Caso práctico psicoanálisis

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Nombre: MªJosé Calderón Nogales NIUB: 14051822 Profesora: Gloria Callico Asignatura: Psicoanálisis en niños y adolescentes

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Nombre: MªJosé Calderón Nogales

NIUB: 14051822

Profesora: Gloria Callico

Asignatura: Psicoanálisis en niños y adolescentes

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ÍNDICE1. Primer caso pág. 3

1.1. Tipo de ansiedades pág. 3

1.2. Mecanismos de defensa pág. 3

1.3. Tipo de relación de objeto pág. 5

1.4. Situación edípica pág. 5

1.5. Transferencia pág. 6

1.6. Contratransferencia pág. 7

2. Segundo casopág. 8

2.1. Ansiedades de los padres pág. 8

2.2. Defensas de los padres pág. 8

2.3. Relaciones de objeto de los padres pág. 9

2.4. Transferencia de los padres pág.10

2.5. Contratransferencia de los padres pág.11

2.6. Ansiedades del niño pág.12

2.7. Defensas del niño pág.12

2.8. Relaciones de objeto del niño pág.13

2.9. Transferencia del niño pág.13

2.10. Contratransferencia del niño pág.14

2.11. Intervenciones terapéuticas en la hora de juego pág.14

2.12. Ayuda terapéutica pág.15

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Caso 1

Tipo de ansiedades

En el caso de Nuria, no se encuentra un único tipo de ansiedad que dure todo el discurso, sino que en determinados momentos utiliza una posición depresiva y en otros una esquizo – paranoide.

Las ansiedades persecutorias las encontramos cuando relata que su padre siempre ha estado “encima de ella”. Nuria se siente perseguida y controlada por él, al principio sólo era en los estudios, pero ahora ella siente que su padre la controla cuando sale. Además, Núria hace la siguiente verbalización: con mi padre tengo una relación muy mala, de venganza. Este término, venganza, designa un estado muy negativo, el padre le ha hecho algo que ella aun no ha perdonado, es un padre malvado y quiere hacerle daño tal y como se lo hizo en su día (cabe destacar que nos falta información para afirmar si realmente se causó este daño, aun así, como Núria lo vivió de manera negativa, afirmamos que ahora tiene miedo de que vuelva a pasar y vive la relación con su padre como persecutoria). Por lo tanto, Nuria define el objeto causante de ansiedad, y lo identifica fuera de ella misma, en el exterior. Son los demás quienes quieren causarle daño o ansiedad y no es ella misma quien se preocupa por si ha hecho algo a alguien. Asimismo, también encontramos ansiedades persecutorias cuando la terapeuta decide terminar la sesión y Nuria expresa que quería una solución hoy mismo. Por lo tanto, la culpable de que no se haya solucionado el problema es la terapeuta quien no le ha dado ninguna solución. De nuevo, el problema vuelve a encontrarse en el exterior de Nuria.

Por otro lado, encontramos ansiedades depresivas cuando expresa los nuevos miedos que tiene recientemente acerca de causar algún daño al bebé al que cuida. En este momento, el objeto dañino está identificado, pero en el interior de Nuria. Es ella la que puede causar daño y se preocupa. Por otro lado, también describe una situación de celos con su novio. Los celos se enmarcan dentro de la posición depresiva, y por lo tanto, Nuria se encuentra en ella.

Mecanismos de defensa

Se observan varios mecanismos de defensa derivados de las ansiedades anteriores:

Formación reactiva este mecanismo de defensa trata de hacer lo contrario a un impulso originario. En el caso de Nuria, lo observamos cuando nos relata que ella se inventa historias suyas con otro chico para darle celos a su novio. De esta manera, si Nuria está celosa, el primer impulso podría ser reclamar al novio más atención, pidiéndole cariño o hablando con él sobre el tema que le preocupa. Sin embargo, observamos que Nuria, lejos de hablar y aclarar la situación con su chico, se inventa una historia para intentar crear en él, el mismo estado de celos. Por lo tanto, es una conducta contraria a su impulso primario.

Control omnipotente al igual que en la situación anterior, Nuria podría estar inventando historias para negar la dependencia que siente de su novio de

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forma que al intentar ponerlo celoso, sea este quien finalmente dependa de ella. Es decir, Nuria depende de su novio pero como él no tiene esa dependencia hacia ella (porque no pasan tanto tiempo juntos como a Nuria le gustaría), decide contarle historias acerca de que ella le gusta a otro chico para intentar que su novio dependa de ella y le dé la atención que ella está intentando negar. No obstante, sería una posibilidad ya que a lo largo del relato no se nos especifica si Nuria siente necesidad o ansiedad de separación con su novio, de manera que no podemos afirmar que este mecanismo se dé de forma consistente.

Proyección la situación es la misma que la anterior. Vemos que Nuria proyecta en su chico el estado de celos, para que él también los padezca. Sin embargo, no se trata de una identificación proyectiva puesto que el novio no llega a sentirse, tal y como describe Nuria, celoso. Por lo tanto, es solo ella quien pone fuera de sí misma los celos.

Identificación proyectiva esta la observamos al final de la entrevista, cuando la terapeuta comunica a Nuria que la sesión ha terminado, y esta le dice que ella creía que la terapeuta le iba a dar una solución hoy mismo. Así, Nuria proyecta en la terapeuta todas sus ansiedades, esperando que esta se las devuelva de manera elaborada, dándole una respuesta que ella misma debe elaborar y no dejar a manos del terapeuta. Espera de la terapeuta la solución mágica, como si ella, con el paso de las sesiones, no llegara a ser capaz de encontrar una solución. Sin embargo, no podemos afirmar este mecanismo de defensa completamente ya que nos faltaría una última intervención de la terapeuta: por ejemplo, si esta comentara que le ha hecho sentir impotencia, se trataría de una identificación proyectiva, en cambio, si sigue la conversación diciéndole el jueves nos vemos sin añadir nada más, la terapeuta no está acogiendo lo que Nuria le está proyectando, y por lo tanto, sólo hablaríamos de proyección.

Identificación adhesiva según este mecanismo de defensa, la persona identifica en otra persona aquello que le desagrada de ella, sin embargo, no encuentra que la otra persona pueda contener aquello que ella ha proyectado. En el caso de Nuria, lo podemos encontrar cuando dice que al novio no le afecta que ella le diga que otro chico siente algo por ella. Es decir, ella intenta situar sus celos en su novio, sin embargo, su novio no los contiene ya que no reacciona ante estos comentarios y, además, se lo toma bien, de manera que no es capaz de contener aquello que Nuria le está proyectando. En mi opinión, creo que Nuria está “enganchada” a su novio, a pesar de que se diferencia de él, ella lo necesita y depende de lo que él haga (en la entrevista se ve un esbozo de esta dependencia aunque no queda explicada con más detalle). Es en este tipo de relaciones donde encontramos la identificación adhesiva.

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Relación de objeto

En el caso de Nuria, encontramos que sitúa en el exterior varios objetos causadores de ansiedad. Por un lado, tenemos a los padres, aunque Nuria acaba refiriéndose, durante todo el relato, solo a su padre. En él, posiciona aspectos negativos como sentirse controlada y perseguida. Por otro lado, el novio también es alguien que le causa ansiedad. Ella se siente celosa y él no sabe cómo tratarla, como hacer que se sienta mejor, por lo tanto, pasa a ser alguien identificado como el objeto malo. Cabe destacar que pese a que sitúa al novio como objeto malo, no se siente perseguida por él, simplemente lo sitúa como malo porque no le da la atención ni el cariño que ella está “reclamando”.

En cuanto a la relación con la terapeuta, encontramos que Nuria hace como si esta fuera una esponja capaz de sostener todo lo que ella ha verbalizado. De esto nos damos cuenta ya que desde el principio de la sesión no ha parado de hablar. Podemos pensar que los silencios le incomodan de manera que, si está callada, la terapeuta pensaría que no le pasa nada y que sólo va a hacerle perder el tiempo (ansiedad persecutoria), por lo tanto, no deja tiempo a que la terapeuta pueda intervenir en su discurso. Ella va lanzando datos y la terapeuta es la responsable de recogerlos, pero no de devolverlos ya que no se le da tiempo. Sin embargo, cuando la terapeuta le dice que ya ha llegado el final de la sesión y Núria espera de ella una solución mágica, al no dársela, la terapeuta pasa a ocupar el sitio de objeto malo, es una mala terapeuta.

Asimismo, también encuentra un objeto malo en ella misma ya que tiene miedo de dañar al bebé. Sin embargo, este último objeto, el bebé, es bueno y mantiene con él una relación libre de ansiedad. En este caso, es ella misma quien se define como “mala cuidadora” al pensar que puede causarle daño al bebé. Igualmente, encontramos un objeto bueno en el chico drogadicto (hijo de la familia donde trabaja de canguro) ya que este se siente atraído (le da atención) por ella e incluso Núria afirma: “yo le aprecio mucho y he intentado que él deje la droga”, por lo tanto muestra preocupación por él.

Consecuente con todo lo anterior, Nuria manifiesta estados de ansiedad porque siempre debe estar alerta con su exterior puesto que está repleto de objetos malos (su padre, su novio, y ahora la terapeuta).

Situación edípica

En mi opinión, se trata de una situación edípica precoz puesto que Nuria no ve al objeto (los demás) ni al sujeto (ella misma) de forma completa. Sólo ve el lado malo de estos objetos: el padre la persigue, el novio la daña porque tiene una amiga íntima, la terapeuta no le da una solución inmediata, etc.

Aun así, no encontramos un superyó teñido de fantasías orales ni anales. Sin embargo, sí podemos encontrar fantasías de castración: Nuria, al principio de la sesión, explica que hace poco tuvo un problema importante con sus padres, pero no explica la situación. Como consecuencia, ella puede sentirse controlada al pensar que ha hecho daño a sus padres (en la situación que no nos ha contado) y ahora debe estar alerta porque este daño puede serle devuelto.

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En cuanto al complejo de Edipo propiamente dicho, no encontramos que Nuria se sitúe en él de forma completa. Ella tiene 19 años (recordemos que para Freud el Edipo se situaba en la etapa fálica – de 3 a 5 años-) aunque pueden haber quedado rasgos. Sin embargo, no encontramos verbalizaciones de amor, admiración absoluta, idolatración, atracción, etc. hacia su padre. A pesar de esto, Nuria expresa abiertamente que la madre tiene celos de la relación padre – hija (que, aunque Nuria ha calificado como muy mala, asegura que siempre ha sido su preferida). Aquí sí podemos encontrar rasgos edípicos, donde Nuria compite con la madre (y quizás de aquí vino la situación problemática que no ha querido contar), pero no admite ciertas fantasías acerca de su padre. En conclusión, en la relación de pareja padre e hija, no se encuentra ningún elemento edípico, incluso Núria afirma: con mi padre tengo una relación muy mala, de venganza; sin embargo, al entrar en juego la madre y convertirse en una situación triangular (marido/padre-mujer/madre-Núria)), sí encontramos facetas edípicas donde Núria entra en competición con la madre para acercarse a su padre (mi madre tiene celos de nuestra relación porque yo siempre he sido la preferida de él).

Respecto al padre, podemos encontrar que hay algo de su propio Edipo que arrastra ya que, según Nuria, ella es su preferida y es una chica, su primogénita.

Por otro lado, sabiendo que pueden existir ciertos componentes del complejo de Edipo que Nuria no ha solucionado, encontramos que los celos que tiene hacia su novio se deban a esto. Ella busca en su pareja al hombre ideal que ha podido ver en su padre (aunque esto no lo expresa en ningún lugar) y siente celos ya que su chico no la trata como la trataba el padre, con cariño y más atención siendo “la niña de sus ojos”.

Transferencia

Nuria se presenta como una chica ansiosa en la consulta. Observamos, a través de su comportamiento, que se defiende antes de ser atacada. Es decir, el hecho de no dejar hablar a la terapeuta, como hemos comentado anteriormente, puede significar que tiene miedo a que esta le diga algo que no le guste y, por lo tanto, no deja espacio para que la terapeuta intervenga.

Se siente perseguida por su padre y dejada de lado por su novio. Ambas relaciones son significativas para ella.

Se la ha sobreprotegido y vigilado, y ella espera de los demás que esto siga ocurriendo, que sean los demás los que le proporcionen la solución a lo que le ocurre para estar libre de responsabilidades, no quiere sentirse culpable sino que son los demás quienes actúan mal y ella no tiene nada que ver. Sin embargo, se topa con su novio, quien lejos de sobreprotegerla, mantiene otras relaciones amistosas con chicas, con una en particular, de la que Nuria siente celos. En este momento, ella necesita defenderse, puesto que puede salir herida.

Por lo tanto, Nuria se enfrenta a los demás esperando de estos que la sobreprotejan, que elijan por ella, que no le den dificultades, pero también está lista para cuando la dejen de lado, defenderse y no sentirse sola ni desprotegida.

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Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en que el padre decide por ella al decirle que quiere que mantenga la empresa familiar. No obstante, Nuria ha tomado una decisión por sí misma, quizás la primera hasta ahora, y ha decidido dejar de estudiar y seguir siendo canguro. Puede que tomar esta primera decisión (si es que realmente ha sido la primera) le cause ansiedad y busque la sobreprotección o que le digan que lo ha hecho bien en otras situaciones como con su novio o en la consulta. Sin embargo, esto no ocurre así: su novio no le hace caso cuando ella busca consuelo y la terapeuta no le proporciona una solución inmediata, sino que será ella quien deba construirla.

Contratransferencia

En este caso, sería las reacciones que provoca en la terapeuta lo que Nuria trae a consulta.

Nuria, al llegar a la sesión ansiosa y sin dejarnos hablar, puede crear en la terapeuta un sentimiento de malestar, de tensión. También pueden sobrevenirle sentimientos de impotencia al no poder intervenir, es decir, puede que la terapeuta quiera indagar en un tema que le parece importante para lo que le ocurre a Nuria, pero al no darle el espacio para hablar, puede sentirse impotente y perder la motivación por escuchar a su paciente. Asimismo, no es hasta el final de la sesión que Nuria realiza una identificación proyectiva con ella, haciendo que la terapeuta se sienta responsable de no darle una solución satisfactoria. Anterior a esto, podemos decir que Nuria no tiene en cuenta a la terapeuta, sino que esta realiza la función de una esponja que debe estar absorbiendo todo lo que Nuria expresa. Todo esto puede causar en la terapeuta cansancio y agotamiento, porque son demasiados datos los que nos proporciona, sin dar tiempo a trabajarlos y devolverlos (reverie).

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Ansiedades de los padres

En el caso de la madre, encontramos ansiedades esquizoparanoides. Culpa al niño de sus conductas, algunas propias de la edad; y al marido también lo cree culpable de que el niño se comporte de esa forma puesto que él llega tarde a casa. Por lo tanto, esta mujer tiene identificado quién es el objeto malo, y lo sitúa fuera de sí misma. Su marido y su hijo son culpables de todo lo que ocurre y todo lo que ellos hacen es para hacerle daño. Como ejemplo, encontramos verbalizaciones de la madre como: el niño es muy agresivo, nos toma el pelo, cada mañana hay peleas, estoy muy deprimida.

En el padre encontramos ansiedades depresivas. Él no sitúa como objeto originador de dolor a su hijo, sino que se siente mal por él y quiere ayudarlo. Puede que se sienta mal por llegar tarde a casa porque sabe que esto no favorece a su hijo, como ejemplo tenemos el reproche realizado por la madre donde le dice al padre que él llega todos los días a las 10 de la noche y el padre responde que no, que no es todos los días sino a veces, como si se disculpara por ello. De manera que podemos inferir que se siente culpable y preocupado por creer que puede perjudicar a su hijo. Además, expresa verbalmente que no le gusta pegar a su hijo (como forma de castigo), de manera que identifica en él la fuente que causa dolor a los demás.

Defensas de los padres

Encontramos las siguientes defensas en la madre:

- Identificación proyectiva: la madre utiliza esta defensa con su hijo. Ella siente malestar. Por un lado, su marido la deja sola, de manera que proyecta este sentimiento de malestar en su hijo quien acaba acogiéndolo. Esto puede observarse cuando la madre le dice a su marido que él siempre llega a las 10 de la noche a casa (aunque el marido afirma que no es todos los días) y por ello lo culpa de que el niño se comporte de manera agresiva. En realidad, la que siente estos sentimientos de hostilidad y agresión es la madre por sentirse sola y sin ayuda, y proyecta dichos sentimientos en su hijo quien los acoge inconscientemente. Además, también le proyecta el malestar por haber estado sola a su marido mediante los reproches, y por ello el marido intenta “disculparse”, ya que ha sentido el malestar que su mujer le ha proyectado.

- Escisión: la madre ve el mundo en términos de blanco o negro. No encuentra que su hijo, por el hecho de tener 9 años, haga conductas normales de esa edad como ser nervioso (tener siempre ganas de jugar) y desordenado. Estos comportamientos también los clasifica como negativos. Por lo tanto, para que ella no pensara que su hijo es violento, debería ser un niño tranquilo, ordenado, que sacara buenas notas, en definitiva, sin personalidad ni temperamento, esto para ella sería un niño bueno. Todo lo contrario a esto, es un niño malo, y aquí se encuentra su hijo. Esta mujer no entiende que existen comportamientos propios de la edad que no tienen nada que ver con que su hijo sea agresivo. Que sea desordenado y despreocupado en los estudios no significa que el niño sea malo, cosa que la madre sí piensa.

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- Formación reactiva: a pesar de que es un mecanismo de defensa neurótico, creo que es posible verlo en la madre. Este mecanismo define que se realiza una acción contraria a un impulso originario. En este caso, lo encontraríamos cuando la madre tiene a su hijo y a los tres meses se incorpora al trabajo, dejando al niño en la guardería. Normalmente, cuando se tiene un hijo es por decisión de querer tenerlo y cuidarlo. Por lo tanto, se le cuida mucho, sobre todo de recién nacido. Sin embargo, esta madre expresa que no pudo darle el pecho (decía sentirse desbordada y prefirió pensar en ella y “perjudicar” al bebé ya que el momento de darle el pecho es muy significativo porque es donde empieza a crearse el vínculo madre – hijo). Así, encontramos la formación reactiva, la madre puede que tuviera al hijo porque quisiera y deseara cuidarlo y, una vez lo tuvo, actuó de forma opuesta, prevaleciendo su propio bienestar por encima del bebé.

En cuanto al padre se observa:

- Negación: este mecanismo predomina en el discurso del padre. Niega cualquier acción del niño descrita por su mujer. Esto lo encontramos en la primera verbalización del padre: no, el niño es normal… sin embargo, puede que el padre niegue el comportamiento de su hijo por tres razones: la primera, por contradecir a su mujer ya que como esta le hace sentir culpable es una manera de devolverle ese sentimiento que ella le ha proyectado. La segunda razón es que vea que algo le ocurre a su hijo pero por ese sentimiento de culpa que predomina en este padre, intente quitarle importancia a los compartimientos del niño. La tercera es que el padre realmente no observe ningún comportamiento inapropiado en el niño. A mi parecer, la negación sería causada por la segunda razón, es decir, el padre se siente tan culpable que intenta quitar importancia a los comportamientos de su hijo para así pensar que él no es el causante de esos comportamientos.

- Racionalización: el padre, para negar el comportamiento de su hijo, realiza explicaciones racionales acerca de las causas que pueden llevar a que el niño actúe de esta manera. Es decir, el padre justifica cualquier comportamiento del pequeño, sea adecuado o no, dándole una explicación razonada. Además, este mecanismo se utiliza sobre todo cuando existen sentimientos de culpa, y como hemos explicado más arriba, el padre se siente culpable por no pasar todo el tiempo que le gustaría con su hijo. Esto se encuentra en frases como: lo que pasa es que es un niño muy nervioso, son cosas de niños y mi mujer no tiene paciencia, el niño cumple años en Diciembre y es de los más pequeños por eso le cuesta más todo…

Relaciones de objeto de los padres

Para la madre, existen dos claros objetos malos dentro de su hogar. Uno de ellos es su hijo a quien lo caracteriza como mal educado y agresivo. Otro de estos objetos malignos es su propio marido, quien la deja sola constantemente y no le presta la atención que ella desea.

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Asimismo, encontramos tres posibles objetos buenos. Uno de ellos, sería la hija por la que tiene una preocupación excesiva acerca de que pueda parecerse a su hermano. Por otro lado, encontramos a la terapeuta, puesto que ve en ella una figura de autoridad y sabiduría que pueda ayudarla a “encauzar” al niño, dada la perspectiva que tiene de su propio hijo. De igual forma, encuentra como objeto bueno a la profesora de su hijo ya que utiliza las verbalizaciones de esta para justificar que su hijo tiene un problema, como si se sintiera apoyada por la profesora.

Respecto al padre, encontramos relaciones de objeto más ambiguas. A su hijo no lo ve como un objeto malo, sino como alguien bueno donde las conductas que realiza son normales, sean cuales sea. En contraposición, encuentra una figura materna algo maligna puesto que va en contra de su hijo a quien él cree inocente. Ambas relaciones no están claramente definidas, pero sí puede observarse este tipo de disociación. Por último, para el padre, la terapeuta puede ser identificada como un objeto malo puesto que si a su hijo no le ocurre nada (porque es un objeto bueno) y lo llevan a un lugar para que la terapeuta hable con él, será ella la mala puesto que su hijo no tiene ningún problema, simplemente la solución consiste en que el niño pase más tiempo con su padre (este sería uno de los pensamientos que pudiera tener el padre y por ello rechazara cualquier ayuda externa).

Transferencia de los padres

La transferencia de los padres la dividiré según si esta procede de la madre o del padre, ya que ambos tienen ansiedades distintas, las cuales se empezaron a configurar con sus primeras relaciones de objeto.

Por lo que respecta a la madre, suponemos que esta ha tenido una sobre vinculación con su madre que la ha llevado a que, cuando no está con ella, se sienta desprotegida y, en consecuencia atacada por su entorno. De manera que esta madre busca soluciones rápidas y protección, alguien que le ponga las cosas fáciles sin más complicaciones. Sin embargo, su marido no le presta esa protección que ella requiere y su hijo tampoco le pone las cosas fáciles puesto que es un niño nervioso, con un gran temperamento. Así, encontramos que busca en la terapeuta una solución, será ella la que se la tenga que dar. Busca la sobreprotección de la terapeuta tal y como se la brindaron a ella en su infancia. De aquí que esta mujer afirme que ya no puede más. Puede que tampoco haya intentado ningún cambio por ella misma, simplemente espera de los demás que la ayuden, que la entienden, sin ver que ella tampoco entiende nada acerca de los otros. Por eso, cuando la terapeuta invita a hablar a los padres, ambos se lanzan en reproches el uno con el otro, la mujer no entiende lo que el marido le pueda o no reprochar y tampoco que su hijo la haya necesitado durante las primeras relaciones y no la haya tenido. Ella es quien lo hace bien y los demás quienes se equivocan y la atacan. Además, siempre busca la aprobación de otras personas, por ejemplo, de la profesora del niño. Otro ejemplo de lo anterior es que esta mujer se piensa que por darle todos los caprichos al niño (solución fácil al problema), este cambiará su conducta, esto precisamente es lo que ella quiere, que la terapeuta le proporcione unas instrucciones fáciles, que no la impliquen emocionalmente.

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Respecto al padre, encontramos una transferencia hacia la terapeuta muy diferente. A pesar de que no es hostil, el padre se muestra reticente a que su hijo necesita ayuda. Este padre justifica cualquier conducta de su hijo, sea por una cosa o por otra y, por lo tanto, si su hijo no tiene ningún problema para él, no entiende que ayuda le puede ofrecer la terapeuta. De esta manera encontramos a un padre pragmático, no demasiado vinculado en las relaciones emocionales. Puede que haya estado bastante ausente durante la crianza de sus hijos y que el vínculo emocional que mantiene con ellos sea bastante frágil. Puede que en su infancia, sus padres no le brindaran el cariño y apoyo que se le da a un hijo, enseñándole que lo útil es lo que beneficia a las personas sin que se mezclen los sentimientos de por medio. Así, se ha convertido en una persona que no sabe escuchar o “leer entre líneas”, solo le importa lo útil que es o no un determinado comportamiento. Por ello, no presta atención a la mujer y a las posibles quejas o demandas de ayuda que esta le haya pedido a lo largo de los años. Ahora, se ha encontrado con el problema de golpe, seguramente cree que su hijo tiene un problema pero el hecho de sentirse culpable hace que racionalice su comportamiento. De esta manera, transfiere a la terapeuta un sentimiento ambiguo de que necesita ayuda pero no la quiere porque si la culpa ha sido suya, es él quien tiene que solucionarlo (tal y como le pudieron enseñar sus padres, que quien hace algo, lo soluciona él mismo sin pedir ayuda y sin expresar síntomas de “flaqueza”).

Contratransferencia de los padres

Al igual que la transferencia, esta también debe ser dividida ya que no es lo mismo los sentimientos que provoca la madre que los que provoca el padre.

Por un lado, la madre puede provocar en la terapeuta sentimientos de ansiedad. Es una mujer que culpa de todo a los demás y no ve que ella ha tenido algo que ver en la situación actual que están viviendo en casa. Además, el hecho de que empiece a explicar los sucesos peleándose con su marido crea cierta incomodidad en la terapeuta. Esta situación puede crear en la terapeuta un sentimiento ambiguo y debe ser consciente de no posicionarse ni con la versión del padre ni con la de la madre. Asimismo, puede que la terapeuta tenga cierto temor a conocer al niño que esta madre presenta, tan agresivo y despiadado respecto a las demás personas. Por otro lado, puede que la terapeuta esté motivada y con ganas de ayudar a esta mujer ya que puede considerar que se encuentra sola y que no tiene a nadie que la ayude, podría caer en el error de vincularse demasiado con esta mujer y sobreprotegerla finalmente, que es lo que la mujer quiere.

En cuanto al padre, puede que la terapeuta se sienta incómoda y tensa. Este padre, en cierta medida, va a poner a prueba los conocimientos de la terapeuta y no va a dar por bueno cualquier interpretación que ella dé. Siempre va a intentar contradecirla proponiendo su propia explicación acerca del comportamiento de su hijo. También puede que la terapeuta se sienta impotente si el padre no deja de racionalizar cualquier conducta del niño, de manera que sienta que haga lo que haga o diga lo que diga, el padre no lo va a realizar ya que cree que su hijo no tiene ningún problema. Por otro lado, también se podría dar el caso de que la terapeuta justificara la racionalización del padre por entender excesivamente su sentimiento de culpa, es

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decir, podría posicionarse de parte del padre y pensar que al niño no le pasa nada, con lo que no se procedería a tratar al niño, ni los sentimientos de culpa de este padre.

Ansiedades del niño

Las ansiedades del niño se identifican en la hora de juego. En un primer momento, podríamos pensar que se tratan de ansiedades depresivas puesto que el niño pregunta siempre antes de hacer alguna acción, como si pidiera permiso para no molestar a la terapeuta. El hecho de no querer hacer “daño” a la terapeuta puede significar que tiene ansiedades depresivas. Además, cuando crea el casco con la plastilina, especifica que es un casco de bomberos quienes tienen la función de proteger a los demás, con lo que podemos ver un indicio de ansiedad depresiva.

Sin embargo, las ansiedades que abundan más durante la hora de juego son las persecutorias (paranoides). Un ejemplo de esto lo encontramos en la construcción que el niño hace con la plastilina: un casco, que dice ser de bombero, pero que al realizar la función de taparle hasta los ojos, crea una función defensiva hacia los demás, es como si los otros fueran a causarle algún daño y él necesita estar protegido por este casco. Asimismo, observamos que crea unos monstruos que él mismo expresa que le están atacando. Por lo tanto, el niño identifica la causa de dolor fuera de él mismo, son los demás quienes quieren hacerle daño y él debe protegerse.

Asimismo, en el último fragmento de la hora de juego, podemos encontrar algunos indicadores de ansiedades catastróficas: el niño no disocia entre los monstruos buenos y malos, primero crea un grupo de monstruos que lo atacan y luego otro que lo ayuda. Al no haber disociación, puede que el niño tampoco se diferencie con los demás.

No obstante, como he dicho más arriba, las ansiedades que abundan en el pequeño son paranoides, aunque encontramos algunos índicadores de ansiedades depresivas y catastróficas.

Defensas del niño

Durante la hora de juego, podemos encontrar una escisión, sin embargo esta no será mantenida a lo largo de la situación. Esta escisión se produce cuando crea a los monstruos y a un muñeco. Los monstruos atacan al muñeco, por lo tanto, los primeros son malos y el segundo es bueno. Sin embargo, esta disociación se pierde cuando crea otro monstruo y dice que ayudará al muñeco, ahora existen monstruos buenos o malos, de los cuales no sabemos si los ha diferenciado de alguna manera. De no ser así, ha mezclado los conceptos de bueno y malo y los monstruos no se diferencian.

Por otro lado, también observamos una identificación adhesiva. El niño tiene problemas de aprendizaje y le cuesta simbolizar. Por ejemplo, cuando hace un casco de bomberos, se lo pone en la cabeza y, de esta manera, pierde el símbolo. Podría haber construido un casco y hacer como si se lo pusiera (así simbolizaría), pero el niño se ha puesto el casco, con lo que ha perdido el símbolo.

Asimismo, encontramos identificación proyectiva hacia la hermana. El niño nos cuenta como esta, según él, lo rompe todo. En este momento, el niño proyecta en su hermana

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toda la agresividad, de manera que acaba siendo ella la culpable del caos que existe en casa. Sin embargo, no tenemos suficiente información acerca de las conductas de la hermana, ya que la madre afirma tener miedo de que se vuelva como el niño pero el niño afirma que su hermana lo rompe todo y, por lo tanto, no sabemos si la hermana ha acogido lo que el niño ha proyectado, y por lo tanto sería una identificación proyectiva o es una proyección por que la hermana no ha asumido esa agresividad.

Por último, podemos observar cierta voracidad que provoca una introyección destructiva. Primero, es la madre quien nos comenta que el niño nunca tiene bastante con la comida. Por nuestra parte, en la hora de juego, encontramos como pide más plastilina a la terapeuta, aunque esta no se la da, pero sigue insistiendo cuando se va de la sesión para tener más plastilina el próximo día.

Relaciones de objeto del niño

Sólo podemos observar las relaciones de objeto del niño durante la hora de juego. Antes de nada, me gustaría comentar que el niño no tiene en cuenta a la terapeuta a la hora de jugar, es decir, no la incluye. Simplemente, en un principio, se muestra educado, pidiendo permiso acerca de lo que puede hacer y no. Pero una vez empieza su juego con los monstruos de plastilina, no le otorga ningún papel a la terapeuta. Por esta razón, no sabemos en qué lugar posiciona a la terapeuta, si como objeto bueno o malo.

En este juego, observamos como identifica objetos malos en el exterior, los monstruos. Además, la hermana también queda identificada como objeto malo ya que lo rompe todo, tal y como el niño expresa a la terapeuta. Por otro lado, no hace mención a los padres, aunque podemos pensar que en los monstruos está identificando a las figuras paternas. Es decir, el muñeco representaría al niño. Creo que esto es así puesto que la madre ha reconocido que el niño es “grandote” y, si hacemos memoria, al niño le falta plastilina para acabar su muñeco (porque a lo mejor lo está haciendo igual de robusto que él, por lo tanto, se está identificando en el muñeco). Los monstruos malos podrían ser la madre y la hermana, donde la primera ha admitido tener discusiones constantes con él y la hermana ha sido identificada por el pequeño como la causante del caos en casa. De esta manera, el niño encuentra en las figuras femeninas de su hogar agresividad y persecución. Asimismo, el monstruo bueno podría ser identificado como el padre. Esto podría ser así puesto que aparece más tarde (recordemos que el padre suele llegar a casa por la noche) y es el que le presta ayuda. Así, encuentra en la figura paterna alguien con quien estar a salvo de las figuras femeninas que le causan dolor. Sin embargo, esta explicación debería estar apoyada por la forma en que el niño ha creado las figuras de los monstruos, si a los malos les ha puesto alguna identificación más femenina, etc.

Transferencia del niño

El niño que se presenta en la hora de juego no corresponde con la imagen de él que nos han dado los padres. En un principio, se muestra un niño educado, pregunta qué puede hacer y qué no durante la hora de juego. Asimismo, el juego que plantea no es demasiado violento, aunque los monstruos estén atacando a un muñeco, no se sitúa este contexto en uno de guerra y no se muestra una situación de batalla, sólo es que

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el niño dice que los monstruos le quieren atacar. Tampoco hay una situación demasiado caótica, tiene un determinado orden en lo que hace aunque no demasiado sentido (va haciendo distintas cosas). Primero dibuja y luego se interesa por la plastilina y crea los monstruos malos, el muñeco y un monstruo bueno. Lo que sí podemos observar es que no sigue un mismo hilo conductor, es decir, primero empieza por una cosa y cuando más o menos la acaba, sigue con otra que, en principio, no tiene nada que ver.

Es un niño que muestra fragilidad. Además, no incluye a la terapeuta en el juego, con lo que podemos pensar que los vínculos primarios establecidos con sus padres no están del todo consolidados porque ni él interpreta un rol que no es el de hijo, ni le otorga a la terapeuta el papel de padre, madre, etc. Puede que el niño haya “entendido” de la relación con su madre que se tiene que espabilar solo, ya que nadie lo ayudará. No muestra signos de demanda de ayuda ante la terapeuta, tampoco de agresión, simplemente está allí compartiendo espacio y tiempo con ella. Es como si los padres hubieran borrado de él cualquier signo identitário, esto lo podemos observar porque pide permiso como si tuviera miedo a hacer algo mal (sin saberlo) y se le fuera a castigar por ello.

En general, podemos observar que transfiere fragilidad y temor.

Contratransferencia del niño

Respecto a las reacciones que puede producir el comportamiento del niño en la terapeuta, observamos que lo primero que pueda sentir sea curiosidad. Esto se debe a que nos esperábamos a un niño agresivo (descrito por la madre) y nos encontramos ante un niño frágil y temeroso. Además, esto crea cierto sentimiento de incertidumbre y ambigüedad, la terapeuta pensará en ir con pies de plomo, ya que al principio, el niño puede mostrarse dócil y, de repente, cambiar su comportamiento.

También puede que la terapeuta se sienta fuera de lugar puesto que el niño no le adjudica ningún papel, ni la tiene en cuenta durante la hora de juego. Esto puede ocasionar distractibilidad, aburrimiento y desmotivación en la terapeuta. Sin embargo, cuando le empieza a contar espontáneamente lo que hace su hermana, la terapeuta puede sentirse sorprendida ante estas revelaciones.

Por otro lado, se podría dar el caso de que la terapeuta protegiera a este niño por ver su fragilidad. El hecho de pensar en la descripción tan agresiva de la madre y encontrarnos ante un niño distinto, tranquilo y educado puede hacernos dudar de la madre y vincularnos en exceso con el niño, brindándole protección.

Intervenciones terapéuticas que se podrían llevar a cabo en la sesión de juego

Confrontación: procederíamos a esta intervención cuando el niño crea un casco de bomberos de plastilina. Diríamos: dices que es un casco de bomberos pero te lo pones hasta los ojos.

Interpretaciones de contenido:

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- En la situación anterior, añadiríamos: creo que has hecho el casco hasta los ojos para que no te hagan daño.

- Cuando este nos muestra un muñeco al que le van a atacar unos monstruos, podríamos decir algo como: Pues este muñeco debe tener bastante miedo de estos monstruos que lo atacan. A lo mejor se defiende siendo un poco violento.

- En la misma situación que la anterior, podríamos hacer una interpretación de contenido si a los monstruos que lo atacan le ha añadido alguna característica femenina. Diríamos algo como: parece que estos dos monstruos son chicas que quieren hacer daño a este chico de aquí…puede que como ellas son dos piensen que tienen más poder que el muñeco…quizás el muñeco se sienta sólo y desprotegido…

- También haríamos una interpretación de contenido cuando llega un monstruo más tarde y es el que ayuda al niño. Sería algo como: a lo mejor alguien a quien tú quieres mucho llega tarde a casa y preferirías estar más tiempo con él porque te ayuda.

Interpretaciones transferenciales:

- Podrían hacerse cuando el niño pide permiso durante la primera parte del juego. La terapeuta podría decir: creo que me estás pidiendo permiso porque temes que yo te riña por algo que has hecho sin querer.

- También podríamos hacer una interpretación cuando, tras escribir MIMEBAN, hace unos dibujos. Diríamos lo siguiente: Creo que has añadido las estrellitas porque, como no estás seguro de lo que has escrito y no quieres que yo te corrija, me fije en los dibujos y no lea las letras.

¿Los padres necesitan ayuda terapéutica?

Esta pregunta es difícil de contestar puesto que juegan un papel importante factores distintos.

En cualquier caso, creo que la madre sí necesita ayuda terapéutica. Primero, porque ella misma tiene demasiadas ansiedades persecutorias que ha transferido a su hijo, tiene miedo a que los demás le causen daño y está tan centrada en esto que no ve que ella misma también puede causarlo. Es como si esta madre viera el mundo que le rodea como demasiado peligroso, en el que se siente desprotegida y su única manera de defenderse es atacando. Así cuando ataca, son los demás quienes se quedan vulnerables recuperando ella el “poder” y control de la situación. Este aspecto debería trabajarse, puede que en el exterior ocurran situaciones desagradables, que nadie puede controlar pero que se deben ir aceptando poco a poco, y que una misma debe hacer el intento de sobreponerse a los problemas. Segundo, también habría que señalarle que existen algunas conductas de su hijo que son apropiadas para su edad ya que, además, se trata de un niño nervioso. De esta manera, se evitaría que por

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cualquier acción del niño, esta mujer le gritara, castigara, etc. Se trabajaría la comprensión, no sólo hacia su hijo sino también hacia su marido.

Por otro lado, en el caso del padre quizás necesitara ayuda pero en menor medida que la madre. Sobre todo, se debería trabajar con él los sentimientos de culpa que tiene por no pasar el suficiente tiempo con sus hijos, de manera que trabajando esto, pudiera trabajarse la racionalización que hace acerca de los comportamientos de estos.

Por último, algo que se debería trabajar, es la relación de pareja. Cuando llegan a consulta, se pelean por explicar el comportamiento de su hijo. En mi opinión, existe una falta de comunicación entre ambos y su forma de hablar es mediante los reproches. La madre le reprocha (identificación proyectiva) que deja a sus hijos solos (cuando es ella realmente la que se siente sola) y el padre acepta esto y se siente culpable. De manera que se tendría que trabajar esta identificación para que ambos se preocuparan de brindarle el apoyo y cariño que su hijo les está demandando.

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