CONSTRUYENDOLADEMOCRACIA · de la tortura, las ejecuciones sumarias, las desapariciones forzadas y...

CONSTRUYENDO LA DEMOCRACIADESDE LOS DERECHOS HUMANOS

25 Aniversariodel Instituto Interamericano de Derechos Humanos

San José, octubre de 2005

© Instituto Interamericano de Derechos Humanos2005Reservados todos los derechos

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Directores Ejecutivos del IIDH (de izq. a der., de arriba a abajo): HernánMontealegre (Chile), 1981-1984; Héctor Gros Espiell (Uruguay), 1985-1987; Sonia Picado Sotela (Costa Rica), 1984-1985/1987-1994; AntônioAugusto Cançado Trindade (Brasil), 1994-1996; Juan E. Méndez(Argentina), 1996-1999; Roberto Cuéllar M. (El Salvador), 1999-.

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ÍNDICE

A modo de introducción . . . . . . . . . . . . . . .7Veinticinco años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11Los gestores y sus circunstancias . . . . . . .13Un Instituto en pleno desarrollo . . . . . . . .19Del crecimiento y sus dolores . . . . . . . . .23La era de las instituciones públicas . . . . .26Ampliando horizontes . . . . . . . . . . . . . . .28Nuevos desafíos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .30Un enfoque renovado . . . . . . . . . . . . . . . .32Un empeño que no concluye . . . . . . . . . .37

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A MODO DE INTRODUCCIÓN

Enraizados en el tiempo y en la historia como estamos losseres humanos, los calendarios nos abren un espacio para lareflexión. Así pues, convengamos que, aunque sean pura-mente simbólicas –o si se prefiere, convencionales–, lasconmemoraciones tienen su importancia. Son precisamentela ocasión para los balances, los homenajes y las cele-braciones.

Esta semblanza del Instituto Interamericano de DerechosHumanos al conmemorar su 25 aniversario pretende ser pre-cisamente eso: un homenaje, un balance y una celebración.

Un homenaje a quienes sentaron las bases de la institu-ción –juristas, académicos y activistas de los derechos huma-nos, varios ya fallecidos–; y a quienes luego tomaron eldesafío con dedicación y compromiso. Ellos han hecho delIIDH la sólida institución que es hoy, que ejerce un recono-cido liderazgo en la promoción de los derechos humanos enlas Américas.

Quiere ser, también, un balance que permita valorar loslogros alcanzados en este cuarto de siglo, así como visualizarlos retos y desafíos pendientes, que no son pocos. Por último,esta reflexión contribuye también a la celebración de este 25aniversario, en octubre de 2005.

Acto de firma del Convenio entre la Corte Interamericana de DerechosHumanos y el gobierno de Costa Rica, en 1980. De izq. a der.: ElizabethOdio, entonces Ministra de Justicia y actual Segunda Vicepresidenta yJueza de la Corte Penal Internacional e integrante de la AsambleaGeneral del IIDH; Rafael Ángel Calderón Fournier, entonces Ministro deRelaciones Exteriores, y Rodolfo Piza Escalante (†), entonces Presidentede la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

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VEINTICINCO AÑOSSi intentáramos una suerte de dibujo expresionista sobre

la situación hemisférica de los derechos humanos cuando secreó el IIDH, en 1980, y de esa misma situación el día dehoy, el resultado sería un paisaje desconcertante, en el quemuchas cosas habrían cambiado de manera dramática, entanto otras muchas se mantendrían dramáticamente idénti-cas. Más que un juego de palabras, la expresión pretendedestacar lo contradictorio del último cuarto del siglo XX y deeste inicio del XXI en las Américas.

Tal panorámica nos revelaría que, en 1980, las dictadurasmilitares campeaban en gran parte de América Latina.Amparadas en la doctrina de la seguridad nacional, hicieronde la tortura, las ejecuciones sumarias, las desaparicionesforzadas y otras prácticas crueles y aberrantes, un recurso deuso cotidiano en la lucha contra su enemigo ideológico. Laselecciones confiables, justas y transparentes eran rarísimasexcepciones en el escenario hemisférico. Hoy la situación seha invertido, y son más bien los regímenes autoritarios losque tienen un carácter excepcional, en tanto los comiciosdemocráticos, fiables y transparentes, son la norma en lasAméricas. Y si bien no se han erradicado por completo, lasdesapariciones forzadas, las torturas y ejecuciones extraju-diciales son hoy excepcionales, las cometen generalmentegrupos irregulares y no agentes del Estado, y no revisten elcarácter masivo y sistemático con el que horrorizaronentonces al mundo.

El terrorismo era entonces, por cierto, un problema de de-rechos humanos puesto que numerosos Estados de la regiónlo ejercían contra sus propios ciudadanos o los grupos irre-

25 ANIVERSARIO DEL IIDH

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gulares que infundían pánico entre la población, pero norevestían el carácter de amenaza internacional que tiene traslos atentados del 11 de septiembre de 2001 (Nueva York), 11de marzo de 2004 (Madrid) y el 7 de julio de 2005 (Londres).Si bien no hay duda de que la corrupción campeaba entre losgobiernos dictatoriales de la época, la opacidad de estos regí-menes impedía a la población tomar conciencia de sus di-mensiones. Hoy, aunque persisten serias limitaciones para lalibre circulación de la información, los ciudadanos y ciuda-danas se enteran por los medios de comunicación masiva denumerosos desfalcos, arbitrariedades y actos de corrupciónque cometen los funcionarios públicos de los gobiernosdemocráticamente elegidos, minando la confianza en laciudadanía durante el período de transición a la democracia.

En aquellos años, las potencias peleaban las que seríansus batallas postreras de la “guerra fría” en Centroamérica–centenares de miles de muertos; millones de desplazadospor los conflictos bélicos–. Las tensiones internacionales dehoy se presentan más bien entre el mundo rico y el mundopobre, entre norte y sur, entre las diferentes trayectorias delas civilizaciones. Como entonces, la movilidad humana estambién hoy incontenible, pero se trata en su mayoría depersonas atraídas por la posibilidad de llevar una vida dignaque les niegan sus países.

Si existía, la Internet era entonces un recurso de usoexclusivo de los militares estadounidenses y, quizás, dealgunos científicos del mundo desarrollado, y estaba muylejos de ser el fenómeno masivo que es hoy, cuyo impactotransformador se evidencia en todos los órdenes de la vidasocial y de la actividad humana; el VIH-SIDA estaba lejos deser la pandemia en la que pronto se convirtió, y la degra-dación de las tierras fértiles, la tala de las zonas boscosas yla amenaza de extinción que pesaba sobre algunas especiesanimales y vegetales, avanzaban con fuerza arrolladora,como continúan haciéndolo hoy, si bien el ritmo al que lohace disminuyó en algunos países y, en el caso puntual dealgunas especies, se registraron avances espectaculares en larecuperación de las poblaciones.

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CONSTRUYENDO LA DEMOCRACIA DESDE LOS DERECHOS HUMANOS

Entonces, como hoy, cerca de la mitad de la población deAmérica Latina y el Caribe vivía sumida en la pobreza, conel agravante de que ese porcentaje representaba en 1980 a110 millones de personas, mientras que hoy significa que226 millones de personas no encuentran en la región formade satisfacer sus necesidades básicas. De manera semejante,el porcentaje de personas subnutridas disminuyó ligeramentedesde 1980 –de un 13% a un 11% en el año 2000–, pero ennúmeros absolutos, eso significa que hoy hay decenas demillones de personas subalimentadas más que entonces.

Durante el último cuarto de siglo, la institucionalidaddemocrática se multiplicó o renovó en casi todas las nacio-nes del hemisferio: surgieron defensorías de derechos huma-nos, oficinas especializadas para defensa y promoción de losderechos de las mujeres, de los pueblos indígenas, de laniñez; se promulgaron leyes y se crearon tribunales especia-lizados para conocer casos relacionados con los derechosfundamentales de los ciudadanos. No obstante, las oportuni-dades de desarrollo humano están, hoy como entonces,vedadas para millones de personas por su pertenencia a unaetnia, a una cultura o por las imposiciones que sufren las per-sonas en su condición de género, y la posibilidad de accedera los recursos jurisdiccionales para la defensa de sus dere-chos es limitada para la población pobre o discriminada delas Américas.

Podríamos, en fin, prolongar este panorama de contrastespara ilustrar los profundos cambios, por una parte, y lo pocoque ha cambiado, por la otra, la región durante el últimocuarto de siglo. Aunque sería injusto negar avances –inclu-sive avances significativos en algunos campos–, sería inge-nuo negar también que los avances son insuficientes, y quelos desafíos de hoy, son tan grandes e importantes como loeran al crearse el IIDH.

LOS GESTORES Y SUS CIRCUNSTANCIASLa inquietud acerca de la importancia de un instituto

dedicado a la promoción de los derechos humanos en el


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ámbito interamericano se manifestó tan pronto la CorteInteramericana de Derechos Humanos se instaló en CostaRica, en junio de 1979. En aquella ocasión, la Corte IDHnombró una comisión –integrada por los jueces ThomasBuergenthal y Carlos Roberto Reina–, con el fin de estudiarla conveniencia de fundar un instituto con estos fines. Esto,y el hecho que durante su primera sesión ordinaria, celebradaen septiembre de ese mismo año en San José de Costa Rica,la Corte conociera el informe de los jueces Buergenthal yReina, revela hasta qué punto la creación del IIDH se consi-deró un asunto de la mayor importancia.

El mismo sentido de urgencia se revela en que en suprimera sesión ordinaria, la Corte resolviera convocar unareunión internacional de expertos en derechos humanosprovenientes de diferentes regiones del continente, con el finde discutir la creación del Instituto. La Corte integró unacomisión organizadora de este encuentro, en la que ademásde los jueces Buergenthal y Reina, se integraron destacadosjuristas costarricenses (Luis D. Tinoco, Eduardo Ortiz,Fernando Volio, Fernando Fournier y Jorge A. Montero), asícomo el juez Máximo Cisneros, en su calidad deVicepresidente de la Corte.

Para realizar el encuentro, el comité organizador solicitóy obtuvo apoyo de la Agencia para el Desarrollo Interna-cional de los Estados Unidos de América. A propósito deaquella solicitud, Roma Knee –quien desde AID estuvo acargo de valorarla, y desde entonces se convertiría en unaaliada clave del IIDH–, manifestó:

“Desde nuestro punto de vista, el juez Buergenthal llegó enel momento apropiado, pues eran los inicios de laAdministración Carter y los derechos humanos se habíanproclamado como eje de la política exterior. En eseentonces existía una nueva legislación que destinaba unapequeña cantidad de fondos del presupuesto de AID, quedebía utilizarse únicamente en proyectos y actividades depromoción de los derechos humanos. Los autores de esalegislación tenían en mente la clase de actividades que elInstituto proponía, siendo estas: investigación y, especial-mente, difusión de información y educación”.

Sonia Picado Sotela, entonces Vicepresidenta del IIDH, devela la fotogra -fía de Thomas Buergenthal, en ocasión de la ceremonia celebrada el 30de octubre de 2000 en homenaje al Juez Buergenthal por el papel centralque jugó en la creación del Instituto Interamericano veinte años antes.


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La reunión de expertos convocada por la Corte se celebrósegún lo previsto, coincidiendo con su segundo período desesiones, en enero de 1980. Los 38 especialistas invitadosprovenían, en su gran mayoría, de países del hemisferio.Además de los jueces de la Corte, participaron cincomiembros de la Comisión Interamericana de DerechosHumanos, así como la Presidenta y la Secretaria Ejecutiva dela Comisión Interamericana de Mujeres y representantes dealgunas destacadas ONG. Durante las seis sesiones detrabajo, los expertos recomendaron la creación de unInstituto dedicado a la educación de los derechos humanosen el ámbito interamericano, así como sus futuras tareas yorganización. Entre las recomendaciones que suscribieron alconcluir el encuentro, destacan las siguientes:• El Instituto Interamericano será una institución de

carácter académico y educativo y no una organizaciónactivista; su misión básica será la enseñanza, lainvestigación y la promoción de los derechos humanos enel continente americano.

• La orientación profesional y académica del Institutodeberá ser multidisciplinaria.

• Al poner en práctica sus programas y proyectos, elInstituto deberá tomar en consideración las necesidadesespecíficas de la Comisión y de la Corte Interamericanade Derechos Humanos. Al mismo tiempo, deberácolaborar con estas y otras entidades afines para defenderla causa de los derechos humanos en el continenteamericano.Quedaban así definidas las líneas rectoras que carac-

terizan al IIDH hasta el día de hoy. Al finalizar la reunión, losparticipantes encomendaron a los presidentes de la Corte yde la Comisión Interamericanas de Derechos Humanos quedesignaran un grupo de personas para redactar, a partir de susrecomendaciones, los estatutos de la futura entidad. Sedesignaron diecisiete personas que trabajaron en la redacciónde los estatutos entre el 20 y el 22 de marzo de ese mismoaño. Debe destacarse el hecho de que los miembros de aquél

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primer Consejo Directivo fueron designados a títulopersonal, es decir, en virtud de su trayectoria en la causa delos derechos humanos, y no en calidad de representantes desu país u organización, como lo son en su mayoría, hasta eldía de hoy, los integrantes de la actual Asamblea General delIIDH.

El gobierno de Rodrigo Carazo Odio había manifestadosu compromiso con la defensa de los derechos humanoscomo eje de su política exterior. Se daba la circunstancia deque tanto el juez Rodolfo Piza, Presidente de la CorteInteramericana, como el Presidente de la ComisiónInteramericana –Luis Demetrio Tinoco– eran costarricenses,de modo que resultaba natural acudir al gobiernocostarricense en busca de apoyo para la creación del IIDH.El gobierno del señor Carazo ofreció su respaldo irrestricto ala iniciativa, tomando en cuenta que en San José se adoptó laConvención Americana sobre Derechos Humanos.

De esta forma, considerados los estatutos por el Gobiernode Costa Rica y por la Corte Interamericana de DerechosHumanos, ambos resolvieron celebrar un convenio cons-titutivo para la creación del IIDH. En el mismo se reconocióel carácter internacional y autónomo del Instituto y supersonalidad jurídica plena para los efectos del derechointerno costarricense. El Convenio Constitutivo fue ratifi-cado por la Asamblea Legislativa de la República de CostaRica (Ley No. 6528), promulgada el 28 de octubre de 1980,en un plazo cuya brevedad revela el apoyo de ese país a lanueva entidad.

El Consejo Directivo de la institución fue nombrado porel Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Huma-nos y sesionó por vez primera el 19 y 20 de enero de 1981 enlas instalaciones de la Corte Interamericana de DerechosHumanos. En aquella ocasión, se designó al chileno HernánMontealegre para ejercer el cargo de Director Ejecutivo apartir del 1 de marzo de ese mismo año.

En el contexto de la Guerra Fría, cualquier iniciativaregional de promoción de los derechos humanos fue critica-


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da. En palabras de Thomas Buergenthal, hoy PresidenteHonorario del IIDH, durante los setentas y ochentas siemprehubo grandes sospechas de que todo esto de la creación delIIDH estaba orquestado por gobiernos y agencias oficiales:

“Yo estaba totalmente consciente de ello, y por tanto seguíuna política básica: todo el dinero que el Instituto recibieradebía ser identificado claramente, de forma que cualquierapudiera venir y mirar los libros del Instituto y ver de dóndehabía venido”.

La primera estructura operativa del Instituto, contem-plaba cinco programas o áreas de trabajo permanentes:Programa de protección jurídica de los derechos humanos;Programa de promoción de las instituciones democráticas;Programa de derechos económicos, sociales y culturales;Programa de cursos y sistemas educativos, y Programa deproyectos especiales.

Cuando los expertos recomendaron en 1980 la creaciónde un instituto dedicado a la educación de los derechoshumanos en el ámbito interamericano, señalaron la impor-tancia de que la entidad compartiese su sede o se ubicase “enlas inmediaciones de la Corte”. Una vez más, la fundaciónFriedrich Naumann ofreció su apoyo solidario y donó losfondos necesarios para la adquisición de una sede institucio-nal. El compromiso personal de Bruno Thiesbrummel fuedecisivo para el éxito de esta gestión. Una serie de felicescoincidencias hicieron posible que la recomendación vertidapor los expertos nueve años atrás se hiciera realidad, y elIIDH se instaló a escasas dos cuadras de la sede de la Corte,en San José. Un par de años después, el gobierno de CostaRica canalizó una importante partida financiera de USAID alIIDH, para construir un edificio en los predios de la sededonada por la Fundación Naumann y ampliar así lasinstalaciones del Instituto. Se avanzaba un paso más hacia laaspiración de una sede apropiada y con todas las facilidadespara la operación regular del IIDH. Pero no es sino ahora,precisamente en el contexto de las celebraciones del 25Aniversario del IIDH, que ese anhelo termina de concretarsecon la inauguración del Aula Interamericana de Derechos

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Humanos, en la misma sede del Instituto, con el apoyo de laFundación Ford, del Gobierno del Reino de Noruega, decontribuciones especiales de integrantes de la AsambleaGeneral del IIDH, de personas individuales y países amigos.

UN INSTITUTO EN PLENO DESARROLLOLa primera actividad convocada y organizada por el IIDH

fue un seminario celebrado en San José de Costa Rica entreel 23 y el 27 de agosto de 1982, en el marco del Proyectosobre la protección constitucional de los derechos humanosen América Latina, auspiciado por la fundación alemanaFriedrich Naumann, y coordinado por el jurista uruguayoEnrique Pedro Haba.

El resultado de esa investigación vio la luz públicaposteriormente, en dos volúmenes, dando así origen, juntocon la traducción al español del libro Protecting HumanRights in the Americas. Selected Problems –de ThomasBuergenthal, Robert Norris y Dinah Shelton–, al fondoeditorial del IIDH, hoy convertido en la mayor editorialespecializada en derechos humanos de nuestro continente.

Casi simultáneamente a esta investigación se pusieron enmarcha otras dos. Una, titulada Sistemas penales y derechoshumanos en América Latina, a cargo del investigador ypenalista argentino Eugenio Raúl Zaffaroni, actual Magis-trado de la Corte argentina, concluyó en el año 1986. La otra,bajo la coordinación del investigador mexicano RodolfoStavenhagen, hoy Vicepresidente del IIDH y RelatorEspecial sobre la situación de los derechos humanos y laslibertades fundamentales de los indígenas, abordó el temadel derecho indígena y los derechos humanos en AméricaLatina, y se desarrolló entre 1983 y 1989.

Entre las primeras tareas emprendidas, se contó tambiénla organización de un centro de documentación y de unabiblioteca conjunta con la Corte Interamericana de DerechosHumanos. En los Estados Unidos, se estableció un comité depersonalidades académicas y de especialistas en bibliote-cología, para la búsqueda y gestión de donaciones. Entre las


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primeras que se recibieron, se cuenta una de la AsociaciónInteramericana para la Democracia y la Libertad, que cedióal Instituto sus archivos, incluyendo abundante documen-tación sobre luchas democráticas en América Latina durantelos años cincuenta y sesenta.

En 1983 se pusieron en marcha algunos de los proyectosy programas que habrían de marcar el rumbo de lainstitución, entre ellos, el Centro de Asesoría y PromociónElectoral –CAPEL–, el Curso Interdisciplinario en DerechosHumanos, y el Proyecto de apoyo a las comisiones dederechos humanos en Centroamérica. El otro programapionero y fundacional del Instituto –dedicado a la educaciónen derechos humanos–, habría de esperar un año más,cuando se realizó el estudio exploratorio acerca de laposibilidad de incorporar al currículum de educación secun-daria la enseñanza de los derechos humanos. Tal fue lasemilla del programa dedicado a ese fin, que empezaría aoperar en 1985.

Aunque la realización de un curso anual de derechoshumanos fue uno de los primeros proyectos formulados ygestionados por el IIDH, fueron necesarios casi dos añospara obtener el financiamiento necesario para convocarlo.Puede decirse que el Instituto fue uno antes y otro después derealizar por primera vez este evento, que se conoce en lasAméricas como “Curso Interdisciplinario en DerechosHumanos”.

En su primera edición, el Curso reunió durante tressemanas a 126 participantes procedentes de 23 países, del 12de septiembre al 1 de octubre de 1983. Instituyendo algunascaracterísticas que luego se convertirían en norma, aquellaprimera edición del Curso convocó a representantes de muydiversos sectores sociales y políticos: activistas de los dere-chos humanos, funcionarios de gobierno, académicos,líderes sindicales, políticos, religiosos, etc. Asimismo, seinvitó a un conferencista de fondo a ofrecer algunas lecturasabiertas al público interesado. En esa oportunidad, el filósofoespañol Julián Marías brindó cuatro conferencias en el

Carlos Roberto Reina (†), creador del IIDH junto con ThomasBuergenthal. La foto fue tomada durante la reunión del Consejo Directivoque se llevó a cabo en la sede del Instituto en octubre de 2002.


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Teatro Nacional de San José y en la Universidad de CostaRica. Posteriormente, políticos como Patricio Ay l w i n ,escritores como Eduardo Galeano y Antonio Gala, y juristascomo Baltasar Garzón, por mencionar solo a algunos, hansido invitados en la misma calidad.

En uno de los reportes de evaluación a las agenciaspatrocinadoras del Curso, se dejó la siguiente constancia: “Eléxito y la repercusión del Curso constituyen, sin dudaalguna, un hito en la historia del Instituto y de su futuraevolución en el hemisferio”. No hay duda que así ocurrió.

Por su parte, la creación de CAPEL fue una respuesta alas deficiencias de los regímenes políticos y una apuestaclara y decidida por la democracia representativa en surelación dinámica y profunda con los derechos humanos. Sinembargo, fueron algunos miembros del Consejo Directivodel Instituto de entonces –entre los que debe destacarse aFernando Volio Jiménez, quien entre otros cargos ocupó elde Presidente de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, peroque es más conocido internacionalmente por su destacadopapel como Relator Especial de la Comisión de DerechosHumanos de la ONU para Chile y Guinea Ecuatorial, y comomiembro de la Comisión Interamericana de DerechosHumanos–, quienes insistieron en la importancia de que unainiciativa sobre materia electoral se inscribiera dentro de unaentidad dedicada a la promoción de los derechos humanos.

Aunque las gestiones iniciales se remontan a 1983,CAPEL empezó a operar regularmente a partir de 1985, bajola dirección del destacado jurista, historiador y politólogoguatemalteco Jorge Mario García Laguardia, quien sustituyóa Jorge Carpizo (México), primer designado al carg o .CAPEL estuvo presente, sólo entre 1985 y 1990, en procesoselectorales en casi 20 países de la región, algunos de elloscon dos y hasta tres elecciones de distinta naturaleza.

El testimonio del Magistrado Eduardo Valdés, delTribunal Electoral de Panamá, ilustra otras de las caracterís-ticas que distinguen desde entonces al trabajo de CAPEL:

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“Nuestro organismo recibió la asistencia que requería porintermedio de CAPEL. Poco después, esos funcionariosnuestros, debidamente capacitados, fueron pedidos porotros organismos electorales para poder entonces continuarcompartiendo las experiencias que había logrado alcanzarPanamá. Creo que la experiencia que hemos tenido hapermitido lograr uno de los propósitos más importantes dela asistencia técnica, cual es la transferencia de conocimien-to, de forma tal que el asistido no tenga que continuareternamente recibiendo el mismo tipo de apoyo, por cuantoque si ha sido real y efectiva, va a poder caminar por símismo.”

A su trabajo de acompañamiento y apoyo a los organis-mos electorales del hemisferio, CAPEL sumaría muchasotras tareas asociadas con los temas electorales y con lademocracia representativa, como lo son, por ejemplo, eltrabajo con los partidos políticos o sobre asuntos de libertadde expresión, perfilándose cada vez más definidamentecomo un departamento especializado en derechos políticosdentro del IIDH.

DEL CRECIMIENTO Y SUS DOLORESEl IIDH operaba inicialmente en las instalaciones de la

Corte Interamericana de Derechos Humanos, con unpersonal que no llegaba a 10 funcionarios. La gestión deHernán Montealegre como Director Ejecutivo concluyó en1984. En la sesión de ese año, el Consejo Directivo nombrópara el cargo al jurista uruguayo Héctor Gros Espiell. Envista de su imposibilidad de asumir el cargo de inmediato, senombró por el término de un año, con carácter interino, a lacostarricense Sonia Picado Sotela, ex-decana de la Facultadde Derecho de la Universidad de Costa Rica.

En aquella época, el actual Director Ejecutivo de lainstitución, el salvadoreño Roberto Cuéllar M., ingresó alInstituto como funcionario. Lo hizo para trabajar en elproyecto de apoyo a las comisiones nacionales de derechoshumanos (ONG) de Centroamérica, orientado a ofrecercolaboración jurídica y asesoría técnica a sus funcionarios.


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Según recuerda,“En esa época, el Instituto predicaba intensamente que lajusticia era el instrumento de la democracia para resolverlos problemas: lleven sus problemas a la justicia local, ycuando no funciona la justicia local, llévenlos a la justiciaconstitucional; si esa justicia constitucional no es efectiva nieficiente, usen la justicia interamericana”.De estos años data también la puesta en marcha del

Proyecto de educación y derechos humanos, que bajo ladirección de la educadora argentina Leticia Olguín, seorientó a introducir la enseñanza de los derechos humanos enlos sistemas de educación formal. Con el respaldo financierode la Fundación Friedrich Naumann, el proyecto comenzó aoperar en Uruguay, Brasil, Argentina, Panamá y Costa Rica.

Con las políticas de “perestroika” y “glasnot” adoptadaspor Gorbachev en la URSS, soplaban vientos de cambio porel mundo. Al modificar las reglas de la confrontaciónideológica, militar y política en que había vivido el planetadurante medio siglo, el efecto transformador de la perestroi-ka llegaría hasta las Américas. En Centroamérica, asoladapor la guerra, se gestaban los procesos de diálogo y negocia-ción, por medio del llamado “Grupo de Contadora”, primero,y algunos años después, mediante el proceso de Esquipulas.

En 1984, se había celebrado en Cartagena, Colombia, unforo como resultado del cual se produjo la llamada“Declaración de Cartagena” que, entre otras cosas,contribuyó a definir y a ampliar la definición de “refugiado”y a considerar el concepto de “desplazamiento interno”.

Y en 1988 surgió el Programa de refugiados, desplazados,y repatriados y derechos humanos, precisamente el mismoaño en que se celebraba, en ciudad Guatemala, laConferencia Internacional sobre Refugiados Centroamerica-nos (CIREFCA), en la que con una visión integral y de largoplazo, habrían de sentarse las bases para el abordaje de losgraves problemas humanos, económicos, políticos y socia-les, creados por las migraciones centroamericanas productode los conflictos militares.

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Coincidiendo con la firma de los Acuerdos de Esquipulas,en 1987, Sonia Picado Sotela fue designada nuevamenteDirectora Ejecutiva del IIDH –mas ya no en condicióninterina–, renovándose su mandato en 1990 por un períodode cuatro años.

El gobierno de Pinochet fue obligado a convocar a unreferéndum, a realizarse en 1988, para considerar unareforma constitucional que bien podía significar laprolongación de su permanencia al frente del gobierno deChile. La organización Civitas asumió el desafío demovilizar la opinión pública y a los votantes para participaren la consulta. Civitas planteó una solicitud de cooperaciónal IIDH, haciendo ver la importancia de no desaprovechar laocasión. Ambas entidades se comprometieron a llevar a cabouna campaña cívica dirigida a empadronar a los chilenospara participar en el plebiscito. La campaña, que resultó unrotundo éxito, era el proyecto de mayor enverg a d u r aemprendido hasta entonces por el Instituto. El referéndummarcó el inicio del fin del gobierno militar e inició el períodode la transición a la democracia en Chile.

En sólo dos años, 1988-1990, el IIDH contribuyó aimpulsar procesos de transición a la democracia en nacionescon gobiernos de signo ideológico opuesto: Chile (1988) yNicaragua (1990). Pero entre ambos sucesos está de pormedio el desplome del llamado “bloque soviético”, es decir,el fin de una época y, en opinión de muchos, el cierrehistórico del siglo XX.

A inicios de los noventa los procesos de transicióndemocrática habían avanzado en numerosos países delhemisferio. Surgía, en este contexto, una nueva instituciona-lidad que demandaba apoyo, capacitación e interacción conentidades homólogas. En los años siguientes, el Institutodedicaría ingentes esfuerzos a realizar estas tareas.

En el marco de la celebración del décimo aniversario delInstituto, en agosto de 1990, la señora Picado, entoncesDirectora Ejecutiva y hoy Presidenta de la Asamblea Generaldel IIDH, reflexionaba:


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“En estos diez años el Instituto ha hecho un balance justo,donde la promoción y defensa de los derechos humanostiene sentido constructivo y vivificante. El Instituto definióla academia como comprensión de las causas de la décadasangrienta y perdida, y trató de proyectar la educacióncomo interacción, tolerancia y fortalecimiento de lajusticia”.

LA ERA DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICASEl fortalecimiento o, en muchos casos, la creación de

instituciones públicas dedicadas a la tutela y promoción delos derechos humanos, fue uno de los rasgos más sobre-salientes de la primera mitad de la década de los 90 (aúncuando el proceso se iniciase antes, con la creación de la Pro-curaduría de Derechos Humanos de Guatemala, en 1985). Enel lapso de unos pocos años, el continente asistió a lamultiplicación de este tipo de instituciones, al punto que soloen 1992, fueron creadas dependencias de esta naturaleza enColombia, Costa Rica y El Salvador, y un año después, enHonduras y Paraguay. El IIDH respaldó a estas instituciones,estableciendo para ello el Programa ombudsman y derechoshumanos, en el año 1993.

De la misma manera, a partir de 1993 el IIDH puso enmarcha un programa sistemático de cooperación con lospoderes judiciales del hemisferio. A lo largo de más de unadécada, el trabajo de cooperación con los org a n i s m o sjudiciales se ha extendido a más de una veintena de países dela región, abarcando temas tan diversos como la capacitaciónde jueces y operarios del sistema de administración dejusticia, la asesoría para elaboración de proyectos de ley, ladifusión de jurisprudencia del sistema interamericano y lainvestigación sobre temas específicos como mecanismospara el acceso a la justicia, entre otros.

La apertura del Programa de fuerzas militares y derechoshumanos marca un giro en la historia del IIDH. El punto departida para este trabajo fue una reunión celebrada en 1992en la sede del Instituto, en la que participaron todos losministros de seguridad y defensa de la región centroame-

El 31 de octubre de 2000 el IIDH llevó a cabo un foro titulado “Ladimensión política de la educación en derechos humanos: veinte años detrabajo del IIDH”, en el cual participaron distintas personalidades yentidades vinculadas con la institución: representantes de agenciasdonantes, de contrapartes y organizaciones afines, funcionarios eintegrantes del Consejo Directivo. En la foto, de izq. a der.: Roma Knee,exfuncionaria de USAID, quien fuera encargada por parte de eseorganismo de la primera contribución del mismo a los programas delIIDH; Pedro Nikken, entonces Presidente del Consejo Directivo del IIDH,y Thomas Buergenthal, actual Presidente Honorario del IIDH.


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ricana. Apenas una década antes, tal reunión hubieseresultado impensable para cualquiera de las partes. Algunossectores relacionados con el trabajo de derechos humanosmantenían serias reservas hacia este proyecto, tanto comoalgunos grupos dentro de las instituciones militares. En esemarco de desconfianza, el IIDH argumentó que la lucha nose plantea entre civiles y militares, sino entre civiles ymilitares democráticos y autoritarios.

De las instituciones propias de los Estados democráticos,los organismos electorales fueron los primeros en consoli-darse, todavía muy temprano en el contexto de la transicióndemocrática. Tan pronto como en 1985 se constituyó laAsociación de Organismos Electorales de Centroamérica yel Caribe, a la que siguió en 1989 la de OrganismosElectorales de América del Sur, creada mediante el conveniosuscrito en Quito, y la UNIORE –Unión Interamericana deO rganismos Electorales–, constituida un par de añosdespués. El IIDH respaldó de manera decidida la constitu-ción de ambas asociaciones, y actúa desde entonces como suSecretaría Ejecutiva.

Esta tendencia de las renacientes instituciones demo-cráticas a asociarse en instancias de carácter regional ysubregional para intercambiar información, crear sinergias yfortalecer procesos, se vio reafirmada algunos años después,cuando las defensorías y procuradorías de los derechoshumanos (ombudsman) de Iberoamérica, se constituyeron enla FIO (Federación Iberoamericana del Ombudsman). Másrecientemente los procuradores y defensores de derechoshumanos de la región centroamericana siguieron ese mismocamino, fungiendo en ambos casos el IIDH como SecretaríaTécnica.

AMPLIANDO HORIZONTESFuera del ámbito de las instituciones del Estado,

e m e rgían también nuevos temas de derechos humanos–como la elaboración de un pasado traumático, la restituciónde la memoria de las víctimas, el castigo de los responsables

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de los actos de atropello y abuso, o la indemnización de susfamiliares, entre otros–.

El IIDH se propuso reaccionar oportunamente a estasnuevas temáticas, y se empeñó en un proceso de redefiniciónde su agenda que, a la larga, habría de traducirse a nivelprogramático. Es así como en la primera mitad de la décadade los 90, asistimos al nacimiento y, en algunos casos, a laredefinición y fortalecimiento, de algunos proyectos yprogramas institucionales.

Tal es el caso de los derechos humanos de las mujeres,que a partir de 1992 recibió un impulso decidido, medianteel Programa género y derechos humanos y la incorporaciónde la perspectiva de género como uno de los ejes trans-versales en la actividad institucional.

Otro tanto ocurre con los pueblos indígenas y losderechos humanos. Si bien el tema fue uno de los primerosen ser abordado en una investigación encaminada por elIIDH, a finales de los años 80 se estableció con un programapermanente sobre la materia. El Instituto ha emprendidodiversas iniciativas de capacitación sobre derechos de lospueblos indígenas en el contexto del programa de educaciónintercultural y bilingüe en algunos países de la región; hatomado parte en la preparación de la Declaración Americanasobre Derechos de los Pueblos Indígenas; ha contribuido adesarrollar una perspectiva de “diálogo intercultural” bajo lapremisa de que, sin menoscabo de su universalidad, losvalores inherentes a los derechos humanos adoptan diferen-tes expresiones culturales e históricas, y que tal diversidadenriquece el conjunto.

Los profundos cambios que se vivieron en el mundo afinales de la década de los 80 afectarían a las organizacionesde defensa de los derechos humanos que se desarrollarondurante el período anterior. En el nuevo contexto y bajo losnuevos paradigmas ideológicos, económicos y políticos,muchas de estas organizaciones entraron en proceso de crisisque, en muchos casos, desembocaría, incluso, en sudisolución.


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En continuidad a un proceso de acompañamiento que seprolongaba ya por una década, a partir de 1992 el Institutopromovió un proceso de discusión con estas organizaciones.Dicho proceso, que se denominó Dilemas y desafíos de lasONG de protección de los derechos humanos comprendiótanto a las de Centro como a las de Sudamérica, y seextendió hasta 1995.

NUEVOS DESAFÍOSLa ONU convoca en Viena a la Conferencia Mundial

sobre Derechos Humanos. En enero de 1993 el IIDHo rganizó la Conferencia Preparatoria Regional –paraAmérica Latina y el Caribe– a dicho encuentro. Además dela importancia que se desprende por formalizarse ahí el“derecho al desarrollo” centrado en la persona humana, laConferencia de Viena vino a confirmar una de las apuestasfundacionales del Instituto: la relación intrínseca entredemocracia y derechos humanos.

Entretanto se producía un nuevo relevo en la DirecciónEjecutiva del IIDH, pues en 1994 el Consejo Directivodesignó al jurista brasileño Antônio Augusto CançadoTrindade, quien ejercería el cargo hasta 1996. El papel delDr. Cançado Trindade, tanto en ese como en otros forosuniversales, permitió que el IIDH hiciera sus aportes,extendiéndolos más allá de la región.

En Centroamérica la pacificación avanzaba a paso firme.Tras la firma de los Acuerdos de Paz, en 1993 se celebran enEl Salvador las elecciones generales con las que se abriríauna nueva etapa histórica, tras el fin del conflicto militar.Pedro Nikken, entonces Presidente del IIDH, cumplió undestacado e intenso trabajo en el proceso de negociación, encalidad de relator del Secretario General de la ONU, JavierPérez del Cuéllar. El IIDH sumó su aporte a los esfuerzos enfavor de la reconciliación, reconstrucción y democratizaciónde la región. Además de colaborar estrechamente con elTribunal Electoral en la organización de los comicios, realizóun diagnóstico profundo de la educación en derechos huma-

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nos en el país. El profesor Buergenthal fue invitado a formarparte de la Comisión de la Verdad constituida para examinarlas violaciones a los derechos humanos perpetradas duranteel conflicto. Refiriéndose a su experiencia en dicha Comi-sión, Buergenthal –nacido en Alemania y sobrevivienteinfantil de los campos de concentración– escribiría:

“Toda nación debe enfrentarse a su pasado, reconociendolos errores que se han cometido en su nombre… No sepuede lograr esto… simplemente diciendo a las víctimas oa sus familiares que no ha sucedido nada. Las heridasempiezan a sanar cuando se cuenta la historia”.

En el contexto postbélico que imperaba en Centroamé-rica, y a diez años de la Declaración de Cartagena, en 1994el Instituto convocó, junto con el Alto Comisionado de lasNaciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a unareunión para continuar la discusión sobre los temas delrefugio y el desplazamiento interno. Como resultado de ella,se produjo la llamada “Declaración de San José”, en dondese examina el tema del desplazamiento y la migracióninterna como efecto de la exclusión social y económica, y delincumplimiento de los derechos económicos, sociales yculturales.

En 1996 el Consejo Directivo designó al cargo deDirector Ejecutivo a Juan E. Méndez, de Argentina, quien deinmediato inició un proceso de reflexión sobre la situaciónde los derechos humanos en el hemisferio y sobre la reade-cuación del papel del IIDH. El proceso se extendió a lo largode dos años y participaron activamente los miembros delConsejo Directivo y los funcionarios del Instituto. Comoresultado del mismo se produjo un documento tituladoVisión del IIDH sobre los derechos humanos y la democraciay sobre su misión. Tras reafirmar el vínculo indisoluble entredemocracia y vigencia efectiva e integral de los derechoshumanos, se examinan las tendencias autoritarias que persis-ten en muchos gobiernos de la región legitimados electoral-mente, así como otras limitaciones y falencias de los mismos(caracterizados, de modo general, como regímenes dedemocracia insuficiente, denominación que alude no solo a


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las “insuficiencias” de estas democracias, sino también, oantes que nada, a la insuficiente democracia de estos regí-menes).

La reflexión se orientó a identificar las mayores debili-dades para la construcción democrática en las Américas. Sedibujaba en el documento el panorama donde la riqueza estámas desigualmente distribuida del planeta, donde lasegregación racial y cultural tiene graves consecuencias enperjuicio de los pueblos indígenas y las comunidadesafrodescendientes, donde los partidos políticos operan conescandalosa frecuencia como grupos que defienden interesesprivados y no como representantes de la ciudadanía condiferentes posiciones políticas, y donde –en virtud de unaherencia que puede remontarse al período pre-europeo denuestra historia–, el presidencialismo se confunde a menudocon una especie de “sultanismo” en el que las autoridades sesienten autorizadas para actuar por encima de las leyes. Uncontinente, en fin, donde el Poder Judicial arrastra unadebilidad de siglos, donde las instituciones del Estado estánvirtualmente ausentes en vastos territorios dando pie a quegrupos irregulares y bandas organizadas del crimen inter-nacional operen libremente y asuman la autoridad, donde laseguridad ciudadana ha desaparecido sobre todo en lasciudades, y donde la condición de “ciudadanía”, con losderechos que le son inherentes, ha sido deliberadamenteescamoteada a la población.

A dos décadas de emprenderse la llamada “transición a lademocracia” en las Américas, estos son algunos de losmayores desafíos para los derechos humanos que seidentificaron en el estudio.

UN ENFOQUE RENOVADOEl señor Méndez se postuló en 1999 a la Comisión Intera-

mericana de Derechos Humanos, y habiéndose elegido, en el2000 el Consejo Directivo del IIDH designó al cargo deDirector Ejecutivo a Roberto Cuéllar M., quien seríareelegido en 2002 para un segundo período.

El Director Ejecutivo del IIDH, Roberto Cuéllar M., da inicio al XXIIICurso Interdisciplinario en Derechos Humanos (San José de Costa Rica,18 al 29 de julio de 2005), acompañado por el cuerpo de directores delInstituto.

Participantes del XXIII Curso Interdisciplinario en Derechos Humanos.


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Reafirmando la trayectoria de dos décadas de trabajo enla promoción de los derechos humanos en las Américas, ypartiendo de un análisis de la situación de la democracia ylos derechos humanos que se actualiza periódicamente,durante el último quinquenio el IIDH dio continuidad a losprogramas institucionales que le han dado identidad ylegitimidad, emprendiendo algunas iniciativas renovadoras.

Este esfuerzo fue encuadrado dentro de un “marco estra-tégico” sustentado en algunos principios generales, comoson cuatro conjuntos de derechos: acceso a la justicia,participación política, la educación en derechos humanoscomo derecho humano y los derechos económicos, socialesy culturales. Se definió asimismo que todos los programasinstitucionales incorporarían como ejes transversales, junto ala perspectiva de género, la diversidad étnica y cultural y loque bien podría llamarse “la participación de la sociedadcivil”. Asimismo, se partió de la premisa de que los mayoresesfuerzos en materia de educación en derechos humanosdeben orientarse a los jóvenes, concretamente hacia el grupoetario entre los 10 y los 14 años. Llevar a la práctica esteproyecto supuso la reorganización del IIDH en tres departa-mentos operativos y cinco unidades de apoyo.

Entre las primeras tareas que se emprendieron, se llevó acabo una profunda reflexión sobre la naturaleza y misión deCAPEL en este nuevo momento histórico, como resultado dela cual el programa fue “relanzado”. Fortaleciendo suvínculo histórico con los organismos electorales de la región,se ha hecho un esfuerzo por trabajar también con otrosactores de la democracia representativa. El desafío de lacooperación horizontal entre los organismos electoralesadquiere cada vez mayor importancia, para lo cual las nuevastecnologías de información y comunicación se han reveladocomo una herramienta enormemente rica, sin renunciar aotros recursos con larga tradición en CAPEL, como son lasmisiones de observación electoral, los Cursos Intera-mericanos de Elecciones y las publicaciones especializadas.

El Curso Interdisciplinario en Derechos Humanos hadejado de concebirse como una actividad puntual y ha

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pasado a ser, cada vez más, el punto culminante de unproceso de estudio de los cuatro conjuntos de derechos ycapacitación que se extiende a lo largo de casi todo el año.Asimismo, el IIDH ha venido sistematizando su experienciade más de 20 años en el campo de la educación en derechoshumanos, con miras a crear “programas-tipo” adaptables alos diferentes niveles del sistema educativo, a diferentescontextos nacionales y orientaciones pedagógicas. Durantelos últimos años se ha hecho un esfuerzo particularmentesignificativo por extender y mejorar la enseñanza superior delos derechos humanos, mediante diplomados que se hanpuesto en marcha en virtud de convenios suscritos con másde 50 universidades.

Tras la crisis que vivieron numerosas organizaciones dederechos humanos durante la década de los años 90, en añosrecientes el énfasis se ha puesto en la organización yfacilitación de procesos de incidencia política con organiza-ciones de la sociedad civil. Dos ejemplos ilustran bien estamodalidad: aprovechando las asambleas generales de laOEA, el IIDH ha convocado a numerosas organizacionespara realizar, simultánea y paralelamente a las sesiones de laAsamblea, foros académicos especializados para discutir,desde la perspectiva de estas organizaciones, los temastratados en el marco de la Asamblea. Otro buen ejemplo esel proceso emprendido en asocio con la Comisión Interame-ricana de Derechos Humanos y CEJIL, para capacitar amujeres abogadas en la preparación de casos de violacionesa los derechos humanos de las mujeres para ser presentadosante la Comisión, o la campaña continental que empredió elIIDH para impulsar la ratificación del Protocolo Facultativosobre la CEDAW, como resultado de la cual varias nacioneshemisféricas ratificaron dicho instrumento.

Un área donde se han emprendido acciones innovadorases el de la investigación. Desde el año 2000, el IIDH seabocó al diseño e implementación de un “sistema deindicadores de progreso” en materia de derechos humanos.El objetivo fundamental de un sistema de indicadores comoeste, es proveer de información veraz y actualizada, tanto a


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los organismos gubernamentales como a las organizacionesde la sociedad civil, con miras a que ambos sectores –asícomo los académicos y políticos–, dispongan de informaciónconfiable para planificar sus objetivos y diseñar sus políticas.El sistema se aplicó inicialmente en 6 países pero pronto fueampliado hasta abarcar a 19 naciones hemisféricas. Lostemas de investigación son los mismos relevados en el“marco estratégico”: acceso a la justicia, participación políti-ca, educación en derechos humanos y derechos económicos,sociales y culturales.

Acudiendo a la formidable red de apoyo que significanlos exalumnos de 23 ediciones del Curso Interdisciplinarioen Derechos Humanos, se ha podido actualizar cada año lainformación relativa a estos temas, hasta configurar auténti-cos “mapas” de derechos humanos que revelan algunas delas tendencias que se registran en el continente en esta mate-ria.

Los resultados de la investigación relativos a la educaciónen derechos humanos se publican y difunden anualmente enun acto simbólico que tiene lugar cada 10 de diciembre, DíaInternacional de los Derechos Humanos, en los 19 paísesincluidos en el Informe.

El valor de esta novedosa herramienta para la toma dedecisiones y la formulación de políticas ha sido reconocidoen diversas resoluciones adoptadas en el marco de asambleasgenerales de la OEA.

Durante el último quinquenio, la comunicación institu-cional del IIDH ha recurrido cada vez más decididamente alos medios electrónicos. En el marco la página electrónicadel IIDH, funcionan en la actualidad diversos foros especia-lizados y listas reguladas de discusión. Asimismo, ademásdel boletín bimensual impreso, el IIDH difunde en laactualidad varios boletines electrónicos. Otra novedad eneste campo es la puesta en marcha del “Aula InteramericanaVirtual”, una sección de la página electrónica dedicada aofrecer de cursos en línea sobre derechos humanos, tanto en

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la modalidad de cursos autoformativos como asistidos portutor.

Respondiendo a la voluntad y el deseo comunes, durantelos últimos años el IIDH fortaleció aún más sus vínculoshistóricos con la Corte y con la Comisión Interamericanas deDerechos Humanos, asumiéndose cada vez más decidida-mente como el órgano auxiliar del sistema interamericano deprotección de los derechos humanos especializado en lapromoción y la educación en esta materia. La renovación yfirmeza de este compromiso se refleja en la reformaestatutaria aprobada en 2005, mediante la cual el ConsejoDirectivo se convierte en una Asamblea General, de la cualson miembros ex oficio tanto los comisionados como losjueces de las respectivas entidades del sistema.

Todas estas tareas se han realizado en un tornosumamente convulso, tanto en el plano internacional comoen el regional. En el ámbito regional los desafíos sonnumerosos.

Así, salvando las distancias existentes entre lo que yaparecen dos épocas históricas distintas, no hay duda de queen materia de derechos humanos y democracia, los retos dehoy son tan enormes como los que enfrentaba el hemisferiocuando el IIDH fue creado, hace un cuarto de siglo.

UN EMPEÑO QUE NO CONCLUYESi el IIDH hizo un aporte significativo en la transición a

la democracia de los años ochenta y en la construcción deuna institucionalidad democrática durante los años 90,existen fundadas razones para creer que puede continuarhaciéndolo en esta nueva circunstancia y en el futuropróximo.

A propósito de lo anterior, vienen al caso las palabras delprofesor Buergenthal, quien no hace mucho, y con suhabitual sencillez, confesó:

“Yo mismo no podía imaginar cómo se desarrollaría esteInstituto. Yo tenía planes muy modestos y de hecho, toda mi


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experiencia de vida ha sido que se construye ladrillo aladrillo, y que uno no inicia grandiosos planes que nofuncionan. Así que si ustedes piensan que yo tenía estasgrandes ideas en relación con lo que se convertiría,olvídenlo”.

Reafirmando el postulado de los estatutos del IIDH–según el cual existe una relación indisoluble entre lademocracia, la vigencia de los derechos humanos y el Estadode Derecho–, el IIDH continuará impulsando la construcciónde la democracia en las Américas mediante una agenda dederechos humanos que considera por igual los derechospolíticos, la inclusión de los grupos históricamente relegadoso excluidos y la educación en derechos humanos comoherramienta privilegiada para la construcción de unaciudadanía responsable y participativa en el marco de lademocracia representativa. Dicho en otros términos: elrespeto y vigencia de los derechos humanos –de todos losderechos humanos de todas las personas– es el camino parala construcción de verdaderas democracias en el hemisferio.No existe mejor parámetro que este: democráticas son lasnaciones empeñadas en ampliar la gama de los derechoshumanos efectivamente disfrutados por sus ciudadanos yciudadanas, no simplemente las que acuden al sufragio pararenovar periódicamente sus gobernantes. Entre una y otraconcepción de la democracia se abre un abismo. En esteempeño de fomentar la educación en derechos humanos, elIIDH está firmemente comprometido desde hace más de dosdecenios.

El 25 de abril de 2005 inició la construcción del Aula Interamericana deDerechos Humanos, que finalizará en diciembre de 2005. El Aula es unrecinto que permitirá al IIDH aprovechar su espacio físico para atenderla demanda de capacitación en derechos humanos de distintos grupos ysectores. La sede del Instituto no cuenta en sus instalaciones con unespacio adecuado para atender actividades de este tipo. Con el Aula, losesfuerzos que despliega el IIDH para realizar actividades educativas y dep romoción se verán potenciados y multiplicadas las personas yorganizaciones beneficiadas.

CONSTRUYENDOLADEMOCRACIA · de la tortura, las ejecuciones sumarias, las desapariciones forzadas y...

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