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CAMINEM JUNTS 1 N.º 86 • MAYO/JUNIO 2008 PARROQUIA SANTA MARÍA. XÀTIVA El amor de Cristo desde su Corazón sagrado

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N.º 86 • MAYO/JUNIO 2008 PARROQUIA SANTA MARÍA. XÀTIVA CAMINEM JUNTS 1

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CAMINEM JUNTS 1

N . º 8 6 • M AYO / J U N I O 2 0 0 8 PA R RO QU I A S A N TA M A R Í A . X ÀT I VA

El amor de Cristo desde su Corazón

sagrado

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S U M A R I O

C A M I N E M J U N T SE D I T A

Consejo Parroquialde Pastoral de la Seu

Ardiaca, 2 - 46800 Xàtiva

Vida Parroquial

I M P R I M EMATÉU impresores, s.l.- XÀTIVAE J E M P L A R E S

2.000D E P Ó S I T O L E G A LV - 3 0 7 2 - 1 9 9 2

LA FRASEBenedicto XVI

Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos,

por el Evangelio, por Cristo.

PortadaInterior de la Colegiata.

ContraportadaInterior de la Colegiata.

FotosArchivo Colegial, A. Climent,

Rafa Gil (E. Fotográfi co Federico),Desamparados Sanz, Catálogo

exposición La Llum de les ImatgesLevante EMV.

Pág. 3El Abad: Se termina el curso

PANORAMA PARROQUIAL

Pág. 4Semana santa en fotosPág. 5Peregrinación a Lourdes en el JubileoPág. 8Bendición de la imagen de la Virgen de FátimaPág. 9Inauguración de las restauraciones de la Colegiata: se reanuda el cultoPág. 16Nueva Evangelización: Religiosidad popular

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: AMOR INFINITO

Pág. 27De la encíclica Divina Misericordia de Juan Pablo II, el GrandePág. 45Vicente López Portaña (1772-1850). Síntesis biográfi ca

Pág. 51Unas cuantas noticias interesantes

Pág. 53Nuestro patrimonio en vías de restauración

CULTO EN LA COLEGIATALa Colegiata se abrirá todos los

días, también domigos y festivos, a las 9’30 h. hasta las 13 h, excepto los lunes que se cerrará a las 12 h.

A las 9’50 h, rezo de Laudes y a las 10 h, Misa Conventual.

De 10’30 a 11 h, confesiones.Por la tarde, estará abierto de 18

a 19’30 h.Domingos y festivos: a las 10’05

h, rezo de Laudes y a las 10’30 h, Misa Conventual.

Por la tarde, se abrirá a las 18 h.A las 19’30 h, rezo de Vísperas y

a las 20 h, santa Misa.Nota: los entierros, bautizos y bo-

das serán en la Colegiata.

CULTO EN SANT FRANCESC

La Iglesia de sant Francesc se abrirá todos los días, excepto el lunes por la mañana que estará cerrado, a las 10 h. hasta las 13 h.

Por la tarde se abrirá a las 18’30 h. hasta las 20 h.

A las 19 h, rezo del santo Rosario y a las 19’30 h, santa Misa.

Los sábados y vísperas de fi esta, la Misa será a las 20 h.

Los domigos y festivos, a las 13 h, santa Misa en valenciano.

Resumiendo:

El culto de las mañanas se cele-brará en la Colegiata y el culto de las tardes, también sábados y vísperas de fi esta, en sant Francesc.

A excepción de la misa de una de los domingos y festivos que se celebra-rá en sant Francesc.

SE REANUDA EL CULTO EN LA COLEGIATA Y SE CONTINUA EN SANT FRANCESC

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EL ABAD

Terminamos el curso pero no la tarea de evangelizar: siempre es momento para anunciar la Buena Noticia de Jesús. Y a eso estamos comprometidos, ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! Decía san Pablo.

Nuestra Revista es un vehículo de evangelización; nos consta que la lee mucha gente. Se reparten 2000 ejemplares, llega a todos los hogares de la Parroquia y son cada día más las personas, no de la Parroquia, que piden la Revista por el interés que despierta. Ello nos alegra y nos lleva a trabajar más para darle calidad, profundidad y belleza.

Entramos en el mes de junio; se trata de un mes dedicado al Sagrado Co-razón de Jesús, que no es más que el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, como también escribe el Apóstol de los Gentiles. Por eso la idea de ofrecer unos capítulos de la Encíclica del Papa Juan Pablo II, el Grande, sobre la Divina Misericordia. El amor de Cristo le lleva a ser misericordioso. Nece-sitamos la misericordia divina, pues somos pecadores y necesitados de perdón, amor, comprensión. Y eso lo encontramos en el Corazón de Cris-to.

A fi nales de julio, en plenas vaca-ciones, saldrá la Revista dedicada a la Mare de Déu y a las Fiestas Patrona-les.

También decirles que la “Nueva Evangelización” del próximo curso la dedicaremos a estudiar la fi gura y la obra de san Pablo. Será desde el 29 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009 Año Paulino en toda la Iglesia con motivo de cumplirse los 2000 años del nacimiento de san Pablo. Nosotros lo celebraremos de esa ma-nera, entre otros actos que la Iglesia nos ofrecerá.

Feliz verano a todos: disfruten, descansen, sean muy felices.

Se termina el curso

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Panorama parroquial

SEMANA SANTA EN FOTOS

Domingo de Ramos

Viernes Santo

Vigilia Pascual

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Durante la semana de Pas-cua marchamos en peregrina-ción a Lourdes para lucrar la Indulgencia jubilar del 150 aniversario de las Apariciones de la Virgen María a santa Bernardette.

El primer día fue todo él de viaje por carretera llegando a la hora de la cena al hotel. Después de cenar visitamos la sagrada Gruta y la Virgen, centro de nuestra peregrina-ción.

Amanece con lluvia el se-gundo día y no nos abando-naría en toda la semana; por lo tanto había que hacerse el ánimo bajo la lluvia transcu-rrió toda la peregrinación.

El programa era visitar de nuevo a la Virgen y luego con-templar el nuevo Vía crucis de mármol para enfermos. ¡Ver-dadera obra de arte las 17 estaciones.! Ya por ver aque-llo y entretenerse saboreando la obra y el mensaje que en-cierra, ocupa toda una maña-na. Pero nosotros seguimos el programa: basílica del Rosa-rio. En su fachada, con motivo del Jubileo, han colocado en mosaico los misterios Lumino-sos del Rosario en honor al Papa Juan Pablo II, el Grande. El interior es otra preciosidad con los quince restantes miste-rios en grandes retablos de

PEREGRINACIÓN A LOURDES EN EL JUBILEO

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Panorama parroquial

“Nueva Evangelización:Recuperar el coraje de la fe”

Editorial: EdicepAutor: Arturo Climent BonaféVenta: librerías religiosas

mosaico. Y en el altar mayor la Virgen del Rosario: A Jesús por María. Lourdes siempre lleva a María y ésta a Jesús, único Salvador. Visitamos la Cripta y luego subimos a la basílica de la In-maculada, donde en la capilla de santa Juan de Arco, celebramos la Eucaristía.

Por la tarde, con lluvia al canto, visitamos la Parroquia de Lourdes, donde Bernardette fue bautizada, luego la Cárcel, que sirvió de vivienda para la familia durante algún tiempo.

Continuó la tarde con la procesión del Santísimo en la basílica subterránea de san Pío X. Después de cenar, la procesión de antorchas con lluvia a cántaros.

Al día siguiente la misa internacional en la basílica de san Pío X y luego visitamos el museo de Bernardette en el interior del recinto. Por la tarde rezamos el Vía crucis por la montaña ante las estaciones de bronce, tamaño natural. Al bajar visitamos el Museo tesoro y tiempo libre. Des-pués de cenar y con la lluvia consiguiente rezamos el Rosario ante la sagrada Gruta.

De buena mañana salimos de Lourdes con dirección a Barbastro. Al entrar en España nos recibió la nieve. El espectáculo era precioso pero peligroso para el autocar. Llegamos primero a Torreciudad y visitamos el santuario de la Virgen. Por la tarde el Museo de los Mártires, que era parte importante de la peregrinación. Allí pudimos seguir el Calvario de aquel Seminario donde

Grupo de peregrinos ante la basílica del Rosario. Lourdes.

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los 51 habitantes fueron atrozmente martirizados. Rezamos ante los sagrados restos de nuestros jóvenes valientes: José María Blasco, Eduardo Ripoll y José Amorós.

A pesar de la lluvia y de la nieve, resultó una estupenda peregrinación.

Las dos sobrinas del beato José María Blasco en Barbastro.

Grupo de peregrinos en Barbastro.

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El sábado 26 de abril el Sr. Abad bendijo una nueva imagen de la Virgen de Fátima, traída desde Roma para ocupar una capilla de la iglesia de sant Francesc. A la Virgen se le impuso un precioso rosario de madre perla y plata fabricado en Belén. La nueva imagen fomentará más aún la devoción a la Santísima Virgen María.

Los niños de la Catequesis de Infancia, en el acto de fi nal de curso, el jueves 15 de mayo, veneraron a la Virgen y le ofrecieron fl ores.

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Panorama parroquial

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Palabras del Sr. Abad

UN GRAN ACONTECIMIENTO PARA LA SEU

El santo Arzobispo de Va-

lencia Juan de Ribera el 22 de enero de 1598 colocó la pri-mera piedra de este grandioso Templo Colegial. Durante mu-chos años se llevó a cabo la construcción de la Colegiata. Doce arquitectos – Maestros de obra – intervinieron hasta verla con la fachada principal. El Abad don José Plá hizo una gran reforma, se le cayó la cú-pula y tuvo que construirla de nuevo. El Abad don Juan Vayá reconstruyó la iglesia después de la quema y destrucción de 1936, durante la Persecución Religiosa que sufrió la Iglesia Española.

Pero sin lugar a dudas, ha sido ahora, con motivo de la

INAUGURACIÓN DE LAS RESTAURACIONES DE LA COLEGIATA: SE REANUDA EL CULTO

El domingo 27 de abril se abrió de nuevo la Colegiata al culto. Era ya un momento muy esperado y querido por los fi eles. Con una Misa solemne

el Sr. Abad inauguró las obras de restauración en presencia de los responsables de la Fundación La Llum de les Imatges y la Seu abarrotada de fi eles.

Al fi nal de la Eucaristía el Sr. Abad pronunció unas palabras de agradecimiento y regaló a doña Carmen Díaz Quintero el Lliri de la Mare de Déu de la Seu.

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Panorama parroquialgran exposición de la Llum de les Imatges LUX MUNDI, cuan-do se ha realizado una pro-funda restauración de la Cole-giata devolviéndole la hermo-sura, la brillantez y la elegan-cia primitiva, como hoy muy bien podemos contemplar.

Quienes la idearon y la construyeron pensaron en una catedral y realmente hicieron una CATEDRAL, no tiene obis-po pero es una preciosa cate-dral: la Seu de Xàtiva.

Y todo lo que hoy vemos ha sido gracias a la Fundación La Llum de les Imatges de la Generalitat Valenciana y del Arzobispado de Valencia.

Pero esta Fundación tiene unas personas que son las que están a pie de obra y no quie-ro inaugurar esta restauración sin agradecerles todo lo que han hecho para que la Cole-giata esté así de hermosa y bella.

Sabe la Fundación que no he pedido demasiadas co-sas y que he colaborado du-rante la restauración y du-rante la exposición como uno más del Equipo. Pero ahora sí que le pido algo fundamental para que todo sea perfecto: la parte Sur con la fachada de santa Ba-silisa. Nos falta eso y bien desde la Fundación o desde la Consellería de Patrimonio debemos acabar la obra.

Doña Carmen Díaz Quintero: la he visto trabajar con arquitec-tos, aparejadores, jefes de em-presa. ¡Valiente y tenaz! Es así como se hacen las grandes ma-ravillas. Muchas gracias.

Junto a ella está Concha siempre tan amable y servi-cial, Ximo Vidal, a pie de obra, entregado en cuerpo y alma a cada obra de arte; Blanca y Rosa, quizás con un

Fundación La Llum de les Imatges.

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trabajo menos vistoso pero efi -caz; Doña Carmen Pérez con José Luis en restauración y todo su equipo. Me encanta lo que han hecho con nuestras obras de arte.

Quiero agradecer al Muy Ilustre Señor canónigo Archi-vero de la Catedral, don Vi-cente Pons, su valiosa colabo-ración en la Colegiata y su trabajo como Comisario de la exposición.

Ahora vamos a reestructu-rar el Museo y a ponerlo en marcha muy pronto. Quere-mos que sea una obra de la Iglesia, que, sin lugar a dudas, ensalzará la hostoria y la cul-tura de esta ciudad.

No debo olvidar a todo el gran equipo de señoras que durante dos largas se-manas han estado trabajan-do en la limpieza de la Co-legiata. ¡Qué grupo tene-mos, Señor, qué maravilla de mujeres!, ¡Merecen un monumento!. También a la Junta de Camareras de la Mare de Déu.

Carmen y en su nombre a la Fundación la Llum de les Imatges, la Comunidad Parro-quial de la Seu quiere otorgar-le la distinción más alta que tenemos: El Lliri de Plata de la Mare de Déu de la Seu. Con él va mi cariño y gratitud.

Muchas gracias y que Dios les bendiga. El señor Abad entrega el Lliri de plata de la Mare de Déu a Dª Carmen Díaz Quintero.

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Panorama parroquialADORACIÓN NOCTURNA FEMENINA

Ya hemos inaugurado la Nueva Adoración Nocturna Femenina. El primer martes de mayo fue la primera sesión de este nuevo impulso. Con el rezo del Rosario comenzó la Vigilia, siguió la Eucaristía y luego la exposición del Santísimo Sacramento. Se han inscrito 43 señoras; al acto asistieron 70 fi eles; a la adoración siguieron más de 50. ¡Demos gracias a Dios!.

AMPLIACIÓN DEL MUSEO COLEGIAL

Después del gran éxito de la Exposición la Llum de les Imatges LUX MUNDI, hemos deci-dido ampliar el Museo Colegial; para exponer parte del tesoro artístico que tenemos, precisa-mos espacio. Y con las autorizaciones necesa-rias por parte de la Consellería de Patrimonio, ampliamos el espacio museístico a la girola de la Colegiata y a sus capillas. De esa manera podrá hacerse un buen recorrido y contemplar las obras de arte de la Colegiata. Además co-laborará al mantenimiento del patrimonio y actividades pastoral de la Iglesia Colegial.

AÑO PAULINO EN EL 2000 ANIVERSARIO DEL APÓSTOL

El Papa Benedicto proclamará Año paulino el próximo 29 de junio para celebrar el 2000 aniversario del nacimiento del Apóstol. Noso-tros, dentro del movimiento “Nueva Evangeli-zación” nos unimos a este gran acontecimien-to. El temario para el próximo curso será el estudio de la fi gura de san Pablo y sus cartas, lo que se llama Corpus Paulino. Puede resultar un curso apasionante.

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN DESDE LA SEU DE XÀTIVA

La Seu de Xàtiva se esfuerza por hacer realidad la Nueva Evangelización con nuevos méto-dos, nuevo ardor, con ilusión, esfuerzo y trabajo. ¡Y estamos contentos!

INTERNET CON UNA MEDIA DE 150.000 VISITAS MENSUALES

La página de la Colegiata colgada en Internet es un punto de referencia a tener en cuenta. Es visitada por miles de personas que se interesan por lo que hacemos y como lo hacemos.

Javier Borrás y Gustavo Mollá son los arquitectos de esta página.

FedericoFOTOS CARNET

REPORTAJES VIDEO Y FOTOS

pasaje “el lleó”tel. 96 227 66 43 xàtiva

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Muchos de los que nos visitan nos hacen llegar sus opiniones y enhorabuenas que, para nosotros, son chorros de ánimo para seguir trabajando y mejorando este medio de evangelización.

HOJA PARROQUIAL “LA SEU” CON 600 EJEMPLARES SEMANALES

La Hoja parroquial es otro medio para hacer llegar el mensaje cristiano a los hogares. Cada semana se hace presente en la puerta de la iglesia y todas “desaparecen”. Si se publican 600, ¿cuántos fi eles la leerán?

DESDE LA SEU: ARTÍCULO DE OPINIÓN CADA QUINCE DÍAS EN EL PERIÓDICO LEVANTE EMV SECCIÓN COSTERA.

Ya son muchos años de rodaje. ¡Doce! Cada quince días y en algunas temporadas todas las semanas, el Sr. Abad se hace presente en la columna que él mismo tituló entonces: ”Desde la Seu”. Toca temas muy variados y distintos, pero todos tienen en sí el mensaje cristiano. También nos consta que lo leen muchísimos lectores del periódico Levante.

REVISTA CAMINEM JUNTS – BIMENSUAL – 2.000 EJEMPLARES

Es nuestra Revista, la cuidamos y mimamos con un cariño entrañable. Llega a todos los ho-gares de la Parroquia de santa María y sabe-mos que a otros muchos que muestran su inte-rés por seguirnos. La Revista Caminem Junts tiene clara la línea editorial: evangelizar. No pretende otra cosa, ¡y es mucho!

LIBRERÍA ABIERTA TODOS LOS DÍAS EN LA SEU Y SANT FRANCESC

Ahora en sant Francesc, después en la Seu y en la ermita de sant Josep, esta Librería quie-re hacer presente la cultura católica y los valo-res cristianos. El libro es muy importante, no solo hay que comprarlo sino leerlo. Esta Libre-ría está en el interior del templo y está abierta cuando la iglesia lo está. Además pretende acercar los signos religiosos de calidad para que estén presentes en los hogares. Son traídos de Tierra santa, de Roma, Lourdes y Fátima: los santuarios más importantes del mundo.

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Colaboración empresa

El amor de Dios se manifi esta

en Jesucristo, el Señor.

INSTITUTO DE CIENCIAS RELIGIOSAS – CLASE SEMANAL – 42 ALUMNOS

Ya estamos en el tercer curso. Cada lunes se imparte teología para seglares junto con fe y cultura. La asistencia es muy buena, también la participación por medios de los trabajos que aportan los alumnos.

“NUEVA EVANGELIZACIÓN” – SEMANAL – CON UNA MEDIA DE 50 ADULTOS.

Los jueves abrimos las puertas del Palau del Ardiaca para acoger a los fi eles que acuden a “Nueva Evangelización”, formación permanente para católicos adultos. Tocamos muchos temas, todos ellos interesantes. Este año hemos introducido conferencias sobre pintores relacionados en Xàtiva, entre otros temas de cultura cristiana.

CAMPAÑA DE CONCIENCIACIÓN ECONÓMICA“AYUDA A LA COLEGIATA”

La Iglesia Colegial de santa María

de Xàtiva es también Parroquia y como tal tiene una gran Misión que cumplir: anunciar con hechos y palabras la Bue-na Noticia de Jesús y, además conser-var un importante legado cultural y ar-tístico: su cuantioso patrimonio.

Nuestra Misión de anunciar a Jesu-cristo exige una preparación y forma-ción de los Agentes de Pastoral. Actual-

mente tenemos noventa Agentes de Pastoral. Tenemos grandes proyectos para mejorar nuestra vida comunitaria y parroquial, pero necesi-

tamos recursos para llevarlos a buen término. La Colegiata goza desde su fundación de un Cabildo de Canónigos y de un Abad-Párroco;

también precisa de un sacristán, al igual que un organista: todo eso ha de remunerarse adecua-damente según la ley laboral.

La Casona parroquial, el Palau del Ardiaca y el Centro de la Juventud “beato Gonzalo Viñes”, lugares donde se imparten las catequesis a los niños, jóvenes y a los adultos respectivamente, necesitan un remanente continuo para reparaciones, mantenimiento, adecuación y actualiza-ción.

Además de estos Centros Pastorales, la Colegiata tiene que mantener cuatro templos abiertos al culto: la misma Colegiata, la iglesia de sant Francesc, la iglesia de sant Feliu y la ermita de

Panorama parroquial

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sant Josep. Mantener abiertas estas iglesias su-pone un enorme gasto de personal, electrici-dad y limpieza, entre otras cosas.

También tenemos las Casas Abadías como viviendas para los sacerdotes y el Centro de sant Francesc donde está instalada Cáritas la Seu. La Casa Natalicia de san Jacinto Castañe-da se encuentra en pésimas condiciones y aún no hemos podido llegar a ella.

La Colegiata ha tenido que hacer frente a diversos gastos extraordinarios y muy impor-tantes, (Kiosco-Guardería) y siguiendo las indi-caciones del Sr. Cardenal Arzobispo, y con las debidas autorizaciones del Arzobispado, tiene ahora concertado un préstamo con la entidad bancaria CajaSur de Valencia de 180.000 euros (30 millones de las antiguas pesetas), para hacer frente a la deuda contraída y que va devolviendo aportando mensualmente 1600 euros y durante doce años.

Como vemos, la Colegiata tiene gastos de catedral e ingresos de parroquia media.

Queremos lograr la plena autofi nanciación, es decir, que nuestra Iglesia Colegial se man-tenga y crezca con la aportación directa de los católicos feligreses y amantes de la Seu.

Los ingresos de la Parroquia son las colec-tas, el donativo realizado con ocasión de algu-nos sacramentos y los donativos voluntarios de algunos fi eles.

Es hora ya de abordar este importante tema ya que la Iglesia únicamente percibirá a partir de este año 2008 lo que se aporte del resulta-do de la declaración de Hacienda y ello, por supuesto, no llegará a cubrir los gastos habi-tuales de la Iglesia.

Por ello en la Colegiata queremos ampliar la colaboración de los fi eles mediante cuotas, que llamaremos “Ayuda a la Colegiata”, y que mensualmente se podrá ingresar en la cuenta bancaria que indicamos. De ese modo y cómo-

damente, cada feligrés podrá aportar a la Co-legiata la cantidad que él mismo haya decidi-do en conciencia.

Sería bueno comenzar ya el 1 de junio.Éste es el número de cuenta: BBVA. 0182 - 0563 - 40 - 0201531361

Este proyecto ha sido aprobado por el Ca-bildo colegial, el Consejo de Pastoral y el Con-sejo de Economía de la Parroquia.

Confi amos en que esta iniciativa dé abun-dantes frutos. De antemano, muchas gracias y que Dios les bendiga.

Xàtiva, 13 de mayo de 2008

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GRUPO I

1. ¿Qué papel tiene la religiosidad popular en la vida del cristiano?

El interior de cada persona, nosotros no podemos conocer-lo ni juzgarlo; tal vez esa reli-giosidad popular que en lo multitudinario parece folklore, en cada individuo por separa-do, sea una verdadera mani-festación de su espiritualidad y de su fe.

Sin embargo ,no se puede decir que todos los que partici-pan de la religiosidad sientan una fe sólida y verdadera hacia el santo que festejan, pero en general ayuda a la devoción; esto es el papel que representa, porque también se suelen unir a

estas manifestaciones religiosas, actos litúrgicos.

El ideal del cristiano es y será siempre Jesucristo. El es nuestro punto de referencia. El es nuestra fe.

2. ¿Cómo debería ser esa religiosidad?

Cada persona debería sentirla en lo más hondo del alma, manifestación de esa fe innata que Dios ha depositado

Panorama parroquial

NUEVA EVANGELIZACIÓN:

Religiosidad popular

Los distintos grupos han trabajado muy bien el tema de la Religiosidad popular. Sus aportaciones son interesantes y para que quede

constancia y otros las puedan leer, las agregamos en la Revista, con la seguridad de que harán un inmenso bien a los lectores.

APORTACIONES DE LOS GRUPOS

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Rafael Blesa Martínez

Matilde Ridocci, 3 46800 XÀTIVATels. 962 27 47 24 (Valencia)

en el hombre y que cada uno lo demuestra libremente a su manera, infl uida tal vez por la educación religiosa que he-mos recibido. Y también decir, que todo esto si no conduce a Cristo, no tiene sentido.

3. ¿Qué hacer ante una re-

ligiosidad popular que no lle-ve a lo esencial, es decir al Cristo, el Señor, a vivir los sa-cramentos, a ser miembro ac-tivo de la Iglesia?

La religiosidad popular no hay que coartarla, si no mas bien encauzarla. La Iglesia que somos todos, debe buscar que se pase de una fe prima-ria, guiada por la emoción y la sensiblería, a una fe más adulta, más razonada, más trascendente y ello solo es po-sible mediante el ejemplo de las buenas costumbres y el diálogo tanto a título particu-lar como en pequeños grupos, o sea catequizando. Y tam-bién saber que la religiosidad popular cuando está bien orientada mediante una peda-gogía de evangelización, con-tiene muchos valores.

4. ¿Qué tipo de religiosidad

popular existe en Xátiva y cómo se vive?

La misma que en todas par-tes, la propia de una fe super-fi cial, emotiva, pero al parecer sin evolucionar a estadios más

avanzados de interiorizar lo esencial; pues haría falta a diario ser un verdadero discí-pulo de Cristo, seguidor de su doctrina y cumplidor de sus preceptos.

En Xátiva a veces hay una religiosidad cristiana y com-partida por muchos, con acu-sadas expresiones emotivas, pero solo en momentos con-cretos y actos puntuales.

GRUPO II

1. ¿Qué papel tiene la reli-giosidad popular en la vida del cristiano?

Citaremos unas palabras de Benedicto XXVI cuando era Cardenal y decía: “la religiosi-dad popular es el humus, sin el cual la liturgia no puede de-

sarrollarse. Desgraciadamen-te, muchas veces fue despre-ciada y pisoteada por parte de algunos sectores del movi-miento litúrgico y con ocasión de la reforma postconciliar. Sin embargo hay que amarla, es necesario purificarla y guiarla, acogiéndola siempre con respeto, ya que es la ma-nera con que la fe es acogida en el corazón del pueblo, aún cuando parezca extraña o sor-prendente. Es la raigambre segura e interior de la fe”.

Dentro de la Religiosidad Popular, sus elementos más destacados son las Hermanda-des y Cofradías. En ellas se vive una convivencia sana, una unión entre todos los miembros...

Las formas de culto de las Hermandades y Cofradías en

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Panorama parroquialsu manifestación devocional más generalizadas se resu-men, en novenas, septenarios, triduos, actos procesionales, Vía crucis..., teniendo siempre como centro celebrativo la Eu-caristía.

Todos tienen importancia en la vida del cristiano, porque en todos se manifi esta la fe.

Pero hay un ejemplo: El Ro-cío, que se celebra el día de Pentecostés, en el cual todo vale y a tope. Incluidas borra-cheras. Y luego en las casetas se vive de forma bastante in-moral. Todo es un puro folclo-re. Hay excepciones ¡cómo no!, pero cuando acaba, se olvidan de la Virgen, de la Iglesia y de todo hasta el año siguiente. Nunca van a misa, pero llevan colgada al cuello la medalla de rocieros.

2. ¿Cómo debería ser esta

religiosidad?Juan Pablo II decía: “cuan-

do esta manifestación de reli-giosidad popular es genuina; tiene como fuente la fe y por tanto tiene que ser apreciada y favorecida”.

La religiosidad popular no es contraria al carácter central de la Liturgia, sino que fomen-tando la fe de todos nosotros que la consideramos una ex-presión natural, nos prepara para la celebración de los Sa-grados Misterios.

Todos tenemos nuestro Cris-to, nuestra Virgen, Nuestro Santo..., enraizados en nuestra historia personal de salvación. Todos conservamos un rincón íntimo de religiosidad popu-lar.

También Pablo VI decía: “la religiosidad popular cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden co-nocer. Hace a la gente capaz de generosidad y sacrifi cio. Engendra actitudes interiores que raramente pueden obser-varse en el mismo grado en quiénes no poseen esa religio-sidad”.

Esta religiosidad popular siempre debe ser creyente, cristiana, católica, compartida por muchos, con fuerte arrai-go tradicional, con expresio-nes emotivas, simbólicas y plásticas.

3. ¿Qué hacer ante una re-ligiosidad popular que no lleve a lo esencial, es decir, a Cristo, el Señor, a vivir los Sacramen-tos, a ser miembro activo de la Iglesia?

Lo esencial de la religiosi-dad popular es que lleve a Cristo, a vivir los Sacramentos, a ser miembro activo de la Iglesia.

Pero los fallos de la religio-sidad popular son la carencia de catequesis cristiana, la re-

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ducción de la práctica religio-sa y de la misma fe a esos gestos y signos desprovistos de vida litúrgica y sacramen-tal, llenos de expresiones exte-riores, pero defi cientes en la fe personal e incoherentes en el comportamiento moral, con degeneraciones vulgares de esa religiosidad.

Pero la Iglesia del Vaticano II no sólo no ha hecho des-aparecer la religiosidad popu-lar, sino que más bien la ha redescubierto y valorado, con-siderándola efi ciente para la evangelización y una manifes-tación muy buena para evan-gelizar desde ella.

4. ¿Qué tipo de religiosidad popular existe en Xátiva y cómo se vive?

En la tradición religiosa de Xàtiva, la religiosidad popular se manifi esta en la fuerza emo-cional de las imágenes religio-sas, en las Cofradías que les dan culto y en las procesiones que desfi lan por las calles para la veneración de la gente.

Cristo, la Virgen, los Santos, se veneran como presencia misma de quiénes representan y son un referente de la devo-ción ardiente y la piedad ante el Cristo de Carmen, por ejem-plo, La Dolorosa, El Eccehomo, El Cristo de La Palma, Jesús Nazareno, La Soledad de la Virgen...

Siempre debe haber fervor, fe y devoción, aunque por parte de mucha gente no es así, sino más bien un espectá-culo que consiste en ver quién asiste a las manifestaciones, procesiones, sin ningún respe-to a lo que representan las imágenes.

También podemos ver cómo mucha gente que venera las imágenes, se emociona ante ellas, pero luego no participa nunca en la Eucaristía. Cuan-do la verdad es que la Virgen o los Santos, sin Cristo no tie-nen sentido.

Tenemos un buen ejemplo en el año 2000, cuando la Virgen, nuestra patrona, se paseó por toda la ciudad: cantidad de gente le echaba fl ores, le cantaba..., pero qui-zás era porque así tenían una

excusa para salir a la calle de noche a pasear bien acompa-ñados. Y luego nada. No se vio, creemos, el resultado en las Eucaristías, ni siquiera do-minicales.

En fi n, debemos hacer un examen colectivo de concien-cia, sobre las responsabilida-des que tenemos los católicos, como agentes de ese proceso de decadencia de la religiosi-dad que hay en todas partes.

GRUPO III

1. ¿Qué papel tiene la reli-giosidad popular en la vida del cristiano?

Entendemos por religiosi-dad popular: las manifestacio-nes y prácticas religiosas que son gratas al pueblo.

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Estas manifestaciones sur-gen en distintas épocas históri-cas y se van transmitiendo a través del entorno familiar, so-cial y religioso.

Teniendo en cuenta que todo lo que nos rodea produ-ce en nosotros una “sensación” por medio los sentidos y que las distintas sensaciones pue-den producir en el ser humano “emociones”.

Las emociones que generan estas manifestaciones religio-sas populares, al ser estados afectivos internos y persona-les, deben despertar en la vida del cristiano todo lo que de bueno, veraz y grande tie-ne nuestra religión. No que-dándose solamente en emo-ciones externas.

Todo esto nos aporta por tanto el planteamiento de que la religiosidad popular tiene parte positiva y parte negati-va.

La parte positiva sería que puede ser un medio importan-te para que las personas que están alejadas de Dios, esa emoción les lleve a considerar su encuentro con Él y por lo tanto avivar su Fe.

También puede ser un me-dio efi caz de introducir a los más pequeños en un ambiente religioso y cultural relacionado con la Fe. Y que luego con el catecismo y la formación reli-giosa irán dando cuerpo a

una auténtica tradición cristia-na en los niños.

La religiosidad popular man-tiene a la gente que la practica con un vínculo común, y forta-lece la fe de los participantes al hacer visible ante los demás el hecho religioso.

La parte negativa sería que puede motivar una explosión de sentimentalismo nada rela-cionado con la religión sino más bien con las tradiciones culturales. Incluso en algunos casos utilizarse como atrac-ción para el turismo.

No todos los que manifi es-tan su religiosidad pública-mente son más creyentes que los que no lo hacen. Simple-mente lo exteriorizan de una manera diferente.

En conclusión podemos de-cir que la religiosidad popular

bien orientada y realizada puede ser válida. Lo que en ella se expresa sale del cora-zón de la gente de forma na-tural y en la mayoría de los casos asisten con reverencia.

2. ¿Cómo debería ser esta religiosidad?

La religiosidad popular de-bería ser: sincera y auténtica, un verdadero refl ejo de nues-tros sentimientos cristianos.

Cuando la religiosidad se manifi esta públicamente, corre el riesgo de masificarse, y todo lo que pudiera tener de expresión de Fe se convierta en sentimentalismo o fanatis-mo popular, tal y como des-pertaría cualquier personaje o ídolo de la actualidad.

Los cristianos debemos ayudar y colaborar poniendo

Panorama parroquial

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todos los medios a nuestro al-cance para que las manifesta-ciones públicas religiosas es-tén debidamente organiza-das, ordenadas y orientadas sólo hacia fines meramente religiosos. Nos deberíamos de sentir responsables de que sean sobretodo la consecuen-cia de unas creencias y unos preceptos de nuestra reli-gión.

Desearíamos:- que la religiosidad popu-

lar que permanezca en nuestros pueblos sea la suma de la fe que nos transmitieron nuestros mayores junto con una formación religiosa ac-tual y sólida.

- que estas manifestacio-nes se llevaran a cabo con sencillez y reveren-cia, sin exageraciones ni fanatismos, eliminando en lo posible el exhibi-cionismo personal o de grupo.

- Ensayar nuevas formas de religiosidad popular acordes a la evolución de los nuevos tiempos. (Estos posibles cambios deberían entenderse como un acercamiento entre la realidad del pue-blo y la religión, no por ello se reduciría la fe de los cristianos ni el núme-ro de creyentes).

3. ¿Qué hacer ante una re-ligiosidad popular que no lleve a lo esencial, es decir al Cristo, el Señor, a vivir los Sacramen-tos, a ser miembro activo de la Iglesia?

La religiosidad popular no lleva precisamente a lo esen-cial, pero sirve en muchos casos para volver los ojos a Dios.

Es por lo que consideramos que la deseada “madurez reli-giosa” debe llegar a los cris-tianos a través de:

1º la formación religiosa2º la Fe de los católicos

practicantes(1º) Una formación religiosa

sólida es muy importan-te. Esto ayudará a no confundir las emociones con lo que realmente debe despertar en noso-tros un Dios de amor.

(2º) La Fe de los fi eles prac-ticantes debe ser siempre ejemplo de vida y de for-mación religiosa, no sólo a través de la religiosi-dad popular sino mani-festándola por medio de nuestras obras.

4ª ¿Qué tipo de religiosidad popular existe en Xàtiva y cómo se vive?

La devoción a la “Virgen de la Seo” es bien patente y demostrada año tras año en las misas que se celebran en su honor el 5 de Agosto.

Este dato nos lleva a poder afi rmar que la devoción a la Virgen de la Seo sí lleva a lo esencial: la “Santa Misa”, y como consecuencia de esto podemos pensar que es un signo de madurez religiosa de los devotos de la Virgen.

La “Semana Santa” de Xá-tiva tiene una arraigada tra-dición social y familiar, y se vive con sentimiento religioso que motiva a muchas perso-nas a cumplir con estos ac-tos, incluso en horario intem-pestivo.

Sobre la “Procesión del Corpus” queremos manifestar que nos produce tristeza el he-cho de que siendo la misma Eucaristía la que recorre las calles de Xàtiva, el pueblo no participe con el fervor religio-so que merece la salida del Santísimo.

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CAMINEM JUNTS 22

Se debería considerar que este acto religioso tan impor-tante podría desarrollarse en un espacio religioso adecua-do, con el fi n de que no que-de diluido por la procesión cívica (que independiente-mente continuaría con sus tra-diciones culturales y folclóri-cas que tanto enriquecen al pueblo).

GRUPO IV

1. ¿Qué papel tiene la reli-giosidad popular en la vida del cristiano?

Nulo papel ya que entien-do que estas demostraciones son mas bien un folklore que una exaltación de la fe.

Tal vez influya en algunas personas que a lo largo del año no frecuentan la igle-sia, pero que en esas mani-festaciones de fiesta quede algún sentimiento religioso por el afecto a la imagen que representa un motivo de exaltación sea bien al Virgen o el santo que se ve-nera.

Se trata de una actitud hedonista mas que de un sentimiento religioso, impera lo material sobre lo espiri-tual. El español en muchos casos es católico por conve-niencia, por tradición o por costumbre.

2. ¿Cómo debería ser esta religiosidad?

Empezando por los respon-sables que organizan estas fi estas que muy bien podrían ser motivo de la cultura de unos barrios, pero que falta en la mayoría de los casos la religiosidad que merecen el homenaje a sus santos Patro-nos.

Debería ser en primer lugar sentida, ordenada, respetuo-sa, callada, silenciosa y no bulliciosa y escandalosa. He-mos de aprender a ser mode-rados y cuando toque demos-trar la alegría y el entusiasmo hacerlo pero sin pasarse, y so-bre todo cuando se acompa-ña a una imagen en proce-sión, guardar el silencio y el respeto que merece dicha ima-gen.

3. ¿Qué hacer ante una re-ligiosidad popular que no lleve a lo esencial, es decir al Cristo, el Señor, a vivir los Sacramen-tos, a ser miembro activo de la Iglesia?

No podemos cambiar cier-tas costumbres, pero si infl uir en estas organizaciones para cambiar ciertos hábitos que no están en consonancia con lo esencial de estas manifesta-ciones.

Debemos intentar por todos los medios posibles y con bue-na voluntad suprimir ciertos actos que nos alejan de lo esencial.

Tener buen criterio para de-cidir acertadamente luchando siempre contra corriente pero sin desfallecer, porque el anti-clericalismo ofi cial imperante solo pretende alejarnos preci-

Panorama parroquial

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CAMINEM JUNTS 23

samente de los esencial, es decir al Cristo, el Señor, a vivir los sacramentos, a ser miem-bro activo de la iglesia.

4. ¿Qué tipo de religiosidad

popular existe en Xàtiva y cómo se vive?

La religiosidad popular en nuestra ciudad se centra prin-cipalmente en las llamadas fi estas de calle en donde se pretende honrar por unas ho-ras al Santo Patrón o a la Stma. Virgen en sus diferentes advocaciones. Una “fiesta” que se renueva cada año.

Desgraciadamente, a mi entender, no se vive durante el año. Creo que es deber de nuestra comunidad infl uir más en estos actos tratando de ser ejemplo de religiosidad bien entendida y que no se convier-tan estas celebraciones en una mera fi esta donde prive lo ma-terial sobre lo espiritual.

Es por desgracia hecho constatado que en la religiosi-dad popular, lo religioso es el pretexto y lo imperante es el populismo, que cada vez con más desmadre se percibe en los festejos populares y donde el escarnio es mayor, lo pode-mos “sufrir” en estas fi estas tan arraigadas en estos lares y que dicen se convocan de ma-nera irrenunciable ( caiga quien caiga) en honor de San José.

Estas celebraciones se pro-digan prácticamente todo el año: proclamaciones, pasaca-lles, interrupciones de tráfi co( curioso: aquí nadie protesta: en las procesiones si).

Tienen estas fi estas una es-pecial dedicación a mofarse de todo lo religioso: curas, monjas, obispos, y Papas, en sus agudísimas críticas durante las cabalgatas... pero ojo de Mahoma nada, por si acaso..

En cuanto a las Procesiones de Semana Santa y de una manera especial la Procesión del Corpus nos duele en el alma la falta de respeto, la fal-ta de disciplina en la organiza-ción, la ausencia de silencio. Seria muy deseable que la pro-cesión cívica fuera lo mas ale-jada posible de lo esencial: El Santísimo expuesto en la Custo-dia y seria pedir un milagro que dicha procesión cívica se celebrara por la mañana.

GRUPO V

1. ¿Qué papel tiene la religio-sidad en la vida del cristiano?

Muy importante y evangéli-co. Tiene que transmitir me-diante las imágenes el deseo de conocer a Jesús, de ese modo Imagen y Palabra se es-clarecen y dando a conocer la existencia de la Virgen, los Santos y la Iglesia.

Nos motiva para recordar juventud y costumbres.

2. ¿Cómo debería ser esta

religiosidad?Expresión de fe. Que nos

invitara a la oración, medita-ción… A la búsqueda de un Dios que se hace hombre por nosotros. Más convincente. Que se profundice más en el evangelio y su doctrina. Tuvie-ra más interés en la fuerza

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CAMINEM JUNTS 24

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vital de la liturgia, de los sa-cramentos y de la predica-ción.

3. ¿Qué hacer ante una re-

ligiosidad popular que no lleve a lo esencial, es decir al Cristo, el Señor, a vivir los Sacramen-tos, a ser miembro activo de la Iglesia?

Si no nos lleva a lo esencial se convierte solo en folclore. Antes de prescindir de él de-beríamos reconvertir y encau-zar para que sea de verdad una religiosidad que nos ayu-de a fortalecer la fe. Con cari-dad y valentía se han de pro-clamar las enseñanzas del evangelio, también con modos nuevos y atractivos para des-pertar la sed de esa plenitud que solamente Cristo puede dar.

4. ¿Qué tipo de religiosidad

popular existe en Xàtiva y cómo se vive?

- La devoción a su patro-na. La Virgen de La Seo. Se vive con sentimiento y emoción el día de su fi esta.

- San José. Centrándose más en las fallas.

- El Corpus se vive con mucho folclore y fi esta por la participación de los niños y sus colegios pero sin darle sufi cien-te importancia a lo

más Santo que se pa-sea por nuestras ca-lles.

- La Semana Santa a tra-vés de las cofradías es un manifi esto externo y participación podría ser un potencial bue-no.

GRUPO VI 1. ¿Qué papel tiene la reli-

giosidad popular en la vida del cristiano?

El papel que tiene la reli-giosidad popular en la vida del cristiano, es el de mante-ner viva la fe y las creencias que se nos inculcaron en la infancia, y una forma de evangelizar con nuestra pre-sencia, en los actos popula-res que promueve la Iglesia. Estos actos religiosos, fueron en tiempos pasados una au-téntica manifestación de Fe y devoción, en la que partici-paba todo el pueblo, y el res-peto y la devoción, eran el sustento de estos actos. Des-graciadamente, parece ser que todo esto ha pasado a la historia como una anécdota del pasado.

2. ¿Cómo debería ser esta religiosidad?

Debería ser respetuosa con las normas que nos ofre-

ce la Iglesia, asistiendo a los actos religiosos con verdade-ra devoción, y teniendo bien claro que estos actos, se ofre-cen a Dios y que los actos de tipo folclórico están fuera de lugar y que incluso con ellos, ofendemos a Dios de una ma-nera grave. Hoy estamos viendo algunas formas de “religiosidad” más propias de un circo que de unos actos religiosos.

3. ¿Qué hacer ante una re-ligiosidad popular que no lleve a lo esencial, es decir al Cristo, el Señor, a vivir los sacramen-tos, a ser miembro activo de la iglesia?

Intentar extraer lo positivo de estos actos y potenciarlo, pero al mismo tiempo, habría que plantearse hasta donde llega el fervor religioso y po-pular, y donde empieza lo carnavalesco y chabacano de estos actos y así si proce-de, cortar por lo sano lo que no sea acorde con el motivo para el que se crearon estos actos. Esto posiblemente aca-rrearía críticas y protestas de los que se valen de estos ac-tos para divertirse, pero cree-mos que esta sería la única manera de recuperar la esen-cia religiosa y de fe, que de-berían ser el fundamento de la verdadera religiosidad po-pular

Panorama parroquial

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4. ¿Qué tipo de religiosidad popular existe en Xàtiva y cómo se vive?

Más o menos como en el resto del país, es decir de una forma totalmente ajena al objeto para lo que se crearon estos actos; honrar a Jesucristo a través de la Iglesia. Si analizamos los úl-timos actos de esta última Semana Santa y otros actos de religión popular, veremos sin esfuerzo que una gran mayoría de personas, acude a ellos sin pensar en Jesu-cristo y la Iglesia; acuden a ellos por diferentes motivos, como son entretenerse, mur-murar, lucir el garbo, etc. Afortunadamente, también asisten a estos actos, perso-nas devotas, que con su pre-sencia y devoción, hacen que estos actos de religión popular, no degeneren en una juerga de amigotes.

GRUPO VII

1. ¿Qué papel tiene la reli-giosidad popular en la vida del cristiano?

Añadimos del creyente. Depende de la forma de ser de cada uno y de entender la forma del cristianismo. Para algunos cristianos esa religiosidad es una expresión de amor en forma un poco

folclórica, Que arma mucho ruido como una explosión de cohetes que luego queda en muy poco o nada, otras ve-ces es una inercia que arras-tra. Para otros puede signifi -ca mucho, emoción, senti-miento, arrepentimiento… y puede dejar una huella en su vida para mejorarla en su medida.

2. ¿Cómo debería ser esta religiosidad?

Más sincera, más espiritual, menos folclórica, debería estar basada en una sólida fe, No dejarse llevar por el fervor arrollador de las multitudes, ha de salir de dentro y tener continuidad.... no puede ser un día tanto, y al día siguiente nada. Ni me acuerdo de los actos que he asistido ni para quien han sido.

3. ¿Qué hacer ante una re-ligiosidad popular que no lleve a lo esencial, es decir al Cristo, el Señor, a vivir los Sacramen-tos, a ser miembro activo de la Iglesia?

Lo inmediato sería decir que desapareciera, pero no, lo que hay que hacer es dar ejemplo con nuestro compor-tamiento, con nuestra coheren-cia. Que la gente vea que nos emocionamos, rezamos, llora-mos, aplaudimos, pero luego nuestra vida intenta ser un re-

flejo de aquello. Formar a nuestros pequeños para que sepan distinguir entre fanatis-mo y fe, y obren en conse-cuencia. Intentar instruir a los que participan para que se-pan que es lo que están ha-ciendo. Hay que asumir lo que nos habla el Evangelio, es decir Jesús, a cumplir lo que nos mando en la Ultima Cena, para así vivir los Sacra-mentos, y llegar a ser miem-bros activos de la Santa Igle-sia.

4.- ¿Qué tipo de religiosi-dad existe en Xàtiva y como se vive?

Los actos religiosos: Sema-na Santa, Corpus, La Patrona. , se vive más festivamente que religiosamente, que es lo que verdaderamente tenía que ser. Lo material, en general sobrepasa a lo espiritual. Se piensa mucho en los trajes y vestidos para salir que en las procesiones, en las vestas, en los caramelos… etc. En la procesión del Corpus muchas personas dan más importan-cia a la cívica que a la reli-giosa. Y no solo eso, mucha gente aprovecha esos días para ir a la playa, al campo, de viaje, sin refl exionar en el significado que tiene esas fi estas y por qué y para qué se celebran Se ha ido per-diendo la religiosidad.

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La Junta deAlets de la Mare de Déu

de la Seucolabora en la publicación del

CAMINEM JUNTS

Sagrado Corazón de Jesús:

amor infi nito

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CAMINEM JUNTS 27

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Ofrecemos un resumen de la encíclica del Papa sobre el tema de la Misericordia de Dios manifestada en Jesucristo.

El mes de junio está dedicado al sagrado Corazón de Jesús, o sea, al amor misericordioso de Dios que llega a nosotros por medio de Cristo, el Señor. La lectura de estos textos nos ayudará a comprender hasta

donde llega cada día el amor de Jesús.

La misericordia de Dios actúa por medio de los sacramentos, de manera especial en la Unción de los Enfermos.

Sagrado Corazón de Jesús: amor infi nito

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CAMINEM JUNTS 28

Con esta selección de foto-grafías queremos, una vez más, agradecer a la Funda-ción La Llum de les Imat-ges la gran Exposición Lux Mundi Xàtiva ; siempre será un referente para nuestra historia.Las distintas restauracio-nes de obras de arte y, so-bre todo, la restauración de la Colegiata, nosotros nun-ca hubiéramos podido lle-varlas a término. Se ha he-cho gracias a la Llum de les Imatges. El interior de la Seu, junto con su exterior, brilla con toda su hermo-sura.Gracias una vez más.

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CAMINEM JUNTS 29CAMINEM JUNTS • Fe, Arte y Cultura • 37

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La Cofradía de la Mare de Déu

colabora en esta revista

LA PARÁBOLA DEL HIJO PRODIGOAnalogía

Ya en los umbrales del Nuevo Testamento re-suena en el evangelio de san Lucas una corres-pondencia singular entre dos términos referentes a la misericordia divina, en los que se refl eja in-tensamente toda la tradición veterotestamenta-ria. Aquí hallan expresión aquellos contenidos semánticos vinculados a la terminología diferen-ciada de los Libros Antiguos. He ahí a María que, entrando en casa de Zacarías, proclama con toda su alma la grandeza del Señor «por su mise-ricordia», de la que «de generación en genera-ción» se hacen partícipes los hombres que viven en el temor de Dios. Poco después, recordando la elección de Israel, ella proclama la misericor-dia, de la que «se recuerda» desde siempre el que la escogió a ella.60 Sucesivamente, al nacer Juan Bautista, en la misma casa su padre Zacarías, bendiciendo al Dios de Israel, glorifi ca la miseri-cordia que ha concedido «a nuestros padres y se ha recordado de su santa alianza».61 En las ense-ñanzas de Cristo mismo, esta imagen heredada del Antiguo Testamento se simplifi ca y a la vez se profundiza. Esto se ve quizá con más eviden-cia en la parábola del hijo pródigo,62 donde la esencia de la misericordia divina, aunque la pa-labra «misericordia» no se encuentre allí, es ex-presada de manera particularmente límpida. A ello contribuye no sólo la terminología, como en los libros veterotestamentarios, sino la analogía que permite comprender más plenamente el mis-terio mismo de la misericordia en cuanto drama profundo, que se desarrolla entre el amor del pa-dre y la prodigalidad y el pecado del hijo.

Aquel hijo, que recibe del padre la parte de patrimonio que le corresponde y abandona la casa para malgastarla en un país lejano, «vivien-do disolutamente», es en cierto sentido el hom-bre de todos los tiempos, comenzando por aquél que primeramente perdió la herencia de la gracia

y de la justicia original. La analogía en este pun-to es muy amplia. La parábola toca indirecta-mente toda clase de rupturas de la alianza de amor, toda pérdida de la gracia, todo pecado. En esta analogía se pone menos de relieve la infi de-lidad del pueblo de Israel, respecto a cuanto ocu-rría en la tradición profética, aunque también a esa infi delidad se puede aplicar la analogía del hijo pródigo. Aquel hijo, «cuando hubo gastado todo..., comenzó a sentir necesidad», tanto más cuanto que sobrevino una gran carestía «en el país», al que había emigrado después de abando-nar la casa paterna. En este estado de cosas «hu-biera querido saciarse» con algo, incluso «con las bellotas que comían los puercos» que él mismo

La Piedad de Miguel Ángel, en Florencia.

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CAMINEM JUNTS 31

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Sagrado Corazón de Jesús: amor infi nito

pastoreaba por cuenta de «uno de los habitantes de aquella región». Pero también esto le estaba prohibido.

La analogía se desplaza claramente hacia el interior del hombre. El patrimonio que aquel tal había recibido de su padre era un recurso de bie-nes materiales, pero más importante que estos bienes materiales era su dignidad de hijo en la casa paterna. La situación en que llegó a encon-trarse cuando ya había perdido los bienes mate-riales, le debía hacer consciente, por necesidad, de la pérdida de esa dignidad. El no había pen-sado en ello anteriormente, cuando pidió a su padre que le diese la parte de patrimonio que le correspondía, con el fi n de marcharse. Y parece que tampoco sea consciente ahora, cuando se

dice a sí mismo: «¡Cuántos asalariados en casa de mi padre tienen pan en abundancia y yo aquí me muero de hambre!». El se mide a sí mismo con el metro de los bienes que había perdido y que ya «no posee», mientras que los asalariados en casa de su padre los «poseen». Estas palabras se refi eren ante todo a una relación con los bienes materiales. No obstante, bajo estas palabras se esconde el drama de la dignidad perdida, la con-ciencia de la fi liación echada a perder.

Es entonces cuando toma la decisión: «Me le-vantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he peca-do, contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros».63 Palabras, éstas, que revelan más a fondo el problema central. A través de la

Niños ante el sepulcro de nuestros mártires.

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CAMINEM JUNTS 32

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compleja situación material, en que el hijo pródi-go había llegado a encontrarse debido a su ligere-za, a causa del pecado, había ido madurando el sentido de la dignidad perdida. Cuando él deci-de volver a la casa paterna y pedir a su padre que lo acoja —no ya en virtud del derecho de hijo, sino en condiciones de mercenario— parece ex-ternamente que obra por razones del hambre y de la miseria en que ha caído; pero este motivo está impregnado por la conciencia de una pérdi-da más profunda: ser un jornalero en la casa del propio padre es ciertamente una gran humilla-ción y vergüenza. No obstante, el hijo pródigo está dispuesto a afrontar tal humillación y ver-güenza. Se da cuenta de que ya no tiene ningún otro derecho, sino el de ser mercenario en la casa de su padre. Su decisión es tomada en plena con-ciencia de lo que merece y de aquello a lo que puede aún tener derecho según las normas de la justicia. Precisamente este razonamiento de-muestra que, en el centro de la conciencia del hijo pródigo, emerge el sentido de la dignidad perdida, de aquella dignidad que brota de la re-lación del hijo con el padre. Con esta decisión emprende el camino.

En la parábola del hijo pródigo no se utiliza, ni siquiera una sola vez, el término «justicia»; como tampoco, en el texto original, se usa la pa-labra «misericordia»; sin embargo, la relación de la justicia con el amor, que se manifi esta como misericordia está inscrito con gran precisión en el contenido de la parábola evangélica. Se hace más obvio que el amor se transforma en miseri-cordia, cuando hay que superar la norma precisa de la justicia: precisa y a veces demasiado estre-cha. El hijo pródigo, consumadas las riquezas recibidas de su padre, merece —a su vuelta— ganarse la vida trabajando como jornalero en la casa paterna y eventualmente conseguir poco a poco una cierta provisión de bienes materiales; pero quizá nunca en tanta cantidad como había

malgastado. Tales serían las exigencias del orden de la justicia; tanto más cuanto que aquel hijo no sólo había disipado la parte de patrimonio que le correspondía, sino que además había tocado en lo más vivo y había ofendido a su padre con su conducta. Esta, que a su juicio le había desposeí-do de la dignidad fi lial, no podía ser indiferente a su padre; debía hacerle sufrir y en algún modo incluso implicarlo. Pero en fi n de cuentas se tra-taba del propio hijo y tal relación no podía ser alienada, ni destruida por ningún comporta-miento. El hijo pródigo era consciente de ello y es precisamente tal conciencia lo que le muestra con claridad la dignidad perdida y lo que le hace valorar con rectitud el puesto que podía corres-ponderle aún en casa de su padre.

El Salvador. El Greco.

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Sagrado Corazón de Jesús: amor infi nito

REFLEXIÓN PARTICULAR SOBRE LA DIGNIDAD HUMANA

Esta imagen concreta del estado de ánimo del hijo pródigo nos permite comprender con exactitud en qué consiste la misericordia divina. No hay lugar a dudas de que en esa analogía sen-cilla pero penetrante la fi gura del progenitor nos revela a Dios como Padre. El comportamiento del padre de la parábola, su modo de obrar que pone de manifi esto su actitud interior, nos per-mite hallar cada uno de los hilos de la visión ve-terotestamentaria de la misericordia, en una sín-tesis completamente nueva, llena de sencillez y de profundidad. El padre del hijo pródigo es fi el a su paternidad, fi el al amor que desde siempre sentía por su hijo. Tal fi delidad se expresa en la parábola no sólo con la inmediata prontitud en acogerlo cuando vuelve a casa después de haber malgastado el patrimonio; se expresa aún más plenamente con aquella alegría, con aquella fes-

tosidad tan generosa respecto al disipador después de su vuelta, de tal manera que sus-cita contrariedad y envidia en el hermano mayor, quien no se había alejado nunca del padre ni había abandonado la casa.

La f idelidad a sí mismo por parte del padre —un compor-tamiento ya conocido por el término vetero-testamentario «he-sed»— es expresada al mismo tiempo de ma-nera singularmente impregnada de amor. Leemos en efecto que

cuando el padre divisó de lejos al hijo pródigo que volvía a casa, «le salió conmovido al encuen-tro, le echó los brazos al cuello y lo besó».64 Está obrando ciertamente a impulsos de un profundo afecto, lo cual explica también su generosidad hacia el hijo, aquella generosidad que indignará tanto al hijo mayor. Sin embargo las causas de la conmoción hay que buscarlas más en profundi-dad. Sí, el padre es consciente de que se ha salva-do un bien fundamental: el bien de la humani-dad de su hijo. Si bien éste había malgastado el patrimonio, no obstante ha quedado a salvo su humanidad. Es más, ésta ha sido de algún modo encontrada de nuevo. Lo dicen las palabras diri-gidas por el padre al hijo mayor: «Había que ha-cer fi esta y alegrarse porque este hermano tuyo había muerto y ha resucitado, se había perdido y ha sido hallado».65 En el mismo capítulo XV del evangelio de san Lucas, leemos la parábola de la oveja extraviada 66 y sucesivamente de la dracma

La eucaristía, signo evidente del amor de Dios.

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perdida.67 Se pone siempre de relieve la misma alegría, presente en el caso del hijo pródigo. La fi delidad del padre a sí mismo está totalmente centrada en la humanidad del hijo perdido, en su dignidad. Así se explica ante todo la alegre conmoción por su vuelta a casa.

Prosiguiendo, se puede decir por tanto que el amor hacia el hijo, el amor que brota de la esen-cia misma de la paternidad, obliga en cierto sen-tido al padre a tener solicitud por la dignidad del hijo. Esta solicitud constituye la medida de su amor, como escribirá san Pablo: «La caridad es paciente, es benigna..., no es interesada, no se irrita..., no se alegra de la injusticia, se complace en la verdad..., todo lo espera, todo lo tolera» y «no pasa jamás».68 La misericordia —tal como Cristo nos la ha presentado en la parábola del hijo pródigo— tiene la forma interior del amor, que en el Nuevo Testamento se llama agapé. Tal amor es capaz de inclinarse hacia todo hijo pró-digo, toda miseria humana y singularmente ha-cia toda miseria moral o pecado. Cuando esto ocurre, el que es objeto de misericordia no se siente humillado, sino como hallado de nuevo y «revalorizado». El padre le manifi esta, particu-larmente, su alegría por haber sido «hallado de nuevo» y por «haber resucitado». Esta alegría in-dica un bien inviolado: un hijo, por más que sea pródigo, no deja de ser hijo real de su padre; in-dica además un bien hallado de nuevo, que en el caso del hijo pródigo fue la vuelta a la verdad de sí mismo.

Lo que ha ocurrido en la relación del padre con el hijo, en la parábola de Cristo, no se puede valorar «desde fuera». Nuestros prejuicios en tor-no al tema de la misericordia son a lo más el re-sultado de una valoración exterior. Ocurre a ve-ces que, siguiendo tal sistema de valoración, per-cibimos principalmente en la misericordia una relación de desigualdad entre el que la ofrece y el que la recibe. Consiguientemente estamos dis-

puestos a deducir que la misericordia difama a quien la recibe y ofende la dignidad del hombre. La parábola del hijo pródigo demuestra cuán di-versa es la realidad: la relación de misericordia se funda en la común experiencia de aquel bien que es el hombre, sobre la común experiencia de la dignidad que le es propia. Esta experiencia co-mún hace que el hijo pródigo comience a verse a sí mismo y sus acciones con toda verdad (seme-jante visión en la verdad es auténtica humildad); en cambio para el padre, y precisamente por esto, el hijo se convierte en un bien particular: el pa-dre ve el bien que se ha realizado con una clari-dad tan límpida, gracias a una irradiación miste-riosa de la verdad y del amor, que parece olvidar-se de todo el mal que el hijo había cometido.

La parábola del hijo pródigo expresa de ma-nera sencilla, pero profunda la realidad de la conversión. Esta es la expresión más concreta de la obra del amor y de la presencia de la miseri-cordia en el mundo humano. El signifi cado ver-dadero y propio de la misericordia en el mundo no consiste únicamente en la mirada, aunque sea

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la más penetrante y compasiva, dirigida al mal moral, físico o material: la misericordia se mani-fi esta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas de mal existentes en el mundo y en el hombre. Así entendida, constituye el contenido fundamental del mensaje mesiánico de Cristo y la fuerza constitutiva de su misión. Así entendían también y practicaban la misericordia sus discí-pulos y seguidores. Ella no cesó nunca de reve-larse en sus corazones y en sus acciones, como una prueba singularmente creadora del amor que no se deja «vencer por el mal», sino que «vence con el bien al mal»,69

Es necesario que el rostro genuino de la mise-ricordia sea siempre desvelado de nuevo. No obs-tante múltiples prejuicios, ella se presenta parti-cularmente necesaria en nuestros tiempos.

EL MISTERIO PASCUALMISERICORDIA REVELADA EN LA CRUZ Y EN LA RESURRECCIÓN

El mensaje mesiánico de Cristo y su actividad entre los hombres terminan con la cruz y la resu-rrección. Debemos penetrar hasta lo hondo en este acontecimiento fi nal que, de modo especial en el lenguaje conciliar, es defi nido mysterium paschale, si queremos expresar profundamente la verdad de la misericordia, tal como ha sido hon-damente revelada en la historia de nuestra salva-ción. En este punto de nuestras consideraciones, tendremos que acercarnos más aún al contenido de la Encíclica Redemptor Hominis. En efecto, si la realidad de la redención, en su dimensión hu-mana desvela la grandeza inaudita del hombre, que mereció tener tan gran Redentor,70 al mismo tiempo yo diría que la dimensión divina de la re-dención nos permite, en el momento más empíri-co e «histórico», desvelar la profundidad de aquel amor que no se echa atrás ante el extraordinario sacrifi cio del Hijo, para colmar la fi delidad del

Creador y Padre respecto a los hombres creados a su imagen y ya desde el «principio» elegidos, en este Hijo, para la gracia y la gloria.

Los acontecimientos del Viernes Santo y, aun antes, la oración en Getsemaní, introducen en todo el curso de la revelación del amor y de la misericordia, en la misión mesiánica de Cristo, un cambio fundamental. El que «pasó haciendo el bien y sanando»,71 «curando toda clase de do-lencias y enfermedades»,72 él mismo parece me-recer ahora la más grande misericordia y apelarse a la misericordia cuando es arrestado, ultrajado, condenado, f lagelado, coronado de espinas; cuando es clavado en la cruz y expira entre terri-bles tormentos.73 Es entonces cuando merece de modo particular la misericordia de los hombres,

Sagrado Corazón de Jesús: amor infi nito

Santa Cena. Mestre de Borbotó.

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a quienes ha hecho el bien, y no la recibe. Incluso aquellos que están más cercanos a El, no sa-ben protegerlo y arrancarlo de las manos de los opresores. En esta etapa fi nal de la función mesiánica se cumplen en Cristo las palabras pronunciadas por los profetas, sobre todo Isaías, acerca del Siervo de Yahvé: «por sus llagas hemos sido cura-dos».74

Cristo, en cuanto hombre que sufre realmente y de modo terrible en el Huerto de los Oli-vos y en el Calvario, se dirige al Padre, a aquel Padre, cuyo amor ha predicado a los hom-bres, cuya misericordia ha testi-moniado con todas sus obras. Pero no le es ahorrado —preci-samente a él— el tremendo su-frimiento de la muerte en cruz: «a quien no conoció el pecado, Dios le hizo pecado por noso-tros»,75 escribía san Pablo, re-sumiendo en pocas palabras toda la profundidad del miste-rio de la cruz y a la vez la di-mensión divina de la realidad de la redención. Justamente esta redención es la revelación última y defi nitiva de la santi-dad de Dios, que es la plenitud absoluta de la perfección: plenitud de la justicia y del amor, ya que la justicia se funda sobre el amor, mana de él y tiende hacia él. En la pasión y muerte de Cristo —en el hecho de que el Padre no perdonó la vida a su Hijo, sino que lo «hizo pecado por nosotros» 76— se expresa la justicia absoluta, porque Cristo sufre la pasión y la cruz

a causa de los pecados de la humanidad. Esto es incluso una «sobreabundancia» de la justicia, ya que los pecados del hombre son «compensados» por el sacrifi cio del Hombre-Dios. Sin embargo, tal justicia, que es propiamente justicia «a medi-da» de Dios, nace toda ella del amor: del amor del Padre y del Hijo, y fructifi ca toda ella en el

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amor. Precisamente por esto la justicia divina, revelada en la cruz de Cristo, es «a medida» de Dios, porque nace del amor y se completa en el amor, generando frutos de salvación. La dimen-sión divina de la redención no se actúa solamen-te haciendo justicia del pecado, sino restituyendo al amor su fuerza creadora en el interior del hom-bre, gracias a la cual él tiene acceso de nuevo a la plenitud de vida y de santidad, que viene de Dios. De este modo la redención comporta la revelación de la misericordia en su plenitud

El misterio pascual es el culmen de esta re-velación y actuación de la misericordia, que es capaz de justifi car al hombre, de restablecer la justicia en el sentido del orden salvífi co querido por Dios desde el principio para el hombre y, mediante el hombre, en el mundo. Cristo que sufre, habla sobre todo al hombre, y no sola-mente al creyente. También el hombre no cre-yente podrá descubrir en El la elocuencia de la solidaridad con la suerte humana, como tam-bién la armoniosa plenitud de una dedicación desinteresada a la causa del hombre, a la verdad y al amor. La dimensión divina del misterio pascual llega sin embargo a mayor profundidad aún. La cruz colocada sobre el Calvario, donde Cristo tiene su último diálogo con el Padre, emerge del núcleo mismo de aquel amor, del que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, ha sido gratifi cado según el eterno desig-nio divino. Dios, tal como Cristo ha revelado, no permanece solamente en estrecha vincula-ción con el mundo, en cuanto Creador y fuente última de la existencia. El es además Padre: con el hombre, llamado por El a la existencia en el mundo visible, está unido por un vínculo más profundo aún que el de Creador. Es el amor, que no sólo crea el bien, sino que hace partici-par en la vida misma de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En efecto el que ama desea dar-se a sí mismo.

La Cruz de Cristo sobre el Calvario surge en el camino de aquel admirabile commercium, de aquel admirable comunicarse de Dios al hom-bre en el que está contenida a su vez la llamada dirigida al hombre, a fi n de que, donándose a sí mismo a Dios y donando consigo mismo todo el mundo visible, participe en la vida divina, y para que como hijo adoptivo se haga partícipe de la verdad y del amor que está en Dios y pro-viene de Dios. Justamente en el camino de la elección eterna del hombre a la dignidad de hijo adoptivo de Dios, se alza en la historia la Cruz de Cristo, Hijo unigénito que, en cuanto «luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero»,77 ha venido para dar el testimonio último de la admirable alianza de Dios con la humanidad, de Dios con el hombre, con todo hombre. Esta

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alianza tan antigua como el hombre —se re-monta al misterio mismo de la creación— res-tablecida posteriormente en varias ocasiones con un único pueblo elegido, es asimismo la alianza nueva y defi nitiva, establecida allí, en el Calvario, y no limitada ya a un único pueblo, a Israel, sino abierta a todos y cada uno.

¿Qué nos está diciendo pues la cruz de Cris-to, que es en cierto sentido la última palabra de su mensaje y de su misión mesiánica? Y sin em-bargo ésta no es aún la última palabra del Dios de la alianza: esa palabra será pronunciada en aquella alborada, cuando las mujeres primero y los Apóstoles después, venidos al sepulcro de Cristo crucifi cado, verán la tumba vacía y pro-clamarán por vez primera: «Ha resucitado». Ellos lo repetirán a los otros y serán testigos de Cristo resucitado. No obstante, también en esta glorifi cación del hijo de Dios sigue estando presente la cruz, la cual —a través de todo el testimonio mesiánico del Hombre-Hijo— que sufrió en ella la muerte, habla y no cesa nunca de decir que Dios-Padre, que es absolutamente fi el a su eterno amor por el hombre, ya que «tanto amó al mundo —por tanto al hombre en el mundo— que le dio a su Hijo unigénito, para que quien crea en él no muera, sino que tenga la vida eterna».78 Creer en el Hijo cruci-fi cado signifi ca «ver al Padre»,79 signifi ca creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo es-tán metidos. Creer en ese amor signifi ca creer en la misericordia. En efecto, es ésta la dimen-sión indispensable del amor, es como su segun-do nombre y a la vez el modo específi co de su revelación y actuación respecto a la realidad del mal presente en el mundo que afecta al hombre y lo asedia, que se insinúa asimismo en su co-razón y puede hacerle «perecer en la gehen-na».80

LA IGLESIA TRATA DE PRACTICAR LA MISERICORDIA

Jesucristo ha enseñado que el hombre no sólo recibe y experimenta la misericordia de Dios, sino que está llamado a «usar misericordia» con los demás: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia».120 La Iglesia ve en estas palabras una llamada a la ac-ción y se esfuerza por practicar la misericordia. Si todas las bienaventuranzas del sermón de la montaña indican el camino de la conversión y del cambio de vida, la que se refi ere a los miseri-cordiosos es a este respecto particularmente elo-cuente. El hombre alcanza el amor misericordio-so de Dios, su misericordia, en cuanto él mismo interiormente se transforma en el espíritu de tal amor hacia el prójimo.

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Colaboración de una familia

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

Este proceso auténticamente evangélico no es sólo una trans-formación espiritual realizada de una vez para siempre, sino que constituye todo un estilo de vida, una característica esen-cial y continua de la vocación cristiana. Consiste en el descu-brimiento constante y en la ac-tuación perseverante del amor en cuanto fuerza unifi cante y a la vez elevante: —a pesar de to-das las difi cultades de naturale-za psicológica o social—se tra-ta, en efecto, de un amor mise-ricordioso que por su esencia es amor creador. El amor miseri-cordioso, en las relaciones recí-procas entre los hombres, no es nunca un acto o un proceso unilateral. Incluso en los casos en que todo parecería indicar que sólo una parte es la que da y ofrece, mientras la otra sólo recibe y toma (por ejemplo, en el caso del médico que cura, del maestro que enseña, de los padres que mantie-nen y educan a los hijos, del benefactor que ayu-da a los menesterosos), sin embargo en realidad, también aquel que da, queda siempre benefi cia-do. En todo caso, también éste puede encontrar-se fácilmente en la posición del que recibe, obtie-ne un benefi cio, prueba el amor misericordioso, o se encuentra en estado de ser objeto de miseri-cordia.

Cristo crucifi cado, en este sentido, es para no-sotros el modelo, la inspiración y el impulso más grande. Basándonos en este desconcertante mo-delo, podemos con toda humildad manifestar misericordia a los demás, sabiendo que la recibe como demostrada a sí mismo.121 Sobre la base

de este modelo, debemos puri-ficar también continuamente todas nuestras acciones y todas nuestras intenciones, allí donde la misericordia es entendida y practicada de manera unilate-ral, como bien hecho a los de-más. Sólo entonces, en efecto, es realmente un acto de amor misericordioso: cuando, practi-cándola, nos convencemos pro-fundamente de que al mismo tiempo la experimentamos por parte de quienes la aceptan de nosotros. Si falta esta bilaterali-dad, esta reciprocidad, entonces nuestras acciones no son aún auténticos actos de misericor-dia, ni se ha cumplido plena-mente en nosotros la conver-sión, cuyo camino nos ha sido manifestado por Cristo con la palabra y con el ejemplo hasta la cruz, ni tampoco participa-mos completamente en la mag-nífi ca fuente del amor miseri-

cordioso que nos ha sido revelada por El.Así pues, el camino que Cristo nos ha mani-

festado en el sermón de la montaña con la bien-aventuranza de los misericordiosos, es mucho más rico de lo que podemos observar a veces en los comunes juicios humanos sobre el tema de la misericordia. Tales juicios consideran la miseri-cordia como un acto o proceso unilateral que presupone y mantiene las distancias entre el que usa misericordia y el que es gratifi cado, entre el que hace el bien y el que lo recibe. Deriva de ahí la pretensión de liberar de la misericordia las re-laciones interhumanas y sociales, y basarlas úni-camente en la justicia. No obstante, tales juicios acerca de la misericordia no descubren la vincu-

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lación fundamental entre la misericordia y la justicia, de que habla toda la tradi-ción bíblica, y en particular la misión mesiánica de Je-sucristo. La auténtica mise-ricordia es por decirlo así la fuente más profunda de la justicia. Si ésta última es de por sí apta para servir de «árbitro» entre los hombres en la recíproca repartición de los bienes objetivos se-gún una medida adecuada el amor en cambio, y sola-mente el amor, (también ese amor benigno que lla-mamos «misericordia») es capaz de restituir el hom-bre a sí mismo.

La misericordia auténti-camente cristiana es tam-bién, en cierto sentido, la más perfecta encarnación de la «igualdad» entre los hombres y por consiguiente también la encarnación más perfecta de la justicia, en cuanto también ésta, dentro de su ámbito, mira al mismo resultado. La igualdad introducida mediante la justicia se limita, sin embargo al ámbito de los bienes obje-tivos y extrínsecos, mientras el amor y la miseri-cordia logran que los hombres se encuentren en-tre sí en ese valor que es el mismo hombre, con la dignidad que le es propia. Al mismo tiempo, la «igualdad» de los hombres mediante el amor «paciente y benigno» 122 no borra las diferen-cias: el que da se hace más generoso, cuando se siente contemporáneamente gratifi cado por el que recibe su don; viceversa, el que sabe recibir el don con la conciencia de que también él, aco-

giéndolo, hace el bien, sirve por su parte a la gran causa de la dignidad de la perso-na y esto contribuye a unir a los hombres entre si de manera más profunda.

Así pues, la misericordia se hace elemento indispen-sable para plasmar las rela-ciones mutuas entre los hombres, en el espíritu del más profundo respeto de lo que es humano y de la recí-proca fraternidad. Es im-posible lograr establecer este vínculo entre los hom-bres si se quiere regular las mutuas relaciones única-mente con la medida de la justicia. Esta, en todas las esferas de las relaciones in-terhumanas, debe experi-mentar por decirlo así, una notable «corrección» por parte del amor que—como proclama san Pablo—es «paciente» y «benigno», o

dicho en otras palabras lleva en sí los caracteres del amor misericordioso tan esenciales al evange-lio y al cristianismo. Recordemos además que el amor misericordioso indica también esa cordial ternura y sensibilidad, de que tan elocuentemen-te nos habla la parábola del hijo pródigo 123 o la de la oveja extraviada o la de la dracma perdi-da.124 Por tanto, el amor misericordioso es su-mamente indispensable entre aquellos que están más cercanos: entre los esposos, entre padres e hijos, entre amigos; es también indispensable en la educación y en la pastoral.

Su radio de acción, no obstante, no halla aquí su término. Si Pablo VI indicó en más de una

Cristo de marfi l. Perteneció a san Pío V.

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ocasión la «civilización del amor» 125 como fi n al que deben tender todos los es-fuerzos en campo social y cultural, lo mismo que eco-nómico y político, hay que añadir que este fin no se conseguirá nunca, si en nuestras concepciones y ac-tuaciones, relativas a las am-plias y complejas esferas de la convivencia humana, nos detenemos en el criterio del «ojo por ojo, diente por dien-te» 126 y no tendemos en cambio a transformarlo esen-cialmente, superándolo con otro espíritu. Ciertamente, en tal dirección nos conduce también el Concilio Vatica-no II cuando hablando repe-tidas veces de la necesidad de hacer el mundo más hu-mano,127 individúa la mi-sión de la Iglesia en el mun-do contemporáneo precisa-mente en la realización de tal cometido. El mundo de los hombres puede hacerse cada vez más humano, únicamente si in-troducimos en el ámbito pluriforme de las rela-ciones humanas y sociales, junto con la justicia, el «amor misericordioso» que constituye el men-saje mesiánico del evangelio.

El mundo de los hombres puede hacerse «cada vez más humano», solamente si en todas las rela-ciones recíprocas que plasman su rostro moral introducimos el momento del perdón, tan esen-cial al evangelio. El perdón atestigua que en el mundo está presente el amor más fuerte que el pecado. El perdón es además la condición fun-damental de la reconciliación, no sólo en la rela-

ción de Dios con el nombre, sino también en las recípro-cas relaciones entre los hom-bres. Un mundo, del que se eliminase el perdón, sería solamente un mundo de jus-ticia fría e irrespetuosa, en nombre de la cual cada uno reivindicaría sus propios de-rechos respecto a los demás; así los egoísmos de distintos géneros, adormecidos en el hombre, podrían transfor-mar la vida y la convivencia humana en un sistema de opresión de los más débiles por parte de los más fuertes o en una arena de lucha per-manente de los unos contra los otros.

Por esto, la Iglesia debe considerar como uno de sus deberes principales—en cada etapa de la historia y especialmente en la edad contemporánea—el de pro-clamar e introducir en la

vida el misterio de la misericordia, revelado en sumo grado en Cristo Jesús. Este misterio, no sólo para la misma Iglesia en cuanto comunidad de creyentes, sino también en cierto sentido para todos los hombres, es fuente de una vida diversa de la que el hombre, expuesto a las fuerzas pre-potentes de la triple concupiscencia que obran en él,128 está en condiciones de construir. Precisa-mente en nombre de este misterio Cristo nos en-seña a perdonar siempre. ¡Cuántas veces repeti-mos las palabras de la oración que El mismo nos enseñó, pidiendo: «perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudo-res», es decir, a aquellos que son culpables de algo

Cáliz de oro del cardenal Cebrián. Museo Colegial.

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respecto a noso-tros!129 Es en verdad difícil expresar el va-lor profundo de la ac-titud que tales pala-bras trazan e inculcan. ¡Cuántas cosas dicen estas palabras a todo hombre acerca de su semejante y también acerca de sí mismo! La conciencia de ser deudores unos de otros va pareja con la llamada a la solidari-dad fraterna que san Pablo ha expresado en la invitación concisa a soportarnos «mutua-mente con amor»,130 ¡Qué lección de humildad se encierra aquí respecto del hombre, del prójimo y de sí mismo a la vez! ¡Qué escuela de buena voluntad para la convivencia de cada día, en las diversas condiciones de nuestra existencia! Si desatendiéramos esta lección, ¿qué quedaría de cualquier programa «humanístico» de la vida y de la educación?

Cristo subraya con tanta insistencia la necesi-dad de perdonar a los demás que a Pedro, el cual le había preguntado cuántas veces debería perdo-nar al prójimo, le indicó la cifra simbólica de «se-tenta veces siete»,131 queriendo decir con ello que debería saber perdonar a todos y siempre. Es obvio que una exigencia tan grande de perdonar no anula las objetivas exigencias de la justicia. La justicia rectamente entendida constituye por así decirlo la fi nalidad del perdón. En ningún paso del mensaje evangélico el perdón, y ni siquiera la misericordia como su fuente, signifi can indul-gencia para con el mal, para con el escándalo, la injuria, el ultraje cometido. En todo caso, la re-

paración del mal o del escándalo, el resarci-miento por la injuria, la satisfacción del ul-traje son condición del perdón.

Así pues la estruc-tura fundamental de la justicia penetra siempre en el campo de la misericordia. Esta, sin embargo, tiene la fuerza de conferir a la justicia un contenido nuevo que se expresa de la manera más sencilla y plena en el perdón. Este en efecto mani-

fi esta que, además del proceso de «compensa-ción» y de «tregua» que es específi co de la justi-cia, es necesario el amor, para que el hombre se corrobore como tal. El cumplimiento de las condiciones de la justicia es indispensable, so-bre todo, a fi n de que el amor pueda revelar el propio rostro. Al analizar la parábola del hijo pródigo, hemos llamado ya la atención sobre el hecho de que aquél que perdona y aquél que es perdonado se encuentran en un punto esencial, que es la dignidad, es decir, el valor esencial del hombre que no puede dejarse perder y cuya afi rmación o cuyo reencuentro es fuente de la más grande alegría.132

La Iglesia considera justamente como propio deber, como fi nalidad de la propia misión, custo-diar la autenticidad del perdón, tanto en la vida y en el comportamiento como en la educación y en la pastoral. Ella no la protege de otro modo más que custodiando la fuente, esto es, el miste-rio de la misericordia de Dios mismo, revelado en Jesucristo.

Patena de plata. Cáliz de san Juan de Ribera. Bocairent.

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Muchos han sido los historiadores que han tratado la fi gura de Vicente López, artista del que hemos podido contemplar diversas obras en la recientemente clausurada exposición Lux Mundi y que está considerado como uno de los pintores más destacados de la historia del arte español, llegándose a decir que fue “el último de los grandes”1. Autores de prestigio como, entre otros, Elías Tormo, Carlos Sarthou, F. J. Sánchez Cantón, Miguel Ángel Catalá, Mariano Gonzá-lez, José Luis Morales y, principalmente, José Luis Díez, han proporcionado una general a la vez que pormenorizada visión de la persona que estudiamos. En el presente artículo tratamos de sintetizar ingente cantidad de información.

Vicente López nació en Valencia el 19 de sep-tiembre de 1772, siendo bautizado un día des-pués en la iglesia de los Santos Juanes, también conocida como San Juan del Mercado. Su padre,

Cristóbal, pertenecía a una saga de artesanos de-dicados al ejercicio de la pintura y su madre, Manuela Portaña, era hija de un ministril del Colegio Mayor del Arte de la Seda de la capital. Estos ascendientes indican que la situación eco-nómica familiar podría considerarse como bue-na, aunque sin alardes. Dos años después fallece-ría su progenitora2, siendo nuestro pintor el úni-co hijo de este matrimonio. En 1778 Cristóbal López se desposó con Isabel Inglés, con quien tendría otro vástago, de nombre José. Este her-manastro del artista hizo carrera eclesiástica, lle-gando a ocupar una canonjía en la Colegiata de Xàtiva, entonces San Felipe.3 El joven Vicente se inició pronto en la práctica de la pintura, tenien-do a su padre y abuelo como primeros profesores. Seguidamente recibió enseñanzas de un artista de mayor signifi cación, Antonio Villanueva († 1785), padre franciscano que trabajó principal-

Vicente López Portaña (1772-1850)

Síntesis biográfi caJUAN IGNACIO PÉREZ GIMÉNEZ

1 Así pensaba V. Palmaroli, pintor y contemporáneo de Vicente López.2 La fecha todavía no está confi rmada.3 Dato proporcionado por José Luis Morales y Marín en el catálogo de exposición Vicente López, Ayuntamiento de Madrid, 1989; aunque sin aportar más

información. En el archivo de la colegial hemos encontrado datos de interés que corroboran esta afi rmación y, además, la complementan: José López Inglés fue propuesto por el rey Fernando VII para ocupar una canonjía que había quedado vacante en la colegiata, por renuncia de Martiniano Pastor. Tomó posesión el día 28 de diciembre de 1819, Archivo Histórico Colegiata de Xàtiva, Actas Capitulares, L-88. En esta época Vicente López ostentaba el cargo de Primer Pintor de Cámara del citado monarca, que tuvo en alta consideración al valenciano, pudiendo el artista gozar de cierta infl uencia en el ambiente palatino, siendo por consiguiente lógico pensar que ayudara en la promoción de su hermanastro.

Isabel Inglés se trasladaría con su hijo José a Xàtiva. Ésta falleció el 12 de febrero de 1823 a la edad de 61 años, siendo sepultada un día después en la capital de La Costera. AHCX, Libros de Registros Sacramentales, L-44, fol. 138v. Por otros documentos, los Cuadernos de Matrícula Parroquial o Statu Animarum, conocemos la dirección de José López al menos durante 1836, la calle Obra nueva, hoy de Abad Plá. Falleció el día 17 de julio de 1842 a la edad de 57 años. AHCX, Libros de Registros Sacramentales, L-9.

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mente en encargos procedentes de órdenes reli-giosas4.

La primera referencia de López en relación con la entonces recién fundada Real Academia de Bellas Artes de San Carlos5 es de 1786, cuan-do realiza el examen de ingreso a su Escuela, ubicada en el edifi cio antiguo de la Universitat de Valencia6. En la sección de pintura de la aca-demia se seguían los postulados de José Vergara (1726-1799), Cristóbal Valero († 1789) y José Camarón (1730- 1803), artistas estéticamente herederos de la pintura naturalista valenciana de la centuria anterior, aunque con ciertos matices propiamente dieciochescos, como una mayor vi-vacidad cromática. Un hecho trágico acontecería unos meses después, el fallecimiento de su padre, quedando Vicente con diecisiete años bajo la tu-

tela de sus abuelos paternos7. Los estudios ofi cia-les comenzaban con el “curso” de Principios, en los que copiaban láminas o dibujos, y proseguían con el modelo en yeso o en blanco, es decir, repro-ducían en sus dibujos vaciados en yeso de escul-turas célebres. Finalmente, tras varios años, cul-minaban sus estudios con ejercicios del natural, al tiempo que aprendían colorido y otras mate-rias8. En el periodo de instrucción sobresalió en-tre el resto del alumnado9, obteniendo las máxi-mas califi caciones y ganando diversos premios, tanto de régimen interno de la Escuela como ge-nerales10. De esta primera etapa el Museo de la Ciudad de Valencia conserva un lienzo datado entorno a 1788, San Vicente Mártir y San Valero adorando la Sagrada Forma, obra de interés por ser ejemplo primerizo de su destreza11. En di-

Santa Cena. Vicente López.

4 Antonio Villanueva nació en Lorca, Murcia, el 30 de agosto de 1714, donde su familia se había trasladado temporalmente desde Orihuela ya que su padre, escultor principalmente dedicado a la realización de retablos, se encontraba entonces trabajando en dicha localidad murciana. Villanueva fue fraile del convento de San Francisco de Valencia, para el que realizó diversos lienzos. También pintó para el convento que la misma orden tenía en Requena, la iglesia de la Misericordia de Alicante y la catedral de Orihuela. En la Academia de San Carlos se conserva una obra suya titulada Alegoría de las Tres Nobles Artes. Fuente: ALDANA, S., Guía abreviada de artistas valencianos.

5 Siguiendo los pasos de la primera academia de bellas artes española, la de San Fernando de Madrid, en 1753 se funda en La Academia de Santa Bárbara de Valencia, en honor de la esposa del rey Fernando VI, Mª Bárbara de Braganza. Sin embargo, el proyecto pronto se frustró, siendo el principal motivo la repentina muerte de la reina. La Real Academia de San Carlos se fundó en 1768, en honor del rey Carlos III, siendo la segunda en antigüedad a nivel nacional.

6 Ocupaban tres aulas de la universidad ofrecidas por el consistorio municipal.7 José López Inglés quedó bajo el cuidado de su madre y años después, como ya hemos citado, ambos se establecerían en Xàtiva. Ver nota 3.8 ALDANA, S., Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Historia de una institución. 1998, p. 39.9 Para profundizar en el periodo de aprendizaje de López en Valencia, ver CATALÁ, M. Á., “Vicente López y la Real Academia de San Carlos”, Archivo de

Arte Valenciano, 1972, pp. 60-71.10 Con la obra de pensado Ezequias hace ostentación de sus riquezas ganó el Concurso General de 1788, teniendo como premio 40 pesos, ver DÍEZ, J.L,

Vicente López. I – Vida y obra. Fundación de Apoyo al Arte Hispánico, 1999, p 40.11 Ver CATALÁ GORGUES, M.Á., Colección Pictórica del Ayuntamiento de Valencia, 1981.

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Colaboración de una familia

Tú eres el Dios que nos salva,la luz que nos ilumina,

la mano que nos sostiene, el techo que nos cobija:

te damos gracias, Señor.

ciembre del mismo año la Academia valenciana convocó un Concurso Extraordinario cuyo ga-lardón era una pensión para estudiar en Ma-drid12. En la mayor parte de los concursos se pe-dían dos obras, una “de pensado”, a realizar en el domicilio particular y para cuya ejecución se concedían unos meses; y una “de repente”, a eje-cutar en una sola sesión en las aulas de la Acade-mia – en dos horas-. En esta ocasión, el tema “de pensado” que debían realizar los participantes fue Tobías el joven restablece la vista a su padre13, siendo por unanimidad del jurado el ganador Vicente López Portaña14. En verano de 1789 marchó a la capital de España encontrando en el también valenciano Manuel Monfort, por enton-ces Director de Estudios de San Fernando, un protector o guía. Con este maestro López mejoró o pulimentó ciertos aspectos del dibujo. Asimis-mo fue admitido en el taller de Mariano Salva-dor Maella (1739-1819)15, con quien estuvo dos años, y del que tomaría preferencia por los colo-res subidos de tono y brillantes. Por medio de este artista, a la sazón Pintor de Cámara de Car-los IV, tuvo acceso a las colecciones reales, un privilegio que no desaprovechó. Contempló obras de diversos maestros, preferentemente de Lucca Giordano (1632-1705), Corrado Giaquin-to (1703–1766) o Giovanni Battista Tiépolo (1696-1770), y sobre todo del más ortodoxo en su clasicismo, Anton Raphael Mengs (1728-1799). Ingresó en la Academia de San Fernando madrileña y unos meses después resultó vencedor

en el concurso anual que organizaba la institu-ción con Los Reyes Católicos recibiendo una emba-jada del Rey de Fez como ejercicio “de pensado” y Moisés sacando agua de la roca “de repente”16.

Tras regresar a Valencia -1792- con una forma-ción sólida y notable prestigio creció el número de encargos procedentes tanto de instituciones como de particulares. Por ejemplo, en 1794 realiza un San Antonio Abad para el altar dedicado al santo en la girola de la Catedral de Valencia17. De estas fechas el ayuntamiento de la capital conserva una Santa Úrsula, obra de brillante colorido con apa-riencia nacarada, de indudable impronta maelles-ca18. Al año siguiente se casó en la iglesia de los Santos Juanes con Vicenta Mª Piquer, establecien-do la residencia familiar en la calle del Mar, de-marcación de la parroquia de San Esteban. De esta unión nacerían dos hijos que llegarían asimis-mo a ser pintores, Bernardo y Luis.19

En 1802 Carlos IV -rey entre 1788 y 1808- vi-sitó Valencia tras asistir en Barcelona al casamien-to de su primogénito20 -el futuro Fernando VII- con Mª Antonia de Borbón. Esta visita se prolongó durante varias semanas y sería decisiva en el deve-nir de la trayectoria artística de Vicente López, ya entonces Director de Pintura de San Carlos. Las instituciones municipales agasajaron a la familia real con fastuosos festejos y costosos presentes, siendo uno de los más sobresalientes el de la Uni-versidad de Valencia. El Estudi General encomen-dó al pintor la ejecución de un lienzo de gran for-mato, Carlos IV y su familia homenajeados por la

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12 DÍEZ, J.L, ob cit en nota nº 9, p 41.13 Pintura conservada en el Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia.14 El pintor recibiría una ayuda durante tres años a razón de seis reales diarios. También se le otorgó una pensión, con idénticas condiciones, a Rafael Este-

ve Vilella por la sección de grabado.15 Académico de San Fernando, Teniente Director de Pintura de ésta desde 1782, Pintor de Cámara desde 1774 y valenciano como los demás artistas citados.16 Este triunfo le eximió de realizar el servicio militar.17 DÍEZ, J.L. ob cit, p.5318 CATALÁ GORGUES, M.Á., Catálogo de pinturas del Ayuntamiento de Valencia, vol.1, 1981.19 Bernardo nació en 1799 y Luis en 1801. Bernardo seguiría con mayor rectitud la estela artística de su padre, pudiendo considerarle su mejor discípulo.

Luis se desvinculó en un momento determinado y marchó a París, entrando en contacto con nuevas corrientes pictóricas. En 1847, Vicente López pidió una “excedencia” y visitó a su hijo en la capital del Sena. Hacia 1800 realiza un fresco para la Casa Vestuario que representa de forma alegórica a la ciudad de Valencia y las pinturas murales de la iglesia de Nª Sra del Rosario del Grao de la capital.

Sagrado Corazón de Jesús: amor infi nito

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Universidad, obra alegórica en la que puso gran empeño el artista. Este ob-sequio fue del agrado del monarca y López no perdió ocasión para solici-tarle la concesión del título de Pintor de Cámara, otorgándole dicha distin-ción de inmediato. No obstante, el artista residiría todavía en Valencia, cumpliendo el encargo regio de pro-veer a la Casa Real de pinturas dignas de mención que estuviesen en tierras valencianas, realizando réplicas para los templos o conventos que los “do-naban”. Asimismo, se dedicó a la Academia valenciana y atendió los encargos que de promotores eclesiás-ticos y particulares le llegaban. Por estos años pinta las obras religiosas que de este maestro conserva Xàtiva: dos procedentes del Real Convento de Santa Clara, Cristo Eucarístico –h 1802- y Santa Cena –1806-, así como la Oración en el Huerto del Museo de L’Almodí. En el Cristo presenta al Re-dentor con los símbolos de su cuerpo y sangre, esto es el Pan y el Cáliz, en la instauración de la Eucaristía del Viernes Santo, todo en una composi-ción deudora de los modelos arquetí-picos que el maestro renacentista Juan de Juanes transmitió a las pos-treras generaciones de artistas.21 La Santa Cena, obra capital de Vicente López en tierras valencianas, fue pin-tada para el refectorio del citado convento setaben-se y en ella se disponen los apóstoles en torno a Jesús, del que emana una gran luminosidad, “Lux Mundi”22. La serenidad que transmite el Salvador contrasta con la expresión de sorpresa y desasosie-go que muestra el resto de personajes ante el anun-cio de que hay un traidor entre ellos. El único que permanece estante debe ser Judas Iscariote, de ca-bellos rojizos, a quien señala uno de sus condiscí-pulos. Judas, con extrañeza, presenta el gesto de preguntar al Maestro si se refi ere a él. En el Museo Municipal se custodia la Oración en el Huerto, procedente del legado de Carlos Sarthou, obra que Díez relaciona con un lienzo que Mengs realizó

del mismo tema para Carlos III23, y que debió ver en su primera etapa madrileña.

Los acontecimientos que se producen en la primavera de 1808 dieron lugar a la conocida como Guerra de la Independencia, que enfrentó a españoles y al ejército de Napoleón, quien me-diante una ingeniosa táctica consiguió hacerse con el poder, concediendo el trono de España a su hermano José, coronado como José I. Las tro-pas galas contaban con apoyo en la península, los denominados afrancesados, adheridos y sim-patizantes de las ideas que el nuevo orden esta-blecido promulgaba. La invasión fue progresiva, de hecho hasta 1812 no capitularían Valencia ni

Salvador eucarístico. Vicente López.

20 El Príncipe de Asturias Fernando de Borbón, futuro Fernando VII, desposó con Mª Antonia de Borbón.21 Para completar la información acerca de este lienzo, ver AGUILAR DÍAZ, C. – FERRER ORTS, A., “El Salvador”, Catálogo Exposición Lux Mundi.

Xàtiva 2007, La Llum de les Imatges - Generalitat Valenciana, pp. 726 – 727. También DÍEZ, Vicente López, Tomo II, Catálogo, pp. 35 - 36.22 HERNÁNDEZ GUARDIOLA, L., “Santa Cena”, Catálogo Exposición Lux Mundi. Xàtiva 2007, La Llum de les Imatges – Generalitat Valenciana, pp.

722 – 724.23 DÍEZ, J.L., Vicente López, Tomo II, Catálogo, p. 36.

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otras ciudades de su región, como Xàtiva. Antes de dichas capitulaciones, y en muestra del apoyo incondicional a Fernando de Borbón, el ayunta-miento de la capital encomendó a Vicente López la realización de un pomposo Retrato de Fernan-do VII con el Hábito de la Orden de Carlos III. Hizo lo propio el consistorio de San Felipe en 1808 pidiendo al pintor un retrato del rey, utili-zando como modelo el que estaba componiendo para Valencia, con la única diferencia de repre-sentar en la parte inferior del cuadro un paño bordado con el escudo setabense en lugar del va-lenciano. Ambas obras fueron confi scadas du-rante la dominación francesa, la de la capital por el mariscal Suchet y la de nuestra ciudad por el barón de Lord. El lienzo de Valencia no se recu-peraría y el de Xàtiva, como afi rma Mariano González, fue donado por el citado barón de Lord al barón de Andilla. Cuando éste tuvo que marcharse lo recogió de su residencia un regidor del cabildo municipal valenciano, que lo deposi-tó en su Ayuntamiento. Bastante tiempo tuvo que transcurrir para que el cuadro regresara a su lugar de origen, y con la observación de tener que realizar el pintor una copia para la capital24.

En 1814, cuando por fi n regresó Fernando de su cautiverio en Valençay, pasó por Valencia y aceptó de buen grado el modo en que lo había representado López. El rey, además, debió tener presente el lienzo con el que años atrás la univer-sidad había ofrendado a su padre, Carlos IV, y por el que fue nombrado Pintor de Cámara. Poco después, Fernando VII propició que el ar-tista promocionara profesionalmente al designar-le como Primer Pintor de Cámara, trasladándose en 1815 a Madrid únicamente con sus hijos puesto que su esposa, Vicenta Mª Piquer, había fallecido unos meses antes.

A su llegada a la Corte el artista coincidió con Francisco de Goya (1746-1828) y Mariano Salva-dor Maella, ambos Primeros Pintores, quienes ha-bían perdido la confi anza del monarca y fueron progresivamente apartados. Con la llegada de Ló-pez el monarca pudo dar salida de forma sutil a estos dos maestros que habían trabajado al servicio de los invasores25, algo por otra parte totalmente comprensible desde muchos puntos de vista. A Maella, además, se le tuvo en cuenta que aceptara de manos de José I una condecoración creada por el nuevo régimen, la Orden Real de España. Según diversos historiadores el artista temió ser asesinado si no lo hacía. A pesar de todo se les concedió una pensión vitalicia. En adelante el principal puesto lo ostentaría Vicente López, quien ciertamente debió sentirse violentado por la citada situación ya que, como hemos relatado en líneas anteriores, en el pa-sado había formado parte del taller de Maella. A partir de este momento la infl uencia del pintor, auspiciada por la confi anza que Fernando VII de-positó en él, alcanzaría un nivel probablemente nunca visto hasta entonces en un artista español. Perspicaz e inteligente, Vicente aprovechó su domi-nio del “ars pictoria” y su don de gentes para llegar a las más altas cotas. Sus peticiones eran general-mente aprobadas, los cargos se suceden, la fama y el bienestar se hicieron patentes. En esta etapa rea-liza numerosos retratos, principalmente de la fami-lia real y la más representativa nobleza española, obras en que los personajes se presentan siempre con gran dignidad y realismo. Célebres son los re-tratos de Mª Isabel de Braganza, Mª Josefa Amalia de Sajonia y Mª Cristina de Borbón – segunda, tercera y cuarta esposa de Fernando VII respectiva-mente-. Nota común en las obras de López es el detallismo en todos y cada uno de los elementos del cuadro, “tratados con idéntica atención y seme-

24 GONZÁLEZ BALDOVÍ, M., “Noticia sobre cuatro retratos de Vicente López”, Archivo de Arte Valenciano, 1980.25 Como afi rma Díez, Vicente López también trabajó para los franceses ya que, por ejemplo, representó al mariscal Suchet y a su familia. El monarca debió

enterarse pero en su caso no lo tuvo en cuenta y le concedió el título de Primer Pintor. De este modo “sustituyó” a los veteranos Goya y Maella.

Sagrado Corazón de Jesús: amor infi nito

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jante grado de iluminación”26, independientemente de la posición o importancia de estos.

La Academia valenciana le honró con el título de Académico de Honor en 181827, año en que se-ría fundado el Real Museo de Pinturas de Madrid, germen del actual Museo del Prado. Llegaría a ser Director Artístico de la pinacoteca entre 1823 y 1836, cuando fue sustituido por José de Madrazo. Poco antes, a mediados de la década de 1820, pinta el retrato más famoso que se haya hecho del genial maestro Francisco de Goya. Esta obra contiene ele-mentos propios de la corriente romántica, poco co-munes en un artista que en general se mantuvo fi el a la estética del clasicismo academicista.

Por otra parte, el monarca le encomienda conti-nuar la ornamentación pictórica de los Reales Sitios, siendo de gran notoriedad la Alegoría de la Institución de la Orden de Carlos III, fresco – de 1828- que cubre la bóveda de la sala - vestidor del rey en el Palacio Real. Tras pedir una recompensa por los muchos años al servicio de la monarquía, Fernando VII le concedió “la gran cruz de caballero supernumerario de la Real y Distinguida Orden de Carlos III”. Al año siguiente falleció la tercera esposa del soberano, Mª Josefa Ama-lia de Sajonia, sin tener todavía descendencia. La con-seguiría con Mª Cristina de Borbón, con quien se casó

a los pocos meses de enviudar, pues el tiempo apre-miaba. De este enlace nació Isabel de Borbón, la futu-ra Isabel II (reinó entre 1843-1868)28.

De gran empaque es un Retrato del Rey con el Hábito del Toisón de Oro, de 1831, que López realizó para la embajada española ante la Santa Sede. Esta obra causó admiración en el elitista ambiente romano, concediéndole la Academia de San Lucas el título de Académico.

En 1833 fallece su gran protector, el rey. Aun-que contó con el respeto de la Regente María Cris-tina y posteriormente de Isabel, el ya maduro pin-tor fue gradualmente reemplazado por José y Fe-derico de Madrazo, artistas en sintonía con las experiencias europeas del momento. A pesar de ello mantuvo el grado de primer pintor, desde en-tonces compartido con José de Madrazo, y, en 1847, año en que otorga testamento, la reina le concede la gran cruz de Isabel la Católica “en reco-nocimiento por toda una vida dedicada a la coro-na”29. Asimismo podemos citar que fue agraciado con la Espuela de Oro, otorgada por el Pontífi ce.

El día 22 de junio de 1850 fallece a los 77 años Vicente López Portaña, siendo enterrado en el cementerio de la iglesia de San Andrés y San Pedro, hoy San Isidro, de Madrid.

Milagro del Ángel verdadero. Vicente López. Ayora.

26 DÍEZ, ob cit , Vol. 1.27 Distinción que hasta entonces solamente había recibido Mengs.28 Surgieron detractores, especialmente en el País Vasco y Navarra, que no reconocían a Isabel como heredera al trono. Estos apoyaban al hermano menor

de Fernando VII, Carlos Mª Isidro, originándose confl ictos armados, las denominadas guerras carlistas.29 DÍEZ, Vol. 1, p.204.

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Su cuerpo incorrupto, como vemos en la foto, es meta de peregrinaciones del mundo entero y él reparte gracia y amor.

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