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Cambios en el consumo de los Cubios, Chuguas e Hibias a través de tres generaciones en el municipio de Ramiriquí, Boyacá Trabajo de Tesis para optar por el título de Maestría. 24 Julio de 2012 Carolina M. Sánchez Ospina Candidata a Magister en Geografía, Universidad de los Andes Directora de Tesis Margaret Pasquini Foto Campesino de Ramiriquí de Marcela Wagner

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Cambios en el consumo de los Cubios,

Chuguas e Hibias a través de tres

generaciones en el municipio de

Ramiriquí, Boyacá

Trabajo de Tesis para optar por el título de Maestría.

24 Julio de 2012

Carolina M. Sánchez Ospina

Candidata a Magister en Geografía,

Universidad de los Andes

Directora de Tesis Margaret Pasquini

Foto Campesino de Ramiriquí

de Marcela Wagner

1

1 Introducción ........................................................................................................................... 4

1.1 Justificación de la investigación ........................................................................................ 9

1.2 Objetivos ........................................................................................................................... 13

2 Marco Conceptual ............................................................................................................... 15

2.1 Lo que determina el gusto ............................................................................................... 15

2.2 La economía política detrás del gusto y pérdida de cultivos tradicionales ................. 21

2.3 Resistencia a la pérdida de alimentos tradicionales...................................................... 27

3 Desarrollo de la Investigación ............................................................................................ 29

3.1 Fase I: Trabajo de campo preliminar ............................................................................ 29

3.2 Fase II: Trabajo de campo en Ramiriquí ...................................................................... 30

3.2.1 Ramiriquí ............................................................................................................... 30

3.2.2 Entrevistas ............................................................................................................. 33

3.3 Fase III: Análisis de la información ............................................................................... 36

4. Descripción de los cultivos .................................................................................................. 38

4.1. Cubios (Tropaeolum tuberosum) ................................................................................... 38

4.2. Hibias (Oxalis tuberosa) ................................................................................................... 40

4.3. Chuguas (Ullucus tuberosus) ........................................................................................... 42

5. Boyacá ................................................................................................................................... 44

5.1. ¿Qué ocurrió con los Muiscas? ....................................................................................... 44

5.2. Siglo XX ............................................................................................................................ 48

6. Resultados y discusión ......................................................................................................... 58

6.1 Caracterización de los entrevistados .............................................................................. 58

6.2 Diversidad y sistemas de producción de los tubérculos andinos ................................. 58

2

6.3 Tubérculos Andinos en Ramiriquí ................................................................................. 60

6.3.1. Comparación inter-generacional en el consumo de Tubérculos Andinos ....... 60

6.3.2. Comparación inter-generacional en la siembra de tubérculos andinos ........... 61

6.3.3. Comparación inter-generacional en la venta de tubérculos andinos ............... 62

6.3.4. Consumo y siembra por género de tubérculos andinos ..................................... 63

6.3.5. El estatus de los tubérculos andinos en la dieta ................................................. 64

6.4 Los impulsores de los cambios en el consumo de tubérculos ....................................... 67

6.4.1 Análisis de las percepciones de los tubérculos .................................................... 67

6.4.2. Comida de pobres ................................................................................................. 68

6.4.3 Los modernos y los antiguos ................................................................................ 71

6.4.4 Introducción de nuevos alimentos ....................................................................... 73

6.4.5 Cambios en la producción .................................................................................... 75

6.4.6. Mercado y rentabilidad ........................................................................................ 77

6.4.7 Otros factores ........................................................................................................ 78

6.5 Resistencia ........................................................................................................................ 79

7. Conclusiones ......................................................................................................................... 80

8. Bibliografía ........................................................................................................................... 84

9. Anexo I Nutrición ................................................................................................................ 90

10. Anexo II Lista de preguntas para entrevista..................................................................... 91

11. Anexo III Entrevistados ...................................................................................................... 92

12. Anexo IV ............................................................................................................................... 93

3

Imagen 1. Mapa de ubicación de zona de investigación 31

Imagen 2. Planta y tubérculo de cubio 36

Imagen 3. Cubio en Flor 36

Imagen 4. Planta y tubérculo de hibia 38

Imagen 5. Hibia en Mercado de Berkeley 38

Imagen 6. Planta de Chugua 40

Gráfica 1. Consumo de tubérculos andinos por generación 59

Gráfica 2. Siembra de tubérculos andinos por generación 60

Gráfica 3. Venta de tubérculos andinos 61

Gráfica 4. Siembra y consumo de tubérculos andinos por genero 61-62

Gráfica 5. Practicas de fumigación 69

Tabla 1. Rango de comida favorita de mayor a menor 63

Tabla 2. Comida favorita organizada por edades 63

4

1 Introducción

"No estudiamos las costumbres dietéticas humanas simplemente porque son interesantes,

sino porque al final del día, estas ayudan a definir la calidad de vida de personas reales. Las

diferentes formas en que la gente come refleja una variación sustantiva en estatus y poder y

caracteriza a las sociedades que internamente están estratificadas en ricos y pobres,

enfermos y sanos, desarrollados y subdesarrollados, sobrealimentados y desnutridos (Ross,

1987, p.8)”.1

Estudiar los hábitos alimenticios es esencial para entender la manera en que los humanos se

relacionan con su medioambiente. Es por esto que entender por qué han cambiado los hábitos

alimenticios es una forma de comprender las nuevas formas en que los grupo humanos se

relacionan con su medio ambiente y comprender los cambios culturales que ocurren en una

región (como sería la integración de éstos en un sistema globalizado). Este tema, enfocado

particularmente en el estudio de la agro-diversidad y el declive generalizado de los cultivos

tradicionales o ancestrales2, ha despertado a nivel internacional en las últimas décadas el interés

de investigadores de diferentes disciplinas (Pasquini & Young, 2009), generando varias

iniciativas de recopilación de información sobre los cultivos ancestrales y su rescate.

La geografía puede aportar a estas iniciativas para la conservación de la agro-diversidad a través

de los estudios de las dinámicas de los sistemas de producción tradicionales, explorando cómo y

por qué cambian en el tiempo y en el espacio. Los geógrafos han hecho aportes pertinentes en

temas como la erosión genética, el manejo de germoplasma tradicional, el género y la

agricultura, el desarrollo agrícola, la domesticación, los centros de biodiversidad, la ecología

humana de la agricultura y la evolución agrícola3.

1 Traducción propia

2 Para este trabajo en particular se usa intercambiablemente la terminología de cultivos tradicionales y cultivos

ancestrales para referirse a cultivos que existían y eran usados en América Latina antes de la llegada de los

españoles. Variedades locales y variedades criollas, se refiere a variedades morfológicamente parecidas que se han

desarrollado en una localidad específica. Especies menores, cultivos subutilizados, cultivos olvidados, se refieren a

cultivos que no han entrado a ser dominantes en el mercado y que por lo general solo son utilizados por un grupo

reducido de personas. 3 Association of American Geographers 2009

5

El geógrafo que empieza la rama de estudio de la historia natural de los cultivos y su relación

con los humanos es Carl Sauer. En uno de sus libros más importantes, Agricultural Origins and

Dispersals, Sauer argumenta “si estamos tratando de estudiar un mundo cambiante, habitado por

el hombre, la geografía humana debe correr el riesgo de interpretar en conjunto la historia natural

e historia cultural [...]” 4(Sauer, 1970, p.1-2). Los estudios de Sauer proporcionan una visión de

la diversidad de los cultivos y su estatus como artefactos de manipulación y difusión humana,

reuniendo las dimensiones de tiempo, espacio, ecología y cultura (Gade, 2009).

Sauer argumenta que las prácticas culturales definen en gran medida la ecología de un lugar. Un

ejemplo de esto se puede ver en la investigación de Judith A. Carney (2001) quien demuestra

como el movimiento de un grupo a un nuevo espacio geográfico genera nuevas formas de

producción. Carney argumenta que la producción de arroz en el estado de Carolina del Sur en

Estados Unidos, solo fue posible por la migración forzada de personas traídas de África como

esclavas, mas específicamente las mujeres, quienes eran las que poseían el conocimiento. Carney

se enfoca en la conexión que existe entre cultura y una planta y como la introducción de ésta en

un medio específico depende de la introducción de la cultura.

Los estudios sobre la agro-diversidad han tenido aportes importantes también desde la línea de

geografía económica. Desde esta rama se ha estudiado como los sistemas de producción

tradicionales son afectados al entrar en contacto con sistemas de producción capitalista, dando

paso a un nuevo sistema donde se entrelazan las formas de producción tradicionales, los factores

culturales, las fuerzas del mercado y las políticas determinando una nueva forma de relacionarse

con el espacio geográfico. Geógrafos que siguen en la tradición de Sauer, pero ya con un énfasis

más económico, son Karl Zimmerer (1996) y Anthony Abbot (2005), quienes se enfocan en

estudiar la relación que existe entre consumo de variedades tradicionales, sistemas de

producción, tenencia de tierra, extensión agrícola y preferencias culturales.

Esta tesis se enfoca en la pérdida de cultivos ancestrales andinos en Colombia – más

específicamente los cubios, hibias y chuguas – por lo que se inscribe en estas tradiciones

4 Traducción propia

6

geográficas, además de compartir la creciente preocupación sobre los efectos negativos que

pueden generarse por la pérdida de estos cultivos y la riqueza cultural que ellos representan.

El Millennium Ecosystem Assessment Board, MEAB (2005), estima que de las 10,000 a 15,000

especies comestibles conocidas a nivel mundial, sólo 7,000 se han usado en la agricultura y, de

éstas, apenas un 2% se consideran económicamente significativas. Hoy en día, el 75% de la

comida mundial proviene de tan solo 12 especies de plantas y 5 especies animales. Más del 90%

de las variedades cultivadas ha desaparecido de los campos en parte por el crecimiento del área

cultivada con monocultivos. Muchas de estas variedades actualmente solo se pueden encontrar

en colecciones ex situ5 (MEAB, 2005).

En el caso de Norteamérica, el etnobotánico Nabhan (2008) indica que existen 1,060 variedades

de productos alimenticios únicos para esta región y que se consideran actualmente amenazados,

en peligro de extinción, o funcionalmente extintos en los mercados de Canadá, Estados Unidos y

el norte de México (Nabhan, 2008). “En los Andes existe el caso de por lo menos una docena de

tubérculos, tres granos, tres legumbres y más de una docena de frutas que se encuentran en

desuso o desconocidos debido a su reemplazo por especies europeas como el trigo, la cebada, las

zanahorias y las habas que fueron introducidas a la llegada de los españoles (National Research

Council - NRC, 1989, p.1)”6.

Los sistemas agrícolas con alta diversidad genética o policultivos son más resistentes ante

fenómenos como infestaciones de plagas y maleza, reducen la erosión del viento y mejoran la

infiltración del agua (Francis, 1986 citado por Altieri, 2002). Es por ello que, ante el cambio

ambiental global, es fundamental para los sistemas agrícolas mantener una base amplia de

cultivos y variedades que pudieran permitirles a los agricultores estar mejor preparados para los

diferentes escenarios futuros a los que pudieran enfrentarse, ya que un sistema biodiverso es

menos vulnerable, más resiliente y adaptable a problemas de toda clase (clima, pestes, suelos).

5Colecciones ex situ se refieren a semillas o material de germoplasma que se guarda en bancos de semilla. In situ se

refiere a la conservación de la planta a través de su siembra en el campo. 6 Traducción propia

7

Si bien se están realizando esfuerzos para conservar variedades en colecciones ex situ, éstos no

son suficientes. Los esfuerzos de recolección y conservación ex situ que se han realizado se han

concentrado principalmente en las variedades y especies económicamente importantes, lo que

indica que ya se podría haber perdido una proporción significativa de la diversidad genética de

especies menores (Padulosi, Hodgkin, Williams & Haq, 2006).

Es necesario promover y apoyar medidas de conservación in situ, es decir, aquellas que son

realizadas directamente en los sitios de producción. Actualmente, existen comunidades donde

medianos y pequeños agricultores continúan sembrando y manteniendo variedades locales

(landraces) y especies menores (Zimmerer, 1996; Abbott, 2005).

Se identifican seis razones principales por las cuales es importante mantener el uso de las

variedades locales.

I. Para los pequeños agricultores que no tienen acceso a seguros contra pérdida de cultivos

(por ejemplo, debido a cambios impredecibles del clima, régimen de lluvia y ataques de

pestes) o cuyos gobiernos no pueden o no tienen la voluntad de subsidiarlos cuando se

presentan estas circunstancias, la diversificación de sus parcelas agrícolas es

frecuentemente la única forma de minimizar el riesgo (MEAB, 2005). Al sembrar

múltiples variedades y especies, el productor tiene mayores probabilidades de poder

cosechar por lo menos parte de los cultivos, en caso de algún fenómeno adverso.

II. Si las diversas variedades locales tienen diferentes tiempos de recolección, el campesino

puede espaciar el tiempo entre cosechas (MEAB, 2005), lo que significa una ventaja de

venta y un ingreso y consumo constante.

III. Una mayor diversidad de cultivos puede ayudar al productor a hacer frente a crisis

generadas por las fluctuaciones de precios en el mercado (MEAB, 2005).

IV. Al cultivar una diversidad de variedades y especies locales, los agricultores pueden hacer

un mejor uso de sus parcelas seleccionando variedades específicas que se adapten a las

8

condiciones del régimen hídrico del suelo (soil water regime) (Zimmerer, 1996). En la

ausencia de una infraestructura de riego, esta estrategia puede ser muy importante para

asegurar la máxima productividad de una parcela.

V. Ciertos cultivos tradicionales pueden necesitar menos insumos, lo que puede hacerlos

vitales para campesinos de bajos ingresos (NRC, 1989).

VI. Las variedades locales tienen una gama de usos secundarios muy variados (medicinales,

comestibles y forraje) y tienen múltiples usos culinarios (que, a su vez, pueden contribuir

a una dieta balanceada) razones por las cuales los agricultores han escogido conservarlas

(MEAB, 2005).

Recuperar y fomentar cultivos que se están perdiendo es de suma importancia, no sólo porque

mejoran la capacidad de reparación de los sistemas productivos, sino también porque son parte

del patrimonio cultural y material de las regiones donde se consumían originalmente. La

domesticación y el uso de cada cultivo encierra en sí parte de la historia de los pueblos (MEAB,

2005).

Adicionalmente, muchas especies menores7 o poco utilizadas pueden suministrar un alto

contenido de nutrientes por lo que, promoviéndolas adecuadamente, podrían ser incluidas en

programas de mejoramiento de la dieta a un bajo costo (Yang & Keding, 2009). Por ejemplo, en

una investigación sobre vegetales naturalizados y nativos de África, se reconocieron por lo

menos 55 especies de vegetales nativos con un gran contenido de vitamina E, folato, calcio,

hierro, zinc y antioxidantes (Yang & Keding, 2009). Así mismo, en el caso de los cubios

(Tropaeolum tuberosum) se ha encontrado que tienen un alto contenido de vitamina C (Grau,

Ortega, Nieto & Hermann, 2003) y en el caso de las hibias (Oxalis tuberosa), dependiendo de la

variedad, pueden tener un alto contenido de vitamina A (NRC, 1989). Para más información

sobre valores nutricionales de los tubérculos andinos ver el Anexo I.

7 Como especies menores se entiende plantas poco utilizadas y con poca importancia económica. Ver también la

nota al pie de página 2.

9

Varios cultivos y variedades subutilizados tienen un gran potencial para ser mejorados y ser más

utilizados (FAO, 1996; Naylor et al., 2004). Sin embargo, para poder rescatarlos, se debe

entender por qué se están dejando de producir y consumir. En particular, como evidencia el

MEAB (2005), es importante entender la influencia de factores culturales en los hábitos

alimenticios y tradiciones productivas.

Los sistemas de cultivo y la cultura humana están inextricablemente vinculados. Los

valores religiosos y éticos, antecedentes culturales y convicciones filosóficas están ligados

a la sostenibilidad de los sistemas agrícolas, desarrollo rural y seguridad alimentaria. A

menudo las tradiciones y prácticas culturales son integradas en normas y prácticas de

cultivo, en acceso a la propiedad y herencia de tierras y el acceso a otros recursos

productivos. Los factores culturales y las preferencias pueden tener una gran influencia en

la demanda y el valor de varios productos alimenticios en el mercado (MEAB, 2005, p.

786)8.

Esta investigación se enfoca en estudiar la percepción que tienen familias campesinas en

Ramiriqui, Boyacá, Colombia, sobre los cubios (Tropaeolum tuberosum), las hibias (Oxalis

tuberosa) y las chuguas (Ullucus tuberosus), los posibles cambios en el consumo y producción

de estos tres tubérculos andinos y explorar las posibles razones para estos cambios. La

investigación tiene un enfoque particular en los cubios debido a que, de estos tres, es el cultivo

predominante en la región estudiada. Para el marco conceptual se hizo una revisión bibliográfica

sobre factores culturales y estructurales que determinan el gusto, los cambios en los hábitos

alimenticios y la pérdida de cultivos ancestrales (Capítulo 2). Se realizó un estudio de caso en la

vereda de Escobal Alto en el municipio de Ramiriquí, entrevistando tres generaciones de familias

campesinas (Capítulo 3). En el Capítulo 4 se presenta una descripción de los tres cultivos,

mientras que el Capítulo 5 da un repaso general de las políticas agrarias que ha tenido Colombia.

El Capítulo 6 analiza e interpreta los resultados de las entrevistas en Ramiriquí a la luz de las

diferentes posibles razones identificadas en el Capitulo 2, que buscan explicar el declive del uso

de los cultivos tradicionales.

1.1 Justificación de la investigación

"En la era moderna el proceso de diferenciación culinaria puede implicar una modificación

importante de los alimentos tradicionales; pocas personas hoy comen exactamente lo que sus

8 Traducción propia.

10

abuelos comían hace cincuenta años y a muchos de nosotros nos gusta cruzar los límites de

grupo y 'comer el otro' (Belasco, 2002, p. 2)”9

Históricamente, los tubérculos andinos han jugado un papel importante en la alimentación de

muchas comunidades en América Latina (Langebaek, 1987). Sin embargo, según Grau et al.

(2003) los cubios tienen poca aceptación fuera de un consumo familiar o local, lo cual se traduce

en una baja comercialización (León, 1964). La baja comercialización se ha explicado por

diferentes causas. Para León (1964) este problema podría deberse a que el sabor “no es agradable

al paladar de gentes blancas”, a su origen indígena y a que, al ser alimento de campesinos pobres,

es rechazado por las clases altas (NRC, 1989). La misma situación se presenta para el caso de

las hibias. En contraste, las chuguas son más aceptadas por la población no rural (Pérez, 2009) y

de hecho, son consideradas el cultivo predominante de algunas poblaciones de los Andes (NRC,

1989).

Por otro lado, algunos estudios resaltan algunas limitaciones en el rendimiento de los tubérculos

tradicionales, lo que los hacen poco atractivos en términos económicos. En un estudio

comparativo realizado en Bolivia sobre el rendimiento de la cosecha de hibias, chuguas y cubios

y tres diferentes tipos de papas, Condori et al. (2008) muestran que las tres variedades de papa

empiezan a desarrollar tubérculos mucho más rápido que las otras especies. Por ejemplo, al

comparar las papas y los cubios, las primeras desarrollan los tubérculos entre 60 a 80 días

después de haber sido sembradas, mientras que los cubios empiezan a desarrollarlos después de

105 días de haber sido sembrados. En consecuencia, mientras es posible tener cosechas de papa

cada dos a tres meses, los cubios no se pueden cosechar sino hasta tres o cuatro meses después y

las chuguas y las hibias solo se pueden cosechar una vez al año. Adicionalmente, los cubios sólo

tienen un 8% de masa seca, lo que los hace menos atractivos para el procesamiento industrial en

la medida en que estos procesos requieren una mayor cantidad de ésta.

En los últimos años se ha visto un incremento en la importancia que se le ha dado al rescate de

los tubérculos tradicionales por sus propiedades nutricionales y medicinales. Por ejemplo, dentro

de los usos medicinales atribuidos a los cubios están los tratamientos para los problemas de la

9 Traducción propia

11

próstata (Macía, García & Vidaurre, 2004), para el “susto”10

, la picazón en la piel por heridas

(De la Cruz, Vilcapoma & Zevallos, 2007), los problemas renales, los dolores del hígado (Grau

et al. 2003) e incluso para aclarar manchas en la piel (Pérez, 1956). Un estudio reciente sobre la

propiedad antioxidante de los cubios, confirma el beneficio del consumo de estos tubérculos

(Chirinos et al., 2008). Los cubios también se caracterizan por su alto contenido de vitamina C y

contienen un 16% de proteína en material deshidratado (NRC, 1989). De hecho, los cubios y las

hibias presentan un mayor contenido de calcio, vitamina A, B2 y C que la papa (Ayala, 2004).

Rescatar el uso medicinal de esta planta es de suma importancia ya que representa una manera

económica de prevenir enfermedades y genera un incentivo para que los agricultores mantengan

diferentes variedades.

A pesar de sus beneficios, el futuro y la conservación de estos diferentes tubérculos son inciertos.

Condori et al. (2008) mencionan que “el banco de germoplasma de los tubérculos Andinos es

muy heterogéneo y la cantidad de semillas en colecciones es limitado, evidenciando riesgo de

pérdida de biodiversidad”11

(Condori et al., 2008 p. 527). De los cubios sólo se tienen 80

muestras en el banco de germoplasma en Toralapa, Bolivia, mientras que de las papas se guardan

1200 y de las hibias 500 (Condori et al., 2008). Por otro lado, al ser propagados vegetativamente,

estos tubérculos son dependientes del ser humano, para su dispersión.

En los últimos 10 años se han realizado varios programas de conservación de cubios in situ en

Ecuador, Perú y Bolivia (Cadima, 2006). Sin embargo, estos esfuerzos pueden ser insuficientes

debido a que “las tradiciones y costumbres que están muy relacionadas con la conservación de

los tubérculos andinos, se están perdiendo poco a poco y en algunos lugares más aceleradamente

que en otros” (Cadima, 2006, p. 359).

En Colombia se han encontrado muy pocos estudios sobre el consumo de estos tubérculos. Sin

embargo, al igual que en otros países de la región, es probable que el consumo de cubios, las

chuguas e hibias se encuentre en declive. La docente e investigadora Neidy Clavijo Ponce de la

Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana es una de las

10

Nombre popular de una enfermedad infantil no determinada por el artículo. 11

Traducción propia

12

pocas académicas que trabaja el tema de estos tubérculos en el país. Aunque a la fecha no ha

publicado los resultados, en una conversación en septiembre del 2011 señaló que la siembra de

estos tubérculos en el altiplano Cundiboyacense está enfocada esencialmente hacia el

autoconsumo. Éstos son sembrados principalmente por campesinos con acceso a terrenos de 5

hectáreas o menos y no son productos priorizados por el gobierno. De hecho en el informe final

del Equipo de Trabajo Agrored Sumapaz (2005), se mencionan igualmente los cubios y las

hibias como cultivos de autoconsumo, mientras que no se hace ninguna referencia a las chuguas.

En la revisión bibliográfica12

consultada para esta tesis no se encontró información relevante

sobre patrones alimenticios en Boyacá. Esto sugiere que los hábitos alimenticios han sido muy

poco estudiados y que los cultivos tradicionales en su mayoría han sido ignorados por las

políticas de desarrollo económico.

Los resultados preliminares arrojados por entrevistas exploratorias para esta investigación con

los vendedores de seis plazas de mercado de Boyacá y en el mercado mayorista de Bogotá

Corabastos con el propósito de construir una impresión general de la tendencia del mercado de

estos cultivos en la zona de estudio (ver sección 3.1), apoyan la suposición de que el consumo de

estos tubérculos se encuentra en declive. En las entrevistas preliminares se encontró que la

explicación “popular” que se da para argumentar el declive de estos productos es su sabor y

textura y que existe una percepción generalizada de que las nuevas generaciones no comen estos

tubérculos por que son “feos” o sencillamente no les gustan. De acuerdo con los vendedores

entrevistados el desencanto con los tubérculos está produciendo una disminución en su consumo

y compra.

Aunque la mayoría de vendedores de plaza de mercado de diferentes pueblos de Boyacá y de

Corabastos perciben que las ventas de estos tubérculos han disminuido, no existen registros

escritos que puedan ayudar a corroborar esta percepción. Por esta razón se consideró útil

explorar los cambios en los patrones de consumo directamente con familias campesinas

12

Las fuentes consultadas fueron: la biblioteca de la Universidad de los Andes, la biblioteca de la Javeriana y la

biblioteca Luis Ángel Arango, además de los recursos electrónicos de la Universidad de los Andes y biblioteca Luis

Ángel Arango como es JSTOR por dar un ejemplo.

13

productoras. Así, en una segunda instancia de la investigación se buscaron familias en las

veredas de Ramiriquí que cultivaran estos tubérculos y se hizo un seguimiento, en la medida de

lo posible, del consumo y de la producción en tres generaciones.

La razón por la que se escogió Ramiriquí fue su identificación como uno de los lugares donde

existía una fuerte tradición del consumo de estos tubérculos, además de tener el clima propicio

para su siembra. Si a través de las entrevistas a familias campesinas productoras se logra

corroborar que la percepción de los vendedores de plaza de mercado es correcta y que existe, en

efecto, una tendencia a la reducción del consumo, esto nos podría indicar que en los otros lugares

donde los vendedores indicaron que ha habido una disminución en la venta, puede haber, en

realidad, una disminución en su consumo.

Ya que los tubérculos andinos representan diversidad en las parcelas y un legado de la cultura

muisca, es importante entender las razones por las cuales se están dejando de consumir y

producir en Ramiriquí, ya que sin entender estas razones es poco probable que se puedan diseñar

estrategias de fomento y recuperación de estos cultivos. Las razones preliminares más

importantes que encontró esta investigación exploratoria fueron que las nuevas generaciones no

están aprendiendo el gusto por estos tubérculos ya que tienen acceso a otras comidas y la

producción es desalentada por la opción de actividades agrícolas más rentables.

1.2 Objetivos

El propósito de esta investigación es aportar al debate alrededor de los cambios en el consumo y

producción de tubérculos andinos en tres generaciones y las posibles causas de estos cambios.

Los objetivos específicos son:

14

Identificar si el consumo y la producción de cubios, chuguas e hibias ha cambiado a

través de tres generaciones13

de campesinos en Ramiriquí, Boyacá.

Entender cuál es la percepción que cada generación tiene de estos tubérculos.

Entender los factores culturales y estructurales14

que influyen en los cambios en el

consumo de estos tres tubérculos según los relatos de las tres generaciones (abuelos,

padres e hijos).

13

En lo posible se buscó que la primera generación cultivara estos tubérculos en Ramiriquí en el departamento de

Boyacá. 14

Siguiendo a Harris (1987) como factores culturales se entienden aquellos que se refieren a la percepción de los

cultivos y del significado simbólico de lo que se come y como factores estructurales se entienden factores de la

economía política y factores infraestructurales.

15

2 Marco Conceptual

Generalmente, los alimentos que se consumen son considerados apetecibles, se reconoce que

tienen un valor nutricional y/o sacian la sensación del hambre. Ya que la naturaleza o la

materialidad de los productos en si no tienden a cambiar, es interesante entender las razones por

las cuales el consumo de los alimentos cambia. Es por eso que se realizó un repaso sobre los

estudios que investigan cambios en el consumo de alimentos.

Como se mencionó, el gusto o el desagrado que sentimos al consumir alimentos son una razón

importante por la cual los consumimos o no. En conversaciones informales mientras se realizaba

esta investigación, se encontró que el gusto se señalaba como una de las razones principales para

el declive en el consumo de los tubérculos. Pero, ¿Qué es el gusto y por qué cambia?

2.1 Lo que determina el gusto

Como se mencionó en la sección 1.1, una de las explicaciones populares que se dan para

justificar el desagrado que provocan estos productos son su sabor y textura. Sin embargo, la

antropóloga Messer (1989) señala que los humanos establecen sus preferencias, aceptando la

comida como “comible” o rechazándola de “incomible”, con base en factores culturales. En otras

palabras, el gusto por sabores complejos es culturalmente construido y puede parecerle

desagradable a quienes no están acostumbrados a este. Es lo que se llama coloquialmente “un

gusto adquirido”, por ejemplo, el gusto por el café, por el vino etc. Esta antropóloga da una gran

importancia a la cultura y le resta importancia a la materialidad del objeto que probamos.

Una pregunta importante que se debe abordar es: ¿Por qué una población o un individuo que

históricamente ha aceptado o ha crecido en un ámbito donde estos tubérculos son aceptados

como comibles y apetitosos, empieza a percibirlos como feos o desagradables? Una hipótesis es

que el cambio se debe a factores externos, por ejemplo, la introducción de nuevos alimentos que

desplazan el uso de estos productos. Es posible que los nuevos alimentos disponibles requieran

menor preparación o tengan un mayor tiempo de almacenamiento y resulten más atractivos para

quien cocina en el hogar. Adicionalmente, estos nuevos productos pueden tener sabores

16

favorecidos bio-evolutivamente que hacen que las nuevas generaciones las prefieran y, por lo

tanto, remplacen los tubérculos andinos que pueden consistir en sabores más complejos.

El concepto de sabores favorecidos bio-evolutivamente es empleado por Rozin (1999), quien

argumenta que los humanos al ser omnívoros generalistas (a comparación de un koala, por

ejemplo, que sólo come hojas de eucalipto) están más expuestos a ingerir toxinas y padecer de

desequilibrio nutricional. Dado que es casi imposible establecer un criterio de lo que representa

un alimento con base en las propiedades sensoriales, los generalistas (humanos y ratas) se guían

por la experiencia. Según Rozin, existen pocas obligaciones y predisposiciones genéticas:

“Los factores genéticos en humanos (y ratas) incluyen: (1) un sesgo por preferir sabores

dulces y evitar sabores amargos; (2) una tendencia a estar interesados en nueva comida

potencial (neofilia), pero al mismo tiempo siendo cautelosos al hacerlo (neofobia); y (3)

habilidades especiales que permiten que aprendamos la relación entre la comida y las

consecuencias de su digestión que puede ocurrir horas después15

”.

El gusto por el dulce, por ejemplo, es una adaptación bio-evolutiva basada en que este sabor es

propio de sustancias ricas en energía y, por lo tanto, un indicador de un valor calórico (Rozin,

1982). De la misma manera, la repulsión innata por lo amargo sugiere una adaptación bio-

evolutiva que protege al ser humano de sustancias dañinas o venenosas. No obstante, este

biólogo y psicólogo asegura que estas preferencias bio-evolutivas pueden ser anuladas por

preferencias culturales, como ocurre con el café amargo que es consumido cotidianamente por

muchas personas (Rozin, 1982, citado por Harris, 1987, p. 80). Así, los sabores favorecidos bio-

evolutivamente son aquellos por los cuales el ser humano tiene una inclinación natural a

encontrarlos agradables. Sin embargo, hay que recordar que es casi imposible que un ser humano

pruebe un alimento o sustancia que no esté cargado de valoraciones culturales.

Evolutivamente, estamos programados para que nos guste lo dulce o lo graso. Lo anterior es

importante para entender lo que puede pasar cuando nuevos productos dulces o ricos en grasa

entran al mercado. En estos casos, sin lugar a duda, se establece una competencia entre los

gustos bio-evolutivos y aquellos que han sido desarrollados culturalmente. Hipotéticamente,

15

Traducción propia

17

puede ocurrir que los nuevos productos desplacen las comidas tradicionales que sean amargas,

especialmente si su único valor percibido es saciar el hambre y no, por ejemplo, su importancia

cultural o sus propiedades nutricionales.

Una diferente perspectiva es la de Pierre Bourdieu (1984) quien adjudica el gusto por ciertos

sabores a la posición social, en lo que él llama un sistema de signos distintivos16

, argumentando

que una clase social se identifica con patrones de consumo específicos. En otras palabras, el

comportamiento de los consumidores revela el estatus y la aprobación social, lo que solidifica la

identidad de clases; así, la posición socioeconómica determina los patrones de consumo. Para

Bourdieu, las diferentes actitudes hacia la comida, las distintas formas de comer y el gusto por

ésta, revelan la estructura de relaciones de clases en la sociedad francesa. Bourdieu no considera

que la comida tenga un valor simbólico por sí misma, sino que propone que lo que nos gusta

comer y la forma en que lo comemos está definido por nuestras experiencias de infancia; de este

modo la comida se convierte en un sello o un distintivo de nuestro estatus social.

Si bien esto coincide con la teoría de Messer, la teoría de Bourdieu exalta particularmente el

aspecto socio-económico. Siguiendo esta línea, en un ámbito cultural, se pueden encontrar

variaciones en el gusto que pueden tener su origen en realidades económicas específicas de cada

familia o individuo. Según la lógica de Bourdieu, se podría sugerir que una razón por la cual un

individuo deja de comer un producto puede estar asociada con su deseo de distanciarse de la

realidad socioeconómica con la que el producto es asociado. Por ejemplo, si una persona crece

en un hogar donde se consumen muchas lentejas y esto es percibido como una “marca” de la

clase media baja, es posible que si su nivel económico se lo permite, en la adultez opte por comer

muy pocas lentejas y las reemplace por otro alimento como puede ser la carne. Es probable que

la decisión de distanciarse de esa realidad económica se tome inconscientemente. No se trata de

que las lentejas hayan dejado de resultarle apetitosas, sino que ahora tiene la posibilidad de

consumir más a menudo un alimento al que no tenía acceso frecuentemente durante su niñez. En

este ejemplo las lentejas podrían considerarse como “comida de pobre” en la medida en que son

consumidas en gran parte por necesidad. Si bien los alimentos que están asociados a un estatus

16

“System of Distinctive Signs”

18

de pobreza varían culturalmente, es importante reconocer que hay alimentos que están asociados

a ésta y cuya asociación podría explicar la disminución en el consumo.

Con respecto a los alimentos asociados con un estatus socioeconómico, Weismantel (1994)

encontró que en los Andes ecuatorianos el consumo de arroz es visto como un símbolo de

afluencia económica y de un cierto “blanqueamiento” de quien lo consume, mientras que el

consumo de los cubios en la misma población representa lo indígena y la pobreza.

Los hallazgos de Weismantel coinciden con otros estudios que plantean que el consumo de

productos importados o de aquellos artículos a los cuales solo se puede tener acceso por medio

del mercado monetario son considerados superiores o, al menos, cargan un significado de

superioridad social (Wilk, 2002). En Belice, en tiempos coloniales, la clase media usaba sus

patrones de consumo para diferenciarse de las clases bajas a través de un rechazo de lo local

(Wilk, 2002). Esto resulta consistente con la afirmación del MEAB (2005), donde se indica que a

medida que suben los ingresos económicos crece la demanda por comida de mayor valor y

prestigio cultural como son, entre otros, las especialidades culinarias importadas. En

consecuencia, fuentes de comida de menor valor económico son reemplazadas por dichas

especialidades.

En síntesis, según Bourdieu y Weismantel, una posible razón para que haya cambios en patrones

alimenticios es que, a medida que un individuo aumenta sus ingresos económicos, deja de lado

los productos de subsistencia que pudo haber consumido en su niñez y los reemplaza por

productos del mercado que representan su nuevo estado económico. De esta manera, ciertos

productos se dejan de lado si son percibidos como alimentos que se consumen en tiempo de

escasez.

En la literatura revisada en esta sección, el gusto se explica en términos de preferencias bio-

evolutivas, gustos creados y reproducidos culturalmente con matices socioeconómicos.

Conjuntamente, con base en estas explicaciones, se exploró cuáles pueden ser las razones detrás

de un cambio en el gusto. Esta sección ha aclarado que el gusto no es intrínseco de lo que se

come, sino más bien un resultado de circunstancias sociales.

19

Antes de revisar la literatura que, sin negar la influencia de los aspectos simbólicos de la comida,

considera cómo la economía política afecta la selección de los alimentos (sección 2.2), en la

próxima sección se revisará la literatura que trata sobre tubérculos, ya sean tubérculos andinos y

tubérculos como categoría en general, con el propósito de entender qué tipo de percepciones

existen sobre éstos y las asociaciones con indicadores socioeconómicos (en el Capítulo 4 se

profundizará sobre la descripción de cada uno de los tubérculos de interés en esta tesis).

2.1.1. Percepciones de los tubérculos

El historiador Gregorio Saldarriaga ilustra las percepciones que los españoles tenían de los

tubérculos y que influenciaron la percepción que estos tuvieron de las poblaciones indígenas y

sus comidas:

Otra de las imágenes peyorativas que aparece en la documentación asociada a la

alimentación es la de indios comedores de raíces preparadas de manera inadecuada,

según los parámetros europeos: eran “rayces silvestres que los españoles no pueden

comer por hacer en la garganta una carraspera que cierra el tragadero”17

por lo tanto

eran incomibles e inapropiadas para la vida humana (Saldarriaga, 2009, p. 27).

Saldarriaga explica, en una conferencia dictada el 17 de abril del 2011, en la biblioteca Luis

Ángel Arango en Bogotá, que en el momento que los españoles llegaron a América tenían una

sociedad estamental donde se imponía un orden natural de origen divino que no se podía

modificar. Esta lógica jerarquizaba todo, desde la sociedad, hasta los animales y las plantas. En

consecuencia, este orden organizaba la sociedad y dictaba la forma en que los hombres y mujeres

debían comportarse y, por supuesto, así mismo determinaba el tipo de alimento que correspondía

a cada estamento social. Según esta organización jerárquica, los pobres debían comer pan,

verduras y raíces y las clases altas proteína animal y especies. Los campesinos, en particular,

debían basar su dieta en tubérculos.

17

AGI, Patronato, 249, No. 13, f. 3r., citado por Saldarriaga

20

Saldarriaga presenta “la gran cadena del ser” donde se organiza el mundo de lo más perfecto a lo

más imperfecto. Esta cadena divide el mundo en los cuatro elementos, fuego, aire, agua y tierra.

Cada nivel abarca diferentes elementos y los organiza jerárquicamente: en el nivel de la tierra

están los arboles, los arbustos, las plantas herbáceas y, en último lugar, los bulbos. Así, según la

visión del mundo representada en la cadena, los tubérculos están ubicados en el escalón más bajo

del mundo terrestre y, por lo tanto, sólo la población con un estatus socioeconómico

correspondiente puede alimentarse de ellos sin caer enferma. Es importante aclarar que, en este

contexto, cuando se hace referencia a los tubérculos, se trata de todo lo que crece debajo de la

tierra, incluyendo la cebolla, la zanahoria, la papa, los tubérculos andinos, etc.

Saldarriaga señala que la subvaloración de los tubérculos, considerados “como comida

repugnante o inapropiada” duró un periodo relativamente corto (sólo hasta 1570 en regiones que

no eran de “frontera”) (Saldarriaga, 2009). Que la subvaloración haya durado poco parece ser

claro en el caso de la papa, que no parece sufrir de ningún sesgo cultural en la actualidad. Sin

embargo, en este trabajo se sugiere que el origen histórico de la subvaloración de los tubérculos

andinos se encuentra en los prejuicios de tal organización y visión del mundo.

Según Saldarriaga, los tubérculos no solo eran vistos con desdén porque crecen bajo tierra sino

porque se pensaba que su producción y preparación requería menos trabajo por lo que se veía

como comida salvaje (Saldarriaga, 2009). Esto concuerda con Messer (1978) y DeWalt, Kelly y

Pelto (1979) quienes afirman que en América Latina existe la tendencia a dejar a un lado lo

“silvestre” por lo cultivado, ya que el consumo de lo no cultivado es considerado un signo de

pobreza. En ese sentido, el menor requerimiento de insumos de los cubios, las chuguas y las

hibias (en comparación a cultivos como el de la papa) podrían contribuir a explicar el rechazo

que suscitan en la medida en que esta característica se traduce en una menor cantidad de trabajo.

Un ejemplo de este desdén se puede ver por parte del agrónomo Jorge León (1964) quien afirma

que “(l)a Mashua (el cubio) se come cocida; tiene así un sabor que recuerda al nabo, y no es

agradable al paladar de gentes blancas”. Según los autores de “The lost crops of the Incas”18

, en

18

No cito estrictamente a un autor porque el libro es un compendio de un panel en el que intervienen diversos

autores, el editor del National Research Council Staff es F. R. RUSKIN,BOSTID

21

los Andes, los cubios y las hibias sufren por la percepción que se tiene de estos como plantas o

comida “para personas pobres”. Es posible que esta percepción haya limitado el interés por parte

del Estado colombiano de investigar estos cultivos para mejorarlos y rescatarlos.

2.2 La economía política detrás del gusto y pérdida de cultivos tradicionales

En esta sección, se revisa la literatura que, sin excluir la importancia de las explicaciones

culturales del gusto, analiza su cambio en el tiempo a la luz de factores estructurales y se

discuten las razones que pueden explicar los cambios en la dieta del consumidor. Por un lado, se

exploran los factores que pueden estar influyendo en el cambio de la demanda y, por otro,

aquellos que pueden estar afectando la oferta. Así mismo, es importante señalar que dichos

factores están interconectados y afectan directamente a los campesinos que fueron entrevistados

para esta investigación.

Marvin Harris (1987) argumenta que las preferencias alimenticias (qué se come y qué no) se

deben explicar en términos de racionalidades económicas, ecológicas y políticas, asumiendo que

el ser humano es primordialmente un ser racional. Este autor desecha las explicaciones

puramente culturales que se proponen para explicar las dietas, en las cuales el significado o

simbolismo de la comida se entiende como la variable más importante para explicar el consumo

o rechazo de los alimentos. En su libro “Bueno para Comer”, Harris (1985) expone varios

ejemplos de comida que se deja de comer hasta el punto de convertirse en tabú.

Al desafiar los enfoques que dan prioridad a los aspectos semánticos y simbólicos de

la comida, los materialistas no buscan negar el hecho de que la comida transmite

significado así como nutrientes. Más bien, la cuestión es en que medida la selección

de alimentos para transmitir significado es un proceso autónomo que puede

entenderse aparte del proceso responsable de la selección de alimentos para la

nutrición; o bien, en las formas más extremas del idealismo, si la selección de

alimentos para transmitir significado realmente domina la selección de comida para

alimentarse. Los materialistas encuentran formulaciones de cualquier género

especialmente inaceptables si descartan causas infraestructurales o de la economía

política sin explorar ninguna de las variables potencialmente relevantes (Harris,

1985, p. 60-61)19

.

19

Traducción propia

22

Nada es más simplista e intelectualmente estéril que atribuir un sistema de comida a

la 'cultura' en la apariencia de un determinado conjunto de 'gustos' o valores

ideológicamente determinados (Harris, 1987, p. 61)20

.

En síntesis, según el autor, para entender los “foodways”,21

hay que tener en cuenta el conjunto

de factores bio-psicológicos, la infraestructura, la economía política y la rentabilidad que los

generan o que los modifican.

Revisando los factores que pueden estar influyendo sobre los “foodways” desde el lado de la

oferta de los cultivos tradicionales, la MEAB (2005) identifica tres razones económicas y

técnicas: (1) la industrialización del campo y la Revolución Verde; (2) la globalización del

sistema de la comida y su mercadeo y (3) el reemplazo de variedades locales por especies y

variedades exóticas mejoradas (MEAB, 2005). Las tres se relacionan convirtiéndose en una

fuerza que, en general, causa la pérdida de la agro-diversidad desplazando los cultivos

tradicionales. La industrialización del campo y la Revolución Verde sólo favorecen cierto tipo de

cultivos (arroz, soya, trigo, maíz), la globalización del sistema de la comida y su mercadeo

favorecen los monocultivos que requieren grandes volúmenes para funcionar y las semillas

mejoradas desincentivan el uso de semillas o variedades locales (landraces) debido a que, bajo

ciertas condiciones de producción intensiva, pueden aumentar la productividad. Los cultivos de

tubérculos andinos en Boyacá también pertenecen a un sistema de producción tradicional que

podría verse afectados por estos “generadores de cambio de producción de cultivos” (MEAB,

2005, sección 26.3).

Hay que tener en cuenta que dichos generadores de cambio están ligados a modificaciones en la

demanda de estos productos y están vinculados a un crecimiento económico, la urbanización, la

exposición a propaganda del mercado y cambio demográfico de las zonas rurales. A medida que

las regiones se urbanizan, se presenta un cambio estructural en la alimentación que consiste en

20

Traducción propia 21

Los hábitos alimenticios y prácticas culinarias de un grupo de gente, religión o periodo histórico (www.merriam-

webster.com/dictionary/foodways)

23

un mayor consumo de comida procesada y conveniente22

(MEAB, 2005). El cambio en el estilo

de vida que implica el traslado a los centros urbanos exige que cada vez se destine menos tiempo

a la elaboración de alimentos o donde es más conveniente comer fuera de la casa. Este cambio

también se puede dar en zonas rurales cuando las mujeres se vinculan al sector laboral

(monetario) y buscan economizar tiempo en la cocina. Por esta razón, el MEAB identifica un

descenso en la demanda de alimentos básicos tradicionales, como los tubérculos, y un

incremento en el consumo de arroz y trigo (MEAB, 2005). La creciente exposición a campañas

de salud pública y de educación nutricional e información sobre alimentos a la que los

consumidores se encuentran expuestos, ya sea a través de la radio, la televisión o medios escritos

como el periódico y revistas, también pueden generar un cambio en patrones alimenticios

(FAOSTAT, 2004).

Por lo tanto, a medida que las regiones se urbanizan y/o globalizan, se incrementa la posibilidad

de que los individuos modifiquen sus hábitos alimenticios y sus preferencias alimenticias. Es

verdad que aquí se hace referencia a una población urbana, sin embargo, no hay que olvidar que

las zonas rurales cada vez están más ligadas a la urbe. La urbanización cambia la demografía de

las poblaciones rurales, por ejemplo, incrementando las remesas (MEAB, 2005) las cuales

pueden cambiar los patrones de consumo en un hogar al aumentar el poder adquisitivo

disponible. Además, las nuevas generaciones rurales están vinculadas cada vez más a una cultura

global a través del internet, la televisión, la radio o las visitas cada vez más constantes a los

centros urbanos o visitas de familiares que vuelven de estos, trayendo con ellos sus nuevas

costumbres. Todos estos cambios según la MEAB modifican las prácticas agrícolas.

Otro fenómeno que puede estar influenciando los patrones alimenticios es la promoción de

ciertos platos como comidas “nacionales” o “regionales” impulsados por intereses económicos

específicos. Como lo sugieren Guy (2002) y Wilk (2002), ciertas ideas alrededor de lo que

constituye la “comida nacional” pueden ser una creación de aquellos que tienen un interés en su

producción y consumo. De acuerdo con Belasco (2002):

22

Traduccion propia de “processed food” y “convenience food”.

24

“Los platos nacionales” pueden ser más importantes para las personas que se benefician

de su creación, especialmente los políticos, los comercializadores de alimentos y otros

profesionales de alimentos. Aunque no es clara la importancia de los platos nacionales en

la dieta cotidiana de la gente, los intentos de identificar e institucionalizar los platos

nacionales pueden ser muy significativos desde el punto de vista de mercadeo - como

campañas nacionales de creación de marca (…) (Belasco, 2002, p. 12).23

La etiqueta de comida nacional puede ser, entonces, una estrategia de venta. Es interesante

observar el rol que los gremios y comercializadores de comida preparada pueden ejercer en

posicionar ciertos platos como parte de nuestra identidad nacional. Un ejemplo puede ser la

importancia que tiene el ajiaco como plato regional. Recordemos que, según Duque y Van

Ausdal (2008), las antiguas recetas para esta sopa no incluían crema de leche ni alcaparras y

podían incluir arracacha, yuca y plátano, mientras que las recetas actuales solo especifican tres

tipos de papa. Los autores comentan “(q)ue la versión bogotana se haya consolidado como la

más conocida y la más popular, no debe sorprender dado el poder y el estatus de esta ciudad”

(Duque y Van Ausdal, 2008, p. 162). En la versión bogotana solo se admite papa (sin incluir

otros tubérculos), pollo, alcaparras y crema de leche, lo que muestra el poder del gremio de los

paperos y de la industria lechera.

Hipotéticamente, e invirtiendo el argumento, se podría alegar que el rechazo también puede ser

creado por aquellos que se pueden beneficiar de éste, sobretodo cuando se trata de productos

sustitutos. En ambos casos, esto resalta la importancia de tener en cuenta los elementos políticos

que subyacen detrás de etiquetas como “típico” o “plato nacional”.

Si bien la literatura coincide en una pérdida significativa de la agro-diversidad, la decisión de

conservar o abandonar ciertos cultivos y variedades tradicionales es claramente el resultado de

una interacción compleja entre diferentes generadores de cambio internos y externos, con

patrones que varían dependiendo del contexto.

23

Traducción propia

25

La investigación del geógrafo Anthony Abbott (2005) sobre las variedades campesinas del fríjol

en Ecuador revela unas tendencias interesantes y en cierta medida sorprendentes. El estudio

señala que no son necesariamente fuerzas externas como la demanda o las políticas agrarias las

que están desplazando las variedades tradicionales, sino son más bien fuerzas internas como el

interés del campesino y /o la inseguridad económica las que inducen a los campesinos a sembrar

cultivos comerciales. Abbott encuentra que las semillas tradicionales que se perciben como

comida de subsistencia no tienen un valor comercial menor a las variedades modernas. Al

contrario el estudio encuentra que en los mercados urbanos tienden a comercializarse a mejor

precio. No obstante, hay una tendencia a dejar de sembrar estas variedades locales entre los

campesinos que entran a ser parte de programas de extensión que promueven variedades

modernas. Sin embargo, esta correlación no se presenta en los campesinos que usan tecnología

moderna en sus prácticas, es decir que la nueva tecnología no entra entre los factores que

desplaza las variedades locales. Adicionalmente, Abbot encuentra que los agricultores que han

adquirido préstamos, ya sea para la compra de tierra o modernización de la producción, están

más inclinados a dejar a un lado la producción de variedades locales. Igualmente el autor

encuentra que existe una correlación entre la seguridad al acceso a la tierra y el mantenimiento

de la agro-diversidad. Por otro lado, los agricultores que siembran una combinación de semillas

tradicionales y semillas modernas tienden a sembrar una extensión mayor de semillas

tradicionales que aquellos campesinos que sólo siembran variedades de frijol tradicional.

Abbot concluye que “en lugar de decir que poseer riquezas impulsa el cultivo de variedades

criollas, podemos pensar en la búsqueda de riqueza como promoviendo la adopción de la

variedad moderna en el contexto actual de extensión agrícola (Abbot, 2005, p. 210)24

. Es decir

que la adopción de las variedades modernas introducidas a través de actividades de extensión

agrícola conduce a una reducción general en la proporción y el número de variedades criollas

siendo cultivado por los agricultores. (Abbot, 2005, p. 210)25

.

En conclusión lo que esto quiere decir es que los campesinos que buscan aumentar su capital y/o

que son parte de programas de extensión agrícola adoptan variedades modernas que desplazan

las variedades criollas ya que el campesino siembra su terreno con variedades modernas.

24

Traducción propia. 25

Traducción propia.

26

En el contexto de Perú, Zimmerer (1996) muestra cómo y por qué persiste la producción de

variedades de papa tradicional. En Paucartambo, la zona del estudio, las variedades locales se

siguen produciendo ya que aquellos campesinos que las siembran disfrutan de un estatus social

alto. En este contexto, la posibilidad de consumir estas variedades de papa es un lujo, un símbolo

de prestigio. Adicionalmente una de las razones por las que los campesinos más afluentes pueden

sembrar estas variedades es porque tienen parcelas localizadas en diferentes lugares con

diferentes características ecológicas que les permite cultivar variedades que requieren de climas

y suelos específicos.

Los estudios de Abbot y Zimmerer muestran que las variedades locales todavía tienen una

demanda y, por lo tanto, una disminución en la demanda no es la razón principal por la cual se

están dejando de sembrar. Igualmente, no es el precio de estas variedades las que las hacen poco

llamativas para los agricultores, ya que el precio es equivalente o mayor a las variedades

comerciales. Sin embargo, en el caso del estudio de Abbot lo que hace que estas variedades

criollas sean desplazadas por variedades modernas es que los agricultores y los programas de

extensión agrícola no ven la potencialidad económica de estas variedades, no las perciben como

económicamente rentables por lo que no las cultivan en la cantidad necesaria para que se puedan

comercializar a un nivel macro.

Por otro lado un punto importante que surge de estos dos estudios es que los campesinos que

siguen sembrando las variedades tradicionales que no son comercializados a nivel macro lo

hacen porque tienen un mejor posicionamiento económico y en general más tierra que los otros

campesinos.

La constatación de que persiste la producción y el consumo de cultivos y variedades

tradicionales en ciertos contextos se profundiza en la siguiente sección.

27

2.3 Resistencia a la pérdida de alimentos tradicionales

Hasta ahora, el trabajo se ha concentrado en la literatura que analiza los cambios en los patrones

alimenticios en relación a los cultivos y variedades tradicionales. Sin embargo, para concluir este

capítulo, es necesario señalar que también existe un fenómeno de resistencia al cambio. El

MEAB (2005) indica la existencia de lugares donde se mantienen ciertos hábitos alimenticios

tradicionales, especialmente si hay una creencia o conocimiento sobre su valor nutricional o su

valor cultural.

El conservar un sistema fuerte de alimentos tradicionales en donde se reconoce que la

dieta desempeña un rol en el marco de salud, cultura y ecología, ha permitido que

algunos países reduzcan el aumento en la frecuencia de enfermedades crónicas no

transmisibles (Popkin et al., 2001). La dieta Asiática y del Mediterráneo

(Trichopolulou y Vaasiloppoulou, 2000) proporcionan los ejemplos más claros. Las

sociedades tradicionales a menudo ven la comida, la medicina y la salud como

interrelacionadas. Los alimentos pueden tener un importante valor simbólico y

religioso y estar asociados con la identidad cultural y el bienestar social (Etkin, 1994;

Johns, 1990; Johns and Sthapit, 2004 citados en MEAB, 2005, p. 226).

La antropóloga Juana Camacho (2006) encuentra en Ecuador un ejemplo de resistencia.

Dado que los hábitos alimenticios son aspectos profundamente arraigados de una

cultura, la resistencia local a los cambios, se expresa en la persistencia de una base

agrícola diversificada que incluye cultivos nativos, el mantenimiento de prácticas

culinarias tradicionales y el uso de preparaciones rituales que fortalecen los lazos

sociales y reafirman un sentido de pertenencia (Camacho, 2006, p. 21).

En el curso de esta investigación sobre tubérculos andinos en Boyacá se ha encontrado un

ejemplo de resistencia local en forma de un proyecto de manejo y conservación de la agro-

diversidad de tubérculos andinos en los municipios de Turmequé y Ventaquemada, donde los

campesinos, con la ayuda de la Corporación PBA y la Universidad Javeriana, los han elegido

para promocionarlos. Esta experiencia no fue el objeto de esta investigación, sin embargo,

28

durante unas entrevistas realizadas con la Corporación y campesinos que participaron en el

proyecto, durante la etapa de trabajo de campo preliminar (ver sección 3.1) se indicó que se

eligieron estos tubérculos porque se consideran nutritivos, sanos y les atribuye una importancia

cultural.

En conclusión, como se expuso anteriormente, existe una tendencia generalizada de reducción en

el consumo y producción de los cultivos y variedades tradicionales, entre las cuales se incluyen

los tubérculos andinos. Sin embargo, también se pueden encontrar elementos de resistencia en la

dirección contraria entre comunidades donde estas especies y variedades se siguen cultivando y

consumiendo. Así mismo, hay esfuerzos de diferentes entidades que buscan demostrar y resaltar

la importancia de no perder estas tradiciones de consumo.

29

3 Desarrollo de la Investigación

En esta investigación se usó el estudio de caso exploratorio (Yin, 2003) como estrategia de

investigación. En el estudio se utilizaron dos fuentes de información, entrevistas y observación

directa (Yin, 2003).

3.1 Fase I: Trabajo de campo preliminar

Como se ha explicado en la sección 1.2 no se encontró mucha información publicada sobre la

producción y el consumo de los tubérculos andinos en Boyacá. Para definir el alcance preciso de

la investigación, entonces, se realizó una fase de visitas preliminares en los mercados y varios

pueblos en Boyacá.

En total, se visitaron siete mercados, el mercado mayorista de Bogotá Corabastos (Febrero 2010

y Agosto 2011) y seis plazas de mercado en Boyacá: Chiquinquirá (Marzo 2010), Tunja (Marzo

2010), Tierranegra (Marzo 2010), Jenesano (Septiembre 2011), Ramiriquí (Septiembre 2011) y

Nuevo Colon (Octubre 2011).

En cada plaza de mercado se entrevistaron todos los vendedores de cubios, chuguas e hibias para

un total de 21 vendedores. Se utilizó un modelo de entrevista semi-estructurada (Hay, 2005). Las

preguntas que orientaron la entrevista fueron: hace cuánto vendían tubérculos en el mercado,

quiénes los compraban y si las ventas de estos tubérculos habían cambiado desde que ellos

habían empezado a comercializarlos. Las percepciones que salieron de estas entrevistas ya se han

descrito en la sección 1.1. Algunos vendedores fueron muy comunicativos y además de

proporcionar información sobre los tubérculos, hablaron de otros productos que ellos percibían

en declive como la guatila. Otros vendedores se mostraron bastante reticentes, sin embargo,

todos aceptaron de ser entrevistados. Por lo que el día de mercado es bastante concurrido,

durante las entrevistas hubo varias interrupciones.

También se quiso identificar de dónde se abastecían de tubérculos las plazas para ubicar los

posibles sitios de investigación. Sin embargo, definir en qué pueblo hacer el estudio fue

complicado. Inicialmente me orienté por la información obtenida durante las entrevistas en los

30

mercados de Chiquinquirá y de Tunja, dos mercados grandes e importantes de la zona. Sin

embargo, cuando iba a los pueblos de los que supuestamente venían los tubérculos, me dirigían a

otros pueblos.

Entonces hice una lista de pueblos del altiplano boyacense que hubieran tenido población

indígena y cuya ecología fuese propicia para la siembra de las chuguas, cubios e hibias, y

empecé a visitar sus mercados. Basé esta estrategia en la suposición de que al ser una comida

ancestral había más posibilidades de encontrar la tradición de uso de estos tubérculos en

poblaciones con ancestros indígenas. Encontré que los tubérculos, por lo general, venían de

pueblos cercanos o de veredas de la misma región, pero nuevamente al dirigirme a dichas

veredas y preguntar por los tubérculos que me interesaban, los habitantes me dirigían a otros

lugares, “no aquí no pero en …”, y al llegar a la siguiente vereda sucedía lo mismo. Era como si

los tubérculos se escondieran.

Decidí visitar Aquitania, el pueblo donde se celebra el festival del cocido boyacense, pero

también allí encontrar quién sembrara los tubérculos en cuestión era casi imposible. El señor

Rafael Cruz, un habitante del municipio a quien pude entrevistar, comentó que en el mercado

local traían estos tubérculos de Duitama y Sogamoso y que las vendedoras “le hacían mala cara a

los productos locales” (refiriéndose a los tubérculos).

Después de un año de indagar sin éxito por lugares donde se cultivaran chuguas, hibias y cubios,

por medio de un contacto personal oriundo de Ramiriquí pude encontrar un primer campesino

que me permitió ubicar varias familias productoras de tubérculos. Debo aclarar que antes de

encontrar este contacto ya había visitado Ramiriquí y varias de sus veredas sin encontrar alguien

que afirmara cultivar estos tubérculos.

3.2 Fase II: Trabajo de campo en Ramiriquí

3.2.1 Ramiriquí

Más allá de las razones prácticas de disponer de un contacto para facilitar el acceso a familias

productoras de tubérculos y el hecho de que estaba a la altura adecuada para la producción de

estos tubérculos, consideré que Ramiriquí podía constituir un estudio de caso interesante ya que

31

había sido un asentamiento Muisca importante y se esperaba encontrar un legado de hábitos

alimenticios ligados a costumbres ancestrales.

Ramiriquí es un pueblo muy ligado a los indígenas Muiscas (Ocampo, 2001) por ser parte de su

mitología de creación26

y ser la primera capital del cacicato27

de los Zaques. Además, el

municipio se encuentra en la provincia de Márquez donde se estableció la encomienda de

Icabuco con 3 mil indígenas (Ocampo, 2001).

Fue fundado en 1541 por Fray Pedro Durán. Más tarde, los padres de la misma orden de Santo

Domingo, Fray Diego Mancera, Fray Reginaldo de Galíndez, Fray Jerónimo de Peralta y Fray

Juan de Montemayor, fueron a Ramiriquí a “enseñar a los naturales la religión Católica, a

levantar un templo y a trabajar por el progreso y el poblado de fundación española”28

.

El historiador Javier Ocampo López (1997) asegura que los cubios y las hibias eran usados por

los Muiscas del altiplano boyacense. Esto es corroborado por el antropólogo Langebaek (1987)

quien afirma que las hibias, el cubio, la chugua y la quinua (Chenopodium quinua) eran

importantes en la dieta muisca. La quinua fue remplazada por el trigo y la cebada durante la

colonia (Ocampo, 1997; Ocampo, 2001). Esto es muy interesante ya que vemos un ejemplo

concreto de cómo los ingredientes tradicionales fueron reemplazados por productos de origen

europeo. Además, si bien Ocampo asegura que el caldo de papa es un elemento fundamental en

todas las comidas del boyacense y que en “la cena se acostumbra en grandes cantidades con

hibias y chuguas cocidas” (Ocampo, 2001, p. 65) y afirma que en la comida folclórica, como la

llama él, de Boyacá se encuentran legados muiscas y españoles, cuando menciona los platos que

él considera tradicionales, ninguno de estos tiene como ingrediente los tubérculos andinos que

conciernen este trabajo.

26

El mito Muisca de creación cuenta que al principio todo era caos y oscuridad y solo existían los caciques de

Sogamoso y su sobrino el cacique de Ramiriquí quienes decidieron hacer a los hombres de barro y a las mujeres de

hierba hueca. Para alumbrar el cielo Ramiriquí subió al cielo convirtiéndose en el sol. 27

Cacicato o cacicazgo es el imperio del cacique o zona donde éste ejercía su poder. 28

www.ramiriqui-boyaca.gov.co

32

El municipio de Ramiriquí está situado en el departamento de Boyacá. El 38% de este

departamento es considerado piso térmico frio, ubicado entre los 2000 y los 3000 msnm y con

una temperatura que oscila entre 12°C y 18°C. El 23% es piso térmico paramuno, ubicado entre

3000 y 4700 msnm y con una temperatura media anual menor a 12°C y heladas en enero y

febrero. El portal de la alcaldía de Ramiriquí29

y un documento de Corpochivor, informan que

éste tiene una extensión total de 146.5 km2, del cual un 95% es área rural. La cabecera municipal

esta situada a 2325 msnm, pero el municipio oscila entre alturas de 1800 msnm hasta 3200

msnm. Las entrevistas se hicieron en la vereda de Escobal Alto que está situada a mayor altura

que la cabecera. El 60% del municipio se encuentra en alturas entre 2500 msnm y 3200 msnm,

considerado sub-páramo y páramo (Plan Básico de Ordenamiento territorial, PBOT).

El Plan Básico de Ordenamiento Territorial divide a Ramiriquí en 16 zonas de producción de las

cuales Escobal Alto es considerado zona 5 con una extensión de 587.6 Ha., representando el 4%

del municipio e incluyendo la zona baja de Ortigal y Escobal. En esta zona “predomina el cultivo

de pastos tradicionales, cultivos de pancoger como papa, maíz, haba, en rotación con pastos,

dedicados al pastoreo semi-intensivo por el método de cuerda” (PBOT, p.34). Según este

documento esta zona es apropiada para actividades como el ecoturismo y la conservación y

protección del páramo, sin embargo el 10% está dedicada a la siembra de papa, el 50% a pastos y

pastoreo semi-intensivo de bovinos y el restante 40% a otras actividades no especificadas.

El Plan Básico de Ordenamiento Territorial identifica el minifundio y el microfundio como uno

de los obstáculos para que este municipio se desarrolle, ya que indica que el 49% de los predios

son de 0.5 hectáreas o menos, lo que hace que la actividad agropecuaria se enfoque

principalmente en el autoconsumo.

29

www.ramiriqui-boyaca.gov.co

33

Imagen 1. Mapa de ubicación de zona de investigación

3.2.2 Entrevistas

La revisión bibliográfica que se hizo para el marco conceptual (Capítulo 2) y descripción de los

cultivos (Capítulo 4) fueron vitales para formular las preguntas de las entrevistas realizadas con

familias campesinas en Ramiriquí. Las preguntas de las entrevistas, que se repitieron para cada

uno de los tres tubérculos, fueron diseñadas con dos propósitos. En primer lugar, recolectar

información cuantitativa con respecto al consumo, la producción y el conocimiento de estos

tubérculos para las diferentes generaciones. En segundo lugar, recolectar información alrededor

de las posibles razones de cambio en los patrones alimenticios. Por lo descrito en el Capítulo 2,

las nuevas generaciones podrían estar dejando de un lado el consumo de productos tradicionales

en Ramiriquí por varias razones. Las primeras tres son factores culturales y las siguientes cuatro

son factores estructurales:

I. Al necesitar pocos insumos y cuidados, estos cultivos son vistos como alimentos

asociados a la pobreza. El significado de pobreza o atraso que puede cargar el consumo

34

de estos cultivos promueve su desuso en el momento en que el individuo tiene acceso a

otro producto que es visto como un distintivo de afluencia económica.

II. Dejar de consumir cultivos tradicionales por parte de las nuevas generaciones, reafirma

su modernidad. La modernidad en este caso entendida como un cambio de las costumbres

de los antiguos. Las nuevas formas de consumo se pueden interpretar como una forma de

participar en los movimientos de globalización. En contraste, el mantenimiento del

consumo se puede interpretar como una resistencia a estas fuerzas de cambio, sin que sea

necesariamente una acción consciente.

III. La introducción de nuevos productos como el arroz blanco y proteína animal, ricos en

almidón y grasa, respectivamente, desplazan productos tradicionales.

IV. La migración hacia las urbes transforma las costumbres e interrumpe el paso

intergeneracional de conocimiento y costumbres.

V. Es posible que los nuevos alimentos disponibles requieran menor preparación o tengan un

mayor tiempo de almacenamiento y resulten más atractivos para quien cocina en el hogar.

VI. Estos cultivos no son rentables para los campesinos ya que no tienen un mercado seguro.

Al buscar maximizar la producción de productos comercializables en su predio – a veces

por las presiones que se generan al adquirir una deuda para comprar tierra o una nueva

tecnología – un campesino puede reemplazar cultivos que no tienen un mercado dinámico

por otros más rentables. La falta de rentabilidad de los tubérculos se puede deber a que no

se han desarrollado programas provenientes del estado para mejorar el rendimiento o la

comercialización.

VII. La industrialización del campo y la Revolución Verde y la globalización del sistema de la

comida y su mercadeo pueden estar desplazando los cultivos tradicionales que no entran

a ser parte de los programas de desarrollo rural que se basan en esta filosofía.

35

A partir de estas posibles explicaciones, se buscó formular las preguntas que pudiesen corroborar

o desmentir este conjunto de afirmaciones (Ver Anexo II para las preguntas).

El objetivo de las entrevistas fue documentar cambios entres generaciones en cada familia

campesina. Como se ha descrito en la sección 2.1 la selección de los entrevistados fue guiada a

partir de los contactos y las recomendaciones de un primer campesino identificado para el

estudio por medio de un contacto personal. Este primer campesino no hizo parte se la

investigación, ya que me informó que ya no cultivaba cubios, chuguas e hibias y que ya no tenía

tierra por el páramo, pero me dio el nombre de otro campesino. No pude entrevistar a este

segundo campesino, pero encontré y entrevisté a su esposa, su hija y su nieta. Su esposa me

indicó el nombre y donde podía ubicar otros campesinos que los sembraran. De esta forma pude

encontrar al resto de los entrevistados.

Así para ubicar a los entrevistados se usó el método de muestreo de cadena (chain sampling) y

muestreo oportunista (opportunistic sampling) (Dunn, 2005). Las familias tenían que cumplir

con el criterio mínimo de que, por lo menos la generación de los abuelos, o la generación más

antigua, sembrara tubérculos andinos, ya que, como supuesto, se asume que este grupo sería el

último en abandonar el consumo de éstos (si bien, de acuerdo a lo expuesto en la sección 2.4, se

pueden encontrar lugares de “resistencia” a la tendencia).

Se realizaron un total de 32 entrevistas. De estas, 28 entrevistados hacían parte de 12 familias

seleccionadas (en la realización de la investigación no siempre fue posible entrevistar a

miembros de las tres generaciones). Las restantes cuatro entrevistas incluyeron a las siguientes

personas: un miembro de una familia para la cual no se puedo completar el proceso, ya que no

fue posible encontrar las generaciones más jóvenes debido a que todos trabajaban fuera de la

zona de la entrevista; y tres alumnos de la Escuela “El Escobal” quienes fueron entrevistados con

el fin de entender mejor la percepción que los jóvenes tienen de las chuguas, hibias y cubios.

Antes de hacer las entrevistas en Ramiriquí se hizo una prueba en Aquitania para poder medir

cuanto tiempo podía tomar la entrevista y modificar oportunamente la formulación de las

preguntas.

36

Para garantizar el completo consentimiento de los participantes en la recolección de la

información aquí presentada, antes de cada entrevista se le explicó el tema y propósito de la

investigación y se le preguntó si estaba de acuerdo con participar y ser nombrado en esta tesis a

cada campesino. De igual manera, siempre se consultó su aprobación antes de la toma de

fotografías. Sin embargo ningún entrevistado autorizó la grabación de las entrevistas. La lista de

los entrevistados se puede encontrar en el Anexo III. Estas entrevistas fueron realizadas entre

febrero y marzo del año 2012. Marcela Wagner y Mariza Florián apoyaron en la ejecución de

esta fase del trabajo de campo.

3.3 Fase III: Análisis de la información

En términos del análisis cuantitativo del consumo y de la producción de los tres tubérculos se usó

la variable de generación y género para analizar las respuestas. Sin embargo, cada variable se

analizó individualmente ya que la muestra no tenía un tamaño suficiente para tener en cuenta

simultáneamente las dos variables (bivariante). Las respuestas se presentaron en forma de

porcentajes. Para la información cuantitativa solo se tuvieron en cuenta las respuestas de los

entrevistados que pertenecían a una familia.

Para el análisis de la información cualitativa sobre la percepción que tenían los entrevistados de

los tubérculos y de las posibles razones para los cambios en su consumo, se incluyeron todas las

entrevistas realizadas. Para analizar las respuestas de los entrevistados se usó el método de

codificación (Saldaña, 2009). Siguiendo lo que Saldaña (2009) llama codificación estructural,

donde se asigna un código, que representa un tema de investigación, a un segmento de datos o de

la entrevista, las respuestas se codificaron y dividieron en temas analíticos de las siguientes

formas: influencia externa, práctica, semilla, dificultades, consumo, uso medicinal, gusto,

comida favorita, evento especial, ingreso, rentable, préstamo y percepción (ver Anexo IV para

una explicación más detallada de los códigos).

Después de organizarlas de esta forma se sintetizó la respuesta y se le dio un valor. Por ejemplo,

en influencia externa si el entrevistado indicaba que tenía varios familiares cercanos que vivían

en Bogotá y quería migrar, para estudiar la influencia se catalogaba como alta. Si el entrevistado

37

dijo “hubo escasez de papa ahí tocaba cubios” se categorizó como percepción: cubios, comida en

tiempos de escasez.

En términos de la interpretación de los resultados de esta investigación es fundamental notar la

diferencia que existe entre las dietas émicas y las dietas éticas, es decir entre lo que los

entrevistados dicen que deben y pueden comer (émica) y lo que realmente comen (ética) (Harris,

1987; Pelto, 1989). Lo que el entrevistado dice consumir o no, no es entonces, necesariamente,

un fiel reflejo de sus hábitos alimenticios, sin embargo sí refleja la idea de dieta ideal que éste

tiene. Esto quiere decir que estas entrevistas reflejan más el ideal de la dieta de los entrevistados

que necesariamente su dieta real.

38

Imagen 3. Cubio en flor

4. Descripción de los cultivos

Según la escritora, cocinera e investigadora gastronómica Estrella de los Ríos,

Para los muiscas eran muy importantes los cultivos de hibias, chuguas, cubios y

ullucos (…). Estas coloridas raíces son elemento esencial en sopas, cocidos y ajíes

como el de ruba o ulluco con caña, los mismos retoños de raíz de guadua que

consumían muiscas y panches. Los cubios son tubérculos aromáticos perfectos para

los platos de sal y dulce; en forma de puré y en láminas crudas rociadas con aceite de

oliva se convierten en delicado acompañamiento de asados de todo tipo de carnes.

Desde tiempos prehispánicos estas raíces se cultivan sin excepción en todas las

tierras frías de Cundinamarca y Boyacá y forman parte integral de la dieta de sus

pobladores (De los Ríos, 2008, p. 31)

4.1. Cubios (Tropaeolum tuberosum)

El nombre científico de los cubios o nabos, Tropaeolum tuberosum, se les asigna en 1802, 49

años después de que fueran sistematizados el maíz y la papa (trópicos). Generalmente, cuando se

mencionan los cubios en un estudio no específico, se utiliza el término de tubérculos andinos.

Éste se refiere al grupo de las chuguas, las hibias y los cubios.

Tropaeolum tuberosum, de la familia Tropaeolaceae, produce un tubérculo comestible que

comúnmente se llama cubio o nabo en Colombia y mashua o isaño en Bolivia y Perú (León,

1964), entre otros muchos nombres locales. En la sección de resultados y discusión de esta tesis,

Imagen 2. Planta y tubérculo de

Cubio

39

se hará referencia a ellos como cubios a pesar de que la mayoría de los textos se refieren a estos

tubérculos como mashua o isaño debido a que la mayoría de los estudios sobre el tema se han

hecho en Perú y Bolivia, o por investigadores de estos países.

El cubio es considerado el cuarto tubérculo más importante de la región andina (Pissard et al.,

2008; NRC 1989), aunque otros autores aseguran que es usado, en gran medida, para alimentar

puercos (Condori et al., 2008). El cubio es una hermosa hierba anual que se parece y pertenece a

la misma familia de las capuchinas (Tropaeolum majus), una planta de jardín que se siembra

comúnmente en Europa (Pérez, 1956) (véase Imagen 2). Los tubérculos de esta planta varían de

cónicos a elipsoidales y, según la variedad, de color (véase Imagen 3). En Colombia, según los

hallazgos de esta investigación, los cubios más comunes son los blancos con yemas de

coloración violeta y amarillos, mientras que los peruanos y bolivianos son amarillos con

manchas rojizas o púrpuras (León, 1964).

Su origen exacto es incierto, aunque Enrique Pérez Arbeláez menciona en su reconocido libro

“Plantas útiles de Colombia” que es originaria de este país. De hecho, Robert C. Eidt indica que,

según Herrera30

, los indígenas (muiscas) tenían una gran cantidad de cubios y que este tubérculo

tenía una importancia mayor que las hibias y las chuguas (Eidt, 1959). Otros textos, más

generales, mencionan el origen de los cubios en los Andes centrales (Arbizu y Tapia, 1992). Esta

teoría es sustentada por el hecho de que en la frontera entre Ecuador y Bolivia se halla la mayor

cantidad de diversidad fenotípica (Pissard et al., 2008).

Se han reconocido dos subespecies, la cultivada y una variedad silvestre que es exactamente

igual pero carece de tubérculos. Estas dos subespecies comparten la extensión geográfica entre

Venezuela y el norte de Argentina (Pissard et al., 2008). Sorprendentemente, el primer estudio

sobre la estructura y diversidad genética de esta planta se realizó en el 2008. Este estudio

muestra una gran correlación entre la estructura genética de los cubios estudiados y la región

geográfica donde se recogieron. Esto parece indicar que en el pasado, la evolución y cambio en

la estructura genética de esta planta se debe a dos factores: primero, a que este tubérculo puede

30

Herrera, A. de. Historia general de las indias occiden-tales o de los hechos de los castellaños en las islas y tierra

firme del mar oce'ano. Antwerp: Juan Bautista Verdussen, 1728.

40

reproducirse sexualmente, asegurando su recombinación; segundo, a la manipulación humana a

través de una selección intensiva que busca adaptaciones tanto a estreses bióticos y abióticos

como otros usos específicos (Pissard et al., 2008). El estudio muestra que los cubios son

genéticamente más diversos que las hibias (Oxalis tuberosa). Este hallazgo es interesante ya que

las hibias son consideradas más importantes económicamente y, por lo tanto, sería de esperar que

poseyeran una mayor variabilidad genética.

Los campesinos han conservado las diferentes variedades in situ con propósitos alimenticios,

medicinales, como acción repelente y como alimento para puercos (Pissard et al., 2008) y

gallinas (Monsalve, 2006).

Los cubios muestran el rendimiento más alto entre los tubérculos andinos en términos de

producción de tubérculos frescos (Condori et al., 2008). Además, su cultivo es considerado fácil

debido a que no requiere pesticidas ni fertilizantes y es más resistente a la sequía (Léon, 1964) y

al frio31

(NRC, 1989) que otros.

4.2. Hibias (Oxalis tuberosa)

Las hibias pertenecen a la familia de las Oxalidaceae y su nombre científico le fue otorgado en

1725 (www.trópicos.org). Se trata de una planta herbácea perenne, con hojas similares a las del

trébol común (Imagen 4). La planta y, hasta cierto punto, el tubérculo tiene un sabor acido

proveniente del acido oxálico cuya intensidad cambia según la variedad.

31

Esto es controversial, León, por ejemplo, contradice esta afirmación.

Imagen 5. Precio 6.29 dólares/lb. Tomada en

supermercado de Berkeley, California USA

2011

Imagen 4. Planta y tubérculo de hibia

41

La hibia puede crecer a una altura de entre 2000 y 3800 msnm, aunque en países temperados

pueden incluso crecer a nivel del mar. Según el NRC (1989), éstas son los segundos tubérculos

más importantes de las tierras altas de los Andes y su cultivo se presenta también en México y

Nueva Zelanda. En este último país, la hibia ha tenido una enorme acogida y en la actualidad se

exporta a los Estados Unidos a precios exorbitantes32

(Imagen 5).

Según Brand (1939), antes de la llegada de los españoles, las hibias eran endémicas de los Andes

ya que no sobrevivían la travesía entre su lugar de origen y otros lugares ecológicamente

compatibles para su diseminación. Esta imposibilidad técnica resulta muy interesante, ya que

podría explicar por qué este tubérculo, a diferencia de la papa, no se difundió en Europa en un

primer momento.

Por otro lado, la hibia es versátil en la medida en que se puede consumir cruda o cocinada. En

México, por ejemplo, la consumen cruda con sal y pimienta y en los Andes la exponen al sol

para aumentar los niveles de glucosa (NRC, 1989). Su porcentaje de materia seca varía entre 20

y 30%, haciéndolos llamativos para la industria culinaria o como materia prima para extraer

alcohol (NRC, 1989). Como se mencionó en la introducción de esta tesis, estos tubérculos tienen

un mayor contenido de calcio, vitamina A, B2 y C que la papa (Ayala, 2004). Su principal

problema en el campo de la nutrición, sin embargo, es su contenido de acido oxálico que, a pesar

de cambiar según la variedad, es considerado un anti-nutriente.

En términos de la producción, las hibias son resistentes a las heladas aunque es posible que éstas

retrasen la producción (NRC, 1989). Su sensibilidad a la calidad del suelo parece ser un tema de

debate: unos autores aseguran que crecen bien en suelos pobres (NRC, 1989), mientras otros

estudios han encontrado que responde muy bien cuando es aplicada la cantidad correcta de

fósforo y potasio (Valdivia, Devaux, Gonzáles, Herbas & Hijmans, 1999).

En la literatura consultada no se han encontrado estudios profundos sobre estadísticas de

consumo, pero todo parece sugerir que cada día están siendo menos cultivados y consumidos.

32

http://www.innvista.com/health/foods/vegetables/oca.htm

42

Sufren del estigma cultural de ser considerados “comida de pobre” (NRC, 1989). “En la región

de Boyacá se ha perdido en gran parte la tradición de cultivar y consumir este tubérculo, lo que

conlleva a una merma genética y pérdida de diversidad de la especie” (Pérez, 2009 p. 24) en este

departamento de Colombia.

4.3. Chuguas (Ullucus tuberosus)

En 1809, Francisco José de Caldas le dio su nombre científico a la chugua (www.trópicos.org),

un tubérculo que pertenece a la familia de las Basellaceae (Imagen 6). Se trata de una planta

herbácea poco vistosa con tubérculos redondos u ovalados de diferentes colores que incluyen

tonos amarillos, rosados, rojos, morados blancos y verdes. Según se observó en el trabajo de

campo, los más comunes en los mercados de Boyacá son los rosados, morados y blancos. La

textura puede ser “babosa”, sin embargo, no es claro si este rasgo se debe a la variedad particular

o las condiciones del cultivo. En cuanto a su composición, las chuguas contienen un 85% de

humedad, 14% de almidón y azucares y entre 1 y 2% de proteína, además de un alto contenido

de vitamina C (23mg/100g) (NRC, 1989, p.109).

En Colombia se le conoce como chugua, ruba, papa lisa o ulluco. En este documento se ha

utilizado el nombre chugua, de origen muisca (Groot citado por Pérez, 2009) y así serán

denominados en la sección de resultados y discusión.

Este tubérculo es un cultivo predominante en algunas poblaciones de los Andes y es

ampliamente aceptado por la población de ascendencia hispánica (NRC, 1989). De los tres

tubérculos estudiados en esta investigación, las chuguas tienen la mejor aceptación entre la

población no-rural (Pérez, 2009). Esto se puede deber a las similitudes de su sabor y apariencia

Imagen 6. Planta de Chuguas

43

con los de la papa, lo que se evidencia en el nombre “papa lisa” que se le ha dado en algunas

regiones de Colombia.

En el centro y sur de los Andes se siembran a alturas de entre los 3000 y 3900 m.s.n.m., mientras

en los Andes septentrionales de Ecuador y Colombia se puede encontrar en alturas hasta de 1000

msnm (Pérez, 2009) y en Canadá, Inglaterra y Finlandia se han sembrado a nivel del mar (NRC,

1989). Una de sus principales fortalezas es el bajo número de pestes y enfermedades que lo

afectan y su resistencia a las heladas (Pérez, 2009).

En Colombia, se hicieron colectas de germoplasma entre 1998 y 2000 por Parra, Ñstez y Reyes,

en el noreste del departamento de Boyacá y por la Corporación PBA en conjunto con la

universidad Javeriana a partir del 2009 (Pérez, 2009) en Ventaquemada y Turmequé en Boyacá.

44

5. Boyacá

Este capítulo tiene dos objetivos. En primer lugar, entender el legado cultural de arraigo a la

tierra por parte de los Muiscas en Boyacá, con el apoyo de un repaso general de los rasgos

principales del movimiento de grupos y tenencia de tierra para estos indígenas. Hace un breve

recuento de las políticas agrarias que se han establecido desde el comienzo del siglo XX, con un

énfasis particular en el periodo que comienza a partir de 1950 y llega hasta el día de hoy, con el

fin de entender cuáles podrían ser algunos de los factores estructurales que habrían podido haber

afectado el consumo y la producción de los tubérculos. Adicionalmente señala brevemente la

situación actual de desarrollo agrícola, condiciones socioeconómicas y densidad poblacional en

Ramiriquí.

5.1. ¿Qué ocurrió con los Muiscas?

Los muiscas eran el grupo indígena predominante en la región de Boyacá antes de la llegada de

los españoles. Ocupaban las mejores planicies inter-andinas, divididas en ese momento en tres

dominios: el del Zaque, el del Iraca y el del Tundama, siendo, entre ellos, el Zaque el más

poderoso y cuyo centro político se ubicaba en lo que hoy se conoce como Tunja (Fals Borda,

1957).

El periodo de colonización inicia en Boyacá en 1537 con la llegada de Gonzalo Jiménez de

Quesada y la fundación de Tunja por el capitán Gonzalo Suárez Rendón el 6 de agosto de 1539

(Fals Borda, 1957). La Corona de Castilla se otorgó “el derecho de dominio eminente” sobre

toda la tierra, con lo cual se impuso su derecho a decidir quiénes podían ocupar los territorios

muiscas y la manera de hacerlo (Fals Borda, 1957).

Con la llegada de los españoles a lo que es hoy el territorio de Colombia, los indígenas fueron

relegados a las tierras menos fértiles, mientras los primeros se apropiaban de aquellas que tenían

entonces algún valor económico (Machado, 2009). A los indígenas “se les organizaron en

comunidades llamadas ‘pueblos’ y se les dio tierra en forma de “resguardos”. De hecho, “casi

todos los municipios actuales de Boyacá tienen sus antecedentes en estas comunidades

indígenas; [y] parece que estas cubrieron prácticamente toda la sección montañosa del

45

departamento” (Fals Borda, 1957, p. 17). Posteriormente, grupos mixtos de personas que

buscaban solucionar el problema de las largas distancias y las dificultades de transporte, crearon

nuevas comunidades como apéndices de los resguardos y comunidades blancas, como fue el caso

de Ventaquemada, Jenesano y Úmbita.

En Boyacá, la demarcación de los resguardos se inicia en 1595 (Fals Borda, 1957), en donde se

les reconocía a los indígenas el derecho colectivo a la tierra. Los primeros resguardos que se

formaron y definieron fueron los de Chiquinquirá, Moniquirá e Iguaque. El tamaño de los

terrenos se definía según el tamaño de la población y se re-calculaba cada año en función de la

variación de la población del resguardo (Fals Borda, 1957). Debido a que el tamaño de los

resguardos dependía de la población indígena, el tamaño era elástico, lo que llevó en algunos

casos a la integración de varios pueblos indígenas cuando la corona así lo consideraba

conveniente. Esta integración forzada de dos o más pueblos, incidió, muy probablemente, en el

debilitamiento de las costumbres y el conocimiento tradicional en la medida en que obligaban a

un grupo de gente a desplazarse de sus tierras e integrarse a un grupo de una cultura diferente.

Con la incorporación de la mita, que consistía en que cada grupo indígena aportaba para la

corona española un cierta cantidad de trabajadores durante varios meses al año, que podían ser

trasladados a diferentes partes, se generaron una serie de migraciones internas que agudizaron el

desmembramiento de las comunidades y el desarraigo de la tierra. Los indígenas fueron

trasladados de un lugar a otro, y la tierra que se les adjudicó bajo los resguardos, según Friede,

les fue arrebatada poco a poco debido a su “desconocimiento” del concepto de propiedad privada

y, en consecuencia, “raras veces iniciaban pleitos para recuperar tierras arrebatadas por el colono

blanco” (Friede 1974, p. 231). Machado explica que:

En el siglo XIX se oficializó el despojo de las tierras de los indígenas con diversas

medidas legislativas que fueron destruyendo los resguardos convirtiendo a los indios en

mano de obra para las labores agrícolas fuera como asalariados o arrendatarios

(Machado, 1998, p.57).

46

Fals Borda sugiere otra explicación que rastrea el desmembramiento de las comunidades

indígenas antes del siglo XIX. Sin embargo, ambas aluden al mismo resultado: la pérdida de

tierra de las comunidades indígenas. Fals Borda argumenta que los “mitayos agrícolas”, que

posteriormente fueron conocidos como “concertados”, debían movilizarse seis meses del año

para trabajar en las estancias y hatos desde las siete de la mañana hasta el atardecer, mientras

sólo podían permanecer en sus tierras los otros seis meses del año. Los mitayos constituían una

cuarta parte de toda la población útil y se movilizaban con sus familias (Fals Borda, 1957)

durante esta parte del año. Los hacendados empezaron a ofrecer tierras y jornales a aquellos

trabajadores que se quisieran quedar en sus estancias, alternativa que algunos aceptaron, mientras

que en los resguardos “los colonos blancos invadían sus tierras” (Fals Borda, 1957, p. 80).

Muchos mitayos, indudablemente, preferían la estabilidad de la estancia a la constante movilidad

del mitayo, lo que constituyó sin duda un factor importante en el deterioro de los resguardos

indígenas en Boyacá.

Con la Cédula de Pardo, firmada por Fernando VI en 1755, se hizo una revisión de los

resguardos, lo que aceleró el fin de muchos, ya que una vez se constataba la disminución de la

población en algunos de ellos, se tomaba la decisión de vender parte o la totalidad de la tierra

que les pertenecía. Los grupos indígenas que se consideraban poco numerosos fueron

desplazados de sus tierras y trasladados a otros resguardos. Por ejemplo, el visitador don Andrés

Berdugo y Oquendo encontró que el resguardo de Soatá estaba habitado por una gran cantidad

de mestizos, a los que contó como indígenas, además de numerosos españoles que arrendaban la

tierra de los indígenas (Fals Borda, 1957). Si los mestizos fueron contados como indígenas y las

tierras restantes estaban ocupadas por españoles, podemos deducir que estos grupos ya habían

empezado un proceso de mestizaje cultural.

Lo anterior permite sugerir que la mayor amenaza de los resguardos no provenía de los

latifundistas como podría esperarse. Fals Borda, citando al Virrey Manuel Guirior, expone que la

presión sobre ellos provino sobre todo de una “clase media” compuesta por blancos, mestizos y

“nuevos colonos españoles de inclinación agrícola” (Fals Borda, 1957, p. 84) que llegaron en

busca de tierras y se encontraron con que la única posibilidad que tenían para trabajarla era

47

arrendándola. Como resultado de la disminución de la población indígena y su integración con

los colonos, una importante erosión de las costumbres de cada grupo tuvo lugar.

Finalmente, en 1850, se dio la disolución de los resguardos en Cundinamarca y Boyacá, como

parte de una tendencia que abarcó casi todo el territorio de lo que hoy es Colombia. Sin embargo,

se trató de un largo proceso que tomó años en ser completado, y que estuvo marcado por la

violencia generada por el desmembramiento de los resguardos indígenas y su desalojo forzado en

favor de los nuevos colonos. La resistencia a estos cambios se ve reflejada, por ejemplo, en el

movimiento de los comuneros33

que, entre otras cosas, exigía, algunas veces exitosamente, la

devolución de las tierras arrebatadas (Fals Borda, 1957).

Los resguardos disueltos fueron parcelados y pasaron a ser propiedad de cada familia que

pertenecía al resguardo, evento donde se puede vislumbrar el origen del minifundio en Boyacá.

La otra parte de la población pasó a ser agregada34

. En el caso de los indígenas, esto tuvo lugar

debido a que habían sido obligados a mudarse a poblaciones más numerosas, donde

generalmente no se les adjudicaba tierra. A los colonos, por su parte, les ocurrió porque no se les

reconocía los contratos que tenían con los indígenas y por lo tanto no se les adjudicaba la tierra

que arrendaban. Fals Borda afirma que este hecho tuvo como consecuencia la aparición de una

gran cantidad de población de trabajadores mestizos, indígenas y blancos sin tierra (Fals Borda,

1957).

Es importante enfatizar que este grupo de campesinos sin tierra, al igual que la población

propietaria, estaba compuesta por grupos de indígenas y mestizos, “ya [que] para 1810 la

población de Boyacá se había tornado en una gran comunidad de mestizos” (Fals Borda, 1957, p.

33

Este momento diferentes sectores de la sociedad (criollos, mestizos e indígenas) se unieron para pedir la abolición

de las medidas introducidas por el visitador-regente Juan Gutiérrez de Piñeres quien vino a implementar las

reformas fiscales y económicas que la corona española de los Borbones ordenó para sus colonias. “Mientras que

algunos historiadores han considerado a los comuneros como reformistas que buscaban la disminución de los

impuestos sin desafiar el derecho de España a gobernar, otros los han considerado precursores de la independencia

política; y otros han afirmado que la insurrección pudo constituirse en una revolución social desde abajo traicionada

por los de arriba” (http://www.banrepcultural.org/node/45397). 34

“Se llamóo a estos indios “agregados” quizás porque era imposible referirse a ellos como pertenecientes a un

determinado resguardo”. (Fals Borda, 1957: 95)

48

98). Naturalmente, es probable que el mestizaje no haya sido solo racial, sino también cultural y

con base en intereses comunes.

Como se puede ver hubo una desarticulación de los pueblos muiscas a través del movimiento de

poblaciones y despojo de tierras. Esta desarticulación facilitó el mestizaje con los nuevos

emigrantes. El mestizaje debilitó la cultura muisca.

Podemos preguntarnos, por ejemplo, como era la changua original. Esta sopa que actualmente se

hace en base de agua, leche, cilantro, pan y huevo, lleva un nombre muisca, sin embargo todos

sus ingredientes, fueron traídos por los europeos. Es extremadamente difícil saber que tan

importantes eran los tubérculos andinos en las dietas de los indígenas de estas tierras antes de la

llegada de los españoles, pero se puede asumir que la llegada de los segundos debió alterar el

consumo de alguna manera.

5.2. Siglo XX

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se empieza a observar la modalidad de

colonización de terrenos baldíos por colonos donde para:

alcanzar el derecho de propiedad sobre la tierra que trabaja, debe cultivar el suelo,

construir una casa y demostrar que ha hecho uso de la estancia por mínimo de

diez años. Después de completar este periodo, el colono tiene que probar que ha

cultivado por lo menos la tercera parte de lo que reclama u ocupado con ganado

las dos terceras partes. Si no la tierra vuelve a la nación (Fals Borda 1957, p. 102).

Las condiciones descritas muestran cómo los campesinos en Boyacá no podían adquirir mucha

más tierra que la que podían trabajar con sus propias manos.

Una segunda modalidad para la adquisición de tierras consistía en invadir una porción no

cultivada de la propiedad de otro. Este caso, que se denominaba como “derechante” o

“culebrero” en Boyacá, sin duda refleja la necesidad o deseo de algunos campesinos por poseer

tierras.

49

A principios del siglo XX, el sector agrario empieza a fortalecerse a nivel nacional, en parte,

impulsado por la “Sociedad de Agricultores de Colombia” (SAC, creada en 1871). Entre los

cambios promovidos por parte del estado se pueden resaltar los siguientes: la creación, en 1913,

del Ministerio de Agricultura con la ley 25; la prohibición de la indiscriminada adjudicación de

baldíos; “la creación de una escuela de agricultura en la universidad del Cauca y la Escuela

Superior de Agronomía en 1915; (…) la ley 43 de 1916, que autorizó la emisión de documentos

de crédito público destinados al fomento de la agricultura; y, finalmente, la creación de la

Biblioteca Agrícola Nacional” (Machado, 1986, p. 15).

Entre los efectos de tales medidas durante este periodo, se registró un incremento en la

producción de trigo en el altiplano cundiboyacense gracias a “la política proteccionista de

principio del siglo y a la protección que los altos fletes brindaba a ciertas producciones del

interior del país” (Machado, 1986, p.13).

Por otro lado, en el periodo de 1925-1929, tuvo lugar un crecimiento en la demanda por la mano

de obra en sectores económicos fuera del sector agropecuario, lo que llevó a un progresivo

aumento de los precios de los productos agrícolas. Esta tendencia se vio interrumpida por la

crisis económica de 1929. Sin embargo, no en su totalidad. Las relaciones laborales tradicionales

de las haciendas (Fajardo, 1993) se dinamizaron debido a que los trabajadores tenían mas ofertas

laborales y, por lo tanto, un mayor poder de negociación. Fajardo cita un cálculo hecho por

Alejandro López donde se estima que en 1928 alrededor del 8% de la fuerza de trabajo móvil del

campo es empleada en obras públicas (Fajardo, 1993).

A finales de 1924 se empieza a constatar una crisis en el sector agrícola. No obstante, diferentes

sectores lo atribuían a diferentes causas: la SAC la atribuyó a problemas por la inelasticidad de la

oferta agrícola, “el incremento en los jornales agrícolas, la escasez de brazos, las dificultades de

navegación por el Magdalena, los problemas de transporte y necesidad de diversificar la

agricultura incentivando otros productos distintos al café” (Machado, 1986, p. 23), mientras que

la nueva burguesía industrial y los campesinos sin tierra veían el problema del agro en la

concentración de la propiedad de la tierra.

50

Algunas de las soluciones que se plantearon en el momento frente al alza en los precios de los

productos agrícolas fueron la ley 74 de 1926 que fomentaba la actividad agropecuaria a través de

la creación de escuelas de enseñanza agrícola y otras actividades similares, la conservación de

bosques y curiosamente el fomento de inmigración extranjera europea, además de la compra por

parte del gobierno de “extensiones mayores de 500 hectáreas ubicadas cerca de los grandes

centros de consumo para venderlas luego en parcelas no mayores a 50 hectáreas a precio de

costo” (Machado, 1986, p. 24). La ley 74 exigía la prueba judicial de los títulos a los propietarios

y fijaba procedimientos de evaluación de las mejoras de los campesinos que pudieran ser

expulsados por los propietarios (DANE, 1978, p. 83). Esta ley buscaba, principalmente (al igual

que aquellas que la siguieron), liberar las propiedades que no estaban siendo explotadas y

transferirlas a trabajadores que estaban vinculados a la propiedad y de esta forma crearon

ambiente propicio para que la productividad en el agro aumentara y así bajaran los precios. Este

tipo de legislación culminó con la ley 200 de 1936 que se discutirá más adelante.

Estos esfuerzos no fueron particularmente exitosos. El alza de los precios de los productos

agrícolas sólo fue frenada con “la Ley de Emergencia” que bajó los aranceles de manera que se

estimulara su importación. Sin embargo, la apertura económica a productos extranjeros sin duda

tuvo un efecto perjudicial en la producción doméstica.

El caso del trigo ilustra bien lo sucedido. Hasta principios del siglo XX, su producción crecía año

a año. Sin embargo, a raíz de la ley de apertura, el mercado fue inundado por trigo extranjero, en

especial, en 1930 debido a una superproducción de trigo estadounidense y canadiense que llegó

al mercado nacional (Machado, 1986, p. 31) acabando con la competitividad de los productores

nacionales.

El cultivo del trigo se reducirá en medida creciente por la competencia extranjera,

pero sus efectos perjudiciales no se verán realizados plenamente hasta la década de

1960 (DANE, 1978, p. 84)

51

En 1936, con la ley 200, y en 1944, con la ley 100, se realizó un intento por definir qué se

entendía como baldío con el fin de impulsar los proyectos que fomentaban la colonización de

estos terrenos. Esta ley generó un álgido debate político entre el partido conservador y el liberal,

ya que los segundos la apoyaban considerándola como una solución para promover el

incremento de la producción agrícola y los conservadores, quienes representaban los intereses de

los hacendados, la percibían como una amenaza a sus propiedades. Según el DANE, la Ley 200

buscaba minimizar los obstáculos para el desarrollo capitalista en el campo, específicamente:

Las supra-propiedades territoriales que obstaculizaban la movilidad de la tierra, la

apertura de la frontera agrícola y el alza en la productividad de la tierra y (DANE,

1978 p. 83); y

Las formas atrasadas en la explotación del trabajo, que inmovilizaban parte apreciable

de la mano de obra campesina. (DANE, 1978, p. 83).

Machado concluye que esta ley realmente no ayudó a los campesinos sin tierra o a su

redistribución. Este autor sugiere que el objetivo de la ley no era tanto la redistribución de tierra,

sino crear presión sobre los grandes y pequeños terratenientes para que utilizaran la tierra de

manera productiva. No obstante, esta política no tuvo buenos resultados durante el periodo de

1936-1940, ya que en vez de fomentar la producción agrícola la disminuyó por la expulsión de

aparceros y arrendatarios (Machado, 1986). Esto ocurrió debido a que la ley identificaba como

propietario a aquel que trabajara la tierra (en forma específica, sembrando cultivos permanentes,

construyendo edificaciones o cualquier actividad que se definiera como una mejora), lo cual

asustó a muchos terratenientes ausentistas que vieron a sus arrendatarios y aparceros como

posibles contrincantes.

Se podría argumentar que la Segunda Guerra Mundial creó circunstancias favorables para el agro

ya que disminuyó las importaciones dándole un respiro a la producción nacional. Durante el

periodo de 1940 a 1950, según el DANE (1978) la inversión en el agro aumentó

significativamente, hubo construcción de infraestructura y se impulsó la mecanización. El DANE

comenta el primer plan de desarrollo.

52

En su aspecto agrícola, el plan pretendía aumentar las garantías a los productores,

aumentar el crédito agrícola disponible a tasas subsidiadas de interés, promover

gastos crecientes en infra-estructura, dirigidos a zonas y cultivos específicos y a

dar los primeros pasos en relación con el establecimiento de un sistema de

nacional de distribución agrícola (DANE 1978, p. 85)

Después de la Segunda Guerra Mundial se da el surgimiento de “la llamada agricultura comercial

primordialmente en las partes planas del país” (Fajardo, 1993, p. 52) donde se incluye el

altiplano de Boyacá y Cundinamarca. Esta agricultura está impulsada por la demanda producida

por la industria textil (Fajardo, 1993).

En términos de lo que estaba pasando en Boyacá específicamente, encontramos que Fals Borda

presenta la idea de comunidades en periodo de transición, en lo que él llama el cambio entre

sociedades de “incoherencia homogénea” a sociedades de “cohesión heterogénea”. El autor hace

alusión a esta transición en Boyacá, donde las comunidades se dividen entre: “comunidades

insulares”, “comunidades integradas”, “comunidades divididas” y “comunidades decadentes”.

Un ejemplo de las primeras son Sátivasur y a Labranzagrande que por falta de carreteras que las

comuniquen con el exterior, han mantenido su microcosmos aislado que solo se relaciona con su

municipio (Fals Borda, 1957). En contraste encontramos las comunidades integradas que gracias

a las vías de comunicación “están absorbiendo las comunidades vecinas, y los habitantes están

prosperando porque han sabido descubrir la forma de servir a las ciudades o centros de mayor

envergadura” (Fals Borda, 1957, p. 195) y que son los centros religiosos tradicionales de cada

lugar. Entre estas comunidades se menciona Ramiriquí y Boyacá como suplidores de Tunja (Fals

Borda, 1957, p. 195). El tercer grupo incluye comunidades cuyo centro religioso no es el mismo

que el centro comercial y que, por lo tanto, están en vía de desintegrarse ya que no existe un

centro que los reuniera. Por último las comunidades decadentes son aquellas cuyas veredas no

quieren participar, ni en las actividades religiosas, ni comerciales con su centro. Estas

comunidades o veredas se van adhiriendo a nuevos centros (Fals Borda, 1957).

En esta década de 1950 Fals Borda identifica a Boyacá como el departamento más rural de

Colombia, con un 90% de ruralidad y un predominio de la “granja aislada” que, según el autor,

acentúa la personalidad reservada, desconfiada y ruda del campesino de Boyacá. Fals Borda

53

asegura que 84% de la población vive fuera de las cabeceras de los municipios y que el 72%

económicamente activo se emplea en agricultura y oficios similares (Fals Borda, 1957, p. 106).

El autor resalta los problemas fundamentales que él percibe para este departamento en esta época

(1950), entre estos están: erosión de las vertientes cultivables, necesidad de transferir la

agricultura intensiva de las laderas a los valles y planicies, carencia de un programa de

mejoramiento de pasto, un estudio catastral que fije los precios de la tierra, financiar servicios

públicos, construcción de carreteras y caminos y redistribución de la población hacia las laderas.

Ocampo identifica que el minifundio es un problema en las áreas con mayor concentración de

población en Boyacá (Ocampo, 1997, p. 46). En el índice de “viviendas fuera de las cabeceras de

los municipios de Boyacá según la tenencia” de 1951 presentado por Fals Borda, Ramiriquí

posee 1720 viviendas, donde el 85.3% son ocupadas por propietarios y solo un 14% por

arrendatarios. El total de la población es 8,242 habitantes con una densidad de 117.7 y un área

aproximada de 70km2 por persona. Solo 9 municipios, de los 113 que se incluyen, tienen una

mayor densidad que Ramiriquí según este censo. De esta forma podemos percibir que ya en estos

años Ramiriquí posee un problema de minifundio y de alta densidad para ser un municipio

agrícola.

Entre 1950 y 1992 el modelo de desarrollo que se siguió se enfocó básicamente en la sustitución

de importaciones. Bajo este modelo, el énfasis que se le dio al agro fue la de abastecer las

necesidades de materia prima de la industria. Este tipo de políticas favoreció los cultivos

substitutivos como el algodón. Según AgroVision 2025, entre los cincuenta y los sesenta este

modelo fue exitoso y “se tradujo en el surgimiento y una rápida expansión de cultivos como

cereales, algodón y oleaginosas” (AgroVision 2025, 2001, p. 20), gracias a:

La abundante dotación de tierras mecanizables aptas para dichos cultivos;

Existencia de una oferta internacional de tecnología fácilmente aplicable;

La dinámica de la demanda interna;

La rápida urbanización y el aumento del ingreso de los hogares.

Sin embargo, esta política dejó a un lado la agricultura tradicional de alimentos:

54

La necesidad de contar con una abundante oferta de alimentos para la población urbana,

llevó a que frente a la producción agrícola de alimentos no transables (tubérculos,

plátanos, legumbres hortalizas y frutas), prevaleciera una concepción extractivista que se

tradujo en la ausencia de políticas y medidas eficaces para promover su desarrollo

(AgroVision 2025, 2001, p. 20).

En esta misma época, en 1953, el Ministerio de Agricultura de Colombia y la Misión de

Cooperación Internacional de los Estados Unidos crearon el Servicio Técnico Agrícola

Colombiano (STACA) que escogió Boyacá como centro piloto para el programa de extensión

y de educación rural porque lo consideraba un departamento altamente sub-desarrollado, pero

con un gran potencial económico (Osorio, 1961). Una de las extensiones se localizó en

Ramiriquí. El fin de este programa era “enseñar a los campesinos con métodos didácticos

modernos las mejores técnicas de explotación agropecuaria, prácticas del hogar y

mejoramiento general de la comunidad rural” (Osorio, 1961, p. 14). Uno de los objetivos que

buscaba este programa era mejorar la alimentación, a través de “demostraciones prácticas

sobre la forma de preparar varias clases de teteros, sopas nutritivas, sorbetes de distintas

frutas, dulce, arroz seco, pan de trigo, ponqué; distintas preparaciones de papa, plátano, yuca,

arracacha, maíz y cereales; carnes y huevos; el uso de la leche en la dieta diaria y su poder

nutritivo (…)” (Osorio, 1961, p. 33). Es interesante notar que, por lo descrito, el programa no

parece haber tenido en cuenta elementos tradicionales como los tubérculos andinos.

Osorio indica que los técnicos de la extensión hicieron un estudio sobre el estado de la

agricultura en el departamento donde encontraron que sus principales problemas eran:

el bajo rendimiento de los cultivos, el desconocimiento de las técnicas y prácticas

racionales de explotación, la falta de control de plagas y enfermedades, mal

manejo del suelo, uso incorrecto de nutrientes minerales, orgánicos y vegetales; la

erosión incontrolada la falta de rotación de los cultivos existentes y la necesidad

de introducir nuevos cultivos de posibilidades económicas en la región (Osorio,

1961, p. 68).

55

Estos hallazgos llevaron a que en los talleres sobre mejoramiento de la agricultura el enfoque

fuera la introducción de variedades mejoradas de alto rendimiento, tratamiento del suelo, control

de erosión, plagas y enfermedades. Así, se introdujeron nuevas variedades de papa, maíz, cebada

y trigo, abonos, matamalezas insecticidas y fungicidas, lo que muestra como este programa que

buscaba modernizar el agro estaba, fundamentalmente, basada en la filosofía de la Revolución

Verde.

Más tarde, a finales de los años sesenta, se adoptaron políticas de promoción de exportaciones

que “facilitaron el surgimiento y el rápido crecimiento de nuevas actividades productivas

agrícolas” (AgroVision 2025, 2001, p. 22) que beneficiaron a los cultivos de algodón, banano,

azúcar y flores. Como es de esperarse, este tipo de políticas sólo favorecieron a ciertos sectores.

El gobierno destinó la mayoría de los recursos de investigación pública a los cultivos sustitutivos

de importaciones. Los cultivos de exportación financiaron su desarrollo adquiriendo tecnología

extranjera, mientras la gran mayoría de los alimentos no transables no recibieron ningún tipo de

inversión publica en investigación y desarrollo tecnológico y en los casos donde lo hubo (el

maíz) fue ineficaz (AgroVision 2005, 2001).

En la década de los ochenta, este modelo entró en crisis debido al agotamiento del margen de

sustitución por parte de los cultivos sustitutivos e importaciones. Además, la sobrevaloración de

la tasa de cambio menguó el crecimiento y el margen de ganancias de los cultivos de

exportación. Por último, los cultivos no transables también se vieron afectados por la recesión

general de la economía del país (AgroVision 2025, 2001).

En 1990, la apertura económica por parte del gobierno de César Gaviria significó un cambio

substancial en el modelo de desarrollo ya que abrió la economía a la competencia internacional y

enfatizaba “el comercio internacional como la principal fuente de crecimiento económico y de

modernización institucional” (AgroVision 2025, 2001, p. 40). En consecuencia, el debilitamiento

de su producción implicó una disminución en los cultivos sustitutivos. Por su parte, los cultivos

de exportación crecieron hasta 1996 y los cultivos no transables presentaron el mayor

56

crecimiento, “impulsados por el aumento de la demanda y consecuente ampliación y

diversificación del consumo doméstico” (AgroVision 2025, 2001, p. 41).

Desafortunadamente, no se halló información específica sobre las políticas agrarias en Boyacá

durante este periodo. Sin embargo, Kalmanovitz y López presentan información sobre la papa,

un producto fundamental de la región. Según estos autores, la papa fue uno de los pocos cultivos

que “logró aumentar su participación en el valor de la producción agropecuaria al pasar de 2,14

% en 1950 a 4,56 % en el año 2000. (…) ]E]l país pasó de una posición muy desfavorable en

términos de rendimientos físicos a principios de los años setenta a competir con el promedio de

los países desarrollados a fines de siglo” (Kalmanovitz y López 2006, p. 280-281). Estos autores

reportan que en Colombia los pequeños productores (aquellos que cultivan menos de tres

hectáreas), que constituyen el 90 % del total, producen el 45% de la papa. La papa es el

producto que más utiliza el transporte terrestre y el cultivo con mayor demanda de fungicidas e

insecticidas (Martínez et al., 2001 citado por Kalmanovitz y López, 2006). Los inicios de estas

tendencias se pueden ver en programas como STACA, que introdujeron y promocionaron el uso

de fungicidas e insecticidas. Es muy probable que el crecimiento de la producción de la papa

también se haya presentado en Ramiriquí, sin embargo no se hallaron datos sobre este municipio.

El proceso de migración a las urbes y otros territorios es evidente en Ramiriquí ya que como se

expuso anteriormente la población constaba de 8,242 habitantes en 1951 y el censo del 2005

indica que hay 10,789 habitantes. De estos el 44 % de la población se concentra en la cabecera.

Este dato es muy interesante ya que indicaría que el municipio solo ha aumentado su población

en 2,547 habitantes en un periodo de 52 años, equivalente al 0,5 % anual. Este dato también es

interesante ya que nos indica que la densidad debió permanecer relativamente igual y la situación

de los minifundios pudo haber empeorado convirtiéndose en microfundios. Potencialmente nos

sugiere un éxodo de esta población hacia otros lugares.

En términos de la seguridad alimentaria de este departamento la Secretaría de Salud del mismo

asegura que Boyacá ocupa el segundo lugar con los índices de desnutrición crónica en la

población menor de cinco años, con un 23,3%. En el 2005 el Sistema de Vigilancia Alimentaria

y Nutricional de Boyacá reportó cifras de desnutrición crónica del 18,1%; y de desnutrición

57

aguda del 5,5%. El DANE ha registrado en el mismo grupo poblacional defunciones por

desnutrición que han mostrado una tendencia al aumento, pasando de una tasa de 4.4 por 100.000

menores de 5 años en el año 2.000 a 6.2 en el año 2005. En el año 2005 la situación de pobreza

en Boyacá, según Planeación Nacional, era de un 67,6%. Las Necesidades Básicas Insatisfechas

están en un 30,71%, y la inseguridad alimentaria en la subregión Boyacá, Cundinamarca y Meta

se encontraba en un 48,1%35

. Estas cifras muestran el estado crítico actual de la seguridad

alimentaria en un departamento donde el 48.51% de la población es población rural36

.

Como se mostró anteriormente las políticas para el agro en el siglo XX en Colombia estuvieron

dominadas por el énfasis que se le dio a los cultivos de sustitución de importaciones y cultivos de

exportación. El único cultivo que creció a pesar del abandono estatal fue la papa y

definitivamente no hay registros, ni estadísticas que indiquen que hubo investigaciones o

promoción de cultivos tradicionales como los tubérculos andinos.

35

29 de septiembre de 2008, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4574340

36 http://www.accionsocial.gov.co/documentos/Gobernaci%C3%B3n%20de%20Boyac%C3%A1.pdf

58

6. Resultados y discusión

6.1 Caracterización de los entrevistados

De los 28 entrevistados 8 pertenecían a la generación de los abuelos, 12 pertenecían a la

generación de los padres y 8 a la generación de los hijos. La edad promedio fue de 74.25 años

para los abuelos, 45.75 años para los padres y 17 años para los hijos. Aunque la generación de

los padres pareciera ser heterogénea y con un rango de edades muy amplio ya que el miembro de

menor edad fue una mujer de 25 años y el de mayor edad un hombre de 61 años, los restantes 10

entrevistados variaban en edades entre los 40-56 años. Es interesante notar que no se encontró

ninguna persona en el rango de los treinta. Los entrevistados se ubicaron en cada generación

dependiendo de su edad y el vínculo que tenían con los otros familiares entrevistados. Ningún

miembro de la generación de los hijos vivía en pareja o tenían hijos, de la generación de los

padres solo hay el caso de una mujer que no tenía hijos, ni vivía en pareja. Del total de los

entrevistados 11 eran hombres, por lo que se percibe que fue un grupo predominado por mujeres.

Los hombres de la generación de los abuelos y padres se identificaron como agricultores, en tres

casos también como jornaleros y dos habían trabajado en aserríos en el pasado. Todas las

mujeres entre la generación de las abuelas y madres se identificaron como amas de casa,

adicionalmente cinco de ellas dijeron que ayudaban en labores del campo y dos vendían cuajada.

Los entrevistados de 13 a 16 años se identificaron como estudiantes, excepto una entrevistada de

15 años que ya había terminado bachillerato y esperaba poder seguir su educación en Bogotá

estudiando veterinaria. De los restantes cuatro entrevistados de 18 a 20 años dos mujeres

ayudaban en los quehaceres del hogar, una terminaba bachillerato y un hombre ayudaba a su

padre en el campo y trabajaba como jornalero.

6.2 Diversidad y sistemas de producción de los tubérculos andinos

En las visitas que se hicieron en diferentes zonas altas de Boyacá (por encima de 2500 m.s.n.m.),

entre marzo del 2010 a marzo del 2012, se pudo observar que los cubios se cultivan alrededor y

entre el cultivo de la papa y en pequeños espacios cerca de las casas generalmente en pendientes.

Las chuguas, al igual que las hibias, se siembran como parte de las huertas caseras. Por lo

general, las chuguas y las hibias se siembran juntas ya que tienen el mismo tiempo de cosecha.

59

De estas tres plantas, el cultivo más extenso que se pudo observar fue de cubios y consistía de

una área de aproximadamente diez metros por veinte metros. Otros cultivos que se observaron en

estas visitas y que hacían parte de las huertas fueron habas, tallos, arracacha, maíz y calabaza

blanca.

Se puede afirmar que existe más diversidad de hibias, chuguas y cubios que variedades de papa

comercial (la tocarreña, sabanera, la pastusa y la criolla). En una visita que se hizo al Centro

Ecológico M&C Ltda37

, situado en Ventaquemada (Boyacá), se observaron 9 variedades38

de

hibias, 3 de chuguas y 5 tipos de cubios que se habían encontrado entre los pueblos de Turmequé

y Ventaquemada39

.

En el caso específico de Ramiriquí, se encontró que los campesinos sembraban tres tipos de

cubios (bogotanos, negros y amarillos), entre dos y tres tipos de chuguas (blancas, rosadas y

rojas) y dos tipos de hibias (amarillas y rosadas). De los cubios se encontró que actualmente la

variedad “bogotanos” eran los que mas se cultivaban, ya que parecían tener una mayor

aceptación en el mercado. Existe la posibilidad de que las variedades de chuguas, cubios e hibias

sean variedades locales (landrace), ya que los entrevistados indicaron que la semilla para la

siguiente siembra se guarda del cultivo anterior o se le pide a los vecinos. Al conseguir la semilla

de esta forma es posible que en una región un campesino mantenga una variedad específica. En

muy pocos casos los campesinos indicaron que la semilla se compraba en el mercado y en

ningún caso se mencionó el conseguir la semilla de un lugar fuera de Ramiriquí. Se mencionó

que anteriormente se sembraba un cubio denominado “barbuchas” el cual, al parecer, no se está

sembrando actualmente. Con respecto a las hibias, se encontró que era difícil hallar la semilla e,

incluso, en algunos casos los campesinos aseguraron que ya no se encontraba. Aunque la

variedad de cubios, chuguas e hibias parece ser menor que la encontrada en Turmequé y

Ventaquemada, es posible que con una colecta y análisis detallado se puedan encontrar otras

variedades en este municipio.

37

Este es un centro experimental donde se han sembrado diferentes variedades de chuguas, hibias y cubios y otros

cultivos de forma orgánica con el propósito de servir como centro de conservación in-situ y centro de investigación.

En el momento que se visitó la universidad Javeriana y la Corporación PBA hacían parte de este proyecto. 38

Estas son variedades morfológicas ya que no se han hecho pruebas genéticas para corroborar si realmente son

variedades diferente. 39

Visita al Centro Ecológico M&C Ltda. Agosto 2011

60

Desafortunadamente, no fue posible recolectar información precisa sobre la extensión de la

propiedad de los entrevistados. La mayoría de los entrevistados no quisieron responder cuál era

la extensión de su terreno, ni si tenían animales o cuántos tenían. Es posible que esta

desconfianza se debiera a que me vieran como un agente del estado que venía a ver lo que tenían

para poder cobrarles impuestos, ya que esto había pasado en una época anterior, según lo que me

contó una entrevistada (la cual, de hecho, me preguntó directamente si yo trabajaba con el

gobierno, antes de acceder a la entrevista).

Con respecto a la extensión de la tierra muchos respondieron que no sabían o que tenían “poquita

tierra”. Los que sí respondieron indicaron que tenían entre dos fanegadas y dos hectáreas. En

algunos casos los campesinos eran dueños de parcelas en diferentes alturas. Esto concuerda con

lo que Zimmerer (1996) encontró en Perú, donde el tener acceso a tierra en diferentes alturas era

una estrategia para poder cultivar diferentes cultivos y variedades que necesitaban de diferentes

nichos ecológicos.

6.3 Tubérculos Andinos en Ramiriquí

Los datos obtenidos en las entrevistas en Ramiriquí sobre el consumo y la siembra evidencian

unos patrones interesantes que varían dependiendo del tubérculo (ver Gráfica 1 y Gráfica 2).

Reconociendo que la muestra es pequeña, más adelante se buscará interpretar las tendencias

halladas en términos cuantitativos, las cuales se van a describir aquí, a la luz de la información

cualitativa.

6.3.1. Comparación inter-generacional en el consumo de Tubérculos Andinos

En esta investigación se encontró que el 87%de los entrevistados consumían por lo menos uno de

estos tres tubérculos. Examinando la Gráfica 1, se puede observar que entre los miembros de la

primera generación, la de los “abuelos”, se evidencia un porcentaje similar de consumo de

chuguas, hibias y cubios, lo que sugiere que para esta generación los tres tienen el mismo nivel

de aceptación. Las otras dos generaciones evidencian tendencias diferentes y, en cierta medida,

sorprendentes. En la tercera generación, la de los “hijos”, el porcentaje que consume cubios e

hibias disminuye considerablemente respecto a la de los abuelos, mientras que el porcentaje que

61

consume chuguas es parecido al de ésta. Si bien un alto porcentaje de los “padres” consume

cubios, el porcentaje que consume chuguas e hibias disminuye considerablemente respecto a la

generación de abuelos. Los datos entonces sugieren una progresiva disminución generacional en

el consumo de las hibias y una disminución abrupta entre la generación de los padres y los hijos

en el consumo de cubios. Curiosamente, esta tendencia no se encuentra en el caso de las

chuguas, por lo que los abuelos y los hijos muestran un porcentaje de consumo bastante alto

(alrededor del 70%), mientras que la generación de los padres evidencia un porcentaje más bajo,

alrededor del 40%.

Gráfica 1: Consumo de tubérculos andinos (TA) por generación

6.3.2. Comparación inter-generacional en la siembra de tubérculos andinos

La siembra de los tubérculos no sigue, en todos los casos, las tendencias del consumo (ver

Gráfica 2). De estos tres tubérculos los cubios son los que más se siembran, debido a que se

pueden cosechar después de 3-5 meses según los entrevistados, mientras que las chuguas y las

hibias se demoran entre 7 meses a un año en cosecharse. Es interesante observar que mientras las

hibias muestran una disminución generacional en la siembra, de acuerdo con la tendencia en el

consumo, alrededor del 60% de los hijos siembra cubios, aun cuando menos del 40% afirman

consumirlos. Esto se puede deber a que los hijos ayudan a sembrar, pero no participan en la

decisión sobre lo que se siembra.

Se puede encontrar esta misma tendencia de mayor participación en la siembra que en el

consumo en la generación de los padres, en el caso de las chuguas. Es posible que esto sea así

porque los padres siembran este tubérculo más con un objetivo comercial que de consumo. Sin

n = 8 n = 12

n = 8

62

embargo, sería necesario un nuevo trabajo de campo en las veredas para indagar,

específicamente, sobre este fenómeno. Para el caso de la generación de los abuelos también hay

una disminución en la siembra; esto se debe a que algunos ya no tienen la capacidad física para

este tipo de labores. No obstante, los pueden seguir consumiendo ya que sus hijos, es decir la

generación de los padres, se los proveen.

Gráfica 2: Siembra de los tubérculos andinos (TA) por generación

6.3.3.Comparación inter-generacional en la venta de tubérculos andinos

Del total, el 76% de la generación de los abuelos y padres vendía alguno de estos tubérculos de

manera regular o cuando había un excedente de la producción (ver Gráfica 3). La venta por lo

general consistía en cantidades de entre una arroba y un bulto. El 24% las producía sólo para

autoconsumo y, de éstos, todos pertenecían a la generación de los abuelos. En tres casos de esta

generación, los datos no se incluyeron ya que recibían tubérculos de sus familiares. De éstos, dos

eran los entrevistados de mayor edad y una mujer de la generación de los padres, que recibía

tubérculos de su madre quien los sembraba con ayuda de toda la familia. Esto indica que la razón

principal para la siembra de estos tubérculos es el autoconsumo. En una futura investigación

seria interesante comparar el consumo y la regularidad de consumo entre los campesinos que las

siembran y los habitantes de la cabecera municipal.

n = 8 n = 12

n = 8

63

Grafica 3: Venta de tubérculos andinos (TA)

6.3.4.Consumo y siembra por género de tubérculos andinos

Teniendo en cuenta que hubo una mayor cantidad de entrevistadas (21) que entrevistados (11), si

los datos se analizan en términos de género, el consumo es similar entre hombres y mujeres40

. En

la producción, en cambio, se percibe una tendencia interesante para los cubios y las chuguas. Si

bien habría que recolectar más información para confirmar la tendencia, los hombres parecen

estar sembrando más cubios, los tubérculos andinos que más se comercializan en Ramiriquí,

mientras que las mujeres siembran más chuguas, los tubérculos que requieren más trabajo en el

momento de la recolección. Adicionalmente, vale la pena señalar que los cubios se comercializan

más porque se pueden cosechar más de una vez en el año.

Grafica 4: Siembra y consumo de tubérculos andinos (TA) por género

40

Ya que la muestra es pequeña, un individuo hace una diferencia del 6 % para las mujeres y un 8 % para los

hombres.

69% 69%

92%

75%

Siembra Consumo

Siembra y consumo de Cubios por Género

Mujeres Hombres (n) =16 (n)=12

64

Como se puede apreciar, la siembra y el cultivo de los cubios y las hibias sigue el mismo patrón,

mientras que las chuguas difieren. Esto es cierto para los datos tanto si se analizan por

generación como por género. Otro dato importante que se puede destacar es que se evidencia la

presencia de un declive en el consumo de los cubios y las hibias.

6.3.5. El estatus de los tubérculos andinos en la dieta

Después de indagar sobre el consumo de cada tubérculo, se preguntó cuál era la comida favorita

de cada entrevistado. Esto se realizó con el fin de entender en qué rango estaban los tubérculos

andinos (Tabla 1). Si bien se entrevistó un total de 32 personas, sólo 19 entrevistados

respondieron cuál era su comida favorita y, en algunos casos, la respuesta podía ser: papa y

arroz. Esta observación es importante en la exposición de los datos porque algunos entrevistados

“votaron” dos o más veces. En la Tabla 2 se presentan los resultados de la comida favorida.

75%

56% 58% 67%

Siembra Consumo

Siembra y consumo de Chuguas por Género

Mujeres Hombres (n) =16 (n)=12

44% 50%

33% 42%

Siembra Consumo

Siembra y consumo de Hibias por Género

Mujeres Hombres (n) =16 (n)=12

65

Tabla 1: Rango de comida favorita de mayor a menor

Papa Arroz Carne Cubios Pasta

9 8 6 2 2

Tabla 2: Comida favorita organizada por edades

Eda

d

Comida Favorita Edad Comida Favorita

13 Arroz 43 Pasta

14 Papa 43 Sopa de cubios

15 Gallina 50 Papa, alverja, habas, arroz, lentejas y garbanzo.

16 Arroz y carne 52 Gallina, huevo y carne

16 Galguerías, papa, pasta, arroz y

carne

61 Por la antigüedad come de todo

18 Arroz con pollo 63 Papa, yuca, alverja, mazorca

18 Sopa de arroz 70 Alverja y papa

20 Arroz 75 Cuchuco de maíz y caldo de papa con tripas y

callo 40 Arroz y papa 89 Papa y cubios

42 Papa, yuca, alverja , mazorca

Los resultados son interesantes en varios sentidos. Por un lado, podemos apreciar que son los

más jóvenes quienes prefieren el arroz y que sólo dos mayores indican una preferencia por los

cubios.

En segundo lugar, la comida que alcanzó más votos fue la papa (ver Tabla 1), un producto que se

produce localmente y para el cual no se necesita entrar en el sistema monetario, más allá del

costo de la producción. De hecho una investigación de Torres en Fómeque, Cundinamarca,

indica que los productores de papa son los que tienen un nivel de autoconsumo más alto ya que

según la autora “la papa es un producto muy importante en la dieta alimentaria de los campesinos

del altiplano cundiboyacense y en segundo lugar porque su producción arroja excedentes no

comercializables muy importantes que ellos valorizan como autoconsumo” (Torres, 2002 p. 95).

Es decir el campesino puede consumir papa sin necesidad de comprarla, a diferencia del arroz el

cual solo puede consumir si lo compra ya que no se produce localmente. Esto se trae a colación

ya que, como se planteó anteriormente, Wilk (2002) sostiene que los productos importados o el

consumo de aquellos artículos a los cuales solo se puede tener acceso por medio del mercado

66

monetario son considerados superiores o, al menos, cargan un significado de superioridad social.

Y aunque es posible que esto sea lo que está pasando con el arroz y la pasta, vemos como la

papa, un producto local, es escogido como comida favorita con frecuencia y sin distinción entre

todas las edades. Estos resultados también son interesantes en la medida en que muestran que la

vida de almacenamiento no es una razón para preferirlos, ya que la papa tiene menos vida de

almacenamiento que el arroz y la pasta. El arroz, sin lugar a duda sigue a la papa como comida

preferida. Los dos ocupan una posición por encima de la carne. Según Torres en Fómeque otros

productos agrícolas de autoconsumo que son importantes en la dieta campesina en este

municipio son la calabaza, el plátano coli, la arracacha y la yuca (Torres, 2002). Aunque

Fómeque presenta una altitud y ecología diferente a la de Ramiriquí se puede asumir que para los

campesinos de Ramiriquí la papa, la arracacha y la calabaza también son importantes.

Una segunda pregunta que se hizo para esclarecer el rango de los tubérculos en la dieta fue

preguntar si estos tubérculos se ofrecían en ocasiones especiales y qué comida se ofrecía en tales

ocasiones. Esta pregunta fue de especial interés ya que todos los entrevistados coincidieron en

que éstos no se ofrecen para un evento especial. De hecho, algunos parecían horrorizados ante la

idea. Manuel Parra de 16 años (generación de los hijos) respondió “Queda uno apenado, tiene

que ser comida limpia, o sea, buena”. Otras respuestas que proporcionan una apreciación sobre la

percepción de los tubérculos fueron:

“Es comida de la casa, familiar”.

“Algunas personas no les gusta, por eso no se ofrece”.

“No se dan en una invitación porque son comida de todos los días, nunca para

ofrecer”.

“Es una pena ofrecer cubios. A mis hijos no les gustan, los jóvenes no están

acostumbrados”.

Sin embargo, la razón por la que no se ofrecen no parece fundamentarse realmente en que sean

comida de todos los días, si se considera que la papa, que es de consumo regular, se ofrece en

67

eventos especiales41

. Los cubios las chuguas y las hibias no se ofrecen al parecer porque es de

conocimiento general que estos tubérculos no le gustan a todo el mundo, por lo tanto no se los

ofrecen a los invitados. Como se puede ver, el consumo de estos tubérculos se reduce a la

intimidad de un evento familiar.

6.4 Los impulsores de los cambios en el consumo de tubérculos

La información que se ha recolectado y analizado en esta investigación sugiere que no se puede

asumir que haya una progresiva disminución y rechazo a través de las generaciones en el

consumo de los tres tubérculos. Por el contrario, se perfila una situación compleja y variable

según el tubérculo y la generación. Para entender a fondo esta situación habría que ampliar el

alcance de la investigación; sin embargo, se puede afirmar que por lo menos en el caso de la

generación de hijos se empieza a evidenciar un desuso de los cubios y las hibias. En esta sección,

se revisarán los elementos cualitativos de las entrevistas para discutir cuáles de las posibles

razones identificadas en la sección 3.2.2 podrían explicar los cambios en el uso de los tubérculos

en Ramiriquí. Se debe tener en cuenta que en el caso de los cubios se pudo recopilar más

información que para los otros dos tubérculos.

6.4.1 Análisis de las percepciones de los tubérculos

Al analizar las entrevistas se clasificó la percepción de cada entrevistado sobre los tubérculos

entre buena, neutral y baja. Se clasificaba una percepción como buena cuando el entrevistado

indicaba que le gustaban los cubios, chuguas o hibias o cuando se mostraba entusiasta ante el

consumo de estos. Se clasificaba una percepción como neutra cuando se indicaban dos ideas

contradictorias, por ejemplo que eran empalagosos, pero que tenían muchas vitaminas.

Finalmente se clasificaba la percepción como baja cuando se formulaba un juicio negativo como

en el ejemplo mencionado anteriormente, “queda uno apenado, tiene que ser comida limpia, o

sea buena”. Los resultados mostraron que los padres expresaron el mayor desdén por los

tubérculos, teniendo en cuenta que los padres fueron el grupo con mayor número de

entrevistados, 8 indicaron una percepción baja, 3 neutra y uno buena. La generación de los

abuelos mostró la percepción más positiva (5 buena, 2 neutral y 1 baja) y la generación de los

41

Como eventos especiales se les dio el ejemplo de matrimonios y funerales.

68

hijos se mantuvo neutra (4 neutral, 2 buena y 2 baja), aunque parecían consumirlos menos. Entre

los comentarios que hacen los padres encontramos que describen los cubios como empalagosos y

comida de escasez. María Cecilia Salamanca (50 años) de este grupo indicó que las chuguas y las

hibias eran malas para las úlceras y María Belén Rojas (40 años) indicó que los cubios le caían

mal por falta de costumbre a pesar de que fue criada con ellos. Esto es interesante ya que se

podría pensar que la razón por la que los hijos no comen estos tubérculos, en especial los cubios

y la hibias, es porque sus padres tienen una mala percepción de estos y por lo tanto no los han

acostumbrado a ellos. Sin embargo, si bien estos resultados sugieren que la baja percepción de

los tubérculos empieza a originarse en la generación de los padres, el alcance de esta tesis no

permite profundizar más en este aspecto. Las próximas dos secciones explorarán más en detalle

los tipos de percepciones que surgieron de las entrevistas.

6.4.2. Comida de pobres

Ricardo Pinzón, de 56 años, aseguró en tono humorístico que a su familia le gustaban los cubios,

pero se comían “por obligación”. “Los cubios son para los pobres”, agregó. Luego explicó, “es

una reacción de los antiguos que genera que haya rechazo”. De este tipo de comentarios se puede

observar que de los cubios hay una imagen peyorativa y que ésta podría extenderse a los otros

dos tubérculos. Sin embargo, la afirmación de Ricardo, en la que menciona que los mayores

consideran esta comida como comida de pobre, es cuestionable ya que como ya se ha

mencionado en la sección 6.4.1 la generación de los abuelos mostró la percepción más positiva

de los tubérculos. Antonio Salamanca Suarez de 89 años, e Irene Arias de 86 años, los

entrevistados de mayor edad, por ejemplo, hablaron de estos tubérculos sin revelar actitudes de

rechazo. Inclusive, Irene contó que en la época en que su marido vivía, estos tubérculos se

sembraban con la ayuda de obreros, quienes eran alimentados con los mismos durante el trabajo

y los tubérculos se vendían cuando había excedentes. El hecho de que sembraran con obreros es

significativo, pues representa que eran valorados lo suficiente para incurrir en gastos para su

cosecha.

El origen de esta percepción es probablemente compleja, no obstante fue claro a partir de los

comentarios de Ricardo y de otros entrevistados (ver también sección 6.4.4) que estos tubérculos

son vistos como “comida de pobre”. De la literatura y el trabajo de campo, se puede proponer

69

que una posible razón para que exista esta percepción es el menor requerimiento de insumos que

tienen los cubios, las chuguas y las hibias con relación a otros cultivos como se mencionó en la

sección 4 y como se mencionará mas adelante en este sección. En ese sentido, esto puede ser lo

que los hace ser percibidos como comida de pobre, en la medida en que no se requiere una

inversión inicial significativa para cultivarlos.

Por otro lado, su valoración también puede tener que ver con su precio comercial. Patrocino

Mendoza de 48 años (generación padres) señala que “cuando la papa está barata, a los nabos

(cubios) ni los miran, ni los compran”. A su vez, José Joaquín Cruz de 70 años (generación de

abuelos) compara el bulto de cubios que se vende a 15,000 pesos y la carga42

de papa que está

entre 30,000 y 50,000 pesos. En general, el precio oscila entre esta cifra y el doble. Además,

aparte de que los cubios tienen un precio menor en el mercado, tienen poca demanda. Mientras

que a los mercados llegan camiones comprando papa para revender en Tunja, Sogamoso o

Corabastos, los tubérculos andinos los compran solamente las vendedoras de la plaza, que en

total son cuatro. No obstante, hay el caso de Daisi Lorena Aguirre Caballero, de 15 años

(generación de los hijos), quien para un proyecto de la escuela sembró chuguas y pudo vender la

carga a 200,000 pesos en Tunja. Hablando de su proyecto, Daisi afirmó que “antes se sembraban

más, he preguntado, ahora no les gusta, todo está cambiando”, nuevamente confirmando la

hipótesis de cambio. El caso de Daisi revela otro aspecto interesante, las chuguas se pueden

vender a un mejor precio si se pueden transportar hasta un mercado mayor como es el de Tunja.

En un futuro estudio sería interesante evaluar como cambia el precio dependiendo del mercado

para los tres tubérculos.

Igualmente, es posible que haya una subvaloración de los cubios por ser considerados comida o

remedios para los animales. Por lo menos la mitad de los entrevistados indicaron que los cubios

eran utilizados como comida para los cerdos. Por ejemplo, Juan de Dios Jarro Salamanca Soler

de 20 años (generación de los hijos), quien decía no comer los cubios por su sabor, explicó: “mi

papá sí come cubios, no he ayudado a cultivar ni chuguas, ni hibias, solo cubios. No son

trabajosos, no se fumigan y son fáciles de recoger. Más que todo son comida para cerdos”. El

42

Una carga son dos bultos, según lo que se pregunto en Corabastos, un bulto son 4 arrobas y una arroba son 25

libras.

70

hipotético rechazo de los cubios por ser un cultivo de alimento para estos animales sugeriría una

desvalorización cuyo inicio podría rastrearse a la llegada de los españoles quienes introdujeron

los cerdos, lo que sin duda, sería un tema interesante para una investigación futura.

Curiosamente, Juan de Dios Jarro Salamanca Soler y su padre Juan de Dios Salamanca Bernal de

61 años, se contradecían al respecto de si se daban o no cubios a los cerdos. Al contrario de su

hijo, el padre, quien consumía cubios ocasionalmente, indicó que los marranos no comían

cubios. Juan de Dios Salamanca Bernal tenía una posición difícil de descifrar frente a los cubios.

Este señor contó la historia del padre Pachito de Jenesano, quien se tomaba dos platos de sopa de

cubios porque decía que eran buenos. Pese a esto, él mismo hacia comentarios donde expresaba

que los cubios eran comida en tiempo de escasez y que no le gustaban tanto (además mencionó

que a su mujer le gustaban antes, pero que después de que empezaron a convivir juntos, ya no le

gustaban). Esta historia del padre Pachito es particularmente interesante ya que muestra como

una figura de autoridad, el padre de un pueblo, exalta las cualidades de este tubérculo y, sin

embargo, el entrevistado habla de estos con desdén.

Si bien es posible que el uso de los cubios como comida de cerdos contribuya a una imagen

peyorativa, hay que notar que no todos los que indicaron que se utilizaban para este propósito

tenían una percepción baja de estos tubérculos. Por ejemplo, Carmen Rosa de 43 años

(generación de los padres), indicó que una de sus comidas favoritas era la sopa de cubios, si bien

también explicaba que los cubios cocinados eran alimentos para cerdos.

En relación con animales domésticos, estos tubérculos tienen otros usos. Las chuguas, por

ejemplo, se usan como un remedio para el ganado y no como alimento: “se muelen para el

ganado con miel, sirve para el ganado que se ha asoleado” (María Cecilia Salamanca 50 años y

José María Soler 42 años, generación de los padres). Según José Joaquín Cruz de 70 años

(generación de los abuelos), sirven igualmente para aliviar las quemaduras del sol. Sin embargo,

al ser utilizado como un remedio y además de alimento, las chuguas no serían vistas solamente

como alimento de animales.

71

Finalmente, una posible razón por la cual los tubérculos andinos podrían ser percibidos

peyorativamente es por percibirse como “silvestre”. Messer (1978) y DeWalt et al. (1979)

afirman que en América Latina existe la tendencia a dejar a un lado lo “silvestre” por lo

cultivado, ya que lo salvaje se ve como “comida de pobre”. No es claro hasta que punto la

afirmación anterior aplica en el caso de los tubérculos andinos en Ramiriquí, ya que no parecen

ser vistos como “silvestres”. Los tubérculos deben ser abonados, y posteriormente deshierbados

y, en algunos casos, fumigados (como se observa en la Gráfica 5 muy pocos entrevistados

fumigan y los que lo hacían, lo hacían para engrosar el cultivo, no por necesidad). Sin embargo,

al necesitar menos insumos que la papa y otros cultivos, es posible que se acerquen más al polo

de lo “silvestre” en la dicotomía domesticado/silvestre y en esa medida podrían percibirse como

“comida de pobre”.

Gráfica 5. Practicas de fumigación.

6.4.3 Los modernos y los antiguos

La tesis de Warde (1997), quien sostiene que la comida es una herramienta de individualización,

se refiere, principalmente, a sociedades urbanas. Sin embargo, se puede argumentar que las

zonas rurales también están expuestas a esas fuerzas de individualización a través de los

diferentes medios de comunicación y la interacción con personas que han migrado a centros

urbanos y regresan, incluso, si sólo se trata de una estadía temporal de corta duración. El término

72

individualización se refiere al proceso en el cual, por medio del consumo (en este caso la

comida), el individuo forja su identidad individual en oposición a una identidad colectiva43

.

Durante la fase exploratoria de esta investigación, un joven en el municipio de Tierra Negra, al

cual se le preguntó, brevemente, sobre los tubérculos andinos, se dio la vuelta y, señalando a un

hombre mayor, respondió: “pregúntele a él, que es puro boyaco”. Se podría pensar que el joven

de Tierra Negra al no consumir cubios y chuguas se considera menos boyacense que el señor

que, a su juicio es “puro boyaco”.

Una generación puede diferenciarse de otra a través de transformaciones en sus preferencias. Por

supuesto, no se pretende argumentar que se trata de una decisión consciente donde un grupo de

jóvenes se reúne y decide que ellos a diferencia de sus abuelos van a preferir el arroz a los

cubios. Sin embargo, el gusto generacional puede estar definido por las diferentes posibilidades

de consumo a las que los grupos tienen acceso y reforzados por su eventual identificación con un

consumo asociado a los modernos o a los antiguos. Durante la entrevista, se le preguntó a

Estefanía Soler García de 66 años (generación de los abuelos) a quién más podría entrevistar que

cultivara y consumiera estos tubérculos. Su respuesta fue: “Por aquí no, porque todos son

modernos, tal vez en el Ortigal, donde los antiguos”. Su respuesta revela una asociación entre

estos tubérculos y un cambio generacional. Otro ejemplo es el de Sandra Patricia Pinzón de 16

años (generación de los hijos), quien dice no comer ninguno de estos tubérculos y asegura que

“los abuelos han sembrado toda la vida para el consumo”. O Herlinda Pulido, de la misma edad,

quien afirma que “No me gustan, no son buenos, a los grandes si les gustan”. En por lo menos

siete casos, los entrevistados hicieron alusión a que el consumo era generacional, varios padres

indicaron que a sus hijos no le gustaban y los hijos indicaron que sus padres o abuelos sí los

consumían.

Así, como revelan los casos expuestos, tanto los jóvenes como los mayores están identificando el

gusto con una generación específica y, como se mencionó anteriormente, el gusto o desagrado

43

En este contexto se ha interpretado el proceso de “individualización” como el proceso a través del cual el

individuo deja de actuar o consumir de forma tradicional y crea nuevos hábitos de consumo. Un ejemplo diferente a

la comida es el uso de las cachuchas en lugar del sombrero tradicional por parte de las jóvenes de Ramiriquí.

73

por los tubérculos puede ser reforzado por la identificación con un grupo. Y, según los resultados

encontrados, esto parece ser especialmente cierto para el caso de los cubios.

También es cierto que si efectivamente los padres ven el consumo como una necesidad o con

desdén, como se sugiere en la sección 6.4.1 y se analizará más detalladamente en la próxima

sección, es posible que ésta sea la razón por la cual los hijos no han aprendido el gusto por estos

tubérculos.

6.4.4 Introducción de nuevos alimentos

Volviendo a la lectura de Messer (1989), quien afirma que el gusto es culturalmente construido,

es interesante entender cómo factores externos, como la introducción del arroz y la pasta,

sumado a una percepción desfavorable de estos tubérculos, pueden estar transformando el gusto.

Al preguntarle a Merardo Mendoza Buitrago, de 75 años (generación de los abuelos), por qué los

jóvenes no consumen dichos tubérculos, respondió que “les dan cosas buenas más y, entonces,

no les gusta, no comen bien”. Una posible interpretación de sus palabras sugiere que Merardo

considera que la comida que los jóvenes comen es más sabrosa, pero no necesariamente tan

nutritiva. Así mismo, al preguntarle a Ana Joaquina Romero de 52 años (generación de los

padres) si sus hijos comían tubérculos respondió “No le gusta a ninguno, ellos son criados con

pasta y arroz, lo otro no les gusta. No les gusta desde pequeños, sopa de maíz, del resto no les

gusta nada. A nosotros nos criaron pobremente, por eso nos gustan”.

Las afirmaciones de Merardo Mendoza y Ana Joaquina indican cómo para ellos los tubérculos

andinos son comida asociada a la pobreza y que ellos los comen como resultados de los hábitos a

las que se acostumbraron desde su infancia. Sin embargo, sus hijos y, parece ser el caso general

de los jóvenes, han tenido la oportunidad de consumir otros alimentos lo que no ha permitido que

desarrollen el gusto o la tolerancia por las chuguas, hibias y cubios.

Es interesante señalar que los tubérculos, en general y, sobre todo los cubios, fueron descritos

como ‘empalagosos’ por la mayoría de los entrevistados que los consumían. Por esta razón se

reemplazaban con otras comidas cuando había la posibilidad. Sin embargo, tal adjetivo,

empalagoso, no es un sinónimo de “malo”. Cuando los entrevistados se referían a los tubérculos

74

como empalagosos se dedujo que esto quería decir que son una comida que cansa si se come

todos los días. Esto no quiere decir que no se coman o que se perciban de mal sabor,

sencillamente se entiende que se comen, pero no todos los días o en todas las comidas. Por

ejemplo, Manuel Rojas Carol, de 70 años (generación de los abuelos), asegura que “cuando hay

otra comida se releva. Se regala a familiares y se manda para Bogotá. (…) Desde pequeño las

como, me gustan, son vitamina. Se siembran en los barbechos de la papa, después de la papa. Se

comen para almuerzo o comida, pero son cansones. La papa tampoco se come todos los días”.

Podemos observar como, aunque son considerados “cansones”, tienen un valor nutritivo para

Manuel. Adicionalmente, es interesante el comentario de la papa, el cual es un cultivo altamente

consumido y, sin embargo, Manuel no lo consume a diario.

En este punto, podemos destacar cómo la introducción de nuevos alimentos que no padecen de

un estigma puede desplazar el consumo de comidas tradicionales44

. Como se dijo anteriormente a

nivel mundial se identifica un descenso en la demanda por alimentos básicos tradicionales, como

los tubérculos andinos, y un incremento en el consumo de arroz y trigo (MEAB 2005). Una

futura investigación podría tratar más detalladamente el caso de la papa, un tubérculo que no

parece estar siendo desplazado.

El desplazamiento de estos cultivos en Ramiriquí puede tener su origen en el programa de

extensión y de educación rural auspiciado por el Servicio Técnico Agrícola Colombiano

(STACA) en 1953, mencionado en la sección 5.2, donde se promocionó el uso de las frutas,

dulce, arroz seco, pan de trigo, ponqué, distintas preparaciones de papa, plátano, yuca, arracacha,

maíz y cereales, carnes y huevos y el uso de la leche en la dieta diaria. Este programa tuvo lugar

hace 59 años, cuando la mayoría de los padres eran niños o aún no habían nacido, pero sus

padres pudieron criarlos con estos parámetros, por lo tanto ellos perciben que hay comida

“mejor” que estos tubérculos, como lo menciona un entrevistado. Por lo tanto ellos han

procurado en la medida de lo posible alimentar a sus hijos con este tipo de comida. La semilla

del cambio se introduce en este momento, sin embargo, el cambio no se ve sino hasta una

generación adelante. Los padres fueron criados con cubios, chuguas e hibias, ya que sus padres

44

Como comida tradicional no solo me refiero a comida nativa, sino también a comida que se comen más por este

grupo de gente que otro grupo.

75

(generación de los abuelos) producían y consumían estos tubérculos, pero además cuando se

podía también consumían los productos que se promocionaban. Es posible que a medida que

estos productos se fueron haciendo más populares se fueron haciendo más accesibles y que, por

lo tanto, en el caso de las nuevas generaciones sean consumidos de manera mas regular, de esta

forma desplazando los productos que no han sido promocionados.

Estas dos últimas secciones han sugerido que existe la posibilidad de que los jóvenes no hayan

desarrollado el gusto por los cubios y hibias ya que no han estado expuestos al consumo

constante de estos como sí lo estuvieron sus padres y abuelos que los consumieron desde la

infancia. El hecho de que no hayan sido expuestos no les ha permitido adquirir o aprender el

gusto por estos tubérculos, lo que los diferencia de las dos generaciones anteriores. Es posible

que esta diferenciación se termina reforzando, ya que se convierte en un distintivo generacional

lo que a su vez refuerza la apatía que los jóvenes tienen por los tubérculos.

6.4.5 Cambios en la producción

Un cambio en la producción afecta, directamente, su consumo, sobretodo en el caso de los

campesinos que producen gran parte de la comida que consumen. Esta sección, entonces, revisa

los cambios en los sistemas de producción según los relatos de los campesinos mayores.

Antonio Salamanca de 89 años (generación de los abuelos) contó que en ese tiempo (no

especifica, pero debía ser cuando él sembraba ya que es la respuesta que da cuando se le

pregunta qué necesita el cultivo) “el cultivo no necesitaba nada, era sólo mover la tierra. No se

fumigaba ni la papa, será por eso que duramos”. Esto puede estar indicando una razón diferente a

las expuestas en las secciones anteriores (6.4.2, 6.4.3, 6.4.4). Indica un cambio ecológico, un

cambio en la calidad del suelo con las nuevas prácticas agrícolas. Esto coincide con lo que dice

Carmen Rosa, de 43 años (generación de los padres): “no se comen todos los días. Los jóvenes

no comen, les gusta más el arroz con habas. También cambia el sabor del producto, no es como

antes, tal vez la tierra tiene un cambio, quizás es por eso que ya no le gusta a los jóvenes”. La

explicación de Carmen Rosa es muy interesante aunque muy difícil de comprobar; sin embargo,

apunta a que ella percibe que el deterioro en el cultivo esta ligado a la calidad del suelo. Ya que

la papa y la alverja son los cultivos principales en Ramiriquí (PBOT) y que la papa es el cultivo

76

con mayor demanda de fungicidas e insecticidas (Martínez et al., 2001 citado por Kalmanovitz y

López, 2006) es posible que la calidad del suelo se haya deteriorado como lo indican los

entrevistados y que esto esté deteriorando el cultivo y la calidad de los tubérculos.

Continuando con el tema de cambios en las prácticas agrícolas, el entrevistado Juan de Dios

Salamanca Bernal, de 61 años (generación de los padres), aseguró que de niño no había tanta

papa y José Joaquín Cruz, de 66 años (generación de los abuelos), asegura “ahora ni se come ni

se siembra, no hay espacio. [Los tubérculos andinos] crecen donde hay más rastrojo, barboja. En

las lomas es donde grana mejor, las tierras han cambiado de dueños y ahora está toda sembrada

de pasto para animales”. Adicionalmente, Estefanía Soler García de 66 años (generación de los

abuelos) asegura que “el Inderena no ha dejado tumbar monte grande desde hace como 10 años

porque el agua escaseaba, [Los tubérculos andinos] se siembran donde hay monte, donde hay

capote pues las hibias necesitan humedad, se siembra en monte pequeño, las hibias necesitan

capote para la humedad, el capote es donde se recoge el agua. Antes se comía más porque en ese

tiempo no se sembraba con abono, ahora toca desyerbar”. Los entrevistados están señalando que

los tubérculos se deben sembrar en pendientes, en rastrojo (lo que queda después de que se

recoge un cultivo) y en el capote45

y que, anteriormente, había menos problemas de maleza y la

calidad del suelo era mejor. Estas dos últimas observaciones pueden ser un resultado de la

intensificación de los cultivos y una resistencia creada a los herbicidas por parte de las hierbas.

Primero, el suelo puede estar necesitando abono ya que, como no se le da un tiempo de descanso,

no puede recuperar sus nutrientes, un proceso que en el páramo es más difícil. De hecho, todos

los entrevistados que producían estos tubérculos aseguraban que los tres necesitaban abono en el

momento de la siembra. En segundo lugar, el uso indiscriminado o excesivo de herbicidas que

requiere la siembra de la papa ha llevado a que la maleza se vuelva resistente y más agresiva, por

lo que es necesario desherbar aumentando el tiempo de trabajo que requieren los cultivos.

Como se explicó anteriormente, estos comentarios nos indican dos cosas importantes que

podrían explicar los cambios en la producción de los tubérculos. Por un lado, la calidad de la

tierra ha cambiado: cada vez necesita más insumos y hay más problemas de maleza. Por otro,

45

Vegetación que se tala y se riega en un bBarbecho (Monsalve, 2005). Vegetación secundaria de paramo

(observación propia en campo)

77

hay cambios en el uso de la tierra. Según lo que indicó Estefanía Soler, parece que cuando

existía el Inderena, esta entidad empezó una campaña para proteger el páramo activamente. Es

posible que esto lo haya continuado la Corporación Autónoma Regional de Chivor

(CORPOCHIVOR), que tiene jurisprudencia sobre este municipio. La entrevistada asegura que

este tipo de campañas empezaron hace 10 años, sin embargo, es posible que hayan empezado

mucho antes, ya que el Inderena dejó de existir desde 1993. Adicionalmente, hay un cambio de

paisaje hacia el pasto o la ganadería que se considera como una mejor opción, en comparación a

la siembra de cualquier cultivo. Estos factores pueden haber desplazado la agricultura de los

tubérculos andinos que se cultivan a mayor altura. Otros ejemplos de esto los dan Rosa Bonilla

de 62 años46

y Juana Mercedes Soler de 42 años (generación de los padres), quienes expresan

que “la agricultura no da, la ganadería es mejor”, y “es mejor arrendar para pasto que sembrar”.

El Plan Básico de Ordenamiento Territorial indica que el cultivo de papa y la ganadería están

invadiendo el sub-páramo y el páramo (PBOT), espacios propicios para la siembra de cubios,

hibias y chuguas, lo que reafirma en el caso de la ganadería según lo que dicen Rosa y Juana.

6.4.6. Mercado y rentabilidad

Para entender si el valor de los cultivos influenciaba a los campesinos en su decisión de

sembrarlos o no, se preguntó cuáles eran los cultivos más rentables.

Los cultivos que se consideran más rentables para estas veredas son la papa, la uchuva y el

arrendamiento de pasto. La papa y la uchuva son dos cultivos que han sido incentivados por el

mercado, mientras que el ganado es una opción económica, ya que abastece a su dueño/a con

leche, que produce la materia prima para la cuajada, uno de los productos más vendidos por las

mujeres. Otro beneficio de invertir en ganado es si el precio de la carne baja, los campesinos

pueden optar por no vender los animales hasta que el mercado sea más favorable. Según Flor

María Rojas de 25 años (generación de los padres) esto también pasa con la papa, que cuando

está listo para la cosecha se puede dejar en la tierra tres meses más si el mercado no es propicio.

Al contrario los cubios, chuguas e hibias deben ser vendidos lo más rápido posible por ser

perecederos.

46

Generación de los padres pero no entró en los análisis cuantitativos ya que no fue posible encontrar miembros de

su familia.

78

Durante esta investigación se encontró que los pocos campesinos que habían pedido un préstamo

lo hicieron para sembrar papa, uchuva o para comprar reses, pagándolo a través de las ganancias

de los mismos productos. Ya que fueron muy pocos, tres específicamente, es imposible probar la

teoría de Abbot (2005), quien afirma que la necesidad de pagar un préstamo es la razón por la

que se dejan las variedades campesinas a un lado. Con respecto a la tesis de Zimmerer (1996), no

parece haber ningún tipo de prestigio entre los campesinos que siguen cultivando y consumiendo

estos tubérculos. Sin embargo sí se encontró que al igual que en el lugar de estudio de Zimmerer,

varios campesinos reportaron tener parcelas en diferentes lugares y alturas, lo cual les permite

sembrar diferentes tipos de cultivos.

6.4.7 Otros factores

En el marco conceptual y metodológico se había planteado varios factores como posibles

causantes del desuso de los tubérculos andinos, como la influencia de propaganda e información

nutricional, la influencia de procesos de migración a las urbes, la entrada de las mujeres en el

campo laboral pago o la necesidad de adjudicar menos tiempo en la preparación de la comida.

Sin embargo, las entrevistas no proporcionaron evidencia de influencia de propaganda y/o

información nutricional que podrían estar cambiando el consumo de estos tubérculos, fuera del

programa de extensión STACA del año 1953. Por otro lado es interesante observar que si bien

varios de los entrevistados, sobretodo del grupo de los padres y abuelos, mencionaron los usos

medicinales de los cubios y las chuguas, este conocimiento no parecía contraponerse al declive

en el consumo de éstos y a las percepciones negativas.

Con respecto a influencias externas aunque sí se encontró que la mayoría de los entrevistados

tenían familiares que vivían en Bogotá y muchos de los hombres habían trabajado fuera de

Ramiriquí, no se pudo encontrar una relación directa entre estas migraciones y el consumo y

percepciones de los tubérculos. La única entrevistada que mencionó algo relacionado con tal

hipótesis fue Ana Joaquina Romero de 52 años (generación de los padres), quien afirmó que el

arroz y la pasta se los había enseñado a cocinar una tía que había vivido en Bogotá. Se encontró

que la mitad de los entrevistados de la generación de los hijos querían migrar.

79

6.5 Resistencia

En Ramiriquí, como en otras comunidades ya mencionadas en la sección 2.3, también se

encontró un caso de resistencia al cambio. Hay jóvenes quienes aprecian los tubérculos andinos,

como es el caso de Blanca Patricia Salamanca, de 18 años, quien aseguró que prefiería los cubios

a la pasta. La madre, María Nieves Jiménez Vergara aseguró que estos tubérculos le gustaban a

toda la familia. “Nosotros antes que arroz y pasta, puros granos, habas, arracacha, hibias. A esta

juventud no le gusta, antes se salaban las chuguas y con guarapo pa’ todo el día”. La misma

mujer afirmó que ella prefería sembrar a comprar. Esto puede deberse en parte a lo que Camacho

(2006) menciona como una dimensión de afirmación de la identidad colectiva y de persistencia

de gustos y de prácticas tradicionales que se mantienen. María Nieves, por su parte, dijo que ella

prefería “sembrar la santa comidita de la santa tierrita… mis padres me enseñaron, somos

trabajadores de cuna”; esta mujer se identificaba con la tierra y sus productos de una manera muy

cariñosa y esto se podía ver reflejado en el gusto de su hija. El caso de esta familia es interesante

ya que siendo la que más pareció estar ligada a la tierra, si bien era la familia con más miembros

fuera de Ramiriquí.

Una segunda razón por la cual es posible que se sigan cultivando los cubios es que estos

representan una red de seguridad alimentaria. Esto es así, ya que requieren pocos insumos y al

parecer no tienen problemas de pestes que los ataquen, además de tener un periodo de

crecimiento similar al de la papa. Es posible que los agricultores lo siembren en caso de que los

otros cultivos fallen y si no tienen la necesidad de consumirlos alimenten los cerdos con estos.

80

7. Conclusiones

Como se dijo al principio de esta tesis, estudiar el consumo es esencial para entender la manera

en que los humanos se relacionan con su medioambiente. El paisaje rural es definido en gran

parte por las percepciones y preferencias que se tienen por diferentes cultivos. De esta forma es

esencial entender estas percepciones y favoritismos, ya que ellas pueden explicar lo que

encontramos en el campo.

Los resultados recolectados en esta investigación indican que hay una tendencia a dejar de

consumir cubios por parte de las generaciones más jóvenes. Este carbohidrato al parecer está

siendo remplazado por el arroz. Sin embargo, esta tendencia es reciente ya que la generación de

los padres los consume regularmente.

Por lo que pude percibir de las entrevistas, las razones por las que se han dejado de comer cubios

involucran una combinación de factores culturales y estructurales. En términos de factores

culturales los cubios son símbolo de escasez de recursos económicos y solo se comen dentro del

círculo familiar. Esta idea de que son un símbolo de escasez parece ser especialmente dominante

en la generación de los padres, lo cual ha resultado en que cuando se puede, se reemplazan con

arroz. Este comportamiento ha llevado a que las nuevas generaciones no desarrollen el gusto por

ellos. Ya que la generación de los hijos es la que más acceso ha tenido al arroz, éste termina

siendo el símbolo de lo moderno o, por lo menos, de la juventud, mientras que el consumo de los

cubios y el gusto por estos es delegado a las generaciones más antiguas, la de los padres y

abuelos.

A diferencia de Weismantel (1994) quien encontró que en los Andes Ecuatorianos, el consumo

de arroz es visto como un símbolo de afluencia económica y un blanqueamiento de quien lo

consume y el consumo de los cubios representa o simboliza lo indígena y/o el ser pobre, podría

afirmarse que de acuerdo con los resultados de esta investigación en Ramiriquí no existe la

noción de blanqueamiento. Como se explicó en el Capitulo 5, en este departamento identificarse

con lo indígena dejó de ser institucionalmente válido desde la independencia. Sin embargo el

81

consumo de cubios sí parece ser visto como un símbolo de escasez en Ramiriquí, al igual que en

los Andes Ecuatorianos.

Por otro lado, y en términos de factores estructurales, los entrevistados han comentado que

existen ciertas limitaciones de mercado y de los sistemas de producción. En términos del

mercado, se comentó que el precio y el mercado es muy variable y dependiente de la papa, lo que

ha desmotivado la siembra de este tubérculo. Adicionalmente mientras que la papa es más

flexible en términos de cuando se cosecha y su tiempo de almacenamiento, los cubios, chuguas e

hibias no tienen esta flexibilidad, lo que los hace menos deseables desde el punto de vista de una

lógica económica

En términos de los sistemas de producción, varios comentaron los cambios que ha sufrido la

tierra. Dado que actualmente la tierra, según los entrevistados, es menos productiva, cultivar los

cubios (y los tubérculos en general) requiere de más trabajo, y como lo expresó una entrevistada,

el sabor de los tubérculos puede verse afectado. Esto, sin embargo, es algo contradictorio, ya que

si la tierra cada vez es menos productiva, se afectaría la producción de papa, un cultivo que

requiere de mucho más cuidado y nutrientes. Se podría esperar que los campesinos se volcaran

hacia cultivos que requieran menos insumos y no requieran de tierras tan nutritivas. Sin

embargo, la falta de mercado y la inseguridad en la estabilidad de los precios hacen que los

agricultores vean la ganadería o el arrendamiento de pastos como una opción más viable a la

siembra de estos tubérculos e incluso en algunos casos a la siembra de papa. Adicionalmente los

entrevistados mencionaron que cuando se sembraba papa y uchuvas los vendedores de los

insumos suministraban asistencia técnica en los sembrados. En el caso de los tubérculos andinos

los campesinos no recibían ningún tipo de asistencia técnica.

Es importante notar que los entrevistados de la generación de los abuelos y los padres

mencionaron los beneficios para la salud del consumo de los cubios. Este cultivo se percibe

como limpio y saludable porque no se usan pesticidas y fungicidas y además varios entrevistados

mencionaron su uso para solucionar problemas de los riñones, hígado, próstata, para limpiar la

sangre y la piel y para curar a la anemia.

82

En el caso de las hibias, los resultados parecen mostrar que estos tubérculos sí están

desapareciendo de la dieta, de hecho algunos jóvenes no los conocían. Se encontraron, más que

todo, factores relacionados a la producción, por un lado se mencionó un problema de escasez de

semilla y por otro lado se comentó que requieren de mucho trabajo en el momento de su cosecha.

Asimismo el hecho de que el cultivo se demore entre siete meses a un año, desmotiva a los

productores. Adicionalmente, e igual que en el caso de los cubios, la falta de mercado y la

inseguridad en la estabilidad de los precios hacen que los agricultores no vean un incentivo

económico en sembrar estos tubérculos. Ningún entrevistado mencionó o recordó usos

medicinales de este tubérculo, pero se mencionó que con las hibias antes se solía hacer chicha.

La falta de mercado para este tubérculo pienso que en parte se debe a una falta de visión por

parte del estado, políticas agrarias y empresarios. Esto lo digo, ya que como se mencionó en la

sección 4.2, Nueva Zelanda actualmente esta exportando estos tubérculos a Estados Unidos a un

buen precio, superior al de la papa. Para que este cultivo fuera competitivo se necesita que haya

más investigación de éste y un programa de mejoramiento de semilla, ya que las hibias que se

encontraron en el mercado de Ramiriquí y Sogamoso son delgadas y pequeñas en comparación

con las que se encontraron en el mercado de Berkeley, California.

Las chuguas son un fenómeno interesante, ya que al contrario de las anteriores, su consumo no

está en declive y al parecer tiene una buena aceptación en las nuevas generaciones. De hecho los

jóvenes parecen comerlas más que los padres. Esto puede deberse a que los jóvenes las comen

cada vez que se las ofrecen, pero no están involucrados en su preparación, mientras que los

padres dicen no comerlas como una respuesta al trabajo que involucra el sembrarlas y

prepararlas.

Esto es interesante especialmente porque, como se mencionó en la sección 4.3, este cultivo es

más fácilmente aceptado por poblaciones no rurales. ¿Que quiere decir esto? Se podría conjeturar

que el gusto de los jóvenes campesinos o de procedencia rural cada vez se parece más al gusto de

las poblaciones urbanas. También es cierto que estos tubérculos son los más parecidos a la papa

en su forma y son más fáciles de limpiar que los cubios y las hibias ya que no son corrugados

como los cubios y las hibias.

83

En términos de recomendaciones para estudios futuros se hacen las siguientes propuestas:

Sería importante ampliar el tamaño de la muestra, por ejemplo, entrevistando a todos los

habitantes de las veredas altas de Ramiriquí.

Se podría complementar la metodología utilizada con otras herramientas de investigación

para recolectar información cuantitativa sobre el consumo. Para tener datos mas sólidos

se podrían usar métodos como el recordatorio de veinticuatro horas (24-hour recall)

(Messer, 1989), que resolvería el problema que existe entre las dietas émicas y las dietas

éticas.

En este estudio no se encontraron encuestados en el rango de los 30 a 40 años, así que

sería interesante averiguar si este grupo está viviendo en la vereda o si ha migrado por

trabajo y hacerle seguimiento en términos de su consumo y percepción de los tubérculos.

Otro tema ya señalado que podría ser interesante para una futura investigación sería

profundizar si hay una relación entre la asociación de los cubios como comida para

cerdos y su rechazo.

Sería interesante entender cuáles son las razones por las cuales los campesinos siguen

consumiendo estos tubérculos.

Finalmente, podría ser interesante realizar un estudio comparativo con otras localidades.

En el curso de esta investigación se encontró un proyecto interesante en Ventaquemada

de rescate de los tubérculos andinos, impulsado por la misma comunidad. Se podría

realizar una investigación sobre la efectividad de esta iniciativa y comparar si ha afectado

la percepción y las costumbres de las generaciones más jóvenes.

84

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Imagen 1. Mapa de ubicación de zona de investigación - hecho por Carolina Sánchez

Imagen 2. Planta y tubérculo de cubio - www.fao.org/docrep/t0646e/T0646E0g.htm

Imagen 3. Cubio en Flor - Foto tomada por Carolina Sánchez

Imagen 4. Planta y tubérculo de hibia - www.fao.org/docrep/t0646e/T0646E0g.htm

Imagen 5. Hibia en Mercado de Berkeley - Foto tomada por Carolina Sánchez

Imagen 6. Planta de Chugua - Foto tomada por Carolina Sánchez

9. Anexo I Nutrición

Composición química de los tubérculos andinos (g/100g)

Hibias Cubios Chuguas

Energía (kcal) 61.0 50.0 52.0

Proteína 1.0 1.5 1.1

Grasa 0.6 0.7 0.1

Carbohidratos 13.3 9.8 14.3

Fibra 1.0 0.9 0.8

Ceniza 1.0 0.6 0.8

Humedad (%) 84.1 87.4 83.7 Fuente: Collazos et al. 1975. (Citado por Ayala G. (2004))

Análisis de aminoácidos en la oca, la mashua y el ulluco (mg/g)

Aminoácidos Oca* (hibia) Mashua*(cubio) Ulluco**(chuguas)

Patrón de

calificación

FAO/OMS

Isoleucina 36.36 28.08 41.1 52.0

Leucina 53.63 46.53 49.0 70

Lisina 59.08 33.78 48.0 55

Metionina +

Cisteina

25.45 27.90 30.5 35

Fenilalanina +

Tirosina

31.81 49.41 59.5 60

Treonina 45.45 23.69 26.5 40

Triptofano 5.50 6.66 9.1 10

Valina 48.17 40.59 35.0 50

Fuente: *PietiläyTapia,1991; **King y Gershofl, 1987 (promedio de 2 muestras). (Citado por Ayala G. (2004))

Contenido de nutrientes y micronutrientes en oca, isaño, ulluco y papa (100g de

materiales húmedos)

Oca (a) (Hibia) Isaño (a) (cubio) Ulluco (a)(chugua) Papa (b)

91

Energía 51.00 50.0 62.00 97.00

Minerales

Calcio (mg) 22.00 12.00 3.00 10.00

Fósforo (mg) 36.00 29.00 28.00 50.00

Hierro (mg) 1.60 1.00 1.10 1.00

Vitaminas

A (μg equiv. retinol) 1.26 10.04 3.77 Trazas

B 1 (mg) 0.05 0.10 0.05 0.11

B2 (mg) 0.13 0.12 0.03 0.04

Niacina (mg) 0.43 0.67 0.20 1.50

C (mg) 38.40 77.50 11.50 20.00

Fuente:(a) Collazos, 1975; (b) INCAP, 1975. (Citado por Ayala G. (2004))

10. Anexo II Lista de preguntas para entrevista Cuál es el nivel socioeconómico

del entrevistado/a 1. Nombre, edad, género, profesión

Exposición ha publicidad 2. Tiene acceso a radio, televisión internet

Migración e influencia de la urbe 3. Donde más ha vivido?

4. Tiene familiares que vivan en el pueblo o ciudad?

5. Ha pensado usted en migrar? Por qué?

Consumo 6. ¿Cada cuanto come X ?cuando fue la última vez?

7. ¿Por qué no consume X?

8. Es de temporada?

9. ¿X se consumía en su hogar cuando usted era niño/a?

10. ¿Cómo lo consume? Se demora la preparación? Cuanto se puede

guardar?

11. ¿Quién lo consume? ¿Quién no?

12. ¿Sirve para algo más?

13. ¿Quién le enseñó a usar x?

14. ¿Si no lo siembra, lo compra?

Entender cómo se transmite el

conocimiento de producción de

cada tubérculo

15. ¿Hace cuanto cultiva X?

16. ¿Qué variedad siembra?

17. ¿Cómo consigue la semilla?

18. ¿Cuánto se demora el cultivo?

19. ¿Que necesita el cultivo?

20. ¿Quien le enseñó a cultivarlo?

Entender cómo funciona la

producción de cada producto

21. ¿Cuál es la extensión de su finca?

22. Es propietario o arrienda

23. ¿Qué cultivo es el más económicamente rentable?

24. ¿Cuánto siembra (espacial) de X, que cantidad (cuanto se produce)?

¿Donde lo siembra?

25. ¿Quién le ayuda a sembrarlo?

26. ¿Que dificultades (pestes, agua, tipo de tierra) tiene x?

27. ¿Se sembraba algo diferente antes?

28. Si ,si. Por que cambió la producción?

Cuál es el incentivo que existe

para cultivar estos tubérculos.

29. ¿Lo cultiva para consumo familiar o para vender?

30. En el pasado?

31. ¿Qué propiedades tiene X? (nutricional, medicinal)

Cuál es el mercado y como 32. ¿A cuánto lo vende? ¿Cómo lo vende? (directamente en el mercado

92

funciona intermediario)

Consumo de otros alimentos.

La pregunta 34 y 35 buscan

entender cuál es la comida con un

prestigio especial

33. Cuál es su comida favorita

34. ¿Cuándo hay un evento especial, que se come?

35. ¿Se ofrece TA en un evento especial?

Incentivos externos 36. ¿Ha recibido algún préstamo para su finca?

37. ¿Para qué uso el préstamo?

38. ¿Recibe alguna ayuda del estado?

39. Hace usted parte de alguna asociación

40. Cuál es el objetivo de esa asociación, que se fomenta?

41. ¿Existe alguna asociación a la que usted no pertenece? ¿Por qué no es

parte de esta?

42. ¿Cree usted que el haber sido parte del proyecto de proyectos Andinos

ha cambiado su consumo de TA?

11. Anexo III Entrevistados

Nombre Edad Ocupación Fecha entrevista

Rosa Bonilla 62

trabajo doméstico, cuidar

ganado y hacer canastos para

vender

27 de febrero

Estefanía Soler García 66 ama de casa, cuando no hay

hijos coge el azadón 27 de febrero

Juana Mercedes Soler 42 Trabajo doméstico, y ayuda ha

sembrar y recoger. 27 de febrero

Patricia Castel Blanco Soler 18 ayuda en casa 28 de febrero

Antonio Salamanca Suarez 89 agricultor, jornalero, aserrío 27 de febrero

Juan de Dios Salamanca

Bernal 61 agricultor aserrío 27 de febrero

Juan de Dios Jarro

Salamanca Soler 20 trabaja en agricultura 15 Marzo

Ana Joaquina Romero 52 ama de casa y vende cuajada 27 de febrero

Patrocino Mendoza 48 siembra 16 Marzo

Álvaro Mendoza Romero 13 8 grado 16 Marzo

José Joaquín Cruz 70 agricultor y obrero 15 Marzo

María Cecilia Salamanca 49

ama de casa, cocina para

obreros, cuida animales 28 de febrero

Manuel Rojas Carol 70 agricultor 15 Marzo

Flor María Rojas 25

Ama de casa, obrera en

Morelco, vendiendo queso o

leche

16 Marzo

Flor Alba Cavalier 43 oficios de la casa, cuida

ganado, agricultura 15 Marzo

Daisy Lorena Aguirre 15 Terminó bachillerato. Quiere 15 Marzo

93

Caballero estudiar en Bogotá veterinaria.

Carmen Rosa 43 dedicada a la casa y cultivo 15 Marzo

Jenny María Salamanca

Moreno 20 Bachillerato 15 Marzo

Irene Arias 86 ama de casa y vende cuajada 15 Marzo

Erbacio Mendoza 70 agricultura 16 marzo

María Belén Rojas 40 Oficios de la casa. 15 Marzo

Manuel Parra 16 haciendo bachillerato 15 Marzo

Ricardo Pinzón 56 trabajador del campo y vende

cerveza en la casa 15 Marzo

Sandra Patricia Pinzón 16 terminando bachillerato 16 Marzo

Merardo Mendoza Buitrago 75 agricultor 16 Marzo

Herminia Mendoza Milla 42 oficios de la casa y siembra

huerta 16 Marzo

José María Salamanca 68

labores del campo , agricultor,

vereda Escobal parte alta 16 Marzo

María Nieves Jiménez

Vergara 48 agricultura 16 Marzo

Blanca Patricia Salamanca 18

Ama de casa, siembra, cuida

animales, vacas y cerdos, hizo

hasta 10 grado

16 Marzo

José Hermelindo Ortiz

Bautista 16 9 grado 16 Marzo

José Crisanto Caro Bautista 14 9 grado 16 Marzo

Herlinda Pulido 16 9 grado 16 Marzo

12. Anexo IV

Código de tema

de investigación

Pregunta de donde se sacaron las

respuestas

Interpretación

Influencia externa ¿Tiene acceso a radio, televisión

internet?

¿Donde más ha vivido?

¿Tiene familiares que vivan en el pueblo

o ciudad?

¿Ha pensado usted en migrar? Por qué?

De acuerdo a las respuestas se derivaron

tres sub-categorías de influencia externa:

alta, media o baja.

Práctica ¿Que necesita el cultivo? Esta respuesta definía si se usaban

insumos y de que clase.

Sub-categorías: abono químico, abono

94

organico, cal, fumigación para engruesar

Semilla ¿Qué variedad siembra?

¿Cómo consigue la semilla?

Dependiendo de como se consiguió la

semilla se definía si la variedad era una

variedad local o no. Por ejemplo si la

semilla se compraba en el mercado no lo

era pero si se guardaba del cultivo anterior

lo era. Sub-categorías: Semilla local,

semilla no local.

Dificultades e

incentivos

¿Que dificultades (pestes, agua, tipo de

tierra) tiene x?

¿Cuanto se puede guardar?

¿ Cuánto se demora el cultivo?

¿A cuánto lo vende? ¿Cómo lo vende?

(directamente en el mercado

intermediario)

¿Lo cultiva para consumo familiar o

para vender?

¿En el pasado?

En estas preguntas se evaluaba que podía

estar desalentando el cultivo.

Sub-categorías: Fluctuación de precios,

mucho trabajo, plagas, agua (muy poca o

mucha), insumos bajos

Rentable ¿Qué cultivo es el más económicamente

rentable?

¿Cuánto siembra (espacial) de X, que

cantidad (cuanto se produce)? ¿Donde

lo siembra?

¿Quién le ayuda a sembrarlo?

¿Se sembraba algo diferente antes?

Si ,si. Por que cambió la producción?

Estas preguntas buscan entender que tan

rentable es el producto y si existe otro

cultivo que los esté remplazando por

rentabilidad.

Sub-categorías: papa, uchuva, ninguno

Consumo ¿Cada cuanto come X ?cuando fue la

última vez?

¿Por qué no consume X?

¿Es de temporada?

¿X se consumía en su hogar cuando

usted era niño/a?

¿Cómo lo consume? Se demora la

preparación?

¿Quién lo consume? ¿Quién no?

¿Sirve para algo más?

¿Quién le enseñó a usar x?

¿Si no lo siembra, lo compra?

Estas preguntas buscaban entender con

que frecuencia se consumían y si la

frecuencia tenia que ver con la

temporalidad del cultivo.

Sub-categorías: no me acuerdo, desuso,

temporal y constante.

Uso medicinal ¿Qué propiedades tiene X? (nutricional,

medicinal)

Usos medicinales tanto para humanos

como animales. Los usos medicinales

podían ser para tratar los riñones, la

próstata, la sangre, ayuda en partos,

limpia, y para el ganado asoleado

Sub-categorías: conoce por lo menos un

uso medicinal, no conoce.

Préstamo ¿Ha recibido algún préstamo para su Estas preguntas buscan entender si los

95

finca?

¿Para qué uso el préstamo?

¿Recibe alguna ayuda del estado?

¿Hace usted parte de alguna asociación

¿Cuál es el objetivo de esa asociación,

que se fomenta?

¿Existe alguna asociación a la que usted

no pertenece? ¿Por qué no es parte de

esta?

factores monetarios que menciona Abbot

se podían traspasar para este estudio. Sub-

categorías: Sí préstamo, No préstamo.

Percepción ¿Cuál es su comida favorita?

¿Cuándo hay un evento especial, que se

come?

¿Se ofrece TA en un evento especial?

Estas preguntas buscaban entender la

percepción que se tenia de los tubérculos

andinos y su estatus en las dietas. Dentro

de esta calificación también se tomo en

cuenta si los tubérculos se usaban como

forraje y si esto podía estar afectando la

percepción que se tiene de ellos. Sub-

categorías: buena, neutral, baja.