Cine Japones de Terror

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TRABAJO DE HISTORIA Y ESTÉTICA La primera impresión que tuve sobre las películas japonesas de terror Ante todo quiero decir que mi primera impresión está basada en una pequeña selección de películas, todas contemporáneas. Estas son: Battle Royale, Suicide Club, Audition, Babel (una parte), y Tokyo Psycho, Si tratara el tema en general hablaría también sobre Ringu, Zatoichi, Llamada Perdida o Dark Water, pero no es el caso. Creo que existen varias similitudes entre las películas que comento que no responden a los estándares occidentales, y que describo en el presente trabajo. Siempre me han interesado las películas japonesas. De hecho me atrae todo el arte japonés pero, en especial, sus obras audiovisuales, ya que es a lo que me quiero dedicar. La primera película japonesa que vi fue Battle Royale, estrenada en el año 2000. Es una película basada en una novela escrita en el año anterior. Debido al éxito de la película, se hizo una secuela (Battle Royale II: Requiem, en 2003) y se creó un manga

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Ensayo sobre el cine japonés de terror y contemporáneo. Comparo y veo las similitudes entre unas cuantas películas, diferenciándolas también del resto de películas de terror occidentales.Este trabajo lo realicé en Navidades del 2008 para la asignatura de Historia y Estética de 3o de Comunicación Audiovisual en la UNAV (Universidad de Navarra).Publicado en www.kaosklub.com

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TRABAJO DE HISTORIA Y ESTÉTICA

La primera impresión que tuve sobre las películas japonesas de terror

Ante todo quiero decir que mi primera impresión está basada en una

pequeña selección de películas, todas contemporáneas. Estas son: Battle

Royale, Suicide Club, Audition, Babel (una parte), y Tokyo Psycho, Si tratara el

tema en general hablaría también sobre Ringu, Zatoichi, Llamada Perdida o Dark

Water, pero no es el caso. Creo que existen varias similitudes entre las películas

que comento que no responden a los estándares occidentales, y que describo en

el presente trabajo.

Siempre me han interesado las

películas japonesas. De hecho me atrae todo el

arte japonés pero, en especial, sus obras

audiovisuales, ya que es a lo que me quiero

dedicar. La primera película japonesa que vi

fue Battle Royale, estrenada en el año 2000.

Es una película basada en una novela escrita

en el año anterior.

Debido al éxito de la película, se hizo

una secuela (Battle Royale II: Requiem, en

2003) y se creó un manga basado en el libro; ambas secuelas son diferentes

entre sí. Seguí pues todas las versiones posibles de Battle Royale, porque era lo

primero que conocía de este tipo de arte que tanto me sorprendió: se lo comenté

a mis amigos e incluso hice que vinieran a mi casa un día para ver las dos

películas seguidas.

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Lo primero que atrajo mi atención fue la trama. ¿Cómo podía ser tan

macabra? Por ley, y debido a su mal comportamiento, cada año una clase de

instituto es escogida al azar para ser secuestrada durante tres días a una isla,

dónde les dan a cada uno un arma diferente y de dónde sólo puede quedar un

superviviente (y si sobreviven más, todos morirán). Se les coloca collar en el

cuello para que, si hacen trampas, exploten y mueran.

La gracia de la película está en las reacciones de los alumnos ante tal

barbaridad. La película viene a decir que la violencia sólo genera más violencia,

llevando a la perdición; además, las matanzas resultan inevitables. Un buen

ejemplo es la escena de la casa en la que hay varias chicas refugiadas que

conviven para sobrevivir. Solamente una chica quiere provocar una muerte por

envenenamiento. Al final, por mutua desconfianza acaban matándose todas

entre ellas excepto, precisamente, la chica con malas intenciones.

La película tiene muchos más aspectos que me impresionaron. Para

empezar, hay un personaje principal (Ando) que no dice absolutamente nada

durante todo el relato. Además, la mezcla de música clásica con violencia me

recordó a La Naranja Mecánica (1972); ésta parece ser irónica en relación a la

historia, del mismo modo que ocurre con el vídeo “alegre” que explica las reglas

de Battle Royale.

Chica sonriente en el vídeo explicatorio de la ley Battle Royale

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También me impactó que, en Battle Royale, aparecieran unas galletas al

principio (entre los alumnos), como si fuera un efecto McGuffin. Luego, después

del secuestro, el profesor se come algunas de esas galletas, e incluso al final de

la película (en el clímax) vuelven a aparecer, e incluso la cámara se posa en

ellas cuando Nanahara y Noriko consiguen llegar hasta Kitano, en el momento

quizás más importante de la historia.

De acuerdo con la forma en que están grabadas, parece que las galletas

tengan una importancia vital para el desarrollo de la historia, pero al acabar de

ver la película, siempre me he preguntado… ¿y por qué las galletas?

Simplemente son un elemento que está ahí, pero realmente no nos está diciendo

nada.

Fotograma de Battle Royale en que se centra la atención en unas galletas

La secuela de la película me gustó, pero no

tanto. Lo que sí me gustó fue ver que se habían

creado miles de páginas web en Internet, hablando

de esta película, y, en varios foros, discutían qué

harían ellos si los hubieran enviado a la isla.

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Fue éste el inicio de mi interés por las películas japonesas. Vi Suicide

Club (2002) que, curiosamente, también está basada en un manga, y también es

una película de culto como Battle Royale. Después de ver Suicide Club, me

quedé con la idea (quizás demasiado generalista) de que en Japón eran muy

retorcidos y su valoración de la muerte era distinta a la nuestra. Cuando

acabas de ver Battle Royale o Suicide Club, tienes la sensación de que la muerte

es un paso más en la vida, se integra en ella, e incluso da menos miedo. Morir

es normal, es natural, forma parte de la vida, y todo el mundo puede morir en

cualquier momento. Parece que morir “no sea para tanto”.

Ha habido críticas sobre el “exceso de violencia” y el “culto a la muerte”

para ambas películas. Yo no lo concibo de este modo. Creo que simplemente es

la representación audiovisual de unos sentimientos profundos y muy fuertes, que

forman parte de la sociedad japonesa. Me explico: creo que un guionista que

concibe este tipo de tramas, debe de estar motivado por algo, para llegar a ese

resultado. Creo que ese “algo” es un malestar por la soledad; de esto hablaré

más adelante.

En Suicide Club también hay una escena que parece de suspense… pero

no pasa nada. En el instituto, un vigilante tiene miedo e inspecciona los pasillos.

Lo que todo espectador espera es que entonces le ocurra algo malo: pero no. No

ocurre nada, el vigilante revisa los sitios que le parecen temibles y vuelve a su

oficina. Pasan hasta seis minutos hasta que ocurre algo extraño. En la película

Tokyo Psycho, de la que hablaré más adelante, también se muestran planos de

pasillos, esta vez totalmente vacíos, y con casi ninguna relación con la historia

(solamente espacial). Ambos casos me recuerdan al mu, a los momentos de

vacío que estudiamos en clase.

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Principio de la escena en la que el vigilante de Suicide Club revisa los pasillos del instituto

Como Battle Royale, Suicide Club también tiene sus adeptos en Internet;

concretamente en:

http://www.jikennews.com/sc/viewforum.php?

f=2&sid=718089ad5a576fb83a85aad58ec47c0f. La verdad es que algunos

mensajes de la web dan miedo, esta vez real, puesto que el fanatismo lleva a

algunos usuarios a hablar con normalidad de distintos modos de suicidarse.

Al ver Audition (1999) confirmé que la

violencia de las películas japonesas parecía no tener

límite. En concreto, Audition es una película tan

desagradable de ver que es difícil aguantar la mirada

hacia la pantalla. Pero, a pesar de ello, también

existen momentos en que no pasa nada: hacia el final,

de repente, la película parece salirse completamente

de su guión, y avanzar azarosamente y sin sentido.

Sobre la valoración de la muerte, Asami se

presenta como una chica en en principio destinada al

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ballet pero que, por una lesión, ha tenido que dejarlo. Por ello, Asami dice en su

curriculum que esta situación es “algo parecido a aceptar la muerte”, y Aoyama

la entiende “puesto que no hay más remedio que ser valiente”, y esta filosofía le

parece “muy madura para su edad”.

En Audition, también hay una especie de efecto McGuffin que se repite,

y que no tiene una importancia especial en la historia del relato. Como en Battle

Royale eran las galletas, en Audition es el vino: aparece varias veces, y la

cámara se fija en él, pero no tiene mayor relevancia.

En el momento clímax de Audition, cuando Asami va a torturar a Aoyama,

la película se detiene durante unos 20 o 30 minutos y se muestran escenas

totalmente carentes de sentido, a mi (quizás tradicional) modo de ver las

películas. Se muestran escenas que ya se han mostrado anteriormente en la

película, pero esta vez con la participación del Aoyama, y además con Aoyama

como espectador de su propia participación (o sea que aparece 2 veces en

pantalla), en una escena en la que anteriormente él no aparecía. Regresa al

pasado incluso fuera del relato marco, pero luego vuelve sin motivo aparente y,

así, transcurren una tras otra escenas de la película como recuerdos que ningún

personaje puede tener porque no han compartido esos momentos de la película.

Creo que es un momento de la película cercano a la locura, no por su contenido

de la historia (que también) sino sobre todo por su planteamiento.

Fotograma de Audition en que Aoyama ve a Asami en el pasado, en una escena en la que él

realmente no ha estado

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Tampoco tienen sentido los dibujos que hace Noriko para Kitano

(encarnado por el homónimo Takeshi Kitano). Estas escenas también se repiten

con distintas perspectivas, y también son recuerdos de un personaje.

Tokyo Psycho (2004) es una película que sigue unos cánones más

occidentales. Me pareció bastante comercial y no “tan japonesa como las

demás”, pero no le faltan sus absurdidades. El asesino se muestra al principio de

la película como mujer, y además con la piel blanca y con un paraguas rojo.

Además, en la última secuencia de la película aparece Yumiko diciendo adiós a

una chica y a su madre, que supuestamente la maltrata, que solamente habían

salido una vez en la película y por muy breve tiempo. Parece que vaya a haber

una moraleja, acerca de que el maltrato a los hijos puede llevarlos a ser como

Mikuriya (el asesino de sus padres), pero no la hay: se despiden y se acaba la

película.

Los japoneses también me parecieron solitarios por las películas. En

Suicide Club la poca pasión con la que se tratan las vidas de los personajes es

sorprendente: su vida vale para ellos muy poco, y están dispuestos a suicidarse

por un simple videoclip. La parte de la película de la adolescente japonesa

sordomuda en la película Babel (2006) me recordó perfectamente esa sensación

de desolación. La chica ve que sus amigas tienen relaciones con chicos y ella no

lo consigue. Ya harta, la chica sordomuda hace llamar al inspector y se desnuda

ante él para tener sexo, y de hecho haría lo que fuera para tener una vida

normal, pero ni así le funciona. Al final, la única solución parece ser el suicidio,

que ya tiene sus antecedentes en su propia madre (aunque al final el inspector la

salva del suicidio).

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Esa desolación, que sólo tiene el suicidio como alternativa, recuerda a

dos escenas de Battle Royale; en ambos casos una pareja de alumnos se

suicidan juntos porque creen que no hay solución a su situación. También se

cuenta que el padre de Nanahara (el protagonista de Battle Royale) se había

suicidado antes del juego. Incluso en Audition, que en principio no tiene sentido

el suicidio, aparece una joven en el casting de Aoyama explicando sus intentos

de suicidio.

Pareja de alumnos de Battle Royale, justo antes de suicidarse

Entremezclando las películas de las que he hablado, también quiero decir

que una posible solución a la soledad japonesa parece ser el sexo. Por

ejemplo, una de las decisiones de dos de los participantes de Battle Royale es

hacer el amor y esperar así su muerte. En Babel la chica japonesa busca la

aceptación social mediante el intento de hacer el amor con cualquier hombre.

El sexo en Suicide Club está muy presente durante toda la película: pero

no cómo acción motivada por el placer ni por el amor, sino por la aceptación

social. Otra escapatoria a la soledad, tampoco útil, parece ser la tecnología. En

todas las películas mencionadas se hace alusión al uso de Internet (el caso más

claro son los vídeos de Suicide Club) y tecnologías muy avanzadas (como los

collares de Battle Royale).

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También quiero destacar el silencio en las películas japonesas; la parte

de Babel me parece especialmente interesante por el hecho de que la

protagonista no pueda hablar, y que su forma de comunicarse se base en el

silencio. El silencio hace que los gestos y las miradas cobren mayor importancia.

Además, la película sigue sin sonido, en algunos momentos, para situarnos en el

punto de vista de Chieko Wataya.

Por otro lado, cabe destacar que la música, en estas películas más bien

violentas, es irónicamente lenta. Por ejemplo, en Battle Royale predomina la

música clásica, y al principio de Suicide Club (cuando 50 jóvenes chicas

japonesas se suicidan en el metro), la música no deja de ser alegre y tranquila.

En Tokyo Psycho aparece una chica que ha sido torturada con una especie de

decoración a su alrededor que hace sonar una música navideña.

Chicas cogidas de la mano en el metro de Tokyo en Suicide Club, dispuestas a

suicidarse

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Curiosamente, los/as protagonistas de todas estas películas, son chicos y

chicas menores de edad, que aún van al instituto. Tres de las películas

descritas coinciden en que el amor (y no un amor normal, sino un amor impuesto

a la fuerza) es el centro de la historia: Tokyo Psycho, Chieko en Babel e Igumi en

Tokyo Psycho.

Además, en casi todas se le da especial importancia a fotografías

antiguas que recuerdan el pasado de los protagonistas; en Battle Royale, los

alumnos guardan con nostalgia fotos de sus padres y de alumnos ya muertos.

En Babel, Chieko Wataya tiene fotos de su ya muerta madre en su casa. En

Tokyo Psycho, todo el problema se inicia, después de ver al asesino escondido

en una foto antigua. En Audition, Aoyama conoce a todas las chicas de su

casting por su foto de su curriculum.

Creo que analizando una película se analiza a su vez la mente de su

creador. Y, por lo tanto, al analizar un conjunto de películas se muestra, en parte,

el reflejo de una sociedad. No creo que sea una simple coincidencia que triunfara

en Japón un programa como Humor Amarillo (Takeshi’s Castle), ni el hecho que

se hayan creado clubes de suicidio reales (de hecho, la película Suicide Club se

basa en una serie de suicidios en serie que ocurrieron de verdad). El suicidio

acompañado evita la soledad a la hora de la muerte.

La timidez y la visión de los problemas mentales como tabú, unidos a la

necesidad de pertenece a un grupo y evitar la soledad, provocan un intento de

solución fallido a través del sexo y la tecnología. Al fracasar éste, el pesimismo

es imperioso: la única salida es el suicidio (como en Suicide Club ó Babel),

aunque también puede desviarse hacia una brutalidad violenta que acabe con la

vida de los demás (como en Audition ó Toyo Psycho).