Contra La Cultura Del Dinero

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    LA CUARTA PGINA

    Contra la cultura del dinero

    No deja de hablarse del dficit, de la deuda, de las altas operaciones financieras, pero se evitahacerlo del sufrimiento de los que no tienen nada, de la pobreza creciente de jvenes y

    ancianos, del envilecimiento del mundo

    Gustavo Martn Garzo19 MAY 2012 - 00:04 CET

    MARCOS GUARDIOLA

    Dios mo, qu saltos me haces dar!, eso dijo la rana a su Creador. Segn Chesterton, lapobre estaba tan maravillada con esa facultad de su cuerpo que no poda dejar de celebrar

    cada brinco que daba. Para el escritor ingls el que en los cuentos maravillosos hayamanzanas de oro, ros de miel, pjaros que hablan y rboles que cantan, solo es expresindel asombro que experimentan los nios al contemplar el mundo por primera vez. Suasombro ante la manzana que cuelga pletrica y olorosa de una rama, ante el arroyo quecorre tembloroso a sus pies o ante el pjaro que inesperadamente se posa a su lado comosi viniera a decirle algo. Ese mundo de oro y joyas preciosas, de prncipes y princesas, deobjetos mgicos y bodas perfectas tiene que ver con el deseo de transfiguracin que anidaen el corazn humano.Navigare necesse est vivere non necess, sola decir de IsakDinesen. No basta con vivir, queremos que nuestra vida tenga sentido, se transforme enalgo valioso, en una historia que merezca la pena contar a los dems.Lo maravilloso nos hace hablar. Tiene que ver con el principio ertico. Nos dice que no

    estamos solos, que la vida es una corriente inmensa que compartimos no solo con losotros individuos de nuestra especie, sino con los animales y los bosques, con las dunas de

    http://elpais.com/autor/gustavo_martin_garzo/a/http://elpais.com/tag/fecha/20120519http://www.elpais.com/http://elpais.com/tag/fecha/20120519http://elpais.com/autor/gustavo_martin_garzo/a/
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    los desiertos y los cielos salpicados de estrellas. Nuestro mundo ha dado la espalda a lomaravilloso y solo el dinero parece tener en l poder para dar valor a las cosas. Estos dasel Gobierno ha anunciado una amnista a los defraudadores. Por ella, no solo se les va a

    permitir sacar a la luz el dinero que ocultan, sino que se les premiar permitiendo quepaguen por l un porcentaje muy inferior al que les corresponde. Es una medida

    excepcional, nos dicen, ya que el Estado necesita dinero. No importa saber de dndeviene el dinero, ni por qu lo han tenido escondido, todos se comportan como si estetuviera el poder de bendecir a los que lo tienen liberndoles de la culpa y laresponsabilidad. Y no son solo algunos polticos y tecncratas los que piensan as. Lasociedad entera vive entregada al gran dios del dinero. Pueblos perdidos compiten entreellos porque se ponga en sus verdes prados cementerios nucleares, los hortelanos vendensus tierras para construir bloques de viviendas que arruinarn la belleza de la costa, ocomunidades como Madrid y Catalua compiten por acoger en su territorio un emporio decasinos, privilegios fiscales, prostitucin y profunda vulgaridad, y todo ello paraconseguir que el dinero fluya a sus cuentas bancarias. No deja de hablarse del dficit, dela deuda, de las altas operaciones financieras, pero se evita hacerlo del sufrimiento de los

    que no tienen nada, de la pobreza creciente de jvenes y ancianos, del envilecimiento delmundo. Tampoco se habla de la prdida de esa capacidad de los hombres antiguos detransformar en relatos los mnimos acontecimientos de sus vidas. Es la maldicin deldinero, que petrifica cuanto toca, como bien se explica en la historia del rey Midas. Elrelato abre el mundo, el dinero lo cosifica. Y lo maravilloso es vivir en un mundo sincosas.

    Los viejos relatos no nos alejan del mundo, lo vuelven habitable y comn,

    lo llenan de sentido

    Cuando enEl festn de Babette las seoras descubren que esta se ha gastado todo el

    dinero que ha ganado en la lotera en prepararles aquella cena inolvidable y la preguntanqu va a hacer ahora que vuelve a ser pobre, Babette les contesta orgullosa: Una artistanunca es pobre. Y es cierto: tiene el poder que le concede su imaginacin. Deberan

    ponerse en los colegios e institutos las pelculas de John Ford, deberan verlas sobre todonuestros polticos de derechas y nuestros banqueros. Es raro que en una pelcula deldirector americano no haya un baile. La cultura del dinero, por boca de MargaretThatcher, afirma que solo hay individuos y que la sociedad no existe. Pero en los bailesde John Ford late siempre la idea de una comunidad, y de que aquello que le pasa a unosolo de sus miembros afecta a todos los que forman parte de ella. John Ford pertenece a loque Eugenio DOrs llam la familia de los genios claros, la familia de Homero y losgrandes pintores renacentistas, de esos seres dichosos que van de la sombra a la luz sinesfuerzo, que tienen el don de la luz. En una escena de Corazones indomables la

    protagonista ve a su esposo, contemplando a su hijo dormido, y conmovida por el regalode este momento de paz en un mundo lleno de traiciones y muertes, se sienta en lasescaleras y exclama: Dios mo, haz que todo permanezca as para siempre!. Lomaravilloso nos ensea a ver lo ms cercano con los ojos de la gratitud y el asombro, losojos del que ve la belleza del mundo y quiere cuidarla. EnLa pata de la raposa, de Prezde Ayala, puede leerse: Me habl usted siempre de las cosas extraordinarias con tantanaturalidad, que yo me vea obligado a aceptarlas como cosas naturales, y de las cosasnaturales con tanta intensidad, que yo descubra en ellas nuevos sentidos.

    Hemos dado la espalda a lomaravilloso y slo el dinero parece tener el

    poder para dar valor a las cosas

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    John Keats deca que el poeta deba estar con los pies en el jardn y con los dedos tocandoel cielo. Los antiguos relatos cumplan esa funcin, eran un puente entre lo divino y lohumano, entre el mundo de sueo y el mundo real. Lo maravilloso es abandonar el mundode los dogmas y habitar el tiempo del relato, que es el tiempo de la contradiccin y lalibertad. Y no podemos vivir sin relatos, aunque los hayamos olvidado. Viven a travs de

    nosotros, son el humus del que nos alimentarnos, la savia que protege nuestrospensamientos. La historia ms realista de nuestros das encierra ecos de esas historiaseternas. Todos los que en estos das han sufrido ante la fotografa del safari africano deJuan Carlos, han vuelto a contar en el mundo la historia del arca de No, salvador de loselefantes. Una pareja de enamorados entona cada noche el Cantar de los cantares, aunquenunca lo hayan ledo. Una nia pequea que imita a su madre, es como la ninfa Ecocuando loca de amor repeta por el bosque las palabras de Narciso. Los relatos deLas mil

    y una noches no hablan de un mundo ajeno al que conocemos, sino de esas otras vidasque hay en cada uno de nosotros. Miles de nios nacen en el mundo cada da, y miles demujeres se enfrentan a esa experiencia nica que es tener un hijo, y sin embargo apenas selas presta atencin. La historia de Mara y el ngel nos permite interrogar ese instante,

    preguntarnos qu sucede de verdad en l. En cierta forma, cualquier mujer, al tener elnio que desea, vuelve a contar en el mundo la historia de Mara y su hijo y en su silenciocuando le contempla dormido en sus brazos est su gozo por el milagro de su nacimientoy su temor a todo lo malo que pueda sucederle.Los viejos relatos no nos alejan del mundo, lo vuelven habitable y comn, lo llenan desentido. En sus reportajes sobre el juicio al juez Baltasar Garzn, por los crmenes delfranquismo, la periodista Natalia Junquera nos cont en este mismo peridico la historiade una pobre nia a la que llamaban la hija del hojalatero que tiraron a los pozos, y quecon 90 aos an segua recordando a su madre y a otras mujeres del pueblo llevando aescondidas flores a los pozos porque no saban dnde estaban los cuerpos de sus maridose hijos asesinados. Lo maravilloso es empearse en seguir llevando flores a los pozosaunque la razn nos diga que no sirve de nada.Gustavo Martn Garzo es escritor.