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SIEMBRA Y COSECHA DE AGUA DE LLUVIA EN CULTURAS AGUAFESTIVAS Asociación Bartolomé Aripaylla ABA - Ayacucho La crianza del agua Una de las características de la agricultura campesina andina es su desarrollo en “secano”, las siembras se conducen mayormente con precipitaciones pluviales de las cuales depende también la disponibilidad del agua de riego. El agua de riego es complementaria al agua de lluvia. En nuestras comunidades el riego es más frecuente en el cultivo de maíz o para la instalación de las siembras adelantadas (michka), aún así la lluvia es la más preciada. A la agüita de lluvia no le iguala el agua de riego. Cuando regamos seguidito nuestros pastos con las aguas de la irrigación Cachi empiezan a amarillar y pierden su vigor (umpuyakuykun), y la lluvita es su cura. También después de una fuerte helada o granizada una lluviecita es su remedio porque se recupera como que nada hubiera pasado, y cuando ocurre esto decimos el ¡Todopoderoso solito lo ha curado! La lluvia es remedio (hampichaykuq) de las plantitas, (Clemente Núñez Mendoza, Cordorpaccha). Pero también el uso y cuidado del agua están ligados a ceremonias y fiestas de gran amplitud a lo largo de los Andes como es el Yarqa Aspiy (limpieza de canales). Esta fiesta es vivenciada en dos dimensiones. Primero, de conversación y renovación de la vida colectiva, donde la limpieza de los canales se convierte en fiesta comunal. Segundo, la dimensión sagrada de esta celebración es para hacer de la vivencia con el agua más íntima y cariñosa. La vida fluye cuando hay cariño y voluntad entre hombres y la naturaleza. Pero el riego no está ligado sólo a la agricultura sino también al pastoreo. Para tal caso, en el paisaje el agua se usa para la formación de bofedales, esto es, generar áreas de humedad permanente para el pastoreo. Contribuye a esta práctica: el cercado de ojos de agua, siembra de plantas conocidas como yakupa maman (madre del agua) o yaku qayaq (plantas que llaman agua) como putaqa, circi, sura wayta, raki raki, lambras en el contorno del manantial, la derivación de aguas superficiales por canales de tierra, mantenimiento y formación de lagunas. Todas estas prácticas son formas de retener el agua de lluvia y aumentar la humedad en el paisaje y están acompañadas por diversas ceremonias de agradecimiento al agua, lo cual dista mucho del manejo y explotación “eficiente” del recurso agua en la agricultura moderna. Tanto el agua como las lagunas, los manantiales, son vivenciados como personas. Al respecto don Nemesio Conde Machaca del barrio de Tuco, nos dijo: Los puquios viven. De joven cuando iba de paseo de noche cruzaba por el puquial Quniqyaku y me encontré con un sapo del tamaño de un corderito que estaba cerca al ojo del puquio, viendo hacia Volcán, me asusté y tenía que retroceder y desviarme por otro camino. Era el puquial que había salido. (ABA, 1999 a: 37). También hay una diversidad de aguas como nos informa don Isidro Núñez Mejía, del barrio de Puncupata: En este puquial el agua es sapo yaku (agua sapo), no se deja sacar con canal; mientras, del otro lado es culebra yaku (agua culebra) por eso ésta fluye sin problema por el canal. Y este puquial es bastante mentado, es aburrido. La vez pasada a mis vacas le agarró una enfermedad como escorbuto, como en este puquial hay bastante berros saqué porque es fresco, esa noche en mi sueño me rodearon varias mujeres, diciendo: ¿Para qué sacas mi lana? Pero no me hizo nada, es que a mí me conoce, ¿no?. (ABA, 2000 a: 27). A los puquiales y lagunas se le consideran personas especiales, quienes nos enlazan con los cerros deidades y con la profundidad de la Pachamama, de donde provienen sus aguas. Por lo mismo, son lugares donde se realiza una serie de ceremonias de agradecimiento por la disponibilidad de sus aguas, por la fertilidad de los animales, salud de las personas. De allí que el

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SSIIEEMMBBRRAA YY CCOOSSEECCHHAA DDEE AAGGUUAA DDEE LLLLUUVVIIAA EENN CULTURAS AGUAFESTIVAS

Asociación Bartolomé Aripaylla ABA - Ayacucho

La crianza del agua Una de las características de la agricultura campesina andina es su desarrollo en “secano”, las siembras se conducen mayormente con precipitaciones pluviales de las cuales depende también la disponibilidad del agua de riego. El agua de riego es complementaria al agua de lluvia. En nuestras comunidades el riego es más frecuente en el cultivo de maíz o para la instalación de las siembras adelantadas (michka), aún así la lluvia es la más preciada.

A la agüita de lluvia no le iguala el agua de riego. Cuando regamos seguidito nuestros pastos con las aguas de la irrigación Cachi empiezan a amarillar y pierden su vigor (umpuyakuykun), y la lluvita es su cura. También después de una fuerte helada o granizada una lluviecita es su remedio porque se recupera como que nada hubiera pasado, y cuando ocurre esto decimos el ¡Todopoderoso solito lo ha curado! La lluvia es remedio (hampichaykuq) de las plantitas, (Clemente Núñez Mendoza, Cordorpaccha).

Pero también el uso y cuidado del agua están ligados a ceremonias y fiestas de gran amplitud a lo largo de los Andes como es el Yarqa Aspiy (limpieza de canales). Esta fiesta es vivenciada en dos dimensiones. Primero, de conversación y renovación de la vida colectiva, donde la limpieza de los canales se convierte en fiesta comunal. Segundo, la dimensión sagrada de esta celebración es para hacer de la vivencia con el agua más íntima y cariñosa. La vida fluye cuando hay cariño y voluntad entre hombres y la naturaleza. Pero el riego no está ligado sólo a la agricultura sino también al pastoreo. Para tal caso, en el paisaje el agua se usa para la formación de bofedales, esto es, generar áreas de humedad permanente para el pastoreo. Contribuye a esta práctica: el cercado de ojos de agua, siembra de plantas conocidas como yakupa maman (madre del agua) o yaku qayaq (plantas que llaman agua) como putaqa, circi, sura wayta, raki raki, lambras en el contorno del manantial, la derivación de aguas superficiales por canales de tierra, mantenimiento y formación de lagunas. Todas estas prácticas son formas de retener el agua de lluvia y aumentar la humedad en el paisaje y están acompañadas por diversas ceremonias de agradecimiento al agua, lo cual dista mucho del manejo y explotación “eficiente” del recurso agua en la agricultura moderna. Tanto el agua como las lagunas, los manantiales, son vivenciados como personas. Al respecto don Nemesio Conde Machaca del barrio de Tuco, nos dijo:

Los puquios viven. De joven cuando iba de paseo de noche cruzaba por el puquial Quniqyaku y me encontré con un sapo del tamaño de un corderito que estaba cerca al ojo del puquio, viendo hacia Volcán, me asusté y tenía que retroceder y desviarme por otro camino. Era el puquial que había salido. (ABA, 1999 a: 37).

También hay una diversidad de aguas como nos informa don Isidro Núñez Mejía, del barrio de Puncupata:

En este puquial el agua es sapo yaku (agua sapo), no se deja sacar con canal; mientras, del otro lado es culebra yaku (agua culebra) por eso ésta fluye sin problema por el canal. Y este puquial es bastante mentado, es aburrido. La vez pasada a mis vacas le agarró una enfermedad como escorbuto, como en este puquial hay bastante berros saqué porque es fresco, esa noche en mi sueño me rodearon varias mujeres, diciendo: ¿Para qué sacas mi lana? Pero no me hizo nada, es que a mí me conoce, ¿no?. (ABA, 2000 a: 27).

A los puquiales y lagunas se le consideran personas especiales, quienes nos enlazan con los cerros deidades y con la profundidad de la Pachamama, de donde provienen sus aguas. Por lo mismo, son lugares donde se realiza una serie de ceremonias de agradecimiento por la disponibilidad de sus aguas, por la fertilidad de los animales, salud de las personas. De allí que el

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uso de las aguas es previa una conversación ritual, nada se hace sin permiso, más aún cuando se realizan trabajos que comprometen directamente la vida de la persona agua. Así en 1994 la derivación del agua de Ruyaqpuquio, ha implicado la realización de diversas ceremonias, como apreciamos en el siguiente informe:

El mencionado pukyu es una persona muy delicada y sensible a las actitudes de irresponsabilidad, menosprecio, desafíos, incluso algo caprichosa (...). Don Moisés nos decía: “es bien brava, fastidiosa y intolerante para quien no le respeta y muchos que no le respetaron perecieron... Pagaremos bastante para abrir el ojo del pukyu”. (...) No teníamos permiso de Ruyaqpukyu, quién empezó a molestarse por este hecho don Moisés está asustado porque en sus sueños Ruyaqpuquio le advierte: “¡Qué haces por estos lugares! ¡En qué caminas! ¡Qué quieres!”. Para proseguir con la apertura de zanjas realizamos varias ceremonias, tanto a nivel comunal y con las autoridades. Los “Pagos” son modos de abrir el diálogo, modos de conversar y entenderse. Así logramos entendernos con Ruyaqpukyu, porque si bien necesitamos el agua pero no teníamos intenciones depredadoras: “!Sabes muy bien! Señora Ruyaqpukyu que no estamos jugando contigo, ¡queremos tu agüita para beber junto con los animales!, ¡déjenos beber lo que tienes!, ¡suelta tu agüita...! ¡Comparta con nosotros! ¡Esto te ofrecemos! ¡Sí no está bien, pide lo que quieres tal como te pedimos a ti...!, decía don Jacinto Vilca al depositar nuestra ofrenda a Ruyaqpukyu, quién dirigió la primera “misa ritual”. (...) Hoy conversamos mejor y con familiaridad. Pues así admitió don Felimón Espinoza (comunero) al decir: “En mi sueño, Ruyaqypuku, me enamoraba y ofreció vivir conmigo diciéndome: Pero estaré con mi propia vestimenta...”. Ruyaqpukyu es la deidad femenina del barrio, una mujer con vestido negro, en cuyo “dominio” se encuentra el único ojo de agua permanente de la zona. Es un pequeño mohadal, cuyas aguas permanecen estancadas en pequeños hoyos, la humedad es permanente sólo en una área reducida. En la visión de los comuneros de Socobamba, la humedad es permanente gracias a la deidad femenina quien como madre siempre dispone de agua. (ABA, 1994: 87-88).

Cuando se hace al margen de conversaciones con las deidades ocurren desgracias, nos dijo también don Zacarías Núñez Huamaní, del barrio de Huertahuasi nos contó su experiencia:

Cuando estuvimos trabajando en el canal Circicucho en un tramo empezamos a dificultarnos, los tubos se malograban y soplaba mucho viento, se dice que ese sitio es muy especial; y ahí aparecieron varias lagartijas de colores plateados y verdes que correteaban, incluso había entrado a la tubería enterrada, pero no faltó un travieso que había matado estas lagartijas y creo que por eso me enfermó. (ABA, 1999 a: 38).

En el Pacha todo es sagrado en el sentido de que todos merecen cariño, por el contrario se puede generar no sólo la pérdida del puquial, sino también quien la desafía. Y cuando no hay cuidado el agua no accede a la conversación, nos dice don Francisco Núñez Conde, del barrio de Unión Potrero:

En la construcción de este canal (canal de irrigación Quniqyaku), yo era el maestro de obra. En ése entonces, al ingeniero le dije que la bocatoma de captación debería construirse a unos cinco metros más abajo del puquial pero él no quiso y ahora estamos viendo un canal sin uso. ¡Es mi vergüenza!. Miren hermanos, el agua es como nosotros, por ejemplo no podemos comer con harto sal, es igual, en este caso, el puquial no puede estar con cemento, por eso el agua se trasladó apareciendo por debajo de la captación. Esto no ocurre con arcilla, tierra, champa o piedra porque es familia del agua, no pasa nada, pueden estar juntos al igual que nosotros en familia. (ABA, 2001 a: 28).

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SSIIEEMMBBRRAA YY CCOOSSEECCHHAA DDEE AAGGUUAA DDEE LLLLUUVVIIAA Cómo surge la experiencia? Esta actividad surge por iniciativa de los comuneros de la localidad de Tuco-Quispillaccta en la década de noventa y la Asociación Bartolomé Aripaylla, cuando el sueño de ellos fue contar con agua para su consumo, riego de pastos y pradera comunal. Este sueño, nos condujo a una conversación más profunda sobre la cultura ancestral sobre el agua en comunidades alto andinas como Tuco y su situación actual, y no así a la derivación de las aguas temporales de Tucomayo, cuando ello fue la propuesta de la mayoría.

En Tuco, Quispillaccta, al igual que en las demás comunidades, hasta entonces se había promovido una visión extractivista del agua centrado en el uso más no en su conservación; la cosmovisión y el saber campesino criadora de la naturaleza, jamás han sido tomados en cuenta en los proyectos de desarrollo, más por el contrario han contribuido a la pérdida y deterioro de grandes bofedales y ojos de agua, a través del drenaje masivo de bofedales para el control de la fasceola y la construcción de obras de captación directa en los ojos de agua a base de concreto.

En la memoria colectiva, hallamos a la crianza del agua de lluvia a través de las prácticas de ‘qucha chapay’ (represamiento en lagunas temporales), ‘qucha ruway’ (construcción de lagunas), ‘puquio waqaychay’ (crianza de puquiales) y otras prácticas milenarias que han sido dejados en el olvido o que pasaron al segundo plano, que tendría que darse con la recuperación de ceremonias y rituales al agua a fin de buscar la reconciliación con la ‘persona’ agua y las deidades, ofendidas por los rigores tecnicistas en el desarrollo de las obras de captación tal como ocurrió con el puquial Quniqyacu1, y en otras veces, por los maltratos e insultos causados también por los comuneros evangélicos, para quienes los puquiales eran los demonios.

Por los resultados obtenidos tal como se resalta en el siguiente extracto del informe, en la década de noventa la experiencia es replicada en Puncupata, Yuracc Cruz y Huertahuasi, y luego en toda la cabecera alta de la cuenca Cachi y Pampas,

Se ha constatado que el volumen almacenado durante los meses de lluvia, se mantiene casi invariable hasta la siguiente temporada de lluvias, cubriendo las necesidades de los animales en épocas de escasez del agua, asimismo van surgiendo nuevos ojos de agua en las partes circundantes de la laguna. (Informe del II Semestre del proyecto “Crianza de la biodiversidad andina”, del período 1995-96, ABA).

En qué consiste la siembra y cosecha de agua de llu via? Se trata de la crianza del agua de lluvia en el marco de la cosmovisión local, donde el agua al igual que el suelo y otros componentes de la naturaleza, son “personas” que tienen vida (kawsaqmi), tienen diversos modos de ser, y como persona tienen además una madre seminal o “yakupa maman”, por lo mismo no se trata simplemente de “hacerse servir con el agua, sin entender sus sentimientos”, pues el agua como persona también tiene sus “querencias”. Al agua hay que “llamar”, almacenar y “llevar”, danzando, tocando y cantando su “pasión” (cantos ceremoniales al agua).

La siembra y cosecha de agua de lluvia, consta de las siguientes actividades:

• ‘Qucha ruway’ para el almacenamiento de agua de lluvia en vasos naturales u hoyadas. • ‘Puquio waqaychay’ (protección y conservación de puquiales emergentes). • Plantación de plantas que “llaman agua” o “madre del agua” en ojos emergentes y bofedales. • Formación de ‘lliwas’ (bofedales o humedales) • ‘Puquio laqay’ o mantenimiento festivo de los ojos de agua. El ‘Qucha ruway’, consiste en el almacenamiento de agua de lluvia en vasos naturales, mediante la construcción de diques de piedra con núcleos de arcilla. La actividad es muy ceremoniosa porque se da en medio de un profundo respeto a las deidades del lugar donde se va fundar la

1 En las aguas del manante de Quniq yacu de Tuco fue objeto de captación para un canal de irrigación para desviar agua hasta la localidad de Huertahuasi, por una visión eficientista a pesar de la posición de los comuneros, se hizo una captación en el mismo ojo, haciendo que el manante se escapara a 40 metros debajo de la ladera.

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laguna. El objetivo es la siembra del agua para luego beneficiarse a través de los ojos de agua y bofedales, y no el almacenamiento del agua por la impermeabilización del vaso, por lo que el afán es también recuperar la vegetación circundante a fin de evitar el arrastre de sedimentos finos por la escorrentía al lecho de las lagunas. Las lagunas se estabilizan en muchas temporadas de lluvia, lo cual ocurre por el nivel de reposición del agua en la napa freática.

Los nuevos ojos de agua que aparecen como efecto del almacenamiento del agua de lluvia, y así como las existentes, son criadas con plantas que a su vez crían agua conocidas como “yakupa maman“ (plantas madres del agua) o “yaku qayaq” (plantas que llaman agua), que son ‘putaqa’ (Rumex peruvianus) y otras plantas que tienen las cualidades de hacer emerger agua donde no los hay e incrementar el volumen del manante, son protegidas del daño de los animales con ‘pukutus’ o ‘pukullus’ (infraestructuras de protección del manante) de piedra. Estas plantas, confieren además energías a las lagunas y nuevos ojos de agua: “les hace encanto”.

Las actividades siguientes son la formación y/o ampliación de bofedales, y los mantenimiento festivos de los puquiales y las lagunas, en cada año agrícola; es decir, limpieza de sedimentos acumulados en los ojos y rehabilitación de conductos subterráneos que comunican al puquial madre (“maman puquio”) con los de uso (puquiales secundarios).

En esta cosmovisión, el uso y el cuidado del agua están ligadas a ceremonias y fiestas de gran amplitud como es el ‘Yarqa Aspiy’ (limpieza de canales) donde la ceremonia central es la ofrenda al ojo del agua y ‘Puquio laqay’ (mantenimiento de puquiales). También está ligado a una organicidad comunal, protagonizada en muchos de ellos por los jóvenes y niños por la empatía que tienen con el mundo más sagrado y en su calidad de Regidor y Alguacil. Qué se ha logrado? Actualmente en el ámbito de ABA se cuenta 66 represas para siembra y cosecha de agua de lluvia, aunque uno de ellos fue desaparecida por el Gobierno Regional en lugar de reforzar el dique, la mayoría de ellas ubicada en las microcuencas de Tucumayo, Chikllarazu, Qunchallamayo y Chullcumayo, los cuales permite almacenar aproximadamente 8 millones de m3 de agua de lluvia, sin embargo la recarga hacia los acuíferos todavía no son conocidos. Entre otros impactos importantes registrados es el incremento del caudal de puquiales y de fuentes superficiales existentes. Los puquiales y bofedales generados, constituyen nuevas fuentes de agua de uso diverso, y en época de lluvias estas represas contrarrestan la escorrentía.

En un análisis de las características espacio-temporal de series de tiempo de valor del índice normalizado de vegetación (NDVI), temperatura de superficie (Ts) y el derivado Índice de Sequedad Temperatura-Vegetación (TVDI), para conocer las condiciones de disponibilidad del agua en el suelo durante el periodo 1986 – 2009 en las 4 microcuencas, se demuestra una restauración hidrológica y ambiental. Para este estudio se considera a la microcuenca Macro como Microcuenca Testigo (MT) y a las 4 microcuencas como Microcuencas de Gestión Integral (MGI); en Macro, microcuenca adyacente, se desarrolla una agricultura mecanizada y en el uso de los recursos naturales prima la visión extractivista, y las autoridades tradicionales para la gestión del territorio no existen. En resumen el resultado de este estudio es: • En MGI se ha logrado una estabilidad y aumento de disponibilidad de agua en el suelo (DAS),

a pesar que en la microcuenca Chikllarazu desde 1998 el ex Proyecto Especial “Río Cachi” recolecta las aguas para el consumo humano de 40 mil usuarios de la ciudad de Huamanga a razón 605 lit/seg y riego para 7 mil usuarios agrarios de la cuenca baja de Cachi; mientras que en la MT la DAS muestra una dinámica decreciente cuando a 1986 presentaba mejores condiciones respecto a las MGI, (Gráfico 01). En MT el déficit hídrico cada vez va en aumento, hay un claro retroceso y se acentúa a partir de 1997.

Cuando en 1986 en las 4 microcuencas las condiciones eran más desfavorables respecto a la MT, 66.24% de DAS promedio respecto a 71.8% de DAS, situación que empieza a agudizarse hasta 1991, a partir de ella se restaura la DAS sosteniblemente, superando hasta el 2009 en 3.22% de DAS promedio a la línea base (1991), período que coincide con el inicio de los proyectos ejecutados por ABA con el apoyo de la Cooperación Internacional, marcando un proceso de cambio en el uso del territorio y modificación del paisaje.

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Por ejemplo en Chullcumayo, las áreas sin estrés siempre son superiores, el mínimo es 56% en 2008 y un máximo en 1999 con 82.8%. Las áreas con estrés leve y medio no superan el umbral de superficie sin estrés. La áreas con estrés se ubican entre 17.2% en 1999 y un 44% en 2008. Es decir, las áreas sin estrés nunca bajan por debajo de 56%. Además, la tendencia de superficies sin estrés (SSH) es creciente y mayor que la línea de base.

• Y en cuanto a la evolución de la cubierta del suelo en el mismo período, en MGI el aumento de áreas con vegetación es creciente y consiguientemente se reduce considerable de suelo desnudo; a partir de 2006 las áreas con vegetación cobra un incremento sostenible. En tanto, en la MT, entre 1986-1998 da cuenta de una vegetación de buen vigor o de mayor densidad, disminuyendo considerablemente a partir del 2005, (Gráfico 02).

Otros impactos importantes de la práctica de “siembra y cosecha” de agua de lluvia, son:

• Incremento de caudal de puquiales existentes y canales de riego, como en el caso del canal de Ingahuasi-Catalinayocc, que proveía agua solamente hasta el mes de mayo antes de la construcción de las 3 lagunas de Tapaccocha y Paqcha.

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• Los puquiales y bofedales generados, constituyen nuevas fuentes de agua de uso diverso: consumo humano, abrevadero de animales tanto domésticos y silvestres, y de riego a través de pequeños microsistemas de riego presurizado.

• Riego de pastos y pasturas que permitieron el incremento de la producción pecuaria2 y suministro permanente al mercado de Ayacuchano y otros.

• Las lagunas constituyen hábitat de una diversidad de aves y se ha generado flora propia de las lagunas, las mismas son especies comestibles, forraje e incluso de uso ritual y medicinal.

• En época de lluvias estas represas contrarrestan los efectos perjudiciales de las precipitaciones torrenciales.

• Mayor valoración de los puquiales, que se manifiesta en la recuperación de los rituales para su conservación. Se ha superado la noción del manantial sinónimo de hospedero de fasceola o demonio.

Ayacucho, Octubre de 2011

2 Por tratarse de comunidades que están asentadas hacia canal arriba del Proyecto de Irrigación “Río Cachi”, las aguas que usan en el riego de pastos y pasturas provienen de la cosecha y siembra de agua de lluvia.