Mario Rivero

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MARIO RIVERO (Envigado, Antioquia, 1935 - Bogotá, 2009). Antes de dedicarse a escribir y de que su obra lo consagrara como uno de los más importantes poetas de las últimas generaciones del siglo en Colmbia, probó muchas cosas y tuvo múltiples experiencias: voluntario en la guerra de Corea, cantante de tangos, actor de teatro, vendedor de libros y de arte; vivió su juventud en constante movimiento, deambulando por Centro y Suramérica, con incursiones a Europa, en calidad de expositor y guía de seminarios y excursiones artísticas. Contertulio de los cafés de intelectuales y artistas bogotanos, especialmente de El Automático, allí perfiló su definitivo destino poético, al lado de los "cuadernicolas" y sumándose a la naciente corriente de poesía urbana, que él llegó a imponer representativamente. Director y fundador desde 1972 de la revista Golpe de Dados (según la Historia de la Poesía Colombiana publicada por la Casa de Poesía Silva en 1991, dio nombre a la generación de sus contemporáneos). Crítico permanente de artes plásticas, en revistas y periódicos. Su obra ha merecido numerosas e importantes distinciones, entre ellas: Premio Nacional de Poesía "Eduardo Cote Lamus" en 1972, mención internacional en La Habana, en 1973, por su libro Y vivo todavía. Condecoración en el Festival de Proartes en 1983. El grupo Ulrika de Bogotá le rindió homenaje en 1993. Premio Nacional de Poesía "José Asunción Silva" en 2001. Libros: Poemas urbanos (1966); Noticiario 67 (1967); Y vivo todavía (1972); Baladas sobre ciertas cosas que no se deben nombrar (1973); Baladas -antología- (1980); Los poemas del invierno (1984); Mis asuntos (1986); Vuelvo a las calles (1989); Del amor y su huella (1992); Mis asuntos -antología- (1995); Los poemas de invierno (1996). Flor de pensa (1998), Porque soy un poeta -entrevista- (2000), Balada de la gran señora (2004).

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MARIO RIVERO (Envigado, Antioquia, 1935 - Bogotá, 2009). Antes de dedicarse a escribir y de que su obra lo consagrara como uno de los más importantes poetas de las últimas generaciones del siglo en Colmbia, probó muchas cosas y tuvo múltiples experiencias: voluntario en la guerra de Corea, cantante de tangos, actor de teatro, vendedor de libros y de arte; vivió su juventud en constante movimiento, deambulando por Centro y Suramérica, con incursiones a Europa, en calidad de expositor y guía de seminarios y excursiones artísticas. Contertulio de los cafés de intelectuales y artistas bogotanos, especialmente de El Automático, allí perfiló su definitivo destino poético, al lado de los "cuadernicolas" y sumándose a la naciente corriente de poesía urbana, que él llegó a imponer representativamente.

Director y fundador desde 1972 de la revista Golpe de Dados (según la Historia de la Poesía Colombiana publicada por la Casa de Poesía Silva en 1991, dio nombre a la generación de sus contemporáneos). Crítico permanente de artes plásticas, en revistas y periódicos. Su obra ha merecido numerosas e importantes distinciones, entre ellas: Premio Nacional de Poesía "Eduardo Cote Lamus" en 1972, mención internacional en La Habana, en 1973, por su libro Y vivo todavía. Condecoración en el Festival de Proartes en 1983. El grupo Ulrika de Bogotá le rindió homenaje en 1993. Premio Nacional de Poesía "José Asunción Silva" en 2001.

Libros: Poemas urbanos (1966); Noticiario 67 (1967); Y vivo todavía (1972); Baladas sobre ciertas cosas que no se deben nombrar (1973); Baladas -antología- (1980); Los poemas del invierno (1984); Mis asuntos (1986); Vuelvo a las calles (1989); Del amor y su huella (1992); Mis asuntos -antología- (1995); Los poemas de invierno (1996). Flor de pensa (1998), Porque soy un poeta -entrevista- (2000), Balada de la gran señora (2004).

MADAME

Siéntese frente al fuego

y hable madame

leyendo hacia adentro

en la pizarra donde la vida escribe.

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Tal vez a mi pueda contarme

que alguien un día

llevó su mano -como un clavel

por una calle solitaria-.

Del libro "Balada de la gran señora", 2004

EndechaEstábamos perdidoscuando nos encontramosen aquel retraso de aeropuerto.

Yo estaba lleno de noche y de frío,aunque había pasado tres díasen el "San Francisco",con una muchacha de nalgas redondas.

Tu creíste que yo era un camionero.Admiraste la vulgaridad de mi estiloy me amaste por ello.-No lo era.-

Yo creí que tú eras una princesa,que arrastraba hasta mí su aburrimiento.-Y es verdad.-

Como es verdad que seguimos estando perdidos.Yo, por no poder soportar la realeza,tú, por no saber nunca lo que estás haciendo.

Mario Rivero

La balada de los pájaros(Fragmento)

En busca de La Historia contemplóaquellas nubes por donde viajabantodavíalos negros confetis del fuego

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espantando el ganadoasando las floresapagando las luciérnagascontra un cielo de cobre rojo crepitantecomo una parrillaa la altura de "Las palmas"sobre las verdes colinas de "Santa Helena";

(Y eran todavía los tiempos serenosLos Pájaros" -en su papel de Parcas--Los Infantes del Viento-a miles de leguas -se creía- entoncesde los sueños)

Y vió la Casa Liberal extinguirseoficialmenteY a un pueblo entero temblando en la nocheLos chamuscados pastizalesdel viejo y benigno don Saúly luegoluego(obligándose a recordar)soplados por El Viento los restos...No el viento primeramente conocido-el que sopla los perfumes penetrantesde las hierbas-El otro viento que lo aventaría todode aquí para alláEl que batió con inasible melancolíacontra los haraposde los que quedaron rodando por los camposcomo las banderas de la casa en ruinasEl que ululó -como en una cueva submarina-hasta sofocar la antigua pastoralde mujeres de vientre henchidocon el "que-hubo-pues" y el "ave-maría-pues"en la boca matinalal lado de hombres que han ganado aquel suelodesyemado aquél suelode muchas tempestades y montañas y truenosdesde la selva virgenUna tierra mítica en donde abundan las orquídeas

Los que ennoblecerían las montañas estirpepor el trabajo que prepara la esperanza-cuando un arma no pesaba jamás sobre unaespalda-

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De sol a solde colina a colinadesde los limpios amaneceres de geranio-rosahasta lentos ocasos de mandarina

(Como empañando ésta imagen de un mundoanegando -en llanto-una medida de bellezalos pájaros de fuego se ciernensobre las florestas del sueño)DespuésDespuéscuando aquel mar de humo se disipóy los cielos fueron de nuevo de un azulde estameñacuervos patrullaron sobre cenizas-a la hora primera-mientras las bandadas de los otrospájaros -los que no batían alas--su inocencia la testificaba la carenciade alas-volaban como ejecutores encargadosy mensajerosSus vuelos mórbidos se desplegaronsobre EnvigadoItuango Urrao Dabeibauna dos y tres vecesLos invasores engulléndose la tierra

Mario Rivero

La calle

Esta calle mi callese parece a todas las calles del mundouno no se explica por quésuceden tantas cosas en un minutoen una hora en doce horasdesde que el sol preña la tierra

Tiene puertas como bocas sin dientesLas mujeres se asoman a las ventanasy miran tan lejanamente...

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Sobre un alambre en el que los díashacen equilibrio cuelgan a secarmedias camisas y pantalones rotos

Tres mujeres con cara de pocos amigosesperan el bus. son modistillasque van a los talleres de la ciudada coser su miseria con una aguja de oro

La beata de enfrenteacaricia con uvas a un gato lustrosoy le dice "my darling"mientras un estudiante regresaa su cuarto de hoteldonde la cama en actitud de mujer pariendo espera su saco de huesosy colgado en la pared con una cintael retrato de la noviaque se ahorcó en sus trenzasy ya tiene dos hijos parecidosa su marido el boticario

Al final de la calle está la casa del farolito rojoa donde van prostitutas niñascon pelo color de miely senos como dos monedas de centavo frías

Esta calle mi callese parece a todas las calles del mundose ven éstas cosas y otras cosas...

Mario Rivero

Cosas que pasan

Este hombre y esa mujer se conocieron cierto díaSin duda el hombre sonrió a la mujersin duda le trajo floressin duda llegó a conocer su olor entre mily hasta olfatear su ropa interiorsu brassière sus pantalonestirados sobre la cama

Años después ella pasa con un gordo contoneoenvuelta en pieles emplumadas

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Su perfume es el mismo barato y dulcelo mismo ondula su grupa de sanguijuela encantadoratiene en cambio los ojos turbioscomo dos cuentas desteñidas de porcelana

El parece un hombre serio y sobriocon su cuentica en el Banco y su "curriculumvitae"no hay duda de que ha sabido ubicarse bien en el procesola mira la examina de una manera abstractacomo si examinarauna cosa vieja oxidadaa la brillante luz del solParpadeando estúpidamente desde un lapso de olvidoy sombra y grasa...Tiresias ciego adivino de mamas arrugadasTodos somos él-o algo parecido al menos-

Mario Rivero

Motivos del día

Mario me llamosoy mordisco al airesoy un husmea-cosassoy un cuenta-cosas

Todas las mañanassiento la hoja de barbay la caricia del aguacuando en el piso de arribaposiblementeun hombre y una mujeryacen abrazados

El la tiene en sus brazosmedio adormiladamientras oriento mis pasohacia el día

Digo mentiras inútilesy verdades inútilesConverso con los ancianosque descansan en la hierba

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o sobre los pedestalesde los héroesCon el buhoneroque vende transistoreso lentes para que alguien se esconda

Con las nucasque en los colectivosse apoyan sobre el hombrodel vecino

Con los huéspedes de las buhardillasy las de los cuartosde las casas coloradascon rendijasque miran a los árboles

Llego hasta el apartadoesa ventanita al mundoabro una cartaque tiene una estampillade los mares del surdonde los pescadorestiran varios días sus arponeshasta dar caza al tiburónentre espumas de sangre

Voy al parquey violo una naranjapara no mirar a una colegialaque hace su colecciónde hojas de otoño

Soy bachiller en lentosamaneceres en los puentesTodos mis recuerdostienen el leve brillode una joya perdidaaunque hay momentosque merecen repetirse

Soy un husmea-cosassoy un cuenta-cosasun cero grita bajo mis zapatos.

Mario Rivero

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Tango para "Irma la dulce"

Aquí estuvosacudida por el manoseo de las habladurías y los despertadoresAquí estuvo demasiado triste en el finalLas palmas bajo la nuca y el pelo desparramado agreste/como barba de cocomirándolo todo con simpleza y admiración"cómo se ve que tú eres escritor" me dicea mediavoz en la tiniebla de un cuarto con ginebra estéreoy flores de plástico de todos los coloresAllí figuraban y no podían faltar claro estáSosa Beny Moré Gardellos clásicos del tango y del boleroy los otroslos Mozart y los Beethoven de siempreen fin todo eso que uno no ha aprendido a sentirpero que sí parecelo único verdaderamente pulcroadecuadopara evadir la brutalidad de los sucesos Yo estaba lejano triste tratando de animarfalazmentela cansada sangre en las venasy ella ancha casi tapando la camafuncionando soberbiamentecon lo que se podría llamar su bellezao sea "su verdad"una cosa hecha de calor-poder-y-fuerzaun desbordamientocomo una yegua blanca con sus patas traserasbien abiertasque se vuelven plateadas y empiezan a brillaren un cabrilleo de lucesinestableuna rendija de luz en la persianaque sube por sus piernas e impone a su cuerpouna lividez de avenay todo todo perdiendo la certeza y la eternidadcomo si la luz estuviera de veras inventandouna forma nuevaya en la noche se había acabadoella puso su mano en mi cara y dijo "soy una mujer/cansada"tan grata su mirada que me sentí ablandadosin luchasquise adelantarme empujar la persiana

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admitir la franqueza del díala circuntristezaromper el espejismo el sortilegio engañoso"por qué hablas así gatita esas son las cosas que dicenlas intelectuales neuróticas""lo sé pero créeme que hablo completamente en serio"y luego como la cosa más natural del mundo"sé que el error está en mí misma"llama "error" a su viday me contó de su marido músicomafiosochupando la trompeta como si fuera marihuanahasta la madrugada"no, no es un programa estar sola todas las noches no creas"y continuó hablando y vistiéndose un sostén modelo/televisión y un liguero negroy diciendo que "qué barbaridad" y que "qué tontería"como respuesta a una pregunta conocidaa una inquisición cifrada"sí creo que así es lo mejor"agrega"no hay complicaciones ni números de teléfonos, ni cartasde amor ni nada""me gusta la vida libre el cambio"le digo"le tengo un horror sagrado a las posesionesy ahora ya sabes mi nombre y donde vivo para que se empiecena amarrar los nudospara que todo se empiece a terminar"Y le invento una historia mediocreprofundamente provincianao de la literatura considerada como la coartada perfectaella no lloró ni se riómiró melancólicamentefrente a sí como si hubiera un vacíoevidentemente no conocía ni a yago ni a otelo ni a "chéspier"y ni siquiera a maupassanty esta ignorancia la conducía hacia la niñezdulcemente"El mundo es así" concluyocomo si ya me estuviese yendo lejosde un modo gentil y fríoy termino con un instantáneo "la gente"...es la vaga indecisa palabraen la que le he decretadode pronto su fin

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Afuera en la tiembla-luzlas casas cerradas envueltas en un vapor esmeriladoun postigoque se abre como un párpado y que luego se cierraintenta tocar de nuevosu ombligo oloroso sus teticas apretadas forradasbajo un diquede botones y flecostratando de inventar el gesto la actitud la palabraque diluya en un aire amable casualla tristeza largalargalarga de pozo ciegoel encantamiento muertoPero hay que irse no podemos esperar demasiadose cubrió con los vidrios oscurosalta lejana va yéndosecon su olor ruda-y-sal bajo las axilas del suétercon su carne viva templada bajo la pielcon el amor..."Llámame cuando quieras" me dijo a modo de despedidasobre los árboles con hojas de pelusa plateadacomenzaba un cielo azul-bandera...

Mario Rivero

POEMITA

Tuve un pequeño pájaroque cantaba para mí cada díacuando el alma se estaba entumeciendoy descarrió su vuelo.

Tuve una pequeña moneda de orohecha en los siglos anteriores-y sin equivalente-y la perdí en la arena.

En un lejano viajeencontré una pequeña rosa -no corriente--sin con qué comparar-pero otro peregrino la quebró de su talloy la prendió en su ojal.

¡Ah pequeña rosapequeño pájaropequeña moneda!

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¡Qué fácil para alguien como yo morir!

mmmmmmmmmmmmmmmmm Mario Rivero

http://www.casadepoesiasilva.com/mariorivero.htm

MARIO RIVERO

Nació en Envigado (Antioquia) en 1935. Es autor de los siguientes libros de poesía: Poemas urbanos (1966). Baladas sobre ciertas cosas que no se deben nombrar (Premio nacional de poesía Eduardo Cote Lamus (1972). En 1981 Colcultura publicó una antología de sus poemas con el título de Baladas. Fundador de la más importante revista de poesía de Colombia, Golpe de dados (ochenta y siete números desde 1972 hasta hoy). Mario Rivero es uno de los más destacados poetas colombianos contemporáneos. Los poemas publicados en las guardas de esta edición estaban inéditos y fueron cedidos especialmente por su autor.

BALANCE

Es terrible no encontrar a dónde ir.

De las casas unas están destruidas,

sin lecho, a oscuras y con telas de araña,

con lepras en los muros y con espectros tristes.

Otras se alzan tan falsas como un decorado.

Page 12: Mario Rivero

Del palacio o la casa. encantada,

la tapicería vemos gastada, anticuada,

no hay belleza en aquél lugar, no hay misterio,

y continuamos nuestro aislado camino,

en el jardín gotea el surtidor del cansancio.

Hay posadas que ya no se abren más, por nosotros,

con las que hemos perdido el contacto,

cuando exentos de excusa, buscamos,

titubeantes como un extranjero,

o aún como mendigos, lejanos, extraños.

Es terrible no saber a dónde ir,

al final del día muerto,

a la hora en que a veces se bebe o se mata.

Encontrar que no hay sendero, no hay camino,

no hay puerta, donde llamar, en la fatua sonrisa del

/triunfo,

o en el pobre final, consumida la Casa del Alma!

MARIO RIVERO

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CORRIENTES

La amé. Una corriente de ese amor

la rodeó con dulce abrazo

semejante al dormido y poco profundo río de la

aldea.

Que es corriente de lento movimiento y fluye,

junto a las orillas de la vida cotidiana

y trivial de los amantes.

El verano casi siempre la desaparece o la amengua.

Ni la generosidad de las lluvias

logra hacerla caudalosa o sonora

como esa otra corriente del amor que todo lo inunda

que se precipita a lo desconocido...

Entre ambas corrientes, las dulces y las

/ ingobernables el barquichuelo de la vida se ha ido...

MARIO RIVERO

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http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti4/bol5/poemas.htm

A veces Henry

A veces Henry tuvo algún dinero

e invitó a sus-camaradas,

de un sexo o de dos, inteligentes

o encantadores, o ambas cosas a la vez,

los que dijeron, quizás sí,

pero como hizo él, vinieron y se fueron,

y no llegaron a ser mucho.

Del mismo modo otras veces Henry,

se irguió con coraje pagano, en arrebatada pareja,

con el huraño amigo que lo acompaña,

frente a las -según el mismo Henry, pacatas,

gentes de otra generación-

Que llenan las formas y se callan de sus asuntos.

A los que proclaman con un gesto augusto,

en el éxtasis austero del justo,

que "estamos viviendo unos tiempos infames".

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Balada de la muchacha-de-la-pollera-pronta

Esta es la balada de la muchacha pródiga de sí misma

que alegre y detonante de colores

hace el saludo de su sonrisa de-mi-querido-amor

a los que la tutean con palabras de esposo

Hombres que nunca ha visto

solemnemente rústicos o con rústicas bromas.

Ellos saben y la buscan golosamente

desnudando sus caderas blancas en la oscuridad

Una muchacha hecha para un ramo de flores

una chica galante dispuesta a todo y por todos

La que amaba demasiado pronto y con-todo-su-cuerpo

y por ello mal comprendida fue.

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La muchacha

la muchacha-de-la-pollera-pronta

hacia mí la ola de su pollera despliega...

Sucedió como suele sobre los pastos haraganes

cuando el sol era el sol y el calor el calor

La boca abierta hacia las gordas nubes fofas del verano

y la pollera sobre la cara como un jardín cubriéndola.

De soslayo con la comisura de sus labios miraba

cuando el pequeño amigo favorito para el placer

la solicitaba con voz ahogada embarullándose...

y algo espumeante y feliz le sube a la cara

y se le arrebola

como si él le hiciese cosquillas con una ramita verde.

Jóvenes y viejos se metían entre sus sábanas

para tener su mundo en paz

Contentos cerca de ella

con una carga de caricias

o con una sonrisa idiota

antes de abrazar su maravilla.

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La muchacha...

la muchacha engendra oleajes se vuelve playa

y su pollera canta como las olas!

El día era perezoso y la noche activa

Venían de uno en uno

o todos a la vez

Le formaban una "guardia de corps"

y se envolvían en su sonrisa

Su corazón era un albergue

abierto para una noche.

Y como si fuera su corazoncito un nido recién hecho

los más rayados los más bochincheros

llegaban piando: "Dádnos amor dádnos amor".

Comprobando con fatiga la buena ley del metal

la muchacha-del-corazón-pronto

la muchacha-de-la-pollera-pronta

tiende sus brazos desnudos...

Ella extiende su cuerpo con ademanes calmosos

en el día en la noche

para todos para cada uno

se abre se da vuelta se muestra

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con ingenua sapiencia

y lo que se ve es hermoso es extrañamente agradable

y al hacer todas estas cosas ella será "ella".

Y así cuando escucho en algún lugar

palabra que alguien masculla al pasar

a otra muchacha de corazón también henchido

Mis pensamientos rápido son

para esta muchacha de la pollera-pronta

atenta a la vida con un buen sentido

que para ofrecer sólo tenía

aquella llama exacta

un fuego para calentar la vida

un fuego para vivir mejor.

La muchacha

la muchacha-de-la-pollera-pronta

viene hacia mí moviéndose con pausa de hoja...

¡Muchachas ídos todas!

con la llama que calienta la sangre y abrillanta los ojos

el invierno está aquí afuera está aquí en mí

Pero esta noche antes de los somníferos

Page 19: Mario Rivero

dejad que avance la imagen de la muchacha-de-la-pollera-pronta

cada vez más lenta

cada vez más oleante

necesito de todos sus pujantes recuerdos...!

La muchacha

la muchacha de la pollera pronta

y su playa-su-playa-su-playa por todas partes...

Balance

Es terrible no encontrar a dónde ir...

De las casas unas están destruidas,

sin lecho, a oscuras y con telas de araña,

con lepras en los muros y con espectros tristes,

otras se alzan tan falsas como un decorado.

Page 20: Mario Rivero

Del palacio o la casa encantada,

la tapicería vemos gastada, anticuada.

No hay belleza en aquel lugar, no hay misterio,

y continuamos nuestro aislado camino,

en el jardín gotea el surtidor del cansancio.

Hay posadas que ya no se abren más por nosotros,

con las que hemos perdido el contacto,

cuando exentos de excusa, buscamos,

titubeantes como un extranjero,

o aun como mendigos, lejanos, extraños...

Es terrible no saber a dónde ir,

al final del día muerto

a la hora en que a veces se bebe, o se mata.

Encontrar que no hay sendero,

no hay camino, no hay puerta, donde llamar,

en la fatua sonrisa del triunfo,

o en el pobre final, consumida ¡la Casa del Alma!

Page 21: Mario Rivero

Ceniza azul

Del amor

sólo queda

un poco

de ceniza azul.

Volverías a

sentarte

junto al fuego

apagado

ahora que lo

sabes?

Page 22: Mario Rivero

Cosas que pasan

Este hombre y esa mujer se conocieron cierto día

Sin duda el hombre sonrió a la mujer

sin duda le trajo flores

sin duda llegó a conocer su olor entre mil

y hasta a olfatear su ropa interior

su brassiére sus pantalones

tirados sobre la cama

Años después ella pasa con un gordo contoneo

envuelta en pieles emplumadas

Su perfume es el mismo barato y dulce

lo mismo ondula su grupa de sanguijuela encantadora

tiene en cambio los ojos turbios

como dos cuentas desteñidas de porcelana

El parece un hombre serio y sobrio

con su cuentica en el Banco y su “curriculum vitae”

no hay duda de que ha sabido ubicarse en el proceso

la mira la examina de una manera abstracta

Page 23: Mario Rivero

como si examinara

una cosa vieja oxidada

a la brillante luz del sol

Parpadeando estúpidamente desde un lapso de olvido

y sombra y grasa...

Tiresias ciego adivino de mamas arrugadas

Todos somos él

-o algo parecido al menos-.

El amor

El amor es algo que viene y calienta

una vez. Y un instante no más,

-si es que viene-

Y después de esta costumbre de calor,

otra vez, ¡ay! nos deja muriendo solos.

Page 24: Mario Rivero

¡En estos silencios! Este dejarse llevar

más allá de las barras de los bares,

y más allá del bien y del mal.

El amor es algo punzante. Y en verdad

con olor

que desaparece y nos dice. "Yo estuve aquí"

-reseda- en la rara y tenue sensación

de aromar,

en la habitación ya vacía...

Endecha

Estábamos perdidos

cuando nos encontramos

Page 25: Mario Rivero

en aquel retraso de aeropuerto.

Yo estaba lleno de noche y de frío,

aunque había pasado tres días

en el "San Francisco",

con una muchacha de nalgas redondas.

Tu creíste que yo era un camionero.

Admiraste la vulgaridad de mi estilo

y me amaste por ello.

-No lo era.-

Yo creí que tú eras una princesa,

que arrastraba hasta mí su aburrimiento.

-Y es verdad.-

Como es verdad que seguimos estando perdidos.

Yo, por no poder soportar la realeza,

tú, por no saber nunca lo que estás haciendo.

Page 26: Mario Rivero

La balada de los hombres hambrientos

Los hombres hambrientos tienen oro

casas con retretes de mármol

y vestidos suntuosos

Pero no pueden matar el hambre y la sed

del tigre de sus ojos

Los hombres hambrientos son

en alguna forma hermosos

Por una magia mortal y execrable

sus oídos se han vuelto sordos

Pero los hombres hambrientos simulan oír

y pagan bien a los cantores

Pregonan una extraña desesperación

han perdido el recuerdo de los humanos olores

caminan para buscar un aroma imbuscable

el de los tallos de las flores muertas y de los pétalos podridos

el olor que al mismo tiempo es

Page 27: Mario Rivero

el olor de la muerte y el olor del nacer

Se cubre de moho el corazón

de estos hombres hambrientos

Se entrecruzan a la deriva

No se ven

Son muchos en movimiento

Sus mujeres lavadas en agua de caros perfumes sintéticos

adustas acechan también

aquel olor que alcanza los huesos

Si levantan las cabezas hacia cosas más altas

no distinguen otra cosa que el viento

Remeros esclavos en un gran bajel de oro

van los hombres y mujeres hambrientos…

Page 28: Mario Rivero

La luna y Nueva York

Nos encontrábamos todos los días

en el mismo sitio

compartíamos versos, cigarrillos

y a veces una novela de aventuras.

Lanzábamos piedrecillas

desde el puente donde almorzaban

los obreros de la fábrica de vidrio.

Le decía que la tierra es redonda

mi tía bruja y la luna un pedazo de cobre.

Que un día iría a Nueva York

la ciudad abundante en cosas estrambóticas

donde los gatos vagabundos

duermen bajo los automóviles

donde hay un millón de mendigos

un millón de luces

un millón de diamantes . . .

Nueva York donde las hormigas

demoran siglos trepando al Empire State

y los negros se pasean por Harlem

vestidos con colores chillones

Page 29: Mario Rivero

que destilan betún en el verano.

Iría por los restaurantes

hasta encontrar un cartelito:

“Se necesita muchacho para lavar los platos.

No se requiere título universitario”.

A veces comería un sandwich

recogería manzanas en California

pensaría en ella cuando montara en el elevado

y le compraría un traje parecido al neón . . .

me iba a besar

cuando sonó el pito de la fábrica.

Lágrimas

"En el juicio Final sólo se

pesarán las lágrimas"

Page 30: Mario Rivero

Cioran

Conozco las lágrimas.

Sé de las lágrimas.

Un negro rocío cuyo sabor perdido

de nuevo encuentro.

He llorado de noche, a la orilla del mar,

oprimido por el dardo de la belleza...

Sollozado lágrimas por alguna espantosa

verdad,

secretamente. Serio como la muerte.

Donde no hay nada para engañar.

O desde lo alto de los tejados, donde

todos pudieran verme.

He llorado bajito, bajo, así de afligido

-medio-triste medio-enfermo-

por los nobles árboles desarraigados

viejos y negros...

Porque la mañana y la noche vienen otra vez

Page 31: Mario Rivero

¡y siempre otra vez!

y una vez más, en inextinguible y eterno infierno.

¡He vivido cargado de lágrimas!

Han brotado mis lágrimas

en algún estupor de vino y silencio...

He llorado cubierto por mi sudor de sangre

en mi Huerto-de-los-Olivos. Herida el alma

en la despedida mas breve.

Compartido anónimos ruidos de lágrimas

en que prevalece, la secreta tristeza del

mundo.

Y sorbido la lágrima desde un párpado...

Una gota sola que cae, con impulso tierno

como e! de la rota cuerda de un arpa.

¡He llorado! ¡Llorado de amor o añoranza!

De vergüenza y orgullo. ¡De puro anhelo!

Lágrimas de vida y de muerte,

me han hecho verter una serie de pequeños hechos.

Page 32: Mario Rivero

Madame

Siéntese frente al fuego

y hable madame

leyendo hacia adentro

en la pizarra donde la vida escribe.

Tal vez a mi pueda contarme

que alguien un día

llevó su mano -como un clavel

por una calle solitaria-.

Page 33: Mario Rivero

Palabra

Ven palabra desnúdate

serás la amada de un hombre al que no le importa

si pareces fea o eres pobre.

Porque vosotras palabras

os parecéis como un desfile de mujeres hermosas

toscas o refinadas

podéis dar más unas que otras.

Pero tengo la debilidad de detestaros bien vestidas

la sola vista de vuestras lentejuelas de feria

me cansa de antemano

el corazón.

Sé que en cambio desnudas

pasáis con el secreto que nadie ha gustado

o que pocos comparten.

como alguna muchachita gris desmedrada

y sumamente silenciosa

con los zapatos llenos de barro

Page 34: Mario Rivero

a la que una sola mirada a ella misma

la hace resplandecer

como envuelta en polvo de estrellas

y de mariposas apretadas...

Poesía

Pájaro que desciende

de la cumbre

nos asombra

y nos llena de silencio

Lo que se escucha

es sólo el temblor

el necesario escalofrío

de la rama a que llega...

Page 35: Mario Rivero

Salmo

Cada ocaso advierte a los hombres callados

que miran al horizonte

que la oscuridad caerá.

Y cada día el Cartero- Muerte llama a la puerta.

Lo oímos golpear y golpear.

Aunque no le abramos

nos deja una invitación permanente.

¡Tiempo! ¡Tú me has robado los días de vino y rosas!

¡No hay bondad en tu curso!

¡Tus agujas han cosido un sudario blanco

con el hilo de nuestras vidas!

Carta depositada sobre carta,

Page 36: Mario Rivero

sin que nunca se agote el saco,

oímos el toc-toc de la muerte.

Sin forzar fatalmente estricta, de buenos huesos,

llenando nuestras bocas de polvo

camina vida-arriba con zapatos de hierro.

Sísifo

Este fardo invisible que transportamos,

es semejante al de Sísifo:

logramos llevar la roca arriba, un poco más cada día

cuando de pronto algo surge y nos retrocede.

De la mañana a la noche y por una necesidad de hierro

levantamos tú y yo y cada uno nuestra roca.

Page 37: Mario Rivero

Desde debajo de la montaña, contemplando el borde del cielo muy lejos.

Con el miedo oculto en el corazón

o con el coraje tranquilo de los varones.

Pero habrá un día, un momento que no conocemos,

en que tú filisteo exitoso

que vas por la carretera limpia, nueva,

a quien encuentro cada mañana y veo subir

más cómodo, sonriendo,

y yo que asciendo tan trabajosamente

el terrible camino vertical,

devorado por la ansiedad,

entre la humillación y la sospecha,

no miraremos más la linde lejana, sobre nuestras cabezas.

Cumplido el oficio

tu mano y mi mano dejarán la llave en el bolsillo

y la roca quieta.

Page 38: Mario Rivero

Tango para "Irma la dulce"

Aquí estuvo

sacudida por el manoseo de las habladurías

y los despertadores

Aquí estuvo demasiado triste en el final

Las palmas bajo la nuca y el pelo desparramado

agreste como barba de coco

mirándolo todo con simpleza y admiración

"cómo se ve que tú eres escritor"

me dice

a mediavoz en la tiniebla de un cuarto con ginebra estéreo

y flores de plástico de todos los colores

Allí figuraban y no podían faltar

claro está

Sosa Beny Moré Gardel

los clásicos del tango y del bolero

y los otros

los Mozart y los Beethoven de siempre

en fin todo eso que uno no ha aprendido a sentir

pero que sí parece

Page 39: Mario Rivero

lo único verdaderamente pulcro

adecuado

para evadir la brutalidad de los sucesos

Yo estaba lejano triste tratando de animar

falazmente

la cansada sangre en las venas

y ella ancha casi tapando la cama

funcionando soberbiamente

con lo que se podría llamar su belleza

o sea "su verdad"

una cosa hecha de calor-poder-y-fuerza

un desbordamiento

como una yegua blanca con sus patas traseras

bien abiertas

que se vuelven plateadas y empiezan a brillar

en un cabrilleo de luces

inestable

una rendija de luz en la persiana

que sube por sus piernas e impone a su cuerpo una lividez

de avena

y todo todo perdiendo la certeza y la eternidad

como si la luz estuviera de veras inventando

una forma nueva

Page 40: Mario Rivero

ya en la noche se había acabado

ella puso su mano en mi cara y dijo "soy una mujer cansada"

tan grata su mirada que me sentí ablandado

sin luchas

quise adelantarme empujar la persiana

admitir la franqueza del día

la circuntristeza

romper el espejismo el sortilegio engañoso

"por qué hablas así gatita esas son las cosas que dicen

las intelectuales neuróticas"

"lo sé pero créeme que hablo completamente en serio"

y luego como la cosa más natural del mundo

"sé que el error está en mí misma"

llama "error" a su vida

y me contó de su marido músico

maffioso

chupando la trompeta como si fuera marihuana

hasta la madrugada

"no, no es un programa estar sola todas las noches no creas"

y continuó hablando y vistiéndose un sostén modelo

televisión y un liguero negro

y diciendo que "qué barbaridad" y que "qué tontería"

como respuesta a una pregunta conocida

Page 41: Mario Rivero

a una inquisición cifrada

"sí creo que así es lo mejor"

agrega

"no hay complicaciones ni números de teléfonos, ni cartas

de amor ni nada"

"me gusta la vida libre el cambio"

le digo

"le tengo un horror sagrado a las posesiones

y ahora ya sabes mi nombre y donde vivo para que se

empiecen a amarrar los nudos

para que todo se empiece a terminar"

Y le invento una historia mediocre

profundamente provinciana

o de la literatura considerada como la coartada perfecta

ella no lloró ni se rió

miró melancólicamente

frente a sí como si hubiera un vacío

evidentemente no conocía ni a yago ni a Otelo ni a

"Chéspier"

y ni siquiera a maupassant

y esta ignorancia la conducía hacia la niñez

dulcemente

"El mundo es así" concluyo

Page 42: Mario Rivero

como si ya me estuviese yendo lejos

de un modo gentil y frío

y termino con un instantáneo "la gente"...

es la vaga indecisa palabra

en la que le he decretado

de pronto

su fin

Afuera en la tiembla-luz

las casas cerradas envueltas en un vapor esmerilado

un postigo

que se abre como un párpado y que luego se cierra

intenta tocar de nuevo

su ombligo oloroso sus teticas apretadas forradas

bajo un dique

de botones y flecos

tratando de inventar el gesto la actitud la palabra

que diluya en un aire amable casual

la tristeza largalargalarga

de pozo ciego

el encantamiento muerto

Pero hay que irse no podemos esperar demasiado

se cubrió con los vidrios oscuros alta lejana

Page 43: Mario Rivero

ya yéndose

con su olor ruda-y-sal bajo las axilas del suéter

con su carne viva templada bajo la piel

con el amor...

"Llámame cuando quieras" me dijo a modo de despedida

sobre los árboles con hojas de pelusa plateada

comenzaba un cielo azul-bandera...

Un habitante

Este hombre no tiene nada qué hacer

sabe decir pocas palabras

lleva en sus ojos colinas

y siestas en la hierba.

Va hacia algún lugar

con un paquete bajo el brazo

en busca de alguien que le diga

Page 44: Mario Rivero

"Entre Usted"

después de haber bebido el polvo

y el pito largo de los trenes

después de haber mirado en los periódicos

la lista de empleos.

No desea más que dónde descansar

uno por uno sus poros.

Hay tanta soledad a bordo de un hombre

cuando palpa sus bolsillos

o cuenta los pollos asados en los escaparates

o en la calle los caballitos

que fabrica la lluvia feliz.

Y dentro, en la tibieza

las bocas sonríen a la medianoche

algunos se besan y atesoran deseos

otros mastican chicles

y juegan con sus llaves

crecen los bosques de ídolos

y el cazador cobra su mejor pieza.

http://www.amediavoz.com/rivero.htm

Page 45: Mario Rivero

Selección de poemas

POESIA

Pájaro que desciende

de la cumbre

nos asombra

y nos llena de silencio

Lo que se escucha

es sólo el temblor

el necesario escalofrío

de la rama a que llega...

UN HABITANTE

Este hombre no tiene nada que hacer

sabe decir pocas palabras

lleva en sus ojos colinas

y siestas en la hierba

Va hacia algún lugar

con un paquete bajo el brazo

en busca de alguien que le diga

"entre usted"

después de haber bebido el polvo

y el pito largo de los trenes

Page 46: Mario Rivero

después de haber mirado en los periódicos

la lista de empleos

No desea más que donde descansar

uno-por-uno-sus-poros

Hay tanta soledad a bordo de un hombre

cuando palpa sus bolsillos

o cuenta los pollos asados en los escaparates

o en la calle los caballitos

que fabrica la lluvia feliz

Y dentro en la tibieza

las bocas sonríen a la medianoche

algunas se besan y atesoran deseos

otros mastican chicles y juegan con sus llaves

crecen los bosques de ídolos

y el cazador cobra su mejor pieza

UNA PEQUEÑA HISTORIA

A las seis de la tarde

cuando la calle se deja lamer por las basuras

y bostezan los edificios por sus ventanas

las aceras y los árboles

la mecanógrafa espera...

Una vez tuvo 15 años

Page 47: Mario Rivero

se pintaba los labios y las uñas

furiosamente de rojo

usaba zapatico ilusión

y tenía un novio

que la llevaba a las heladerías

a tomar café con tostadas

mientras el gringo del acordeón

tocaba una canción

que todavía recuerda

Ahora son las 6 de la tarde

El tiempo es un caballo leproso

que pisotea las cosas

¿Qué haces mecanógrafa

con esa cara de otoño

y esos senos de naranja enferma?

Mañana volverás a la oficina

donde un jefe

de uno con cincuenta de estatura

acaricia su pequeño vientre

en el que guarda recibos

huevos de tortuga

y una muerte grande

No esperes más

Page 48: Mario Rivero

Escucha otra vez la música del gringo...

y deja que un hombre te tome de la mano...

SAUDADE

Dicen que todo tiempo pasado fue mejor

y yo lo creo también

Unos añoran los coches tirados por caballos

las tarjetas postales

y los baúles oliendo a perfume rancio

Yo personalmente añoro

los días en que iba con un lío de trapos

y una herradura como talismán

de-ciudad-en-ciudad

Y sobre todo aquel cuartico al fondo

de un patio con geranios

y su caritaluna cuando llegaba tarde

oliendo a licor barato

y rodaba sobre mí para que la calentara

y también se tragaba todo lo que había

menos los periódicos y la pasta de jabón ordinario

Ahora cuando me siento

frente a la máquina de escribir

para hacer notas cronometradas

Page 49: Mario Rivero

sobre el diablo o el ángel

Añoro toda su baratura de pachulí y el pan duro

cuando ya empiezo a ser un empresario de pompas fúnebres...

SEÑOR K

Franz Kafka

novelista checo

vendedor de seguros de vida

—Compañía de Accidentes de Trabajo

del Reino de Bohemia—

al cruzar los pasillos

de una notaría

y ver legajos empolvados

pensé en usted

Sentí que los días trabajan

discreta y taciturnamente

sobre nosotros

imaginé un espejo

y vi una arruga en mi frente

y una mosca

en la nariz del notario

UNA FABULA

Preguntó el Rey al sabio

Page 50: Mario Rivero

ansioso de confundirlo

¿existe una sola palabra

que tenga el poder suficiente

para perder un reino?

Y el sabio contestó deferente:

Una sola palabra

no puede tener ese poder Señor

Pero podemos aproximarnos

a esa concisión deseada

que obre el rey el mal y que nadie se oponga

http://caribe.udea.edu.co/~hlopera/La_Palabra_Viva/mr.html

Mario Rivero (Colombia, 1935)

El amor

El amor es algo que viene y calienta

una vez. Y un instante no más,

-si es que viene-

Y después de esta costumbre de calor,

otra vez, ¡ay! nos deja muriendo solos.

¡En estos silencios! Este dejarse llevar

más allá de las barras de los bares,

Page 51: Mario Rivero

y más allá del bien y del mal.

El amor es algo punzante. Y en verdad

con olor

que desaparece y nos dice. “Yo estuve aquí”

-reseda- en la rara y tenue sensación

de aromar,

en la habitación ya vacía...

La elegía de las voces

Si no puedes ya amar el licor ardiente, las bromas

y los ruidos

si el teléfono no suena nunca,

y si abandonado te encuentras,

rodeado por doquiera de despedida,

qué queda más que hablar con las voces

de la memoria, en las que todo se ha convertido?

Voz del amor —¡Olvídalo!— Como un cristal

rompiéndose,

y las que se perciben como en sordina, ahora,

Page 52: Mario Rivero

que se acentúa el oído,

llegadas de algún entonces, en donde permanece

algo de aquello que nos fue preciso

Algo de aquello donde el alma temblara:

¡tan una vez! ¡tan allí! ¡tan por fin!...

Y hay las voces que oímos entre somníferos.

Las que nos sobresaltan desde una olla de negrura,

pasada la media noche —como si fuera la hora de

la memoria—

– o de las cuentas de la vida–

con sus diferentes modos de hacernos morir,

de bruces, entre cuatro paredes.

Inmóviles –no gritando–

–no el cuerpo en el cuerpo–

dando vuelta al reloj que acercará de todos modos

la hora de algún personal Apocalipsis,

el momento en que todo puede ocurrir,

mientras los pedales de la noche se mueven...

* * *

Y hay voces que nos acompañan en un silencio de prisión.

Page 53: Mario Rivero

Profundamente, ¯profundas¯ bajo nuestra violencia.

Que nos gritan a menudo su “NO”. Nacen y mueren.

Y otras efímeras, –de tan ligeras,

Que en cada instante tú las ignoras.

Hay las que se confunden en imágenes

y pertenecen al gran poema del mundo –de la tierra–

El poema anónimo de alguna hora en toda su belleza,

con la que desafía a todo lo que vale la pena:

Voz del campo antes de la primera estrella.

Rumor de sauces desflecados que cabecean sobre las aguas,

entregados a un vaivén que es el mecer de la melancolía.

El balancín de la tristeza,

en las sutiles señalizaciones terrestres.

Y voces de pequeñas fogatas en el atardecer

en donde aprendimos a leer en la lengua de los sueños.

O la del perro amarrado a esa puerta caída,

tal como lo acomodaron los últimos en irse,

y que es, sin más, la Palabra de la Muerte.

* * *

Hay voces de siglos:

la de la ola arrojada al arrecife.

Page 54: Mario Rivero

La voz de las cascadas,

la de las conchas que hablan sin cesar,

y que acerca a la oreja para escuchar al mar

aquél que está muy solo,

la de hojas caídas que amontonadas ruedan, o se mueven.

Y otras que son todo lo que debe ser, aún:

Las de muchachas y muchachos dispersándose

al final de la fiesta –al retomar su día–

en donde nunca deben apagarse las luces,

en donde siempre debe escucharse la música...

* * *

Voces de eternidad –De lo arcangélico–

Alas sobre nosotros?

Sombras de alas que inventa la ebriedad, la vigilia, la fiebre.

Cuando el objeto del deseo está más allá –Oscuro?

cuando ceden los bornes de la mente, –en la vela–

Y hay voces intraducibles, voces truncas,

para el desvelamiento de un secreto

que roza y que de pronto se detiene...

Y otras que no tienen de dónde ni adónde caer,

las sonámbulas, fuera de su contexto,

Page 55: Mario Rivero

y las que se crean de la nada algunos días,

perdidas en un simple juego de cadencias.

* * *

Y hay las que permanecen en las cosas –y duermen–

de una extremada levedad, de otra acústica,

que más que oír, sentimos.

Aliento detenido que antes de ser, se esfuma,

en el hálito breve de las habitaciones vacías,

en los viejos arcones de madera,

en espejos de deslustradas lunas...

Voces que son de allá, –de un olvido–

Que quedaron atrás, en el más atrás de nuestras vidas

encerradas entre los álbumes, entre los sellos de correo,

entre las desgarradas etiquetas de unas maletas...

de las rutas que fueron y de vientos que te reclaman

desde la cruz del Sur hasta las estrellas de Alfa y Omega.

Y aún hay voces rechazadas, inhibidas, llenas de culpabilidad,

amordazadas en cuanto sea posible:

las de los vasos de whisky o del café y los cigarrillos,

Page 56: Mario Rivero

temblorosas, agachadas en la soledad de las bocas.

Voces de encuentro y voces de apartamiento.

Voces primeras, sin más adónde ir –sólo adentro–

que trabajan calladas para situarse en el verso.

Voces para contar los sueños mientras sueñas...

caminos oscuros por donde recobro –otra vez como

al empezar–

mi corazón de niño perdido

desde las palabras del poema.

Mario Rivero nació en Envigado, Antioquia, en 1935. Ha publicado: Poemas Urbanos, 1963; Noticiario 67, 1967; Y vivo todavía, 1972; Baladas sobre ciertas cosas que no se deben nombrar, 1972; Baladas, Antología poética, Colcultura, 1980; Mis asuntos, 1986; Vuelvo a las calles, 1989; Del amor y su huella, 1992; Mis asuntos, Antología poética, Arango Editores, 1995; Los poemas del invierno, 1996; Poema con cámara, Camiri 67, 1997; Flor de pena, 1998; Qué corazón, 1999; V salmos penitenciales, 1999 y La balada de los pájaros, 2001. En el año 2001 recibió el Premio Nacional de Poesía “José Asunción Silva” por su vida y obra. Dirige la revista de poesía Golpe de Dados, en Bogotá, que circula hace 32 años.

http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Revista/ultimas_ediciones/68_69/rivero.html

Balada de las cosas perdidas

I

Page 57: Mario Rivero

Lo primero que se perdió fue la infancia,

la infancia que corría con su pie ligerísimo,

la infancia agreste

la camada de tórtolas en aquel sauce viejo,

el verano mordido en las guayabas,

una cocina blanca

y ese cuarto cerrado, "tal como estaba cuando..."

y en donde, la incansable ceniza del tiempo

caía con ala lenta, mota a mota...

¿Sigues estando allí, y ahora,

casa que ayer fue tutelar, fue nuestra?

Yo despertaba y veía a la madre

prender candela con manos agrietadas, por la intemperie diaria,

amasar la blancura de la harina,

cuando el desayuno estaba servido nos llamaba,

Yo, lentamente, me levantaba y me vestía...

Sollozos... labios cerrados...

el llanto en los rincones,

la pupila asombrada, huyendo de algo adulto,

ese disco de luz que parecía venir de alguien o algo...

Page 58: Mario Rivero

¡Oh pureza! ¡Pureza!

tantas cosas he debido perder, de marcha, siempre,

donde se abría el camino...

Pero de la infancia ¿qué diré de la infancia?

Te vas desdibujando, te imprecisas, te azulas...

III

Y también se perdieron los amigos,

ahora en silencio todos, en la muerte, en la vida,

Rafael Ramírez, prestamista, Noel Morales, el más tierno, Carlos Emilio, el de la voz-de-oro,

Atilano, con una mesa de billar al fondo,

y Jairo con una ramita entre los dientes, desafiante,

que fue el primero en sucumbir, partir...

¡Oh compañeros! ¡Oh perdidos! ya no crecen conmigo

desfilan todos con sus pasos coronados de polvo,

montan como una guardia de tristeza,

los rostros familiares que hoy dispersan, el último sueño u otro tedio, mientras yo continúo mi aislado camino de pasar...

VII

Mi hombro viudo se encorva y se arropa con frío

mi hombro caminante proyecta una sola sombra en la cuesta que desciende...

En vano acecho el desertado flanco,

Page 59: Mario Rivero

el costado vacío.

Ese paso que resuena en la sombra largamente es el mío, es el pie de quien marcha a campo yermo, solitario, y no ve más que este caer de muros, de nombres... y de polvo...

Mario Rivero

Cosas que pasan

Este hombre y esa mujer se conocieron cierto día

Sin duda el hombre sonrió a la mujer

sin duda le trajo flores

sin duda llegó a conocer su olor entre mil

y hasta olfatear su ropa interior

su brassière sus pantalones

tirados sobre la cama

Años después ella pasa con un gordo contoneo

envuelta en pieles emplumadas

Su perfume es el mismo barato y dulce

lo mismo ondula su grupa de sanguijuela encantadora

tiene en cambio los ojos turbios

como dos cuentas desteñidas de porcelana

Page 60: Mario Rivero

El parece un hombre serio y sobrio

con su cuentica en el Banco y su "curriculumvitae"

no hay duda de que ha sabido ubicarse bien en el proceso

la mira la examina de una manera abstracta

como si examinara

una cosa vieja oxidada

a la brillante luz del sol

Parpadeando estúpidamente desde un lapso de olvido

y sombra y grasa...

Tiresias ciego adivino de mamas arrugadas

Todos somos él

-o algo parecido al menos-

Mario Rivero

Endecha

Estábamos perdidos

cuando nos encontramos

en aquel retraso de aeropuerto.

Yo estaba lleno de noche y de frío,

aunque había pasado tres días

Page 61: Mario Rivero

en el "San Francisco",

con una muchacha de nalgas redondas.

Tu creíste que yo era un camionero.

Admiraste la vulgaridad de mi estilo

y me amaste por ello.

-No lo era.-

Yo creí que tú eras una princesa,

que arrastraba hasta mí su aburrimiento.

-Y es verdad.-

Como es verdad que seguimos estando perdidos.

Yo, por no poder soportar la realeza,

tú, por no saber nunca lo que estás haciendo.

Mario Rivero

La balada de los pájaros

(Fragmento)

En busca de La Historia contempló

Page 62: Mario Rivero

aquellas nubes por donde viajaban

todavía

los negros confetis del fuego

espantando el ganado

asando las flores

apagando las luciérnagas

contra un cielo de cobre rojo crepitante

como una parrilla

a la altura de "Las palmas"

sobre las verdes colinas de "Santa Helena";

(Y eran todavía los tiempos serenos

Los Pájaros" -en su papel de Parcas-

-Los Infantes del Viento-

a miles de leguas -se creía- entonces

de los sueños)

Y vió la Casa Liberal extinguirse

oficialmente

Y a un pueblo entero temblando en la noche

Los chamuscados pastizales

del viejo y benigno don Saúl

y luego

Page 63: Mario Rivero

luego

(obligándose a recordar)

soplados por El Viento los restos...

No el viento primeramente conocido

-el que sopla los perfumes penetrantes

de las hierbas-

El otro viento que lo aventaría todo

de aquí para allá

El que batió con inasible melancolía

contra los harapos

de los que quedaron rodando por los campos

como las banderas de la casa en ruinas

El que ululó -como en una cueva submarina-

hasta sofocar la antigua pastoral

de mujeres de vientre henchido

con el "que-hubo-pues" y el "ave-maría-pues"

en la boca matinal

al lado de hombres que han ganado aquel suelo

desyemado aquél suelo

de muchas tempestades y montañas y truenos

desde la selva virgen

Una tierra mítica en donde abundan las orquídeas

Page 64: Mario Rivero

Los que ennoblecerían las montañas estirpe

por el trabajo que prepara la esperanza

-cuando un arma no pesaba jamás sobre una

espalda-

De sol a sol

de colina a colina

desde los limpios amaneceres de geranio-rosa

hasta lentos ocasos de mandarina

(Como empañando ésta imagen de un mundo

anegando -en llanto-

una medida de belleza

los pájaros de fuego se ciernen

sobre las florestas del sueño)

Después

Después

cuando aquel mar de humo se disipó

y los cielos fueron de nuevo de un azul

de estameña

cuervos patrullaron sobre cenizas

-a la hora primera-

mientras las bandadas de los otros

pájaros

Page 65: Mario Rivero

-los que no batían alas-

-su inocencia la testificaba la carencia

de alas-

volaban como ejecutores encargados

y mensajeros

Sus vuelos mórbidos se desplegaron

sobre Envigado

Ituango Urrao Dabeiba

una dos y tres veces

Los invasores engulléndose la tierra

Mario Rivero

La calle

Esta calle mi calle

se parece a todas las calles del mundo

uno no se explica por qué

suceden tantas cosas en un minuto

en una hora en doce horas

desde que el sol preña la tierra

Tiene puertas como bocas sin dientes

Page 66: Mario Rivero

Las mujeres se asoman a las ventanas

y miran tan lejanamente...

Sobre un alambre en el que los días

hacen equilibrio cuelgan a secar

medias camisas y pantalones rotos

Tres mujeres con cara de pocos amigos

esperan el bus. son modistillas

que van a los talleres de la ciudad

a coser su miseria con una aguja de oro

La beata de enfrente

acaricia con uvas a un gato lustroso

y le dice "my darling"

mientras un estudiante regresa

a su cuarto de hotel

donde la cama en actitud de mujer pariendo

espera su saco de huesos

y colgado en la pared con una cinta

el retrato de la novia

que se ahorcó en sus trenzas

y ya tiene dos hijos parecidos

Page 67: Mario Rivero

a su marido el boticario

Al final de la calle está la casa

del farolito rojo

a donde van prostitutas niñas

con pelo color de miel

y senos como dos monedas de centavo frías

Esta calle mi calle

se parece a todas las calles del mundo

se ven éstas cosas y otras cosas...

Mario Rivero

Motivos del día

Mario me llamo

soy mordisco al aire

soy un husmea-cosas

soy un cuenta-cosas

Todas las mañanas

siento la hoja de barba

Page 68: Mario Rivero

y la caricia del agua

cuando en el piso de arriba

posiblemente

un hombre y una mujer

yacen abrazados

El la tiene en sus brazos

medio adormilada

mientras oriento mis paso

hacia el día

Digo mentiras inútiles

y verdades inútiles

Converso con los ancianos

que descansan en la hierba

o sobre los pedestales

de los héroes

Con el buhonero

que vende transistores

o lentes para que alguien se esconda

Con las nucas

que en los colectivos

Page 69: Mario Rivero

se apoyan sobre el hombro

del vecino

Con los huéspedes de las buhardillas

y las de los cuartos

de las casas coloradas

con rendijas

que miran a los árboles

Llego hasta el apartado

esa ventanita al mundo

abro una carta

que tiene una estampilla

de los mares del sur

donde los pescadores

tiran varios días sus arpones

hasta dar caza al tiburón

entre espumas de sangre

Voy al parque

y violo una naranja

para no mirar a una colegiala

que hace su colección

Page 70: Mario Rivero

de hojas de otoño

Soy bachiller en lentos

amaneceres en los puentes

Todos mis recuerdos

tienen el leve brillo

de una joya perdida

aunque hay momentos

que merecen repetirse

Soy un husmea-cosas

soy un cuenta-cosas

un cero grita bajo mis zapatos.

Mario Rivero

Tango para "Irma la dulce"

Aquí estuvo

sacudida por el manoseo de las habladurías y los despertadores

Aquí estuvo demasiado triste en el final

Las palmas bajo la nuca y el pelo desparramado agreste

/como barba de coco

Page 71: Mario Rivero

mirándolo todo con simpleza y admiración

"cómo se ve que tú eres escritor" me dice

a mediavoz en la tiniebla de un cuarto con ginebra estéreo

y flores de plástico de todos los colores

Allí figuraban y no podían faltar claro está

Sosa Beny Moré Gardel

los clásicos del tango y del bolero

y los otros

los Mozart y los Beethoven de siempre

en fin todo eso que uno no ha aprendido a sentir

pero que sí parece

lo único verdaderamente pulcro

adecuado

para evadir la brutalidad de los sucesos

Yo estaba lejano triste tratando de animar

falazmente

la cansada sangre en las venas

y ella ancha casi tapando la cama

funcionando soberbiamente

con lo que se podría llamar su belleza

o sea "su verdad"

una cosa hecha de calor-poder-y-fuerza

un desbordamiento

Page 72: Mario Rivero

como una yegua blanca con sus patas traseras

bien abiertas

que se vuelven plateadas y empiezan a brillar

en un cabrilleo de luces

inestable

una rendija de luz en la persiana

que sube por sus piernas e impone a su cuerpo

una lividez de avena

y todo todo perdiendo la certeza y la eternidad

como si la luz estuviera de veras inventando

una forma nueva

ya en la noche se había acabado

ella puso su mano en mi cara y dijo "soy una mujer

/cansada"

tan grata su mirada que me sentí ablandado

sin luchas

quise adelantarme empujar la persiana

admitir la franqueza del día

la circuntristeza

romper el espejismo el sortilegio engañoso

"por qué hablas así gatita esas son las cosas que dicen

las intelectuales neuróticas"

"lo sé pero créeme que hablo completamente en serio"

Page 73: Mario Rivero

y luego como la cosa más natural del mundo

"sé que el error está en mí misma"

llama "error" a su vida

y me contó de su marido músico

mafioso

chupando la trompeta como si fuera marihuana

hasta la madrugada

"no, no es un programa estar sola todas las noches no creas"

y continuó hablando y vistiéndose un sostén modelo

/televisión y un liguero negro

y diciendo que "qué barbaridad" y que "qué tontería"

como respuesta a una pregunta conocida

a una inquisición cifrada

"sí creo que así es lo mejor"

agrega

"no hay complicaciones ni números de teléfonos, ni cartas

de amor ni nada"

"me gusta la vida libre el cambio"

le digo

"le tengo un horror sagrado a las posesiones

y ahora ya sabes mi nombre y donde vivo para que se empiecen

a amarrar los nudos

para que todo se empiece a terminar"

Page 74: Mario Rivero

Y le invento una historia mediocre

profundamente provinciana

o de la literatura considerada como la coartada perfecta

ella no lloró ni se rió

miró melancólicamente

frente a sí como si hubiera un vacío

evidentemente no conocía ni a yago ni a otelo ni a "chéspier"

y ni siquiera a maupassant

y esta ignorancia la conducía hacia la niñez

dulcemente

"El mundo es así" concluyo

como si ya me estuviese yendo lejos

de un modo gentil y frío

y termino con un instantáneo "la gente"...

es la vaga indecisa palabra

en la que le he decretado

de pronto su fin

Afuera en la tiembla-luz

las casas cerradas envueltas en un vapor esmerilado

un postigo

que se abre como un párpado y que luego se cierra

intenta tocar de nuevo

Page 75: Mario Rivero

su ombligo oloroso sus teticas apretadas forradas

bajo un dique

de botones y flecos

tratando de inventar el gesto la actitud la palabra

que diluya en un aire amable casual

la tristeza largalargalarga de pozo ciego

el encantamiento muerto

Pero hay que irse no podemos esperar demasiado

se cubrió con los vidrios oscuros

alta lejana va yéndose

con su olor ruda-y-sal bajo las axilas del suéter

con su carne viva templada bajo la piel

con el amor...

"Llámame cuando quieras" me dijo a modo de despedida

sobre los árboles con hojas de pelusa plateada

comenzaba un cielo azul-bandera...

Mario Rivero

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