Com Vansina Etal

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Jan Vansina, La tradición oral . Que haya historia, o más bien, historicidad con independencia de si hay o no registro escritural de ella, y que la misma idea de que la historia deba ser reducida a la posibilidad de ser escrita deba cuestionarse, es, me pareció, la principal cuestión a que se dedica el escrito de Vansina que aquí comento. Hay historia en la medida en que hay sentido de la vida en el tiempo y, para ello, incluso antes que la escritura, la memoria es más bien la condición suficiente para el haber histórico. Pero cosa diferente es la manera en que la memoria — inherentemente histórica— puede ser evocada para que dé testimonio de la historia. A este respecto, Vansina establece una relación entre “oralidad” y “tradición” para la cuestión de la recuperación de la historia en la memoria; de hecho, el empleo que el autor aquí comentado hace del término “tradición” parece estar normalizado a su significado del “contenido generacional transmitido a través de la oralidad”, y si bien nosotros podemos cuestionar esta que pareciera una significación “estrecha” de la tradición, vale, no obstante, para los propósitos de la obra de Vansina que trata de la cuestión ya señalada hacia lo siguiente: las sociedades sin escritura no deben ser descalificadas de las sociedades con historia; para ellas, la historia se encuentra viva en la tradición oral, donde radica la memoria.

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Jan Vansina, La tradicin oral.

Que haya historia, o ms bien, historicidad con independencia de si hay o no registro escritural de ella, y que la misma idea de que la historia deba ser reducida a la posibilidad de ser escrita deba cuestionarse, es, me pareci, la principal cuestin a que se dedica el escrito de Vansina que aqu comento. Hay historia en la medida en que hay sentido de la vida en el tiempo y, para ello, incluso antes que la escritura, la memoria es ms bien la condicin suficiente para el haber histrico.Pero cosa diferente es la manera en que la memoria inherentemente histrica puede ser evocada para que d testimonio de la historia. A este respecto, Vansina establece una relacin entre oralidad y tradicin para la cuestin de la recuperacin de la historia en la memoria; de hecho, el empleo que el autor aqu comentado hace del trmino tradicin parece estar normalizado a su significado del contenido generacional transmitido a travs de la oralidad, y si bien nosotros podemos cuestionar esta que pareciera una significacin estrecha de la tradicin, vale, no obstante, para los propsitos de la obra de Vansina que trata de la cuestin ya sealada hacia lo siguiente: las sociedades sin escritura no deben ser descalificadas de las sociedades con historia; para ellas, la historia se encuentra viva en la tradicin oral, donde radica la memoria.A partir de estas indicaciones Vansina nos ofrece todas las posibilidades etnolgicas en las cuales la oralidad puede ser o no fuente legtima y vlida para la elaboracin de la historia, en un modo muy cercano a la etnohistoria, no slo porque sus estudios se han realizado en sociedades no occidentales (preferentemente los pueblos de frica), sino porque el mtodo mismo de esta historia no es el de la historiografa occidental asentada en la escritura, sino, como se ha sealado, en las posibilidades de la oralidad para recuperar la historia a travs de la iluminacin de la memoria.

Una cualidad del texto de Vansina es el de mostrar, a partir del problema acerca de la posibilidad de la constitucin de la oralidad, vista como el medio de expresin de la tradicin-historia en los pueblos sin escritura, la complejidad de la tradicin oral. En principio, la cuestin de la validez de la oralidad como fuente histrica nos remite a las diversas formas en que una sociedad oral expresa su tradicin: proverbios, mitos, poesa, etctera, todo lo cual nos lleva a la consideracin bsica de que la tradicin oral se va conformando como narratividad. Este contenido narrativo de la historia-tradicin puede, a su vez, darse de manera cuajada, es decir, ya consolidada y sin variantes entre una narracin y otra, o bien, por el contrario, de manera libre, con variaciones significativas entre una narracin a otra en lo que, previene Vansina, puede tratarse ya de tradiciones diferentes en donde la variacin de la narracin ya no tiene un mismo referente. As, pues, punto fundamental, es necesario determinar todas las variantes narrativas de una tradicin tanto para si es posible una sntesis como, por otro lado, si ms bien se destacan contenidos de otra tradicin que, en apariencia, sera slo variante de la misma.En un sencillo esquema muestra Vansina la cadena de transmisin de la tradicin oral hasta que llegue a su anotacin. Comienza con el hecho observado con el suceso propiamente dicho, la cosa histrica de la narracin oral que es recogido por un testigo para dar el prototestimonio del que, se habr de suponer, se pondr en marcha la cadena de la transmisin y aparecern sus variantes. Lo importante para la posibilidad de reconocer historia a partir de la oralidad es la permanencia del referente en dicha transmisin. Aqu es donde podemos preguntarnos hasta qu punto la memoria histrica tiene ms enfticamente un carcter narrativo que positivamente histrico, es decir, en qu medida no importa tanto el referente como tal desde su objetividad sino la manera en que la narratividad va de hecho constituyendo su objeto referencial en la misma narracin. sta es una pregunta que debe inquietar positivamente al historiador desde el momento en que comprende que la tradicin oral se enfoca ms en la significatividad de la tradicin para los sujetos de su transmisin que en la consistencia positivista del referente.Por esto es que aparece una figura importante en la tradicin oral: la formacin de los especialistas en la transmisin y, antes, en su posesin. Al lado de este aspecto, tambin conviene tener presente el carcter esotrico de algunas tradiciones, de tal manera que podemos decir que las sociedades orales forman especialistas para la transmisin de su memoria histrica (no slo de su historia, segn el modo occidental de comprender esta transmisin) sobre todo, pareciera, para tradiciones cuya casi sacralidad las hace esotricas. Ahora bien, podemos decir que con independencia de su especializacin y esoterismo, toda tradicin vlida y significativa se podr reconocer como un patrimonio de un grupo.En este texto de Vansina, por lo dems, se puede apreciar el carcter retrico de la tradicin oral, no slo por el obvio nfasis en lo verbal sino en cuanto que la apropiacin significativa de la tradicin en la oralidad es estratgica, es decir, nos remite a la manera en que la memoria se recupera en el presente.Un aspecto que, finalmente, me pareci de suma importancia ha sido el sealado por Vansina como conocimiento de la cultura y el lenguaje de los pueblos a cuya tradicin se pretende asistir. Como marco de referencia y como horizonte general de toda recuperacin, interpretacin y validacin de los testimonios orales, resulta ser aquello desde lo cual el historiador puede pretender discernir la validez de una tradicin para ser fuente histrica. 0

Esteban Monsonyi, La Oralidad.Este texto tiene la forma retrica de la apologa de la oralidad en un mundo en que trminos como occidentalizacin y colonialismo son asociados a un cierto imperialismo de la escritura que habra tenido como consecuencia el silenciamiento de la verdad histrica de los pueblos no occidentales, colonizados, cuyo sentido de la historicidad no remiti a la escritura sino que se mantuvo en la oralidad, considerando, adems, que oralidad y escritura no son fases superpuestas de lo que en trminos de W. Ong llamaramos tecnologas de la palabra, sino que su simultaneidad implica que la oralidad se encuentra en el mismo nivel de validez de la escritura. Habiendo hecho un reconocimiento histrico de la marginacin colonial de la oralidad, Monsonyi propone que oralidad y escritura sean complementarios y no excluyentes: abandonar el paradigma, prejuiciado, de que la escritura es superior a la oralidad o que marca un progreso civilizatorio respecto a sta.Una estrategia discursiva de este autor es el de, contrario a Ong, definir la oralidad como literatura en la medida en que comporta una textualidad significante, de tal manera que no se da la supuesta contradiccin que habra sealado Ong al concebir una literatura oral sino que, de hecho, tal es la manera en que se la puede recoger como acervo.Se parte, sin embargo, del mismo supuesto: la oralidad es lo originario en la expresin que articula la experiencia humana del tiempo, y la escritura es posterior, a tal punto que pareciera que se puede sostener que en modo alguno habra que considerar la escritura como el destino teleolgico del lenguaje, pues la pervivencia de la oralidad no es muestra de retraso civilizatoria sino de la permanencia de formas culturales para las cuales la escritura no representa una ganancia en la manifestacin lingstica.Me gustara destacar, por lo dems, que aquello en que parece que se ha llevado a la ruina de la oralidad no es tanto la violencia de la imposicin de la escritura sino el empobrecimiento de la tradicin oral en la oralidad secundaria, es decir, en aquella que de acuerdo con Ong es la oralidad que se en sociedades que tienen la escritura como primer medio de expresin lingstica. A este respecto, de este artculo podemos conjeturar hasta qu punto no slo las sociedades originariamente orales, sino tambin las escriturales se han ido encontrando con una oralidad secundaria en la que ni la oralidad encuentra un vehculo adecuado para realizarse consistentemente y a plenitud, y por otro lado los valores cognitivos que ofrece la escritura dejan de ser cultivados, principalmente por causa de la omnipresencia de los medios masivos de comunicacin.En todo caso, se trata, ste, de un escrito de reivindicacin de la oralidad, mas no hacia un rechazo de la escritura sino hacia la idea de que una y otra deben ser complementarias. No se trata de recusar el colonialismo y el occidentalismo sin ms, sino de realizar una prctica diferente de la escritura donde la oralidad sea plenamente reconocida como lugar por s mismo legtimo de expresar el acontecimiento lingstico que caracteriza a todos los pueblos. Se tratara de concluir, pues, que la dicotoma escritura-oralidad ha sido un paradigma que falsea la genuina relacin entre una y otra tecnologas de la palabra, marcada por la exclusin de la oralidad que es concomitante con la exclusin de la memoria presente de los pueblos no occidentales. 0 Alejandra M. Valverde B. La tradicin oral: entre la enseanza y la historiaEste breve escrito tiene la finalidad de presentar la funcin socializadora de la oralidad, as como su carcter de fuente de informacin histrica, para lo cual la autora se aplica a analizar la tradicin oral de Colombia para exponer en qu medida dicha tradicin ha repercutido en la construccin del ideario de la nacin y la identidad.Aqu se atiende al prejuicio que, si bien formalmente es correcto, no lo son sus connotaciones posteriores, entre la identificacin de lo oral con lo iletrado y lo escrito con el ser letrado, bajo la idea de que lo primero es un dficit cultural y civilizatorio. Posteriormente, la autora destaca el efecto socializador de la tradicin oral a travs de los relatos y refranes en los cuales se puede apreciar la exposicin de contenidos culturales normativos de la conducta hacia la integracin de la comunidad. Digamos que, en este aspecto, la tradicin oral es la expresin no reflexiva pero s clara del sentido de la eticidad comunitaria: la tradicin oral hace circular la normativida social.Retomando el tema de Vansina, la autora presenta la relacin entre oralidad e historia, respecto de lo cual parece que su indicacin bsica es el hecho de que en la oralidad se encuentran testimonios microlgicos de la historia, todo aquello que no ha sido recogido por la historiografa monumental sigue presente, no obstante, en la memoria que transita la oralidad.Finalmente, hacia lo que conduce este ensayo es hacia la consideracin de que la oralidad, al exponer la tica social y normativizar la vida colectiva, as como al ser el lugar en que la historia no documentada mantiene su registro vigente, es un marco de identidad nacional en un sentido vvido en la inmediatez de la vida cotidiana de una nacin y en todos sus miembros, que se pueden reconocer incluidos en la misma tradicin oral.5