Clamurro, William H. El Viejo celoso y el principio festivo del entremés cervantino

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5/28/2018 Clamurro,WilliamH.ElViejocelosoyelprincipiofestivodelentremscervan... http://slidepdf.com/reader/full/clamurro-william-h-el-viejo-celoso-y-el-principio-festivo-del-ent EL VIEJO CELOSO  Y EL PRINCIPIO FESTIVO DEL ENTREMÉS CERVANTINO El viejo celoso  se ha comparado con frecuencia y con justicia con la novela ejemplar  El celoso extremeño puesto que se parecen tanto las circunstancias iniciales: un hombre tan viejo como celoso se casa con una mujer muy joven a quien él aisla del mundo, guar- dándola en una casa que es en realidad una cárcel. 1  En ambos casos los rigurosos cuidados de los suspicaces maridos resultan incapaces de impedir la entrada de un joven —símbolo del mundo exterior y de la fuerza vital a la que la situación antinatural del casamiento implícitamente ha tratado de negar. Pero las diferencias entre las dos obras son tan notables como las semejanzas. Para nuestro pro- pósito, no nos importa detallar todos los puntos de divergencia; sin embargo debemos subrayar ciertos elementos importantes de este entremés. Aunque los ocho entremeses de Cervantes tratan asuntos muy variados, hay cierta constante de tono y estructura que (para distinguirlo de las tendencias de la comedia española) quisiera llamar « lo festivo » y que  El viejo celoso  ejemplifica de una manera tan eficaz. 2 El concepto de lo festivo no sólo abarca la expresión chistosa y cierto desenfreno sensual-sexual, sino que también sugiere una subversión temporal de las estructuras y normas del orden social. Por eso,  El viejo celoso tanto en la trama como en la estructura, demuestra la significativa inversión de las expectativas novelescas de  El celoso extremeño.  En cuanto al tono, por ejemplo, al contrario 1. Véanse la introducción de Eugenio Asensio a su edición de los entremeses (Madrid, Castalia, 1970), pp. 23-27, y del mismo, «Entremeses» en la  Suma cer- vantina eds. Juan B. Avalle-Arce y Edward C. Riley (London, Támesis, 1973), pp.  193-196; también de interés son los comentarios de Jean Canavaggio,  Cer- vantes dramaturge  (París, P.U.F., 1977), pp.  168-171,  213-214, 270 y 279, y el estudio de Patricia Kenworthy, «The Character of Lorenza and the Moral of Cervantes'  El viejo celoso  »,  Bulletin of the Comediantes XXXI (Fall, 1979). 2.  La concepción de lo festivo aplicada en este estudio refleja principalmente las ideas de Mikhail Bakhtin en su libro  Rabelais and His  World trans. H. Is- wolsky (Cambridge, Mass. London, MIT Press, 1968). 317  AIH. Actas VII (1980). El viejo celoso y el principio festivo del entremés cervantino. CLAMURRO WILLIAM H.

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  • EL VIEJO CELOSO Y EL PRINCIPIO FESTIVODEL ENTREMS CERVANTINO

    El viejo celoso se ha comparado con frecuencia y con justiciacon la novela ejemplar El celoso extremeo, puesto que se parecentanto las circunstancias iniciales: un hombre tan viejo como celosose casa con una mujer muy joven a quien l aisla del mundo, guar-dndola en una casa que es en realidad una crcel.1 En ambos casoslos rigurosos cuidados de los suspicaces maridos resultan incapacesde impedir la entrada de un joven smbolo del mundo exteriory de la fuerza vital a la que la situacin antinatural del casamientoimplcitamente ha tratado de negar. Pero las diferencias entre lasdos obras son tan notables como las semejanzas. Para nuestro pro-psito, no nos importa detallar todos los puntos de divergencia; sinembargo debemos subrayar ciertos elementos importantes de esteentrems. Aunque los ocho entremeses de Cervantes tratan asuntosmuy variados, hay cierta constante de tono y estructura que (paradistinguirlo de las tendencias de la comedia espaola) quisiera llamar lo festivo y que El viejo celoso ejemplifica de una manera taneficaz.2

    El concepto de lo festivo no slo abarca la expresin chistosay cierto desenfreno sensual-sexual, sino que tambin sugiere unasubversin temporal de las estructuras y normas del orden social.Por eso, El viejo celoso, tanto en la trama como en la estructura,demuestra la significativa inversin de las expectativas novelescasde El celoso extremeo. En cuanto al tono, por ejemplo, al contrario

    1. Vanse la introduccin de Eugenio Asensio a su edicin de los entremeses(Madrid, Castalia, 1970), pp. 23-27, y del mismo, Entremeses en la Suma cer-vantina, eds. Juan B. Avalle-Arce y Edward C. Riley (London, Tmesis, 1973),pp. 193-196; tambin de inters son los comentarios de Jean Canavaggio, Cer-vantes dramaturge (Pars, P.U.F., 1977), pp. 168-171, 213-214, 270 y 279, y elestudio de Patricia Kenworthy, The Character of Lorenza and the Moral ofCervantes' El viejo celoso , Bulletin of the Comediantes, XXXI (Fall, 1979).

    2. La concepcin de lo festivo aplicada en este estudio refleja principalmentelas ideas de Mikhail Bakhtin en su libro Rabelais and His World, trans. H. Is-wolsky (Cambridge, Mass. & London, MIT Press, 1968).

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  • del desenlace tragipattico de la novela ejemplar, termina el entre-ms de una manera irnica: mediante una elegante combinacin delas trazas de las mujeres y la necedad del viejo, triunfa la fuerzairreprimible de los apetitos naturales. Similarmente, el aspectoestructural de lo festivo sugiere la inversin o el desplazamientotemporal de las figuras y reglas de la autoridad. Por eso, mientrasque en la novela hay un conjunto de personajes dominado por loshombres, en el entrems el centro de inters se inclina ms hacialo femenino representado por las tres mujeres: Lorenza, Cristina yOrtigosa.

    Desde cierto punto de vista, este entrems nos presenta eltriunfo femenino, dentro de un pequeo mundo domstico, sobreuna estructura social ms grande que es, por definicin y convencin,regida por el hombre, pero que en el presente caso refleja la perver-sin del sistema en la persona de un hombre con poder social ymaterial pero impotente en lo vital y corrompido por su propiaavaricia y celos. Es decir que, hasta cierto punto, hay al final unainversin de las normas de control; es claro que en el futuro elsector femenino va a alcanzar, de jacto, sus deseos. Pero ste es enrealidad slo un modus irnico y provisional, una resolucin demomento que no tiene ninguna base ni consecuencia en un cambiofundamental del sistema o de la conciencia del hombre.3

    En efecto, el principio festivo del entrems cervantino engendrauna obra en que se da una visin profundamente crtica e ironi-zante de la sociedad y de los sistemas de organizacin social. Es pre-cisamente en la naturaleza del lenguaje donde radican el poder ylo inquietante de esta visin social. Como se ha notado, el lenguajede este entrems se caracteriza por su franqueza grosera y a vecesbrutal. Pero en realidad lo que encontramos no es simplemente unepisodio escatolgico, sino que las tcticas verbales de El viejo celososon empleadas muy adrede hacia la meta de torcer e ironizar lostrminos familiares como honra y liberalidad, tiindolos con unaluz de escepticismo, sin proponer ninguna revaloracin de estosconceptos rebajados.

    3. En este respecto, como se ha notado, Cervantes no es revolucionario. Laresolucin festiva de este entrems no refleja un intento de proponer una al-ternativa a las convenciones de la vida social, sino que reconoce el hecho de quelas formas y figuras de la autoridad oficial siempre van acompaadas por sus opues-tos prcticos y antioficiales.

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  • Aunque se suele hablar de lo vivido de las caracterizacionesen los entremeses cervantinos, en El viejo celoso (como en los otros)no se ve una obra en que el lenguaje rico sirva simplemente paraimpartir vida autnoma a los personajes, sino que la pluralidad devoces es otro artificio ms de la total arquitectura dramtica. Porejemplo, en la conversacin de las tres mujeres al comienzo, lasvoces no presentan la articulacin de tres personajes distintos sinola amplificacin de la posicin inicial del elemento femenino: LOR...De qu me sirve a m todo aquesto, si en mitad de la riqueza estoypobre, y en medio de la abundancia con hambre? / CRIST. En verdad,seora ta, que tienes razn; que ms quisiera yo andar con untrapo atrs y otro adelante, y tener un marido mozo, que vermecasada y enlodada con ese viejo podrido que tomaste por esposo .*As pues, en vez de un dilogo que proyecta y perfila distintas perso-nalidades o las lleva hacia cambios de sentimiento y desarrollo in-terior, las voces sirven para amplificar la actitud femenina ante lasituacin intolerable, como si fuera una sola persona hablando con-sigo misma.

    Similarmente, toda la ndole del lenguaje tiende a dar un signi-ficado irnico a ciertos trminos claves. Estamos en un mundo dondelo extremo de los impulsos antinaturales de Caizares ser derro-tado por la fuerza vital de lo femenino, pero de un modo indirectoy no muy ejemplar. Por eso, descartado lo escrupuloso de lo verbal,el lenguaje de las mujeres descubre lo prctico y lo cnico de suplan inmediato, y como consecuencia hay una distorsin notablede valores. Cuando Lorenza dice Como soy primeriza, estoy teme-rosa, y no querra, a trueco del gusto, poner a riesgo la honra , elcontexto no ofrece dudas. La honra tiene poco que ver con elsentido ms profundo del valor personal, interior; tampoco signi-fica la opinin o reputacin. Simplemente se refiere al problemade Caizares y de lo que hara si supiese de la desviacin amorosade su esposa. Otra vez, el entrejuego de voces manifiesta a las clarasel mecanismo de la redefinicin de trminos: LOR. Y la honra,sobrina? / CRIST. Y el holgamos, ta? / LOR. Y si se sabe? / CRIST.Y si no se sabe? / LOR. Y quin me asegurar a m que no se sepa?/ ORT. Quin? La buena diligencia, la sagacidad, la industria; y, so-bre todo, el buen nimo y mis trazas (p. 205). Como se ve, el proceso

    4. Entremeses, ed. Eugenio Asensio (Madrid, Castalia, 1970), p. 203; todaslas citas se refieren a esta edicin, y he indicado entre parntesis el nmero de

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  • empieza con la palabra honra y pasa por el saber y por fin,con la respuesta de Ortigosa, el concepto de la honra se transformaen su opuesto dentro del conjunto de trminos tan amorales.

    La misma tendencia de emplear un conjunto de personas comoun artificio para ampliar e ironizar un solo punto de vista dominaen el grupo masculino. El tro femenino de Lorenza, Cristina yOrtigosa no encuentra su contrapeso simtrico en el grupo mascu-lino de Caizares, el compadre y el galn, puesto que el galn notoma parte en el dilogo, aunque s tiene un papel imprescindiblecomo la encarnacin de los temores y faltas del viejo, y como elinstrumento necesario del placer de Lorenza. En el plano verbal,en vez de lo tripartito, se ve un do Caizares y el compadreque sirve para articular el problema y la obsesin del viejo.

    Otra vez, como en el caso del tro femenino (y muy al con-trario del nivel de conciencia de Carrizales en la novela), no hayun intercambio o yuxtaposicin de dos voces contrastantes, sino laelaboracin de una sola actitud ms o menos coherente. Por eso,no nos sorprende que el viejo anuncie con lcido entendimiento loabsurdo, antinatural y autocastigante de su situacin: el setentnque se casa con quince, o carece de entendimiento, o tiene gana devisitar el otro mundo lo ms presto que le sea posible. Apenas mecas con doa Lorencica... cuando me embistieron una turba multade trabajos y desasosiegos; tena casa, y busqu casar; estaba posado,y despseme (pp. 208-209). Como se ve en las ltimas clusulas,aunque el personaje claramente carece de prudencia y buen juicio,la voz contiene una agudeza que presta energa y precisin a la tareaironizante del dilogo.

    La funcin del compadre, por lo pronto, no tiene nada quever con la accin, sino que participa en la exteriorizacin del pensa-miento, como se nota cuando l pregunta, algo retricamente, dequ vive descontento mi compadre? y contesta Caizares: Deque no pasar mucho tiempo en que no caya Lorencica en lo quele falta; que ser un mal caso, y tan malo, que en slo pensallo letemo, y de temerle me desespero, y de desesperarme vivo condisgusto (pp. 209-210). El anlisis que surge aqu es, irnica-mente, un resumen plenamente correcto de lo que est pasandodentro de la casa; y en cierto sentido vemos lo grotesco de unasituacin en la que una persona comprende la verdad inmanentepero no puede percibirla en la realidad concreta. Cuando Caizaressale de la escena, el compadre dice: En mi vida he visto hombre

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  • ms recatado, ni ms celoso, ni ms impertinente; pero ste es deaquellos que traen la soga arrastrando, y de los que siempre vienena morir del mal que temen (p. 210). Otra vez, se ve muy clara-mente lo acertado de esta observacin. Adems notamos que esprecisamente esta combinacin de celos e impertinencia que com-pone la fuerza motor del pecado contra la naturaleza que cometeel viejo. Pero, como estamos en un mundo de la irona domsticay no del pathos novelesco, es importante notar que el viejo no mueredel mal que teme (como el viejo extremeo en la novela), sino queva a seguir viviendo, sufriendo cada vez ms por sus propios temo-res y pesadillas.5

    La escena culminante del entrems empieza con la entrada deOrtigosa, llevando el guadamec detrs del que entra ocultado elgaln. El mecanismo del engao emplea lo verbal y lo visual: em-pieza con las trazas y el control verbal de Ortigosa y termina con elpoder verbal de Lorenza. Al mismo tiempo, los elementos visuales,de accin y gestos, contribuyen al xito total. Es de suma impor-tancia que el galn pueda entrar en plena presencia del viejo, que elacto de adulterio se realice detrs de la puerta pero (en un sentido) de-lante de nuestros ojos, y que para facilitar la huida del joven, Lo-renza momentneamente ciegue al viejo con el agua de la baca.Encerrada en el cuarto con el galn, Lorenza engaa con la verdad,describiendo lo que por una parte es la realidad concreta pero desdela perspectiva limitada del viejo parece una burla. Exclama Lorenza Si supieses qu galn me ha deparado la buena suerte! Mozo,bien dispuesto, pelinegro y que le huele la boca a mil azahares .Ms tarde Caizares pregunta: Bobeas, Lorenza? Pues a fe queno estoy yo de gracia para sufrir esas burlas . A lo cual ella re-plica: Que no son sino veras, y tan veras, que en este gnero nopueden ser mayores (p. 215). Aunque en este momento Cai-zares no lo crea, el discurso de Lorenza sirve como una verbali-zacin efectiva de la pesadilla del viejo, y por tanto este aspectodel engao le da su merecido castigo, un tipo de justicia potica.

    Despus de la huida del galn, Lorenza una vez ms inviertelas reglas verbales: lo que haba proclamado adentro como verda-des, ya afuera son presentadas como burlas: mirad en lo que tiene

    5. Me parece que, en casi toda la obra cervantina, el casamiento y las reac-ciones a los problemas matrimoniales forman la piedra de toque que distingue lofestivo entremesil de lo pattico novelesco; adems de la novela El celoso extre-meo, vase el desenlace de El curioso impertinente .

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  • mi honra y mi crdito, pues de las sospechas hace certezas, de las men-tiras verdades, de las burlas veras, y de los entretenimientos maldicio-nes (p. 217). Ante el estrpito y los gritos de Lorenza, acuden el al-guacil y Ortigosa con los msicos y el bailarn, cuya intervencin sea-la la conclusin de la pieza. Esta gente, representativa de la justicia y del mundo exterior, casi literalmente quiebra las puertas, sin que lequede a Caizares ningn modo de impedir la invasin. Como es de es-perar, la explicacin dbil e intil del viejo ( pendencias son entremarido y mujer, que luego se pasan ) irnicamente contiene msverdad de lo que l se da cuenta. Pero adems debemos considerarque, con la entrada del grupo festivo, el mundo-crcel ha sido porsegunda vez violado. Esta intrusin general simboliza y subraya eltriunfo de las fuerzas vitales, e implcitamente reconoce el nuevoorden del poder domstico. Ya el poder ilusorio del viejo se anulaante la fuerza de la fiesta invasora: a la objecin del viejo, el msicoresponde pues aunque no la quiera , y este signo de admiracinmusical pone justo comentario al entrems.

    La tonalidad propiciatoria de la cancin, a primera vista, noencaja bien con la accin anterior. Aunque se aplaude la victoriade la fuerza vital, joven y femenina sobre la perversin caduca yavara, este nuevo orden domstico basado en el adulterio ha logradorealizarse por medio de engao y mentira. Desde el punto de vistade lo que debe ser una resolucin cmica, la conclusin deEl viejo celoso nos parece algo inquietante. Pero, como se manifiestatan claramente en la letra de la cancin, no tenemos una resolucinbasada en las normas oficiales de la sociedad, sino que se en-cuentra un orden antioficial y domstico que radica ms en lasexpectativas de lo festivo. No es el mundo racional y legalista delo masculino, sino un mundo que se rinde inevitablemente a lasfuerzas naturales. Con la ltima estrofa de la cancin, tenemos elenftico sentido de que lo que acaba de acontecer no slo es acepta-ble al orden natural, sino que la pendencia y sus consecuencias sonalgo positivo y renovador:

    Las rias de los casadosComo aquesta siempre sean,Para que despus se vean,Sin pensar regocijados.

    Sol que sale tras nublados,Es contento tras afn:Las rias de por San Juan,Todo el ao paz nos dan (p. 219).

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  • Aunque es preciso reconocer la gran diversidad de los ochoentremeses, creo que en el fondo hay un principio estructural quees una constante del entrems cervantino: el dominio de la visinfestiva en la interaccin humana. El espritu festivo mostrado porla stira de las normas de la autoridad se ve muy claramente enEl juez de los divorcios y en La eleccin de los alcaldes de Daganzo,donde (en el primer caso) el problema de los casamientos infelicesen una sociedad que no permite el divorcio recibe una resolucinque es realmente una evasin (ms vale el peor concierto/queno el divorcio mejor). En el segundo, la accin central de laeleccin despus de una discusin chistosa e incoclusa de lascalidades ms apropiadas para un alcalde queda pospuesta. Deun modo algo parecido, la caricatura y stira casi quevedescas dela esposa fallecida al comienzo de El rufin viudo son transfor-madas y contrapuestas por la entrada de Escarramn y el dominiodel ambiente generoso y festivo del final.6 Similarmente, el con-flicto central de La guarda cuidadosa (la eleccin entre los dos pre-tendientes) y la implcita caricatura de los tipos masculinos, seequilibran al final y reciben una conclusin positiva por medio dela cancin compartida por los personajes, mientras se comenta laaccin anterior.

    El principio festivo tambin rige al ms problemtico y satricode los ocho, El retablo de las maravillas. En este entrems, quesatiriza la combinacin de orgullo y temor que compone la preocu-pacin por la limpieza de sangre y la legitimidad individual y social,es muy importante observar que los engaados no son la gentecomn del pueblo sino las figuras de la autoridad civil.7 Ademsnotamos que, al final, an la entrada del furrier (smbolo del mundoexterior y una persona inmune a la ilusin) no desengaa a lasvctimas. Por eso, aunque no hay la conclusin convencional demsica y danza, el elemento festivo de subversin y desplazamientode las normas de la autoridad se pone de relieve. Y aunque seantan diferentes El retablo y El viejo celoso, en ambos casos vemos

    6. Vanse las jcaras de Quevedo sobre esta figura en sus Obras completas,I, Poesa original, Ed. Jos M. Blecua (Barcelona, Planeta, 1968), pp. 1199-1207.

    7. Este aspecto de El retablo recibe un anlisis muy interesante en el estudiode Epifanio Ramos de Castro, El retablo de Cervantes y Prvett, Anales Cer-vantinos, X (1971), 169-190; vanse tambin Marcel Bataillon, Ulenspiegel y elRetablo de las maravillas de Cervantes, Varia leccin de clsicos espaoles (Ma-drid, Gredos, 1964), pp. 260-267, y Mauricio Molho, Cervantes: races folklricas(Madrid, Gredos, 1976), pp. 106-214.

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  • una sutil crtica de las ilusiones de poder y control. Desde estaperspectiva, El viejo celoso es una obra clave, el entrems ms reve-lador del complejo mecanismo del entrems cervantino un gnerode teatro que, aunque obviamente chistoso, rechaza las resolucionesunificadoras de la comedia y propone un mundo donde lo tramposoy la ambigedad de juicio y percepcin solucionan los conflictossin trascender el mismo nivel conflictivo.

    WILLIAM H. CLAMURROSt. Mary's College oi Maryland, St. Mary's City

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    InfoAIH: AIH. Actas VII (1980). El viejo celoso y el principio festivo del entrems cervantino. CLAMURRO WILLIAM H.