos no flame nunca otrabandera que la bandera bicolor de nuestros padres. Cuando las escuadras enemigasarrojaban a estas costas legiones de combatientes, las matronas portorriqueas enviaban asus hijos a pelear y a morir antes que someterse a la infamia de un ultraje o a la vergenza deuna conquista.

    El Consejo Insular, esperando que no ser preciso renovar antiguas proezas nireverdecer laureles aejos confa en que, llegada la hora de los sacrificios necesarios, ningnpatriota olvidar sus deberes. No somos culpables de la lucha, ni la provoc nuestra tierra, nile dieron origen nuestros actos. Pero ni la rehuimos ni la tememos, porque sabramosresponder a la fuerza con la fuerza y probar al mundo que en este archipilago no degenerala sangre que fecund las campias de ambos hemisferios americanos en los gloriosos das dePizarro y de Corts.

  • Si defendimos altivamente a la metrpoli en los tiempos obscuros del sistema colonial, ladefenderemos bravamente en los tiempos felices del sistema autonmico. Entonces nosimpuls el afecto; ahora nos impulsan el afecto y la gratitud. Abiertos a la esperanza todos loshorizontes, cumplidos en la ley todos los ideales, la generosidad castellana aquilata la lealtadportorriquea. Y si antes nos pareci un oprobio la tacha de traidores, hoy nos parece unoprobio y una mengua la tacha de traidores y de ingratos.

    Al empearse la contienda, el Consejo Insular no duda de la victoria. La Armada y elEjrcito, fieles a sus tradiciones militares, ocuparn la vanguardia. Y el pueblo, que juega suporvenir en los combates a que se nos provoca, dar sus recursos y sus hombres, su fortuna ysu existencia, sin vacilacin ninguna, desdeoso del peligro y satisfecho de ofrecerse enholocausto a los ms nobles sentimientos de lealtad y de hidalgua. Vemos desde aqu conorgullo a nuestros hermanos de Europa que se aprestan a vencer o a sucumbir y queremosconfundirnos con ellos en el xito triunfal de las armas espaolas.

    Colocados por la naturaleza en el centro de las prximas batallas, nuestra energapresente podr medirse por nuestra eterna templanza. No renunciaremos jams a la banderaque protegi nuestras cunas y proteger nuestros sepulcros. Descanse la isla entera en larazn que es toda de Espaa, y dispngase a secundar con eficacia la accin directora delGobierno y a sostener con denuedo el nombre augusto y la soberana indiscutible de la patria.

    SAN JUAN DE PUERTO RICO, 22 DE ABRIL DE 1898.- FRANCISCO MARIANO QUIONES.- LUISMUOZ RIVERA.- MANUEL FERNNDEZ JUNCOS.- JUAN HERNNDEZ LPEZ.- MANUEL F. ROSSY.-JOS S. QUIONES.

    Este notable documento, que caus profunda sensacin en toda la Isla, fueredactado por el abogado, miembro del Consejo, D. Juan Hernndez Lpez, y merecique todos sus compaeros lo aprobasen sin una sola enmienda.

    El 23 de abril public el general Macas la siguiente proclama:

    HABITANTES DE PUERTO RICO:

    Ha llegado el da de prueba, la hora de las grandes resoluciones y de los grandesherosmos. La Repblica de los Estados Unidos confiada en sus poderosos recursos materialesy en la impunidad con que ha podido alentar hasta hoy la guerra separatista, ha votado en suCmara la intervencin armada en la Isla de Cuba, rompiendo las hostilidades, hollando losderechos de Espaa y el sentido moral de los pueblos civilizados. Es un hecho la declaracinde la guerra, y del mismo modo que sus fuerzas navales encaminan su accin a la Isla deCuba, se dirigen a Puerto Rico, donde seguramente se estrellarn enfrente de la lealtad y elvalor de sus habitantes, que preferirn sucumbir mil veces antes de rendirse a las armas delos usurpadores.

    No imaginis que la metrpoli nos abandona. Sigue con entusiasmo y fe nuestrosmovimientos y viene en nuestra ayuda. Las escuadras estn dispuestas al combate; las fuerzastodas apercibidas y los mismos mares surcados por Coln en sus gloriosas carabelas serntestigos de nuestras victorias. No permitir la Providencia que en estas tierras descubiertaspor la raza hispana dejen de repercutir los ecos de su idioma, desapareciendo el flamear denuestras banderas.

  • Habitantes de Puerto Rico: ha llegado el momento de los herosmos y de contestar,fuertes en la razn y la justicia, a la guerra con la guerra. Viva Puerto Rico siempre Espaol! Viva Espaa!- MACAS.

    El pas, como un solo hombre, se puso en pie de guerra respondiendo a la llamadadel representante de la Corona de Espaa y de sus consejeros insulares.

    Hombres, mujeres y hasta nios ofrecieron su vida, su oro y el trabajo de susbrazos. No falt un solo pueblo; todos formaron guerrillas voluntarias, secciones demacheteros y auxiliares. La Cruz Roja, impulsada desde San Juan por su delegadoManuel Fernndez Juncos y por una dama de noble corazn y talento preclaro, DoloresAybar de Acua, inteligentemente secundados por los dems miembros de la benficaInstitucin, realiz en Puerto Rico un trabajo tan excepcional y efectivo como jams podrigualarse en ningn otro tiempo.

    La Correspondencia de Puerto Rico, cuyo director y editor Ramn Lpez, liberal deabolengo y hombre considerado como sospechoso por el Gobierno espaol, public elda 23 de abril el siguiente editorial:

    VIVA ESPAA!, VIVA PUERTO RICO ESPAOL!De hora en hora se levanta ms el espritu pblico en esta capital y en toda la Isla.

    LA PATRIA EST EN PELIGRO, es la voz que se escapa de todos los corazones. y espreciso defenderla hasta el ltimo momento mientras palpite en nuestras venas la noblesangre espaola que da vida a nuestro organismo.

    Puerto Rico, pas pacifico por excelencia, tiene que demostrar al mundo que, cuando lascircunstancias lo exigen, sabe tambin, como lo ha hecho otras veces, empuar el fusil paravolar all donde la patria reclama sus servicios; donde la bandera que cobij nuestra cunanecesita mantenerse enhiesta, dando sombra al solar que nos legaron honrado nuestrosprogenitores.

    El extranjero nos amenaza y es preciso que nos opongamos al extranjero. Es necesario querecordemos aquellas campaas picas del siglo pasado y de principios del actual, que nosvalieron el ttulo de siempre fieles, que nos colocaron a la altura de los que all en la madreEspaa nos dieron hasta la saciedad ejemplos de abnegacin y de civismo.

    Viva Espaa!, es la voz que debe salir de nuestros labios.

    Viva el orden!, debe ser el ideal que persigamos sin tregua al defender la banderanacional y el terruo querido donde radican nuestros intereses y donde viven nuestrasfamilias.

    El camino que debemos seguir est trabado; es el que aconseja la voz del deber y aun lapropia garanta personal.

    Agrupmonos todos al lado de nuestras autoridades; prestmosles incondicionalmente

  • nuestro ms decidido apoyo, y estas horas de pruebas de hoy se trocarn pronto en horas deglorias, en horas de legtima satisfaccin y de ventura.

    Recordemos que el orden y la moralidad, que son en todo tiempo la principal base social,son hoy, ms que nunca, un deber ineludible de la ciudadana.

    Olvidemos todas nuestras disensiones polticas domsticas. Es preciso el concurso de to