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Conclusiones: El “III Encuentro Andino de Paz: aportes desde la educación para la reconstrucción del tejido social en Colombia” se desarrolló los días 3 y 4 de noviembre de 2016 en la Pontificia Universidad Javeriana, en la ciudad de Bogotá. Este evento fue convocado por la Oficina de la UNESCO en Quito y Representación para Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela y organizado con el concurso de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe – OREALC/UNESCO Santiago, ONU Mujeres Colombia, UNICEF Colombia, PNUD Colombia, UNFPA Colombia, la Pontificia Universidad Javeriana, la Organización de Estados Iberoamericanos - OEI Colombia, la Alianza Educación para la Construcción de Cultura de Paz y la Comisión Colombiana de Cooperación con la UNESCO, con el apoyo del Centro de Información de las Naciones Unidas para Colombia, del Programa Nacional de Educación para la Paz – Educapaz, de la Red Universitaria por la Paz – RedUnipaz, el Comité de Educación del Consejo Nacional de Paz y el Instituto de Derechos Humanos Alfredo Vásquez Carrizosa. Este evento propició un espacio de encuentro y diálogo al que fueron invitados representantes del gobierno nacional, gobiernos locales, academia, cooperación internacional, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación, maestros, rectores y directores de instituciones educativas, estudiantes, entre otros actores de la sociedad civil. El propósito de este III Encuentro Andino de Paz fue generar elementos claves para fortalecer la propuesta de una política pública educativa que sea priorizada en la agenda nacional y se convierta en el articulador principal del proceso de construcción de los valores de la paz y no violencia como bases del tejido social en la coyuntura histórica que vive Colombia. El III Encuentro Andino de Paz se definió sobre la base de avances logrados en encuentros y diálogos previos que han tenido como eje central la educación para la paz, tales como las “Apuestas del Encuentro Nacional de Educación para la paz” de enero de 2016, coordinado por la Fundación Escuelas de Paz, y el “Pacto Ético por un País en Paz”, impulsado por el Colectivo de Pensamiento y Acción Mujeres, Paz y Seguridad. Tuvo como objetivos específicos socializar experiencias y aprendizajes en el diseño y la implementación de políticas públicas educativas de construcción de paz y no violencia en los territorios, tanto desde la educación formal como en la educación no formal. Cabe destacar que esta iniciativa priorizó los ejes transversales de derechos humanos, género, juventud, diálogo intercultural, pobreza multidimensional, poblaciones afrodescendientes e indígenas, personas con capacidades especiales y medio ambiente. Estos ejes son fundamentales para promover la convivencia armónica y perdurable, la justicia social, la aceptación de las diferencias y la valoración de la diversidad social y cultural. En correspondencia con el desafío de aportar a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4–Educación 2030, de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover las oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida para todos y todas, el III Encuentro Andino de Paz generó conclusiones relevantes que justifican la necesidad de la construcción de una política pública educativa de edificación de paz y no violencia, y al mismo tiempo presentan elementos concretos para su diseño y ejecución. Las intervenciones de las autoridades presentes en el acto de instalación brindaron el marco conceptual sobre la relevancia de la educación para la paz, el cual fue complementado con la visión empírico/práctica y propuestas para la instrumentalización, planteadas en las tres conferencias magistrales y los siete paneles temáticos.

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A continuación, se presentan las principales conclusiones derivadas del III Encuentro Andino de Paz:

1. “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”1. Por esta razón, la educación se convierte en el elemento catalizador de la transformación cultural que permitirá que las y los ciudadanos rechacen la violencia. La cultura es el elemento que determina la identidad y los valores que la población vive en su cotidianidad; por ello se habla de cultura de paz al relevar los valores de aprecio por la dignidad humana, la no violencia y respeto por la diversidad y la diferencia como una práctica diaria y generalizada en todos los niveles de la sociedad. La educación reproduce los valores culturales que una sociedad se plantea para su desarrollo; por lo tanto, al ubicar a la paz en el centro de la educación formal y no formal, desde una perspectiva de derechos humanos, inclusión, equidad y calidad se provocará el cambio cultural necesario para que la paz sea sostenible y duradera.

2. Promover sociedades pacíficas e inclusivas que faciliten el acceso a la justicia y creen instituciones eficaces y responsables, es el Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 de la Agenda 2030, referido a la paz. La educación para la cultura de paz y no violencia tiene efectos directos en la consecución de este compromiso por sus efectos en la construcción de ciudadanía y el ejercicio efectivo de los derechos fundamentales, civiles, sociales, políticos y económicos, por lo tanto, incide en el fortalecimiento de la institucionalidad de un país y de su sistema democrático. Por esta razón, la meta 7 del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 sobre educación antes referido, plantea que todos los estudiantes adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, mediante la educación en derechos humanos, la igualdad entre los géneros, la promoción de la cultura de paz y no violencia, el cuidado del ambiente, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural.

3. La calidad de la inclusión es relevante, se traduce en la consolidación de la participación ciudadana y el fortalecimiento de la sociedad civil que plantea de una manera pacífica las transformaciones estructurales que deben realizarse para superar las causas que dieron lugar a la violencia en Colombia. Es importante tener en cuenta que la violencia tiene una naturaleza recurrente, por lo que la paz no se logra solamente con la firma de acuerdos. La paz se construye en el día a día, es estable y duradera en la medida que el sentido de ciudadanía es asumido y ejercido por la mayoría de las y los ciudadanos de un país que convergen en un propósito común. La acción colectiva no violenta, promovida desde la educación, genera los cambios visibles que demanda la reparación del tejido social que fue dañado por el conflicto armado y otras formas de violencia que vive la sociedad colombiana.

4. No hay desarrollo sin paz, ni tampoco desarrollo sin educación. La educación más que un instrumento de desarrollo es desarrollo sostenible en sí misma porque permite cerrar brechas, equiparar oportunidades y consolidar la dinámica de la inclusión y la equidad. La pobreza y la

1 Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

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desigualdad pueden ser coadyuvantes a formas de violencia que desatan conflictividad social y pueden llevar a conflictos armados. La educación hace parte del desarrollo del territorio al contribuir no solo al objetivo del crecimiento económico, sino al desarrollo sostenible, cuando provee a la sociedad de profesionales excelentes, pero sobre todo de ciudadanos conscientes y empoderados de sus derechos y deberes. De esta manera se evita la división tradicional del trabajo en términos de género, cualificación y remuneraciones, y se da paso a la interacción armónica entre seres humanos y la naturaleza.

5. Las premisas desarrolladas en los anteriores numerales justifican la necesidad de que el Estado se comprometa con una política pública educativa nacional de construcción de paz y no violencia, que parta de la definición de lo que el país entiende por educación para la paz con un enfoque territorial, se constituya en una prioridad en la agenda nacional y represente un eje vertebrador de los esfuerzos que Colombia realiza para conseguir una paz estable y duradera. El establecimiento de esta política significará el impulso del poder público y sus recursos humanos, institucionales y económicos, a un propósito común de la sociedad que es la educación para la paz. La política pública educativa de construcción de paz y no violencia debería integrar programas y proyectos que aborden las distintas áreas técnicas y de gestión del sistema educativo, en todos sus niveles, tanto desde la educación formal y no formal, como en la educación a lo largo de toda la vida. El diseño, la formulación, la implementación, el monitoreo y la evaluación de esta política pública deberían considerar incluir la interacción con los distintos actores del sistema educativo y de las partes interesadas de la sociedad en su conjunto, a través de los mecanismos de participación que se instrumenten a tales fines.

6. Colombia cuenta con una importante trayectoria, un amplio corpus de conocimiento e investigación y buenas prácticas de educación para la paz y no violencia que han sido desarrolladas en medio del conflicto armado, en lugares que hoy son estigmatizados y que tradicionalmente han tenido una presencia débil del Estado para garantizar el derecho a la educación. Los gestores de política pública deben observar estas experiencias innovadoras, fortalecerlas técnicamente, articularlas, replicarlas y considerar sus lecciones aprendidas como elementos eficaces para la construcción de una política pública educativa nacional de construcción de paz y no violencia. Las iniciativas presentadas en los diferentes paneles de discusión en este evento abordan el desarrollo integral de la persona y sus interrelaciones e incorporan valores de las identidades colombianas como la creatividad, la solidaridad, la común-unidad, la confianza, la amabilidad y la alegría y, también, de ciudadanía. Por su parte, la cooperación internacional debe continuar apoyando la sistematización de estas experiencias, fortalecer sus herramientas pedagógicas y curriculares y darlas a conocer.

7. Parte de la sostenibilidad de la paz radica en la justicia social que se traduce en que la mayoría de la población tenga la oportunidad de generar los recursos que le permitan vivir con dignidad y rechazar los ingresos provenientes de actividades ilícitas. Alcanzar un empleo de calidad, justamente remunerado, es efecto directo de contar con una formación de calidad. Por lo tanto, la educación cumple un rol fundamental en la cualificación de la oferta de trabajo y generación de medios de vida. Se recomienda replicar los esfuerzos de Colombia por fortalecer la educación no formal y la educación técnico-profesional en los territorios más afectados por la violencia. Cabe

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relevar intervenciones sociales integrales, como las que ofrece el Estado colombiano a nivel nacional y territorial, enfocadas en la formación para el trabajo de acuerdo a la vocación productiva del territorio y formación para el emprendimiento con pertinencia cultural. Por otro lado, es importante revisar y fortalecer el sistema de becas para promover el acceso de jóvenes de escasos recursos a la formación técnica profesional, así como de tercer y cuarto nivel.

8. Partiendo de la importancia de garantizar el acceso universal, la gratuidad y la calidad educativa, se insistió en que tanto la educación formal, pero sobre todo la educación no formal y alternativa, deben tener una oferta flexible adaptada metodológicamente a la cultura de las diferentes regiones y a sus necesidades en términos de edad, etnia, género, contexto socio económico, condición laboral, entre otros aspectos. En este III Encuentro Andino de Paz se destacaron experiencias como las del Observatorio para la Paz con el “Bachillerato de Paz”, una oferta educativa para mujeres víctimas del conflicto con extra edad, y el proyecto “IRENE” que trabaja la reconciliación en la comunidad superando prejuicios y estigmas; la experiencia de la Escuela Itinerante de Formación Política “Trenzando Saberes y Poderes” de la Ruta Pacífica de las Mujeres por la salida negociada del conflicto armado; la iniciativa “Montes de María” del colectivo Narrar para Vivir, un trabajo con mujeres víctimas del conflicto que combina formación para el empleo, asistencia psicosocial y el empoderamiento económico; las propuestas de etno-educación de la Unidad de Organizaciones Afrocaucanas; entre otras buenas prácticas.

9. Las ofertas curriculares deben articular aprendizajes relevantes y pertinentes para la vida, tener como objetivo tanto el desarrollo cognitivo como emocional del individuo para que pueda aprovechar todas las potencialidades de su ser, de las relaciones con sus pares y con su micro y macro entorno. En otras palabras, el currículo debería apuntar a la construcción de una ciudadanía activa que se proyecte de manera global, tener pertinencia cultural, renovarse y estar siempre en correspondencia con el contexto social y las innovaciones tecnológicas. Al incorporar en el currículo los enfoques de derechos humanos e igualdad, estos ámbitos se formalizan como áreas de aprendizaje que deben ser monitoreadas y evaluadas. Además, es muy importante la generación de información sobre la convivencia escolar en las entidades educativas para la retroalimentación de la política pública educativa de construcción de paz. Cabe resaltar experiencias de sistematización y evaluación de aspectos relativos a la convivencia escolar, como la de la Secretaría de Educación de Bogotá con las pruebas SER, que evalúan capacidades ciudadanas tales como identidad, dignidad y derechos, deberes y respeto, sensibilidad y manejo emocional, sentido de la vida, el cuerpo y la naturaleza y participación y convivencia.

10. El rol del maestro es fundamental, el docente se convierte en un facilitador del diálogo, de la escucha activa y de la generación de las relaciones armónicas que se deberían construir en la escuela entre estudiantes, directivos y profesores. Al mismo tiempo el maestro influye en el ámbito comunitario al ser líder y articulador social. Por esta razón, los docentes, directores, rectores y demás actores de la comunidad educativa que trabajan directamente con los estudiantes, deben formarse para la educación en paz y para la paz. Una política pública de educación para la paz debería contemplar la formación inicial y continua del recurso humano con el que cuenta el sistema educativo, para facilitarle metodologías y herramientas que le permitan construir una pedagogía que genere confianza, participación y el análisis crítico de la paz y la violencia a varios niveles,

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además, de brindarle asesoría y acompañamiento para la gestión pacífica de conflictos y otras herramientas que faciliten su rol en la escuela y en la comunidad.

11. La trayectoria en la escuela no solo debe contemplar la lógica urbana, sino que debe reconocer las dinámicas rurales y comunitarias, por ejemplo, para la definición de normas técnicas, calendarios escolares, circuitos geográficos que podrían reorganizarse como circuitos culturales educativos en los territorios. En cuanto al acceso a la educación, es importante que la política pública se plantee cerrar las brechas de alfabetismo entre el campo y la ciudad. En Colombia el analfabetismo en las zonas rurales bordea el 12%, mientras que el promedio nacional se ubica en el 3.3%. Mejorar estos indicadores supone entre otros aspectos una mayor participación de las personas en la vida política del país, además de una intervención más crítica y consciente que fortalece el sistema democrático y el ejercicio de los derechos civiles y políticos.

12. La oferta educativa debería ser cercana a los lugares de vivienda de las personas, así, la escuela tiene más posibilidades de participar de la vida comunitaria y contribuir a su cohesión. La escuela debería ser abierta y flexible, debería unirse a las dinámicas sociales de inclusión, despertar la curiosidad por el conocimiento y la respuesta a los retos del contexto, construir confianza, proteger y al mismo tiempo responder sin violencia a las diferentes tensiones cotidianas y estructurales. Además, la escuela tiene el reto de visibilizar lo invisible, las formas de violencia directa y simbólica como el acoso escolar, el abuso sexual en las escuelas, la violencia verbal y otras formas de violencia; desnaturalizar lo que está naturalizado, como la cultura del silencio, la discriminación, los prejuicios y finalmente romper con el “adulto-centrismo”, cuestionando las tradicionales relaciones de poder en la escuela y brindando el espacio para que los estudiantes se expresen a través de sus propios medios y formas de organización y liderazgo.

13. Lo afectivo es lo efectivo. La educación debe fortalecer en los estudiantes el auto reconocimiento y la autoestima, este es el primer paso para el reconocimiento y la valoración del otro, para la valoración de las diferencias, el respeto por la diversidad y la comunicación asertiva. Por otro lado, la escuela debe proteger e incluir a quien está en las condiciones más desventajosas y vulnerables. Es importante generalizar iniciativas como las redes de protección que relevan el autocuidado y el cuidado compartido, o el rastreo territorial de niños fuera de la escuela que conlleva la solución de las causas del abandono escolar en una dinámica en la que convergen escuela, familia y la comunidad. Con estas metodologías que se han implementado en el sur de Colombia y norte de Ecuador, con el apoyo de UNICEF, se han logrado gestionar adecuadamente problemas como el acoso escolar, la violencia intrafamiliar, la influencia de pandillas o reducir la vulnerabilidad al reclutamiento de menores en determinadas zonas.

14. La construcción de paz pasa por la necesidad de humanizar la educación a través de las artes, la lúdica, el juego, el deporte, la creatividad, la innovación, la valoración de las habilidades socioemocionales y otras habilidades no cognitivas. Enriquecer el proceso educativo con estas herramientas permite promover interacciones más participativas y genera la valoración y el respeto por la diferencia, elementos que influyen de manera contundente en la convivencia pacífica y en la construcción de un pensamiento crítico y transformador. En otras palabras, fortalecer los valores

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de la sensibilidad, el compromiso, la capacidad de escuchar y el respeto por el otro permite satisfacer la necesidad actual e imprescindible de cultivar la humanidad del ser.

15. Es importante promover en el sistema educativo una comprensión profunda de la historia del país que a la vez permita una comprensión holística del contexto actual. Se debería revalorizar esta área del conocimiento en el currículo, incluyendo todos los enfoques y los hechos que ha vivido un país con tanta diversidad y contextos. No se puede contar cualquier historia, ni una historia que reproduzca estigmas y prejuicios, la historia debe contar las diferencias, las múltiples miradas, las múltiples memorias, las diversas y ricas culturas y lógicamente que Colombia en su historia tiene héroes y heroínas. Estudiar activamente la historia del país nos brinda la posibilidad de no olvidar quiénes somos, de dónde venimos o a hacia dónde vamos y recuperar la conciencia de que las cosas más importantes nunca se hacen solos.

16. La política pública educativa debería promover los valores de la paz, la convivencia pacífica en las instituciones educativas y la gestión equilibrada de las diferencias. El conflicto y la confrontación son propios de la naturaleza humana, pero es importante abordarlos manteniendo una disciplina de no violencia. En este ámbito, cabe destacar las experiencias presentadas por los Secretarios de Educación de Bogotá, Tolima y Cauca de construcción participativa de códigos de convivencia y las iniciativas planteadas desde los proyectos educativos institucionales y los gobiernos escolares para la gestión pacífica de las tensiones en el ámbito de la escuela y la comunidad. Al mismo tiempo estas prácticas logran crear una cultura del cuidado, la recuperación de la confianza y la práctica de la participación como un derecho.

17. La política pública educativa para la construcción de paz y no violencia debería incluir a todo el país, no solo a los niños, niñas, y jóvenes en edad escolar, a las víctimas, desmovilizados y comunidades de acogida, sino a todos los y las ciudadanas y ciudadanos. Todos tenemos que aprender a vivir con nuestras propias paces, aceptar y procesar nuestros miedos y nuestra historia personal, aprender a vivir con nuestras diferencias y conflictos sin recurrir a la violencia. Hay que transformar – transformándonos.

18. El rol de la academia en la implementación de una política pública educativa de construcción de paz y no violencia es fundamental por su capacidad de investigación y creación de conocimiento alrededor del tema de la paz. El sistema de universidades públicas en Colombia, a través de Red Unipaz, ha propuesto investigar sobre el estado del arte de la construcción de paz y pedagogías de paz, se plantea abordar el estudio de la violencia y la paz en tres dimensiones: estructural, sociocultural y directa. Los resultados de estas investigaciones dotarán permanentemente de información al sistema educativo para la toma de decisiones y para la implementación de la política pública de construcción de paz y no violencia.

19. Finalmente, es menester enfatizar el rol decisivo que juega la comunicación al momento de fortalecer una política pública educativa de construcción de paz y no violencia. La comunicación acorta los plazos para el logro del objetivo de la paz, facilita el libre flujo de ideas y de conocimiento entre los pueblos, nos permite entendernos mutuamente, valorarnos y desarrollarnos manteniendo una relación en armonía y en paz. Por otro lado, la comunicación es un factor esencial

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para ejercer la ciudadanía y construir una sociedad que dialoga, respeta y se interesa por el otro. En este sentido, es fundamental promover procesos de formación en temas de paz y ciudadanía responsable para los comunicadores sociales y la población en general.

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El Sector de Educación de la UNESCO

La educación es la prioridad principal de la UNESCO porque es un derecho humano esencial y es la base para consolidar la paz e impulsar el desarrollo sostenible. La UNESCO es la organización de las Naciones Unidas especializada en educación y su Sector de Educación proporciona un liderazgo mundial y regional en la materia, fortalece los sistemas educativos nacionales y responde a los desafíos mundiales de nuestra época mediante la educación, con un enfoque especial en la igualdad de género y África.

La Agenda Mundial de Educación 2030

En calidad de organización de las Naciones Unidas especializada en educación, la UNESCO ha recibido el encargo de dirigir y coordinar la Agenda de Educación 2030. Este programa forma parte de un movimiento mundial encaminado a erradicar la pobreza mediante la consecución, de aquí a 2030, de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. La educación, fundamental para alcanzar todos estos objetivos, cuenta con su propio objetivo específico, el ODS 4, que se ha propuesto “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. El Marco de Acción de Educación 2030 ofrece orientación para la aplicación de este ambicioso objetivo y sus compromisos.