Ciudadanía, Estado y Democracia en La Era Neoliberal

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* Universidad Central de Venezuela. Investigador-becario del Programa Globalización, Cultura y Trans- formaciones Sociales, Convenio UCV-Fundación Rockefeller. Correo electrónico: [email protected] Contreras, Miguel Angel (2004) “Ciudadanía, Estado y democracia en la era neoliberal: dilemas y desafíos para la sociedad venezolana. En Daniel Mato (coord.), Políticas de ciudadanía y sociedad civil en tiempos de globalización. Caracas: FACES, Universidad Central de Venezuela, pp. 111-132. Miguel Angel Contreras Natera* Este trabajo aborda el quiebre en el imaginario del desarrollo como conse- cuencia de la instrumentación de las políticas de ajuste estructural en 1989, así como la resignificación del debate sobre la ciudadanía y la democracia tras la ofensiva neoliberal. Se examinan las estrategias de reelaboración y resignificación de la cultu- ra política venezolana en clave tecnocrática y sus repercusiones en la profundización de la crisis de los partidos y el proceso de deslegitimación de lo político. Además, se reconstruyen las diversas modalidades de protesta y oposición de los sectores medios y las clases populares a la hegemonía neoliberal. En este contexto se estudia la emer- gencia de la politización de lo social desde la perspectiva de los nuevos actores. Se abordan las profundas transformaciones de lo político que introduce el triunfo electo- ral de Hugo Chávez Frías. En todo caso, investiga los desplazamientos temáticos y la visibilización de nuevos actores sociales como rasgos fundamentales del escenario político. Por último, nos adentramos en los profundos dilemas políticos y culturales de los últimos dos años y sus riesgos potenciales para la consolidación de la democracia. La fractura del imaginario del desarrollo en Venezuela La idea del desarrollo en Venezuela como imaginario de integración social y cultural, representada por las diversas variantes del discurso modernizador fue el sen- tido legitimador y orientador de la política y de las políticas durante la mayor parte del siglo XX. 1 Si bien los proyectos modernizadores no lograron su objetivo, esto es: la modernidad a imagen y semejanza de los países centrales, lograron transformacio- nes sociales, culturales y económicas graduales e importantes de dimensiones secula- res en el país (Contreras, 2000: 46). A pesar de los limitados logros y los persistentes Ciudadanía, Estado y democracia en la era neoliberal: dilemas y desafíos para la sociedad venezolana

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Este trabajo aborda el quiebre en el imaginario del desarrollo como consecuencia de la instrumentación de las políticas de ajuste estructural en 1989, así como la resignificación del debate sobre la ciudadanía y la democracia tras la ofensivaneoliberal.

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    * Universidad Central de Venezuela. Investigador-becario del Programa Globalizacin, Cultura y Trans-formaciones Sociales, Convenio UCV-Fundacin Rockefeller.Correo electrnico: [email protected]

    Contreras, Miguel Angel (2004) Ciudadana, Estado y democracia en la era neoliberal: dilemasy desafos para la sociedad venezolana. En Daniel Mato (coord.), Polticas de ciudadana ysociedad civil en tiempos de globalizacin. Caracas: FACES, Universidad Central de Venezuela,pp. 111-132.

    Miguel Angel Contreras Natera*

    Este trabajo aborda el quiebre en el imaginario del desarrollo como conse-cuencia de la instrumentacin de las polticas de ajuste estructural en 1989, as comola resignificacin del debate sobre la ciudadana y la democracia tras la ofensivaneoliberal. Se examinan las estrategias de reelaboracin y resignificacin de la cultu-ra poltica venezolana en clave tecnocrtica y sus repercusiones en la profundizacinde la crisis de los partidos y el proceso de deslegitimacin de lo poltico. Adems, sereconstruyen las diversas modalidades de protesta y oposicin de los sectores mediosy las clases populares a la hegemona neoliberal. En este contexto se estudia la emer-gencia de la politizacin de lo social desde la perspectiva de los nuevos actores. Seabordan las profundas transformaciones de lo poltico que introduce el triunfo electo-ral de Hugo Chvez Fras. En todo caso, investiga los desplazamientos temticos y lavisibilizacin de nuevos actores sociales como rasgos fundamentales del escenariopoltico. Por ltimo, nos adentramos en los profundos dilemas polticos y culturales delos ltimos dos aos y sus riesgos potenciales para la consolidacin de la democracia.

    La fractura del imaginario del desarrollo en VenezuelaLa idea del desarrollo en Venezuela como imaginario de integracin social y

    cultural, representada por las diversas variantes del discurso modernizador fue el sen-tido legitimador y orientador de la poltica y de las polticas durante la mayor partedel siglo XX. 1 Si bien los proyectos modernizadores no lograron su objetivo, esto es:la modernidad a imagen y semejanza de los pases centrales, lograron transformacio-nes sociales, culturales y econmicas graduales e importantes de dimensiones secula-res en el pas (Contreras, 2000: 46). A pesar de los limitados logros y los persistentes

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    fracasos, exista la creencia generalizada de que el pas haba progresado paulatina-mente hacia este objetivo a partir del restablecimiento de la democracia en 1958. 2 Lademocracia representativa como forma de rgimen del Estado; los partidos polticoscomo mediadores de la representacin poltica; el Estado como promotor del procesode desarrollo econmico y distribuidor de la renta petrolera constituyen los perfilesgenerales del discurso modernizador en el pas de ese entonces. El telos de que Vene-zuela avanzaba gradual pero sostenidamente hacia la modernidad se mantuvo hastafinales de la dcada de los ochenta (Coronil, 2002: 407).

    Ms sin embargo, a mediados de la dcada de los ochenta los mecanismosutilitarios de construccin de consensos del modelo democrtico representativo del58 (Rey, 1989), que constituan el soporte tanto de los acuerdos polticos de las litespolticas como del compromiso de clase, comenzaron a erosionarse cuando elentrelazamiento entre la crisis del modelo de desarrollo con la crisis del endeudamientoalcanza tierras venezolanas y las fuerzas del mercado global hicieron que la rentapetrolera se desplomase. Como consecuencia de la moratoria mexicana y el alza delas tasas de inters, el gobierno de Luis Herrera Campins se vio obligado a devaluar lamoneda y establecer un sistema controlado de cambios para controlar la fuga masivade capitales privados (Levine, 2001: 12; Roberts, 2003: 78-79). A mediados de losochenta cuando la profundizacin de la crisis del modelo de acumulacin basado enla renta petrolera, afect a una mayora absoluta de la poblacin venezolana,sistemticamente excluida de los beneficios materiales y simblicos del modelo dedesarrollo, la pobreza como fenomenologa social y poltica se hizo visible.

    De cualquier manera, las cargas econmicas y sociales de la crisis del modelode acumulacin no eran compartidas por igual. El empobrecimiento econmico y lafragmentacin social creciente estaban acompaadas de cambios en la estructura declases de la sociedad venezolana. Dos tendencias bsicas predominaban al respecto:un cambio de las labores agrcolas e industriales a la de servicios, y otro de la econo-ma formal a la informal.

    Hacia finales de la dcada de los ochenta era evidente la necesidad dereorientaciones profundas en la economa y la poltica. Sin menoscabo de privilegiaralgn tpico particular; las caractersticas ms relevantes de la crisis eran, a saber: a)

    1. El concepto de juegos de lenguaje de Wittgenstein nos ayuda a aclarar el sentido que le otorgamosa la nocin de discurso. Los juegos de lenguaje no son juegos, sino formas de vida: conjuntos deactividades lingsticas y no-lingsticas, de instituciones, prcticas y significaciones que en ellasse encarnan y toman cuerpo (1972: 41). Pero adems, radicalizando las intuiciones de Wittgenstein,Laclau y Mouffe, enfatizan que los elementos lingsticos y no-lingsticos de un discurso no estnmeramente yuxtapuestos, sino que constituyen un sistema diferencial y estructurado de posicionesdivergentes y conflictivas (Laclau y Mouffe, 1987: 124).

    2. El llamado Pacto de Punto Fijo suscrito el 31 de octubre de 1958, constituye el acuerdo de mayorimportancia entre las lites polticas, por cuanto representa el compromiso de los principales partidosdel momento AD, COPEI y URD de respaldar a quien resultara electo y conformar en torno alpartido triunfador en las elecciones un gobierno de coalicin. Las reglas de juego y los acuerdospolticos bsicos cristalizaron en la Constitucin de 1961 (Levine, 2001: 10).

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    inflacin creciente; b) desequilibrios en los principales indicadores macroeconmicos;c) corrupcin generalizada; d) deterioro de los salarios y de los servicios pblicos; e)fuga privada de capitales; f) endeudamiento interno y externo progresivo; g) desen-canto social y poltico de la ciudadana; y por ltimo h) agotamiento del modelo dedesarrollo basado en la renta petrolera. Particularmente, la profundidad de las grietas en elimaginario del desarrollo se haban evidenciado dramticamente a finales del gobierno deJaime Lusinchi amenazando la estabilidad social y poltica del pas (Lander, 1995: 75).

    Ms bien, se evidenciaba el carcter desigual y diferenciado de los sacrificiosy de sus consecuencias ms perniciosas. En definitiva, para ese entonces las tenden-cias configuraban un escenario de empobrecimiento econmico y polarizacin socialque profundizaba de facto una incipiente fractura simblica y material de las clasessociales en Venezuela. Particularmente, la profundidad de las grietas en el imaginariodel desarrollo se haba evidenciado dramticamente a finales del gobierno de JaimeLusinchi amenazando la estabilidad social y poltica del pas. La crisis fiscal del Es-tado venezolano prefiguraba la crisis social del pas: los antagonismos sociales ypolticos comenzaban a traslucir las divisiones posteriores de la sociedad venezolana,en tanto y en cuanto los problemas de legitimidad poltica entraban en franco conflic-to con los problemas de la racionalidad econmica (Lander, 1995: 75).

    En enero de 1988, los entonces candidatos presidenciales Carlos Andrs Prezpor el partido Accin Democrtica (AD) y Eduardo Fernndez por el partido Comitde Organizacin Poltica Electoral Independiente (COPEI) suscribieron un acuerdoen el cual se comprometan incluir las reformas polticas y econmicas propuestaspor la COPRE en sus respectivos programas de gobierno. 3 El triunfo electoral deCarlos Andrs Prez por amplio margen y la apelacin nostlgica de un proyecto demodernidad inacabado, congelaron transitoriamente la crisis de lo poltico en el pas.4El 2 de febrero de 1989 en una fastuosa ceremonia con invitados internacionales talescomo Fidel Castro en su primera visita a Venezuela desde 1959, Dan Quayle, en suprimera visita como vicepresidente de Estados Unidos y otros 22 jefes de Estadoinvitados, asume por segunda vez Carlos Andrs Prez la Presidencia de Venezuela.

    El 16 de febrero de 1989, despus de haberse creado una gran expectativaalrededor del programa de gobierno y ante la posibilidad de revelaciones radicales, elrecin investido Presidente de la Repblica anuncia ante el pas un programa de ajus-

    3. En diciembre de 1984, el entonces presidente Jaime Lusinchi crea mediante decreto la ComisinPresidencial para la Reforma del Estado (COPRE) con el objeto de elaborar un proyecto de ReformaIntegral del Estado de largo alcance, as como proponer acciones concretas e inmediatas para facilitarlas reformas integrales.

    4. Entiendo aqu lo poltico, siguiendo la diferencia que establece Chantal Muoffe como la dimensinde antagonismo y conflicto que existe en las relaciones sociales; antagonismo que se manifiestacomo diversidad de las relaciones sociales. Mientras que la poltica apuntara a establecer un orden,a organizar la coexistencia humana pero en condiciones que son siempre conflictivas pues estnatravesadas por lo poltico (Mouffe, 1999: 13-14).

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    te estructural concebido para generar cambios econmicos sustantivos. 5 El programaes presentado por el presidente Carlos Andrs Prez como un gigantesco esfuerzo, quedemanda una voluntad firme y una disposicin para la austeridad y el esfuerzo quealgunos todava no entienden a cabalidad. Es una transformacin poltica y social, peroante todo, es un cambio cultural profundo, en el cual los valores del esfuerzo, la produc-cin, el trabajo, la solidaridad social, se coloquen en el primer lugar. Hay que desterrarel facilismo, el consumismo y la idea de aqu no ha pasado nada, []. Es el gran viraje(Carlos Andrs Prez citado por Kornblith, 1998: 121) [nfasis mo, M.A.C.].

    El gran viraje comprenda decisiones urgentes y radicales para alcanzar la sen-da del crecimiento econmico 6. En todo caso, esto significaba flexibilizar el mercadolaboral y desmontar las estructuras sindicales establecidas, liberalizar los controlesde precios, aumentar las tasas de inters incluyendo las preferenciales, privatizar lasempresas pblicas en funcin de la disminucin del gasto fiscal, romper las barrerasproteccionistas para permitir una mayor afluencia de capital extranjero y/o permitir lasalida a los mercados externos de productos nacionales. La lgica del programa des-cansaba en la bsqueda de una mayor apertura externa va aumento y diversificacinde las exportaciones, con nfasis en el mercado y el capital privado, la liberalizacincomercial externa e interna y la minimizacin del papel del Estado en la economa,que deba comenzar por reducir su dficit fiscal. La principal medida a tales fines erala unificacin cambiaria a nivel del mercado libre, que implicaba una hiperdevaluacindel bolvar. Esta abaratara las exportaciones, incrementndolas y simultneamente,reducira las importaciones, al encarecerlas.

    La liberacin del mercado presupona el objetivo de ampliarlo y, con ello, lasoportunidades de inversin y realizacin del capital internacional. Por consiguiente,la poltica econmica que administra las nuevas condiciones creadas deja de ser nece-sariamente nacional. 7 El programa de ajuste estructural expresaba con claridad lasredefiniciones entre economa y poltica que el Gobierno de Prez le propona al pas.

    5. Carlos Andrs Prez se haba forjado una imagen de lder tercermundista que, junto a la pletricaabundancia del imaginario de su gobierno anterior, fueron utilizados para proyectar la figura de unestadista experimentado con capacidad de negociar mejores acuerdos econmicos para el pas. Laprofunda conviccin en sus capacidades para encauzar el creciente descontento de la poblacin yde dotar de nuevos sentidos el futuro del pas se convirtieron en un suplemento en el sentido derridianodel naciente mito de apertura de nuestra economa.

    6. El equipo de gobierno del presidente Prez estaba conformado por Pedro Tinoco (presidente del BancoCentral de Venezuela), Egle Iturbe (ministra de Hacienda), Miguel Rodrguez (ministro de Cordiplan),Gerver Torres (Fondo de Inversiones de Venezuela) y Moses Nim (ministro de Fomento) quieneseran presentados como lo ms granado de la tecnocracia venezolana, los posteriormente llamadosIESA-boys. Sobre el sustrato arquetpico de estarnos adentrando en un nuevo espritu de poca, latecnocracia venezolana es proyectada como el asiento fundamental de la nueva institucionalizacindel pas, como el encauzamiento definitivo en una senda de crecimiento econmico.

    7. Andrs Sosa Pietri presidente designado de PDVSA comenz a desarrollar una estrategia deinternacionalizacin de la industria petrolera. En este sentido, se promovi una mayor participacindel sector privado (principalmente del inversionista extranjero) para acometer los ambiciosos planesde internacionalizacin de la industria, los cuales requeran niveles altos de financiamiento y porconsiguiente de endeudamiento externo. El proceso de apertura de 1989 consolidara a la postre la

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    Redefiniciones que minaban las ya menguadas bases fundacionales del Pacto de Pun-to Fijo y que apuntaban a la construccin de nuevas relaciones y mediaciones entre elEstado y la sociedad civil, y entre economa y mercado.8 Para ser precisos, habra queagregar que hubo al mismo tiempo una inversin de las prioridades, por la que seprivilegi la gestin de los equilibrios macroeconmicos por encima de los mecanis-mos de integracin social (empleo, salud y educacin).

    En realidad, la estrategia neoliberal persegua eliminar del sistema productivocargas y trabas legales para favorecer la libre competencia y la globalizacin de laeconoma venezolana. El desmantelamiento de las polticas de seguridad social, laflexibilizacin laboral y la precarizacin del empleo implicaban un proceso de largoalcance de dislocacin tanto estructural como actitudinal y cambios en las formas deinterpelacin de la poblacin. Para ello, era necesario socavar y desmantelar los valo-res y expectativas del Estado populista de conciliacin nacional, como lo enfatizarael presidente Prez en su alocucin sobre el Gran Viraje, para que el cambio deseablefuera posible.

    La aplicacin de las polticas de ajuste estructural sugeridas al pas por elFMI, e instrumentadas con la anuencia de importantes sectores nacionales, se convir-ti en un elemento determinante para impulsar los procesos de reestructuracin pro-

    alianza forjada aos atrs entre la compaa petrolera nacional con las compaas petrolerasextranjeras. Ambas tenan como objetivo fundamental reducir el papel del Estado y desmantelar elmarco poltico-institucional que haba propiciado la nacionalizacin de la industria petrolera. Paraello, era necesario disear una estrategia que evitara la regulacin del gobierno a travs del Ministeriode Energa y Minas (MEM) de su poltica de maximizacin de ingresos fiscales. Los objetivosiniciales de esta asociacin no eran per se la privatizacin de la industria (Mommer, 2003: 169).

    8. El programa de ajuste estructural implicaba un distanciamiento del presidente Prez respecto alpartido de gobierno AD y de la poltica de concertacin anunciada en su campaa electoral. Laruptura entre el programa electoral y la poltica de facto del gobierno de Prez anunciaba elresquebrajamiento de los soportes histrico-institucionales de la democracia representativavenezolana. Como un claro indicador de la profundidad de la ruptura planteada por las polticas deajuste estructural, el presidente Prez no slo se haba declarado contrario al neoliberalismo y alFMI en la campaa electoral de 1988, sino que haba sido ponente de la Comisin del Sur primero en Kuala Lumpur y luego en Mxico con la tesis del bienestar social como objetivo delos gobiernos del Sur. No habra que olvidar que una de las matrices fundamentales de la Comisines la accin directa colectiva respecto a la deuda externa, como expresin de la bsqueda de undesarrollo del Sur menos dependiente del Norte. Antes bien, la justificacin del programa de ajusteestructural se realizaba apelando al modelo elitista de democracia. En este sentido, en el modeloschumpenteriano de democracia (elitista) no existe ninguna pretensin de que los votantes establezcanla agenda poltica; los votantes ni generan los temas a tratar ni eligen las polticas. Ms bien, laslites polticas agregan los intereses y deciden cules habrn de ser relevantes polticamente. Adems,ellos seleccionan los temas y estructuran la opinin pblica. Los votantes son consumidores, laselites polticas son los empresarios que ofrecen programas alternativos; son ellos los que crean lademanda, respetando la soberana del consumidor slo en lo que se refiere a la decisin de losvotantes respecto a cules de los candidatos preseleccionados sern sus representantes. La democraciaaparece reducida a la rational choice en la que el ciudadano se enfrenta a los dilemas polticos conlas mismas disyuntivas que un consumidor hace frente a sus elecciones de este o aquel producto.Este modelo de negociacin, competencia, acceso y responsabilidad se deriva ms del mercado quede los anteriores modelos de ciudadana (Contreras, 2003).

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    ductiva en el pas. 9 Ello es un indicador de las complejas interrelaciones y alianzasentre actores transnacionales y locales en la construccin del soporte comunicacional,econmico y poltico de las polticas de ajuste recin instrumentadas (Lander, 1995:162). Fundamentalmente, con la emergencia del discurso neoliberal y principalmentecon las primeras intervenciones pblicas del ministro de Cordiplan Miguel Rodrguez,se inicia un debate sobre la necesidad de refundar la democracia (en un sentidoschumpenteriano), redimensionar el Estado y sus funciones (mnimo) y resignificarla idea de ciudadana con una clara orientacin individualista y competitiva.

    Para el equipo de gobierno del presidente Prez, el Gran Viraje implicaba elsurgimiento de una nueva forma de intervencin estatal, mediante la cual nuevosmedios y nuevas reas se ven influidas por el Estado, mientras otras son declaradas deventa libre y transferidas al sector privado (salud, educacin y vivienda). Desde laperspectiva del discurso neoliberal, el Estado venezolano slo haba logrado promo-ver la pasividad entre los pobres, desmejorando sus oportunidades y creando unacultura de dependencia. Lejos de aportar una solucin, el Estado haba perpetuado elproblema de reducir a los ciudadanos al papel de clientes inactivos de una tutelaburocrtica. El Estado venezolano haba fomentado la pereza y el absentismo, la apa-ta de los ciudadanos ante la exigencia de que sean ellos los que busquen la satisfac-cin de sus deseos. Para el discurso neoliberal, esto implicaba tanto el desplazamien-to del Estado de conciliacin populista, como la construccin del mercado como unnuevo principio alocativo para la sociedad venezolana.

    As pues, esta construccin simblica y poltica del mercado como mecanis-mo de integracin de la sociedad tena entre sus supuestos fundamentales la ideasiguiente: el mercado es el procedimiento objetivo de ajuste entre los deseos, que sonlibres, y los bienes, que son limitados. En tanto procedimiento objetivo y no-discriminatorio, el mercado se mueve gracias a las preferencias libres de los indivi-duos y carece por tanto de coaccin. La nocin de libertad por ausencia de coaccinlibertad negativa defendida por el emergente discurso neoliberal, alude a la li-bertad de que dispone un individuo para emprender, producir, inventar, morirse dehambre, programar su vida, siguiendo su inters o su espritu de generosidad, mode-lando su existencia por patrones originales o imitados, aceptando un camino de me-diocridad o de grandeza. El nuevo consenso generalizado, para usar la medulosa expre-

    9. En el plano interno el discurso neoliberal contaba con un conjunto de prestigiosas instituciones eintelectuales de renombre nacional para su estrategia de produccin de hegemona. Por un lado, elInstituto Econmico Superior de Administracin (IESA) financiado por la banca nacional se habaconsolidado como una slida plataforma de discusin de las ideas neoliberales. El IESA era unespacio privilegiado de debate de cuestiones tcnicas en donde concurran empresarios, gerentes yprofesionales de diversas disciplinas. Por el otro, Emeterio Gmez reconocido economista neoliberal,profesor universitario y miembro de Centro de Divulgacin del Conocimiento Econmico (CEDICE)se haba convertido en uno de los principales impulsores de la bibliografa liberal y un experimentadocomentarista de la economa venezolana durante los aos noventa. El Grupo econmico Roraimatambin jugaba un rol fundamental de sedimentacin de la ideologa neoliberal. No habra queolvidar el papel de Marcel Granier en Radio Caracas Televisin con su programa dominical deopinin llamado Primer Plano. Faltara espacio para incluir todo el conjunto de operadores y difusoresde las ideas neoliberales en el pas.

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    sin de Lic Wacquant, ya no es aliviar la situacin de los pobres sino ms bienlibrarse de ellos, borrndolos de la agenda de las preocupaciones pblicas.

    Once das despus del anuncio de las medidas econmicas, entre los das 27 y28 de febrero tuvo lugar en las ciudades ms importantes del pas un sorpresivo ymultiforme estallido social, conocido posteriormente como el Caracazo. La magni-tud del acontecimiento estremeci a la sociedad venezolana e impact a la opininpblica internacional. Dado el carcter simultneo, extensivo, masivo y sorpresivo,las fuerzas policiales regulares se vieron superadas muy rpidamente por los aconte-cimientos en las principales ciudades del pas. En vista del desbordamiento colectivo,hacia el medioda del da 28, el presidente Prez reunido con el equipo de gobiernoresolvi suspender un grupo de garantas constitucionales y decretar estado emergen-cia, a la vez que convocaba a las Fuerzas Armadas para asumir el control del ordenpblico y por consiguiente reprimir la revuelta social.

    Comenzaba con el toque de queda y la restriccin de las garantas constitucio-nales, la segunda fase del 27 de febrero, una fase represiva, en la cual los militaresentraron a controlar la situacin en los barrios populares producindose toda clase deexcesos y represiones (Kornblith, 1998: 1-3; Lpez Maya, 1999: 209-220; Coronil,2002: 417). Con las medidas econmicas de emergencia anunciadas como conse-cuencia del Caracazo (aumento general de salarios e inamovilidad laboral, subsidiosa los intereses hipotecario, etc.) y las reformas polticas urgentes (descentralizacinpoltico-administrativa) que comienzan a discutirse el gobierno de Prez, los partidosAD y COPEI y diversos intelectuales de la COPRE recentraban y reconstituan mo-mentneamente la armazn poltica de pas. Las medidas buscaban minimizar lasefectuaciones polticas y sociales del 27 y 28 de febrero, sin implicar un cambio derumbo de la poltica econmica.

    Las profundas significaciones imaginarias del ideal de desarrollo que orientaronlos decursos de las acciones sociopolticas de las ltimas tres dcadas, se haban fractu-rado irreversiblemente con los acontecimientos de febrero del ao 1989. De cualquiermanera, las tendencias crecientes hacia la des-convencionalizacin y la pluralizacinde prcticas sociales entraaban, un abismal aumento entre los espacios de experien-cias de los venezolanos y sus horizontes de expectativas, permitiendo la emergencia deun conjunto de renovadas lecturas de los procesos sociohistricos del pas y, por consi-guiente, abriendo el espacio para una multiplicidad de realizaciones societales posibles(Koselleck, 1993: 338). De modo tpico, los acontecimientos de febrero del ao 1989configuraban un kairs transformacional que apuntaba a crear nuevos sentidos y cohe-rencias de las acciones individuales y colectivas de la poblacin venezolana.

    Antes bien, y como ocurre en la mayora de los pases latinoamericanos, laprofunda pugnacidad poltica en Venezuela se libraba en torno al trazado de fronterassobre diseos alternativos de democracia. Trazados que significaban la redefinicinde las relaciones sociales existentes, de las culturas polticas y de las formas deinterpelacin de la poblacin venezolana. En la medida que la cultura se apreciabacomo mbito de creacin de sentido de la lucha poltica y la lucha cultural comoinstrumento de construccin de nuevos decursos de accin social y poltico, se

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    redefinan las relaciones entre cultura y poltica para estabilizar en discursos, institu-ciones y acciones el orden social y poltico emergente (Dagnino, 2001: 69).

    Particularmente, se evidenciaba la fuerza configuradora de tres tendencias condecursos de accin que implicaban horizontes de realizacin inconmensurables entres, horizontes que expresaban conflictos y tensiones agudas, as como la profundadesarticulacin institucional del pas. El primero de ellos se refera a la recuperaciny reconstruccin de la legitimidad poltica que tena a AD y COPEI como sus porta-voces fundamentales. Segundo, desde la perspectiva de los actores vinculados a sec-tores empresariales (Fedecmaras) y a altos funcionarios del gobierno de Prez, seimpulsaba un discurso que se centraba en crear nuevas bases econmicas y polticaspara insertarnos en la senda de la globalizacin. Y por ltimo, el emergente ciclo deprotesta que se activa desde 1989 y que apuntaba a la defensa de derechos socialesamenazados y a una profundizacin de la democracia, en donde los actores principa-les eran la clase media profesional, las clases populares, partidos polticos emergen-tes como Causa Radical (Causa R), pensionados y desempleados.

    En primer lugar, a pesar de los profundos desacuerdos sobre las salidas polti-cas a la crisis, AD y COPEI reclamaban para s, el monopolio de la autoridad paraproducir las representaciones de la poltica. En consecuencia, la renovacin partida-ria constitua la prioridad del programa reformista.10 Desde la perspectiva del debatesobre las reformas, la poltica puede ser vista como el intento de AD y COPEI derecuperar la hegemona perdida, fracturada con la profundizacin de la crisis econ-mica y los acontecimientos de febrero del ao 1989.11 Es decir, las prcticas polticasde AD y COPEI pretendan producir un orden suturante en la medida en que lo socialcomo clausura se haba develado conflictivo y antagnico (Laclau y Mouffe, 1987: 53).

    El proceso agonstico y tardo de reconstruccin de la hegemona poltica obe-deca a la conviccin perceptual y poltica de los actores fundamentales del sistema,

    10. La Ley Orgnica de Eleccin y Remocin de Gobernadores de Estado promulgada en agosto de1988 y reformada en abril de 1989; la Reforma a la Ley Orgnica de Rgimen Municipal, que crela figura del alcalde y su respectiva eleccin y la Ley Orgnica de Descentralizacin, Delimitaciny Transferencias de Competencias del Poder Pblico promulgada en diciembre de 1989, representanel marco normativo que regula el funcionamiento del proceso descentralizador en sus inicios. Endiciembre de 1989 se eligen por vez primera en la historia republicana del pas gobernadores yalcaldes de manera universal, directa y secreta, con lo cual aparecen en escena nuevos liderazgos.Estos instrumentos jurdicos conjuntamente con la Reforma a la Ley Orgnica del Sufragio leimprimen una dinmica novedosa a la realidad sociopoltica del pas (Contreras, 2003).

    11. El 6 de junio de 1989 se design la Comisin Bicameral Especial para la Revisin de la Constitucin.El mandato de la Comisin era revisar a fondo la Constitucin, a fin de detectar vacos en el textoo en la legislacin ordinaria que lo debe acompaar, de modo de actualizar uno y otro ademsadecuarlos a las exigencias institucionales. La proposicin fue formulada por el senador GodofredoGonzlez (COPEI) y aprobada por unanimidad en la Cmara del Senado. La Comisin quedintegrada por los senadores Rafael Caldera (COPEI); Pedro Pars Montesinos (AD) presidente delCongreso, como vicepresidente de la Comisin, as como un conjunto representativo de diputados.En el transcurso se retiraron algunos miembros de la Comisin mientras que se incorporaban otros.Las vicisitudes y cambios atendiendo los complejos procesos sociopolticos que van de 1989 a1992 han sido analizados por Kornblith (1998: 65).

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    de estar frente a contingencias puntuales de ingobernabilidad. Sin embargo, en lamedida que se profundizaba la crisis de los partidos las posibilidades de llegar a acuer-dos y sostenerlos se haca particularmente precaria. En un ambiente de fragilidadinstitucional, los partidos polticos no lograban presentar como crebles las reformasinstitucionales propuestas, al tiempo que se fueron generando un conjunto diversificadode nuevas agrupaciones polticas que retaban el monopolio partidista (Contreras, 2003).Al romperse la identificacin entre partido, Estado y organizacin popular, se abriun campo de posibilidades ms diversas para el crecimiento de la sociedad civil(Gmez Calcao, 1997: 23).

    En segundo lugar, las transformaciones en la forma de hacer poltica favorecaal emergente discurso sobre la sociedad civil en detrimento de los partidos polticos.Los antecedentes inmediatos de estas transformaciones pueden observarse en las d-cadas de los setenta y los ochenta. La emergencia de grupos como el Centro de Divul-gacin del Conocimiento Econmico (CEDICE), las publicaciones del Grupo Roraimatales como Ms y Mejor Democracia, un abanico de nuevas ONG y las organizacio-nes vecinales de clase media alta representan los actores principales del discurso so-bre la sociedad civil. Con la anuencia de poderosos grupos econmicos y la participa-cin de altos funcionarios del gobierno de Carlos Andrs Prez, el discurso neoliberalse asentaba en la idea de sociedad civil de estas organizaciones, que tenan una largatradicin organizativa y poltica en el pas. Como es sabido la idea de la sociedad civilhaba estado en el centro del proceso de resignificacin del imaginario de la democra-cia y es definida por estos actores excluyendo a los partidos polticos y al Estado.

    Esta concepcin de la sociedad civil estaba basada en el modelo de funciona-miento del mercado y se convirti en un eficaz instrumento terico e ideolgico parael cuestionamiento y deslegitimacin de los partidos y el Estado. Pero adems, laasociacin explcita entre sociedad civil y propiedad privada es construida como unarelacin que deba mantenerse inviolable en el tiempo. Esta asociacin permiti tam-bin el vnculo entre medios de comunicacin y sociedad civil.12 Al ser pensados losmedios como parte de la sociedad civil, el tema de su incidencia social y/o poltica noestaba problematizado (Lander, 1996: 132-133).

    Posteriormente, con la aparicin de liderazgos emergentes como consecuen-cia de la descentralizacin poltico-administrativa confluyen los actores de la socie-

    12. El 6 de agosto de 1992, la Comisin Bicameral Especial para la Revisin de la Constitucin recibilas primeras conclusiones de las subcomisiones. Entre las conclusiones recibidas estaban incluidosalgunos tpicos sobre la necesidad de regular los medios de comunicacin social. Se decidi aprobarel derecho a rplica y procurar una redaccin de mayor consenso para el artculo referido al monopoliode los medios de comunicacin. Algunos diputados opuesto a los artculos sobre los medios salvaronsu voto o se retiraron del debate. Entre ellos se encontraban Oscar Yanes e Isilio Arriaga (COPEI),Mara Teresa Castillo, Miguel Henrique Otero, Ramn Jos Medina (independientes por COPEI),Reinaldo Cervini (independiente por URD), Jess Valderrama (GPI), Jos Guadalupe Polanco porel Movimiento al Socialismo (MAS) y Alfredo Vetancourt (COPEI-Carabobo). El pugnaz debate sobrelos artculos referidos a los medios de comunicacin tiene lugar dentro y fuera del parlamento. Un claroindicador de ello es la pertinaz campaa que se cerna sobre los mencionados artculos.[contina]

  • POLTICAS DE CIUDADANA Y SOCIEDAD CIVIL EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIN120

    dad civil con los nuevos liderazgos territoriales en el discurso de una democracia deciudadanos. En su ncleo esta nueva estrategia de democracia de ciudadanos no ten-da a favorecer el gobierno partidario, sino ms bien a eliminarlo. Para lograr talestrategia y liberarse de las constricciones partidarias, se cuestionaban a los partidosy se juzgan los planes y su ejecucin con las normas del gobierno eficiente (sin ellastre de los partidos). De all, la tendencia a pensar la plausibilidad de encontrarsoluciones objetivas a los problemas sociales y econmicos estableciendo una prudentemezcla de correccin institucional y juicios emitidos por expertos no partidistas.

    Esto coincida con la espectacularizacin de la figura del empresariado vene-zolano. El empresariado era investido de una superioridad manifiesta, por su inde-pendencia y por la conciencia de que slo el esfuerzo individual haca posible laaccin econmica racional. Para los embriones del yuppy la figura del empresario eraun nuevo modelo social a seguir. Este se estara convirtiendo para ciertas capas de lapoblacin ejecutivos de las empresas transnacionales, altos funcionarios del equi-po de gobierno y jvenes empresarios en un medio de expresin del Yo. Frente auna concepcin social del Estado, los actores empresariales con la anuencia delalto gobierno defendan un Estado que se limitara a cumplir las funciones mnimasque el neoliberalismo le asignaba. Todo cuanto alimente la dependencia con respectoal Estado debe ser eliminado, porque engendra una mentalidad pasiva y desesperanzada.

    El individualismo que subyace al discurso neoliberal no slo se muestra en laprioridad del individuo frente a la colectividad, sino tambin implicaba un cambio enla comprensin del trabajo. De cualquier manera, se avanzaba en un campo de pro-fundas redefiniciones del papel del Estado con un nfasis hacia la exigencia de unEstado neo-liberal, no interventor, con una reduccin significativa de su injerencia enla actividad econmica. La radical despolitizacin de la vida colectiva es acentuadapor la resignificacin y miniaturizacin del espacio de lo pblico.

    En todo caso, las tendencias de oligopolizacin del juego poltico en el pasfacilitaron la sedimentacin del discurso neoliberal. Como es sabido, la democraciarepresentativa haba desarrollado rasgos de una democracia liberal-elitista a finalesde la dcada de los setenta. Estos rasgos eran principalmente antidemocrticos y au-toritarios, pues, significaban que un conjunto de importantes decisiones de naturalezasocioeconmica, quedaban al margen del control y debate democrtico, para tenerlugar de acuerdo a criterios y argumentos tcnicos, en un escenario especializado enel que tenan una presencia privilegiada sectores e intereses especiales (Rey,1989:298). El funcionamiento especializado y autonomizado del sistema econmico seconvirti entonces en el objetivo fundamental del debate poltico. El diagnstico so-bre la crisis y las salidas polticas que viva el pas se dan exclusivamente en un

    12. [Continuacin] Para el 8 de septiembre, se desat una campaa sistemtica coordinada entre todaslas asociaciones empresariales de la radio, la televisin y la prensa escrita en contra de lo quesealaban como un intento de retaliacin de los partidos polticos hacia los medios por sus denunciassobre la corrupcin pblica. Estos llamaron la reforma constitucional como reforma mordaza(Kornblith, 1998: 95).

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    terreno tecnocrtico. Se minimizaba el debate sobre las implicaciones del nuevo mo-delo econmico basado en la apertura del mercado nacional 13.

    Por ltimo, el discurso neoliberal de Prez y de sus ministros los llamadosIESA-boys (en alusin a la pertenencia de varios de ellos al IESA: Instituto de Estu-dios Superiores en Administracin) opera tambin en un trasfondo de profundas re-sistencias polticas, sociales y culturales al programa de ajuste estructural. Laprofundizacin de las protestas sociales y los antagonismos culturales desde 1989configuraban un campo tico/poltico distintivo. Aqu podemos entrever la emergen-cia de una poltica cultural de redefinicin de fronteras, imaginarios y subjetividadesen un escenario de franco conflicto entre proyectos de pas emergentes. Febrero de1989 seala la reapertura de un ciclo de protestas de la sociedad venezolana Lavisibilizacin de las luchas por la defensa de derechos sociales amenazados movilizy estimul otros movimientos, conformando un ciclo de protestas:

    Al hacerse evidentes las vulnerabilidades del sistema poltico y, por ello, abrigarse laesperanza de poder alterar las relaciones de poder, tanto organizaciones convencionalescomo grupos pocos conocidos e incluso gente comn y corriente vieron propicia laocasin para elevar demandas y obtener algn provecho. Las protestas de aquellos gruposcon largas historias de conflicto en la sociedad intensificaron la movilizacin que yavena in crescendo; pronto les siguieron otros ciudadanos que sin tradicin de protestase engancharon en el tren (Lpez Maya, 1999: 221).Comienzan entonces a emerger otras lneas de accin poltica, en las que se

    trasciende su dimensin poltica institucional que ineluctablemente constituye un si-tio de regulacin y de clausura de los alcances de lo poltico. Esta nueva lnea deaccin, por el contrario, va a enfatizar el carcter conflictivo e incierto que produce lopoltico como efecto de sentido. En efecto, muchos movimientos sociales y protestaspopulares surgen como respuestas de autodefensa ante el fracaso de las mediacionesentre la sociedad y el Estado, fracaso que se traduce en su exclusin de decisiones quelos afectan directamente. Su marcado empeo en diferenciarse de organizaciones tra-dicionales se opone a la formulacin de programas detallados y explcitos. Estas ac-ciones colectivas obedecan a una lgica de cambio estructural incipiente, respalda-das por el convencimiento de los participantes de que eran correctas y legtimas.

    En un contexto de aguda fragilidad institucional, desencanto poltico y frustra-cin social, los sectores populares, la clase media profesional (mdicos y profesoresuniversitarios), desempleados, pensionados y nuevos partidos polticos como la Cau-sa R defendan derechos sociales amenazados (salud y educacin principalmente), a

    13. A pesar de que uno de los primeros objetivos que se plantean en el programa de gobierno de CarlosAndrs Prez para lograr la Otra Venezuela que todos queremos son los de liberar al pas de lapresin de la deuda externa y de la dependencia del petrleo, se formula un plan de inversionescalculado en 50.000 millones de dlares entre 1991 y 1996. Slo para el ao 1991, PDVSA presental MEM un programa de inversiones superior a 200.000 millones de bolvares, lo que representacasi la tercera parte del monto total del presupuesto nacional para ese ao. Un monto de recursos deesa magnitud significa una concentracin an mayor de la economa venezolana en funcin delpetrleo (Lander, 1995: 79).

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    la par que realizaban un conjunto de nuevas exigencias que pugnaban por instalar unadefinicin de democracia que ampliar sus alcances de la democracia representativahacia una democracia participativa. La profunda aunque indirecta influencia de lamovilizacin popular as como la alteracin del espacio pblico implicaban de suyoun cambio en la experiencia ciudadana y en el propio aprendizaje democrtico del pas.

    Entre 1989 y 1992 la pluralidad de acontecimientos crticos debilitaba progre-sivamente la densidad simblica de la democracia representativa, como consecuenciade la crisis en las formas de mediacin Estado-sociedad y sobre todo por los efectosculturales de la resemantizacin del discurso neoliberal. Los partidos polticos habansucumbido ideolgica y discursivamente ante la eficacia simblica de la estrategiadel discurso neoliberal. Antes bien, la diferencia entre los partidos no remite simple-mente a determinados intereses e ideologas. Tambin es un testimonio de las res-puestas posibles a las cuestiones que la sociedad debe encarar. Ms sin embargo, lospartidos encerrados en sus luchas por la preservacin del poder y abandonados a todapretensin de representar posturas ideolgicas en pugna, comenzaron a perder la ca-pacidad de capturar la pluralidad del imaginario colectivo de los venezolanos. En estecontexto, el discurso neoliberal se consolida culturalmente como un programa que norequera defensa frente a propuestas alternativas.

    En los inicios de febrero de 1992 las contradicciones polticas entre sectoresde AD y el equipo tecnocrtico del gobierno de Prez eran evidentes. El debate pbli-co sobre el salario mnimo entre el presidente de la Confederacin de Trabajadores deVenezuela (CTV) Juan Jos Delpino, militante del partido Accin Democrtica y elgobierno eran tensas, a su vez que minaban la menguada legitimidad del gobierno.Pero, adems, esto contrastaba abiertamente con las solicitudes pblicas por parte delpresidente de Fedecmaras Freddy Rojas de privatizar la Corporacin Venezolana deGuayana (CVG) y profundizar los objetivos del programa de ajuste estructural. Porotra parte, una larga huelga en el sistema educativo y la posibilidad de allanamientode la Universidad Central de Venezuela (UCV) estaban tambin como temas de laagenda pblica de inicios de febrero de 1992 (El Nacional, 3/2/92).

    Ms sin embargo, el 4 de febrero de 1992 una fallida rebelin militar encabe-zada por el teniente coronel Hugo Chvez Fras resquebraj los cimientos de la de-mocracia representativa venezolana pero tambin, la legitimidad del programa deajuste estructural. Con el fracaso de la rebelin del 4 febrero del ao 1992 el pas seenfrentaba a cambios irreversibles en sus decursos de accin. El 19 de febrero el FMIy el Banco Mundial enviaron seales de alarma ante anuncios de posibles contra-paquetes para enfrentar la grave situacin poltica suscitada por la rebelin militar del4 de febrero (El Nacional,19/02/92). La inminencia de otra rebelin militar y losprofundos desajustes polticos marcaron con su impronta los debates polticos de1992.14 Los crticos acontecimientos sociopolticos prefiguraban cambios sustantivos

    14. Rafael Caldera, uno de los firmantes fundamentales del Pacto de Punto Fijo, en su intervencin enla sesin extraordinaria convocada para discutir polticamente las repercusiones de la rebelin militardel 4 de febrero en el Congreso de la Repblica, adverta sobre la necesidad de instrumentar [contina]

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    en la dinmica interna del pas. El 27 de noviembre de 1992 otra fallida rebelinmilitar marca con un signo indeleble de muerte al gobierno del presidente Prez.Desde ese momento, la destitucin del Presidente y la bsqueda de un Presidentesustituto, entre los que se encontraban candidatos surgidos del proceso de descentra-lizacin, se convierten en los objetivos fundamentales de un conjunto de actores po-lticos vinculados a la sociedad civil.

    En diciembre de 1993, luego de una brillante campaa electoral abiertamenteanti-neoliberal y con un mensaje de retorno a los fundamentos del social-cristianis-mo, triunfa en las elecciones presidenciales el candidato de un grupo de asociacionespolticas agrupadas alrededor del naciente partido poltico denominado Convergen-cia, Rafael Caldera. Durante los dos primeros aos de gestin del presidente Calderaintent instrumentar medidas econmicas heterodoxas para superar la crisis econ-mica y poltica. Ms sin embargo, las redefiniciones entre la economa y la polticainiciadas por Prez tenan un soporte institucional nacional e internacional que estabalejos de languidecer en el tiempo. En todo caso, con un contexto internacional adver-so y con la ms dramtica crisis financiera del siglo, el gobierno de Caldera se vioforzado a instrumentar un programa de ajuste estructural que llamara la Agenda Ve-nezuela (Coronil, 2001: 426).

    Como parte integrante de la estrategia de reestructuracin econmica de laAgenda Venezuela se profundiz la apertura petrolera iniciada en 1989. Con estapoltica se estableci un marco normativo para la entrada de capital transnacional alas actividades primarias en condiciones desfavorables para el pas. Pues se redujo elingreso fiscal petrolero, se renunci a la soberana jurdica e impositiva y se entr enabierta confrontacin con los socios de la Organizacin de Pases Exportadores dePetrleo (OPEP), al privilegiar volmenes sobre precios (Lander y Lpez Maya,2003:15). La priorizacin de volmenes sobre precios fue la punta de lanza de lapoltica de internacionalizacin de la industria petrolera bajo la presidencia de LuisGuisti en Petrleos de Venezuela Sociedad Annima (PDVSA) y se centraba en larecuperacin de segmentos del mercado internacional.

    En febrero de 1998, pareca inminente el triunfo de Irene Sez ex-alcaldesadel municipio Chacao en las elecciones presidenciales. En la campaa electoral de1998 exista un abrumador consenso sobre la necesidad de profundizar el proceso dereestructuracin econmica y poltica iniciado por Prez en 1989 y continuado porCaldera. Se propona pblicamente la menesterosidad de privatizar las empresas es-tatales e inclusive en crecientes mbitos polticos y econmicos se discuta sin repa-ros la opcin de privatizar PDVSA.15 Ms sin embargo, el ascenso vertiginoso en las

    14. [continuacin] cambios urgentes y profundos en el sistema poltico venezolano. Para l, era inminenteotra rebelin militar si no se atendan los desafos representados por la fallida rebelin (El Nacional,06/02/92).

    15. Uno de los precandidatos presidenciales a la contienda electoral de 1998 era Luis Guisti presidentede PDVSA durante la gestin presidencial de Rafael Caldera. Por motivos de clculo poltico dichacandidatura no se hizo pblica y tuvo que ser desmentida pblicamente. De cualquier manera,internamente en PDVSA exista una agenda liberal que coincida completamente con el proceso deinternacionalizacin de la industria. Este proyecto poltico disfrutaba de unincondicional [contina]

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    encuestas del candidato el teniente coronel (retirado) Hugo Chvez Fras a mediadosde ao, tuvo entre sus implicaciones ms relevantes una nueva estrategia por parte deAD y COPEI para contener las efectuaciones de un posible triunfo de Chvez. Estaestrategia consisti bsicamente en cambiar el calendario electoral separando las elec-ciones legislativas y de gobernadores de las presidenciales (Parker, 2001: 32).

    Para finales de 1998 el pas se enfrentaba a un profundo dilema. Dilema que seresuma polticamente en la competencia electoral entre un Polo Democrtico y unPolo Patritico. Por el lado del Polo Democrtico, exista un consenso alrededor de lanecesidad de profundizar la reestructuracin econmica iniciada por el gobierno dePrez, en el que coincidan AD, COPEI, Proyecto Venezuela, la Causa R y los parti-dos vinculados a la candidatura de Irene Sez. Este proyecto no tena el carcter ini-cial de 1989, aunque en sus aspectos fundamentales era un discurso modernizadorneoliberal similar al instrumentado por Prez con anterioridad. Se haba incorporadoen el discurso aspectos sobre la compensacin social destinados a los grupos msvulnerables del pas para enfrentar el posible dficit de legitimidad.

    En lo relativo a la idea de ciudadana, la referencia bsica era impulsar losderechos de libertad y de propiedad privada como la punta de lanza de las exigenciasde la sociedad civil en su lucha contra el Estado venezolano. La propiedad privadafijaba la separacin entre una esfera protegida de libertad individual y el mbito leg-timo de la autoridad estatal. Desde una perspectiva revisitada del discurso neoliberal,los derechos civiles individuales se entendan no slo como fundamento y finalidadgenrica del Estado, sino tambin como su lmite. Son en resumidas cuentas, losreinterpretados derechos civiles de primera generacin y que, por su inspiracin es-trictamente individualista, tienen como titular al individuo como sujeto de derechos.

    Por el otro lado en el llamado Polo Patritico, se encontraba la candidatura deHugo Chvez Fras con la propuesta de una convocatoria de Asamblea Nacional Cons-tituyente (ANC). Dicha propuesta contaba con un conglomerado de partidos polticosminoritarios y organizaciones emergentes y se centraba principalmente en un revisitadoproyecto poltico de corte nacionalista. El proyecto nacionalista implicaba entre otrascosas reorientar la poltica petrolera que haba sido dominante en los ltimos diezaos. Y adems, supona la defensa de la idea de soberana nacional. Para los portavo-ces ms relevantes del proyecto poltico del Polo Patritico era necesario dirigir los

    15. [continuacin] respaldo de los pases desarrollados y de las compaas petroleras internacionales.La agenda liberal implicaba de suyo el desmantelamiento definitivo de las estructuras de la polticade nacionalizacin. El objetivo de la agenda liberal es simple, la tierra es para quien la trabaja. Esdecir, el acceso libre a los[contina] recursos naturales para las compaas productoras yconsumidoras de petrleo. En este contexto Venezuela a travs de PDVSA y consistente con suagenda liberal, se vinculaba a la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) sin reservar ningnderecho especial con respecto al petrleo. De acuerdo con la visin adoptada por PDVSA, ms queuna palanca para la promocin del desarrollo nacional, los recursos naturales significan una ventajapara atraer inversiones extranjeras. Como parte de la agenda liberal y de sus estrategias de produccinde hegemona, no habra que perder de vista la intensa y costosa campaa internacional de promocinde la figura de Luis Giusti como hombre del ao en la industria petrolera mundial (Mommer, 2003: 177).

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    esfuerzos hacia la creacin de nuevas normas constitucionales que permitan un desa-rrollo revolucionario, pacfico y democrtico de la sociedad nacional.

    El planteamiento de Chvez giraba alrededor de un proyecto de consolidacindel Estado-nacional que revalorizaba su rol en la salud, la educacin y la justiciasocial. El proyecto poltico de Chvez haca referencias importantes al proyecto de laTercera Va de Tony Blair. Simultneamente, el discurso con un alto contenidomoralizante enfatizaba la necesidad de consolidar una ciudadana igualitaria de am-plia base y supuso para ese entonces reclamos tico-morales a la dirigencia polticade los partidos vinculada al Pacto de Punto Fijo. Ello supona la defensa del Estadosocial de derecho como corrector de las disfunciones de la economa de mercado. Loque traa como consecuencia la necesidad de incluir en el sistema de los derechosfundamentales no slo a las libertades clsicas, sino tambin a los derechos econmi-cos, sociales y culturales como categoras accionables y no como meros postuladosprogramticos. Dentro de esta categora se incluan derechos cuyo objeto es el traba-jo, la vivienda, la educacin, cultura, seguridad social, disfrute de prestaciones pbli-cas y de condiciones mnimas de vida.

    Al final de la campaa electoral la coalicin de partidos de la propuestamodernizadora (Polo Democrtico) se vio forzada a apoyar la candidatura de Proyec-to Venezuela representada por Henrique Salas Rmer ex gobernador del estadoCarabobo, para enfrentar la inminencia del triunfo de Chvez. Frente a un escenariode profunda dislocacin y fragmentacin del imaginario social y poltico y con undiscurso de interpelacin democrtico-popular que captaba los sentimientos latentesanti-oligrquicos y anti-imperialista de las clases subordinadas, Chvez triunfara enlas elecciones de 1998 (Laclau, 1978; Parker, 2001).

    De ese vaco sin precedentes surgi Chvez, jugando el papel, como otrosantes que l, de salvador de la nacin. Pero a diferencia de guiones anteriores, estavez el papel ha correspondido a un Bolvar no slo popular, sino anti-patricio, apoya-do como nunca antes por sectores que haban sentido perder hasta la esperanza. Enmedio de la devastacin de un pas empobrecido y polarizado, el mito del progresochavista ya no puede disimular la divisin, como antes, frente al espejismo de un futurobienestar colectivo; el mito ya no es unificador, sino justiciero (Coronil, 2002: 14).

    El triunfo de Chvez y la politizacin de lo socialCon el triunfo electoral el 6 de diciembre de 1998 de Hugo Chvez Fras se

    transforma radicalmente el escenario poltico del pas. Al evidenciarse las grietas deun sistema poltico que vena colapsando, adquieren legitimidad nuevos actores so-ciales y polticos los cuales desplazan los contenidos del debate nacional, centrado enla modernizacin econmica y las utopas del pragmatismo tecnocrtico, hacia lanecesidad de una Asamblea Nacional Constituyente. Las profundas mudanzas socia-les y polticas que el triunfo del presidente Chvez le imprimen al pas implicaban latrasgresin y desestabilizacin de rdenes y predios antes seguros, la pluralidad deformas participativas de actores emergentes consolidaban un futuro preado de posi-

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    bilidades, a la par que la incertidumbre y el desasosiego creca en los actores polticostradicionales. Cunde ahora un tiempo de tumulto, de efervescencia pblica resultantede la politizacin de lo social. La discusin sobre grandes temas ha dado paso a ladiscusin apasionada y acalorada sobre alternativas polticas concretas en ampliossectores populares del pas. En todo caso, los debates sobre el futuro poltico de Vene-zuela se viven, paradjicamente, no como una transicin, como una alteracin sinquebrantos, sino como una ruptura, como un quiebre profundo con el proyecto polti-co anterior.

    El debate pendular sobre democracia y tecnocracia abierto en 1989 se profun-diz en 1999 con la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Deall, que la crisis de lo poltico, evidenciada en 1989 persistiera en sus manifestacio-nes sociales y culturales fundamentales. La apertura de un espacio como la AsambleaNacional Constituyente para debatir sobre una nueva Constitucin permiti la pacifi-cacin transitoria de lo poltico (Slater, 2001: 420). En el transcurso del debate cons-titucional de 1999 comenzaron a perfilarse algunas diferencias sustantivas respecto ala imagen del pas deseado. El debate oscilante entre democracia y tecnocracia abier-to en 1989 cobr una dimensin constitucional sin precedentes. Las diferencias entrelos proyectos de pas apuntaban a dotar de nuevos contenidos a la democracia vene-zolana. Estas diferencias no se agotaban ni se circunscriban a dos posiciones clara-mente antagnicas. En ellas podemos observar la persistencia de solapamientos ytransversalidades entre los proyectos polticos en pugna.

    En el transcurso del debate constitucional un conjunto relevante de organiza-ciones sociales formularon e incorporaron propuestas comunes y participaron de losdebates de la ANC. Esto contrastaba con los escasos logros del debate sobre la refor-ma constitucional de la dcada de los noventa. La participacin sobre diversos tpi-cos marcaba una diferencia sustantiva respecto al carcter corporativo del debate delos noventa (Garca Guadilla, 2003: 240). Con la anuencia del presidente Chvez y enel marco de profundas movilizaciones sociales y polticas se impuso constitucional-mente el proyecto poltico del chavismo. Posteriormente, mediante referendo el 15 dediciembre de 1999 se aprob una nueva Constitucin, para la ahora recin llamadaRepblica Bolivariana de Venezuela.

    Con la aprobacin de la Constitucin se desplaza el debate pblico nacionalhacia la construccin de la nueva institucionalidad. Independientemente de las inno-vaciones institucionales y del debate sobre las bondades de la Constitucin de 1999 elgobierno del presidente Chvez se enfrentaba a un conjunto complejo de dificultadesen su novel gestin de gobierno. Para ello, haba solicitado en 1999 y posteriormenteen el ao 2000 una ley habilitante con el objeto de legislar en materias consideradasperentorias. Esto acontece en momentos en los cuales las manifestaciones sociales ypolticas a favor o en contra de Chvez se convierten en un evento cotidiano. Decualquier manera, esta novedosa fenomenologa ha supuesto la revalorizacin delespacio pblico como mbito de creacin de sentido, tanto para la oposicin polticaal gobierno como para los afectos al presidente Chvez. Pero, adems, ha significadoun proceso de aprendizaje social y poltico y una revalorizacin de la propia nocin

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    de derechos de ciudadana. Inclusive ha implicado un profundo desplazamiento enlas formas institucionalizadas de la poltica venezolana, y por consiguiente, ha signi-ficado un cambio progresivo de las culturas polticas dominantes durante los ltimosquince aos en Venezuela.

    Ms sin embargo, con los trgicos acontecimientos del 11 de septiembre delao 2001 en Nueva York, y sus repercusiones obvias ms all de las fronteras estado-unidenses, el debate poltico en Venezuela adquiri un nuevo talante. La defensa de laAmrica Amenazada realizada por el presidente de los Estados Unidos George W.Bush se convirti en una poderosa estrategia de la oposicin poltica al presidenteChvez.16 Para Julio Borges portavoz fundamental del Partido Primero Justicia laglobalizacin del terrorismo puede tocar a Venezuela y hay que estar alerta. Estorepresenta un ataque a los valores occidentales, y esto nos incluye (El Nacional, 16/09/01). La cadena de equivalencias establecidas entre los casos Ballestas y Montesinos,las relaciones con la guerrilla colombiana, la carta a El Chacal y los abrazos a Husseiny a Kadafi se convirtieron en una justificacin de la incipiente estrategia. Un impor-tante columnista del diario El Nacional como Luis Garca Mora lleg a afirmar que,ojal que la onda anti-terrorista mundial desatada por la carnicera de las torres ge-melas y la que ahora le sigue termine por alcanzar tambin al presidente Chvez (ElNacional, 16/10/01).

    La campaa sistemtica de cuestionamiento y descrdito (sobresaturacin yreiteracin comunicacional), las crticas a la retrica presidencial y la necesidad depriorizar las relaciones con los Estados Unidos, se transformaron rpidamente en te-mas de la agenda pblica nacional y simultneamente en tpicos fundamentales delcemento ideolgico de la oposicin poltica. La reactualizacin cultural del debatedecimonnico entre civilizacin y barbarie por parte de la oposicin al gobierno delpresidente Chvez cobr una significacin simblica sin precedentes. Psicolgica-mente, Estados Unidos se convirti en un aspecto ineludible de la identidad nacionaly de la subjetividad cultural de amplios espacios de la poblacin venezolana (princi-palmente la clase media). Si deseamos comprender la eficacia simblica de esta po-derosa estratagema, tenemos que reconocer que Estados Unidos no ha sido una fuerzasimblica externa a nosotros sino que vive y se inscribe dentro de la constitucin denuestra subjetividad. En este sentido, el fin formal del colonialismo no borr susefectos culturales, por el contrario sigue formando parte de la historia y de la subjeti-vidad local del pas, en tanto y en cuanto estructura valorativa de orientacin de con-juntos importantes de la poblacin venezolana.

    El efecto poltico y cultural del 11 de septiembre en la oposicin poltica delpas, no slo puede comprenderse como aspiracin colonial a la modernidad estado-

    16. Partidos polticos tradicionales como AD, COPEI, la Causa R y el MAS, conjuntamente con partidosemergentes como Proyecto Venezuela, Primero Justicia y Solidaridad comienzan a integrar un frentede oposicin al gobierno del presidente Hugo Chvez Fras. Pero adems, lderes regionales entrelos que se cuentan gobernadores y alcaldes, la CTV y Fedecmaras se convierten en actores polticosfundamentales en los meses venideros del ao 2002.

  • POLTICAS DE CIUDADANA Y SOCIEDAD CIVIL EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIN128

    unidense, tambin visibilizaba las incertidumbres ms generales y dramticas de laoligarqua venezolana, de sectores importantes de la clase media profesional y princi-palmente de la oposicin poltica al presidente Chvez respecto a los posibles decursosde la accin social y poltica del pas. El debate sobre la Amrica Amenazada en elpas movilizaba mitos racistas, en tanto sistema de superacin imaginaria del fosoque separaba la civilizacin representada por la intelectualidad, la clase media y laoligarqua venezolana; de la barbarie representada por la masa, la chusma y los cr-culos bolivarianos que apoyaban al presidente Chvez. En definitiva, cimentada enuna estrategia de racializacin de lo social, desde diversos canales de mediacin sepromocionaban y organizaban sentimientos, confirindoles a stos una formaestereotipada. Esta combinacin de prcticas, de discursos y representaciones en unared de estereotipos afectivos permiti la discriminacin espacial de individuos y co-lectividades, y la sedimentacin de actos de desprecio y agresin. La racializacincomo discurso se articulaba tambin con la resurreccin posmoderna de un ciertonmero de nostalgias polticas y econmicas.

    La apelacin nostlgica (estructura de sentimientos) de la oposicin a los pro-cesos de reforma econmica y poltica de la dcada de los noventa, por lo dems tandudosa y poco fidedigna, recuperaba una cierta autoridad simblica. La cuestin derecatalogar y transcodificar el pasado reciente acerca de los procesos de reforma delos noventa tena su propia relevancia: una reorganizacin y reescritura de los senti-mientos y valores cannicos de lo especficamente venezolano. Dicho de otro modo,se trataba de una operacin interpretativa que buscaba fortalecer la idea de un apoca-lipsis que ya ha ocurrido. Esta prodigiosa estratagema de re-escritura tena el efectoaadido de reabsorber de manera nostlgica el pasado reciente del pas.

    En consecuencia, y como corolario prctico de la nostalgia restauradora, sifuera posible expulsar la barbarie (Hugo Chvez Fras) del pas, los profundos dile-mas polticos y desafos civiles, polticos, sociales y culturales se arreglaran por ssolos. Entonces, presumiblemente, retornara la edad del crecimiento econmico y elbienestar social, y los venezolanos reencontrados por fin podramos vivir juntos, feli-ces para siempre. De cualquier manera, la ceremonia de auto-olvido de la oposicinpoltica al presidente Chvez no carece de su sintomatologa neurtica. La nostalgiarestauradora establece una relacin unvoca con el pas, su efecto tpico es concretarel pasado en un friso de clichs, que incapacita por consiguiente las acciones socialesy polticas innovadoras en el presente.

    La eficacia de cada una de las estrategias poltico-simblicas se combinabacon la propia dinmica sociopoltica del pas. El 13 de noviembre del ao 2002, elgobierno anuncia la aprobacin de un paquete de leyes incluidas en la Ley Habilitante,entre las que se encontraban la Ley de Tierras, la Ley de Pesca y la Ley de Hidrocar-buros. La aprobacin de estas leyes desat una polmica en actores polticos de laoposicin y en sectores corporativos importantes del pas. Para el 10 de diciembre de2001 a travs de Fedecmaras y la CTV se anuncia el primer paro general de empre-sarios y trabajadores. Al paro del 10 de diciembre se le sumaron un conjunto impor-tante de manifestaciones pblicas, as como la lucha simblico-poltico por las fechas

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    relevantes de nuestra reciente historia poltica un claro ejemplo de ello son lasdistintas manifestaciones convocadas para la celebracin del 23 de enero.

    Ms all, de la eficacia simblica de la estrategia de reescritura histrica y sucombinacin con la propia dinmica sociopoltica del pas, con el llamado a paro el 9de abril de 2002, la sociedad venezolana entraba en un punto de no-retorno. Paro queconvocan Fedecmaras y la CTV a travs de sus lderes fundamentales, Pedro CarmonaEstanga y Carlos Ortega, respectivamente. Este paro tena como teln de fondo undebate sobre PDVSA, su orientacin econmica-estratgica fundamental, los crite-rios de seleccin de la junta directiva y los beneficios de la principal industria delpas.17 La convocatoria a la marcha del 11 de abril se realiz entonces en solidaridadcon la destituida junta directiva de PDVSA la cual inclua al General GuaicaipuroLameda, su presidente, quienes aducan la violacin de los criterios tradicionales meritocracia de nombramiento de la junta directiva.

    El 11 de abril luego de una extraordinaria movilizacin social que va desde eledificio de PDVSA con sede en la urbanizacin Chuao ubicada al este de la ciudad deCaracas y que se desva hacia el centro poltico del pas, es decir, Miraflores, se da unGolpe de Estado que depone al Presidente Chvez. En dicho golpe participan miem-bros del Alto Mando Militar, los medios de comunicacin social, representantes delos partidos polticos tradicionales, la Iglesia Catlica y la extrema derecha venezola-na. Tambin existen conexiones manifiestas con el Departamento de Estado de losEstados Unidos. El da 12 de abril por distintos medios de comunicacin (impresos yaudiovisuales) tanto los gobiernos de Estados Unidos y Espaa como el FMI recono-cieron rpidamente al gobierno de facto que todava no haba revelado su verdaderorostro.

    El 12 de abril Pedro Carmona Estanga, el presidente de Fedecmaras con elapoyo de los sectores golpistas, se proclama Presidente de la Repblica de Venezuela(eliminando la nominacin de Bolivariana) y disuelve en cadena nacional de radio ytelevisin los poderes legtimamente constituidos. Entre la noche del 12 y la madru-gada del 13 de abril, en un acontecimiento sin precedentes en la historia poltica deAmrica Latina, se producen intensas movilizaciones populares en mltiples lugaresdel pas. Dichas movilizaciones cuentan con el apoyo implcito y explcito de la FANy permiten que Chvez retorne a la Presidencia de la Repblica el 14 de abril en lamadrugada. Posteriormente, en la propia madrugada con un mensaje de reconcilia-

    17. Desde el inicio del gobierno del presidente Chvez se ha venido reorientando la poltica petroleranacional. Los lineamientos fundamentales de la poltica petrolera han sido los siguientes: a)recuperacin del Ministerio de Energa y Minas (MEM) como rector en el diseo, en la definicin einstrumentacin de las polticas pblicas referidas al sector, revirtiendo las tendencias que operabandesde la nacionalizacin del petrleo y que supona la autonomizacin de PDVSA respecto al MEM;b) aumento progresivo de los ingresos fiscales de origen petrolero. Para ello la reforma en el sectorprioriza la regala sobre los impuestos. La recaudacin de los ingresos por regala es mucho mssencilla y transparente. El monto total recaudado a travs de la regala depende los volmenesproducidos y del precio en el mercado internacional, mientras que los impuestos a las gananciasimplica complejos procesos de auditora; c) la reforma tiene como finalidad fortalecer [contina]

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    cin nacional y con el compromiso de activar el Consejo Federal de Gobierno, Chvezreasume la presidencia del pas. En dicho mensaje, como parte de la misiva de recon-ciliacin nacional Chvez destituye a la junta directiva recin nombrada de PDVSA.

    Ms all, del contenido del mensaje de la alocucin presidencial, el debatependular sobre democracia y tecnocracia abierto en 1989 se profundiz en los mesessubsiguientes. Los desgarradores empujes de las luchas sociales y polticas surecualificacin y multiplicacin no han cesado de transformarse. En todo caso, lageografa de la participacin ciudadana ha apuntado a profundizar la segregacinespacial y ecolgica de la ciudad de Caracas y del pas en general, en dos proyectoscon expresiones polticas inconmensurables, vg. De Chacaito hacia el este y de Chacaitohacia el oeste. De un lado, la plaza Altamira se convirti en los meses siguientes algolpe de abril en el smbolo poltico de la oposicin al presidente Chvez. La plazaAltamira es convertida simblica y polticamente en la plaza de la Libertad. Los te-mas emblemticos que aglutinaban a los opositores al gobierno giraban principal-mente alrededor de la meritocracia, la excelencia y la defensa de la propiedad priva-da. Del otro lado, la llamada esquina caliente esquina de la Plaza Bolvar en elcentro del distrito metropolitano y puente Llaguno son construidos como espaciosde resistencia por los afectos al gobierno. All los temas dominantes son la igualdad yla democracia participativa y protagnica.

    Antes bien, a finales del ao 2002 la oposicin poltica concentrada principal-mente en plaza Altamira, convoca a un paro general a travs de Fedecmaras, la CTV,miembros del alto mando militar del fallido golpe de abril, la Coordinadora Demo-crtica y los principales medios de comunicacin social. Este paro, se convertira enun intento de golpe de Estado por etapas sucesivas. Extendido hacia PDVSA con laanuencia de importantes sectores internos afectos a la agenda liberal y con conse-cuencias dramticas para el pas, el llamado a paro se prolongara material y simbli-camente durante el mes de diciembre. Implicando entre otras cosas ausencia de com-bustible gasolina y gas natural principalmente, desabastecimiento de alimentos yproductos de primera necesidad. En todo caso, el paro de diciembre desnudaba losperfiles fundamentales del proyecto tecno-econmico globalizacin neoliberalde los principales actores polticos de la oposicin.

    Pero, adems, el pas nacional a finales de diciembre enfrenta entonces demanera conflictiva a dos proyectos polticos. 18 Por un lado, un proyecto acoplado a la

    17. [continuacin] a la OPEP y las polticas acordadas para la defensa de los precios del petrleo.Desde una perspectiva geopoltica esto supone la bsqueda de caminos alternativos a la globalizacinneoliberal; d) por ltimo, la reforma frena las tendencias privatizadoras de PDVSA. Este proyectoalternativo con todas sus contradicciones e improvisaciones en materia petrolera, se contrapone a laagenda liberal de PDVSA que se vena impulsando internamente con mucho xito desde mediadosde la dcada de los ochenta por las diversas juntas directivas de PDVSA con participacin de sectoresinternacionales. Un operador poltico fundamental de la agenda liberal y promotor insigne de laapertura petrolera en el gobierno de Caldera, el ingeniero Luis Guisti aparece como asesor petrolerodel gobierno del presidente George W. Bush (Mommer, 2003; Lander y Lpez Maya, 2003).

    18. En todo caso, los proyectos polticos referidos no son discerniblemente homogneos. Por el contrario,ambos estn sujetos a fuerzas y contra-tendencias internas tanto autoritarias como democrticas.

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    globalizacin neoliberal que cuenta con la anuencia de importantes sectores agrupa-dos en la Coordinadora Democrtica. Por el otro lado, un proyecto nacionalistademocratizante que cuenta con un considerable apoyo de los sectores populares. An-tes bien, desde el binomio democracia-autoritarismo pueden hacerse comprensibleslos cambios y transformaciones fundamentales de los ltimos aos en Venezuela.Este binomio da cuenta de una suerte de persistente pndulo asimtrico entreautoritarismo y democracia. En consecuencia, el futuro y la viabilidad de la democra-cia en el pas depende ahora del resultado del choque de fuerzas entre las tendenciasdemocratizantes ampliacin de los derechos ciudadanos y profundizacin de lademocracia y las tendencias autoritarias vinculadas a las estrategias poltico-econmicas del neoliberalismo que hoy operan con mucha fuerza en Venezuela.De cualquier manera, las capacidades innovadoras y creativas de las fuerzas demo-crticas del pas tienen que ser constantes, pues el riesgo autoritario es permanente.Esta tarea es tanto ms urgente cuanto por democracia se han hecho pasar en el sigloy an continan hacindose pasar los regmenes ms deleznables. Esto significaque los fundamentos simblicos de la democracia tienen que arraigar definitivamenteen las instituciones pblicas y privadas del pas.

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